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Los nombres como Molokai Mule, Danza de Fuego, Perla del Vicio o el emblemático Mai Tai parecen sacados de un ritual indígena de magia negra. Símbo- los que apelan a lo prohibido. A lo secreto. Servidos en vasijas totémicas o en copas vanguardistas. Las camisas con estampados hawaianos se combinan con las gafas de sol tipo aviador o los labios rojos. Ukeleles, guirnaldas colgadas al cuello y flores. Flo- res en forma de corona como el típico tiaré o sueltas en el pelo como el hibiscus o la plumería. La cultura tiki, muy popular en Norteamérica en la década de los cincuenta, renace. La red global de investigación y pronóstico de tendencias WGSN habla ya de “flo- recimiento neotiki”. Sus fieles seguidores aman tanto las palmeras, los colores y las flores como el rock & roll, las decoraciones minimalistas, el exotismo y la falta de sofisticación de su origen ancestral. El origen de un nuevo mundo Quien no sea conocedor en profundidad de sus tradiciones, creerá que la cultura tiki proviene de las celestiales islas polinesias. Pero en realidad, el concepto tiki y su consiguiente expansión cultural nació en Estados Unidos de la mano del aventurero Ernest Raymond Beaumont Gantt. Después de surcar los mares del pacífico Sur, quedó fascinado con la promesa de paraíso, libertad sexual, misterio y escapismo que ofrecía la Polinesia. Si bien Gauguin ya lo había mostrado en sus pinturas de mujeres tahitianas, Gantt quiso transportar todas esas sensaciones a EE.UU. Y así abrió el primer bar que daría lugar a la cultura tiki. Mimbre en las paredes y vasos de cerámica con deidades sagradas. No era una réplica fidedigna de las costumbres de las islas, tampoco las alcohólicas (el ron era más típico del Caribe que del Pacífico), pero después de más de diez años de abstinencia con motivo de la ley Seca, los novedosos cócteles supusieron toda una revelación. Hollywood también puso de su parte con Waikiki wedding, con Bing Crosby y El huracán, de John Ford, ambas de 1937 y también con dos versio- nes de Rebelión a bordo (1935 y 1962), la segunda con Marlon Brando enamorado de Tarita en Tahití. En los cuarenta la cultura tiki era toda una tendencia Aloha a la cultura neotiki No hace falta recorrer los 12.000 km que separan España de Polinesia para empaparse de sus costumbres. He me iki ia. Bienvenidos en hawaiano al resurgir de la cultura tiki La cultura y la estética venida de Polinesia ha tenido sus altos y bajos. Hace 70 años, Hollywood y los cócteles empezaron a introducir detalles de la cultura tiki. Fueron la primera señal de una serie de influencias que Beber, vestir, bailar han llegado hasta nuestros días en forma de bebidas, estampados maoríes, bares decorados adecuadamente, arreglos y estampados flora- les, clases de baile y talleres de relajación, además del sempiterno surf Texto Anna Tomàs y Carlota Iglesias en auge. Sin embargo hacia los años setenta su éxito empezó a menguar. Los hijos del baby boom veían esos locales y bebidas como lugares prehistóricos y de cincuentones. En España, lo tiki llegó con el des- tape y tras unos años de bonanza cayó en el olvido, pero hoy en día resurge. Buen ejemplo de ello son algunos de los últimos restaurantes que florecen por las capitales europeas, el auge de las danzas poline- sias, el surf o el retorno de películas con expediciones a nuevas tierras como Kon-Tiki, basada en la historia real del antropólogo noruego Thor Heyerdahl. Cócteles misteriosos Enigmáticos y exóticos, los cócte- les neotiki rivalizan con el gin-tonic. Kim Haasarud, conocida en Estados Unidos como “La reina de la arquitectura líquida”, es una consultora coctelera que ha ayudado a los restaurantes, bares y hoteles más prestigiosos de Nueva York a crear una filosofía de vida en torno a las bebidas y al alcohol: “Creo que las bebidas tropicales por un lado, y los auténticos cócteles tiki por otro, están volviendo a causar furor. En el pasado, la regla fundamental para cualquier coctelero tiki era utilizar fruta fresca, siropes caseros y una multitud de rones en sus bebidas. Ingredien- tes de calidad eran los que marcaban la diferencia y lo que ha ido desapareciendo a lo largo de los años hasta hoy, que resurge con fuerza. ¡Ya era hora!”, exclama. Héctor Henche, director de Fizz Bar- tenders, empresa dedicada al catering de cócteles, comparte la misma opinión: “Se están recuperando clásicos como el Mai Tai, el Zombie o el Blue Hawai. Las mezclas de frutas, ya sean piña, mango, papaya u otros ingredientes tropicales, junto con el inse- parable ron, se combinan con diferentes secretos que logran alcanzar esa complejidad de sabores tan particular de la coctelería tiki”. Bares de ayer y de hoy Hoy en día el sitio al que acudir para disfrutar de estas bebidas con aura nostálgica es cuestión de gustos. Llámese neotiki, polinesio o hawaiano, lo cierto es que cualquier calificativo es apto para esta tipo de bares. Todavía se conservan algunos locales míticos en la capital barcelonesa como el Aloha (Provença, 159) y el Kahala (Diagonal, 537), este último el primer bar tiki de toda España; o el Mauna Loa (plaza Santa Ana, 13) en Madrid. Los fanáticos de los tótems, las casitas de mimbre, las hojas de palmera y las colosales deidades colgantes del techo han de recordar esta palabra: Critiki.com. Una web en la que podrán encontrar todos aquellos lugares tiki del mundo en los que perdura su origina- lidad inicial. Quienes no sean partidarios de observar pájaros en jaulas también encontrarán su espacio. Surgen nuevas invenciones como los Lunch Bonx & Tiki Room (Barco 8, Madrid) o Tahití (Joaquín Costa 39, Barcelona) o por supuesto PKNY (49 Essex St, Nueva York), núcleo neotiki neoyorquino. La apuesta de estos nuevos locales son las deco- raciones polinesias sin excesos y combinadas con elementos chic. El objetivo sin embargo es el mismo de antaño. Como bien dice Christina Bifano, docente del curso de cazatendencias y tendencias en moda en el IED Barcelona Escuela Superior de Diseño: “Lo neotiki no es tanto una subcultura sino una tribu urbana. No intenta convertirse en un referente para la sociedad de masas, pero sí absorber e incluir a más personas, aquellas que tienen en común el amor hacía el estilo polinesio kitsch de los cincuenta, las bebidas dulces con muchos ingredientes, los colo- ES- 19 DE ABRIL DEL 2014 34 35 EN CASA

La cultura Tiki

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Reportaje publicado en ES de La Vanguardia

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Los nombres como Molokai Mule, Danza de Fuego, Perla del Vicio o el emblemático Mai Tai parecen sacados de un ritual indígena de magia negra. Símbo-los que apelan a lo prohibido. A lo secreto. Servidos en vasijas totémicas o en copas vanguardistas. Las camisas con estampados hawaianos se combinan con las gafas de sol tipo aviador o los labios rojos. Ukeleles, guirnaldas colgadas al cuello y flores. Flo-res en forma de corona como el típico tiaré o sueltas en el pelo como el hibiscus o la plumería. La cultura tiki, muy popular en Norteamérica en la década de los cincuenta, renace. La red global de investigación y pronóstico de tendencias WGSN habla ya de “flo-

recimiento neotiki”. Sus fieles seguidores aman tanto las palmeras, los colores y las flores como el rock & roll, las decoraciones minimalistas, el exotismo y la falta de sofisticación de su origen ancestral.

El origen de un nuevo mundo Quien no sea conocedor en profundidad de sus tradiciones, creerá que la cultura tiki proviene de las celestiales islas polinesias. Pero en realidad, el concepto tiki y su consiguiente expansión cultural nació en Estados Unidos de la mano del aventurero Ernest Raymond Beaumont Gantt. Después de surcar los mares del pacífico Sur, quedó fascinado con la promesa de paraíso, libertad sexual, misterio y escapismo que ofrecía la Polinesia. Si bien Gauguin ya lo había mostrado en sus pinturas de mujeres tahitianas, Gantt quiso transportar todas esas sensaciones a EE.UU. Y así abrió el primer bar que daría lugar a la cultura tiki. Mimbre en las paredes y vasos de cerámica con deidades sagradas. No era una réplica fidedigna de las costumbres de las islas, tampoco las alcohólicas (el ron era más típico del Caribe que del Pacífico), pero después de más de diez años de abstinencia con motivo de la ley Seca, los novedosos cócteles supusieron toda una revelación. Hollywood también puso de su parte con Waikiki wedding, con Bing Crosby y El huracán, de John Ford, ambas de 1937 y también con dos versio-nes de Rebelión a bordo (1935 y 1962), la segunda con Marlon Brando enamorado de Tarita en Tahití.

En los cuarenta la cultura tiki era toda una tendencia

Aloha a la cultura neotikiNo hace falta recorrer los 12.000 km que separan España de Polinesia para empaparse de sus costumbres. He me iki ia. Bienvenidos en hawaiano al resurgir de la cultura tiki

La cultura y la estética venida de Polinesia ha tenido sus altos y bajos. Hace 70 años, Hollywood y los cócteles empezaron a introducir detalles de la cultura tiki. Fueron la primera señal de una serie de influencias que

Beber, vestir, bailar han llegado hasta nuestros días en forma de bebidas, estampados maoríes, bares decorados adecuadamente, arreglos y estampados flora-les, clases de baile y talleres de relajación, además del sempiterno surf

Texto Anna Tomàs y Carlota Iglesias

en auge. Sin embargo hacia los años setenta su éxito empezó a menguar. Los hijos del baby boom veían esos locales y bebidas como lugares prehistóricos y de cincuentones. En España, lo tiki llegó con el des-tape y tras unos años de bonanza cayó en el olvido, pero hoy en día resurge. Buen ejemplo de ello son algunos de los últimos restaurantes que florecen por las capitales europeas, el auge de las danzas poline-sias, el surf o el retorno de películas con expediciones a nuevas tierras como Kon-Tiki, basada en la historia real del antropólogo noruego Thor Heyerdahl.

Cócteles misteriosos Enigmáticos y exóticos, los cócte-

les neotiki rivalizan con el gin-tonic. Kim Haasarud, conocida en Estados Unidos como “La reina de la arquitectura líquida”, es una consultora coctelera que ha ayudado a los restaurantes, bares y hoteles más prestigiosos de Nueva York a crear una filosofía de vida en torno a las bebidas y al alcohol: “Creo que las bebidas tropicales por un lado, y los auténticos cócteles tiki por otro, están volviendo a causar furor. En el pasado, la regla fundamental para cualquier coctelero tiki era utilizar fruta fresca, siropes caseros y una multitud de rones en sus bebidas. Ingredien-tes de calidad eran los que marcaban la diferencia y lo que ha ido desapareciendo a lo largo de los años

hasta hoy, que resurge con fuerza. ¡Ya era hora!”, exclama. Héctor Henche, director de Fizz Bar-tenders, empresa dedicada al catering de cócteles, comparte la misma opinión: “Se están recuperando clásicos como el Mai Tai, el Zombie o el Blue Hawai. Las mezclas de frutas, ya sean piña, mango, papaya u otros ingredientes tropicales, junto con el inse-parable ron, se combinan con diferentes secretos que logran alcanzar esa complejidad de sabores tan particular de la coctelería tiki”.

Bares de ayer y de hoy Hoy en día el sitio al que acudir para disfrutar de estas bebidas con aura nostálgica

es cuestión de gustos. Llámese neotiki, polinesio o hawaiano, lo cierto es que cualquier calificativo es apto para esta tipo de bares. Todavía se conservan algunos locales míticos en la capital barcelonesa como el Aloha (Provença, 159) y el Kahala (Diagonal, 537), este último el primer bar tiki de toda España; o el Mauna Loa (plaza Santa Ana, 13) en Madrid. Los fanáticos de los tótems, las casitas de mimbre, las hojas de palmera y las colosales deidades colgantes del techo han de recordar esta palabra: Critiki.com. Una web en la que podrán encontrar todos aquellos lugares tiki del mundo en los que perdura su origina-lidad inicial. Quienes no sean partidarios de observar pájaros en jaulas también encontrarán su espacio. Surgen nuevas invenciones como los Lunch Bonx & Tiki Room (Barco 8, Madrid) o Tahití (Joaquín Costa 39, Barcelona) o por supuesto PKNY (49 Essex St, Nueva York), núcleo neotiki neoyorquino.

La apuesta de estos nuevos locales son las deco-raciones polinesias sin excesos y combinadas con elementos chic. El objetivo sin embargo es el mismo de antaño. Como bien dice Christina Bifano, docente del curso de cazatendencias y tendencias en moda en el IED Barcelona Escuela Superior de Diseño: “Lo neotiki no es tanto una subcultura sino una tribu urbana. No intenta convertirse en un referente para la sociedad de masas, pero sí absorber e incluir a más personas, aquellas que tienen en común el amor hacía el estilo polinesio kitsch de los cincuenta, las bebidas dulces con muchos ingredientes, los colo-

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res, la danza y el glamur del Hollywood dorado. Personas que intentan escapar de las rutinarias y lúgubres noticias de la crisis económica del mundo”.

La inspiración: motivos tropicales Julia Weems, direc-tora del área de Moda en el IED Barcelona cuenta como lo exótico y misterioso de la Polinesia está causando furor entre los hipsters. “Ellos están siendo los principales responsables de la pasión por las camisas hawaianas”. Si bien han sido grandes marcas las que han creado una verdadera tendencia incor-porando paulatinamente motivos tropicales y flores en el pelo. Dior, Marchesa, Vanesa Bruno y otras más económicas como TopShop o Asos han inundado maniquíes y pasarelas con loros, palmeras, playas, colores y motivos indígenas. Nike, por ejemplo, lanzó la temporada pasada unas mallas para correr con un estampado inspirado en tatuajes samoanos. Mara Hoffma’s se encargó definitivamente de instaurar la cultura neotiki como tendencia con su pasarela repleta de ukeleles, palmeras y flores en el pelo. Pe-queñas firmas como Samantha Pleet o Family Affairs siguieron la estela y se inspiraron en tierras lejanas para sus colecciones. “Me inspiró la idea de Arcadia después de visitar una exposición en el Museo de Arte de Filadelfia sobre Gauguin y Rousseau. Me encantó la idea de una mujer exploradora partiendo hacia una mítica y paradisíaca isla. La colección es la exploración de un sueño, de la idea universal de la búsqueda del paraíso que sólo puede encontrarse mediante una mentalidad sin horizontes y un ávido apetito por la aventura”, comenta Samantha Pleet.

Joyas y muebles. La firma de joyas Design and Con-quer, por ejemplo, han tomado el famoso tiki-bar construido en 1955 en el hotel Waldorf de Vancouver como inspiración, creando toda una línea en la que las líneas y la simplicidad son las protagonistas. Y para aquellos que quieran sentirse en el paraíso al cruzar el umbral de su casa, la tendencia se extiende

también al mobiliario. Jarrones antropomórficos con reminiscencias de las islas de Pascua o Samoa como las de Sargadelos , muebles de rattan o los biombos de caña. Los menos atrevidos pueden optar por aportar exotismo decorando las paredes con el papel de la colección Trippy de Graham and Brown.

Festivales: música y diseño Ryan Gosling lo vaticinó en la romántica escena de la película Blue Valentine. Michelle Williams baila en el pórtico de una tienda unos torpes pasos de claqué. Mientras tanto, Gosling la acompaña al son de su voz y de la delicada música que toca con un pequeño instrumento de cuerda: el ukelele. Los fanáticos de este instrumento tienen un destino: el Tiki Oasis, un festival celebrado el 13 de agosto en San Diego que va ya por su octava edición. Faldas Hula, Mai Tais y tablas de surf en todas partes.

El festival se creó como una iniciativa para recaudar fondos y rehabilitar el motel Caliente Tropics en Palm Springs. Alrededor de 3.000 personas asisten a esta cita donde música, diseño y moda muestran sus mejores galas. Tampoco faltan lecciones de danza, instrucciones para hacer cócteles y simposios como el último de este año: “Cuanto más largo el pelo, más cerca te encuentras de los dioses tiki”.

Bajo el mismo halo de adoración a la cultura tiki pero esta vez centrada específicamente en música y arte se encuentra el Call of the Tropics. Artistas como Robb Hame, Derek Yaniger y Tiki Tony entre otros exhiben sus diseños al más puro estilo hawaiano. Y en la capital de la moda estadounidense Allison Sarofin ha celebrado su fiesta anual de Halloween. ¿Adivinan cuál ha sido la temática del evento? Polinesia, el paraíso ansiado. En España ya se oyen voces acerca de concentraciones de danza tahitianas o grupos de intereses hawaianos en la web Meetup.com. Ya lo cantaba Mecano “Hawai, Bombay, son dos paraísos que a veces yo me monto en mi piso”.

Polinesia en los pies Ahora, las caderas se mueven al frenético ritmo de los tambores, los bambúes y las piedras volcánicas. El fervor por la danza y las flores en el pelo ya fue augurado por Serge Kakou, Tom Adler y Lucien Gauthier en su recopilación fotográfi-ca Bellezas tahitianas. Ya no es necesario cruzar todo el Pacífico para aprender danzas polinesias al más puro estilo autóctono. En España, Maikea Group imparte clases a aficionados y aspirantes a profeso-res, y cuenta ya con un extenso profesorado. Keanu Guevara, fundador junto con Maya Tiaré, explica como Maikea Group tuvo sus inicios en Hawái: “Una vez allí y dada nuestra afición a las danzas, nos enamoramos de las autóctonas conocidas como hula. Nos absorbió el conocer esa cultura. De regreso a España vimos que nadie enseñaba estas danzas aquí. No había maestros que fomentaran y divulga-ran estas artes y nos lanzamos a cubrir ese vacío con esfuerzo, horas de dedicación y apostando fuerte y con convicción. Tras años de estudio y una decena de viajes sucesivos a diferentes islas de la Polinesia para seguir formándonos, el hermanamiento con esta cultura es absoluto”.

El pueblo polinesio careció de lenguaje escrito hasta la llegada de los europeos a finales del XVIII. Por eso, la danza siempre se ha utilizado como forma de per-petuación de su cultura. Bailes como el Hula Kahiko, propio de Hawái, poseen una semilla religiosa muy profunda. Otras como la Ote’a, deTahiti tienen un origen bélico. Algunas adoraban a diferentes deida-des religiosas como al creador Keane, denominado así en Hawái, o Tangaora, tal como era conocido en otras islas. En España cada vez son más palpables las huellas de estas danzas aborígenes. Quizás no se trate tan sólo de una tendencia. Tal vez el contacto de los pies descalzos con la tierra madre y los movi-mientos del cuerpo al ritmo de la percusión ayudan a encontrar un poco de sosiego en tiempos un tanto convulsos. “E ho’a’o no i pau kuhihewa”, es decir, sólo hazlo y terminará el pánico. s

CORONAS DE FLORES

Una de las tradiciones polinesias más bellas son las guirnaldas de flores o lei. Estas son fuente de fábulas y quizás la leyenda tahitiana de la Tiaré Apetahi es una de las más hermosas. Los delicados pétalos de la flor representan los cinco dedos de la humilde joven Apetahi que se enamoró locamente del hijo de un rey tahitiano. Al perder toda esperanza de contraer matrimonio, Apetahi perdió también todo anhelo en la vida y murió de amor. Los pétalos del tiaré se cierran de noche para abrirse con el primer halo de la luz del alba acompañados por un liviano

sonido. Dicen que se trata del sonido de su corazón roto. Para evitar más aflicciones de amor no correspondido las flores en el pelo represen-tan todo un lenguaje sin palabras. Si la mujer coloca la flor en el lado izquierdo señala estar comprometida o casada. Si la lleva en el lado derecho significa que no tiene pareja y está abierta al amor. Si por el contrario adorna los dos lados de su cabeza ex-presa indecisión: puede estar comprometida pero no está segura de su pretendiente. Si lleva la flor en la parte trasera del cabello insinúa que está interesada en alguien.

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