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Tesis de Licenciatura
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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y
HUMANIDADES
DIVISIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y HUMANOS
DEPARTAMENTO DE LETRAS
LA ARGUMENTACIÓN A TRAVÉS DE LA
SINGULARIDAD: ANÁLISIS RETÓRICO-
ARGUMENTATIVO DE RUSTICATIO MEXICANA DE
RAFAEL LANDÍVAR
T E S I S QUE PARA OBTENER EL GRADO DE
LICENCIADO EN LETRAS HISPÁNICAS
P R E S E N T A
JOAQUÍN RODRÍGUEZ BELTRÁN
GUADALAJARA, JALISCO. ENERO DEL 2009
LA ARGUMENTACIÓN A TRAVÉS DE LA
SINGULARIDAD:
ANÁLISIS RETÓRICO-ARGUMENTATIVO DE
RUSTICATIO MEXICANA DE RAFAEL LANDÍVAR
Joaquín Rodríguez Beltrán
Director de tesis:
Dr. Alberto Ortiz
Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros. Con los escudos fue su resguardo, pero
ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
Unos anales históricos de la nación mexicana Autores provenientes de Tlatelolco
Vox aures refugit, nec fas est verba profari, ni levibus placeat voces committere ventis.
Rafael Landívar
A Gio A José Ángel y Chela
AGRADECIMIENTOS
Nada de esto hubiera podido hacerse sin la ayuda de toda la gente que ha estado alrededor de mí, sin su apoyo constante e incondicionado.
Gracias, Gio, y sólo en esa palabra de gratitud espero condensar la enorme cantidad de sentimientos, recuerdos, deseos y aspiraciones que involucra para mí. Gracias por el ayer y por el mañana que ahora se abre hacia adelante.
Las palabras tampoco bastarían para expresar mi agradecimiento a mi familia: Chela, Migue, Gaby y Ángel. Especialmente una persona que ya no está, José Ángel,
a quien siento vivir dentro de mí cada vez que creo haber hecho algo bien, y otra persona que acaba de llegar, Lila. Probablemente no alcanzo a divisa r y comprender cabalmente todo lo que ellos han hecho por mí.
Pero también tengo que hablar de quienes han sido como otra familia para mí: Eloísa, sin cuya hospitalidad este trabajo habría sido muy distinto, Vero, Víctor y
Claudia. En el plano académico, menciono a tres personas sin otorgar por ello un orden de
importancia: Jesús Gómez Fregoso, por sus sugerencias y por haberme abierto las
puertas de su biblioteca; José Reyes González, por sus recomendaciones y a veces exigencias en el ámbito metodológico; Alberto Ortiz, por haber supervisado esta tesis
paso a paso, haber aportado sus puntos de vista y haberme dado la confianza necesaria para proseguir con la investigación.
Por último, no queda sino englobar a todos los académicos del Departamento de
Letras en este agradecimiento, muchos de ellos me vieron y ayudaron a crecer intelectualmente.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
6
CAPÍTULO I
El entorno de Rusticatio mexicana
11
CAPÍTULO II
Marco Teórico: La retórica
43
CAPÍTULO III
Lo singular como una lucha por lo
universal: Las estrategias retórico-
argumentativas frente al auditorio
europeo
67
CAPÍTULO IV Circularidad y paradojas: La
argumentación frente al auditorio
novohispano y la conciencia criolla
96
CONCLUSIONES
121
BIBLIOGRAFÍA 127
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
6
INTRODUCCIÓN
La presente investigación tiene como punto de partida cierta desconfianza ante dos de
las ideas más repetidas en relación con Rusticatio mexicana de Rafael Landívar, a
saber, que lo que determina la obra es una nostalgia provocada por el exilio en que se
encontraba el autor, y que el aspecto más significativo es lo que podría llamarse
“exaltación patriota del suelo novohispano”. En realidad, no es que se intente aquí
negar la pertinencia de estas ideas, cuyas bases se pueden extraer directame nte de la
obra y de la voz del poeta al decir que intentaba aliviar sus penas con la creación del
poema o al afirmar que su propósito era “publicar las maravillas del patrio suelo”,
sino su carácter superficial. En este sentido, se parte del presupuesto de que los
motivos para publicar tales maravillas no provenían sólo de un amor a la patria en el
exilio, sino de algo más. La tesis completa puede verse como un esfuerzo por hacer
ver que la obra se enriquece de manera significativa al verla al trasluz de ese “algo
más”.
Lo anterior consiste en enmarcar el poema de Landívar en el contexto de una
disputa –un contexto dialógico–, lo cual quiere decir que dicho poema es visto, desde
esta perspectiva, como una respuesta a una serie de ideas que estaban en boga en la
época y que de un modo general calificaban a América y sus habitantes como
inferiores. Sin duda, esto no es más que una de la infinidad de aproximaciones que se
pueden hacer a la obra. Se puede afrontar el problema de las condiciones de
producción de una obra literaria desde muy diversas perspectivas; la que aquí se
propone se basa en el mundo de las ideas –por así decirlo– en que surge Rusticatio
mexicana, el cual, entre otras cosas, estaba caracterizado por un clima polémico en
torno al Nuevo Mundo. Es éste el punto de partida del análisis aquí propuesto y
teniéndolo en cuenta se puede enunciar la hipótesis que ha guiado este trabajo: la
singularidad de la Nueva España es utilizada en Rusticatio mexicana como una
estrategia retórico-argumentativa dentro de un contexto dialógico.
Ahora bien, una de las principales críticas que se les pueden hacer a los estudios
que se centran en el aspecto de las condiciones de producción es que, forzosamente,
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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no pueden dar cuenta del acto literario. Afirman David T. Gies y Russell P. Sebold
que:
[las consideraciones socioeconómicas o políticas] ofrecen toda suerte de refugios
temáticos a estos especialistas en letras que se sienten un tanto tímidos al pensar en
afrontar la dificultad de estudiar la poiesis y la auténtica res literaria de la obra; y
así vemos a tantos sedicentes críticos literarios poner casa en los arrabales de la
literatura, donde olvidan el arte del texto para ocuparse de cómo éste refleja las
ideas económicas, los problemas sociopolíticos, las teorías pedagógicas, la
arquitectura privada, la carestía de víveres, el consumo del tabaco y la cría de
cerdos en el setecientos (Citados en Vevia, 2004, p. 223).
En estos casos, el texto literario es usado como una ventana para observar diversos
aspectos de la realidad donde fue producido. Asimismo, en los casos en que se intenta
explicar el surgimiento de una obra a partir de algún aspecto exterior a ella, la
llamada poiesis queda irremisiblemente descartada; es obvio, entonces, que desde el
punto de vista de las condiciones de producción sólo se puede dar cuenta de la
aparición de algunos asuntos específicos dentro de ella y no de su literariedad. Por
esta razón, hay que hacer la advertencia de que no se encontrará nada aquí respecto al
hecho literario en Rusticatio mexicana. El lector habrá de juzgar por sí mismo si esta
investigación cae o no en esos refugios temáticos.
Ligado con lo anterior, como crítica, también se destaca la imposibilidad de
determinar, en última instancia, las intenciones de un autor. Por supuesto, esto es algo
indiscutible. Por una parte, es esto mismo lo que hace permisible no creer en los
objetivos expresados explícitamente en una obra; pero, por otra parte, esto también
hace que sea una pérdida de tiempo el esfuerzo por descifrar con disquisiciones
biográficas el verdadero móvil de una obra. Por lo tanto, nunca se podrá demostrar de
manera completa e indiscutible que, desde el punto de vista personal, el motivo de
Landívar para escribir el poema haya sido entrar en la disputa.
Lo que sí se puede comprobar –y a esto está consagrado el capítulo I de la tesis–
es que existen los elementos suficientes para, en el plano de las ideas presentes dentro
y fuera de la obra, pensar en ella como una respuesta. Lo que se intentará en dicho
capítulo, pues, es revelar primeramente el tipo de diálogo en que surgió esta
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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contestación. En un segundo apartado, se hará una evaluación de los estudios sobre la
Rusticatio a los que se ha tenido acceso en esta investigación.
Por otra parte, hay que hacer explícito un presupuesto más que rige la tesis y que
puede iluminar lo que aquí se ha llamado contexto dialógico: la aparición de un texto
ocurre siempre dentro de un marco, que se puede llamar tradición, con el cual entra
en relación. Esto ocurre simultáneamente como una similitud y como una diferencia.
Los textos, entonces, por su sola presencia afirman tanto su parentesco como su
independencia; se conectan con la tradición y se separan de ella. En este doble
movimiento, que puede analizarse desde el punto de vista de la historia literaria, de
las ideas estéticas, o incluso de las ideas políticas si el texto se presta para ello, la
obra se presenta como asimilación y como choque; así, sólo por su aparición,
transforma –pugnando– el marco en el que fue posible que surgiera. Creo que esta
reciprocidad es particularmente clara en la Rusticatio y su contexto dialógico.
Todo lo anterior hizo, como un paso casi necesario, que se optara por usar la
retórica como el ámbito del cual extraer las herramientas para analizar la respuesta
presente en la Rusticatio. El capítulo II está dedicado a este aspecto. De manera más
específica, se escogió la llamada nueva retórica o teoría de la argumentación por su
énfasis en las estrategias retórico-argumentativas como medios para lograr la
adhesión de un público, de manera que lo que se analizará serán los recursos
argumentativos en general. Es de resaltar el hecho de que no se presta atención en la
tesis a las figuras retóricas como meramente estilísticas; tienen cabida aquí sólo en la
medida en que pueden apoyar un argumento.
En cierto modo, lo anterior hizo que se descartara un análisis detallado de la
métrica del poema, aunque en realidad no fue la única razón, dado que sí existen
formas de crear un efecto retórico o una moción de afectos con cierto tipo de
hexámetros (Herrera, 2004, p. 34): el verdadero motivo debe buscarse en el hecho de
que hacer un análisis exhaustivo de este aspecto del poema excede por mucho las
limitaciones de tiempo y espacio de esta tesis e incluso capacidad de su autor. No
obstante eso, en todos los otros aspectos el análisis es llevado a cabo en el texto
original latino. 1
1 El texto base para la tesis es la edición crítica bilingüe de Faustino Chamorro (Landívar, 2001); pero
también se toma en cuenta la edición bilingüe de Ignacio Loureda (Landívar, 1924) y la traducción de
Octaviano Valdés (Landívar, 1942). Mi sistema de lectura ha consistido en ir primeramente directo al
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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El capítulo III, por su parte, consiste en los resultados del análisis de la Rusticatio
vista como una contestación dentro del contexto dialógico. Lo que se tratará de
sostener es que la principal característica de ésta fue hacer uso de lo singular y lo
admirable como medios para luchar por un espacio que le era negado a América en la
disputa, espacio que puede verse como un estatus de humanidad o civilización.
Por último, en el capítulo IV se intentará iluminar de manera tangencial la forma
en que se proyecta una “conciencia criolla” a partir de dos temas principales: la
argumentación que la Rusticatio dirige al criollo y las “contradicciones” visibles tanto
en la obra como en la identidad criolla.
Al respecto, hay que recalcar que no es que se vea en la Rusticatio una capacidad
de reflejar mejor que otras obras la conciencia criolla –llámesele identidad o
subjetividad–, como si fuera más representativa y captara de mejor manera su esencia.
Se parte de la idea de que las identidades deben ser abordadas como procesos, como
cosas en construcción que se expresan principalmente mediante discursos o relatos
(Bermúdez, 2002), pues en el fondo son una representación. Estos discursos no parten
de una identidad como un todo ya dado y delimitado para después expresarlo y
definirlo; el mismo acto de su aparición transforma el mosaico de símbolos que hace
que un individuo se adscriba a una colectividad, esto es, la identidad.
Esta idea tiene dos corolarios: por una parte, significa que si se puede encontrar
una subjetividad en un texto, ésta será siempre de carácter relacional, posicional e
incluso conflictivo. Por otra parte, esta visión destaca la heterogeneidad intrínseca y
también la pluralidad de identidades existentes; dicho de otro modo, al resaltar el
cambio no se quiere decir que éste sea parte de una esencia que poco a poco
acrecienta y perfecciona de manera teleológica sus modos de expresión, sino que su
principal rasgo es un devenir, que paradójicamente encuentra sus mayores sustentos y
puntos de estabilidad en la historia y en la tierra.
Partiendo de todo lo anterior se puede enunciar la idea conductora del último
capítulo, que en realidad es un desarrollo de la hipótesis ya mencionada: la Rusticatio,
en tanto que producto de una confrontación ante el otro y la visión que éste había
ofrecido de América, se ve obligada a presentar ante él una visión propia de la Nueva
España; responder al otro implicaba mostrar una cara específica ante él. La exaltación
texto latino y, después, corroborar mis interpretaciones –o en otros casos, corregirlas– utilizando
dichas traducciones.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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de lo propio no es, pues, sólo un discurso dirigido del sí mismo para el sí mismo, sino
que primeramente es una contestación al otro, lo cual genera un segundo movimiento
de carácter autorreferencial a través del cual se puede ver una subjetividad criolla, en
el cual ya sólo es afirmación de sí misma.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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CAPÍTULO I
EL ENTORNO DE RUSTICATIO MEXICANA
Puesto que, como ya quedó asentado, la aproximación que se pretende hacer a la obra
se fundamenta inicialmente en el contexto que la produjo, se dará primeramente un
panorama general y breve acerca del autor y las circunstancias que vivió, para
después explorar y tratar de describir el contexto dialógico y, por último, valorar los
estudios a los que se ha tenido acceso respecto a la obra. Concretamente, se tratará de
demostrar que la obra apareció en un entorno caracterizado por la discusión en torno a
la condición del Nuevo Mundo y que, por tanto, puede ser comprendida como una
voz dentro del diálogo.
LANDÍVAR Y LA OBRA
Rafael Landívar nació el 27 de octubre de 1731 en lo que hoy en día es la cuidad
de Antigua Guatemala, entonces llamada Santiago de los Caballeros de Guatemala,
capital de la gobernación o la provincia de Guatemala, dependiente en aquel tiempo
del virreinato de la Nueva España. De ascendencia criolla, Landívar estudió en el
Seminario Francisco Borja. Continuó su formación religiosa y literaria en el Colegio
de San Francisco Javier en Tepotzotlán, donde vistió la sotana de la Compañía de
Jesús en 1750. Después, pasó al Colegio Máximo de México, principal centro
educativo jesuita en la Nueva España, de donde egresó como maestro en teología.
Posteriormente, fue profesor de sintaxis en el Colegio del Espíritu Santo de Puebla y
de retórica en el Colegio Máximo. En 1767, lo sorprendió la orden de expulsión
siendo superior o rector del Seminario Francisco Borja en Guatemala. Vivió en
Bolonia, Italia, donde, ocho años después de la supresión de la Compañía y de la
orden de dispersión que se les imponía a los jesuitas, publicó Rusticatio Mexicana en
1781 y, luego, por segunda vez, en 1782. Murió en Italia el 27 de septiembre de 1793.
El libro en su primera edición, que Faustino Chamorro denomina la Mutinense, se
llamó Rusticatio Mexicana, seu rariora quaedam, ex agris mexicanis decerpta atque
in libros decem distributa; el título ha sido traducido como “Por los campos de
México” en la versión de Octaviano Valdés y el subtítulo como “O algunas cosas
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Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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bastante raras recogidas de las tierras mexicanas y distribuidas en diez libros”, en la
de Chamorro. La segunda edición, publicada en Bolonia y que Chamorro llama la
Bononiense, llevó el nombre de Rusticatio Mexicana, editio altera auctior et
emendatior, cuyo subtítulo puede vertirse al español como “segunda edición
aumentada y corregida”. En ésta se incluyeron cinco libros –o capítulos– más, un
apéndice y algunos pasajes extras dentro de los otros libros.
MARCO HISTÓRICO E IDEOLÓGICO
Se dice comúnmente que el siglo XVIII es el de la Ilustración; sin embargo, es
bien sabido que en la Nueva España y, por extensión, en la Provincia de Guatemala,
ésta no es una tendencia que prevalezca de manera uniforme en este periodo, sino que
se manifiesta como un proceso de asimilación y en algunos casos franco
enfrentamiento. Sin duda, se trata de algo mucho más complejo que un mero choque
entre ideas modernas y otras propias de una línea de pensamiento anquilosada, en lo
cual falta mucho por explorar. Algunos autores ven incluso una tendencia
marcadamente conservadora en la Ilustración hispanoamericana frente a un
barroquismo más osado y liberal que ella (Cañizares, 2007).
De cualquier modo, la idea más común es que el siglo XVIII novohispano
presenta múltiples características que atestiguan el surgimiento de las ideas de la
modernidad y de la Ilustración, lo cual ocurre sin embargo de manera paulatina y se
percibe a lo largo de la centuria como un diálogo entre elementos modernos y otros
pertenecientes a la tradición escolástica; esto llega algunas veces a manifestarse en
esfuerzos por asimilarlos y reconciliarlos y otras veces en un franco ataque a los
primeros, lo cual revela ya cierto conocimiento de ellos.
El pensamiento filosófico novohispano de ese momento osciló entre la escolástica
y la modernidad adoptando las más de las veces un eclecticismo que privilegiaba o
bien a la una o bien a la otra. De hecho, de una escolástica tradicional se pasó a una
escolástica modernizada. No parece que en ese siglo se haya dado un abandono
completo de la base escolástica, que constituía la formación filosófica de los
novohispanos (Beuchot, 1995, p. V).
En el plano político, se puede percibir un claro desfase entre las ideas ilustradas
adoptadas por la Corona española y la realidad novohispana. En este contexto, ocurre
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
13
un choque que provoca una serie de medidas destinadas a paliar esta disparidad: las
reformas borbónicas. En realidad, son éstas el acontecimiento de mayor trascendencia
a mediados del siglo XVIII, tan importantes que, para algunos historiadores, con ellas
inicia la etapa que hace distintivo al siglo:
Si una época se delimita por los rasgos específicos que la hacen diferente de las
precedentes y de los posteriores, entonces habría que encerrar el siglo XVIII entre
1760 y 1821, porque entre esas fechas ocurren las transformaciones que dan a esta
época una personalidad propia. Durante esos años se ensaya la reforma política y
administrativa más radical que emprendió España en sus colonias, y ocurre el auge
económico más importante que registra la Nueva España (Florescano y Menegus,
2000, p. 366).
Según Florescano y Menegus (2000, pp. 366-369), los propósitos de estas
reformas eran parte de una nueva concepción del Estado, cuyo deber primordial sería
retomar la dirección administrativa, económica y política de las provincias en
ultramar. Así, la intención era incrementar la “sujeción” y reforzar el poder del
Estado en ámbitos donde imperaban los intereses particulares de una gran cantidad de
funcionarios políticos. Gracias a esto, la Nueva España al parecer comenzó a tener un
auge económico manifestado de manera más clara en la minería, las industrias textil y
vitivinícola.
Otra de las consecuencias de estas reformas fue que la rivalidad que se venía
gestando desde muchos años atrás entre los españoles peninsulares y los criollos se
recrudeció. La élite administrativa de los Borbones, respaldada por Carlos III en
España y dirigida por José de Gálvez en la Nueva España, demostró un profundo
desdén por los criollos y, de manera general, éstos fueron aun más desplazados de los
puestos de poder (Brading, 1991, pp. 513-515). Igualmente, la intención por parte de
las reformas de incrementar el poder de la Corona, que implicaba necesariamente la
disminución del poder del clero, afectaba también de manera directa los intereses de
numerosos criollos, dado que, como resultado de la misma política de exclusión de
cargos públicos vigente durante el Virreinato, los españoles americanos habían
encontrado en el sacerdocio y en la carrera eclesiástica las mejores perspectivas para
su futuro. Incluso dentro del ámbito de la Iglesia fueron desplazados, puesto que “se
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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nombraron sacerdotes europeos para ocupar cabildos de catedral” (Brading, 1991, p.
514).
LA COMPAÑÍA DE JES ÚS EN LA NUEVA ESPAÑA
Desde su fundación en 1540 por san Ignacio de Loyola, la Compañía de Jesús se
distinguió por ciertos rasgos específicos: por ser el baluarte de la Contrarreforma en
contra del protestantismo luterano, su adhesión incondicionada al Papa, su intensa
labor educativa, la importancia de la predicación y la estricta reglamentación tanto
dentro de la orden como en los requerimientos para ingresar.
En la Nueva España, los jesuitas fueron una orden que entró al acontecimiento
evangelizador de manera tardía en comparación con los franciscanos o los dominicos.
Su aparición en el escenario novohispano en 1572 y su rápido crecimiento
satisficieron las demandas educativas de los criollos, a las que las otras órdenes
atendían muy poco.
Aunque „el fin principal de la ida de la Compañía a las Indias, es ayudar a los
naturales‟, al llegar a la Colonia se encontraron con „que una de las mayores
necesidades que tenía, era la mala crianza e instrucción de los muchachos‟, porque
no había estudios y colegios para la instrucción de los criollos. Ello, sin duda, era
comprensible, pues, aparte de la Universidad, la labor educativa había sido dirigida
hasta entonces hacia los indios (Osorio, 1979, pp. 14-15).
A este respecto, es notable que para el año 1577 ya se enseñaba teología. La
rapidez y la importancia con las que la Compañía desarrolló sus facultades docentes
dependieron, por una parte, del financiamiento que recibió de los criollos y españoles
acaudalados y, por otra parte, de la aceptación con que se recibieron sus peticiones al
rey de España de que se le concedieran algunos de los privilegios de la Real y
Pontificia Universidad de México, a saber, que los cursos que ofrecieran los jesuitas
tuvieran validez dentro de tal universidad (Palencia, 1975, pp. 384-385).
Por el papel decisivo de la educación jesuita en la formación de intelectuales
criollos, tanto que llegó a rivalizar con la Universidad y generó un clima competitivo
entre ésta y los colegios de la Compañía (Ochoa, 1975, p. 24), hay que profundizar
más en su labor pedagógica. En primer lugar, es preciso mencionar que el ingreso a la
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
15
orden requería cursar una serie de niveles por los que tenía que pasar cualquier
aspirante.
Todos los postulantes o coadjutores y candidatos a sacerdotes en la Compañía
deben cursar, primeramente, dos años, llamados de noviciado, en que aprenden los
ideales del instituto y amoldan y organizan su vida de acuerdo con las reglas de
éste. Concluidos los dos años pasan ambos –postulante y candidatos– al juniorado
en el que, por espacio de un año, los primeros aprenden el mayor número de oficios
mecánicos y los segundos se emplean, por el tiempo conveniente, en el estudio
profundo de la literatura (Osorio, 1979, p. 272).
Especialmente para estos últimos –los candidatos– el método de enseñanza
utilizado se llamaba Ratio studiorum, adoptado en 1599, con gran énfasis tanto en el
aprendizaje de las lenguas clásicas y la antigüedad grecolatina, como en la tradición
cristiana. Osorio (1979) resume el método así:
Sus principales características son: 1) divide a los estudiantes, según su edad y
aprovechamiento, en mayores, provectiores, rudiores, etcétera, que después serían
mayores, medianos y menores; 2) ubica a los alumnos con un solo profesor y les
impide vagar de clase en clase; 3) periódicamente organiza repeticiones y
discusiones públicas; 4) la docencia pierde el carácter de conferencia para dar paso
a un trato directo con el alumno; 5) pone especial cuidado en que el alumno lea e
imite a los autores de la época de oro de la literatura grecolatina; 6) promueve, por
último, hacia el exterior, solemnes actos públicos y otras manifestaciones literarias
en que el alumno y el profesor pronuncian oraciones, conferencias y recitaciones
latinas alusivas a la ocasión (p. 14).
La Ratio studiorum privilegiaba, pues, la práctica –por encima de la memorización–,
la redacción y el comentario de textos. Siguiendo una vez más a Osorio (1989, p. 15),
hay que añadir que los pilares en que se basaba su sistema eran el método de la
Universidad de París y las enseñanzas de Erasmo de Rotterdam, Luis Vives, Antonio
de Nebrija y Lorenzo della Valla, cuya postura, a rasgos generales, se encaminaba a
una defensa del conocimiento directo de los autores latinos en detrimento de la
utilización de las gramáticas de la latinidad medieval, que habían conducido a un “uso
corrompido del latín”. En realidad, los jesuitas, junto con los franciscanos –
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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introductores de Erasmo (Osorio, 1980, p. 74)–, fueron los importadores de estos
autores renacentistas en las tierras novohispanas.
Asimismo, hay que advertir que en la provincia de la Nueva España de la
Compañía de Jesús el predominio lo tenía el latín, a diferencia del griego, que no
entraba en la formación curricular obligatoria. El estud io de la lengua de Lacio era el
pilar inicial sobre el que se basaba todo el aprendizaje posterior. En este ámbito, pues,
es evidente que tal educación entrañaba un carácter aristocratizante que excluía al
vulgo del acceso a una vasta producción intelectual, carácter todavía más obvio al
pensar en su marcada ortodoxia religiosa, en oposición a la influencia protestante, y
su férrea defensa de los intereses de las clases nobles y terratenientes (que hacían
aportaciones cuantiosas a la Compañía) frente a las de comerciantes y artesanos
(Osorio, 1980, p. 78).
Guiada por todas estas tendencias generales, la labor educativa de la Compañía de
Jesús en la Nueva España gravitaba en torno a un centro de aprendizaje: el Colegio
Máximo, situado en la ciudad de México. Los otros centros que vale la pena
mencionar aquí son los siguientes: el Colegio de San Ildefonso, donde estaba un
seminario o convictorio, lugar donde los estudiantes no tomaban clases sino que
solamente vivían y estudiaban; el Colegio de San Francisco Javier, creado
específicamente para el noviciado2, en Tepotzotlán, localidad donde había otros
colegios dedicados a la enseñanza de lenguas indígenas y a la formación de los hijos
de la “nobleza indígena”; por último, el Colegio de San Lucas y el Seminario
Francisco Borja, que eran las dos instituciones escolares jesuitas en Guatemala
(Rodríguez Gil, 1954, p. 12). Asimismo, los jesuitas eran titulares de una cátedra de
gran importancia que se impartía en la Universidad, dedicada al teólogo y jurista
jesuita Francisco Suárez:
Las cátedras correspondientes al Colegio [Máximo], en orden de importancia eran:
En la Universidad: la de Suárez
En el Colegio: prima de teología, vísperas de teología, Sagrada Escritura, moral
(para los que querían ser sacerdotes sin estudiar la teología con grados
académicos), filosofía (metafísica), lógica, física, retórica, poesía, tercera de
2 Aunque también se podía estudiar uno o dos años más después de él, en lo cual se dice que era único
(Palencia, 1975, p. 371).
La argumentación a través de la singularidad
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Gramática, segunda de Gramática y primera de Gramática. (Palencia, 1975, pp.
386-387)
Con respecto a esto, se dice que las clases de humanidades, esto es, las de
gramática, retórica y poesía, “no eran estructuralmente parte del currículo” (Palencia,
1975, p. 387); es decir, que, al ser las primeras que tomaban niños, comenzando a los
diez años, lo que justificaba que duraran tanto tiempo era la opinión de que éstos
debían estar lo suficientemente maduros para estudiar filosofía. Fuera o no fuera
cierto esto, lo que hay que recalcar en ello es que la lengua latina era introducida
desde una edad temprana en los estudiantes, que ella era lo único que se aprendía
durante largas temporadas –gramática, poética y retórica abarcaban cinco años– y
que, por tanto, los alumnos podían alcanzar un nivel de dominio considerable tanto en
la lectura de la literatura clásica como en la producción oral y escrita, la cual se podía
manifestar en los actos públicos frecuentemente realizados.
En este contexto, pues, la Compañía de Jesús surgió como uno de los cimientos en
que se fundaba de manera general la educación novohispana y de donde surgieron
“los rectores de la vida intelectual y política de la Nueva España” (Osorio, 1979, p.
204). Pero esto no ocurrió, durante todo el tiempo, como el establecimiento de un
sistema inamovible; hubo cambios significativos a mediados del siglo XVIII en el
método de enseñanza, los cuales corrieron a cargo de la generación de jesuitas que
después iría al exilio y de la que formaba parte Rafael Landívar.
Los miembros de este grupo, entre otros, fueron Francisco Javier Clavijero,
Francisco Javier Alegre, Diego José Abad, Manuel Fabri, Rafael Campoy, Juan Luis
Maneiro. Entre ellos, como se trasluce en la biografía escrita por Maneiro, el que fue
considerado como el mentor fue Campoy, cuya vida no careció de complicaciones a
causa de sus ideas novedosas.
Desde un punto de vista general, es posible afirmar que esta renovación se
produjo como una modificación de método. Este cambio, según se trasluce en los
escritos del grupo de jesuitas mencionado, fue una mayor apertura ante la ciencia y,
de manera más precisa, el conocimiento natural. Esto es obvio, por ejemplo, en el
vívido retrato de Campoy hecho por Maneiro (1989, p. 40), al describirlo en Italia
examinando diversas especies marinas y estudiando a Plinio el Viejo. Maneiro (p.14)
afirma que el cambio significó un regreso a la genuina filosofía de Aristóteles,
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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opinión que ilumina el sentido que tuvo para el grupo, al tiempo que refleja la crítica
que hacían al modo de hacer filosofía en su generación anterior. Parece ser que al
decir “genuina filosofía” se quería expresar la revaloración de los argumentos
racionales por encima de los de autoridad, como si se absorbiera el espíritu reflexivo
de la filosofía y no las palabras textuales de filósofos legadas por una tradición
incuestionable; lo cual en cierto modo explica el hecho de que autores como David
Mayagoitia afirmen que esta reacción se expresó como una rebelión abierta contra
Aristóteles y Santo Tomás y como “una inteligente revisión, por parte de los alumnos
más inquietos, de aquellos puntos que ni Aristóteles ni Santo Tomás pudieron
estudiar satisfactoriamente, sujetándose a proponer soluciones probables” (Citado en
Ochoa, 1975, p. 355).
Como explicación de todo esto, hay que observar que, “ante corrientes filosóficas
nuevas, tenía necesariamente que cambiar un sistema secular que por diversas
circunstancias no había dado a la enseñanza de las ciencias ni el lugar ni el método
que les correspondía” (Ochoa, 1972, p. 360).
Por otra parte, en un plano económico, acerca de la Compañía de Jesús es bien
sabido –y también lo era en ese tiempo– que era poseedora de grandes haciendas y
propiedades en el campo. Esto se inserta en una tendencia general con respecto a la
Iglesia y a las órdenes religiosas:
La Iglesia (…) tuvo una influencia decisiva sobre el desarrollo de la agricultura y la
conformación de la organización agraria. El enorme peso social, político y moral de
que disfrutaba, y su considerable capital, le abrieron tres vías para intervenir
directamente en la agricultura: como propietaria, como receptora del impuesto
pagado por los agricultores y como prestamista de la mayor parte de los
agricultores. (…) A mediados del siglo XVIII las mejores y más eficientes
haciendas azucareras, y muchas de las cerealeras y ganaderas, eran propiedad de
diversas órdenes religiosas, en especial de los jesuitas (Florescano y Menegus,
2000, p. 421).
Todo esto produjo en algunos sectores desconfianza con respecto a la Compañía,
acusándola algunas veces de elitismo y extrema acumulación de riqueza. Por una
parte, la acusación provino de las otras órdenes mendicantes, a lo cual respondieron
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
19
ya desde el siglo XVII con obras como De instauranda aethiopum salute de Alonso
de Sandoval, jesuita que se dedicaba a la predicación del evangelio a los esclavos
africanos que llegaban a Cartagena. Por otra parte, surgieron conflictos frente al clero
secular, ejemplo de lo cual es la intensa disputa en el siglo XVII que tuvieron con
Juan de Palafox y Mendoza, quien defendía la jurisdicción episcopal y afirmaba que
la Compañía gozaba de prerrogativas injustificadas. A este respecto, es
particularmente claro el poder de los jesuitas al tener presente el desenlace de tal
conflicto: conducir fuera de la Nueva España a un noble de excelente reputación que
había ocupado cargos como el de virrey interino y el de arzobispo, para no regresar
nunca más.
La defensa de los jesuitas por estos dos flancos es notoria también en el hecho de
que “habían tenido cuidado de no entrar en competencia con los mendicantes o
incurrir en el peligro de una visitación episcopal aceptando encargarse de parroquias
indias” (Brading, 1991, p. 201); la única excepción a esta regla ocurría en
Tepotzotlán, lo cual revela, por cierto, el carácter excepcional de los colegios de este
lugar.
Por último, en relación con el modo en que la propia Compañía se protegió de los
ataques, hay que mencionar algo significativo: el silencio absoluto por parte de los
escritores jesuitas acerca de sus riquezas en las haciendas.
Tomando en cuenta lo que se ha mencionado respecto a la Compañía y las
reformas borbónicas, se pueden comprender en buena medida las razones por las que
ocurrió la expulsión de los jesuitas.
Desde las primeras décadas del siglo XVIII los Borbones intentaron reducir la
fuerza del clero regular prohibiendo la fundación de nuevos conventos en América.
En 1734 se mandó que las órdenes religiosas no admitieran más novicios por un
periodo de diez años. En 1754 se prohibió a las órdenes que intervinieran en la
redacción de testamentos. (…) A partir de 1760 los ataques a la Iglesia fueron más
violentos. La Compañía de Jesús, la orden más conflictiva por su adhesión al papa
(quien luchaba por mantener la independencia de la Iglesia frente al Estado), por su
influencia en la educación superior, por su riqueza y su carácter independiente, fue
sorpresivamente expulsada de los dominios americanos en 1767 (Florescano y
Menegus, 2000, p. 369).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
20
La operación estatal que desterró a los jesuitas, dirigida por el visitador José de
Gálvez y ejecutada con rigor ante las rebeliones populares que se desataron, hizo que
la gran mayoría de ellos optara por salir de la Nueva España en lugar de renunciar a la
Compañía3; los condujo a la Habana y después a Europa, para radicar finalmente en
Italia. Se sabe que Alegre, Clavijero, el padre Castañiza –posteriormente el
restaurador de la Compañía en México– y Landívar vivieron en Bolonia en la misma
casa, llamada Sapiencia por el renombre de sus habitantes (Rodríguez Gil, 1954, pp.
14-15). Al parecer, así permanecieron hasta la orden papal de supresión de la
Compañía en 1773 –el breve Dominus ac redemptor– que provocó la dispersión de
todos, obligando a muchos a presentarse a sí mismos como parte del clero secular y a
oficiar misas.
Se ha discutido mucho acerca del papel que tuvieron los jesuitas expulsos en la
Independencia. Sin embargo, la perspectiva que parece más realista es la que afirma
que ninguno de ellos participó o influyó de manera activa en el estallido de la lucha
independentista; lo cual, ciertamente, no excluye algo indiscutible: que el efecto
político de su expulsión y de la oleada de protestas que desató “consistió en crear en
el pueblo de México y en los expulsos la conciencia de una Patria esbozada
tenuemente en un principio, pero cuyos rasgos fueron cobrando fuerza y aun vigorosa
precisión” (Pérez, 1987, p. 10). Así, se trata fundamentalmente de una influencia
indirecta pero decisiva.
Una de las ideas de índole jesuita que se ha interpretado como la que tuvo peso
ideológico al momento de la Independencia es la referente a la importancia del pueblo
como la fuente de donde emana el poder del rey. Pérez Alonso (1987, p. 36) la
expresa así: “para los jesuitas la autoridad no venía directamente de Dios al soberano,
sino al pueblo, quien a su vez la deposita en el soberano. A éste le recordada que la
autoridad recibida era en beneficio del propio pueblo de quien la derivaba, y no en
provecho propio.” No obstante, hay que hacer salvedades; desde un punto de vista
práctico, no se tiene noticia de que algún jesuita expulso haya cuestionado
directamente la autoridad estatal, que haya puesto en entredicho el poder de la Corona
española en América, ni mucho menos que haya apelado a la orden de expulsión. De
hecho, la forma en que acataron la orden es, para algunos, de una abnegación
3 Gómez Fregoso (1975) afirma que “de los casi 700 de la Provincia de México no llegaron a una
docena los que escogieron quedarse en México” (p. 95).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
21
ejemplar; en el exilio, la nota predominante es la nostalgia, en ningún momento
parece haberse manifestado públicamente alguna actitud contestataria a la Corona.
Una idea que está más en concordancia con esto último y que ostensiblemente se
opone a lo mencionado por Pérez Alonso es la que resalta el hecho de que “san
Ignacio forjó su instituto de acuerdo con los ideales nacientes de la monarquía
absoluta” (Brading, 1991, p. 207). Esta afinidad se mantiene claramente a lo largo de
las diversas obras que realizaron los jesuitas novohispanos durante el Virreinato y, de
hecho, está en concordancia con el espíritu criollo –tal como se manifestaba antes del
furor independentista–, que no tenía ningún problema para mezclar un elogio a la
Corona española con elementos del pasado indígena, simbiosis evidente en el arco
triunfal con que Carlos de Sigüenza y Góngora recibió al recién nombrado virrey de
la Nueva España (González, 2002, p. 63). Se pueden ver otros ejemplos en el poema
titulado Hernadía de Francisco Ruiz de León o en el proyecto, al parecer tan
persistente pero que quedó sin realizarse enteramente, de Agustín Castro –jesuita
criollo de mediados del siglo XVIII, de quien Maneiro hace la biografía– de escribir
un poema épico llamado La Cortesiada donde, como es claro por el título, Hernán
Cortés era el héroe principal (Decorme, 1941, p. 223).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
22
LA DISPUTA DEL NUEVO M UNDO
Si se acepta la idea de que todo texto quiere dar algo a conocer, sea cual fuere la
índole de ello, se concluirá fácilmente que una obra cuyo rasgo más evidente sea la
descripción de algo tendrá por objeto principal mostrarlo a un público. Ahora bien,
cuando sobre un tema ya se ha escrito de manera extensa, la aparición de un texto
nuevo se justifica por el hecho de que pretende aportar algo novedoso al respecto, que
adquiere sentido al contrastarlo con lo ya dicho. Rusticatio mexicana, que se centra en
describir la naturaleza y diversas actividades humanas de la Nueva España, surge
como parte de una larga tradición volcada al mismo tema. La obra, en tanto que
escrita por un jesuita criollo novohispano en su exilio en una Europa que acababa de
renovar su visión acerca de América, puede comprenderse como un intento por
mostrar su propio punto de vista, es decir, como una respuesta. Lo que se intentará
demostrar en este apartado es que existen suficientes elementos en el entorno de la
obra –caracterizado por ser un debate– para que dicha respuesta pueda ser entendida
no sólo como nostálgica, como ya lo han afirmado muchos autores, sino también
argumentativa.
Para profundizar en la comprensión de la obra, hay que, por tanto, examinar tal
entorno, el cual, siguiendo a Antonello Gerbi (1982), se llamará aquí la disputa del
Nuevo Mundo. Según dicho autor, esta disputa en la historia de las ideas,
estrictamente hablando, comenzó con Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon. Sin
embargo, para entender cabalmente sus fundamentos es necesario remitirse
primeramente de manera somera a sus antecedentes.
La disputa hunde sus raíces en el famoso debate entre Bartolomé de las Casas y
Juan Ginés de Sepúlveda, en cuyo fondo, según Olga Camps en su prólogo (Las
Casas, 2001, p. 14), había dos cuestiones teóricas conflictivas: la primera, de orden
jurídico, fundamentar legalmente la anexión de los territorios americanos a España y
su monopolio exclusivo; y la segunda, de orden filosófico-jurídico, definir la
naturaleza y la condición jurídica de los indios.
En el centro de este debate se encontraba la figura del indio americano. Es bien
sabido que el principal argumento de Sepúlveda se apoyaba en las afirmaciones de
Aristóteles acerca de los esclavos cuando éste declaraba que los hombres de los que
no cabe esperar nada más aparte del trabajo físico debían ser gobernados por otros.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
23
Así, siguiendo a Gerbi (1982, pp. 87-88), el punto de apoyo de Sepúlveda era la
capacidad física “indiscutible” de los indios y su fortaleza en los trabajos pesados, lo
cual, no obstante, no contradecía su inclinación a la pereza; en cambio, Las Casas
enfatiza su debilidad y los retrata como seres humildes, pacíficos y tranquilos –sin
caer en la indolencia– que no buscan “bienes temporales” (Las Casas, 2001, p. 32) y
que están indefensos frente a los conquistadores, esos “lobos” guiados por el oro y la
ambición personal.
Las Casas se vio también obligado a argumentar desde el punto de vista natural.
Ya desde estos momentos, en el siglo XVI, se había utilizado la antigua idea del
determinismo climático para explicar los defectos que los europeos encontraban en
los indios por influencia de su entorno natural. En este contexto, defendió
constantemente la fertilidad de la tierra y el carácter benigno del clima americano.
Asimismo, por su trascendencia, hay que recalcar el papel que jugó la idea de
derecho natural en el debate. Tanto Sepúlveda como Las Casas la tenían como punto
de partida, pero llegaban a conclusiones opuestas: para el primero, como afirma
García-Pelayo en su estudio introductorio (Sepúlveda, 1941, p. 8), el derecho natural
tal como aparecía en los seres humanos coincidía con el derecho de gentes, esto es,
con el sentir de los pueblos que sí eran “civilizados”, mediante lo cual los indios eran
situados “al margen de las elementales condiciones de vida jurídica indispensables
para el respeto por los demás pueblos” (Sepúlveda, 1941, p. 12); para el segundo, el
derecho natural constituía uno de los pilares en que descansaba su combate a la visión
degradante del indio, por medio de lo cual afirmaba la posibilidad de que un grupo
humano ignorante de la “verdadera religión”, mediante la razón, accediera a una
organización social justa. Como herencia de Las Casas, los defensores de los indios
alegaban que éstos, al menos en las dos grandes culturas que tradicionalmente se
aceptaban como las “más avanzadas” –los aztecas y los incas–, poseían tales
cualidades.
Lo anterior se apoyó, en realidad, en un cambio de orientación en el debate,
cambio de gran importancia para entender el desarrollo ulterior y que Brading (1991)
atribuye al dominico Francisco de Vitoria: este religioso “desvió la discusión de las
afirmaciones acerca de la naturaleza inherente de los indios, hacia un debate sobre la
calidad de su cultura y su sociedad” (p. 104). En los textos posteriores de Las Casas,
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
24
especialmente en Apologética Historia Sumaria, se puede percibir este viraje y, así,
su argumentación se vuelca al estudio y el análisis comparativo de los pueblos de “las
Indias” para demostrar que su sociedad se basaba en el derecho natural4 y en la
búsqueda innata de Dios por el hombre, argumento respaldado por san Agustín y su
defensa de la vía introspectiva como camino a la divinidad.
El debate generó, pues, un cúmulo de nociones en torno a las cuales giraron
continuamente muchos escritos posteriores. El peso que tienen numerosas ideas
desarrolladas ulteriormente se entiende cabalmente al interpretarlas con la disputa
como marco de referencia. Así, haciendo evidentemente abstracción de numerosos
detalles, es posible ver cómo se van perfilando dos tradiciones distintas: por una
parte, la que Brading (1991) llama “tradición criolla”, entre cuyos representantes más
notorios están Las Casas y, posteriormente, el Inca Garcilaso de la Vega, Juan de
Torquemada, Fernando de Alva Ixtlixóchitl y Carlos de Sigüenza y Góngora, muchos
de los cuales recurrieron en buena medida a Bernard ino de Sahagún como fuente; y
por otra parte, la “tradición imperial”, cuyo abrevadero eran los cronistas Gonzalo
Fernández de Oviedo y Francisco López de Gómara, de donde Sepúlveda extrajo sus
ejemplos para mostrar la supremacía cultural española (Sepúlveda, 1941, p. 29).
Un representante de gran influjo de esta última también fue Antonio de Herrera,
con su Historia general de los hechos castellanos en las islas y tierra firme del mar
océano. En esta obra, producto del primer cronista mayor de Indias, es clara la
intención de defender “la justicia y el derecho de la Corona española al dominio de
América” (Brading, 1991, p. 236), lo cual se basaba en la tesis que denigraba a los
indígenas al nivel de salvajes idólatras; nótese a este respecto la conexión intrínseca
entre las dos ideas: justicia del dominio español y salvajismo indígena.
Por lo tanto, al parecer se puede afirmar que la tradición criolla se distinguió
primordialmente por su desacuerdo con esto último; dicho de otro modo, conllevó
una revaloración y dignificación de la figura del indígena y, por tanto, de su pasado
prehispánico, todo ello sin cuestionar directamente la primera idea. Esto es claro en el
doble elogio de los indígenas y de los conquistadores hecho por los criollos. Pero la
inercia, la íntima relación entre las dos ideas, condujo finalmente y de manera
consecuente, después de un largo proceso, al ataque directo a la primera.
4 De lo cual era posible desprender que su organización social era invio lable, conclusión que, aunque
nunca enunciada, permitía vislumbrar cómo podía ponerse en tela de juicio la justicia de la conquista.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
25
Ahora bien, hay que describir la participación jesuita en este contexto. Para
finales del siglo XVII, la Compañía de Jesús ya había adquirido una fama indiscutible
por su obra evangelizadora en lugares muy diversos, como Filipinas, China,
California y el norte de la Nueva España. De un modo general, se puede afirmar que
en la mayoría de las valoraciones jesuitas de los oriundos, en parte para justificar y
mostrar el éxito de su catequesis, se ofrecía una visión que enfatizaba el derecho
natural.
En relación con esto, es significativo “el creciente ataque [por parte] de los
jesuitas al modo en que las doctrinas de san Agustín se habían aprovechado para
atribuir un origen diabólico a toda idolatría, levantando una barrera infranqueable
entre los valores cristianos y los valores paganos” (Brading, 1991, p. 294). Para diluir
esta barrera levantada por las condenas agustinianas a los pueblos de la antigüedad –
que es muestra clara de la forma en que a lo largo del debate se hizo uso de todo lo
que ofrecía la tradición europea para justificar las propias ideas y atacar las contrarias,
tomando del mismo autor argumentos de los que se concluían cosas opuestas–, no
sólo se esgrimió el derecho natural, sino que también se exploró la posibilidad de una
evangelización apostólica en América. Esto es notorio en Antonio Ruiz de Montoya,
autor jesuita del siglo XVII de la obra titulada La conquista espiritual hecha por los
religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias de Paraguay, Paraná, Uruguay
y Tape, en la que aparecía el mito de que Santo Tomás había estado en misión
apostólica desde Perú hasta Brasil, idea que estaba respaldada por la célebre cruz de
Carabuco en Perú (Brading, 1991, p. 197) y que persistió hasta finales del siglo XVIII
revelando sus implicaciones políticas –negación de la justicia de la conquista
española– en ideólogos como Servando Teresa de Mier.
En la misma línea, surgieron tesis que les daban sentido a los americanos dentro
de la tradición judeocristiana, postulándolos como una de las tribus perdidas de Israel,
como en el caso de Gregorio García (Brading, 1991, p. 221). De importancia también
fueron, sobre todo en el criollismo de Sigüenza y Góngora, según menciona Brading
(1991), las ideas de Athanasius Kircher, jesuita alemán que localizaba el origen de la
ciencia y de toda la humanidad en Egipto.
Como puede observarse, entonces, los jesuitas parecen haberse inclinado más a
favor de la tradición criolla. Se puede percibir, por ejemplo, en Andrés Pérez de
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
26
Ribas y su obra de mediados del siglo XVII llamada La historia de los triunfos de la
Santa Fe entre los pueblos más bárbaros de nuestro globo obtenidos por los soldados
de la milicia de la Compañía de Jesús. En esta descripción de la evangelización de la
parte norte de la Nueva España, se presenta “a los indios de la región como buenos
cristianos, dóciles y leales, sin nada de la malicia y de la hipocresía de las „naciones
civilizadas” (Brading, 1991, p. 199).
Un caso digno de mención es el jesuita José de Acosta en su Historia natural y
moral de las Indias. Hay dos aspectos que lo hacen destacable y que lo acercan
ligeramente a la tradición imperial: el primero, que asume la idea del determinismo
climático para tratar de explicar tanto las causas del clima tropical americano como
sus consecuencias en la población indígena; el segundo, que enfatiza la idolatría
indígena y ve la conquista “como un providencial acto de liberación mediante el cual
los naturales del Nuevo Mundo quedaron libres del dominio de Satanás y de los
tiranos humanos, y se les ofrecieron los medios de salvación” (Brading, 1991, p. 218).
Con todo esto como antecedente, la disputa del Nuevo Mundo propiamente dicha
surge a mediados del siglo XVIII –con tres representantes principales: el conde de
Buffon, Cornelius de Pauw y William Robertson– como una renovación de la visión
propia de la tradición imperial con respecto a América por parte de la Ilustración
europea, pero con diferencias significativas: que se desarrolla desde una perspectiva
europeocentrista al tiempo que antihispana y, principalmente, que tiene como base un
esfuerzo racional por explicar los fenómenos naturales, es decir, una secularización
del debate propia de los ideales ilustrados.
Por lo que respecta al primer aspecto, para evitar la contradicción que éste podría
sugerir es preciso resaltar, por una parte, la tendencia innegable de la Ilustración a
hacer de Europa el marco de referencia con respecto al cual juzgar lo ajeno, y por otra
parte, el hecho de que las ideas de los autores principales arriba mencionados
encarnaban la percepción que una buena parte de Europa tenía acerca de España: el
país de la contrarreforma, la nación que había permanecido más reacia a la entrada de
ideas ilustradas, la que había adquirido inmensos territorios a la fuerza y a costa de
sangre derramada. Ya desde el siglo XVI se gestaba una visión negativa de las
conquistas españolas, perceptible en Girolano Benzoni y su Historia del Nuevo
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
27
Mundo, que subraya la injusticia y las crueldades españolas al tiempo que presenta a
los indígenas como “seres irracionales” (Brading, 1991, p. 230).
En un plano más general y de tinte menos político, se puede decir que lo que
estaba detrás de esta visión negativa de España era una nueva forma de otorgar
credibilidad a las fuentes históricas, tendencia ya bastante fuerte para mediados del
siglo XVIII. Según afirma Cañizares (2007), en dichos años se comenzó a poner en
tela de juicio la veracidad de los relatos españoles de la conquista –junto con una gran
cantidad de relatos elaborados por viajeros sin la formación filosófica necesaria para
no dejarse engañar por lo aparente– debido a las numerosas incongruencias que éstos
presentaban entre sí, o por la falta de coherencia, ya fuera interna o con respecto a
hechos que parecían palpables, como datos geográficos, lingüísticos, climáticos,
vestigios arqueológicos o fósiles. Cañizares utiliza, al respecto, el término de
“viajeros filosóficos” para denominar al grupo de escritores de relatos de viaje con
estas nuevas tendencias, que son los que formarían el corpus de datos en el que
posteriormente se basarían Buffon, De Pauw y Robertson.
En esta nueva aproximación a las fuentes históricas, casi todas las de los
españoles cayeron en descrédito, por ser éstos considerados como fanáticos religiosos
que, como el vulgo, tenían una propensión a la credulidad ingenua (Cañizares, 2007,
p. 63), una tendencia a aceptar con facilidad y buscar lo maravilloso. Con este ánimo
fueron criticadas las visiones jesuitas de China y las descripciones del imperio inca
hechas por Garcilaso, que parecían exaltaciones basadas en símiles clásicos
grecorromanos. Con el espíritu, pues, de desechar estas interpretaciones que parecían
engañosas ante los ojos de los ilustrados, se gestaron nuevas maneras de abordar el
estudio del Nuevo Mundo, maneras que se rodeaban de un manto de “objetividad”
supuestamente alcanzado por el análisis filosófico.
Ligado con lo anterior, la nueva visión ilustrada se distinguió, como ya se dijo,
por tratar de abordar y explicar los fenómenos naturales desde un punto de vista
“racional”; al respecto, lo mejor es cederle la palabra a Gerbi (1982), cuya obra es la
fuente primordial en las siguientes explicaciones aquí expuestas acerca de la disputa
del Nuevo Mundo:
Con todo, y no obstante la radical revisión a que sometía Hume, la secular doctrina
de la conexión entre clima y caracteres –readaptada a las nuevas circunstancias,
robustecida con el ansia racionalista de relaciones claras, precisas, no variables en
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
28
el curso de los tiempos, sino fijas como las leyes de la naturaleza, esquemática,
evidente, sencilla e irrefutable como lo caliente y lo frío, la sequía y los aguaceros–
acababa por confluir en el juicio sumario que Europa estaba a punto de pronunciar
sobre América. El continente que en el siglo XVI había suscitado tantos problemas
filosóficos y teológicos, cosmográficos y políticos, ahora, tras el eclipse de la era
barroca, se representaba como Naturaleza y como Clima a los espíritus prácticos y
apasionados del siglo XVIII (p.55).
Como puede observarse, la principal tesis era la del determinismo climático,
recogida de la tradición. En efecto, “el „clima‟ servía para salvar el abismo lógico que
mediaba entre la tesis de la debilidad física del continente americano y la de su
inferioridad civil y política. Era sólo un factor, pero un factor crucial, que permitía
esbozar una explicación unitaria de infinidad de fenómenos geográficos e históricos”
(Gerbi, 1982, pp. 54-55).
Es ésta una de las nociones centrales en el conde de Buffon, iniciador de la
discusión, quien se suele contar entre los más destacados naturalistas de la época.
Partiendo de una descripción de la fauna y la naturaleza americanas, del estado de
conocimiento factual a mediados del siglo XVIII y de la información que podía llegar
a él a través de los viajeros, este autor percibe cuatro cosas: primero, que en el Nuevo
Mundo los mamíferos son más pequeños, menos variados y menos fuertes –el tapir es
diminuto en comparación con el elefante; el jaguar, lampiño, no iguala en fuerza al
león, tan potente y melenudo–; segundo, que los animales domésticos traídos de
Europa a América sufren de cierta degeneración o decadencia –el ganado bovino y
los caballos pierden fuerza en el suelo americano–; tercero, que el Nuevo Mundo, en
comparación con el Viejo, tiene numerosos manglares y zonas pantanosas de gran
humedad; y cuarto, que América posee insectos y reptiles más variados y de mayor
tamaño.
En un afán por encontrar una sola explicación para todo esto, Buffon aduce el
estado bruto de la naturaleza americana, es decir, su carácter primigenio y poco
desarrollado, el cual presenta dos caras: por una parte, es hostil al crecimiento de los
animales superiores; por la otra, favorece con su clima a los seres inferiores como
batracios, reptiles, culebras e insectos, que tienen “sangre de agua” y por tanto se
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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reproducen y desarrollan mejor en un medio húmedo, hasta adquirir algunos
proporciones “gigantescas”.
Así pues, como parte de una asociación antiquísima, a saber, entre el agua y el
inicio de la vida, llamar al continente americano el Nuevo Mundo tiene incluso un
sentido físico y geológico: es un mundo primigenio “que permaneció durante más
tiempo bajo las aguas del mar, que está recién salido de ellas y aún no se ha secado
bien” (Gerbi, 1982, pp. 20-21). La infancia geológica buffoniana llega investida como
inferioridad hasta Hegel, quien hereda en buena medida las ideas de Buffon para
articular su visión del papel de América dentro de la historia (Salmerón, 2003).
Se puede percibir fácilmente que, dentro de este razonamiento caracterizado por
una generalización implacable, el hombre queda englobado en el retraso que la tierra
provoca en los animales superiores. Tal inferioridad estaba corroborada por la
supuesta falta de apetito sexual de los indios por sus mujeres, su falta de vello,
símbolo de masculinidad, y lo que mencionaban los viajeros ilustrados, según los
cuales los idiomas de los pueblos originarios americanos “carecían de los medios para
expresar ideas abstractas o generales” (Brading, 1991, p. 465), observación hecha por
Charles-Marie de la Condamine, un “viajero filosófico” en su viaje por Perú en 1737.
Nótese la forma en que, partiendo de un dato de un grupo nativo particular, se podía
concluir algo acerca de todo el continente.
El caso de Cornelius de Pauw, en Investigaciones filosóficas sobre los americanos
(1768), presenta algunas diferencias en relación con Buffon. Para este último, la
inferioridad del indio es un corolario de su visión de la naturaleza americana, que es
la que ocupa el lugar fundamental en su obra; para De Pauw, en cambio, el centro de
gravitación pasa de la naturaleza al hombre americano. En su visión, que parte de una
posición en un plano opuesto a la idea del buen salvaje de Rousseau, los indios son
mostrados como “bestias, o poco más que bestias, que „odian las leyes de la sociedad
y los frenos de la educación‟. Viven cada uno por su cuenta, sin ayudarse los unos a
los otros, en un estado de indolencia, de inercia, de completo envilecimiento” (Gerbi,
1982, p. 67). Esto último tiene una importancia capital para comprender sus ideas,
puesto que refleja otra divergencia con respecto a Buffon: éste habla de hombres
primitivos y de naturaleza en estado bruto, en la infancia; aquél lo describe como un
estado viciado, depravado, algo que fue en retroceso.
La argumentación a través de la singularidad
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La intención de polemizar y llevar al extremo esta visión es algo con lo que la
mayoría de los historiadores están de acuerdo con respecto a De Pauw. Sin embargo,
a pesar de sus obvias exageraciones, articuló su interpretación del problema bajo una
luz novedosa y en correspondencia con el espíritu ilustrado, lo cual explica su fortuna
editorial –la obra fue rápidamente traducida a diversos idiomas europeos. Esta
perspectiva se basaba en un esfuerzo por comprender las razones de los horrores
cometidos por los europeos –españoles, especialmente– y ver los problemas de los
países americanos al trasluz de hechos que parecían comprobables, para lo cual adujo
el clima y las catástrofes como explicaciones.
Respecto a esto último, hay que recalcar que se trata de un argumento cuyas
fuentes pueden remontarse hasta Francis Bacon y su idea de que había existido un
diluvio exclusivo de América:
La inferioridad telúrica del Nuevo Mundo se explica con los mismos argumentos y
se colorea con las mismas pinceladas que habían servido para ilustrar la triste
condición de toda la tierra después del Pecado Original y después del nuevo azote
del Diluvio: se aduce la degeneración de la fauna, se aduce la pérdida de vigor de la
naturaleza, (…) se aduce la inestabilidad, causa de decadencia incluso para el
género humano, se aducen varias señales premonitorias del fin del mundo, y se
aduce, por último, justamente el Diluvio, entre cuyos efectos enumeraba Lutero la
extirpación de todos los árboles buenos, la formación de desiertos de estériles
arenas y la multiplicación de bestias y plantas nocivas (Gerbi, 1982, p. 75).
En efecto, De Pauw planteaba la idea de una gran inundación que había trastornado el
desarrollo de la naturaleza y los hombres en el Nuevo Mundo, lo cual se puede ver
como un replanteamiento o reutilización secular de una tradición específicamente
religiosa.
William Robertson, por su parte, tomó un tono menos polémico y estuvo más
abierto ante las fuentes históricas españolas, retomando sobre todo a Herrera y a
Acosta, pero con un argumento muy especial en el caso de los testigos oculares
hispanos, completamente descartados por De Pauw por ser proclives a lo maravilloso:
para Robertson, “la ignorancia misma de los observadores garantizaba la credibilidad
de partes de sus testimonios” (Cañizares, 2007, p. 87); eran los españoles recién
llegados tan ingenuos que no podían haber inventado por sí mismos algunas de las
La argumentación a través de la singularidad
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cosas tan complejas que relataban referentes a la forma de organización social
prehispánica.
No obstante esta diferencia, Robertson retrata en su Historia de América la
naturaleza y al hombre americano en términos emparentados a los anteriores: respecto
a ésta, resalta el predominio del frío en el continente americano, siguiendo a Buffon;
respecto al segundo, a pesar de su moderación, plantea un esquema donde deja
relativamente mal paradas a las que se consideraban las grandes civilizaciones
americanas. En efecto, en Robertson queda muy clara una de las tendencias que,
siguiendo a Cañizares (2007), regían los trabajos de la época de los ilustrados: ante la
desconfianza que les generaban numerosas fuentes históricas –especialmente las
elaboradas a partir de escritura no alfabética– el mejor modo de estudiar el desarrollo
del hombre “objetivamente” era buscar directamente culturas que, por sus
características, demostraran en aquellos momentos estar en estadios más primitivos
de la humanidad. Dentro de esta perspectiva, que pretendía hacer una “historia
conjetural” de tales etapas, el Nuevo Mundo se presentaba como una gran
oportunidad para descubrir al hombre en etapas anteriores dentro de la escala
evolutiva en cuyo pináculo se colocaba, evidentemente, Europa. Así, en el esquema
de tres niveles que defendía Robertson –donde el salvajismo ocupa el lugar más bajo;
la barbarie, el intermedio; y la civilización, el más alto– los mexicas y los incas
ocupaban el segundo nivel, dejando a las otras poblaciones americanas en el
salvajismo. Digno de notarse es el hecho de que uno de los aspectos centrales que
hacían posible adquirir el estatus de civilización era el comercio, Robertson se
adscribe en el llamado “humanismo comercial”, que defendía que “el surgimiento del
comercio no amenazaba las virtudes cívicas” (Cañizares, 2007, p. 82).
Robertson también menciona algo que tendría fuertes implicaciones simbólicas;
cuando describe los hermosos plumajes de las aves americanas, escribe: “But nature,
satisfied with clothing them in this gay dress, has denied most of them that melody of
sound, and variety of notes, which catches and delights the ear” (Gerbi, 1982, p.
199)5. Este silencio de las aves, señal de la tristeza y carácter lúgubre de la naturaleza
del Nuevo Mundo, se elevó a símbolo de la impotencia expresiva americana en el
5 “Pero la naturaleza, contenta con vestirlas de alegres ropajes, le negó a la mayoría de ellas la melodía
de sonidos y la variedad de notas que atrapan al oído y lo deleitan”. (Todas las traducciones del inglés
al español son mías)
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
32
ámbito de la poesía, idea que incluso un defensor de la naturaleza americana, Thomas
Jefferson, mantuvo.
Así, de un modo global, Buffon presentó las bases naturalistas y De Pauw y
Robertson las conjuntaron con el aspecto cultural e histórico, engarzándose estos
últimos con la tradición imperial, que enfatizaba el salvajismo de los indios y que
estaba en plena oposición a la visión criolla: De Pauw lo hizo “negando abiertamente
la veracidad virtualmente de todas las fuentes históricas que trataban de los indios de
la época de la conquista” (Brading, 1991, p. 465), las fuentes que hablaban del nivel
avanzado de los aztecas y de los incas; Robertson lo hizo cuando “en cada punto,
desde su denigración de Torquemada y Gracilaso hasta su encomio de Gálvez y
Carlos III, (…) ofendió las sensibilidades de los patriotas criollos” (Brading, 1991, p.
476).
Las primeras respuestas a todas estas ideas perfiladas en la visión europea
ilustrada se generaron primeramente en Europa, con autores como Antoine-Joseph
Pernety, Paolo Frisi y otros que afirmaban haber tenido una experiencia directa en
América. Entre las críticas provenientes del Nuevo Mundo, el papel central se le suele
atribuir a la Compañía de Jesús, especialmente a Clavijero. Se puede decir sin lugar a
dudas que gran parte de la producción intelectual de los jesuitas novohispanos en el
exilio se dio a conocer bajo la forma de un alegato, una defensa cuyo prepósito era
desmentir los duros juicios del bando ilustrado, que falseaban, en su opinión, la
realidad novohispana.
Clavijero, por ejemplo, apoyado en sus conocimientos del náhuatl y otros idiomas
indígenas, atacó directamente y proporcionando ejemplos la idea de que éstos
carecían de términos abstractos. De manera más significativa, su Historia Antigua de
México combatió desde el flanco cultural, haciendo descripciones de los habitantes
novohispanos, su historia y su pasado prehispánico.
Pero Clavijero no fue el único que reaccionó; en realidad, puede insertarse en
una tendencia de carácter más general, que Cañizares (2007, pp. 358-446) ve como la
creación de una “epistemología patriótica”, no circunscrita únicamente a los jesuitas
exiliados. Según él, la crítica por parte de los criollos contra los ilustrados y sus
“historias conjeturales” postuló como limitaciones para ellos y sus principios
metodológicos la falta de conocimiento de lenguas indígenas para comprender a los
La argumentación a través de la singularidad
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informantes directamente o para interpretar los logogramas y pictogramas indígenas,
la falta de experiencia suficiente –como haber estado en América un tiempo
considerable–, la mala recopilación y uso de las fuentes bibliográficas. Relacionado
con lo último, la epistemología patriótica defendió criterios diferentes para la
evaluación de la credibilidad de las fuentes, privilegiando “los testimonios de las
élites amerindias y de los criollos clericales” (Cañizares, 2007, p. 362).
Ahora bien, para regresar al grupo de jesuitas expulsos, en una carta que Maneiro
le envía a Clavijero se puede ver la actitud crítica que seguramente tuvieron ellos
respecto a las respuestas de Clavijero y, por extensión, a la visión que los ilustrados
mencionados habían dado de América; por su labor defensora en el debate, Maneiro
lo llama: “violatae ultorem veritatis" (Osorio, 1989, p. 357).6 Sin duda, esto también
muestra lo que pudo haber experimentado un jesuita criollo novohispano ante los
juicios de Buffon, De Pauw y Robertson: sus ideas acerca de la inferioridad, a pesar
del respeto que podían tenerle a un notable naturalista como Buffon o a un historiador
de renombre como Robertson, no podían ser más que calumnias. En la misma carta,
Maneiro anexa un poema anónimo llamado Pro reparata Patriae forma carmen7, el
cual, siguiendo a Osorio (1989, p. 350), se le puede atribuir a él mismo; en dicho
poema se le cede la palabra a América, que, retratada como una mujer afligida,
expresa:
Complures alexit amor, neque inde colentes / non ultra natale solum rediere,
penates / hic facere suos, facere palatia natis. / Quos non chara soli traxit dulcedo,
sed una / auri sacra fames, veniunt, redeuntque. Beatam / me, sin nunquam illi mea
regna, et littore nossent! / Hi nova spergentes veterem commenta per orbem, /
prima fuere mihi labes, et origo malorum (Osorio, 1989, p. 359).8
En el pasaje se puede apreciar una clara separación entre los criollos –en los tres
primeros versos–, descendientes de los que fueron guiados por el amor e hicieron de
América su casa, y los europeos –en los versos siguientes–, atraídos por el oro,
6 “El vengador de la verdad vio lada” (La traducción es mía).
7 “Canto en pro de la hermosura restaurada de la patria”. (Las traducciones de este poema son mías)
8 “A muchos atrajo el amor, y ya como habitantes de esta parte / no volvieron a su suelo natal y crearon
/ aquí a sus propios penates y palacios para sus descendientes. / Quienes no fueron atraídos por el
encanto y la dulzura / sino sólo por un hambre insaciable de oro, vinieron y se fueron. / ¡Dichosa yo si
nunca hubieran pisado ellos mis reinos y riberas! / Ellos, al esparcir sus hallazgos e invenciones por el
Viejo Mundo, / fueron mi primer desgracia y el origen de mis males”.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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residentes temporales y dispersores de los comentarios y las ficciones que fueron el
origen de los males para el Nuevo Mundo. Aquí, la acusación de codicia tiene como
presupuesto la riqueza del continente; al dar esto por sobreentendido, parece quedar
velado que éste es el verdadero contraargumento, el cual sería retomado por otros
autores.
Asimismo, las ideas de Maneiro entroncan con la tradición criolla con respecto a
la imagen del indio y, en oposición a Buffon y De Pauw, se acercan a la noción de
derecho natural y a la del buen salvaje; en su b iografía de Campoy, menciona:
En esos lugares [lejos del bullicio de las ciudades populosas] de América, pueden
verse ordinariamente aquellas ingenuas costumbres y noble sencillez que
distinguían a los tiempos primitivos de la humanidad. Probidad la más recta,
hospitalidad, liberalidad generosa en dividir lo propio con el amigo, con el vecino,
con el pobre, así como el amor de una sana libertad, concorde con la dignidad del
hombre; obediente reverencia al supremo magistrado, así como los tributos a
cualquiera que hace sus veces (Maneiro y Fabri, 1989, p. 5).
Además de la perspectiva cultural, las reacciones de los jesuitas novohispanos
tomaron una vía con énfasis en la naturaleza, engarzándose con Las Casas y Acosta.
Al respecto, se puede afirmar sin temor a equivocarse que no hay en ellos una crítica
a los supuestos de determinismo climático, sino que partiendo de ellos mismos, se
hiperboliza la naturaleza americana. Esta exaltación de la naturaleza por parte de los
criollos, además de comprenderse fácilmente a partir del peso que tuvo el
determinismo climático a lo largo de toda la disputa, se explica al tener en cuenta que
incluso los españoles veían signos de inferioridad en los criollos –cuando afirmaban
que, llegados a una edad cercana a la adolescencia, sus facultades intelectuales ya no
se desarrollaban de forma plena–; lo cual, dado que alegaban la inferioridad de sus
propios descendientes, podía justificarse solamente de un modo: “atribuirla sin más al
ambiente, al clima, a la leche de las nodrizas indias” (Gerbi, 1982, p. 228).
A partir de todo lo anterior, pues, se puede situar sin dificultades la posición de
los jesuitas expulsos en el debate, marco en el que, si bien no se originó, sí cobró un
impulso extraordinario lo que Salmerón (2003) llama “el mito de la riqueza de
México” o “el del cuerno de la abundancia”. En este contexto se publica Rusticatio
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
35
mexicana de Rafael Landívar y éste es el trasfondo que tiene la minuciosa descripción
de la naturaleza novohispana que en la obra aparece.
Algunos han observado (Kerson, 2000, p.30) que no hay evidencia de que
Landívar participara abiertamente en la polémica, lo cual es cierto si se entiende por
“abiertamente” la mención explícita de los detractores ilustrados para intentar
refutarlos punto por punto; sin embargo, es clara la imposibilidad de contextualizar
Rusticatio mexicana en el plano de la historia de las ideas sin el marco de la disputa
del Nuevo Mundo, sin la idea de una reacción –más allá de una simple nostalgia del
exilio– frente a la visión que los ilustrados aquí analizados dieron de América.
Además, adoptar la perspectiva de que Landívar no participó en la contienda es dejar
de lado totalmente una carta del mismo Landívar “en contra de las ideas
extravagantes de los que negaban a los mexicanos el don de las letras humanas y las
ciencias” (Pérez, 1987, p. 31), que fue una de las modalidades que adquirió la idea de
la inferioridad americana. Recuérdese, al respecto, que los jesuitas expulsos se
enfrentaron incluso, en Italia, con algunos intelectuales incapaces de creer que fuera
posible que hubiera personas que dominaran el latín en condiciones climáticas tan
“adversas” y con una lengua materna que no fuera el italiano.
Por otra parte, podría parecer extraño el hecho de que se pretenda colocar la
Rusticatio en un plano adverso a las ideas ilustradas, que es precisamente la corriente
en que muchos suelen adscribirla; a este respecto, Higgins (2000, p. 113) menciona a
Graciela Nemes, aunque también se puede resaltar la visión de Kerson, que adscribe
la Rusticatio a la Ilustración. De cualquier modo, existen las pruebas suficientes para
creer que las descripciones que ésta elaboró acerca de América y, por tanto, la Nueva
España provocarían el choque necesario para plantear, al menos como una de las
razones, la creación de una obra como la Rusticatio. Además, en un clima como el
que vivieron los jesuitas exiliados, era imposible no estar al tanto de todas estas ideas;
se sabe que Landívar leyó a Robertson y a Valmont de Bomare, quien se había basado
principalmente en Buffon (Kerson, 1994, p. 247), y que estuvo en contacto con el
grupo de expulsos (Pérez, 1978, p. 11).
Es indiscutible, por lo tanto, que la obra nace dentro de un contexto dialógico de
discusión caracterizado principalmente por una intención de mostrar a un grupo
ilustrado europeo todo lo relativo a la América española, la cual, al atravesar uno de
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
36
sus mejores momentos en términos económicos, ponía en evidencia su propia riqueza
natural en provecho del orgullo criollo. De ahí que lo que más se recalque acerca del
poema sea lo que muchos califican como la “exaltación del suelo americano”, lo cual,
por cierto, se puede advertir incluso en una lectura superficial.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
37
ESTUDIOS ANTECEDENTES DE LA OBRA
Rusticatio mexicana, del mismo modo que las obras de los otros jesuitas de este
periodo, ha generado una cantidad considerable de bibliografía, ya sea análisis,
prólogos al poema o diversas referencias dispersas dentro de textos dedicados a temas
relacionados con la época. Sin embargo, con respecto a los estudios de la obra en sí
misma de manera integral o sistemática, la bibliografía a la que se ha tenido acceso en
esta investigación es menos numerosa; lo que abunda son las opiniones generales o
las menciones de la obra en textos cuyo tema principal es más general. Los estudios
más extensos y más completos que se han podido conseguir son tres: Contructing the
criollo archive. Subjects of Knowledge in the Bibliotheca Mexicana and the
Rusticatio Mexicana, de Antony Higgins; La „Rusticatio Mexicana‟ de Rafael
Landívar. Ensayo de interpretación humanística, tesis de Ignacio Gil Alonso para
optar al grado de maestro en Lenguas Clásicas por la UNAM; La Rusticatio
Mexicana en el Ambiente Literario del Siglo XVIII. Ensayo histórico cultural, tesis de
Salvador Rodríguez Gil para optar por el grado de maestro en Letras Castellanas por
la Universidad Iberoamericana. Además de éstos, hay trabajos o artículos más
pequeños sobre fragmentos del poema de Landívar, o sobre aspectos específicos
dentro de él; entre éstos, hay que destacar los de Marcela Suárez, de los cuales,
aunque numerosos, lamentablemente sólo se han podido conseguir tres artículos.
A grandes rasgos, es posible hacer una subdivisión de todo lo que se refiere
directamente a Rusticatio mexicana: por un lado, existe una perspectiva histórica, con
Higgins como exponente principal, volcada en su mayor parte al contenido del poema
y a la elucidación de su sentido a partir de lo que estaba ocurriendo en ese tiempo
desde el punto de vista histórico y político; y por el otro, hay una línea estilística o
eminentemente literaria, cuyos análisis se centran frecuentemente en las relaciones
intertextuales entre la obra y poetas clásicos, como Virgilo y Horacio, o examinan las
figuras retóricas como artificios formales dentro de una larga tradición literaria, como
es el caso de la tesis de Gil Alonso y la de Rodríguez Gil. En ninguno de los casos se
aborda concretamente la conexión entre lo ideológico y lo estilístico, éste como un
recurso del primero para argumentar.
Evidentemente, se trata de una generalización que, como todas, puede caer en la
reducción. En parte esto es cierto, pero también lo es que en ningún caso se aborda el
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
38
aspecto argumentativo; nunca se intenta examinar las diferentes estrategias retórico-
argumentativas como herramientas dentro del contexto dialógico, mientras que
siempre parece haber una conciencia clara del carácter de respuesta que tiene la obra
de Landívar.
De cualquier modo, hay que revisar de manera más específica a cada autor. Gil
Alonso en su tesis (1947, p. 26-27) afirma que en el poema de Landívar se cumple el
ideal del género didáctico, “delectando docere”, y da tres razones: la primera, que el
poema se presenta como un tratado o compendio de conocimiento; la segunda, que se
caracteriza por la minuciosidad en las descripciones que se hacen; y la tercera, que lo
que mueve la obra es el afán de verdad, esto es, la intención manifiesta de enunciar
sólo hechos verídicos o al menos respaldados en autoridades.
El análisis llevado a cabo por Gil Alonso se divide en tres partes: la primera
corresponde a datos biográficos de Landívar y a su “personalidad literaria”; la
segunda se basa en las fuentes históricas de Landívar, tratando de encontrarlas y
constatarlas para justificar la idea de Gil según la cual el escritor buscaba la
verosimilitud; y la tercera consiste en un estudio de la forma, de todo el aparato
estilístico-estético landivariano. Hay que observar que lo estilístico o lo estético
remiten únicamente a la tradición literaria, o como dice él mismo, lo que hace es
estudiar los “elementos estéticos desde el punto de vista de la perfección clásica”
(Gil, 1947, p. 101). No obstante, hay que mencionar que Gil sí destaca algunas
características del poema como más relevantes que lo puramente formal o el hecho de
sustentarse en tales o cuales fuentes históricas.
Pero antes de descender a analizar otros elementos particulares, algunos de los
cuales son de orden puramente externo, me fijaré en dos elementos trascendentes,
que son a mi parecer, los que dan individualidad al poema de Landívar, la claridad
y la vida. No cabe duda, una de las notas distintivas de los cantos de la Rusticatio
es, su perspicuidad. (Gil, 1947, p. 66)
Nótese que estos rasgos se consideran “trascendentes”, desde una perspectiva global
de la tesis, principalmente porque justifican la idea que defiende Gil en la segunda
parte: la veracidad. “La vida” como característica, la basa en otros aspectos:
“intervención continua de la acción humana, profundo mexicanismo, dramatismo,
delicadeza de rasgos” (Gil, 1947, p. 73), todos los cuales configuran un ámbito
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
39
estético autónomo ligado a la personalidad literaria de Landívar. Como síntesis de la
tesis de Gil, se puede decir que Rusticatio mexicana es vista como una obra que
intenta enseñar mediante una descripción (poética y vital a la par que objetiva y clara)
un conjunto de elementos fidedignos. La conexión entre el nivel estilístico y el
contenido que articula está, por tanto, primordialmente en función de un esfuerzo por
presentar las cosas americanas tales como son.
Para Rodríguez Gil (1954, p. 86) lo esencial en la obra es la “exaltación a la Patria
(…), la patria en fin que parecía estar llegando a la edad adulta. El sentimiento
involucrado es el amor a esa patria que en el destierro se convierte en nostalgia, en
tristeza profunda”. Para él, todo esto se estructura mediante un conjunto de rasgos
formales propios del neoclasicismo de aquella época, que en muchos casos no
producen sino cierta discordancia con la exaltación. Así, con respecto a esto y a la
mención en el poema de deidades griegas en el suelo novohispano, Rodríguez llega a
la siguiente conclusión, siguiendo a Octaviano Valdés en su prólogo a la obra de
Landívar (1947):
Las innovaciones nos indican una prosapia netamente neoclásica, son un ejemplo
de la corriente antes citada de querer emplear los elementos extraños sin vivirlos,
de sacar la vivencia de su quicio espacio-temporal y destruirlas al quitarles la vida
que sólo tenían en un determinado todo. Los dioses y las ninfas, etc., ya nada tenían
que hacer porque nadie creía en ellos, porque no vivían, porque estaban destituidos
de todo fundamento, pero era de buen gusto en toda obra que tuviera sabor
campestre (Rodríguez, 1954, p. 54).
A este respecto, es evidente que, como dice Gil Alonso (1947, p. 101), si se proscribe
el uso de númenes grecolatinos, habrá que hacer lo mismo con la utilización de latín y
de versificación clásica y, por tanto –se podría añadir–, la obra en su conjunto. Desde
este punto de vista, la obra tiene una contradicción insalvable.
Así pues, siguiendo con las ideas de Rodríguez, la visión que propone es que se
trata de un poema didáctico-descriptivo “con predominio del segundo elemento”
(1947, p. 49), basado en el principio neoclásico de imitación y cuyos mismos
fundamentos formales lo traicionan y lo colocan en una posición híbrida, como texto
renovador en algunos aspectos pero incongruente con lo que Rodríguez considera su
principio generador, su fuente de inspiración: el amor a la patria convertido en
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
40
nostalgia del exilio. En el panorama que ofrece Rodríguez, entonces, el estilo se
remite únicamente a la tradición literaria y no la excede.
Con respecto al trabajo de Higgins, ya se mencionó que se puede adscribir a una
corriente de interpretación más bien histórica de la obra de Landívar. Su tesis
principal es que Rusticatio mexicana sí es una respuesta a las circunstancias históricas
de los jesuitas exiliados, la explica así: “These criollos attempt to transform the
sphere of knowledge production into a space from which they might exert a form of
authority, establishing a certain degree of autonomy for the intellectual realm with
regard to the bureaucratic infrastructure”9 (Higgins, 2000, p. 233). De este modo, lo
que está de fondo en el análisis que hace de Landívar es un intento por interpretar la
obra como parte de un proceso de subjetivación criolla, más complejo que un
protonacionalismo homogéneo que culminaría inexorablemente en un fin nacionalista
predeterminado (Higgins, 2000, p. 237); un proceso heterogéneo, pues, preocupado
principalmente por dar una respuesta a la exclusión de los jesuitas mediante la
formación de una esfera cultural –de carácter ilustrado desde el punto de vista
epistemológico pero no completamente neoclásica desde el punto de vista estético–
que sea independiente y capaz de contrarrestar el dominio de la Corona española que
se impuso con las reformas borbónicas. El mérito de Higgins está en que profundizó
notablemente en la identidad que estaba en gestación; que develó su complejidad y
heterogeneidad, en contraposición a la visión más común y simplista; y que puso en
duda que la Rusticatio abrazara totalmente las ideas ilustradas.
No obstante, bajo la perspectiva que plantea este autor y el análisis que lleva a
cabo, en dicha “esfera de producción de conocimiento” no hay cabida para el aspecto
argumentativo; es decir, se presupone que éste no tiene nada que ver con tal esfera,
sino sólo el conjunto de elementos temáticos y estéticos. Estos últimos los aborda
Higgins a partir de la idea neoclásica de lo bello y la noción de lo sublime, que ve
como opuesta a la primera en el sentido de que es un elemento desestabilizador que
contribuye a la creación de la esfera mencionada. Por otra parte, Higgins analiza la
Rusticatio como una respuesta a la exclusión de la que se sentía objeto la Compañía
de Jesús principalmente a partir de las reformas borbónicas y las tendencias ilustradas
9 “Estos criollos intentan transformar la esfera de producción de conocimiento en un espacio en el que
puedan ejercer algún tipo de autoridad al establecer cierto grado de autonomía para el ámbito
intelectual con respecto a la infraestructura burocrática.”
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
41
de la Corona, junto con sus instituciones y sus normas, dejando inexplorado el campo
con respecto a la visión que el grupo de ilustrados produjo de América.
Los otros estudios en relación con la obra de Landívar son menores en extensión y
analizan aspectos particulares de ella. Dos artículos de Marcela Alejandra Suárez,
Imitatio y variatio en la Rusticatio mexicana y Mitología y memoria poética en la
Rusticatio Mexicana, siguen una misma línea de profundización en las raíces clásicas
de aspectos específicos del poema de Landívar. Para Suárez (2004, p. 109), por
ejemplo, no se trata de meros intertextos en el caso de las referencias a las divinidades
grecolatinas, sino de imágenes poéticas que pueden o bien integrar y asimilar el
conjunto de voces de la tradición clásica, mediante un tipo de “resonancia interna”
que parece maximizar las posibilidades semánticas, o bien entablar una especie de
diálogo con la misma tradición. Con otro artículo, Los prodigia de la cruz: Identidad
y memoria en la Rusticatio mexicana, hace su aportación por lo que respecta a la
construcción de una identidad en el poema, al recalcar la función de los prodigia o
hechos maravillosos, en especial los de carácter religioso, como “la vinculación entre
naturaleza y religiosidad popular y colectiva y la exaltación de los valores religiosos
americanos” (2006, p. 3).
El artículo de Arnold Kerson, The republic of the beavers, resalta los ideales
utópicos manifiestos en el libro de Rusticatio mexicana dedicado a los castores. La
idea central de Kerson es que Landívar humaniza a estos animales americanos a
través de los datos entresacados de autoridades ilustradas como el naturalista francés
Valmont de Bomare y a través del mito alrededor de ellos, de lo cual se desprende
que hay una idealización de lo que debería ser una sociedad, sin afirmar que se trate
de un plan específico de acción (Kerson, 2000, p. 25). Y es aquí donde se engarza con
una larga tradición de utopías que se puede remontar hasta La república de Platón.
Hay un solo texto del que se tiene noticia hasta ahora, que haga uso de la retórica
como herramienta de análisis. Es Modelo para acercarse al desarrollo de la retórica
landivariana, de Aldo Chang Menéndez, y se encuentra en Rafael Landívar, Una
guía de estudio, que consiste en una compilación en versión electrónica de
información acerca de estudios landivarianos publicada por la Universidad Rafael
Landívar en Guatemala. Sin embargo, cuando el autor habla de retórica en el poema,
lo hace para referirse a “la manera en que, por bloques, desenmaraña o se introduce
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
42
en los sujetos poéticos de su obra” (Rafael Landívar, Una guía de estudio, p. 57); es
decir, la retórica de Landívar es, para él, la recurrencia de una misma estructura que
se manifiesta, con pequeñas variantes, a lo largo del poema. Las partes de cada libro o
capítulo del poema pueden ser vistos, entonces, como bloques que se repiten en el
poema y que se distinguen unos de otros por los distintos puntos de vista de los
“sujetos poéticos”. Sin cuestionar la pertinencia de tal aproximación a Rusticatio
mexicana, es evidente que no está relacionada en absoluto con una perspectiva
centrada en las estrategias retórico-argumentativas dentro de una obra literaria.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
43
CAPÍTULO II
MARCO TEÓRICO: LA RETÓRICA
La teoría que servirá como fundamento para este análisis es la retórica, que de un
modo general se puede llamar teoría de la persuasión o de la elocuencia;
concretamente, se tomará como punto de partida la nueva retórica o teoría de la
argumentación. Sin embargo, dada la larga tradición en que ésta se sustenta, antes de
proceder a su exposición, se hará un breve recorrido por dos ámbitos: primeramente,
la retórica clásica y, luego, la retórica novohispana y jesuítica.
LA RETÓRICA CLÁSICA
Los inicios de la retórica se remontan a la Grecia antigua, de manera más precisa,
el siglo V a. C. en Sicilia, que es el tiempo en que nacen las primeras reglas de la
retórica como resultado de la naciente democracia, formuladas por Córax y Tisias.
Después de esto, la primera referencia obligada respecto a la retórica son los sofistas
y la disputa que Platón mantuvo con éstos. Este pensador atacó directamente el
relativismo e incluso la amoralidad que se translucían en la visión de ellos de la
retórica como un instrumento (órganon) mediante el cual es posible “convencer de
cualquier cosa, si se es lo bastante experto en el arte de argumentar” (Romo, 2005, p.
16), como era el caso de Protágoras, que aseguraba poder hacer del argumento más
débil el más fuerte. Evidentemente, en concordancia con los postulados platónicos, no
podía tener ninguna utilidad –en términos de búsqueda de conocimiento– un
instrumento así para Platón, y si la tenía, sería sólo para engañar. De modo que, desde
su perspectiva, “no hay retórica más digna que la que se ciña a la dialéctica o arte de
encontrar la verdad a través del análisis de las ideas, conozca bien las almas y sea
capaz de conducirlas correctamente” (Romo, 2005, p. 18).
Pero también hay que concederles a los sofistas un lugar en el desarrollo de la
retórica clásica; si eran capaces de hacer lo que afirmaban Protágoras y otros,
significa que ya se habían encontrado y definido diversas técnicas para lograrlo.
Como afirma E. Ignacio Granero en su estudio introductorio, “lo que no puede
negarse es lo que aquellos hombres, tan maltratados por Platón, hicieron a favor de un
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
44
arte cuyas reglas comenzaban a esbozarse. La sofística, entre otras cosas, enseñó a
razonar con precisión y a dar a cada palabra su significado exacto y verdadero”
(Aristóteles, 2005, p. 18).
Con todo esto como antecedente, es a Aristóteles a quien se le suele atribuir la
exposición más completa de la retórica en la antigüedad griega, reuniendo la multitud
de reglas prácticas en las que parecían consistir los tratados anteriores y otorgándole
un lugar propio a la retórica dentro de su sistema filosófico. Como es bien sabido,
para él, existen diferentes tipos de juicios: los considerados como científicos son
necesarios, apodícticos, y la lógica se ocupa de ellos; esto lo analiza en los Analíticos,
Primeros y Segundos. El estudio de los juicios que sólo son verosímiles y que se
basan en opiniones generalmente admitidas, y no verdades demostrables por la
ciencia, debe realizarlo la dialéctica, como un razonamiento sobre lo probable; a esto
le dedica los libros titulados Tópicos y Retórica. Por último, en el lugar más bajo, se
encuentran los juicios que en realidad no son sino ilusiones y falacias; a este campo,
el de la erística o controversia, están consagradas las Refutaciones sofísticas. En este
ámbito, la dialéctica es como el punto de partida de la retórica10 y Aristóteles define
esta última como “la facultad de conocer en cada caso aquello que puede persuadir”.11
Así, el objeto de la retórica no es persuadir, sino encontrar en cada situación lo que es
apto para hacerlo. Siguiendo los mismos ejemplos que da Aristóteles en el pasaje
inmediatamente anterior al citado, se puede decir que el objeto de la retórica no puede
ser directamente persuadir porque, por una parte, se trata de un arte –entiéndase
tekhnê– basado en lo verosímil, que por tanto no puede proveer un conjunto de reglas
de las cuales deducir de manera invariable y apodíctica la adhesión del oyente a las
ideas planteadas; y por otra parte, ligado a esto último, porque dicho oyente siempre
tiene la libertad de creer o no creer, independientemente de la calidad del orador.
Así pues, la retórica tal como la plantea Aristóteles, de gran influjo para la
posteridad, trata de encontrar la mejor manera posible de influir en un público, basada
en un razonamiento sobre lo generalmente admitido –para lo cual se apoya en la
dialéctica– y en otros aspectos, como el manejo adecuado de las cualidades de la
10
Alfonso Reyes (1961, p. 375) dirá al respecto: “Ambas son métodos expresivos; ambas pueden
aplicarse a todos los asuntos, pero con una intención diversa. Una [la dialéctica] es la hermana
aristocrática, destinada a los motivos racionales; otra [la retórica] es la hermana democrática, destinada
a todos los motivos humanos”. 11
Aristóteles: Retórica, I, 1355, b, 31
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
45
elocución o el conocimiento del público a partir de las pasiones y las costumbres –en
lo cual se acerca a la poética e incluso a la política.12
Los oradores latinos adoptaron a grandes rasgos las concepciones griegas respecto
a la retórica, especialmente las aristotélicas, otorgándoles un sesgo más práctico y
menos especulativo o filosófico. Cicerón y Quintiliano son sin duda los más
importantes. Al primero se le debe no sólo la síntesis y explicación del papel del
orador y de la retórica, sino también ejemplos de discursos que, posteriormente,
fueron tomados como canónicos. Con estos dos autores, que recogieron las ideas de
Aristóteles y las elaboraciones posteriores a su obra, quedaron delimitados claramente
los diferentes momentos del proceso creativo del orador en la tradición clásica, es
decir, las partes de la retórica: la inventio o búsqueda y estudio de los datos y
materiales que se manejarán, como los argumentos a favor y en contra; la dispositio o
el plan del discurso, esto es, la ordenación de las partes y los componentes del
discurso; la elocutio o estilo, donde interviene el uso de las figuras retóricas; la
memoria o la mnemotécnica, indispensable para el desarrollo del discurso; la actio,
que se refiere a la representación escénica y pronunciación efectiva del discurso.
De Quintiliano se derivan muchas de las explicaciones y ejemplificaciones de las
figuras retóricas, así como una mayor sistematización de todo lo que se había dicho
hasta el momento; no obstante, lo que tendría mayor repercusión sería el papel
medular que le otorga a la retórica en su ideal de educación liberal, idea que
atravesaría la Edad Media y el Renacimiento, determinando la formación del Trivium
en las primeras universidades, hasta llegar a los seminarios jesuitas del siglo XX
(Reyes, 1961, pp. 459-460). Su definición de la retórica, como ars bene dicendi (“el
arte o la técnica de hablar bien”) por oposición a la gramática como ars recte dicendi
(“hablar correctamente”), influyó directamente en la retórica de los siglos posteriores.
También hay que mencionar que la palabra bien designa tanto un componente técnico
ornamental y persuasivo como uno moral (Romo, 2005, p. 30), lo cual implica una
especie de ética profesional para el orador según la cual éste debe tener especial
cuidado con su papel, tan importante entre los romanos, en la vida pública y actuar en
provecho de la república. Según Romo Feito (2005), Quintiliano le reprocha a
Aristóteles haber restringido su visión de la retórica a los argumentos y a la inventio,
12
Aristóteles: Retórica, I, 1356, a, 36
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
46
que es lo que ocupa la mayor parte de su obra, y haber dejado de lado las palabras en
sí mismas y la elocutio; tema que, aunque sí trata en la última parte del libro, no lo
hace de manera completa, según Quintiliano.
La retórica clásica, desde un punto de vista general, tuvo otros legados y
conceptos dignos de mención. En primer lugar, se establecieron los tres géneros de la
retórica: el deliberativo, donde el oyente es árbitro y juez sobre cuestiones futuras; el
judicial o forense, donde es juez sobre el pasado; y el epidíctico o demostrativo,
donde es más bien un espectador ante un discurso que alaba o vitupera hechos
pasados o presentes.
En segundo lugar, de gran importancia es la idea de los lugares comunes –tópoi,
en griego; loci argumentorum, en la tradición latina–, que surge con Aristóteles
cuando éste trata de explicar las distintas clases de premisas a partir de las cuales es
posible formar argumentos13, y afirma que hay algunas que son propias de cada
género, como la idea de lo útil para el deliberativo, y otras que pueden utilizarse en
cualquier género, como la idea de lo posible y lo imposible. A las primeras, las llama
especies o lugares específicos, y a las segundas lugares comunes. Así, los lugares
comunes quedan fijados en la tradición como las sedes de los argumentos.
En tercer lugar, las reflexiones en torno a la dispositio derivaron en el
establecimiento de las partes del discurso. Aunque ya desde Aristóteles se puede
encontrar una crítica a las partes tradicionales desde el punto de vista de la
imposibilidad de aplicarlas todas a los tres géneros retóricos –por lo cual afirma que
sólo se puede hablar de dos partes generales, a saber, la exposición y la
demostración– la retórica clásica desde un punto de vista global instaura cinco partes:
1) el exordio, cuya función es “indicar cuál es el fin por el cual se hace el discurso”14;
2) la narración o exposición; 3) la demostración, confirmación o pruebas, donde se
exponen los argumentos en los que se apoya la tesis principal; 4) la refutación o
confutación, que puede ser parte de la confirmación o aparecer separada y que
consiste en presentar los contraargumentos a la tesis defendida por el adversario; 5) y
13
Principalmente entimemas, que son los silogismos retóricos, cuyas premisas son opiniones
generalmente admit idas que a veces no hace falta mencionar. Se ve, entonces, que Aristóteles habla de
un razonamiento deductivo no apodíctico, puesto que se fundamenta en una premisa que es solamente
verosímil. 14
Aristóteles: Retórica, III, 1415, a, 28
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
47
la peroración, que es la conclusión o corona del discurso. Se añaden a veces, también,
la digresión y la altercación, como lo hace Quintiliano.
Por último, hay que mencionar que la Antigüedad siempre tuvo una visión de la
retórica desde el punto de vista de los recursos del orador ante audiencias
determinadas, es decir, la pronunciación efectiva del discurso, de lo cual se derivó
una conciencia clara de la importancia del oyente, y de la necesidad de adaptarse a él.
Se puede notar en Aristóteles, por ejemplo, la idea recurrente de que el auditorio, en
las circunstancias en que se pronunciaba un discurso, era el vulgo; de ahí que la
retórica no se circunscribiera solamente a la razón como medio para persuadir –la
aridez de los razonamientos deductivos podrían lograr el rechazo del oyente
promedio–, sino también a las pasiones que se podían despertar en él e incluso a la
figura moral del orador. Fue así como surgió otro de los conceptos centrales: la idea
del aptum –o prépon, en griego–, que se refería al conjunto de aspectos que convenía
utilizar o no utilizar frente a un público dado.
Sin embargo, a pesar de este gran desarrollo e importancia que tuvo la retórica en
la Antigüedad y, por influjo de ésta, en la Edad Media y en el Renacimiento, también
es de conocimiento general el olvido en que cayó posteriormente, de manera más
flagrante con el advenimiento de lo que se ha llamado la Modernidad. Como herencia
de esto último, la palabra retórica degeneró y con ella, todavía hasta la fecha, se
designa frecuentemente un tipo de encubrimiento o engaño del cual las palabras se
deberían desprender para lograr comunicar claramente su mensaje. Asimismo, otro
efecto bien conocido de esta degradación del término fue que los manuales de retórica
se convirtieron en meros compendios de todas las figuras retóricas posibles en un
discurso, es decir, que se redujo la retórica a la elocutio.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
48
LA RETÓRICA NOVOHISPANA Y LA RETÓRICA JESUITA
Dado que la retórica es considerada como una disciplina de considerable
importancia en la tradición jesuítica novohispana, se hará una breve exposición de la
retórica tal como era concebida y utilizada en aquel tiempo; ello, con el fin de
proporcionar una guía que permita esclarecer hasta cierto punto la forma y los
recursos a los que se podía recurrir en el siglo XVIII con miras a convencer un
público. Como se puede observar, se parte de la presuposición de que Landívar
compartía en cierto modo la manera en que su circunstancia hacía uso de la retórica,
es decir, las herramientas que se podían utilizar para persuadir; de manera que, sin
confundir la nueva retórica –que servirá como base para el análisis– con la retórica
novohispana y la jesuítica, comprender primeramente estas últimas podrá ayudar a
delimitar la forma en que Rusticatio mexicana podría haber respondido e intervenido
en la disputa del Nuevo Mundo.
Sin afán de exhaustividad en el tema, que poco a poco muestra su gran amplitud
mientras se publican más estudios al respecto, y sin la intención de establecer etapas
claramente delimitadas, es posible afirmar que existen tres líneas en que se manifiesta
el uso de la retórica en la Nueva España; vertientes que, aunque se superponen, tienen
su punto de mayor auge en momentos diferentes.
A) La retórica como predicación del evangelio, propia del siglo XVI y XVII,
aunque se extiende hasta el siguiente con la conquista del norte de la Nueva España.
El primer libro de referencia obligada al respecto en el mundo hispano es Retórica
eclesiástica de Luis de Granada, y de manera más específica, en Nueva España,
Retórica cristiana de Diego Valadés. La catequesis y el bautismo masivo, como es
sabido, corren primeramente a cargo de los franciscanos, aunque también los
dominicos tienen considerable importancia; sólo de manera posterior comienzan los
jesuitas como misioneros a llevar el evangelio a pueblos que lo ignoraban por
completo. Ante público tan distinto, era natural que surgiera la preocupación por el
aptum, la necesidad de definir la mejor manera de dirigirse al oyente. En esta toma de
conciencia de la particularidad del público americano, aparece la voz de Bartolomé de
las Casas, que defiende, con fundamentos evidentemente aristotélicos e
iusnaturalistas, la persuasión de manera pacífica y razonable como la única forma
efectiva de evangelizar; aparece, por otra parte, la voz del jesuita José de Acosta, que
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
49
mantiene la conveniencia de adecuarse a una audiencia –los mexicas y los incas– que
pertenece, conforme a su clasificación tripartita de los pueblos bárbaros, al segundo
grado, por lo que no bastando la razón hay que dirigirles prédicas en un estilo claro y
sencillo sin perder de vista la efectividad de mover las pasiones (Abbott, 2004, p.
227).
B) La retórica bajo la forma del sermón, reforzador de una fe ya adquirida.
Mientras decrece la actividad misionera, en los sitios donde el evangelio ya está
asentado la retórica comienza a ser utilizada como un recurso para reafirmar la
religión. Ya no se trataba de persuadir de acercarse a la religión verdadera, sino de
mantenerla. Al respecto, Chinchilla Pawling (2004) señala continuamente la
trascendencia que tuvo la amplificatio, que era un recurso retórico de acumulación y
reiteración usado para desarrollar, alargar y realzar un tema o una idea; se
comprenderá fácilmente su utilidad en tanto que reforzador de la religión y de los
valores cristianos. Siguiendo a la misma autora, se puede situar en el siglo XVII el
punto más álgido en el uso de este recurso, aunque a finales sería muy criticado.
Es evidente, por otra parte, que la separación entre las dos líneas anteriores es
relativamente débil, puesto que se trata en ambos casos de oratoria religiosa y, por
tanto, comparten contenidos; sin embargo, desde el punto de vista de funcional, es
decir, persuasivo, se puede afirmar que son distintas. En efecto, la primera se
relaciona con el uso de lenguas indígenas, dependiente de la elaboración de
gramáticas y del aprendizaje por parte de los misioneros de tales idiomas, la
utilización de imágenes (muy útiles tanto para transmitir contenidos con facilidad
como para provocar reacciones emotivas), el posible respaldo de la fuerza armada, la
claridad y la concisión como factores de estilo elementales, con una incorporación
limitada aunque en crecimiento gradual de figuras retóricas. En cambio, la segunda se
conecta con el uso cada vez más extendido del español, el apoyo que podía tener un
orador en valores ya establecidos como puntos de común acuerdo, la amplificatio y su
consecuente énfasis en las figuras retóricas, que crece hasta reducir la retórica a la
elocutio en el siglo que se ha calificado como el barroco por excelencia.
C) La retórica académica, cuyos inicios se remontan a la fundación de la Real y
Pontificia Universidad de México, pero que mantiene un papel circunscrito a la
universidad, a los colegios o a los actos solemnes con que se recibía a los virreyes
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
50
recién llegados a la Nueva España. Desde que comienza a estar en uso, tiene un
ascenso lento pero ininterrumpido, hasta que –sin perder su carácter elitista, pues se
realizaba principalmente en latín– en el siglo XVIII se puede notar que ya abarca un
espacio considerable en lo que respecta a las diversas formas de usar la retórica. De
un modo más general, esto es parte de un ensanchamiento del radio de acción
perteneciente a la retórica civil –es decir, no religiosa–, lo cual se ve ya consolidado
en el siglo XVIII; así explica Beuchot (1996) tal ampliación:
En cambio, en el siglo XVIII, vemos ya una retórica profesional, de manual
escolar, ya no sólo sagrada, para la evangelización o para la predicación, sino para
asuntos varios, (...) una retórica abierta a múltiples usos, más profesional, más
abarcadora y dotada, no sólo para enfervorizar en el templo, sino para alabar, para
defender casos, para enardecer en los asuntos políticos. Trata de llevar la consabida
argumentación -la participación de lo lógico- y el ornato del lenguaje -la cercanía
de lo poético-, a numerosas aplicaciones diferentes. Hasta encontrar a [Matías de]
Córdova, que no sólo expuso la oratoria en las aulas, sino que la usó para mover a
los chiapanecos a unirse a los otros mexicanos que proclamaron la independencia
(p. 80).
Como se puede observar, esta vertiente académica se opone ostensiblemente a las
dos primeras, que se pueden agrupar bajo la denominación de retórica eclesiástica.
En ésta, se le dio un sentido cristiano al carácter moral –tan enfatizado por los
latinos– del trabajo del orador, lo cual condujo a una visión de la retórica muy
particular: ésta ya no servía para discurrir razonablemente y convencer a un público
de afirmaciones verosímiles, sino para llevar la palabra divina a los que la ignoraban
y salvar sus almas logrando su adhesión a la verdad. En la idea de persuadir,
reposaba, pues, la necesidad de hacerlo siempre acerca de la verdad y de los dogmas
de fe; fue así como, al adentrarse en un terreno en el que no siempre podía tener
cabida una comprensión racional, gradualmente comenzó a cobrar más vigor la
decisión por parte del orador de dirigirse sobre todo a la parte emocional del
auditorio.
La retórica académica, por otro lado, anclada de manera más firme en la tradición
clásica, se apoyaba en la vasta tipología de figuras retóricas provenientes de ella, en el
gusto literario, en la posibilidad de remitirse directamente a las fuentes grecolatinas y
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
51
en la amplia aceptación que tenían los razonamientos silogísticos en el medio
escolástico.
Teniendo presente lo anterior, se puede tener una idea general de la forma en que
un jesuita novohispano del siglo XVIII podría haber hecho uso de la retórica. Sin
duda alguna, cualquier jesuita de este tiempo estuvo en contacto tanto con la retórica
eclesiástica como con la académica, cuyas influencias principales provienen de la
Antigüedad y del humanismo. Ahora bien, hay que describir de manera más precisa,
en la medida de lo posible para esta investigación, la manera en que todo esto fue
asimilado por la Compañía.
Teniendo en cuenta las tendencias de la Ratio studiorom ya descritas, es evidente
que uno de los pilares fundamentales en ella era la retórica clásica. Se puede notar
esto sólo al ver el título de uno de los libros recomendados por la Ratio studiorum,
que se convirtió en uno de los manuales teóricos de mayor importancia en los
colegios jesuitas: De arte rhetorica libri tres ex Aristotele, Cicerone et Quintiliano
deprompti de Cipriano Suárez, jesuita español. Este autor retoma las partes de la
retórica, tal como fueron fijadas y llamadas por Cicerón, las partes del discurso y
diversas pautas aristotélicas que se pueden observar sólo en los títulos de los capítulos
(Osorio, 1980, p. 150). Asimismo, la preponderancia en la obra de Quintiliano del
aspecto educativo y de formación de la juventud en el bien decir, especialmente los
progymnasmata –ejercicios escolares de redacción–, es plenamente retomada por la
retórica jesuítica.
Sin embargo, la retórica clásica era utilizada como punto de partida para
elaboraciones posteriores que bien podían adquirir sentidos diferentes del de la
tradición grecorromana; Chinchilla Pawling (2004) explica del siguiente modo la
concepción del lugar común en Suárez: “con ayuda de símiles cosmológicos trabajaba
el locus communis como una hermandad de la ratio y oratio, y siguiendo a Platón,
insertaba este binomio como parte del plan divino de la creación: la palabra es una
imagen del pensamiento” (p. 113).
Un ejemplo más de lo anterior: para Suárez, "el locutor tiene que ser como actor,
estimulando el afecto, para motivar al escucha, y disponer de la cap acidad de
describir todo tan vivamente, para que el alma no se satisfaga por participar en el
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
52
conocimiento sino por el sentir y el gustar de las cosas internamente" (Suárez, citado
en Chinchilla, 2004, p. 114). En esta cita se puede apreciar el entrecruce y asimilación
de dos tradiciones: por una parte, el énfasis de Aristóteles en las pasiones como
medios importantes para disponer a los oyentes para aceptar lo enunciado por el
orador; por otra, el tipo de contemplación que san Ignacio de Loyola defendía. Al
respecto, Chinchilla afirma que, para los jesuitas, “e l mundo era un complejo engaño
que había de ser „desnudado‟ por el discerniente ojo interno: lo que san Ignacio
llamaba la „vista de la imaginación‟, que podía aprender a „ver a través‟ de las
apariencias” (Chinchilla, 2004, p. 179).
Como se puede observar, lo anterior hace referencia a la capacidad de discernir la
verdad tal como es, algo a lo cual sólo se puede acceder mediante los ejercicios
espirituales y la adhesión absoluta a la verdadera religión; de manera que la
elocuencia en un orador estaba imbricada de manera indisoluble con la virtud
cristiana, con la capacidad de transmitir la palabra de Dios y develar la realidad.
La retórica eclesiástica, como ya se dijo, manifestó cierta predilección por el
recurso de apelar a las pasiones del auditorio; pues bien, una figura con la q ue esto se
podía llevar a cabo, además de la amplificatio, y que tenía un lugar importante en el
libro de Cipriano Suárez, era la hipotiposis o descripción, que consistía “en poner la
cosa bajo los ojos, y narrar no sólo los hechos sucedidos s ino los que habrían de
suceder” (Chinchilla, 2004, pp. 204-205). Dicha figura permitía hacer manifiesto,
enfáticamente, algún evento con el fin de mover los ánimos, siguiendo el sentido que
tiene esta palabra en la tríada clásica delectare, movere y docere.
Por otra parte, ya se mencionó en el capítulo I que el estudio y la enseñanza del
latín en los colegios jesuitas de la Nueva España tuvieron como base autores
humanistas de gran importancia, como Erasmo, Vives, Nebrija y Della Valla, en los
cuales que se puede apreciar una reacción ante la esterilidad del lenguaje que había
caracterizado a la filosofía escolástica. Así pues, la Compañía de Jesús heredó la
tendencia humanista de recurrir directamente a los escritores clásicos como parte de
una búsqueda de un lenguaje acendrado; pero, evidentemente, no lo hicieron sin
restricciones: “hicieron todo lo posible por despojarlos del 'espíritu mundano' e
impregnarlos de un fuerte sabor eclesiástico-romano" (Osorio, 1980, p. 78).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
53
Acerca de la trascendencia que tenía la retórica para el humanismo en general no
hay ninguna duda –piénsese en Vives, por ejemplo. No obstante, la idea más común
es que en España, y por extensión en la Nueva España, el espíritu renovador de los
humanistas encontró grandes obstáculos, por lo cual la retórica adquiere un cariz
especial:
Derrotada en España la corriente renovadora, la retórica recupera el mos maiorum y
la aceptación acrítica de la doctrina tradicional. De ahí el papel que los jesuitas
asignan a las humanidades en la perspectiva de su ideal educativo: el fin de las
humanidades es formar al estudiante en la elocuencia; pero ésta, a su vez,
constituye para ellos el ideal de la cultura intelectual. Las humanidades
proporcionan al hombre, por tanto, una cultura ideal. Pero, nosotros preguntamos
¿qué proponen en el campo de la retórica esta cultura y estas humanidades así
entendidas? La respuesta es evidente: pensar como Aristóteles y hablar como
Cicerón. El Concilio de Trento, en la predicación, y los jesuitas, en la docencia,
serán sus principales promotores (Osorio, 1989, p. 151).
En lo mencionado, es digno de notar el peso que tuvieron el argumento de autoridad y
la imitación de modelos clásicos de escritura, recursos que son sin duda de los
cimientos más importantes de la educación jesuita así descrita y, de manera más
específica, de su modo de hacer uso de la retórica. El primero se basaba en la certeza
de que, al recurrir a él con fines de persuasión, se obtenía la aceptación tácita del
oyente; el segundo recurso constituía uno de los resultados del ejercicio didáctico más
importante que se llevaba a cabo en las clases de retórica: la prelección, que era una
especie de explicación o contextualización de una obra literaria que podía servir como
punto de partida para diferentes contenidos de aprendizaje:
La prelección era la pieza principal en el sistema jesuítico, pues con ella el maestro
no sólo mostraba a sus alumnos cómo interpretar esta o aquella regla o un pasaje
del autor, sino gradualmente les inculcaba hábitos y métodos correctos de estudio
y, mediante una hábil sugerencia o alusión, impulsaba a los estudiantes a efectuar
ulteriores investigaciones de ciertos tópicos, de suerte que se formasen un juicio
independiente (Meneses, 1988, p. 32).
Además de métodos de estudio, dicho ejercicio proveía un modelo estilístico a seguir
o en ciertos casos a rehuir; así pues, la prelección era una primera etapa de carácter
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
54
interpretativo, seguida frecuentemente por dos etapas de carácter productivo: una
composición en que el estudiante imitaba los ejemplos y modelos proporcionados por
el texto y ya analizados, y posteriormente concertaciones entre los estudiantes para
comprobar su nivel de dominio de lo enseñado (Correa, 2006, p. 43).
Los libros a los que se podía recurrir en el aula eran de diversos tipos: por un lado,
estaban las florestas o compilaciones de fragmentos de textos clásicos o de la
tradición cristiana, que servían muy bien a manera de ejemplos; por otro, las
publicaciones de obras completas de los autores –con las debidas precauciones u
omisiones, si se trataba de latinos o griegos–; y por último, los manuales teóricos de
retórica, respecto a los cuales ya se mencionó el de Cipriano Suárez. Además de éste,
hay otros dos que parecen haber tenido considerable importancia: Novus candidatus
rhetoricae de Francisco Antonio Pomey y De arte rhetorica et poetica institutiones
de José Mariano Vallarta y Palma, el primero de mediados del siglo XVII pero
reeditado durante el siguiente varias veces en Nueva España y el segundo de
mediados del XVIII. Respecto a Pomey, es de mencionar que su distinción entre la
retórica y las demás artes se conecta patentemente con la visión aristotélica que había
sido retomada por Las Casas: para él, “la diferencia radica en que el fin de las otras
artes es cierta obra externa, que depende de la voluntad del artífice” (Beuchot, 1996,
p. 53). Así, el fin de la retórica –persuadir– no depende sólo del artífice, es decir, del
orador, sino también del oyente, que por naturaleza es libre y es él quien decide en
última instancia si creer o no.
Por otra parte, en relación con los dos autores, Pomey y Vallarta, es significativo
el hecho de que estos dos se centraran solamente en la retórica civil y escolar 15, lo
cual conduce a mencionar otra vez la ampliación que en ésta se produce durante el
siglo XVIII.
Como parte de esto, la retórica académica y con fines esencialmente estéticos
adquiere más vigor, hasta el punto de que modifica en cierto modo su utilización en el
ámbito religioso, como muestra la tesis central de Chinchilla Pawling (2004) en su
análisis de oratoria sacra jesuita, a saber, que a lo largo del siglo XVII “la función
comunicativa de la predicación –en su modalidad de oratoria sacra– pasó de
catequética a artística” (p. 12).
15
Para Pomey, ver Beuchot, 1996, p.54; para Vallarta, p. 69.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
55
En el caso de los jesuitas, pues, se puede afirmar que los inicios del siglo XVIII
heredan una tradición inmediatamente anterior en cuyo pedestal estaba la elocutio:
Más o menos [en] las últimas cuatro décadas del XVII, se dio una "crisis" de la
retórica tradicional, en la que el orden habitual de las partes de la misma dentro de
los manuales –la invención, la disposición y la elocución– se invirtió por el de la
elocución, la invención y la disposición. Estos cambios se vieron reflejados en el
texto Novus candidatus rhetoricae del jesuita Francisco Pomey, el cual empezó, en
ciertas partes, a relevar, a partir de 1659, al manual de Cipriano Soárez" (Correa,
2006, p. 44).
Esta tendencia, que contrastaba con el estilo más moderado y apegado a la Ratio
studiorum de la primera mitad del siglo XVII, generó una reacción posterior, en la
cual estuvo involucrada, tal vez por influencia del neoclasicismo y de la Ilustración,
la generación jesuita que comenzó a renovar los métodos de estudios. Estos jesuitas
se autonombraban aticistas, por oposición a los asianistas. Ya desde la época clásica,
la retórica había tenido esta división en lo que respecta al estilo: por un lado, estaban
los retóricos que se inclinaban a favor del asianismo, que se distinguía por su
ampulosidad y gusto por la ornamentación; por el otro, los que se afiliaban a aticismo,
adeptos a la mesura y a la claridad en la expresión. Así describe Maneiro (1989) el
estilo y el propósito que Diego José Abad tenía al escribir, uno de los grandes poetas
de la generación de exiliados, quien buscaba:
Encauzar todas sus energías y procurar, según sus fuerzas, el estilo que llaman
ático, esto es, sobrio y adornado con propiedad de palabras, con grandeza de
sentimientos, peso de doctrinas y sublimidad de vivas imágenes. Mas aquel genero
oratorio ampuloso y obscuro, que se distingue principalmente por la abundancia de
las palabras y el torrente del discurso, le repugnaba como cosa mediocre, propia
sólo para temas vulgares y para halagar a la multitud (Maneiro y Fabri, 1989, p.
170).
Se diría, pues, que el aticismo, caracterizado por una “severidad tanto moral como
intelectual” (Chinchilla, 2004, p. 110), condensa un cúmulo de aspectos hasta ahora
mencionados: la elocuencia; la virtud cristiana y la obligación moral de convencer
siempre acerca de la verdad; el clasicismo absorbido a través del humanismo; la
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
56
propiedad y el cuidado con que se debe tomar la forma y el estilo, lo cual no significa
un desprecio por la elocutio, sino una toma de conciencia de la importancia de hacerla
dependiente de la razón, ello sin dejar de lado el carácter artístico que podía tener la
obra; el aptum y lo que implica dirigirse a un público selecto, no vulgar, como la
multitud; y por último, la idea de que todo acto persuasivo tuviera como base lo
anterior.
La argumentación a través de la singularidad
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57
LA NUEVA RETÓRICA
El texto base que proporcionará las principales pautas de investigación es Tratado
de la argumentación: la nueva retórica de Ch. Perelman y L. Olbrechts-Tyeca16, el
cual es considerado como uno de los propulsores del nuevo auge en la retórica.
La revaloración de ésta, que se produjo en el siglo XX, puede ser explicada desde
dos puntos de vista: por una parte, se comprende al tomar en cuenta el rasgo distintivo
que han tenido las humanidades en las últimas décadas, esto es, lo que se ha llamado
comúnmente “el giro del lenguaje” en el pensamiento. En efecto, la ciencia modelo
de buena parte del siglo XX fue la lingüística, cuyos progresos siguieron otras
disciplinas, como la sociología, y diferentes líneas de análisis, como el
estructuralismo francés. En este marco general surgen también la hermenéutica
moderna, la filosofía analítica anglosajona y la semiótica. En este contexto, revalorar
la retórica ha significado una ampliación del concepto antiguo; ya no se aplica sólo
para discursos pronunciados frente a una audiencia (TA, p. 37), sino también para
textos, lo cual la ha convertido en un posible instrumento de análisis en ámbitos muy
diversos, como religión, periodismo, publicidad o –lo que es importante para la
presente investigación– literatura.
El resurgimiento de la retórica, por otra parte, se puede entender a partir de otro
de los aspectos que se suelen considerar característicos del pensamiento del siglo XX:
la crítica a los valores de la modernidad. Uno de los legados de la Ilustración y del
positivismo, en general, fue relegar y menospreciar la validez de los razonamientos
no fundados en verdades demostrables científicamente. Al respecto, Perelman (1997)
menciona continuamente la actitud de Descartes ante lo que para éste era sólo
posible: dudar de ello. Para Perelman, esto fue generando poco a poco la idea de
descartar y rehuir las reflexiones acerca de temas en los que sólo se puede plantear
una idea como una verdad verosímil, es decir, no demostrable según las exigencias
científicas. En este sentido, pues, revalorar la retórica ha significado otorgar un lugar
al razonamiento que se apoya en tales verdades o en opiniones generalmente
aceptadas, es decir, un retorno en cierto modo a la retórica aristotélica como punto de
partida.
16
Se citará a part ir de este momento de forma abrev iada como (TA).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
58
Ahora bien, el objeto de la nueva retórica, también llamada por Perelman y
Olbrechts-Tyeca teoría de la argumentación, es “el estudio de las técnicas discursivas
que permiten provocar o aumentar la adhesión de las personas a las tesis presentadas
para su asentimiento” (TA, p. 34). Hay que recalcar el énfasis que se pone en el
análisis y en el hecho de que esta teoría pretende dar un marco general desde el cual
examinar tales técnicas; esto, por oposición al sentido práctico de la retórica clásica,
cuyo objetivo también era proporcionar las características del buen orador. Esto
implica que lo que le interesa analizar a la nueva retórica es la inventio, la dispositio y
la elocutio. Este enfoque, de manera muy general, queda condensado en la siguiente
frase: “nos negamos a separar, en el discurso, la forma del fondo, a estudiar las
estructuras y las figuras de estilo independientemente del objetivo que deben cumplir
en la argumentación” (TA, p. 231).
Hay en lo anterior una distinción fundamental entre figuras de estilo y figuras
retóricas: son estas últimas, también llamadas argumentativas, las que pueden
comprenderse como una de las técnicas discursivas para persuadir a un público;
mientras que las primeras tienen solamente el carácter de ornato. Se podrá advertir,
por tanto, que la posibilidad de distinguirlas no puede referirse a dos clases
inamovibles de figuras, colocando algunas por un lado y las demás por el otro, sino a
la función que cada una tiene dentro de un discurso específico. He aquí el criterio:
“formas que, a primera vista, parecen emplearse de forma insólita, podrán, sin
embargo, parecer normales si este empleo lo justifica el conjunto del discurso.
Consideramos argumentativa una figura si, al generar un cambio de perspectiva, su
empleo es normal en comparación con la nueva situación sugerida” (TA, 1989, p.
271). Dicho de otro modo, una figura será argumentativa sólo cuando adquiera
sentido en el marco de aquello de lo que se quiere persuadir.
Las implicaciones que tiene esto en literatura son sumamente significativas. Por
una parte, supone una ruptura con la crítica tradicionalmente volcada a examinar el
conjunto de figuras literarias de una obra como recursos cuyo único objetivo es
provocar un placer estético. Por otra parte, y ligado a esto último, está presente una
presuposición: cualquier obra literaria es susceptible de comprenderse como un
instrumento de argumentación.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
59
Evidentemente, habrá siempre obras cuyas características hagan que parezca poco
útil abordarlas desde esta perspectiva, especialmente cuando no es muy claro aquello
de lo que podrían intentar convencer o persuadir y solamente sobresale su carácter
estético. Pero –hay que repetirlo– no es el caso de Rusticatio mexicana, obra cuyo
entorno patentemente caracterizado por lo que aquí se ha llamado contexto dialógico
de discusión la determinan lo suficiente como para proponer la posibilidad de
abordarla desde el punto de vista de la argumentación y los recursos retóricos.
A continuación se resumen algunos puntos clave que serán utilizados en el
análisis.
El auditorio
El auditorio es “el conjunto de aquellos en quienes el orador quiere influir con su
argumentación” (TA, p. 55). Nótese que, en esta definición, el auditorio puede ser un
lector o un oyente; y el orador, un escritor o alguien que oralmente da un discurso. El
auditorio determina en gran medida el tipo de argumentación que se utiliza; a tal
grado que a veces no es importante saber lo que el mismo orador considera verdadero
o falso, sino la opinión de aquellos a quienes éste se dirige (TA, p. 61). No es
necesaria, pues, la concordancia entre los argumentos que han convencido al orador y
los que utiliza ante un auditorio, de modo que lo que se diga respecto a un autor de un
texto debe entenderse sólo como el orador que se trasluce en dicho texto.
Hay dos tipos de auditorio: el universal y el particular. Al dirigirse al primero, se
esgrimen los argumentos y las ideas como si debieran ser aceptados por todo ente de
razón, como en la llamada argumentación ad humanitatem; con el segundo, a
sabiendas de que sólo con él pueden utilizarse, como en la argumentación ad
hominem. En el primer caso, siguiendo la terminología de Perelman, se convence; en
el segundo, se persuade (TA, p. 67). Convencer y persuadir, términos hasta el
momento usados indistintamente, ahora se emplearán basándose en esta distinción17.
Así, aunque es dudoso que exista un auditorio completamente universal, pues incluso
las ciencias exactas están obligadas a partir de algún presupuesto en la definición de
17
Para entender la idea con un ejemplo, se podría decir que, según lo que se mencionó en e l apartado
referente a la retórica novohispana, Las Casas afirma que la única manera de transmitir la verdadera
religión es convencer, tomando el auditorio como universal; mientras que para Acosta se trata de
persuadir, es decir, utilizar recursos que sólo podrían funcionar con un auditorio específico, por lo cual
hay que definirlo antes.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
60
sus principios o en las reglas de un sistema, la distinción tiene validez desde el punto
de vista de la función que se les da a esos presupuestos: como algo que convencería a
cualquier ser racional o como algo cuya aceptación depende de las características de
un grupo. El auditorio universal, por tanto, presupone una idea de racionalidad de
carácter global, razón por la cual Perelman menciona el discurso filosófico como el
mejor ejemplo de auditorio universal, pues para él generalmente este discurso se
presenta a sí mismo como dirigido a un público indeterminado cuyo rasgo principal
sería sólo la racionalidad.
Las premisas
Una premisa es un objeto de común acuerdo, un punto de partida que en sí mismo
es capaz de lograr la aceptación de un auditorio y sirve como sostén para la
argumentación. Frecuentemente, aparecen de manera implícita y casi todas pueden
ser cuestionadas de diferentes maneras. Hay dos tipos de objetos de acuerdo que
pueden servir como premisas (Perelman, 1997, p. 45):
a) Sobre lo real: los hechos, las verdades y las presunciones. Un hecho es un
evento comprobable (“Ha habido un accidente”); una verdad, una idea cuya
aceptación es indudable para un auditorio (“El hombre es mortal”); una presunción,
una suposición verosímil de la que el orador se permite partir (“Un hombre que ha
matado, puede volver a matar”).
b) Sobre lo preferible: los valores, los lugares comunes de lo preferible y las
jerarquías. Los valores son “objetos de acuerdo a propósito de los cuales sólo se
aspira a la adhesión de grupos particulares” (TA, p. 131), pueden ser abstractos (la
justicia, la razón) o concretos (la Iglesia, la nación); respecto a estos últimos, hay que
mencionar que cuando son resaltados se recurre a su carácter único e irrepetible como
apoyo en la persuasión.
Los lugares comunes son “premisas de carácter general que permiten fundamentar
los valores y las jerarquías” (TA, p. 146). Los más frecuentes son: la cantidad, que
permite afirmar que algo es mejor porque es más (“un ejército es más fuerte porque
tiene más soldados”); la cualidad, que siempre es capaz de negar el anterior mediante
el énfasis en el tipo y no en el número (“Un ejército es más fuerte porque tiene
soldados mejor entrenados”); lo normal, que permite frecuentemente hacer de algo
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
61
habitual una norma de acción; el orden, como la superioridad de lo anterior sobre lo
posterior o de la causa sobre la consecuencia; lo existente, como la superioridad de lo
que es efectivamente sobre lo que sólo es posible; la esencia, como la capacidad de un
individuo para representar su grupo mejor que otros; la persona, como la dignidad o
la autonomía de un individuo.
Las jerarquías parten usualmente de un lugar común para justificar una
distribución donde unos elementos están por encima de otros, como en la mayor parte
de las explicaciones de los lugares comunes anteriores.
Los argumentos
Los argumentos son estructuras o conjuntos de aseveraciones que, basándose en
una o varias premisas, respaldan o pretenden apoyar aquello de lo cual se quiere
convencer o persuadir, es decir, la tesis principal. Pueden elaborarse de dos formas:
mediante procedimientos de enlace o de disociación.
Los procedimientos de enlace o nexo consisten en “aquellos esquemas que unen
elementos distintos y permiten establecer entre estos elementos una solidaridad que
pretenda, bien estructurarlos, bien valorarlos positiva o negativamente” (TA, 1989, p.
299). Dicho de otra manera, estos procedimientos transfieren a la conclusión la
adhesión otorgada a las premisas, o hacen que el valor atribuido a un término se
extienda y designe otro término emparentado. Son los siguientes:
a) Argumentos cuasilógicos, que se basan en estructuras que asemejan a las
lógicas: la incompatibilidad de un elemento dentro del sistema o con otros elementos;
la identidad o la definición de un elemento (también llamada definición oratoria, que
resalta los aspectos de una realidad y los utiliza con fines específicos); la
reciprocidad, que es el argumento que “asimila entre sí a dos seres o dos situaciones,
mostrando que los términos correlativos en una relación deben ser tratados de la
misma manera” (Perelman, 1997, p. 98); la transitividad, que puede ser a pari,
extendiendo una afirmación acerca de algo a otra cosa del mismo género (si se d ice
algo de un hijo, se puede declarar también de una hija), o a contrario, separando dos
elementos del mismo género planteando una excepción; la inclusión y la división; la
implicación; los pesos y las medidas; la comparación, que aproxima dos términos que
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
62
podrían considerarse completamente alejados, poniéndolos en el mismo ámbito; las
probabilidades.
b) Argumentos basados en la estructura de lo real, es decir, en vínculos reales
entre una premisa y una conclusión. Pueden proceder mediante dos nexos distintos :
Nexos de sucesión, que se fundamentan en una relación temporal: entre la causa y
el efecto, o entre los medios y el fin, normalmente al hablar de lo primero se enfatiza
la causa, mientras que al referirse a lo segundo se pondera el fin; hay también un ne xo
de sucesión en el argumento pragmático, que consiste en apreciar un hecho por sus
consecuencias.
Nexos de coexistencia, a través de los cuales se crea una interdependencia entre
dos elementos no relacionados temporalmente, partiendo de uno para juzgar e l otro:
entre la persona y los actos; entre el ser y sus manifestaciones, que también se puede
entender como la esencia y los actos; el símbolo y lo simbolizado, que crea una
especie de participación semántica entre los dos términos.
c) Argumentos que fundan una estructura, es decir, que justifican una
conclusión imaginando vínculos entre ésta y las premisas. Pueden proceder
fundamentándose en el caso particular o por analogía entre dos elementos que
comparten características:
El caso particular: el ejemplo, que al introducir una generalización o una regla
tiene un uso argumentativo18; la ilustración, que se distingue del ejemplo en que no
generaliza sino que confirma una afirmación general ya enunciada; el modelo, que
consiste en presentar algo que es digno de seguirse; el antimodelo, como algo que hay
que rehuir.
La analogía es un tipo de relación proporcional establecida entre dos elementos.
“Se resaltará con la mayor claridad posible el valor argumentativo de la analogía si se
la considera como similitud de estructuras, cuya fórmula más general sería: A es a B
lo que C es a D” (TA, p. 570). Lo que hay que subrayar aquí es que en la analogía lo
importante no es la semejanza entre los elementos tomados por separado –como en el
caso de la comparación–, sino las relaciones que establecen tales elementos entre sí.
Según la terminología de Perelman, el tema de una analogía son los términos A y B,
que se presentan como una conclusión, como aquello a lo que apunta la
18
En Aristóteles, así como el entimema es un silogismo retórico, el cual opera de manera deductiva, el
ejemplo es una inducción retórica.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
63
argumentación; mientras que el foro de una analogía son los términos C y D, cuyo
papel es el de esclarecer el tema, puesto que son más conocidos. Nótese el hecho de
que lograr una simetría exacta entre el tema y el foro es prácticamente imposible.
Otra cosa que es importante mencionar al respecto es el argumento de la doble
jerarquía, que procede mediante la analogía entre dos jerarquías y transfiere valores
entre ellas, y que puede proceder tanto mediante los nexos de sucesión (analogía entre
dos acciones desde el punto de vista de los fines y de los medios), como mediante los
nexos de coexistencia (analogía entre términos existentes).
Un tipo especial de analogía –tal como la interpreta Perelman, es decir, desde el
punto de vista argumentativo– es la metáfora, que es una analogía condensada donde
hay una fusión o “unión, la mayoría de las veces, de términos superiores del tema y
del foro (A y C), con lo que se dejan sin expresar los términos inferiores (B y D)”
(TA, p. 613). Así, con fines explicativos, se puede decir que una metáfora como “la
boca de la cueva” se puede descomponer analíticamente en la analogía “La entrada es
a la cueva lo que la boca a la cabeza humana”. Perelman afirma, sin embargo, que
“no se debe dar por sobreentendidos estos términos, pues es preciso admitir que la
fusión, una vez realizada, ha creado una expresión que se basta a sí misma; pero, en
caso de análisis, podrían suplirse estos términos de formas muy diversas” (TA, p.
613). Por otra parte, el ejemplo citado es el de una metáfora adormecida, es decir, que
ya ha entrado al habla cotidiana y pasa inadvertida; pues bien, son éstas las que
frecuentemente tienen mayor poder persuasivo cuando se reactivan.
Los procedimientos de disociación son “aquellas técnicas de ruptura cuyo
objetivo es disociar, separar, desolidarizar, elementos considerados componentes de
un todo, o al menos, de un conjunto solidario en el seno de un mismo sistema de
pensamiento” (TA, pp. 299-300). La disociación opera a nivel conceptual y recurre a
la definición para separar un término I de un término II y establecer una jerarquía
entre ellos, dándole al segundo un carácter superior. La disociación que Perelman
establece como modelo es la de la apariencia por oposición a la realidad, en que el
término II sirve como criterio para juzgar el otro.
Puede establecerse una distinción entre la técnica de ruptura de enlace y la
disociación. “La técnica de ruptura de enlace consiste (…) en afirmar que están
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
64
indebidamente asociados elementos que deberían permanecer separados e
independientes. Por el contrario, la disociación presupone la unidad primitiva de los
elementos confundidos en el seno de una misma concepción, designados por una
misma noción” (TA, p. 628).
Las figuras retóricas
Como se habrá podido observar, algunas de las figuras tradicionalmente aceptadas
como tales ya fueron mencionadas al referirse a los argumentos, como la metáfora y
la comparación; ello se explica por la función que en ciertos casos pueden tener en el
plano de la argumentación, lo cual significa, por otra parte, que la división tradicional
entre figuras de dicción y figuras de pensamiento no tiene ninguna pertinencia desde
el punto de vista argumentativo. Del mismo modo, las otras figuras retóricas se
pueden clasificar grosso modo en tres grupos principales, dependiendo de aquello en
lo que se basan como recurso para buscar convencer o persuadir: figuras de elección,
de comunión y de presencia. Hay que hacer la aclaración de que a veces una sola
figura puede tener simultáneamente diversas funciones dependiendo del contexto, o
incluso en uno solo.
Las figuras de elección son aquellas en las que se puede apreciar que, teniendo
diversas posibilidades, fue seleccionado un solo elemento, el cual está en
concordancia con algún aspecto de lo que se argumenta. La definición oratoria y la
perífrasis pueden tener esta función, puesto que con ellas se puede dar realce a lo
deseado. Otras figuras son la antonomasia, la corrección (cuando se dice algo
inexacto y luego se rectifica) y el epíteto, cuyo valor argumentativo “se percibe con
más claridad cuando parecen igualmente posibles dos calificaciones simétricas y de
valor opuesto” (TA, p. 206-207) y se elige sólo una de ellas.
Un caso importante de figura de elección es la comparación, que implica un tipo
de coordinación o conjunción al poner en un mismo plano dos elementos que sólo por
estar juntos, aunque se destaque su diferencia, ejercen entre sí cierta atracción (si se
contrasta a Dios con el hombre, aunque sea para distinguirlos, es evidente que el
hombre resulta beneficiado). Fue por esto que la comparación fue mencionada como
argumento cuasilógico, porque en este sentido está emparentada con la inclusión.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
65
Relacionado con esto, la comparación es también figura de elección; un solo término
es susceptible de compararse con muchísimos otros.
Las figuras de comunión “son aquellas con las que, por medio de procedimientos
literarios, el orador se esfuerza por crear o confirmar la comunión con el auditorio. A
menudo, esta comunión se obtiene gracias a las referencias a una cultura, una
tradición o un pasado comunes” (TA, p. 282). Pueden tener esta función la
interrogación (cuando presupone la aceptación del auditorio a lo que se dice), la
alusión (refiriéndose indirectamente a algo que es del conocimiento del auditorio) o el
argumento de autoridad.
Las figuras de presencia (TA, p. 279-282) tienen como fin una llamada de
atención a los objetos o aspectos que, aunque pueden ser bien sabidos, es necesario
traer al plano de la discusión para servirse de ellos en la argumentación. Ejemplos de
estas figuras pueden ser la prosopopeya, la hipérbole, la lítote, la ilustración (puesto
que es una especie de repetición particular de una regla), la onomatopeya, la
repetición, la anáfora, el pseudodiscurso directo (puesto que vivifica y realza las
palabras pronunciadas por alguien, que aparecerían muy diferentes si fueran
trasladadas al discurso indirecto). Tal vez la figura de presencia por excelencia sea la
que Aristóteles llamó “ante los ojos” (“pró ommátôn”) y que después fue llamada
hipotiposis o descripción, a la cual habría que añadir la amplificatio, que Perelman
define como “desarrollo oratorio de un tema” (TA, p. 180).
Como conclusión de este capítulo, hay que hacer énfasis en la continuidad entre
Aristóteles, Las Casas y Pomey desde el punto de vista de la libertad que le otorgan al
auditorio, en consonancia con el derecho natural y la defensa de la racionalidad de
todo ser humano. Pero hay un aspecto en el que la retórica jesuita representada por
Pomey no parecía estar en concordancia con lo anterior. En cierto modo, se podría
decir que el énfasis en el aticismo de la generación de jesuitas de mediados del siglo
XVIII corrige este desfase, que se percibía en la gran fuerza que le otorgaba la
retórica de Pomey a la elocutio: para esta última tendencia, al parecer, frente a la
muchedumbre el orador debía recurrir a veces de manera desmedida a aspectos
“extras” a lo meramente racional, como mover las pasiones o hacer uso extremo de la
amplificatio, y frente al auditorio educado debía sobre todo desplegar la riqueza y la
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
66
amplitud de su vocabulario, su formación en la cultura clásica y su capacidad para
crear figuras, derivando muchas veces en un estilo ampuloso. En este sentido, la
defensa del aticismo es un intento por liberar al ámbito académico de la retórica de
esta carga ornamental que chocaba con la idea de la racionalidad intrínseca de toda
persona. Así, el orador debía presentarse a sí mismo con un discurso más límpido –
por así decirlo–, como si estuviera más libre de artificios, pero que condensara dentro
de sí el peso de la doctrina católica o la cultura clásica. Sin duda, aunque esto no
resolvía el problema planteado por la fuerza de la elocutio ante el vulgo, sí indica que
una de las estrategias argumentativas para persuadir a un auditorio culto era alejarse
de un lenguaje cargado y apelar a la mesura aticista.
Si se ve lo anterior desde el punto de vista de Perelman, se percibe que el
aticismo, tal como fue usado por la generación de escritores neolatinos del siglo
XVIII, al entrañar un carácter elitista, sólo podía dirigirse a un auditorio particular.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
67
CAPÍTULO III
LO SINGULAR COMO UNA LUCHA POR LO UNIVERSAL: LAS
ESTRATEGIAS RETÓRICO-ARGUMENTATIVAS FRENTE AL
AUDITORIO EUROPEO
La idea principal que se tratará de defender en este apartado es que, si es posible
adjudicarle un carácter de réplica o de disputa a Rusticatio mexicana, entonces éste
consiste en resaltar la singularidad –que engloba tanto lo favorable como lo temible–
dentro del marco de una universalidad de la que estaba siendo excluida la Nueva
España a través de las ideas ilustradas en boga. Lejos de ser un ensalzamiento
simplista de las cualidades y las particularidades novohispanas, como una
enumeración de las razones para sentirse orgullosos de la patria o como un
compendio de curiosidades ante los ojos ajenos, la obra forma un estructura en cuyo
pináculo se encuentra la descripción de todo lo que es admirable y en cuya base se
asienta un conjunto de valores comprendidos como universales –desde el punto de
vista natural, humano y religioso–, de los cuales no puede escaparse ningún sector de
la naturaleza, ningún hombre. En cierto modo, el vértice funciona como el eje de
ataque; el basamento, como el soporte. Los engranajes de tal estructura son las
diversas estrategias retóricas que se analizarán en este capítulo y que –cabe esperar–
aclararán y demostrarán la idea anterior.
EL AUDITORIO EUROPEO
Rusticatio mexicana tiene dos auditorios particulares, el primero de los cuales19 es
un auditorio europeo culto. Landívar lo delimita desde el inicio del Monitum:
Rusticationis Mexicanae huic carmini praefixi titulum, tum quod fere omnia in eo
congesta ad agros Mexicanos spectent, tum etiam quod de Mexici nomine totam
Novam Hispaniam vulgo in Europa appellari sentiam, nulla diversorum regnorum
ratione habita.20
19
El segundo se abordará en el capítulo IV. 20
“Rusticatio Mexicana es el título que he puesto a este poema, no solamente porque casi todo lo en él
recogido hace referencia a los campos Mexicanos, sino especialmente porque he podido advertir que la
Nueva España toda, sin tener en cuenta sus diversos reinos, es conocida en Europa vulgarmente por el
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
68
El auditorio europeo es, pues, lo suficientemente fuerte como para tener una
influencia decisiva en la elección del título de la obra. En la cita, además, se pe rcibe
la conciencia de Landívar de que está ante un auditorio cuya característica principal
con respecto al tema del poema es el desconocimiento o la falta de información.
Otro pasaje donde se puede localizar patentemente este auditorio –además de los
ejemplos de figuras de comunión que se verán más adelante– está en el libro I,
cuando se comienza a describir la ciudad y el valle de México y se dice “lejos de
aquí” (“procul hinc”; I, 32)21, deixis con la cual Landívar se sitúa a sí mismo frente el
interlocutor para quien existe ese “aquí”.
Asimismo, teniendo presente lo referente a este auditorio, surge una primera
explicación desde el punto de vista argumentativo al hecho de que la obra esté en
latín. En efecto, como afirma Higgins (2000, p. 116) siguiendo las ideas de John
Browning, si se escribe el poema en latín, es para poder llegar a toda la
intelectualidad europea, pues con esta lengua, ante la d iversidad de idiomas europeos,
las ideas podían tener una mayor y más fácil difusión entre los receptores cultos.
Por último, en relación con los auditorios, cabe mencionar que éstos no tienen
nada que ver con el uso de la segunda persona del singular o plural en las
invocaciones a lo largo de Rusticatio mexicana. El “interlocutor” de estas
invocaciones se acerca más a la noción de narratario en teoría literaria moderna, que
es un recurso textual que no está relacionado con un auditorio al que se quiere
persuadir o convencer. Hay otro caso de utilización de la segunda persona que se
analizará cuando se traten las descripciones o las hipotiposis.
PRIMER ARGUMENTO FRENTE AL AUDITORIO EUROPEO
La premisa
Algo de lo que no podría haber duda alguna acerca de la obra es que la premisa
fundamental en que se basa son los hechos observables. Éste es el sentido que
adquiere el hecho de que sea un poema descriptivo si se analiza bajo el prisma de la
nombre de México” (Monitum, 1°). Todas las traducciones de Rusticatio mexicana que aparecen en
nota al pie pertenecen a Faustino Chamorro G. (Landívar, 2001), salvo que se indique lo contrario; las
que están en el cuerpo del texto son mías. 21
Se usa para la citación de la obra, con el fin de facilitar la lectura, un número romano,
correspondiente al libro o capítulo en que se encuentra la cita, y otro número para referirse a los versos
específicos dentro de la numeración que aparece en la edición crít ica de Chamorro.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
69
argumentación. Así, en un primer acercamiento, Rusticatio se presenta a sí misma
como un ejercicio de observación de los parajes campestres novohispanos, en lo cual
la insistencia en la claridad y en el carácter fidedigno de lo enunciado juega un papel
de gran importancia.
In hoc autem opusculo nullus erit fictioni locus, eam si excipias, quae ad lacum
Mexicanum canentes Poetas inducit. Quae vidi refero, quaeque mihi testes oculati,
ceteroquin veracissimi, retulere. Preterea curae mihi fuit oculatorum testium
auctoritate subscripta, quae rariora sunt, confirmare.22
Es así como se lanza una de las primeras advertencias: no habrá cabida para lo
ficticio salvo lo relacionado con los poetas novohispanos a orillas del lago en el libro
I. En lo anterior se percibe, además, el apoyo en fuentes cuya credibilidad reposa en
el hecho de haber sido testigos oculares. Al respecto, es notorio que la principal
función que tiene el uso a lo largo del poema de notas al pie de página con
explicaciones o con citas textuales es la de reforzar la credibilidad de lo expuesto. Por
ejemplo, en el libro I se invoca la autoridad del naturalista francés Valmont de
Bomare, de Francisco Hernández, del viajero italiano Gemelli Carreri y de José de
Acosta; en el libro V, de Bomare y de William Robertson. Por lo general, las citas
aparecen en pasajes aparentemente exagerados o a veces inauditos; como en el caso
de la cruz de Tepic, cuya veracidad está respaldada por un obispo de Guadalajara de
apellido Tejada (al parecer, Francisco de San Buenaventura Martínez de Tejada).
Como se puede observar, pues, se trata de un tipo de argumento de autoridad que,
a pesar de tener especial énfasis en el carácter testimonial, no está limitado a ello,
pues se basa en autores que con toda certeza nunca habían pisado la Nueva España,
como Robertson. Se puede ver incluso, en el hecho de que se presente a sí mismo
como completamente fundado en el testimonio, una fuerte necesidad de que en
ningún momento sea puesto en duda; algo asociado, por supuesto, a la insistencia en
que se está siendo claro y preciso a lo largo de toda la obra. No es en vano que el
inicio del libro I, fragmento que corresponde al exordio de toda la obra, sea éste:
22
“En el p resente opúsculo, sin embargo, no habrá lugar a la ficción, si exceptúas la que introduce a
los poetas cantando a las orillas del lago Mexicano. Lo que he visto refiero, y lo que testigos oculares,
por lo demás veracísimos, me relataron. Además tuve el cuidado de confirmar aquellas cosas, que son
un tanto excepcionales, suscritas por la autoridad de los testigos oculares” (Monitum, 2°).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
70
Obtegat arcanis alius sua sensa figuris, / abstrusas quarum nemo penetrare latebras
/ ausit, et ingrato mentem torquere labore; / tum sensum brutis aptet, gratasque
loquelas; / impleat et campos armis, et funere terras, / omniaque armato debellet
milite regna.23
Así, desde sus inicios el poema se declara alejado del disfraz de palabras oscuras,
dejando lugar a que, si no se logra expresar con claridad, es por la dificultad de hacer
encajar un tema enteramente nuevo en los moldes de una lengua antigua (Monitum,
5°). De manera significativa, a las palabras engañosas y “gratas” al oído se les
atribuye una facultad específicamente persuasiva: la de cambiar los comportamientos
e impulsar las guerras. Sin duda, si hasta el momento el desarrollo de la presente tesis
se sostiene, en una renuncia explícita a la cualidad engañosa de la palabra sólo puede
verse la necesidad, por parte del orador, de ganar credibilidad.
Una vez mencionado el primer cimiento en que reposa el edificio de la obra, esto
es, los hechos, hay que añadir que Landívar menciona explícitamente que su
propósito no es el de dar cuenta exacta de todos éstos, sino sólo de los “dignos de
saberse” (“scituque digniora”, Monitum 3°). Se percibe, entonces, que la presentación
de los hechos como premisas –junto con todo lo que implica, mencionado
anteriormente– está dirigida directamente al auditorio europeo, caracterizado por su
desconocimiento de ellos.
Sin embargo, afirma Perelman (1989, p. 199) que “en la práctica argumentativa,
los datos constituyen los elementos sobre los cuales parece existir un acuerdo
considerado, al menos provisional o convencionalmente, unívoco y fuera de
discusión”. Los hechos y los datos son premisas cuando no existe duda alguna acerca
de ellos y son perfectamente conocidos por los participantes en una discusión. Pero en
el caso de la disputa del Nuevo Mundo, los hechos mismos son debatidos, al menos
una buena cantidad de ellos. Los “datos” que se presentan en Rusticatio mexicana
escapan a la definición aquí expuesta, puesto que muchos de éstos son novedosos
para el auditorio europeo de Landívar. Llegamos, pues, a la primera premisa que se
comparte con el grupo de ilustrados mencionado anteriormente, al tiempo que es la
23
“Que otro en arcanas figuras oculte el sentido, / en cuyas recónditas cuevas ninguno adentrarse / osó,
ni enredar su cerebro en ingrata labor; / que insufle sentido a los brutos, y frases muy bellas, / que llene
los campos de lanzas, de tumbas la tierra, / y a todos los reinos con huestes armadas someta” (I, 1 -6).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
71
piedra angular con que se les combate: no los datos en sí mismos, sino la exigencia de
precisión en ellos, el método. La objetividad en la presentación de los hechos y la
búsqueda de claridad son, por tanto, objetos de común acuerdo –esto es, premisas– en
la argumentación con el auditorio europeo. El aticismo funciona, en este caso, como
una premisa.
La argumentación y los recursos retóricos
Ahora bien, hay que analizar las consecuencias que se desprenden de la premisa
y, posteriormente, los tipos de argumentos utilizados y la forma en que ciertos
recursos retóricos los apoyan.
Se dijo anteriormente que sólo algunos hechos se toman como dignos de
conocerse; al inicio del libro XIII, por ejemplo, refiriéndose a éste y a los dos
subsiguientes libros, se recalca el hecho de que no se busca exhaustividad, sino sólo
mencionar las cosas más nobles (“nobiliores”) e insignes (“insigniores”). Pero, ¿cuál
es el criterio para establecer esa dignidad? ¿Cuáles son esos hechos? Sin duda, los
que son únicos en su especie, los singulares.
He aquí un pasaje que puede ayudar a aclarar cómo se desarrolla la idea de la
singularidad: “Vos rupes, Nymphae, vos vestros pandite fontes, / et patrii miranda
soli reserare professi / Mexiceae maiora Deae portenta canamus”. 24 A juzgar por lo
que se dice justo después de esto –donde se describe una manantial en Ixtlán cuya
rareza consiste en que, cuando una persona se acerca para contemplarlo de cerca,
interrumpe su curso y deja de manar– se puede afirmar que el rasgo principal de los
portentos o maravillas que canta Landívar es su carácter inexplicable, algo que
simplemente acontece y que hay que descubrir y divulgar como tal. Se aprecia en
todo lo anterior, por tanto, una jerarquía que se basa en lugares comunes: en primer
lugar está el lugar de existencia, que resalta las cosas observables; pero entre éstas,
hay unas más ponderables, las que son únicas en su género, lo cual puede verse como
un lugar común de lo especial, dedicado a realzar la singularidad. Así pues, no porque
algo sea inexplicable debe ser descartado; por el contrario, precisamente porque es
incomprensible y porque, teniendo fuentes fidedignas, se puede confiar en su
existencia, debe ser mencionado, estudiado y admirado.
24
“¡Oh Ninfas, abridme las rocas, abrid vuestras fuentes! / Y, habiendo ofrecido mostrar maravillas del
patrio solar, / de la Musa Mexica cantemos mayores portentos” (XII, 287-289).
La argumentación a través de la singularidad
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72
La argumentación de la Rusticatio se engarza, así, con dos representantes de la
epistemología patriótica que publicaron posteriormente sus obras: el jesuita exiliado
Juan de Velasco, contemporáneo de Landívar, que “reunió un catálogo de fenómenos
naturales típicos del reino de Quito que a los ojos de los europeos podrían haberse
interpretado como fábulas” (Cañizares, 2007, pp. 424-425); y José Antonio de Alzate
y Ramírez, quien “insistió en que los naturalistas debían identificar las „curiosidades‟
de la tierra para desenmascarar a los constructores de sistemas europeos (...), [e] hizo
carrera a partir de los fenómenos naturales que contradecían las „leyes‟ naturales
ideadas por los naturalistas europeos” (Cañizares, 2007, p. 470).
Muchas descripciones de Landívar, pues, como el paso extraño de dos nubes en
direcciones contrarias (III, 120-130), tienen la misma perspectiva. Pero dentro de la
lógica de la Rusticatio, esto es sólo un escalón para llegar a descripción de los
mayores portentos: los prodigios milagrosos con carga simbólica y religiosa, entre los
cuales vale destacar la cruz de Tepic del Appendix, la cruz en el lago que aparece en
el libro I y el milagro del Pocito de la Virgen de Guadalupe. Al respecto, hay que
mencionar que, desde la perspectiva que se presenta en la disputa del Nuevo Mundo,
cuya renovación principal consistió –por parte del grupo de ilustrados analizado en el
capítulo I– en una secularización y racionalización del debate, lo más normal sería
esperar que las posibles respuestas landivarianas estuvieran en el mismo nivel. En
realidad, como se acaba de ver, sí lo están, pero no siempre, y es aquí donde surgen
los prodigia de las cruces: como un argumento cuya irracionalidad (carácter
inexplicable), ligada al mismo tiempo con un carácter comprobable (ahí están los
portentos, presentes en la misma naturaleza, visibles para todo aquél que se atreva a
dudar de ellos), le da su fuerza argumentativa frente a la razón ilustrada.
Al plantear, pues, la idea de que existen hechos inexplicables y patentes
(objetivos) se instaura especie de restricción al conocimiento, como si Landívar les
impusiera a los ilustrados ya mencionados una barrera epistemológica más allá de la
cual no pueden pasar, barrera cuyos presupuestos son evidentemente de origen
católico, milagroso. Se percibe, entonces, la conclusión: respecto a la naturaleza no
todo es comprensible o asequible a la mente humana, hay cosas que escapan a ella.
La argumentación a través de la singularidad
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73
Teniendo en cuenta la generalización a la que condujo la presencia de los
portentos, el uso de éstos puede ser visto como una argumentación por el ejemplo. Es
bien conocida en el campo de la retórica la utilización de éste en la refutación;
también se sabe que, frecuentemente, para que un ejemplo pueda establecer una regla
o crear generalización necesita cierta repetición. Su aplicación en Rusticatio
mexicana está en concordancia con estas dos ideas. Sin embargo, su peso reposa
completamente en la cuestión de la credibilidad y, en este sentido, en que se haya
logrado persuadir que lo que rige la descripción es el apego a la premisa.
Es así, pues, como se vuelve determinante comprobar continuamente, mediante
un conjunto de recursos retóricos, que se sigue infaliblemente la exigencia de
precisión en los datos. Además del uso de citas, ya mencionado, el recurso más obvio
son las imágenes. Al hablar de las nuevas formas de búsqueda de credibilidad por
parte de los “viajeros filosóficos” europeos, Cañizares Esguerra (2007) comenta:
Los eruditos pensaban que los hechos transmitidos por la lectura podían tener
varios significados si eran leídos por personas de culturas distintas. Para evitar este
peligro, los viajeros filosóficos se preocuparon por pintar o dibujar sus sujetos, o
por llevar consigo artistas con la esperanza de capturar una realidad inequívoca y
sin distorsiones (pp. 44-45).
En efecto, en lo anterior está explicado el sentido que tiene el uso retórico de
imágenes como apoyo en la descripción en Rusticatio Mexicana, como en los dos
dibujos que aparecen de los trapiches para moler la caña de azúcar o la ilustración de
los voladores de Papantla.
Otro recurso presente en la obra es la recurrencia de latitudes en la ubicación de
lugares novohispanos y el énfasis continuo en medidas cuando se está haciendo una
descripción. Respecto a lo primero, sirva como ejemplo el inicio de la nota al pie que
aparece en el verso 14 del libro VI: “On trouve des Castors en Amerique depuis le
trentième degrè (sic) de latitude nord jusqu‟ au soixantième, et au delà. Bomare. v.
Castor”.25 En relación con lo segundo, digna de mención es la frecuencia con que se
usan las palabras latinas ulna (“vara”, “codo”) y pes (“pie”) a lo largo de toda la
25
“Se encuentran Castores en América desde los treinta grados hasta los sesenta, ambos latitud Norte;
y aun más allá. Bomare, véase la palabra Castor.” (La traducción pertenece a Chamorro)
La argumentación a través de la singularidad
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obra.26 Así comienza la descripción de la cruz de Tepic que nace en el césped: “Terra
solum supra reliquum se tollere visa / semi excelsa pedem, pratoque elata patenti /
extendi longo duodenas circiter ulnas / caespite”. 27 No parece una casualidad que
precisamente en uno de los mayores prodigios en la obra se utilicen medidas tan
exactas.28
Ahora bien, hay otro conjunto de recursos que se despliegan no tanto en favor de
la premisa, sino en defensa del argumento mismo. A grandes rasgos se pued e decir
que se trata de un grupo de estrategias retóricas que crean un continuo entre los
hechos, lo digno de mención, lo admirable, lo singular y, por último, los portentos;
como si se tratara de un paso obligado entre ellos.
Lo primero que hay que mencionar al respecto es el uso de la comparación. De un
modo general, la utilización de esta figura es sin duda alguna un componente de gran
relevancia en cualquier descripción de objetos ante un auditorio que los desconoce, se
diría incluso que el mejor modo de dar una idea de algo que es completamente nuevo
para el interlocutor es buscar referentes conocidos para él. Así, en tanto que obra que
parte de una descripción presentada como objetiva de los hechos ante el auditorio
europeo, en la Rusticatio hay algunas comparaciones cuya intención es claramente la
de ayudar a proporcionar una imagen clara de lo que se está describiendo; en lo cual
hay claramente una intención comunicativa: por ejemplo, al hablar del tapir, se dice
“bellua, porcinam membris imitata figuram” (“bestia que, por sus miembros, se
parece al cerdo”; XIV, 59). En estos casos, que son muchos, lo comparado es lo
nuevo –el tema, extendiendo ligeramente la terminología de Perelman– y el referente
es lo conocido –o sea, el foro.
Pero no todas las comparaciones funcionan así, y eso es lo que interesa destacar.
Hay otras que se asocian con una hipérbole, como cuando al hablar de las carreras de
caballos se dice: “advolat ille levis Zephyri velocior alis” (“Ligero, corre y vuela más
26
Véase la nota al p ie de página en III, 148. 27
“Parece la tierra elevarse por cima (sic) del resto del suelo / con medio pie de alta, y así levantada en
el prado / se extiende a lo largo por una docena de codos cubierta / de césped”. (Appendix, 45-49). 28
En realidad, esto es una tendencia más general que comparten los jesuitas exiliados; así describe
Maneiro la ciudad de México: “Excepto los seminarios de alumnos, y los claustros religiosos de uno y
de otro sexo, de los cuales el número es inmenso, y excepto los que habitan humildes casuchas en
suma pobreza, se cuantan (sic) tres mil quin ientas treinta y dos casas” (Citado en Vargas Alquicira,
1989, p. 55). Nótese el énfasis y la exactitud del número, que, por lo demás, presupone una separación
precisa e indudable de las “casuchas” indignas de contarse y de las “casas” que merecen mencionarse.
La argumentación a través de la singularidad
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rápido que el soplo del céfiro”; XV, 105). En estos casos, la aproximación entre foro
y tema se hace, evidentemente, en beneficio del segundo, esto es, los caballos.
Lo anterior es de gran importancia puesto que le da un sentido preciso, desde el
punto de vista argumentativo, a un rasgo que se menciona en todas las apreciaciones
que se hacen acerca de Rusticatio mexicana: la exaltación. Hipérboles por sí solas,
que abundan en la obra, o comparaciones de este tipo, por lo tanto, buscan una
elevación de la dignidad de los hechos y los colocan en el plano de lo admirable.
Se podría ver otro tipo de comparaciones en el siguiente ejemplo, al hablar de una
corriente que, después de recorrer regiones subterráneas, brota y crea una fuente
cristalina:
Ceu quondam graius bibulis Alpheus in oris, / obscuro postquam rapidus se
condidit antro, / labitur impatiens gressu properante per umbras / inmensum subter
pelagus, fluctusque sonantes, / Sicanios donec liceat contingere fines, / ore,
Arethusa, tuo revomens argenteus amnem: / haud secus occultos sequitur fons ille
meatus, / optatas donec fugiens pertingat ad auras.29
Se trata de una clase de comparaciones más desarrolladas y fáciles de distinguirse
desde el punto de vista formal, pues suelen requerir más espacio que las otras, inician
normalmente con ceu o ut (“como”) y finalizan con haud secus o non aliter (“del
mismo modo”). Lo importante, por lo demás, es el uso de un foro que al ser de
carácter mitológico (se refiere al mito griego de Alfeo y Aretusa) eleva
significativamente al tema. Desde el punto de vista argumentativo, pues, estas
comparaciones funcionan de una manera muy parecida a la hipérbole, al tiempo que
se apoyan en referencias mitológicas como figuras de comunión. El sentido que
tienen es el de presentar un horizonte descriptivo en el que siempre es posible un más
allá, algo que exceda a lo anterior. Significativamente, unos cuantos versos después
de la cita anterior, después de mencionar el prodigio de la cruz de piedra en el suelo
del lago, se dice:
Castalium posthac sileat Cirrhaeus Apollo, / et Libycas Ammon contemnat Iupiter
undas, / vel quos clara dedit latices Arethusa pudicos: / quaeque suos sileant
29
“Como el g riego de entonces Alfeo, en las playas sedientas, / después de esconderse veloz en la
oscura caverna, / se desliza impaciente con rápida marcha entre sombras / bajo el vientre del piélago
inmenso y las olas sonantes, / y logrando que logra tocar de Sicilia los campos, / por tu boca, Aretusa,
vomita p lateado raudal: / así por ocultas veredas discurre la célebre fuente, / llegan do por fin a tocar
fugitiva las auras deseadas” (I, 80-87).
La argumentación a través de la singularidad
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fluvialia numina fontes, / solaque Mexiceum commendet fama fluentum, / nobile
Christiandum fecit cui tessera nomen.30
Así, una vez que se han elevado los hechos naturales al mismo plano que los
dioses, sólo queda presentar un prodigio por medio del cual éstos son superados por
los primeros. Ejemplo, hipérbole y comparación conducen, pues, a una misma
consecuencia.
Otro ejemplo de lo anterior se puede ver en el libro de los castores, donde se nota
claramente que la superación es lo que dirige conjuntamente las hipérboles, las
humanizaciones de las que son objeto y las comparaciones. Así se describe la forma
en que los castores adornan sus guaridas:
Ut solet interdum penetralia celsa potentum / obturare opifex, murosque, et tecta
polire, / turpibus obsistant auratae ut sordibus aedes, / ocius aut labes levi de
fornice pellant: / haud aliter Fibri, nitido gens inclita cultu, / fulmineis quaerunt
laribus, servantque nitorem.31
Y así, los castores, una vez humanizados y elevados al mismo plano de un “artífice”
que adorna palacios, unos cuantos versos después terminan por superar a los
humanos: “Non ita formoso magnatum tecta decore / resplandent, muri quantumvis
serica gestent, / argentumque, aurumque, una laquearia velent”. 32 El tema del
desprecio por los bienes materiales, presente a lo largo del poema, proporciona en
este caso la ayuda necesaria para magnificar el sentido estético de los castores por
encima del palacio.
Ahora bien, hay que hacer una aclaración: no todas las comparaciones con la
estructura antes mencionada funcionan de la misma manera; muchas otras tienen una
30
“Imponga silencio a Castalia el Apolo de Crisa, / y Zeus -Amón desde ahora desdeñe las líb icas
ondas, / o las tímidas aguas que diera la ilustre Aretusa; / impongan silencio a sus fuentes los río s
divinos / y ensalce ella sola, la Fama, a la fuente Mexica, / a la cual concedió noble nombre la enseña
Cristiana” (I, 124-129). 31
“Como suele los amplios salones de grandes señores / cubrir el artífice, y luego pulir las paredes y
cielos, / a fin que feas basuras no estorben los pulcros recintos, / o que rápido eviten de la bóveda leve
el escombro; / así los Castores, muy célebre raza por nítido aseo, / procuran y observan total nitidez en
sus lares pluviales” (VI, 176-182). 32
“Ni la casa del magno señor resplandece con tanto / decoro, por más que los muros se vistan de seda
/ y juntos el oro y la plata recubran los artesonados” (VI, 187-189).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
77
intención meramente comunicativa, que por cierto puede asociarse a la premisa de la
claridad y la precisión.
Por otra parte, es preciso agregar que lo que se ha dicho hasta ahora respecto al
uso de la comparación se enmarca en una tendencia descriptiva general de la obra,
tendencia que consiste en el uso del contraste entre elementos con el fin de
magnificarlos. Muchas veces la mención de un aspecto negativo hace resaltar, por
contraste, otro aspecto positivo; por ejemplo, al describir la fuente o manantial de
Zapopan, primeramente se muestra la extrema aridez del campo:
Funditur immensus siccata per aequora campus, / nullus ubi effusis umectat rivulus
undis / iugera pressa siti, quam non compesceret Ister, / totaque flamatis Solis
fervoribus usta. / Non ibi cultus ager flaventia semina reddit, / nec natis arbor
curvatur frondea pomis: / ac nisi cauta solum velaret gramine tellus / horrida vel
pecudes siccis arceret ab arvis.33
En este caso, tal sequía no hace sino enfatizar la rareza de la fuente que se describe
posteriormente, su singularidad. Es obvio también, en el pasaje, que la disposición de
los elementos y la forma de presentarlos están encaminadas a subrayar el contraste:
los seis primeros versos desarrollan el tema de la aridez, en una evidente amplificatio
encaminada a destacar la presencia; y los dos últimos mencionan el césped, algo que
daría la impresión de que no es tan árido el campo, pero queda al final, relegado y sin
mucha importancia. Piénsese, en este caso, en lo distinto que sería el efecto de tal
descripción si se mencionara primero la presencia de animales pastando y después,
brevemente, el extremo calor.
Una vez que se tiene en la mira este recurso del contraste, se advierte enseguida
que se trata de un rasgo general que articula la manera de describir, rasgo que procede
por oposición ya sea entre dos elementos o, cuando es necesario, entre uno y todos los
de su clase. En el primer caso, lo que resulta es una magnificación de uno de ellos o
de los dos al mismo tiempo; en el segundo caso, la ponderación de uno de ellos como
algo único e irrepetible.
33
“Un inmenso campo se extiende por la árida extensión, en la cual ningún arroyuelo derramando sus
ondas humedece las yugadas sitibundas, que tostadas del todo por la vehemencia del Sol, no bastaría el
Danubio a refrescarlas. Allí el campo cultivado no devuelve dorada semilla, ni se corva el árbol
frondoso al peso de los frutos nuevos; y si la tierra no se cubriera oportunamente de césped, hasta las
bestias alejaría de su espacio reseco”. (XII, 62-69) (La traducción pertenece a Octaviano Valdés;
Landívar, 1942, p. 131).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
78
En el caso del libro II, del Jorullo, dicho contraste está basado en la oposición
entre el antes y el después, el único de carácter temporal en la Rusticatio. Se puede
ver un ejemplo claro en los versos 272-278. Evidentemente, semejante oposición
entre una etapa de placidez previa y otra etapa de ruinas no hace sino resaltar la
magnitud del evento, el ímpetu destructivo del volcán. Lo interesante es que, a partir
de esta oposición, se genera un tercer elemento colocado por encima de ambos: la
consecuencia a largo plazo que trajo la erupción fue una especie de purificación del
aire y una mayor fertilidad de las tierras (II, 288-299).
En el libro de las cataratas (III, 60) inicia una descripción basada en una oposición
diferente, a saber, la de lo vertical. Así, las hipérboles acerca del monte (III, 63-64)
confluyen en el hecho de que resaltan su altura, mientras que después aparece la
caverna o abismo. La contraposición –magnificando tanto la altura como la
profundidad– sirve como un punto de apoyo para realzar la grandeza de las cataratas.
Otro buen ejemplo de todo esto puede ser el libro XIII, de las aves. En éste, se
percibe claramente la forma en que Landívar conecta y va hilvanando los distintos
elementos en la descripción, es decir, las aves. Esto se basa enteramente en la
comparación. Así inicia la mención del cenzontle: “Non ita festivo resonat
tristissimus ales / cantu, Centzontlus fucato nomine dictus”.34 La comparación se
concentra en el uso de ita (“así”), que engarza la descripción de dicho pá jaro con la
del anterior, y que enfatiza la tristeza con que canta el cenzontle. Con muchos otros
pájaros, se inicia con palabras como non sic (“no así”) y especialmente conjunciones
adversativas como sed o tamen (“pero”), hasta llegar al último pájaro, como un
prodigio que supera todo lo anterior: “Nunc vero postquam silvae spectacula nostrae /
grata dedi, subito volucrum mirabile monstrum / saltibus abducam densis, circumque
per orbem / ipse feram, morbis laturum forte medelam”. 35
Las descripciones, entonces, a través del contraste dan la impresión de ir cuesta
arriba en un ascenso casi interminable. Estos efectos retóricos, pues, al crear este
ámbito donde siempre hay algo mayor, le abren paso a la presentación de los
prodigios.
34
“No gorgea con cantos así de festivos, doliente / aquel ave, llamada Centzontle con nombre postizo”
(XIII, 199-200). 35
“Pero ahora que ya de la selva de nuestro domin io agradables / escenas narré, de súbito a un
monstruo prodigio de aves, / sacaré de entre densos parajes, y en torno del orbe / yo mismo daré, por si
acaso sirviera al dolor, un remedio” (XII, 356-359).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
79
Asimismo, respecto al contraste, hay que mencionar que éste articula una
definición específica de lo admirable, que consiste tanto en lo favorable como lo
temible. En esta tendencia general a hiperbolizar, se rehúyen los puntos medios, como
cuando se menciona una fuente que tiene dos características completamente opuestas:
curar o apresurar la muerte (XII, 179-185). Se intenta, pues, subrayar la singularidad.
Ocurre exactamente lo mismo en el caso del volcán del Jorullo y también adquiere
sentido en el libro III, de las cataratas. En efecto, éstas parecen un desarrollo o una
suma de los dos temas principales anteriores, esto es, los lagos y el volcán: el agua ya
se presenta (casi totalmente) como algo temible, especialmente por el ruido y fuerza
de su caída. Todo esto, por cierto, es algo que Higgins (2000, pp. 128-129) interpreta
de manera muy distinta –como lo sublime, desde el punto de vista estético– pero
desde la perspectiva argumentativa ya quedó aquí definido.
Por lo que respecta a las figuras retóricas, falta abordar directamente los tres tipos
definidos en la clasificación de Perelman. De comunión, ya se destacó el uso de citas,
las comparaciones con foros mitológicos e incluso el empleo del latín. Al declarar
Landívar abiertamente que no tienen ninguna validez los dioses grecolatinos más allá
del estilo poético (Monitum, 4°), se conecta con la premisa de la objetividad y en
cierto modo toma la misma perspectiva que los ilustrados, que criticaban las
analogías entre las costumbres republicanas de la Antigüedad y las de los pueblos
americanos, razón por la cual atacaban la visión que el Inca Garcilaso de la Vega
daba de los incas. Pero, ya se vio cómo muchas de estas comparaciones contribuyen a
resaltar la singularidad de los hechos mediante la presentación de un foro de dominio
común en el ámbito europeo culto, por lo cual se puede afirmar que tienen sentido
dentro de la obra. Así, simultáneamente, se rehúyen y se emplean los referentes
grecolatinos en comparaciones.
También, como figuras de comunión, vale resaltar los mitologismos, al intervenir
fuerzas de la naturaleza llamadas por su equivalente mitológico, como en el caso del
sol, preferentemente llamado Apolo; las perífrasis, como llamar al búfalo bos iubatus
(“buey melenudo”); y la interrogación (II, 338-342), aunque hay que aclarar que no
en todos los casos en que se hace una pregunta se trata de una figura de comunión,
como en muchas preguntas utilizadas en las invocaciones. De un modo general, se
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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puede decir que todas estas figuras resaltan los puntos de acuerdo con el auditorio
europeo.
De presencia, se puede encontrar lo siguiente: sinonimia entre palabras 36 o entre
oraciones37, ditología38, diversas figuras de repetición, polisíndeton (II, 205-209), y
anáforas normales en latín del tipo nunc... nunc... (“ya... ya...”), o pars... pars...
(“unos... otros...”). Sin duda, todas estas –junto con otras que seguramente faltó
mencionar– crean un efecto acumulativo en sintonía con la amplificatio, que en cierto
modo hace uso de ellas y las reúne en un mismo plano: el de facilitar la introducción
de lo singular y lo admirable.
Otras figuras de presencia son herramientas –por así decirlo– de la hipotiposis,
funcionando en un plano más bien cualitativo. Además de las hipérboles
innumerables, se pueden mencionar las siguientes: enáloges de tiempo (I, II),
gradación39, aliteración40, prosopopeyas41 y metáforas, que frecuentemente acentúan
características42. En el mismo sentido se puede interpretar el uso recurrente de un “tú”
como apoyo en la descripción: “[Arbos] altera dum teneros fructus tibi cauta
reservat”.43 Todas estas figuras se conjuntan para crear en cualquier momento la
posibilidad de algo mayor, superior, que desemboca finalmente en los prodigios.
Las figuras de elección, además de ser visibles en las comparaciones44, se pueden
encontrar en numerosos epítetos, como los que humanizan a la grana cochinilla o a
36
“Haec mens, haec animis potior sententia constat”. “Tal opinión y sentencia parece mejor para
aquellos” (I, 102). 37
“[fluvius] distrahit in minimas venti spiramine guttas / inque levem totus casu dissolvitur imbrem”.
“[el río] se deshace, ante el soplo del viento, en gotas pequeñas y al caer, completo, se disuelve en una
leve borrasca (III, 242-243). (La traducción es mía). 38
(I, 102). Hay una gran cantidad de ejemplos de ditologías de diferentes tipos, uso que se puede poner
en concordancia con la influencia de Cicerón, como afirma Ángel Romera. 39
“Sed clarus, sed purus aquis, sed vitreus umor”. “Tan clara, tan pura, tan vítrea linfa en sus ondas”.
(I, 74). Ejemplo en el que, por cierto, se mezcla una anáfora. 40
Después de mencionar los grandes trabajos con que se cultiva la hierba con la que se elabora el añil,
se menciona su aparición en el campo y se dice: “Ridet ager, facilesque Notus, si spiret, av enas /
undantes, tumidi ceu ponti caerula, versat / hac illac iactans densata volumina flabris”. “Sonríe el
sembrado, si el Noto ventila las leves avenas / flotantes, cual aguas azules del túmido ponto, y agita /
lanzando de acá para allá con sus soplos espesas balumbas”. (V, 78-80). Otro ejemplo de aliteración
resalta la fuerza del carnero al momento de luchar con otro: (XI, 191-193). 41
“Unda furens subito magnas exardet in iras” “De pronto la onda se enciende furiosa en coléricas
iras”. (XII, 328) 42
Al hablar de una cascada, el estruendo causado por su caída queda así magnificado: “Vox aures
refugit, nec est verba profari, / ni lev ibus placeat voces committere ventis”. “La voz, del oído se aleja;
ni hablar es posible, / si no se desea confiarle razones a fáciles vientos” (III, 197-198). 43
“El otro [árbol] muy cauto te guarda sus frutos aún tiernos” (IV, 23). 44
Como aquella (II, 229-234) que, dentro de la descripción de la fuerza destructiva del Jorullo, se usa
para referirse a la forma en que los hombres se esconden en las cuevas y las fieras vagan por las
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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los castores, o en algunos aspectos propios de la dispositio, como se percibe en la
tendencia a usar el mismo orden si se tienen dos aspectos contrastantes de la
naturaleza: placidez y agresividad. Como ejemplo, se puede plantear también una
correspondencia estructural entre, por una parte, el libro I (lagos) y el libro II (volcán
del Jorullo), y por otra parte, el libro XIII (aves) y el libro XIV (fieras). En muchos
casos, este contraste subraya la singularidad.
Por último, respecto al orden de los argumentos, es fácil darse cuenta de que los
de más peso aparecen al principio y al final. En efecto, los prodigios constituyen el
pináculo de lo singular, la cima a la cual apuntan todos los otros elementos a través
del contraste y la comparación. Así, lo que algunos caracterizan como circularidad
(Suárez, 2006), desde el punto de vista argumentativo se puede comprender como una
utilización del llamado orden “nestóreo” o “nestoriano”, es decir, los argumentos más
fuertes al principio y al final. En este punto, Landívar sigue los consejos de Francisco
Antonio Pomey, cuando éste habla de la confirmación y la confutación como partes
del discurso y menciona que los argumentos probatorios deben disponerse de manera
que “los firmes vengan al comienzo, los mediocres en el medio y los mejores al final”
(Beuchot, 1996, p. 57).
SEGUNDO ARGUMENTO FRENTE AL AUDITORIO EUROPEO
Las premisas
Hay dos puntos de acuerdo que Rusticatio mexicana comparte con las ideas de los
ilustrados ya señalados, puntos que se pueden considerar el origen de un argumento
distinto del anterior.
En primer lugar, en toda la obra se mantiene el presupuesto del determinismo
climático. Posiblemente por influencia de la larga tradición que ya existía al respecto,
donde ocupaba un lugar central José de Acosta, en ningún lugar es puesto
completamente en duda; más bien, se parte de dicho determinismo y, en un momento
crucial, es ampliado. Esto se explicará más adelante.
La segunda premisa es un hecho en específico que tiene un papel preponderante
en el conjunto de elementos descritos por Landívar: el agua. Se vio en el capítulo I la
ciudades, recurriendo al Apocalipsis como foro, lo cual, por cierto, se puede relacionar con la
utilización de lo temporal como punto de apoyo en las descripciones de lo singular en el libro II; en
efecto, se trata de la única comparación con un foro colocado en el futuro.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
82
importancia que tenía la presencia de la humedad dentro de la visión buffoniana de
América como un continente en un estado geológicamente primitivo, recién salido de
las aguas. Ante tal idea, uno estaría tentado a pensar que éste es al menos uno de los
posibles motivos que llevarían a Landívar a dedicarle tres libros completos al agua 45:
los lagos de México, las cataratas de Guatemala y las fuentes. De cualquier manera,
lo cierto es que este mismo punto de partida para Landívar y para Buffon –y también
De Pauw–, los conducen a conclusiones radicalmente distintas.
La argumentación y los recursos retóricos
Siguiendo con la idea anterior, parece también significativo que la Rusticatio abra
con la descripción de los lagos mexicanos, en consonancia con el orden “nestoriano”.
Con este inicio, que se puede caracterizar como una argumentación ad hominem, se le
da entrada al primer elemento que separa los caminos de Buffon y Landívar: la
introducción de las chinampas como ejemplo.
La generalización que crean es evidente y se verá confirmada una y otra vez a lo
largo del poema: las chinampas, además de ser únicas de la laguna de México, son
una muestra de la conjunción inextricable entre el agua y la fertilidad de la tierra. La
humedad se presenta, pues, como el ingrediente primordial para afirmar y defender el
carácter productivo de la tierra. El uso de una metagoge muestra la forma en que
comienza a darse la transición –de lo particular a lo general– entre la fertilidad de las
chinampas y otras áreas naturales; inmediatamente después de mencionar las esteras
flotantes en “campos sonrientes de flores” (“Ridentia floribus arva”; I, 203), se dice:
Has agri fluitantis opes, hunc aemula cultum / proxima ripa dolet, seseque virentibus
Ulmis, / et Cerasis, fetaque Piro, Maloque rubenti, / et Lauro, et Pinu, Cedroque, et
Quercubus altis, / vereque certatim distinguit prata perenni”. 46 Así, la ampliación de
la idea de fertilidad coincide con una figura de presencia que, al presentar a la
45
Otro mot ivo –que en realidad no tiene cabida en esta investigación, pero tal vez valdría la pena
notarlo– puede ser de carácter psicológico. En la biografía escrita por su compañero, Fé lix de
Sebastián, se menciona una inundación ocurrida en Guatemala y se dice que a Landívar, “siendo de
una fantasía mui viva, y de tenáz retentiva, se le fixó tanto en ella la dicha inundación, que no avía
hora del día, ni de la noche, que no la tubiera presente, y que juzgase, que ya lo arrebataban las aguas”
(Pérez A lonso, 1978, p.6). 46
“Émula de esta riqueza y cultivo del agro flotante / se duele la orilla vecina y, con Olmos frondosos,
/ Cerezos, fecundos Perales, Manzanos bermejos, / Laureles y Pinos y Cedros y excelsas Encinas, /
adorna rival, y de eterno verdor, sus praderas” (I, 205-209).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
83
naturaleza en competencia, le confiere un movimiento, una capacidad de respuesta y
una vida inusitados.
Pareciera que esta idea –el carácter productivo de la Nueva España– es
precisamente la que permite sin dificultad la mención de los pájaros a continuación.
Se podrá encontrar, así, una explicación al hecho de que, temáticamente, ocurra un
adelanto –un tipo de preparatio– y se mencionen aquí cosas a las que ya estaba
dedicado un libro completo desde la primera edición de Rusticatio mexicana. Sin
duda, también adquiere sentido que se enfatice tanto el canto de los pájaros en esta
anticipación: Landívar conocía la obra de Roberston y, con toda seguridad, sabía que
una de las ideas más populares en los círculos europeos ilustrados era la del silencio
de las aves, que simbólicamente se asociaba con la falta de poetas de calidad en el
Nuevo Mundo. Con todo este razonamiento, uno no puede sino sentirse tentado a
relacionar con lo anterior la aparición de los poetas novohispanos a orillas del lago en
el mismo libro, e incluso la Rusticatio completa en tanto que obra poética. Así, no
sólo no hay silencio en las aves, sino que tampoco es verdad la supuesta impotencia
expresiva de los escritores americanos. El mayor ejemplo que aporta la obra, podría
decirse, es ella misma.
La mención sucesiva de los escritores de renombre parece incluso plantear la idea
de que, si Robertson y otros podían pensar eso, era simplemente por
desconocimiento. Se levanta ante los ilustrados defensores de la inferioridad, pues, la
barrera epistemológica mencionada en el apartado anterior: no se trata sólo de que
haya cosas inexplicables en la naturaleza, sino también que las nuevas visiones
generadas por ellos no contemplan todos los hechos, ya sea por ignorancia o por
lejanía.
Por otra parte, regresando al ejemplo argumentativo que representan las
chinampas, hay que decir también que dentro de éste se encuentra condensada una
generalización diferente que no se ha mencionado y que es crucial en la
argumentación. Dentro del relato acerca de la forma que se comenzaron a construirse
las chinampas, uno de los pocos eventos aparecidos en Rusticatio mexicana que se
refieren a aspectos prehispánicos, se describe así la reacción de los hab itantes ante la
exigencia de tributos muy altos por parte del rey de Atzcapotzalco: “Ingemuere
omnes, gemituque augusta replebant / templa Deum: sparsis bacchatur turba capillis, /
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
84
omnia sed prudens vincit sollertia gentis”.47 La astucia del pueblo se resalta como
aquello que lo ayuda a vencer al tirano; ejemplo en el que, por cierto, se podrían ver
reminiscencias de la idea del derecho natural si se piensa que las connotaciones
paganas del verbo bacchor (“alborotarse o correr desordenadamente, como una
Bacante”) contrastan con la defensa del ingenio del hombre americano: incluso un
pueblo adorador de dioses paganos y enloquecido de angustia puede hacer uso de la
razón, el ingenio y la previsión suficientes para construir algo tan especial como las
chinampas.
Cabe recordar, al respecto, que era muy popular en el siglo XVIII europeo la idea
de que los “salvajes” –incluso en la visión de Rousseau– carecían de memoria,
imaginación y raciocinio; la imagen del indio desmemoriado e incapaz de planificar
llegó incluso a retratar a los habitantes de las Antillas como gente que vendía por la
mañana su lecho de algodón y por la noche se daba cuenta de que tenía que comprarlo
de nuevo porque no había podido prever que lo necesitaría después (Cañizares, 2007,
p. 195). Los que eran considerados como “grupos más avanzados” ocupaban un lugar
intermedio entre esta falta absoluta de previsión y los grupos plenamente
“civilizados”.
Así, conjuntar en el primer libro –e incluso en el primer ejemplo– la idea de una
naturaleza fértil y de un colono habilidoso y astuto puede verse como un doble ataque
a la tesis ilustrada de la inferioridad telúrica y humana. Pero no son sólo estos dos
puntos, también los animales y muchas cosas más quedan englobados a lo largo del
poema en la idea de fertilidad. Así, se comienza a perfilar la conclusión que se deriva
de las dos premisas: el carácter productivo del continente se refiere tanto a la tierra
como a todos los elementos que se desarrollan en su seno.
Sin embargo, falta mencionar un aspecto de gran importancia: en cierto modo se
ajusta la idea del determinismo climático, parece criticarse su unilateralidad al
plantear una relación recíproca. La influencia no ocurre sólo de la naturaleza al
hombre, sino también de éste a aquélla; él también puede controlarla. Se trata, en
efecto, de una temática tan evidente en Rusticatio mexicana que no hacen falta
muchos ejemplos para demostrarla, está presente incluso en uno ya mencionado: las
47
“Todos gimieron; cundía el gemido en los templos divinos / y augustos y loca gritaba la turba con
sueltas melenas. / Mas todo lo vence la sabia destreza de la ínclita gente” (I, 154-156).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
85
chinampas. La fertilidad es, entonces, en muchos casos un resultado de la acción
humana.
Esta conjunción hombre-naturaleza es la clave para llegar a la conclusión con que
se hace la defensa ante las tesis ilustradas acerca de la inferioridad del Nuevo Mundo:
demostrar que el hombre en América es capaz de dominar la tierra y los animales
para extraer de ellos diferentes beneficios equivale a insertar al americano en el plano
general de la actividad humana, lugar que parecía negársele con la tesis de la
inferioridad. Buffon, De Pauw y Robertson retrataban al americano en una fase
estancada, como si éste sólo fuera una curiosidad atrapada en el tiempo, bastante
valiosa para ellos, por cierto, para dar cuenta de los progresos del ser humano. Dicha
inferioridad significaba carecer de las cualidades que se consideraban los rasgos
específicos del hombre civilizado, como la creatividad, la memoria, la previsión, el
uso de ideas abstractas, la racionalidad, o incluso del ser humano, como la
masculinidad en el caso del hombre, la capacidad de amamantar con leche saludable
en el caso de la mujer.
En consonancia con lo anterior, vale la pena recordar el humanismo comercial de
Robertson y, de un modo más general, el papel que tenía la existencia de grandes
redes comerciales para que un pueblo pudiera considerarse “civilizado”. La respue sta
de Landívar a esto viene frecuentemente acompañada por una hipérbole. En un
ejemplo donde también usa un polisíndeton, al hablar del tinte aportado por la grana
cochinilla, se dice: “[colorem] quo Galli, et Batavi, Venetusque, Hispanus, et Anglus
/ et Russi, et Belgae, totusque intingitur orbis”.48
De un modo análogo pueden ser interpretados los prodigios, los cuales, en este
segundo argumento, adquieren un sentido ligeramente diferente del que se describió
anteriormente. Tómese como ejemplo el milagro del Pocito de la Virgen de
Guadalupe. La presencia de la Virgen emitiendo una señal que denota su paso por
tierras novohispanas, un hecho natural palpable como un manantial, enlaza y crea una
implicación mutua entre la naturaleza y la “verdadera” religión, haciendo que esta
última le transfiera sus valores universales a la otra, que parecían serle sust raídos por
las ideas ilustradas detractoras. Así, este milagro y la aparición de las cruces también
48
“[El color] con que Francia y Holanda y Venecia y España y los Anglos / y Rusos y Belgas se tiñen,
y entera la faz de la tierra” (IV, 185). Se puede apreciar lo mis mo en los versos 183 -184 del lib ro V,
donde el añil acrecienta negocios en todo el mundo.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
86
son parte de la lucha por lo universal, como un recurso apoyado en la tradición de los
argumentos ya esgrimidos en el debate (Antonio Ruiz de Montoya y la cruz de
Carabuco en Perú). Los milagros son, en este sentido, un punto articulatorio, de
enlace o conjunción entre la naturaleza, el hombre y, evidentemente, la religión
católica. Dicha mezcla se puede observar, por ejemplo, en las connotaciones de una
sola palabra usada casi al final de la obra: al recordar el carácter benigno del “cielo”
(Appendix, 95), se trasluce un sentido tanto climático como religioso, ambos
benéficos para el hombre.
Se percibe, entonces, que en el centro de la polémica está –en una continuidad
sorprendente con la disputa de Sepúlveda y Las Casas– la idea de lo universal.
Buffon, De Pauw y Robertson se la negaban al americano; Landívar, med iante este
segundo argumento, trataba de devolvérsela, pero con dos matices principales: la idea
de productividad como dominio sobre lo natural y la mención de fenómenos naturales
cargados de simbología religiosa.
Ahora bien, hay diferentes tipos de argumentos y recursos retóricos en la
Rusticatio que funcionan como los soportes de toda la reflexión anterior. Todos
parecen confluir en ella.
Un primer elemento que hay que mencionar es un punto de encuentro entre el
primer argumento frente al auditorio europeo y el que ahora se está analizando. En
consonancia con la idea de lo inexplicable, además de los portentos, se despliega una
temática a lo largo del poema que se basa en la oposición entre lo visible y lo oculto.
Así, en una interesante nota al pie (V, 201), después de una explicación muy precisa
acerca de la elaboración del añil, se afirma que nadie puede saber a ciencia cierta qué
tipo de añil saldrá del proceso. Se establece, así, un límite a la razón; tema que
aparece frecuentemente en otros lugares y que ya ha sido aquí abordado. Pues bien,
este mismo tema se engarza con la idea de fertilidad. He aquí un ejemplo del mismo
libro: “Quae videas nigris compacta medullis / aequora, crede mihi, turgescunt ubere
gleba / nec meliora satis praestat natura ferendis”.49 La riqueza de algo, por lo tanto,
49
“Las vegas que ves de negreantes entrañas / compactas, confía en mí, turgentes la gleba fecunda /
poseen; ni ofrece natura mejores con fines de siembra” (V, 22-24). Un ejemplo más en el libro de las
minas, donde es clara la idea de la riqueza oculta: “His opulenta iugis omnes America fodinas / occulit,
educitque nitens, operosa metallum”. “Bajo estas montañas, América rica, sus minas / oculta, y arranca
operosa brillantes metales” (VII, 33-34).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
87
no es necesariamente ostensible a primera vista, sino que se muestra en aquello que es
capaz de producir. Así, en este claro argumento pragmático que valora algo en
función de sus efectos, se puede observar cómo se entrelazan dos de las ideas
principales del poema: por una parte, lo inexplicable y los límites de la razón; por
otra, lo productivo.
Respecto al nexo causal en la argumentación, Perelman y Olbrechts-Tyeca
afirman lo siguiente: “es necesario subrayar las diferentes valoraciones que se
producen al interpretar un relación causal como hecho-consecuencia, con un énfasis
en el primero, o como medio-fin, realzando este último” (TA, p. 417). Se puede
percibir, ahora, cómo se articula el segundo argumento de Land ívar en contra de las
ideas del grupo de ilustrados vistos en el capítulo I: éstos, en una clara tendencia
especulativa, buscaban explicaciones para una multitud de datos, querían darles
coherencia mediante el planteamiento de una sola causa, la inferiorid ad; Landívar,
por su parte, resalta la imposibilidad de conocer todas las causas e invierte el
esquema, transformándolo en una relación entre medio y fin. Otro ejemplo dejará
claro el énfasis en el fin: “Ipse coloratum credas subsidere caenum / sordibus
imbutum glaucis, ac fonte liquatum: / hoc tamen ampla luto gazas Guatimala cogit /
ingentes, totusque auget commercia mundus”.50 El poema de Landívar se presenta, en
este caso, como un llamado a que la Nueva España sea juzgada a partir de aquello que
puede producir, precisamente en un tiempo en que los resultados económicos de las
reformas borbónicas ya se percibían en el auge de ciertos productos.
Esta diferencia entre la forma ilustrada de presentar el tema y la de Landívar se
percibe en el hecho de que, aunque en casos específicos sus datos coinciden, llegan a
lugares distintos. Por ejemplo, para De Pauw, lo que demostraba que había ocurrido
una gran inundación en el Nuevo Mundo que había corrompido el desarrollo de la
naturaleza y el hombre eran:
Los huesos fósiles de animales gigantescos (que pensó que habían sido los
primeros en morir en el Diluvio); grandes cuerpos de agua, tanto lagos como ríos;
terremotos y volcanes activos que aún estremecían la tierra; conchas marinas
esparcidas por valles bajos; metales preciosos sobresaliendo de la superficie de la
50
“Tú mis mo creerías que es cieno teñido el que posa / de glauca inmundicia embebido y por agua
licuado: / mas de aqueste tal lodo, Guatemala cosecha tesoros / ingentes, y el mundo completo
acrecienta negocios” (V, 181-184).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
88
tierra (que la primitiva sedimentación de la tierra debía de haber enterrado en lo
profundo) (Cañizares, 2007, p. 89).
No hace falta leer a fondo el poema de Landívar para darse cuenta de las
coincidencias. Hay dos aspectos que vale la pena destacar al respecto: en primer
lugar, lo anterior hace necesario reajustar lo que se ha afirmado aquí en relación con
la novedad con que la Rusticatio se presenta ante el auditorio europeo. Se llegó a la
conclusión, en el primer argumento analizado, de que la premisa de fondo no eran los
hechos sino la objetividad, puesto que en esta última se fundaba la posibilidad de
presentar con coherencia cosas cuya característica central era la novedad, como los
prodigios. En cambio, en el segundo argumento frente al auditorio europeo, para
respaldar la idea del carácter productivo de la tierra sólo se podía recurrir, como
premisa, a un hecho que no fuera punto de controversia: la humedad. Así pues, las
coincidencias antes citadas no entran en contradicción con la importancia de la
novedad y la atribución de cierto desconocimiento al auditorio europeo, se trata de
argumentos diferentes; juntos, parecen afirmar que dicho auditorio no posee todos los
hechos. De todo lo anterior se deduce que el reajuste que es preciso hacer es una
ampliación de la premisa de la humedad: no es sólo la supuesta gran cantidad de
agua, sino también las correspondencias antes mencionadas entre De Pauw y
Landívar.
En efecto, se parte de todas ellas del mismo modo ya descrito respecto al agua. Se
dijo que lo esencial es que de ésta se hace derivar la fertilidad, lo productivo; pues
bien, se llega exactamente a la misma conclusión con las conchas marinas –la púrpura
y la producción de la tinta–, los metales e incluso los volcanes –a la larga, las
erupciones generaron una purificación de la tierra y el aire. El procedimiento es el
mismo: oscurecer la causa y magnificar el fin.
En el apéndice aparece otro recurso retórico en apoyo de la idea de lo productivo :
“[America] eduxit geminos gremio conixa tumenti / verticis aerii montes, qui nubila
collo / exsuperant, altoque ferunt fastidia caelo”. 51 La prosopopeya establece una
relación entre la figura de la madre y América, que con gran esfuerzo da a luz a dos
51
“[América] parió de su túmido vientre esforzada dos montes / gemelos de vértice etéreo, que alargan
su cuello / venciendo las nubes, y llevan sus cumbres al cielo” (Appendix, 24-26). En el texto lat ino, no
sólo eduxit (“parió”) sino también conixa (“esforzada”) tienen una clara referencia a la madre. La idea
reaparece en Appendix, 62.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
89
montes. En cierto modo, se reactiva todo lo dicho acerca de la fertilidad, en un
evidente uso de una figura de presencia.
Una vez descrita la forma en que se argumenta la fertilidad, hay que explicar
cómo se da la transición entre ésta y la lucha por lo universal mencionada
anteriormente. Dicha transición puede dividirse en dos fases: una caracterizada por el
uso del ejemplo, la inducción y, por tanto, la progresiva generalizació n; y otra que se
basa en lo que se podría ver como un entimema, fundándose en una deducción.
Respecto a la primera etapa, el papel del ejemplo ya fue analizado al mencionar
las chinampas y la formación de la idea de lo productivo. Además de esto, se utilizan
argumentos cuasilógicos, entre los cuales destaca la transitividad. Por ejemplo, al
inicio del libro dedicado a los ganados menores (XI, 25-32) se presenta una
descripción de los campos destinados a la ganadería, lo cual se engarza con todas las
partes anteriores de la obra dedicadas solamente a parajes naturales. En este caso,
hablar primero del verdor de los campos es un preludio al tema de la prosperidad del
ganado. Es, pues, un desarrollo de los temas anteriores. Si hay clima y naturaleza
favorables, entonces los ganados pueden criarse sin problemas; es así como comienza
a alternarse en la descripción la abundancia del campo con el desarrollo de los
animales (XI, 283-285). Podría verse aquí una relación causa-efecto; sin embargo, se
trata más bien de un argumento de transitividad. No se enfatiza el nexo temporal, sino
algo de carácter lógico: los ganados y muchos otros elementos quedan subsumidos
por la categoría más general llamada naturaleza, cuya productividad ya se intentó
demostrar. En este ámbito, sin duda, la idea del determinismo climático es favorable y
permite generalizar la fertilidad a una multitud de hechos distintos: la fecundidad de
los animales, resaltando por supuesto los “bríos” amorosos de los animales y sus
hábitos de reproducción (X, 146-147); la facilidad del cultivo del nopal (IV, 50), que
tanto en campos fértiles como miserables crece sin dificultad 52; la cantidad de
animales que conforman un predio, etc.
En algunos casos respecto al hombre, se utiliza una argumentación basada en la
persona y los actos: de los dos tipos de pesca que aparecen en el libro I y la
52
Nótese una vez más el recurso, ya descrito anteriormente, que consiste en hacer uso del contraste, lo
cual permite la mención de algo negativo (la posible presencia de campos miserables) a condición de
resaltar algo más (la facilidad con que se cultiva el nopal).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
90
construcción de las chinampas se deriva la posibilidad de calificar al pueblo como
industrioso y productivo. La naturaleza y el hombre quedan, así, colocados en el
mismo plano.
Cabe destacar que en algunos casos –que, vistos en el panorama general de la
obra, no son mayoría– sí hay una visión de la adversidad de la naturaleza como
destrucción. En el apartado anterior, esto fue descrito como parte del propósito de
resaltar lo singular, englobando tanto lo favorable como lo temible; sin embargo,
desde del punto de vista de la defensa de la productividad de la Nueva España, las
menciones aisladas de esto crea una idea de imparcialidad. Este aspecto aparece
desde el primer libro, y es así como se describe una parte del lago de Texcoco:
“Aequora quin etiam salso foedata sapore / flumineos propiis pisces a fluctibus
arcent. / Quod siquem dulcis pertaesum Chalcidis ardor / caecus agat salsam nando
penetrare paludem, / pestiferas ut tangit aquas, leto occidit atro”.53 La hipérbole final
que alude a la instantánea muerte al tocar el lago es parte de la idea de lo admirable,
pero la imagen de un lago insalubre que hunde en la putrefacción todo lo que lo rodea
es un tipo de concesión que, en realidad, por su carácter específico desmiente la
perspectiva global desde la cual América era descrita como un lugar malsano (De
Pauw).
Se puede mencionar un caso parecido una vez más en relación con los ganados,
cuya degeneración era un tema común entre los ilustrados aquí mencionados. En
general, lo que se destaca en la Rusticatio es la prosperidad de los animales: se
establece la relación entre el carácter benigno de la tierra y del clima como la
explicación de que las manadas de caballos puedan vagar en estado salvaje sin
problemas hasta los 6 años, cuando se comienza a domarlos (X, 46-53); se ven las
manadas de caballos como dignas de pertenecer a las rápidas cuadrigas del sol (“Solis
rapidas augere cuadrigas / promeriti”; X, 47-48). En este contexto, aparecen dos
elementos que parecen oponerse a la prosperidad, respecto a la cual la conjunción
hombre-naturaleza sobresale como lo que pone la balanza en su favor: por una parte,
se mencionan cosas que pueden estar en contra del desarrollo de las ovejas, como una
epidemia, una herida (XI, 141-150), leche mala de una hembra o simplemente la
53
“Y también del salobre sabor saturada la faz acuosa / a los peces fluviales aleja de sus propias ondas.
/ Pues si a uno, aburrido de Chalco la dulce, conduce / su ciega pasión a meterse nadando en el lago
salobre, / en tocando pestíferas aguas sucumbe en negro final” (I, 314-318).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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enfermedad de una sola (XI, 151-159); todo lo cual puede ser remediado por el
granjero. Por otra parte, se dice la forma en que los granjeros separan a los cerdos
destinados a vivir de los que, por su flaqueza física, deben morir, un método para que
la raza no degenere y permanezca fuerte (XI, 404-409). Así pues, los ganados son
prósperos; incluso hay una actividad humana que, desarrollada a lo largo de los años,
ha establecido ciertas técnicas y costumbres como las mejores para coadyuvar a tal
prosperidad. Se puede notar, por lo tanto, que los obstáculos que se mencionan están
dentro de un marco que se muestra a sí mismo como algo que engloba tanto lo bueno
como lo malo, pero que le da indudablemente más importancia a lo primero.
Teniendo en cuenta los aspectos mencionados –la generalización de la fertilidad
mediante el ejemplo y la transitividad, por un lado; la manifestación de imparcialidad
a través de la concesión, por el otro–, se puede comprender cómo se da la transición
entre lo que podría verse como dos modalidades descriptivas, dos caras de una misma
moneda: algo es exaltado por su valor único y singular, y simultáneamente es
circunscrito en un ámbito global –que se presenta como total, completo– con el que
comparte significados. La parte le transfiere valores al todo, y viceversa.
Una característica del poema en la que es particularmente evidente este proceso es
la gran cantidad de entrecruzamientos temáticos en los diferentes libros. Al ver de un
modo general los temas principales de la obra y la forma en que están articulados, lo
primero que salta a la vista –algo que ya subrayaron Higgins y Rodríguez Gil– es la
ruptura que representa el libro IV: los tres primeros parecen estar enteramente
dedicados a los parajes naturales, mientras que el tema del dominio del hombre sobre
la naturaleza se manifiesta a partir del libro IV y se desarrolla hasta el libro XI 54 –con
la pequeña interrupción del libro VI, referente a los castores, en cuyo contenido, no
obstante, está presente la idea del hombre, tanto por las humanizaciones como por la
idea de la utopía ya señalada por Kerson. Sin embargo, esta visión se sostiene sólo al
hacer caso omiso de una multitud de elementos o detalles que aparecen a lo largo de
los libros y al contemplarlos principalmente a partir de sus títulos. Esto es sin duda lo
que ha llevado a otros analistas a afirmar que no hay orden alguno perceptible. En
54
Higgins (2000, p. 119) afirma que los tres primeros libros se concentran en la geografía, los ocho
subsecuentes en las áreas clave de la producción económica del virreinato, y los otros en asuntos varios
que no entran en el ámbito de actividades productivas; Rodríguez Gil (1954, p. 50) ya había hecho la
mis ma división de la obra, otorgándole al primer bloque el carácter de descriptivo, al segundo el de
didáctico, y al último una vez más el de descriptivo.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
92
realidad, si hay una estructura en la obra que le da coherencia desde el punto de vista
temático, ésta no puede ser otra que la provocada por la interrelación y
escalonamiento de las dos modalidades descriptivas; no una línea recta, sino más bien
un espiral, un círculo cuyos patrones se repiten a pequeña y a gran escala. Por
ejemplo, se puede afirmar sin temor a equivocarse que el libro I de Rusticatio
mexicana condensa dentro de sí la mayor parte de los temas que después serán
desarrollados: la fertilidad, la conjunción hombre-naturaleza desde el punto de vista
de la agricultura (las chinampas), lo temible (el lago de Texcoco), las aves y sus
cantos, la cruz en el fondo del lago como prodigio, e incluso la caza y los juegos
(condensados en la descripción de la pesca); algo parecido se puede decir del
apéndice. Otro ejemplo se puede encontrar en el libro II, donde aparecen elementos
anteriores, como el agua y otros pájaros. Todo esto apunta a un tipo de conformación
descriptiva de la totalidad de la naturaleza, conformación basada en el
entrelazamiento de diversos aspectos que hacen del reino natural novohispano uno
solo; cada entrecruce temático encuentra su pertinencia en una relación de la parte al
todo. Una nueva singularidad ensancha el diámetro de la totalidad.
En respaldo de la noción de totalidad se despliegan tanto figuras retóricas como
recursos que entrarían en el terreno de la dispositio. Sin duda, el uso continuo de la
transitio refuerza la cohesión de la obra y contribuye a la totalidad; lo mismo ocurre
con las frecuentes recapitulaciones y los pequeños resúmenes que se hacen por
adelantado. Respecto a la dispositio, se puede mencionar la forma en que se suelen
ordenar las descripciones, es decir, la manera en que se distribuyen los distintos
elementos de las descripciones, que consiste en ir de la periferia al centro. En muchas
ocasiones, se comienza por los alrededores, como retratar las cordilleras y las
montañas antes de hablar específicamente de los metales (VII, 16-34). Sólo en casos
especiales, como en los castores, se comienza por describ ir al animal mismo y no su
hábitat.
La idea de un todo indisoluble donde cada elemento está imbricado con los otros
es, en realidad, algo respecto a lo cual parece haber un acuerdo generalizado en
relación con la Rusticatio; algunos lo llaman “proyecto de representación
totalizadora” (Suárez, 2006, p. 3). Pero hay que observar que esto radica en el modo
de la obra de presentarse a sí misma creando la imagen de algo completo, por medio
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
93
del ejemplo, la transitividad y la concesión antes mencionados. Esto sólo es parte de
la primera fase del argumento para llegar a la lucha por lo universal.
Por último, respecto a dicha fase, hay que recalcar que con el acto de presentar
una totalidad está inextricablemente unido el de hacer omisiones; hay silencios
significativos en Rusticatio mexicana, como el ya mencionado oscurecimiento de la
causa o como se puede notar en el hecho de que sólo se emita la siguiente
interrogación al abordar el tema del trabajo en las minas y al acercarse a las
condiciones deplorables de los trabajadores: “Quid vero non cogat opum vesana
cupido?”.55 En esto, de gran importancia, hay que subrayar el hecho de que se le
atribuyan completamente las pésimas condiciones de trabajo a la codicia humana en
general con un tinte condenatorio desde el punto de vista católico (sin saber
exactamente si se refiere a la codicia de los trabajadores o a la de los jefes de la clase
dominante), pasaje donde es manifiesto el silencio que parece haber detrás de la
pregunta de Landívar al pasar por alto las condiciones sociales específicas (la
organización estamental, las castas, el hecho de que no podía de ninguna manera ser
un criollo o un español el que laborara en ese lugar) en que una persona podía verse
arrastrada a un trabajo semejante. Lo importante en esto es que la mención de algo de
manera enfática está frecuentemente acompañada por la omisión de otro aspecto, lo
cual no es sino el componente argumentativo de las figuras de elección: escoger algo
frente a diversas opciones posibles. Con totalidad, por lo tanto, se hace referencia
aquí a un rasgo discursivo-argumentativo, un modo de presentar un conjunto de
elementos, y no algo de carácter ontológico, como si efectivamente se hiciera un
catálogo completo de lo productivo en la Nueva España.
Una vez analizada la primera fase del argumento, la generalización de lo
productivo, falta mencionar la segunda, un entimema, el cual conduce a la conclusión.
Desde el punto de vista de la productividad y de la conjunción hombre-naturaleza, la
estructura de dicho entimema se puede postular como sigue: a) una de las
características de la actividad humana es la producción o extracción de bienes a partir
de la naturaleza; b) el habitante novohispano lo hace; c) por lo tanto, el novohispano
es como cualquier hombre, es decir, no inferior. En última instancia, afirmar que la
tierra novohispana es capaz de producir diversas cosas equivale a otorgarle una de las
55
“¿A qué pues, no obliga la insana pasión de riquezas?” (VII, 86).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
94
características que se pueden considerar propias de cualquier tierra; del mismo modo,
decir que el hombre novohispano puede ejercer dominio en ella es insertarlo en el
plano de la actividad humana, que comparten todos los hombres. Las concesiones
antes descritas, por ejemplo, son menciones de adversidades que, en realidad, le
pueden ocurrir a cualquier animal: la enfermedad, los accidentes o el hecho de que
algunos nazcan más débiles.
El mismo entimema, con idéntica conclusión, puede ser planteado a partir de los
prodigios con simbolismo religioso, los cuales, en tanto que señales del mundo
redimido en la naturaleza novohispana, incorporan a esta última en el devenir del
cristianismo y, por tanto, de la humanidad. Éstos, aunque se apoyan en una tradición
específica, tienen una diferencia leve con respecto a ella; anteriormente era más
normal enmarcar esto en un plano histórico (nexo de sucesión), ya sea poniendo a los
americanos como descendientes de una de las tribus perdidas de Israel o conectando
al apóstol Tomás con Quetzalcóatl, pero Landívar lo ubica en un ámbito distinto: la
naturaleza; sumamente conveniente, por cierto, para hacer frente a las ideas de los
ilustrados. Es así como se explica el hecho de que, respecto a uno de los grandes
símbolos religiosos criollos, la Virgen de Guadalupe, no tenga cabida la historia de su
aparición a Juan Diego en la Rusticatio, sino su manifestación como un fenómeno
natural y milagroso: el Pocito.
Hay que recordar que, de manera particular en relación con la Virgen de
Guadalupe, los fundamentos históricos del milagro eran el problema central tanto
para los defensores criollos como para los detractores (Escamilla, 2000, p. 219), que
ya eran numerosos en el siglo XVIII. Las defensas más normales del milagro se
concentraban en el aspecto historiográfico, puesto que alcanzar pruebas en este
ámbito era demostrar sin equívocos que en efecto había ocurrido. Así pues, no se
puede ver sólo una pertinencia temática en el hecho de que en Rusticatio se presentara
solamente una versión natural del milagro, sino también una intención de dar un
anclaje objetivo y plenamente visible de lo que podía hacer la Guadalupe. Hacerla
patente en la naturaleza era un esfuerzo por validarla.
Respecto a los prodigios milagrosos, se puede plantear la presencia de un
argumento basado en un nexo de coexistencia entre el símbolo y lo simbolizado. Hay
una transferencia de valores entre el símbolo de la cruz y el lugar en que se encuentra,
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
95
la Nueva España, del mismo modo antes descrito entre la parte y el todo. Con esto, el
énfasis en la naturaleza plantea una relación de carácter atemporal, ya no histórica,
como en los otros casos.
Rusticatio mexicana, por consiguiente, describe un conjunto estático e inamovible
en el tiempo. Si se recuerdan las tesis de Buffon, De Pauw y Robertson, se podrá ver
que, si son capaces de hablar de inferioridad, es porque están pensando en términos
de diferencias en una escala de desarrollo humano a lo largo del tiempo. Pero
Landívar se opone a la idea en un plano enteramente distinto, se podría decir que
cambia el terreno de la disputa para poder hacer frente a las perspectivas diacrónicas,
pues en estas últimas se fundaba la posibilidad de hablar de algo inferior o retrasado.
La universalidad –el estatus de civilizado– a la que se quiere adscribir la Nueva
España es atemporal.
A lo largo del este capítulo se han expuesto los resultados a los que se ha llegado
al analizar la obra al trasluz de la disputa del Nuevo Mundo. Se vio que, en un primer
paso, el sentido que tienen lo admirable y lo singular es el de una barrera que plantea
los límites del conocimiento. En este ámbito, se trata de un doble movimiento que
consiste en descubrir y encubrir al mismo tiempo; se ponen de manifiesto cosas
novedosas, proporcionando las causas de algunas e incluso discutiéndolas en algunos
pasajes, y dejando otras en el ámbito de lo inexplicable. En un segundo momento, se
describió la forma en que la idea de lo productivo amplía su rango de acción y sirve
como punto de apoyo para librar la lucha por lo universal. Es precisamente esta
universalidad lo que subyace a la búsqueda de singularidad en Rusticatio mexicana.
La “exaltación de lo propio”, por tanto, es sólo el vértice más visible de un conjunto
de cimientos con mayores posibilidades semánticas, simbólicas, argumentativas.
Queda clara, pues, la transición entre los dos argumentos frente al auditorio europeo:
lo singular conduce a lo universal.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
96
CAPÍTULO IV
CIRCULARIDAD Y PARADOJAS: LA ARGUMENTACIÓN
FRENTE AL AUDITORIO NOVOHISPANO Y LA CONCIENCIA
CRIOLLA
Este capítulo se centra en lo que se podría llamar un segundo movimiento en la
argumentación en la Rusticatio, dirigiéndose al auditorio novohispano, un
movimiento hacia adentro que puede servir como pauta para esbozar la forma en que
se trasluce una conciencia criolla en la obra. Esta ida hacia el interior puede verse
como una prolongación –una consecuencia– del ir hacia el otro, que es como se puede
ver la argumentación ante el auditorio europeo ya analizada. Hablar de sí era una
consecuencia de las visiones negativas que tenía el otro. Lo que se pretende mostrar
en este capítulo es, pues, que para encarar al otro había que partir necesariamente del
sí mismo, pero que dicho enfrentamiento hace necesaria una vuelta a éste.
Para comenzar, considérese un aspecto no mencionado que se deriva de todo lo
que se vio en el capítulo anterior. Uno de los errores en la argumentación que
generalmente se menciona es la llamada petición de principio, que ocurre cuando el
orador no se preocupa por la adhesión del auditorio a las premisas del discurso y toma
como punto de partida en la argumentación ideas que no son de común acuerdo.
Perelman (1997, p. 45) menciona que, en opinión de Jeremy Bentham y Arthur
Schopenhauer, en el recurso a calificativos que valorizan o desvalorizan un fenómeno
se puede ver condensada una petición de principio. Perelman hace, sin embargo, una
aclaración: “No hay petición de principio sino en la medida en que esta toma de
posición, presuntamente compartida por el auditorio, es controvertida por él” (p.45).
Sin duda, esto esclarece uno de los rasgos de la argumentación de Rusticatio
mexicana, lo cual no descarta las premisas que se analizaron anteriormente, sino que
añade una más, que se puede entender como petición de principio puesto que son
precisamente los calificativos con que se magnifica la Nueva España los que habían
sido puestos en tela de juicio por los ilustrados aquí mencionados. Visto de este
modo, es factible decir que el punto de partida de una buena parte de la obra es ella
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
97
misma. Esta circularidad es característica del poema y se deja notar en otros ámbitos.
Puede verse como un error en la argumentación y, con toda probabilidad, éste podría
ser uno de los rasgos que a los ojos del auditorio europeo podrían haber hecho de la
Rusticatio una obra de poco impacto, marcada por un chovinismo exacerbado. 56 De
cualquier modo, lo significativo en esto es que sirve como una introducción para
explicar la forma en que se articula lo que podría llamarse “conciencia criolla”.
En primer lugar, hay que destacar que existe un tipo de comparaciones hasta
ahora no mencionadas con una función evidentemente argumentativa; pero no
exactamente igual a la hiperbólica, que facilita el paso entre hechos y prodigios
mediante la idea de una superación interminable. El rasgo particular de esta otra
comparación es que foro y tema son igualmente novedosos; por ejemplo, justo
después de hacer una descripción de la cruz de Tepic, se dice: “Ceu quondam celso
sublata cacumine montis / arbore laeta viret, lucoque obscura nigranti / tot tibi densa
cruces offert, quot robora, silva”.57 Es evidente, por lo demás, que la mención de un
árbol que produce tantas ramas como cruces, refiriéndose al Convento de la Santa
Cruz en Querétaro, requiriera un llamado al pie de página que comenzara diciendo yo
mismo he visto.
En el libro de las fuentes hay un ejemplo más de este tipo de comparaciones, así
se describen los beneficios de un manantial de aguas termales: “Indica ceu vestes
Aloe, potumque, cibosque, / tectaque Mexiceis constanti munere donat: / haud secus
accensus rapido fons limpidus aestu / smegma tibi, lymphasque dabit, certamque
medelam”.58 Que hay una conciencia clara de la novedad tanto del foro como del
tema es sumamente claro al tener en cuenta que hay una nota al pie de página que
explica tales usos del maguey por parte de los amerindios.
Como ya se mencionó, una de las características principales de las descripciones
en Rusticatio mexicana es la comparación y, más específicamente, el contraste. Por
medio de éste, se consigue una y otra vez, refiriéndose a diversos elementos, su
56
Se trata de una suposición. A decir verdad, en esta investigación no se ha podido conseguir mucha
información respecto a la recepción de la obra. Esto podría constituir una vía de investigación poco
explorada. 57
“Como cuando en la cumbre de excelsa montaña verdea / con árboles altos oscura la selva y en el
bosque negreante / se te muestra con tantos cruceros cuantos sean los robles” (Appendix, 53-55). 58
“Como el patrio maguey los vestidos, bebida, manjares / y techo a los indios Mexicas o frece en
constante regalo; / así mis mo la límpida fuente ardorosa por rápido fuego / te dará detergentes y linfas
y activos remedios” (XII, 221-224).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
98
superación y su colocación por encima de aquello con lo que son comparados. Así, la
magnificación de algo depende en gran medida de la mención de otra cosa, el foro. El
poema de Landívar se articula, primeramente, de este modo; sin embargo, la supuesta
clarificación que debe aportar el foro en tanto que punto de referencia y comparación
de algo que se desconoce se convierte, en este caso, en una razón para introducir algo
igualmente novedoso. Como se desprende de los ejemplos anteriores, la continua
superación hace que, poco a poco, la función del foro se oscurezca y desaparezca,
quedando sólo el tema. Así, este último ya sólo se refiere a sí mismo; las
ramificaciones surgidas de él mismo son su propio foro y su marco de referencia. Es,
pues, una autorreferencialidad lo que está en el fondo de estas comparaciones.
Hay que resaltar también que, a medida que el poema avanza, las comparaciones
autorreferenciales comienzan a ser más frecuentes. 59 El espiral reduce
progresivamente los círculos y empieza a plegarse sobre sí mismo, cortando los lazos
que lo unen con el exterior e incrementando sus relaciones consigo mismo, con lo que
hay dentro de él. En primera instancia, entonces, se percibe la intención comunicativa
frente al otro; pero, a medida que avanza el poema, se genera un diálogo interno,
hasta llegar al apéndice, donde las comparaciones ya sólo son autorreferenciales.
EL AUDITORIO NOVOHISPANO
En este contexto de circularidad, indudablemente, es sumamente pertinente la
presencia de un segundo auditorio –particular, como el primero– en Rusticatio
mexicana: el auditorio novohispano. Éste aparece de manera más clara al final de la
obra, en los últimos 18 versos (Appendix, 94-112), antecedidos por el subtítulo
“Exhortación a los jóvenes novohispanos” (“Ad iuvenes Mexicanos adhortatio”). Se
trata de un llamado a la juventud de la Nueva España para que se abra ante las ideas
nuevas y “se vista con nuevos pensamientos” (“novos nunc indue sensus”; Appendix,
59
Si se exceptúa una que aparece sólo en la primera edición de la Rusticatio, en los versos 259-265 del
lib ro IV, eliminada después quizás por repetitiva al conectar la púrpura con el tinte de la grana, que
acababa de describirse, la primera comparación surge en el libro VIII (160-165) al referirse
seguramente a la resina del yagrumo (“cecropia”), árbol específicamente americano. En el libro IX hay
una (304-308); en el X, ninguna; en el XI, n inguna; en el XII, dos (221-224, 306-311); en el XIII, una
(288-292); en el XIV, ninguna; en el XV, ninguna; en el Appendix, las dos únicas comparaciones son
autorreferenciales (53-55, 66-73). Hay que notar, por lo demás, que algunas de éstas no son
completamente novedosas, sino que se basan en elementos que ya han sido tratados dentro del poema,
como en la del libro XIII, que usa como foro al castor para retratar la forma en que el ave llamada
tzacua alerta a las otras aves cuando hay un enemigo cerca. De cualquier modo, con esto también se
percibe la circularidad.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
99
109), un llamado a la investigación de la naturaleza y a su divulgación. En cierto
modo, está en concordancia con el final del Monitum, donde Landívar dice que teme
no cumplir con el deseo o el gusto de los que no quieren esforzarse en el
conocimiento de las cosas. En este sentido, la obra se presenta como un escalón
dentro de la formación de cualquier novohispano que esté interesado en conocer sus
tierras.
Sin embargo, no es cualquier novohispano; el discurso, por medio del aptum, la
tradición retórica jesuita académica e incluso el aticismo, se dirige a un público
selecto y a lo largo de la obra rehúye al vulgo. Por ejemplo, en los versos 39-45 del
libro VIII, referente al “Beneficio de la plata y el oro”, se mencionan los riesgos
mortales que los trabajadores jóvenes (“pueri”) corren en los molinos al respirar el
polvo de las piedras trituradas y después añade Landívar: “Quare opus est pretio
pueros conducere magno, / ausint ut tantum vitae discrimen adire”. 60 Es claro que
esto se dice para ayudar al terrateniente o al jefe, pues es él quien contratará a los
mozos. La solución está dirigida a él y no a éstos; no hay ninguna sugerencia para
ellos, que son precisamente quienes están en riesgo.
Se puede aducir lo mismo con otro ejemplo, reducido al uso de una conjunción
adversativa. En el libro referente a la caña de azúcar, después de describir la forma en
que la gente africana (“Africa pubes”; XIX, 108) alivia con el jugo de la caña el
intenso calor producido por el sol durante el trabajo en los cañave rales, se dice “pero
tú...” (“Tu tamen...”; XIX, 116) y se comenta cuál es el mejor tipo de caña y la mejor
manera de quitarle la corteza. Se nota, pues, a quién se dirige este “tú”. Dentro de la
dinámica de autorreferencialidad y circularidad, el discurso no podía sino terminar
dirigiéndose al grupo del cual era miembro el orador, grupo que ahora se puede ver
claramente delimitado como criollo.
ARGUMENTACIÓN FRENTE AL AUDITORIO NOVOHISPANO
Las premisas
La primera premisa de la que se puede hablar es visib le en las numerosas
referencias a lo largo de la obra al linaje. Landívar, en concordancia con Maneiro y
Fabri (1989), que utilizan frecuentemente en sus biografías la nobleza de sangre para
60
“Por ello es preciso tomar a gran precio a los mozos / que osados expongan su vida a tan grande
peligro” (VIII, 44-45).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
100
ensalzar las cualidades de sus compañeros jesuitas, despliega el tema de la pureza de
sangre a lo largo de la Rusticatio. Muestra de lo anterior es una comparación para
describir a un caballo después de que ha vencido a otro en una disputa:
Inde pedem retro, parto contentus honore, / victor agit, latosque coma volitante per
agros / protinus armentum repetit, matresque revisit. / Non secus ac claro generatus
sanguine miles / irrequietus amat turmam superare minantem, / cedere sed gaudet
votis, ac parcere victis.61
La intensa defensa de la sangre noble, perceptible en muchos pasajes más, puede
verse como una especie de ligazón que se traba con el pasado, un pasado que justifica
el estado de cosas en el presente y que incluso le da renombre. La idea de la pureza,
incluso, traspasa sus límites y alcanza a articular gran cantidad de figuras en relación
con los metales y los procesos para conseguir las sustancias sin inmundicias; el tema,
pues, se vuelve tan fructífero que insufla por igual el reino animal, humano y mineral,
estableciéndose como un punto de referencia a partir del cual juzgar o valorar
diversas cosas.
Otra premisa evidente que se presenta con la forma de verdad es la religión
católica. Tan obvia es, que no hace falta ahondar mucho en ella. Además de sus
relaciones con los prodigios, sólo hay otra cosa que recalcar: el hecho de que a través
de ella se proyecta un conjunto de valores que en diversas partes de la obra sirven
para distintos fines específicos, valores como el desprecio por los bienes materiales,
la condena de la codicia y la prudencia.
Hay que mencionar también que lo que era una petición de principio frente al
auditorio europeo se torna en premisa incuestionable frente al novohispano. Los
numerosos adjetivos que magnifican lo admirable de la Nueva España, con toda
seguridad, estaban lejos de ser controvertidos por el auditorio novohispano criollo. En
este sentido, la fertilidad y la productividad de la Nueva España pueden
comprenderse como premisas, hechos cuya veracidad no pondría en duda ningún
criollo novohispano; en efecto, la fuerza del mito de la abundancia en la
61
“Luego camina hacia atrás, contento de la honra alcanzada / el que vence, y flotante la crin por sus
lomos robustos / retorna enseguida a su clan y revisa a las madres. / No de otro modo el soldado de
célebre sangre nacido / se entrega incansable a vencer la escuadra retante, / mas goza en ceder a los
ruegos y dar el perdón al vencido” (X, 91-96).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
101
representación criolla de su propia tierra –como parte de su forma de interiorizarla–
es indiscutible.
Los argumentos y los recursos retóricos
Con la riqueza de la tierra novohispana como punto de partida, en la Rusticatio se
plantea a continuación el campo que ofrece la naturaleza al conocimiento por parte de
sus habitantes. Éste es, en efecto, el sentido que tiene la exhortación a la juventud
novohispana, auténtica peroración de la obra pues conjuga los dos elementos que se
consideran clave en esta parte del discurso: retomar temas anteriores y hacer un
llamado a la acción. Vale la pena mencionar una vez más la forma en que se condensa
todo lo mencionado en la ambigüedad de la palabra cielo y se le presenta a la
juventud: “En tibi, primaevo florens ardore iuventus, / cui caelo natura dedit gaudere
benigno”.62 Sin duda, la gran variedad de elementos naturales de los que se dispone,
descritos minuciosamente en el poema, demuestra la amplitud con que se abre el
terreno de lo que falta por conocer.
Se podría pensar que esto entra en contradicción con la idea de lo inexplicable, la
barrera epistemológica que se levanta frente al auditorio europeo; no obstante, desde
el punto de vista del auditorio novohispano, los portentos se muestran como
incentivos. Apoyándose en la premisa de la religión católica, sostener la posibilidad
de adquirir más conocimiento y al mismo tiempo establecer límites a la razón está
lejos de ser contradictorio. Más bien, los prodigios plasmados en la naturaleza son
señales de la gran riqueza que ella posee. Incluso estos mismos, en su calidad de
monumenta, tal como los analiza Suárez (2006), fungen como símbolos pasados que
habitan el presente, justificándolo, y a través de ellos se configura el sentido de
pertenencia de una colectividad, que recurre a su historia y sus relatos para conformar
su identidad.
Así, teniendo los prodigios como alicientes de gran carga simbólica, patentes en
los parajes de la Nueva España, se llega a defender no sólo la posibilidad, sino
también la importancia de conocer más. La búsqueda y explicación de los fenómenos
naturales se convierten, entonces, en un deber del cual se pretende persuadir a l
auditorio novohispano. Lo admirable y los prodigios, vistos desde el auditorio
62
“Hete aquí, juventud en la flor de la edad ardorosa, / a quien diole natura los goces de un cielo
benigno” (Appendix, 94-95).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
102
novohispano, es decir, desde adentro, son una promesa de que descifrar la naturaleza
–la propia tierra– es descifrarse a sí mismo. En este sentido, el anclaje tan visible de
los portentos en la tierra –recuérdese que no se trata de milagros al estilo
hagiográfico– los conecta aun más con los criollos, pues para hablar de su
degeneración, que supuestamente ocurría en la adolescencia, sólo se podía invocar el
lugar de nacimiento para distinguirlos de los españoles.
Además de los portentos como estímulos, a lo largo del poema se recurre a la
noción de lo provechoso para justificar la necesidad de mayor conocimiento. En
efecto, si se conoce más, se pueden dominar y controlar mejor las riquezas. Al hacer
esto, las técnicas se perfeccionan y, por tanto, es posible producir más.
Ahora bien, queda pendiente la pregunta sobre quién es el encargado de
administrar tales riquezas. Es aquí donde interviene la premisa de la nobleza de la
sangre, mediante la cual se da por entendido que se trata del criollo. Se puede
enunciar, por lo tanto, la conclusión: el criollo debe conocer su tierra tanto por el
hecho de que así puede extraer de ella los mayores beneficios posibles, como porque
ello constituye un proyecto de autoconstrucción.
El razonamiento anterior se basa en distintos tipos de argumentos; sin embargo, se
puede colocar uno como el más importante: el argumento pragmático. Es evidente
que no se trata sólo de un conocimiento pasivo o contemplativo, sino también
práctico. Es un saber hacer, saber manejar y controlar el espacio campestre. Esto se
confirma con la presencia continua a lo largo de la obra de un “tú” al que se le dan
consejos de toda clase, desde las maneras de cazar animales o aves y extraer de ellos
diversos beneficios hasta las diversas formas de hacer perforaciones en las montañas
para lidiar con el surgimiento de manantiales dentro de las minas. Sin duda, este “tú”
no puede ser sino el auditorio novohispano. He aquí un ejemplo de la enorme
cantidad opciones, que se percibe cuando en el libro referente a la grana cochinilla se
mencionan los pocos cuidados que exige el cultivo del nopal: “Hanc vero campis
optes si figere plantam, / planta tibi nullos adducet parca labores. / Arripe deciduas
vernanti ex arbore frondes...”.63 Después de lo anterior, se dice que sólo hay que
echar las pencas al suelo para ver cómo comienzan a crecer. Es notoria, pues, la
63
“Si empero deseas que cunda en tus campos tal planta, / la planta que es parca ninguna labor te
requiere. / Arranca del árbol vernante las pencas caducas...” (IV, 46 -48).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
103
presencia de la segunda persona (“optes”, “tibi”) y, especialmente, un imperativo
(“arripe”) que se repite constantemente con el sentido de recomendaciones.
Así, en el hecho de que se trate de consejos prácticos con respecto a la producción
de bienes pertenecientes al campo, como el cultivo, la cacería, la minería y la
ganadería se ve confirmado una vez más que es un administrador o propietario de
tierras a quien está dirigida la argumentación.
En muchos casos, el valor de la prudencia se asocia a un tipo de argumento
pragmático, puesto que generalmente está ligado con la consecució n de un mayor
provecho o la mayor producción de algo a largo plazo, como en el caso de la caña de
azúcar:
Haec animo secum reputans incautus ephebus / praesentis vana deceptus imagine
lucri / melligero spoliare iubet canneta decore / cuncta simul, nodosque omnes
submittere prelo, / quin tantam possint dinceps reparare ruinam, / divitias quamvis
breviori tempore multas / cogat.64
Curiosamente, entonces, condenar la codicia sirve en este pasaje como una manera
para ilustrar el modo en que se pueden conseguir los mayores bienes. La prudencia y
la mesura, sin caer en contradicción alguna, son –según se percibe en lo anterior–
productivas.
En la misma línea del argumento pragmático, hay que mencionar una
comparación por su carácter especial. Como parte de la magnificación de las
cualidades del castor en el libro VI, en los versos 347-352 la caza de éste por parte del
hombre es puesta en el mismo plano que el asesinato de una nuera cometido por su
madrastra; el hecho de que sean casi familia, sin serlo completamente, parece
caracterizar tanto la similitud como la diferencia entre el castor y el hombre.
Posteriormente, de manera significativa, se mencionan los beneficios que se extraen
del cuerpo de los castores. Se podría decir, entonces, que aun siendo despreciable la
caza en sí misma, vista desde sus consecuencias es posible valorarla, de ahí que
64
“Consigo en su mente el incauto mancebo echa cuentas / y, engañado por la vana ilusión de
inmediata ganancia, / ordena expoliar los cañales del dulce atractivo todos / a un tiempo, y meter a la
prensa hasta la última caña, / sin que pueda después reparar el desastre tan grande, / aunque en mínimo
tiempo más grandes riquezas / reúna” (IX, 124-130).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
104
termine mencionando las propiedades curativas de dicha especie y los distintos usos
que se les da a sus despojos.
Un libro donde se puede ver perfectamente cómo se mezclan los diversos aspectos
mencionados anteriormente, vertidos en el uso de figuras de elección como el epíteto,
es el IV. La continua personificación de la grana cochinilla es indudable. Se nota
frecuentemente a través de epítetos como insontis pubis (“pueblo inocente”; 104).
Esto es particularmente notorio en los versos 164-181, cuando el colonus (“colono”)
le da muerte para obtener la tinta y es llamada innocuum gregem (“grey inofensiva”)
y cives immeritos (“ciudadanos sin culpa”). Aquí se realza la crueldad de la matanza
y el móvil que la conduce: la codicia.65
Siguiendo la idea anterior, se puede percibir incluso una contraposición entre la
grana cochinilla y los amerindios: “His ubi suppliciis mactavit barbara gentem /
coccineam, traxitque cavis plebs Inda caminis, / in rumbrum mansuetus abit porcellio
Coccum”.66 Nótese el epíteto barbara, y el uso de la palabra plebs (“plebe”), opuesto
de manera significativa a gens (“gente”, “pueblo”) o cives, usado anteriormente. Es
bien sabido que, desde la tradición clásica, las dos últimas palabras se refieren a una
multitud humana unida por ciertos consensos (leyes, costumbres), intereses comunes
e incluso derechos; mientras que el vulgus (“vulgo”) o la plebs son vistos, siguiendo a
Cicerón, Horacio y Séneca, como una masa humana sin mucha capacidad de
discernimiento, sin un juicio propio y fácil de manejar. Semejante contraste, al dejar
en desventaja al amerindio, además de haber sido tachado como codicioso
anteriormente, hace necesario un contrapeso, el cual aparece en los versos 188-205:
esta labor se le reservó sólo al colonus –ahora es llamado así–, un trabajo duro pero
sumamente lucrativo. Se llega, así, una vez más al argumento pragmático.
Como se puede observar, en todo lo anterior se presentan claramente
entremezclados muchos aspectos ya mencionados: la condena de la codicia y el
énfasis simultáneo en los beneficios materiales y en la productividad; las relaciones
de poder, que dejan en claro que el criollo no es el que hace los trabajos duros.
Para persuadir de la importancia del control sobre la naturaleza, se recurre al
argumento mediante el caso particular, especialmente el modelo. Además de los
65
“Auri caeco exitialis amore”, “Ciega ambición de funesto tesoro” (IV, 171). 66
“Y luego que, bárbara inmola la Indígena plebe con tales / suplicios la grey de la Grana, y de
cóncavos hornos la saca / en tinte granate se cambia la mansa porqueta” (IV, 182 -184).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
105
obvios pasajes con recomendaciones, sugerencias o descripciones de la forma precisa
de proceder en diversos casos, la obra, al mostrarse como producto de la observación
cuidadosa e investigación de lo natural, parece proponerse a sí misma como modelo
frente al auditorio novohispano; una vez más, aparece la circularidad.
De hecho, la estrecha relación entre el modelo y el argumento pragmático queda
clara incluso con Maneiro, en un pasaje en el que se puede encontrar uno de sus
propósitos al escribir biografías:
¡Ojalá que muchos lean estas cosas, y quieran imitar a Francisco Pérez Castro en la
educación de sus hijos! ¡Cuánta utilidad para la república! ¡Cuántos ciudadanos
serían formados honestos en sus costumbres, preclaros en las letras, excelentes por
su refinada educación y dispuestos al bien de la patria! (Maneiro y Fabri, 1989,
p. 56)67
Se percibe, por lo tanto, la preocupación por la educación de la juventud criolla
novohispana, al quedar ésta sin uno de sus mayores sustentos por la expulsión de la
Compañía.
Dentro de la misma lógica, se hace uso también del antimodelo en la Rusticatio.
Al comenzar a hablar de las peleas de gallos, se dice: “Nec enim fas est obducere
pugnas, / quae nova lymphati recludunt monstra furoris”.68 Se plantea entonces que,
puesto que su cometido es mostrar lo admirable, no le es lícito (“fas”) omitir las
peleas de gallos, aunque en este caso lo admirable sea sangriento y esté dominado por
un furor lunático. Así pues, tiene que ser presentado por una exigencia de fidelidad al
tema de la obra, un tipo de imparcialidad o claridad. Que a Landívar le parece un
juego reprensible se confirma al afirmar que “el loco amor por el juego y el terrible
placer” (“cum ludi vesanus amor, cum saeva voluptas”; XV, 16) encierran a los gallos
a fin de entrenarlos para las peleas. Nótese, por lo demás, en la cita anterior la
sinonimia y la metáfora, que resalta la presencia haciendo concretas ideas abstractas.
67
Así, también en Maneiro se percibe un objetivo persuasivo en relación con un auditorio
novohispano. De hecho, en sus biografías se puede percibir cierto apego a lo que sugiere José Mariano
Vallarta y Palma en la elaboración del panegírico, el cual hablaba, según Beuchot (1996, p. 64), de un
orden de las cosas –colocando primero los llamados “adjuntos internos”, como las virtudes de la
persona, y luego los “externos”, como la patria y la familia– y de un orden de los tiempos –que
obligaba a describir primero eventos anteriores a la v ida del personaje, posteriormente lo sucedido
durante ella y por último lo que había ocurrido después de ella. Lo central a este discurso epidíctico
era, por tanto, el exemplum o modelo. 68
“Ni puedo ocultar las peleas / que ofrecen monstruosa sorpresa de loco furor” (XV, 11-12).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
106
La condena de los juegos también aparece en la exhortación a la juventud
novohispana, en un uso sumamente claro del antimodelo: “Alter inauratos Phoebeo,
lumine campos / incautis oculis, brutorum more, sequatur, omniaque ignavus
consumat tempora ludis”.69 Lo significativo en lo anterior es que con el énfasis en el
sentido de la vista se hace uso de un procedimiento de disociación; aparecen
nítidamente diferenciados dos modos de ver: uno propio de los brutos, que sigue los
campos con la mirada y a pesar del brillo del sol no logra ver realmente, sino sólo de
manera superficial; otro, que va más allá de las apariencias, lo cual se puede conectar
tanto con la tradición jesuítica del ojo interno como con la tendencia aristotélica de la
generación de jesuitas exiliados que privilegiaba la búsqueda de las causas de los
fenómenos naturales.
Ahora se puede apreciar mejor lo que se trataba de explicar al principio del
capítulo de manera muy general. Rusticatio mexicana no es algo dirigido de criollo
para el criollo, como sólo un diálogo interno nostálgico, sino que en primera instancia
es un ir hacia afuera y presentarse ante el otro. La petición de principio muestra que la
forma de encarar al otro –las visiones negativas del grupo de ilustrados– era partir del
sí mismo. El criollo en su enfrentamiento mostró una cara especial: lo que para el
prójimo era una barrera epistemológica se convirtió en un estímulo para el criollo y
en un llamado a la mayor producción posible de conocimiento y de bienes materiales;
en suma, un llamado a la autoconstrucción.
Sin embargo, ésta es sólo una parte del proceso. La progresiva
autorreferencialidad de las comparaciones demuestra cómo después de presentarse
ante el otro se comienza a generar un diálogo interno. Falta, pues, analizar lo que
sucede al final, la última cara, que sobreviene cuando el criollo queda consigo mismo
y ya cortó amarras con el exterior a través de la circularidad.
69
“Que otro los campos dorados por lumbres de Febo / recorra con ojos incautos, igual que los brutos;
/ que todo su tiempo consuma indolente en los juegos” (105-107, Appendix).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
107
RUSTICATIO MEXICANA Y LA CONCIENCIA CRIOLLA: CONTRADICCIONES Y
RUPTURAS
Lo que se dirá a continuación es una exploración a partir de todo lo anterior
encaminada a esbozar la forma en que se interrelacionan el poema de Landívar y la
conciencia criolla utilizando como eje las contradicciones que se podrían ver en
ambos. Más concretamente, se intenta responder a una pregunta: ¿cuáles son las
consecuencias para la conciencia criolla de la argumentación frente a los dos
auditorios particulares?
Respecto a las identidades, es muy fácil advertir paradojas y dicotomías desde el
exterior que parecen desgarrarlas interiormente, como en el caso de los criollos.
Mostrar sólo tales paradojas sin explicarlas equivale a hacer un catálogo de los
componentes de una identidad subrayando su disgregación, adjudicándola muchas
veces a una falta de coherencia o incluso de razón. Presuponiendo la unidad de una
identidad, pues, todo lo que se encuentre que atente contra ella hace que sea rebajada
de nivel –pues ya no es algo idéntico a sí mismo–, imponiendo por lo tanto una
jerarquía. Por lo tanto, hay que estar abierto a aceptar lo diverso e incluso lo
contradictorio como característicos. En efecto, si es posible partir de la presunción de
que aquello que es determinante en una identidad es la divergencia que mediante
discursos ésta construye con respecto a otras representaciones, se tendrá que aceptar
que son las rupturas y paradojas sus rasgos definitorios, las cuales pueden ocurrir
incluso a nivel interno. Desde esta perspectiva, las distintas representaciones de una
identidad forman un gran mosaico cuya delimitación puede hacerse sólo parcialmente
y a través de la descripción de las tensiones presentes en él.
Teniendo en cuenta lo anterior, es notoria la diversidad de elementos que
componen la identidad criolla. Igualmente patente es la facilidad con que, en la
Rusticatio, se salta de un parte a otra que, muchas veces si son vistas al trasluz de la
actualidad, aparecen como irreconciliables. Se podría decir, por ejemplo, que la obra
de Landívar aún no es moderna completamente y que sólo algunos elementos, como
la premisa de la objetividad o el énfasis en la precisión y la exactitud, son modernos.
Del mismo modo, respecto al aticismo como estilo, podría ligarse con las influencias
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
108
del neoclasicismo, pero se tendría que afirmar también que no se siguen por completo
los paradigmas neoclásicos, como concluye Higgins (2000, pp. 128-129) siguiendo la
idea de lo sublime y como afirma Vevia Romero (2004, p. 226), quien a pesar de ver
en la obra elementos neoclásicos encuentra en la novedad del tema una ruptura con
ellos.
De manera tentativa, se puede decir que hay dos formas de reaccionar frente a
estas aparentes contradicciones en Rusticatio mexicana: por una parte, se asume una
perspectiva eurocéntrica que tiende a poner todo en una escala de desarrollo que sirva
como criterio para saber a qué altura está colocada una obra y determinar si ya
alcanzó o no algún grado (barroco, neoclasicismo, romanticismo, realismo,
naturalismo), al tiempo que se consagra a la tarea de localizar precursores de dichas
tendencias o resquicios por donde se entrevea cierta asimilación de ellas. Esta
tendencia, que suele honrar a los precursores por anticiparse a los demás, también les
impone implícitamente un estatus de retraso con respecto a Europa. Como claro
ejemplo de esto, se puede mencionar a Kerson (1994), quien valora la obra, entre
otros elementos, en función de las influencias ilustradas. Sin duda, la razón por la que
Kerson no menciona en su artículo el simbolismo religioso presente en el poema de
Landívar –los prodigia– es evidentemente porque no tiene cabida alguna en su tema –
la Rusticatio y la Ilustración– y porque entra en contradicción con las tendencias
ilustradas que encuentra en la obra; si se le impusiera la presencia de los prodigios
como objeción, sin duda, Kerson diría que la obra no ha asimilado completamente las
ideas modernas, es decir, que se trata de una obra precursora.
Una forma distinta de reaccionar en relación con las paradojas consiste en
subrayar la diferencia, que queda oscurecida en la perspectiva anterior. Dicho de otro
modo, se destacan las rupturas como los elementos más reveladores de lo que ocurre
en la obra. Es así como Vevia Romero ve en la novedad del tema la inauguración de
un nuevo capítulo en la historia de las ideas estéticas novohispanas. Algo análogo
ocurre con Higgins (2000), quien encuentra en la manifestación de lo “sublime” el
intento por crear un espacio o “esfera” cultural que se distinguiera del orden impuesto
por las reformas borbónicas. Desde esta perspectiva, Higgins está forzado a aceptar la
heterogeneidad de lo que él llama “la subjetividad criolla”: “Within this context one
can glimpse not so much a unified subject, but the unfolding of a subject- in-process,
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
109
moving between different discourses, assuming diverse and contradictory positions”
(p. 5).70
Se puede percibir, por lo tanto, que para la primera tendencia de las mencionadas
los aspectos que son significativos se ubican en la capacidad para reflejar las ideas de
lo que se considera propio del “verdadero espíritu” del momento, rasgo que
supuestamente define el siglo. La segunda perspectiva, por otra parte, localiza las
diferencias y discontinuidades como los rasgos determinantes del texto.
Uno de estos rasgos en la Rusticatio es una ruptura con una de las ideas de la
Ilustración: el progreso. Respecto a lo que aquí se ha visto como la lucha por lo
universal, es evidente que ésta se libró con base en una buena cantidad de
presupuestos compartidos por la Rusticatio y la Ilustración, especialmente lo relativo
a la productividad. Acerca de esto, no puede caber duda alguna, como se verá más
adelante en relación con los argumentos pragmáticos. Sin embargo, la obra también
aporta en este ámbito una paradoja: ¿qué cabida tiene en la idea de progreso la
atemporalidad que se mencionó en relación con lo universal? Lo productivo y los
argumentos pragmáticos se engarzan directamente con una noción de progreso, y
simultáneamente se plantea una visión de lo universal que se opone a la diacro nía de
las historias conjeturales, donde era posible calificar a algo como civilizado y
establecer así la distinción entre etapas inferiores y avanzadas. Sin duda, esta ruptura
está muy lejos de constituir una crítica directa al ideal del progreso, pero hace patente
que el meollo del problema estaba en que adherirse de manera absoluta a tal ideal
tendría en aquellos momentos duras implicaciones para el estatus de civilizado de
aquél cuyo origen fuera América. Aceptarlo sin miramientos significaba confirmar la
inferioridad de sus habitantes.
Otra paradoja se puede ver en el –ya mencionado– doble elogio del pasado
prehispánico y la conquista española por parte del criollo. Aunque los conquistadores
podían enfatizar la fuerza de sus adversarios para, en el fondo, poner por encima la
suya al haberlos vencido, la tradición imperial estaba sumamente conciente de que
resaltar la grandeza de la civilización amerindia entrañaba una pérdida de la
70
“En este contexto, se puede entrever no tanto una subjetividad unificada, sino el desdoblamiento de
una subjetividad-en-proceso que se mueve entre diferentes discursos y asume posiciones diversas y
contradictorias”.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
110
justificación del dominio español. Sin duda, una de las primeras manifestaciones de la
conciencia criolla, como una especie de actitud autodiferenciadora, debió darse en
este doble elogio, pues sostener sólo uno de ellos implicaba fundirse con ese mismo;
tener los dos simultáneamente era una manera de mantener su distancia de ambos.
Para Brading (1991, p. 323), los orígenes de cierta “identidad criolla” se pueden
rastrear hasta 1590 en un multitud de peticiones a la Corona española para extender la
herencia de las encomiendas una generación más. Teniendo esto en cuenta, se percibe
cierta continuidad entre las quejas de los descendientes de los conquistadores, visibles
en Bernal Díaz del Castillo (Brading, 1991, p. 70), que sostenían que las recompensas
de la conquista habían sido mal asignadas, y el patriotismo de los criollos, que desde
el principio “parecen haberse considerado como herederos desposeídos, robados de su
patrimonio por una Corona injusta y por la usurpación de inmigrantes recientes,
llegados de la Península” (Brading, 1991, p. 323).
Hay que aclarar entonces que, como lo advierten algunos historiadores (Manrique,
2000, p. 433), lo que delimitaba a los criollos como grupo no era tanto el mero hecho
físico de haber nacido en América –un español peninsular podía llegar a identificarse
con los criollos–, sino cierta actitud y conciencia que, en tanto hechos de cultura, los
hacían sentirse americanos, no españoles, y los reunía bajo un mismo plano de
resentimiento ante la exclusión de la que eran objeto.
Ligado con lo anterior, otro punto contradictorio que se suele mencionar respecto
a la conciencia criolla y que, en cierto modo, puede verse reflejado en el poema de
Landívar se refiere a la tendencia criolla a enaltecer al indígena prehispánico y a
menospreciar al indígena de su tiempo. La dignificación de la figura del indígena
muestra aquí su otra cara. Exploremos primero una forma de explicarlo desde un
punto de vista general para, después, ver cómo funciona dentro de la Rusticatio.
Para Cañizares, la contradicción tiene sentido si se ve desde el prisma del tipo de
respuesta en que consistió la epistemología patriótica. Para explicar la contradicción,
Cañizares (2007, pp. 441-446) hace énfasis en el aspecto elitista por encima de lo
temporal; es decir, que no es tanto que se engrandezca el pasado y se minimice el
presente, sino más bien que se privilegia a la élite por encima del vulgo, rasgo
indiscutible de la conciencia criolla. Así, la admiración con que la mentalidad criolla
ve a la nobleza indígena –ya desaparecida en el siglo XVIII– es correlativa al
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
111
profundo desprecio con que se dirige a los plebeyos indígenas de su época. La
tradición criolla, remontándose hasta Sahagún (2000, pp. 921-923), enfatizaba el
hecho de que la conquista había traído un relajamiento de costumbres que,
acompañado por la gradual extinción de la élite indígena, había hecho del amerindio
una figura proclive a los vicios. Por supuesto, esto no significaba poner en duda la
legitimidad de la conquista; la labor de los españoles era precisamente la de fungir
como tutores de la vida social y espiritual de los amerindios a causa de tal
relajamiento y su “minoría de edad”.
En consonancia con lo anterior, Cañizares menciona, por un lado, que un criollo
podía hacer alarde de su alto abolengo indígena, estableciendo así una continuidad
entre la nobleza amerindia y la criolla. Recalca, por otro lado, que también había
españoles insertos en el discurso de la epistemología patriótica. Para dicho autor, esto,
aunado al hecho de que desde el punto de vista historiográfico la epistemología
patriótica había privilegiado los testimonios de los observadores clericales cultos por
encima de los seglares del mismo modo en que ocurría con los indígenas nobles con
respecto a los plebeyos, sugiere que el componente específicamente criollo era menos
fuerte que el clerical en la epistemología patriótica.
Acerca de las dos actitudes opuestas frente al indígena, no hay duda que la
explicación de Cañizares revela el punto de unión entre ellas; sin embargo, estas ideas
no se reflejan de manera idéntica en Rusticatio mexicana, el rostro que proyecta del
criollo es ligeramente diferente. Por una parte, es ostensible el desdén por las clases
bajas en la Rusticatio, tomadas como un antimodelo para el auditorio criollo
novohispano educado. Pero, por otra parte, no es posible afirmar que la admiración
repose sólo en la nobleza; por ejemplo, el énfasis en el ingenio de los indígenas en el
libro I (140-156) se apoya en el contraste entre el tirano y el pueblo en general,
indiferenciado.71 Aunque en realidad este ejemplo se refiere precisamente a la época
prehispánica, cuando la élite amerindia era de gran fuerza, hay otros que muestran la
admiración hacia el indígena contemporáneo: las numerosas menciones del colono
habilidoso o en la aparición del opifex (“hacedor, creador”) sumamente frecuente a
partir del libro V. Probablemente, dada la multitud de voces que generan el discurso
71
Esto se sostiene, creo, a pesar de la fuerte connotación de la palabra gens usada junto con indus
precisamente en este fragmento, que, lejos de revelar una diferencia entre un grupo con privilegios y
otro sin ellos, se basa sólo en la caracterización de la población –forzada a pagar tributos– por
oposición al rey de Atzcapotzalco, quien t rata de enriquecerse de ella.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
112
de la conciencia criolla, se podrían enunciar numerosos ejemplos de lo anterior. De
cualquier modo, esto hace posible sugerir que lo que está de fondo es una forma muy
peculiar de persuasión, usando perspectivas que vistas de un modo global entran en
contradicción con otras, pero que se comprenden dentro del contexto específico de
aquello de lo que se quiere persuadir. En este sentido, argumentar la productividad de
la Nueva España lleva en algunas ocasiones a retratar al indígena como industrioso y
en otras a dar una visión de los plebeyos como ociosos e incapaces de adquirir
conocimientos de la naturaleza para extraer de ella los mayores beneficios. En el
segundo caso, en concordancia con las ideas de Cañizares, se percibe la distinción
élite-vulgo; pero en el primer caso queda oscurecida la distinción al usar –en un claro
recurso a las figuras de elección– otras palabras. Con esto, el indígena, a pesar de
poder ser incluido dentro del concepto más amplio de vulgo dada su condición social
y la desaparición de su nobleza, no es adscrito a él de manera explícita. Epítetos como
colonus escamotean tal inclusión.
La diferencia perceptible en Rusticatio, por consiguiente, supone una mayor
precisión con respecto a la manera en que son usados el menosprecio y la admiración;
como afirma Cañizares, no son excluyentes, pero no sólo por el hecho de que en
muchos casos estas dos actitudes se basan en la distinción élite-vulgo, sino también
porque pueden estar dirigidas simultáneamente a este último, el grupo en que recaían
los trabajos más pesados y que es llamado alternativamente turba, pubes (“los
jóvenes, el pueblo”), plebs, Indus, opifex o colonus, dependiendo de aquello que se
quiera resaltar. Curiosamente, la palabra cives no se usa para referirse a hombres
reales, sino sólo para hablar de la cochinilla o el castor. El principal punto de
articulación de todo esto, es decir, lo que se podría aducir como razón, no puede ser
otro que un argumento pragmático. En efecto, la idea que se repite en el poema
respecto al “trabajo bajo y despreciable” (“pravum... laborem”; VIII, 93) no hace sino
resaltar los grandes beneficios que produce tal labor, llevada a cabo por el vulgo;
quedan, pues, nítidamente ilustrados en ello el menosprecio y la admiración. Los dos
refuerzan el derecho criollo a dominar el espacio campestre novohispano, con todas
sus implicaciones para el resto de la población.
Por otra parte, respecto al énfasis de Cañizares sobre lo clerical en la
epistemología patriótica, en la Rusticatio no parece muy claro que esto último se
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
113
pueda afirmar. La idea de Cañizares sirve para poner al mismo nivel el aspecto criollo
y el clerical, para no olvidar la importancia de este último. Es cierto que hay casos
donde se percibe claramente un apoyo en la condición de clérigo culto del testigo,
como en la mención del obispo de Guadalajara o de José de Acosta, ampliamente
respetado entre los jesuitas expulsos. Pero si no se coloca esto en un plano más
general, más allá de lo meramente historiográfico, que es a lo que se circunscriben las
afirmaciones de Cañizares, la epistemología patriótica perceptible en la Rusticatio
queda sin una de sus mayores armas en contra de Buffon, De Pauw y Robertson: una
de sus premisas. En efecto, al enmarcar todo esto en el ámbito más amplio de la lucha
por la credibilidad, del uso de citas, fuentes bibliográficas e incluso argumentos de
autoridad, se percibe que en el recurso de la Rusticatio al testigo no sólo se considera
su estatus clerical culto, sino también otros dos aspectos: la premisa de la objetividad
y el hecho de pertenecer al mismo auditorio europeo ilustrado. El hecho de que
Bomare tuviera, en sus inicios, una formación jesuita podrá haber ayudado a que
Landívar se sustentara en él, pero en el plano de la argumentación esto de ningún
modo se trasluce así; su credibilidad o confiabilidad viene del hecho de que
comparten la premisa de la objetividad, especialmente respecto a la precisión y la
exactitud, y de que forma parte del auditorio europeo. Quitar esto sería como
desaparecer las bases sobre las que se podía entablar un diálogo con dicho auditorio,
es el rostro exterior del criollo.
Otro aspecto en la Rusticatio donde, en cierto modo, se puede ver el equilibrio
entre la parte criolla y la clerical es algo que, una vez más, a primera instancia
aparece como contradicción: el uso de argumentos pragmáticos y el tema del
desprecio por lo material. También se podría ver un elemento opuesto a ellos en la
idealización de la sociedad humana que ocurre en el retrato de los castores, donde el
desarraigo de los bienes materiales se usa para acentuar los dones de los animales.
Sería muy fácil caracterizar todo esto como una colisión entre valores modernos y
cristianos. De manera más general, también se puede decir que el contraste está entre
la actividad y la pasividad; entre los consejos continuos que ilustran la manera de
cazar o de conseguir algo de la naturaleza, y cierta actitud de carácter más
contemplativo ante lo natural. En este sentido, se podría establecer una correlación
entre las dos actitudes y dos de los planos en los que el criollo, después del español,
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
114
era el que detentaba la autoridad: el económico y el religioso. Sería inevitable
también traer a colación, por un lado, las grandes haciendas de los jesuitas y, por otro,
su espiritualidad, que no se puede afirmar que estuviera en declive en el siglo XVIII,
a pesar de la tipificación de esta época como antimisticista (Guibert, 1953, p. 409).
Sin embargo, la forma en que la contradicción se resuelve dentro de la obra no
concuerda con ninguna de estas explicaciones. Internamente, se podría decir, el
desapego se muestra normalmente como un medio para enfatizar otros elementos. Así
se puede comprender, sin duda, el hecho de que justo después de una minuciosa
explicación de la forma de darles cacería a las aves y hacer festines con ellas,
enfatizando todas sus cualidades, se diga: “Has tamen alter amet mensas praedamque
recentem / undique collatis apponat festus amicis. / Me iuvat alituum cantus haurire
sonoros / auribus, atque oculos vario recreara colora”. 72 En el fondo, enfatizar algo y
después mostrar desapego por ello puede emparentarse con el uso de una figura de
presencia muy peculiar: la preterición, que resalta algo precisamente al decir que no
se quiere mencionar. Del mismo modo, en este ejemplo la contradicción que se revela
está enmarcada por la figura llamada transitio, que aquí sirve como un eje
articulatorio que retoma todo lo dicho y prepara lo que está por venir. Sólo en los
casos en que el desapego se mezcla con la devoción cristiana, creo, se puede ver éste
como un fin en sí mismo, que hace de la religión una premisa fundamental; así, por
ejemplo, al hablar del pueblo de Tepic se dice:
Nec tectis floret sublimi mole superbis, / marmore nec Pario subsectas arte
columnas / enumerat, nec templa manu fabricata vetusta, / aut auro, aut rutilis
circum lucentia gemmis: / tecta tamen populus cultu laudanda modesto, /
templaque perpetuis votis ornata frecuentat. / Ast gemmas, aurumque fugax,
fastumque domorum / prodigio natura novo generosa rependit.73
72
“Pero que otro sea quien se complazca en estos manjares y sirva festivo caza reciente a los amigos
de todas partes congregados. A mí me es grato escuchar los cantos armoniosos de los pájaros y recrear
los ojos en su color matizado” (XIII, 155-159) (La traducción es de Valdés; Landívar, 1942, p. 148) 73
“No luce con mole sublime de alt ivas moradas, / ni ostenta columnas con arte talladas del mármol /
de Paros, ni templos por mano vetusta erigidos / doquiera brillantes del oro y de rútilas gemas; / sino
que este pueblo sus templos con culto modesto, loables y ornados de ofrendas perennes frecuenta. /
Mas a cambio de gemas, del oro fugaz y de lares suntuosos / natura rumbosa le ha dado inaudito un
portento” (Appendix, 36-43).
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
115
Pero hay que recalcar: incluso aquí el tema del desarraigo por lo material y la
devoción cristiana están en función de la presentación del portento simultáneamente
natural y religioso.
Ahora bien, otra de las paradojas más visibles en la Rusticatio es aquella que
ocurre entre el intento por dar explicaciones de fenómenos naturales y el postulado de
lo inexplicable. Para entenderla, hay que apelar a la argumentación presente en la
obra.
Prácticamente cualquier línea de pensamiento que pretenda afirmar un lugar para
sí tiene dos partes: una encaminada a la crítica y otra propositiva –pars destruens,
pars construens. La parte destructiva del grupo de ilustrados aquí analizados, además
de consistir en descartar un gran número de fuentes que no fueran producto de un
viajero filosófico (Cañizares, 2007), se fundó en un razonamiento deductivo. Su
crítica en muchos casos consiste en resaltar el hecho de que la idea contraria no
encaja en el molde de ideas universales que tienen. De Pauw descarta todo lo que no
pueda entrar en un esquema previamente delimitado de lo que es creíble, natural o
común a todos los humanos; así explica Cañizares la reacción de De Pauw frente a los
relatos acerca de las amazonas en Brasil:
De acuerdo con De Pauw, relatos de comunidades de mujeres que vivían en
repúblicas aristocráticas, que secuestraban hombres una vez al año para fecundarse
y que mataban a sus hijos varones no tenía mucho sentido (...). Las comunidades de
madres que mataran a sus descendientes iban contra la naturaleza humana, pues la
naturaleza había hecho a las madres cariñosas. Las supuestas amazonas no podían
ser tanto madres como guerreras (Cañizares, 2007, p. 63).
En cambio, la parte propositiva se funda en la inducción, fácil de demostrar al
pensar en el razonamiento de Buffon y De Pauw, en el conjunto elementos de los
cuales extraen generalizaciones y forman un sistema coherente, es decir, desde el
punto de vista metodológico, un razonamiento científico.
Por su parte, la pars destruens de la obra de Landívar, manifestada evidentemente
frente al auditorio europeo, se genera desde el punto de vista de las causas de los
fenómenos naturales, mostrando un espíritu sumamente ab ierto a la búsqueda de
explicaciones, pero siendo éstas de carácter específico e incluso llegando a postular
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
116
eventos naturales como inexplicables. Dicha especificidad es particularmente clara en
las explicaciones de la temperatura de las aguas o de los orígenes de las fuentes que
aparecen en el poema, y al crear una multiplicidad de causas elimina la posibilidad de
adjudicarle a la productividad la tarea de dar cuenta de todos los eventos. Hay una
línea cuyo extremo jamás se toca: dar una sola explicación que rija todo el conjunto.
Se puede percibir, por lo tanto, que la cara destructiva del poema está dedicada a
enfatizar lo singular, lo múltiple, y en este sentido, está condensada en el primer
argumento frente al auditorio europeo.
Respecto a la parte constructiva, a grandes rasgos corresponde a los otros dos
argumentos que se vieron en el capítulo anterior: el uno dirigido al europeo, el otro al
novohispano. La inducción que aparece en el primero crea la visión total de la
productividad de la Nueva España mediante una generalización que forzosamente
debe estar restringida para poder sostener la parte crítica. Vemos, pues, que se trata de
una totalidad abierta. Esta apertura es el fundamento del argumento frente al auditorio
novohispano; en efecto, no se le intentaría persuadir de la necesidad de profundizar en
el conocimiento si no se creyera que efectivamente hay un campo aún inexplorado.
La totalidad como algo abierto, entonces, no sólo se conecta con lo singular, sino
también con el llamado a la juventud criolla.
Ahora bien, la deducción presente en el segundo argumento frente al auditorio
europeo tiene una función peculiar desde el punto de vista de la pars destruens y la
pars construens. Si se contempla el hecho de que la base del entimema es la
caracterización previamente hecha de la productividad y el tema del dominio humano
sobre lo natural, se deberá decir que esta segunda fase del argumento forma parte de
la cara constructiva, en tanto que desarrollo de ella. Pero si se piensa desde el punto
de vista de la conclusión a la que llega, esto es, la idea de la incorporación de lo
novohispano a lo universal y la negación de la inferioridad, sin duda esto es un arma
de la parte crítica.
De cualquier modo, lo central con respecto a la pars construens es que se define a
sí misma como algo en proceso. Al ligar con ella la inducción y la exhortación al
criollo novohispano, queda implicada una intensa afirmación: el derecho a generalizar
está resguardado para el criollo. Mediante la barrera epistemológica y el énfasis en lo
múltiple, ambos levantados en contra de la creación de sistemas del auditorio
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
117
europeo, la facultad de proporcionar una imagen global de lo novohispano –siempre
en vías de construcción– se propone como propia de los criollos.
La conciencia criolla surge, así, como una defensa del derecho a observarse a sí
misma frente al escrutinio del que estaba siendo objeto por parte del otro, actitud que
queda expresada en un pasaje del poema Pro reparata patriae forma carmen, donde
América toma figura humana y pregunta: “Quid ille / pruritus me depingendi, meque
loquendi?” (Osorio, 1989, p. 357).74 Si se contrasta esta pregunta con la marcada
tendencia patriótica de los criollos a retratar lo novohispano, se percibe fácilmente
que el móvil de la respuesta criolla al auditorio europeo consiste en tratar de hacer
que éste calle. Tomar la palabra es, en este caso, un medio para silenciarlo y subrayar
su incapacidad para hablar de la Nueva España o incluso de América. Hemos vuelto,
así, a la barrera epistemológica mencionada en el capítulo anterior.
Pero, como ya se ha mencionado, tomar la palabra frente al auditorio novohispano
implicó un discurso ante el sí mismo: se trata de un llamado, hecho por y para la
conciencia criolla, a asumir las riendas de sí misma y sus posesiones desde el punto
de vista de la producción de bienes y de conocimiento. En cierto modo, es como si
esta necesidad de producir siguiera siendo una forma de afrontar al otro. Pero hay un
aspecto que ya sólo es interno, una cara oculta. El conocimiento de la tierra
novohispana, la lucha por lo universal, la autorreferencialidad, y de manera más
importante, las contradicciones mencionadas en este apartado, todo esto muestra ese
rostro velado: el dominio, la colocación del criollo en el centro afirmando su derecho
a ejercer un doble control material y cultural.
Desde el punto de vista de las ideas defendidas por Walter Mignolo (2000), lo
anterior se puede ver como una reproducción de patrones eurocéntricos. Para él, los
criollos intentaban ser americanos sin ser españoles, pero sin dejar de ser europeos,
pues se consideraban parte del hemisferio occidental; en palabras de este autor, se
alejaban de los europeos, pero no de la europeidad. La exclusión del vulgo del saber
y, por tanto, de los medios para controlar puede ser vista como un reflejo del mismo
movimiento por medio del cual Europa se hacía a sí misma la detentora de la
civilización y de la búsqueda del conocimiento, dejando a la periferia
irremisiblemente sumida en la barbarie. Así, se podría ver en el énfasis en el doble
74
“¿Por qué esa ansia por describirme y hablar de mí?”.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
118
control de sí mismo el sostén de lo que después generaría, en ideas de Mignolo, el
llamado “colonialismo interno” –prácticas coloniales ejercidas hacia adentro–,
expresado plenamente con la formación de los estados-nación independientes como
una separación geopolítica de Europa que implicaba también una brecha interna entre,
por un lado, los líderes de la construcción nacional y, por otro, en la periferia, la
población indígena y criolla negra.
Sin duda, respecto a la Rusticatio, hay una idea del hemisferio occidental (IV,
210). Esto tiene serias implicaciones para lo que se ha dicho hasta ahora respecto al
otro, representado por el auditorio europeo. Para Mignolo, éste no sería un otro que
esté realmente afuera, sino un otro dentro de la mismidad. Así, llevando esto a sus
últimas consecuencias, se destaca el hecho de que, en el fondo, la obra y la respuesta
criolla en la disputa del Nuevo Mundo forman parte de esta reproducción, como un
pliegue que la colonialidad del poder hace sobre sí misma. En cierto modo, sí es
posible ver todas estas respuestas como parte del “exterior interno”, pero esto
constituye un rostro casi tautológico de la Rusticatio que minimiza otros aspectos de
importancia que se han encontrado en ella. A partir del análisis aquí llevado a cabo,
se ha visto que este pliegue en particular hizo que se produjeran verdaderos
cuestionamientos a la mismidad: lo singular y lo múltiple, la barrera epistemológica.
La salvedad principal que se tiene que hacer al respecto es que estas armas se
usaron para conseguir algo que, en el fondo, era la europeidad, la mismidad; o con el
término que se ha usado aquí, lo universal. La visión que Europa había generado le
negaba a América este estatus. Wallerstein (2007) afirma que es esta ideología de lo
universal la que ha justificado desde el siglo XVI el derecho –e incluso el deber–
europeo a infiltrarse en las más diversas zonas, visto como una misión civilizadora, al
principio teñida de tintes evangelizadores y posteriormente de tintes humanitarios –en
la defensa de los derechos humanos– y democráticos, expresados en el llamado
“derecho de injerencia” actual. Lo importante en esto es que la idea de lo universal
que estaba en el centro de la lucha frente al auditorio europeo era, en última instancia,
una versión creada por este último. Probablemente el concepto que mejor caracteriza
la tensión entre esto y los cuestionamientos antes mencionados es el de totalidad
abierta.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
119
Una paradoja más que hay que mencionar y que ayudará a concluir este capítulo
es la idea central del libro de Osorio Romero (1989); según él, la conciencia criolla
está desgarrada y para acceder a la cultura tiene que conquistar una voz que no es
suya: el latín. Para él, la problemática de la poética de los autores neolatinos del siglo
XVIII se concentra en dos aspectos que en el fondo tienen la misma tendencia: la
imitatio, que “se relaciona con la originalidad del poeta y el juego que ante nosotros
hace de modelos ya conocidos, mediante la recreación de sus temas o las citas muy
evidentes o ingeniosamente encubiertas” (p.382); y la contaminatio, que consistía en
fundir en una sola obra varios temas de la antigüedad grecolatina, también buscando
la originalidad. Sin duda, habría que añadir también que, teniendo presente su larga
tradición historiográfica, la conciencia criolla estaba obligada a profundizar en el
conocimiento de las lenguas indígenas –una tradición que no era la suya– para
escribir su propia historia frente a la tradición imperial. Los dos puntos se pueden ver
fácilmente en la obra de Landívar: aunque, como es obvio, el predominio del latín es
prácticamente absoluto, por breves instantes es franqueado por la asimilación de
vocablos indígenas o las constantes referencias a ellos. Esta misma idea, tomada en
un plano más general, como la necesidad de apropiarse algo que en última instancia
es externo, ilumina el sentido que tiene la autorreferencialidad en tanto que pliegue de
la mismidad.
En este punto, si es permisible, retomar la imagen del espiral tal vez pueda ayudar
a aclarar lo anterior y la forma en que se proyecta una identidad a partir de eso.
Construirse no significa hacer salir de sí todos los rasgos característicos, sino
adquirirlos a partir de la periferia y darles un nuevo sentido dentro de sí. Así, lo que
hace distintiva a una identidad, es decir, lo que hace que no se fusione con otra, no es
por fuerza algo completamente suyo, sino algo que toma, apropia y resignifica dentro
de sí. Los círculos en el extremo del espiral surcan parajes ajenos y de ellos extraen
diversos elementos, que se dirigen por medio de una fuerza centrípeta cada vez más
hacia el centro, donde lo conforman y adquieren matices diferentes. En el fondo,
cualquier identidad se forma del mismo modo; es decir, no tanto como una distinción
nítida entre lo propio y lo ajeno, sino como un proceso de representación en el que se
entremezcla una multitud de elementos, tomándolos de los más diversos lugares,
muchas veces haciendo una selección de los hechos históricos –dentro de la inmensa
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
120
cantidad de ellos– que es preciso enaltecer. En el caso de la conciencia criolla, por
tanto, el latín y los idiomas indígenas forman parte de esos elementos periféricos que
son retomados y redireccionados hacia el centro. En cierto modo, lo que proporciona
la fuerza centrípeta son dos elementos: lo singular y lo productivo. El latín y los
idiomas indígenas son medios: aquél, junto con muchos otros elementos aquí
analizados, genera contacto con el auditorio europeo (un otro sin serlo
completamente, un otro interno) al tiempo que excluye un grupo en el interior (el
vulgo); éstos, con ayuda de la fuerza centrípeta, crean la línea divisoria con el otro y
permiten reconstruir el adentro. Veo en la Rusticatio, pues, uno de los últimos
intentos de resignificación a través de estos dos parámetros por parte de la conciencia
criolla, resignificación que entre otras cosas produjo elementos que pueden
considerarse de franca ruptura, la marca de una heterogeneidad intrínseca, una
apertura considerable a lo diverso.
Sin embargo, en este contexto, Rusticatio mexicana se dirige al otro interno y
también a sí misma, pero no al otro exterior: el amerindio. Él, simplemente, no está
en el diálogo. Para la conciencia criolla, pues, el indígena es un objeto, no un
interlocutor. Extráiganse de ahí las similitudes que esto pueda tener ya sea con el
nacionalismo mexicano o con el presente.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
121
CONCLUSIONES
Hay diversas cosas que se pueden desprender de la tesis realizada. Menciono para
empezar algunas de carácter metodológico. La primera es que tuve serias dificultades
para aplicar la noción de auditorio particular y universal de Perelman. A tal grado que
me atrevería a afirmar que, en una gran cantidad de análisis de textos de carácter
argumentativo donde se impusiera la distinción, se podría aducir siempre la existencia
simultánea de los dos. En el fondo, cuando algo convence (o persuade, sin distinción)
en el ámbito de las ideas (sin entrar en lo referente a las acciones, o a los caminos de
comportamiento a seguir), lo hace porque se presenta como algo con lo que
cualquiera debería estar de acuerdo. Pero, al mismo tiempo, la única opción para
lograr la adhesión es partir de ciertas premisas, y en este sentido se trata de un
auditorio particular.
A causa de esto, Perelman se ve obligado a admitir que en el fondo nunca hay un
auditorio completamente universal. Ahora bien, creo que hay muchos casos donde
tampoco se mantiene tal concepto desde el punto de vista de la función y el uso que
se hace de los argumentos. El ejemplo que Perelman pone para la argumentación ad
hominem es el de una persona que tiene ciertas “supersticiones” y, para lograr que
haga algo determinado, se aducen las mismas supersticiones. Así, para saber que se
trata de argumentación ad hominem, debemos conocer las ideas del orador –para
poder afirmar que su argumento sería diferente si se dirigiera a lo que para él sería
“todo ente de razón”–, o bien conocer las ideas del oponente, o bien tener un criterio
desde el cual establecer que se trata de algo que no convence a cualquier persona
razonable. Por lo tanto, en el caso de textos argumentativos, al no poder conocer con
precisión las ideas del orador ni del auditorio, sólo queda la opción de tener un
observador descentrado, fuera de la situación, que sea capaz de juzgar tales
supersticiones como algo sólo aplicable a un grupo específico. Las ideas de Perelman
a este respecto son –por así decirlo– un resabio de la física copernicana. La distinción
ad hominem y ad humanitatem, por tanto, se mantienen al pensar que existe una
plataforma inamovible, un criterio de objetividad preciso. Lo anterior no significa
negar la pertinencia de la argumentación ad hominem, la cual me parece que se
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
122
mantiene al considerarla simplemente como una refutación mediante los mismos
argumentos del adversario; esto implica, por supuesto, el conocimiento de lo dicho
por el oponente.
Entonces, ¿es el auditorio universal para Perelman simplemente una manera de
llamar al interlocutor indeterminado al que se dirigen muchos textos? Lo dudo; si
fuera verdad, entonces no se podría comprender por qué precisamente los textos
filosóficos se consideran el mejor ejemplo del uso de un auditorio universal. Pero,
¿acaso prescinden de la utilización de “valores abstractos” como “la razón” o “la
justicia”, con los cuales sólo se busca la adhesión de grupos particulares (TA, p.
131)? ¿Se podría decir entonces que la idea general de “racionalidad” y “objetividad”
a la que apela el concepto de auditorio universal hace que la argumentación de
Perelman sea ad hominem? De cualquier modo, si ninguna de estas críticas se
mantiene, habrá sido sencillamente porque no logré comprender estos co nceptos de
Perelman.
Por otra parte, y en cierto modo ligado con lo anterior, a lo largo del análisis
hecho sobre Rusticatio mexicana tuve la impresión de estar aplicando un conjunto de
ideas con distinciones bien definidas (de carácter dualista) a asuntos que se resisten
férreamente a ser escindidos. Así ocurrió con conceptos como lo científico y lo
religioso; la modernidad y el escolasticismo; el barroco y el neoclásico, etc. En
realidad, uno de los principios que traté de seguir fue el de dudar de las
caracterizaciones fáciles y marcadamente eurocéntricas, y es así como, creo, se pudo
eludir hasta cierto punto el tema de lo propio y lo ajeno, e incluso aventurar una
explicación al uso patente y simultáneamente ataque velado al ideal del progreso en la
Rusticatio, enfatizando las implicaciones que podría haber en una aceptación
completa del ideal. Sin duda, esto demuestra que, como se esfuerza por demostrar
Cañizares (2007), asuntos como el concepto de Ilustración hispanoamericana son
más complejos que un análisis basado en los grados de asimilación de ideas
modernas.
El resultado de todo lo anterior fue el de percatarme de que la obra tiene una
marcada tendencia a deshacer una gran cantidad de oposiciones de este tipo; en ello
radica el mayor valor que, de manera personal, encuentro en Rusticatio mexicana. Tal
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
123
vez un concepto que se acerque a esto sea el de hibridación de Néstor García
Canclini; de cualquier modo, creo que analizar esta característica, por muy borrosa
que parezca, podría abrir caminos de análisis novedosos en la literatura novohispana,
desechando de una vez por todas la terquedad en ver qué tan bien una obra refleja una
tendencia originada en Europa.
Lo anterior constituye, a mi juicio, la conclusión de la hipótesis de la que se partió
en este trabajo. Se comenzó con la suposición de que Rusticatio mexicana entrañaba
una contestación dentro de un contexto dialógico donde la visión que un grupo de
autores ilustrados había generado de América implicaba un enfrentamiento con el
otro, que a la larga podría ayudar a revelar cómo se construía una idea del sí mismo
en la obra. Se encontraron las armas argumentativas esgrimidas en el debate: lo
singular, lo admirable, lo múltiple. Los recursos retóricos de mayor fuerza a este
respecto son los que diluyen las distinciones entre un hecho y un milagro; ésta es la
fuerza, creo, de la pars destruens. Landívar se vio obligado a presentar una versión
natural de los milagros; es decir, comprobables en la naturaleza. Debe quedar
claramente demostrado, pues, que en la obra están los gérmenes de una crítica fuerte
y de peso.
Además, el hecho de haber encontrado a lo largo del análisis en la Rusticatio
respuestas a ideas de Buffon, De Pauw y Robertson indica que lo que impulsa la obra
es más la cercanía con sus ideas que la lejanía de la patria; de otro modo, no se
explica muy bien o al menos queda obscurecido el acto de publicar la obra e incluso
corregir y agregar una buena cantidad de cosas nuevas en la segunda edición. Lo que
guía la obra es, inicialmente, una intención comunicativa que pretendía esclarecer
muchos aspectos incomprendidos o ignorados acerca de la Nueva España. Pero no se
trata sólo de una enumeración de dichos aspectos, sino que son reunidos y articulados
bajo un prisma distinto: una lógica donde la singularidad del suelo novohispano, su
fertilidad y productividad son defendidos por muy diversos medios.
Sin embargo, la respuesta forzosamente tuvo que estar acompañada por un
diálogo interno –hecho patente en la autorrefrencialidad–, un proyecto de
autoconstrucción permanente que implicó una afirmación del derecho y el deber
criollos a dominar. Pero no veo en ello un llamado a la independencia; tomar las
riendas de sí mismo no significaba afrontar al español, sino a las visiones negativas
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
124
del continente americano. Por una parte, significaba demostrar la inserción de la
Nueva España en el plano de lo civilizado a través de diversas cosas, como el
comercio, el control del espacio campestre, los modos de sacar provecho de la tierra.
El estatus de humanidad se defendió incluso en el plano espiritual –probablemente
cayendo en una petición de principio frente al auditorio europeo secular, pero
viéndose forzado a generar una lógica de lo singular y lo múltiple donde sí se podría
ver una crítica a la inducción ilustrada. Por otra parte, la ideología que justificó la
independencia fue la de la integración de las clases sociales; pero a lo largo de este
análisis se demostró cómo aparece continuamente la distinción vulgo-élite desde muy
diversas perspectivas, como ocurre en relación con la idea del ojo interno capaz de
desentrañar lo natural y la visión de los brutos.
El único resquicio por donde quizás –y en realidad, forzando un poco las cosas–
se podría entrever una anticipación a la ideología de la independencia radica en la
singularidad y la multiplicidad. De un modo general, el rostro que mostraba la
Rusticatio ante el otro era el de lo abierto, y el rostro interno era particularmente más
cerrado. Tal vez la apertura a lo plural hizo posible con el tiempo la ideología de la
integración y el hermetismo produjo la “colonialidad interna”. La independencia y el
dominio criollo hacia adentro podrían haberse manifestado anteriormente, entonces,
en lo que aquí se llamó la totalidad abierta, una inclusión y una exclusió n
simultáneas.
En un ámbito muy diferente, referente a la retórica y Landívar, destaco un aspecto
más como conclusión: la posible contradicción que surge al pensar en la reducción de
la retórica a la elocutio que se percibe desde inicios del siglo XVIII y el uso
argumentativo de figuras en la Rusticatio que se vio en los últimos dos capítulos.
Ligado al primer punto, se puede mencionar tanto la tesis central de Chinchilla
Pauwling (2004) como la fuerza de la retórica académica en el siglo XVIII
novohispano, que podría hacer pensar en la utilización de figuras como fuera de lo
netamente persuasivo y circunscritas al ornato o a qué tan bien se usa la imitatio o la
contaminatio.
Sin embargo, pienso que si se sale un poco de este ámbito, analizando casos
específicos donde se pueda hablar de una contienda intelectual o una disputa, se abre
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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un campo aún inexplorado respecto al uso de estrategias retórico-argumentativas
como herramientas textuales en autores novohispanos. El hecho de que muchos
manuales estuvieran reducidos a la elocutio no significa que fuera imposible para un
escritor –no sólo un sacerdote en una homilía– usar una figura con una intención
persuasiva o argumentativa. En realidad, cualquiera que quiera persuadir de algo tiene
que hacer uso de alguna estrategia retórico-argumentativa.
Por otra parte, con el análisis de la obra se puede demostrar que el aticismo no
prescindía del uso frecuente de la hipotiposis y la amplificatio, y que incluso optar
por él servía como una herramienta para ganar la adhesión de un auditorio culto. No
era sólo una cuestión de “buen gusto”.
El último punto del cual quedo convencido como resultado de la tesis es que una
de las mejores maneras de estudiar el conjunto de elementos que podrían definir una
identidad es analizar situaciones límite, es decir, responder a la pregunta: “¿cómo se
reacciona ante el otro, específicamente ante la visión que éste tiene de uno?”. Es muy
revelador acerca de una identidad analizar la forma en que ésta interactúa con el otro.
Tal vez en eso se basa la crítica que Mignolo hace a la posmodernidad, pues afirma
que esta última no ha percibido el aspecto de la colonialidad del poder, lo cual sólo se
nota desde lo que él llama la diferencia colonial; es decir, que solamente desde la
periferia se notan los aspectos de hegemonía epistémica y no desde adentro. En este
sentido, la modernidad con el tiempo generó las bases desde las cuales cuestionarse,
surgiendo así la posmodernidad, pero esta misma, al ser el resultado de un
movimiento interno, repite la centralidad característica de la modernidad.
Creo, entonces, que todavía queda mucho campo de investigación desde esta
perspectiva, aunque ya haya sido muy trabajada. Por ejemplo, a lo largo de esta
investigación me pareció ver cierta lucha entre México y Guatemala en relación con
la patria de Landívar. ¿Por qué se publicó una versión en Guatemala de la Rusticatio,
en la que ésta sólo tenía los pasajes referentes a dicho país? Sin duda, Landívar no
perteneció a ningún país, sino a la Nueva España. No es muy seguro que tuviera
Landívar la idea de estado-nación que cobró auge con la Independencia, recuérdese el
apego jesuita a los ideales de la monarquía; una de las tesis centrales de Cañizares
(2007) respecto a la epistemología patriótica es que no tenía ésta la idea de nación
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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como “fraternidades de ciudadanos virtuosos”, sino la del reino, “una sociedad
compuesta por estamentos y grupos corporativos” (p.359). Por cierto, no es de
dominio común en México el hecho de que la provincia de Guatemala formara parte
del virreinato de la Nueva España; la percepción del común denominador de personas
asocia directamente México con la Nueva España, pasando por alto este hecho, que
seguramente es más conciente en Guatemala.
De cualquier modo, lo cierto es que se podrían plantear como posibles vías de
análisis las disputas en torno a la adopción de algunos escritores cuya identidad
nacional –no nacionalidad– es dudosa. Seguramente, el caso más estudiado en la
literatura novohispana es Alarcón, con las ideas que propuso Pedro Henríquez Ureña.
Un ejemplo menos evidente podría ser Landívar.
La argumentación a través de la singularidad
Análisis retórico-argumentativo de Rusticatio mexicana de Rafael Landívar
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