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H abría otras formas de llamar a esta reseña (“Auditoría a las autoridades electorales”,“El fraude del tribunal electoral”,“Las actas, como verdad matemática e histórica, no coinciden con la verdad jurídica”, “Destruir los dos mitos de 2006: el fraude al Partido de la Revolución Democrática [PRD] y la victoria del Partido de Acción Nacional [PAN]”), pero me quedo con “La pieza que faltaba”. En una entrevista reciente, Gilles Lipovetsky afirma: “La sociedad hiper- moderna es la que multiplica las oca- siones de experimentar decepción sin ofrecer ya dispositivos institucionali- zados para remediarlo.” ¿Qué nos pasó en 2006? ¿Por qué seguimos frente a un expediente abier- to, que sirve de cálculo para la política y reproduce la polarización? ¿Cómo asimilar lo que para muchos no se consiguió y será irrecuperable? Po- díamos habernos quedado como en 1988, cuando el rumor, la evidencia parcial, las pruebas, lo que en aquel momento llamamos una “tomografía del fraude”,nos indicaba no la radio- grafía —que es una imagen general—, sino partes y ciertos cortes con mucho detalle, pero sólo algunos segmentos de aquella elección que tuvo carácter fundacional en múltiples sentidos —uno muy importante fue el inicio de un sistema de tres grandes fuerzas políticas—. Pero ahora sí tenemos una radiografía de la mitad de las actas de los 300 distritos del país. Las diferencias con lo que sucedió 196 La pieza que faltaba Alberto Aziz Nassif JOSÉ ANTONIO CRESPO, 2008 2006: hablan las actas. Las debilidades de la autoridad electoral mexicana Debate, Random Haouse Mondadori, México. The Missing Piece ALBERTO AZIZ NASSIF: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Distrito Federal, México. [email protected] Desacatos, núm. 28, septiembre-diciembre 2008, pp. 196-199.

La pieza que faltaba - Dialnet · radiografía de la mitad de las actas de los 300 distritos del país. Las diferencias con lo que sucedió 1963 La pieza que faltaba Alberto Aziz

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Page 1: La pieza que faltaba - Dialnet · radiografía de la mitad de las actas de los 300 distritos del país. Las diferencias con lo que sucedió 1963 La pieza que faltaba Alberto Aziz

Habría otras formas de llamar aesta reseña (“Auditoría a las

autoridades electorales”, “El fraude deltribunal electoral”, “Las actas, comoverdad matemática e histórica, nocoinciden con la verdad jurídica”,“Destruir los dos mitos de 2006: elfraude al Partido de la RevoluciónDemocrática [PRD] y la victoria delPartido de Acción Nacional [PAN]”),pero me quedo con “La pieza quefaltaba”.

En una entrevista reciente, GillesLipovetsky afirma: “La sociedad hiper-

moderna es la que multiplica las oca-siones de experimentar decepción sinofrecer ya dispositivos institucionali-zados para remediarlo.”

¿Qué nos pasó en 2006? ¿Por quéseguimos frente a un expediente abier-to, que sirve de cálculo para la políticay reproduce la polarización? ¿Cómoasimilar lo que para muchos no seconsiguió y será irrecuperable? Po-díamos habernos quedado como en1988, cuando el rumor, la evidenciaparcial, las pruebas, lo que en aquelmomento llamamos una “tomografía

del fraude”, nos indicaba no la radio-grafía —que es una imagen general—,sino partes y ciertos cortes con muchodetalle, pero sólo algunos segmentosde aquella elección que tuvo carácterfundacional en múltiples sentidos —uno muy importante fue el iniciode un sistema de tres grandes fuerzaspolíticas—. Pero ahora sí tenemos unaradiografía de la mitad de las actas delos 300 distritos del país.

Las diferencias con lo que sucedió

196 3

La pieza que faltaba

Alberto Aziz Nassif

JOSÉ ANTONIO CRESPO, 2008

2006: hablan las actas. Las debilidades de laautoridad electoral mexicanaDebate, Random Haouse Mondadori, México.

The Missing Piece

ALBERTO AZIZ NASSIF: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en AntropologíaSocial-Distrito Federal, Mé[email protected]

Desacatos, núm. 28, septiembre-diciembre 2008, pp. 196-199.

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SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2008 Desacatos RESEÑAS

en 1988 son enormes: simplementeposibilitaron a José Antonio Crespouna revisión de las actas de casilla. Ha-ce 18 años era imposible hacer la revi-sión de la elección, pues la mitad delas actas —25 mil documentos— sim-plemente no estaban.

Con la reconstrucción de la “tomo-grafía” hecha en 1988 pudimos concluirque no era posible saber a ciencia cier-ta quién había ganado esa elección. Laconclusión de Crespo sobre la elecciónde 2006 es bastante similar después dehaber revisado las actas de la mitad de los 300 distritos, cifra suficientepara validar sus hipótesis.

Este libro es la pieza que faltabapara la historia de 2006:

• Ya sabíamos que desde antes de laelección se quiso modificar la bole-ta electoral con un desafuero artifi-cial;

• poco a poco vimos y experimenta-mos una campaña que, como nunca,fue mediática, de propaganda sucia yde alta polarización;

• se gastó dinero público a manos lle-nas para gusto y ganancia del duo-polio televisivo;

• el presidente Vicente Fox metió lasmanos hasta poner en peligro la elección, como dijo el TribunalElectoral;

• el Consejo Coordinador Empresarialvioló abiertamente la legalidad alpagar spots prohibidos por la ley;

• los déficits fueron múltiples, empe-zando por los debates, de los queúnicamente hubo dos y sólo uno de ellos con todos los candidatos;

• las autoridades electorales no res-pondieron al reto, pero no teníamos

la contabilidad exacta del tamaño de la incompetencia hasta que llegóel libro de Crespo. Por eso es la piezaque faltaba.

• En suma, en 2006 sabíamos que ha-bía regresado el conflicto electoral yahora, en 2008, sabemos por qué.

La experiencia de una elección tancerrada no la había experimentado elpaís, ni tampoco la división del terri-torio nacional en dos colores. Para los menos optimistas —los famosos ag-nósticos que necesitan poner en duday bajo sospecha lo que sucede en lavida pública y que representan 15% dela población—, cita Crespo, no se des-vaneció la duda sobre quién realmentehabía ganado. No se logró despejar laincertidumbre. El itinerario fue tor-tuoso y vale la pena recordarlo ahoraque nos acercamos al segundo año deese proceso.

Pasamos el 2 de julio, día de la elec-ción, y el famoso Programa de Resul-tados Electorales Preliminares (PREP)nos dejó con enormes dudas. Luegovino la decisión equivocada del conse-jero presidente del Instituto FederalElectoral (IFE) de no decir el resultadode sus tres conteos rápidos y terminarel día sin saber quién había ganado.Llegó el largo día del cómputo, del 5 al6 de julio, y el IFE cerró la posibilidadde limpiar y abrir; sólo revisó 3.5% delas casillas y, al final, le levantó la ma-no a Calderón. El conflicto explotó yllegó a la calle, junto con las impugna-ciones; las instituciones y el movi-miento social caminaron en paralelo,y un mes después, el 5 de agosto, elTribunal dijo lo que iba a hacer conlos cientos de juicios que tenía en sus

manos. Señaló que el IFE debería ha-ber abierto y recontado un universomucho más amplio, más de 60% delas casillas que tenían problemas, peroal final de cuentas el propio Tribunalsólo dispuso abrir y recontar 11%.Otro mes después, el 5 de septiembre,el Tribunal, máxima autoridad y últi-ma instancia en la materia, nos recetóun dictamen desconcertante. Incluso,sin ser expertos en derecho, supimosde inmediato que había un proble-ma de lógica en la argumentación delos magistrados.

Para fines prácticos, el proceso elec-toral terminó con el dictamen del Tri-bunal Electoral del Poder Judicial de laFederación (Trife), pero las secuelasdel conflicto siguen: hace unos días elIFE multó al PRD y al Partido del Tra-bajo (PT) por usar la leyenda de “pre-sidente legítimo” en sus spots, y multóal PAN por las calificaciones en contradel PRD. El dictamen permitió aso-marnos a las entrañas de una eleccióny conocer las cañerías del sistema ju-rídico; pero el microscopio de análisisdel dictamen arrojó una mirada desa-gradable.

La decisión del Tribunal fue des-concertante porque estaba plagada deinconsistencias. Marcó el fin de unlargo y agotador proceso electoral. Lapalabra del Tribunal tiene carácterperformativo: lo que dice se hace y secumple. Validó la elección y declaróun presidente electo. Sin embargo, sus309 páginas dejaron ver cómo funcio-nan los recursos jurídicos en materiaelectoral, sus posibilidades y sus enor-mes vacíos. El dictamen muestra undébil razonamiento jurídico y unanálisis parcial de las pruebas.

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RESEÑAS Desacatos SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2008

El Tribunal se metió en un caminocomplicado: reconoció los problemas,las ilegalidades, las violaciones, las in-tromisiones, la participación indebida,pero al momento de la ponderación yel balance, relativizó cada una de laspruebas con el argumento de que nohabía una forma de medir el efecto deesas acciones en el voto. Los magistra-dos dijeron que no sabían cómo se había afectado la elección porque, su-puestamente, no tuvieron el instru-mento para ello, pero sí afirmaron quela afectación fue menor. Es de colec-ción el siguiente párrafo del dictamen:

[…] esta Sala Superior no pasa por al-to que las declaraciones analizadas delpresidente de la República, Vicente FoxQuesada, se constituyeron en un riesgopara la validez de los comicios que secalifican en esta determinación que, deno haberse debilitado su posible in-fluencia con los diversos actos y cir-cunstancias concurrentes examinadosdetenidamente, podrían haber repre-sentado un elemento mayor para con-siderarlas determinantes en el resulta-do final (pp. 202-203).

Los magistrados analizaron cadauna de las intervenciones, pero conayuda del pensamiento mágico, enunos casos despintaron su importan-cia; en otros simplemente asumieronque no hubo el mecanismo de causa-efecto, y en unos más afirmaron queno era posible medir los efectos. ¿Có-mo saben que se debilitó el efecto dela intervención foxista, si no tenían elinstrumento para medir sus efectos enel voto? Si este dictamen se hubierapresentado como tesis de licenciatura,estaría reprobado.

Ahora Crespo completa la película y

aporta la pieza que faltaba: cuando ex-plica la lógica de su investigación, in-dica que los magistrados “no utiliza-ron un criterio uniforme al hacer larevisión o el recuento respectivo, sinovarios. De hecho, pueden detectarsecriterios distintos en cada magistrado,algunos más rígidos al aceptar las in-consistencias como errores de cómpu-to, y otros más flexibles. También enocasiones un mismo magistrado uti-lizó dos criterios diferentes para en-frentar una misma situación”.

La construcción de Crespo parte delas evidencias de la misma elección; elautor no inventa nada, no se saca de lamanga ninguna información nueva,no hace malabarismos estadísticos nicolorea su trabajo, no hay adjetivos nidiscurso político. Todo lo contrario: setrata de la construcción de un argu-mento y su demostración a partir delos mismos documentos oficiales, lasactas de escrutinio y los criterios delos magistrados, cada uno diferente ymuchas veces contradictorios en suaplicación.

Si en México tenemos una marcadainclinación a dejar abiertos los expe-dientes, quizá se deba a las debilidadesinstitucionales. Con este libro quedaclaro que si las autoridades hubieranhecho bien su tarea, el conflicto políti-co se habría resuelto. Podemos especu-lar por qué no se hicieron bien las co-sas, por qué no se limpió o por qué no se anuló, y tal vez sería muy entre-tenido el debate, pero no llegaríamos agran cosa. En cambio, el método Cres-po consistió en revisar las actas de lamitad de los distritos del país (150) yen ellas encontró que los errores (detodo tipo, aritméticos, de cómputo)

superaban la diferencia entre el pri-mero y el segundo lugar, es decir, queel margen de Felipe Calderón sobreAndrés Manuel López Obrador eramenor a los errores. Mientras la dife-rencia entre ambos fue de un pocomás de 233 mil votos, en los 150 dis-tritos del análisis había más de 316 milvotos irregulares comprobables. Así, laverdad jurídica no corresponde conlos hechos, lo cual es grave. Al mismotiempo, el autor señala que la teoría de un fraude orquestado no se des-prende de su análisis, es decir, la re-construcción no le da elementos paracomprobar la hipótesis del fraude.

Hacer hablar a las actas, leerlas conuna hipótesis de trabajo, llevó a Cres-po a un supuesto inicial: si la regla dela democracia es que se pierde o segana por un voto, en un proceso com-pletamente cerrado, un voto mal con-tado hace toda la diferencia. La inves-tigación concluye que la elecciónqueda en la incertidumbre y que no esposible saber a ciencia cierta qué ha-bría ocurrido de haberse hecho el re-cuento correcto. Hay tres posibilida-des, dice el autor:

• disminuyen las inconsistencias y seconfirma el triunfo de Calderón;

• se modifica el resultado y AndrésManuel López Obrador toma la de-lantera;

• persiste la incertidumbre porque lasinconsistencias disminuyen, perosiguen superando a la diferencia entre el primero y el segundo lugar.

Al final, resulta trágico saber que laconsistencia institucional es a tal gra-do vulnerable y frágil, que la verdad

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aritmética de las actas no tiene nadaque ver con la verdad jurídica y elresultado.

Pero ahí no termina el caso. Des-pués vino la reforma electoral que mo-dificó la relación mercantil entre políti-ca y medios de comunicación. Todavíasigue impugnada en la Suprema Cortede Justicia de la Nación; los legislado-res dieron el primer paso y luego recu-laron para aprobar algunas normasnecesarias, como la penalización a losmedios por desacatar las nuevas reglassobre el nuevo modelo de acceso a losmedios masivos. Tenemos un IFE másal gusto de los partidos, intervenido deforma excepcional y con una autono-mía cada vez más pálida. Pero para elcaso que nos ocupa, dice Crespo, si elexpediente de 2006 se volviera a repe-tir, los instrumentos legales de la nueva reforma electoral no resolveríanel problema.

Después de ver la pieza que faltaba,me queda completamente claro que:

• No fue equivocado quedarme en ellado de los que no le dieron carta debuena conducta a las institucioneselectorales, el IFE y el Trife.

• El libro de Crespo es un insumo bá-sico para los estudiosos que tomanun enfoque institucionalista y neo-institucionalista, porque las institu-ciones son reglas, pero también de-sempeños, y estos últimos obedecena múltiples razones. No sabemos porqué estos árbitros hicieron lo que hi-cieron, sólo sabemos que no lo hicie-ron correctamente; es más, ya losabíamos, pero ahora lo sabemoscon datos duros.

• Después de este análisis de las actas,

vemos los efectos en el desánimociudadano: según una encuesta dediciembre de 2007, la desconfianzaelectoral creció, y a la pregunta de si el domingo siguiente hubiera elec-ciones, ¿qué tan limpias cree ustedque serían?, la respuesta es: pocolimpias (44.1%), nada limpias(16.7%) y sucias o fraude (8.6%).Estos resultados nos dicen que parasiete de cada diez ciudadanos la lim-pieza electoral es un bien ausente.Además, crece la abstención, baja

significativamente la voluntad ciu-dadana de participar en la elección.¿Quién paga todos estos costos?La ciencia, como decía Pierre Bour-

dieu, se construye y se conquista. Estelibro constituye un avance importanteporque aporta una pieza que faltaba:la demostración de que el resultadoelectoral de 2006 es completamenteincierto y que las autoridades elec-torales no despejaron las dudas.

Agosto 2008

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Luis Carlos Ugalde, consejero presidente del IFE, y otros funcionarios en conferencia deprensa, durante el proceso de elecciones de 2006.

Ric

ardo

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írez

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