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CARLOS RESA NESTARES SEPTIEMBRE 2017 VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO 1 ¿LA GUERRA CONTRA EL NAR- COTRÁFICO CREÓ LA VIOLEN- CIA EN MÉXICO? ANÁLISIS CUANTITATIVO DE LA VIOLENCIA ANTES Y DESPUÉS DE LOS OPERATIVOS CONJUNTOS CARLOS RESA NESTARES Resumen Ocho años y medio después del inicio de una ola de violencia de proporciones épicas en México, una teoría ha cosechado un enorme éxito de crítica y público en el mercado de las ideas. La responsabilidad última de la irrupción homicida está en la Guerra contra el Narcotráfico que Felipe Calderón Hinojosa decidió lanzar al inicio de su periodo presidencial. Sería esa maniobra la que provocó que mexicanos de dentro y de fuera del sector público se lanzasen a matarse entre sí con singular alegría. Una idea unida a la anterior es que esa política no estaba justificada por el escenario de violencia precedente, sino que estaba contaminada por motivos bastardos, principalmente su deseo de desquitarse tras un resultado electoral discutido en 2006 o, en general, hacer avanzar la agenda neoliberal, cualquier cosa que eso signifique. Calderón Hinojosa pudo dar inicio a la “Guerra contra el Narcotráfico” por múltiples razones, pero tres destacan sobremanera. La primera es que su es- trategia no fue original. Fue copia y profundización de un diseño preexistente. Su predecesor, Vicente Fox Quesada, puso en marcha en junio de 2005 el “Ope- rativo México Seguro”, que consistía en enviar efectivos federales a lugares es- pecialmente conflictivos, desplegar militares en las calles e intentar depurar las policías locales y estatales. Ese modelo tenía antecedentes de al menos me- dio siglo en México y Calderón Hinojosa se limitó a calcarla y ampliarla numé- ricamente cuando llegó a la presidencia.

¿La Guerra contra el Narcotráfico creó la violencia en ... · carlos resa nestares septiembre 2017 violencia y operativos conjuntos en mÉxico 1 ¿la guerra contra el nar-cotrÁfico

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CARLOS RESA NESTARES SEPTIEMBRE 2017

VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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¿LA GUERRA CONTRA EL NAR-COTRÁFICO CREÓ LA VIOLEN-CIA EN MÉXICO? ANÁLISIS CUANTITATIVO DE LA VIOLENCIA ANTES Y DESPUÉS DE LOS OPERATIVOS CONJUNTOS CARLOS RESA NESTARES

Resumen

Ocho años y medio después del inicio de una ola de violencia de proporciones épicas en México, una teoría ha cosechado un enorme éxito de crítica y público en el mercado de las ideas. La responsabilidad última de la irrupción homicida está en la Guerra contra el Narcotráfico que Felipe Calderón Hinojosa decidió lanzar al inicio de su periodo presidencial. Sería esa maniobra la que provocó que mexicanos de dentro y de fuera del sector público se lanzasen a matarse entre sí con singular alegría. Una idea unida a la anterior es que esa política no estaba justificada por el escenario de violencia precedente, sino que estaba contaminada por motivos bastardos, principalmente su deseo de desquitarse tras un resultado electoral discutido en 2006 o, en general, hacer avanzar la agenda neoliberal, cualquier cosa que eso signifique.

Calderón Hinojosa pudo dar inicio a la “Guerra contra el Narcotráfico” por múltiples razones, pero tres destacan sobremanera. La primera es que su es-trategia no fue original. Fue copia y profundización de un diseño preexistente. Su predecesor, Vicente Fox Quesada, puso en marcha en junio de 2005 el “Ope-rativo México Seguro”, que consistía en enviar efectivos federales a lugares es-pecialmente conflictivos, desplegar militares en las calles e intentar depurar las policías locales y estatales. Ese modelo tenía antecedentes de al menos me-dio siglo en México y Calderón Hinojosa se limitó a calcarla y ampliarla numé-ricamente cuando llegó a la presidencia.

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El segundo impulso para la decisión de Calderón Hinojosa puede rastrearse en las hemerotecas. Y se encontrará la solicitud e incluso la invocación de un numeroso y variado grupo de autoridades estatales y municipales de todos los colores políticos, además de representantes de la sociedad civil, para que el gobierno federal se involucrase en poner freno lo que se percibía como una ola de violencia.

Y el tercer motivo de Calderón Hinojosa para dar el pistoletazo de salida a la Guerra contra el Narcotráfico, una denominación nada original con al menos cuarenta años de antigüedad, era hacer frente a un problema de violencia real. En sus dos primeros meses de gobierno, Calderón Hinojosa, bajo la denomina-ción de “operativos conjuntos”, facturó militares y policías extra a doce esta-dos. Dejando de lado aspectos cualitativos como la publicación de desplegados en prensa por parte de empresas criminales, los asesinatos de policías o el dramatismo de la violencia, en el territorio donde se desarrollaron los “ope-rativos conjuntos” el número de homicidios había aumentado en un 31,9% du-rante el año natural inmediatamente anterior. En contraste, en el resto de Mé-xico, donde no se desplegaron “operativos conjuntos”, el número de homici-dios había disminuido en un 10,1% en el mismo periodo. A la vista de los gua-rismos alcanzados a partir de 2008, esas cifras de crecimiento de los homici-dios pueden resultar ridículas y asumibles políticamente, pero en 2006 cons-tituían una novedad que causaba consternación pública.

Entre junio de 2007 y junio de 2008 Calderón Hinojosa añadió siete “operati-vos conjuntos” en otros tantos estados a los seis primigenios. En los cien días previos al despliegue de tropas y policías federales, el aumento de los asesi-natos en esos territorios había sido del 187,0%.

En consecuencia, puede afirmarse sin paliativos que la violencia en México no la creó de la nada la Guerra contra el Narcotráfico de Calderón Hinojosa sino que las suyas fueron medidas reactivas ante un problema ya existente. La vio-lencia ya estaba ahí antes de que llegasen los militares y los policías federales al teatro de operaciones. Siendo benévolos podrá afirmarse que la medicina recetada por Calderón Hinojosa fue ineficaz o incluso contraproducente para extirpar el tumor, pero nunca que fue la causa del cáncer ni de sus múltiples metástasis progresivamente más virulentas.

Otro asunto distinto es la eficacia, que no las consecuencias, de la estrategia de la administración de Calderón Hinojosa. Los “operativos conjuntos” en sus primeros cien días redujeron el número de asesinatos en su área de influencia en un 6,0% partiendo de espirales homicidas previas descontroladas. En el úl-timo trimestre del gobierno de Calderón Hinojosa el número de asesinatos allí donde se pusieron en marcha “operativo conjuntos” fue un 22,2% superior al registrado en el trimestre anterior al despliegue de efectivos en todos los lu-gares y un 47,5% mayor que en el último trimestre de la administración de

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Fox Quesada. En las zonas donde no hubo “operativos conjuntos” el creci-miento de la violencia a lo largo del gobierno de Calderón Hinojosa fue mayor: del 63,7% y el 95,3%, respectivamente.

De todo lo anterior, que es el rastreo cuantitativo de la evolución de la violen-cia en México durante el periodo en el que se desarrollaron, puede deducirse que, a salvo de que se presente una evidencia micro alternativa consistente, los operativos conjuntos, la marca indeleble de la “Guerra contra el Narcotrá-fico” de Calderón Hinojosa, no fueron la causa las dinámicas de violencia que marcarían el escenario social y político de México desde 2008 hasta la actua-lidad.

Contenido Operación Conjunta Michoacán ........................................................................................ 4

Operación Conjunta Tijuana ............................................................................................... 9

Operación Conjunta Sierra Madre ................................................................................. 13

Operación Conjunta Guerrero ........................................................................................ 18

Operativo Chiapas Campeche Tabasco ........................................................................ 21

Operación Conjunta Nuevo León Tamaulipas ........................................................... 28

Operativo Veracruz Seguro .............................................................................................. 32

Operativo Conjunto La Laguna ....................................................................................... 36

Operativo San Luis Potosí ................................................................................................. 42

Operativo Cancún ................................................................................................................ 46

Operativo Aguascalientes ................................................................................................. 50

Operación Conjunta Juárez .............................................................................................. 54

Operativo Culiacán Navolato ........................................................................................... 59

Balance conjunto ................................................................................................................. 63

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Uno de los aspectos más controvertidos del drástico crecimiento de los asesinatos que se vivió en México entre 2008 y 2011 es la influencia que tuvieron los operativos conjuntos que lanzó el gobierno de México. Fueron una serie de iniciativas deslava-zadas y aparentemente sin soporte de inteligencia, consistentes en enviar a deter-minados lugares efectivos federales adicionales, en particular tropas militares. No han sido pocos los que han visto un nexo causal entre los operativos conjuntos y el aumento de la violencia. El inventario de operativos conjuntos se inauguró el 7 de diciembre de 2006 en el estado de Michoacán. El último se lanzó el 13 de mayo de 2008 en los municipios de Culiacán y Navolato, en el estado de Sinaloa. La ola de violencia comenzó a desbocarse en diciembre de 2007.

Asesinatos diarios en México por meses, enero de 1990 hasta diciembre de 2015

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Operación Conjunta Michoacán Lugar: Michoacán Efectivos: 4.260 Fecha de inicio: 7 de diciembre de 2006

El 11 de diciembre, once días después de la toma de posesión de Felipe Calderón Hinojosa, un comunicado conjunto de sus recién estrenados secretarios de Gober-nación, Seguridad Pública, Marina y Defensa, además del titular de la Procuraduría General de la República, notificó “los primeros resultados de la Operación Conjunta

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Michoacán, […] en el operativo participan cinco mil elementos, cuatro mil doscientos sesenta de ellos del Ejército. […] De la Secretaría de Marina, […] detalló la participa-ción de mil cincuenta y cuatro elementos, […] De la Secretaría de Seguridad Pública, […] informó de la participación de mil cuatrocientos veinte elementos entre Policía Federal Preventiva y Agencia Federal de Investigaciones. Por parte de la PGR se in-cluyen cincuenta agentes del Ministerio Público Federal”.

A tenor de lo expresado en dicho comunicado, la Operación se puso en marcha en algún momento entre el seis y el once de diciembre, probablemente el día siete, como se rubricaba en la entradilla a una entrevista posterior sobre el terreno con el secretario de Defensa. Sus primeros resultados fueron: “Hasta el momento han sido detenidos […] trece presuntos narcotraficantes; se localizaron en reconocimientos aéreos mil cien plantíos de mariguana; mil cien cartuchos de diferentes calibres; tres fusiles AK-47 y diez cargadores para fusil AR-15, entre otros. […] el cinco de diciem-bre, como parte de los preparativos de este operativo, se aseguró en el puerto de Lázaro Cárdenas un cargamento de 19,7 toneladas de pseudoefedrina procedente de China […] fue desmantelado un laboratorio de producción de metanfetaminas ubicado en la carretera Uruapan-Carapan, a la altura del poblado Cheran”.

La operación, “con la cual se pretende enfrentar al narcotráfico y la delincuencia or-ganizada”, en línea con la declaración de Calderón Hinojosa el cuatro de diciembre en el Foro de Inversiones y Cooperación Empresarial Hispano-Mexicano, porque “tengan la certeza de que mi Gobierno está trabajando fuertemente para ganar la guerra a la delincuencia”, estaba compuesta por las siguientes líneas estratégicas: “el despliegue de ciento treinta y un bases de operación con treinta elementos cada una para erradicar plantíos de enervantes”; la “instalación de retenes y puntos de revisión en vías primarias y carreteras secundarias; el desmantelamiento de puntos de venta de drogas; [y] la ejecución de cateos y órdenes de aprensión”.

Siete días después del primer comunicado, el dieciocho de diciembre, el recién es-trenado secretario de Gobernación de México, Francisco Javier Ramírez Acuña, anunciaba en rueda de prensa que “hoy se cumple una semana de que [sic] el ciuda-dano Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, dio instrucciones para iniciar la Operación Conjunta Michoacán con la encomienda de recuperar los espa-cios públicos que la delincuencia organizada había arrebatado a todos los michoa-canos. El número de efectivos participantes se había elevado de cinco mil a siete mil. “En la Operación Conjunta Michoacán hay más de siete mil elementos de la Policía Federal Preventiva, de las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina; así como de la Procuraduría General de la República que, junto a las fuerzas del orden locales, arriesgan sus vidas para salvaguardar la de los demás”. El veintiuno de diciembre de 2006, “el general Manuel García Ruiz, comandante de la Duodécima Región Militar y responsable del Operativo Conjunto Michoacán, anunció que éste pasará a una se-gunda etapa en la que se involucrará a las policías del estado y consistirá en cateos y en el cumplimiento de órdenes de aprehensión principalmente en áreas urbanas.”

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El estado de Michoacán había venido registrando un descenso casi constante de la violencia desde 1992 hasta 2003, pasando en ese periodo de 1.446 asesinatos hasta 552. 2004 mostró una estabilidad en los episodios de homicidios, pero desde prin-cipios de 2005 el estado sufrió un estallido de violencia. De los 35 asesinatos que se registraron en agosto de 2005 se pasó a los 144 en el mismo mes de 2006, siendo particularmente intensa la mortalidad homicida durante la última semana. En sólo un año se había cuadriplicado el número de homicidios.

La apertura de la presidencia de Calderón Hinojosa con redoblados esfuerzos en la represión de la industria de las drogas ilegales en particular y de la delincuencia en general en el estado de Michoacán, aparte de por darse el estado natal del nuevo presidente, respondía a unas circunstancias específicas: un crecimiento notable de la violencia homicida en el estado que no encontraba parangón en ningún otro lugar de México si se exceptúa el estado de Chiapas. En el último año contando desde el momento en que Calderón Hinojosa tomó la decisión de ordenar la intervención fe-deral se había registrado en Michoacán un crecimiento de los asesinatos del cua-renta y seis por ciento, un setenta y ocho por ciento si el aumento se computa con respecto a dos años antes.

Aparte, el inicio de la Operación Michoacán sucedió en el tiempo a la reproducción en varios medios impresos del estado de un texto publicitario firmado por “La Fa-milia Michoacana” que se publicó al día siguiente, el veintitrés de noviembre de 2006, en el periódico Reforma, de la Ciudad de México. “Somos trabajadores nativos de la región de Tierra Caliente en el Estado de Michoacán, organizados por la nece-sidad de salir de la opresión, de la humillación a la que siempre fuimos sometidos por personas, que siempre tuvieron todo el poder, lo que les permitió realizar todo tipo de pillerías y atropellos en el Estado, como los del Cártel del Milenio, […] que ha tenido aterrorizada desde los años ochenta hasta la fecha a gran parte del Estado, sobre todo en las áreas de Puruarán, Turicato, Tacámbaro y Ario de Rosales, y que han realizado secuestros, robos, extorsiones y otros delitos que perjudican la paz de los michoacanos. [Nuestra] misión [es] Erradicar del Estado de Michoacán el secues-tro, la extorsión directa y telefónica, asesinatos por paga, el secuestro Express, robo de tráilers y automóviles, robos a casa-habitación, por parte de gente como la men-cionada que han hecho del Estado de Michoacán un lugar inseguro.”

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Asesinatos diarios en el estado de Michoacán y en el resto de México por me-ses, enero de 1990 hasta noviembre de 2006

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en el estado de Mi-choacán, 1 de agosto de 2005 hasta 5 de diciembre de 2006

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en el estado de Mi-choacán, 1 de agosto de 2006 hasta 5 de diciembre de 2006

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en el estado de Michoacán y en el resto de México por me-ses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Aunque, dentro del contexto de la oleada violenta, los meses de septiembre y octu-bre de 2006 fueron relativamente tranquilos. En noviembre se había registrado un segundo pico de violencia con ciento seis asesinatos que se prolongó en los primeros días de diciembre. El uno y el dos de diciembre de 2006, los dos primeros días de la presidencia de Calderón Hinojosa se registraron veintiséis homicidios en Michoa-cán. Seis de estos asesinatos se produjeron en Huetamo, con cuatro cuerpos apare-cidos con disparos en la nuca; otros seis en Pátzcuaro, en un enfrentamiento entre policías y civiles; y cuatro policías acribillados en un vehículo en Aquila. Fueron los dos días con mayor mortalidad de la historia del estado, aunque no llegaron a su-perar a la semana con mayor número de homicidios, que aconteció a finales de agosto de 2006.

El despliegue de efectivos federales en el estado de Michoacán fue acompañado de un descenso drástico de los homicidios. Si en la semana previa al siete de diciembre de 2006, la fecha más probable del inicio del Operativo Michoacán, se habían produ-cido cuarenta y cinco asesinatos, en los siete días que siguieron al anuncio de las operaciones militares el número de homicidios se había reducido a dieciséis. La se-gunda semana de enero se registraron cinco asesinatos: uno en Hidalgo, otro en Juá-rez, dos en Tocumbo y uno en Uruapan. Salvo el último, todos se produjeron fuera de la zona más violentas del estado. En la segunda semana de febrero el número de homicidios fue de uno: en Buenavista.

El periodo de relativa tranquilidad que sucedió a la puesta en marcha de la Opera-ción Michoacán duró dos años, hasta el segundo semestre de 2009. En ese momento se produjo una nueva oleada de violencia que duró un año. Desde el segundo trimes-tre de 2009 se registra en Michoacán un suave crecimiento de los homicidios. En cualquier caso, nunca durante el periodo de la presidencia de Calderón Hinojosa se volvieron a observar en el estado niveles de violencia como los que se contabilizaron en los meses previos a su llegada al poder y a la puesta en marcha de la Operación Michoacán.

Operación Conjunta Tijuana Lugar: Tijuana, Baja California Efectivos: 3.296 Fecha de inicio: 3 de enero de 2007

Cuando se cumplía un mes y un día de la llegada de Calderón Hinojosa a la presiden-cia, durante el primer día hábil de 2007, el secretario de Gobernación, Ramírez Acuña, anunció en una rueda de prensa conjunta con los secretarios de Seguridad Pública, Marina y Defensa, además del procurador general de la República: “En cum-plimiento y compromiso contraído por el Presidente de la República […] de utilizar toda la fuerza del Estado para resolver los problemas de intranquilidad y devolver

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la paz a la sociedad, este Gobierno de la República, en coordinación con el Gobierno de Baja California anuncia hoy la puesta en marcha de la Operación Tijuana. […] par-ticiparán más de tres mil doscientos noventa y seis elementos de la Policía Federal Preventiva y de la Agencia Federal de Investigaciones, de las Secretarías de la De-fensa Nacional y de la Secretaría de Marina, así como de la Procuraduría General de la República.” Dos mil seiscientos veinte de estos nuevos efectivos los puso el Ejér-cito mexicano y quinientos diez eran elementos de la Agencia Federal de Investiga-ción y la Policía Federal Preventiva.

Los efectivos militares se iban a dedicar a “actividades de reconocimiento aéreo y marítimo y establecimiento de puestos de control para el acotamiento de las activi-dades de tráfico de enervantes en siete áreas, además de integrar bases de opera-ciones mixtas con personal de la policía estatal y agentes del Ministerio Público”. Por su parte, los agentes policiales se emplearían en “filtros de revisión móviles […] en diferentes puntos de la ciudad [y] patrullajes de incursión en áreas de mayor índice delictivo”. La planificación del Operativo Tijuana incluía una vertiente de participa-ción, que “es esencial para la recuperación de la seguridad pública en Tijuana. Para ello, se fortalece el vínculo con la ciudadanía, empresarios, y organizaciones sociales a fin de articular el esfuerzo en la recuperación de los espacios que ocupa hoy la delincuencia”.

Una de las primeras actividades de los militares fue desarmar a los dos mil doscien-tos efectivos de la Policía Municipal de Tijuana, aunque se les permitió salir a reali-zar patrullajes por la ciudad. No era la primera vez en tiempos recientes que los mi-litares realizaban controles y patrullajes en Tijuana. En junio de 2005, ya se habían enviado a la ciudad unos quinientos efectivos federales, incluyendo a miembros del Ejército, para esas actividades dentro del programa México Seguro. En ese primer experimento de duración limitada los miembros de la administración central habían colaborado con los policías municipales. El resultado fue que, durante su semana de despliegue del once al diecisiete de junio, se produjo un asesinato, uno más la se-mana anterior y dos meses que en la semana posterior.

A diferencia de lo que ocurría en Michoacán, en Tijuana no había existido un au-mento reciente de los homicidios. Desde 2001 se había observado un crecimiento suave y oscilante del número de asesinatos. Si en 2004 se habían producido doscien-tos noventa y cuatro homicidios, el número había caído hasta los doscientos cin-cuenta y seis en 2005 y repuntó hasta los trescientos en 2006. En concordancia, sep-tiembre de este último año había sido el mes más sangriento desde principios del 2000, pero cuando se anuncia el Operativo Tijuana el número de homicidios sema-nales en los dos meses anteriores oscilaba entre los dos y los once.

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Asesinatos diarios en la ciudad de Tijuana y en el resto de México sin operati-vos por meses, enero de 1990 hasta diciembre de 2006

Nota: Hasta 1994 los datos incluyen al municipio de Playas de Rosarito.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en la ciudad de Ti-juana, 1 de agosto de 2005 hasta 31 de diciembre de 2006

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en la ciudad de Ti-juana, 1 de agosto de 2006 hasta 31 de diciembre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en la ciudad de Tijuana y en el resto de México sin operati-vos por meses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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En el corto plazo, la Operación Tijuana fue acompañada de una reducción en los ho-micidios en Tijuana. Si en septiembre de 2006 se registraron cuarenta asesinatos y diciembre acabó con veintitrés homicidios, en enero, el primer mes desde la puesta en marcha de la estrategia, fue en el mes con menos asesinatos del primer semestre con diecinueve. Abril y junio de 2006 registraron treinta y veintinueve asesinatos, respectivamente. El último trimestre de ese año, no obstante, el número de homici-dios se había situado por debajo de los diez mensuales, lo que constituyó el trimestre más pacífico desde 1990.

El periodo de calma en la ciudad no duró mucho y se quebró en enero de 2008, pre-cisamente cuando se cumplía un año del Operativo Tijuana. Los meses de enero y febrero fueron el periodo bimensual con más asesinatos desde 1990 y a partir de agosto de 2008 la escalada violenta fue imparable. En noviembre de ese año se re-gistraron doscientos seis homicidios, veintiocho veces más que los siete asesinatos registrados en diciembre del año anterior.

El número de asesinatos disminuyó durante los tres primeros trimestres de 2009 pero siempre manteniéndose en niveles superiores a los registrados con anteriori-dad y se cerró el año con la oleada de violencia más contundente de la que haya constancia en la ciudad. Entre diciembre de 2009 y enero de 2010 fueron asesinadas cuatrocientas sesenta personas en Tijuana. Desde entonces se produjo un descenso primero abrupto de los niveles de violencia luego más suave hasta que a lo largo de 2012 se contabilizaron cotas de homicidios mensuales en el entorno de los que se producían en el año inmediatamente anterior a la puesta en marcha de la Operación Tijuana y en su primer año de funcionamiento.

Operación Conjunta Sierra Madre Lugar: Guachochi, Guadalupe y Calvo y Morelos, Chihuahua; Ca-

nelas, Santiago Papasquiaro, Tamazula, Tepehuanes y To-pia, Durango; y Badiraguato, Mocorito y Sinaloa de Leyva, Sinaloa.

Efectivos: 9.054 Fecha de inicio: 7 de enero de 2007

El veintiuno de enero de 2007, en rueda de prensa conjunta con los secretarios de Gobernación, Seguridad Pública y Marina, además del titular de la Procuraduría Ge-neral de la República, Guillermo Galván Galván, secretario de la Defensa Nacional, anunció que en el marco de la Operación Conjunta Sierra Madre “en la confluencia de los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa, los efectivos que se encuentran con-centrados es de nueve mil cincuenta y cuatro elementos. […] del siete al veinte de enero se efectuaron ciento sesenta y nueve operaciones de reconocimiento aéreo, en las cuales se detectaron cuatro mil nueve mil veintitrés plantíos de marihuana y setecientos veinticinco de amapola.”

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Aunque Ramírez Acuña reseñó que “a los operativos implementados en el estado de Michoacán y en la Ciudad de Tijuana, se suman hoy acciones similares en los estados de […] Chihuahua, Durango y Sinaloa,” Calderón Hinojosa ya había anunciado una semana antes, el catorce de enero de 2007, que “hemos ya iniciado […] en diversos puntos de la Sierra Madre Occidental en los estados de Sinaloa, Chihuahua y Du-rango”, y el grueso de los efectivos militares, según informaciones reseñadas en la prensa, llegaron a Sinaloa el once y el doce de enero. El procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, había estado de visita en Culiacán, capital de Si-naloa, el nueve de enero de 2007, sin anunciar ninguno operativo especial pero sí se había encontrado con las quejas de los empresarios locales.

Continuó Galván Galván relatando las actividades operativas de su organización: “Se desplegaron en tareas de erradicación 119 bases de operaciones primarias de alta incidencia de doce municipios. En catorce días de operaciones se han destruido mil seiscientos trece plantíos de marihuana en trescientas trece hectáreas y quinientos sesenta y siete plantíos de amapola en ochenta y cinco hectáreas. Otros resultados en operaciones de patrullamiento se aseguraron veintiuna toneladas de marihuana en greña, cuarenta kilogramos de marihuana empaquetada, trescientos veinticinco kilogramos de semilla de marihuana, catorce kilogramos de semilla de amapola; ca-torce armas largas, diecinueve cortas; cuatro vehículos, se han detenido a veinte per-sonas.”

El secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, especificó la contribución de su departamento a la Operación: “En el llamado Triángulo Dorado, que confor-man los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua, se han implementado operativos de acordonamiento, de seguimiento al operativo integral que existe de erradicación de cultivos. En este sentido, en la última semana destaca el aseguramiento de tres toneladas de marihuana en Sinaloa, justo en los puntos de control y detección fuera del operativo de erradicación que está en el Triángulo Dorado.”

Aunque nunca se han enumerado los municipios en los que realizó la Operación Con-junta Sierra Madre y el Triángulo Dorado es una zona nunca bien delimitada, en in-formación proporcionada por la Secretaría de la Defensa Nacional se enumeran los once municipios afectados son Guachochi, Guadapule y Calvo y Morelos, en el sur-oeste del estado de Chihuahua; Canelas, Santiago Papasquiaro, Tamazula, Tepehua-nes y Topia, en el noroeste del estado de Durango; y Badiraguato, Mocorito y Sinaloa de Leyva, en el noroeste del estado de Sinaloa. En los datos de erradicación de drogas se incluye también el municipio de Culiacán, que abarca la capital de Sinaloa, pero no se incluyen a efectos de este análisis en razón de que la mayoría de sus habitantes y de sus homicidios se producen en la zona urbana, que no fue afectada por este despliegue de efectivos federales concentrados en la erradicación de cultivos en las zonas rurales.

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Asesinatos diarios en el Triángulo Dorado y en el resto de México sin operati-vos por meses, enero de 1990 hasta diciembre de 2006

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en el Triángulo Do-rado, 1 de agosto de 2005 hasta 31 de diciembre de 2006

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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El comportamiento de los asesinatos en el Triángulo Dorado así definid con anterio-ridad a la Operación Conjunta Sierra Madre había sido errático, aunque con una ten-dencia descendente. Entre 1992, el año con más asesinatos de la serie de datos en la zona, y 2004, el número de asesinatos había caído en un cincuenta y cinco por ciento desde los doscientos noventa y nueve homicidios a los ciento treinta y cuatro. Los dos años siguientes antes de la incursión de efectivos federales adicionales, se había situado en el entorno de lo ciento sesenta asesinatos. Aunque a caballo entre estos dos últimos años se había registrado una oleada de violencia en el Triángulo Dorado, el clima homicida llevaba tres años en mínimos históricos cuando llegó la Operación Conjunta Sierra Madre.

La Operación Conjunta Sierra Madre se dio inició después de que el uno de enero de 2007 se produjesen seis homicidios en tres episodios aparentemente inconexos en los municipios del Triángulo Dorado del estado de Sinaloa. Estos sucesos elevaron la cifra de asesinatos semanales al máximo nivel en el último medo año. Siete días después, coincidiendo con el inicio del despliegue de efectivos, se produjeron un nuevo asesinato, en Chihuahua. En el municipio de Sinaloa se producirían dos nue-vos asesinatos el 15 de enero y ya no regresarían los homicidios en toda la zona configurada como Triángulo Dorado hasta el 27 de enero. Los tres asesinatos regis-trados en los primeros veinte días del despliegue militar supusieron la cifra más baja de homicidios en la zona para un periodo similar desde agosto de 2006.

A partir de la entrada en funcionamiento de la Operación Conjunta Sierra Madre apenas cambiaron los patrones de comportamiento de la violencia en la zona. Exis-tirían episodios de violencia esporádicos, pero en conjunto 2007 registró un des-censo de los homicidios en el Triángulo Dorado del veintisiete por ciento con ciento diecisiete homicidios, con diferencia la cifra más baja de violencia toda la serie que se retrotrae hasta 1990. No fue sido veinte meses después, en el último trimestre d 2008, cuando comenzó en la zona un crecimiento notable de los homicidios que se extendió de manera constante hasta finales de la presidencia de Calderón Hinojosa.

En 2008 se pasó a los ciento ochenta y cuatro homicidios, un crecimiento del cin-cuenta y siete por ciento que continuó al año siguiente con doscientos ochenta y nueve asesinatos y que en 2010 se duplicarían con respecto al año anterior con qui-nientos treinta y ocho. Después de una ligera caída, en 2012 el número de asesinatos en el Triángulo Dorado alcanzó su punto más: quinientos sesenta y cinco homicidios, tres veces más que los asesinatos registrados durante el año anterior a la puesta en marcha de la Operación Conjunta Sierra Madre y que en su primer año de funciona-miento.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en el Triángulo Do-rado, 1 de agosto de 2006 hasta 31 de diciembre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en el Triángulo Dorado y en el resto de México sin operati-vos por meses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Operación Conjunta Guerrero Lugar: Guerrero Efectivos: 6.388 Fecha de inicio: 7 de enero de 2007

En rueda de prensa, el catorce de enero de 2007 Calderón Hinojosa informaba sobre “los operativos que hemos ya iniciado en el estado de Guerrero”. Una semana des-pués, Galván Galván hacía un primer balance de la situación: “Por lo que hace a la Operación Guerrero, recién iniciada, participa un efectivo total de seis mil trescien-tos ochenta y ocho elementos; diecisiete binomios calófilos, doscientos cuarenta y seis vehículos, diecicho aeronaves y dieciséis helicópteros. En relación a las opera-ciones, del siete al diecinueve de enero se efectuaron trescientas cuarenta y ocho operaciones de reconocimiento aéreo en las cuales se detectaron doscientos setenta y siete plantíos de marihuana y dos mil doscientos cuarenta cinco plantíos de ama-pola y cuatro pistas de aterrizaje clandestinas. […] Asimismo, se encuentran plega-dos en vías de puntos críticos de esta jurisdicción treinta y seis puestos de control, con un efectivo de mil ciento setenta y tres elementos.”

García Luna explicaba la contribución de la Secretaría de Seguridad Pública a las ac-tividades contra la delincuencia: “En cuanto a acciones desarrolladas en el estado de Guerrero destaca el combate frontal a los puntos de venta de droga al menudeo y el desmantelamiento de bandas dedicadas a este ilícito. Los patrullajes permanentes, las acciones de detección, colocados en diferentes puntos del estado, permitieron la detención del presunto pederasta canadiense Serge Martineau a quien se detuvo con tres menores de edad en posesión”.

La institución llevó ese día a los medios en viaje en helicóptero para comprobar in situ la instalación de los controles policiales. Y el secretario se permitía observar una relación de causalidad entre la presencia federal y la evolución de los homicidios: “Es importante subrayar que la presencia de los elementos federales en el estado esté directamente relacionada con la disminución de las ejecuciones y el incremento de las denuncias ciudadana que han permitido un mayor aseguramiento de arma-mento y drogas.” El procurador general de la República también ponía de manifiesto los primeros resultados de la Operación Conjunta: “Por lo que hace al estado de Gue-rrero, durante el operativo la Procuraduría General de la República ha realizado las siguientes acciones: […] Un total de veinticuatro personas fueron puestas a disposi-ción del Ministerio Público de la Federación, veintidós consignadas ante Juzgados de Distrito y dos continúan bajo investigación.”

El estado de Guerrero ha sido particularmente violento históricamente. Pero a fina-les del siglo XX mostró una tendencia a la disminución de los homicidios muy por encima de la registrada en el resto de México. Esta evolución descendente se exten-dió hasta bien entrada la primera década del nuevo siglo, aunque en pendientes mu-cho más suaves. Sin embargo, esta pacificación del estado tocó fondo en 2004 y a partir del segundo semestre de 2005 se inició una recuperación crecientemente ace-lerada de los niveles de asesinatos.

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Asesinatos diarios en el estado de Guerrero y en el resto de México sin opera-tivos por meses, enero de 1990 hasta diciembre de 2006

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en el estado de Gue-rrero, 1 de agosto de 2005 hasta 31 de diciembre de 2006

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en el estado de Gue-rrero, 1 de agosto de 2006 hasta 31 de diciembre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en el estado de Guerrero y en el resto de México sin opera-tivos por meses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Si en marzo de 2005 se alcanzó el mínimo histórico con veintisiete asesinatos en el estado de Guerrero, en diciembre de 2006 casi se había cuadriplicado esa cifra y se llegaba a los ciento diez homicidios, una cifra nunca antes vista a lo largo del siglo XXI. No obstante, los días más violentos en el estado habían tenido lugar en la última quincena de noviembre y desde entonces había remitido parcialmente el ritmo de asesinatos.

Los dos primeros meses de la puesta en marcha de la Operación Conjunta Guerrero supuso un contraste inmediato y extremo con el periodo previo. De estar por encima de los cien asesinatos mensuales se pasó a los sesenta y tres homicidios en el mes de enero de 2007 y a los cuarenta y ocho en el mes de febrero, con lo que se recupe-raban los niveles del año anterior. A salvo de un periodo de gran violencia a lo largo de mayo en el que se recuperaron las cotas de homicidios anteriores a la llegada de las fuerzas federales, el ritmo de pacificación en el estado siguió constante y a finales de 2007 se registraban niveles de violencia en consonancia con los años más pacífi-cos de los últimos veinte años.

Sin embargo, la tranquilidad que llevó aparejada la Operación Guerrero apenas duró un año. 2008 registró un nuevo despegue contundente de la violencia pasándose de cuarenta y cuatro homicidios en diciembre de 2007 a ciento setenta y tres en di-ciembre de 2008. Durante 2009 se estabilizaron los altos niveles de violencia en co-tas desconocidas y se superó el máximo de asesinatos en el estado registrado en 1992. 2010 fue testigo de un descenso del número de asesinatos, aunque durante el segundo semestre ya se había recuperado la senda alcista que ya no se abandonaría hasta 2012. En ese año se cometieron dos mil seiscientos treinta y seis asesinatos en el estado de Guerrero, el cuádruple de los registrados durante el primer año de ac-tividades de la Operación Conjunta Guerrero.

Operativo Chiapas Campeche Tabasco Lugar: Campeche, Chiapas y Tabasco Efectivos: Indeterminado Fecha de inicio: 23 de enero de 2007

Sin publicidad en el momento de su inicio de parte del gobierno federal, en el Primer Informe de Ejecución del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 del gobierno de Cal-derón Hinojosa, publicado en diciembre de 2007, así como en Informe de Labores de la Secretaría de Seguridad Pública de 2007, aparece una referencia común: “En el marco de la Estrategia Nacional de Prevención del Delito y Combate a la Delincuen-cia, la Secretaría de Seguridad Pública, en coordinación con las secretarías de la De-fensa Nacional y de Marina, y con la Procuraduría General de la República, partici-paron a lo largo de 2007 en 13 operativos conjuntos para reforzar el combate a los delitos federales, como los del narcotráfico y la portación ilegal de armas de fuego,

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particularmente en los estados y municipios donde se ha exacerbado la violencia, como producto de la actividad del crimen organizado.”

Continúa el informe con el listado de los despliegues operativos de efectivos federa-les, entre los que incluye el realizado “en Chiapas-Campeche-Tabasco, desde marzo.” El Tercer Informe de Labores de la Secretaría de Seguridad Pública de 2009 será más explícito al referir que el “Operativo Chiapas-Campeche-Tabasco inició el 23 de enero de 2007” para continuar desgranando los logros conseguidos bajo su para-guas en términos de dinero, drogas, armas e inmigrantes detenidos.

El 17 de enero de 2007, seis días antes del pretendido inicio del operativo según los informes posteriores, el fiscal general del estado de Chiapas, Mariano Herrán Sal-vatti, que en el pasado había sido Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud de la Procuraduría General de la República y que en 2009 sería en-carcelado por delitos de corrupción y después absuelto de los cargos, anunció en rueda de prensa la puesta en marcha un operativo en conjunto con fuerzas federales con el objetivo de “limpiar la zona de delincuentes, principalmente de pandillas y grupos de traficantes de indocumentados”.

Según Herrán Salvatti, en la operación policial que se desarrollaría en el estado de Chiapas participarían elementos de las policías municipales; de la Agencia Estatal de Investigación, de la Fiscalía General del Estado y de la Secretaría de Seguridad Pú-blica del estado de Chiapas; y de la Agencia Federal de Investigaciones, el Instituto Nacional de Migración, la Policía Federal Preventiva y el Ejército por parte del go-bierno federal, con base en información recopilada por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional y organismos del estado de Chiapas. También concretaría en “unos cuatrocientos agentes” la participación de la Policía Federal Preventiva y de la Agencia Federal de Investigaciones. Su marco de actuaciones estaría restringido a veintidós municipios de la costa del Pacífico y de la frontera con Guatemala.

Dos meses después del supuesto inicio del despliegue de elementos federales, el 19 de marzo de 2007, el gobernador del estado de Tabasco, Andrés Rafael Granier Melo, que sería encarcelado seis años después por actos de corrupción, saludó la llegada dos días antes de trescientos catorce elementos de la Policía Federal Preventiva que, junto con un número indeterminado de soldados, se desplegó a lo largo y ancho del estado pero con particular intensidad en la capital Villahermosa y sus alrededores. Su primera actuación fue desarmar a doscientos elementos de la Secretaría de Segu-ridad Pública del estado.

Granier Melo lo presentó entonces como el resultado de la solicitud que había hecho su gobierno a las instancias federales los meses previos y que se cumplía después de la detención de Jesús Cano Torres, ex titular de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, y trece días después de que el entonces director de la misma institución, el general retirado Francisco González Solís fuese herido en un atentado en el que le dispararon en más de cien ocasiones.

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La violencia en el cuadrante sudeste mexicano es, sobre todo, la violencia en el es-tado de Chiapas. No sólo porque Chiapas tenga más población que los otros dos es-tados juntos sino porque las tasas de homicidios en Chiapas han sido históricamente más altas que en Tabasco y, sobre todo, en Campeche. El resultado de ambas varia-bles es que el sesenta y seis por ciento de los asesinatos en los tres estados entre 1990 y 2014 ocurrió en Chiapas.

El año con más homicidios en Chiapas fue 1988, con ochocientos diecinueve asesi-natos, lo cual lo coloca como el año más violento de toda la serie en los tres estados. El año con más homicidios en Campeche fue 1995, superando por única ocasión los cien asesinatos. 1995 fue también el segundo año con más asesinatos en Chiapas y Tabasco, lo cual sitúa a ese año como el segundo con más homicidios. El año con menos homicidios en Chiapas entre 1990 y 2006 fue 2001, con ciento setenta y seis asesinatos, lo cual implica que fue el año con menos homicidios del conjunto de la zona. El año con menos homicidios en Campeche fue 2006 y el equivalente en Ta-basco fue 2000.

En conjunto, y siguiendo en general los patrones marcados por lo que ocurrió en Chiapas, en la suma de los tres estados la violencia tuvo un carácter marcadamente creciente entre 1990 y 1995. A partir de este último año y hasta 1999 se registra el periodo de máxima violencia en la zona con niveles de homicidios por encima de los ochocientos asesinatos anuales. Entonces la violencia desciende abruptamente en Campeche, Chiapas y Tabasco, pasándose de los mil cincuenta y tres asesinatos anuales de 1998 a los trescientos treinta y uno de 2001. 2002 y 2003 suponen la recuperación de niveles de violencia por encima de los seiscientos asesinatos al año para volver a caer en el bienio 2004-2005 en un segundo periodo de bajos niveles de homicidios.

2006 registró un crecimiento notable de la violencia tanto en Chiapas como en Ta-basco, más acusado en la segunda parte del año, mientras disminuía en el vecino Campeche, donde se vivió el año con menos asesinatos de toda su historia reciente. En Chiapas los asesinatos crecieron en 2006 en un setenta y nueve por ciento con respecto al año anterior y en Tabasco aumentaron en un cuarenta y cuatro por ciento. En Chiapas los niveles de violencia se habían comenzado a disparar ya en febrero de 2006 y se mantuvieron en niveles que no se recordaban desde 2000 a lo largo de todo el año hasta noviembre. La violencia en Tabasco, que había empezado un poco antes que en Chiapas, tuvo una segunda elevación en el cuarto trimestre de 2006, incluyendo el asesinato del alcalde de Huimanguillo, Walter Herrera Ramírez, el 15 de noviembre, y el asesinato de tres policías locales en un enfrentamiento ar-mado en la capital cuarenta días antes.

El pico de violencia que registró Tabasco durante 2006 afectó con especial intensi-dad a las fuerzas de seguridad. El 8 de julio Carlos Manuel Villegas Márquez, coman-dante de la Policía Judicial del estado fue asesinado en Cunduacán. En el mismo mu-nicipio fueron asesinados un policía judicial y un agente de la Policía de Caminos una

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semana después en una operación de rescate. El subdirector de la misma organiza-ción, Eduardo Ramón Magaña, sobrevivió a una emboscada el 13 de septiembre en Villahermosa. El 6 de noviembre tres agentes de la Secretaría de Seguridad Pública del estado fueron asesinados en un tiroteo que dejó otros dos policías heridos.

La evolución de la violencia durante los primeros veintidós días de 2007 antes de la puesta en marcha de la Operación Chiapas-Campeche-Tabasco había sido descon-certante. Por un lado, en Campeche se registraron seis asesinatos entre el 7 y el 21 de enero de 2007, lo que implicaba niveles de violencia desconocidos desde enero de 2002en un periodo tan breve de tiempo. Además, el 10 de enero fueron secues-trados tres líderes del sindicato petrolero en Ciudad del Carmen, la segunda ciudad del estado.

Por otro, y más inusual en comparación con la historia previa del estado es el hecho de que entre el treinta y uno de diciembre de 2006 y el veintidós de enero de 2007 se habían registrado en Chiapas un solo asesinato, una eventualidad sin parangón desde que comienza la serie en 1990. Se trató de una joven de veintiún años que apareció asfixiada después de una fiesta en San Cristóbal de las Casas y cuyo asesi-nato causó manifestaciones de protesta en la ciudad. En Tabasco, mientras tanto, en diciembre de 2006 y enero de 2007 se había reducido a la mitad la intensidad de la violencia que se registró en los cuatro meses anteriores.

En conjunto, la violencia en los estados de Campeche, Chiapas y Tabasco había re-gistrado un descenso sustancial desde mediados de 2006 hasta el punto de que los veintidós primeros días de 2007 habían sido los que registraron menos homicidios de toda la historia de la región. Esos resultados se produjeron como cortesía de la nula actividad homicida que se registró en Chiapas.

El Operativo Chiapas-Campeche-Tabasco llegó a la región en sus niveles histórica-mente más bajos de homicidios. Y en esas cotas continuó hasta junio de 2007, cuatro meses después del despliegue de las fuerzas federales. Y además continuó la misma distribución por estados. El primer homicidio en Chiapas desde la puesta en marcha de la operación se produjo mes y medio después, el once de marzo, con el asesinato de un hombre de cuarenta y cinco años en el municipio costero de Pijijiapan.

Diez días después el subcomandante de la Agencia Federal de Investigación, José Rafael Contreras Bahena, fue asesinado en Palenque de más de setenta disparos des-pués de que un comando lo siguiese desde Tabasco. Otro agente quedó herido. El quince de marzo la cabeza humana de un chiapaneco secuestrado cuatro días antes en el municipio de Reforma fue arrojada a las puertas de la sede central de la Secre-taría de Seguridad Pública del estado de Tabasco.

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Asesinatos diarios en los estados de Campeche, Chiapas y Tabasco y en el resto de México por meses, enero de 1990 hasta diciembre de 2006

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en los estados de Campeche, Chiapas y Tabasco, 1 de agosto de 2005 hasta 22 de enero de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Como en esta pareja de asesinatos en Chiapas y como había ocurrido en el pasado reciente, la violencia en el estado de Tabasco continuó afectando de manera desor-bitada a elementos policiales después del despliegue de tropas federales. El dieci-nueve de abril fue asesinado un agente de la Secretaría de Seguridad Pública del es-tado en un poblado cercano a Villahermosa, la capital, en un atentado en el que re-sultó herido otro policía. Cuatro días después murió el director operativo de la Poli-cía Municipal de Cárdenas con más de cuarenta disparos en el cuerpo. Los asesinos dejaron un mensaje sobre el cuerpo que rezaba “síganle el juego al general”, en alu-sión al secretario de Seguridad Pública del estado, el general Francisco Fernández Solís, que había sufrido un atentado el mes anterior.

La madrugada del veintiséis de abril un comando atacó con metralletas y granadas una patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública estatal en Villahermosa, dejando dos policías muertos y otros dos heridos. El primero de mayo, otro inspector del mismo organismo fue ejecutado en el centro de la ciudad. Junto al cadáver apareció un mensaje que decía: “El tiene quien z lo cuide y a ustedez quien?, y ustedez zoplo-nez la cabeza ban a perder… z” [sic]. Otros dos agentes más fueron asesinados el diez de mayo. Una cartulina junto a los cadáveres rezaba: “Zigan de Heroez al General socio del Chapo G. No se metan en medio. Zeguirán dejando huérfanos. P.D. Siguen ustedes soplones” [sic]. El siguiente policía asesinado en el estado ocurrió ya en no-viembre.

Los asesinatos de elementos policiales llegaron al contiguo estado de Campeche el diecisiete de junio de 2007, cuando el director de Seguridad Pública del municipio de Ciudad del Carmen, Germán Soto López, fue asesinado de ocho disparos de armas de fuego cuando se encontraba en su camioneta. Con anterioridad ya se había pro-ducido el asesinato de diversos individuos ligados de una manera u otra a la seguri-dad en la misma ciudad.

Y es que lo característico de la violencia antes y después de la puesta en marcha del Operativo Chiapas-Campeche-Tabasco en el segundo estado es el desmesurado im-pacto de los asesinatos en la franja suroeste del estado, que va desde el municipio de Candelaria, que hace frontera con Guatemala, a la localidad de Ciudad del Carmen, ligada a la extracción marítima de petróleo. Los diecisiete asesinatos ocurridos en el estado de Campeche durante los dos primeros meses de despliegue de las tropas federales ocurrieron en cuatro municipios: los dos reseñados, además de Champo-tón y Escárcega. Ninguno ocurrió en la capital que da nombre al estado.

El periodo de notable violencia concentrada territorialmente se cerró a los cinco meses del despliegue de las fuerzas federales, pero dejó una impronta en el estado de Campeche. De los treinta y seis homicidios de 2006 se pasó a estar en el entorno de los cincuenta asesinatos por año en los cinco años siguientes. En 2012 la violencia en el estado se disparó definitivamente y en los tres años siguientes se superaron los setenta asesinatos.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en los estados de Campeche, Chiapas y Tabasco, 1 de agosto de 2006 hasta 31 de diciembre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en los estados de Campeche, Chiapas y Tabasco y en el resto de México por meses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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La dinámica de la violencia en Tabasco y Chipas más allá de los primeros episodios tras la llegada de los elementos federales fue distinta de la de Campeche y entre sí. La victimización de los elementos de seguridad pública en Tabasco no se tradujo en un crecimiento de la violencia global sino en una estabilización. El número de homi-cidios registrados en 2007 fue casi el mismo que el registrado en 2006 y en 2008, en el entorno de los ciento cincuenta muertos por año. A partir de este último año se produjo un ligero crecimiento anual hasta llegar a los doscientos cuarenta y dos ho-micidios en 2013.

En Chiapas, por su parte, en junio de 2007, cinco meses después de la puesta en marcha de la operación federal, la violencia hizo acto de presencia, pero en niveles cercanos a la mitad de los registrados en el último semestre de 2006, una circuns-tancia que volvió a repetirse en diciembre de 2007. En conjunto, durante el primer año de funcionamiento del Operativo Chiapas-Campeche-Tabasco ocurrieron ciento cinco asesinatos, el año más pacífico de los últimos quince, un acontecimiento vi-niendo de un 2006 que había dejado quinientos treinta y siete homicidios en el es-tado. No sería hasta 2009, dos años después de la llegada de los efectivos del go-bierno central, que la violencia no volvería a Chiapas en los niveles de 2006, con quinientos quince asesinatos. Fue una circunstancia transitoria que volvió a la tran-quilidad durante 2010 y 2011, cuando en promedio hubo doscientos homicidios en cada uno de esos años.

Operación Conjunta Nuevo León Tamaulipas Lugar: Nuevo León y Tamaulipas Efectivos: 3.350 Fecha de inicio: 18 de febrero de 2007

Tres días después de una visita relámpago de Calderón Hinojosa a Monterrey para un evento organizado por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Mon-terrey, en rueda de prensa conjunta de los secretarios de la Defensa Nacional, Ma-rina, Gobernación y Seguridad Pública, además del procurador general de la Repú-blica, Ramírez Acuña anunció el dieciocho de febrero de 2007 que “el día de hoy damos el anuncio oficial del inicio de dos nuevos operativos que, a solicitud de los señores gobernadores, se realizan en los estados de Tamaulipas y Nuevo León. En este nuevo esfuerzo contra la delincuencia organizada en estas dos entidades de nuestro país, participan más de dos mil seiscientos elementos de las secretarías de la Defensa Nacional, Marina, Seguridad Pública, y la Procuraduría General de la Re-pública”. El Ejército contribuía con dos mil treinta y cinco efectivos, además de vehículos especializados, que comenzaron a patrullar por la ciudad de Monterrey. La Secretaría de Marina concretó su aportación posterior con setecientos cincuenta marinos enviados al estado de Tamaulipas.

Aunque la presentación oficial del programa contra la delincuencia en Nuevo León y Tamaulipas ocurrió una semana después, Calderón Hinojosa en el marco de un

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discurso conmemorativo a las Fuerzas Aéreas mexicanas, ya incluyó a estos dos es-tados entre aquellos en los que se desarrollaban iniciativas similares: “Gracias a mu-jeres y hombres como ustedes recuperaremos la seguridad en Guerrero, en Michoa-cán, en Baja California, en Sinaloa, en Chihuahua, en Durango, en Tamaulipas, en Nuevo León, y en toda región del país que esté amenazada por el crimen organizado, ese es el enemigo.”

La solicitud de un operativo federal específico en Nuevo León similar a los comen-zados en otros lugares de México estaba presente desde bastante antes. Primero fue el grupo parlamentario del Partido Acción Nacional en el Congreso de Nuevo León ya el trece de diciembre de 2006. Seis días después solicitó el mismo despliegue Ro-drigo Medina de la Cruz, neoleonés, del Partido Revolucionario Institucional y pre-sidente de la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de Diputados. El ocho de enero de 2007, antes de reunirse con el procurador general de la República y el se-cretario de Seguridad Pública, el gobernador de Nuevo León, José Natividad Gonzá-lez Parás, del Partido Revolucionario Institucional, anunció que “pronto iniciará una nueva etapa de combate al crimen organizado en el estado, con mayor coordinación entre las autoridades federales, estatales y municipales […] vamos a desarrollar un Operativo Nuevo León”. También descubrió que el ejército había iniciado activida-des de patrullaje en los municipios del norte del estado. Dos días antes del inicio oficial del Operativo Nuevo León Tamaulipas doscientos militares se desplegaron para patrullar e instalaron controles de vehículos en Linares, Nuevo León.

Tanto el estado de Nuevo León como el de Tamaulipas alcanzaron el periodo de mí-nima violencia a principios del siglo XXI: en 2001 y 2002, respectivamente. Mientras en el resto de México el número de asesinatos permanecía estable con una cierta tendencia decreciente, desde principios de siglo se produjo un crecimiento soste-nido en el número de homicidios en ambos estados que en 2006 había aumentado en un noventa por ciento con respecto al año menos violento al principio de la dé-cada.

No obstante, en Tamaulipas el periodo de máxima eclosión violenta tuvo lugar a me-diados de 2005 y desde entonces había registrado un notable descenso mientras en Nuevo León el segundo semestre de 2006 había sido el más violento de su historia. Pero, en conjunto, los dos estados habían experimentado una paulatina reducción de la violencia desde su punto álgido a mediados de 2006. En concreto, el mes de enero de 2007, el anterior al inicio de la Operación Nuevo León Tamaulipas, fue el que registró menos homicidios desde enero de 2003, aunque desigualmente repar-tidos. Mientras en Tamaulipas la violencia casi se había evaporado, Nuevo León aglu-tinaba casi todos asesinatos.

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Asesinatos diarios en los estados de Nuevo León y Tamaulipas y en el resto de México por meses, enero de 1990 hasta enero de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en los estados de Nuevo León y Tamaulipas, 1 de agosto de 2005 hasta 17 de febrero de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en los estados de Nuevo León y Tamaulipas, 1 de agosto de 2006 hasta 31 de diciembre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en los estados de Nuevo León y Tamaulipas y en el resto de México por meses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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A la Operación Nuevo León Tamaulipas le sucedieron tres semanas de tranquilidad hasta que el 14 de marzo de 2007 fueron asesinadas cuatro personas en el tiroteo de un policía en Monterrey y otros dos policías fueron acribillados a bordo de una patrulla en el vecino municipio de San Nicolás de los Garza. En ambos municipios fueron asesinatos otras siete personas el día 29 de marzo, incluyendo un policía y su hijo. Las cifras de asesinatos continuaron en niveles muy superiores a los preceden-tes hasta cuatro meses después de la puesta en marcha de la Operación Nuevo León Tamaulipas, concentrándose los homicidios en el primer estado y en concreto en la zona urbana de Monterrey. Tamaulipas permaneció ajena a esta oleada homicida que se produjo en los primeros meses de operación. Mientras en Nuevo León el nú-mero de asesinatos pasaba de ciento setenta y seis en 2006 a doscientos setenta y nueve en 2007, en Tamaulipas en el mismo espacio de tiempo los homicidios se re-dujeron en un cuarenta y cuatro por ciento, pasando de trescientos cuarenta y siete a ciento noventa y cuatro.

Aunque en los primeros meses de actividad de la Operación Nuevo León Tamaulipas fue acompañada de dinámicas contradictorias en cuanto a los asesinatos, aumen-tando en Nuevo León y disminuyendo en Tamaulipas, el gran salto de la violencia que fue común a ambos estados no se produciría hasta tres años después. La espiral de violencia que en el conjunto de México se había iniciado en 2008 llegó en 2010 a Nuevo León y Tamaulipas con dos años de retraso, en 2010. En 2011 alcanzaría su cima en Nuevo León, con dos mil doscientos ochenta y siete asesinatos, doce veces más en el año anterior a la puesta en marcha de la operación y nueve veces más que en 2008, el segundo año de la Operación Nuevo Laredo Tamaulipas. En Tamaulipas, mientras tanto, el año más violento fue 2012 con mil quinientos sesenta y dos, cua-tro veces más que en 2006 y seis veces más que en 2008. En conjunto, en 2011 y 2012 se produjeron seis veces más asesinatos que en 2007.

Operativo Veracruz Seguro Lugar: Boca del Río y Veracruz, Veracruz Efectivos: Indeterminado Fecha de inicio: 12 de mayo de 2007

El 14 de mayo de 2007, rodeado de un aparatoso aparato de seguridad en el estadio de fútbol Luis Pirata Fuente del puerto de Veracruz, Calderón Hinojosa hizo alusión a la puesta en marcha dos días antes del Operativo Veracruz Seguro. El gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, el mismo día de su inauguración dio más detalles del Operativo Veracruz, en el que participaron un número indeterminado del Ejér-cito, de la Armada, de la Secretaría de Seguridad Pública y de la Procuraduría Gene-ral de la República, además de los organismos policiales estatales y locales. Herrera Beltrán definió el operativo como una sucesión de “acciones selectivas y quirúrgi-cas”.

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Asesinatos diarios en los municipios de Boca del Río y Veracruz y en el resto de México sin operativos por meses, enero de 1990 hasta diciembre de 2006

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en Boca del Río y Veracruz, 1 de agosto de 2005 hasta 11 de mayo de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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El despliegue era la respuesta del gobierno federal a un hecho muy puntual ocurrido el 10 de mayo de 2007 en el malecón de la ciudad de Veracruz: el asesinato en un ataque con ametralladoras al vehículo en el que viajaban cuatro escoltas de los hijos, la suegra y el cuñado del gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, que años después sucedería a Calderón Hinojosa en la presidencia de México. Los escol-tas eran miembros de la Agencia Estatal de Investigaciones del estado de México. Todos los involucrados en las pesquisas del asesinato resaltaron de inmediato que se había tratado de una confusión.

La evolución histórica de los asesinatos en la conurbación que forman los munici-pios de Boca del Río y Veracruz había sido de extrema placidez durante los primeros seis años del siglo XXI. De cifras superiores a los sesenta asesinatos al año entre 1991 y 1993 pasó a guarismos por debajo de los quince homicidios en los seis años pre-cedentes a la intervención federal., un descenso mucho más acusado que el regis-trado en el resto de México Sólo 2003 se escapó de esos parámetros de escasa vio-lencia en Veracruz y Boca del Río.

Los cuatro escoltas de Peña Nieto asesinados en Veracruz, unidos a otro asesinado cuatro días antes en Veracruz y otro más con una semana de antelación en Boca del Río constituían un periodo de extrema violencia para los estándares a los que estaba acostumbrada la zona. Esos seis asesinados en los ocho días anteriores a la puesta en marcha del operativo fue el lapso con más asesinatos en los dos municipios desde 1997.

A la Operación Veracruz Seguro le siguieron diez días sin ningún asesinato en Boca del Río y Veracruz, lo cual no era ninguna novedad en la zona y una serie de asesi-natos espaciados en el tiempo que recuperaron a partir de septiembre, cuatro meses después, el sosiego que antecedió a unos primeros meses de 2007 inusualmente vio-lentos en el área conurbada. En los primeros ciento treinta días de 2007 anteriores a la puesta en marcha del Operativo Veracruz Seguro se contabilizaron quince ase-sinatos, dos menos que en los doscientos treinta y cinco días del mismo año con el operativo policial y militar ya en marcha.

No fue hasta enero de 2009, año y medio después de la inauguración del Operativo Veracruz Seguro cuando una espiral de violencia de dimensiones desconocidas en el puerto de Veracruz y Boca del Río en los últimos veinte años. Y no sería hasta me-diados de 2011, cuatro años después de la puesta en marcha de la intervención mi-litar, cuando ambas ciudades entraron en una desintegración violenta que alcanzó su cénit en septiembre de ese año, cuando setenta y una personas fueron asesinadas.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en Boca del Rey y Veracruz, 1 de agosto de 2006 hasta 31 de diciembre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en Boca del Río y Veracruz y en el resto de México sin ope-rativos por meses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Operativo Conjunto La Laguna Lugar: Saltillo y Torreón, Coahuila, y Lerdo y Gómez Palacio, Du-

rango Efectivos: Indeterminado Fecha de inicio: 14 de junio de 2007

El veintitrés de mayo de 2007, el presidente de México, Calderón Hinojosa, hizo acto de presencia en Gómez Palacios, Durango, para inaugurar la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Orientes. El grueso de su intervención en el acto versó sobre la delincuencia y aparentemente desde temprano rebatía la idea de que la fuente de contrariedades eran los despliegues de efectivos federales: “Hoy La Laguna enfrenta este problema y no es porque haya actuado aquí el Gobierno Federal. Al contrario, aquí no ha habido la presencia de un operativo.”

El diez de junio de 2007, después de la aparición de siete cuerpos sin vida en la re-gión de La Laguna, que abarca el nordeste del estado de Durango y el extremo su-roccidental del estado de Coahuila, el gobernador de este último estado, Humberto Moreira Valdés, aseguró que no haría una petición formal para que el Ejército ac-tuase en la zona. “Ellos [la administración central] tienen que tomar la decisión de solicitarlo, tienen que tomar la decisión de asignar más elementos”, remarcó.

Pese a que un mes antes negase Calderón Hinojosa su existencia sobre el terreno y de que el gobernador ignorase sus preparativos cuatro días antes, cada uno de los organismos participantes en el despliegue operativo fue anunciando por sí mismo o por otros la llegada a la zona. El secretario de Gobierno de Coahuila, Homero Ramos Gloria, informó que el doce de junio de 2007 se habían desplegado en la Comarca Lagunera seiscientos elementos de la Policía Federal Preventiva, a los que se unie-ron un número indeterminado de elementos del Ejército al día siguiente. “Van a lle-gar más, habrá más”, resaltó Ramos Gloria.

Una semana después, el diecinueve de junio, la Policía Federal Preventiva anunció la inminente llegada a Saltillo de ciento cincuenta efectivos que se añadirían a los enviados a La Laguna. Moreira Valdés declaró que “esperamos recuperar la tranqui-lidad en el estado como la teníamos”. Pese a que no existiese una inauguración ofi-cial, para el 27 de junio de 2007 ya se había popularizado la denominación Operativo Conjunto La Laguna. La detención de tres personas en Torreón, Coahuila, se anunció “como parte del Operativo Conjunto La Laguna”.

Esta sucesión de despliegues aparece como única en la enumeración de los desplie-gues de operativos federales que realizó el Primer Informe de Ejecución del Plan Na-cional de Desarrollo 2007-2012, así como el Informe de Labores de la Secretaría de Seguridad Pública de 2007. Se incluye el operativo realizado “en la Región [sic] de La Laguna, integrada por los municipios de Saltillo y Torreón en Coahuila, y Lerdo y Gómez Palacio en Durango, desde el 14 de junio.” El Tercer Informe de Labores de la

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Secretaría de Seguridad Pública de 2009 anunciará que dicho despliegue “posterior-mente se extendió a diversos municipios de la región”. No se especifican esos muni-cipios, pero sí se explicitan los resultados conseguidos en forma de detenciones e incautaciones.

Saltillo, la capital del estado de Coahuila, pese a figurar en el listado de municipios donde se realizó el despliegue, no pertenece a la comarca de La Laguna ni en su ver-sión más estricta, la Zona Metropolitana de La Laguna, que concentra además de los tres municipios señalados a Matamoros, en Coahuila, ni en su modalidad ampliada. La Comarca Lagunera incorpora veinte municipios, seis en Coahuila y catorce en Du-rango, que se extienden por casi cuarenta y cinco mil kilómetros cuadrados y acogen a medio millones de residentes.

Del área que combina La Laguna, a horcajadas entre los estados de Durango y Coahuila, más Saltillo, la capital de Coahuila, a doscientos cincuenta y tres kilómetros de la ciudad más poblada de La Laguna, Torreón, en 2010 el 68,7 por ciento de la población vivía en La Laguna y el 31,3 por ciento restante en Saltillo. En la zona me-tropolitana de La Laguna residía el 52,7 por ciento del total. Aparte de esta preva-lencia poblacional, entre 1990 y el inicio del Operativo Conjunto La Laguna los ase-sinatos fueron un asunto más habitual en La Laguna, en especial fuera de su zona metropolitana, que en Saltillo. El 16,7 por ciento de todos los asesinatos de la zona ocurrieron en Saltillo y el 61,2 por ciento en la zona metropolitana de La Laguna.

Todo el periodo entre 1992 y 2004 fue testigo de un gran descenso de los asesinatos en La Laguna, que se redujeron en dos tercios, desde doscientos once hasta sesenta y seis. 2005 vio un repunto de los asesinatos en la zona hasta los noventa y siete mientras que durante 2006 se redujeron ligeramente los homicidios hasta ochenta y siete. Hasta el 14 de junio de 2007 se llevaban contabilizados treinta y dos asesi-natos, lo cual implicaba una profundización en la tendencia declinante de la violen-cia si se compara con el mismo periodo del año anterior. Este destino no es incom-patible con una dinámica creciente dentro del periodo que hizo que se pasase de dos asesinatos en noviembre de 2006 a siete durante cada uno de los meses de marzo, abril y mayo de 2007.

El seis de junio se produjo un asesinato en San Pedro, en Coahuila, repitiendo con la misma eventualidad que se produjo el catorce de mayo. El trece de junio, un día an-tes del inicio del Operativo Conjunto La Laguna, se encontraron en Matamoros, en la zona metropolitana, los restos carbonizados de dos personas. El mes anterior, la vio-lencia se cebó en Gómez Palacio, con tres asesinatos entre el trece y el veintiuno de mayo, incluyendo un enfrentamiento a tiros en el límite con Torreón que dejó a un ex policía del estado de Coahuila muerto y a un agente en activo del mismo orga-nismo herido grave. El cuatro de mayo de ese mismo mes apareció decapitada un ama de casa en proceso de divorcio que había desaparecido diez días antes y el 29 de mayo apareció un joven ex presidiario también decapitado.

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En Torreón el último asesinato antes de la Operación Conjunta La Laguna se produjo dos meses antes, el seis de abril de 2007. Pero la ciudad con más población de La Laguna no permaneció ajena a actividades ligadas a la violencia y el delito. El once de mayo tres coronas funerarias llegaron a la sede de la Dirección de Seguridad Pú-blica Municipal en lo que se interpretó como una amenaza velada a su titular, Alfredo Castellanos Castro. En la misma ciudad el ex alcalde del vecino Gómez Palacio y em-presario lechero, Carlos Antonio Herrera Araluce, sufrió un atentado el trece de mayo en que cuarenta y nueve balas quedaron alojadas en su vehículo y del que quedó gravemente herido junto a su esposa.

Al día siguiente en la misma ciudad, el comandante Enrique Ruiz Arévalo, director para la Investigación del Secuestro y Crimen Organizado de la Procuraduría General de Justicia del Estado en La Laguna desde 1996, fue secuestrado por un grupo ar-mado vestido con uniformes de la Agencia Federal de Investigaciones. Nueve años después fue oficialmente dado por muerto.

Un vídeo enviado a los medios de comunicación ese mismo mes de mayo mostraba el interrogatorio con tortura de Ruiz Arévalo, en el que tras proporcionar detalles sobre toda la fauna policial y empresarial de la región, concluye que Herrera Araluce “tiene veinte años controlando todo el narcomenudeo, el narcotráfico dentro de Go-méz Palacio” mientras que Sergio Enrique Villarreal Barragán, un antiguo policía ju-dicial federal, sería el nuevo director de operaciones en la ciudad que “hace todas sus travesuras en Gómez Vende”, incluyendo el asesinato y el soborno de policías.

En esa misma semana, entre Torreón y el vecino municipio de Gómez Palacio se re-gistraron siete secuestros, incluyendo a cuatro empresarios, a Edmundo Castillo Cárdenas, ex comandante de la Policía Judicial Federal procesado por delitos contra la salud y propietario de una mega-discoteca, y a un reportero del periódico El Sol de La Laguna, Onésimo Zúñiga Franco, que cubría la fuente policial.

En Saltillo, mientras tanto, la evolución de la violencia había estado más mediatizada en los últimos quince años. Se pasó de treinta y ocho asesinatos en 1995 a dieciséis en 1998. Desde entonces el número de homicidios se movió en una franja en el que el máximo de veinticinco asesinatos aconteció en 2005 y el mínimo precisamente en 2006, con quince asesinatos. Pero esa paz social se acabó en marzo de 2007. Entre ese mes y el inicio de la Operación Conjunta La Laguna, que también se desplegó en Saltillo sin formar parte de la Comarca Lagunera, se llevaban contabilizados trece asesinatos, casi tantos como en el año anterior.

El dos de junio de 2007 los tres casinos de Saltillo cerraron sus puertas por amena-zas que se hicieron reales cuatro días después cuando un comando armado tiroteó el Casino Caliente, dejando una joven de dieciocho años muerta. El uno de junio un grupo de pistoleros había entrado en el Casino Río de Torreón para amenazar al es-tablecimiento porque estaban “explotando al pueblo”.

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Asesinatos diarios en La Laguna, Saltillo y en el resto de México sin operativos por meses, enero de 1990 hasta mayo de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en La Laguna y Sal-tillo, 1 de agosto de 2005 hasta 13 de junio de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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La evolución de la violencia en la zona en la que se desplegaron los efectivos federa-les durante Operación Conjunta La Laguna siguió su dinámica alcista, y ello pese que a los dos días los militares anunciaron la detención de trece peligrosos delincuentes en Torreón, a los que habría que añadir otros tres más antes de que acabase el mes, casi coincidiendo con las elecciones municipales en las que el Partido Revoluciona-rio Institucional ganó las alcaldías de las tres principales ciudades de La Laguna. Si en los primeros trece días de junio de 2007 se registraron cuatro asesinatos, en el resto del mes, ya con las tropas de la administración central, el número de homici-dios ascendió también a siete.

En agosto de 2007 el número de asesinatos había disminuido a seis. Pero la liviandad estival, que no se repetiría hasta el mes de abril siguiente, tuvo una corta duración. En conjunto, a lo largo de 2007 y hasta el inicio de la Operación Conjunta La Laguna se registraron 0,28 homicidios diarios, aproximadamente uno cada tres días. Con el despliegue en marcha y hasta finalizar el año el número de homicidios diarios se había elevado a 0,46, es decir, casi uno cada dos días. El crecimiento fue más intenso en las zonas urbanas de La Laguna y Saltillo y más tenue en el campo de La Laguna.

En estas cifras no aparece José Luis Hernández Márquez, el comandante regional de la Policía Federal Preventiva, que sufrió un atentado el diez de noviembre de 2007 en Saltillo con veinticinco impactos de bala en su vehículo, del que salió herido, pero sí el de un agente de la Policía Preventiva del estado en Torreón que apareció deca-pitado en Lerdo, Durango, el veinticuatro de septiembre después de pasar diez días desaparecido. En la misma semana eran asesinado en Saltillo el subdirector de la Policía Preventiva Estatal, Hugo Eleazar Sandoval Córdova, y un comandante regio-nal de la misma institución.

En diciembre de 2007 ya se anotaron diecinueve asesinatos, mientras que marzo de 2008, con veintiún homicidios, fue el mes más sangriento en La Laguna y Saltillo desde agosto de 2002. El mes de junio de 2008 registró veintinueve homicidios, la cota más alta desde septiembre de 1994. Y los cuarenta y ocho asesinatos de febrero de 2009, más de año y medio después del inicio de la Operativo Conjunta La Laguna, nunca se habían registrado antes desde que existen datos en 1990.

En conjunto, sin embargo, y pese a que los episodios de violencia aumentaban, los ciento veinticuatro homicidios de 2008 fueron dos más que los registrados en 2006 y veintidós más que los del año anterior. Lo peor aún estaba por llegar. En abril y mayo de 2010 se registraron más de cien asesinatos. En diciembre de 2011 se alcan-zaron los ciento treinta homicidios y en junio de 2012 se llegó a los ciento sesenta y siete asesinatos, dieciséis veces más asesinatos mensuales de los que se registraban en los meses previos al despliegue de tropas federales.

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Homicidios durante la semana anterior a La Laguna y Saltillo, 1 de enero de 2007 hasta 31 de julio de 2008

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en La Laguna, Saltillo y en el resto de México sin operativos por meses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Por zonas, en 2008 se duplicó el número de asesinatos en La Laguna, en 2009 casi se triplicó sobre el año anterior y siguió creciendo hasta alcanzar, junto a Saltillo, los mil doscientos cincuenta homicidios de 2012. En Saltillo, mientras tanto, la dinámica de la violencia fue relativamente distinta porque el número de asesinatos en 2008 y en 2009 fue menor al registrado en 2007 y sólo a partir de 2011 se disparó hasta alcanzar su punto máximo el mismo 2012 que La Laguna. A partir de ahí la violencia en la zona inició un proceso de fuerte descenso que no llega a recuperar ni de cerca las cifras que registraban en los años anteriores a la Operación Conjunta La Laguna y en su primer año de funcionamiento.

Operativo San Luis Potosí Lugar: San Luis Potosí Efectivos: Indeterminado Fecha de inicio: 20 de septiembre de 2007

En el Primer Informe de Ejecución del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 del go-bierno de Calderón Hinojosa, publicado en diciembre de 2007, así como en Informe de Labores de la Secretaría de Seguridad Pública de 2007, aparece una referencia co-mún: “En el marco de la Estrategia Nacional de Prevención del Delito y Combate a la Delincuencia, la Secretaría de Seguridad Pública, en coordinación con las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, y con la Procuraduría General de la República, participaron a lo largo de 2007 en trece operativos conjuntos para reforzar el com-bate a los delitos federales, como los del narcotráfico y la portación ilegal de armas de fuego, particularmente en los estados y municipios donde se ha exacerbado la violencia, como producto de la actividad del crimen organizado.”

Continúa: “De esos operativos, diez se realizaron a partir del diagnóstico elaborado con información de inteligencia de la Policía Federal Preventiva y de la Secretaría de Seguridad Pública”. En el listado cronológico que figura a continuación aparece el “Operativo San Luis Potosí, [que] se aplica desde el veinte de septiembre de 2007”. Esa fecha coincide con la celebración de la XIX Conferencia Nacional de Procuración de Justicia, que reúne cada año a los procuradores de justicia de todos los estados y que se realizó en Jiutepec, Morelos, del diecinueve al veintiuno de septiembre. No existen más referencias al despliegue de fuerzas federales en el estado del norte de México con la excepción de esporádicos comunicados de prensa que mencionan como prolegómeno “en el marco de la Operación San Luis Potosí”. En posteriores informes anuales de actividades del Plan Nacional de Desarrollo y de las secretarías de Gobernación y de Seguridad Pública el operativo se rebautizó como “Operativo San Luis Potosí Seguro”.

La violencia en San Luis Potosí estaba, cuando comenzó el operativo, en niveles his-tóricamente bajos. 2004, 2005 y 2007 fueron los años con menos asesinatos de toda la historia del estado desde el inicio de la serie en 1990. La evolución no fue uniforme

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ya que entre 1998 y 2000 se vivió el periodo con más homicidios de todo el periodo, un repunte de los asesinatos que se concentró casi exclusivamente en la capital del estado, que hasta entonces había sido notoriamente más pacífica que el resto del estado.

Dentro de esa tendencia de estabilidad en niveles relativamente bajos de asesinatos en los últimos años, los meses previos al despliegue de agentes federales registraron un leve rebrote. En los primeros veinte días de septiembre de 2007 hubo nueve ho-micidios en el estado, de los que cinco ocurrieron en la capital. Ningún caso con más de dos asesinatos en un mismo hecho. El agosto previo, con dieciocho asesinatos, había sido el mes más sangriento desde octubre de 2006. En el intermedio entre ambos puntos había transcurrido el primer semestre de 2007 con menos asesinatos de toda la serie desde 1990.

Pero más que la cantidad de los asesinatos, que se movía al alza dentro de las osci-laciones normales, lo relevante fue la categoría de los asesinados en el periodo in-mediatamente anterior a la puesta en marcha del Operativo San Luis Potosí. El ca-torce de agosto fue masacrado con catorce disparos de ametralladora Kaláshnikov el fiscal federal Guillermo Amador Camarena Dávila, coordinador de la Unidad Mixta de Atención al Narcomenudeo en el estado. Una semana después fue encontrado con un tiro de gracia un empresario de Matehuala, el tercer municipio más poblado de San Luis Potosí. El trece de septiembre, una semana antes de la puesta en marcha del Operativo San Luis Potosí, era ejecutado en el centro de la capital el director de Seguridad Pública del estado, Jaime Flores Escamilla, por un comando armado que le incrustó cuarenta disparos. Con este episodio en la memoria más reciente, se de-cidió el despliegue de efectivos federales en San Luis Potosí.

Tras la llegada de un número indefinido de elementos de las agencias de seguridad del gobierno mexicano al estado de San Luis Potosí se registró una nueva escalada de la violencia. Si la semana anterior al veinte de septiembre de 2007, fecha de inau-guración de la Operación San Luis Potosí, el número de asesinatos era de cuatro, para finales de mes el número de asesinatos semanales se había duplicado hasta los ocho, una cifra desconocida desde marzo de 2007. Inmediatamente después se vivió un periodo de relativa calma. Entre el dos y el diecinueve de octubre, la segunda quincena después del despliegue de fuerzas policiales se produjeron dos asesinatos, lo que retrotrajo los niveles de violencia al junio anterior.

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Asesinatos diarios en el estado de San Luis Potosí y en el resto de México sin operativo por meses, enero de 1990 hasta agosto de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en San Luis Potosí, 1 de enero de 2006 hasta 19 de septiembre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en San Luis Potosí, 1 de enero de 2007 hasta 31 de julio de 2008

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en San Luis Potosí y en el resto de México sin operativos por meses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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No duró mucho ese periodo de tranquilidad en el estado. A finales de noviembre la violencia se había elevado a catorce muertos semanales, una cifra desconocida desde 2002. Tres eran policías estatales asesinados en un tiroteo en el centro de la capital en el que murieron además dos civiles. Cinco asesinatos más fueron el pro-ducto de un asesino en serie que, aparte del robo de la vivienda, acabó con la vida de las hijas pequeñas y la madre de una conocida en un pequeño poblado del municipio de Rioverde. A partir de ese momento el número de homicidios se mantuvo relati-vamente estable en una franja similar a la inmediatamente anteriores a la puesta en marcha de la Operación San Luis Potosí en su umbral inferior con picos de violencia esporádicos en el entorno del doble de homicidios.

Pero lo peor de la violencia en San Luis Potosí ocurrió sensiblemente después de la llegada de efectivos federales. Tuvo una primera escalada a finales de 2010, es decir tres años después de la puesta en marcha del Operativo San Luis Potosí, y su periodo más virulento en el segundo semestre de 2012, cinco años después. En 2014 las co-tas de homicidios volvieron a niveles ligeramente superiores a los registrados en los meses anteriores a la llegada de las fuerzas federales.

Operativo Cancún Lugar: Cancún, Quintana Roo Efectivos: 200 Fecha de inicio: 24 de septiembre de 2007

El 24 de septiembre de 2007 el coordinador general de Proximidad Social de la Se-cretaría de Seguridad Pública, Édgar Millán Gómez, anunció en Cancún la llegada ese mismo día de doscientos agentes de su organismo para realizar operaciones conjun-tas con las fuerzas estatales y municipales. En su exposición razonó que el desplie-gue “obedece a que en días pasados elementos de la policía federal fueron amenaza-dos por parte de miembros de la delincuencia organizada”.

·l alto funcionario añadió entonces que “no podemos todavía determinar a qué or-ganización podérsela atribuir [la amenaza]", pero que “la política de la Secretaría de Seguridad Pública federal es no dejarse amedrentar y permitir estas acciones que sólo buscan el repliegue de la autoridad para continuar operando en la impunidad.” Millán Gómez fallecería en un atentado en la ciudad de México el 8 de mayo de 2008. Una semana después del despliegue de la Seguridad Pública llegaría a Cancún el pre-sidente de México, Calderón Hinojosa, con su séquito de protección del Ejército y de la Armada, para unas reuniones privadas.

El secretario de Seguridad Pública del estado de Quintana Roo, Luis Rivero León, ratificó el despliegue, pero alteró o complementó la justificación al mismo. Según él, el operativo era la respuesta a la solicitud que el gobierno del estado había realizado a Calderón Hinojosa “para combatir los constantes actos de delincuencia organizada que han venido a amenazar la tranquilidad” del centro turístico del Caribe.

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Una hora antes de la rueda de prensa de inauguración de la Operación Cancún se perpetró el primer homicidio en la zona hotelera de Cancún en los últimos cinco años. Un cubano-estadounidense propietario de una empresa de deportes acuáticos en la zona fue asesinado de un disparo desde una camioneta. En el momento se atri-buiría el asesinato a un grupo de distribuidores minoristas de droga. Antes de que acabase el año, su hermano sería igualmente asesinado y entonces los organismos policiales del estado involucraron a ambos fallecidos en el transporte de inmigran-tes hacia Estados Unidos.

Cancún, cuya denominación oficial es municipio de Benito Juárez, fue desde los años noventa del siglo pasado un lugar tranquilo, como el resto de la Península del Yuca-tán, con rachas puntuales de fuerte violencia. Estas últimas caracterizaron 1994 y el bienio 2003-2004. Los ciento noventa homicidios de 2003 y 2004 dieron pasó a un 2005 con la tasa de homicidios más baja de toda la serie. A partir de 2005 se inició un sostenido crecimiento de los asesinatos sin llegar a alcanzar el periodo de mayor violencia previo. A los veintiocho homicidios de 2005 les sucedieron los cuarenta asesinatos de 2006, dieciséis de los cuales ocurrieron en los dos últimos meses del año.

Para la fecha del lanzamiento de la Operación Cancún ya habían ocurrido cincuenta y ocho asesinatos en la ciudad a lo largo de 2007, lo que iba camino de convertir ese año en el cuarto más violento de los últimos diecisiete. En el recuento no se encon-traba el director general de la Policía Preventiva y Tránsito de Cancún, Ricardo Adrián Samos Medina, que salió ileso de un atentado, pero sí el agente de la Policía Federal Preventiva, Pedro Ulises Aguayo Cartagena, que fue encontrado con dos ti-ros en la frente el dos de febrero de 2007, y el ex militar Jorge Francisco Herrera Ortiz, que recibió once disparos mientras circulaba en su camioneta cuatro días an-tes de la puesta en marcha del Operativo Cancún.

La inauguración del Operativo Cancún llegó tras un aluvión de diez asesinatos en los primeros veintitrés días de septiembre. Un registro tan elevado de homicidios en tan corto espacio de tiempo no se observaba en la ciudad desde noviembre de 2004. El estallido de violencia de septiembre sucedía al periodo más prolongado sin asesi-natos en Cancún desde principios de 2006. Entre el treinta y uno de julio y el veinti-nueve de agosto no se había registrado ningún fallecimiento violento.

Si la dinámica de los homicidios en Cancún antes del Operativo Cancún era de creci-miento pendular, con una oscilación en septiembre particularmente sangrienta, en el corto plazo se controló la tendencia ascendente. Los doce asesinatos en los vein-tiséis días anteriores al 24 de septiembre de 2007 son una marca que no se replicó hasta agosto de 2008 y después hasta agosto de 2009. El periodo de máxima violen-cia en Cancún tuvo lugar en 2010, treinta meses después de la puesta en marcha del Operativo Cancún.

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Asesinatos diarios en Cancún y en el resto de México sin operativos por meses, enero de 1990 hasta septiembre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en Cancún, 1 de enero de 2006 hasta 23 de septiembre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en Cancún, 1 de enero de 2007 hasta 31 de diciembre de 2008

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en Cancún y en el resto de México sin operativos por meses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Operativo Aguascalientes Lugar: Aguascalientes Efectivos: Indeterminado Fecha de inicio: 19 de octubre de 2007

En el Primer Informe de Ejecución del Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 del go-bierno de Calderón Hinojosa, publicado en diciembre de 2007, así como en Informe de Labores de la Secretaría de Seguridad Pública de 2007, aparece una referencia co-mún: “En el marco de la Estrategia Nacional de Prevención del Delito y Combate a la Delincuencia, la Secretaría de Seguridad Pública, en coordinación con las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, y con la Procuraduría General de la República, participaron a lo largo de 2007 en trece operativos conjuntos para reforzar el com-bate a los delitos federales, como los del narcotráfico y la portación ilegal de armas de fuego, particularmente en los estados y municipios donde se ha exacerbado la violencia, como producto de la actividad del crimen organizado.”

Continúa: “De esos operativos, diez se realizaron a partir del diagnóstico elaborado con información de inteligencia de la Policía Federal Preventiva y de la Secretaría de Seguridad Pública”. En el listado cronológico que figura a continuación aparece el “Operativo Aguascalientes, [realizado] a partir del diecinueve de octubre de 2007”. El Informe de Labores de la Secretaría de Seguridad Pública de 2008 ampliaba leve-mente la información sobre el caso añadiendo que el objetivo era “disminuir los ín-dices delictivos y la detención de grupos del crimen organizado que operan en la localidad, en particular en la ciudad de Aguascalientes” y que el programa había sido el resultado de una “solicitud del gobierno estatal”. No existen más referencias al despliegue de fuerzas federales en el estado del centro de México con la excepción de esporádicos comunicados de prensa que mencionan como prolegómeno “en el marco de la Operación Aguascalientes” o la equivalente “Operación Aguascalientes Seguro”.

El año con más homicidios entre 1990 y 2007 fue 1991, con cincuenta y tres, y el año con menos asesinatos del mismo periodo fue 2000, con dieciséis. La disminución de la última década del siglo XX fue un descenso más acusado que el que registró el conjunto de México y su evolución entre el primer lustro del siglo siguiente fue re-lativamente estable, como en el conjunto de México. El 78,7 por ciento de los asesi-natos en el estado de Aguascalientes entre 1990 y 2007 ocurrió en su homónima capital.

A partir de 2004 se produjo un aumento del número de asesinatos en el estado de Aguascalientes que en principio fue leve, pero que con posterioridad fue adqui-riendo una dinámica crecientemente acelerada: veintiún homicidios en 2004, vein-ticinco en 2005, veintisiete en 2006 e iban treinta y nueve en los nueve meses y me-dio de 2006 que habían transcurrido de 2007 antes de la Operación Aguascalientes. Los trece asesinatos que ocurrieron en agosto de 2007 no se habían observado nunca en el estado desde que existen datos a partir de 1990. Todas las muertes se produjeron después de las elecciones municipales y estatales del cinco de agosto de

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2007 que conllevaron que los correligionarios del presidente Calderón Hinojosa perdiesen la gubernatura y la alcaldía de la capital.

El veintiséis de agosto cuatro policías municipales, uno de la capital y tres más del municipio de Pabellón de Arteaga, fallecieron después de ser tiroteados, lo cual elevó a once el número de agentes del organismo asesinados en los últimos doce meses. Tres personas más aparecieron asesinadas el treinta de agosto en dos inci-dentes separados después de haber sido secuestradas

El mes de septiembre de 2007 fue relativamente pacífico, con dos asesinatos, y el atentado contra Oswaldo García Cisneros, jefe operativo de la Policía Municipal, del que salió herido leve. Seis personas fueron secuestradas el veinticinco de septiem-bre en cuatro viviendas del municipio de Rincón de Romos, cuatro de la misma fa-milia. Los cinco homicidios de los primeros dieciocho días de octubre recuperaban un ritmo inusitado. El cuatro de octubre aparecieron dos cadáveres en la capital del estado con sendos tiros de gracia en incidentes separados.

El doce de octubre de 2007 hubo un asesinato en Aguascalientes capital. El dieciocho de octubre, otro en el mismo lugar. El diecinueve de octubre se implantó la Opera-tivo Aguascalientes. El siguiente asesinato en el estado ocurrió el veintidós de no-viembre, siendo la víctima un policía municipal, y a partir de ese día en un periodo de cuatro días ocurrieron otros dos homicidios más. Entre el ocho de diciembre de 2007 y el trece de enero de 2008 en Aguascalientes no volvió a haber homicidios.

No es que este tipo de periodos prolongados sin asesinatos fuesen algo inusual en el estado. Entre marzo y julio de 2007 hubo otros dos lapsos aún más largos sin asesi-natos. Pero los cuatro meses anteriores a la puesta en marcha habían sido excepcio-nalmente violentos en la historia reciente de Aguascalientes. Y tampoco es que la paz durase mucho. Entre mayo y septiembre de 2008, seis meses después de la puesta en marcha de la Operación Aguascalientes se recuperaron los niveles de vio-lencia previos a su implementación y concentrados casi en exclusiva en la capital del estado. Si en los cuatro meses anteriores a octubre de 2007 fueron asesinadas treinta y seis personas, entre mayo y agosto sumaron treinta.

Un policía municipal de la capital murió en un enfrentamiento el tres de junio de 2008. Un comandante del mismo organismo sería acribillado catorce días después. El catorce de agosto en un tiroteo entre elementos de seguridad y civiles falleció un militar. Al día siguiente un comando armado realizó un recorrido que terminó con el secuestro del director de la Policía Municipal de Tepezalá en la sede del orga-nismo; el de su hijo, policía municipal en la capital; el de una comandante de la Poli-cía Municipal de San José de Gracia; y el de una jueza. El ocho de septiembre fue asesinado un policía estatal en Aguascalientes y ocho días después, también en la capital, tres elementos de la Policía Federal Preventiva murieron en un enfrenta-miento en el que quedaron detenidos un ex militar y un policía municipal de la capi-tal.

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Asesinatos diarios en el estado de Aguascalientes y en el resto de México sin operativos por meses, enero de 1990 hasta septiembre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en Aguascalientes, 1 de enero de 2006 hasta 18 de octubre de 2007

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en Aguascalientes, 1 de enero de 2007 hasta 31 de julio de 2008

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en Aguascalientes y en el resto de México sin operativos por meses, enero de 2006 hasta diciembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Lo peor en términos de violencia estaba aún por llegar al estado de Aguascalientes y ocurriría entre el último semestre de 2010 y el primero de 2011, casi tres años después del despliegue de efectivos federales en el estado. En abril de 2011 se su-peró el número de víctimas mortales en un mes que había dejado agosto de 2007. En los primeros cuatro meses del año se llegó a los cincuenta homicidios, más que en todo 2007. En 2011 fueron asesinadas ciento tres personas. A partir de allí llegó una moderada relajación de la violencia que devolvió el número de asesinatos en 2014 a los niveles de 2007, el año en que se inició la Operación Aguascalientes.

Operación Conjunta Juárez Lugar: Asunción y Juárez, Chihuahua Efectivos: 2.026 Fecha de inicio: 28 de marzo de 2008

Con la habitual parafernalia de múltiples secretarios de estado que rodeó algunos de los anteriores anuncios de operaciones conjuntas, y sumando además la reunión del “Gabinete de Seguridad” compuesto por los secretarios de Gobernación, de la Defensa Nacional, de la Marina y de Seguridad Pública, además del procurador ge-neral de la República, la Oficina de la Presidencia de México anunció el veintisiete de marzo de 2008 la inminente puesta en marcha de la Operación Conjunta Juárez a desarrollarse en el municipio de Juárez, en el estado de Chihuahua, y en la población de Palomas, en el ayuntamiento contiguo de Ascensión, “en el marco de la Campaña Permanente Contra el Narcotráfico”. El despliegue consistía en el envío a la zona de dos mil doscientos seis efectivos del Ejército y de la Fuerza Aérea mexicana, además de ciento ochenta vehículos tácticos militares y tres aeronaves, que se distribuirían en diez bases de operaciones mixtas y cuarenta y seis puestos de control móviles.

Según el comunicado oficial, el veintiocho de marzo llegarían a Juárez cuatrocientos ochenta y cinco elementos a la zona y al día siguiente mil ciento noventa y siete más. En combinación con el despliegue en la zona de Juárez, se anunciaba la realización de “operaciones de reconocimientos y patrullajes terrestres para la intercepción de droga y armamento” en otros municipios de Chihuahua, como la homónima capital del estado, Buenaventura, Casas Grandes, Janos, Nuevo Casas Grandes y Ojinaga, con la finalidad “de evitar que los delincuentes abandonen” los municipios de Juárez y el poblado de Palomas. Esta pretensión de ampliación llevó a Calderón Hinojosa a re-bautizar el despliegue como Operativo Conjunto Chihuahua cinco días después en un acto del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios. Con posterioridad esa deno-minación sería utilizado indistintamente y con preferencia por parte del gobierno y de los medios de comunicación.

Los asesinatos anuales en los municipios de Asunción y Juárez, entre 1997 y 2007 se movieron en un amplio abanico que va de los ciento sesenta y nueve homicidios

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en 1999 a los doscientos setenta y ocho de 2002 con una tendencia levemente des-cendente a lo largo del periodo. En 2007, el primer año de gobierno de Calderón Hinojosa, se acercó a la parte baja del rango, con doscientos ocho asesinatos. En tér-minos relativos, por el crecimiento demográfico de la ciudad, la tasa de homicidios en 2007 fue la más baja desde 1999.

Sin embargo, desde mediados de diciembre de 2007 esa dinámica a la baja en los asesinatos se quebró y comenzó una espiral homicida, que afectó con particular in-tensidad a las fuerzas de la Policía Municipal de Juárez. El veinte de enero de 2008 fue asesinado el capitán Julián Cháirez Hernández y al día siguiente cayó víctima de una ensalada de tiros el jefe operativo de la Policía Municipal, Francisco Ledesma Salazar.

Una semana después de ambos asesinatos apareció una corona de flores y una car-tulina al pie del monumento al pie del Monumento al Policía Caído. En la cartulina, escrito debajo del epígrafe “Para los que no creyeron”, con el “no” subrayado, apa-recían los nombres de Cháirez Hernández y Ledesma Salazar. Estaban inmediata-mente detrás de Ismael Cháirez Hernández, hermano del anterior y también policía municipal, asesinado en mayo de 2007; el sargento Gabriel Romo, que fue secues-trado una semana después y nunca volvió a dar señales de vida; y el agente Jorge Alberto Vaca Terrazas, asesinado en noviembre de 2007.

La cartulina se cerraba con un listado de 17 apellidos, algunos con nombre, anexos a la delegación barrial de Juárez a la que estaban asignados y debajo de la cita: “Para los que siguen sin creer”. Los apellidos citados incluían al director de la Policía Mu-nicipal, Juan Antonio Román García, que sería asesinado en mayo de 2008, y el capi-tán Alejandro Martínez Casas, ejecutado en abril de 2008. Otros más de la lista fue-ron asesinados, otros sufrieron atentados no mortales, otros solicitaron la jubilación anticipada e incluso el teniente Salvador Hernández Arvizu solicitó asilo político en Estados Unidos.

En ese contexto de pánico en las filas de la Policía Municipal de Juárez, el número de asesinatos se disparó en los últimos diez días de 2007 y los primeros tres meses de 2008. Entre el veinte y el veinticinco de diciembre fueron asesinadas doce personas. Entre el doce y el quince de enero se sumaron diez asesinatos más. Los primeros siete días de febrero cosecharon diecisiete homicidios entre Juárez y Ascensión. Esas cifras ya descabelladas de homicidios registradas para la historia de Juárez en los dos primeros meses de 2008 se dispararon durante en marzo. Entre el diecisiete y el veinticuatro de marzo se registraron sesenta y tres asesinatos. Para el veintisiete de marzo de 2008 ya había habido más víctimas de asesinato en Juárez y Ascensión que en todo 2007.

Los distintos cuerpos policiales pusieron su cuota de asesinados en esta matanza repentina. El veintiséis de febrero fue asesinado en la capital Chihuahua el encar-gado del programa estatal de testigos protegidos en Juárez. Un día después ejecuta-ron a un comandante de la Policía Municipal de Juárez. El veintinueve de febrero un

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alto mando de la Policía Municipal, de los que aparecieron en la lista pública de ob-jetivos, sufrió un atentado. Un día después un policía estatal fue asesinado y otro resultó gravemente herido, acribillados en su vehículo. El dos de marzo la víctima de un atentado con ametralladoras fue un capitán del Ejército en Juárez, lo que mo-tivó la visita a la ciudad del Ministro de Defensa. El cuatro de marzo tres policías de tráfico de Juárez fueron secuestrados y liberados con innumerables golpes. El 9 de marzo una camioneta con cuatro policías municipales, incluyendo un alto mando de la lista de objetivos expuesta en público, sufrió un ataque que dejó una víctima mor-tal.

El trece de marzo, el mismo día que era asesinado un ex sargento de la Policía Mu-nicipal, las autoridades locales informaron de la aparición de un muñeco con un car-tel que decía “Para los que no creen”, recreando la amenaza previa contra los poli-cías, “la próxima será realidad. Atte. Los z. z. z.” Estas alusiones primitivas a Los Zetas en la confrontación local en Juárez son contradictorias con el relato que haría for-tuna con posterioridad, que explicó la matanza que ocurrió en Juárez como el resul-tado de la confrontación entre Joaquín Archivaldo Guzmán Loera y Vicente Carrillo Fuentes.

El quince de marzo sufrieron bajas en sendos atentados la Policía Estatal de Chihuahua en Juárez y la Policía Municipal. El nombre de este último había circulado en correos electrónicos como futura víctima en las filas de la policía local. El dieci-nueve de marzo fue acribillado a disparos un agente de la Policía Municipal y al día siguiente asesinaron a un teniente del mismo organismo. En Palomas, el otro punto donde se desplegaron las fuerzas federales, mientras tanto, la situación de violencia alcanzó tal grado de aspereza que los seis elementos y el comandante que integra-ban la Policía Seccional dimitieron el veintidós de marzo porque dijeron sufrir ame-nazas creíbles.

La llegada de las tropas federales fue acompañada de una inmediata reducción de los asesinatos en Asunción y Juárez. Si en la semana anterior a la puesta en marcha de la Operación Conjunta Juárez se habían contabilizado cuarenta y seis asesinatos, entre el treinta y uno de marzo y el seis de abril ocurrieron cuatro asesinatos. Pero el periodo de placidez en la ciudad, que replicaba lo que había sucedido durante los años previos hasta la súbita escalada del primer trimestre de 2008, duró apenas un mes. El número de asesinatos semanales ya superaba los cuarenta a mediados de mayo y se mantuvo con oscilaciones en la misma tónica.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Asesinatos diarios en los municipios de Ascensión y Juárez y en el resto de Mé-xico por meses, enero de 1990 hasta marzo de 2008

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en Ascensión y Juá-rez, 1 de agosto de 2006 hasta 26 de marzo de 2008

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en Ascensión y Juá-rez, 1 de agosto de 2007 hasta 31 de agosto de 2009

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en Ascensión y Juárez y en el resto de México sin operativos por meses, enero de 2007 hasta diciembre de 2013

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Lo que había sido un pico de asesinatos en la semana previa a la puesta en marcha de la Operación Conjunta Juárez se convirtió en el mes posterior en el entorno habi-tual de violencia en el que se movió la ciudad, alcanzado una tendencia ligeramente oscilante que se convertiría en un estallido de violencia reforzada en el segundo se-mestre de 2010. Dos años y medio después del inicio de la Operación Conjunta Juá-rez comenzaría el descenso de la violencia en la ciudad. A mediados de 2012, cuatro años después del inicio del despliegue militar y tras años de violencia desatada, en Juárez se alcanzaron cifras de homicidio mensuales inferiores a las registradas en el mes de marzo de 2008 que dio origen a la Operación Conjunta Juárez.

Operativo Culiacán Navolato Lugar: Culiacán y Navolato, Sinaloa Efectivos: 2.723 Fecha de inicio: 13 de mayo de 2008

El ocho de mayo de 2008 se reunieron en la capital de Sinaloa, Culiacán, el goberna-dor del estado, Jesús Aguilar Padilla, y diversos altos funcionarios del mismo estado con el “Gabinete de Seguridad Nacional” compuesto por los secretarios de Goberna-ción, Juan Camilo Mouriño Terrazo; de Defensa, Guillermo Galván Galván; y de Ma-rina, Mariano Saynez Mendoza, además del Procurador General de la República, Eduardo Medina Mora. Cinco días después, “frente al escenario de violencia que se registra” en Sinaloa, se anunciaba la puesta en marcha del Operativo Culiacán Navo-lato.

Según el comunicado de presentación, el despliegue de agentes federales en los dos municipios del centro de Sinaloa lo integrarían mil cuatrocientos treinta y tres ele-mentos del Ejército Mexicano, quinientos de la Armada, setecientos cuarenta agen-tes de la Policía Federal Preventiva y cincuenta más de la Agencia Federal de Inves-tigación, dependiente de la Procuraduría General de la República. Los funcionarios federales se dedicarían fundamentalmente a labores de patrullaje y la instalación de retenes en vías de comunicación. El municipio de Culiacán era el tercer operativo que registraba en su superficie dado que desde abril de 2007 estaba en marcha la Operación Conjunta Sierra Madre y el escasamente anunciado Operativo Culiacán llevaba en vigor desde el cuatro de julio de 2007, según la documentación presen-tada a posteriori en los informes anuales de la Presidencia de México y de las Secre-tarías de Gobernación y de Seguridad Pública.

La caída más o menos constante de los homicidios en el conjunto de México entre 1992 y 2007 tuvo un comportamiento más errático en los municipios de Culiacán y Navolato. En el primer trimestre de 2005 se registró un periodo de intensa violencia que llevaría el conjunto del año a las máximas cotas de violencia de los últimos veinte años. Para 2008 se había alcanzado una insólita paz en los dos municipios. Los ciento treintaiún homicidios que se registraron en 2007 constituyeron un mí-nimo de las últimas dos décadas con enorme diferencia.

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A finales marzo de 2008 comenzó un explosivo crecimiento de los asesinatos en Cu-liacán y Navolato. El veinticinco de marzo ya se habían alcanzado los nueve homici-dios en la semana precedente, incluyendo cuatro jóvenes que fueron secuestrados y ejecutados en la comunidad serrana de Imala, y dos más acribilladas en una fiesta familiar. Era un nivel que no se alcanzaba desde 2005 y en el que se mantuvo a lo largo del siguiente mes de abril hasta principios de mayo, cuando el número de ase-sinatos semanales se elevó aún más hasta niveles desconocidos con veintitrés asesi-natos semanales.

El cinco de abril fue tiroteado en Culiacán el hijo de Javier Torres Félix, encarcelado en Estados Unidos por importación de drogas. El diez de mayo fueron asesinados en un centro comercial de Culiacán Arturo Meza Cázares, hijo de Blanca Margarita Cá-zares Salazar, señalada por el Departamento de Estado de Estados Unidos como in-volucrada en blanqueo de capitales, y Édgar Guzmán Beltrán, el hijo de Joaquín Ar-chivaldo Guzmán Loera, conocido distribuidor de drogas. Precisamente su medio hermano, Iván Archivaldo Guzmán Salazar, había salido de prisión un mes antes. En esas condiciones de violencia desconocidas en los tres años anteriores, tanto en can-tidad de homicidios como en relevancia de los asesinados, se puso en marcha la Ope-ración Culiacán Navolato.

Las fuerzas de seguridad no habían permanecido al margen de esta eclosión de vio-lencia con que se inauguró el segundo trimestre de 2008. El veinte de marzo un sar-gento de la Policía Federal Preventiva fue herido al descender de un taxi. El cinco de abril fue asesinado un policía del estado, una circunstancia que se repetiría el cinco de mayo y el catorce de abril, dejando en este último caso otro uniformado grave-mente herido. El tres de mayo fueron asesinados en incidentes separados cuatro po-licías federales en el centro de Culiacán y dos policías estatales en las afueras. Al día siguiente cuatro policías municipales desaparecieron y un mes después serían en-contrados sus cadáveres.

Los diecisiete homicidios que se produjeron en la semana inmediatamente anterior al comienzo de la Operación Culiacán Navolato se redujeron a cero en los tres días siguientes y a cuatro en la semana posterior. El veintisiete de mayo, dos semanas después, se cerró la paz en la ciudad con el asesinato de siete policías federales en la ciudad de Culiacán. A caballo entre mayo y junio se recuperó la tranquilidad para perderse en los dos meses siguientes, que fueron los más violentos de la historia de Culiacán hasta entonces. Después de casi un año de paz relativa en la ciudad, aunque sin llegar a los niveles de 2007, a partir del último cuatrimestre de 2009 se produjo un estallido de violencia aún más intenso que cosechó alrededor de mil asesinatos al año y que sólo se cerraría en 2012. Cuatro años después se recuperarían los nive-les de paz social que existían con anterioridad a la llegada de la Operación Culiacán Navolato.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Asesinatos diarios en los municipios de Culiacán y Navolato y en el resto de México sin operativos por meses, enero de 1990 hasta abril de 2008

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en Navolato y Cu-liacán, 1 de agosto de 2006 hasta 12 de mayo de 2008

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Homicidios durante la semana anterior a la fecha indicada en Culiacán y Na-volato, 1 de octubre de 2007 hasta 31 de agosto de 2009

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Asesinatos diarios en Culiacán y Navolato y en el resto de México sin operati-vos por meses, enero de 2007 hasta diciembre de 2013

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Balance conjunto La decisión de arrancar un operativo conjunto en alguna zona de México la tomó el gobierno de Calderón Hinojosa en circunstancias heterogéneas. No existió ningún criterio o parámetro, ni cualitativo ni mucho menos cuantitativo, que pusiese en marcha los operativos como respuesta algún comportamiento específico. Más bien un conjunto de elementos ponderados en distinta graduación confluyeron para ex-plicar la decisión de realizar los operativos en unos lugares y no en otros. Entre estos factores están, entre otros, la disposición de las autoridades locales a participar, aplaudir o al menos arropar los despliegues federales y el impacto en la opinión pú-blica de determinados actos de violencia.

Dentro de la diversidad de antecedentes de los despliegues federales, en un extremo se situaría el Operativo Conjunto Sierra Madre, que no es sino la repetición de una serie de despliegues militares y policiales dedicados a la erradicación de cultivos de drogas en la misma zona donde confluyen los estados de Chihuahua, Durango y Si-naloa, y cuyos antecedentes pueden remontarse hasta los años cuarenta del siglo XX. La evolución de los homicidios en ese caso parece bastante irrelevante a una deci-sión que tiene una larga tradición, aunque con denominaciones diversas.

Por otro lado, están los operativos conjuntos que son el epílogo a un periodo más o menos prolongado de estallidos violentos. Una violencia de onda larga y constante en Michoacán, Guerrero y Aguascalientes es lo que precedió a la decisión de poner en marcha los operativos conjuntos en los tres estados, aunque la dimensión de la ola homicida era sensiblemente inferior en Aguascalientes que en Michoacán y Gue-rrero.

En esos tres estados se había incrementado en más de un treinta por ciento la cifra de asesinatos a lo largo del último año con respecto al año inmediatamente anterior al tiempo que en el resto de México se registraban o leves crecimientos o disminu-ciones en el número de homicidios. En Tijuana la situación había sido más inestable y plana en cuanto a la evolución de los homicidios. El crecimiento de los asesinatos en los últimos treinta días y en el último año rondó el veinte por ciento. En Cancún la cifra de asesinatos se había duplicado durante el último año antes de que se des-plegasen las tropas federales en la ciudad. El operativo Veracruz podría entrar en los mismos parámetros por la evolución de sus guarismos, aunque su lanzamiento fue el producto de un suceso mucho más puntual: el atentado fortuito contra la fa-milia del gobernador del estado de México.

El caso del Operativo Chiapas Campeche Tabasco es más indefinido. Si bien, había existido una ola de violencia durante el año previo a su inauguración que podría por derecho propio ubicarla entre los estados con operativos que siguieron a años atípi-camente violentos, la intensidad de la violencia ya había remitido sensiblemente cuando llegó a ponerse en marcha el despliegue federal. En todo caso, las coordena-das de su lanzamiento, dentro de la parquedad de sus motivaciones explícitas, in-cluían otros elementos además o en lugar de la violencia. Tal es el control del flujo

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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migratorio en la frontera sur de México y la protección de los pozos petrolíferos en Campeche.

El Operativo Conjunto Juárez se inició después de que en el último año el número de homicidios hubiese crecido en un 78,9 por ciento con respecto al año anterior. Pero, además, es que la ola de violencia era crecientemente acelerada. En los cien días an-teriores al despliegue del ejército y el resto de fuerzas federales, la cantidad de ase-sinatos con respecto al periodo inmediatamente anterior se había triplicado.

Variación porcentual de los homicidios en los siete, treinta, cien y trescientos sesenta y cinco días anteriores al inicio de la puesta en marcha del operativo con respecto al mismo periodo inmediatamente anterior (entre paréntesis,

variación en el resto de México)

Operativo Inicio -7 días -30 días -100 días -365 días

Michoacán 07/12/2006 +83,3% (-14,1%)

+37,1% (-5,4%)

+17,9% (-0,1%)

+48,1% (+3,1%)

Tijuana 03/01/2007 -33,3% (+17,5%)

+20,0% (-5,6%)

-22,9% (-3,0%)

+18,9% (+4,0%)

Sierra Madre 07/01/2007 +500,0% (-9,5%)

-25,0% (-5,1%)

+65,4% (-4,3%)

-3,0% (+4,4%)

Guerrero 07/01/2007 +35,3% (-10,9%)

+24,7% (-8,5%)

+33,5% (-6,7%)

+34,5% (+2,3%)

Chiapas Cam-peche Tabasco 23/01/2007 +200,0%

(+1,5%) -46,8%

(-19,1%) -26,9% (-5,0%)

+63,9% (-0,7%)

Nuevo León Tamaulipas 18/02/2007 -25,0%

(-27,8%) -12,5%

(-26,5%) -16,5%

(-19,4%) -3,6% (0,7%)

Veracruz 12/05/2007 +400,0% (-12,4%)

+75,0% (+18,7%)

+225,0% (-7,1%)

+57,1% (-3,3%)

La Laguna 14/06/2007 -66,7% (-9,9%)

-8,3% (-0,6%)

+45,5% (+17,6%)

-14,2% (-3,4%)

San Luis Po-tosí 20/09/2007 +0,0%

(+13,0%) -35,0% (-4,5%)

+53,6% (-13,3%)

-4,9% (-10,3%)

Cancún 24/09/2007 +100,0% (-4,8%)

+175,0% (-0,6%)

-4,0% (-13,0%)

+113,9% (-10,9%)

Aguascalien-tes 19/10/2007 +200,0%

(+17,2%) -25,0% (+6,7%)

+91,7% (-9,7%)

+48,3% (-11,8%)

Juárez 28/03/2008 -27,1% (+7,7%)

+187,2% (-2,2%)

+307,3% (+13,8%)

+78,3% (-3,9%)

Culiacán Navo-lato 13/05/2008 -13,6%

(+7,7%) +73,5% (+4,8%)

+586,7% (+19,8%)

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Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Un pico de violencia muy concentrado en el periodo inmediatamente anterior a la puesta en marcha del operativo es lo que ocurrió en los casos del Operativo La La-guna, del Operativo San Luis Potosí y del Operativo Culiacán Navolato. En los dos primeros casos el crecimiento de los homicidios en los cien días inmediatamente anteriores con respecto al periodo inmediatamente anterior fue superior al cua-renta y cinco por ciento. En Culiacán y Navolato se quintuplicaron los homicidios en el mismo periodo.

El único operativo federal que siguió a un periodo prolongado de disminución de los asesinatos fue el Operativo Conjunto Nuevo León Tamaulipas. Los asesinatos habían disminuido en un 3,6 por ciento en el último año y en un 16,5 por ciento en los últi-mos cien días para el conjunto del territorio. Sin embargo, el epicentro del desplie-gue, Nuevo León, del que Tamaulipas fue complementario, sí que había registrado durante el año anterior un periodo de violencia creciente. Los asesinatos habían au-mentado en el estado del que Monterrey es capital en un 17,2 por ciento a lo largo del último y en un 63,6 por ciento en último mes anterior a la puesta en marcha del Operativo.

La evolución de la violencia en los que se registraron operativos conjuntos fue muy desigual a la que se registró en aquellos lugares en los que no hubo operativos con-juntos en términos interanuales. Como suma y dentro del año anterior, el periodo con más violencia interanual en los lugares en los que se desplegaron las tropas fe-derales fueron precisamente momentos inmediatamente previos. Si un año antes de la inauguración de los operativos, el número de asesinatos pasó de estar por debajo de los tres mil quinientos homicidios en el año natural anterior a estar rondando los cuatro mil quinientos.

En otras palabras, en promedio, el crecimiento de los homicidios a lo largo del último año había sido del 29,5 por ciento, mientras en las zonas de México donde no se desarrollaron operativos conjuntos disminuía en un 2,5 por ciento. Además, la vio-lencia interanual en las zonas en las que terminaron instaurándose los operativos conjuntos tuvo en el año anterior un aumento crecientemente acelerado. En con-traste, en las zonas en las que no se abrieron operativos conjuntos, el descenso de la violencia fue más acusado en el último mes antes de la apertura de los operativos conjuntos.

El crecimiento de la violencia en los lugares en los que se abrieron operativos con-juntos es más acusado cuando se acorta el periodo de tiempo. En los cien días ante-riores al inicio de cada uno de los operativos los homicidios en las zonas en las que se instauraron fue de más de mil quinientos, un 58,8% más de los asesinatos que existían en esas mismas zonas un año antes para el mismo periodo de tiempo. Este crecimiento de la violencia en las zonas que recibieron a las tropas federales no tie-nen parangón en el resto de México. Allí, la evolución de la violencia en los últimos cien días disminuyó en un cuatro por ciento con respecto a la misma medición un año antes del inicio de los operativos conjuntos.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Número de asesinatos en los trescientos sesenta y cinco días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos con-juntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Número de asesinatos en los cien días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Territorios en los que se realizaron operativos conjuntos (escala izquierda)Territorios en los que no se realizaron operativos conjuntos (escala derecha)

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Territorios en los que se realizaron operativos conjuntos (escala izquierda)Territorios en los que no se realizaron operativos conjuntos (escala derecha)

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Número de asesinatos en los treinta días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Número de asesinatos en los siete días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Territorios en los que se realizaron operativos conjuntos (escala izquierda)Territorios en los que no se realizaron operativos conjuntos (escala derecha)

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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El último tirón de la violencia antes de que arranquen los operativos conjuntos se observa con toda su nitidez cuando se estrecha el marco temporal. En los últimos treinta días antes de que se iniciase un despliegue de tropas federales, el número total de asesinatos en las trece zonas donde se instauraron fue de casi quinientos cincuenta, cuando casi un año antes estaban las mismas zonas en poco más de dos-cientos cincuenta homicidios en los últimos cien días. A lo largo del último año había crecido un 82,2 por ciento el número de asesinatos mensuales. Al mismo tiempo, la dinámica de la violencia en el resto de México era descendente y a lo largo del último año la violencia durante el último mes medida en asesinatos había disminuido en un 9,6 por ciento.

En conjunto, existieron dos saltos de violencia en las zonas en los que terminarían desplegándose las tropas federales. El primero se produce cuatro meses antes, cuando se pasa de trescientos a cuatrocientos muertos mensuales. El segundo salto se produce inmediatamente antes de la inauguración de los operativos conjuntos, cuando se pasa de los cuatrocientos muertos mensuales a casi los quinientos cin-cuenta. En el resto de México, mientras tanto, la evolución mensual de la violencia fue casi plana, aunque con una tendencia descendente en el momento previo a la inauguración de los operativos conjuntos.

A lo largo del año anterior al despliegue de las tropas federales, la violencia en esas zonas se movió entre los cincuenta y los cien asesinatos semanales. Tres meses antes de la inauguración de los operativos conjuntos se superó el umbral de los cien ase-sinatos a la semana, un volumen de homicidios que se mantuvo a lo largo de un mes para estabilizarse a partir de ese momento. La cifra de homicidios se disparó hasta los ciento ochenta y cinco asesinatos cinco días antes del inicio del despliegue de los efectos de la administración central. En total, el número de homicidios semanales había aumentado en un 127,5 por ciento entre la semana anterior al inicio del ope-rativo con respecto a la misma semana del año anterior. La violencia semanal se mantuvo estable en el conjunto de México a lo largo del año anterior a los operativos federales.

Durante la primera semana de actividad de los denominados operativos conjuntos, el número de asesinatos disminuyó con respecto a la semana anterior en nueve de los trece casos, siguió en los mismos guarismos en otros dos y aumentó en los dos restantes. En algunos casos, el cambio de tendencia fue drástico. En el caso de Mi-choacán se pasó de cuarenta y cuatro a veintitrés homicidios, viniendo de una se-mana previa anormalmente violenta. En Guerrero hubo veintitrés asesinatos en la semana anterior al despliegue federal y catorce inmediatamente después. El Opera-tivo Chiapas-Campeche-Tabasco despegó con un asesinato durante su primera se-mana, cinco menos que la última semana sin presencia federal reforzada. El Opera-tivo Conjunto Culiacán Navolato fue testigo de una evolución igualmente drástica de la violencia, pasando de diecinueve asesinatos a cinco.

En la ciudad de Cancún la primera semana del despliegue de tropas federales fue saludado, con un asesinato, tres menos que en la semana previa. Es el mismo caso

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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están los municipios englobados en la Operación Conjunta Sierra Madre, donde los siete asesinatos pasaron a dos durante la primera semana de operación. En Aguas-calientes y Veracruz no hubo asesinatos en la primera semana de actuación de sus respectivos operativos, lo cual suponía dos y cinco homicidios menos, respectiva-mente, que en la semana anterior. En el Operativo Conjunto Juárez, el descenso en el número de homicidios fue tan débil que puede describirse como de estabilidad. Se pasó dieciocho a diecisiete homicidios.

El operativo conjunto en la ciudad de Tijuana se saldó sin alteración: cuatro asesi-natos en la semana previa y otros cuatro en la primera semana de actividades. En el estado de San Luis Potosí se calcaron los guarismos de Tijuana: cuatro asesinatos antes y otros cuatro después de la puesta en marcha del operativo conjunto.

Los únicos dos operativos conjuntos que fueron saludados con un crecimiento de la violencia fueron el de Nuevo León Tamaulipas, donde se pasó de tres a cuatro asesi-natos, precisamente el que aportó el estado de Tamaulipas, que llevaba dos semanas sin homicidios antes del despliegue de tropas federales. El otro caso en el que la vio-lencia no se vio intimidada por la presencia de efectivos de la administración central es el Operativo La Laguna, donde se triplicaron el número de asesinatos: se pasó de uno en la semana anterior a tres en la primera semana de actuación.

Más indefinida es la evolución de la tendencia de la violencia a partir de la puesta en marcha de los operativos conjuntos. En Michoacán, Sierra Madre, Guerrero, Chiapas-Campeche-Tabasco, Veracruz, Cancún y Aguascalientes el crecimiento de la violen-cia en la semana previa al despliegue federal fue sucedido por disminuciones, en algunos casos muy drásticas, de los niveles de violencia.

En Juárez y Culiacán, la primera semana de actividad de los respectivos operativos federales profundizaron en la tendencia de descenso que se había observado du-rante la semana anterior a su inauguración. En ambos casos se aceleró la caída en la cuantía de asesinatos. Los asesinatos disminuyeron en más de un setenta y cinco por ciento en la primera semana del despliegue federal.

En Tijuana se pasó de una reducción de la violencia a la estabilidad, la misma esta-bilidad que registró San Luis Potosí tanto en la semana anterior como en la posterior a la llegada de las tropas federales. Al Operativo Conjunto en Nuevo León y Tamau-lipas y al Operativo Conjunto La Laguna, los dos únicos despliegues que resultaron en un incremento inicial de la violencia, se llegó después de una semana relativa-mente pacífica en el contexto anterior, pero la violencia regresó a la senda de creci-miento en la primera semana de operación.

En total, en los trece operativos conjuntos que puso en marcha el gobierno de Cal-derón Hinojosa, en el territorio donde se desarrollaron durante la semana previa a la puesta en marcha del despliegue federal hubo ciento treinta y siete asesinatos, una cantidad que se desplomó a la mitad en la semana inmediatamente posterior. Esta evolución contrasta con la dinámica de la violencia en las zonas donde no se

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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inauguró un operativo conjunto durante el mismo periodo de tiempo. En estas zo-nas, el número de asesinatos se elevó en un ocho por ciento.

Variación porcentual de los homicidios en los siete días anteriores y poste-riores al inicio de la puesta en marcha del operativo con respecto al mismo

periodo inmediatamente anterior (entre paréntesis, variación en el resto de México)

Operativo Inicio -7 días +7 días

Michoacán 07/12/2006 +83,3% (-14,1%)

-47,7% (+15,2%)

Tijuana 03/01/2007 -33,0% (+17,5%)

+0,0% (-36,1%)

Sierra Madre 07/01/2007 +500,0% (-9,5%)

-83,3% (-16,9%)

Guerrero 07/01/2007 +35,3% (-10,9%)

-39,1% (-16,1%)

Chiapas Campeche Tabasco 23/01/2007 +200,0% (+1,5%)

-83,3% (-16,4%)

Nuevo León Tamaulipas 18/02/2007 -25,0% (-27,8%)

+33,0% (+40,6)

Veracruz 12/05/2007 +400,0% (-12,4%)

-100,0% (+13,7%)

La Laguna 14/06/2007 -66,7% (-9,9%)

+200,0% (-8,7%)

San Luis Potosí 20/09/2007 +0,0% (+13,0%)

+0,0 (-1,7%)

Cancún 24/09/2007 +100,0% (-4,8%)

-75,0% (+4,4%)

Aguascalientes 19/10/2007 +200,0% (+17,2%)

-100,0% (-20,2%)

Juárez 28/03/2008 -27,1% (+7,7%)

-71,4% (+6,6%)

Culiacán Navolato 13/05/2008 -13,6% (+7,7%)

-73,7% (+2,4%)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

El primer mes de despliegue del gobierno federal en ciertas zonas fue testigo de una reducción del número de asesinatos con respecto al mes anterior a los operativos conjuntos en diez de los casos, permaneció estable en otro y en dos casos se elevó el número de asesinatos. En Michoacán, en Tijuana y en Guerrero se cambió el signo de la evolución de la violencia, pasando de un crecimiento mensual de dos dígitos en

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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la variación mensual del número de homicidios antes de la inauguración de los ope-ráticos a disminuciones de entre el treinta y el cincuenta por ciento en el número de asesinatos. En Aguascalientes simplemente desaparecieron los asesinatos durante el primer mes de despliegue federal.

Homicidios durante la semana previa e inmediatamente posterior a la puesta en marcha de un operativo conjunto en el territorio en el que se desarrolló

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

En Veracruz, en Cancún y en Culiacán Navolato la variación del sentido de la violen-cia fue aún más intensa durante el primer mes de funcionamiento de los operativos conjuntos. De crecimientos del número de asesinatos por encima del setenta por ciento durante el mes previo al despliegue de los militares se pasó a disminuciones por encima del veinte por ciento. Caso especial entre los cambios de tendencia es el del Operativo Conjunto Juárez, donde la presencia federal fue testigo del cambio más sensible de la escalada violenta que venía registrándose en la ciudad y en los alrede-dores. En el último mes antes de la inauguración de la operación policial el número de asesinatos había aumentado en un 187,2 por ciento. El primer mes con los efec-tivos federales en la ciudad los homicidios disminuyeron en un 68,9 por ciento.

En los municipios afectados por el Operativo Conjunto Sierra Madre y en los tres estados del Operativo Chiapas-Campeche-Tabasco la violencia tras el despliegue de las tropas federales profundizó la senda descendente de la violencia. En la primera

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Territorios con operativos conjuntos

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Semana anterior Primera semana

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el número de homicidios durante el primer mes de presencia reforzada de la admi-nistración central se redujo en un treinta por ciento y en el segundo el descenso fue cercano al cincuenta por ciento. En San Luis Potosí se produjo la reacción contraria, pasando de un descenso mensual de los homicidios antes de que llegasen los efecti-vos federales a mantenerse estable durante el primer mes de funcionamiento del operativo policial.

Variación porcentual de los homicidios en los treinta días anteriores y poste-riores al inicio de la puesta en marcha del operativo con respecto al mismo

periodo inmediatamente anterior (entre paréntesis, variación en el resto de México)

Operativo Inicio -30 días +30 días

Michoacán 07/12/2006 +37,1% (-5,4%)

-38,5% (+0,8%)

Tijuana 03/01/2007 +20,0% (-5,6%)

-29,2% (-34,6%)

Sierra Madre 07/01/2007 -25,0% (-5,1%)

-33,3% (-30,1%)

Guerrero 07/01/2007 +24,7% (-8,5%)

-46,5% (-27,9%)

Chiapas Campeche Tabasco 23/01/2007 -46,8% (-19,1%)

-32,0% (-25,1%)

Nuevo León Tamaulipas 18/02/2007 -12,5% (-26,5%)

+52,4% (+38,8%)

Veracruz 12/05/2007 +75,0% (+18,7%)

-42,9% (+5,4%)

La Laguna 14/06/2007 -8,3% (-0,6%)

+9,1% (-19,1%)

San Luis Potosí 20/09/2007 -35,0% (-4,5%)

+0,0% (+8,3%)

Cancún 24/09/2007 +175,0% (-0,6%)

-36,4% (+6,3%)

Aguascalientes 19/10/2007 -25,0% (+6,7%)

-100,0% (-8,3%)

Juárez 28/03/2008 +187,2% (-2,2%)

-68,9% (+12,0%)

Culiacán Navolato 13/05/2008 +73,5% (+4,8%)

-25,4% (+6,2%)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

El Operativo Conjunto Nuevo León Tamaulipas registró unas cifras muy negativas en la evolución de homicidios. En el primer mes de funcionamiento el número de

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asesinatos aumentó en un cincuenta por ciento, más contundente cuando se com-prueba que durante el mes previo a la llegada de tropas federales la violencia había disminuido. El Operativo La Laguna siguió la misma senda, pero a una escala muy inferior. Si en el mes anterior a su puesta en marcha el número de homicidios había disminuido en un 8,3 por ciento, durante el primer mes de presencia de las tropas federales se incrementaron los asesinatos en un 9,1 por ciento.

La enorme distancia en términos de violencia entre la semana anterior y la semana siguiente a la puesta en marcha de un operativo policial va diluyéndose con el tiempo. Pero en un periodo de un mes, aún sigue observándose un mejor comporta-miento en la dinámica de los asesinatos durante el primer mes de despliegue federal. En las zonas en las que se desarrollaron los operativos federales disminuyó en un 40,6 por ciento el número de homicidios, mientras que en el resto de México el des-censo fue del 6,2 por ciento.

Homicidios durante los treinta días previos e inmediatamente posteriores a la puesta en marcha de un operativo conjunto en el territorio en el que se desarrolló

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Los cien primeros días de despliegue de fuerzas federales fue testigo de una diver-sidad de comportamientos. En siete de los operativos disminuyó el número de ase-sinatos. En los seis restantes el número de asesinatos aumentó. La distribución tem-poral ofrece una fuerte influencia sobre la dinámica de la violencia. Los primeros

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Territorios con operativos conjuntos

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Mes anterior Primer mes

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cinco operativos conjuntos, iniciados entre diciembre de 2006 y enero de 2007, fue-ron testigos de una reducción de los asesinatos durante su primer año de operación. Cinco de los seis últimos operativos, puestos en marcha a partir de junio de 2007, convivieron durante sus primeros cien días de operación con aumentos del número de homicidios.

En Michoacán, en Sierra Madre y en Guerrero se revirtió la tendencia de la violencia tras el despliegue de efectivos federales durante los primeros cien días de funciona-miento. Si las tres zonas presentaban crecimientos en el número de homicidios en los cien días anteriores al operativo conjunto, durante los primeros cien días con el refuerzo policial se redujo la cantidad de homicidios entre el treinta por ciento de Guerrero y el cincuenta por ciento en Michoacán. El cambio de tendencia fue más intenso en Aguascalientes y Veracruz. En este último operativo que abarcó el puerto de Veracruz y el municipio colindante de Boca del Río se venía de un periodo anor-malmente sangriento en los cien días anteriores y en el mismo lapso tras el desplie-gue de fuerzas federales disminuyó el número de asesinatos en un 15,4 por ciento. En Aguascalientes se pasó de un crecimiento de los homicidios del 91,7 por ciento antes del despliegue a una disminución del 65,2 por ciento en los cien días siguientes a la llegada de los efectivos federales.

El municipio de Tijuana y los tres estados en los que se instauró el Operativo Chia-pas-Campeche-Tabasco mostraron una profundización de la tendencia descendente de la violencia a lo largo de los primeros días de operación. En Tijuana se pasó de una disminución del 22,9 por ciento en el número de homicidios durante los cien días anteriores a la puesta en marcha del operativo a un descenso adicional del 8,1 por ciento durante los primeros cien días de funcionamiento. En Campeche, Chiapas y Tabasco se aceleró el ritmo de descenso de la violencia de modo que el número de asesinatos en los tres estados disminuyó en un 62,9 por ciento durante los tres pri-meros meses de funcionamiento de la operación conjunta.

Con la Operación Conjunta Nuevo León Tamaulipas y con el Operativo Cancún la evolución del número de homicidios vio alterado su signo. Mientras en los cien días anteriores a la puesta en marcha del operativo conjunto, existía una tendencia des-cendente en el número de homicidios, mucho más leve en el caso de Cancún, los cien días posteriores al despliegue federal conllevaron un crecimiento de los homicidios, también mucho más ligero en el caso de Cancún hasta el punto de que puede descri-birse como una estabilización de la violencia. En los estados de Nuevo Laredo y Ta-maulipas en los cien días anteriores al despliegue federal se registraba un descenso del 16,5 por ciento, en los cien días posteriores a la inauguración del operativo con-junto los asesinatos crecieron en un 41,6 por ciento.

En los otros cuatro estados en los que los cien primeros días de operativo conjunto vieron aumentar el número de asesinatos se produjo un descenso en el ritmo de crecimiento de la violencia. En La Laguna y Saltillo, además de en Culiacán y Navo-lato y en los alrededores de Juárez, la ralentización de la espiral violenta fue drástica. En el primero se pasó de un crecimiento de los homicidios del 45,5 por ciento en los

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cien días previos a un aumento del 9,4 por ciento en los cien días posteriores. En Culiacán las mismas cifras de variación fueron del 586,7 y del 90,3 por ciento antes y después del operativo, respectivamente. En Juárez se pasó de un aumento del 307,3 por ciento en los cien días anteriores al inicio de la operación conjunta a un crecimiento del 81,3 por ciento en los cien días posteriores. En el estado de San Luis Potosí y, sobre todo, en Juárez y sus alrededores, la disminución del crecimiento de la violencia fue mucho más tímido durante los primeros cien días a partir del des-pliegue de las fuerzas federales.

Variación porcentual de los homicidios en los cien días anteriores y posterio-res al inicio de la puesta en marcha del operativo con respecto al mismo pe-riodo inmediatamente anterior (entre paréntesis, variación en el resto de

México)

Operativo Inicio -100 días +100 días

Michoacán 07/12/2006 +17,9% (-0,1%)

-50,4% (-19,5%)

Tijuana 03/01/2007 -22,9% (-3,0%)

-8,1% (-26,8%)

Sierra Madre 07/01/2007 +65,4% (-4,3%)

-37,2% (-23,2%)

Guerrero 07/01/2007 +33,5% (-6,7%)

-31,4% (-22,5%)

Chiapas Campeche Tabasco 23/01/2007 -26,9% (-5,0%)

-61,4% (-12,8%)

Nuevo León Tamaulipas 18/02/2007 -16,5% (-19,4%)

+41,6% (+9,3%)

Veracruz 12/05/2007 +225,0% (-7,1%)

-15,4% (+7,7%)

La Laguna 14/06/2007 +45,5% (+17,6%)

+9,4% (-13,0%)

San Luis Potosí 20/09/2007 +53,6% (-13,3%)

+27,9% (+2,8%)

Cancún 24/09/2007 -4,0% (-13,0%)

+4,2% (+4,3%)

Aguascalientes 19/10/2007 +91,7% (-9,7%)

-65,2% (+5,2%)

Juárez 28/03/2008 +307,3% (+13,8%)

+81,3% (+19,0%)

Culiacán Navolato 13/05/2008 +586,7% (+19,8%)

+90,3% (+19,8%)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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En conjunto, los cien primeros cien días de los trece operativos conjuntos continua-ron observando en las zonas de despliegue un mejor comportamiento de la evolu-ción de la violencia en términos absolutos que en el resto de México, pero ya muy ajustado en comparación con el resto de México. Si en los cien días previos a cada uno de los trece despliegues de fuerzas federales hubo mil cuatrocientos nueve ase-sinatos en esas zonas, en los cien días posteriores hubo mil cuatrocientos dieciocho, es decir, disminuyeron los asesinatos en un 5,4 por ciento. En el mismo periodo, en el resto de México disminuyó el número de asesinatos en un 2,9 por ciento.

Homicidios durante los cien días anteriores e inmediatamente posteriores a la puesta en marcha de un operativo conjunto en el territorio en el que se desarrolló

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

La comparación del número de asesinatos en el año anterior y el año posterior al despliegue de los efectivos federales permite vislumbrar un panorama en dos ejes separados por el tiempo. Los cinco primeros operativos conjuntos desplegados en los dos primeros meses de gobierno de Calderón Hinojosa llegaron a zonas donde el número de homicidios había aumentado durante el año anterior a la inauguración del operativo. En algunos casos el crecimiento de la violencia había sido notable, como en Guerrero, del 34,5 por ciento; en Michoacán, del 48,1 por ciento; y en Chia-pas, Campeche y Tabasco, del 63,9 por ciento. Eran unas cifras desorbitadas en un país en el que el número de homicidios estaba relativamente estabilizado.

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Cien días previos Cien días posteriores

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En esos cinco operativos primigenios, el sentido de la violencia cambio de tendencia en su primer año de funcionamiento y disminuyó de manera drástica en las zonas en las que se desarrollaron. La disminución de la violencia fue desde una reducción del número de homicidios del 9,2 por ciento en Veracruz al 31,5 por ciento en Ti-juana, al 41,5 por ciento en Michoacán y al 54,5 por ciento en Chiapas, Campeche y Tabasco. Todo ello se producía al mismo tiempo que el conjunto de México regis-traba una leve reducción del número de homicidios coincidiendo con el primer año de gobierno de Calderón Hinojosa.

Los dos siguientes operativos se plantearon en circunstancias muy distintas y aca-baron con panoramas muy similares al cabo de un año. Mientras en Veracruz se ha-bía producido a lo largo del último año un crecimiento del número de homicidios, en el conjunto de los estados de Nuevo León y Tamaulipas la violencia se había redu-cido ligeramente. Al cabo de un año de despliegue de las fuerzas federales, el número de homicidios se había incrementado ligeramente, en el entorno del cinco por ciento, tanto en Veracruz como en la suma de Nuevo León y Tamaulipas. Estos re-sultados coinciden en el tiempo con una reversión de la tendencia declinante de la actividad homicida en el conjunto de México, que pasó de una dinámica descendente a un aumento crecientemente acelerado.

Los seis últimos operativos conjuntos iniciados a partir del segundo semestre de 2007 acabaron todos con un crecimiento notable del número de asesinatos en la zona en la que se aposentaron a lo largo de su primer año de funcionamiento. Y en el caso de los dos últimos, la Operación Conjunta Juárez y el Operativo Culiacán Na-volato, el crecimiento interanual fue dramático. El número de homicidios creció en su primer año de funcionamiento el 408,8 por ciento Juárez y el 219,8 por ciento en Culiacán. Todo ello rodeado ya de aumentos generalizados de la violencia en todo el norte de México, del cual ambas ciudades fueron protagonistas destacadas.

En La Laguna, en San Luis Potosí y en Culiacán se iniciaron los despliegues federales en un momento en el que, pese a que los movimientos de los últimos meses hubiesen sido alcistas, en el conjunto del año inmediatamente anterior se había reducido el número de homicidios. En los tres casos acabaron con crecimientos en la cantidad de asesinatos durante el primer año de funcionamiento de cada operativo conjunto. En San Luis Potosí el aumento de los asesinatos fue del La Laguna y Saltillo el creci-miento fue del 64,1 por ciento.

En los tres operativos conjuntos restantes las hostilidades homicidas ya se habían desatado el año anterior a la puesta en funcionamiento de cada operativo conjunto. En Aguascalientes durante el último año el número de asesinatos había aumentado en un 48,3 por ciento, en Juárez en un 78,3 por ciento y en Cancún en un 113,9 por ciento. En Aguascalientes y en Cancún, si bien no se revirtió la tendencia de la ola homicida, sí que se redujo el ritmo de crecimiento, hasta aumentos en el número de asesinatos a lo largo del último año en el entorno del treinta por ciento, ligeramente por debajo de la media de México en ese mismo periodo. En Juárez y los alrededores

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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la violencia se desató durante el primer año de despliegue militar continuando una dinámica previa, pero en una nueva escala.

Variación porcentual de los homicidios en los trescientos sesenta y cinco días anteriores y posteriores al inicio de la puesta en marcha del operativo con respecto al mismo periodo inmediatamente anterior (entre paréntesis, va-

riación en el resto de México)

Operativo Inicio -365 días +365 días

Michoacán 07/12/2006 +48,1% (+3,1%)

-41,5% (-12,0%)

Tijuana 03/01/2007 +18,9% (+4,0%)

-31,5% (-14,3%)

Sierra Madre 07/01/2007 -3,0% (+4,4%)

-30,0% (-13,9%)

Guerrero 07/01/2007 +34,5% (+2,3%)

-9,2% (-14,5%)

Chiapas Campeche Tabasco 23/01/2007 +63,9% (-0,7%)

-54,1% (-8,7%)

Nuevo León Tamaulipas 18/02/2007 -3,6% (-0,7%)

+6,1% (-6,9%)

Veracruz 12/05/2007 +57,1% (-3,3%)

+4,5% (+1,1%)

La Laguna 14/06/2007 -14,2% (-3,4%)

+64,1% (+3,0%)

San Luis Potosí 20/09/2007 -4,9% (-10,3%)

+33,8% (+26,5%)

Cancún 24/09/2007 +113,9% (-10,9%)

+19,5% (+27,5%)

Aguascalientes 19/10/2007 +48,3% (-11,8%)

+25,6% (+34,2%)

Juárez 28/03/2008 +78,3% (-3,9%)

+408,8% (+49,7%)

Culiacán Navolato 13/05/2008 -20,9% (+1,8%)

+219,8% (+62,6%)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

En conjunto, el número de homicidios creció en el primer año de despliegues terri-torializados con respecto al año anterior tanto en las zonas donde se desarrollaron como en el resto de México. Pero el aumento fue sensiblemente superior en las zonas en las que se desarrollaron los operativos conjuntos, del 24,0 por ciento, que en los lugares que permanecieron ajenas a los refuerzos de seguridad, donde el aumento

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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fue del 9,9 por ciento. Esta dinámica pone de manifiesto que las reducciones de vio-lencia de los primeros operativos juntos fueron de menor intensidad que los creci-mientos que se registraron en los últimos, del mismo modo que el crecimiento de la violencia en el resto de México a partir desde mediados de 2008 fue superior al clima de estabilidad e incluso ligero descenso de la violencia que se registró en el primer año de gobierno de Calderón Hinojosa.

Homicidios durante el año natural previo y posterior a la puesta en marcha de un operativo conjunto en el territorio en el que se desarrolló

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Tomando el número de asesinatos en el año natural, en las trece zonas donde se desarrollaron los operativos conjuntos se observa un crecimiento leve del número de asesinatos entre los doce y los cuatro meses anteriores al despliegue de las tropas federales. Al tiempo que en esas zonas crecía la violencia, el mismo periodo el nú-mero de homicidios descendían en el resto de México.

El incremento de los asesinatos en términos interanuales no se inicia con el desplie-gue de los efectivos federales, sino que le precede en cuatro meses. De hecho, el cre-cimiento de la violencia tiene un ritmo casi constante desde los cuatro meses ante-riores al inicio de los operativos conjuntos hasta diez meses después de la llegada de fuerzas de la administración central. Esta velocidad de crucero de la violencia sólo se interrumpe con un pico de violencia en el momento inmediatamente anterior

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Territorios con operativos conjuntos

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al inicio de los operativos y una meseta de violencia durante el primer mes y medio desde el inicio de los operativos conjuntos.

Mientras esta descarga de violencia ocurría en los territorios con operativos conjun-tos, en el resto de México se mantenía el descenso leve del número de asesinato. Este ritmo de disminución de la violencia se hace ligeramente más veloz en el mes ante-rior al despliegue de tropas federales en otros lugares de México. La violencia al-canza en el resto de México un mínimo histórico tres meses después del inicio de los operativos federales y a partir de entonces entró en un periodo de crecimiento de la violencia crecientemente acelerado, aunque en niveles muy inferiores a los registra-dos en México.

La violencia interanual en las zonas con operativos conjuntos entrará en una llanura nueve meses después del despliegue de efectivos federales que es coincidente con el descuento del estallido de violencia que se produce en los meses inmediatamente anteriores a la inauguración de los operativos conjuntos. En ese mismo periodo se produce el mayor incremento de la violencia en las zonas de México donde no exis-tieron operativos conjuntos.

La dinámica de la violencia interanual registró en las zonas en las que se ejecutaron los operativos conjuntos puede dividirse en dos modelos con características distin-tivas y que se son consecutivos temporalmente. Por una parte, en los seis primeros operativos, que se inauguran en un breve periodo entre diciembre de 2006 y febrero de 2007, se desarrollan en lugares que, partiendo de lugares notoriamente violen-tos, habían tenido un suave crecimiento de la criminalidad a lo largo del último año antes de que se desplieguen los efectivos federales. Con las tropas sobre el terreno se produce un cambio de tendencia y se inicia una drástica reducción del número de asesinatos que se mantiene durante el primer año de refuerzo de seguridad.

En los siete últimos operativos conjuntos, que se abrieron entre junio de 2007 y ju-nio de 2008, la dinámica es completamente distinta. Viniendo de lugares con meno-res niveles de violencia, en los dos últimos meses antes del despliegue de fuerzas federales se dispara el número de asesinatos. La llegada de efectivos adicionales no registra más que un mínimo efecto temporal de moderación en el crecimiento que se mantiene a lo largo de todo el primer año de operativos conjuntos.

Tomando los últimos cien días como referencia, se observa que el aumento de la violencia en las trece zonas en la que se instalaron los operativos conjuntos ya venía produciéndose al menos con un año de antelación, pero adquirió proporciones épi-cas durante los últimos cuatro meses antes de que se desplegasen los efectivos fe-derales sobre el terreno. Al mismo tiempo, en las zonas en las que no hubo operati-vos conjuntos el número de homicidios registraba un ligero descenso.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Número de asesinatos en el año natural anterior a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Número de asesinatos en el año natural anterior a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Seis primeros operativos conjuntos Siete últimos operativos conjuntos

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Número de asesinatos en los cien días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Número de asesinatos en los cien días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

1.800

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Seis primeros operativos conjuntos Siete últimos operativos conjuntos

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A partir del despliegue de los efectivos federales, en las zonas designadas para los operativos conjuntos el aumento de la violencia entra en un periodo de estabiliza-ción que durará unos cien días. A los cuatro meses habrá una nueva ola de violencia, de menor intensidad y de corta duración que acabará con otra meseta en el número de homicidios hasta concluir el primer año de operativo conjunto. En la suma de todos los operativos conjuntos, es evidente que éstos no tuvieron la virtud de redu-cir la violencia en las zonas en las que se aposentaron, pero consiguieron estabili-zarla en los altos niveles en los que se habían instalado en los momentos previos a su inauguración. En el resto de México, mientras tanto, sí que creció la cantidad de homicidios una vez que se instalaron los operativos conjuntos.

La elección de los cien días anteriores como parámetro de evaluación de los niveles de violencia en cada lugar muestran de nuevo la enorme separación entre los seis primeros operativos conjuntos y los siete últimos. En los seis primeros operativos conjuntos se observa un crecimiento constante de la violencia hasta la semana an-terior al despliegue de efectivos federales. A partir de ese momento comienza un descenso acusado de los niveles de violencia que en sólo tres meses rebaja los nive-les de violencia en la zona a niveles muy anteriores. A partir de los tres meses de actuación de los operativos conjuntos, el número de homicidios entra en un periodo de estabilidad ligeramente decreciente a medida que avanzan los meses.

En los siete últimos operativos conjuntos, la evolución es completamente distinta. Partiendo de una monotonía en los niveles de violencia en la suma de las zonas en las que se desarrollaron después los operativos conjuntos, dos meses antes la vio-lencia se dispara. El número de homicidios se multiplica por 2,5 en tan sólo sesenta días. Con la llegada de los efectivos federales disminuye el ángulo de la pendiente alcista de la violencia, pero no su tendencia muy creciente. En los tres primeros me-ses de operativos conjuntos casi se duplican el número de homicidios. A partir de esos máximos a tres meses de iniciados los operativos conjuntos, el aumento de los homicidios, que se sigue existiendo, se atempera mucho más.

El análisis de la dinámica de los homicidios en las zonas en las que se desarrollaron los operativos conjuntos muestra que el fuerte crecimiento que experimentó la vio-lencia en esos territorios en los últimos cuatro meses antes de los operativos y, en particular, en los tres últimos meses tuvo un abrupto final cuando se desplegaron las fuerzas federales. Los asesinatos se redujeron a la mitad durante el primer mes con presencia reforzada de elementos federales de la administración central. Pero el lapso de paz fue de corta duración. En el mes siguiente ya casi se había recuperado la totalidad de la violencia anterior y a los cinco meses se había incluso superado las altas cotas de violencia mensual que precedieron al despliegue de los operativos.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Número de asesinatos en los treinta días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Número de asesinatos en los treinta días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Seis primeros operativos conjuntos Siete últimos operativos conjuntos

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A partir de los cinco meses se volvió a experimentar otra reducción notable de la violencia que fue también de cortar duración para entrar en olas donde el umbral máximo estaba muy cercano a lo que se había registrado antes del despliegue de agentes federales. En el resto de México, por el contrario, la violencia mensual, que se había mantenido relativamente estable a la puesta en funcionamiento de los ope-rativos conjuntos, continuó su leve descenso hasta dos meses después del inicio de los mismos. A partir de entonces entró en un periodo de notoria subida, cuyo creci-miento fue mayor que el registrado en las zonas donde se habían desplegado los operativos federales.

La separación de los seis primeros operativos conjuntos y los siete últimos permite vislumbrar que el crecimiento en la violencia siguió distintas pautas. El aumento de los homicidios que durante el año previo se dio en los seis primeros despliegues de efectivos federales había alcanzado su punto álgido cuatro meses antes de la inau-guración de los mismos y que había empezado un descenso que se agudizó ostensi-blemente con la llegada de efectivos de seguridad pública. Pero a partir del primer mes de los operativos conjuntos, el descenso en el número de homicidios mostró una resistencia a sucesivas disminuciones e incluso visualizó nuevas olas de violen-cia de menor intensidad en el intermedio.

La dinámica en los siete últimos operativos conjuntos es bastante distinta. El creci-miento de la violencia se hace crecientemente acelerado desde cuatro meses antes de los operativos conjuntos. Durante el primer mes a partir de la llegada de los efec-tivos federales se observa una disminución drástica en el número de asesinatos, pero de cortísima duración, hasta el punto que los niveles de violencia anteriores a los dispositivos de seguridad se recuperan ya desde el segundo mes incluso a una escala ligeramente superior y desde ese momento, con oscilaciones, se mantienen estables durante el primer año de despliegue de tropas federales.

La violencia semanal en las zonas en las que se desarrollaron operativos conjuntos alcanzó su máxima intensidad de todo el lapso que abarca un año antes y un año después precisamente en el momento inmediatamente anterior a la puesta en fun-cionamiento de dicha estrategia de seguridad pública. En la semana anterior se al-canzó el pico de asesinatos semanales de todo el periodo con ciento ochenta y cinco homicidios. Justo ocho días después del despliegue de los efectivos federales, el nú-mero de asesinatos semanales se había reducido en dos tercios hasta sesenta y un homicidios.

El periodo de tranquilidad tras el inicio de los operativos conjuntos, que no tenía igual en el año anterior, no duró demasiado. Antes de que pasase mes y medio, el número de asesinatos semanales se elevó por encima de los cien asesinatos sema-nales, unos niveles inusuales en el periodo previo, y se mantuvo en esos niveles du-rante el año siguiente de manera casi ininterrumpida. Mientras tanto, en el resto de México el número de asesinatos mensuales se movió tras los operativos en una línea ligeramente ascendente frente a la tendencia plana observada con anterioridad.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Número de asesinatos en los siete días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Número de asesinatos en los siete días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Seis primeros operativos conjuntos Siete últimos operativos conjuntos

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La dinámica de la violencia semanal en los operativos conjuntos puede dividirse en dos modelos con características distintivas y que son consecutivos temporalmente. Por una parte, los seis primeros operativos se desarrollan en lugares que, siendo notoriamente violentos en el pasado, habían tenido un suave crecimiento los homi-cidios a lo largo del último año antes de que se desplieguen los efectivos federales pero que está lejos de alcanzar su máximo en el momento inmediatamente anterior. Con las tropas sobre el terreno se produce una drástica reducción del número de asesinatos que se mantiene durante el primer año de refuerzo de seguridad.

En los siete últimos operativos conjuntos la dinámica es completamente distinta. Vi-niendo de lugares con menores niveles de violencia, en los dos últimos meses antes del despliegue de fuerzas federales se dispara el número de asesinatos. La llegada de efectivos adicionales se ve seguida por una reducción drástica de los niveles de violencia. Sin embargo, y a diferencia de los primeros operativos conjuntos, apenas duró un mes el periodo de paz. A partir de ese momento se sucedieron olas cada vez más constantes de asesinatos en el que el tope máximo estaba en los niveles que habían precedido a la llegada de efectivos federales.

Reduciendo aún más el marco temporal del análisis de los homicidios, el máximo de homicidios diarios en las zonas en las hubo operativos conjuntos se alcanzó seis días antes de que se produjese el despliegue de los efectivos federales, con cuarenta y cuatro asesinatos. Catorce de ellos ocurrieron en Michoacán, nueve en Guerrero y siete en Juárez y seis el Triángulo Dorado. La escalada de violencia en un brevísimo periodo de tiempo fue brutal, dado que seis días antes el número de asesinatos había sido de nueve, cinco de los cuales se produjeron en Michoacán y tres más en Juárez. El día anterior al despliegue de fuerzas federales el número de asesinatos fue de diez con un máximo de dos en Michoacán y otros dos en Culiacán.

Entre el quinto y el octavo día de funcionamiento de los operativos conjuntos, el promedio de asesinatos diarios fue de 5,5, un registro tan bajo que en el año previo sólo se encuentra ciento cincuenta días antes. En ningún día, en el año siguiente al inicio de los operativos conjuntos se alcanzó el pico de asesinatos que existió seis días antes de su inicio, aunque los días con más de veinte homicidios dejaron de ser la circunstancia excepcional que había sido hasta un mes antes del despliegue de efectivos federales.

La distribución diaria de los homicidios en función de dos grupos de operativos con-juntos permite observar el diferente comportamiento temporal que tuvieron los pri-meros despliegues de los últimos. En los seis primeros operativos se habían obser-vado niveles de violencia altos y constantes a lo largo del año, que después del des-pliegue de efectivos federales se redujo sensiblemente. En las zonas donde se reali-zaron operativos conjuntos a partir de junio de 2007 su puesta en marcha sigue una anormalidad de altísima violencia de muy corta duración. Pero una vez desplegadas las tropas federales la violencia recupera los mismos niveles de violencia al poco tiempo, aunque se controla la senda alcista registrada antes de la llegada de efecti-vos de la administración central.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Número de asesinatos diarios, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Número de asesinatos en los siete días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Seis primeros operativos conjuntos Siete últimos operativos conjuntos

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Número de asesinatos diarios, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Número de asesinatos en los siete días anteriores a la fecha, donde la fecha cero es cuando se inauguraron los trece operativos conjuntos

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Seis primeros operativos conjuntos Siete últimos operativos conjuntos

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Reduciendo aún más el marco temporal del análisis de los homicidios, el máximo de homicidios diarios en las zonas en las hubo operativos conjuntos se alcanzó seis días antes de que se produjese el despliegue de los efectivos federales, con cuarenta y cuatro asesinatos. Catorce de ellos ocurrieron en Michoacán, nueve en Guerrero y siete en Juárez y seis el Triángulo Dorado. La escalada de violencia en un brevísimo periodo de tiempo fue brutal, dado que seis días antes el número de asesinatos había sido de nueve, cinco de los cuales se produjeron en Michoacán y tres más en Juárez. El día anterior al despliegue de fuerzas federales el número de asesinatos fue de diez con un máximo de dos en Michoacán y otros dos en Culiacán.

Entre el quinto y el octavo día de funcionamiento de los operativos conjuntos, el promedio de asesinatos diarios fue de 5,5, un registro tan bajo que en el año previo sólo se encuentra ciento cincuenta días antes. En ningún día, en el año siguiente al inicio de los operativos conjuntos se alcanzó el pico de asesinatos que existió seis días antes de su inicio, aunque los días con más de veinte homicidios dejaron de ser la circunstancia excepcional que había sido hasta un mes antes del despliegue de efectivos federales.

La distribución diaria de los homicidios en función de dos grupos de operativos con-juntos permite observar el diferente comportamiento temporal que tuvieron los pri-meros despliegues de los últimos. En los seis primeros operativos se habían obser-vado niveles de violencia altos y constantes a lo largo del año, que después del des-pliegue de efectivos federales se redujo sensiblemente. En las zonas donde se reali-zaron operativos conjuntos a partir de junio de 2007 su puesta en marcha sigue una anormalidad de altísima violencia de muy corta duración. Pero una vez desplegadas las tropas federales la violencia recupera los mismos niveles de violencia al poco tiempo, aunque se controla la senda alcista registrada antes de la llegada de efecti-vos de la administración central.

El 13 de mayo de 2008 ya estaban instaurados los trece operativos que duraron hasta el final del gobierno de Calderón Hinojosa. A partir de ese momento, la evolu-ción de la violencia ha sido bastante similar tanto en las zonas en las que desarrolla-ban los operativos conjuntos como aquellas libres de la presencia sistemática de fuerzas federales, fundamentalmente de las fuerzas armadas. Casi exactamente la mitad de los asesinatos acontecidos en la semana anterior a la toma de posesión de Calderón Hinojosa tenían lugar en los municipios donde año y medio después esta-rían vigentes los despliegues de elementos federales: ciento diecinueve en estos te-rritorios frente a ciento dieciocho en los que no habría operativos conjuntos. En la semana anterior al día en el que se cierra la puesta en marcha de los sucesivos ope-rativos conjuntos, la distribución de asesinatos había permanecido casi inalterado con respecto al inicio del gobierno de Calderón Hinojosa: ciento treinta y nueve ase-sinatos en los territorios con presencia adicional de tropas federales y ciento cua-renta en el resto de México libre de operativos conjuntos, aunque en las primeras se había elevado más el ritmo de la violencia en las semanas precedentes.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Número de asesinatos en los siete días anteriores a la fecha desde el 1 de enero de 2008 hasta el 30 de noviembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

La distribución de la violencia entre territorios con y sin operativos conjuntos repica en periodos más amplios replica prácticamente la misma evolución en tres periodos que el número de homicidios semanales, ya sea en el mes anterior, en los cien días anteriores o en el año anterior. Durante el primer año de despliegue de tropas en los trece territorios, el número de homicidios aumenta tanto en las zonas con operati-vos conjuntos como en la que no los tienen, pero se mantiene por debajo del cin-cuenta por ciento en las primeras zonas, aunque cerrando el diferencial entre am-bas. En el segundo y tercer año de despliegue operativo completo de las tropas fe-derales, la violencia sigue su senda creciente en modelos territoriales mientras el número de homicidios se reparten casi por igual en las zonas con operativos conjun-tos y en aquellas en las que no se realizan. En el último año de gobierno, la violencia se mantiene estable en la zona en la que no existen operativos conjuntos en vigor mientras inicia una senda descendente en aquella donde los efectivos militares en las calles y carreteras son más numerosos.

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VIOLENCIA Y OPERATIVOS CONJUNTOS EN MÉXICO

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Número de asesinatos en los treinta días anteriores a la fecha desde el 1 de enero de 2008 hasta el 30 de noviembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Número de asesinatos en los cien días anteriores a la fecha desde el 1 de enero de 2008 hasta el 30 de noviembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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Número de asesinatos en los trescientos sesenta y cinco días anteriores a la fecha desde el 1 de enero de 2008 hasta el 30 de noviembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

Número agregado de asesinatos desde el 13 de mayo de 2008 hasta el 30 de noviembre de 2012

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Estadística de Defunciones, Instituto Na-cional de Geografía y Estadística, Gobierno de México.

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A partir del 13 de mayo de 2008 la violencia semanal pasó por tres periodos distin-tos. Durante el primer año de puesta en marcha de todos los operativos conjuntos la violencia creció con más intensidad en los territorios donde no había tropas adicio-nales. A partir de entonces y hasta mediados de 2011, tres años después del inicio de todos los operativos conjuntos, mientras la violencia seguía creciendo en todo el país en su conjunto, el número de homicidios semanales se repartió, aunque con al-tibajos, equitativamente entre los territorios con operativos conjuntos y aquellos en los que no se desplegaron efectivos federales adicionales. Las tornas cambiaron en el último semestre de 2011, cuando los homicidios semanales permanecieron esta-bles en la zona sin operativos conjuntos mientras se reducían ligeramente en aque-llos once territorios en los que se habían enviado tropas.

Conclusión Ocho años y medio después del inicio de una ola de violencia de proporciones épicas en México, una teoría ha cosechado un enorme éxito de crítica y público en el mer-cado de las ideas. La responsabilidad última de la irrupción homicida está en la Gue-rra contra el Narcotráfico que Felipe Calderón Hinojosa decidió lanzar al inicio de su periodo presidencial. Sería esa maniobra la que provocó que mexicanos de dentro y de fuera del sector público se lanzasen a matarse entre sí con singular alegría. Una idea unida a la anterior es que esa política no estaba justificada por el escenario de violencia precedente, sino que estaba contaminada por motivos bastardos, princi-palmente su deseo de desquitarse tras un resultado electoral discutido en 2006 o, en general, hacer avanzar la agenda neoliberal, cualquier cosa que eso signifique.

Ambas hipótesis reiteran la inveterada tradición mexicana de recurrir al Piove, go-verno ladro! para responder a cualquier oscilación del clima público. Sin embargo, es difícil respaldar con los datos la dinámica de la violencia que realmente existió.

Calderón Hinojosa pudo dar inicio a la “Guerra contra el Narcotráfico” por múltiples razones, pero tres destacan sobremanera. La primera es que su estrategia no fue original. Fue copia y profundización de un diseño preexistente. Vicente Fox Quesada puso en marcha en junio de 2005 el “Operativo México Seguro”, que consistía en enviar efectivos federales a lugares especialmente conflictivos, desplegar militares en las calles e intentar depurar las policías locales y estatales. Ese modelo tenía an-tecedentes de al menos medio siglo en México y Calderón Hinojosa se limitó a cal-carla y ampliarla numéricamente cuando llegó a la presidencia.

Con Fox Quezada se enviaron refuerzos militares y policiales en primera instancia a Baja California, Sinaloa y Tamaulipas y después a Chiapas, Guerrero, el estado de México y Michoacán. Seis de esos siete estados recibirían el mismo tratamiento en dosis reforzadas con Calderón Hinojosa en el gobierno, que extendió el método a

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otros lugares. Por lo tanto, podrá debatirse si Calderón Hinojosa hizo lo correcto reiterando en esa política, pero su motivación sería la misma que la de Fox Quezada, que a cuatro años de alcanzar la presidencia difícilmente afrontaba cuestionamien-tos electorales.

El segundo impulso para la decisión de Calderón Hinojosa puede rastrearse en las hemerotecas. Y se encontrará la solicitud e incluso la invocación de un numeroso y variado grupo de autoridades estatales y municipales de todos los colores políticos, además de representantes de la sociedad civil, para que el gobierno federal se invo-lucrase en poner freno lo que se percibía como una ola de violencia.

Y el tercer motivo de Calderón Hinojosa para dar el pistoletazo de salida a la Guerra contra el Narcotráfico, una denominación nada original con al menos cuarenta años de antigüedad, era hacer frente a un problema de violencia real. En sus dos primeros meses de gobierno, Calderón Hinojosa, bajo la denominación de “operativos conjun-tos”, facturó militares y policías extra a doce estados. Dejando de lado aspectos cua-litativos como la publicación de desplegados en prensa por parte de empresas cri-minales, los asesinatos de policías o el dramatismo de la violencia, en el territorio donde se desarrollaron los “operativos conjuntos” el número de homicidios había aumentado en un 31,9% durante el año natural inmediatamente anterior.

El crecimiento de los homicidios en el año anterior había sido del 89,3% en Chiapas (sí, hubo un “operativo conjunto” en Chiapas), del 48,5% en Tabasco, del 48,1% en Michoacán, del 34,5% en Guerrero, del 19,5% en Nuevo León y del 18,9% en Tijuana. En contraste, en el resto de México, donde no se desplegaron “operativos conjuntos”, el número de homicidios había disminuido en un 10,1% en el mismo periodo. A la vista de los guarismos alcanzados a partir de 2008, esas cifras de crecimiento de los homicidios pueden resultar ridículas y asumibles políticamente, pero en 2006 cons-tituían una novedad que causaba consternación pública.

Entre junio de 2007 y junio de 2008 Calderón Hinojosa añadió siete “operativos con-juntos” en otros tantos estados a los seis primigenios. En los cien días previos al des-pliegue de tropas y policías federales, el aumento de los asesinatos en esos territo-rios había sido del 187,0%. El incremento fue del 586,7% en Culiacán y Navolato, del 307,3% en Juárez, del 225,0% en el puerto de Veracruz, del 175,0% en Saltillo, en Cancún (en el último mes), del 91,7%, en Aguascalientes (sí, hubo un “operativo conjunto”) y del 53,6% en San Luis Potosí. Por contraste, en el mismo periodo, en aquellos lugares donde no había en desarrollo ni se implantó después un “operativo conjunto” la violencia había disminuido en un 2,2%.

En consecuencia, puede afirmarse sin paliativos que la violencia en México no la creó de la nada la Guerra contra el Narcotráfico de Calderón Hinojosa sino que las suyas fueron medidas reactivas ante un problema externo. La violencia ya estaba ahí antes de que llegasen los militares y los policías federales al teatro de operaciones. Siendo

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benévolos podrá afirmarse que la medicina recetada por Calderón Hinojosa fue in-eficaz o incluso contraproducente para extirpar el tumor, pero nunca que fue la causa del cáncer ni de sus múltiples metástasis progresivamente más virulentas.

Otro asunto distinto es la eficacia, que no las consecuencias, de la estrategia de la administración de Calderón Hinojosa. Cualquier medición de eficacia es esclava de los parámetros de comparación, pero hay motivos cuantitativos para poner en duda que se eligiese la peor alternativa. El 28,3% de los mexicanos vivieron en estados donde la tasa de homicidios se redujo durante la administración de Calderón Hino-josa con respecto a la de Fox Quesada y otro 13,8% vivió un crecimiento leve de menos de un asesinato por cada cien mil habitantes. Los “operativos conjuntos” en sus primeros cien días redujeron el número de asesinatos en su área de influencia en un 6,0% partiendo de espirales homicidas previas descontroladas. En el último trimestre del gobierno de Calderón Hinojosa el número de asesinatos allí donde se pusieron en marcha “operativos conjuntos” fue un 22,2% superior al registrado en el trimestre anterior al despliegue de efectivos en todos los lugares y un 47,5% ma-yor que en el último trimestre de la administración de Fox Quesada. En las zonas donde no hubo “operativos conjuntos” el crecimiento de la violencia a lo largo del gobierno de Calderón Hinojosa fue mayor: del 63,7% y el 95,3%, respectivamente.

Hay una explicación alternativa a la causa de la violencia en México, que no es iné-dita, pero que política, académica y periodísticamente es menos rentable. Lo que ocurrió a partir de 2002 y que alcanzó una espiral endemoniada a partir de 2008 fue la privatización de la industria de la protección (sin jerga: gigantescos esquemas de extorsión) que hasta entonces había estado en manos del sector público, sobre todo de los únicos con personal suficiente para llevarlo a cabo, las policías municipales, aunado a un sistema de procuración de justicia disfuncional, en su mayor parte de-pendiente de los estados, que se vio sobrepasado por la avalancha de cadáveres y que logró que el coste de asesinar y reiterar en el asesinato en México se aproximase a cero.

Estas dos hipótesis son constatables porque sus consecuencias son palpables cuatro años después de que Calderón Hinojosa abandonase la presidencia. Aparte de la in-cuestionable violencia (siempre necesaria para engrasar la función de ingresos: na-die se deja extorsionar sin una amenaza creíble), hoy amplios sectores económicos legales e ilegales, desde los más humildes a los más acaudalados, están sometidos a algún tipo de pago periódico de “cuotas” a empresas (criminales) privadas. Admito que ciertamente es una explicación bastante más compleja que “la culpa fue del pre-sidente”.