La Virtud de Escuchar

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  • 7/29/2019 La Virtud de Escuchar

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    Ediciones Voz de los sin Voz- Movimiento Cultural Cristiano- www.solidaridad.net

    Monforte de Lemos 162, 28029 Madrid 0034- 91 373 40 86

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    La virtud de escuchar- Guillermo Rovirosa

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    La virtud de escucharPRESENTACIN

    La virtud de escuchar sali a la luz en Voz de los sin Voz siendo responsable

    de las Ediciones Julin Gmez del Castillo amigo personal de Rovirosa,reproducimos aqu la presentacin que hizo de este texto:

    Escribimos estas lneas introductorias desde la devocin a quien, en vida,reconocimos como modelo de virtudes heroicas, y lo hacemos en un momentoen que comienza a hablarse de la posible introduccin en la Iglesia de suproceso de beaticacin. Rovirosa era sorprendente en su santidad y en su original discurrir. Comosorprende, a quienes nos sentimos tantas veces escuchados y acogidos por l,leer (y orle en vida) que nunca escuch a nadie, cuando tantas horas estuvoatento a nosotros, pobres diablos a su lado entonces y ahora! Nosotros, quele vimos en tantas charlas y cursillos repetir e interpretar correctamentecuanto los asistentes haban dicho; nosotros, atrados siempre por su mirada,penetrante como un cuchillo pero dulce, suave y clida como la luz de laaurora. Y tantos otros diran lo mismo....

    Su humildad le lleva, ciertamente, a VER que no escuch a nadie; pero por suvida, ms an que por sus palabras, sabemos de su CONSTANTE ESCUCHA

    DE LA VERDAD que le lleva a Jesucristo, de su escucha a Cristo que le llevaal seno de la Iglesia, de su escucha a Cristo y a la Iglesia que le llevan a laescucha de los pobres (que mientras l vivi coincidan sociolgicamente ennuestro pas con los obreros).

    Pas los aos posteriores a su conversin escuchando esas tres voces:JESUCRISTO, LA IGLESIA, LOS POBRES. Ser militante obrero, hijo y apstolde la Iglesia sin caer en la acepcin de personas y el a Jesucristo constituanpara l, aspectos de una nica realidad. l saba que ninguna justicia humanapuede ser autntica si no est en lnea con la Justicia del Reino de Dios, que

    la transmisin de la Palabra Salvadora est garantizada en la Iglesia y quesolamente la aceptacin por los pobres, en su corazn en su mente y en suvida, de esa Palabra Salvadora, puede vencer la explotacin y la degradacinhumana a que se ven sometidos. Quien no busque LA VERDAD CON CORAZN LIMPIO, que no lea aRovirosa (ni a Cristo). Hay mucha profundidad para ojos con legaas deespiritualismo o de progresismo al uso. Hoy presentamos, en el Movimiento Cultural Cristiano, tres escritos deGuillermo Rovirosa. El ms importante es el segundo: La virtud de escuchar.Es el ao 1962, cuando Rovirosa est llegando al cenit de su vida contemplativa.Pensado, mecanograado, fotocopiado, encuadernado y enviado por l,

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    desde Montserrat, a sus amigos como efusin y regalo personal, es el que hainspirado las lneas que anteceden.

    Escuchemos, pues, a quien tan bien supo escuchar.

    Julin Gmez del CastilloResponsable de Ediciones Voz de los sin Voz

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    La virtud de escuchar

    PREFACIO-CONFESIN

    En el ocaso de mi vida, traspuestos ampliamente los sesenta aos, me percatocon gran pena y no menor asombro de algo esencialsimo en la vida y a lo que nunca

    prest la menor atencin. De algo que ahora me explica en gran parte los fracasos enmis relaciones humanas

    ME HE DADO CUENTA DE QUE VERDADERAMENTE NO HEESCUCHADO A NADIE.

    Esto es gravsimo

    No s si esta tragedia ma es tambin la tragedia de los dems. Es posible queyo sea en esto un caso monstruoso; aunque me parece que no. Estoy convencido de

    que el mal es universal. Me ha llevado a esta conviccin el hecho de que cuantas veceshe hablado de ello con otras personas que estaban en pleno uso de razn, de cualquieredad y sexo, todos me han manifestado su asombro al descubrir que estaban en mimismo caso.

    .Sea ello como fuere, all van estas NOTAS, que no quieren ser otra cosa que

    un llamar la atencin ante el hecho y un intento para tratar de salir de esta lastimosasituacin.

    Comprendo perfectamente que lo que acabo de escribir sorprenda bastante aquien acaba de leerlo, tanto si me conoce personalmente, como si no.

    Es posible que con una larga vida de relaciones extensas e intensas no hayaescuchado nunca a nadie?

    Pues s, seor. No solamente es posible, sino que sta es la tristsima realidad.

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    Claro est que no es lo mismo escuchar de cualquier manera que escucharverdaderamente, subrayando esta palabra como he hecho al empezar.

    A causa de esta distincin, en la primera parte de estas NOTAS tratar deestablecer la nocin clara de qu cosa es el escuchar verdaderamente. Lo demsvendr por sus pasos contados.

    PRIMERA PARTE

    CAPTULO PRIMERO

    ESCUCHAR Y OR

    En todo lo que se indica en este Cuadernose supone siempre que los rganosauditivos funcionan correctamente. Quiero decir que no me referir nunca a posiblesdefectos fsicos, ya que ello es cosa de mdicos, y cae, por lo tanto, fuera de mi

    competencia y de mi intencin.

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    No puedo ni quiero negar que ciertos defectos y anomalas del odo puedenintroducir modicaciones importantes en las consideraciones que vaya hacerrerindome a lo normal. Pero esto lo dejo para quienes puedan, sepan y quierantratarlo por su cuenta.

    El sentido del odo funciona sin interrupcin. La naturaleza no nos ha dotadode prpados, ni de pausas, ni de retracciones que puedan dejarlo fuera de servicioa voluntad del consumidor. Para que deje de actuar no hay otro medio que el detaponarlo fsicamente. Esto no es ninguna novedad, pero conviene recordarlo.

    Un paso ms. El sentido del odo est en comunicacin constan te con esta

    parte del alma que los psiclogos denominan el inconsciente.Voy a dedicar unas lneas a este aspecto, que no constituye el objetivo principal

    de estas NOTAS, ni mucho menos. Slo lo har de paso y como referencia.

    Estn de acuerdo los psiclogos (especialmente los modernos) en armar que

    el inconsciente es la parte del alma que funciona de manera permanente, incluso enel sueo. Lo que en el ser racional llamamos inconscienciatiene su paralelo (grossomodo) en lo que se denomina instintoen los animales.

    Por el odo llega una informacin constante a la inconsciencia, que noreacciona mientras tal informacin no se sale de lo habitual. Por ejemplo: las vacassiguen paciendo imperturbables mientras llegan a sus odos los rumores de la brisa, elcanto de los grillos, el balar de los corderos..., as como el hombre que va por la calle

    de la gran ciudad no hace ningn caso de los ruidos habituales de los vehculos de to-das clases, de las conversaciones, de los voceadores, etc

    .Pero si la vaca que pace en el prado oye el rugido de un len que se ha escapado

    de un circo, o el viandante de la gran ciudad oye el ruido caracterstico de dos oms vehculos que chocan violentamente, se termin la indiferencia. La vaca actuarinfaliblemente guiada por su instinto, y la persona lo har por algo ms complejo, enlo que pueden intervenir su instinto de conservacin, su temperamento, sus reejoscondicionados... y en ltimo trmino su entendimiento y su voluntad. El resultado

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    nal ser, en las personas, que unas se quedarn inmviles para ver qu pasa, otrasimpulsadas principalmente por el miedo modicarn su marcha apartndose del focosonoro, mientras que otras se dirigirn hacia l para prestar el auxilio que est a sualcance.

    Todo esto como primera actitud, derivada del hecho de que un ruido ha

    provocado la atencin y la alarma de la consciencia. La rapi dez con que aquellareaccin se efecta diere en cada persona, y es muy posible que quien tuvo un primermovimiento de fuga sea luego, reaccionando, uno de los ms abnegados auxiliadores;mientras que otro cuyo primer impulso fue el de acudir, a los pocos momentos escurrael bulto para evitarse los

    Todo esto son experiencias del vivir diario, y no hay por qu insistir en ello,pues todos lo sabemos de sobra.

    Pero estos ejemplos tan banales ya nos permiten establecer una primeradistincin entre el ory el escuchar. Y podemos decir:

    Oir es la percepcin de sonidos externos sin atencin psquica, ya sea por-

    que no rebasa la zona de la inconsciencia (por ejemplo en el sueo), ya sea porquetratndose de ruidos rutinarios no provocan la atencin. Escuchar es la percepcin desonidos externos acompaada de atencin psquica voluntaria o espontnea.

    Un ejemplo: en un concierto todos los asistentes oyen toda la msica, pero notodos la escuchan y atienden a toda ella.

    El oir es una operacin objetiva que depende nicamente de los sonidos

    exteriores y del buen estado del rgano auditivo; mientras que el escuchar dependedel sujeto, depende de que ste ponga o no atencin a lo que oye.

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    PRIMERA PARTE

    CAPTULO SEGUNDO

    ESCUCHAR Y ENTENDER

    Aqu empiezo a entrar de lleno en el objetivo de estas NOTAS. El or, tanto en laspersonas como en los animales, ya no ocupar ms nuestra atencin, despus de lasleves indicaciones que he hecho en el captulo anterior. Ahora nos ocuparemos delescuchar.

    De lo primero que me percato es de que, cuando escucho, lo que menos me preocupason los sonidos en s, sino que mi atencin se dirige a lo que los sonidos expresan. Alo que puede llamarse su carga

    Hay cargasque expresan lo mismo en todos los pueblos y lugares del mundo,como ocurre con la risa y el llanto por ejemplo. Si a travs de un tabique oigo rer a

    personas que no conozco, la sensacin que experimentar ser radicalmente diferentede la que experimentara si oyera llorar. Y ello no ser en funcin de los sonidos, sino

    de su carga.

    Muy otro sera el caso, quiz ms claro, de dos personas que escuchan auna tercera que habla en un idioma familiar al primero y que el segundo desconocetotalmente. Ambos oyen exactamente los mismos sonidos, pero para el uno carecen decarga, mientras que para el otro representan las imgenes y las ideas ms variadas

    Un mdico ausculta el pecho de un enfermo, y los sonidos que percibe le

    expresan una multitud de precisiones sobre el estado interno del enfermo, mientrasque la misma operacin realizada por un profano... carece de sentido.

    Quiero indicar con todo esto que para escuchar el primer paso consiste enponer atencin a lo que se oye, pero esto no es ms que el pri mer paso. El segundopaso es ENTENDER.

    La parte principal en el aprendizaje de ENTENDERse realiza en los primeros meses

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    de la vida, cuando de manera casi inconsciente no solamente se aprender a entenderlas palabras de las personas que nos rodean, sino tambin a pronunciarlas para poderser entendidos de los otros. Esto hace posible la comunicacin entre el que lleg almundo hace unos dos aos y los que conviven con l.

    Me parece que basta mirar para ver que el entenderno se agota nunca. Por

    muchos aos que uno viva, siempre hay cosas (que pueden representarse por sonidos)que uno no entiende todava, pero que podra llegar a entender si se aplicara a ello.Lenguas extranjeras, tcnica, arte..

    .Aqu seguramente puede hablarse de un mnimo vitalque lo formarn los

    conocimientos mnimos para que un ser humano pueda convivir normalmente con losque le rodean. Este mnimo vital creo que es diferente para cada situacin en que elhombre se halle, y no ser el mismo para un pen que para un mdico. La categora

    humana la dar, para cada individuo, la distancia a que se encuentra de su mnimovital. Para que esta distancia aumente ms y ms se requieren tres condiciones:Esfuerzo, Aptitudes y Oportunidades.

    Tengo para m que lo que ms falla (de estas tres cosas) no son las aptitudesni las oportunidades, sino el esfuerzo, que ordinariamente se rehuye cuando no se

    prev a plazo corto la cosecha de sus resultados. Por algo llevamos en nuestra propianaturaleza la llamada Ley del Mnimo Esfuerzo, que si bien en gran parte es causa de

    los avances de la tcnica, por otra parte es una rmora para la auto-tcnica del hombre,como iremos viendo en estas NOTAS.

    El hecho es que cuando se llega a la edad adulta, en general uno se contentacon lo que aprendi a entenderde nio y de joven, y no se preocupa por aprender aentender cosas que no entiende, limitndose nicamente a vigilar para no caer en elridculo.

    Haciendo un inciso, he de expresar la pena que esto me produce, ya que estoyseguro de que la edad adulta es la ms apropiada para aprender a entenderms yms; primero porque las facultades estn ms desarrolladas que en los nios y en los

    jvenes, y despus porque el mayor bagaje de entendimientosfacilita en gran manerael adquirir otros nuevos. Pero no parece sino que casi todos nos hemos puesto deacuerdo tcita y estpidamente en estar seguros de que son solamente los nios ylos jvenes los que tienen que aprender a entender, ya que los adultos somos los queentendemos todo. Imbciles!

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    Un aspecto me llama la atencin, y es que para los pases que designamoscomo de cultura occidental(que no tiene nada que ver con capitalismo ni comunismo)el sentido corporal al que se da la primaca sobre los dems es el de la vista, mientrasque en Asia [la preferencia] se atribuye al odo.

    Yo, personalmente, creo que los asiticos tienen razn. Ms que ra zonamientos,me basta con observar a los ciegos y a los sordos para darme cuenta de que sonmucho ms desgraciados los segundos que los primeros. A los que, gracias a Dios,tenemos en buen uso ambos sentidos nos parece, a priori, que debe ser peorperderla vista que la audicin, pero si nos jamos un poco nos damos cuenta de que todos

    perdemos la vista unas seis a ocho horas diarias (sueo) sin que por ello sintamos lamenor incomodidad, mientras que el odo nunca des cansa, como ya indicaba antes, yel perderlo representa quedar sumergido en el inmenso y eterno silencio.

    Pero esto no es ms que una digresin y carece de importancia para lo queestoy considerando.

    Creo que la lectura (en s) ha de tomarse ms como una funcin auditiva

    que como una operacin visual, por el hecho de que al leer lo que se capta son laspalabras (con su carga) y no objetos. Los sonidos son efmeros y cesan casi al mismotiempo de producirse; el gran valor de la escritura es precisamente el de estabilizar yhacer permanente lo que por su propia naturaleza es huidizo.

    As podemos decir que con el odo captamos las palabras presentes, y con lalectura omos las palabras pasadas. Claro est que con los procedimientos modernosde discos y de cintas magnetofnicas esto se ha perfeccionado mucho, ya que con

    la simple lectura no podemos escuchar ms que las ideas, mientras que en un disco,adems de las ideas, percibimos el timbre de la voz, la entonacin, el sentimiento, laemocin... del que habla.

    Supongo que no hay quien opine lo contrario de esto tan sencillo. El hecho deque los ciegos lean con los dedos conrma ampliamente lo que acabo de indicar.

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    Para entender algo es indispensable que este algo sea sucientementeinteligible. Supuesto esto, se ve en seguida que el factor principal se halla en lacapacidad intelectiva de cada sujeto. La leccin que explica el profesor es la misma

    para todos sus oyentes, pero al nal unos la han entendido y otros no; y hasta esposible que haya quienes la han entendido al revs.

    Ante una manzana que se desprende del rbol y cae, casi todo el mundoentiende que es porque ya estaba bastante madura o agusanada; pero Newton no se

    par aqu, y entendi mucho ms.

    Una puesta de sol otoal, o una noche clara, las entendern de manera muydiferente un meteorlogo y un astrnomo por una parte, y un poeta por otra. Aparte lagran muchedumbre de los que no somos poetas, ni astrnomos, ni meteorlogos.

    Quiero decir que el entender lo que sea depende en grandsima parte delaprendizaje o entrenamiento que se tenga en aquello. Aunque parezca una perogrulladay sea una redundancia, dir que los entendidos logran entender las cosas que noentienden mucho mejor que los que no lo son

    Pero no basta el entrenamiento y la aptitud si no se pone la atencin (lavoluntad) en entender lo que sea

    Como resumen de estas pginas dir que a mi ver, tan escaso y limitado,el factor principal est en el deseo, las ganas y la voluntad de entender, siendo unentrenamiento muy importante el aprendizaje que se tenga en aquel campo delentendimiento. Estos valores los dispongo en este orden por estar seguro de que los

    primeros son decisivos en cuanto a que se d o no el acto del entendimiento, mientrasque los segundos solamente intervienen en relacin con la velocidad.Un ejemplo deello (y hablando en unos trminos muy generales) creo verlo en el contraste entregermanos y latinos, ya que en los primeros una decidida voluntad de entender, unida

    a una menor agilidad mental, les lleva a resultados mucho ms estimables (en ciertosaspectos) que los que consiguen los segundos con una mente mucho ms despierta,

    pero con escaso tesn

    Con esto llegamos al nal de este Captulo, habiendo insinuado algo de ladiferencia que existe entre el escuchar y el entender.

    Ya s que todo esto es archisabido, pero me interesaba exponerlo

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    someramente para dar coherencia y homogeneidad a lo que voy considerando.

    PRIMERA PARTE

    CAPTULO TERCERO

    ENTENDER COSAS,

    ENTENDER IDEAS,

    ENTENDER PERSONAS.

    En las pginas anteriores me he jado someramente en el entenderconrelacin al sujeto del entendimiento, que no es otro que la persona que entiende

    Ahora echar un vistazo al objetodel entender, que dividir en tres grandesgrupos:

    Primero: COSAS, englobando con esta palabra todo lo que tiene existenciamaterial y csmica.

    Segundo: IDEAS, que comprende el mundo inmaterial de las nociones, losconceptos, los entes de razn...

    Tercero: PERSONAS, que constituye la sntesis de los dos grupos anteriores,por el hecho de que en las personas se halla indisolublemente unido lo material conlo inmaterial.

    Entender las COSAS es el objetivo de las ciencias en general y de toda latcnica. Y no hay duda de que este entenderes el que actualmente ms se cotiza entre loshombres. Especialmente en lo que se reere a los aspectos de la INVESTIGACIN

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    Entender las IDEAS es el n de toda Filosofa, en cualquiera de susmanifestaciones. Aqullas son una elaboracin inmaterial de nuestra mente. Loshombres, por otra parte, logramos saber, entender y explicar lo que sea, slo valindonos

    de las ideas (por exigencia funcional mental), aunque no hayamos estudiado losofao le tengamos horror.

    Entender las PERSONAS es lo que se han propuesto, se proponen y sepropondrn todos los Humanismoshabidos y por haber.

    Cualquier Humanismo tiene como objetivo central explicar el hombrey es

    curioso observar que todas las ciencias que tratan de explicar las cosas se mantienendentro de la unicidad, ya que no se puede imaginar una electrnica sovitica diferentede la electrnica capitalista, y as en todas las ciencias. En cambio, en la Ciencia delhombreexiste una disparidad verdaderamente abrumadora.

    Creo, sin embargo, que la cosa no es de extraar, ya que El Hombre noexiste. No existe el hombre-tipo, el que una vez conocido y estudiado ya se conocentodos; como ocurre con las abejas de una misma raza, o con los tomos de un mismocuerpo.

    Querr esto decir que los humanismos son intiles? Dios me libre dearmarlo! Quiere decir nicamente que no hay que darles ms valor del que tienen.

    Creo que es muy conveniente tener una idea genrica del hombre, a sabiendasde que cada hombre esdiferentede la idea genrica, y que lo ms interesante es

    precisamente aquello en que diere de la idea genrica, que es lo que constituye engran parte su personalidad, dndole un carcter incomunicable, intransferible.

    Tengo la conviccin bien arraigada de que, sin despreciar el entender lascosas y las ideas, lo ms interesante es entender a los hombres. Quiz porque en elhombre se sintetiza y converge todo lo que concierne a las cosas y a las ideas. Y enltimo trmino, qu valor pueden tener en s las cosas y las ideas si no se reeren alhombre?

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    Para lo que me propongo en estas NOTASno tengo por qu insis tir ms sobreel entender las cosas y las ideas. Basta con lo indicado.

    En lo que quiero jarme, hasta donde alcancen mis posibilidades, es enentender a los hombres. Y vamos por partes.

    Todos los humanos somos semejantes. Existe una semejanza global, efectode nuestra identidad de naturaleza, que nos sita inmediatamente dentro de la especiehumana. Ningn peligro existe de que se confunda un hombre con un ciervo, o con unahormiga, o con un elefante... Esta semejanza no existe nicamente en la disposicinde los rganos del cuerpo, sino tambin en la constitucin del organismo psquico yafectivo. No creo que haya divisin de opinionessobre esto que acabo de indicar, porlo que no es necesario insistir sobre ello.

    Todos los humanos somos diferentes. Es interesante observar que la semejanzade conjunto entre los humanos se construye sobre la diferencia entre las partes. Las

    huellas dactilares son diferentes en todos los hombres habidos y por haber, y as severa en cada parte del cuerpo, culminando en la sonoma. Y no solamente en laconstruccinsomos diferentes, sino tambin en el funcionamiento. Cada estmagotiene sus peculiaridades digestivas; cada uno tiene su manera de andar, y su propiaescritura. Esto, que aparece evidente en lo fsico, es igualmente evidente en lo moral:ante un mismo suceso todos reaccionamos de distinta manera. Cuando por excepcintodos reaccionamos igual es precisamente cuando aparecen los llamados fenmenosde masasque, para m, constituyen una autntica deshumanizacin del hombre. Y estono slo en el aspecto multitudinario, como el ftbol y las revueltas, sino tambin en

    aspectos que se tienen como normales, y cuya manifestacin ms patente me pareceque son las modas, no solamente en los vestidos y peinados de las mujeres, sinotambin en el arte, en la poltica...; en una palabra: en todo lo que se designa comocorrientes de opinin, que es la opinin de los que carecen de opinin propia (en ge-neral).

    Todos los humanos podemos ser personas. La especie humana es una,cualquiera que sea el color, la raza, la cultura..., lo mismo que las dems especiesanimales, con sus diferentes familias y variedades.

    En los animales que el hombre maneja (con nes utilitarios) se buscaobtener el tipo ms adecuado a los nes que se persiguen. Esto me parece normaly correctsimo, ya que en los animales el individuono puede pasar nunca de esto: deindividuo.

    Lo trgico es que este criterio se aplique tambin a los humanos, con unaperseverancia inhumana. Empezando por los padres, que hacen lo posible y loimposible para que los hijos sean como toda la familia, continuando con los maestrosy todos los que tienen autoridad, que quieren, por todos los medios a su alcance,

    que los subordinados seana su imagen y semejanza, tanto los que tienen autoridadeconmica (patronos), como autoridad poltica o religiosa. Se dira que se pretende la

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    regresin a lo animal: todos iguales.Afortunadamente, todo ser humano lleva consigo su personalidad, y la

    HISTORIA (la grande y la pequea) puede mirarse como la lucha entre unos quequieren imponer su personalidad propia a los dems, frente a una resistencia (condiferentes alternativas) de los que pretenden ser ellos mismos.Son demasiados, pordesgracia, los que confunden el formar hombres con el amaestrar animales.

    No quiero extenderme ms en esto, aunque comprendo que podra ser muyinteresante. Para mi objeto me basta con apelar al testimonio personal del que lee estaslneas. A este objeto le voy a formular tres preguntas, para que el lector las conteste

    por su cuenta, pues se reeren a l, personalmente:Primera: Es mi aspiracin ntima el llegar a ser un buen animal humano,

    haciendo nicamente lo que me manden los que tienen autoridad moral o material

    sobre m, [o] siento anhelo de poder realizar ciertas aspiraciones que percibo latentesen mi interior?Segunda: Preero que se me trate como un nmero del rebao humano,

    con tal de que pueda comer bien, tener buena casa, con televisin y hasta vehculopropio, o preferira tener menos comodidades, con tal de poder hacer or mi voz en lasasambleas de los hombres? Tercera:Siento grandes deseos de comprender a los dems, sin importarmedemasiado que los dems me comprendan a m, o me ocurre todo lo contrario?

    Cada cual ver la respuesta que da a cada una de estas tres preguntas, pues se

    reeren a l, y nicamente a l.

    Yo he de confesar, con toda sinceridad, que a todas estas preguntas mi respuesta esnegativa para la primera alternativa de cada una, y armativa para la segunda.

    Pero precisamente porque todos somos diferentes, supongo que las respuestas aestas tres preguntas tambin sern diferentes.

    A los que contesten de manera armativa a la primera parte de las dos primeraspreguntas, he de decirles que me extraa que hayan sido capaces de llegar hasta aquen la lectura de estas NOTAS, y casi me atrevo a suplicarles que no sigan adelante;para qu?

    En cuanto a los que contesten armativamente a la primera parte de la tercerapregunta he de manifestarles mi admiracin sincera, y pedirles tambin que no siganadelante, ya que en las pginas sucesivas no se trata ms que de ver la manera deconseguir algode lo que ellos ya poseen de manera plena.

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    Vuelvo ahora al punto de partida, manifestado en las primeras pginas de esteCuaderno, y haciendo ms explcita la confesin con que lo empec.

    Efectivamente; en el orden personal he sentido (ms o menos) a lo largo de mi yalarga vida el deseo de realizar aquellas perfecciones que senta latentes en m. Porejemplo: siempre he sentido un gran deseo (que todava siento) de cultivar rosales, y

    nunca he podido realizarlo. Dentro de mi profesin (electricista) el ver algo descrito orealizado que escapaba a mis conocimientos tcnicos, me produca tal desazn que noparaba hasta empaparme de aquello. Actualmente, al nal de mi vida, mi atencinse centra principalmente en los problemas del hombre, cuyo principal aspecto es el

    problema de Dios. Estas NOTASson seguramente una expresin de lo que acabo deindicar. Ni que decir tiene que no me arrepiento de haber conservado esta actitud frentea la interrogacin que se formula en la pregunta primera; de lo que he de arrepentirme,en todo caso, es de no haber sido siempre el a esta actitud.

    Tampoco me arrepiento de haber adoptado socialmente la actitud que se desprende

    de haber contestado con un no rotundo a la primera parte de la segunda pregunta delas formuladas anteriormente.

    Pero estimo que la tercera pregunta tiene, con mucho, una importancia muysuperior a la de las otras dos. Y aqu es donde aparece de manera patente mi fallo.

    Quiz es consecuencia de la recepcin que se nos hace al llegar a este mundo.No lo s. Pero es lo cierto que en el debut de la existencia y a base de llorar, gritar yensuciarnos logramos ser comprendidosde los que nos rodean, que acuden solcitos asatisfacer nuestras necesidades y a atender nuestros caprichos y exigencias. Acaso noconstituir esto el Paraso Perdidopor el que suspiraremos despus inconscientementea lo largo de toda la existencia?

    Aquello dur poco, aunque lo suciente para marcarnos para toda la vida.Cuando ya empezamos a hablar para hacernos comprender mejor, entonces los allegadoscambian de actitud progresivamente, empendose en que les comprendamos a ellos,

    por las buenas o por la tremenda, en cuyo terreno todas las ventajas son suyas. As

    empieza la tragedia que durar toda la vida... si no se pone remedio.Planteada la cuestin de esta manera, me parece ver ah la raz de la luchapermanente (en este planeta) de unas fuerzas oscuras que tienden a la personalizacindel individuo, contra otras fuerzas (ms oscuras todava) que tienden a su socializacin,si puede aceptarse esta palabra.

    Lo malo est en creer que personalizacin y socializacin son trminos que seexcluyen y que por lo tanto han de prevalecer el uno sobre el otro, hasta que el vencidosea aniquilado. El desenlace nal no puede ser otro que el que vemos con nuestros

    propios ojos: la anarqua temperada por la fuerza pblica, o el totalitarismo en sus

    mltiples formas.Lo malo est en que los que deenden la personalizacin (que para muchos es

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    sinnimo de libertad)son sectarios, que confunden la parte de verdad que indudablementeposeen, con toda la verdad;y lo mismo les pasa a sus contraopinantes.

    Lo malo est en haberse entablado la lucha donde deba haberse entablado lacolaboracin.

    Escribo todo esto, y me decido a dejar otras cosas que iba a escribir, porque medoy cuenta de que estoy pisando un terreno falso. Quiero decir que describo estascosas (que, por otra parte, estoy seguro de que son ciertas) como si se tratara de actosconscientes, y no lo son. Su raz profunda hay que situarla en el egosmo inconsciente(y siempre camuado) que todos llevamos dentro. De una manera descarnada, esto

    podra enunciarse as:Todos deseamos que todos nos comprendan, y ni yo ni nadie deseamos comprender

    a nadie.De aqu podra salir un lema opuesto al de la corona britnica. En vez del:

    Todos por Uno y Uno por todos,sera: Todos contra Uno y Uno contra todos. Porquecuando uno quiere emerger a la personaliza cin, se encuentra con todos frente a l;

    pero en cuanto el que quiere ser persona es otro, entonces a su vez aqul que querapersonalizarse antes, se suma automticamente a todos para hundirle.No ser esto una especie de locura? Yo as lo creo. Lo que pasa es que todos la

    padecemos, y as no nos cuesta nada creer que es lo normal.--------------------------

    Insisto una vez ms en mi triste descubrimiento: Me he pasado toda la vida tratandode ser comprendido por los dems, sin poner la menor atencin en comprender a nadie.Esto quiz pueda parecer todava un poco fuerte. Tratar de explicarme lo mejor que

    pueda.

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    PRIMERA PARTE

    CAPTULO CUARTO

    ESCUCHAR AL OTRO

    Voy a tratar de escribir con toda la crudeza posible. Destacando las luces y lassombras para que lo que voy a decir adquiera el mximo relieve.

    -----------------

    Para m, el valor supremo de todo cuanto existe en este mundo soy yo mismo.Todo lo dems son valores instrumentales, que valenen tanto en cuanto hacen relacina m. La familia, la patria, la libertad y otros valores por los que los hombres nossacricamos, y algunos incluso han dado y dan la vida, se aprecian y estiman encuanto son Mi familia, Mipatria, Mi libertad... En cuanto no se trata de LO MO(directa o indirectamente), carece de inters.

    La angustia existencial del mundo actual tiene dos caras: por una parte miimpotencia para hacer lo que yo quisiera, y por otra el temor (o pnico) de lo que meva a sobrevenir en contra de mi deseo.

    Siempre el YOque lo domina y lo absorbe todo.Y... quin soy YO?Sin meterme en metafsicas, que no son del caso, y situndome en un terreno en

    el que todos podamos estar de acuerdo, dir que:

    YO soy alguien que en un momento dado (y sin saber ni cmo ni por qu) meencontr vivito y coleando en el centro del universo. Hay en m una parte particular(valga la redundancia) integrada por elementos que traje conmigo al nacer, tales comosalud, temperamento, inclinaciones, sexo, aptitudes..., que se han ido concretando a lo

    largo de mi historia particular,junto con otros elementos incorporados (que son losque son, pero que pudieron haber sido otros) como fruto de mi historia relacionada,tales como una lengua materna, unos hbitos, unos usos y costumbres, una cultura,una tcnica, unos convencionalismos, una familia... En resumen: lo que con fraselapidaria Ortega expresa as: Yo soy yo y mi circunstancia.

    En esto, repito, creo que todos podemos estar conformes, aunque algunos crean(y yo tambin) que habra que completarlo. Pero para lo que estoy tratando ahora, conesto basta. Antes de terminar, ya me referir a lo que falta.

    Y el OTRO, quin es?

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    En primer lugar, el otro es alguien que no est, ni puede estar, en el centrodel universo, pues este lugar lo ocupo yo. Podr tener ms poder, ms inuencia, mslo que seaque yo; pero para m es solamente un valor instrumental que puede presentardos caras: una benca si es til para mis designios, y otra malca si los contrara yneutraliza. Los primeros sern los mos, y los segundos sern mis enemigos, a los quehay que combatir.

    Repito que esto es muy crudo, pero tengo necesidad de expresarlo as.

    Cul ser el centro de inters de mi relacin con el otro? Lo previo serpoderle poner una etiqueta, en la que no es menester mucha cha ni mucha literatura;bastar con un simple adjetivo para calicarlo comobuenoo como malo, como listoo como torpe, como decenteo como granuja, etc., con lo cual ya tendr bastante pararelacionarme con l.

    Repito que esto es exagerado, pero en el fondo es verdad. Tambin repito que aqufalta algo. Ya lo aadir

    .En esta situacin espontnea y natural de mis relaciones con el otro, es

    tambin muy natural que cuando me trato con l reera a m mismo todo cuanto lme dice, para darme cuenta en todo momento de si es vlida la etiqueta que le puse, osi la tengo que modicar. O sea: que el centro de interssiempre est en m mismo.

    Voy a aadir un nuevo elemento a este esquema elemental: LA COMPASIN.

    Este es un sentimiento tpicamente humano, ausente en los animales, y que todostenemos en mayor o menor grado, ms o menos desarrollado, ms o menos atroado.En cualquier movimiento compasivo pareceque el centro de inters ya no soy yo, sinoel otro. Me permito dudarlo, y he aqu por qu:

    Elprincipio del movimiento compasivo no est en el que padece, sino en elque auxilia. Ante un mismo hecho lastimoso cada espectador reacciona de maneradiferente; basta recordar la parbola del Buen Samaritano, y tantos hechos de nuestrovivir diario. Las circunstancias del hecho, particularmente la urgencia, determinan asi-mismo diferentes reacciones. Uno que se lanza al agua vestido para salvar a otro quese est ahogando, es muy fcil que no lo hubiera hecho si se hubiera puesto a losofarsobre su impulso. Su temperamento vehemente le ha conducido al acto heroico.

    La nalidadde la compasin creo que tampoco est en el otro. Claro que hayuna nalidad ocasionalcentrada en el otro, ya que si el otro no se encontrara en

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    un mal paso no habra movimiento compasivo; esto es evidente. Pero yo pregunto:es que la gran satisfaccin del que se compadece de otro est en haber sacado deapuros al otro, o radica ms bien en su interior por haber cumplido su deber, o porhaber sido magnnimo, o por mirarse a s mismo como ejemplo y modelo de buenosciudadanos...? Que exagero? Pido solamente que se analicen y se comparen lossentimientos ntimos que experimentamos cuando nuestra buena accin es rebajada,o cuando es exaltada y ponderada. En uno y en otro caso el servicio hecho al otro esidntico.

    Esto es lo que pienso de la compasin humana, que algunos llaman tambinhumanitarismo y otros lantropa, segn sea la raz lolgica que adopten.

    Voy a referirme ahora al amor,del que nada he dicho todava en estas NOTAS,

    y que sin duda alguna es un elemento importantsimo en las relaciones humanas.Empezar jndome en el amor humano.

    Tambin es ste un elemento especco de la especie humana, ya que no puededesignarse con este nombre lo que en los animales bisexuados no pasa de ser instintode reproduccin. Por esto la nocin de familia y de parentesco es inexistente fuera delhombre.

    Los amores humanos tienen siempre su raz en el YO. Se aman las cosas y las

    ideas cuando se encuentra complacencia en ellas, y una exigencia de amor es poseeraquello que se ama, tanto si son cosas como si son ideas; de manera que en estos casossu nalidad est tambin en el YO.

    En cuanto al amor de unas personas por otras (y dejando de lado lo que es atraccinpuramente sexual) no hay duda de que nuestra naturaleza natural (y valga tambinla redundancia) nos impele nicamente a amar a los nuestros. Los padres aman a loshijos y otros familiares porque son los suyos; si no fueran los suyos se desentenderande ellos con toda naturalidad. Los amigos aman a los amigos porque son de lossuyos; los otros... no interesan. Sentimos predileccin afectiva por algunos cuandodescubrimos que son simpticos, o cuando los encontramos buenos, segn nuestro

    particular criterio de bien y de mal; con ellos podemos expansionarnos, pasar buenosratos, etc.

    No es esto as? A ver quin me demuestra lo contrario!

    De donde resulta que el amor natural de unas personas por otras tambin tiene suprincipio y su nalidad en cada YOindividual.

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    Siendo ello as, qu hay de ms natural que yo (que estoy en el punto-clavedel centro del universo) trate de ser comprendido por los dems, en un movimientode compasin hacia los infelices que carecen de las ventajas de mi situacin

    privilegiada?

    Estoy seguro de que nadie (o muy pocos) se plantean as la cuestin en suconsciencia. Pero la moderna psicologa nos ha descubierto que las zonas de lainconsciencia tienen una importancia enorme. Y a esto me reero.

    Si en realidad yo ocupara el centro del universo, esta actitud sera correcta si losotros se dieran cuenta de que ellos no tenan, ni podan tener, este privilegio.

    Pero ocurre que esta conviccin de estar en el centro del universo la tenemostodos, mientras que la realidad es que tal centro no lo ocupa nadie, por la sencillarazn de que el centro del universo no existe.

    Esta es la gran mentira inconsciente que preside casi todas (por no decir todas)las relaciones humanas naturales, con todos los complejos de superioridad y deinferioridad de que nos habla Adler.

    Metidos en todo este tinglado natural tan supercivilizado (?), qu tiene departicular que todos hablemos incansablemente para ser comprendidos de los dems,y que nadie escuche a nadie?

    Verdaderamente, las cosas no podan ocurrir de otra manera. Y voy a llevar un pocoms adelante mi anlisis, que sera, mejor llamarmi confesin. Voy a considerar unoscuantos casos tpicos.

    1. Mi conversacin con desconocidos. Quiero decir: con personas que acabode conocer. Todo mi inters se centra en un doble objetivo:primero, cuidar mis

    palabras para que el otro se percate de que soy yo (y no otro) quien est en el centrodel universo; y segundo,poderle poner una etiqueta en el momento de separarnos.Todo esto inconscientemente, claro est.

    2. Mi conversacin con indiferentes. Se trata de gente conocida a los queanteriormente les puse la etiqueta de no interesantes. Hablamos del tiempo, delftbol, del ltimo chiste..., de cualquier cosa. El caso es despedirnos cuanto antes, sindesmerecer.No me interesan.

    3. Mi conversacin con personas importantes. Una doble atencin: por una parte

    analizar microscpicamente sus palabras para descubrir sus fallos y regodearmedespus cuando pueda rebajarlos en mis comentarios; y por otra parte un enorme

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    cuidado en mis palabras para que se d cuenta de que, en algn aspecto, yo soy msimportante que l y puedo darle lecciones. Como se ve, pareceque le estoy escuchan-do a l, pero en realidad toda mi atencin est concentrada en m mismo. Todoinconscientemente, como siempre.

    4. Mi conversacin con personas que tienen mando sobre m. Puede aplicarse lodel punto anterior, aadiendo un tercer centro de inters en mi atencin a sus palabras,a causa del benecio o perjuicio que sus decisiones puedan reportarme. Pero estanovedadno introduce innovacin en el hecho fundamental de que en mi conversacincon el superior todo mi inters sigue centrado en m.

    5Mi conversacin con subordinados. Esto no se ha dado con frecuencia, pero lobastante para percibir dos momentos: durante y despus de la conversacin. Durantela conversacin un gran gozo por creer que quieren comprenderme como correspondea quienes no ocupan el centro del universo y se hallan ante quien est en tal lugar. Des-

    pus, una rabieta al ver que no han comprendido nada, o lo han comprendido al revs.Claro! Yo estoy en este caso 5., pero ellos, por pasiva, estn en el anterior caso 4.

    .6. Mi conversacin con iguales.Este es el caso ms caracterstico y msdemostrativo de cuanto vengo indicando. Todos poseemos nuestra verdadyqueremos que sea comprendida por los que no ocupan nuestra posicin excepcionalde centro del universo. El resultado es que cuando uno (yo u otro, es igual) habla

    para hacerse comprender, el otro est al acechopara corregirle, mejorarle, ocontradecirle, interrumpindole en cuanto puede. Hay unos momentos en que

    hablamos los dos a la vez, hasta que el ms discreto calla (que suele ser el que tenala palabra). Pero entonces los papeles se invierten, y antes de que el interruptortermine su perorata, se ve interrumpido a su vez; y as sucesiva e indenidamente.Esto en los casos de dilogo (que sera mejor llamar diaplogo). Con tres la cosase complica, y ordinariamente la situacin es de dos que hablan a la vez y uno quecalla, alternando con breves situaciones en que hablan los tres, y las muy raras enque uno habla y dos callan. Cuando somos cuatro o ms, no hay otra salida queformar diaplogos parciales, que suelen ser de una gran uidez. El caso es (en elinconsciente) que yo demuestre de un manera o de otra mi superioridad al que mehabla, de la manera ms categrica y contundente posible, que es interrumpindole yhacindole callar. Es as como funcionan las reuniones de amigos, o, no?

    7. Mi conversacin con los de casa.Puede suceder que el otro me deje hablartodo lo que quiero, y al nal diga amn, o algo equivalente. De momento esto mecomplace, aunque a la larga se hace in cmodo, al constatar que no es lo mismo deciramn que hacer amn. Todo esto siempre inconscientemente, no lo olvidemos. Estoexige broncas; es inevitable. Pero cuando el de casa no me deja hablar del todo,

    ni contesta amn, mi sensacin es de cansancio, fastidio y aburrimiento; es posibleque despus de tanto estar juntos, ste (o sta) todava no me haya comprendido? El

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    resultado ser la bronca o el silencio olmpico, ambos igualmente inconfortables y alnal, la intimidad (del hogar, del trabajo, del asueto, de la vecindad...) se enfriar de talmanera que se llegar al aburrimiento, prerindose cualquier cosa a la comunicacinntima. No es ste el espectculo (inconsciente siempre) ante quien tenga ojos paraver conscientemente?

    En todo este Captulo me he referido siempre (subrayndolo en mltiples ocasiones)al escuchar y comprenderal otro tal como yo lo he venido practicando siempre, enforma naturaly espontnea, intentando poner de relieve la parte preponderantsimadel inconsciente sobre mi consciente

    Pero queda todava por explorar el papel de lo sobrenatural y del Amor delMandamiento Nuevo en todo este orden de cosas. Esto es lo que voy a intentar hacer

    en el captulo prximo.

    --------------------

    PRIMERA PARTE

    CAPITULO QUINTO

    CUANDO EL OTRO ES CRISTO

    Para mi YO(lo dije antes y estoy seguro de que a cualquierYOle pasa lo mismo)lo ms importante de la Creacin es mi propio YO. De qu le sirve al hombre ganartodo el mundo si pierde la vida?

    Un envidioso quisiera las cosas del envidiado: dinero, situacin, talento,hermosura, inuencia...; pero estoy seguro de que nadie siente envidia por el YOajeno.

    Creo que esto sera correctsimo si no hubiera ms que hombres-hombres en laespecie humana. Pero existe una excepcin, y una sola; y es cuando miyo se enfrentacon el YOdel Hombre-Dios.

    La conversin al cristianismo empieza exactamente cuando uno hace estaarmacin: El Yo de Cristo es, para m, muchsimo ms importante que mi propio

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    YO.

    El centro del universo ya est ocupado; ya no puedo ocuparlo yo: lo ocupa l!En cuanto se ha reconocido esto, empieza la gran paradoja del cristianismo, que puedeenunciarse as:

    Mientras yo pretendo ocupar el centro del universo, toda la crea cin junto con loshombres y el Creador se revuelven contra m, todo me es hostil; pero en cuanto cedoeste puesto a Cristo, la creacin me acoge como un nuevo elemento positivo dentrode su armona, y el mismo Cristo me asegura que si le amo me har unocon l y mehar entrar en su felicidad.

    Dicho de otra manera: el centro del universo est vedado a los que pretendenocuparlo, y lo ocupan con Cristo los que han renunciado a tal pretensin por amor aCristo. La gran sabidura del:Nigate a ti mismo...

    Escrib en el captulo anterior que el centro del universo no existe, y ahora puedoexpresarlo as: el centro del universo no es un punto, sino un innito (el nico innitoque existe) y se llama la Santsima Trinidad.

    El re-nacer del hombre a la vida trinitaria consiste en invertir el sentido de suvida puramente humana, que nos empuja a referirlo todo(como si fuera su centro) al

    propio YO. El cristiano es verdaderamente cristiano cuando lo reere todo (incluso lmismo) a Cristo. En el fondo, toda la ascesis cristiana consiste en esto.

    La objecin que aparentementepodra oponerse a lo que acabo de indicar, sera:Esto poda ser vlido para los que convivieron con Jess, pero nosotros hemos llegadotarde.

    Precisamente para que esta objecin no pudiera tener nunca validez, Jess sequed permanentemente aqu entre nosotros en esta especie de Sacramento sobre elcual nunca se insistir bastante: Jess est en el otro. En cualquier otro. Hastael n del mundo. Para amarle, servirle y RECIBIRLE ya no tengo que buscarle aquo all; nada de esto. Le tengo siempre al alcance de la mano en el otro. Tanto ms

    prximo cuanto ms prximo es mi prjimo.

    Estoy llegando a un punto en el que temo que me va a ser difcil explicarme, por

    lo que ruego la mxima atencin al que lee estas NOTAS

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    Hace ya algunos aos que vengo pensando, hablando y divulgan do los conceptosque acabo de indicar en este Captulo, pero no los vivo. Esto era motivo de una desaznque iba en aumento.

    Hasta que me he dado cuenta de que mi YOsegua siendo el centro de mi inters, yno el YOde los otros. No puedo decir hasta dnde interviene el inconsciente y hastadnde mi consciencia, pero la realidad es que cuando me esfuerzo en amar al otro

    porque es Cristo, no lo hago porque vea verdaderamente en l a Cristo, sino en relacinconmigo: para la hora de recogermipremio o micastigo y me quedo tan tranquilo.Es decir, me quedaba; pues hace bastante tiempo que esta buena conciencia no latengo. Gracias a Dios.

    En mi vida cristiana (!) Y en mi apostolado, los otros no salan del papel deinstrumentosde Misanticacin. Es decir, de mi YO.

    Sera muy difcil (si no imposible) que yo intentara aqu seguir el proceso demi mente y de mi voluntad, con sus altibajos, falsas pistas, desorientaciones..., hastallegar a donde estoy. Situacin que someto a la consideracin de quien lea esto, y queen resumen expongo en las pginas siguientes.

    El amor y el conocimiento son inseparables. San Agustn dej esto esplndidamentetratado en el primer captulo de sus CONFESIONES.No se puede amar lo que no se

    conoce.Por consiguiente, no puedo amar al otro (Mandamiento Nuevo) si no le conozco.

    Esto es elemental y evidente.

    El problema lleva consigo esta doble pregunta: 1 Qu es conocer al otro? y 2Cmo se hace para conocerle?

    ---------------------

    En trminos corrientes, dos personas se conocen cuando han sido presentadas,tienen idea de su chamutua, han charlado un rato... Desde aquel momento ya setienen por conocidos. Y esto no es verdad. La verdad es que cada uno sabe del otroque existe, y ha charlado con l, lo cual representa un primer paso para conocerse,

    pero esto ltimo slo no es conocerse. La verdad es que un hombre nunca puede llegara conocer del todoa otro ser humano.

    Un aforismo de la sabidura pagana, muy conocido, deca: Hombre, concete at mismo y conocers el universo y los dioses.El gran error de esta mxima estriba

    en suponer que algo, o alguien, pueda conocerse a s mismo como punto de partida,excepto la Santsima Trinidad. Una versin cristiana de este aforismo falso podra

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    ser: Hombre, conoce al otro y te conocers a t mismo y a Cristo, y por l a laTrinidad.

    Voy a jarme en la primera pregunta que formul: Ques conocer al otro?

    En la respuesta entra ciertamente todo lo que en el lenguaje corriente entendemoscuando empleamos esta expresin; pero ello no es, ni con mucho, lo ms importante.Lo fundamental es saber lo que piensa, no solamente en la zona de su consciencia,sino tambin (y principalmente) lo que hay en su inconsciente. Como este tema sedesarrolla en la segunda parte de estas NOTAS, me permito pedir al lector el aplazarloun poco; aqu quedar solamente esbozado.

    A primera vista parece que la mejor manera de conocer a los otros es jndoseen sus obras. Por los frutos se conoce al rbol...

    Esto es verdad, pero como ocurre con todas las comparaciones, no es exacto.Ciertamente es exacto para los rboles, pero los rboles no tienen libertad ni viven ensociedad. Es que mis obras son siempre lo que yo quisiera que fuesen? Y el serdelhombre est, ms que en lo que hace, en lo que quisiera hacer. Pinsese en la Palabradel Maestro cuando asegura que el que desea adulterar, ya es adltero.

    Precisamente, cuando mayor inters tengo en ser comprendido por los dems escuando mi hacerno ha correspondido a lo que yo quera que fuese.

    Por consiguiente, no basta (ni sobra) poner nicamente la atencin en las obraspara conocer al otro. Es indispensable escucharle, a sabiendas de que las palabraspueden ser falsas. El que haya ledo los captulos anteriores de estasNOTASya se dacuenta seguramente de a dnde voy. Pero insistir, pues ah est la razn de todo.

    --------------------Hay alguna tcnica, mtodo, instituto, donde se ensee a escuchar

    VERDADERAMENTEal otro?Alguien sabe hacerlo (digo: hacerlo) y puede explicar a los dems cmo se

    hace?

    Porque aqu est mi angustia, como expona al empezar estas NOTAS.

    Comprendo que para vivir el Mandamiento Nuevo (para ser cristiano) me esindispensable conocer al otro, que me es imposible conocerlo si no le escucho a l.

    No se trata de un problemita, ni de algo bonito e interesante, sino de la base sobre laque he de construir mi cristianismo.

    Algo s de lo que tengo que hacer, y puedo enunciarlo as- Tengo que desplazar el centro de intersde mi YOal YOdel otro

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    - Tengo sobre todo que auscultarlemientras escucho sus palabras, como auscultanlos mdicos los ruidos del pecho. Ms que las palabras en s mismas, he de atenderqu ecos, qu repercusiones, qu heridas viejas y nuevas, qu sanidades, qu historia...traen consigo

    - Tengo que detectar, sobre todo, en qu aspectos Cristo est presente en el otro,y atender a su MENSAJE.

    Alguien sabe cmo se haceesto que hay que hacer?

    Yo deseo hacerlo, pero no me sale. En cuanto me pongo a hablar con el otro yaestoy escuchndome a m mismo como he hecho toda la vida (qu asco!), aunque enel momento antes me haya propuesto escucharle a l y no a m

    Algunas de las muchas personas con las que he hablado de estas cosas me handicho que as como se aprende a forjar forjando, as tambin la mejor manera deaprender a escuchar sera escuchando. Pero ya acabo de indicar mi fracaso total coneste mtodo, si es que esto se puede llamar mtodo. Quiz otros puedan tener xito...

    No s.Creo, sin embargo, que el paralelismo con el forjador no es exacto, ya que el que

    empieza a forjar dispone de fuego, fragua, yunque, martillo, hierro... y yo empiezo acero.

    En este esfuerzo me ha sostenido un doble impulso:1. La consideracin de que no poda desentenderme de ello, por aparecer ante m

    como una cuestin de vida o de muerte. Exactamente.

    2. La conanza en la Palabra del Seor, cuando me dice: El que busca, halla

    Aqu doy por terminada la primera parte de estas NOTAS, en la conanza de quesean lo bastante claras para que el lector se haya percatado de lo que he querido decir,

    junto con el temor de no haberme sabido expresar satisfactoriamente.

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    SEGUNDA PARTE

    CAPTULO PRIMERO

    EL PSICOANLISIS

    Alguien dijo que cuando las ideas fundamentales del cristianismo son olvidadaspor los cristianos, las recogen los enemigos, pero en sus manos tales ideas se vuelvenlocas

    .Tal ocurri con la idea de la LIBERTAD, que, por circunstancias histricas

    determinadas, qued como retirada de la circulacin entre los catlicos y fuerecogida por los enciclopedistas (entre otros), apareciendo el liberalismo poltico yel capitalismo liberal primero, y el existencialismo despus. Actualmente el estudiode los temas relacionados con la libertad es una de las principales tareas entre los

    pensadores de la Iglesia.Otro punto bsico dejado de lado durante siglos ha sido la idea comunitaria,

    imperando una asctica individualista orientada directamente a la unin del alma conDios, buscando antes que nada la salvacin de la propia alma; quiz por hacer mscaso del Deo Unoque se revel en el Sina que del Deo Trinoque nos trajo el Verbo

    encarnado. El caso es que los otros se miraban principalmente como ins trumentospara que los elegidos pudieran practicar las obras de misericordia, incluyendo elconvertirles. Los ateos declarados (marxistas) tomaron la idea cristiano-trinitaria decomunidadque en sus manos se convirti en el comunismo, del que no he de decirnada, pues todos padecemos a causa de l. Pero esta idea-loca (el comunismo) hatenido la virtualidad de hacer que los catlicos prestemos atencin a la idea-cuerdaabandonada, y hoy es muy intenso el movimiento que trata de dar la primaca alMandamiento Nuevo de Cristo sobre los diez mandamientos de Moiss al pueblo

    judo, y actualmente ya no escandaliza a nadie el or hablar de comunitarismoentre

    nosotros.

    Tal me parece que ha ocurrido con la virtud bsica de ESCUCHARparacomprender y para amar, como expresin de la Vida Nuevaa que nos llama la Graciay que consiste en sustituir e1 egosmo natural que todo lo reere al YO por el amorsobrenatural que todo lo reere a Cristo en el otro. Se crea (y se cree) que son losno-cristianos y los Menos-cristianos los que han de escuchar a los predicadores, tantoeclesisticos como militantes formados. Pero nosotros escuchar a los otros?.Para qu? Si solamente nos podran pegarsus enfermedades morales! Y as estamos...Hasta que los psicoanalistas han construido una tcnica del escucharcon el designiode demostrar cientcamente su materialismo y la no-existencia del alma inmortal.

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    Esta idea-loca (como las otras) consigue xitos importantes, en tanto que nosotrosvamos vegetando (malamente) mientras tenemos archivada la idea-cuerda.

    No tengo ms remedio que dedicar unas lneas al psicoanlisis para tratar de dejarlas cosas en su punto.

    En primer lugar, hay que diferenciar claramente su losofa de su tcnica. Ciertoque todos ellos (como Carlos Marx por otra parte) protestan de que se les tenga porlsofos, y quieren que se les considere nicamente como cientcos. Pero, aunqueno quieran, tienen su losofa, y no podra ser de otra manera tratndose de estudios yde investigaciones sobre el hombre

    .No hay duda de que casi todos los psicoanalistas, tanto europeos como

    norteamericanos, son personalmente agnsticos, cuando no son ateos convictos y

    confesos.Ello hace, como es natural, que exista cierta repugnancia instintiva en los catlicos

    cuando por alguna razn nos ponemos en contacto con el psicoanlisis. De m sdecir que algunos aos atrs por simple curiosidad quise enterarme de algo parano estar totalmente indocumentado, jndome exclusivamente en sus ideas sobre elhombre y sobre el alma (que tratan de analizar y de disecar) y fue suciente paradesentenderme de ello. En dos ocasiones principales Po XII hizo or su autorizadavoz para precisar la posicin de la Iglesia en estas cuestiones:primero, y de manera

    ms sumaria, en 13 de septiembre de 1952 comentando los nuevos procedimientos enhistopatologa; y despus, mas extensamente, en 13 de abril de 1953 dirigindose alos asistentes al Congreso Internacional de Psicoterapia y de Psicologa Clnica, in-sistiendo de manera particular en cuatro puntos:

    1. El hombre debe ser considerado como una unidad y una totalidad psquicas.2. El hombre debe ser considerado como una unidad estructurada en s misma.3. El hombre debe ser considerado como una unidad social; y4. El hombre debe ser considerado como una unidad trascendente, esto es,

    tendente hacia Dios.

    Repito que con todo esto tuve bastante para desentenderme de un campo delconocimiento que tena muy poco que ver con el terreno en que yo me mova y memuevo. Como consecuencia me desentend tambin (sin jarme siquiera en ellas) delas diversas tcnicas psicoanalticas.

    Pero esta actitud ma hacia dicha tcnica se ha modicado algo en razn de mi

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    inters por la virtud de escuchar, segn voy exponiendo a lo largo de estas NOTAS.No es menester que me extienda demasiado para resumir en qu consiste dicha

    tcnica. Dir solamente que, con algunas variantes, se trata de que el paciente hablea sus anchas de lo que le venga en gana, aunque se procura que haga referencia a sussueos y a sus recuerdos de infancia, con todos los comentarios con que lo quieraadornar.

    El paciente habla, habla, habla... y el mdico escucha, simplemente, hablando lomnimo indispensable. Fundamentalmente, esto es todo.

    Tanto en unas como en otras variantes del mtodo original de Freud, me hedado cuenta de que lo principalsimo que hace el psicoanalista es ESCUCHARVERDADERAMENTE al enfermo. O sea:

    1.- No trata en manera alguna de convencer al paciente.2.- No escucha sus palabras dndoles la principal importancia, sino tratando dedescubrir lo que est latente en ellas. O sea: que el inters no est en las palabras, sinoen el hombre.

    3.- Esto provoca una conanza y un afecto extraordinarios del paciente hacia elpsicoanalista.

    Ya se comprende que estos tres puntos no rozan para nada ninguno de los aspectosbsicos ni secundarios de nuestra religin.

    Por todo esto cre ver (y sigo creyndolo) que aqu haba un punto de partidavlido para construir un esbozo de mtodo para empezar a aprender a escucharverdaderamente.

    ------------------------

    En realidad, toda concomitancia entre el psicoanlisis y lo que voy a exponer enpginas sucesivas, se limita a lo que queda expuesto. No hay ms que tener en cuentaque el tratamiento psicoanaltico es para curar enfermos del sistema nervioso, mientrasque lo que yo me propongo no es para la curacin de ninguna enfermedad, sino para laadquisicin de una virtud por parte de personas mental y fsicamente sanas.

    ----------------------

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    SEGUNDA PARTE

    CAPTULO SEGUNDO

    C M O E M P E Z A R

    A A P R E N D E R A E S C U C H A R

    Vaya por delante la receta: Para aprender a escuchar he de empezar por hablar sin pensar que nadie meescucha.

    Esto a primera vista parece un despropsito, pero confo que el lector no pensar igualal terminar el Captulo.

    -------------------

    Tal como indicaba al nal del captulo anterior voy a poner de maniesto lasdiferencias que distinguen una sesin de psicoanlisis de una sesin efusiva, o efusin,que es como denominar en lo sucesivo a las sesiones en las que se trata de empezar

    a aprender a escuchar.

    En una sesin psicoanaltica asisten exclusivamente dos personas: el mdico y elpaciente, cada uno con funcin bien denida. El uno est para curary el otro para sercurado.

    En una efusinno hay enfermos ni mdicos, sino dos o tres personas corrientes ynormales que intentan llegar a escucharse mutuamente. Esta ltima frase ya indica que

    sera por lo menos contraproducente el que asistiera a las efusionesuna persona sinapetencia de aprender a escuchar, o que estuviera convencida de que ya sabe hacerlo.

    En una sesin de psicoanlisis se empieza ordinariamente con cierto recelo delpaciente, y suelen hacer falta varias sesiones para que desaparezca. En las efusioneslas personas que asisten no solamente ya se conocen de antemano, sino que se aprecianmutuamente, y desean desde el primer momento profundizar en su aprecio mutuo ycompenetracin.

    La serie de sesiones psicoanalticas tiene una duracin determinada (llegan a tresaos y ms; con tres a seis sesiones semanales normales, pero con las interrupcionesy aplazamientos convenientes) hasta la curacin o el alivio. Las efusionesempiezan

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    con cierto mtodo (muy amplio) que cada vez se parece ms a una conversacin de so-bremesa, y se pretende que ya no se interrumpan jams, siendo una verdadera efusincada vez que se renen los que las empezaron.

    Baste lo dicho para percatarse de la diferencia que va de unas a otras sesiones;diferencia que puede llegar, y llega, a la oposicin.

    Es evidente que la operacin escucharno puede darse si no existe simultneamentela operacin hablar.Pero cuando uno habla y sabe que se le escucha atentamente (no al, sino lo que dice, como en las conferencias por ejemplo) se pierde la espontaneidad,aunque uno se proponga lo contrario.

    Tampoco me cabe duda, por otra parte, que cuando uno se siente escuchado ycomprendido se abre espontneamente y se dice lo que se piensa sin afectacinalguna. Pero precisamente de lo que se trata es de llegar a esto.

    Otro aspecto: Cuntos han de ser los asistentes a una efusin? Rpidamente medi cuenta de que no podan ser muchos,pues la capacidad de atencin del ser humanoes limitada.

    La efusin de dosme pareca con ms peligros que ventajas. La primera dicultades la estrechez mental, al poner en contacto mi propio YO con otro YO y nadie ms.

    Adems de este aspecto psicolgico, puede derivarse hacia otros terrenos sentimentales(como no es raro que ocurra con el psicoanlisis) cuando la efusin tenga lugar entre

    personas de diferente sexo.Todas estas consideraciones, y otras, me han hecho decidir por el nmero tres,

    sean o no del mismo sexo. En un solo caso deben ser dos, pero de esto ya hablar msadelante.

    Un punto que estimo esencial es el de la actitud internade cada asistente. Creo queha de cuidarse en un doble aspecto.El que acude a una efusin va, por una parte, a escuchar l; pero junto con esto

    debe llevar el deseo de ayudar a aprender a escuchar a los otros dos. Quiero decirque ha de sentirse simultneamente maestro y aprendiz de los dos que le acompaan.Puede creerse que esto es difcil, pero lo es mucho menos de lo que parece.

    Queda la cuestin del local donde debe tener lugar la efusin. Cualquier lugar es

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    bueno, con tal que no haya elementos que distraigan la atencin, ni demasiada luz nipoca. Un ambiente neutro, que no pese sobre los asistentes.Casi todos los psicoanalistas ponen a sus pacientes tumbados, para conseguir lamnima inuencia de cualquier incomodidad en el nimo del enfermo. Esta posicinsera absurda (si no escandalosa) en nues tro caso. Los tres asistentes a una efusinestarn sentados lo ms cmodamente posible. Esto no hay por qu justicarlo. Perono sentados unos frente a otros, sino todos de espaldas entre s en la primera parte dela efusin, y todos de cara entre s en la segunda parte, tal como se indica en los dosdibujos adjuntos.

    Voy ahora a describir la marcha de una efusin. Procurar explicarme lo ms claroque me sea posible.

    Una vez sentados de espaldas entre s, empieza uno en voz alta a ha blar de loprimero que le venga a la cabeza, evitando por todos los medios el llevarlo preparadode antemano. El ideal es que hable de lo que se le ocurra, tal como se le ocurra, de lamanera que suele divagar el pensamiento cuando uno est solo, que por asociacinde ideas y de palabras se pasa de unas cosas a otras sin orden ni concierto. En esta

    primera parte convendr evitar, en general el referirse para nada a los otros dos. Ha-blar de sus cosasdurante un cuarto de hora (ms o menos), esforzndose para olvidara los otros, como si estuviera solo. Mientras tanto, y diga lo que diga el que habla, losotros dos guardarn absoluto silencio. Este punto es fundamental y no debe olvidarsenunca.

    Mientras tanto, los que callan evitarn el pensar en lo que van a decir cuando lesllegue su turno, centrando toda su atencin en lo que dice el que est hablando, para

    descubrir su interior.Despus repiten la operacin los otros dos, uno tras otro, con idn tico ritual.Como se ve, esto no tiene nada de difcil.

    Para entrar en la Segunda Parte, empiezan por dar media vuelta a sus asientos para

    quedar los tres de cara entre s, y empieza el dilogo (ya que en la primera parte han

    sido tres monlogos).

    De qu hablarn? De lo que quieran; aunque lo normal es que hagan preguntas ycomentarios referentes a los monlogos de la primera parte. nicamente han de teneren cuenta una regla (que sta s que hay que observarla a todo trance) y es la de nointerrumpirse JAMSunos a otros. Las preguntas, las respuestas, los comentarios...se harn SIEMPREcuando haya terminado el que hablaba. Repito que sta es la nicaregla que hay que observar en la Segunda Parte; todo lo dems es libre. Creo que noser corriente que se hable de ftbol o del tiempo, aunque puede darse el caso. Lonormal es que se comenten las perspectivas y nuevos horizontes que se abren antecada uno con la nueva experiencia que se est empezando a vivir.

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    En cuanto a la duracin de esta segunda parte no hay regla ni lmite; lo que suefusin les dicte.

    En resumen, han de lograrse dos objetivos:

    Primero: Hablar como se piensa, ySegundo: Callar y escuchar mientras el otro habla.A primera vista parece que ha de ser ms fcil el segundo objetivo que el primero,

    pero no es as.

    Al empezar a hablar, en la infancia, todos hablamos como pensamos. La educacin,como todo, tiene su parte mejor y su parte peor. Y la parte peor de la educacin infantiles su formalismo, ya que no se preocupa de que el nio piense bien, sino de quehable bien. As, desde la infancia nos vamos acostumbrado a hablar para quedar bien,

    para que nos consideren... y no para expresarnos. Por esto son un alivio tan grandelas confesiones, tanto la sacramental como el podernos desahogar con alguien quenos escuche y nos comprenda. Por esto es normal que los primeros momentos delas efusionessean inconfortables por falta de costumbre; como tambin es normalque se avance rpidamente hacia la espontaneidad, por obedecer a un impulso ya una necesidad ntima de nuestra propia naturaleza. Y por esto me parece que laespontaneidad en el hablar no es ninguna virtud como no lo es el andar sobre los

    pies.

    Lo que s cuesta, lo que s es una virtud que se encamina a superar nuestra tendencianatural al egosmo, es el callar y el escuchar.

    Por todo lo dicho tengo el convencimiento de que la gran aportacin del,psicoanlisis al progreso de la humanidad, y lo que quedar del enorme tingladoque entre unos y otros estn armando, ser su aportacin original al descubrir queel simple hecho de sentirse escuchado y comprendido es capaz de curar, o aliviar,

    perturbaciones psquicas graves, como lo demuestra la prctica diaria de esta rama dela teraputica.

    Haciendo un paralelo entre el empezar a aprender a escuchar y el empezara aprender las matemticas, yo dira que los soliloquios de la primera parte de lasefusiones tienen algn parecido con el sonsoneto con que se aprenden las tablascantando (sie-te y o-cho quince) durante el tiempo indispensable hasta saber quesiete y ocho suman quince sin cantar. Tan efmera como es la msica en la cienciamatemtica, as sern de efmeros los soliloquios en la tcnica del escuchar. Y no

    porque al cesar los soliloquios deje de hablarse como se piensa, sino al revs: cesarnlos soliloquios en cuanto se hable como se piensa entre los que dialogan para escucharse

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    VERDADERAMENTEunos a otros.

    Creo, por lo tanto, que el esfuerzo principal de los que empiezan a practicarla efusin ha de centrarse en perfeccionar su silencio, mucho ms que atender alsoliloquio. Silencio por partida doble: silencio fsico manteniendo la lengua quieta,y silencio mental haciendo callar lo mopara estar pendiente del otro. Ah estverdaderamente el alma de las efusiones

    .Ms an: cuanto menos el soliloquio haya sidopensado, tanto mejor. Abandonarse

    a lo que salgaespontneamente y nada ms. Ah las incoherencias no perjudican loms mnimo.

    Es evidente que esta espontaneidad puede venir estimulada o fre nada en la segundaparte de la efusin. Voy a aclararlo con un ejemplo:

    Durante el soliloquio Andrs habla de sus sueos y dice que en ellos l es siempreno solamente un personaje importante, sino el ms importante de todos, y que inclusoestando despierto su fantasa le lleva casi siempre a situaciones parecidas, etc. Si en eldilogo Juan hace referencia a lo que ha dicho Andrs y lo aprovecha para moralizar-le dicindole que est alerta, porque ah se ve la inuencia del diablo que estimula la

    propia soberbia, etc. (todo lo cual, por otra parte, es muy cierto), la efusinfracasar,a causa de que Juan no escuch verdaderamente a Andrs. y si asiste a otra efusinAndrs se cerrar en cuanto se d cuenta de que lo que va a decir en el soliloquio levaldr un sermoncito de Juan.

    En qu ha fallado Juan? No son acaso obras de misericordia muy recomendablesel ensear al ignorante y el corregir al que yerra? Claro que s! Quin lo duda? Loque pasa es que todo tiene su tiempo y su lugar, y la efusin no es ciertamente untiempo y un lugar para que se moralicen mutuamente los que asisten a ella.

    El comentario de Juan, en el dilogo, pudo ser por el estilo del siguiente:

    - Comprendo muy bien lo que te ocurre en tus sueos y en tu fantasa porque a m

    me pasa lo mismo, y creo que no escapa a ello ninguno de los que llevamos la huelladel pecado de Adn. Yo quisiera encauzar y dar un sentido cristiano a esta tendencianatural a ocupar los primeros puestos, pero los resultados que obtengo son menosque mediocres. Quiz porque lucho solo. Ahora que nos conocemos mejor, podemos

    juntar nuestros esfuerzos, y seguramente los resultados sern ms positivo

    As diciendo, en primer lugar hubiera estado Juan ms dentro del espritu cristiano,y en segundo lugar hubiera sido un paso hacia lo que los psicoanalistas denominan el

    transfert (transferencia),y que yo preero, para nuestro uso en las efusiones, llamarCO-SENTIR.Vaya dedicar unas lneas a este asunto importantsimo.

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    El mdico psicoanalista busca ante todo llegar al transfert. Qu es esto?Intentar resumirlo.

    El enfermo psquico est harto de sermones, de consejos, de tratamientos, derazones y de amenazas. Siente que todos le son hostiles porque nadie le comprende.En las primeras sesiones de psicoanlisis est temeroso y a la defensiva; a vecesincluso est agresivo.

    Todo el esfuerzo del mtodo se centra primero en despertar la conanza y lafranqueza del paciente, sabiendo que el mejor camino es que el enfermo se d cuentade que su angustia es compartida por el mdico. Es aqu cuando entra en juego el

    escuchar VERDADERAMENTE. Por las frases del paciente, muchas veces sin ilacine incoherentes, el mdico trata de reconstruir la trayectoria mental del enfermo hastasu estado actual tratando de situarse l mismo en el caso del otro para comprenderlo yexplicarlo, si no puede justicarlo.

    Cuando el enfermo percibe (ms o menos confusamente) que su mdico padecedel mismo mal, aparece un cambio radical en su actitud. Ya no est a la defensiva,sino que aparece la conanza y el afecto, muchas veces desorbitado, ya que se trata deenfermos. En este desaparecer el recelo y aparecer la conanza consiste el transfert.

    El enfermo queda aliviadsimo en cuanto se da cuenta de que su mal es comprendidoy compartido (hasta cierto punto) por su mdico. Empieza a descargarse de l (de sumal).

    El mdico puede hacer comediaen todo este juego; pero no es esto lo que se lesrecomienda, sino que se esfuercen por estar siempre dentro del mximo realismo.

    Entre nosotros, en las efusiones, no se trata de enfermos y mdicos, sino depersonas que desean conocerse para poder amarse, y el momento principal es cuandose produce el co-sentimiento mutuo:

    CO-SENTIR = SENTIR CON

    Ah! Si los nios que llamamos consentidos fueran verdaderamente co-sentidos...Qu diferentes seran las relaciones entre padres e hijos!

    Y no es acaso esto lo que San Pablo quiere signicar cuando recomienda a los

    santos que se hagan todo a todos para ganarlos a todos?

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    Una de las primeras dicultades que presenta este tratamientopara empezar aaprender a escuchar, es sin duda la de vencer la timidez que sentimos todos cuandonos encontramos en situaciones inslitas. En muchas ocasiones nos descargamosde

    la incmoda timidez tomando la cosa a broma, derivndolo a la chirigota. Este peligrohay que tenerlo presente y precaverse, ya que es muy real, particularmente en lasprimeras efusiones, hasta que aparece el co-sentimiento.

    Para evitar esta posible (y probable) dicultad se podr tomar la precaucinsiguiente:

    En ocho o diez papelitos del tamao de un papel de fumar se es criben diversospuntos de arranquepor el estilo de stos: Mis mejores recuerdos de infancia, Mis

    peores recuerdos de infancia, Ocasiones en que otros me han hecho fracasar, En qume parezco a mi padre, En qu me parezco a mi madre, Mi motivo de alegra msfrecuente, Mi motivo de pesar ms frecuente, Cosas que hara diferentes si empezaraa vivir de nuevo, etc. Se doblan cuidadosamente como si fueran nmeros para unsorteo, teniendo cada uno los suyos al alcance de la mano al empezar la efusin. Si alir a empezar su soliloquio se queda parado porque no se le ocurre nada, tome al azaruno de los papelitos y empiece a hablar de aquello. Estos papelitos no son para quedesarrolle el tema(Dios nos libre!), sino para que empiece a hablar, y lo que diga lesugerir otras cosas, y stas otras, y as sucesivamente, hasta que pasado el tiempo

    convenido para cada soliloquio (sin rigorismo), haga pun to nal diciendo: no tengoms qu decir, o: he terminado, o lo que le parezca.

    Creo que veinte minutos de soliloquio es excesivo, y diez minutos es un mnimo;por esto indiqu antes como deseable un promedio de quince minutos. Pero tambincreo que hay que evitar la incomodidad; si despus de cinco minutos de soliloquio,

    por ejemplo, uno siente molestia en continuar, ponga punto nal y no pasa nada.

    Comprendo que el que lee estas NOTASdesee encontrar en ellas el mximo deprecisiones y de detalles; pero yo espero que l tambin comprenda la imposibilidaden que me encuentro para poderlos dar.

    Por una parte, mi experiencia es escassima, y por ello he de limitarme a sugerir,en espera de que nuevas y repetidas experiencias con rmen o modiquen lo que aqusugiero. Ocurre, despus, que mis circunstancias particulares no han sido las ms a

    propsito para multiplicar estas experiencias, lo cual lo estimo como muy benecioso

    por la razn de que mis ensayos siempre estn contaminados por una multitud deapriorismos de los que no me puedo desprender. En cambio, las experiencias que

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    hagan los lectores de estas NOTAStendrn la ventaja de serms verdad,por ser msespontneas.

    Indiqu antes que existe un caso en el que es preferible que sean dos y no tres los

    asistentes a las efusiones. Es el caso de que los que tratan de aprender a escucharsesean esposos, o aspirantes a esposos.

    Entre personas as no existe, ni remotamente, el peligro de que la corriente afectivay la intimidad de coraznque se produce en las efusiones derive hacia lo siolgico.Todo lo contrario; en tales casos estas derivaciones son necesarias y convenientes paraestimularlas y puricarlas, todo a la vez

    .Estimo que dos personas casadas, o que van a casarse, si han ledo estas NOTAS

    (a falta de otras mejores, que no dudo aparecern) y han comprendido que a ambos leses indispensable aprender a escuchar al otro como elemento bsico para su felicidadconyugal, han de sacar benecios positivos si se deciden a practicar estas efusiones enforma metdica y en cantidad suciente para que despus su vida de casados sea unaefusin permanente. Incluso puede ocurrir (y ya ha ocu rrido) tratndose de novios, quedespus de algunas efusionesse han percatado netamente de que no estaban hechos eluno para el otro, y han desistido de sus proyectos, aunque su amistad haya aumentadonotablemente.

    Con estas salvedades, creo que, por lo dems, no hay por qu introducir en las dospartes de la efusin elementos nuevos diferentes de los que he indicado antes, en loscasos en que sean novios o casados los que quieren empezar a aprender a escuchar.

    Como ha podido observarse, en todo este captulo he tratado casi exclusivamentedel mecanismo (o la manera) de realizar las efusiones para empezar a aprender aescuchar.

    Me parece que ello tiene su importancia, y he de confesar que es lo que ms me hapreocupado durante mucho tiempo. Me alegra pensar que pueda constituir un puntode partida (algo as como el sonsonete con que se cantan las tablas), conando en queotros lo vayan perfeccionando, o que descubran otras maneras ms ecaces y positi-vas. El caso es percatarse de que aqu hay un problema muy importante, que no estresuelto.

    Pero queda todava por ver algo fundamental, que es lo que antes indiqu

    como estado de nimo de los que asisten a las efusiones. Esto es lo que intentar enel Captulo siguiente

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    SEGUNDA PARTE

    CAPITULO TERCERO

    C O D I N

    Quisiera precisar en este captulo cul ha de ser el centro de atencinque ha depredominar en mi deseo de escuchar verdaderamenteal otro.

    Claro est que cualquier aspecto del otro que yo pueda descubrir es interesante,y ninguno ha de ser desechado como despreciable, pero estoy seguro de que aqu hayuna jerarqua de valores que he de tener en cuenta, so pena de confundir lo principalcon lo accesorio.

    Para poder explicar mejor mi pensamiento voy a hacer un ligero rodeo, por estimarque as llegar antes a mi objetivo que atacndolo de frente.

    Existe una palabra alemana, weltanschauung,que a pesar de su difcil pronunciacinha adquirido uso internacional para expresar con ella la concepcin del universo, delhombre y de la vida, que cada uno se forma en su mente.

    Pero temo que tal palabra y tal concepto solamente se pueden aplicar a los llamadosintelectuales, que son los que (mejor o peor) tienen algn concepto del universo, del

    hombre y de la vida. Lo que pasa es que cuando los intelectuales piensan en el hombrepiensan en ellos mismos, y por este hecho ocurre que sus generalizacionesno suelenpasar de particularizacionesmuy limitadas frente a la multitud inmensa de los que nosomos intelectuales.

    Por esto creo que perder el tiempo si me esfuerzo y me aplico a descubrirweltanschauungdel otro (y el otro el mo) por la sencilla razn de no somosintelectuales y carecemos de weltanschauung

    .

    Me parece que es mejor jarse en otro aspecto, que por ser vital, y no solamenteintelectual, est presente en todo ser humano, cualquiera que sea su situacin en la

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    sociedad.

    Para evitar circunloquios, usar el neologismo CODIN para expresar el conjuntoque cada uno adopta para gobernar su vida, o Cdigo INterno, y la palabra CDEX

    para el conjunto de leyes de toda clase que des de el exterior quieren gobernar la vidadel hombre, o CDigo EXterno.

    Tratar de explicar esto un poco, aunque creo que es extremadamente sencillo,empezando por el CODEX, o cdigo externo.

    El CODEXpresupone en general la existencia de una autoridad, que puede serpersonal (padre, maestro, capataz, cabo de vara...) o colectiva, representada por elreglamento de las agrupaciones en las que uno est integrado, desde las leyes delEstado hasta el reglamento de la Asociacin de Pescadores con Caa, si uno pertenecea ella. Tambin puede ser difuso e implcito, como ocurre con los usos y costumbres

    que se adoptan por todos, sin que exista ninguna ley que los precise ni nin gn agenteencargado de hacerlos cumplir. Tambin puede tratarse de un CODEXtrascendente,en el caso de que se pertenezca a un credo religioso denido, y est representado porsus prescripciones morales. Todo esto, y otras cosas ms, se suelen designar como

    presiones externas, que empujan al hombre a moverse en una determinada direccin.

    Por lo que se reere al CODINdir, para empezar, que es una sedimentacin deevidencias que se produce a lo largo de la vida. Voy a dedicar un poco de atencina esto.

    A qu llamamos evidencia? A algo que nuestra experiencia capt de maneratan clara y tan difana que no necesita razonamientos ni demostraciones para darlenuestra adhesin decidida y absoluta. Algunos ejemplos: es evidente que el fuegocalienta y que el agua bebida apaga la sed. Es evidente que el placer es agradable y eldolor es desagradable.

    stas que acabo de indicar son, en cierto modo, evidencias universales, sobre lasque cuesta poco ponerse de acuerdo. Las que juzgo ms interesantes (para lo que estoytratando) son las evidencias particulares, que se van formando poco a poco en cadaser humano desde el momento de nacer, a base de vivir. Vivir cada uno su propia vida.Para un beb de familia acomodada aparece como evidente que basta con llorar paraque le atiendan, mientras que para la criaturita que queda sola en su chabola mientraslos padres estn en el trabajo, esta evidencia no existe; lo que empieza a ser evidente

    para ella es que hay que aguantarse. Las evidencias de una jovencita nacida y criadaen un burdel sern muy diferentes de las evidencias de otra muchacha de una familiahonesta.

    Estas evidencias que acabo de sealar son accidentales, pero hay otras que podemosllamar bsicas y se hallan en la raz misma de la vida humana. Hay evidencias que

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    proceden del instinto de conservacin, con sus derivaciones y desviaciones, talescomo tener por repugnantes ciertas comidas que otros consideran muy apetitosas,evidencias personalesen el vestir, dormir, alojarse... Despus vienen las evidenciassexuales, tambin con sus derivaciones y desviaciones. Asimismo el afn de dominio

    provoca una serie de evidencias que no hay por qu detallar aqu. Cierto tambin queexisten evidencias que impulsan a la virtud, y otras (despus del pecado de Adn) queempujan al pecado, pero ahora no pretendo entrar en el aspecto moral de todo esto.

    La raz de todas estas evidencias es comn para todos los humanos con un mnimode normalidad, y se designa con la sonora expresin de concupiscencias, siendo la

    primera la de los ojos, que nos presenta como evidente la gran satisfaccin de poseer;sigue la concupiscencia de la carne, con la evidencia que proporciona el goce de lossentidos; y nalmente la soberbia de la vida con las satisfacciones evidentes que sederivan del dominar y el destacar sobre los dems, sea en lo que sea.

    Pero si todos llevamos las mismas races, todos tambin acusamos derivacionesy desviaciones particulares; lo que hace que el CODINde cada uno sea original, ydiferente del de todos los dems, tanto en lo bueno como en lo malo.

    Dije que el CODINera una sedimentacin de evidencias, y creo que ahora estoya aparece ms claro.

    Conviene destacar aqu la diferenc