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La Araña Negra Libro VII Por Vicente Blasco Ibáñez

La Araña Negra. Libro VII

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LaArañaNegraLibroVII

Por

VicenteBlascoIbáñez

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SEPTIMAPARTE

MARUJITAQUIROS

(CONTINUACIÓN)

III

ALVAREZDESPUÉSDELAREVOLUCIÓN.

Al triunfar la revoluciónde septiembre de 1868,Álvarez vino aEspaña,entrando por Cataluña con algunos generales emigrados. En Barcelona sereunió con Prim, que hacía su viaje insurreccional por las costas delMediterráneo,yentróenMadridformandopartedelEstadoMayordelcélebregeneral,quefueacogidoenlacapitaldeEspañaconlaovaciónmásdelirantequeserecuerda.

Álvareznoolvidóasuasistente,quiena lospocosdíasentrótambiénenMadrid,completamenteconvertido,puesapesardesusencillez,nodejabadedarsealgunaimportanciaenvistadelasatencionesrecibidasenelcamino.

HabíadesembarcadoenMálagaconotrosdeportadospolíticos,ydesdeallíhasta la corte su viaje había sido una serie de ovaciones tributadas por elpueblo a los que se habían sacrificado por su libertad. Perico quería seguirsiendoparasuamounfielasistente,peroparalosdemásaspirabaahonoresdepersonaje,ymuchasnoches,mientrasÁlvarezestabaausente,ibaélaalgunodelosclubspopularesqueentoncescomenzabanaformarseyrecibíaallídelos oradores los elogios destinados a los mártires, conmoviéndose hasta elpuntodederramarlágrimas.

Uno de losmás fervientes deseos deÁlvarez era encontrar a don PedroCorrales, aquel inesperado y extraño protector que le había salvado la vida.FuealacalledeSanAgustín,ynadie,enaquellaviejacasa,pudocontestarasuspreguntas.Elpolicíaysumozanovivíanyaallí;laviejaprestamistaaunocupabaelprimerpiso,peroenlasconferenciasqueatravésdelventanillodesupuertasostuvoconelmilitar,noledionoticiaalguna.

DonPedrosehabíatrasladadohacíamásdeunaño,nosesabedónde.Aestoquedabanreducidastodaslasnoticias.

BuscóÁlvarez por todos lados, ganoso de encontrar a su protector, perosusgestionesfueroninútiles.Sucajóndememorialistanoexistíaya.

ElagitadoocéanodeMadridsehabíatragadoaaquelnáufragosocialquecontantadignidadysantasencillezsabíamantenerseensuinfortunio.

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¿Había muerto víctima de la miseria? ¿Había cambiado su fortuna enaquellos dos años? ¿Había encontrado al fin el valor que le faltaba parareunirseconsuRamona?

Álvarez no suponuncanadade aquel hombre, cuyo recuerdoquedó fijoporsiempreensumemoria.

Suencuentroconaquelviejohabíasidodeesosqueocurrenenlavida,yque,apesardepasarfugaces,impresionanmásquelasamistadeseternas.

Elmemorialista era, para la vida deÁlvarez, un elemento necesario. Lehabía encontrado en el momento preciso, y después el destino le hizodesaparecer.Losdoshabían sido como losbuquesque se encuentran en losdesiertosmares;seprestanauxilio,seexponenalpeligroelunoporelotro,ydespuéssealejanconigualindiferenciaparanoencontrarsejamás.

Álvarez sólo fue ascendido a comandante, mientras que oficiales quehabíanpermanecidoenEspaña,noatreviéndoseadesenvainarnuncalaespadapor la revolución, saltabanayudadosporel favor,ydeun sologolpe,dosotresempleos.

Habíaenelinfatigableconspirador,enelhéroedel22dejunio,algoquelehacía poco simpático a los ojos de aquella brillante pléyade militar que sereuníaenlossalonesdelministeriodelaGuerra,dondePrimdabaaudienciaasuscortesanosdeespada.

ElcomandanteÁlvarezerarepublicano,yatalpuntollevabasufepolíticaentretodosaquellossoldadosdefortuna,queeranpartidariosdelarevoluciónporque a la sombra de ésta se alcanzaban entorchados, que no vacilaba enmanifestar su pensamiento ante elmismoPrim, que tan justa fama tenía depocosufrido.

Las manifestaciones monárquicas que había hecho el general aldesembarcarenBarcelona,lehabíandescorazonado.¡Adiós,ídolo!Prim,quehasta entonces había sido para él un ser sobrenatural, un patriota sinprecedentesen lahistoriadeEspaña,convertíaseahora,ante susojos,enunpolítico doctrinario incapaz de romper los moldes forjados por susantecesores,yansiosoúnicamentedeserlaespadaprotectora,elfactótumdeunamonarquíaconciertosvisosdedemocracia.

ÁlvareznovacilóendeciralmarquésdelosCastillejoslaopiniónquelemerecía,ydeaquíquelasrecompensasrevolucionariasfuesentanparcasparaél,comoexorbitantesparaotros.

Prim apreciabamucho a su antiguo agente; sabía de lo que era capaz yteníainterésenconservarloasulado,porloqueintentóatraerloasusplanespolíticosfavorablesaunamonarquíademocrática.Prometióleelmandodeun

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regimiento y el fajín para de allí a poco tiempo, si se declaraba adicto a lamonarquíaquesoñabafundar,perotodassusseduccionesseestrellaroncontraelausterorepublicanismodelcomandante.

Él había trabajado por la revolución y expuestomil veces su vida en lacreenciadequeaquéllaeraparaarrojarporsiemprelosreyesdeEspaña;conestaideahabíamilitadoalasórdenesdePrim,peroahoraqueéstesedecidíaenfavordelainstituciónmonárquica,élleabandonaba,yaunqueladisciplinamilitarobligábaleaserfielalgobiernoprovisionalsucorazónestabadepartede laRepública federativa,de aquellaRepúblicaquePiyMargall,Castelar,Orense,GarridoyotrosibanpredicandoportodaslasprovinciasdeEspaña.

Entre el progresismo triunfante que le ofrecía todos los honores ygrandezas de la victoria, y el evangelio republicano que comenzaba aconquistar el corazón de las masas humildes y necesitadas, estaba con elúltimo,asícomounoscuantosmesesantesestabaporlosderechosdelpueblo,contralatiraníadelosBorbones.

ÁlvarezrompióabiertamenteconPrim.

—Ese chico es un loco—decía el general en su tertulia—.Sientoque sealeje, porque es un buen amigo. Veremos qué le dan esos republicanos, acambiodelsacrificioquehacealejándosedemí.

ÁlvarezquedóenMadrid,aunquesinincorporarseaCuerpoalguno.

Libre de aquellas ocupaciones políticas que tanto tiempo le habíanabsorbido,dedicóseacumplirundeseoquehacíatiempoleagitaba.

EnlaemigraciónhabíasabidolamuertedeEnriqueta.Leíalosperiódicosespañoles, y especialmente de Madrid, para estar al tanto de losacontecimientos políticos ocurridos en su patria, ymuchas veces tropezaronsusojosconelnombredelabaronesadeCarrillo,eternapresidentadecuantascofradíascelebrabanfiestasreligiosasuorganizabancuestacionescaritativas.A pesar del odio que profesaba a doña Fernanda, alegrábase cada vez queencontraba su nombre, pues esto parecíale que le aproximaba a la mujeramada.

QuisoenterarsevariasvecesdelasuertedeEnriquetaydesuviudez,enlaque tanta participación había tenido Perico; y aunque pensó en escribirle,nuncallegóaatreverse.

Por un periodista que fue aAmberes, donde él se encontraba con Prim,supo que Enriqueta se hallaba enferma, pero no llegó a persuadirse de laverdad de esta noticia, pues el que la daba hablábale con el tono vago eindecisodelquenoseenteradecosasquelesonindiferentes.

Undía,leyendoenelcafédeMadrid,enplenoboulevardMontmartre,un

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número de La Época, encontróse con una esquela mortuoria que le hizopalidecer.Era ladeEnriqueta.Enunsueltode regularesdimensionesqueelcronistadelmundoelegantededicabaalafinada,leyóqueéstahabíasufridounalargaenfermedadquelateníaprivadadeconocimientoaconsecuenciadelasorpresaqueexperimentóel22dejunioalverasuqueridoesposomuertoalaspuertasdesucasa.El revisteroaristocráticoaprovechaba laocasiónparaanatematizaralosferocesrevolucionariosyhacerlaapologíadelareinaydela nobleza de sangre. A Álvarez le hizo aquello mucho daño. Ignoraba laverdaderacausadeaquellaenfermedaddeEnriqueta;nosabíaqueéstalecreíafusilado, y al leer lo que el revistero decía sobre el inmenso cariño que laseñoradeQuiróshabíaprofesadoasuesposo,pasiónqueseacrecentódespuésde lamuerte, experimentó terribles celos y se dijo con ferocidad de amanteofendido,comosilainfelizviviera:

—¡Fíese usted de las mujeres! ¡Tanto como parecía quererme, y ahoraresultaquemuereenamoradadelpilletedesumarido!...

LaimagendeEnriquetayanoocupódesdeaqueldíaellugarpreferenteenlamemoriadeÁlvarez;perocuandoéstesevioenMadriddespuésdetriunfarla revolución, uno de susmás vehementes deseos fue el ver a su hija, a lapequeñaMaría, que sólo había contemplado furtivamente en aquellas tardesqueEnriqueta,esposayadeQuirós,acudíaasusinocentescitas.

El comandante volvió a rondar como en otros tiempos el palacio deBaselga,peroahoraconmásaplomoyconvencidodesuderecho.

Noibaenbuscadeamores;eraunpadrequequeríaverasuhija.

EntoncesfuecuandolabaronesadeCarrillolevioundíadesdeunbalcón,y si ladevota señoraexperimentógran sustoal creerleunaparecido,no fuemenorlaalarmaquesintiócuandollegóaconvencersedequeeraunhombredecarneyhueso,omásbiendicho,queeraaquelmismopilleterepublicanoque tantosdisgustos lehabíaproporcionadoyque tanantipático le resultabasiempre.

Labaronesa, con su finoolfato de beata, adivinó inmediatamente lo quesignificabanaquellospaseosdelmilitar.

¡Oh!¡Nocabíadudarlo!ÁlvarezeraelverdaderopadredeMarujita,y,sinduda,sentíaeldeseodeverlayestrecharlaentresusbrazos.

¡Ypensarqueaquelmiserablehabíamezcladosusangreplebeyaconladeunafamiliatanaristocrática!

Pero a la baronesa no le duró mucho tiempo la indignación que leproducíantalesconsideraciones.

Pensóensusituaciónactual,enlarevoluciónquetantohorrorlecausaba,

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yenqueaquelhombreodiadoerade losvictoriososydebíadisponerde lasmasasqueaterrorizabanalabaronesa,consuaspectopocodistinguido.

¿Siproyectaríarobarlelaniña?

Había que ser prudente y no hacer, como en pasadas épocas,demostraciones de desprecio a aquel ogro que la maldita revolución poníanuevamenteanteella.

IV

UNREVOLUCIONARIOYUNABEATA.

Entodalanochenopudodormirlabaronesa,agitadaporlospensamientosquelaproducíaelhabervistoaÁlvarezlamañanaanterior.

A la madrugada, cuando ya sonaba en las calles el campanilleo de lasburrasdelecheyelcencerrodelasvacas,pudoatraparelsueño,peronogozódetaldichapormuchashoras.

Eran lasoncecuandoentrósu lenguarazdoncellaaavisarle,con tonodealarma,quehabíaestadoavisitarlauncomandante,anunciandoquevolveríaalauna,puesteníaquehablarconurgenciaalaseñora.

El modo con que la doncella decía estas palabras, acabó de disipar latorpezaqueinvadíaadoñaFernanda,bruscamentesacadadesusueño.

Adivinábase que aquella muchacha conocía a Álvarez y no ignoraba laimportanciaqueteníalavisita.

La baronesa así lo comprendía. ¡Dios sabe de cuántas murmuracioneshabría sido objeto su difunta hermana por parte de la servidumbre, genterespetuosaeinmóvilqueparecenofijarseennaday,sinembargo,lovetodo!

Doña Fernanda, herida por la audacia que demostraba Álvarezpresentándose en su casa, saltó inmediatamente del lecho y comenzó avestirse.

¡Diosmío!¿Quequeríaaquelhombre?¿Cómoseatrevíaaponerlospiesen aquella casa? ¿Con qué derecho quería hablar nada menos que a unabaronesamuycatólicaynomenos ilustre?Quese fueraasuscentros,asusclubs,asuslogiashorripilantes,dondesepisoteabaaCristo,secometíanlosmayores sacrilegios y se pronunciaban terribles palabras quemataban a unapersonasóloconoírlas.¡Mireusted!queeraaudacialadeaqueldemagogo.

Loúnicoque la consolaba es que ella hablaría conPacoSerrano, que la

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estimabamucho,ysabríameterenveredaalaudazcomandante.

Estaba resuelta a no dejarse imponer por el descamisado y dio ordenterminantealadoncellaparaquenolepermitieralaentrada.

Peronotardóencambiardeopinión.Parecióle,sinduda,indignodeellaelevadirlapresenciadeÁlvarez,ybienfueseporimposicióndesudignidad,opornotenerunenemigoenunhombrequefigurabaentrelosrevolucionariosaquienesella tanto temía, lociertoesquediocontraordena sudoncella, lacual fue autorizada para hacer entrar al comandante en el salón así que sepresentara.

Unahoradespués,Álvarez,vestidodeuniforme,entrabaenelsalóndelabaronesaEstalehizoaguardarmuchorato,y,porfin,sepresentó,vestidadenegro,conrostroausteroytodoelaspectodeunareinaviuda.

Al ver al comandante, que se puso en pie respetuosamente, hizo doñaFernanda uno de esos gestos de extrañeza cortés que se reservan para laspersonasdesconocidascuyasintencionessonunproblema.

Cuandolosdosestuvieronsentados,elcomandantecomenzóahablaralabaronesa,queleescuchabacongestoaltivoycasiimpertinente.

—Señora:nosésiustedmeconocerá....¿Queno?Noloextraño.Haceyamuchotiempoquenonoshemosvisto,ylascircunstanciasdelavidamehanenvejecidobastante.Sinembargo,talvezhagaustedmemoriacuandosepaminombre.YosoyEstebanÁlvarez.

DoñaFernandavolvióahacerconsucabezasignosnegativos.

—Apesar de esto, ustedme conoce, señora.Nunca nos hemos hablado,perotengolaseguridaddequeyonosoyparaustedundesconocido.TalvezrecuerdeustedmejorcuandoyoledigaquefuinoviodesudifuntahermanaEnriqueta. Creo que algunas veces he tenido la desgracia de incurrir en lamudaindignacióndeusted.

YÁlvarezdijoestaspalabrassonriendodiscretamente.

Labaronesayanopudoseguirnegandoyacogióaquellaspalabrasconlaexpresióndelquerecuerdaunacosaqueleinteresapoco.

—¡Ah,sí,caballero!Meparecerecordarquemihermanateníauncapitánque parecía algo enamorado de ella.... ¿Era usted mismo, caballero? Vaya,pueslocelebromucho.Yasabráustedquelapobrecitamurió.

YdoñaFernandareíadesdeñosamente,envueltaensusuperioridadderazay esforzándose en darle a entender con su actitud que el haber tenidorelaciones amorosas con su hermana no autorizaba a ningún plebeyo, y porañadidura, revolucionario, para inmiscuirse en el seno de una familia de

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antiguanobleza.

—Sí, señora. Sé que murió Enriqueta y éste es el mayor infortunio decuantosheexperimentado.Hasidomiúnicoamor.

—Veo que es usted constante, caballero—dijo la baronesa con acentosarcástico—.Nopodríadecirlomismomipobrehermana,siviviese,puesyasabráustedqueellacontrajomatrimoniodespuésdesusgalanteosconusted.Secasóconunhombredistinguidoydegrantalento,quemurióheroicamentepeleandoenfavordelasdoctrinasdesusmayoresydelosinteresesdelordenydelafamilia.Desgraciadamente,hoynoestánenmodatalesesfuerzos,puesnoshansalidootroshéroesdenuevaclase.

LabaronesaprofesabagransimpatíaasucuñadoQuirós,aundespuésdemuerto, y como si no conociera las circunstancias de su desgraciado fin,complacíase en forjarse una novela sobre sus últimos instantes y en tenerlocomo un héroe, que, consecuente con los principios que siempre predicabahabíasebatidoel22dejuniocomounleón,siendomártirdelamonarquíaydel catolicismo. En todas partes hablaba de su cuñado, llamándole héroe ymártir sublime, y la sociedad que la rodeaba creíala o fingía creerla, pues atodosinteresabaelformarsedentrodesuclaseungrandehombre.

PorloslabiosdeÁlvarezvagóunadébilsonrisaalencontrarseconvertidoenhéroealdespreciableQuirós,peroseabstuvodetodocomentariosobreestacreencia, así como sobre las últimas palabras de la baronesa, que eran unasátira contra la revolución, y siguió como si no se hubiera fijado en talesexpresiones.

—Conozco, señora, el matrimonio de su hermana; sé lo que estosignificaba,ydeigualmodo,hastaquépuntoerasuesposoeseseñorQuirósdequienustedhabla.Sóloconociendoestascosas,comolasconozco,escomoyomehelimitadoacallarhastaelpresenteynohehechousodeunderechoquetengo,sinovalederoantelasociedad,legítimocomoelquemásalosojosdelaNaturaleza.

—¡Dios mío, caballero!—dijo con fina sonrisa la aristócrata—. Hablausted de unmoldo tan imponente, que siguiendo por este camino llegará aaterrorizarme. Además, no sé qué derechos pudiera usted tener sobre mihermana. ¿Que era novia de usted? Conforme. ¿Que se escribían cartitas yalgunasmañanasseveíanenelRetiro?Nolosécierto,peroalgoheoídodecirynoquieroponerloenduda.Peroesto,señormío,noautorizaanada.¿Quiénnosabeloquesonamoríosalosveinteaños?¿Tienenestaclasederelacionesalguna importancia para crear esos derechos de que usted habla en tono tanformal?Si todaslasmuchachastuvieranquequedarligadaseternamenteconaquellos hombres a los que hubiesen dado palabra de fidelidad a los veinteaños,leaseguroaustedqueelamor,yhastalavida,seríanimposibles.Crea

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usted,caballero,quenoentiendoloqueusteddice.

La baronesa fingíase con habilidad completamente ignorante de cuantohabíaexistidoentreEnriquetayÁlvarez,yaunquenosesentíamuytranquilaenpresenciadeaquelhombre,empujabahábilmentelaconversaciónhaciaunpuntoqueexcitabasuinterésyqueeraloqueprincipalmentehabíamotivadosurepentinadecisióndeadmitiralrevolucionarioensucasa.

Deseaba saber la verdad de las relaciones entre su hermana y Álvarez.DurantelaenfermedaddeEnriqueta,ésta,conpalabrassueltas,lahabíadadoaentenderalgoquepudoañadiralomuchoqueyasabíasobrelaaventuradesuhermanayelmodoconqueQuiróshabía logradoexplotarla,pero le faltabaconocerlahistoriacontodossusdetalles,yporestoimpulsabahábilmenteaaquelenemigoaquesaciasesucuriosidad.

Álvarez, al notar el desprecio cortés con que le trataba la baronesa y lacerteza con que le negaba todo derecho sobre Enriqueta, queriendo hacerlopasarcomoaunextraño,indignóse,yaunqueconbastantediscreción,paranoherir de lleno la honra de su difunta amante, comenzó a relatar todo loocurridodesdeeldíaenquelahijadelcondedeBaselgahuyódesucasaparairabuscarleaélensumodestavivienda.

Labaronesaleescuchabaatentamente,apesardequefingíaincredulidadconformeavanzabalarelación.Envezdeindignarse,alsaberlaestratagemavillanadequesehabíavalidoQuirósparacomprometeraEnriqueta,encontróque tenía mucha gracia la intriga y ratificó interiormente el concepto dehombre de talento en que tenía a su cuñado. Lo que más estupefacción leprodujo fue la noticia de que Quirós sólo era marido de Enriqueta enapariencia,puesésta,fielsiemprealrecuerdodelqueerapadredesuhija,nohabíaconcedidolamenorconfianzaalaventureroqueportanvillanosmediosconsiguiósumano.

Apesarde la impresiónque leprodujo estanoticia, la baronesaprotestóinmediatamente.

—Caballero;esoqueustedmecuentaesabominable.Además,fácilmenteseconocequetodoespurafábula.¿Cómopuedeustedestartanenteradodeloque,segúnafirma,ocurríaenestacasa?¿Cómoconoceustedesafrialdadquesuponeenlasrelacionesdelosdosdifuntosesposos?

—Señora—contestó el capitán con dignidad—.Yo nomiento nunca. Lejuroausted,pormihonordesoldado,queestoqueledigoloséporlamismaEnriqueta.Ellamelodijoaljustificarsuconductacuandoyolepreguntésobresucasamiento.

—¿Ycuándopudoustedverla?—observóconincredulidadlabaronesa—.SegúnustedacabadedecirmehuyódeMadridperseguidoporlasautoridades

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lamismanocheenquemihermana,conunaligerezainconcebible,abandonóesta casa. No creo que usted haya vuelto por España, hasta ahora, estandocomoestabasentenciadoamuerte.

—Puesvolví,señora:vineaquíparatomarparteenelmovimientodel22dejunio,algunosmesesantes.

Labaronesa,apesardequesabíamuybienqueÁlvarezhabíaestadoenMadriddespuésdesuprimerafugayqueenlacalledeAtochalohabíavistosu hermana, próximo a ser fusilado, hizo un gesto de extrañeza y luegopreguntóconmarcadaincredulidad:

—¿YcómohablabaustedentoncesconEnriqueta?Leadviertoaustedquemihermanahavividosiempremuyunidaamí,yquesonpocaslascosasquehahechodelascualesnomehayayoenteradoinmediatamente.

—¿Duda usted, señora, que yo hablase conEnriqueta después que volvíocultamente de mi primera emigración? Pues yo le daré detalles que leprobarán cuanto digo. Hablé por primera vez con Enriqueta en una iglesia,cuyonombrenorecuerdoenesteinstante,peroenlacualpredicabaentoncesun jesuita llamado el padreLuis, cuyos sermones causaban verdadero furor.EraunatardeenqueustedestabaenfermayEnriquetafuesolaaltemplo.Alterminarelactohablamoslargamente,ysinqueyolaobligaseaellomerelatóla vida que hacía con su esposo. Desde entonces nos vimos con granfrecuencia, aprovechando todas las tardes enqueustedno acompañaba a suhermana.Le juroaustedqueEnriqueta supo respetar lanuevaposiciónqueante el mundo tenía y nome permitió nunca la menor libertad en nuestrassucesivasentrevistas.Yaveusted,señora,quedoybastantesdetallesparasercreído.

La baronesa estaba convencida interiormente de la veracidad de cuantodecíaÁlvarez.

Sabíapor laspalabrasquesehabíanescapadoaEnriquetaquesuhija loera de Álvarez, y ahora, recordando la frialdad con que su hermana habíatratado siempre a Quirós, convencíase de que no era menos cierta aquellaseparaciónabsolutaqueensecretoobservabaelmatrimonio.

Pero a pesar de esto, la baronesa no estaba dispuesta a aceptar comobuenas talesexplicaciones.SublevábansesuspreocupacionesdearistocráticaantelaposibilidaddereconocercomoparienteaunhombrecomoÁlvarez,yacogiótodassuspalabrascongestodesuperioridaddesdeñosa.

—Podráserverdadcuantoustedafirma;pero,¡Diosmío!,¡resultatodoesotanextraño!...;pareceuncapítulodenovela.

El comandante palideció al escuchar estas palabras, que equivalían a un

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insulto,perosecontuvoysupodominarsucólera,limitándoseacontestarqueél respetaba a las señoras lo suficiente para no sentirse molestado por susexpresiones.

—Y en resumen, caballero—continuó doña Fernanda—, ¿qué es lo queusted desea? No creo que haya venido a esta casa con el solo objeto dedesenterrarmoralmenteamipobrehermana,contándomeunahistoriaque,enrealidad,mehainteresadopoco.

—Señora,hevenidoaquíimpulsadoporunossentimientosqueapreciaríaustedmejor si fuesemadre. Vengo a ver ami hija. No tengo familia en elmundoniseresquemeamen,yesaniñaconstituyetodamiilusión.QuieroveraMarujita.

La baronesa, a pesar de que estaba preparada y sabía que el visitanteexpondría tal demanda, no pudo evitar un movimiento que mostraba suintranquilidad.

—¡Oh!Noseasusteusted,señora—seapresuróadecirelcomandanteconextremadadulzura—.Nopretendoarrebatarlaaustedesaniña,alaque,segúntengoentendido,cuidaustedcomounamadre.Nuncahetenidotalintención;ademásmeseríaimposibleencargarmedeella,puesmiprofesiónymimododevivirmeimposibilitandetenerniñosamicuidado.Ustedlatendrásiempre,señora;ustedlaconservaráasulado;yoúnicamentelepidounfavorpequeño,insignificante. Sólo quiero tener libre la entrada aquí, para venir de vez encuandoadarunbesoamihija.

Sedetuvoelcomandanteydespuésdijoconlaindecisiónylatimidezdelquesolicitaunacosaindispensableytemenoselaconcedan:

—¿Nopodíayoverlaahoramismo?

La baronesa creció en orgullo al verse solicitada tan humildemente ycontestóconunamentira:

—No;ahoraes imposible.Laniñahasalidoapasear,encompañíadesuaya.Elmédicohaordenadoparaellalospaseosmatinales.

Álvarezhizoungestoderesignación:otravezseríamásafortunado.

Reinóunlargosilencioquelabaronesaempleóenprepararunapreguntaquehacía ratoescarabajeabaensu lengua.Desdequeella supoqueÁlvarezhabíatomadoparteenlajornadadel22dejunio,contodoslosdemássucesosqueEnriqueta,durantesuenfermedad, relatabaconbastante incoherencia, labaronesa había adquirido la convicción de que aquel hombre odiado era elautor de la muerte de Quirós. No tenía más certidumbre que la queproporcionabasuantipatía,peroparaellaeraindiscutiblequeestandoÁlvarezenaquellarevolución,forzosamentehabíadeserelmatadordesucuñado.

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Deseabaafirmarseensucreencia,yporestobuscabaelmediodeabordaraÁlvarez,demodoquelesorprendiera,arrancándolelaverdad.

Porfinrompióaquellargoyembarazososilencio,delcualnosabíacómosalirsuinterlocutor.

—Digausted,caballero.Usteddebióencontrarseenlabarricadaqueel22de junio levantaron ahí, en la cercanaplaza.Enriquetamedijoque lovio austedescapar.

—¡Ah!...¿LedijoEnriquetaquemehabíavistopróximoaserfusilado?

La baronesa comprendió que daba un paso en falso para su orgullo sirevelabaaaquelhombrequeelespectáculodesupróximamuertehabíasidocausadelaenfermedaddesuhermana.

Esto equivalía a darle a entender que Enriqueta le había amado hasta lamuerte.

—¡Bah!Enriquetanadavio,o,almenos,nadamedijo.Lapobrecitaestabaimpresionada por la vista del cadáver de su esposo, al que amaba mucho,aunqueustedseempeñeenafirmarlocontrario.Estofueloquelaprodujosulentaagonía.Perocontesteusted,caballero:¿EstabaustedenlabarricadadelaplazadeAntónMartín?

Elcomandantecontestóafirmativamente.

—Puesentoncesustedsabráquiénmatóamicuñado.Nadieloveríamejorqueusted.

La baronesa recalcó mucho estas palabras, y Álvarez, incapaz defingimientos, y creyendo que ella conocía la participación que su asistentePerico había tenido en el suceso, se inmutó hasta el punto de palidecer ybalbucearconvisibledificultadunadébilexcusa.

—No,señora;novinada.Noséquiénpudoserelmatador.

—¡Oh!—afirmódoñaFernandaconvehemenciavaronil—.Losabeustedperfectamente.Elrostrolehacetraición;estáustedturbadoysedelatacomoasesinodelpobreQuirós.Yaestabayoconvencidadequeelmatadornopodíaserotroqueusted.

Álvarez, absorto ante aquella acusación inesperada, sólo supo levantarsedelsillón,exclamandoconunaextrañezaqueacreditabasuinocencia:

—¡Yo,señora!¡Yoasesino!Ustednomeconoce.

—Sí, usted—gritó doña Fernanda con la faz rubicunda por la cólera yponiéndoseenpie—.Salgaustedinmediatamentedeaquí.

Yserenándoseinmediatamentedijoconunaironíacruel:

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—A menos que en los presentes tiempos revolucionarios, los hombrescomoustedesténautorizadosparaveniraturbarlapazdeunacasahonradayparainsultarconsupresenciaaunadamarespetable.

Álvarezcerrólosojosconnerviosacontracción,comosiacabasederecibirunlatigazoenplenorostro,yapretóconvulsivamentesuspuños.¡IradeDios!¡Porquéaquelmarimachonohabíadecambiarseenhombrepara tenerélelgustodepulverizarloagolpes!

La lengua de la baronesa era demasiado expedita y sus insultossobradamentecruelesparasufrirlosconcalma;peroapesardeestoaúnhizoÁlvarez un esfuerzo y se dominó, consolándose con la idea de que sesacrificabaporsuhija.

—Señora, le ruegoque se calme,por loqueustedmásquiera.Yonohesidonuncaasesino.ProfesabaaQuirósunjustoodio,peroparavengarmedeélacudíamediosnoblesyleales,comoélpodríaatestiguarlosiviviese.

—¡Salga usted! ¡Salga usted ahora mismo!—repetía con tenacidad labaronesa,quedeseabaaprovecharlaocasiónparalibrarsedesuenemigo.

SabíayadeÁlvarezcuantodeseaba,yahoraqueríasepararsecuantoantesdeunhombrequeleeraodioso.

—¡Eh, señora! Yo he venido aquí por un asunto que usted seguramenteolvida. Quiero ver a mi hija, necesito darla un beso, después de una largaseparación.Esunconsueloquereclamaunpadre.

—Pues puede usted prepararse a consolarse por sí mismo—repuso coninsolencia labaronesa—,pues laniñano laveráustednunca.Salgausted...,peroconlacondicióndequeyanuncavolveráaentraraquí.

—¡Mearrojausteddeestacasa!

—Sí,señor.Learrojo,ysitardaustedensalirllamaréaloscriados.

—Seríainútilsuauxiliosiyomeempeñase—dijoÁlvarezconconviccióndesusuperioridad—.Nollameustedanadieparahacermesalirdeaquí,puesles seríadifícil despacharmeaviva fuerza;pero tranquilíceseusted;mevoypormipropiavoluntad.

YÁlvarez,temblorosoporaquelultraje,buscóelrosquehabíadejadoenelsofá,casiatientas,pueselfurorlecegaba.

Cuandoyaestabaenlapuertadelsalónvolvióseamiraralabaronesa,quetrasunabutacayapoyandolasmanosenelrespaldo,seerguíaenorgullecidapor su triunfo. Aún sabían imponerse las gentes privilegiadas a la canallatriunfante.

—Hace usted mal, señora, en ultrajarme de tal modo. Soy un hombre

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honrado,perocuandometratantaninjustamentemesientocapazdetodo.Hoynoestamosenlamismasituaciónquehacealgunosmeses,yyonotengoyaporquéocultarme.Paraalgohemosbarridolainmundiciaqueustedeshabíanarrojadosobrelanación.Quieroloqueesmío;quieroamihija.Alláveremosquiénganaalfin.

Labaronesatorcióligeramentelabocaconungestodedesdén.

—¿Amenazas también?... No temo nada, caballero. Tengo amigos en lapresentesituación.Hablaréconalguienquemetaaustedencintura.

Aquellodio al traste con la forzadapacienciaque se imponía el capitán.Sintiónecesidaddecontestaraldesdénconelinsulto,ysonriócínicamente.

—Nosveremos,hija...deFernandoVII.

El origen bastardo que enorgullecía a doña Fernanda lo recibió en estaocasión en su verdadero valor como un insulto, e iracunda cual una furiaavanzóalgunospasos,señalandolapuertaconsurígidoeimperiosobrazo.

—¡Alacalle!...,¡descamisado!

¡Oh!Ellatambiénhabíaencontradoelinsultosupremo.

Durantealgunashoraspaladeócon fruición suvictoria,peropor la tardeestabayaarrepentidadehaberexcitadolacóleradelrevolucionario.

V

LARESOLUCIÓNDELABARONESA.

Labaronesa,cadavezmásarrepentidadehaberexcitadoconsualtivezlacóleradelcomandanteÁlvarez,buscabaelmediode librarsede lospeligrosquesospechabapróximos.

Elrevolucionariosevengaríadeella;estoeraindudableparalabaronesa.

Al principio pensó en avistarse con Serrano, aquel amigo Paco, que eraparaellaelángeldesalvaciónenlatormentarevolucionariaqueforzosamenteatravesaba; impetraría su auxilio, pidiéndole que el Gobernador de MadridcuidasedevigilaraÁlvarezparaevitarquerobasealaniña.

Peropronto se convenciódeque esto era imposible.Aunhombre comoÁlvarez,quetantosservicioshabíaprestadoa larevoluciónyqueeraamigodePrim,resultabaimposiblehacerlevigilarenaquellasituación,ymenosaúnquelaautoridadintentasecontraélunaarbitrariedad.

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Nada podía hacer su generoso amigo para salvarla de la venganza deÁlvarez.Siéste learrebataba laniña,entonces todo lomásque laautoridadpodíahaceren suobsequio seríacumplir la ley, saliendoenpersecucióndelraptor,que,públicamente,noteníaderechoalgunosobrelaquerealmenteerasuhija.

A doña Fernanda no le cabía duda alguna de que el militar procuraríaarrebatarle la niña, aunque fuese a viva fuerza, y al mismo tiempo estabaconvencidadequeparanadapodíanservirlesusvaliosasrelaciones.¡Oh!¡Siaquello lehubiesesucedidoantesde la revolución! ¡Sialgunosmesesantes,aquel mismo Álvarez hubiese osado insultarla, amenazándola con suvenganza! Entonces le hubiese bastado una visita alMinisterio, tal vez unasimpletarjeta,paraquealmomento,ysinalegarmotivoalguno,hubiesesidoarrestado el hombre que la estorbaba y conducido después a Chafarinas oFernandoPóo,enlasfamosascuerdas.

¡Qué tiempos tan villanos aquéllos de la revolución! Una personadistinguidaquedabaalniveldelasdemásbajaestofaydenadaleservíanlasrelacionesqueantesledabanomnipotencia.

Convencidalabaronesadequeleeraimposiblelucharconaquelhombre,quetantohabíadespreciado,yqueahoralaodiabaporrecientesultrajes,buscóunmediodesalirdelatolladero.

Ellanosedejabaarrebatarlaniña.Antesalcontrario,parecíaquelaqueríamásdesdequeeldescamisadopretendíaaparecercomosupadreyparticipardesucariño.

La baronesa, sola en aquella casa, que tantos recuerdos de familia teníapara ella, sin otros acompañantes que la servidumbre, alejados sus queridosconsejeros, lospadres jesuitas, y separadade suRicardo, aquel futuro santoque la enorgullecía como la honra de su familia, sentía imperiosamente lanecesidad de amar. Su carácter, seco y áspero en la juventud, habíasemodificadoconlaedad,comoesaspiedrasbastasyangulosasqueel tiempova puliendo hasta darlas una fina tersura, y ahora, teniendo en sus brazosaquellaniñadehermosacabecita,y escuchando su seductoracharla infantil,sentíasearrastradaporarrebatosdesconocidosypornuevasemociones,quelahacíanpresentirlosgocesdelamaternidad.

Pasó una noche terrible, agitándose nerviosamente en su lecho cada vezquepensaba en laposibilidaddeque suMarujita le fuese arrebatada, y a lamañanasiguientehabíayaadoptadounaresolución.

SaldríaaquelmismodíadeMadridypondríaalaniñaenunlugarseguroyacubiertodecuantopudieseintentarsupadreparaapoderarsedeella.

Recordaba que el padre Claudio, en sus últimos años de gobernar la

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Compañía, deseoso de abrazar por completo la educación de la juventudaristocrática, había fundado envarios puntos deEspañagrandes colegios deniñas,quedirigíanreligiosasfrancesas,peritasenesaeducacióninsustancial,melifluaypedantesca,queconstituyelaculturadelashermosaselegantesquebailanenlossalones.

Elcolegio,establecidoenValencia,bajolaadvocacióndeNuestraSeñoradelaSaletta,eraelmontadomásescrupulosamenteyelmásestimadoporelpadreClaudio.LabaronesahabíaconocidoaladirectoraenunodelosviajesqueéstahizoaMadridparaconsultaralsuperiorde laCompañía,yadichocolegiosepropusollevaraMaría.

Allí laeducaríanylatendríanacubiertodeunaasechanzadeÁlvarez,siéstellegaba,adescubrirsuparadero.

Además,elclimasiemprebenignodeValenciaseríadebuenefectoparasuenfermiza sobrina, y ella, libre ya de su cuidado absorbente, volvería a serdueña de sus acciones, y cuando no le conviniera vivir en aquel Madridperturbado por la revolución marcharía a Francia para confundirse con laspersonasdistinguidasqueestabanalladodelareinadestronada,yvolveríaatratarse íntimamenteconsusqueridospadres jesuitas, losmásprincipalesdeloscualesestabanestablecidosenBayona.

Alabaronesaleparecióinmejorablesuidea,einmediatamentelapusoenpráctica.

A la caída de la tarde, acompañada de su sobrina, y con poco equipaje,saliódecasaenelmásmodestodesuscoches,ysetrasladóalaestacióndelMediodía.

Había tomadoconanticipaciónun reservadodeprimeraclase,yenél secolocó,extasiándoseenlacontemplacióndelasombroqueproducíaenlaniñaaquelviaje,queeraelprimeroquerealizaba.

Cuando la pequeña María se cansó de mirar a través del cristal de lasventanillaslaobscuramasadeloscamposagujereadosdetrechoentrechoporalgunalejanaluzyhuboagotadotodalacuriosidadqueleproducíalatibiezaqueseescapabadeloscaloríferosdeldepartamento,sentóseenlasrodillasdesutía,quepasabaeltiemporezandooraciones.

La baronesa pasó su descarnadamano por aquella cabeza ensortijada, ycomo si cediese a una necesidad interior comenzó a hablarla de lo quepensaba,sinfijarseenquesedirigíaaunaniñadecuatroaños.

¿Sabía por qué viajaban las dos así, tan apresuradamente? Pues era porlibrarladelcoco,deunhombremaloquesellamabaEstebanÁlvarez,yquequeríaagarrarlaaellaparallevárselaalinfierno.

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Laniñaseestremecíaabriendoconespantosusojazos,yconesamezcladecuriosidadymiedoquesientenlosniñosporloscuentosfantásticosquelesatemorizanylosdeleitan,fueescuchandocuantodecíalabaronesa.

Nuncaseleolvidóalaniñaloqueoyóaquellanocheenelinteriordeuntren,que, iluminandoel espacio con susbufidosde fuego, iba arrastrándoseporlasáridasllanurasdelaMancha.

—Noolvidarásnuncasunombre,¿verdad,cariñomío?SellamaEstebanÁlvarez.Cuídatedeesehombre;eselcoco.

Claro que la niña haría esfuerzos por no olvidarse de tal nombre, ypropósitos de librarse de él en todas ocasiones. ¡Flojo bandido sería aquelsujeto del que su tía hablaba con tanto horror! Aquella revelación fue laprimera impresión fuerte que María recibió en su vida, y en su memoriainfantilquedaronperfectamentegrabadastodaslaspalabras.

Aquel coco era el perseguidor de la familia, algo semejante a aquellosdiablos disfrazados de hombres vulgares que asediaban a los santos y losmartirizabanconlos tormentosmáscrueles.Aldifuntoabuelito,elcondedeBaselga, le había acarreado lamuerte (primermovimiento de espanto en laniña),alpapálohabíamuertodeuntiroenmediodelacalle,cuandoellaaúncasiestabaenlacuna(nuevoterrordeMaríaquesesentíapróximaallorar),yhabíasidodespuéselverdugodelamamáEnriqueta,pueséstahabíaperecidovíctimadelterrorquelainspirabaaquelserinfernal.

Laniñaseabrazabaasutíafuriosamente,comosisintieraasusespaldaslasmanosdelmonstruo,ansiosodeapoderarsedeella,y tantoera su terror,que ni aun se atrevía a llorar, como si presumiera que sus suspiros podíanatraeralcruelperseguidor.

Pero sumiedo aún iba en aumento, escuchando a la tía, que no parecíacansarseeninculcarenaquellacriaturaelodioylarepugnanciaaÁlvarez.

Iba a llevarla a un lugar donde estaría cuidada por unas buenas señoras,unassantas,ydondetendríaporcompañerasamuchasniñaselegantesybieneducadas,quelaquerríanmucho.Allíviviríamuybien,seríafeliz,ysuúnicapreocupacióndebíaserguardarsemuchodeaquelmonstruohorrible,que talvezfueseabuscarlaenelmismocolegio,intentandoapoderarsedeella.

Maríasedurmiópensandoenaquelcolegiodondesuvidaibaadeslizarsetan feliz.Perosusueño fue intranquilo,puesvariasveces seagitóconvulsa,con suspiros de terror, creyendo ver a aquel hombre terrible, a quien noconocía,yqueseleimaginabaconlamismahorrorosayrepugnantecataduradelosdiablospintadosenlasestampasdeSanAntonio.

El mismo día de su llegada a Valencia, la niña entró en el colegio de

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Nuestra Señora de la Saletta, y aún permaneció la baronesa más de unasemanaenlaciudad,ocupadaenarreglaraMaríaelequipajedecolegiala.

Las buenas madres recibieron a la baronesa con grandes muestras decariño.SabíanelaprecioenquelateníalaaltadireccióndelaOrdenporsusservicios,yacosábanlaatodashoras,conesacortesíapegajosaquelasgentesreligiosastributanalospoderosos.

Laniñanoteníalaedadreglamentariaparaseradmitidaenelcolegio,perosu ingreso fue asunto indiscutible, engraciade losméritosde su tía, loquellenóaéstadegransatisfacción.

DoñaFernandanoocultóalasreligiosaselmotivoquelaobligabaallevarsusobrinaaaquelretiro,ylasfueenterandominuciosamentedelahistoriadeÁlvarez y Enriqueta, hablando con tanta franqueza como si estuvieraconfesando con su director espiritual, y no experimentando ningún rubor endarlas a entender—aunque con términos velados—aquella debilidad de suhermana,quehubieraellamismadesmentidoenérgicamenteaoírlaenbocadeotro. La fanática señora sentía tal atracción en presencia de toda personadedicadaalareligión,yenespecialsipertenecíaalaCompañíadeJesús,queno vacilaba en revelar los mismos secretos que después la ruborizaban olastimabansuorgulloalrecordarlosasolas.

Ella les decía todo aquello a las buenas madres para que viviesenprevenidasyalerta,nodejándosesorprenderporelinfameÁlvarez.Nosabíanellasbienquéclasedehombreeraéste.Sillegabaaapercibirsedequelaniñaestabaallí,eraaqueldescamisadomuycapazdepegarlefuegoalcolegiopararobaraMaría.

Y la baronesa iba amontonando cuantos detalles horribles la sugería suimaginación,parahacerelretratodesuenemigo,asustandoalmismotiempoaaquellas religiosas francesas, que se figuraban al revolucionario como unmonstruoapocalíptico,capazdeengullírselasatodas.

Laniña,contodoelvaliosoyabundanteajuarcompradoporlabaronesa,quedómezcladaentremásdecienniñasyencerradaenaquelgrancaseróndebonitasrejasymurosdeungrisclaroqueestabaalextremodelaciudadenelbarriomástranquiloyaristocrático,conunadesusfachadaspróximaalrío,yla otra, más pequeña y humilde, que servía de entrada, al extremo de unsolitariocallejón,queparecíaaislarelestablecimientodelruidodelmundo.

María,encantadapor laanimación infantildelcolegio,y recordandoconciertohorrorlaquietudmonásticadesucasadeMadrid,nomostró,granpesarcuandolabaronesasedespidiódeella.

YaestabalibredoñaFernanda,yanoseveríaobligadaavivirenMadridtragando bilis con la indignación que la producían las manifestaciones del

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populacho,nitendríaquesufrirmásvisitasdeaquelaudazmilitarquelahabíainsultadoenvistadesuinsolentealtivez.

Alprestigioreligiosoypolíticodelabaronesanoleveníamaldesempeñar,aunquesólofueraporpocotiempoydementirijillas,elpapeldevíctimadelagrosería revolucionaria,yconesteobjetomarchóaParísapresentarseenelpalacio Basilescki, donde vivía la desterrada Isabel II. Adhirióse a aquellamezquinacortedeagradecidos,quesedisgregabayempequeñecíaconformese alejaba la posibilidad de una restauración, y tuvo ocasión de lamentarse,comolosotros,delamaldadtriunfante,pintándosepocomenosqueunaMaríaStuardo, fugitiva,pornosufrir lavenganzade lacanalla revolucionaria,queconocíabiensuentusiasmomonárquicoyreligioso.

Viviendo unas veces en París al lado de la reina destronada y otras enBayona,reanimandosutratoconlosprincipalesjesuitasespañoles,pasódoñaFernandamásdeunaño.SuhermanoRicardoapenassilaveía,cadavezmásentregadoasuvidadeaislamientoascéticoydepiadosasextravagancias,yelpadreTomáspermanecíaenRomalargastemporadas,oentrabaenEspañacontodo el aspecto de un sacerdote pobre y vulgar, para hacer excursiones,especialmenteporNavarraylasVascongadas.ElobjetodeestosviajeseraunsecretohastaparalosindividuosdelaOrden;perolabaronesaesperabamuybuenas cosas de ellos, al ver cómo sonreían maliciosamente los más altosjesuitasalhablardesusuperiorausente.

En cuanto al padre Felipe, su antiguo director espiritual, encontrábalo labaronesapocomenosquedesconocido.Elpobrenopodíaamoldarseaaquellaemigración forzosa que le tenía oscurecido y anulado. El recuerdo de susbuenos tiempos de Madrid, cuando se lo disputaban las más aristocráticasbeatas,ylaindiferenciayfrialdadquelerodeabaahoraenBayona,dondelaamistadleeraimposibleacausadelirreconciliableodioqueseteníanélylalenguafrancesa,habíandadoaltrasteconsubuenhumordebrutofeliz,yelrobusto padre languidecía y adelgazaba, no quedándole bríos más que paramaldeciraquellacochinarevoluciónquelehabíaabiertolatumba,obligándoleaabandonarelcampodesusglorias.

Doña Fernanda permaneció en Francia hasta el asesinato de Prim y laentradadeAmadeodeSaboyaenEspaña.

Estossucesoscausaronenellabastanteimpresión.MuertoPrimysentadoen el trono de España un rey, aunque no legítimo para ella, parecíale consobrada razón a la fanática baronesa que el espíritu revolucionario se habíaextinguido en gran parte y que ya podían volver a su patria las personasdecentesaquienesaterrabaeldespertardelpueblo.

LabaronesavolvióaMadrid,ytuvolasatisfaccióndeserrecibidaporsusamigosycofradescomounpersonajepolíticodegranimportancia.Veníade

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París, había vivido al lado de la reina, y esto era suficiente para que larecibiese con el respeto que se tributa al depositadode importantes secretostoda aquella aristocracia que, por odio a la revolución de la que se reía yacomo de un león con las garras cortadas y los dientes arrancados, hacíamanifestacionesdechulería,queellacreíaespañolismo,paraamedrentaraladinastíasaboyana,sostenidaporlosprogresistas.

Doña Fernanda, aunque su carácter y aficiones la alejaban demanifestaciones bulliciosas ideadas por la juventud, tomó parteimportantísima en organizar la protesta pacífica y desdeñosa que laaristocraciahizoenelpaseodelaCastellana,presentándoselasdamasconlatradicional mantilla blanca y la manolesca peineta, para echar en cara a lareina Victoria su condición de extranjera. La baronesa fue también de lasmanifestantas, pues rompiendo con sus costumbres devotas, enemigas demundana ostentación, presentóse en elegante carruaje, y hecha unmamarracho,conladeslumbrantemantillasombreandosurubicundorostroyacompañadadedos jovencitas,hijasdeunmagistradodelSupremo,queporserviudoygranamigodedoñaFernanda,rogabaaéstamuchasvecesqueseencargaradeladireccióndelasniñas.

Pero esta clase demanifestaciones políticas que a pesar de su inocenciapreocupabanalgoalsencillotegobiernodeAmadeo,sóloapartaronporpocosdías a la baronesa de sus favoritas ocupaciones. Las asociaciones piadosashabíanvueltoaponerse tanenaugecomoen tiempode losBorbones; todoslos enemigos de la situación se agrupaban en las cofradías para hacer algocontraloexistente,aunquesincomprometersemucho,ylabaronesasesentíafeliz al ser considerada como un personaje importante, como una madamaRolanddelabuenacausaenaquellasjuntasdelasociedaddeSanVicentedePaúl, donde se veían pocas sotanas, a pesar de lo cual respirábase en elambienteunmarcadoolordejesuitismo.

Nuncatuvoensuvidalabaronesaépocademásactividadysatisfaccionesque aquélla. Su nombre rodaba incesantemente por los periódicos afectos alantiguo régimen; toda la aristócrata femenina la consideraba como su jefenatural e indiscutible; los hombres importantes de la pasada situación, losgenerales isabelinos por una parte; y por otra, los diputados carlistas, latratabancasicomouncolega:elpadreTomás,unasvecesdesdeRoma,yotrasoculto en Madrid, en ignorado lugar, la escribía dándole instrucciones yconsejos, y hasta un día, su satisfacción llegó al colmo, recibiendo unautógrafodedoñaIsabel,enelcualdabalasgraciasasu“queridaFernandita”por los grandes y valiosos servicios que estaba prestando a la causa de larestauración.

Labaronesa,halagadaporelinciensoquelatributabanlossuyos,yebriaporelorgulloqueleproducíantantasdistinciones,llegóailusionarsesobresu

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propio poder y hasta se avergonzó delmiedo que en otro tiempo le habíanproducidolasturbaspopulares.¡Valientetropeldepiojosos!

Ahora todo estaba tranquilo aunque sólo fuera en apariencia. Losrepublicanos se agitaban sordamenteyqueríanderribar aquel tronoocupadopor un advenedizo, pero los progresistas, convertidos en perfectosgubernamentales, no les permitían el menor desahogo y la reacción ibalevantando la cabeza al no ver triunfantes y libres aquellasmasas que tantomiedoleinspiraban.

CuandodoñaFernandavolviódeFranciaaunleinspirabaalgúncuidadolaposibilidad de encontrar en Madrid a Esteban Álvarez, aquel monstruodescamisado,comoelladecía,sindudaparanoconfundirleconlosmonstruosdelanaturalezaquedebenvivirabundantesenpuntoaropainterior.

Pasóeltiemposinqueencontraseenpartealgunaalodiadoperseguidor,yesto, en vez de tranquilizarla, excitó su curiosidad, por lo que hizo cuantopudoparaenterarsedelasuertedeÁlvarez.

No tardó en saber la verdad. Este, cada vezmás divorciado con los quemonopolizaban la revolución, y más afecto al partido republicano, habíatomado parte activa en la preparación del alzamiento federal de 1869. Aldirigirse a una provincia de Castilla la Vieja para sublevarla, había sidodetenido, y estuvopreso algunosmeses, hasta quepor fin,Prim, pocosdíasantesdemorir,lohabíapuestoenlibertadvolviendoaingresarloenelejército.El célebre general no podía olvidar los servicios que le había prestado; yaunque hablaba en público pestes de aquel iluso demagogo, complacíase enfavorecerlesecretamente,aunquecuidandodequeelinteresadonoseenteraradedóndeprocedíatalprotección.

Élfuetambiéndelosmilitaresque,negándoseajurarfidelidadaAmadeo,fueron dados de baja en el ejército, y desde entonces, Álvarez, sin otrosmedios de vida que su pluma, llevó la vida agitada del periodista yconspirador.

Labaronesatropezabaacadapasoconsunombreenlascolumnasdelosperiódicos,yleíaconcomplacencialosataquesqueledirigíanlosórganosdela situación y los reaccionarios. Juntábase al odio político, la antipatía queprofesabaellaaaquelhombre,elcualparecíaensuconceptoinspiradoporeldiablosegúnlaactividadquedesarrollabaalcombatirlamonarquía,laIglesiaytodocuantorepresentabaelmundoviejo.

Un día leía la reseña de un meeting que Álvarez había organizado enprovincias,paraprotestarcontraloexistenteyalamañanasiguientetropezabaconlanoticiadequelapolicíahabíadetenidoaÁlvarezcomosospechosodeconspiraciónoandabaensubusca.

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Algunas veces era en elmismoMadrid, donde brillaba el revolucionarioconsupropagandaintransigente,yunatarde,elcarruajedelabaronesahubodedetenerseen lacalledeAlcalá,paradejarpasarauna inmensamasaquesalíadeunmeetingrepublicano,yalfrentedelacualibaÁlvarezcasillevadoentriunfo.

Aterraba a la baronesa el gran poderío que su enemigo parecía poseersobreaquellasmasas,alasqueellaenalgunosmomentosdespreciaba,peroalasquetambiéntemíamucho,yloúnicoquelograbadarleciertoconsueloerala seguridad de que laRepública era una utopía, y de queÁlvarez no haríacarrera.¡Bah!...Aquelbandidoteníaquepararalfinenserfusilado.

Además,alegrábasepensandoquemientrasÁlvarezestuvieseenvueltoeneltorbellinodelaagitaciónrevolucionaria,noseleocurriríairenbuscadesuhija, ni intentaría apoderarse de ella. Ya tenía buen cuidado la baronesa,cuandoaprovechandoundescansoensusocupacionesmarchabaaValenciaaverasusobrina,depreguntaralasbuenasmadres,sisehabíapresentadoenelcolegio el hombre terrible, al cual odiaban ahora por su propia cuenta lasreligiosas,acausadesupropagandaanticatólica.

DoñaFernandaindignábasecadavezquepensabaquehabíasidoamantedesuhermanaymezcladosusangreconladelafamiliaaqueldemagogodelqueoíahablarconhorrorenlossalones...¡UnhombrequepredicabalaguerraalaIglesia,porseréstaeleternoobstáculodelalibertad!

AquelÁlvarezeraunverdaderocastigoqueDioshabíaenviadoalanoblefamiliadelabaronesa.¡Aunhabíadeversecómocualquierdíalofusilarían!

Labaronesa se alegrócuando supo laúltimahazañade suenemigo.Losrepublicanos, como si presintiesenqueAmadeo iba a abandonar el tronodeEspaña, y quisieran acelerar su caída, acababan de intentar unpronunciamientonacionalque,porfaltadeorganización,habíasereducidoallevantamientodenumerosaspartidas.

Álvarezmandabaalgunasdeéstasen losmontesdeCataluña,y sehacíanotar como guerrillero audaz y afortunado. La mayor parte de las partidashabíansidodisueltasporlastropasdelGobierno,yél,apesardequeteníaensupersecuciónfuerzasaplastantesporsunúmero,seguíasosteniéndoseyaunencontrabamediosdeescarmentardevezencuandoasusenemigos.

LabaronesaestuvoleyendodurantealgunosmesesenlaPrensanoticiasenquesedabacuentadelatenazresistenciadeaqueldemagogo,y,alfin,supocon dolor que, aunque sus fuerzas habían sido dispersadas, el cabecilla sehabíapuestoasalvopasandolafrontera.¡Vayaunasuerteladeaquelbandido!Sindudateníaempeñoennodarlegustoalabaronesadejándosefusilar.

Por algún tiempo no oyó doña Fernanda mentar el nombre de Álvarez.

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Sólo en las reuniones populares se hablaba de él como de un modelo derevolucionarios,yalgunasveces,laPrensagubernamentaldedicabagacetillasdesdeñosas o burlescas a los manifiestos y artículos que Álvarez enviabadesdelaemigraciónalosperiódicosdelpartido.

Peroeltruenogordo,elgolpepolíticoqueparecíaimposibleyabsurdoalabaronesayalasgentesdesuclase,estallócuandomenosseesperaba.

Amadeo,delanochealamañana,enunarranquesorprendentedefastidioyde impotencia, abandonóel trono, y laRepúblicaquedóproclamada en lanochedel11defebrero.

¡LaRepúblicaenEspaña!...¡ElgobiernodelosdescamisadosenlanacióndeSanFernandoydeotras reyesmásomenoscelestiales!...Aquellosíqueeracosadeecharacorrer.

Y la baronesa, pensando así, no aguardó mucho para poner pies enpolvorosa con dirección a París, a aquel palacioBasilescki, donde estaba lalegitimidadrepresentadaporlareinadestronada.

No quería permanecer enMadrid, amerced deÁlvarez, que ahora seríaomnipotente.¡Quiénsabeloqueeracapazdehacercontraellaaquelmalvado!

Álvarez no tardaría en ser diputado, quizás ministro, y no era racionalpermanecerquietaenunpuntoadondepudiesenllegarsusiras.

Doña Fernanda, en la emigración dorada y cómoda que sufría, dábasemayores aires de víctima que nunca, y en las tertulias de la soberanadestronada,hablabaatodashorasdesuterribleperseguidor,deaquelÁlvarez,delcualcontabaembrolladashistoriasparajustificarelodioquelatenía.

Paraella, laRepúblicacon todossusprogramas terroríficospara laclasearistocrática,ylaspersonalidadesodiadasdeloshombresqueibanocupandolapresidenciadelGobierno,simbolizábanseenlapersonadeÁlvarez,sobreelcual descargaba todo el caudal de maldiciones que la sugerían su odioparticularysuindignacióndemonárquicaferviente.

Ensuconcepto,ÁlvarezeraelautordecuantomaloocurríaenEspaña,yundíaqueleyóenlaPrensadeMadridelresumendeundiscursosuyo,querespiraba ateísmo en todas sus expresiones, arrojó el periódico al suelo, lopateó,ynoquedócontentahastaquelohubollenadodesalivazos.

Lo que más extrañeza causaba a doña Fernanda era la encasarepresentaciónoficialdeaquelhombrequeantestantohabíatrabajadoporeladvenimientodelaRepública.BrillabaenlasCortescomodiputadofogosoydirector de un grupo de la extrema izquierda, y en uno de los primerosgabinetes de la República, había desempeñado interinamente y casi porcompromiso, un cargo importante en el ministerio de la Guerra. Pero no

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pasaba de ahí, y aunque su nombre era de losmás sonados y populares, noadquiríaningúnaltopuesto,nientrabaaformarpartedelagobernacióndelaRepública.

Pronto tuvo labaronesa laclavedelmisterio, acausade laatenciónconqueseguíaenlaPrensalamarchadelnuevoGobierno.

Álvarez no estaba conforme con aquella República. Le resultaba unaespeciedeinterinidadmonárquicaacausadesulentitudenlasreformasydesu parsimonia en punto a medidas revolucionarias. Federal, antes querepublicano, veía con malos ojos cómo la República, con timidecesinexplicables,manteníaelrégimenunitarioycentralizadordelamonarquía,yaunque no era de los levantiscos, que, haciendo caso omiso de lascircunstancias, fomentaban el movimiento cantonal, tampoco estaba con elGobierno,alquecombatíaporsuprudencia,hijadelafaltadevalor.

Aquellohizollegarasugradomáximoelasombroylaindignacióndelaescandalizadabaronesa.

¿TeníayasuRepública...yaúnqueríamásaquelferozdescamisado?

¡Diosmío!...¡ParecerleaúnconservadoraaquellaRepúblicadegentesquenocreían enDios!... ¡Dequé cosas tanhorrendas seríapartidario el antiguoamantedesuhermana!

Y doña Fernanda, a pesar de hallarse en lugar seguro, se estremecía dehorrorrecordandoqueaquelhombrehabíaestadosentadoensusalónyalladodeella.

Debuenasehabíalibrado.Unhombreasí,sólodebíahallarseasusanchasdespuésdebeberseunaracióndesangreazul.

VI

ELCOLEGIODENUESTRASEÑORADELASALETTA.

A la semana de encontrarse Marujita Quirós en el colegio de Valencia,encontrabamuyagradablesunuevavida.

Ella, que se pasaba las horas enteras al lado de su aya, en la casa deMadrid, escuchando con aire estúpido la conversación monótona propia deunavieja, o quehabía limitado todos sus juegos a los que le proporcionabaalgunaburdacriada,yestoaespaldasdelaseñorabaronesa,que, llevadadesus preocupaciones, condenábala a eterna inmovilidad, no podía menos dealegrarseconaquellanuevavidaquesedeslizabaenperpetuaanimación,en

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continuobullicioenmediodeuncentenardeniñas,que,porsermayoresqueella y notar la gran predilección que le tenían las buenasmadres, tratábanlacomoelbebédelacasa,asediándolaconcuidadosytiernasatenciones.

Maríaencontrabamuyhermosasuvida.Levantábasealasseisenveranoya las siete en invierno, bajaba a la capilla a oír misa y rezar a coro lasoraciones, tomaba el eterno desayuno de chocolate con migas; entrabandespués en las diferentes clases, comían a las doce, jugaban después en elpatioderecreohastalasdos,volvíanotravezasustrabajoshastalasseis,horaenquereaparecíaeljuego,pasandoelrestantetiempohastalasnueve,horadeacostarse,encenaryrezaroraciones.Enlastardesdelosjuevesydomingoslas colegialas, formadas en parejas y vigiladas por dos de lasmaestrasmásrespetablessalíanapaseoporlosalrededoresmástranquilosdelaciudad.

La niña era tan tímida en los primeros días, parecíale el colegio taninmenso,quenoseatrevíaamoversedelpuntodondeladejabansusmaestras,comosicreyeraperderseenaquellashabitaciones,queleparecíaninmensas,yqueapenassisedecidíaarecorrerconsupasovacilante,quelevalíaentresuscompañeras el inocente apodo de patito gracioso. Pero poco a poco fuecreciendoenaudaciahastaconvertirseenlamáscorretonadelcolegio.Aqueledificio era para ella unmundo desconocido, que necesitaba de continua yarriesgada exploración; y la niña, aprovechándose de la libertad en que ladejabanacausadesupequeñez,yvaliéndosedesuinocenciagraciosaquelalibrabadecastigos,seescapabadelasaladeestudiosode laboresalprimerdescuido de la buena madre, que la tenía cerca de ella, acariciándola; ydespuésque lamayorpartedel personal del colegioponíase enmovimientoparabuscarla,encontrábanlaenlaterrazadeledificiojugandoconlasfloresdelasenredaderasoenlasmásapartadashabitacionesdelpisobajoqueservíande guardamuebles, escondida tras un rollo de esteras, o alineando cacharrosviejosconunafierezademuchachaterca.

Aquella vida común con niñas de su misma edad había dejado aldescubierto el carácter de María. Era enérgica, voluntariosa y de genioindependiente; sentía animadversión a toda clase de trabas y le gustabadesobedeceralasbuenasmadres.Sutíaeralaúnicapersonaaquientemía,yenausenciadeellalegustabahacerporcompletosuvoluntad.

Sus travesuras, sus infantiles rebeliones, en vez de ofender a las buenasmadres,hacíangraciaatodoelcolegio.Maríaeralaniñamimadadeaquellainfantilcomunidad.

Todas las colegialas le trataban con igual predilección, disputándoselacomounobjetoprecioso.Lasdeonceodoceaños,muchachasaltasypálidasporunrepentinocrecimiento,conunmetrodepiernasyunpalmodecintura,quemovíansusfaldascomosiéstasvistiesenaunpalo,sepasabanaMarujita

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demanoenmanoen lashorasderecreo,meciéndolayarreglandosusropascualsifueseunbebéautomáticodelosquegritanpapáymamá;lasseñoritas,lasquesólolesfaltabaunañoparasalirdelcolegioyaborrecíandemuerteeluniforme que las ponía feas, borrando sus nacientes y seductoras curvas,reíanseconellaaloírlarepetirconaplomoimperturbablelasmaliciasqueledecían al oído; y en cuanto a las pequeñas, las de ocho o nueve años,constituíanlaeternacortedeaquelmonigoteadorado,queparecíallenartodoel colegio.Estasmujercillas enminiatura,mofletudas, con formas esféricas,quehacíanreír,ycon laboca todavíaarruinadapor lacaídade losprimerosdientes,quitabangolosinasdelacocinaparadárselas,llamábanlaaparteparahacerleregalodesustesoros,algunosbotonesyretalesdesedarecogidosensuscasasenlosdíasdesalida,osedisputabanporvestirlaydesnudarlaeneldormitorio, cuya mejor cama ocupaba siempre María. Hasta había una deaquellascolegialitasqueseenvanecíaconlamisióndesaltardesucama,enlas noches más frías, para darle el orinal a la maliciosa mocosuela, quecorrespondíaatantosmimosconcaprichosyrabietasdereinaabsoluta.

Aquella adoración continua de que era objeto la niña, resultaba hija delcariñoquelatenían;peroentrabatambiénpormucholaconsideracióndequecon el tiempo sería condesa y brillaría entre La aristocracia de Madrid,perspectiva que turbaba y envanecía a aquellas niñas, pertenecientes en sumayorparteaesaburguesía,queconstituyelaaristocraciadeldineroyqueapesar de sarcasmos y humillaciones, encuentra muy grato rozarse con lamisma nobleza que antes ha criticado. Por más que resulte extraño, laspreocupacionessocialesalcanzanhastalaniñez,ynosonesospequeñosseres,tancandorososeinocentesenmuchascosas,losquemásexentosestándelainfluenciadelavanidad.

Fue creciendo la niña, encerrada en aquel colegio, y aumentando sutravesura,quecausabasiempremuybuenefectoenlastolerantesreligiosas.

Cuandoenlastardesdelosjuevesydomingos,Maríasalíaapaseoenlaseccióndelaspequeñas,comoéstasibanformadasporordendeestaturas,ellamarchabaalfrente,enelcentrodelaprimerapareja,llamandolaatenciónporsu pequeñez y por aquel aire decidido y gracioso con que miraba a lostranseúntes. Muchas veces tenían que reprenderla por sus travesuras lasreligiosas encargadas de la vigilancia; pero una sonrisa de la niña, lograbadesarmarinmediatamentesuindignación.

Sólohabíaunmedioparaquelasbuenasmadreslograsenaquietaraaqueldiablilloimponiéndoleunpocodecalma.

Cuandomás rebelde semostraba y conmás tenacidad desobedecía a lasmaestras,bastaballamarlaydecirlaaloídoqueibanallamaraÁlvarez,paraque inmediatamente se pintara en su rostro una expresión de terror y

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permaneciera quieta todo el tiempo que la permitía su afán por agitarse ymolestaralosdemás.

Aquellosuponía,paralaniña,lallegadadelcoco,ytantoeraelmiedoqueprofesaba alÁlvarez desconocido, quemuchas veces permanecía quieta, noatreviéndoseasubira la terraza,niabajara loscuartossolitarios, temiendoqueseleaparecieraelmonstruohorriblealquetantotemíalabaronesa.

Lainfelizcrecíaodiandocadavezmásalqueerasupadre,ysialgunavezpensaba en la posibilidad de encontrar en el porvenir a aquel don EstebanÁlvarez,estremecíasedehorrorcomoelpresoquepiensaenlaposibilidaddesercondenadoamuerte.

No;ellanoencontraríanuncaa talmonstruo.LerogaríaalbuenDiosdeque le hablaban las religiosas y al Santo Ángel de la Guarda que apartasesiempredesupasoatanterriblemalvado,ysusúplicaseríaatendida.

Estoeraloúnicoquelaconsolaba,produciéndolagrantranquilidad.

Creció en aquel convento, sin que ocurriera en su vida otro accidentenotablequelosquincedíasquehubodepasarfueradeValencia,enunpueblodelahuerta,acausadelbombardeoquesufríalaciudadlevantadaencantóncontraelGobiernodelaRepública,asemejanzadeotrospuntosdeEspaña.

La vida campestre, y no exenta de necesidades, que llevaron duranteaquellos días las religiosas y las pocas alumnas a quienes sus familiares nohabían sacado del colegio, divirtió bastante a María, que no creía en unaexistenciamásalládelosmurosdelestablecimientodelaSaletta.

La vida reglamentaria ymonótona del colegio borró en poco tiempo lasaficionesadquiridasenaquelcortoperíododeairelibreyagitacióncampestre,ycuandoya teníacercadenueveañosycomenzabaaconsideraralcocodeÁlvarezcomounserfantásticoinventadoporlabaronesaylasreligiosasparahacerle miedo, encontróse con aquel hombre terrible en el despacho de ladirectora.

VII

LAPRIMERAÉPOCADECOLEGIALA.

YasabemosdequémodoEstebanÁlvarezvioasuhijaenelconventodeNuestraSeñoradelaSalettaycómolerecibiólaasustadaMaría.

FugitivodeMadrid,despuésdelgolpedeEstadodel3deenero,detúvosealgunas horas en Valencia, y dejando en su hospedaje a Perico, el fiel

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compañero de aventuras políticas, fue al colegio a ver a aquella niña, cuyorecuerdonolehabíaabandonadoenningunacircunstancia.

Sabíademuchotiempoantesellugaradondelabaronesahabíallevadoasusobrinaparaevitarqueélpudieseverla,ydesdeentonceshabíaformadoelpropósito de ir en busca deMaría; pero la vida de continua agitación y nomenos zozobra que le hacían llevar las difíciles circunstancias por queatravesaba la República, impidiéronle cumplir este deseo, que únicamentepudorealizarcuando,envezdeserpoderosoyrespetado,veíaseconvertidoenunfugitivosobreelquesusenemigospodíancebarse.

Terribles impresiones había experimentadoÁlvarez en su vida agitada yaventurera;muchasvecessehabíavistoadospasosdelamuerteysabíacómoeraesaangustiaterriblequeseexperimentaalsentirpróximoelfindelavida;pero,apesardeesto,llegóalsummumdeldolorcuandocontemplóasuhijaasustada en su presencia, como si estuviera enfrente de un verdugo ytemblandodepiesacabeza.

Terminó aquella violenta escena del modo que ya sabemos, y siterriblementeemocionadosaliódel colegioel infelizpadre,no fuemenor laimpresiónexperimentadaporlaniñaentalentrevista.

A pesar de que para ella pasaban los sucesos como vistas de linternamágica,difuminándoseyperdiéndoseelrecuerdoconlamismaprontitudquelasfantasmagorías,lahuelladeaquellaescenaseconservófrescayenrelieveensumemoriadurantemuchotiempo.

Porfinhabíavistoalmonstruo,aaquelhombreterriblequetantomiedolecausabaasutíalabaronesa.

Cuando recordaba sus ojos llameantes por la indignación, su rostrocongestionadoporlairaylasiracundaspalabrasqueconademánamenazadorarrojabaaladirectorayalpadreTomás,laniñaseestremecía,comprendiendolo justificado del miedo que todos parecían tener a aquel gran diablazo,enemigodeDios.

Perohabíaalgoen tal escenaquepreocupabaa laniñay lahacíadudar,sobre la maldad de aquel hombre: era el cariño, la ternura que la habíademostrado.

Intentó besarla, estrecharla entre sus brazos con un enternecimientovisible... pero, ¡bah!Ella, apesarde supocamalicia, adivinaba loque talesmanifestaciones podían significar. Quería halagarla con su dulzura, para asíarrebatarlamejor, llevándosela lejos,muy lejos del colegio y de las buenasmadres, a sus antros horribles, donde perpetraba seguramente toda clase demaldades. Pero... había hecho algomás que ella ya no podía explicarse tanfácilmente.

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AquellasmiradastristesqueÁlvarezledirigióalverseobligadoaretirarse;suspalabras,quedemostrabanuncariñomelancólicoyprofundo;susincerodolor al despedirse, sin atreverse a daríaunbeso, envista de su resistencia,eranrecuerdosqueconmovíanalaniñasumiéndolaendudasinterminables.

Además, ¿por qué la había llamado tantas veces hija mía? ¿Por qué lehabíadichoqueerasupadreenpresenciadeladirectoraydelsacerdote,quecallabanenaquelinstante?

Laniñatuvomotivoparaentregarseavastaseinterminablesreflexiones.

Despuésdelsuceso,lasmásprincipalesdesusmaestraslehabíanhabladodeaquellaescena,procurandoexcitarenlaniñalaanimadversiónalmonstruo,queveníaaperseguirlahastaenaquelsantolugarderecogimiento.

María oía y callaba, como poseída todavía del pavor experimentado alverse frente a aquel hombre; pero en realidad, su silencioso obedecía a laconfusión que en su cerebro infantil producía la gran discordancia por ellanotadaentreelexteriorsimpáticodeÁlvarez,demostrandoundolorsinceroalverserechazadoporlaniña,yloshorroresqueaellalehabíancontadodetalhombre.

Un auxiliar de las religiosas, en la tarea de ennegrecer el recuerdo delhombrequehabíapasadoporelcolegiocomounatempestaddeternurayjustaindignación,fueelpadreTomás,aquelsacerdotehumildeysiempresonriente,que ciertas épocas aparecía ante los ojos de la colegiala para desaparecerinesperadamente, dejando vacía la sala que ocupaba en el establecimiento,contiguaalashabitacionesdeladirectora.

La época revolucionaria, el tiempo transcurrido entre la revolución deseptiembreylacaídadelaRepública,fueparaelpoderosojesuitaelperíodode más agitación en su vida. Nunca había trabajado tanto en favor de losintereses políticos, a cuya sombra podía volver la Compañía a gozar de suantiguaomnipotencia.

Entraba el padre Tomás de incógnito en España, afectando el exteriorhumilde y encogido de un sacerdote pobre. Se le vio en las provincias delNorte poco antes del levantamiento carlista; viajaba después por el antiguoreinodeAragón,teniendosucuartelgeneralenValencia,desdedondeescribíaa los caudillos de las hordas absolutistas que pululaban por el Centro, yalgunasvecesibaaMadrid,aunariesgodeserconocido,parafomentarconconsejos y grandes cantidades de dinero las tentativas liberticidas que sepreparaban contra la República, y que fracasaban sin que el jesuitaexperimentara gran contrariedad El fruto, en su opinión, no estaba madurotodavía,peronotardaríamuchoencaer.

Jugabacondosbarajaselpoderosojesuita,segúnsupropiaexpresión;yal

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mismo tiempo que favorecía a los carlistas, alentaba a los elementos queconspirabancontralaRepública,pararestaurareneltronoaladinastíacaída,enlapersonadelhijodeIsabelII.

Habíaapoyadocon suspoderososmediosel levantamientocarlista en suprimeraépoca,ganosodecrearobstáculosalarevoluciónydebilitarlaconunacontinualucha;peroalcaerlaRepública,despuésdelgolpedel3deenero,yanoeradelamismaopinión,yempleabalafuerzadelaCompañíaenprotegerlarestauraciónalfonsina,puesasufinoolfatojesuíticonoseescapabaqueporestaparteavanzabalafortunayeléxito.

DeaquíquelanoticiadelgolpedeEstadodel3deenero,alsorprenderleenValencia,leproporcionaraunainmensaalegría.Yacomenzabanamarcharbien los negocios de la Orden. Ahora, que triunfase don Carlos o quedaravictoriosalarestauraciónalfonsinaquetodosveíanpróxima,laCompañíadeJesúsresultaríasiempregananciosa,puespodríaregresaraEspañaconlafazdescubiertaareanudarsusantiguosnegocios.

LapresenciadeÁlvarezenelcolegiodelaSalettanologróturbarsugozo,perolehizorecordarelimportantísimonegocioplanteadoporsuantecesor,elpadreClaudio.Había que terminar su obra, apoderándose de lamitad de lafortunadeBaselga,dequeeraposeedoraaquellaniña.

AhoraquelaCompañía,envirtuddelossucesospolíticos,ibaaentrarotravez de lleno en el goce de su antiguo poder, convenía conquistar aquellosmillones,queeranelcomplementodelagrancantidadcedidaalaOrdenporelfanáticopadreRicardo,eltíodeMaría.

Elúnicoobstáculoqueenelporvenirpodíaofrecersealarealizacióndetalplan,eraEstebanÁlvarez,aquelhombrequeconocíaelmóvilqueguiabaalaCompañíaal inmiscuirsedetalmodoenlosasuntosdelafamiliaBaselga,yquealgúndíapodíallegarhastaMaríaparaconvencerladequeerasupadre,ylibrarla, con sus consejos y su apoyo, de las pérfidas seducciones de losjesuitas.

SabíaelpadreTomásqueÁlvareznopodríanuncavolveraEspaña,pueslaOrdenseencargaríadehacer imposiblesuregreso,sacandodelolvidolosprocesos que se le habían formado por ciertos actos de necesaria violenciacometidos en su época de guerrillero republicano; pero, cauto y previsorsiempreelpoderosojesuita,porsiacasoelemigrado,enunrasgodeaudacia,se presentaba ante su hija, procuró aumentar en ésta el odio a su padre, yayudó a las religiosas en la tarea de pintar a Álvarez como un horrendomonstruo.

María sevio, por algunosdías, tratada congran amabilidadpor el padreTomás, que hasta entonces sólo había acogido a la colegialita con frías

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sonrisas.

La sermoneó,pintándola connegros colores el carácterde aquelhombreque, arrastradoporuna locura criminaldecía ser supadre, y laperseguía;ycuando la niña mostraba más terror, él la tranquilizó, asegurándola que entodasocasionesletendríaaélyasutíalabaronesa,paraprotegerla.

NotardóMaríaenolvidaraquellaescena.Ladulcemonotoníadelcolegioera como una esponja que, pasando sobre su memoria, borraba todos losrecuerdosnorelacionadosconlavidaíntimadelestablecimiento.

Laniñacreció,marcándosecadavezmásenellauncaráctervoluntariosoyenérgicoyunafándemovimientoydebulliciopropiosdeuncuerpohenchidodevidayporelcualcirculabaunasangrericayfuerte.

Aqueldiablilloconfaldas,alcrecer,habíaadquiridogustosdemuchacho,yestabareñidaeternamenteconlatranquilidadyelrecogimiento.

Nopodía permanecer quieta en la sala de estudios, y apenas la hermanavigilante dejaba de tener en ella fijos los ojos, cazabamoscas para dejarlasvolar después de colocarlas en la parte posterior trompetillas de papel, o seescurríabajo losbancosparapellizcarle laspantorrillas a alguna compañeraque gozaba de fama de tonta y paciente. En la sala de labores, al menordescuido,escondíalostrabajosdeunaodeshacíalabordadosdeotra,yhastaun día, en unión de dos amiguitas que constituían con ella la banda de lastraviesas,seatrevióaponeralfileresdepuntaenelsillónquesolíaocuparlasegundadirectoracuandovigilabapersonalmentelostrabajosdelasalumnas.

Suslibroseransiemprelosmássuciosyrotosqueseveíanenelcolegio;sus manos estaban siempre afeadas por cortes y rasguños que se hacíaintroduciéndoseenlosmásobscurosrinconesdeledificioointentandosubiralos desvanes; y, a pesar de que la baronesa era en extremo generosa, y confrecuencia enviaba dinero a la directora para que repusiera el ajuar de susobrina,éstasepresentabasiemprerota,polvorientaycomohaciendogaladesudespreciohacialostraposquetantocuidabanlascompañeras.

Unvestidoledurabaunasemana;profesabaunhorrorsagradoalcoserydemáslaboresdesusexo;lashermanasvigilantashabíandesostenerconelladiarias batallas para obligarla a que peinase sus hermosos cabellos, siempreabandonadosyflotantes;ymuchasvecesencontrabanquesucamanohabíasidoremovidaenunasemana,puesmientrassuscompañeras,aldespertarse,cumpliendo el reglamento, levantaban sus lechos, ella se entretenía enempujarlasparahacerlascaer,o lasdababañosde impresiónconelaguadelaspalanganas.

Alosonceaños,aqueldiablazo,demasiadoaltoyrobustoparasuedad,erael bandido del colegio, y tenía su cuadrilla de amigas que, obedeciéndola

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ciegamente e imitándola por admiración, iban como ella, con la cabezagreñuda, el vestido rasgado y las botinas rotas, aprovechando todas lasocasionesparaaturdirelcolegioconinfernalgritería.

Lasreligiosasyanopodíantratarconsuantiguabenignidadalarevoltosamuchacha, y creían intimidarla con severos castigos; pero la niña tomaba abromatodas lasmedidasderigor,yseguíaensuscostumbrescon laplácidaindiferenciadeloscerebrosaturdidos.

Si la ponían de rodillas en el centro de la clase encontraba medios deprovocar la risa en todas las compañeras; si la sentaban en el deshonrosobancode las pigresnodemostraba elmenorpesar, y aun sabíaburlarse congraciosos gestos a espaldas de la maestra; y una vez que, como castigosupremoycasidesconocidoenelcolegio,laencerraronenuncuartoobscurodelpisobajo,dondeguardabantinajasyvasijasdemetal,hubierondeponerlaen libertada laspocashoras, acausadel infernal ruidoquemovíahaciendorodarsobreelpavimentoaquellosobjetos.

Las buenasmadres hablaban con cierto terror de aquellamuchacha, queparecíatenerlosdemoniosenelcuerpoyquerevolucionabaalcolegioconsucaráctercadavezmásrevoltosoymaligno.

Ladirectoracomprendíaahora lacertezade lasafirmacionesdeÁlvarez.Aquella niña, forzosamente, había de ser hija suya.Demostraba tener en susangre inquieta algo del espíritu diabólico que animaba al terriblerevolucionario.

Perolasreligiosas,apesardeloscontinuosdisgustosquelesproducía laniña, respetábanla, pues, en especial la directora y las madres de algunaimportancia,conocíanlasaltasmirasqueenellahabíapuestolaCompañía.

Además, María, en medio de todas sus travesuras y de su espírituperturbador, se hacía querer por ciertos rasgos.Los días en que accedía porcaprichoaserbuena,entusiasmabaa lasbuenasmadres.Suprecoztalentoysufacilidadparaelestudioasombrabaasusmaestras,quelaveían,durantelascortasrachasdelaboriosidadydecalma,permanecerhorasenterassobresuslibrosrotosymanchados,aprendiendoenunsólodíaloquedurantemuchosmeseshabíadespreciado.

Aparte de esto tenía rasgos de nobleza que la hacían ser perdonada portodassusanterioresfaltas.

En medio de aquella graciosa y seductora tribu de colegialas, ella,imponiéndose por su carácter turbulento y el prestigio de su nombre,administrabajusticiacontodalabárbaraeimpetuosarectituddeuncaciquilloindio.

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Odiaba a las muchachas presumidas, pertenecientes a la encopetada yorgullosoaristocraciadeldineroy lasperseguíaconcruelesburlas;mediabaentodaslasdesavenenciasquesurgíanalahoradelrecreo,imponiéndoseconsu descaro y audacia hasta a las señoritas de último curso que estaban yapróximasasalirdelcolegioypretendíanabusardesusuperioridad:ynohabíaniñatímidayhumildeque,alquejarsedesermartirizadaporsuscompañeras,dejasedeencontrarenelladecididayvalerosaprotección.

Lasbuenasmadresconfiabanquelaedadmodificaríaelcaráctervaronildela niña; pero sus deseos no se cumplían, yMaría, a los doce años, seguíasiendoaúnunmuchachoconfaldas,quelomismosereíadelossermonesdelasreligiosasquedeaquellascartasamenazantesyterroríficasqueleenviabasutíaaltenernoticiadesustravesuras.

En cuanto al padreTomás, hacía yamucho tiempo que las religiosas nopodíanvalersedesuauxilio,pueslarestauraciónborbónica,pormediacióndelomnipotenteCánovas,habíaabiertoalaCompañíalaspuertasdeEspaña,yelpoderosojesuitasehallabaenMadridsobradamenteocupadoenlosnegociosdelaOrden,parafijarseenlastravesurasdeMaría.

Esta, al tener doce años, fue cuando se encontró en la plenitud de aquelpoder absoluto que ejercía sobre todas sus compañeras. Era la reina delcolegio,ynadieosabaprotestarcontrasudespotismo.Enlashorasderecreoera cuando podía gozar apreciando por sus propios ojos la grandeza de suabsolutopoder.

Alterminarlahoradelacomida,elsilenciosopatiodelcolegio,conunodesusextremosbañadoporeldulcesolde la tardeyelrestoenvueltoenlafresca y húmeda sombra que proyectaban los altos y verdosos muros,conmovíaseporelpataleoylosgritosdeaquelrebañodecarassonrosadasyfaldasflotantesqueloinvadían.

Los gorriones, que picoteaban en las desiertas baldosas, llamándose consuspiídos,retirábansediscretamentea loaltodelosmuros,apenasoíana lolejos el rumorde la invasión, pues conocían, por experiencia, lamalignidadgraciosa,masnopor estomenos terrible, de aquellosdiablillos, ansiososdevengarsecondesenfrenadoscánticos,furiosospataleosyconvulsasmanotadasde las largas horas de meditación, rezo y ojos bajos, a que obligaban lascostumbresdelcolegio.

ApenasMaría, rodeadade su bandade admiradoras obedientes, aparecíaenloaltodelaescalera,elrecreotomabaelaspectodeinfantilaquelarre.Ellaera la inventora de lasmás extrañas diversiones: la introductora de cuantosjuegosviolentos veía a losmuchachosde las calles los días enque salían apasearporlaciudad.

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Noparecíacontentahastaqueella,consubanda,turbabalosjuegosdelasdemásniñas,yexperimentabaciertogozomalignocuandoalgunaamigatorpe,queriendoimitarlaensusarriesgadossaltos,caíadebrucesysecontusionabaelrostrohastahacersesangre.

Ella fue la inventora de la sencilla diversión de dejarse resbalar ahorcajadasporelpasamanodelagranescaleradepiedraaunaalturademásdequincemetros,temeridadenlaquemuypocaslaquisieronseguir,ycuandolasegundadirectora,sorprendiéndolaentanpeligrosaocupación,laquitólasganas de repetir con unos cuantos tirones de orejas, entonces dedicóse ahuronear por los alrededores de la habitación del portero, a quien ponía encuidado lapicardíadelgraciosobandido,puesapenas sealejabaelhermanoJosé un momento se encontraba al volver rasgadas las estampas con queadornaba su cuarto, sufriendo con esto un cruel berrinche, pues amaba aaquellasimágenescomosifueranindividuosdesupropiafamilia.

Un día llevó la niña su audacia hasta el punto de al atravesar el viejoporteroelpatioalahoraderecreosaltarasuespaldaydejaraldescubiertosupeladoypuntiagudo cráneo, arrebatándole elmugrientogorrode terciopelo,quedemanoenmano,comounapelota,fuedeunextremoaotro.

A cada una de estas hazañas conmovíase todo el personal del colegio,bramaba la austera subdirectora,mirabanal cieloconairedeescandalizadaslas otras hermanas y la directora llamaba a su despacho a la terrible niña,consiguiendo con todos sus sermones que se repitiera siempre la mismaescena.

Maríanonegaba,pueseraincapazdementir.Sí,ellahabíahechoaquellodequeleacusaban.¿Yporqué?¿Porquéhabíacometidotalmonstruosidad?Aestapreguntasiemprecontestabalomismo,conencogimientodehombrosysonrisas picarescas. Ella no sabía explicar, aunque quisiera, elmóvil de sustravesuras.Hacíaaquello,noporquegozaseenhacermal,sinoporquesentíaensuinteriorunimpulsoirresistibleamoverseyaprovocarruido,yporqueenellalaacciónseguíarápidaeirreflexivamentealpensamiento.

Nolovolveríaahacer:loprometíaformalmentealadirectora,yella,ensuinterior,estabadispuestaacumplirlo;peroapenassalíadeldespachoconlosojos bajos y el exterior compungido, sentíase asaltada por el demonio delescándalo(comodecíanlasreligiosas),ysiencontrabaalpasounmueblequevolcarconestruendosoruidoounabuenamadreaquienclavarenelsayalunalfiler con una maza de papeles, hacíalo con tanta rapidez como lo habíapensado.

Convenciéronse, por fin, la directora y sus subordinadas de que eraimponibledominaraquellatravesuranatural,quellegabahastaelextremodeatar los orinales a la cola de los gatos y azuzar después a éstos para que

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entrasencorriendoenlacapillaalahoradelrezo;ysepropusieronarmarsedepacienciaparasufrirtodaslasruidosasbromasdeaquellaniña.

JustamenteentoncesfuecuandoMaríaexperimentóunbruscocambioensuorganismo,quemodificósucarácter.

Estaba próxima a los trece años, cuando comenzó a sentir un sordomalestar,unaagitaciónnerviosaquelaturbaba,impidiéndolahacerlaslocurasdesiempre.

Sus ágiles miembros mostrábanse torpes, como si comenzasen aexperimentarunainternapetrificación,ylosejerciciosviolentosconmovíanlahasta el punto de hacerla sufrir vahídos y bruscas alternativas de asfixiantemalestar.

Quejábasedeviolentosdoloresenlascaderasquelaobligabanainclinarsecomosinopudieraresistirelpesodesucuerpo,ytanvisibleerasufiebre,quelasbuenasmadreslallevaronapresenciadelmédicodelcolegioalahoraenqueéstehacíasudiariavisita.

El médico interrogó con cierta discreción a aquella niña que le mirabadescaradamenteconsushermososojazos,ysonriófinalmentealescucharsusrespuestas,haciendounguiñosingularaladirectora,queestabapresente.

¡Oh!Aquellonoeranada.Excesodesaludyvida.Lodesiempre:lacrisisquetodasforzosamentehabíandepasaralllegaraciertaedad.

LafiebrehizodormiraMaríadurantetodalanochecontranquilosueño,yal despertarse a la mañana siguiente, incorporóse en su cama con nerviosainquietud, llevando en su pálido rostro y en sus ojos asombrados unaexpresióndeterror.

Sentíaalgoextrañobajoelvientre,ytodosuorganismoestabadominadoporunalanguidezquelerobabalasfuerzas.

Parecíale que durante el sueño había sido herida por unamano brutal, ynotabaquelapartealtadesuspiernasdescansabasobrepegajosahumedad.

Alarmada y con miedo palpó bajo las sábanas, y al sacar su manomanchada de sangre rojiza y obscura púsose densamente pálida, agitó sucabeza como si el terror no la dejara aire que respirar y lanzó un grito deangustiaqueresonóentodoeldormitorio.

Acudieron las buenas madres, y el miedo de la colegiala trocóse ensorpresayestupefacciónalverquelasreligiosas,alenterarsedeloocurrido,permanecíansilenciosas,conlosojosbajosyruborizadas,mientrasqueenloslabiosdealgunasdeellasvagabaunadébilsonrisa.

Eraaquelloeldespertardelapubertad,larevelacióndelsexo,ladolorosa

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ymolestainiciacióndelaniñaquepasabaasermujer.

Maríatardómuchotiempoenconvencersedeloqueaquellosignificaba,yaun así, sólo adivinó amedias la importancia de la revolución que se habíaoperado en su organismo, pues las religiosas procuraban conservar a suseducandas en la más absoluta ignorancia respecto a las funciones de lanaturaleza, llegando a tal extremo su pudibundez que prohibían a las niñas,bajo lasmás severaspenas, el llamarpor sunombrea losobjetosde íntimouso,yponíanderodillasalaque,hablandodesucamisa,ladabatalnombre,envezdellamarlalaindispensable.

LasconsecuenciasquetuvoparaMaríaaquelsucesofueabandonarenelmismodíaeldormitoriodelasmedianasparapasaraldelasseñoritasmayoresytransformarsuvestido,añadiendoalgunaspulgadasmásdetelaalafaldadesuuniforme.

VIII

SINFONÍADECOLORES.

AlsentirseMaríatocadaporlamanodelaNaturalezafuecuandocambióporcompletodecarácter.

La pubertad parecía haber limpiado obstruídos canales de su organismopordondeahoracirculabannuevostorrentesdevitalenergía,ysedespertabanenellasensibilidadesdesconocidasquelehacíanpercibircosashastaentoncesnunca imaginadas. Parecía que su piel se había adelgazado para ser mássensible a todas las impresiones externas, que sus ojos habían estadoempañadoshasta entoncesyahora loveían todoenunnuevoaspectoyconasombrosa claridad, y que sus miembros, antes enjutos, ágiles y nerviososcomolostentáculosdeuninsecto,alhenchirseenelpresenteconesafuerzavitalquehaceestallarelcapulloyesparceenelespaciountropeldecoloresyperfumes,adquiríannueva forma,y loqueperdíanen ligerezaganábanloensolidez,siendocomoraícesquelauníanalavida.

Aquellarevelacióndelapubertadquetantoalarmósuignoranciacambióporcompletosusgustosyaficiones.

Huyó de las diversiones ruidosas; en el patio del recreomiró con gestodesdeñosolosjuegosinocentesaqueseentregabansuscompañerasmenores,acogióconlairritacióndelqueleproponenunacosaindignalasexcitacionesde su banda para que volviese a reanudar las antiguas diabluras y gustó depermanecerenlashorasdeesparcimientosentadaenunrincóndelpatio,conel aire enfurruñadodelqueestádescontentode símismoymirandoa todas

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partes con ojos interrogadores, como si quisiera encontrar el poder que lahabía herido en su organismo, produciendo aquel cambio que en ciertosmomentoslairritaba.

Apesardeaquellasfierasmelancolíasydelosvagosdeseosdevenganzasin objeto, su varonil carácter iba cediendo el paso a nuevas aficiones ydesaparecíanenellarápidamentetodoslosgustosquelahacíansemejanteaunmuchachoconfaldas.

Ella,tanrebeldesiempreatodaclasedelaboresfemeniles,seaficionóderepentealostrabajosdelicados,yaunqueeravisiblesutorpezaparaestaclasedefaenas,puesúnicamenteteníafacilidadasombrosaparaelestudio,llegóaserunadelasmejoresalumnasdelasubdirectora,sinoporsuhabilidad,porsutenazperseverancia.

Enlashorasderecreocolocábaseenelbancodelpatioalladodealgunasseñoritas mayores que ella, que llamaban la atención por su exageradasensatez,yallípermanecíamuchotiempoentregadadellenoasuslaboresdepunto,conlosojosbajosyfijostenazmenteensusmoviblesdedosysindarotrasseñalesdevidaque lasoleadasdesangrecomprimidayviolentadaportal quietismo que, subiendo atropelladamente a su cabeza, la inundaban depúrpuraelsemblante.

Peroaquelcarácter,queapesardelcambioexperimentadoseconservabamovible e inquieto, no podía ceñirsemucho tiempo a una vida de continuainmovilidadyfijeza.

Su cuerpo no deseaba el movimiento, pero en cambio, el espíritu, quehabíapermanecidocomomuertoduranteaquellaalborotadaniñez,reclamabaahorasupartedeagitaciónyesparcimientoysedesesperabaaturdidopor lamonotoníadelaslaboriosasdistraccionesaqueseentregabalajoven.

Derepentedejódebajaralpatioalashorasderecreo,ycuandolasbuenasmadres,alarmadasporlasdesaparicionesdeaquellaniñaterriblequelasteníaenperpetuaalarma,fueronensubusca,encontráronlasiempreenlaazoteadelcolegio, vasta planicie de ladrillo que, por su altura, permitía gozar de unmagnífico panorama y que estaba cubierta por una celosía de alambre, a lacual se enroscaban centenares de plantas trepadoras, formando una hermosabóvedadeverdura.

Como María era siempre sorprendida por las religiosas, inmóvil en laazotea,mirandoconsoñolientavaguedada lo lejos,ynosenotabaelmenordesperfecto en las plantas, las buenas madres prefirieron dejarla allí a quesiguiesebajandoalpatio,dondeundíauotropodíanvolveradespertarsesusinstintosvaronilesyperturbardenuevolaquietuddelcolegio.

Maríaseconsiderófelizconaquellatoleranciaquelepermitíapermanecer

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enlaazoteahastalahoraenquelacampanadelcolegio,consusrepiqueteos,leindicabaqueerallegadoelmomentodevolveraltrabajo.

Elespectáculoquedesdeallísegozaballenabaporcompletolaaspiraciónquesentíasualmaportodologrande,loinmenso.Además,enaquelambientede libertad, limitadoporel infinito, se respirabamejorqueenel interiordelcolegio, entre las obscuras paredes, desnudas y frías, como el afectomercenariodelasbuenasmadres.

¡Dios mío! ¡Qué hermoso era aquello! María nunca se cansaba decontemplarlo y el panorama producíale una dulce somnolencia, en la cualtranscurríanlashorasconvertiginosarapidez.

LoprimeroconquetropezabansusojosalsubireraconlaimponentetorredelMiguelete,queparecíaabrumarelespacioconsupesadamasaoctogonalyqueremontabasusochocarasdepiedratostada,compactaydesnudadetodoadorno, para coronarse al final con una cabellera incompleta de floridosadornosgóticos,alosquesirvecomodesombreroelfeorematepostizoqueremediaeldefectodelaobrasinterminar.

Elcolosodepiedrahundíasubaseenlaviejacatedralerizadadepequeñascúpulas, entre las que campea la gótica linterna, y a su alrededor, como lasescamasdeuna inmensa conchadegalápago, extendíaseunmarde tejados,rojizos o negruzcos, empavesados por las ristras de blanca y flotante ropapuestaasecarycontadasatrechosporlasmolespesadaseimponentesdelosedificiospúblicosopor los innumerablescampanarios, esbeltos, casi aéreos,remontándose en el espacio con la graciosa audacia de losminaretes de lasmezquitas.

Y cuando la niña cansábase demirar a la ciudad, sumida en lamodorrapropiadelasprimerashorasdelatardebajounsolsiempreardiente,cuandose sentía aturdida por el cachazudo y discreto campaneo que llamaba a loscanónigosalcoro,oporelzumbidodecolmenaquesalíadelascallesocultasasuvista,peromarcadasporlasdesigualdadesdelostejadosyporlostrozosdefachadaquequedabanaldescubiertoconsusalegresbalconescargadosdeplantasysuscortinaslistadasflotantesalabrisa,noteníamásquegirarsobresus talones para sumergirse en una contemplación de distinto carácter ysentirse envuelta en esa somnolencia ideal que produce la naturalezaexuberante,envueltaenesosesplendoresquesonladesesperacióndelarteyqueelhombrenollegaríanuncaareproducir.

Delante,casiasuspies,elríoconsugigantescocaucesecoypedregoso,veteadoaquíyallíporcorrientesdeaguamansa,quesedeslizabanindecisasyformando grandes curvas como para llegar más tarde al mar que ha detragarlas;laslavanderastendiendosusmontonesderopaentrelosaltosolmos,alineados a lo largo de las avenidas; los antiguos puentes de roja piedra,

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albergando bajo sus chatos ojos tribus enteras de gitanos con suacompañamientodeniñossucios,voceadoresyencamisa,revueltosconasnosconsumidosporelhambre,mancos,sinnaricesypicadosporlasirreverentespedradas de innumerables generaciones de muchachos; y junto a los másapartadosriachueloslasmanadasdetorosdestinadosalamatanza,paseandosu gravedad de raza y su aplomada estampa, y mirando con expresión deharturalosbullonesdehierbafrescaarregladosporelpastor.

Másalládelrío,elespectáculoseagrandaba,seextendíahastaelinfinito,coninterminablevariedaddecoloresydeluces.

ElHospitalMilitarconsuscuadradastorres; lasgrandesfábricasconsuschimeneashumosas;lasfrondosidadesdelaAlameda,enlasquelucíaeltonoverdecontodassus infinitasvariedadesysobrelascualesseelevabancomodos toscos ídolos chinos las torrecillas de los guardias vestidas con pétreosescudosy cubiertas con caperuzas de barnizadas tejas; todo esto formaba elmarcode laopuestaorilladel río,y trasaquella líneaextensayprofundadeedificios y vegetación esparcíase la huerta, perdiéndose por un lado en ellejanohorizonteymuriendoporotroalpiedelasmontañas.

Aquelespectáculocausabaalavistaelefectodeunlicorfuerte,pueslosojosseembriagabanyaturdíanalabarcardeungolpeeldesordenadotropeldecolores.

Eraaquellocomounmosaicocaprichoso,comounschalindiodeextrañosyvistososcolores,tendidodesdelaciudadalmar.

Lanotaverdepredominabaenaquellagrandiosasinfoníadecolores;eralanotaobligada,eleternotema,sóloquesubíaybajaba,seadelgazabacomounsuspiro o se abría como una frase grave, tomando todas las gradaciones ytonalidadesdequeessusceptibleuncolor.

El verde obscuro de las arboledas resaltaba sobre el blanquecino de loscampos de hortalizas; el amarillento de los trigos hacía contraste con ellustrosoybarnizadodelosnaranjos,ylospinares,alláenelúltimotérmino,destacabanlasnegruzcascurvasdesuscopassobreelfondoqueformabanlasprimerascolinasrojizas,que,acariciadasporelsol,tomabanuntintevioleta.

Y aparte de los colores, ¡cuán bellos aspectos presentaban vistas desdeaquella altura todas las obras del hombre, todos los signos de vida que sedestacabansobreaquellanaturalezaesplendente!

Como los caprichosos veteados de un inmenso bloque de mármol,extendíanse tortuosas fajas rojizas y blanquecinas, que eran otros tantoscaminos, formando intrincada red y perdiéndose a lo lejos, matizados porpuntosnegrosenlosqueapenassiporel tamañoseadivinabanahombresyvehículos. Las innumerables acequias, recuerdo fiel de la civilización

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sarracena,confundíanseyseenmarañabanen intrincadasrevueltas,comounmontón de plateadas anguilas sobre un lecho de verdes hojas, y por todaspartesdondesedirigía lamirada,confundidoshastaelpuntodeparecerquesólomediabanalgunospasosdeunosaotros,veíansepequeñospueblecitos,grupos de casas, grandiosas alquerías; manchas, en fin, de esplendorosablancura, que bien podían ser comparadas por un poeta con un tropel degaviotasdescansandosobreunmardeesmeraldas.

Lavegateníasuslímites.

A un extremo, cerrando el horizonte y recortando sobre él su dentadacrestería,surgía laaudazcordilleraqueibaahundirseenelMediterráneoenrápido descenso de cumbres, sustentando en la última de éstas el históricocastillodeSagunto, cuyas largas cortinas e innumerablesbaluartesparecían,vistosdesdeValencia, las revueltasdeuna sierpecilla cenicienta, encogidaydormitandoal cariñodel sol, y apartir de tal punto, elmar, orlando toda lahuerta a lo largo con su recta y azulada faja, llanura inmensa en la que lasblancasvelassemovíancomotriscadorescorderillos.

Todoeraanimaciónalládondesefijabanlosojos.Lavidasedesbordabalo mismo en las obras de la Naturaleza que en las del hombre, y comomanadasdeobscurospulgonesveíanseesparcidosporloscamposcentenaresdepuntosnegros, sobre loscuales,unavistapoderosadistinguíaelbrillodevelocesrelámpagos.Lasherramientasagrícolas,volteandosobrelacabezadeljornalero,caíanyarañabanlasentrañasdelatierra,removiéndolasinpiedadparaacelerarelpartodesuproducciónpreciosa.Lamadrecomúneraforzadabrutalmente a crear para dar el sustento a sus hijos, que no la permitían elmenordescanso.

Peroaqueldetalledefatigaylaboriosidadhumanapasabacasiinadvertidopara la soñadoraniñaydesaparecía absorbidopor el imponente espectáculoquepresentabaelconjunto.

María, acostumbrada a ver todos los días y a las mismas horas aquelpaisaje encantador, estaba familiarizada con él, y a pesar de esto nunca secansabadeadmirarloniloencontrabamonótono.

Sesentíafelizallí.Eraunatracóndelibertadydeespacioinfinitoquesedaba lapúber, almismo tiempoque sentía correrpor susvenas torrentesdesangreardienteyatropellada,comparablealasimpetuosascorrientesdesaviaqueanimabanaquelmardeverdura;eraunaborracheradeluzydecolorqueanimaba a la fogosa niña y la daba fuerzas y resignación para resistir elmonótono y frío interior del colegio, con las austeridades de su educaciónmonjil.

La niña, obsesionada por aquel espectáculo, tenía ideas muy extrañas.

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Primero creyó ver en aquel dilatado panorama las más estrambóticasimágenes, algo semejante a un aquelarre de figuras monstruosas, esbozosgrotescos y formas de embrión. Había obscuros cañares que, moviendo losblancos plumajes de sus alturas, parecíanle negruzcos dragones tendidos yagitandoconnerviososestremecimientossumanchadodorso;hablabayhacíamuecasasuchino,queeraunatorrecillalejanacuyasdosventanasleparecíanojos desmesuradamente abiertos, bajo la puntiaguda techumbre de tejas queteníagransemejanzaconlamonteradeunmandaríndelCelesteImperio,ylaslejanasmontañassepresentabanasuvistarevistiendolasmásextrañasformasanimadas:unaserancúpulasdecatedral,otrassombrerosderidículasformas,y hasta en un pico lejano, de perfil encorvado, y en las grandes manchasformadasporhondonadasybarrancosparecíaencontrarciertoparecidoconelrostro del hermano José, el portero del colegio, con su picuda nariz y sumiradamaliciosa.

Prontosu imaginaciónsoñadora,abismándoseen lacontemplacióndiariadeunpanoramaalque amabaconcreciente cariño, cansósedebuscar en élextravagantes semejanzas y de adivinar fantásticas formas. Familiarizándosecada vez más con el paisaje encontraba una sorprendente novedad que alprincipiolahizosonreír.

¡Quélocura!¿Puesnoleparecíaquecantabaaquellavastaydeslumbrantellanura, entonandounhimnovagoquenoproducía en susoídos conmociónalguna,peroqueveíavibrarenelespacio?

Era aquello un terrible despropósito; mas no por esto resultaba menosciertoquelarisueñavega,consusazuladasmontañasdetonosvioláceosysumarqueseconfundíaconelazuldelcielo,entonabaunasinfoníamuda,unamúsicadelaquegozabanlosojosenvezdelosoídosyenlacualcadacolorrepresentaba una nota, un instrumento que interpretaba su parte, con nimiaexactitud,sindesentonarenelarmoniosoconjunto.

Maríarecordabalasfiestasdelcolegio,aquellasrepresentacionesteatralesen honor de la santa patrona del establecimiento; la comedia místicadesempeñada por las más avispadas colegialas y en la que ella, por sudesenvoltura, se encargaba siempre del papel de graciosa; entonces, durantelosentreactos,alegrabaconsusrisueñossoneslasdesiertassalasdeledificiounaorquestaformadaporlosmúsicosmásviejosdelaciudad,queasistíanalosentierrosyalasfuncionesreligiosas.

Lajovenhabíaoídoentalesocasionesinterminablessinfoníasdecarácterclásico, y ahora encontraba que era muy semejante aquella maravillosasucesióndecolores,conelengarcedenotasdelasgrandespiezasmusicales.

Dudó al principio, pero al fin se dio por convencida. ¡Oh!...¡Maravilloso!... ¡Divino!... El campo entonaba su sinfonía nimás nimenos

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que como salía de los instrumentos de todos aquellos profesores viejos, lamayorparteconpeluca,quealegrabanelcolegioenlafiestaanual.

Primero,lasnotasaisladaseincoherentesdelaintroduccióneranaquellasmanchas verdes y aisladas de los árboles del río, las masas rojizas de lospuentes y edificios, las mil formas que se veían recortadas, separadas eindividualesacausadesuproximidad,ytrasestaincoherenciadecolores,quepor estar próximos al espectador no podían confundirse y armonizarse, trasestabreveyfugazintroducción,entrabalasinfonía,brillante,deslumbradora,atronándolo todo con su grandiosidad de conjunto y sin perder por esto elgraciosocontornodelosdetalles.

Loscabrilleosdelastemblonasaguasdeacequiasyriachuelos,heridasporlaluz,eraneltrinodulceytímidodelosmelancólicosviolones,destacándosesobrelamasadelosdemástonos;loscampos,deverdeapagado,hacíanvalersu color como suspiros tiernos de clarinetes, esos instrumentos que, segúnBerlioz,“sonlasmujeresamadas”;losagitadoscañares,consusamarillentasentonaciones, esparcidos a trechos, parecían formar el acompañamiento; lostrozosdefrescashortalizas,consustonosclarosyesplendentes,comocharcosdeesmeralda líquida, resaltabansobreelconjuntocualapasionadosquejidosdelavioladeamororománticasfrasesdevioloncelo,yenelfondo,aquellainmensafajademar,consutonoazulespumado,semejabalanotaprolongadadelmetalque,alasordina,lanzabaunsuspirosinlímites.

Sí.María se afirmabacadavezmásen su idea.Eraaquellouna sinfoníaclásica,enlaqueeltemafundamentalserepetíahastaloinfinito.

Eltemaeralanotaverde,quetanprontoseabríaesparciéndoseparatomarun tono blanquecino como se condensaba y obscurecía hasta convertirse enazulvioláceo.

Semejante al pasaje fundamental que salta de un atril a otro, para serrepetidoporlosdiversosinstrumentosenlosmásdiversostonos,aquelverdeeterno jugueteaba en el paisaje, subía y bajaba perdiendo o ganando enintensidad,sehundíaenlasaguastemblorosoyvagocomolosquejidosdelacuerda, se tendía sobre los campos desperezándose con movimientosvoluptuososydulzonescomolasmelodíasdelosinstrumentosdemadera,seextendía azulándose sobre el mar con prolongación indefinida, como elsoberbiobramidodelmetal,yparacompletarmáselconjunto,cualelvibranteronquidode los timbalesmatiza lospasajesmás interesantesdeunaobra,elsol arrojaba brutalmente a puñados sus tesoros de luz sobre aquellainmensidad,haciendoresaltarconlabrillantezdelorounaspartesydejandoenvueltasotrasenlapenumbradelclaroscuro.

Ylasoñadoraniña,consuexaltadafantasía,seguía lamarchadeaquellasinfonía muda, que por partes iba desarrollando ante sus ojos sus sublimes

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grandiosidades.

La blancura de los caminos eran cortos intervalos de silencio en aquelgigantesco concierto, el cual, una vez salvados tales obstáculos, seguíadesarrollándosecontodaslasreglasdelasublimidadartística.Eltemacrecíaen intensidad y brillantez conforme iba alejándose y adquiriendo un tonoobscuro;enlasorillasdelmarllegabaalperíodoesplendente,alacúspidedela sinfonía, y desde allí comenzaba a descender, buscando el final, laspostrerasnotas.Corríaelcoloridodel temasobreelmar,esfumándoseenelhorizonte y adquiriendo la suavidad indecisa de las medias tintas;encaramábaseporlaslejanasmontañas,cuyapálidasiluetacasiconfundíasuscontornosconelespacio,ydesdeaquellasalturasarrojábaseenplenocieloymarchabavelozmentehaciael final,comolos instrumentosqueentranyaenlosúltimoscompasesdelasinfonía.Unavezallí,loqueenelsueloyacortadistanciaeraverdebrillante,sedifuminabaen tonosdébilmenteazuleshastaser blanquecinos, como el tema sinfónico que después de ser brillante yensordecedor,alserrepetidoporúltimavezadquierelavaguedadindecisadelsueño, y, al fin, se confundía en el horizonte, indeterminable, pálido,extinguido,sinextremovisible,comoelúltimoquejidodelosviolinesqueseprolongamientrasquedaunapulgadadearco,yqueadelgazándosehastaserun hilillo tenue, una imperceptible vibración, no puede darse cuenta el queescuchadeenquéinstantecesarealmentedesonar.

Podía ser aquello una locura, pero María oía cantar a los campos y alespacio, y gozaba en la muda sinfonía de la Naturaleza, en aquella obramusicalsilenciosayextraña,quecomenzabaconlentaspalpitacionesdetintascampestres, que se iba agrandando hasta el punto de que las diversastonalidades de color se sofocasen entre sí, como el canto de las sirenas,imperioso, enervante y desordenado, sofoca las solemnes preces de losperegrinosenlaoberturadelTanhäuseryqueterminaba,porfin,perdiendosuintensidad, palideciendo, como debilitada por aquella orgía de tintas yesparciéndose en el infinito espacio cual el fatigado espíritu que en locaaspiraciónintentaenvanosorprenderelmisteriodelainmensidad.

Todaslastardes,apenaslacampanadelcolegiodabaeltoquedelrecreo,laniña, cada vez más soñadora, se lanzaba a subir a la azotea, con todo elapresuramiento febril de la joven que se dispone a ir al teatro, donde suspadressólolallevandetardeentarde.

Ella llamaba su palco a aquella azotea, y el espectáculo que desde allígozaba parecíale de inacabable novedad, pues nunca llegaba a fastidiarsedejándoseabsorberporlagrandiosamonotoníadelaNaturaleza.

Tanatraídasesentíaporlaazoteadelcolegio,quemuchastardes,alahoraenquerepasabasusleccionesdesolfeo,pretextabanecesidadesapremianteso

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burlaba la vigilancia de la madre inspectora para subir a aquel punto deledificio,alcázardoradodesusensueños,dondehubieraqueridoviviratodashoras.

Las puestas de sol la conmovían, hasta el punto de arrancarla gritos deadmiraciónycontraersurostroconungestodeestupidezcontemplativa.

Aquelespectáculoeraaúnmáshermosoquelasinfoníadecolores,ycadadía se presentaba bajo una nueva forma, prolongándose sus radicalesvariedadeshastaloinfinito.

¡Cuánhermosa,resultabalaagoníadelatarde!

Enlosdíastranquilos,elcieloeraunainmensapiezadesedaazul,porlaquerodabalentamente,sinquemarla,elsol,comounaboladefuego,ycuandoensudescensomajestuososeacercabaallímitedelhorizonteformábasetomounlagodesangre,enelcualsesumergíaelastro,tomandountintevioláceo.

Otrasveces,enlas tardesnubladas, laapoteosisfinaldeldíaverificábaseen medio de un tropel de vapores, y entonces, el espectáculo adquiríaimponente grandiosidad. Parecía el horizonte maravillosa decoración demelodramamágico,sometidaarápidasmutaciones.Lasnubes,quemomentosantessemejabangigantescoscoposdeblancoalgodón,heridosahorapor losúltimos rayos de luz, chisporroteaban como un mar de azufre; veíanse allíformas extrañas, cambiando al menor soplo del viento; lo que parecía unatorre adquiría de pronto el perfil de una roca batida por olas de fuego; lassiluetas demonstruos trocábanse en flotantes vestiduras de ángel, ymuchasveces,elsol,ensusúltimosestremecimientos,rompíaelmurallóndecárdenasnubes, y a través de la brecha lanzaba horizontalmente sus postreros rayoscomounalluviadeflechasdeoroque,cruzandoveloceselespacio,veníanaherirlaretinadelespectador.

Cuandocaíaelcrepúsculoytenuesgasasparecíanarrollarselentamenteatodoslosobjetos,María,conlosojostodavíadeslumbradosysuspirandoconinexplicablemelancolía,descendíaalinteriordeledificio,queleparecíamásfeoytristequedecostumbre.

Sus ojos, conmovidos aún por aquella borrachera de luz y de color, nopodían habituarse a la negra y desierta sombra que iba apoderándose deaquellashabitaciones.

En su cerebro iba germinando una idea que se imponía con la fuerzairresistible del deseo. Salir de allí cuanto antes, vivir envuelta en aquellosesplendores que la deslumbraban, ser libre, completamente libre, como lasbrisas,comoloscoloresqueellaveíasaltardeunpuntoaotro,hastaperderseenelinfinito.

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LacontinuacontemplacióndelaNaturaleza,despertabaenellaunanheloinexplicablequelaconmovíahastaenlomásíntimo.

Deseabaalgoquenopodíadeterminar.Ansiabasalirdeallí,paravivirsolaylibrecomounpajarillo,delosqueellaveíasaltarenlosárboles;comounadelasfloresquematizabanlasinfoníadecolores;pero...noestabamuyseguradesiestolebastaría.

Unsucesoinesperadorevolucionósuexistenciayvinoaarrancarladesusfantásticascontemplaciones.

IX

SEOYEUNVIOLÍN.

Una tarde, estaba tendida sobre el vientre y con la barba apoyada en lasmanos,soñolientayamodorradaporlosgolpesdesolquepasabanatravésdelabóvedadeenredaderas.

Habíallegadolaprimavera;elvivificanteabrilabríalospétalosdelaflordelnaranjo,impregnandolaatmósferaconelpunzanteperfumedelazahar,yal respirar, aspirábanse esos efluvios de amor y de bellos sueños que traeconsigolamáshermosadelasestaciones.

María no se abismaba, como de costumbre, en la contemplación delpaisaje.Teníasusasuntosseriosenquépensaryqueporciertolepreocupabanbastante.

Enprimerlugar,sólofaltabandosmesesparalosexámenesyelrepartodepremiosqueseverificabanenelcolegioalllegarelverano,yaunqueella,porser,conelconsentimientogeneral,unadelasmásdesaplicadasestabaexentadeaspirar a loshonoresdestinadosa la laboriosidad,habíaselemetidoen lacabeza el conseguir lo que alcanzaban aquellas compañeras remilgadas ehipócritas. Hasta entonces sólo había alcanzado premios en la clase degimnasia,dondebrillabaacometiendolasmásaudacesdiabluras;peroaquellamañanahabía tenidounapelea conunaburguesilla pedante, quehablabadegramáticayaritméticaa lasquesóloseocupabandevestidos; lasabidilla lahabíallamadoignorante,yesteinsultohabíahechogerminarenellaeldeseodedisputarlaunodelospremiosliterarios.Enverdadquenadasabía,quesuslibrosrotosymanchadosafuerzadearrojarlosalsuelo,estabanolvidadosenel fondo del pupitre; pero esto no doblegaba su firme voluntad, ni la hacíaretrocederenelpropósitodealcanzarelpremioanhelado.

Otroasuntoaúnmásimportanteocupabasupensamiento.

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Su tía, labaronesadeCarrillo,no tardaríaensacarladeallí.Tambiénenaquella misma mañana lo había oído de labios de la subdirectora,sorprendiendosuconversaciónconotrareligiosa.

Labaronesa,desdequehabíasabidoquesusobrinanoerayatantraviesayque envezde alborotar el colegio, semostraba formal comounamujercita,sentíadeseosdetenerlaasulado,yhabíaescritoenestesentidoaladirectora,prometiendo que sacaría a María del colegio apenas sus ocupaciones lepermitieran abandonar Madrid pon unos días, lo que ocurriríaindefectiblementeaprincipiosdelverano.

Lajoven,apesardesusdeseosdelibertad,estabaacostumbradaalavidadelcolegio,ytanextrañaasupersonaleresultabaahoradoñaFernanda,alaquehabíavistopocasvecesdesdequeestabaallí,quenosabíasialegrarseoentristecerseporlanuevaexistenciaquellevaríaenMadrid.

Seducíalalaperspectivadebrillarenunmundodeeleganciayriqueza,quesólo de oídas conocía; pero almismo tiempo, desde que tenía la certeza deabandonarenbreveaqueledificio,escenariodesuniñez,presentábaseleconciertoencantoysesentíacomoatraídaporsusparedes.

Entregada a estas reflexiones, y sin saber cómo acoger la idea de supróxima marcha, permaneció María por mucho tiempo tendida sobre elembaldosadodelaazotea,quelecomunicabagratafrescura.

Deprontoseincorporó,avanzandolacabezacomoparaoírmejor.

Sobreelruidoqueproducíanloscarruajespasandoporlascercanascallesypor laavenidaexistenteentreel colegioyelpretildel río,destacábaseunsonidoagradableycontinuo,queporsunovedadalarmóalaniña.

¿De dónde procedía aquello? Era la primera vez que escuchaba aquelsonidoque a ella le parecía dulcísimo, y que cesaba de vez en cuandoparavolverareanudarseconmayorfuerza.

Maríaselevantó,poniendoeneloídotodasuvoluntad,paraqueelruidodelascallesnosofocaratalesarmonías.

Eraelsonidodeunviolín;perolonotableconsistíaenquelasarmoníasnosubíandelacalle,sinoqueparecíansaliratravésdelaparedqueMaríateníaasuderecha.

Aquel pequeñomuro, blanqueado y cubierto de enredaderas, había sidolevantadoparaaislar laazoteadel colegiodeunacasitapequeñayhumilde,pegadacomounamodestaverrugaalgrandiosoedificioqueocupabaelrestodelamanzana.

María sintióel impulsodeunacuriosidad irresistible,ypensandoenquémedioemplearíaparaverquiéntocabaelviolínalotroladodelapared,quedó

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extática,ymeditabundaescuchandolasmelodíasdelinstrumento.

Aquellamúsicaleparecíadeliciosaalajoven;loquenoimpedíaquefueseobradeunamanoinexpertaytorpequecometíaundesaciertoacadacompás.

El tema de El Carnaval de Venecia, esa cancioncilla insufrible por lovulgar,querepitendesdelosprofesoresdecaféhastalosclownsenelcirco,eraloquetocabaaquelviolín,conladesesperantemonotoníadelprincipiantetenaz. El arco, en algunos pasajes, arrancaba a las cuerdas sonidos bastantelimpiosyagradables;perodevezencuando,seleibalamanoalejecutante,yelairesepoblabadeestridenteschirridos,comosiunnidoderatasacabasedecaerbajolazarpadelgato.

Con aquella musiquilla de principiante había suficiente para crispar losnervios del más pacienzudo; pero a Miaría, influenciada por el ambientepoéticoenquesesumíaapenasentrabaenlaazotea,parecíalelacancioncillaunafantásticaserenataqueungeniomisterioso,ocultotrasaquellapared,dabaensuhonor.

Ellasentíavehementesdeseosdeenterarsedeaquelmisterio,deconoceralincógnitoartista,ysearrancódesuexpectaciónextáticaparaescalarlapared,acuyobordecasillegabaconlaspuntasdesusdedos.

Amontonóalgunostiestosdefloressobreunfuertebanquillodemadera,yasí logró encaramarse con relativa comodidad, hasta asomar su despeinadacabezaalbordedelmuro.

Ansiosa de satisfacer su curiosidad,miró abajo, y vio como a unos tresmetros,untejadomohoso,antiguoyconlamayorpartedesustejasrotas,yenelcentrodesudeclive,unapequeñaazoteaque teníaaunodesusextremosunagaritacasiderruída,pordondedesembocabalaescalera.Además,entrelaazotea y la parte más alta del tejado que daba a la calle, levantábase unacasuchitadeyesoymadera,agrietadaporsuscuatrocaras,queparecíahaberservidodepalomaroconejeraenotrostiempos.

Deallísalíanlossonidosdelviolín.Lapuerta,construídaconmaderasdecajón que aún llevaban la marca de fábrica, estaba abierta, dejando aldescubierto el interior de aquella construcción rara. Algunos libros estabanesparcidosporelsuelooamontonadossobreunatablasincepillar,pendientedel techo con cordeles. No se veía al que tocaba el violín... pero ¡detallehorrible! sobre aquella tablaque servíadebiblioteca,viouncráneo, limpio,lustroso, con ese color amarillento demármol viejo que el tiempo da a loshuesoshumanos.

Aquel cráneo era grotesco hasta lo horrible. Una mano irrespetuosa lohabía cubierto con una gorrita vieja, y en sus cuencas negruzcas y vacíasparecía brillar una imaginariamirada de terroríficamalicia; así como en su

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mandíbulasuperior,desdentadaatrechos,vagabaunasonrisaquedabafrío.

María,aterrorizada,estuvoapuntodedejarsecaer,yhastaleparecióquelamusiquillaproducíalaalgúnfúnebrecompañerodelsardónicocráneoquelaespantabaconsusonrisa;perolacuriosidadpudoenellamásqueelterrorypermanecióinmóvilconlaesperanzadeconoceralartista.

Permaneció mucho tiempo en su incómoda atalaya, escuchando conalgunos intervalos de silencio y repeticiones hijas de la torpeza, aquellasinterminables variaciones sobre el tema de El Carnaval de Venecia, queparecíanconstituirtodoelrepertoriodelartista.

Por fin cesó la musiquilla y entonces María vio asomarse a alguien aaquellapuerta,a laquenomirabaya,pormiedodequesusojos tropezasenconlaburlonacalavera.

Primero asomó una cabeza demuchacho, pálida, con el cabello al rape,orejas algo salientes y lasmejillas sombreadas por esa pelusa demembrilloque enorgullece a la pubertad como aviso de próxima barba; después fueapareciendo el resto del cuerpo, delgaducho, pero con cierta gallardía ycubierto con un traje que resultaba corto y ridículo a causa del rápidocrecimientodesudueño.

Aquelmuchachoparecíatenerunosquinceaños,yensurostrodescoloridoseestabaverificandoesarevolucióndefaccionesqueseexperimentaalsalirde la pubertad y que fija para siempre los rasgos típicos de cada hombre.Estabaalgofeoyridículo,consucabezaredondayrapada,susorejassalientesqueclareabanalsolcomosifuesendeceraysuspómulospronunciados;peroen su rostro quedaban rasgos permanentes que anunciaban una futuradistinción, y además sus ojos tenían una luz dulce y tranquila que parecíaderramarunambientesimpáticosobretodalacara.

Llevabaensusmanoselviolínyelarco,yjugueteandoconellosmientrasdescansaba,mostraba intención de entrar pronto en la casilla a continuar sucencerradadeaprendiz.

ComoMaría estaba tan alta y el muchacho miraba a lo lejos, no pudoconocerinmediatamentequeeraespiado;peroporesedesconocidofenómenoque hace que las personas nerviosas se inquieten y aperciban, así que otrapersonafijaenellassusojos,elviolinistasintiócomoelpesodelasmiradasquedesdeloaltolelanzabalacolegiala,ylevantandosucabeza,vioalabellacuriosa.

Fijóseen lacabezamaliciosillayhermosa,coronadaporunadiademadedesordenadosy rizosos cabellos, y por algunos instantes nopudo apartar suvista de aquellos ojos insolentes que se clavaban en él con una expresiónmezcladeinsolenciayafecto.

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Elmuchachoenrojeciócomounadoncellasorprendidaenunbañopor laardiente mirada de la curiosidad lúbrica; sintió, al par que el rubor, unaimpresiónderidículoydevergüenza,yrápidamenteserefugióenelfondodesumadriguera.

Laniñaquedóasombradaporestabruscadesaparición.

—¡Pero,Diosmío!¡Cuántontoesesemuchacho!

Apesardetodasutontería,Maríaencontrábaloaltamentesimpático,yenmediodesudespecho,congratulábasedequeelcolegiotuviesetalesvecinos.

Deseosadeverlootra vez, y como retenidaporuna fuerza superior a suvoluntad, permaneció en su observatorio esperando otra aparición delviolinista. La asquerosa calavera ya no le causaba tanto pavor desde queconocíaasusimpáticocompañerodehabitación.

Varias veces le pareció ver a través de una ancha grieta de la pared, elbrillo de unos ojos fijos en ella; sin duda el tímido muchacho la espiaba,deseandoqueellaseausentaseparavolveraensayarenelviolín.

María,comprendiéndoloasí,seagachótraselmuroyesperó.

A los pocos instantes volvieron a sonar las tan sobadas notas de ElCarnaval,ycuandoyaMaríaibaahacerdenuevosuapariciónsobreelmuro,repiqueteó la campana del colegio, indicando que la hora de recreo habíaconcluído;ylaniña,contrariada,tuvoqueabandonarsuobservatorio.

X

AMORENTORNODEUNVIOLÍN.

Al día siguiente, apenas sonó la hora del recreo, ya estabaMaría en laterrazadelcolegio,ycolocandodenuevotodosaquellostiestosqueleservíandeescalera,seencaramabasobreelmuro.

Eldescubrimientodeldíaanteriorhabíacausadotalimpresiónensuvidamonótona de colegiala, que turbó su sueño, y durante toda la noche estuvosonando en su oído el chillón violín.Además, varias veces vio en sueños aaquelmuchachoconsusclarasorejas,sucabezapelada,susojoshermososydulces y aquel rubor de señorita que le resultaba tan chusco a la traviesaMaría.

Cuandoésta seasomóa suatalayavio lapuertadelcasuchoabiertayelhorripilante cráneo sobre su pedestal-libro.Elmuchachodebía haber subidoya a su tugurio, pues ella, por ciertos ruidos que sonaban en su interior,

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adivinabalapresenciadelviolinista.

Temerosadeespantarconsupresenciaaltímidoaficionado,seocultóenelmismoinstantequeelmuchachoasomabasucabezaporlapuertadeltugurio.

Bienfuesequehubierareflexionadosobresutimidezdeldíaanteriorysesintieraavergonzado,oqueledieseánimoselvercómoseocultabalaniña,lociertoesquenomostrósuacostumbradacortedadniseruborizó,yagarrandosuviolínpúsoseatocarlaeternacanciónsinretirarsealfondodelacasucha.

María le oyó, al principio agachada y oculta tras elmuro; pero aquelloschillidos de las cuerdas que la conmovían profundamente, parecían atraerlaconfuerzairresistible,ypocoapocofueirguiéndosehastaapoyarsuscodosenelbordedelapared,comosifueseelantepechodeunpalco.

Elmuchacho,depie,enelcentrodelapuerta,tocabasuviolín,adoptandounaactitudartística,yensusgestossenotabaelconvencimientodequeestabahaciendounagrancosayqueparaéleranprodigiosdearte losdiscordanteschillidosdelinstrumento.

Cuandocesódemoverelarco,dejandoalamitadlavariaciónmilytantas,María palmoteó, moviendo como una loca su rizada cabecita, y dijo conentusiasmo:

—¡Bravo,muybien!Tocausteddeunmodoadmirable.

Yasílocreíaellacontodasualma.

Elmuchachoparecíamuysatisfechoportalespalabras,yseexcusóconlamodestiadeungranartistaquedesfallecebajoelpesodeloslaureles.

—¡Oh!Esustedmuyamable.Tocoporafición,ytodavíasépoquito.

Con esto se agotó todo su caudal de palabras, y ambos muchachos sequedaronmirándosefijamenteysinhacerotracosaquesonreírestúpidamente.

Transcurriómuchotiemposinqueseatrevieranaromperelsilencio.Maríaen loalto,conciertoairedesuperioridadvaronilyconexpresiónmalignaysonriente; elmuchachoabajo, confuso, aunquemuycontentopor la amistadquecomenzabaacontraeryhaciendoesfuerzospormanifestarse tranquiloynoserhurañocomoeldíaanterior.

ComoMaríaeralaqueconservabasuserenidad,ellafuelaquereanudólaconversación.

—¿Ynotocaustedotrascosas?Vamos,seaustedamable:hágameoírotracanción.Yotocoelpiano,aunquepoquito,ytengogranaficiónalamúsica.

Aquel diablillo malicioso sonreía de un modo tan encantador, que elmuchachosesintiósubyugado,yaunqueconfusamente,conocióqueacababa

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deencontrarunsercontalimperiosobreél,queeramuycapaz,siquería,dehacerlecometerlasmayoreslocuras.

El joven obedeció y henchido de satisfacción por tales deferencias, almismo tiempo que deseoso de demostrar su superioridad, agotó todo surepertorio;cuatrovalsecillos ligerosconunainterpretacióndeaficionadotandetestablecomoladeElCarnaval.Maríaleescuchóencantada,ytanfelizsesintióoyendolamusiquillaycontemplandodecercayfijamentelacabezadelartista,quecuandosonólacampanadelcolegiopareciólequeeltiempohabíatranscurridoconmágicarapidez.

Pesarosayconelaspectodequienacabadeserdespertadoenlomejordeun hermoso sueño, hizo, con sumano, una señal de despedida almúsico, ydesapareció.

Lacolegialapasótodoelrestodeldíacomounasonámbula,abstraídaporsuspensamientosysinpoderfijarlaatenciónensusocupaciones.

Aquelmusiquillollenabaporcompletosuimaginaciónysentíahaciaélunafectomayorqueelquelahabíaninspiradosusfamosascompañerasque,entiemposanteriores,habíanconstituídolabandaalborotadoradelcolegio.

Después de conocerlo, de hablar con él, sentía una viva ansiedad porenterarsedesuhistoria,desufamiliaydesuclasedevida,reprochándolesudescuidoalnoacordarsedepreguntarlecuálerasunombre.

Todalanochelapasósoñandoeneltocadordeviolín,oyendovagamentesus incorrectas armoníasy laspalabrasque lahabíadirigido,y a lamañanasiguientelevantósefebrileimpaciente,deseandoquelashorastranscurrieranvelocesyquellegaseprontoelanheladomomentodelrecreoparadirigirsealaazotea.

CuandoMaría,traslargacrisisdeimpaciencia,ydespuésdemostrarseenel comedor, contra su costumbre, completamente inapetente, vio llegado elmomentodesubiralaazotea,corrióaellayseencaramóensuobservatorio,encontrando que el joven la esperaba ya, aunque afectando una profundadistracciónyapoyadoenlapuertadesucasuchaconestudiadapostura.

María, al dirigirle la primera ojeada, notó en su indumentaria grandescambios. ¡Ah, el grandísimo coquetón!Como tenía la seguridadde que ellasubiríaaverlo,sehabíapuestolaropadelosdomingos,unchaquépeladoquesindudasumamáhabíasacadoaluzreduciendounapiezamayor,yademáselnudode su corbatita azul, con su seductora cuquería, delatabapor lomenosmediahorapasadaanteelespejo,desechandoformasincorrectasybuscandounanuevaquefueseeldesiderátumdelasencillezylaelegancia.

Aquellas novedades, que demostraban claramente el deseo de agradar,

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enorgullecieron a la maliciosa coquetuela, que ahora comprendía suimportancia.

Elmuchacho,alveraMaría,lasaludóconunasonrisaingenua,yapesarde que se proponía ser fuerte y mostrarse impasible, no pudo menos deruborizarse.

—¡Buenas tardes!—dijoMaría con su hermosa voz de contralto—. ¿Esquehoynoestáustedporhacermúsica?

—No, señorita—contestó el muchacho con acento algo temblón—. Elviolínlotengoahídentroyyonomesientoconganasdetocarlo.

Se detuvo algunos instantes y después, haciendo un esfuerzo como paratragaralgoqueleobstruíalagarganta,añadióconvozqueapenassieltemblordejabaoír:

—Megustamáshablarconustedquetocarelviolín.

Maríaprorrumpióenalegrescarcajadasybatiópalmas.Leresultabanmuygraciosas las palabras delmuchacho.Ella también gustabamuchode hablarconél,yporesto,conacentodeingenuidad,exclamó:

—¡Oh,sí!Tieneustedrazón;hablemos.Estoesmásdivertido.

Y añadió inmediatamente con marcado apresuramiento, como si lequemaselalenguaunapensadapreguntaquedeseabaarrojarlejosdesí:

—Ante todo, yome llamoMaría Quirós de Baselga, y, según dicen lasbuenasmadres,soycondesa.¿Cuáleselnombredeusted?

Elmuchacho quedó como espantado al saber que aquella linda cabecitaerizadadedesordenadosbucleseradeunacondesa.Poresomanifestóciertoreparo en contestar, y fue preciso que María le volviera a repetir conimpaciencia:

—¿Cuáleselnombredeusted?

—MellamoJuan.

—Megustaelnombre:Juanito.

Yquedósilenciosacomopaladeandoaquelnombrequedecíagustarle.

—¿Juanitoasecas?—añadióconcuriosidadcreciente.

—JuanitoZarzoso.

—¿EsusteddeValencia?

—Sí,señora.Vivoenestacasaconmimamá.

—¡Ah!¡Tieneustedmadre!—dijoMaríaconladolorosaextrañezadelque

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carecedeunacosaqueposeenlageneralidaddelosquelerodean.

—Sí;tengomamá.Lapobrecitaestácasiciegaysólosaleapaseocuandoyolaacompaño.Papáeramagistradoymuriósiendoyomuyniño.

Estaspalabrasconmovíanalaniñasinqueellapudieraexplicarselacausa.Aquellaseñoracasiciega,quesalíaapaseoapoyadaensuhijo,apesardequeeraparaellaunserdesconocido,casilahacíallorar.

Parecíale más interesante el muchacho desde el momento que habíacomenzadoadecirquiénera.

María,cadavezmásanimadaporla,curiosidad,esforzábaseenexcitarlacharladelmuchachoparadeestemodoconocerporcompletosuhistoria.

Juanitohablabacon ingenua franqueza.Elpapá,hombremodestoymuypobre de espíritu, había encanecido en la judicatura: había sido durantemuchos años una rueda inconsciente y metódica de la administración dejusticia,ysuamoralaimparcialidad,asícomosurepugnanciaporlapolítica,sólo le habían servido para hacer una carrera lenta y penosa y lucharcontinuamenteconlasestrechecesdeunaposiciónsocialenlaquelosgastoserantangrandeseimprescindibles,comoexiguoslosingresos.

Hijo de una familia de labriegos y casado con una mujer modesta,hacendosaysufrida,descendientedepobresindustriales,eljuezseconsiderófelizcuando,yaconsucabezablanca,consiguióllegaralamagistratura.Peroestebienestar,queélllamabafelicidad,fuemuybreve,puesmuriócasialañode su ascenso, como si el Estado, al concederle la ambicionada toga, lehubieseregaladolamortaja.

Lamadre y el hijo habíanse quedado enValencia; pero abandonaron suantigua habitación por razones de economía, yendo a habitar aquella casavieja, pegada al colegio y cuyo piso bajo ocupaba un carpintero, antiguodependiente del abuelo de Juanito y que había conocido desde niña a sumadre.

LaviudavivíayeducabaasuhijoconlamodestapensiónqueledabaelEstado, y cuando no encontraba lo suficiente en sus propios recursos, sólotenía que escribir cuatro letras a Madrid para recibir a vuelta de correo lacantidadnecesaria;ventajapreciosadelaquenuncaabusó,yqueúnicamentehacíavalerencircunstanciasextremas.

Y aquí entraba la parte risueña: el capítulo de esperanzas e ilusiones enaquellahistoriavulgarytriste.

LavidaactualdeJuanitonoeramuyhermosa;pero,¡quédiablo!,tampocohabíaparadesesperar,puessielpresenteestabanegro,elporvenirerarosadocomounaalboradadeabril.

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Sumiseriaactualnoeracomoesoscallejonessucioseinfectosquehacenaún más horribles el no tener salida; él entraba en la vida por una calleestrecha y sin otro adorno que la fría limpieza y la dignidad de la miseriaresignada, pero en cambio no encontraba obstáculo alguno ante su paso, ysiguiendotranquilamenteysinimpacienciassucamino,estabasegurodesalirenbreve tiempoacampo raso,gozandode loshorizontes sin límitesdeunaposiciónsocialdignayelevada.Todoconsistíaenserbuenoyaplicado.

Élseveíaahoraobligadoadistraerseenlaazoteacomoungato,tomandoelsolytocandoelviolín,mientrassuscompañerosdeclaseibanaloscafésysepasabanlashorasjugandoalbillar;habíadecontentarseconlostrajesdesupadre,arregladosyreducidoscasiatientasporsuhabilidosamamá;nohabíapuestolospiesenelteatrodesdequequedóhuérfano,ytodassusdiversionesestabanreducidasalospaseosquedabaenlastardesdelosdomingosporlosalrededores más solitarios de la ciudad, llevando a su madre del brazo; lamiseriadignayaltivadelpobrecillodelevitahabíaanubladolafrescaalegríadesujuventud,haciéndolegraveyreflexivocomounviejo;peroacambiodetantaspenalidades,poseía laenvidiable felicidadde tenerenelporvenirunaconfianzasinlímites.

Estaconfianzasimbolizábaseenlapersonadeunhermanodesupadrequevivía en Madrid, y era quien socorría a la viuda, en sus apremiantesnecesidadesdedinero.

¡QuéfervoreldeJuanitoalhablardesutío,aquiensólohabíavistodosveces!El acentode admiración supersticiosayde terror conque el fanáticohablademilagrosas imágenes, resultabapálidoal ladode laveneraciónconque se expresaba el muchacho al tratar dicho asunto. Su tío resultaba unpersonaje dotado de misterioso poder; un semidiós que vivía allá lejos yparecíaenvueltoensagradosvelosparanocegaralmundoconelesplendordesugrandeza.

Y el muchacho, al par que hablaba con cierta conmoción de miedo,mostraba también legítimo orgullo por ser pariente de aquel hombre quehonrabaelapellidodelafamilia.

MaríaescuchabaconcrecienteinteréslaspalabrasdesusimpáticoamigoyensuimaginaciónibaagrandándoselafiguradeltíodeJuanito,tomandoloscontornos de un gigante, ¡Diosmío! ¿Quién sería aquel hombre del cual susobrinohablabacontanreligiosaadmiración?

Por esto su desilusión fue grande cuando, en el curso del relato, elmisterioso y colosal personaje quedó reducido a un médico famoso, a unacelebridadenelramodeenfermedadesmentalesynerviosas,delquehablabanconjustaadmiracióntedaslaspublicacionesfacultativas.

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Sí;eltíodeJuanitoeradonPedroZarzoso,elfamosomédicoalienista,nomenos célebre por sus extremadas y revolucionarias teorías científicas yreligiosas,quelevantabatempestadescadavezquelasexponíaenlacátedrayenlaprensa.

Aquel sabio solterónyde carácter rudoy arisco, sólohabía tenido en lavidaunapasiónquetrastornasesucarácterférreoeimpasibledebatallador:elcariño a su hermano. Amaba como a una novia a aquel hermanillo, fino ydelicadocualunaseñorita;leadmirabasindarsecuentadeello,talvezporqueencontraba en él facultades que desconocía, cual eran la imaginación y elgustoporlasartes,queelrudodoctormirabasinentenderlas,completamenteciego para todo lo que no fuese raciocinio y experimentalismo seco. Él fuequien,con losprimerosahorrosde laprofesión,hizoseguirunacarreraasuhermano,elcual,porsudelicadezafísica,sehabíayaarrancadodelavidadeloscampos,dedicándosedesdeniñoalaexistenciaoficinesca;yéltambiénelque, violentando su carácter, con penosas ductilidades, intrigó y rogó enMadridenbuscadelfavoroficialparaquesuniñoqueridopudieseentrarenlajudicaturaaganarseelpan.

Aquelhermano fue laeternapasión,el constantepensamientodeldoctorZarzoso.Nadie, al ver aquel gigantazode la ciencia, rudoy anguloso comouna montaña, que acompañaba a puñetazos las explicaciones científicas, yapenas entraba en los hospitales, con un bufido de malhumor ponía enconmociónatodoelpersonal,nadiehubiesesospechadoqueaquelogrodelaMedicina era capaz de dejarse guiar como un niño y de estarse con aireembobado como esperando órdenes, en presencia de un juececillo, falto desaludypobredeespíritu,que,desconocidoymísero,administrabajusticiaalláenunrincóndeEspaña,enunapartadodistritodelaprovinciadeValencia.

Cada vez que el famoso doctor alcanzaba un triunfo, su pensamientovolaba al punto donde se hallaba su hermano. En vez de producirle susvictoriasun sentimientode justa satisfacción, apesadumbrábanle, como si aldejar que su nombre fuese repetido por la publicidad de la fama, cometieseunamalaaccióncontrasuhermano.¡El,tancélebre,mimadoporlafortuna,yen cambio el pobre juez olvidado en un mísero distrito y arrastrando unaexistencia estúpida y monótona! Olvidaba el doctor su talento, sus largosestudios,aquellasinterminablesbregasapuñetazolimpioconlaciencia,paraobligarlaaquelemostrasesusmásrecónditossecretos;hacíacasoomisodeloquevalía,yexperimentabaremordimientosalcontemplarserodeadodetodaslasdistincionesqueconstituyenlafelicidaddeloshombresyverasuhermanotanhumillado.

Sublevábaleaquelladiferenciayparecíale injusta lasociedadalolvidaraunhermanomientraselevabaaotro.

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Al doctor Zarzoso parecíale que el juez tenía más derecho que él a lacelebridad.Bastabaqueélloadorase,considerándolosuperior,paraquetodala sociedad tuviese el deber de imitarle en el fraternal culto. Si le hubiesenpreguntadoalsabiocualeseranlosméritosdesuhermanoparaseradmiradouniversalmente,seguramentequenohabríasabidoresponder;peroselehabíaencasquetado la idea de que el juez, por el hecho de ser su hermano, eratambiénunhombresuperior,yqueyaquedepequeñoenlamiserablebarracade sus padres había compartido con él el pan, la camayhasta elmugrientoabecedario en que aprendieron a leer, debía ahora compartir igualmente lagloria;yestadesigualdaddesuerteexasperabamuchasvecesaaquelgeniodetodoslosdiablosqueusabaeldoctor.

Lamuertedelmagistradofuecomounviolentomazazodescargadosobresu brava cerviz. El, que con sus genialidades hacía temblar a cuantos lerodeaban,lloróypateócomounniñoalsaberlafúnebrenoticia,maldiciendoalaindecentemateria,quenosabíavivirunidaformandounsermásqueporespaciodealgunosaños,yquesiempresedisgregabaparadejarpasofrancoalamuerte.

FueaValenciaparaarreglarlosinteresesdesuhermano,yentonces,alavistadelpequeñoJuanito,sintiórenacerenélelcariñoquehabíaprofesadoasudifuntopadre.

HubierasidounagransatisfacciónparaeldoctorpoderllevarsealniñoaMadrid y gozar de las delicias de una paternidad fingida, dedicándose a sueducación;perolamadreseopuso,dandoestolugaraalgunasdisputasentrelosdoscuñados.

YaquelaviudaseempeñabaenpasarenValencialosúltimosañosdesuvida, él se conformaba; pero para que no creyera nadie que olvidaba a suhermano al dejar éste de existir, manifestó repetidas veces a la esposa y alhuérfanoquenoseprivasendenadayquelepidierancuantonecesitasen,puesal fin y al cabo él era hombre de pocas necesidades, y aunque no buscabautilidaden la ciencia, éstahacía entrar el oro a raudalespor lapuertade suclínica,tantoque,apesarderepartiramanosllenasentrelosnecesitados,aunlequedabalosuficienteparaconsiderarserico.

Laviuda,mujertantímidayapocadacomosuesposo,noabusabadeestosofrecimientos, y muchas veces había de sufrir las iracundas cartas de sucuñado, indignado por aquella cortedad que se limitaba a pedir en un granapuroveinteduros,cuandoélestabadispuestoaenviarmilesdepesetas.

El doctor Zarzoso estaba cada vez más entusiasmado con su sobrino, yaunqueporcaráctersemostrabasecoyhurañoenlascartasqueleescribía,eslociertoqueleproporcionabaunasemanadefelicidadcadanoticiaquerecibíasobre laaplicacióndel chicoy lospremiosquealcanzabaen lasasignaturas

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delbachillerato.

Siempredecíalomismoasucuñadaensusbrevescartas.Elmuchachonoestaba desamparado; otros querrían llorar con losmismos ojos que él. Queestudiase y fuese un chico de provecho, que allí tenía a su tío para darle lamano y guiar sus primeros pasos, que son losmás difíciles, por un caminollanoycómodoqueaéllehabíacostadomuchosesfuerzoselabrir.

Loquemásentusiasmabaalbuendoctoreraelentusiasmoquesusobrinomanifestaba por la Medicina. Bien fuese que en el muchacho hubiesencausadoimpresiónlaspalabrasdelpadre,quedesdesuniñezlehabíarepetidoquehabíadesermédicocomosu tío,oque realmente tuvieseaficiónaestaciencia, lociertoesqueJuanitomostrabagranentusiasmoporlacarreraqueibaaemprender.

Enlaactualidadestabaenelúltimocursodelbachillerato,ydetodas lasasignaturas,laFisiologíaeralaqueejercíasobreélunaseducciónmágica.

Sehabíaprocuradoaquelcráneoque tantohorror inspirabaaMaría,y lohabía colocado en el lugar preferente de su casuchita, a la que él llamabapomposamente su cuarto de estudio, pareciéndole que tal adorno daba a ladesmantelada pieza el carácter de un gabinete de sabio. Además, su ardorcientífico era tan intenso, que había esparcido el terror en todos los gatos,ratonesysabandijasdelavecindad,puesnocaíabichodeaquellostejadosensusmanossinquealmomentoleabrieselasentrañasconunmalcortaplumas,conelintentodeiriniciándoseenlosmisteriosdelavivisección.

Aquel muchacho, como aprendiz de médico, era tan terrible cual comoaficionadoalviolín.

Sesentíadominadoporelafándeserunmédicocélebre,tantopornodarun disgusto a su tío, del cual, a pesar de su franca y vehemente bondad,recordaba el terrible ceño y los puños de gigante, como por el deseo desucederle un día sin visible decadencia en el servicio de su distinguidaclientelayenelcuidadodelosmanicomiospuestosbajosudirección.

Maríaoíacomoencantadalodichoporelmuchacho.

Gustábale aquella historia, y además sentía crecer el interés que leinspirabasunuevoamigoJuanito.

Entoncesseenterabadequealotroextremodelaciudadhabíauncolegiogrande,muygrande,que llamabanel Instituto,alcualacudíancentenaresdemuchachos; y conmaligna curiosidad hacía preguntas para saber si entre labulliciosa tropa masculina había gentecilla revoltosa y levantisca que diesedisgustosalosprofesores,comoellaselosdabaalasbuenasmadres.

Cada vez más ansiosa de penetrar en la interesante vida íntima del

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muchacho,molíaloapreguntas,indiscretasunas,inocentesotras,queJuanitorecibíaconsonrisadeingenuidad.

—¿Ycuándoestudiausted?

¡Oh!Él estudiaba bastante.Todas las tardes, después de tocar un rato elviolín, entregábase al estudio, y además, por las noches, abajo, en suhabitación,ycercadelaalcobadesumadre,pasabalashorasagarradoaloslibrosdelactualcursoyrepasandoeltextodelasasignaturasanteriores,puesdeallíadosmeses,enjunio,despuésdeaprobarlasúltimasasignaturas,ibaahacerlosejerciciosdelbachillerato,ysinolosganabaconpremio,ledaríaasu tíoun seriodisgusto.Todoantesqueeso...Elgozabaestudiando,peroelcaso era... Al llegar aquí el muchacho se ruborizaba; pero ¡adelante, quédiablo!;elcasoeraquedesdequelahabíavistosesentíafaltodeaquelardorquelepermitíapasarselashorasenterasinclinadosobreloslibros,yasíqueella, al oír la campana del colegio desaparecía, él quedaba muy triste,esperandoconansiedadeldíasiguiente.

Maríaacogíaconsuslocascarcajadasestaspalabras.¡Ay,quéchuscoeraaquello!¡Quégraciatenía!Pero,apesardesuingenuidadsalvaje,seguardabadecirquelagraciaparaellaconsistíaenquetambiénexperimentabaidénticaansiedad,yesperabaconigualimpaciencialallegadadelatardesiguiente,conunanuevaentrevista.

Losdosjóvenessesentíanatraídosporunaespontáneaydulcesimpatía.

A lamedia hora de conversación, hablábanse ya sin rubores ni reservas,comositodalavidasehubiesenconocido.

Porestomismosutristezafuegrandecuandosonólacampanadelcolegio.Aquel repiqueteo les pareció un toque lúgubre, y los dos se quedaroninmóviles a mitad de la conversación, y sintiendo que aún les quedabanmuchascosaspordecir.

—Adiós, Juanito. Me voy antes que vengan a buscarme. Mañana a lamismahoranosveremosyhablaremosmás.

Juanito bajó la cabeza como un personaje melodramático que cede a lafatalidad irresistible; pero un débil ruido que le alarmó hízole levantarprontamente los ojos para ruborizarse nuevamente como un imbécil.María,llevándoseunamanoalaboca,leenviabaunbesoconlaspuntasdelosdedos.

Después, al notar el rubor de señorita que invadía el rostro de aquelgrandullón, lanzó al viento su carcajada de alegre locuela y desapareció,saludándole.

—¡Ay,quémajadero!...

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XI

DÚODEAMORENELTEJADO.

Desdeentoncesniunasolatardedejarondeverselosdosjóvenes.

Alahoraenque laciudadparecíadormir lasiestaalarrullodelardientesol, y en que los calientes tonos de luz hacían resaltar los colores del bellopaisaje,losdosmuchachossubíanaltejadoparaveniraencontrarseenaquellapared que separaba sus respectivas viviendas, María, en lo alto, como unadama feudal asomada al borde del robusto torreón, y Juanito al pie, con suactituddetrovadorenamorado,lanzandoasudamaplatónicosfloreos.Faltabaladoradaguzlaylasvestidurasbrillantesycaprichosasparaqueaquellofueseigualaunodeaquellospaisajesdeabanicoquetantogustabanalaniña.

Enlosdos,aquellasdiariasentrevistaseranyaunanecesidad,ysufríanundisgusto sin límites, un desaliento mortal, cuando en las tardes lluviosas lacolegialanosubíaalaazotea,pormiedoaexcitarlassospechasdelasbuenasmadres.

Poco a poco su amistad se iba estrechando tan íntimamente, que aquelmuchacho,antestanruborosoyreservado,seabandonabaahoraalaconfianzaylehacíaconfidenciascariñosassobresuporvenirysuspropósitos.

María se sentía feliz escuchándole, y únicamente experimentaba ciertomalestarcuandosuamigointerrumpíasealomejordeunaconversaciónyseruborizaba, comoarrepentidode algúnmalpensamientoque repentinamentehabíasurgidoensucerebro.

¡Peroquétímidoeraaquelmuchacho!SuindecisiónirritabaaMaría,tantomás cuanto que ésta adivinaba desdemucho tiempo antes lo que su amigoquería decirle y que siempre se le atragantaba, produciéndole palideces demiedoynerviosostemblores.

Todocuantolesrodeabaenlasvespertinasconfidencias,parecíaanimaraJuanito;y,sinembargo,elgranpazguatopermanecíaindecisoydominadoporlatimidezhereditaria,agitadoporeldeseodehablar,ysinatreversenuncaasoltarlalengua.

Los cercanos campos, henchidos de la lujuriosa savia de primavera,enviábanles bocanadas de excitantes y voluptuosos perfumes; las blancascampanillas de la azotea del colegio, formando un regio dosel sobre lacabecita de María, balanceábanse en brazos del libertino airecillo conamorosos estremecimientos; los palomos de un palomar vecino, venían aarrullarse apocospasosde ellos, sobre el bordedel tejado, conmoviéndoles

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conelsusurrodeundiálogomonótono,eternoyexcitante;yapesardequelomismo loscampos,que las floresy lasaves, entonabanel aleluyadelamor,aquelmarmolillopermanecía inmóvily fríocomouncopodenieve,sinqueparecieradarsecuentadequeensuinteriorsentíaelfuegodelapasión.

Lo que más indignaba aMaría era que transcurrían los días sin que suamigo dijese lo que ella esperaba, y que se exponía a que las conferenciasfuesen interrumpidas por la vigilancia de las buenas madres, pues ya lasubdirectorahabíasubidovariasvecesalaazotea,muyintrigadaporaquellaafición a la soledad que manifestaba la colegiala, aunque ésta había tenidosiemprelabuenasuertederetirarseatiempodesuatalaya.

PorelmomentonadiesospechabaenelcolegiolaamistaddeMaríaconunvecino; pero la niña se desesperaba, pensando en la posibilidad de que lasubdirectorasorprendiera,alomejor,susconferencias.

Y en vano empleaba ella todos los recursos para animar al tímidomuchacho. Cuando él, colorado como un pavo, se detenía en el momentomismo que iba a lanzar la anhelada palabra, María intentaba darle nuevafuerza con una benévola sonrisa, y tenía especial cuidado en guiar laconversacióndemodoquefueseapararsiemprealmismotema.¡Oh!Debíaser muy hermoso el convertirse en marido y mujercita como las personasmayores... a ella le hubiese gustado mucho transformarse en una paloma,comocualquierade lasque revoloteabanporallí cerca,ypasarse lavidaenperpetuoarrulloalbordedeuntejado...Seencontrabamuymalenelinteriordel colegio, rodeada de niñas que la querían poco y de monjas que teníangustoencastigarla;necesitabadealguienquelaquisiera,pero...¡iradeDios!aquel muchacho era un poste; la escuchaba con la mayor complacencia,conmovíase al saber que ella tenía necesidad de amar, pero no se lanzabanuncaadecirestabocaesmía.

Esto desesperaba a María; pero al mismo tiempo producíale ciertacomplacencia.Le resultabagraciosa la cortedaddeaquelmuchacho,puesalnotarsufemeniltimidez,ellaseengreíaconaquelcaráctervaronildequetanorgullosa estaba. Aquel trueque de papeles, le recordaba las aleluyas de ElMundoalRevés,unode losclásicos ilustradosqueconentusiasmoleían lascolegialasenlashorasderecreo.

Por fin,undíase lanzóelmuchacho,ysu resolución resultó tan ridículacomo todas las que toman los caracteres tímidos después de innumerablesvacilaciones.

Fue a lamitad de una conversación interesante, sobre el importantísimotema de que en verano hace más calor que en invierno, conversación queMaría seguía con cierta sorna y no menos despecho, cuando Juanito,comprendiendo que la timidez le hacía decir innumerables necedades, se

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detuvo en seco, y después, cerrando los ojos como un desesperado que searrojaaunprecipicio,dijoconacentoimperioso:

—Yotengoquedeciraustedunacosa.

Maríasonriópicarescamente.¡Oh,porfin!

—Hableusted.Digacuantoquiera,Juanito.

YesteJuanitofuepronunciadoconunaondulantesuavidaddeterciopelo.Eracomounapromesaciertadequelademandaseríafalladafavorablemente.

—Esque...francamente;esquenomeatrevoadecirlodepalabra.

María comenzó a impacientarse. Ya surgía de nuevo aquella malditatimidezqueaguabatodassusalegrías.

—Perocriatura,¿cómovaustedadecirmeesacosasinoquierehablar?

—Yotraigoaquíunacartita,quequieroleausteddespuésquesemarche.

Aquelchiconoteníaapaño:tardeymal;peroenfin,másvalíalacartaqueunabsolutosilencio.

—A ver; venga ese memorial—dijo la traviesa niña riéndose de aquelmododedeclararse,quebuscabalosprocedimientosmás tortuosos, teniendoexpeditoslosmásfáciles.

Juanitosacódesubolsillounapequeñacarta,obramaestradesuingenio,para la cual había hecho veinte borradores distintos y roto una docena depliegossatinadospordescuidoscaligráficosmásomenosimportantes.

Tuvounverdaderodisgustoaveragarradahorriblementeunadelaspuntasdelsobre,peroaúnaumentósupesar,altropezarconlosinconvenientesqueseoponíanalatransmisióndelacarta.

¿Ella no tenía un hilo? Pues él tampoco. Y el desgraciado muchacho,despuésdealgunoscabildeos,seresignóameterdentrodelsobredosyesonesdelapared,yprobóatirarlaarribacontallastre.

Las tentativas fueron otros tantos fracasos, y María pataleaba deimpaciencia,comprendiendoqueaquelloeraridículo.

—Mireusted,Juanito;guárdeselacarta.Esinútilcuantohace.

—¡Cómo!... ¡Qué!—exclamó con terror el pobrecillo, como si oyera susentenciademuerte—.¿Noquiereustedmicarta?

—No.¿Paraqué?Adivinoperfectamentecuantoenellasedice.¿Porquénorepiteustedlomismodepalabra?¿Ledoyyomiedo?

El muchacho quedó avergonzado y permaneció algunos minutos con la

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cabeza baja, pero por fin la levantó con repentina resolución. ¿A qué tantomiedo?¡Adelante!

—Ysiustedconoceloquelacartadice,¿quéesloquecontesta?

El rostro deMaría se animó con un rubor ligerísimo, y desde su alturalanzóleunamiradadeindefinibleseducción.

—¿Yo?...Puesquesí.

—¿Quesí?...¿Quéesaloqueusteddicequesí?

Maríaseindignóantetaltorpeza.

—¡Hombre,noseaustedmajadero!Digoquesíleamo,yquequieroquelosdos,yaquesomosamigos,seamostambiénigualesaesaspalomasquesebuscan,sequierenysearrullancomounosangelitos.Ustedseráenadelantemimaridito,yyosumujercita.

En este ideal inocente encerraba la niña todo el concepto que teníaformadodelamor.

Juanito vio el cielo abierto, ymiró ya aquella linda cabecita como cosapropia, tanto, que cuando sonó la campana del colegio y la niña hubo deretirarse,elmuchachosintióceloscomosiMaríaleabandonaseparaacudiralllamamientodeunrival,ydebuenagana,atenerloalalcancedelasmanos,lahubieseemprendidoapuñetazosconaquel impertinenteartefactodecascadobronce.

Desdelafamosatardedeladeclaracióncomenzóadesarrollarseentrelosdosjóveneslapasiónquehabíadeconstituirsuprimeranovelaamorosa.

María, puntualmente subía a la azotea a hablar con su maridito, y elinocentematrimonio,paraestarmásencontacto,habíaestablecidounsistemadecomunicaciónqueconsistíaenunlargobramanteacuyoextremoibaatadaunadiminutacesta.María,alretirarse,escondíatraslostiestosdefloresestapruebadedelitoconlaquehacíasubirlasflores,laslindasestampasytodoslosobjetosquelaregalabasuapasionadoadorador.

¡Cuán veloces transcurrían entonces las horas en que podían verse lospequeñosamantes!

Sus conversaciones eran triviales, inocentes, sosas; María, más viva ydespierta en materias de amor, reconocía en su novio una candidez que lahacía reír, pero a pesar de esto tenían gran encanto aquellas pláticas cuyocontinuo temaera lapromesade amarse eternamente sindejarnuncaque elolvidoolafrialdadseintrodujeranensusrelaciones.

—¡Oh! Sí,Marujitamía; te amaré siempre, te seré fiel hasta lamuerte,como lo son esas palomas que todas las tardes vienen a arrullarse en este

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tejado.

—¿Quesitequiero?Másqueamivida.Ahoratengomásganasquenuncadeserhombreparahacermericoycélebreyllegarasertumariditodeverdad.

Yestasapasionadasexpresionesyjuramentosdeamor,acompañadosconotrascursileríasporelestilo,eraneleternotemadesusconversaciones.

Aquel par de muchachos no se daban nunca por vencidos en punto adecirseternezasinterminables;siempre,alsepararse,seencontrabanconqueno lohabíandicho todo,perosíquesecansabandeestarsiempreseparadospor aquel muro y además les parecía que era muy breve el tiempo de laentrevista.

Versedecerca,estrecharselasmanos,hablarseconlasbocascasijuntasymirar su propia imagen en los ojos del otro era un deseo que les roía laimaginaciónalosdos.

AMaríafueaquienprimeroseleocurrióaquellaidea,yaunquearriesgadalepareciómuynatural.

Cuando después se le ocurrió a Juanito desechóla inmediatamente,juzgándolacomoundeseoextravagante.

Perocomosiaquellosdospensamientosigualesseatrajesenporsumismaidentidad,elasuntonotardóensurgirenlaconversación.

Juanito hablaba de verse de noche en aquel mismo sitio, con la mismavaguedadyairededudaqueunvisionariohabladeunviajealSol;perosumujercita seguía encontrando muy natural el proyecto y esto fue suficientepara que el muchacho lo diese por realizable, temiendo atraerse, con unavacilación,lasburlasdelachiquillavaronilyaudaz.

Conelmisterioylaalarma,delosconspiradoresquefraguansuplan,losdosfueronacordandotodoslosdetallesdeaquellaentrevistaarriesgada.

Ella,alasonceenpunto,horaenquetodoelcolegioestabaabismadoenelprimer sueño, abandonaría el dormitorio de las mayores, que estaba en elúltimopiso,cercadelaescaleradelaazotea,ysedeslizaríahastaellugardela cita. Esto tenía la ventaja de no hacer ya necesarias aquellas subidas enplenatardequehabíanalarmadoelfinoolfatodelasubdirectora.Maríahabíadelucharconelterribleinconvenientequeofrecíaloschirridosdeloscerrojosde lapuertade la azotea al descorrerse, pero ella contaba con el auxiliodelaceiteymásaúnconsumaña.

En cuanto a Juanito se comprometió a tener para la noche siguiente unacuerda con garfio de hierro, que María se encargaría de sujetar a lascolumnillas de hierro que sostenían la bóveda de enredaderas. Lamamá seacostabainvariablementealasnuevetodaslasnoches;teníaelsueñopesadoy

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ademásnoerafácilqueextrañasesuausencia,puesél,conlacafeteraalladosepasabalashorasestudiando,muchasveceshastalamadrugada.Lacuerdanecesaria se la proporcionaría un trapecio que tenía abajo en su cuarto paradesempalagarseconalgunasvolteretas,cuandoelcontinuadoestudioveníaafijarleenlafrenteunclavodedolor.

Conabsolutomisteriofueronforjandosuplanlosdosmuchachos.

Alanochesiguienteseríalanocturnacita,yestaproximidadlosllenabaalosdosdezozobraeintranquilidadalaparquedealegría.¡Siaquellollegabaadescubrirse!

Además sentían ambos un remordimiento comprendiendo que la nuevaclase de entrevistas vendrían a trastornarles más, impidiéndoles elcumplimientodesudeber.

Ella consideraba ya como de imposible realización sus propósitos dedisputarelpremiomayordelcolegioaaquellamarisabidillaaquienodiaba;élpensaba con verdadero dolor que el mes de mayo tocaba ya a su fin, quedentro de pocos días tendría que sufrir el terrible examen y que aún lequedabanalgunasleccionesimportantesporestudiar.

Pero aquello sólo fue un débil relámpago del deber, un fugazremordimiento que pasó sin dejar huella ni aminorar con su roce el deseovehementedeestarenelsilenciodelanoche,juntos,hablándosequedo,conesedulceabandonoqueproporcionalaseguridaddenosersorprendidos.

Hacíayamásdeunmesqueerannovios,y,¡quédiablos!,yaerahoradeverse próximos y no pasar el tiempo en violenta posición, con la cabezainclinadaysiempredepie.

Se buscaban, querían aproximarse arrastrados, por el ciego impulso delamor; pero al mismo tiempo, aunque de ello no se daban cuenta, eranimpulsadosporelegoísmodelacomodidad.

XII

MECIDOSPORLABRISA.

LagravecampanadelaCatedraldiolasoncedelanochecontancalmosaprosopopeya que parecía que allá, en lo alto, sobre un púlpito de piedra decincuentametros,unpanzudocanónigodebroncavozcomenzabaapredicarsusermón.

Maríaseincorporócuidadosamenteensulecho;oyócómoporespaciode

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algunosminutosseibanpasandolahoratodoslosgrandesrelojesdelaciudad,poblandoconfuertescampanadaseldesiertoyobscuroespacio,ycuandoserestableció en el dormitorio aquel silencio, únicamente turbado por lastranquilas y acompasadas respiraciones de las compañeras que dormían, lacolegialaentreabriólascortinasdesucamaysedeslizósinhacerruido.

Habíasemetido su falda antes de bajar del lecho y el cuerpo lo llevabaencerradoenunachambraquedejabaaldescubiertoelnacimientodesucuellovirginal,quecomenzabaadibujarseconlaseductorayvoluptuosacurvadelamujerhermosa.

Cogió sus botas, que estaban al pie de la cama, y agachada en actitudexpectantepermanecióalgunosminutosparaconvencersedequenadie ibaaapercibirsedesusalida.

Nada;lacalmamásabsolutareinabaentodalapieza.Laveladaluzquelaalumbrabaensuscontinuaspalpitacioneshacíabailotearunsinfindesombrassobre las colgaduras de los alineados lechosy en aquella paredde enfrente,desnudayblanqueada,rotaa trechospor la líneadecerradasventanas,entrelas cuales estaban los lavabos de las colegialas con sus toallas, limpias yrígidas por el planchado, que vistas en la movediza penumbra parecíanmortajasdevirgen,colgadascomoexvotos.

Delinteriordeaquelloslechos,circuídosdeblancascortinasrosadasporlaluz, salían las acompasadas respiracionesdel sueño.Nadie la veríamarchar.Sólotrescamaslaseparabandelapuertadesalida,yenlaúltimadormía lahermanainspectora,encargadadelavigilanciadelapieza.

Lomás importanteerapasarantesu lechosinqueseapercibiera laviejareligiosa,queporciertoeraenemigaferozdeMaría,porlomuchoqueéstalahabíamolestadoenotrotiempoconsustravesuras.

Apenas avanzó algunos pasos con la silenciosa cautela de un gato enacecho, la joven se tranquilizó oyendo un sordo y estridente ronquido querecorría toda laescaladel fagot.Enaqueldormitoriode lindasyespiritualesseñoritassólolahermanaCircuncisiónpodíaroncarasí.

Dormía...;pues¡adelante!YMaría,conlospiesdescalzosylasbotasenlamano,salióligeramentedelahabitación,hundiéndoseenladensasombradelvecinocorredor.

Conocíapalmoapalmotodaslasrevueltasdeledificio,asíesque,aunquecautelosamenteyevitandohacerruido,avanzabacongranseguridad.

Variasvecessedetuvoasustadaalescucharesospequeñosruidospropiosde lanocheyqueelsilencioagrandaconsiderablemente.Eldébilcrujidodeuna madera, el chasquido de un granito de polvo bajo el peso de sus pies

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desnudos y el lejano rumor que producía la respiración de tantos seresencerradosenaqueledificioyentregadosalsueño,asustábanla,hacíanafluirapresuradamente toda su sangre al corazón y la obligaban a permanecerinmóvil,alarmadaytemblorosadurantemuchotiempo.

Nuncahabíarecorridoelladenocheaqueledificio,teatrodesusdiabluras,ylanovedaddelacorrería,laobscuridadabsolutayelmisteriososilencio,laimpresionabanhastaelpuntodemostrarsealgoarrepentidadesutemeridadalarreglarlacita.

Avanzabalentamente,atientas,extendiendosusmanosparanotropezar,yla pícara imaginación se divertía con ella, agrandando las más horriblesvisiones,conformeMaríasentíadecaersuvalor.

Lamemorialejugóunamalapartida,recordandolahorriblecalaveraqueJuanitoteníasobresuslibrosyqueaellatantohorrorlehabíacausado.

Parecíale que en el denso velo que ante sus ojos se extendía ibamarcándosecomounamanchablancuzcaquealmomentotomabaelcontornodelcráneohorrible,yhastacreíadistinguirlamiradaindefinibledesusvacíascuencasylasonrisaespeluznantedelasdesdentadasmandíbulas.

Toda la virilidad de carácter que demostraba en pleno día cuando sehallabarodeadaporsuscompañeras,aquelarrojoquelahacíairatrompiscontodas como si fuese unmuchacho, había desaparecido en tal situación y suimaginación,excitadaporlasombrayelmisterio,apoderábasecadavezmásdeellay la arrastrabapordondequería, comouncaballodesbocadoquenosienteyaelfrenoydespreciaaljinete.

Ahoraavanzabalasmanoscontemor,puesleparecíaquedeunmomentoa otro sus dedos iban a tropezar con la superficie pelada y brillante delhorrorosocráneo.

Elmiedolahacíatemblar;teniendosusdesnudospiessobreelfríosuelo,su frente era surcada por gotas de sudor, y al tropezar con una escoba quehabíadejadoolvidadaenlaescaleradelaazotea,lefaltómuypocoparahuirdespavoridacondirecciónasudormitoriopidiendosocorro;pero,porfortunaparaella,pudodominarseyllegóalapuertadeltejado,poniendosusmanosenelgrancerrojo.

Aquella tarde había tomado ella sus precauciones para que el cerrojocorriesesinningunadificultadnidelatoreschirridos,yasíocurrió,felizmente.

AlencontrarseMaríaenelcentrodelaazotea,aquellugarquetanfamiliaryqueridoleera,unsuspirodesatisfacciónensanchósuoprimidopecho.

Por fin ya estaba a gusto, como en su propia casa; ya no sóloexperimentabaestatranquilidad,sinoquehabíarecobradosuvalor,yahorale

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parecíaunasoberanaridiculezelmiedoexperimentadomomentosantes.

La noche era obscura; el cielo, aunque despejado, tenía un triste azulnegruzco que no lograban aclarar los luminosos parpadeos de las vigilantesestrellas; pero María, habituada a la densa sombra de abajo, encontrabaexcesivaluzyveíaclaramentecuantolarodeaba.

Allí estaban sus queridas plantas; aquel tupido follaje que le servía dedoselenlashorasdesol,yhastadistinguíalasblancasygentilescampanillasque se desperezaban entre las hojas y reanimadas por el fresco de la nocheabríansusboquitasdefinorasoenviándolasualientodeperfumes.

La luz de las estrellas sólo sacabamuy débilmente de la obscuridad loscontornosdeaquelpaisajeconocido,yMaría,porlafuerzadelacostumbre,lanzóunahojeadaalhorizonteenelqueapenassisemarcabaelperfildelosedificiosylasarboledas.

BuscótraslostiestosdefloreselbramanteylapequeñacestaqueleservíaparasubirlosregalosdeJuanito,yunavezquelosencontró,conelcorazónpalpitantedeemoción,subióseasuobservatorio.

Por fin iba a saber loque era el amorde cerca; iba a ser igual aunadeaquellas señoritas pintadas en los abanicos que, apoyadas en una almena,recibencon losbrazosabiertosalmanceboquesubepor laconsabidaescaladeseda.

Apenas se asomó al borde del muro vio rebullirse a una sombra en laobscuridaddeabajo.

—¿Estásahí,Juanito?

—Sí,vidamía.Échameelcestilloysubiráslacuerda.

Maríaarrojóelbramanteypocodespuéslorecogía,llevandoagarradaasuextremounacuerdagruesaconungarfiodehierro.

Yateníalaniñalacuerdaenlamanoysedisponíaaagarrarelgarfiodeuna columnilla de hierro, cuando se detuvo para hacer otra cosa. Sus piesdescalzosselastimabansobreaquellosásperostiestos.

Unligerosiseolahizoasomardenuevolacabeza.

—¿Peroquéhaces?¿Esquenoencuentrasdóndefijarlacuerda?

—Espérate; no seas impaciente, que ahora mismo subirás. Me estoyponiendolasbotinas.

Poco después, el muchacho tiraba del extremo de la cuerda al oír: “Yaestá”,yencontrándolafirmecomenzóaascenderporellaconágilrapidez.

Para él resultaba un juego aquella ascensión, y con unas cuantas

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contracciones llegó a la azotea, dentro de la cual saltó con sobradabrusquedad.

—¡Chits!...,¡demonio!Noandesdeesemodo,queeldormitorioestáabajoynospuedenoír.

Juanitoquedóinmóvilycomoembobadoanteestarepulsadesumujercita.

María experimentaba cierta decepción. Ella esperaba otra cosa comoprincipio de la entrevista. Los trovadores como aquél, al subir hasta dondeestaba su dama, debían arrodillarse y besarle la mano, o cuando no, algoparecidoqueellanosabíaexplicarse,yaquelgranpazguato,envezdehacerestoentrabaenlaazoteacomounsalvaje,moviendogranruidoconsupesadosaltoyexponiéndoseaquelasmonjasseapercibierandequealguienandabaponeltejado.

Era laprimeravezqueelmuchachoentrabaen laazotea,de lacualsóloveía desde abajo el follaje; así es que lanzó unamirada de curiosidad a sualrededorycuyosignificadocomprendióMaría.

—Eh,¿quéteparece?Esbonitoesto,¿noesverdad?Miraquéplantastanhermosas,quecampanillastanperfumadas.

Ylacolegialita,conelairedeunapersonamayorquehaceloshonoresdelacasayllevandoagarradoasunoviodeunbrazo,fueenseñándoletodaslaspreciosidadesdelaazotea:lasguirnaldasdeverduras,quecomoserpientesdehojassubíanenroscándosealascolumnasdehierro,ylosgruposdefloresqueseerguíansobrelasfilasdeescalonadostiestos.

Juanito encontraba aquellomuy hermoso, pero pronto dejó demirar lasfloresparafijarsusojosensunovia,delacualseveíacercaporprimeravez.

Hubiesequeridoeljovenhacersalirelsolenplenanoche,unsolquesóloalumbraseaquelrincóndelaazotea,paraverdecercaaMaríaycontemplarsucabecita vivaracha, que tanto le impresionaba los otros días asomándose albordedelatapia.Susojosseacercabanaellahaciendoesfuerzosporatravesarla semiobscuridad que los rodeaba y se entregaba a un dulce éxtasis,contemplando aquellas facciones que vagamente marcaban sus hermososperfiles en la sombra y la mirada brillante con una luz que a él le parecíasuperiorallatidodelasestrellasqueparpadeabansobresuscabezas.

No supieron ellos cómo fue aquello, pero de pronto se encontraronsentados en una fila de tiestos, sin compasión a las flores que aplastaban, ymirándose fijamente, mientras sus cerebros parecían sumidos en lánguidosopor.

Un lúgubre campaneo fue lo que les sacó de aquella contemplación tanestúpida como dulce. Sonaban las doce; ya había transcurrido una hora,

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¡Demonio!¡Ycómopasabaeltiempo!

Losdosnoviospermanecían inmóviles, comoabsorbiéndoseel almaconsus miradas, y sólo de vez en cuando cruzaban algunas palabras vagas,incoherentescomolasfrasesdeunsueñoolasexclamacionesdeunebrio.

En verdad que para aquello no valía la pena de haberse desollado lasmanossubiendoporunacuerdayexponiéndoseacaer;estopodíapensarlounespírituescéptico,peroaquellasdosalmaspuraseinocentesdeniñosgrandesgozaban una felicidad sin límites, dejando transcurrir el tiempo inmóviles,juntitos, con marcada inconsciencia de sus actos y embriagándose en eseambienteseductoryfantásticoquesiemprenosparecepercibirentornodelapersonaamada.

Ni lamás leve sombrade impurezaveníaa turbarelpensamientode losdos jóvenes,quesesentíansatisfechos,dichososycomoahítosdefelicidad,con sólo hablarse de cerca, al oído, sintiendo el contacto de sus ropas yconfundiendosusalientos.

María recordaba,con lavaguedaddeunsueño,unatrevimientoúnicodesu amante. Al sentarse en aquellos tiestos había sentido en sus labios elcontacto de los de Juanito que la daban un beso; pero aquel beso era decastidadapasionada,besodesmayadodefelicidad,sinelchasquidoruidosodelacariciavoluptuosanielfuegodelavoracidadapasionada,yqueibadirigidomás al almaque a la carne.Era aquel beso del tímidomuchacho comounatomadeposesióndesuamada,alaqueporprimeravezteníaalalcancedesuslabios; pero con él nobuscaba apoderarsede la carne, ciego instrumentodepasión; no pretendía despertar a la sensualidad dormida, sino que se hacíadueñodelaseductoramirada,deladulceygraciosasonrisa,delabocaqueleenloquecíaconsuspalabrasdeamor,detodocuantoteníaMaríadeespiritualyetéreo.

Ynoeraqueenlosdosjóvenesnoexistiesenesasviolentaspasiones,esosirresistibles impulsos que obscurecen el cerebro, anulan toda percepción yconviertenalserhumanoenbestiainsaciabledeloslúbricosestremecimientosde la carne que hacen vibrar la red nerviosa como las cuerdas de un arpaeólica.

Enelloselsexosehabíareveladohacíapocotiempo,peroseencontrabancomo el que despierta atolondrado de un profundo sueño, y aunque veperfectamentelascosasquelerodean,nocomprendeparaloquesirvennisedacuentaexactadesuimportancia.

Tal vez al repetirse tales entrevistas en la sombra y en aquel ambientesilenciosoyperfumadoqueexcitabalosnervios,eldemoniodelalubricidad,soplando sobre los muchachos su aliento de carnales deseos, empañara la

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tranquilainocencia,ladulcecastidaddeaquellaprimeracita;peroenaquellanoche, la novedad de verse tan de cerca, la dulce timidez que aún lesembargaba,ciertomiedoquelescausabasuaudaciadeverseallí,impedíalescaerenlosmalospensamientos.

Eran dos niños que juegan amaridito ymujer; aún no habían llegado aconvertirseennoviosapasionadosyanhelantesquenosaciannuncasuseddeamor y que de beso en beso van recorriendo toda la escala de sucesivosatrevimientoseinvoluntariasconcesiones,hastacaerdellenoenlaimpureza.

Aun su inocencia estaba incólume; la novedad de la entrevista era enaquellanocheelmejorguardiándesucastidad.

Él se consideraba ya satisfecho sólo con tenerla cerca, apoyada en unhombro,aspirandosualiento,sintiendoelrocedeunpicodesufaldasobrelarodilla y acariciando su dedo meñique cuando no pasaba su mano por suensortijada cabellera. Hubo unmomento en el que elmuchacho, oyendo elrumorcillo que producía una flor caída, al ser volteada por la brisa sobre elsuelo,bajósumanosindarsecuentadeadóndeladirigía,ytropezóconunacosa satinada, dura como el vigor muscular y con ligero espeluznamientoproducidoporelcontacto.Eralapantorrilladesunovia,queladesordenadafalda dejaba algo al descubierto; las medias habían quedado abajo en eldormitorio y sus desnudos pies hundíanse en las botas, que no había tenidotiempodeabrochar.

Juanito, estremeciéndose como el creyente que contra su voluntad va acometer un sacrilegio, retiró en seguida la mano, y por algunos minutospermanecióavergonzado,pensandoconterrorenlaposibilidaddequeMaríatuvieseaquelactoporintencionado.

Encuantoaellaestabacomoanonadadaporlavagafelicidadquesentía.Su caráctermalicioso, burlón y algo dominante se había evaporado al tibiocontacto de aquel muchacho que la contemplaba con el mismo aire deembobadayfanáticaadoraciónconqueunrústicomiraalpatronodesulugar.

El ambiente masculino del joven la embriagaba, turbando su cerebro ydesvaneciendosuvirilidaddecarácter.Apoyábaseconabandonoenelhombrode Juanito, y en su inmovilidad desmayada, en su rostro animado por unasoñolientadulzura,leíaselaresolucióndeentregarsesinresistencia,dedejarsearrastrarpordondeordenaselavoluntaddelhombreamado.Laembriaguezdeamornohabíadejadoenellaelmásleverestodefirmeza;enmanosdeotrohombre,aquellanochelohubierasidodedeshonorparaMaría.

De vez en cuando estremecíase como si despertase, y lanzaba extrañasmiradasasunovio,tanembriagadocomoellaporeldulcecontacto.Notábasealgo de alarma y de ansiedad que desaparecía ante la actitud tranquila de

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Juanito. ¿Adivinabaalgode loquepodía suceder asíque sedesvaneciera lanovedaddelaprimeraentrevista?¿Esque,apesardetodaslasprecaucionesdelasmonjas,sabíaellaloqueelhombresignificabaypresentíalanaturalyúltimatendenciadelamor?Seguramenteellasabíaloquesuscompañeras,lascolegialasmayores;algoquesesusurramisteriosamentealoído,algoquesecolige de palabras sueltas sorprendidas al vuelo, en las visitas o en la calle;pero imposible determinar hasta qué punto llegaba su conocimiento delmisteriodel amor, pues todamujer, aun lamásdesgraciada aquien el viciolleva hasta el último límite de la degradación, guarda como un recuerdosagradoeinviolableelconceptoqueensupubertadteníadelhombreycómoseimaginabalavivificanteconfusióndelossexos.Talvezcallanlasmujeresyguardan tal fondo, como avergonzadas de que su imaginación de púberconcibieraesascosasbajoformasidealesydivinasquedespuéshandestruídolassuciasbrutalidadesdelarealidad.

Cuando los dos novios salían de su mutua contemplación era paraestrecharseconmayor fuerzaydirigirseunadeesas frasesvulgareshasta laimbecilidad,quesonderitualentodaconversaciónamorosa,frasequeyalosamantesprehistóricosdebierondecirlasenlasprimerasépocasdelmundo,alláenelfondodehorriblescavernas,peroque,sinembargo,suenancomomúsicaoriginalyarmoniosacuandosalendeunos labiosquenopuedenmirarsesinbesarlos.

—¿Mequieres?

—Contodamialma.

Y los relojes de la ciudad, como envidiosos de tanta dicha, parecíanacelerarexageradamenteelmovimientodesusruedasparatriturarentreellasmásrápidamenteeltiempo.

¡Launa!...¡Launaymedia!...

Losdosnovios,apesardesuembriaguezdeamor,experimentabangranextrañezaaloírlascampanasdelosrelojes.¿Peroesqueestabanlocos?¿Oesque la noche, ebria comoellos por los punzantes perfumesde la primavera,corríadesbocada,furiosa,comounabacanteendelirio?

Reservábales aquella noche fugitiva un espectáculo sublime, que venía asercomounaescenadeapoteosisparasuamor.

—Mira,Marujitamía;miraalláabajo...¡Quéhermoso!

En el horizonte, sobre el límite delmar,marcábase una nubecilla de luztenue, una mancha de color lechoso que iba agrandándose rápidamente,tomandoreflejosrosadoshastaconvertirseenrojaclaridaddeincendio.

Algo asomaba entre aquellas nubes de fuego que parecían reflejar un

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subterráneoincendio.

Primero fue como una cúpula fantástica de hierro candente, como unamedianaranja devivo fuegoqueparecía flotar sobre elmar, invadiendo lasaguas con fosforescentes resplandores, y poco a poco, como si el horizontesufrieraunpartolaborioso,fuesaliendotodalaesferadeslumbrantedelaluna,que comenzó a remontarse lentamente como “la hostia santa” a que lacomparaNúñezdeArce.

Comosielazuladoéterquesurcabalalimpiasedelassangreseimpurezasquehabíancubiertoalastroalsalirdelvientredelinfinito,laluna,conformeascendía, iba perdiendo su rojizo color y recobraba su poética palidez, esablancuradeslumbranteyluminosaqueacaricia losojoscomounasonrisadeamor.

Todo se conmovía; todo cambió de color y forma con la aparición delastro, eternamusa de los poetas soñadores. El espacio fue invadido por unpolvillo luminoso, ante el cual parecía palidecer el brillo de las titilantesestrellas; la silenciosa vega, antes hundida en el misterio de la obscuridad,cobrónuevavida,surgiendosusmilcontornosdelasombrayanimándoseconel fantástico vigor del dormido esqueleto que resalta de la tumba para darcabriolasenladanzamacabra;brillaroncomohojasdeespadaperdidasenlahierbalasacequiasyremansosdelasdilatadasllanuras;laslejanasmontañasparecieron sacudir sus vetustas cabezas y erguirlas en aquel espacio queacababa de alumbrarse, y el mar reflejó con incesante centelleo la lechosaclaridaddelmelancólicoastro,comouninmensomostradordejoyeríasobreelcualsehubieranarrojadolasjoyasapuñados,ocomosiensusaguasnadaseunanumerosabandadepecesdeplata,que,rebullenteseinquietos,marchabanformandoun triángulo,cuyovérticeestabaenel límitedelhorizonteycuyainterminable base venía a morir en el límite de la playa, donde las ligerasondassedesplomabandesmayadas.

Todoparecíaanimarsealatibiamiradadelaluna.Lascharcasdelvecinorío, que por la mañana eran deshonradas con los picantes espumarajos deljabónde las lavanderas, vestíanse ahoradedeslumbranteplata; brillaban lashojas de los árboles, sacudiendo a impulsos de la brisa el sucio polvo queobscurecía su fino barniz, y el vientecillo de la noche parecía hacerse másfrescoysusurradordesdequeporentreélflotabaaquellagigantescavejigadeluz,escoltadaportenuesnubecillasqueasufulgoririsadotomabantodoslosresplandoresdelnácar.

—¡Québonito!...¡Peroquébonitoesesto!

Ylosdosjóvenes,admirandoaquellanuevadecoracióndelavastaescenade laNaturaleza, se acercaban cada vezmás, se oprimían para comunicarsemutuamenteelcalorydefendersedelabrisa,queeraagradableperoconcierta

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picantefrialdad.

Ahorasíquesehallabanbien.Gustábalesmáselespacioalumbradoporlalunaquelamisteriosaobscuridaddeantes;yanoteníanruboresnitimidecesqueocultarenlasombra,yaaquella luzvagaymisteriosa, luzfabricadadeencargo por la Naturaleza para las inocentes entrevistas de amor, los dosjóvenespodíancontemplarseasugustoymirarse fijamenteen losojosparasentirestremecimientosdepasiónindefinible.

Aquella tibia claridad que bruscamente lo había invadido todo aunqueacrecentabaelencantodelaentrevista,habíareanimadosuslánguidosnerviosdisipandolaabsorbenteembriaguez.

Ahorahablabanmás,aunquesindejarporestodemirarseydepermanecerestrechamenteagarradosporlacintura.

Suconversaciónsebasabasobreilusiones,resultabainocente,pueril;perosus balbuceantes palabras tenían el poder de abrir nuevos horizontes a lasimaginacionesexcitadasporelamor.

Cuandofueranmayoresycasaditosdeverdad,haríanestoyaquello;yaquíenjaretaban todos sus deseos inocentes, todas sus aspiraciones, propias dealmaspuras,quehubiesenhecholanzaraunescépticounacarcajadadignadeMefistófeles.

Losdosarreglabansuporvenirdeunmodohermoso;yconeseegoísmopropiodelosenamorados,novacilabanendesearlelamuerteamediogénerohumanocontaldearreglarsufelicidad.YaveríaJuanitocómolosdosseríanmuy dichosos. El llegaría dentro de pocos años a ser enMadrid unmédicofamoso;moriría su tío, legándole la clientela y la celebridad, y entonces secasaríanyviviríanjuntitosconlamamá,aquellapobreseñoraciegaalaqueamaba lacolegiala sinconocerla.Encuantoa su tía labaronesa, tambiénsemoriría,comoeldoctorZarzoso,ydeestemodo,inmente,losdosmuchachosibanmatandoatodoslosseresimportunosqueconsupresenciapodíanturbarsudicha.

Y mientras se entregaban a esta destructora tarea, los relojes iban quevolaban,hastaelpuntodequealosdoslesparecíaqueentrelashorasyloscuartossólomediabaunsilenciodealgunossegundos.Eltiempoesenemigodelhombreysegozaencontrariarsusdeseos;pasaveloz,comounabocanadadeaire,enlaprimeracitadeamor,ytranscurreconladesesperantelentituddelatortuga,enlosmomentosdecruelpesar,dedolorosaincertidumbre.

Losdosjóvenesyanoatendíanalosrelojes.Sehallabanallímuybien,ymientras fuese de noche no tenían prisa. Las otras entrevistas serían másbreves,peroenésta,enlaprimera,habíaqueapurarlanovedad,elplacerdeversede cerca, dehablarse con las bocas casi pegadas, de estremecerse con

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rápidos contactos hasta que el alma, ahíta de efluvios amorosos, gritase:¡basta!

No sabían ellos que este instante de fastidio nunca llegaría en aquellanoche.

Suspalabraserancadavezmáslentas,másvagorosas;parecíannacidasdeunsonambulismoamoroso,yensutonodébiladivinábasequenotardaríanenextinguirse.Losnervios,puestos enexcitante tensióndurantemuchashoras,languidecíanahorabuscandoeldescanso.

María,sinnotarlo,fuereclinandolacabezasobreelhombrodesunovio;suvozsefueextinguiendolentamenteyalfinsurespiración,quedayregular,indicóqueacababadedormirse.

Juanitoseguíadominadoporaquelladulceembriaguezqueleproducíaelperfumedelajoven.Subrazo,arrolladoalhermosobustodeMaría,percibíalavibracióndesupechoalrespiraryhastaeldébiltictacdesucorazónqueseagitabacomounpajarilloenlajaula.

¡Cuán bella la encontraba entregándose confiadamente a él, durmiendosobresuhombroconelabandonodeunniñoenelregazodesumadre!

—¡Oh,Marujita!¡Vidamía!...Teamo.

Y conmovido por la pasión inclinó su rostro sobre la cabeza deMaría,hundiendo su nariz en aquellos ensortijados cabellos que tanto le gustabaacariciar.

Apretándolacadavezmásentresusbrazos,dulcementeacariciadoporeltibiocalordesucuerpo,sintiendoensunucaelfríobesodelabrisaymareadoporelperfumedeaquella cabellera, elmuchacho sintió cómosucuerpoerainvadidoporunacrecientelanguidez.

Iba a dormirse y ni por un instante se le ocurrió que era peligrosopermanecerenaquelsitio.Elpunzanteolordelascampanillasqueimpregnabaelsuaveambiente,parecíaanonadarleempujándoloalsueño.

Nosupoéldarsecuentaexactadesi levantólacabeza;peroasícomoensueños, le pareció ver que la luna palidecía, que allá en el horizonte seextendíaunaanchafajadeblanquecinaclaridad,queelespaciocomenzabaaimpregnarse de una luz azulada, y hasta en sus oídos, como ecos lejanos,sonaronelrumordeloscarrosaliralmercado,lascancionesdeloshuertanosylassonorascampanadasdeltoquedelalba.

Era el hermosomomento en que Romeo y Julieta, en el famoso drama,discutensobreelcantodelaalondrayelruiseñor.

Eralaalondra;eralamañana.

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Sintiófrío,muchofrío;leparecióquelabrisadelamanecerlemordíaconsus helados besos: y como si fuera víctima de imantada atracción, volvió apegar su rostro a la cabellera de María y el sueño se apoderó de él porcompleto.

XIII

UNACARTA.

JesúsMaríayJosé.

Señorabaronesa:Con el corazónprofundamente apenado tomo laplumapara escribir a usted. Bien quisiera evitarla este disgusto, pero mis ideasreligiosasymisdeberescomodirectoradeestecolegiomeobliganadarunpasodelquemeconduelo,másquetodo,considerandoeldolorquecausaránmispalabrasenunapersonatanrespetableyqueridacomoustedloesparamí.

Ya conoce usted las travesuras deMaría, que tanto han alborotado estecolegio, con gran disgusto mío y de las demás hermanas que prestan susservicios en este establecimiento. Teníamos a la niña por traviesa eincorregible,comodominadaporelespíritudiabólicoquenuncadejaenpazaciertas almas; pero jamás creíamos que en su afán de escándalo llegase tanadelante.

Estamañana...—¡oh,dulceCorazóndeJesús!,meaterroalintentarescribirlosucedido—.Hacemuypocashoras,lashermanasencargadasdelalimpiezadel establecimiento han encontrado a su señora sobrina en la azotea delcolegio, ¡oh, Dios! ¿me atreveré a decirlo?... durmiendo con las ropas endesorden y estrechamente abrazada a un hombre desconocido que dormíatambiénsobresuseno.

Señora, desde aquí veo la dolorosa sorpresa que causará en usted estarevelación,ycreooírlosmismossollozosquearrancaráasupecholaperversaconductadesusobrina.

Figúrese usted lo que habrá sucedido en esa azotea, en la obscuridad,tratándosede unaniñaquenomanifiesta elmás leve temor aDios y de unhombredesconocido.

La hermana que hizo el descubrimiento bajó a darme cuenta del terriblesucesoinmediatamente,ycuandoyosubí,encontréaMaríasola.Elseductorhabíahuido;peroporunacuerdaencontradaenlaazoteayporotrosindicios,hevenidoenconocimientodequeeltalsujetoesunestudiantilloquevivealladodelcolegio.

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No pienso intentar por mi parte nada contra ese muchacho. Hacerintervenirenelasuntoalaautoridadseríadarunescándaloqueredundaríaendesprestigio de este santo establecimiento. Lo tengo bien pensado y nointentarénadacontraesepecadorque,inspiradoporeldemonio,havioladoelsagradodeestacasa.

Señorabaronesa, bien sabeusted el respetuoso afectoque le profeso.LaadmiroyreverencioporlosgrandesserviciosqueprestaalabuenacausadeDios; conozco el justo aprecio en que la tienen los buenos padres de laCompañía,yaunquepocovalgoalosojosdelSeñor,tengosiempreespecialcuidadoenencomendarlaalAltísimoenmisoraciones.

Por esto siento más aún el paso que me veo obligada a dar. Señorabaronesa,aunquecongrandolordemialma,lepidoquesaquecuantoantesasu sobrina de esta santa casa. Por el honor de su noble familia y por elprestigiodelcolegio,heprocuradorodearelasuntodelmásabsolutosecreto;pero si la niña permanece aquí, la más leve indiscreción puede hacer querenazca laverdad,yentonceselescándaloharíaqueningunamadrequisieraenviarsushijasaunacasaenlacualunaeducandahacometidotaleshorrores.

Ruégole,pues,ennombredeldulceJesúsydesuSantísimaMadre,alosqueustedtantoama,queapenasrecibalapresentemecomuniquesusórdenesparalasalidadeMaríadeestasantacasa.

Si usted no puede venir, la niña será entregada a la persona que usteddesigne.

Señorabaronesa,repitoaustedmisentimientoportenerquecomunicarletan fatales noticias, e inútil es que lemanifieste una vezmás queme tienesiempreasuspies,comoadmiradora,siervayhumildehermanaenCristo.

SorLuisadeLoreto

DirectoradelColegiodeNuestraSeñoradelaSaletta.

****

OCTAVAPARTE

JUVENTUDALASOMBRADELAVEJEZ

I

LAVIUDADELÓPEZ.

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A las ocho de la mañana estaba ya vestida, encorsetada y tomando suchocolate, junto al velo y los negros guantes colocados sobre la mesa delcomedor, indicando una próxima partida, la señora doña Esperanza Mora,“viudadeLópez,ministrodelTribunaldeCuentas”,segúnrezabansustarjetasdevisita,delascualesraroeranoencontrarunejemplarentodaslasantesalasdelaaristocraciaranciaylinajuda,aferradaalpasadoyrefractariaatodaslaslocurasdelaeleganciamoderna.

Era doña Esperanza una buenamoza, a pesar de hallarse próxima a loscincuenta, y aunque, según confesión propia, se había dejado caer y noobservabacon supersonaotro cuidadoque elde apretarse el talle, sindudaparaqueresaltasemáslacurvadesuprominenteseno,todavíasushermososcabellosrubios,enlosquelascanassedisimulaban,susojoslánguidosquelaedadnoempañaba,ysuperfilarrogante,ledabanciertoairebizarrodediosadestronada que en sus ratos de melancolía aún podía paladear muy dulcesrecuerdos.

Mientrastomabaelchocolate,ajustabacuentasconlacriada,queacababade llegar del mercado, y daba sus disposiciones como dueña de casahacendosayeconómica.Vendríaacomeralasseis;yasabía,pues,aquéhoradebía poner el puchero al fuego. ¡Ah! Se le olvidaba advertirla que tuviesemáscuidadoallimpiarelsalón.AcababadenotarquelaurnadeSanIgnacioestabamuysuciademoscasyestoeraunavergüenzaencasadeunaseñoracomoella,queen laépocaenquevivíasumaridogozaba justafamaporsucuriosidad.

¡Lacuriosidad!EstaeralaeternamaníadedoñaEsperanza,lapalabraquependíaeternamentedesuslabios,yapesardeesto,sucasaeralaimagendeldesorden a causa de que era para ella como un mesón, como un punto deparada,enelquesóloselapodíaencontraralashorasdedormir,puesaunenlas de comer muchas veces estaba ausente, ya que nunca rehusaba lasinvitacionesdesusamigasyprotectoras,encuyasmesasaparecíaalgomejorqueelclásicoyempalagosopuchero.

Lavidaque llevabadesdequeenviudó,susaficionespredilectas,suafándeservira todassusnumerosasamigas,ysuprestigiocomohábilagenteentodascuantasobrasdecarácterreligiosoemprendíalaaristocraciadeMadrid,le absorbían todo su tiempo y convertían su existencia en un perpetuomovimiento, del que ella jamás se fatigaba; antes bien, mostrábase muygustosa y satisfecha de ser como la indispensable para todas aquellasencopetadasseñoras.

Desde la mañana hasta la noche estaba agobiada por ocupaciones taninsignificantes comoprecisas, y resultaba enMadrid un tipomuy conocido,puesselaveíaenlascallesatodashoras,consuvelodeviudaysusandares

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debuenamoza;tanprontoenuncochedepuntoatestadodecomprasqueleencargaban sus amigas, como en las sacristías, hablando confidencialmenteconlossacerdotesmásconocidos,yconlamismafamiliaridadentrabaenunestablecimientode ropasahacercomprasde lienzobaratoen representacióndecualquieradelasSociedadesbenéficasdequeerasecretaria,comoenunaagenciadedomésticasparaencargarunadoncelladeconfianzacondestinoaalgunadesusaristocráticasamigas.

NingunadeéstashabíaoídojamásalaviudadeLópezlapalabra“no”,ylaelogiabanyqueríanporlomismoquelasresultabacomounasirvienta,bieneducada, inteligente y cariñosa, que estaba por completo a sus órdenes. Nohabíacomisión,pormolestaquefuese,quenoaceptasenigestiónhumillanteque se negara a desempeñar, con tal que se le pidiera sonriendo y comohaciendojusticiaasusmerecimientos.

Deestemodolaviuda,quedeserhombrehubieseresultadoun“réporter”inimitable, pues tenía el afán de la noticia y del chisme para divulgarlosinmediatamente esparciéndolos a todos los vientos, iba adquiriendo granimportanciaen laalta sociedaddevota,ynoperdíaconestonada;puesa loqueledabaelEstadoenconceptodeviudedad,podíaañadirlasmigajasquelearrojabalaamistadbenévolaprotectora,quenoeranpocas.

Nadie recordaba cómo aquella mujer de la clase media, casada con unpolítico de última fila, que a fuerza de humillaciones en los despachosministeriales alcanzó la entrada en el Tribunal de Cuentas, había logradointroducirseenelaltoyprivilegiadocírculodeunaaristocraciameticulosaquenoadmitíaaotrosplebeyosquelosquevestíansotana.

Talvez fue laprotecciónocultadealgúnsacerdotepoderoso,oel afectoquesupocaptarsedelospadresjesuitas,loqueleabrióelcamino;otambiénpudieronsersuspropiosméritos,reconocidosporalgunapersonainteligente;pero lo cierto era que se encontraba entre la clase encopetada como en suelemento natural y que por momentos iba aumentando en prestigio yutilidades.

Aquella mañana tenía doña Esperanza muchas ocupaciones, segúncostumbre.

Acabó de tomarse el chocolate, su criadita le ayudó a ponerse el velo,calzóse losguantesy fuésea lacalle,pensandoenescalonar sabiamente losdiversosquehaceresqueteníaycuidandodenoolvidarninguno.

Ante todo debía ir a San José a oír la misa de nueve, que decíainvariablementeelpadreBernardo,unsacerdote íntimoamigosuyo,queporsu pobreza y humildad le eramuy simpático y al que ella protegía dándoletodaslasmisasensufragiodealmasquelaencargabansusamigas.

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DespuésdesantificardeestemodosudíayrogaraDiosquelesalieratodobien,iríadesempeñandotodassuscomisiones.LoprimeroquehabíadehacererapasarseporlaLibreríaCatólicaaajustarcuentas.

DoñaEsperanza era publicista, aunque publicista en pequeño, como elladecíamodestamenteyprocurandoruborizarse;loquenoimpedíaquecuandoalgunarevistilladevotaladedicaba“unbombo”,preguntaseasusamigas,conaire escandalizado, qué les parecía “aquello” y que por la noche leyese ellaudatoriosueltoasucriaditaparaqueasí larespetasemásyseconvencieradequeteníaelhonordeserviraunapersonanotable.

La viuda de López tenía una gran facilidad de asimilación. Sin darsecuentadeello, imitabaperfectamente todas lasexterioridadesdeestilode loúltimoqueacababadeleer,yademáseranotableporsufacilidaddepalabraysu desparpajo, lo que la hacía pasar por indiscutible oradora en las JuntasBenéficasde señoras, donde con ademánolímpicodejaba caer suvoz sobreunascuantasdocenasdecabezas rellenasde“crepé”por fueray talvezpordentro.

Doña Esperanza tenía su ambición, que consistía en brillar como unaeminencia sin rival en un género de literatura extravagante, fundado en unsimbolismotanlococomoridículo,yqueteníaporobjetolasalvacióndelasalmaspormediodeunapredicaciónestrambótica.

Ellaeralaautoradeunashojitastamañascomolamano,quesevendíanagruesas en las librerías religiosas a las personas que deseaban propagar lasanta verdad, repartiendo tales esperpentos literarios. Algunas de aquellasdiminutasobrashabíanalcanzadogranfamaenlosconventosyasilosyselallamabayaporantonomasiaenlosperiódicosdelgremio“lailustreautoradela‘Recetaparaconfitaralmas’”,hojitanotabilísimaen lacualsemarcabaelmediodellegaralcieloconprocedimientosdeconfitería.

Aquellodedecirquesecogieraunacalderitade“purísimaconciencia”,ysi estaba empañada se le echase un poco de vinagre y sal de “propioconocimiento”,yconunestropajitode“diligenteexamen”selimpiaseconla“graciasacramental”,resultabaparalasmonjasybeatasqueleíanlacolecciónde “Hojas Místicas”, publicadas por doña Esperanza, sublimes rasgos deingenio, inspiraciones casi divinas para la salvación de los humanos; y laadmiracióndelcrédulopúblicoaúnibaenaumentocuandoleíaelrestodelaobra,oseatodosloselementosqueentrabanenlacélebrerecetaparaconfitaralmas. En ella figuraban, artísticamente combinados, el azúcar de la“confianzaenlabondaddeDios”;la“mansedumbre”quepodíasercompradaenabundanciaenladrogueríade“VitaChristi”;elaguade“dolorosollanto”,lasparrillasde“prudentedisimulo”,elfuegodel“amordeDios”,lacenizade“verdadera humildad” para envolver las brasas, la cucharadita de “virtuosos

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afectos”, la espumilla moteada de la “presunción”, el lienzo de “rectísimaintención”; las cuñitas de madera de “negación del propio juicio” y de“negacióndelapropiavoluntad”;yasí,enespantosogalimatías,laautoradela “Receta” iba amontonando imbecilidades, hasta que, al final, decíatextualmente,hablandodelalmaquequeríasometersealasprescripcionesdetalconfitado:

“Todo esto hecho, póngase sobre la calderita una cobertera de oportuno“silencio”,ydéjesequevayahirviendoalfuegodelas“tribulaciones”deestapresente vida, y que poco a poco se vaya apaciguando, dulcificando yconfitando,hastaque tengaunpuntodeperfección tal que agrade alDueñoquelahadecomer.”

Yestaobramaestrade la inteligenteviudadeLópez,habíalevalidoasuautora,quemodestamenteseocultaba trasel incógnito, losmásapasionadoselogiosdepartedelaPrensacatólicaydelospadresjesuitas,ysusejemplares,compradosamilesporlasdamasbenéficas,eranrepartidoscomocédulasdesalvación en las escuelas y colegios, y en las viviendas de los pobres, aquienes se daban bonos de pan a cambio de cumplir escrupulosamente lasexterioridadesdelcatolicismo.

Pero doña Esperanza no era un talento de esos que sólo por una vezinflama la inspiración. La “Receta” no era su única obramaestra. Habíanlerogadoencarecidamente sus encopetadasamigasy los sabiospadres jesuitasque no dejase dormir la brillante pluma, destinada a hacer en las clasesignorantesunapropagandasalvadora,yellahabíavueltoinmediatamentealatarea,animadaporlasobrehumanafedeaquellossantospadres,aquieneselmismoEspírituSantoenpersonalesordenabaqueescribiesen.

Susegundaobramaestrafue,¡quiénlopensara!,unatarifadeferrocarriles;sólo que esta tarifa no era de aplicación a ninguna de las vías férreas deEspaña.Sutítuloera:“FerrocarrilesdeUltra-Tumba.LíneasdelParaísoydelInfiernoencombinaciónconlasdelaMuerteydelJuicio.Indicacionesparalosviajerosdeambaslíneas”.Yacontinuación,conunaseriedadsublimeibamarcando los precios del pasaje en las líneas del Paraíso y del Infierno,haciendodistinciónentreprimera,segundayterceraclase.

¡Oh! ¡Sublime! ¡Hermosísimo! Toda aquella tarifa, con sus numerosasadvertencias,tantoenunalíneacomoenotra,resultabamuyingeniosayhacíasonreírdegustolomismoalasmonjas,quelaleíanenelfondodesusceldas,quealossacristanes,quelacomentaban,encontrándolamuychusca.Sólounligerodefectoteníalaobra:unpequeñodescuido,quepasóinadvertidoparalainspirada autora, y que le hizo notar la inocente malicia de un acólito. Elprecio del ferrocarril del Infierno, en primera clase, era la “impiedad”, y entercera, el “indiferentismo”; y, según afirmaba el inocente comentador,

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conveníamásserimpíoqueindiferente,puesdeestemodo,enelviajeallugardel eterno tormento, se iba en clasemás distinguida y se gozabanmayorescomodidades.

Perolas tales“HojasMísticas”,apesardelassangrientasburlasconquelasacogían losperiódicosavanzados,propagandistasdedoctrinas infernales,proporcionaron a su autora, si no grandes ganancias, a causa de loinsignificantedesuprecio, inmensaconsideraciónentreaquellagente ilustreque la protegía, y el desempeño de ciertos cargos, en los cuales, según elladecía,alaparqueibaponiendopiedrecitasalcaminoquelaconducíaalcielo,sacabatambiénparalosgarbanzos.

Únicamenteporelprestigioqueladabansusobras,habíaconseguidosersecretariadecasitodasaquellasSociedadespiadosasybenéficas,delascualesera presidenta perpetua la baronesa de Carrillo, y figurar como elementoindispensable en las colectas y fiestas de beneficencia, cuyos productos, alpasarporsusmanos,siempredejabanescurriralgúnochavoessubolsillo.

¡Ay,sisupobremarido,aquelseñorenfatuadoypedantequelamirabaaellacomounserinferior,incapazdecomprenderle,levantaseahoralacabeza!DeseguroquequedaríaasombradoalverquesuEsperanzaservíaparaalgomásqueparairalosministerios,comoensujuventud,aalcanzarlosascensosdelmaridocongraciosassonrisasylánguidasmiradasdepromesa.Desdequeeraviudaypodíaagitarselibrementeyporsucuenta,sesentíagrande,ilustrey en camino de llegar a inmensa altura. Bien era verdad que las amigasaristocráticas la hacían pagar su protección con humillantes servicios y lamandabancomoaunacriadabienvestida,sinconsideraciónasusgloriasdepublicista;peroestabaensucarácterentrometidoyservicialaquellodehacerservicios siempre que se le pedían como favores, y además le consolaba enestadegradaciónelpensarque losmáseminentesescritoresdel siglodeorohabían tenido a mucha honra el llamarse en las dedicatorias de sus libroscriadosdetalocualgrande,queeransusMecenas.

Además,suinstintoservicialysufacilidadparaadaptarseatodo,levalíaelagradecimientopródigodeaquellasilustresgentescriadasenlaabundancia;y ella, que, a pesar de su visible carácter generoso e ideal, era en el fondoterriblementeavara, sabíaexplotara susamigas,yen suafándepedigüeña,cuando no sacaba dinero, les arrancaba con graciosas sonrisas los vestidospasados de moda, los abanicos ligeramente ajados y otras prendas de másvalor, que, después, como conocedora de esas industrias ocultas que,alimentadasporelespíritudeimitaciónydefalsaopulencia,existenenelsenodelasociedad,lograbarevenderhábilmente.

Deestemodo,segúnellamurmuraba,ibapreparándoseunavejezdignaytranquila.

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Todavíaencontrabansuscabellosrubicanosysuperfildediosa,ojosquelamirasenconmarcadacodicia;aúnlaseguíaalgunoporlascalles,comoensusbuenostiempos,admirandoaqueltallesólidoyairoso,yaquellascaderasmovidas por antigua costumbre con airoso contoneo; era “una jamona queestabamuy fresca”, según decían sus propias amigas; pero a pesar de estoshomenajestributadosasubellezaendecadencia,fuertementeexcitante,yconunesplendor sobradamentevivo, como losúltimos rayosdel solquemuere,doñaEsperanzasemostrabasordaatodoslosrequiebrosylasproposicionesquealpasolesalían.

Sucorazóneracruelparacuantospantalonesintentabancerrarlalamarchaen los salones y en las calles. Sabía ella demasiado para comprometer suporvenirysuprestigioconunatontería,comolamásinexpertadelaspollas.

Aborrecía los pantalones, y sin duda por esto sólo semostraba alegre ycomunicativacon losamigosque teníaenelclero,yqueerancasi todos lossacerdotesdeMadrid.

Deellaeranestaspalabras:

—¡Oh!¡Loshombres!Hayquetemersulenguamásqueladelasmujeres.Lostriunfosdeamorlesamargansinopuedenpublicarlos,yunamujerqueseestime,nopuedeseramablesintemoracomprometerse.Sitomaranejemplode los curas, que callan por propia conveniencia, entonces yo sería másgenerosa.

Suesquivezinquebrantableconlospantalones,ydelacualnosabemossise libraban las sotanas, valíale el aprecio de todas sus protectoras, que lateníanenelevadoconceptodevirtud.Estohacíaquelaviuda,apesardesusgenialidades de publicista y de su carácter risueño y decidor, fuese recibidacon entera confianza aun en el seno de aquellas familias rancias y vetustascomosuspergaminos,yqueensuhorroralsiglosóloabríanlaspuertasdesuscasasacontadísimaspersonas.

Doña Esperanza, al par que la agente de todos los negocios de dichasfamilias, era la depositaria de todos sus secretos, la que daba el consejodecisivoenlassituacionesapuradas,ylaquemejorsecaptabaelafectodelashijasde lacasa (siesque lashabía), seduciéndolasconsugraciosacharlayhalagandosuspasioncillas.

De aquí que tanta atención, tanto encargo, tan abrumadoras y continuasmuestrasdeconfianza,latrajesenmuyatareada,absorbiéndolatodaslashorasdeldíasindejarlaunmomentodedescanso.

Aquellamañananoerasutareamássencillaqueenlosotrosdías.

Después de oír misa en San José y de arreglarle las cuentas al librero

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católico, se hundió de lleno en la confusa red de una interminable serie devisitas y de correteos por las calles deMadrid, yendomuchas veces de unextremo a otro de la capital para cumplir unpequeño encargo.Subía en lostranvíasconunaligerezaextrañaensusañosyensuscarnes;tomabauncochedepuntocuandolacarreraporlolargabienmerecíaelgastodeunapeseta,yen cuantos vehículos ocupaba hacía siempre la misma operación. Del granlimosnero de cuero negro que llevaba pendiente del puño, sacabadisimuladamente algunas hojitas de papel impreso y las dejaba sobre losbancosdeltranvíaolosraídosalmohadonesdel“simón”.Eranejemplaresde“Ferrocarriles de Ultra-Tumba”. Ella aprovechaba todas las ocasionesfavorables para repartir su obra, tanto por el afán de hacerla popular, comoparalograrportalesmedioslasalvacióndelasalmasyelarrepentimientodelospecadores.

Teníayacompletadosuplanparaaquellamañana.Cuando terminasesusencargos,oseaalláalauna,iríaavisitarasugranprotectoralabaronesadeCarrillo,encuyacasaentrabacasicontantafranquezacomoenlasuyapropia.

La eterna presidenta apreciaba mucho a la perpetua secretaria, que noperdíaocasióndeadularladelmodomásrastrero.DoñaEsperanza,acambiodeestahumildad,teníaalpalaciodelacalledeAtochacomosucasapropia,ycomía allí cuando le parecía, encontrando siempre abierta la bolsa de doñaFernanda.

Junto a esta diosa de la beatería, que daba el tono a toda la aristocraciapiadosa, laviudadeLópezdesempeñabaelpapeldefavorita,ynoacudía labaronesaafiestaoreunióndecofradíasinquellevasealladoasuinseparabledoñaEsperanza.

Ahoraeramásnecesariaquenuncalapresenciadelasecretariaalladodelapresidenta,queestabadesconsoladísima.

Dosdíasanteshabíarecibidolabaronesalanoticiadequesuhermano,elpadreRicardo,delaCompañíadeJesús,jovensacerdotequeprometíaserlahonradelafamilia,habíamuertodeunmodotanhorriblecomosublime.

¡Pobre padre Ricardo! El tierno corazón de doña Esperanza quedabaoprimido,ylaslágrimasasomabanasusojos,cuandorecordabalomuchoqueenaquellosdíashablabanlosperiódicossobreeltristefindeljovensacerdote,víctimadesussantosdeberes.

Desde que se había ordenado, sus superiores esforzáronse en reprimir yconteneraquellasantavocaciónqueleimpulsabaalmartirio.

Pero no había para estomedios humanos. Dios le llamaba, sentíase convocacióndesantoysuafáneracorrespondera lapredileccióndelAltísimo,haciendoensuhonorelsacrificiodelavida.

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¡Con qué entusiasmo relataban los periodistas católicos la vida de aquelsanto joven, que reproducía en pleno siglo XIX, siglo de descreimiento eimpiedad, la firmeza heroica de los primeros cristianos! ¿Y aún decían losimpíosquelaCompañíadeJesúsnoservíaparanada?¿Aúnnegabanquedeellapodíansalirhéroessublimes, loscuales,yendoadifundir laverdady lacivilizaciónporpaísesapartados,alcanzasenlapalmadelmartirio?

Todos los hechos del padre Ricardo Baselga eran repetidos por cuantosperiódicos católicos existían en la tierra, y los creyentes de todos los paísesestaban ya tan enterados de su vida como lamisma baronesa. Triste era sumuerte,pero¡oh,quéhonorparalafamilia!Deaquellafama,afigurarenlosaltares,sólohabíaunpasoquelaCompañíayaseencargaríadesalvar,porelegoísmodeañadirunnombremásalalistadesussantos.

Deniño,enelcolegiodelNoviciado,habíahechomilagros;después,enunrasgode sublimehumildad, regaló su enorme fortuna a los pobres (aquí losperiódicoscallabanqueelúnicopobrequeparticipódetallarguezahabíasidolaCompañía),y,por fin, alordenarsede sacerdotey faltandomuchasvecesporsuexageradoceloreligiosoalaobedienciaprescritaenlaOrden,pedíaasus superiores, con lágrimas en los ojos, que lo enviasen, como al heroicoJavier,alospaísesinfieles,apredicarlaverdadevangélicaentrelosindígenasy a ofrecer su sangre en prueba de la verdad de la doctrina. Por fin, lossuperiores cedieron, y el padre Ricardo Baselga fue al Japón, a aquel paísterrible,dondeotrosmisioneros,tanentusiastascomoél,habíanencontradolamuerte.

Los apologistas del recientemártir no decían que aquellos superiores, aldarsubendiciónal jovencatequista,sabíanperfectamentequeibacomounares al degolladero; e igualmente callaban, tal vez por no saberlo, que esosmismossuperioreseranlosquepormediostorcidoseindirectoshabíanhechogerminarensuinteligencialaideadesermisionero,deseandoconvertirenunmártirsublimeaunfanáticoqueparanadalesservíayproponiéndoseporestemedioaumentarelprestigiodelaSociedaddeJesús.

Desembarcó el joven padre en el Japón y a los dos meses escasos losfanáticosdelpaís lohacían trizasconsus sablesa laspuertasdel templodeunode susmásqueridos ídolos.La santa audaciade aquel iluminado era laprincipalcausadesumuerte.

Losquecantabanlasgloriasdeljovenmártir,indignábanseyarrojabanlasmás terribles maldiciones sobre aquellos diabólicos japoneses que tanbárbaramentetratabanalosenviadosdeDios;peroalhablarasínopensabanqueno lopasaríamuybienunbrahaman indioqueentrandoenunaaldeíllavascongada derribase al suelo y patease el santo patrono del lugar. Elfanatismoeslógicoentodaspartes;yloqueharíanlosfanáticosespañolescon

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cualquier sacerdotedeuna religión extraña, queviniera a turbar su culto, lohicieronlosfanáticosjaponesesconeljovenjesuitaqueentróenunsantuarioa insultar y golpear su ídolo, para demostrarles con el ejemplo que aquelmonigotecarecíadetodopodersobrenatural.

Doña Fernanda estaba, inconsolable por la pérdida trágica del hermano,queeraelúnicoserdesufamiliaalquehabíaprofesadoverdaderocariño.

Sentíaunvehementeyfrancodolor;peroalmismotiempo,porunextrañofenómeno propio del humano carácter, a su pesar se asociaba, ciertasatisfaccióníntimayprofunda,porelprestigioquedabaalafamiliaelhaberproducidounmártiryfuturosanto.

Peroa losojosde la sociedad,doñaFernandaestaba inconsolable,yporestolaviudadeLópezteníaverdaderaprisadellegaracasadesupresidenta,para animarla un poco con aquella elocuencia sentimental que todos lereconocían.

Ademásnoteníaenelestómagootracosaqueelchocolatedelamañanaeibapensandoenque,llegandoalahoradelalmuerzo,nolefaltaríaunasientoenaquellamesabienservida,propiadeunasolteronavieja,alaquenoleeralícitoentroplacerqueeldelagula.

II

ELSOBRINOENLACALLEYELTÍOENLACASA.

Cuandoel carruajedealquilerqueconducía adoñaEsperanza llegóa lacalledeAtocha,tuvoquedetenerseantesdellegaralapuertadecasadedoñaFernanda,puesunaeleganteberlinaconruedasamarillaslacerrabaelpaso.

La viuda, al bajar de su carruaje, vióse envuelta por un tropel deestudiantesdeMedicinaquesalíandelasclasesysubíancallearriba,conlaalgazarapropiadelqueseha librado,porel restodeldía,deunaesclavitudenojosa.

Aguantandomiradasdeinsolentefijezayoyendoconfrialdadlosfloreosque la dirigía aquella juventud bulliciosa que pasaba por su lado, doñaEsperanzaajustósucuentaconelcocheroycomopropinaleentregóalgunospapelillos de los que almacenaba su limosnero. El auriga quedósecómicamentesorprendidoyconlashojasmísticasenlamano,yalenterarsedeloqueeran,él,queesperabaporlomenosunrealdepropina,correspondióal regalo, con unos cuantos juramentos que hicieron apresurar el paso a laviudadeLópez.Buenmododehacerpropaganda.

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Rompiendocontrabajolacontrariacorrientedeestudiantes,fueavanzandodoñaEsperanza,yalllegaralagranpuertadelacasadelabaronesasedetuvoparaenlazarunamiradadecuriosidadalaberlinadetenidaapocospasos.

La conocía bien: era del doctor. Sin duda doña Fernanda había vuelto aexperimentarsusterriblesataquesdenervios.

Entrábase ya la viuda por el portal cuando llamó su atención un joven,parado en la acera de enfrente y quemedio escondido tras el tronco de unárbol, cambiaba señas con alguien que estaba en el interior de casa de labaronesa.

Eraunmuchachobienvestidoqueparecíaserestudiante,y llevabaen lamanoungruesocuadernodenotas.

Doña Esperanza le miró fijamente, intentando en vano conocerle, ydespués levantó sus ojos a la fachada para ver quién era la persona quecorrespondíaalasseñasdelestudiante.

No vio nada, pues todos los balcones tenían cerradas las vidrieras, y sinduda la persona a quien dirigía el joven sus señas estabamedio oculta trasalgúncortinaje.

SubiódoñaEsperanzalaanchaescalerademármol;enlaantecámaraviopendientedelpercherolachisteradeldoctor,yentróenungabinete,elmismodondeladifuntaEnriquetahabíapasadolanocheanterioral22dejunio.

Estaba ya sentada en una otomana, esperando que volviese la doncellaencargadadenoticiarsullegadaalabaronesa,cuandoseapercibiódequenoestabasolaenaquellahabitación.

Vio moverse uno de los ricos cortinajes de la ventana y adivinó lapresencia de una persona que, oculta por aquéllos, miraba a la calle. A lospocosmomentos asomó una linda cabeza que exclamó con hermosa voz desoprano:

—¡Ah!¿Esusted,doñaEsperanza?

Ylasobrinadelabaronesa,lapollitadelacasa,comollamabalaviudaaMaríaQuirós,avanzóalcentrodelgabineteprocurandoocultarsuturbación.

DoñaEsperanzasonrióconlamaternalbenevolenciaquetansimpáticalahacíaalosojosdetodaslasjóvenescuyascasasfrecuentaba.

Yahabíaaclaradoelmisterioyestolallenabadegozo,puesloquemásleplacíaeraposeersecretosajenos.MaríateníaamoríosconunestudiantedelainmediataescueladeMedicina.Esto,aprimeravista,carecíadeimportancia;relaciones inocentes, galanteos de balcón a la calle, homenajes, en fin,insubstanciales que desean todas las jóvenes y que son muy pocas las que

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dejan de conseguirlos; pero tratándose de una sobrina de doña Fernanda deCarrillolacosavariabadeaspectoyaumentabaenimportancia,puesladevotaseñoraeracapazdeindignarsedeunmodoterriblealsaberqueMaríaandabaenamoríosconunestudiante.

La viuda de López se fijó con insistencia en la hermosa muchacha queteníadelante.

¡Mire usted que no haberse fijado hasta entonces en aquella bellezapicaresca y graciosa, que forzosamente había de trastornar a los hombres!¿Quédeextrañoteníaqueaunajovenconunpalmitoasílahiciesenelamor,apesardequelamayorpartedelosdíaslospasabaenlaiglesiaoencerradaencasa?Poralgodecíanqueelbuenpañohastaenelarcasevende,yloqueeslamuchacha había que confesar que era paño amoroso, delmejor ymás fino,capazdesecarlaslágrimasdelmayordesesperadodelmundo.

Ningún día la encontró doña Esperanza tan bonita como entonces, ymirando aquel cuerpo hermoso en el cual dieciocho primaveras habíanaglomerado todas sus suavidades, sus perfumes y sus colores delicados, yaquella cabeza de un perfil correcto y gracioso como un camafeo griego,animadapordosojazosdemiradaatrevidayterminadaporunmoñetelindo,en el que todos los peines no lograban domar la subversiva protesta de unrizadonatural,encontrabaquenadateníadeextrañoqueseenamorasendeunajovenasíyhastaquellegasenahacerporellaverdaderaslocuras.

Doña Esperanza se ratificaba ahora en sus anteriores predicciones. ¡Oh!Aquellamuchacha, lista, algo insurgente,que tenía sualmaen suarmarioycuando le parecía contestaba a los sesudos consejos con alguna finaimpertinencia,daríamuchoquehacera lasanturronadesu tía,quehubountiempoenquepensóhacerlamonja.

¡Vaya una monjita! Bien se acordaba doña Esperanza de aquello delcolegio..., de aquello de la azotea con el vecinito de al lado; y no queríadecirse más a sí propia, pues no le gustaba murmurar de nadie ni auninteriormente.

Loqueellaasegurabaeraquelatalniñasecasaría,odelocontrario,daríamuchosdisgustosalabaronesa.

Teníalapublicistacatólicaunarazóndepesoparacreerloasí.

—Es de mala sangre—se decía interiormente—. Forzosamente ha deparecerseasupadre,aquelrevolucionario infernalcuyahistoria tantasvecesmehacontadolabaronesa.Harámuchascosassóloparajustificarquellevalasangredesupadre.

Ella,comodepositariadelossecretosdesupresidenta,estabaaltantodel

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origen deMaría, y tenía el convencimiento de que ésta, aunquemuy linda,habíadedarpocodesíenpuntoafervorreligioso.

—¡Vaya,polla!¿Quéhacíamosenlaventana?

Maríahabíarecobradosuserenidad,yalverlasonrisamaliciosadedoñaFernanda,lacontestóconaquelgestecilloimpertinentequesabíausarcuandolahacíanpreguntasinoportunas.

—Nada.Medivertíamirandolacalle.

—Yotambiénhemiradobienantesdesubiraquí.Sobretodo,alaaceradeenfrente.

—¡Sí!¿Eh?Puesmealegromucho.

—Vamos, picaruela; no te hagas la desentendida con ese gesto deinocencia,queparecequeenlavidahasrotounplato.

—DoñaEsperanza;nolaentiendoausted.

—Vamos,notengasreparoenhablarme.Losétodo.

—¿Sí?¿Yquésabeusted?

—Loquehevisto.Queun jovenquepareceestudiantedeSanCarlos tehaceelamordesdelaaceradeenfrente.

—¡Oh!¡Haytantosquemehacenelamor...!

Ylajovendijoestaspalabrascontangraciosapetulancia,quelaviudanopudomenosqueacogerlasconunasonrisa.

—¡Qué pícara eres, Maruja! No extraño que desde aquí, encerradita encasayburlandolavigilanciadetutía,vuelvaslocosaloshombres.Además,cadadíateencuentromásguapa.

—Muchasgracias,doñaEsperanza.Peroustedtambiénesguapa.

—¿Quién?¿Yo?...Loera,hijamía;lofuienotrostiempos,peroahorasóloquedanlosrestos.¡Ay,quiéntuvieratuedad!

Y la viuda lanzó un suspiro de jamona sensible que llora los pasadostiempos y en la frialdad de su situación todavía se conmueve viendo losardoresdelajuventud.

—Vamos, niña; cuéntame todo. Me gusta ayudar a la juventud en susasuntos, y gozo viendo cosas que me recuerdan mis tiempos de polla. Notengascuidado;habla.

—¡Quiá!Buenaconsejeraestáusted.Esamigaíntimademitía,y,porlotanto,delasquecreenquelafelicidaddelaschicasesmeterlasmonjas.

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—Esoes;¡buenamonjaestaríastú!Nuncahecreídoquellegarasaserlo,yencambio tengo la firmeesperanzadecomer losdulcesde tuboda.Vamos,dime,¿quiénesesemuchachoquetehaceseñas?

—Unhombre.

—¡Ah,picarilla!Tepreguntoporsunombre,porsuposición.

María quedó por algunos instantes como perpleja, y por fin dijo conrepentinaresolución:

—Mireusted,doñaEsperanza.Selodiríaaustedtodo,perocomoestanamiga de mi tía, temo que llegue a oídos de ésta, y la verdad, me asustasolamenteelpensarqueellapuedesaberalgúndíamissecretillos.

—¿Porquiénmetomas,mujer?¿Creestúquevoyyoadelatarte?

Ylaviudasedeshizoenexcusas,parademostrarlaqueellanorevelaríaelsecretodelajoven.Laqueríamuchoydeseabaservirla,porqueellalesteníamucha ley a las muchachas y sentía un gran placer en ayudarlas, sin dudaporqueestolerecordabasusbuenostiempos.

María llegó a tranquilizarse con estasmuestrasde adhesión,ypor fin sedecidióaespontanearse.

—Puesbien,doñaEsperanza;esemuchachoesunestudiantedeMedicinaysellamaJuanZarzoso.

—¿Esparienteacasodelcélebredoctorquevisitaatutía?

—Sobrinocarnal.

—¡Tiene esto gracia! De modo que mientras el tío está aquí dentro, elsobrinohaceelamordesdelacalle.¿Sabealgoeldoctordeestasrelaciones?

—Nada. El buen señor, según cuentan, tiene el genio algo rudo y noconsiente a su sobrino lamenor distracción en los estudios. Juanito teme aldoctortantocomoyoamitía.

—¿Yestámuyadelantadoensucarreraesejoven?

—Terminaenelañopróximo.Tieneunbrillanteporvenir,puessucederáasutíoenelejerciciodelaprofesión.SeráunsabiocomoeldoctorZarzoso.

—¡Vaya,hijamía!Daganasde reír ese tonillodemujercita juiciosaconque hablas. ¿Qué sabes tú lo que significa un brillante porvenir? Distráetedejando que ese muchacho te haga el amor, pero no adoptes el aspecto demujerenamorada,puesalgúndíatendrásforzosamentequeolvidarle.

—¡Olvidarle...,imposible!Hedesersuesposa.

—¿Quién, tú?Vamos, niña; estás loca. ¿Teparecequeuna sobrinade la

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baronesadeCarrillo,labellacondesitadeBaselga,millonariaypertenecientea la más distinguida nobleza puede ser la esposa de un médico, por máscélebrequesea?Túnoconocesloqueeslasociedadnitehasparadoapensaren la desigualdad de clases. De modo que a pesar de ser tú condesa ymillonaria,bastaríaquecualquiera,yomisma,por ejemplo,me sintieraalgoenferma, para arrebatarte inmediatamente al esposo que tendrías a tu lado.Piensabienenloextrañoqueestoresulta.

YMaría, efectivamente, se abismaba enprofunda reflexión, como si porprimeraveztropezaseconinconvenientesquehastaentoncesnohabíavisto.

—Sí,esverdad—dijoporfinalaviuda—;perotodosestosinconvenientesestán resueltos sencillamente con que Juanito no ejerza su profesión y sedediqueasersabioyaescribirlibrosdeciencia.Deestemodopodrécasarmeconél.

—¡Bah,hijamía!Túestásreservadaparaalgomásqueparaserlaesposadeunrebuscadordelibrotes.Cuandotutíaseconvenzadequeeresunajovencomolasdemás,paralocualfaltapoco,ydequedeseascasarte,yatebuscaráunmaridoqueestéenconsonanciacontusmerecimientosytualcurnia.

—PeroyoquierocasarmeconJuanito—dijoMaríaconsonsonetedeniñomimado.

—Puesnololograrás,hijamía.Procuranoforjarteesasilusiones.¡BuenasepondríatutíasillegaraaconocertusamoríosconelsobrinodedonPedro!

IbaMaría a contestar, pero un ruido le llamó la atención y dijo a doñaEsperanza:

—Eseldoctor,quesemarcha.

Einmediatamentesedirigióalaantesala,seguidadelalocuazviuda.

EldoctorZarzosoeraparaellaunapersonamuysimpática,sencillamenteporsertíodesunovio.ElafectoqueprofesabaaJuanitoveníaareflejarseenaquelhombrerudo,queseesforzabaenseramableconaquella jovenqueletratabaconcariñoqueélnosabíaaquéatribuir.

En la antesala fue donde encontraron al doctor Zarzoso, tomando delpercherosuchisterayelbastón.

Laedadnohabíaconseguidodebilitaraquelcorpachóndecombatiente,yúnicamente comoparadejar recuerdode supaso, el tiempoarañó su rostro,haciendo más profundas las arrugas del entrecejo, que delataban unacaracterísticaterquedad.

María,alacercarseaél,lepreguntócómoencontrabaasutía.

—Noestágrave.Leduralaagitaciónnerviosaproducidaporlanoticiade

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lamuertedesuhermano.Lacosaesnatural,puestambiéncuestadisgustillosunahonratangrandecomoestenersantosmártiresenlafamilia.

Y don Pedro decía estas palabras sin el menor acento de zumba, peromirabaadoñaEsperanza,labeataintriganteaquienélconocíabastante,comomujerquesemezclabaentodo.

LaviudadeLópezadivinaba la ironíaenaquellaspalabras. ¡Ah,malditoateo! ¡Ypensar que siendo tanpecador era tan sabioquehasta las personasmáscreyentesnopodíanprescindirdeélencasodeenfermedad!

EldoctorenumeróaMaríatodaslasprecaucionesquesedebíantomarconlabaronesaparacombatiryevitarlosataquesdenerviosqueentanespantosoestadolaponían.

DoñaFernanda,mientrastanto,estabaenelfondodesugabinete,dondesepasabalashorasenvueltaenungrueso“chal”,novaliendomásqueparairalcomedorcuandoelataquenolareteníaenlahabitación.

El doctor se despidió, dando antes sumano aMaría con una afabilidadextrañaenélyquehubieseasombradoalospracticantesdeSanCarlos.

A doña Esperanza sólo la saludó con una ceremoniosa inclinación decabeza.Decididamentelecargabaaquellajamona,explotadoradelapiedad,eintrigantayaduladoradeunmodoquealdoctorlecausabanáuseas.

—Dime—exclamólaviudacuandodonPedroestabayaenlaescalera—.Ahoravaaencontrarseenlacalleconsusobrino,yescapaz,siadivinaloquehay, de dar un escándalo y hasta de pegarle con el bastón. ¡Oh! Conozcomuchoaesetío.

—Noleencontrará.SeibayaJuanitocuandonotóqueustedsehallabaenelgabinete.

—Bueno,querida:vamosaveratutía,queestarásolita.Ellanosaldráhoyalcomedor,¿verdad?Puesmequedoaalmorzarcontigo:noquieroqueestéssolayfastidiada,pichoncitamía.

Ylagorronaviudaseentrósalasadentro,con lamismaconfianzaquesifueseladueñadelacasa.

III

LOQUEFUÉDEMARÍAALSALIRDELCOLEGIO.

Fácil es imaginar el recibimiento que la baronesa de Carrillo haría a su

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sobrina,cuandoésta,reciénsalidadelcolegio,llegóaMadrid.

DoñaFernandanoquisoiraporella.LacartadeSorLuisadeLoreto laprodujo una impresión terrible. Después de furiosos transportes deindignación,sintióseavergonzadacomosiellamismafueselasorprendidaenla azotea del colegio en brazos de un muchacho, y no se decidió a ir ellamisma en persona a buscar a su sobrina, como si temiese que las monjasfuesenaecharlaunareprimendaporserlatíadeMaría.

Fueaporéstaunviejocriadodelabaronesa,especiedeadministradorconaspecto de sacristán que los padres jesuitas le habían recomendado comohombreenquienpodíadepositartodasuconfianza.

María,apesardetodossusbríosdemuchachoconfaldas,entrótemblandoenlacasadelacalledeAtocha,quelepareciómáslóbregaaúnyfatídicaqueelcolegiodeNuestraSeñoradelaSaletta.

Contratodoloqueellaesperaba, lacóleradelabaronesanosedesbordócomoterribletempestad.Limitóseadirigirlaunoscuantosinsultos,ydespués,con aire de verdugo, afirmó que no tardaría ella en arrepentirse de aquellaligerezaquehabíadeshonradoalafamilia.

LavidaquedesdeentonceshubodehacerMaríafuehorripilanteparauncaráctercomoelsuyo,siempredispuestoalbullicioyalaagitación.

Yanopudo,comoenelcolegio,corretearportodaslashabitacionesdelacasa;allínohabíaunaazoteadondeentregarseamelancólicacontemplación,dejandopasarrápidaslashoras,yseveíaobligadaapermanecerdurantetodoeldíacomopegadaalasfaldasdesutía.

Por lasmañanas, vestida conunamodestia que casi rayaba en tacañería,ibacon labaronesa,unasvecesapieyotrasenelmáspobrecarruajede lacasa, a oír misa en la iglesia donde oficiaban los padres jesuitas, y allípermanecíaensuasiento,aburridaporlamonotoníadelespectáculo,másdedoshoras,hastaque,porfin,latíasedecidíaavolveracasa.Inmediatamentehabíadeagarrarlaslaboresenquetantorpesemostraba,yhastalahoradelalmuerzo permanecer al lado de la baronesa, con las manos en continuomovimiento, la vista baja, el aspecto encogido, siempre dispuesta a seradvertidaenlamenordistracciónconuntiróndeorejadesuenojadatía,quesehabíapropuestomartirizarla,contrariando todos losnaturales impulsosdesucarácter,incompatibleconlainercia.

Porlatardecomenzabanlasvisitas,siesquedoñaFernandanoteníaqueasistiraalgunajuntadecofradía.

Latertuliadelabaronesanohabíavariado.Eranlosmismosvisitantesqueen tiempos de Enriqueta, aunque todosmásmaltratados por la edad; como

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aquel gran salón que en conjunto era también el mismo de antes, aunquebastante ajado por el polvo de los años que, despertado y barrido por losdiligentes plumeros de los criados, volaba a refugiarse en las cornisas ymoldurasdeltecho,formandounaespesapátinasobrelosgruposmitológicosqueelcondedeBaselgahizopintarcuandoestabaenlalunademiel.

Alprincipio,aquellastertuliasdelatardedistrajeronalgoaMaría.Noeramuyagradablelaconversación,peroalmenosveíagenteyseanimabaalgolasoledadmonásticaenqueparecíaenvueltaaquellacasa.

Variabapocoelpersonal.Regularmenteyconciertasintermitenciasenlaasiduidad de los visitantes, la tertulia se reducía a una media docena decondesas y marquesas que habían sido amigas de doña Fernanda cuandojóvenes,yahoraestabantanarrugadasymalhumoradascomoésta;yaotrostantoscaballerospertenecientesalamásrancianoblezayqueusabanlostrajescortadosalamodadeveinteañosatrás,conricoschalecosdevivoscoloreseirguiendo el cuello apergaminado y tendonoso, sobre grandes corbatas conalfilerdeperlas.LaintrigantayaduladoraviudadeLópeznofaltabanuncaala tertulia, pues pormuy ocupada que estuviese, siempre tenía tiempo paraasomarseyecharunvistazo,muyorondaysatisfechaportratarseconaquellasmomiasqueolíanaaguabenditayqueeranlaquintaesencia,elextractodelaaltasociedadcreyenteypartidariadelabuenacausa.AlgunasvecesaparecíatambiénenelsalónelpadreTomás;perosusvisitaseranmuyraras,apesardelinmensoagasajoconqueselerecibía,delasdeferenciasdequeeraobjetoydelarevoluciónqueproducíaconsupresencia.

A María, maliciosilla y burlona, le divertían tales fachas cuyo exterioranacrónicono se escapabaa subuen sentido.No; aquellasgentesde seguroquenoerancomolasdemás;parecíacomoqueolíanamuerto,erannadadorestestarudos que se empeñaban en ir contra la corriente social y, agarrados alpeñasco de la intransigencia, resistían el oleaje continuo, protestando yquejándoseacadaondaquebatíasuscuerposeintentabaarrastrarles.

ReinabaenelsalóndelabaronesadeCarrillounaintransigenciapolíticayreligiosaquellegabahastalaferocidad:aestoibaunidounaeducaciónyunapulcritud de las que parecían enamorados los mismos actores, pero queseguramentehabríahechoreíralprimer transeúntequesehubiesecoladoderondón en aquel santuario de las venerandas tradiciones, donde nunca seapagaba,comofuegosagrado,elamoraltiempoquepasó.

Cristalizadosenunmomentodesuvida,oseaeneldelajuventud,cuandoaún eran respetadas e imperaban las ideas que consideraban santas, paraaquellas personas no había transcurrido el tiempo, y se trataban del mismomodoquesiaúntuvieranveinteaños.

María hacía esfuerzos para no reírse cada vez que a la hora de tomar el

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tradicionalchocolate,costumbrequeseconservabaenlacasa,comotodaslasantiguas,veíacambiarsedenguesymonadasentrelasviejasmarquesasylospollosdelañotreintaytantos.Undíalabaronesapúsoserojadeindignaciónal ver que su sobrina contenía una carcajada, porque uno de aquellosrespetablesseñoreslallamabaFernandita,comoensusbuenostiempos.

Para aquella tertulia de reaccionarios biliosos, cuyo bello ideal hubiesesidoparar todoslosrelojes,volviendolasmanecillashaciaatrás,elprogresono existía ni aun dentro de su clase, y con el furor de la imbecilidadpretenciosaquenoconsienteasualrededornadaquelasobrepuje,odiabanatodoslosque,participandodesusideas,transigiesenconelespíritudelsiglo.

Trataban con el mayor desprecio en aquella tertulia a sus parientes yamigosquepertenecíanalaaristocraciaenactivo;aésaquebrilla,sedivierte,esreligiosasóloporqueestoresultadebuentono,yaturdealmundoconsusruidosasfiestas.

Todo se acababa; hasta la fe y la dignidad de clase. ¡Qué gente, Señor!¡Qué tiempos!Y la tradicionalista tertuliahablabaconhorrorde losgrandesde España que hacían política y figuraban en partidos llamados liberales,aunqueconeladitamentodeconservadores;delasfamiliasquenoteníanotrareligiónquelamodayponíanenprácticatodaslasextravaganciasllegadasdeParís, sin temor al escándalo, no asistiendo a los templos más que en lasgrandessolemnidades,cuandosehacíabuenamúsica,ohabíaunpredicadorque llamaba la atención; y no trataba con mayores consideraciones a losdescendientes de los héroes de laReconquista que, después de vender a losanticuarios losespadonesy lasarmadurasdesusgloriososantepasados,parapagar sus deudas con la ruleta delCasinoo ir de juergas flamencas con lostoreros,secasabanconlahijadeunbolsistaenriquecidoafuerzadepilladas,o con la viuda de un contratista del Estado, dando sus inmaculadospergaminosacambiodealgunosmillonesadquiridosDiossabecómo.

¡Qué tiempos, Señor; qué tiempos!Había paramorir de pesar. Si de talmodo se envilecía la aristocracia, ¿qué iba a quedar después? Y aquellasmomias,queenelsemioscurosalónsemovíancomoesfingesqueencerrabantodas lasputrefactasgrandezasdelpasado,envolvíanen lasmaldicionesquearrojaban resignadamente al progreso y a la civilización, a sus mismosparientes,asusfamilias,quetransigíaneibanmezclandosusangreconclasesmás inferiores, a las cuales la revolución había elevado, recibiendo susdesprecioscomoúnicarecompensa.

Aquel sanhedrín odiaba la fama y el prestigio que proporciona lainteligencia, como algo que oliese a demagogia. Ser célebre, era para talespersonas igualarse a los oradores revolucionarios, a los generales depronunciamiento,alos“rojos”deClub.Hablardeunapersonalosperiódicos

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que no eran de la comunión de los fieles, equivalía para la tertulia de labaronesaauncertificadodeimpiedadyprogresismo.

Despreciabanacuantossedistinguíanenalgoy“metíanruido”,ydeaquíquemirasen condesvío u olvidasenpor completo a losmismosquemás sehabían esforzado en defender los ideales a que la tertulia rendía fervienteadoración.

Aparisi yGuijarro era, para aquellas gentes, casi un revolucionario que,por el hecho de haber discutido en las Cortes con los liberales, se habíainfeccionado forzosamenteconsuvirusde impiedad;el canónigoManterolainspirabapocaconfianza,pues,ensuconcepto,debíahaberpermanecidoensucabildosinmeterseavociferarenunCongresorevolucionario;yencuantoaDonosoCortés, sólo loconocíayseacordabadeélunodeaquellosseñoresqueteníasuspuntosyribetesdeliterato.

Nadaencontrabanbien;todosehabíamaleado,ensuconcepto,alcontactodelsiglo;hastalaMonarquía.¿IraPalacioellos,queeranfielesrepresentantesde un pasado tan lleno de grandezas como de ceremonias? ¡Imposible! Laaristocraciaque“sabíarespetarse”nopodíaasistiralasfiestasdeunPalaciocontaminadoporlosvientosrevolucionarios,hastaelpuntodequelosreyes,salidosdelaRestauracióndeSagunto,habíanabolidolamorunacostumbredetutearatodossussúbditos,yhablabanconmásamabilidadaunCánovasoaMartínez Campos, plebeyos elevados por la fortuna, que a un Grande deEspaña,cuyosblasonesseperdíanenlastinieblasdelpasado.

¡AquéllostiemposdeIsabelII!CuandoenPalaciosetrabajabaporrevestirlavidadelmismoaparatoqueenelanteriorsiglo,ycuandolaReinatratabaatodos con tan despótica familiaridad, como si fuesen lacayos. AquelloensanchabaelalmaydabaclarasmuestrasdequelaMonarquíavivíaporsuspropiasfuerzas,ynoporlasconcesionesdelespíriturevolucionario.

Al principio de la Restauración, a aquella tertulia de ultrarrealistas lesquedaba alguna esperanza, simbolizada en la persona del pretendiente D.Carlos; pero poco a poco fueron desvaneciéndose sus ilusiones. También elrepresentantedelabuenacausa,delsanoyrespetablepasado,secontaminabadelespíritumoderno,ydabaaltrasteconlatiesuratradicionaldelamajestad.A sus oídos llegaban noticias sobre la vida del pretendiente en París y suscalaveradas, hijas de un espíritu ligero que sólo a la fuerza se amolda a lasceremoniasdesurango.

Y luego aquellas aventuras escandalosas; los derroches de dinero, lasfiestas de húngaras; cosas eran todas éstas sobradamente importantes parahorripilara tantapersonagrave,queaunqueensujuventudnohabíanhechovidamuysanta,porestomismolavejezleshabíablindadoconlamásausteravirtudylamásasustadizahipocresía.

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En fin: que aquella tertulia era una verdadera reunión de demagogosblancos que, en nombre del pasado, pedían la completa destrucción de loexistente,quenadaencontrabanbuenoyque,comoastrosmuertos,vagabanpor el espacio social de su época, repelidos de todas partes, y sin sentir lamenoratraccióndesimpatía.

Eranrevolucionariosasumanera,ydeseguroque,a tenerensusmanosunpoderirresistible,hubiesendestruídotodalaobradelsiglo.Poraquellodeque los extremos se tocan, miraban con lástima y horror a los hombres deideas avanzadas, pero no pasaban de ahí; y, en cambio, guardaban todo suodio, su desprecio sin límites, para los llamadosmonárquicos liberales que,transigiendoeternamente,yescépticosenel fondo,pretendíanamalgamarelpasadoconelporvenir.

Aquella tertulia era invariable e indestructible. Eran muy pocos losneófitos que lograban introducirse en ella, ymenos aun los que desertaban.Permanecíainmóvil,conlainerciadeunamomia,queteníafijossusmuertosojosenelpasado.

Al entrar en el salóny contemplar los rostros apergaminados, contraídosligeramente por una sonrisa de aristocrático desdén, podía decirse, comoHamlet:

“Algohayaquíquehueleamuerto.”

Era aquella una charca inmóvil, en cuyo fondo dormían todos losputrefactosídolosdelpasado.

Tan firmemente estaba convencida la tertulia de la baronesa de suscreencias, tan intransigente era con su época, tan alejada se hallaba de loexistente, que la sorprendía de un modo terrible alguna palabra del padreTomás, de su ídolo; palabra que, como piedra veloz, caía en el pantanoultrarrealista,produciendoondulacionesdeasombroquedurabanmuchosdías.

La sorpresa conmovía a las momias hasta el punto de que a susdeslustradosojoscasiasomabanlaslágrimas.

¡Oh,Dios!Hasta laCompañíadeJesúscomenzabaaabandonar labuenacausa,paratransigirconelsiglo.ElpadreTomás,aquelhombrequeencasade labaronesa resultabaunadivinidad, sóloaparecíade tardeen tardeen lamajestuosa tertulia, y, en cambio, visitaba a la aristocracia, a lamoda, a lasfamiliasque, renegandode supasado, semezclabanenelmovimientode laépoca. ¡Qué más!... Hasta recomendaba la tolerancia con lo existente, y elafectoa lanuevasituaciónpolítica,diciendoqueeranecesario transigirparasalvarlosinteresesdelareligión.

Esta conducta asombraba a los ultrarrealistas; pero, acostumbrados a

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acogerconlamansedumbredelesclavotodaslaspalabrasdelpadreTomás,noosabanensupresenciahacerlamenorobjeción,limitándosealamentarseensuinteriordeaquellapresuntadefecciónquelesheríaensussentimientos.

Rodeadadeesteambientequeolíaatumba,eracomoMaríapasabatodaslastardesdelaño.

Sentada al ladode su tía, tiesa comounavieja con alto corsé, y con losojosfijosenelsuelo,quesóloseatrevíaalevantarmuycontadasveces,habíade permanecer unas cuantas horas aburrida por una charla ceremoniosa ylenta,cuyaslamentacionesnoentendía.

Este quietismo después de la bulliciosa movilidad del convento,atormentábale de un modo horrible y sentía impulsos de levantarse de suasiento y cometer alguna diablura; pero las fríasmiradas de su tía la teníancomoclavadaenlasilla.

Algunasveces,aquelseñorquehablabadeDonosoCortés,enunraptodegenialidad, se atrevía a hablar de las “cosas” de la Corte de FernandoVII,cuando estaba en Aranjuez, y, aunque comenzaba por vía de exordio, conpalabrasconfusasyguiñosquesustituíanalaspalabras,notardabaenoírselavozdelabaronesadiciendoconacentoimperioso:

—Niña;vetefuera.

Y María salía del salón sin sentir curiosidad alguna. ¡Valiente cosa leimportabanlasanécdotasdeaquelseñor!

Siemprerelatabalasmismas,yellalashabíaoídolaprimeravezquefuedespedidadelatertulia,quedándoseescondidatrasloscortinonesdelapuerta.

Peroestaindiferenciaanteloschistesdelviejoyaristocráticonarrador,noimpedía que ella se alegrara mucho así que comenzaba a iniciar sustrasnochadasrelaciones.Deestemodoseveíalibredelaengorrosatertuliaypodíapasarlashorasquetranscurríanhastaelfinaldelatertuliacharlandoconladoncelladesutía,omirandoalacalleybuscandoenestodistracción,comoyaenotrotiempolohabíahechosumadre.

Aquellacasa,construídaporelcondedeBaselgaparanidodesusamores,eralacárcelenquehabíalanguidecidolajuventuddesuhijayladesunieta,bajolaausterayrabiosavigilanciadelabaronesadeCarrillo.

Porlasnoches,Maríarezabaconsutíaunrosariointerminable,puesaélseuníanoracionesyjaculatoriasparacasitodoslossantosdelalmanaque,yalasdiezyaestabaenlacama,martirizándolaelsordoruidoqueproducíanloscoches en el pavimento de la calle, y que, por un salto propio de suimaginaciónviva,evocabanantelosojosdesuespírituuntropeldehermosasjóvenes vestidas de brillantes colores, y saliendo del fondo de confortables

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berlinasparaentrarenelteatro,pasandoporentrelosgruposdeelegantesquelesenviabansaludosyfrasesgalantes.

La cruel realidad que había sucedido a sus ilusiones de colegiala,producíale un furor, propio de su carácter varonil, cuando se encontraba asolasensucuarto.

Paraserunadornomudodelasvetustastertuliasdesutía,paraconvertirseen unmonigote que sólo podía hablar cuando su tía le concediera permiso,bien estaba allá en el colegio, donde al menos tenía una relativa libertad.Ahora no podía menos de reírse amargamente de las ilusiones que en elcolegiosehabíahechoacercadelavidaquellevaríaenMadrid.

Así transcurrieron los dos primeros años de su estancia al lado de labaronesa.

Por fortuna, pasado este tiempo comenzó a notar en su tía algunavariación.Sehabíaamortiguadoenlabaronesaelrecuerdodelaaventuraquehabíaocasionadolasalidadesusobrinadelcolegioyconformesedesvanecíalamemoriadeunsucesoqueaellaleresultabahorripilante,Maríagozabademayorlibertadysutíalatratabaconmásconsideración.

ConocíaseendoñaFernandaelpropósitodehacerseagradableasusobrinaydecaptarsesuvoluntadyhacerseobedecermáspor lasimpatíaqueporelterror.

AdivinábasequeensupensamientogerminabaunaideaqueibaaexponerdeunmomentoaotroyquesóloeraunapreparaciónhábilaquellaamabilidadrealmenteextrañaenunserbiliosoyatrabiliariocomodoñaFernanda.

Pronto se despejó la incógnita. La baronesa no renunciaba a la idea detenerunamonjaensufamilia.YaqueéstacontabaconunfuturosantocomoRicardo,noerajustoquelalíneafemeninaseexcluyeradelasublimemisióndedaralcielobienaventurados.

Asunto era éste del que hablaba con el padre Tomás siempre que podíaencontrarlo, pues el poderoso italiano, aunque seguía interesándose bastantepor la familia Baselga, se sentía atraído a otros círculos sociales por lanecesidaddelascircunstancias.

Además,elastutojesuitanosemostrabatansegurocomodoñaFernandadelafacilidadconquelajovenabrazaríaelestadomonástico.

En sus visitas a la baronesa había tenido ocasión para estudiar con ojocertero el carácter deMaría, y, además, sus hazañas de la niñez, de las queestaba enterado por las religiosas del convento de Valencia, le daban aentendercuáleraelverdaderotemperamentomoraldelajoven;peroresultabaendoñaFernandaunapreocupacióntradicionalelcreerquebastabaqueaella

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se le ocurriera una cosa, para que inmediatamente pensasen lo mismo losindividuosdesufamilia.

ElladeseabaqueMaríafuesemonjaynohabíayamásquehablar;Maríalosería.

Prontoexperimentóunadecepción.Maríateníaensusvenaslasangredelbelicoso Álvarez y su carácter varonil no se doblegaba con momentáneasconcesionescomoeldelainfortunadaEnriqueta.

Labaronesacreíaseseguraconaquellosdosañosdereclusiónyobedienciaautomáticaaquehabíacastigadoasusobrina.

—No dude usted, padre Tomás—decía siempre al italiano—, queMaríameobedecerá.Es todauna jaquitabrava;másbiendicho, lo era,puesantesresultabaidénticoalbandidodesuverdaderopadre;peroahora,desdequeyolahesometidoalrégimendelsilencioydelaobediencia,esmansacomounacorderayharácuantoyolediga.

Y la baronesa así lo creía, viendo aquella niña tímida en apariencia, queacogíatodassuspalabrasconlosojosbajosyelaspectoencogido.

Porestosuasombrofueinmensocuando,alasprimerasindicacionesquela hizo acerca de las bondades de la vida monástica, María, como el queabandonaundisfraz,sedespojódeaquelexteriordemansedumbreydijoconresolución:

—No, tía.Estáustedmuyengañada.Yonoserénuncamonja,y siustedcreequevaahacerconmigoloqueconmipobremadre,estáustedenunerrormuygrande.¡No,noysiempreno!

Ydijoestaspalabrasconunaenergía,cuyafuerzayasenotabaensusojosbrillantesyfijosenlosdesutía,coninsolenciadereto.

Sinduda,ensusconversacionesconlalenguarazyantiguadoncelladelabaronesa, había llegado a conocer algo de la historia de sumadre y de lasdesavenencias entre ésta y su hermanastra, cuando doña Fernanda seempeñabatambiénenmeterlaenunconvento.

Laenérgicaresolucióndelajovendespertólascrueldadesdecarácterdelabaronesa, y las escenas violentas de otros tiempos volvieron a ocurrir en elpalaciodeBaselga.PeroestavezdoñaFernandateníaquehabérselasconuncarácterdehierro,quenomostrabaelmenortemorantesusviolenciasyquealosgolpesyalosinsultos,contestabaconelestoicismopropiodeuncaráctervigorosooconmiradasdeira,quealgunasveceslograbandetenerelbrazodelabaronesa.

Duróestasituaciónviolentacercadeunaño.EmpleólatíacuantosmediosseleocurrieronparadomarlaenérgicaresistenciadeMaría;perotodofueen

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vano, pues la joven oponía siempre su varonil protesta. Esta situación decontinuaviolenciahabíahechoperder tambiénbastanteterrenoa la tía;puesdesdeelmomentoenquela joven,pararesistiryprotestar,había tenidoquedespojarsedesuactitudsumisaysuaspectogazmoño,yanoquisorecobrarlamáscara hipócrita y se tomaba libertades dentro de la casa sin que leintimidasenenlomásmínimolasfuribundasmiradasdelabaronesa.

La represión de ésta y sus violencias estaban en razón directa de lasinsolenciasdeMaría,quesehacíamásatrevidaconformesutíaseindignabayapelabacadavezconmástenacidadalosprocedimientosenérgicos.

DoñaFernandacasiseconfesabavencidaenpresenciadesusíntimos.

—Pero esa niña es elmismo diablo, padre Tomás. ¡Cómo se conoce dequiéneshija!De talpalo, tal astilla.Es imposiblehacerdeellanadabuenocomoDiosnoobreunmilagro.

—Calma, señora baronesa—contestaba siempre el italiano—. No hayrealmenteprisa endecidir sobre elporvenirde laniña.Si ellanoquiere sermonja, ya buscaremos el medio de que se salve su alma sin violentar suvoluntadniobligarlaaentrarenunconvento.

Y era que el padre Tomás, menos dispuesto que su antecesor el padreClaudio a acudir a medidas decisivas ni a violentar la marcha de losacontecimientos, buscaba ya en su astucia, y creía haberlo encontrado, unmedio que asegurase el ingreso en la caja de laOrden de losmillones querestabandelaherenciadeAvellaneda.

En cuanto a la viuda de López, siempre que era consultada por doñaFernandasobreelporvenirdeMaría,contestabadeidénticomodo:

—Señora baronesa; no logrará usted su deseo. Me basta mirar a unapersonaparaconocerla;mepreciodeello,yleaseguroqueaesaniñaloqueleatraeeselmatrimonioyno las tocasmonjiles.Además,susantecedentesnoson los más propios para que se sienta inclinada a la vida del claustro;acuérdeseustedde“aquellodelcolegio”quevariasvecesmeharelatado.

Yaldeciresto,callabanlasdosviejas,dejandoqueensuimaginaciónseamontonaseuncúmulodemaliciosassuposiciones.

Todaslasperversidadesdelapasiónlasadmitíanantesquelaverdaddeloocurrido.

Sumalicia de beatas no podía conformarse con la ingenua inocencia deaquellaveladaenlaazoteadelcolegio.

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IV

REANÚDANSELOSAMORES.

AlgunosmesesantesderecibirselanoticiadelmartiriodelpadreRicardo,experimentóMaríaunagransorpresa.

Por lasmañanas, aprovechando los descuidos de su tía o sus salidas decasa por asuntos de devoción, una de sus más predilectas distracciones eramiraralacalleenlashorasquelosestudiantesdeMedicinaentrabanosalíanenelinmediatohospitaldeSanCarlos.

Así vio un día a Juanito Zarzoso, del cual, aunque se acordaba algunasveces, no guardaba ya más que un recuerdo lejano y borroso, comoamortiguadoporeltiempoyporaquelrégimenausteroaquelasometíasutíayqueparecíainfluirensupartemoral.

Cuandoellavioaunjovenvestidodeluto,paradoenlaaceraymirandoconinsistenciaalbalcón,sinhacercasodelaspullasdeloscompañerosqueseguían adelante, sintiósemolestada por la curiosidad de aquel importuno ycasiestuvotentadaaretirarse;peroderepenteencontróenaquellafiguraalgoqueparecíaserleconocidoyqueatraíasusojos,yentregándoseentoncesaunfijoexamen,notardóenreconocerasutímidonoviodelaépocadecolegiala.

Estaba tan desfigurado el estudiante, que era difícil conocerlo. Habíacrecido mucho, aunque perdiendo bastante de su primitiva robustez; susfacciones habíanse fijado definitivamente, formando un rostro inteligente ysimpático,yunabarbacorridayfuertedabaaspectovaronilaaquellacaradeniño.Susojos,cuyaluzparecíaamortiguadaporelestudio,brillabantrasunasgafasdeoro.

María permaneció inmóvil, como asustada por la aparición, y, en suaturdimiento, únicamente supo contestar con sonrisas ingenuas, quedemostrabansuplacer,alossaludosqueladirigíaelestudiante.

Desdeentonces, todas lasmañanas losdos jóvenes,aprovechandoelunolos intervalos entre dos clases, y valiéndose la otra de los descuidos yocupacionesdelatía,seveíandelejos,cambiabansaludosysesonreíanconesaplácidaestupidezdelaspersonasqueseconsideranfelicesúnicamenteconcontemplarse.

Prontonolesbastóconestoyambosexperimentaronlanecesidaddeunacomunicación más expresiva y amplia que las miradas que se lanzaban delejos,bienatravésdelosvidriosdelbalcón,oenlascallescuandoMaríasalíaencompañíadelabaronesa.

Laintrigantedoncelladeéstafuelaque,porpuroamoralartedechismear

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yporelplacerde jugaruna tretaasuseñora,a laqueodiabaenel fondo,apesardemuchosañosdeservicio,seencargódeponerencomunicaciónalosdosantiguosnovios.

Ella fue laqueentregóaMaría laprimeracartadeJuanito,yasísupo lajovenquelamadredesunovio,aquellainfelizseñoracasiciega,alaque,sinconocer,amabaconrespetuosasimpatía,habíamuertoalgunosmesesantes,yque al ocurrir esta desgracia el doctor Zarzoso había ido a Valencia parallevarsea su sobrinoaMadrid, trasladandosumatrículaa laescueladeSanCarlos.

Juanitomanifestabaademás,conunasatisfaccióncasiinfantil,susnotablesprogresos en la carrera, los premios que había alcanzado y lo contento queestabasutíoalverqueibaatenerunsucesordignodesufama.

Desde entonces se entabló una correspondencia continua y apasionadaentrelosdosnovios,volviendoarenaceraquelamorque,aunquevelozcomouna ráfaga, les había unido durante algunos días, allá en los tejados deValencia.

Maríapasabalasangustiasdeunladrónqueintentahacerinvisibleelfrutodesusrapiñas,paraocultarlasplumasyelpapelqueleservíanparaescribiraJuanito, y no contentos los dos con cambiar una carta diaria, todavíaaprovechabancuantasocasionessepresentabanparacomunicarse,conseñas,debalcónacalle,todaslasmañanas.

Nadienotabalasrelacionesamorosassostenidasporlosdosjóvenes.

Labaronesa,apesardesuastucia,nollegabaarecelardelaconductadesusobrina, y en cuanto al doctor Zarzoso, aunque notaba que Juanito noestudiabatantocomolosprimerosmesesdesuestanciaenMadrid,yquesalíacon más frecuencia de casa, atribuía esto a la atracción que produce unaciudaddesconocidayalasnecesidadesdelajuventud.

Elcolososonreíaconmalicia.Yasabíaélloqueaquellosignificaba:algúnamorcillo.Yaldecirseestoguiñabaelojo,afectandoconocermuybientalesdeslices,comosiolvidaselasalvajevirginidaddesujuventud,ignoranteparatodoaquelloquenofueselaluchaconlaciencia.

Los amoríos que suponía el doctor Zarzoso eran pasioncillas de un día,correrías a ciegas en busca de unas faldas para acallar los hambrientosbostezosdelacarne;ydeseguroquesialserllamadoacasadelabaronesadeCarrillo, para curar a ésta sus ataques de nervios, hubiese sabido que en talviviendaestabalamujeramada,yqueéstaeraaquellasobrinillaaristocrática,nohubiesemanifestadotantabondad.

Elendiabladosabio,plebeyotehasta lamedulade loshuesosyorgulloso

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de su origen, estremecíase de horror ante la posibilidad de unirse por lazoalgunoconcualquieradeaquellas familias elevadas, corroídaspordolenciasextrañas y hereditarias, a las que él visitaba, y su indignación inmensa sólopodíacompararsealaqueexperimentaríaunaprincesadelasquefigurabanenelalmanaquedeGotha,alproponerlequedierasumanoaunbarrendero.

Profesabaasusdistinguidosclienteselhorrorquesienteunapersonasana,robustayegoístaantelosapestadosquepuedencontaminarle.

Sufrasefavoritaera:“Laaristocraciaesunpudridero”;yhablabacongranelocuenciadelinmensocaudaldeenfermedadesygérmenesdelocurasqueelaislamiento de clase y el horror a cruzarse con gentes más humildes yvigorosas,había idoamontonandoenaquellas familiasdesde los tiemposdelasextravaganciasfeudalesydelabarbarieguerreradivinizada.

—Poralgodicenesasgentesquetienenlasangreazul.Espuraporqueríaloquecirculaporsusvenas;virusqueinfeccionadeunaaotrageneraciónyque ennada se parece a la sangrede los demás seres.Si yo tuviera unhijo(sólo al hablar de esto pensaba el doctor en los hijos), juro que primero loahorcaba que le permitía el casarse con una mujer de cuyo vientreforzosamentehabíandesalirgeneracionesdeescrofulososodelocos.

Afortunadamente, el doctor Zarzoso, para el cual su sobrino era unverdadero hijo, ignoraba qué clase de amorcillos eran los que turbaban latranquilidaddeljovenestudiante.

Cuando al recibir la noticia de la muerte trágica del padre Ricardo, labaronesasufrióunaespantosacrisisnerviosa,eldoctorZarzoso fue llamadopara su curación. Este suceso produjo en el estudiante gran alegría. Seríaridícula la idea, pero a él le producía cierto placer el que su tío entrase enaquellacasa,frentealacualtantasvecespaseabaél,yhastaleparecíaqueentorno de la ruda figura del doctor quedaba adherido algo del ambiente quecreemospercibirrodeandoalamujeramada.

Elsucesonocausómenos impresiónenMaría.Alsaberquesu tíohabíamuertocomounmártir,amanosdelosfanáticosjaponesas,llorócuantopudoparanoresultarunanotadisonanteenelconciertodedolorqueestallóenlacasa; pero, a pesar de esto, su desconsuelo fuemás aparente y ceremoniosoquereal.Noteníagrandesmotivosparallorarlamuertedeltíojesuita.Nolohabíavistojamás,yjuzgandoporlosapasionadoselogiosdelabaronesaysusamigos, imaginábaselo como un hombre huraño, misterioso, desligado porcompleto de todo vínculo terrestre, y propio para inspirar más miedo queamor.

Laenfermedadde su tía sirvióleparapoderdecidirse conmás libertadahacer“telégrafos”aJuanitoconsusvivacesmanos,traslosvidriosdelbalcón.

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Además, en tal circunstancia conoció personalmente al tío de su novio,aquelpersonajeterrible,delcualsehabíahabladoconexpresióndemiedoenlastertuliasdesutía,yqueaella,apesardetalesprejuicios,leresultabaunbuenseñor.

Elfamososabio,contodasucienciayaquelconocimientodelmundoydelaspersonasqueafectabasufingidamalicia,nopodíaexplicarselascausasdelaexageradaamabilidadconquele tratabalaniñadelacasa.Eraunsecretoparaélelporquédelassonrisasgraciosasylaexpresióndealegríaconquelerecibía la sobrina de la baronesa; pero, ¡ah, cándido doctor!, si no hubiesesiempremarchadoconlacabezabajaypreocupadoporsusideotasluminosas,de seguro que al salir de la casa se lo hubiese explicado todo, al ver a susobrino alejarse rápidamente, o esconderse en algún portal, al notar lapresenciadeltío.

Maríaera laúnicadeaquellasseñoritasaristocráticasa laquenomirabaconexpresióndelástimayasco;noeraungatitodesollado,comoélllamabaalasotras.

Conocíabienlahistoriadelafamilia.BastantelehabíadadoquehacerlamuertedelcondedeBaselgaenelmanicomioqueéldirigióenotrostiempos,y aunque estaba convencido de su locura, no dejó de preocuparle el tiro depistolaqueelinfelizdementesedisparóensucelda.Aquellaarmafatalhacíapresentir al doctor la existencia de una diabólica intención, que habíaintervenidoenelarreglodelatragedia.Ycomoeraenélcaracterísticoatribuirtodos losmalesa la“gentedesotana”,novacilabaen tenerporculpabledecuanto había ocurrido a aquel padre Claudio, de quien ya casi nadie seacordabaenMadrid.

Además,conocíaalgodelahistoriadeMaría,yestoamenguabauntantola extrañeza que le producía notar en ella un vigor y una energía serena,impropiadelafamilia.Elrecordabahaberescuchadociertasmurmuraciones,delascualesnosalíamuybienlibradalavirtuddelamadreniladignidaddelpadre; murmuraciones en las que danzaba el nombre de cierto célebrerevolucionario.

Perotodasestasideassólopodíanpreocuparporpocotiempoaunhombrecomoeldoctor,obsesionadoporlosobscurosproblemasdelaciencia;yasíesque, apenas hubo dejado de visitar a doña Fernanda, repuesta ya de susataquesnerviosos,olvidóporcompletoalatíayalasobrina.

Los amores del estudiante y María seguían, entretanto, su curso,fortalecidosahoraporlaproteccióndelaviudadeLópez.

La explicación surgida entre doñaEsperanzay la sobrina de la baronesahabíaservidoparaquelaviuda,arrastradaporsuaficiónalosenredosyporel

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afándehacerfavores,sepusieraalasórdenesdelosnovios.

Ya se sobrentendía que ella hacía esto únicamente porque la niña sedivirtiera;porque,al fin,habíaquedara la juventudloqueerasuyoydejarquegozaracuandole llegabasutiempo;masnoporestocreíaellaquetalesamoríospodíanterminarenuncasamiento.

Unosamoresinocentes,ynadamás.Cosasdemuchachos.¿QuépecadosecometíadejandoqueMaríatuvieraunnovio,comotodaslasdesuedad?Másadelante,yaentraríaenlareflexión,ycuandosutíaseconvencieradequelamuchachanuncallegaríaasermonja,yalearreglaríaunmatrimoniodignodesuposiciónydesunombre.

Apoyándoseentalesreflexiones,conelobjetodeafrontarmentalmenteelpeligroquesuponíaparaellael ser infielasupresidenta, laviudadeLópezprotegía a los dos jóvenes, mostrándosemuy contenta en ser sumediadorabondadosa,ydándoseciertosairesdematernidad.

Hablaba,enlacalleconJuanito,alqueencontrabamuysimpático,apesardelarepugnanciaqueenlasprimerasentrevistassentía,alpensarqueeraelsobrino de un empedernido ateo, y que tal vez participase de sus doctrinas.Cadavezqueelestudiantesolicitabadeellaunfavor,laviudanopodíamenosde sentirse satisfecha, pues aquel muchacho sabía rogar de un modo quellegabaalalma,yanteelmáspequeñoserviciomanifestabaunagradecimientoconmovedor.

Doña Fernanda, como si se hallara quebrantada por su recienteenfermedad, y lamuerte de su santo hermano hubiese cercenado su antiguaenergíaymovedizaactividad,mostrábasereaciaasalirdesucasa,ymuchasveces, por no moverse de su asiento, ahogaba su curiosidad y no iba enseguimientodeMaríaparaaveriguarlacausadequeéstapermaneciesetantotiempoatisbandoatravésdelosbalcones.

Este estado de doña Fernanda ocasionaba también un aumento deatribuciones y libertades en la intriganta viuda de López, del cual seaprovechabanlosdosnovios.

Doña Esperanza, con su bondad sin límites, era la que se encargaba desacarapaseoalaniñaydeacompañarlaalasfuncionesreligiosascuandolatíanosesentíaconánimoparasalirdecasa.

De estas circunstancias se aprovechaba Juanito para hablar con María,siempre bajo la vigilancia de doña Esperanza, que se mezclaba en laconversaciónapenaséstatomabauncaráctermarcadamenteamoroso.

LaviudadeLópezestaba lejosde imaginarsequeaquelestudianteeraelmismo muchacho con quien habían sorprendido a María en la azotea del

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colegio.Losdosnoviosguardabaninstintivamentesusecretoantelaindiscretacuriosidaddelaviuda.

Procuraban lasdosmujeressalirapie,puesdeestemodopodíaunirseaellas el enamorado estudiante. Doña Esperanza adoptaba un aire de mamácomplaciente,quevaacompañandoasuhijayalnovio,yasíibanlostresalaiglesiaoaalgunasolitariaalamedadelRetiro.

Transcurrierondeestemodomuchosmeses,sinquenuncallegaseaoídosdelabaronesalamenornoticiadelatraiciónquelehacíasusecretaria.

Juanito, como si calmasen su sed amorosa aquellas conversaciones quesostenía conMaría, coreadas por la complaciente viuda, había recobrado sutranquilidadyvolvíaadedicarsealestudioconelmismoardorqueantes.

Estabapróximoyael términodesucarrera,yveíacercanoeldíaenquealcanzaríasutítulodedoctorenbrillanteoposición,dandofindeestemodoasus estudios, que le acreditaban en San Carlos como el alumno másaprovechadoyqueconmayorrapidezhabíaseguidosuscursos.

La proximidad de aquel suceso, tantas veces soñado por el estudiante,llenaba de alegría a los novios. ¡Oh, qué dicha!Apenas tuviera su título dedoctor,eraprecisobuscaryaunafórmulaparahacerpúblicassusrelacionesydecidiraldoctorZarzosoaquepidiesealabaronesalamanodeMaría.

Todo les parecíamuy fácil a los dos jóvenes, y encontrándose cada vezmásfueradelarealidad,juzgabancomopequeñosinconvenienteselcarácteriracundodelabaronesaconsuspreocupacionesreligiosasylaterquedadrudadeldoctor.

AdoñaEsperanzacomenzabanaasustarleaquellosamores.Comprendía,aunquedemasiadotarde,quehabíaestado jugandoconfuegoyqueaquellosgalanteosnoeranrelacionesligerasparadivertirse,quefácilmentepodíanserrotas,puesteníanyatodoelcarácterdeunapasiónfirmeeindestructible.

ConocíabienaMaríayestabaconvencidadequeopondríaunaresistenciaterrible cuando la despertasen del dulce ensueño de amor satisfecho en queestabasumida.

¿QuédiríadoñaFernandacuandosupieraquesufielsecretariahabíasidolamediadoraentalesamores?

Doña Esperanza, tan confiada y satisfecha por costumbre, mostrábaseahora temerosa y asustada al pensar en la posibilidad de que la baronesallegase a saberlo todo. Y lo que más le desconcertaba era que taldescubrimiento un día u otro había de ocurrir, pues nunca faltan genteschismosasynoticieras;ocuandono,aquellosdosjóvenes,engañadosporsusilusiones,erancapacesdecometerunabarrabasadadeclarandoasustíosque

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seamabanhacíayamuchotiempoyquedeseabancasarse.

Alguna tranquilidad le proporcionaba el saber, por declaración delestudiante,queasíqueterminasesucarreraeldoctorZarzosopensabaenviarleporunaregulartemporadaaParísaperfeccionarsusestudios,comoayudantedelosmáscélebresprofesores.

Si esto llegase a ocurrir, confiaba doñaEsperanza en una larga ausenciacomo remedio contra una pasión sobradamente viva. Pero a pesar de estaconfianza,nolograbatranquilizarse.

Conocíaquevoluntariamente,eimpulsadaporsueternamaníadeserviratodo elmundo, se habíametido en un atolladero y buscaba un auxilio parasalirdeél.

ElpadreTomásfuelaprimerapersonaqueseleocurrióparaelcaso.

V

ENELDESPACHODELPADRETOMÁS.

El poderoso jesuita había recibido a doña Esperanza con una forzadasonrisaderesignación.

Aquellalagartona,consusconfidencias,susintrigasysushojitaspiadosas,quesometíaasuexamenantesdedarlasa la imprenta, le tenía fastidiado,apesardeloconvencidoqueestabadelautilidadqueprestabaalaOrden.

El padre Tomás había indicado almandadero que le servía de ayuda decámaraquenodejaseentraradoñaEsperanzaeneldespacho,pues temía laconversación interminable de la locuaz jamona que venía a turbar susocupaciones: pero en aquel día, la viuda de Lópezmanifestó tal urgencia ytantasvecespidióqueladejasenpasar,quealfinellego,conelpermisodesusuperior,permitiólelaentrada.

Tan largo fue el preámbulo que la locuaz señora puso a las revelacionesquepensabahacer,queel jesuitacomenzóaarquear lascejasyamover losdedos en señal de impaciencia, convenciéndose de que doña Esperanza, enaquellaocasión,comoenlasotras,ibasóloaestorbarle.

Peroprontocambiódeposiciónalnotarquelaviuda,atolondradaportalesmuestrasdeimpaciencia,entrabaenlomásinteresantedesuconsulta.

NadacallólabuenadoñaEsperanza,yprocurandoexcusarsuligerezaenaquelbuendeseoqueleanimabaylehacíaserviratodos,fuerelatandocómohabíatenidoconocimientodelosamoríosdeMaríaycómotambiénsehabía

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prestadoellaadesempeñarelpapeldemediadora.

El jesuita escuchaba inmóvil y silencioso, sin que en su rostro demarmórea fijeza se notase la menor expresión que delatase sus internasimpresiones,ysólocuandolaviudasedeteníacomoindecisaytemerosadelefecto que sus palabras podían causar en el padre Tomás, éste salía de sumutismoparamurmurar:

—¡Adelante!¿Yquémáspasó?

DoñaEsperanzanosedeteníaeibarelatandocuantohabíallegadoasaberyalgomásqueinventabaporpropiacuenta.

Enresumen;queloschicosseamabanmucho,quelacosaeramásseriadelo que ella en el primermomento había podido imaginarse, y que temblabasolamentealpensarquelabaronesapodíasaberalgúndíalaparticipaciónquesusecretariateníaentalesrelaciones.PorestoacudíaendemandadeauxilioylerogabaalpadreTomásquenolaabandonaseensituacióntanapurada,yquehicieseloposibleporremediarsuligereza.BiensabíaellaelnobleinterésquelaOrdensentíaporlafamiliaBaselga,quetanligadaestabaporsupiedadalaCompañíadeJesús,yporestoacudíaalpadreTomásendemandadesaludableconsejo.

El jesuitaquedósilenciosoyreflexionandolargorato.Conocíase,apesardesufrialdadexterior,quelehabíaimpresionadobastantelanoticia.

Tenía sobreMaría formadounconceptomuydistintodelde labaronesa;pero no esperaba encontrar a la joven comprometida por una pasiónvehemente.

Por fin rompió el silencio para asegurarse de la formalidad de talesrelaciones.

—¿Ydiceusted,doñaEsperanza,quesonseriosesosamores?

—¡Oh,reverendopadre!Esosmuchachossequierendeunmodoqueamímecausamiedo.Esempresadifícilelsepararlos,ycreaustedquelabaronesatendráquebregarmuchosiquierecombatiresapasión.Parece,alverlos tandominadosporelamor,queseconocendesde laniñezyquesólo lamuertepodrá separarlos. ¡Ah, reverendopadre! ¡Siustedencontraseensu sabiduríaun medio para desbaratar esa pasión que yo misma he fomentado con miligereza!

ElpadreTomáspreguntó,trasunlargosilencioyconlaexpresióndelqueresuelveunproblema:

—¿Sabe ese joven queMaría fue expulsada del colegio deValencia porciertaaventurillaqueustedcreoyaconoce?

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—No,reverendopadre;seguramentenotienenoticiadeaquello.

Y la viuda afirmaba sus palabras con movimientos de cabeza, muyconvencidadelacertezadecuantodecía.Ellaestabamuylejosdeimaginarseque el protagonista de aquella aventura en los tejados, a la cual daba sumalicia una importancia que no tenía, era elmismo JuanitoZarzoso, al quecreíaignoranteporcompletodetalsuceso.

Eljesuita,aloírlasafirmacionesdelaviuda,sonriótriunfalmente.

Ahíestabalasolución;elmediodeenfriaraquelamorqueasustabaadoñaEsperanza,despuésdehaberlofomentado.

Ella sería la encargada de revelar al novio la aventura de María en elcolegio de la Saletta, y el jesuita tenía la certeza de que por este mediosurgiríanloscelosysobrevendríaelrompimiento.

—Así loharé, reverendopadre.Tanprontocomoveaaesepollo, ledirécuantorecuerdedeaquellatravesuradeMaría,ynohedecejarhastaquelogrequeladesprecie.

Eljesuitasemostrabapensativo.

—Lo importante—murmuró—es que baste esto para que abandone a laniña.

—¡Oh! Bastará, reverendo padre. Es un joven que parece muypundonoroso, y no le creo capaz de seguir amando a unamujer después deconvencerse de que en su niñez andaba por los tejados y la encontrabandormidaenbrazosdeunmuchachuelo.

—¿Conoceustedbienelcarácterdeesejoven?

—Creoquesí.Hehabladoconélmuchasveces;seexpresaconfranqueza,yleaseguroqueamímeparecementiraqueseasobrinodeunimpíocomoeldoctorZarzoso.

—Seguramentetendrálasmismasideasquesutío.

—Me parece que sí; aunque en mi presencia procura contenerse y noenseñar el rabo del diabólico librepensamiento. ¡Buena soy yo para sufririmpiedades!

—¿Ynolecreeustedcapaz,alsaberlaaventurilladeMaríadeseguir,porinterés,haciéndolaelamor?

—Noentiendoausted,reverendopadre—dijolaviudaconperplejidad.

—Quiero suponer que ese joven, después de convencerse del pasado deMaría,podíaseguirfingiendoquelaamaba,tansóloporatraparsusmillones.Yasabeustedquelasobrinadelabaronesaesmuyrica;tanto,quecasitodala

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fortunadequehoygozadoñaFernandaleperteneceaella.

—En ese punto defiendoyo al sobrino del doctorZarzoso. Podrá ser unimpío,unateo;pero,graciasaDios,lasinfernalesdoctrinasnohanllegadoacorromper del todo su alma, y aún queda en él un gran caudal de buenossentimientos.No;élnoamaaMaríaporsusmillones,ysillegaaaborrecerlalaabandonaríasinpensarenlariqueza.

—Le defiende usted con gran calor, doña Esperanza. ¿En qué se fundaustedparatenertalseguridad?

—Enloquemilveces leheoídodecircuandohablabaconMaría.Aesemuchachuelo republicanoy librepensador le estorbaque sunovia seanoble,tengaun título ilustre y poseaunagran fortuna.Yomisma le heoídodecir,perodeunmodoquenodaba lugar aduda, que seríamás feliz siMaría seconvirtieraenunapobremodistilla,puesasínadiepodríaatribuirleentalamorlamenorsombradeegoísmonideambición.Y¡quémás!...Hasta lamismaMaríaestácontaminadaportalesideas,ymuchasveceshereídoescuchandocómo la heredera de muchos millones hablaba con gran seriedad de losadelantoscientíficosdesunovioycifrabasufelicidadenqueéstefueseporeltiempounmédicoafamadoquetuviesecomoclientelaalagentemásselectadeMadrid.Tanenamoradosestánesosmuchachos,quehanperdidoya todanociónsobreelsignificadodeuntítulonobiliarioydeunagranfortuna,yparaellosnohaymásdineroqueelqueunomismopuedaganarse.No,reverendopadre;noesposiblequeesejovenameaMaríaconelúnicoobjetodehacersedueño de sus millones. En este punto le defiendo; no es de tal clase dehombres.

—Mucho mejor—dijo el jesuita, que había escuchado atentamente a laviuda—. Es más favorable para nosotros que en tales relaciones sólo hayaamor sin sombra de mezquino interés. Así romperemos más fácilmente losvínculos que los unen: basta con que introduzcamos entre ellos ladesconfianza.

—Loqueyodeseo,reverendopadre,esqueterminenestosamoríosantesquelabaronesapuedaapercibirsedeellos.

Eljesuitareflexionaba.

—¡La baronesa!—murmuró—. Esa señora cree conocer muy bien a laspersonas y empieza por no formarse concepto exacto de los seres que larodean,delosindividuosdesupropiafamilia.Quierehacermonjasatodaslasmujeres de su raza, sin llegar a convencerse nunca de que han nacido paracasarse,comoseresvulgares,yqueaunellamismanoserviríaparavivirenunconvento.

—Tieneungenioenextremodominante.

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—Esolepierde,amigamía;ylopeoresquecreequebastaqueellaquierauna cosa, para que ésta sea inmediatamente. Se empeñó en que su hermanafuesemonja,yyasabeustedloqueocurriópocodespuésdehabersesuicidadoel conde deBaselga; ahora quieremeter en un convento a su sobrina, y yaacaba usted de decirme el camino que ella sigue, y que no puede ser másdistintodelqueleseñalasutía.

—Efectivamente;doñaFernandaestanciegacomotiránica.

Dijolaviudaestaspalabrasconlaexpresióndegozodelinferiorquealfinencuentraocasiónparahablarmaldelmismoaquienadulaysirve;peroestetono,quenopasódesapercibidoparaelpadreTomás,levolvióalarealidad.

Eraimprudentehablardetalmodo,enpresenciademujertanchismosaeintrigantecomodoñaEsperanza,delabaronesadeCarrillo,que,alfin,habíasido uno de los principales apoyos de la Compañía enMadrid, y en quienbasaba el jesuita grandes esperanzas para el porvenir. Por eso se apresuró ahablarconelpropósitodedeshacerelefectodesusanteriorespalabras.

—Hayquereconocerqueeldeseodelabaronesanopuedesermássantoysublime. ¿Quémejor destino puede ambicionar para su sobrina que hacerlaesposadelSeñor?Lodifícil eneste asuntoesque laniñano seajusta a lasexigencias de su tía, y por carácter huye de la vida tranquila y santa delconvento.

—Esoes,reverendopadre.Maríanoserámonjaaunquelamartiricesutía.Haceyamuchotiempoqueestoyconvencidadeello.

—Yyotambién.Esajovenquierecasarse,sientelanecesidaddeamar;ysinosotroslogramosquerompasusrelacionesconeldoctorZarzoso,asíquesedesvanezca el pesar que esto le cause, no tardará en fijar sus ojos en otrohombre.¿Nolocreeustedasí,amigamía?

—Asílocreo;haceuninstantequepensabaenlomismo.

—Hay, pues, que ser cautos en este asunto; y ya que la niña va por elcaminodelmatrimonio,procurarquenoseextravíeenél,comosumadre.Labaronesa,empeñándoseenhacerdeMaríaunamonjaycerrandolosojosparatodolaquenoseaesto,correelpeligrodequesusobrinacaigaenmanosdeunhombrequeenmodoalgunoconvengaalafamilia,yqueseaenemigodeesareligiosidadrespetablequesiempreharesididoenlacasadeBaselga.Yaqueella,ensudesmedidoamoralareligión,esciegaenesteasunto,nosotrosseremoscautosyprocuraremossalvaraMaríadelpeligroquelaamenaza.

—Segúneso,reverendopadre,¿creeustedqueMaríadebecasarse?

—Asílohecreídosiempre,amigamía.

—Haríausted,pues,ungranfavoralapobreniñadisuadiendoasutíade

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losplanesqueabrigaacercadesuporvenirydemostrándolaquelafelicidaddesusobrinanoconsisteenqueentreenunconvento.

—Asípiensohacerlo,y tengausted laseguridaddequeMaríasecasará.AquíloqueimportaesquenovengaacaerenmanosdeunimpíocomoeseZarzoso, que seguramente la apartaría del camino de la religión. Ya nosencargaremos, cuando sea tiempo oportuno, de buscarle un marido que leconvenga.

—Ymientrasllegaesaoportunidad,¿quéhagoyo,reverendopadre?

—Procurar que se desunan los dos amantes, valiéndose de la revelaciónqueanteshemosacordado.

—¿Ysiesterecursonoprodujeraefecto?

—¡Oh!Seguramente loproducirá.Noconozcoaesemuchacho;peroporladescripciónqueustedmehahechodesucarácter,adivinoqueforzosamentehadeproducirenélunefectoterribleelsaberesaaventuradeMaría.

—¿Y si tanto le cegase el amor que, sobreponiéndose a los celos y aldespecho,siguieseadorándola?

—Entoncestodavíanosquedaríaunmedioseguro.

—¿Cuál,reverendopadre?

—¿No dice usted que el doctor Zarzosomuestra empeño en enviar a susobrinoaParís?¿Tardarámuchoenverificarseesteviaje?

—Antesdetresmeses.Juanitoterminarásucarreradentrodepocosdías,yeldoctornotardaráenenviarloaParís.

—Puesbien;laausenciaeselmediomásfavorableparacombatirelamor.Ensayeusted el efecto de esa revelaciónquehemos acordado, y si el novioresiste,yaaprovecharemos suausenciaparaconvenceraMaríadequedebeolvidar tales amores. La joven es altiva y tiene un amor propio excesivo eirritable; como logremos herirla en este punto vulnerable, seguramente queharácuantoladigamos.

—Perfectamente.Séyacuálesmiobligación.Primero,abrirlosojosaestejovenconlaaventurilladeValencia,ysiestonoresulta,esperaraquesevayaa París, dejando entonces a vuestra paternidad que obre como lo crea másconveniente.

—Otra cosa ha de hacer usted. Yo creo que no me costará muchoconvencera labaronesadequedeberesignarsealcasamientodesusobrina.EntalcasobuscaréentrelosjóvenesqueconozcoyqueamanalaCompañíacomo una santa institución, uno que, por su nacimiento, su educación y sureligiosidad,seadignodealcanzarlamanodeMaría.

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—Esoesloqueyohabíapensadomuchasveces,reverendopadre.AMaríaleconvieneunesposoasí,ynadiecomoustedpuedeproporcionárselo.

—Lo introduciré encasade labaronesa sindarleotrocarácterqueeldeamigo.Convienequeasíqueleveaustedenaquelsalóntrabajeensufavor;esdecir, que le apoye en todos sus avances, haciendo de él grandes elogios yprocurandoinclinardelladosuyoelánimodeMaría.

La viuda de López así lo prometió; y segura ya, en vista del giro quetomaba el asunto, comenzó a charlar alegremente de todos los negociosdevotosporellaemprendidoscon lacooperaciónmásomenosdirectade laOrden.

Acababadelibrarsedeaquelgranpesoquegravitabasobresuánimo.Yanotemíaaaquellabaronesa,enelcasodequesedescubrieralaparticipaciónqueellahabíatomadoenlosamoríosdelasobrina.ElpadreTomáseraahorasuconsejero,obraríaporsumandatoypodíaescudarsebajosuinmensopoder,sisedesatabacontraellalafuriadedoñaFernanda.

Cansóse pronto el jesuita de la charla de doña Esperanza, que ya no leinteresaba,yconmuestrasdemarcadaimpaciencia,ladioaentenderqueerallegadoelmomentoderetirarse.

Cuando la viuda salió del despacho, el padreTomás frotóse alegrementelas manos. Estaba solo, pues el padre Antonio, su antiguo secretario ycómplice, había muerto en Francia durante el período de emigración, y elastuto y desconfiado italiano comprendía las desventajas de tener siemprepresente un compañero que, aunque adicto, podía llegar algún día a lainfidelidad.Recordabamucho la caída espantosa que él hizo sufrir al padreClaudio para que pudiese llegar a fiarse de autómatas que, al fin y al cabo,eranhombres.

Como estaba solo, no creyó ya preciso el disimulo, y sonriendopicarescamente,murmuró:

—Ya es hora de que volvamos a ocuparnos de la familia Baselga. Losmillonesesperanquevayamosaporellos.LoqueelpadreClaudiocomenzó,yoloacabarémáshábilmente.Nadadeviolencias...¿Quierecasarselaniña?Pues bien, la casaremos; y por este medio, lo mismo que si entrase en unconvento,sufortunavendráanuestrasmanos.

Púsose grave el rostro del jesuita, y tras una profunda meditación,murmuró:

—Somos invencibles;cadavezmeconvenzomásdeello.Dondeunodenosotros cae, se levanta al puntounnuevohermano conmayores fuerzas, ysiempre avanzamos impertérritos, sin vacilar un instante, hasta que

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