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    LA TERCERA HUMILLACIN?

    (SOBRE NEUROCIENCIA, FILOSOFAY LIBRE ALBEDRO)*

    Daniel Gonzlez LagierUniversidad de Alicante

    Para Ernesto Garzn Valds

    RESUMEN.En este trabajo se describen los experimentos realizados en la dcada de los cincuentadel siglo pasado por el neurocientfico B. LIBET, cuyos resultados se han interpretado como unademostracin emprica de la falsedad del libre albedro. Frente a las interpretaciones determinis-tas de estos experimentos (y frente a la idea de que la neurociencia puede desplazar a la filosofaen la discusin sobre estos temas) se esgrimen dos argumentos de G. H. VONWRIGHTque tratande mostrar la imposibilidad (por razones conceptuales y filosficas) de probar empricamente eldeterminismo universal (que es un presupuesto de las tesis de quienes niegan el libre albedro coneste tipo de argumentos) y la imposibilidad de reducir lo mental a lo neuronal.

    Palabras clave:Neurociencia, determinismo, libre albedro, responsabilidad, causalidad.

    ABSTRACT.This paper describes the experiment that the neuroscientifist B. LIBETcarried out dur-ing the 1950s. The conclusions of these experiments have been interpreted as an empirical de-mostration of the falseness of free will thesis. Against the determinist interpretation of these ex-periments (and against the idea that neuroscience can displace philosophy in the debate of these

    questions), the paper presents two arguments of G. H. VONWRIGHTwhich attempt to show that it isimpossible (by conceptual and philosophical reasons) to prove empirically the universal determin-ism (which is a presumption of the thesis rejecting free will on the basis of arguments of this type)and the imposibility of reducing the mental dimension to the neuronal one.

    Keywords:Neuroscience, determinism, free will, responsibility, causality.

    DOXA, Cuadernos de Filosofa del Derecho, 35 (2012) ISSN: 0214-8676 pp. 499-510

    * Fecha de recepcin: 26 de septiembre de 2012. Fecha de aceptacin: 15 de octubre de 2012.Este trabajo se ha desarrollado en el marco del Proyecto de Investigacin sobre Argumentacin y Cons-

    titucionalismo concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovacin.

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    La primera, cuando [el hombre] se percat de que nuestra Tierra no es el centro del universo,sino una minscula e insignificante parte de un sistema csmico apenas imaginable en su grande-za. Esta humillacin se liga para nosotros al nombre de Coprnico, si bien la ciencia alejandrina

    ya haba proclamado algo semejante. La segunda, despus, cuando la investigacin biolgicadestruy los presuntos privilegios del hombre en la creacin, desterrndolo a su procedencia delreino animal y a lo inextinguible de su naturaleza animal. Esta transmutacin de valores se hallevado a cabo en nuestros das bajo el influjo de Ch. Darwin, Wallace y sus predecesores, no sinla ms vehemente resistencia de los contemporneos. La tercera y ms sentida humillacin la hade sufrir, empero, el ansia de grandeza del hombre en virtud de la actual investigacin psicolgi-ca, que va a demostrar al yo que ni siquiera es seor en su propia casa, sino que se halla supedita-do a las mezquinas noticias de aquello que sucede inconscientemente en su vida anmica.

    (Una dificultad del psicoanlisis, S. FREUD)

    1.Es el hombre responsable de sus acciones? Desde hace unos aos, cuan-

    do se intenta responder a esta pregunta nos topamos con un nuevo para-digma o esquema de interpretacin (a veces se hace referencia al mismocomo neurotica1o, incluso, neurocultura2, aunque no es una ter-minologa unvoca) que pretende dar cuenta de aspectos bsicos del com-

    portamiento humano, como el libre albedro, la deliberacin, la consciencia e, incluso,la conducta moral, a partir de los recientes conocimientos acerca del funcionamientodel cerebro (conocimientos que pueden agruparse bajo el nombre de neurociencia).En sus pretensiones ms amplias y radicales, este nuevo paradigma propone replantearestos problemas al margen de la filosofa y de las humanidades, estableciendo paraellos un nuevo marco un campo de conocimiento unificado bajo la direccin dela ciencia que conducir, ni ms ni menos, a una nueva concepcin del hombre: se

    afirma, en definitiva, que las humanidades estn abocadas a ser estudiadas, y en algncaso reevaluadas desde los conocimientos cientficos. Sin ellos, sin los conocimientoscientficos, las humanidades quedarn como el agua descrita a nivel potico, es decir,algo as como una descripcin superficial de los fenmenos, sin entrar en el conoci-miento de los pilares que la sustentan y le dan fundamento3.

    Uno de los problemas que muchos neurocientficos creen haber desentraado es eldel libre albedro4. De acuerdo con estos autores, el anlisis del cerebro ha mostradoque la libertad humana es meramente una ilusin, una ficcin generada por nuestropropio cerebro. Determinados experimentos los famosos experimentos de la dcadade los ochenta de B. LIBET5y otros en la misma lnea6 parecen permitir concluirque el cerebro se pone en marcha para realizar una determinada accin antes de que

    seamos conscientes de haber tomado la decisin correspondiente, de lo que suele in-ferirse (1) que nuestra decisin consciente no tiene efecto causal en la accin realizaday (2) que la sensacin o impresin de actuar libremente y a consecuencia de nuestradecisin consciente es un efecto causal de la propia actividad cerebral. Consecuente-

    1 Sobre los distintos sentidos de la denominacin Neurotica puede verse CORTINA, 2010. TambinCAP, NADAL, RAMOS, FERNNDEZ, CELACONDE, 2006.

    2 Vid., por ejemplo, MORATERUEL, 2007.3 MORATERUEL, 1996: 170.4 Vid., por todos, al principal representante de esta tesis en Espaa: RUBIA, 2009.5 Puede encontrarse una descripcin de los mismos en LIBET,1999.6 Vid.SOON, BRAAS, HAYNES, 2008. Citado por SOLERGIL, 2009.

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    mente, al ser la libertad una mera ilusin, o bien se sostiene que la responsabilidad pornuestras acciones no puede encontrar fundamento o bien que ste no puede basarse

    en la idea de reproche o merecimiento, sino que ha de encontrarse en otros principios.Como ha sealado E. GARZN, en realidad el desafo que las neurociencias planteanpara nuestra nocin de responsabilidad no es nuevo, sino que se trata de un nuevoropaje para un viejo problema persistente de la filosofa7.

    Los experimentos de LIBETson bastante sencillos. Cuando tomamos la decisinde realizar un movimiento simple, por ejemplo, flexionar un dedo, el crtex motor delcerebro enva una seal elctrica a los nervios motores implicados en el movimiento.En unos experimentos anteriores se haba descubierto que previamente a ese procesose puede detectar ya cierta actividad elctrica en el cerebro, cuya funcin parece serpreparar el movimiento. A esta actividad se le denomina potencial de preparacin.LIBETdise su experimento con el fin de sealar en qu momento de la secuencia de

    actividad cerebral (que supuestamente se inicia con la toma de decisin y concluye conel movimiento) se produce el potencial de preparacin. Para ello reuni una serie devoluntarios, cada uno de ellos frente a un cronmetro, y les pidi que tomaran en unmomento determinado la decisin de levantar un dedo e indicaran en qu posicin seencontraba la aguja del reloj en el momento en que tomaron la decisin consciente demover el dedo. A travs de unos electrodos se meda el momento en que tena lugar elpotencial preparatorio y se contrastaba con el momento en que cada voluntario databasu decisin consciente de mover el dedo. Sorprendentemente, el potencial preparato-rio no se encontraba entre la decisin y el movimiento, sino que era previo a la decisinconsciente (unos 350 milisegundos antes), lo que se interpret como prueba de que elcerebro tomaba la decisin por su cuenta, antes de que furamos conscientes de ella.Posteriormente, otros experimentos (con medios ms refinados) parecen avalar estosresultados. En el ao 2008 J. D. HAYNESy sus colaboradores detectaron hasta sietesegundos antes de la decisin consciente pautas cerebrales que permitan predecir culsera la accin de un sujeto enfrentado a la eleccin entre presionar uno u otro botn,obteniendo un 60 por 100 de aciertos en la prediccin.

    La negacin del libre albedro basada en este tipo de experimentos no es una con-clusin unnime entre los neurocientficos (el propio LIBETno la aceptaba, entendien-do que sus experimentos dejaban espacio para una libertad de la voluntad entendidano como inicio de la accin, pero s como posibilidad de veto o censura de la misma),pero s muy extendida. En mi opinin, hay muchas aspectos oscuros y discutibles en laargumentacin de los neurocientficos que pretenden haber demostrado el determinis-mo a propsito de la conducta humana, como la pretensin de que la respuesta a estosproblemas sea exclusivamente emprica (cuando, en realidad, estn asumiendo deter-minados conceptos de libertad, causalidad, sujeto agente, etc., en la mayora de ocasio-nes sin mayor reflexin), la identificacin de la decisin consciente con el momento enque el sujeto del experimento observa y registra la posicin del cronmetro (todo esorequiere tiempo), el extrao desdoblamiento que sugieren entre el cerebro y el sujeto(como si mi cerebro y yo furamos entidades independientes!) o la posibilidad deinterpretaciones distintas o explicaciones alternativas de los mismos experimentos queimpediran una conclusin tan general como la que se pretende (los experimentos de

    7 E. GARZNVALDS, 2007: 226 y ss.

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    los neurocientficos se han realizado con acciones muy simples, como mover un dedou otro, en situaciones en que resulta indiferente qu movimiento realizar, por lo que

    lo nico que parecen demostrar es que las conductas simples que no requieren unadeliberacin basada en un balance de razones son, en cierto sentido, mecnicas oautomticas, lo que en realidad no es sorprendente)8.

    En general, este tipo de experimentos no son suficientemente slidos como paraminar la creencia de sentido comn de que las acciones tienen lugar porque hemosdecidido realizarlas. Parece razonable exigir para que una hiptesis quede bien esta-blecida que sta se apoye en datos empricos obtenidos de manera fiable, que proveauna adecuada explicacin de los mismos, que elimine otras hiptesis alternativas igual-mente plausibles con tales datos empricos y que se inserte de manera coherente conel resto de conocimientos. Pues bien, al parecer ni los experimentos tipo LIBET sonaltamente fiables (persisten problemas de medicin del tiempo y no se ha logrado un

    alto porcentaje de predicciones acertadas), ni explican adecuadamente todos los datosempricos (la consciencia de la toma de decisin queda como un epifenmeno al quees difcil encontrar un sentido), ni eliminan hiptesis alternativas plausibles (como quelos resultados slo sean vlidos para acciones sencillas que no requieren deliberacin);y desde luego chocan frontalmente con creencias muy arraigadas. En un breve peroesclarecedor artculo, el filsofo y fsico F. J. SOLERGILresume las crticas a los experi-mentos de este tipo de la siguiente manera: El porcentaje de aciertos en el experimen-to de HAYNESes muy bajo; La libertad de decisin no est reida con el hecho deque la mayora de las acciones estn dirigidas inconscientemente y Los experimentosde LIBETy HAYNESdescartan la deliberacin, por lo que no estudian acciones poten-cialmente libres9. Consiguientemente, de acuerdo con este autor, los experimentos

    deberan disearse de manera que se cumplan las siguientes condiciones: En primer lugar, el experimento debera realizarse en situaciones en las que la perso-

    na se encuentra ante alternativas que no son indiferentes. Es preciso que se requiera una de-liberacin para resolver entre ellas. Y, cuanto ms serio sea el asunto en juego, mejor (podratratarse, por ejemplo, de una decisin vital clave, como la eleccin de los estudios a seguir).

    En segundo lugar, debera de tratarse de situaciones en las que la persona no seencuentra obligada a tomar su decisin inmediatamente, sino que puede dilatar su reflexintanto tiempo como considere oportuno (pues, de otro modo, y ante la urgencia y la im-posibilidad de decidir lo mejor, podra ponerse en marcha un proceso inconsciente queconcluyera en una corazonada).

    En tercer lugar, y si se pretende descartar la conjetura de LIBETsobre la libertadcomo instancia supervisora con derecho de veto, sera necesario llegar a un nivel muy altode prediccin de las decisiones tomadas.

    Y finalmente, si se quiere descartar la posibilidad de que los propios procesos in-conscientes en los que se basa la prediccin hayan sido, de algn modo, encargadospor la conciencia a la manera en que un gobierno marca las directrices generales de supoltica, pero luego delega en distintas instancias la elaboracin de los detalles concretos delas leyes y actuaciones a realizar, sera preciso mostrar que la actividad cerebral que hatenido lugar en dichos procesos, vena determinada por estados cerebrales previos al iniciode los procesos conscientes deliberativos10.

    8 Para una accesible valoracin de los experimentos tipo LIBET, vid.SOLERGIL, 2009.9 SOLERGIL, 2009: 544 y ss.10 Ibid.,546.

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    ontolgica (lo que puede o no ocurrir). Pues bien, el argumento de VONWRIGHTconsisteen mostrar que para establecer que un acontecimiento es una necesidad ontolgica nece-

    sitamos presumir que otro acontecimiento (su causa) es una contingencia ontolgica.Debemos distinguir tambin entre una mera regularidad accidental (aunque pue-

    da ser universal) en la sucesin entre dos acontecimientos y una genuina relacin cau-sal (como es sabido, HUMEreduca las ltimas a las primeras). Cuando afirmamos queexiste una relacin causal entre dos acontecimientos p y q queremos decir algoms fuerte que el simple hecho de que en el mundo ambos acontecimientos se sucedenuno al otro una y otra vez. Si se trata de una genuina relacin causal, pensamos que elprimer acontecimiento genera el segundo, es responsable de que ocurra el segundo.Un criterio para saber si realmente p es causa de q consiste en preguntarnos siestamos dispuestos a afirmar un contrafctico causal del siguiente tipo: Si p hu-biera ocurrido en un momento en que, de hecho, no tuvo lugar, q hubiera ocurrido

    tambin. Supongamos que se nos muestra un trozo de cobre que luego se destruye:si estamos convencidos de que entre la aplicacin de calor a un metal y su dilatacinexiste una relacin causal, entonces podremos afirmar el enunciado contrafctico cau-sal si ese trozo de cobre se hubiera calentado, se habra dilatado. Cmo podemosverificar un condicional contrafctico causal?

    Como seala VONWRIGHT, no hay una manera directa de comprobar qu hubierasucedido si en el pasado hubiera ocurrido algo que no lleg a ocurrir. Pero s podemosmanipular el futuro con fines experimentales13. Podemos producir un acontecimientopy observar si le sigue q. Despus, en una situacin similar, podemos abstenernos de pro-ducir (o evitar que ocurra)py observar de nuevo qu sucede con q. Si en nuestro primerexperimento qapareci y en el segundo no, entonces hemos verificado la conexin entre

    los dos acontecimientos de la manera ms fiable posible (lo cual no implica que sea po-sible una verificacin concluyente) y, por tanto, podremos afirmar con cierta seguridadque siphubiera tenido lugar en la segunda ocasin, qle habra seguido14.

    Por qu estos experimentos aumentan nuestra confianza en el contrafctico cau-sal? Una regularidad constante entre dos acontecimientos p y qpuede deberse a) aque existe una relacin causal entre ellos; b)a que ambos tienen una causa comn (laposicin de la aguja en un barmetro y el mal tiempo ocurren sucesiva o simultnea-mente porque tienen una causa comn, no porque el barmetro cause el mal tiempo),o c)a que uno de ellos se d siempre, con independencia de que el otro est presente oausente. Estos experimentos pretenden descartar las posibilidades b)y c).

    Si lo anterior es as, para confirmar una relacin causal no basta con observar pasi-vamente la evolucin de un sistema de estados de cosas. Hay que poner a prueba estarelacin completando la observacin pasiva con la experimentacin activa. Es decir, esnecesario realizar varias acciones y omisiones: producirpy omitir (o impedir)p. Ahorabien, toda accin involucra tambin un contrafctico: si afirmo que he abierto la venta-na, esta afirmacin implica el contrafctico siguiente: Si yo no hubiera abierto la venta-na en el momento t, sta no se hubiera abierto en el momento t. De la misma manera,si afirmo que he producidoppara comprobar si le sigue o no otro acontecimiento, en mi

    13 G. H. VONWRIGHT,1972: 39.14 Ibid.,45.

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    afirmacin est presupuesto el contrafctico: Si yo no hubiera intervenido,pno hubieratenido lugar. Es decir, en este tipo de experimentos presumimos que operamos con un

    sistema cerrado en el que las relaciones causales las ponemos en marcha nosotrosmismos. Si el sistema no est cerrado, si p es causado por alguna relacin causal previacon un acontecimiento externo al sistema, no podremos descartar lo que hemos llamadolas posibilidades b)(que p y q tengan una causa comn sin que medie otra relacinentre ellos) y c)(que q siempre est presente, con independencia de que lo est p).

    De este razonamiento VONWRIGHTconcluye que la verificacin de un contrafcti-co causal (y, por tanto, de que estamos ante una genuina relacin causal y no ante unaregularidad accidental) presupone un contrafctico relativo a la accin. Ambos son deun tipo distinto: mientras el primero, con el que pretendemos comprobar una relacincausal, se basa en la confianza de que lapresenciade una causa producir un efecto, elsegundo el relativo a la accin se basa en la confianza de que en el momento en

    que actuamos estaba ausentecualquier otra causa del resultado de la accin. Es decir,el primer contrafctico se basa en nuestra creencia de que dado el primer aconteci-miento, el segundo es una necesidad ontolgica. El segundo contrafctico se basa ennuestra creencia de que el primer acontecimiento es una contingencia ontolgica.

    Supongamos que descubrimos que p (la supuesta causa) no era una contingenciaontolgica (estbamos equivocados y p estaba a su vez determinado, era necesarioque tuviera lugar). El margen de acontecimientos del mundo que consideramos indeter-minados se reduce, pero para mostrar cul era la causa de p (esto es, para mostrar quep est determinado por un hecho anterior) hay que recurrir de nuevo a la experimen-tacin, para lo cual de nuevo debemos presumir que el nuevo experimento se realiza enun sistema cerrado y, por tanto, que en algn punto es una contingencia ontolgica.

    Vemoslo con un ejemplo: supongamos que queremos aumentar la temperaturaen un sistema qumico para observar si se produce determinada reaccin. Debemosaumentar la temperatura y observar qu ocurre, si se produce o no la reaccin. Despusdebemos observar qu ocurre si la temperatura no aumenta. Al hacerlo estamos pre-sumiendo que el aumento o no de la temperatura es una contingencia que depende denuestra intervencin. Establecer que la reaccin qumica es una necesidad causalmentedeterminada en un mundo en el que se produce el aumento de temperatura requiereasumir que el aumento de temperatura no est determinado (ocurrir si lo producimos;en caso contrario, no ocurrir). Supongamos que antes de que hayamos podido interfe-rir la temperatura aumenta. Algo ha causado el aumento de temperatura y presumimosque este aumento tambin estaba determinado. Pero ahora necesitamos comprobarlo

    y para ello buscamos un hecho previo que pueda explicar el aumento de temperatura.Ser el aumento de la presin que se produjo en el sistema? Debemos manipular elcontexto de manera que aumente la presin del sistema por nuestra intervencin yobservemos qu sucede, y despus debemos abstenernos de aumentar la presin (o evi-tarlo) y de nuevo observar. Es decir, estamos nuevamente asumiendo que el aumento dela presin es contingente, que no ocurre necesariamente, sino slo si lo provocamos.

    El argumento de VONWRIGHTdepende de su concepcin de la causalidad: paraVONWRIGHTel concepto de causa depende del de accin. Si no pudiramos actuar, nocomprenderamos qu es una relacin causal. Aprendemos la existencia de relacionescausales porque podemos actuar para producir cambios en el mundo. No podramos

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    descubrir la existencia de una relacin causal entre dos acontecimientos slo mediantela observacin pasiva y reiterada (sin intervenir por medio de acciones) de que cuando

    la causa est presente se sigue el efecto y cuando la causa est ausente no se sigue elefecto? Por supuesto que s, pero cuando hacemos esto, dice VONWRIGHT, asumimosque si pudiramos eliminar la causa, el efecto no tendra lugar. Esto es, asumimos que lacausa es una contingencia ontolgica. En palabras de VONWRIGHT:

    La idea de que la causalidad puede representar una amenaza para la libertad con-tiene una buena dosis de verdad emprica, a saber: aqulla de la que la impotencia y lainaptitud dan fe. Pero metafsicamente no deja de ser una ilusin. La ilusin se ha venidoalimentando de nuestra propensin a creer, con espritu humano, cabra decir, que el hom-bre en un estado de pura pasividad, simplemente observando secuencias regulares, puederegistrar conexiones causales y cadenas de acontecimientos causalmente eslabonados quel, por extrapolacin, se figura entonces que colman el universo desde un pasado infinita-mente remoto hasta un futuro infinitamente lejano. Este punto de vista no alcanza a advertir

    que las relaciones causales son relativas a fragmentos de la historia del mundo que tienen elcarcter de lo que hemos venido llamando sistemas cerrados15.

    Una manera sencilla de formular el argumento consiste en decir que no slo la no-cin de accin presupone que el mundo no est completamente determinado (que loque producimos con nuestra accin no ocurrira sin ella), sino tambin (dada su vincula-cin con la nocin de accin, a travs de la experimentacin) la de causalidad. Y la ideade determinismo (en el sentido que estamos discutiendo aqu) descansa en la causalidad.

    Proyectemos ahora el anterior argumento sobre los experimentos de LIBET. Alsujeto voluntario que colabora en el experimento se le pide que tome la decisin de le-vantar el dedo y lo levanta. Los experimentadores observan que el potencial preparato-rio se activa antes de que el sujeto haya tomado la decisin, de lo que deducen que hayuna causa previa que dispara el potencial preparatorio. Lo que crean una contingencia(el dedo se levantara o no dependiendo de lo que decidiera el voluntario) se muestracomo una necesidad ontolgicamente determinada (estaba determinado: el dedo selevanta en todo caso). Qu es lo que hizo que el dedo se levantara? Hay que buscaruna causa de la accin. El experimentador debera ser capaz de identificar cierta acti-vidad cerebral como causa del levantamiento del dedo. Puede que tenga la hiptesisde que estimular ciertas inervaciones en una determinada zona del cerebro hace que elsujeto voluntario sienta que ha tomado una decisin y que su dedo se levante. Paracontrastar esta hiptesis debe disear un nuevo experimento, y en este experimentotendr que estimular las inervaciones y ver qu sucede y despus no estimularlas y verqu sucede. Es decir, tiene que asumir que la estimulacin de las inervaciones es una

    contingencia ontolgica, algo que no est determinado. Porque si la estimulacin delas inervaciones ocurriera en todo caso, no podra comprobar que stas son la causa dela accin. Supongamos ahora que llega a la conclusin de que el cerebro del voluntariose pone en marcha reaccionando ante algn estmulo externo, por ejemplo, las instruc-ciones que l mismo ha dado al voluntario. Si el experimento ha de tener sentido, hade asumir que si l no hubiera dado las instrucciones al voluntario, ste (o su cerebro)no hubiera levantado el dedo. Y, de nuevo, si cree que son sus instrucciones las quecausaron todo eso, ha de asumir que estas instrucciones son una contingencia ontol-

    15 VONWRIGHT, 1987: 106.

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    gica. De otra manera no podr contrastar la presencia de relaciones causales entre susinstrucciones y la respuesta del voluntario.

    Para concluir con este argumento, recordemos una ltima precisin: VONWRIGHTno pretende negar con el anterior razonamiento que el determinismo universal sea unahiptesis plausible. Lo que pretende es mostrar que, por razones conceptuales (dadosnuestros conceptos de causa y de accin), no puede ser demostrado. Si como sosten-go los argumentos de los neurocientficos para negar el libre albedro presuponen lacorreccin del determinismo universal, tampoco pueden ser demostrados.

    3. El segundo argumento de VONWRIGHTque quiero traer a colacin tiene quever con la imposiblidad de reducir los fenmenos mentales (intenciones, emociones,creencias...) a fenmenos neuronales y fsicos (impulsos elctricos, reacciones qumi-cas, etc.). Lo que los neurocientficos deterministas parecen decir muchas veces es quehay correlatos empricos (neuronales) de los estados mentales y que una vez conocida

    esta correlacin la conducta humana se podr explicar completamente en trminos delsustrato neuronal. Lo que VONWRIGHTpretende, por el contrario, es mostrar que nose pueden eliminar los estados mentales de las explicaciones de la conducta16.

    De acuerdo con VONWRIGHTel estudio de los fenmenos mentales, esto es, la psico-loga cientfica, puede realizarse desde tres enfoques distintos: El primer enfoque consis-te en analizar lo mental desde el punto de vista de la introspeccin o auto-observacin.Los estados mentales se caracterizan porque no son intersubjetivamente observablesy, en ese sentido, no son objetivos; son propiedad privada del sujeto que los tiene,que dispone de un acceso directo a los mismos (sabemos, sin necesidad de observarnosdesde fuera, qu intenciones tenemos, qu creencias sostenemos, qu emociones ex-perimentamos, etc.). A este enfoque lo podemos llamar la psicologa de la consciencia

    (a veces se la ha llamado tambin, en un sentido despectivo, psicologa popular). Perolo mental tiene un sustrato fsico o corporal, que a su vez presenta otros dos aspectos: lomental, por un lado, se expresa en la conducta, en los movimientos corporales del sujetoy los cambios que producen en el mundo; y, al mismo tiempo, tambin est constituidopor sucesos intracorporales que el sujeto no puede, en principio, observar en s mismo:los fenmenos neuronales que ocurren en el cerebro del sujeto. Al primer aspecto, VONWRIGHTlo llama el aspecto conductual de lo mental; al segundo, el aspecto neuronal. Lapsicologa que se desarrolla estudiando el primer aspecto es la psicologa de la conductao conductista; la que se desarrolla analizando el segundo aspecto es la neuropsicologa.

    Como seala VON WRIGHT, las tres ramas de la psicologa no se llevan bieny la psicologa de la conducta y la neuropsicologa sospechan de la psicologa de la

    consciencia, hasta el punto de que han pretendido eliminarla. El behaviorismo clsicode J. B. WATSONintent reducir la psicologa de la consciencia a la conductista, sos-teniendo que la consciencia y los estados mentales no existen y son slo fenmenos

    16 Sigo su argumento tal como fue formulado en la Leccin de doctorado honoris causa en la Univer-sidad de Leipzig el 21 de mayo de 1996, con el ttulo de La posicin de la psicologa entre las ciencias. Agra-dezco a E. GARZNVALDSy a F. LAPORTAel haberme llamado la atencin sobre esta conferencia y habermeproporcionado el texto. Las citas entrecomilladas, salvo que se indique otra cosa, pertenecen al texto de esaconferencia. La explicacin de las tres prioridades se encuentra tambin en Valor, norma y accin en mis es-critos filosficos. Con un eplogo cartesiano, enDoxa,nm. 26, 2003 (trad. de L. MANRIQUEy P. NAVARRO) yenIn the Shadow of Descartes, Springer, 1998. Tambin se apuntan algunos aspectos de este argumento de VONWRIGHT(aunque menos definidos) en su libro Sobre la libertad humana,Paids, 2002.

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    conductuales complejos. La neuropsicologa o neurociencia (al menos sus defensoresms radicales), por su parte, pretende reducir los estados mentales a los fenmenos

    neuronales. Esta reduccin no es posible, segn VONWRIGHT, dadas las relacionespeculiares que lo mental, lo conductual y lo neuronal, mantienen entre s. Su argumen-to consiste en mostrar el juego de relaciones y prioridades que se dan entre estas tresdimensiones de los estados de consciencia. Estas relaciones son la prioridad causaldelo neuronal frente a lo conductual, la prioridad epistemolgicade lo mental sobre loneuronal y laprioridad semnticade lo conductual frente a lo mental. Vemoslas:

    Supongamos que se produce de pronto un ruido y el sujeto A vuelve la cabeza in-mediatamente hacia el lugar de donde ste procede. Podemos explicar el movimientocorporal aludiendo a ciertos procesos fisiolgicos. En palabras de VONWRIGHT: Lasondas sonoras se introducen en el odo interno y provocan all procesos sensorialescentrpetos que se propagan hacia el centro de la audicin en el cerebro. Desde all

    son transmitidos de nuevo a un centro motor y originan impulsos motores centrfugosque se propagan hasta los msculos y, finalmente, dan como resultado movimientos delcuerpo. sta es una explicacin fisiolgica del movimiento corporal como reaccin aun estmulo. Si queremos explicar causalmente cmo se produjo el movimiento corpo-ral, debemos recurrir a este tipo de explicaciones, en las que lo neuronal aparece comocausa de la conducta (del movimiento corporal). En esto consiste laprioridad causaldelo neuronal sobre lo conductual.

    Supongamos ahora que le preguntamos al sujeto por qu ha vuelto la cabeza y steresponde que lo ha hecho porque ha odo un ruido y, dado que estaba esperando a al-guien, quera saber si ya haba llegado. Ahora tenemos, junto con la explicacin fisiol-gica, una explicacin racional de la conducta. La explicacin neuronal y la explicacin

    racional se sitan en niveles distintos, pero en cierto sentido hay una correlacin entreellos: debe haber un sustrato neuronal de percibir un sonido y un sustrato neuronalde la razn aducida para volver la cabeza (querer averiguar si es la persona que espera-ba). De manera que sera posible, a partir de observaciones del sistema nervioso, des-cubrir si una persona ha odo un sonido o, incluso, si tiene cierto deseo, o una creencia,etc. Por ejemplo, cuando detectramos en el sujeto A la actividad cerebral x podramosdecir que el sujeto ha odo un ruido. Ahora bien, para llegar a esto previamente hemostenido que establecer una correspondencia entre or ruidos y la actividad cerebral x,y para establecer inicialmente esta correspondencia necesitamos criterios distintos delos neuronales para identificar que el sujeto est oyendo algo. Y lo mismo ocurre con elcorrelato neuronal de las razones para hacer u omitir algo. En palabras de VONWRIGHT:El hecho, por ejemplo, de que ciertas alteraciones hormonales sean indicativas de unestado de miedo o cansancio es algo que se ha podido establecer sobre la base de in-vestigaciones anatmico-fisiolgicas en seres vivos de los que ya se saba que estabanasustados o cansados. Y para saber esto debemos saber ya qu significa estar asustadoo cansado y saber cmo se puede comprobar eso sin tener que apelar a criterios intra-corporales. Lo mental tiene, por tanto, prioridad epistemolgica sobre lo neuronal:para establecer cul es el correlato neuronal de estados mentales como or un sonido,tener miedo, estar sediento, etc., necesitamos previamente tener ya identificadosestos estados mentales. Slo si ya los tenemos identificados, podemos descubrir culesson sus correlatos neuronales. Por el contrario, observando slo los continuos procesosneuronales, no podremos saber a qu estado mental se corresponden.

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    Surge ahora una nueva pregunta: qu criterios usamos para identificar lo men-tal? La respuesta de VONWRIGHT, siguiendo a WITTGENSTEIN, es que descubrimos

    que un sujeto tiene una u otra razn o est en uno u otro estado mental a travs de suconducta externa. Cmo sabemos si un animal, por ejemplo un perro, ha odo unsonido? Normalmente porque vuelve la cabeza en direccin al sonido o de otro modoporque adopta una actitud de atencin, o echa a correr si est asustado, o corre por elcontrario en direccin al sonido si quiere averiguar lo que pasa. En el caso de los sereshumanos, la conducta que usamos como criterio es frecuentemente pero no siem-pre verbal. Cuando le preguntamos al sujeto de nuestro ejemplo por qu ha vueltola cabeza y nos responde que porque quera comprobar si ya ha llegado la persona queesperaba, su declaracin es un tipo de conducta conducta verbal que nos indicaqu razn tena. El resto de su comportamiento (no verbal) nos ayuda a confirmarque sta es realmente su razn. Usando la distincin wittgensteniana entre sntoma ycriterio podramos decir que lo neuronal es sntoma de lo mental, pero lo conductuales algo ms fuerte: es el criterio que usamos para determinar que un sujeto est bajouno u otro estado mental17. VONWRIGHTsugiere que la relacin entre la conducta ylo mental debe entenderse como una relacin semntica: Aqullos [los criterios con-ductuales] nos dicen qu quiere decir o significa que, por ejemplo, un sujeto oiga unruido o est asustado por algo o est cansado. En esto consiste laprioridad semnticade lo comportamental frente a lo psquico o mental. Sin conducta externa, no podra-mos entender qu quiere decir estar en uno u otro estado mental, ni identificar que unsujeto est bajo uno u otro estado mental.

    Lo neuronal, por tanto, causa la conducta; lo mental es necesario para poder iden-tificar lo neuronal (y dota de sentido a la conducta) y lo conductual es el criterio queusamos para comprobar lo mental. Dadas estas tres prioridades, ninguna de estas di-mensiones puede reducirse a otra. Lo conductual nos es necesario para entender losestados mentales de los dems (y los nuestros) y como criterio de identificacin de losmismos, y tener identificados los estados mentales es necesario para encontrar sus co-rrelatos neuronales. Todo intento de reduccionismo conlleva una prdida importanteen nuestra capacidad de comprendernos a nosotros mismos. Cuando la neurocienciapretende reducir lo mental a lo neuronal arguyendo que lo neuronal tiene prioridadcausal frente a lo mental, se olvida del resto de dimensiones de la relacin, respecto delas cuales lo neuronal es secundario.

    * * *

    Los dos argumentos que hemos examinado se dirigen contra las pretensiones de

    probar empricamente la falsedad del libre albedro y de reescribir las humanidadesen trminos neurocientficos, pero no son una refutacin de las tesis deterministas. Dehecho, el propio VONWRIGHTconsidera que no existen genuinas relaciones causalesentre fenmenos mentales y fenmenos fsicos (lo que parece ser uno de los presupues-tos del libre albedro, aunque a veces se sustituya la idea de relacin causal por la deemergencia para explicar la relacin entre los dos niveles). La relacin entre los fe-nmenos mentales y los fsicos puede, en su opinin, describirse de la siguiente forma:Siempre que pueda decirse correctamente que un evento en la naturaleza E causa un

    17 VONWRIGHT, 2002: 113.

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    evento mental M, existe otro evento fsico F tal que E causa F y M coincide temporal-mente con (en todo o en parte) la duracin de F. Y cuando, a la inversa, puede decirse

    correctamente que un evento mental M causa E en el mundo fsico, existe otro eventofsico F tal que F causa E y la duracin temporal de M es incluida en F18. Existen,por tanto, dos cadenas de acontecimientos (los mentales y los fsicos) paralelas (cuyoajuste se ha ido realizando a travs de la educacin). La secuencia fsica que culmina enun movimiento corporal (desde cierta actividad cerebral hasta la actividad muscular)es paralela a una secuencia mental (desde los deseos, creencias e intenciones hasta miconsciencia de haber actuado), sin que pueda decirse haya genuinas relaciones causalesde abajo hacia arriba o de arriba hacia abajo. Esto sita a VONWRIGHTcerca deposturas que presentan lo mental como un epifenmeno (algo, por tanto, cercano ala ilusin o el engao de los deterministas ms duros). Pero sin caer en el reduc-cionismo ni en la ingenuidad de creer que slo con experimentos neurocientficos po-demos eliminar el mundo de lo mental o resolver el delicado problema de la libertad.

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