EL HISTORIADOR GENERAL

7.- EL HISTORIADOR DE HISTORIA DE VENEZUELA.

LA REVOLUCION DE 18681

IDEAS DE ACTUALIDAD

Junio de 1868

El estado político de Venezuela es el que sigue: una revolucióninmensa, un gobierno sin prestigio, y todas las fuerzas y todos losintereses precipitándose hacia la úna como centro absorbente yabandonado al ótro como punto paralítico. El gobierno ha llegadoal caso que nadie lecree, en que nadie espera de él y que conservael nombre sin lo que significa; todo confuso que contiene en sí,ignorándolo tal vez los directores, todos los síntomas de unadescomposición latente, que sólo aguarda tiempo y modo paraverificarse: la Revolución, por el contrario, es gran foco, el blancode todas las esperanzas, la lazada de todos los compromisos, elgrande hecho social, la inmensa crisálida donde duerme la ninfade la transformación santa y gloriosa.

No es posible, en semejante estado de cosas, sostener lucha,ni contar para el viejo régimen con un equilibrio falso, es que lasfuerzas no son iguales, ni los derechos los mismos. Se pretendeun absurdo, un gobierno póstumo, un anacronismo oficial, estánbien para referidos como cuentos deviejas, pero no para realizadoscomo sistemas positivos. Nadie obedece, nadie da, nadie sepresta. Falta la base, que es la fe; falta el apoyo, que es la opinión;falta el título, lo que es el derecho; falta la fuerza, que son lasvoluntades; falta el vínculo, que es el deber. El espacio se reduce,la atmósfera pesa, el aliento se fatiga; y no se hace otra cosa,

Acosta, Cecilio. Obras. Tomo IV - páginas 75 á 83 - Edición 1908.

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tratando de conservar la misma situación, que luchar contra lanaturaleza para morir por fin ahogado.

Aquí se presentan dos consideraciones que hacer. Laprimera: la de la imposibilidad del propósito de parte del Gobierno,probada ya, y que se puede probar más. El hecho es cierto: no haybrazo que no esté armado, ni voz que no grite, ni voluntad que noconspire contra el orden actual. La revolución ha recorrido todassus faces: la de plan armado entre muchos, la de plan político conriesgos, la de campañas abiertas con desastres; hoyes más quetodo eso, es sangre del cuerpo social, contagio, atmósfera,impulso de intereses, blanco de esperanzas, y hasta motivo deorgullo y gala. Delanciano al niño, del pobre al hombre acaudalado,no hay quien no se avergüence de no ser revolucionario. Se quierepundonor oficial, administración de justicia, buen manejo de lasrentas responsabilidad efectiva, respeto por la ley, garantías parala propiedad, honra por fin para este país, un tiempo tan honrado,hoy postrado en tánta mengua, pan, pan para las familias, que nohay, y aire de libertad y de derechos que no existen.

El labradorva á llorará la orilla de sus sembrados, porque handesaparecido... Vino la mano del impuesto, de la expropiación yde la estafa oficial y los devoró.

Los caminos están solitarios; no hay frutos que pasen porellos Vino la mano del impuesto y de la estafa oficial y se losllevó.

Los mercados, sin concurso; la casa del comerciante, sintransacciones y sin ruido Este silencio lo ha causado elimpuesto y la estafa oficial.

Aquella viuda escuálida llega á la casa donde están sushambrientos hijos sólo para decirles que no les trae pan, porquesu óbolo se lo quitó en la calle la mano de la expropiación delimpuesto y de la estafa oficial: sólo les lleva lágrimas.

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Aquel campo, hoy erial, estuvo hasta hace poco florecientecon el trabajo honrado de tres generaciones. Hubo tres patriarcasque lo regaron con su sudor, y tres familias abrahámicas quecomían de su pan. La última de ellas, que se posaba en él comouna bandada de palomas blancas, para picar su propio grano, estáhoy dispersa por el hambre La mano de la expropiación de laestafa oficial la dispersó. Sobre los viejos árboles del campo enlo hueco de los paredones, sólo se siente el graznar del cuervo dela destrucción y el chillido del búho de las ruinas.

Aquel anciano venerable de paso lento y de harapos tristestuvo ántes que dar, y hoy pide limosnas de puerta en puerta. Lamano de impuesto y de la estafa oficial lo dejó en la calle; yen lacalle mora, pide y duerme.

¿Hay quien resista á tánta indignación? ¿Hay ojos quepuedan mirar tánta miseria? ¿Qué queda de lo que un tiempo fuéesta Venezuela altivamente? Nada queda: descrédito fuéra,mengua déntro, propiedad quefué, industrias que no son, camposyermos, cortijos abandonados, el derecho sin fuerza, la ley muda,la justicia imponente, la nación esclava, el hogar sin fuego, lasfamilias sin pan, el hambre en las calles, la vergüenza en la cara,algunos ricos que ríen, todos los demás que lloran, silencio porpaz, servidumbre por amor, tumbas por orden, y linfa pura en vezde sangre en el cuerpo social.

Ah! Días menguados estos, que estuvieron muy distantes dela mente de Bolívar y de sus Tenientes, el día que proclamaron lalibertad como derecho de tódos, y no como un sistema inventadopara construir el patrimonio, las riquezasyel predominio de pócos.

Todo esto se sabe, por eso se lucha. Del un lado el tódo quevive, que quiere, que reclama y que puede; del otro, una parte quesólo hace débil resistencia: acá el yo que manda porque tiene lafuerza, allá el tú que debe obedecer porque no tiene ninguna.

En esta situación ¿con qué cuenta el Gobierno? En losEstados, las pocas fuerzas que llevan su bandera forman ya

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alianza ó la preparan: en la capital, el Gobierno está apoyado enun sistema falso que contiene en su seno fermento latente, y sóloaguarda, para descomponerse, el momento de esas asimilacionesque no son ménos que las leyes porque son la corriente de laopinión. Las revoluciones, llegadas á este caso, son como laelectricidad, que siempre recorre su intermedio. Es engañarseestúpidamente, ó hacer el triste papel de un triste estadista, elpensar que la lealtad es á la persona y no al deber, ó que puedequedar de pie algo fundado sobre arena, cuando el agua lo zapay está la misma arena removida.

Una cosa es cierta desde que Dios formó el mundo, y que sólovariará así que él varíe su obra: que un movimiento así, en quetódos entran, que á tódos halaga, que á todos cobija, porque es elderecho en acción y la libertad vindicada, siempre triunfa, siempre;y que la voz de un gobierno que resista, es la voz dada al viento,que se pierde en él.

Ahora es el instante de preguntar, ¿y se puede entablar luchacontra ese movimiento? ¿Es eso posible? ¿Se va á algún fin,pueden alimentarse algunas esperanzas de buen éxito, esjustificable tal propósito? Júzguelo quien no esté ciego por lapasión y tenga alguna luz para pensar.

La otra observación es más importante aún. Por una parte,siendo el gobierno un encargado, desde que una revolucióngeneral lo retira, el encargo no existe, y toda continuación en él esuna usurpación. En una república no hay derecho divino, ni en lasnaciones mismas donde se admite se considera que lo es másdesde que el hecho del pueblo proclama lo contrario.

Por otra parte, y sin perder de vista la reflexión anterior,suponiendo que el gobierno tuviera algunas fuerzas que por algúntiempo le permaneciesen fieles ¿sería racional, justo ó defendibleen el fuero de la humanidad y del derecho, que las ernoeñase paraderramar más la sangre venezolana? ¿En nombre de qué ídolo ó

á título de qué ley se haría esto? ¿Es amo él, tiene látigo, tiene

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patrimonio que sostener? ¿Para sostener este patrimonio, paracontentar la avaricia de Shylock, debemos cada uno de losvenezolanos contribuir con una libra de nuestra carne?

Horrible nos parece la idea, tanto más horrible cuanto quecasi no hay hoy dos campamentos: la Revolución está incrustada,puesta como ataracea en la sociedad, consentida, reconocida,respetada; y sería menester ensayar un sistema de asesinatospara ensayar un sistema de defensa. Sería esto tanto como irsede puñal en mano por las calles, por las casas, por los templos,como volverse loco, como querer matar por matar.

Al gobierno no le queda hoy más recurso ni es otro su deber,que capitular: dar un corte á las dificultades en paz, retirarse átiempo, devolver lo que no es suyo, salvar una sangre que puedecaer sobre él, y dejar puesto para las cosas un sello en que noquede maldecido su nombre, ni proscrita su memoria.

Buena ocasión se le presentó para ello, y la desaprovechó, enel 11 de mayo próximo pasado, cuando las conferencias y elConvenio de Antímano. Pudo haber proclamado entonces yfirmado la amnistía, para él en especial, como el representante delrégimen antiguo, y como el que más la necesitaba: las amnistíasson mantos que cubren, y palabras que reconcilian. Pudo haberpuesto un cése á la guerra, dando él la palabra de paz. Pudo haberinstalado á la Revolución en el gabinete, y abierto la éra del reposopúblico. Pudo en fin, haber abatido la bandera rota delante de labandera flamante, devuelto el título del mandato, y reconocido elderecho del soberano.

No hizo eso: hizo un tratado absurdo, en que, hasta ciertopunto, se reconocieron dos campamentos, dos ideas, dosgobiernos; y sin embargo, ni el uno quedó más debilitado ni másfuerte por eso ni el ótro refrendó su título en la opinión. Un gobiernoquiere continuar siendo gobierno y capitula; una Revolución esreconocida como tal en su derecho, y no manda: hé aquí elConvenio: naturaleza híbrida, que no tiene ningúna propia; verso

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sibilino, que porlomismoqueniegay afirmaal propio tiempo, nadaresuelve. El hombre de Estado es el que define, el que marcha áun fin, el que no hace procesos de alcaldía.

Si en cuanto á los efectos es malo el tratado por estaconsideración, por ótra también lo es en cuanto á su forma.¿Cómo ha creído consultarse la verdadera naturaleza de unconvenio de guerra, dejando á úna de las partes con la garantíanecesaria para su ejecución, consistente en las fuerzas, y á la ótrasin ninguna garantía, puesto que se le quitaban hasta cierto puntola propias? ¿Qué otra cosa se pretendió que dejar al Gobierno consus tropas, y pretender someter las otras, por un rasgo de pluma,á título de aliadas? Se pretendió más: engañar la Revolución yempapelarla.

Es un error: en política se puede medrar hasta con planesinteresados, si consultan la verdad de las cosas, si siguen lacorriente de los intereses, si van por leyes conocidas; pero no sepuede luchar contra los hechos, ni hacer basa en el engaño.Maquiavelo, el gran Maquiavelo, escribió, si se quiere elepicureismo, pero no la estupidez de la política.

Consecuencias de tal tratado de Antímano que no logra suobjeto; que si logró que la Revolución tocase las barbas delGobierno, anduviese autorizada por todas partes y circulase máslibremente por las venas del cuerpo social, que fuese una piedrade escándalo para todos; que alarmase más al patriotismo, queencendiese más el entusiasmo; que debilitase más al Gobierno;que se delimitase más sin fruto alguno de vida, la era de latransformación, y que sonase el grito de alarma en toda laRepública que va a ceñir a todos para el desenlace final de la obraredentora.

El Gobierno no fue avisado; olvidó esto: olvidó que su deberera la paz, que su encargo había terminado, que venía una nuevacopa a colocarse, que el rayo estaba despedido de la nube, queuna historia se cerraba y otra se abría, que tocaba a la puerta el

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amo y que no es posible detener a gritos un torrente, ni borrar conletras contrarias ni obscuras la letra del destino.

Odios de parte de la revolución no había: aquí se hanabrazado todos, paseando todos las calles, contando susaventuras, sus peligros y sus esperanzas: recuerdos sí habíaporque pesaba entonces, como pena aún, la admósfera de plomodel régimen antiguo, por lo cual era la lucha, y para la cual habíay hay derecho. ¿Donde estaban, pues, las dificultades, o lostemores, o el derecho contrario del Gobierno? ¿Quién lo autorizópara parar el carro de los acontecimientos y para hacer más largoel plazo de la dicha? ¿Cómo no previó que podía haber lágrimasy sangre y que por no diferir cambiaba el orden, ni debilitaba lafuerza de las cosas.

Al mismo tiempo que oye este cargo el presente gobiernoentienda también que no hay el menor odio al personal. Laindignación del amor patrio no necesita de tocar con el individuoy sobre tódo la revolución es muy grande y sus miras muygenerosas para que aspire á menos que á elevarse á la arduaregión de los principios. Al contrario, ella proclama la unión comovínculo, la buena fe como fianza, la ley como código, el honorcomo estímulo, el progreso como aspiración, y el orden regularcomo estado permanente.

Otro artículo será materia de cómo concebimos que sea máspronto, más incruento y más fecundo el desenlace del drama.

Caracas, Junio 5 de 1868.

Cecilia Acosta.

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EL HISTORIADOR GENERAL

8.- EL 24 DE ENERO Y DEMAS HECHOSHISTORICOS SUCESIVOS 1

CARTA AL GENERAL M. HERRERA

Redacción de Cecilia Acosta

Señor General Manuel Herrera.

Caracas, 10 de noviembre de 1873.

Mi querido y buen amigo:

La buena amistad que siempre hemos tenido usted y yo, yque sinceramente continuaré profesándole, el conocimiento quetengo de su carácter, honrado y amigo de seguir la verdad cuandose convence de ella, y el que usted tiene del mío, sin doblez niengaño para nadie, y para usted además lleno de afectos ysolicitudes, espero que me darán, no título, que ése no me falta,sino motivo justificado para di! Igirle por la prensa esta carta.

Me he creído en el deber de escribirla y publicarla, no tanto entestimonio de mi estimación personal por usted, que harto conocidaes de cuantos nos han tratado, cuanto por el deseo de ver si selogra, debido esto en una parte á mí, ganar para la paz, laconsolidación y la dicha del país, que principian ya á fundarse yarraigarse, á un hombre de las excelentes dotes de usted.

Espero que usted que bien me conoce, no habrá de aguardarde mí, ni consejos sabios, ni máximas profundas; todo lo cual esmuy ajeno de un hombre como yo, que no tiene pretensiones, que

Acosta, Cecilia. Obras - Tomo V - páginas 325 á 336 - Edición 1908.

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no ha tenido estudios, y que no ha pasado de las ocupacionessencillas, en el Llano, de una vida puramente industrial. Pero paraobservar los hechos, para distinguir bien lo que pasa ante los ojos,tódos tenemos criterio; y si hay luégo el candor de confesarlo, nose necesita otra cosa para estar en posesión de la verdad.

Fuéra de que (y valga como otra razón de mi carta) es muyposible que usted, en el extranjero donde se halla, como es naturalen los hombres más avisados en idéntica situación, esté rodeadode una atmósfera que le haga ver las cosas de aquí de diferentemanera de como pasan; y deberá gustarle oír una voz amiga ydesapasionada que se las explique.

De una vez diré á usted mi pensamiento. Después de larebelión contra el actual Gobierno de Venezuela, en que ustedtomó armas como jefe de alta graduación, y que fué debelado en1870 á las márgenes del Apure y del Aragua, me gustara que ustedpermaneciese tranquilo, sin un pensamiento siquiera de trastornoni de malevolencia contra el orden del país, y que tan pronto comousted lo estime conveniente, regresase al seno de la patria.

No vaya usted á creer que tengo antecedentes de ningunaclase, ni que nadie los tenga aquí, sobre que usted abrigue talesideas; pero aunque esto sea verdad, y lo sea también que no haytemores de revolución, ni habría por qué ni para qué hacerla, nihecha encontraría sus autores otra cosa que indignación univer­sal, y segura y rápida derrota, nadie quita que usted fuese víctimade malos informes, ó si no de juicios propios falsos, y convieneprevenirlo contra tódo.

Estas alucinaciones son muy frecuentes en los partidos queestán ya al desaparecer de la escena pública, ó en los restos delos que han desaparecido del tódo; porque como deja de prevaleceren ellos el buen sentido, ó no quieren admitirlo cuando viene de losdemás, y dan la norma del criterio los más audaces, que semueven por pasiones, ó los más estólidos, que se aceptan comoinstrumentos, viene á resultar que, ya sea como gobiernos ó como

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bandos, no hacen al cabo otra cosa que cavar su propio sepulcro,y dar, si se abre lucha, triunfo cierto al contrario; bien que estosobre desastres comunes, quesiempreson los frutos de la guerra.Como tales grupos sociales (así pudieran bien llamarse) hanentrado en descomposición, tienen todos los vicios de ella; comoreclutan sólo rezagos, es decir, fragmentos sueltos, no tienencondiciones de organismo; y como además se dicen herederos detradiciones, á que se apegan y en que se fijan, y no obedecen á laopinión que es la ordendeldía, se divorcian con esto del progreso,que no transige, de las ideas, que no retroceden, y de losintereses, que no oyen.

Ni debe omitirse, entre tantas causas de perdición, una muynotable: las minorías conservan sin las virtudes el orgullo de lo queapellidan buen tiempo, sentimiento que crece, ó mejor dicho, seencona conforme van ellas á menos y sus adversarios á más; conlo que, sin más oído que á los que halagan el suyo, y contentasno más que con informes y aplausos de cuchicheo, que no pasandel círculo de engañadores y engañados, dejan á las mayoríascampeando solas en el teatro donde se agitan los intereses, deque disponen como quieren, y que son al propio tiempo estímuloy premio de la vida social.

No quiero significar con lo expuesto que tales partidos nohayan promovido al principio el bién, no hayan hecho figuracontemporánea, no tengan una existencia histórica, con más ómenos aciertos ó errores, como sucede en todo lo humano; sinoque se comprenda que tales son por lo común los resabios de losque van en decadencia, y que ninguno se sostiene, ni en el mandoni fuéra de él, en este proceso de regeneración continua que sellama República, si no refresca sus ideas en la idea del día, ó notoma puésto en el nuevo movimiento.

La falta de esta discreción ó la sombra de esta ceguedad, fuélo que perdió el año de 1848 al partido llamado entonces oligarca,no obstante su preponderancia conocida. Fué acusado ante elCongreso, sin pretexto siquiera de justicia, el Presidente de la

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República, ya en alianza secreta con el partido liberal, á la sazóncaído pero inmenso: el Presidente llamó á este partido á granparada, lo armó, le entregó la defensa de su causa, y parafortalecerlo, dividió con él el manto y las insignias del poder. Larevolución que se hizo contra tal torrente de opinión, no pudo sermás descabellada, como lo justificó el éxito. Páez, con ser Páez,era derrotado por todos sus Tenientes, masas de hombresquedaban en los campos de batalla, y casi ninguna se daba en queno fuesen desalojados los rebeldes; siendo el resultado de tódos,que desapareció en una guerra de diez años una generaciónfloreciente, y que en lugar de haberse logrado, como fué elpropósito, que desapareciese el nombre de Monagas del mandosupremo, hubo en él tres Monagas de seguida, por no contar comoinfluencias del mismo género la Vicepresidencia del señor Oriachy la constitución de 1857.

El partido liberal para ese tiempo había logrado el poderpúblico central, se hallaba apoderado de mucha parte del munici­pal, sobre tódo estaba en la opinión y el entusiasmo de las masaspopulares; y fué injustificable en el partido contrario lanzar contrafuerzas inagotables, en desigual dasafío, á fuerzas que no serenuevan, y exponer en el combate elementos de civilización,cuya pérdida, imputable sólo álosque la causaron porimprevisión,había de ser después desastre y ruina común.

La situación de 1858 nació de una alianza que al fin resultóestar más en las palabras que en los hechos. El Gobierno entródescaminado desde el principio: creyó que podía denominarse,circunscribirse y aislarse; creyó que estrechando el círculoaseguraba la lealtad; creyó que retirando úoprimiendo el elementopopular quedaba éste aniquilado, y concluyó por creer que nodebía oírse ni consultarse sino á sí mismo. Lástima grande enhombres de quienes se esperaba otra cosa por su experiencia ypor sus luces. La revolución no se dejó esperar; la hizo mayor elsistema de energía y el de la guerra llamado de recursos, quelanzaba en masa poblaciones enteras á los campos, porque tal

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sistema era la persecución bajo otros nombres; y aunque elGobierno empeñó todas sus fuerzas, bastaron cinco años paraque el pabellón federal, que ondeaba ya en el resto de la República,entrase triunfante á la capital.

La Administración del General Falcón, salvo el poco tiempoque dirigió el General Guzmán Blanco, notable por su previsión yacción administrativa, fué unGobiemo de dejarhacer,porel carácterexcesivamente benévolo del Magistrado Supremo, de aliento ybizarría para la guerra, de condición blanda y mano débil en la paz.El no cayó por odiado, sino porque, por decirlo así, dormía con lacasa abierta, hasta que al fin se la tomaron los contrarios.

El Gobierno denominado azul, casi no hay para qué nombrarlosino como un ejemplo clásico de imprevisión, que hasta yo, queme abstengo de clasificar con nombres duros aunque sean laverdad, tendré que llamar insensatez; y porque lo encuentra unoal paso, aunque sea como estorbo, en el camino de los sucesos.Ignorándolo siempre, y hasta creyendo que alcanzaban otroresultado, si movían las manos los directores, era para abrir pasoá la gran Resolución. Se asociaron con sus verdaderos enemigoscomo medida política, linchaban con frecuencia como símbolo deunión, y como golpe de Estadc hicieren el 14 de agosto.

Pocos episodios más ridículos de parte de ellos y 70 días demarcha triunfal de la Revolución, bastaron para que Caracascayese en manos de ella.

La rebelión que siguió fué inconsulta. ¿A quién le ocurre venirá desafiar á un Gobierno el mismo día de una transformaciónpolítica, con la opinión por base y todas las fuerzas sociales porrecurso? Aquí sucedió lo que siempre sucede como ley históricaen el mundo, á saber, que los partidos vencidos no puedenreaccionar al día siguiente de la transformación que los abate,mucho más cuando las masas, bien ó mal fundadas, creen queesos partidos son los antagonistas de las más adelantadas ideasdemocráticas. Como consecuencia de esto, y poniendo aparte la

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habilidad de la campaña de Apure, la cual consistió, entre otrascosas, en lo casi incruento y en lo rápido de ella, es fuéra de todaduda que el General Gúzman Blanco ha podido llevar á aquellasriberas en vez de cuatro ó cinco, ocho ó diez mil hombres, sihubiera querido, aprovechándose del prestigio que inspiraba sunombre, el del Gobierno y el de la causa.

He hecho á usted este ligero historial, para que comprenda,tomando las cosas desde su principio, que lo que triunfó en 1870,es decir, la situación que rige hoy como Jefe constitucional elGeneral Guzmán Blanco, es el resultado de una lucha de más decuatro siglos, que inició su padre con la pluma; que el país hasoltado una capa y entrado en ótra; que hay una variación de frentey una nueva éra principiada; que pretender revivir hoy lo pasadoes como soñar; que el Gobierno actual tiene contra cualquierataque, no sólo la fuerza de una vida constitucional, sino, por laconsideración de haber inaugurado un orden flamante que lograla alianza de tántos intereses poderosos y de tántas esperanzaslisonjeras, la fuerza de una vida histórica; y que hoy no es sólopatriotismo y deber, sino conciencia y provecho, defender contodas sus fuerzas, y si fuere menester, con el sacrificio de lasangre y de la vida, la Administración del Ilustre Americano.

Nunca he aspirado á figurar en política, ni me creo con dotespara ella, sino que más bien me ha gustado vivir de mi trabajopersonal; más un tiempo fuí amante de las ideas del partido quecayó, sólo porque era Gobierno, bien que después, en tiempo dela Dictadura del General Páez, me separé de él de un modoinofensivo, lo cual confieso, para que no se traduzca en lo que digoni interés ni lisonja. Hago como el que quisiese escribir la historia,ateniéndose sólo á los hechos, sin acepción de personas nipreferencia de parcialidades ni de bandos.

Después de esta protesta, ya me será lícito dar mi opiniónacerca de cómo juzgo yo los actos del General Guzmán Blancocomo administrador, y de la importancia que tiene hoy su personaen el primer puésto del Gobierno para hacer realizable y duraderala paz.

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En cuanto á lo primero, voy á hacer una serie de preguntas:

¿Se ha vengado el General Guzmán Blanco de susenemigos?? No digo yo que lo ha podido como magistrado; peroha tenido tántos modos de hacerlo como hombre y tántas razonescomo ofendido, que asombra tanta nobleza.

Habrá habido alguno que otro particular que haya tenido quesufrirdetención; pero ó ha entrado esto, sin indicación de persona,en el sistema general y neutro de pacificación, ó ha sido unaconsecuencia de la guerra. La guerra no tiene ojos.

¿Ha habido exclusiones para nadie? Cada cual ha entrado delleno en el ejercicio de sus trabajos é industrias, sin preguntárselesu opinión ni sus simpatías. Si algunos permanecen fuera del paísaún, es, ó por su voluntad, ó porque el Gobierno no está ciertotodavía de sus disposiciones en el sentido de la paz.

¿Se cumplen las garantías? La mayor prueba de esto es,refiriéndome á la propiedad y al respeto al trabajo, dos de lasmayores garantías, que el último año económico ha sido el demayor exportación que ha tenido nunca Venezuela.

¿Hay acción administrativa? Tánto la hay que el ordenprevalece en toda la Hepúbll-a, que las horas de Gabinete soncasi todas las del día, y que es inexplicable cómo el Presidentetiene vida y aliento para tánto afán como se da él mismo y da á losdemás, entrando entre los primeros, los Ministros.

¿Hay orden? Lo hay de manera tan sorprendente, que pareceincreíble después de tan largas guerras, que la propiedad hayarecobrado del tódo la confianza en sus garantías y el trabajo elderecho de sus proventos.

¿Hay organización administrativa? Oíganlo el ramo de correos,que ya presta servicios á la parte más importante de la República;la instrucción elemental, que se difunde y la secundaria que semejora; las juntas de fomento que mantienen la vida en todaspartes; las oficinas de Estadísticas que dan ya á conocer lo que

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somos, y cuanto más hace en los diferentes despachos de laadministración pública.

¿Hay progreso y promoción de los intereses materiales?Varios ríos que se limpian ó canalizan para la navegación,numerosas carreteras que se mejoran ó se abren, el ferrocarrilentre Caracas y la Guaira ya en vía de principiarse, un acueductode diez leguas y un paseo hechos en cinco meses, la capital comosacada de la nada y embellecida con edificios de construcciónclásica, calles recién empedradas, paseos públicos, alamedas,códigos sancionados, crédito público organizado, etc., todo esto,y mucho más que se omite, contesta á la pregunta.

Es tanto más notable cuanto se ha dicho, tanto más merecedorde gratitud es el General Guzmán Blanco, autor y promotorincesante de las antedichas mejoras, cuanto que él tomó el paísrecién salido de una guerra larguísima y con los hábitos de ella,con la rémora que produce siempre la pesantez de la rutina, contradiciones de abandono por herencia, y con los resabios que dejatras sí la vida agitada de los campamentos ó la ociosa de lasciudades; todo ello estorbo en el camino del progreso. Hay untimbre que siempre acordará la historia patria al actual Presidente:el de hábil administrador; gloria ésta grande, porque es dote rara.

Por lo que hace á los bienes que él ha hecho y continúahaciendo al país, baste, fuéra de lo expuesto, una reflexión más.Como se ha verificado una transformación radical, es decir, que haprincipiado de abajo para arriba, no como resultado único de laprensa, sino también como un triunfo obtenido en los campos debatalla; como tal transformación ha desbaratado el organismoantiguo para dar lugar á que se cree otro nuevo" es natural queesa masa esté blanda aún; visto lo cual, la situación presente estádelicada, y hasta estaría expuesta á descomponerse, sin unaacción previsora y enérgica como la del General Guzmán Blanco,que la está manteniendo en calma hasta que adquiera unidad yconsistencia. La sociedad, sin esa acción, sería un conjunto defuerzas anárquicas cada una obrando de su cuenta y por su lado,

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y así el país un caos. Lo que el Ilustre Americano quiere es, quecuando Venezuela menos lo piense, se encuentre con las manospuestas en el trabajo, y no las haya para la guerra.

Hé aquí, mi amigo, mi manera de ver las cosas, y la maneracon que las ven los hombres sensatos. Entre tántos ejemplos quepudiera citar, tomo el del eminente escritor señor don Héctor F.Varela, del cual van ya publicados seis artículos en este mismosentido. Este ejernplovale por ser él un hombre extraño á nuestrascontiendas, por la elevación de su prodigioso talento, por laimparcialidad que le darusus medios de vida, por el alto criterioadquirido en las luchas del periodismo y de una política puededecirse continental, y porque el amor mismo que nos tiene le alejade todo odio y toda preferencia.

Tres cosas deseo al terminar esta carta. Primera, que no mecrea usted duro en el juicio que formo de lo pasado; á lo menos miintención ha sido sana. Segunda, que no la he tenido de aludir ápersonas determinadas, ni á calificar mal á cuantos han entradoen la política caída. Sobre que sería esto falso é injusto, ha habidomuchos excelentes sujetos por su honradez y otras prendas,aunque equivocados, entre los cuales me complazco en contar áusted. Y tercera, que usted se convenza de que debe cooperarcon su trabajo ó como le parezca, á la consolidación del ordenexistente, y venirse al país tan pronto como le sea posible.

Deseo estrecharle entre mis brazos, para celebrar estesuceso, y para hacerle en persona una nueva manifestación de miafecto como su amigo de corazón.

MIGUEL HILARlO BETANCOURT.

EL HISTORIADOR GENERAL

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9.- ANALISIS CRITICO-HISTORICO DE LA GESTION DELCONGRESO Y DEL MARISCAL FALCON1

En las siguientes lineas se transcriben algunos trabajosHistórico-Críticos de Acosta

Al efecto Acosta crítica:

1º) No haber dotado a la República de leyes secundarías, osea, complementarias, o que desenvuelvan laConstitución Federal.

2º) También los errores del Mariscal Falcón, que lo alejaronde cumplir ese compromiso.

3º) Igualmente enfoca la Constitución Federaly la comparacon la de una Confederación. Dice que por ser el de laFederación, el Gobierno más perfecto, es así mismo elmás ex/gente.

4º) Más adelante vuelve sobre los vicios del Gobierno Falcón.

5º) Al tratarde la Revolución Azul, señala la diferencia entreRebelión e Insurrección.

6º) Dice que un gobierno respetuoso de la ley, no debe servíctima de la acción de la Fuerza.

CRITICA AL CONGRESO Y AL MARISCAL FALCONPOR NO HABER DOTADO AL PAIS DE LAS

Acostar Cecilio. Obras - Tomo 111- páginas 22 y siguientes - Edición 1908.

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LEYES SECUNDARIAS

Calificánse así aquellas que, aunque no complemento, sí soncorolario de la Constitución política. Algúnos las han llamadocomplementarias; pero no está bien el epíteto, como relativo, á laley fundamental, porque ni rellenan ni entregan. Son como lasruedas sobre que se mueve la Constitución; y me valgo del símil,por causa de que él explica qué oficio hacen, de qué sirven y á quéobjeto van esas disposiciones. Van á darle acción, abriéndolecamino, á la ley fundamental.

No se levanta falso testimonio á la verdad con la aseveraciónde que en esta materia ha habido el más profundo olvido. Primero,en 1864, cuando se sancionó aquel código, casi no hubo tiempo,como sucede de ordinario, sino para hacer del CongresoConstituyente palestra de ideas novadoras y teatro de principiosreaccionarios; el mal es, ó de raza, ó de la turbulencia que siempreacompaña á las transformaciones que nacen de la guerra. Estoyseguro de que los autores pensarían hoy de diferente manera:nuestro gran defecto es poner en las cosas más calor del quenecesitan para su consistencia. En segundo lugar, el Jefe de laRepública en esa época no pensó sino en sí y en sus favoritos,tomando á la Constitución como instrumento: linaje de hombreque con dificultad se vuelve á producir, y que, como ótro que sóloengendra las combinaciones del caos, sólo sirve, en la corrientede los siglos, para que pase sobre él, como sobre polvo, el carrode la historia. De esta negligencia por la una parte, y de laabsorción personal por la ótra, nació el que la ley fuese sólo unaletra muerta, las garantías individuales promesas vanas, losEstados feudos sumisos, el erario patrimonio, la Constituciónbaraja marcada, y la práctica del sistema un juego de monte enque sólo el montero ganaba. Esa época fué pésima: pero lo peorque tiene no es lo que tiene de malo, sino lo que tiene de ridículo.No hay en este recuerdo ninguna clase de odio; lo que sí hay esel sentimiento de la vergüenza, que nunca se va rle la cara,mientras se remueve la memoria de la humillación en los que nohan debido sufrirla, y del imperio sin trabas en el que no debíaejercerlo.

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Pero han llegado tiempos de más calma, de másresponsabilidad y de obra más seria. Las necesidades tocan á lapuerta, la acción administrativa tiene que entrar en su verdaderodesenvolvimiento, la acción del poder protector llegar hasta dondellega su encargo, hacerse efectiva la unidad política, hacerseestrecha la unión de las partes, y cumplirse, en beneficio de tódos,la alianza jurada. ¿De qué vale proclamar una República que nolo es, y un sistema que no se cumple, para una práctica que esanarquía? Más valiera llamarse netamente salvaje, más tenermovibles tiendas como habitaciones, donde siquiera se respeta elderecho de la naturaleza, primitivo pero ingenuo, que vivir en unestado de cosas en que el gobierno es palabra, la unidad relajación,la libertad desorden y la autonomía licencia; todo esto para tenerla codicia como móvil, la guerra como pretexto, y la satisfacción dedeseos inmoderados como blanco de tántas luchas personales.

Las noticias sobre los últimos sucesos de Aragua han venidoáconfirmaresto. El mal veníade atrás. Falcón había acostumbradoel país á esas convulsiones permanentes: metía la mano acá, laretiraba de allá; y en nombre del principio autonómico, de quetanto se ha abusado, y que era una palanca á su disposición, ycontando con hombres que eran su hechura, y con una situaciónartificial que era su obra, lo dirigía tódo como un telar en que élpodía echar á su sabor la urdiembre y trama. Los presidentes,salvo raras excepciones, eran los que él quería, las legislaturas suinspiración, el tódo su escabel, y él reinado. Para eso, paraconservar la fidelidad del crimen y hacer efectiva la convivencia,tenía á la mano el erario público, que le servía para corromperalgunos cómplices, y además, cuando no quería dar sino reservarpara sí lo que él consideraba su patrimonio, la propiedad particu­lar, que sirvió con frecuencia de cebo á la codicia oficial.

Tiempo llegará en que pueda ahondarse en las causasprofundas que produjeron este estado vergonzoso. Por ahora loque importa saber es, no sólo que esta situación, que llegó áhacerse orgánica, no producía otro efecto que devorar la riquezapública y desalentar el espíritu de trabajo, sino que llegó á

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prevalecer la máxima de que á un pueblo constituido bajo unpacto, mucho más si este proclama la forma federativa, le es lícitoá cada momento levantar el estandarte de la rebelión en nombrede la ley, ejercer otro acto de soberanía diferente del que laConstitución le permite en las elecciones primarias y sancionar elEstado de Hobbes, como el Estadonatural del hombre en sociedad.

Es menester poner ya punto á esta corruptela y rescatar alpaís de esa especie de servidumbre doméstica á que han queridoreducirlo los maestros de una escuela fatal para verificar susdoctrinas, y los caudillos que no tienen más títulos que la matanza,para contentar sus torpes aspiraciones. Si fuese permitido á cadacual apellidar á guerra, y que en cada Estado cualquier partidaarmada pudiese lograr varias por la fuerza el estado de las cosaspara hacer el suyo dominante, sería menestervariarel significadode las palabras, y llamar al saqueo justicia, al asiento juego, y alincendio de las propiedades accidentes inocentes de estasmanifestaciones que ostentan el progreso del cuchillo.

Si se pudiera formar la estadística actual sobre el estado denuestra riqueza, comparándola con la que fué en otro tiempo severía de bulto el esqueleto á que ha quedado reducida. Familiasnumerosas, ántes con comodidad, hoy mendigan: la propiedadpecuaria casi ha desaparecido; la agrícola vive hoy de susentrañas; y hay muchos Estados, de los cuales algúnos hanquedado casi yermos y eriales, y ótros no tienen con qué hacersusgastos más indispensables. No hay hambre porque aquí no puedehaberla, con una naturaleza tan próvida; pero hay privaciones. Lacausa de todo esto ha sido el principio autonómico mal entendido,la relajación política como principio de gobierno, y un gobierno quetuvo la habilidad de trasladar la persecución, de las cárceles, queno dan dinero, á la expropiación de lo ajeno, que sí lo dá.

El restablecimiento de la verdadera doctrina es este punto,para hacerla institución en la práctica, es ya una necesidad de laépoca. El país tiene hambre y sed de paz, de aprovechar sutrabajo, de ver florecer sus industrias, y de cada uno viva tranquiloen su casa, para la familia y la sociedad.

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EL HISTORIADOR GENERAL

10.- ANALlSIS HISTORICO DEL FEDERALISMOEN VENEZUELA1

Las constituciones federativas se hacen para dos fines: parael pacto de asociación, es decir, para el derecho autonómico y laalianza de las entidades políticas, y para la conservación de losderechos primigenios, llamados garantías individuales. Estos dosfines bien pudieran reducirse á uno: el derecho de lasparcialidades,llamado autonomía, y el mismo derecho, considerado en losindividuos, llamado facultades naturales. Para conseguir este fin,comprende también la Constitución la estructura y las funcionesdel poder, que viene á dar, en sus operaciones, la prenda de laejecución del pacto y el mantenimiento de la unidad política.Desde que hay esta trabazón, desde que cada cual entrega enmanos del convenio jurado, honor, vida y fortuna, para buscar asíescudo y protección, losdeberes son recíprocos, la forma convenidala ley que rige á tódos, toda segregación un desafuero, todaviolación de derechos un delito, y todo proceder que no sea el dela senda trazada un descamino. Por todo esto se ve que en estesistema hay descentralización administrativa al mismo tiempo quecentralización política: que la unidad está en la pluralidad y lapluralidad en la unidad: que esto no es la anarquía legal, sino elconjunto armónico, y, si se me permite la frase, la simetríaordenada de las partes y la cristalización perfecta de los interesessociales.

Se notará bien que hablo de la federación, que tiene estecarácter, y no de la confederación, cuya índole está en el pactocomún para ciertas relaciones exteriores, quedando las partescomponentes con la fisonomía casi de entidades soberanas. Esta

Acosta, Cecilio. Obras. Tomo 11 - páginas 25 y siguientes - Edición 1908.

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última forma se diferencia de la anterior, fuéra de lo dicho, en quees un paso más del sistema federativo, un eslabón nuevo que ligala cadena de los intereses internacionales. Para llegar á ella demanera que dé resultado la asociación común, es menester quecada una de las parciales sea un tódo casi perfecto; casi nunca serealiza sino cuando los pueblos confederados difieren de unamanera notable en costumbres, tradiciones, legislación, ú otro delos caracteres que dan fisonomía particular. Ejemplo de esto, laAlemania. Siguiendo el proceso de la verdad de los hechos y elcamino que marcan las leyes del progreso, debe decirse: que elsistema central, sin duda el más fuerte, es el de las nacionesaventureras y bélicas que todavía quieren conquistar la gloria porla guerra: que el sistema federativo, sin duda el de másdesenvolvimiento y el que aprovecha más las fuerzas sociales, esel de los pueblos que quieren vivir de la industria para tener pan,de la armonía común para tener sosiego, y de los derechosmunicipales en toda su latitud para derechos efectivos; y que laconfederación, que para ser perfecta debe componerse de partesverdaderamente federadas, es el sistema á que deben aspirar lospueblos que quieren llegar á la perfección social y política.

En el desarrollo de cualquier teoría, la lógica puede llevarhasta sus últimas consecuencias, aunque éstas no sean todavíala práctica misma. Es porque la práctica va siempre detrás de lateoría; pero va siempre.

Corolarios de lo que queda sentado: que el sistema de lafederación, por lo mismo que es tan perfecto, proclama siempre ydefiende porsu organización el derechoajenoy el propio; que tododerecho tiene su garantía, no en el extraño, que puede ser suantagonista, sino en el poder público que es su protección; que elpoder público, aunque en el personal compuesto de hombres, ensu significación política es la lazada que une y la unidad queconserva; que la soberanía tiene dos formas de ejercicio: lapermanente en las funciones de la misma índole administrativa ypolítica, y la transitoria en la expresión del sufragio popular; que el

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pueblo, ejerciendo este acto, tiene á la mano el derecho derepresentación, el de acción en los tribunales, el de asociación, elde la prensa, etc., derechos tódos que forman un universo en suextensión; y que le está vedado apelar á cada momento á motinespara hacerse justicia, tumbar Gobiernos para reinar, y romper launidad para mantener unestado constante de desorden y anarquía.

El derecho público en esta materia no puede ser disputadopor nadie, sino por los demoledores, los que llevan tizón en lamano y oído dentro del pecho. El derecho público, que es siemprela expresión de las necesidades y de los intereses permanentesde la sociedad, tiene ya sancionada esta doctrina. Los EstadosUnidos la han practicado en su última revolución; y por cierto queno podemos ir a enmendarles la plana á ellos, tan hábiles yejemplares en los usos democráticos. Es la misma que hanfundado en tan sólidos argumentos, Hamilton, Madison y Jay, y lamisma que proclaman todos los publicistas. Después de losprogresos que ha hecho la civilización; después de la Revoluciónfrancesa colgó en el zenit el sol que hoy alumbra los derechos delhombre, dijimos adios á las doctrinas de la Edad Media, en quecada río era un pontazgo, cada encrucijada una amenaza y cadaroca una fortaleza con su señor de horca y cuchillo, y para llegarpor fin á un Gobierno en que no estén los derechos á merced delque quiera quitarlos, yen que cada uno pueda vivir de manera quela propiedad tenga garantías, la paz sea estado y el pacto socialconvenio que se cumpla.

Esa situación-que no falta quien sostenga-en que cada unopuede vivir desgaritado y sin sujeción á ningún deber social, enque cada sección política se mueve y se remueve á su sabor enel sentido de los intereses personales, en que el hacendado temepor las cosechas, el comerciante porsus transacciones, la industriapequeña por sus pequeños ahorros, no es el estado natural, no esun estado social propiamente, ni es la suerte á que Dios destinóal género humano.

Aquí es preciso tomar un gran remedio, apelar a laConstitución, que tiene en su letra yen su espíritu los necesarios

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para acudir al mal, cada vez que ocurra; y si es posible, fortificarlacon una disposición legislativa, que no sea otra cosa que lasanción de sus corolarios.

Doy ya punto á este artículo para continuar la misma materiapasado mañana. A Aragua lo dejo pendiente: Aragua ha motivadoesta discusión; pero no es por Aragua por que lo hago, sino porestablecer los verdaderos principios en que se funde la manera deproceder que dé la regla general y haga por fin nuestro sistemapolítico, no una máquina de movimientos desordenados, sino uninstrumento para hacer efectiva la paz.

En mi artículo de ayer traté del género de soberanía quetocaba ejercer á un pueblo constituido. La ley fundamental es unaespecie de armazón en que todo es concordia, y en que no cabeotra especie de repartimiento que el que dan de sí los materialessometidos á la traba. Esta observancia del sistema, que principiasiendo deber para ser ó poco práctica saludable, esta vidaconstitucional bien entendida y bien llevada, que hace del tódosocial y político un conjunto de alma y movimiento, puede tántocomo savia de nutrición, que el árbol de la paz, cuyo fruto es elprogreso, así es como se alza, para dar á luégo follaje, flor ysombra.

Hay para lo propio otros motivos de tanta trascendencia comolos manifestados. A un pueblo le conviene mucho fundarinstituciones; cuando ha logrado esto el pueblo, ha entrado en sulecho natural, y corre por él como corre un río. Las institucionesque no con poca frecuencia se toman por las leyes, las tomo aquí,como es técnico y usual en casos semejantes, por el carácter y lascostumbres que dan la práctica, y puede decirse fueron el primitivopatrón de esas leyes. Las leyes son buenas, es decir, van áresultado, cuando han sido vaciadas en ese molde, ó cuando deno, pueden vaciarse en él después de algún tiempo. Una ley debeser una figura de diseño hecha al pasar: si es lo contrario, es papel

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escrito y letra muerta. La doctrina por sana que sea, la palabra pormucho que predique, la prensa por abundante que sea el caudalde sus aguas, son aspiraciones que quieren, tendencias que van,camino que se emprende; eso es mucho, pero no es tódo: eltérmino está más lejos. Con eso sólo puede haber vida agitada,movimiento irregular, códigos sabios, programas bellos; pero nootra cosa. Un pueblo así va por el desierto, y hasta puedepretender ir á la tierra prometida; pero va sin nube de fuego, y vaá tientas. Es preciso al fin tener instituciones, y las institucionesson, si se me permite la frase por lo bien que explica el concepto,las ideas petrificadas.

La práctica honrada y perseverante del sistema político, sinesas agitaciones que enferman, sin esas turbulencias quecorrompen, sin esas guerras que diezman vidas y devoranpropiedades, es una condición del movimiento sin saltos, y lo queprepara los carriles para que pase el tren social sin estorbos. LaInglaterra, que casi cuenta paz interna no interrumpida desdeGuillermo 111 (revolución de 1668), lo debe á haber logrado fundaren ese tiempo sus instituciones; á lo mismo su grandeza losEstados Unidos del Norte, y el arranque que llevan como paratragarse el mundo en breve; á lo mismo su prosperidad mercantilHolanda y Bélgica; á lo rnlsrn. I Suiza-en el uso que hace de lalibertad- su dulce movimiento como si fuese el de una máquinaaceitada; y si la Francia, no obstante su vitalidad inmensa, suespíritu de luz-adonde todos ven como á un fanal- y su vidapoderosa de gigante está amenazada de muerte á cada hora, esporque descansa el pie sobre la arena movediza de ideas siemprede ayer; nación admirable, que tiene como tesoro suyo, todas lastradiciones, derechos y títulos de la gloria, junto con todos losresabios y vicios de la instabilidad. La Confederación del Norte esgrande por Bismarck, que la conserva atada y la hace úna, por sugenio: el día que dejen de estrecharla sus brazos hercúleos, quiénsabe dónde la intervención austriaca removiendo viejos recuerdos,ó el águila de Austerlitz y Eylau bajo la forma de imperio ó derepública, ó el elemento autonómico de las partes componentes,

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que callan ahora porque recelan, ó la ambición de Rusia, quetodavía es cosaca, ó lasexigencias terribles del equilibrio europeo,ó todas estas causas juntas, puedan poner la mano en la obra dedestrucción, y desbaratar ó reducir á menos ese coloso denuestros días. Nada se ve allí aún sino el carácter, ni más lazadaque úna, sino la del estadista de hierro. Esverdad que el elementopopular, como el predominante, triunfó sobre el elemento de lasentidades políticas, la idea nueva sobre la tradición, el elaterio delprogreso sobre la inmovilidad de intereses bien hallados con ella,el principio de libertad sobre el principio dinástico; pero es ciertoal mismo tiempo que no bien se haya levantado la mano delhombre que ejerce la presión, las fuerzas integrantes empezaráná ejercer imperio aislado, y ellas entonces, por su propioantagonismo ó apoyadas por la política extraña, serán el origen denuevas combinaciones, que es más fácil presenti rque señalar. Esindudable esto por lo siguiente: porque no están maduras lasinstituciones.

Italia duerme en su lecho cesáreo, adornado con los relievesde las artes y con la talla histórica de los triunfos espléndidos desu edad media, que para ella fué edad de oro; y quiere así, sinhaber hecho otra cosa que variar el cortinaje, ir al progreso,cuando hay periodismo que enseña, silvato que anuncia,locomotora que arranca y vapor que lleva á él volando. El esfuerzoes digno, el ensayo principia, y las instituciones empezarán áendurecerse. No hay motivo para no esperarlo á la larga. Unhombre grande como Cavour deja siempre huellas muy hondas,el genio imprime como un sello, y el impulso dado, cuando esfuerte, hace que perdure el movimiento. Por último, Italia estállamada á conservar su sér, por la Francia que la necesita, por elAustria que la teme, parla Europa entera que tiene en ella fijos susojos.

En nuestra América Latina, Chile toma consistencia; laRepública Argentina, cuyo cerebro está en la provincia de BuenosAires, ha logrado ya allí vida regular; y Colombia ha dado más deun ensayo de buena nota y crece con esa savia que yo hallo

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siempre en el periodismo libre, porque sirve á dar la voz de guía,de alarma ó de consejo en todas partes; si bien algo la daña elfermento, subido de punto, de novedades peligrosas, y el peligro,por lo anticipado, de teorías sólo bellas. El Brasil también estáfundado, y no falta alguna república de Centro-América en dondese ha empezado á ver lo mismo; bien que para decir la verdad, enuno y en otro caso la situación favorable de los países respectivosdepende casi en un todo de de la influencia personal de los jefesdel gobierno. De resto, casi todos los demás pueblos van mal, óvan á saltos, ó están en anarquía, si no de hecho, legal; sobre todoMéxico, ejemplo vivo de lo que valen constitución sin base, leyessin costumbres, costumbres sin freno, y el uso de una libertadcuyos únicos apóstoles y ejecutores son los tribunos de esquinay los caudillos de matanza.

La recorrida histórica y al propio tiempo rápida que acabo dehacer, espero que no sea mal vista, siquiera por lo que ellaaprovecha como ejemplar y espejo para dar la imagen del valor delas instituciones. Esta como posa que he tomado en el camino demis investigaciones, revela la importancia que doy, y la que á mijuicio tiene en el de tódos, la gravedad de la materia. Siendo elobjeto de la asociación ó del pacto político, la paz; consistiendo lapaz en la armonía de los intere es, pala que al mismo tiempo queno se perjudique entre sí se devuelva cada cual en su esferapropia; y no hallándose tal armonía sino en la regla que da la ley,en el cumplimiento fiel y constante de ella es en lo que consiste laprenda del sosiego público y la fianza saneada del progresoregular.

El cumplimiento de la ley se asegura por el derecho derepresentación, por el de asociación, por el de tribuna, por el decensura, por el de la prensa, que tiene un millón de voces, por elde la opinión, que tiene un millón de fuerzas; y cuando esto nobasta, por la acción judicial, que desagravia y adjudica, por laimposición de la responsabilidad, que castiga y que retrae, y porexpresión del sufragio, que reemplaza, renueva y puede dar mejor

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garantía al ejercicio del poder. Toda esta suma de recursosconstitucionales y legales, y la estructura que sirve á hacerlosefectivos, es con el objeto de evitar las rebeliones como medio dedesagravio, como pretexto de codicia, como tema de ambición, ycomo cebo y blanco de turbulencias de partido. Es con el fin:

de que las poblaciones estén tranquilas, y descansen á lasombra de una magistratura legal:

de que los magistrados no tengan que temer á cada instanteá laencrucijada porque oculta, á los conciliábulos porque maquinan,y al fusil del faccioso porque mata:

de que la industria cuente con sus afanes, el trabajo con susudor, y el espíritu de empresa con confianza para sus operacionesarriesgadas:

de que el artesano tenga á quién venderle sus obras, y lasencuentre para ello en el taller:

de que el labriego de cortijo duerma en paz, y encuentre á lamañana que no le han quitado, como elemento de guerra, su vacade ordeño:

de que los caminos estén libres para el tráfico, y la propiedadsegura en su protección:

de que la pólvora sea mercancía oficial, y no medio á la manode frecuentes sediciones:

de que el sable no sea la idea, la barbarie el apostolado, y lasvías de hecho el título de mando:

de que cada caudillo no sea un candidato de trastornos, ycada hecho consumado una expresión de la ley:

de que la libertad no cuente como teatro de proclamación loscampamentos de muertes, sino las urnas del sufragio; y

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de que la República no tenga que ir, para lograr existencias,á la cola de un caballo, á la boca de un cañón ó á la sorpresa deun cuartel.

Lo contrario de lo que aquí se enseña, lo opuesto á estosnobles propósitos de toda ley fundamental, fué lo que dejóestablecido como escuela y como práctica el gobierno de Falcón.No sería hacedero en la extensión de un solo artículo, trazar lahistoria completa de esos vicios y de los desastres que fueron suconsecuencia. Admitió y promovió él mismo la teoría de loshechos consumados, federó al país en el papel y lo centralizó ensu persona, ahogó todo interés generoso, sobrepuso todo interésfuerte, dió una cita como á un festín á todos sus cómplices para eldespojo de la propiedad ajena, tuvo partidarios en todos losgozadores, tuvo esclavos en todos los conniventes, extendiócomo una red de barbarie juramentada á sus planes por todo elpaís; y ya éste, con tal túnica de Deyanira puesta, no tuvo mássuerte que abrasarse para morir. De la propiedad quedó sólo unesqueleto, del erario público vacío y dudas, fueron los Estadospiezas de ajedrez, los tribunales mostradores de la codicia, losempleados subalternos siervos de látigo, las oficinas públicaslugares de negocios, y la administración la gran factoría del grancomerciante. Los extremos se tocan: hay sublimidad de grandezay sublimidad de ridículo; y así como para crear se necesita genio,para destruir basta sólo tener barra en la conciencia.

No se llame esto dureza: cada época tiene su gran culpable,y no es posible, al pasar por él, dejar de juzgarlo con aquellaimparcialidad severa que es el propio tiempo atributo de la justiciay justicia de la historia. Estos hombres pasan á ella á empellones:se encuentran en el camino sin oficio, y es preciso darles con elpie, para que abran paso á la censura que los desaloja ó á las ideasque deben ir adelante. En esto no hay odio, porque Falcón es yaun fósil de hombre público y un mito de desorden oficial.

Bajo estos malos auspicios entró á regenerar á Venezuela lagloriosa actual transformación, bajo cuya enseña azul, en el olvido

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de todos los odios y de todas las denominaciones políticas, seabrazaron todos los partidos en un mismo juramento de unión, yen el propósito sincero de ladicha ydel progreso común. La causaha sido generosa; las fuerzas que la han creado y la defienden, lasde todo el país; las esperanzas de cambiartódo en mejor, grandesy firmes; y justamente por esto, por que no se retarde la obra, porque el proceso no sea lento, es menester asociar á unaadministración proba, inteligente y previsiva, la acción que va yadesterrando los vicios pasados, haciendo respetar la magistraturalegítima, reduciendo el pueblo á sus funciones y el gobierno á lassuyas, y procurando, por la ejecución puntual de la ley" la prácticalegal del sistema político. Que no se estén derribando á cadamomento funcionarios para sustituir ótros por la fuerza; que elestado no sea la guerra; que la rebelión no sea el derecho; que elejercicio administrativo no sea un juego de quita y pon; en suma:que haya observancia de la Constitución, obediencia á la ley, ypráctica uniforme y constante de ella, que es lo que se llamaninstituciones.

Como este es el título de nuestra presente situación, elderecho que proclaman los pueblos en sus extremos quebrantosy el ejercicio más solemne de la soberanía radical, convienemucho establecer el linde que hay, y la diferencia que debeestablecerse, entre este grande acto y el espíritu de rebelión. Esegran derecho es el arrimo que buscan y la teoría que pretendeninocular los falsos apóstoles de la libertad convulsiva y de laRepública anárquica.

Cuando hay ungobierno que da garantías, una administracióndejusticiaquees imparcial, una política que vela, una magistraturaque protege, una prensa que es libre, unsufragio que es eficaz unaley que se cumple, todo movimiento irregular acaudillado por lafuerza, toda sedición que quiera imponerla, todo trastorno violento,es un crimen social y político. Nadie, ni particular, ni corporación,ni partido, está autorizado en medio de la observancia regular yhonesta de un sistema político jurado, para venir á turbar la acción

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de él, acción benéfica porque obra en paz, y al mismo tiempoprogresista porque va para adelante. Al fin es eso lo convenido,lo convenido es lo que obliga, y lo que obliga es el deber: el pactoantes que tódo, porque su cumplimiento honra, salva, y es prendade sosiego presente y de dicha por venir. Si la magistratura queabusa es la expresión del sufragio, y si hay siempre el recurso deocurrir á él como remedio á aquellos males, la Constitución mismaabre el camino, y no es menester ocurrir á extremos de violenciadesenfrenada, ó á desenfrenos de turbulencias antipatrióticas. Eldesorden nunca fué el camino del orden, la guerra egoísta elcamino de la paz, ni la turbación presente de la armonía social elemblema de la libertad. Se va á la plaza y se habla, se va á latribuna y se predica, se va á la prensa y se escribe, se va á lostribunales y se acciona, se va á las asociaciones políticas y seprepara el sufragio, se es ciudadano, se es republicano; pero nose apela al fusil como vocero, al campamento como tribunal, ni áa la destrucción y la matanza como medio de organización políticay social.

LA DIFERENCIA ENTRE INSURRECCION y REBELlON

Hé aquí, pues, el primer linde entre la insurrección y larebelión: la insurrección es general, la rebelión es parcial; lainsurrección esde la colección, la rebelión es de algunos individuos;la primera es un derecho, porque es un paso en el camino delprogreso, la segunda es un delito y una enfermedad, porque es untrastorno estéril y una convulsión enfermiza del cuerpo social; yporque la üna va y rescata, y la ótra retrocede y oprime.

La otra diferencia está (y ésta es la que mas obra en el sentidopráctico), en el resultado mismo del movimiento. Esta es cuestiónde estadística, de números, de valoración, de intereses, de sumay resta. Si la opinión, si las esperanzas, si el entusiasmo, si lasfuerzas sociales, si la cooperación colectiva, si el destino actual,está de parte del Gobierno, cualquier movimiento en contra de él

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es estéril, y cualquier trastorno que produzca, entra en la clase derebelión. Tal es el caso presente: el pabellón azul está flamante,y por eso es fuerte; y es inmenso además, y logrará extender susombra á todos, como sombra protectora, porque une, porquepromete, porque cumple, porque cobija, porque ama, porquecomo política no tiene adios, porque como Gobierno no tienepartidos, porque como administración administra las cosas comoajenas y las cuida como propias. Según la última manera de ver,la rebelión es la que se queda del lado acá, y la insurrección la quepuede decir del lado allá del río: ..lo he pasado». La rebelión esaquella que tiene cargo en el libro de la responsabilidad, lainsurrección es la que tiene abono en el libro de la historia. Larebelión arrastra luto, la insurrección bate palmas de regocijo; laúna es un paréntesis, la ótra un arranque del progreso. La primerahace retroceder, la segunda marcha. Aquélla abre sólo tumbas,la otra levanta arcos para que pase el carro del derecho. En sumala gran diferencia entre ambas es, que la úna se agita, por la ótramarcha la sociedad. .

Si somos republicanos, si queremos ser libres para tenerverdadera libertad, si hemos adoptado la federación como laforma que más garantiza, vamos á tener por fin sistema para la ley,ley para su cumplimiento, y cumplimiento de la ley para la pazarmónica y el movimiento progresivo. Dejemos á Hobbes por lacivilización, la convulsión por el progreso, la muerte por la vida.

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