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© 2010 by Bookbird, Inc. La evolución de la literatura infantil y juvenil en España Artículo en castellano L a literatura para niños en España está condicionada por el desigual proceso que han seguido las cuatro lenguas existentes en el país. El catalán y el castellano cuentan con literatura escrita ininterrumpida desde la edad media hasta a nuestros días. El euskera y el gallego, en cambio, han seguido procesos más irregulares, con la fijación de la norma escrita a finales del siglo XX; y cada uno con sus matices, ya que la lengua oral vasca se fijaba por primera vez pese a una cierta tradición escrita, mientras que el gallego actualizaba una lengua escrita que contaba con tradición literaria en diversas etapas de su evolución. Tal vez resulte curioso destacar que el primer libro europeo sobre educación infantil apareció en lengua catalana: la Doctrina pueril, dedicada por Ramon Llull a su hijo en 1282. Sin duda, la obra no puede calificarse de lectura infantil, aunque otros textos del mismo autor, como El llibre de les bèsties, sí que se unen al conjunto de obras de literatura escrita accesibles a los niños a lo largo de los siglos posteriores hasta que, ya llegados al siglo XIX, empezó a producirse un corpus de lecturas específicamente dirigidas a la población infantil, una población inmersa por entonces en un lento proceso de escolarización obligatoria en castellano que no se consolidó hasta el siglo XX. En este corpus incipiente aparecieron las muestras propias de cualquier literatura infantil en esta etapa: obras pedagógicas destinadas a la infancia con algún atisbo de interés literario; isopetes y abecedarios provenientes de la lectura escolar; publicación de TERESA COLOMER Universitat Autònoma de Barcelona

La Evolución de La Literatura Infantil y Juvenil en España

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Literatura infantil

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    La literatura para nios en Espaa est condicionada por el desigual proceso que han seguido las cuatro lenguas existentes en el pas. El cataln y el castellano cuentan con literatura escrita ininterrumpida desde la edad media hasta a nuestros das. El euskera y el gallego, en cambio, han seguido procesos ms irregulares, con la fijacin de la norma escrita a finales del siglo xx; y cada uno con sus matices, ya que la lengua oral vasca se fijaba por primera vez pese a una cierta tradicin escrita, mientras que el gallego actualizaba una lengua escrita que contaba con tradicin literaria en diversas etapas de su evolucin.

    Tal vez resulte curioso destacar que el primer libro europeo sobre educacin infantil apareci en lengua catalana: la Doctrina pueril, dedicada por Ramon Llull a su hijo en 1282. Sin duda, la obra no puede calificarse de lectura infantil, aunque otros textos del mismo autor, como El llibre de les bsties, s que se unen al conjunto de obras de literatura escrita accesibles a los nios a lo largo de los siglos posteriores hasta que, ya llegados al siglo xix, empez a producirse un corpus de lecturas especficamente dirigidas a la poblacin infantil, una poblacin inmersa por entonces en un lento proceso de escolarizacin obligatoria en castellano que no se consolid hasta el siglo xx.

    En este corpus incipiente aparecieron las muestras propias de cualquier literatura infantil en esta etapa: obras pedaggicas destinadas a la infancia con algn atisbo de inters literario; isopetes y abecedarios provenientes de la lectura escolar; publicacin de

    TERESA COLOMERUniversitat Autnoma

    de Barcelona

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    aleluyas y otras formas populares; traspaso de las obras de recopilacin filolgica de la tradicin oral a los destinatarios infantiles; autores de literatura adulta que escribieron algunos cuentos u obras de teatro aisladas, como Fernn Caballero; inicio de las traducciones de literatura infantil, como los cuentos de Perrault introducidos por Josep Coll i Veh en 1862; fundacin de las primeras revistas infantiles didcticas y de entretenimiento, desde la precursora Gaceta de los Nios en 1798, hasta crecientes iniciativas de peridicos y revistas realizadas a imitacin de la prensa infantil francesa de la poca; etctera.

    Construir la modernidad en el siglo xxHacia finales del siglo xix, empez a desarrollarse en Espaa un mercado editorial ms emprendedor. En 1884, Saturnino Calleja inici la publicacin de cuentos infantiles en Madrid, con el propsito de hacer asequibles y atractivos los cuentos y libros escolares para nios. A travs de las colecciones de su editorial se difundieron los cuentos de Grimm, Andersen y Perrault y se import el italiano Giannetto de Parravicini, convertido en el Juanito castellano. Tambin tuvieron referente italiano las imaginativas andanzas del mueco Pinocho publicadas a partir de 1917 por Salvador Bartolozzi, director del Teatro de Guiol de la Comedia y el primer autor que puede considerarse propiamente de literatura infantil. Del xito de pblico da cuenta la creacin de la frase popular tienes ms cuento que Calleja. La obra pionera de Calleja se asemeja a la de Newbery en el nacimiento de la literatura infantil inglesa en el siglo xvii, o a la paralela de otros editores en Espaa, como el vasco Isaac Lpez de Mendizbal. Tambin en el Pas Vasco destaca la obra precursora del ilustrador Zabalo Ballarin Txiki, as como la creacin de la revista Teles eta Miko en 1918 para el inicio de la historieta grfica.

    Sin embargo, fue en Barcelona, con la fundacin de una editorial infantil ya en 1852, donde ms desarrollo tuvo la industria editorial de libros infantiles del primer tercio del siglo. La produccin se realizaba tanto en cataln como en castellano, con una importante exportacin a Iberoamrica. La creacin de esta infraestructura editorial y los avances tcnicos, como la importacin a Espaa de la maquinaria en offset en 1916, permitieron un nuevo tipo de libros, ms baratos e ilustrados, que respondieron a la extensin de la demanda generada por la escolarizacin. Un ejemplo de esta ampliacin

    fue la revista catalana Patufet. Fundada en 1904, solo dej de publicarse por fuerza mayor en 1938, alcanzando una tirada media de 60.000 ejemplares; todo un fenmeno de continuidad y pblico en una sociedad no bien alfabetizada y solo escolarizada en cataln en efmeros perodos polticos. En ella colabor asiduamente Josep Maria Folch i Torres, el autor ms prolfico y popular de la literatura infantil catalana de la primera mitad del siglo, con obras como Les aventures extraordinries den Massagran (1910), ilustradas por Joan Junceda, otro de los colaboradores habituales de la revista.

    Pero para el desarrollo de una literatura infantil de calidad el factor ms influyente fue la modernizacin de las ideas educativas, especialmente impulsadas en Espaa por la Institucin Libre de Enseanza, una entidad inspirada en las ideas krausistas y creada en Madrid en 1876. Sus criterios educativos caracterizaron las corrientes educativas renovadoras en el paso del siglo xix al xx y condujeron a la apuesta por una literatura capaz de contribuir al desarrollo integral de los nios con planteamientos estticos exigentes (Sotomayor, 1992).

    La modernizacin preconizada se corresponda con el proyecto sociocultural que se gestaba en la Catalua industrializada y hall eco en las lites sociales catalanas. As, mientras en la literatura infantil castellana el estudioso Jaime Garca Padrino seala que: En los primeros treinta aos del siglo xx, la promocin y difusin de las creaciones infantiles careci de una labor sistemtica, institucionalizada o regularizada (Garca Padrino, 1992: 151), la especialista en literatura infantil catalana Teresa Rovira halla como condicionante positivo que las realizaciones del catalanismo poltico [] cumplen una tarea de produccin y, sobre todo, de difusin del libro para nios. [] En la tarea de construir una nueva cultura y una nueva sociedad, la formacin del nio era considerada bsica. La preocupacin por la pedagoga conduce a un movimiento de renovacin que crea la necesidad de unos libros, no solo escolares, sino tambin de esparcimiento, para complementar la obra de la escuela (rovira, 2002: 18).

    As, ya en 1908, el Ayuntamiento de Barcelona debata la cuestin de la dotacin de secciones infantiles en las bibliotecas pblicas, y en 1918 se inauguraron en Catalua las tres primeras de Espaa; en 1915 se fund la primera Escuela de Bibliotecarias, la nica existente hasta nuestra reciente democracia; y en 1921 se crearon

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    bibliotecas circulantes destinadas a las escuelas pblicas barcelonesas, un sistema experimentado por la Institucin Libre de Enseanza en 1918. En todos estos proyectos, se importaron ideas del exterior: muy pronto se introdujo la obra de la pedagoga italiana Maria Montessori en las escuelas municipales, se siguieron los ejemplos franceses o norteamericanos en el tipo de construccin de bibliotecas y actividades de animacin lectora, o se cre la Escola Nova del pedagogo libertario cataln Francesc Ferrer i Gurdia.

    Como seala Teresa Duran (2002), el primer tercio de siglo ostenta una importante nmina de autores e ilustradores catalanes que supieron interiorizar la influencia exterior de obras como Struwwelpeter o Nils Holsgersson y de autores como Lewis Carroll, Wilhelm Busch o Beatriz Potter. Destacan la polifactica obra del modernista Apelles Mestres, la naturaleza idlica de Lola Anglada (Margarida, 1928; En Peret, 1928), las farsas morales (Sis Joans, 1928) y Les aventures den Perot Marrasqu (1917) del poeta Carles Riba, la descripcin de personajes del poeta vanguardista Joan Salvat-Papasseit (Els nens de la meva escala, 1922), las traducciones de las mejores obras universales del escritor Josep Carner, las modernas ilustraciones de Joan Llaverias y tantos otros, o la aparicin en Espaa de las primeras novelas de detectives (Bolav, detectiu, de Folch i Torres, en 1912), de aventuras juveniles (Lau o les aventures dun aprenent de pilot, de Carles Soldevila, en 1926) o de divulgacin literaria (Els ocells amics, de Josep Maria de Sagarra, en 1922), todos ellos referentes clsicos de una literatura infantil catalana que se so civilizada y europesta.

    Por su parte, la tradicin regeneradora espaola, siempre a travs del ideario de accin educativa de la Institucin Libre de Enseanza, suscit la expectativa de progreso social confiada a la Repblica espaola durante la dcada de los aos treinta. La gran vitalidad literaria castellana de la poca, con la predileccin de los autores de la Generacin del 27, como Alberti o Garca Lorca, por la experimentacin formal y las races folclricas, crearon un sustrato artstico que influy enormemente en la produccin para nios. Al mismo tiempo, esta empezaba a verse apoyada institucionalmente. Los premios, ferias del libro infantil, bibliotecas circulantes, inauguracin de ms de tres mil bibliotecas escolares, etc. ofrecieron un nuevo contexto a la lectura de los

    nios. En l destacaron con fuerza algunos autores infantiles como Manuel Abril, M. Teresa Len, Antoniorrobles o Elena Fortn, que modernizaron las temticas y formas de la literatura infantil en lengua castellana. A Antoniorrobles se deben obras como 8 cuentos de nias y muecas (1930) o Hermanos monigotes (1935). Su vanguardismo y preocupacin pedaggica por inculcar una nueva cultura se asemejan, en cierta forma, a la orientacin posterior del periodista, escritor y pedagogo italiano Gianni Rodari. Elena Fortn debe su fama principal a la creacin de los personajes de Celia y su hermano Cuchifritn, iniciada en 1929 en un suplemento de revista y prolongada en una serie de libros. Sin duda, el exilio tras la victoria franquista apart a ambos autores del maestrazgo que les corresponda en la evolucin de la literatura infantil en Espaa.

    Retroceder con el franquismoTras la guerra civil espaola (1936-1939), se iniciaron cuarenta aos de ruptura con los avances anteriores. La mayora de los mejores autores e ilustradores se hallaban en el exilio, mientras que sobre la produccin interior se abata la prohibicin de publicar en lengua no castellana y la Ley de censura previa, solo derogada tras el restablecimiento de la democracia en 1977. Por decreto, se instaur un modelo de obras infantiles rigurosamente edificantes y pedaggicas (cendn, 1986), de modo que predominaron los temas religiosos, histricos y folclricos, que contribuyeron a crear la imagen de una Espaa uniforme, catlica y conservadora.

    Algunas de las obras ms destacables se adscribieron a la temtica religiosa, como Marcelino, pan y vino (1955), de Jos M. Snchez Silva, o Rastro de Dios (1960), de Montserrat del Amo. Otras se situaron en las narraciones realistas de familia que deban ofrecer una imagen social idealizada y un ejemplo de conducta moral coincidiendo en el retrato de protagonistas pizpiretas en ambientes madrileos de clase media: Elena Fortn publicando desde Argentina una nueva obra de Celia, Borita Casas creando desde Mxico la serie de Antoita la fantstica y Emilia Costarelo publicando las peripecias de Mari Pepa, inicialmente en revistas falangistas. La naturalidad y el humor de estas obras y de otras como Las hadas de Villaviciosa de Odn (1955) o Antn Retaco (1956) de M. Luisa Gefaell, supusieron una bocanada de aire fresco en la lectura infantil de las dcadas de posguerra;

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    mientras que en la ilustracin destacaba la clida suavidad de Merc Llimona, el decorativismo de Rafael de Panagos o el dominio de la luz de Joan Ferrndiz.

    Por otra parte, se iniciaron tareas de fomento y difusin del libro infantil que empezaran a fructificar en la dcada de los sesenta. En 1942, se haba fundado el Gabinete de Lectura Santa Teresa, con una gran influencia en la seleccin de libros y en la organizacin de bibliotecas; o bien en 1958 se haban empezado a otorgar los Premios Lazarillo de ilustracin y de creacin en lengua castellana.

    Renacer (o nacer) en el realismo de los sesentaEn la dcada de los sesenta, el crecimiento econmico y la relativa apertura poltica dieron nuevos aires a la produccin. Levantada la prohibicin de publicar en otras lenguas, la literatura infantil catalana renaci en estrecho contacto con los movimientos de renovacin pedaggica. En 1961, pareci la revista Cavall Fort, y en 1963 se fund la editorial La Galera, dedicada exclusivamente al libro infantil. La voluntad de entroncar con el anterior proyecto cultural europesta llev, por ejemplo, a traducir los lbumes de Le Pre Castor, cmics europeos o colecciones ya destinadas a la lectura adolescente. Puesto que las ediciones aparecan en cataln y en castellano, la modernizacin emprendida contribuy a renovar el libro infantil en toda Espaa. En la literatura infantil castellana, destacaron editoriales innovadoras como Noguer y la aparicin de autoras de la talla de Angela C. Ionescu, Carmen Kurtz, Ana M. Matute y las poetas Gloria Fuertes y Celia Vias, o la continuacin de autoras como Montserrat del Amo. Al mismo tiempo, la denuncia social, la educacin cvica y la narracin histrica triunfaron en la narrativa catalana con autores como Joaquim Carb, Sebasti Sorribas, Emili Teixidor o Josep Vallverd.

    La literatura infantil gallega emprendi tambin sus primeras acciones en la dcada de los sesenta con una obra de crtica social, Memorias dun neno labrego, de Xos Neiras Vila, y las primeras publicaciones de la editorial Galaxia. Pero, aunque entre las dcadas de los sesenta y los setenta aparecieron obras narrativas, poticas y teatrales, la primera revista infantil y la primera traduccin (O principio, 1972), la existencia real de una literatura gallega, al igual que la vasca, debi esperar al restablecimiento democrtico en Espaa. Fue entonces que en ambas literaturas se

    realiz una activa poltica de traduccin de clsicos, se utilizaron los libros infantiles en la escuela, se crearon premios y se fundaron editoriales que, ya en la dcada de los ochenta, y sobre todo en la de los noventa, dieron lugar a una nutrida nmina de autores e ilustradores propios.

    Imaginar en democraciaCon la conquista de la democracia en 1977 la literatura infantil y juvenil inici una definitiva puesta al da, que quem etapas ansiosamente para igualarse con las tendencias internacionales y con el desarrollo del mercado editorial de los pases posindustriales. El progresismo combativo de esos aos en favor de la ruptura de tabes temticos y de las relaciones democrticas, el auge de la narracin psicolgica y la adscripcin entusiasta a la fantasa crearon nuevos modelos literarios. Lo hicieron tanto a partir de una intensa poltica de traducciones (con las editoriales Altea, Espasa-Calpe, Alfaguara, etc.), como de la recuperacin de la tradicin folclrica en las cuatro lenguas de Espaa, por fin en mejores condiciones de desarrollo con su entrada en la enseanza.

    Entre los principales autores que adoptaron los modelos de gnero fantstico hasta la dcada de los noventa, podemos destacar las imaginativas obras de Joles Sennell (seudnimo de Josep Albanell) o Merc Canela, los cuentos contenidos de Fernando Alonso, las atmsferas misteriosas de Joan Manuel Gisbert, la experimentalidad humorstica de Miquel Obiols, la elaborada literatura de Gabriel Janer Manila, la irona de Bernardo Atxaga, la sutileza de Mariasun Landa, el simbolismo de Carmen Martn Gaite o la inspiracin rodariana de Paco Martn y de Empar de Lanuza; mientras que, aunque siempre escasa, la poesa ofreca obras de Carlos Murciano, Miquel Desclot o Antonio Garca Teijeiro.

    Al mismo tiempo, la vocacin de profesionalidad, la investigacin tcnica y la diversidad de estilos caracterizaron la primera gran oleada de ilustradores de la democracia: la potica personal de Asun Balzola o de Carme Sol Vendrell, el dominio colorista de Miguel ngel Pacheco o de Luis de Horna, el equilibrio barroco de lneas de Miguel Calatayud, las transparencias de Ulises Wensell o las sugerencias misteriosas de Alfonso Ruano, a los que podran aadirse otros muchos nombres, como Jos Ramn Snchez, Juan Ramn Alonso, Antton Olariaga, Jess Lucas, Jokin Mitxelena o Xan Lpez Domnguez. Tambin

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    cabe destacar que la ilustracin result decisiva para la recuperacin del gnero humorstico con obras de Montse Ginesta, Roser Capdevila, Joma o Fernando Krahn.

    Los gneros realistas, aunque dedicaron una gran atencin a los temas sociales, fueron ms tmidos al incorporar los rasgos de denuncia crtica y de angustiantes conflictos internos que abundaban en las obras traducidas; probablemente porque los cambios en la sociedad an se estaban iniciando en Espaa y temas como el divorcio o la violencia urbana no eran sentidos de la misma forma. Incluso durante mucho tiempo la literatura pas de puntillas sobre el trauma de la guerra civil y la represin franquista, con la brillante excepcin inicial de las Crnicas de Media Tarde de Juan Farias.

    El grueso de la descripcin realista, pues, tendi a situarse en las obras juveniles de gnero: la aventura histrica que se deseaba renovada respecto de la visin franquista de trompeta y tambor, tal y como se haba adelantado en la

    narracin catalana de los sesenta, con obras de Concha Lpez Narvez, Jos M. Merino, Marta Osorio, Paco Climent o Teresa Duran; la narracin detectivesca de tema social, con la creacin del personaje de Flanagan por el tndem formado por Andreu Martn y Jaume Ribera, o la recin estrenada narracin de conflictos madurativos en contexto adolescente, como en las obras de Gemma Lienas y otros muchos autores.

    Con estas bases efervescentes, la literatura infantil y juvenil en Espaa inici su trnsito hacia la etapa actual, una etapa en la que las formas literarias, los valores educativos, el peso de la imagen, la relacin con la ficcin audiovisual y digital, y las condiciones del mercado y de la difusin de las obras iban a cambiar radicalmente la produccin de libros infantiles y juveniles.

    Para la seleccin de las imgenes de este artculo se ha contado con la inestimable colaboracin del ilustrador Arnal Ballester.

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    Teresa Colomer: Profesora de la Universitat Autnoma de Barcelona. Directora del grupo de investigacin GRETEL (www.gretel.cat) sobre las relaciones entre lectura, literatura infantil y juvenil actual y educacin literaria en la escuela obligatoria. Es autora de ms de doscientas publicaciones, por las que ha obtenido varios premios nacionales e internacionales.