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J.L. Peña, L.A. Longares y M. Sánchez (Eds.) ISBN: 84-96214-29-X Geografía Física de Aragón. Aspectos generales y temáticos Universidad de Zaragoza e Institución Fernando el Católico. Zaragoza, 2004 LA RED FLUVIAL DE ARAGÓN M. Sánchez, A. Ollero y J. del Valle Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio. Universidad de Zaragoza. Resumen. Se repasan y analizan los rasgos principales de la red fluvial de Aragón, atendiendo especialmente a la estructura de su trazado, al reparto de caudales en los diferentes cursos fluviales y a las variaciones temporales que se aprecian en la evolución de dichos caudales. También se considera la importancia de los eventos extremos y se tipifican los regímenes fluviales. Palabras clave: Aragón, red fluvial, red hidrográfica, ríos, cuencas. Abstract. The main aspects of the river network in Aragón are re-examined and analysed, taking especially into account the structure of its layout, the distribution of flows in the different watercourses and the time variations that are observed in the evolution of those flows. The importance of extreme incidents is as well considered and the fluvial behaviours are typified. Key words: Aragón, drainage network, rivers, river basin. Introducción A lo largo de este trabajo, se considerará como red hidrográfica de Aragón al conjunto de cursos fluviales que se asientan sobre el territorio de esta comunidad autónoma. Ahora bien, se debe dejar muy claro que esta división es totalmente arbitraria, ya que ni los cursos fluviales ni sus cuencas entienden de límites administrativos, sino que constituyen unidades de carácter natural. Además, nada de lo que ocurre en un determinado sector de un río o de su cuenca hidrográfica es ajeno a lo que acontece en tramos o sectores de aguas arriba. Así pues, se analizan las características esenciales de la red hidrográfica del territorio aragonés, pero sin olvidar que los factores que imponen esas características en algunos casos proceden de otras unidades administrativas, ni tampoco que algunos de los cursos fluviales y sus cuencas, cuyos tramos altos se ubican en Aragón, tienen continuidad en otras comunidades autónomas. En este sentido, resulta muy expresiva la Carta Europea del Agua: Un río con sus afluentes puede compararse a un árbol extensamente ramificado que cubre un territorio llamado cuenca. La administración de los recursos hidraúlicos debiera encuadrarse más bien en el marco de las cuencas naturales que en el de las fronteras administrativas y políticas. 1. DISEÑO DE LA RED FLUVIAL Y CUENCAS HIDROGRÁFICAS El trazado de la red hidrográfica aragonesa se adapta a la disposición de las tres grandes unidades morfoestructurales que integran su territorio. Así, la Depresión del Ebro se convierte no

LA RED FLUVIAL DE ARAGÓN M. Sánchez, A. Ollero y J. del Valle

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J.L. Peña, L.A. Longares y M. Sánchez (Eds.) ISBN: 84-96214-29-X Geografía Física de Aragón. Aspectos generales y temáticos Universidad de Zaragoza e Institución Fernando el Católico. Zaragoza, 2004

LA RED FLUVIAL DE ARAGÓN

M. Sánchez, A. Ollero y J. del Valle Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio. Universidad de Zaragoza.

Resumen. Se repasan y analizan los rasgos principales de la red fluvial de Aragón, atendiendo especialmente a la estructura de su trazado, al reparto de caudales en los diferentes cursos fluviales y a las variaciones temporales que se aprecian en la evolución de dichos caudales. También se considera la importancia de los eventos extremos y se tipifican los regímenes fluviales.

Palabras clave: Aragón, red fluvial, red hidrográfica, ríos, cuencas.

Abstract. The main aspects of the river network in Aragón are re-examined and analysed, taking especially into account the structure of its layout, the distribution of flows in the different watercourses and the time variations that are observed in the evolution of those flows. The importance of extreme incidents is as well considered and the fluvial behaviours are typified.

Key words: Aragón, drainage network, rivers, river basin.

Introducción A lo largo de este trabajo, se considerará como red hidrográfica de Aragón al conjunto de

cursos fluviales que se asientan sobre el territorio de esta comunidad autónoma. Ahora bien, se debe dejar muy claro que esta división es totalmente arbitraria, ya que ni los cursos fluviales ni sus cuencas entienden de límites administrativos, sino que constituyen unidades de carácter natural. Además, nada de lo que ocurre en un determinado sector de un río o de su cuenca hidrográfica es ajeno a lo que acontece en tramos o sectores de aguas arriba. Así pues, se analizan las características esenciales de la red hidrográfica del territorio aragonés, pero sin olvidar que los factores que imponen esas características en algunos casos proceden de otras unidades administrativas, ni tampoco que algunos de los cursos fluviales y sus cuencas, cuyos tramos altos se ubican en Aragón, tienen continuidad en otras comunidades autónomas.

En este sentido, resulta muy expresiva la Carta Europea del Agua: Un río con sus afluentes puede compararse a un árbol extensamente ramificado que cubre un territorio llamado cuenca. La administración de los recursos hidraúlicos debiera encuadrarse más bien en el marco de las cuencas naturales que en el de las fronteras administrativas y políticas.

1. DISEÑO DE LA RED FLUVIAL Y CUENCAS HIDROGRÁFICAS El trazado de la red hidrográfica aragonesa se adapta a la disposición de las tres grandes

unidades morfoestructurales que integran su territorio. Así, la Depresión del Ebro se convierte no

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Fig. 1. Red fluvial de Aragón

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La red fluvial de Aragón 57 sólo en la morada del curso principal de toda la red, el Ebro, sino también en el área de confluencia de todos los ríos procedentes de Pirineos y de la vertiente septentrional de la Cordillera Ibérica. Aquellos otros ríos ubicados en las laderas meridionales de esta cordillera, fluyen directamente al Mediterráneo.

Los cursos fluviales que integran la red de drenaje de Aragón pertenecen a tres de las grandes cuencas hidrográficas de la Península Ibérica, si bien su distribución entre ellas es muy desigual. De los casi 48.000 km2 que ocupa la comunidad autónoma aragonesa, algo más del 88% (42.076 km2) se integran en la cuenca del Ebro, sólo el 11,86% (5.651 km2) de dicha superficie total se identifica con la genéricamente denominada cuenca del Júcar y apenas el 0,5% (238 km2) forma parte de la cuenca del Tajo. Cabe mencionar que un escasísimo 0,05% de las tierras aragonesas drenan hacia cuencas francesas (Adour y Garona).

Esas cifras, junto a los valores de caudales que más tarde analizaremos, otorgan a la cuenca del Ebro y su red fluvial el protagonismo hidrológico en Aragón. Por otro lado, invirtiendo los términos, también la presencia de Aragón en la cuenca del Ebro es muy significativa, ya que corresponde a territorio aragonés algo más del 49% de su superficie.

Tabla 1. Superficie y aportación aragonesa de las principales cuencas fluviales de Aragón (Fuente de datos:

Nadal et al. (1998); del Valle (2003) y Confederación Hidrográfica del Júcar). * Aportaciones hasta los aforos de El Terde y Teruel

Superficie total cuenca (km2)

Superficie en Aragón (km2)

Aportación Aragón (hm3/año)

ARAGÓN 8.521 2.191 1055,5 ARBA 2.249 2.249 172,8 GÁLLEGO 4.009 4.009 1086,8 CINCA 9.699 9.699 2914,9 NOGUERA RIBAGORZANA 2.046 900 319,5 JALÓN 9.718 8.100 551,3 HUERVA 1.020 1.020 44,8 AGUAS VIVAS 1.330 1.330 46,2 MARTÍN 2.111 2.111 97,7 GUADALOPE 3.892 3.200 317,1 MATARRAÑA 1.727 1.500 156,6 MIJARES 4.029 1.872 28,8 * TURIA 6.394 3.355 109,8* El drenaje de la cuenca del Ebro está dirigido por el río Ebro, hasta el que llegan afluentes

procedentes de Pirineos por la margen izquierda y provinientes de la Cordillera Ibérica por la margen derecha. Cuestión muy significativa es la gran disimetría existente entre los afluentes de ambas márgenes, tanto por sus longitudes, perfiles y extensión de sus cuencas, como por los volúmenes de agua circulantes, siendo los de la margen izquierda los que aportan la mayor parte del agua encauzada en el Ebro. Los ríos Aragón, Arba y Gállego, que vierten sus aguas directamente al Ebro, junto con el Cinca y el Noguera Ribagorzana, que lo hacen a través del

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Segre, son los principales afluentes de esa margen izquierda. Los principales tributarios del Ebro por su margen derecha, dentro del territorio aragonés, son: Jalón, Huerva, Aguas Vivas, Martín, Guadalope y Matarraña.

El sector meridional de la comunidad autónoma pertenece a la cuenca del Júcar, en la que se incluyen, además de la del río Júcar, diversas cuencas mediterráneas entre las que se encuentran las del Turia y el Mijares. Algo más de la mitad de la superficie de la cuenca del Turia, 3.355 km2 de los 6.394 km2, es territorio aragonés que se identifica en su mayor parte con las zonas drenadas por los ríos Guadalaviar y Alfambra. Por su parte, casi la mitad de la cuenca del Mijares, 1.872 km2 de 4.029 km2, queda incluída en la provincia de Teruel. Finalmente, el Cabriel, afluente del Júcar, ubica su cabecera (157 km2) en este mismo sector meridional turolense.

La presencia de la cuenca del Tajo en Aragón es meramente testimonial. Se concreta en 238 km2, identificados con las cabeceras del Tajo y de su afluente el río Gallo.

En los diversos interfluvios de las cuencas del Ebro, del Turia y del Mijares, encontramos zonas lacustres de diverso origen (glaciar, kárstico, sustrato litológico …). La de mayor tamaño es Gallocanta, cuya superficie (554 km2), a pesar de su carácter endorreico, hemos incluído dentro de la atribuída a la cuenca del Ebro ya que espacialmente se ubica en su interior.

Antes de pasar a estudiar los elementos que caracterizan el comportamiento hidrológico de los cursos fluviales que componen la red hídrica aragonesa, es conveniente expresar la riqueza que dicha red posee desde un punto de vista paisajístico. Los numerosos cauces fluviales, sus riberas y sus llanuras de inundación presentan formas y dinámicas muy variadas, a pesar de la fuerte antropización de la que algunos han sido objeto durante las últimas décadas. Cauces rectilíneos, sinuosos, meandriformes y trenzados, valles encajados, abiertos, en artesa, cañones, son el punto de partida de esa rica variedad de paisajes fluviales aragoneses. Esta variedad, riqueza y estado de conservación de los paisajes fluviales ha podido ser detectada y analizada al aplicar la directiva marco de aguas europea (2000/60/CE) a los ríos de Aragón (Ollero et al. 2003).

2. LA CAUDALOSIDAD

Existe un contraste muy marcado en la cantidad de agua que circula por los diferentes cursos fluviales que drenan las tierras aragonesas. Resulta muy expresivo apreciar el mapa de distribución de caudales del Atlas multimedia de Aragón (Albisu et al 1998), en el que los distintos cauces fluviales se representan con un grosor proporcional al caudal medio anual del que disponen. En él se aprecia un trazo cuyo tamaño nada tiene que ver con el resto, correspondiente al río Ebro, algunas líneas de grosor destacable dentro del conjunto, pertenecientes a los principales afluentes del Ebro por la margen derecha, y sólo líneas muy finas al sur del Ebro, que identifican tanto a sus tributarios de la margen izquierda como a los ríos Turia y Mijares.

La referencia cualitativa que nos expresa el citado mapa, que a modo de esquema se recoge en la Fig. 2, se concreta más al analizar los valores de caudal medio anual (m3/s) de diferentes estaciones de aforo o las aportaciones medias anuales (hm3) que dicurren por ellas.

Figura y datos nos revelan que cuando el río Ebro entra en Aragón dispone ya de un caudal importante, puesto que ha recibido las aportaciones del Nela, Zadorra y Ega, cada uno de los cuales vierte anualmente en torno a 500 hm3, de los ríos ibéricos riojanos, pero sobre todo del conjunto Arga-Aragón que desde su cuenca trasladan al Ebro una media de 4.521 hm3 de agua cada año. En la estación de aforo de Zaragoza el Ebro presenta un módulo anual de 219,7 m3/s que equivalen a una aportación de 6.927,1 hm3.

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La red fluvial de Aragón 59

Ningún otro río aragonés alcanzará valores siquiera comparables a los del Ebro, siendo el segundo registro más elevado el del Cinca en Fraga donde se mide un caudal medio anual de 81,4 m3/s, que corresponde a 2.566 hm3 de aportación media anual. El Cinca se une al Segre, después que éste haya recibido las aguas del Noguera Ribagorzana entre otros importantes afluentes. La desembocadura del conjunto Cinca-Segre en el Ebro, que se produce poco antes de que este río rebase los límites de Aragón y se interne en terreno de Cataluña, constituye la mayor aportación de una subcuenca del Ebro, valorada en 6.337 hm3, que suponen el 35% del agua disponible en el conjunto de la cuenca del Ebro.

El Gállego, junto al Aragón, Cinca y Noguera Ribagorzana, todos en la margen pirenaica del Ebro, completa el grupo de los que disponen de un caudal abundante, que ya en el aforo de Santa Eulalia queda establecido en 28,8 m3/s y cuya aportación anual al Ebro (1.087 hm3) supone el 6% del volumen total del agua de la cuenca.

El caudal circulante por el resto de las arterias fluviales aragonesas poco tiene que ver con los valores hasta aquí

enumerados, tanto si aludimos a algunos de los afluentes de estos ríos pirenaicos citados, como si lo hacemos a los afluentes del Ebro por su margen derecha, o a los ríos levantinos aragoneses. Para cuantificar la magnitud de esa diferencia es suficiente citar como ejemplos los valores de caudal medio anual y aportación media anual de algunos de dichos ríos: el Alcanadre en Peralta (5,2 m3/s, 164 hm3), el Jalón en Ateca (5,8 m3/s, 181,9 hm3), el Martín en Híjar (1,1 m3/s, 35, 3 hm3), el Guadalope en Alcañiz (4,8 m3/s, 151,4 hm3), el Matarraña en Nonaspe (1,1 m3/s, 34,3 hm3), el Turia en Teruel (3,5 m3/s, 110,4 hm3) y el Mijares en El Terde (0,9 m3/s, 28,4 hm3). Es decir, valores que, como mucho apenas rebasan los 5 m3/s, pero que se quedan en torno a 1 m3/s en otros casos. Además, hay que señalar que son muchos los afluentes de estos últimos ríos mencionados cuyos caudales medios anuales quedan comprendidos entre 1 y 3 m3/s, e incluso varios de ellos no alcanzan 1 m3/s.

Si realizamos el análisis a partir del caudal relativo, se aprecia con claridad que los ríos de origen pirenaico son los que recogen mayor cantidad de agua por kilómetro cuadrado de cuenca, debido a la mayor abundancia de precipitaciones registradas en esta cadena montañosa. Así, tanto el Gállego como el Noguera Ribagorzana superan los 15 l/s/km2. Ahora bien, es en los tramos altos de estos ríos y en sus afluentes allí ubicados donde se alcanzan cifras realmente destacables (Veral

Fig. 2. Esquema del reparto de caudales de los ríos aragoneses. (Albisu, J. et al

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en Zuriza, 40 l/s/km2; Cinqueta en Molino de Gistaín, 36,1 l/s/km2; Gállego en Anzánigo, 19,3 l/s/km2); aguas abajo el caudal relativo desciende progresivamente al hacerlo las precipitaciones, absorver más agua la vegetación y aumentar la evapotranspiración. La situación cambia absolutamente si nos fijamos en los afluentes del Ebro por la margen derecha y en los ríos de la “cuenca del Júcar”, puesto que allí los valores pocas veces superan los 2 l/s/km2 e incluso son frecuentes aquellos que se sitúan por debajo de 1 l/s/km2. En el propio Ebro, a medida que progresa por su cuenca, al mismo tiempo que se incrementan sus valores de caudal van descendiendo los correspondientes al caudal relativo.

Tabla 2. Caudal, aportación y caudal relativo de algunos ríos aragoneses. Fuente: CHE. Elaboración propia.

m3/s hm3 l/s/Km2 m3/s hm3 l/s/Km2

AGUAS VIVAS - Moneva 0,2 4,89 0,5 JALÓN - Ateca 5,8 181,9 1,57

ALCANADRE -Lascellas 4,6 146,2 8,87 JILOCA - Morata 3,5 109,4 1,42

ALGAS - Batea 0,6 19,96 1,89 MARTIN - Híjar 1,1 35,29 0,83

ARA - Fiscal 13,8 435,7 MATARRAÑA - Nonaspe 1,1 34,34 0,9

BERGANTES - Zorita 2,2 67,87 MIJARES - El Terde 0,9 28,4 1,35

CINCA - Fraga 81,4 2566 8,33 NOGUERA RIB. - Pt. M. 16,6 524,4 15,42

CINQUETA - M. Gistaín 3,6 114 36,13 PANCRUDO - Navarrete 0,6 17,86 1,6

EBRO - Zaragoza 219,7 6927 5,49 PENA - Valderrobres 0,2 6,87 2,78

GÁLLEGO - Sta. Eulalia 28,8 908,9 15,25 TURIA - Teruel 3,5 110,4 1,48

GUADALOPE - Caspe 1,9 61,09 0,52 VERAL - Binies 4,4 139,1 26,25

GUADALOPE - Santolea 3 95,54 2,43 VERAL - Zuriza 2 61,59 40,02

En definitiva, de los cursos fluviales aragoneses sólo al Ebro y a sus principales afluentes

pirenaicos se les puede calificar de caudalosos. Por su parte, tanto los afluentes de la margen derecha del Ebro como los ríos Turia y Mijares disponen de muy poco agua en relación con la extensión de sus cuencas, por lo que aparecen como muy poco caudalosos.

3. IRREGULARIDAD INTERANUAL En la zona climática donde se localiza la región aragonesa, la cantidad de precipitaciones que

anualmente se registran sobre un determinado punto o sobre una cuenca hidrográfica sufren variaciones importantes. Estas oscilaciones en la entrada de agua en las cuencas tiene un reflejo directo en el volumen de agua que se mide en distintos años en las estaciones de aforo. Para analizar esta irregularidad interanual vamos a referirnos a los valores de coeficiente de caudal que relacionan o bien el caudal medio anual más elevado y el más bajo, o bien las aportaciones anuales máximas y mínimas, alcanzados dentro de una serie de años en una estación de aforo.

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La red fluvial de Aragón 61

De nuevo, se aprecia un comportamiento distinto de varios grupos de ríos aragoneses. La menor irregularidad interanual corresponde a los pirenaicos, cuyos tramos altos se identifican con ríos bastante regulares, ya que poseen coeficientes de caudal que oscilan entre 1 y 4 (Cinqueta en Molino de Gistaín: 2,36; Aragón Subordán en Javierregay: 2,8; Esera en Graus: 3,9).

Fig.3. Caudales medios anuales del río Cinqueta en Molino de Gistaín (1965/66 - 1992/93). Línea amarilla: módulo, línea verde: tendencia. (Datos: CHE. Elaboración propia).

Estos valores se incrementan en los tramos medios y bajos de estos ríos, así como en otros

afluentes de la margen izquierda del Ebro cuyas cuencas se ubican en su mayor parte en el prepirineo y en la depresión del Ebro. Esta evolución ya fue descrita por Marín (1981) en el recorrido de los ríos Aragón, Gállego y Cinca. Como dato de referencia puede servir el coeficiente de caudal del río Cinca en Fraga (9,8), que denota un importante incremento de la irregularidad. Incluso, encontramos segmentos de determinados ríos, generalmente poco caudalosos, donde se observan coeficientes de caudal muy diferentes a los anteriores (Vero en Barbastro: 23,3; Guatizalema en Peralta: 24).

En los ríos de la margen derecha del Ebro la irregularidad interanual se acentúa hasta alcanzar valores sólo explicables si se tiene en cuenta la gran influencia mediterránea que reciben sus cuencas. De este modo, los valores de coeficiente de caudal del río Jiloca en Morata (13,7) o del Algas en Batea (16), se quedan cortos ante el dato obtenido para el río Guadalupe en Alcañiz

CINQUETA en Molino de Gistaín

0,0

1,0

2,0

3,0

4,0

5,0

6,0

1965

/66

1969

/70

1973

/74

1977

/78

1981

/82

1985

/86

1989

/90

m3 /s

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(23,3), y, mucho más, frente a la enorme irregularidad mostrada por el Bergantes en Zorita (34) o el Matarraña en Nonaspe (44).

La respuesta del río Ebro a la llegada de afluentes con comportamientos tan contrastados, evidencia el mayor peso de los procedentes del Pirineo, por lo que se queda en una irregularidad significativa pero que, a la vista de los datos hasta aquí expresados, podemos calificar de moderada. Así, en Zaragoza el coeficiente de caudal, considerando una serie de casi 70 años, se cifra en 6,35.

Fig. 4. Aportaciones anuales del río Mijares en El Terde (1946/47 – 2001/02). Línea amarilla: módulo, línea verde: tendencia. (Datos: CHE. Elaboración propia).

Como cabía esperar, también los ríos Mijares y Turia presentan una fuerte irregularidad

interanual. El primero de 14,2 en el aforo de El Terde y el segundo de 19,5 en Teruel. Al comparar estos dos datos con los obtenidos para algunos afluentes de la margen derecha del Ebro no hay que olvidar que los tramos aragoneses de Turia y Mijares son tramos altos, dispuestos a considerable altitud y quizás por ello no tan expuestos a la extrema aridez que soportan, durante algunos años, los ríos que tienen buena parte de su cuenca dentro de la depresión del Ebro.

En relación con las variaciones que el caudal de los ríos aragoneses manifiestan en diferentes años, se ha constatado (García Ruiz et al. 2001; Frutos et al. en prensa) durante los últimos años un hecho destacable: a partir de los años 80 del siglo XX, se aprecia un descenso de las aportaciones anuales, de manera que disminuye muy significativamente, con respecto a épocas anteriores, el número de años que registran un caudal medio superior al módulo (Figs. 3 y 4). Esta circunstancia se constata claramente en los registros de los aforos, siendo más complejo determinar sus causas.

MIJARES en El Terde

0

10

20

30

40

50

60

70

80

1946

-194

7

1951

-195

2

1956

-195

7

1961

-196

2

1966

-196

7

1971

-197

2

1976

-197

7

1981

-198

2

1986

-198

7

1991

-199

2

1996

-199

7

2001

-200

2

hm3

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La red fluvial de Aragón 63 Entre ellas, se otorga un papel muy destacado a la variación en los usos del suelo con el consiguiente cambio de comportamiento de los procesos hidrológicos, e incluso se apunto un posible descenso de las precipitaciones, que resulta muy difícil cuantificar.

4. CRECIDAS Y ESTIAJES

4.1. Crecidas En determinados momentos, la cantidad de agua que fluye por los ríos aragoneses

experimenta fluctuaciones de carácter extraordinario, originando crecidas si se trata de un incremento brusco de caudal o estiajes si éste se ve reducido en grandes proporciones.

Quizás hasta ahora han sido más estudiadas las crecidas que los estiajes, ya que éstas aparecen reflejadas en trabajos como los de García Ruiz et al (1985 y 2001), Ollero (1996) Guillén (2001) e incluso hay artículos dedicados a algunas de las más recientes (García Ruiz et al. 1996; Ollero et al. en prensa; Ibisate et al 2001, ). Dichas crecidas responden a tres situaciones atmosféricas distintas: frentes, arrastrados por vientos del oeste o del noroeste, acompañados de inestabilidad en altura, borrascas mediterráneas asociadas a gotas frías y bruscos ascensos convectivos de aire en verano.

Todos los cursos fluviales del territorio aragonés presentan entre sus características la producción de grandes crecidas. La diferencia está en que frente a su mayor frecuencia en los ríos alimentados desde el Pirineo, hay una mayor torrencialidad en los ríos con cabecera en la cordillera Ibérica, dada la mayor influencia del Mediterráneo sobre ellos. García Ruiz et al. (2001) analizan los días en que se alcanzan caudales que suponen crecidas de distinta magnitud en diferentes cuencas y estaciones de aforo del Pirineo aragonés, llegando a la conclusión de que esta frecuencia disminuye de oeste a este, es menor en cuencas con fuerte innivación y alcanza su mayor nivel en los ríos o tramos fluviales prepirenaicos, en algunos de los cuales el caudal de más de 30 días al año supera el umbral de crecida.

CINCA en Fraga

0200400600800

10001200

15/1

0/19

77

22/1

0/19

77

29/1

0/19

77

05/1

1/19

77

m3 /s

GUADALOPE en Alcañiz

0

100

200

300

400

500

600

21/1

0/19

67

23/1

0/19

67

25/1

0/19

67

27/1

0/19

67

29/1

0/19

67

31/1

0/19

67

02/1

1/19

67

m3 /s

Fig. 5. Hidrogramas de crecida del Cinca en Fraga y del Guadalope en Alcañiz. Datos: CHE. Elab. propia. Los caudales máximos instantáneos alcanzados por diversos ríos en algunas de las

principales crecidas evidencian la enorme magnitud de estos eventos. Así, el Ebro alcanzó durante

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la crecida de 1961 un pico de 4.130 m3/s, en Zaragoza; el Cinca en Fraga llegó a 2.587 m3/s (1977) (Fig. 5); el Aragón en Yesa a 1.560 m3/s (1966) el Ara en Boltaña a 1.926 m3/s (1966), lo que supone un caudal relativo de 3.076 l/s/km2; el Vero en Barbastro a 287 m3/s (1965); el Guadalope en Alcañiz a 1.002 m3/s (1967) (Fig. 5), el Jalón en Huérmeda a 381 m3/s (1986), el Bergantes en Zorita superó los 1.000 m3/s (2000); el Turia en Teruel a 128 m3/s (1960).

Respecto a la estacionalidad de las crecidas García Ruiz et al. (2001) señalan la diversidad de comportamiento de los ríos pirenaicos. En el sector más nororiental de la cuenca del Aragón predominan las primaverales, especialmente centradas en mayo, seguidas de las invernales, con buena representación en febrero, y las otoñales; aguas abajo de esta cuenca el número de crecidas producidas en invierno y otoño se acerca al de primavera. La información del río Gállego ofrece menos interés por la fuerte regulación de la cuenca. En las cabeceras del Cinca y del Esera la mayor parte de las crecidas se registran a finales de primavera y principio de verano, en tanto que en invierno hay pocas crecidas; sólo en el Ara hay mayor igualdad entre los incrementos de caudal primaverales y otoñales, notándose a medida que el río avanza por la cuenca un cierto incremento de las invernales. Por su parte entre los ríos del prepirineo el Isábena tiene máximos en primavera y otoño, en tanto que el resto pueden registrar crecidas desde octubre a Junio.

En definitiva, las crecidas del Aragón y de los cursos fluviales del Prepirineo están muy marcadas por el ritmo de las precipitaciones líquidas, en tanto que la estacionalidad de las crecidas en el resto de las cuencas está dirigida por la innivación y el deshielo.

La distribución estacional de las crecidas de los ríos de la margen derecha del Ebro ha sido descrita por Marin (1981) y estudiada por Guillén (2001). La mayor parte se producen a finales de primavera y otoño, asociadas a precipitaciones de carácter tormentoso. En los cursos fluviales situados más al Este y, por tanto, más próximos a la influencia del Mediterráneo, el periodo de mayor probabilidad de crecidas incluye también el otoño.

Fig. 6. Evolución de la frecuencia de crecidas que superan 3, 5 y 10 veces el módulo en el aforo de Javierregay (Aragón Subordán). García Ruiz et al. (2001).

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La red fluvial de Aragón 65

Por su parte, Turia y Mijares pueden registrar crecidas a lo largo de todo el año, pero la mayor concentración de las mismas se produce entre los meses de mayo y septiembre ambos incluídos, muy en relación con las típicas lluvias torrenciales de verano.

Ollero et al. (en prensa) ponen de manifiesto una tendencia decreciente de los caudales máximos instantáneos anuales en Zaragoza (serie 1943-2003). Esta tendencia concuerda perfectamente con el descenso en la frecuencia de crecidas apreciado por García Ruiz et al. (2001) en los ríos pirenaicos, del que resulta ilustrativo el ejemplo de la Fig. 6.

Al hablar de las crecidas hay que dejar constancia de la importancia que para su conocimiento, así como para la prevención y mitigación de sus efectos, tiene el funcionamiento tanto en la cuenca del Ebro como en la del Júcar de sus Sistemas Automáticos de Información Hidrológica (SAIH) que permiten seguir en tiempo real las variaciones de caudal que se suceden en cada sector de sus cuencas.

4.2. Estiajes También este fenómeno extremo aparece en toda la red fluvial aragonesa, si bien con un

carácter bien diferenciado. En los ríos pirenaicos caudalosos, margen izquierda del Ebro, los estiajes se corresponden con una disminución muy acentuada de los caudales aforados, pero los cauces sólo en casos extremos se quedan sin agua.

Por su parte, los estiajes de los afluentes de la margen derecha del Ebro, especialmente en sus tramos ubicados en la depresión del Ebro, así como los de Turia y Mijares, conducen con mayor frecuencia a esa falta de caudal durante ciertos periodos de tiempo. Un buen ejemplo de ese agotamiento del caudal podemos encontrarlo en el río Alfambra (Cuenca del Turia) cuyo cauce permanece frecuentemente seco durante el estío.

Fig. 7. Número de días de estiaje (Q<30 m3/s) en cada año en el aforo de Zaragoza (1943-2002). Datos: CHE. Elaboración propia.

En los tramos altos de los ríos pirenaicos los estiajes se corresponden fundamentalmente con

la época de retención nival. En los tramos medios y bajos de estos mismos ríos, así como en el

0102030405060708090

100110120130140150

1943

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1946

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1988

/89

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/92

1994

/95

1997

/98

2000

/01

nº días

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66 M. Sánchez, A. Ollero y J. del Valle

resto de los que integran la red de drenaje aragonesa la mayor parte de los estiajes son estivales, época en que se suman escasez de precipitaciones con fuerte evaporación, aunque no puede descartarse la producción de estiajes, por falta continuada de precipitación, en otros periodos.

Estos estiajes han sido analizados en el tramo aragonés del Ebro, constatándose la magnitud de este fenómeno incluso en el río más importante de la red fluvial de Aragón. En la Fig. 7 se recoge el número de días en que, cada año, el caudal del Ebro a su paso por Zaragoza no llega a la mitad del valor correspondiente al caudal medio del mes más seco. En ella se aprecia que durante varios años existieron más de 100 días de estiaje, que estos estiajes quedaron muy reducidos en las décadas de los años 60 y 70, pero de nuevo se incrementó el número de días con caudal muy bajo en varios de los años 80 y 90.

5. RÉGIMEN FLUVIAL En las diferentes estaciones y meses del año, también se aprecian fluctuaciones del caudal de

los ríos aragoneses. El ritmo de estas fluctuaciones depende, esencialmente, de las condiciones climáticas dominantes en cada sector, de las diferencias de altitud existentes en nuestra región, de la tipologia de las precipitaciones y la mayor o menor importancia de la retención nival, y de la distribución de la vegetación y los usos del suelo.

García Ruiz et al (2001) señalan la existencia en el Pirineo aragonés de cuatro tipos de régimen fluvial: pluvial oceánico, nivopluvial, pluvionival y pluvial mediterráneo. Consideramos que estos mismos cuatro tipos son los que aparecen en el conjunto de Aragón, aunque dentro del pluvial mediterráneo, a medida que nos desplazamos hacia el sur de la comunidad autónoma, se aprecian matices distintos de los observados en los ríos del prepirineo. Ejemplos de estos tipos de regímenes fluviales, expresados a través de la curva de coeficiente de caudal, se han recogido en la Fig. 8.

Dentro del territorio aragonés, la presencia del régimen pluvial oceánico queda reducida a los afluentes más occidentales del tramo alto del río Aragón (Esca y Veral, sobre todo en sus tramos bajos). En la figura 8 este tipo está representado por la curva de variación estacional de caudal correspondiente al río Veral en Binies. En ella apreciamos la existencia de aguas altas desde noviembre hasta mayo, con el máximo, que en un régimen pluvial oceánico más puro debería de estar en el invierno, desplazado hacia finales de invierno – inicio de la primavera quizás por una influencia de la innivación que va a marcar el comportamiento de los ríos situados más al este. En el verano se aprecia un descenso muy significativo de los caudales.

El régimen nivopluvial está asociado a aquellos cursos fluviales de las cabeceras de los grandes ríos pirenaicos que tienen sus cuencas de recepción por encima de los 2000 metros y en los que, por tanto, la nieve con su ritmo de retención-fusión determina el flujo de agua. Este tipo de régimen, muy bien representado por el Cinqueta en Molino de Gistain (Fig. 8), se caracteriza por aguas muy altas desde mediados a finales de primavera, coincidiendo con la fusión nival y la reactivación del paso de frentes procedentes del oeste. El mínimo se produce en invierno y, separando éste del relativo descenso de caudal que también se aprecia en verano, constatamos un incremento secundario de los caudales en octubre – noviembre. A medida que nos situamos más hacia el este de la cadena pirenaica el pico de aguas altas se desplaza desde primavera hacia el verano.

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La red fluvial de Aragón 67

Fig. 8 . Regímenes fluviales de los ríos aragoneses

JILOCA en Morata de Jiloca

0

0,5

1

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2

E F M A My J Jl Ag S O N D

TURIA en Teruel

0

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1

1,5

2

E F M A My J Jl Ag S O N D

ESERA en Graus

0

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1

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2

2,5

E F M A My J Jl Ag S O N D

CINQUETA en Molino de Gistain

0

0,5

1

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2

2,5

3

E F M A My J Jl Ag S O N D

ARA en Fiscal

0

0,5

1

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2,5

E F M A My J Jl Ag S O N D

VERO en Barbastro

0

0,5

1

1,5

2

E F M A My J Jl Ag S O N D

JALÓN en Grisén

0

0,5

1

1,5

2

E F M A My J Jl Ag S O N D

GUATIZALEMA en Peralta

0

0,5

1

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2

E F M A My J Jl Ag S O N D

CINCA en Fraga

0

0,5

1

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2

E F M A My J Jl Ag S O N D

GUADALOPE en Alcañiz

0

0,5

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2

E F M A My J Jl Ag S O N D

EBRO en Zaragoza

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E F M A My J Jl Ag S O N D

MIJARES en El Terde

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2

E F M A My J Jl Ag S O N D

2

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1

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3

4

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MATARRAÑA en Nonaspe

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2

E F M A My J Jl Ag S O N D

VERAL en Binies

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E F M A My J Jl Ag S O N D

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JILOCA en Morata de Jiloca

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TURIA en Teruel

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ESERA en Graus

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CINQUETA en Molino de Gistain

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ARA en Fiscal

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VERO en Barbastro

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JALÓN en Grisén

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GUATIZALEMA en Peralta

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CINCA en Fraga

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GUADALOPE en Alcañiz

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EBRO en Zaragoza

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MIJARES en El Terde

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68 M. Sánchez, A. Ollero y J. del Valle Siguiendo el curso de estos ríos pirenaicos, el régimen pluvionival sustituye al nivopluvial.

Altitud y retención nival dismuyen y, en consecuencia, se suavizan tanto el máximo primaveral como el mínimo invernal, aunque ambas estaciones siguen siendo las de aguas altas y bajas respectivamente. En los aforos del río Ara en Fiscal y del Esera en Graus (Fig. 8) se observa, además, más marcado el incremento de los caudales en noviembre y más acentuado el descenso de los caudales en verano.

Tanto a los ríos prepirenaicos como a los ibéricos se les atribuye un régimen pluvial mediterráneo. En los prepirenaicos se aprecia un periodo de aguas altas desde noviembre hasta finales de primavera y otro, muy marcado, de aguas bajas en verano. En los ríos de la margen derecha del Ebro y en el Turia se constatan muy claramente las aguas bajas estivales y también existe una tónica general de aguas altas desde noviembre hasta finales de primavera, si bien durante este largo periodo aparecen interrupciones y en algunos meses se dan descensos del caudal, generándose un mínimo secundario en primavera. Esta mayor oscilación de los caudales denota una acentuación de la influencia de la irregularidad de las precipitaciones del clima mediterráneo. La gráfica del río Mijares en El Terde nos muestra la irregularidad del comportamiento en cabecera de un río levantino, cuando éste dispone de un caudal todavía muy reducido.(Fig. 8).

Debe hacerse mención aparte del río Ebro, ya que su larga trayectoria y la llegada al mismo de afluentes con regímenes distintos hace que su comportamiento sufra variaciones a lo largo de su recorrido. Por supuesto que la influencia de dichos afluentes es proporcional a sus aportaciones y, por tanto, son los de la margen izquierda los que realmente marcan el régimen del Ebro. En el aforo de Zaragoza se aprecia un periodo de aguas altas desde noviembre a mayo, con el máximo en febrero, y una fase de aguas bajas en torno al verano, con un mínimo muy acentuado en julio y agosto.

No se puede obviar que el régimen fluvial de diferentes ríos aragoneses, sobre todo en los tramos medios y bajos de sus cuencas, está alterado por la regulación realizada a través de embalses de considerable magnitud. Esta, tanto para fines energéticos como agrícolas, es especialmente importante en la cuenca del Ebro, donde se ubican 155 embalses (casi la mitad en Aragón) con una capacidad total de 7.702 hm3 (más de 4500 hm3 en Aragón), siendo muy relevante la salida de agua de los cursos fluviales a través de grandes sistemas de canales (Riegos del Alto Aragón, Canal de Aragón y Cataluña, Canal Bardenas I + II, Riegos del Jalón-Jiloca, Canal Imperial de Aragón, etc.). En la cuenca del Júcar, dentro del territorio aragonés, sólo hay que contabilizar un embalse concapacidad considerable (Arquillo de San Blas: 21,03 hm3.

Esta influencia que la regulación y utilización de los recursos hídricos tiene en los regímenes fluviales se refleja en algunas de las gráficas de la figura 8. Su importancia ha motivado la realización de estudios para valorar los efectos de los embalses en el comportamiento hidrológico de los cursos fluviales en cuyos cauces se asientan (García Ruiz et al. 2001; López, 2002; López et al. 2003).

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