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EDICION ESPECIAL con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo La Revolución de Mayo y el cambio de amo Con motivo de conmemorar- se el Bicentenario de la Revo- lución de Mayo, los Centros Cí- vicos Patrióticos y Patria Ar- gentina ofrecen a sus lectores la presente Edición Especial dedi- cada a contribuir mínimamente al verdadero esclarecimiento de tan significativo acontecimiento de la Historia Argentina. En po- cas páginas no se puede reemplazar a lo que debería ser objeto de un estudio sistemático. Frente a la exu- berante abundancia de publicaciones que han aparecido en los dos últimos meses sobre este te- ma, provenientes tanto de las usinas del Sistema o Régi- men de dominación (el “establishment” liberal), cuanto de las cuevas del mar- xismo-progresismo para-guber- namental (Kirchnerismo y opo- siciones populistas), no podemos mantenernos indiferentes ante tanta falsificación y charlatane- ría populista y distorsionadora. Por lo menos, aunque nuestra presencia cuantitativa es insigni- ficante - respecto al amplio uni- verso de los medios - pretende- mos recordar, ayudar a pensar y a esclarecer a aquellos pocos que nos lean, para que a su vez mul- tipliquen nuestro esfuerzo entre sus familiares, hijos, nietos, ami- gos, compañeros, conocidos, etc., sin falsas y estúpidas timideces, de tal modo que se pueda decir de que por lo menos existe ape- nas un puñado de argentinos que resiste, que conoce la verdad, y que no puede ser contado como parte de esa masa anónima, ge- latinosa y despreciable, que dia- riamente es “imbecilizada” a tra- vés de los medios de comunica- ción y que vive en un mundo vir- tual, fabricado sobre la mentira. Para ese fin, reproducimos parcialmente cuatro trabajos de- bidamente documentados e inte- rrelacionados, tres de ellos muy poco conocidos, de distintos au- tores y fuentes que – a nuestro criterio y dentro de las limita- ciones que nos impone la caren- cia de suficientes recursos eco- nómicos- interpretan acabada- mente y con mayor aproxima- ción lo que realmente ocurrió en las jornadas de mayo de 1810. Al lector le resta la tarea de for- mular las interrelaciones de los hechos, de las causas y efectos, de las consecuencias políticas fa- vorables y negativas, y así arri- bar a sus propias conclusiones y al correspondiente juicio crítico respecto a lo que creía conocer. Obviamente, la verdadera his- toria no se puede desconectar del actual proceso de disolución na- cional y de la imperiosa necesi- dad de impedir que ella se con- sume, aunque presumimos que nos encontramos en la etapa fi- nal. A pesar de que no somos escucha- dos, es necesario reiterar que en el pa- ís se está desarro- llando, desde hace largo tiempo, la sen- tencia de George Orwell, autor de la obra 1984 – muy mencionada, muy poco leída y mucho menos entendida - respecto a la “his- toria” que señala: “quien controla el presente, controla el pasado; quien controla el pa- sado controla el futuro”. Con ello se quiere señalar que no podemos entender lo que ocu- rrirá en el futuro, a menos que entendamos lo que “realmente” sucedió en el pasado. ¡Gloria y honor eterno a los patriotas que quisieron fundar una Nación verdaderamente libre e independiente de cual- quier dominación extranjera y/o ideológica y/o financiera ajenos a nuestra tradición e idiosincracia! Santiago Roque Alonso Director El mito de las masas como actoras decisivas del 25 de mayo

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EDICION ESPECIAL con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo

La Revolución de Mayo y el cambio de amo

Con motivo de conmemorar-se el Bicentenario de la Revo-lución de Mayo, los Centros Cí-vicos Patrióticos y Patria Ar-gentina ofrecen a sus lectores lapresente Edición Especial dedi-cada a contribuir mínimamenteal verdadero esclarecimiento detan significativo acontecimientode la Historia Argentina. En po-cas páginas no sepuede reemplazar alo que debería serobjeto de un estudiosistemático.

Frente a la exu-berante abundanciade publicacionesque han aparecidoen los dos últimosmeses sobre este te-ma, provenientestanto de las usinasdel Sistema o Régi-men de dominación(el “establishment”liberal), cuanto delas cuevas del mar-xismo-progresismo para-guber-namental (Kirchnerismo y opo-siciones populistas), no podemosmantenernos indiferentes antetanta falsificación y charlatane-ría populista y distorsionadora.Por lo menos, aunque nuestrapresencia cuantitativa es insigni-ficante - respecto al amplio uni-verso de los medios - pretende-mos recordar, ayudar a pensar ya esclarecer a aquellos pocos quenos lean, para que a su vez mul-tipliquen nuestro esfuerzo entresus familiares, hijos, nietos, ami-gos, compañeros, conocidos, etc.,sin falsas y estúpidas timideces,de tal modo que se pueda decir

de que por lo menos existe ape-nas un puñado de argentinos queresiste, que conoce la verdad, yque no puede ser contado comoparte de esa masa anónima, ge-latinosa y despreciable, que dia-riamente es “imbecilizada” a tra-vés de los medios de comunica-ción y que vive en un mundo vir-tual, fabricado sobre la mentira.

Para ese fin, reproducimosparcialmente cuatro trabajos de-bidamente documentados e inte-rrelacionados, tres de ellos muypoco conocidos, de distintos au-tores y fuentes que – a nuestrocriterio y dentro de las limita-ciones que nos impone la caren-cia de suficientes recursos eco-nómicos- interpretan acabada-mente y con mayor aproxima-ción lo que realmente ocurrió enlas jornadas de mayo de 1810.Al lector le resta la tarea de for-mular las interrelaciones de loshechos, de las causas y efectos,de las consecuencias políticas fa-vorables y negativas, y así arri-

bar a sus propias conclusiones yal correspondiente juicio críticorespecto a lo que creía conocer.

Obviamente, la verdadera his-toria no se puede desconectar delactual proceso de disolución na-cional y de la imperiosa necesi-dad de impedir que ella se con-sume, aunque presumimos quenos encontramos en la etapa fi-

nal.A pesar de que

no somos escucha-dos, es necesarioreiterar que en el pa-ís se está desarro-llando, desde hacelargo tiempo, la sen-tencia de GeorgeOrwell, autor de laobra 1984 – muymencionada, muypoco leída y muchomenos entendida -respecto a la “his-toria” que señala:“quien controla elpresente, controla

el pasado; quien controla el pa-sado controla el futuro”.

Con ello se quiere señalar queno podemos entender lo que ocu-rrirá en el futuro, a menos queentendamos lo que “realmente”sucedió en el pasado.

¡Gloria y honor eterno a lospatriotas que quisieron fundaruna Nación verdaderamentelibre e independiente de cual-quier dominación extranjeray/o ideológica y/o financieraajenos a nuestra tradición eidiosincracia!

Santiago Roque AlonsoDirector

El mito de las masas como actoras decisivas del 25 de mayo

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EDICION ESPECIAL con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo

El Ejército Argentino en la Revolución de MayoSu función política

Por el Dr. Carlos Alberto Schiuma

Reproducción parcial de la mencionada obra; Editorial Huemul; Buenos Aires; 1976

Remarcar la crisis política en que sede bate el país hace mucho tiempo no se-ría agregar nada nuevo.

Se suele señalar el año 1930 como elco mienzo de la crisis, pero el 30 no sig-nifica más que la primera intervenciónmilitar del siglo en la política.

La crisis tiene existencia anterior, vie-ne de más lejos. Para tomar un ejemploen ese largo camino nos bastaría comen-tar el de bate público que se suscitó en1900 alrede dor de la indiferencia de losjóvenes por la vida cívica. Y así CarlosPellegrini decía desde El País:

"¿Dónde está la juventud que ocu-pará en días próximos los coman dossuperiores? Se pasea en torno la mi -rada ansiosa y no se ve una sola fren-te que sobresalga. Niveladas todas lascabezas, parecen un inmenso rebañode seres ino fensivos; sin anhelos, sinpasiones, sin amores y sin odios, sin es-peranzas ni aspi raciones. Si por acasohay aspiraciones o deseos, no se tra-ducen ni en esfuerzos ni en luchas, puesseducida por la molicie y las facilida-des de la vida, ha renunciado a la vic-toria, renunciando al combate. La pren-sa, la tribuna, la reunión política, to-das las escenas en que la juventud pue-de ensayar sus fuerzas y adiestrarlaspara el gran combate están abiertas. Sise ven abandonadas esas pistas por lasnuevas generaciones es porque éstas,sin anhelos y sin aspiraciones, sólo venen los fáciles placeres el objeto de suvida. ¿Y mañana? ¡Tal vez encontre-mos el remedio en naturalizar al ex-tranjero para que se encargue de nues-tros destinos!"

Miguel Cané apoyaba desde La Na-ción los conceptos vertidos por Pellegri-ni, ante la atonía de la juventud, que sehabía estremecido patrióticamente paradefender el honor nacional ante la ame-naza de la guerra con Chile, pero que de-mostraba total desinterés por las cuestio-nes de política interna.

Pero José Luis Murature respondería

en el mismo diario dando la explicacióndel hecho:

"La juventud de hoy" -dijo- "no esni menos activa, ni menos inteligente,ni menos emprendedora que hace cin-cuenta años ...¿Cuáles son las causasde los cargos que se formulan? Una so-la: la enseñanza que las generacionesque se inician han recibido en la escue-la de la experiencia.

Muchos de los que hoy lanzan con-tra la juventud sus dardos más agudos,olvidan que han sido sus maestros, quelas faltas que se le imputan son debidas,en primer término, a ellos mismos... Notiene ideales; es cierto, no puede tener-los, porque ha nacido y se ha desarro-llado en una atmós fera viciada... Si lajuventud de hoy se hu biera desenvueltoen otro medio, latirían en ella impulsostan grandes y tan genero sos como lasque han llenado las mejores épocas delpasado. Si algún reproche hay que ha-cerle no es a ella, sino a los que han si-do sus maestros... Desde los bancos dela escuela, cuando han empezado a pe-netrar confusamente todavía los facto-res de la vida nacional, han visto por to-das partes las codicias culpables y lasrapacidades insa ciables no sólo tolera-das, sino fomentadas, amparadas, re-compensadas con el lauro de la victo-ria". "Los jóvenes han visto en el pro-ceso político y moral de la vida pública,a los hombres de valer intelectual ence -rrarse en la vida privada, dejándolo to-do al imperio de la mediocridad, así co-mo la re presentación nacional libradaa los políti cos profesionales".

Si a esto se suma que a principios desiglo las corrientes filosóficas predomi-nantes en nuestro ambiente eran mate-rialistas, posi tivistas, evolucionistas. Quelas ciencias, sobre todo las experimenta-les, ejercían in fluencia decisiva. Que secombatía a la me tafísica y se repudiabalo sobrenatural, y que un aire racionalis-ta, irreligioso, en friaba los espíritus, sepodrá comprender por qué afirmamos que

nuestra crisis no data del 30, y se podrácomprender quizá muchos de los terri-bles conflictos sociales que estamos re-cogiendo.

Lo que sí es cierto es que desde el 30las intervenciones militares se produje-ron cada vez más frecuentemente.

Por otra parte estas intervenciones seefectuaron para destituir gobiernos surgi -dos del libre juego de los partidos. Peroes de observar también que siempre elinte rregno de los militares ha concluidoinexo rablemente en la partidocracia.

Y así, en este ciclo que parecierainaca bable, no se da respuesta adecuada,solu ción política, a los graves interro-gantes ar gentinos. Ello demuestra porigual el fra caso de los diversos regíme-nes: aristocrá ticos u oligárquicos, demo-cráticos o popu lares, como quiera lla-márseles.

Es que la crisis no es de forma sino defondo. La crisis es de la inteligenciaargen tina, y dentro de ella es notable elequívoco de las palabras y de los con-ceptos que lo confunden todo, agraván-dola. Urge, en consecuencia, ponernos deacuerdo sobre los términos políticos, ta-les como poder, legitimidad, democracia,autoridad, libertad, soberanía, etc., paracomenzar a ponernos en claro. Si no lohacemos, si no llamamos a las cosas porsu nombre, seguiremos observando, ató-nitos, acontecimientos sin explicación, ohechos sin la explicación adecuada. Así:presidentes ungidos por el voto popular,como una expresión de la democracia, serllamados dictadores; generales triunfan-tes ser considerados como representan-tes de la democracia. Derrocados y de-rrocantes sustentar el mismo principio einvocar la Constitución y la soberanía po-pular violadas por réprobos y elegidos,según el caso.

El concepto de democracia es un cla-ro ejemplo. Para salvar el término partede la doctrina habla de otro sentido de lademocracia. Ya no es más una forma degobierno sino una forma de estado, un

Introducción

Suplemento de PATRIA ARGENTINA Nº 266 3

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modo de ser, un estilo de vida, caracteri-zado por: el respeto a la persona huma-na, a su libertad, su dignidad, su igualdadde especie, ante la justicia y ante la ley.Sería aquella forma de estado que realizala convivencia política en la libertad, den-tro del ordenamiento divino y humano.

Quizá esta nueva concepción de la de-mocracia ha nacido como consecuenciadel implícito reconocimiento de que aqué-lla, como forma de gobierno, no ha dadosolución definitiva, según una panacea, alos problemas políticos fundamentales,como soñara el hombre moderno. Lejosde ello, esta forma de gobierno ha vistodesfilar ante sí los mismos desatinos quelas otras, y hasta también hecatombes queno habían sido vistas ni por aquéllas. Yen ello no está lo malo. Lo malo es haberolvidado que no existe forma de gobier-no que nos garantice, por sí sola, la ple-nitud de un orden más o menos justo.

Si la democracia quiere ser entendidaasí, como, una forma de vida, sea. Con-vengamos en ello y ya no habrá más equí-vocos con la forma de gobierno. Pero di-gámoslo y no sigamos confundiendo lostérminos.

Sin embargo no es tan fácil. Este es-tilo de vida podría ser reivindicado tam-bién por las otras dos formas clásicas res-tantes de gobierno, la monarquía y la aris-tocracia, y aun por los regímenes de emer-gencia, como por ejemplo, la dictadura.

En efecto, ese ideal de estilo de vidaque se pretende llamar democrático se hadado en otros regímenes. Así las épocasmonárquicas ofrecen gobiernos como elde San Luis o San Fernando o San Este-ban, donde la persona humana era trata-da con la dignidad propia de las épocas

de cristiandad. Pero no se daban por lamonarquía, porque las había también in-justas, sino porque el Cristianismo lo in-undaba todo, aun la vida política.

No es justo, entonces, reivindicar es-te estilo de vida ni para la democracia, nipara la monarquía, ni para la aristocracia.Es el Cristianismo el que hace posible eltrato de honor hacia el hombre, porquelo consi dera creación y semejanza de suCreador.

Toda forma de gobierno y ninguna enparticular, puede, si la nutre la doctrinacristiana, hacer posible aquel ideal de es -tilo de vida.

Y así ocurre con otros conceptos: eldel poder originado en la soberanía po-pular, tan repetido por todos, más aún,disputado por todas las facciones. El dela interven ción cada vez más frecuentede lo militar en la función política, que,para nuestra gene ración nacida en el 30

ha sido casi una cons tante, lo que no pue-de deberse a una ca sualidad, porque noes posible mover toda una organizacióncomo las Fuerzas Arma das por el capri-cho de un jefe.

Pero a su turno observamos que todos"estos temas" se habían dado también"confundidos" desde Mayo de 1810, esde cir, desde el origen de la nacionalidad.Como los hechos y las contradiccioneseran semejantes a los contemporáneos, siesclarecíamos ese pasado el presente po-día ser también el beneficiado.

Frente a estas antinomias sólo cabían,en principio, dos explicaciones: o no seha dicho la verdad, la verdad total; o seha dicho una cosa y se ha hecho otra. Nosinclinamos por esto último, lo cual, si seexplicara así, podría entenderse perfecta -mente. Pero lo que no es posible es pre -tender, como se hace, explicar la realidadcon una teoría que no le conviene, que nose le acomoda. Por ello la crisis se hacemás larga y dolorosa.

En el 30, después de tres cuartos de si-glo desde Pavón, el primer golpe militartriun fante cortaba la era llamada constitu-cional. Y de ahí en más ya no viviríamosen las sucesiones presidenciales. De ahíen más ya no conoceríamos dos presiden-cias completas, como las habían conoci-do nuestros padres y nuestros abuelos. Enlos últimos tiempos ni siquiera una. Losgo biernos de facto se sucedieron con másasiduidad. El 43, el 55, el 66. .. el 76.

Así motivados quisimos contribuir aes clarecer sobre la crisis en que nosdebati mos. En cuanto a la dedicatoria deeste opúsculo, después del estudio reali-zado y la conclusión abordada, su desti-natario surgiría naturalmente.

El Virrey Baltasar Cisneros

1. Los cabildos de América. Cabildos abiertos.

Cabildos revolucionarios.Participación del pueblo en

todos ellos

El Cabildo era, como sabemos, el or-ganismo fundamental del estado españolen América. Traducía legalmente la exis-tencia de una ciudad, dándole una jerar-quía política que la distinguía de las sim-ples agrupaciones urbanas. Zorraquín Be-cú dice que la ciudad no era el resultado

de una concentración de familias en unlugar determinado sino que era conse-cuencia de un acto administrativo que lafundaba, asignándole categoría, distritoy autoridades. Y lo que le daba existen-cia no era el mayor o menor número depobladores, sino el funcionamiento delcabildo que la representaba y dirigía (1).

Este cabildo era un organismo colec-tivo, cuyos miembros eran designadospor el fundador de la ciudad, y luego serenovaba totalmente cada año por elec-ción que hacían los mismos cabildantes

salientes. Es decir, que el procedimientoquitaba carácter popular a las designa-ciones, de acuerdo al concepto que de lopopular se tiene hoy día. El cabildo eraun cuerpo representativo de los interesesde la colectividad porque, por encima delas determinaciones legales, pesaban so-bre sus miembros los imperativos mora-les y religiosos.

En dos casos los cabildos ejercían fun-ciones de carácter extraordinario: 1°)cuando por vacancia del cargo de gober-nador, capitán general o virrey, asumía el

Capítulo IIIActuación del Ejército

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gobierno político de la ciudad; 2°) cuan-do por cuestiones de suma importanciase convocaba a los vecinos más caracte-rizados de la población a concurrir a uncabildo abierto.

El cabildo abierto tenía lugar, enton-ces, cuando convocados por los regido-res ordinarios, se reunían los vecinos máscalificados de la población, deliberandojunto con ellos, en la sala capitular o enel atrio de la Iglesia, muchas veces, paratratar asuntos de capital importancia. És-tos podían ser los ataques de los indioscontra la ciudad, una epidemia que poníaen peligro la vida de los pobladores, lasgrandes sequías que diezmaban el gana-do, el ataque de los piratas, o la lecturade una noticia de gran trascendencia lle-gada de la metrópoli, etcétera.

En los cabildos abiertos se excluía laintervención del pueblo, como en todoslos actos de la vida pública hispanoame-ricana, convocándose solamente a los másexpectables vecinos de la ciudad. El sis-tema, que tenía ascendencia hispánica,no fue nunca legislado. Funcionaba con-suetudinariamente bajo tres reglas prin-cipales: la necesaria autorización del go-bernante político para realizar el cabildoabierto, la facultad del ayuntamiento pa-ra hacer la lista de los invitados, y, por úl-timo, la prescindencia del cabildo abier-to por el mismo ayuntamiento. Casi siem-pre, con este sistema, el cabildo tenía elcontrol de la asamblea. Por lo general, lalista confeccionada no se limitaba a losvecinos principales de la ciudad, sino quese incluía a los altos funcionarios, los re-ligiosos de cierta categoría y los milita-res de cierta graduación, y a los que an-teriormente habían ejercido cargos con-cejiles.

Estas asambleas no se reunían fre-cuentemente. A veces transcurría muchotiempo sin convocarlas, inclusive muchosaños. "Pero cuando se presentaban pro-blemas de interés general se hacía la reu-nión de la asamblea para afianzar con elvoto del vecindario lo que ya tenía re-suelto el cabildo. No había problema al-guno, en realidad, que requiriera legal-mente dicha consulta, y por otra parte, laasamblea de estos vecinos no tenía auto-ridad para sobreponerse a las determina-ciones gubernativas. Su reunión era unsimple expediente destinado a fortalecercon el concurso de la opinión pública lasdeterminaciones ya tomadas por el go-bernante, o conseguir el apoyo expreso

del vecindario a ciertas medidas. El ca-bildo abierto se limitaba a aceptar las su-gerencias del ayuntamiento y casi nuncase realizaba un debate" (2).

No deben, pues, considerarse que loscabildos abiertos eran verdaderos con-gresos generales, pues carecieron de fi-nalidad política.

Pero al comenzar el siglo XIX algu-nos cabildos se arrogaron funciones po-líticas, los cuales pueden con razón lla-marse revolucionarios, como el del 14 deagosto de 1806 y el del 25 de mayo de1810, en Buenos Aires. Mas las circuns-tancias fueron realmente excepcionales:el triunfo sobre la invasión inglesa y lacarencia de soberanía en el estado espa-ñol. No obstante obsérvese que si bien ladeterminación que saldrá de ellos tieneun neto contenido político, que es lo quele da el tinte revolucionario, la forma deconvocarlos se mantiene igual, de mane-ra tal que la consulta al pueblo no existe,sino que se cita a los más expectables ve-cinos, si bien, como veremos, éstos vana ser "cuidadosamente seleccionados" porlos revolucionarios para obtener decisio-nes favorables a sus miras.

Conviene recordar los días previos al25 de Mayo. El 18 el Virrey da una pro-clama con las últimas noticias llegadasde España por un barco de ultramar. Dela madre patria sólo quedaba sin invadirpor los franceses Cádiz y la isla de León.El momento era grave. ¿Qué se hace? ¿Serealiza una gran asamblea? ¿Se convocaal pueblo o éste se reúne por sí solo? Na-da de eso. Se lo llama a Saavedra que es-tá en San Isidro y esa noche se reúnen je-fes y oficiales y algunos civiles en casade Viamonte.

El 19 de mayo Saavedra y Belgrano,este último mayor del regimiento que co-mandaba el primero, visitan al alcalde deprimer voto, don Juan José Lezica, y leexigen un cabildo abierto, para que el ve-cindario resolviera si hallándose Españainvadida por Francia debían seguir obe-deciendo al Virrey nombrado por una au-toridad inexistente o sí correspondía ins-tituir un nuevo gobierno. La iniciativa yel petitorio partió, pues, del poder mili-tar. Son los jefes de los cuerpos milita-res, repetimos, los actores del levanta-miento y los que exigen el ca bildoabierto.

Para el cabildo abierto que debía te-ner lugar se han repartido 500 esquelaspara los "vecinos de distinción" en las

cuales se los invita al mismo, pero sóloconcurren 224 vecinos, entre ellos mu-chos no invitados que han introducidofraudulentamente Saavedra y sus oficia-les. El resto del vecin dario no fue con-vocado y muchos no se dignaron a asis-tir. Es el caso del mismo Posadas, nadamenos que futuro Director del Estado,quien, en sus Memorias sobre la Revolu-ción de Mayo dice que no tuvo de ella,de la Revolución, la menor idea, ni noti-cia previa. Vivía tranquilo en su casa consu dilatada familia, disfrutando una me-diana fortuna y ejerciendo el oficio deNotario Mayor del Obispado de BuenosAires desde el año 1779. Hallábase ocu-pado y entretenido en las actas del con-curso a la Silla Magistral vacante de laIglesia Catedral en el mes de mayo, cuan-do recibió una esquela de convite al Ca-bildo abierto que con anuencia del Virreyse había acordado para el día 22 y no con-currió por hallarse legítimamente ocu-pado (3).

No ponemos en duda la legitimidadde la ocupación personal de Posadas, pe-ro es de preguntarse si no podía pospo-ner toda preocupación personal a aqué-lla más eminente y sagrada como era lade la preocupación sobre el destino de laPatria. Pero el hecho es que no concurriópudiendo hacerlo, siendo vecino de tan-ta calidad.

El Virrey consiente, aparentemente,en la convocatoria, pero, a renglón se-guido manda a llamar a los comandantesde los cuerpos militares de la ciudad.

¿A qué se debe esta citación? ¿Acasono se va a escuchar al cabildo que dirá laúltima palabra constitucional? ¿No va aser, entonces, el cabildo el que va a tenerel poder político y la decisión política?Pareciera que el Virrey piensa que si Saa-vedra lo sostiene no importará luego laopinión del cabildo abierto, pues la opi-nión de las tropas prevalecerá. Es decir,en el hecho el poder político residirá o seapoyará en ellas.

Es el mismo Cisneros quien, en su in-forme el Rey, relata cómo se desarrollóla entrevista. Dice que recordó a los co-mandantes las reiteradas protestas y ju-ramentos con que habían ofrecido de-fender la autoridad y sostener el ordenpúblico, y los exhortó a la fidelidad almonarca y a la Patria. Pero que tomandola voz Don Cornelio Saavedra, en nom-bre de todos, frustró sus esperanzas, yaque se explicó con tibieza, manifestó su

Suplemento de PATRIA ARGENTINA Nº 266 5

EDICION ESPECIAL con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo

inclinación a la novedad, "y me hizo co-nocer perfectamente que si no eran loscomandantes los autores de semejante di-visión y agitación, estaban por lo menosde conformidad y acuerdo con los fac-ciosos" (4).

Es decir que es la opinión de los cuer-pos militares lo que produce o va a pro-ducir la caída del Virrey, puesto que esmuy fácil deducir que la falta de acciónde Saavedra sustrayéndole la fuerza a Cis-neros no es precisamente para sostener-lo, sino para dejarlo o quitarle la últimaesperanza.

Con respecto a la participación delpueblo el Virrey nos completa el cuadrode la situación cuando agrega que "losvecinos se hallaban ocultos en sus casas,contraídos los artesanos en sus talleres,lúgubres las calles, y que en nada se pen-saba menos que en incorporarse a tan ini-cuas pretensiones" (5).

Todo ello evidencia que la partida seestá jugando entre el Virrey, los cabil-dantes y los militares, a los cuales se pue-den agregar unos cuantos eclesiásticos yalgunos hombres de fortuna o dinero dela ciudad, designados por los patriotas aindicación de Saavedra, y que van a in-tegrar el cabildo abierto.

2. Característica de la fuerza militar en ese momento.

E1 caso ruso de 1917. El caso francés de 1789

La fuerza militar tiene, en el momen-to de los hechos, una característica fun-damental. Es totalmente nativa y con je-fes adictos. Liniers había disuelto los cuer-pos españoles que se habían sublevado el1° de enero de 1809 (Catalanes, Andalu-ces, Vizcaínos, etc.) compuestos de he-roicos soldados de valiente actuación quehabrían apoyado, sin duda, al Virrey. Es-ta disolución había sido ideada por Saa-vedra, con motivo de la primera conspi-ración de Alzaga. Ello dio, como conse-cuencia, a los criollos, la supremacía mi-litar, y esta fuerza militar quedaba, lo quees más importante todavía, coherente yunida, condiciones fundamentales parauna intervención política integral comola que se avecinaba o se estaba produ-ciendo. En este sentido dice Guido en susMemorias que la preponderancia que ad-quirió el regimiento de Patricios el 1° deenero de 1809 sobre los tercios españo-les bajo la dirección de Don Martín deAlzaga, decididos a deponer a Liniers de-

fendido por los Patricios, "reveló al pue-blo de Bue nos Aires la existencia de unpoder que hasta entonces no había teni-do ocasión de ensayar, y la autoridad delVirrey vino a quedar bajo la única sal-vaguardia de los batallones nacionales.Resuelto así este problema empezaron atrabajar más de sahogadamente, aunqueen reuniones se cretas, agrega Guido, lospocos ciudada nos preocupados de la ideagrandiosa de la emancipación de su pa-tria, los cuales sos tenían que el pueblono estaba preparado para un cambio vio-lento en la administra ción" (6).

Esto fue una hábil y muy bien pensa-da maniobra política, porque independien -temente de los factores que pueden hacer

inoportuna una intervención militar, elfac tor de tener en cuenta para evitar el fu-turo fracaso es la división interna del Ejér-cito. Es el caso de la revolución marxis-ta en Rusia de 1917. Crane Brinton nosdice en "Ana tomía de la Revolución" quelo que convir tió unas revueltas callejerasy caóticas sin finalidad en Petrogrado enuna revolución, fue el fracaso del Ejérci-to para restaurar el orden. La disciplinadel Ejército hacía tiempo que estaba res-quebrajada y los sucesivos regimientosque debían actuar, con sus oficiales, sepasaban a las turbas que debían comba-tir.

Algo similar ocurre en la revoluciónfrancesa de 1789. Cuando el palacio delas Utilerías es bloqueado por los revol-tosos, está defendido por cuerpos hete-rogéneos. "Doscientos o trescientos ca-balleros de San Luis, de paisano, mal ar-

mados y sin jefe; novecientos suizos lla-mados de Rueil y Courbevoi, resueltos ahacerse matar en su puesto, pero sin másque quince o veinte cartuchos por cabe-za; novecientos gendarmes comprometi-dos de antemano en el motín; dos milguardias nacionales, una parte de loscuales -los artilleros estaban dispuestosa hacer traición en cuanto sonase el pri-mer disparo.

Un jefe inteligente hubiera desar-mado y despedido a los guardias, de cu-ya fidelidad había motivos para dudar,hubiera expulsado de palacio a todo elque flaqueara, y con los mil quinientos odos mil hombres restantes, hubiera or-ganizado la defensa. Tenían cañones, y,con los que quedaban de los guardias,bastantes fusiles y balas. Detrás de losespesos muros del palacio, era posiblesostener el sitio y aun salir victorioso.Pero no había jefe" (7).

El momento culminante es la caída deltrono, que se produce inmediatamentedespués de la toma del palacio real, el delas Tullerías, que había sido abandonadopor el rey para trasladarse a la Asamblea.

Desde allí, mal aconsejado, decide im-pedir que el palacio sea escenario de unamatanza por la invasión de las turbas, yordena por escrito a los suizos que guar-dan eficazmente el palacio cesar el fue-go y retirarse a sus cuarteles. Cuando lossuizos obedecen sufren el asalto de la mul-titud y son pasados a cuchillo.

"El palacio, ya sin defensores, es in-vadido, y asesinado todo el personal, in-cluso los pinches de cocina, en una rá-faga de locura destructora y criminal.

Es preciso leer los relatos de los tes-tigos para formarse una idea de estos ho-rrores. Hombres arrojados vivos por lasventanas y recibidos abajo sobre las pun-tas de las picas; dos en el suelo, quema-dos, asados. La turba entra a saco en bo-degas y habitaciones. Lo que no rompenlo destrozan: espejos, muebles, tapices,objetos de arte. El fuego devora las cons-trucciones de madera. El incendio duróseis días” (8).

Los realistas sufrieron 800 o 900muertos y numerosos heridos. Los revo-lucionarios 380 muertos y heridos, so-bretodo heridos.

Tanto en el caso francés como en elruso debe tenerse presente, además, quelos ejércitos regulares respectivos se ha-llaban comprometidos, en esos momen-tos, en guerras contra otros países euro-

El Jefe del Regimiento Patricios y Jefe dela Revolución

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peos, y alejados del poder central para elcaso de que éste los llamara a sostener-los y a enfrentar a los revoltosos.

Todo lo contrario acontece en Mayode 1810 desde el punto de vista militar ysocial. Un testimonio de la época. FrayGregorio Torres, de la orden Dominica-na, en correspondencia epistolar con suprovincial, Fray Isidoro Celestino Gue-rra, que se hallaba en Cuyo, le escribíaen los días 24y 25 de mayo lo siguientesobre los acontecimientos que se vivían:"Esta gran novedad (refiriéndose a la Re-volución) se ha hecho con la mayor tran-quilidad y sociego que V.P. puede figu-rarse. No ha habido un tiro, ni un golpe,ni un arresto. El 22, que la mayor partede los vecinos estuvo el tiempo dicho enlas casas consistoriales tratando sobretan grave negocio ("Se empezó el 22 alas 9 de la mañana y se acabó a la unade la siguiente votación" -había anota-do antes), andaba el resto del pueblo porlas calles como si estuvieran en un jue-go de toros" (9). Es decir, como simplesespectadores.

Tal diferencia se da siempre. Cuandoen una crisis el ejército se mueve unido,ya sea para defender la autoridad o paraderrocarla, no da pie u ocasión a la in-tervención de elementos no militares y elhecho es incruento, como pasó en Mayode 1810. Si, por el contrario, tal unidadno se da, el hecho es sangriento y puedederivar en verdaderas masacres por la in-tervención de esos elementos no milita-res y la acción irrefrenada de las turbas,como en la Revolución Francesa de 1789o en la bolchevique del 1917.

3. Los hechos y testimonios de losprincipales protagonistas de Mayodemuestran que el drama se suscita

entre minorías antagónicas. Opinión de Mitre.

El cabildo abierto tuvo que realizar-se, pues, por imposición militar. Pero ¿có-mo fue realizado?

La ciudad tenía 50.000 habi tantes. Losvecinos de distinción que de bieron serllamados eran unos 3.000. Pero el cabil-do invitó sólo a 500. De éstos asistie ron224, y una diferencia de 86 votos dio portierra con el poder de Cisneros. Este mis-mo nos sigue relatando lo que sucedió:

"El 22 fue día destinado a la celebra-ción de la Junta, y el día que desplegó lamalicia todo género de intrigas, presti-gios y ma quinaciones. Había yo ordena-

do que se apostase para este acto unacompañía en cada bocacalle, de las dela plaza, a fin de que no se permitiese en-trar en ella, ni subir a las casas capitu-lares, persona alguna que no fuese de lascitadas, pero las tropas y los oficialeseran del partido, hacían lo que sus co-mandantes les prevenían secretamente yéstos les prevenían lo que les ordenabala facción, negaban el paso a los veci-nos hon rados y lo franqueaban a los dela confabu lación; tenían algunos oficia-les copias de esquelas de convite sin nom-bre y con ellas introducían a la casa delAyuntamiento a sujetos no citados por elCabildo o porque los conocían de la par-cialidad o porque los ganaban con dine-ro; así que una ciudad de más de 3.000vecinos de distinción y nom bre solamen-te concurrieron 200 y de éstos muchospulperos, algunos urbanos y otros hijosde familia, y los más ignorantes sin lasmenores nociones para discutir un asun-to de la mayor gravedad . . . Todas estasmaquinaciones, las amenazas de muchossoldados del cuerpo de Saavedra, un con-siderable grupo de incógnitos que en-vueltos en sus capotes y armados de pis-tolas y de sables, paseaban en torno dela plaza, arredrando al vecindario, quetemiendo los insultos, la burla y aún laviolencia, rehusó a asistir a pesar de lascitaciones del Cabildo..." (10).

La decisión de que caducara la auto-ridad del Virrey debía completarse con elnombramiento de una Junta de Gobier-no. El Cabildo lo hizo con presteza, co-locando al Virrey en la presidencia de lamisma, reteniéndole el mando de las tro-pas como Capitán General. Se le daba elarma necesaria para aplastar la Revolu-ción. Esto no podía ser consentido por los"militares", y Saavedra, en la primera se-sión de esta primera junta manifestó eldescontento del "pueblo", que no era talsino el de las fuerzas militares. El mismoSaavedra nos explica en sus Memoriasque "era preciso para esta novedad cu-brirla con el manto de la voluntad po-pular".

Cisneros sigue relatando al Rey: "Enaquella primera noche, al celebrarse laprimera sesión o acta de Gobierno, seme informó por alguno de los vocales(Saave dra) que alguna parte del pueblono estaba satisfecha que yo obtuviese elmando de las armas, que pedía mi abso-luta separación y que todavía permane-cía en el peligro de conmoción, como en

el cuartel de Patricios gritaban desafo-radamente algunos oficia les y paisanosy esto eran lo que llamaban 'pueblo',cuando es absoluta y notoria verdad quela masa general del pueblo, incluso to-dos los empleados y Tribunales de estacapital rebosaban de alegría como si hu-biesen salido del más apurado con flicto"."Yo no consentí que el gobierno de lasarmas se entregase como se solicitaba alTeniente Coronel don Cornelio Saavedra,arrebatándose de las manos de un gene-ral que en todo tiempo las había conser-vado y defendido con honor y a quienvuestra Ma jestad las había confiado co-mo a su Virrey y Capitán General de es-tas Provincias ...Pero por lo que a mí to-caba, mi autoridad era precaria y apa-rente, !a de los asociados (en la junta)estaba también pendiente de la volun-tad de los comandantes, quienes en lamisma noche anduvieron por susrespecti vos cuarteles juntando a viva di-ligencia firmas de sus oficiales, sargen-tos y cabos, para pedir con este aparatomi entera separación a nombre del pue-blo” (11).

El 25 de Mayo el Cabildo se reúne.Debe tratar lo que Cisneros le ha notifi-cado la noche anterior: que debe elimi-narse del gobierno, como le ha manifes-tado Saavedra.

Los cabildantes entran a considerar elinforme del Virrey. Pero los corredoresdel Cabildo comienzan a llenarse de gen-te y algunos individuos en clase de dipu-tados, que son los que Cisneros habla ensu informe, se apersonan en la sala, pre-vio el permiso correspondiente, expo-niendo que el pueblo se halla en disgus-to con la elección de Cisneros en la pre-sidencia de la Junta y menos que perma-nezca como Comandante de las armas.Los cabildantes requieren una nuevaconsulta de los comandantes. A las nue-ve de la mañana quince jefes se aperso-nan de los diversos cuerpos: Patricios, Ar-tilleros, Dragones, Húsares del Rey, Arri-beños, Granaderos de Fernando VII, et-cétera.

Según las actas capitulares la gente delos corredores tuvo que ser calmada porMartín Rodríguez. Es que los que moví-an a estas gentes y los que las calmabanno eran sus representantes legales, losmiembros del Cabildo, elegidos anual-mente, sino los comandantes de los cuer-pos militares. Se presentaron también al-gunos individuos exigiendo el nombra-

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miento de otra junta con la presidenciade Saavedra que conservaría, además, elcargo de Comandante General de Armas.Con razón dice Mitre en su "Historia deBelgrano" que el voto de Saavedra arras-tró tras sí la mayoría (12).

Y esto se explica: esa mayoría era"su" mayoría, creada por él consciente-mente y por el peso de su posición.

Los cabildantes contestaron a estos in-dividuos que para proceder con mejoracuerdo presentasen esta petición por es-crito, de lo que se deduce que los que lle-naban los corredores serían gente albo-rotada pero no eran tantos como parallenar la plaza (13). De otro modo no sehubiera solicitado tal cosa. Pero esto es-taba previsto por los comandantes quie-nes la noche anterior habían recorrido loscuarteles recogiendo firmas de militares,y ahora, sus emisarios, después de lacontestación del Cabildo, están reco-rriendo los conventos para juntar firmasde frailes (14).

Las actas continúan diciendo que, des-pués de un rato largo de espera presenta-ron estos individuos el escrito solicitado,que constaba de 401 firmas, de las cua-les 95 eran de civiles, 16 de sacerdotes yel resto de militares. Éste era el pueblodel 25 de Mayo que decidía la cuestiónde la soberanía de la Patria. Nada máscontrario a la soberanía popular.

Por eso dice Mitre justificadamenteen su "Historia de Belgrano" que: "Tan-to los patriotas que encabezaban el mo-vimiento revolucionario como los espa-ñoles que en el Cabildo abierto habíancedido al empuje de la opinión, todos per-tenecían a lo que podría llamarse la par-te aristocrática de la sociedad. Las ten-dencias de ambas fracciones eran esen-cialmente conservadoras en cuanto a lasubsistencia del orden público y esto ha-cía que se encontrasen de acuerdo en unpunto capital, cual era el de impedir queel populacho tomase en la gestión de losnegocios públicos una participación ac-tiva y directa" (15).

La intervención del pueblo había si-do casi nula. No sólo durante la famosasemana sino que al culminar los hechosestá ausente de la plaza. Esto lo sabe-mos porque al regresar los individuos ci-tados con las firmas exigidas, los cabil-dantes respondieron que se congregaseal pueblo en la plaza, pues el Cabildoquería asegurar dicha resolución oyén-dola del mismo pueblo. Pero al salir el

Cabildo al balcón se vio un corto nú-mero de gente, por lo cual el SíndicoProcurador General Leiva, preguntóaquello de "dónde está el pueblo". Po-dría suponerse que por los hechos la pla-za estaría colmada de gente, pero era to-do lo contrario. Esto irritó a los que ha-cían de ciudadanos representantes, "quedebieron ser militares por la contesta-ción que dieron" (16) y que decidió lacuestión definitivamente, como cuandoAlejandro cortó el nudo gordiano. Dije-ron: "que las gentes, por ser hora in-oportuna, se habían retirado a sus ca-sas, que se tocase la campana del Ca-bildo y el pueblo se congregaría a aquellugar para satisfacción del Ayunta-miento, y que si por falta de badajo nose hacía uso de la campana, mandarí-an ellos tocar generala y que se abrie-sen los cuarteles; en cuyo caso sufriríala ciudad lo que hasta entonces se ha-bía procurado evitar" (17). Ante tal ar-gumentación que llevaba implícita unadecisión total, los cabildantes se avinie-ron.

4. Testimonio de gratitud de la Junta a los "verdaderos autores

de la Revolución"La Junta que así se formó el 25 de Ma-

yo y que fue nuestro primer gobierno pa-trio creyó conveniente testimoniar su gra-

titud a los autores de la Revolución. Y asílo hizo. Pero, ¿a quién dirigió su procla-ma? Pues ni al pueblo, ni al Ayuntamiento,ni a los vecinos de distinción, ni al Ca-bildo abierto, ni a los religiosos, sino alos Cuerpos Militares de Buenos Aires(18) el 29 de mayo, cuatro días despuésde instalada, (que se festeja hoy como díadel Ejército), y en donde dice:

"La energía con que habéis dado unaautoridad firme a vuestra patria, no hon-ra menos vuestras armas, que la madu-rez de vuestros pasos distingue vuestragenerosidad y patriotismo. Agitados losánimos por la incertidumbre de nuestraexistencia política, supisteis conciliar to-do el furor de un entusiasmo exaltado,con la serenidad de un ciudadano quediscurre tranquilamente sobre la suer-te de su patria, y las armas que cargá-bais no sirvieron sino de abrir paso a larazón, para que recuperando sus dere-chos, fuese la única guía de una revo-lución magnánima, que debe fijar el des-tino de estas provincias".

"Los pueblos antiguos no vieron unespectáculo tan tierno como el que se hapresentado entre nosotros y cuando secreía apurado vuestro espíritu por el con-traste a que la triste situación de la Pe-nínsula lo había reducido, un heroicoesfuerzo se propuso vengar vuestras des-gracias, enseñando al opresor generalde la Europa, que el carácter america-no opone a su ambición una barrera másfuerte, que el inmenso piélago que hacontenido hasta ahora sus empresas".

"¿Quién no respetará en adelante alos Cuerpos Militares de Buenos Aires?Si examinan vuestro valor lo hallaránconsignados por las más gloriosas vic-torias; si se meditan esas intrigas quemás de una vez dieron en tierra con lospueblos esforzados, temblarán al recor-dar la gloriosa escena que precedió a lainauguración de esta junta; la sabidu-ría precedió en vuestros discursos; lamás viva penetración disipaba los sofis-mas, y religiosos observadores de los de-rechos del rey y del pueblo, nada pudodesviaros del camino legítimo que ha-bíais meditado para su conservación.Conservad siempre unida la oliva de lossabios al laurel de los guerreros, y es-perad de la junta un celo por vuestrobien, igual al que habéis manifestadopara formarla" (19).

El documento es tan categórico quehace obvio cualquier comentario.

Soldado Patricio o el “pueblo armado, or-ganizado y jerarquizado como ejército”. Elverdadero actor de la Revolución de Mayo

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5. Actuación del Ejército: sobresi fue factor de acompañamiento

o factor principal y deci sivo

Por si esto no bastara debemos agre-gar, para no tener ya ninguna duda, el tes-timonio de principalísimos actores denuestra Revolución, como lo son Saave-dra y Belgrano.

Con motivo de la discusión en 1826que se suscitó en el Congreso GeneralConstituyente en Buenos Aires por el pro-yecto del Poder Ejecutivo destinado a eri-gir en la Plaza de Mayo una fuente re-cordatoria a los autores de la Revolución,parece que algún comentario ganó la ca-lle diciendo que Saavedra habría entradoforzado en la misma. Pero éste contestópúblicamente en la Gaceta Mercantil del25 de Mayo de ese año precisamente, yen esta forma: "La Revolución la prepa-raron gradualmente los sucesos de Eu-ropa. Los patriotas en ésta, nada podíanrealizar sin contar con mi influjo y el delos jefes y oficiales militares que tenía-mos las armas en la mano. Cuando lle-gó el momento de sazón, di los pasos pa-ra verificarla, con toda circunspección yenergía, que es sabida por notoriedad, yel voto público lo acreditó en destinosque me colocó, presidiendo al país: puesaún afortunadamente viven muchos deaquellos hombres; el que se atreva a des-mentir esta aserción ¡ preséntese!" (20).

Por supuesto esta declaración no tuvorespuesta. En sus Memorias volvió sobreel tema. En ella podemos leer: "algunospresumidos de sabios y de doctores queen las reuniones de los cafés y sobre lacarpeta, hablaban (de la Revolución),mas no se decidieron hasta que nos vie-ron (hablo de mis compañeros y de mímismo) con las armas en la mano re-sueltos ya a verificarla" (21).

Belgrano, por su parte, también en susMemorias, rinde su homenaje al jefe in-discutido de la Revolución, al jefe de lasfuerzas militares, con estas palabras: "ha-bía llegado la noticia de la entrada de losfranceses en Andalucía, y la disoluciónde la Junta Central; este era el caso quese había ofrecido a cooperar a nuestrasmiras el comandante Saavedra" ..."Nopuedo pasar en silencio las lisonjeras es-peranzas que me había hecho concebirel pulso con que se manejó nuestra Re-volución, en que es preciso, hablando ver-dad, hacer justicia a don Cornelio Saa-vedra" (22).

Finalmente no podemos dejar de re-producir una carta de Saavedra dirigidaa Viamonte, después de los sucesos del 5y 6 de abril de 1811 y en donde refirién-dose a Nicolás Rodríguez Peña dice:

"...hablemos claro y desprendidos detoda pasión; en los apuros y conflictosde Buenos Aires ¿dónde estaba? Despuésde ellos ¿ha hecho más acto público quepermitir en su casa la reunión de gentesque en ella se hacía en los días prece-dentes al 25 de Mayo y prestarnos 4.500pesos para socorrer a nuestros soldadosacuartelados? Lo primero, señor donJuan José, porque sabía que nuestras ba-yonetas le aseguraban de toda tropelía,y lo segundo aunque digno de nuestroagradecimiento, es una prueba decisivapara preferirlo a todos los habitantes deBuenos Aires".

"En verdad que Peña, Vieytes y otrosquerían de antemano hacer la Revolu-ción, esto es desde el 1° de Enero de 1809y que yo me opuse porque no considera-ba tiempo oportuno. Es verdad que ellosy otros incluso Castelli, hablaron muchode esto antes que yo, pero también lo esque ninguno se atrevió a dar la cara enlo público, aun cuando yo les decía quelo hiciesen y que aseguraba no hacer opo-sición a nada. En sus tertulias hablaban,trataban planes y disponían: mas perso-narse para realizar lo mismo que acon-sejaban o querían ¿quién lo hizo? ¿Seacuerda Usted cuántas veces me tocó es-tos negocios movidos por estos hombres?¿Se acuerda Usted que mis respuestasfueron siempre no es tiempo y lo que sehace fuera de él no sale bien? ¿Se acuer-da Usted que el 20 de Mayo me llamó Us-ted de San Isidro mostrándome los pa-peles públicos y proclamas que el mismoCisneros dio a luz; dije a Usted ya estiempo y manos a la obra? ¿Quién des-de aquél momento dio más la cara queyo? ¿Quién movió al Cabildo para quese hiciese el Cabildo Abierto, en que seoyese al pueblo? ¿Quién habló al virreyCisneros con el carácter y firmeza queen aquella época se requería sino yo?¿Quién...pero para qué me canso en re-cordar hechos con un sujeto que es tes-tigo presencial de todos ellos?"."No ten-ga vuestra merced reparo en hacer co-rrer esta carta: le suplico la lea a todoslos oficiales, pues de nada de cuánto di-go me retracto ni arrepiento" (23).

Después de todos estos testimoniossurge diáfano que si algún elemento so-

cial tuvo a su cargo la función política enla Revolución de Mayo, ése fue el Ejér-cito. Es decir, su actuación no fue la deun factor acompañante de otros, sino quefue el decisivo y aglutinador de las pocasvoluntades revolucionarias que se dabanen el campo civil. Más aún, fue el que ar-mó todos los hilos para el desenlace fi-nal, el que manejó todos los resortes, bri-llantemente dirigido por el jefe de susprincipales batallones, el de los Patricios.

6. La gloria de la RevoluciónLo expuesto hasta aquí no desmerece

en nada la gloria de la Revolución. Mástodavía, es natural que así haya sido, puesun acto de soberanía como es la funda-ción de una Patria siempre es un acto mi-litar, que afirma la suficiencia propia pa-ra la defensa, como sucedió en Buenosgires en mayo de 1810.

"La gloria militar es la suprema jus-tificación humana de un verdadero pue-blo, el derecho de una Nación a la exis-tencia soberana. Por esto es que unaguerra justa está en el origen de la li-bertad política y de la responsabilidadde una empresa de destino en la Histo-ria Universal, como ocurrió entre nos-otros en 1810" (24).

La fuerza militar es parte constitutivae indivisible del Poder Político y del Es-tado: la fuerza que funda y sostiene la so-beranía, el orden y la paz. Pero no es unafuerza ciega y muda; no es un instrumentopasivo de la autoridad civil, sea cual fue-ra su conducta en orden a los supremosintereses de la Nación.

"El militar no pertenece a una de lasprofesiones liberales ni socialmente úti-les. Su profesión es política porque es-tá referida vitalmente a la soberanía delEstado, tanto en la Guerra como en laPaz. Es errónea y funesta una concep-ción puramente profesional del estadomilitar, lo mismo que una concepciónabstracta del deber o de una orientacióncivilista que lo aparta de la defensa dela soberanía nacional" (25). Si así nohubieran entendido los jefes militares deMayo de 1810 no se hubiera producidola Revolución, puesto que hubieran ser-vido al jefe de turno, en el caso, Cisne-ros, y por ese camino, muy probable-mente, hasta a José Bonaparte.

Si para ellos hubiera sido lo mismoprestar obediencia a cualquier poder, asu-miendo una conducta puramente profe-sional, aséptica, indiferente a toda clase

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de poder que se ofrecía como autoridad,no hubiera nacido nuestra patria a la vi-da política soberana o independiente. Sucomportamiento hubiera sido el de unaguardia pretoriana y no, como fue, el deun ejército -de una joven comunidad- quetomaba, por serlo, decisiones políticasfundamentales, como correspondía.

La intervención de la fuerza militardenota siempre una crisis en el orden po-lítico y social de una comunidad políti-ca, como ocurrió en Mayo, o al menos lainsuficiencia del mismo para solucionarproblemas fundamentales. Por ello es quela función política del Ejército es, en susmanifestaciones, transitoria y subsidia-ria, porque es imposible vivir en crisispolítica constante, lo cual no obsta reco-nocer que esta función debe ser perma-nente en cuanto a su objeto.

Notas:1. Zorraquin Becú, "La organización políti-

ca argentina en el periodo hispánico", Eme-cé Editores, 1959, pág. 310.

2. Zorraquín Becú, Op. cit. pág. 364. 3. Gervasio Posadas, "Memorias y Autobio-

grafías", Publicación del Museo Históri-co Nacional, 1910, lomo I, pág. 135. cit.por Hugo Wast, "Año X"; librería Hue-mul, 1960, pág. 61.

4. El virrey Cisneros da cuenta al Soberanodel 25 de Mayo de 1810, Registro Oficialde la República Argentina - Tomo I, pág.41 y 42.

5. Ibíd. pág. 4142.6. Tomás Guido, "Memorias y Autobiogra-

fías" Publica ción del Museo Histórico Na-cional Tomo I, pág. 3.

7. Pierre Gaxotte, "La Revolución Francesa"Madrid, 1934, pág. 204.

8. Pierre Gaxotte; Op. cit. pág. 2056. 9. Roberto Marfany, “El pronunciamiento de

Mayo” pág. 80.10. Registro Oficial de la República Argenti-

na, Tomo I, pág. 42.11. Ibíd., pág. 43. 12. Bartolomé Mitre, "Historia de Belgrano y

de la Emancipación Argentina", Revista yBiblioteca del Suboficial, 1942, Tomo I,

pág. 241.13. Hugo Wast, "Año X", librería Huemul,

1960. pág. 72.14. Hugo Wast Op. cit. pág. 72.15. B. Mitre, Op. cit. Tomo I, pág. 246.16. Hugo Wast Op. cit. pág. 73.17. Julio B. Lafont. "Historia de la Constitu-

ción Argentina"; Cap. VII: La Revolución,pág. 365.

18. Hugo Wast. Op. cit. pág. 77.19. Registro Oficial de la República Argenti-

na, 1879, Tomo I, pág. 28.20. Roberto Marfany Op. cit. pág. 40.21. Cornelio Saavedra, "Memorias", Emecé

Editores, 1944, pág. 53.22. Manuel Belgrano, "Memorias", Emecé

Editores, 1942, pág. 29.23. Juan Cánter. - Boletín del Instituto Bo-

naerense de Numismática y Antigüedades,Año I, Nro 1, 1943, pág 73-84. Cit. porMarfany. Op. cit. pág. 41.

24. Genta Jordán Bruno, “Guerra Contrarre-volucionaria”; pág. 274.

25. Genta Jordán Bruno, Op. cit. pág. 281.

Soberanía y Masas(Páginas 128 a 130)

Epílogo

Estando acéfalo el poder político lasoberanía recae necesariamente en las je -rarquías naturales que le suceden.

La soberanía es derecho adventicio delos capaces de ejercerla. No se puede ha -blar entonces de que sea la comunidad elsujeto de la soberanía, sino uno, algunoso muchos de la comunidad, los cuales ten -drán, por razón de capacidad, título sufi -ciente para que se concrete en ellos estapotestad soberana.

Determinado el poder soberano la co -munidad o sociedad presta su consenti -miento. Pero este consentimiento no eslibre, sino debido y necesario, a la ma-nera como los hijos prestan su conformi-dad o aquiescencia a la autoridad del pa-dre. Este consentimiento, tanto de los ciu-dadanos como de los hijos, súbditos to-dos de las autoridades respectivas, es si-

nónimo de reconocimiento y acatamien-to de ellas.

"Y esto es lo que ocurrió en Mayo.La sociedad rioplatense era una unidadde orden, tan firme y consistente que, apesar de la deserción del Virrey Sobre-monte, reaccionó unánimemente y or-gánicamente frente al invasor inglés en1806. La necesidad de la defensa impu-so la constitución del primer EjércitoArgentino, la jerarquía militar que sos-tiene a la autoridad civil y la suple encaso de quedar vacante. A pesar de lamentalidad populista, el pueblo actuójerárquicamente, por medio de sus jefesnaturales, no elegidos por la multitud,sino acatados por ella” (1)

Es por todo ello que hemos afirmadoque en Mayo, los hechos desmintieron lateoría sustentada de la soberanía popular,

confirmando que la soberanía fue ejerci-da por pequeñas minorías que constituí-an sus naturales jerarquías -militares, sa-cerdotes, abogados, funcionarios públi-cos, comerciantes, etc.- de entre las cua-les se destacó eminente el papel de lasfuerzas militares por el peligro que ame-nazaba la seguridad nacional que los acon-tecimientos importa ban, las cuales, ejer-ciendo la soberanía de hecho y de dere-cho, por capacidad propia, hicieron na-cer nuestra Patria, pocos años después, ala vida independiente, capaci dad proba-da y confirmada más tarde con un sacri-ficio de sangre esparcido por Amé rica enuna epopeya sin paralelo en los anales delos pueblos que luchan por su indepen-dencia (Pág. 128, 129 y 130).Nota: (1). Genta, Jordán B. Op. cit. pág. 23.

En Mayo de 1810 se repitió, en esen-cia, los dictados de la Historia. Una na-ción demostraba su capacidad para el au-togobierno. Se perfilaba la futura exis-tencia del estado y éste nacería, como to-do estado bien nacido, de la guerra *. De

ahí el papel fundamental del Ejército, quetiene una función política principal antesque profesional.

Creado en 1806 con motivo de las in-vasiones inglesas, a raíz del peligro na-cional, es el principal actor en los suce-

sos de Mayo, el que asume la autoridadsoberana vacante y la perfecciona en laJunta que se nombra por imposición delmismo ejército, presidida por el jefe delos Patricios, el coronel Saavedra.

Por supuesto que el Ejército fue acom-

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La Masonería y su influencia en la Revolución Sudamericana

Por Fernando Pinto Lagarrigue *Reproducción parcial de la obra “La Masonería y su influencia en Chile”;

Editorial Orbe; 1973; 4ta Edición

Situación en la Península. El Conde de Aranda y su

histórico memorial a Carlos III(Pág. 34). Cronológicamente debe-

mos empezar por la Francmasonería enEspaña donde, después de haber sidoperseguida por Fernando VI, tomó granincremento durante el reinado de Car-los III. El Embajador de la Inglaterra,Lord Keene, que pertenecía a la Orden,había sido el protector de las logias enla Península.

En 1767 se instaló la Gran Logia deEspaña designándose Gran Maestre aPedro Pablo Abarca de Bolea, Condede Aranda. Entre sus principales cola-

boradores figuraron Pedro RodríguezCampomanes, Miguel María de Nava,Pedro del Río y Luis Valle Salazar.

En 1780, la Gran Logia, que ya te-nía bajo su dependencia un crecido nú-mero de talleres masónicos, tomó elnombre de Grande Oriente cuya pro-clamación e instalación se efectuó enel piso bajo del antiguo palacio de losduques de Hijar.

El Conde de Aranda continuó mu-cho tiempo como Gran Maestre delGran Oriente, aún después del destie-rro que debió sufrir, en marzo de 1794,y de su traslado, nueve meses más tar-de, en calidad de preso, a la Alhambrade Granada, por obra y gracia de la in-

quina del mal recordado Godoy, quien,refiriéndose a sus escritos de los últi-mos diez años, llegó a decir al rey Car-los IV en la sala de Consejo: "Señor,sus papeles merecen castigo y al au-tor se le debe formar causa, y nom-brar jueces que le condenen, así a élcomo a otras personas que formansociedades y adoptan ideas contrariasal servicio de V. M. lo cual es un es-cándalo" (1)

El Conde de Aranda fue Ministro yPresidente del Consejo del monarcaCarlos III. Su carácter afable y senci-llo le hizo querido y admirado por elpueblo. Había desempeñado los cargosde General de Ejército de Portugal y

pañado en los sucesos por minorías de ci-viles que conformaban jerarquías natu-rales en la sociedad de ese entonces.

Esas minorías afrontaron la direcciónde la tarea de la Independencia. Las ma-sas es tán ausentes en esta época de nues-tra his toria. Basta tener en cuenta el tea-tro de acción para darse cuenta de ello:pequeñas ciudades diseminadas en el ex-tenso terri torio americano, casi desierto.

Aun con la posterior aparición de lamon tonera, ella fue conducida siemprepor caudillos que pertenecían, por lo ge-neral, a las mejores familias de entonces,que cons tituían verdaderas élites, depen-diendo de la voluntad de éstos que aqué-llas sirvieran o no a una buena causa.

Siempre ha sido así. No es verdad unaHistoria en donde las masas son protago -nistas principales. Bien lo sabía el Padrede la Patria, cuando insistentemente ledecía a Pueyrredón la necesidad inexcu-sable de la formación de un pequeño ejér-cito, poco numeroso, pero aguerrido, al-tamente dis ciplinado y jerarquizado, conel cual em prender la gran hazaña de vol-car la suerte de la guerra y de la inde-pendencia. ¿Acaso no estaba allí, comoprueba, la existencia de la misma Euro-pa, nacida, aunque con dolor, en Mara-tón? ¿No era, acaso, la fa lange griega la

que había dado cuenta del número asiá-tico?

Cuando las masas irrumpen sólo lohacen para destruir, y aun para ello ge-neralmente son arrojadas por minoríasque actúan detrás y que, en ocasiones,hasta les abren las compuertas.

Esto no quiere decir que creamos enelegidos y marginados, puesto que cadahombre puede masificarse o distinguir-se, según exista para él o no el honor.Quien no lo tiene, quien no da valor nin-guno al decoro ante sí mismo como antesus semejantes, se masifica. Y esta posi-bilidad existe tanto en el más encumbra-do como en el más modesto.

Los estudiosos políticos de los últi-mos tiempos coinciden en señalar en to-da sociedad o estado, un grupo humanoque es el que detenta el poder, llamadode distintas maneras: clase política, cla-se dirigente, clase o élite gobernante, mi-norías directoras, élite del poder, mino-rías dirigentes, etc. Cabe señalar, entreellos, a Gaetano Mosca, Pareto, Michels,Burdeau, Dahl.

En realidad esto significa el recono-cimiento de la necesidad de jefaturas encualquier acción conjunta de hombres. Yello se cumple tanto en el Ejército comoen la Iglesia, en la Universidad, en el ta-

ller, en la fábrica, en las empresas, en lafamilia, en el país.

Por eso -dice Maurois- "nunca los re-volucionarios, a pesar de sus promesas,han traído la igualdad a la tierra. Se pue-de y se debe concebir una igualdad deposibilida des, que es lo que Bonapartellamaba 'la carrera abierta a los talen-tos',... pero no se puede concebir la igual-dad de todos en el mando; no se puedeconcebir una socie dad sin jefes".

El Imperio Español, con su accióncivili zadora, había posibilitado en el nue-vo mundo incorporado a la Fe, la existen-cia de jerarquías propias, de jefaturas au-tóctonas, con las cuales se pudo afrontar-la existencia del nuevo estado soberano.

Los sucesos de Mayo no tenían porqué escapar a esta ley. Lo que pasó y loque ha confundido las cosas es que las te-orías sus tentadas para justificar la Revo-lución sobre la soberanía popular nadatuvieron que ver con los hechos.

Esas teorías se usaron por muchasrazo nes, como hemos visto, pero no po-dían explicar ni justificar nada, porque elejerci cio de la soberanía por el pueblo ola co munidad toda, o lo que se ha llama-do la soberanía popular, tanto la de Rous-seau como la de Suárez, no tiene existen-cia ver dadera. No es más que un mito.

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Capitán General de Valencia, conjun-tamente con importantes misiones di-plomáticas en Francia y Polonia.

(Pág.35). Fue también su espíritu deequidad y clara visión del porvenir, ins-pirado en los principios de la OrdenMasónica, lo que movió sus senti-mientos para rogar a Carlos III que li-berase en forma pacífica las coloniasde América, las que, con el tiempo, se-ría difícil conservar por la fuerza (2)

En un memorial dirigido al Mo-narca, en 1783, días después del naci-miento de Bolívar y seis años antes dela Revolución Francesa, le aconseja-ba, con desembarazo y lealtad, laemancipación de Hispanoamérica.La exposición empieza por referirse ala independencia de los Estados Uni-dos:

"La Independencia de las coloniasinglesas ha quedado reconocida. EstaRepública federal nació pigmea, pordecirlo así, y ha necesitado del apoyoy fuerza de dos estados tan poderososcomo España y Francia para conseguirsu emancipación. Llegará un día en quecrezca y se torne gigante, y, aun, colo-so temible en aquellas regiones. En-tonces olvidará los beneficios que harecibido de las dos potencias y sólo pen-sará en su engrandecimiento…” (3)

Más adelante, y concretándose al ca-so de los virreinatos de la Nueva Espa-

ña, expresaba:"Jamás han podido conservarse por

mucho tiempo posesiones tan vastascolocadas a tan gran distancia de laMetrópoli. A esta causa, general a to-das las colonias, hay que agregar otras

especiales a las españolas, a saber: ladificultad de enviar los socorros nece-sarios; las vejaciones de algunos go-bernadores para con sus desgraciadoshabitantes; la distancia que los sepa-ra de la autoridad suprema, lo que escausa que a veces transcurran años sinque se atienda a sus reclamaciones; losmedios que los virreyes y los goberna-dores, como los españoles, no puedendejar de aplicar para obtener mani-festaciones favorables a España; cir-cunstancias que, reunidas todas, nopueden menos de descontentar a loshabitantes de América, moviéndoles ahacer esfuerzos a fin de conseguir laindependencia tan luego como la oca-sión les sea propicia..." (Pág. 36)

". . .Debe V. M. deshacerse de todassus posesiones en el Continente de am-bas Américas, conservando tan sólo lasislas de Cuba y Puerto Rico, en la par-te septentrional, y alguna otra que pue-da convenir en la parte meridional conel único objeto de que sirvan como es-cala o depósito para el comercio es-pañol. . ." (4)

La idea de dar libertad a los paísesdel nuevo mundo y mantener cordialesrelaciones con ellos no abandonó nun-ca su mente. Dos años después, en ju-lio de 1785, escribía desde París al Con-de de Floridablanca, también ilustremasón, quien lo substituyera por algúntiempo en su ministerio, las siguienteslíneas que se conservan en el Archivode Simancas:

". ..Ya sabe vuestra excelencia có-mo pienso sobre nuestra América. Sinos aborrecen, no me admira, segúnlos hemos tratado, y no entiendo quehaya otro medio de retardar el estam-pido que el de tratar mejor a los de alláy a los que vienen acá…” (5)

En el año 1792, estando ya de mo-narca Carlos IV, fue separado del Con-sejo dándose como pretexto el que de-bería retirarse a descansar de los nego-cios públicos en atención a su avanza-da edad. Tan repentino alejamiento pro-dujo gran descontento en la ciudadaníaespañola, más aún cuando se supo queel llamado a reemplazar al experimen-tado y respetable hombre de Estado erael joven Manuel Godoy, extraño al ma-nejo de los destinos del país, pero aquien la reina María Luisa distinguíacon honores y confianza.

Prohibición de la Masoneríaen España y su difusión

en Buenos Aires

(Pág. 56). En España, Fernando VI,por Decreto de 2 de julio de 1751, pro-hibió el ejercicio de la Masonería en to-da la extensión de su reino bajo el pre-texto de que sus doctrinas eran peli-grosas para el Estado y la Religión ypronunció la pena de muerte para todoindividuo que la profesase.

(Pág. 61). Algunos historiadores sehan esmerado en relacionar aquellosbrotes de Lima inspirados por Pablo Jo-sé de Olavide y Juaregui (nacido en1725 y deportado a España) con los que,poco más tarde, afloraron en el Virrei-nato del Plata donde, a partir de 1778,se encuentran huellas de logias masó-nicas.

"Es incuestionable -expresa Lazca-no- que no escaparán, a las claras yrobustas mentalidades de los hombresilustrados, los principios filosóficos delsiglo, entre cuyos voceros se encontra-ban los buques que llegaban a las pla-yas del Río de la Plata, pues cada unode ellos era una logia masónica flo-tante, con la misión de levantar el es-píritu popular y fundar logias dondequiera que sus anclas dieran fondo."(24)

La actividad principal de las logiasde Buenos Aires, en aquel entonces, fuesembrar las semillas emancipadoras conlas narraciones entusiastas del éxito quese había obtenido recientemente, enNorteamérica, gracias a la organizaciónde los masones.

A partir de 1790, se sumaron las ex-periencias apasionadas de la Revolu-ción Francesa y en 1795 tomó carácterdefinido la Logia Independencia con-sagrada, exclusivamente, a lograr la se-paración total de la Metrópoli por con-vencimiento de las ideas antes que porla crueldad de las armas.

Los miembros de esta logia sesio-naban, en forma extremadamente pre-cavida, en la antigua y abandonada ca-pilla de San Miguel. Se entraba y sallaa esas ruinas misteriosas, transforma-das en su interior en templo masónico,por el largo túnel de una mina cuyo la-boreo estaba agotado.

Existen documentos que prueban fe-hacientemente la instalación y funcio-

Pedro Pablo Abarca de Bolea, Condede Aranda.

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namiento de la Logia Independenciaasí como también sus programas liber-tarios. Ellos se transcriben, in extenso,en la obra de Lazcano ya citada y en lareproducción de cartas que hiciera eldoctor Juan María Gutiérrez en la Re-vista de Buenos Aires, donde aparecenreproches como los que siguen: "El se-creto de los masones estriba en derri-bar los altares y destruir los tronos...""Una de las bases del edificio masóni-co es la libertad y la otra la igualdad,como prueba la palabra hermano conque se tratan los masones. Pero esa li-bertad y esa igualdad no tienen por fun-damento un sentimiento religioso, sinoel espíritu revolucionario que condujoal patíbulo al mejor de los reyes deFrancia. . ." (25) (Pág. 62).

La "Gran Reunión Americana".Miranda y O'Higgins. La "Logia

Lautaro" de Cádiz(Pág. 62). La Logia Independencia

de Buenos Aires, cuyas filas habían em-pezado a ralear al descubrirse su sedeclandestina y aprehenderse a varios desus miembros, vino a ser robustecidamoralmente con la auspiciosa noticiade la Gran Reunión Americana.

En el año 1800 se instalaba en Lon-dres, en Grafton Square, una logia cu-ya finalidad era unificar los esfuerzosen la acción que sería menester des-arrollar en América. Se denominó GranReunión Americana y sus miembrosse llamaban "Caballeros Racionales".Francisco Miranda y BernardoO'Higgins habían sido sus principalesorganizadores.

La Gran Reunión Americana ini-ció, desde su instalación como Logiadependiente de la Gran Logia de In-glaterra, la planificación de la inde-pendencia de las colonias españolas. Elproblema que más le inquietó fue eladoptar las precauciones que fuesen ne-cesarias para que ella se verificase conel mínimum de derramamiento de san-gre. Por este motivo entró en estrechocontacto con los masones de la Penín-sula quienes, inspirados por las ideasdel Conde de Aranda, pensaban en laemancipación pacífica y acudían a to-dos los medios posibles para conven-cer en tal sentido a la Corona (Pág. 63).

El juramento que debían prestar los"Caballeros Racionales" en su inicia-ción como masones, tanto en la Gran

Reunión Americana como en las Lo-gias Lautaro, a que nos referimos acontinuación, era el siguiente: "Jamásreconoceré por gobierno legítimo demi patria sino aquel que sea elegidopor la libre y espontánea voluntad delpueblo; y, siendo el sistema republi-cano el más adaptable al gobierno delas Américas, propenderé, por cuan-tos medios 'estén a mi alcance, a queel pueblo se decida por él" (26).

Una de las primeras determinacio-nes de la Gran Reunión Americana fuecrear agencias, las cuales se denomi-naron Logia Lautaro, nombre al pare-cer inspirado por O'Higgins en home-naje al héroe araucano cuya valentía yaltivez sin límites había dado a cono-cer, en toda Europa, Alonso de Ercillacon su obra inmortal.

(Pág. 65). No sería extraño, en con-secuencia, que aquel nombre de Lau-taro, siempre a flor de labios enO'Higgins, les moviera a adoptarlo pa-ra individualizar a las logias que servi-rían de agencias a la Gran ReuniónAmericana.

(Pág. 66). Miranda encomendó aO'Higgins, a fines de 1801, que antesde seguir viaje a Chile, reuniera en Cá-diz a los sudamericanos residentes conla finalidad de que, junto con españo-les masones, para quienes llevaba cre-denciales, formara, en dicha ciudad,una Logia Lautaro de Caballeros Ra-cionales.

Estos Caballeros Racionales se fue-ron esparciendo paulatinamente y, an-tes de estar organizadas en América laslogias Lautaro, como verdaderas enti-dades masónicas, ya tenían una deci-sión inquebrantable en su acción y es-

taban plenamente empapados del ide-al a cumplir.

En setiembre de 1802, BernardoO'Higgins arribó al puerto de Valpara-íso en una fragata que, por extraña coin-cidencia del destino, llevaba por nom-bre Aurora.

En la capital se hospedaba, habi-tualmente, en casa del canónigo JuanPablo Fretes, iniciado en la Logia In-dependencia de Buenos Aires, a la cualya nos referimos. Con sus miembros,que permanecían ocultos después dehaber sido disuelta, Fretes mantenía es-trecho contacto a través de su sobrino,Juan Florencio Terrada, residente enBuenos Aires y quien había sido ami-go inseparable de O'Higgins en Euro-pa y activo colaborador de la LogiaLautaro de Cádiz.

(Pág. 67). En los comienzos del si-glo XIX y antes de fundarse la prime-ra Logia Lautaro de Buenos Aires, yaexistían varios masones entusiastas, ini-ciados en la antigua Logia Indepen-dencia o en logias de Norteamérica, deEspaña, Inglaterra, Francia, Escocia uotros países europeos. Entre ellos secontaban, aparte de O'Higgins, el ca-nónigo Juan Pablo Fretes y Juan Flo-rencio Terrada, ya individualizados,Belgrano, Pueyrredón, Castelli, Blan-co Encalada, Arroyo, Ceriño, Martínezde Rozas, Argomedo, Freire, AntonioJosé de Rojas, José Miguel Infante, Hi-pólito Villegas, Vera y Pintado, JoséAntonio Prieto, el doctor Santiago Mar-dones y, al expirar el año 1810, Cami-lo Henríquez, Francisco Antonio Pintoy muchos otros de igual nombradía.

Las Logias Lautaro

(Pág. 74). Mucho se ha especuladosobre si las Logias Lautaro en BuenosAires, y posteriormente en Mendoza ySantiago, fueron, o no, verdaderos ta-lleres masónicos revestidos del ritualpropio de las tenidas tradicionales.

Dadas las características de la épo-ca, de permanente zozobra frente a lascrueles persecuciones de las autorida-des civiles y eclesiásticas, estas logias,no obstante su carácter y filosofía ma-sónicas, no pudieron funcionar con latranquilidad necesaria para observar losaspectos formales inherentes a la Or-den.

Su finalidad casi exclusiva, comoagencias de la Gran Reunión Ameri-

General Francisco de Miranda

Suplemento de PATRIA ARGENTINA Nº 266 13

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Strangford

Lord Strangford, embajador inglésen Río de Janeiro, fue el encargado devigilar el Río de la Plata. A principiosde 1810 las noticias de Europa señala-ban el próximo colapso de España, y

Strangford en cumplimiento de una or-den de Wellesley pide informes a Sa-turnino Rodríguez Peña, pensionadodel gobierno inglés. Rodríguez Peña leasegura que "la mayor parte de los na-tivos eran afectos a los ingleses" (exa-gerando el número e influencia de sus

amigos) y querían "una independen-cia bajo la protección británica y larecompensa para Inglaterra sería elcomercio"; que Liniers era "el jefe deun partido francés" esperanzado en eltriunfo de Napoleón en Europa, y loscomerciantes españoles con Álzaga

Inglaterra y la RevoluciónPor José María Rosa

Reproducción parcial del punto 4 del Capítulo 4: “La Revolución de Mayo”, correspondiente al Tomo II de“Historia Argentina”, Pág. 214 a 220.

cana con sede en Londres, no fue otraque expulsar, definitivamente, a los re-alistas de sus factorías coloniales; ter-minar con los privilegios de fortuna yde abolengos y establecer, en forma pro-gresiva, la soberanía popular como ba-se fundamental de la independencia po-lítica, económica y social.

(Pág. 75). Sin perjuicio de lo ante-riormente expresado, las Logias Lau-taro tuvieron una Constitución Gene-ral, emanada de la Gran Reunión Ame-ricana, la cual fue dada a conocer porBenjamín Vicuña Mackenna en su obraEl Ostracismo del General O'Higgins,escrita durante su destierro en el Perúy publicada por la Imprenta El Mercu-rio, de Valparaíso, el año 1860.

Vicuña Mackenna tuvo la feliz opor-tunidad de trabar amistad en Lima conel hijo del ex Director Supremo, De-metrio O'Higgins Puga, quien le pro-porcionó el archivo personal de su pa-dre, lo que le permitió penetrar, a la luzde centenares de documentos, en la vi-da íntima y en el mejor conocimientopolítico del primer Di rector Supremo.Entre ellos apareció la Constitución delas Logias Lautaro, copiada de puño yletra por Bernardo O'Higgins en uncuaderno especial (Por razones de fal-ta de espacio se omite su transcripción).

(Pág. 91). Al expirar el año 1822,y considerando que su misión ya esta-ba cumplida, las Logias Lautaro deBuenos Aires, Mendoza y San tiago sedisolvieron.

Algunos autores han comentado laexistencia de un manifiesto conjunto,suscrito por los tres dignatarios que laspresidían, diri gido a la Gran Logia deInglaterra, ya que la matriz Gran Reu-nión Americana, de la cual eran agen-

cias, había terminado sus funcio nes. Endicho manifiesto se habría resumido lalabor realizada y las razones que justi-ficaban su disolución.

Ninguna fuente directa hemos en-contrado en relación con el escrito alu-dido y nos cabe la certeza de que enlos catálogos del archivo de la GranLogia de Inglaterra no figura, al me-nos, entre los documentos de impor-tancia.

Sólo puede afirmarse que las LogiasLautaro tuvieron una fi nalidad especí-fica y que desaparecieron del escena-rio una vez afianzada la Independen-cia. Hay quienes piensan, y entre ellosBenjamín Oviedo, que no fueron ma-sónicas sino exclusivamente políticas.Muy por el contrario, sostenemos queeran francmasónicas y es por ello quevarios integrantes no perdieron su ca-lidad de hermanos, permaneciendo uni-dos por una ideología común y por fuer-tes lazos fraternales. En Argentina seagruparon en logias filosóficas desti-

nadas a impulsar la educación y a man-tener los fundamentos republicanos(Pág. 92)

En Chile el espíritu masónico semantuvo, aparentemente, sin logia re-gular hasta 1827 en que Manuel Blan-co Encalada, Manuel Rengifo y Ma-nuel José Gandarillas crearon la LogiaFilantropía Chilena a la cual nos re-feriremos más adelante. Sin embargo,existen ciertos antecedentes indirectosque nos hablan de la Logia Aurora,instalada principalmente por Fray Ca-milo Henríquez al disolverse la Lau-taro, los que daremos a conocer en es-te mismo capítulo al analizar la "Mi-sión Muzi".

* Aclaración del Director: El au-tor es masón o un ferviente admiradorde la masonería y escribe desde unaperspectiva masónica, conforme a loque se interpreta en su “Prólogo a laCuarta Edición”.

Notas:(1) Lafuente, Modesto: Historia General

de España.(2) Pinto, L. Fernando: Independencia de

Hispanoamérica nació en Madrid. Rev.ZigZag, 29 die. 1944.

(3) Lafuente, Modesto: Obra citada.(4) Ibídem.(5) Lafuente, Modesto: Obra citada.(24) Lazcano, M. V.: Las Sociedades Se-

cretas, Políticas y Masónicas en Bue-nos Aires.

(25) Gutiérrez, J. María: Cartas publicadasen Revista de Buenos Aires, extracta-das por Oviedo en La Masonería deChile.

(26) Mitre, Bartolomé: Historia de SanMartín y de la Emancipación Sud-americana.

La Gran Logia de Inglaterra en Londres

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"partidarios de una independenciaapoyada en Francia". Sugirió que unejército británico ayudase a la inde-pendencia "apoyada en Inglaterra".

La expulsión de los comerciantes in-gleses de Buenos Aires, decretada porCisneros en diciembre de 1809, tuvomuy ocupado a Strangford. Consiguedel virrey que prorrogue el plazo has-ta el 19 de mayo de 1810, pues sabeque la dominación española en BuenosAires está corriendo carreras con eltiempo.

Apenas llegada a Río de Janeiro lanoticia de la caída de la Junta de Sevi-lla, Strangford despachó en el Misletoea Buenos Aires, al capitán Manuel Fran-cisco de Miranda, para decir en su nom-bre a los jefes del partido probritánico(cuyos nombres había dado RodríguezPeña) que tratasen de huir de la in-fluencia francesa y no hacer "una pre-matura tentativa de convertirse en Es-tado independiente antes de decidirseel destino de la Madre Patria", al mis-mo tiempo de agitar el ambiente con-tra Cisneros que acababa de expulsar alas ingleses.

El mensaje de Miranda y la opiniónde Rodríguez Peña se conoce por car-ta de Strangford a Wellesley del 10-6-1810: "Me he limitado a. darles segu-ridad en general (a los porteños ami-gos de Inglaterra) que en el supuestocaso que el gobierno de Su Majestadse viera inclinado a apoyar la causade la independencia (lo que sin em-bargo no tiene autorización de ofre-cer) habría dos circunstancias que po-drían impedirlo: una prematura ten-tativa de convertirse en Estado inde-pendiente antes de decidirse el desti-no de la Madre Patria, o cualquier cla-se de atención que prestaren a las pro-puestas que pudiera hacerles Franciau otras potencias".

No se sabe la fecha de la llegada deMiranda y forma como cumplió su mi-sión. Es conjeturable que viniese en elMisletoe, llegado el 14 de mayo paraevacuar a los comerciantes ingleses, yque de paso traía la información que hi-zo caer a Cisneros.

Llega (a Río de Janeiro) el agentede la junta que decía Strangford (1),Matías Irigoyen, nombrado el 29 de ma-yo para ir a Inglaterra y España a in-

formar los motivos de la instalación delnuevo gobierno. Se pone a1 habla conStrangford a poco de despachada la car-ta de éste a Wellesley, y el embajadorremite otra el 30 (de junio), para mos-trar cómo sus consejos se cumplían enBuenos Aires:

"En esta conversación el principaltema fueron las miras del nuevo go-bierno, asegurándome -el agente- quesu solo objeto era valerse de la pre-sente cesación de toda sombra de au-toridad legal en España para emanci-par a las colonias de la tiranía de laMadre Patria y preservarlas como ungrande y floreciente Estado para el re-presentante legítimo de la monarquíaespañola . . . , que no tenían en el mo-mento ninguna mira ulterior de inde-pendencia... sistema que sólo adopta-rían como una alternativa para esca-par del más grande de todos los males:volver al antiguo orden de cosas... Des-echó toda inclinación hacia una cone-xión francesa o cualquier otra línea po-lítica que pudiese causar el menor gra-do de sombra a la Gran Bretaña... lajunta no tenía un designio inmediatode forzar al gobierno británico a ha-cer una declaración abierta a su favorpor las bellas perspectivas que ahorase le presentan de obtener (del Conse-jo de Regencia) ventajas políticas y co-merciales casi ilimitadas . . . (pero) ha-bía determinado convertir su causa enla más popular posible en Gran Breta-ña por una muestra espontánea de li-beralidad en asuntos de comercio es-perando en consecuencia ganar la bue-na voluntad de esta Nación. Me expre-só la esperanza que Gran Bretaña nose inclinaría a apoyar la autoridad enAmérica que pudiera pretender la au-tocreada Regencia de Cádiz o la Prin-cesa del Brasil, declarando que antesde aceptar estas pretensiones, las co-lonias españolas se empeñarán en unaabierta hostilidad contra los poderescombinados de Inglaterra, España yPortugal confiando para su éxito en lajusticia de su causa y en la ayuda, queen ese caso solamente, estimarían jus-tificado solicitar de otras potencias".

"E1 sumario de lo que me pidió esreducible a los siguientes puntos:

1) que Gran Bretaña deberá abste-nerse de apoyar las pretensiones de la

Regencia de España o de la Princesade Brasil, y secretamente empeñarseen que estas pretensiones no sean sos-tenidas mediante la violencia. 2) Unavez reunido el Congreso, y formado ungobierno federativo permanente queactúe en nombre del Rey Católico, In-glaterra prestará toda su protección yayuda a ese gobierno en un compro-miso público, o si fuera inconveniente(en razón de sus relaciones actuales)en una convención secreta, recibiendocomo justo precio todo beneficio y fa-vor que la gratitud nacional puedaacordar, o que pueda ser requerida porsu gobierno y sus mercaderes . . . 3)Que el gobierno británico deberá pro-veer armas... 4) Que el ministro de S.M. en esa Corte se empeñará para queno se realice ningún movimiento mili-tar sobre la frontera. . . ".

Strangford no se contentaba con co-lonias económicas. Eso sería el princi-pio de la anexión lisa y llana de Brasily el Río de la Plata, o por lo menos departe de ellos. Según Carlos Roberts,apoyado por Federico Ibarguren, habríaconocido el Plano de Moreno. Escribea Wellesley muy secretamente el 1 desetiembre exponiendo las perspectivasde una cesión de bases coloniales enAmérica española:

"Es de suponer que Gran Bretaña novacilará, en aceptar un arreglo que lepermitirá tener la llave del océano Pa-cifico y de las Indias Orientales (por laruta del cabo de Hornos); que la harácompletamente independiente de cual-quier otro país en cuanto al aprovisio-namiento de sus Antillas; que le daráen estos mares una estación naval im-portante -y segura . . . fundarse una co-lonia inglesa en el centro de estas cos-tas tendrá los más felices efectos sobrela civilización de los habitantes veci-nos; y que, finalmente, le permitirá te-ner un jaque permanente sobre los pro-bables proyectos de los futuros dueñosde España, contra los cuales será nece-sario estar en guardia tanto en la pazcomo en la guerra".

La correspondencia de Strangfordcon los hombres del Río de la Plata si-guió constante. El 17 de noviembre,alarmado por el sistema de terror, acon-seja a Moreno: "Los últimos procedi-mientos de la Junta respecto a Liniers

Suplemento de PATRIA ARGENTINA Nº 266 15

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y sus compañeros están poco confor-mes con el espíritu de moderación quedictó vuestras primeras medidas y handado, aun a quienes estaban bien dis-puestos a vuestro favor, motivo paraponerse en contra... el cambio de esesistema (excepto en los casos de algu-na agresión) ha de haber sido des-agradable al Rey mi soberano". La lle-gada de esta carta debió ocurrir en losprimeros días de diciembre y pesó enla Junta que despachó un mensaje ur-gente a Castelli en el Alto Perú para de-cirle que "el sistema había cambiado".No obstante, no llegaría a tiempo deimpedir el fusilamiento en Potosí dePaula Sanz, Nieto y Córdoba el 15 dediciembre.

Los ingleses de Buenos Aires

La revolución impidió que los in-gleses acatasen la expulsión que habíapronunciado Cisneros en diciembre an-terior, y que debía cumplirse el 19 demayo. Vino muy a tiempo. El 19 Cis-neros anduvo muy ocupado para pen-sar en los ingleses, y el 25 todos en-tendieron que la expulsión no podía ha-cerse. Pero había que tener una seguri-dad.

El 26 de mayo a las 11 de la ma-ñana, por gestiones de Mr. Mac kinnon,la flamante junta recibe al comandan-te de la escuadra ingle sa de estaciónfrente a Buenos Aires, que había em-pavesado sus buques y hecho salvas el25, Charles Montagu Fabian; que con-currió acompañado de un intérprete yde los capitanes Perkins y Ram say (es-te último de la Misletoe, que trajo la no-ticia provocadora del derrumbe). Fa-

bian informa, el 29 al almirante DeCourcy, su superior:

". . . Me adelanté a saludar a SS.EE. y cumplimentar al nuevo gobier-no establecido. Me contestó el presi-dente que se hallaba muy agradecidopor 1a atención que habíamos tenido(las salvas de honor) y me aseguróque era el deseo e intención de la jun-ta continuar la firme alianza . . . Cas-telli, uno de sus miembros, dijo quela junta, funcionarios, ejército y to-dos los habitantes, estaban dispues-tos y deseaban... mostrar todo el fa-vor posible y protección a los súbdi-tos británicos y su propiedad y de igualmodo aceptar del gobierno británicoy sus súbditos los mismos sentimien-tos de alianza y amistad. Larrea de-claró que su gobierno no solamentedaría protección a los ingleses sinoque haría mucho más, pues su pro-piedad no sería molestada, al contra-rio, y se le darían todas las facilida-des posibles para alentarlos entre nos-otros".

Los ingleses nada tenían que temerahora, por lo contrario. El porvenir es-taba asegurado y se presentaba risueño.

Conforme con las promesas, el 5 dejunio se rebajaron en un 100 % los de-rechos de exportación; el 15 de juliose declaró libre la salida de oro y pla-ta sin más recaudo que pagar dere-chos como "mercancía" (como lo ha-bía pedido la Representación de losHacendados; el 19 se permitió la deharinas; por decreto del 19 de octubrey otros posteriores, se dieron facilida-des al puerto de la Ensenada de mayorabrigo que la rada abierta de Buenos

Aires (construcción de cami-nos, loteo de tierras, habilita-ción a constructores, coloca-ción de balizas, rebajas adua-neras).

La anglofilia de la junta

No debe verse en la polí-tica exterior de la Junta (a ex-cepción de algunos contra-dictorios capítulos del Planode Operaciones) una anglo-filia decidida. No la había, nien los "independentistas" conprotección inglesa ni en quie-

nes abrían el puerto al libre co-mercio. Creían proceder de la sola ma-nera posible, porque, fuera de Moreno,ignoraban el juego del imperialismo in-glés: daban facilidades á Inglaterra co-mo do ut des, "toma y daca", para con-seguir su apoyo. No eran tan anglófi-los ni tan partidarios del "sistema legi-timista y cristiano" en lucha contra Na-poleón, que no contemplasen -como lodijo el agente de la Junta a Strangford- la eventualidad de estar en guerra con-tra Inglaterra, aliados a Napoleón, siaquélla ayudaba a España.

“Claro que una posición semejan-te era ingenua, y no tardarían los "in-dependentistas protegidos" en com-prenderlo y rectificarla. Belgrano yPasso se dieron cuenta que la sola po-lítica nacionalista era apoyarse en e1pueblo y no buscar injerencias forá-neas. En Moreno hay ciertas páginasde la Gaceta, por la conducta del ca-pitán inglés Elliot adherido imprevis-tamente al bloqueo mantenido porMontevideo, que muestran su conoci-miento del imperialismo ingles y susconsecuencias: ". . . el extranjero noviene a nuestro país a trabajar en nues-tro bien, sino a sacar cuantas ventajaspuede proporcionarse... miremos susconsejos con la mayor reserva y no in-curramos en el error de aquellos pue-blos inocentes que se dejaron envolveren cadenas en medio del embelesa-miento que le habían producido los chi-ches y abalorios".

"Pero ya era tarde -dice FedericoIbarguren-. Su política (de Moreno) de-masiado anglófila y terrorista no po-día ser, en efecto, popular. . . Esto loinhabilitaba para ser caudillo... no de-

Ceremonia en La Gran Logia de Inglaterra (Londres)

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Vísperas de MayoPor Roberto H. Marfany

Reproducción parcial de citas de la mencionada obra, Pág. 18 y 19

El general Carr Beresford, coman-dante en jefe del primer ejército de ocu-pación, escribía al ministro Castlere-agh, el 23 de enero de 1808, con res-pecto a ese mismo pueblo: " . . . debenser primero conquistadas y debe se-pararse de ellos la parte española, an-tes que pueda esperarse que tenganmucha inclinación a ofrecerse, y de-be asegurárseles que el objeto de GranBretaña es darle independencia, por-que aunque están decididamente in-clinados a librarse del yugo de Espa-ña, son aún hostiles a aceptar el decualquier otra nación, y al conquis-tarlos nos acarrearíamos una piedraalrededor de nuestros cuellos. . . “(1).También aquí se advierte que la inde-pendencia, que no admitía someterseal yugo de ninguna nación, no excluíala “inclinación a ofrecerse" a la direc-ción de Gran Bretaña.

En 1811, Cornelio Saavedra repu-dió ese acercamiento con los inglesesque consideró un sometimiento. En car-ta dirigida al coronel Juan José Via-monte, refiriéndose a quienes lo fo-mentaron, expresa:

“No dudemos, no olvidemos, queestos fueron afectísimos a la domina-ción inglesa; querían se perpetuasen

las cadenas de Buenos Aires en ella;que algunas cartas vimos en la Gace-ta de Montevideo, Estrella del Sur, delgran patriota Vieytes, con el nombresupuesto de Anselmo, y otros con el desu sacristán Beruti bajo otro que nome acuerdo, en que bien claro mani-festaban su inclinación a aquel Go-bierno. Este es un hecho que todos lovimos, y también retirarse al campo ydejar las armas cuando ya se acerca-ba su última invasión, por no propen-der por su parte a privar a su patriade los beneficios que esperaba de aquelGobierno. Así se explicaba este granpatricio; así lo decía este fundamen-to de la libertad de Buenos Aires y la-mentaba nuestra ceguedad hasta elextremo de pretender rechazar a losingleses. ¡Que bellos sentimientos deindependencia!" (2).

Es verdad que ese documento lo re-dactó Saavedra en horas de intensa yamarga lucha política contra sus ene-migos desplazados del gobierno de laJunta con el golpe del 5 y 6 de abril de1811; pero en medio de sus vehemen-tes desahogos no llegó a falsear la ver-dad. Su severo juicio coincide con losotros testimonios que hemos transcrip-to.

Notas:

(1) Citada por RICARDO PICCIRILLI, San

Martín y la política de los pueblos, p.

46. Buenos Aires, 1957.

(2) JUAN CANTER, Una carta justificati-

va de Cornelio Saavedra, en Boletín del

Instituto Bonaerense de Numismática y

Antigüedades, Año I, Nro 1, pp. 73, Bue-

nos Aires, 1943. RAUL A. MOLINA,

Una carta de Saavedra sobre la Revo-

lución de Mayo, en Historia Nro 18, pp.

114-132. Buenos Aires, 1960.

mostró fe en sus propias fuerzas ni enlas de nuestro pueblo creyendo que lasalvación estaba en requerir ayuda deuna gran potencia, en buscar apoyosgarantizándolos comercialmente a cam-bio de influencias internacionales . . .Los fracasados planes de Francisco Mi-randa reverdecían así en las templadas

tierras del Río de la Plata".Notas:(1) Se refiere a la llegada de un representan-

te de la Junta de Buenos Aires, que LordStrangford le anunciaba a Wellesley el20 de junio de 1810 (Foreign Office,Strangford a Wellesley); referida en laPág. 216 de la obra de José María Rosa.