Upload
others
View
6
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
PAPELES DE TRABAJO
CUADERNOS DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES
Nº 29
LLAA DDIINNÁÁMMIICCAA DDEE LLAASS PPEENNSSIIOONNEESS DDEE IINNCCAAPPAACCIIDDAADD PPEERRMMAANNEENNTTEE
PPAARRAA EELL TTRRAABBAAJJOO EENN EESSPPAAÑÑAA:: AANNÁÁLLIISSIISS EEMMPPÍÍRRIICCOO..
Sila Marcos Alsina
UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
ÍÍNNDDIICCEE
INTRODUCCIÓN. 3 I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA PROTECCIÓN SOCIAL DE LA INCAPACIDAD PERMANENTE PARA EL TRABAJO EN ESPAÑA. 9
1.1. Los orígenes de la protección: la cobertura de la invalidez derivada de accidente de trabajo. 10 1.2. Los seguros sociales y la protección de la invalidez derivada de contingencias comunes. 11 1.2.1. La creación del Instituto Nacional de Previsión y la Pensión de Retiro de 1908. 11 1.2.2. El Régimen del Retiro Obrero de 1919. 12 1.2.3. El Subsidio de Vejez de 1939. 15 1.2.4. El Seguro de Vejez e Invalidez (SOVI) de 1947. 16 1.3. Las prestaciones de invalidez del Mutualismo Laboral. 18 1.4. Los pilares de la protección actual de la incapacidad permanente: la Ley de Bases de la Seguridad Social de
1963. 19
1.5. Las reformas relativas a la protección de la incapacidad permanente posteriores a la Ley de Bases de 1963. 21 1.5.1. La Ley de Financiación y Perfeccionamiento de la Acción Protectora de 1972. 21 1.5.2. El Real Decreto 1071/1984 y la Ley para la Racionalización de la Estructura y la Acción Protectora de
la Seguridad Social de 1985. 22
1.5.3. Las prestaciones no contributivas de invalidez: la Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI) de 1982 y la Ley de Prestaciones no Contributivas de 1990. 24
1.5.4. La Ley de acompañamiento a la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 1995. 24 1.5.5. Las reformas derivadas del Pacto de Toledo: la Ley de Consolidación y Racionalización del Sistema
de Seguridad Social de 1997 y posteriores. 25
II. PROTECCIÓN SOCIAL DE LA INCAPACIDAD PERMANENTE Y DE LA DISCAPACIDAD EN ESPAÑA. 29 2.1. Principales características de la protección de la discapacidad en el sistema de Seguridad Social español. 29 2.2. La prestación contributiva de incapacidad permanente en el Régimen General. 32 2.2.1. Contingencia y situación protegida. 32 2.2.2. Concepto y grados de incapacidad. 33 2.2.3. Condiciones de acceso al derecho a las prestaciones. 37 2.2.4. Prestaciones contributivas por incapacidad permanente. 39 2.2.5. Contenido y compatibilidad de las prestaciones económicas. 41 2.2.6. Indemnización por lesiones permanentes no invalidantes y normas especiales para las contingencias
profesionales. 46
2.3. Particularidades de la prestación contributiva de incapacidad permanente en los Regímenes Especiales. 47 2.3.1. Régimen Especial Agrario. 48 2.3.2. Régimen Especial de los Trabajadores del Mar. 49 2.3.3. Régimen Especial de los Trabajadores por Cuenta Propia o Autónomos. 49 2.3.4. Régimen Especial de los Empleados de Hogar. 50 2.3.5. Régimen Especial de la Minería del Carbón. 50 2.4. La financiación de las prestaciones contributivas de incapacidad permanente. 51 2.5. Gestión de las prestaciones contributivas de incapacidad permanente. 52 2.6. Evaluación y calificación de la incapacidad permanente: de la incapacidad temporal a los Equipos de
Valoración de Incapacidades. 55
2.7. La pensión no contributiva de invalidez. 59 2.8. Las prestaciones para compensar los costes extras derivados de la discapacidad. 60 2.8.1. El Subsidio de Movilidad y Compensación por Gastos de Transporte (SMGT). 60
1
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
2.8.2. La prestación por hijo a cargo. 61 2.9. Medidas relativas al empleo de las personas con discapacidad en España. 62 2.9.1. El sistema de cuota. 62 2.9.2. El empleo protegido: los Centros Especiales de Empleo. 63 2.9.3. El empleo subsidiado: los contratos específicos para minusválidos. 63 III. ANÁLISIS EMPÍRICO DE LAS PENSIONES DE INCAPACIDAD PERMANENTE EN ESPAÑA. 65 3.1. El gasto en prestaciones económicas para las personas con discapacidad. 66 3.2. Evolución del gasto en la pensión de incapacidad permanente de 1980 a 2001. 71 3.2.1. Evolución del número de beneficiarios de las pensiones de incapacidad permanente de 1980 a 2001. 74 3.2.2. Evolución de la pensión media de incapacidad permanente de 1980 a 2001. 76 3.3. Distribución de las pensiones de incapacidad permanente entre los regímenes de la seguridad social. 80 3.4. Análisis y factores explicativos de la evolución de la tasa de incapacidad. 89 3.5. Análisis y factores explicativos de las tasas de entrada a las pensiones de incapacidad permanente en las
Comunidades Autónomas. 95
3.6. Reformas propuestas. 101 IV. BIBLIOGRAFÍA. 103
2
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN..
Cuando un individuo es incapaz o tiene reducida su capacidad de trabajar, los costes sociales y
privados derivados de dicha incapacidad no sólo son los relativos a la mera reducción en la
productividad, sino que el bienestar de la sociedad se ve también disminuido al observar o conocer
las consecuencias económicas de la minusvalía de otro componente de la sociedad. Estos efectos
externos se denominan costes colectivos de compasión y son el origen de la creación de los
programas privados y colectivos de solidaridad. La incapacidad permanente para el trabajo fue,
junto con la vejez, una de las primeras contingencias protegidas por los programas públicos de
protección social, y en la actualidad se asume que la protección de la incapacidad permanente para
el trabajo debe constituir una de las parcelas de la protección social.
El que, como veremos a continuación, la incapacidad permanente para el trabajo no sea una
contingencia perfectamente observable y los problemas que derivan de este hecho particular, junto
con el crecimiento progresivo del gasto en las prestaciones que cubren esta contingencia ha
despertado el interés en los últimos años de numerosos investigadores que en otros países han
centrado sus trabajos este ámbito.
Las cuestiones relativas a la protección de la incapacidad para el trabajo son complejas y gran
parte de esta complejidad surge de la definición y delimitación técnica del concepto de incapacidad
para el trabajo. Mientras que en otros programas la causa origen de la protección se puede definir
clara y objetivamente, por ejemplo, en la prestaciones de jubilación el cumplimiento de una
determinada edad, en las de supervivencia la muerte del trabajador asegurado y en las de desempleo
3
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
la pérdida del empleo, en la incapacidad para el trabajo no existe un hecho objetivo del que se
pueda colegir directamente la necesidad de protección.
En 1980 la Organización Mundial de la Salud definió la incapacidad como “cualquier restricción
o pérdida (consecuencia de una enfermedad o lesión) de la capacidad de realizar una actividad de
Esquema 1. Etiología de la incapacidad para el trabajo.
Fuente: Aarts, L. y De Jong,, P. (1999) y elaboración propia.
INCAPACIDAD PARA TRABAJAR ENLA PROFESIÓN HABITUAL
INCAPACIDAD PARA TRABAJAR
Rehabilitación profesional
Requerimientos profesión habitual
PATOLOGÍA
LIMITACIONES FUNCIONALES
Perspectivas de recuperación
Correcciónmediante tratamiento médico, prótesis, etc.
ENFERMEDAD CRÓNICA O LESIÓN
Esquema 1. Etiología de la incapacidad para el trabajo.
Fuente: Aarts, L. y De Jong,, P. (1999) y elaboración propia.
Esquema 1. Etiología de la incapacidad para el trabajo.
Fuente: Aarts, L. y De Jong,, P. (1999) y elaboración propia.
INCAPACIDAD PARA TRABAJAR ENLA PROFESIÓN HABITUAL
INCAPACIDAD PARA TRABAJAR
Rehabilitación profesional
Requerimientos profesión habitual
PATOLOGÍA
LIMITACIONES FUNCIONALES
Perspectivas de recuperación
Correcciónmediante tratamiento médico, prótesis, etc.
ENFERMEDAD CRÓNICA O LESIÓN
INCAPACIDAD PARA TRABAJAR ENLA PROFESIÓN HABITUAL
INCAPACIDAD PARA TRABAJAR
Rehabilitación profesional
Requerimientos profesión habitual
INCAPACIDAD PARA TRABAJAR ENLA PROFESIÓN HABITUAL
INCAPACIDAD PARA TRABAJAR ENLA PROFESIÓN HABITUAL
INCAPACIDAD PARA TRABAJARINCAPACIDAD PARA TRABAJAR
Rehabilitación profesionalRehabilitación profesional
Requerimientos profesión habitualRequerimientos profesión habitual
PATOLOGÍA
LIMITACIONES FUNCIONALES
Perspectivas de recuperación
Correcciónmediante tratamiento médico, prótesis, etc.
ENFERMEDAD CRÓNICA O LESIÓN
PATOLOGÍAPATOLOGÍA
LIMITACIONES FUNCIONALESLIMITACIONES FUNCIONALES
Perspectivas de recuperaciónPerspectivas de recuperación
Correcciónmediante tratamiento médico, prótesis, etc.
Correcciónmediante tratamiento médico, prótesis, etc.
ENFERMEDAD CRÓNICA O LESIÓNENFERMEDAD CRÓNICA O LESIÓN
4
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
forma normal o dentro de los parámetros considerados normales”1. La incapacidad para el trabajo
como contingencia protegible por los programas de Seguridad Social se define en la actualidad en la
mayoría de los países occidentales como la pérdida o reducción de la capacidad de trabajar o de
ganancia consecuencia de una limitación física o mental.
En la definición de incapacidad para el trabajo los problemas de salud están causalmente unidos a
la reducción o pérdida de la capacidad, la presencia de una enfermedad o lesión es condición
necesaria, pero, sin embargo, no es condición suficiente. El esquema 1 muestra la secuencia causal
que determina la contingencia de incapacidad para el trabajo en la mayoría de los sistemas de
Seguridad Social actuales.
Se debe demostrar, en primer lugar, que el individuo sufre una patología que limita su capacidad
funcional y, en segundo lugar, que la limitación en la capacidad funcional afecta a la capacidad de
trabajar del individuo. La calificación y determinación de la incapacidad para el trabajo está sujeta a
múltiples valoraciones subjetivas, tanto del individuo que la sufre, como de la sociedad en la que
vive, que debe verificar y comprobar su existencia.
Por tanto, la incapacidad para el trabajo no es una contingencia perfectamente observable ya que
no existe un hecho objetivo del que se pueda colegir directamente la necesidad de protección. Y su
cobertura se enfrenta a los problemas derivados de la información asimétrica: el asegurado conoce
sus verdaderas limitaciones funcionales mientras que el asegurador en muchos casos no las puede
conocer. El asegurado puede exagerar e incluso fingir sus limitaciones funcionales para acceder así
al pago del seguro.
En principio, el riesgo de incapacidad para el trabajo podría ser cubierto en el mercado privado de
seguros con el aseguramiento voluntario por los individuos a través de la interacción de los sujetos
aversos al riesgo y las compañías privadas de seguro2. Los individuos aversos al riesgo estarían
dispuestos a pagar una prima que excediese su pérdida esperada en una cuantía igual al valor
monetario del incremento de utilidad que obtuvieran de la certeza que les proporcionaría estar
asegurados. Por el lado de la oferta, las compañías privadas únicamente ofrecerían el seguro si la
prima fuese lo suficientemente grande como para cubrir como mínimo tanto la pérdida esperada de
cada individuo como los costes de transacción (costes de administración y gestión del seguro
principalmente). Como se puede derivar de lo anterior, un individuo averso al riesgo y una 1 O.M.S. (1980): “International Classification of Impairments, Disabilities and Handicaps”. 2 Véase Barr, N. (1998): “The Economics of Welfare State”.
5
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
compañía de seguros llegarían a un acuerdo siempre que los costes de transacción del asegurador
(T) fuesen inferiores al valor monetario que el asegurado le diese a la certeza (V). El incremento de
bienestar social que se obtendría con la firma del contrato de seguro sería igual a V-T.
Sin embargo, la provisión voluntaria de un seguro privado de incapacidad para el trabajo sería
imposible, fundamentalmente por los problemas derivados de la existencia de información
asimétrica y, en todo caso, desaconsejable desde el punto de vista de consideraciones relativas a la
maximización del bienestar social3. Entre las razones que aconsejan la intervención del Sector
Público obligando a todos los individuos a asegurarse cabe destacar la posibilidad de considerar el
seguro de incapacidad como un bien preferente, los efectos externos que provocarían los individuos
miopes o poco previsores, y la presencia de selección adversa. Entre las razones que aconsejan que
además sea el propio Sector Público el que gestione el seguro, podemos destacar el que la
incapacidad permanente para el trabajo pueda constituir un riesgo social, el que la cobertura privada
de esta contingencia puede dar lugar a inequidades e injusticias sociales, y el hecho de que el riesgo
moral podría actuar como un factor de exclusión.
En cuanto a las características que debe presentar el programa público de protección de la
incapacidad permanente para el trabajo para que sea óptimo para el bienestar social, desde un punto
de vista teórico varios trabajos demuestran que, bajo determinados supuestos4, es óptimo para el
bienestar social la implantación de un programa específico de prestaciones de incapacidad
permanente cuya cuantía, además, debe ser superior a las prestaciones sociales alternativas
(asistencia social, jubilación anticipada, desempleo,…)5. De otro lado, aunque la selección de los
beneficiarios del programa de prestaciones de incapacidad reporte costes (fundamentalmente los de
3 Para el análisis de las razones que aconsejan la provisión obligatoria y pública del seguro de incapacidad permanente
para el trabajo véase Aarts, L. y de Jong, P. (1999): “Disability Insurance in a Multi-Pillar Framework” y Andrews, E.
S. (1998): “Disability Insurance: Programs and Practice”.
4 Ante la presencia de riesgo moral, inexistencia de costes de evaluación o solicitud y siempre que el mecanismo de
evaluación de la incapacidad sea tal que la probabilidad de ser calificado de incapacitado sea creciente con el verdadero
grado de incapacidad del individuo.
5 Véase Akerlof, G. A. (1978): “The Economics of Tagging as Applied to the Optimal Income Tax, Welfare Programs,
and Manpower Planning” y Diamond, P. A. y Sheshinski, E. (1995): “Economic aspects of optimal disability
benefits”.
6
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
la valoración de la incapacidad), la evaluación del estado de salud observable como una medida
imperfecta de la capacidad para trabajar es el mecanismo óptimo para clasificar a los beneficiarios6.
El objetivo de este trabajo es analizar el caso particular de la protección que desde un punto de
vista público se ha otorgado en España a los incapacitados para el trabajo tanto en el pasado como
en la actualidad.
En primer lugar, y con el objetivo de proporcionar los elementos necesarios para comprender el
actual esquema de prestaciones de incapacidad permanente, se lleva a cabo el estudio de los
orígenes y de la evolución de las prestaciones que en España, desde comienzos del siglo XX, se han
ido desarrollando con el propósito de compensar a los individuos cuya capacidad laboral se ha
reducido como consecuencia de una enfermedad o accidente.
En segundo lugar, se ofrece una panorámica de las prestaciones económicas que la Seguridad
Social pone en la actualidad a disposición de los individuos que sufren una discapacidad. Gran parte
del epígrafe se dedica al análisis de las pensiones de incapacidad permanente, de los requisitos de
acceso, cuantía, gestión y financiación de las mismas.
El trabajo finaliza con el análisis empírico del gasto en pensiones de incapacidad permanente en
España. Así, se ofrece tanto una perspectiva de la importancia relativa que estas pensiones tienen y
han tenido en nuestro país en relación con otras prestaciones económicas de la Seguridad Social,
como un análisis de la evolución del gasto en estas pensiones y de los factores que han
condicionado dicha evolución. Para concluir se utiliza la técnica econométrica para determinar si en
nuestro país, como se puede intuir a partir del análisis descriptivo y como consecuencia de la
presencia de riesgo moral, factores distintos al estado de salud de la población han afectado a la tasa
de entrada a las pensiones de incapacidad permanente en los últimos años, y por tanto al gasto en
estas prestaciones.
6 Waidmann, T., Bound, J. y Nichols, A. (2002): “Disability benefits as social insurance: tradeoffs between screening
strigency and benefit generosity in optimal program design”.
7
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
II.. EEVVOOLLUUCCIIÓÓNN HHIISSTTÓÓRRIICCAA DDEE LLAA PPRROOTTEECCCCIIÓÓNN SSOOCCIIAALL DDEE LLAA IINNCCAAPPAACCIIDDAADD
PPEERRMMAANNEENNTTEE PPAARRAA EELL TTRRAABBAAJJOO EENN EESSPPAAÑÑAA..
Puesto que el sistema actual de prestaciones de incapacidad permanente en España es el resultado
de la evolución y de las reformas de los sistemas anteriores de protección social de la incapacidad
para el trabajo, nos parece necesario comenzar el análisis del caso español con el estudio de los
orígenes y evolución de las prestaciones que en España desde comienzos del siglo XX se han ido
desarrollando.
Este primer epígrafe comienza con el estudio de lo que se puede considerar la primera
intervención pública en el ámbito de la protección de la incapacidad permanente para el trabajo que
se produjo en 1900 en la esfera de los accidentes de trabajo. A continuación se realiza un repaso de
los seguros sociales que desde 1908 hasta 1947 cubrieron la vejez, puesto que durante todos estos
años la cobertura de la invalidez se encuentra estrechamente unida a la de la vejez, aunque
prestando siempre especial atención a los factores relativos y específicos de la protección de la
invalidez. Además, se dedica un apartado especial a la cobertura que de esta contingencia se realizó
por el Mutualismo Laboral y que alcanzó en estos años en España una importancia superior quizás a
la de los propios seguros sociales públicos.
Por último se analiza la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963 que estableció los pilares
esenciales del sistema actual de prestaciones contributivas de incapacidad permanente así como las
reformas que se han realizado después, incluida la implantación de la pensión no contributiva de
invalidez en 1990 y aquellas reformas que encuentran su origen en el Pacto de Toledo.
9
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
1.1. LOS ORÍGENES DE LA PROTECCIÓN: LA COBERTURA DE LA INVALIDEZ
DERIVADA DE ACCIDENTE DE TRABAJO.
En la mayoría de los países occidentales la cobertura de la invalidez permanente se inicia a
finales del siglo XIX y está ligada a las respuestas que se van dando a las consecuencias sociales
que provoca la Revolución Industrial. En un primer momento la protección no tiene un carácter
unitario, sino de cobertura por riesgos. De todos los infortunios padecidos por la clase obrera en los
primeros tiempos de la Revolución Industrial, son los accidentes de trabajo los que más repercusión
tienen en la sensibilidad social de la época por su inmediata relación con el manejo de nuevas
máquinas que son fuente de enriquecimiento de sus propietarios.
En España, la Ley de 30 de enero de 1900, Ley de Accidentes de Trabajo, impulsada por Eduardo
Dato, protegió por primera vez la incapacidad permanente. La importancia de esta Ley ha sido
significativa ya que aún en la actualidad algunos de sus preceptos tienen vigencia material7.
La Ley de accidentes de Trabajo de 1900 hizo responsable al patrono de la situación de
incapacidad para el trabajo de sus obreros obligándosele al pago de indemnizaciones a aquellos
obreros que quedasen incapacitados por un accidente de trabajo. Las indemnizaciones consistían en
cantidades a tanto alzado en función del salario y del tipo de incapacidad, que podía ser temporal,
permanente absoluta (para todo trabajo o para la profesión habitual) o permanente parcial. Además
se contemplaba la posibilidad de establecer un recargo cuando en la empresa no se hubieran
respetado las medidas de seguridad previstas por la Ley. Sin embargo, el aseguramiento del patrono
era voluntario8 lo que suponía la desprotección del obrero en caso de insolvencia del mismo.
La Ley de 10 de enero de 1922 incrementó las prestaciones y las hizo extensivas a otros
supuestos, en particular a aquellos en los que el accidente de trabajo hubiera tenido lugar por la
imprudencia profesional del propio trabajador.
Durante la II República se introdujeron importantes y positivas novedades en la cobertura de la
incapacidad permanente por accidente de trabajo fundamentalmente a través de la Ley de Bases de
4 de julio de 19329. Las principales innovaciones consistieron en la obligatoriedad del
aseguramiento empresarial y en la generalización de las indemnizaciones en forma de renta
7 Un ejemplo de ello es la definición de accidente de trabajo dada en el art. 1 de dicha Ley que se ha mantenido hasta
nuestros días. 8 Salvo desde 1919 para los accidentes de trabajo en el mar. 9 Dicha Ley fue modificada por la Ley de 13 de agosto de 1932 y refundida por Orden de 8 de octubre de 1932.
10
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
(pensiones) en lugar de en forma de capital. La cuantía de las prestaciones se estableció en
porcentajes del salario y se implantó el principio de automaticidad en las prestaciones en virtud del
que el obrero se encontraba protegido aún en el caso de que el patrono hubiese incumplido la
obligación aseguradora10.
Otras novedades fueron la entrega de indemnizaciones suplementarias cuando el incapacitado
necesitase la ayuda de otra persona, así como la posibilidad de revisión de las incapacidades por
agravación o mejoría. Este sistema, como veremos, se mantuvo en lo fundamental posteriormente.
1.2. LOS SEGUROS SOCIALES Y LA PROTECCIÓN DE LA INVALIDEZ DERIVADA
DE CONTINGENCIAS COMUNES.
1.2.1. La creación del Instituto Nacional de Previsión y la Pensión de Retiro de 1908.
Se puede afirmar que el primer paso que se dio en España para la protección de contingencias no
profesionales fue la Ley de 27 de febrero de 1908 que además de crear el Instituto Nacional de
Previsión implantó un régimen de libertad subsidiada de pensiones de retiro.
El sistema de pensiones de retiro consistía en la contratación voluntaria con el Instituto Nacional
de Previsión de una renta vitalicia, mediante la apertura de una libreta de pensión de retiro
individual en la que se acumulaban las aportaciones realizadas por los trabajadores que no podían
superar a las necesarias para producir una pensión anual de 1500 pesetas ni ser inferiores a 50
céntimos. Con el objetivo de estimular y favorecer la práctica de las pensiones de retiro, en las
libretas también se ingresaban anualmente bonificaciones que nunca podían superar las 12 pesetas
anuales para un mismo individuo procedentes del Fondo General de Bonificaciones integrado
fundamentalmente por una subvención anual que el Estado realizaba al Instituto Nacional de
Previsión.
La financiación necesaria para el pago de las pensiones se obtenía de las cuotas de los asociados,
de la subvención anual del Estado, de los intereses obtenidos por la inversión de los fondos
acumulados (limitada a la adquisición de inmuebles, préstamos hipotecarios y efectos públicos y
valores mercantiles cotizados en Bolsa y de reconocida garantía), y de cualquier otra donación que
hiciesen en su favor Diputaciones, Ayuntamientos, Corporaciones o particulares.
10 Los empresarios podían concertar la póliza con la Caja Nacional de Accidentes del INP, con una mutualidad patronal
o con una compañía de seguros.
11
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
El régimen financiero era el de capitalización y se basaba en las reglas propias de la técnica del
seguro calculándose las rentas vitalicias en función de tablas de mortalidad y un tipo de interés del
tres y medio por ciento. Además de las reservas matemáticas correspondientes, el 3% de las cuotas
se destinaba a constituir unas reservas especiales a efectos de cambios en las tablas de mortalidad o
del interés de las inversiones.
En este sistema voluntario de pensiones de retiro la única mención especial en relación con la
invalidez se recoge en el artículo 75 de los Estatutos del Instituto Nacional de Previsión11. Mediante
dicho artículo se permitía a aquellos asociados a los que les sobreviniese una incapacidad absoluta
para el trabajo adelantar al momento en que les ocurriese la incapacidad la conversión en renta
vitalicia inmediata de la diferida que tuviesen contratada, siempre y cuando la pensión resultante,
calculada en función de la edad en el momento de la incapacitación y de las imposiciones
realizadas, fuese mayor o igual a 60 pesetas anuales. En caso contrario el incapacitado debía esperar
a cobrar la pensión a cuando esta alcanzase dicha cantidad mínima anual, si bien el aplazamiento
del cobro de pensión por no alcanzar la cantidad mínima anual era uno de los supuestos bajo los que
se concedía una bonificación preferente a la libreta de retiro del incapacitado correspondiente12.
Habría que destacar que no se contemplaba definición alguna ni enumeración de la
documentación necesaria que acreditase la incapacidad absoluta para el trabajo.
1.2.2. El Régimen del Retiro Obrero de 1919.
La implantación del régimen de intensificación de Retiros Obreros aprobada por Real Decreto de
10 de marzo de 1919, y desarrollado por el reglamento aprobado mediante Real Decreto de 21 de
enero de 1921, supuso una novedad fundamental en la protección de la vejez al obligar a la
afiliación al seguro por sus patronos a todos los trabajadores asalariados de edad comprendida entre
los 16 y los 65 años con un haber anual no superior a las 4.000 pesetas. Con respecto a la invalidez,
estableció un sistema transitorio de aseguramiento voluntario de la invalidez permanente.
La obligación de cotizar recayó en los patronos quienes debían satisfacer una cuota de 36 pesetas
anuales por cada uno de sus trabajadores dejándose a los trabajadores asalariados la opción
voluntaria de realizar aportaciones personales. Además de las cuotas patronales, el seguro se
11 Real Decreto 24-12-1908. 12 Art. 93 de los Estatutos del Instituto Nacional de Previsión.
12
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
financiaba por la contribución del Estado con una cuota de 12 pesetas anuales por cada trabajador
asalariado.
La población asalariada se dividió en dos grupos en función de la edad que tuviesen en la fecha
de la entrada en vigor del nuevo régimen para los que las normas del seguro eran distintas: los
menores de 45 años, y aquellos que habiendo cumplido los 45 años fuesen menores de 65 años
(edad de retiro).
Para los menores de 45 años se estableció un sistema de capitalización individual en el que se
acumulaban cada año a nombre de cada asegurado la parte de las cuotas patronales y del Estado
necesarias para constituir, dada la edad del asegurado cuando comenzó el seguro, las tablas de
mortalidad y considerando un tipo de interés del tres y medio por ciento, una renta vitalicia a partir
de cumplir los 65 años que diese derecho a una pensión de 365 pesetas anuales (fija para todos los
asegurados de este primer grupo). La parte sobrante de las cuotas patronales se destinaba a un fondo
nacional regulador de la cuota media. Los asalariados tenían la posibilidad de incrementar la
pensión inicial fija de 365 pesetas mediante aportaciones personales o aportaciones patronales extra
voluntarias que se bonificaban por el Estado. Como veremos, los integrantes de este primer grupo,
es decir los menores de 45 años en 1919, quedaban totalmente desprotegidos en caso de quedar
inválidos si no era como consecuencia de un accidente de trabajo y no habían realizado
aportaciones personales voluntarias.
Para los que ya hubiesen cumplido los 45 años pero fuesen menores de 65 años se establecieron
libretas de capitalización individuales que se nutrían, además de las cuotas patronales y estatales de
36 pesetas y 12 pesetas anuales por asalariado respectivamente, del fondo transitorio de
bonificación extraordinaria que se constituyó con el objetivo de acrecentar el importe de las libretas
de capitalización de este segundo grupo de trabajadores. Los recursos de este fondo provenían
fundamentalmente del recargo sobre los derechos de transmisión de herencias entre parientes a
partir del quinto grado y extraños, de la participación en las herencias vacantes que correspondía al
Instituto Nacional de Previsión, y de las aportaciones voluntarias al mismo de otros agentes.
Además, las libretas de capitalización podían incrementar su importe por donaciones y por las
aportaciones patronales y personales voluntarias que suponían un ingreso extra por la bonificación
estatal que conllevaban. Cuando los individuos de este segundo grupo cumplían los 65 años podían
acceder a una pensión si el capital acumulado en su libreta era suficiente para poder constituir una
13
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
pensión vitalicia de 180 pesetas anuales o de un importe superior. En caso contrario, el capital
acumulado se entregaba a la institución o familiar que se quedase a cargo del anciano.
Si alguno de los integrantes de este segundo grupo se invalidaba antes de cumplir la edad de
retiro, el artículo 38 del Real Decreto de 21 de enero de 1921 le facultaba para elegir entre hacer
suyo el capital acumulado en su libreta de capitalización, o convertirlo en una renta vitalicia
siempre que la pensión resultante fuese al menos de 180 pesetas anuales. Esta posibilidad no supuso
novedad alguna con respecto al sistema anterior dado que ya quedaba recogida en la ley de 1908 de
implantación de las pensiones de retiro voluntarias.
El verdadero avance en relación con la protección de los inválidos fue el establecimiento de un
régimen transitorio de protección a los inválidos, basado en las imposiciones personales voluntarias
de los afiliados, y la anunciación por primera vez de la voluntad de implantar un seguro de
invalidez13. En la exposición de motivos del Real Decreto de 21 de enero de 1921 el derecho a la
pensión de invalidez se concibe junto con las bonificaciones como un estímulo a los trabajadores
para que voluntariamente contribuyesen a mejorar sus pensiones. Todos los afiliados al régimen de
retiro, tanto del primer como del segundo grupo, que hubiesen realizado durante al menos 12 meses
consecutivos aportaciones personales voluntarias de una cuantía no inferior a la necesaria para
convertir en capital reservado el capital cedido, tenían derecho a una pensión inmediata de invalidez
de cuantía fija de 365 pesetas anuales (igual que la pensión inicial de retiro) en el caso de que
quedaran inválidos. La financiación de esta pensión se realizaba con el saldo de la cuenta individual
del afiliado más la cantidad necesaria del fondo especial de invalidez para que se pudiera constituir
la renta vitalicia de 365 pesetas anuales.
El concepto de invalidez utilizado para la concesión de esta pensión es un concepto basado en el
criterio fisiológico y con una lista cerrada de lesiones14.
13 Art. 78 del Real Decreto de 21 de enero de 1921: “Hasta tanto que organice el Instituto Nacional de Previsión un
régimen de seguro de invalidez complementario del de retiros, se establecerá un régimen transitorio de protección a los
inválidos…” 14 Art. 78. 2.ª R.D. 21 enero de 1921: “Serán casos de invalidez…:
a) La pérdida total, o en sus partes esenciales, de las dos extremidades superiores, de las dos inferiores o de una
extremidad superior y otra inferior, conceptuándose, para este fin, como partes esenciales la mano y el pie.
b) La lesión funcional del aparato locomotor que pueda reputarse, en su consecuencia, análoga a la mutilación de las
extremidades, y en las mismas condiciones indicadas en el apartado a).
c) La pérdida de los dos ojos entendida como anulación del órgano o pérdida total de la fuerza visual.
14
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
1.2.3. El Subsidio de Vejez de 1939.
La Ley de 1 de septiembre de 1939 desarrollada por la Orden de 2 de febrero de 1940 sustituyó al
régimen del retiro obrero por un régimen de subsidios de vejez. Las modificaciones fundamentales
que este nuevo sistema introducía con respecto al anterior en la cobertura de la vejez fueron la
sustitución del anterior sistema de capitalización por un sistema de reparto reforzado con reservas,
la exigencia de periodo de carencia para acceder a la pensión, la desaparición de la cuota estatal y la
fijación de las cuotas patronales como proporcionales a los salarios. El avance en la cobertura de la
invalidez se manifestó en la protección bajo el régimen obligatorio de subsidios de vejez de la
incapacidad permanente y total para la profesión a partir de los 60 años de edad.
La cobertura obligatoria de la vejez siguió restringida a los trabajadores por cuenta ajena de edad
entre 16 y 65 años cuyas retribuciones anuales no superaran un límite fijado en 6.000 pesetas
anuales.
La financiación del nuevo sistema se realizaba a través de las cuotas de los patronos iguales al 3
por 100 de la retribución de cada obrero, de los fondos y reservas afectos al anterior régimen
obligatorio obrero una vez descontadas las aportaciones personales voluntarias, la cantidad que el
Estado destinase en sus presupuestos (sin que se fijase una cantidad mínima), el recargo sobre las
herencias entre parientes a partir del quinto grado y entre extraños afecto al régimen del retiro
obrero, una proporción de las multas por infracciones de las Leyes de seguros sociales, cualesquiera
otros recursos del Instituto Nacional de Previsión no afectos a determinados usos específicos, los
intereses de los fondos y cualesquiera otras donaciones, subvenciones o legados con destino al
subsidio de vejez.
Para poder percibir el subsidio de vejez fijado en 90 pesetas mensuales los afiliados debían de
haber completado un periodo de carencia igual a 1.800 días de cotización previa y haber cumplido
los 65 años.
d) La pérdida de un ojo, con disminución importante de la fuerza visual en el otro.
e) La enajenación mental incurable.
f) Las lesiones orgánicas o funcionales del cerebro y de los aparatos circulatorio y respiratorio, ocasionadas por
acción mecánica o tóxica, o por cualquiera otra causa que se reputen incurables.
g) Las enfermedades de los aparatos digestivo y urinario producidas por lesiones que se reputen incurables y que
determinen un trastorno funcional tan grave que incapacite al sujeto para la vida del trabajo.
15
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Con respecto a la cobertura de la invalidez, este nuevo sistema estableció por primera vez el
derecho al cobro de una pensión a los afiliados al régimen obligatorio de cobertura de la vejez que
sufrieran una incapacidad permanente y total para el trabajo por causas distintas de accidente de
trabajo. Sin embargo, el concepto de invalidez protegida era muy reducido ya que únicamente
tenían acceso a una pensión cuya cuantía era igual a la del subsidio de vejez (1.080 pesetas anuales)
aquellos afiliados que sufriesen una incapacidad permanente y total para el ejercicio de su profesión
que fuesen mayores de 60 años y que cumpliesen el mismo periodo de carencia impuesto para el
cobro del subsidio de vejez (1.800 días de trabajo y cotización). La protección efectiva por tanto de
los inválidos dentro del sistema obligatorio se limitaba al derecho a adelantar el cobro del subsidio
de vejez siempre que se fuera mayor de 60 años.
El artículo 15 de la Orden 2 de febrero de 1940 exigía a los inválidos mayores de 60 años
solicitantes del subsidio que presentaran “pruebas documentales de su invalidez, con certificación
médica de no constituir incapacidad comprendida en las Leyes de Accidentes del Trabajo”, además
de que “El Instituto Nacional de Previsión podrá disponer el reconocimiento del solicitante por sus
servicios médicos para comprobar su invalidez”. El concepto de invalidez utilizado es el mismo
que en el sistema anterior, basado en la misma lista cerrada de lesiones.
1.2.4. El Seguro de Vejez e Invalidez (SOVI) de 1947.
El Seguro de Vejez e Invalidez implantado por Decreto de 18 de abril de 1947 y desarrollado por
Orden de 18 de junio de 194715 no introdujo cambios sustantivos en la protección de la vejez salvo
la integración del Subsidio de Vejez en el nuevo Seguro de Vejez e Invalidez y la manifestación de
la intención de pasar gradualmente del sistema de reparto simple vigente a un sistema más técnico
de base actuarial. Ni siquiera modificó la cuantía fija del subsidio de vejez. Sin embargo, el Seguro
de Vejez e Invalidez de 1947 supuso la implantación por primera vez en España de la cobertura
específica para el riesgo de invalidez cuando no procediese de accidente de trabajo o enfermedad
profesional.
El fin principal de esta nueva reforma se manifestó en la exposición de motivos del Decreto de 18
de abril de 1947 como el de “perfeccionar el sistema ampliando su ámbito protector hasta llegar a
un régimen definitivo que responda a un completo amparo de las situaciones adversas que impiden
15 Publicados en BOE de 5 de mayo de 1947 y BOE de 20 de junio de 1947, respectivamente.
16
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
al trabajador, al tener que cesar definitivamente en su actividad laboral, obtener el jornal que es su
único medio de subsistencia…y atender y cubrir el riesgo de invalidez”.
Asimismo la implantación del Régimen de invalidez se consideró el elemento de cierre de un
ciclo protector iniciado con la creación del Seguro de Enfermedad por Ley de 14 de diciembre de
1942, y con el establecimiento del Seguro de Enfermedades Profesionales por Decreto de 10 de
enero de 1947, lo que se manifiesta en la supuesta intención de que este nuevo régimen cubra “no
solo el riesgo de la prematura pérdida con carácter permanente de la capacidad del obrero para el
trabajo, sino también la invalidez temporal que exceda en su duración de los periodos cubiertos
por el seguro de enfermedad”.
Sin embargo, según algunos autores entre los que se encuentra Cruz Roche16, el seguro de
invalidez formó parte de una serie de medidas de importancia para los seguros sociales que se
suceden durante todo este periodo, pero cuyo contenido y eficacia práctica serán de muy diversa
significación y, en todos los casos, mucho menor que la que teóricamente parece intuirse por las
declaraciones políticas de esos años y por los propios preámbulos de las normas que las instauran.
El nuevo seguro protegió la invalidez para la profesión habitual derivada de causas distintas a las
contingencias profesionales indemnizables y modificó el concepto de invalidez utilizado hasta
entonces, basándola, no en una mera merma de la capacidad fisiológica, sino en una reducción de la
capacidad de ganancia. Para poder tener acceso a una pensión por invalidez, que se estableció en
una cuantía fija para todos los individuos de 1.080 pesetas anuales (igual al subsidio de vejez), se
debía sufrir una invalidez absoluta y permanente para todo trabajo de la profesión habitual que
impidiese ganar al trabajador en un trabajo adecuado a sus fuerzas, su capacidad, su instrucción y a
la profesión ejercida, al menos un tercio de lo que ganase habitualmente un asalariado de la misma
categoría sano física y mentalmente, de instrucción análoga y en la misma localidad. La invalidez se
debía acreditar con un certificado del médico del Seguro de Enfermedad o, si no estuviese
asegurado el individuo, del médico que le atendiese, especificando la incapacidad padecida y
calificando la posibilidad funcional del trabajador de dedicarse a otras actividades laborales.
La concesión de la pensión, además, se restringió a aquellos trabajadores que, cumpliendo la
definición de invalidez, tuviesen cumplidos los 50 años, edad que se rebajaba a los 30 años en casos
excepcionalmente graves y enumerados por la ley17: pérdida total o funcional, o pérdida de
16 Cruz Roche, I. (1984): “Análisis económico de la Seguridad Social española: 1972-1982”. 17 Art. 8 del Decreto de 18 de abril de 1947.
17
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
movimiento análogo a la mutilación, de las dos extremidades inferiores o superiores, pérdida total
de la visión y enajenación mental incurable.
Por último, se exigía como requisito indispensable para la concesión de la pensión de invalidez
haberse afiliado al régimen general de subsidios de vejez al menos con cinco años de antelación a la
fecha en que fuese declarada la incapacidad y presentar cotizaciones efectuadas a su favor
correspondientes como mínimo a mil ochocientos días de trabajo.
La percepción de la pensión por invalidez se consideró compatible con la obtención de ingresos
del trabajo siempre que estos no fueran iguales o superiores a un tercio de los que hubiese
disfrutado ejerciendo su profesión habitual.
En definitiva, el seguro obligatorio de invalidez se estructuró en la práctica como un apéndice del
seguro de vejez ya que se financiaba con los mismos fondos, su campo de aplicación y la cuantía de
la pensión eran los mismos, y los requisitos de afiliación y cotización previa también eran idénticos.
1.3. LAS PRESTACIONES DE INVALIDEZ DEL MUTUALISMO LABORAL.
En 1900 se constituyeron las primeras Mutuas en España fundadas por asociaciones de
empresarios y orientadas a la realización de operaciones de seguro limitadas a “repartir entre los
asociados el equivalente de los riesgos sufridos por una parte de ellos, sin participación directa ni
indirecta en los beneficios18”.
En los años posteriores a la guerra civil, al amparo de la Ley de Reglamentaciones de Trabajo de
16 de octubre de 1942 fueron apareciendo distintos Montepíos y Mutualidades que recibieron el
impulso definitivo con la creación en 1946 del Servicio de Mutualidades y Montepíos Laborales. La
Orden de 10 de septiembre de 1954 aprobó el Reglamento General del Mutualismo Laboral.
El Mutualismo Laboral apareció como un sistema complementario de carácter profesional, sin
embargo terminó institucionalizándose como una Seguridad Social paralela a la gestionada por el
Instituto Nacional de Previsión, existiendo a partir de este momento una duplicación de cuotas, de
prestaciones, de funciones y de gestión, con el consiguiente despilfarro de recursos.
Las mutualidades se financiaban mediante las cuotas pagadas por empresarios y trabajadores en
porcentajes diversos según las industrias junto con los intereses de los capitales constituidos para
18 Orden de 10 de noviembre de 1900.
18
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
garantizar el pago de las pensiones. El sistema financiero actuarial de las Mutualidades Laborales
era mixto entre el reparto simple, para las prestaciones cuyo pago se realizaba de una sola vez, y la
capitalización, para las prestaciones que suponían el pago de pensiones.
En relación con la protección de la incapacidad, el Mutualismo Laboral inicialmente sólo protegía
la invalidez permanente y absoluta para todo trabajo no derivada de accidente de trabajo o
enfermedad profesional con una pensión de invalidez cuya cuantía se determinaba como un
porcentaje, diferente según la Mutualidad, del salario (frente a las cuantías fijas del SOVI) y a la
que tenían derecho aquellos mutualistas que cumplieran un número mínimo de días de cotización
previa al hecho causante dependiente del tiempo transcurrido entre la fecha inicial de cotización y la
de la invalidez19.
Más tarde, la Orden de 20 de octubre de 1956 además de incrementar las prestaciones de
invalidez, de forma que en ningún caso podían resultar inferiores al 80 por 100 del salario
regulador, estableció la pensión de invalidez por incapacidad total y permanente para la profesión
habitual siempre que la invalidez se produjese después de que el mutualista hubiese cumplido los
cincuenta años. La pensión por invalidez total para la profesión habitual era incompatible con el
trabajo y su cuantía se calculaba en función del porcentaje establecido para la jubilación a la edad
de sesenta años aplicado al salario del mutualista.
1.4. LOS PILARES DE LA PROTECCIÓN ACTUAL DE LA INCAPACIDAD
PERMANENTE: LA LEY DE BASES DE LA SEGURIDAD SOCIAL DE 1963.
La cobertura de las distintas contingencias a través de diferentes seguros sociales y la existencia
del sistema paralelo de protección del mutualismo laboral desembocaron en España en un panorama
complejo en lo que a la protección social se refería. En este contexto, con la Ley de Bases de la
19 El Art. 35 de la Orden de 10 de septiembre de 1954 establece que “El número de días exigible dependerá del tiempo
transcurrido entre la fecha inicial de cotización en el Sector Laboral al que pertenezca el mutualista y la del hecho
causante de la prestación en la siguiente forma:
a) Si el tiempo transcurrido no excediera de un año, ciento ochenta días.
b) Si no excediera de mil cuatrocientos días, la mitad de los días transcurridos.
c) Si excediera de mil cuatrocientos días, setecientos días.”
19
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Seguridad Social20, cuyo Texto Articulado primero se aprobó en abril de 196621, se intentó operar el
tránsito de un conjunto de Seguros Sociales a un Sistema de Seguridad Social.
Según el profesor Gómez Sala22 entre los principios que presidían dicha ley se pueden destacar
tres: en primer lugar, la tendencia a la unidad, en segundo término, la transformación del régimen
financiero, que se estructura mediante el sistema de reparto, y finalmente, la modificación del
sistema de cotización, fijando las bases tarifadas por categorías profesionales e iniciando la
aplicación de los principios de gestión unificada.
En cuanto a la protección de la incapacidad permanente, la Ley de Bases de la Seguridad Social
estableció los cimientos y las principales características del sistema actual de protección de la
incapacidad permanente para el trabajo en el nivel contributivo. La cobertura de la incapacidad
permanente se configuró unitaria uniendo contingencias profesionales y comunes por primera vez
mediante la generalización del esquema de la legislación de accidentes de trabajo23.
La protección de la invalidez permanente se configuró en torno a un conjunto de prestaciones
económicas financiadas con cargo a las cotizaciones generales realizadas por empresarios y
trabajadores, cuya cuantía dependía del grado de incapacidad y del salario anterior del individuo, y
cuya concesión se basaba en la calificación de la invalidez por las Comisiones Técnicas
Calificadoras y en requisitos previos de cotización si derivaba de enfermedad no profesional: 1.800
días de cotización efectiva en los diez años previos a la aparición de la incapacidad, que se reducían
a la exigencia de estar de alta o situación asimilada si la invalidez derivaba de accidente, ya fuese de
trabajo o no, o enfermedad profesional.
Se establecieron cuatro grados de invalidez: incapacidad permanente parcial para la profesión
habitual, incapacidad permanente total para la profesión habitual, incapacidad permanente absoluta
para todo trabajo y gran invalidez. El grado de incapacidad a partir del que se protegió la invalidez
derivada de contingencias comunes se fijó en un porcentaje mínimo de reducción de la capacidad de
ganancia del 66% (incapacidad permanente parcial). 20 Ley 193/1963, de 28 de diciembre. 21 Decreto 907/1966, de 21 de abril. 22 Gómez Sala, J. S. (1989): “Pensiones públicas, ahorro y oferta de trabajo. Análisis del caso español”. 23 La protección unitaria de la invalidez fuese cual fuese la naturaleza de su causa queda recogida en el Texto Articulado
primero de la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963 en el art. 132.4: “La invalidez, permanente o provisional,
habrá de derivarse de la situación de incapacidad laboral transitoria debida a enfermedad, común o profesional, o a
accidente, sea o no de trabajo…”
20
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
En la protección dada a la incapacidad permanente total para la profesión habitual derivada de
accidente o enfermedad no profesional, la Ley de Bases de 1963 supuso una regresión con respecto
al sistema anterior ya que la incapacidad permanente total sólo daba derecho a una pensión vitalicia
igual al 55 por 100 de la base reguladora (que se calculaba en función de las bases de cotización de
los dos últimos años) a aquellos que la padeciesen y fueran mayores de 45 años24. Al resto de los
inválidos totales se les remitía a unos procesos de rehabilitación fisiológica y profesional,
inexistentes en la práctica por falta de infraestructura, acompañados de la percepción de un subsidio
de espera mientras que el trabajador era llamado a los procesos de readaptación y rehabilitación, y
de un subsidio de asistencia durante dichos tratamientos o procesos igual al 55 por 100 de la base de
cotización. Al finalizar el supuesto proceso y tras el nuevo examen de la capacidad del individuo los
inválidos totales tenían derecho a percibir una cantidad a tanto alzado igual a 40 mensualidades de
su base de cotización.
La incapacidad permanente absoluta para todo trabajo y la gran invalidez daban derecho a una
pensión vitalicia bastante generosa ya que se calculaba aplicando al salario real del trabajador un
porcentaje igual al 100% y al 150% respectivamente.
1.5. LAS REFORMAS RELATIVAS A LA PROTECCIÓN DE LA INCAPACIDAD
PERMANENTE POSTERIORES A LA LEY DE BASES DE 1963.
1.5.1. La Ley de Financiación y Perfeccionamiento de la Acción Protectora de 1972.
Durante los últimos años de los sesenta los recursos financieros de la Seguridad Social
provenientes casi exclusivamente de las cotizaciones, que de otro lado estaban estrechamente
vinculadas al salario mínimo, se comenzaron a mostrar insuficientes para cubrir una demanda cada
vez mayor de prestaciones sociales, la ampliación de la cobertura y la elevación de las pensiones.
En 1972, a través de la Ley de Financiación y Perfeccionamiento de la Acción Protectora del
Régimen General de la Seguridad Social25 se emprendió una reforma cuyos propósitos se resumían
en su exposición de motivos en tres: sanear financieramente la Seguridad Social mediante
determinación de las cotizaciones sobre bases más realistas y justas, mejorar las prestaciones
24 El límite inferior de edad de 45 años desaparecía cuando se trataba de contingencias profesionales. 25 Ley 24/1972, de 21 de junio.
21
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
económicas y, por último, subsanar ciertas lagunas en algunas contingencias y para determinados
beneficiarios.
Además de modificar las bases de cotización acercándolas al salario realmente percibido por el
trabajador, establecer la revisión periódica de todas las pensiones y otras novedades, la Ley de
Financiación y Perfeccionamiento de la Acción Protectora de 1972 introdujo algunas
modificaciones específicas a la protección de la invalidez permanente implantada por la Ley de
Bases.
Las principales innovaciones afectaron a la protección de la invalidez permanente total: se
protegió también la invalidez permanente total de los menores de 45 años con una pensión vitalicia,
a la vez que se implantó por primera vez la incapacidad permanente total cualificada al fijar un
incremento especial de la pensión de incapacidad permanente total para aquellos supuestos en los
que la incidencia de los factores económico-sociales y de la edad (mayor de 55 años) impidiese al
beneficiario encontrar un nuevo trabajo.
Además, se rebajó al 33% el porcentaje de reducción de la capacidad de trabajo exigible para la
incapacidad permanente parcial por contingencias comunes y se estableció la posibilidad de otorgar
prestaciones asistenciales de carácter económico o sanitario a los antiguos inválidos totales que no
causaron derecho a pensión.
Por último, la Ley preveía la periódica revalorización de las cuantías de las pensiones
reconocidas por invalidez permanente a fin de que no perdiesen su poder adquisitivo.
1.5.2. El Real Decreto 1071/1984 y la Ley para la Racionalización de la Estructura y la Acción
Protectora de la Seguridad Social de 1985.
En los primeros años de la década de los setenta se fueron introduciendo en el programa de
pensiones públicas una sucesión de medidas de carácter redistributivo y asistencial que tendían a
confundir la verdadera naturaleza de un sistema de protección que se había configurado en la Ley
de Bases de 1963 como profesional y contributivo. Esto supuso que el sistema español adoleciera
de todos los inconvenientes que presentan los sistemas mixtos e hizo necesaria una racionalización
del mismo a través de una serie de reformas que se iniciaron en la década de los ochenta.
En lo referente a la protección de la incapacidad permanente, las reformas relativas a las
prestaciones de incapacidad permanente en el ámbito contributivo llevadas a cabo durante la década
22
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
de los ochenta, y se podría decir que hasta la actualidad, se centraron en restringir el acceso a las
mismas y reforzar el carácter contributivo a través de medidas como el endurecimiento de los
requisitos de cotización mínima o ampliación del número de años considerados en el cálculo de la
base reguladora.
En esta línea, el Real Decreto 1071/1984 modificó el cálculo de la base reguladora para las
pensiones de invalidez absoluta y gran invalidez derivadas de contingencias comunes, que hasta ese
momento había tenido el mismo trato, más generoso, que las pensiones derivadas de accidente de
trabajo, igualándolo al sistema de cálculo empleado para el resto de las pensiones de invalidez
derivadas de contingencias comunes. A partir de esta ley la cuantía de las pensiones de invalidez
absoluta y gran invalidez se calculan según las bases de cotización del trabajador de los dos años
anteriores en lugar de según el salario real del año anterior.
Un año más tarde, mediante la Ley para la Racionalización de la Estructura y la Acción
Protectora de la Seguridad Social de 198526 se llevó a cabo una reforma de una importancia
considerable cuyo objetivo fundamental fue el reforzamiento del carácter profesional, contributivo y
proporcional de las pensiones de invalidez y de jubilación. Con este fin se instrumentaron dos
medidas: la modificación del periodo mínimo de cotización exigible para tener derecho a la pensión
de invalidez, y la ampliación del número de años considerados para el cálculo de la base reguladora.
Para las pensiones de invalidez permanente derivadas de enfermedad común el periodo mínimo
de cotización exigible pasó de los cinco años establecidos en la legislación anterior a un período
variable en función de la edad en el momento de producirse la invalidez con un máximo de 15 años.
En cuanto a la base reguladora de las pensiones de invalidez permanente derivadas de
contingencias comunes, su cálculo se amplió a las bases de cotización de los ocho años
inmediatamente anteriores a la aparición de la invalidez, en lugar de las bases de cotización de los
dos últimos años empleados en la anterior legislación y que había propiciado, como veremos en el
último epígrafe, la compra de pensiones por determinados asegurados.
Además de coadyuvar a la estabilidad económica del sistema al reconducir, en parte, la necesaria
correlación entre cotizaciones y prestaciones, la norma implantó otras medidas dirigidas a
perfeccionar la acción protectora como la flexibilización del requisito del alta estableciendo la
posibilidad de causar derecho a pensiones de invalidez permanente absoluta y gran invalidez
26 Ley 26/1985, de 31 de julio.
23
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
derivadas de contingencias comunes desde situaciones de no alta; o el establecimiento, por primera
vez, de la revalorización automática de las pensiones al comienzo de cada año en función del índice
de precios al consumo previsto para cada año.
1.5.3. Las prestaciones no contributivas de invalidez: la Ley de Integración Social del
Minusválido (LISMI) de 1982 y la Ley de Prestaciones no Contributivas de 1990.
En 1982 la Ley de Integración Social del Minusválido puso en marcha un sistema de prestaciones
sociales y económicas e inició un ciclo en el que la actuación pública en materia de discapacidad se
ha centrado en el desarrollo de un sistema de protección económica universal y basado en
prestaciones de derecho.
Sin embargo, fue a finales de 1990 cuando se produjo un cambio verdaderamente sustantivo en la
configuración de la protección por invalidez al aprobarse la Ley de Prestaciones No Contributivas27,
desarrollada en materia de pensiones no contributivas por el Real Decreto 357/1991 de 15 marzo.
Mediante la nueva legislación, y como desarrollo del principio rector contenido en al artículo 41 de
la Constitución28, se estableció un nivel no contributivo de prestaciones económicas en el sistema
de Seguridad Social con lo que se extendió el derecho a las pensiones de invalidez de todos los
ciudadanos con un grado de minusvalía del 65% o superior, aún cuando no hubiesen cotizado nunca
o no el tiempo suficiente para alcanzar prestaciones del nivel contributivo. Se trató de la
universalización de la pensión de invalidez, lo que aseguró a los ciudadanos en estado de necesidad
unas prestaciones mínimas.
1.5.4. La Ley de acompañamiento a la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 1995.
A pesar de que en 1994 se había aprobado el Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad
Social29 en el que se incorporaban todas las modificaciones habidas hasta ese momento a la Ley de
Bases de 1963, fue, apenas un año más tarde, la Ley de acompañamiento a la Ley de Presupuestos 27 Ley 20/1990, de 20 de diciembre. 28Art. 41: Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que
garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de
desempleo.
La asistencia y prestaciones complementarias serán libres. 29 Real Decreto Legislativo 1/1994, de 20 de junio.
24
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Generales del Estado para 199530 la que introdujo modificaciones importantes en determinados
preceptos de la nueva Ley General, entre otros, en algunos aspectos de la invalidez permanente.
Con respecto a las prestaciones contributivas de invalidez permanente, las novedades que esta
Ley introdujo fueron relativas a la concesión y reconocimiento de las pensiones de invalidez. En
primer lugar, unificó los procedimientos de declaración y reconocimiento de la invalidez
permanente en el Instituto Nacional de la Seguridad Social atribuyéndole a dicha entidad gestora
todas las competencias para tramitarlos y resolverlos, hasta entonces distribuidas entre diversos
organismos (INSS, INSALUD e IMSERSO principalmente). Consecuencia de esta nueva normativa
fue la constitución de los Equipos de Valoración de Incapacidades en las Direcciones Provinciales
del INSS31. Además, la Ley estableció la obligatoriedad de que todas las resoluciones que se
dictasen, ya fuese declarando o revisando la situación de invalidez permanente existente, hiciesen
constar expresamente el plazo a partir del que se pudiese instar la revisión por agravación o mejoría
del estado invalidante, siempre y cuando no se superasen los 65 años.
Por último, la creación por esta Ley de la nueva prestación de incapacidad temporal resultante de
la fusión de la incapacidad laboral transitoria y la invalidez provisional tuvo la consiguiente
repercusión en las pensiones de invalidez. A partir de esta nueva normativa se considera también
como invalidez permanente la situación de incapacidad que subsiste tras la extinción de la
incapacidad temporal por el transcurso del plazo máximo establecido.
1.5.5. Las reformas derivadas del Pacto de Toledo: la Ley de Consolidación y Racionalización
del Sistema de Seguridad Social de 1997 y posteriores.
El pleno del Congreso de los Diputados en su sesión del día 6 de abril de 1995 aprobó sin
modificaciones el texto aprobado por la Comisión de Presupuestos sobre la base del informe
emitido por la Ponencia constituida en su seno para el análisis de los problemas estructurales del
sistema de la Seguridad Social y de las principales reformas que deberían acometerse (Pacto de
Toledo). Tras el diálogo social emprendido en 1996 nació el Acuerdo sobre Consolidación y
Racionalización del Sistema de Seguridad Social firmado por el Gobierno y las organizaciones
sindicales. El resultado de este Acuerdo se tradujo en la aprobación en 1997 de la Ley de 30 Ley 42/1994, de 30 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden Social. 31 El Real Decreto 1300/1995, de 21 de julio, desarrolló la Ley 42/1994 en este aspecto y en otros en materia de
incapacidades del sistema de Seguridad Social.
25
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Consolidación y Racionalización del Sistema de Seguridad Social32 que implantó importantes
medidas como la separación de las fuentes de financiación según el carácter de las obligaciones, la
constitución de reservas o mayor proporcionalidad en el cálculo de las pensiones de jubilación.
En materia de invalidez esta Ley introdujo varias reformas. Quizás la más importante es la
orientada a establecer una mayor seguridad jurídica en la determinación de las pensiones de
invalidez fijando las bases para que en el futuro la incapacidad permanente se clasifique en función
del porcentaje de reducción de la capacidad de trabajo del interesado valorado de acuerdo con la
lista de enfermedades que se apruebe. A tal fin se prevé la elaboración de una lista de enfermedades
y de su valoración a los efectos de la reducción de la capacidad de trabajo y, correlativamente, de la
presumible pérdida de la capacidad de ganancia. Además, esta Ley establece que el concepto de
profesión habitual ha de entenderse como profesión que ejercía el interesado o del grupo profesional
en que aquella estaba encuadrada33.
La Ley de Racionalización y Consolidación de 1997 también supuso nuevas denominaciones:
cambió el nombre de invalidez por el de incapacidad, de forma que todas las referencias que se
contienen en la Ley General de la Seguridad Social y en las normas de desarrollo a la invalidez
permanente se entenderán efectuadas a la incapacidad permanente; y a partir de esta Ley las
pensiones de incapacidad permanente cuando sus beneficiarios cumplan la edad de 65 años pasan a
denominarse pensiones de jubilación, sin que ello implique modificación alguna de las condiciones
de la prestación que se viniese percibiendo.
Por último, restringió el acceso a las prestaciones de incapacidad permanente a los individuos que
no hubiesen alcanzado la edad de jubilación a no ser que no puedan acceder a una pensión de
jubilación, implantando el no reconocimiento del derecho a las prestaciones de incapacidad
permanente, cualquiera que sea la contingencia que las origine, cuando el beneficiario tenga
cumplida la edad ordinaria de jubilación y reúna todos los requisitos para acceder a la pensión de
jubilación en el sistema de la Seguridad Social.
32 Ley 24/1997, de 15 de julio. 33 El art. 8 de la Ley 24/1997 de 15 de julio dio nueva redacción al art. 137 de la Ley General de la Seguridad Social,
pero lo dispuesto en dicho art. será de aplicación a partir de la fecha en que entren en vigor las disposiciones
reglamentarias que preveía y que hasta la fecha no han sido dictadas. En consecuencia, la lista de enfermedades, la
valoración de las mismas, la determinación de los grados de incapacidad, el régimen de incompatibilidades de estos y el
concepto de profesión habitual, se mantienen en sus propios términos, al conservar su vigencia el art. 137 original de la
Ley General de la Seguridad Social.
26
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
En el marco de las Recomendaciones del Pacto de Toledo y del Acuerdo Social de octubre de
1996, y dentro del objetivo de consolidación del sistema de la Seguridad Social, el 9 de abril de
2001 se suscribió el Acuerdo para la mejora y el desarrollo del sistema de protección social34. Del
conjunto de medidas que contiene el Acuerdo (relativas al Fondo de Reserva, a la separación de
fuentes de financiación, a la convergencia de Regímenes Especiales o a la flexibilización de la edad
de jubilación), destacan por su incidencia en las prestaciones de incapacidad permanente:
- Acceso a la pensión con 65 o más años.
Se contempla la posibilidad de acceder a las pensiones de incapacidad permanente, aunque el
trabajador tenga 65 o más años y reúna las condiciones de acceso para una pensión de jubilación,
cuando la causa originaria de la incapacidad derive de contingencias profesionales.
- Convergencia de Regímenes Especiales.
Se incluirá dentro de la acción protectora del Régimen Especial de Trabajadores por Cuenta
Propia o Autónomos, del Régimen Especial Agrario (cuenta propia) y del Régimen Especial de los
Trabajadores del Mar la incapacidad permanente total cualificada cuando el trabajador tenga más de
55 años y no ejerza actividad, ni sea titular de un establecimiento mercantil o industrial. De igual
modo, la acción protectora dispensada por el Régimen Especial de Trabajadores por Cuenta Propia
o Autónomos incluirá la cobertura de los riesgos profesionales, estableciéndose asimismo las
correspondientes cotizaciones.
En julio de 2002 se aprobó la Ley de Medidas para el establecimiento de un sistema de jubilación
gradual y flexible35 que introduce las modificaciones legales necesarias para implantar algunas de
las medidas contempladas en el Acuerdo de abril de 2001, fundamentalmente las relativas al
sistema de jubilación. Sin embargo, esta Ley también incluye algunas modificaciones que afectan
específicamente a la incapacidad permanente. En concreto, amplía la posibilidad de acceder a una
prestación de incapacidad permanente a los interesados mayores de 65 años que puedan acceder a la
prestación de jubilación siempre la incapacidad permanente derive de contingencias profesionales36,
y fija el cálculo para establecer la cuantía de la pensión de incapacidad permanente en los casos en
los que el trabajador acceda a la misma con 65 o más años por no reunir los requisitos necesarios
para tener derecho a una pensión contributiva de jubilación como el equivalente al resultado de 34 Los firmantes del Acuerdo fueron el Gobierno, CCOO, CEOE y CEPYME. 35 Ley 35/2002, de 12 de julio. 36 Art. 8, Ley 35/2002.
27
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
aplicar a la correspondiente base reguladora el porcentaje que corresponda al periodo mínimo de
cotización que esté establecido en cada momento para el acceso a la pensión de jubilación37.
37 Art. 9, Ley 35/2002.
28
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
IIII.. PPRROOTTEECCCCIIÓÓNN SSOOCCIIAALL DDEE LLAA IINNCCAAPPAACCIIDDAADD PPEERRMMAANNEENNTTEE YY DDEE LLAA
DDIISSCCAAPPAACCIIDDAADD EENN EESSPPAAÑÑAA..
2.1. PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA PROTECCIÓN DE LA
DISCAPACIDAD EN EL SISTEMA DE SEGURIDAD SOCIAL ESPAÑOL.
En la actualidad, como queda recogido en el cuadro 1, el sistema de Seguridad Social español
ofrece prestaciones a las personas que sufren una discapacidad tanto en su nivel contributivo, a
través de las prestaciones de incapacidad permanente, como en su nivel no contributivo, mediante
las pensiones no contributivas de invalidez.
En el nivel contributivo, cuando un trabajador que se encuentra en alta o situación asimilada
queda temporalmente imposibilitado para trabajar debido a una enfermedad o accidente puede
acceder a un subsidio de incapacidad temporal siempre que haya cotizado al menos 180 días en los
5 años previos, si la causa es una enfermedad común, y sin tener que cumplir requisito contributivo
alguno, si se trata de enfermedad profesional o accidente ya sea de trabajo o no. La prestación
económica de incapacidad temporal consiste en un porcentaje de la base reguladora y, como
veremos, tiene una duración máxima de 12 meses más una prórroga excepcional de 6 meses.
Además, si la incapacidad persiste y es previsiblemente definitiva, los trabajadores afiliados
pueden acceder a una prestación de incapacidad permanente sujeta al cumplimiento de requisitos
previos de cotización siempre que proceda de enfermedad común y cuya cuantía está estrechamente
relacionada con el salario anterior del individuo. Estas prestaciones atienden a los trabajadores que
29
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
por enfermedad o accidente ven reducida, o incluso anulada, de forma previsiblemente definitiva su
capacidad laboral. Protegen al trabajador de la contingencia de perder total o parcialmente su
capacidad de generar rentas del trabajo.
Prestación contributiva. PRESTACIÓN DE INCAPACIDAD
TEMPORAL
Compensar la pérdida de rentas del trabajo por la pérdida temporal de la capacidad de trabajar.
Prestación no contributiva y sometida a prueba de
medios.
SUBSIDIO DE MOVILIDAD Y
COMPENSACIÓN PARA GASTOS DE
TRANSPORTE
Prestación contributiva. PENSIÓN DE
INCAPACIDAD PERMANENTE
Compensar la desaparición o merma de las rentas del
trabajo consecuencia de la pérdida presumiblemente definitiva de la capacidad
laboral.
Prestación de cuantía fija no sometida a prueba de
medios. PRESTACIONES
FAMILIARES POR HIJO A CARGO
Compensar costes extras derivados de la discapacidad.
Prestación categórica no contributiva y sometida a
prueba de medios. PENSIÓN NO
CONTRIBUTIVA DE INVALIDEZ
Garantizar un nivel mínimo de renta a los ciudadanos
con una minusvalía igual o superior al 65% que no
puedan acceder a las prestaciones contributivas y
carezcan de recursos suficientes.
CARÁCTER PRESTACIÓN OBJETIVO Cuadro 1. Prestaciones para los discapacitados en España.
Fuente: Elaboración propia.
Sin embargo, si el ciudadano residente en España no cumple con los requisitos de cotización
previa exigidos en el contributivo podrá acceder a una pensión de invalidez en el nivel no
contributivo siempre que no disponga de recursos suficientes y padezca una minusvalía valorada en
el 65% o más. En el nivel no contributivo se protege, mediante pensiones de cuantía fija, a aquellos
individuos que carecen de recursos suficientes y que padecen una minusvalía o enfermedad crónica
que anula o modifica su capacidad física, psíquica o sensorial en general, sin hacer referencia a la
capacidad laboral del individuo.
30
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
En cuanto a las prestaciones destinadas a compensar a los discapacitados por los costes extras que
derivan de su discapacidad, tanto la pensión contributiva como la no contributiva incluyen un
suplemento del 50% para aquellos beneficiarios que necesiten de la ayuda de otra persona para
realizar los actos más esenciales de la vida. Además aquellos discapacitados que debido a su
minusvalía no puedan utilizar los medios colectivos de transporte públicos y no dispongan de unos
ingresos superiores a un determinado límite pueden disfrutar de un subsidio destinado a
compensarlos por sus dificultades para movilizarse. Por último, los padres que tengan hijos con una
minusvalía superior al 33% también recibirán una ayuda económica independientemente del nivel
de ingresos de que disfruten.
La gestión de las prestaciones es pública aunque son diferentes los organismos que la llevan a
cabo en el nivel contributivo y en el no contributivo. El Instituto Nacional de la Seguridad Social,
que gestiona prácticamente la totalidad de las prestaciones contributivas con la excepción de las de
desempleo y las que correspondan al Instituto Social de la Marina, es el que desarrolla las tareas de
gestión y administración de las prestaciones contributivas de incapacidad permanente, mientras que
las mismas tareas en el nivel no contributivo son ejecutadas por los organismos de las Comunidades
Autónomas a los que se les hayan conferido las correspondientes funciones del IMSERSO.
Las fuentes de financiación también son distintas, las prestaciones de incapacidad permanente se
financian con las cotizaciones realizadas por trabajadores y empresarios y las pensiones no
contributivas de invalidez se financian con cargo a las aportaciones del Estado al Presupuesto de la
Seguridad Social38.
En los siguientes epígrafes se analizarán las prestaciones contributivas y no contributivas de
invalidez así como las prestaciones para costes extras, aunque centrándonos fundamentalmente en
el análisis de las principales características de las prestaciones contributivas de incapacidad
permanente. Por último se hace un breve repaso a las principales medidas relativas al empleo de las
personas discapacitadas que existen en España.
38 La separación de las fuentes de financiación de las prestaciones de acuerdo a su naturaleza era una de las
recomendaciones establecidas en el Pacto de Toledo aprobado por el Pleno del Congreso de los Diputados el 6 de abril
de 1995 y se plasmó mediante la Ley de Consolidación y Racionalización del Sistema de Seguridad Social, Ley
24/1997 de 15 de julio.
31
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
2.2. LA PRESTACIÓN CONTRIBUTIVA DE INCAPACIDAD PERMANENTE EN EL
RÉGIMEN GENERAL.
2.2.1. Contingencia y situación protegida.
Por contingencia se puede entender el riesgo cuya materialización provoca el estado de necesidad
protegible mediante la prestación de Seguridad Social correspondiente. En el caso de la incapacidad
permanente el riesgo asegurado es la posibilidad de que, debido a una patología o a un trauma,
derivado de enfermedad común o profesional o de accidente, sea o no de trabajo, el afectado pierda
de una forma presumiblemente definitiva su capacidad laboral y por tanto las rentas salariales,
profesionales o mercantiles consiguientes.
La Ley General de la Seguridad Social en sus artículos 114 a 119 delimita las contingencias
protegibles mencionadas. Dicha Ley define el accidente de trabajo como toda lesión corporal que el
trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena; la
enfermedad profesional como la contraída a consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta ajena
en las actividades que se especifiquen en el cuadro que se apruebe por las disposiciones de
aplicación y desarrollo de la Ley General de la Seguridad Social39, que esté provocada por la
acción de los elementos o sustancias que en dicho cuadro se indiquen para cada EP; la enfermedad
común como las alteraciones de la salud que no tengan la condición de AT ni de EP; y por último,
define el accidente no laboral como el que no tenga carácter de accidente de trabajo.
En cuanto a la situación protegida, el ordenamiento jurídico español considera como fundamento
de la incapacidad la disminución de la capacidad laboral. Para un sector de la doctrina, el individuo
inválido tiene la capacidad laboral parcial o totalmente disminuida con carácter presumiblemente
definitivo, sin que pueda decirse que su salud se encuentra ya alterada, pese a que en toda
incapacidad permanente siempre ha habido un previo estado de alteración de la salud, por efímero
que haya podido ser40.
39Aprobado por Real Decreto 1995/1978 de 12 de mayo.
40 Vid. Alarcón Caracuel, M. R. y González Ortega, S. (1991): Compendio de Seguridad Social.
32
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Se trata en definitiva de un individuo que, tras haber sido curado, ha quedado inválido. Por
consiguiente, según el profesor Almansa Pastor41, se pueden señalar como características de la
incapacidad permanente que:
- Ha de ser patológica, no fisiológica, razón por la que de ella se excluye, y a la vez se distingue,
la vejez y la minoría de edad.
- Se refiere a una incapacidad sobrevenida, en cuanto a contingencia propia del trabajador que
desarrolla o ha desarrollado una actividad laboral.
- Normalmente hace referencia a incapacidades superiores a la temporal.
Desde el punto de vista de la dualidad de modalidades de protección en el sistema español de
Seguridad Social, la modalidad contributiva va asociada a las situaciones de incapacidad en relación
con un trabajo o actividad, mientras que la modalidad no contributiva atiende a las situaciones de
minusvalía o enfermedad crónica, que provocan una disminución en general en las capacidades de
una persona.
2.2.2. Concepto y grados de incapacidad.
A efectos de su protección dentro del Sistema de Seguridad Social español la definición de la
incapacidad permanente difiere según se trate de la modalidad contributiva o de la modalidad no
contributiva. Mientras que en la modalidad no contributiva, en consonancia con su objetivo
principal que no es el de suplir la pérdida de rentas salariales sino el de atender a las necesidades
económicas básicas de las personas que carezcan de protección por vía contributiva, la invalidez se
define en función del grado de disminución de las capacidades físicas, psíquicas o sensoriales. Sin
embargo, y dado su carácter profesional, en la modalidad contributiva el concepto de incapacidad
permanente no tiene únicamente en cuenta la alteración continuada de la salud, sino que considera
también, y fundamentalmente, su incidencia en la realización de la actividad profesional del
individuo que la padece.
El apartado 1 del art. 136 de la LGSS define la incapacidad permanente en la modalidad
contributiva como “la situación del trabajador que, después de haber estado sometido al
tratamiento prescrito y de haber sido dado de alta médicamente, presenta reducciones anatómicas
o funcionales graves, susceptibles de determinación objetiva y previsiblemente definitivas, que 41 Almansa Pastor, J. M. (1991): Derecho de la Seguridad Social.
33
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
disminuyan o anulen su capacidad laboral. No obstará a tal calificación la posibilidad de
recuperación de la capacidad laboral del inválido, si dicha posibilidad se estima médicamente
como incierta o a largo plazo.
No obstante lo establecido en el párrafo anterior, no será necesaria el alta médica para la
valoración de la incapacidad permanente en los casos en que concurran secuelas definitivas.
También tendrá la consideración de incapacidad permanente, en el grado que se califique, la
situación de incapacidad que subsista después de extinguida la incapacidad temporal por el
transcurso del plazo máximo de duración señalado para la misma en el apartado a) del número 1
del artículo 12842, salvo en el supuesto previsto en el segundo párrafo del número 2 del artículo
131 bis43, en el cual no se accederá a la situación de incapacidad permanente hasta tanto no se
proceda a la correspondiente calificación ”.
De esta definición se pueden extraer algunos aspectos básicos que deben cumplirse para que la
incapacidad se considere protegible en la modalidad contributiva. En primer lugar, en contraste con
la incapacidad temporal en la que el carácter transitorio y susceptible de curación es determinante,
la incapacidad permanente requiere una estabilidad en las secuelas, que permanezcan una vez haya
sido superado el tratamiento médico tendente a la curación o recuperación, que se consideren
definitivas aún cuando no se haya finalizado el tratamiento médico, o, en todo caso, que
permanezcan después de 30 meses desde el inicio de la incapacidad temporal. Dichas secuelas
deben preverse como definitivas, lo que incluye la posibilidad de recuperación si esta se estima
médicamente incierta o a largo plazo.
En segundo lugar, el trabajador debe presentar reducciones anatómicas o funcionales graves
susceptibles de determinación objetiva44, lo que parece excluir como causa las situaciones
subjetivas cuya comprobación no sea posible tales como trastornos, molestias o dolores sin
sintomatología objetivable médicamente. Sin embargo, en algunas situaciones subjetivas como
angustias, tensiones, emociones o padecimientos mentales la dificultad de la prueba es tal que la
42 12 meses más una posible prórroga de otros 6 meses si se estima que puede producirse la curación en ese plazo. 43 Prórroga de efectos de la incapacidad temporal hasta un máximo de 30 meses desde el inicio de la misma en espera
de calificación como inválido permanente. 44 Entre las que se incluyen las enfermedades psíquicas constatables.
34
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
jurisprudencia tiende a favorecer al trabajador estimando que deben ser merecedoras de protección
por sus efectos invalidantes45.
En tercer lugar, y cuestión clave para la declaración de la incapacidad permanente en la
modalidad contributiva, las lesiones deben producir una disminución de la capacidad laboral. No se
protege la alteración de la salud con efectos definitivos en las facultades físicas y psíquicas del
individuo, sino que se trata de compensar la pérdida de la capacidad laboral, y por tanto de ingresos,
consecuencia de tal alteración definitiva en las facultades del trabajador. Lo que determina la
calificación de la incapacidad en el nivel contributivo es la repercusión de las secuelas en el
ejercicio profesional. En este sentido, la lesión en sí misma no es determinante, sino que se atiende
exclusivamente a la capacidad residual efectiva e individualizada que las lesiones que se presenten
suponen para el trabajo, ya que los efectos que una misma lesión pueda tener para el trabajo pueden
ser muy diferentes según el tipo de profesión.
En relación a los grados de incapacidad permanente, como ya hemos comentado, una de las
novedades que la Ley de Consolidación y Racionalización del Sistema de Seguridad Social de 1997
contemplaba en su exposición de motivos era el “establecimiento de una mayor seguridad jurídica
en la determinación de las pensiones de invalidez. A tal fin se prevé la elaboración de una lista de
enfermedades, y de su valoración a los efectos de la reducción en la capacidad de trabajo y,
correlativamente, de la presumible pérdida de la capacidad de ganancia, que será aprobada por el
Gobierno previo informe del Consejo General del Instituto Nacional de la Seguridad Social”. El
artículo 8 de dicha Ley daba nueva redacción al artículo 137 del Texto Refundido de la Ley General
de la Seguridad Social, postergando sin embargo su aplicación hasta la fecha en que entren en vigor
las disposiciones reglamentarias que desarrollen la lista de enfermedades, la valoración de las
mismas, a efectos de la reducción de la capacidad de trabajo, y la determinación de los distintos
grados de incapacidad, así como el régimen de incompatibilidades de los mismos.
Aunque en el artículo 8 de la Ley de Consolidación y Racionalización de 1997 se establecía un
plazo de un año, aún no se han dictado dichas disposiciones reglamentarias, y se debe seguir
actuando de acuerdo con las definiciones del artículo 137 del Texto Refundido de la Ley General de
la Seguridad Social vigentes hasta ahora. Los grados de incapacidad están estrechamente vinculados
45 Sentencias del Tribunal Supremo de 23 de junio de 1975 y del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad
Valenciana de 3 de mayo de 1991.
35
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
con la incidencia que para la profesión habitual o para todo trabajo tienen las lesiones o dolencias
que determinan la incapacidad, y son:
- Incapacidad permanente parcial para la profesión habitual.
- Incapacidad permanente total para la profesión habitual.
- Incapacidad permanente absoluta para todo trabajo.
- Gran invalidez.
Según el apartado 3 del artículo 137 de la LGSS “se entenderá por incapacidad permanente
parcial para la profesión habitual la que, sin alcanzar el grado de total, ocasione al trabajador una
disminución no inferior al 33 por 100 en su rendimiento normal para dicha profesión, sin impedirle
la realización de las tareas fundamentales de la misma”. Será incapacidad permanente parcial, por
tanto, cuando se hayan reducido al menos en un tercio, no las facultades físicas o psíquicas
generales, sino las capacidades para obtener el rendimiento normal en la profesión habitual, sin que
se vean afectadas las capacidades para realizar las tareas fundamentales o básicas de tal profesión.
La incapacidad permanente total para la profesión habitual es, según el apartado 4 del artículo
137 de la LGSS, “la que inhabilite al trabajador para la realización de todas o de las
fundamentales tareas de dicha profesión, siempre que pueda dedicarse a otra distinta”. De este
concepto se pueden deducir dos elementos: debe de verse afectada la capacidad para realizar las
tareas esenciales de la profesión habitual, y el trabajador debe conservar una capacidad laboral real
tal que pueda dedicarse a otras profesiones distintas de la habitual. Lo que define este grado de
incapacidad es, por tanto, la posibilidad de que el trabajador pueda seguir generando rentas
salariales por otra profesión distinta de la habitual, y no otras circunstancias de orden personal o
socioeconómico como la edad o la posibilidad de recolocación. Aunque estas circunstancias si
pueden suponer una mejoría en la cuantía de las prestaciones, como ya analizaremos, no implican
un grado diferente. Es decir, la incapacidad permanente total cualificada no es un grado superior,
sino una prestación superior.
Se considerará incapacidad permanente absoluta para todo trabajo según el apartado 5 del artículo
137 de la LGSS “la que inhabilite por completo al trabajador para toda profesión u oficio”. Sin
embargo, para comprender el concepto de incapacidad permanente absoluta para todo trabajo se
debe tener en cuenta, junto con esta definición, el artículo 141 de la LGSS que establece que las
36
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
pensiones por incapacidad permanente absoluta “no impedirán el ejercicio de aquellas actividades,
sean o no lucrativas, compatibles con el estado del inválido y que no representen un cambio en su
capacidad de trabajo a efectos de revisión”. El Tribunal Supremo46 ha interpretado que existirá
incapacidad permanente absoluta cuando el trabajador no pueda soportar el esfuerzo que supone la
disciplina de cualquier trabajo o bien no sea capaz de realizar un quehacer asalariado con un
mínimo de profesionalidad, rendimiento y eficacia.
La gran invalidez se define por el artículo 137 de la LGSS como “la situación del trabajador
afecto de incapacidad permanente y que, por consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales,
necesite la asistencia de otra persona para los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse,
desplazarse, comer o análogos”. Hasta la Ley 13/1982, de 7 de junio, el padecimiento de
incapacidad permanente absoluta era presupuesto para la existencia de la gran invalidez, sin
embargo, dicha Ley estableció que la gran invalidez no implica necesariamente la incapacidad
permanente absoluta para toda profesión. La gran invalidez es una condición personal que en teoría
puede darse en cualquier grado de incapacidad ya que lo que determina la gran invalidez es la
dependencia del incapacitado de la ayuda de una tercera persona para realizar los actos más
esenciales de la vida.
2.2.3. Condiciones de acceso al derecho a las prestaciones.
Los requisitos que se deben cumplir para poder ser beneficiario de las prestaciones de
incapacidad permanente se enumeran en el artículo 138 del Texto Refundido de la Ley General de
la Seguridad Social:
- Se exige el requisito general de estar afiliado y en alta o situación asimilada al alta. Sin
embargo, la Ley 26/1985, de 31 de julio, eliminó este requisito para poder causar pensiones de
incapacidad permanente en caso de incapacidad permanente absoluta o gran invalidez derivadas de
contingencias comunes, siempre que se tuviera cubierto el periodo mínimo de cotización para estos
casos (15 años de los que 3 deben estar incluidos en los últimos 10 años).
- Se requiere no tener cumplida la edad ordinaria de jubilación (65 años) en la fecha del hecho
causante de la incapacidad permanente, a no ser que no se reúnan los requisitos necesarios para
46 Sentencias del Tribunal Supremo de 14-4-86 y 21-1-88.
37
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
poder acceder a la pensión de jubilación en el sistema de la Seguridad Social, o que, reuniéndolos,
la incapacidad derive de contingencia profesional47.
- Es condición imprescindible para tener derecho al reconocimiento de la prestación el que el
interesado sea declarado por los órganos competentes (Dirección Provincial del INSS o del ISM) en
situación de incapacidad permanente en alguno de los grados definidos legalmente.
- Cuando la incapacidad permanente deriva de una enfermedad común es necesario reunir un
periodo de cotización mínimo previo al hecho causante. Como regla general no se exige periodo
previo de cotización cuando la incapacidad permanente derive de accidente, sea o no laboral, o de
enfermedad profesional48. El periodo de cotización previo exigible es distinto según los grados de
incapacidad permanente y la edad del interesado:
a) Incapacidad permanente parcial derivada de enfermedad común49.
Si el trabajador es menor de 21 años en la fecha de la baja por enfermedad, se exigirá acreditar un
tiempo de cotización igual a la mitad del tiempo transcurrido desde la fecha en que cumplió los 16
años y la fecha del inicio de la incapacidad temporal. Se computarán como días cotizados todo el
periodo, agotado o no, de la incapacidad temporal (18 meses)50.
En otro caso, el periodo mínimo de cotización exigible será de 1.800 días (carencia genérica), que
deberán estar comprendidos en los diez años inmediatamente anteriores a la fecha en que se haya
extinguido la incapacidad temporal de la que se derive la incapacidad permanente (carencia
específica).
b) Incapacidad permanente total, absoluta o gran invalidez derivadas de enfermedad común.
47 Recientemente, y como ya comentamos en el epígrafe anterior, la Ley 35/2002 ha ampliado el acceso a las
prestaciones de incapacidad permanente a los mayores de 65 años que cumplan los requisitos para acceder a la pensión
de jubilación pero cuya incapacidad derive de accidente de trabajo o enfermedad profesional. 48 Con la excepción, como ya hemos visto, de los casos de incapacidad permanente absoluta o gran invalidez derivados
de accidente no laboral en los que el interesado no se encuentre en alta o situación asimilada en el momento del hecho
causante. En este caso se deberán acreditar 15 años de cotización previa de los que 3 deben estar dentro de los últimos
10 años. 49 Art. 138.2 LGSS y art. 3, Decreto 394/1974, de 31 de enero. 50 Art. 3, Decreto 394/1974, de 31 de enero.
38
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Si el trabajador tiene menos de 26 años de edad en el momento de acaecer la incapacidad se le
exigirá haber cotizado a la Seguridad Social como mínimo la mitad del tiempo transcurrido entre la
fecha en que cumplió los 16 años y la del hecho causante de la prestación (carencia genérica).
Si el trabajador tiene cumplidos los 26 años de edad, deberá haber cotizado un cuarto del tiempo
transcurrido entre la fecha en que cumplió los 20 años y la del hecho causante, con un mínimo de 5
años de cotización (carencia genérica). A efectos prácticos, cuando el trabajador esté en una edad
comprendida entre los 26 y los 40 años deberá acreditar haber cotizado a la Seguridad Social al
menos durante 5 años. La quinta parte del periodo exigible deberá estar comprendida en los 10 años
inmediatamente anteriores al hecho causante (carencia específica).
En ambos casos se computarán como días efectivamente cotizados el periodo máximo de
duración de la incapacidad temporal (incluida su prórroga) para los trabajadores que encontrándose
en situación de incapacidad temporal no hayan llegado a agotar dicho periodo máximo51.
2.2.4. Prestaciones contributivas por incapacidad permanente.
El reconocimiento de beneficiario de prestaciones por incapacidad permanente en alguno de los
grados legalmente establecidos supone, además del derecho a una prestación económica, el acceso a
una serie de servicios y prestaciones adicionales que tienen que ver, por una parte, con la condición
de pensionista (en caso de que se tenga derecho a una pensión), y, por otra, con la de incapacitado.
Al igual que el resto de los pensionistas contributivos de la Seguridad Social, el perceptor de una
pensión de incapacidad permanente en cualquiera de sus grados tiene derecho a:
- Ser titular del derecho a la asistencia sanitaria de la Seguridad Social52.
- Dispensación gratuita de prestaciones farmacéuticas53.
- Acceder a los servicios sociales del IMSERSO o los servicios correspondientes de las
Comunidades Autónomas que tengan transferida la competencia, tales como residencias, hogares,
51 Art. 4.4, Real Decreto 1799/1985, de 2 de octubre, modificado por la disposición adicional séptima del Real Decreto
4/1998, de 9 de enero. 52 Art. 100.1.b), Texto Refundido LGSS 1974. 53 Art. 107, Texto Refundido LGSS 1974.
39
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
viajes, termalismo, etc.; aunque en algunos casos este derecho está condicionado al cumplimiento
de cierta edad54.
Por otra parte, la condición de incapacitado permanente puede suponer, según los casos, el acceso
a los siguientes beneficios:
- Suministro y renovación de las prótesis quirúrgicas fijas y las ortopédicas, permanentes o
temporales, y los vehículos para aquellos inválidos cuya incapacidad así lo aconseje55.
- Prestaciones recuperadoras que incluyen tratamiento sanitario adecuado (especialmente
rehabilitación funcional), orientación profesional y formación profesional por readaptación al
trabajo habitual anterior o por reeducación para nuevo oficio o profesión56. Para ello podrá acceder
a los servicios prestados por el IMSERSO, o por los organismos de las Comunidades Autónomas a
los que se les haya transferido las funciones, a través de los Centros de Recuperación de
minusválidos físicos (alojamiento, manutención, rehabilitación y formación cultural y profesional),
Centros de atención a minusválidos físicos (alojamiento y manutención, atenciones médico-
sanitaria, psicológica y social, terapias ocupacionales, adaptación de ayudas técnicas), Centros de
atención a minusválidos psíquicos (alojamiento y manutención, atención social, psicológica y
médica, y rehabilitación personal y social), y de los Centros Ocupacionales (terapia ocupacional de
labores no productivas, servicios de ajuste personal y social). La Entidad Gestora competente para
declarar la existencia de una incapacidad permanente es la que reconoce la procedencia de
prestaciones recuperadoras.
54 Por ejemplo, para acceder a las residencias es preciso tener 60 años de edad, y para el programa de viajes 65 años. 55 Art. 108, Texto Refundido LGSS 1974 y Orden Ministerial de 18-1-96, de desarrollo del Real Decreto 63/1995, de 20
de enero, para la regulación de la prestación ortoprotésica. 56 Las prestaciones recuperadoras están reguladas por los arts. 153.3 y 154 de la LGSS. Incluyen una prestación
económica que se reconoce a los trabajadores sometidos a tratamientos de recuperación profesional que impliquen baja
en el trabajo y la consiguiente pérdida del salario, siempre que no tengan derecho a percibir el subsidio por incapacidad
temporal, y a los preceptores de prestaciones de incapacidad permanente parcial o total con posibilidad razonable de
recuperación. Esta prestación económica puede ser única o complementaria de otras prestaciones que los beneficiarios
puedan tener reconocidas. La cuantía de este subsidio es del 75% de la base reguladora que hubiera servido para
determinar la cuantía de la prestación por incapacidad temporal en la fecha en que se inicie la recuperación en el caso de
trabajadores sin derecho al cobro de la prestación de incapacidad temporal. En el caso de pensionistas de incapacidad
permanente parcial o total la cuantía del subsidio es igual al 75% y al 20% respectivamente de la base reguladora. La
percepción de este subsidio es incompatible con la percepción de un salario.
40
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
- Prestaciones del régimen unificado de ayudas públicas a personas con minusvalía: ayudas
individuales por rehabilitación, asistencia especializada, ayudas complementarias (transporte,
comedor, residencia), o ayudas para actividades de promoción y recuperación profesional. Todas
estas ayudas son tramitadas por las direcciones provinciales del IMSERSO o los servicios
correspondientes de las Comunidades Autónomas que tengan transferida la competencia.
2.2.5. Contenido y compatibilidad de las prestaciones económicas.
En el nivel contributivo la protección dispensada por las prestaciones económicas es diferente
para los distintos grados de incapacidad, generalmente cuanto mayor es el grado de incapacidad
calificado mayor es la prestación económica.
Prestación económica de incapacidad permanente parcial.
La prestación consiste en una cantidad a tanto alzado equivalente a 24 mensualidades de la base
reguladora que haya servido para determinar la prestación económica de incapacidad temporal de la
que se derive la incapacidad permanente, es decir, la que haya correspondido en función de la
contingencia causante de la incapacidad temporal, sea contingencia común o contingencia
profesional.
Esta indemnización es plenamente compatible con el mantenimiento del trabajo que se viniera
desarrollando y, por supuesto, también es compatible con el ejercicio de cualquier otra profesión u
oficio, tanto por cuenta ajena como por cuenta propia.
Prestación económica de incapacidad permanente total.
La prestación consiste en una pensión vitalicia que puede ser excepcionalmente sustituida por una
indemnización a tanto alzado cuando el beneficiario fuese menor de 60 años. Las disposiciones
reglamentarias57 establecen que la pensión vitalicia será del 55 por 100 de la base reguladora.
El cálculo de la base reguladora es diferente según que la contingencia causante sea una
enfermedad común, un accidente no laboral, o un accidente de trabajo o enfermedad profesional.
a) Base reguladora en caso de enfermedad común58: 57 Art. 12.2, Decreto 3158/1966, de 23 de diciembre y artículo 15.2, Orden Ministerial de 15-4-69. 58 Art. 140, LGSS.
41
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
La base reguladora será el cociente que resulte de dividir por 112 las bases de cotización por
contingencias comunes del interesado de los 8 años (96 meses) inmediatamente anteriores al hecho
causante (fecha del dictamen del Equipo de Valoración de Incapacidades). Las bases
correspondientes a los últimos 24 meses se computarán por su valor nominal y las restantes bases se
actualizarán mes a mes de acuerdo con el IPC hasta el mes inmediato anterior a aquel en el que se
inicie el periodo de bases no actualizables.
112
24
1
96
25
25∑ ∑= =
+
= j j jjj I
IBCCBCC
BR
Siendo:
BR : Base reguladora.
jBCC : Base de cotización por contingencias comunes del mes j-ésimo anterior al del hecho
causante.
jI : Índice General de Precios al Consumo del mes j-ésimo anterior al del hecho causante.
Cuando se exija acreditar un periodo de cotización inferior a 96 meses (todos aquellos casos en
los que el trabajador tenga menos de 52 años el día del hecho causante), se computarán las bases
correspondientes al periodo exigible, actualizándose las anteriores a los últimos 24 meses y la suma
de todas ellas se dividirá por el número de meses a que dichas bases se refiera multiplicado por
1,1666 (de esta forma el divisor reflejará la existencia de 2 pagas extraordinarias por cada 12
mensualidades).
b) Base reguladora en caso de accidente no laboral59.
La base reguladora será el cociente que resulte de dividir por 28 la suma de las bases de
cotización por contingencias comunes del interesado durante un periodo ininterrumpido de 24
meses naturales, elegidos por el beneficiario dentro de los 7 años inmediatamente anteriores a la
fecha en que se cause derecho a la pensión.
En aquellos casos en que el trabajador accidentado (al que en situación de alta no se le pide
periodo alguno de cotización previa) acredite un breve periodo de cotización, la base reguladora se 59 Artículo 15, Orden Ministerial de 15-4-69.
42
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
determinará de acuerdo con la fórmula más favorable entre la contemplada en el párrafo anterior y
la correspondiente a dividir por 28 la suma de los importes correspondientes a la base mínima de
cotización de trabajadores mayores de 18 años de los 24 meses inmediatamente anteriores a aquél
en que se cause la prestación.
c) Base reguladora en casos de accidente de trabajo o enfermedad profesional.
Para el cálculo de la base reguladora en este caso se sigue aplicando la fórmula de los salarios
reales percibidos en el año anterior del Reglamento de Accidentes de Trabajo de 195660 con el
objetivo de adecuar el importe de la prestación al salario realmente percibido por el trabajador. La
fórmula sería la siguiente:
( )12
365* OtrosPRBPESDBR ++++=
Siendo:
BR : Base reguladora.
SD : Sueldo diario por jornada normal de trabajo en la fecha del accidente.
PE : Importe total anual de pagas extraordinarias o gratificaciones.
B : Beneficios o participación en los ingresos percibidos por el trabajador en el año anterior al
accidente.
PR : Suma total de los pluses y retribuciones complementarias percibidos dividido por el número
de días efectivamente trabajados en al empresa en que se accidentó y multiplicado por 273.
Otros : Casa-habitación y alimentación.
d) Incapacidad permanente total cualificada.
La Ley General de la Seguridad Social establece61 que cuando por su edad, falta de preparación
general o especializada y circunstancias sociales y laborales del lugar de residencia, se presuma la
dificultad de obtener empleo en actividad distinta de la habitual anterior, cabe la posibilidad de
incrementar (previa solicitud del interesado) el porcentaje general de la pensión de incapacidad
60 Decreto 22-6-56. 61 Art. 139.2, LGSS.
43
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
permanente total del 55 por 100 de la base reguladora añadiendo un 20 por 100 de la base
reguladora, con lo que la cuantía alcanza el 75 por 100 de dicha base.
La edad a partir de la que se puede reconocer el derecho a este incremento es de 55 años62,
independientemente de la edad del interesado en el momento del hecho causante.
Es importante recordar que la incapacidad permanente total cualificada no constituye un grado
diferente de incapacidad, sino únicamente una cuantía diferente de la prestación por incapacidad
permanente total en función de diversas circunstancias socioeconómicas.
Indemnización a tanto alzado sustitutiva de la pensión.
Si el beneficiario es menor de 60 años excepcionalmente la pensión puede ser sustituida por una
indemnización a tanto alzado63. Los requisitos son que se presuma que las lesiones determinantes de
la incapacidad permanente no sean susceptibles de modificación que pueda dar lugar a una revisión
de la incapacidad declarada, que se acredite por el beneficiario que se encuentra realizando trabajos
por cuenta propia o ajena, o que el importe de la indemnización se invertirá en la preparación o
desarrollo de las nuevas fuentes de ingresos como trabajador autónomo, y que la declaración de
incapacidad no se haya efectuado como consecuencia del transcurso de la prórroga de efectos de la
incapacidad temporal.
La cuantía de la indemnización será equivalente al importe de 84 mensualidades de la pensión,
siempre que el beneficiario tuviese menos de 54 años de edad en el momento de formular la
petición. En el caso de que el beneficiario fuese mayor de esta edad, la cuantía de la indemnización
se determinará de acuerdo con su edad en el momento de la solicitud, restándose 12 meses por cada
año que tenga cumplido a partir de los 54 años.
En caso de incapacidad permanente total la pensión vitalicia correspondiente es compatible con el
salario que pueda percibir el trabajador en la misma empresa o en otra distinta64. Sin embargo, la
percepción de pensiones por incapacidad permanente total y el ejercicio de actividades lucrativas
con carácter habitual es susceptible de incompatibilidad cuando exista similitud o coincidencia entre
la actividad base de la declaración de incapacidad y la que se trata de compatibilizar. En
62 Art. 6.2, Decreto 1646/1972, de 23 de junio. 63 Art. 139.2, LGSS. 64 Art. 141.1, LGSS.
44
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
determinados supuestos la pensión de incapacidad permanente es incluso compatible con la
percepción de la prestación por desempleo.
Prestación económica de incapacidad permanente absoluta.
La prestación económica correspondiente a la incapacidad permanente absoluta consiste en una
pensión vitalicia equivalente al 100 por 100 de la base reguladora65.
La determinación de la base reguladora sigue las mismas reglas señaladas para la incapacidad
permanente total en los supuestos de enfermedad común, accidente no laboral en situación de alta y
contingencias profesionales.
Cuando se accede a la pensión de incapacidad permanente absoluta desde la situación de no alta
la base reguladora se calcula según las reglas examinadas para los supuestos de enfermedad común
en el grado de incapacidad permanente total.
La percepción de una pensión por incapacidad permanente absoluta es compatible con el ejercicio
de aquellas actividades, sean o no lucrativas, compatibles con el estado del inválido y que no
representen un cambio en su capacidad de trabajo a efectos de revisión66.
Prestación económica de gran invalidez.
La calificación de la incapacidad permanente en el grado de gran invalidez supone el derecho a la
pensión vitalicia67 en las mismas condiciones que para el grado de incapacidad permanente absoluta
(100 por 100 de la base reguladora), incrementándose su cuantía en un 50 por 100 destinado a que
el inválido pueda remunerar a la persona que le atienda.
Se podrá autorizar, a solicitud del interesado o de sus representantes, la sustitución del referido
incremento por su alojamiento y cuidado, en régimen de internado, en una institución asistencial
pública del sistema de la Seguridad Social, financiada con cargo a sus presupuestos.
En cuanto a la incompatibilidad entre la percepción de una pensión de gran invalidez y el trabajo
por cuenta ajena o por cuenta propia, se aplican las mismas reglas que para la incapacidad
permanente absoluta.
65 Art. 139.3, LGSS y art. 17, Orden Ministerial de 15-4-69. 66 Art. 141.2, LGSS. 67 Art. 139.4, LGSS.
45
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
2.2.6. Indemnización por lesiones permanentes no invalidantes y normas especiales para las
contingencias profesionales.
Cuando el trabajador sufra como consecuencia de un accidente de trabajo o una enfermedad
profesional una lesión, mutilación o deformidad de carácter definitivo que, sin llegar a constituir
una incapacidad permanente, supongan una disminución o alteración de su integridad física y tal
lesión, mutilación o deformidad aparezca recogida en el baremo establecido a tal efecto68 tendrá
derecho a una prestación por lesiones permanentes no invalidantes. Dicha prestación consiste en
una indemnización a tanto alzado que se concede de una sola vez y cuya cuantía viene fijada por
baremo.
De otro lado, cuando la contingencia causante de la incapacidad permanente es de carácter
profesional, es decir, un accidente de trabajo o una enfermedad profesional, se establecen una serie
de particularidades, orientadas en su mayoría a facilitar el acceso a la prestación de incapacidad
permanente69, que merecen ser destacadas:
- No es necesario acreditar ningún periodo de cotización previo para tener derecho a la
prestación.
- Aunque su empresario hubiese incumplido sus obligaciones, a efectos de las prestaciones
derivadas de accidente de trabajo o enfermedad profesional los trabajadores se consideran en
situación de alta de pleno derecho.
- Como ya hemos visto, las pensiones de incapacidad permanente total, absoluta y gran invalidez
cuando proceden de contingencias profesionales resultan más generosas ya que se calculan sobre el
salario real del trabajador en el año anterior y no sobre las bases de cotización de los últimos ocho
años como ocurre cuando la incapacidad deriva de contingencias comunes.
- Las prestaciones económicas que tengan su causa en una contingencia profesional se
incrementan, según la gravedad de la falta, de un 30 a un 50 por 100 cuando la lesión se produzca
por máquinas, artefactos o en instalaciones, centros o lugares de trabajo que carezcan de
dispositivos de precaución reglamentarios, los tengan inutilizados o en malas condiciones, o cuando
no se hayan observado las medidas generales o particulares de seguridad e higiene en el trabajo, o
las elementales de salubridad o las de adecuación personal a cada trabajo, habida cuenta de las
68 El baremo en vigor es el establecido en la Orden 16-1-91. 69 Normativa básica aplicable: arts. 124-126, 150 y 152 LGSS.
46
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
características y de la edad, sexo y demás condiciones del trabajador. La responsabilidad del pago
del recargo recae directamente sobre el empresario infractor y no puede ser objeto de seguro alguno.
- Las prestaciones de incapacidad permanente derivadas de accidente de trabajo o enfermedad
profesional son compatibles con la percepción de una indemnización a tanto alzado por baremo si
las lesiones, mutilaciones o deformidades que den lugar al reconocimiento de dicha indemnización
son totalmente independientes de las que hayan sido tomadas en cuenta para declarar la incapacidad
y el grado de la misma.
2.3. PARTICULARIDADES DE LA PRESTACIÓN CONTRIBUTIVA DE
INCAPACIDAD PERMANENTE EN LOS REGÍMENES ESPECIALES.
El Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social de 1994 se limita a regular ciertos
aspectos de los Regímenes Especiales, en su Disposición adicional octava enumera las normas de
dicho Texto Refundido aplicables a los Regímenes Especiales. En particular, en materia de
incapacidad permanente son aplicables a todos Regímenes Especiales:
- El artículo 138, relativo a los beneficiarios de las prestaciones de invalidez permanente, excepto
los párrafos que hacen referencia a la incapacidad permanente parcial. Es decir, en todos los
Regímenes Especiales para acceder a una prestación de incapacidad permanente se exigen los
mismos requisitos incluidos los mismos periodos de cotización previa que en el Régimen General.
- El artículo 140, relativo al cálculo de la base reguladora de incapacidad permanente derivada de
contingencias comunes, excepto su párrafo 4 relativo a la integración de lagunas de cotización, que
sólo es de aplicación al Régimen Especial de la Minería del Carbón y a los trabajadores por cuenta
ajena de los Regímenes Especiales Agrario y de Trabajadores del Mar.
- El artículo 143, relativo a la calificación y revisión de la incapacidad permanente.
- Una vez entre en vigor la nueva redacción del artículo 137 dada por la Ley de Consolidación y
Racionalización de 1997 y pendiente de desarrollo reglamentario en la actualidad, los apartados 2 y
3 de dicho artículo referentes a la calificación de la incapacidad permanente en sus distintos grados
en función de la reducción de la capacidad de trabajo mediante una lista de enfermedades y la
valoración de las mismas.
Las normativas específicas de cada Régimen Especial, con excepción de algunas particularidades,
hacen remisión a lo regulado para el Régimen General en lo que respecta a la extensión, forma,
47
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
términos y condiciones de otorgamiento de las prestaciones de incapacidad. A continuación
destacamos aquellas particularidades de aplicación en cada Régimen Especial.
2.3.1. Régimen Especial Agrario70.
En cuanto a las condiciones de acceso a las prestaciones de incapacidad permanente en el
Régimen Especial Agrario, éstas son las mismas que en el Régimen General con algunas
excepciones relativas a aspectos formales particulares de este Régimen relativos a la formalización
del alta, inclusión de situaciones asimiladas al alta adicionales a las existentes en el Régimen
General, o cómputo del periodo mínimo de cotización. Además, los trabajadores que sean
responsables directos del pago de las cuotas (trabajadores por cuenta propia de este Régimen
Especial) deben estar al corriente de dicho pago.
Para los trabajadores por cuenta ajena del Régimen Especial Agrario el contenido de las
prestaciones es el mismo que para los trabajadores del Régimen General. Sin embargo, para los
trabajadores por cuenta propia del Régimen Especial Agrario no existe la integración de lagunas en
el cálculo de la base reguladora y los mayores de 55 años beneficiarios de incapacidad permanente
total no tienen derecho al incremento del 20 por 100 de la base reguladora.
En lo relativo a las contingencias profesionales, además de algunas matizaciones con respecto a
los conceptos de accidente de trabajo y enfermedad profesional para los trabajadores por cuenta
propia del Régimen Especial Agrario, las prestaciones económicas de éstos derivadas de
contingencias profesionales no se calculan sobre los salarios reales, sino sobre la base de cotización
vigente en la fecha de calificación de la incapacidad. Además, las prestaciones por accidente de
trabajo y enfermedad profesional se pueden otorgar a personas que sin estar comprendidas en el
campo de aplicación del Régimen Especial Agrario estuviesen de hecho prestando servicio como
trabajadores por cuenta ajena en labores agropecuarias al producirse dichas contingencias.
70 Normativa básica aplicable: Decreto 2123/1971, de 23 de julio y Decreto 3772/1972, de 23 de diciembre.
48
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
2.3.2. Régimen Especial de los Trabajadores del Mar71.
Las condiciones de acceso a las prestaciones de incapacidad permanente en el Régimen Especial
de los Trabajadores del Mar son fundamentalmente las mismas que en el Régimen General con
algunas excepciones relativas a aspectos formales particulares de este Régimen como los relativos
al alcance de la acción protectora o situaciones asimiladas al alta. Los trabajadores por cuenta
propia de este Régimen deberán hallarse al corriente del pago de las cuotas.
El contenido de las prestaciones es el mismo que en el Régimen General con la excepción de que
los coeficientes reductores establecidos en este Régimen Especial son aplicables a efectos de
alcanzar la edad correspondiente tanto para la sustitución de la pensión de incapacidad permanente
total por una indemnización a tanto alzado, como para la posibilidad de obtener el incremento del
20 por 100 por incapacidad permanente cualificada. Además, los trabajadores por cuenta propia de
este Régimen Especial no tendrán derecho a dicho incremento del 20 por 100, ni a la integración de
lagunas en la determinación de la base reguladora de las prestaciones, y las prestaciones que les
correspondan derivadas de contingencias profesionales se calculan sobre la base de cotización
individual efectivamente realizada y no sobre salarios reales.
En este Régimen Especial el reconocimiento y la gestión de las prestaciones son realizadas por el
Instituto Social de la Marina y no por el Instituto Nacional de la Seguridad Social.
2.3.3. Régimen Especial de los Trabajadores por Cuenta Propia o Autónomos72.
Las condiciones de acceso a las prestaciones de incapacidad permanente para los trabajadores del
Régimen Especial de Autónomos son las mismas que las establecidas en el Régimen General con
algunas excepciones relativas a situaciones asimiladas al alta adicionales a las establecidas en el
Régimen General, acreditación del periodo mínimo de cotización y la condición de que los
trabajadores autónomos estén al corriente en el pago de las cuotas.
En cuanto al contenido de las prestaciones, la prestación de incapacidad permanente en este
Régimen Especial sólo se reconoce en los grados de total, absoluta y gran invalidez. No existe la
integración de lagunas de cotización para el cálculo de la base reguladora y los trabajadores
71 Normativa básica aplicable: Decreto 2864/1974, de 30 de agosto, Decreto 1867/1970, de 9 de julio, Decreto
2309/1970, de 23 de julio, y Orden de 22-11-74. 72 Normativa básica aplicable: Decreto 2530/1970, de 20 de agosto y Orden de 24-9-70.
49
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
integrados en este Régimen no se les reconoce el derecho al incremento del 20 por 100 de la
pensión de incapacidad permanente total (incapacidad permanente cualificada).
Por último, en el Régimen Especial de los Trabajadores Autónomos no están específicamente
protegidas las contingencias de Accidente de Trabajo y Enfermedad Profesional por lo que no se
hace distinción entre el carácter común o profesional de los riesgos, otorgándose las prestaciones
como si se tratara de accidente no laboral o enfermedad común, respectivamente.
2.3.4. Régimen Especial de los Empleados de Hogar73.
Los trabajadores del Régimen Especial de los Empleados de Hogar deben cumplir las mismas
condiciones que los trabajadores incluidos en el Régimen General para acceder a una prestación de
incapacidad permanente con alguna particularidades referentes a los efectos de las altas y de las
bajas y con el requisito adicional exigible a los trabajadores que, incluidos en este Régimen
Especial, sean responsables directos de la cotización, de estar al día en el pago de las cuotas.
El contenido de las prestaciones es el mismo que en el Régimen General con la excepción de que
no se aplica la integración de lagunas para el cálculo de la base reguladora.
En cuanto al carácter de las contingencias, en este Régimen Especial no existe distinción entre el
carácter común o profesional y se conceden las prestaciones, en caso de accidente, como si fuera no
laboral y, en caso de enfermedad, como si se tratara de enfermedad común.
2.3.5. Régimen Especial de la Minería del Carbón74.
Es el Régimen Especial que más particularidades muestra en las prestaciones de incapacidad
permanente con respecto al Régimen General. Fundamentalmente cabe destacar dos.
En primer lugar, para los pensionistas de incapacidad permanente total se tiene en cuenta su edad
incrementada con las bonificaciones que resulten de la aplicación de los coeficientes reductores de
la edad de jubilación, tanto a efectos de la sustitución excepcional de la pensión vitalicia por una
indemnización a tanto alzado, como del incremento del 20 por 100 de la base reguladora de la
pensión.
73 Normativa básica aplicable: Decreto 2346/1969, de 25 de septiembre. 74 Normativa básica aplicable: Decreto 298/1973, de 8 de febrero, y Orden de 3-4-74.
50
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
En segundo lugar, los pensionistas por incapacidad permanente en los grados de absoluta o gran
invalidez de este Régimen Especial cumplida la edad de 65 años, o la que resulte de la aplicación de
los coeficientes reductores de la edad, tienen derecho a que su pensión de incapacidad permanente
pase a tener la misma cuantía, siempre que resulte superior, que la pensión de jubilación que
hubiera podido corresponderles. El importe de dicha pensión es calculado en función de la base
reguladora correspondiente a las bases de cotización normalizadas de la categoría profesional del
inválido, y del porcentaje que correspondería para el cálculo de la pensión de jubilación
computándose como cotizado el periodo que el beneficiario haya sido pensionista de incapacidad
permanente.
2.4. LA FINANCIACIÓN DE LAS PRESTACIONES CONTRIBUTIVAS DE
INCAPACIDAD PERMANENTE.
Las prestaciones de incapacidad, al igual que el resto de prestaciones contributivas de la
Seguridad Social75, son financiadas básicamente con las cuotas o cotizaciones obligatorias
realizadas por trabajadores y empresarios a través del régimen financiero de reparto.
Los trabajadores y empresarios están obligados a cotizar mensualmente a la Seguridad Social un
porcentaje (tipo de cotización) de los salarios (medidos a través de las bases de cotización). Existen
dos tipos de cuotas a abonar a la Seguridad Social: las cotizaciones por contingencias comunes a
cargo del trabajador y del empresario, y las cotizaciones por accidente de trabajo y enfermedad
profesional cuyo pago únicamente corresponde al empresario76.
Mediante la cuota correspondiente a contingencias comunes se cubren las contingencias de
incapacidad temporal, maternidad y riesgo durante el embarazo, jubilación, muerte y supervivencia,
e incapacidad permanente siempre que deriven de contingencias comunes. El tipo de cotización de
contingencias comunes se fija anualmente en la Ley de Presupuestos Generales del Estado, y para el
200377 es igual al 28.3% de la base de cotización por contingencias comunes, del que el 23.6%
corresponde al empresario y el 4.7% al trabajador.
75 Art. 86.2, LGSS. 76 Además, junto con las cuotas de la Seguridad Social se liquidan las aportaciones de empresarios y trabajadores al
desempleo, Fondo de Garantía Salarial y Formación Profesional. 77 Ley 52/2002, de 30 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para 2003.
51
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Las cotizaciones por accidente de trabajo y enfermedad profesional se realizan con sujeción a
primas diferentes según la actividad de la empresa y el riesgo profesional que comporta y cubren las
contingencias profesionales, entre las que se encuentra, obviamente, la incapacidad permanente por
contingencia profesional.
Sin embargo, los empresarios tienen la posibilidad de autogestionarse las contingencias
profesionales mediante las Mutuas de Accidente de Trabajo y Enfermedad Profesional (MATEP)78.
En caso de que el empresario decida asegurar las contingencias profesionales a través de las
MATEP abonará las cuotas correspondientes a dichas Mutuas. En cuanto a la incapacidad
permanente, las Mutuas de Accidentes de Trabajo y Enfermedad Profesional únicamente pueden
cubrir la incapacidad permanente derivada de accidente de trabajo.
2.5. GESTIÓN DE LAS PRESTACIONES CONTRIBUTIVAS DE INCAPACIDAD
PERMANENTE.
De igual forma que para el resto de prestaciones contributivas, en España la gestión y
administración de las prestaciones por incapacidad permanente se efectúa, bajo la dirección y tutela
del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, por el Instituto Nacional de la Seguridad Social
(INSS), con carácter general, y por el Instituto Social de la Marina, en el ámbito del Régimen
Especial de Trabajadores del Mar. Además, las Mutuas de Accidentes de Trabajo pueden colaborar
en la gestión de las prestaciones de incapacidad permanente derivadas de accidente de trabajo.
Corresponde al INSS, y al ISM respecto de los trabajadores del mar, el reconocimiento y control
del derecho a las prestaciones de incapacidad permanente y el pago de las mismas79.
El INSS y el ISM desarrollan su actividad en régimen descentralizado a través de las
correspondientes Direcciones Provinciales, cuyo titular tiene la facultad de reconocer el derecho a la
prestación que corresponda en cada caso.
78 Las competencias de las MATEP se recogen en el apartado 2 del artículo 68 de la LGSS. Además de colaborar en la
gestión de las contingencias profesionales, las MATEP tienen como competencias la colaboración en la gestión de la
incapacidad temporal por contingencias comunes y la realización de actividades de prevención y recuperación de
riesgos laborales. 79 En el caso en el que la prestación de incapacidad permanente derive de accidente de trabajo si el empresario tuviese
asegurada dicha contingencia con una MATEP corresponderá a esta el pago de la misma.
52
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
El procedimiento para el reconocimiento del derecho a las prestaciones por incapacidad
permanente experimentó un cambio profundo a través de la Ley de Medidas Fiscales,
Administrativas y de Orden Social de 199480 que concentró todas las fases del procedimiento para
la calificación y reconocimiento del derecho a las prestaciones en el Instituto Nacional de la
Seguridad Social (antes de dicha Ley eran compartidas entre el INSS, el INSALUD y el
IMSERSO). En materia de incapacidad permanente, cualquiera que sea la Entidad gestora o
colaboradora que cubra la contingencia de que se trate, corresponde al INSS81 (a través de sus
Direcciones Provinciales):
a) Evaluar, calificar y revisar la incapacidad y reconocer el derecho a las prestaciones
económicas contributivas de la Seguridad Social por incapacidad permanente, en sus distintos
grados, así como determinar las contingencias causantes de la misma.
b) Verificar la existencia de lesiones, mutilaciones y deformidades de carácter definitivo, no
invalidantes, causadas por accidente de trabajo o enfermedad profesional y reconocer el derecho a
las indemnizaciones correspondientes.
c) Determinar, en su caso, la Mutua de Accidentes de Trabajo y Enfermedades de la Seguridad
Social o empresa colaboradora responsable de las prestaciones que resulten procedentes en materia
de incapacidades laborales y lesiones permanentes no invalidantes.
d) Declarar la responsabilidad empresarial que proceda por falta de alta, cotización o medidas
de seguridad e higiene en el trabajo, y determinar el porcentaje en que, en su caso, hayan de
incrementarse las prestaciones económicas.
e) Declarar la extinción de la prórroga de los efectos económicos de la situación de
incapacidad temporal, en el momento en que recaiga la correspondiente resolución por la que se
reconozca o deniegue el derecho a la prestación de incapacidad permanente.
f) Cuantas otras funciones y competencias le estén atribuidas por la legislación vigente en
materias análogas a las enumeradas en los apartados anteriores, en cuanto Entidad Gestora de la
Seguridad Social, y para las prestaciones cuya gestión tiene encomendada.
80 Ley 42/1994, de 30 de diciembre. 81 Art. 1, Real Decreto 1300/1995, de 21 de julio que desarrolló la Ley 42/1994 en los aspectos relativos a la unificación
de competencias, establecimiento de los órganos que califican la incapacidad permanente (EVIs) y fijó las reglas de
procedimiento al respecto.
53
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
En cada Dirección Provincial del INSS hay constituido al menos un Equipo de Valoración de
Incapacidades82 que desarrolla tareas fundamentales en relación con la calificación de la
incapacidad permanente y cuya composición y funciones se analizan en el siguiente epígrafe.
El procedimiento para evaluar la incapacidad en orden al reconocimiento del derecho a las
prestaciones económicas por incapacidad permanente puede iniciarse por tres vías diferentes:
iniciación de oficio por el INSS (generalmente por finalización del plazo máximo fijado y extinción
de la situación de incapacidad temporal), solicitud del propio trabajador o de su representante legal,
o solicitud de las entidades colaboradoras de la Seguridad Social (Mutuas de Accidentes de Trabajo
y Enfermedades Profesionales y empresas colaboradoras).
Una vez iniciado el procedimiento se han de reunir una serie de documentos e informes que
acrediten la información sobre el interesado necesaria sobre la que se fundamentará la resolución
relativa al derecho o no a una prestación de incapacidad permanente. Estos documentos e informes
son:
a) Historial clínico y alta médica de asistencia sanitaria (si la hubiese) aportado por el Servicio
Público de Salud competente, o por la Mutua de Accidentes de Trabajo y Enfermedades
Profesionales o empresa colaboradora si el afiliado tuviese cubierta la incapacidad temporal por
estas entidades.
b) Dictamen-propuesta del Equipo de Valoración de Incapacidades.
c) Informe de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social en las solicitudes de declaración de
responsabilidad empresarial por falta de medidas de prevención de riesgos laborales.
Una vez instruido el procedimiento tiene lugar un plazo de diez días durante el que el interesado
puede efectuar alegaciones y presentar los documentos que estime conveniente.
En función de los documentos e informes anteriores y tras el trámite de audiencia, si lo hubiere,
se elabora una propuesta de resolución en la que se determina si el interesado tiene o no derecho a
la prestación de incapacidad permanente que corresponda. Finalmente atañe al Director provincial
del INSS, o del ISM en su caso, firmar dicha propuesta y dictar resolución por la que se deniegue o
82 Estos Equipos de Valoración de Incapacidades se crearon por el ya mencionado Real Decreto 1300/1995 y
sustituyeron a las Unidades de Valoración Médica de Incapacidades y a las Comisiones de Evaluación de
Incapacidades.
54
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
reconozca el derecho a la prestación correspondiente y, en su caso, se determine la responsabilidad
empresarial por falta de prevención de riesgos laborales.
El interesado puede recurrir la resolución ante la Jurisdicción Social previa reclamación ante la
Dirección provincial del INSS o del ISM.
Si se reconoce derecho a una prestación económica por incapacidad permanente, el pago de la
prestación corresponde al Instituto Nacional de la Seguridad o al ISM si deriva de contingencias
comunes; si la incapacidad permanente derivase de enfermedad profesional el pago corresponde al
INSS como sucesor del extinguido Fondo Compensador del Seguro de Accidentes de Trabajo y
Enfermedades Profesionales; y, por último, si la contingencia determinante de la incapacidad
permanente es accidente de trabajo, el pago se realiza por el INSS o por la MATEP que, en su caso,
tuviese a cargo la protección de la incapacidad permanente debida a dicha contingencia. Si la
responsable del pago fuese la Mutua y la prestación tuviese la forma de pensión vitalicia el pago no
se realiza directamente por la MATEP sino que ésta debe ingresar de una sola vez el capital coste de
renta que la Tesorería General de la Seguridad Social determine y es el INSS el que procede
periódicamente al pago de la pensión.
2.6. EVALUACIÓN Y CALIFICACIÓN DE LA INCAPACIDAD PERMANENTE: DE LA
INCAPACIDAD TEMPORAL A LOS EQUIPOS DE VALORACIÓN DE
INCAPACIDADES.
Cuando un trabajador se encuentre impedido para el trabajo y requiera de asistencia sanitaria
deberá, el primer día que se encuentre en dicha situación, acudir al Servicio Público de Salud para
que el médico que le corresponda elabore la declaración de baja médica en base al reconocimiento
médico que haya realizado. Al cuarto día de baja médica del trabajador, séptimo día si se trata de
contingencias profesionales, el correspondiente facultativo del Servicio Público de Salud deberá
confirmar la baja.
El facultativo deberá examinar al trabajador cada 7 días si continúa de baja y elaborar el
correspondiente parte de confirmación que será enviado a la Entidad gestora correspondiente (INSS
o ISM) y que deberá contener el diagnóstico, la descripción de la limitación en la capacidad
funcional del trabajador que motiva la continuación en la situación de incapacidad temporal y la
duración probable del proceso patológico.
55
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Además, el tercer parte de confirmación y los sucesivos partes deberán acompañarse cada cuatro
semanas de un informe médico complementario en el que se recojan las dolencias padecidas, el
tratamiento prescrito, la evolución de las dolencias y su incidencia sobre la capacidad funcional, así
como la duración probable del proceso. Todos estos partes y los informes complementarios se
deben remitir a la Entidad gestora correspondiente (INSS o ISM).
En el caso de que la contingencia sea profesional y la empresa en la que se encuentre el
trabajador haya concertado la cobertura de tales contingencias con una Mutua de accidente de
Trabajo y Enfermedad Profesional serán los servicios médicos de la Mutua los que realicen los
informes y no es necesario que los remitan a la Entidad gestora.
La situación de incapacidad temporal del trabajador tiene una duración máxima de 12 meses que
se pueden prorrogar durante 6 meses más cuando se presuma que durante ellos el trabajador va a ser
dado de alta por curación. Una vez alcanzados los 12 meses, para que pueda prorrogarse el percibo
de la prestación será necesario que el parte de confirmación de la baja vaya acompañado de un
informe médico en el que se describan las dolencias padecidas por el interesado y las limitaciones
de su capacidad funcional, así como la presunción de que, dentro del período subsiguiente de 6
meses, aquél puede ser dado de alta por curación.
Agotado el período máximo de duración de 18 meses, la Inspección del Servicio Público de
Salud formulará la correspondiente alta médica por curación o por agotamiento de la incapacidad
temporal, debiendo justificarse este último caso en virtud de las secuelas o reducciones anatómicas
o funcionales graves del trabajador, de las cuales se deduzca razonablemente la posible existencia
de una situación constitutiva de incapacidad permanente, o por la necesidad de que aquél continúe
con el tratamiento médico prescrito.
Cuando la incapacidad temporal se extinga por agotamiento del plazo máximo de duración de 18
meses, el Instituto Nacional de la Seguridad Social examinará necesariamente, en el plazo máximo
de 3 meses, el estado del incapacitado a efectos de su calificación, en el grado que corresponda,
como inválido permanente.
Cuando, continuando la necesidad de tratamiento médico, la situación clínica del interesado
hiciera aconsejable demorar la calificación, ésta puede retrasarse por el INSS el período necesario
que, en ningún caso, puede rebasar los 30 meses siguientes a la fecha de iniciación de la
incapacidad temporal. En este caso, los efectos de la situación de incapacidad temporal se prorrogan
hasta el momento de la calificación de la incapacidad permanente por el Equipo de Valoración de
56
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Incapacidades, en cuya fecha se iniciará, si corresponde, el pago de las prestaciones económicas de
incapacidad permanente.
Como ya hemos mencionado, el Real Decreto 1300/1995 estableció la creación de un Equipo de
Valoración de Incapacidades en cada Dirección Provincial del INSS. Dichos Equipos, además de
efectuar el seguimiento de los programas de control de las prestaciones económicas de incapacidad
temporal y de prestar asistencia técnica y asesoramiento en los procedimientos contenciosos en los
que sea parte el INSS, tienen como función examinar la situación de incapacidad del trabajador y
formular al Director provincial del INSS los dictámenes-propuesta, preceptivos y no vinculantes,
sobre los que principalmente se fundamentará la resolución.
Los Equipos de Valoración de Incapacidades están compuestos por un Presidente y cuatro
Vocales:
- El Presidente es el Subdirector provincial de Incapacidad Permanente del INSS o el funcionario
que designe el Director general de dicho Instituto.
- Los Vocales, nombrados por el Director general del INSS, serán los siguientes:
1º. Un Médico Inspector, propuesto por el director provincial del INSS o, en su caso, por el
órgano competente de la Comunidad Autónoma.
En el ámbito de aplicación del Régimen Especial de Trabajadores del Mar formará parte también
del EVI un Médico Inspector propuesto por el Instituto Social de la Marina.
2º. Un Facultativo Médico, perteneciente al personal del INSS.
3º. Un Inspector de Trabajo y Seguridad Social, propuesto por la Inspección de Trabajo y
Seguridad Social.
4º. Un funcionario titular de un puesto de trabajo de la Unidad encargada del trámite de las
prestaciones de incapacidad permanente de la correspondiente Dirección Provincial del INSS, quien
ejercerá las funciones de Secretario.
A estos cuatro vocales podrán sumarse otros dos vocales designados por el correspondiente
Director provincial del INSS en determinados casos:
- Cuando del expediente se deduzcan indicios razonables de recuperación del trabajador, un
experto en recuperación y rehabilitación, propuesto por el órgano competente de la Comunidad
Autónoma respectiva que haya asumido las funciones del IMSERSO.
57
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
- Cuando existan indicios de incumplimiento de las medidas de seguridad e higiene en el trabajo,
un experto en seguridad e higiene en el trabajo, propuesto por el órgano competente del Estado o de
la respectiva Comunidad Autónoma.
El Dictamen-propuesta del EVI.
La resolución relativa a la concesión o no de la prestación de incapacidad permanente
correspondiente a un determinado afiliado se fundamenta principalmente en el dictamen-propuesta
que el Equipo de Valoración de Incapacidades realiza.
El dictamen-propuesta se basa en tres informes:
- el informe médico consolidado en forma de síntesis,
- el informe de los antecedentes profesionales, y
- los informes de alta y cotización, que condicionan el acceso al derecho.
El informe médico de síntesis, aportado por el facultativo médico del EVI, recoge el historial
médico del Servicio Público de Salud, los informes de otros facultativos que haya aportado el
interesado y el resultado de las pruebas médicas complementarias que se hayan realizado en el caso
de que los documentos anteriores se consideren insuficientes para la elaboración del informe.
El informe de los antecedentes profesionales se elabora por los servicios de la Dirección
Provincial del INSS y permite conocer la profesión desempeñada en el momento en que se efectúa
la evaluación y la formación y aptitudes del interesado que determinan la capacidad residual, una
vez conocidas las limitaciones anatómicas o funcionales que padezca el afiliado.
Una vez examinado el informe médico de síntesis y el informe de antecedentes profesionales el
Equipo de Valoración de Incapacidades emite el dictamen-propuesta sobre:
- Anulación o disminución de la capacidad para el trabajo, calificación en sus distintos grados y
contingencia determinante.
- El plazo a partir del cual se podrá instar la revisión del grado de incapacidad permanente por
agravación o mejoría.
- Procedencia o no de la revisión por previsible mejoría de la situación del trabajador.
- Disminución o alteración de la integridad física del trabajador por existencia de lesiones
permanentes no invalidantes, causadas por accidente de trabajo o enfermedad profesional.
58
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
- Porcentaje del incremento de la prestación y posibilidad de recuperación del trabajador, en caso
de haberse apreciado falta de prevención de riesgos laborales.
2.7. LA PENSIÓN NO CONTRIBUTIVA DE INVALIDEZ.
Aquellos individuos en situación de invalidez que no hayan cotizado o lo hayan hecho de forma
insuficiente para obtener una prestación contributiva de incapacidad permanente y estén en una
situación de necesidad económica pueden acceder a una pensión no contributiva de invalidez83. La
modalidad no contributiva atiende a las situaciones de minusvalía o enfermedad crónica, que
provocan una disminución en general en las capacidades de una persona.
Los requisitos exigidos para poder ser beneficiario de una pensión no contributiva de invalidez
son84:
a) Ser ciudadano español o nacional de otro país pero con residencia legal en España.
b) Carecer de ingresos suficientes. Existe carencia cuando las rentas o ingresos de que se
disponga, en cómputo anual para 2003, sean inferiores a 3.762,78 € anuales.
c) Tener dieciocho o más años y menos de sesenta y cinco.
d) Residir en territorio español y haberlo hecho durante un período de cinco años, de los cuales
dos han de ser consecutivos e inmediatamente anteriores a la fecha de la solicitud.
e) Grado de minusvalía/discapacidad igual o superior al 65%.
La pensión no contributiva de invalidez comprende una prestación económica, asistencia médico-
farmacéutica gratuita y servicios sociales complementarios.
La prestación económica consiste en una pensión de cuantía fija establecida en los Presupuestos
Generales del Estado y revalorizada con el índice de precios al consumo anualmente. En el 2003 la
pensión íntegra de invalidez es de 3.762,78 € anuales. Dicha cuantía puede reducirse si el
beneficiario posee determinadas rentas personales. Además, aquellos pensionistas cuyo grado de
minusvalía sea igual o superior al 75% y acrediten la necesidad del concurso de otra persona para
realizar los actos esenciales de la vida percibirán un complemento del 50%.
83La Ley 20/1990, de 20 de diciembre, aprobó la implantación de un nivel no contributivo de prestaciones económicas
entre las que se encontraba la pensión de invalidez 84 Artículo 144, LGSS.
59
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Estas prestaciones se financian con cargo al presupuesto del Estado, mediante transferencias de
crédito al de la Seguridad Social, y la gestión y reconocimiento del derecho a percibir una pensión
no contributiva de invalidez se realiza por las Comunidades Autónomas que tienen transferidas las
funciones y servicios del Instituto de Migraciones y Servicios Sociales (IMSERSO). La calificación
del grado de minusvalía se realiza por los Equipos de Valoración y Orientación de los organismos
de las Comunidades Autónomas que tienen transferidos las funciones y servicios del IMSERSO.
Para determinar el grado de minusvalía dichos Equipos deben utilizar la Guía de Valoración de las
situaciones de minusvalía85 que se basa en un baremo.
2.8. LAS PRESTACIONES PARA COMPENSAR LOS COSTES EXTRAS DERIVADOS
DE LA DISCAPACIDAD.
Dado que tanto la pensión contributiva de incapacidad permanente como la pensión no
contributiva de invalidez contemplan un suplemento igual al 50% de la prestación en el caso de que
el beneficiario necesite de la ayuda de otra persona para realizar los actos más esenciales de la vida,
en España los costes extras derivados de la discapacidad se consideran integrados en las pensiones y
únicamente existen dos prestaciones que se podrían considerar de compensación de costes extras
derivados de la discapacidad: el subsidio de movilidad y compensación por gastos de transporte y la
prestación económica por hijo a cargo.
2.8.1. El Subsidio de Movilidad y Compensación por Gastos de Transporte (SMGT).
La Ley de Integración Social de los Minusválidos86 estableció un sistema especial de
prestaciones económicas entre las que figuraba el Subsidio de Movilidad y Compensación por
Gastos de Transporte y que es la única de las establecidas en dicha Ley que sigue vigente. Es una
prestación económica destinada a atender los gastos originados a aquellos discapacitados que
tengan graves dificultades para utilizar transportes colectivos. Los requisitos para poder percibirla
son:
a) No estar comprendido en el campo de aplicación del sistema de la Seguridad Social por no
desarrollar actividad laboral. 85 Aprobada por Real Decreto 1971/1999. 86 Ley 13/1982, de 7 de abril.
60
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
b) No ser beneficiario o no tener derecho, por edad o por cualesquiera otras circunstancias a
prestación o ayuda de análoga naturaleza y finalidad y, en su caso, de igual o superior cuantía
otorgada por otro organismo público.
c) No superar el nivel de recursos económicos personales y/o familiares del 70% en cómputo
anual del salario mínimo interprofesional vigente en cada momento. En el supuesto de que el
beneficiario tenga personas a su cargo o dependa de una unidad familiar dicho importe se
incrementará en un 10%, por cada miembro distinto del beneficiario hasta el tope máximo del 100%
del citado salario.
d) Tener tres o más años
e) Grado de minusvalía/discapacidad igual o superior al 33%.
f) Grave dificultad para utilizar transportes colectivos.
g) No encontrarse imposibilitado para desplazarse fuera de casa.
h) Si está interno en centro, salir al menos diez fines de semana al año.
En el 2003 la cuantía de este subsidio es de 501.36€. Esta ayuda se gestiona por los organismos
de las Comunidades Autónomas que desarrollen las funciones transferidas del IMSERSO.
2.8.2. La prestación por hijo a cargo.
La prestación por hijo a cargo consiste en una asignación económica que se reconoce por cada
hijo a cargo del beneficiario, menor de 18 años o mayor afectado de una minusvalía en grado igual
o superior al 65%, cualquiera que sea su filiación. Esta prestación existe tanto en el nivel
contributivo como en el no contributivo y los efectos económicos en ambos niveles en el caso de
hijo minusválido son iguales.
Aunque para la percepción de esta prestación por hijo a cargo no minusválido se requiere no
superar un determinado límite de ingresos establecido, en los casos de hijos minusválidos,
cualquiera que sea su edad, no afecta el nivel de ingresos para el reconocimiento del derecho.
La cuantía de la prestación en el caso de hijos minusválidos depende de la edad del hijo y del
grado de la minusvalía que padezca. En el 2003 la prestación económica por hijo menor de 18 años
que esté afectado por una minusvalía en grado igual o superior al 33% es de 581,64 euros anuales
por hijo (48,47 euros mensuales), por hijo con 18 o más años afectado por una minusvalía en grado
61
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
igual o superior al 65% es de 3.129,48 euros anuales por hijo (260,79 euros mensuales), por hijo
con 18 o más años afectado por una minusvalía en grado igual o superior al 75% y que, como
consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesite el concurso de otra persona para
realizar los actos vitales más elementales como vestirse, desplazarse, comer o análogos es de
4.694,28 euros anuales por hijo (391,19 euros mensuales).
2.9. MEDIDAS RELATIVAS AL EMPLEO DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD
EN ESPAÑA.
En España las políticas de integración y promoción del empleo de los discapacitados se basan,
además de en el sistema de cuotas, en programas especiales de empleo tales como el empleo
subsidiado y el empleo protegido. El empleo con apoyo que consiste en posibilitar a personas
discapacitadas que no han tenido tradicionalmente posibilidad de acceso al mercado laboral
mediante la provisión de los apoyos necesarios fuera y dentro del lugar de trabajo apenas ha sido
desarrollado hasta la fecha en nuestro país como así pone de manifiesto el estudio realizado por el
profesor Verdugo87.
2.9.1. El sistema de cuota.
En España las empresas que ocupen a más de 50 trabajadores fijos están obligadas a emplear a un
número de trabajadores minusválidos no inferior al 2% de la plantilla. Sin embargo, el Real Decreto
27/2000, de 14 de enero, establece medidas alternativas de carácter excepcional al cumplimiento de
la cuota de reserva, las empresas de más de 50 trabajadores podrán optar por cumplir la cuota de
reserva en los términos señalados por la LISMI o bien, en casos excepcionales y ateniéndose a unos
determinados requisitos y condiciones, por el cumplimiento de alguna de las siguientes medidas
alternativas:
- adquisición de productos elaborados por Centros Especiales de Empleo o por discapacitados
constituidos como trabajadores autónomos, en una determinada proporción al número de empleos
de minusválidos no cubiertos por la empresa;
- contratación de bienes y servicios de Centros Especiales de Empleo y minusválidos constituidos
como trabajadores autónomos, en la misma proporción que para el caso anterior; y, finalmente,
87 Verdugo, M. A., Jordán de Urríes, F. B. y Bellver, F. (1998): “Situación actual del Empleo con Apoyo en España”,
62
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
- donaciones en metálico a fundaciones y asociaciones de utilidad pública que tengan como
objetivo, entre otros, el fomento de la integración laboral de las personas con discapacidad.
Las Administraciones Públicas también están sujetas a la misma obligación de cuota de reserva
del 2%.
2.9.2. El empleo protegido: los Centros Especiales de Empleo.
Son empresas normalizadas que operan en el mercado y que cumplen la función social de contar
en su plantilla con un porcentaje de al menos un 70% de personas con discapacidad. Además tienen
la finalidad de asegurar un empleo remunerado y las prestaciones de servicios de ajuste personal y
social que requieran sus trabajadores minusválidos. Los Centros Especiales de Empleo pueden ser
creados tanto por organismos públicos y entidades privadas (asociaciones, fundaciones, etc.) como
por las empresas.
Deben servir de "pasarela" hacia el empleo ordinario, no ser un fin en sí mismo. Para ello siguen
las directrices de equipos de profesionales que se ocupan de supervisar los métodos de trabajo para
que éstos se ajusten a las capacidades de los trabajadores, y se desarrollen las aptitudes necesarias
para poder acceder en el fututo a puestos de trabajo en empresas ordinarias.
Los Centros Especiales de Empleo disfrutan de un generoso régimen de subvenciones tales como
la financiación parcial de proyectos de creación y ampliación de la plantilla de los centros (hasta
12.020.24€ por cada puesto de trabajo creado con carácter estable), ayudas para el mantenimiento
de puestos de trabajo (bonificación del 100% de las cuotas empresariales a la Seguridad Social,
subvención del coste salarial del puesto de trabajo del 50% del salario mínimo interprofesional en
trabajos a jornada completa y subvención para readaptación de puesto de trabajo y eliminación de
barreras arquitectónicas de hasta 1.800€) y subvención de una sola vez para equilibrar y sanear
financieramente a aquellos Centros Especiales de Empleo que acrediten viabilidad económica,
técnica y financiera cuando su situación financiera ponga en peligro su subsistencia y por tanto el
mantenimiento de los puestos de trabajo.
2.9.3. El empleo subsidiado: los contratos específicos para minusválidos.
El contrato indefinido para trabajadores minusválidos es una medida de discriminación positiva
hacia aquellos que tienen disminuida su capacidad funcional y como tal los incentivos que ofrece
63
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
este tipo de contrato son mayores que en otros tipos de contratos incentivados. En particular, este
contrato es válido para los trabajadores declarados minusválidos que estén inscritos en las oficinas
del INEM, su duración es indefinida y la jornada de trabajo desde el año 2000 puede ser parcial o
completa.
Los incentivos y beneficios fiscales de este tipo de contrato suponen para el empresario una
subvención de 3.906,58€ por cada contrato celebrado a jornada completa, que se reduce
proporcionalmente cuando el contrato se celebra a jornada parcial, y una bonificación de las cuotas
empresariales de la Seguridad Social del 70% por cada trabajador contratado menor de 45 años y
del 90% por cada trabajador contratado mayor de 45 años durante toda la duración del contrato.
Además las empresas pueden solicitar subvenciones para adaptación de puestos de trabajo por un
total no superior a 901.52€. El empresario puede también deducir de la cuota íntegra del impuesto
sobre sociedades 4.808.10€ por cada persona en que haya incrementado ese ejercicio el promedio
de trabajadores minusválidos contratados por tiempo indefinido y jornada completa.
El contrato temporal de fomento de empleo para minusválidos se basa en la contratación
temporal por las empresas a trabajadores minusválidos ya sea a jornada completa o parcial siempre
que la duración del contrato se encuentre entre 12 meses y 3 años. Los empresarios que realicen este
tipo de contratos podrán beneficiarse de la reducción del 75% de la cuota empresarial a la Seguridad
Social por contingencias comunes durante la vigencia del contrato.
Además existen contratos en prácticas y para la formación de trabajadores minusválidos que
también reportan mayores beneficios a los empresarios que los contratos de este tipo destinados a
personas no minusválidas.
64
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
IIIIII.. AANNÁÁLLIISSIISS EEMMPPÍÍRRIICCOO DDEE LLAASS PPEENNSSIIOONNEESS DDEE IINNCCAAPPAACCIIDDAADD PPEERRMMAANNEENNTTEE EENN
EESSPPAAÑÑAA..
Tras haber realizado en los dos epígrafes anteriores un estudio teórico de la protección de la
incapacidad permanente en España, en este epígrafe se analizan desde un punto de vista empírico
las pensiones de incapacidad permanente en nuestro país.
En primer lugar se ofrece una panorámica de la importancia de estas pensiones en relación al
resto de prestaciones económicas existentes para las personas que sufren alguna discapacidad. La
panorámica se ofrece tanto desde el punto de vista del número de beneficiarios como desde el punto
de vista del gasto.
En segundo lugar se analiza el gasto de las pensiones de incapacidad permanente en relación al
total de las prestaciones económicas de la Seguridad Social y al resto de pensiones contributivas
para determinar así cuál es el peso relativo de las pensiones de incapacidad permanente en el ámbito
de las prestaciones económicas de la Seguridad Social. Además, se estudia la evolución en las
últimas dos décadas del gasto en pensiones de incapacidad permanente y de sus dos componentes:
el censo de pensionistas y la pensión media.
En tercer lugar se examina cuál ha sido la distribución de las pensiones de incapacidad
permanente entre los distintos Regímenes de la Seguridad Social en los últimos veinte años.
A continuación se realiza una estimación con la tasa de entrada a las pensiones de incapacidad
permanente a nivel nacional como variable dependiente para tratar de aclarar si la evolución de ésta
65
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
ha estado desde 1985 de alguna forma influida por factores ajenos al estado sanitario de la
población.
Por último, con datos de panel correspondientes a las 17 Comunidades Autónomas españolas y al
periodo 1993-2001 se trata de determinar el efecto que factores diferentes al estado de salud de la
población tienen en la tasa de entrada y si existen factores, inobservables para nosotros, propios de
cada CCAA que afecten a su tasa de entrada.
3.1. EL GASTO EN PRESTACIONES ECONÓMICAS PARA LAS PERSONAS CON
DISCAPACIDAD.
En España las personas que padezcan alguna discapacidad pueden percibir diferentes
prestaciones económicas de la Seguridad Social dependiendo de la gravedad y de las consecuencias
de su discapacidad así como de si cumplen determinados requisitos contributivos y de los recursos
económicos que dispongan.
En función de si es imprescindible el cumplimiento de determinados requisitos de afiliación y
cotización previa o no, las prestaciones económicas para los discapacitados se pueden clasificar en
contributivas y no contributivas.
En segundo lugar, las prestaciones económicas que la Seguridad Social ofrece a los
discapacitados se pueden clasificar según el carácter de la necesidad que pretendan cubrir en
prestaciones económicas para la atención de necesidades esenciales, cuando estén destinadas a
cubrir los gastos cotidianos, y prestaciones económicas para la atención de necesidades específicas
cuando estén destinadas a compensar un coste extra derivado de la discapacidad.
En el nivel contributivo únicamente existen prestaciones económicas para los discapacitados
destinadas a cubrir necesidades esenciales, las pensiones de incapacidad permanente si la
discapacidad afecta a la capacidad de trabajo del asegurado, y la prestación familiar por hijo a cargo
minusválido88. Sin embargo cabe recordar que existe un grado de incapacidad, la gran invalidez,
88 En realidad, la prestación por hijo a cargo minusválido se puede considerar tanto una prestación para cubrir las
necesidades esenciales del hijo minusválido como una prestación destinada a cubrir costes específicos de la
discapacidad, ya que es una ayuda a los padres que como consecuencia de tener un hijo minusválido soportan unos
mayores costes.
66
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
que da derecho al beneficiario a un suplemento del 50% si éste necesita de la ayuda de otra persona
para realizar las actividades esenciales de la vida.
En el nivel no contributivo, como veremos a continuación, cabe distinguir entre prestaciones a
extinguir y prestaciones en vigor. Desde 1990 aquellos individuos con un grado de minusvalía
superior al 65% y que no posean recursos suficientes (3762,78€ en el 2003), pueden acceder a una
pensión no contributiva de invalidez. Además, los individuos que tengan a cargo a un hijo menor de
18 años con una minusvalía superior al 33% o mayor de 18 años con una minusvalía mayor del
65% tienen derecho a una prestación familiar por hijo a cargo minusválido independientemente de
su nivel de ingresos. En la actualidad no existe diferencia alguna entre la prestación familiar por
hijo a cargo minusválido contributiva y no contributiva ya que es de la misma cuantía, se exigen los
mismos requisitos y se financian ambas con cargo a los Presupuestos Generales del Estado.
Dentro del nivel no contributivo y de las prestaciones destinadas a cubrir las necesidades
esenciales cabe destacar dos prestaciones a extinguir: el subsidio de garantía de ingresos mínimos y
la pensión asistencial de enfermedad.
El subsidio de garantía de ingresos mínimos es una de las prestaciones creadas por la LISMI en
1982 con el propósito de proporcionar unos ingresos mínimos a aquellos individuos con un grado
de minusvalía superior al 65% y con unos recursos inferiores al 70% del salario mínimo
interprofesional. La Ley 26/1990 de Prestaciones no Contributivas suprimió esta prestación
económica de forma que desde ese momento el colectivo de perceptores de esta prestación es un
colectivo cerrado, a extinguir. El último año en que se reconoció el derecho a esta prestación fue en
1991 y procedían de los expedientes en trámite de 1990.
La pensión asistencial de enfermedad (junto con la pensión asistencial de vejez) está regulada por
la Ley de 21 de junio de 1960 y por el Real Decreto Ley 2620/1981 de 24 de junio y consiste en una
ayuda económica individual y periódica a favor de enfermos o inválidos incapacitados para el
trabajo y que carezcan de recursos suficientes. Desde 1992 se han suprimido las pensiones
asistenciales y únicamente se mantiene el derecho a continuar en el percibo de las mismas a quienes
con anterioridad a la entrada en vigor del Real Decreto Ley 5/1992 ya tuvieran reconocido ese
derecho. Por tanto el colectivo de los beneficiarios también es un colectivo a extinguir desde 1992.
En cuanto a las prestaciones destinadas a cubrir gastos específicos de la discapacidad, éstas
únicamente existen, como ya hemos mencionado, en el nivel no contributivo y son el subsidio de
movilidad y compensación de gastos de transporte y el subsidio de ayuda a tercera persona. Ambas
67
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Cuadro 2. Beneficiarios e importe de las prestaciones económicas para las personas con discapacidad, 1991-2001.
Número de Beneficiarios
NECESIDADES ESENCIALES NECESIDADES ESPECÍFICAS
Contributivas No Contributivas No Contributivas
P. I. Pmnte P. Invalidez SGIM P. A.
Enferm.
P. F. Hijo minusv.
SMGT SATP 1991 1.602.543 3.836 257.798 173.734 - 39.122 93.718 1992 1.628.659 41.256 233.371 181.161 - 33.445 76.631 1993 1.654.591 93.480 203.089 170.990 155.561 26.637 60.115 1994 1.667.951 129.871 177.856 145.973 137.205 21.775 48.477 1995 1.677.379 162.456 155.522 126.256 149.293 17.276 38.747 1996 1.694.440 189.549 136.709 107.716 159.526 14.417 31.427 1997 811.485 210.174 119.705 84.717 168.915 12.400 25.631 1998 800.644 228.412 105.452 71.550 178.172 10.653 20.879 1999 796.426 238.352 91.968 59.601 185.821 9.026 17.074 2000 790.304 244.802 80.711 50.581 192.634 7.729 13.966 2001 788.153 207.620 71.664 44.179 - 6.920 11.700 Importe (miles de €)
NECESIDADES ESENCIALES NECESIDADES ESPECÍFICAS
Contributivas No Contributivas No Contributivas
P. I. Pmnte P. Invalidez SGIM P. A.
Enferm.
P. F. Hijo minusv.
SMGT SATP 1991 6.849.260 5.542 489.045 344.845 - 13.196 74.130 1992 7.587.970 126.403 541.995 380.083 - 13.794 72.192 1993 8.289.874 311.053 447.423 358.744 163.722 11.325 54.593 1994 8.837.871 405.324 384.440 306.257 206.976 9.280 42.507 1995 9.496.989 511.274 334.423 264.890 247.130 7.768 34.106 1996 10.184.937 609.716 292.470 225.992 295.091 6.484 27.316 1997 10.648.053 685.329 256.890 177.740 325.695 5.614 22.284 1998 5.591.588 751.387 226.193 150.115 362.080 4.941 18.229 1999 5.762.714 797.527 198.204 125.045 393.637 4.290 14.872 2000 6.180.274 891.702 173.875 106.121 438.925 3.785 12.185 2001 6.412.757 777.401 153.108 92.689 - 3.519 10.016
Fuente: Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad Social, Informe Estadístico del INSS, IMSERSO y elaboración propia.
tienen su origen en la LISMI de 1982, sin embargo, el subsidio de ayuda de tercera persona es una
prestación a extinguir ya que desde la Ley 26/1990 no se reconoce el derecho a esta prestación a
nuevos beneficiarios (hay que destacar que la pensión no contributiva de invalidez incrementa en un
68
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
50% su cuantía si el beneficiario además de sufrir un grado de minusvalía superior al 75% necesita
de la ayuda de otra persona para los actos más esenciales de la vida).
En el cuadro 2 se muestra el número de beneficiarios y el importe de cada una de las prestaciones
económicas destinadas a los discapacitados desde 1991 a 2001. De este cuadro y de los gráficos 1,
2, 3 y 4 se deduce la importancia relativa de cada una de las prestaciones tanto en lo que al número
de beneficiarios se refiere como en lo que al gasto total se refiere. En los gráficos 3 y 4 relativos al
peso relativo del número de beneficiarios de cada prestación no se ha incluido el subsidio para la
ayuda de tercera persona porque para poder percibir éste hay que estar percibiendo el subsidio de
garantía de ingresos mínimos y estaríamos computando a algunos beneficiarios dos veces.
Gráfico 1. Distribución porcentual del gasto en prestaciones económicas para los discapacitados. Año
1993.
Pensiones I. Permanente
Pensiones Invalidez
SMGT
P. Asistencial enferm.
SGIM
P. fam. Hijo minusválido SATP
Fuente: Elaboración propia
Gráfico 2. Distribución porcentual del gasto en prestaciones económicas para los discapacitados. Año
2000.
Pensiones I. Permanente
SATPP. fam. Hijo minusválido
SGIM
P. Asistencial enferm.
SMGT
Pensiones Invalidez
Fuente: Elaboración propia
69
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Gráfico 3. Distribución porcentual de los beneficiarios de prestaciones económicas para los discapacitados. Año 1993.
P. I. PmnteP. Invalidez
P. A. Enferm.
SGIM
P. F. Hijo minusv.SMGT
Fuente: Elaboración propia
Gráfico 4. Distribución porcentual de los beneficiarios de prestaciones económicas para los discapacitados. Año
2000.
P. I. Pmnte
P. Invalidez
P. A. Enferm.
SGIM
P. F. Hijo minusv.SMGT
Fuente: Elaboración propia
Tanto en el cuadro 2 como en los gráficos 1, 2, 3 y 4 se observa que las pensiones de incapacidad
permanente son las prestaciones destinadas a los discapacitados que más importancia relativa
tienen: en 1993 representaban el 85% del total del gasto en prestaciones para los discapacitados y el
72% del total de beneficiarios de alguna prestación económica para los discapacitados. En el 2000
su peso relativo tanto en el gasto como en beneficiarios decae con respecto a 1993 como
consecuencia de la conversión en 1997, como analizaremos posteriormente de las pensiones de
incapacidad permanente de los mayores de 65 años en pensiones de jubilación, sin embargo
representa el 80% del gasto y el 57% de los beneficiarios. El que su importancia relativa en número
de beneficiarios sea inferior que su peso relativo en el gasto refleja que la pensión media de
incapacidad permanente tiene una cuantía superior que el resto de las prestaciones.
Además de los datos ofrecidos se puede observar el progresivo descenso en el gasto de las
prestaciones a extinguir, subsidio de garantía de ingresos mínimos, subsidio de ayuda a tercera
persona y pensión asistencial de enfermedad, como consecuencia tanto de la disminución de
70
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
beneficiarios como de que estas prestaciones no se revalorizan desde 1992. El efecto contrario es el
que se observa en la pensión no contributiva de invalidez que pasa de representar un 3% del gasto
en prestaciones económicas para discapacitados en 1993 a un 11% en el año 2000, y de un 4% del
total de los beneficiarios a un 18%.
También se puede observar una caída en los beneficiarios del subsidio de movilidad y
compensación de gastos de transporte a pesar de que esta prestación sigue vigente, y un incremento
del peso relativo de las prestaciones por hijo a cargo minusválido que sufrieron un fuerte impulso
con la Ley 26/1990 de Prestaciones no Contributivas que estableció el carácter universal de esta
prestación.
3.2. EVOLUCIÓN DEL GASTO EN LA PENSIÓN DE INCAPACIDAD PERMANENTE DE
1980 A 2001.
I. Permanente
Jubilación
P. no contributivasI. TemporalP. Viudedad Otras
0%
20%
40%
60%
80%
100%
1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000
Gráfico 5. Composición del gasto total en prestaciones económicas de la Seguridad Social, 1980-2001.
P. I. Permanente P. Jubilación P. no contributivas I. Temporal P. Viudedad Otras
Fuente: Elaboración propia.
En lo que al total del gasto en prestaciones económicas de la Seguridad Social se refiere, las
pensiones de incapacidad permanente han sido hasta 1997 la segunda fuente de gasto, únicamente
superadas por las pensiones de jubilación como se puede observar en el gráfico 5. De 1980 a 1997
el pago de esta pensión ha representado en torno al 25% del gasto total en prestaciones económicas
de la Seguridad Social, superándose esta cifra en los años que van de 1983 a 1988. La caída del
peso relativo de las pensiones de incapacidad permanente a partir de 1997 se debe, como ya
analizaremos más adelante, a la conversión de las pensiones de incapacidad permanente de los
71
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
perceptores mayores de 65 años en pensiones de jubilación de conformidad con lo establecido en la
Ley de Consolidación y Racionalización del Sistema de Seguridad Social89.
Cuadro 3. Distribución porcentual del importe del gasto total en pensiones contributivas por clases de pensión, 1980-2001.
(%)
I. Permanente Jubilación Viudedad Orfandad F. Familiar
1980 26,25 53,97 17,22 2,20 0,36 1981 26,98 53,58 16,86 2,19 0,38 1982 29,57 51,61 16,31 2,14 0,38 1983 30,11 51,34 16,15 2,04 0,36 1984 30,79 51,11 15,80 1,96 0,35 1985 30,09 51,85 15,83 1,89 0,34 1986 29,42 52,53 15,86 1,85 0,33 1987 29,09 52,82 15,99 1,79 0,32 1988 28,49 53,10 16,35 1,73 0,32 1989 27,74 53,10 17,19 1,66 0,31 1990 27,44 52,94 17,70 1,61 0,31 1991 26,98 53,00 18,15 1,56 0,31 1992 26,74 52,87 18,58 1,51 0,30 1993 26,28 53,23 18,71 1,48 0,30 1994 25,85 53,76 18,67 1,38 0,34 1995 25,53 54,29 18,53 1,33 0,33 1996 25,23 54,69 18,47 1,29 0,32 1997 25,03 55,01 18,38 1,25 0,32 1998 12,48 67,54 18,35 1,30 0,32 1999 12,30 67,58 18,42 1,39 0,31 2000 12,10 67,51 18,62 1,46 0,31 2001 12,01 67,56 18,68 1,44 0,30 Fuente: Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad Social, varios años, y elaboración propia.
Con respecto al resto de pensiones contributivas de la Seguridad Social, las pensiones de
incapacidad permanente han supuesto más del 25% del gasto total en pensiones contributivas de la
Seguridad Social, precedidas de nuevo únicamente por las pensiones de jubilación. En años como
89 Ley 24/1997, de 15 de julio.
72
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
1983, 1984 y 1985 esta cifra ha sido ampliamente superada al alcanzar las pensiones de incapacidad
permanente un peso relativo en el gasto total en pensiones contributivas superior al 30%, véase el
cuadro 3.
Cuadro 4. Distribución de los beneficiarios de pensiones contributivas por
clase de pensión, 1980-2001.
(%)
I. Permanente Jubilación Viudedad Orfandad F. Familiar
1980 23,29 49,80 23,34 3,13 0,43
1981 23,91 48,89 23,63 3,13 0,43
1982 25,12 47,69 23,67 3,08 0,43
1983 26,33 46,70 23,55 3,00 0,43
1984 27,02 46,10 23,53 2,93 0,43
1985 27,04 45,77 23,88 2,88 0,42
1986 26,88 45,72 24,13 2,84 0,42
1987 26,57 45,87 24,36 2,78 0,42
1988 26,23 45,94 24,67 2,74 0,42
1989 25,83 45,96 25,09 2,70 0,43
1990 25,56 45,98 25,39 2,65 0,43
1991 25,24 46,10 25,63 2,60 0,43
1992 25,02 46,22 25,78 2,56 0,42
1993 24,44 46,41 26,05 2,48 0,62
1994 24,16 46,73 26,07 2,44 0,61
1995 23,83 47,07 26,10 2,40 0,61
1996 23,46 47,05 26,02 2,86 0,61
1997 11,02 59,38 26,07 2,90 0,63
1998 10,71 59,40 26,17 3,11 0,61
1999 10,53 59,18 26,35 3,35 0,59
2000 10,33 59,18 26,52 3,40 0,57
2001 10,21 59,24 26,68 3,30 0,56
Fuente: Informe Estadístico del INSS, varios años, y elaboración propia.
73
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Además, como se puede observar en el cuadro 4, de 1980 a 1997 del total de beneficiarios de
alguna pensión contributiva de la Seguridad Social entre el 23 y el 27% lo eran de una pensión de
incapacidad permanente.
Para obtener algunas conclusiones acerca de cuáles han sido los factores que han determinado la
evolución del gasto en estas pensiones los últimos veinte años analizaremos de forma independiente
la evolución de sus dos componentes: el número de beneficiarios y la pensión media de incapacidad
permanente.
3.2.1. Evolución del número de beneficiarios de las pensiones de incapacidad permanente de
1980 a 2001.
Como se puede observar en el cuadro 5, en la evolución de la población pensionista de
incapacidad permanente se pueden diferenciar claramente tres etapas: desde 1980 a 1984, de 1984 a
1997 y de 1997 a 2001.
Hasta 1984 las tasas de crecimiento de la población pensionista son muy elevadas aproximándose
al 10%. A partir de mediados de 1984 dichas tasas se atenúan como resultado fundamentalmente del
efecto de dos medidas normativas que redujeron notablemente el número de nuevas altas: de un
lado, el Real Decreto 1071/1984 disminuyó la generosidad de las pensiones de incapacidad
permanente en los grados de absoluta y gran invalidez derivadas de contingencias comunes al
modificar su cálculo, basándolas no en los salarios reales como se había hecho hasta entonces, sino
en las bases de cotización de los dos últimos años al igual que las pensiones de incapacidad
permanente total derivadas de contingencias comunes; de otro lado, la Ley para la Racionalización
de la Estructura y la Acción Protectora de la Seguridad Social de 198590 amplió los requisitos de
cotización previa de los 5 años exigidos hasta entonces a un periodo variable en función de la edad
del solicitante al producirse el hecho causante e incrementó la proporcionalidad en el cálculo de la
pensión inicial de incapacidad permanente al aumentar las bases de cotización computadas para la
base reguladora de las pensiones de incapacidad derivadas de contingencias comunes de las bases
de cotización de los últimos 2 años a las bases de cotización de los últimos 8 años.
90 Ley 26/1985, de 31 de julio.
74
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Cuadro 5. Evolución del número, de las altas y de las bajas de las pensiones de incapacidad permanente, 1980-2001.
(unidades y
%)
Pensiones en vigor
Tasa interanual
Altas iniciales
Tasa interanual
Bajas definitivas
Tasa interanual
1980 1.024.413 - 107.973 - 49.797 - 1981 1.106.402 8,00 125.706 16,42 48.964 -1,67 1982 1.215.367 9,85 155.310 23,55 47.359 -3,28 1983 1.331.710 9,57 166.122 6,96 51.399 8,53 1984 1.419.934 6,62 143.335 -13,72 52.184 1,53 1985 1.459.383 2,78 99.677 -30,46 65.956 26,39 1986 1.490.439 2,13 93.352 -6,35 67.227 1,93 1987 1.516.942 1,78 84.108 -9,90 62.466 -7,08 1988 1.542.341 1,67 85.542 1,70 63.692 1,96 1989 1.558.368 1,04 77.481 -9,42 61.374 -3,64 1990 1.581.441 1,48 86.235 11,30 63.226 3,02 1991 1.602.543 1,33 87.027 0,92 65.783 4,04 1992 1.628.659 1,63 93.644 7,60 67.506 2,62 1993 1.654.591 1,59 97.004 3,59 70.881 5,00 1994 1.667.951 0,81 88.694 -8,57 75.391 6,36 1995 1.677.379 0,57 86.708 -2,24 77.295 2,53 1996 1.694.440 1,02 91.962 6,06 74.842 -3,17 1997 811.485 -52,11 100.912 9,73 74.471 -0,50 1998 800.644 -1,34 86.406 -14,37 28.336 -61,95 1999 796.426 -0,53 82.510 -4,51 27.792 -1,92 2000 790.304 -0,77 78.257 -5,15 26.623 -4,21 2001 788.153 -0,27 80.929 3,41 25.379 -4,67
Fuente: Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad Social, varios años y elaboración propia.
En 1993 la incorporación de la MUNPAL tuvo un efecto sobre la tasa de crecimiento de la
población pensionista de incapacidad permanente del 0.6% ya que de no haberse producido dicha
incorporación esta tasa hubiese sido del 1% y no del 1.59% como terminó siendo.
En 1994 la Ley de acompañamiento a la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 199591,
además de unificar el procedimiento de calificación y concesión de las prestaciones de incapacidad
91 Ley 42/1994, de 30 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden Social.
75
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
permanente en un único organismo, el Instituto Nacional de la Seguridad Social, modificó las
prestaciones de incapacidad temporal al suprimir la Invalidez Provisional y sustituir la Invalidez
Laboral Transitoria por una única prestación, la incapacidad temporal92. Esta modificación afectó al
crecimiento de las nuevas altas en 1996 y 1997 ya que obligó a la revisión de muchos de los casos
de Invalidez Provisional y a la calificación de una gran parte de los mismos como de incapacitados
permanentes.
La fuerte reducción de la población pensionista de incapacidad permanente en 1997 que se cifra
en una caída del 52% del total del número de beneficiarios con respecto al año anterior es
consecuencia de la conversión de las pensiones de incapacidad de los mayores de 65 años en
pensiones de jubilación a partir de este año.
Una vez efectuado el cambio de denominación de las pensiones de forma que a partir de 1997
únicamente permanecen como perceptores de pensiones de incapacidad permanente los menores de
65 años y los de pensiones de invalidez del SOVI, se ha producido hasta el 2001 una suave
disminución paulatina de la población perceptora de pensiones de incapacidad permanente
provocada tanto por una caída de las nuevas altas como por el elevado número de perceptores que
cada año cumplen 65 años y pasan a considerarse jubilados.
Por último, cabe destacar la brusca caída que experimentó el número de bajas definitivas en 1998
con respecto al de años anteriores (dicha caída fue próxima al 62% como se puede observar en el
cuadro 5) que es consecuencia fundamentalmente del menor tamaño del colectivo de incapacitados
y de la inferior edad media (desde 1997 todos los beneficiarios, a excepción del pequeño colectivo
del SOVI, son menores de 65 años) que implica una probabilidad de muerte más baja.
3.2.2. Evolución de la pensión media de incapacidad permanente de 1980 a 2001.
Las causas que determinan básicamente la evolución de la cuantía de la pensión media de
incapacidad permanente durante este periodo, como analizaremos a continuación, se pueden fijar
en las siguientes: la revalorización anual que se aplica a las pensiones según el incremento en el 92 El plazo máximo de percepción de la Incapacidad Laboral Transitoria era de 12 meses o 18 meses si hubiese
prórroga. Una vez agotado este plazo, si el trabajador seguía precisando asistencia sanitaria y seguía imposibilitado para
reanudar su trabajo, y siempre que se supusiese por parte de los órganos competentes que la invalidez no iba a tener
carácter definitivo, el trabajador pasaba a la situación de Invalidez Provisional por un periodo máximo de 6 años a
contar desde el inicio de la Incapacidad Laboral Transitoria.
76
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Índice de Precios al Consumo (revalorización que es automática desde la Ley para la
Racionalización de la Estructura y la Acción Protectora de la Seguridad Social de 1985), los
cambios normativos que afectan al importe de la pensión, y el efecto sustitución que se produce
fundamentalmente como consecuencia de la gradual renovación del censo de pensionistas, puesto
que los que causan baja lo hacen con pensiones de menor cuantía que las pensiones
correspondientes a las nuevas altas.
Las cifras contenidas en el cuadro 6, correspondientes a las tasas de crecimiento de la pensión
media tanto en términos nominales como en términos reales, muestran un crecimiento de la pensión
media de incapacidad permanente en términos nominales particularmente elevado en la primera
mitad de la década de los ochenta seguida de una desaceleración en la segunda mitad de dicha
década que se ha traducido en una tasa media del 8.9%, tendencia que continúa durante la década de
los noventa cuyo ritmo medio de variación ha sido del 7.3% en el primer lustro y del 6.1% en el
segundo lustro.
Cuadro 6. Tasas nominales y reales de incremento medio anual por quinquenio de la pensión media de incapacidad permanente, 1980-2001.
(%) Nominal Real
1980-1985 13,7 1,8
1985-1990 8,9 2,3
1990-1995 7,3 2,3
1995-2000 6,1 3,3
1996 6,2 1,7
1997 10,1 7,9
1998 4,5 3,1
1999 3,3 1,4
2000 3,6 2,4
2001 6,4 3,6
Fuente: Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad Social, varios años, y elaboración propia.
Si se observan las tasas de crecimiento en términos reales se puede concluir que la evolución de
la pensión media en términos nominales ha venido determinada particularmente hasta 1997 por el
ritmo experimentado por las revalorizaciones consecuencia de las variaciones de la inflación.
77
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
En este sentido, aunque la pensión media de incapacidad permanente ha crecido en términos
reales desde 1980, dicho crecimiento ha sido mucho más moderado que el experimentado en
términos nominales como se puede observar en el cuadro 6.
Cuadro 7. Evolución del importe de las pensión media de las altas iniciales y de las bajas definitivas y efecto sustitución en la pensión de incapacidad
permanente, 1980-2001. (pesetas hasta 2001, € en 2001 y %)
P. Media Altas Iniciales
P. Media Bajas Iniciales Efecto Sustitución
1980 18.052 14.119 27,86 1981 22.090 18.127 21,86 1982 26.218 22.415 16,97 1983 29.682 26.593 11,62 1984 34.279 29.357 16,77 1985 36.659 30.944 18,47 1986 37.973 34.327 10,62 1987 41.787 37.040 12,82 1988 46.637 39.634 17,67 1989 51.766 43.282 19,60 1990 57.102 47.320 20,67 1991 62.388 52.125 19,69 1992 69.638 56.113 24,10 1993 74.765 60.559 23,46 1994 75.819 63.667 19,09 1995 80.228 67.046 19,66 1996 85.270 70.978 20,14 1997 88.359 73.727 19,85 1998 90.200 81.900 10,13 1999 94.400 86.000 9,77 2000 99.300 90.500 9,72 2001 631,30 584,83 7,95
Fuente: Anuario de Estadísticas Laborales del MTAS, varios años, y elaboración propia.
Del crecimiento en términos reales cabe destacar el experimentado por la pensión media de
incapacidad permanente en 1997 igual al 7.9%, dicho incremento se debe esencialmente a la salida,
por la conversión de sus pensiones en pensiones de jubilación, de los pensionistas de incapacidad
permanente que en 1997 eran mayores de 65 años y que ostentaban las pensiones con cuantías más
bajas. Este hecho se hace también evidente por el acusado incremento de la pensión media de las
bajas definitivas en 1998 (véase cuadro 7) que se debe a que ninguna de las bajas definitivas a partir
78
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
de 1997 las causan pensionistas mayores de 65 años y por tanto con pensiones más bajas que la
media.
El aumento real del 3.6% de la pensión media en el año 2001 viene determinada además por la
revalorización de las pensiones mínimas acordada entre el gobierno y los sindicatos en el año 2000.
El efecto sustitución, como se muestra en el cuadro 7, en el caso concreto de la pensión media de
incapacidad permanente ha supuesto desde cifras superiores al 20% en los primeros años de las
décadas de los ochenta y de los noventa a cifras del 10% en los últimos años. Como ya hemos
comentado, la caída del efecto sustitución se debe a una subida de la pensión media de las bajas
definitivas a partir de 1997 como consecuencia de la desaparición de los pensionistas mayores de 65
años.
Cuadro 8. Distribución porcentual de las nuevas altas de pensiones de incapacidad permanente por grados, 1987-2001.
(%)
I. P. Total I. P. Absoluta G. Invalidez
1987 60,41 38,43 1,15 1988 60,02 38,49 1,49 1989 58,41 40,06 1,53 1990 58,05 40,31 1,64 1991 56,20 41,68 2,12 1992 56,98 41,00 2,02 1993 58,88 39,19 1,94 1994 60,59 37,45 1,95 1995 61,88 36,29 1,83 1996 62,09 36,21 1,71 1997 62,62 35,75 1,63 1998 62,21 36,09 1,70 1999 62,00 36,13 1,87 2000 60,78 37,21 2,01 2001 60,25 37,64 2,12
Fuente: Anuario de Estadísticas Laborales del MTAS, varios años, y elaboración propia.
Por último, se ha de tener en cuenta que la cuantía de las pensiones de incapacidad permanente
depende directamente del grado otorgado. De esta forma, otra variable relevante en la evolución de
la pensión media de incapacidad permanente es la evolución de la distribución por grados de las
79
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
nuevas altas. Las cifras contenidas en el cuadro 8 muestran que la distribución por grados de las
nuevas altas se ha mantenido bastante estable a lo largo de los últimos años.
3.3. DISTRIBUCIÓN DE LAS PENSIONES DE INCAPACIDAD PERMANENTE ENTRE
LOS REGÍMENES DE LA SEGURIDAD SOCIAL.
Las particularidades normativas propias de los Regímenes Especiales en lo que a las pensiones de
incapacidad permanente se refiere se analizaron en el epígrafe anterior, sin embargo, nos parece útil
recordar las más destacables y las que más influencia pueden tener en la distribución de las
pensiones de incapacidad permanente entre los distintos Regímenes de la Seguridad Social antes de
analizar su incidencia.
En primer lugar, y salvo algunas particularidades de carácter formal, las condiciones de acceso a
las pensiones de incapacidad permanente son las mismas en todos los Regímenes: se exigen los
mismos periodos de cotización previa y la calificación y revisión de la incapacidad se realiza
siguiendo el mismo procedimiento por el mismo organismo (el INSS califica la incapacidad en
función del dictamen del EVI), salvo para los afiliados al Régimen Especial de los Trabajadores del
Mar, en cuyo caso es el Instituto Social de la Marina el responsable de calificar la incapacidad
aunque siguiendo el mismo procedimiento que el utilizado para el resto de Regímenes. En este
punto cabe destacar que en los Regímenes Especiales de Trabajadores Autónomos y de Empleados
de Hogar no se distingue entre contingencias comunes y contingencias profesionales tratándose
todas como si fueran comunes.
En cuanto al contenido de la pensión de incapacidad permanente, los trabajadores del Régimen
Especial de Autónomos y los trabajadores por cuenta propia de los Regímenes Especiales Agrario y
del Mar no tienen derecho al incremento del 20% de la base reguladora correspondiente a la
incapacidad permanente total cualificada. Además, para los trabajadores por cuenta propia de estos
dos últimos Regímenes Especiales las pensiones derivadas de contingencias profesionales no se
calculan sobre el salario real, sino sobre la base de cotización efectivamente realizada.
Si se examina la distribución de pensiones de incapacidad permanente en vigor por regímenes, se
puede observar que en algunos Regímenes Especiales la proporción de pensiones que ostentan con
respecto al total de pensiones de incapacidad permanente es superior a la que cabría esperar dado su
tamaño relativo medido como el porcentaje del total de afiliados que están afiliados a dicho
Régimen.
80
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Cuadro 9. Distribución porcentual del número de afiliados y de las pensiones de incapacidad permanente en vigor por Regímenes, 1980-2001.
(%)
Régimen General R. E. Minería del Carbón R. E. Agrario R. E. Empleados de
Hogar
R. E. Trabajadores Autónomos
R. E. Trabajadores del
Mar
Acc. de Trabajo y Enf.
Profesionales SOVI
% total afiliados
% total pens
% total afiliado
s
% total pens
% total afiliado
s
% total pens
% total afiliados
% total pens
% total afiliados
% total pens
% total afiliado
s
% total pens % total pens % total
pens
1980 65,57 31,12 0,48 1,72 15,11 32,83 3,28 2,50 14,25 6,39 1,31 1,29 10,74 13,41 1981 64,53 32,00 0,48 1,57 15,16 32,64 3,43 2,97 15,08 6,82 1,33 1,27 10,09 12,64 1982 63,41 33,52 0,49 1,45 15,22 32,43 3,61 3,38 15,94 7,06 1,33 1,29 9,24 11,63 1983 62,22 35,32 0,49 1,34 15,31 31,86 3,70 3,72 16,95 7,22 1,32 1,28 8,56 10,70 1984 62,12 36,94 0,48 1,25 14,74 31,35 3,39 3,99 17,91 7,31 1,36 1,31 8,09 9,75 1985 61,75 37,78 0,48 1,16 15,65 31,25 2,92 4,26 17,92 7,39 1,29 1,32 7,84 9,01 1986 62,48 38,33 0,42 1,09 14,62 31,25 2,51 4,41 18,70 7,55 1,27 1,33 7,66 8,39 1987 63,97 38,88 0,36 1,01 13,76 31,11 2,22 4,56 18,46 7,71 1,22 1,35 7,53 7,86 1988 65,48 39,41 0,40 0,96 12,92 30,94 1,92 4,70 18,06 7,85 1,20 1,37 7,46 7,30 1989 67,43 39,84 0,37 0,92 11,98 30,81 1,65 4,83 17,46 7,97 1,11 1,38 7,46 6,80 1990 68,78 40,23 0,35 0,88 11,11 30,64 1,47 4,98 17,26 8,13 1,03 1,37 7,50 6,28 1991 69,79 40,55 0,32 0,84 10,29 30,46 1,37 5,12 17,24 8,34 0,99 1,37 7,53 5,78 1992 69,78 41,06 0,28 0,81 10,06 30,11 1,39 5,22 17,55 8,59 0,94 1,35 7,57 5,29 1993 69,41 41,85 0,27 0,77 9,97 29,49 1,31 5,26 18,14 8,82 0,89 1,34 7,64 4,84 1994 69,49 42,34 0,25 0,74 9,67 29,02 1,22 5,29 18,54 9,19 0,84 1,32 7,67 4,43 1995 69,81 42,98 0,23 0,72 9,41 28,54 1,17 5,30 18,67 9,41 0,71 1,31 7,68 4,06 1996 70,25 43,87 0,21 0,69 9,21 27,94 1,14 5,29 18,56 9,54 0,63 1,29 7,67 3,71 1997 70,93 51,64 0,20 0,79 8,94 17,10 1,10 3,09 18,20 8,95 0,63 1,34 9,95 7,14 1998 71,83 53,00 0,16 0,77 8,53 16,17 1,05 2,88 17,84 9,18 0,59 1,32 10,07 6,63 1999 72,72 54,13 0,14 0,75 8,06 15,37 1,04 2,69 17,49 9,47 0,55 1,29 10,24 6,06 2000 73,73 55,14 0,12 0,74 7,57 14,58 1,00 2,52 17,05 9,73 0,53 1,28 10,48 5,54
2001 74,48 56,19 0,11 0,71 7,21 13,82 1,00 2,33 16,71 9,95 0,50 1,26 10,70 5,03
Fuente: Elaboración propia a partir de datos obtenidos del Anexo al Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad social, varios años.
En concreto, y como muestra el cuadro 9, hasta 1997 del total de pensiones de incapacidad
permanente en vigor aproximadamente el 30% pertenecían a trabajadores afiliados al Régimen
Especial Agrario, mientras que los trabajadores afiliados a este Régimen Especial algunos años
apenas superan el 10% del total de trabajadores afiliados al Sistema de la Seguridad Social. Una
situación parecida es la que se presenta en el Régimen Especial de Empleados de Hogar, ya que
mientras que del total de las pensiones de incapacidad permanente en vigor aproximadamente el 5%
estaba en manos de afiliados a este Régimen Especial, los trabajadores afiliados a este Régimen
representan entre el 1% y el 2% del total de los trabajadores afiliados al Sistema.
81
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
En el Régimen General la situación es opuesta a la de los Regímenes Especiales (con la
excepción del RETA) ya que del total de pensionistas de incapacidad permanente, hasta 1997 entre
el 30% y el 40% de los pensionistas pertenecían al Régimen General, mientras que los trabajadores
afiliados al Régimen General llegan a representar el 70% del total de trabajadores afiliados al
Sistema.
Cuadro 10. Tasa de entrada a las pensiones de incapacidad permanente por Regímenes, 1980-2001.
(nuevas altas por mil afiliados)
Régimen General
R. E. Minería del Carbón
R. E. Agrario
R. E. Empleados de
Hogar
R. E. Trabajadores Autónomos
R. E. Trabajadores
del Mar
A. Trabajo y Enferm Profes
Total Sistema
1980 6,81 20,38 16,22 14,14 8,08 - 1,74 10,37 1981 8,33 22,12 23,57 22,00 8,38 - 1,08 12,15 1982 11,81 32,24 30,31 25,78 8,48 - 0,58 15,12 1983 13,81 31,17 28,66 25,22 8,08 - 0,62 16,06 1984 12,33 29,22 23,91 25,30 6,63 - 0,59 13,96 1985 7,70 15,87 16,72 23,88 4,71 - 0,40 9,39 1986 6,54 20,08 16,97 18,07 4,60 15,56 0,40 8,56 1987 5,63 17,69 14,72 19,12 4,30 13,51 0,37 7,45 1988 5,28 17,72 15,08 21,35 4,36 13,83 0,42 7,26 1989 4,43 16,27 13,90 22,19 3,81 11,65 0,42 6,30 1990 4,56 23,20 16,23 28,31 4,42 11,60 0,53 6,85 1991 4,41 22,28 17,44 31,73 5,05 11,36 0,52 6,88 1992 5,32 26,35 17,38 29,92 5,67 12,10 0,58 7,64 1993 5,40 23,67 15,00 27,15 5,85 12,37 0,63 7,47 1994 5,30 21,30 14,43 26,51 6,68 12,62 0,51 7,31 1995 5,47 20,41 13,62 23,98 5,61 13,70 0,46 7,04 1996 6,10 19,85 13,51 22,02 5,25 14,86 0,44 7,33 1997 6,63 16,56 13,90 21,51 5,84 11,31 0,45 7,80 1998 5,30 12,07 11,88 15,79 4,89 10,74 0,41 6,36 1999 4,72 13,32 10,79 12,52 4,69 10,47 0,42 5,75 2000 4,22 10,93 9,61 10,77 4,42 10,29 0,42 5,20 2001 4,25 10,60 9,43 9,47 4,42 10,77 0,43 5,17
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad Social, varios años.
La distribución relativa de las pensiones de incapacidad permanente entre Regímenes sufre
algunas alteraciones tras la conversión de las pensiones de los mayores de 65 años en pensiones de
jubilación. La caída en la participación relativa del Régimen Especial Agrario y del Régimen
Especial de Empleados de Hogar pone de manifiesto la gran proporción de pensionistas de
incapacidad permanente de estos Regímenes que en 1997 eran mayores de 65 años. Los
incrementos en el Régimen General, que pasa de representar el 43.87% del total de los pensionistas
82
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
en 1996 al 51.64% en 1997, y en Accidentes de Trabajo y Enfermedad Profesional (que pasa de un
7.65% a un 9.95%), indica que el peso relativo de los pensionistas mayores de 65 años en 1997 era
menor en estos dos Regímenes que en el resto.
El tamaño relativo de la población pensionista por Regímenes es fundamentalmente el resultado
de las nuevas altas producidas en años anteriores ya que la salida de las pensiones de incapacidad
permanente por causa distinta a la defunción del pensionista ha sido prácticamente nula.
En el cuadro 10 se muestran las tasas de entrada por Regímenes que se han calculado dividiendo
las nuevas altas de pensiones de incapacidad permanente que se han producido cada año en cada
Régimen entre el número de afiliados a dicho Régimen. En este cuadro se pueden observar las
grandes diferencias existentes entre las tasas de entrada de los distintos Regímenes así como la
notable reducción de las tasas de entrada a las pensiones de incapacidad permanente desde 1980 a
2001.
Gráfico 6. Tasas de entrada por Regímenes, 1980-2001.
0
5
10
15
20
25
30
35
1980 1983 1986 1989 1992 1995 1998 2001
Régimen General R. E. Minería del CarbónR. E. Agrario R. E. Empleados de HogarR. E. Trabajadores Autónomos R. E. Trabajadores del MarAccidentes Trabajo y Enf. Profesionales
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social, varios años
Cabe destacar que, con la única excepción del Régimen Especial de los Trabajadores Autónomos,
el resto de Regímenes Especiales muestran tasas de entrada significativamente elevadas con
83
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
respecto a las tasas de entrada del Régimen General y presentan, como se puede observar en el
gráfico 6 un comportamiento contracíclico bastante más acusado.
La elevada tasa de entrada del Régimen Especial de los Empleados de Hogar llega algún año a
superar el 30 por mil de los trabajadores afiliados con una magnitud seis veces superior a la del
Régimen General para el mismo año. La tasa de entrada del Régimen Especial Agrario también
llega algún año a cifras cercanas al 30 por mil.
Con respecto a la disminución de la tasa de entrada, ésta se ha situado en el año 2001 en el 5.17
por mil para la totalidad del Sistema aunque aún permanecen ciertamente elevadas las tasas de
entrada de los Regímenes Especiales que, con la excepción del Régimen Especial de Trabajadores
Autónomos, rondan el 10 por mil de los trabajadores afiliados.
En el caso de la tasa de entrada a las pensiones de incapacidad permanente derivadas de
contingencias profesionales, ésta se ha mantenido mucho más estable a lo largo de los años y ha
sido siempre muy inferior, rondando el 0.5 por mil del total de los trabajadores afiliados al sistema.
Además cabe destacar que la incidencia de las altas de pensiones de incapacidad permanente en
edades avanzadas (y por tanto próximas a la jubilación) es mucho mayor en los Regímenes
Especiales. Como se puede observar en los gráficos 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14 y 15, en el año 2001
en los Regímenes Especiales de Empleados de Hogar, Agrario y de Trabajadores Autónomos más
de la mitad de las altas de pensiones de incapacidad permanente se causan a partir de los 55 años.
Mientras que para la totalidad del Sistema la edad media de las altas de incapacidad permanente es
de 50.4 años, las edades medias de entrada más altas corresponden a los Regímenes Especiales de
Empleados Hogar, con una edad media de las nuevas altas de 55.7 años, Agrario con 53.4 años y
Trabajadores Autónomos con 53.4 años.
Como conclusión de lo analizado en este epígrafe, las altas tasas de entrada de los Regímenes
Especiales tales como el Régimen Especial Agrario o el Régimen Especial de Empleados de Hogar,
y teniendo en cuenta que en principio no parecen existir razones que lleven a pensar que estas tasas
más elevadas se deban a que las actividades laborales de los trabajadores afiliados a estos
Regímenes sean más peligrosas o físicamente dañinas que las ocupaciones de los trabajadores
afiliados al Régimen General, o a que las condiciones psicofísicas de los trabajadores afiliados a
estos Regímenes sean particularmente inferiores a las del ciudadano medio, junto con que el acceso
a las pensiones de incapacidad permanente se produce en estos Regímenes en edades mucho más
próximas a la jubilación que en el Régimen General, nos induce a pensar que se ha producido, y se
84
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
sigue produciendo aunque con menor intensidad, una distribución del Régimen General a
Regímenes Especiales como el Agrario o el de Empleados de Hogar en la forma de la financiación
de la jubilación anticipada de los trabajadores afiliados a estos Regímenes a través del uso para este
fin de las pensiones de incapacidad permanente.
Gráfico 7. Distribución porcentual por edades de las altas de I. Permanente. Total Sistema. Año 2001
0%5%
10%15%20%25%30%35%40%
Menoresde 25 años
De 25 a29 años
De 30 a34 años
De 35 a39 años
De 40 a44 años
De 45 a49 años
De 50 a54 años
De 55 a59 años
De 60 a64 años
De 65 ymás años
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social 2003
Gráfico 8. Distribución porcentual por edades de las altas de I. Permanente. Régimen General. Año 2001.
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
Menoresde 25 años
De 25 a 29años
De 30 a 34años
De 35 a 39años
De 40 a 44años
De 45 a 49años
De 50 a 54años
De 55 a 59años
De 60 a 64años
De 65 ymás años
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social 2003
85
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Gráfico 9. Distribución porcentual por edades de las altas de I. Permanente. R. E. Agrario cuenta ajena. Año 2001
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
Menoresde 25 años
De 25 a29 años
De 30 a34 años
De 35 a39 años
De 40 a44 años
De 45 a49 años
De 50 a54 años
De 55 a59 años
De 60 a64 años
De 65 ymás años
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social 2003
Gráfico 10. Distribución porcentual por edades de las altas de I. Permanente. R. E. Agrario cuenta propia. Año 2001
0%5%
10%15%20%25%30%35%40%
Menoresde 25 años
De 25 a 29años
De 30 a 34años
De 35 a 39años
De 40 a 44años
De 45 a 49años
De 50 a 54años
De 55 a 59años
De 60 a 64años
De 65 ymás años
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social 2003
86
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Gráfico 11. Distribución porcentual por edades de las altas de I. Permanente. R. E. Empleados Hogar. Año 2001
0%5%
10%15%20%25%30%35%40%
Menoresde 25 años
De 25 a 29años
De 30 a 34años
De 35 a 39años
De 40 a 44años
De 45 a 49años
De 50 a 54años
De 55 a 59años
De 60 a 64años
De 65 ymás años
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social 2003
Gráfico 12. Distribución porcentual por edades de las altas de I. Permanente. R. E. Trabajadores Autónomos. Año 2001
0%5%
10%15%
20%25%
30%35%
40%
Menoresde 25 años
De 25 a29 años
De 30 a34 años
De 35 a39 años
De 40 a44 años
De 45 a49 años
De 50 a54 años
De 55 a59 años
De 60 a64 años
De 65 ymás años
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social 2003
87
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Gráfico 13. Distribución porcentual por edades de las altas de I. Permanente. R. E. Trabajadores del Mar. Año 2001
0%5%
10%15%20%25%30%35%40%
Menoresde 25años
De 25 a29 años
De 30 a34 años
De 35 a39 años
De 40 a44 años
De 45 a49 años
De 50 a54 años
De 55 a59 años
De 60 a64 años
De 65 ymás años
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social 2003
Gráfico 14. Distribución porcentual por edades de las altas de I. Permanente. R. E. Minería del Carbón. Año 2001
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
Menoresde 25 años
De 25 a29 años
De 30 a34 años
De 35 a39 años
De 40 a44 años
De 45 a49 años
De 50 a54 años
De 55 a59 años
De 60 a64 años
De 65 ymás años
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social 2003
88
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Gráfico 15. Distribución porcentual por edades de las altas de I. Permanente. A. T. y E. Profesionales. Año 2001
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
Menoresde 25 años
De 25 a 29años
De 30 a 34años
De 35 a 39años
De 40 a 44años
De 45 a 49años
De 50 a 54años
De 55 a 59años
De 60 a 64años
De 65 ymás años
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social 2003
3.4. ANÁLISIS Y FACTORES EXPLICATIVOS DE LA EVOLUCIÓN DE LA TASA DE
INCAPACIDAD.
Aunque la incapacidad para el trabajo podría considerarse en principio como una condición
determinada exclusivamente por factores relativos al estado médico de los individuos, sin embargo,
depende de una amplia variedad de factores sociológicos y económicos. La decisión de los
individuos de solicitar una pensión de incapacidad permanente para abandonar el mercado laboral
no sólo depende de su verdadero estado de salud. Si nos basamos en el modelo neoclásico de la
teoría de la elección trabajo-ocio, dado que las pensiones de incapacidad permanente financian el no
trabajar, es decir, financian el ocio, cabe esperar que los individuos reduzcan su oferta laboral
cuanto más generosas sean las prestaciones de incapacidad permanente con respecto a sus rentas
laborales. Además, la imposibilidad de determinar exacta y objetivamente el verdadero grado de
incapacidad por los equipos del programa de pensiones incrementa la probabilidad de que
individuos que en realidad no deberían percibir una pensión de incapacidad permanente la perciban,
y por tanto incrementa las posibilidades de acceder a una pensión de incapacidad de individuos que
no la padecen o al menos no en el grado establecido.
La forma en la que la generosidad de los programas de pensiones de incapacidad permanente
influye en la toma de decisiones de los individuos acerca de su oferta laboral ha sido ampliamente
analizada en países como Estados Unidos o Canadá. Berkowitz, M. y Johnson, W. G. (1974)
89
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
concluyen, utilizando datos procedentes de la Encuesta sobre Discapacidad de Estados Unidos de
1966, que las pensiones de incapacidad permanente afectan a la participación laboral de los
hombres cuyas limitaciones no son totales. Quinn, J. F. (1977) llega a la conclusión de que la
interacción entre un peor estado de salud y la generosidad de las pensiones de incapacidad es
importante ya que la posibilidad de acceder a una pensión de incapacidad permanente afecta
principalmente a la participación laboral de aquellos individuos con un peor estado de salud. Fenn,
P. T., y Vlachonikolis, I. G. (1986), utilizando datos procedentes del Reino Unido, muestran que
las variables financieras (la generosidad de las pensiones de incapacidad permanente) parecen
afectar a las decisiones de participación laboral de los individuos en dicho país. Leonard, J. S.
(1979) concluye que aproximadamente la mitad de la caída en la participación laboral del sector
específico de los varones entre 45 y 54 años se explica por el crecimiento de las pensiones de
incapacidad permanente. Gruber, J. (2000) utilizando datos de Canadá estima que la elasticidad de
la no participación laboral con respecto a las pensiones de incapacidad permanente se encuentra
entre 0.28 y 0.36.
Por último, en el trabajo realizado por Halpern, J. y Hausman, J. A. (1986) se estima que la
elasticidad de las solicitudes de pensiones de incapacidad permanente con respecto a la generosidad
del programa de prestaciones de incapacidad permanente es aproximadamente 0.9.
Así pues, parece que se ha demostrado en otros países que la posibilidad de acceder a una
pensión de incapacidad permanente hace que individuos que de no existir dicho programa estarían
trabajando abandonen la actividad laboral y además parece que los incentivos a solicitar una
pensión de incapacidad permanente son mayores cuanto mayor es la generosidad de las prestaciones
en relación a sus ingresos laborales. Cuanto más exacto sea el mecanismo de evaluación utilizado
para calificar el grado de incapacidad para el trabajo de los solicitantes un menor porcentaje de los
mismos con una verdadera incapacidad baja accederán a una pensión de incapacidad.
En España, como se puede observar en el gráfico 16, la tasa de entrada a las pensiones de
incapacidad permanente creció desmesuradamente en los primeros años de la década de los ochenta
(dicho crecimiento desmesurado había comenzado ya en la segunda mitad de la década de los
setenta). El exagerado aumento de las altas de pensiones de incapacidad permanente durante estos
años se puede imputar más que a un mayor grado de siniestralidad laboral o a un peor estado
sanitario de la población, a la utilización de las pensiones de incapacidad permanente como una
forma de jubilación anticipada. Las ventajas que las pensiones de invalidez tenían con respecto a las
90
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
de jubilación consistían básicamente en que la base reguladora para el cálculo de las pensiones de
invalidez absoluta y gran invalidez fuese cual fuese la contingencia originaria se calculaba en
función del salario real y no de las bases de cotización, se exigía un menor periodo de carencia, y,
por último, no se exigía edad mínima para acceder a la pensión. Las ventajas de las pensiones de
incapacidad junto con las consecuencias de la grave crisis económica, las dificultades técnicas
existentes para el diagnóstico objetivo de la incapacidad y los planteamientos de complacencia
hicieron crecer excesivamente las nuevas altas.
Gráfico 16. Tasas de entrada y de solicitud de pensiones de incapacidad permanente 1980-2001.
0,0%
0,2%
0,4%
0,6%
0,8%
1,0%
1,2%
1,4%
1,6%
1,8%
2,0%
1980 1983 1986 1989 1992 1995 1998 2001
Tasa entrada pensiones I. Permanente % Afiliados solicitan pensión de I. Permanente
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Informe Económico-Financiero de los Presupuestos de la Seguridad
Social, varios años.
Como ya hemos analizado, la reformas llevadas a cabo posteriormente, fundamentalmente la de
1984 que redujo la generosidad de las pensiones de incapacidad permanente absoluta y gran
invalidez, la llevada a cabo por la Ley para la Racionalización de la Estructura y la Acción
Protectora de la Seguridad Social de 1985 que incrementó los requisitos contributivos y mejoró la
proporcionalidad de las prestaciones al ampliar el cálculo de la base reguladora a las bases de
cotización de los últimos 8 años, junto con un mayor control del fraude parecen haber debilitado el
crecimiento de las altas de incapacidad en los últimos años.
91
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Lo que se pretende en este epígrafe es tratar de determinar si en España la evolución de la tasa de
entrada a las pensiones de incapacidad permanente tras la reforma de 1985 está depurada de efectos
ajenos al propio estado sanitario de la población afiliada y en alta de la Seguridad Social o, si por el
contrario, siguen influyendo en la tasa de incapacidad elementos relativos a la generosidad del
programa o al estado del mercado laboral.
Con este objetivo se estiman los efectos que durante el periodo comprendido entre 1985 y 2001
han tenido sobre la tasa de entrada a las pensiones de incapacidad permanente un indicador del
estado sanitario de la población ocupada, la generosidad de las pensiones de incapacidad
permanente y la tasa de paro93.
La tasa de entrada a las pensiones de incapacidad permanente, TEt, se ha calculado dividiendo el
número de altas iniciales de pensiones de incapacidad permanente cada año entre el número de
trabajadores afiliados y en alta de la Seguridad Social. Los datos tanto de las altas iniciales como
del número de trabajadores afiliados se han obtenido del Anuario de Estadísticas Laborales del
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
En lo que respecta al indicador del estado sanitario se podría utilizar la estancia media
hospitalaria en hospitales públicos por habitante entre 16 y 64 años que se puede obtener de la
Encuesta de Morbilidad Hospitalaria del Instituto Nacional de Estadística. Sin embargo, éste no es
un buen indicador del verdadero estado sanitario de la población ya que, aunque a la luz del
incremento de la esperanza de vida que ha sido de más de tres años éste ha mejorado, sin embargo,
las estancias hospitalarias no han descendido como consecuencia de que se ha incrementado la
oferta sanitaria. En concreto, los avances en el campo de la medicina han originado la aparición de
algunas intervenciones quirúrgicas que no se llevaban a cabo hace unos años, o no con la frecuencia
con la que se realizan en la actualidad, tales como intervenciones quirúrgicas en el área de
traumatología (implantes de caderas, prótesis de rodilla y otras), trasplantes de órganos, cirugía
oncológica y otras intervenciones que incrementan el número de estancias en centros hospitalarios y
que lejos de empeorar el estado sanitario de la población en edad de trabajar lo han mejorado.
93 La razón por la que no se ha incluido una variable que recoja el efecto de la siniestralidad laboral es porque los datos
de que disponemos provenientes del Anuario de Estadísticas Laborales muestran un comportamiento de la siniestralidad
que algunos años parece alejado de la realidad y su inclusión en el modelo además de no aportar información
significativa sesga algunos resultados.
92
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Debido a la inexistencia de otro indicador sanitario de la población trabajadora más adecuado, y
ya que es innegable que las condiciones psicofísicas se deterioran progresivamente con la edad,
hemos utilizado la proporción que los trabajadores ocupados de más de 55 años representan sobre el
total de la población ocupada, OCt. Los datos para obtener este ratio se han obtenido de la Encuesta
de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística.
Como indicador de la generosidad de las pensiones de incapacidad permanente, GEt, se ha
utilizado el ratio pensión media mensual de las altas iniciales para cada año entre la ganancia media
mensual de los trabajadores ese año. La pensión media de las nuevas altas de incapacidad
permanente es la que proporciona el Anuario de Estadísticas Laborales del Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales, mientras que la ganancia media utilizada es la ganancia media por trabajador y
mes, pagos totales94, de la Encuesta de Salarios en la Industria y los Servicios, y su sucesora, el
Índice de Costes Laborales, del INE.
La tasa de paro, PAt, es la tasa de paro que proporciona el Instituto Nacional de Estadística a
través de la Encuesta de Población Activa.
La ecuación a estimar es:
17,...,11312110 =++++= −−− tuPAGEOCTE ttttt ββββ
La razón por la que nos parece necesario retardar las variables explicativas un año es porque,
aunque no es necesario agotar el periodo máximo de incapacidad temporal (igual a 12 meses
prorrogables otros 6 si existen perspectivas objetivas de curación en esos 6 meses) para ser
evaluado por el Equipo de Valoración de Incapacidades y acceder a la pensión de incapacidad, en la
práctica se suelen agotar al menos los 12 meses primeros de baja. De esta forma, las variables
explicativas afectarían a la tasa de entrada con un año de retraso.
94 Los pagos totales se obtienen en función de los pagos ordinarios y extraordinarios en jornada parcial y completa de
empleados y obreros.
93
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Para la estimación se ha utilizado el método de Mínimos Cuadrados Ordinarios obteniendo el
siguiente resultado:
- 2.34 - 0.012C
3.64 0.016PA t - 1
= 0.7776 N. obs = 17 Durbin-Watson= 1.71 F=1 .657
2.15 0.019GE t - 1
4.62 0.066OC t - 1
t - StudenCoeficientVariables
Tabla 1.Resultados Estimación. Variable dependiente: ntrada a las pensiones de incapacidad, - 2001
2 R
La estimación revela que las variables explicativas además de ser significativas (el paro y la
participación de los mayores de 55 años en el total de ocupados son significativas al 1% mientras
que la generosidad lo es al 5%) muestran el signo esperado. En primer lugar, la tasa de entrada está
positivamente relacionada con la proporción de trabajadores ocupados mayores de 55 años con
respecto a la población ocupada total del año anterior. Concretamente, la elasticidad media de la
tasa de incapacidad con respecto a la proporción en el año anterior de trabajadores mayores de 55
años sobre el total de ocupados es igual a 1.19.
En segundo lugar, la tasa de entrada también está positivamente relacionada con la generosidad
de la pensión inicial de incapacidad permanente del periodo anterior siendo la elasticidad de la tasa
de entrada con respecto a la generosidad igual a 1.09.
Por último, la tasa de incapacidad está positivamente relacionada con la tasa de paro del año
anterior y la elasticidad es igual a 0.45.
Así pues, los resultados obtenidos de la estimación realizada con datos agregados a nivel nacional
demuestran que aún después de la reforma de 1985 las pensiones de incapacidad permanente siguen
afectadas por factores independientes del estado sanitario de la población y relativos al atractivo del
94
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
programa y a las condiciones del mercado laboral. Se podría concluir por tanto que las pensiones de
incapacidad permanente se han seguido utilizando después de 1985 en España para aliviar
situaciones de necesidad distintas a la de verdadera incapacidad permanente para el trabajo de los
individuos.
3.5. ANÁLISIS Y FACTORES EXPLICATIVOS DE LAS TASAS DE ENTRADA A LAS
PENSIONES DE INCAPACIDAD PERMANENTE EN LAS COMUNIDADES
AUTÓNOMAS.
Si se analizan las tasas de entrada a las pensiones de incapacidad permanente por CCAA se
encuentran grandes diferencias en dichas tasas de entrada entre las 17 Comunidades Autónomas
españolas. En el cuadro 11 se muestran las cifras relativas a las tasas de entrada por CCAA
calculadas como el cociente de las altas iniciales de pensiones de incapacidad permanente por
CCAA y año entre el número de trabajadores afiliados y en alta por CCAA y año desde 1993 a
2001. El número de años a estudiar se ha tenido que reducir debido a que no existen con
anterioridad a esta fecha datos sobre las altas iniciales de pensiones de incapacidad permanente
desagregados por CCAA.
Como se puede observar en el cuadro 11, las diferencias en las tasas de entrada entre CCAA para
un mismo año son notables ya que las tasas de incapacidad de las CCAA con mayores tasas
duplican e incluso algunos años triplican las de las CCAA con menores tasas de incidencia.
España es un país con una desigualdad manifiesta de los niveles de renta entre CCAA y la
Seguridad Social ha sido tradicionalmente uno de los instrumentos más utilizados para transferir
renta95. En este epígrafe trataremos de verificar si existen otros factores distintos de las diferencias
en el estado sanitario de la población de las CCAA que afectan a las tasas de entrada de las CCAA
de 1993 a 2001. En concreto, trataremos de determinar si además de la proporción que los ocupados
de más de 55 años representan del total de ocupados en cada CCAA y año, utilizado también en la
estimación nacional como un indicador del estado sanitario de la población ocupada, la tasa de paro
en cada CCAA y la proporción de afiliados al Régimen General con respecto al total de afiliados en
cada CCAA explican las diferencias en las tasas de entrada por CCAA.
95 Vid. Monasterio, C. y Suárez, J. (1992); Molina, A. y Jaén, M. (1994); Bandrés, E. y Cuenca, A. (1998); y Sánchez
Maldonado, J. y Gómez Sala, J. S. (2000b).
95
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
Cuadro 11. Tasa de entrada a la pensión de incapacidad permanente por CCAA, 1993-2001.
1993 1994 1995 1996 1997
Canarias 5,14 Madrid 4,27 Madrid 3,83 Madrid 4,09 Madrid 3,89 Madrid 5,32 Canarias 4,90 Canarias 5,10 La Rioja 4,82 Navarra 4,73 C. Valenciana 6,42 Navarra 5,34 Aragón 5,16 C. la Mancha 4,90 Aragón 5,58 Cataluña 6,96 Cataluña 6,39 C. la Mancha 5,48 Baleares 5,46 Canarias 5,69 C. la Mancha 7,12 C. Valenciana 6,53 C. León 5,93 Canarias 5,48 La Rioja 6,18 Navarra 7,86 C. la Mancha 6,64 Cataluña 6,04 C. León 6,14 C. León 6,42 Nacional 7,90 Aragón 6,71 Navarra 6,18 Aragón 6,59 Extremadura 6,60 Aragón 7,95 P. Vasco 6,94 La Rioja 6,21 Navarra 6,63 P. Vasco 7,07 Cantabria 8,61 Extremadura 7,02 Baleares 6,40 Nacional 7,35 Cataluña 7,59 C. León 8,84 Nacional 7,34 Extremadura 6,46 P. Vasco 7,47 Cantabria 7,59 P. Vasco 8,89 C. León 7,35 Nacional 7,05 Extremadura 7,53 Nacional 7,80 Extremadura 9,02 Baleares 7,41 C. Valenciana 7,29 Cataluña 7,59 C. la Mancha 8,02 Galicia 9,19 La Rioja 7,63 Cantabria 7,89 C. Valenciana 7,99 Galicia 8,63 Baleares 9,44 Cantabria 8,02 P. Vasco 8,15 Cantabria 8,65 C. Valenciana 8,65 Andalucía 9,94 Galicia 9,37 Galicia 9,62 Galicia 9,08 Baleares 10,12 Murcia 10,67 Murcia 10,25 Andalucía 10,15 Murcia 9,43 Asturias 11,31 La Rioja 10,94 Andalucía 11,02 Murcia 10,97 Andalucía 10,01 Murcia 11,55 Asturias 14,87 Asturias 12,49 Asturias 12,17 Asturias 11,75 Andalucía 11,63
Cuadro 11. Tasa de entrada a la pensión de incapacidad permanente por CCAA, 1993-
2001. (cont.)
(tanto por mil afiliados)
1998 1999 2000 2001
Madrid 3,11 Madrid 2,78 Madrid 2,72 Madrid 2,70
Canarias 4,69 Canarias 4,25 Canarias 4,03 Canarias 4,24
La Rioja 5,26 Navarra 4,44 Navarra 4,18 Navarra 4,49
C. León 5,27 La Rioja 4,63 P. Vasco 4,42 Aragón 4,53
Navarra 5,32 Aragón 4,75 Aragón 4,66 P. Vasco 4,57
Aragón 5,41 Extremadura 5,09 C. León 4,70 C. León 4,67
Extremadura 5,56 C. Valenciana 5,14 Cataluña 4,73 Cataluña 4,72
P. Vasco 5,80 C. León 5,20 La Rioja 4,77 La Rioja 4,88
Cataluña 6,30 P. Vasco 5,32 Extremadura 4,82 Nacional 5,17
Nacional 6,36 Cataluña 5,37 Nacional 5,20 C. Valenciana 5,28
C. Valenciana 6,41 C. la Mancha 5,71 C. Valenciana 5,31 C. la Mancha 5,33
Cantabria 6,41 Nacional 5,75 C. la Mancha 5,45 Extremadura 5,36
Baleares 6,53 Baleares 5,95 Murcia 5,65 Cantabria 5,79
C. la Mancha 6,71 Murcia 6,51 Cantabria 6,28 Murcia 5,89
Murcia 7,31 Cantabria 7,10 Baleares 6,73 Baleares 6,09
Galicia 8,36 Galicia 8,33 Andalucía 6,96 Andalucía 7,04
Andalucía 9,38 Andalucía 8,85 Galicia 8,02 Galicia 7,59
Asturias 9,69 Asturias 9,19 Asturias 9,21 Asturias 8,65
96
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
No se va a incluir la generosidad de las pensiones por CCAA como variable explicativa porque
no existen datos disponibles de la pensión media de las altas iniciales por CCAA.
La proporción de afiliados y en alta al Régimen General con respecto al total de trabajadores
afiliados y en alta en cada CCAA se incluye para verificar si efectivamente se produce una
redistribución entre el Régimen General y los Regímenes Especiales, es decir, si mayor proporción
de trabajadores afiliados al Régimen General implican una menor tasa de entrada.
Al igual que en la estimación con datos agregados para la totalidad del territorio nacional
creemos conveniente introducir en el modelo las variables explicativas retardadas un periodo
porque, como ya explicamos en la estimación nacional, desde que comienza el proceso hasta que se
accede a una pensión de incapacidad permanente suele transcurrir como mínimo el periodo de
percepción máxima de la incapacidad temporal, esto es, 12 meses, y a veces también se agotan los 6
meses de prórroga.
Por tanto, la variable dependiente de la estimación es las tasa de entrada en las 17 CCAA, TEjt, y
las variables explicativas son: la proporción de ocupados mayores de 55 años sobre el total de
ocupados en cada CCAA, OCjt-1, la tasa de paro de cada CCAA, PAjt-1, y la proporción de afiliados
y en alta al Régimen General con respecto al total de afiliados en cada CCAA, REjt-1.
Queremos especificar un modelo econométrico que considere conjuntamente los efectos relativos
a cada CCAA y los efectos temporales, por lo que utilizamos el denominado modelo de
componentes de error o modelo de efectos aleatorios. La especificación econométrica de nuestro
modelo es:
.9,...,1;17,...,11312110 ==+++++= −−− tjuREPAOCTA jtjjtjtjtjt εββββ
con u ~N(0,σj2
u ) y ~N(0,σjtε 2ε )
Donde recoge los efectos específicos de las CCAA y es un término de perturbación genérico
que recoge a la vez perturbaciones propias de la CCAA y temporales. En nuestro análisis u se
ju jtε
j
97
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
puede interpretar como el conjunto de factores inobservables no incluidos en la regresión que son
específicos de cada CCAA.
El método más adecuado para la estimación teniendo en cuenta la estructura de la perturbación
aleatoria96 es el método de Mínimos Cuadrados Generalizados, aunque este estimador únicamente
gozará de buenas propiedades si los efectos específicos de las CCAA en la perturbación aleatoria no
están correlacionados con los regresores del modelo. En caso de que los efectos específicos de las
CCAA en la perturbación aleatoria estuviesen correlacionados con los regresores sería más
adecuado para la estimación el modelo que considera efectos fijos en lugar del que considera
efectos aleatorios97. Por tanto, para poder decantarnos por una u otra especificación es necesario
verificar la existencia de correlación entre los efectos específicos y los regresores.
Para contrastar la correlación entre los errores específicos de las CCAA y los regresores del
modelo utilizamos el Test de Hausman98. Por los resultados obtenidos del test de Hausman99 no
podemos rechazar la hipótesis nula de que los efectos específicos de las CCAA no están
correlacionados con los regresores del modelo y por tanto confirmamos que la especificación más
apropiada es la de efectos aleatorios.
La estimación realizada por el método de Mínimos Cuadrados Generalizados nos ofrece los
siguientes resultados:
96 Se ha verificado que la estructura de la perturbación aleatoria tiene la forma especificada en el modelo a través del
contraste del multiplicador de Lagrange para el modelo de efectos aleatorios diseñado por Breusch y Pagan (Breusch, T.
S. y Pagan, A. R. (1980): “The Lagrange Multiplier Test and its Applications to Model Specification in
Econometrics”). La hipótesis nula de este contraste es que la varianza de es cero. El estadístico obtenido es Chi2=
242.08 por lo que se rechaza la hipótesis nula, se verifica que la estructura es la especificada y por tanto existe evidencia
a favor del modelo de efectos aleatorios.
ju
97 Vid. Arellano, M. y Bover, O. (1990): “La econometría de datos de panel”. 98 Hausman, J. A. (1978): “Specification Tests in Econometrics”. 99 Chi2=2.36
98
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
1.26 0.0055 C
Coeficientes
- 0.0081 0.0108 0.0436
- 1.57 RE jt - 1
σ 2 u =0.0016 Wald chi2= 124.8 σ 2 ε =0.0010 N. obs. =153 ρ =0.6957
3.53 PA jt - 1 5.19 OC jt - 1
t - Student Variables explicativas
Tabla 2. Resultados de la estimación del modelo de efectos aleatorios. Variable dependiente: tasa de entrada
por CCAA, 1993 - 2001.
Los resultados obtenidos muestran que las variables explicativas son significativas (el paro y la
participación en la población ocupada de los mayores son significativos al 1% y el peso relativo del
Régimen General lo es al 10%) y que presentan el signo esperado a priori. La participación en la
población ocupada de los mayores de 55 años del año anterior está positivamente relacionada con la
tasa de entrada a las pensiones de incapacidad permanente y la elasticidad de la tasa de entrada con
respecto a esta variable es igual a 0.7217., es decir, que por cada incremento en la participación del
año anterior de los mayores de 55 años en la población ocupada de un 1% cabe esperar un
incremento de la tasa de entrada de un 0.7217%.
La tasa de entrada también está positivamente relacionada con la tasa de paro del periodo anterior
y dada la elasticidad de la tasa de entrada con respecto a la tasa de paro del año anterior, ante un
incremento de la tasa de paro de un 1% cabe esperar un incremento de la tasa de entrada de un
0.2923%.
Por último, la tasa de entrada está negativamente relacionada con el peso en el año anterior del
Régimen General en el total de afiliados y en alta, de forma que dada la elasticidad de la tasa de
entrada con respecto al peso relativo del Régimen General el año anterior ante un incremento del
peso relativo del Régimen General en el año anterior del 1% cabe esperar un descenso de la tasa de
entrada de un 0.8268%.
Además, según los resultados obtenidos para ρ100, aproximadamente el 70% de la variabilidad de
la tasa de entrada no explicada por los regresores se debe a los efectos específicos de las CCAA. En
100 22
2
εσσσ
ρ+
=u
u .
99
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
la siguiente tabla se muestra la estimación de dichos efectos específicos que pueden interpretarse
como el conjunto de factores propios de cada CCAA que, no estando correlacionados ni con la
participación de los ocupados mayores de 55 años en el total de la población ocupada, ni con la tasa
de paro ni con el peso relativo del Régimen General, no se han incluido en la estimación:
Tabla 3. Efectos específicos de las CCAA. CCAA Efecto específico
Andalucía 0.0008887
Aragón -0.0009284
Asturias 0.0035052
Baleares 0.0015232
Canarias -0.0010204
Cantabria 0.0007677
C. Mancha -0.0009212
C León -0.0018174
Cataluña 0.003304
C. Valenciana 0.0001379
Extremadura -0.0027899
Galicia -0.0006369
Madrid -0.0017103
Murcia 0.0016648
Navarra 0.0003851
P. Vasco 0.0005599
La Rioja 0.0000615
Los factores específicos de cada CCAA como podemos observar no tienen ni la misma magnitud
ni el mismo signo. Un signo positivo refleja que esa CCAA tiene una tasa de entrada superior
debido a una característica propia inobservable que no se ha incluido en la estimación y que hace
que su tasa de entrada sea superior, si el signo es negativo implica que la característica propia de la
CCAA no incluida hace que la tasa de entrada sea inferior
Cabe la posibilidad de interpretar el efecto específico de cada CCAA como el relativo a la
actuación de los Equipos de Valoración de Incapacidades en cada CCAA que, como hemos visto,
actúan con discrecionalidad al no tener que ceñirse a un baremo o a un determinado test, lo que
hace que el elemento subjetivo en la calificación cobre especial relevancia en muchos casos, sobre
todo en aquellos en los que objetivamente es más difícil determinar el grado de incapacidad para el
100
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
trabajo (por ejemplo dolores o enfermedades mentales). En cada Dirección Provincial del INSS está
constituido al menos un EVI existiendo alguna Dirección Provincial del INSS como ocurre en
Madrid en la que existe más de un EVI por el tamaño de la población, así que para las CCAA con
más de una provincia estaríamos suponiendo que los Equipos de Valoración actúan con una
“generosidad” similar. Dándole esta interpretación, en CCAA como Madrid, Galicia, Castilla la
Mancha, Castilla León, Canarias, Extremadura y Aragón la actitud “poco generosa” de los EVIs
ante casos dudosos llevaría a que sus tasas de entrada fuesen inferiores. Al contrario sucedería en
CCAA como Andalucía o Murcia y en las restantes CCAA.
3.6. REFORMAS PROPUESTAS.
Por todo lo visto hasta ahora, nos parece que las prestaciones de incapacidad permanente en
España deberían reformarse en al menos dos aspectos fundamentales:
En primer lugar, el método utilizado en la actualidad para evaluar y calificar la incapacidad
permanente para el trabajo debería ser sustituido por un método más objetivo y preciso, ya sea de
tipo baremo o de tipo capacidad funcional, como los utilizados en otros países de la UE. Dicho
método debería garantizar a todos los trabajadores españoles la igualdad de acceso a las pensiones
de incapacidad permanente independientemente de la provincia en la que residan, y por tanto, del
Equipo de Valoración de Incapacidades que le evalúe. Además, se debería de avanzar en la
precisión de la evaluación de la incapacidad, de forma que se redujesen lo errores de inclusión y se
dificultase el acceso a las pensiones de aquellos individuos que las utilizan para salir del mercado
laboral anticipadamente o como alternativa al desempleo, como sucede en España.
En segundo lugar, en España se ha de llevar a cabo la segunda fase de reformas del programa de
prestaciones de incapacidad permanente que ya se ha iniciado en la mayoría de países de la UE, y
consistente en reducir la dependencia de las pensiones de incapacidad permanente de aquellos
individuos que sufren alguna discapacidad pero que aún pueden realizar algún trabajo. En este
sentido, se podría actuar siguiendo el ejemplo de países como Dinamarca, Suecia o Luxemburgo
previniendo la concesión de las pensiones a través de un sólido programa de rehabilitación
profesional (prácticamente inexistente en España en la actualidad), y de medidas de fomento del
empleo de los discapacitados (empleos subsidiados, empleo con apoyo, etc.), o bien en la línea del
Reino Unido actuando ex-post, facilitando e incentivando la vuelta al trabajo de los ya beneficiarios
de una pensión de incapacidad permanente con medidas tales como prestaciones de transición,
101
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
ayudas económicas permanentes a aquellos que abandonen la pensión de incapacidad permanente
por un puesto de trabajo, o posibilidad de compatibilizar trabajo y pensión durante un periodo de
prueba. Por la efectividad que hasta este momento parecen haber tenido las reformas llevadas a
cabo en otros países de la UE, y que ya comentamos, en este trabajo nos decantamos a favor de las
medidas que actúan previniendo la concesión de una pensión de incapacidad permanente y nos
parece necesario que se desarrolle en España un sistema de rehabilitación profesional eficiente
acompañado de medidas que faciliten la inserción laboral de los discapacitados. Además de reducir
el gasto en pensiones de incapacidad permanente sin reducir la seguridad económica de los
discapacitados, este tipo de medidas mejorarían la calidad de vida de aquellos que sufren una
discapacidad al permitírseles ser independientes desde un punto de vista económico.
102
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
IIVV.. BBIIBBLLIIOOGGRRAAFFÍÍAA.. AARTS, L. y DE JONG, P. (1996a): “European Experiences with Disability Policy”, en
Manshaw, J. L., Reno, V. Burkhauser, R. V. y Berkowitz, M. (eds.), “Disability, Work, and Cash Benefits”, W. E. Upjohn Institute for Employment Reasearch, Michigan, pp. 129-168.
AARTS, L. y DE JONG, P. (1999): “Disability Insurance in a Multi-Pillar Framework”, Paper prepared for The World Bank Conference: New Ideas about Old Age Security.
ABEL-SMITH, B. (1992): “The Beveridge-Report: Its origins and outcomes”, International Social Security Review, núm. 45, 1-2, pp. 5-19.
AKERLOF, G. A. (1978): “The Economics of Tagging as Applied to the Optimal Income Tax, Welfare Programs, and Manpower Planning”, American Economic Review, vol. 68 núm. 1, pp. 8-19.
ALARCÓN CARACUEL, M. R. Y GONZÁLEZ ORTEGA, S. (1991): “Compendio de Seguridad Social”, 4ª ed., Tecnos, Madrid.
ALBI, E., CONTRERAS, R., GONZÁLEZ-PÁRAMO, J. M. y ZUBIRI, I. (1994): “Teoría de la Hacienda Pública”, 2ª Edición, Ariel Economía.
ALMANSA PASTOR, J. M. (1991): “Derecho de la Seguridad Social”, 7ª ed., Tecnos, Madrid.
ALONSO GARCÍA, B. (1997): “El régimen jurídico de la protección social del minusválido”, Madrid.
ALONSO GARCÍA, B. y RUIZ NAVARRO, J.L. (2000): “Manual práctico de Seguridad Social”, 2ª ed., Civitas, Madrid.
ALONSO OLEA, M. (1964): “Las Bases de la Seguridad Social”, Revista Política Social, núm. 61, pp. 461-479.
ALONSO OLEA, M. (1965): “La política de la Seguridad Social”, Boletín de Estudios Económicos, Vol. XX, Enero-Abril, 64, Universidad de Deusto.
ALONSO OLEA, M. (1982): “Cien años de Seguridad Social”, Papeles de Economía Española, núm. 12-13, pp. 107-116.
ALONSO OLEA, M y TORTUERO, J. L. (2000): “Instituciones de Seguridad Social”, 17ª ed., Civitas, Madrid.
ANDREWS, E. S. (1998): “Disability Insurance: Programs and Practice”, Working Paper, The World Bank.
ARELLANO, M. (1991): “Introducción al análisis econométrico con datos de panel”, Documento de Trabajo núm. 9222, Servicio de Estudios del Banco de España.
ARELLANO, M. y BOVER, O. (1990): “La econometría de datos de panel”, Investigaciones Económicas (Segunda Época), vol. XIV, núm. 1, pp. 3-45.
ARTHUR, S. y ZARB, G. (1997): “Evaluation of the 1995 Changes to Disability Working Allowance”, Social Research Branch In-house Report 25, London: Department of Social Security.
ARTHUR, S. et al. (1999): “New Deal for Disabled People: Early implementation”, Research Report No. 106, Department of Social Security, Leeds: Corporate Document Services.
103
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
ATKINSON, A. B. (1993): “Has Social Security Benefits Seriously Damaged Work Incentives in Britain?”, en ATKINSON, A. B. y MOGENSEN, G. V. (eds): “Welfare and Work Incentives”, Clarendon Press, Oxford.
ATKINSON, A. B. (1995): “Incomes and the Welfare State”, Cambridge University Press.
ATKINSON, A. B. y STIGLITZ, J. E. (1980): “Lectures on Public Economics”, McGraw-Hill, Nueva York.
AZNAR LÓPEZ, M. (1976): "La protección dinámica de la minusvalía en la Seguridad Social Española”, Revista de Trabajo, núm. 5, pp. 132-134.
AZNAR LÓPEZ, M. (1977): "La evolución histórica de la protección a la invalidez en la Seguridad Social Española (I)”, Boletín Estudios y Documentación del SEREM, núm. 7, pp. 21-34.
AZNAR LÓPEZ, M. (1995): "Calificación de la invalidez contributiva y rehabilitación: notas sobre una relación frustrada”, Revista Española del Daño Corporal, núm. 2.
AZNAR LÓPEZ, M., AZÚA BERRA, P. y NIÑO RÁEZ, E. (1982): "Integración Social de los Minusválidos. Comentarios a la Ley 131/1982 de 7 de abril”, Instituto Nacional de Servicios Sociales, Madrid.
BANDRÉS, E. (1990): “Los efectos de los gastos sociales sobre la distribución de la renta en España”, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid.
BANDRÉS, E. (1991): “Progresividad, equidad y efectos distributivos de los gastos sociales en España”, Hacienda Pública Española, núm. 117, pp. 17-42.
BANDRÉS, E. y CUENCA, A. (1998): “Equidad Intrageneracional en las Pensiones de Jubilación. La Reforma de 1997”, Revista de Economía Aplicada, nº18, Vol.VI.
BARDASI, E., JENKINS, S. P. y RIGG, J. A. (2000): “Disability, work and income: a British perspective”, Institute for Social and Economic Research, University of Essex.
BARNES, H. (2000): “Working for a Living? Employment, Benefits and the Living Standards of Disabled People”, The Policy Press, Bristol.
BARR, N. (1998): “The Economics of Welfare State”, 3d Edition, London: Weidenfeld & Nicholson, pp.120-132.
BARRADA RODRÍGUEZ, A. y GONZALO GONZÁLEZ, A. (1998): “La financiación de la protección social en España. A propósito del Pacto de Toledo”, 2ª Edición, Consejo Económico y Social.
BAZZOLI, G. (1985): “The Early Retirement Decision: New Empirical evidence on the Influence of Health”, Journal of Human Resources, núm. 20, pp. 214-34.
BENEYTO CALABUIG, D. (1997): “La Reforma de la Seguridad Social 1997”, 2ª ed., Editorial CISS.
BENGTSSON, S. (ed.) (1995): “Employment of persons with disabilities”, Copenhagen Conference, 6-7 Mayo 1994, Social Forsknings Instituttet, Copenhagen.
BENGTSSON, S. (2002): “Definitions of disability in Danish legislation”, National Report Denmark, European Commission, Directorate-General for Employment and Social Affairs.
104
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
BENÍTEZ-SILVA, H., BUCHINSKY, M., CHAN, H., RUST, J. y SHEIDVASSER, S. (1999a): “Social Security Disability Award Process: How Large are the classification Errors?”, Seminario El futuro de la Seguridad Social, Fundación BBV, Madrid 1999.
BENÍTEZ-SILVA, H., BUCHINSKY, M., CHAN, H., RUST, J. y SHEIDVASSER, S. (1999b): “An empirical analysis of the Social Security disability application, appeal and awards process”, Labour Economics, Vol. 6, pp. 147-178.
BENÍTEZ SILVA, H., BUCHINSKY, M., CHAN, H., RUST, J. y SHEIDVASSER, S. (2000): “How large is the bias in self-reported disability?”, NBER Working Paper núm. 7526, Cambridge, Massachusetts.
BERGENDORFF, S. y GHAEMIAN, P., (2000): “Return to work after long-term sickness. Perceived intervention needs and subjective evaluation of results”, Swedish National Social Insurance Board. The Year 2000 International Research Conference on Social Security. Helsinki, 25-27 September.
BERKOWITZ, M. (1990): “Seguridad Social para Minusválidos: Perspectiva Internacional”, Documentos Técnicos, Ministerio de Asuntos Sociales.
BERKOWITZ, M. y HILL, M. A. (1989): “Disabilty and the Labor Market: Economic Problems, Policies and Programs”, ILR Press, Ithaca, N. Y.
BERKOWITZ, M. y JOHNSON, W. (1974): “Health and Labor Force Participation”, Journal of Human Resources, núm. 9, pp. 117-128.
BERMD, F. y SADOWSKI, D. (1996): “A German Perspective on Disability Policy”, Aarts, Leo J.M., Burkhauser, R. V. y De Jong, P.(eds.): “Curing the Dutch Disease (An International Perspective of Disability Reform Policy)”, vol. I, Athenaeum Press, LTD, Aldershot, UK.
BERNHEIM, B. D. (1987): “The Economic Effects of Social Security”, Journal of Public Economics, núm. 33, pp. 273-304.
BERTHOUD, R. (1998): “Disability Benefits: A review of the issues and options for reform”, York, York Publishing Services.
BEYER, S., et al. (2000): “Ideas for Developing Supported Employment”, Manchester: National Development Team.
BLACK, D., KERMIT, D., y SANDERS, S. (1998): “The Impact of Economic Conditions on Participation in Disability Programs: Evidence from the Coal Boom and Bust.”, mimeo, Carnegie-Mellon University.
BLANCO MARTÍN, J.M. (coord.) (2001): “Las incapacidades laborales. Un punto de vista práctico”, 1ª ed., Lex Nova, Valladolid.
BLASCO LAHOZ, J. F. (2000): “Seguridad Social práctica”, 1ª ed., Tirant Lo Blanch, Valencia.
BLOCH, F. S. (1994): “Evaluación de la invalidez: estudio del trámite de solicitud de la pensión de invalidez y de las apelaciones en seis naciones”, Revista Internacional de Seguridad social, núm. 1, pp. 15-38.
BLOCH, F. y PRINS, R. (1997): “Work Incapacity and Reintegration: Theory and Design of a Cross-National Study”, International Social Security Review, vol. 50/2, pp. 3-23.
105
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
BOELTZIG, H. y CLASEN, J. (2002): “A Comparative Analysis and Assessment of the Policy Implications of Alternative Legal Definitions of Disability on Policies for People with Disabilities”, National Report Germany, European Commission, Directorate-General for Employment and Social Affairs.
BOLDRIN, M., JIMÉNEZ-MARTÍN, S. y PERACCHI, F. (1999a): “Social Security and Retirement in Spain”, en J. Gruber y D. Wise: “Social Security Programs and Retirement around the World”, Chicago University Press for the NBER.
BOLDRIN, M., JIMÉNEZ-MARTÍN, S. y PERACCHI, F. (1999b): “Micro-Modelling of Social Security Retirement in Spain”, Mimeo, Universidad Carlos III de Madrid.
BOLDRIN, M., JIMÉNEZ-MARTÍN, S. y PERACCHI, F. (2001): “Sistema de Pensiones y Mercado de Trabajo en España”, Fundación BBVA, Bilbao.
BOSKIN, M. J. (1981): “The Crisis in Social Security. Problems and Prospects”, Institute for Contemporary Studies. San Francisco, California.
BOUND, J. (1989): “The Health and Earnings of Rejected Disability Insurance Applicants”, American Economic Review, 79, pp. 482-503.
BOUND, J. y WAIDMANN, T. (1992): “Disability Transfers, Self-Reported Health, and the Labor Force Attachment of Older Men: Evidence from the Historical Record”, Quarterly Journal of Economics, vol. 107(4), pp. 1393-1419.
BOUND, J. y WAIDMANN, T. (2000): “Accounting for Recent Declines in Employment Rates among the Working-Aged Disabled.”, NBER Working Paper núm.7975.
BRESLAW, J. A. y STELCNER, M. (1987): “The Effect of Health on the Labor Force Behavior of Elderly Men in Canada”, Journal of Human Resources, núm. 22, pp. 490-517.
BREUSCH, T. S. y PAGAN, A. R. (1980): “The Lagrange Multiplier Test and its Applications to Model Specification in Econometrics”, Review of Economic Studies, núm. 47(1), pp. 239-253.
BURKHAUSER, R. V. (1989): “Disability Policy in the United States, Sweden, and the Netherlands”, en “Disability and the Labor Market”, Berkowitz, M. y Hill, M. A. (eds), pp. 262-284.
BURKHAUSER, R. V. (1996): “Curing the Dutch Disease: An International Perspective on Disability Policy Reform”, Aarts, L. & deJong, P. (Eds.), Aldershot, Great Britain: Avebury.
CALVENTE MENÉNDEZ, J. (1995): “Novedades en la normativa laboral introducidas por la Ley 42/1994, de 30 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden Social”, Revista de Trabajo y Seguridad Social, núm. 143, pp. 121-138.
CAPILLA BOLAÑOS, J. A. (1998): “Las nuevas pensiones de jubilación, incapacidad, muerte y supervivencia tras las reformas legislativas operadas por la Ley 24/1997, Real Decreto 1647/1997, Ley 66/1997 y Real Decreto 4/1998. Su configuración actual”, Actualidad Laboral, núm. 22, pp. 455-469.
CASAHUGA, A. (1981): “Análisis Económico y Reforma del Sistema de Pensiones de la Seguridad Social”, Hacienda Pública Española, núm. 70, pp. 221-231.
CASAHUGA, A. (1982): “El sistema de pensiones públicas”, Papeles de Economía Española nº 12-13, pp. 297-306.
106
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
CAVERO ROMERO, C. (1995): “Valoración de las incapacidades en el sistema sanitario español”, Universidad de Valladolid.
COMISIÓN EUROPEA (1999): “Netherlands: Institutions, Procedures and Measures”, Mutual Information System on Employment Policies (MISEP), Basic Information Report.
COMISIÓN EUROPEA (2002a): “Definitions of Disability in Europe: A Comparative Analysis”, Final Report, Employment and Social Affairs Directorate-General, Brunel University, United Kingdom.
COMISIÓN EUROPEA (2002b): “Mutual Information System on Social Protection in the EU Member States and the EEA”, París.
CONSEJO DE EUROPA (2002a): “Assessing Disability in Europe: Similarities and Differences”, Report drawn up by the Working Group on the assessment of person-related criteria for allowances and personal assistance for people with disabilities (Partial Agreement) (P-RR-ECA), Council of Europe Publishing, Strasbourg.
CONSEJO DE EUROPA (2002b): “Rehabilitation and Integration of People with Disabilities: Policy and Legislation”, Report drawn up by the Committee on the Rehabilitation and Integration of People with disabilities (Partial Agreement) (CD-P-RR), Council of Europe Publishing, Strasbourg.
CORDEN, A. (1997): “Supported Employment: People and money”, Social Policy Report No. 7, Social Policy Research Unit, York: University of York.
CORDEN, A. (2000): “Smoothing the path from incapacity benefits to work: Introducing incentives and reducing disincentives within UK Social Security arrangements”. Social Policy Research Unit, University of York, United Kingdom. Paper written for The Year 2000 International Research Conference on Social Security, Helsinky, September 2000.
CORDEN, A. y SAINSBURY, R. (2001): “Incapacity Benefits and Work Incentives”, Research Report No 141, Social Policy Research Unit, Department for Work and Pensions, UK.
COSSÍO BLANCO, E. D. (1996): “Sistemas de protección a la vejez y a la enfermedad. Las pensiones del futuro”, Documentación Laboral, núm. 49, pp. 79-98.
CROCKER, K. J. y SNOW, A. (1986): “The Efficiency Effects of Categorical Discrimination in the Insurance Industry”, Journal of Political Economy, 94, pp. 321-344.
CRUZ ROCHE, I. (1984): “Análisis económico de la Seguridad Social española: 1972-1982”, Instituto de Estudios Laborales y de la Seguridad Social. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid.
DANZINGER, S., HAVEMAN, R. y PLOTNICK, R. (1981): “How Income Transfers Affect Work, Savings and the Income Distribution”, Journal of Economic Literature, núm. 19, pp. 975-1028.
DANZON, P. (1993): “The Economic Implications of Public Disability Insurance in the United States”, Journal of Labor Economics, vol. 11, núm. 1, pp. 170-200.
DEL PESO CALVO, C. (1967): “De la protección social al vigente sistema de Seguridad Social”, Madrid.
DESDENTADO BONETE, A. (1997): “La protección de la incapacidad permanente en la Ley de Consolidación y Racionalización del sistema de Seguridad Social”, Revista del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, núm. 4, pp. 61-79.
107
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
DIAMOND, P. A. y MIRRLEES, J. A. (1978): “A Model of social insurance with variable retirement”, Journal of Public Economics, 10, pp. 295-336.
DIAMOND, P. A. y SHESHINSKI, E. (1995): “Economic aspects of optimal disability benefits”, Journal of Public Economics, 57, pp. 1-23.
DROEPPING, J., HVINDEN, B. y OORSCHOT, W. (2000): “Reconstruction and reorientation: Changing disability policies in the Netherlands and Norway”, European Journal of Social Security, Vol. 2/1, pp. 35-68.
DUGGAN, J. E. (1984): “The Labour-Force Participation of Older Workers”, Industrial and Labor Relations Review, núm. 37, pp. 416-430.
DURÁN HERAS, A. y LÓPEZ GARCÍA, M. A. (1996): “Tres análisis sobre la Seguridad Social en España: un comentario”, Papeles de Economía Española, nº69, pp. 39-51.
EBERSOLD, S. (2002): “Comparative Analysis and assessment of the policy implications of alternative legal definitions of disability on policies for people with disabilities. Progress Report about the French System”. European Commission, Directorate-General for Employment and Social Affairs.
ELLWOOD, D. T. y SUMMERS, L. H. (1986): “Poverty in America: Is Welfare the Answer to the Problem?”. En “Fighting Poverty”, Danziger, S. H. y Weinberg, D. H., eds. Cambridge, MA: Harvard University Press.
EMMANUEL, H., DE GIER, E. H. y KONIJN, A. B. (1987): “Disability Benefits: Factors Determining Applications and Awards”, Greenwich, JAI Press, Connecticut.
ESCOBEDO LÓPEZ, M. I. (1991): “Incidencia de las cotizaciones sociales en el coste laboral real: Un análisis de su traslación hacia precios y salarios”, ICE Revista de Economía, nº698, octubre.
EUROPEAN FOUNDATION FOR THE IMPROVEMENT OF LIVING AND WORKING CONDITIONS (2002): “Integrated approaches to active welfare and employment policies: summary. The Netherlands”, Electronic format.
EUROSTAT (2001): “Disability and Social Participation in Europe”, Key Indicators, Office Statistique des Communautés Européennes, Luxembourg.
EUROSTAT (2003): “Social Protection. Expenditure and Receipts”, Office Statistique des Communautés Européennes, Luxembourg.
FAIR, R. C. (1971): “The Optimal Distribution of Income”, Quarterly Journal of Economics, núm. 85, pp. 557-579.
FELIPE CHECA, M. A. y GUILLÉN ESTANY, M. (1999): “Evolución y predicción de tablas de mortalidad dinámicas para la población española”, Cuadernos de la Fundación MAPFRE nº46.
FENN, P. T. y VLACHONIKOLIS, I. J. (1986): “Male Labour Force Participation Following Illness or Injury”, Economica, núm. 53, pp. 379-391.
FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ, J. J. (2000): “Reflexiones sobre la reforma de la incapacidad permanente”, Tribuna Social, núm. 115, pp. 11-16.
FERRERAS ALONSO, F. (1991): “Los instrumentos internacionales en materia de Seguridad Social: los Convenios Bilaterales”, Documentación Laboral ACARL, núm. 33, pp. 79-104.
108
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
FERRERAS ALONSO, F. (2001a): “Adaptar la Seguridad Social a las nuevas situaciones sociales: el ejemplo de Alemania”, Instituto Europeo de Seguridad Social.
FERRERAS ALONSO, F. (2001b): “El sistema de pensiones en Suecia”. Instituto Europeo de Seguridad Social.
FLOYD, M. y CURTIS, J. (2000): “An Examination of Changes in Disability and Employment Policy in the United Kingdom”, European Journal of Social Security, Vol. 2/4, pp. 303-322.
FUENTES QUINTANA, E., BAREA TEJEIRO, J., GONZALO GONZÁLEZ, B. y GARCÍA DE BLAS, A. (1982): “Estrategia para un tratamiento de los problemas de la Seguridad Social española”, Papeles de Economía Española, 12-13, pp. 20-92.
GALA VALLEJO, C. (1999): “El Sistema de la Seguridad Social en España”, 4ª ed., Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid.
GARCÍA SOLANES, J. y LOSA CARMONA, A. (1995): “Los efectos redistributivos regionales de las prestaciones económicas contributivas de la Seguridad Social”, Hacienda Pública Española núm. 132.
GASTWIRTH, J. L. (1972): “On the Decline of Male Labor Force Participation”, Monthly Labor Review, núm. 95, pp. 44-48.
GÓMEZ SALA, J. S. (1988): “Tipología, objetivos y financiación de los programas públicos de pensiones. Una perspectiva conceptual”, Cuadernos de Ciencias Económicas y Empresariales, 19, pp.117-143.
GÓMEZ SALA, J. S. (1989): “Pensiones públicas, ahorro y oferta de trabajo. Análisis del caso español”, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid.
GÓMEZ SALA, J. S. (1992): “El Gasto Público en pensiones en los principales países de la OCDE: sus efectos sobre la oferta de trabajo”, Centro de Estudios sobre Economía del Sector Público, Serie Documenta, Fundación BBV.
GONZÁLEZ RABANAL, M. C. (1990): “Los Problemas de la Seguridad Social Española”, Editorial Tecnos.
GRUBER, J. (2000): “Disability Insurance Benefits and Labor Supply”, Journal of Political Economy, vol. 108, núm. 6, pp. 1162-1183.
GRUBER, J. y KUBIK, J. D. (1997): “Disability Insurance Rejection Rates and the Labor Supply of Older Workers.”, Journal of Public Economics, núm. 64, pp.1-23.
GUDEX, C. y LAFORTUNE, G. (2000): “An Inventory of Health and Disability-Related Surveys in OECD Countries”, Labour Market and Social Policy - Occasional Papers No. 44, OCDE.
HALPERN, J. H. (1979): “The Social Security Disability Program: Reasons for its Growth and Prospects for the Future”, New England Economic Review, pp. 30-48.
HALPERN, J. H. y HAUSMAN, J. A. (1986): “Choice under Uncertainty: A Model of Applications for the Social Security Disability Insurance Program”, Journal of Public Economics, núm. 31, pp. 131-161.
HANSEN, H. (2000): “Elements of Social Security. A comparison covering: Denmark, Sweden, Finland, Austria, Germany, The Netherlands, Great Britain and Canada”, The Danish National Institute of Social Research.
109
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
HANSSON, T. et al. (2000): “Work resumption within 90 days and one year. Predictors for work resumption in a Swedish cohort of subjects with low back problems”, National Social Insurance Board & Göteborg University, Sweden. The Year 2000 International Research Conference on Social Security. Helsinki, 25-27 September.
HSIAO, C. (1986): “Analisis of panel data”, Cambridge University Press.
HAUSMAN, J. A. (1978): “Specification Tests in Econometrics”, Econometrica, núm. 46(1), pp. 1251-1272.
HAVEMAN, R., HALBERSTADT, V. y BURKHAUSER, R. (1984): “Public Policy towards Disabled Workers: Cross National Analyses of Economic Impacts”, Cornell University Press, Ithaca, N. Y.
HAVEMAN, R. H. y WOLFE, B. L. (1984a): “The Decline in Male Labor Force Participation: Comment”, Journal of Political Economy, núm. 92, pp. 532-541.
HAVEMAN, R. H. y WOLFE, B. L. (1984b): “Disability Transfers and Early Retirement: a Causal Relationship?”, Journal of Public Economics, 24, pp. 47-66.
HAVEMAN, R. H., WOLFE, B. L. y WARLICK, J. (1984): “Disability Transfers, Early Retirement and Retrenchment”, en “Retirement and Economic Behavior”, Aaron, H. y Burtless, G. (eds), Brookings Institution, Washington.
HOWARD, M. (1998): “Disability dilemmas: Welfare to work or early retirement”, en James McCormick and Carey Oppenheim (eds), Welfare in Working Order, London: Institute for Public Policy Research.
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA: Contabilidad Nacional de España, Madrid, varios años.
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA: Contabilidad Regional de España, Madrid, varios años.
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA (2002): Encuesta sobre Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud 1999. Resultados detallados, Madrid.
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA: Encuesta de Morbilidad Hospitalaria, varios números.
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA: Encuesta de Población Activa, varios números.
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA: Encuesta de Salarios en la Industria y los Servicios, varios números.
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA (2001): Índices de Costes Laborales, Madrid.
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA (2001): Proyecciones de la Población de España calculadas a partir del Censo de Población de 1991. Evaluación y Revisión. Total Nacional 1990-2050. Comunidades Autónomas y provincias 1990-2005, Madrid.
INSTITUTO NACIONAL DE PREVISIÓN: Memoria estadística de las contingencias de la Seguridad Social administradas por el Instituto Nacional de Previsión, Ministerio de Trabajo, Madrid, varios años.
INSTITUTO NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL: Informe Estadístico, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Secretaría de Estado de la Seguridad Social, Madrid, varios años.
110
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
IVARS RUIZ, J. (1999): “Incapacidad permanente. Análisis práctico. Jurisprudencia, doctrina, legislación, formularios”, 1ª ed., Revista General de Derecho, Valencia.
JAEN GARCÍA, M. Y LÓPEZ RUIZ, E. (2001): “Modelos econométricos de series temporales: teoría y práctica”, Septem Ediciones, Oviedo.
JOHNSON, W. G. (1977): “The Effect of Disability on Labor Supply: Comment”, Industrial and Labor Relations Review, núm. 30, pp. 380-381.
LAKDAWALLA, D., BHATTACHARYA, J. y GOLDMAN, D. (2001): “Are the Young Becoming More Disabled?”, NBER Working Paper núm. 8247.
LANDO, M. E. et al. (1982): “Recent Trends in the Social Security Disability Insurance Program”, Social Security Bulletin, núm. 45, pp. 3-14.
LEONARD, J. S. (1985): “Labor Supply Incentives and Desincentives for the Disabled”, National Bureau of Economic Research, Working Paper núm. 1744.
LEONARD, J. S. (1979): “The Social Security Disability Program and Labor Force Participation”, National Bureau of Economic Research, Working Paper núm. 392.
LONSDALE, S. y AYLWARD, M. (1996): “A United Kingdom Perspective on Disability Policy”, en Aarts, Leo J.M., Burkhauser, R. V. y De Jong, P.(eds.): “Curing the Dutch Disease (An International Perspective of Disability Reform Policy)”, vol. I, Athenaeum Press, LTD, Aldershot, UK.
LÓPEZ GARCÍA, M. A. (comp.) (1987): “La economía del sistema de pensiones de la Seguridad Social”, Centro de Publicaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid.
MAKI, D. R. (1993): “The Economic Implication of Disability Insurance in Canada”, Journal of Labor economics, Vol. 11, núm. 1/2, pp. 148-169.
MARÍN CORREA, J. M. (1989): “El residual y extinguido Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez”, Actualidad Laboral, núm. 2, pp. 249-254.
MARTÍNEZ BARROSO, M. R. (1998): “Una reforma inacabada: la incapacidad permanente”, Estudios Financieros, núm. 184, pp. 23-58.
MARVEL, H. P. (1982): “An Economic Analysis of the Operation of Social Security Disability Insurance”, Journal of Human Resources, 17, pp. 393-412.
MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES: Anuario de Estadísticas Laborales y de Asuntos Sociales, varios años.
MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES: Boletín de Estadísticas Laborales, Subdirección General de Estadística del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, varios números.
MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES: Proyecto de Presupuestos de la Seguridad Social, Informe Económico-Financiero y Anexo al Informe-Económico-Financiero, varios años.
MINISTERIO DE TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL (1996): “La Seguridad Social en el umbral del siglo XXI. Estudio económico-actuarial”, Centro de Publicaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid.
MINISTRY OF HEALTH AND SOCIAL AFFAIRS OF SWEDEN (2001): “Social Insurance in Sweden”. Fact Sheet No 1.
111
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
MIRRLEES, J. A. (1971): “An Exploration in the Optimal Theory of Income Taxation”, Review of Economic Studies, 38, pp. 175-208.
MITCHEL, O. (1998): “Notes on Reforming Disability Insurance in Mexico”, Paper prepared for the World Bank LCSF Program.
MOLINA, A. y JAÉN, M. (1994): “Incidencia espacial de los gastos de transferencia del sistema de la Seguridad Social: una aproximación”, Economía Pública, Fundación BBV.
MONASTERIO ESCUDERO, C. (1984): “Seguridad Social y redistribución de la renta”, Hacienda Pública Española, núm. 86.
MONASTERIO ESCUDERO, C., SÁNCHEZ ÁLVAREZ, I. y BLANCO ANGEL, F. (1996): “Equidad y estabilidad del sistema de pensiones español”, Economía Pública, Fundación BBV.
MUNELL, A. H. (1977): “The future of Social Security”, Brookings Institution, Washington, DC.
MURRAY, C. J. L. y LÓPEZ, A. D. (1994): “Quantifying Disability: Data, Methods, and Results”, en Murray, C. J. L. y López, A. D. (eds): “Global Comparative Assessment in the Health Sector: Disease Burden, Expenditures and Intervention Packages”, Organización Mundial de la Salud, Ginebra.
NAGI, S. Z. (1969): “Disability and Rehabilitation: Legal, Clinical and Self-concepts and Measurement”, Columbus, OH: Ohio State University Press.
NAGI, S. Z. y HADLEY, L. W. (1972): “Disability Behavior: Income Change and Motivation to Work”, Industrial and Labor Relations Review, núm. 25, pp. 223-233.
NORDIC SOCIAL-STATISTICAL COMMITTEE (2002): “Social Protection in the Nordic Countries 2000. Scope, Expenditure and Financing”, Copenhagen.
OCDE (1994): “Social Expenditure Statistics of OECD Members Countries”, Labour Market and Social Policy Occasional Papers núm. 17, París.
OCDE (2003): “Transforming Disability into Ability. Policies to Promote Work and Income Security for Disabled People”, París.
OI, W. Y. (1996): “Employment and Benefits for People with Diverse Disabilities”, en Manshaw, J. L., Reno, V. Burkhauser, R. V. y Berkowitz, M. (eds.), “Disability, Work, and Cash Benefits”, W. E. Upjohn Institute for Employment Reasearch, Michigan, pp. 103-128.
OORSCHOT, W. V. y BOOS, K. (1999): “Disability policies in Europe: The Netherlands”, Tilburg Institute for Social Security Research, Tilburg University. Paper written for the Third Workshop of the VOCREHAB network on vocational rehabilitation of unemployed disabled people. City University, London 29-30 November 1999.
OORSCHOT, W. Y BOOS, K. (2000): “The Battle against Numbers: Disability Policies in the Netherlands”, European Journal of Social Security, Vol. 2/4, pp. 343-361.
OORSCHOT, W. V. y HVINDEN, B. (2000): “Introduction: towards Convergence? Disabilities Policies in Europe”, European Journal of Social Security, Vol. 2/4, pp. 293-302.
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO (1984): “Introducción a la Seguridad Social”, Ginebra, 3ª ed.
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (1980): “International Classification of Impairments, Disabilities and Handicaps”, Geneva: WHO.
112
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
PALMER, E. (2000): “The Swedish Pension Reform Model. Framework and Issues”, SP Discussion Paper No 0012, The World Bank.
PARSONS, D. D. (1980): “The Decline in Male Labor Force Participation”, Journal of Political Economy, núm. 88, pp. 117-134.
PARSONS, D. D. (1982): “The Male Labor Force Decision: Health, Reported Health, and Economic Incentives”, Economica, núm. 49, pp. 81-91.
PARSONS, D. D. (1984): “Disability Insurance and Male Labor Force Participation: a Response to Haveman and Wolfe”, Journal of Political Economy, núm. 92, pp. 542-549.
PARSONS, D. (1991): “Self-Screening in Targeted Public Transfer Programs”, Journal of Political Economy, pp. 859-876.
PÉREZ INFANTE, J. I. (1997): “Análisis económico de la financiación de la Seguridad Social española”, Ekonomiaz, Revista Vasca de Economía, núm. 38.
PERRIN, G. (1979) : “Consideraciones previas a la reforma de la Seguridad Social”, Revista de Seguridad Social, 1.
PIETERS, D. (1992): “Introducción al derecho de la Seguridad Social de los países miembros de la Comunidad Económica Europea”, 1ª ed., Civitas, Madrid.
QUEISSER, M. (1996): “Pensions in Germany”, Policy Research Working Paper 1664, Financial Sector Development Department, The World Bank.
QUINN, J. F. (1977): “Microeconomic Determinants of Early Retirement: A Cross-sectional View of White Married Men”, Journal of Human Resources, núm. 12, pp. 329-346.
RODRÍGUEZ IZQUIERDO, R. (2000): “La incapacidad permanente (líneas de tendencia 1998-1999)”, Tribuna Social, núm. 113, pp. 35-50.
ROQUETA BUJ, R. (2000a): “La incapacidad permanente”, 1ª ed., Consejo Económico y Social, Madrid.
ROQUETA BUJ, R. (2000b): “Las últimas reformas en materia de incapacidad permanente: logros e insuficiencias”, Relaciones Laborales, núm. 21, pp. 11-36.
ROWLINGSON, K. Y BERTHOUD, R. (1996): “Disability, Benefits and Employment”, Department of Social Security Research Report No. 54, London: The Stationery Office.
RUMEU DE ARMAS, A. (1944): “Historia de la Previsión Social”, Madrid.
RUHM, C. (2000): “Are Recessions Good for Your Health?”, Quarterly Journal of Economics, vol. 115(2), pp. 617-650.
RUPP, K. y STAPLETON, D. (1995): “Determinants of the Growth in the Social Security Administration’s Disability Programs: An Overview.”, Social Security Bulletin, vol. 58(4), pp. 43-70.
SÁNCHEZ MALDONADO, J. y GÓMEZ SALA, J. S. (1996a): “Análisis económico de las pensiones”, Serie Documenta, Centro de Estudios de Economía del Sector Público, Fundación BBV, Bilbao.
SÁNCHEZ MALDONADO, J. y GÓMEZ SALA, J. S. (1996b): “Pensiones públicas: una revisión de sus efectos económicos y su financiación”, Hacienda Pública Española, núm. 137/2, pp. 83-110.
113
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
SÁNCHEZ MALDONADO, J. y GÓMEZ SALA, J. S. (2000a): “La geografía de la Seguridad Social española desde una perspectiva de ciclo vital”, Hacienda Pública Española, Monografía Las Pensiones en España, pp. 149-191.
SÁNCHEZ MALDONADO, J. y GÓMEZ SALA, J. S. (2000b): “Aspectos distributivos regionales de las pensiones contributivas de la Seguridad Social”, Centro de Estudios de Economía del Sector Público, Fundación BBV, Bilbao, mimeo.
SCHEFFLER, R. M. y IDEN, G. (1974): “The Effect of Disability on Labor Supply”, Industrial and Labor Relations Review, núm. 28, pp. 122-132.
SCHEFFLER, R. M. y IDEN, G. (1977): “The Effect of Disability on Labor Supply: Reply”, Industrial and Labor Relations Review, núm. 30, pp. 382.
SEGURA, J. (1988): “Algunos problemas de la protección social: El caso de las pensiones”, Papeles de Economía Española, núm. 37, pp. 186-193.
SEREM (1978): “La Política minusválida en España: estimaciones cuantitativas”, Boletín de Estudios y Documentación del SEREM.
SETTERGREN, O. (2001): “Two Thousand Five Hundred Words on The Swedish Pension Reform”, National Social Insurance Board. Workshop on Pension Reform at the German Embassy, Washington D.C.
SHAVELL, S. (1979): “On Moral Hazard and Insurance”, Quarterly Journal of Economics, 93, pp. 541-562.
SKIDMORE, F. (1981): “Social Secutiry Financing”, MIT Press, Cambridge, Mass.
SOCIAL SECURITY ADMINISTRATION (1987): Social Security Bulletin, Annual Statistical Supplement, US Department of Health and Human Services.
STERN, N. (1982): “Optimum Taxation with Errors in Administration”, Journal of Public Economics, 17, pp. 181-211.
STIGLITZ, J. E. (1988): “La Economía del Sector Público”, 2ª ed., Antoni Bosch.
TESORERÍA GENERAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL: Informe Estadístico, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, varios años.
TESORERÍA GENERAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL: Memoria Estadística, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, varios años.
THORNTON, P. (2000): “Work for those who can, security for those who cannot? Welfare reform and disabled people”, Social Policy Review, núm. 12, pp.112-32.
TREITEL, R. (1976): “Appeal by Denied Disability Claimants”, HEW Publication, núm 11.858, SSA, Department of Health, Education and Welfare, Washington, D. C.
VALDÉS PRIETO, S. (1997): “The economics of pensions: principles, policies and international experience”, Cambridge University Press, Cambridge.
VARIAN, H. R. (1980): “Redistributive Taxation as Social Insurance”, Journal of Public Economics, 14, pp. 49-68.
VELARDE, J. (1990): “El tercer viraje de la Seguridad Social en España”, Instituto de Estudios Económicos, Madrid.
114
La dinámica de las pensiones de incapacidad permanente para el trabajo en España: análisis empírico.
VERDUGO, M. A. (2000): “Las políticas sociales y el empleo de personas con discapacidad en España. Situación actual e hitos fundamentales en la última década”, Servicio de Información sobre Discapacidad.
VERDUGO, M. A., JIMÉNEZ, A. y JORDÁN DE URRÍES, B. (2000): “Social and Employment Policies for People with Disabilities in Spain”, European Journal of Social Security, Vol. 2/4, pp. 323-341.
VERDUGO, M. A., JORDÁN DE URRÍES, F. B. Y BELLVER, F. (1998): “Situación actual del Empleo con Apoyo en España”, Siglo Cero nº175, vol 29, (1), pp. 23-31.
VEREDA ESPADA, J. y MOCHÓN MORCILLO, F. (1978): “Efectos redistributivos de la Seguridad Social”, Hacienda Pública Española núm. 52.
WADDINGTON, L. y DILLER, M. (2000): “Tensions and Coherence in Disability Policy: The Uneasy Relationship Between Social Welfare and Civil Rights Models of Disability in American, European and International Employment Law”, Paper presented at From Principles to Practice, International disability rights law and policy symposium, Octubre 2000.
WADENSJO, E. (1985): “Disability pensioning of older workers in Sweden. A comparison of studies based on time-series and cross-section data”, Working Paper 5/85, Swedish Institute for Social Research.
WADENSJO, E. y PALMER, E. E. (1996): “Curing the Dutch Disease from a Swedish Perspective”, en Aarts, Leo J.M., Burkhauser, R. V. y De Jong, P.(eds.): “Curing the Dutch Disease (An International Perspective of Disability Reform Policy)”, vol. I, Athenaeum Press, LTD, Aldershot, UK.
WAIDMANN, T., BOUND, J. y NICHOLS, A. (2002): “Disability benefits as social insurance: tradeoffs between screening strigency and benefit generosity in optimal program design”, University of Michigan Retirement Research Center.
WEAVER, C. L. (1991): “Disability and Work Incentives, Rights and Opportunities”, The AEI Press, Washington, D. C.
YANINI BAEZA, J. (1995): “Aspectos diferenciadores del Régimen Especial de la Minería del Carbón”, Tribuna Social núm. 58, pp. 15-28.
115