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De aquella visión que nos decía Cuando hemos contemplado durante mucho tiempo un paisaje como el que acabamos de esbozar, creemos haberlo visto todo. Nos equivocamos; en él encontramos infinidad de cosas de valor... Nadie conoce como Boucher el arte de la luz y las sombras”, hemos pasado a otra que se expresa en términos casi ilegibles, como “…los radicalismos terminan por confesar su estructura paródica, la abstracción deriva hacia una ornamentalidad auto-satisfecha y el conceptualismo revela, en muchos casos, una impotencia ideológi ca mayúscula...”, a no entender prácticamente nada. ¿Qué ha pasado en estos doscientos cuarenta y un años, desde el Salón parisino de 1761 a las Escaramuzas de 2002? El naufragio en una sociedad con pocas contemplaciones y donde la Historia se trocea a gusto de cada uno, lo único que arroja como resultado es un balance de cayucos en la línea horizontal del Mediterráneo que, incluso haciendo un esfuerzo, pueden ser virtuales. De nuevo estamos perdidos y confusos al no saber distinguir como el pintor François Boucher la luz de la sombra, y nos sumergimos en un magma donde ornato, complacencia y pensamiento único se entremezclan.

La Posmodernidad 2

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Segunda parte de la posmodrnidad

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  • De aquella visin que nos deca Cuando hemos contemplado durante mucho

    tiempo un paisaje como el que acabamos de esbozar, creemos haberlo visto todo. Nos

    equivocamos; en l encontramos infinidad de cosas de valor... Nadie conoce como

    Boucher el arte de la luz y las sombras, hemos pasado a otra que se expresa en

    trminos casi ilegibles, como los radicalismos terminan por confesar su estructura

    pardica, la abstraccin deriva hacia una ornamentalidad auto-satisfecha y el

    conceptualismo revela, en muchos casos, una impotencia ideolgica mayscula..., a

    no entender prcticamente nada. Qu ha pasado en estos doscientos cuarenta y un

    aos, desde el Saln parisino de 1761 a las Escaramuzas de 2002? El naufragio en una

    sociedad con pocas contemplaciones y donde la Historia se trocea a gusto de cada uno,

    lo nico que arroja como resultado es un balance de cayucos en la lnea horizontal del

    Mediterrneo que, incluso haciendo un esfuerzo, pueden ser virtuales. De nuevo

    estamos perdidos y confusos al no saber distinguir como el pintor Franois Boucher la

    luz de la sombra, y nos sumergimos en un magma donde ornato, complacencia y

    pensamiento nico se entremezclan.