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FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA VIII REUNIÓN CIENTÍFICA M Victoria López-Cordón y Gloria Franco (coords.) a La Reina Isabel y las reinas de España: realidad, modelos e imagen historiográfica

La Reina Isabel y las reinas de España: realidad, modelos

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Page 1: La Reina Isabel y las reinas de España: realidad, modelos

FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE HISTORIA MODERNA

VIII REUNIÓN CIENTÍFICA

M Victoria López-Cordón y Gloria Franco (coords.)a

La Reina Isabel y las reinas de España:

realidad, modelos e imagen historiográfica

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LA REINA ISABEL I

Y LAS REINAS DE ESPAÑA:

REALIDAD, MODELOS E IMAGEN

HISTORIOGRÁFICA

Actas de la VIII Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna

(Madrid, 2-4 de Junio de 2004) Volumen I

María Victoria López Cordón Gloria Franco Rubio

(Coordinadores)

Con la colaboración de Francisco Fernández Izquierdo

Fundación Española de Historia Moderna Madrid, 2005

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VIII Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna (Madrid, 2-4 de Junio de 2004)

COMITÉ DE HONOR

Presidencia: S.M. La Reina de España

Vocales: Sra. Dª María Jesús San Segundo Gómez de Cadiñanos, Ministra de Educación y Ciencia. Sr. D. Emilio Lora-Tamayo D’Ocón, Presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Sr. D. Carlos Berzosa, Rector Magnífico de la Universidad Complutense. Sr. D. Luis Miguel Enciso Recio, Presidente de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Sra. Dª Mercedes Molina Ibáñez, Decana de la Facultad de Geografía e Historia de la Uni-versidad Complutense. Sr. D. José Ramón Urquijo Goitia, Director del Instituto de Historia, CSIC. Sr. D. Antonio García-Baquero, Presidente de la Fundación Española de Historia Moderna.

COMITÉ CIENTÍFICO Y ORGANIZADOR

Coordinadores: Dra. María Victoria López-Cordón Cortezo, Catedrática, Jefe del Dpto. de Historia Mo-derna, Universidad Complutense. Dr. Agustín Guimerá Ravina, Investigador Científico, Dpto. de Historia Moderna, Institu-to de Historia. CSIC.

Vocales: Dr. Francisco Fernández Izquierdo, Jefe del Dpto. de Historia Moderna, Instituto de His-toria, CSIC. Dra. Gloria Franco Rubio, Dpto. de Historia Moderna, Universidad Complutense. Dr. Víctor Peralta Ruiz, Dpto. de Historia Moderna, Instituto de Historia. CSIC.

Secretaría Técnica: Dr. José Manuel Prieto Bernabé, Dpto. de Historia Moderna, Instituto de Historia. CSIC.

La Fundación Española de Historia Moderna convocó la Reunión en junio de 2004 gracias a

la organización y apoyo de las siguientes entidades:

Universidad Complutense, Facultad de Geografía e Historia, Dpto. de Historia Moderna. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Historia, Dpto. de Historia Moderna. Sociedad Española de Conmemoraciones Culturales.

Esta edición ha sido posible gracias a la colaboración del Ministerio de Educación y Ciencia y de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, adscrita al Ministerio de Cultura, y se edita en 2005 siendo su Presidente D. José García de Velasco.

Diseño de cubierta: Francisco Tosete y Julia Sánchez (Centro de Humanidades, CSIC), a partir de una idea de Agustín Guimerá. © De los textos, sus autores. © Fundación Española de Historia Moderna, de la presente edición. Depósito Legal: M-52128-2005 ISBN Obra completa: 84-931692-1-8 ISBN Volumen I: 84-931692-2-6 Imprime: Gráficas Loureiro, S.L. • San Pedro, 23 - 28917 Bº de La Fortuna (Madrid)

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TRAS LA MUERTE DE LA REINA: ISABEL I Y LA HACIENDA REAL DE CASTILLA EN LA CRISIS

DINÁSTICA DE 1504-1507

DAVID ALONSO GARCÍA Universidad Complutense

RESUMEN:

Tras el fallecimiento de Isabel I Castilla se vio inmersa en una crisis dinástica y política que marcaría profundamente la llegada al trono de Carlos V. En la presente comunicación proponemos una aproximación desde el plano hacendístico a partir de tres cuestiones de especial relevancia: el papel que jugó la desaparición de la reina en el ordenamiento fiscal de Castilla, descripción y análi-sis de los oficiales del período y, finalmente, posicionamiento y comportamiento de estos oficiales en un contexto de crisis política. Desde aquí se puede apreciar que las estructuras fiscales se defi-nieron en términos de confusión y de inestabilidad, incluido un posicionamiento general que se puede calificar como de «pragmático» en relación a los diferentes pretendientes al trono.

PALABRAS CLAVE: Isabel I de Castilla; historia política; historia económica; Derecho, Admi-nistración; Instituciones; siglo XVI.

ABSTRACT:

When Isabella I died, Castile entered into a dynastic and political crisis that it would have influence in the accession of Charles V to the Castilian throne. In this paper, we propose an approach to the fiscal system between 1504-1507. So, we analyse three key issues: the influ-ence of the death of Isabella I in the fiscal system, the officials who ruled the tax system and the behaviour of these officials in a context of political crisis. We conclude that the fiscal sys-tem was distinguished for the confusion and instability, included a «pragmatic» behavior in relationship with the different pretenders to Castilian throne.

KEY WORDS: Isabella the Catholic; political history; economic history; Law; Administration; Institutions; XVIth century.

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En 1504 —año de fallecimiento de Isabel I de Castilla- apareció una obra compuesta en 1497 por el jurado toledano Juan Núñez de Toledo. En ella se podían leer las siguientes palabras:

«A deuida lealtad de súbdito y a lo que so [sic] obligado de derecho diuino

y humano junto con el deseo que siempre toue y tengo de seruir a la reyna nuestra señora me causa decir aquí algo de lo que a mí estaría bien escusado, pues no tengo ciencia ni suficiencia para ello, y acordándome que su alteza es de los bienafortunados que dize Santo Isidro. Que los que son de la diuina mano de Dios o de su ordenación e influencia del cielo como paresçe por obra que lo es su alteza, que estos tales no han menester parçcer ni consejo, y que es tan prudente que todas las cosas sabe y tiene ante sí […]»1.

La Reina Católica constituye un referente fundamental en el imaginario

colectivo hispano. Su matrimonio con Fernando de Aragón y las importantes medidas tomadas a lo largo de su reinado suponen elementos de primer orden en la consideración historiográfica del período. Con Fernando e Isabel se conquistó Granada, se expulsó a los judíos, se llegó a un nuevo continente, etc. En todo ello, la reina jugó un papel muy activo lo que, en términos políti-cos, valdría tanto como la instauración de un grupo de fieles en torno a su persona2. Su desaparición, como no podía ser de otro modo, marcaría el ini-cio de otra época. Y lo haría por donde dinásticamente resultaba más inquie-tante: una crisis sucesoria.

El objetivo de la presente comunicación se halla en relación con éste últi-mo aspecto. Con el fallecimiento de Isabel I estalló un problema sucesorio que venía gestándose desde la última década del siglo XV, lo cual, sumado a las dificultades económicas del momento, derivaría en un escenario de con-flictos e inestabilidad sociopolítica. En nuestro caso, partiendo de esta base, realizaremos una aproximación a lo acaecido en el plano fiscal-financiero a partir de tres cuestiones:

• El papel que jugó la desaparición de la reina en la evolución fiscal del reino. • Descripción y análisis de los oficiales de hacienda del período. • Posicionamiento y comportamiento de oficiales y financieros en un con-

texto de crisis política. Sin embargo, antes de llegar al núcleo del trabajo, es necesario plantear un

esquema general de la situación que se dio en Castilla entre finales de 1504 y

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1 Tratado endereçado a la rreyna nuestra señora sobre la guerra de Francia embiado al muy Reuerendísimo e muy magnífico señor don Frey Francisco Ximenes, Arzobispo de Toledo, en que paresçe por ejemplos como los reyes de España y sus gentes siempre fueron vencedores de los reyes de Francia e de las suyas, compuesto por el honrrado jurado Juan Nuñes de Toledo, mora-dor en la muy noble villa de Madrid. B(iblioteca) N(acional) de M(adrid), R-5843, fol. 2r.

2 MARTÍNEZ MILLÁN, J. (Dir.): La Corte de Carlos V. Madrid, 2000, vol. I, pp. 48 y ss.

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1509, año en el que Fernando el Católico conseguiría imponerse como figura de referencia en la organización política castellana a partir de los acuerdos de Blois. Aquellos fueron meses de verdadera incertidumbre al existir un vaivén de gobernantes (Felipe I, el cardenal Cisneros, etc.) que se superponían entre sí en sus intentos por imponer su dominio sobre el total de las tierras castella-nas. De hecho, aquel momento no sólo se definió como un momento de pug-na, sino que ésta venía precedida de un ambiente de confusión ante la varie-dad de posibilidades sucesorias. Así lo habría de expresar Zurita:

«Estuvo el rey harto dudoso consigo mismo por la diversidad de parece-

res que había cerca del camino que él debía seguir»3 Nada más fallecer Isabel I, Juana fue nombrada como heredera en la plaza

mayor de Medina del Campo, lo que debía favorecer a Felipe I como su co-rrespondiente marido4. El testamento de la Reina Católica, sin embargo, deja-ba como gobernador a su marido. La cuestión de fondo, por tanto, radicaba en cómo dar salida a ambas disposiciones, ya que no había una fórmula uní-voca que lo rigiese. El propio Fernando instaba al alzamiento de pendones por su hija5. El Archiduque, obviamente, no tendría nada que oponer a dicha medida. El problema, por tanto, reside en la utilización política a la que se sometió el nombramiento de Juana I en tanto que unos y otros podían erigirse como interlocutores de una reina inhábil6. En buena medida, las disputas en-tre Felipe I —esto es, el emperador Maximiliano— y el propio Fernando el Católico se movieron en esta dinámica creando un panorama político donde no existía una vía única que pudiera asistir a cada uno de los pretendientes7.

No insistiremos en los principales acontecimientos que marcaron la evolu-ción de la crisis dinástica8. Lo que nos interesa subrayar es que la llegada de aquel panorama no se tradujo en una mera sustitución de reyes y gobernantes, sino que en muchas ocasiones los pretendientes actuaron simultáneamente

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3 ZURITA, J. de: Historia del rey don Hernando el Católico: de las empresas y ligas de Italia. Edición de Ángel Canellas López, Zaragoza, 1991, libro V, cap. LXXXIV, 140. (vol. III, p. 332)

4 PÉREZ-BUSTAMANTE, R.; CALDERÓN ORTEGA, J. M.: Felipe I. Madrid, 1995, p. 112. 5 Un ejemplo en DOMINGO PALACIO, T.: Documentos del Archivo General de la Villa de

Madrid. Madrid, 1909, vol. IV pp. 79-81. 6 Sobre la utilización política de la «locura» de Juana, ARAM, B.: La reina Juana. Gobierno,

piedad y dinastía. Madrid, 2001. 7 Ampliamos estas cuestiones en Fisco, poder y monarquía en los albores de la Modernidad.

Castilla, 1504-1525. Madrid, Universidad Complutense, 2004, pp. 314-342 (tesis doctoral inédita) 8 Sobre la evolución política de Castilla a principios del siglo XVI, además de las páginas

dedicadas en la reciente obra del prof. Martínez Millán, y sin ánimos de ser exhaustivos, remi-timos a CORONA, C. E: «Fernando el Católico y la nobleza castellana (1506-1507)», en Univer-sidad, nº 58 (1960). Separata; «Fernando el Católico, Maximiliano y la regencia de Castilla (1508-1515)», en Universidad, nº 3-4 (1961). Separata; PÉREZ, J.: La revolución de las Comu-nidades de Castilla (1520-1521). Madrid, 19997, pp. 73-11; ARAM, B.: La Reina Juana...; CA-RRETERO ZAMORA, J. M.: «Crisis sucesoria y problemas en el ejercicio del poder en Castilla, 1504-1518», en ¿Golpes de Estado a fines de la Edad Media? (en prensa).

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sobre un espacio político en plena ebullición. Esto propiciaría una consecuen-cia inmediata: en Castilla se instaló un régimen variado de fidelidades actuan-do sobre un mismo territorio. Cualquiera de los pretendientes debía acumular vasallos con los que asentar su dominio. Vasallos, obviamente, a los que habría que recompensar con cargos o mercedes. De ahí que en aquellos mo-mentos se produjera un amplio movimiento de oficios que incluyeron el nombramiento de un nuevo Presidente del Consejo Real, diversos consejeros, oidores, adelantados, corregimientos, etc9. Ahora bien, lo realmente significa-tivo es que estos cargos no sustituían, sin más, a sus antecesores sino que, en buena medida, —los cargos— venían a solaparse por no existir un reconoci-miento unívoco de aquellos nombramientos10. Y ello a pesar de que Fernando el Católico y Felipe I habían acordado en noviembre de 1505 un repartimien-to de diferentes oficios11. Claro que dos meses antes el propio Felipe I había ordenado que no se obedeciese ninguna orden procedente de los cargos nom-brados por su suegro12. Significativamente, un poderoso como Tendilla escri-bía a agentes de uno y otro bando para lograr sus pretensiones13. Y a todo ello se deben sumar las pretensiones de Cisneros, las ligas de nobles, el papel de las Cortes, etc. Insistimos, por tanto, en que la situación se movía en términos de confusión, inquietud e inestabilidad, tanto en la corte como lejos de ella. El propio Alcaide de los Donceles hacía una referencia al respecto que nos muestra el camino que tomaron los negocios:

«Las cosas de la corte y del reyno están agora […] al parecer más de vo-

luntades muy diferentes asy en pasyones particulares como en otras […]»14 La extensión lógica de este panorama fue la proliferación de conflictos en el

seno de las ciudades. De hecho, en muchas de ellas se vivieron altercados rela-cionados con sus linajes, bandos o parcialidades en relación con la problemática sucesión de Isabel I15. Asimismo, también se debe destacar que hubo lugares donde se produjo una reordenación de los grupos, tal como sucedió en Córdo-

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9 PÉREZ-BUSTAMANTE, R.; CALDERÓN ORTEGA, J. M.: Felipe I... pp. 238 y s. 10 Vid, MARTÍN BENITO, J. I.; GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, R.: «Lucha de bandos y beneficios

eclesiásticos en los encastillamientos de Ciudad Rodrigo (1475-1520)», en Studia Historica. Historia Medieval, vol. 17 (1999), pp. 263-293.

11 DIOS, S. de: El Consejo Real de Castilla (1385-1522). Madrid, 1982, pp. 154-155 12 CODOIN. T. VIII, pp. 329-332. 13 Vid, SZMOLKA CLARES, J. (Ed.): Epistolario del conde de Tendilla (1504-1506). Granada,

1996. 14 R(eal) A(cademia) de la H(historia)., S(alazar) y C(astro), A-12, fol. 77r. 15 Vid el planteamiento general llevado a cabo por QUINTANILLA RASO, M. C.: «Facciones,

clientelas y partidos en España en el tránsito de la Edad Media a la Modernidad», en ALVARA-DO, J. (Coord.): Poder, economía, clientelismo. Madrid, 1997, pp. 15-50. Asimismo, nos pare-cen sumamente interesantes las apreciaciones de SANTOS BURGALETA, M.: «“Extensiones de poder”: una propuesta de análisis en torno a la articulación de los espacios de poder. La valía del Doctor Talavera en Salamanca (1475-1521)», en BRAVO LOZANO, J. (Edit.): Espacios de poder. Cortes, Ciudades y Villas (S. XVI-XVIII). Madrid, 2002, vol. II, pp. 73-92.

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ba16. Salamanca, por otro lado, asistió a una división de los Maldonado entre las dos parcialidades de la ciudad17. En Ávila encontramos una situación en la que, según palabras del prof. Diago, «se mezclaron individuos pertenecientes a los dos linajes en que a efectos de reparto de los oficios de gobierno urbano estaba dividida la oligarquía abulense»18. Esto nos lleva a incidir en la idea de un reino sumido en la confusión, donde no sólo se debe apreciar el conflicto entre dos partes bien definidas sino también una situación de reorganización de estructuras anteriores. La situación política lo permitía, tal como recogió el propio Zurita:

«Con estas dudas y con la división que había entre las partes, todo se iba

desordenando sin poderse proveer del remedio que parecía haberse desapare-cido delante de los ojos, perdiendo la autoridad y fuerza que primero tenían las leyes y la ejecución con que se administraba la justicia igualmente entre todos e iba sucediendo en su lugar toda licencia y atrevimiento»19

De ahí que un «fernandino» como el Duque de Alba intercediera ante Fer-

nando el Católico para que se confirmara la feria de Villalón al Conde de Benavente, esto es, uno de los apoyos más interesantes con los que contó Fe-lipe I. Asimismo, el Condestable también mantuvo contactos con alguna de las partes más moderadas del bando felipista a partir de sus vínculos familiares con Diego Osorio, Antonio Sarmiento y Antonio de Acuña20. El Almirante de Castilla, por su parte, no tuvo inconveniente en apoyar a don Juan Manuel y al marqués de Villena en sus intentos por controlar el alcázar de Segovia21. Y, al contrario, el propio Antonio de Acuña recibió órdenes a finales de 1506 de Fernando el Católico para que reprendiera al marqués de Villena22, con lo que pasaría de opositor al rey de Aragón a intermediario entre partes. Más adelante, incluso, participaría con las huestes hispanas en la conquista de Na-varra. No importaba que el propio Acuña hubiera sido embajador del Archi-duque en Roma, compartiendo durante algunos meses ese cargo con el repre-sentante de Fernando el Católico23.

* * * ————

16 EDWARDS, J. E.: «La noblesse de Cordoue et la rèvolte des «Comunidades» de Castille», en Bandos y querellas dinásticas en España al final de la Edad Media. París, 1991, p. 146.

17 LÓPEZ BENITO, C. I.: Bandos nobiliarios en Salamanca al iniciarse la Edad Moderna. Sa-lamanca, 1983, esp. 101 y ss.

18 DIAGO HERNANDO, M.: «Conflictos políticos en Ávila en las décadas precomuneras», en Cuadernos Abulenses, nº 19 (1993), pp. 69-101.

19 ZURITA, J. de: Historia del rey don Hernando el Católico..., libro VII, cap. XXVI, 175. 20 GUILARTE, A. M.: El obispo Acuña. Historia de un comunero. Valladolid, 1983, pp. 66 y ss. 21 ASENJO, M.: Segovia. La ciudad y su tierra a fines del medievo. Segovia, 1986, p. 535. 22 B(iblioteca) Z(abálburu), Altamira, 18, D. 80. 23 Vid SERIO, A.: «Modi, tempi, uomini della presenza hispana a Roma tra la fine del Quat-

trocento e il primo Cinquecento (1492-1527)», en CANTÙ, F; VISCEGLIA, M. A. (Edits.): L’Italia di Carlo V. Guerra, religione e política nel primo Cinquecento. Roma, 2003, p. 450.

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Como en otros muchos apartados de la vida política, el fallecimiento de la reina habría de tener profundas consecuencias en la hacienda real de Castilla. Especialmente porque Hacienda y gobierno constituían parte de un mismo todo en el que no cabía una distinción nítida. De este modo, el testamento y codicilo de Isabel I dejaban una serie de condiciones de índole fiscal que pasa-rían a formar parte de la cultura política del momento, entendida en clave de conciencia24. Desde un punto de vista hacendístico, estos capítulos se podrían resumir en los siguientes apartados:

1. Reconocimiento de un gasto excesivo a causa de la proliferación de ofi-

cios, lo cual estaría relacionado con los intentos por limitar las enajena-ciones de patrimonio regio así como con ciertas iniciativas para redimir juros25.

2. Obligación moral de saldar las cuentas pendientes, incluido el situado de cuatro cuentos sobre Sevilla a favor de la infanta doña María.

3. Devolución de todo el dinero procedente de rentas eclesiásticas y órde-nes militares que no se hubiera destinado a su fin originario.

4. Orden de examinar la origen y carácter de diversos tributos (alcabalas y servicio y montazgo) para comprobar si su cobro ordinario era legítimo. Asimismo se promueve el encabezamiento como fórmula de recauda-ción más favorable a los súbditos.

Todo ello tendría una misión clave: el descargo del ánima de la reina, en-

tendido —obviamente— como un elemento de articulación política entre rey y reino. Por tal motivo en el testamento de Isabel I aparece repetidamente un enorme interés en satisfacer todas sus deudas. Esto tendría repercusiones in-mediatas en la organización hacendística de Castilla ya que se procedió al nombramiento de Ochoa de Landa como tesorero de «descargos». A estos efectos se habrían de dedicar más de cinco millones de maravedís procedentes de oro de las Indias26. Y no sería el único medio para llevar dinero a tales ob-jetivos si consideramos que Iñigo de Buitrago —en nombre de Landa— habría de cobrar diversas partidas procedentes de rentas ordinarias de la zona de Écija27. En nuestra opinión, aquí tendríamos un elemento de inestabilidad

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24 En este punto seguimos TORRE Y DEL CERRO, A. de la: Testamentaría de Isabel la Católi-ca. Madrid, 1974, pp. 61 y ss. También se hace referencia al asunto en AZCONA, T. de: Isabel la Católica. Estudio crítico de su vida y su reinado. Madrid, 1993, pp. 946 y ss.

25 De hecho, en 1503 se llevó a cabo una operación de amortización de juros por un coste to-tal de 11.238.984 maravedís. CARRETERO ZAMORA, J. M.; ALONSO GARCÍA, D: Hacienda y negocio financiero en tiempos de Isabel la Católica. El Libro de Hacienda de 1503. Madrid, 2003, p. 3.

26 A(rchivo) G(eneral) de S(imancas), C(ontaduría) M(ayor) de C(uentas), 1ª ép., leg. 266. Sobre la actividad de Ochoa de Landa como tesorero de la casa de la reina Juana, ARAM, B.: La reina Juana..., pp. 218 y 238-239.

27 AGS, CMC, 1ª ep., leg. 148.

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hacendística en tanto que una parte muy importante de las rentas ordinarias no pasarían por el tesorero general; por ejemplo, Landa fue el encargado de pagar a doña Leonor Chacón —dama de Isabel I- 47.000 maravedís «que le fueron librados para su casamiento por mandado de su alteza en el partido de las yerbas del Campo de Calatrava el año pasado de quinientos e çinco»28. Además, no sólo se creó la figura del tesorero de descargos sino que también se puso en marcha una «audiencia de descargos» con capacidad para entender en pleitos tocantes a tales efectos29.

Y a partir de este hecho se articuló un argumento justificativo que aumentaba las posibilidades de cobro de libranzas o situados: la salvación eterna de la reina, según lo dictado por su testamento. Así, a doña Leonor Chacón se le libraron los 47.000 maravedís a pesar de la quiebra de los arrendadores «por descargo de la conciencia de su alteza»30. Con ello, aun en épocas de dificultades, se estableció un recurso superior —el alma de la difunta reina— que sería utilizado por diferentes personajes. Tal fue el caso de una libranza de 1.150.000 del Duque de Villahermosa sobre rentas granadinas tomadas por el Conde de Tendilla para el sustento de tropas y avituallamientos de Granada31. La cuestión —al igual que los problemas para ver satisfechas las libranzas— se perpetuaría a lo largo de varias décadas: Carlos V, en 1524, dio orden a sus contadores para que librasen 250.000 maravedís a doña Inés Vanegas «por ser cosa de descargo de su alteza que aya santa gloria y que justamente se devía pagar» 32.

La inestabilidad política que se impuso a partir del fallecimiento de la reina también tendría un reflejo nítido en las estructuras de gobierno hacendístico. Incluso más, en nuestra opinión, éste fue uno de los campos en los que mejor se pudo apreciar el clima que se vivía en Castilla. Como es bien sabido, la Contaduría Mayor de Hacienda se componía de dos contadores. En 1503 habían fallecido los dos Contadores Mayores (don Juan Chacón y Gutierre de Cárdenas), mientras que uno de sus sustitutos —don Álvaro de Portugal— tuvo una presencia efímera. Así, los sucesores directos de Chacón y Cárdenas fueron Antonio de Fonseca y Juan Velázquez de Cuellar, ambos testamenta-rios de Isabel I33. Pero a ellos habría de unirse don Juan Manuel, de modo que la Contaduría Mayor de Hacienda mantuvo hasta tres contadores mayores entre 1505 y 1507.

El primero de ellos —Antonio de Fonseca, señor de Coca y Alaejos— po-seía un perfil político que incluía embajadas en Flandes (1499) y, con poste-rioridad, fue uno de los dirigentes militares en las campañas de Navarra34. Sus ————

28 AGS, E(scribanía) M(ayor) de R(entas), leg. 102. 29 AGS, Estado, leg. 12, fol. 221. 30 AGS, EMR, leg. 102. 31 AGS, EMR, leg. 104-2. 32 AGS, EMR, leg. 153. 33 TORRE Y DEL CERRO, A. de la: Testamentaría..., p. 85. 34 Sobre Antonio de Fonseca, ESPEJO, C.: «Antonio de Fonseca y de Ayala, señor de Coca y

Alaejos, contador mayor de Hacienda», en Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayun-

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oficios fueron muy numerosos, incluyendo una venticuatría, el alguacilazgo y la alcaidía de los alcázares de Jaén, lo cual le permitió encabezar uno de los bandos de dicha ciudad35. La primera mitad de 1505 no fue sencilla para Fon-seca ya que, ante la llegada de don Juan Manuel, fue alejado del gobierno de la hacienda hasta agosto, mes en el que comenzó a rumorearse su vuelta a la Contaduría36. De hecho, todo el linaje de los Fonseca —con su hermano a la cabeza— se vería perseguido por el bando felipista37. Estos datos demostrarí-an la estrecha vinculación entre Fonseca y los seguidores de Fernando el Ca-tólico, lo cual se confirmaría con la presencia de García de Mújica como su teniente de contador entre 1504 y 150638 ya que éste último, a decir de Zuri-ta, mostraba una gran «afición» al servicio del rey católico. Además, en esta contaduría también se integraría Cristóbal Suárez, quien —además—, desde principios de siglo ocupaba el cargo de escribano de Cámara y Consejo39. Desde esta posición comenzaría a dar fe de las obligaciones a guardas en 150440 y, un años después, pasaría a firmar cédulas como «escribano de Cá-mara de la Reyna nuestra señora y de la audiencia de sus contadores mayores […] por mandado del señor rey su padre administrador e gobernador destos sus reynos»41. Además, Fonseca fue uno de los apoyos con los que contaron los marqueses de Moya en su pugna contra don Juan Manuel por el control de la fortaleza de Segovia42.

Sin embargo, este hecho no evitaría un contacto entre Antonio de Fonseca y Felipe I cuando éste último intentó atraérselo a su órbita hacia marzo de 1505:

«Antonio de Fonseca: el Reverendo in Christo Padre obispo de Palencia

nos ha significado por parte vuestra la buena voluntad que tenéis para ser-virnos [Felipe I], lo cual vos harto agradecemos y tenemos en servicio, é se-rémos servidos que en ello perseveréis […]»43

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tamiento de Madrid, nº 31 (julio, 1931), pp. 297-302; MARTÍNEZ MILLÁN, J.: La Corte..., vol. III, p. 138; ALONSO GARCÍA, D.: Fisco, poder..., vol. II, pp. 208-219.

35 PORRAS ARBOLEDA, P.: La ciudad de Jaén y la Revolución de las Comunidades de Castilla (1500-1523), Jaén, 1993.

36 SZMOLKA, J.: Epistolario... vol. II, p. 784. 37 PÉREZ BUSTAMANTE, R; CALDERÓN ORTEGA, J. M.: Felipe I..., esp. 225-250; MARTÍNEZ

MILLÁN, J. (Dir.): La Corte..., vol. III, p. 138. 38 AGS, EMR, leg. 96, fol. 169. Mújica también era consejero de Castilla y escribano mayor

de rentas de Quesada. AGS, EMR, leg. 102 y 107 (s. f.); GAN JIMÉNEZ, P.: «El Consejo Real de Castilla. Tablas Cronológicas (1499-1558)», en Crónica Nova, nº 4-5 (1969), p. 29. Sobre Cristóbal Suárez, MARTÍNEZ MILLÁN, J. (Dir.): La Corte..., vol. III, pp. 401-402; ALONSO GAR-CÍA, D.: Fisco, poder…, esp. 212 y ss.

39 AGS, EMR, leg. 97, fol 76 y leg. 118 (s.f.); GAN GIMÉNEZ, P.: «El Consejo...», pp. 47 y ss. 40 AGS, EMR, leg. 96, fol. 39. 41 A(rchivo) M(unicipal) de M(álaga), LC, T. III, fol. 29v-30v. 42 ASENJO, M.: Segovia..., p. 535. 43 CODOIN. vol. VIII, p. 288.

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En general, por tanto, todo apunta a que Antonio de Fonseca se mantuvo fiel al rey católico. Sin embargo, acaso de modo sorprendente, esta contaduría no sólo incluía a fervientes servidores de Fernando el Católico sino que tam-bién mantuvo contactos con agentes claramente orientados al mundo flamen-co. Bajo su amparo se llegarían a situar los hermanos Argüello. Alonso de Argüello, además de secretario regio44, fue nombrado oficial en la contaduría de Alonso de Fonseca en 150545. Pocos años después también ocuparía el oficio de contador de la princesa Margarita46, lo que asimismo le valdría que el grupo flamenco solicitase a Fernando el Católico hacia 1509 que «le quiera hauer recomendado según Madama [Margarita] lo ha escrito a su católica majestad […]». El gobernador del reino no tendría inconveniente alguno en aceptar dicha proposición47. Asimismo, sus contactos con el mundo flamenco servirían para que, en 1513, Argüello girará diversos cambios a Flandes a par-tir de Diego Flores, tesorero de la infanta en Flandes48. Curiosamente, entre 1508 y 1510 encontramos como tesorero de las alcabalas de Ávila a Alonso Flores, criado de Antonio de Fonseca49. A éstas actividades se añadiría la pre-sencia de Rodrigo de Argüello —vecino de Valladolid— como obligado a guardas a partir de 1512 con unas cuantías que oscilaron entre los 2.800.000 de maravedís y los seis millones50. Posteriormente, en 1512, encontramos al mismo individuo desempeñando tareas de oficial del sueldo51. Años antes, a partir de 1506, Argüello se hizo cargo de diferentes receptorías de rentas en-cabezadas en la zona de Córdoba52.

La contaduría de Juan Velázquez de Cuéllar tendría una diferente orienta-ción. En principio, su consolidación vendría a partir de 1508-1510, ya que en los años anteriores hemos detectado una menor presencia activa de oficiales en relación a los otros dos grupos. Pero esto no significa que no poseyese capaci-dad alguna. Velázquez de Cuéllar se caracterizó por ocupar la posición de gran magnate de Arévalo —donde estaba al cargo de la fortaleza— y en la zona de Soria; su carrera política se fraguó a la sombra de su padre —Gutierre Veláz-quez— y en relación a la casa del príncipe Juan y la princesa Juana. De ahí que fuera el encargado de llevar el cuerpo del príncipe a Ávila53. En 1506 también recibió el encargo de Felipe el Hermoso de «cuidar» al infante don

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44 ESCUDERO, J. A.: Los secretarios de Estado y del Despacho. Madrid, 1969, t. III, p. 704. 45 AGS, EMR, N(óminas) de C(orte), leg. 1-1, fol. 248 46 MENESES GARCÍA, E.: Correspondencia del conde de Tendilla. Madrid, 1973, vol. I, p. 605. 47 AGS, P(atronato) R(eal), leg. 56, fol. 43. 48 AGS, Estado, leg. 1-2, fol. 409. 49 AGS, EMR, leg. 114. ALONSO GARCÍA, D.: Fisco, poder..., vol. I, p. 218. 50 ALONSO GARCÍA, D.: Fisco, poder..., vol. I, pp. 159 y ss. 51 AGS, EMR, leg. 133. 52 ALONSO GARCÍA, D.: Fisco, poder..., vol. II, pp. 954, 958, 964. 53 YARZA LUARCES, J.: «Política artística de Fernando el Católico», en BELENGUER CEBRIÁ,

E.: De la unión de Coronas al Imperio de Carlos V. Madrid, 2001, vol. III, p. 22.

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Fernando54. Este dato demostraría la confianza que obtuvo del Archiduque, hecho que se vería ratificado por su permanencia como contador en 150555. En 1502 fue nombrado contador mayor de la princesa Juana, lo que le sería un verdadero trampolín para lograr el salto a la Contaduría Mayor de Hacienda en 150456. Asimismo, a lo largo de su trayectoria también se deben destacar sus vínculos clientelares con el Almirante de Castilla, quien no dudó en erigirse en su paladín tras los problemas para mantener el control de Arévalo con el envío por parte de Cisneros de un corregidor en 151657. En su órbita, no obstante, también se integraron ilustres «fernandinos» como el mismísimo Francisco de Vargas, quien obtuvo el cargo de teniente de contador a principios de siglo, gracias a lo cual pudo representar a Velázquez de Cuéllar en una postura sobre rentas de Ágreda58. Tras el nombramiento de Vargas como tesorero general, el cargo de teniente de contador recayó en Ortún Velasco. Asimismo, en 1505 llegaría a la contaduría Antonio de Arévalo como oficial de rentas, cuestión que se debe relacionar con la delegación por parte del contador mayor de ciertas libranzas en Pedro de Arévalo —vecino de Arévalo— en 1507 y 1515 cuyo objetivo último eran las obras de la fortaleza de dicha ciudad59.

El tercero de los contadores mayores, don Juan Manuel, fue el más defini-do desde un punto de vista político. No en vano, don Juan Manuel supone el referente «felipista» más importante, hasta el grado de ser tratado como ver-dadero privado de Felipe I60. De ahí que en el grupo se integrasen como ofi-ciales Jacques de Luxemburgo y el señor de Viere —mayordomo de Felipe I61. Esta contaduría se caracterizó por poseer dos lugartenientes a lo largo del período analizado; así, encontramos en dicho cargo al célebre Juan López de Palacio Rubios62 y al consejero Francisco de Ávila63. En esta contaduría tam-

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54 «Yo enbié a decir a vuestra alteza con el duque de Alua repuesta de lo que me enbió a decir con don Juan Manuel çerca del infante my hijo, por tanto no conviene más decir de hazer saber a vuestra alteza como yo enbío a Juan Velázquez para que traya al infante hazia acá por-que más presto le veamos la reyna y yo […]». RAH, SyC, A-12, fol. 64r.

55 CODOIN. vol. VIII, p. 148; MARTÍNEZ MILLÁN, J. (Dir.): La Corte..., vol. III, p. 461. 56 Sobre este personaje, DIAGO HERNANDO, M.: «Los Velázquez de Cuéllar, tenentes de

Arévalo, en el horizonte político a fines de la Edad Media», en Cuadernos Abulenses, nº 16 (1991), pp. 11-40. MARTÍNEZ MILLÁN, J. (Dir.): La Corte..., vol. III, pp. 460-461.

57 GARCÍA ORO, J.: El Cardenal Cisneros. Vida y empresas. Madrid, 1992, vol. I, p. 430. 58 AGS, EMR, leg. 100-1. Sobre Francisco de Vargas, CARLOS MORALES, C. J. de: Carlos V

y el crédito de Castilla. El tesorero general Francisco de Vargas y la Hacienda Real entre 1516 y 1524. Madrid, 2000.

59 ALONSO GARCÍA, D.: Fisco, poder..., vol. I, p. 222. 60 Sobre este personaje, quien posteriormente sería nombrado embajador en Roma y Con-

sejero de Estado, MARTÍNEZ MILLÁN, J. (Dir.): La Corte..., vol. III, pp. 264-269. 61 CODOIN. vol. VIII, p. 148 62 AGS, EMR, NC, leg. 1-1, fol. 285. Este consejero también intervenía en la «audiencia de

descargos» a la que hemos hecho referencia. AGS, Estado, Leg. 12, f. 221. Sobre Palacio Ru-bios, BULLÓN Y FERNÁNDEZ, E.: El doctor Palacio Rubios y sus obras. Madrid, 1927; MARTÍNEZ MILLÁN, J. (Dir.): La Corte..., vol, III, pp. 247-250.

63 Ibídem.

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bién entró Pedro de Laguna (oficial de rentas entre 1506-150764), que en 1501 ya había obtenido el oficio de teniente de escribano mayor de rentas al mismo tiempo que se encargaba del cobro de derechos de encabezamiento65. Dichas ocupaciones fueron el complemento perfecto a su principal cargo: canciller del Archiduque, posición que le serviría para registrar cédulas de diversos organis-mos66. Finalmente, el grupo —también— incluía a Martín Sánchez de Araiz como contador de relaciones67 y al escribano García de Corbalán, cuya firma serviría para rubricar diferentes cédulas de Felipe I y Juana de Castilla68.

La consecuencia de aquel orden político (junto a las dificultades de índole económica, la conflictividad social y los retrasos que se acumulaban sobre la hacienda desde finales del siglo XV) fue la gran cantidad de quiebras o impa-gos a los que se asistió en aquellos momentos. No faltan ejemplos; en 1507 y 1508 se asistió a una quiebra de las rentas de Alcalá de Henares ante la ausen-cia de fianzas por parte de los arrendadores69. En la zona de Santiago de Compostela se desarrollaron numerosas suspensiones que llegarían a los 42 millones de maravedís de rentas70. En Alcudia y la Serena se procedió nuevos arrendamientos ante la quiebra que sacudió a Alonso Sánchez, el primigenio arrendatario. El testimonio que acompañó a la operación no deja de transmi-tir ciertos dramatismo:

«que él perdió en la dicha renta el dicho año pasado mucha quantía de

maravedís, e por la dicha pérdida el vendió la fiança que avía dado en la di-cha renta, e a esta cabsa él se ovo absentado destos mys reynos»71

En otras ocasiones, los arrendadores fueron hechos prisioneros, con la

consiguiente paralización de los mecanismos hacendísticos. Éste fue el caso de Juan de Aguirre, arrendador de las herrerías de Vizcaya72, mientras que dife-rentes financieros de la zona de Córdoba se vieron directamente implicados en las alteraciones inquisitoriales en las que se vio inmersa la ciudad73.

A todo ello hay que sumar la confusión administrativa; como en otros ámbi-tos de la administración, la proliferación de contadores posibilitó una duplici-dad administrativa sobre el territorio. Así, al mismo tiempo que García de Cor-

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64 AGS, EMR, leg. 549-1. 65 AGS, E(xpedientes) de H(acienda), leg. 709, nº 11. 66 COOPER, E.: Castillos señoriales de Castilla en los siglos XV y XVI. Madrid, 1980, vol. II,

pp. 967-974 y 986 y ss. 67 AGS, D(iversos) de C(astilla), libro 3, fol. 53. 68 AMM, LC, T. III, fol. 41r. 69 AGS, EMR, leg. 110. Ampliamos la cuestión en Fisco, poder..., I, pp. 345-360. 70 AGS, EMR, leg. 104-2. 71 AGS, EMR, leg. 100-1. 72 AGS, EMR, leg. 104-1. 73 Vid YUN CASALILLA, B.: Crisis de subsistencias y conflictividad social en Córdoba a princi-

pios del siglo XVI. Córdoba, 1980.

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balán —escribano en la contaduría de don Juan Manuel— firmaba cédulas ex-pedidas por orden de Felipe I, Bartolomé Ruiz de Castañeda —secretario de Fernando el Católico— recibió la orden de despachar cédulas con las corres-pondientes receptorías «como quiera que no van firmadas de los ofiçiales de la Contaduría quede la rasón dellas en los libros»74. La consecuencia lógica de esta situación fue la confusión que se instaló en una hacienda donde no se sabía a ciencia cierta a quién se estaba sirviendo o a quien se estaba pagando. De hecho, el propio Fernando dicto la siguiente cédula a principios de 1505:

«Sepades que por el dicho Alonso de Morales, mi tesorero, me es fecha

relación que en algunas partes destos mys Reynos se le pone algund impe-dimento en la paga de los dichos maravedís que asy fa de aver en la manera que dicha es, en que en la cobrança dellos no se pone aquel recabdo e dili-gencia que a my seruiçio cumple»75

Significativamente, en la cédula se aludía a que estos maravedís eran

imprescindibles para «el descargo del ánima de la reyna mi señora», de modo que Fernando el Católico vendría a situarse como valedor de lo más impor-tante: la salvación de su difunta esposa. Esta cédula venía a completar la or-den directa dada por Fernando el Católico el 24 de enero de ese mismo año para que Morales se encargara de cobrar 85 cuentos de maravedís para el sostenimiento de las guardas de Castilla —esto es, el crédito ordinario que servía para financiar ejércitos, casas reales, embajadas, etc76. El problema no era otro que, al mismo tiempo, Felipe I también ordenaba a su tesorero Nuño de Gumiel que dispensara libramientos77. En este sentido, debemos observar que la duplicidad administrativa también se daba en la Tesorería de Castilla ya que cada uno de los pretendientes al trono castellano tuvieron sus propios tesoreros, además del ya citado Ochoa de Landa. Por parte de Fernando el Católico, Alonso de Morales, quien desde su posición de tesorero de lo extra-ordinario entendía en todo lo concerniente al crédito de la corona78. Por otro lado, Nuño de Gumiel, quien desde principios de 1505 vino actuando como tesorero del Felipe I. De hecho, su pertenencia al grupo flamenco se vio re-forzada por vínculos familiares que le unían a la contaduría de don Juan Ma-nuel; así, su cuñado y factor Alejo Ruiz —vecino de Granada— intervino co-mo fiador de Pedro de Laguna (como receptor de las penas de cámara en Granada) con acuerdo explícito de que cada uno habría de asumir las pérdi-das del otro79. De este modo, se puede apreciar que alguno de los oficiales de

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74 AGS, C(onsejo) R(eal), leg. 757, nº 1. 75 AGS, R(egistro) G(eneral) del S(ello), 3 de enero de 1505. 76 AGS, EMR, leg. 103. 77 CODOIN. vol. VIII, p. 276. 78 ANDRÉS DÍAZ, R. de: El último decenio del reinado de Isabel I a través de la tesorería de

Alonso de Morales (1495-1504). Madrid, Universidad Complutense, 1998 (tesis doctoral inédita). 79 ALONSO GARCÍA, D.: Fisco, poder..., vol. I, p. 225.

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la contaduría de don Juan Manuel también intervinieron en actividades de recaudación; en relación con ello, el 15 de octubre de 1506 Pedro de Laguna y Sánchez de Araiz recibieron carta de don Juan Manuel y «Mosen de Villa» para que se hicieran cargo del almojarifazgo de pescado salado ante la ausen-cia de arrendadores80.

Como resulta obvio, los vaivenes en los que se vieron inmersas las institu-ciones del rey también se reprodujeron en movimientos muy acusados en el nombramiento de arrendadores y receptores, los cuales, asimismo, guardaban una estrecha relación con el grupo que los nombraba. En 1505 buena parte de los receptores fueron nombrados por Alonso de Morales en virtud de los ade-lantos para las guardas. Los nombramientos fueron los siguientes81:

RECEPTOR PARTIDOS

Álvarez de Madrid, Alonso Uceda, Yepes, Talavera, Campo de Calatrava, Zorita Arias, Gonzalo Lerena, Juan de

Carrión, Saldaña, Tordesillas, Villarejo de Fuente, Villanueva de Santa Cruz, Cuenca y Huete, Sala-manca

Bobadilla, Francisco de Sierras de Sevilla, Condado de Niebla, Jerez de la Frontera

Castillo, Alonso del Burgos, Candemuño, Villadiego, Burueva, Miranda, Olmillos, Valderrama, Pernia, Castrojeriz, Segovia, Rioja, Campoo

Encinas, Pedro de Arévalo, Madrigal Enciso, Rodrigo de Marquesado de Villena, Provincia de Castilla, enca-

bezado de Murcia, Toledo Figueroa, Juan de Maderuelos, Cerrato, Astorga, León, Señoríos de

Plasencia, Cangas y Tineo, Peñaranda, Monzón, Lugares de Hernán Álvarez, Campos, Provincia de León, Señoríos de Plasencia, Alcántara, Valladolid, Toro, Valdeguareña, Villaumbrales

Guillamás, Fernando de Maderuelo de Ávila, Ávila Núñez de Madrid, Alonso Adelantamiento de Cazorla Rúa, Pedro de la Zamora Sánchez de Montiel, Alonso Término Realengo, Baeza, Rambla Vitoria, Juan de Alcaraz Vozmediano, Alonso de Vozmediano, Juan de

Calatrava del Andalucía, Andujar, Bédmar, Madrid

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80 AGS, DC, leg. 3. f. 53. 81 FUENTE: AGS, EMR, leg. 103.

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Ortún Velasco, en cambio, se haría cargo de la receptoría de encabezado de Trujillo82. Para el resto de partidos —con la figura del financiero Pedro de Santa Cruz a la cabeza— desconocemos qué tesorero efectuó el nombramien-to, si bien hay casos en los que aparece claramente la sombra de Morales. Así sucedió en Gualajara, donde apareció como receptor su cuñado Diego Ortiz de Urbina.

Sin embargo, los movimientos más intensos se produjeron en relación a dos de los financieros más activos del momento: los toledanos Alonso de la Torre y Diego de la Fuente. El primero de ellos fue el individuo que más vo-lumen de negocios hacendísticos acumuló en 1503, lo cual le valdría el con-trol de un importante número de receptorías de encabezado a lo largo y an-cho de Castilla83. Sin embargo, en 1505 no pudo hacer frente a sus compromisos con las obligaciones a guardas, motivo por el cual se le rasgaron las receptorías que pasarían a Bobadilla, Álvarez de Madrid y Sánchez de Montiel84. A Diego de la Fuente, por su parte, también se le rasgaron diversas receptorías, si bien en este caso todo apunta a que fue por el amparo que re-cibió de Felipe I a partir del conde de Tendilla. Y ello a pesar de que Juan de la Fuente —hermano y socio de Diego— figuraba en el testamento de Alonso de Morales85.

Este caso constituye un magnífico ejemplo del comportamiento «pragmáti-co» que adoptaron buena parte de los integrantes del mundo financiero caste-llano. Como en el caso de la Contaduría de Hacienda, más allá del servicio a cada uno de los pretendientes, no se aprecia una diferenciación nítida de fi-nancieros ligados unívocamente a uno de los bandos. En 1506 fue el propio Nuño de Gumiel, quien pasó a encargarse directa o indirectamente de buena parte de las receptorías del reino86. Francisco de Bobadilla fue un buen ejem-plo de este comportamiento: si en 1502 se le identificaba como «criado» de Alonso de Morales87, en 1506 recibió las receptorías ubicadas en Sevilla o en sus cercanías por parte de Nuño de Gumiel88. Caso análogo al de Alonso Sán-chez de Montiel, quien también desempeñaría oficios como factor del tesore-ro del Archiduque89. Otro caso paradigmático fue Juan de Figueroa; sus nego-————

82 ALONSO GARCÍA, D.: Fisco, poder..., vol. II, pp. 850-852. 83 CARRETERO ZAMORA, J. M.; ALONSO GARCÍA, D.: Hacienda y negocio financiero... 84 AGS, EMR, leg. 103. 85 ALONSO GARCÍA, D.: «Entre Granada y Castilla. La familia Fuente y la hacienda real a

comienzos de la Edad Moderna», en Investigaciones Históricas (en prensa). 86 Concretamente, Burgos, Campoo, Candemuño, Castrojeriz, Cerrato, Pernia, Villadiego,

Aranda del Duero, Logroño, Santo Domingo de Silos, Sigüenza, Ávila, Peñaranda, Astorga, León, Cangas, Lugo, Mondoñedo, Orense, Santiago, Toledo, Alcaraz, Cuenca, Marquesado de Villena, Villarejo de Fuentes, Plasencia, Alcántara, Calatrava del Andalucía, Campo de Calatra-va, Zorita, Condado de Niebla, Jerez de la Frontera, rentas encabezadas de Sevilla, señoríos y sierras de Sevilla, Beza, Murcia y Cartagena. ALONSO GARCÍA, D.: Fisco, poder..., vol. II.

87 BZ, Altamira, 14, D. 124. 88 ALONSO GARCÍA, d.: Fisco, poder..., vol. II. 89 AGS, EMR, leg. 113.

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cios anteriores al fallecimiento de Isabel I le habían encumbrado como uno de los financieros más destacados del reino; de hecho, en 1504 llegó a prestar 4.900.000 maravedís para la despensa de la reina. Aquel dinero fue recibido por Cristóbal Suárez, importante agente de Fernando el Católico90. Y, sin embargo, no hubo reparo alguno para que fuera el encargado de dirigir una operación de venta de juros por valor de 500.000 maravedís a un interés del 7,14% por orden de Felipe I. Por cierto, uno de los beneficiarios de aquella operación fue Alonso de Argüello, oficial del eminente fernandino Antonio de Fonseca91. Lo mismo cabe señalar de la gran banca genovesa, capaz de prestar a unos y a otros: así, Agustín Italiano no dudó en prestar 5.000 ducados al Archiduque durante los primeros meses de 150692. También los Vivaldo y los Grimaldo entrarían en esta suerte de contactos con el joven monarca flamen-co93. Y, sin embargo, todos estos apellidos serían habituales en la constante contratación de deuda flotante que efectuaría Francisco de Vargas como teso-rero de Fernando el Católico, tanto antes como después del período sobre el que venimos apuntado estos datos94. En definitiva, entendemos que aquellos años se movieron en términos de extraordinaria confusión e inestabilidad tanto en lo referente a la administración hacendística como al devenir de la recaudación. Por debajo del servicio de los contadores mayores a cada uno de los pretendientes al trono, las contadurías escondían estructuras complejas que permitieron actuaciones diversas y mucho más reversibles de lo que ca-bría inferir en un primer momento (a excepción de don Juan Manuel). La cuestión habría de tener profundas consecuencias en años venideros.

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90 AGS, EMR, leg. 96, f. 39. Apuntamos algunos datos sobre Juan de Figueroa en «La cons-titución de lo ordinario en el sistema fiscal de la Monarquía. Una o dos ideas», en Studia Histo-rica. Historia Moderna, nº 21 (1999), pp. 117-152.

91 ALONSO GARCÍA, D.: Fisco, poder..., vol. I, p. 117. 92 AGS, C(ámara) de C(astilla), L(ibro) de C(édulas), libro 12, f. 21v. 93 ALONSO GARCÍA, D.: Fisco, poder..., I, p. 357. 94 Sobre la banca genovesa a principios del siglo XVI remitimos a OTTE, E.: «Il ruolo dei

genovesi nella Spagna del XV e XVI secolo», en MADDALENA, A. de; KELLENBENZ, H.: La re-pubblica internazionale del denaro tra XV e XVII secolo. Bologna, 1986, pp. 17-56; IGUAL LUIS, D.; NAVARRO, G.: «Los genoveses en España en el tránsito del siglo XV al siglo XVI», en Histo-ria. Instituciones. Documentos, nº 24 (1997), pp. 261-332.