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La Verdad de la Creación

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Page 1: La Verdad de la Creación
Page 2: La Verdad de la Creación

La Verdad de la

Creación en el

Génesis

Page 3: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

Élida Medina.

E-mail [email protected]

www.laverdaddelacreacionenelgenesis.com

Registro de la Propiedad Intelectual

Reservados todos los derechos.

Copyright © Élida Medina

Prohibida la reproducción total o parcial de este libro por

ningún medio o sistema sin el permiso escrito de la autora

Los textos de la Biblia contenidos en este libro proceden

de distintas versiones bíblicas

ISBN: 978-84-615-3425-8

Depósito legal: 493-2011

Impreso en España en el año 2011

Page 4: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal 3

La Verdad Completa

Mucho tengo todavía que deciros

pero ahora no podéis con ello.

Cuando venga Él,

el Espíritu de la Verdad,

os guiará hasta la Verdad completa

pues no hablará por su cuenta

sino que hablará lo que oiga

y os anunciará lo que ha de venir.

(Jn.16,12-13)

Page 5: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis 4

Abrió sus Inteligencias

Estaban hablando de estas cosas,

cuando Él se presentó en medio de ellos

y les dijo:

“Paz en vosotros”…

Y entonces les abrió sus inteligencias

para que entendieran las Escrituras.

(Lc.24,36…45)

Page 6: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal 5

ACLARACIÓN PREVIA ANTES DE LEER ESTE LIBRO

Te recomiendo que leas este comentario previo, antes

de empezar la lectura de este libro. Aunque a primera vista

éste parezca un estudio sobre el relato de la creación en el

Génesis, lo cierto es que nos ha sido dado a conocer por una

gracia o don de entender las Escrituras, que nos hace ver

con claridad lo que necesitamos entender sobre nosotros

mismos y nuestro origen.

Todo en él trata de nuestra historia espiritual, de

quiénes somos realmente, del sentido espiritual del relato de

la creación en el Génesis, que como sabemos es el primer

libro de la Biblia.

Vas a ver que todo cuanto contiene “La Verdad de la

Creación en el Génesis”,viene respaldado por otras citas

bíblicas que dentro de su propio contexto, confirman la au-

tenticidad de lo que aquí se nos da, y que todo su contenido

está de acuerdo con el Evangelio de nuestro Señor Jesucris-

to. No hay otro Evangelio (Gál.1,7-9).

Sin embargo no es preciso para entender este libro

que el lector compruebe estas citas bíblicas. Pero las incluyo

para todo el que quiera luego verificarlas. Las he ido aña-

diendo luego (igual que hice al escribir “La Verdad del Apoca-

lipsis”) en el momento de querer dar estas revelaciones a los

demás, y con el fin de que quede confirmado que está todo

de acuerdo con las Escrituras, que no hay contradicción sino

al contrario las verifican y nos dan más Luz sobre ellas.

Además, quiero explicar antes de que leas este libro,

cómo nació y porqué contiene dos partes bien diferenciadas.

Page 7: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis 6

Cómo Nació Este Libro

Todo cuanto nos viene dado de Dios tiene la misión de

ayudarnos en nuestro caminar hacia la salvación. Pero noso-

tros en nuestra limitación, no hemos entendido con claridad

algunos aspectos muy importantes de la revelación en el re-

lato de la creación.

Y lo mismo les pasaba a los apóstoles que a pesar de

estar con Jesús no entendían algunas cosas que decía o que

estaban viendo.

Varias veces leemos en los Evangelios que los amo-

nestaba por ello, y luego les explicaba lo que no habían en-

tendido. Y una de estas veces les dijo: “¿También vosotros

estáis faltos de inteligencia? ¿No comprendéis que…?”

(Mt.15,16).

Necesitaban algo más para ver con claridad. Y eso lo

hizo Jesús cuando después de resucitado se les apareció y les

abrió sus inteligencias para que entendieran las Escrituras

(Lc.24,45). Ellos después comprendieron todo cuanto antes

no habían entendido referente a Jesús, que era el Mesías

esperado. Es lo que proclamó Pedro el día de Pentecostés

(Hc.2,14ss.). Y ellos fueron luego predicando la Verdad, con

el poder del Espíritu Santo que Jesús les había prometido.

Les era necesario el don del Espíritu Santo para poder

entender con claridad lo que Dios quería decirles.

Algo semejante ha ocurrido con este relato de la crea-

ción, que el hombre había estudiado, y según comprendía

que podía ser correcto le fue dando un orden, con su mejor

voluntad, conforme su razón le había dictado.

Y el hombre había entendido que jardín de Edén esta-

ba en la Tierra, incluso se le había llamado Paraíso Terrenal,

y había buscado en la historia de la geografía estos dos ríos

desconocidos que salen del jardín de Edén, que nunca se han

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal 7

podido localizar. Aquí podemos ver también el porqué no se

habían podido encontrar.

Igual que les ocurría a los apóstoles, nosotros también

necesitábamos este don del Espíritu Santo para entender las

Escrituras con claridad; porque el don de Dios está por enci-

ma de nuestra razón, aunque la razón nos ha sido dada por

Dios y nos sirve para movernos correctamente cuando es

bien usada. Sin embargo para entender las cosas de Dios la

razón no es suficiente. Jesús antes de partir nos había dicho:

“El Espíritu de la Verdad os llevará a la Verdad completa”

(Jn.16,12).

Buscar la Verdad en Dios, nos lleva al conocimiento de

cuanto necesitamos conocer para ayudarnos en nuestro ca-

mino hacia la salvación. Así fue como por su gracia un día me

hizo ver con claridad este relato de la creación, y esta dife-

rencia entre la razón y el don de Dios.

Así este libro se titula “La Verdad de la Creación en el

Génesis”, porque la Verdad que Dios nos da no procede de

ningún estudio ni de los razonamientos, no se llega a ella por

obra de hombre.

Tal y como nos ha llegado hasta hoy el relato de la

creación en el Génesis, había cosas que no entendíamos, y

que los creyentes hemos subsanado con la fe y dándole toda

autoridad a la Biblia. Y eso nos había ayudado. Pero hoy todo

el mundo puede entenderlo nítidamente. Y va a hacer mucho

bien a los incrédulos. Dios ama a todos.

Veamos ahora el motivo de las dos partes bien dife-

renciadas de este libro, que señalan el orden que Dios había

establecido en este relato de la creación en el Génesis y que

el hombre no había entendido.

Page 9: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis 8

El Porqué Este Libro Contiene Dos Partes

Fue leyendo las Escrituras, cuando el Señor un día me

dio la gracia o el don para poder entenderlas con claridad.

Cuanto me hizo ver me impactó porque ahora podíamos en-

tender quiénes somos realmente, pero esperé a que el Señor

me abriera el camino, me hiciera ver el momento en que

habría de publicarlo.

Lo que no intenté mientras fue investigar si había es-

crito sobre ello, porque además daba por seguro que no hab-

ía nada, y prefería ceñirme a lo que el Señor me había hecho

ver. Sin embargo, unos tres años después de haber recibido

esta revelación sobre el relato del Génesis (cuando aún no

había decidido escribir este libro) vi en las explicaciones de

una Biblia,1 que el relato de la creación en el Génesis fue

escrito por diferentes autores, en textos independientes.

Aún no existía la Biblia tal como hoy la conocemos, si-

no que fue ordenada posteriormente, muchos siglos después,

siguiendo un orden lógico. Los libros entonces eran pergami-

nos que se enrollaban, como vemos cuando Jesús abrió el

rollo o volumen para leer la lectura del profeta Isaías

(Lc.4,16). Esto era cuando habían pasado ya otros cinco si-

glos desde el último relato de la creación. Por esto mismo,

por estar escrito los textos en rollos independientes, el rela-

to sobre la creación del hombre terrenal, contiene en el

Génesis dos textos diferentes, que algunos habían visto como

contradictorios. Pero aquí podemos ver que no son contradic-

torios, sino que se complementan.

Y para que quedara toda esta verdad bien clara, el

relato de la creación del hombre espiritual y su caída en el

pecado, fue revelado por Dios a alguien en primer lugar, y

luego en segundo lugar, unos cinco siglos después, fue reve-

1 Biblia Latinoamérica (Edición 1972).

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

9

lado el relato de la creación de nuestro universo y nuestra

condición humana “a imagen y semejanza de Dios”.1

El primer relato, la creación del hombre espiritual, se

escribió en el siglo X antes de Cristo en tiempos del rey Sa-

lomón, y el segundo, sobre la creación del universo y la con-

dición terrenal del hombre, en el siglo V antes de Cristo, es-

crito por sacerdotes cuando el regreso del pueblo del destie-

rro de Babilonia (según dichas explicaciones).

Dios reveló el relato de la creación del universo prepa-

rado para la vida terrenal del hombre, unos quinientos años

después. Dejó un amplio periodo de tiempo entre la revela-

ción de uno y otro relato, como para que entendiéramos me-

jor que primero éramos seres espirituales y luego se nos dio

por su gracia nuestra condición de seres terrenales. Esto va-

mos a ver ahora en toda la revelación que incluye “La Ver-

dad de la Creación en el Génesis”.

Este libro que ha llegado hasta ti, no es un libro más,

sino verdadera revelación para gloria de Dios y Luz para to-

dos nosotros.

Él, que nos dice que hasta cada uno de nuestros ca-

bellos están contados (Mat.10,30), también tuvo especial

cuidado en establecer unos cinco siglos de separación entre

un relato y el otro relato. A nosotros nos corresponde valorar

este importante hecho.

Descubrir esto me animó más a escribir este libro,

pues es grande que coincida en este punto tan importante, lo

que el Señor me había hecho ver y los estudios de los inves-

tigadores de la historia del Génesis. Antes yo misma desco-

nocía esta verdad y todavía hasta hoy no ha sido conocida

por los demás con toda la claridad.

Esto me alegró tanto, porque me confirmaba lo que ya

el Señor me había hecho ver: que el hombre espiritual fue

1 Este dato histórico también lo descubrí en la Biblia Latinoamérica.

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La Verdad de la Creación en el Génesis

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creado antes, y que nuestra condición humana nos ha sido

dada por gracia de Dios para librarnos de caer al abismo, y

salvarnos por medio de la resurrección en Jesucristo nuestro

Salvador.

Por ello el relato de la creación en el Génesis comien-

za realmente con el hombre espiritual en el jardín de Edén.

Por este motivo este libro contiene dos partes también: una

primera parte, “La Creación del Hombre Espiritual”, y una

segunda parte, “El Hombre Terrenal”. Así que ya desde el

tema primero, empieza diciendo que ese hombre creado por

Dios es toda la humanidad en la que estamos incluidos todos

nosotros.

La trascendencia de todo esto se irá descubriendo a

través de la lectura, que es como una parábola de nuestra

propia historia. Y estaba bien detallada, aunque el mismo

orden en el que nos había llegado no nos haya permitido en-

tenderla con toda claridad.

Pero no es este el único punto que revela este libro,

sino que todos los signos en él toman sentido, toman vida.

Podemos descubrir mucho más de lo que hemos conocido

hasta ahora.

Es la historia completa de nuestro origen, y principio

como seres humanos, y nos habla del camino que hemos

tomado para llegar hasta aquí y del camino de regreso más

allá de nuestro principio.

Su misión, o su objetivo, es ayudarnos en este camino

para regresar a la plenitud de la Vida. Todo estaba perfecta-

mente dispuesto por nuestro Dios cuando había revelado

nuestra verdadera historia hace tantos siglos. Ahora todo

queda aclarado aquí siguiendo un orden, según me lo ha

hecho ver, para que así muchos puedan ver también la ver-

dad de su propia realidad en este momento.

Es una bendición que Dios hoy ha querido dar para

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

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todos. Él lo ha revelado, porque hasta ahora habíamos en-

tendido el relato de la creación sólo “a medias”, nadie había

podido entenderlo completamente. Hoy se nos revela en su

totalidad, de tal forma que ya no hay misterio al respecto.

De esto he querido avisarte para que no saques con-

clusiones anticipadas cuando veas que en el tema I las pri-

meras palabras te dicen que la palabra Adán significa en

hebreo hombre, y que al decir hombre se refiere a toda la

humanidad, porque Dios nos creó a todos nosotros en aquel

principio.

Sin haber leído el resto de este relato, esta primera

impresión te llevaría a pensar que en él se va a tratar de la

teoría de la reencarnación. Pero no es así, porque las Escri-

turas todas, y el relato del Génesis incluido, nos sirven para

verificar que el hombre ha sido creado por Dios, y tiene este

estado de humanidad por su divina gracia para que veamos

la Luz de Cristo, ser así salvados, y regresemos al Padre,

nuestro creador.

Esta revelación sobre nuestro principio puede sacar de

su error a los que creen en la reencarnación. Pues dice la

Escritura que el pueblo perece por su ignorancia, o por su

falta de conocimiento (Os.4,6).

Si eres de los que has dado crédito a la teoría de la

reencarnación, te conviene también leer este libro para que

disciernas y veas clara la Verdad de quién eres realmente y

lo que eres hoy.

No deduzcas nada antes de leer el resto del libro.

Aquí está escrita simplemente la Verdad que Dios nuestro

Señor me ha hecho ver, que nos aclara lo que veíamos acer-

ca de nuestra creación como un misterio; nos saca de mu-

chas dudas, y puede servir para comprender mejor a los

demás, y para que muchos que no hayan creído ahora crean.

Sólo Dios sabe cuanto bien puede hacer esta revelación.

Y a nosotros los creyentes nos corresponde, el ser

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La Verdad de la Creación en el Génesis

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testigos de esta verdad que hará bien, para que el mundo

que se había rebelado y no ha buscado a Dios, por no enten-

der su situación y su realidad, pueda sentirse ahora respon-

dido desde esta verdad y volverse a Dios.

Cuando hayas leído “La Verdad de la Creación en el

Génesis”, podrás ver el porqué a cada uno le corresponde de

forma singular su propia realidad, y al mismo tiempo vas a

entender mejor que Dios nos cuida y espera con ternura infi-

nita y Amor de Padre Bueno.

Tengo que recordar aquí, igual que dije en la presen-

tación de “La Verdad del Apocalipsis”, que también al apóstol

Pablo que no estuvo personalmente con Jesús ni los otros

apóstoles, Dios le dio este don de conocer la revelación. El

decía: “Os hago saber hermanos que el Evangelio anunciado

por mí no es de orden humano, pues no lo recibí ni aprendí

de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo”

(Gál.1,11-12).

De forma semejante me ha llegado esta Luz por una

gracia o don, como hemos visto en estos dos casos que men-

ciono aquí de los apóstoles. Con esto no quiero hacer una

comparación a nivel personal pues soy insignificante para

esta comparación; sólo quiero decir con ello, que no procede

este libro de ningún estudio (que sería para gloria mía) sino

que nos viene dado para todos nosotros, por la misericordia

del Único que puede darnos la Verdad. Para gloria de Él sea.

Me considero un simple instrumento, ya que si el Se-

ñor no me lo hace ver, por mí misma nunca habría podido

verlo ni escribirlo, ya que ni siquiera soy escritora.

Todo sea para gloria de Él y sirva de ayuda para sal-

vación de muchos.

Hasta aquí, aunque los creyentes siempre hemos

aceptado incondicionalmente el relato de la creación en el

Génesis y la herencia del pecado de Adán, el mundo o lo ha

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

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dudado o no lo ha aceptado, quizás por parecerle contradic-

torio el heredar un pecado que otro había cometido, o tantas

otras causas.

Mas ahora ya el mundo podrá ver claro que el relato

de la creación no está en contra de nuestra razón, sino que

lo puede entender perfectamente.

Si el libro “La Verdad del Apocalipsis” iba dirigido pre-

ferentemente a las iglesias, este libro es para el mundo en

general, y muchos creerán en Dios, en su Amor infinito que

nos busca y revela la Verdad para que todos los hombres

seamos uno en Él. “La Verdad de la Creación en el Génesis”

deja bien claro todo lo referente a nuestro origen, para que

muchos desechen sus dudas sobre la obra perfecta de Dios

en nosotros al concedernos esta forma de vida aquí en la

tierra, y confíen ya plenamente entregando sus vidas a la

misericordia inagotable de Dios.

Ante los ataques del maligno, como hoy estamos

viendo a nivel universal más que en otras épocas, hoy que se

ve más al descubierto el rostro de la maldad, con la corrup-

ción, la violencia, la falta de valores, el olvido y cuestiona-

miento sobre los mandamientos de Dios, etc., Dios está ma-

nifestando como nunca antes también a nivel universal, gran

Luz para sus hijos. Ahora la Luz poderosa que nos llega, nos

hará levantar para emerger de las tinieblas a la Verdad. A

muchos hará cambiar y llegar al Camino de salvación.

Esta revelación sobre la creación en el relato de Géne-

sis, nos descubre el porqué de tanta confusión. Y nos ayuda

a salir de ella. A través de la lectura de este relato de la

creación, ya clarificado, se va a ir comprendiendo su impor-

tancia y alcance para así poder cada uno sentirse libre, y

seguir la más sabia decisión: vivir de acuerdo a la Verdad.

Ahora puedes recibir esta verdad, que te ayudará a

ver la Verdad. Y dice Jesús, que la Verdad te hará libre

(Jn.8,32). Y así amarás más a tu Creador, desde la Verdad,

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La Verdad de la Creación en el Génesis

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por su infinito Amor, fidelidad, y misericordia por ti.

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

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PRIMERA PARTE

LA CREACIÓN DEL HOMBRE

ESPIRITUAL

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La Verdad de la Creación en el Génesis

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

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LA CREACIÓN DEL HOMBRE ESPIRITUAL TEMA I: EL JARDÍN DE EDÉN TEMA II: DESDE EL EDÉN HASTA LA HUMANIDAD TEMA III: DIOS RECHAZA LA MALDAD TEMA IV: CONSECUENCIAS DEL PECADO

TEMA I

EL JARDÍN DE EDÉN

(Gén. 2,8-17)

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La Verdad de la Creación en el Génesis

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Nota: Es bueno recordar aquí, la importancia que tiene el que antes

de comenzar la lectura de este tema, se lea primero “Aclaración Previa”

(pág. 5) porque ayudará mejor a ver la verdad de cuanto este libro contie-

ne, y así evitar incomprensiones a primera vista.

Una Estancia en la Gloria

La Gloria en la que Vivíamos

Cuatro Caminos Cuatro Ríos

Providencia y Advertencia de Dios

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

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EL JARDÍN DE EDÉN Una Estancia en la Gloria

Plantó Yahveh Dios un jardín en Edén,

al oriente,

donde colocó al hombre

que había formado.

(Gén.2,8)

En hebreo en vez de hombre se dice Adam.1 La pala-

bra Adam (para nosotros Adán) significa hombre. Dios creó

al hombre, al ser humano, a la raza humana. Hombre es to-

da la humanidad. Dios colocó en el jardín de Edén al hombre,

a la humanidad.2

De este mismo modo se usa hoy la palabra hombre,

dándole el significado de humanidad, para hablar, por ejem-

plo, del hombre del siglo XXI. La historia habla del hombre

primitivo, del hombre medieval, etc. A nadie se le ocurre

pensar que era un hombre solo, sino que comprende a todos

los hombres de toda una época o edad de la historia.

Tú eres un ser humano; ya seas varón o mujer, estás

comprendido en esta humanidad porque fuimos creados to-

dos en un mismo principio.

Esto vamos a ver, no sólo en el Génesis, sino que la

Biblia lo repite. Pablo afirma: Él creó de un solo principio,

todo el linaje humano (Hc.17,26).

Toda esta revelación nos lleva a ver más clara la ver-

dad de nuestro principio como humanidad; nos lleva a en-

tender los porqués de nuestra realidad de hoy.

Reconocer que hombre es toda la humanidad tiene

vital importancia.

1 Santa Biblia Nueva Versión Internacional 2 Este significado se verá confirmado en este mismo relato, cuantas veces aparezca la palabra

hombre, y ello nos da nueva luz para entender mejor las Escrituras.

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La Verdad de la Creación en el Génesis

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Este hombre del jardín de Edén comprende a todos

nosotros, en un estado de felicidad que habría de ir crecien-

do.

Porque el jardín de Edén simboliza el estado celestial

en el que vivíamos, de felicidad, de delicias, en amistad con

Dios, el estado de los seres espirituales que éramos. Lo que

éramos antes del pecado.

Nuestra condición de humanidad se nos dio por la

compasión de Dios desde el mismo instante en que pecamos,

para librarnos así de caer al abismo y rescatarnos de la

Muerte a la que nos llevaba el engaño del demonio.

Y por la confusión que siguió al pecado de la humani-

dad, todavía cuando le pregunta Dios a Job “¿Dónde estabas

tú cuando yo creaba la tierra?” (Job.38,21), él no supo res-

ponder. Y la humanidad hasta ahora no ha podido responder;

pero hoy Dios nos revela por su Espíritu Santo, el Espíritu de

la Verdad, gran Luz sobre nuestro principio, contenido en el

relato de la creación, y no para satisfacer nuestra curiosidad,

sino para que conociendo nuestra auténtica realidad, la Ver-

dad de quiénes somos y lo que somos, busquemos vivir en Él

y regresemos a la felicidad completa, a la Vida de gloria que

nos tiene preparada.

El jardín de Edén podemos compararlo a un vivero

donde se colocan las semillas para que luego crezcan y sean

colocadas en un lugar mayor, más apropiado. Era como aquí

una cuna en la que todo buen padre y toda buena madre

colocan con cuidado a sus hijos. Así Dios nos colocó en el

jardín de Edén, con su infinito e insuperable Amor y ternura

de buen Padre, igual que si fuéramos niños.

Y allí fuimos creciendo. Y cuando culminaba en noso-

tros la primera etapa de crecimiento, en el jardín de Edén,

Dios nos concedió la libertad para decidir. Y entonces tuvi-

mos el poder para elegir; pero no obedecimos la advertencia

Page 22: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

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del Padre y nos decidimos, como se nos dice en la parábola

del hijo pródigo, por alejarnos del Él y perder todos los bie-

nes que por su inmenso Amor nos había dado (Lc.15,11-32).

Ése fue nuestro principio. Dios nos colocó en un lugar

seguro para ir creciendo e ir acercándonos más a Él, a la uni-

dad en Él; fue el principio de nuestra creación como seres

espirituales, en quienes habría de darse la aceptación de los

planes de Dios para nosotros. Era el inicio de un estado de

crecimiento espiritual que entonces desestimamos y lo per-

dimos. Nos lo recuerda este salmo que sigue, que habla del

momento en el que entramos en tinieblas por el pecado. Así

dice:

“No saben ni comprenden;

caminan en tinieblas,

todos los cimientos de la tierra vacilan…

Mas ahora como el hombre moriréis,

como uno solo caeréis, príncipes”.

(Sal.82,5…7)

Nos llama “príncipes”, para recordarnos que hasta ese

instante estábamos en un proceso de crecimiento hacia el

Reino de Dios Padre, y luego todos a una, como uno solo,

caímos en las tinieblas. Pero aunque habíamos caído, las si-

guientes palabras nos vuelven a confirmar que Dios Padre

nos ha librado de caer al abismo, por su gran Amor, y cómo

luego nos concedió la redención por medio de nuestro Señor

Jesucristo:

“Nos ha elegido en Él

antes de la creación del mundo

para ser santos e inmaculados

en su Presencia, en el Amor;

eligiéndonos de antemano

Page 23: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

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para ser sus hijos adoptivos

por medio de Jesucristo,

según el beneplácito de su voluntad”.

(Ef.1,4-5)

Este ser espiritual que Dios creó en unidad y puso en

el jardín de Edén, aún no era corpóreo; aún no éramos hom-

bres y mujeres ni había sido creado el universo que veremos

en el tema V, y que creó Dios por su gracia para que des-

arrolláramos la vida presente, este peregrinaje, que es el

Camino de regreso al Padre, para todos los que busquen la

Verdad. Y la Verdad nos la muestra Él a través de su Palabra

y de toda la creación que ha puesto a nuestro alcance.

Porque igual que Dios preparó un proceso espiritual

de crecimiento desde que nacimos en el jardín de Edén, así

también, para hacernos más palpable nuestra realidad espiri-

tual de seres caídos en las tinieblas, para que entendiéramos

mejor, después nos ha hecho nacer aquí en nuestra realidad

natural como bebés, dependiendo de la madre y del padre,

para luego ir desarrollándonos día a día y así pasar a la ni-

ñez, a la adolescencia, a la juventud, a la madurez de la

edad adulta, y a la sabiduría de la ancianidad (Ap.4,4).

Un crecimiento en todos los sentidos, como reflejo de

nuestra Vida espiritual. Y si lo sabemos valorar nos sirve para

en este mismo crecimiento acercarnos más y más a Dios,

acogiéndonos a la gracia de su infinito Amor para que regre-

semos a Él, para que nos salvemos y gocemos de su gloria,

de todos los bienes, que aún no podemos percibir, pues lo

que ni el ojo vio ni el oído oyó es lo que Dios tiene preparado

para nosotros (1Cor.2,9). Nunca habíamos visto, ni aún en el

Page 24: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

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jardín de Edén, la gloria que Dios tiene preparada para noso-

tros, la gloria final para los que se salven.1

El hombre creado por Dios o formado por Dios, signifi-

ca que hemos salido “de las manos de Dios”. Representa este

hombre nuestro principio, el estado en el que nos encontrá-

bamos, la gloria en la que vivíamos en el jardín de Edén.

Luego, por la gracia de Dios vendríamos a nuestro estado

actual. Esta verdad sobre el principio de nuestro estado ac-

tual como humanidad entera para ser rescatada del pecado,

nos la confirma el apóstol Pablo otra vez en su discurso a los

atenienses en el Areópago:

Él creó de un solo principio, todo el linaje humano,

para que habitara sobre la faz de la tierra

fijando los tiempos determinados

y los límites del lugar donde habrían de habitar

con el fin de que buscaran a Dios,

para ver si a tientas lo buscaban y lo hallaban;

por más que no se encuentra lejos

de cada uno de nosotros;

pues en Él vivimos, nos movemos y existimos,

como habéis dicho algunos de vosotros:

“Porque somos también de su linaje”.

(Hc. 17, 26-28)

Es de vital importancia esta revelación, pues aunque

por tradición se nos haya transmitido que habíamos hereda-

do un pecado cometido por un solo hombre, muchos no lo

habían aceptado porque han visto que siendo Dios sumamen-

te bueno, justo y misericordioso, sería contradictorio que

hiciera recaer un pecado sobre todos los demás, que no hab-

íamos decidido voluntariamente pecar. Y como consecuencia

1 En el libro “La Verdad del Apocalipsis” se complementa esta verdad sobre nuestra creación,

en el último tema titulado “La Gloria Final” (Ap.22).

Page 25: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

24

de no entenderlo así muchos han menospreciado el relato de

la creación en el Génesis, y tantos han restado valor al peca-

do y a la necesidad de ser perdonados por Dios.

Pero la Biblia nos revela más versículos además de

éstos, que iremos viendo en el resto de este relato que tam-

bién confirman cuanto hemos visto hasta aquí:

“Nacimos antes de que las tinieblas nos llegaran”

(Job.19,21). “Te conocí antes de que te formara en el vientre

de tu madre” (Jer.1,5). 1

El hombre fue creado primero como ser espiritual, y

luego por el pecado pierde todo. Mas la compasión de Dios le

concede la gracia de ser humano, de ser cada uno parte de

esta humanidad. Es el motivo de que la primera parte de

este libro trate de la creación del hombre espiritual, y la se-

gunda parte de nuestra condición actual, del hombre terre-

nal. Esta verdad hará a muchos conocer el verdadero sentido

de la creación y el de su propia y auténtica realidad.

En el desarrollo de este libro vamos a ver más confir-

mado este versículo con el que empezamos este tema, por-

que además de lo exclusivo del relato la creación en el Géne-

sis que completa esta verdad, van incluidos dentro de su

propio contexto, otros versículos del resto de la Biblia que lo

avalan. Es más, partiendo de este conocimiento que Dios hoy

pone ante nuestros ojos sobre el relato de la creación en el

Génesis, podemos entender mejor el resto de la Biblia, com-

prendida entre el Génesis (que significa principio) y el Apoca-

lipsis (que significa revelación). Jesús dijo: “Yo soy el Alfa y

la Omega, el Principio y el fin” (Ap.2,11).

Es la Luz el comienzo de la creación. Y es Cristo,

nuestro salvador, la Luz del mundo para salvación nuestra, el

mensaje que contiene el primer día de la creación de nuestro

universo que veremos en la segunda parte de este libro.

1 Seguirán más textos bíblicos que continúen avalando este verdad

Page 26: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

25

La Gloria en la que Vivíamos

Yahveh Dios hizo brotar del suelo

toda clase de árboles deleitosos a la vista

y buenos para comer,

y en medio del jardín el árbol de la Vida

y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

(Gén. 2,9)

Teníamos de todo para ser felices, teníamos toda cla-

se de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer. No

necesitábamos nada más, éramos felices, vivíamos en amis-

tad con Dios.

Entendamos que estamos hablando de un estado espi-

ritual y que por lo tanto los árboles son símbolos que usa el

Señor para hacernos ver que vivíamos en felicidad. Y el árbol

de la ciencia del bien y del mal, como símbolo que nos ad-

vertía de que contenía algo que no era bueno para nosotros a

pesar de su apariencia atractiva.

No era una prueba a la que Dios nos exponía, sino

que realmente había un peligro que nos podía contaminar,

como lo es toda relación o comunicación con el demonio.

Con el árbol de la Vida y el árbol de la ciencia del bien

y del mal, se nos revela la libertad en la que fuimos creados.

El elegir el árbol de la Vida, es elegir la eternidad a la que

Dios nos llevaba por medio de aquel estado de crecimiento,

hasta la unidad en Él.

El árbol de la ciencia del bien y del mal lleva algo en sí

que no proviene de Dios: la ciencia del mal, la experiencia

del mal. Dios nos creó libres, podíamos elegir. Y hoy también

podemos elegir.

Estaban los dos árboles en medio del jardín, en el

centro, indicándonos así que nuestra vida giraba en torno a

aquella elección.

Page 27: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

26

La libertad es el don más preciado que Dios puso en

nosotros. Dios no nos creó como marionetas, sin voluntad,

sino que nos concedió el libre albedrío para que cada uno

elija. Y así, como todos ya sabemos, Dios respetó la decisión

que tomó la humanidad al comer del árbol que la haría des-

cender del estado de felicidad, de delicias, de la cercanía a

Dios. Y aún hoy Dios sigue respetando esta libertad, y cada

uno puede buscarlo para vivir en Él, o puede seguir en sus

tinieblas y descender al abismo.

Ahora los cuatro brazos del río que salen del jardín de

Edén, van a confirmar estos versículos que hemos visto aquí.

Page 28: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

27

Cuatro Ríos o Cuatro Caminos

De Edén salía un río que regaba el jardín,

y desde allí se repartía en cuatro brazos.

El uno se llama Pisón:

es el que rodea todo el país de Javilá

donde hay oro.

El oro de aquel país es fino.

Allí se encuentra el bedelio y el ónice.

El segundo río se llama Guijón:

es el que rodea el país de Kus.

El tercer río se llama Tigris:

es el que corre al oriente de Asur.

Y el cuarto río es el Éufrates.

(Gén.2,10-14)

Edén significa en hebreo deleite. Deleite es vivir en

Dios, en la Presencia de Dios. Es de la Presencia de Dios de

donde emana el agua de la Vida:

De Edén salía un río que regaba el jardín.

Es desde la gloria de Dios, desde la Presencia de

Dios, de donde llegaba hasta nosotros el agua de la Vida,

porque nosotros habíamos sido colocados en el jardín de

Edén. Este “lugar”, este estado espiritual, es en el que está-

bamos nosotros, siendo seres puramente espirituales.

El río, el agua, es signo de vida. Para entender qué se

nos quiere decir con el río que regaba el jardín, fijémonos en

que aquí sin el agua no habría vida. Y en nosotros espiri-

tualmente, que somos “tierra” para ser regada, es signo de

Vida.

Page 29: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

28

(Los términos hebreos Adam que significa hombre y

adama que significa tierra, están relacionados).

Nosotros en aquel principio, y hoy como humanidad,

hemos de ser regados por el agua de la Vida que viene de

Dios.

En el jardín de Edén teníamos la Vida, aunque habr-

íamos de ir creciendo hacia la plenitud en Dios.

Los cuatro brazos o los cuatro ríos que nacen del río

del jardín de Edén, son cuatro direcciones distintas o cuatro

caminos que podíamos seguir desde el jardín de Edén. Indi-

can otra vez la libertad. La libertad en la que Dios nos creó.

No nos retenía en el jardín de Edén, sino que podíamos elegir

el camino para ser más en Él, o los caminos que nos harían

descender. Podíamos llegar a estar más cerca de Dios o ale-

jarnos de Él. Esos cuatro ríos conducen desde el jardín de

Edén a otros países o estados espirituales:

El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de

Javilá donde hay oro. El oro de aquel país es fino. Allí se en-

cuentra el bedelio y el ónice.

El primer río, Pisón, habla de una Vida superior a la

que vivíamos en el jardín de Edén, una Vida en unidad en

Dios, a la que podíamos haber ascendido si no hubiésemos

desobedecido la advertencia de Dios. De este río se dice:

Es el que rodea el país de Javilá donde hay oro fino.

El oro, se nos da a conocer en las Escrituras como

símbolo de pureza: "Yo os purificaré como se purifica el oro o

la plata" (Zac.13,9). También habla del esplendor de la gloria

de Dios, pues en la "Ciudad Santa de Jerusalén", en la gloria

final, ya definitivamente en unidad con el Padre, se dice que

"la muralla y la avenida de la ciudad son de oro puro”

(Ap.21,18-21). Es la plenitud de la gloria que disfrutaremos

al final los salvados, por gracia de Dios.

Ahí, en el país de Javilá se dice sólo que hay oro fino.

Page 30: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

29

No es la plenitud, sino que es una Vida muy valiosa. Allí si-

gue el crecimiento hasta la plenitud en Dios.

El ónice y el bedelio, que se nombran en el país de Ja-

vilá, son piedras semipreciosas; no es la Vida en plenitud,

como se describe de la Ciudad Santa de Jerusalén, de la que

se dice que es como el resplandor de una piedra muy precio-

sa, y toda la Ciudad está construida con gran variedad de

ellas (Ap.21,10-11). En este país de Javilá hay una Vida su-

perior a la del jardín de Edén (a la que podíamos haber lle-

gado) pero no tiene la plenitud de la Vida, que es la meta

final.

El país de Javilá, está todo rodeado por el río, como

los brazos de Dios Padre alrededor de él en un abrazo. Un

estado de descanso absoluto en los brazos de Dios Padre.

Son los que habiendo crecido en el jardín de Edén ascienden

a un estado más cercano a la plenitud de la gloria de Dios, ya

sin ningún peligro, pues su decisión fue vivir sólo en Dios y

no oír ninguna otra voz.

De todos los seres que Dios puso en el jardín de Edén,

no todos pecaron, y son los que están simbolizados en el país

de Javilá; los que pecamos descendimos a este estado que

es la humanidad, de la que podemos ser rescatados si acep-

tamos a Cristo, nuestro Salvador.

Nuestro estado actual está comprendido en los otros

tres países, el país de Kus, el país de Asur y el otro país al

que no se le da nombre porque está fuera de la tierra prome-

tida. Los tres reflejan una vida inferior a la del primer país de

Javilá; ya se refieren a nuestro estado actual al que descen-

dimos porque perdimos voluntariamente lo que Dios había

establecido para nosotros: lo que era la Vida desde el jardín

de Edén.

El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país

de Kus.

Este segundo río que rodea el país de Kus, nos hace

Page 31: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

30

ver que hay fertilidad en él, pues está rodeado de agua como

el país de Javilá; pero no tiene la riqueza espiritual del país

de Javilá ya que en él no hay oro ni piedras semipreciosas.

El río que rodea el país de Kus, representa ahora aquí,

los brazos de Cristo sosteniéndonos alrededor como en un

abrazo, para salvarnos de la Muerte. Dentro de este abrazo

están todos los que buscan a Dios, el pueblo que vive en

Cristo. Este país simboliza al pueblo de Dios, a aquéllos que

habiendo pecado en el jardín de Edén se acogen a la Reden-

ción, el pueblo elegido.

De este país de Kus profetiza Isaías como tierra sur-

cada de ríos, nación vigorosa y dominadora, a la que han de

escuchar todos, sobre la que Dios derrama su Luz ardiente, y

que da frutos; pero en la que Él cortará los pámpanos vicio-

sos. “Pueblo esbelto y de brillante piel”, que en el monte Sión

se presenta como ofrenda a Dios (Is.18,1-7). Es la parábola

de la vid de la que Jesús dice también que cortará los

pámpanos que no dan fruto (Jn.15). Unos dan fruto y otros

no. Unos se salvarán y otros no.

Los que viven en Cristo, son los que viven en el Amor

y la Verdad, porque en ello consiste la verdadera Vida. No se

limita a los que conocen la doctrina cristiana ni la revelación,

que aún conociéndola muchos no la viven ni se salvan, sino

que comprende también a todos los que aunque no hayan

oído hablar de Cristo, viven en autenticidad la amistad con

Dios, buscando siempre la Verdad y viviendo en el Amor a

Dios que está por encima de todo.

Jesús dijo: “Yo soy el Camino la Verdad y la Vida”

(Jn.14,6). Y el Camino es el Amor (Jn.3,16).

Todo el que viva así está rodeado por los brazos de

Cristo, conforme se nos revela en este segundo río. Sin em-

bargo todos los que tenemos la gracia de conocer la revela-

ción de Jesucristo, tenemos más claro y cercano el Camino.

Page 32: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

31

Está escrito que todos habrán de reconocer la revelación,

“hasta los confines de la tierra” (Hc.1,8). El Señor Jesucristo

nuestro Salvador, vino a salvar a la humanidad, a todo el que

quiera salvarse. Y esto es lo que significa el tercer río, el Ti-

gris.

El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente

de Asur.

El tercer río, el Tigris, geográficamente está fuera de

los límites de la tierra prometida hecha por Dios a Abrahán,

como veremos después al hablar del cuarto río. Este país de

Asur representa a los que aquí no se han acogido a la Re-

dención; los que no buscan a Dios, los que no viven en Cris-

to (la Verdad y la Vida en el Amor). Están en esa tierra seca

y han de moverse para ir al río, al agua de la Vida, a buscar

el agua que los limpie.

El agua ya no rodea este país como los otros dos paí-

ses eran rodeados, sino que el Tigris corre al oriente de Asur.

Al oriente, en la misma dirección que el jardín de Edén, una

dirección hacia Dios. Es también la dirección por la que Dios

ha hecho que nos llegue la luz del día.

Así se manifiesta la Verdad para nuestras almas de

que cuando buscamos a Dios, es como ir por el agua que nos

purifica. Y todos pueden recibirla porque es gratis, y todos

pueden buscar el agua de la Vida desde cualquier lugar, más

cercano o más lejano de esa tierra seca; porque el agua da la

Vida fértil que habrá de llevar a la plenitud, a la unidad en

Dios.

Todos, de cualquier nación, raza, pueblo o lengua

(Ap.7,9). Un ejemplo que puede ser incluido entre aquéllos a

los que representa este país de Asur, es el pueblo de los re-

cabitas al que Dios manifiesta su agrado, por su obediencia;

aunque no eran el pueblo elegido, cumpliendo los mandatos

de su guía, trataban de obedecer a Dios, a pesar de que no

conocían la revelación de Dios dada a Moisés (Jer.35,1-19).

Page 33: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

32

Del país de Asur al que riega este tercer río, profetiza

Isaías que será quebrantado, que Dios apartará todo yugo de

sobre ellos porque extiende su mano sobre ese pueblo y que

nadie puede en contra, cuando Dios mismo lo hace

(Is.14,24-27). Y también profetiza que habrá un camino real

para el resto de su pueblo que haya sobrevivido de Asur,

como lo hubo para Israel (símbolo del pueblo elegido) cuan-

do subió del país de Egipto (Is.12,16). Éstos son los que bus-

can a Dios y quedan perdonados y limpios por el agua que da

la Vida.

Pero muchos rechazan a Dios, no buscan la Verdad, y

son los que están representados al otro lado del cuarto río:

Y el cuarto río es el Éufrates.

Ya no se dice de este río el país que riega, como se

dice de los otros tres. Pero la Palabra dice: “Llamaré pueblo

mío al que no es mi pueblo” (Rom.9,25). Nadie está definiti-

vamente excluido, sino que aún todo el que se arrepienta

puede volverse a Dios.

Este río simboliza la línea de separación o el límite, del

estado en el que se encuentran todos aquéllos que “no están

inscritos en el libro de la Vida desde la creación del mundo”

(Ap. 13,8). Ahí no hay “tierra” que regar. La tierra que puede

ser regada es la de todos aquéllos que buscan a Dios y pue-

den oír la Palabra y salvarse.

Allí, de ese estado ya no se dice que en él haya agua,

como se dice de los otros tres países. Es tierra baldía. Es éste

el estado de los que han elegido libremente el camino de la

condenación.

El Éufrates, según la alianza que Dios hizo con Abra-

ham (Gén.15,18), está como límite de la tierra prometida

que comprende desde el río Nilo hasta este río Éufrates.

Sin embargo, la salvación no está limitada a los que

residan en un determinado territorio geográfico, sino que se

Page 34: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

33

trata de ser o no ser en Dios, ser “la tierra” nueva que dispu-

so para nosotros.

Indica El Éufrates la purificación por la que pueden

pasar todos los más alejados. Por este río pueden entrar aún

ésos en la promesa de la redención, en la tierra prometida,

porque Dios quiere salvar a toda la humanidad. Pero el que

no se purifique no tiene entrada en la promesa, en la reden-

ción, en la salvación.

Ellos pueden salir de su tierra seca, sumergirse en el

río y dejar en él todas sus abominaciones, sus idolatrías, su

incredulidad, sus basuras… para alcanzar la tierra prometida.

El Éufrates es simbólicamente el límite de separación entre la

condenación y la entrada en el Camino de salvación. Sin en-

trar en el río no hay salvación.

Varias veces que se nombra este río en la Biblia, sim-

boliza lo mismo. El río Éufrates lo nombra el profeta Jeremías

cuando por mandato de Dios, echa en el río el libro en el que

estaban escritas todas las abominaciones de Babilonia

(ejemplo de la mayor corrupción) para que todos puedan

entender que los mayores pecados se pueden lavar y quedar

limpios. Así que añade que todos serán redimidos. Serán

redimidos todos los que se purifiquen, echando en el agua

todas sus impurezas, todo su pasado (Jer. 51,63).

Y al mismo profeta, le había dicho Dios, que llevara

un cinto nuevo y que lo escondiera en un resquicio de una

peña en el río Éufrates. Al cabo de mucho tiempo, le vuelve a

decir que lo sacara de allí. Comprobó que el cinto estaba po-

drido y que no servía para nada. El Señor le hizo ver que así

pasa con el pueblo idólatra, terco de corazón, que no escucha

su Palabra (Jer.13,1-11). No basta con conocerla, con estar

cerca, sino purificarse, sumergirse en ella, en la Vida en Dios,

hacerla realidad cada uno en su vida. La misericordia de Dios

espera hasta el último momento.

Ese estado al otro lado del río Éufrates, del que pue-

Page 35: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

34

den aún salir los más alejados de Dios, los que están en con-

denación, también se menciona en el Apocalipsis, cuando se

muestra en la visión del apóstol Juan, el paso de los conde-

nados a través del gran río Éufrates. Será éste el momento

final del “año de gracia” en el que se derrame la sexta plaga.

Así se explicó en el libro “La Verdad del Apocalipsis”.

“Ésos son: Los que no sólo se habían entregado al mal, sino

que habían trabajado activamente para el mal; los que li-

bremente habían pactado y entregado sus vidas al reino de

las tinieblas, y lucharon por ganar adeptos a su causa… Son

los reyes del mal, del mundo demoníaco con sus sistemas y

malas artes”.

Está escrito que este río se secará y “dejará paso a los

reyes de oriente”. Ellos procedían igual que toda la humani-

dad del jardín de Edén, al oriente. Y a todos se nos ha dado

la gracia porque Dios nos hizo un pueblo de sacerdotes reyes

y profetas (1Pe. 2,9). Pero ellos rechazaron la gracia y que-

darán al descubierto todos sus pecados (Ap.16,12).

Todos ésos aún hoy pueden volverse a la salvación,

sumergir sus basuras en el río; porque ante la corrupción y

perversidad manifestada en el mundo, Dios para prevenirnos

por última vez ante la proximidad de los momentos finales (y

como último aviso) multiplica su ayuda para rescatarnos. Es

el en que son desatados “los cuatro ángeles que estaban

atados junto al gran río Éufrates”, y un gran ejército de pro-

fetas anuncia para que esta humanidad se vuelva a Dios

(Ap.9,14).

El ángel de la sexta trompeta que hoy está sonando,

“ruge como un león” avisando que ya no habrá dilación, que

cuando suene la séptima trompeta ya nadie podrá arrepen-

tirse (Ap.10,2-7). Es una llamada para cada uno, porque del

final nadie sabe ni el día ni la hora (Mt.24,36). Pero sí se vis-

lumbra, pues hoy ya estamos viendo signos que Jesús había

Page 36: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

35

profetizado para el final de los tiempos.

El significado de estos cuatro ríos y países no se refie-

re a una delimitación de espacios, tiempos o personas, sino

que cada uno puede estar en uno u otro estado, porque has-

ta los que están más allá del Éufrates, fuera de la tierra pro-

metida, o los que estén en el país de Asur, aún pueden bus-

car la salvación y estar rodeados por “los brazos de Cristo”

(simbólicamente el país de Kus).

Y también pueden “retroceder” los que habiendo co-

nocido a Cristo se alejen de Él y desciendan a la sequedad y

al destierro, fuera de la tierra prometida.

Todos tenemos hoy la gracia de ser salvados por la

redención de Jesucristo, nuestro Redentor, que limpia todo

en nosotros y nos viste de blancas vestiduras (Ap.7,14). Él

es la Palabra que se hizo carne y puso su morada entre noso-

tros (Jn.1,14).

El estado de los que están simbolizados al otro lado

del Éufrates, fuera de la tierra prometida, es un estado con-

cedido por Dios que tampoco los abandonó dejándolos caer

al abismo, sino que espera paciente la conversión de todos.

Éste es el sentido de esta revelación de los cuatro

ríos que salen del jardín de Edén. Habíamos perdido la Vida

que disfrutábamos, pero aún hoy podemos estar, aunque con

lucha, en un estado de crecimiento para llegar en los brazos

de Cristo a la unidad en Dios, a la Ciudad Santa, a la gloria

eterna, que Dios tiene preparada para todos los que lo aman

(1Cor.2,9).

Page 37: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

36

Providencia y Advertencia de Dios

Tomó pues, Yahveh Dios al hombre

y lo dejó en el jardín de Edén,

para que lo labrase y lo cuidase.

Y Dios impuso al hombre este mandamiento:

“De cualquier árbol del jardín puedes comer

mas del árbol de la ciencia del bien y del mal

no comerás,

porque el día que comieres de él,

morirás sin remedio”.

(Gén. 2,15-17)

Para entender mejor el significado del jardín de Edén

en donde Dios dejó al hombre, vamos a comparar la gloria

del jardín de Edén, con la que se describe en el Apocalipsis

de la “Ciudad Santa de Jerusalén”.

Si nos fijamos, en el jardín de Edén, hay un río y

“árboles deleitosos a la vista y buenos para comer”. Son sig-

nos semejantes a los que se nos describe en el Apocalipsis,

que nos dice que hay un río y árboles: “El río del agua de la

Vida, transparente como el cristal y a uno y a otro lado del

río, árboles de la Vida, que dan frutos doce veces al año, una

cada mes” (Ap.22,1-2). Es la gloria que disfrutaremos todos

los salvados, después de este peregrinaje en el vamos de

regreso hacia Dios Padre.

Hay una diferencia. Allí, en la gloria final que nos es-

pera, los frutos se dan solos por multiplicación y durante to-

do el año, doce veces al año. En cambio en el jardín de Edén

se dice que habría de labrarse y cuidarse. Aún no estábamos

en la plenitud de Vida, sino en un estado de crecimiento.

Habríamos de estar cuidando de todo lo que Dios nos había

dado.

Page 38: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

37

Se dice que lo colocó en el jardín de Edén para que lo

labrase y cuidase. Dios estaba cuidando, enseñándonos,

guiándonos para crecer más hacia Él. Y lo mismo que aquí

hemos de cuidar cuanto Dios ha puesto en nosotros (el

Amor, la paz, la bondad y todos los bienes, todos los dones

que Dios da especialmente a cada uno) y con ellos hemos de

trabajar para crecer y acercarnos más a Dios, lo mismo allí

en el jardín de Edén habríamos de cuidar y trabajar para cre-

cer espiritualmente y alcanzar la madurez, la plenitud, que

Dios había preparado para nosotros.

La diferencia está en que aquí en este estado de

humanidad, hemos de luchar para salir de las tinieblas en las

que caímos por no haber obedecido a Dios que nos había

advertido del peligro, y en el jardín de Edén no había lucha

sino crecimiento. Sólo habríamos de obedecer el mandamien-

to de Dios, que para que no nos separáramos de Él, para

prevenirnos, ayudarnos y que el demonio no nos engañara,

nos advirtió dándonos un mandamiento:

Y Dios impuso al hombre este mandamiento:

Dios estaba recreándose en esta obra preciosa de

aquellos seres libres salidos de su infinito Amor; cuidando

con su exquisita ternura que la voluntad que nos concedió no

los apartara de Él; cuidando de que no hiciéramos mal uso

de la libertad. Y así nos dijo:

“De cualquier árbol del jardín puedes comer”.

La Biblia nos dice que comer es compartir, compene-

trarse con el otro. Jesús dice: "Si alguno oye mi voz y abre la

puerta, entraré en él, y cenaré con él, y él conmigo”

(Ap,3,20). “El que me come vivirá por mí” (Jn.6,57). Y son

numerosas las veces que encontramos la palabra comer con

este mismo significado. Dios sabe lo que es bueno y lo que

es malo para nosotros, y por esto nos dijo:

“Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no co-

merás”.

Page 39: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

38

Cada uno de nosotros podía comer de todo lo bueno,

de todo lo deleitoso que Dios nos había dado, alimentándo-

nos así para crecer en Él; pero no era bueno comer del árbol

de la ciencia del bien y del mal. La advertencia es bien clara:

“El día que comieres de él, morirás sin remedio”.

Había algo que no deberíamos admitir en nosotros, no

deberíamos comer de ello, simbolizado en el árbol de la cien-

cia del bien y del mal. Esta advertencia, como de un Padre a

sus hijos, nos hace ver otra vez que en aquel estado en el

jardín de Edén estábamos en un proceso para alcanzar la

madurez.

Dios nos advirtió, y nos sigue hoy advirtiendo como

Padre bueno, de que unos se salvarán y otros se condenarán.

Nosotros hemos de decidir. Su Amor por nosotros y su provi-

dencia son sin límite: “Les di mis mandamientos y les di a

conocer mis leyes, las que debe el hombre practicar para

vivir” (Ez.20,11).

También hoy para que no nos dejemos engañar por el

demonio que nos lleva a entregarnos a la perversidad, a lo

que el mundo y los placeres nos brindan, nos da un manda-

miento, una advertencia: "Amarás al Señor tu Dios con todo

tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma, con todas

tus fuerzas… y al prójimo como a ti mismo” (Jn. 15,12).

Y Jesús, para que seamos libres y no nos enfrente-

mos en contiendas entre hermanos, nos vuelve a recordar:

“Amaos unos a otros como yo os he amado” (Mc.12,30).

Page 40: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

39

TEMA II

DESDE EL EDÉN HASTA LA HUMANIDAD

(Gén. 2,8-17)

Page 41: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

40

La Tentación

El Diálogo con el Demonio

La Desobediencia

La Fidelidad de Dios

La Misericordia de Dios

Las Disculpas

Page 42: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

41

DESDE EL EDÉN HASTA LA HUMANIDAD

La Tentación La serpiente era el más astuto

de todos los animales del campo

que Yahveh Dios había hecho

Y dijo a la mujer:

“¿Cómo es que Dios ha dicho:

No comáis de ninguno de los árboles del jardín?”

(Gén.3,1-2)

Este relato que corresponde al hombre espiritual, fue

escrito unos cinco siglos antes de que se escribieran el relato

de la creación de nuestro universo. Dios ha dejado entre la

revelación de uno y otro relato, una distancia muy significati-

va en el tiempo que nos confirme esta verdad.

Como hemos visto en el tema anterior, cuando fuimos

tentados por el demonio éramos sólo seres espirituales, no

corpóreos. Así podemos comprender en este tema que co-

mienza aquí, que aunque no había sido creada la serpiente

en el jardín de Edén (donde no había nada material) se nos

presente aquí simbólicamente a la serpiente para descubrir-

nos la forma de actuar del demonio que usa su astucia ma-

ligna tratando siempre de engañarnos. De esta forma Dios

quiere enseñarnos a estar alerta.

Y así Dios puso ante nuestros ojos toda la creación

que nos rodea. Y con ella a la serpiente, para que podamos

ahora ver que la serpiente está simbolizando al demonio por

su índole de animal astuto que se arrastra en el nivel más

bajo, a ras del suelo: el más astuto de los animales del cam-

po, pues fue la astucia engañosa la que utilizó el demonio

para frustrar nuestra Vida en Dios. Y así habló:

Y dijo a la mujer: “¿Cómo es que Dios os ha dicho: No

comáis de ninguno de los árboles del jardín?”

Page 43: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

42

Es la primera vez que en este relato aparece la pala-

bra mujer. En el jardín de Edén había colocado Dios al hom-

bre, a toda esta humanidad en unidad, siendo todos uno.

Aquí comienza ya una separación, una división entre aquellos

seres espirituales que éramos. Y es que unos empezaron a

acercarse a lo prohibido, comenzaron a mirar el árbol de la

ciencia del bien y del mal. Ahí comenzó la duda y la confu-

sión. Y a todos esos seres que fuimos los primeros en traspa-

sar el mandato, Dios nos concede la gracia de poder retornar

a Él en la condición actual de mujer.

Dios no había prohibido comer de todos los árboles,

sino de uno, del árbol de la ciencia del bien y del mal. El de-

monio estaba mintiendo porque es mentiroso desde el princi-

pio (Jn.8,41). "Vosotros sois de vuestro padre el diablo...

porque es mentiroso y padre de la mentira” (Jn.8, 44). Así

les dice Jesús a los que discutían sobre su testimonio y no

creían, sino que rebatían sus palabras. El diablo es padre de

todos los que no aceptan la Luz, la Verdad.

Pero aún hoy, teniendo conocimiento de los manda-

mientos que Dios nos dio para ayudarnos a caminar en la

libertad (Col.1,13) y ser hijos suyos, seguimos todavía des-

obedeciendo y haciendo lo malo. Es nuestra situación.

Y el hombre hoy se sigue enredando en diálogos con

el demonio cuando está cuestionándose lo que Dios dejó es-

tablecido. Hoy no sólo el mundo, sino también muchos que

se consideran iglesias, en su confusión siguen razonando los

mandamientos que Dios dejó establecidos para guiarnos en

el Camino, tratando de encuadrarlos en el marco histórico,

como si no fueran para toda la humanidad por todos los si-

glos. Así fue como se inició nuestra situación de hoy. La mu-

jer en vez de huir lejos, se acercó, abrió sus oídos para escu-

char, y comenzó a dialogar con el demonio. Lo dicen los si-

guientes versículos.

Page 44: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

43

Diálogo con el Demonio

Respondió la mujer a la serpiente:

“Podemos comer del fruto de los árboles del jardín

mas del fruto del árbol

que está en medio del jardín, ha dicho Dios:

No comáis de él, ni lo toquéis,

so pena de Muerte”.

Replicó la serpiente a la mujer:

“De ninguna manera moriréis.

Es que Dios sabe muy bien

que el día en que comiereis de él,

se os abrirán vuestros ojos

y seréis como dioses,

conocedores del bien y del mal”.

(Gén.3,2-3)

No había ignorancia, no es que no lo supiera, sino que

desoyó la voz de Dios para oír algo nuevo. Muchas lecciones

se pueden sacar de este relato que nos hace ver también hoy

cuando estamos en Dios, si escuchamos otras voces que nos

acosan desde el mundo, corremos el mismo peligro de perder

la gracia de Dios en nosotros.

Todo depende de nosotros, porque igual que oír aque-

lla voz nos llevó a las tinieblas, hoy para salvarnos podemos

oír la voz de Dios que nos llama. “Mis ovejas escuchan mi

voz… Yo les doy vida eterna” (Jn.10,27-28). Y por oír la pa-

labra de Dios, nos llega la fe que nos vuelve a la salvación

(Rom.10, 17).

Esta situación en la que quedó la humanidad, es la

misma en la que están aún hoy todos los que no buscan la

salvación siguiendo los mandatos de Dios y la fe en Jesucris-

to, nuestro Redentor, nuestro Salvador. Si no rechazamos

desde el comienzo el mal, sino que en cambio nos detene-

Page 45: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

44

mos a cuestionarnos sus razones, así se repetiría lo que la

primera vez nos ocurrió cuando la mujer se detuvo a escu-

char las razones del demonio:

Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna manera

moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que co-

miereis de él, se os abrirán vuestros ojos y seréis como dio-

ses, conocedores del bien y del mal”.

El demonio mentiroso, trata de hacer ver a la mujer

que el mentiroso era Dios:

Es que Dios sabe muy bien que el día en que comie-

reis de él, se os abrirán vuestros ojos.

Conocedores del mal sí seríamos, pero perderíamos

absolutamente todo el bien. Y por ello dejaríamos de ser dio-

ses.

Veamos el significado de la palabra dioses en las Es-

crituras. A Jesús lo rechazaban, lo condenaban, porque decía

que Él era Hijo de Dios. Y entonces Él les responde: “¿No

está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dio-

ses a aquéllos a los que se dirigió la Palabra de Dios, y no

puede fallar la Escritura ¿al que el Padre santificó y envió al

mundo, vosotros decís: tú blasfemas, porque dije: Hijo de

Dios soy?”(Jn.10, 34-36).

Dioses, partícipes de la Vida en Dios. Después de per-

derlo todo, vendríamos a ser “hijos adoptivos” (Gál.4,5) por

la Palabra, si la vivimos, porque Cristo tomó la responsabili-

dad de rescatarnos para llevarnos al Padre.

Y las Escrituras hablan más de esto: “Yahveh, el Dios

de los dioses ha hablado” (Sal.50,1). “Dios está en medio de

los dioses; en medio de los dioses juzga” (Sal.82,1). Y más

adelante dice: “Yo dije, vosotros sois dioses y todos vosotros

hijos del Altísimo” (Sal.82,6), y “Dad gracias al Dios de los

dioses porque es eterno su Amor” (Sal.136,2).

El demonio sabía que éramos dioses. Lo que quería

Page 46: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

45

hacer era que probando del árbol de la ciencia del bien y del

mal, dejáramos de ser en Dios. Pretendía que viviéramos

entre el bien y el mal, lo que es imposible pues Dios rechaza

la maldad, es contraria a su misma esencia. Así que al de-

monio le falló “su experimento”. Pero así nos estaba mintien-

do:

Seréis como dioses conocedores del bien y del mal.

(Este es el simbolismo de “el árbol de la ciencia del

bien y del mal”. Dios nos había advertido porque sabía cómo

el demonio vendría a engañarnos).

Sólo conocíamos el bien y no el mal. No conocíamos la

experiencia del mal, no lo habíamos experimentado, y al es-

cuchar la invitación quisimos conocerlo y caímos así en el

engaño.

Quisimos saber qué era aquella maldad que desconoc-

íamos. Quisimos que nuestros “ojos” creados para ver y vivir,

y gozar del bien, también pudieran ver, conocer y experi-

mentar la maldad. Y así perdimos aquella Vida y caímos en

un estado de tinieblas.

Pero Dios no nos abandonó a las tinieblas, como sa-

bemos y veremos con más detalles al hablar de la creación,

que nos hace entender que sí podemos remontar las tinieblas

para dejarnos llenar de su Luz.

Él nos da la Luz para que estemos vigilantes y nos

demos cuenta de nuestra realidad; para que así recuperemos

nuestra verdadera identidad, la de ser dioses en Él. Él nos

perdona todo cuando reconozcamos nuestra culpa, nos arre-

pintamos de nuestra desobediencia y de cuánto hemos peca-

do, pues es así como la Luz de la Verdad se hace en noso-

tros.

Page 47: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

46

La Desobediencia

Y como viese la mujer

que el árbol era bueno para comer,

apetecible a la vista y excelente

para lograr sabiduría,

tomó de su fruto y comió,

y dio también a su marido, que igualmente comió.

Entonces se les abrieron a ambos los ojos,

y se dieron cuenta de que estaban desnudos,

y cosiendo hojas de higueras

se hicieron unos ceñidores.

(Gén.3,6-7)

Hay que resaltar aquí que nunca se dice en las Escri-

turas que el pecado viniera por una sola mujer, que fue lite-

ralmente según este relato, quien inició la desobediencia,

sino que siempre se dice que el hombre pecó. Esto reafirma

una vez más que hombre se refiere a la humanidad en la que

estamos incluidos tanto las mujeres como los varones.

Aunque por tradición hayamos creído que pecó una

sola mujer y un solo hombre, y que fuimos luego todos here-

deros de este pecado, vamos a ir descubriendo a lo largo de

esta revelación, que todos nosotros fuimos los que pecamos.

El ser humano es hombre y mujer (Gén.1-27). Somos la

humanidad.

La humanidad no acató el mandato de Dios porque vio

la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la

vista. Ahí comenzó nuestra caída y luego nuestra condición

humana por la gracia de Dios. Fue el anhelo por conocer algo

diferente lo que le hizo “asomarse” a lo que no venía de Dios,

a un mundo de tinieblas, y contaminarse de él dudando de la

palabra de Dios y obedeciendo la voz del demonio.

Page 48: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

47

El pecado se presenta como algo bueno y apetecible,

no como algo feo, malo o despreciable (Ap.13,1). La visión

del profeta Daniel (Dan.7,3-7) engloba todas las tendencias

al pecado que azotan a la humanidad. Aquellas cuatro bestias

simbolizan la vanagloria del mundo, los desenfrenos de la

carne, el lujo con los afanes de riquezas, y la violencia o el

poder desenfrenado. Eso mismo es lo que significa el árbol

de la ciencia del bien y del mal en esta parábola de nuestra

historia espiritual.

Para cada uno de nosotros este árbol de la ciencia del

bien y del mal, representa algo diferente, porque cada uno

de nosotros siente también inclinaciones hacia determinadas

formas de pecar.

El demonio hoy sigue tentándonos igual, haciéndonos

creer que es bueno lo que no es bueno según Dios nos ha

revelado a través de su Palabra. Y así todavía una parte de la

humanidad se cuestiona los mandamientos de Dios y acepta

lo que el demonio a través del mundo le dice.

La mujer ve que el árbol era bueno para comer, ape-

tecible a la vista y excelente para lograr sabiduría.

La serpiente le ofrecía conocer algo que desconocía.

Iba a ampliar sus conocimientos, a lograr sabiduría. ¿No si-

gue siendo acaso ésta una tentación para muchos hoy?

La mujer, una parte de la humanidad hoy (y entonces

seres espirituales puros) fue la primera engañada por el de-

monio, por la serpiente, y así es como comienza a ser la mu-

jer pecadora:

Tomó de su fruto y comió.

Pecó, pero en su error, la mujer no se conformó con

ella misma comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y

del mal, sino que invita a los otros seres que no habían co-

mido, que no se habían acercado al árbol.

Y dio también a su marido que igualmente comió.

Ya había una diferencia entre los que éramos sólo uno

Page 49: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

48

en el jardín de Edén cuando “la mujer comió del fruto del

árbol de la ciencia del bien y del mal”, separándose por el

pecado de todos los seres semejantes del jardín de Edén que

no pecaron. Y aquella diferencia que se había iniciado, en

este momento se incrementa porque dio del fruto a los otros

seres que no se habían acercado al árbol, y ellos aceptan la

invitación de la mujer.

Desde ese instante comenzamos a ser dos: mujer y

marido. Y se nos dice así para hacer notar a los que pecamos

con diferente error; por acercarse unos a hablar con la ser-

piente, con el demonio, y otros por confiar más en sus seme-

jantes antes que en Dios. Y fuimos todos los que pecamos.

Todavía hoy se nos sigue diciendo: “Desgraciado el hombre

que confía en el hombre” (Jer.17,5), porque hay muchos cie-

gos, guías de ciegos (Lc.6,39).

En este relato se nos dice que el marido acepta. Y así

hay entre ambos una complicidad. Es por lo que aquí se le

llama su marido porque éste igualmente comió. Se dio entre

los dos un pacto de pecado. Unos y otros conocíamos la ad-

vertencia o mandamiento de Dios para prevenirnos, y por no

acatarlo perdimos la Vida.

Entonces se les abrieron a ambos los ojos, y se dieron

cuenta de que estaban desnudos.

Ya no estábamos en la cobertura de Dios (Rom.1,28),

sino que comimos, compartimos, nos compenetramos con lo

que nos ofreció el demonio, nos contaminamos, nos envene-

namos con la maldad. Así es que nacemos aquí con este

pecado, el pecado que cada uno cometió (Sal.51,5).

Nos encontramos entonces desnudos, desprovistos de

la Vida cerca de Dios. Ya no teníamos de todos los bienes, de

todos “los árboles deleitosos a la vista y buenos para comer”

que Dios había hecho brotar en el jardín de Edén. No ten-

Page 50: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

49

íamos el Amor, la Verdad, la paz, la alegría, el gozo, la felici-

dad, todas las delicias de la Vida que Dios nos había dado.

Y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñido-

res.

Ya no teníamos nada. Algo malo nos pasaba, y quisi-

mos esconderlo de la vista de Dios, cosiendo hojas de higue-

ra para ocultarnos de su mirada. Nadie, nada, puede ocul-

tarse a la mirada de Dios (Ap.6,15-17).

Todos estos símbolos nos quieren hacer ver la reali-

dad de nuestra situación. Era absurdo lo que queríamos

hacer y que se nos da como una simple comparación. Las

hojas de higuera no tienen consistencia, no resisten ser cosi-

das ni pueden servir de ceñidor.

Habríamos de estar ceñidos con lo que Dios nos había

dado para ir creciendo hacia la plenitud, ceñidos a su obe-

diencia. Las Escrituras nos dicen que nos ciñamos de fuerza,

de poder entre otros bienes (Sal.18,32). Pablo dice que es-

temos ceñidos con la Verdad (Ef.6,14).

Todos habíamos perdido la Vida en la Verdad, la liber-

tad de los hijos de Dios, y habíamos quedado esclavos de la

mentira, del pecado (Jn.8,34).

Con la mentira, el demonio hizo que esta generación

se contaminara de la maldad, pasando a ser una generación

malvada y adúltera, como dice Jesús (Mt.12,39). Y esta ge-

neración que nombra, es toda la humanidad a través de to-

dos los tiempos. Por esto dice que no pasará esta generación

sin que se cumpla todo cuanto Él ha dicho (Mt.24,34).

Todos habíamos pecado, todos hemos entrado en un

estado de tinieblas, que podemos compararlo como cuando

vamos conduciendo y aparece la niebla; entonces usamos los

faros antiniebla que nos ayudan a pasar ese trayecto hasta

llegar a la zona nítida. Así hay para nuestras almas una Luz

poderosa, la Luz de Cristo, que nos ayuda a pasar este tra-

yecto de neblina en el que nos encontramos y sean levanta-

Page 51: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

50

dos nuestros espíritus a la verdadera Vida. Y la Luz de Cristo

es tan potente, que podemos ver con claridad aunque en

nuestro entorno se ciernan las tinieblas. Valga esta llamada:

Como la niebla tu rebeldía disipé,

como una nube tus pecados he borrado.

Vuélvete a mí, yo te rescaté.

(Is.44,22)

Nos habíamos precipitado en la primera muerte, la

del pecado, de la que podemos resucitar en Cristo (que es la

primera resurrección) si lo aceptamos como nuestro único

Salvador, nuestro único Señor, porque de la segunda Muerte

se nos advierte en el Apocalipsis que nadie podrá resucitar

(Ap.20,6). Las Escrituras no hablan de una segunda resu-

rrección.

Pero aún hoy tenemos la gracia de poder resucitar.

Por esto, Jesús dice que la Palabra nos resucita. Él, que es la

Palabra que mora en nosotros, dice: “Yo soy la resurrección y

la Vida” (Jn.11,25).

Él nos toma de su mano y nos resucita de las tinieblas

a las que nos llevó nuestra desobediencia, y siempre nos

está llamando aunque lo ignoremos:

Despierta tú que duermes,

levántate de entre los muertos

y te iluminará Cristo.

(Ef.5,14)

Aunque nosotros hayamos pecado, Dios es fiel. Él se

goza en nosotros (Is.62,5) como novio con su novia, y llama

esposa infiel a quien lo abandona (Jer.3,20).

Y si nosotros, como hicimos desde entonces, seguimos

pecando, Él permanece fiel porque no puede negarse a sí

Page 52: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

51

mismo (2Tim.2,13). Él nos espera por su inmenso Amor y

misericordia, para que nos purifiquemos, para que nos vol-

vamos a Él y seamos fieles como Él es siempre fiel. Así es la

fidelidad de Dios.

Page 53: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

52

La Fidelidad de Dios

Oyeron el ruido de los pasos

de Yahveh Dios

que se paseaba por el jardín

a la hora de la brisa,

y el hombre y su mujer

se ocultaron de la vista de Yahveh Dios

por entre los árboles del jardín.

(Gén.3,8)

El ruido de los pasos es la proximidad de la Presencia

de Dios. Cuando estábamos confundidos, desde el primer

momento, Dios se acercó a nosotros para ayudarnos, para

hacernos ver la Luz. Se acercó como el Padre bueno, que ve

a sus hijos en serios problemas.

Dios nunca nos abandonó sino que a la hora de la bri-

sa se hace presente. Y esta hora de la brisa, es el mover del

Espíritu de Dios sobre nosotros, como un viento fresco.

Cuando ya atardecía en nosotros, cuando las tinieblas se

cernían sobre nosotros, antes de que nos sobreviniera la no-

che, la oscuridad total y cayéramos al abismo, se acercó tra-

yendo a nosotros la Luz de su Presencia, como la brisa de la

mañana, para que viéramos la realidad de nuestra situación.

Sobre el atardecer que nos sobrevino por el pecado, nos tra-

jo la brisa de la mañana, del día nuevo para nosotros, como

vamos a ver en el primer día de la creación.

Quiere esto hacernos ver que Él también hoy nos trae

su Luz. Así podemos ver detallado simbólicamente para

nuestra vida espiritual, que desde el primer día de la creación

la Luz se hizo, y que Dios en el cuarto día crea luceros en el

cielo para apartar el día de la noche: no nos llega la oscuri-

dad total.

Page 54: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

53

Habíamos comido “del árbol de la ciencia del bien y

del mal”, nos habíamos envenenado al comer de él. Y aquí,

por ejemplo, quien se haya envenenado por comer algo no

se le quita comiendo otros alimentos “gustosos”, sino que ha

de limpiarse del veneno, y recibir la medicina adecuada.

Y en este relato vemos que no fuimos por la medici-

na, que sería reconocer nuestra culpa y así quedar limpios,

sino que tratamos de disimular escondiéndonos.

Y el hombre y la mujer se ocultaron a la vista de Yah-

veh Dios por entre los árboles del jardín.

Pero nosotros, despojados y en aquella confusión, no

veíamos qué hacer ni lo que nos ocurría. Quisimos disimular-

lo mezclándonos con lo bueno, así que intentamos, como si

no nos hubiese pasado nada, como si no hubiésemos hecho

nada malo, volver a estar entre los árboles del jardín “delei-

tosos y buenos para comer”, entre los árboles de los que sí

podíamos alimentarnos. Es la misma actitud que aún hoy

toman muchos para acallar sus conciencias ante sus errores,

sus pecados: hacer luego cosas buenas para tranquilizarse,

sin haberse arrepentido ni cambiado su actitud.

Para estar en amistad con Dios, hemos de acogernos

a su gracia, que nos concedió la sabiduría para reconocer

nuestra culpa, arrepentirnos, cambiar nuestra actitud y erra-

dicarla, porque es Cristo únicamente quién nos justifica ante

Dios. No podemos por nosotros mismos justificarnos, ni sirve

ante Dios disculparnos como hicimos en este primer pecado,

sino reconocerlo porque desde que lo reconocemos nos arre-

pentimos, y ya estamos perdonados y en amistad con Dios.

Es el Espíritu Santo el que nos trae la convicción de pecado

(Jn.16,8). Así es cuando las obras buenas son agradables a

Dios. Esta es la gracia que Dios nos ha concedido y hoy te-

nemos. El hombre en sus tinieblas se esconde de Dios, pero

Dios por su gran misericordia se acerca y le habla para que el

Page 55: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

54

hombre reaccione. Y hoy sigue interrogando, aún a los más

alejados. La conciencia está en todo hombre.

Page 56: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

55

La Misericordia de Dios

Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo:

“¿Dónde estás?”

Éste contestó: “Te oí andar por el jardín

y tuve miedo, porque estoy desnudo;

por eso me escondí”.

Él replicó:

“¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo?

¿Has comido acaso del árbol

que te prohibí comer?”

(Gén.3,9-11)

Dios se acerca a hablar con el hombre, su voz se hace

oír. Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?”

Dios necesitaba que el hombre se lo dijera, pues Él

todo lo conoce, sino que Dios pregunta para que el hombre

se dé cuenta de su estado, de su caída, y pida ayuda a su

creador.

Éste contestó: “Te oí andar por el jardín y tuve miedo,

porque estoy desnudo; por eso me escondí”.

El hombre envuelto en tinieblas tiene miedo de ver la

Verdad, y rehuyó encontrarse con Dios. Pero Dios se hace

presente, busca al hombre; y ante la Presencia de Dios el

hombre descubre todas sus carencias, se da cuenta de que

había perdido todos los bienes que Dios le había dado.

¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo?

Es Dios quien nos hizo saber que estábamos desnu-

dos. El demonio no hace ver la Verdad sino que ciega, nos

quiso llevar al abismo, nos envolvió en las tinieblas.

Y vuelve a preguntar Dios, como Padre bueno que in-

tenta que sus hijos reconozcan sus faltas, para derramar su

perdón y su gracia sobre ellos:

¿Has comido acaso del árbol que te prohibí comer?

Page 57: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

56

Dios sabía lo que habíamos hecho; pero al preguntar,

lo que quería era que nos diéramos cuenta de nuestra situa-

ción, de nuestro error. Pero no lo entendíamos porque está-

bamos entre las tinieblas, envueltos en el sabor del pecado, y

tratamos de disculparnos. Sigue siendo hoy la situación de

todo aquél que no busca la Verdad en Dios sino que trata de

justificarse ante sí mismo.

Page 58: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

57

Las Disculpas

Dijo el hombre:

“La mujer que me diste por compañera

me dio del árbol y comí”.

Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer:

“¿Por qué lo has hecho?”

Y la mujer contestó:

“La serpiente me sedujo y comí”.

(Gén.3,12-13)

No reconocimos nuestra culpa, que sería percatarnos

de nuestra desobediencia y de nuestra situación de tinieblas,

porque las mismas tinieblas nos impidieron ver. Ambos no

reconocíamos nuestras culpas y tratamos de disculparnos

achacando la responsabilidad el uno al otro, los unos a los

otros, como aún seguimos haciendo para disculparnos y no

reconocer la maldad que nos ha movido al pecado o al error.

Y del estado de bendición, de felicidad, caímos en un estado

de maldición del que Dios también nos advierte en los versí-

culos siguientes.

Dios Padre nos quiere hacer ver la Luz con su Presen-

cia, dialogando con nosotros desde el primer momento. En

cambio nosotros, ya envueltos en las tinieblas, no pudimos

estimar su Amor y misericordia al acercarse a nosotros. Y

tratamos de salir de la situación, disculpándonos. Pero Dios

Padre no cesó de buscarnos para levantarnos de la confusión

en la que habíamos caído.

Veremos en los siguientes versículos que antes de

comunicarnos las consecuencias de nuestra errada decisión,

de la situación en la que estábamos, nos da la esperanza

para salir de las tinieblas, nos da a conocer que se ha hecho

la Luz para nosotros, anunciando la promesa para nuestra

salvación. Y luego, nos hace percatarnos de los males que

Page 59: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

58

nos sobrevinieron por las tinieblas que elegimos, como ve-

remos también en el tema siguiente.

Dios comienza desde ese mismo instante a poner or-

den en aquel caos para que viéramos que hay una separa-

ción entre lo bueno y lo malo, llamando maldito a lo malo,

como vamos a leer a continuación. Y por su gran Amor nos

prepara el Camino que nos hará salir de las tinieblas, envian-

do la Luz al mundo, que alumbra nuestro regreso a Él. La Luz

es Cristo. El Camino es Cristo.

Page 60: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

59

TEMA III

DIOS RECHAZA LA MALDAD

(Gén. 2,8-17)

Page 61: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

60

Maldición a la Serpiente La Promesa de la Redención La Humanidad y la Iglesia

Page 62: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

61

DIOS RECHAZA LA MALDAD

Maldición a la Serpiente

Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente:

“Por haber hecho esto,

maldita seas entre todas las bestias

y entre todos los animales del campo.

Sobre tu vientre caminarás,

y polvo comerás todo los días de tu vida”.

(Gén.3,14)

Dios no nos maldijo a nosotros, maldijo a la serpiente,

al demonio. Y a nosotros nos hizo ver en la situación de mal-

dición en la que habíamos caído, como veremos a continua-

ción. El demonio quiso hacernos creer que podíamos vivir

tanto en el bien como en el mal, que ambos podían mezclar-

se.

Y Dios nos trajo la Luz haciéndonos ver que no puede

coexistir la Luz con las tinieblas (2Cor.6,14). Y nos lo hace

saber decretando una separación radical entre ambas. Ésa es

la maldición a la serpiente; pero no a la serpiente, sino al

demonio al que simboliza.

La serpiente aún no había sido creada, y se nos

muestra como símbolo porque Dios creó luego este animal

con las características necesarias para que entendamos la

actitud del demonio, y conociéndola estemos alerta, como

cuando alguien se adentra en una selva y pone en marcha

todas las precauciones para descubrir si hay alguna ser-

piente cercana, o algún peligro.

El demonio no tiene poder sobre nosotros, no está so-

bre nosotros, se arrastra sobre su vientre:

Sobre tu vientre caminarás.

Page 63: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

62

Está a ras del suelo, sobre lo que comió cuando co-

mió su propia condenación; sobre sí mismo se arrastra. No

tiene poder sobre ninguno de nosotros, está al nivel más ba-

jo, a nivel del suelo de donde puede procurarse su alimento,

pues Dios le dijo:

Polvo comerás todos los días de tu vida.

El significado de este alimento que puede procurarse

la serpiente, lo veremos luego en la creación del hombre,

cuando Dios le dice que es “polvo y al polvo volverá”. Ahí se

refiere a lo que somos nosotros por nosotros mismos si no

resucitamos del pecado, se refiere a la condición pecadora de

nuestra humanidad. Si vivimos sólo nuestra condición de

hombre y no en el espíritu (o como dicen las Escrituras, si

vivimos en la carne y no en el espíritu) servimos de “alimen-

to” a la serpiente, al demonio.

Pero Dios nos protege y nos cuida interponiendo entre

la serpiente y nosotros, a Cristo nuestro Salvador. Y así lo

promete y nos lo revela, nos lo hace saber anunciando la

promesa de la redención.

Page 64: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

63

Promesa de la Redención

Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente:

“Enemistad pondré entre ti y la mujer,

y entre tu linaje y su linaje:

Él te pisará la cabeza

mientras acechas tú su calcañar”.

A la mujer le dijo:

“Tantas haré tus fatigas

cuantos sean tus embarazos:

con dolor parirás tus hijos.

Hacia tu marido irá tu apetencia

y él te dominará”.

(Gén.3,14-16)

Enemistad pondré entre ti y la mujer.

La palabra mujer tiene un significado en el orden na-

tural cuando se refiere a la mujer pecadora, y un significado

simbólico porque en el orden espiritual se refiere a la Iglesia.

Para distinguir mejor lo que este tema nos quiere

hacer ver en el orden espiritual, llamamos Mujer (con

mayúscula) a la Iglesia.

La Mujer, es la Vida en Dios, cuando el Cristo vivo se

gesta en cada uno, que nos da Vida, fuerza, fortaleza y nos

lleva a la Victoria sobre las tinieblas en las que el enemigo

nos hizo caer. Y así cada uno es iglesia.

Dios empieza a poner orden separando lo bueno de lo

malo, lo bendito que viene de Él, de lo maldito que viene del

demonio. Ésa es la enemistad que declara Dios entre la ser-

piente y la Mujer. Pero no sólo entre ambos, entre la Mujer y

el demonio, sino además entre sus descendencias.

Y entre tu linaje y su linaje

El linaje de Cristo que nos ha rescatado, que son to-

dos los que lo siguen, el pueblo de Dios, aquí simbolizado en

Page 65: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

64

la Mujer, la Iglesia, y el linaje de la serpiente que lo forman

el demonio y sus seguidores1.

Pone nuestro Dios una separación radical de forma

que los que sigan a Cristo, para permanecer en Él, no han de

participar en las obras de maldad que el demonio pretende. Y

los que participan en las obras de maldad a las que el demo-

nio induce, estarán en contra de Cristo. “El que no está con-

migo está en contra de mí”, son las palabras de Jesucristo

(Mt.12,30).

El propósito de Dios es que a través de Cristo, sea to-

da la humanidad una en Él.

Todos habíamos pactado una alianza de pecado, y

Dios hace una alianza superior con el hombre ofreciéndose a

sí mismo. Y Cristo vence al pecado y a la Muerte y nos resca-

ta a nosotros.

El demonio ofrecía mentiras, Dios se ofrece a sí mis-

mo para rescatarnos.

Habíamos perdido la Vida y Cristo se hace Vida en ca-

da uno, habitando en nosotros por su Espíritu Santo, porque

nos ha hecho templos suyos, a los que creen en su nombre

(Jn.1,12).

Así cada uno puede ser templo, iglesia, si vive en

Cristo, nuestro Salvador, que nos levanta hacia Él. Y la ser-

piente sólo podrá acecharnos a la altura del calcañar.

Porque antes de que nos sobrevinieran todos los ma-

les como consecuencia de nuestro pecado, Dios Padre crea-

dor se adelanta y decreta la promesa: la resurrección por

medio de Jesucristo, nuestro Salvador, nuestro Señor, la Luz

del mundo.

1(La Mujer que se nombra aquí es la que se nombra en el capítulo XII del Apocalip-

sis, ya explicada en el libro “La Verdad del Apocalipsis” donde se detalla más ampliamente su

significado por medio de todos los símbolos que hablan de la Mujer, de la Iglesia.

Page 66: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

65

Y es así como nace un pueblo nuevo, desde cada uno

que resucita de las tinieblas a la Luz, a la Vida nueva. Ése es

el pueblo de Dios, el pueblo elegido, la Iglesia. Así estaba

también profetizado:

“Antes de tener dolores dio a Luz,

antes de llegarle el parto dio a Luz Varón.

¿Quién oyó tal?

¿Quién vio cosa semejante?

¿Es dado a Luz un país en un solo día?

¿O nace un pueblo de una sola vez?

Pues bien: Tuvo dolores

y dio a Luz Sión a sus hijos”.

(Is.66,7-8)

Esto lo veremos ampliado en el tema V cuando, des-

pués de nuestro pecado, el Espíritu de Dios se adelanta para

protegernos, antes de que nos sobrevinieran todos los males.

Y las últimas palabras de este salmo: “Tuvo dolores y dio a

Luz Sión a sus hijos”, nos dicen que Jesucristo sufrió los do-

lores para resucitarnos, y que nosotros para llegar al “monte

Sión”, también sufrimos dolores en esta lucha por permane-

cer en Cristo y así ser salvados por Él.

La situación de esta humanidad cambió desde el mis-

mo instante de la promesa:

Él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calca-

ñar”.

Y la promesa es la Palabra que llegó a nosotros, por-

que la Palabra se hizo carne en Jesús, la Luz del mundo:

La Palabra es la Luz verdadera,

que con su venida a este mundo

ilumina a todo hombre.

Estaba en el mundo.

El mundo fue hecho por ella

Page 67: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

66

y el mundo no la conoció.

Vino a los suyos,

y los suyos no la recibieron.

Pero a todos los que la reciben

les dio el poder de ser hijos de Dios…

Y la Palabra

se hizo carne, y habitó entre nosotros,

y nosotros hemos visto su gloria,

gloria que recibe del Padre como Hijo Único

lleno de gracia y Verdad.

(Jn.1,9…14)

Ya no se quedaría la humanidad anclada en el pecado,

sino que nace un pueblo redimido (la Mujer) la Iglesia, el

pueblo de Dios, para todos los que se acojan a la promesa.

En este versículo se muestra la misericordia infinita de Dios

anunciando la redención por medio de Cristo, desde el primer

momento. Cristo, es el vencedor. Y todo el que viva en Él

vence en esta lucha, llega victorioso a la meta final (Ap.6,2).

No hemos quedado abandonados en las tinieblas sino

que Dios promete desde aquel primer a Cristo, la Luz del

mundo, porque viéndolo a Él, vivimos en Él el Camino que

nos lleva de regreso a la unión eterna con el Padre, más allá

del jardín de Edén.

Dios sigue respetando la libertad y muchos no se aco-

gerán a la promesa de la redención. Pero sí seremos salva-

dos todos los que vivamos en Él, pues siempre nos responde.

Por esto, cuando en los versículos siguientes Dios co-

munica al hombre y a la mujer la maldición que les ha sobre-

venido por su desobediencia, nos está advirtiendo de la lucha

que hemos de afrontar para seguir a Cristo y no dejarnos

vencer por las tinieblas que voluntariamente habíamos esco-

gido porque queríamos conocer también el mal.

Page 68: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

67

El Rescate de la Humanidad

A la mujer le dijo:

“Tantas haré tus fatigas

cuantos sean tus embarazos:

con dolor parirás tus hijos.

Hacia tu marido irá tu apetencia

y él te dominará”.

(Gén.3,16)

Todo cuanto Dios creó en nosotros y nuestro entorno,

nos sirve para que nos percatemos de nuestra realidad: para

que veamos quiénes somos realmente, y qué somos hoy.

Nos sirve cada cosa y los seres creados, como símbolo, para

que desde nuestro estado y a través de nuestro ámbito natu-

ral, entendamos nuestra realidad espiritual, la verdad de

nuestra auténtica realidad, porque somos seres espirituales

que por la gracia de Dios estamos, como viajeros en tránsito,

hacia la gloria que Dios nos tiene preparada. Y nos lleva en

los brazos de Cristo (Gén.2,13), como se dice en el segundo

país al que lleva el segundo río que sale del jardín de Edén.

La palabra mujer, como ya hemos visto, nos hace ver

esta doble realidad: la mujer pecadora con las consecuencias

del pecado, y la Mujer fruto de la misericordia de Dios, que

es la Iglesia. La Iglesia, como pueblo de Dios, como humani-

dad levantada hacia Dios, y la iglesia, referida a cada uno de

nosotros cuando somos en Cristo.

En esta lucha en la que hoy estamos, se dan las dos

realidades, tanto la mujer pecadora, (la humanidad pecado-

ra) como la Mujer, la Iglesia. Aquí nos vamos a ceñir a la

realidad espiritual, a la Mujer, a la Iglesia. Así habla Dios a la

Mujer y la mujer.

Tantas haré tus fatigas, cuantos sean tus embarazos.

Page 69: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

68

Para salir de las tinieblas a la Luz, para “concebir” a

Cristo en nosotros, hemos de afrontar luchas interiores y con

el exterior (Ap.12) porque el enemigo trata de dañarnos para

abortar la gestación de Cristo en nosotros, e impedir que sea

la Luz en todos:

Con dolor parirás tus hijos.

En el orden natural, corresponde a la mujer ser cauce

para traer a este estado, y dar a luz con dolor porque dolor

produjo en los que invitó a pecar y cayeron en las tinieblas. Y

en el orden espiritual, considerando que somos iglesia, cuan-

do superamos los ataques del maligno triunfa Cristo en noso-

tros, y los demás ven la Luz, igual que cuando una mujer da

a luz un hijo los demás ven al hijo y se recrean en él. Así la

Luz de Cristo que emana de nosotros, es vista por otros. Eso

es lo que nos ha dicho: que seamos testigos de Él (Hc.1,8).

Ésta es la imagen de la Iglesia de Cristo en general: sufre

para llevar la Luz a los demás.

Hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará.

No dice hacia el hombre irá tu apetencia (porque

hombre es la humanidad) sino hacia tu marido. El marido

representa a la otra parte que con la mujer pactó aceptar el

pecado.

Como es obvio que todos conocemos nuestra realidad

natural, hablamos de lo que el Señor quiere hacernos ver

para levantarnos y seamos cada uno iglesia, e Iglesia todos

unidos como hermanos.

La mujer inició con la desobediencia la separación de

la Vida en Dios. Y Dios usa al varón como instrumento, para

que sea levantado el pueblo de Dios hacia Él. Y así es Cristo

el que se encarna tomando naturaleza humana de Varón pa-

ra rescatarnos de la maldición en la que habíamos caído. Él,

Jesucristo, Varón de dolores (Is.53,3), el Cordero degollado,

Page 70: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

69

el único digno de abrir los sellos (Ap.5,15) el que tiene en su

mano el Libro de la Vida (Ap.5,1).

Él llama a cada una de nuestras almas como a su es-

posa (Cant.4,8), y al final se nos anuncia “las bodas del Cor-

dero” y que su esposa se ha engalanado con lino deslum-

brante. Esposa es la Mujer, toda alma purificada, y es todo el

pueblo rescatado de las tinieblas (Ap.19,7).

Así se nos hace ver, que mientras la mujer cuando

pecó pactó con el varón un pacto de pecado que nos encami-

naba a la Muerte, Dios hace con nosotros un pacto de salva-

ción por el que todos podemos ser rescatados.

Y lo hace enviando a su Hijo, Jesús, nuestro Salvador.

Él es el Varón de este pacto. Para ello hemos de ser guiados

por Cristo que se nos muestra como el Varón, “como un Hijo

de hombre” (Ap.1,13).

Y la Mujer es cada uno de nosotros cuando somos

iglesia, templo en el que Cristo habita; para ello Dios ha

puesto en nuestro ser la apetencia, el anhelo hacia Jesucris-

to, hacia el Varón, el Salvador. Y es Cristo el que dominará la

Iglesia, pues el triunfo es de Cristo (2Cor.2,14) que sacará a

la humanidad del pecado para hacerla perfecta (Cant.6,9),

para hacerla Iglesia, su pueblo santo, la Mujer, en la que Él

es el Rey de reyes y Señor de señores (Ap.19,16). Él toma el

control de la Iglesia y por siempre vencerá.(1Tim.6,15-16).

Por esto dice:

Él te dominará.

La mujer y el varón en su condición humana son los

dos una sola carne, una humanidad pecadora (Gén.2,25). No

son un solo espíritu. En cambio la Mujer, la Iglesia, es una en

Cristo, el Varón, en un solo espíritu pues todos unidos en Él,

la Iglesia es una (Jn.10,16).

Page 71: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

70

Page 72: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

71

TEMA IV

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO

(Gén.3,17-24)

Page 73: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

72

Los Males que Sobrevinieron a la Humanidad

Estado de la Humanidad en Desobediencia

Expulsados del Jardín de Edén

Page 74: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

73

Los Males que Sobrevinieron a la Humanidad

Al hombre le dijo:

“Por haber escuchado la voz de tu mujer

y comido del árbol

del que yo te había prohibido comer,

maldito será el suelo por tu causa

con fatigas sacarás de él el alimento

todos los días de tu vida.

Espinas y abrojos te producirá,

y comerás la hierba del campo.

Con el sudor de tu rostro comerás el pan

hasta que vuelvas al suelo

pues de él fuiste tomado.

Porque eres polvo y al polvo tornarás”.

(Gén.3,14-19)

Cuando dice, al hombre le dijo, la palabra hombre si-

gue refiriéndose a toda la humanidad.

Por haber escuchado la voz de tu mujer, y comido del

árbol del que yo te había prohibido comer, maldito será el

suelo por tu causa.

Cada uno era libre, y pudo haber elegido no escuchar

a su mujer (a los seres que se acercaron al árbol prohibido y

escucharon y obedecieron la voz del demonio). Podía cada

uno de los que aún no habíamos pecado, haber rechazado la

invitación y obedecer el mandamiento de Dios, como hicieron

los que no se unieron a nosotros sino que siguieron el camino

del primer río que sale del jardín de Edén hacia la gloria

eterna (Pág.32). Sin embargo todos nosotros pecamos. Y

Dios nos lo hace ver y nos dice:

Maldito será el suelo por tu causa.

Dios no maldijo al hombre como había maldecido a la

serpiente (al demonio). Al hombre le dice que el suelo será

Page 75: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

74

maldito por su causa. Es el rechazo de Dios a lo que había-

mos elegido para nosotros. Pone el Señor una separación

entre la Vida en la que vivíamos, y en lo que hoy estamos

por nuestra causa, por lo que decidimos. Y si todo en la Vida

que teníamos era bendición, aquí en este estado está todo lo

maldito que habíamos elegido.

Antes nos desarrollábamos sobre la bendición; todo

en “el jardín de Edén” era bueno, bendito, salido de Dios.

Este descenso nos trajo sobre un suelo de dolor y luchas y

otros males.

El suelo aquí es el tope ínfimo en el que nos move-

mos, es el firme bajo nuestros pies, el soporte de nuestra

vida. Y en sentido espiritual, sobre lo que se va desarrollando

nuestra Vida aquí, en este estado no descendemos más aba-

jo. Supone el límite del descenso en el que nos habíamos

precipitado. Hasta ahí hemos venido con todos los males que

traíamos con nosotros.

Sin embargo este suelo nos sostiene, nos lo ha permi-

tido Dios para que no descendiéramos más y cayéramos al

abismo; para que aquí, a través de todo lo que tenemos de

Él, y lo que nos sobrevino como consecuencia del pecado,

aprendamos a elegir otra vez, y elijamos la Vida en Él para

bien nuestro y gloria de Dios.

Y esto requiere renuncias, esfuerzo. Y ese esfuerzo va

fortaleciendo a cada uno, para acercarse más a Dios. Así nos

lo hace ver en los siguientes versículos. Dios advierte, anun-

cia, todo lo que al hombre le ha sobrevenido para que la

humanidad conozca su realidad y despierte:

Con fatigas sacarás de él el alimento todos los días de

tu vida.

Al pasar desde ser seres espirituales, a este estado de

humanidad, tiene unas necesidades que antes no tenía. Y

precisa alimento muy especial. Y Dios que ama a esta

Page 76: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

75

humanidad caída, le da además el alimento para el cuerpo. Y

le sirve como medio para entender que también ha de luchar

para alimentar su alma. Y conforme tiene que sacar del suelo

el alimento para el cuerpo, así ha de luchar para fortalecerse

espiritualmente y le sirva esta lucha como alimento para su

alma.

Por las consecuencias del pecado que se acarreó el

hombre, Dios le concede esta lucha que le ayuda a sustentar

su vida en Dios, lo que supone esfuerzo constante, cada día:

Todos los días de tu vida.

Antes lo tenía todo y lo perdió; ahora ha de luchar

constantemente por permanecer en Dios, en Cristo que nos

lleva al Padre, y salir así de todos los males que le sobrevi-

nieron por su causa. Y esta lucha es dura:

Espinas y abrojos te producirá.

Cuando el hombre toma la decisión de volverse a

Dios, hay lucha pues el enemigo trata de recuperarnos hacia

él. Y esta lucha produce dolor, espinas y abrojos. También le

dice:

Comerás la hierba del campo.

Dios quiere hacernos ver que nada hemos de menos-

preciar, pues hasta lo más insignificante nos sirve para

aprender en nuestro caminar. La serpiente come polvo, a

nosotros se nos da a comer hierba, lo sencillo, lo más

humilde, pues Dios se complace en el corazón sencillo y

humilde (Is.66,2) como símbolo, la hierba.

Con todos ha de comer, compartir, no menospreciar

nada ni a nadie por humilde que sea: nos puede servir de

alimento para nuestra alma. Nos enseña esto, a no ser auto-

suficientes sino a compartir con todos para que ellos puedan

compartir con nosotros, y alimentarnos de lo sencillo en este

caminar, aprendiendo también así a ser humildes y sencillos

(Ap.8,7).

Con el sudor de tu rostro comerás el pan.

Page 77: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

76

Dios nos da el pan como alimento por excelencia; con

el pan hemos de alimentarnos cada día, y Jesús nos enseña a

orar por el pan de cada día (Mt.6,11). Lo necesita el cuerpo,

pero lo que nos quiere hacer ver, de lo que nos está hablan-

do es del alimento del alma. Lo hemos de comer, nos dice,

con el sudor de tu rostro. Con el esfuerzo y las renuncias a

nosotros mismos para poder sentarnos a comer con Cristo.

Cristo es el alimento de nuestra alma, el verdadero pan del

cielo que nos da el Padre (Jn.6,32), el pan de Vida. Y el que

va a Él nunca más tendrá hambre (Jn.6,35). En Él podemos

caminar, avanzar fortalecidos.

El pan nos lo concede Dios para que conozcamos que

nuestro espíritu para volver a Él, necesita del alimento que Él

nos da para nuestra alma, pues es así como podemos ser

salvados: poniendo nuestra voluntad y todo nuestro empeño

para conseguirlo y así estar unidos a Cristo y nacer de nuevo

en su Santo Espíritu, “porque el que vive en Cristo nueva

criatura es” (2 Cor.5,17).

Hasta que vuelvas al suelo.

Hasta que el hombre reconozca que por sí mismo no

es nada, se despoje de todo lo carnal y renazca a la Vida del

espíritu; hasta que resucite en Cristo y viva su realidad espi-

ritual; hasta el día final, hasta que el hombre se haya entre-

gado totalmente a Dios, despojándose de su condición terre-

nal.

Y el hombre que no entendió, siguió preguntándose

¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? (Heb.2,6).

Sólo percibía la muerte del cuerpo que vuelve al suelo.

Pues de él fuiste tomado.

El hombre no fue despojado de cuánto él mismo había

libremente elegido, sino que Dios ha respetado la libertad de

nuestra decisión. Es lo que veremos en el segundo relato de

la creación del hombre (Gén.2,7).

Page 78: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

77

Ahora desde nuestra condición humana, hemos de re-

conocer nuestro error, dándonos cuenta de cuánto hemos

perdido, y reconocer la situación que voluntariamente

habíamos elegido. Eso es volver al suelo de donde el Señor

nos tomó cuando estábamos caídos, para por su gran Amor

resucitarnos.

Y a nivel natural, el cuerpo mortal todos sabemos que

hemos de dejarlo cuando morimos porque vuelve al polvo, se

convierte en nada. Así nos lo recuerda:

Porque polvo eres y al polvo tornarás.

Lo mismo en la realidad natural que en la espiritual,

tanto los que resucitemos en Cristo a la Vida y seamos sal-

vados, o los que se condenen y mueran, todos, hemos de

dejar esta condición humana que es transitoria, un peregri-

naje que por gracia se nos ha concedido por Dios para resca-

tarnos de la Muerte eterna (Jn.5,29).

Esta diferencia entre los males que se acarreó el

hombre y las que se acarreó la mujer nos ha hecho ver tam-

bién la diferencia entre ser iglesia (la Mujer) o ser en lo

humano (el hombre). Nos muestran estos versículos con los

males como consecuencia del pecado la situación de la

humanidad entera. Y de esta situación, de este estado de la

humanidad por la desobediencia nos siguen hablando los

versículos que siguen.

Page 79: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

78

Estado de la Humanidad en Desobediencia

El hombre llamó a su mujer Eva,

por ser ella la madre de todos los vivientes.

Yahveh Dios hizo

para el hombre y su mujer

túnicas de piel y los vistió.

(Gén.3,20)

El hombre llamó a su mujer Eva, por ser ella la madre

de todos los vivientes.

Eva, la madre de los vivientes, porque ella simboliza

como ya hemos visto, a los seres que se acercaron al árbol

prohibido e iniciaron el diálogo con el demonio (Gén.3,1-4).

Ella al concebir en su ser el pecado fue el instrumento que

generó el que no sólo ella, sino que muchos de los seres es-

pirituales del jardín de Edén que aceptaron su invitación,

descendieran a un estado de “confusión, caos y oscuridad”.

Por ello se le nombra como madre de los vivientes, de toda la

humanidad a la que luego Dios dio “un aliento de Vida”. Y ahí

entonces comenzamos a ser vivientes.

De forma similar, a Jesús que asumió la redención

para rescatarnos, se le nombra como Hijo del hombre

(Lc.9,58) porque fue el pecado del hombre, de la humanidad,

el que generó que Jesús viniera a redimirnos y se encarnara

tomando naturaleza de hombre. Porque es hijo del hombre

también se le llama, hijo de David (Lc.1,33-34). Y en David

se dan estas dos condiciones, la de ser ungido y la de ser

pecador. Jesús es el Ungido, que tomó nuestros pecados.

Y Jesús es Hijo de Dios que concibió la redención, y es

Hijo del hombre ya que Él asumió el rescate, por los pecados

que el hombre concibió. Si no hubiésemos pecado no habría

sido necesaria la redención.

Page 80: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

79

Y Dios por su gracia nos concede este estado en el

que nos encontramos, para levantarnos hacia Él. Después de

todas las cosas creadas, de todo lo creado en nosotros, nos

provee de estas túnicas de piel:

Yahveh Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas

de piel y los vistió.

Nos dota de cuanto necesitamos para estar aquí, y

como un vestido, como un broche precioso con el que con-

cluye su obra creadora para nosotros, estas túnicas de piel,

nuestros cuerpos mortales. Dios nos concedió este cuerpo

para permanecer en el medio que Él creó para nuestras vidas

aquí en la Tierra. Como un vestido de sayal, simbólicamente

(Ap.11,3).

Y nuestro cuerpo creado en la perfección como todo

lo que viene de Dios, habla por medio de cada uno de sus

elementos. La Biblia los toma como símbolos: el corazón

(Rom.8,27), el hígado (Lm.2,11), los ojos (Mt.5,38), las en-

trañas (Os.11,8), los órganos de los sentidos (1Cor.12,17),

los huesos (Ez.37,1ss), la médula (Heb.4,12), etc. Y nos sir-

ven de signos de un lenguaje de entendimiento con Él, crea-

do para nosotros, y que nos hacen entender cómo nuestras

vidas espirituales han de desarrollarse para ser en Dios.

La forma en que funciona nuestro organismo, como la

necesidad del agua, del alimento, de movernos, etc., nos

enseña a conocer cómo hemos de vivir nuestra vida espiri-

tual.

Todo lo que podemos percibir, conocer, entender o

sentir, todo tiene el propósito de Dios para que conozcamos

cómo hemos de vivir y ser para llegar a ser salvados. Todo

en su conjunto aporta Luz para el que quiera mirar y ver. Se

nos ha dado mientras estemos aquí, pues habrá después una

separación definitiva entre el bien y el mal, entre la Luz y las

tinieblas, conforme sabemos, y se ha ido viendo también a

través de este relato.

Page 81: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

80

Expulsados del Jardín de Edén

Y dijo Yahveh Dios:

“¡He aquí que el hombre ha venido a ser

como uno de nosotros

en cuanto a conocer el bien y el mal!

Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano

y tome también del árbol de la Vida

y comiendo de él viva para siempre”.

Y le echó Yahveh Dios del Jardín de Edén,

para que labrase el suelo

de donde había sido tomado.

Y habiendo expulsado al hombre,

puso delante del jardín de Edén querubines,

y la llama de espada vibrante,

para guardar el camino del árbol de la Vida.

(Gén.3,22-24)

Y dijo Yahveh Dios: “¡He aquí que el hombre ha veni-

do a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y

el mal!”

Aún en “la estatura espiritual” que habíamos alcanza-

do con nuestro crecimiento en el jardín de Edén, no teníamos

la madurez suficiente que tienen los seres en la plenitud de

la gloria en Dios. (Consideremos, por hacer una compara-

ción, que éramos espiritualmente como adolescentes). Pod-

íamos haber alcanzado la plenitud, igual que decidieron los

seres que no pecaron, los que eligieron, simbólicamente, el

camino correcto del primer río que lleva al país de Javilá

(Gén.2,11-12). Pero nosotros habíamos elegido desobedecer,

elegimos el camino equivocado, lo que nos trajo todos los

males que padecemos.

Page 82: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

81

Sin embargo, Dios no se desentendió de nosotros, si-

no que preparó el Camino de regreso por medio de nuestro

salvador Jesucristo (Gén.2,13). Y aquí hemos de empezar de

nuevo, nacer a la Vida de gracia siendo como niños, porque

el que no es como un niño no entrará en el reino de los cielos

(Mc.10,15).

Dios nos protegió desde el primer instante, para que

el mal no nos dominara. Dios conoce el bien y el mal, y la

plenitud que Él Es, rechaza todo el mal. El mal es Muerte y

Dios es la Vida. Nosotros en el jardín de Edén conocíamos el

bien, y conocíamos la prohibición de lo que sería malo para

nosotros. El comer de lo prohibido nos hizo conocer el mal.

Fue la intención del demonio: “Seréis como dioses conocedo-

res del bien y del mal”.

Pero no fuimos meros conocedores del mal, sino que

nosotros comimos de él, lo experimentamos, nos mancha-

mos, y perdimos la Vida. Y en este estado de confusión y de

tinieblas, Dios Padre por su gran Amor y compasión por no-

sotros, nos impide comer del árbol de la Vida que está en

medio del jardín:

Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome

también del árbol de la Vida y comiendo de él viva para

siempre”.

No quiere Dios que permanezcamos en tinieblas para

siempre, lo que habría sucedido si hubiésemos comido en-

tonces del árbol de la Vida, del árbol de la eternidad, el otro

árbol que está en el centro del jardín de Edén. En cambio nos

concede esta situación transitoria, este estado de humani-

dad, para que recuperemos por su gracia la verdadera Vida

para toda la eternidad.

Dios sabe que el mal está siempre acechándonos. Él,

que lo sabe y es Padre Bueno, nos ama y nos cuida como a

niños pequeños, y nos protege para que no estemos para

siempre en el mal, pues comiendo del árbol de la Vida desde

Page 83: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

82

nuestro estado de tinieblas, permaneceríamos eternamente

en la condenación del pecado.

Y pone Dios una barrera de protección entre ambos,

una separación tajante, infranqueable por el hombre terrenal

(Lc.16,26) y que sólo traspasará el hombre espiritual que

vive siendo “imagen y semejanza de Dios”, el hombre resuci-

tado en Cristo.

“No duerme ni descansa el guardián de Israel”

(Sal.121,4-5). Son palabras que intentan hacernos ver que

Dios está vigilante, que nos cuida. Y nosotros hemos de estar

también vigilantes sabiendo que Él nos ha dado por su gra-

cia, el poder elegir el camino del segundo río que sale del

jardín de Edén, el Guijón, que simbolizando los brazos de

Cristo nos llevará, a todos los que lo elijamos, al Padre, a la

plenitud en Dios.

El Padre, que es siempre misericordioso y espera que

lleguemos a Él siendo limpios; no se acaba su misericordia

aunque lo estemos rechazando con nuestros pecados. Y es

también Padre justo, rechaza la maldad, y no admite en su

gloria nada impuro. De otra forma la gloria no sería gloria.

Es bueno tener bien claro esta Verdad, Dios rechaza la

maldad. Hoy que muchos piensan que por ser Dios miseri-

cordioso va a admitir en la gloria eterna a los que no hayan

elegido purificarse, y lleguen manchados, hemos de advertir-

les que han de salir de su error y volverse a Cristo. La Pala-

bra de Jesús en los Evangelios y todo el espíritu de la Palabra

en la Biblia lo deja bien claro. Todos podemos ser salvados si

nos arrepentimos de nuestros pecados, porque Dios siempre

perdona a todo el que se arrepienta.

Es por lo que impide que comamos del árbol de la Vi-

da, hasta que seamos purificados en este estado que Él nos

ha concedido. Entonces sí podremos comer del árbol de la

Vida todos los salvados, porque ya seremos limpios y será

Page 84: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

83

Cristo quién nos lleve en sus brazos para presentarnos al

Padre (Ap.21,9).

Hoy para que veamos claro el porqué estamos aquí, y

lleguemos limpios a Él, nos lo dejó escrito en esta revelación:

Y le echó Yahveh Dios del Jardín de Edén, para que

labrase el suelo de donde había sido tomado.

Ahora en este estado de humanidad en el que nos en-

contramos, en este suelo de donde había sido tomado el

hombre caído en las tinieblas del pecado, hemos de “traba-

jar” pues el enemigo está siempre luchando para que este-

mos en la confusión del pecado.

Hemos de estar alerta para quedar libres de cuanto

habíamos elegido para nosotros en nuestra desobediencia:

labrar el suelo. Suelo, el estado de tinieblas en el que había-

mos caído cuando perdimos la Vida en la gloria de Dios. En

este suelo podemos trabajar para ir apartando en nuestro

caminar todo lo que no sirve, que pueda hacernos tropezar o

nos pueda herir, todo lo que nos impida estar en Dios. Y al

mismo tiempo, cuidando como se nos había dicho en el

jardín de Edén, de conservar cuanto Dios nos da, sabiendo

que no estamos solos pues por la misericordia de Dios, te-

nemos a nuestro Redentor que pagó el precio de nuestra

desobediencia para traernos la Luz, y seamos por Él salvados

si lo acogemos.

Y tenemos al Espíritu Santo que nos ilumina, guía,

consuela, conforta, sana, restaura, libera, liberta, unge, for-

talece, vivifica, y nos da cuanto el Padre le dice

(Jn.16,13-15) para que podamos nacer de nuevo a la Vida,

permanecer en ella y regresar a la eternidad en Dios. Pero

cada uno tiene un final para permanecer aquí, que Dios co-

noce. Todavía hoy estamos expulsados del jardín de Edén:

Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del

jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante,

para guardar el camino del árbol de la Vida.

Page 85: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

84

La Escritura dice lo mismo: que todos pecaron y están

destituidos de la gloria (Rom.3,23).

Los querubines custodian el regreso de quienes van a

entrar, porque cada uno ha de llegar limpio.

Nadie podrá entrar caprichosamente, sino porque

haya sido lavado en la sangre del Cordero (Ap.7,14). Dios se

recrea en el hombre de manos limpias y puro corazón

(Sal.24,4) en el humilde y en el sencillo que se conmueve

ante su Palabra (Is.66,2).

Y la llama de espada vibrante es la Palabra que como

llama de fuego, ejecuta cuanto se nos había advertido,

siempre está en movimiento, operando de uno en uno.

Está aquí señalando el momento final, el de la muer-

te, porque todos hemos de morir a este estado y pasar por el

momento determinante en el que unos se condenarán al lle-

gar ante la Presencia de Dios, al ver la Luz que les hace ver

toda su suciedad, su fealdad (Ap.6,16). Y otros, los llamados,

fieles y elegidos, regresarán para resucitar a la Vida de la

eternidad, comer del árbol de la Vida, y ser siempre en la

unidad con el Padre.

Aunque todos habíamos pecado, hay salvación para

todo aquél que se arrepienta y llegue limpio.

Page 86: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

85

Todos Pecaron

(Más Confirmación en la Biblia)

Todos pecaron,

a una se corrompieron;

no hay quien ame lo bueno,

no hay ni siquiera uno.

Sepulcro abierto es su garganta;

con su lengua engañan.

Veneno de áspides hay debajo de sus labios.

Su boca está llena de maldición

y de amargura.

Sus pies se apresuran para derramar sangre;

quebranto y desventura hay en sus caminos,

y no conocieron el camino de la paz,

no hay temor de Dios delante de sus ojos.

(Rom.3,12-18)

Nos vuelven a confirmar estos versículos lo que se ha

venido revelando a través del relato de la creación del hom-

bre, de que toda la humanidad aunada en el pecado se alejó

de la Vida en Dios.

Todos pecaron: “A una se corrompieron”. Y cada uno

pecó: “No hay quien ame lo bueno, no hay ni siquiera uno”.

Está refiriéndose a las tinieblas en las que estábamos

en el primer momento cuando todos habíamos pecado. Des-

pués en la Biblia vemos que desde entonces unos empiezan

a ver reflejos de Luz, empiezan a ver que Dios creador, due-

ño absoluto, que protege y ayuda, está sobre todos. Y se nos

dice que Abel busca el bien. Ya la Luz de la promesa había

tocado el corazón del hombre. Y muchos desde los primeros

tiempos a través de la historia bíblica buscaban a Dios.

Pero otros muchos representados en Caín no buscan

la voluntad de Dios, permanecen en las tinieblas, y son los

Page 87: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

86

que “no están inscritos en el libro de la Vida” (Ap.20,15),

todos aquéllos que no han visto la Luz de la salvación

(Ap.13,8), que todo les es dado gratis, los que no han visto

que Cristo vino a salvarlos también a ellos; que Cristo vino a

salvar a toda la humanidad, a todo el que busque la Verdad,

a todo el que busque a Dios y viva en amistad con Él

(Ap.21,27). Amistad que es seguir sus mandamientos

(Jn.15,14).

Y todos éstos, que “no están inscritos en el libro de la

Vida desde la creación del mundo” (Ap.17,8), son los que

nunca se han vuelto a Dios, nunca han respondido a las mu-

chas llamadas que Él les ha hecho; por eso la Palabra dice:

“Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los ase-

sinos, los impíos, los hechiceros, los idólatras, y todos los

embusteros tendrán su parte en el lago de fuego y azufre

que es la Muerte segunda” (Ap.21,8). La primera muerte es

la que nos sobrevino cuando desobedecimos el mandato de

Dios en el jardín de Edén. Pero de esta muerte sí podemos

resucitar si nos acogemos a la redención que nos trajo nues-

tro Señor Jesucristo (2Ti.1,10).

Y concluye la Biblia diciendo, para todos los que no

han aceptado la salvación: “Fuera los perros, los hechiceros,

los fornicarios, los homicidas, los idólatras y todo aquél que

ama y practica la mentira”(Ap.22,15).

Y es que de toda la humanidad caída en las tinieblas

desde que comió del “árbol prohibido”, van siendo salvados

los que libremente elijan seguir el Camino que Dios nos ha

alumbrado (Ap.3,5). Todo el que se vuelva a Dios estará ins-

crito en el libro de la Vida. Jesús nos dice que estemos ale-

gres porque nuestros nombres estén inscritos en el libro de

la Vida (Lc.10,20).

Qué lástima, podemos exclamar hoy que sabemos que

todos éstos que habíamos abandonando la Vida que Dios en

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

87

su Amor de Padre nos había dado, somos nosotros mismos, y

conociendo esta verdad, podamos libremente buscar a Dios y

amarlo sin límites por su gran Amor y providencia, cuando

nos creó colocándonos con infinita ternura en el jardín de

Edén. Y por cuanto nos ha dado, darle las gracias porque

aún cuando habíamos pecado, Él se hizo presente a la hora

de la brisa (Gén.3,8) antes de que oscureciera sobre noso-

tros, antes que se hiciera la noche y nos perdiéramos para

siempre cayendo en la oscuridad total. Y allí nos habló por su

gran misericordia, y nos hizo caer en la cuenta de que está-

bamos desnudos, desposeídos de todos los bienes.

Éramos sólo seres espirituales que voluntariamente

nos acercamos a comer de lo prohibido. Cada uno pecó, co-

mo hemos visto, y según esta recopilación del apóstol Pablo

en la carta a los romanos. No se transmitió el pecado invo-

luntariamente “por contagio”, ni por herencia, aunque por

tradición así lo hayamos creído, sino que cada uno miró, vio

que era apetecible para comer y comió de ello. Y envueltos

en el placer del pecado unos invitan a los demás, que acep-

tan libremente olvidando el mandamiento que Dios Padre en

su Amor nos había dado. Y todos pecaron.

Porque todos habíamos pecado, vuelve a decir Pablo:

“Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,

siendo justificados gratuitamente por gracia, mediante la

redención que es en Jesucristo” (Rom.3,23-24).

Y las Escrituras siguen hablando de ello, por ejemplo,

en Ezequiel: “El alma que pecare esa morirá; el hijo no lle-

vará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del

hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del imp-

ío será sobre él” (Ez. 18,20).

Y aunque se haya entendido hasta ahora que había-

mos heredado el pecado de un primer hombre, de un solo

hombre, y por este motivo muchos no lo hayan creído por no

entenderlo, hoy esta revelación, “La Verdad de la Creación

Page 89: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

88

en el Génesis”, nos lo aclara y nos hace ver la verdad de

nuestro origen.

Es lo que dice el apóstol Pablo: “Él creó de un solo

principio todo el linaje humano” (Hc.17,26). No dice que creó

a un solo hombre.

Tengamos en cuenta que quien pecó fue nuestro

espíritu. Y que nuestro espíritu fue rescatado de las tinieblas

por el soplo de Dios que nos infundió el alma, pura y limpia

porque viene de Dios. Y en nuestra condición pecadora, tam-

poco hemos mantenido limpia nuestra alma, porque segui-

mos pecando; sin embargo, Cristo que nos llama al arrepen-

timiento, nos sigue perdonando cuando nos volvemos a Él, y

nuestra alma vuelve a estar limpia por su perdón.

En nuestro principio como seres espirituales, y ahora

como seres terrenales, cada pecado es por la propia decisión

de cada uno.

Además, si como hemos creído hasta ahora, hubiese

sido Adán un único ser, un hombre solo, habría dado única-

mente a su descendencia el cuerpo, como vemos que sucede

aquí generación tras generación, pero no transmitiría nunca

el alma. El alma es un soplo de Dios y se nos da en estado

puro porque viene de Dios (Gén.2,7).

Por eso sería imposible que un hombre solo transmi-

tiera el pecado a toda la humanidad, porque no morirá el hijo

por el pecado de su padre (Ez.18,17). “El alma que pecare

esa morirá” (Ez.18,4). Aunque sí es cierto que unos podemos

influenciar en otros y que así otros pequen, pero sería siem-

pre por la decisión de cada uno, como se dice en este mismo

relato de nuestra caída en el pecado, cuando la mujer invita

al marido.

También había un refrán que el pueblo repetía:”Los

padres comieron uvas agrias y los hijos sufren dentera”. Y el

Señor los corrige diciéndoles que no repitieran más ese

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

89

refrán, porque cada cual morirá por su propia maldad

(Jer.31,29) (Ez.18,2-3). Dios es perfectamente justo e infini-

tamente misericordioso.

De todos los seres creados igual que nosotros en el

jardín de Edén, sólo pecamos nosotros. Sólo la humanidad

pecó. Los otros no pecaron. (Hemos visto en el primer tema,

“El Jardín de Edén”, que los que eligieron seguir obedientes a

los planes de Dios, siguieron el camino del primer río que los

llevaba más cerca de Dios, al “país de Javilá”).

Y a todos los que habíamos pecado se nos dio por

gracia, el poder ser humanidad. Y tenemos este estado en

camino de retorno al Padre, para todo el que se deje llenar

de la Luz y camine en unidad con Cristo.

Después de esto podemos entender mejor el sentido

de este otro versículo de la carta a los romanos: “Por tanto,

como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y

por el pecado la muerte, así la muerte alcanzó a todos los

hombres por cuanto todos pecaron” (Rom.5,12). Dice por un

solo hombre, o sea sólo por la humanidad.

No dice por una sola mujer, que fue literalmente

(conforme dice este mismo relato) la primera que comió del

fruto del “árbol de la ciencia del bien y del mal”. Así podemos

entender mejor que no está hablando de una sola persona.

Lo que sí está diferenciando es que entre todos los se-

res creados por Dios en el jardín de Edén, sólo la humanidad

pecó: el colectivo humano, como hemos visto hasta aquí y se

continúa en el resto de este relato sobre nuestro principio.

Por esto continúa diciendo el apóstol Pablo: “Y así la

muerte alcanzó a todos los hombres por cuanto todos peca-

ron”. Dios no condena a unos por el pecado de otros. Cada

uno peca haciendo uso de su libertad.

De esta forma se nos quiere hacer ver cómo se inició

una humanidad pecadora a la que Jesucristo justifica

(Rom.5,18).

Page 91: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

90

Y así estamos en una lucha para no dejarnos ganar

por el pecado sino resucitar con Cristo: “Porque sabemos que

toda la creación gime a una con dolores de parto hasta aho-

ra” (Rom.8,22). Y todo nos sucede porque el hombre, la

humanidad, hizo “el suelo maldito por su causa” (Gén. 3,17).

(Quiero hacer constar que cuanto este libro está acla-

rando no es producto de un estudio, sino que nos ha sido

dado por revelación. La humanidad va abocada a la confu-

sión, y Dios nuestro Señor derrama su Luz para que nos vol-

vamos a la Verdad).

Es de vital importancia entender esto, pues los hom-

bres, generación tras generación, se preguntan el porqué

suceden los males en esta humanidad. El mundo necesita

entender lo que Dios nos está haciendo ver hoy. Así muchos

comprenderán que todo nos ha sobrevenido por decisión

nuestra, de cada uno. Y Dios sumamente paciente con noso-

tros, Dios que es Amor, nos está ayudando constantemente a

que salgamos de las tinieblas y busquemos su Luz. Pero si-

gue respetando el libre albedrío de cada uno.

El hombre en su confusión hace lo malo, y Dios que se

lo permite, también permite a los elementos que manifiesten

las consecuencias de esa maldad, con el fin de que el hombre

distinga el bien y el mal.

Él dio el dominio al hombre sobre todo lo creado para

el hombre. Y ese dominio o autoridad, el hombre puede em-

plearlo para bien y ser a imagen y semejanza de Dios, o em-

plearlo para obrar con maldad. Y eso influye en la creación

sometida al dominio del hombre.

Pero cuando se da cuenta de su situación y clama a

Dios, Él le responde (Jer.33,3). Y entonces puede entender

que lo bueno viene de Dios y así volver al camino de salva-

ción. Es el ejemplo de los discípulos con Jesús en la barca

cuando se desencadenó una fuerte tempestad y temieron

Page 92: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

91

perecer. Entonces clamaron a Jesús, Él mandó sobre el mar y

el viento y sobrevino una gran calma (Mat.8,24). Así, como

en una barca, está en general la humanidad.

Cuando el hombre no clama a Dios, queda como un

barco que pierde el norte porque se queda sin rumbo y na-

vega a la deriva expuesto a todas las adversidades (Rom.1).

Sin embargo Dios siempre lo está cuidando. Por esto, desde

el principio le iba diciendo: “Esto sí harás, esto no harás”,

que era la Ley. No podía el hombre entender más.

Y cuando llegó el de esta humanidad empezar a ma-

durar, se cumplió la promesa, que existía desde el primer

instante en que el hombre pecó. Y Cristo se hizo presente

siendo como uno de nosotros, menos en el pecado, trayén-

donos la Luz (Heb.4,5), para unirnos todos en Él por su gra-

cia, en el Amor.

Page 93: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

92

Restauración de la Unidad Perdida

“Y vosotros seréis reunidos de uno en uno,

hijos de Israel.

Aquel día se tocará un cuerno grande,

y vendrán los perdidos de la tierra de Asur

y los dispersos por tierra de Egipto,

y adorarán a Yahveh

en el monte santo de Jerusalén”.

(Is.27,12-13)

Dios siempre cuida de nosotros desde que nos creó

en Edén, y en el mismo instante en que lo abandonamos, “el

Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas” (Gén.1,2). Y des-

pués Dios pactó con su pueblo la antigua alianza, que el pue-

blo no respetó. Entonces, pactó una nueva alianza, el Nuevo

Testamento, para la realización de la promesa por la que

unidos a Cristo, por el Espíritu Santo, seamos dirigidos direc-

tamente por Dios.

Los siguientes versículos de la carta a los hebreos nos

aclaran que hay una diferencia entre aquella antigua alianza

fundamentada en los mandamientos, en la Ley (cuando a

pesar de que ya existía la promesa de la redención, el hom-

bre no veía) y la nueva alianza, manifestada en Jesucristo.

Así se confirma lo que desde el principio estaba ya anuncia-

do:

“He aquí que vienen días, dice el Señor,

en que estableceré con la casa de Israel

y la casa de Judá

una nueva alianza;

no como la alianza que hice con sus padres

el día que los tomé de la mano

Page 94: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

93

para sacarlos de la tierra de Egipto,

porque ellos no permanecieron en mi alianza,

y yo me desentendí de ellos, dice el Señor”.

(Hb.8,8-9)

Los hombres que recibieron la antigua alianza no

habían visto la Luz de Cristo, que nos ilumina la mente, el

corazón, para que lo conozcamos y cada uno se deje guiar

por Él, para lo que nos ha dejado su Espíritu Santo.

Así que después de la antigua alianza o el antiguo

pacto, llegó el momento en que la promesa se manifestó,

enviando Dios a su Hijo para que redimiese a esta humani-

dad que antes sólo sabía que habría de caminar bajo la di-

rección de la Ley (Gál. 4,4-5).

Y sigue la carta a los hebreos explicando la nueva

alianza por la que Cristo nos trae la libertad, para no ser es-

clavos del pecado ni de la ley, (Gál.3,10) sino que con el po-

der y la fuerza del Espíritu Santo vivamos en la plenitud que

Él nos da:

“Por lo cual, esta es la alianza

que haré con la casa de Israel

después de aquellos días, dice el Señor:

pondré mis leyes en la mente de ellos,

y sobre su corazón las escribiré

y seré para ellos Dios,

y ellos serán para mí mi pueblo.

Ninguno enseñará a su prójimo,

ni ninguno a su hermano, diciendo:

“Conoce al Señor”, porque todos me conocerán,

desde el menor hasta el mayor de ellos,

porque seré propicio a sus injusticias,

y nunca más me acordaré

de sus pecados y de sus iniquidades”.

(Heb.8,10-12)

Page 95: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

94

“Al decir: nueva alianza, ha dado por vieja a la prime-

ra, y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a

desaparecer” (Heb.8,13).

Jesús que vino a redimirnos hizo que la Ley se cum-

pliera. Nadie pudo ni podría nunca por sí mismo cumplir la

Ley, por la condición pecadora de todos nosotros. Él si pudo

cumplirla pues no tuvo pecado: fue obediente al Padre en

todo, y en Él fuimos justificados.

Y al cumplir la Ley nos liberó del peso de la Ley, de tal

forma, que los seguidores de Cristo están por encima de la

Ley. Y es que el Cristo vivo en nosotros ya la ha cumplido por

nosotros. Él estableció la Ley del Amor que es superior a la

Ley de la disciplina comprendida en los mandamientos, dada

por la dureza del corazón del hombre (Mc.10,5).

El Amor de Cristo en nosotros hace que no estemos

limitados a la Ley sino que el Amor lleva implícitos en sí to-

dos los mandamientos. Quien ama con el Amor de Dios no

falta a ningún mandamiento, sin que por ello su vida esté

pendiente de cumplirlos, porque el Amor que desborda su-

pera lo que la Ley exige.

Y quien así vive no falta a la Ley. El hombre redimido

está pendiente del Amor, se goza en Cristo, es libre y ama a

los demás. Por esto la Verdad nos hará libres siempre

(Jn.8,32). Esto supone una vida muy diferente, por la pleni-

tud del Amor que es alegría y gozo en Cristo.

Dios no anula la Ley sino que ya está cumplida en

Cristo. Quien viva en Cristo se acoge a esta gracia y Cristo

en él lo lleva a la libertad (Jn.8,36). En cambio quien tras-

grede la Ley no está en Cristo y quien falte a uno solo de los

mandamientos falta a toda la Ley (Stg.2,10).

Cristo vino a rescatarnos a todos los que nos había-

mos aunado por una causa destructora, como uno solo, como

un colectivo inmerso en el pecado que nos llevó a la división

Page 96: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

95

y a la muerte.

Y hoy, como consecuencia, padecemos los males que

vemos se dan semejantes por familias. Pablo habla de las

familias no sólo en la Tierra sino también en el cielo

(Ef.3,15). Y a los que vivimos en Cristo, conciudadanos de

los santos y miembros de la familia de Dios (Ef.2,19).

Considerando que cada uno carga con su propia culpa,

que no hereda el hijo la culpa de sus padres (Dt,24,16), es

como puede tener sentido la oración por los llamados males

intergeneracionales, que no nos suceden por herencia como

muchos habían creído, sino que son consecuencia de la mis-

ma complicidad entre los más próximos (en el primer pecado

que nos alejó del “jardín de Edén”). Ello nos ha acarreado

también males de caracteres similares. No envía Dios los

males, pero sí, respetando nuestra libertad, los permite por-

que así podemos distinguir y aprender que el pecado nos

quita los bienes de Dios, la Vida en plenitud.

(Nosotros en nuestra confusión habíamos creído que

los males, como enfermedades, ruinas, malformaciones, etc.,

nos venían por herencia).

Y para liberarnos, Cristo vino a rescatarnos, porque

quiere reunirnos en uno solo (Jn.11,51-52) para que seamos

uno en Él. Esta vez unidos en el Amor en la resurrección con

Cristo:

“Para que todos sean uno;

como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti,

que también ellos sean uno en nosotros

para que el mundo crea que tú me enviaste.

La gloria que me diste, yo les he dado,

para que sean uno,

así como nosotros somos uno.

Yo en ellos,

y tú en mí,

Page 97: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

96

para que sean perfectamente uno,

para que el mundo conozca que tú me enviaste,

y que los has amado a ellos

como también a mí me has amado”.

(Jn.17,21-23)

Y como fruto de la muerte y resurrección de Cristo, el

Espíritu Santo comienza a restaurar la unidad desecha por

esta humanidad dividida por el pecado; el pueblo de los que

“a una se corrompieron” (Rom.3-12) empieza a unirse en

Cristo. Y la presencia del Espíritu Santo se hace presente en

la primera Iglesia cristiana, de tal forma que el poder del

Espíritu Santo se manifiesta y todos tenían un solo corazón, y

una sola alma (Hc.4,32).

Ése fue el principio de la Iglesia de Cristo, que ha de

seguir luchando en medio de las tinieblas, tomada de su ma-

no (Ap.1,26) para que se cumpla este glorioso momento que

anuncia la carta a los hebreos en el que ninguno enseñará a

su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce al

Señor”, porque todos lo conocerán. Ése es el objetivo, la me-

ta.

Hoy la Iglesia aún habrá de cumplir la misión de llevar

a los hombres a conocer al Señor, a buscarlo cada uno desde

la intimidad de su aposento, a entender que hemos de “obe-

decer a Dios y no a los hombres” (Hc.5,29). Hemos de obe-

decer a Cristo, seguir a Cristo, a su Evangelio, como ha sido

revelado ya a las siete iglesias en el Apocalipsis, (explicado

en “La Verdad del Apocalipsis”), que nos advierte para que

no cometamos nosotros los errores que se dan en aquellas

siete iglesias. Y habla a los desengañados, a los atribulados,

a los desorientados, a los idólatras, a los desanimados, a los

acomodados y a los autosuficientes. El pueblo ha de apren-

der a entregar el control a Cristo, que hace que sus iglesias

Page 98: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

97

sean perfectas, para que su Iglesia pueda ser perfecta. Dios

es el que toma el control de todo.

Dios es maravilloso y nos espera para colmarnos de

su gracia. Conoce y comprende nuestras luchas, y nuestro

anhelo por vivir en Él. Y su Amor infinito, misericordia y pro-

videncia, nos prepara una Vida de mayor gloria que la que

perdimos cuando abandonamos “el jardín de Edén” en donde

estábamos en un estado de crecimiento hacia la plenitud en

Dios. Así que el profeta nos anunciaba que “la gloria postre-

ra será mayor que la primera” (Hag.2,9).

Y por su infinito Amor y misericordia por nosotros,

comenzó Dios una creación nueva preparada para el hombre,

que sumido en caos y confusión y oscuridad, (Gén.1,1) no ha

sido abandonado por Dios sino que desde el principio, su

Espíritu ha estado siempre sobre él. Son las palabras con las

que comienza la creación.

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La Verdad de la Creación en el Génesis

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

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SEGUNDA PARTE

EL HOMBRE TERRENAL

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La Verdad de la Creación en el Génesis

100

El Vacío

Los Seis Días de la Creación

La Creación Preparada para el Hombre

La Vida del Hombre Terrenal

El Reencuentro con Dios

Page 102: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

101

El VACÍO

Hasta aquí hemos visto la primera parte de este libro,

que termina con el hombre espiritual expulsado del jardín de

Edén.

En esta segunda parte, vamos a ver que Dios prepara

toda la creación para que aquellos seres espirituales caídos

en las tinieblas, que éramos todos nosotros, reciban la Luz a

través de esta gracia de ser humanidad, de ser seres vivien-

tes en este estado para ser levantados del pecado, para re-

sucitar en Cristo.

Para ello, y como culminación de esta obra maravillo-

sa, concede al hombre la naturaleza humana. Nace así el

hombre terrenal.

Y hay entre el hombre espiritual y el hombre terrenal,

entre uno y otro estado del hombre, un vacío en el tiempo

que escapa a nuestro entendimiento.

¿Dónde estabas tú, cuando yo creaba la tierra? Le

pregunta Dios a Job (Jb.38,21). Era ese instante después de

la caída en el pecado, cuando “la tierra era caos confusión y

oscuridad” (Gén.1,1).

Está claro que ni Job ni nosotros pudimos enteramos

porque estábamos en las tinieblas, nos sentíamos desnudos,

despojados, vacíos; habíamos perdido el conocimiento de

quiénes éramos y de nuestra situación, lo habíamos perdido

todo (Gén.3, 10).

Quizás con esta lectura, aún algunos puedan pregun-

tarse, dónde estábamos desde que fuimos expulsados del

jardín de Edén hasta que llegamos a este estado de humani-

dad.

Antes de plantearnos respuestas, veamos lo que dice

la Biblia:

El salmista dice: “Mil años a tus ojos son como el

ayer, que pasó como una vigilia de noche” (Sal.90,4).

Page 103: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

102

Y el apóstol Pedro contesta cuando le preguntan por el

cumplimiento de la promesa sobre la segunda venida de Cris-

to al final de los tiempos: “Ante el Señor un día es como mil

años y, mil años como un día” (2Pe.3,8). Lo que nos quiere

hacer ver que para nosotros que hemos venido a ser huma-

nidad, el tiempo sí cuenta, pero para Dios no.

Dios en su eterno presente ve como en un solo instan-

te ante Él, a todos estos seres espirituales caídos en las ti-

nieblas luchando por estar en la Luz, y a otros, tan envueltos

en las tinieblas, que ni siquiera luchan por buscar la Luz. (Por

esto Cristo nos dice a los que lo conocemos que somos Luz

para el mundo) (Mt.5,13-16).

Si quisiéramos medir lo que es intemporal con la me-

dida del tiempo regida por nuestro sistema solar, sería im-

propio, imposible. Lo espiritual está por encima de lo natural.

Nosotros estamos en un tiempo limitado y en el más

allá no hay tiempo. Desde que salimos del jardín de Edén

hasta que llegamos a esta humanidad, tampoco había tiem-

po; ni habrá tiempo cuando dejemos esta vida que Dios nos

ha concedido para salvarnos. Entonces los salvados entrare-

mos en la Ciudad Santa de Jerusalén, la Nueva Jerusalén,

hasta que Cristo nos lleve a la Presencia del Padre (Ap.21).

En conclusión, está bien claro que porque estamos en

esta realidad natural, hemos venido a estar dentro de la me-

dida del tiempo, pero cuando sólo éramos seres espirituales,

y antes de que llegáramos a esta humanidad, estábamos

fuera del tiempo. Hoy sí somos temporales, somos “tiempos”

(Dan.12,7) que pasamos, nuestro paso por la tierra es tran-

sitorio.

Desde que Dios nos dio nuestra naturaleza humana,

entramos dentro de unos parámetros; además del tiempo,

entre otros, la fuerza de la gravedad por lo que no podemos

movernos como en el cielo, libres en el espacio y en todas

Page 104: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

103

las direcciones (Ap.4,8). Y tenemos otras tantas limitacio-

nes por nuestra condición humana, como no poder compren-

der este vacío en el tiempo entre el hombre espiritual y el

terrenal. Pero la Biblia nos da Luz sobre ello también y nos lo

hace ver. Pues aunque según el cómputo del tiempo aquí,

para nosotros hayan transcurrido miles de años desde la

aparición de los primeros hombres en la Tierra, para Dios (y

para nosotros cuando éramos sólo espíritus) es un instante la

diferencia entre ellos y nosotros. Hemos venido todos a un

mismo tiempo: el tiempo terrestre. Es decir no hemos tenido

“otras vidas” como muchos han dicho.

Es muy importante entender esto para no dejarnos

engañar, pues muchos de los que no creen la Palabra de

Dios, llevados por sus propias creencias intentan desentra-

ñar lo que está fuera del tiempo, lo que está por encima del

velo o cielo, lo que Dios no nos ha revelado. Y así son enga-

ñados. Y de ahí han surgido las creencias erradas como las

de la reencarnación y otras, por lo que muchos se pierden.

Los que así hacen queriendo conocer lo que Dios ha

dejado velado para nosotros, están en desobediencia como

en el primer pecado, por no acatar lo que Dios ha establecido

para nosotros. Si Él así lo ha dispuesto es lo mejor para no-

sotros. Jesús nos da una respuesta ante esta situación: “El

que mira atrás no es digno de mí” (Lc.9,62).

Podemos leer en la Biblia ejemplos de cuando el hom-

bre envuelto en sus idolatrías, trata de saber lo que Dios no

le ha revelado, como en el libro de Ezequiel en los capítulos

XIV y XX cuando los ancianos van a consultar a Dios a través

del profeta y Dios les habla muy severamente. Él revela a

quien Él quiere revelarle, y lo que quiere revelarnos.

Otro ejemplo es el de la torre de Babel, cuando los

hombres por sus propios medios intentan llegar a Dios, y de

esta forma ser reconocidos después en todo el mundo. Dos

errores grandes, pues el ser reconocido en todo el mundo es

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La Verdad de la Creación en el Génesis

104

una artimaña engañosa, de quien del mismo modo trató de

tentar a Jesús en el desierto ofreciéndole la gloria del mundo

(Mat.4,9). Y el otro error que delata la torre de Babel, es

tratar de llegar a Dios por sus propios medios, sin ver que

con Dios sólo se encuentra el corazón contrito y humilde

(Sal.51,17), pues así es como nos levantamos de nuestra

condición pecadora; no se “alcanza” ni se llega a Dios por

sistemas humanos.

El apóstol Pablo nos alerta del peligro, porque real-

mente hay un combate espiritual, advirtiéndonos de la lucha

contra los espíritus del mal que están en “las regiones celes-

tes” (en el primer cielo) al mismo tiempo que nos dice cómo

estar preparados para vencer (Ef.6,10-18). Esto nos quiere

decir que nos fijemos bien, que discernamos todo, porque

no todo lo que es sobrenatural viene de Dios. El enemigo

está también ahí en combate para ganar adeptos y combatir

la gran batalla final (Ap.20,7-9). Pero no hemos de temer,

porque no duerme ni descansa el Guardián de Israel

(Sal.121,4-8). Dios nos cuida.

Es este el mismo motivo por el que recomienda dis-

cernir toda profecía (1Ts.5,21), para que no nos dejemos

engañar, porque los espíritus del mal pueden disfrazarse

haciéndonos ver que es bueno lo que no es bueno, como en

el primer pecado (2Cor.11,14).

Esta revelación, o aclaración revelada, sobre la crea-

ción en el relato del Génesis, nos viene para darnos a en-

tender lo que Dios nos está hablando a través de todo lo

creado para nosotros.

No puede haber contradicción entre lo revelado aquí y

la Verdad que nos ha sido dada en la Vida y las enseñanzas

de Jesús, en los Evangelios, que confirman el espíritu de la

Palabra en la Biblia. Cuando Dios ha querido revelarnos algo

Él nos lo da, y ha elegido siempre a través de toda la historia

Page 106: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

105

bíblica a los que habrían de recibir revelación y llevar la Luz a

su pueblo para que se salve. Él quiere una sola Iglesia, un

solo pueblo, y para ello advierte una vez más con esta reve-

lación, a todos los que han sido llevados a las “verdades” de

otros, que los hacen perecer.

Mejor es dirigir nuestro interés en buscar la salvación,

ya que toda revelación dada por Dios a su pueblo y toda Pa-

labra de Jesús, el Cristo, el Ungido, nuestro redentor y salva-

dor, nos dicen que por su gracia estamos aquí para ser sal-

vados si buscamos a Dios. Y a Dios se encuentra cuando nos

dejamos guiar por su Palabra que nos hace vivir en santidad.

Sin santidad no vivimos en Dios.

Dios nos dio el dominio sobre toda la creación que

hizo para nosotros, según veremos después en este mismo

capítulo (Gén.1, 28), pero también puso un velo por el que

nos ha quedado velado el más allá, lo que está detrás de ese

velo, un cielo (Gén.1,6), del que sólo Él nos puede dar a co-

nocer cuánto sabe que nos conviene.

Y así nos ha llegado esta revelación sobre el relato de

la creación en el Génesis, por la que quedará clarificada

nuestra historia espiritual, para bien de muchos. Ya no se

cuestionarán muchos lo que Dios nos da para ser salvados,

tendrán sus muchas interrogantes resueltas.

Todo este relato de la creación, con todos los signos

que en él se citan, nos hace ver la situación en la que hoy

nos encontramos y nuestras actitudes ante el pecado; pero

no sólo como una simple parábola, sino que lleva en sí ex-

presa nuestra historia espiritual, para que veamos que dónde

y cómo hoy nos encontramos tiene su origen en nuestra pro-

pia decisión, y que un día nuestra situación tendrá un final

decisivo.

Page 107: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

106

LOS SEIS DÍAS DE LA CREACIÓN

Todas las cosas y seres creados son evidentes, están

ante nosotros. Nadie puede negar lo que es palpable. Pero lo

que los sentidos no perciben, muchos no lo creen. Para que

podamos creer lo que no vemos Dios ha hecho toda la crea-

ción, que nos habla de lo que no vemos. La verdadera finali-

dad de cuanto Dios ha puesto en nosotros y a nuestro alre-

dedor, todo este mundo natural, es para que podamos cono-

cer el sentido espiritual de nuestra vida aquí. “Las cosas invi-

sibles de Dios, su poder y deidad se hacen claramente visi-

bles desde la creación del mundo por medio de las cosas

hechas…” (Rom.1,20).

Esto es lo que vamos a ver desarrollado en este relato

de los seis días de la creación. Cada cosa, cada ser, nos sirve

para darnos Luz a nuestra Vida espiritual. Y cada cosa, cada

ser, nos sirve de símbolo a través de los cuales Dios nos

quiere hablar. Para ello fueron creados: para ayudarnos a

nosotros, que habíamos caído en un estado de “caos, confu-

sión y oscuridad”, a ver el verdadero sentido de nuestra

permanencia aquí.

Todo lo que Dios dispuso para nuestra vida aquí, lo

creó en seis días. Nos hace ver el Apocalipsis que el seis es la

cifra de lo humano, “la cifra del hombre” “la cifra de la bes-

tia", del hombre que está en los errores de su propia huma-

nidad (Ap.13,18).

Nuestra condición terrenal nos fue dada en el día sex-

to. No es otra vida, puesto que la vida que Dios nos ha dado

es una, sino que a los seres espirituales que vivíamos en el

jardín de Edén, nos ha sido dada por Dios esta forma de vi-

da, o este estado, en el que hoy nos encontramos, para que

podamos recobrar la Vida que habíamos perdido.

Podemos decir que nuestra condición terrenal nos fue

Page 108: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

107

dada en el día sexto, como culmen de la obra creadora de

Dios dispuesta especialmente para nosotros.

En estos seis días Dios crea todo lo que el hombre

caído en tinieblas, el hombre pecador, necesita para recono-

cer su verdadera identidad, buscar a su Dios, su creador, y

volver a la Luz. Necesita la humanidad ver que mientras no-

sotros estamos limitados dentro de esta creación, Dios es

eterno, el eterno presente (He.5,9) que nos provee y nos

espera para colmarnos de su Amor y de todos los bienes.

Él está por encima de cuanto creó, no limitado dentro

de lo creado por Él mismo. Nosotros sí estamos limitados

hasta que volvamos a Él y vivamos en Él.

Es importante reiterar que con el relato de la creación

de nuestro mundo natural vamos a hacer una lectura de

carácter espiritual, puesto que lo que nos dice en la realidad

natural todos ya lo conocemos.

Veamos entonces lo que Dios quiere que aprendamos

leyendo a través de cada una de las cosas creadas, que nos

sirven de signos para una lectura de carácter espiritual, la

cual nos enseña a caminar en busca de la salvación, porque

es así como Dios lo ha dispuesto, que cada una de las cosas

creadas sirva de signo para formar parte de un lenguaje de

entendimiento entre Dios y los hombres.

De esta forma surge una comunicación por la que po-

demos entender que esta vida nos ha sido concedida por

gracia. Y así, a través de cuanto Dios ha puesto a nuestro

alcance, nosotros podamos ver nuestra situación de seres

caídos en las tinieblas del pecado; veamos que Él nos busca

para salvarnos, que quiere enseñarnos el Camino de retorno

porque nos ama sin límites e intenta que nosotros conocien-

do la Verdad volvamos libremente y amemos vivir siempre

bajo su protección.

Habíamos quedado incomunicados con Dios cuando

caímos en las tinieblas. Y Dios Padre se había acercado a

Page 109: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

108

nosotros para ayudarnos pero no lo entendíamos, y quisimos

disculparnos (Gén.3,13). Entonces su Santo Espíritu no nos

abandonó sino que desde ese momento sino que decide res-

catarnos y nos da su Luz, a Cristo, como veremos en el día

primero de la creación.

Cada una de las cosas y de los seres creados, toda

Palabra que Dios nuestro Señor nos hace llegar a nosotros,

todo, es para alumbrarnos el camino y que podamos así lle-

gar a salvarnos.

Este relato de la creación nos ha sido dado para algo

más que conocer nuestro origen; nos ha sido dado para que

veamos claro el porqué estamos aquí, comprendamos mejor

la inmensa misericordia y Amor de Dios hacia todos nosotros,

y así busquemos la salvación. Todo cuanto podemos percibir

por medio de nuestros sentidos, de nuestra mente y nuestra

alma, nos ha sido dado como reflejo de su gracia para atra-

ernos a Él y sacarnos de las tinieblas.

El significado de día hemos de entenderlo como la Luz

de Dios que nos llega a nuestras vidas, constantemente, a

pesar de que nosotros estemos entre tinieblas, entre nues-

tras oscuridades, cuando no vemos cuanto Dios nos está

dando para nuestro bien, cuando no vemos su infinito Amor

por nosotros.

Los seis días de la creación a nivel terrenal, no son

seis días naturales como los conocemos, pues ni siquiera

estaba creado el sol que fue creado en el cuarto día; luego,

no podían ser días de veinticuatro horas. ¿Cómo vamos a

darle la medida de un día solar? Sería un error. Podemos

más identificarlos con las grandes eras geológicas de forma-

ción del universo que ha descubierto la ciencia, que aunque

fueran miles o millones de años, sin embargo, para Dios

eterno todo es un solo instante.

Page 110: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

109

TEMA V

LA CREACIÓN PREPARADA PARA EL HOMBRE

(Gén.1,1-25)

Page 111: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

110

En el Principio Día Primero: Se Hace la Luz

Día Segundo: Separación entre la Vida en la Gloria y en la Tierra Día Tercero: Separación entre la Vida Fructífera y la Estéril Día Cuarto: Las Señales de los Tiempos Día Quinto: Simbolismo de los Animales Marinos y de las Aves

Día Sexto: Simbolismo de los Animales Terrestres

Page 112: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

111

LA CREACIÓN PREPARADA PARA EL HOMBRE

En el Principio

En el principio creó Dios el cielo y la tierra.

La tierra era caos y confusión y oscuridad

por encima del abismo,

y un viento de Dios

aleteaba por encima de las aguas.

(Gén.1,1-2)

Este principio es el inicio de un estado de gracia, del

“año de gracia”, como nos recuerda Jesús (Lc.4,19). Este

“año de gracia” es este peregrinaje hacia Él. Después de que

todos habíamos pecado, la compasión de Dios por nosotros

concibe crear para nosotros este estado en el que nos encon-

tramos, que nos sirviera para recibir de su Luz y sacarnos del

estado de tinieblas en el que nos habíamos sumergido.

Y comienza Dios a crear un lugar en el que habitára-

mos, una creación especialmente diseñada para todos aque-

llos seres espirituales que éramos (Hc.17,24-26) y que hab-

íamos caído en el pecado. Ahí, en el principio, es cuando nos

concede nuestra condición humana y todas las maravillas

que contiene todo lo creado por Dios para nosotros y que ha

puesto ante nuestros ojos.

En el orden natural, todos vemos que habitamos en el

planeta Tierra. La Tierra es obra de Dios, puesta a nuestro

servicio como todo cuanto ha puesto a nuestro alcance. No

tiene ningún poder espiritual sobre nuestras vidas puesto que

es materia, aunque civilizaciones primitivas le hayan dado un

valor de deidad, como se lo han dado al sol o la luna, y aún

perdure en algunas etnias o filosofías. Sabemos que Dios dio

dominio al hombre sobre todo lo creado para él.

Page 113: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

112

Pero aquí estamos hablando de nuestra vida espiri-

tual, y este “lugar”, la tierra, en sentido espiritual es otro, y

es lo que sigue:

Antes de que comenzaran los días de la creación, hace

una separación muy importante en el principio, poniendo ya

orden a cuanto habría de ir creando:

Dios creó el cielo y la tierra.

Cielo es el velo, el límite, que separa todo lo que está

por encima de nosotros, lo que nos está velado, lo que no

podemos ver desde aquí, como veremos en el día segundo

de la creación.

Y la tierra simboliza nuestra vida aquí, la vida de cada

uno de nosotros, que ha de ser regada por la lluvia de su

Palabra para que como la semilla en buena tierra, arraigue,

germine y dé fruto:

“Porque como desciende de los cielos

la lluvia y la nieve,

y no vuelve allá sino que riega la tierra

y la hace germinar y producir,

y da semilla al que siembra,

y pan al que come,

así será la Palabra que sale de mi boca:

no volverá a mí de vacío,

sino que hará lo que yo quiero

y habrá cumplido todo aquello

para lo que la envié”.

(Is.55,10-11)

Esa tierra somos nosotros a quienes la Palabra riega.

Cuando Dios creó el cielo y la tierra está determinan-

do una separación entre nuestra vida aquí, la tierra, y lo que

está por encima de nosotros, el cielo. Nos hace ver clara-

Page 114: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

113

mente el siguiente versículo cómo estábamos nosotros en

ese instante en que caímos en las tinieblas:

La tierra era confusión y caos y oscuridad por encima

del abismo.

Este fue el momento en el que todos habíamos peca-

do por comer del fruto del “árbol de la ciencia del bien y del

mal”. Estábamos muy confundidos, en la oscuridad y el caos,

antes de que Dios se acercara a nosotros “a la hora de la

brisa” y nos hiciera ver con su Presencia que estábamos des-

poseídos de todos los bienes, que lo habíamos perdido todo,

que estábamos “desnudos”, en peligro de caer al abismo, a

la oscuridad total.

Esas mismas palabras que hablan de la cercanía de

Dios cuando estábamos envueltos en las tinieblas, se confir-

man en el principio de la creación aquí, diciendo:

Y un viento de Dios aleteaba sobre las aguas.

Es el viento del Espíritu de Dios, el Espíritu Santo. So-

bre la tierra seca no está el Espíritu de Dios: está sobre las

aguas (pero las aguas tocan y riegan la tierra).

El Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, que sopla sobre

nosotros, el viento del Espíritu (Jn,3,8), aleteaba sobre las

aguas. Nunca Dios se alejó de nosotros, sino que nos prepa-

raba el medio para sumergirnos aquí en la Vida en Él, y luego

más allá del cielo; porque hay dos niveles de aguas, las que

nos esperan en el cielo, y las que tenemos aquí como símbo-

lo de la purificación por la que estamos llamados a pasar,

según se dice en el día segundo de la creación.

Y es después de esta separación esencial cuando co-

mienzan los seis días de la creación.

Page 115: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

114

DÍA PRIMERO

Se Hace la Luz

Dijo Dios: “Haya Luz”,

y la Luz se hizo.

Vio Dios que la Luz estaba bien,

y apartó Dios la Luz de la oscuridad,

y llamó Dios a la Luz “día”,

y a la oscuridad la llamó “noche”.

Y atardeció y amaneció: día primero.

(Gén.1,3-5)

Para que se haga su Luz en nosotros, Dios usa su Pa-

labra. La creación toda se hizo por la Palabra. Es así como

comienza la descripción de la creación:

Dijo Dios.

Lo primero que se hace oír es su voz, su Pala-

bra. Y así lo confirma también esta proclamación del apóstol

Juan:

En el principio existía la Palabra,

y la Palabra estaba con Dios

y la Palabra era Dios.

Ella estaba en el principio con Dios.

Todo fue hecho por ella

y sin ella nada se hizo.

En ella estaba la Vida

y la Vida era la Luz de los hombres,

y la Luz brilla en las tinieblas

y las tinieblas no la vencieron (Jn.1-5).

Así en este día primero la Palabra se hace oír:

Haya Luz.

Page 116: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

115

La Palabra es viva y eficaz (Hb.4,12), y todo el uni-

verso ha sido creado por la Palabra de Dios (Hb.11,3). Todo

se cumple:

Y la Luz de hizo.

Al decir que la Luz se hizo quiere decir que la Luz,

que es Cristo, se hizo sobre nosotros para alumbrarnos en el

Camino. Esa Luz que nos llega de Cristo ilumina la concien-

cia que está siempre latente en cada uno y que, aunque pa-

rezca en muchos estar adormecida, antes o después se ma-

nifiesta y el hombre busca la Verdad, busca a Dios, a pesar

de que para muchos pueda ser demasiado tarde cuando in-

tenten despertarla (Ap.9,6).

Desde aquel instante cada hombre tiene en sí el cono-

cimiento de que puede ser salvado, que no está irremisible-

mente perdido aunque no se le haya predicado de Cristo.

La Luz está al alcance de todos, Jesús lo afirmó con

sus propias Palabras: “Yo soy la Luz del mundo, el que me

sigue no andará en tinieblas sino que tendrá Vida eterna”

(Jn. 8,12).

Su Luz se hizo sobre nosotros desde el mismo instan-

te en que el Padre compadecido de nosotros (que estábamos

envueltos en la confusión, caos y oscuridad) concibiera res-

catarnos.

La Luz se hizo para toda la humanidad, porque todos

desde aquel momento fuimos iluminados por la Luz, por

Cristo, aunque fuera mucho más tarde su manifestación en

medio de esta humanidad cuando llegó el cumplimiento del

tiempo (2 Tes.4,4) para consumar la redención. Estas son las

palabras con las que también pide al Padre antes de su pa-

sión: “Dame la gloria que tenía junto a ti antes de la creación

del mundo” (Jn.17,5). Es la realización de la promesa que el

Padre hizo en el momento en que habíamos pecado

(Gén.3,15). El Hijo se hizo Camino en el momento en que el

Padre determinó tomando condición humana:

Page 117: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

116

“Cristo, el cual teniendo

la naturaleza gloriosa de Dios,

no consideró como codiciable tesoro

el mantenerse igual a Dios,

sino que se despojó de sí mismo

tomando la naturaleza de siervo,

haciéndose semejante a los hombres;

y, en su condición de hombre,

se humilló a sí mismo

haciéndose obediente hasta la muerte,

y muerte de cruz.

Por ello Dios le exaltó sobremanera

y le otorgó un nombre

que está sobre todo nombre,

para que al nombre de Jesús

doblen su rodilla

los seres del cielo, de la tierra y del abismo

y toda lengua confiese

que Jesucristo es el Señor

para gloria de Dios Padre” (Flp.2,6-11).

Y así, el Hijo recorrió este peregrinaje que el Padre

nos concedió, para que la Luz que descendió hasta nosotros

nos saque de las tinieblas. La Luz es la Verdad que nos saca

de la mentira, del engaño del demonio. Y con la Luz se nos

da la Vida, porque el encuentro con Cristo, nos da la Vida

nueva, que nos lleva a la eternidad, al Padre (Jn.6,44). Y la

Luz, Cristo, como ya había sido anunciado con la promesa de

la redención (Gén.3,15), llegó a nosotros:

“Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios,

que hará que nos visite una Luz de la altura,

a fin de iluminar a los que habitan

Page 118: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

117

en tinieblas y en sombras de muerte

y guiar nuestros pasos por el Camino de la paz”.

(Lc.1,78-79)

(Se refiere otra vez a las tinieblas a las que nos llevó

el pecado). Únicamente hay un Camino, Cristo.

Dios, en su eterno presente, ve que la Luz se hace en

la humanidad, y es así como aquellos seres espirituales que

éramos, caídos en las tinieblas, recibimos la gracia de la Luz,

de la salvación; ya nuestro único destino no sería caer al

abismo sino que podemos emerger de las tinieblas a la Luz.

Y Dios vio que estaba bien.

El hombre podía ser receptor de la Luz, el hombre

podía recibir la Luz de la salvación. Los que nos habíamos

sumergido en el caos, confusión y oscuridad recibimos el so-

plo de la Luz de Dios. Éste es el nacimiento de la humanidad;

así nace nuestra condición humana. Antes de que nos vinie-

ran los males que nos habíamos acarreado con el pecado,

Dios se adelantó a rescatarnos:

"Antes de tener dolores dio a Luz,

antes de llegarle el parto dio a Luz un hijo:

¿Quién oyó tal?

¿Quién oyó cosa semejante?

¿Es dado a Luz un país en un solo día?

¿O nace un pueblo todo de una vez?”

(Is.66,7-8)

Así hizo Dios Padre, que el pueblo de los que “a una

se corrompieron”, pudiera ver la Luz y recibir la gracia de la

salvación. Pero para ser llenos de la Luz hemos de caminar

en su busca, lo que conlleva lucha y dolor, como la mujer

que grita con los dolores de parto (Ap.12,2). Por esto sigue

Page 119: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

118

diciendo esta revelación del profeta Isaías:

“Pues bien, tuvo dolores

y dio a Luz Sión a sus hijos”.

“¿Abriré yo el seno sin hacer dar a Luz

- dice Yahveh -

o lo cerraré, yo que hago dar a Luz?

-Dice tu Dios”-

(Is.66,9).

Dios abre el seno humano para que Cristo se geste en

nosotros.

Desde el primer instante, desde que caímos en oscu-

ridad, Dios concibe la redención, la gracia de poder salvar-

nos, y hace que Cristo sea en medio de nosotros. La Luz del

mundo es Él.

Y la Luz de Cristo, empieza a irradiar desde el día

primero:

Y apartó Dios la Luz de la oscuridad; y llamó Dios a la

Luz “día”, y a la oscuridad la llamó “noche”.

Separó la Luz de la oscuridad, lo bueno de lo malo. La

Luz que nos hace ver, para distinguir la oscuridad que nos

hace caer en pecado. Jesús dice: “Si uno anda de día no tro-

pieza, porque ve la Luz de este mundo; pero si uno anda de

noche, tropieza, porque no está la Luz en él (Jn.11,9-10).

Sigue Dios creador estableciendo orden.1 El orden y

separación radical que comenzó a establecer, desde que

maldijo a la serpiente y a nosotros otorgó la promesa de la

redención, se continúa en toda la creación.

Nos quiere hacer ver con la noche y el día, que todo lo

que no es Vida en Dios es confusión, oscuridad, todo lo con-

1 Ya antes de este día primero, dice el versículo uno que Dios creó el cielo y la tierra; comenzó separando nuestra vida de aquí de la que nos espera si aceptamos la Luz, la salvación, si acepta-

mos a Cristo.

Page 120: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

119

trario a ella: de bondad, maldad; de amor, odio; de paz, vio-

lencia; de alegría y gozo, tristeza y dolor, etc.

Y para que sepamos distinguir, en este día primero

nos da a conocer que si recibimos la Luz es en nosotros el

día. Y si vemos la Luz no caeremos en la oscuridad de la

noche, en el abismo, al que nos pueden llevar las tinieblas en

las que el pecado nos sumergió.

Pero unos ven y otros no. Muchos tienen ojos y no

ven, y oídos y no oyen (Mt.13,15). Así que en esta humani-

dad se dan la Luz y las tinieblas, que no la noche en la que

están los que se encuentran fuera de la tierra de la promesa,

los que están al otro lado del río Éufrates porque eligieron no

vivir en Dios. Es lo que hemos visto del cuarto río que sale

del jardín de Edén (pág. 37).

Pero Dios hace salir el sol para todos. Se da el atarde-

cer, el día y la tarde.

Y atardeció y amaneció: día primero.

Page 121: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

120

DÍA SEGUNDO

Separación Entre la Vida en la Gloria y en la Tierra

Dijo Dios:

“Haya un firmamento por en medio de las aguas,

que las aparte unas de otras”.

E hizo Dios el firmamento,

y apartó las aguas de por debajo del firmamento

de las aguas de por encima del firmamento.

Y así fue.

Y llamó Dios al firmamento “cielo”.

Y atardeció y amaneció: día segundo.

(Gén.1,6-8)

Estamos haciendo la lectura espiritual que emana de

toda la creación, como una parábola.

Habíamos visto que antes de comenzar los seis días

de la creación, además de que Dios había creado el cielo y la

tierra, creó también las aguas, porque “el Espíritu de Dios

aleteaba sobre las aguas” (Gén.1,1). Ahora establece un or-

den en esas aguas:

Dijo Dios: “Haya un firmamento por en medio de las

aguas, que las aparte unas de otras”.

En este día segundo hace una separación entre dos

clases de aguas que comprenden dos estados de vida dife-

rentes. Y pone un límite entre ambas. Y esa separación, ese

velo entre unas y otras aguas, lo llama firmamento o cielo.

E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por

debajo del firmamento de las aguas de por encima del fir-

mamento. Y así fue.

Las aguas de por debajo del firmamento, estas aguas

que nos purifican, simbolizan el estado de los creyentes,

Page 122: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

121

cuando hemos aceptado la redención de Cristo que se ofreció

por nosotros para darnos la Luz, y que salgamos de las tinie-

blas (Ap.8,8-9).

Es este estado el mismo al que se hace referencia en

el tema uno (Gén.2,3), el segundo país regado por el segun-

do río que sale del río del jardín de Edén, que nos da a cono-

cer el agua como símbolo de purificación para recibir a Cristo

(Mt.3,11).

Por encima de este velo están las aguas de por enci-

ma del firmamento en las que podremos sumergirnos cuando

nuestras almas hayan sido purificadas aquí en las aguas que

están por debajo del firmamento, por las aguas que manan

de Cristo como fuente de Vida eterna, que nos llama a todos

a beber gratis, porque así de nuestro interior brotarán ríos de

agua viva (Jn.7,38).

Será entonces cuando nos sumergiremos en las aguas

de por encima del firmamento (Gén.1,7). Como se nombra

en el Apocalipsis, la Nueva Jerusalén, donde Cristo nos espe-

ra. Él enjugará toda lágrima de nuestros ojos, y no habrá ya

muerte ni llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo

habrá pasado (Ap.21,4).

Mientras las aguas de por debajo del firmamento nos

limpian de nuestros pecados, estas aguas nos limpian de las

heridas de nuestras almas por todos los sufrimientos que

hemos padecido aquí. Pero habremos de traspasar ese límite,

ese firmamento:

Y llamó Dios al firmamento “cielo”.

Cielo es el velo que separa nuestra vida aquí de la

gloria que nos espera, hoy oculta a nuestra mirada. Por no-

sotros mismos nunca podremos traspasarlo, pero Jesucristo

con su muerte nos abrió el cielo, rasgó el velo (Lc.23,45), y

por su resurrección nos lleva a la gloria, más allá del velo,

donde entró Cristo por nosotros (Hb.6,19-20).

Page 123: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

122

Y aunque hoy aún esta humanidad se deja llevar por

las tinieblas que llevan al pecado, muchos saben que hay una

Vida de felicidad y gloria que Dios tiene preparada para los

que lo aman y buscan vivir en Él. Por eso se dice:

Y atardeció y amaneció: día segundo.

Page 124: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

123

DÍA TERCERO

Separación entre la Vida Fructífera y la Estéril

Dijo Dios:

“Acumúlense las aguas

de por debajo del firmamento

en un solo conjunto, y déjese ver lo seco”.

Y así fue.

Y llamó Dios a lo seco “tierra”

y al conjunto de las aguas lo llamó “mar”;

y vio Dios que estaba bien.

Dijo Dios: “Produzca la tierra vegetación:

hierbas que den semillas

y árboles frutales que den fruto según su especie,

con su semilla dentro, sobre la tierra”.

Y así fue.

La tierra produjo vegetación:

hierbas que dan semillas según sus especies,

y árboles que dan fruto con la semilla dentro

según sus especies;

y vio Dios que estaba bien.

Y atardeció y amaneció: día tercero.

(Gén.1,11-13)

Continuamos dándole a cada una de las cosas que se

nombran aquí el valor de símbolos por los que Dios nos está

hablando de nuestra vida espiritual.

Sigue Dios Padre poniendo orden en las aguas de por

debajo del firmamento, porque ahí llegábamos nosotros con

todos nuestros males, con todo lo que habíamos recibido al

contaminarnos con las tinieblas. Así que Dios hace que el

hombre pueda ver esto y diferenciarlo. Y dice:

Déjese ver lo seco.

Page 125: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

124

Somos tierra para ser regada. Y el hombre necesita

percibir que sin el agua que lo riegue, su vida está seca,

vacía, como está un corazón sin el Amor; necesita ver que

sin el agua que lo ablande y prepare para recibir la Vida, no

podrá ser lo que él realmente es. Ha de conocer lo que es

vivir en Dios, y qué es vivir sólo en sí mismo; que cuando

busca llenar su vida con las cosas terrenales y se afana por

ellas, no se sacia nunca por muchos éxitos que consiga en el

mundo. Ha de experimentar que sólo el agua que nos da

Cristo sacia su vida. Necesita ver y apartar lo seco.

Y cuando su tierra seca se prepara y abre a recibir, y

se deja regar por el agua, surge en él la Vida:

Dijo Dios: “Produzca la tierra vegetación”.

Dios, nuestro Señor, en su misericordia, hace que en

esta tierra seca del hombre nazca Vida que manifieste su

providencia y Amor a los que habíamos caído en confusión.

Nos está dando aquí la capacidad para volvernos a la Vida en

Él pues aún en este día tercero, no había sido colocado el

hombre en la Tierra. Y Dios que prepara este medio de vida,

hace también posible que en nuestra tierra seca pueda brotar

la Vida:

Hierbas que den semillas.

Lo más pequeño, humilde, de toda la vegetación son

las hierbas, y tienen la gracia de producir semillas para mul-

tiplicarse. Así los hombres sencillos.

(La primera de las siete trompetas del Apocalipsis

(Ap.8,7) habla de la hierba y de los árboles con este mismo

significado. La hierba representa allí la Vida de los hombres

humildes y sencillos que se dejan abrasar fácilmente por el

fuego de la Palabra).

Cuando en nuestra tierra seca brota la Vida, cuando

nos dejamos regar por el agua viva (Jn.4,10), unos podemos

ser como la hierba, humildes y sencillos, pasar como

Page 126: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

125

desapercibidos, o crecer como los árboles crecen, ser vistos

por muchos como testigos de la obra de Dios. Y además ser

medio para dar semillas que se siembran, y que otros pue-

dan vivir en Dios, porque también dan fruto con semilla de-

ntro. Por esto se nos dice:

Y árboles frutales que den fruto según su especie, con

su semilla dentro, sobre la tierra.

Sobre nosotros, simbolizados como tierra. Cada uno

con la singularidad de su ser, pues cada uno es diferente;

por esto los árboles dan fruto según su especie. Y aunque

parezcan iguales según su especie, como por ejemplo la

higuera, unos dan frutos abundantes, otros menos, y otros

pueden ser estériles (Mc.11,13). Cada uno es único, y cada

uno crece y puede dar fruto.

Igual cada uno de los hombres es único y cada uno da

diferentes frutos, unos más abundantes que otros, y otros

tienen una vida estéril.

En la Biblia vemos por ejemplo el sueño interpretado

por Daniel, en el que “un árbol grande” estaba simbolizando

al Rey Nabucodonosor (Dan.4,1ss). También vemos parábo-

las como la del cedro (Ez.17,1-21) o el olivo (Rom.11,17).

También Jesús usó árboles (además de la higuera) el sicó-

moro (Lc.17,6), la vid (Jn.15,1-8), etc., todos ellos simboli-

zando a los hombres, para enseñarnos a través de parábolas.

Los usó como símbolos; y ésa es la finalidad por la que Dios

Padre los ha creado para que así podamos entender lo que Él

quiere decirnos. Todo desde el principio estaba perfectamen-

te previsto y diseñado con un propósito, para que el hombre

pudiera leer y ver la Luz de la salvación por medio de la

creación.

Y para que aprendamos de lo que puede representar

el comportamiento de la multiplicación en los vegetales, se

nos dice que los árboles y la hierba dan semillas. Y de esta

forma podemos entender que igual los hombres no hemos de

Page 127: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

126

limitarnos a nuestro propio crecimiento, nuestra propia vida,

sino que hemos de dar de lo que recibimos. Son signos visi-

bles que nos hablan de cual ha de ser nuestra actitud y com-

portamiento en nuestro caminar, para responder al proyecto

de Dios para nosotros, porque toda la naturaleza cumple el

proyecto para el que fue creada.

Y así fue. La tierra produjo vegetación: hierbas que

dan semillas según sus especies.

El hombre puede dejarse regar y nacer a la Vida nue-

va. Y muchos pueden ver a través de cuanto Dios nos da, la

existencia y poder de Dios.

Y vio Dios que estaba bien.

El hombre ya puede tener Vida nueva y dar semillas

para que la Vida se multiplique para muchos.

Tiene la capacidad de tener una Vida nueva en esta

lucha por salir de las tinieblas y ver la Luz:

Y atardeció y amaneció. Día tercero.

Page 128: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

127

DÍA CUARTO

Las Señales de los Tiempos

Dijo Dios: “Haya luceros en el firmamento celeste,

para apartar el día de la noche,

y sirvan de señales para estaciones, días y años;

y sirvan de luceros en el firmamento celeste

para alumbrar sobre la tierra”.

Y así fue.

Hizo Dios los dos luceros mayores;

el lucero grande para regir el día,

y el lucero pequeño para regir la noche,

y las estrellas;

y los puso Dios en el firmamento celeste

para alumbrar la tierra,

y para regir el día y la noche,

y para apartar la Luz de la oscuridad;

y vio Dios que estaba bien.

Y atardeció y amaneció: día cuarto.

(Gén1,14-19)

Dios para alumbrarnos pone sobre nosotros luceros en

el firmamento celeste. Siempre están alumbrando. Y siempre

nuestras almas (toda la humanidad) están siendo alumbra-

das, aunque a veces las nubes o la niebla, como en el orden

natural, nos resten la intensidad de su luz. Así también en

nuestras almas. Y los puso Dios:

Para apartar el día de la noche.

Todo hombre tiene conciencia para distinguir lo que

viene de Dios, la Luz, y lo que procede del maligno que es

oscuridad, la noche. Nadie está privado de conocer la Ver-

dad, pues la Luz que desprende toda la naturaleza con sus

signos está proclamando a Dios.

Page 129: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

128

Y sirvan de señales para estaciones, días y años.

Que estos luceros sirven de señales para estaciones,

en la realidad natural así lo vemos, y en lo espiritual lo mis-

mo:

Primavera: Tenemos épocas de júbilo y alegría como

la primavera en nuestras vidas por la Presencia de Dios en

nosotros (Cant.2,10-13).

Verano: Época de fuego y calor, cuando el corazón ar-

de en el Amor de Dios como les ocurrió a los discípulos de

Emaús que se preguntaban después del encuentro con Jesús:

“¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino

y nos explicaba las Escrituras?” (Lc.24,32).

Otoño: También tenemos épocas de despojo, de soltar

lo viejo en nuestras vidas (Heb.12,1) igual que los árboles

se despojan de sus hojas para que nazcan hojas nuevas, co-

mo en una renovación de nuestras vidas. Aunque haya árbo-

les de hoja perenne, algunas hojas caen de ellos. Lo impor-

tante es que el tronco esté enraizado en buena tierra, como

una vida unida a Cristo.

Invierno: Puede estar el alma falta de calor, alejada

de la Luz, y sentir el frío como de invierno, porque el alma se

siente fría cuando no está en Dios. Todo depende de que

estemos más cerca o más lejos de Dios, de la Luz, como

simbólicamente el sol, el lucero grande, lo está de la tierra.

Año: Es el ciclo completo en nuestras vidas, porque

todos pasamos épocas de gozo y alegría, de despojo, y de

calor y de frío. Simbólicamente, el año que se nombra aquí,

con la primavera, verano, otoño e invierno, las cuatro esta-

ciones que están comprendidas en el año. Recordemos que

estamos en “el año de gracia”, este peregrinar para regresar

al Padre, este estado en el que ahora nos encontramos

(Lc.4,19).

Page 130: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

129

Día: Este significado lo hemos ya visto en el día pri-

mero de la creación. Todo en este día es reflejo de la Luz de

Dios, para ello nos lo ha dado todo.

Y sirvan de luceros en el firmamento celeste para

alumbrar sobre la tierra:

Sigamos dando a la tierra, en esta lectura espiritual,

el significado de que nosotros somos esa tierra. Y así enten-

damos que Dios crea los luceros para alumbrar nuestras al-

mas. Todo cuanto Dios dice es hecho.

Y así fue: Hizo Dios los dos luceros mayores. El lucero

grande para regir el día.

Este lucero grande, el sol, es símbolo de la Luz que

nos llega de Dios. Cuando vemos y vivimos en la Luz se hace

en nuestras vidas el día. Y si no nos dejamos llenar de la Luz,

en nuestras vidas están las tinieblas.

Cuando el Apocalipsis habla de la Mujer vestida del sol

(Ap.12,1ss) que huye al desierto mil doscientos sesenta días,

día, se refiere simbólicamente a las veces que se hace la Luz

en una vida, porque la luz del sol simboliza la Luz de Dios en

nosotros, en cada uno. Lo mismo en la profecía sellada de

Daniel (Dan.12,11-12) que añade, “Dichoso aquél que sepa

esperar y alcance mil trescientos treinta y cinco días”.

El Señor envía su Luz y se hace en nosotros el día. Pe-

ro cuando oscurece para nosotros, hay otros luceros que nos

hacen llegar la Luz de Dios:

El lucero pequeño para regir la noche.

La luna, símbolo de los que se dejan llenar de la Luz

de Dios y pueden ser reflejo de Luz para otras almas que

estén en la oscuridad.

Y las estrellas.

Esas estrellas que alumbran simbolizan a los elegidos

que ya han partido, que aunque estén en la distancia, su vida

es reflejo de la Luz de Dios; éstos pueden ser testimonio de

Vida, y que por ello otros desde su oscuridad, busquen a

Page 131: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

130

Dios. Se ven como pequeñas luces en la noche por la lejanía;

pero el que mira a lo alto puede ver que la Luz de Dios se ha

hecho en los que se han dejado llenar de Dios.

En el libro de Daniel dice que los que enseñaron a la

multitud la justicia, brillarán como las estrellas, por toda la

eternidad (Dan.12,2). Ése es el propósito de Dios para noso-

tros.

Pero hay estrellas que también caerán del cielo, los

elegidos que pudieron brillar y sin embargo, abandonaron el

Camino y se perdieron. Jesús lo profetizó para el final de los

tiempos, cuando habrá tan grande confusión (Mt.24,29). Y

de esta confusión habla Pedro el día de Pentecostés:

El sol se convertirá en tinieblas,

y la luna en sangre

antes que venga el Día del Señor,

día grande y temible.

Y todo aquél que invocare el nombre del Señor

será salvo.

(Hc.2,20)

Esa gran confusión del sol en tinieblas, es porque los

hombres no buscan la Luz, no ven la Luz; así que los elegi-

dos sufrirán tan grande tribulación (que es esa luna converti-

da en sangre) que si aquellos días no se acortaran no se sal-

varía nadie (Mt.24,22).

Vemos una vez más, y todas las veces que miremos,

que Dios creó toda la naturaleza para hablarnos a través de

ella. Como ya se dijo antes, la Luz de Dios se manifiesta para

todos, domina todo.

Y los puso Dios en el firmamento celeste para alum-

brar la tierra, y para regir el día y la noche, y para apartar la

Luz de la oscuridad.

Page 132: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

131

Todo está bajo el control y providencia amorosa de

nuestro Creador que nos sostiene en la espera de que vol-

vamos a Él.

Todos podemos ver la Luz y conocer lo que es la oscu-

ridad, aunque gran parte de la humanidad no lo haya enten-

dido. Jesús reprende a los fariseos y saduceos porque no

sabían distinguir las señales de los tiempos (Mt.16,2-4). Todo

lo veían desde el aspecto natural. Hoy nosotros ya podemos

ver cómo cada cosa creada es como un símbolo para ense-

ñarnos, como hemos visto aquí también, en las señales de

los tiempos detalladas especialmente.

Dios pone todos los medios para alumbrarnos.

Y vio Dios que estaba bien.

Y es que muchos se dejan llenar y viven en la Luz. La

humanidad puede ver la Luz a través de todo lo que está

bajo el firmamento, de todos los cuerpos celestes, aunque

aún se den momentos de tinieblas, y muchos no vean la Ver-

dad. Es por lo que también en este día se dice:

Y atardeció y amaneció: cuarto día.

Page 133: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

132

DÍA QUINTO

Simbolismo de los Animales Marinos y de las Aves

Dijo Dios: “Bullan las aguas de animales vivientes,

y aves revoloteen sobre la tierra

frente al firmamento celeste”.

Y creó Dios los grandes monstruos marinos

y todo animal viviente que repta

y que hace bullir las aguas, según sus especies,

y todas las aves con alas según sus especies.

Y vio Dios que estaba bien.

Y los bendijo Dios diciendo:

“Sed fecundos y multiplicaos,

y henchid las aguas de los mares,

y las aves crezcan en la tierra”.

Y atardeció y amaneció: día quinto.

(Gén.1,20-23)

Ahora en el quinto día Dios comienza a poblar “las

aguas de por debajo del firmamento” que había separado ya

en el día tercero (Gén.1,6-7).

Dijo Dios: “Bullan las aguas de animales vivientes”.

Las aguas simbolizan el estado de los creyentes. (Así

se ve en el segundo día de la creación, y en el aviso de la

segunda trompeta del Apocalipsis (Ap.8,8).

Y así dice Job hablando de Dios: “Los peces del mar te

lo declararán también” (Job.12,7-8). Los peces, los que viven

en el mar, son símbolo de los creyentes. Para declarar a Dios

hay que ser creyente. Ahí, en el mar, manda Jesús a pescar,

a remar mar adentro (Lc.5,4). El Apocalipsis nos dice que el

mar desaparecerá al final (Ap.21,1). Cuando así sea habrá ya

sido la manifestación gloriosa de Cristo a nivel universal. To-

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

133

dos lo verán (Ap.1,7). Y al hacerse real ya los que eran cre-

yentes dejarán de serlo (porque se cree lo que no se ve pero

no lo que es ya evidente). A ello se refiere la pregunta de

Jesús a la que no le habíamos encontrado respuesta: “Cuan-

do el Hijo del hombre venga ¿encontrará la fe sobre la tie-

rra?” (Lc.18,8). La respuesta es no. Ya la gloria de Dios se

vive; en ese momento es manifiesta.

Y aves revoloteen sobre la tierra frente al firmamento

celeste.

Es bueno destacar cómo dice Job (Job.12,7) que las

aves de los cielos te mostrarán a Dios, pues para ver las

aves de los cielos hemos de mirar hacia lo alto, y ahí pode-

mos ver las aves, como símbolo de los hombres que perciben

más de cerca su Presencia, de los que están en cercanía a

Dios. Y están simbolizando a los que viven una Vida en liber-

tad, por encima de ataduras, y que sirven también para que

otros miren a lo alto y busquen a Dios.

Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo

animal que repta y que hace bullir las aguas según sus espe-

cies.

En este medio que Dios nos ha concedido para ser pu-

rificados y regresar a Él, nos pone ante nuestros ojos los

animales marinos en todas las especies. De todos ellos si nos

fijamos, podríamos aprender algo, o mucho.

Para los que viven en el mar, para los creyentes, tam-

bién hay luchas. Ahí están los grandes monstruos marinos.

Ahí están también los animales que reptan. Aparentemente

el mar cuando está tranquilo parece “un oasis de paz y silen-

cio”, pero en él también hay lucha por la supervivencia, se

libran batallas por conservar la vida como entre los anima-

les en libertad de la tierra.

Esto nos advierte que así también nuestras almas de

creyentes han de luchar por conservar la verdadera Vida en

Dios, tienen que afrontar aquí luchas para permanecer en

Page 135: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

134

Dios, porque el enemigo está siempre al acecho para quitar-

nos la Vida y hacernos su presa.

Y Dios no sólo puebla el mar, sino que también crea

toda clase de aves en este día:

Y todas las aves con alas según sus especies.

Todas simbolizan algo para nuestras vidas, desde las

águilas que vuelan más alto, (de las que podemos aprender

de una vida más cercana a Dios), hasta las aves de corral

que vuelan casi a ras de tierra, como las más apegadas al

suelo, a lo cotidiano. Jesús, incluso en la gallina, ve su lado

tierno y dice que Él querría cobijarnos como una gallina cobi-

ja bajo sus alas a sus polluelos (Mt.23,37).

Simbolizan las aves a las almas que están entregadas

a la providencia de Dios, “porque las aves no siembran ni

riegan ni tienen graneros, pero nuestro Padre celestial las

alimenta” (Lc.12,24). Podemos ver en estos signos, la con-

fianza y descanso absoluto en la voluntad de Dios. El Apoca-

lipsis nombra al “cuarto viviente” como un águila en vuelo

(Ap.4,8), símbolo de apóstoles. También las nombra la Biblia

refiriéndose a los que se encumbran a sí mismos: “Aunque

alces como águila tu nido, de allí te haré descender yo”

(Jer.49,16).

Y como se nos dice en el Apocalipsis, también hay to-

da clase de aves inmundas y detestables (Ap.18,2). Simboli-

zan a los que se corrompen, comiendo de las abominaciones

del mundo, aunque tenían todo para disfrutar de la Vida tan

cercana a Dios. Los buitres nos sirven como símbolo de éstos

porque se alimentan de carroña: “Donde esté el cadáver allí

se reunirán los buitres” (Mt.24,28). Todo nos enseña para

que podamos distinguir y elegir nuestra forma de vivir. Toda

la naturaleza nos habla, y nos ayuda a buscar de Dios, nos

hace bien:

Y vio Dios que estaba bien.

Page 136: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

135

Dios conoce que el hombre puede entender lo que Él

le habla, haciéndole ver los seres del mar y las aves. Y el

hombre puede aprovechar esta lección magistral, y vivir en

Dios, creyéndole, en cercanía e intimidad en Él por encima de

las cosas.

Y los bendijo Dios diciendo: “Sed fecundos y multipli-

caos, y henchid las aguas de los mares”.

Dios bendice a los peces y las aves, simbólicamente,

los creyentes y los que viven en una cercanía a Dios, en la

vida mística, los elegidos; todos tienen la gracia de poder

vivir cerca de Dios, por encima de las cosas apegadas a la

tierra.

Pero no han de vivir sólo para sí mismos sino que lo

que Dios da es para que otros también puedan recibir. Eso

significa, “sed fecundos y multiplicaos y henchid las aguas de

los mares”.

Podemos “volar” cuando estamos tan cerca de Dios a

pesar de las limitaciones de nuestra condición humana, la

tierra que somos, pues no somos ángeles; pero hemos de

volver a ser tierra, a la realidad de lo cotidiano. Por esto

dice:

Las aves crezcan en la tierra.

Nuestro crecimiento es desde la tierra que somos;

nuestra realidad natural está aquí. Y nuestro alimento está

aquí, en el día a día que no podemos abandonar si queremos

crecer en Dios, pues Él lo dejó así dispuesto por su gracia.

Y aunque esta humanidad cayó en las tinieblas, puede

ver la Luz cuando mira a lo alto y ve tantos seres que disfru-

tan de la cercanía en Dios, porque se han abierto a recibir la

gracia que Dios les hace llegar por todos los medios. Y mu-

chos por medio de ellos han visto la Luz. Por esto se vuelve

a decir:

Y amaneció y atardeció: quinto día.

Page 137: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

136

DÍA SEXTO

Simbolismo de los Animales Terrestres

Dijo Dios:

“Produzca la tierra animales vivientes

según su especie

bestias, reptiles y alimañas terrestres

según su especie”.

Y así fue.

Hizo Dios las alimañas terrestres

según su especie,

y las bestias según su especie,

y los reptiles del suelo según su especie:

Y vio Dios que estaba bien.

(Gén.1,24-25)

Todo lo creado en la naturaleza está al servicio del

hombre. Aunque haya religiones que endiosen a la Tierra, el

poder está en Dios que es el autor de la naturaleza, y no en

la propia naturaleza, que sin Dios no existiría. El sentido de

toda la creación es que el hombre pueda ver a Dios a través

de ella, reconocerle como su creador.

Dios crea los animales terrestres, que son seres infe-

riores al hombre que tiene alma y espíritu a “imagen y seme-

janza de Dios”. Y ha puesto todo el mundo animal ante nues-

tros ojos para enseñarnos la diferencia entre una vida inferior

y nuestra vida en el espíritu, una vida superior a la de los

animales. Así podemos darnos cuenta que nuestra vida está

llamada a ser vivida en el espíritu y no a nivel de lo animal,

de la carne, como descubre Adán al ver a la Mujer, en el día

sexto (Gén.2.23). (Pág.191).

Page 138: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

137

Conforme las aves se elevan a un nivel más alto, más

cerca de la Luz, los animales terrestres viven a ras del suelo

y ni siquiera miran hacia lo alto, aunque la Luz que llega a

toda la creación llegue también hasta ellos. Ellos caminan

mirando hacia abajo, no hacia arriba para ver de dónde pro-

cede la Luz.

Sirven como símbolo de todos aquéllos que se limitan

a la vida terrenal, a la vida de la carne, los que no ven que

Dios sopló sobre el hombre un “aliento de Vida”, el alma. Y

que el hombre tiene entendimiento para decidir desde su

voluntad y no sólo desde los instintos, como hacen los ani-

males.

El hombre puede fijarse en cuál es el comportamiento

propio de una vida animal, según las diferentes especies,

desde las fieras hasta los reptiles o las alimañas repulsivas.

Todos están ante sus ojos. Y de todo puede aprender, para

comprender qué actitud lo rebaja de su condición de ser es-

piritual, y cuánto puede reconocer de la belleza, armonía y

actitud de algunos animales, como el instinto de cuidar de los

hijos, lo mismo que la actitud de aquellos animales amigos

del hombre, como la docilidad o humildad de las ovejas, por

ejemplo.

Todo aporta Luz para que nos conozcamos, rehuse-

mos a la actitud meramente animal, y vivamos buscando la

actitud de los hijos de Dios. Ése es el hombre creado a ima-

gen y semejanza de Dios.

Como ejemplo la Biblia nombra entre otros tantos

animales, además de la serpiente símbolo del demonio, la

fuerza del búfalo (Sal.92,10); al ciervo que busca por las

aguas (Sal.42,1) como símbolo de purificación; al cordero

como símbolo de la redención (Jn.1,29); al león como símbo-

lo del poder: “Ha triunfado el león de la tribu de Judá”

(Ap.5,5); o a las ovejas que escuchan la voz del Buen Pastor

(Jn.10,11), etc.

Page 139: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

138

Dios nos está hablando a través de los animales crea-

dos, para que observando sus actitudes reconozcamos cómo

hemos de ser nosotros, los seres espirituales, los hijos de

Dios. No como “el perro que vuelve a su vómito” (2Pe.2,22)

como le sucede al pecador que después de ser libre de su

pecado vuelve a reincidir sin cuestionárselo siquiera, como

un hábito. Por esto vuelve a decir: guardaos de los perros,

guardaos de los malos (Flp.3,2), y también que en la Ciu-

dad Santa es negada la entrada a los perros (Ap.22, 15).

Así mismo nombra a otros animales, por ejemplo el

cerdo, como animal inmundo (Lv.11,7). Jesús dice: “No deis

a los perros lo que es santo ni echéis vuestras perlas a los

cerdos” (Mt.7,6). En el Apocalipsis están las visiones de las

dos bestias con características de diferentes animales

(Ap.13,1ss) y las langostas (Ap.9,3) entre otros.

Y son numerosas las veces que en la Biblia se nom-

bran animales para hacernos ver una verdad de índole espiri-

tual (Sal.50,9-11). Para ello nos ha sido dada toda la crea-

ción, y la Palabra nos la explica. Ésa es la misión: darnos Luz

y que así veamos el camino preparado para los hijos de Dios.

¿Cómo habríamos de ver sin todos esos símbolos de la

creación, que nos dan conocimiento para entender lo que

Dios nuestro Señor nos dice para ayudarnos en este peregri-

nar, y regresemos a Él?

Así podemos comparar, cuando el hombre actúa con

fiereza, con la violencia instintiva, cuando se arrastra al nivel

más bajo como los animales que serpean, o cuando vive en

la paz, en mansedumbre; cuando busca ser mejor, purificar-

se, etc. Si estudiáramos más de la vida de los animales, nos

sorprenderíamos de cuanto podemos descubrir en cuanto a la

actitud y al comportamiento peculiar de cada especie.

Y vio Dios que estaba bien.

Page 140: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

139

Y Dios ve que todos estos animales son útiles al hom-

bre y le aportan el conocimiento de su propia realidad y del

poder de Dios creador; su existencia habría de ser beneficio-

sa para el hombre, le daría Luz.

Todos estos animales terrestres son símbolo de aqué-

llos a los que se hace referencia en el cuarto país donde se

encuentran los que están fuera de los límites de la tierra

prometida, al otro margen del río Éufrates. Son de los que se

nombran también en el Apocalipsis (como se explica en la

pág. 37).

Termina diciendo, que vio Dios que estaba bien. Hace

como una separación aquí para ellos, pone punto final a esta

primera parte del día sexto. Y empieza a describir luego, la

creación de los seres humanos.

Toda la creación habla, y así lo entendió Job que re-

conoció a Dios a través de ella, afirmando:

“Y en efecto, pregunta a las bestias

y ellas te enseñarán,

a las aves de los cielos y ellas te lo mostrarán;

o habla a la tierra, y ella te enseñará;

los peces del mar te lo declararán también”.

(Job.12,7-8)

Todo cuanto nos rodea, los animales desde las bestias

(Jl.2,22), las aves y peces, todos los vegetales, y hasta la

misma tierra, se nos muestra para además de ver la mano

poderosa de Dios, como signo de un lenguaje de entendi-

miento que nos enseña a relacionarnos con Él.

Todo lo creado hasta aquí ha sido de gracia para el

hombre; la finalidad es que el hombre se salve. El dueño de

todo lo creado es Dios. Todo es suyo. Y al hombre le ha

hecho administrador de cuanto ha puesto a su servicio. Así lo

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La Verdad de la Creación en el Génesis

140

vamos a ir viendo en el relato del hombre terrenal, que sigue

a continuación.

Page 142: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

141

TEMA VI

EL HOMBRE TERRENAL

Primer Relato (Gén.1,26-31) Segundo Relato (Gén.2,5-7 y 18-25)

Page 143: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

142

Primer Relato de Vida Terrenal del Ser Humano en el Día Sexto

Segundo Relato de la Vida Terrenal del Ser Humano

El Alma Aliento de Vida

Una Ayuda Adecuada:

Un Lenguaje de Comunicación

El Hombre Reconoce a la Iglesia

Una Vida Nueva

Page 144: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

143

EL HOMBRE TERRENAL

Primer Relato de la Vida Terrenal del Ser Humano en el Día Sexto

Y dijo Dios:

“Hagamos al ser humano a nuestra imagen,

como semejanza nuestra

y mande en los peces del mar

y en las aves de los cielos,

y en las bestias y en todas las alimañas terrestres,

y en todas las sierpes que serpean por la tierra”.

Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya,

a imagen de Dios le creó,

varón y hembra los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo:

“Sed fecundos y multiplicaos

y henchid la tierra y sometedla;

mandad en los peces del mar

y en las aves de los cielos

y en todo animal que serpea sobre la tierra”.

Dijo Dios:

“Ved que os he dado toda hierba de semilla

que existe sobre la haz de la tierra,

así como todo árbol que lleva fruto de semilla;

para vosotros será de alimento”.

“Y a todo animal terrestre

y a toda ave de los cielos

y a toda sierpe de sobre la tierra,

animada de vida,

toda la hierba verde les doy de alimento”.

Y así fue.

Vio Dios cuanto había hecho

Page 145: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

144

y todo estaba muy bien.

Y atardeció y amaneció: día sexto.

(Gén.1,24-30)

Dios que se compadeció de nosotros, nos da ahora

(conforme nos dicen estos versículos y los que siguen) esta

forma de vida terrenal, este peregrinaje en el que nos encon-

tramos, para que recuperemos ayudados por su gracia, nues-

tra verdadera Vida, nuestra verdadera Patria, porque nuestra

verdadera patria no es la tierra en la que habitamos, sino

que nuestra auténtica ciudadanía es el cielo. Cada uno es de

donde nació (Flp.3,20). Allí fuimos creados, en el jardín de

Edén, allí habíamos nacido, como seres espirituales.

Abrahám añoraba la Patria celestial, y se sentía como extran-

jero porque aspiraba “la ciudad que tiene los fundamentos

cuyo arquitecto es Dios” (Hb.11,10).

El hombre aquí no se siente completamente feliz en

esta vida terrenal, sino que nuestro ser aspira nuestra ver-

dadera patria: “una patria mejor, la celestial”. Somos aquí

“peregrinos, extranjeros sobre la tierra” (Hb.11,13-16).

Ahora en este Tema VI veremos cómo Dios va a ir

dando a todos aquellos seres caídos en la confusión del pe-

cado, que éramos todos nosotros, cuanto precisamos para

que podamos recobrar los bienes perdidos y recuperar, por

su gracia, nuestra verdadera ciudadanía celestial. Y comienza

infundiéndole al hombre su imagen y semejanza, para que

aspire a ser en cuanto Él Es.

Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como se-

mejanza nuestra.

El ser humano ha sido creado a imagen de Dios como

reflejo de lo que Él Es: reflejo del Amor, de la Verdad, de la

Vida, del poder… Esta imagen y semejanza no es en el cuer-

po pues Dios no es cuerpo material. Así que creó nuestra

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

145

realidad humana, para lo que nos da un alma y con su gracia

comencemos el camino de retorno a la Vida eterna.

Recordemos que hoy el ser humano es un espíritu que

tiene un alma, (1Tes.5,23) y que está en un cuerpo material

mientras está aquí (1Cor.3,16). Nuestro espíritu había perdi-

do la identidad con Dios porque se había alejado de Él por el

pecado, y es entonces cuando Dios le infunde el alma, la que

le da la imagen y semejanza con su Creador para levantarlo

del polvo, de la nada.

La semejanza se nos da por “el aliento de Vida de

Dios”. Y el cuerpo, como medio para permanecer aquí en

este estado, y para que por medio de él diferenciemos mejor

nuestra realidad espiritual. A través del cuerpo, de su estruc-

tura y funcionamiento, podemos conocer más lo que en ver-

dad somos.

Que nuestros espíritus caídos por desobediencia en las

tinieblas, van a recibir “el aliento de Dios” el alma que infun-

dió en cada uno de nosotros para llevarnos a la resurrección,

lo vamos a ver luego en el “Segundo Relato de la Creación

del Hombre” (Gén.2,7).

Y es a este hombre, imagen y semejanza de Dios, al

que le concede su creador el dominio sobre todo lo creado.

Nada puede sobre el hombre cuando el hombre vive en Dios:

Y mande en los peces del mar y en las aves de los cie-

los, y en todas las bestias y en todas las alimañas terrestres,

y en todas las sierpes que serpean por la tierra.

Dentro de la lectura espiritual que estamos siguiendo

sobre todo lo creado, y el simbolismo que hemos visto sobre

los seres creados, veamos también que el dominio está sobre

todo lo que se refiere a la Vida de nuestras almas. Nada de lo

que nos rodea, nada que pueda llegar a nosotros, tiene poder

sobre nosotros. Dios da al hombre las armas que precisa en

esta lucha en la que estamos inmersos (Ef.6,10-18).

Page 147: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

146

Pero este poder y autoridad que Dios da al hombre

para que sea vencedor en esta lucha, lo puede perder y ser

entonces él mismo dominado por cuanto él habría de domi-

nar.

Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a

imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó.

Habíamos visto que Dios nos creó y nos colocó en el

jardín de Edén. Entonces éramos sólo seres espirituales, que

luego abandonamos a Dios por la desobediencia y perdimos

la Vida en Él. Antes de este momento no éramos varones o

hembras, porque el espíritu no contiene esta diferencia que

es natural, meramente humana.

Es ahora en este versículo cuando se nos dice que

Dios nos dio esta vida terrenal como seres humanos, y es

cuando se nos llama varón y hembra. Nos da Dios esta vida

como gracia para recuperar la Vida en Él, como hemos visto

ya.

Creó Dios al ser humano (a la humanidad entera) y al

crearlo en su condición humana, concibió señalar una dife-

rencia que nos hiciera ver que ambos transgredimos de dis-

tinta forma el mandamiento de Dios. Ésa es la diferencia

entre varón y hembra, entre todos los seres que formamos

esta humanidad. El ser humano es, varón y hembra.

Y el ser humano (tanto los seres que se acercaron vo-

luntariamente al árbol prohibido, como los que aceptaron la

invitación de aquéllos) recibe entonces, según la providencia

de Dios que conoce cuanto necesita cada uno, la condición de

varón y hembra con la que hoy nos conocemos, ambos con

sus dones inherentes. Pero todos a imagen y semejanza de

Dios, todos hermanos en Cristo.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Sed fecundos y multipli-

caos y llenad la tierra y sometedla”.

Page 148: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

147

(Recordemos aquí que en hebreo los términos Adam

que significa hombre o humanidad, y adama que significa

tierra tienen la misma raíz).

Nosotros somos esa tierra que ha de ser fecunda para

dar frutos de Vida. Eso es multiplicarnos. Hemos de llenarnos

de la Vida, y someter en nosotros todo lo que no es Vida.

Tenemos el poder para vencer todo lo que venga en contra

de nuestra salvación, y de someter nuestra carne, nuestra

propia humanidad, nuestra tierra seca, para que el alma re-

viva y el espíritu sea libertado de las tinieblas que pueden

llevarlo a la Muerte. Para ello no estamos solos sino que te-

nemos el poder que Dios nos ha dado:

“Mandad en los peces del mar y en las aves de los cie-

los y en todo animal que serpea sobre la tierra”.

Tenemos la autoridad que nos confiere el ser hijos de

Dios (Jn.1,12). Y podemos mandar con poder sobre todo lo

que Dios ha puesto bajo nuestro dominio, que siguiendo

también la lectura espiritual de la creación, vemos que no se

limita a la realidad natural, sino a lo que significa para nues-

tra vida espiritual cada uno de los signos que se desprende

de todo lo creado.

Esta autoridad sobre todo ello, es la autoridad en el

espíritu, pues cuando el ser humano vive en el espíritu tiene

poder para vencer sobre todo. El hombre puede superar su

condición pecadora incluso aquél que está al nivel ínfimo de

los que se arrastran, como simbolizan las sierpes (toda la

familia de la serpiente símbolo del demonio); puede el hom-

bre dominar sus bajos instintos, el nivel animal de los que

están siendo dominados por la carne. Esto simbolizan los

animales terrestres.

Y puede dominar todo esto, para entrar en la vida de

los creyentes (los peces) y aún elevarse más cerca de Dios

(las aves). Un camino a la inversa de cómo fueron apare-

Page 149: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

148

ciendo los animales en este relato, porque aquél fue un ca-

mino de descenso y éste es el camino de retorno a Dios.

Dios da autoridad y dominio al hombre teniendo en

cuenta la condición específica de cada uno, a nivel espiritual.

Y también a nivel natural, sobre todos los animales creados,

porque el hombre es superior a todos ellos, conforme hemos

visto en los anteriores días de la creación.

Pero para superar esa limitación de su naturaleza, el

hombre ha de alimentarse de cuanto Dios le da. El alimento

del hombre es este:

Dijo Dios: “Ved que os he dado toda hierba de semilla

que existe sobre la haz de la tierra, así como todo árbol que

lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento”.

Toda hierba simboliza todo lo humilde y sencillo. Dios

dice que sea ese nuestro alimento.

Jesús nos dice: “Aprended de mí que soy manso y

humilde de corazón” (Mt.11,29).

La semilla aquí es el germen de la Vida en Dios. En la

parábola del sembrador Jesús enseña que la semilla es la

Palabra (Lc.8,11). Dios nos da la Palabra para todos, y po-

demos aprender de los más pequeños como la hierba, o los

más crecidos como los árboles. Y así unos y otros podemos

ser instrumentos por los que la Verdad sea sembrada y ali-

mente a los demás.

Su Palabra alimenta a todo el que la come, a todo el

que la vive.

“Y a todo animal terrestre y a toda ave de los cielos y

a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la

hierba verde les doy de alimento”.

No excluye del alimento a ninguno de los seres crea-

dos en el quinto y sexto día. Del significado simbólico es de

lo que estamos tratando y que ya hemos visto. Lo hemos

comparado con nuestra situación, actitud y comportamiento

Page 150: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

149

como seres humanos en el orden espiritual. A todos, en este

sentido espiritual, nos da Dios la semilla de la Palabra que

alimenta, fortalece, y hace crecer nuestras almas hacia Él, y

así conservar la Vida que nos lleva a la salvación.

Incluso los animales terrestres, símbolo de los que no

buscan a Dios, sino que miran siempre el suelo “que el hom-

bre hizo maldito por su causa”, también éstos pueden ali-

mentarse de la semilla de la Palabra, para levantarse y resu-

citar en Cristo. Él vino a salvarnos a todos, hasta toda sierpe.

Y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida,

toda la hierba verde les doy de alimento.

Pero añade: Animada de vida. Eso no lo dice de los

otros animales. Y es porque éstos simbolizan a los hombres

que están negados totalmente a recibir la Vida, están a ras

del suelo, el nivel más bajo, como la serpiente, pero pueden

recobrar la Vida.

Hemos de observar aquí en este versículo, que según

hemos visto ya, estas sierpes simbolizan a los que están

abiertamente en contra de Dios, los que están al otro lado

del río Éufrates (Gén.2,14). Porque la serpiente es símbolo

del demonio. Pero al decir a toda sierpe animada de vida, no

se está refiriendo a los demonios, sino a los que recibieron

“el aliento de Vida”, el alma, es decir, simbólicamente a los

hombres que aunque estén tan alejados, Dios respeta su

libertad y espera para que se vuelvan a Él. Así es, que en-

tonces también a ellos Dios les da el alimento.

Cristo vino a darnos la Palabra a todos, y todos po-

demos ser salvados. La decisión es personal.

Y así fue.

Todo cuanto la Palabra dice siempre se cumple, y los

hombres reciben el alimento.

Vio Dios cuanto había hecho y todo estaba muy bien.

En los otros días Dios vio que estaba bien. Ahora en

este sexto día dice que estaba muy bien. Todo lo creado para

Page 151: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

150

dar Luz al hombre, está completo. Es la culminación de una

obra perfecta, creada para nosotros.

Y el hombre puede dominar sobre todo lo que Dios

puso aquí como medio para ver la Luz, volverse a Dios, y ser

resucitado. Pero aún así muchos no han visto, y necesitan

resucitar a la Vida. Por eso también se dice en este día:

Y atardeció y amaneció: día sexto.

Page 152: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

151

Segundo Relato de la Creación del Ser Humano

El Alma Aliento de Vida

El día en que hizo Yahveh Dios

la tierra y los cielos,

no había aún en la tierra

arbusto alguno del campo,

y ninguna hierba del campo

había germinado todavía,

pues Yahveh Dios

no había hecho llover sobre la tierra,

ni había hombre que labrara el suelo.

Pero un manantial brotaba de la tierra,

y regaba toda la superficie del suelo.

Entonces Yahveh Dios formó al hombre

con polvo del suelo,

e insufló en sus narices aliento de vida,

y resultó el hombre un ser viviente.

(Gén2,5-7)

El día que hizo Dios el cielo y la tierra, son palabras

que están haciendo referencia a lo que dice el comienzo del

relato de la creación: “En el principio creó Dios el cielo y la

tierra” (Gén.1,1). Fue antes de que empezaran los seis días

de la creación, cuando Dios nos concedió levantarnos del

estado de pecado, para que por medio de este estado de

humanidad seamos tierra que pudiera luego ser regada por

su gracia, por su Palabra. Por esto aquí se dice:

No había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y

ninguna hierba había germinado todavía.

Siguiendo este relato de la creación, Dios iba a crear

la vegetación el cuarto día, cuando preparaba nuestro medio

de adaptación y crecimiento, para enseñarnos que se da un

Page 153: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

152

proceso en nuestro caminar. Aquí se nos dice que estaba

latente una Vida nueva para nosotros.

Pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la tie-

rra.

Sin embargo teníamos concedida esta vida que es la

capacidad de ser tierra para ser regada y que germine en

nosotros la Vida que da frutos; pero aún en el principio no

había llegado el hombre terrenal, que sería colocado por Dios

aquí en el día sexto, después de toda la creación preparada

para él. Por eso continúa diciendo que:

Ni había hombre que labrara el suelo.

Sería después de darnos esta vida como seres huma-

nos, cuando habríamos de empezar a trabajar, ayudados por

su gracia para desprendernos de todo lo que habíamos traí-

do, porque aún no había germinado en nosotros la Vida. Así

que se dice:

Pero un manantial brotaba de la tierra y regaba toda

la superficie del suelo.

Desde el principio, aunque estábamos en las tinieblas

por el pecado, Dios estaba con su Espíritu sobre nosotros, y

nos dio la gracia de ser regados, de aceptar y tener dentro

de nosotros mismos el agua que nos purifica, el agua que

Cristo nos da para resucitar en Él. Ése es el manantial que

brotaba de la tierra.

Hace diferencia este relato entre tierra y suelo. Tierra

se refiere a nosotros, a nuestra vida aquí. Y suelo, el tope

inferior en nuestro descenso desde el “jardín de Edén” sobre

lo que hoy estamos, lo humano, sobre toda la contaminación

con la maldad, con las tinieblas; pero no están sobre noso-

tros sino nosotros por encima del suelo sobre el que nos en-

contramos ahora.

Porque “el suelo lo hicimos maldito por nuestra cau-

sa”, pero la tierra que somos, recibe la bendición: un manan-

Page 154: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

153

tial brotaba de la tierra. La bendición de tener el manantial

que brota desde nuestro interior cuando somos en Cristo. La

Palabra dice: “De su interior brotarán ríos de agua viva”

(Jn.7,38). Si nos llenamos de Cristo, bebemos del agua que

Él nos da.

Y cuando cada uno de nosotros se deja regar por esta

bendición para ser limpio, entonces el suelo, que comprende

las dificultades que conllevan luchas, también es una bendi-

ción para nosotros (Dt.7,12) porque la lucha nos fortalece, y

cada victoria sobre lo maldito nos anima a seguir adelante, a

buscar más de Dios. Por esto se dice, que este manantial que

brota desde nosotros, desde la tierra que somos, regaba toda

la superficie del suelo.

Así lo concibió Dios desde el principio en que su Espíri-

tu aleteaba sobre nosotros, sobre la tierra que era “caos,

confusión y oscuridad” (Gén.1,2). Y después de todas estas

capacidades que concibió Dios para nosotros, llegó el mo-

mento en que se hace realidad nuestra condición humana.

Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del

suelo, e insufló en sus narices aliento de Vida, y resultó el

hombre un ser viviente.

El polvo no se refiere a que Dios creara nuestros

cuerpos del polvo de aquí sino que polvo es nuestra condi-

ción de seres despojados de todos los bienes; no teníamos

nada, ningún valor. El polvo no sirve, se desecha, no permanece,

deteriora y pudre. Y si Dios por su gran Amor no se hubiese

compadecido de nosotros, no seríamos nada. Pero esa nada

en que nos habíamos convertido Dios la toma y le infunde su

aliento de Vida.

Y por el aliento de Vida en nosotros, que son nuestras

almas, el espíritu del hombre va a poder comprender su si-

tuación, entender cuanto Dios le dice para ir guiándolo, y

por su libre voluntad ser salvado, ya que Dios le sigue dando

la libertad. Además, por sus propias experiencias puede

Page 155: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

154

aprender en el camino, porque por ellas cada uno puede re-

cordar, que cuando vive en Dios es libre, y en el pecado es

esclavo. Esto si ha tenido un encuentro con Dios.

Cuando el hombre busca la Verdad, la Luz, y se hace

pobre, el alma es libre y todo es nuevo, todo en él se hace

lleno de Dios.

Porque el alma nos fue dada para llevar al espíritu a

la Vida y ser luego uno en Dios. El hombre es semejante a

Dios si vive en el Amor y en la Verdad, porque en ello está la

Vida.

Nos puede servir para comprender mejor este segun-

do relato del hombre terrenal, la visión que tuvo el profeta

Ezequiel sobre el valle de los huesos secos, donde todo era

muerte, y la Palabra de Dios infunde en ellos la Vida. Y se

levantaron y era un gran ejército (Ezq.37).

Igual en este relato del Génesis, a nuestros espíritus

que habían perdido la Vida, Dios insufló en sus narices alien-

to de Vida que son nuestras almas, y luego nos recubre del

“vestido de sayal” que son nuestros cuerpos (Gén.3,21).

Donde parecía que iba a reinar la Muerte, el aliento de Dios

infundió Vida.

Es evidente que la palabra hombre sigue teniendo el

significado de humanidad. Porque si la consideráramos como

sinónimo de varón, resultaría que el varón tendría alma y la

mujer, (que fue creada después y que según la descripción

literal de este relato salió “de la costilla del hombre”) no

tendría alma. No se dice expresamente en este relato que

Dios insuflara aliento de Vida en la mujer.

(Según parece eso es lo que creía el hombre de los

primeros tiempos). La verdad es que Dios dio su aliento de

Vida, infundió un alma, a toda la humanidad, al hombre, al

ser humano, tanto a los varones como a las hembras.

Page 156: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

155

El significado espiritual más amplio de la palabra mu-

jer lo veremos en los siguientes versículos.

Una Ayuda Adecuada

Un Lenguaje de Comunicación con Dios

Dijo luego Yahveh Dios:

“No es bueno que el hombre esté solo.

Voy a hacerle una ayuda adecuada”.

Y Yahveh Dios formó del suelo

todos los animales del campo

y todas las aves del cielo

y los llevó ante el hombre

para ver cómo los llamaba

y para que cada ser viviente

tuviese el nombre que el hombre le diera.

El hombre puso nombre a todos los ganados,

a las aves del cielo

y a todos los animales del campo,

más para él no encontró una ayuda adecuada.

(Gén.2,18-20)

A este hombre terrenal, Dios le había dado el alma y

lo había vestido con el cuerpo, como “túnicas de piel”.

Dijo luego Yahveh Dios: “No es bueno que el hombre

esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”.

Mas Dios tenía preparado para el hombre algo más. Y

siguió dotando al hombre que había creado de cuanto le era

necesario para cerciorarse de su situación, ver, y así luego,

usando todos estos elementos de la creación, poder relacio-

narse con su creador.

Page 157: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

156

Y así se inicia para el hombre una ayuda adecuada.

Primero, haciendo pasar ante sus ojos a todos los animales

que había creado a los cuales habría de ponerles nombre. Lo

que significa que Dios da al hombre la capacidad de diferen-

ciar y discernir.

Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del

campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre

para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tu-

viese el nombre que el hombre le diera.

De nuevo se confirma en estos versículos lo que se ha

ido viendo en el relato de los seis días de la creación. Cada

uno de los seres creados sirve de signo a través de los cuales

el hombre puede “leer”, y servirle de base de un lenguaje por

el que también su creador le habla. Es como un pacto de en-

tendimiento entre Dios y el hombre. Así se ve a través de

toda la Biblia, cómo son usados todos los elementos de la

creación.

Aún para completar este entendimiento con su crea-

dor, le faltaba el poder hablar. Entonces Dios le da al hombre

la capacidad de hablar. Y comienza así:

El hombre puso nombre a todos los ganados, a

las aves del cielo y a todos los animales del campo.

Desde su limitación el hombre observa las ca-

racterísticas propias de cada animal, le da nombre adecuado,

y con ello comienza el diálogo con Dios, una comunicación

con su creador, que le había puesto delante todos los signos

y le capacita para nombrarlos.

El hombre ve que todo es armonía y belleza en todo

cuanto Dios ha creado; ve las peculiaridades, comportamien-

to y diferencia entre las distintas especies. Pero no ve qué

hace él en medio de todos aquellos seres; no se siente igual

que ellos, siente que necesita más, no se siente completo

Page 158: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

157

estando limitado a una naturaleza animal. Por eso dice este

versículo:

Mas para él no encontró una ayuda adecuada.

El espíritu del hombre tiende a la unidad con su crea-

dor. Dios había vivificado el espíritu del hombre que venía

envuelto en las tinieblas, cuando sopló sobre él infundiéndole

“un aliento de Vida”, un alma. Y Dios ve su anhelo, su nece-

sidad. El hombre no se encontraba a la altura de aquéllos

seres vivientes. El hombre no se conforma con una vida car-

nal, su espíritu demanda algo más; Dios le atrae poderosa-

mente, su alma anhela más de Dios (Ef.4,24). No había sido

creado para una vida a nivel natural, animal. Pero en aras a

la libertad que Dios le concedió era necesario que el hombre

decidiera buscar a Dios.

Y Dios le responde al hombre, a la humanidad, dándo-

le la ayuda adecuada, el complemento, para que se eleve de

su condición humana, a la de ser un ser espiritual, para así

reencontrarse con su Creador.

Esa ayuda adecuada es la Iglesia (la Mujer simboliza a

la iglesia). Y el hombre es iglesia cuando cada uno está en

comunión con Cristo, que lo lleva al encuentro con el Padre.

Es en esta situación en la que nos encontramos aho-

ra, en la que cada uno de nosotros hemos de decidir buscar a

Dios. Él está siempre anhelando que vivamos en Él, que

seamos hoy morada suya, templo suyo, que cada uno sea

iglesia. Es de lo que nos hablan los siguientes versículos.

Page 159: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

158

Una Ayuda Adecuada

El Hombre Reconoce a la Iglesia

Entonces Yahveh Dios hizo caer

un profundo sueño sobre el hombre,

el cual se durmió.

Y tomó una de sus costillas,

rellenando el vacío con carne.

De la costilla que Yahveh Dios

había tomado del hombre

formó una mujer y la llevó ante el hombre

Entonces éste exclamó:

“Esta vez sí que es hueso de mis huesos

y carne de mi carne.

Ésta será llamada mujer,

porque del varón ha sido tomada”.

(Gén.2,21-25)

En el orden espiritual y considerando a la Mujer como

Iglesia, este profundo sueño es la experiencia mística, cuan-

do el hombre se entrega totalmente a Dios, descansa en Él, y

cambia radicalmente, para amanecer a una vida nueva, por

encima de su condición puramente natural, y vivir una vida

espiritual (2Cor.17). Esto significa el sueño profundo: el des-

canso en Dios.

Y así se da un encuentro con la Presencia de Dios, no

desde la carne, sino desde el Espíritu que da Vida, cuando el

hombre cae en un profundo sueño.

Ahora vemos en el siguiente versículo, que libre de la

limitación de su mente, abandonado al quehacer de Dios en

él, recibe el cambio, para ser “hombre nuevo”:

Page 160: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

159

Y le quitó una de sus costillas rellenando el vacío con

carne.

El hombre que venía vacío, despojado, porque había

perdido todos los bienes, ahora recibe su naturaleza huma-

na, que es carne.

Y en este caminar, cuando el hombre descansa en

Dios y le entrega lo que tiene (simbolizado en la costilla) ya

no hay vacío, porque Dios cubre con creces todo vacío; lo

conforta, consuela, le da la fuerza, la fortaleza, lo cubre de

carne, es decir, lo suple con todo lo que desde su estado te-

rrenal, desde su limitación, precisa aquí para vivir en plenitud

desde su condición natural. Siempre Dios provee por su San-

to Espíritu, que viene siempre en nuestra ayuda (2Cor.1, 4).

Para estar en unidad con Dios el hombre ha de despo-

jarse de sí mismo, de lo superfluo de su propia condición, de

lo que no le es necesario en su camino espiritual.

De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hom-

bre formó una mujer y la llevó ante el hombre.

Es aquí, en este momento, en la entrega total del

hombre (de cada uno), cuando la promesa anunciada desde

el primer instante de la caída de esta humanidad, la promesa

que se hizo antes de la creación del mundo (Gén.1,3), llega a

realizarse en el hombre: cuando el Primogénito de toda la

creación se hace real en nosotros (Col.1,15), y así nace la

comunión con Dios, nace la Mujer, nace la Iglesia.

Eso significan estas palabras: Dios formó una mujer y

la llevó ante el hombre.

La mujer (con minúscula) se refiere a la mujer que

inició el pecado en la humanidad, como ya hemos visto. Y la

Mujer (con mayúscula) en sentido espiritual que es de lo que

está tratando este libro, se refiere a la Iglesia. La finalidad de

cuanto Dios hasta ahora había hecho para levantar al hombre

caído, es que el hombre reciba a Cristo. Pero faltaba algo

más, y era la comunión del hombre con Dios. Cuando el

Page 161: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

160

hombre está en comunión con Dios, es iglesia. Si el hombre

recibe a Cristo, ya no es hombre caído, es iglesia, templo de

Cristo, vive en Cristo.

Y el hombre, en este relato, descubre que ser iglesia,

estar en comunión con Dios, es su verdadera realidad, su

verdadera identidad, su anhelo colmado. Y dice estas pala-

bras de júbilo:

“Ésta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de

mi carne”.

Es hueso de mis huesos, pues conforme el cuerpo se

sostiene por los huesos como soporte principal, así el espíritu

del hombre es sostenido al ser iglesia.

Al pasar de ser hombre caído en el pecado, a ser igle-

sia, al sentirse en unidad en la Verdad, en Cristo, ve que en

él está el poder, la fortaleza, que ahora puede avanzar hacia

el Padre.

Y siente también que ella es carne de su carne, que le

ha sido dada su condición humana para ser en ella y ella en

él. Él para ser iglesia y la iglesia para ser en él. Siente que es

comprendido, aceptado en su condición de hombre pecador

que entregado a Dios recibe la gracia de ser hombre nuevo

(Jn.3,3-7), de ser nueva criatura en Cristo (2Cor.5,17).

“Esta será llamada Mujer porque del varón ha sido

tomada”.

La Iglesia, la Mujer, nace de Cristo al que se llama

Varón de dolores (Is.53,3); nace del Amor y la compasión de

Dios que entregó a su Hijo para rescatarnos del pecado, y

nace de la necesidad del hombre para ser salvado, ya que si

la humanidad no hubiese pecado no habría sido necesaria la

redención ni que tuviéramos que ser iglesia, sino que estar-

íamos ya en la gloria del Padre, a la que ascendieron los se-

res que siguieron el camino del primer río que salía desde el

Page 162: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

161

Jardín de Edén (Gén.2,11-12) hacia una gloria mayor porque

eligieron vivir en Dios y no escucharon la voz del demonio.

A todos nosotros, que desde el jardín de Edén, toma-

mos los otros caminos que nos alejaron de Dios, se nos da

la gracia de unirnos en Cristo y así, siendo iglesia, seguir el

Camino que Dios preparó para rescatarnos.

Y para ser iglesia, el hombre habrá dejado atrás todo

lo anterior, todos sus pecados, y comienza una Vida nueva,

porque el que se une al Señor un espíritu es con Él

(1Cor.6,16-17).

Una Vida Nueva

Por eso deja el hombre

a su padre y a su madre

y se une a su mujer,

y se hacen una sola carne.

Estaban ambos desnudos,

el hombre y su mujer,

pero no se avergonzaban

el uno del otro.

(Gén. 2,21-25)

Si observamos este versículo, vemos que no se dice

en él que la mujer tenga que abandonar a su padre y a su

madre, sino que dice:

Por eso el hombre deja a su padre y a su madre.

Queda confirmada así una vez más que hombre signi-

fica humanidad, y no varón. Sin embargo, todos, tanto los

hombres como las mujeres, en el orden natural hemos de

abandonar a nuestros padres. Se nos está diciendo con estos

versículos que no somos dos clases de seres diferentes sino

que en nuestra realidad natural, los dos somos una sola car-

Page 163: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

162

ne, que somos lo mismo uno que el otro: somos todos seres

espirituales caídos en el pecado que hemos venido a ser

humanidad por la misericordia de Dios.

Pero hablando en el orden espiritual, que es la misión

de esta revelación, se nos advierte también que hemos de

abandonar al padre y a la madre.

Pero ¿quiénes son el padre y la madre que hemos de

abandonar? Es que en nuestra realidad espiritual, cuando

cada uno es una nueva criatura en Cristo, cuando el hombre

se hace iglesia, habrá abandonado al que lo hizo en el peca-

do; abandona al padre de todo pecado, al padre del engaño,

de la mentira (Jn.8,44). Y abandona a “la madre de los vi-

vientes”, a Eva, la mujer, que es su situación de pecado.

Abandona el estado de pecado que concibió, que engendró

(Gén.3,20).

Ésos son el padre y la madre que aquí se nombran y

que hay que abandonar si queremos, unidos a Cristo, ser

iglesia y así estar en el camino de salvación, porque cada

uno de nosotros está llamado a abandonar todo su pasado de

pecado para unirse a Cristo, ser iglesia, que ya hemos visto

que es la Mujer. Y la identificación es mutua entre el hombre

y la Mujer:

Se une a su mujer, y se hacen una sola carne.

En el orden espiritual, el hombre se une a la Mujer al

ser iglesia. Y la Iglesia, la Mujer, se une al hombre cuando el

hombre vive en Cristo. Es una identificación mutua:

Estaban ambos desnudos, el hombre y su Mujer, pero

no se avergonzaban uno del otro.

El hombre nuevo puede verse en su condición anterior

como pecador y ya no se avergüenza; de nada se avergüen-

za (que es lo que el enemigo intenta para que no nos encon-

tremos con Cristo) sino que siente el arrepentimiento, el

perdón y la alegría de ser libre. Ha visto la Verdad y que lo

Page 164: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

163

que por sí mismo no puede, Cristo lo puede en él (Flp.4,13).

Es un hombre nuevo (Ef.4,22-24) se ha desprendido de lo

humano, de las obras de la carne y es un hombre espiritual.

Por esto ya no se avergüenzan el uno del otro: El hombre

viejo (el hombre pecador) y el hombre nuevo (el hombre

resucitado en Cristo). Así es como el hombre es iglesia.

En el primer pecado en el Edén, el hombre se esconde

de la Presencia de Dios, tuvo miedo y se cubrió, porque se

sentía vacío, desnudo. Era una actitud de sentirse avergon-

zado ante Dios, porque intentó cubrirse “con hojas de higue-

ra”. El hombre envuelto en el pecado no quiere ver a Dios.

Muchos hoy no quieren saber de Dios, no buscan a

Dios, no quieren que se les hable de Dios; aunque la Luz del

mundo vino para todos, los hombres no han querido verla

para que no queden al descubierto sus propios pecados: “Vi-

no a la Luz al mundo pero los hombres amaron más las tinie-

blas que la Luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el

que obra mal aborrece a Luz y no va a la Luz para que sus

obras no sean censuradas” (Jn.3,19-20). Pero cuando el

hombre se convierte de hombre carnal para ser iglesia,

cuando busca la Verdad, va a la Luz “para que quede mani-

fiesto que sus obras están hechas según Dios”, dice Jesús

(Jn.3,21).

Vemos que estos últimos versículos se refieren a la

iglesia que es cada uno y también la Iglesia como pueblo de

Dios, formado por cada uno que vive en Dios, como comuni-

dad de los que viven en comunión con Cristo.

Jesús en los últimos momentos en la cruz señala a

María como la Mujer, como imagen o símbolo de la Iglesia,

conforme se ha visto también en el capítulo XII del Apocalip-

sis. Y le dice a María: “Mujer ahí tienes a tu hijo”. Y al discí-

pulo Juan, que representa a los hijos de Dios, le dice: “Hijo

ahí tienes a tu Madre” (Jn.19,26-27). Con estas palabras nos

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La Verdad de la Creación en el Génesis

164

presenta Jesús a la Iglesia, la Mujer, que como Madre, nos

cobija a todos los que busquemos la Luz, la Verdad, a Cristo.

Es el abrazo de la parábola del hijo pródigo que citá-

bamos al principio (Pág.23). Entonces hacía referencia a la

decisión que tomamos de apartarnos de Dios dejando todos

los bienes que nos había dado. Ahora se refiere al final de

esta historia, cuando el padre recibe al hijo que lo había

abandonado y malgastado todos los bienes que le había da-

do. No reparó en recibirlo aún estando maloliente del camino

(Lc.15,11-32).

Así Cristo recibe a todo el que se le acerca, lo hace

iglesia, para llevarlo de su mano ante el Padre, ahora que

aún estamos en este “año de gracia” pues en la gloria eterna

no puede entrar nada impuro (Mt.25,31-46).

Con ello Dios nos llama a ser resucitados siendo en

Cristo, siendo iglesia. Y es Dios Padre creador, que ama a

todas las criaturas, que nos quiere levantar hacia Él, para lo

que nos ha concedido la redención por medio de su Hijo Je-

sucristo. Y por el poder de su Santo Espíritu, la revelación

para que salgamos del estado de desobediencia, la revelación

que nos hace llegar cuanto necesitamos para ser y permane-

cer en Él hasta el momento final. Todo por su gracia.

Mientras, nos llama a cada uno a descansar en Él. Es

el significado del día séptimo, que veremos en el siguiente

tema.

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

165

TEMA VII

EL REENCUENTRO CON DIOS El DÍA SÉPTIMO

(Gén.2,1-4)

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La Verdad de la Creación en el Génesis

166

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

167

DÍA SÉPTIMO

EL REENCUENTRO CON DIOS

Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra

y todo su aparato,

y dio por concluida Dios en el séptimo día

la labor que había hecho,

y cesó en el día séptimo

de toda la labor que hiciera

Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó;

porque en él cesó Dios

de toda la obra creadora que Dios había hecho.

Ésos fueron los orígenes de los cielos y la tierra,

cuando fueron creados.

(Gén. 2,1-4)

Ya la humanidad tenía cuanto necesita para vivir en

este estado. Los cielos y la tierra y todo lo creado para noso-

tros tiene por finalidad el que veamos la Luz, porque todo

habla de Dios creador, nuestro principio y nuestro fin

(Ap.1,8); todo tiene un orden y un propósito que nos enseña

a mirarnos en nuestro interior, y aplicarnos en nuestras vidas

la lección maravillosa que Dios ha querido mostrarnos para

que seamos en el Camino de salvación.

Todo estaba ya perfecto, completo, no necesitamos

ningún otro signo más para leer y entender la lectura espiri-

tual que nos muestra la creación, verdadero don de Dios a la

humanidad. Por esto dice:

Y cesó Dios en el día séptimo de toda la labor que

hiciera.

Dios nos había dado la gracia de poder ser salvados

por Jesucristo, nuestro salvador; nos infundió un alma, nos

concedió el don de poder hablar y comunicarnos con Él, nos

dotó de un cuerpo y en los días anteriores puso a nuestro

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La Verdad de la Creación en el Génesis

168

servicio toda la creación. Ahora establece el espacio, el día

de presentarnos ante su Presencia y hablar con Él, para que

entregados a Él, culmine su obra de perfección en cada uno

de nosotros, que es nuestra salvación.

Todo lo que Dios nos había dado tiene como propósito

este día séptimo, el reencuentro con Él.

Y este reencuentro con Él se da cuando el hombre

acata los mandamientos de Dios, que le ayudan a estar en el

Camino que Él preparó para que estemos en amistad con Él

(Jn.15,14), siendo limpios y puros. De otra forma no puede

el hombre entrar en este descanso, como le ocurrió al pueblo

de Israel cuando salió de Egipto, y muchos murieron en el

desierto porque no acataron los mandamientos de Dios, que

por ello dijo: “¡No entrarán en mi descanso!” (Hb.4,1-11).

Pero en el descanso en Dios puede entrar todo hom-

bre que deje su rebeldía y busque a Dios, porque Dios olvi-

dando todo lo que el hombre había hecho, ya lo había bende-

cido desde el día sexto cuando le dio esta vida terrenal

(Gén.1,22).

Así pues en este día séptimo la obra que Dios puso al

servicio del hombre está terminada, todo está perfecto. Es el

día del Señor. Dios creador se recrea en su obra. Ve que mu-

chos pueden ver y encontrarse con Él, contemplando las ma-

ravillas a través de toda la naturaleza creada. Dios había

preparado todo lo necesario para llevarnos al descanso en Él.

Todo esto es también simbólico, pues el hombre no

habrá de limitarse al encuentro con Dios en un solo día de la

semana, sino que siempre ha de estar buscando el diálogo

con Él, el descanso en Él. Jesús lo dijo, que no se hizo el

hombre para el sábado sino el sábado para el hombre

(Mc.2,28).

El día séptimo nos es dado para que el hombre en-

tienda que todo lo que pueda vivir aquí, tiene como finalidad

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

169

su reencuentro con Dios, su salvador.

Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó.

Dios bendice este día. Es el único día que Dios bendijo

en este relato. Y es que en los demás días se dan todavía la

Luz y las tinieblas, la lucha del hombre. Al final de cada uno

de ellos se decía: “y atardeció y amaneció”.

Ya en este día séptimo no hay tinieblas, no se dice

que atardeció. Sólo hay Luz. Dios lo bendijo y lo santificó. El

hombre ante la Presencia de Dios sólo vive en la Luz.

Representa este día séptimo los brazos abiertos de

Cristo, el Señor del sábado (Lc.6,5), en un abrazo, esperando

darnos de todos sus bienes, de la gracia que nos lleva a la

santidad: Dios santificó este día. Es éste el descanso del

hombre en Dios, día de reencuentro, día de bendición.

Porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que

había hecho.

Dios ama cuanto ha creado y atrae al hombre “con

cuerdas de Amor y lazos de ternura”; le dice: “Con Amor

eterno yo te he amado” (Jer.31,3), “te llevo tatuado en las

palmas de mis manos” (Is.49,16), lo llama “la niña de sus

ojos” (Zac.2,8).

En este descanso en Dios, Dios llega al corazón del

hombre en una intimidad recíproca, porque cuando tú le bus-

cas ya él había venido en tu búsqueda; cuando tú lo miras,

cuando tú pones tu mirada en Dios, Él está recreándose en

ti; si te paras a contemplarlo, Él se regocija en ti, y tú sientes

su Presencia; cuando te detienes a gozarte en su Amor, Él te

llena de su Amor, de su gloria, de su santidad. Entonces eres

su morada, su templo, su casa, y su casa es a su vez, tu ca-

sa. Y así tu vida es su Vida, y la Vida que Él Es, es en ti, de

tal forma que tu historia es ya su historia: Él la hace suya, la

toma en sus manos. Se da una unidad en ti con Él, y de Él

contigo, porque has encontrado el Camino, te has unido en

su Amor, y es en ti la Vida (Jn.14,6). Estas son también las

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La Verdad de la Creación en el Génesis

170

palabras con las que puede estar hablándote el Señor hoy a

tu corazón, y que pude escuchar en mí:

Tú me buscas y yo te busco. Tú me miras y yo te miro.

Tú me contemplas y yo te contemplo. Tú me amas y yo te amo.

Tu vida es mi vida, mi Vida es tu Vida. Tu casa es mi casa, mi Casa es tu casa.

Tu historia es mi historia

Mientras su inmenso Amor nos atrae, muchos siguen

estando lejos de Él. Y su Amor de Padre nos dice con ternu-

ra: “Mis entrañas por ti se estremecen” (Os.11,1-8). Y es tan

grande y cercano su gran Amor que nos entregó a su único

Hijo (Jn.3,16), para que caminando con nosotros codo con

codo, nos diera la Verdad del Reino que ha establecido en

medio de nosotros, para que seamos con Él vencedores so-

bre el engaño del demonio, que nos precipitó en un estado

de tinieblas por el que la humanidad dejó de ver la Verdad,

olvidó el Amor, y perdió la Vida. Pero hay una esperanza pa-

ra recuperar la Vida. Sólo Cristo, la Luz del mundo (Jn.8,12),

nos puede salvar. Dios sigue tratando con cada uno.

Cuando el hombre se deja envolver en sus afanes del

día a día, entre la Luz y las tinieblas (como nos hace ver la

descripción de los seis días de la creación) no encuentra el

descanso en Dios. Por eso Dios le da al hombre la invitación,

un consejo, un mandamiento, que es una llamada para que

venga a descansar en Él: “El día séptimo es día de descanso

consagrado a Yahveh tu Dios” (Éx.20,10).

Y santificó Dios el día séptimo, pues cuando el hombre

va al encuentro con Dios y descansa en Él, el hombre recibe

santidad: la Presencia de Dios irradia de cuanto Él Es.

Todo nos lo ha dado para que veamos y seamos sal-

vados; para sacarnos de “las aguas de por debajo del firma-

mento” y llevarnos a “las aguas de por encima del firmamen-

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

171

to” (Gén.1,7) donde el Cordero nos espera como Novio a su

novia para desposarnos y llevarnos a la eternidad con el Pa-

dre (Ap.21 y 22).

Este día séptimo a nivel general, representa también

el fin de toda esta humanidad que llega a Dios al término de

este peregrinaje. En los seis días de la creación el hombre ha

ido día a día luchando entre las tinieblas y la Luz, y purificán-

dose. Este día bendecido nos dice que todo lo demás ha pa-

sado y la humanidad salvada, es santa en Dios porque ha

entrado en su descanso:

Estos fueron los orígenes del cielo y la tierra cuando

fueron creados.

Viendo todo esto, la Verdad de la creación en el Géne-

sis, no podemos menos que alabar a Dios y unirnos a este

canto de los ángeles en el último libro de la Biblia.

“Eres digno, Señor y Dios nuestro,

de recibir la gloria, el honor y el poder,

porque tú has creado el universo,

por tu voluntad;

no existía y fue creado”.

(Ap. 4,11)

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La Verdad de la Creación en el Génesis

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

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TEXTO BÍBLICO COMPLETO (Según el orden desarrollado en este libro)

PRIMERA PARTE

TEMA I

El HOMBRE ESPIRITUAL (Gén.2,8-17)

El Jardín de Edén

Plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, don-

de colocó al hombre que había formado.

La Gloria en la que Vivíamos

Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árbo-

les deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del

jardín el árbol de la Vida y el árbol de la ciencia del bien y del

mal.

Cuatro Ríos o Cuatro Caminos

Del jardín de Edén salía un río que regaba el jardín, y

desde allí se repartía en cuatro brazos. El uno se llama Pisón:

es el que rodea todo el país de Javilá donde hay oro. El oro

de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice.

El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de

Kus. El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de

Asur. Y el cuarto río es el Éufrates.

La Providencia y Advertencia de Dios

Tomó pues, Yahveh Dios al hombre y lo dejó en el

jardín de Edén, para que lo labrase y lo cuidase. Y Dios im-

puso al hombre este mandamiento: “De cualquier árbol del

jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y

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La Verdad de la Creación en el Génesis

174

del mal no comerás, porque el día que comieres de él, mo-

rirás sin remedio”.

TEMA II

DESDE EL EDÉN HASTA LA HUMANIDAD (Gén.3,1-13)

La Tentación

La serpiente era el más astuto de todos los animales

del campo que Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer:

“¿Cómo es que Dios ha dicho: No comáis de ninguno de los

árboles del jardín?”

Diálogo con el Demonio

Respondió la mujer a la serpiente: “Podemos comer

del fruto de los árboles del jardín, mas del fruto del árbol que

está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni

lo toquéis, so pena de Muerte”.

Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna manera

moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que co-

miereis de él, se os abrirán vuestros ojos y seréis como dio-

ses, conocedores del bien y del mal”.

La Desobediencia

Y como viese la mujer que el árbol era bueno para

comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría,

tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que

igualmente comió. Entonces se les abrieron a ambos los ojos,

y se dieron cuenta de que estaban desnudos, y cosiendo

hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

175

La Fidelidad de Dios

Oyeron el ruido de los pasos de Yahveh Dios que se

paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su

mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios, por entre los

árboles del jardín.

La Misericordia de Dios

Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde

estás?”

Éste contestó: “Te oí andar por el jardín y tuve miedo,

porque estoy desnudo; por eso me escondí”.

Él replicó: “¿Quién te ha hecho ver que estabas des-

nudo? ¿Has comido acaso del árbol que te prohibí comer?”

Las Disculpas

Dijo el hombre: “La mujer que me diste por compañe-

ra me dió del árbol y comí”.

Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: “¿Por qué lo has

hecho?”

Y la mujer contestó: “La serpiente me sedujo y comí”.

TEMA III

DIOS RECHAZA LA MALDAD (Gén.3,14-16)

Maldición a la Serpiente

Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: “Por haber

hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre to-

dos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y

polvo comerás todo los días de tu vida”.

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La Verdad de la Creación en el Génesis

176

Promesa de la Redención

Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje

y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su cal-

cañar”.

La Humanidad y la Iglesia

A la mujer le dijo: “Tantas haré tus fatigas cuantos

sean tus embarazos: con dolor parirás tus hijos. Hacia tu

marido irá tu apetencia, y él te dominará”.

TEMA IV

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO (Gén.3,17-24)

Los Males que Sobrevinieron a la Humanidad

Al hombre le dijo: “Por haber escuchado la voz de tu

mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido co-

mer, maldito será el suelo por tu causa: con fatigas sacarás

de él el alimento todo los días de tu vida. Espinas y abrojos

te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de

tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas al suelo, pues de

él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás”.

La Madre de todos los Vivientes

El hombre llamó a su mujer Eva, por ser ella la madre

de todos los vivientes. Yahveh Dios hizo para el hombre y su

mujer túnicas de piel y los vistió.

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

177

Expulsados del Jardín de Edén

Y dijo Yahveh Dios: “¡He aquí que el hombre ha veni-

do a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y

el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome

también del árbol de la Vida y comiendo de él viva para

siempre”.

Y le echó Yahveh Dios del Jardín de Edén, para que

labrase el suelo de donde había sido tomado. Y habiendo

expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén queru-

bines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino

del árbol de la Vida.

SEGUNDA PARTE TEMA V

LA CREACIÓN PREPARADA PARA EL HOMBRE (Gén. 1.1-25)

El Principio

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra

era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un

viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.

Día Primero

Se Hace la Luz

Dijo Dios: “Haya Luz”, y hubo Luz. Vio Dios que la Luz

estaba bien, y apartó Dios la Luz de la oscuridad; y llamó

Dios a la Luz “día”, y a la oscuridad la llamó “noche”. Y atar-

deció y amaneció: día primero.

Día Segundo

Separación entre la Vida de Gloria y la Tierra

Dijo Dios: “Haya un firmamento por en medio de las

aguas, que las aparte unas de otras”. E hizo Dios el firma-

mento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento de

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La Verdad de la Creación en el Génesis

178

las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó

Dios al firmamento “cielo”. Y atardeció y amaneció: día se-

gundo.

Día Tercero

Separación entre la Vida Fructífera

y la Estéril

Dijo Dios: Acumúlense las aguas de por debajo del

firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo “seco”; y así

fue. Y llamó Dios a lo seco “tierra”, y al conjunto de las

aguas lo llamó “mar”; y vio Dios que estaba bien.

Dijo Dios: “Produzca la tierra vegetación: hierbas que

den semillas y árboles frutales que den fruto según su espe-

cie, con su semilla dentro, sobre la tierra”. Y así fue. La tierra

produjo vegetación: hierbas que dan semillas según sus es-

pecies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro según

sus especies; y vio Dios que estaban bien. Y atardeció y

amaneció: día tercero.

Día Cuarto

Las Señales de los Tiempos

Dijo Dios: “Haya luceros en el firmamento celeste, pa-

ra apartar el día de la noche, y sirvan de señales para esta-

ciones, días y años; y sirvan de luceros en el firmamento

celeste para alumbrar sobre la tierra”. Y así fue. Hizo Dios los

dos luceros mayores; el lucero grande para regir el día, y el

lucero pequeño para regir la noche, y las estrellas; y los puso

Dios en el firmamento celeste para alumbrar la tierra, y para

regir el día y la noche, y para apartar la Luz de la oscuridad;

y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y amaneció: día cuar-

to.

Page 180: La Verdad de la Creación

La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

179

Día Quinto

Simbolismo de los Animales Marinos

y de las Aves

Dijo Dios: “Bullan las aguas de animales vivientes, y

aves revoloteen sobre la tierra frente al firmamento celeste”.

Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo

animal viviente que repta y que hacen bullir las aguas según

sus especies, y todas las aves con alas según sus especies; y

vio Dios que estaba bien; y los bendijo Dios diciendo: “sed

fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas de los mares, y

las aves crezcan en la tierra”. Y atardeció y amaneció: día

quinto.

Día Sexto

Simbolismo de los Animales Terrestres

Dijo Dios: “Produzca la tierra animales vivientes según

su especie: bestias, reptiles y alimañas terrestres según su

especie”. Y así fue. Hizo Dios las alimañas terrestres según

su especie, y las bestias según su especie, y los reptiles del

suelo según su especie: Y vio Dios que estaba bien.

TEMA VI

EL HOMBRE TERRENAL (Gén. 1,26-31)

Primer Relato de la Vida Terrenal del Ser Humano en el

Día Sexto

Y dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra ima-

gen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del

mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en todas las

alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la

tierra”.

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La Verdad de la Creación en el Génesis

180

Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a

imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó.

Y los bendijo Dios con estas palabras: “Sed fecundos y

multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; mandad en los

peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que

repta sobre la tierra”.

Dijo Dios: “Ved que os he dado toda hierba de semilla

que existe sobre la faz de toda la tierra, así como todo árbol

que lleva fruto de semilla; os servirá de alimento”.

“Y a todo animal terrestre, y a toda ave del cielo y a

todos los reptiles de la tierra, a toda sierpe animada de vida,

les doy la hierba verde como alimento”. Y así fue. Vio cuanto

había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amane-

ció: día sexto.

Segundo Relato de la Vida Terrenal del Ser Humano

(Gén.2,5-7) y (Gén.2,18-25)

El Alma Aliento de Vida

El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos, no

había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna

hierba del campo había germinado todavía, pues Yahveh Dios

no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que

labrara el suelo. Pero un manantial brotaba de la tierra, y

regaba toda la superficie del suelo.

Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del

suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el

hombre un ser viviente.

Una Ayuda Adecuada

Un Lenguaje de Comunicación con Dios

Dijo luego Yahveh Dios: “No es bueno que el hombre

esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”.

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

181

Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del

campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre

para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tu-

viese el nombre que el hombre le diera.

El hombre puso nombre a todos los ganados, a las

aves del cielo y a todos los animales del campo, más para él

no encontró una ayuda adecuada.

El Hombre Reconoce a la Iglesia

Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño

sobre el hombre, el cual se durmió. Y tomó una de sus costi-

llas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahveh

Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó

ante el hombre

Entonces éste exclamó: “Esta vez sí que es hueso de

mis huesos y carne de mi carne. Ésta será llamada mujer,

porque del varón ha sido tomada”.

Una Vida Nueva

Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se

une a su mujer, y se hacen una sola carne.

Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero

no se avergonzaban el uno del otro.

TEMA VII

DÍA SÉPTIMO (Gén.2,1-4)

El Reencuentro con Dios

Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su

aparato, y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor

que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor

que hiciera. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; por-

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La Verdad de la Creación en el Génesis

182

que en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había

hecho.

Ésos fueron los orígenes de los cielos y la tierra,

cuando fueron creados.

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

183

ÍNDICE La Verdad Completa 3

Abrió sus Inteligencias 4

Aclaración Previa antes de Leer Este libro 5

Cómo Nació Este Libro 6

El Porqué Este Libro Contiene Dos Partes 8

PRIMERA PARTE

CREACIÓN DEL HOMBRE ESPIRITUAL

TEMA I 15

El Jardín de Edén - Una Estancia en la Gloria 19

La Gloria en la que Vivíamos 25

Cuatro Ríos Cuatro Caminos 27

Providencia y Advertencia de Dios 36

TEMA II

DESDE EL EDÉN HASTA LA HUMANIDAD 39

La Tentación 41

Diálogo con el Demonio 43

La Desobediencia 46

La Fidelidad de Dios 52

La Misericordia de Dios 53

Las Disculpas 57

TEMA III

DIOS RECHAZA LA MALDAD 59

Maldición a la Serpiente 61

La Promesa de la Redención 63

El Rescate de la Humanidad 67

TEMA IV

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO 71

Los Males que Sobrevinieron a la Humanidad 73

Estado de la Humanidad en Desobediencia 78

Expulsados del Jardín de Edén 80

Todos Pecaron (Más Confirmación en la Biblia) 85

Restauración de la Unidad Perdida 92

SEGUNDA PARTE

EL HOMBRE TERRENAL 99

El Vacío 101

Los Seis Días de la Creación 106

TEMA V

LA CREACIÓN PREPARADA PARA EL HOMBRE 109

Page 185: La Verdad de la Creación

La Verdad de la Creación en el Génesis

184

En el Principio 111

Día Primero: Se Hace la Luz 114

Día Segundo: Separación entre la Vida en la Gloria

y en la Tierra

120

Día Tercero: Separación entre la Vida Fructífera y la Estéril 123

Día Cuarto: Las Señales de los Tiempos 127

Día Quinto: Simbolismo de los Animales Marinos y de las

Aves

132

Día Sexto: Simbolismo de los Animales Terrestres 136

TEMA VI

EL HOMBRE TERRENAL 141

Primer Relato de la Vida Terrenal del Ser Humano en el

Día Sexto

143

Segundo Relato de la Vida Terrenal del Ser Humano:

El Alma Aliento de Vida

151

Una Ayuda Adecuada:

Un Lenguaje de Comunicación 155

El Hombre Reconoce a la Iglesia 158

Una Vida Nueva 161

TEMA VII

EL REENCUENTRO CON DIOS 165

El Día Séptimo 167

Texto Bíblico 173

Índice 183

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La Creación del Hombre Espiritual y el Hombre Terrenal

185

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