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OQRA ED !TAD A EN C ASTE LLANO

AL E! AND ROWAL KER VALD ES

Of i c ia l de la º rde n dó l I mpe r io B r í tán í90 .

Oñc ía l de I nst r u cc i ó n Púb l ica de Franc ia .

C aba l l e ro de l a O rden de S . M. Leop o ldode Bé lgica .

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OBRAS DEL MISMO AUTOR

H ISTOR IA Y G EOG R AFIA

1 .—El Pe r iod ism o e n Es tados U n idos .

2.— La invas ió n ch u na y e l soc íahsmo e n E.

3 .—La D oct rma Mon roe y e l C anadá .

4 .—U na cam paña e lecto ra l e n E. E. U . U .

5.—U n socíahs ta ch i no en e l s ig l o X I .

6 .—Franc i a e n e l Océ ano Pac íñco: Tah u t i .

7.—La G u e r ra de l Pacíñco .

8.—Emma, re i na de l as I s l as H away.

NOVELAS

l .—K íana .

2 .—P a r l ey P ra tt .

3 .—E l l a W u lson .

4 .—Las r u inas de U x u ra l .

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PR OLOG O

La historia de la Guerra del Pacífico del escri

tor francés D . Car los de Varigny que ahora extraemos de la “ Revue des Deux Mondes de los años

1881 y 1882, es una novedad entre nosotros . Pocos la han conocido , y ha permanecido en el olvido,escondida en el silencio de las bibliotecas , como u nbuen vino en la bodega . Al traducirla cuarentaaños después de escrita— a cuatro mil millas delteatro de la guerra— recobra toda su vitalidad ,porque es el mejor relato sintético de la guerra ,de sus causas , su desarrollo y consecuencias . Esla mirada imparcial de un extranjero instruidopor periódicos , libros y publicaciones , de las naciones e n lucha , sin que ninguna especial simpatíaindique su juicio , acaso sin conocer los países trabados en guerra .

Sin duda los chilenos que en su tiempo la leye

ron , inflamados por el patriótico orgullo de vencedores , encontraron fría la historia de Var igny , acasocar gada de simpatía hacia las naciones vencidasy en parte injusta o excesivamente severa con el

vencedor : que siempre el caido arrastro las simpatías de todo corazón bien puesto —

¡Y la dejar on

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VI

Olvidaron la también porque , convencidos de lajusticia de la causa chilena , no cuidaron nunca ladebida demostracion de ella ante el criterio e x tranjero.

Raza chilena fría y desinteresada , habitante depaís montañoso , en lucha pertinaz con la naturaleza y aislada en sus fatigas , conserva ese carácterheredado de España , de ser más capaz de realizarhazañas que de coar tar las ; y he aquí por qué sihemos tenido historiadores caudalosos , tan e namo

rados del pasado como desdeñosos del presente,no hemos tenido propagandistas y hasta carecemos de…las facultades p rºp ias a la difusión de nues

tra historia , que tiene páginas que justificaríanpara Chile el dictado honroso del Qu ijote deAmérica .

No hubiera Varigny trepidado en dárselo sihubiera tenido presente que las tropas chilenasque e n 1880 entraron en Lima en correcta form ac1on

y a paso de vencedoras habían estado dos vecesen la ciudad de los virreyes , no en guerra con elPerú , sino en guerra con los enemigos del Perú ,en expediciones libertadoras ; y que la única ocasionen que Valparaíso ha recibido las bal as enemigasfué p or haber Chile declar ado la guerra a España ,cuando ésta qu iso volver a reconquistar su perdido virreinato del Pacífico . Esas tres guerras , lasúnicas qu e hemos tenido fuera de la de 1879 , fueron e l sacrifi cio heroico de un pueblo e n aras delidealismo de la fraternidad americana , bautismoen sangre y fuego en Sud América d e la incruenta

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doctrina Monroe formulada por los americanos del

Norte .

Por ese carácter de orgullosa entereza no se hahecho una debida difusión de nuestra historia y

de la causa y desarrollo de nuestro conflicto conPerú y Bolivia y sus actuales conse cuencias . ElGobierno ha sido censurado muchas

ve ces por ello.

Ese descuido de la opinion ajena , fun dado enla propia estimación , h a sido parte principal enque las quejas sentimentales del Perú hayan po l

d ido hacer creer a muchos que nuestro j uicio delnorte sea semejante al de Alsacia y Lorena , hoyrecobradas por el h e ro ísmo francés .No lo es , ni en el origen de la guerra de 1 879 ,

ni en las condiciones de la retención condicionalde Tacna bajo la soberanía chilena . La guerra del79 fué tramada por el Perú y Bolivia por el tratadosecreto de 1873 solo conocido en Chile en visperas de estallar la guerra ; y la retención de la provincia no depende sino de la voluntad de sus propioshabitantes . Adelantándose Chile a los tiempos estatuyo el plebiscito como fuente de la soberaníay principio de la nacionalidad mucho antes que loconsagrara el Tratado de Versalles ; como en elarreglo posterior de sus pleitos de límites con laRepública Argentina e stat u yó el arbitraje y lalimitación de armamentos veinte años antes quelo establecieran la Liga de las Naciones y la C on ferencia de l desarme de Washington. Estos hechoshablan más alto que las quejumbres de despojo

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con que el Perú ha removido los ecos en todos losángulos del mundo .

No ha perdonado el Perú , hábil en explotar lossentimientos , medio de obtener la gracia de losgrandes países del orbe . Durante la guerra europea ,mientras Chile mantuvo una decorosa neutralidad ,

él declaró la guerra a los imperios centrales y semanifestó en favor de los aliados cuan do el triunfoya no era dudoso , pero ni un soldado , ni u n cañón ,

ni un óbolo salió de su territorio para demostrarla sinceridad de la causa de que se hacía defensor ;en cambio pretend10 que en virtud de la sangrealiada vertida en Europa se le devolvieran Tacnay Arica , sin consultar la voluntad de sus habitantes !Si Chile hubiera creído de su deber hacer causa

común con los aliados , habría participado en laguerra . No está en su car ácter hacer alar des de amistad sin cu m plir como amigo . Si el año 66 declaróla guerra a España , en nombre de la independenciade América , cuando España reclam aba al Perúlas islas Ch inchas , tomó las armas para sostenersu actitud y sufr ió las consecuencias de la guerracon el bombardeo de Valparaíso por la escu adra

Chile, neutral , tuvo no obstante muchos de sushijos en las fi las aliadas y su san gre se mezcló conla francesa en los holocaustos a la patria ; y concluida la gran guerra , ayudó a la reconstrucción de losterritorio devastados . Un caserío en el norte deFrancia muestra la adh e swn chilena a los sufrímientos de ese gran país .

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Si durante las e xal tacion e s patrióticas en el ardor de la lucha pudo parecer a los aliados toda neu

tral i dad sospechosa de parcialidad ; y algún diariofrancés , estimulado por la propaganda peruana ,pudo decir que nos inclinábamos hacia Alemania ,hoy , pasado el himno de los combates , se ve clarola correcta y discreta actitud de Chile, su neutralidad vigilante y sus simpatías por una paz fundadaen cordialidad entre naciones . El testimonio deesos países lo certifi ca .

Si entonces hubiéramos expuesto con tesón hasta llegar al convencimiento público, el origen y

situación de nuestras diferencias con el Perú , másequitativos sentimientos habrían dominado en elmundo en guerra hacia el lejano país que ha sidoel primero en levantar la bandera de l arbitrajeen los diferendos internacionales , el primero en re con oce r el principio de las nacionalidades y ha buscado el plebiscito como medio “de establecer y r e sp e

tar la libertad y la voluntad humanas .

Habría bastado para llevar ese convencimientoa la opinión

'

universal , reproducir"ydifundir la his

toria de la guerra de 1879 entre Chile y el Perú y

Bolivia , de Carlos de Varigny .

Ningún testim onio habr ía parecido más imparcial .Los antecedentes de este historiador y geógrafo,que escribe a cuatro mil millas del teatro de los sucesos la historia de un conflicto entre países que soloconoce por los libros , y que ha distribuido censuras

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y alabanzas , según su leal entender , a los be l ige rantes , no pod ía entonces y menos ahora , ser sosp echoso siquiera de simpatías . Nosotros sentimos , alleerlo hoy, que sus simpatías humanitarias se caenmás bien del lado del Perú .

Pero la e xactitud de los datos que ha recogido,la abundancia de detalles , la vis1on del campo querecorren los ejercitos e n lucha , el certero criterio dehistoriador con que discierne la importancia de loshechos y penetra e n los móvi les que los inspiran ,

todo en él revela al escritor que se ha documentadoprolijam ente , que ha estudiado a conciencia sutema , y al escritor que sabe agrupar los datos , distr ibu ir los y presentar los con tal arte , que añade alinterés del asunto e l agrado de la lectura .

M . de Varigny fué un hábil escritor, y un altofuncionario francés . Había nacido en 1829 . ConoC IO la costa del Pacífi co e n sus viaje s : fu e cónsulde Francia en San Francisco de California y en lasislas H away donde llegó a ser Jefe Político .

La historia de su gobierno en H away es particu larm e n t e interesante , y revela todo su carácterde francés .Las islas Haway , en el Pacífico, están a la altura

de la Costa norte—americana y por esta sit u ac1on

constituyen una importante estacion estratégica .

Estados Unidos deseaba ganar las para sí .

Pobladas de individuos d e raza amar illa , de or i

ge polinesio, como las demás i slas sus vecinas ,formaban u n … país independiente , gobernadas porr eye su e los _

hereditarios . Las descubrie ron los es

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p año le s en sus frecuentes correrías marítimas enbusca de tierras que agregar a la corona peninsular .A la poblacion indígena se han unido colonias dechinos , japoneses y norte—americanos , que han llevado a ellas su comercio e industrias .

Estados Unidos mantuvo siempre misionerosprotestantes qu e iban difundiendo e l amor a Estados Unidos , prólogo de la futura incorporación alterritorio yanqui .Ello estuvo a punto de ocurrir en 1851 . Gober

naba entonces el rey Kamehameha I I I ,bgr ande amigode los norte-americanos . Estaba dispuesto

'

a realizar una expedicion política p or el archip1elagopar a obtener su propósito, cuando lo sorprendióla muerte . Pero Kamehameha IV ys$u sucesor , el Vde su dinastía , no fueron amigos de los norte-amer icanos y sí partidarios de la independencia nacional .Kamehameha V tuvo de amigo íntimo al cónsulfrancés , M . de Varigny , y conociendo sus maravillosas facultades quiso aprovecharlas , en el gobierno de las islas , especialmente para poner un diquea la creciente influencia norte-americana .

Carlos de -Varigny fué nombrado Ministro deHacienda primero ; luego Ministro del Orden (Inte r ior ) y finalmente, Primer Ministro de las islas .La política de Varigny tuvo dos caract eres de

ñn idos : fué anti-yanqui y civilizadora . Para destr u

'

ir el predominio norte-americano, servido porsus misioneros y los ingenios de azúcar , cuyos trabajador e s debían votar como querían sus amos ;concedió amplia libertad religiosa y estimuló el

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celo de los católicos ; y propuso una reforma a laConstitución , para que solo fueran electores lospropietarios de un bien raíz .

La reforma levantó polvaredas , mítines , asonadasy tiros ; y fué aprobada con el aplauso de los mismosa quienes privaba del voto, que preferían carecerde ese derecho a usarlo forzados .La reforma se impuso e n 1864.

Otro de sus gr andes afanes fué la in stru ccwnpública , hasta llegar a obtener para las islas el 75

por ciento de alfabetos . Y es de notar que el 25 porciento de anal fabetos , las dos terceras partes erande extranjeros inmigrantes .

Estas reformas y el fomento del comercio y lasindustrias fueron el principio de un período de pro

greso .

Pero no fu é eterno . En 1872mun o Kamehameha V

y con él acabaron en H away el poder de Varignyy el influjo francés . El sucesor del rey fué amigode Estados Unidos . Gobernaba allí el general Grant,quien propuso el amparo de Estados Unidos al arch ip 1e lago en cambio del establecim iento de u n a basenaval . Y desde entonces el poder de Norte Américaha crecido y hoy domina sin contrapeso .

M . de Varigny fué ante todo un hombre de estudio y observación , y escritor. Luego que perdiósu poder en las islas , regresó a Francia donde entróa colaborar en la Revue des Deux Mondes hasta sumuerte en 1899 .

La labor de M . de Varigny e n_

esta revista es

exten sa , y se esp ecial iza en estudios de hi storia y

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geografía ; algunas de sus obras como el Estudio

sobre el Océano Pacífi co , fueron coronados por laAcademia Francesa .

La Revue des Deux Mondes en que M . de Varignypublicó sus interesantes estudios y novelas es laque ha sobrevivido a la plétora de revistas qu e

'

enFrancia se publicó a ñn e s d e l siglo X VI I I y princi

p io del X I X .

Se recuerda que Inglaterra fué el primer país enque se creó la revista , el libro periódico que tratade asuntos de actualidad . En 1794 salió a luz laMonth l ey R evi e u ; y las discusiones que en ella seempeñaron sobre el signifi cado e in c dencias de laRevolucion Francesa del 89 , despertó en Franciala em u lac1on . Multitud de revistas aparecieron ,muchas efímeras ; y de todas ellas quedó la de DeuxMondes, fu n dada por u ,

_ho de los espíritus más in

qu ietos de la Francia de la Restauración borbón ica ,

encadenada ya en Santa Elena el águila n apo l e ón ica . Fué M . Segu r Dupeyron , en 1829 .

Un año apenas corrido, la tomó Mr . Buloz, quienfué su verdadero fundador, el que le dió forma ycará cter . Gastó en e llo esfuerzos considerables , unatenacidad envidiable y una gran fe en el éxito .

Por tres ve ces en el esp acio de veinte años cambióla sociedad propietar ia y se gastó en consolidarlaun capital no inferior a seiscientos mil francos queentonces representaban muchisimo mas que ahora ;

Fué en 1848 el eje de uno de los partidos de la revol u c10 n de Julio . A su alrededor se agruparon

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quienes defendían el orden social , dentro de un am

p l io liberalismo democrático . Cimentado el segu n doImperio, el éxito sonn o a la revista , después de treinta años de esfuerzos ; se difundió por todo el mundoy en sus páginas colaboraban los más distinguidosespíritus, muchos de ellos eminentes ,

en ciencias yen artes . En ella se instruían y deleitaban la j u ve ntud universitar ia , la política y la m ilitar ; era lavoz de Francia en el exterior.En la revista hicieron sus primeras armas o fue

ron consagrados escritores cuyos nombres han dado la vu elta a mundo ; allí escribieron , AlejandroD u mas , sus novelas históricas ; Teófilo Gautier ,sus fantasías ; Guizot sus juicios políticos ; Merimee ,sus novelas h isp anóñlas ; Mu rge r , sus recuerdosde vida bohemia ; Balzac , escenas de su comediahumana ; Taine , sus estudios fi losó ficos e historiasimpregnadas de determinismo ; Renán , sus investi

gacion e s orientales ; Jorge Sand , sus novelas revo

l u cionar ias y pasionales ; Reclus , sus estudios geográficos ; Claudio Bernard , sus investigaciones biológicas ; Cousin , sus fi losofías pan te íst icas ; SaintBeuve , sus críticas y retratos ; Vigny , sus versos im

p ecabl e s y dolientes Musset sus quejas SaintHilaire .

Y colaboran hoy , como ayer, los'

más notables lite ratos franceses ; los Mar iscales Foch y Fayolle ,de asuntos militares ; Loti , sus fantasías de Oriente ;Bourget , Benoit , Bordeaux, Bazin , novelas ; G o i

j—yau , filosofía ; Lavedan , política ; Poincaré , el exP re sidente, de política internacional , cuyo p rogra

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ma ha conquistado la opinion parlamentar ia , quelo ha impuesto en la jefatura del Gabinete .

Así , siempre selecta y prudente en los avances ,sin contar lo s lazos d e la t radic1on , La Revue desDeux Mondes es llamada hoy la Tout Puissante yes la consultora de todas las cancillerías .

En una publicación tan importante vió la luzla historia escrita por M. de Varigny poco tiempodespués de los sucesos , que debió esparcir la noticiacierta de las causas y desarrollo de esta guerra ;pero tales hazañas de países desconocidos y lejanosse olvidan pronto y la historia , apesar de su in tr ínse co valor , fu é olvidada .

No debemos olvidar la nosotros . Era al menos untestimonio im parcial y lejano, rendido a la seriedadde la administracion chilena , a la solidez de su or

gan ización política , a la disciplina y cultura de losejercitos , a la dirección técnica de sus jefes .Porque la obra de Varigny es hija de estudios

desapasionados de la fuente de información de unoy otro de los beligerantes ; él ha estudiado la geogra

fía , los recursos y capacidades de los países en lucha ,los efectivos de sus ejercitos , sus rutas , sus planes

de campaña y su e je cu mon ; ha escrito las batallas,perfi lado la silueta intelectual y moral de los jefesy sus consejer os , y ha penetrado en el alma de lospueblos .

Faltan , sin duda , detalles ; hay aprec iaci on es defe ct u osas , incomprensión de la importancia de a l

gunos hechos de armas ; pero tales defectos son ex

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p l icabl e s y pequeños en r e lacwn con la exactitudde l conjunto , con la alta imparcialidad de la narración y con el arte y belleza del relato .

Ninguna obra de historia escrita en Chile puedealcanzar la comp r e n sió ri de extraños como la deM . de Varigny . Es desde luego, un epítome reducidoa…

los hechos principales , en el cual es fácilmentecomprensible e l conjunto ; por lo mismo, el relato esmás interesante , se presta a obse rvaciones generales , a

'

líneas precisas , a bellezas de lenguaje . Laagrupacion de hechos importantes en que se ve en juego la suerte de miles de h ombres ; en que a la c abeza de sus ejércitos van los Presidentes de Republ icas (Perú y Bolivia) y de cuyas acciones dependela salvación o la ruina de su autoridad y de sus pueblos ; las luchas de primacía entre ellos , sus celos yam biciones rompiendo la necesaria unidad delcomando ; de otro lado, u n ejercito menor en número pe ro envalentonado por su s triunfos , disci

p l inado e impetuoso ; todo en avance o retroceso ,buscando posiciones para librar las batallas decisivas , cuya suerte esperan ansiosas y atribuladas

poblaciones importantes todo se agrupa, pasionesnobles y plebeyas , amor de sacrificio y egoísmo,anhelos de gloria y de codicia , fanfar ronadas y ser e n idad calculadora ; tal pasa en las vísperas de lasbatallas de Dolores y Tarapacá y entonces el r elato adquiere la a lteza de la epopeya y el historiador par ece un noble bar do que canta pasadas grande zas y miserias de pueblos en lucha .

Porque es preciso reconocer que e n un p eríodo

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XVI I I

el Ejército'

que fuera vencido en Lima iría a r e or

gan izar se en el Norte y que conven ía a vencedores yvencidos acortar la guerra y n o hacerla indefi nidatransformando ejércitos regulares en montonerasque vivieran del merodeo de poblaciones . Fueronresoluciones fríamente tomadas , no hijas de arranques pasionales .La disciplina y mesura del ejercito chileno queda

de manifiesto en su entrada a Lima , después de lasbatallas de Chorrillos y Miraflores . Violado poruna parte del ejercito peruano e l armisticio de

“—u ndía después de Chorrillos , atacado imprevistamente ,era lógico temer que en su favor el ejército chilenohubiera entrado en Lima en persecusión de los fu

git ivos y hubiera convertido la ciudad en campo debatallas y r e p r e sal ías .

Sin embargo, no fué así . Los generales con t u vi eron e l ímpetu de los soldados , que quedaron tranquilos en sus cam pamentos . Ahí recibieron las prem iosas felicitaciones de las autoridades de Limapara que se apresurara a tomar la ciudad que se lerendía incondicionalmente . La soldadesca de smoral izada y no desarmada saqu e aba la ciudad en lanoche del 16, el incendio la alu mbraba siniestramente y

el espanto reinaba en toda ella .

En la tarde del 17 el General Baquedano entrócon los primeros batallones , en correcta formación .

El sordo ru m or cadencioso de su marcha , sin gritosni alardes, llevó la confianza al vecindario . La ciudad vencida se asomó a sus balcones a mirar el pasotran quilo y seguro de sus vencedores .

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X I X

Es un extranjero , Vicente Holguin residente enLima , hermano de dos Presidentes de Colombiay unido e n matrimonio a u na distingu ida damaperuana , quien ha relatado minuciosamente la historia d e los últimos días de la C iudad vir r eyn al ,

_e n correspondencia publicada e n e l RepertorioColombiano de Junio d e 1881 .

“ El Ejér cito de Chile , cuenta , hizo su entrada

con una m ode rac1on qu e ponía de manifiesto ladisciplina de los soldados y la sensatez de los j efes ,así como sus triunfos habían at e st igu ado su biendirigida bravura . L os peruanos , mal de su grado ,hubieron de sentir la superioridad de un enemigoque después de vencerlos l e s devolvía la seguridadde sus hogares , sin insultarlos siqu iera con la risaburlona o la mirada compasiva de los fatuosNo e s nuestro ánimo refutar

o aclarar los datosincompletamente

'

comprendidos o desarrollados , laspequeñas lagunas o los errores de hecho en que elhistoriador francés haya incur rido ; son pequeñassombras que valorizan la luz del cuadro . Ni ellointeresa sino al investigador . El lector que solo quiere saber lo qu e ha pasado , tiene sobrada materiae n que nutrir su espíritu y en que deleitarlo .

Es u n feliz hallazgo el de esta historia , cuarentaaños después de escrita . Tiene la serenidad de losaños que ha dormido en las bibliotecas ; tiene tambien su respetabilidad y su grandeza .

Se ha dicho qu e es Chile el único país de Am érica

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XX

que tiene su epopeya . Los araucanos defendieronsu independencia durante tres siglos ; los batalloneschilenos combatieron e n Chacabuco , e n

”Maipú

,

en Pichincha , en ! unin , y en Ayacucho . Más tarder e stabl e ci e ron el equilibrio sud-americano p e r t u r

bado por la ambición del Mariscal Santa Cruz ytriunfar on en Yungay. En 1879 y 1881 escribieronsus cronistas la mas bella historia militar del Continente . Las banderas de Chile han flam e ado tresveces en el Palacio de los Virreyes de Lima ; sus soldados conocen el camino de la capital fundada

por Pizarro yendo desde el occidente , por el Callao ;desde el norte, p or la Portada de Guias , y desde elSur , por Chorrillos y Miraflores .Solamente la Gran Colombia con Bolívar y Sucre

puede presentar,narrar semejante epopeya ; estas

glorias producen em u l acion e s y rivalidades que setraducen en alfilerazos en las discusiones diplomaticas .

¿Tiene acaso la República de Chile la culpa deque sus hijos sean valerosos y esforzados y sepanvencer en cada una de las ocasiones en que hanpuesto sus pechos en frente al enemigo?

¿Pueden ser culpados de altivez o de conquistadores sus gobernantes que han sabido repeler las amenazas que contra su indepe ndencia significaban ,en 1838, la Confederación Perú—Boliviana ; y , en1873, e l Tratado Secreto de 1873?

EL ED ITOR .

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Cuando desde casi medio siglo la ate nmon delmundo se mostraba indiferente respecto a los aconte cim i e n tos de la América del Sur , se ha despertadoésta súbitamente por los memorables combates quehan ensangrentado las aguas del Mar Pacífico , porlas guerras heroicas del Perú , contra Chile y por latoma de Lima , todo lo cual ha llegado hasta nosotrosy se ha escuchado por todos , con extraordinariointerés .La historia ofrece sus sorpresas , la guerra tie

ne sus enseñanzas . Puede decirse que únicamenteun re ducido número de geógrafos eruditos o de com e rcian te s aventureros , eran los que estaban alcorriente del estado político de estas repúblicas

Una ge n e racwn distinta de la nuestra , se sintioapasionada por la rela ción d e los

combates librados por estas repúblicas contra España , par a conquistar su independencia .

Los nombres de Bolívar , San Martín , O'

H iggin s ,no

,evocaban ya sino un confuso recuerdo . A los

grandes hechos sucedieron los pequeños acontecimientos , a los patrióticos esfuerzos la anar quíamilitar y a la unión que hace la fuerza , el régimen

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de los pronunciamientos que destruyen hasta e lrespeto a la bandera .

º

Un presidente derrocado por un cu ar te lazo , lainsurrección d e las provincias contra la capital

,

intrigas mezquinas más grotescas q u e sangrientas ,la anar quía permanente , tal e ra para la inmensamayoría de todo e l mundo e l triste y monótonoespectáculo que ofrecían la mayor parte d e las r epúblicas hispano—americanas .

La guerra de México , la e je cu cwn de Max im i l iano

,la restauración de Juár ez , los desastres e conóm i

cos de Hondur as los enormes capitales invertidos e nempresas sospechosas , no eran , e n verdad asuntosadecuados para conquistar se e l favor del público ydespertar las simpatías .Nadie podía tomarse interés p or estas repúblicas

d e l Pacífi co y apenas si se prestaba una medianaatención a los relatos d e los acontecimientos , q u el e s afectaban .

Pero esta si t u ac 10 n ha con cl u ido . L os grandeshechos q u e acaban de producirse , se imponen a laatención universal . Se ha revelado la existencia deuna nueva Potencia q u e …cada ve z más se consolida . En e l espacio de año y medio esta nueva potencia h a dado buena cuenta de los ejércitos coal igados de Perú y Bolivia” . Victoriosa e n e l mar , hallegado con sus armas triunfantes hasta las mismasmurallas d e Lima , q u e se ha visto obligada a cap it u lar , n o obstante su heroica resistencia .

Chi le dicta la paz , la fortuna sonríe a sus e sfu e rzos y este nuevo Piamonte encerrado en

'

re las m o

l e s gigantes de los Andes e l mar y e l desierto, haentrevisto también la posibilidad de dominar pormedio de la fuerza o de seducir con e l ejemplo desus prosperidad a sus vecin os menos hábiles , menosafortunados y sobre todo menos cuerdos .

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5 _

Pero estos cambios'

no se realizan sin luchas ytal es luchas exigen persistentes esfuerzos . La tenacidad de Chile ha superado todos los obstáculos .

Ha dado pruebas de una fuerza de resistenciaq u e no se le suponía y ha demostrado u na previsiónsorprendente , unida a una singular destreza .

Chil e ha triunfado y su triun fo e s m erecido . Fáci lm e n t e nos lo demostrará e l estudio de esta gu erra , que nos pondrá d e relieve las cualidades a lasque ha debido su éxito , la heroica defensa de susenemigos y las causas de su derrota .

A la luz de los acontecimientos q u e acaban deproducirse , tal ve z n os se a dado leer aquellos que e lporvenir tiene deparados a este pueblo esforzado ,acontecimientos q u e pudieran muy bien , e n tiempon o remoto , transformar e l mapa de Sud—Américay abrir a l

os productos y a la emigración de Europanuevos campos de actividad , reunir e n un haz común fuerzas q u e hoy se obstruyen y se neutralizany crear en las riberas de l Sur Pacífico un Estadopróspero y rico .

Al pie de la inmensa muralla de los Andes , cuyosenhiestos contrafuertes y nevados picachos la separ an de la República Argentina y que levantan su s

cimas gigantescas a través de una extensión deleguas de sur a norte , bañada al oe ste p or el OcéanoPacífi co, Chile presenta e l aspecto de una estrechafaja de terreno

,oprimida entre dos barreras in

fran qu e able s y desarrollándose e n una extensiónde 500 legu as .Forma , por consiguiente , un largo y estrecho

valle , q u e corre de norte a sur , cortado , a su vez porvalles laterales aún más e strechos y cuyo suelo se

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eleva en forma de terrazas y planicies hasta el mismopie de las murallas colosales de los Andes .Al sur , la cordillera se inclina hacia el mar el

valle se estrecha más , formando u na especie desurco entre las abruptas rocosi dade s de las montañas

,

"

contra las qu e se estrellan los vientos , y lascostas rudas y severas , incesantemente azotadas

por las olas del embravecido mar de l polo antártico .

L os últimos contrafuertes d e los Andes se achatany se alargan , formando las altas llanuras de la Patagon ia que ofrece paso al Estrecho de Magallanes : después , emp inándose de nuevo , como en unesfuerzo supremo , forman la llamada Tierra delFuego y los pujantes macizos de l Cabo de Hornos ,especie de centinela avanzado y perdido e n e l último extremo de la Am érica .

Más allá,la región de las tempestades , los parajes

más temidos por los marinos , e l polo sur , q u e vaagrandándose cada siglo ganando todo lo q u e pierdeel polo norte

,y que va avanzando cada ve z más

sus bancos de hielo , región desconocida , in e xp lorada , amenazante en su inabordable soledad .

A veces,a lo lejos , en tiempo despejado y sereno ,

detrás de la barrera de hielo cruza e l mar un fulgorestridente

,se oyen sordos gruñidos , hay quebranta

miento de las enormes masas de hielo : e s que serevela la existencia de l Erebo y de l Terror , volcanes

'

antárticos aparecidos un siglo atrás y objetode un terror supersticioso . En ninguna otra partese presenta el Océan o con un aspecto más espantoso .

En este punto extr emo del mundo , se j u n tan elAtlántico y el Pacífico . Y se confunden lanzandoel uno contra el otro sus olas enormes como montañas , impulsadas por fuerzas contrarias impacientespor?abr ir se paso y enfu r ecidas por los impetuososvientos d e l $ polo .

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Coquimbo , Val paraíso , e l mayor puerto comercialde Sud—América : Concepción ,%

Talcahuano , Valdivia , Punta Arenas , e l más meridional de los puertos civilizados d e l globo . Su población e s de dos millones y medio d e habitantes , más o menos , con unpromedio de diez habitantes por milla cuadr ada ;pero si la supe rfi cie de Chile e s mucho mayor quela de Italia , que cuenta con 248 habitantes po r millacuadrada , hay qu e tener e n cu enta , sin embargo ,q u e sólo una tercera parte d e l suelo italiano e s

imp rod u ct iva y que apenas si está cultivada unacuarta par te de l suelo chil eno .

Por su posición geográfica ,'

q u e hemos descritobrevemente , Chile e s necesariamente un país mar

'

t imo ,agrícola y comercial . El océano ante e l cu al

extiende gran partes de su terri torio . e s la via natural de comun icación de un punto a otro de susuelo . El océano e s , además , e l único punto por

donde se l e puede atacar .

L os Andes , con sus"

estrechos desfi laderos , susgar gantas inaccesibles , lo protegen y defi enden de todo ataque por tierra . Por e l norte y e l sur e s in abordabl e .

El mar e s su dom 1mo natural , po r él exporta susproductos y po r él importa lo qu e necesita , por élestá e n comunicación con e l mundo , por él e s solamente accesible y vulnerable

,y e s por este motivo

por el qu e necesita concentrar sus esfuerzo s en suscostas crear una marina mercante para las necesidades de su comercio , una marina d e guerra para sudefensa y para fortificar sus puertos .

Un país q u e tiene sus fronteras naturales , susaccidentes de terreno

,sus montañas , llanuras y

valles , ríos , suelo , clima y productos propios e s e l

molde e n q u e una nación se engrandece o se debilita ,prospera o fenece, según que se establezca o que se

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rompa la armonía entre su genio propio y e l medioen q u e se halla y e n e l q u e actúa . Un pueblo e s máso menos colonizador, según que se adapte con ma

yor o menor facilidad a las condiciones geográficasy climatológicas de otros países distintos al suyo .

La raza española q u e pobló la América de l Sury cuyos descendientes gozan aún como señores de lsuelo conquistado p or sus antepasados hace ya tressiglos , merece fi gurar a la cabeza de las razasesencialmente colonizadoras .Sobrio , valiente , duro para la fatiga , el español

ha sufrido sin perder ningu na de las car acterísticasde su raza , la transp lan tación a un nuevo con t in e nt e . Tal como se n os mostraba e n Europa lo volvem os a encontrar e n América . Al lí donde lo llevó e l

genio aventurero de sus navegantes ha echadoraíces con u n a firmeza verdaderamente asombrosa .

La poderosa República d e Estados Unidos no hapodido arrebatar le la Florida , sino a fuerza de dinero , y Texas y California a costa de innumerablesesfuerzos . En México sigue aún resistiendo a todaslas agresiones . (1 ) Ni

la gu erra civil , ni la guerra

extranjera , ni la incuria de la administración , nie l desbarajuste de la Hacienda han sido capacesde despojarla de este vasto imperio . En la América(kn tr al , bajo e l clim a más abrasador

,aún retiene

e n su poder lo que conquistó ; la América meridionall e pertenece toda entera y Cuba continúa siendoespañola a pesar de todos y d e todo , a pesar de lasfaltas de la metrópoli y a pesar de la inm oderadacodicia de los Estados Unidos .

I nde p e ndizado sólo cincuenta años ha de l yugoespañol . Chile ha pasado como todos los países en

No ta d e l t rad u cto r .—Tengase e n c u e n ta q u e este e st u d iód e M. Var igny , se p u blicó e n e l año 1881 .

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semejante caso ese período turb u l ento inevitablede discusiones y de luchas intestinas que sucede invar iabl em e n te a todo supremo esfuerzo nacional .Unidas durante la lucha , vencedoras precisamentepor esta unión , aparecen después las ambiciones ;al día siguiente de la victoria salen a luz y se ace n

túan las tendencias diferentes . Período crítico en quemás de un pueblo heroico ha visto obscur ecerse sufortuna y sucumbir su independencia . Para Chileeste período fué breve . Un Gobierno regular , ace ptado por todos , restableció el orden e n las ñnan zas ,en la administración y e n e l ejército . El mismodía después d e su victoria sobre España . Chileenviaba sus soldados a combatir p or la libertaddel Perú , dejaba exhausto su tesoro par a crear unaflota , reclutar un e jér icto y librar e n Ayacuchouna nueva y sangrienta batalla en favor de la independencia de la América del Sur . En paz con susvecinos , separado de ellos p or sus barreras naturales .Chile pudo consagrarse al trabajo , cultivar su suelo

'

,

desarrollar sus riquezas y duran te los últimos treinta años , gozar de una prospe ridad y de una tranq u il idad desconocidas para las otras repúblicas hispanoamericanas .

El descubrimiento de California , la gran corr ie n

te de emigración que se dirigió hacia la costa nor

te de l Océano Pacífi co , dieron al comercio de Chileun impulso vigoroso y contribuyeron a mod ifi carnotablemente su situación económica .

La emigración europea , que iba hacia las minasde oro de California , se efectuó en un principio po re l Cabo de Hornos . Valpar aíso se convirtió muypronto en un centr o importante p or se r e l puntoobligado d e fondeadero para los bar cos q u e acababan de afrontar las tempestades del Cabo de

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Hornos , y que forzosamente tenían que'

repar arsey ap rovisionar se e n este puerto .

De 1848 a 1852, se duplicó el movimiento comercial de Valparaíso a consecuencia de este continuotránsito de bar cos . La exportación contribuyó aengrandecerlo más aún . California no producía másque or o . L os emigrantes llegaban por millares . Todofaltaba allí y lo que hacía falta sólo Chile podíaproporcionarlo p or entonces . Durante muchos añostuvo Chile el monopolio en el suministro de harinas y provisiones de todo género . Valparaíso Valdivia”y Concepción se enriquecieron . El oro deCalifornia afluía a Chile

,

1os viaje s

'

mar ít imos leproporcionaban no pocos emigrantes descorazonados , su población aumentaba de hecho de una manera rápida p or estas corrientes de emigrantes delas que siempre se quedaba con una parteEste movimiento duró sólo un tiempo . La cons

trucción del ferrocarril de Panamá y el establecimiento de líneas de vapores de Eu r opa a EstadosUnidos y de Estados U n iños a Aspinwall , hicierondesviar su ruta a las emigraciones , abr iéndose l e suna nueva vía mucho más rápida y mucho menospeligrosa . Por último , más tar de , la construccióndel gran ferrocarril del Pacífi co estableció comunicaciones seguras y rápidas y fué causa de quelos viajeros al menos , abandonasen el paso porPanamá .

Chile supo aprovecharse hábilmente de su bril lan t e , aunque efímera prosperidad .

Su comercio marítimo, notablemente acr e ce n ta

do había ya formado a sus mar inos ; la audacia vino acompañada con el éxito ; hubo armadores , labrador e s enr iquecidos , que vislumbraron un porvenir seguro . Circunstancias imprevistas habíanhecho de Valparaíso el pue rto comercial más impor

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tante del Pacifi co . D u ran te_m u cho s años habían

visitado este puerto todos los marinos de la tierra,originando allí u n a animación extraordinaria y unaprosperidad sin ejemplo . Después bruscamente ,la corriente se desvió y tomó rumbo e n dirección alnorte . Se hablaba de la apert u r a de l Itsmo de Pan am á El día en que esta nueva vía quedase abiertael comercio marítimo dejaría definitivamente la víade l Cabo de Hornos ; si no los pasajeros las m e rcad e

rías continuarían“

sin embargo usando esta vía de spués de todo más económica a pesar de se r más lar gay más peligrosa . El or o sembrado e n Chile habíadado sus frutos ; la agricultu r a había recibido ungran impulso , se explotaban las minas y p or ciertocon gran rendimiento ; estaban e n estado flor e cie nt e las finanzas , todo alentaba par a las grandes esperau zas y—las grandes ambiciones . Veinticinco añosde paz , una marina considerable , un ejército biendisciplinado , un crédito firme y amplio , permitíanseguramente realizar grandes cosas .

Chile se sentía oprimido y estrecho dentro desus límites actuales : al este los Andes , a l sur e l

Mar Pacíñco,al oeste e l Océano . Sólo p or el norte

podía extenderse . Además , yendo hacia e l norte ,se acercaba al Itsmo , al movimiento europeo . Elnorte l e atraía con la fuerza que e l imán atrae alhierro Las naciones , lo mismo q u e los individuos ,sufren estas influencias exteriores , q u e son paraellas el resultado d e su situación geográfi ca y e co

nómica .

H acé un siglo que los Estados Unidos van caminando hacia e l oeste ; no han detenido su marchasino cuando han llegado a las costas del Pacífi co .

Más allá , e n el remoto confín de l océan o entrebrumas , dm san e llos las soleadas costas de as I S

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las Sandwich , en las qu e sueñan el los construirsu base naval , e l lugar de recreo de sus millonariosde California , y su estación invernal , la Niza tropical de aquel los Estados donde impera e l oro .

Precisamente , e n este mismo momento , por unas ingular coincidencia , las barreras naturales queparecían destinadas a im pedir la salida de Chilehacia el norte , se derrumban p or sí mismas . Eldesierto de Atacama dejó de se r un obstáculo y pasóa se r

,e l blanco de la codicia . Aquel suelo ár ido y

arenoso , rebelde a todo cultivo, encerraba en suseno depósitos inmensos de salitre . Bajo la cortezaterrestre , cuyo espesor varía e n algunos centímetros ,se encuentra una tierra de color clar o , compacta ,compuesta e n gran parte de gyp sa y de piedrecitasqu e los buscadores de salitre designan con el nombres de costras” . El espesor de este terreno es dedos a cuatro centímetros , y bajo esta capa se encuentra e l salitre . Este se presenta en capas muyirregulares , cuyo espesor var ía desde uno o doscentímetros hasta dos y mas metros . ¿De dóndeproviene? La presencia d e l cloruro de sodio

_

o sal común en los terrenos sa l it r e ros

,sugirió en un prin

cip io la idea de que estos eran antiguas formacionesmarinas , pero al observarlos con mayor de t e n im ie nto , se pudo constatar la falta absoluta de formaciones calcáreas y de rocas estratifi cadas ; en ninguno de estos depósitos de salitre se han podido e n

contrar vestigios de c onchas marin as . Y , p or último,a veces , e n lugar de ocupar las partes bajas del terr e n o , se encuentra e l salitre amontonado en peq u eñas colinas y hasta en alturas considerables ,como en las m inas de Paposo y hasta en la cumbrede la ,cordillera de Mar icu nga . Por consiguiente esevidente que su origen es local y que el salitre seha formado allí donde se encuentra . La hipótesis más

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admisibles es la de que el sal itre proviene de ladescomposición de rocas fe l de sp át icas sumamenteabundantes en toda esa región , y cuyos elementosconstitutivos bajo la influencia del aire se convierten e n nitrato .

La e xp lotac1on del salitre , emprendida en loscon fines del desierto de Atacama , había dado e xcelentes resultados . El descubrimiento de los yacirn i e ntos de Ant ofagasta , determinó , hace algunos años ,una verdadera fiebre minera .

Antofagasta está situada en el desierto de A tacama

,que separa el norte de Chile de las provincias

del sur del Perú y de Bolivia . En los momentos deformarse las Repúblicas chilena y boliviana , esteterritorio inculto y sin valor , servía de fronteranatural entre los dos países , frontera vaga e indecisa ,a la que ni uno ni otro Estado concedieron durantemucho tiempo ninguna importancia, hasta el día enque exploradores afortun adas descubrieron los yacimientos de salitre y de guano .

Diez años du r aron las negociaciones diplomáticasentabladas en 1856 . Chile exhi bía títulos de posesión ,

que demostraban que su jurisdicción se ext endíahasta el grado 22 de latitud sur . Bolivia reclamabahasta e l 25 grado . Un peligro común trajo consigouna entente

”. En 1866, a la terminación de la gue

rra sostenida conjuntam ente po r Chil e , Bolivia yPerú , contra España , se hicieron de una y otraparte mutuas concesiones , y en un tratado firmadoen aquel mismo año , se fi jo en e l grado 24 de latitud sur la frontera de los dos Estados . Qu edó sinembar go , estipulado que explotar ían en comun ycompartirían por iguales partes lo que se recandase por derechos de explotación de las minas y losyacimientos situados entre los grados 23 y 25. Enestos límite se encuentra Antofagasta, a diez leguas

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piritu de empresa y a la iniciativa de los chil enos,

despertaron la envidia primero y la inquietud después , de Bolivia . Surgieron difi cultades La vagacláusula de l Tratado de 1866 , que estipulaba e l

disfrute de común de las minas entre los grados23 y 25, se prestaba a muy diversas interpretaciones .A instancias de sus nacionales y deseoso de no arriesgar sus capitales e n una empresa de tanta importancia , sino después de una entente previa con Bolivia , e l Gobierno chilenovolvió a entablar n egociaciones q u e concluyeron e n 1874, con las siguientes declar acwn e s :Chi le se comprometía a renunciar a suparte correspondiente e n

'

los derechos que debíapercibir sobre los guanos y las minas , e n virtud de lTratado de 1866 , y , por su parte , el Gobierno d eBolivia declar aba que los derechos de exportaciónen la zona común no se elevarían sobre los q u e r e

gían en aquel entonces ; q u e las personas , las industrias y capitales chi lenos no serían sometidos a ninguna otra contribución que las actualmente existent e s . Esta cláusula de l Tratado debería regir por espacio d e 25 años .

Bo livia no preveía entonces que e n un plazo nolejano , bajo e l régimen de una legislación minerasumamente liberal , Antofagasta se había de convertire n una colonia chilena , que contaba con cerca de

obreros , dueños e n realidad de un territoriosobre el q u e el Gob ierno d e Bolivia no ejercía másq u e soberanía nominal . A Bolivia n o se l e ocurrióni e n sueños distraer un ejército , construir for tal ezas ocupar militarmente una región absolutamenteesteril , e n la _

que faltaba p or completo todo lo másnecesario e indispensable para la vida de l hombre ,donde no podía conseguirse u n poco de agua potablesiquiera , sirio merced a aparatos de destilación instalados en la playa , donde e scase aba el combustible

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hasta e l punto de que sus habitantes no podíancocer sus alim entos , sino después q u e sus an malesde carga habían digerido los suyos y e l so l abrasador de l desierto había secado sus excrementos .Protegida con s u tratado con Bolivia , la emigra

ción chilena avanzaba con paso lento , pero seguro .

En muchas circunstancias surgieron dificultadescon las autoridades locales , impotentes para hace rrespetar sus resoluciones y afi rmar su autoridad .

En La Paz , sede d e l Gobierno boliviano , la op i

n ión pública inquieta , conmovida , reprochaba alPresidente su excesiva condescendencia para Chiley l e acusaba de sacrifi car los intereses nacionales .

No estaba lejos la hora , decían , e n q u e Bolivia'

de

jar ía de se r una nación independiente , y » no tendríamás remedio que someterse a la dominación chilena .

Esa hora , privada de toda salidaal mar , encerrada p or todas partes , Bolivia se vieseobligada a exportar sus productos y a importar susartículos p or los puertos de su rival .Pero e stas … a larm as no eran sólo de Bolivia . Por

razones diversas,e l Perú seguía con mirada recelosa

esta invasión pacífi ca de Chile . El desierto de Atacama separaba sus provincias meridionales de l nort e

'

de Chile y e l desierto se poblaba rápidamente .

Por otra parte , e l Perú estaba lleno de deudas, suHacienda mal administrada , l e obligaba a acudiral crédito y e l crédito se agotaba .

A pesar de disponer de infi nidad de recur sos naturales , iba a la bancarrota ; las islas Chinchas , esosyacimientos enormes de guano , eran para el Perúlo qu e e l Perú mismo con sus prodigiosas minas deoro , había sido para España : una fuente de fácilesr qu e zas , a l parecer inagotables , y e n realidad motivo de incuria , de miseria , y e n último término ,de ruina .

G . de l Facífico —2

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Se gastaba sin tasa ni medida , vendiendo , h ipót e cando las ganancias d e l porvenir . L os depósitosde gu ano debían proveer a todo , p e rm it ir ío todo ye xcu sar lo todo . Pero estos depósitos se agotar ontambién . Se les pidió demasiado

,adelantos enormes ,

intereses exorbitantes . El Perú , urgido , se ap r e su

ró a reparar su défi cit,cargando con un subido im

puesto la exportación de sus salitres . En su territorio había inmensos yacimientos . Pero estos elevadosimpuestos producían poco

,y no dieron otro resulta

do que el de constituir una pr ma e n favor de l salitre chileno , activar su producción y estimu

l

ar suexportación . Los barcos europeos abandonaron lospuertos de l Perú y vinieron a cargar a Mej illonesy Antofagasta e l salitre que las compañías chilenasvendían a más bajo precio

,no teniendo que pagar ,

en virtud de l Tratado de 1874, sino derechos muymoderados .

Para impedir esta competencia tan desastrosa , nohabía más que un medio : persuadir al Gobiernoboliviano que irn p u sie se a sus salitreras con tr ibu

ciones más subidas . Opon íase a ello e l Tratado de1874, pero Bolivia estaba también empobrecida , laopinión pública e ra contraria a la explotación chilena . Esta medida tenía por tanto , para ella la simpatia de su Gobierno y la de su pueblo . En realidadpodía ser causa de u n a guerra , pero no se creía e n

ella . Chile no se atrevería , pe nsaron ellos , a ave n t urarse en una guerra con Bolivia , en una lucha largay costosa , en la que tendría que transportar a t raves del desierto un ejército con todos

'

su s ap rovisio

nam i e n tos , franquear enormes distancias de terreno estéril la cordillera de los An des y emprenderuna marcha peligrosa sobre La Paz . Chile vacilaríaaún más si Bolivia , fi rmando un tratado de alianzaofensiva y defensiva con el Perú , pod ía poner sobre

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las armas los efectivos militares y las fuerzas navales de esta nación . Un tratado de esta natur alezafué precisamente la condición que puso Bolivia paraaceptar la aventura que e l Perú le proponía .

Se iniciaron negociaciones y quedó fi rmado elTratado , q u e se convino e n mantener secreto , cone l fin de proporcionar al Perú la ocasión de ofrecersu mediación , no revelándolo sino e n caso de queChile rechazase esta mediación y declarase la guerra .

El 1 1 de Febrero de 1878 e l Congreso Nacional deBolivia , aprobó e l siguiente decreto :

Ar tículo único .

—Se aprueba la tr an saccwn hecha por el Poder Ejecutivo e l 27 de Noviembre de1873, con la compañía de salitre y de l ferrocarril deAntofagasta ,

con la condición de que se haga efectiyo u n impuesto de diez centavos por quintalde salitre exportado” .

El Congreso se excedía en sus facultades . La leyde 22 de Noviembre de 1872, había concedido alPresidente y a su Gabinete autorización para arreglar de una manera definitiva todas las cuestionessuscitadas sobre la validez de las concesiones .Esta ley aprobaba por tanto el convenio celebradoel 27 de Noviembre con la Compañía de An tofagasta y no era necesaria una sanción legislativa posterior.Tal había sido en efecto la opinión de los CongresosNacionales de 1874, y 1877. Ellos habían consagrado con su silencio y su aprobaciónimplícita la validez de u n a transacción sobre la quee l Congreso de 1878 no estaba llamado a in t e rvemr .

Por o tra parte , este decr eto const ituía una violación formal del artículo de l Tratado de 1874,por el que el Gobierno boliviano se comprometía

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a no establecer nuevos im puestos sobre la explotación chilena d u rante un período de 25 años .Chile pro te stó contra esta violación de un pactointernacional .

Su Ministro e n La Paz pidio al Gobierno boliviano la reconsideración de este decreto . En tabl ár on senegociaciones , q u e duraron todo e l año 1878. Boliviatrataba d e aplazar la discusión . Necesitaba tiempopara hacer sus preparativos militares y dejar alPerú q u e organizase sus fuerzas para impedir conun imponente despliegue de fuerzas de los dos ejerci tos aliados la entrada e n campaña de l ejércitochileno .

El Gabinete de Santiago , irritado con los ap lazam i e n tos d e la cuestión , exigió una respuesta inm e diata y defi nitiva , declarando que sólo la derogaciónde l decreto podía satisfacerlo . Acorralado , e l G o

bierno de Bolivia , sostuvo la tesis singular de que elCongreso Nacional tenía e l derecho de poder expedir decretos e n contraposición con leyes anterioresy pactos internacionales . Por fin , e l 18 d e Septiembred e 1878 informó al Ministro d e Chile q u e manteníaen todas sus partes e l decreto y qu e se habían dadoórdenes terminantes a las autoridades de la costapar a la percepción de l impuesto prescrito p or e l de

creto de Febrero . El Gobierno boliviano exigía ,además , e l pago de una suma de 450 mil pesos qu ese l e adeudaba

,según él por los impuestos anteriores

y alegaba q u e , como consecuencia de la concesiónhecha po r él a la compañía constru ctora de l ferrocarril destinado a unir las minas con e l mar , se creíae n e l derecho de exigir una compensación proporcional a la garantía fin anciera aceptada por él e n

interés de la explotación .

En Chile fu e enorm e la sorpresa . Chile se sentía

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amenazado , pero se encontraba listo . El Gobiernollamó a su Ministro e n La Paz y decretó la movi l ización de l ejército , poniendo e n p i e de guerra 20mil hombres y movilizando su escuadraEl G obierno boliviano no esperaba tan enérgicas

medidas ; invocando , a su ve z, e l texto d e l Tratadode 1874, recordó a Chile que u no de los artículosde este Tratado estipulaba , e n caso de divergencias ,e l recurso de mediación de un país neutral , y ofreció la mediación d e l Perú . El golpe e r a hábil y magistral . Si Chile aceptaba , ganaba la causa Bolivia ;si rehusaba , se ponía e n evidencia y ofrecía al

¡Perúun pretexto para intervenir , Junto con esta proposición de arbitraje , llegaba a Santiago un Plenipote nciar io peruano con la misión de ofrecer a Chilesu amistosa mediación .

Ciertas indiscr e cion e s , intencionadas , dejaroncomprender qu e , e n caso qu e Chile r e h u sase su ofrecimiento , e l Perú , muy a pesar suyo , se vería e n laobligación de entrar e n guerra y defender la causade Bolivia . En tales condiciones y bajo tales reservas ,n o podía se r escuchada la proposición de arbitraje .

Chile , sin entrar siquiera e n discusiones , contestódeclarando q u e la violación p or par t e de Boliviade l Tratado de 1874, retrotraía la cuestión al estadoe n qu e se hallaba antes d e la firma de l Tratado ;q u e e n aquella época él tenía establecidos sus derechossobre e l territorio situado entre los grados 23 y 25de latitud sur y q u e solamente había consentido enl imitar su soberanía al grado 24 con la precisa cond ición de disfrutar e n común la parte d e l desiertod e Atacama , comprendida entre e l grado 24 y 25y qu e quebrantado este acuerdo por par te de Bol ivia , Chile. tºmaba posesión de lo qu e l e pertene cía,

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Era la guerra . Bolivia creyó evitarla o al menosr e tardar la , revocando e l decreto expe dido , perodeclarando que se consideraba desligada de sus últimas concesiones , y e n consecuencia retiraba losp r evi l egios otorgados a la Compañía de Antofagasta .

Desprovista de las fórmulas diplomáticas , aquell adeclar ación equivalía a ésta : Bolivia r ev0caba undecreto q u e imponía u na contribución de 450 milfrancos , pero confi scaba o arruinaba una p r0p iedad que valía más de veinte millones .El 12 de Febrero de 1879 , Santiago celebraba e l

aniversario de la batalla de Chacabuco , fecha inscr ita e n los fastos históricos de Chile . Aquel mismodía e l Ministro de l Interior recibía e l sigu iente de spacho mandado desd e Antofagasta , e l que inm e d iatamente fu e publicado y pegado e n todas las esquinasde las calles de la capital : “ El Gobierno de Bolivia ,a despecho de nuestras reclamaciones ha decretadola confi scación de la propiedad de nuestros con ci u dadanos y h a tomado posesión de los depósitos

de

salitre , sin dignarse siquiera dar una explicación”

.

Una explosión de cólera acogió esta noticia .

Sobreexcitada la Opinion pública , obligó al Gabinetea proceder . Este estaba pronto . L os obreros chilenosempleados e n las faenas mineras recibieron p or

telégrafo la orden d e resistir ; reforzados con un grupo de tropas regular es , se apoderaron de An tofagasta , Mejillones y de Caracoles . Un acorazadochileno bloqueaba e l pu erto de Cobija , donde se

habían refugiado las autoridades bolivianas arrojadas d e los distritos mineros . El ejército se ponía e nacción y nuevos transportes cargados de tropasllegaban con toda rapidez a las costas de Boliviacon mayores re fu e rzos.

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mar . Chile mantiene con Europa un comercio deintercambio de productos de los más importantes ;no posee puerto ninguno e n e l Atlántico , e l establecimiento de una vía férrea proyectada entre él … yla República Argentina

,a través de uno d e los de s

fi lade r os de los Andes,facilitaría grandemente

su comercio ; pero e se comercio quedaría siempresujeto a la buena voluntad d e sus vecinos , los qu e , sipor otra parte eran además dueños d e l Estrecho , q u edaba e l comercio chileno

como tributario suyo .

La pe rforación d e l Itsmo de Panamá salvaríaestas difi cultades , pero la vía del canal , aún siendomás corta y más segura , será siempre la más costosa ,y para todos aquellos productos q u e estorban yson de escaso valor

,será siempre e l Estrecho de

Magallanes la ruta más utilizada .

En 1877 había abierto e l Gobierno chileno negoc iacion e s con la República Ar gentin a par a so l u c io

nar amigablemente sus difi cultades tocante a susrespectivas pretensiones sobre la Patagonia . Dichasnegociaciones eran de carácter secreto , a instanciasde la Cancillería d e Chile . Ya e n 1873 había logradoe l Gobierno peru ano q u e fracasasen las negociacionesemprendidas por Chile . A f ines de 1877 los p l e n ipot e n ciar ios se pusieron de acuerdo y convinierone n q u e e l tratado

,resultado de sus deliberaciones ,

se sometería a un mismo tiempo a la aprobación ,

de las asambleas legislativas d e ambos países . LaCámara Legislativa chilena rechazó e l tratado de spués de una viva discusión , p or n o ofrecer las garantías necesarias . D e esto se dió a viso ofi cial al C áb in e t e de Buenos Aires , e l q u e contestó p or un m e nsaje d e l Presidente a las Cámara s , e n el q u e declaraba q u e , e n vista de l rechazo chileno de l pactollevado a cabo p or su plenipotenciario , estimabaque la República Argentina debía atene rse al

u t i

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possidetis , de 1810. Terminaba e l mensaje con estas signifi cativas palabras : “ Entre tanto , nuestrodeber e s encar ar fr íam e n t e la situación q u e se nos

ha creado . Se han roto las negociaciones , pero no

por culpa nuestra , Tengamos calma , pero estemosresueltos a mantene r nuestros derechos . Sabremosdefenderlos y esperamos aún q u e sabias inspiraciones animen a Chile y n os pe rmitan llegar p or m e :dios pacífi cos a una solución q u e hace mucho tiempo debía haberse alcanzado .

Este mensaje de l Presidente tuvo una favorableacogida . En la Camar a d e Diputados , e n la prensay e n las reuniones públicas se acentuó más aún lanota belicosa , se reclamó y se Consiguió el envíode buques de guerra a las costas de la Patagonia ;se hicieron bajo cuerda negociaciones con e l Perúy Bolivia , cuyo concur so estaba asegurado p or unaacción común e n contra de Chile . Por su parte , esteúltimo enviaba a R ío de Janeir o un hábil diplom át ico para sondear al Gabinete brasilero y de spertar e l recuerdo de antiguas rencillas q u e

subsistían entre e l Imperio de l Brasil y laRepública Argentina ; y q u e databan nada menosq u e de 1870 . En esta época , estas dos potencias ,aliadas entonces contra e l Paragu ay , habían impuesto a éste p or la fuerza un tratado de cesiónterritorial y la libre navegación de l Paran á y de lParaguay superior ; pero estas concesiones obt e n idas habían llegado a convertirse e n causas de discordia , pues cada u no de los dos países opinabaq u e e r a e l otro e l q u e únicamente se aprovechabad e las ventajas conseguidas .

Al Perú y Bolivia no cabía la menor duda q u e laRepública Argentina se aprovecharía de la comprometida situación de Chile para hacer valer sus pretensiones . Se creían , por lo tanto , con de re cho para

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—26

contar con una poderosa ayuda por el su r ; pero aúne n e l caso de que ésta l e s fallace , no por eso se juzgaban menos seguros d e l éxito .

En cuanto a Chile , sentí a instintivamente q u e e l

nudo d e todas sus dificultades estaba e n e l norte ,q u e un éxito al principio haría vacilar al Gabinetede Buenos Aires y q u e una victoria sobre e l Perúy Bolivia l e garantizaría la neutralidad p or e l sur .L as fuerzas q u e sus enemigos podían poner e n

p ie de guerra eran numéricamente superiores a lassuyas , Bolivia y e l Perú juntos contaban con cercade cinco millones de habitantes , e l dobl e de la población de Chile .

Cierto e s q u e Bolivia no poseía marina militar ,pero e l efectivo de su ejército de tierra e ra bastant e considerable , y em un país e n q u e todo e l mundoe s soldado y está habituado al manejo de las armas ,nada más fácil qu e organizar grandes levas . El so ldado boliviano e s por naturaleza bravo , sobrio ,resistente . Vestido con u n capote de tosco género ,pantalones largos y calzado de ojotas , especie desandalia d e cuero q u e él mismo se fabrica , resistelas mar chas más rudas y opone a las privaciones

,

una obediencia ci ega a su s jefes y una paciencia a toda prueba , cualidades q u e compensan la falta d e ardor guerrero y de patriótico entusiasmo . Firmeante e l fuego , muere , pero no retrocede . Habituadoa recorrer montañas y desiertos arenosos , franqueasin vacilar grandes distancias , se alimenta poco ye s ingen ioso para subvenir a sus necesidades

,muy

limitadas p or otra parte . Menos numeroso , peromás entusiasta , e l ejército peruano se compone d eelementos diferentes . Su instrucción e s superior .Las continuas revoluciones han militarizado supoblación . Jinetes excelentes y buenos infantes ,de u n valor bri l lante , los oficiale s y soldados pe

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r u anos no ponían en duda su buen éxito . Veían enla guerra entablada u na especie de paseo militar ,destinado a humillar la arrogancia d e Chile , p orcu yo

'

e sp ír i t u mercantil sentían un profundo de sp r ecio , y cuyo ejército no e ra par a ellos motivo de mayorestimación . Al cabo de 25 años de una paz no int e rr u m p ida no había tenido Chile ocasión par a ague,r r ir se y poco a poco había ido haciendo e n su e jército reducc iones sucesivas . Pe ro e n cambio im pe raban en sus tropas la disciplina , la moralidad y lainstrucción técnica ; sus efect ivos eran buenos y n o

faltaban los hombres de quienes servirse eficientemente .

Por todas las razones qu e acabamos de exponer ,los esfuerzos de Chile se habían dirigido p r e fe r e ntemente hacia e l mar . Contaba , pues con una r e s

p e tabl e marina compu esta de'

dos fragatas acorazadas , e l Blanco Encalada

” y e l “ Almirante C och r ane

, con seis cañones de"

300 cada u no , cuatro cor

betas , una cañonera , la“Magallanes dos pontones

y diez transportes .El Perú disponía por su parte , de una escuadra

a lo menos igual ; cuatro buques acorazados : lafragata Independencia” , e l monitor Huascar”

y las baterías flotantes Atahualpa”y Manco

Capac dos fragatas , la Unión” y e l Apurim ac

una goleta , la“ Pilcomayo” dos pontones y seis

transportes . Por una y otra parte las tripulacioneseran sólidas y bien instruíd

'

as , y los ofi ciales estaban a la altura de su cometido . Pero Chile teníae n cambio a su favor una organización administrativa superior a la de l Perú y una excelente situaciónfinanciera . La del Perú era deplorable, su tesoroestaba vacío y su crédito exhausto . La renta peru ana , cuya emisión se había hecho e n Londres a 74,

ya había bajado dos años antes de la guerra a 14.

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Una legion de funcionarios esquilmaba el país .Víctimas de revoluciones incesantes , se apresurabana enriquecerse durante su corto período administrativo , y reemplazados e n seguida p or otros no

menos ávidos de hacer su agosto , se retiraban para

gasar e l resto de sus días a expensas d e l Fisco .

us viudas y sus hijos tenían derecho a pensiones .Una parte de la población vivía d e las rentas qu ee l Estado l e s proporcionaba , y e l Estado empobr e

cido sin cesar , veía cada año disminuir sus recursosy aumentarse sus cargas .

La noticia de la ocu p ac1on de Antofagasta por lastropas chilenas , causó e n e l Perú una emoción aún

más viva qu e e n Bolivia . Toda la población peruanahacía votos p or la guerra : la p r e ri sa , incitando aella , no e ra más q u e e l e co d e la opinión públicasobreexcitada y esperanzada e n e l éxito . En vanotrataron de levantarse algunas voces moderadase n defensa de la neutralidad ; sus prudentes consejosfueron ahogados p or los belicosos clamores d e losqu e veían e n una entrada e n campaña contra Chilegrandes victorias , anexiones territoriales , la conquista d e Atacama , e l monopolio d e l salitre y la solución d e las difi cultades financieras e n q u e se veíaenvuelto e l Perú .

Don Mariano Ignacio Prado , Presidente de l

Perú , e ra considerado como persona de simpatíashacia Chile . Derribado de l poder e n 1867 por unade tantas revoluciones de cuar tel como se producenfrecuentemente e n las Repúblicas hispano-ameri canas , se había refugiado e n Santiago , donde residiódu rante ocho años ; e n 1875 un cambio de opinión

política lo había vuelto de nuevo al poder . De su

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prolongada estada en Chile , don Mariano IgnacioPrado había llevado ideas n o tan superficiales comolas de la mayor parte d e sus conciudadanos acercade los recursos y potencia de Chile .

No creía él qu e el solo anuncio de una alianzade l Perú con Bolivia había de llenar de terror aChile , según lo presagiaban los diarios , y habíade obligarlo a pedir humildemente la paz . Per o ,por otra parte , Prado no tenía ni la firmeza de carácter ni la autoridad necesar ia para ponerse r e su e ltamente e n contra de la corriente de la opinión .

La zozobra por su popular idad tan trabajosamenteconquistada , la amarga experiencia de l destierroy los cambios bru scos que desde el poder supremolo habían lanzado a la obscuridad , la indo l e n cianatur al de su espíritu que le hacía encontrar másfácil de seguir , y al parecer de dirigir , u n a corrientenacional contra la cual no se sentía con fuerzaspara nadar , el t emor de los ataques de la prensa ,todo le impulsaba a constituirse e n abogado y e l

más ardoroso en apariencia , de una guerra sobrecuyo éxito no abrigaba la menor ilu sión .

Creyó , sin embargo de su deber, como jefe supremo del Estado , tratar de conjur ar la tormenta .

Y o respondo de la paz , dijo , si Chile e vacúa Antofagasta

”. Esta débil manifestación de resistencia

n o podía dar resultado , como no lo había dado laoferta de mediación hecha a Chile y a la que elGobierno de Santiago respondió urgiendo a donAntonio Lavalle , plenipotenciario de l Perú , a declarar si e l Perú estaba o no ligado a Bolivia poralgún tratado secreto . En vano don Antonio eludía la cuestión , declarando qu e e l no tenía conocimiento de

_este tratado , q u e creía q u e n o existía ,

pero que habiendo oído e n Chile rumores a este respecto , había pedido a Lima los informes del caso

”.

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El Gobierno de Chile redobló sus instancias e x igie ndo u na respuesta categórica y requiriendo al Perúpara q u e se declarase neutral .El día 21 de Marzo hacía saber po r fi n el Perú

q u e no e ra posible declararse neutral , e n vista de laexistencia de un tratado secreto de alianza ñrm ado con Bolivia e n 1873. El 2 de Abril e l Ministrod e Relaciones Exteriores de Chile dirigía al p l e n ip ote n ciar io peruano la siguiente nota :

<<Santiago 2 de Abril de 1879 .

— Señor :— La declaració n hecha por vuestro Gobierno en estos ú ltimos días al Ministro de Chile e n Lima , en la queexpone qu e no puede declarar se neutral en nuestroconflicto con Bolivia , a causa de un pacto fi rmadocon Bolivia de alianza defensiva , y que es el mismoq u e usted m e leyó e n nuestra conferencia de 31d e Mar zo , ha dado a comprender a mi Gobiernoqu e no podía seguir manteniendo relacione s de amistad con e l Perú . En consecuencia a la respuestaq u e usted m e dió en nuestra primera conferenciad e 17 de Marzo , relativa a nuestra pregunta acerca de la existencia de dicho tratado , que US . creíaqu e no existía , alegando e n prueba de su asertoq u e tal acuerdo no había sido aprobado por el C ongreso peruano de 1873, y menos aún por los Congresos sucesivos , durante los cuales US . formaba parted e la comisión diplomática , en consecu encia de estarespuesta , repito , mi Gobierno ha visto que el vuestro , al ocultar os ese tratado a US . y a nosotros ,se ha colocado en una posición irregu lar .

<<Mi Gobierno se ha sorprendido al saber que elde l Perú proyectaba y firmaba este tratado en losprecisos momentos e n que manifestaba a Chile sussentimientos de la más cordial amistad .

<<A este acto misterioso , sobre el que se ha guardado el silencio más absoluto , el G ºbie rno de Chile

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Estos sucesos mod iñcar on la situacion . Cambiabae l terreno de la lucha y e l Perú se convertía e n e l

principal adversario , siendo por tanto e l primerocontra e l q u e había que ponerse e n guar dia y dir igir los primeros ataques . La campaña contra Bolivra exigía tiempo . Separado Chile y Bolivia p orvastos desie rtos , lo mismo podía Chile dirigir sustropas contra La Paz , q u e podía Bolivia invadire l suelo chileno antes de reunir un material con sid e rabl e y haber asegu rado la su bsist e cia de sus tropas y él transporte de su artillería . La ocupaciónd e l litoral boliviano e ra cosa fácil para Chil e , paísdueño de l mar ; pero esto en nada impedía la uniónde las fuerzas d e l Perú y Bolivia ; además , iba a

entrar e n batalla la escuadr a peruana . MientrasChile no tuviese delante más q u e a Bolivia , la lucha quedaba necesariamente c ircunscrita . Y comoBolivia no contaba con marina militar , nad a teníaChile que temer por la enorme extensión de sus costas .Pero la cosa e ra distin ta . Existía la flota peruana ,

q u e e r a ciertamente temible y qu e se sabía estabalista para darse al mar . El bloqueo de los puertosbolivianos se hacía peligroso

,los barcos q u e e n

ellos había cargados podían d e repente se r asaltadosp or fuerzas enemigas super iores y destruidos p orcompleto . Un encuentro naval entre ambas e scu adras , e n e l q u e Chile estuviese e n inferioridad , p o

día asestar a éste un golpe mortal y exp oner sus puertos al bombar deo , a Val paraíso a la ruina de su comercio , y , e n una palabra , a todo e l país a una invasiónp or tierra apoyada p or una flota victoriosa . Erapor tanto necesario , ante todo , andar con prudenciae n e l mar y dirigir a este punto todos los esfuerzosy todos los recursos de q u e se podía disponer .La ocupación de Antofagasta y del litoral boli

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viano había dado por resultado arrojar hac1a'

e lnorte los débiles destacamentos qu e Bolivia mantenía e n estos parajes . Estos se habían replegadosobre Calama a poca distancia d e la costa , dondeesperaban repuestos para emprender al mome n tola ofensiva . A su frente se había puesto un abogadoboliviano

,Ladislao Cabrera . Hombre emprendedor

y resuelto , había logrado restablecer la disciplina

y l evan tar la moral de sus tropas , y se encontrabae n disposición de oponer una seria resistencia ,o d e intentar una marcha ofensiva . Situado e n los

l —'

mites de l L oa , Calama e s , u na especie de oasis e ne l desierto de Atacama , el punto de aprovisionamiento de las caravanas qu e van de Potosí al litoral Abundaban allí los víveres y las mu

'

niciones .El punto estaba , pues , bien escogido para una conce n tración . Por otra parte , desde Calama se am e

nazaba a las min as d e Caracoles ; al cabo de unabuena marcha se podía llegar h asta

'

C obija y esper ar al lí e n condiciones favorables la vanguar diade l ejército boliviano , con la que se estaba en co n

m u n icación .

Importaba mucho a Chile prevenir esta últimaeventualidad , de tal naturaleza qu e comprometíalos resultados del atrevido golpe de mano por medio de l cual se había apoderado de l territorio d isp utado .

Cuatro buques de la escuadra vinieron a bloqu eara Cobija , la que ocupó sin derramamiento de sangre un cuerpo de desembarque , mientras e l coronelSo tomayor , sal iendo de Antofagasta , tomaba posesión de Caracoles , donde e r a

'

e n t u siastam e n t eacogido por los mineros chilenos . Echados sucesivamente de estos dos puntos , se replegaron sobreCalama los desta camentos bolivianos , engrosandolos efectivos de Cabrera .

G . de l Pací fi co—3

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Preocupado con este peligro , , el coronel Sotomayor decidió caer sobre Calama antes de q u e la l l egada .de refuerzos permitiese a Cabrera tomar laofensiva . Dividiendo sus tropas e n dos facciones ,

dejó un destacamento e n Caracoles escogió 500hombres de los más robustos y marchó hacia e l

norte , marcha ruda y difícil por un país ár ido enque

'

al abrasador calor del día suceden los fríos intensos de la noche , donde e n el espacio de 24 horashay en el termómetro una var iación de 30 grados .Había que transportarlo todo consigo víveres , aguaforraje , a través de llanuras arenosas y de quebradas escarpadas . El 23 de Marzo por la mañana llegaba el coronel chileno a la vista de Calama . Instado a rendirse , Cabrera respondió con una enérgicanegativa . Esperaba ser atacad o y había tomadotodas las precauciones necesarias p ara la resistencia .

'

Abandonar Calam a era entregar la llave de Atacama . Hábilm ente dispuestos a lo largo de l río L oa ,

detrás de espesos matorrales que les servían de abrigo, los soldados bo livianos abrieron un fuego nutr ido contra las fuerzas chilenas , que combatían aldescubierto contra un enemigo invisible. En e stascondiciones desfavorables , sufrieron los chilenospérdidas considerables ; pero tanto los oficialescomo lbs soldados no se hacían ilusiones sobre laimposibilidad de una retirada . Detrás de ellos e staba el desierto , que acababan

de atravesar con tantas difi cu ltades ; delante , el enemigo, pero tambiénla salvación , el agua , los víveres que ya estabanpróximos a faltarles . Vencidos , caerían todos yabajo el fuego del enemigo qu e les p e r segu ir íá , yade hambre y de sed en aquellas inmensas soledades .A las órdenes del coronel Sotomayor siguieronavanzando, incendiando los matorrales tras de los

qu e se escondía el enemigo . El humo del incendio

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arr emol inado por el V iento envolvía a'

los soldadosbolivianos , que se veían obligados a retirarse. Unacarga vigorosa de los chilenos d ió º

t e rm ino a su der r ota. Cabrera congregó a los fugitivos y len tamente ,sin ser perseguido, emprendió el camino de Potosí ,dejando en manos de los chilenos a Calama , su s heridos y sólo una treintena de prisioneros , entre los cuales había un coronel y dos

"

oficiales .En Chile fué recibida con enorme entusiasmo la

nueva de esta victoria . La toma de Calama de scartaba por un tiempo toda preocupación y todo temor de un ataque por tierra , permitiendo al Goh ierno chileno concentrar su atenció n y sus esfuerzosen l as operaciones navales . La escuadra chilena r é

cibió orden de darse -a l mar ; cuatro navíos cargadosde tropas de desembarque ocuparon sin resistencialos puertos bolivianos de Cobija y de Tocopilla ,mientras los acorazados chilenos bloqueaban elpuerto peruano de Iqu i que , centro de comercio importante, defendido por una guarnición de

En la interesante obra qu e sobre la guerra delPacífico acaba de publicar un distinguido esmtor ,que es al propio tiempo uno de los más autorizados estadistas de Chile, don D iego Barros Arana ,

leemos que la escuadra chilena pudo entonces ,cayendo sobre e l Callao , a pode rarse por un vigoroso golpe de mano de este puerto, derrotar en él ala flota peruana y asegurarse así las ventajas quesólo consiguió más tarde al precio de enormes sácr i ficios y de desesperados combates . El Gobiernochileno cometió el error, a lo que parece, de tomardemasiado en serio las fanfarronadas de los pe ruanos y de dar demasiada importancia a su potencianaval y a sus med ios de resistencia . Es posible, enefe cto, qu e en los primeros m omentos de la lucha

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hubiese tenido éxito semejante tentativa , pero n u n

ca había seguridades de ello . El Callao estaba e n

situación de defenderse. Los acorazados peruanosposeían una artillería formidable . Resgu ardadosen el puerto se duplicaba su fuerza de resistenciacon sus baterias d e tierra ; las tropas de desembarquede Chile n o constituían aún más qu e un efectivoinsufi ciente , y un fracaso ante e l Callao , al principio de la campaña , habría comprometido grandemente la situación . Si e l G obi e rno chileno concibióeste arriesgado proyecto , es seguro que renun ció aél después d e un maduro examen , y nosotros nopodemos menos de alabar su prudencia .

Desde e l 7 d e Abril , en efecto , estaba la escuadraperuana suficientemente

,aprontada para q u e los

buques La Unión” y_e l

“ Pilcomayo”se hicieran

a la mar bajo las órdenes del comandante Garcíay García . Al norte de Antofagasta , en la fronteramisma d e l Perú y Bolivia , se encuentra e l puertecito d e L oa , e n la embocadura de l río de su nombre.Aquí fué donde tuvo lugar el primer encuentro entr e las fuerzas d e l Perú y de Chile , La cañonera chilena Magallanes destacada de la escuadra parareconocer esta parte de la costa y escoltar un convoy,se encontró de pronto frente a los buques del Perú .

Demasiado avanzada par a retroceder, tuvo queaceptar un combate en el que la superioridad desu tiro compensó la inferioridad de su armamento .

A las precipitadas descargas de los buques peruanos ,contestaba la “ Magallanes

” con un fuego más lentoy más metódico

,pero tambien más efi caz . La “ Unión

bastante averiada , y e l“ Pilcomayo

, qu e se mantuvo a considerable distancia , tuvieron qu e dejar e l

campo libre a la cañonera chilena , que se incorporóa su escuadra sin mayores averías.

Alentado con este primer éxito, el almirante ch i .

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leno Williams“

R ebolledo , que bloqueaba Iqu ique,resolvió dirigirse hacia el Callao y presentar combatea la escuadrap eruana . El mantenimiento de l bloqueode Iquique quedó confiado a dos buques chilenos ,el “ Esmeralda” y la

“ Covadonga” , a los que la l e nt it u d de su marcha y su estado de ve t u st e z hacíaninútiles par a la expedición qu e se proyectaba .

_

Su

misión debía limitarse a impedir e l acceso y fa salida de l puerto de Iquique a los navíos d e comercio .

Subi endo hacia e l norte , e l almir ante chileno r e

corrió la costa , bombar dean do , sucesivamente lospuertos de Mollendo y Pisagua . Toda esta partede la costa estaba enteramente desprovista de y é

ge tación y falta d e agua . Hubo necesidad , como enIquique , de recurrir a los condensadores y destilarel agua del mar . El 18 de Abril fué bombardeadoPisagua , y destruido todo e l material de explotaciónde l guano . En 500,000 soles , m ás de dos millones defrancos , se calculan los daños causados por e l fuegode la artillería chilena . Lo mismo e n Pisagua q u ee n Mollendo , tomados al descuido los per u anos,no habían tenido tiempo de preparar sus baterías .Sólo Arica estaba en condiciones de defenderse .

I nm ovi l izada en el puerto d e l Callao , la flotaperuana no daba señales de v i da y dejaba que suscostas fuesen d evastadas impun emente . El ahn irante chileno lo sabía y p or eso iba derecho—

'

a suobjeto . En Lima y en e l Callao, la opin ión públicasobreexcitada exigía medidas enérgicas y anunciaba la próxima partida d e u no de los buques de gurra , no para proteger las costas de l sur sino parasubir hacia e l norte y par a ir a esperar a Pa namá e lmaterial de guerra que se esperaba d e Europa .

Estos rumores , puestos hábilmente e n circu lación ,

no tenían otro objeto qu e engañar a la escuadra chilena , arrastrar la hacia e l norte y dar un golpe de

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mano sobre el puerto de Iquique . Asegurado poresta inacción y por los avi sos que le llegaban , elalmirante Rebolledo dirigió su proa rumbo alCallao .

El 16 de Mayo , el monitor Huascar y la fragata acorazada

Independencia abandonaban furt ivam e n t e este puerto, y en la madrugada del 21llegaban a la rada de Iquique .

La “ Independencia”

, revestida de una coraza ,de 4 pulgadas y media , contaba con 22 cañonesArmstrong , dos de

'

ellos giratorios y un espolónde 12 pies de lar go . El Huásca r monitor detorrecillas , e staba armado de cinco cañones Arms;trong y de tal

manera construído que podía bajarsu borda superior y no presentar al enemigo másque una borda plana de diez pulgadas sobre lalínea de flotación . Contra estos dos temibles adve rsar ios estaban lejos de poder combatir la “ Covadonga” y la “ Esmeralda

; pero sus comandantes ,jóvenes activos , y resueltos , decidieron pelear hasta e l fin y hundirse antes de entregarse . Intimadoa rendición por el

“ Huáscar”

, e l“ Esmeralda

”con

testó con una andanada de artillería . D os veces selanzó sobre él el

Huáscar”para atravesarlo con

su poderoso espolón y dos veces la corbeta chilenalogró evadir e l golpe , manteniendo siempre su fuego . Al tercer ataque, el

Huáscar la atravesó . Enel momento de hundirse, su comandante Ar turoPrat l legó hasta el puente del “ Huáscar

”con un

puñado de sus hombres , entablándose una luchadesigual , en la que pereció aquél y todos sus compañe ros . El “ Esmeralda

”desapareció entre las olas

no sin antes herir al buque enemigo en el p u e n t e ,'

con

una última abordada . D e los ciento ochenta hombresde que se componí a la tripulación del buque chilenosólo se salvaron 60.

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intrépido , debía más tarde dar lustre a su nombrey despertar la admiración de sus enemigos . Reducido

,a sus solas fuerzas , n o podía , después de la p érdida de la

Independencia” , volver a Antofagasta .

El almirante Rebolledo acababa d e imponerse'

enel Callao de la súbita partida de los buques peruanoshacia el sur . Allá llegó a todo vapor . El comandante d e l Huáscar

”volvió a tomar rumbo al Callao

perseguido de cerca por la escuadra chilena , de laque no pudo escapar sino gracias a su superioridaden el andar y a su sangre fría . El 7 de Junio se r e umió a la escuadra e n e l Callao , dó nde la poblaciónlo acogió con verdadero transporte . Saludado con

el nombre de primer salvador ilustre d e l Perú , e l

coman dante Grau no soñó más que en tomarse e l

desquite de l infortunado combate de Iquique .

Mientras por e l mar tenían lugar estos acontecimientos , e l Perú y Bolivia se apresuraban a concemtrar sus fuerzas militares . Las tres primeras divisiones del e j ercito boliviano , o se a alrededor de seismil hombres , habían hecho su entrada en Tacnapo r la provincia d e Arequipa , a las órdenes de lgeneral Daza , Presidente d e Bolivia ; pero Tacnaestaba aún a 175 leguas de la frontera de Chile , dedonde la separaba e l desierto de Atacama . Parafranquear esta distancia había que recorrer la costaapoyados por una escuadra de aprovisionamientoo embarcar el ej ército e n e l puerto de Arica . Parallevar a efecto cualquiera . de estas operaciones había que contar con la libre posesión d e l mar , amenos por un tiempo .¡Para conseguir este resultadose contaba con la campaña del “ Huáscar

”y de l

“ Independencia” .

L as fuerzas peru anas , bajo e l comando de l general Prado , Presidente del Perú , ocupaban Ar ica ,donde debía e fectuarse la unión de los dos ejércitos.

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El Congreso pe ruano , al dar al Presidente Prado plenos poderes p ara aumentar las fuerzas de mary tierra , l e había autorizado para hacer una emisiónde 125 millones de francos e n papel

moneda , y contratar e n -Europa la compra d e armas y municiones .El ejército de Tarapacá e ra corrían dado por el

general J . Buendía . El 20 de Mayo realizaban lospresidentes Prado y Daza e n Ari ca la unión de losdos ejércitos . Fué aquél un día de fiesta . Se habíatemido hasta entonces un ataque y un desembar quede

_tropas chilenas e n este punto estratégico : pero

las fuerzas considerables con q ue se contaba ya ,ah uyentaban este peligro . Se sabía además la afort u nada salida del puerto de l Callao de l “ Huáscar

y del “ Independencia”

, y se esperaba momentopor momento la nueva de l levantamiento de l bloqueo del puerto de Iquique , de la reconquista d eAntofagasta y d e la destrucción de una par te dela escuadra Chilena .

Al día siguiente se supo ya a qué atenerse . Eléxito no había respondido a las esperanzas . Sinembargo , sin desalentarse , se d ió principio a lostrabajos de defensa d e l puerto de Arica , de la quese hizo una plaza de guerra formidable . Iquiquerecibió u n a guarnición considerable y se levantaronallí fortifi caciones guarneci das de cañones de grueso calibre .

Pisagua , fuertemente ocupada p or un cuerpoperuano y boliviano , quedó resguardada de un r e

p e n t ino golpe de mano .

Al mismo tiempo se proseguían activamente e n

la República Argentina negociaciones para llegara u n aí

'

a l ian za ofensiva contra Chile ; se propuso. aesta nacion ce de r le

,e n pago de su 000pera

ción en la campaña emprendida, 60 leguas de

costa en e l Pacífi co, qu e se arrebatarían a C hile

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de sde e l grado 24 hasta el 27. Bolivia decretaba porotra parte q u e se hicieran señalar todos los bar cos ,de cualquiera nacionalidad q u e fuesen , q u e comerciase n con los puertos chi lenos . Faltaba dinero .

Bolivia confiscó las propiedades d e los ciudadanoschilenos e n las minas d e Coro—Coro y de H u anchacha , y votó un empréstito forzado de cinco millon e s d e francos , de los que no se pudo cubrir másq u e una parte insignificante . Por último , u n a leyde amnistía general , medida afortunada por cierto ,cuyo honor .e cupo al Presidente Daza , dió porresultado reunirse a l Gobierno y alistarse bajo lasbanderas gran núm ero de de scontentos , que depusieron su s rencillas particulares an te e l peligro co

mun .

Por su parte , e l Gobie rno de Chile , envalentonadocon sus primeros éxitos , apresuraba con toda ac

t ivi dad e l armamento d e sus tropas . Los minerosarroj ados de l territorio peruano constituyeron e x

ce l e nt e s reclutas . Resistentes ante la fatiga y e x as

p e r ados por las medidas de rigor tomadas e n su"

contra , perfectos conocedores d e l país , habituadosa las marchas y a la vida de l desierto , se alistaron

—! em masa y formaron e n pocas semanas un contingente d e cinco regimientos , cuya instrucción militar , valor y disciplina no dejaba nada que desear .La organización de una gu ardia nacional local p e rm i t ió a Chile disponer de tropas regulares , q u e formaban cuadros excelentes . Se trajeron de Europalas municiones y e l equipo necesario ; todas las compras se e fectuaron al contado, y el servicio d e ladeuda pública n o por e so se vió obstaculizado .

Chile mantenía su crédito , pero atravesaba tambiénuna crisis económica agu da , resultado de tres añosde malas cosechas y de gastos considerables hechospara grandes obras públicas . Se suspendieron estas

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últimas se introdujo en la adm in istracwn u na se veraeconomia y se recurr ió por fin a una emisión de pap e l moneda de curso forzoso, pero que, gracias alas sabias medidas tomadas y al prudente temperamento adoptado en esta emisión , sufrió una dep r e c iación el pape l de corta duración y qu e no excedió tampoco de l 25 por ciento .

Después del bloqueo de Iquique, la escuadra p éruana se preparó para el combate .

Si el bloqueo de Iquique paralizaba el comercioperuano e impedía la exportación de nitrato , también paralizaba una par te de la escuadra c hilena ,dejaba por otra parte libres los puertos de Pisaguay de Arica , situados más al norte y p or los cualeshacía entrar y salir el Gobierno peruano todo

"

lo qu enecesitaba para sus ejércitos : facilitaba adem ásun atrevido golpe de mano, la experiencia lo habíaya probado, y obligaba al almirante chileno a u na

incesante vigilancia , difícil de ejercer e n una tanconsiderable extensión de la costa . Fué así como lagoleta peruana <<Pilcomayo» logró burlar la vigi

lancia de la es“

cuadra chilena de bloqueo y desembarcar en Arica un importante cargamento , de spués de sorpresa en el puerto de Toc0 p i l la , ocupadopor los chilenos, echar a pique un navío transportey varios pontones y barc as y escapar después conhabilidad y a stucia a la persecución d e l enemigo . .

Esta aventura, que con todo éxito acababa de real izar se por el fué la base de las que e lcomandante Grau se propuso realizar en mayorescala con el Avezado por la experienciahabía hecho renovar y cambiar una parte de su armam e n to , reparar sus máquinas , completar su trip u lación , alistando en ella marineros expertos ;el 6 de Julio se hacía a la mar y comenzaba una

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campaña heroica que debía inmortalizar su nombrey dar gloria a su país .Se había podido ya ver por e l ejemplo d e l Ala

bama e n la época de la guerra de secesión de losEstados Unidos , los grandes perjuicios q u e se pod íanacarrear a un enemigo superior e n número y e n

fuerzas con un solo navío d e rápido andar y manejado con habilidad , un navío que d isirn u lase susmovimientos

,que apareciese de repente e n los pun

tos en que menos se l e esperaba , siempre amenazando , no aceptan do nunca e l combate sino antela seguridad d e la victoria y esquivando siemprela presencia de los buques enemigos q u e podíanimponer terror .Esta fué la táctica e n que se inspiró e l capitán

Grau , promovido al cargo de almirante . D e l Callaotomó ru mbo a Arica , comunicó sus planes al Presidente Prado , que l e dió plena autorización paraobrar a su gusto , y de allí se dirigió a Iquique ,bloqueado por la escuadra chilena . Sabía Grau qu ea la caída de la tarde los barcos chilenos se largabana alta mar para evitar los torpedos q u e pudieranlanzar e n contra de ellos los bloqueados .El 9 de Julio a media noche penetró e n e l puerto

de Iquique e l Huascar ; » e l almirante conferenciócon las autoridades peruanas y obtuvo d e ellas lasinformaciones que necesitaba , y antes d e l al ba . se

volvió a dar a la mar . Prevenido de la proximidadde l <<Matías Cousiño» , vapor chileno qu e ap rovi

sion aba de carbón a la escuadra de bloqueó , l e salióal encuentro . sorprendiéndole a poca distancia de lpuerto y l e in t imó la rendición . Como quiera que e l<<Matías Cousiño»

'

no estaba e n condiciones de sostener combate con e l iba ya este buquechileno a arriar e l pabellón , cuan do apar ece la ca

ñºne ra chilena comandada por don

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! osé L atorre, la que venía valerosamen'

te a d isputar su presa al buque peruano. Sorprendido Graude tanta audacia y engañado por la noche y la disdistancia , creyéndose atacado por la fragata acorazada Cochrane» , muy superior en fuerza al monitor , se preparaba a evitar la lucha cuando reconoció

Vuelve entonces a todo vapor el Huascar» y selanza sobre la cañonera chilena para dividirla endos, pero el comandante Latorre e squiva el golpey con ste sta con una andanada de ar tillería . ElHuascar» abre también e l fuego , venciendo enceleridad a su adversario, cuya pérdida parecía yasegura , cuando aparece en el horizonte el acorazdoCochrane» atraído por e l estruendo de la ar til l e r ía . El <<Huascar tuvo entonces que abandonarsu persecución y acogerse al abrigo de las bateríasde Arica .

Allí encontró a la corbeta peruanabarco de gran andar y de evolución rápida . El almirante Grau la tomó bajo sus órdenes , considerandola a propósito par a la guerra de sorpresas

"

que seproponía emprender

,y se dirigió con sus dos barcos

sobreAn tofagasta . Du r ante la ruta captur ó dos transportes chilenos, que mandó al Callao ; siguiendodespués por la costa , destruyó varios pontones chilenos en C a(:han assa , Hu asco y Carrizal , y virandode bordo, se dirigió

al norte . A la v ista de An to fagasta se encontró el Huáscar » con un gran transporte chileno, el Rimac» , cargado de víveres y mun icion e s, que conducía además doscientos cincuentahombres de caballer ía con sus caballos . El Rimac »fué tomado y enviado a Arica. A bordo se encontraba la correspondencia oficial del Gobierno de Chile .

Por ella se supo que se estaban esperando dos carga

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mentos de armas que venían de Eur opa , destinadosal equipo de l ejército de Antofagasta .

Convencido po r e l tenor de estos despachos d equ e e l ejército d e Antofagasta estaba muy lejos depoder tomar la ofensiva mientras no llegasen los convoyes qu e se esperaban , e l almirante Grau dió órdenal comandante de la <<Unión» de salir a suencuentro y apoderarse de ellos . Según todas lasprobabilidades , debía encontrarlos en el Estrechod e Magallanes . Si tenía éxito este golpe deano , se impedía por largo tiempo el avance de las tropas chilenas ; _

e l comandante'

García tomó ru m bo inmediatamente hacia el sur .Acosado por gran des temporales , logró por fin , nosin muchas dificultades , penetrar e n e l Estrechod e Magallanes ; pero entró precisamente en el mism o momento e n qu e sal í a de él el primer vapor que ,dándose a alta mar , se dirigió a Valparaíso . Pocodespués la Unión» l l ebaga a la vista de Punta Aremnas , estación chilena en e l Estrecho de Magallan e s . El comandante García se apoderó del puerto ,pe ro engañado por las indiscr e cion e s del comandantechileno creyó qu e los dos navíos que buscaba habían franqueado ya el Estrecho y se puso en su perse cu ción .

Había fallado e l objetivo de la expedicion , per ola ocupación de Punta Arenas , la audacia de que había dado pruebas el comandante García al penetrarimpunemente e n e l Estrecho y burlar la activavigilancia de los acorazados chilenos, la capturade l <<Rimac» y d e los soldados que iban a bordo , ladivulgación d e los despachos del Gabinete de Santiago, habían sobr e e e x itado

_y alarmado la opiniónpública de Chile .

_Se sentían en presencia de adve rsar ios activos , resueltos , cuyos tiros d aban en elblanco y cuyos golpes se repetían . Se reproch ó al

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Chil ena , bajo”

e l mando de l capitán Riveros ,“

q u e

iba decidido a concluir con e l <<Huascar» y a arriesgarlo todo para conseguir este resultado . Ademásde l <<Blanco Encalada» y de l tenía asus órdenes la corbeta y la goleta <<C O

vadonga ».

La escuadra se dir ig10 hacia Arica ; e l <<H u áscar »

ya no estaba allí , pe ro el almirante chileno supopor unos pescadores que el Unión estaba ahoratambién a las órdenes directas del alm irante Grau ,y qu e este buque e n unión de l había tomado rumbo hacia e l su r . En Mejillones supo ,por comuni caciones telegráficas de Santiago , q u elos dos navíos que pe rseguía , después de recorrertoda la costa destruyendo todos los barcos que había encontrado a su paso , habían vuelto al puertode Arica . Bajo las órdenes de l coman dan te Riveros ,pasaron la noche a la vista de Mej illones el <<C O

ch ran e » , el y u n o de los transportesmientras e l resto de la escuadra cruzaba un pocomás al sur a lo largo de Antofagasta . Si comotodo parecía indicarlo, e l almirante Grau se dirigía hacia el sur , debía forzosamente encontrarsecon una de las divisiones ch i l e rias .

El 8 de 0 ct u br e , antes de clarear el día , un oficial de cuarto a bordo del <<Blan co Encalada» , seña ló cerca d e l Cabo de Angamos el humo de dosbarcos de vapor . Eran el <<H u áscar » y e l

que seguían de cerca la costa y h abían pasado m e r

oed a la obscuridad , sin se r vistos por la divisiónapostada más al norte . Inmediatamente e l comandante Riveros se puso e n persecución de l H u ás

car» , qu e al verse descubierto , vir ó de bordo y pusoproa al norte . El de más rápido an

dar , sacaba gran ventaja de su adversario ,y ya se

creía fuera de peligro cuando vió delante de sí tres

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buques que"maniobraban de modo que le quedaseobstruido e l paso. Era la escuadra chilena del norte que al mando del comandante Latorre le presentaba combate. Por segunda vez , después del combate de Iquique, se encontraban uno frente ao tro :Latorre y Grau. Pero ahora con armas igualeshierro contra hierro, coraza contra coraza.

La situación del almirante Grau era de las máscríticas . Detrás de él avanzaba el comandan teRiveros a todo vapor : de lante, Latorre, que le e s

torbaba el paso . Había , pues , que forzar el pasosin esperar al <<Blanco Encalada» . Pero e l comandante del <<Huascar» no era hombre que desesperasede la fortuna ; tenía fe en su estrella ; su tripulaciónaguerrida , compuesta de marineros intrépidos , l einspiraba una confianza absoluta y la audaciap odía proporcionarle la ayuda que necesitaba:Inquieto, sin embargo, por la suerte de la Unión » ,cuyo casco de madera hacía ilusorio tratar de oponerse a la formi dable artillería chilena , le t e l egrañó paraque se diese a alta mar y rehuyese el combate. Graciasa lo rápido d e su marcha , la <<Unión» pudo evadirsey emprender la huída , seguida p or la corbeta O

'

H ig

gins , que el comandante Latorre mandó en su perse cu ción .

Una vez solo, el Huáscar » se di r ig10 hacia elnorte forzando sus máquinas , disminuyendo la dist ancia que lo separaba delA tres kilómetros de distancia abrió el fuego

,que

su adversar io sufrió silenciosamente ; después , llegado a corta distancia , se lanzó por medio de unaa rrie sgada maniobra sobre el acorazado chileno ,intentando despedazar lo con su enorme espolón .

Gracias a su doble hélice , pudo el <<Cochrane !evitar el choque y los dos navíos se deslizaron u no

a l costado del otro a pocos metros de distanciaG . d e l P .

—4

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cambiando terribles andanadas . Volviendo sobresus pasos , e l <<Huascar » se acercó a su adversariodecidido a ponerle fuera de combate antes de l allegada de l <<Blanco Encalada» , que corría a todaprisa e n su socorro .

En menos d e una hora , hizo e l Huáscar 25

descargas d e su pesada artillería de 300 sobre elCochrane que respondía con energ í a , impidiéndo l e decididamente e l paso . A las 1 1 entrabae n batalla el “ Blanco Encalada y abría el fuegocontra el

Huáscar”; A proa hacían poco efecto

los proyectiles ; e ra a popa donde estaba la partevulnerable d e l

“ Huáscar”

. El almirante chilenoconcentró sobre este punto e l fuego de sus piezasde 400 y logró e strop e ar l e e l gobe r n a l l e . En vanotrató la tripulación de l “ Huáscar

”d e reparar la

avería . Los marinos chilenos apostados e n las cofasacribillaban e l puente con incesantes descargas.de mosq u e t e r ía . El monitor peruano estaba ya sin

gobierno ; juguete de las olas seguía sin embar gocombatiendo . A todas las intimaciones de rendirsey de arriar e l pabellón contestaba con el fuego d esu torrecilla blindada . Acorralado en esta formatan peligro sa , e l almirante Grau sostenía una luchadesespe rada . A u n a orden del almirante chilenolos dos acorazados empezar on a dirigir su fuegocontra la torrecilla blindada . Un obús acabó po ratravesarla y el almirante Grau sucumbió al disparo .

Muerto el almirante , parecía inútil toda r e sis

tencia , pero la tripulación del“ Huáscar

”estaba

re suelta a perecer an tes de entregar se . Tomó elmando del buque el capitán Elías Aguirre y se insta ló

'

e n la torre blindada .

Engolfados en la lucha , exasperados por el combate , los adversarios cambiaban mortíferos dispa

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ros a una distancia de 300 metros . El BlancoEncalada

, a una orden d e l comandante Latorre ,con sigu ó aproximarse hasta una distancia d e diezmetros , mientras que se cargaba e n e l interior unade las piezas d e l “ Huáscar” . En la abierta troneracayó un obús de 300 libras , que explotó e n la tor r e ci l la , mató al capitán Aguirre y a los sirvientesde piezas y desmontó uno de los cañones d e l

Huáscar” . No quedaba más que uno e n estado deservicio . Era sufi ciente para proseguir la lucha .

Dirige ahora ésta el capitán Carvajal . Nuevostripulantes entran con él en la torrecilla , continúael fuego más lento, pero sostenido, hasta el momento e u q u e un obús del

“ Cochrane , pe netrapor la abierta brecha y hace estallar el blindaje ,hiere a Carvajal y mata a los sirvientes .Eran las 1 1 ; hacía dos horas que se combatía .

El puente del “ Huáscar”

, inundado de sangre , latorrecilla sembrada de cadáveres , at e st igu aban e l

heroísmo de la lucha . L os m aste l e ros rotos no perm it ían utilizar las ametralladoras de las cofas ;p or lo tanto , el

“ Huáscar”combatía con su única

pieza de artillería y el teniente José Rodríguezsostenía e l ardor de los combatientes . Una de scarga de fusilería hecha desde las cofas del “ Cochrane” ,

derribó al teniente sobre el puente .

El “ Huáscar desamparado , flotaba al azar ; su sartilleros habían muerto ; los marineros que intentaban reemplazarlos , caían bajo el fuego de la art i l l e r ía enemiga ; los obús habían hecho desplomarse la techu m bre de la torrecilla . Sobre el puentee nsangrentado atravesado continuamente por lasdescargas enemigas , era imposible mantenerse . A p ésar de todo , toma el mando del

Huáscar” el tenientedon Pedro H ar e son . En vano el alm irante chileno hace cesar el fuego y bota al agu a las chalupas para lan

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zar sus hombres al abordaje . Los últimos defensoresdel “ Huáscar

”los reciben a hachazo limpio y a tiros

de r e vó lve r y los arroj an al agua . Era s u último é sfuerzo . Una segunda tentativa de abordaje produjomejor resultado . Los chilenos quedaban dueños del“ Huáscar

, pero los sobrevivi entes han abierto lasválvulas y el “ Huáscar

”amenaza irse a fondo ; ap enas

si los chilenos tienen tiempo de cerrar las válvulasy mantener el buque a flote . Este combate de Angamos aseguró la supremacía naval de Chile . Aúncuando fué glorioso para él , no lo fué menos para e lPerú . D e la tripulación de l

Huáscar” murieron61 hombres y entre ellos los cinco oficiales de mayorgrado ; otros siete quedaron e n estado agónico .

Durante e l combate trabado a la vista de Mei illones , el telégrafo d e este puerto informaba a lasautoridade s chilenas de las incidencias de la lucha .

El resul tado fué acogido en todo Chile con un júbilo in descriptible . Sin embargo , los vencedores rindieron a los vencidos el homenaje debido al valory en un comunicado ofi cial , e l almirante chilenoh ablaba e n términos emocionantes de la intrepidezy d e l heroísmo del almirante Grau , al que llamabaun gran marino .

Y lo fué , en efecto . Con él de sapar e c1o e l máshábil y el más arriesgado de los ofi ciales de la marin a peruana . Sus compatriotas no se engañ aron .

El Senado peruano votó , en medio de las aclamac ion e s del pueblo , e l siguiente decreto :

“ Al ser llam ado po r lista , a bordo de la flota nacional , MiguelGrau

,contestará e l oficial de más alta grad u ación

a bordo :“ Presente e n la mansión de los héroes” .

Dueño indisputado del mar, podía en adelantee l Gobierno chileno imprimir un enérgico impulsoa las operaciones de tierra y tentar la invasióndel Perú: Lo que la intrepidez de sus marinos h á

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bía comen zado, debían concluirlo sus generales .Sigámosl e s en este nuevo terreno donde veremosdesarrollarse los últimos incidentes de la Guerradel Pacífico .

Oc u p a c ió n d e P i sagu a .— B a t a l la d e D ol or e s :

C om ba t e d e T a r a p a c á .— C a í d a d e l o s P r e

s i d e n t e s P r a do y D az a .—C om ba t e d e L o s

An ge l e s .— B a t a l l a d e Ta cña .

La fortuna había traicionado e n el mar las esperanzas de los defensores de l Perú . La audacia qu e la seduce la tenacidad q u e la avasal la , la intrepidez que lasu byu ga, ningu n a de estas cualidades había faltado alalmirante Grau y a sus heroicos compañeros . En cualquiera otra época éstas les habrían proporcionado lavictoria o por lo menos , habrían mantenido el fi elde la balanza y la suerte hubiera sido indecisaentre las dos potencias rivales . La campaña d e l“

Huáscar ha quedado,sin duda , entre los hombres

de mar como el tipo acabado de las operacionesnavales modernas . En Iquique vimos a este buqueacorazado en su combate con la “ Esmeralda

,

recurrir con éxito a la maniobra de l espolón y echara pique a su adversario ; más tarde , gracias a su velocidad y a su excesiva movilidad , le vemos esquivarse al “ Blanco Encalada” ; e n Antofagasta traba combate con dos navíos enemigos y las bateríasde la costa , evolucionando con una precisión admirable, manteniéndose fuera del alcance de losp roye ct ibl e s enemigos , hiriendo a distancia y a golpe se guro . En su última lucha

,en fin , hubo nece

sidad de que se uniera toda la flota chilena parasom e t e r l e .

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Merced a la velocidad de su marcha , desconcertódurante largo tiempo las combinaciones estratégicasde su adversario , pudo herir en e l momento op ort uno con golpes inesperados , inquietar al enem igo ,burlar su vigilancia

,compensando con su movilidad

la desproporción de fuerzas . Arma a un mismotiempo ofensiva y defensiva ; su velocidad l e pe rmite llevar a los puntos vulnerables su poderosa ar

t i l l e r í a . Ya e n la guerra de separ ación en EstadosUnidos , había quedado de manifiesto, con e l

“ Alabama

, que era absolutamente necesario unir alas cualidades requeridas en todo crucero , la velocidadla rapidez d e evolución y una grande potencia dela artillería . El almirante Grau supo sacar de estascualidades d e l “ Huáscar

, todo el partido posible ;supo asimismo, emplear con éxito el ataque d e l e sp o lón y dió pruebas d e una rara habilidad e n eldifícil manejo de esta máquina de guerra .

Por el otro lado , es conveniente señalar a la atención de los entendidos . las ventajas que los chilenos supieron sacar d e l empleo de sus am e tral ladoras ligeras y cañones—r evó lve r s instalados en las

cofas , transportables de babor a estribor y capacesd e seguir con su tiro las evolucione s d e l navío . Conla ayu da de esta artil lería , acr ibi l lar on materialmente los chilenos a balazos e l puente del “ Huascar

, dieron cima a la destrucción de su torrecil lae hicieron caer sobre sus últimos defensores , unalluvia de proyectiles , que paralizó su ú ltimo e sfu e rzo . Hasta ahora había sido considerado como e l

tipo naval m o d e r n o el combate de Lissa .

El combate de Punta Angamos nos muestra losprogresos alcanzados hasta hoy y los que se puedenesperar . Este combate ejercerá necesariamente u nagran influencia

"

sobre los planes de los ingenieros y

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había conver tido en punto de resguardo para lasreservas y para proteger sus piezas de artillería .

Se decidió el ataque sin vacilac iones . Los buquesde guerra recibieron la orden de abrir el fuego contra las baterías de tierra , al paso que dos fuertesdestacamentos chilenos intentaban desembarcar p orel norte de la ciudad , para tomarla por retaguardia .

A las 7 de la mañana comenzó el fuego . El “

C och ra

ne”cañoneaba el puerto y el fuerte del sur ; el

C ovadonga

” y el “ Magallanes” atacaban el fuerte de lnorte y e l

O'

H iggin s cubría de proyectiles lospuntos por donde debía verificarse el desembarco .

En menos de una hora consigu i ó la escuadr a chilena extinguir las baterías enemigas y se lanzaronal ataque los destacamentos bajo un fuego de fusi l e r í a vigoroso y sostenido . Protegidas por las rocas , las casas, la estación de l ferrocarril , los vagones ,los sacos de carbón y de salitre acumulados , lastropas bo livianas resistían y herían a sus enemigosal descubierto , qu e e n las chalupas de de sembarque eran juguete de las olas y avanzaban l e n tam e n

te p or las agu as de un mar embravecido . Enva l e n

tonados p or esta resistencia , los artilleros peruanosrecobrar on valor y corrieron a sus piezas . Sólo unacolu mna chilena había puesto pie en tierra perosus municiones se agotaban y los buques de la escuadra no podían

,defenderlos d e l fuego enemigo

ni exponerse a se r alcanzados por los disparos dela artillería peruana . Hubo un momento en quepareció inevitable la derrota de los chilenos , pe rocon una hábil maniobra , el

O”H iggin s

”avanzó ,

cubrió con sus proyectiles las altu r as y permitióque la columna chilena

,ya agotada , se pusiese al

abrigo bajo las rocas , en cuya cumbre se guar ecíansus enemigos y tomase nuevo aliento . Después ,animados por sus jefe s y no viendo salvación

,más¿

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haciendo un esfuerzo sqp r emo , los chilenos se lanzarou al asalto de aquellas escarpadas pendientes ,franquearon los parapetos bajo los cuales p or fin la

gscu adr a , silenciando sus fuegos , vino a izar su banera .

La lucha había durado cinco horas . Las pendientesestaban cubiertas de muertos y heridos . La columnade ataque compuesta de diez mil hombres , habíape rdido trescientos cincuenta de éstos . Los peru anosy bolivianos contaban mayor número de muertos ,heridos y prisioneros . La escuadra se hizo cargode estos últimos , fueron transportados a Valparaísoy volvió con tropas de refresco para cubrir las bajashabidas en sus fi las .Si los desastres sufr idos por la marina peruana

no le pe rmitieron oponerse a las operaciones navalesde Chile , ni impedir el paso a sus acorazados , había ,sin embar go, aún algunos cruceros peruanos en elmar y los buques de transporte chilenos , pesadamentecargados , no podían hacerse a la mar sino escoltadospor los navíos de guerra .

“ La Unión”

, e l“

P i lcom a

yo”y el Chalaco

”recorrían las costas , evitando

todo encuentro con fuerzas superiores , pero dandocuenta de los barcos aislados . El contraalmiranteRiveros recibió orden de darles caza , y tomó e l

mando del “ Blanco Encalada”

. El 17 de Noviembrepartía de Pisagua ; e l 18, delante de Mollendo, divisaba en el horizonte tres columnas de humo y forzando la velocidad reconocía los tres buques peruanos .La indiscutible superioridad de marcha de LaUnión” , no permitía al almirante Riveros pensaren darle caza ; bien pronto desapar eció en el horizonte . El “ Blanco Encalada emprendió la persecución del “ Pilcomayo

”. El buque peruano huía

a todo vapor ; su adversario forzaba la máquina .

Durante cinco horas recorriendo una distancia d e

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sesenta millas los dos buques lucharon en velocidad .

El acorazado chileno iba ganando lentamente .

A las 2 de la tarde solo estaban uno de otro a cincokilómetros de distancia y el “ Pilcomayo

, abrióel fuego . Sus disparos bien dirigidos dieron variasveces al “ Blanco Encalada

”en pleno flanco , pero

gracias a la solidez de su coraza , los proyectiles resbalaban sin causarle averías . El almirante Riverosno contestó . Empeñado en la persecusión , no t e n iamas afán q u e e l de acortar la distancia que mediaba entre los dos navíos . Al cabo de tres horas éstaera sólo de metros . Se dió orden de hacerfuego y el primer proyectil chileno rompio el e x tr emo del palo m ayor d e l buque enemigo y estallóe n su proa , donde se declaró el incendio . El Pilcom ayo

”tuvo que detenerse. Lan zándose a todo

vapor , e l“ Blanco Encalada

”se acercó tanto al

buque peruano, q u e pudo mandarle una andanadacon sus grandes cañones , los cañones de menorcalibre del puente y las ametralladoras de las cofas .Gravemente afectado , e l

“ Pilcomayo” no tratóya d e resistir . El incendio redobló su actividad abordo y a una orden de l comandante Carlos Ferreiro, los marinos peruanos abordaron su navío paraimpedir que cayera en manos del enemigo . De unmomento a otro podía e l fuego alcanzar a la Santa Bárbara . Sin tomar en cuenta el peligro , el almirante Riveros colocó su fragata costado concostado con el Pilcomayo e hizo trasladar al“

Blanco Encalada a los ofi ciales y marinos peruan os ; después a la cabeza de su tripu lación , se puso a extinguir el incendio . Gracias a las poderosasbombas d e l acorazado y al empleo de hachas , selogró dominar e l fuego , pero el navío se iba a fondo y el agua invadía e l barco por las válvulas abi e rtas . Los buzos de la fragata chi lena consiguieron

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p or fin tapar la vía de agua , y el Pilcomayor emolcado por su vencedor, fué conducido a Valparaíso, donde convenientemente reparado , se le

“ puso de nuevo a flote y fué a engrosar el efectivod e la marina chilena . Esta nueva captura redujol a flota peruana en sus navíos de guerra , a la cor

beta de madera la Unión” y a las baterías flotantes<<Manco—Capac» y “ Atah ualpa ancladas la una

0

e n Arica y la otra en el Callao, completamenteinm ovi l izadas .

No era ya por tanto por el mar por donde Perúy Bolivia comprendían que habían de hacer coali

¿gados la guerra a Chile . Conocían su inferioridadn aval aún considerándola transitoria . Se comprarían buques en Europa : cuestión de tiempo ; podíaconfi arse en el valor y la audacia de los marinosp eruan os ; en algunos meses podía reemplazarsela flota perdida ; con las lecciones de la experiencia'

se armarían buques de rápido an dar y se disputaríad e nuevo a Chile la posesión del Océano . Pero entierra el Perú y Bolivia se consideraban superiores .E l combate de Pisagua no sólo no signifi caba na—d a sino que había puesto a las fuerzas chilenas ,según ellos , entre dos fu egos .Tanto en La Paz como en Lima se tenía por cosa

<c ierta que el triunfo estaba cerca .

Y, efectivamente , si el atrevido golpe de manoi ntentado por Chile contra Pisagua había dador esultado, no se podía , sin embargo , ocultar que elcuerpo de desembarque chileno, aislado en estep unto de la costa , podía ser desaloj ado por mediode un ataque bien combinado y empuj ado haciae l mar . Pisagua se encontraba entre Iquique , fuertemente ocupado por las tropas peruanas , y Arica ,d onde acam paba la vanguardia del ejército bolivi a¿no . Un poco al norte de Arica , en Tacna , se encon

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traba el grueso de las fuerzas bolivian as . Co'

mol íneas de retirada , no tenían los chilenos más que elmar . Desde Iquique podían los aliados mandarcatorce mil hombres al norte sobre Pisagua . DesdeArica se podía lanzar una columna casi igual enfuerzas y obligar al cuerpo chileno a rendir las armas o a embarcar se en la escuadra , Operación difíci l en presencia de un enemigo superior en fuerzas .Los Presidentes del Perú y Bolivia se encontrabanen Tacna y Ar ica ; se convocó un consejo de guerra yse dispuso e l plan de cam paña .

Se resolvió que ambos ejércitos , en lugar de marchar directamente sobre Pisagu a , uno desde el nortey e l otro desde el sur , se uniesen e n Dolores , situadoentre Iquique y Pisagua , y juntos atacasen estaciudad . Este plan tenía el inconveniente de imponera las tropas que partieran desde Arica y desde Tac:

na una fatiga inútil . Para llegar a'

Dolores , teníanque dar la vuelta p or Pisagua , la que quedaba a suderecha , bajar hasta Dolores y volviendo despuéssobre sus pasos , subir hacia e l norte para presentarla batalla . Durante esta marcha se exponían a u n

ataque d e flanco , peligro qu e se correría inút i lm e n

t e . El objetivo d e los generales aliados e r a aplastarde un golpe , p or medio d e masas considerables alos defensores de Pisagua . El mismo resultado podía conseguirse dirigiéndose a Pisagua por e l nortey p or e l sur y constituyendo e l blanco de su ataquee l punto de reunión d e sus fuerzas , con la condición ,sin embargo , d e calcular las distancias y las e tapascon una rigurosa exactitud y abrir e l fuego sirn u l

t án e am e n t e .

Una vez convenido su plan de campaña , los jefes…aliados , dueños d e l interior del país y del telégrafo,transmitieron a Arica las órdenes necesar ias ,

'

perose olvidaron de ocupar los puestos telegráfi cos…

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En Pisagua no se ocultaba al comandante chileno“

la gravedad de su posición . No conocía los planese nemigos , pero sí sabía que en Iquique había unan u merosa gu arnición peruana , qu e el puerto estaba suficientemente fortificado para resistir un ata—q u e p or mar, y que de un momento a otro podíalanzar se contra él la casi totalidad de los efectivosq u e ocupaban Iquique . Sabía también que las fuerzas bolivianas concentradas en Arica y Tacna ,p odían acom e te r l e por el norte y cogerle entre dos

El ataque más inminente era el que le amenazabap or la costa de Iquique . Decidió , pues , no e sp e rar l ey marchar directamente hacia el sur de esta ciudad .

Pero antes de emprender esta marcha tan peligrosaq u e debían hacer tan penoso los arenosos terrenosde Tarapacá para sus tropas , destacó una columnacon orden de ir a observar al norte los movimientosde l enemigo . Maniobrando con rapidez y habilidadconsiguió esta columna sorprender un puesto detelégrafo y apoderarse de las comunicaciones de losaliados . Se pudo averiguar así en todos sus detallese l plan de campaña de sus ejércitos y su concentrac ión inminente en Dolores .Al quedar mucho más cerca de Iquique que de

Arica , las fuerzas que partieran de Iquique debíanOcupar primero Dolores . Había orden de que se

acercasen allí los contingentes bolivi anos que se lesagre

'

garían pocos días más tar de . Al saber estas not icias los generales chilenos modificaron sus planesy resolvieron anticiparse a sus adversarios , ocuparlas alturas de Dolores , fortificarse allí y atacar decididam e n te la columna que venía de Iquique yarrojarla sobre esta ciudad antes de que llegasen last ropas bolivianas dándoles así una superioridadn umérica muy considerable ; después subirían ha

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cia e l norte al encuentro de los bolivianos y los repel e r ían hacia Arica . Este plan era atrevido, pero se

imponía . Era preciso ponerlo en práctica o r e embarcarse , abandonando Pisagua y dejan do al enemigoen libertad para efectuar su unión .

Bajo las órdenes del coronel Sotomayor, se dirigieron sobre Dolores seis mil hombres y se apoderaron d e sus picachos . El agua era abundante, ventaja considerable en estas regiones . Al pie de las

altu r as ocupadas por los chilenos pasaba la víaférrea q u e ponía e n comunicación Dolores con Pisagua . De esta vía se hizo uso para transportarla artillería y todo e l material necesario . Avanzados los trabajos con u n a actividad febril , se pudoal poco tiempo construir una especie d e campoatr inch e rado , a cuyo abrigo podían las fuerzas chilenas sostener el choque de un enemigo con fuerzassuperiores . Pero aunque suficientes para mantenerse a la defensiva , estas medidas no lo eran para tomar la ofensiva y atacar resueltamente al ejércitoperuano . Este último avanzaba a marchas forzadas .El 18 de Noviembre los exploradores chilenos

señalaban la presencia de su vanguardia a pocoskilómetros de Dolores . Inmed iatamente , prevenidopor e l coronel Sotomayor , e l general Escala decidiómandar sobre Dolores todo e l resto de fuerzas d eque disponía en Pisagua . El material de vía férrea

,

muy insufi ciente , no perm itía transportar estastropas ; debían , por lo tanto , llegar a Dolore s amarchas forzadas . Por efecto de estas medidas

,

Pisagua se encontraría virtualmente evacuada . L a

débil guarnición que la ocupaba no estaba en condiciones de resistir un ataque serio de las fu erzas …

e nemigas . Si en este momento las tropas bolivianasqu e avanzaban por el norte hubieran marchado

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p or la espalda por la van guardia boliviana , decidió presentar combate sin esperar los refuerzos delgeneral Escala . Seguro de sus tropas y confi andoen la ventajosa situación que ocupaba , tomó todas las medidas para atacar bruscamente . A lastres de la tar de , en los momentos en que una columna peruana maniobraba para cam biar de posición

,

a bría el fuego contra ella una batería de montañacolocada en el centro de la línea chilena . Contrariamente a las órdenes de sus jefes , la colu mna peruanac ontestó con u n fuego de artillería y de fusilería

,

q u e e n'

pocos momentos hicieron general la acción .

La artillería peruana concentró sus disparos sobrelas altu ras , pero las piezas chilenas , bien servidasy mejor apuntadas , respondían vigorosamente . B a

j o las órdenes del general Buendía se formó una poderosa columna de ataque . Escondida tras un repliegue de l terreno , debía a una señal dada , fran

q uear rápidamente el espacio descubierto que la sep araba d e l pie d e las montañas ; una ve z allí , tomaraliento y lanzarse al asalto d e las posiciones e n em igas . El movimiento se ejecutó con precisión . Laartillería peruana redobló su violencia ; después rep e n t in am e n t e cesó el fuego . Las tropas peruanasr ecorrieron apresuradamente e l espacio descubiertoy resguar dadas momentáneamente de los proyectiles chilenos , se ordenar on e n columna de asalto.

Rápidamente escalar on las pendientes entre unalluvia de fuego graneado que an iqu i laba sus filasp ero no de tenía su marcha . Ya estaban a punto dealcanzar las baterías ; otro esfuerzo y quedabanen posesión d e l campo chileno . A tan pequeña dist an cia de nada servía la artillería ; se luchaba cu e rp o a cuerpo . En este momento hace avanzar elcoronel Sotomayor su última reserva , los batallonesde Copiapó y

de'

Coquimbo, reclutados entre l os

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m ineros de estas localidades , hombres sólidos yvigorosos , enar decidos en la fatiga , habituados aluchar contra los indios y no contar el número desu s e nemigos . Sin dispar ar un solo t iro, avanzaroncon la bayoneta ca lada y rechazaron a los asaltant e s por las pendientes , siguiendo ellos detrás llenosde un loco entusiasmo y de un impulso irres istibley yendo a caer sobre las mismas masas del ejércitoperu ano . Obligados tres veces a retroceder , otrastres vuelven con nuevos bríos al ataque . La artil l e r ía peruana abre el fuego para con t e n e r l e s , peroe n

'

esta horrible confusión los disparos hacen másvíctim as entre las propias tropas que entre los chil enos . Asaltados en su frente po r los batallones deCoquimbo y Copiapó , que se esforzaban en abrirsepaso atacados por retaguardia por un fuego de art iller1a desconcertante , los batallones peruanos vac ilan . El coronel Sotomayor dirige contra ellos unfuego nutrido y viene en seguida una nueva carga al a bayoneta .

Al ver__comprometida la suerte de la batalla , el

general Buendía llama a sí a su ala derecha . C on te n ida por una batería ¡de cañones Krupp apostadaen la a ltu ra , esta ala no había podido tomar parteen el asalto . El general peruano dió orden de quepasase a la izqu ierda y resistiese el choque de losbatallones de Copiapó y de Coquimbo . La llegadade estas tropas d e refresco podía comprometer lavictoria . El coronel Sotomayor no vaciló ante estenuevo peligro . D e sgu arn e ci e ndo las pendientes queam enazaban el ala derecha de Buendía , hizo transportar a toda prisa su batería Krupp al punto amagadoy cubrió con sus disparos a las columnas peruanas ,que retrocedieron y a las que los batallones de C op i apó y Coquimbo acabaron de desbaratar . La der rota era completa . A las 5 de la tarde , el ejércitoG . d e l P .

—5

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peru ano estaba e n plena retirada . La retirada se:

efectuaba con cierto orden , a pesar d e l fuego d ela ar tillería chilena y la persecución organizada por

1

a

l

lgu nos cuerpos d e tiradores desplegados e n guerria .

Pero a las cinco d e la tarde sobrevino un fe n óm e

n o bastante conocido e n estas regiones y designadocon e l nombre d e camanchaca , y la retirada se hizoa la desbandada . Una niebla intensa y repentinaocultaba a los fugitivos hasta la vista d e l suelo p ordonde cam inaban . Errantes y perdidos entre laniebla , las compañías chocaban unas con otras ,sin saber la dirección q u e seguían , tomando susmismos confusos clamores , e l e st rép ido sordo d e laar tillería , e l piafar d e sus caballos , los mil rum ore s…

d e un ejército e n retirada , p or los movimientosd e u n enemigo empeñado e n su p e r se c u

'

s ió n .

Agotados y exhaustos . sin descanso desde la

víspera , lejos d e sus ap rovisionam i e n tos , los so ldados huían al azar , abandonaban a sus heridos , suartillería desmontada , sus armas y un material degu erra considerable .

En aquel: mismo momento llegaba a Dolores laavanzada d e l general Escala , después d e una marcha forzada d e doce horas . Los refuerzos que éste1levaba podían acabar d e aniqui lar e l ejército péruano , pero e l general chileno no se atrevía a creere n u n a victoria tan completa . L e parecía impo sibleq u e doce mil hombres d e excelentes tropas hubiesensido completamente derrotados por una divisióninferior en m á s d e la mitad . Para él , e l ejército p eruano no había sido deshecho , sino q u e reunido apoca distancia se prepararía seguramente a r e an u

dar la ofensiva al desp u ntar el día . Por lo tanto,n o accediendo a las instancias del coronel Sotomayor, ,se negó a lan zar sus tropas e n persecusión de los ,

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fugitivos . Por otra parte extenuadas aquéllas p oruna marcha excesiva , teman necesidad d e una n o

ch e d e descanso para hacer frente a la lucha q u e e l

general Escala preveía para e l día siguiente .

Llegó e l día y e l enemigo n o apareció . Los primeros destacamentos enviados e n reconocimientotrajeron consigo gran número d e fugitivos y heridos .

Por ellos se supo la magnitud de l desastre d e l e jército peruano . El suelo sembrado d e armas de furgones , de municiones , at e st igu aban la huida a ladesban dada . En ninguna parte se encontró un destacam e n to e n estado de resistir a un simple reconocímiento . La caballería se había dispersado completamente , la artillería había abandonado cañones .

Todo el material quedó en manos del ejército chilenos , al que no costó aquella victoria más de 250

¿Q u é hacía , entre tanto , el general Daza a la cabe za de los contingentes bolivianos? Había partidoe l 1 1 de Noviembre de Arica e n medio de l e n t u siasm o ge n e ra l de sus habitantes , y debía llegar a Dolores y juntarse allí con e l ejército peruano e l d ía1 7 . El 20 , día e n

, q u e se dió la batalla , no habíallegado todavía . Ni él ni sus ofi ciales habían previsto e l cúmulo d e dificultades d e la marcha por eldesierto donde faltaba e l agu a , donde no habíacaminos marcados y donde los carros d e la a r t i l l ería se hundían e n un terreno arenoso y alcalinocuyo polvo cegaba a los animales . El 16 de Noviembre se en contraba solamente un poco al sur de l r íoCamarones , a 18 leguas al norte d e Dolores , de dondel e separaba un desierto parecido a los que acababade atravesar . El general Daza calculó q u e no l ese ría posible llegar e l día fi jado . Descorazonadoy vencido por las difi cultades de la marcha

,dudan

do d e l éxito , hizo alto . No se le ocultaba que si e ra

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derrotado había llegado el término de su poder pres idencia l . Sabía qu e en La Paz , la capital de Bolivia ,sus competidores y enemigos esperaban solamenteuna ocasión favorable par a de r rocar l e y que sacarían partido de su ausencia para conspirara en

contra suya . Por otra parte estaba disgustado por laarrogancia y jactancia de los oñcia l e s peruanosque en e l momento de su partida d e Arica decíana voz e n cuello que bastaba el general Buendía para derrotar al ej ército chileno . Entre e l poder su

premo y el éxito de la campaña , Daza no vaciló .

D ió orden a su cuerpo de ejército d e acampar y tele

grafió al general Prado , Presidente d e l Perú, notifi cándo l e las difi cultades que experimentaba paraprosegu ir avanzando .

El general Prado que se había quedado en Arica,

compartía todas las ilusiones de su Estado Mayor.No dudaba que Buendía , a la cabeza de sus docemil hombres , de tropas excelentes , daría fácilmentecuenta de los cinco mil chilenos . Poco interesado encompartir con su colega boliviano la gloria de untriunfo asegu rado , . l e contestó que aprobaba queno se prosiguiese adelante el avance de las tropasbolivianas y que por lo de más él , e n su caráct erde jefe supremo de los ejércitos aliados había dado órdenes a Buendía para que presentase combatesin esperar la llegada d e l general Daza . Le invitabapor tanto a dejar descansar sus tropas y a haceren adelante solamente algunos reconocimientospara estar al tanto—de la retirada de las tropas chilenas a las q u e podría estorbar e l paso y cuya derrota concluiría . Estas instrucciones se conformaban e n un todo con los deseos del general Daza

,

que no se había atrevido a poner en práctica , perocuando sus tropas comprendieron el pap el que seles había reservado cu ndió entre sus ñlas el más

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v ivo descontento . Se llegó a hablar hasta de dest it u ir al general Daza y de fusilarlo acusado del del ito de alta traición a la patria . Daza logró dominare l descontento . Salió de su campamento en avanzada , a la cabeza de algunos cuerpos de caballeríaligera y el día 20 pudo oir a distancia el estruendode la artillería peruana que abría el fuego contralos chilenos atr inch e rados en las alturas de Dolores .Por algunos heridos se enteró de la derrota sufrida ,y a toda prisa , se replegó con sus tropas sobre Arica .

Los primeros fugitivos que llegaron a Iquiquecon las noticias del combate de Dolores fueron acogidos con una incredulidad generalSu número iba aumentando por momentos y

todos concordaban e n sus declaraciones . Un despacho del general Buendía vino a confi rmar la magn it u d del desastre . En él anunciaba que se r e p l egaba sobre Tarapacá donde e speraba reorganizarlos restos de su s columnas y pedía e l envío inmediatode todas las fuerzas que aun ocupaban a Iquique .

Era la evacuación de la plaza , pero se hacía in e vi tab l e . Bloqueada po r la escuadra chilena , a puntode ser tomada por detrás por el enemigo victorioso ,Iquique no podía resistir . Valía más acudir al llamado de Buendía y tentar en Tarapacá una r e sis

tencia desesperada que capitular sin combatir en unaplaza sin salida . .

Mohinas ¡ y cabizbajas desfi laronlas tropas en columnas cerradas mientras las comp añías de desembarque de los buques de guerra chi?lenos tomaban tranquilamente posesión de la ciudad abandonada .

Bu endía había logrado no sin dificultades llegara Tarapacá , pequeña ciudad de habitantessituada a una distancia aproximada de 10 leguasde la ciudad de Dolores , a las orillas de un río y alfondo de un estrecho valle que descendiendo de la

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cordillera termina e n e l desierto . Encerrado entredos cadenas de montañas , con una extensión a lomás de un kilómetro , no presentaba e l valle otrasalida q u e las

' llanuras arenosas q u e la separan deDolores y e n las q u e andaban: errantes los restosd e l ejército peruano . Buendía tenía e n su compañíaal jefe de su Estado Mayor e l coronel Belisari oSuárez , soldado valiente , d e u n a energía indomable

,

dotado de una fuerza de resistencia extraordinar ia ,q u e consiguió levantar un poco e l valor de Su jefey la moral de las tropas que le acom pañaban . Tanpronto como llegó a Tarapacá mandó mensajerose n todas d irecciones para reunir a los

fugitivos .Muertos d e hambre y d e se d , acudieron todos alllamado d e l coronel y se encontraron e n Tarapacácon agua , víveres , descanso y un principio de organización . En pocos días habían entrado e n Tarapacá más de dos mil hombres ; e l 26 d e Noviembrellegaban también las columnas que habían salidode Iquique con u n convoy de víveres y municiones .Traían estas columnas un e sp írtw n u e vo , e l ardientedeseo del desquite; la convicción de q u e no podíancontar más q u e consigo

'mismos , q u e vencidos é s

taban perdidos , y la fría resolución d e vender caras sus vidas . El ejército chileno l e s estorbaríaindudablemente e l camino d e retirada en direcció nd e Arica , pero e ra de todo punto necesario forzar e l paso . Para despejar e l camino , e l generalBuendía mandó una columna de hombrescon orden d e asegurar que estaba libre la

'

e n trada

de l valle . El debía seguir a esta columna con elgrueso de sus tropas a las q u e todavía era indisp e nsable una noche de descanso . En la oscuridad flanq u e ó esta colu mna , sin verla , la vanguardia chilenae hizo alto a tres leguas de Tarapacá .

Después de la batalla de Dolores , ya vimos que

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resistencia ; su actitud revelaba una fría resolucion ,

la conciencia del peligro, el ansia de venir a las man os y vengar en el enemigo los reveses de la fortuna .

El primer choque fué terrible . Los batallones p eruanos se lanzaron sobre la columna chilena que va

ci ló y retrocedió . Avanzan entonces para sostenerla las otras dos columnas, pero su artillería no puedeentrar en línea y se arma la lucha cuerpo a cuerpo .

L os cañones chilenos tomados y vueltos a reconquistar son desmontados , las mulas de tiro mu ertas .A la una de la tarde los peruanos iban ganando .

Una carga de la caballería chilena permite a la infanteria tomar aliento

, ; se reorganizan las filas ,vuelve a comenzar el combate . No hay nadie quese entregue de una ni otra parte . Las tropas deBuendía comienzan a replegarse y se da la ordend e batirse e n retirada ; pero e n este mismo momentol a cabeza de su columna de vanguardia desembocaba e n e l campo d e batalla .

En vista de los nuevos refuerzos que llegan , los

pe ruanos se vuelven de frente y atacan de nuevoal enemigo , sorprendido por esta brusca ofensiva .

Rechazados sobre la ciudad , los chilenos se emboscane n las casas , detrás de las cercas y vallados . Sientenq u e se les escapa la victoria , pero siguen combatiendo con toda energía . Para concluir con su

resistencia in ce ndian_los peruanos los t echos d e

totora q u e caen incendiados sobre los combat i en

tes extenuados d e fatiga , de hambre y de sed . A

las cinco de la tarde , el e jér icto peruano quedadu eño del campo de batalla ; las columnas chilenasse baten en retirada dejando sobre el terreno 49oficiales , más de una tercera parte de sus efectivos ,cuatro cañon es y cincuenta y seis prisioneros solamente . Esta ú ltima cifra indica el e ncarn izam i en tode la lucha ; de u na y otra parte se había dado

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muerte' "

a todo el que ofrecía resistencia. Agotados por esta lucha sangrienta los vencedores no

quedaron en condiciones de seguir tras sus enemigos ,Buendía temiendo la llegada de nuevos con t inge nt e s chilenos n o dejó a sus hombres más q u e seishoras de descanso . A las once de la noche se poneen marcha el ejército peruano, se dejan en el campo los muertos , los moribundos y los h eridos y lasllamas del incendio alumbran a lo lejos la marchade los dos e j ércitos que se pierden en el desierto .

Tarapacá queda desocupado . Al día sigu iente , uncuerpo " de ejército chileno compuesto de cincomil hombres procedentes de Dolores viene a ocuparla ciudad justificando de este modo los presentimientos de l general Buendía .

Esta sangrienta victoria tan caramente conquistada fué debida a la heroica tenacidad de las tropasperuanas . Tanto vencedores como vencidos habíanluchado con la energía de la desesperación , peroeste combate más encarnizado qu e el de Doloresno podía tener los mismos resultados . Se habíasalvado el honor pero no se conquistar ía con él lafortuna . La retirada de Buendía no fué ni menosd i fícil ni menos dolorosa que la d e l ejército chileno .

Sus tropas extenuadas tardaron veinte días enfranquear las 40 leguas qu e las separaban de Ar ica .

Obligadas a rodear las abruptas pendientes de lacordillera par a no encontrarse con los chilenos dueños de la llanura , caminando durante la noche conun frío intenso y acampando en el día sin abrigoa los rayos de un so l implacable, encontrando muyraras veces una fuente donde apagar su se d , reducidos a beber de ordinario el agua estancada e infe cta de las lagunas marinas , y atravesando de tarde en tarde aldeas de str u idas cuyos habitanteshabían huido , llevando solamente sus pocas vitua

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llas , llegaron a Arica estas colu mnas en un estadod eplorable . La mitad había quedado e n e l camino .

Para librarse de tan insufribles padecimientos unosse habían matado , e l hambre , la se d , las enfermedades habían su ici dado a los otros . A pesar d e l sangr i e n to combate d e Tarapacá , el desierto de Atacama ,l os puertos de Antofagasta , Cobija , Iquique y Pisagua,120 leguas d e costa en una palabra estaban aún enpoder d e los chilenos .I nm ovi l e n Arica donde l e retenía según él decía ,

e l mal estado de su salud , e l general Prado , Presidented e l Perú se iba informando paso a paso de la toma dePisagua , la pérdida de la batalla d e Dolores , la e vac u ación de Iquique , la inútil victoria de Tar apacá,la retirada d e las tropas aliadas cuyos restos ibanllegando a Arica e n desorden . Sin compartir enter am e n t e e n un principio la ciega confi anza de

'

suscompatriotas en su superioridad militar , e l Presidente d e l Perú n o había ni previsto ni tomado lasmedidas necesar ias para evitar tan enormes d e sastres . En la confusión que tales nuevas le produjeron ,

acogió sin reflexionar las acusaciones que a su a l r e

dedor se hacían contra las tropas bolivianas y e l

general Buendía . A juzgar po r estas acusaciones lasderrotas sufridas se debían a la falta de ayuda delos bolivianos , a los q u e el mismo general Pradohabía dado orden de hacer alto en las riberas de lCamarones y esperar allí el resultado de la batallad e Dolores . Al general Buendía se le reprochó suincapacidad y su im p r e visión .0 1vidando su heroicaresistencia d e Tarapacá y su difícil retirada , el general Prado le quitó el comando y se lo entregó alalmirante Montero , hombre inquieto y aventur ero ,comprometido en diversas tentativas de revolución .

Buendía y su estado mayor fueron por otra partesometidos a consejo de guerra .

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Rehusando tomar él mismo el mando d e l ejercitoa legando para quedarse e n Ar ica el mal estado des u salud , e l Presidente d e l Perú había —obedecidoa consideraciones personales , al temor de comprom eter su poder q u e veía estaba a merced del descalabro militar . Sabía p or una experiencia a muchac osta adquirida cómo se hace n y se derriban lospresidentes en e l Perú . Una insurrección l e habíallevado al poder y otra insurrección . pod ía arre

b atárse lo . Atento siempre el oído a los ru mores q u el legaban de Lima , pudo enterarse qu e estos erand e descontento . Los partidos hostiles se agitabany le reprochaban e n alto su inacción ; excitado vi o

l entamente él orgullo nacional se le atribuía tod a la responsabilidad de los acontecimientos y nofaltaban revoltosos audaces que sacaban partidod e la circunstancia para levantar las masas .Entre ellos y e n primera fila figuraba don Nicolás

Piérola , antiguo Ministro de H acienda , adversar io encarn izado d e l general Prado . Sometido a unproceso en 1872 p or dilapidación de los caudalesp úblicos se le acusó pero sin pruebas d e haber sid o uno de los instigadores de l asesinato de Par do,antecesor de Prado e n e l sillón presidencial . R e fug iado e n Chile , Piérola había se guido con atenciónlos acontecimientos q u e trajeron consigo la guerra .

Obedeciendo, decía él , a su patriotismo, que no lepermitía asistir impasible a una lucha de la quedependía la suerte del Perú , había vuelto a Lima ;s u prestigio de conspirador y s u audacia sobradamente conocida le proporcionaron una entusiastaa cogida entre los adversarios del presidente Prado .

El populacho de Lima veía en él u n caudillo r e su e lt o , el único hombre capaz , decían , de vencer aChile. Nombrado coronel de la guardia nacional ,d isponía a su antojo de esta fuerza militar , dueña

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de la ciudad desde la partida de una par te del e jército para e l sur .Mejor informado por sus par tidarios de lo q u e

pasaba en Lima que lo había estado por sus generalesd e las operaciones del ejército chileno , el generalPrado resolvió dejar Ar ica y .volver a Lima , dondesu presencia podría talvez salvar su poder amenazado . Sólo algunos amigos fueron con fid e n cialm e n

te informados”

de esta resolución ; e n Lima nada .

se supo hasta el momento de desembarcar en elCallao . Esta vu elta repentina no tenía otro objetoque desbaratar los planes de sus adversarios e n casoq u e ella coincidiese con la nueva de una victoriaconseguida , pero el barco q u e conducía al Presidente Prado llevaba también los detalles de los revesessufridos . Desconcertados e n e l primer momento ,pronto se rehicieron y cobrar on valor los con sp i

rador e s . Por otra parte Piérola no e ra hombre d edejarse fácihn e n t e abatir . C on su experiencia d elos movimientos in su r r e ccional e s d e l Perú , Pradose dió cuenta desde e l primer día d e su llegada ,de la gravedad de la situación . Acogido e n la cap ita l con un mohino silencio

,veía alejarse de su lado

a sus antiguos partidarios y hacía e n vano un llam am i e n to a todos ante la necesidad de unirse enun esfuerzo supremo para resistir al enemigo e x

t e r i or . Llegó hasta llamar a su presencia a Piérolay ofrecerle una cartera . Piérola rehusó br u tahn e n te ,

con e l desdén de un hombre que se siente sostenidopor la opinión pública .

Prado se vió perdido . A cada momento pod íaestallar en las calles de la ciudad la revolucióntriunfante : el sería la primera víctima . En el puntoa que habian llegado las cosas Prado no pensó m ásque en salvar su vida . El 18 de D ici embr e?p r e sidiósu Consejo con la calma más aparente , despachó

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l os asuntos c orrientes y an u na o que visitaría de sp ués de medio día los fuertes del Callao para ase gur ar se p or si mismo de su aprovisionamiento . Ene fecto , a las tres de la tarde , tomaba el tren para elCallao y dos horas más tarde se leía en las murallasd e Lima la siguiente pro clama :

—“ El Presidente constitucional de la repúblicaa la nación y al e jérci to

' º— Conciudadanos . Lossupremos i ntereses de la patria me obligan a salirp ara e l extranjero . Me alejo de vosotros temporalmente . Hay razones poderosas para esta resoluciónq u e tomo en los momentos en que mi presenciaaquí puede par ecer necesaria . L os motivos que med eciden son en efecto muy graves y muy poderosos .R espetad mi resolución . Tengo el derecho de p ed ir oslo desp u és de todos los servicios que he prestadoa l Estado .

Soldados . Si nuestras armas han experimentado algunos descalabros en los primeros días de noviembreel día 27 de l

m ismo mes se han cubierto de gloriae n Tarapacá . Cualesquiera que sean las cir cu n s

t ancias yo sé que imitaréis el ejemplo que os dieronvuestros hermanos del Sur .

Tened con fianza envuestro conci udadano y amigo .

— M . J . Prado”

.

Seguía a estas proclam as u n decreto que confi aba el poder en manos del vice-presidente .

Prado lo tenía todo prepar ado para su fuga .

S e embarcó secretamente a bordo de l“ Paita” ,

vapor de la compañía inglesa del Pacífi co que ibacon destino a Panamá . Prado se dirigía , según dec ía a Europa y Estados Unidos para comprara ll í barcos de guerra , armas y municiones . DesdeGuayaquil dirigió a sus amigos de Lima una largacarta para justificar su par tida : Volveré pronto

,

decía ; yo aseguraré al Perú una brillante victoriao quedaré sepultado entre las

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L a partida d e Prado dejaba e l campo libre atodos los ambiciosos ; la cólera y la indignaciónd e l pueblo favorecían estas ambiciones . El Vicepresidente , general La Puerta , no estaba , segúndecían , e n condiciones de llevar sobre sus hombrosla pesada carga d e l poder e n tan críticas cir cu n s

tancias , debido a su edad y a sus enfermedades .Los partidar ios de Piérola reclamaban a gritos su

nombramiento como dictador . Solamente un dictador podía salvar al Perú ¿Debía darse e l comandod e l ejército peruano al general Daza , Presidented e Bolivia , como lo pedían algunos , y consagrard e este modo la humillación del Perú ?

El gobierno resistía . El ministro de la guerra,

señor La Cotera a la cabeza de algunos batallan e s fi eles , con t em a al populacho ; pe ro e l descontemto iba cundiendo entre las tropas . Solicitadas po rlos partidarios de Piérola , indignados por la h u idad e Prado , las tropas vacilaban . En la noche d e l 21d e Diciembre estalló po r fin e l movimiento . Un bata l ló n tomó las armas y se declaró e n favor d ePiérola . Instado a cumplir con su deber po r e l ge

neral La Cotera ,'

rehusó y ocupó militarmente sucuartel . La Cotera emprendió resueltamente e l

combate . Sostenido por cuatro piezas d e artilleríaatacó e l cuartel y estaba ya a punto de tomarle ,cuan do recibió aviso de q u e una banda d e in su rge nt e s quería apoderarse d e l palacio d e Gobierno .

Piérola , a la cabeza de su batallón ocupaba las sálidas . La Cotera se lanzó a su encuentro , e n tablánd ose u n a lucha desesperada e n la plaza y callesvecinas . La disciplina de las tropas que habían p e rm an e cido fiel es a La Cotera y la energí a desplegadap or éste ganar on la partida ; los insurgentes pe rdieron más de trescientos hombres y el combatequedó suspendido en la noche . Pero Piérola no e r a

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do en su mano todos los poderes , agregó al títu lode Presidente el de “ Protector de la raza indígenapara asegurarse de esta manera el concurso de losindios y de l bajo pueblo, y se ocupó al momentode organizar su gobierno . Los jefes del ejército delSur y el mismo Montero , enemigo y rival de Piérola ,reconocieron sin dific u l tad su autoridad ; teníanque hacerse perdonar sus reveses , y a la distanciaen que se encontraban su s tropas agotadas , estabanlejos de poder intentar un movimiento in su r r e ccion al .Mientras en Lima se llevaba a cabo una r evo l u

c ión , el almirante Montero comandante e n j efed e l ejército peruano , recibía en Arica los batallon e s exh austos que e l general Buendía traía de Tar ap acá . A pe sar de su gloriosa resistencia y de suinútil victoria , Buendía supo , al llegar a Arica ,q u e se le había relevado de l mando y se le iba aformar consejo de guerra . El almirant e Monteron o le permitió siquiera entrar en la ciudad a la cabe za

'

de”

sus tropas . Te n ía ansia d e afi rmar su su

p r em acía .

En virtud del tratado de alianza realizado al

p rincipio de la guerra entre el Perú y Bolivia , elcomando e n jefe de los ejércitos aliados correspondía al Presidente de Bolivia ; toda vez que habíahuido e l Presidente Prado y. estaba retenido enLima el nuevo Presidente Piérola .

Pero e l almirante Montero estaba poco dispuestoa reconocer la autoridad suprema d e l PresidenteDaza . Retirado en Tacna , a algunas leguas de Arica ,a la cabeza de los contingentes bolivianos , el generalDaza presentía también que su autoridad presid e n cia l estaba e n peligro .

En La Paz , capital de Bol ivia , se señalaban a lgunos intentos de revueltas y se reprochaba a Dazasu in acción , que e ra califi cada de cobardía y de trai

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_ _ sl _

ción . L os oficiales y soldados peruanos e xaje rabanaún estas acusaciones . Acusaban a Daza de haberlesdejado toda la carga de la guerra , de haberse man tenido siempre lejos d e l peligro y de no haber tomadoparte alguna e n los combat e s

,de Pisagua, de D olor e sly

de Tarap a'

cá . La alianza estaba gravemente comprometida ; Daza , e n perpetuo conflicto con su colega per uano, abandonó Arica . Acampado en Tacna, en el cam in o

'

de su capital , no¿aspiraba más que a volver all ípara reafi rmar su autoridad amenazada , contrar r e star los proyectos de sus adversarios y esquivarla suerte de Prado ; pero le era m u y difícil , en lasactuales circunstancias , batirse completam ente enretirada y demostrar la sinrazón de las acusacionesde sus adversarios y aliados . Buscaba un pretextopara con ci l iar lo todo .

Ofr e ció se lo un consejo de¿guerra convocado£e nArica para disponer un plan de campaña . Acudióal llamado del almirante Montero, y el 27 de Dici emp r e se abrieron las deliberaciones entre losgenerales peruanos y bolivianos . El Presidente Daza expuso su plan . Proponí a volver a Bolivia parareforzar su ejército ; después , siguiendo la líneade la Cordillera , la franquearía al sur para atacarpor la espalda al ejército chileno, que sería

atacadode frente por las tropas peruanas .Este plan , irnp r act icabl e , difícilm ente disimula

ba las preocupaciones personales del Presidentede Bolivia ; fué por lo tanto acogido con muestrasdel mayor desagrado por los oficiales peruanos ypor los mismos ofi ciales bolivianos . Estos ú ltimos ,exasperados por los reproches de sus aliados y porsu propia inacción , soportaban con pena desde hacía mucho la impericia y la jactancia de su generalen jefe . Sabían ellos que en La Paz la opinión estaba cada día más en contra de Daza . Su actitudG. de l P .

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en e l Consejo de gu erra , lo absurdo de su plan decampaña , e l vergonzoso papel a q u e se veían con

d e n ados si su plan prevalecía , los decidió a termi- x

nar d e una ve z y destituir a Daza . El almiranteMontero l e s envalentonaba bajo cuerda . I nm e dia

tamente se mandaron al campamento d e Tacnaavisos desde la sala misma d e l Consejo , donde ladiscusión se prolongó todo e l día ; e l almiranteMontero , q u e estaba al corriente d e cuanto se pr e

paraba , trataba d e alargar la discusión ya presentando objeciones q u e Daza se encargaba d e refutar ,ya apar entando concordar con su opinión . A lascuatro se levantó sin haberse llegado a ninguna concl u sion , pero también sin ruptura aparente , y e l

almirante Mon tero acompañaba a la estac1on alPresidente d e Bolivia cuando e n e l mismo momentod e subir al tren , recibió éste un despacho q u e l ellenó d e estupor .

Se l e an u n ciaba qu e e l campamento d e Tacnaestaba e n plena insu rrección y q u e sus oficiales ysoldados acababan d e proclamar su caída y reemp l azar lo por e l coronel Camacho .

L o qu e e l despacho no decía e ra q u e u n pelotónd e ejecución esperaba e n Tacna la llegada d e l trene n q u e debía ir e l Presidente Daza , par a pasarlop or las armas . Fuera q u e él sospechase e l peligro ,fuera más probablemente q u e él se hiciera aún ilusiones sobre la importancia de su papel y la magn it u d de su poder , e l caso es q u e Daza se quedóe n Arica y pidió al almirante Montero q u e mandaseinmediatamente sus tropas sobr e º Tacna par a castigar a los revoltosos y ponerle de nuevo e n posesiónd e su coman do . Instigador y cómplice d e l movimiento

,Montero l e respondió con la mayor

sangre fría q u e él n o podía obrar sin órdenes desu gobierno ni arriesgarse a una batalla entre los dos

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cia , la aparatosa agitac1on del comandante peruanoinquietaba y desagradaban a su colega , qu e estaba , a l menos nominalmente , bajo sus órdenes .Por lo

,tanto Camacho apremiaba al general Campe

ro para q u e cuanto antes viniese a hacerse car god e l comando e n j efe d e los ejércitos aliados , a loque tenía derecho por su título de Presidente dela República d e Bolivia .

Por su parte , e l ejercito chileno n o estaba—inactivo . Un atrevido reconocimiento intentado por laescuadr a había dado p or resultado un de sembarquee n la costa peruana , e n e l puertecito de Ilo, quellevó a cabo un destacamento de quinientos hombres .*Su jefe se había apoderado , sin dispar ar un solotiro, de l puerto y de la línea férrea q u e desde I lose dirige al interior hacia Moquegua . Cortadas inmediatamente las líneas telegráficas p or los chilenos , no se pudo poner e n conocimiento d e Aricani de Tacna e l desembarque efectuado . El destacam e n to chileno había llevado consigo m aq u in is

tas y mecánicos. Se car gó la artillería y las tropasen los vagones y e l tren par tió par a Moquegua , dond e llegó d e improviso . Sorprendida la guarniciónperuana , n o intentó siquiera defenderse . Los chilen os se apoderaron d e los víveres y de l material , yse volvieron a I lo sin perder un solo hombre, ydespués d e haber reconocido la parte de l territorioq u e e l comandante chileno se proponía invadir.Su plan era cortar las comunicaciones entre La

Paz y Lima p or una parte y entre Tacna y Ar icap or otra . Los aliados ocupaban estos dos últimospuntos , situados al sur d e 110 . Una ocupación de lalínea de I lo a Moquegu a encerraba al ej ército aliado entre las fuerzas chilenas dueñas

'

de Pisagua yel cuerpo de ejército q u e , al ocupar Ilo, cerrar ía la

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línea de retirada hacia el norte y estorbaría el camino para los refu erzos que se pudieran mandarEl 25 de Febrero de 1880 ocuparon catorce milchilenos e l puerto de Ilo y e l vecino de Pacocha almismo tiempo que todo e l valle de Moquegua .

Al imponerse de esta noticia e l almirante Monterotelegrafió desde Arica al P residente Piérola , quienlejos de ve r con recelo este movimiento del e jército chileno,

n o se cansaba , d e felicitarse d e queeste ejército fuese a encontrar su tumba en el val l e deEn realidad estaba cercado p or . todas partes ;

pero su natural presunción y su incapacidad militar , por una parte no l e permitían apreciar debidamente la situación y por otra par te contaba con lasfuerzas de q u e disponía e l coronel Gamarra , fuertemente acantonado e n Moq u egu a fyfal que se habíanmandado inmediatamente poderosos refuerzos , encuan to se supo e l reconocimiento efectuado p or lastropas chilenas , algunas semanas atrás . Moquegua ,estaba efectivamente

en estado de def derse. De?trás de la ciudad se encontraba la gar anta de í losAngeles , conoc ida con el sobrenombre de las Te rmópilas peruanas .En 1823 se había encontrado en este punto una

débi l columna española con el ejército d e la ind e p e ndencia ; más tarde , e n 1874, don Nicolás Piérola ,el actual dictador del Perú , había rechazado allí elataque de las fuerzas de l gobierno . Quinientos h ombres , decía él , podían , estando en posesión d e estedesfiladero , resistir e l empuje de diez mil asaltante s . Gamarra se había fortificado allí y Piérola enLima , lo mismo q u e Montero en Arica , consideraban su posición inexpugnable. Todo el esfuerzo delejército chileno, pensaban , debía estrellarse contraesta barrera y Montero no tendría más que pe rse

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gnir los restos de sus columnas y empujarlos hac1a

e mar .

Una ve z dueños d e Moquegu a , podían los chilenos , sin hacer caso de l campo atr in ch e r ado d e

Gamarra , marchar hacia e l sur y obligar a Monteroa presentar una batalla decisiva ; pero e ra u n a imprudencia dejar tras d e si un enemigo fortifi cado ,q u e disponía de fuerzas considerables suficientespara atacar por la espalda o cerrarles la retiradaen caso de un desastre .

El estado mayor chileno no dejaba al azar másq u e la parte inevitable q u e siempre hay , y q u e

no existe prudencia hum ana capaz d e conjurar .Sus procedimientos metódicos habían hasta lafecha dado cuenta d e l valor impetuoso d e sus adve r sar ios .

_Persistía en una táctica a la q u e debía

todo e l éxito . El general Mar tínez , coman dante d eIngenieros , recibió orden de estudiar e l terreno ycombinar un plan de ataque .

Acampados e n las cumbres d e L os Angeles , lossoldados peruan os dominaban e l estrecho d e sfi

ladero a cuyo fondo pasaba e l camino d e Moqueguaa Tarata . A su derecha se levantaban las abruptasmontañas reputadas como inaccesibles ; a la izquierdalas colinas no eran abordables sino por medio d euna marcha d e flanco d e mu chos kilómetros y porun sendero e n zig zag . ¿Era posible ar r i egarse a e s

calar las montañas p or la dere cha? El batallónd e C 0p iap ó se ofreció para intentarlo . Ya había h echo sus p ruebas e n Dolores y los arriesgados mineros q u e lo componían estaban ya de lar go tiempoacostu m brados a la vida d e las m ontañas y a las r udas caminatas d e l desierto . Por otra parte se resolvió q u e una columna escalaría durante la noche lascu m bres d e la izquierda . Esta marcha peligrosaexigía ciertam ente una gran prudencia . La más mí

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tenían que verse obligados a aceptar batalla el díay hora que se les antojase a sus enemigos y de esteencuentro decisivo, dependería de sde aquel momentolaºsu e rte de la campaña .

Se imponía una concentracion de fuerzas aliadas .Esta? se efectuó e n Tacna , más fácil de defenderque Arica , accesible por mar . Este forzoso acercamiento tuvo por resultado acentuar más aún la desin te l ige ncia que existía entre Camacho, comandante del ejército boliviano , y el almirante Montero ,jefe del ejército peruano . El tratado d e alianza concl u ido entre Bolivia y el Perú estipu l aba que elcomando en jefe correspondería a aquel de los dosPresidentes en cuyo t erritorio se efectuasen lasoperaciones , pero no se había previsto el caso enque ni uno ni otro estuviesen presentes . En virtudde su grado superior, el almirante Montero reclamaba la dirección de las operaciones .El coronel Camacho se Oponía y apremiaba a

Campero, Presidente de Bolivia , para qu e i i vin i e sea ponerse al frente de sus tropas . La impericia yla arrogancia de Montero le aterraban . Sin pop ular idad en el ejército el almirante era hasta objetode burla entre sus propios ofi ciales . Cuando la fugade Prado y la revolución triunfante llevaron a Piérola a la presidencia del Perú, Montero se habíaapresur ado a hacer acto de sumisión y de adhesiónal nuevo Gobierno , pe ro nadie ignoraba ni en elejército ni e n Lima su pasada rivalidad con Fiérola y la aversión q u e tenía a su afortun ado comp e t idor . El estado mayor peruano no dudaba deque en caso d e tener un éxito militar , Montero recu r r i e ndo a un pronunciamiento trataría de sublevarel ejército y proclamar la caída de Piérola y su propia dictadura . L a ar rogancia de su actitud y lasimprudencias de su lenguaje daban p ie par a todas

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las suposiciones y desde Lima e l presidente Piéro lavigilaba con o jo avizor las operaciones d e su lu

gar—teniente .

Reunidas las fuerzas aliadas e n Tacna , llegarona formar un número de hombres de buenastropas, de los cuales eran bolivianos . Ar icaestaba ocupada por un cuerpo de 2,000 hombres .

D os planes de campaña había a la vista . Elalmirante Montero e ra de Opinión de mantenersea la defensiva , fortifi carse e n las alturas ar enosasq u e dominan a Tacna y esperar allí e l ataque de !ejército chileno . Camacho , por e l contrario, pensaba que se debía salir al encuentro de l ejército chileno , e sp e rar l e a la salida de l desierto , aprovecharla fatiga y e l agotamiento cansados p or los p rolongados días de marcha p or un país árido y desolado, y obl igar l e s a presentar batalla , antes de qu ehubiesen podido descansar sus hombres y la cabal l e r ía . La discusión se agr iaba , hasta q u e la llegadadel Presidente de Bolivia al campamento vino arestablecer e l orden y la unidad d e acción . Cediendoa las instancias de Camacho , su lugarteniente y suamigo , Campero , dándose plena cuenta d e la situación , había dejado La Paz . Su llegada fué saludada por las aclamaciones entusiastas de l ejército .

Este tenía toda su confianza e n la capacidad militar y e n la energía d e Campero . Y e n verdad q u eesta confianza e ra merecida . Antiguo alumno de laEscuela de Minas …e n París , había estudiado mucho.

La rectitud y nobleza de su car ácter l e habíanconquistado numerosos amigos y los mismos ofi

ciales peruanos reconocían su superioridad y se conside raban felices d e tenerlo a su cabeza .

El ejército chileno avanzaba , venciendo poco apoco los obstáculos que la naturaleza más aúnque el enemigo, le presentaba. De Moquegua a Tac

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na no había trazado nin gún camino ; un desierto dearenas movibles , accidentado d e colinas arenosas sinla menor vegetación , cortadas por estrechos vallesque rara ve z atravesaban riachuelos originados porel desbordamiento d e las lluvias y q u e e n verano

'

exhalan miasmas p e st i l e n t e s , separaba Moqueguad e Tacna . Por esta época d e l año aso laban aquellaregión las fiebres intermitentes: El transporte de laartillería ofrecía difi cultades casi in sa lvabl e s . L os

cañones se hundían e n aquel suelo movedizo hastala mitad d e las ruedas . Era preciso llevarlo con

sigo todo , y e l agua especialmente ; e l ejercito ch i

leno llevaba una buena provisión calculada para u nconsumo d e

'

l i tros . d iar ios . La fatiga excesiva ,

e l intenso calor d e l día , los terribles fríos d e la n o

che iban llenando las ambulancias d e enfermos ,entre los q u e hacia estragos espantosos la fiebre .

D e la mejor manera q u e se podía se l e s iba man dandoa los hospita les d e Iquique y d e Pisagu a . Bajola enérgica dirección d e l general Baquedano , so stenido p or la presencia y la autoridad d e l ministro d ela guerra , don Rafael Sotomayor , qu e desde e l princip io de la campaña presidía todas las Operaciones ,e l ejército proseguía obstinadamente su marcha através d e l desierto , los precipicios y las h ondonadas.

abriéndose camino p or las arenas y demoran do ce r

ca d e un m e s e n franquear las 30 leguas q u e lo separ aban d e Tacna . Durante este tiempo , la caballeríachilena , haciendo activos reconocimientos , e xp lo

raba e l camino y rechazaba delante d e e lla los puestos avanzados d e l ejército aliado . El

_

d i e z de mayo,salía p or fi n d e l desierto e l ejército chi leno y se con

centraba e n Buena Vista a algunas leguas d e Tacna ,e n número d e combatientes sostenid os por40

"

cañones Krupp serv idos p or 550 artilleros ; lacaballería , admirablemente montada , constaba de

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la y fortificarse allí antes de qu e llegasen los chilenos

,a los q u e se atacar ía e n e l momento e n q u e ,

ya a la vista de Buena Vista , creyesen ellos habíanterminado sus penurias . Después d e una marchade varios días por e l desierto , los hombres y los animales excitados apresu raron el paso para apagarsu se d y descansar . Fué una especie de desbandadaque los ofi ciales fueron impotentes para reprimir .

Cada uno se apresur aba para llegar primero aloasis . Atacado vigorosar

'

n e n te e n estas condicionespor tropas de refresco y descansadas , e l ejército chileno podía se r rechazado al desierto e n completodesorden y allí , agotadas sus provisiones d e agu a ,se vería impotente para sostenerse .

Cam pero dió orden al ejercito aliado d e avanzar ;pero había sido tal la impericia d e l c om an do e n j efequ e no se pudo avanzar más que una sola jornadad e marcha desde Tacna . Todo hacía falta , furgones ,animale s , material . A legua y media de Tacna huboq u e hace r alto .

<<Estamos , decía el general Campero ,en su comunicado oficial , desprovistos de todoslos medios de transporte, debido a la negligenciade una mala adm inistración . No hemos podido traercon nosotros los víveres y e l agua indispensable parala subsistencia de un ejército e n e l desierto e n q u e

todo falta . La misma artillería no pudo salir d e Tacna . Me he convencido , pues , plenamente de que e lejército aliado

'

está condenado a esperar al enemigoen sus posiciones , sin poder salir a su encuentro» .

El ejército tuvo q u e entrar en su campamentode Tacna y Campero se preparó a recibir e l ataquede los chilenos .El terreno era favorable para la defensa . Tacna

está rodeada de colinas áridas cuyo suelo m oved i

zo y arenoso hace sumamente difícil la ascensióna la ciudad desde cuyas alturas se podian desafiar

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las cargas de la caballería chilena , cuya superioridadbien conocían los aliados . El general Campero escogiópara in stalar su campamento una planicie elevada q u edominaba la llanura .

“ Una ve z allí , d ice él e n suparte ofi cial sobre la batalla d e Tacna , yo m e con

side ré segu r o , convencido de qu e ocupaba un puntoestratégico de primer orden , una planicie rodeadap or una especie de reborde que bajaba hasta la llanura e n forma de glacis . Por detrás , la configuraciónde l terreno e ra la misma . Por ambos costados dominábamos la llanu r a . Nuestros flancos estaban protegidos p or repliegues d e l terreno q u e cercabanla planicie . Nuestro campamento cubría Tacna ,cuya ocupación defendía . El único inconvenientegrave de la posición escogida e r a la falta d e agua yde víveres , pero salvé esta difi cultad haciendo traera toda costa desde Tacna todo cuanto e ra necesario par a el ejército : agua , víveres , carbón , etc . , yesperé a l enemigo” .

Este iba acercándose . El 22 de Mayo un serio reconocimiento chileno llegó hasta ponerse al alcanced e los cañones de l campamento aliado . El coronelVelázquez , j efe de l Estado Mayor chileno, iba alfrente de esta colu mna de reconocimiento . C on uncuidado extremado examinó las posiciones de l camp am ento y se t rabó e n un simulacro de combatepar a cerciorarse de l alcance de tiro de la artilleríaperuana . Se volvió después en e l convencimientod e q u e los aliados se mantendrían a la d efensiva .

El 25 de Mayo amenazaba al ejército chileno unmovimiento de avanzada , a dos leguas de Tacna ;rechazados sus exploradores e n todas direcciones ,fueron a chocar con los puestos de avanzada peruan os , q u e se replegaron sobre e l campamento . El día26 por la mañana se desplegaban las columnas chilenas llegando al límite extremo de tiro d e las ba

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terias peruanas , d escubierto por el coronel Ve lázquez .

El general Baquedano había resuelto atacar defrente . Contaba para e l caso con la superioridadd e su artillería , pero los rebordes d e arenosos l e ocultaban las líneas y la artillería enemiga ; sus obusesdescribían una curva e iban a estallar detrás de lcampamento . Una onza de oro perdida e xcla

maba a cada disparo el general boliviano Pérez ,a

%)u d ie ndo al precio q u e costaba cada carga de u n

o us .Viendo la inutilidad de su artillería , ordenó e l

general Baquedano hacer más lento e l fuego y decidió man dar sus i Ítrop as al asalto . Tres divisionesd e hombres cada una avanzaron ; otra división , q u e quedaba a la retaguar dia , constituía laprimera reserva y debía dirigirse al pun to e n q u e .

fuese más nece sario su concurso ; esta divis1on dereserva estaba a su ve z apoyada por una segun dareserva q u e se utilizaría e n último recurso .

A mediodía se e sp ar r am ar on las columnas y seabrió e l fuego e n toda la línea . Fué tal la irn p e t u osidad de l ataque chileno q u e las primeras líneasaliadas , no pudiendo resistir e l empuje , se r e p l e

plegaron e n desorden y e l pánico comen zó a estallar entre sus fi las .Campero ordenó a los batallones q u e estaban a

la r e tagu r ad ia que hiciesen fuego sobre los fugitivos .En seguida , poniéndose a su cabeza , l e s obligó a avanzar d e nuevo , rechazó el empuje d e las columnaschilenas y las obligó a retroceder al glacis . En vanotratar on de reunir a los fugitivos dos batalloneschilenos q u e l e s seguían ; anonadados estos también por e l fuego d e l enemigo , q u e coronaba lascrestas , se replegaron y retrocedieron . Baquedano se

dió inmediatamente cuenta de l peligro e hizo avan

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B loq u e o d e l C a l l a o .— Ex p e d i c i on d e Lyn ch .

C am p a n a d e Lim a .— B a t a l l a d e C h or r i l los .

— B a t a l l a d e M i r a fl or e s .— C a í d a d e Lim a .

— In ce n d io d e l a fl ot a p e r u a n a .— Ne goc i a

c ion e s d e p az .

Victorioso por mar y p or tierra , dueño de Iquiquey d e l Océano , Chile acababa d e aplastar e n Tacnay Arica al ejército peruano , cuyos restos se r e p l e

gaban e n desorden sobre Arequipa . En Lima noencontró la primera nueva de estos desastres más

q u e incrédulos . No pod ía admitirse que un e jército atr in ch e rado e n una posición aparentementeinexpugnable , p ar ap e tado detrás de fortificacionesh e r izadas de artillería , hubiese caído al choqued e tropas agotadas por una mar cha de más d etres meses por desiertos ar enosos , d i e zm adas p or

las fiebres , obligadas a transportar sus víveres yel agua y a a rrastrar ella misma su artillería . Nose creía ni e n tanta audacia ni e n tanta fortuna .

Pero fué necesario ceder a la evidencia .

La opinión pública , confiada e n los éxitos que anunciaba la prensa , dócil instrumento d e l dictadorPiérola , se mostraba tanto más irritada cuantomayor había sido e l engaño . El gobierno se e sforza

ba por desvi ar las iras populares hacia el alm iranteMontero al qu e declaraba responsable de los de sastres sufridos . Era preciso buscar un culpable delas faltas d e unos , la impericia d e otros y la ceguedad de todos . Y se lanzó al populacho e l nombred e l almirante.Montero . Por sus relaciones y p or sufamil ia, pertenecía a las clases aristocráticas y auncuando e l mando supremo del ejército de op e racio

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nes estaba en manos del generaal boliviano Camperoy aunque Montero había cumplido con su deber,a la cabeza de las tropas peruanas , se le denuncióabiertamente a la vindicta pública . Impresionadosp or e l peligro que le amenazaba , y amenazadosellos mismos con él , sus amigos y partidarios protestaron de estas acusaciones , echan do la responsabi l idad de las faltas cometidas sobre el gobiernoy reclamando una encuesta. Piérola comprendióque había ido demasiado lejos , que los partidariosde Montero podían e n un momento dado agregarsea sus propios enemigos y precipitar su caída

qu e Montero tenía todavía en e l país y en e l e j e rc1touna influencia con la que había necesariamente quecontar . La prensa de que disponía el dictador cesóde repente de atacar a Montero y el dictador publicó u n a proclama en la que atribuía los reveses sufr idos a la impaciente bravu r a de los e j ércitos aliados , la que no les había permitido esperar , decía él ,al abrigo de sus atr in ch e ram i e n tos el ataque delos chilenos , y les había impulsado a presentar combate e n condiciones desfavorables .A juzgar por lo que asever aba Pi erola , estos ex i

tos estéril es no podían conducir al ejército chilenosino a su pérdida , viéndose en país enemigo, irnpotentes para llenar los huecos que las enfermedadesy las batallas hacían en sus fi las . En cuanto anosotros , agregaba, estamos más fuer tes y másresueltos que nu nca . Mi deber es mantener nuestros derechos sin vacilaciones y sin desfallecimientosy sabré cu mplir con é l . Seis millones de hombres

La imp r e s10n y la sit u ac1on en Bolivia era muydistinta . Desde el 29 de Mayo había llegado a LaPaz e l ru mor de que los ejércitos aliados de Bo liviay el Perú habían sido derrotados en Tacna. Al díaG. de l P .

—7

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siguiente se recibio el parte oficial de l general C ampero . No contenía más q u e breves palabras escritasapresuradamente e n un campamento improvisadoy e n medio de las tropas desbandadas .

“ Ayer , decía , a dos leguas de Tacna ha sido d errotado e l ej ército aliado puesto bajo mis órdenes

,

después de un encarnizado combate de más d e treshoras” Terminaba aceptando la

'

responsabil idadd e sus actos y declarando qu e se sometía al juiciod e la convención nacional . Esta se mantuvo a laaltura d e los acontecimientos y de su cometido .

Reu n ida e l mismo día , escuchó e n silencio la lectura del despacho, confirmó por cuarenta y seisvotos d e sesenta y cuatro al general vencido e n sucar go d e Presidente de la República de Bolivia ydespachó una comisión de tres miembros para qu elo pusiera en su conocimiento y l e invitase a volvera La Paz .

El diez de Junio e n tró, ¿C am p e ro en la capital ,

donde se acogió con respeto al general vencido ya los restos de su ejército .

Ni Campero , desengañado por su derrota , ni losestadistas bolivianos se hacían ilusiones acerca delos brillantes de squites qu e e l Perú esperaba tomar ,ni cerca de las interesadas excitaciones que les l l egaban de Lima . Veían bien qu e Bolivia estabaagot ada , al cabo , de sus fuerzas ¡y sus sacrifi cios .País pobre como era , no podía seguir en la luchaqu e la irn p e r icia de Daza había suscitado . .

_Por otra

parte , se corría e l riesgo de que se sublevase el pop u lacho y de e xpon e r se a la hostilidad de l gobiernoperuano negociando con Chile, bajo el golpe d e lashumillantes derrotas sufridas , una paz separada .

Campero y sus ministros acordar on el plan siguiente :mantenerse a la expectativa y renunciar a la d e fen

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campaña lar ga y difícil y exponerse a un choqueque pudiera convertirse e n desastre y desbaratarlos resultados adquiridos , n o e ra , según ellos , laobra de u n a política sabia ni de una hábil e strat egia .

L os otros p or e l contrario estimaban q u e nada sehabía hecho mientras quedase algo p or hacer, yq u e si los éxitos d e Chile bastaban para su gloria ,ni eran sufi cientes para asegu r ar sus conquistaspor e l presente ni su consolidación e n e l porvenir .Negán dose e l Perú a tratar la paz , no cabía otromedio d e dominarlo qu e obl igán do l e a sostener lalucha , abatiendo su orgullo y consagrando con unsupremo esfuerzo los resultados obtenidos .En e l parlamento , e n la prensa , e n las reuniones

púb icas se pronunciaba la opinión e n este sentidocon tal energía que e l Presidente Pinto n o dudómás . El gabinete entero había presentado su dirn i

s ión para dejar al Presidente e n libertad de rodearsed e hombres nuevos . D on José Francisco Ve rgara ,partidario decidido d e u n a marcha sobre Lima , fuénombrado ministro d e la gu erra ; don Manuel Baq u e dan o , general de división , fué encargado de l

comando supremo de l ejército .

El ejército había experimentado grandes pérddas ; más d e doce mil hombres habían sucum bi osobre e l campo d e batalla ; se cubrieron las bajasd e las filas e n los regimientos d e línea suprimiendolas gu arniciones d e los puestos fronterizos de laAraucanía y se crearon nuevos batallones de lagu ardia nacional movilizada y d e voluntarios r e

c l u tados . Las tropas quedar on escalonadas e n talforma qu e quedasen al norte las más aguerridas ylas más novi cias ocupasen los puertos d e l litoral .La marina recibió un complemento d e hombres yarmamento con la compra de nuevos transportes .

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Cada navío de los qu e la componían pasaba aldique flotante d e Valparaíso para limpiar allí sucar ena y sufrir las repar aciones necesarias .No se podía e n efecto pensar e n apoderarse de

Lima sin bloquear e l Callao . Este puerto militar ,

el primero de l Pacífi co, cu enta con una poblaciónde cerca de cuarenta mil habitantes y forma unod e los bar rios d e Lima , a la qu e está ligado por doscaminos de hierro . La naturaleza ha con str u ido

aquí una fortaleza natural a la qu e los reyes d e España habían agregado a fuerza de costosísirn os

gastos fortifi caciones formidables .H e r izado de baterías modernas abundantementeprovistas de municiones , e l puerto de l Callao abrigaba además dentro de sí los restos de la flota p éruana y podía desafiar los esfuerzos d e toda la e s

cuadra chilena . No se podía pensar e n apoderarsede l Callao sino tras una terrible lucha y para apode rar se d e Lim a e ra preciso antes apoderarse delCallao . Había pues , q u e atacar po r detrás y por elinterior esta posición ta nto más temible cuanto quelas dos plazas se prestaban mutuo apoyo y q u e

de l Callao se podía transportar a Lima e n veinteminutos la artillería , las municiones , y los hombresnecesarios para repeler un ataque y duplicar e l e sf uerzo de la defensa .

Mientras e l puerto de l Callao permaneciese abie rto , e l Perú podía ap rovi sion ar se d e l exterior . Auna orden de l gobierno chileno , e l contraalmiranteRiveros , a la cabeza de una división compuesta dela fragata acorazada “ Blanco Encalada

, de l m o

n itor“

Huáscar”

, de la corbeta“

O'

H iggin s dedos cruceros y d e diez torp e de ras , e stabl e c10 e l

bloqueo y fué a invitar a los barcos neutrales a abandonar e l puerto . Sus instrucciones eran evitar todo encuentro serio con los fuertes , cortar las comu

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n icacion e s por mar y aprovechar todas las ocasion e s favorables para e l tiro de sus cañones d e lar goalcance . Abrió e l fuego e l 22 de Abril y pudo con

vencerse que sus balas alcanzaban la dársena d e lCallao sin q u e sus barcos estuviesen e n peligro .

Logró hasta bombardear la vía férrea que u n e e l

Callao a Lima y e n un corto trecho sigu e la líneade la playa ante s de alejarse hacia e l Este .

Impotentes para mantener a distan cia la e scu a

dra po r e l tiro de sus baterías , los peruanos r e cu r r i eron a sus torp e de r as . El seis de Julio e l crucerochileno L oa

”abordó dentro d e la bahía una cha

lupa car gada d e víveres la q u e r em o lcó cerca desu bordo . Mientras se procedía a descar garla , seoyó una explosión formidable y la chalupa estal lóe n mil pedazos y e l <<L oa » con una granabertu r a e n sus flancos , se fué a pique hundiendo consigo a la tr ip u lacron . Perecieron e l co

m andan t e , . t r e s oficiales y más de cien marineros .La chalupa contenía una caja de dinam ita ocultaentre las provisiones , cuyo peso mantenía e n t e n

sión e l resorte de percusión . El 13 de Septiembrela corbeta Covadonga daba caza e n Chancay ,a 30 kilóme tros al norte de l Callao , a dos embar caciones peruanas . Una de ellas , tocada p or una bala ,acababa de zozobrar ; sólo flotaba una p equeñacan oa . Antes de apoderarse d e ella mandó e l co

mandante a registrarla ; un examen meticuloso norevela nada d e particular . La c anoa e s r em olcada

cerca de la corbeta y se da la orden d e izar la abordo . Se aprestan los aparejos º

a canoa se elevalentamente , cuando de repente un choque espantoso se lleva la proa de la corbeta qu e naufraga .

En esta catástrofe perecieron treinta y cinco homr e s .

Exasperados por estas pérdidas los navíos ch 1

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había o frecido su m ediac1on al Perú , q u e'

con fian do

en el éxito , la había desechado . El gabinete de Wa

sh ington se decidió po r lo tanto a obrar solo , y porintermedio de Mr . Thomas Osborn , ministro plen ipot en ciar io en Chile , hizo ofrecimientos en Valparaí so , en Lima y en Bolivia para negociar la paz .

Se aceptó este ofrecimiento . Por una y otra partese quería congratularse con la opinión pública yla buena voluntad de las potencias neutrales , so

bre todo la de Estados Unidos ; pero Chile , victorioso entendió que n o d ebía aban donar sus p r e t e n siones y el Perú , excitado y confiando en un éxito próximo , estaban resueltos a no firmar u n tratado depaz que habría consagrado su fracaso: En estascondiciones desfavorables se abrieron las con fe r e ncias a bordo de la corbeta de los Estados Unidos“

L ackawan a”en la rada de Arica el 22 de octubre

de 1880.

El Perú estaba representado por don AurelioGarcía y García y don Antonio Arenas ; Chile porsu ministro de la guerra e l señor Vergar a , e l señorAltam irano y don Eusebio Lillo ; Bolivia por donMarian o Baptista y don Juan Carrillo . El min istro de los Estados Unidos Mr . Osborn presidía la conferencia . Los plenipotenciar ios chilenosexpusieron las exigencias de su Gobierno y las condiciones e n que estaban autorizados para negociarla paz . Chile reclam aba : La cesión d e l territorioperuan o y bolivian o

hasta e l grado 19 norte (cienleguas de costa) ; una indemnización de guerra de20 mil lones de p iastras (100 millones de francos) ;3.

º La restitución d e las p ropiedades confi scadasa los chilenos ; La restitución del “ Rimac

”apre

sado en el mar por el“ Huáscar” ; 5.

º La anulaciónde la alianza ofensivo—defensiva del Perú y Bolivia ;

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La ocu pacron por las fuerzas chilenas de Moquegua , Tacna y Arica hasta la completa ejecución deltratado propuesto , y 7 .

º La destrucción de las fort i fi cacion e s de Arica con e l compromiso de n o vo l

verlas a erigir .L os p e n ipote n ciar ios peruanos dijeron q u e ellos

n o podían entablar ninguna negociación sobre labase de cesiones territoriales y qu e su gobiernoprefería correr e albur de la guerra . Se separaronpara proseguir las negociaciones posteriormente .

En Chile como e n e l Perú se sentía q u e había sonado la hora decisiva . Al llegar l as noticias de laruptura d e las conferencias , se decidió la mar chasobre Lima ; n o había por qué retroceder, se preparócon actividad sin dejar por e so de comprender lasdifi cultades q u e presentar ía . Transportar hasta e l

p ie de los muros d e Lima , a través de un país e n emigo, un ejército de 25 a

'

3o mil hombres bien arm ados y equipados , provistos de una numerosaartiller ía ; ocupar con fuertes contingentes Tacna ,Arica y Tarapacá , crear un segu ndo ejército dereserva para cubrir las bajas ine vitables man tener e lbloqueo de l Callao y tener con este objeto inmobi l iza

da una parte d e la escuadr a tan necesar ia para los inm e n sos transportes de toda natu raleza que se necesitaban e n esta campaña difícil , he aquí e l problemaq u e se impusieron el Estado Mayor chileno y el ministro de la guerra . Este último, establecido e n Tacna , r ecibía las tropas q u e los buques prestados , comprados yfl e tados conducían incesantemente de Valparaíso ydesembarcaban e n Arica , donde e ra tal e l embarazo q u e amenazaban faltar los víveres frescos ºy?j e lforraje .

Tacna , donde se había ganado la última batallapor e l ejército chileno , está situada más

'

de 300 l eguas al norte de Valpar aíso,… a cerca de 200 del

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Ca llao y a escasa distancia de l pueblo de AricaEl agua es allí abundante , las llanuras fértiles ybien cultivadas , e l país rico . El gobierno chileno é stabl e ció aquí su base de Ope raciones para la campañaq u e prepar aba . Su plan e r a intentar u n desembarqueal sur del Callao molestando continuamente al e jército peruano con una desviación al norte de estaciudad . Con este designio se resolvió ocupar primero Pisco , sobre

la costa , alrededor de cincuentaleguas de Lima al sur ; había la seguridad d e e ncontrarallí buenos recursos y un acantonamiento confortable

,

El 1 5 de Noviembre d e 1880 se embarcaba e n Aricauna prim era división d e hombres y e l 19 po r

la mañana entraba , sin dispar ar un solo tiro , e n

Pisco . El 30 llegaba la primera brigada d e la segundadivisión .

Excelente como punto de a p rovi sion am re n to sobreestas costas en qu e tanto escasea e l agu a potable ydonde las zonas arenosas sólo tienen a largas distancias algunos raros pozos y oasis de verdura yde cultivo , Pisco estaba aún demasiado lejos deLima par a servir d e punto d e partida a un ataquepor tierra . Había q u e acercarse . El puerto de Ancóna 35 ki lóm tr os al norte de l Callao 0 e l de Chilca a70 kilómetros al sur , ofrecían buenas condicionespara acam par . Se resolvió ocupar este último .

Sin embargo para distraer la atención de los peruanos d e l verdadero objetivo d e l Estado Mayor chileno y para hacerles creer q u e e l ejército chileno seproponía ocupar las provincias al norte de Lima ,intentando por esta parte e l ataque de la capital ,el general e n j efe decidió e l embarque d e una columna expedicioná ria bajo las órdenes d e l coronelLinch con destino a Chimbote .

Llevaba instrucciones de ocupar Chimbote d emodo que hiciera suponer un desembarque

,inmi

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y del telégrafo y para no dejar a la guarnicion e n

fuga e l tiempo de agregarse a algún cuerpo e n for

mación o de sembrar la alarma , e l coronel Lynch ,

a la cabeza de 400 hombres , se dirigió hacia e l interior de las tierras llegando hasta los ricos dominiosdel Puente y de Palo Seco . Estas dos magnífi casplantaciones de caña de azúcar pertenecían a donDionisio D e rt e an o , rico propietario , amigo personalde l dictador Piérola . Requerido e l pago inmediatod e una contribución de guerra de cien mil p iast ras

francos) e l director de las plantacionespidió tres días para consultar a Lima y procurar se

e l dinero . El coronel Lynch consintió , pero agregóque e n caso de rehusar , destruiría las usinas . A laterminación d e l plazo , e l director l e comunicó undecreto del dictador Piérola , manifestando qu e todo pago de dinero hecho al enemigo sería considerado y castigado como acto d e alta traición y q u etodo dominio cuyo propietario hubiese cedido a lasimposiciones d e los invasores , sería confi scado e n

beneficio d e l Estado .

Al recibo d e esta com u n icacron , e l coronel Lynch ,decidido a romper toda resistencia , y a imponersepor e l terror , dió orden d e proceder a la obra d edestrucción . C on ayuda de la pólvora y d e la dinamita hizo saltar las construcciones , fué d e str u idala vía férrea , incendiadas las cosechas , talados losárboles frutales ; se confiscaron los caballos y lasmulas y se embarcó a bordo de los transportes todoaquello q u e se pudo encontrar de arroz ; azúcar yvíveres . Estas hermosas propiedades , cuyo valorpasaba de 10 millones de francos , fueron d evastadasy los chinos q u e las cultivaban tuvieron q u e servire n e l ej ército chileno como guías y portadores .D e vuelta a Chimbote , e l coronel

Lynch hizoincendiar la aduana , la estación de l ferrocarril y e l

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muelle, y se hizo a la vela para e l puerto de Supe ,

donde se l e había dicho q u e se habían desembarcado armas y municion es . Allí confiscó , e n efecto ,trescientas cajas d e cartuchos , que hizo saltar p orcarecer d e medios d e transportes , destruyó las plantaciones d e los alrededores y se volvió a hacer a lamar para apresar un vapor , cuyo arribo anunciabanlos despachos interceptados e n Chimbote , con unim portante cargamento para e l gobierno peruano .

En efecto , e l vapor llegaba e l 18 de Septiembre ,abordaba y capturaba e l vapor

“ Islay qu e veníad e Panamá y traía a bordo p iastras e n

papel moneda d e l Perú . Después de esta importantecaptura , e l coronel Lynch , subiendo hacia e l norte ,desembarcó e n Paita , a la que impuso una fu ertecontribución de guerra . Ante la negativa para e fe ct u ar la , prendió fuego a la aduana y a los edifi ciospúblicos . El 26 de septiembre corrió la misma suert e Etén .

Estos actó s de terror paralizaron toda resistencia .

L os destacamentos recorrieron sucesivamente lap rovín cia de Lambayeque y la de Libertad r e cibi e ndo e n ellas sin ninguna dificultad las contribucionesde gu erra impuestas p or e l comandante de la columna e xp e dicion ar ia .

El 1 .

º de Noviembre atracaba e n e l puerto d eQuilca e l coronel Lynch y poco después e n Pisco,donde estaba concentrado e l ejérci to chileno.

En menos de dos meses había recorrido, sin e n

con trar resistencia seria , cerca de cien leguas decosta y había invadido las más ricas provincias de lPerú sembrando p or todas partes el terror y la ruina ; se llevó , e n carácter de contribución de guerra ,cerca de un millón d e francos e n moneda y másd e 35 millones e n papel moneda , grandes ap rovi

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sionam i e n tos de azúcar , arroz y algodón , y todo esto_sin haber perdido más de t res hombres .Esta expedición sin resultados reales desde el

punto de vista estratégico, colmó la rabia y la e xasp e ración del Perú . Aquellas destrucciones sistematica s y crueles provocaron las reclamaciones de losneutrales .Buen número de las plantaciones saqueadas es

taban en efecto r ege n tadas 0 pertenecían a e x tran

je ros . La falta de resistencia a mano armada daba,a las medidas tomadas un carácter de exacciónfi nanciera lamentable .

La guerra tiene sus necesidades crueles que lalucha excusa y que la victoria hace olvidar frecuentemente ; pero que la opinión pública primero y lahistoria después juzgan con merecida severidad .

La campaña del coronel Lynch en la región nortedel Perú no agregó nada a la gloria de Chile . Anteciertos actos la humanidad se siente solidaria conlos vencidos y los oprimidos .A fines de Noviembre , estaba reu nido e n Pisco

todo el ejército chileno . Estaba decidido el embarque par a Chilca , pero podía se r peligroso dejartras de si , e n manos de l enemigo, 25 leguas de costa .

Se aseguró que"

entre Pisco y Chilca sostenían lacampaña varios cuerpos expedicionar ios peruanos .Había pues que rechazarlos ha cia e l norte o d isp e rsarles al menos , para no verse expuestos a ser tomados por la espalda .

El comandante e n j efe dio orden a la brigadaLynch , compuesta de tropas a

_

vezadas y endurecidaspor marchas rápidas , de seguir por tierra la distancia que la armada iba a recorrer por mar y d e trasladar se rápidamente de Pisco a Chilca , despejandoel terreno a su paso .

El 13 de Diciembr e comenzaba esta brigada su

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to chileno . En este país e sítan difícil encontrar agua ,q u e e l arroyuelo más insignificante tiene una importancia excepcional estratégicamente hablando .

En este preciso momento la brigada man dada p ore l coronel Lynch , qu e debía llegar a Chilca , habíasido detenida en su marcha por un enemigo invisibl e qu e la hostilizaba incesantemente sin presentarnunca combate, pero más aún por la necesidad d eau m entar la provisión de agua , ya que era tal laescasez q u e hombres y bestias se disputaban frecu e n t em e n t e unas gotas de pozas salobres . Losapar atos destiladores a bordo funcionaban sin cesar ,pero estaban lejos d e dar abasto a las necesidadesde todo un ejército y si las tropas chilenas hubieranencontrado e n Lurin u n a resistencia seria su situación se habría hecho sumamente crítica . Pero nadasucedió y e l ejército chileno , rechazando as avanzadas peruanas ocupó L u r ín sin combatir , con granjúbilo de l campamento e n e l que soldados y ofi ciales estaban con e l temor de que faltase e l agua .

El 25 y e l 26 llegó la brigada de Lynch despuésd e una ruda prueba , habiendo caminado 180 ki

lóm e tros por la arena y el polvo . A cada hora habíasido preciso dar un cuarto de hora de descanso alas tropas rendidas d e cansa ncio ; la marcha se habíaefectuado d e noche . La brigada había

"

perdido pocos hombres e n los combates que había tenido qu elibrar , pero la mayor parte d e los soldados caminaban a pie desnudo y ha cía n llevar sus armas por unmillar de chinos , fugitivos de las plantaciones , qu eseguían al ejército con la esperanza de saquear aLima y ganarse algunos pesos prestando sus servicios .El ejercito reunido e n Lurin se componía de un

efectivo de 24 mil combatientes , sin contar los equipos de tren , las ambulancias y los chinos auxilia

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re s , cuyo número aumentaba por momentos y a losque se empleaba en trabajos de campam ento paraaliviar a los soldados . La primera división estabalas órdenes d e l general Lynch . La segunda estabaal mando d e l coronel de ingenieros señor Gana ,qu e había tenido una actuación importante enlas operaciones militares desde e l principio de laguerra; de igual suerte qu e el coronel Pedr o Lagos ,j efe de la tercera brigada . La reserva » estaba al

man do de Martínez . Comandaba en jefe don ManuelBaquedano, e n u n ión d e l ministro de la guerra .donJosé Francisco Vergar a . La artillería , a las órdenesdel general Velásquez , se componía de cincuentacañones de cam paña y 27 de montaña cada unocon ata laje de 8 caballos .Acampado detrás de Lu r in , el ejercito chi leno

estaba frente a Lima , situada a 30 kilómetros alnoroeste ; el ala izquierda se inclinaba hacia

el mary estaba apoyada por la brigada Barboza , acampada cerca d e l viejo templo de Pachacamac ; las avanzadas instaladas al otro lado del río se encontrabana 6 kilómetros de la población . A la derecha se extendían vastas llanuras arenosas , desprovistas devege tac1on , sembradas por todas partes de colinasarenosas , de forma redondeada , llam adas cerros .A la izquierda la playa

'

costeaba la mar bravia ,

golfo de enormes olas levantadas por el huracán yque azotando sin cesar la costa abrupta , habíancorroído el suelo y formado profundos barrancoscerca de los cuales se levantaba la bonita ciudadd e Chorrillos . Más allá el suelo formaba una pendiente hasta la rica llanura del R ím ac y la bah ía delCallao . Al centro de esta llanur a

,Lima , situada a

caballo sobre e l Rimac , unida al mar por la plazafuerte del Callao, extendía sobre las dos orillas susG . d e l P .

— 8

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Suntuosos edifi cios , sus jardines , sus plazas públ i acas y sus monumentos .Defendía e l acceso a Lima una doble línea de de

fe n sas . La primera a 12 kilómetros delante de laciudad partía de Chorrillos y coronaba una cadenade cerros d e los q u e el más elevado era el MorroSolar . Estas colinas enlazadas entre sí por un parap e to de tierra estaban además protegidas porlargos fosos y defensas delan te de los cu ales se habíancavado minas y sembrado bombas automáticas .C oron aban las alturas ciento veinte piezas de ar

t i l l e r ía , cuyo fuego barría la llanura y las pendientesde acceso . Las mur allas que rodeaban los j ardinesde los alrededores , las cercas , todo aquello que podía prestar refugio al enemigo había sido nivelado .

Esta primera línea d e trincheras no medía menos de º

13 kil ómetros , estaba ocupada por 22 mil combatientes y describía un semicírculo que permitía llevar fácilmente las tropas d e l centro al punto principal de ataque .

A 6 kilómetros detrás d e esta primera línea y p orcon secu encia a medio camino entre ésta y Lima ,se levantaba , cerca de Miraflores , la segunda líneade defensa , q u e medía alrededor de siete kilómetrosde largo . Se la había utilizado par a establecer murallas de cerco d e gran espesor , que separaban unasde otras las provincias rurales .Estas murallas alm e n adas servían de refugio a

la infantería . Su acceso estaba defendido por largos fosos llenos d e agu a y p or reductos armados desetenta piezas de arti llería . El ejército d e reserva ,compuesto de 10 m i l hombres ocupaba este campoat r in ch e rado , listo , según las circunstancias o aavanzar para defender las líneas d e Chorrillos o arehacer los b atallones vencidos , e n caso de derrota ,

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llanuras arenosas por las cuales no avanzaba laartillería

'

sino con .enormes dificultades ; se p r e scindía además del concurso de los buques de guerra ,cuyas baterías cubrían el ala izquierda del ejércitoy si e s _cierto que se evitaban las líneas de Chorrillosse daba e n cambio contra las fortalezas de San B arto lom é y de San Cristóbal , que cruzaban sus fuegoscon las de Miraflores . Después d e una viva discusión , e l ministro de la guerra se decidió por el segu ndo plan , mientras e l general en jefe se declarabae n favor de un ataque de frente sobre las líneas deChorrillos , resultando por f m que este plan quedóadoptado por mayoría de votos .Al hacer prevalecer sus ideas , no se le ocultaba al

general Baquedano que su plan de ataque, muchomás difícil , no se podr ía llevar a efecto sin grandespérdidas , pero contaba con el empuje de sus tropas,su impaciencia por terminar la campaña y ah andonar un campamento agotado para encontrar enLima el término de todas sus fatigas , los placeres yel botín de la victoria . Lima se les aparecía como latierra prometida . En el campamento no se hablabamás que de sus riquezas inmensas , de su lujo, desus palacios .Hacía meses q u e aquellos batallones , reclutados

en su mayor parte entre los puntos fronterizos“

dela Araucanía , habituados a luchas sangrientascontra enemigos miserables , recorrían a mar chasforzadas los desiertos d e l sur de l P e rú o bien , amontonados a bordo de sus navíos , atracaban a playasáridas en que todo faltaba . Hoy se desenvolvíanante e llos las ricas llanuras d e l R ím ac , los inmensosnaranjales , las villas elegantes , los campos hermosos,y fi n ahn e n te Lima , la ciudad de Pizarro, la antiguaciudad de los Incas , donde mañana entrarían talvezellos como señores y saciarían al mismo tiempo que

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su cólera,todos los ape t itos bruta les sobreexcitados

p or dos meses de privaciones y de codicias irnpaci e nt e s . Estando tan cerca de l fi n , nada l e s im portaba e lpeligro y solo aspiraban a entablar la lucha suprema .

El 1 2 de Enero de 1881 , a medio día , el generalBaquedano pasó por última vez vez revista a sus tropas . “ Están a punto de concluir , les dijo, vuestrasduras fatigas . C on str eñ idos hace dos años a la rudadisciplina de los campamentos , habéis sostenido lalucha , soportando las privaciones , las penosas marchas e n que os torturaba la sed . Endurecidos en lafatiga , ya estáis prontos para la victoria . Aquíestáis bajo los muros de la capital del Perú . Os falta el último golpe . Soldados victoriosos de Pisagua ,de Tarapacá , de los An geles , de Arica y de Tacna ,adelante ! . Detrás de esas trincheras encontraréisla victoria y el descanso y allá abajo , en Chile, osesperan la gloria y las aclamaciones de vuestrosconciudadanos . Mañana , al alba , atacaréis alenemigo . Colocare1s vuestras bandera sobre las trincheras conquistadas , marcharéis a las órdenes devuestro general en jefe , orgulloso de vosotros y queenvía a la patria ausente el saludo del triunfo repitiendo con vosotros : “ Viva Chile"En aquellos momentos en Lima se hacían las másextrañas ilusiones . Corría el ru m or de que el e jército chileno descorazonado, levantado contra sus jefes impotentes para conducirlo al ataque de laslíneas de Chorrillos, huía a la desbandada y se apod e raba de los barcos para volver a Chile . Se citabala _

op in ión de un ofi cial extranjero, que después derecorrer las líneas de defensa , declaraba que paraapoderarse de Lima se necesitarían al menos 80mil hombres de las mejoras tropas e u r0p e as . Seafirmaba , en fi n , que dos divisiones chilenas, enplena retirada, huían hacia e l su r . Lima acogía con

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avidez estas noticias que tanto confirmaban susesperanzas y los ofi ciales peruanos se i rritaban poresta retirada ilusoria que les privaba de una victoriasegura .

A las cuatro y media de la mañana , maniobrando con una táctica perfecta , se desplegaba el e jército chileno en columnas , sobre las orillas de L u r ín .

A las cinco , la divi són de Lynch , de 7 mil hombres,se desparramaba por la línea de la playa y se dirigia hacia Villa , u n a legua de Chorrillos . Form aba .

ésta el ala izquierda y se apoyaba en el mar . La segunda división , a las órdenes del general Sotomayor,siguió a lo largo de las arenosas llanuras de Manchayy se dirigió hacia la alta meseta d e Mesa Tablada ,situada al sureste de las trincheras enemigas atiro de cañón . Entre las dos alas avanzaba la tercera división al mando de l general Lagos . Ten íaésta órdenes de sostener la derecha de la segu ndadivisión y de detener al norte e l ataque de l ala izq u ie rda peruana . La reserva y la caballería seguíana distancia . Se hacía la mar cha de las columnas e sp aciada par a evitar a las tropas las molestias de lasnu bes de polvo que levantaban a su paso . Antesde levantar el campo y para mejor demostrar suresolución de no volver paso atrás , los soldados prendieron fu ego a las chozas de follaj e que por variassemanas

'

les habían dado abrigo ; por millares e x

p lotaban los cartuchos abandonados , cubría la llanura un humo espeso y el fuego prendía e n la yerba seca de los campos . Las mujeres que seguían alejército , los enfermos y los equipajes , quedaron reunidos en la ribera custodiados po r dos compañ ías .A las dos de la tarde no quedaba e n las devastadasorillas d e Lurin ni un resto d e l campamento ; elejercito prosiguió su marcha si lenciosa a través de las

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lento y sostenido logran avanzar haciendo r e troce

der al enemigo , en u n a lucha cuerpo a cuerpo .

En dos horas de combate llegan a la cumbre de lasaltur as en los momentos en q u e su segunda divisiónentra al fin en línea bajo las órdenes de don Franci sco Gana , arrolla a los peruanos , cerca el ala izquierday envolviendo con una penosa marcha por u n suelocargado de bombas automáticas , los batallonesenemigos , se une con los soldados victoriosos deLynch .

El ala izquierda y el centro del ejército peruanohabían sido derrotados ; sus restos se replegaban sinembargo en buen orden sobre Chorril los . El generalchileno lanza sobre ellos su caballería , cuyo irr e sist ible empuje acaba de di sp e rsar los y los sablea sindescanso . Bajo el galope de los caballos , bajo lospies de los fugitivos explotan las bombas au tom áticas d isirn u ladas a ras del suelo, y al explotar ocasionan tantas pérdidas a los peruanos como a loschilenos ; pero no se reprime por esto el ímpetu d ela caballería , por el contrario , se acrecienta su co

raje y se evi ta el tomar prisioneros . Los peruanoshuyen en desorden hacia Chorrillos a donde lleganpor fi n protegidos por el fuego de las baterías d e l

%VI orr o Solar que detiene la persecución de los chienos .A las nueve de la mañan a , ocupaba el ej ercito chi

leno toda el a la izquierda de las trincheras peruan as ;pero una división peruan a a la derecha resistía todos sus ataques . Bajo las órdenes del ministro d e laguerra señor Iglesias esta división ocupaba C horr illos y e l Morro—Solar . Situada cerca de la playa ,la pequeña ciudad de Chorrillos está unida con e l

Morro Solar , colina escarpada de 270 metros d ealtura , por una cadena de cerros arenosos de difícilacceso . C oronaban las cimas cinco reductos h e r iza

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dos de artillería . Reforzada por tropas frescasmandadas de Lima y por los restos de las columnasperuanas rechazadas de San Juan y d e Villa , estadivisión desafiaba el ataque de los asaltantes . “ Detrás de ella la ciudad de Chorrillos , fuertementeocupada , había sido convertida en plaza fuerte .

Las bonitas villas de este lugar de recreo de sólidasconstrucciones de piedra rodeadas de jardines , h ábían sido ahn e n adas y fortifi cadas lo mismo quelas estrechas calles de la ciudad . L os balcones yazoteas defendidos con sacos de tierra y colchones ,repletos de tiradores hacían de cada casa una especie de plaza fuerte ; las , escaleras cortadas , estorbaban el acceso a los pisos superiores . Además , parallegar a Chorrillos había que apoderarse de l MorroSolar cuyo nutrido fuego dominaba la llanu r a y laciudad .

Llevada de su empuje victorioso, la divisón Lynch ,dueña de las líneas de San Juan vino a estrellarsecontra estos obstáculos , pero la primera tentativapar a apoderarse de ellos fracasó . Agotadas las t ropas por una noche de marcha , y una lucha e n carn izada de cuatro horas , apenas si podían mantenersee n las posiciones conquistadas . El general I glesiasesperaba el ataque a pie firme . Dejó a los chilenosavanzar hasta que estuvieran al alcance de su baterías , que permanecían en silencio después de habercontenido el empuje d e la caballería chilena ; a unaorden suya las cimas del Morro—Solar brillar on con

e l fuego de su artillería . Las granadas y“

las balasde las ametralladores caían en medio de las fi las chilenas . La división Lynch vacila y se repliega . Losperuanos se dan cuenta de esta vacilación y emp r e n

de n de nuevo la ofensiva rechazando hacia as pendientes cubiertas de muertos y h e r idós al cuartode línea y al regimiento de Atacama . El segundo

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de línea se ve obligado a retroceder . En vano se esfuerzan e l general Lynch y su jefe de Estado Mayoren reunir sus tropas . A despecho de sus esfuerzossobrehumanos hay que ceder . Lynch manda unaviso al general en jefe y pide refuerzos , r e troce

die ndo entonces con sus tropas diezm adas , parahacerles tomar un descanso bien caramente conquistado . Los soldados agotados , se t u mban sobre laarena sin soltar sus armas y preparándose a un e s

fuerzo supremo . El general chileno estaba resueltoa tentar lo . Sólo u n a victoria decisiva podía justifi car los enormes sacrifi cios de hombres que costabaa Chile esta lucha gloriosa , pero indecisa todavía .

Por medio de u n difícil movimiento , hace r e t roce

der su derecha y su centro victoriosos ; los batallon e s d e su primera división rehechos y concentradoshan sido además reforzados p or la reserva bajolas órdenes de Martínez . El coronel don PedroLagos recibe orden de poner también e n línea subrigada y llega inmediatamente . Lanzando r e su e l

tamente esta masa de combatientes que se u n e a labrigada Lynch , al asalto d e las pendientes fortificadas , da la orden d e apoderarse d e las cimas y deChorrillos . Las columnas chilenas se abren en perfecto orden , franquean rápidamente la distanciaque las separa d e l p i e de las colinas y comienzana escalar las cuestas . La artillería peruana redoblasus fuegos acr ibi l lan do los batallones chilenos ,sembrando las pendientes de muertos y heridos ;pero los chilenos avanzan hasta llegar a la cum bre .

Se enreda la lucha cuerpo a cuerpo ; bajo el ir r e sistible empuje y tenacidad d e l enemigo los peruanos seven obligados a retroced er . Expulsados de trinchera e n trinchera se repliegan sobre Chorrillos . Ladivisión peruana d e l general Iglesias espera sin embargo a p ie fi rme ; pero a medio día , rodeada por

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pasaba en aquellas trágicas horas en la capita lamenazada .

“ Amanecía apenas el día 13 de enero , dice , cuando el tendido galope de los caballos , el paso precip itado de los transeuntes , las carretas que se alejaban , y los gritos nos despertaron bruscamente .

“ Un rumor sordo nos zu mbaba al oído , a vecesinterrumpido por un ruido mas pronunciado— ¡ labatalla ha comenzado ! gritamos todos . En un minuto estuvimos vestidos . Eran las cinco y media dela mañan a . Recorrimos los cuatro reductos . Todoshacían preparativos para la mar cha , la mantarepleta de cartuchos , los ofi ciales revólver a la cintur a

,algunas

'

carretas con municiones en movin i ie nto . No se oían sino los gritos de ¡viva el Perú ! ¡viva el comandante general ! a Surco ! gritaban losofi ciales , y repetían mil frenéticas voces . Esperábamos la orden para emprender la marcha . Perola orden no llegaba y eran las siete y media de lamañana . El fuego del lado de San Juan se hacíamas violento cada vez .

“ Sobre todo en la izquierda de nuestra línea ,dos baterías se hacían un fuego de los mas nutridos .La una cede , sin embargo ; al presente el combatearrecia en la derecha . De pronto , _

a nuestro frente ,como a una legua , vemos levantarse la columnade un humo denso y negro : San Juan estaba enllamas . No se disputan ya sino

_a Chorrillos , pensa

mos todos a un mismo tiempo . En efecto , los e uerpos de Dávila , Cáceres y parte de l de Suárez habían cedido e l terreno . Iglesias , abandonado , sesostiene heroicamente en las posiciones d e Chorr i l los .

“ El primer fugitivo que encontramos en el puebl o de Miraflores fué u n soldado raso ;

“ vamosbien nos contestó con voz de sfal l e cie n te , cuando

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le pedimos noticias del combate . Tres 0 cuatroheridos llegaron después . No tardamos e n conocerla triste rea l idad . El camino estaba sembrado dedispersos que huían e n e l mas espantoso desorden ,unos heridos arrastrándose, otros pidiendo auxilio ;unos con armas , otros sin ellas , llenos de sangre yla ropa hecha pedazos , presentando el espectáculomas desgar rador .

Por e l terraplén de la vía¡ férr e a1 avanzaba unlargo cordón de gente ; por e l medio de los potreros corrían soldados e n grupos . Se les l lamaba ,pero no hacían caso ; no respetaban las amenazas ,s ino los balazos . No era esa la actitud d e un e jército victorioso . Un amargo desaliento se apoderóde nosotros . Varias compañ ías de los batallones sedesplegaron en guerrilla y pequeñas fuerzas de cabal l e r ía se escalonaron para cortar el camino de Limaa los fugitivos .

“ Pero, a medida que el tiempo transcurría , sehacía mas doloroso e l cuadro de esa multitud quehuía despavorida por todas partes ; la caballeríallegaba a bandadas , las mulas cargadas de cajasde mun i ciones , los cañones y ametralladoras ro

dados ; caballos sin j inetes a galope tendido ; artil l e ros

,coroneles , jefes de toda graduación inunda

ban las avenidas de l ferrocarril , formando una é s

pantosa confusión . No era una división desbandada, como habíamos oído decir ; era todo un e jército e n fuga . .Algtmos batallones entraron íntegros ennuestra l ínea , y gran parte de una división quedóformada a la izquierda de la línea férrea .

Serían las diez de la mañana cuando llegó Pierola con un reducido estado mayor , e n e l q u e se

notaba a los generales Buendía y Segura y al coronel Suárez . Pasó a caballo por en medio de losbata llones que lo vivaban frenéticamente . Man

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dó que desfilaran hacia los reductos y se parapetasen detrás de la tapias intermediarias entrecada uno de ellos . Estos refuerzos vinieron a aumentar considerablemente nuestra línea . Mas decinco mil dispersos habían sido recogidos a las doce del día ya por la caballería , ya por los batallonesde la reserva , otros se habían presentado voluntar iam e n te . Ve íase , sin embargo , muchos que se escapaban . Se les hacía tiros de rifle , pero se escoud ian en las zanjas y seguían huyendo .

Atravesaba Piérola los rieles de l tren cuando unsoldado , que suponemos ebrio , se adelantó ha ciaél y prorrumpió en im p r e cacion e s contra los jefes .“

No me formen barullos”

, se limitó a contestarPiérola . Y se alejóEsta terrible jornada costó al ej ército chileno la

pérdida de hombres y al ej ército peruano másd e L os chilenos no hicieron más que diecisieteprisioneros .El 14 por la mañana el general Baquedano en

viaba a Lima al secretario del ministro de la guerraseñor Errázu r iz con orden de declarar que despuésde una lucha tan sangrienta había quedado a salvoel honor del Perú y que el primer deber de su gobierno era evitar a Lima la suerte de Chorrillos ;ofreció un armisticio par a tratar la paz . El generalPiérola contestó que él n o recibía más que a u n emisario investido de plenos poderes para negociar .Ante esta disimulada negativa par a entablar negociacion e s e l general chileno hizo avanzar inmediatamente su primera división apoyada sobre la segunda ,

mientras la tercera , ocupando Barranco ,amenazaba Miraflores y la última línea de las defen sas peruanas . Estos movimientos se ej ecutabanen la noche del 14 al 1 5 y todo estaba listo en elcampamento chileno para tomar la ofensiva al ama

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por los contingentes del Ca lao y de Lima , por vol u n tar ios decid idos a luchar hasta el último e x tr e

mo para defender la ciudad . Disponía además deuna poderosa artillería y de las municiones d e l puerto militar d e l Callao ; sabía qu e el ejército chilenohabía sido muy castigado e n los combates del díaanterior y n o podía cubrir sus bajas ; en suma , élcreía d e su deber llegar hasta e l fi n y tentar un último esfuerzo .

Habiéndose prolongado la discusion hasta lasdos de la tarde , retuvo a su lado a los ministros yalmirantes extranjeros a quienes invitó a a lm or

zar . Acababan d e sentarse a la mesa cuando d e r e

pente , se dejó oir e l estruendo de la artillería seguidode las descargas de la infantería y de los gritos delas tropas . He aquí lo que había sucedido .

Prevenido e l genera l chil eno de que desde la mañan a numerosos trenes de Lima y del Callao llevaban a las líneas de Miraflores refu erzos considerables , quiso darse cuenta por sí mismo d e las posiciones ocupadas por e l ej ército peruano . Escoltadod e un numeroso estado mayor pasó e n primer lugar revista a su frente d e bandera y llegó e n su reconocimiento muy cerca de las líneas enemigas . Estaba observando las posiciones uno de sus oficialescuando de las avanzadas peruan as partieron algu nos disparos de fusil qu e l e obligar on a retroceder .Contestaron los chilenos y bien pronto se hizo general el fuego e n toda la línea . En vano trató e l

general Baquedano d e detenerlo ; la ar tillería abrióe l fuego ; de u na y otra parte había la convicciónd e qu e e l ataque había sido premeditado ; en los doscampos se creía e n una traición ; se enardecía lalucha , nadie podía ya detenerla .

Piérola , seguido de su Estado Mayor, monta acaballo para tomar la dirección de sus tropas . L os

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min istros y los alrn iran te s, e xpon 1e ndose a los mayores peligros ; atraviesan a pie la campiña y llegana Lima donde esperan los acontecimientos . A lasdos y media comenzaba la batalla e n toda la línea .

La división chilena comandada por el coronel donPedro Lagos ataca la primera los reductos peruanos ,pero recibida con un fuego asesino, se ve en la imposibi l idad de avanzar . Los peruanos salen de sus trincheras y atacan a la bayoneta . L os chilenos se repliegan la división Lagos se ve comprometida y cede poco a poco bajo al empuje del enemigo, Baquedanomanda para sostenerla un regimiento de caballeríacon orden de resistir hasta la llegada de la reserva .

A pesar de su esfuerzo , a p e sar d e su resistencia heroica , la división chilena es ar r ol lada , entra el desorden en sus filas d ie zm adas p or la artillería y ,

amenazadas de flanco , cuando de repente se dejanoir pe netrantes gritos y clamores . Era la divisiónLynch que llegaba desde Chorrillos a paso ligero, seguida de la reserva , al mando del coronel Martínez .

L os¡

soldados de Lynch penetran como una bala entre los batallones peruanos , los rechazan en de sorden hasta las trincheras , reunen consigo las tropasde Lagos y se lanzan con ellas al asalto de las fortifi cacion e s enemigas . La escuadra chilena cubrecon sus fuegos las alturas . Las líneas peruanas caenen poder de los chilenos por el lado de Miraflores .Y suponiendo una defensa enérgica de la ciudad yuna lucha parecida a la que habían sostenido enChorrillos la víspera , los chilenos incendian Miraflores y obl icu ando sobre el centro de las líneas peruanas , las toman de flanco mientras que la primeradivisión las ataca de frente .

El empuje irresistible de la divis1on Lynch arrolla todos los obstáculos . Los peruanos huyen a ladesban dada , perseguidos por dos regimientos deG. de l P .

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caballería que el general Baquedano lanza en supersecusión . A las seis de la tarde la lucha habíaterminado ; los chilenos vencedores ocupaban losreductos de Miraflores y la última línea de defensade Lima . Esta victoria les costaba hombresentre muertos y heridos y la muerte del coronelMartínez que cayó a la cabeza de sus tropas . Losperuanos dejaron sobre el campo de batalla setentacañones con su material , diez mil muertos , tres gen e ral e s y numerosos prisioneros .

A las siete de la tar de Piérola entraba e n Limallevan do consigo los restos de sus tropas y no soñando aún más que en la continuación de una luchaimposible . Quería encerrarse e n el Callao , volvercontra Lima las baterías del puerto y hacer de estemodo imposible el acceso a la capital a las fuerzaschilenas ; pero el desconcierto y el desaliento quereinaban en tom o de él no l e permitieron poner e npráctica sus proyectos . A las once abando

'

naba Lima ,acompañado de un pequeño estado mayor y buscaba u n refugio en las montañas . Lima y el Callao estaban abandonadas a merced de un populacho excitado y de bandas de soldados irritados por suderrota , borrachos de pó lvora y d e vino .

En ausencia de toda autoridad constituída , dispuestos a tratar de la rendición de la ciudad , e l

cuerpo diplomático pidió e n la noche al general chileno una entrevista para el siguiente día . Esta secelebró , en efecto , el 15 en e l cuartel general deBaquedano, donde fué fi rmada el acta de cap it u

lación de Lima en los términos sigu ientes :

C u a r t e l G e n e r a l ch i l e n o d e C h or r i l l os

En 16 de Enero de 1881 , a las dos de la tar de ,se presentaron don Rufi no Torrico, de la alcaldía

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D e sde e l 16 de Enero a la caída de la tarde sepodía prever la tempestad que se iba a desen

'

cadenarsobre Lima . Grupos de aspecto siniestro recorríanlas calles de la ciudad amenazando a los tr an se u nte s y recordando los sacrificios que ellos habían hecho por el país . So pretexto que no se les habíandistr ibuido víveres , se dejaron caer sobre los alrnacenes de los chinos desarmados , forzaron las puertas a culatazos de carabina o a hachazos , saquearon las casas y las in ce n d iaron .

Atacaron enseguida los ricos almacenes de joyas,tela s y objetos de arte, los saquearon y prendieronfuego . Del gran comercio que los chinos tenían enLima no quedó más que un montón de ruinas,en sangrentados e incendiadas . Se estima en un número de trescientos por lo menos el de los comercian tos chinos asesinados bien en sus casas o bienen las calles . Uno de ellos al ver incendiar sus alm ace n e s hizo d epositar sus libros en la Legacióninglesa . De su examen resultó que la pérdida exp e r im e n tada por él se elevaba a libras est e r l in as.

“ Las calles de Bodegones , Me lch arm a lo , Palacio,Polvos , Azules , ! avala , Capón , Albaqu itas, Hoyos,fueron saq u e das . La calle Palacio estaba sembrada de cadáveres . En vano los bomberos tratabande detener el incendio ; se dirigía sobre ellos un fu egograneado que se vier on obligados a retirarse . Eldía 17 se armaban en fin las columnas extranjerasy con su actitud enérgica pusieron a raya a los desvan dados cuyo ardor iba ya cediendo a causa de lafatiga y de la borracheraEsa noche costó a Lima más de 5 millones defrancos por las casas y edificios incendiad os y másde 25 millones por las casas de comercio saqueadase incendiadas .

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Prevenido de los desórdenes de que era teatro laCiudad , el general Baquedano aceleró la ocupación .

El día 17 a las cuatro de la tar de hacía su entradaen Lima un división de cuatro mil hombres bajolas órdenes del Inspector general del ejército chileno don Cornelio Saavedra y ocupaba sin dilación los principales puntos estratégicos de la ciudadmientras las otras divisiones chilenas acampabana sus pu ertas .Las m i smas escenas de desorden que habían en

sangr e n tado las calles de Lima se habían producidoen el Callao . El populacho destruyó los cañones ,hizo saltar las minas y trató de incendiar los fuertes . Los comercios y almacenes fueron forzados ysaqueados . L a rabia del populacho se volvió enseguida contra la armada a la que prendió fuego . Enaquella noche acabó de destruir el incendio lo quequedaba de la flota peruana . Por todas partes estal laban en el puerto los obuses , las bombas y lostorpedos . Para salvar su buque , el comandantede la “ Unión

”intentó una salida desesperada pero

vino a estrellar se con la costa . El monitor “

Atah u al

pa”fué desmantelado y echado a pique ; los transa

portes , ardiendo, zozobraron en el puerto . El “ Rimac

, el“ Chalaco” y el “ Talismán” saltaron con

su artillería a bordo . Toda la noche del 16 y el díay la noche del 17 el Callao ardiendo , presentaba eltriste espectáculo de un puerto militar dominadopor la locura del suicidio y de un populacho queacababa con sus propias manos la obra de d e str u cción de sus fuerzas navales . El 18, el coronel Lynch ,a la cabeza de su divi sión

'

ocupaba la ciudad y elpuerto donde concluían de arder las últimas chalupas peruanas .El general Ba

'

quedano podía sin ser tildado deorgul loso , terminar con estas líneas el parte ofi cial

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sobre las operaciones que tan hábilmente había

El éxito es completo . Nada queda ya de l grane jér cit0

'

p e r u an o . Ha perdido más de hombresy el resto está en fuga o ha entregado las armas .

“ Ha dejado en nuestro poder un inmenso material de guerra , 222 cañones , 124 piezas de campaña ,15 mil fu siles , más de 4 millones de cartuchos ygrandes ap rovisionam i e n tos de pólvora y dinamita .

Agregaré que las fuerzas navales del Perú hansido aniquiladas a tal pu n to que no habría un solobarco que se pudiese dar a la mar

En estas condiciones no quedaba más que tratarde la paz . Pero con quién?

Piérola , en fuga , se había ocultado en los Andes ,desesperado de sus derrotas , pero listo aún par atentar la fortuna , acusando a los chilenos de traición por el ataque de las líneas de Miraflores , creyendo o temiendo creer que con el lazo de un arm ist icio engañoso, había sido vencido por sorpresa ;encarnando en sí el odio al invasor y la idea de resisten cia ; soñan do reunir en su retir o de Ayacucholos restos de sus batallones dispersos ; corrigiendo alfin con su tenacidad en la desgracia los errores desus proclam as enfáticas y sus presuntuosas aseveraciones . A las primeras propuestas de n egoc iacio

nes que le fueron hechas por conducto del ministrode los Estados Unidos , respondió con un rechazoaltanero que no trataría sobre la base de ningunacesión territorial . Su plan era atraer en su p e rse cución al ejército chileno , can sar l e con una lucha deguerrillas , disp u tar l e una a una las regiones de l asllanuras al pie de los Andes , donde un p uñado dehombres decididos podía tener en jaque un ejército,hostilizarle sin tregua ni descanso, sublevar contrael enemigo nacional a los descendientes de los in

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cido su cuartel general , renunciaba a sus funcionesde jefe supremo de la resistencia , y presentaba ladim isión de la presidencia del Perú , un poder másnominal que real desde la caída de Lima , abandonando e l país .Le sucedió el almirante Montero en calidad de

vice-presidente y organizó en Arequipa un simulacrode Gobierno alrededor del cual consiguió reunircerca de cinco mil hombres de tropa . Pero no podíasoñar en tomar la ofensiva . El general Iglesias , min istro de la guerra de Piérola , ilustre por su heroicadefensa del Morro—Solar , se mantenía aún en lasprovincias del norte merced a prodigios de actividady rechazaba en Septiembre de 1882 el ataque de unacolumna chilena , que derrotó en San Pablo y rechazé en desorden sobre Pacasmayo ; pero un hechoaislado que el e xigu b número de sus soldados leimpidió prose guir , no era sufi ciente para conquistar la fortuna y torcer el curso de l os acon t e cim i e ntos . El país agotado , cansado por una guerra detres años , sin dinero y agotados todos sus recur so sno podía ya tentar un esfuerzo tan desesperado .

El general Iglesias lo sabía , pero sabía tambiénque un pueblo vencido se vuelve instintivamentehacia aquellos que no han desesperado d e salvarle y que no pudiendo darle la victoria han ennobl e cido su derrota y se han impuesto al respetode los vencedores .La retirada de Piérola , la caída de Calderón , laimpotencia de Montero ponían de manifiesto relieve la personalidad de Iglesias . El Perú veía enél su último defensor y Chile al ún ico hombre capazde constitui r un gobierno, aun de carácter provisorio , con el que se pudiera negociar . Iglesias acogiófavorablemente las proposiciones que se le hicieron ;empezar on las conferencias y el 19 de Octubre se

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fi rmó u n tratado provisional q u e Iglesias se comprometió a

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presentar al Congreso . Por su partelos jefes chilenos le reconocían como Presidente del

El 20 de Octubre evacuaba Lima y el Callao ele jército chileno, retirándose a Chorrillos y a Barran co ; el 24 entraba Iglesias en la enlutada capital ,sobre la

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que mandó izar nuevamente el pabe llónnacional .La guerra ha terminado . Por mar y por tierra

Chile ha afi rmado la superioridad de sus armas.

La solidez de sus tropas , su disciplina , la tácticade sus generales han triunfado del valor cabal l e r e scó y brillante de sus adversarios . Sus finanzas bienadministradas le han permitido llevar a feliz término una campaña al parecer puramente comercial ,la guerra le ha hecho dueño de los ricos depósitosde nitrato de la provincia de Atacama y de más decien legu a s de costa del sur del Perú . Rechazada alinterior del continente , Bolivia ha perdido el accesoal Océano Pacífi co y el Perú ha visto su capital ocupada por un ejército enemigo . Chile ha hecho elen sayo de sus fu erzas y la fortuna se ha mostradoa la altura de sus esperanzas y de su audacia.

Transplantada de sde hace tres siglos en el NuevoMundo, la raza española no ha perdido nada deaquellas virtudes militar es a las que debió su sup r emacía en Europa durante tantos años . Sus cualidades como sus defectos han sufrido pocas modificacion e s en aquel lejano ambiente . En Américacomo en Europa se ha mostrado sobria y dura parala fatiga , tenaz y resistente en la adversidad , intrepida y valiente en la lucha . Los marinos del “

H u ás

car son ni más ni menos los legítimos descendientesde los audaces compañeros de Cortés , y los soldadosde Tacna , de Arequipa y de Lima han dado pruebas

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tanto en un bando cºmº en ºtro del herºísmo de losviejos soldadºs de Pizarrº .

Pero el mismo espíritu separatista que ha hechºd u rante tanto tiempo la desgracia de España y haarmado unas contra ºt ras las valientes poblacionesde sus p rovmcras , vascºs contra ar agoneses , navat ros cºntra cast e l lanºs, Murcia cºntra Granada , yque puso más de una ve z este vasto imperio a laspuertas de su perdición , ese mismº espíritu se encuentra aún en lºs inmensos territoriºs apenas poblados de la América m e r i diºnal . Nosºtros vemºs allíuna raza idéntica , una misma fe religiºsa ; la lengua ,las costumbres , el origen, son lºsmismºs , las mismasson sus cualidades y sus defectos , el ºrgu l l lo y el valºr , la misma en fin ,

su organización pºlítica y la forma de gºbierno . En estas condiciones la guerra esverdaderamente una guerra civil y de una y otraparte se comienzan a dar cuenta de ello . Al calor dela lucha sucede una tranquilidad relativa que perm ite medir las pérdidas sufridas , lºs resultados ohtenidos

,y penetrar en las causas del éxitº de Chile

y de la de rrºta del Perú .

Estas enseñanzas de la histºria nº deberían quedar perdidas . Pero hay algº que se irnpºn e al espiritu mismo de lºs más prevenidos y avisados y e s

que las cuestiones que dividen a las repúblicas hispano—americanas pueden ser solucionadas sin recurt ir a la guerra y que estas repúblicas tienen algomejor que hacer y algo mejor en que invertir susesfuerzos y su sangre . Tr i u n far de los obstáculos queles ºpon e la naturaleza , sacar producto de las immensas riquezas de su suelo y de su clima , conquistarpara la civilización las vastas soledades con que limitan

,y una tarea más útil y más gloriºsa que la de

med irse en los campos de bata lla, glori fi cados ya

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