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LA CEIBA Y SUS MÁGICOS COLORES. Érase una vez, un poco más de doscientos años atrás en el historia, crecía lentamente y sin afán una semillita, cuyo objetivo principal era ser la más importante y frondosa del lugar. Poco a poco la comunidad se fue dando cuenta de la existencia de un nuevo ser de la naturaleza en medio de un caserío, que para ese entonces no figuraba como municipio. Con el pasar de los años el objetivo de la plantita se fue convirtiendo en realidad, ¡una hermosa y majestuosa Ceiba!, pero la genta la ignoraba, pasaba desapercibida ante la mirada de los transeúntes, triste y acongojada porque aún no cumplía con su deseo de ser la más reconocida, se sumó en una profunda depresión y terminó despojándose de sus hojas hasta quedar desnuda a la vista de los hombres. -¡pues no faltaba más! decía la gente, si queremos que este lugar se convierta en municipio no podemos dejar que este palo lleno de chamizas, casi seco, esté en medio de nosotros, ¡hay que quitarlo, no es digno del medio ambiente! …

La Ceiba y sus mágicos colores

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La Ceiba y sus mágicos colores

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Page 1: La Ceiba y sus mágicos colores

LA CEIBA Y SUS MÁGICOS COLORES.

Érase una vez, un poco más de doscientos años atrás en el historia, crecía

lentamente y sin afán una semillita, cuyo objetivo principal era ser la más

importante y frondosa del lugar. Poco a poco la comunidad se fue dando cuenta

de la existencia de un nuevo ser de la naturaleza en medio de un caserío, que

para ese entonces no figuraba como municipio.

Con el pasar de los años el objetivo de la plantita se fue convirtiendo en realidad,

¡una hermosa y majestuosa Ceiba!, pero la genta la ignoraba, pasaba

desapercibida ante la mirada de los transeúntes, triste y acongojada porque aún

no cumplía con su deseo de ser la más reconocida, se sumó en una profunda

depresión y terminó despojándose de sus

hojas hasta quedar desnuda a la vista de los

hombres.

-¡pues no faltaba más! decía la gente, si

queremos que este lugar se convierta en

municipio no podemos dejar que este palo

lleno de chamizas, casi seco, esté en medio

de nosotros, ¡hay que quitarlo, no es digno

del medio ambiente! …

Nuestra amiga la Ceiba al escuchar esto se

dio cuenta de que iba a desaparecer del

planeta sin cumplir con su objetivo, así que decidió dejar ver los atributos que aun

la comunidad no conocía, desde ese momento reverdecieron de sus entrañas

hojas tomando fuerzas que la llevarían a ser de nuevo el centro de atracción,

evitando así ser talada

.

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Trascurrieron los meses y el caserío fue poblándose hasta fundarse como

municipio llamado Fredonia. La Ceiba fue testiga silenciosa de este lento

progreso arquitectónico y también de la esperanza verde, pues, a sus alrededores

crecían otros árboles magníficos y lujuriosos que hicieron envidiable el medio

ambiente en el marco de la plaza principal.

Nuestra Ceiba con el afán de ser la más

imponente decidió cambiar el color de sus

hojas a verde claro, luego cambiaron a verde

oscuro, después las hojas se tornaron rojizas,

llamando la atención de los fredonitas y

admirado por los turistas.

Día a día nuestra Ceiba se iba enorgulleciendo

de ser el árbol más lindo del parque, pero no

se quedó así, otra vez cambio el color de sus

hojas por amarillo, volviéndose de nuevo en la

atracción de todos los habitantes, pero este

color amarillo no duro mucho tiempo, sus hojas de nuevo volvieron a caer.

La comunidad se preocupó al ver que la Ceiba se marchitaba, pero no fue así, los

fredonitas se fueron dando cuenta que la Ceiba guardaba un gran secreto,

durante el año se trasformaba, el color de sus hojas cambiaba, como las

estaciones de otros países, primavera, verano, otoño e invierno.

Todos felices con éstos mágicos colores y los cambios durante el año, festejaron

con gran emoción y orgullo el tener un árbol maravilloso y es así como aun

continua ubicada la Ceiba en la plaza principal – Fredonia, ornando la entrada de

visitantes y sirviendo de hospedaje para las palomas que también la adornan.

Y colorín colorado…. ¡LA CEIBA SE HA QUEDADO!

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