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DeustoDigital La lucha por la Justicia Selección de textos de Ignacio Ellacuría (1969-1989) Juan Antonio Senent (ed.)

La Lucha Por La Justicia

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Compilación de textos del filósofo vasco Ignacio Ellacuría

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DeustoDigitalLa lucha por la JusticiaSeleccin de textos de Ignacio Ellacura(1969-1989)Juan Antonio Senent (ed.)La lucha por la JusticiaSeleccin de textos de Ignacio Ellacura(1969-1989) Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4Instituto de Derechos HumanosLa lucha por la JusticiaSeleccin de textos de Ignacio Ellacura(1969-1989)Juan Antonio Senent (ed.)2012Universidad de DeustoBilbao Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4Serie Derechos Humanos, vol. 18Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta obra slo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista porlaley.DirjaseaCEDRO(CentroEspaoldeDerechos Reprogrficos,www.cedro.org)sinecesitafotocopiaroesca-near algn fragmento de esta obra.Fotografa de la portada: Ellacura en una marcha por la paz en la Plaza de la Libertad, en San Salvador, marzo de 1988. Fotografa cedida por la UCA.Fotografadelinterior:IgnacioEllacura(1930-1989). Cortesa de Begoa EllacuraPublicaciones de la Universidad de DeustoApartado 1 - 48080 Bilbaoe-mail: [email protected]:978-84-9830-344-5Depsito legal: BI - 936-2012Impreso en Espaa/Printed in SpainSerie Derechos Humanos, vol. 18Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta obra slo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista porlaley.DirjaseaCEDRO(CentroEspaoldeDerechos Reprogrficos,www.cedro.org)sinecesitafotocopiaroesca-near algn fragmento de esta obra.Fotografa de la portada: Ellacura en una marcha por la paz en la Plaza de la Libertad, en San Salvador, marzo de 1988. Fotografa cedida por la UCA.Fotografadelinterior:IgnacioEllacura(1930-1989). Cortesa de Begoa EllacuraPublicaciones de la Universidad de DeustoApartado 1 - 48080 Bilbaoe-mail: [email protected]:978-84-9830-408-4Ignacio Ellacura (1930-1989) Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 9ndiceIntroduccin al pensamiento tico y jurdico de Ignacio EllacuraJuan Antonio Senent de Frutos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11Parte IHORIZONTE CRTICO, TICO Y TEOLGICO DE LA JUSTICIAFilosofa, para qu? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27tica fundamental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41tica y poltica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55Perspectiva histrico-tica de la Filosofa Latinoamericana. . . . . . . . . . . . 63Dimensin tica de la filosofa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67Ideologa e inteligencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85En torno al concepto y a la idea de liberacin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127El problema ecumenismo y promocin de la Justicia . . . . . . . . . . . . . . . . 151Parte IILA SITUACIN DE LOS DERECHOS HUMANOS DESDE EL SALVADORCarter y los derechos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157El derecho humano bsico: el derecho a la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161El derecho a la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163Los derechos humanos y la no intervencin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165Ms sobre los derechos humanos en El Salvador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167El estado de la cuestin salvadorea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171La intervencin norteamericana en El Salvador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175Elecciones o mediacin para El Salvador? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179Dnde ests, Espaa? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183Monseor Romero y los periodistas holandeses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189Los derechos humanos en Centroamrica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193 Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-410Las difciles negociaciones en El Salvador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199Otra vez elecciones en El Salvador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203Contra el terremoto permanente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209Parte IIIESTUDIOS SOBRE LA PROBLEMTICA DE LOS DERECHOS HUMANOSLos derechos humanos fundamentales y su limitacin legal y poltica . . . . 215La historizacin del concepto de propiedad como principio de desideolo-gizacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235Historizacin del bien comn y de los derechos humanos en una sociedad dividida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275RespuestaaCETRAL[Mayorasoprimidas,reivindicacionesindgenas en Centroamrica y el problema de los derechos humanos] . . . . . . . . . . 293Historizacindelosderechoshumanosenlospasessubdesarrolladosy oprimidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297Universidad, derechos humanos y mayoras populares. . . . . . . . . . . . . . . . 303Subdesarrollo y derechos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317Hacia un replanteamiento de los derechos humanos en Centroamrica . . . . 339Quinto Centenario de Amrica Latina, descubrimiento o encubrimiento? . 345El periodismo salvadoreo ante la crisis del pas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357Programa de derechos humanos. Produccin latinoamericana . . . . . . . . . . . 361Hacia una conceptualizacin de los derechos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . 363Historizacin de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayoras populares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365El mal comn y los derechos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 377Parte IVLA CONSTRUCCIN DE UN FUTURO DISTINTO PARA LA HUMANIDADHacia un desarrollo liberador de los pueblos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 383La construccin de un futuro distinto para la humanidad . . . . . . . . . . . . . . . 395Utopayprofetismodesde AmricaLatina.Unensayoconcretodesote-riologa histrica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401El desafo de las mayoras populares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 451 Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 11Introduccin al pensamiento tico y jurdico de Ignacio EllacuraJuan Antonio Senent de Frutos11.Presentacin de la edicinEsreconocidalacontribucindeEllacuraalaluchaporlajusticia desde su contexto vital salvadoreo y latinoamericano como parte funda-mentaldesuactividadvital.Suaguijncrticoincansableylabsqueda de alternativas frente a las graves situaciones sociales en que vivi a tra-vsdesusopinionespblicas,desusartculoscientficos,desdesures-ponsabilidaduniversitariaydesdesuactividadpastoralyteolgica,le vali no slo reconocimiento sino tambin persecuciones en distintos mo-mentosdesuvida;hastaquefinalmenteselaarrebatelejrcitosalva-doreo, en noviembre de 1989. En este sentido, su compromiso por la jus-ticia se inscribe en una actividad de militante o defensor de los derechos humanos, de la democratizacin, de la paz.Sinembargo,nosetratabaslodeuncompromisopersonalenestos frentes, sino que su pasin por la justicia estaba a su vez potenciada, ilu-minada y mediada por su actividad intelectual, de modo que uni de modo radical en su vida el compromiso tico-poltico y el compromiso de bs-queda de la verdad, su bios ethiks y politiks se imbric en su bios theo-retiks2. Hay una circularidad continua. Sus afirmaciones tericas encuen-tran reflejo en su actividad personal, y su biografa conjunta y final llega 1Profesor del Departamento de Filosofa del Derecho de la Universidad de Sevilla.2Comodestac AntonioGONZLEZ:locaractersticodelalaborintelectualdeElla-cura no consiste tanto en haber puesto la praxis de liberacin en el centro de sus reflexio-nes filosficas, sino en haber hecho de la filosofa un elemento constitutivo de una existen-cia dedicada a la liberacin, en Aproximacin a la obra filosfica de Ignacio Ellacura, ECA, 505-506, San Salvador, 1990. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-412a ser indicio de lo que intelectualmente haba analizado y descrito. A falta de una biografa de Ignacio Ellacura la visin panormica de sus escritos nos revela mucho de su vida.Estevolumen,ayudaravalorarsucontribucinintelectualcomo pensadorenelcampodelafilosofasocial.ElpensamientodeEllacura reflejaunasntesiscomplejadondelonormativoyprcticoadquiereun lugar central; la praxis ser el lugar que da verdad y donde se juega el di-namismodelarealidadhistrica.Lametafsica,laepistemologa,laan-tropologaestatravesadaenelpensamientoEllacuraporelnerviodel dinamismo utpico y tico. A su vez, el derecho, aun siendo ambiguo en suconfiguracintambinvehiculaopcionesticasytieneposibilidades detransformacinutpica.LapolticatambinparaEllacurapuedeser fecundada por la racionalidad y la tica.Estacomplejidadycomplementariedadpresenteensusanlisiseslo quehacefecundosupensamientoparailuminarviejosynuevosdebates superando reduccionismos unilaterales.Elpresentevolumenquehemostituladolaluchaporlajusticia pretendeofrecerenconjuntolostextosdeIgnacioEllacuraquetienen comocentroestedinamismo.Ellonospermitereunirporprimeravez muchosdesusescritosnormativos,desusartculosticosyjurdicos, juntoconotrosteolgicosyfilosficosnecesariosentenderestedina-mismoentodasucomplejidad.Algunosdeestostextoslosfuepubli-candoenvidaEllacuraenrevistascientficas,otrosfueronnuevamente recogidos o editados por primera vez en las diversas compilaciones ps-tumasdeescritospolticos3,filosficos4,teolgicos5,sobrelauniversi-dad6ycursosuniversitarios7quedesuobranoshaofrecidoUCAedi-toresenlasdosltimasdcadas. Algunosfueroneditadosenlaprensa espaola8, donde Ellacura sola enviar sus colaboraciones. Otros perma-necan inditos9. En conjunto suponen cuarenta textos que nos muestran diversasfacetassuyasqueconvergenenlaluchaporlajusticia:como activistapresenteenlosprocesossocialesypolticosycomointelec-3Veinte aos de historia del El Salvador (1969-1989). Escritos polticos. Tres volme-nes, 1991.4Escritos filosficos. Tres volmenes, 1996-2001.5Escritosteolgicos.Cuatrovolmenes,2000-2002.Tambinserecogieronescritos normativos en el libro colectivo donde particip Ellacura y que vera la luz en 1990: Mys-teriumliberationis:conceptosfundamentalesdeteologadelaliberacin(dosvolme-nes).6Un volumen, 1999.7Un volumen, 2009.8Aqu recogemos cinco artculos publicados en el diario El Pas entre 1981 y 1986.9Presentamos en este volumen diez textos que no han sido publicados. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 13tualuniversitarioqueinvestigalascomplejascausasqueconfiguransu presente;comofilsofoquedescubreenlaperspectivahistrico-tica elprincipiodeseleccineiluminacindesuactividadycomotelogo comprometidoconlapromocindelajusticiacomoexpresinfunda-mental de su fe cristiana.Dado que la suma de trabajos que desde esta perspectiva podran reu-nirse exceden las posibilidades de un nico volumen, hemos decidido esta primera seleccin con los siguientes criterios. Primero, el de representati-vidad de su actividad. No dejar fuera ninguna de sus dimensiones vitales e intelectuales, con ello, como antes indicamos podemos ver la riqueza de sus facetas biogrficas. Segundo, sin pretender exhaustividad, compendiar deformatemticayunitariasustextosnormativosescritossobretodoa partir de su etapa de madurez intelectual donde se puede ya reconocer una mismaestrategiametodolgicaeneltratamientodesusinvestigaciones, tratandodeejercitarintelectualmenteunlogoshistrico.Enestecaso, los textos aqu reunidos son escritos datan desde 1969 hasta su muerte en 1989. En esta etapa, a partir de los setenta desarrolla su proyecto de rea-lizar una filosofa y teologa histrica y contextual. Tercero, incorporar al corpus ellacuriano conocido textos relevantes no presentes en las diversas compilacionesantessealadas. As,presentamosveintidstextosnore-cogidos en ninguna de las compilaciones anteriores. Y cuarto, unir en una mismavisindeconjunto,loquehastaahoraseencontrabadispersoen las diversas publicaciones o indito en el Archivo Ellacura.Losescritossehallanreunidosencuatropartes.Enlaprimeraparte, horizontecrtico,ticoyteolgicodelajusticia,serecogeunabreve seleccindeescritosquenosofrecenunasuficienteintroduccincrtica para entender las principales claves del tratamiento ellacuriano de los fe-nmenos normativos. Esta parte puede ser completada con sus escritos fi-losficos y teolgicos donde se profundiza en su metodologa crtica. En lasegundaparte,lasituacindelosderechoshumanosdesdeElSalva-dor, se recogen catorce artculos breves, inditos o publicados en prensa, que no han sido recogidos en sus escritos polticos, y que complementan el conocimiento de su labor como analista social y poltico que sigui da a da la evolucin de la situacin social centroamericana y mundial. En la tercera parte, estudios sobre la problemtica de los derechos humanos, sepresentandiversosanlisisenprofundidaddelfenmenodelosdere-chos humanos. El marco terico, ya fundamentado en la primera parte, va a ser aqu aplicado a fondo. Destacamos su programa de derechos huma-nos,elaboradoparaelcursodepostgradoqueimpartiamediadosde 1989.Estedocumentonospermitereconstruirunavisindeconjunto desucontribucinintelectualparaeltratamientodelosderechoshuma-nos. Asuvez,lostextosdisponiblesenestatercerapartenospermiten Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-414conocerlamayorpartesusdesarrollos.Resultadeespecialnovedaden elconjuntodelcorpusellacurianosutrabajoHaciaunreplanteamiento delosderechoshumanosdesdeCentroamrica(1988),dondeseabor-dantemasdecisivosdesucontribucinyqueestnpordebatir,comola jerarquizacindelosderechoshumanos,olaconcepcindelademocra-cia desde los derechos humanos. Tambin el artculo El periodismo sal-vadoreo ante la crisis del pas (1989), compuesto en el mismo contexto que su curso de postgrado, recoge adems de otras temas, como la liber-taddeprensa,unciertoplanteamientofinalsobrelacuestinanunciada en su programa de derechos humanos sobre El derecho a la insurreccin y a la violencia10, y que fue objeto de mltiples reflexiones anteriores re-cogidas en sus escritos polticos en el contexto de la guerra civil salvado-rea. El artculo Respuesta a CETRAL (1980), sobre la cuestin de las reivindicaciones indgenas en Centroamrica, nos permite adems abrir la discusindeunaposiblelecturaenclaveinterculturaldelaobraellacu-riana11. El cierre de su programa de derechos humanos lo constituye la inclusin de la perspectiva teolgica de los derechos humanos en el tra-tamiento integral y de conjunto12. La cuarta y ltima parte la hemos titu-lado la construccin de un futuro distinto para la humanidad, evocando el propio ttulo de un artculo ellacuriano. En ella, la lucha por la justicia exige la construccin de otro rumbo histrico, de otra marcha de la histo-ria,conmssentidoymshumanizante.Enloquevanaresultarlasre-flexionesfinalesdesuvida,Ellacuraproponeunaseriedeclavespara enfrentar la crisis civilizatoria en la que an, y de forma todava ms visi-ble,andamossumidos.Enparticular,ensuexhaustivotrabajoUtopay profetismo, diagnostica con clarividencia lo que son los lmites estructu-ralesdelacivilizacinoccidentalactualglobalizadaportodoelplaneta, ypropone,animadodesdeelprofetismoutpicodelatradicincristiana otros caminos para la construccin de otro modo de vida ms sostenible, humano y esperanzado.Se trata en suma en este volumen, de devolverle la palabra a Ellacura para poder dialogar con sus escritos acerca de nuestras urgencias y necesi-dades ms profundas, como l mismo nos propona en un triple nivel: en 10Adems, trat en este curso la cuestin de el derecho humanitario en caso de con-flicto,delaquenodisponemosdetexto,peroquemuestrasupermanentecompromiso por minimizar los efectos destructivos de la guerra.11Para esta relectura intercultural de su obra, destacamos adems los trabajos aqu re-cogidos como Hacia un replanteamiento de los derechos humanos desde Centroamrica, Perspectiva histrico-tica de la filosofa latinoamericana y Dimensin tica de la filo-sofa (1983).12A falta de texto expreso, tal tratamiento tiene que ser desarrollado a partir de los tex-tos aqu recogidos, y sobre todo con los incluidos en los volmenes de escritos teolgicos. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 15ordenalanlisis-interpretacin,valoracin-justificacinyaccin-trans-formacin de la misma realidad para que sea liberadora en su dinamismo y totalidad13.2.Introduccin al pensamiento tico y jurdico ellacurianoEnlosltimosaos,sehaidoenriqueciendoelconjuntodeanlisis ydiscusionesdelpensamientosocialdeIgnacioEllacura14.Contamos ya con excelentes monografas y estudios sobre su obra que deben ser te-nidos en cuenta. Vamos ahora a ofrecer brevemente algunas claves de su tratamiento de los procesos normativos.Hayquedestacarquesucontextotericoestmediadoengranparte por la influencia de su maestro Xavier Zubiri. ste radicaliz tanto el an-lisis fenomenolgico propuesto por Edmund Husserl, como la lectura exis-tencial que del mismo emprendi su discpulo Martin Heidegger. Ellacura recoge este programa crtico, como puede apreciarse ya desde su tesis doc-toral en filosofa de 196515; donde realiza un profundo debate a la luz del planteamiento zubiriano con estos dos autores por la permanencia tanto de Husserl como de Heidegger en el mbito del idealismo. Sobre la fenome-nologa postidealista zubiriana, montar Ellacura su anlisis de la praxis humana, que es la base epistemolgica de su teora normativa.13Perspectiva histrico-tica de la filosofa latinoamericana, en este volumen.14Para un conocimiento y discusin de la filosofa prctica de Ignacio Ellacura pue-den consultarse, entre otros: SAMOUR, Hctor: Voluntad de liberacin. El pensamiento filo-sficodeIgnacioEllacura,Comares,Granada,2003;CASTELLNMARTN,JosJoaqun: Ellacura y la filosofa de la praxis, Hergu Editorial, Huelva, 2003; MORA GALIANA, Jos: Ignacio Ellacura, filsofo de la liberacin, Editorial Nueva Utopa, Madrid, 2004; SENENT DEFRUTOS,Juan Antonio,MORAGALIANA,Jos(eds.):ActasdelCongresoInternacional Ignacio Ellacura, 20 aos despus, Instituto Andaluz de Administracin Pblica, Se villa, 2010;SENENTDEFRUTOS,Juan Antonio:Ellacuraylosderechoshumanos,Desclede Brouwer,Bilbao,1997;dem:Problemasfundamentalesdelosderechoshumanosdesde elhorizontedelapraxis,TirantloBlanch,Valencia,2007;dem:Elajusteodesajuste de las prcticas normativas en Ignacio Ellacura: hacia una nueva dimensin de lo norma-tivo, en Anuario de Filosofa del Derecho, 2011 (XXVII), pp. 247-279; ROSILLO MART-NEZ, Alejandro:LosderechoshumanosdesdeelpensamientodeIgnacioEllacura,prol. J.J. Tamayo, Dykinson, Madrid, 2009; DUSSEL, Enrique: Fundamentacin de la tica? De Porfirio Miranda a Ignacio Ellacura, UAM-Iztlapalapa, Mxico, 2007; SOBRINO, J. y AL-VARADO,R.(eds.):IgnacioEllacura,Aquellalibertadesclarecida,SalTerrae,Santan-der, 1999; GIMBERNAT, Jos A. y GMEZ, Carlos: La pasin por la libertad. Homenaje a Ig-nacio Ellacura, Ed. Verbo divino, Estella, 1994; GONZLEZ, Antonio: Aproximacin a la obra filosfica de Ignacio Ellacura, ECA, 505-506, San Salvador, 1990. 15Principialidad de la esencia en Xavier Zubiri, 1096 pp., tres volmenes, Universi-dad Complutense. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-416Enelcontextodesuanlisissobrelapraxishumanayteniendoen cuenta los anlisis recogidos en este volumen, podemos realizar una pro-puestapersonal,unesbozodesuteoranormativa.Podemoshablarde loticoylojurdicocomodedosinstanciasseparables?Laperspectiva deEllacuradelosprocesosnormativos,sedistanciatantodeunafrac-tura perfecta entre juridicidad y moralidad o eticidad; entre conocimiento y produccin o aplicacin del derecho o de lo que se considera debido o justo,enfuncindecmoaconteceelprocesodeproduccinnormativa en la propia praxis social. Desde el punto de partida de la apertura o so-bredeterminacindelapraxishumana,hayquesituarlacuestindelo queesdebidooexigibledesdeelprocesosocialenelqueacontece.La proyeccin de lo que debe ser realizado y reconocido en funcin de la si-tuacinqueseestexperimentadocomoinsuficiente,tantoentrminos materialescomoideales,esloquemantieneactivotantoelprocesode transformacin del sistema del derecho como la lucha jurdica por su in-terpretacin,yenestesentido,esteprocesodedesenvolvimientodelo jurdico se da en un contexto mayor. Por ello, el sistema del derecho no es causa sui, y se integra en una tarea tica mayor que se actualiza en las propiasprcticasyobligaairtransformando,noslodiacrnicamente sinosincrnicamente,lapositividadvigenteoelestadodecosasampa-rados en el derecho reconocido. Ello impide el cierre categorial perfecto delsistemajurdico,almodoenqueaspirabaKelsen.Lavalidez,nose puedesloremitirparasudelimitacinalplanojurdico,ypuedeha-berunjuiciodevalidezquetrasciendaelpuntodevistainterno-formal delderecho.Perounjuiciodevalideztrascendidonoseintegranecesa-riamente en la direccin de una mejora de la eticidad del derecho (como porejemploseraeneldinamismodelosderechoshumanosconres-pectoalsistemalegal)ytambinpuedehaberunjuiciodevalidezque seorienteenladireccindeunvaciamientodelasexigenciasaxiolgi-casyapresentesenelsistemalegal.Laaperturaposibilitalaambige-daddelosprocesosnormativos.Elloimplicaanuestromododeveren el fondo un llamado a la responsabilidad tica del jurista y de los actores que trasciende el paradigma positivista pues ello exige un discernimiento delomsvaliosoyuncompromisoconsudesarrollo;desdeahpuede porejemplo,entenderselareaccinactualdesdeFerrajoli,antelacri-sis constitucional o ante la crisis de Estado social. Puesto que la aper-tura del proceso social en que acontece el derecho no asegura necesaria-menteningnprocesoasintticodemejora,latareadeirconfigurando realmente el sistema de orientaciones normativas de unas prcticas socia-les implica una responsabilidad tica en cualquier direccin. De ah que, como a veces ha sucedido histricamente, como en los juicios de Nrem-berg,puedehaberunaexigenciaderesponsabilidadporelmodoenque Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 17se ha practicado el derecho. Es evidente que este juicio es meta-jurdico (enelsentidoenquetrasciendelaformalidaddelderechovigentecon-forme a la teora estndar de la validez), aun cuando pueda articularse ju-risdiccionalmente.Ellomuestraqueeneljuiciodevalidezhayunares-ponsabilidad tica, sea o no correctamente ejercida, y que en funcin de ello, se puedan pedir cuentas.Portanto,desdeestaperspectivaseampliaelpuntodevistadelos procesosnormativosysecomplejizasucomprensin. As,nosetoman aisladamenteslodesdeelmomentodeinstitucionalidaddelderechoo delsistemajurdicovigenteenunasociedadsinodinmicamenteenel conjunto del proceso tico-social de institucionalizacin y transformacin delderechoenelcontextodelarealidadsocialynatural.Esteproceso empieza antes del reconocimiento institucional, y no acaba en el recono-cimiento positivo, sino que permanece siempre abierto en tanto subsistan lasprcticassociales.Nosetrataslodeunacuestindelaaperturain-terna del derecho establecido, esto es, a nivel lingstico y sistmico, sino de la apertura que se despliega en el proceso social en el que acontece lo jurdico;estoes,delasprcticassocialesenlasqueelderecho,yparti-cularmentelosderechoshumanos,sevandefiniendoyredefiniendo.Por ello,laperspectivadesdelaqueconsideraelderechoEllacurasecon-traponealascomprensionesvigentesmsinfluyentes,sobretodo,alas aproximacionesformalistasalderecho,quepuedensesgartantolacom-prensindelamarchadelonormativo,comodeloqueespeor,cerrar dogmticamente la definicin social de lo justo.Asuvez,paraEllacuralacomplejidaddelfenmenodelosdere-chos tiene que ser enfrentada desde tres momentos interna y sistemtica-mentevinculados.Nosdecaenordenaunadecuadoanlisis-interpre-tacin que deben ser considerados: en lo que tiene de verdadero y falso problemaepistemolgico,enloquedejustoeinjustoproblema tico, y en lo que tiene de ajustado o desajustado problema prxico o poltico16. La existencia o validez de un derecho o de una norma se integraparalaperspectivadeEllacuraenelmomentodeverdad,pero para entender la complejidad normativa, hay que referirse de modo nece-sario tambin a los momentos de idealidad o justicia y de justeza o ajus-tamientoprctico.Elajusteodesajustedeunhacer,odeunpoderha-cerestenrelacinconsurealizabilidadyviabilidadenelconjuntode las prcticas sociales en el sentido en que stas determinan su condicin socialdeposibilidadodeimposibilidad;alavezqueesehaceropoder 16Cf. Historizacin de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las ma-yoras populares, en este volumen. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-418hacer favorece o no el hacer o poder hacer de otros17, as, su ejercicio o realizabilidadestcondicionadoporlaestructuracinsocial,odichode otro modo, por la ordenacin material de las relaciones de poder en una sociedad de la que se es paciente, y de algn modo tambin se puede ser agente; y a su vez, por la viabilidad que en conjunto ofrece. A su vez, no se trata solo de un mbito de accin reconocible o reconocido por la exis-tenciadeunderechovlidooquedebeservlido. Anteshemoshecho unas observaciones preliminares que sirven para distinguir la perspectiva ellacurianadelconceptoformalistaypositivistadelavalidezmorekel-seniano. Decimos que es un mbito reconocible, es decir, que est siendo todava excluido por los otros de la relacin social del reconocimiento de su validez, o en su caso reconocido. En esta perspectiva de anlisis la va-lidez est implicada en la dimensin verdad que se articula en la prctica normativa,yenlamedidaenqueestomadaenserioporlosactoresde uncontextosociopoltico,ynosimplementecomounsubterfugioideo-lgicoparajustificarelmantenimientodeunprocesosocialqueniega de facto en sus realizaciones lo que afirma ser idealmente una verdadera norma (y por tanto vlida) y que por ello debe orientar efectivamente las prcticas sociales como proyecto de sociedad al que se va acercando vi-siblemente por sus aproximaciones prcticas. Sostener como reconocido unconjuntodenormasimplicauncompromisoconsurealizacinenel procesosocial.Lacualificacindela(mayoromenor)veracidadofal-sedad histrico-social de lo reconocido retrica o idealmente, confirma o erosiona y desacredita la supuesta validez. Ello muestra el carcter veraz o falsario y manipulador de los actores del sistema sostenido, y con ello, del sistema mismo.Porello,eljuiciodevalidez,nosepuederesolverporreferencias internas,porcriterioslgicosnicamentecomopertenenciaonoaun sistemanormativosinositundolosenelcontextodelprocesosocial.En estesentido,lavalideznoesalgoesttico,sinoquehay,opuedehaber una lucha por la validez, esto es, por ir dando validez en las prcticas so-cialesaloqueensucaso,tienesupuestamentereconocidaunavalidez tericaeneldiscursonormativoabstractamenteconsiderado.Enestal-nea, la tarea de dar validez o por vlido un derecho reconocido (o por re-conocer)formapartepuesdeunatareaticaenlaqueseintegrayenla que estn emplazados los propios actores de un sistema normativo.17En esta lnea, nos dice Ellacura que el ser humano no se da realmente como in-dividuo aislado, aunque tampoco su realidad sea sin ms el conjunto de las relaciones so-ciales, aunque sea evidentemente un hombre social, determinado concreta e histricamente por lo que hace, por lo que le hacen hacer o por lo que le dejan hacer (Introduccin. Per-sona y comunidad, Escritos filosficos III, op. cit., p. 68). Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 19Entrelostresmomentosantessealados,searticulaunaunidades-tructural,comomomentosdeterminantesdealgooquesecodeterminan puestienenunarefluenciasistemticaenelconjunto.Elsistema,loes por sus notas constitutivas y la mutua accin de unas sobre otras, de modo que cuando no alcanza o una de sus notas no se da ya, adquiere otra confi-guracin y es otra cosa. Por ejemplo, un derecho, no es derecho humano cuandopierdelavocacindeuniversalidad,yselimitaaserderechode grupo que se construye sobre la exclusin de otros, entonces, se convierte en privilegio. Aqu hay una opcin terica radical que busca integrar lo queenlarealidadsepresentacomointernamentevinculadoaunquesea de modo sui generis, de esta manera, lo que sea un verdadero derecho hu-mano, debe ser lo justamente debido a toda persona en cuanto tal o en su concreta especificacin por responder a una exigencia radical, y a su vez, surealizacin,osurealizabilidadmuestraloajustadoodesajustadode loquepresentacomoverdaderoyjustoderecho18.Peroestadimensin prxica ha de entenderse procesualmente, ya que la praxis humana no est cerrada conforme a cada una de las concretas situaciones fcticas, y puede siemprehaberunaluchaporsusuperacin,porellonosepuederecono-cer sin ms que lo verdaderamente debido es lo que aparece como realiza-ble segn unas concretas condiciones actuales, sino que lo verdaderamente exigibleenordenasuactualizacinseaelirabriendohistricamentelas posibilidadesrealesconformealoquesepresentancomoexigenciashu-manas que deben ser atendidas en la propia realizacin histrica de la so-ciedadhumana.Dichodeotramanera,sielmomentoprxiconosofrece unrealismoqueponealdescubiertoloqueocurreconlosidealeshuma-nos,yasuvez,cmostospuedenserempleadosideologizadamente,en nombre de este realismo no se puede negar el carcter real de la apertura de la historia humana a su plenificacin mediante la realizacin de lo que esdebidoalaspersonasencadamomentoosituacin.Enestecontexto, hay que sealar que estos tres momentos son en ltima instancia criterios utpicos que pueden orientar este tipo de prcticas.Si la justicia, en un sentido omnicomprensivo (plano epistemolgico, ticoyprxico)eslacorrectaarticulacinentreraznybien,entrever-daderosidealesymaterialidadplenificante(vidabuenaparatodossoste-nible); la injusticia sera la presencia del error y del mal, de falsos ideales y de destruccin o fracaso de la vida. Por ello, a pesar de tener una refe-18En este sentido, habra que decir que no cabe una justeza injusta, pues la justeza es la dimensin prctico-real de la justicia. O dicho de otro modo, un ajuste injusto, como podra ser el caso del gansteril ajuste de cuentas, elimina las exigencias de la justicia en el ajustamiento, y en este sentido, mantiene un carcter desajustado visible en el resultado de las muertes. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-420renciasocialcomotrmino,elconcretoidealdejusticiaquesearticula enunasituacinpuedequedarseamitaddecamino,ypretenderdarpor justo, lo que slo lo es muy parcialmente. De ah que no baste la concre-cinyreclamacinoinstitucionalizacindeunciertoideal,puesestese puedequedarenunaconcepcinlimitadaonocompleta.Esdecir,es el paso por lo real, su dar de s ante la realidad de los otros lo que llega a mostrar la autntica cara del ideal pretendido. Por tanto es su principio de verificacin19. El ajuste o desajuste aparece como una instancia que sirve de elemento crtico y objetivante a la concrecin de la idea de justicia y de sus grados en funcin de la configuracin en que deje o permita estar a los otros, lo cual libera la bsqueda y realizacin de una justicia siempre mayor. La justicia entonces es un dinamismo de superacin, un ir ms all de lo dado que se actualiza como insuficiente, que avanza hacia una cierta positividad.Cmosearticulanambosplanos?Dichozubirianamente, por el rodeo por la irrealidad. Esto permite la interposicin de un proyecto que es otra idea de lo que puede ser, de otra posibilidad, que antes de ser apropiadapersonal,grupalosocialmente,esirreal(aunquepodraser real), pero una vez conquistada, permite dar otra definicin efectiva de su propia realidad, una forma de vida que responde a otra idea de lo que de-ber ser cada situacin vital.Esterodeoporlairrealidadparadardesotrasituacin,noespura-mentea-real,ysemueveenunprocesodialctico20.Setratadedes-cubrir,primeroenunplanointelectivo,ydesdeunasituacinhistrica, nounaposibilidadpuramentefantaseadayextraa,sinoculeselros-tro histrico del derecho deseable y posible21. Esta proyeccin, que es lecturadelarealidadydeunaalternativaconcretizableoundeberser actual, se convierte en pro-yecto, en aquello que es lanzado a la reali-daddesdeunaactividadhumana:enlaluchaporlarealizacindeldere-cho. Pero la realizacin, no es slo pasar de la irrealidad a la realidad, sino de una realidad casi anonadada, a una realidad ms plena, el paso de una negacin a un disfrute22. Se trata de lograr que la lucha por la realiza-19Cf.ROSILLO, Alejandro:LosderechoshumanosdesdeelpensamientodeIgnacio Ellacura, op. cit., p. 169.20Dice Ellacura que su dialecticidad se da en juego de teora y praxis. En realidad, est concibiendo esta teora como un momento de la praxis, y no desde una presunta aje-nidad de ambos planos, en esta clave, se mueven los dos trabajos de Ellacura recogidos en el presente volumen, Dimensin tica de la filosofa y Perspectiva histrico-tica de la filosofa latinoamericana.21Cf. Historizacin de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las ma-yoras populares.22Anuestrojuicio,losderechoshumanos,sisontalesenverdad,tienennoslouna formalidad de reconocimiento, sino un disfrute, que es no slo posibilidad de realizacin Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 21cin del derecho consiga que se haga justicia y llegue a anular, no necesa-riamente a aniquilar, la realidad negadora en lo que tiene de negadora23. Laanulacindelafuentedelmalestar,notiene,onodebiera,quetra-ducirseenotranegacinparaotros,enaniquilacin. Aunqueesosed, noespropiamentepartedeldinamismodesuperacin.Hacerjusticiaa unos, como histricamente se ha hecho tantas veces, ha sido ajusticiando a otros24. Pero, en su caso, esa nueva negatividad infringida muestra, a su vez,unnuevodesajusteporelcarcterlimitadoynocompletodeldere-cho conquistado o de la situacin justa disfrutada.Enestesentido,enelprocesodeajuste,sedaunainteraccinentre elmomentoidealoutpicoyelmomentorealdenegacinconcreta:se trata de un proceso negativo, crtico y dialctico, que busca no quedarse en la negacin, sino que avanza hacia una afirmacin nunca definitiva25. Entodoprocesopersonalysocial,siempresubsisteelelementode desajuste,injusticiayfalsedad26.Peronodelamismaforma.Siseest en un proceso activo de superacin y no de simple reproduccin del ma-lestar, se est desplegando una dinmica de lucha. La lucha, cuando se da, es lo que permite hablar de un proceso de derechos humanos27, como pro-cesodeliberacinquepuedeserrealizadohistricamente.Semueveen laconquistadealgoalcanzableypositivo.Peroasuvez,limitado,pues nunca agota o cumple la realizacin de lo que debe ser en la teora ideal completa:loverdadero,lojustoyloajustado28.Eslatensinperma-nente entre el ideal utpico y lo vivido lo que puede abrir y continuar en cualquier momento el proceso. Esta idealidad no es simple teora hecha, aunque puede ser realizada al tematizar un aspecto del ideal, sino propia-mente un ms inespecfico que es un momento de la praxis humana, que puedeserconcretadoenunaelaboracintericaoenunaconstruccin efectiva, sino un momento fruitivo y felicitante para la persona. Ello enmarca los derechos no slo en un plano puramente de actividad sobre la realidad, sino de actividad de un ser humano sobre su propia realidad.23Ib.24O incluso en su caso a la propia naturaleza, quien ha sido imputada en la tradicin modernacomounafuentedecrmenesparalahumanidad,talycomosealaJohnStuart MILL, en su obra On nature, de ah el imperativo del irrespeto a la naturaleza o a sus for-mas de vidas no humanas, para hacer justicia a la humanidad. Cf. mi artculo La tierra y lanaturalezaenelhorizontedelasubjetividadmoderna,enDieBedeutungderErdein denKulturen.ZumDialogderKosmologienvorderkologishenHerausforderung.Do-kumentationdesXIII.InternationalenSeminarsdesDialogprogrammsNord-Sd,Mainz, 2009, pp. 179-182.25Ib.26Ib.27Cf. ib.28Ib. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-422ideolgica, como histricamente se da, lo cual puede ayudar a dinamizar socialmente la formulacin y consecucin de ese ms. No hay una esci-sinsocio-tericaentreluchadeliberacineidealesutpicos,entresa-biosyvulgoporellopuedeserlanzadaporcualquiergrupohumano, aunquetampocoincomunicacinradicalentreformulacionestericase ideologassocialesyprcticasdegrupos,sinocomplementariedadcomo momentosdistintosdelapraxissocial29.Entantoqueestoseaas,tam-bin hay consecuencias decisivas para el orden jurdico y poltico de una sociedad,puestampocohayunaescisinofracturasocio-jurdicaenel proceso de lucha por ideales o por los derechos humanos entre institucin, seaestalegalopolticayprcticassocialesinstituyentes. Auncuandoel momentodeinstitucionalizacinjurdicaypolticadeestosidealescon-cretados en las prcticas sociales sea un referente ineludible, esta institu-cionalizacin no agota ni cierra la lucha por los derechos humanos, pues no hay ningn cierre dogmtico eficaz de la historia, aun cuando desde el poderinstituidosepretendadetentarelmonopoliosocialdelsaber,dela voluntad o del poder, pero en tanto subsiste la praxis viva de la sociedad, yenfuncindesuscontradiccionesyanhelossiemprepuedeabrirsela posibilidad de otro proceso instituyente global o de la consecucin de un elemento valioso parcial negado en un momento dado para una sociedad, grupo o persona, u otra alteridad con la que tiene que habrselas la praxis humana.Porello,sealaEllacuraquelaviolacindelosderechoshumanos ()[es]motordelaluchaporellos.Peroestaviolacinonegatividad es fundamento y principio de los derechos humanos. Si esto es as, no hay desde la filosofa ellacuriana ni escisin socio-terica ni socio-institu-cional al radicarse en la propia praxis. Ello no implicara una cierta con-tradiccinensustrminos? Alconsiderarlapraxisensucomplejidadse puedesalirdeunaaparenteeinicialcontradiccin.Sedaaquunarela-cin entre utopa y denuncia que mutuamente se potencian. Como seala, sinunaciertaapreciacin,almenosatemticadeunidealutpico,que esposibleyexigible,nopuededarselatomadeconcienciadequealgo puedesersuperado;perosinlaconstatacinefectiva,cuyoorigenpuede 29Porello,Ellacura,auncuandosuelahablardeteoraypraxis,concibeelmo-mento terico en el seno de la praxis social, para bien o para mal, y por tanto ni hay aje-nidad, ni hay creacin del mundo social por el pensamiento, sino corresponsabilidad en el conjunto de la praxis, bien o mal ejercida. Desde ah, creo que pueden entenderse sus tex-tosenestevolumen.Peronotodaslasteorasnilasideologasayudanauncorrectodis-cernimientoydesenvolvimientoadecuadodelapraxissocial,aunquepuedancontener elementos valiosos para la misma. En este sentido, es la propia praxis social el lugar para esclarecer la verdad y funcionalidad de esos aspectos. Igualmente, ni la teora ni la ideolo-ga agotan la praxis social que siempre es ms que esos momentos. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 23sermltipleycomplejoenelordenbiolgico,psicolgico,tico,social, cultural, poltico, etc., de que se da una negacin, que es privacin y vio-lacin, la toma de conciencia no se convierte en exigencia real y en dina-mismo de lucha. La denuncia sin utopa es, hasta cierto punto ciega, pero la utopa sin denuncia es prcticamente inoperante 30.SlomerestaagradecerfinalmentealoscompaerosdelaUniver-sidadCentroamericanadeElSalvadorJosSimenCaasdondese ubica el Archivo Ellacura, la ayuda y el apoyo prestado para la presente edicin,especialmenteasurector AndreuOliva,JosMara Tojeira,Jon Sobrino, Rafael de Sivatte y Marcel Vargas, as como a mi querido amigo el profesor visitante de dicha universidad Jos Juan Romero; y tambin alInstitutoPedro ArrupedederechoshumanosdelaUniversidadde DeustoyalCentroIgnacioEllacuradeBilbaoporacogeryapoyaresta edicin.30Ib. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4PARTE IHorizonte crtico, tico y teolgico de la Justicia 27Filosofa, para qu?1Estearticulejovadirigidoaquienessevenobligadosadarfilosofa sinsaberbiencmohacerloy,sobretodo,aquienessevenobligadosa tomar esa materia sin saber bien ni por qu ni para qu. Todava en el ba-chillerato se impone el estudio de la filosofa y tambin se impone en mu-chosdelosplanesdeestudiosdelasmsdiversasuniversidades.Eses-tudio obligado, por ejemplo, en las universidades soviticas; en forma de materialismo dialctico e histrico y es, asimismo estudio obligado en la formacindelossacerdotescatlicosaundespusdelVaticanoII.Por qu este empeo por contar con una filosofa que defienda las propias po-siciones? Por qu esta continuada presencia de la filosofa en la base de la formacin de la cultura occidental durante ms de veinticinco siglos?Uno pudiera pensar que se debe a un deseo de pura erudicin. Es bas-tanteclaroyfcilmenteadmitidoquealafilosofasehandedicadodu-rantemuchsimossigloshombresquepuedencatalogarseentrelosms inteligentesdelahumanidad.Cmodesconocerydespreciarloquees-toshombreshanpensadoyquesloelloshanpodidollegarapensaren el sentido de que sin ellos la humanidad nunca hubiera podido contar con esospuntosdevista?Ser,pues,cuestindeerudicinydecultura? Inmediatamentehayqueresponderqueno.Lafilosofacomoerudicin y cultura no es filosofa no se puede ensear filosofa; lo nico que se puedeensearesafilosofar,decaKant;y,sobretodo,porqunose da vuelta al problema y se pregunta uno a qu se ha debido que los hom-bres ms inteligentes del mundo se hayan visto forzados a hacer eso que llamamos filosofa. No quiere esto decir que la filosofa sea slo cosa de 1Escritode1976.RecogidoenEscritosfilosficosIII,Ucaed.,SanSalvador,2001. (Nota del ed.) Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-428sabios; quiere nicamente significar que la humanidad se ha visto necesi-tada de filosofar y de que los hombres, de una u otra forma, en una u otra ocasin se ven forzados no a hacer una filosofa, pero s a hacer algo que puede considerarse como el origen del filosofar.Siatendemos,aunqueseasomeramente,aestecomienzodefilsofo que llevan muchos humanos dentro de s, tal vez podremos decir algo so-bre el porqu y el para qu de la filosofa. Un profesor norteamericano se quejaba ante Zubiri de la pregunta constante que le hacan sus discpulos: porquestudiamosfilosofa?yZubirilerespondiinmediatamente: porlopronto,paraquenovuelvanahaceresapregunta.Queradecir conelloquequienseponeafilosofarinmediatamenteentiendeporqu debe haber filosofa y para qu sirve la filosofa. Unas breves reexiones podrn, tal vez, ayudarnos para comprender qu es esto del filosofar.1.Scrates y la necesidad de filosofarNofueScrateselprimerfilsofo,peroenlresplandecedeforma singular qu es esto de verse precisado a filosofar. No voy a hacer aqu un estudiotcnicodeesteproblema,sinotansolovoyapresentarsencilla-menteunaseriederasgosquecaracterizanaesteincmodofilsofoque pag con su vida la imperiosa necesidad de filosofar.Scrates vivi como ciudadano de Atenas en el siglo quinto antes de Cristo.Fuefilsofoporquefueciudadano,estoesporquefuepoltico, porqueseinteresabahastaelfondoporlosproblemasdesuciudad,de su Estado. Vea todas las cosas sub luce civitatis, a la luz del Estado, pero no de un Estado que caa por encima de los individuos, sino de un Estado slo en el cual los hombres podan dar la medida de su plenitud.Los dems le tenan por sabio el ms sabio de los atenienses lo con-siderelorculodeDelfos,perolnosetenaportal.Doscosasca-racterizaban su sabidura: frente a los filsofos anteriores, juzgaba que el verdadero problema de la filosofa est en el hombre mismo, en el conoci-miento que el hombre debe tener de s mismo concete a ti mismo y de todas las dems cosas sin las cuales el hombre no es ni puede ser s mismo: frente a los que crean saber y estaban acrticamente instalados en su falso saber, sostena que solo sabe bien lo que cree saber el que se per-cata desde ese su saber que no sabe nada. Scrates pensaba que sin saber y sin saberse a s mismo, el hombre no es hombre, ni el ciudadano, el ani-malpolticoquedirmstarde Aristteles,puedeserciudadano.Quera saber, pero lo que buscaba en ese saber era hacerse a s mismo y hacer a la ciudad. Su saber es, por lo tanto, un saber humano y un saber poltico, no slo porque el objeto de ese saber sea el hombre y la ciudad, sino por- Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 29que su objetivo eran la recta humanizacin y la recta politizacin. Segn l, quien quiera humanizar y quien quiera politizar no puede dejar de sa-ber y menos an puede pensar que sabe cuando realmente no sabe. Nace as su filosofar de una gran preocupacin por lo que es el hombre y por lo que es la ciudad como morada del hombre; ah estn las races de su pen-samiento y de ah van a surgir los temas sobre los que va a reexionar. No le importa tan slo saber cmo son las cosas el hombre, la ciudad y sus cosas,lacosapblicaquedirnlosromanos,sinoquelascosassean, quelascosaslleguenasercomotodavanosonyquepornoserloson falsas e injustas.Deahquesusaberpretendaserunsabercrtico. Yloes,tantopor su personal insatisfaccin con lo que ya saba y por su consiguiente bs-queda incesante, como por su constante confrontacin con quienes se pen-sabandepositariosdelverdaderosaberydelverdaderointersdelaciu-dadsloporlaposicinsocialopolticaqueocupaban.Loprimerolo llev a un permanente combate consigo mismo; lo segundo a una ba talla desigual con los poderosos de su tiempo. Tuvo que dejarlo todo y lo poco quelequedlosltimosaosquemadosdesuvida,lascenizasdesu existenciaseloarrebataronennombredelosdiosesydelasbuenas costumbresdelaciudad.Nopedanadaparas;slolalibertaddepen-sar y de decirle al mundo sus pensamientos. Era demasiado pedir, porque nohayciudadquesoportelalibertaddelpensamiento,unpensamiento que para Scrates no era libre por ser el suyo, sino por ser un pensamiento justo, un pensamiento que pona la justicia por encima de toda otra consi-deracin. Verdad, bondad, belleza y justicia eran para l indisolubles y por ellas luchaba como terico y como poltico.No poda ni saba hacer otra cosa. Un espritu interior lo impulsaba. Tenavocacin.Filosofabaporvocacin.Hastatalpuntoquesostena que una vida sin filosofar no mereca la pena, y por ello, cuando le pidie-ronquedejaradefilosofarparapoderseguirviviendo,prefiritomarla cicuta de su condena a muerte. No quiso ni abandonar la ciudad, ni dejar defilosofar,lasdoscondicionesqueleponanparasalvarsuvida;eran dos cosas indisolubles para l; filosofaba en su ciudad y para su ciudad, viva para filosofar, pues filosofar era su vida.Todo esto, adems de su talento y de su compromiso moral y poltico, exigatcnica.Nosefilosofasloconbuenavoluntad. Alseleatribu-yenlosprimerospasostcnicosenbuscadeladefinicinyelconcepto, porunlado,ydelainduccinyladialctica,porelotro.Loquelesfa-llabaasusoponentesera,aveces,lamalavoluntadysufalsaposicin, respecto de los intereses verdaderos de la ciudad por eso ideologizaban, como veremos ms tarde; pero otras veces era falta de crtica sobre sus propios planteamientos, falta de horizonte mental sobre lo que es el saber Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-430yfaltademtodoadecuadoparaevitarelerrorylaconfusin.Sinoes tan difcil encontrar deseos y necesidad de filosofar, s lo es ponerse a ello metdicamente, equiparse de aquellos recursos que le ayuden a uno a so-brepasar la corteza de lo aparente.Querersaber,quererposeerunverdaderosabersobreelhombreyla ciudad en definitiva, sobre s mismo; entender este saber como un sa-bercrticoyoperativo;hacerloenafndeservicio,condesprendimiento y libertad; poner en ello la vida hasta la ltimas consecuencias; hacerlo de unamaneratcnicaquenorehyeeltrabajointelectual...talessonalgu-nas de las caractersticas de este hombre, que fue conciencia crtica de su ciudad.Pensemosquelefaltaronlosveinticincosiglosdetrabajoquelo separan de nosotros y no le pidamos lo que no pudo hacer, ni en mtodo, ni en contenido. Pero l recompuso la trayectoria de la filosofa y dio paso a dos de los filsofos sistemticos ms importantes de la historia de la hu-manidad: Platn, en primer lugar, y tras l Aristteles. Ellos fueron lo que son porque tuvieron un maestro que les puso en el buen camino. El ejem-plodeScratesesaspautaparaquienessientenlanecesidaddelfiloso-far,paraquienesvenlafilosofacomounanecesidad.Scratespensaba quesinfilosofa,elhombreylaciudadnopuedenllegaraconocersea s mismos y mucho menos a realizarse como debieran. Por eso, la filoso-faesnecesaria.Lafilosofacadadalovemosmejornobastapara ellos, pero sin la filosofa, la humanidad perdera una de sus grandes posi-bilidades de saberse y de realizarse adecuadamente.En qu basa esta pretensin la filosofa?2.La filosofa como modo de saberLos filsofos se han considerado a s mismos como los profesionales del saber. Es sostenible esta autoconsideracin despus de que los cien-tficos parecen haberse apoderado del imperio del saber? No han surgido delafilosofainnumerablesgruposdecienciasquehanidosustituyendo con ventaja el saber especulativo que profesaban los filsofos? Puede seguirsellamandosaberalconocimientofilosficoenelmismosentido atribuible al conocimiento cientfico?Noesciertohistricamentequehayahabidofilosofaslocuando no se daban tipos de saber como los de la ciencia actual. Aristteles fi-losofabacuandoyaestabaconstituidalamatemtica,enalgunadesus bases fundamentales, y de sus experimentos biolgicos dice Darwin que muestran su estructura de gigante frente a la de los naturalistas posterio-res, que aun en el aspecto biolgico parecen enanos junto a l. Cientfi-coscomoDescartes,LeibnizyNewtonvierontodavalanecesidadde Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 31la filosofa, a la cual los dos primeros dedicaron sus mejores esfuerzos. Unahistoriadelarelacinentrecienciayfilosofapodraborrarmu-chosprejuiciosque,comosueleocurrirconlosprejuicios,sonfrutode la ignorancia.Y,sinembargo,juntoaunaprofundacoincidencia,sedandivergen-cias notables entre lo que es el conocimiento filosfico y lo que es el co-nocimiento cientfico.Amboscoincidenenproponerdosplanosdelsabery,consecuente-mente,dosplanosderealidad,odosplanosderealidady,consecuen-temente, dos planos del saber. Hay, en efecto, un plano del saber que slo es meramente apariencial, que se queda en el parecer de la opinin y res-pondealpuroaparecerdelascosas;hayotroplanodelsaberqueesel verdaderamente real y que responde a lo que son las cosas realmente. Mu-chos filsofos y cientficos han expuesto este hecho porque es un hecho y no una teora de la diversidad de planos en el saber y en la realidad. Marxloformulmuyprecisamente:silascosasnosmostrasendeinme-diato y si esfuerzo lo que ellas son realmente, estara de sobra todo estu-dio y todo saber cientfico. No se estudia y se hace ciencia porque s, sino porque la realidad de las cosas se oculta y se esconde tras sus apariencias. CuandoMarx,asimismo,consideralarealidadeconmicacomolarea-lidadfundamentaldelasociedadydelahistoria,haceungranesfuerzo para superar las apariencias, que colocaran a lo econmico no en lo pro-fundo de la realidad, sino en lo que buenamente se aprecia, se intuye o se siente.Ms difcil es mostrar la divergencia entre lo que es el conocimiento cientficoyloqueeselconocimientofilosfico,dadoquehaymuchos saberesqueseapellidanhoycientficosyhaymuydiversasfilosofas que entienden de modo distinto lo que es el filosofar. En general, podra-mosdecirqueelcientficobuscasaberconcertezacmofuncionauna cosa, mientras que el filsofo quiere saber cmo es en realidad una cosa. Desde este punto de vista, el cientfico subrayara la nota de certeza y la nota de funcin: slo lo que puede llegar a saberse con certeza y esta certeza queda reservada a lo que es experimentalmente verificable en-traenelcampodelocientficoyloqueimportaalcientficoesaquel funcionamiento de las cosas que se puede expresar en leyes.Anteesteplanteamiento,elfilsofoponedosobjecionesfundamen-tales: reducir el saber al conocimiento cierto lo cual es obra de un fil-sofo:Descartesyreservarlacertezaaloverificableesunalimitacin delverdaderosaber,puespareceryaparecernotienenporquconfun-dirse; reducir igualmente la realidad a su funcionamiento es algo que dis-minuye y recorta el mbito de la realidad. Dejarse llevar por la riqueza de la realidad puede dejar al hombre en la ambigedad de la incertidumbre; Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-432peroatenersesloaloquepuedealcanzarcertezacomprobable,esde-jar lo ms rico de la realidad a la fantasa de los imaginativos y a la aven-tura de los emocionales. No es, por lo tanto, que el filsofo deje de reco-nocerelpapelinsustituibledelcientficoenlaaproximacinseguraalo que es la realidad; lo que sucede es que el cientfico, aun en lo que ya co-noce,dejatodavaunaseriedepreguntas,quenoescapazderesponder. Ms an, cuanto mayor es su profundidad cientfica, tanto ms amplias y graves son las cuestiones que deja abiertas. El filsofo corre el peligro de especular y de dar como real lo que es mero resultado de su especulacin, pero el cientfico corre el peligro de negar el estatuto de real a algo que lo es y que, adems, puede estar operando, aunque de una forma no directa-mente verificable.Ques,entonces,loqueelfilsofobuscacuandoseponeafiloso-far?Siguesiendonecesarioelsaberfilosficounavezquelossaberes cientficoshanproliferadoysehanaseguradocomolohanhechoenla actualidad?Porlopronto,elfilsofoseseguirpreguntandoquesverdadera-mentesaber.Noqueeselsabermatemticooelsaberfsicooelsaber histrico, etc., sino simplemente qu es saber. Los filsofos han dedicado aestetemamuchosdesusmejoresesfuerzosyseradifcilasegurarque esos esfuerzos han sido superados o han resultado intiles. El problema es de tan extraordinaria complejidad y de tan acuciante necesidad para la di-reccindelavidahumanaquenopuedeconsiderarsecomotiempoper-didoelquelosfilsofosdediquenaesepunto.Losmismoscientficos procuran sobrepasar su campo en cuanto que no se contentan con conocer loscontenidosdesusaber,sinoqueprocuranalcanzaralgnsabersobre su propio saber formal; de ah la proliferacin de meta-lenguajes, es decir, deestudiosquetomanporobjetonolainmediatezdelcontenidocient-fico, sino el propio saber cientfico como tal; de ah la abundancia de teo-ras de la ciencia y las epistemologas del saber cientfico, etc. Todo ello nos indica que en el mismo saber cientfico hay un dinamismo que lleva a susuperacinyqueningunodelossaberescientficosespecficospuede plantearse en toda su generalidad la cuestin de qu es el saber humano, en tanto que saber humano.Dentrodeestabsquedadeloqueessaber,elfilsofosigueunca-minopropio.Sepreguntacomoelcientficoporelporqudelascosas, pero entiende este porqu de un modo peculiar; est persuadido que no se sabe nada si no se sabe su porqu, pero esta tambin convencido de que no se sabe perfectamente una cosa hasta que se conoce su ltimo y total porqu. Y este ltimo total porqu no es para l la ley que enuncia la co-nexindeunantecedenteconsuconsecuente,sinolaestructuramisma de la realidad, entendida en su unidad total y ltima. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 33Estolellevaalfilsofoasusegundograncampodetrabajo:ques la realidad y cmo se presenta la realidad, en tanto que realidad. Conoci-mientoyrealidadsondosfactoresquesemiranelunoalotro,demodo quenosepuededecirloqueesrealidadsinhacerreferenciaaloquees el conocer, ni se puede decir lo que es el conocer sin hacer referencia a la realidad. El hombre como conexin ineludible en s mismo del conocer y de la realidad es as la pieza clave del filosofar y de la filosofa. Por otro camino regresamos a la vieja intencin socrtica y a los logros mejores de la mejor filosofa.Evidentemente, no se puede hablar de la realidad al margen de lo que lascienciasdicensobreella.Elhombreesunoysuafnderealidades tambinuno,pormsdiferenciadoqueaparezca.Lafilosofaessiem-preunaespeciedesabersegundo,unaempresaqueelhombrearremete cuando ha alcanzado su madurez intelectual. Ha habido esplndidos cien-tficosymaravillososdescubrimientosantesdelostreintaaosdeedad; logros filosficos definitivos han exigido muchos ms aos de reexin y de madurez. En este saber segundo va el hombre preguntndose por la ul-timidad y la totalidad de lo real, siempre lacerado por esa atormentadora pregunta:quesrealmentelarealidadyenellaqusoyrealmentecomo hombre. Las clsicas preguntas kantianas: qu puedo saber, qu debo ha-cer y que me es dado esperar se resuman en una sola: qu es el hombre. Perohabraqueaadirqueselhombreenlarealidad,porquesloas podramoscaptarloqueesrealmenteelhombre,loqueeselhombreen realidad. Es aqu donde aparece la historia como el lugar de plenificacin yderevelacindelarealidad:elhombresocialmenteconsideradoyha-ciendo historia es el lugar de la manifestacin de la realidad.El tercer gran campo del saber filosfico es la pregunta por el sentido de la realidad. No slo el porqu de las cosas, sino tambin el para qu de las cosas. Si es cierto que slo desde la realidad puede plantearse el sen-tido de las cosas y, ms en concreto, el sentido del hombre, de la vida hu-manaydelahistoria,tambinesciertoquenopuedecomprendersela realidad humana si es que uno no se pregunta hasta el fin por su sentido. El sentido de las cosas es siempre una referencia de la realidad de las co-sas a la vida humana; en cuanto es de las cosas es algo independiente del hombre, pero slo respecto de la vida humana alcanzan la plenitud de su sentido.Poreso,lapreguntareferentealsentidoltimoesunapregunta por el sentido de la vida humana. Tiene sentido la vida humana? Hacia dnde debe dirigirse la vida humana para que tenga sentido? Se est lle-vando la propia vida personal con sentido, se est llevando la vida social e histrica, la vida poltica, con sentido?Elsaberfilosficoesasuningenteesfuerzodelahumanidadpor aclararse a s misma qu es saber, qu es realidad y cul es el sentido de Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-434la vida humana. Es un esfuerzo estrictamente racional, un esfuerzo sin el cual a la postre le faltara a la humanidad racionalidad y criticidad.ComodecaScratesdelantedesusacusadores,lhacaalgoexcep-cional,algoquenohacetodoelmundo.Poseaunasabidura,perouna sabidurahumana,lacuallecompetealhombreylacual,porlotanto, todo hombre debiera pretender, en alguna medida. Cuando un hombre no se preocupa de ella, o lo que es peor, cree poseerla no poseyndola, cae en delitodeinhumanidadydebeconsiderrselecomopeligroso,sobretodo si est a cargo de otros o est al frente del Estado. Por eso, Platn quera que los filsofos fueran reyes o, al menos, que los reyes, los que dirigie-ran la ciudad tuvieran algo de filsofos. Es curioso cmo Lenin, Stalin y Mao-Tse-Tungloprocuraron,quizconmsdogmatismoquecrtica.Es asimismocuriosocmotambinlohanprocuradoconmsdogmatismo que crtica papas como Len XIII, Po XI o Po XII.3.La filosofa como principio de desideologizacinEsposiblequemuchasfilosofashayanservidodejustificacindel orden imperante, una veces pretendindolo explcitamente y otras sin pre-tenderlo, por no percatarse de lo condicionado que puede estar un pensa-miento por la situacin en la cual se desenvuelve. Son aquel tipo de filo-sofasoaquellapartedealgunasfilosofasquepretendenpositivamente exponercmosonlascosas.Peronotodaslasfilosofashansidosola-mente eso. Ya lo vimos en Scrates, cuya tarea primera fue crtica, al pre-tender mostrar cmo quienes se estimaban como sabios no lo eran y cmo sus saberes no eran tales, sino que eran ignorancias interesadas; Kant, por su lado, a ms de veintids siglos de distancia, escribe lo ms importante de su obra en forma de crtica (Crtica de la razn pura, Crtica de la ra-znprctica,Crticadeljuicio);Marxmismoescribecasitodasuobra a partir de una crtica. En realidad, casi todos los filsofos se debaten en permanente crtica unos de otros.Estos hechos nos llevan a plantearnos el quehacer de la filosofa res-pecto de las ideologas.Cuando se habla de la ideologa de un determinado autor lo que se en-tiende,enunaprimeraaproximacin,eselconjuntomsomenossiste-mticodeideasqueeseautorexpresa.PerodesdeMaquiaveloparaac se ha insistido cada vez ms en el carcter subjetivo de los sistemas ideo-lgicos, que tras su intento de representar lo que es la realidad lo que po-dran estar haciendo es encubrirla, en beneficio de determinados intereses personalesosociales.FueMarxquienmsinsistisistemticamenteen el carcter de enmascaramiento de las ideologas, que, en el fondo, no se- Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 35ran sino reejos de una determinada estructura socio-econmica: las cla-sesdominantesintentaransustituirlaverdaddelarealidadportodauna superestructuraideolgica,queimpediraalasclasesdominadasdarse cuenta de las relaciones reales. La ideologa sera un sustitutivo de la rea-lidad y un sustitutivo cuya finalidad objetiva sera enmascarar la realidad, especialmentelarealidadsocio-histrica;cobraunaciertaautonomay puedeasconvertirseeninstrumentodelucha.Cadapensamiento,ade-msdesuinmediatocontenido,tieneinmediatarelacinconunadeter-minadasituacin,seadelindividuoqueloconstruyeoseadelmomento socio-histrico en que aparece. Aunque todo pensamiento puede ser ideo-logizado, incluso el aparentemente cientfico y racional, es claro que ms puede serlo todo aquel tipo de pensamiento que, por su naturaleza, es ms globalizante, ms orientado a dar el sentido de las cosas y ms propicio a convertirseenconcienciaimperativaenelnivelindividualoenelnivel social. El elemento ideologizador de un pensamiento estara, por lo tanto, no propiamente en su contenido sino en lo que ese contenido tiene de re-lacin con una determinada situacin o con una determinada accin.Lafilosofa,porsupropianaturaleza,propenderaaconvertirseen ideologa y tendera a convertirse en una aparente racionalizacin de sub-jetividadesinteresadas.Dejaradeserinquisicinracionalsobrelarea-lidadparaconvertirseenarmaautnomaquepuedeserutilizadainte-resadamente,seaenfavordeladominacin,seaencontradeella.Los sofistas, contra los que luch Scrates, seran uno de los primeros mode-los, desde la perspectiva del inters individual, de la utilizacin ideolgica de la filosofa.Basten estas someras indicaciones, tan esquemticas como superficia-les, para entrar en nuestro problema. Es la filosofa principio de ideolo-gizacinoeslafilosofaprincipiodedesideologizacin?Eslafilosofa una premeditada escapatoria de la realidad que, aun en el mejor de sus in-tentos, slo sera capaz de cambiar la superficie de las ideas, para evitar el cambio de la realidad?Antetodo,convienesubrayarlarelativaautonomadelpensamiento. Elquetodopensamientoestsituadoycondicionadonosignificanece-sariamentequeestepredeterminado;msan,nohayformamsradi-calyposibilitantedeliberarsedecondicionamientosqueelpropiopen-samiento.Losdenunciadoresyliberadoresdelaspectoideologizantedel pensamiento, han realizado su tarea desde el pensamiento mismo. El pen-sar humano est condicionado y mucho ms de lo que piensan marxis-tasapresuradosdeltimahoraporlaestructurapsico-biolgicadel hombre,porsubio-personalidad;estcondicionado,asimismo,porlas posibilidades culturales con las que cada pensador cuenta; est condicio-nado tambin por toda clase de intereses (Habermas) y no slo, ni siempre Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-436principalmente,porlosinteresesdeclase.Loscondicionamientosmate-rialesdelpensamientosonmltiplesyvandesdelasubjetividadmsin-consciente hasta la objetividad ms manifiesta. Todo ello es cierto y slo una consideracin crtica de todos los condicionamientos puede dar paso a un proceso de liberacin y de racionalizacin del pensar humano. Pero esteradicalcondicionamientodelpensarnoslonoobstaculizadefiniti-vamentelalaborcognoscitiva,quevaenbuscadelarealidadverdadera de las cosas, sino que es posibilitante de su concreta libertad, si es que se logranasumircrticamenteesoscondicionamientos.Precisamente,lapo-sibilidad misma de las ideologas estriba en que el pensamiento no es sin ms una determinacin proveniente de la realidad, ni siquiera de la reali-dad social; si as lo fuera, todos pensaran lo mismo, mientras que de he-cho slo piensan lo mismo los que en realidad no piensan. Esa es la ra-znporlacuallosfilsofospiensandeformatandistintaentres,tanto ms distinta cuanto de mayor categora sea su pensamiento.Estaestambinlaraznporlaquetodosistemadominantequiere ponercortapisasalpensamientoybuscapensadoresasalariadosquelo defiendanylopropaguen.Hayunaautonomadelapropiaindividuali-dadenlaestructurasocialnoslonoseexcluyen,sinoqueseinclu-yen estructura social e individualidad, y en esa individualidad juega un papeldecisivolarelativaautonomadelpensamiento.Lafilosofapre-tenderserundesarrolloafondodeesaautonoma,encuantopretende temticamenteliberarsedetodaimposicinparaemprendersutareade racionalidad.Dossonlosmecanismosconlosquerealizasuprocesodeindepen-dencia y su propsito de desideologizacin: la duda y la negacin.Tomadas a una son la base de la posibilidad crtica de la filosofa. Es una labor que no puede realizar a solas: requiere el concurso de los anli-sis cientficos, pero el anlisis cientfico pertenece intrnsecamente a la la-bor filosfica, aunque no sea el todo de ella, ni su elemento diferenciador. A esta capacidad de duda y de negacin, a esta capacidad de crtica, sue-len llamar los dogmticos revisionismo o hereja, segn los casos. Se ex-plica por qu: la duda y la negacin disminuyen la velocidad de la accin, rompenelcarctermonolticodelaorganizacin,danpasoadesahogos individualistas, etc. Pero, por la otra faz, muestran la autonoma del pen-samiento,sucapacidadparaconvertirladeterminacinenindetermina-cin, la necesidad en libertad. En cuanto la filosofa es, por su propia na-turaleza, lugar propio de la duda y de la negacin crticas, representa una de las posibilidades ms radicales de desideologizacin.Otraraznhayqueaadir.Lafilosofabuscapermanentementesa-lirsedeloslmitesdecualquierpuntodevistadeterminadoparaintentar abarcar la totalidad; ms an, en algn modo, procura salirse de cualquier Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 37totalidad determinada y aun de la totalidad de las totalidades, para poder-las enfocar como un todo. En este intento, necesita de muchos correctivos ydemuchassugerenciasparaquesusalidanoseaevasinoalienacin. Como lo mostr Marx en su crtica de Hegel, en este intento est amena-zadadecaerenmistificaciones,alconvertirloqueesideadelsujetoen realidad objetiva y la realidad objetiva en puro predicado ideal; al conver-tir los agentes verdaderos en resultados y los resultados en agentes. Pero estos peligros son salvables y no pueden ser razn suficiente para impedir la aventura de ir en busca de la realidad tal como es, esto es, en su com-plejidad y en su totalidad. Slo el que en lo limitado ve consciente y cr-ticamente ms que lo limitado puede desideologizar, impedir que la parte se le convierta en todo, que lo relativo se le convierta en absoluto. Que los filsofos hayan cometido errores en este intento, al confundir lo emprico con lo absoluto y lo absoluto con lo emprico, no es objecin contra la ne-cesidaddesupropsito,mximecuandohansidolosmismosfilsofos quienes han ido superando en la historia este tipo de confusiones. Pero es claro que en este esfuerzo por situarse fuera del todo se da una posibilidad real de salirse, en alguna manera, de l y as ser su propio crtico y crtico de todo lo dems.Deaqusededucequehaymspeligrodeconvertirseenideologa cuandolafilosofadejasutareacrticayemprendesutareaconstructiva y sistemtica. Sin embargo, la filosofa no da de s todo lo que debe si no busca ser sistema explicativo de lo real, pues en eso residen ltimamente su gloria y su fracaso. Mientras sea creativa y no meramente repetitiva, el peligro es menor, porque cuando crea y afirma, es en s misma crtica, si no como representacin de la realidad, s como instrumento de aproxima-cinaella.Lasgrandesfilosofascomorepresentacionesosustituciones de la realidad pueden convertirse en ideologas y defraudar a quien va en buscadelarealidadtalcomoes,perocomoinstrumentosdeaproxima-cin, como vas que uno ha de recorrer, son medios esplndidos de reali-zacin. El filsofo no est solo en el conjunto estructural de la sociedad; no puede pedrsele que lo haga todo l o que haga solo todo lo que la so-ciedad necesita. Hay que pedirle que haga bien lo que slo l puede hacer y que lo haga en su tiempo y en su lugar.4.A modo de conclusinNos preguntbamos para qu sirve la filosofa. Hemos respondido que parasaberyparadesideologizar.HemosvistoenScratesunejemplo, aparentemente sencillo, de quien busca el saber y de quien busca desideo-logizar. Desde l puede verse cmo sin filosofa no se sabe bien el porqu Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-438de las cosas y no se est debidamente preparado para desarrollar en pleni-tud aquello donde reside la plenitud del hombre, su carcter de ciudadano, su carcter de poltico, su versin real a los dems.Perolafilosofanodebecontentarseconserunafuncinindividual. Eslasociedadenteralaquedebetenersupropiofilosofar.Lasociedad necesita de la filosofa. Nuestra sociedad la necesita.Antetodo,lanecesitaensudimensinnegativaycrtica.Enlas creenciaspopulares,enlaliteratura,enloscdigosdederechoyenla propia Constitucin, en los programas de los partidos polticos, en la con-cienciacolectivadominante,enlosmediosdecomunicacin,etc.Hay infinidaddeelementosideologizadosquenorespondenalaverdadera naturalezadelpueblosalvadoreoyquefavorecenlaperpetuacinde unordeninjusto.HacenfaltaScratesimplacables,queponganentela de juicio toda esa suerte de tpicos tan repetidos, que se nos quieren ha-cer pasar como evidencias. Tenemos que llegar a la conviccin de que no sabemos y de que la gente no sabe: ni siquiera sabemos que es lo que te-nemos que saber, ni cmo lo tenemos que saber, por mucho que preten-dan conocerlo los autores de la reforma educativa. Tenemos que llegar a la conviccin de que se necesita un ingente esfuerzo por saber, pero por sa-ber crticamente, por saber creativamente.Por ello, se necesita tambin la filosofa en su dimensin constructiva y sistemtica. Pero que no sea importada y repetitiva. No es bueno ni po-sible el aislacionismo cultural, pero tampoco es buena la mera repeticin deteorasimportadas,queseimponendominantementeaquienesestn indefensoscontraellas.Unpensarimportadoquesetomecomorepre-sentacin cabal de la propia realidad o como receta de accin poltica, es paraelcasounapuraideologa,quepuedetenersusventajasinmediatas y prcticas, pero que, a la larga, lleva a la propia despersonalizacin y a la propiadeshistorizacin.Lafilosofaylacienciacondensadasenrecetas se convierten inmediatamente en catecismos insatisfactorios.Esto nos llevara al cmo del filosofar. El filosofar implica una gran necesidad de estar en la realidad y una gran necesidad de saber ltima y totalmentecmoesesarealidad,msalldesusaparienciaspuramente empricas. Quien no tiene esas dos condiciones, no es apto para filosofar. Hace falta tambin un talento especial: muchos de los ataques a la filoso-fa nacen de la contradiccin entre quienes necesitan algo as como filo-sofar y, sin embargo, son incapaces de hacerlo, pues no pueden dominar susrequisitostcnicos.Lafilosofanolesdicenada,sobretodoensus apartados ms tcnicos, no porque la filosofa no diga nada, sino porque ellos son incapaces de escucharla. Por eso acuden, en el mejor de los ca-sos, a aspectos filosficos que estn ms de moda o que son ms asequi-bles para el pblico. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 39Conesascondicionesy,percibidalaposiblepracticidaddelfilosofar, esto es, visto o previsto el modo cmo desde la filosofa se puede tratar fi-losficamente la realidad que nos rodea. Lo importante es ensear a pen-sar.Guerra,pues,alosmanualesyesfuerzoporponeralestudianteen contacto directo con los grandes maestros del pensar, no en cuanto digan estooaquello,sinoencuantopuestaenmarchadeformasexcepciona-les de pensar. Suscitacin del espritu crtico frente a la propia realidad y frente a cualquier sistema que pretenda explicarla. Lanzamiento a la pro-duccin personal, a la creatividad en el anlisis, en la compresin y en el hallazgoderespuestas.Preparacintcnicaparapoderponerseencon-tacto con los grandes pensadores, para ejercitar la crtica filosfica y para poder producir...Losmodosconcretosderealizartodoestodependerndelascondi-ciones de los profesores y de los alumnos, siempre recordando que el filo-sofar no es la transmisin y el aprendizaje de una serie de contenidos ms omenosentendidos,sinolapuestaenmarchadelapropiacapacidadde pensamientofilosfico.Noesintil,sinembargo,mostrarunadireccin fundamentaldepensamiento,siemprequeestdebidamenteasimiladay que se muestre operativa. En filosofa hace falta tambin un instrumental terico, cuya validez debe mostrarse en su propia instrumentalidad, es de-cir, en su capacidad de acercamiento a la realidad, en su capacidad de des-pertar respuestas nuevas a problemas nuevos.Eldichoevanglicodequelaverdadlosharlibrestienesingular aplicacinalafilosofa:eslabsquedayelanunciodelaverdadfrente a lo que la impide, lo que traer a los hombres y a los pueblos la libertad. Una verdad operativa, pero una verdad. Es cierto que nuestros pueblos ne-cesitan de transformacin pero de una transformacin llena de verdad; de lo contrario, no vamos la liberacin del hombre, sino a su alienacin. La filosofa como bsqueda de la plenitud de la verdad, esto es, no a la ma-nera de ausencia de error, sino de la presencia plena de la realidad, es as unelementoindispensableenlaliberacinintegraldenuestrospueblos. Cuandoestospuebloscuentenconlaposibilidadrealdepensarpors mismos en todos los rdenes del pensamiento, es que ya van camino de la libertad y de la posesin plena de s mismos. He ah el para qu de la filo-sofa. Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 41tica fundamental11.Sobre la pregunta fundamental de la ticaParalaorientacindelaprcticaticaydelainvestigacinticaes necesario establecer cul es la pregunta fundamental del hacer tico y del sabertico. Todacuestinfundamental,quedeverdadlosea,esformal-mentecuestin,estoes,algoquesenecesitasaber,deloquealgose sabe,perodeloquetodavanosesabetantocomosenecesita.Larecta proposicin de la pregunta supone la recta orientacin de la investigacin y, en nuestro caso, la recta orientacin de nuestra accin.Lapreguntafundamentalsuponeunciertopre-saberypre-necesitar, porque es una pregunta, en el caso de la tica, que cubre un campo impor-tante del saber y del hacer humano. Pero el planteamiento de la pregunta y la bsqueda de su solucin pueden corregir aquel pre-saber, mxime si por su propia naturaleza est condicionado por factores psicolgicos y so-ciales no del todo claros y conscientes.La cuestin tica, por su misma naturaleza pre-sabida, exige ser pro-puestaenrelacinconelhacerdentrodeundeterminadocontextohis-trico. Todapreguntarealdebetenerencuentalapermanentereferencia de la teora a la praxis y de la praxis a la teora, pero la pregunta sobre el comportamiento y la realizacin misma del hombre no es ni pensable sin esta referencia en trminos de absoluta inmediatez. Una praxis no sabida o un saber no llevado a la prctica sera, en el campo de la tica, una con-1Estetextoticafundamental,comoeldelcaptulosiguiente(ticaypoltica), corresponde a un curso de tica que Ellacura imparti en 1977. El curso constaba de tres partes,delasquesloseconservanestasdospartesaqureferidas.RecogidoenCursos universitarios, op. cit., San Salvador, 2009. (Nota del ed.) Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-442tradiccin. La referencia a la praxis exige un planteamiento estrictamente histrico, tanto en lo que la historia tiene de contexto histrico como en lo que tiene de paso de una forma de ser a otra.La pregunta fundamental de la tica es una pregunta por el hacer hu-mano.Estesencilloplanteamiento,casipuramenteformal,ofrecesufi-cientepuntodearranqueparaprocedercrticamentehacialafundamen-tacindelapreguntamoralgeneral.Elhacerabarcatodoelmbitode loshacereshumanos:todoaquelloquependedirectaoindirectamente deunaopcinhumanaytodasaquellasobjetivacionesdeopcioneshu-manas,sobretodoencuantoconfiguradorasdelarealidadydelserdel hombre.Supera,portanto,ladicotomadeactointerioryactoexterior, actointencionalyobrarealizada,actoindividualyactosocial.Endefi-nitiva abarca el existir humano en cuanto unidad y totalidad realizado en actitudes, acciones, actos, etc.Por lo que toca al hacer humano, lo que se pregunta es por la tarea de ser hombre, por el oficio de ser hombre: qu se requiere hacer para ser hu-mano y qu es lo que hay que hacer para ser humano.Lapreguntaporelhacerhumanoesunapreguntaporunhacerhu-manosituado,ylasituacinfundamentalhistricaenlaqueelhombre se encuentra es una situacin que se siente y se pre-juzga como mala. En estemomentonotenemostodavauncriterioracionalexplcitoparajuz-gar como buena o mala moralmente una situacin, pero lo que es evidente esquenopartimosdeunasituacinneutra,sinodeunasituacinfunda-mentalmente deshumanizadora del hombre.La presencia del mal en el mundo es tan masiva y de tal implicacin conlavidapersonaldeloshombres,que,abstraccinhechadelaculpa-bilidad, no se puede negar la realidad objetiva del mal y la presencia de la voluntad histrica del hombre en la realizacin de ese mal.Loquehacecadaindividuonolohaceindividualmente.Fueradelos condicionamientos especficos, cada individuo cuenta con determinadas po-sibilidades e incitaciones, instancias y recursos desde los que hace su vida. Tantoporloquesuhacertienedeefectivosobreloquenoeslmismo, como lo que su hacer tiene de condicionado por lo que no es l mismo, la pregunta moral tiene que partir de esa realidad histrica del mal.Lapreguntaporelhacerhumanodesdelarealidadhistricadelmal nosuponeunaactitudnegativista.Sololasupondrasiloquesuscitara fundamentalmentefueransentimientosdeculpabilidadynodinamismos de transformacin y de lucha.Los planteamientos que no tienen en cuenta el diagnstico preciso de la situacin desde la que se parte, corren el peligro o de desarrollar el mal o de paliar sus manifestaciones al no atacar las races del mal. El plantea-miento del hacer humano como negacin de la negacin es ms radical y Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 43positivo.Metodolgicamentesuponelapuestaenmarchadeunproceso que va creando afirmaciones, las cuales a su vez deben ser superadas. El dinamismo de la negacin de la negacin es fundamentalmente positivo y seapoyaltimamenteenlaintoleranciadelmalydelonegativo.Puede considerarsecomounmomentofundamentaljuntoconlaafirmacinde lo positivo y la superacin de lo positivo afirmado. En una consideracin estructuralestostresmomentosnosonseparablescomonoesdisociable en una realidad dada lo negativo, lo afirmativo y lo superable, sino que su negacin, afirmacin y superacin llevan a una unidad distinta.La pregunta por el hacer humano se concretara en esta cuestin: qu y cmo debemos hacer para que la historia llegue a humanizar al hombre y el hombre llegue a humanizar y plenificar la historia? Esta no pretende ser unapreguntaestrictaniunapreguntadefinitiva,sinotansolopretende indicar la direccin fundamental de la investigacin y de la accin tica.Suponehastaciertopuntounadeterminadaconcepcindelahisto-ria, la cual, a su vez, supone una determinada concepcin de la realidad y del hombre; pero esto es as en cualquier tica respecto de sus supuestos explcitos o implcitos y aun, en alguna medida, de todo comportamiento tico. Implica que el hombre se realiza en la historia, que la historia es el lugar pleno de realizacin de la realidad y que, haciendo historia, es como se realiza el hombre2. Ms all que estos, en alguna manera, pueden con-siderarse como hechos, se pueden proponer algunos puntos de interpreta-cin filosfica de la historia: La historia es la actualidad ltima de la apertura y de la realizacin transcendental de la realidad. La historia es un proceso transcendental de capacitacin y en con-secuencia es un principio de personalizacin. Supone esto una libe-racindelanaturaleza,unadominacindeellayunaposibilidad creciente de libertad. La historia como proceso temporal da a las cosas su posicin en la realidad, pues la historia es un proceso sistemtico, en el que unos momentos se apoyan en otros, de modo que las realidades tienen su kairs propio: la historia es as principio de situacionalidad. La historia es principio de totalizacin, pues la realidad se va tota-lizando histricamente en el sentido de irse unificando y en el sen-2El original tiene la siguiente referencia entre parntesis: cf. Persona, sociedad, his-toria,4.3.2.2,pp.458-485.EllacuraserefierealtextoPersonaycomunidadenZu-biri, escrito en 1974, y que utiliz el autor para impartir el curso Persona y comunidad. DichotextoeslaprimeraversindeFilosofadelarealidadhistrica(FRH),publicado pstumamente en 1990. Ver FRH, pp. 550-555. (Nota de la edicin de Cursos universita-rios, op. cit.) Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-444tido de ir constituyendo un solo sistema de posibilidades ofrecido a la humanidad3. La historia es la revelacin en acto, el acto mismo de la revelacin delarealidad;queslarealidadltimamentesololosabemosen su hacerse historia; lo que se revela es la realidad misma que se va realizando, y la realidad as revelada se convierte en la verdad de la historia. La historia es as revelacin y principio de revelacin. Lahistoria,consideradaempricaynosolotranscendentalmente, es el lugar donde los hombres van a ser lo que son y donde la hu-manidad va hacindose en su unidad.Es histricamente como los hombres tienen que hacer sus vidas; esto es,enundeterminadomomentohistrico,enunadeterminadaalturade los tiempos. Los presuntos principios generales que pueden determinar la accinhumana(elamor,lajusticia,lalibertad),seconcretancomopro-cesos histricos, que, como tales, pueden ser muy distintos. Y solo sern reales si se realizan a partir de condiciones reales. Afirmar que se quiere lalibertad,elamor,etc.,sinponerlascondicioneshistricasrealesque hacenposiblelalibertad,elamor,etc.,esunamistificacin,unengao paraqueelhombrenosearealmenteloquedecimos[que]debeser.Es aqudonde[elprincipioqueafirmaque]elquequierelosfines,quiere losmedioscobrasusentidoexacto.[Dicho]principiodebesustituiral otro: el fin justifica los medios.El debemos hacer quiere afirmar cierta exigencialidad activa y comu-nitariay/osocial.Elcarcterexigenciales,porlopronto,unhecho,por msqueestaexigenciapuedaexplicarsedemuydistintasformas(moral kantiana, moral tomista, etc.) y se le puedan atribuir mecanismos muy di-ferentesMarx,Freud,Marcuse,etc.).Lamismaestructuradelapersona y de la historia presenta la existencia personal y la existencia histrica en trminos de exsistencia, de un estar saliendo de lo que ya se es en busca de otro modo de ser, que a su vez debe superarse activamente. La exigen-ciaes,pues,unaexigenciadeldinamismodelarealidadpersonalyde larealidadhistrica.Queestaexigenciahayadeplantearseentrminos deobligacin,derepresin,etc.,consusconsiguientessentimientosde coaccin, de culpabilidad, etc., es ya un hecho derivado, propenso a toda suerte de ideologizaciones.3Estaunidadradical(delahistoria)exigequelahumanidadvayaadquiriendoun cuerpo de alteridad nico y se vea inmersa en un proceso cada vez ms unitario, en el cual el sistema de posibilidades sea verdaderamente el mismo, por ms que dentro del sistema no a todos los individuos ni a todos los grupos les sean asequibles del mismo modo todas y cada una de las posibilidades, FRH, p. 448. (Nota de la edicin sup. citada.) Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 45Este carcter general de exigencia cobra un carcter especial en la ex-perienciadelmalenelmundo,sobretodoentrminosdeopresinyde injusticia, junto con la experiencia de una necesidad de salvacin opre-sin/liberacindeesemal.Nodeterminamosaqusiesaexperiencia ante el mal suscita o debe suscitar rebelda, afn de lucha, esperanza de un futuro mejor o, al contrario, resignacin, desesperanza o fatalismo.El problema del hacer ya ha sido tratado antes [en este texto] y, desde luego, no se reduce a un puro hacer poltico-social. En cuanto hacer total humano, debe considerar la triple distincin de agente, autor y actor, con lo que tiene de duracin sucesiva, de proyeccin y de emplazamiento4.La presentacin del debemos en plural alude a que toda accin perso-nal tiene un componente de presencia de los otros tanto en la subjetividad como en la objetividad de la accin; alude tambin al carcter histrico de la accin moral, en cuanto el sujeto de la historia4 ni es un sujeto por en-cima de las personas ni son las personas consideradas aisladamente. Esto no niega el mbito de lo personal y, consiguientemente, de la responsabili-dad personal, sino que sita lo personal en su concreta realidad. De hecho ni objetiva ni subjetivamente se da la exigencialidad, sino con los otros y de cara a los otros, sin que esto implique el que los otros intervengan en uno como su propio super-yo.La humanizacin del hombre por la historia y la humanizacin y ple-nificacindelahistoriaporelhombremarcanladireccin,lafinalidad [el]paraqudelhacermoral.Queelhombreseamshumano marca una direccin, aunque no indica en qu est esa mayor humanidad ni cules son los medios para alcanzarla, pero responde a un movimiento intrnseco del hombre y plantea el hacer moral en trminos positivos. Que esta humanizacin se logre por la historia indica la direccin en que debe ireltrabajoporlahistoriaeindicatambinhastaqupuntodelhombre dependedelahistoria.Silarealidadhistricaesalienanteyopresoraes prcticamenteimposiblequeelhombrepuedabuscarsuplenahumani-zacin. Al proceso de la hominizacin que se ha seguido de la evolucin, debe seguir un proceso de humanizacin que provenga de la historia. Que sereclametambinlahumanizacinyplenificacindelahistoriaporel hombre, hace referencia al necesario movimiento circular entre hombre e historia. La historia no se va a humanizar de por s; se ha deshumanizado en ocasiones por acciones humanas, por muy condicionadas que stas ha-yan estado, y necesita humanizarse a travs de opciones que pasan por vo-luntades personales o por decisiones ms o menos grupales.4Vase el texto El sujeto de la historia, en ELLACURA, I.: Cursos universitarios, op. cit. (Nota del ed.) Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-446El planteamiento de la pregunta en trminos de qu y cmo seala la dificultad del problema y concrecin prctica con la que ha de entenderse la pregunta. Aunque la direccin general ya est sealada, queda el grave problemadelquhacer,dequaccionesconcretasdebenestablecerse para conseguir el fin propuesto.La pregunta del cmo es ms una pregunta por el modo, en el sentido de que relaciona lo que se debe hacer con la forma humana de hacerlo. No esindependienteelqudelcmonisiquieracomorealizacinobjetiva, cuanto menos como configuracin subjetiva de la persona en el hacer. No es,porejemplo,lomismohacerunamismaaccinaparentementela misma, al menos con odio o con amor, etc.El mtodo para responder a esta pregunta tiene que ser una vuelta a la realidad para en ella descubrir racionalmente qu es lo que se debe hacer ycmosedebehacer.Estaprioridaddelarealidadsobretodaformade construccin subjetiva es un principio fundamental para resolver racional-mentecualquierproblema.Pormuydifcilqueseaestavueltaalareali-dad (y a la realidad, tal como se manifiesta empricamente), es un intento insoslayable, que debe usarse como criterio y como crtica permanente.Larealidadalaquesehadevolverunoes,ennuestrocaso,larea-lidad de la historia y en ella, la realidad personal. Solo en la permanente revisindenuestrasideasmoralescomoposiblereflejodelarealidad mistificadahistricamentepodremoshacerelesfuerzoporsalirnosdela posibledeformacindenuestraconductamoralyaundenuestrasideas morales.La construccin crtica del hacer moral y de la reflexin sobre ese ha-cer ha de tener en cuenta explcitamente la crtica marxista, la crtica freu-diana y la crtica del anlisis del lenguaje.2.Estructura moral del hombre2.1. La estructura moral del hombre arranca de su propia condicin de animal de realidadesA diferencia de lo que le ocurre al puro animal, el hombre en la deter-minacindesusrespuestasalosestmulosrecibidosnopuedeproceder fija y mecnicamente, sino que procede optativamente. Los animales tie-nenaseguradaslasrespuestasadecuadasporsupropiacontexturabiol-gica, con lo cual aseguran su propia viabilidad biolgica y, sobre todo, la supervivencia de la especie o, al menos, de la vida.El hombre, al contrario, en virtud de su hiperformalizacin, no puede dar [una] respuesta adecuada desde su pura biologa, pero, en virtud de su Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-408-4 47aperturaalarealidaddelestmulo,puededarla,aunqueladaoptativa-mente. Segn sean unas u otras las opciones, pone en juego, ms all de la pura biologa, su propia existencia y la existencia de los dems, y aun de la especie y de la vida misma. En esta posibilidad de estar sobre s mismo, al enfrentarse consigo mismo y con las cosas como realidad, es donde se estructura ticamente la realidad humana.Elhombreseveforzadoahacersecargodelarealidad;yanole basta con sentirse estimulado y responder a los estmulos, sino que ha de enfrentarse con las cosas como realidad. Esta es la funcin primaria de la inteligenciaynoejercerladebidamenteesyaprincipiodeineticidad.El hombre se ve forzado a cargar con la realidad; la realidad, primariamente la propia, pero tambin todo el resto de la realidad, no es algo que queda fueradel,respectodelocualslotuvieraunafuncincontemplativao interpretativa.Larealidadeslaprimariaresponsabilidaddelhombre,al hacerse cargo de ella, debe cargar con ella, ponerla sobre su propia exis-tencia. El hombre se ve forzado a encargarse de la realidad. La realidad se le da al hombre como encargo; el gran encargo del hombre es su propia realidadconlaquetienequeserylarealidaddelahistoria.Elesencial carcter prxico de la vida humana se presenta ticamente como la nece-sidad de encargarse de que la realidad sea como debe ser, de que se haga conlarealidadloquesedebehacer;larealidadessiempredinmica,es un realizarse; el ser del hombre es un hacerse.Peroelhombrenodejanuncadeseranimalylaanimalidadperte-neceintrnsecamenteasupropiaestructura.Estaanimalidadposibilitay dificultaalavezsuversinalarealidadysucomportamientoconella. Elhombrees,genticamente,[elresultadode]unprocesodehominiza-cin, en el que los momentos anteriores del proceso siguen subtendiendo dinmicamente,comopresentesestructuralmente,losmomentosqueno son animales. La animalidad le es al hombre principio de realizacin, pero tambinprincipiodealienacin;derealizacin,porquesinlosdinamis-mos de la animalidad, el hombre no podra realizarse; de alienacin, por-queesosdinamismospuedenacabardominandoalhombreeimpedirsu realizacin opcional.Poranimalidadentendemosaquloqueelhombrerecibegentica-mente,aunquetransformado,del