La Violencia en América Latina y el Caribe

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    La Violencia en Amrica Latinay el Caribe:

    Un Marco de Referencia para la Accin

    Mayra BuvinicAndrew Morrison

    Michael Shifter

    Banco Interamericano de DesarrolloWashington D.C

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    Mayra Buvinic es la Jefa de la Divisin de Desarrollo Social y Consejera Especial sobre Violencia para elBanco Interamericano de Desarrollo. Andrew Morrison es Especialista en Desarrollo Social para la Divi-sin de Desarrollo Social del Banco Interamericano. Michael Shifter es un Asociado Senior del DilogoInteramericano. Una versin anterior de este artculo aparece en el libro Too close to home: DomesticViolence in the Americas, A. Morrison y L. Biehl, eds., John Hopkins University Press, 1999.

    Los autores quisieran agradecer a todos los que con sus comentarios ayudaron a mejorar la calidad de estedocumento. Isolde Birdthistle, Edward De Vos, Ronald Slaby, Joan Vaz Serra Hoffman, Cheryl Vince-Whitman y Debbie Whitcomb del Centro de Desarrollo Educacional, hicieron valiosas sugerencias. Ra-fael Lozano de la Organizacin Mundial de la Salud y Carlos Castillo de la Organizacin Panamericanade la Salud, facilitaron el acceso a datos valiosos.

    Las opiniones expresadas en este documento son de responsabilidad exclusiva de los autores y no debe-ran atribuirse al Banco Interamericano de Desarrollo.

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    Indice

    La violencia a rasgos generales1

    Tipos de violencia y sus vnculos5

    Los costos socioeconmicos de la violencia8

    Factores que contribuyen a la violencia15

    Polticas para contrarrestar la violencia19

    Prximos pasos25

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    La violencia a rasgos generales

    Basta con leer los titulares de los peridicos y es-cuchar las conversaciones que tienen lugar a diario

    en Amrica Latina y el Caribe, para darse cuentaque el tema de la violencia es la principal preocu-pacin para la mayora de los ciudadanos. Pocagente en la regin ha escapado los efectos de loque se reconoce como un problema multidimen-sional y multifactico; casi todos tienen una histo-ria que contar, muchas veces de manera bastantegrfica. Encuesta tras encuesta resalta la gravedady la frecuencia de este problema.

    Estas percepciones pblicas han sido confirmadaspor datos estadsticos que, a pesar de ser frag-

    mentarios y parciales indican que la regin estentre las ms violentas del mundo (Banco Mun-dial, 1997). Segn los datos comparativos de ho-micidios ms recientes (1990) para las diversasregiones del mundo, Amrica Latina y el Caribetena una tasa de homicidios de ms del doble delpromedio: 22,9 por 100.000 habitantes versus elpromedio mundial de 10,7 (Murray y Lpez,1996a y 1996b). Slo los pases africanos al surdel desierto del Sahara tenan una tasa mayor(40,1); ninguna otra regin del mundo tena unatasa de homicidios mayor a 9 por cada 100.000.

    Estimaciones an ms recientes para Amrica La-tina y el Caribe arrojan una tasa de homicidios de28,4 en 1994; 1 la tasa de homicidios excede elpromedio regional en Guatemala, El Salvador,Colombia y Jamaica (vea el Cuadro 1). Adems,como lo muestra el Cuadro 1, la tasa de homici-dios ha aumentado en la ltima dcada en diez delos catorce pases para los cuales se dispone dedatos. Segn las estadsticas de la OrganizacinPanamericana de la Salud, la tasa de homicidios

    1 Los datos de Amrica Latina y el Caribe fueron pro-

    vistos por el Programa de Anlisis de la Situacin deSalud de la Divisin de Salud y Desarrollo Humano,Organizacin Panamericana de la Salud. Las cifras es-tn basadas en la mortalidad segn la causa de muerte yfueron otorgadas por los pases miembros de La OPS.Estos datos se almacenan en las bases de datos del Sis-tema de Informacin Tcnica de la OPS. La tasa dehomicidios para Amrica Latina en 1994 fue de 29,0mientras que para el Caribe fue de 11,8 por cada100.000 habitantes.

    para la regin aument en ms de un 44% duranteel perodo 1984-1994.2

    Los niveles de violencia domstica tambin sonaltos en la regin. El Cuadro 2 presenta informa-cin sobre la frecuencia de la violencia contra lamujer en pases donde se dispone de datos. A pe-sar de que los medios usados en las encuestas paracoleccionar datos de prevalencia en los distintospases no siempre son comparables, los resultadosson representativos de la ciudad o del pas citados.La mayora de los estudios indican que entre un 30y un 75 por ciento de las mujeres adultas con pa-reja estn sujetas a abuso sicolgico en la regin y

    entre un 10 y un 30 por ciento de ellas sufren vio-lencia fsica. Incluso si consideramos slo las ci-fras ms conservadoras representadas en el cuadro,un gran porcentaje de mujeres son vctimas deabuso y en la mayora de los casos, el abuso escometido por sus parejas. Las estadsticas de vio-lencia contra nios y ancianos son an ms esca-sas. Sin embargo, los datos disponibles sugierenque en esa rea tambin hay serios problemas, loque es de esperarse dadas las altas tasas de violen-cia domstica contra la mujer.

    Los clculos indican que la cantidad de nios quesufren abuso severo en la regin, incluyendoabandono, es de 6 millones y que 80.000 niosmueren cada ao como resultado del abuso porparte de sus padres. Una de las pocas encuestas depoblacin existentes revela la magnitud del pro-blema de la violencia domstica contra los nios.El sesenta y tres por ciento de los nios chilenosen octavo grado (segn datos obtenidos de unmuestreo representativo nacional de 1.533 nios),indic que haban experimentado violencia fsicaen su hogar; 34% por ciento de ellos indic habersufrido abuso fsico severo, lo cual implica que elabuso serio contra los nios es tanto o mayor queel abuso similar contra las mujeres (Larrain, Vegay Delgado 1997).

    2 La fuente para los datos es la misma que la del primerpie de pgina.

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    Cuadro 1Tasas de Homicidios en Amrica Latina y el Caribe (por cada 100.000 personas)

    Fines aos 70/principios aos 80 Fines aos 80/principios aos 90Guatemala .. 150El Salvador .. 150Colombia 20,5 89,5Jamaica .. 35,0Brasil 11,5 19,7Nicaragua .. 18,3Mxico 18,2 17,8Venezuela 11,7 15,2Trinidad & Tobago 2,1 12,6Repblica Dominicana .. 11,9Per 2,4 11,5Panam 2,1 10,9Ecuador 6,4 10,3Estados Unidos 10,7 10,1Honduras .. 9,4Argentina 3,9 4,8Costa Rica 5,7 5,6Uruguay 2,6 4,4Paraguay 5,1 4,0Chile 2,6 3,0

    Fuente: OPS, Programa de Anlisis de la Situacin de Salud, 1997, citado por el Banco Mundial, Crimen y

    Violencia como Temas de Desarrollo en Amrica Latina y el Caribe, 1997.

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    Cuadro 2Prevalencia de la violencia contra la mujer en los pases de

    Amrica Latina y el CaribePais/Ciudad Hallazgos

    Santiago, Chile1

    (1993)33,9%10,7%15,5%

    PsicolgicaFsica (violencia severa)Fsica (menos severa)

    Colombia2+

    (1990)

    33,9%

    20%10%

    Psicolgica

    FsicaSexualColombia3#

    (1995)19% Fsica

    San Jos, Costa Rica4

    (1994)75%10%

    PsicolgicaFsica

    Sacatepequez, Guatemala2+

    (1990)49%74%

    Mujeres abusadasDe ellas por su pareja masculina ntima

    Hait5+(1996)

    70%36%

    Mujeres abusadasDe ellas por su pareja masculina ntima

    Guadalajara, Mxico6*(1997)

    13% Fsica

    Guadalajara, Mxico7#

    (1996)

    16% Fsica

    Len, Nicaragua8#(1995)

    40% Fsica

    Paraguay9#(1996)

    9,4%31,1%

    FsicaPsicolgica

    Monterrey, Mxico10+(1996)

    45,217,515,6

    FsicaFsica y sexualFsica y psicolgica

    Canad2+

    (1993)25% Fsica

    Estados Unidos(1986)

    28% Fsica

    * en el ltimo ao

    # durante su vida+ perodo no especificado en estudio o artculo de sntesis

    Fuentes:1 Soledad Larrain. 1993. Violencia puertas adentro: La mujer golpeada. Santiago: Editorial Univerisitaria.2 Lori L. Heise, Jacqueline Pitanguy y Adrienne Germain. 1994. Violence Against Women: The Hidden Health Bur-den. Documento de trabajo #255. Washington, D.C.: Banco Mundial.3 Profamilia y Macro International. 1995. Demographic Health Survey, III.4 Edda Quirz y Olga Barrantes. 1994. Y vivieron felices para siempre? San Jos, Costa Rica: Centro Nacional parael Desarrollo de la Mujer y la Familia.5 Centre Haitien de Recherches et dactions pour la promotion feminine. 1996.6 M. Rodriguez y P. Becerra. 1997. Qu tan serio es el problema de la violencia domstica contra la mujer? Algu-nos datos para la discusin. Mxico: VII Congreso Nacional de Investigacin en Salud Pblica.7

    M. Shiroma. 1996. Salud reproductiva y violencia contra la mujer: Un anlisis desde la perspectiva de gnero. M-xico: Asociacin Mexicana de Poblacin, Consejo Estatal de Poblacin de Nuevo Len y El Colegio de Mxico.8 Mary Carroll Ellsberg. 1997. Candies in Hell: Domestic Violence against Women in Nicaragua. Tesis de Licen-ciatura, Departmento de Epidemiologa y Salud Pblica, Universidad de Umea, Umea, Suecia.9 Centro Paraguayo de Estudios de Poblacin, Centros para el Control y Prevencin de Enfermedades. Departa-mento de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos. 1996. Encuesta Nacional de Demografa y Salud Repro-ductiva, 1995-96.10 Marcela Granado Shiroma. 1995. La violencia domstica en contra de la mujer. En Foro Estatal para el Progra-ma Nacional de la Mujer: Memoria, eds. Gobierno del Estado de Nuevo Len, Desarrollo Integral de la FamiliaNuevo Len y El Consejo Estatal de Poblacin de Nuevo Len, Monterrey: UNFPA.

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    Tanto la violencia domstica como la violenciasocial (violencia que se genera entre conocidos odesconocidos) estn pasando a primer plano en lasagendas polticas de los gobiernos de la regincomo de las organizaciones no gubernamentales,agencias regionales e instituciones financierasmultilaterales. Esto se debe en parte a los altos y,en algunos casos, crecientes niveles de violencia.

    Tambin se debe al hecho que la violencia es untema que preocupa a distintos grupos: para las or-ganizaciones de derechos humanos, los grupos queabogan por los derechos de las mujeres, los defen-sores de la salud pblica y las agencias de desa-rrollo internacional. La violencia dentro y fueradel hogar es un asunto de derechos humanos. Lacapacidad de vivir una vida libre de miedo a laviolencia es un derecho humano bsico.3 La vio-lencia domstica y social son tambin problemasde salud pblica, ya que ambas contribuyen a unamayor morbilidad y mortalidad. Finalmente, am-

    bos tipos de violencia son serios obstculos al de-sarrollo econmico. (Clculos empricos de loscostos econmicos de la violencia domstica sepresentan en la seccin de costos socioeconmicosde la violencia).

    Debido a la alta frecuencia de la violencia doms-tica y social y sus vnculos (analizados posterior-mente en este informe), el punto central de esteanlisis es la violencia, tema en s ms amplio queel de la violencia criminal, ya que sta es un sub-grupo de la primera. Un acto de violencia puede ono infringir la legislacin existente y, en conse-cuencia, puede o no ser catalogado de criminalpor el sistema de justicia criminal. Un ejemplo deello es la violencia domstica, donde incluso hoyen da algunas de sus manifestaciones no son con-sideradas conducta criminal en algunos pases dela regin. De igual manera, no todos los actos cri-minales son obligatoriamente violentos; crmenessin vctimas como la prostitucin y el sobornousualmente no involucran violencia (vease el Cua-dro 3). Al incluir tanto la violencia criminal, comola violencia no criminal, este artculo consideraopciones de programas que buscan reducir todaconducta generadora de violencia, aunque dicha

    3 La Comisin Interamericana de Mujeres de la Organi-zacin de Estados Americanos (OEA) ha sido til enresaltar la dimensin de derechos humanos de la vio-lencia domstica. La Convencin de Belem do Par,que compromete a los gobiernos firmantes a trabajarpor la eliminacin de la violencia domstica, surgigracias a los esfuerzos de la OEA y de diversas activis-tas en la regin.

    violencia sea o no sea considerada de tipo crimi-nal.Qu es lo que gatilla la violencia en Amrica La-tina y el Caribe? Qu se puede hacer para con-trolar la violencia tanto dentro como fuera del ho-gar? Qu se puede aprender de la experiencia quetiene la regin en cuanto a la violencia? Con el finde ayudar a responder estas interrogantes, este ar-

    tculo presenta una clasificacin de los tipos deviolencia, detalla algunos de los principales costossocioeconmicos que resultan de la violencia eidentifica los principales factores contribuyentes ode riesgo. Tambin se intenta vincular las reco-mendaciones de polticas para reducir la violenciacon los factores que la generan. Por ltimo, esteartculo resume amplias reas prioritarias para ac-ciones futuras, orientadas a reducir la violencia enla regin.

    Cuadro 3Crimen vs. violencia: ejemplos

    Definicin legal

    ViolenciaCriminal

    ViolenciaNo criminal

    Violenta

    Robo a mano armada

    AsaltoViolacin por un des-conocidoAsesinato

    Violencia domstica

    Violacin marital*Castigo corporal

    Conducta

    NoViolenta

    Robo con allanamientode moradaProstitucinSoborno /corrupcin

    --

    * en algunos pases

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    Tipos de violencia y sus vnculos

    TIPOS DE VIOLENCIA

    El fenmeno de la violencia es complejo y multi-factico. Una de las tareas ms difciles y desa-fiantes es desglosar las diferentes formas de vio-lencia y entender mejor sus caractersticas, causasy consecuencias. La violencia se puede categorizarsegn distintas variables: los individuos que sufrenla violencia (mujeres, nios, hombres jvenes, an-cianos, incapacitados), los agentes de violencia(pandillas, narcotraficantes, jvenes, muchedum-bres), la naturaleza de la agresin (psicolgica,

    fsica o sexual), el motivo (poltico, racial, econ-mico, instrumental, emocional, etc.) y la relacinentre la persona que sufre la violencia y la personaque la comete (parientes, amigos, conocidos odesconocidos). En este artculo por razones con-ceptuales y de implicaciones para polticas, se usaesta ltima categorizacin para clasificar todos losactos violentos en dos grupos generales y se hablasobre la violencia entre personas que tienen unarelacin consangunea, de matrimonio formal o detipo consensual4 -denominada violencia domstica- y la violencia que ocurre entre individuos que no

    estn relacionados de esta manera, denominadaviolencia social. La primera generalmente ocurredentro de los confines del hogar, mientras que laltima usualmente ocurre en la calle o lugares p-blicos y es, en consecuencia, ms visible.5

    Las clasificaciones ms comunes de la violenciadomstica se han hecho segn el tipo de violencia

    4 La violencia entre individuos que anteriormente hayanpertenecido al mismo hogar (especialmente entre ex

    esposos o ex co-habitantes) tambin se clasifica comoviolencia domstica.5 Este esquema de clasificacin se centra en la violenciainterpersonal. Este artculo trata el vandalismo y otrasformas de violencia contra la propiedad slo indirecta-mente, desde el punto de vista de que stos pueden in-centivar la violencia interpersonal; sin embargo, es im-portante notar que algunas polticas de intervencindiseadas a reducir la violencia interpersonal tambinpueden llevar a reducir la violencia contra la propiedad.

    y la identidad de su vctima o vctimas. La violen-cia domstica puede ser fsica, psicolgica o se-xual. La violencia fsica, el tipo ms obvio deviolencia domstica, incluye el hecho de abofetear,empujar, estrangular, patear, golpear, doblar elbrazo, causar quemaduras intencionalmente, rete-ner a alguien contra su voluntad o herir a esa per-sona con un cuchillo u otro objeto. En el contextode violencia domstica contra mujeres, la violen-cia psicolgica es ms comn que la violenciafsica; ocurre cuando un individuo es vctima deinsultos frecuentes, es amenazado, sus posesiones

    personales son destruidas o es sujeto de amenazaso gritos, como un medio predominante para lograrsometerlo o como una manera de resolver con-flictos. 6 En el caso de los nios, parece suceder locontrario, ellos son vctimas de abuso fsico mu-cho ms a menudo que de abuso sicolgico. Laviolencia sexual ocurre cuando un miembro de lafamilia (usualmente el hombre en la pareja)7 fuer-za a otro miembro del hogar (generalmente unamujer) a someterse a actividades sexuales contrasu voluntad o abusa de un menor. La violenciadomstica tambin puede ser caracterizada por la

    persona que es el objeto de la violencia. Aunqueocasionalmente los hombres tambin son vctimasde violencia domstica, las vctimas ms comunesson mujeres y nios (desafortunadamente no haydatos confiables a este respecto sobre los ancia-nos).

    Las definiciones de violencia social a menudo secentran exclusivamente en la fuerza fsica. ElCentro para el Control de Enfermedades de los

    6 Note que esta categorizacin incluye implcitamente

    lo que algunos investigadores llaman violencia eco-nmica (el control o negacin de acceso a recursos)bajo el encabezado de violencia sicolgica. Los ancia-nos, los incapacitados y las mujeres son especialmentevulnerables a este tipo de violencia.7 A pesar de que el abuso sexual de mujeres y nios sonciertamente las manifestaciones ms comunes de abusosexual en la regin, tambin hay perpetradores femeni-nos, vctimas masculinas e incidentes dentro del mismosexo.

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    Estados Unidos, por ejemplo, define la violenciacomo el uso o amenaza de usar fuerza fsica, conla intencin de causar dao a otros o a uno mismo(Centers for Disease Control, 1989). A pesar deque la violencia fsica es la manifestacin ms im-portante de violencia social, el abuso sicolgico

    (por ejemplo, la intimidacin) tambin es impor-tante en s mismo y es un antecedente frecuentepara la violencia fsica.

    La violencia social se puede clasificar segn ellugar donde ocurra (violencia urbana versus rural),el motivo de la violencia (poltico, econmico,social, por drogas, aleatorio), el agente violento(jvenes, pandillas, polica, muchedumbres) o elcdigo legal existente (violencia criminal versusno criminal). sta ltima categorizacin, que pue-de ser la preferida de quienes tienen un enfoque

    del cumplimiento de la ley, es poco prctica cuan-do se trata de disear polticas para controlar laviolencia social. En primer lugar, como ya se hamencionado anteriormente, el mismo acto violentopuede ser ilegal en algunos pases y legal en otros.En segundo lugar, a menudo existen vnculos cau-sales entre la violencia no criminal y la violenciacriminal. Los nios, por ejemplo, pueden empezara exhibir tendencias violentas al maltratar o tortu-rar animales. A pesar de no ser ilegal en muchospases, este comportamiento es un antecedente depeso para el desarrollo potencial de la violencia

    interpersonal y, en consecuencia, se debe tratarcon terapia sicolgica y otras medidas adecuadas.

    Para la formulacin de polticas preventivas o pu-nitivas, es de gran ayuda distinguir entre la violen-cia instrumental y la emocional. La violencia ins-trumental es aqulla ejercida para obtener unameta diferente a la violencia misma. La violenciapoltica y la relacionada a las drogas, son ejemplosclsicos de violencia instrumental. La meta de es-tas actividades que usan violencia es, entre otrascosas, intimidar o demandar obediencia.8 Por el

    contrario, en el caso de la violencia emocional(tambin conocida como violencia expresiva uhostil) la respuesta agresiva, el causar dao, es lameta misma, pues no persigue ningn otro fin. La

    8 Al mismo tiempo, el uso sostenido de la violenciainstrumental puede llevar a mayor violencia emocional,a medida que los individuos se acostumbren a resolverlos problemas violentamente.

    violencia domstica o social puede ser de tipo ins-trumental o emocional. La distincin entre los dostipos de violencia es importante porque los mode-los de comportamiento criminal violento repre-sentados por el ofensor racional, modelo muy fa-vorecido por economistas que estudian el crimen,

    no pueden explicar completamente la violenciaemocional. Estos modelos proponen que los cri-minales potenciales examinen los beneficios ycostos esperados del crimen y decidan seguir la vade la actividad criminal slo si los beneficios espe-rados exceden los costos esperados. Los indivi-duos que ejercen la violencia emocional no calcu-lan cuidadosamente los costos y los beneficiospotenciales de su comportamiento violento antesde ejercerla. En consecuencia, las medidas puniti-vas estndar tomadas para enfrentar el crimen(como, por ejemplo, aumentar las probabilidades

    de captura de los agresores mediante una mayorpresencia policial o incrementar las probabilidadesde condena, mejorando el trabajo de investigaciny la eficiencia judicial o aumentar la severidad dela pena, de ser convicto por una ofensa violenta),no disuadirn totalmente a los individuos quepractican la violencia emocional. Si la meta es re-ducir la violencia emocional, donde tienden a pre-valecer las variables psicosociales y culturales porsobre las racionales, se debe buscar el camino dela prevencin, ms que el de la detencin y el cas-tigo. De hecho, y como se establece en la parte

    final de este captulo, la prevencin es una estrate-gia eficiente que no se utiliza suficientemente paratratar todos los tipos de violencia.

    LOS VNCULOS ENTRE VIOLENCIADOMSTICA Y VIOLENCIA SOCIAL

    Dcadas dedicadas al estudio de la conducta hu-mana demuestran que la violencia domstica y laviolencia social son parte de un todo integral, quese entrelazan de manera estrecha y se refuerzanmutuamente. Ya que la violencia es un fenmeno

    mayormente aprendido, la primera oportunidadpara aprender a comportarse violentamente surgedentro del hogar, observando a los padres, herma-nos u otros modelos. Los premios que dan los pa-dres a las conductas agresivas de sus hijos, el mal-trato por parte de los padres y los patrones decomportamiento agresivo de los padres, son algu-nos de los mecanismos mediante los cuales los

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    nios aprenden la violencia a temprana edad(Bandura, 1973; Berkowitz, 1993).

    Tanto los nios que son abusados, como los queobservan abuso crnico, son ms propensos alcomportamiento violento, dentro y fuera de su ho-

    gar, en comparacin a aquellos nios que no expe-rimentan dichas situaciones. Numerosos estudiossugieren que el experimentar u observar violenciacrnica en el hogar puede marcar el comienzo deun patrn de vida donde la violencia se usa paraejercer control social sobre otros y para resolverconflictos interpersonales. A medida que crecenlos niveles de violencia en la familia de origen, laprobabilidad de que un nio tambin se involucreen comportamiento abusivo o violento cuandoadulto tambin aumenta (American PsychologicalAssociation, 1993). A pesar de que los nios

    afectados por la violencia no necesariamente cre-cen y repiten el tipo de abuso experimentado y losadultos abusivos no necesariamente han tenido unaniez violenta, los estudios muestran una conexinsignificativa entre la victimizacin durante la ni-ez y un posterior involucramiento en algn tipode violencia interpersonal (Dahlberg, 1998). Se-gn algunos autores, el factor de riesgo ms im-portante para que un individuo ejerza la violencia,es tener una historia de comportamiento violentode nio (Eron y Slaby, 1994). Una vez que un nioha mostrado tendencias violentas, ese comporta-

    miento tiende a persistir en el tiempo e incluso ser

    transmitido por generaciones (Huesmann et al.,1984). Esto demuestra que el vnculo entre la vio-lencia domstica y la violencia social es directo, sibien no inmediato.

    Esta transmisin de violencia de una generacin a

    la otra y del hogar a la calle, es la razn apre-miante por la cual urge encontrar polticas quedisminuyan la violencia domstica, incluso cuandola meta final sea reducir la violencia social. Tam-bin es imperante unir las brechas conceptuales yprogramticas que existen entre la violencia do-mstica y la violencia social, es decir, unir las es-feras de accin de aqullos (en su mayora hom-bres) que estudian y tratan la violencia urbanacriminal y otros tipos de violencia social en la re-gin, con las esferas de accin de los que (en sumayora mujeres) combaten la violencia domsti-

    ca.

    La relacin causal entre una mayor violencia so-cial y el aumento consecuente de la violencia do-mstica no est bien establecida empricamente.Sin embargo, es razonable pensar que el aumentode la violencia social genera ms violencia do-mstica, ya que reduce las inhibiciones contra eluso de la violencia, proporcionando modelos decomportamiento violento y exponiendo a los indi-viduos a un estrs adicional, situacin que gatillael comportamiento violento.

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    Los costos socioeconmicos de la violencia

    La violencia social impide el desarrollo econmi-co. A nivel microeconmico, la violencia socialreduce la formacin de capital humano porqueinduce a algunos individuos a desarrollar habilida-des criminales, en vez de educacionales; tambindisuade a algunas personas a que estudien de no-che por miedo al crimen violento. A nivel macroe-conmico, reduce la inversin extranjera y la na-cional; tambin puede reducir el ahorro nacional sila gente tiene menos confianza en las posibilidades

    de crecimiento futuro de un pas.La violencia domstica tambin daa los prospec-tos para el desarrollo econmico, no slo las vidasde sus vctimas. El abuso afecta el desempeo delos nios en el colegio y, por lo tanto, su producti-vidad futura y el rendimiento de la inversin na-cional del estado en educacin. Las mujeres quesufren violencia domstica son menos productivasen sus lugares de trabajo y esta baja en la produc-tividad es una prdida directa para la produccinnacional. Tambin hay importantes efectos multi-

    plicadores: las mujeres que son menos productivastienden a ganar menores ingresos y esto, a su vez,implica un menor gasto de consumo y un conse-cuente menor nivel de demanda agregada (Morri-son y Orlando, 1999). Adems, tanto la violenciadomstica como la social requieren del uso de es-casos recursos (incluyendo gastos en los sistemaspoliciales, judiciales y la provisin de serviciossociales) que, de lo contrario, podran ser usadospara otros propsitos.

    Con fines analticos y de ilustracin, se puede di-vidir los costos de la violencia domstica y socialen cuatro categoras: costos directos, efectos nomonetarios, efectos multiplicadores econmicos yefectos multiplicadores sociales (ver Cuadro 4).

    COSTOS DIRECTOS DE LA VIOLENCIA

    Los costos directos incluyen el valor de los bienesy servicios usados en la prevencin de la violen-cia, ofreciendo tratamiento a sus vctimas y captu-rando y castigando a sus perpetradores. De estamanera, los costos directos incluyen gastos en elsistema policial y judicial (costos de prisin y de-tencin, as como costos de enjuiciamiento y otroscostos de los juzgados), gastos en tratamientosmdicos (atencin en salas de emergencia, hospi-talizacin, atencin en clnicas o en las consultas

    mdicas, asistencia dental y el costo de tratamien-tos para enfermedades de transmisin sexual), te-rapia sicolgica para vctimas y - en el caso deviolencia domstica - algunas veces para los vic-timarios, vivienda (albergues y residencias provi-sorias para mujeres abusadas y sus hijos) y servi-cios sociales (capacitacin laboral, funcionariosencargados de los reos que estn bajo libertadcondicional, programas prevencin/educacin so-bre violencia domstica, programas de refugio ycapacitacin para la polica, doctores y otros).9

    No existen clculos para este tipo de costos direc-tos asociados con la violencia directa en paseslatinoamericanos o caribeos, sin embargo, se pre-sume que son considerables, aunque un poco me-nores que los clculos en pases industrializados,donde hay una disponibilidad ms grande de ser-vicios. Las cifras para stos ltimos son altas. Porejemplo, en Canad, Greaves (1995) estima que laviolencia contra las mujeres (incluyendo la violen-cia domstica y por parte de desconocidos, peroexcluyendo la violencia contra los nios) imponeun costo anual de $684 millones de dlares cana-dienses al sistema de justicia criminal y $187 mi-llones a la polica. El costo de la terapia y el en-trenamiento otorgados como respuesta a la violen-cia contra la mujer es de aproximadamente $294millones al ao. As que el total de costos directosexcede los mil millones de dlares canadienses por

    9 Algunas de estas catergoras se han tomado de Lau-rence y Spalter-Roth (1996).

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    ao, una cantidad considerable, incluso para unaeconoma como la de Canad. Los costos directosanuales de la violencia familiar en Nueva Zelandiason de, por lo menos, 1.200 millones de dlaresestadounidenses. Esto es ms que los 1.000 millo-nes de dlares ganados con la exportacin de lana

    (1993-94) y prcticamente tanto como los 1.400millones de dlares gastados en beneficios paradesempleados (Snively, 1994). En los Estados

    Unidos un estudio demostr que las violaciones yel abuso sexual eran la causa dominante de loscostos por lesiones intencionales e involuntarias ennios entre 5 y 14 aos y la segunda mayor causade costos por lesiones para nios entre 0 y 4 aosde edad (CSN Economics and Insurance Resource

    Center, 1997).

    Cuadro 4Los costos socioeconmicos de la Violencia: Tipologa

    Costos directos: valor de bienes y servicios usados en el tratamiento y la prevencin de la violencia- Sistema de salud- Polica- Sistema de justicia criminal- Vivienda- Servicios sociales

    Costos no monetarios: dolor y sufrimiento

    - mayor morbilidad- mayor mortalidad debido a homicidios y suicidios- abuso de alcohol y drogas- desrdenes depresivos

    Efectos multiplicadores econmicos: impactosmacroeconmicos en el mercado laboral y en la productividad in-tergeneracional

    - menor participacin de la mujer en el mercado laboral- menor productividad en el trabajo- menores ingresos-

    mayor ausentismo- impactos en la productividad intergeneracional mediante repeticin de cursos y el menor desempeoeducativo de los nios

    - menores inversiones y capacidad de ahorro- fuga de capital

    Efectos multiplicadores sociales: impactos en las relaciones interpersonales y en la calidad de vida- transmisin intergeneracional de violencia- calidad de vida reducida- erosin del capital social- menor participacin en el proceso democrtico

    Algunos de stos se vern parcialmente reflejados en los costos mdicos. Sin embargo, en casos donde los indivi-

    duos no buscan tratamiento mdico, los impactos sobre la salud deben considerarse como parte de los costos mone-tarios.

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    En el caso de la violencia social se dispone de da-tos en varios pases de Amrica Latina en lo rela-tivo a la cantidad gastada en los sistemas de segu-ridad pblica y de justicia. 10 En Colombia, elgasto pblico en seguridad y justicia criminal fueel 5% del PIB del pas en 1996; los gastos priva-

    dos en seguridad llegaron a un 1,4% del PIB(CEDE-UNIANDES, 1997: 23-5).11 En El Salva-dor, los gastos de las instituciones de gobierno, loscostos legales, las lesiones personales y las activi-dades de prevencin representaron ms del 6% delPIB de 1995 (Cruz y Romano, 1997: 32). En Ve-nezuela, el gasto pblico en seguridad fue aproxi-madamente del 2,6% del PIB de 1995 (IESA,1997: 25-7). Los datos de Mxico y de Per noson estrictamente comparables, ya que se refierenslo a la Ciudad de Mxico y a Lima, respectiva-mente, ms que a los pases como un todo. En

    Ciudad de Mxico los gastos relativos a las medi-das de seguridad pblica y privada sumaron 181millones de dlares en 1995 (Fundacin Mexicanapara la Salud, 1997); la administracin de justiciay de prisiones se responsabiliz por otros 128 y690 millones de dlares respectivamente. El gastopblico que tuvo el gobierno nacional en polica,

    juzgados y prisiones para Lima fue aproximada-mente el 1% del producto regional del rea metro-politana en Lima en 1997, mientras que el gastoprivado para medidas de seguridad alcanz otro0,41% del producto regional (Instituto Apoyo,

    1997: 26-8).

    10 Un porcentaje muy reducido del gasto nacional paraal aparato de seguridad est destinado a proveer servi-cios policiales y judiciales para casos de violencia do-mstica. Ya que este porcentaje es extremadamentebajo en todos los pases de la regin, tratamos los gas-

    tos policiacos y judiciales como si pertenecieran exclu-sivamente al tema de violencia social.11 Si se consideran todos los gastos para los sistemasencargados de la ejecucin de la ley y de la justiciacriminal como costos directos de violencia, esto va aexagerar los verdaderos costos directos, debido a quealgunos de estos gastos existiran incluso si no existieraviolencia. Adems, la propia existencia de la aplicacinde la ley y de la justicia criminal podra prevenir algode la violencia (instrumental).

    COSTOS NO MONETARIOSDE LA VIOLENCIA

    Los costos no monetarios incluyen impactos en lasalud que no necesariamente generan una demandapara la utilizacin de servicios de salud, como por

    ejemplo, mayor morbilidad, mayor mortalidad de-bido a homicidios y suicidios, abuso de alcohol ydrogas y desrdenes depresivos.12 Si se calcula lacontribucin al deterioro de la salud por parte de laviolencia domstica, los resultados son serios: elBanco Mundial estim que anualmente hay 9 mi-llones de aos de vida saludables (AVISA) perdi-dos en el mundo por concepto de violaciones yviolencia domstica, cifra mayor que el total demujeres vctimas de todos los tipos de cncerexistentes y ms de dos veces el total de AVISAperdidos por mujeres en accidentes de vehculos

    motorizados (Banco Mundial, 1993).13

    Un estudio donde se calcul la carga de enferme-dades para las mujeres en la Ciudad de Mxico,Lozano (por publicarse), se descubri que la vio-lencia domstica fue la tercera mayor causante deprdidas de AVISA, despus de la diabetes y lasafecciones perinatales. La violencia por parte dela pareja y otras formas de abuso contra la mujerfue una fuente aun mayor de prdida de AVISAque los accidentes vehiculares, las anomalas con-gnitas, la artritis reumatoide, la osteoartritis, las

    enfermedades cardiovasculares, las enfermedadescerebrovasculares y la neumona.La violencia domstica tambin tiene impactosimportantes en los nios que sufren abuso. Variosestudios (Dembo et al, 1992; Ireland y Widom,1994, y Kelley, Thornberry y Smith, 1997) en losEstados Unidos, por ejemplo, documentan la rela-cin entre abuso infantil y problemas posterioresde abuso de drogas y/o alcohol por parte de la vc-tima.

    12 Hay que ser cuidadoso para evitar una doble contabi-lidad. Si un episodio de morbilidad genera una deman-da para servicios mdicos, no se considera como costono monetario y debe ser incluido dentro de la categoracostos directos.13 AVISA no slo incluye los aos perdidos por morta-lidad prematura, sino que tambin los aos que la per-sona ha estado afectada por incapacidad o enfermedad.

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    En el caso de la violencia social, tambin hay cl-culos de AVISA perdidos. En El Salvador se per-dieron 178.000 AVISA en 1995 por muertes vio-lentas (Cruz y Romano, 1997: 30). En Per la cifrafue de 60.792 (Instituto Apoyo, 1997: 16);163.136 para Ro de Janeiro (ISER, 1998:42) y en

    Ciudad de Mxico fue de 57.673 (Fundacin Me-xicana para la Salud, 1997: 14). En Caracas, no seincluyeron los impedimentos en el clculo (slo seincluyeron las muertes); incluso as, se perdieron56.032 aos potenciales de vida en 1995 por ho-micidios (IESA, 1997: 31). A pesar de que las ci-fras son considerables, su verdadero significado sedebe medir en comparacin con los AVISA perdi-dos por otras causas comunes. Desafortunada-mente, esta comparacin slo est disponible paraColombia, donde entre el 18 y el 27% de todos losAVISA perdidos durante el perodo de 1989-1995

    fueron causados por homicidios, mientras que elpromedio mundial alcanza slo el 1,4%. En Co-lombia, los AVISA perdidos por homicidios sontres veces mayores que los que se pierden por en-fermedades infecciosas y dos veces ms que losperdidos por enfermedades cardiovasculares(CEDE-UNIANDES, 1997: 12-16).

    EFECTOS MULTIPLICADORESECONMICOS DE LA VIOLENCIA

    Los efectos multiplicadores econmicos de la

    violencia son significativos e implican una menoracumulacin de capital humano, una menor tasa departicipacin en el mercado laboral, menor pro-ductividad en el trabajo, mayor ausentismo, meno-res ingresos e impactos en la productividad inter-generacional y a nivel macroeconmico, menorcapacidad de ahorro e inversin.

    Existe evidencia de que las mujeres que sufrenviolencia domstica tienen ndices ms altos deausentismo y mayores probabilidades de ser des-pedidas o de dejar sus trabajos. En Estados Uni-

    dos, Stanley (1992) informa que el 30 % de lasmujeres abusadas perdieron su trabajo como re-sultado directo del abuso. El Departamento deJusticia Estadounidense inform que el 94 porciento de las mujeres abusadas perdieron, por lomenos, un da hbil de trabajo al ao como resul-tado del abuso sufrido y 50 % de las mujeres abu-sadas se ausentaron del trabajo hasta tres das almes (Stanley, 1992). En Canad, el 34 por ciento

    de las mujeres maltratadas y el 11 por ciento de lasvctimas de asalto sexual, indicaron que no podantrabajar el da despus del asalto, generando prdi-das de 7 millones de dlares canadienses por ao(Greaves, 1995). Desafortunadamente, no hay evi-dencia sobre la prdida de trabajo y ausentismo

    para pases de Amrica Latina y el Caribe.

    Con respecto al impacto de la violencia domsticaen la capacidad para obtener ingresos de la mujer,existe evidencia clara derivada de un estudio reali-zado por Morrison y Orlando (prximo a publicar-se) de que las diferencias entre las remuneracioneslaborales de las mujeres afectadas por violenciafsica severa y las que no han experimentado estetipo de violencia son muy grandes. En Managua,Nicaragua, las mujeres que sufren severa violenciafsica ganan slo un 57 por ciento de lo que ganan

    sus compaeras que no sufren abuso. En Santiago,Chile, este porcentaje es de 39 por ciento. EnChile, las prdidas de ingresos para todas las mu-

    jeres representan ms del 2% del PIB chileno de1996. En Nicaragua, las prdidas constituyenaproximadamente un 1,6% del PIB de 1996. Valela pena recalcar que estas prdidas incluyen sola-mente el impacto sobre el ingreso de la mujer y nocaptan el impacto sobre la participacin laboral ens, ni tampoco el impacto sobre el ausentismo.

    El ltimo tipo de efecto multiplicador econmico

    de la violencia domstica es el impacto intergene-racional que sta tiene en el futuro econmico delos nios. Los nios que sufren o que son testigosde abuso domstico tienen ms probabilidades detener problemas disciplinarios en el colegio y po-dran tener ms probabilidades de repetir cursos(Morrison y Orlando, prximo a salir). En Chile, alos nios que indicaron haber sufrido abuso serio,les fue considerablemente peor en el colegio que alos nios que informaron no haber sido vctimasde abuso fsico (Larrain et al, 1997). Estos efectossugieren el impacto directo que ejerce la violencia

    domstica sobre el capital humano de estos nios ysu habilidad futura para obtener un empleo ade-cuado con un salario decente.

    La violencia social tambin tiene importantesefectos multiplicadores econmicos. El BID aus-pici estudios acerca del impacto econmico de laviolencia criminal urbana en seis pases de la re-gin: Brasil, Colombia, El Salvador, Mxico, Per

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    y Venezuela. Los estudios desglosan los costos dela violencia en cuatro categoras: impactos en lasalud (gastos en servicios incurridos como resulta-do de la violencia); prdidas materiales (gasto p-blico y privado en polica, sistemas de seguridad yservicios judiciales; intangibles (cantidad de dine-

    ro que los ciudadanos estaran dispuestos a pagarpara vivir sin violencia) y transferencias (valor debienes perdidos en robos, rescates pagados a se-cuestradores y sobornos pagados como resultadode extorsin). Los clculos finales de costos seexpresaron entonces como un porcentaje del pro-ducto domstico bruto de 1997. Los clculos va-riaron entre un bajo 5,1 por ciento en Per y unalto 24,9 por ciento en El Salvador, con una mediade 14,2 por ciento para los seis pases. La clasifi-cacin detallada de estos clculos de costos se pre-senta en la Cuadro 5. Desafortunadamente, estas

    categoras no son mutuamente excluyentes (porej., la voluntad de los ciudadanos para pagar puedeincluir tambin el valor de reducciones en el im-pacto de la violencia en la salud), ni completas(por ej., no incluyen explcitamente el costo de unmenor nivel de ahorro e inversin).

    A pesar de que el clculo del impacto de la violen-cia en las inversiones es metodolgicamente com-plejo, diversos investigadores han especificado yestimado los modelos economtricos para Colom-bia. Tanto Rubio (1995), Bonell et al (1996) y Pa-

    rra (1997) encuentran una relacin inversamenteproporcional bastante considerable desde el puntode vista estadstico entre violencia e inversin enacciones de capital. Es de esperarse que el efectode las violencia sobre las inversiones vare segnsector. Por ejemplo, las inversiones en el sectorturismo se muestran especialmente sensibles a losniveles de violencia en muchos pases.

    EFECTOS MULTIPLICADORES SOCIALESDE LA VIOLENCIA

    Los efectos multiplicadores sociales incluyen latransmisin intergeneracional de la violencia, laerosin del capital social, una calidad de vida re-

    ducida y una menor participacin en los procesosdemocrticos.

    En el caso de la violencia domstica existe abun-dante evidencia que documenta el vnculo exis-tente entre un hombre que ha sido testigo o hayaexperimentado abuso de nio y la conducta vio-lenta con su esposa o compaera. Un estudio he-cho por Strauss et al (1980) en los Estados Unidos,documenta que la tasa de abuso por parte de cn-yuges fue diez veces ms alta para hombres quehaban tenido una niez violenta que para aqullos

    que no la tuvieron. Algunos autores se cuestionanla fuerza de esta relacin, pero no su existencia(Stark y Flitcraft, 1991). Otros estudios en los Es-tados Unidos y Canad muestran que los niosexpuestos a la violencia domstica tienen puntosde vista inadecuados en cuanto a la aceptacin y ala utilidad de la violencia como un medio para re-solver conflictos (Jaffe, Wilson y Wolfe, 1989).Dichos estudios tambin comprobaron que esosnios tienen un mayor riesgo de ser vctimas yperpetradores de violencia (Dahlberg, 1998;Thornberry, Huizinga y Loeber, 1995). La cone-

    xin entre la violencia domstica, el pobre desem-peo de los padres y el futuro comportamientoviolento fuera del hogar, no ha sido estudiada em-pricamente en Amrica Latina y el Caribe, perono sera una sorpresa encontrar dicha relacin.

    Cuadro 5Costos Econmicos de la Violencia Social en Seis Pases Latinoamericanos

    (expresados como porcentaje del PIB de 1997)

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    acatamiento de la ley y la consolidacin democr-tica (Fruhling, 1995; Instituto de Defensa Legal,1996; Gregori, 1997). La violencia estructural,donde las fuerzas policiales y/o grupos paramilita-res se transforman en agentes de violencia perpe-trada a ciertos grupos, especialmente a nios de la

    calle, menoscaba la democracia y genera ms vio-lencia. Adems, las instituciones democrticasenfrentan nuevas demandas y desafos creados porla inseguridad colectiva que no slo afecta el desa-rrollo econmico, sino que tambin deja seriasdudas respecto a su habilidad para tratar efectiva-mente el crimen. Como resultado, el impacto pol-tico de la violencia social dentro de un contextoregional caracterizado por una cultura democrticadbil, es muy grande (Fruhling, 1995).

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    Factores que contribuyen a la violencia

    No existe un solo factor que de cuenta adecuada-mente de los altos niveles de violencia en AmricaLatina y el Caribe. Al discutir los factores quecontribuyen o que inhiben el comportamientoviolento, es decir, al discutir los factores de riesgoy de proteccin es necesario distinguir entre losque operan a nivel individual, a nivel de hogar y anivel comunitario o de la sociedad. Algunos de

    los factores ms importantes que operan a estosniveles se anotan en el Cuadro 6. Tambin es im-portante tomar en cuenta los antecedentes de vio-lencia social y situacional, aquellas caractersticasen el ambiente fsico y social que pueden incenti-var o inhibir el comportamiento violento en losindividuos.

    Cuadro 6Factores de riesgo para la violencia

    IndividualGneroEdadAntecedentes biolgicosNivel educacionalNivel socioeconmicoSituacin laboralAbuso de drogas y alcoholExposicin temprana a la violencia

    HogarTamao/densidad del hogarHistoria de violencia familiarDinmicas y normas del hogarNivel de pobreza del hogar

    Comunidad/SociedadDesigualdad socialHistoria de violencia social (guerras)Efectividad de instituciones de control social*Disponibilidad de armas y drogasViolencia en los medios de comunicacinNormas culturalesNivel de pobreza del vecindarioTasa de crimen del vecindarioCaractersticas ambientales del vecindario (cantidad de casas, alumbrado pblico en las calles, etc.)

    * stas incluyen el poder judicial y la polica, as como importantes organizaciones de la sociedad civil, tales comola iglesia y los grupos de la comunidad.

    FACTORES INDIVIDUALESLa evidencia sugiere que un conjunto de factoresindividuales inciden de gran manera en los patro-nes de violencia domstica y social. Estos factoresson: gnero, edad, caractersticas biolgicas o fi-siolgicas, nivel educacional, nivel socio-econmico, situacin laboral, uso de drogas o al-cohol y el hecho de haber sufrido o presenciado

    abuso fsico en la niez. Cada factor de riesgo tie-ne su propio impacto marginal en la probabilidadde que un individuo se comporte violentamente.

    Los hombres son ms agresivos que las mujeres entodas las sociedades humanas donde se dispone deinformacin y sta es la nica diferencia en elcomportamiento de los sexos que sale a relucirantes de la edad de dos aos, lo que indica que hay

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    races biolgicas para la agresin masculina (Mac-coby y Jacklin, 1974). El riesgo de conducta vio-lenta es mayor an si una persona sufre de anor-malidades cerebrales o tiene anomalas neurolgi-cas, lo que aumenta la posibilidad de actuar enforma violenta. Otras disfunciones que tienen ori-

    gen fsico incluyen el desorden de hiperactividadcon dficit de atencin, trastornos del aprendizaje,desarrollo escaso de las habilidades motoras, com-plicaciones prenatales y perinatales, anomalasfsicas menores y daos cerebrales (Ospinas, 1998;Buka y Earls, 1993). Los polticos y funcionariospblicos a menudo dan por hecho que los factoresbiolgicos y sicolgicos estn arraigados de mane-ra exgena y que no son receptivos a intervencio-nes de polticas, pero a menudo ste no es el caso.Por ejemplo, los trastornos del aprendizaje se pue-den tratar a travs de programas educacionales

    especializados y las complicaciones prenatales operinatales a menudo se pueden evitar tambin conprogramas apropiados para tratar la salud maternay la del nio. Tampoco podemos decir que todoslos trastornos del aprendizaje son el resultado derasgos biolgicos heredados: la calidad del cuida-do prenatal y de las interacciones entre padres ehijos tienen fuertes impactos en el desarrollo de lashabilidades cognitivas y emocionales necesariaspara interceptar o prevenir las reacciones violentas(Karr-Morse y Wiley, 1998).

    Otro factor muy importante a nivel individual es laexposicin temprana a la violencia. Existe sufi-ciente evidencia para afirmar que, tanto en el casode la violencia domstica como de la social, elhaber estado expuesto tempranamente a la violen-cia - incluyendo experiencias previas con abusocrnico de nio, donde la persona lo ha experi-mentado o presenciado - tiene un efecto conside-rable en la probabilidad de convertirse en adultoviolento y abusivo (Huesmann et al, 1984). Unapersona que tiene un trauma neurolgico y tam-bin ha sufrido experiencias tempranas de maltrato

    y negligencia, posee una combinacin de factoresque predicen fuertemente la presencia de compor-tamiento criminal en la edad adulta.

    FACTORES DEL HOGAR

    Los factores que contribuyen a la violencia a nivelde hogar son igualmente relevantes para un anli-sis completo de la violencia domstica y social.Los factores principales son: el tamao de la fami-lia y el grado de hacinamiento, la historia de vio-lencia familiar, la dinmica y las normas (espe-

    cialmente cuando las normas predominantes sonms autoritarias que igualitarias o democrticas) yel ingreso per cpita del hogar. Los padres chile-nos con cuatro hijos o ms resultaron ser tres ve-ces ms violentos con sus hijos que los padres conun solo hijo (Larrain et al 1997). Una posible ex-plicacin para este hecho es que la mayor densidado hacinamiento de las familias ms grandes con-lleva frustracin y propicia conductas violentas.En el mismo estudio, nios con padres que sonviolentos entre ellos tambin sufrieron mucho msabuso fsico que los nios cuyos padres no son

    violentos. Las familias violentas tienden a perpe-tuarse. Tambin hay otros comportamientos dis-funcionales en la dinmica de las familias y de loshogares, como la incapacidad para desempear elrol de padres - incluyendo falta de control y super-visin de los nios que estn vinculados concomportamiento antisocial, agresivo y criminal(Dahlberg 1998; Farrington 1991). Un estudiotranscultural realizado en 90 sociedades mostrque aqullas con altos niveles de violencia erantambin las que tenan normas autoritarias en elhogar, donde el hombre era dominante y exista

    una aceptacin social de la violencia fsica (Levin-son, 1989). Escritoras y activistas feministas hanresaltado que las relaciones desiguales entre losgneros son un factor central cuando se trata deexplicar la violencia domstica contra las mujeres.En los Estados Unidos, por ejemplo, una encuestasobre violencia familiar realizada a nivel nacionalen 1975, mostr que la violencia contra las espo-sas tena mayores probabilidades de ocurrir cuan-do dependan econmica y psicolgicamente demaridos dominantes (Berkowitz, 1993).

    Gonzalez y Gavilano (por publicarse), en un estu-dio de violencia domstica contra mujeres en Li-ma, Per, descubrieron que la pobreza en los hoga-res aumenta la probabilidad de violencia psicol-gica y general, pero no la violencia fsica, ni se-xual. El hallazgo (manteniendo otros factoresconstantes) de que la violencia contra la mujertenga mayores probabilidades de darse en hogaresms pobres puede tener dos explicaciones. La pri-

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    mera es que la pobreza en s causa mayor violen-cia. La segunda es que la pobreza (o bajo nivelsocioeconmico) no es en s la causa directa de laconducta violenta, ms bien, la pobreza est aso-ciada con el estrs adicional que causa la incerti-dumbre, las precarias condiciones econmicas y el

    hacinamiento. En general, las personas que tieneuna predisposicin a comportarse agresivamente(ya sea por naturaleza o por formacin) demues-tran esta actitud con ms frecuencia en situacionesde estrs. En otras palabras, la frustracin y el es-trs son un gatillo situacional de la violencia.Berkowitz, 1993).

    No obstante, incluso si asociamos, pero no vincu-lamos causalmente la pobreza a la violencia, laviolencia como se mostr en la seccin anterior empobrece a la gente y a las sociedades.

    FACTORES SOCIALES Y COMUNITARIOS

    Los factores sociales y comunitarios interactuancon las caractersticas individuales y la dinmicadel hogar. Entre estos factores sociales a nivel msagregado resaltan: la desigualdad de ingresos, laviolencia en los medios de comunicacin, la dis-ponibilidad de armas, los efectos posguerra y losdbiles controles institucionales (particularmentela ineficacia de los sistemas policiales y judicia-les), las normas culturales y posiblemente los ni-

    veles de pobreza de la vecindad y el historial deviolencia.

    Un conocido estudio sobre ndices de criminalidaden las 125 reas metropolitanas ms grandes de losEE.UU, demostr que el crimen es ms una fun-cin de la desigualdad de ingresos, que de la pro-porcin de gente pobre en las comunidades (Blauy Blau, 1992). Un reciente estudio inter-regionalrealizado por el Banco Mundial sobre las variablescorrelacionadas con violencia, se demuestra cla-ramente la relacin entre la pronunciada desigual-

    dad de ingresos y el comportamiento violento(Fajnzylber et al, 1997). Ms claro an que en elcaso de la pobreza, la desigualdad de ingresos au-menta las nociones de deprivacin y frustracin, loque puede constituir fuertes antecedentes de com-portamiento violento.Los niveles de pobreza de un vecindario, sin em-bargo, s parecen estar asociados con una mayorviolencia. En el caso de la violencia domstica

    existe evidencia emprica de esto slo para losEstados Unidos (OCampo et al, 1994). En el casode la violencia social, la pobreza puede gatillar laviolencia, especialmente cuando se asocia con unapronunciada desigualdad de ingresos, una alta tasade desempleo y un nivel bajo de educacin entre

    los jvenes (PAHO, 1996). No obstante, la pobre-za puede ser tambin el resultado de la violencia,ya que la violencia disminuye el capital humano,fsico y social.

    Las condiciones fundamentales de pobreza y desi-gualdad en la regin pueden convertirse en unfactor que contribuya an ms seriamente a laviolencia social y domstica, debido al papel que

    juegan los medios de comunicacin al difundir lospatrones de consumo de los ricos y, de esta mane-ra, acentuar el sentido de carencia de los pobres.

    Los medios de comunicacin tambin afectan elnivel de violencia cuando en sus programas sepremia el comportamiento violento que los televi-dentes aprenden y despus imitan; stos, a su vez,tienden a estimular e instigar el comportamientoviolento en la audiencia. La exposicin repetida alos medios de comunicacin violentos se asociaconsistentemente con mayores ndices de agresin,especialmente en los nios (Huesmann y Eron,1986). La violencia de los medios de comunica-cin es un gatillo situacional para el comporta-miento violento. Otros gatillos situacionales inclu-

    yen la fcil disponibilidad de armas, as comocondiciones ambientales que facilitan el crimen,tales como la falta de privacidad y la ausencia dealumbrado pblico.

    Las sociedades que han pasado por peridos re-cientes de conflicto blico continuan siendo vulne-rables a brotes de violencia. En El Salvador yGuatemala de posguerra, por ejemplo, la ampliadisponibilidad de armas y el atenuamiento de lasinhibiciones contra el uso de la violencia agudizanla influencia de otros factores como la desigual-

    dad, el papel negativo desempeado por los me-dios de comunicacin y los altos niveles de pobre-za. Una comparacin de la tasa de homicidios ennumerosos pases antes y despus de haber parti-cipado en guerras, arroj un aumento considerableen la tasa de homicidios, independiente de que lasnaciones hubiesen ganado o no la guerra y de quesu economa de posguerra hubiese o no mejorado(Archer y Gartner, 1984). Adems, a pesar de que

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    es difcil trazar medidas precisas de desempeoinstitucional, est claro que la efectividad de lossistemas policiales y judiciales puede estar espe-cialmente comprometida en sociedades que hanemergido recientemente de conflictos, lo que a suvez afecta los incentivos y los costos esperados

    por participar en actos violentos.

    La cultura tambin es un factor determinante delcomportamiento. La violencia se entreteje en eltapiz cultural de muchas sociedades y se transfor-ma en parte de un juego de reglas que guan elcomportamiento y ayudan a dar forma a las identi-dades de los grupos. As, por ejemplo, muchassociedades aceptan el castigo corporal de los nioslo cual frecuentemente inculca la violencia comouna manera aceptable de resolver los problemas.Los estereotipos de gnero refuerzan la nocin del

    derecho del marido a controlar el comporta-miento de su pareja y dicho control se puede ejer-cer a travs del uso de violencia domstica. A ni-vel de comunidad, las normas que tienen que vercon la participacin en las organizaciones comu-nitarias y de autoayuda mutua, tienen importantesimplicaciones para la cohesin de la comunidad y,en consecuencia, tambin para el nivel de violen-cia. Las determinantes sociales y culturales de laviolencia tiene implicaciones importantes para losprogramas de prevencin e intervencin de violen-cia. Especialmente las iniciativas de prevencin de

    violencia que no toman en cuenta las normas cul-

    turales, corren un mayor riesgo de no alcanzar lasmetas propuestas.

    Un alto ndice de crimen en la vecindad puede ge-nerar en s ms violencia. Un aumento en el cri-men violento disminuye las inhibiciones contra la

    conducta violenta, tanto a travs del efecto de lademostracin (los criminales dan el ejemplo aaqullos que tanto se inclinan a imitar su compor-tamiento) y la erosin de las normas sociales y dela cohesin de la comunidad que regula las rela-ciones interpersonales (Fajnzylber et al, 1997).

    La existencia de los factores de riesgo a diferentesniveles de conjunto no implica una falta de inte-raccin entre los factores que operan a diferentesniveles. Por ejemplo, a nivel individual, factorestales como las anomalas biolgicas y fisiolgicas

    y el hecho de haber experimentado abuso fsico,crean una cierta predisposicin para que un indivi-duo se comporte violentamente. Hogares y comu-nidades que tienen bajos ingresos y alto nivel dehacinamiento, tienen mayor probabilidad de agra-var tal predisposicin a la violencia, debido al in-cremento en la frustracin y los niveles de estrs.Por el contrario, ingresos altos y bajos niveles dehacinamiento reducen la probabilidad de tener unapredisposicin al comportamiento violento. Fre-cuentemente, estmulos situacionales especficosgatillan la violencia domstica o social, activando

    factores individuales, como pasa con las experien-cias previas de abuso fsico.

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    Polticas para contrarrestar la violencia

    Los polticos y funcionarios pblicos que estnconscientes tanto de los costos socioeconmicosgenerados por la violencia y el incremento de laviolencia domstica y social, como del incrementode la violencia a travs del tiempo, quieren actuarde inmediato para reducir los niveles de violencia.Las acciones debern estar orientadas a los diver-sos factores que contribuyen al problema. Preci-samente porque el fenmeno de la violencia esmulticausal, generalmente se necesita una combi-nacin de acciones a diferentes niveles (a nivel delindividuo, del hogar y de la comunidad). Ello no

    debe excluir la posibilidad de polticas orientadasa factores de riesgo especficos (tales como pro-gramas que incentiven el canje de armas o campa-as contra el abuso del alcohol o las drogas) quepueden ser, en s, muy efectivas; adems, dichaspolticas son ms fciles de implementar de mane-ra exitosa. Los gobiernos deben comparar loscostos y beneficios de los programas integradosversus los programas focalizados en un factor de

    riesgo especfico.

    Las opciones polticas se pueden clasificar en po-

    lticas preventivas y lo que se puede llamar medi-das de tratamiento o remediales. Sera ideal contarcon datos sobre los costos y beneficios de los pro-gramas integrados y comparar stos con los pro-gramas focalizados; as como sera tambin degran ayuda tener datos sobre polticas preventivasversus las polticas remediadoras aplicadas en di-ferentes lugares. Esto facilitara la eleccin de laestrategia ms rentable. Desafortunadamente, haypoca o casi ninguna informacin en la regin sobrelos costos de los programas, ni siquiera desde elpunto de vista de la contabilidad, para evaluar lasopciones de los programas, sin mencionar el cono-cimiento de los beneficios generados por los dife-rentes tipos de programas.

    Los expertos concuerdan que las estrategias pre-ventivas son generalmente ms efectivas en cuantoa costos que las estrategias de tratamiento. Bruner(1996), por ejemplo, examin los rendimientospotenciales a la inversin en centros de familias en

    vecindades de alto riesgo de Allegheny County,Pensilvania, y encontr que tales centros seranrentables si mediante su uso se obtendra un cincopor ciento o ms de reduccin en gastos o servi-cios remediadores sociales, una suposicin bas-tante razonable. Caldwell (1992) estim que en elestado de Michigan, los costos del crimen adulto -como resultado de maltrato en la niez y el cui-dado prenatal inadecuado ascienden a $175 millo-nes al ao. Dar una educacin completa a los pa-dres de cada familia que espera su primer hijocostara slo $43 millones al ao y tendra otros

    beneficios colaterales, aparte de reducir el crimenentre los adultos. Esto tambin reducira los gastosen servicios de proteccin, custodia temporal,costos de salud de infantes con bajo peso al mo-mento de nacer y la reduccin de gastos en el sis-tema de justicia juvenil (Caldwell, 1992; tematratado en el National Clearinghouse on ChildAbuse and Neglect Information, 1998). Como sepuede apreciar, un programa educativo compren-sivo para los padres puede ser altamente rentable.

    La prevencin puede ser especialmente rentable en

    situaciones donde niveles muy altos de violenciacoexisten con un ineficiente desempeo por partede instituciones claves de control social, tales co-mo las judiciales y las policiales, lo que ocurre engran parte de Amrica Latina y el Caribe. Msan, ya que los estudios han mostrado que el com-portamiento violento a menudo tiene sus races enla naturaleza de los antecedentes biolgicos y elaprendizaje social en los aos formativos, es esen-cial dirigir las actividades de prevencin a unapoblacin meta muy joven y a sus padres.

    Es importante reconocer que la prevencin y eltratamiento no son opciones dicotmicas, sino quems bien forman parte de un continuo de polticas.Al lado del tratamiento hay, por ejemplo, polticasde tratamiento ms convencionales que involucrantpicamente el sistema policial, judicial y penal. Lameta especfica de estas polticas es controlar laconducta de los individuos que se involucran en laviolencia (Fruhling, 1997). Al avanzar en este

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    continuo, tenemos las medidas preventivas secun-darias, orientadas a grupos de riesgo particular-mente alto, como son hombres jvenes que hanpresenciado o han experimentado violencia cuan-do nios. Estas medidas intentan modificar lasconductas que ponen a dichas personas en riesgo

    de ser victimarios o vctimas de la violencia.

    Al lado opuesto del continuo tenemos las polticasde prevencin primaria que intentan cambiar lasactitudes, normas y comportamientos sociales dela poblacin general; dichas polticas a menudoapuntan a ms de un factor de riesgo y con ellas seintenta influir sobre la conducta de ciertos gruposde diferentes edades u otros tipos de individuos,tales como padres y nios pequeos. En el lado dela prevencin del continuo tratamiento-prevencin, es prctico distinguir entre la preven-

    cin que se centra en los antecedentes situaciona-les del comportamiento violento y en la preven-cin que se centra en los determinantes sociales dela violencia. La primera se centra en las vctimaspotenciales y busca reducir la probabilidad decomportamiento violento (al dificultar el crimenviolento, hacerlo ms riesgoso o menos gratifica-dor), mientras que el segundo tipo de prevencinest dirigida a los agresores potenciales y buscareducir la probabilidad de generar individuos vio-lentos (haciendo hincapi en ser buenos padres yen los programas de aprendizaje social positivo

    con nios pequeos y/o subgrupos en la poblacinque tengan un alto riesgo de involucrarse en con-ductas violentas).

    Para poder ilustrar las formas ms efectivas detratar la violencia, es bueno examinar en detallecuatro factores contribuyentes y explorar qu in-tervenciones ya probadas dan mejores resultados.Los cuatro factores seleccionados son representa-tivos y prominentes en la regin y adems, recal-can la manera en que las diversas opciones de po-lticas pueden tener un impacto en los diferentes

    factores contribuyentes a la violencia. Estos facto-res son: a) factores que promueven el aprendizajede la violencia, b) alcoholismo/uso de drogas, c)pobreza y desigualdad d) disponibilidad de armas.

    APRENDIZAJE DE LA VIOLENCIA

    Existen factores a distintos niveles que promuevenel aprendizaje de la violencia. A nivel de individuo

    dichos factores incluyen el abuso fsico o la expo-sicin al abuso y a modelos agresivos, as como unbajo nivel educacional. A nivel de hogar, dichosfactores incluyen un desempeo ineficiente de lospadres y estar expuestos a normas autoritarias. Anivel de sociedad estos factores incluyen el papel

    negativo de los medios de comunicacin y de losvalores culturales que aceptan y/o promueven laviolencia.

    Ya que es ms fcil prevenir el aprendizaje de laagresin antes que promover su desaprendizaje,los pasos preferidos a seguir incluyen promover eldesarrollo social de nios y grupos de alto riesgo,as como la prevencin de la violencia domstica.El sistema educacional tiene el potencial de modi-ficar los valores culturales que promueven la utili-zacin de la violencia. La reforma curricular que

    reduce los estereotipos sobre el papel de los sexosen las escuelas (por ejemplo, mediante la ensean-za de contribuciones femeninas a la clase de histo-ria, la eliminacin de los estereotipos relativos alpapel de los sexos en los libros a usar y la promo-cin de la participacin de las nias en los depor-tes), es un paso importante para lograr la igualdadde los gneros y reducir la violencia, como unapromocin de los valores cvicos.

    Los recursos educacionales dirigidos a ensearmtodos no agresivos de resolucin de conflictos

    en las escuelas pueden ser muy efectivos, espe-cialmente en las comunidades de alto riesgo. Losprogramas educacionales innovativos en los Esta-dos Unidos y Canad que ensean a los nios ha-bilidades para resolver conflictos de manera pac-fica (vea Jaffe, Sundermann y Schiek, por publi-carse), han generado resultados positivos. Las es-cuelas son tambin un vehculo ideal para identifi-car nios y familias con alto riesgo de violencia,que se pueden beneficiar con los servicios dispo-nibles. Las inversiones complementarias incluyenbuenos programas de enseanza para que los pa-

    dres puedan reforzar en la casa las leccionesaprendidas en las escuelas, y programas para lasetapas tempranas de desarrollo del nio que pro-vean atencin mdica y apoyo adecuados para lasmadres y les d a los nios la crianza y los mode-los a seguir necesarios para un desarrollo saluda-ble.

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    Tambin son apropiadas las actividades educativasinformales de la comunidad, donde se ensea a losciudadanos sobre las sanciones legales contra laviolencia, las estrategias efectivas de prevencincon base en la comunidad y los servicios socialesdisponibles para las vctimas de la violencia. Es

    importante que las organizaciones no guberna-mentales, as como las distintas asociaciones co-munitarias, emprendan estos esfuerzos. Los gru-pos que abogan por los derechos de la mujer pue-den ser muy instrumentales en la implementacinde actividades educativas informales que comba-tan la violencia domstica. Adems, se puedendirigir actividades similares a la audiencia mascu-lina, ya que son los hombres los agresores msprobables, como se est realizando en Argentina,Chile, Costa Rica, Jamaica, Trinidad y Tobago yMxico. Estos programas tienen un componente

    remediador, que ensea a los hombres violentos acontrolar su comportamiento y un componentepreventivo, en el que se ayuda a desvincular lasnociones de masculinidad y violencia.

    Las campaas educacionales de los medios de co-municacin masivos son una respuesta potencial-mente efectiva, ya que proporcionan modelos decomportamiento pacficos y refuerzan las res-puestas pacficas. El Banco Interamericano de De-sarrollo, en colaboracin con varios gobiernos ygrupos que abogan por los derechos de la mujer en

    Latinoamrica y el Caribe, desarroll y distribuyun video educativo que busca aumentar la toma deconciencia respecto al problema de la violenciadomstica. Los efectos educativos pueden involu-crar los medios de comunicacin comerciales, in-centivndolos a producir y difundir imgenes mspositivas de interacciones interpersonales (hom-bre-mujer, adulto-nio). Puede ser muy positivomostrar ejemplos de soluciones pacficas a losconflictos, especialmente en los programas de en-tretencin (como es el caso de las telenovelas).Los resultados de varios estudios realizados en los

    EE.UU. sealan la importancia de tener modelosms positivos de la mujer y de soluciones pacficasa conflictos, con el fin de reducir la violencia do-mstica y social (Pan American Health Organiza-tion, 1996; Shifter, 1997). La participacin de losmedios de comunicacin, incluyendo los mediosde comunicacin comerciales, en campaas deprevencin de violencia puede contrarrestar el

    efecto negativo de los medios de comunicacin encuanto al aprendizaje de la agresin.

    ABUSO DE SUSTANCIAS

    El abuso de drogas y bebidas alcoholicas es unfactor de riesgo bien establecido para la violenciadomstica y social a nivel individual y comunita-rio. Desde el punto de vista preventivo, se puedeconsiderar una variedad de opciones. Quizs lams prometedora y de resultados comprobados esun conjunto de medidas implementadas en el pro-grama DESEPAZ (Desarrollo, Seguridad y Paz)en Cali, Colombia. El programa parti de un enfo-que epidemiolgico y document en detalle losincidentes violentos, incluyendo informacin so-bre niveles de alcohol y el lugar donde ocurrieronlos incidentes. Esta informacin le permiti a la

    administracin municipal desarrollar medidas es-pecficas que apuntan a combatir el comporta-miento violento. Estas medidas incluyen: aumentarel alumbrado en las calles, tomar una serie de me-didas destinadas a fomentar el dilogo con los l-deres de pandillas y limitar la disponibilidad debebidas alcholicas mediante la prohibicin de suventa durante ciertos perodos. La tasa de homici-dios baj considerablemente en Cali despus delestablecimiento de estas medidas, lo cual demostrque los gobiernos municipales tienen herramientasdisponibles para reducir la violencia social (Gue-

    rrero, 1997). Adems, si se llevan a cabo campa-as de amplio alcance que estn bien planificadaspor los medios de comunicacin y que estn diri-gidas a jvenes y a otros grupos especficos, sepueden resaltar los riesgos y reducir el atractivoque representa el consumo de drogas y alcohol.

    Como medidas preventivas adicionales, es buenoconsiderar un rango de polticas que apunten atratar, si bien indirectamente, algunas de las con-diciones que fomentan el uso de alcohol y drogas.Entre dichas medidas tenemos: programas de em-

    pleo orientados a los sectores de la poblacin dems alto riesgo (Banco Mundial, 1997), servicioscomunitarios integrados (por ejemplo, mejora-miento de los barrios pobres, instituciones recrea-ciones o centros para adolescentes) que puedenayudar a renovar el capital social y promover nor-mas y respaldo, especialmente para la gente joven(Moser y Holland, 1997). Por ltimo, tenemos lasmedidas que implican mltiples esfuerzos para

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    evitar el aprendizaje de los comportamientos agre-sivos descritos anteriormente. La idea es proveer alos hombres jvenes de alto riesgo con alternativasque no sean compatibles con el abuso de drogas yalcohol y el comportamiento violento, incluyendotrabajo remunerado y deportes. En este esfuerzo de

    apoyar los programas de empleo para jvenes enriesgo, aparte de contar con la participacin deimportantes agencias municipales y de gobiernonacional, puede ser de mucha ayuda contar conorganizaciones del sector privado y con organiza-ciones multilaterales, tales como el Banco Intera-mericano de Desarrollo y el Banco Mundial.

    Por ltimo, con el fin de prevenir la distribucinde drogas a lo largo del hemisferio, es importantereforzar la capacidad de las instituciones espe-cialmente las constituidas por el sistema policial y

    judicial para que desempeen bien su papel y fun-cin profesional. Los gobiernos de varios paises dela regin, a travs de sus Ministerios de Justicia,han resaltado la importancia de las reformas poli-ciales y judiciales en su agenda. En consecuencia,el Banco Interamericano de Desarrollo est suscri-biendo un nmero de reformas institucionales enla regin, especficamente las reformas judicialesy policiales (Jarquin y Carrillo, 1997), el BancoMundial est apoyando reformas judiciales. Lasmedidas legislativas a nivel nacional, junto con eltrabajo de la Comisin Interamericana para el

    Control del Abuso de Drogas (CICAD), de la Or-ganizacin de Estados Americanos y la Conven-cin de Viena de las Naciones Unidas, puedenayudar a establecer normas regionales e interna-cionales que promuevan una mayor cooperacinpara enfrentar colectivamente el problema de lasdrogas.

    POBREZA Y DESIGUALDAD

    Los altos niveles de pobreza y desigualdad quecontribuyen directa o indirectamente a la violencia

    domstica y social en Amrica Latina y el Caribe,son problemas difciles de solucionar. Especfica-mente en el caso de la desigualdad, que alcanza elndice ms alto del mundo y no ha disminuido eslas ltimas dos dcadas (BID, 1998). No es de ex-traarse que la regin tenga los altos ndices deviolencia que tiene. Como se mencion anterior-mente, la pobreza y la desigualdad crean senti-mientos de carencia y frustracin y aumenta el

    estrs, todos antecedentes fuertes de violencia. Elcomportamiento violento, por otro lado, empobre-ce a la gente y consolida la desigualdad. Las pol-ticas de accin a este respecto son mayormentepreventivas y de efecto rezagado.

    En este sentido, las medidas macroeconmicas, junto a polticas implementadas por el sector pri-vado y el pblico, pueden ser de gran ayuda en lageneracin de empleos. Tener un empleo bueno yestable puede tener un efecto positivo que aminorela probabilidad de que un individuo se involucreen violencia domstica o social, especialmente sivive en una sociedad donde los sistemas de bie-nestar social son ineficaces. Los empleos para lamujer en particular pueden tener beneficios mlti-ples muy convenientes. Ellos pueden ayudar a re-ducir la desigualdad y la fecundidad (que se asocia

    tanto con desigualdad como con violencia) y pue-den modificar el balance del poder en las relacio-nes entre los miembros familiares, sirviendo comoproteccin contra la violencia en el hogar o, por lomenos, dndoles a la mujer algn grado de auto-noma econmica, en caso de que ella tenga quedesligarse de una relacin peligrosa. Las medidascomplementarias que se deberan considerar sonlas que facilitan la participacin de la mujer en lafuerza laboral. Entre ellas podemos mencionarmejoramientos en el acceso al agua, electricidad ytransporte, para reducir el tiempo que emplea la

    mujer en el trabajo no remunerado de la casa, me-joras en la calidad de la enseanza para las jvenesy un mejor acceso de la mujer a asistencia crediti-cia y tcnica (BID, 1998).

    Adems, los fondos de inversin social (tales co-mo los que estn siendo implementados en Jamai-ca y en otros pases), pueden ayudar a reabastecerel capital social reducido en una comunidad. Losprogramas pueden incluir apoyo para el equipa-miento y la rehabilitacin de instituciones deporti-vas, centros para adolescentes, centros de entre-

    namiento y actividades enfocadas a la solucin deconflictos (Moser, 1996).

    Estudios preliminares indican que la mejor solu-cin para la desigualdad es mayor acceso a losservicios de educacin y salud (Birdsall y Sabot,1994; BID, 1998). Un estudio reciente del BancoMundial descubri que la educacin tiene unefecto rezagado en la reduccin del crimen, efecto

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    que se materializa no cuando la persona se esteducando, sino que cuando pasa a ser adulto(Fajnzylber, 1997). Aun as, pensando en el largoplazo, los polticos y funcionarios pblicos quequieran resolver el problema de la violencia po-dran considerar varias reformas institucionales,

    incluyendo la distribucin de ms recursos espe-cialmente a la educacin primaria de calidad, uni-versalizando la enseanza secundaria, incremen-tando la calidad y los salarios de los profesores y,por ltimo, dndole ms autoridad a los colegioslocales para que puedan encargarse de sus propiosasuntos (Puryear y Bruner, 1995). Estas medidasde reforma institucional deberan estar orientadas aeliminar los estereotipos de los sexos en el rea dela enseanza y, de manera ms general, asegurar laigualdad de los gneros cuando se trata de teneracceso a instruccin de calidad. Adems, como

    respuesta a los altos niveles de desigualdad quetienden a producir resentimientos y una mayordistancia entre las comunidades y los representan-tes del sector pblico, se podra considerar la op-cin de la polica comunitaria. Sin embargo, deconsiderarse esto, se debe tener en cuenta tambinlas dificultades potenciales de implementar mo-delos descentralizadores de polica en una regincon una cultura de polica institucional altamente

    jerrquica (Neild, 1998). Un ejemplo interesantees Viva, en Ro de Janeiro, Brasil, donde desdeprincipios de los noventa se ha desarrollado una

    estrategia esencialmente preventiva basada en unarelacin ms efectiva entre las fuerzas policiales ylos residentes de la comunidad (Sussenkind, 1997;Fernandes, 1997). Otro ejemplo es un proyectopiloto sobre polica comunitaria en San Jos, CostaRica. Una evaluacin de fin de ao registr unareduccin tanto en el crimen como en la percep-cin de la inseguridad, as como una mejora en laimagen de la polica (Chinchilla y Rico 1997). Entodo caso, la polica comunitaria constituye unapoltica prometedora, ya que genera confianza enla comunidad y les da a sus residentes mejor y ms

    efectiva proteccin, que puede ayudar a reducir lasmarcadas desigualdades en los servicios y a tratarde enfrentar las consecuencias de tales desigualda-des.

    DISPONIBILIDAD DE ARMAS

    Se sabe a ciencia cierta que uno de los mayoresfactores de riesgo, particularmente en la violenciasocial, es la disponibilidad de armas. Las armasincitan a la violencia y agravan los episodios vio-lentos. En una variedad de casos, su disponibilidades el resultado directo de muchos aos de guerra y

    de conflicto interno. El problema es quizs msmarcado y agudo en Amrica Central, especial-mente en El Salvador, Guatemala y Nicaragua,pases que vienen saliendo de conflictos internos.En estos pases se han llevado a cabo programasespeciales, con distintos resultados, como una ma-nera de controlar la disponibilidad de armas. Di-chos programas se han conducido tpicamentedentro del marco de acuerdos polticos de paz en-tre los combatientes., sin embargo, es importantecontinuar este esfuerzo de desarme ms all delproceso de paz, dando incluso incentivos a los re-

    sidentes para que entreguen sus armas (Cruz yRomano, 1997). El programa desarrollado en Bo-got, Colombia, bajo el gobierno municipal deAntanas Mockus para comprar las armas en manosde los civiles, es un esfuerzo prometedor en esterespecto. Este programa ilustra el valor de la cola-boracin entre el sector pblico y la sociedad civil(por ej., la iglesia) en la implementacin de unacampaa exitosa. Tambin seala la importanciade mensajes simblicos para cambiar la cultura deviolencia, por ejemplo, fundir las armas y hacercon ello cucharas para infantes (Mockus, 1998).

    Otra experiencia interesante relativa al control dearmas es la de Cali, donde el transporte de armasse prohibi durante ciertos fines de semana de altoriesgo. Guerrero (1997) estima que esta medidacontribuy parcialmente a la reduccin de la tasade homicidios en Cali.

    La legislacin nacional y la aplicacin de acuer-dos internacionales e instrumentos relativos alcontrol de armas pequeas (como fue propuestopor Mxico y adoptado en la Asamblea General dela Organizacin de Estados Americanos en junio

    de 1997), pueden ser muy tiles para la imple-mentacin de normas a nivel nacional y regionalque controlen la disponibilidad de armas. Otramanera de limitar la cantidad de aramas disponi-bles es fomentar actividades que apunten a la apli-cacin ms efectiva y responsable de la ley me-diante una fuerza policial reformada y ms profe-sional.

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    Prximos pasos

    La agenda contra la violencia de la regin enfrentadesafos prcticos y de investigacin. Como semencion en este trabajo, se ha dedicado muchotiempo al estudio y a la investigacin sobre laviolencia, usando una variedad de perspectivasdisciplinarias. El conocimiento generado en lasltimas cuatro o cinco dcadas en los pases in-dustrializados se puede sintetizar, transferir y utili-zar. Las investigaciones futuras sobre violencia enla regin debern ser puntuales y prcticas. Se de-be emprender nuevas investigaciones slo paracerrar brechas conceptuales (tales como la relacin

    entre la violencia social y la violencia domstica)o para identificar factores de riesgo que corres-ponden a ciertas reas en particular. Se necesitanestudios adicionales, en particular en relacin atres temas que contribuirn directamente al diseode programas para combatir la violencia comoson: la magnitud, los costos y las evaluaciones deprogramas pilotos y de buenas prcticas".

    Tambin se debe mejorar considerablemente larecopilacin de estadsticas fidedignas y compara-bles sobre la incidencia y la prevalencia de la vio-

    lencia, as como tambin se necesita expandir elrango de medidas usadas para establecer su mag-nitud. La tasa de homicidios es un indicador im-portante, pero no es el mejor indicador del nivel depobreza en una sociedad. El subregistro de los ac-tos de violencia constituye un problema serio, es-pecialmente en el caso de la violencia domstica.

    Estudios acerca de costos y consecuencias de laviolencia, que ya se estn realizando en muchospases, junto con datos ms confiables sobre lamagnitud del problema, sirven para justificar eidentificar reas que requieren intervencin. Sinembargo, el componente, hasta ahora ausente, peroms difcil y esencial para el diseo de programasefectivos, es el conocimiento prctico sobre qu eslo que funciona. Existe una necesidad urgente deinvestigar y documentar las buenas prcticas,evaluar proyectos pilotos en operacin y lanzaruna serie de iniciativas piloto que incluyan com-

    ponentes de evaluacin en una variedad de secto-res.

    En el rea de los programas contra la violencia, ungran desafo est en la prevencin, manteniendopresente, sin embargo, el hecho de que existe uncontinuo que se extiende desde la prevencin hastael tratamiento. Hasta ahora los esfuerzos de la re-gin se han centrado en combatir la violencia conacciones punitivas a travs de la polica y los juz-gados y tambin en ofrecer tratamiento a las vc-timas de la violencia. A pesar de que el castigo

    efectivo es un poderoso factor disuasivo contra elcrimen hay un sinnmero de otras medidas de pre-vencin, con bajos costos comparativos y altosretornos potenciales que han brillado por su au-sencia. Existe slo una cantidad reducida de pro-gramas de prevencin, muchos de ellos en Colom-bia, que ha tomado la delantera en la investigacinde las acciones contra la violencia.

    Las medidas preventivas pueden reducir los facto-res de riesgo de la violencia, aumentar los factoresde proteccin y tratar los factores determinantes

    del crimen y la violencia de ndole situacional osocial. Las medidas situacionales pueden incre-mentar los riesgos y reducir los beneficios de lasconductas violentas, as como pueden minimizarlos estmulos para las acciones agresivas. Las me-didas preventivas se pueden dirigir a toda la po-blacin (prevencin primaria) o a grupos de altoriesgo como nios que han sido abusados, jvenesdesempleados y hogares monoparentales (preven-cin secundaria). Al instaurar las medidas preven-tivas se deben tomar en cuenta los vnculos con-ceptuales entre la violencia domstica y la violen-cia social e intervenir lo antes posible en las vidasde los individuos.

    Programas intensivos para la prevencin del abusoinfantil llevados a cabo por organizaciones comu-nitarias (incluyendo las iglesias locales), as comopor escuelas primarias y secundarias podran con-tarse entre los programas ms modestos, con gran-des dividendos desde el punto de vista de la pre-

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    vencin del crimen. Otros programas de bajoscostos y alta productividad incluyen programasmaterno-infantil, de desarrollo de la niez tempra-na, de prevencin de abuso de alcohol y drogas ymedidas para prevenir crmenes situacionales, in-cluyendo programas de control e intercambio de

    armas, alumbrado pblico y otras medidas de se-guridad pblica, as como restriccin a la venta dealcohol durante periodos de alto riesgo. Campaaseducativas bien diseadas y enfocadas en los me-dios de comunicacin que incluyan la programa-cin comercial, pueden ayudar considerablementea reforzar los valores cvicos, cambiar modelos deconducta aceptable entre los sexos y a prevenir laviolencia domstica y social. El Cuadro 7 pre-senta una lista de algunas acciones para prevenir laviolencia por sector, lo que sugiere la viabilidadpotencial de programas sectoriales e integrados

    para prevenir la violencia.Los programas contra la violencia, aunque en elcontinuo de polticas estn ms cerca del lado dela prevencin o estn ms cerca del lado del trata-miento, tienen que estar dirigidos a un grupo meta(por ejemplo, estudiantes de escuelas primarias,miembros de pandillas juveniles), un lugar dondese pueda localizar el grupo en cuestin (por ej.,escuelas, centros de detencin) y un mtodo o es-trategia para lograr la reduccin de la violencia(por ej., ensear a resolver conflictos de manera noviolenta, entrenamiento vocacional) (National

    Center for Injury and Control, 1993). Las munici-palidades son un lugar especialmente prometedorpara acciones contra la violencia, especialmente

    por las actividades multisectoriales que requierencoordinacin, lo que se puede lograr ms fcil-mente a nivel municipal que nacional. Dado elescaso historial de iniciativas para la prevencinde violencia y su tratamiento en Amrica Latina,tambin es esencial que todas las actividades ten-

    gan un serio componente de evaluacin que, comomnimo, permita medir tanto el impacto del pro-grama en los participantes (versus un grupo decontrol bien definido), como los costos del pro-grama.

    Los programas contra la violencia necesitan darprioridad a los vecindarios pobres, ya sea porquestos tienden a sufrir mucho ms violencia queaqullos donde hay ms dinero o porque el capitalsocial de los pobres es especialmente vulnerable ala erosin, a raz de la violencia. Las inversiones

    dedicadas a prevenir la violencia en etapas tem-pranas de desarrollo del nio y a aumentar lasoportunidades econmicas de los pobres, espe-cialmente mujeres y hombres jvenes, constituyenmedidas crticas de prevencin de la violencia,reduccin de la desigualdad y promocin del cre-cimiento econmico. Los mltiples beneficios queacarrea la prevencin de la violencia en el bienes-tar humano y su contribucin a los derechos hu-manos, as como su impacto positivo en la reduc-cin de la pobreza y la desigualdad, hace que lasinversiones en estos programas encajen perfecta-

    mente en la agenda del Banco Interamericano deDesarrollo.

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    Cuadro 7Acciones para prevenir la violencia, clasificadas por sector

    SECTOREducacin - Programas educacionales que ensean destrezas para resolver conflictos

    - Programas de estudio y textos escolares no sexistas- Intervenciones a nivel cognitivo