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La Evaluación Médico-legal en La Impugnación Testamentaria

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LA EVALUACIÓN MÉDICO-LEGAL EN LA IMPUGNACIÓN

TESTAMENTARIA

Prof. Alfredo Calcedo Ordóñez

Catedrático de Psiquiatría ( j ) y ex- Director del Master de Psiquiatría Legal,

Universidad Complutense ( Madrid )

El Código civil configura la capacidad de testar

en negativo mediante una fórmula abierta y la

correspondiente amplitud interpretativa: no

pueden testar los menores de catorce años y

quien habitual o accidentalmente no se hallare

en su cabal juicio. Ninguna aclaración necesita

la edad por razones obvias, pero sí la expresión

cabal juicio por la connotación que de entrada

suscita.

La jurisprudencia y la doctrina por su parte han

fundamentado el cabal juicio en dos

condiciones: conocimiento de la significación y

alcance del acto de testar por el testador y

voluntad propia de querer lo que con dicho

acto se persigue.

La capacidad de testar (cabal juicio), por lo

tanto, nada predica sobre la integridad mental

del testador. Tampoco cuando inciden

enfermedades o circunstancias por

severas que sean. Lo esencial es la suficiencia

mental del testador en cuanto al propio acto

de testar, suficiencia que, por lo demás, se

presupone de él y establece el notario

mediante el correspondiente juicio de

capacidad.

En cualquier caso la jurisprudencia ha puesto

límites. Por un lado confiriendo al juicio

notarial, por principio, especial relevancia de

certidumbre, salvo prueba en contrario que no

deje “margen racional de duda” sobre la falta

de capacidad del otorgante. Por otro,

estableciendo que la aseveración del notario no

es un juicio propiamente técnico, sino intuitivo

y de sentido común y, por tanto, impugnable y

revisable en sede judicial.

Por lo demás, la Dirección General de Registros

y Notariado, en sintonía con la jurisprudencia,

ha establecido doctrina sobre la relevancia y

límites de juicio de capacidad que emiten los

notarios. Ha sido sintetizada en resoluciones al

respecto en los siguientes términos:

1.- El juicio notarial de capacidad no

constituye un dictamen pericial ni

técnico, de modo que la observancia de

la normativa notarial no asegura que el

otorgante, realmente, tuviera capacidad

para otorgar la escritura.

2.- No obstante, constituye una fuerte

presunción “iuris tantum” de aptitud

(prueba en contrario) que vincula a

todos y obliga a pasar por ella, salvo

que sea revisada judicialmente por

medio de pruebas que no dejen margen

racional de duda sobre la falta de

capacidad del otorgante.

3.- En consecuencia, en el juicio de

capacidad, el Notario se limita a emitir

un juicio, no una declaración de verdad,

y la fe pública solo ampara la

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declaración de que tal parecer ha sido

formulado*.

Por su parte, las impugnaciones de testamento

constituyen hoy un fenómeno en alza que

presumiblemente se incrementará en las

próximas generaciones. Dicho fenómeno está

ligado principalmente a factores demográficos,

médicos, económicos y sociales. Demográficos,

a cuenta de los cambios hacia una sociedad

envejecida y con mayores expectativas de vida;

médicos, por la alta prevalencia de demencia

que propicia el envejecimiento; económicos,

porque la tenencia de bienes sigue estando, la

mayoría de las veces, en las personas mayores,

y sociales, motivados por la complejidad

creciente de las familias actuales con sus nuevos

modelos de convivencia.

En la práctica son motivos principales de

impugnación de testamento el

desheredamiento de parientes próximos, los

contrastes violentos entre testamento y

directrices de vida del testador, las

disposiciones testamentarias profundamente

diversas, los errores de base pasional y la

excentricidad. Supuesto que haya más de un

testamento particular atención merece la

proximidad de las fechas entre sí y la lógica de

las disposiciones respectivas (1).

Ahora bien, las posibilidades de anular un

testamento dependen de la documentación

médica y afín que se disponga, en orden a

sustanciar evidencias significativas al respecto.

Afortunadamente, desde unos años acá, su

recopilación es tarea factible. Determinantes

han sido la Ley de Autonomía del Paciente y la

informatización de la práctica sanitaria. La Ley

de Autonomía por lo que comporta sobretodo

de historia única, formularios de

consentimiento e informe de alta. La

informatización en cuanto impone registros en

tiempo real y acumulativos. Amparados en

* Resoluciones de 29/04/94, 25/07/00 y 12/12/2001.

ambas razones igualmente son recopilables

datos de dispositivos sociosanitarios tales como

residencias asistidas, centros de día, etc.

La evaluación médico-legal de la capacidad de

testar se plantea cuando se presupone

disminuida y en dos circunstancias:

contemporánea y retrospectiva, cada una con

su objetivo y posibilidades de actuación.

La evaluación contemporánea surge a

requerimiento del notario o familiares y tiene

como objetivo enfatizar la idoneidad de la

persona ante la acción de testar. Conlleva, por

tanto, un sentido preventivo de cara a una

posible impugnación. Permite el estudio a

fondo de la persona, llegando incluso al

registro videográfico para mayor fiabilidad de

lo actuado.

La evaluación retrospectiva surge en contexto

de impugnación de testamento, ya como

apoyo a la demanda en ciernes, ya en sede

judicial. Supone la puesta en cuestión o la

defensa de la idoneidad del testador cuando

testó. Implica retrotraerse al tiempo, causas y

circunstancias que se dieron entonces y

considerar su incidencia sobre la acción de

testar. Todo ello en comparación con el

testamento o testamentos anteriores y, de no

haberlos, con atención a los valores y

preferencias manifestados de continuo por el

testador.

En cuanto a modos de realizar la evaluación de

la capacidad de testar, al igual que en otras

capacidades de obrar, dos son las

aproximaciones a seguir: una centrada en la

clínica, otra funcional. Indiferente es que sea

contemporánea o retrospectiva, salvo las

mayores dificultades inherentes a esta última.

La aproximación clínica descansa en el

diagnóstico de enfermedad y las observaciones

generales de los efectos de la sintomatología,

sobre el conocimiento y voluntad del

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individuo, en orden a la acción de testar. La

argumentación y conclusiones resultan de poco

más que intuiciones y sentido común, suficiente

en casos menores o severos, criticables en los

no tan definidos. Se han subrayado al respecto

la insuficiencia e irrelevancia de las evidencias

aducidas para apoyar las conclusiones. E

igualmente la frecuente intrusión del evaluador

en aspectos propios del juez o tribunal como

cuando hace afirmaciones o niega la presencia

de capacidad. De ahí que su práctica esté hoy

en regresión.

La aproximación funcional gira en torno a la

habilidad de testar considerada en cuanto a sus

posibles aspectos deficitarios al tiempo de

otorgar testamento. Tiene como objetivo final

determinar la presencia o no de incongruencias

mediante la comparación entre el estado de la

habilidad de testar y las disposiciones que se

plasmaron en el testamento. En consecuencia,

puede ofrecer al juez descripciones empíricas a

título de evidencias sobre la operatividad del

testador al efecto de testar.

La aproximación funcional en general se inspira

en el “modelo de competencias” de Grisso,

considerado en la actualidad como el referente

teórico y práctico más extendido y aceptado

en orden a las evaluaciones que se suscitan en

el ámbito de la capacidad de obrar. Supone un

constructo complejo multidimensional

altamente cognitivo, que implica sobre todo a

las funciones cognitivas superiores, con la

pretensión de sistematizar la multiplicidad de

datos a tener en cuenta y servir de guía para su

evaluación (2).

Teóricamente el modelo de Grisso tiene una

doble raíz: la psicología clínica de orientación

cognitivista y el ordenamiento jurídico sajón.

De ahí que sea propiamente un “modelo

psicológico-legal” para un contexto jurídico

determinado.

En cuanto a su raíz psicológica resulta fácil de

colegir con solo reparar en la prelación de los

procesos mentales respecto de los datos

psicopatológicos. Parte de que los trastornos

mentales no siempre convierten a los enfermos

mentales en incompetentes intelectuales,

conductuales o sociales. Dicho de otro modo,

los síntomas no reflejan bien las conductas que

interesan a la ley. Por lo demás, la orientación

cognitivista resulta de la propia definición del

modelo, ya referido líneas arriba, al destacar la

importancia de las funciones cognitivas

superiores sobre las demás cognitivas y sin

mención para las de otra índole.

Ahora bien, desde un punto de vista médico-

legal, resulta difícil aceptar el papel secundario

de la enfermedad en su vertiente

psicopatológica, máxime cuando de

evaluaciones retrospectivas se trata. Así, en

tanto que en las evaluaciones contemporáneas

se cuenta con el periciando e incluso con

referencias documentadas de deficiencia de

habilidades, poco o nada documentado sobre

esto se da en supuestos de impugnación de

testamento. La regla entonces pasa por la

inducción reconstructiva del cuadro clínico y

de la correspondiente repercusión sobre la

habilidad de testar. De ahí que pueda ser

asumido como modelo médico-legal.

En cuanto a la raíz jurídica del modelo de

competencias de Grisso nos limitaremos a

señalar su carácter anglosajón. Y de ahí que su

trasplante a otro contexto jurídico exija ciertas

precisiones. A tal respecto bueno sería volver a

recordar, a título de cultura médico-legal, que

el notariado latino-germánico que opera en

España constituye “prueba privilegiada en

juicio”, a diferencia del anglosajón.

Pasando a la práctica el modelo de

competencia de Grisso comporta la articulación

Resolución 0422/93 del Parlamento de la Unión

Europea.

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de tres componentes: funcional, causal e

interactivo y un cuarto propiamente judicial de

enjuiciamiento y disposición. Aplicado a la

evaluación de la capacidad de testar ofrece las

siguientes particularidades:

El componente funcional remite a la habilidad

de testar entendida esta como la posibilidad de

otorgar testamento con el conocimiento,

reflexión y puesta en práctica necesarios al

respecto. Presupone niveles de información,

enjuiciamiento y procedimiento relativos al

acto de testar, cada uno de ellos a su vez

referible a determinadas funciones mentales.

El nivel de información comprende el conjunto

de conocimientos conceptuales y factuales que

la persona maneja en orden al acto de testar.

Conceptuales sobre lo que significa testamento,

legítima, revocabilidad, etc. Factuales en

relación a cuestiones de hecho tales como

bienes propios en concreto, familiares

próximos, herencias vividas, testamentos

previos, etc. Es función relevante en este nivel

la memoria en su faceta semántica.

El nivel de enjuiciamiento enfatiza los procesos

de deliberación y elección a efectos del acto de

testar. Descansa sobre el nivel de información e

imbrica estimaciones y anticipaciones.

Estimaciones en relación a quienes y en qué

grado considera a cada uno objeto de su

generosidad. Anticipaciones incorporando

cláusulas con objetivos psicológicos más

profundos (controles, vindicaciones, etc.). Son

funciones psicológicas relevantes en este nivel

la memoria en su variante episódica

(biográfica) y, entre las funciones cognitivas

superiores, la solución de problemas, el

razonamiento y la reversibilidad del

pensamiento.

El nivel de procedimiento supone la puesta en

práctica de la decisión tomada por la persona.

Comporta una serie de acciones al respecto:

selección de notaría, petición de cita,

elaboración de minuta, etc. En suma, destrezas

psicomotoras y comunicativas orientadas a la

realización del acto de testar.

El componente causal remite a la condición de

enfermedad que padece la personal al tiempo

de testar y asienta, principalmente, en la

documentación médica disponible. Así mismo

pueden resultar útiles documentos de otra

índole, expresivos del funcionamiento mental y

conducta del testador en torno a ese tiempo,

tal el caso de agendas, cartas, etc.

Comporta, en un primer paso, la

reconstrucción panorámica de la enfermedad o

enfermedades que padeció el testador al

tiempo de otorgar testamento. Particular

atención merecen los aspectos clínicos,

funcionales, diagnósticos y evolutivo que la

caracterizaron, incluidos los de tipo crítico que

se puedan suscitar. De ahí la importancia de

trabajar siempre con criterios de referencia

comúnmente aceptados en la práctica médica.

Y, en un segundo paso, conlleva establecer sus

posibles efectos sobre la estructura de la

habilidad de testar. Dicho en concreto, la

repercusión de la sintomatología sobre los

niveles de información, enjuiciamiento y

procedimiento de la habilidad. Se pretende así

establecer sus posibles déficits a efectos de

conceptualizar, memorizar, planificar, razonar,

decidir, proceder, etc. en orden a testar.

El síndrome demencial es la condición

patológica esgrimida con mayor frecuencia y,

dentro de ella, la enfermedad de Alzheimer

seguida de la demencia vascular. Otros, el

síndrome delirante, el delirium en las

enfermedades terminales, el retraso mental,

etc.

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El componente interactivo remite a la

interacción testador-notario en el acto de

testar, salvo en el caso de testamento ológrafo.

Cuestiona si la habilidad de testar fue la

suficiente en dicho acto, tal como aseveró el

notario mediante el correspondiente juicio de

capacidad del testador. Supone la

confrontación entre las disposiciones

testamentarias y la habilidad de testar en

cuanto a si se corresponden o, por el contrario,

trascienden incongruencias. Disposiciones

consideradas desde su contenido, complejidad

y novedades, habilidad de testar entendida en

función de sus déficits trasunto de la causalidad

médica.

Las incongruencias así entendidas constituyen

evidencias de la falta de correspondencia o

lógica entre el déficit de la habilidad de testar y

las disposiciones testamentarias. Fuera de

dichos presupuestos pierden sentido, pues

caben explicaciones que las invalidan.

En efecto, un testamento puede ser caprichoso,

imprevisto, arbitrario y resultar igual de

efectivo que otro prudente y justo. No

necesariamente debe ser racional en algún

sentido abstracto. Bien podría responder a

motivos anidados y escondidos en la intimidad

del testador dignos de respeto.

Igualmente, un notario puede autorizar un

testamento, pese a la gravedad de la

enfermedad del testador, pues no

necesariamente tiene por qué afectar a la

capacidad de testar. Obviamente también

podría pedir asesoramiento médico para

asegurarse. Entra dentro de la responsabilidad

profesional del notario decidir al respecto, pues

así está dispuesto por el ordenamiento jurídico.

Pero, como ya anticipamos, actuación

impugnable y revisable en sede judicial

mediante “enérgica” prueba en contrario.

Finalmente, el componente de enjuiciamiento

y disposición, como ya quedó dicho es propio

de la actividad jurisdiccional del juez. Mediante

el enjuiciamiento el juez determina si la

presencia e ilación de incongruencias es

bastante para considerar la inoperancia del

“cabal juicio” jurídicamente entendido. Y a

continuación disponer si procede la anulación

del testamento.

En resumen, el modelo por habilidades

proporciona al juez, mediante las

incongruencias, descripciones empíricas sobre el

estado de la habilidad de testar del testador al

tiempo en que otorgara testamento. Cuestión

del juez será, por lo tanto, determinar hasta

qué punto la constelación y efectos

combinados de las incongruencias constituyen

prueba en contrario suficiente frente a la

enérgica pretensión de certidumbre que la

jurisprudencia concede al juicio notarial de

capacidad.

El modelo de habilidades, en consecuencia,

queda ajeno a primar que haya prueba

definida, a modo de capacímetro, por la cual la

ausencia de habilidad de testar pueda ser

determinada. Evita, por tanto, dar respuestas

afirmativas o negativas al respecto por

considerar que son propias y exclusivas del

Juez a cohonestar con otras pruebas o datos.

A todo esto, la evaluación del testador, según

el modelo de habilidades, puede contemplarse

por otras vías en orden a la detección de

incongruencias. Una, considerando su

vulnerabilidad a la influencia indebida, otra, a

partir de las motivaciones psicológicas en

relación con cambios radicales de testamento

en fechas próximas.

La vulnerabilidad a la influencia indebida es

una condición mental caracterizada por el

incremento de la posibilidad de que una

persona sea manipulada por otra. Combina

conocimientos de psiquiatría, psicología y

sociología respecto de los mecanismos de la

manipulación humana con acomodo en la

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doctrina jurídica, códigos y jurisprudencia. Y se

manifiesta por serias dificultades de la persona

en su relación con el medio en que se

desenvuelve por enfermedad, discapacidad y/o

circunstancias.

En el caso de la acción de testar la

vulnerabilidad a la influencia indebida es

cuestión relevante por cuanto puede derivar en

la sustitución de la voluntad del testador por la

de otra persona. Su evaluación sistemática

utilizar modelos que dan cuenta de las

dimensiones psicosociales más significativas al

respecto. El modelo de Blum las distribuye en

dependencia, aislamiento, manipulación

emocional, aquiescencia y pérdidas financieras

(3).

La dependencia es un estado permanente de la

persona por razones de enfermedad, ligada a la

falta o la pérdida de autonomía física, psíquica

o sensorial. Se caracteriza por la necesidad de

atención o ayudas importantes de otra/s

personas/s para realizar actividades básicas de

la vida diaria.

El aislamiento comporta la privación o

reducción de información pertinente, visitas de

parientes, amigos y de otros medios de

comunicación (móvil, etc.) motivada por

enfermedades, historia de pobres relaciones

sociales, cambios geográficos, etc. Puede ser

percibida como amenazadora o impuesta por

otros.

La manipulación emocional comporta la

generación de sentimientos de miedo, culpa,

falsa tranquilidad, confianza, etc. en la persona

escondiendo los verdaderos fines que persigue

el manipulador. Supone un continuo que oscila

desde las promesas de compañía y seguridad

(“Alicia en el país de las maravillas”) hasta las

amenazas (rechazos, intimidaciones), o la

combinación de ambas (chantaje emocional).

Propio de la manipulación, cualesquiera sean

sus tácticas, es el muy importante papel de la

sutileza para el éxito manipulativo (“silencios

hábiles”). La facilitan las demencias y el retraso

mental a cuenta de la debilidad de juicio y de

sentido crítico, los trastornos afectivos graves

en consonancia con la polarización de su

estado mental y las personalidades insuficientes

(inseguras, dependientes, etc.).

La aquiescencia supone el consentimiento o

aceptación de una decisión tomada por otra

persona. Se manifiesta en formas de credulidad,

aprobatividad y sugestibilidad entendidas

respectivamente como facilidad para creer o

confiar, asentir y ser receptivo a la influencia de

otros. La facilitan los trastornos ya señalados

para la manipulación emocional.

Las pérdidas financieras, finalmente, se reflejan

en activos financieros y otros bienes que

redundan en beneficio del abusador o

intermediarios.

Finalmente, importa subrayar que una mayor

vulnerabilidad a la influencia indebida resulta

de la simultaneidad, interacción y persistencia

de las dimensiones psicosociales en acción. Y su

mayor riesgo cuando convergen en el cuidador

principal.

El análisis de las motivaciones psicológicas del

testador importa sobre todo en casos de

testamento en radical contradicción con otro u

otros anteriores, los dos últimos otorgados en

fechas próximas. Pretende esclarecer las razones

de la misma y, para lograrlo, compara entre sí

las motivaciones propias de cada testamento.

Por supuesto que tal aproximación supone

serias dificultades por ambos extremos porque

las motivaciones psicológicas del testador,

como ya quedó dicho, pueden ser disimuladas

o escondidas por este. No obstante, las

dificultades quedan reducidas cuando las

motivaciones que orientan cada testamento se

consideran en serie y revelan “constantes”

propias de una cierta mentalidad del testador a

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la hora de testar, esto es, un modo individual

de pensar y hacer en orden a cómo testar que

se revela en mayor medida cuantos más

testamentos otorgó. De ahí la importancia de

identificar rupturas en la serie y desapariciones

de “constantes” en el último testamento

respecto de los anteriores, máxime en contexto

de deterioro mental y vulnerabilidad a la

influencia indebida.

A efectos prácticos, las motivaciones

psicológicas testamentarias han sido

caracterizadas según el objetivo que persiguen

y, acordes con este, distribuidas en cinco

grupos: continuista, hacer en la muerte lo no

hecho en vida, control y vindicación,

inmortalidad, y narrativa y reconsideración de

la vida. Son extraíbles de las disposiciones

testamentarias y pueden manifestarse

simultáneamente en un mismo testamento (4).

Las motivaciones de índole continuista se

plasman en disposiciones testamentarias que

priman la unidad, pertenencia, cohesión y

tradición familiares. Domina el sentido

intergeneracional y sus raíces son

socioculturales. En ocasiones la continuidad

responde a lazos de amistad.

Las motivaciones de hacer en la muerte lo no

hecho en vida se traducen en generosidad con

amigos o compañeros de trabajo, etc. no

ejercida cuando el testador vivía, revelación de

secretos, rectificación de pasadas injusticias, etc.

En ocasiones guardan conexión con notas

suicidas, unas veces en interés de los

supervivientes, otras recriminatorias.

Las motivaciones de control y vindicación

tienen como objetivo, respectivamente,

garantizar el cumplimiento de las disposiciones

y castigar a quien las cuestione. Se manifiestan

mediante numerosas tácticas y varios grados de

malicia. Son frecuentes en familias desajustadas

y alejadas y están en el origen de la mayoría de

las impugnaciones.

Las motivaciones en orden a la inmortalidad

suponen un esfuerzo creativo para seguir

actuando en el mundo físico más allá de la

muerte. Se concretan en legados expresivos de

la benevolencia del testador hacia instituciones

de diverso orden (caritativas, investigadoras,

etc.).

Por último, las motivaciones con finalidad

narrativa y reconsideración de la vida

comportan una experiencia emocional y la

consolidación de un relato coherente de la

trayectoria personal vivida.

Así pues, las disposiciones testamentarias

suponen objetivos psicológicos más profundos

que los aparentes de reconocimiento intelectual

y sentimental de los herederos con incidencia

en su futuro económico. Suponen por tanto

decisiones que, en último término, remiten a

valores y preferencias del testador. Valores

entendidos como el conjunto de creencias,

intereses y puntos de vista que guían las

decisiones personales; preferencias entendidas a

su vez como las opciones elegidas entre las

posibles, en cuanto informadas por valores en

el sentido indicado.

Por supuesto que la mentalidad y los valores

de las personas están sujetos a cambios en los

más diversos aspectos de la vida. Sucede de

modo natural en las etapas de desarrollo y

también estando consolidados por el tiempo.

Pero en estos últimos casos no se hace sin

motivo que opere a título de justificación

personal. Presupone un proceso psicológico en

varios pasos: nueva e importante información

que cuestione los valores previos, seguida de

reflexión que prevenga contra la inculcación

externa impuesta y, finalmente, vinculación de

la reflexión a la acción promoviendo

comportamientos coherentes con los cambios

habidos.

Por lo tanto, cuando de cambios radicales de

testamento se trata, las cuestiones a considerar

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amplían su ámbito. Cuentan obviamente las

motivaciones y la mentalidad del testador,

pero también su dinámica. Dicho en concreto,

si la condición de enfermedad y vulnerabilidad

del testador permitían la elaboración de

nuevos valores y preferencias, o bien no se

daban las condiciones al respecto y solo

pudieron haber sido impuestos.

Recapitulación

Llegados aquí son varios los puntos a resaltar

tras el recorrido realizado. En primer lugar la

opción por la evaluación según la

aproximación funcional sobre la base del

modelo de competencias de Grisso con las

matizaciones señaladas. Después el

enriquecimiento que supone la incorporación

de datos más allá de los propios de la habilidad

de testar. Nos referimos obviamente a la

vulnerabilidad a la influencia indebida y los

cambios motivacionales de índole radical.

Finalmente, en cuanto a la cuestión sobre

cuanta incongruencia es bastante para

determinar la inoperancia del cabal juicio es

tarea del juez. A quienes evalúan solo les

corresponde orientarla con evidencias

empíricas.

Referencias bibliográficas

(1) Gisbert Calabuig, J.J.: Medicina legal y

toxicología, 5ª ed. Masson, Madrid, 2004.

(2) Grisso, T.: Evaluating Competencies.

Forensic Assessments and Instruments. Ed.

Kluwer Academic Plenum Publishers, New

York, 2ª ed., 2003.

(3) Blum, B.: Assessment of Older Adults with

Diminished Capacity: A Handbook for

Psychologists de la ABA Commission on Law

and Aging and APA, 2008.

(4) Elmer, E.M.: The psychological motives of

the last will and testament. Simon Frasar

University, 2001

Agradecimientos

El autor se reconoce deudor de numerosos

colegas por lo que supusieron de incitación y

discusión en seminarios para que el artículo

tomara cuerpo y mejorara. Para todos mi

sincera gratitud.