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LA MUJER SAKURA
Mariam Budia
Personajes
SAKURA, geisha HANAMI, samurái
KAZE, viento PADRE, estadounidense
MADRE, francesa HIJO, español (Cd.: cabeza derecha; Ci.: cabeza izquierda.)
Primer Acto
(El escenario es un gran agujero negro. Se escucha música popular japo-
nesa a lo lejos, ambientando el lugar, mientras los espectadores ocupan
sus localidades. Se oye el silbido del viento acompañado por el canto de
las semi, cigarras adultas. La luz del teatro comienza a atenuarse muy
despacio y el viento aumenta su potencia, intensificándose al ritmo decre-
ciente de la luminosidad. Las semi enmudecen. Poco después, un temblor
va creciendo hasta convertirse en clamor en el momento en que la oscuri-
dad lo cubre todo. Más tarde, silencio y vacío recorren las filas del teatro.
Escuchamos la voz de un hombre, la voz en off de HANAMI diciendo: «Ha
sido un sueño, sólo ha sido un terrible sueño.» Lentamente, el sol ilumina
el escenario. Un riachuelo discurre a través del jardín japonés. Los cere-
zos están floridos y KAZE acuna sus ramas con una suave brisa matinal.
Gorriones y golondrinas revolotean entre las hojas. A lo lejos se vislumbra
el monte Fuji. En el centro de la escena se encuentra un onsen, cuyas cá-
lidas aguas aromáticas abrazan a una geisha. Vemos de ella su cabeza y
sus brazos. Canta la nana japonesa «Ōsaka no komori uta» mientras son-
ríe.)
SAKURA.- (Suspirando.) Tsumaranai. (Pausa.) Hace un día estupendo, los ra-
yos solares calientan mi piel pero todavía nada. (Vuelve a cantar la nana.)
He nacido de nuevo y mis párpados ansían la visión de mis admiradores.
¿Dónde está mi amante?, ¿dónde mi amor?, ¿dónde su deseo? ¡Hola!
¡Konichiwa! ¿Hello?, ¡bonjour!, ¿ciao?, ¡guten tag! (Asomando el busto mi-
ra de derecha a izquierda.) ¡La melancolía me embarga la razón! (Pausa.)
Kaze me acompaña en mi corta vida. (Entristece.) Ningún caballero viene,
estoy muriendo y nadie me agasaja. (Pausa.) Pero todavía me encuentro
con fuerzas para soportar su furia. (Cantando, orgullosa.) Ronca, ruge, ríe,
agita mi corazón, salta, sopla, suena, ameniza mi canción. (Se detiene y
escucha atentamente, una fuerte ráfaga de viento.) ¡Silba cuanto puedas,
¿ves?, resisto! (Recitando.)
Un aire seco llueve
en su oquedad marchita,
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luce desde la nieve
el halo del estilita.
Ay, dice la niña,
ay, ruega el señor,
ay, mira mis ganas,
ay, válgame Dios.
(KAZE se agita.)
La aurora lo ha velado
en gélido remanso,
tiempo le ha sido dado
iniciando su descanso.
Ay, dice la niña,
ay, ruega el señor,
ay, mira mis ganas,
ay, válgame Dios.
(KAZE silba.)
Resucita a la vida
capricho lujurioso,
ya se olvida la herida
coqueteando venturoso.
Ay, dice la niña,
ay, ruega el señor,
ay, mira mis ganas,
ay, válgame Dios.
(KAZE brama.)
Aún me quedan unos días, Kaze soberbio. (Pausa.) “Una vez un francés
le dijo a una niña: ¿cómo me ves?; y la niña lampiña responde a través:
¿vos sois tepeaqués?”
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(HANAMI entra despacio, deleitándose con el paisaje. Porta una cesta de
mimbre, viste yukata y de su cadera cuelga una katana. Observa atenta-
mente el jardín japonés sin percatarse de la presencia de SAKURA y se
detiene para respirar el aroma de una flor. SAKURA, ante la llegada del
samurái, tararea una canción popular japonesa mientras retoca su peina-
do. Una golondrina revolotea hasta la geisha y se posa en su cabello.
SAKURA la acaricia suavemente con sus manos y después la echa al
vuelo.)
HANAMI.- ¡Qué hermosura! Sin duda, es la mejor época del año.
SAKURA.- Hai.
HANAMI.- Las flores se han abierto al rocío y la luz irradiada ilumina con sus
brazos la montaña.
SAKURA.- ¡Y qué brazos!
HANAMI.- La lejana nieve de tu cumbre, Fujisan, refleja en lontananza su sonri-
sa.
SAKURA.- Preciosa, una sonrisa preciosa.
HANAMI.- ¡Hermosa primavera!
SAKURA.- Hermosísima.
HANAMI.- (Susurrando.) Bushido.
SAKURA.- Sí, sí, comienza tu keiko, déjame verte practicar.
(SAKURA se perfuma axilas y cuello. HANAMI deposita la cesta en el sue-
lo y comienza a realizar unos ejercicios con su katana.)
¡Qué virilidad...! Este caballero es el más apuesto y galante de todos
cuantos me han visitado estos días.
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- ¡Qué hombros, qué brazos...!
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- Y esa mirada, esa mirada...
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- ¡Ganbatte!
La mujer Sakura
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HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- ¡A la derecha!
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- ¡A la izquierda!
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- ¡Mi samurái!
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- Sin sudar ni una gota...
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- Mío, mío, mío...
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- ¡Qué fortaleza!
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- ¡Qué resistencia!
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- Tantos días sola...
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- ¡Lástima no vivir más!
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- Comienzo a marchitarme...
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- (Echándose agua en el rostro.) Kaze, no soples.
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- (Pellizcándose las mejillas.) Tengo que estar fresca...
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- (Haciendo pucheros.) Comienzo a marchitarme...
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- No demore mucho.
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- No puedo verlo.
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- Me desespero.
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(HANAMI se detiene. Se acerca al riachuelo y tras desnudar su cuerpo
comienza a refrescarse. Recorre la escena con la vista buscando un lugar
apropiado en el que sentarse.)
HANAMI.- (Señalando una pequeña roca.) Perfecto. (Se viste.)
SAKURA.- (Coqueteando.) ¿Adónde vas, mi samurái? ¡Estoy aquí, cerca de ti!
¿No me ves?
HANAMI.- (Sentándose.) Paz..., serenidad..., es todo cuanto ansío.
SAKURA.- ¡Estoy aquí! ¿Por qué no vienes?
HANAMI.- Contemplar la belleza de esta época del año...
SAKURA.- Konichiwa.
HANAMI.- Hallar el descanso en cada suspiro...
SAKURA.- (Ligeramente ofendida.) ¡Será posible!
HANAMI.- Escuchar el aleteo de las mariposas...
SAKURA.- ¿Y mi voz?
HANAMI.- Descansar...
SAKURA.- (Agitando los brazos.) Estoy aquí...
HANAMI.- Descansar...
SAKURA.- Bañándome en el rocío...
HANAMI.- Merecido descanso...
SAKURA.- Esperando ansiosa...
HANAMI.- Cuánta paz...
SAKURA.- Tu deleite...
HANAMI.- En un breve instante...
SAKURA.- En mi efímera belleza.
HANAMI.- Tu armonía.
SAKURA.- Su virilidad.
HANAMI.- Y respirar.
SAKURA.- Y ahogarme.
HANAMI.- ¡Cuánta paz!
SAKURA.- ¡Cuánto desasosiego!
HANAMI.- ¡Qué calidez!
SAKURA.- Descubre tu pecho de nuevo.
HANAMI.- La hora esperada.
La mujer Sakura
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SAKURA.- La visión desesperada.
HANAMI.- La sensualidad.
SAKURA.- Sí, sí, mi samurái.
HANAMI.- De tu vista.
SAKURA.- Me derrito con sus palabras.
HANAMI.- Sosiego.
(HANAMI se arrodilla, junta sus manos frente al pecho y comienza a orar
en silencio.)
SAKURA.- (Espera perfilándose los labios mientras recita.)
Lección de sufrimiento
es amor ofrecido.
Amor que demora,
amor que te queda,
amor que seduce
para compartir la espera.
Atraviesa mi enfermo corazón
que dormido en la noche, ha mantenido
silencioso, el contenido
dentro del caparazón.
(HANAMI se levanta y pasea por la escena.)
Konichiwa.
HANAMI.- Ha transcurrido un año, he tenido que esperar demasiado tiempo
para verte de nuevo... (Pausa.) Como de costumbre...
SAKURA.- Estoy aquí. (Llora.)
Como fragmento de noche,
como astro sin firmamento,
así me siento.
Como presilla sin broche,
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como estigma de un lamento,
así me encuentro.
(Cien mariposas blancas aparecen por la derecha del escenario revolo-
teando despacio, en grupo, formando una masa de plumas sobre el ria-
chuelo. Se mueven por la escena hacia SAKURA. Se acercan a su cabeza,
la sobrevuelan y rodean el contorno de su figura. La luz solar va creciendo
en el ángulo superior derecho del escenario. Las alevillas se vuelven rojas.
Llegan hasta HANAMI y se sitúan frente a él. El samurái las observa son-
riente, extiende su mano y las mariposas obedecen el rumbo de sus de-
dos. SAKURA comienza a cantar, triste. HANAMI se percata de la presen-
cia de SAKURA, coge su cesta y se acerca a la geisha. En ese instante,
las mariposas caen al suelo, inertes. SAKURA observa a HANAMI y co-
mienza a tararear la nana. HANAMI se sienta a los pies de la geisha. Am-
bos se miran fijamente a los ojos.)
Buenos días.
HANAMI.- Buenos días.
SAKURA.- Una mañana excelente.
HANAMI.- Excelente.
(Pausa.)
SAKURA.- Un sol radiante.
HANAMI.- Radiante.
(Pausa.)
SAKURA.- Que calienta la piel.
HANAMI.- La calienta.
(Pausa.)
SAKURA.- Dōzo.
La mujer Sakura
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HANAMI.- ¿Hace muchos días que está aquí?
SAKURA.- Cinco días, dos horas, treinta y siete minutos y cuatro cucos.
HANAMI.- Sí que lleva tiempo...
SAKURA.- (Coqueta.) No tanto, poderoso samurái.
(HANAMI coloca la cesta y su contenido sobre el césped, con ambas ma-
nos, utilizando movimientos lentos. SAKURA coge una polvera con la que
comienza a retocar su blanco rostro. KAZE sopla.)
HANAMI.- No la vi al llegar.
SAKURA.- No estuvo atento.
HANAMI.- No lo estuve, no.
SAKURA.- Se acercó directamente a la piedra.
HANAMI.- Buscaba un lugar...
SAKURA.- Que tenía justo delante.
(HANAMI extiende su mano intentando acariciar a SAKURA pero no llega
a rozarla. Entra en escena un matrimonio con un niño. Los tres tienen dos
cabezas. Se sientan en la roca donde estuvo HANAMI. El samurái y
SAKURA no los ven aparecer. La familia bicéfala observa a las mariposas
en el suelo. PADRE y MADRE recogen algunas alevillas y las depositan
suavemente en las manos de HIJO. El niño las introduce en la boca y las
mastica. Instantes después escupe la masa de su boca sobre la piedra,
cubriéndola como si se tratase de una escultura. La familia se pone de pie.
Los tres juntan sus manos e inclinan a la vez el torso sobre la piedra. Se
yerguen de nuevo y comienzan a orar.)
HANAMI.- ¿Va a permanecer aquí muchos días más?
SAKURA.- Dos, tal vez tres.
HANAMI.- ¿Solamente?
SAKURA.- Como siempre.
(Pausa.)
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HANAMI.- Volveré a verla el próximo año.
SAKURA.- (Alegre.) ¿Se ha enamorado de mí?
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Volveré a verla?
SAKURA.- (Susurrando.) Se ha enamorado.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Dónde está su familia?
SAKURA.- Mi madre murió en Kyōto.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Su padre?
SAKURA.- Volaba de flor en flor.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Hermanas, abuela?
SAKURA.- Iie. (Llora.)
Estaba su cuerpo
cuán inexpresivo,
mellado y confuso
endecasílabo,
sin ningún obispo.
El fiel guardadamas
sollozó su calma,
organismo inerte
terrible amalgama,
se abrasó entre llamas.
La mujer Sakura
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Llagada y difusa
yacía su estela,
sedada y tranquila
fugaz bagatela,
llegó hasta la esclusa.
Sonrisa convulsa
que finges cordura,
¡devuelve la vida!
no seas tan dura,
contén tu repulsa.
Espérame abuela
limpia pandereta,
cántabra morena
canta una saeta,
en tu carabela.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Cántabra morena?
SAKURA.- Era un híbrido.
HANAMI.- Wakarimasen...
SAKURA.- Mitad española, mitad japonesa.
HANAMI.- ¡Ah!
(Pausa.)
Pínteme la espalda, por favor.
(HANAMI coge un pincel gigante de shodō y se lo ofrece a SAKURA. La
geisha duda un momento, toma el pincel entre sus manos y lo observa.
SAKURA comienza a dibujar en la espalda del samurái, muy despacio.
Fujisan arroja una fumarola.)
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SAKURA.- Posee una espalda robusta.
(Se besan. Al separar sus labios, la geisha sólo dispone de un ojo.)
(Llorando.) Se me ha caído un pétalo. (Recita, hacia KAZE.)
Memorias atenazadas
se esconden tras tu destino,
llegando, frío camino,
con fauces abigarradas.
Duermen preces en las gradas
superando el desatino,
y se cuelgan del encino
evocaciones variadas.
Mienten tus manos rajadas
y tu semblante zaino,
descargas en tu vecino
tus pasiones malparadas.
Viciosas serpientes dadas
de tu rostro tan cetrino,
son tus canas, cruel ladino,
en tus noches amparadas.
(KAZE aúlla.)
HANAMI.- Sigue siendo hermosa.
SAKURA.- Otro más.
HANAMI.- Pero sigue siendo hermosa.
(Pausa.)
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¿Tiene un espejo?
SAKURA.- Tenga.
HANAMI.- Excelente caligrafía. Arigatō.
SAKURA.- No tiene importancia.
HANAMI.- Cuestión de práctica, supongo.
SAKURA.- Supone bien.
(Pausa.)
HANAMI.- Volverá a crecer.
SAKURA.- ¿Disculpe?
HANAMI.- Su pétalo.
SAKURA.- ¡Ah!
HANAMI.- Y será más bello cada año.
SAKURA.- ¿Usted cree?
HANAMI.- Con nuevos y alegres colores.
SAKURA.- ¿De veras?
HANAMI.- Y estaré con usted.
SAKURA.- ¿Estará conmigo?
HANAMI.- Hai.
SAKURA.- Y... ¿cómo podrá hacerlo?
HANAMI.- Viniendo.
SAKURA.- Pero... no sabrá cuándo venir.
HANAMI.- Eso es lo más sencillo.
SAKURA.- Podría dilatarme en el tiempo...
HANAMI.- Sabré esperar.
SAKURA.- ¿Y si me adelanto?
HANAMI.- Estaré aquí.
SAKURA.- ¿Y si no aparezco?
HANAMI.- Eso no sucederá.
SAKURA.- Pero... ¿y si sucede?
HANAMI.- Ya le he dicho que sabré esperar.
(Pausa.)
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SAKURA.- Las cosas han cambiado mucho.
HANAMI.- ¿Han cambiado?
SAKURA.- Por aquí, quiero decir...
HANAMI.- Siempre cambian.
SAKURA.- No siempre.
HANAMI.- ¿No?
SAKURA.- A veces retroceden.
HANAMI.- El retroceso también es un cambio.
SAKURA.- Eso es un retorno.
HANAMI.- Una modificación.
(KAZE tose.)
SAKURA.- (Hacia KAZE.)
Viciosas serpientes dadas
de tu rostro tan cetrino,
son tus canas, cruel ladino,
en tus noches amparadas.
(KAZE silba.)
¿Se ha enamorado de mí?
(Pausa.)
HANAMI.- Se ha levantado.
SAKURA.- ¿Disculpe?
HANAMI.- Digo que se ha levantado.
SAKURA.- ¿Quién? ¿Qué?
HANAMI.- Kaze, se ha levantado.
SAKURA.- ¡No sabe usted hasta qué punto!
HANAMI.- ¿Perdón?
SAKURA.- Me ataca.
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HANAMI.- No creo...
SAKURA.- Lleva... que yo recuerde... dos mil quinientos años atacándome.
HANAMI.- Sin ánimo de ofender... ¿no estará exagerando un poco?
SAKURA.- Efectivamente, exagera demasiado... se enfurece, me busca, me
persigue, me atosiga...
HANAMI.- ¡Ejem!
SAKURA.- Me oprime, me empuja, me duele... (Pausa.) Ah, perdón. (Pausa.)
¿Cree que exagero?
(Quedan observándose, estáticos.)
Hábleme de usted.
HANAMI.- No sería correcto. (Pausa.) Dígame usted...
SAKURA.- Mi señor... (señalándose el ojo), hábleme de usted, se lo suplico.
(Pausa.)
Se lo ruego.
HANAMI.- Nací al norte, en Hokkaidō, donde el viento mece los arrozales y el
sol resplandece en el rocío de las hojas...
SAKURA.- (Con melancolía.) ¡Hokkaidō! Dicen que las más hermosas... terne-
ras... se crían en Hokkaidō...
HANAMI.- Cuando era niño, salía por las mañanas a pasear por montes y ca-
minos...
SAKURA.- Aunque la ternera famosa es la de Kōbe...
HANAMI.- Pero nunca era pronto, nunca llegaba antes que él... Mi abuelo
siempre estaba allí, no importaba la oscuridad, tampoco el frío o la hume-
dad... Siempre estaba allí, esperándome.
SAKURA.- Y la más cara...
(SAKURA y HANAMI quedan en silencio. La familia comienza su jira.
PADRE habla con un marcado acento estadounidense y MADRE con un
suave acento francés. Las cabezas de ambos hablan a la vez, perfecta-
mente sincronizadas.)
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PADRE.- ¿Has traído tu cuaderno de ejercicios?
HIJO.- Sí, lo tengo en mi mochila.
MADRE.- ¿Han hablado a la vez?
PADRE.- Sólo te ha parecido.
MADRE.- (Pensativa.) Saca el cuaderno.
HIJO.- Ci.: Papá, mamá, no me apetece estudiar ahora. ¿Por qué no puedo
descansar hoy?
PADRE.- ¿Descansar?
MADRE.- (Reconciliadora.) Cariño...
HIJO.- Cd.: Voy a estudiar mucho. Ci.: (En tono de burla.) Voy a estudiar mucho,
voy a estudiar mucho... Cd.: ¡Jolines! Ci.: ¡Jolines! ¡Jolines!
MADRE.- ¡Basta!
(Pausa.)
Queremos lo mejor para ti.
HIJO.- Ci.: Lo sé, mamá.
MADRE.- No debes descuidar tu formación.
HIJO.- Cd.: No la descuidaré, mamá. Ci.: Hoy es un día muy especial, por fa’
mami, ¿por qué no puedo descansar? Cd.: Descansas casi todo el día,
¿de qué te quejas? Ci.: Me quejo porque..., porque sí, tú no tienes nada
que decirme, sólo mamá puede hacerlo.
MADRE.- Cabezas, dejad de discutir.
HIJO.- Cd.: Como tú digas, mamá. Ci.: Sí, mami. (Comienza a adormitarse.)
PADRE.- (Dando un capón a Ci.) ¡No te duermas! Tenéis demasiada libertad.
Derechos por aquí, derechos por allá... A los padres se nos debe respeto.
(Hacia Ci.) ¿Qué estaba diciendo?
HIJO.- Cd.: Decías que... Ci.: Decías que los deberes son sagrados, que nunca
hay que procras, procrasti... Cd.: (Riendo.) Procrastinate. Ci.: ¡Eso!
MADRE.- (Acariciando a Ci.) No cambiarás nunca.
PADRE.- (A Ci.) Anda, relájate, que el esfuerzo parece haberte agotado. (Ríe.)
HIJO.- Ci.: Procras, procrasti, procrastinate. (Se adormita.)
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(PADRE da un manotazo a Ci. MADRE prepara la comida. De la peque-
ña bolsa extrae sushi, sopa de miso, ocha y tsukemono. También, de-
posita sobre el mantel extendido entre las flores, unos palillos para co-
mer.)
PADRE.- (A Ci.) Abre bien los ojos.
HIJO.- Ci.: (Soñoliento.) ¿Dónde está el cuaderno? Cd.: (Burlesco.) ¿Dónde
está el cuaderno?
PADRE.- Tu madre está preparando la comida. Estudiaréis más tarde.
HIJO.- Sí, papá.
MADRE.- ¡Han hablado a la vez!
PADRE.- Parece que...
MADRE.- ¿No irás a decirme que me ha parecido!
PADRE.- Tal vez...
MADRE.- ¡Padre!
PADRE.- Comienzan a madurar. (Besa a MADRE.)
(La familia se dispone a comer. HIJO se acerca al riachuelo y lava sus
manos. Los adultos frotan las suyas con unas toallitas húmedas.)
HANAMI.- Al llegar me miraba a los ojos, en silencio, mientras las semi canta-
ban.
(Fujisan emite una sonora fumarola.)
SAKURA.- ¡Qué interesante!
HANAMI.- Después inclinaba su cabeza y entornaba los ojos.
SAKURA.- Qué más, qué más...
HANAMI.- Y me decía...
SAKURA.- Sí, qué decía, qué decía...
HANAMI.- Me decía que...
SAKURA.- Qué, ¡qué!
HANAMI.- (Lentamente mira a SAKURA de arriba abajo.) ¡Bah!
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SAKURA.- (Con asombro.) ¿Qué sucede? ¿He dicho algo inapropiado? Díga-
me, dígame. (Se entristece.) Se lo ruego, no me deje sin palabras. Díga-
me algo. Sé que, en ocasiones, hablo demasiado, pero... ¡estoy tan sola!
Tengo que inventarme el diálogo y por eso, a veces, no resulta interesan-
te. Por favor, dígame algo.
(HANAMI se aleja de ella.)
Pasan los días y no existe nadie con quien hablar, nadie. (Pausa.) Tsuma-
ranai. (Pausa.) Así que hablo y hablo como una cotorra, tanto que incluso
mis pensamientos me abandonan y se niegan a dirigirme la palabra.
(Pausa.) Usted haría lo mismo, estoy segura de que usted haría lo mismo.
(Pausa.) Seguramente, en este mismo instante, lo estará haciendo tam-
bién con alguien, con algo que haya usted ideado... La diferencia entre el
usted real y yo, es que usted no es consciente de que... en cambio yo, sí
lo soy... y ahí radica mi desesperación. (Mira hacia todas partes, buscan-
do. Detiene sus ojos ante HIJO.) ¡Qué sonrisa pura y anhelante! ¡No me
dejes sola, tú que me comprendes! ¡Tú que dispones de mi misma alma!
¡Di algo!
HIJO.- (Sin ilusión.) Las hojas me dicen
que piensas en mí.
Muestran su envés
-ligeras golondrinas-
y sonríe el rocío.
Las nubes se agitan
bailando tifones.
En la noche negra
-terrosa y húmeda-
de la lombriz.
La tierra tiembla
un instante fugaz.
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Despiertan las mantis
-erguidas y nuevas-
hablando de ti.
Las hojas me dicen
me dicen de ti.
SAKURA.- Arigatō. (Pausa.) Como todavía no ha alcanzado la madurez sufi-
ciente para engañarse y fastidiarme la vida... Ya lo hará..., ya lo haré. (Se
le cae el otro ojo.) ¡Ay de mí! Se me ha caído otro pétalo. (Pausa.) ¿Qué
voy a hacer ahora? Mis pensamientos no me obedecen y, además...
(Pausa.) Quizá esté llegando al momento de mi muerte, o de mi nueva
existencia, o de mi convalecencia... (Pausa.) Mi querido samurái, apiádese
de mí. No me vuelva la espalda, que estoy muriendo. Estoy muriendo,
estoy alcanzando la realidad de mi vida y la imposibilidad de mi muerte...
o de mi vida... (Pausa.) Me fallan las fuerzas para el autoengaño, nada
existe más allá de mí y no consigo enderezar mi pensamiento inerte.
(HANAMI se acerca a ella y toma en su mano el ojo de la geisha.)
HANAMI.- Se le ha caído otro.
SAKURA.- Hai.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Le importa que lo guarde?
SAKURA.- Iie.
(Pausa.)
HANAMI.- Tiene un color muy bonito.
SAKURA.- Hai.
(Pausa.)
Mariam Budia
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HANAMI.- Volverá a crecer.
SAKURA.- Arigatō.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Por qué está triste? Estoy hablando con usted.
SAKURA.- Iie.
(Pausa.)
HANAMI.- Antes... bueno... quería contarle...
SAKURA.- ¿Contarme?
HANAMI.- Sí, contarle.
SAKURA.- (En un aparte.) Todavía no se ha dado cuenta.
HANAMI.- ¿Sumimasen?
SAKURA.- Decía que hace un día estupendo.
HANAMI.- Hai.
(Pausa.)
SAKURA.- Cuénteme la historia.
HANAMI.- ¿Qué historia?
SAKURA.- La de su abuelo en la montaña.
HANAMI.- En otro momento.
SAKURA.- No se enfade conmigo y cuénteme.
HANAMI.- Lo haré...
SAKURA.- Sí, dígame, dígame... y que respiren las alondras.
HANAMI.- Pero en otro momento.
SAKURA.- ¡Ah!
(Pausa.)
HANAMI.- Cuénteme usted algo, para que no nos aburramos más.
SAKURA.- Sabía que me lo pediría.
La mujer Sakura
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HANAMI.- Habla usted de una forma tan delicada que... da gusto escucharla.
Pasaría horas ante usted viendo cómo se mueven sus labios cuando mu-
sita vocablos que apenas comprendo.
SAKURA.- ¡Ah!
HANAMI.- Habla usted...
SAKURA.- ¿Vocablos que apenas comprende?
HANAMI.- No sabría explicarle exactamente...
SAKURA.- Sin embargo... hace como que me escucha...
HANAMI.- Porque lo hago.
SAKURA.- Pero no comprende.
HANAMI.- Lo cierto es que no.
SAKURA.- Entonces... ¿por qué hablamos? Váyase.
HANAMI.- No quería...
SAKURA.- Váyase, váyase.
HANAMI.- De acuerdo. (No se mueve.)
SAKURA.- Mi querido samurái, estaba bromeando. (Coqueteando.) Sabe lo
mucho que me agrada su compañía. (En un aparte.)
Te amaré sin tregua,
hasta que el posible
odio resentido
invada mi dolor.
Te amaré con duelo,
hasta que la noche
húmeda de pena
desgarre mi candor.
(Se escucha de nuevo a Fujisan acompañado por KAZE. Ambos compo-
nen una preciosa melodía que todos los personajes escuchan. HANAMI y
SAKURA se besan.)
MADRE.- Está refrescando.
PADRE.- Deberíamos volver.
MADRE.- Sí, volvamos.
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(No se mueven.)
HIJO.- Ci.: Está refrescando, papá. Cd.: Refresca, mamá.
MADRE.- Deberíamos volver.
PADRE.- Sí, volvamos.
(Se miran los tres, ríen y vuelven a comer.)
MADRE.- Cariño, ¿te dije que vi una casa preciosa?
PADRE.- Lo hiciste.
MADRE.- Cariño, ¿te dije que sería estupenda para nosotros?
PADRE.- Lo dijiste.
MADRE.- ¿Quieres que nos mudemos cuanto antes?
PADRE.- Me parece estupendo.
HIJO.- ¡Qué bien, mami! Por fin vamos a tener una casa nueva. Cd.: Una gran
habitación con vistas al mar en la que pueda estudiar mejor. Ci.: ¿Me
comprarás la Nintendo, papá?
MADRE.- (Ilusionada.) Lo ha vuelto a hacer.
PADRE.- Sí, esta cabeza está algo consentida.
MADRE.- Hijo lo ha vuelto a hacer, las cabezas han hablado a la vez.
PADRE.- Durante un instante.
MADRE.- ¡Lo han hecho!
PADRE.- Esta cabeza sólo sabe pedir. (Da un coscorrón a Ci.)
HIJO.- ¡Ay!
MADRE.- ¡Otra vez! (Abraza a HIJO.)
PADRE.- Cariño, no te entusiasmes demasiado, ya sabes que no le dura mu-
cho tiempo.
MADRE.- Pero es el comienzo.
PADRE.- Creo que nos toma el pelo y que se ha acostumbrado a este juego.
Va a ser difícil que cambie.
HIJO.- Cd.: No me juzgues mal, papá. Sabes que intento hacer todo lo que me
pedís mamá y tú. Sé que se trata de lo mejor para mí, pero mi otra cabe-
za... Ci.: No hables por mí, tengo boca, ¿ves?, y sé utilizarla.
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MADRE.- (Conciliadora.) ¡Cabezas, cabezas!
HIJO.- Ci.: Mami, ¿qué son las semi? Cd.: Las semi son cigarras, tonto. Ci.:
¡Bu!
(La familia continúa su jira.)
HANAMI.- ¿Ha estado casada?
SAKURA.- En tres ocasiones.
HANAMI.- Supongo que... las experiencias no fueron positivas del todo cuan-
do...
SAKURA.- Murieron.
(Pausa.)
HANAMI.- También estuve casado.
SAKURA.- ¿Cuántas veces?
HANAMI.- Pues... sólo una.
SAKURA.- ¿Está ella por aquí... (ojeando de un lado a otro), ahora?
HANAMI.- Murió.
SAKURA.- ¡Oh! Lo siento muchísimo. (Pausa.) ¿Le importaría hablarme de
ello?
HANAMI.- No.
(Pausa.)
SAKURA.- ¿No le importaría o no quiere hablar de ello?
HANAMI.- No me importaría.
SAKURA.- Siento curiosidad.
HANAMI.- ¿Por qué?
SAKURA.- Porque... porque me interesa su vida.
HANAMI.- Es usted muy amable.
SAKURA.- No pretendo serlo, bueno... siempre soy amable.
HANAMI.- Estoy convencido.
SAKURA.- Simplemente es cierto. Me interesa saber de usted.
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(HANAMI piensa y SAKURA espera.)
HANAMI.- Era un día de verano, un día en que el calor resultaba sofocante y la
humedad del ambiente se mezclaba con el sudor que recorría todo mi
cuerpo...
SAKURA.- ¡Oh!
HANAMI.- Mientras desayunábamos, hablamos durante unos instantes. Me
comentó que debíamos cambiar el tatami pues se había deformado por la
humedad. (Pausa.) Asentí porque tenía razón, y aunque no la hubiese te-
nido habría sido imposible negar nada a esa sonrisa de plata.
SAKURA.- ¡Ah!
HANAMI.- Más tarde, cuando realizaba mi keiko, ella comenzó a entonar una
canción que estaba aprendiendo. Me detuve un instante para escuchar
con calma su linda voz y dejé mi katana en el suelo. Ella vino hacia mí,
danzando suavemente, como la alondra vespertina. (Pausa.) No podía de-
jar de mirarla. Sus movimientos eran gráciles y cálidos, ondulantes y lige-
ros como la madrugada. (Pausa.) Tropezó con el tatami y cayó sobre...
SAKURA.- ¡Oh!
HANAMI.- Su cuerpo quedó tendido en el suelo, su vida en el filo de aquella
arma siniestra y el tatami se tiñó de color ocre.
SAKURA.- Lo lamento muchísimo.
HANAMI.- (Besa a SAKURA.) Todavía siento el olor del tatami bañado en su
sangre.
(Pausa.)
SAKURA.- Lo siento muchísimo.
(Pausa.)
HANAMI.- Es antiguo...
SAKURA.- Y nadie lo resuelve...
HANAMI.- El de ellos, el nuestro...
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SAKURA.- Acercan diferencias.
HANAMI.- Parece distinta...
SAKURA.- Así se nos muestra...
HANAMI.- Mas no es cierta...
SAKURA.- La controversia.
HANAMI.- Ideal inalcanzado...
SAKURA.- Del engaño...
HANAMI.- Finge amor veraz...
SAKURA.- En su porfía.
HANAMI.- No lo siente...
SAKURA.- Y lo demuestra...
HANAMI.- Ocultándose...
SAKURA.- En palabras huecas.
HANAMI.- Es nuevo...
SAKURA.- Y a nadie le interesa...
HANAMI.- Quizá él la posea...
SAKURA.- Cuando fallezca.
(Pausa.)
¿Le importaría besarme otra vez?
(Se besan rozando tenuemente sus labios.)
HANAMI.- Pintando en el horizonte
melodías de aliento y sudor,
mil remolinos nos protegen
de lo efímero del viento.
SAKURA.- Entregados a la estrella
de un cielo raso y ceniciento,
fenecen tus labios con los míos
torbellino acabador.
HANAMI.- Ejecutando los corazones
un bolero trovador,
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floresta de mis pasiones
es tu lascivo afán sediento.
SAKURA.- Estrangulado entre mis cañas
te alborotas más violento,
que la plateada luna encinta
esculpiendo su blancor.
HANAMI.- Cenáculo de amapolas
disertando en la alborada,
¡no vacíes tus demoras
en un canto ab aeterno!
pues tu estrofa languidece
cuando despuntan las horas.
SAKURA.- Capilla que te estremeces
en tu copla inacabada
¡no lapides mis lisonjas
en lo fatuo del averno!
mira que ya estoy muriendo
de sus ganas robadoras.
(Pausa.)
¿Me desea?
HANAMI.- Claro.
SAKURA.- ¿Mucho?
HANAMI.- Hasta el infinito.
SAKURA.- Dígame cómo.
HANAMI.- No sé... ¿deseándola?
SAKURA.- Y... ¿por qué me desea?
HANAMI.- Porque... ¿está usted muy bien?
SAKURA.- Sí.
HANAMI.- Porque... ¿huele a rosas?
(KAZE sopla con fuerza.)
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SAKURA.- Porque huelo a rosas. (Se le cae un brazo.)
(KAZE ríe.)
HANAMI.- Sigue estando bella.
SAKURA.- Por favor, cójame el pétalo.
HANAMI.- ¿Qué quiere que haga con él?
SAKURA.- Ese no, el que me queda.
HANAMI.- ¿Aprieto demasiado?
SAKURA.- Cójalo y tire fuerte.
HANAMI.- Pero...
SAKURA.- Tire fuerte, quiero demostrarle que lo amo.
HANAMI.- No es necesario...
SAKURA.- ¡Tire!
HANAMI.- No quisiera...
SAKURA.- Ya no me importa.
(HANAMI coge el brazo de la geisha y tira de él. KAZE sopla, terriblemen-
te enfadado.)
Noche estupenda, noche,
tranquila de lluvia ambiente.
Deambulas húmeda
fondeando en licores
de penumbra y libación.
Noche en que la imaginación
desborda y planta raíces
en entrañas codiciosas
de recuerdos y trabones.
Noche que en ocasiones
agitas pechos templados.
Esa es esta noche,
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como tantas noches,
como todas mis noches.
(KAZE ruge.)
Ya no puedes dañarme, Kaze vengativo. Nada más puedes tomar de mí.
Soy libre para pensar, recitar, cantar y vivir. Por más que gruñas, seguiré
aquí, como cada año.
(KAZE silba.)
HANAMI.- Hábleme de usted, de sus maridos. Yo también siento interés por su
vida.
SAKURA.- No hay mucho que contar.
HANAMI.- Lo que quiera decir será suficiente.
(Pausa.)
SAKURA.- Murieron.
HANAMI.- Lo sé.
SAKURA.- ¿Lo sabe?
HANAMI.- Me lo dijo antes.
SAKURA.- ¡Ah!
HANAMI.- ¿Los tres?
SAKURA.- ¿Cuántos quiere que sean?
HANAMI.- Pensé que tal vez...
SAKURA.- Dedujo equivocadamente.
HANAMI.- Ya veo.
SAKURA.- No me interprete mal.
HANAMI.- No comprendo...
SAKURA.- Como es una situación... un tanto extraña... quería bromear sobre
un asunto tan serio.
HANAMI.- Entiendo.
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(Pausa.)
¿Qué sucedió?
SAKURA.- Murieron.
HANAMI.- Sí, sí...
SAKURA.- Sí, es verdad.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Y?
SAKURA.- ¿Qué?
HANAMI.- ¿No quiere contarme cómo sucedió? Quiero decir, ¿sucedieron?
SAKURA.- El primero era un joven atractivo e impulsivo. (Pausa.) Se ahogó.
HANAMI.- Lo siento mucho. Debió ser horrible.
SAKURA.- Horripilante. ¿Se imagina? ¡Un joven atlético y fuerte que no sabía
nadar!
HANAMI.- Bueno, no todo el mundo sabe hacerlo.
(Pausa.)
¿Y el segundo? ¿Cómo era?, ¿qué pasó?
SAKURA.- El segundo era maduro, educado, culto... Un intelectual... pobre
como el que más, pero muy bello.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Cómo murió? Perdón, no sé si estoy siendo demasiado inquisitivo.
SAKURA.- ¡Oh!, No, no... En absoluto.
(Pausa.)
HANAMI.- Entonces...
SAKURA.- ¡Ah! Qué despistada soy.
HANAMI.- Sí, lo es.
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SAKURA.- Sí.
HANAMI.- ¿Y?
SAKURA.- Murió.
HANAMI.- Sí, lo sé, ya me lo dijo.
SAKURA.- Es verdad. Ya se lo dije.
(Pausa.)
HANAMI.- ¡Ejem!
SAKURA.- ¿Disculpe?
HANAMI.- ¿Cómo murió?
SAKURA.- Se ahogó.
HANAMI.- ¿También él?
SAKURA.- Qué casualidad, ¿verdad?
HANAMI.- Verdad.
SAKURA.- Educado y culto, pero no aprendió a nadar.
HANAMI.- ¿Tampoco él?
SAKURA.- Tampoco.
HANAMI.- Lo lamento mucho.
SAKURA.- Una lástima.
(Pausa.)
HANAMI.- Y, ¿el tercero?
SAKURA.- Murió.
HANAMI.- Sí, sí, sí, ya sé.
SAKURA.- Se ahogó.
HANAMI.- ¿Cómo dice?
SAKURA.- Digo que se ahogó.
HANAMI.- ¡Es terrible!
SAKURA.- Sí, pero en él era normal.
HANAMI.- ¿A qué se refiere?
SAKURA.- Se trataba de un anciano...
HANAMI.- Entiendo.
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SAKURA.- Se cansaba con facilidad...
(Pausa.)
HANAMI.- Debió causarle un profundo dolor la notificación de los fallecimientos.
SAKURA.- Ese trámite me lo ahorré, caballero.
HANAMI.- ¿La gestión de la cremación?
SAKURA.- Nadie tuvo que llamarme porque me encontraba con ellos.
HANAMI.- ¿Con quiénes?
SAKURA.- Con mis maridos.
(Pausa.)
Murieron junto a mí.
(Pausa.)
Tomando un baño.
(KAZE ríe.)
Fin de Primer Acto
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Segundo Acto
(Anochece. Los cerezos han perdido casi todas sus flores. El riachuelo
discurre a través del jardín japonés, observándose su caudal ligeramente
crecido. Desde el monte Fuji surge una suave fumarola en tonos azules.
Los pájaros, adormitados, reposan sobre las ramas. KAZE sopla de mane-
ra constante una leve brisa. En el onsen se encuentra la geisha, durmien-
do.)
SAKURA.- (Entre sueños.) Tsumaranai. (Pausa.) Hace un día estupendo, los
rayos solares calientan mi piel pero todavía nada. He nacido de nuevo y
mis párpados ansían la visión de mis admiradores. ¿Dónde está mi aman-
te?, ¿dónde mi amor?, ¿dónde su deseo? ¡La melancolía me embarga la
razón! Kaze me acompaña en mi corta vida. (Se despierta sobresaltada.)
Ningún caballero viene, estoy muriendo y nadie me agasaja. (Se adormita
de nuevo.) Pero todavía me encuentro con fuerzas para soportar su furia.
(Despertando.) ¡Qué dolor de cabeza! ¡Ay, ay! ¡Qué dolor! ¡No puedo so-
portarlo! (Pausa.) ¿No hay nadie por aquí que me ofrezca un té caliente?
(Mirando de un lado a otro.) ¿Qué estoy diciendo? (Pausa.) Así es mejor,
la gente no hace nada más que molestar. ¡Qué pesadez! Todo el tiempo
preguntando sin querer escuchar: «¿qué tal se encuentra?, ¿cómo está su
marido? Bien, bien. ¡La veo un poco avejentada! ¿Se encuentra bien?
Hace tiempo que no la vemos. ¿Qué hace por aquí?, ¿adónde ha ido?,
¿dónde estuvo ayer?» ¡Bah! ¡Qué pesadez! ¡Qué pesadez! (Recitando.)
Juego secreto quisiste,
secreto gritado, no tan secreto.
Amistad secreta anhelaste,
secreto gritado, no tan secreto.
Deseo secreto robaste,
secreto gritado, no tan secreto.
Sombra escurrida entre los dedos
famosos del ahorcado inerme.
No te acerques gritando,
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no te cuelgues de su talle
volcando moje descompuesto.
(KAZE se agita.)
Torbellino desorientado
asomando el dedo bajo su suéter.
No te acerques gritando,
no te adhieras a su nuca
derritiendo el lecho inviolado.
Hélice de vírgenes pechos
cansada soledad del muelle.
No te acerques gritando,
no vilipendies su detalle
escupiendo con tus pertrechos.
(KAZE silba.)
Recreo que enredas prendas
a la pata del capricho.
No te acerques gritando,
no oses tú, loco insensato,
despuntarte en sus caderas.
Juego secreto quisiste,
amistad secreta anhelaste,
deseo secreto robaste.
Juego secreto jugaste.
¿Secreto?
Secreto en el que todo se sabe.
(KAZE brama.)
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(Juguetona.) No has podido conmigo, no, no, ni podrás por mucho más
que lo intentes. Mira cuanto quieras a tu alrededor, Kaze: alcornoque, ton-
torrón, petulante, tragante, peripatético, australopiteco... (Pausa.) «Una
vez un francés le dijo a una niña: ¿cómo me ves?; y la niña lampiña res-
ponde a través: ¿vos sois baracaldés?»
(HANAMI entra en escena con el paso torpe, acompañado por la cesta de
mimbre y su katana. Su aspecto es desaliñado y sombrío. Observa aten-
tamente el jardín japonés mientras frota sus ojos con sus manos. Se de-
tiene para respirar el aroma de una flor y la expresión de su cara muestra
desagrado. Escupe en el suelo. SAKURA se percata de la llegada del sa-
murái e intenta esconderse dentro de las aguas. Una golondrina se des-
pierta, vuela hasta la geisha y se posa en su cabello. SAKURA intenta li-
brarse de la golondrina y de un manotazo la estrella contra el suelo.)
HANAMI.- ¡A ver qué se me ocurre para pasar la noche!
SAKURA.- Otra vez este personajillo.
HANAMI.- Las flores apestan... Quizá sea el agua del riachuelo que baja con-
taminada.
SAKURA.- ¡Tú sí que hueles mal!
HANAMI.- Fujisan altera la pureza de estos parajes...
SAKURA.- Pues seguro que tú, después de comer...
HANAMI.- ¡Odiosa primavera!
SAKURA.- Odiosísima.
HANAMI.- (Resignado.) Bushido.
SAKURA.- Vale, vale... Ahora la exhibición de hombría. Qué espanto. ¡Y yo sin
poderme mover de aquí!
(SAKURA cuelga sus brazos por el exterior del onsen. HANAMI deposita
la cesta en el suelo y comienza a realizar unos ejercicios con su katana.)
¡Qué flacidez...! ¡Qué se creerán los hombres! Aquí está sacando pecho
como un pavo. Un pavo cubierto de pelo, pues si fuesen plumas...
HANAMI.- (Con desgana.) ¡Hai!
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SAKURA.- ¡Mira esos hombros!
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- ¡Y los brazos...!
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- Y esas canillas.
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- Y esa mirada de hombre duro... ¡Uh, qué miedo!
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- ¿Kaerimasuka?
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- ¡A la derecha!
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- ¡A la izquierda!
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- ¡Qué torpe!
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- Sudando como un cerdito en el horno...
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- Para ti, para ti, para ti...
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- ¡Qué blandengue!
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- ¡Qué poco fuelle!
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- Con lo bien que estaba sola...
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- ¡Kaze, acaba con mi vida, te lo ruego!
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- ¡A ver si termina!
HANAMI.- ¡Um!
SAKURA.- (Echándose agua en el rostro.) No lo soporto, no puedo soportarlo.
HANAMI.- ¡Hai!
SAKURA.- (Pellizcándose las mejillas.) Creo estar durmiendo todavía...
HANAMI.- ¡Um!
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SAKURA.- (Haciendo pucheros.) Ahora sí que me arrugo...
(HANAMI no puede más y se desploma sobre el suelo. Tras descansar un
instante, se acerca al riachuelo, desnuda su cuerpo y se refresca. Co-
mienza a mirar a su alrededor buscando un lugar en el que sentarse.)
HANAMI.- (Señalando la pequeña roca.) Aquí es. (Se viste.)
SAKURA.- ¿Por qué te sientas tan cerca, samurái? ¡Mira que hay sitios en el
jardín para sentarse y has de hacerlo cerca de mí!
HANAMI.- (Aburrido.) Paz..., serenidad..., es todo cuanto ansío.
SAKURA.- ¿Por qué no te vas a otro sitio?
HANAMI.- Me gustaría poder hacer algo diferente...
SAKURA.- En eso estamos de acuerdo.
HANAMI.- Hallar el descanso por fin...
SAKURA.- ¡Y dejarme descansar también a mí!
HANAMI.- Escuchar el sonido del silencio...
SAKURA.- Yo me callo con tal que te vayas.
HANAMI.- Vivir...
SAKURA.- (Agitando los brazos.) Lárgate, lárgate...
HANAMI.- Descansar...
SAKURA.- Todo esfuerzo es inútil...
HANAMI.- Merecido descanso...
SAKURA.- Me desespero...
HANAMI.- Como todos los días...
SAKURA.- Como siempre...
HANAMI.- Sin modificarse un ápice...
SAKURA.- Sin modificarse un ápice...
(HANAMI se arrodilla, junta sus manos frente al pecho y comienza a orar
en silencio.)
(Recitando.) Ceñiste sensuales mudanzas
desnudando amaneceres
consignando tus andanzas.
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Enlazaste las vibraciones
a la luz de tus pupilas
mientras saboreabas sienes.
Abrazabas torvas y castas
con tu miembro y con tus dientes
cuando silbaban las alondras.
Rodeaste sumisas preces
lamiendo las calancas
de tus plurales mujeres.
(HANAMI se levanta y pasea por la escena.)
(Con hastío.) Konichiwa.
HANAMI.- Otro largo año ha pasado. He debido soportar de nuevo este cautive-
rio absurdo...
SAKURA.- Cuanto más cerca estemos más sufriremos. (Llora.)
Quien no llora había sufrido
la pasión que concebía,
mas no duda que debía
no haber sido distraído.
Quien no llora había gemido
jeremiada paticoja,
resultando ser congoja
de un amor mal avenido.
Quien no llora había sentido
con placer de mancebía,
tal furor y algarabía
que otras penas le han dolido.
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Quien no llora había bebido
el sudor de cada día,
despertando alevosía
donde pudo haber crecido.
(Cien mariposas negras aparecen por la izquierda del escenario revolo-
teando deprisa. Se mueven por la escena hacia SAKURA, molestando a la
geisha. Posteriormente, se acercan a HANAMI. El samurái intenta alejar-
las, pero las alevillas, lejos de asustarse, cada vez se aproximan más a él,
comenzando a emitir numerosos sonidos, voces humanas que apenas
pueden comprenderse, voces de conciencia. Las mariposas se van vol-
viendo verdes y comienzan a atacar a HANAMI provocándole numerosas
picaduras que se hinchan dolorosamente. HANAMI pide clemencia, pero
las mariposas no se detienen. SAKURA se conduele del samurái e intenta
ahuyentar a las alevillas lazándoles agua. Las mariposas verdes parecen
cansarse, se retiran hacia Fujisan y el volcán entra en erupción. HANAMI,
al percatarse de la presencia de SAKURA, coge su cesta y se sienta a los
pies de la geisha. Ambos se miran fijamente a los ojos.)
Buenas noches.
HANAMI.- Buenas noches.
(Pausa.)
SAKURA.- Dōzo.
HANAMI.- ¿Hace muchas noches que está aquí?
SAKURA.- Cinco noches, dos horas, treinta y siete minutos y cinco cucos.
HANAMI.- Sí que lleva tiempo...
SAKURA.- (Aburrida.) No tanto, poderoso samurái.
(HANAMI coloca la cesta sobre el césped. Siente tanta desesperación que
apenas puede moverse. SAKURA coge su polvera y retoca su rostro, ale-
targada, con tempo pesado.)
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HANAMI.- Seguimos en el mismo lugar.
SAKURA.- En la misma perdición.
HANAMI.- No lo logramos.
SAKURA.- Parece que no.
(HANAMI intenta extender su mano para acariciar a SAKURA, pero el pe-
so de su brazo y el esfuerzo realizado hacen temblar sus músculos. Fu-
jisan continúa con una estruendosa erupción. Entre la lava expulsada,
aparece HIJO. HANAMI y SAKURA lo ven aparecer y suspiran.)
HIJO.- Otra vez llego antes.
SAKURA y HANAMI.- Sumimasen.
(Las mariposas verdes se acercan a HIJO.)
HIJO.- Otra vez verdes.
SAKURA y HANAMI.- Sumimasen.
(Las alevillas verdes comienzan a revolotear alrededor de HIJO y lo gol-
pean.)
HIJO.- Otra vez... ¡No! ¡No quiero!
SAKURA y HANAMI.- (Hablando muy despacio.) Ve al riachuelo, deprisa.
(El niño se acerca al riachuelo y se zambulle en él. Las mariposas se ale-
jan del niño sobrevolando la escena. KAZE ríe y Fujisan vuelve a expulsar
lava. PADRE y MADRE aparecen entre ella. Observan a las alevillas y co-
rren al riachuelo. MADRE abraza a HIJO y PADRE intenta protegerlos con
su cuerpo.)
Sumimasen.
(Las mariposas desaparecen y la familia sale del riachuelo. Los tres co-
mienzan a orar.)
Mariam Budia
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HANAMI.- ¿Va a permanecer aquí muchas noches más?
SAKURA.- Dos, tal vez tres.
(Pausa.)
HANAMI.- Volveré a verla el próximo año.
SAKURA.- (Triste.) Se lo prometo.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Pudo reencontrarse con los suyos?
SAKURA.- Nunca.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Ni siquiera con su abuela?
SAKURA.- Iie. (Llora.)
Quebranto extraño
que araña el alma,
impulso huraño,
¿por qué la engañas?
Suelta su cama
soez tacaño,
deja su escama,
¿por qué la dañas?
Vete si quieres
sórdida parca,
coge mis bienes,
¿por qué la arañas?
Torna a tu barca
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húmedos fines,
libra su charca,
¿por qué la bañas?
(Pausa.)
HANAMI.- ¿No pudo escapar?
SAKURA.- ¿Acaso alguien pudo?
HANAMI.- Tal vez nosotros...
SAKURA.- Quizá algún día.
HANAMI.- Lo haremos.
(Pausa.)
No recuerdo qué sucede ahora.
SAKURA.- Lo de siempre.
HANAMI.- Es que no puedo recordarlo.
SAKURA.- ¿No será que no quiere?
HANAMI.- (Enfadado.) Le digo que no puedo.
(Pausa.)
SAKURA.- ¿Por la mañana o por la noche?
HANAMI.- Por la tarde.
SAKURA.- Ahora soy yo quien no recuerda.
HANAMI.- ¿No será que no quiere?
SAKURA.- (Enfadada.) Le digo que no puedo.
(Pausa.)
Creo que me solicitaba algo.
HANAMI.- ¿Qué?
SAKURA.- Ojalá recordara...
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(Pausa.)
HANAMI.- ¿Le pinto la espalda?
SAKURA.- ¿Se la pinto yo a usted?
HANAMI.- Eso es, me pintaba la espalda.
SAKURA.- Sí, se la pintaba. (Pausa.) Pero eso era durante el día.
HANAMI.- ¡Ah!
(Pausa.)
Pues... pínteme el pecho.
(SAKURA coge el pincel de shodō y comienza a pintar el pecho del samu-
rái. A medida que dibuja, con cada trazo, parece excitarse. HANAMI se
excita también. Fujisan arroja una fumarola.)
SAKURA.- Hágame el amor.
HANAMI.- ¿El amor?
SAKURA.- Tal vez no disfrutemos de otra oportunidad.
HANAMI.- Me da vergüenza.
SAKURA.- Tiene un torso fuerte, a pesar de todo.
(Se besan. HANAMI se desnuda y entra en el onsen. SAKURA y HANAMI
hacen el amor con el temor de sus propios actos, la inquietud de la prime-
ra vez y el deleite de la última. Después, descansan un instante. HANAMI
mira a la geisha, sonriente. Acaricia con su boca el rostro de SAKURA y
toma entre sus labios un ojo de la geisha.)
Gracias, se me había olvidado perderlo.
Anteayer ella sufría
el clamor de los corsarios
con sus presas laceradas
en las barbas y en las manos
rechinando en sus ocenas.
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Anteayer lloró silencio
con la piel tornada arena
musitando tenues himnos
azorando brasas llenas
ataviada en su albadena.
Anteayer hipaba el hada
contemplando catervarios
y sus armas encajadas
despertaban los enojos
encendiendo las cadenas.
Anteayer mudaba el rostro
renegrido por la ruina
mas sus senos tan hermosos
privados de sus espinas
aventando están la escena.
(KAZE aúlla.)
HANAMI.- Cada día estás más hermosa.
SAKURA.- ¿Me tutea?
HANAMI.- ¿Nos tuteamos?
(Pausa.)
Se ha borrado.
SAKURA.- No tiene importancia. Mi caligrafía no es buena.
HANAMI.- Al menos lo intentaste.
SAKURA.- En realidad, no.
(Pausa.)
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HANAMI.- Volverá a crecer.
SAKURA.-Lo sé.
HANAMI.- Y de nuevo lo perderás.
SAKURA.- Quisiera no tener que hacerlo.
HANAMI.- Lo sé.
SAKURA.- ¿Crees que, tal vez, en esta ocasión, lo habremos logrado?
HANAMI.- No sé por qué ahora sería diferente.
SAKURA.- Nos hemos amado.
HANAMI.- Y eso... ¿qué cambia?
SAKURA.- Hemos modificado nuestro estado, hemos tomado una decisión,
hemos intentado cambiar nuestro...
HANAMI.- Hai.
SAKURA.- ¿No servirá?
HANAMI.- Sakura, ya lo intentamos anteriormente.
SAKURA.- Pero... nunca habíamos llegado a amarnos.
HANAMI.- Tampoco en esta ocasión.
SAKURA.- Pero...
HANAMI.- Ha sido una actuación desesperada.
SAKURA.- Y sincera.
HANAMI.- ¿Sí?
SAKURA.- No.
HANAMI.- Quizá... por mi parte...
SAKURA.- ¿Has sido sincero?
HANAMI.- En mi desesperación.
(Pausa.)
SAKURA.- Lo intentamos... somos conscientes del cansancio... hemos visto la
mentira de nuestras vidas...
HANAMI.- ¿Han cambiado?
SAKURA.- Tal vez... más adelante...
HANAMI.- ¿Aún piensas que podrás marcharte?
SAKURA.- Por supuesto.
HANAMI.- Eso es importante.
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SAKURA.- En realidad, sé que es imposible.
HANAMI.- La realidad no existe.
(KAZE tose.)
SAKURA.- (Gritando a KAZE.)
Por los poros de su frente
tu imagen cuelga del iris,
sosteniendo saliva sinuosa
te deslizas.
Por el esófago de su mente
ardes las secreciones,
desprendiendo cenizas por sus muslos
te vacías.
Por las uñas de sus ojos
vuelves a la lengua,
manando lágrimas de expresión inerte
te hielas.
Por los sueños de su sexo
trotas cansino destierro,
escupiendo voces lacerantes
te despiertas.
(KAZE silba.)
(Enajenada.) ¿Se ha enamorado de mí?
HANAMI.- ¿Disculpa?
SAKURA.- ¿Se ha enamorado de mí?
HANAMI.- Qué debo responder.
SAKURA.- ¿No lo sabe?
HANAMI.- No sé qué esperas.
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SAKURA.- Debe decir: «Kaze se ha levantado». Y también debe tratarme con
respeto.
HANAMI.- ¿Perdón?
SAKURA.- Kaze se ha levantado.
HANAMI.- Íbamos a tutearnos.
SAKURA.- No puede ser, poderoso samurái.
HANAMI.- (Confundido.) Kaze...
SAKURA.- Kaze lleva... que yo recuerde... dos mil quinientos años atacándome.
HANAMI.- Creí que podríamos... Me hiciste creer... y creí... que podríamos...
que lograríamos...
SAKURA.- Efectivamente, exagera demasiado... se enfurece, me busca, me
persigue, me atosiga...
HANAMI.- ¡Sakura!
SAKURA.- Me oprime, me empuja, me duele... (Pausa.) Ah, perdón. (Pausa.)
¿Cree que exagero?
(Quedan observándose, estáticos.)
Hábleme de usted.
HANAMI.- Dígame usted...
SAKURA.- Mi señor... (señalándose el ojo), hábleme de usted, se lo suplico.
(Pausa.)
Se lo ruego.
HANAMI.- Nací en Hokkaidō...
SAKURA.- (Con melancolía.) ¡Hokkaidō!
HANAMI.- Nací en Hokkaidō... creo. (Pausa.) Recuerdo un día oscuro, un día
muy oscuro, caluroso y oscuro... Recuerdo la soledad, recuerdo el aisla-
miento, recuerdo que no podía pensar... Recuerdo que mis miedos cre-
cían junto a mis piernas... Recuerdo que nada existía.
SAKURA.- La ternera famosa es la criada en Kōbe...
HANAMI.- ¡Sakura! No me dejes, por favor, te lo suplico. (HANAMI cae a los
pies de la geisha.) No me dejes. Me he visto a mí mismo, he visto lo que
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intentabas decirme, lo he visto... Nada de esto existe más allá de noso-
tros... No me dejes, solo no puedo.
SAKURA.- Y la más cara...
(SAKURA y HANAMI quedan en silencio. La familia comienza su jira.)
PADRE.- ¿Has traído tu cuaderno de ejercicios?
HIJO.- Sí, lo tengo en mi mochila.
MADRE.- Han hablado a la vez.
PADRE.- Lo han hecho.
MADRE.- (Pensativa.) Saca el cuaderno.
HIJO.- Ci.: Me gustaría dormir un poco. ¿Puedo?
PADRE.- ¿Dormir?
MADRE.- ¡Dormir!
HIJO.- Cd.: No puedes dormir, sabes que no puedes hacerlo. Ci.: (En tono de
burla.) No puedes dormir, sabes que no puedes hacerlo. Cd.: ¡Jolines! Ci.:
¡Jolines! ¡Jolines!
MADRE.- ¡Se acabó!
(Pausa.)
Queremos lo mejor para ti.
HIJO.- Ci.: Lo sé, mamá.
MADRE.- No debes descuidar tu formación.
HIJO.- Cd.: No la descuidaré, mamá. Ci.: Hoy es un día muy especial, por fa’
mami, ¿por qué no puedo dormir? Cd.: ¿Dormir? ¿Eres tonto o qué te pa-
sa? Ci.: No me insultes. ¡Papá, mamá! Me está insultando.
MADRE.- Cabezas, dejad de discutir.
HIJO.- Cd.: Es que... ¡quiere dormir! Ci.: Sí, mami, quiero dormir.
PADRE.- Ya habéis escuchado a vuestra madre. ¡A estudiar!
HIJO.- Ci.: Estoy cansado de hacer siempre lo mismo... estoy cansado de estar
siempre despierto... estoy cansado de que prefiráis a cabeza derecha.
Cd.: Envidioso. (Las cabezas comienzan a pelear.)
MADRE.- ¡Basta! (Reconciliadora.) Cariño, os queremos a las dos por igual.
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PADRE.- De momento.
HIJO.- Cd.: Es un poco pesado, hay que decírselo todo dos veces. Ci.: ¿Dos
veces? Y a ti cuato. Cd.: (Riendo.) Y a ti cuato. Ci.: ¡Cuatro!
MADRE.- (Sonriendo.) No cambiarás nunca.
PADRE.- (A Ci.) Anda, relájate, que el esfuerzo parece haberte agotado. (Ríe.)
HIJO.- Ci.: ¿Por qué siempre tenemos que hacer lo mismo? Cd.: Porque nos
mantiene con vida, niñita.
MADRE.- ¡Niño!
HIJO.- Cd.: Perdón.
(MADRE extrae los palillos de la pequeña bolsa y comienza a preparar la
comida.)
PADRE.- No tengo hambre.
HIJO.- Ci.: Yo tampoco, pero tengo sueño. Cd.: Mamá, la verdad es que... yo
también tengo un poco de... sueño.
PADRE.- ¡Silencio!
MADRE.- (Triste.) No podéis dormiros.
HIJO.- Sí, mamá.
MADRE.- ¡Otra vez!
PADRE.- Parece que...
MADRE.- ¡Lo han hecho de nuevo!
PADRE.- Así parece.
MADRE.- ¡Padre!
PADRE.- Comienzan a madurar. (Besa a MADRE.)
(La familia comienza a comer, sin ganas.)
HANAMI.- No me dejes solo, Sakura, no me dejes.
(Fujisan emite otra sonora fumarola.)
SAKURA.- ¡Qué interesante!
HANAMI.- ¿Qué?
La mujer Sakura
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SAKURA.- Qué más, qué más...
HANAMI.- ¿A qué te refieres?
SAKURA.- Sí, qué decía, qué decía...
HANAMI.- Decía que...
SAKURA.- Qué, ¡qué!
HANAMI.- (Vapuleando a la geisha.) ¡Sakura! ¡Sakura!
(Pausa.)
Encendí el aire acondicionado como todas las noches. Necesitaba elimi-
nar la humedad de la habitación y refrigerarla. El calor era sofocante.
(Pausa.) Cogí un libro de relatos y comencé a leerlo, pero inmediatamente
después sentí sueño, así que apagué la luz e intenté dormir. (Pausa.) Me
sentía inquieto, muy inquieto. (Pausa.) Me levanté para cerrar bien las
cortinas, pues la luz de las farolas me impedía conciliar el sueño. Pese a
que era muy tarde, cerca de la una de la madrugada, las semi confundían
día y noche pues la temperatura era muy elevada y no dejaban, ni un ins-
tante, de cantar. (Pausa.) Un terremoto me sobresaltó. Así con fuerza mis
manos al futón y comencé a contar, pensando que el terremoto pronto ce-
saría... Como los segundos transcurrían y mi casa temblaba cada vez
más, me levanté y caminé dificultosamente por el pasillo encaminándome
hacia la puerta.
(Fujisan ruge y KAZE brama.)
Me desperté empapado en sudor, sintiendo un dolor enorme, pero me di
cuenta de que sólo había sido un mal sueño.
SAKURA.- ¡Terrible!
HANAMI.- Con la luz apagada, me dirigí hacia el salón. No me atreví a desco-
rrer las cortinas. Sentía demasiado miedo. Miedo de que no hubiera sido
un sueño, miedo de la posible realidad que me esperaba tras aquella tela
colgada de la ventana.
SAKURA.- ¡Qué sueño tan terrible!
Mariam Budia
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HANAMI.- Conseguí tranquilizarme y encontré el valor suficiente para asomar-
me a través del cristal. Lo hice. (Pausa.) Todo era normal, como todas las
noches. Nada había cambiado. (Pausa.) A la mañana siguiente vine aquí,
a realizar mi keiko.
SAKURA.- ¡Horrible pesadilla! (Hacia HIJO.) ¡Niño!
HIJO.- (Sin ilusión.) Las hojas me dicen
que piensas en mí.
Muestran su envés
-ligeras golondrinas-
y sonríe el rocío.
Las nubes se agitan
bailando tifones.
En la noche negra
-terrosa y húmeda-
de la lombriz.
La tierra tiembla
un instante fugaz.
Despiertan las mantis
-erguidas y nuevas-
hablando de ti.
Las hojas me dicen
me dicen de ti.
SAKURA.- ¡Qué rica, la criatura! (Se le cae el otro ojo.) ¡Ay de mí! Se me ha
caído otro pétalo.
HANAMI.- Crecerá, siempre crece.
SAKURA.- Kaze, apiádate de mí.
HANAMI.- Nunca lo hará. Esperará el momento exacto y volverá a hacerlo.
Jamás nos dejará en paz.
SAKURA.- ¿De quién habla? ¿De Kaze?
HANAMI.- De nuestro yo.
SAKURA.- ¿Qué voy a hacer ahora?
La mujer Sakura
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HANAMI.- Lo que has hecho siempre. Hablar con alguien o algo que hayas
ideado...
(Pausa.)
Recuerda, Sakura, recuerda. La diferencia entre nosotros es que yo no
soy consciente de que... en cambio tú, sí lo eres... y ahí radica tu deses-
peración.
(SAKURA se acerca a él y HANAMI toma en su mano el ojo de la geisha.)
SAKURA.- (Aturdida.) ¿Se me había caído?
HANAMI.- Hai.
(Pausa.)
¿Te importa que lo guarde?
SAKURA.- Tráteme de usted, por favor, como siempre.
(Pausa.)
HANAMI.- Tiene un color muy bonito.
SAKURA.- Hai.
(Pausa.)
HANAMI.- Volverá a crecer.
SAKURA.- Arigatō.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Por qué está triste? Estoy hablando con usted.
SAKURA.- Iie.
Mariam Budia
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(Pausa.)
HANAMI.- (Triste.) Antes... bueno... quería contarle...
SAKURA.- ¿Contarme?
HANAMI.- Sí, contarle...
SAKURA.- Lo del sueño.
HANAMI.- ¿Sumimasen?
SAKURA.- El sueño.
(Pausa.)
HANAMI.- (Derrotado.) Las semi enmudecieron.
SAKURA.- No entiendo...
HANAMI.- Aquella noche, cuando desperté empapado en sudor, no puede es-
cuchar a las semi.
SAKURA.- (Con nerviosismo.) Haría mucho frío.
HANAMI.- El calor era sofocante.
SAKURA.- Sería muy tarde.
HANAMI.- Lo era, pero en verano las semi no entienden si es de noche o de
día, Sakura, cantan por el calor.
SAKURA.- (Muy nerviosa.) No sería tan sofocante.
(Pausa.)
Cantarían en voz queda, tan sigilosamente que apenas pudo oírlas.
(Pausa.)
HANAMI.- Enmudecieron.
SAKURA.- Cuénteme la historia.
HANAMI.- La he contado muchas veces.
SAKURA.- (Sin escuchar.) La de su abuelo en la montaña.
HANAMI.- La sabe de memoria.
SAKURA.- No se enfade conmigo y cuénteme.
La mujer Sakura
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HANAMI.- Cada año...
SAKURA.- Sí, dígame, dígame... y que respiren las alondras.
HANAMI.- Se repite el mismo instante agotador.
SAKURA.- ¡Ah!
(HANAMI se derrumba, le estalla la cabeza y grita. SAKURA, en cambio,
habla como si nada diferente pasara, manteniendo el diálogo de siempre,
imaginando las respuestas que recibe de HANAMI.)
HANAMI.- Ya no puedo hablar más.
SAKURA.- Sabía que me lo pediría.
HANAMI.- Las semi enmudecieron.
SAKURA.- ¡Ah!
HANAMI.- No fue un sueño.
SAKURA.- ¿Vocablos que apenas comprende?
HANAMI.- ¡No fue un sueño!
SAKURA.- Sin embargo... hace como que me escucha...
HANAMI.- Me desperté, (llora) pero no fue un sueño.
SAKURA.- Pero no comprende.
HANAMI.- Abrí las cortinas...
SAKURA.- Entonces... ¿por qué hablamos? Váyase.
HANAMI.- Encontré el valor...
SAKURA.- Váyase, váyase.
HANAMI.- Enmudecieron.
SAKURA.- Mi querido samurái, estaba bromeando. (Coqueteando.) Sabe lo
mucho que me agrada su compañía. (En un aparte.)
Te amaré sin tregua,
hasta que el posible
odio resentido,
invada mi dolor.
Te amaré con duelo,
hasta que la noche
húmeda de pena,
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desgarre mi candor.
(Ambos quedan en silencio.)
MADRE.- Cariño, no has comido nada.
PADRE.- No tengo apetito.
MADRE.- Yo, tampoco.
HIJO.- Ci.: ¿Por qué no nos vamos? No tengo hambre. Cd.: Ni yo.
MADRE.- Deberíamos volver.
PADRE.- Sí, volvamos.
(Ninguno se mueve.)
MADRE.- Cariño, ¿y si nos mudamos?
PADRE.- ¿Otra vez?
MADRE.- Cariño, ¿llevamos demasiado tiempo en este lugar?
PADRE.- Lo sé, pero no podemos ir a ningún otro sitio.
MADRE.- Podríamos intentar volver.
PADRE.- Olvídalo.
HIJO.- ¡Qué bien, mami! ¡Volvamos! Cd.: Si regresamos, podremos ser felices
otra vez. Ci.: Y yo prometo estudiar mucho. Por fa’ mami, volvamos.
MADRE.- Padre, ¿volvemos?
PADRE.- ¿Es que ya no lo recuerdas?
MADRE.- ¿El seísmo?
PADRE.- Sí.
MADRE.- Pero... quizá ahora podamos empezar de nuevo.
PADRE.- Las semi enmudecieron.
HIJO.- ¡No importa!
MADRE.- ¡Otra vez! (Abraza a HIJO.)
PADRE.- (En voz baja.) Lo hemos intentado muchas veces, Madre, y no fue
posible.
MADRE.- Pero esta ocasión es diferente, lo sé.
PADRE.- Estamos perdidos, Madre.
HIJO.- Cd.: ¿Lo estamos? Ci.: Por fa’, mami.
La mujer Sakura
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MADRE.- (Conciliadora.) ¡Cabezas, cabezas!
PADRE.- (Triste.) Las semi enmudecieron.
(La familia queda inmóvil.)
HANAMI.- Recorriendo los parajes...
SAKURA.- Como tantas otras veces...
HANAMI.- Poderosa se hallaba...
SAKURA.- Con la fuerza de siempre.
HANAMI.- Pese a las adversidades...
SAKURA.- Su corazón surcaba...
HANAMI.- Senderos poderosos que...
SAKURA.- Contratiempos le acechaban.
HANAMI.- Cerca de él en la distancia...
SAKURA.- Viendo sus ojos sinceros...
HANAMI.- Miraba amistad ansiada...
SAKURA.- Para abrazos amigos dar.
HANAMI.- ¡Ver su sonrisa!, y que ella...
SAKURA.- Sosegara al águila...
HANAMI.- Volando hacia su encuentro...
SAKURA.- Con una rama de sauce.
HANAMI.- Rozar su cuerpo caliente...
SAKURA.- Sin percatarse en sus manos...
HANAMI.- Regresar al alba riendo...
SAKURA.- Henchida de felicidad.
(Pausa.)
HANAMI.- ¿Quiere casarse conmigo?
SAKURA.- Está fuera de nuestra capacidad.
HANAMI.- Si queremos, tal vez podamos.
SAKURA.- ¿Y soñar de nuevo?
(Pausa.)
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HANAMI.- Sin temor.
SAKURA.- Será falso.
HANAMI.- ¿Existe la verdad?
SAKURA.- (Triste.) El terremoto, usted me lo recordó.
HANAMI.- ¿Cree que esta vida es mejor?
SAKURA.- Es la que tenemos.
HANAMI.- Prefiero no tenerla.
(Pausa.)
SAKURA.- ¿Usted cree que nos dejarán?
HANAMI.- ¿Nuestras cabezas?
SAKURA.- Sí.
HANAMI.- ¿Qué más daño pueden hacernos? (Besa a SAKURA.)
(KAZE brama y Fujisan expulsa lava.)
SAKURA.- Lo siento muchísimo.
(Pausa.)
HANAMI.- Es antiguo...
SAKURA.- Y nadie lo resuelve...
HANAMI.- El de ellos, el nuestro...
SAKURA.- Acercan diferencias.
HANAMI.- Parece distinta...
SAKURA.- Así se nos muestra...
HANAMI.- Mas no es cierta...
SAKURA.- La controversia.
HANAMI.- Ideal inalcanzado...
SAKURA.- Del engaño...
HANAMI.- Finge amor veraz...
SAKURA.- En su porfía.
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HANAMI.- No lo siente...
SAKURA.- Y lo demuestra...
HANAMI.- Ocultándose...
SAKURA.- En palabras huecas.
HANAMI.- Es nuevo...
SAKURA.- Y a nadie le interesa...
HANAMI.- Quizá él la posea...
SAKURA.- Cuando fallezca.
(Pausa.)
¿Le importaría besarme otra vez?
(Se besan.)
HANAMI.- Amor, divina y perversa estación,
madeja invisible, impúdico resquicio.
Antítesis burlona, melancolía,
estado apoderado sin reflexión.
SAKURA.- Amor, arpía ingrata que defeca
raíces en las entrañas de la suerte.
Inmadura estatua sin nombre
en fronteras coloreadas.
HANAMI.- Amor, consumidor ávido de razón,
meditador confeso y desmedido.
Agónica llamarada que reaviva
brasas incandescentes.
SAKURA.- Amor, titiritero soñador,
nube blanca, ingrávida y turgente.
Viendo sin mirar escuchas
la defensa desnuda.
HANAMI.- Amor, veneno ensangrentado
que da vida a la muerte.
Confusión perpetua,
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alborotada locura plateada.
(Pausa.)
SAKURA.- Cuando era niña, estudiaba ikebana.
HANAMI.- Debe ser muy relajante.
SAKURA.- Equilibrar los elementos era lo más complicado.
HANAMI.- Hasta el infinito.
SAKURA.- ¿Cómo?
HANAMI.- Podemos ir hasta el infinito para renacer.
SAKURA.- No se me daba bien el arreglo floral.
HANAMI.- ¿Rompemos nuestros esquemas?
SAKURA.- ¿Arriesgándolo todo?
HANAMI.- Hasta el falso aire que respiramos.
(KAZE sopla con fuerza.)
SAKURA.- Tal vez pueda renacer de verdad, en un árbol real. (Se le cae un
brazo.)
(KAZE ríe.)
Me da igual.
HANAMI.- Nuestro tiempo vuelve a agotarse.
SAKURA.- (Juguetona.) Esta vez no, tengo un arma secreta. Pero necesito su
ayuda.
HANAMI.- ¿Un arma secreta? ¡Um! Sakura...
SAKURA.- Aquí, detrás de mí, oculto tras las ramas. Cójalo.
HANAMI.- ¿Aquí, detrás?
SAKURA.- Cójalo, cójalo y disfrutemos.
HANAMI.- Pero...
SAKURA.- ¡No sea niño!
HANAMI.- ¿Sake?
SAKURA.- ¡Sake!
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HANAMI.- Esto no está bien.
(HANAMI sirve el sake, coge el otro brazo de la geisha y tira de él. KAZE
sopla, terriblemente enfadado.)
SAKURA.- (Alegre.) Amanecer de ceremonia
en una tasca pendenciera
lejos ya de su colonia
bebe ron la cantinera.
Ojos que sorprenden pellizcos
radiando luz de primaveras
comprensión mortal de estíos
que enarbola sus caderas.
Música, botellas y danza
furtiva tríada indecora
por cordura y por dureza
corazón de arrobadora.
Con su sonrisa guayabera
envía lejos la nostalgia
aviva dentro la fiera
despertando su letargia.
Ambiciona matar su ausencia
en el fragor de la taberna
la escasez de su decencia
reflejada en la lucerna.
(KAZE ruge.)
Ya no puedes dañarme, Kaze vengativo. Nada más puedes tomar de mí.
Mariam Budia
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(KAZE silba.)
HANAMI.- Hábleme de usted, de sus maridos.
SAKURA.- No hay mucho que contar.
HANAMI.- Lo que quiera decir será suficiente.
(Pausa.)
SAKURA.- Tengo sed.
(HANAMI le da de beber.)
Me abandonaron.
HANAMI.- ¿Los tres?
SAKURA.- Los tres.
HANAMI.- Lo siento.
SAKURA.- Yo, más...
HANAMI.- Entiendo.
SAKURA.- No fui una buena esposa.
HANAMI.- ¿En qué sentido?
SAKURA.- Mi aroma se apagó rápidamente y buscaron más allá del valle.
HANAMI.- No lo comprendo.
(Pausa.)
Cásese conmigo.
SAKURA.- ¿Me abandonará?
HANAMI.- Intentaré no hacerlo.
SAKURA.- Es un buen comienzo.
(Pausa.)
HANAMI.- Es más que eso.
SAKURA.- ¿Qué es?
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HANAMI.- Una promesa, un canto, un cuento, un deseo...
SAKURA.- ¿Y si pierdo mi aroma?
HANAMI.- Esperaré.
SAKURA.- Como siempre ha hecho.
HANAMI.- Es lo único que sé hacer.
(Pausa.)
Lo único que quiero hacer.
(Pausa.)
Lo único que puedo hacer.
SAKURA.- No es demasiado alentador, pero es más de lo que puedo imaginar.
Tutéame.
(Pausa.)
HANAMI.- Espero no morir antes.
SAKURA.- ¿Antes de que me marchite?
HANAMI.- Antes de que me ahogues. (Bebe.)
(Pausa.)
SAKURA.- ¿Quiere tomar un baño?
(SAKURA se hace a un lado dejando espacio para el samurái.)
HANAMI.- Entonces...
SAKURA.- Nos casamos.
HANAMI.- ¿Brindamos?
SAKURA.- (Bromeando.) ¿Con qué pétalo?
(Pausa.)
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HANAMI.- ¡Ejem!
SAKURA.- ¿Disculpe?
HANAMI.- Tutéame.
SAKURA.- ¿Estuviste casado?
HANAMI.- Nunca, y ¿tú?
SAKURA.- Tampoco.
HANAMI.- Nuestra primera vez.
SAKURA.- Y la última.
HANAMI.- La última.
(Pausa.)
SAKURA.- ¿Quieres ahogarte conmigo?
HANAMI.- ¿Será doloroso?
SAKURA.- El dolor no existe.
HANAMI.- Lo había olvidado.
SAKURA.- ¿Nos ahogamos?
(KAZE brama.)
HANAMI.- Bésame.
(No se besan.)
SAKURA.- ¿Te he dicho que te quiero?
HANAMI.- ¿Me quieres?
SAKURA.- No.
(Pausa.)
¿Me quieres?
HANAMI.- No.
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(Pausa.)
SAKURA.- Perfecto.
(HANAMI y SAKURA se van hundiendo en las aguas del onsen mientras
la familia se acerca a mirar. El sol se apaga y en la terrible oscuridad, se
escucha la voz de HIJO que pregunta: «¿Adónde han ido?» MADRE res-
ponde: «Volverán.» KAZE ruge y de nuevo vuelve a brillar el sol. La situa-
ción es idéntica a la del comienzo de Primer Acto.)
SAKURA.- (Suspirando.) Tsumaranai.
Fin
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