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La educación al final del porfiriato Los censos de 1910 revelan que de 15’160,000 habitantes, que no podemos decir ciudadanos, sólo sabían leer y escribir 3’645,000, esto es, el índice de analfabetismo era del 78%, al descuidarse las ingentes necesidades populares. Existían en ese momento seis millones de indígenas, de los cuales dos tercios mostraban incapacidad para aprender, y dos millones no hablaban castellano y, por lo tanto, no podían recibir la enseñanza en esa lengua (SEP y

La escuela rudimentaria

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La educación al final del porfiriatoLos censos de 1910 revelan que de 15’160,000 habitantes, que no podemos decir ciudadanos, sólo sabían leer y escribir 3’645,000, esto es, el índice de analfabetismo era del 78%, al descuidarse las ingentes necesidades populares. Existían en ese momento seis millones de indígenas, de los cuales dos tercios mostraban incapacidad para aprender, y dos millones no hablaban castellano y, por lo tanto, no podían recibir la enseñanza en esa lengua (SEP y Bellas Artes. Informe, t. XVII, abril y mayo de 1911).

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Es por ello que las limitadas reformas que Limantour propone para el campo resultan demasiado tardías, al chocar frontalmente con un movimiento revolucionario que ya no habría de detenerse. De la misma manera, los convenios de Ciudad Juárez, con los cuales la dictadura y algunos líderes revolucionarios pretenden pactar la perpetuación de la primera y la supresión de la segunda, se vuelven inoperantes frente a los campesinos en pie de lucha y con el fusil al hombro. Esas imágenes se multiplican rápidamente en el paisaje social de México.

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Sin embargo, ni la dictadura en su etapa final ni la Revolución en la inicial pueden resolver de inmediato el problema agrario debido, en gran parte, a las fuerzas del exterior que manipulan a la burguesía nacional para impedirlo. El gobierno de transición de Francisco León de la Barra pretende abordar aisladamente, por el camino de la educación, la solución de los problemas nacionales. Toca, pues, al gobierno surgido de los convenios de Ciudad Juárez abrir un paréntesis que, en la historia de la educación en México, no se cierra todavía; es decir, el de la educación para todos, a pesar de los intentos de Solana en los ochenta.

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De esta manera, con el decreto que se propone crear las escuelas rudimentarias para enseñar a leer y escribir, y las operaciones de cálculo más usuales, principalmente a los indígenas, la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes queda autorizada para establecer escuelas en cualquier parte de la República, donde el analfabetismo sea mayor. Y aunque dicho Decreto adopta un tono paternalista ante los pueblos indígenas, y les da comida y vestido a los más necesitados, con un presupuesto de 300 mil pesos anuales, las condiciones reales imposibilitan su realización.

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La Escuela Rudimentaria

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Decreto del 30 de mayo de 1911 que establece la creación de las Escuelas Rudimentarias

En mayo de 1911 se propuso la iniciativa de ley para establecer en todo el país Escuelas de Instrucción Rudimentaria. Para diciembre de ese mismo año se aprueba el decreto de ley, el cual se formuló de la siguiente manera:

Art. 1° Se autoriza al Ejecutivo de la Unión para establecer en toda la República Escuelas de Instrucción Rudimentaria, independientes de las Escuelas Primarias existentes, o que en lo sucesivo se funden.Art. 2° Las escuelas de instrucción rudimentaria tendrán por objeto enseñar principalmente a los individuos de la raza indígena a hablar, leer y escribir el castellano; y a ejecutar las operaciones fundamentales y más usuales de la aritmética.

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Art. 3° La instrucción rudimentaria se desarrollará, cuando más, en dos cursos anuales.Art. 4° Estas escuelas se irán estableciendo y aumentando a medida que lo permitan los recursos de que disponga el Ejecutivo.Art. 5° Se le autoriza igualmente para fomentar el establecimiento de escuelas privadas rudimentarias.Art. 6° La enseñanza que se imparta conforme a la presente ley no será obligatoria; y se dará a cuantos analfabetas concurran a las escuelas sin distinción de sexos ni edades.

Art. 7° El Ejecutivo deberá estimular la asistencia a las escuelas, distribuyendo en las mismas alimentos y vestidos a los educandos, según las circunstancias.Art. 8° Esta ley no afecta la observancia de las que en materia de instrucción obligatoria estén vigentes o rijan en lo sucesivo en los Estados, en el Distrito Federal o en los territorios.Art. 9° Para iniciar la creación de esta enseñanza, el Ejecutivo dispondrá de la cantidad de trescientos mil pesos durante el próximo año fiscal.

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Art. 10° El Ejecutivo reglamentará esta ley dentro de sus facultades constitucionales.Art. 11° En cada periodo de sesiones, el Ejecutivo de la Unión deberá rendir informe a la Cámara de Diputados acerca de la aplicación y progreso de esta ley, así como también acerca de la inversión de los fondos que se destinen para su objeto.

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