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137 Las batallas urbanas de principios del tercer milenio María Elena Ducci Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, Pontificia Universidad Católica de Chile Este trabajo da cuenta de una reflexión sobre lo que está sucediendo en el país, y específicamente en Santiago, entre las distintas fuerzas que se conjugan para dar forma a la ciudad, con especial atención al papel que desempeñan las organizaciones de ciudadanos. Partiendo de una concep- ción de la ciudad como productora de crecimiento, se revisa la realidad chilena de fines del segundo milenio y se muestran ejemplos concretos que ilustran la forma como se está dando este juego de fuerzas siempre cambiante. 1. La ciudad como maquinaria de crecimiento Un buen concepto para entender la forma en que funciona la ciudad de hoy, cómo se van definiendo las propiedades de sus espacios y decidiendo el futuro de sus habitantes, es el de “máquina de crecimiento” (growth machine) propuesto en 1976 por Harvey Molotch (1976: 309–330). A pesar de que algunas de sus observaciones fueron desarrolladas hace más de veinte años para ciudades de Estados Unidos, hay planteamientos que si- guen siendo válidos y nos ayudan a entender mejor ciertos procesos en curso hoy día en nuestras ciudades. El concepto de maquinaria urbana no da cuenta cabal de todas las fuerzas que en este momento cumplen una función importante en la dinámica urbana, pero sirve como base para avan- zar en la comprensión de los complejos fenómenos que están creando y recreando la ciudad de hoy. Molotch (1976) sostiene que el suelo es el elemento básico del lugar y, al mismo tiempo, es un bien transable en el mercado, que permite obtener riqueza y poder. Por lo mismo, indica, algunas personas “muy importan- tes” tienen un gran interés en el suelo urbano. Por otra parte, el crecimien-

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conflictos urbanos en el siglo XXI

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  • Ducci: Las batallas urbanas

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    Las batallas urbanasde principios del tercer milenio

    Mara Elena DucciInstituto de Estudios Urbanos y Territoriales, Pontificia Universidad Catlica de Chile

    Este trabajo da cuenta de una reflexin sobre lo que est sucediendo enel pas, y especficamente en Santiago, entre las distintas fuerzas que seconjugan para dar forma a la ciudad, con especial atencin al papel quedesempean las organizaciones de ciudadanos. Partiendo de una concep-cin de la ciudad como productora de crecimiento, se revisa la realidadchilena de fines del segundo milenio y se muestran ejemplos concretosque ilustran la forma como se est dando este juego de fuerzas siemprecambiante.

    1. La ciudad como maquinaria de crecimiento

    Un buen concepto para entender la forma en que funciona la ciudad dehoy, cmo se van definiendo las propiedades de sus espacios y decidiendoel futuro de sus habitantes, es el de mquina de crecimiento (growthmachine) propuesto en 1976 por Harvey Molotch (1976: 309330). A pesarde que algunas de sus observaciones fueron desarrolladas hace ms deveinte aos para ciudades de Estados Unidos, hay planteamientos que si-guen siendo vlidos y nos ayudan a entender mejor ciertos procesos encurso hoy da en nuestras ciudades. El concepto de maquinaria urbana noda cuenta cabal de todas las fuerzas que en este momento cumplen unafuncin importante en la dinmica urbana, pero sirve como base para avan-zar en la comprensin de los complejos fenmenos que estn creando yrecreando la ciudad de hoy.

    Molotch (1976) sostiene que el suelo es el elemento bsico del lugar y,al mismo tiempo, es un bien transable en el mercado, que permite obtenerriqueza y poder. Por lo mismo, indica, algunas personas muy importan-tes tienen un gran inters en el suelo urbano. Por otra parte, el crecimien-

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    to es la esencia poltica y econmica de cualquier ciudad o localidad, porlo que pasa a ser un tema clave para las elites locales, en torno al cualnecesitan llegar a acuerdos. La forma como se produce este crecimiento,que implica poner en marcha una cadena de fenmenos, es un tema fun-damental para las personas que se preocupan por su localidad y que tie-nen los medios para transformar su preocupacin en una fuerza poltica.Por esto, sostiene, la ciudad es, para aquellos que cuentan, una mquinade crecimiento (p. 310).

    Once aos despus, Logan y Molotch (1987: 5098) desarrollaron mseste concepto de maquinaria urbana, examinando quines son las perso-nas y organizaciones con inters en determinados lugares y la forma enque tales intereses afectan al territorio. Sostienen que, para algunos, el suelourbano tiene un valor de cambio y, para otros, un valor de uso, y queel Estado interviene en varios niveles en la distribucin de los valores deuso y de intercambio. En contraste con la retrica de valores de uso quegeneralmente marca el discurso del gobierno, las polticas implementadasmuchas veces promueven el crecimiento y el aumento de las rentas y raravez fomentan los valores de uso (Molotch 1990: 3). Los empresarios loca-les, por su parte, ven el suelo como un potencial valor de cambio, por loque buscan constantemente aumentar el valor de su zona atrayendo in-versiones hacia ella, pero sin tomar en cuenta el efecto que esto puedatener en los residentes urbanos. Para estos ltimos, ese mismo suelo tiene,adems y muchas veces en forma predominante, un valor de uso, el que serelaciona directamente con la calidad de vida, como se ver ms adelante.

    La bsqueda del aumento de los valores de cambio tiene tal fuerza,que las ciudades y, dentro de ellas, las distintas comunas, compiten paraatraer inversiones hacia su territorio. Las ciudades se organizan comoempresas dedicadas al incremento de los niveles de renta agregados a tra-vs de la intensificacin del uso del suelo. Es as como la ciudad se trans-forma en una mquina de crecimiento. Surge, de esta forma, una ticadel crecimiento que penetra todos los aspectos de la vida local, incluyen-do el sistema poltico, la agenda de desarrollo econmico y hasta las orga-nizaciones culturales. A pesar de que el crecimiento es generalmentepresentado como algo positivo para todos los residentes, en realidad lasventajas y desventajas del crecimiento se reparten en forma muy desigual(Logan y Molotch 1987: 8597).

    Al analizar la realidad actual chilena, y especficamente lo que ocurreen Santiago, aparece un pequeo, pero muy importante, grupo de perso-nas o empresas que manejan los bienes races y para las cuales el suelo ysu desarrollo es la herramienta de generacin de riqueza que las hace pe-sar en el contexto poltico nacional. Esta es la elite a la que se refiere Molotch.Para sus miembros, la ciudad necesita crecer, y en lo posible en extensin,ya que por lo general son los propietarios de toda la periferia urbanadesde dcadas antes de que el crecimiento de la ciudad llegue a ella. Estoexplica las fuertes presiones a las que las empresas inmobiliarias y cons-tructoras someten al Estado, a fin de que se permita extender indefinida-mente los lmites de la ciudad. Sin embargo, tambin el crecimiento se est

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    dando como renovacin de zonas ms centrales, en las que se aumenta ladensidad y la superficie vendible para abrir nuevas reas al mercado delos bienes races. Es el caso de la renovacin de Santiago Poniente, dondeantiguas y seoriales mansiones deterioradas dan paso a edificios de has-ta veinte pisos que ofrecen vivienda subsidiada.

    1.1 Cmo se toman las decisiones en esta maquinaria urbana?

    Edelman1 sostiene que existen dos tipos de polticas: por una parte, laspolticas simblicas, que se refieren a los grandes temas, como la mora-lidad pblica o las reformas institucionales, y estn diariamente en los ti-tulares de la prensa. Un excelente ejemplo de poltica simblica es el Plande Transporte Urbano 20002005 para la Regin Metropolitana de Santia-go, publicado en la prensa el 8 de noviembre de 2000. Si se toma en cuentaque en 1994 se public un plan similar para el perodo 19952000 y que, delas medidas propuestas entonces, no se ha cumplido ni siquiera un tercio,puede esperarse que este nuevo plan vuelva a quedar mayoritariamenteen buenas intenciones.

    Por otra parte, existe una poltica implcita, a travs de la cual se tomanlas decisiones que verdaderamente afectan a las personas. Esta surge denegociaciones privadas en comits y comisiones de alto nivel donde parti-cipan aquellos que cuentan, y por su intermedio se decide cmo se dis-tribuyen los bienes y servicios entre los distintos grupos de la sociedad.

    Generalmente invisible, relegada a negociaciones entre comits, este es eltipo de poltica que determina quin, en trminos materiales, obtiene qu,dnde y cmo. (Molotch 1990: 313)

    La calidad de vida de las personas que residen en la ciudad es conse-cuencia, en gran parte, de las decisiones que se toman a travs de estamaquinaria de crecimiento. En un contexto de reestructuracin del Estadoy la economa en el cual se encoge cada vez ms el mbito de accin esta-tal, la calidad de la vida urbana pasa a depender fundamentalmente de lasdecisiones que los inversionistas privados tomen acerca de determinadoterritorio. Como la inversin privada, siguiendo su propia lgica interna,se centra en aquellos proyectos y territorios donde la probabilidad de ga-nancia es mayor, el resultado es una profunda segregacin urbana, de lacual Santiago es uno de los ejemplos ms ntidos en Amrica Latina.

    En Santiago, los barrios donde se concentra la mayor capacidad econ-mica son comparables a muchos vecindarios de sectores medios altos yaltos en pases del norte. Se despliegan en grandes extensiones de territo-rio caracterizable como ciudad jardn, en que las reas verdes y la bellezatienen un lugar preponderante y estn servidos por modernos malls don-de se ofrecen todos los productos de la globalizacin y el xito econmico.

    1 Murray Edelman, The Symbolic Uses of Politics (Urbana: University of Illinois Press, 1964),citado por Molotch (1976), p. 4.

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    En el otro extremo estn las grandes extensiones de la ciudad donde vivenlos ms pobres, caracterizadas por mala calidad de la vivienda, falta dereas verdes, espacios pblicos inexistentes o abandonados, escasez y malacalidad del equipamiento, etc. En la generacin de estas reas tambinparticipa el sector privado (que en Chile construye la mayor parte de lavivienda social), pero responde a lo que la gente puede pagar, y al pare-cer los pobres no pueden pagar ms que mala calidad, dimensiones mni-mas y fealdad.

    En Estados Unidos, los gobiernos locales han descubierto que la nicaforma de mejorar las condiciones de vida de su poblacin, es conseguirfinanciamiento a travs de las inversiones que se realizan en su territorio.Por ello, negocian con los inversionistas y les exigen ciertas compensacio-nes para enfrentar los costos directos de infraestructura asociados con susproyectos (agua, saneamiento, caminos). Estas exigencias se ampliaron enlos aos noventa para incluir efectos indirectos, como la congestin detrnsito vehicular generada en lugares no inmediatos al proyecto en cues-tin. ltimamente, los gobiernos locales estn exigiendo a los inversionistascompensar ciertos costos sociales, por ejemplo construyendo jardines denios en los edificios de oficinas, albergues para jvenes en los hoteles delujo, o vivienda social con sus condominios caros. Algunos gobiernos lo-cales llegan a exigir capacitacin para el trabajo y/o apertura de los nue-vos empleos generados a los residentes locales. Aunque las magnitudesactuales de las exigencias son bastante bajas, es muy importante su poten-cial para balancear la dotacin y calidad de los servicios, y tienden a ha-cerse ms intensivos y generalizados en el futuro (Molotch 1990: 313).

    Este sistema de exigir compensaciones a los inversionistas es una for-ma de pagar los costos sociales de las inversiones de capital. Es un intentopor controlar (o influir) el crecimiento, y constituye el instrumento msimportante, adems de la autoridad establecida, para alcanzar una situa-cin ms equilibrada en las condiciones de vida de la comunidad. Aunquees una forma imperfecta de compensar la falta de polticas responsablesen el mbito estatal y nacional, es mejor que la clase de estragos que ocu-rriran si las mquinas de crecimiento mantuvieran su completa hegemo-na, sin ninguna compensacin sobre el dao producido por el desarrollo(Molotch 1990: 313).

    Qu sucede en Chile, y especficamente en el caso de Santiago? Loque ocurre es que las comunas ms ricas tienen la capacidad de mejorar lacalidad de vida de sus habitantes, pero las diferencias de ingresos y gastosentre ellas y las comunas ms pobres es abismal, como lo muestra el si-guiente cuadro.

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    Cuadro 1: Diferencias entre comunas ricas y pobres, Regin Metropolitana de Santiago, 1997.Poblacin, ingresos y gastos municipales per cpita (en pesos de 1998)

    Comunas Poblacin Ingreso per cpita Gasto per cpita

    Santiago 229.761 250.137 237.549Providencia 109.324 248.139 226.122Vitacura 83.510 193.525 187.646Las Condes 222.886 160.873 158.889La Granja 146.153 29.482 26.935Cerro Navia 164.768 30.162 26.177El Bosque 187.799 26.346 26.045La Pintana 230.758 28.701 24.242Promedio RM 66.592 63.158

    Fuente: INE (1997); y Rodrguez y Winchester (2000), Cuadro 9.

    Los cuatro municipios ms pobres incrementaron sus ingresos en un21 por ciento y sus gastos en 37 por ciento entre 1992 y 1997, en tanto quelos cuatro municipios ms ricos lo hicieron en 82 y 98 por ciento, respecti-vamente, en el mismo perodo. El Municipio de Santiago (centro original)gasta casi diez veces ms por habitante que el municipio ms pobre, ycuatro veces ms que lo que gastan en promedio todos los municipios dela Regin Metropolitana.

    Si observamos la distribucin de la poblacin por niveles de ingreso(Cuadro 2), resultan an ms evidentes las grandes diferencias que se danentre las comunas de Santiago. Comunas como Vitacura, Providencia yLas Condes, tienen un 3 por ciento o menos de poblacin de los estratosms bajos (D y E), en tanto que, en el otro extremo, hay once comunasdonde no reside nadie que pertenezca a los estratos superiores (ABC1).

    Cuadro 2: Regin Metropolitana de Santiago. Comunas seleccionadas. Distribucin porcen-tual de la poblacin por grupos socioeconmicos

    Grupo socioeconmico

    Comuna ABC 1 C2 C3 D y E

    Santiago 3,2 66,3 30,5Providencia 35 62 3Vitacura 66,5 33,5 0Las Condes 60,5 37 2,5La Granja 0 45,5 54,5Cerro Navia 0 22 78El Bosque 0 42,5 57,5La Pintana 0,6 16,5 82,9San Ramn 0 21,5 78,5Pealoln 0 27,5 72,5

    Fuente: INE (1992).

    Queda as en evidencia la extrema segregacin que presenta la ReginMetropolitana de Santiago, la cual permite sostener que en su interior co-existen diferentes ciudades. A pesar de la vigencia de un fondo redistribu-tivo (FNDR, Fondo Nacional de Desarrollo Regional) cuyo objetivo esdisminuir las inequidades entre comunas mediante el traspaso de exce-

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    dentes desde las ms pudientes hacia las ms pobres, estas ltimas enfren-tan todo tipo de carencias, tambin relacionadas con la excesiva segrega-cin que se da en la ciudad. As, las comunas ms pobres concentran slovivienda social que no paga impuestos sobre la renta, y los municipiostampoco perciben ingresos por pago de servicios, por ejemplo, de recolec-cin de basura, ya que los sectores de menores recursos estn exentos deeste pago.

    Resulta as muy difcil en Chile, para las comunas ms pobres, atraerinversiones que puedan proporcionar compensaciones importantes. Poresta razn, es imprescindible perfeccionar el FNDR para que realmentefuncione como un instrumento redistributivo, o generar otros mecanis-mos (por ejemplo, acuerdos entre dos o ms comunas) que permitan mejo-rar las condiciones de vida de los que ms lo necesitan.

    2. Los actores: El Estado y el sector privado

    Los principales protagonistas de este juego que va dando origen a laciudad y recrendola, son, entonces, el Estado, los grupos privados y losciudadanos. Cada uno de ellos juega un papel distinto, mientras el Estadointenta mediar en los conflictos que van surgiendo entre los promotores debienes races y los ciudadanos, al mismo tiempo que procura cumplir consus propios proyectos y metas de desarrollo. Examinaremos en ms detallela funcin que cumple cada uno de estos actores al interior de la maquinariaurbana. En esta seccin trataremos los dos primeros, dejando el anlisis delpapel que estn desempeando los ciudadanos para la seccin siguiente, enla cual se examinan las batallas que sostienen en la ciudad.

    2.1 El Estado

    El Estado chileno, al igual que la mayor parte de los estados latinoameri-canos, ha pasado por ms de dos dcadas de reestructuracin, proceso orien-tado a disminuir progresivamente el tamao del aparato administrativo.Sus tareas se van restringiendo cada vez ms a las de supervisin y genera-cin de normativas para guiar el desarrollo. Su objetivo central es el desa-rrollo econmico, el cual prioriza frente a otras demandas, a pesar de undiscurso a favor de la redistribucin y del medio ambiente. Debe reconocer-se, sin embargo, que el Estado chileno ha demostrado una capacidad mayorque el de otros pases en desarrollo para dar cumplimiento a las normativas;y tambin que, a pesar de los cambios polticos, ha mantenido y perfeccio-nado diversas polticas sociales que han determinado que los sectores mspobres tengan, en general, un mejor nivel de vida que sus pares de otrospases en desarrollo (PNUD 2000). Una expresin de lo anterior es el aumen-to sostenido que ha experimentado el ndice de Desarrollo Humano del pasque elabora anualmente Naciones Unidas. Chile ha pasado a ser uno de los

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    cuatro pases latinoamericanos considerados como pases de alto desarrollohumano, como se observa en los siguientes cuadros.

    Cuadro 3: Evolucin del ndice de Desarrollo Humano y PIB per cpita (en dlares de 1995).Chile y Amrica Latina 197598

    Ao 1975 1980 1985 1990 1998

    IDH (ndice de Desarrollo Humano)Chile 0,702 0,736 0,753 0,780 0,826Amrica Latina y el Caribe 0,758PIB (Producto Interno Bruto)Chile 1.842 2.425 2.345 2.987 4.784Amrica Latina y el Caribe 3.166 3.679 3.407 3.380 3.930

    Fuente: PNUD, Informe de Desarrollo Humano 1999. http://www.hdr.undp.org/reports/global/2000/en/pdf/hdr_2000_back1.pdf

    Cuadro 4: ndice de Desarrollo Humano, 199099. Comparacin entre pases latinoamericanos.

    Ao 1999 1998 1990

    Pases de alto nivel de desarrollo humanoChile 34 38 38Argentina 39 35 43Uruguay 40 39 32Costa Rica 45 48 40Pases de mediano nivel de desarrollo humanoTrinidad y Tobago 46 50 39Venezuela 48 65 44Panam 49 59 54Mxico 50 55 45Colombia 57 68 61Cuba 58 56 62Ecuador 72 91 77Brasil 79 74 60Per 80 80 78Jamaica 82 83 59Paraguay 84 81 73Repblica Dominicana 88 87 80El Salvador 107 104 94Bolivia 112 114 110Honduras 114 113 100Guatemala 117 120 103Nicaragua 121 121 116Pases de bajo nivel de desarrollo humanoHait 152 150 125

    Fuente: PNUD, Informe de Desarrollo Humano 1991, 1998, 1999. Bsqueda Internet: http://www.undp.org/hdro/

    En un mundo abierto a la globalizacin, donde las ciudades compitenpor atraer capitales externos, el desarrollo urbano es, sin duda, una pre-ocupacin central para el Estado, que debe generar las condiciones parahacer atractivas las ciudades, en especial su ciudad capital. A pesar de

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    2 El documento Sistema de concesiones en Chile, 19902003, de la Subsecretara deObras Pblicas, del Ministerio de Obras Pblicas, Transportes y Telecomunicaciones,plantea que a partir de los aos 199293 comienza un plan de concesiones de obras atravs de capitales privados (). Con la inversin privada se ejecutaron diversos pro-yectos, entre otros: la autopista de La Serena a Puerto Montt con unos 1.500 km en ochoconcesiones; Nueva Ruta 78: Santiago San Antonio, Ruta 68: Santiago Valparaso Via del Mar, y Troncal Sur en el Valle del Aconcagua; Ruta de la Madera y AccesoNorte Concepcin (). Adems, se ha renovado y ampliado prcticamente todos nues-tros aeropuertos (). Adems, en estos aos se construyen en la Regin Metropolitanamodernas autopistas, como son Autopista Central, Costanera Norte y dos sectores dela Circunvalacin Amrico Vespucio. [http://www.mop.cl/documentos/Documento%20Concesiones%20Final.pdf (Consultado el 10/12/2003)]

    3 Est encargado de realizar y/o aprobar los planes reguladores urbanos, principalesinstrumentos de la planificacin urbana del pas.

    ello, no parece existir un consenso o un plan explcito sobre el modelo deciudad que se quiere alcanzar, y se est aplicando un urbanismo frag-mentario (Ramos 1999), basado en megaproyectos promovidos por la ini-ciativa privada (grandes desarrollos residenciales, centros comerciales,industriales y de oficinas). Paralelamente, el Estado se concentra en pro-ducir la vivienda social y la infraestructura bsica para los sectores mspobres, intentando generar condiciones de rentabilidad suficientes paraque el sector privado se interese en su construccin.

    Sin embargo, no puede olvidarse la importancia del papel que desempeael Estado en la generacin de infraestructura, elemento indispensable paradar accesibilidad al territorio y abrirlo al mercado de bienes races. En los aosnoventa, cuando comenz a aceptarse que los recursos de un Estado cada vezms pequeo se hacan crecientemente limitados, se desarroll en Chile elmecanismo de las concesiones como una forma de generar infraestructuracon capitales privados, que recuperan su inversin cobrando, durante un tiem-po determinado (2030 aos), por la utilizacin de esa infraestructura. Conesta modalidad, se han construido as en el pas carreteras interurbanas y vasintraurbanas en Santiago.2 Uno de los casos analizados ms adelante tratasobre los intentos de construir la primera va urbana concesionada en Santia-go, la Costanera Norte, por ser terminada en el ao 2004.

    Ahora bien, cuando se habla de el Estado, pareciera que se hace refe-rencia a un Estado monoltico, que acta siempre en el mismo sentido frenteal desarrollo de la ciudad. Es importante entender que esto no es as y, enparticular, conocer mejor cmo participan las instituciones del Estado quetienen una influencia ms directa en el desarrollo urbano: los ministeriosde Vivienda y Urbanismo (Minvu), de Obras Pblicas y de Transportes yTelecomunicaciones (MOPTT), y los municipios, visualizados estos lti-mos como las instituciones ms cercanas a los ciudadanos.

    Aunque tericamente el ministerio responsable del desarrollo urbanoen Chile es el de Vivienda y Urbanismo,3 sus capacidades son limitadas y supostura frente al desarrollo urbano es muy diferente a la de otros organis-mos del Estado. Esto es especialmente notorio cuando se contraponen laspolticas de generacin de infraestructuras que promueve el MOPTT y losplanes y propuestas del Minvu, siendo las primeras las que han determina-

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    do, y siguen determinando, hacia dnde y cmo crece la ciudad, dejandoobsoletas las propuestas del Minvu. El ejemplo de mayor visibilidad en ladcada de los noventa en Santiago ha sido la Costanera Norte, proyectoconcesionado del MOPTT actualmente en ejecucin que promueve la exten-sin de Santiago hacia el nororiente, en contra de las declaraciones constan-tes del Minvu respecto de la urgencia de detener el crecimiento en extensinpara impedir un mayor deterioro de la calidad de vida de los capitalinos.

    La funcin del Minvu que ms ha impactado e impacta a la ciudad esla produccin de viviendas sociales, cuya localizacin, desde los aos se-tenta, ha sido guiada por las fuerzas del mercado, que las ha empujadohacia una periferia seleccionada (preferentemente, el sur y el norponientede la Regin Metropolitana), colaborando con ello al aumento de la segre-gacin en la ciudad (Sugranyes 2000).

    En 1994, despus de ms de treinta aos de la formulacin del ltimoplan regulador de Santiago, el Minvu logr la aprobacin de un nuevo PlanIntercomunal, con un objetivo central: frenar el crecimiento en extensin dela ciudad, aumentando para ello la densidad habitacional de 100 a 150 habi-tantes por hectrea como promedio. Este plan gener airadas reacciones porparte del sector privado, incluida la Cmara de la Construccin, que lleva-ron a la Subsecretaria de Vivienda y Urbanismo a declaraciones pblicassobre la flexibilidad que se le dara a esa normativa, segn la cual cadaproyecto importante sera estudiado como un caso singular (Tschorne 2000).Tales medidas no parecen sino reforzar la tendencia a un urbanismo frag-mentario, a una ciudad hecha a pedazos por medio de grandes proyectosinmobiliarios que responden a la lgica del mercado.

    Por otra parte, el organismo con mayor peso en lo que ocurre hoy daen las ciudades es el responsable por la produccin de la infraestructura:el MOPTT, cuya influencia y poder al interior del aparato de Estado sonmuy superiores a los del Minvu. Tal poder est ligado directamente con elmonto de los recursos que maneja, al ser la entidad encargada de la gene-racin de las obras de infraestructura ms relevantes: aeropuertos, carre-teras y vialidades primarias, puentes, etc. En un contexto de desvalorizaciny resistencia frente a la planeacin, son las grandes obras de infraestructu-ra las que han estado definiendo hacia dnde y cmo crece la ciudad.4 Elcaso ms emblemtico de la ltima dcada en Santiago es la apertura ha-cia el aeropuerto de la Circunvalacin Amrico Vespucio, terminada a fi-nes de los aos ochenta. Esta va conect el hasta entonces aislado sectornorte de las comunas de Huechuraba y Conchal con la zona oriente de lacapital, donde se concentra la poblacin de mayores recursos, y abri todoun nuevo mercado de expansin para los bienes races. La comuna deHuechuraba pas a ser, de una trastienda de la ciudad con cierto desarro-llo habitacional popular (originalmente, campamentos de la dcada de lossesenta), a la prolongacin del barrio alto, donde, tras la moderna franja

    4 Planificadores como Marcial Echeique, profesor de Harvard y ex asesor de dos minis-tros de Obras Pblicas en los aos noventa, plantean que slo existe la planificacin dela infraestructura.

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    de industrias y servicios que bordean la carretera al aeropuerto, se estconstruyendo la ciudad jardn de los aos 2000, manifiestamente aisladade las zonas populares aledaas.

    2.2 El sector privado

    El sector privado, propietario muchas veces del suelo o el capital o am-bos, intenta maximizar su ganancia de acuerdo a su propia lgica interna, ypara ello procura continuar el crecimiento ilimitado de la ciudad mediante laocupacin de las reas perifricas. Cada uno de los promotores de bienes ra-ces intenta que el Estado genere las condiciones para que sus terrenos aumen-ten su valor, y paralelamente busca evitar al mximo los controles alcrecimiento, oponindose a los instrumentos de planificacin que determi-nan restricciones de uso y de densidad. Para ello utiliza mecanismos de pre-sin poltica, como la capacidad potencial de la industria de la construccinpara generar empleo, elemento de gran peso en una etapa como la actual,cuando el desempleo ha pasado a ser la mayor preocupacin nacional. Poreste afn de evitar los lmites del crecimiento a la expansin urbana, ha surgi-do un creciente inters en el sector privado por tener una voz y capacidad dedecisin en la formulacin de los planes reguladores. Es as como ha desarro-llado la ya mencionada campaa de oposicin al Plan Regulador Intercomunalaprobado en 1994, el cual, desde la perspectiva de los agentes inmobiliarios,limita sus derechos a obtener ganancias de sus terrenos.

    Al capital inmobiliario le interesa, como es lgico, obtener el mximoposible de ganancia con el desarrollo de su terreno o proyecto y, por lo mis-mo, dar prioridad a aquellos proyectos ms rentables, como son los gran-des artefactos urbanos (malls, conjuntos de oficinas, centros comercialesespecializados) (De Mattos 1999), y barrios o conjuntos residenciales exclu-sivos. Pero tambin en este caso sera un error considerar el capital inmobi-liario como un ente monoltico, orientado unidireccionalmente. As comohay grandes diferencias entre distintos organismos del Estado, tambin lashay entre los intereses de los distintos grupos inmobiliarios, que a vecescompiten ferozmente por mercados limitados. As, los propietarios de terre-nos en diferentes sectores de la ciudad intentarn conseguir el apoyo estatalpara aumentar el potencial (y valor) del rea donde se localizan estos. Lavalorizacin de un sector puede darse por medio de la introduccin o mejo-ramiento de la infraestructura, mediante la liberalizacin de normativas o laoferta de incentivos especiales para promover el desarrollo. De hecho, esteltimo mecanismo es el que ha utilizado el Estado en Santiago Ponientepara arrancar un proceso de renovacin de un rea de la ciudad que estabaexperimentando un acelerado proceso de desarrollo.5

    5 Para lograr el repoblamiento de Santiago Poniente, la Municipalidad de Santiago hizo unconvenio con el Minvu, el cual duplic los subsidios habitacionales que se localizaran enesa rea, abriendo as un nuevo nicho destinado a la construccin de vivienda subsidiadapara sectores medios-bajos. Este programa ha logrado atraer inversiones al rea, aunquea costa de la destruccin de gran parte del patrimonio histrico de esa zona.

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    Un fenmeno que se est observando recientemente en Santiago es lapropuesta de gigantescos megaproyectos residenciales y mixtos, cuya ofertaest dirigida a sectores medios altos y altos. La oferta potencial sobrepasacon mucho las posibilidades de demanda del mercado inmobiliario y, dehecho, muchos de estos proyectos se han quedado en esa fase. Una hipte-sis que parece acertada es que, frente a un plan regulador que pone unlmite frreo al crecimiento, los pequeos proyectos no tienen ningunaposibilidad de ser aprobados en las instancias superiores (aunque el mu-nicipio los acepte, los proyectos son detenidos en las instancias ministeria-les si no se rigen por la normativa aprobada para la Regin Metropolitana).Por su parte, los megaproyectos, que son tratados en forma especial, hanmostrado una mucho mayor capacidad de ser autorizados como casos ex-cepcionales (Poduje 2000). Si a lo anterior se suma el hecho de que un te-rreno con permisos aprobados eleva en forma importante su valor, que lospropietarios pueden solicitar crditos basados en el valor del terreno y,adems, que esos crditos no necesariamente deben ser utilizados en laconstruccin del proyecto, surge aqu un hbil mecanismo legal para obte-ner financiamiento privilegiado que puede ser invertido, por ejemplo, enactividades productivas o financieras.

    Aunque tradicionalmente el sector privado en Santiago inverta en reasmuy seleccionadas, especialmente en el tringulo que se forma desde elcentro de la ciudad hacia el nororiente, donde se concentran los sectorescon mayor capacidad econmica, el rpido avance econmico experimen-tado por el pas en la ltima dcada ha determinado la aparicin de nue-vos nichos de mercado que permiten la instalacin de nuevos centroscomerciales y el desarrollo de vivienda no popular. Por una parte, los sec-tores medios y medios altos, ahora ms numerosos, se han ido expandien-do hacia el suroriente (Pealoln) y norponiente (Huechuraba). Tambin,las comunas de La Florida y Puente Alto, con la consolidacin de un cadavez mayor centro comercial y de oficinas (mall Plaza Vespucio) apoyadopor la extensin del metro, adems del surgimiento de otros centros co-merciales en el rea sur (mall de La Florida), han ido cambiando su pobla-cin de origen predominantemente popular, por una poblacin crecientede clase media.6 Al mismo tiempo, nuevos sectores medios y medios bajosse estn instalando hacia el poniente de la Regin Metropolitana (Maip),en torno a los nuevos centros comerciales cuyo desarrollo se est dando enforma completamente anloga a lo que ocurre en Estados Unidos, cuandose abre una nueva rea de desarrollo suburbano.

    6 Aunque no se aprecia una expulsin evidente de los sectores populares originales, losnuevos grupos que llegan a la comuna pertenecen a sectores medios.

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    2.3 Relaciones entre actores: Obstculos para el funcionamiento de lamaquinaria urbana?

    El Estado, pieza esencial de la maquinaria urbana, suele tener relacio-nes bastante complejas y hasta contradictorias con los potencialesinversionistas en la ciudad, que en el mundo globalizado de hoy, ademsde las elites locales, pueden ser grupos financieros y compaas interna-cionales.

    En su afn por promover el desarrollo, el Estado dedica parte impor-tante de sus recursos a invertir en infraestructura, tanto para aumentar laproductividad como para atraer la inversin de los capitales. As, en sunivel central se toman las grandes decisiones sobre la vialidad estructurante,los aeropuertos, la localizacin de los grandes proyectos industriales, etc.Como estos elementos tienen una gran importancia en la definicin de losvalores de cambio o, en otras palabras, en la rentabilidad del territorio,diversos grupos de intereses intentarn influir las decisiones estatales paraque afecten positivamente al territorio que les pertenece. El principal or-ganismo estatal involucrado en este proceso es el MOPTT, lo que lo hace elinterlocutor primordial para el sector privado, representado ya sea pormedio de asociaciones como la Cmara de la Construccin, o directamen-te por grandes empresas transnacionales interesadas en invertir en el pas.

    Al mismo tiempo, otras instituciones estatales son vistas por el sectorprivado como las principales generadoras de obstculos para llevar adelan-te sus proyectos en la ciudad. Se refieren, en primer lugar, al Ministerio deVivienda y Urbanismo, que a travs del Plan Regulador fija lmites y deter-mina las caractersticas de potencial crecimiento de las diferentes reas de laciudad. En el debate pblico abierto por el sector privado, el Plan ReguladorIntercomunal aprobado en 1994 es presentado como un freno a sus planesde expansin. Pero son los municipios los que definen en forma ms deta-llada el carcter de cada comuna por medio del Plan Regulador Comunal y,lo que es ms importante, los que tienen la potestad de dar los permisos deconstruccin de las nuevas obras proyectadas (por medio de las Direccionesde Obras Municipales). De esta forma, pasan a ser los interlocutores direc-tos de los gestores inmobiliarios que deben cumplir con las normas fijadaspor estas entidades. En esta capacidad, algunas veces se producen diferen-cias de criterios entre el nivel central (Minvu) y el nivel municipal, ya queeste ltimo hace todo lo posible por atraer inversiones a su territorio, y llegaa aprobar proyectos que no son congruentes con la poltica emanada delnivel central. Otras veces son las comunas las que interfieren poniendo ba-rreras al aplicar normativas que detienen ciertos proyectos, porque alcaldeso concejales los consideran nocivos para su comuna. Por ejemplo, el paso deuna carretera promovida por un ministerio central puede ser rechazado poruna comuna, que considera que tal obra impacta negativamente a su pobla-cin. El caso ms patente de este tipo de problemas se produce en la ReginMetropolitana de Santiago con la localizacin de las estaciones de transfe-rencia y los vertederos de basura, que han sido rechazados por alcaldes yvecinos de distintas comunas perifricas.

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    A partir de los aos noventa, las nuevas regulaciones ambientales tam-bin han operado deteniendo o impidiendo el crecimiento o el cambio enciertas reas. Desde la promulgacin de la Ley de Bases del Medio Am-biente (1994) y del Reglamento de Evaluacin de Impacto Ambiental (1997),la Comisin Nacional del Medio Ambiente (Conama) y sus organismosregionales, las Comisiones Regionales del Medio Ambiente (Corema), exi-gen el cumplimiento de determinadas caractersticas para la aprobacinde los proyectos, para lo cual exigen ya sea una declaracin de impactoambiental (DIA) o un estudio de impacto ambiental (EIA). El EIA se hatransformado en una potencial barrera para el desarrollo de proyectos ur-banos importantes. No hay consenso acerca de qu tipo y qu dimensio-nes de proyectos urbanos necesitan EIA, por lo cual todos los gestoresinmobiliarios intentan que sus proyectos sean aprobados slo con una de-claracin de impacto ambiental, la cual no requiere de estudios exhausti-vos. No siempre lo logran y algunos proyectos son forzados a desarrollarun EIA, el cual incluye, adems de complejos estudios tcnicos, la partici-pacin de los ciudadanos.

    Tambin las Corema pasan a tener un rol importante cuando gruposde ciudadanos se oponen a un proyecto y solicitan que sea evaluadoambientalmente. Esto, como se ver en el caso de la Plaza Per, en Santia-go, tratado en el inciso siguiente, puede ser un factor retardante de la eje-cucin del proyecto, elevando con ello sus costos.

    Al interior de este complejo mecanismo de funcionamiento de la ma-quinaria urbana, el Estado tambin se relaciona con los ciudadanos, conlos que necesita mantener una relacin satisfactoria, porque es en ellosdonde se encuentra su base electoral. Aunque en el discurso actual delEstado la participacin ciudadana tiene un lugar preponderante, en la prc-tica la limita a presentar a los ciudadanos interesados proyectos que hansido diseados por expertos, para pedirles su opinin. Las decisiones setoman despus, tcnicamente, lo que muchas veces genera fuertes rocesentre la ciudadana y las autoridades. En ciertos momentos, algunos te-mas pasan a ser conflictivos y se transforman en una fuente constante depresiones polticas, como el ya citado de la instalacin de vertederos debasuras. Este problema se ha ido arrastrando en Santiago en la ltima d-cada y est llevando a que las soluciones factibles resulten cada vez mscostosas.

    Las relaciones del sector privado con el Estado, como se vio anterior-mente, son complejas. Al mismo tiempo que los privados solicitan el apo-yo estatal, presionan al Estado para obtener acciones que les sean favorables,lo atacan constantemente por los medios de comunicacin porque les ge-nera barreras, y paralelamente negocian con las distintas instituciones paralograr maximizar su ganancia al invertir en la ciudad.

    En cuanto a los ciudadanos, el sector privado los considera en princi-pio como un eventual enemigo, pero al mismo tiempo son sus potencialesclientes, por lo que tambin necesita negociar con ellos y ofrecerles cadavez mejores condiciones de vida para convencerlos de comprar.

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    7 La empresa constructora Copeva ha pasado a ser la imagen ms visible del problema aescala nacional, pero los problemas de calidad no slo son consecuencia de la accin deuna empresa particular.

    8 As pasaron a llamarse los bloques de departamentos y viviendas que, para evitar elpaso del agua, fueron cubiertos por plsticos por sus habitantes, cuestin que se harepetido cada invierno desde 1997.

    Tampoco las relaciones entre los distintos actores permanecen estti-cas, sino que pueden cambiar con las circunstancias. Un ejemplo intere-sante en este sentido est en la construccin de vivienda social que, hastamediados de los noventa, con el apoyo del Estado, resultaba un negocioatractivo para el sector privado. En el invierno de 1997, fuertes lluvias da-aron considerablemente ciertas viviendas, cuya mala calidad pas a serun problema con dimensiones polticas al iniciarse una serie creciente demovilizaciones de grupos de beneficiarios que exigan reparaciones y de-mandaban a las empresas constructoras.7 Desde entonces, parte importan-te del sector privado decidi retirarse de este negocio, que ya no resultatan atractivo al caer en la esfera de posibles demandas por mala calidad,como de hecho est ocurriendo en forma progresiva. A pesar de que no hahabido declaraciones oficiales sobre este tema, casualmente los terrenosdisponibles en la periferia inmediata de la mancha urbana de Santiagoelevaron sus costos de tal forma, que ya no es posible construir en ellosvivienda social. Y esto ocurri justamente en el perodo posterior a la ex-plosin del escndalo de las casas de plstico de Copeva.8

    Qu otras fuerzas se oponen a la maquinaria urbana en su bsque-da del crecimiento? Un enemigo primordial del crecimiento es la falta dedinamismo econmico, que impacta en forma negativa y directa al merca-do de proyectos privados, haciendo desaparecer la demanda. Esta situa-cin se vivi en Chile y en Santiago entre 1998 y 2003, perodo en que sesintieron los efectos de la crisis asitica. Aunque indirectamente ligada alo anterior, otra posible barrera para el crecimiento de la ciudad es la faltade presupuesto para proyectos del Estado; por ejemplo, para la construc-cin de las infraestructuras que demanda el crecimiento. Este problema esel que se ha tratado de revertir por medio de las concesiones, cuyos resul-tados en el mbito urbano an estn por verse. Tambin el Estado se es-fuerza en crear condiciones propicias para impulsar el inters del sectorprivado por invertir en la ciudad, y es aqu donde las distintas comunasentran en competencia intentando atraer inversiones hacia su territorio.

    3. La ciudadana y sus batallas

    El tercer actor participante en este complejo mecanismo que crea y trans-forma constantemente la ciudad, es el ciudadano; en especial, los gruposde ciudadanos que se organizan para defender algo que sienten importan-

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    te de su medio ambiente urbano, oponindose a la maquinaria de creci-miento. Veremos con ms detalle, a travs de las luchas que estn dandoen el Santiago actual, qu los mueve a organizarse, cmo estn actuando ylos resultados que estn obteniendo al interior de esta dinmica de oposi-ciones, conflictos y alianzas que da forma a la ciudad.

    Prcticamente todas las luchas importantes que han llevado o estnllevando adelante grupos de ciudadanos de Santiago en la ltima dcada,han sido contra algn proyecto que visualizan como una amenaza para sucalidad de vida, el valor de sus propiedades o su salud. Entre ellos, el temaambiental est ya tan estrechamente relacionado con la calidad de vida,que las acciones ciudadanas bien pueden definirse como movimientos porel medio ambiente urbano.

    Los intentos de los grupos ciudadanos de influenciar el desarrollo repre-sentan un esfuerzo autntico de las bases para ganar el control sobre sufuturo urbano. (Molotch 1990: 188)

    La mayor parte de los conflictos se producen en zonas internas de laciudad, donde un proyecto (carretera, nuevo desarrollo inmobiliario, an-tena de telefona celular, etc.) amenaza con introducir cambios en el siste-ma de vida de los vecinos. Sin embargo, en los ltimos aos, la resistenciade los vecinos y gobiernos municipales a aceptar un vertedero, una crcelu otros elementos parecidos, se est dando en las comunas de la periferia,aun en aquellas con extensas reas sin urbanizar. Este fenmeno de repu-dio de ciertos elementos urbanos indeseables que, sin embargo, son ne-cesarios para el funcionamiento de la ciudad, se ha generalizado en elmundo, y en Estados Unidos se conocen como NIMBYs (not in my backyard) o LULUs (locally undesirable land use). Este rechazo se est transfor-mando en uno de los problemas ms complicados de la gestin urbanaactual y no est resuelto en Santiago, como se hace evidente frente al pro-blema de la basura:

    Apenas se sabe de una iniciativa de relleno sanitario, vertedero o estacinde transferencia, vecinos y autoridades comunales se organizan para im-pedir su construccin. (Nadie los quiere cerca de casa, El Mercurio, 2 denoviembre de 2000)

    Uno de los casos ms sonados a principios de los noventa en la ReginMetropolitana de Santiago fue el conflicto generado por el gasoducto que,atravesando la cordillera desde Argentina con gas natural, pasa por la co-muna de Pirque y transcurre cercano a poblados perifricos a la zona ur-bana, cruzando algunas propiedades rurales. Durante ms de dos aos,algunos vecinos influyentes de la zona, unidos a grupos de habitantes delos poblados, intentaron resistirse al paso del gasoducto por sus propieda-des, pero finalmente, despus de una larga disputa en la que participaronel gobierno central, la empresa constructora, los gobiernos locales y losvecinos afectados, el gasoducto termin por construirse, previa indemni-zacin a los afectados (Ibez 1996).

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    9 La organizacin surgida ha publicado una serie de documentos donde se exponen losproblemas generados entre la poblacin; uno de ellos, Rebrota el incendio de la indus-tria Mathiensen Polypac, declaracin pblica, Comisin Lo Espejo de Accin Ciuda-dana por el Medio Ambiente (ACPMA), 1999.

    10 Son industrias cuyos procesos no son cabalmente conocidos por las autoridades, nitampoco las caractersticas, toxicidad y destino final de sus desechos.

    Tambin a principios de los noventa, ante la construccin de una nue-va lnea del metro que amenazaba con destruir un parque cntrico de laciudad (el Parque Baquedano), los vecinos de clase media, apoyados pororganizaciones ambientalistas, intentaron que se cambiara el trazado paraconservar el tradicional sitio y sus antiguos rboles, algunos de ms decincuenta aos. Despus de largos meses de debate, cartas a los diarios,reuniones con los responsables del proyecto, etc., no se cambi el trazado,pero la empresa (estatal) hizo un detalladsimo estudio de la vegetacin yen muchos casos traslad rboles para salvarlos. A pesar de que parte delparque fue afectado, por primera vez en el pas una empresa poderosacomo el Metro se tom tan en serio la opinin de los ciudadanos.

    Este tipo de movimientos ha ido en aumento, y constantemente surgennuevos grupos, por lo general de clase media y media alta (aquellos quecuentan, Molotch 1976: 2), que se oponen al aumento de densidad en subarrio unifamiliar, a cambios de uso del suelo que transformen su barrioresidencial en comercial, a la instalacin de una antena de telefona celu-lar, etc.

    Uno de los movimientos que se sale de este esquema por su composi-cin bsicamente popular y que adquiri importancia, surgi en diciem-bre de 1995 como consecuencia del incendio de una industria qumica,Mathiensen Molypac, que gener una nube txica en medio de una zonahabitacional popular, en la comuna de Lo Espejo, al sur de la Regin Me-tropolitana de Santiago.9 El grupo de residentes afectados fue pionero enponer en primera plana el problema de la equidad ambiental, que ha he-cho revisar el gravsimo peligro que representa para la poblacin la pre-sencia y manejo de materiales txicos en zonas urbanas, las que siempreresultan ser zonas populares que han crecido inmediatas a industrias nocontroladas.10 La poblacin y las autoridades estn mucho ms alertas, ycualquier problema con materiales txicos, por pequeo que sea, es am-pliamente publicitado por los medios de comunicacin.

    El rechazo de las antenas de telefona celular por grupos de clase me-dia y media alta ha cobrado ltimamente gran fuerza en la capital, llegan-do a afectar los intereses econmicos de las empresas.

    Tanto ha sido el escndalo con recursos de proteccin de por medio ymanifestaciones callejeras que las compaas del rubro se agruparon,creando a principios de ao [2000] la Asociacin de Empresas de Telefo-na Mvil (Atelmo). (Nadie los quiere cerca de casa, El Mercurio, 2 denoviembre de 2000)

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    Otro caso que ha generado la irritacin de un grupo de residentes declase media alta que habitan en una zona unifamiliar de la comuna deVitacura, es el proyecto de un conjunto de edificios cuya construccin yase ha iniciado y que, de concretarse, al menos duplicaran la densidad delbarrio acabando por completo con la tranquilidad que lo caracteriza. Setrata del conjunto Parque Las Amricas, cuyas dos primeras torres deveintids pisos estn siendo terminadas, pero que debera completarse conuna serie de edificios que sumarn ms de mil departamentos. Los veci-nos que se oponen han formado una organizacin que han llamado Fu-riosos Vecinos en la que participan algunos connotados profesionales yestn utilizando una serie de recursos legales (recursos de proteccin, deilegalidad, sumarios, etc.) para intentar detener la construccin. Constan-temente estn exponiendo el caso en la prensa, aunque hasta ahora el con-flicto no se ha resuelto y la empresa inmobiliaria contina construyendo:

    Con la ejecucin de este proyecto colapsarn las pocas y ya congestiona-das avenidas de acceso los edificios tendran una insuficiencia de unos600 estacionamientos, automviles que debern estacionarse en las callesaledaas.

    Ante esta situacin, un grupo creciente de vecinos decidimos organizar-nos para defender el barrio, y estamos llevando a cabo diversas iniciati-vas En los ltimos das algunos vecinos han debido sufrir presiones yamenazas para que desistan de los nobles y elevados propsitos que per-siguen. (Mara Teresa Infante, residente, en carta a El Mercurio, 29 de oc-tubre de 2000)

    A fines de 2000, en un caso mucho menos notorio pero que fue destaca-do en la prensa como indito, en la misma comuna de Vitacura, un gru-po de residentes de viviendas unifamiliares gan la batalla legal contra laconstruccin de una torre de catorce pisos, la cual fue detenida (El desa-fo es la calidad de vida, El Mercurio, 17 de octubre de 2000).

    Una discusin menor, pero que ha dado trabajo al alcalde de la comu-na de Las Condes una de las ms ricas de la Regin Metropolitana deSantiago es el rechazo de los vecinos a una fuente de agua. Como partede la remodelacin de la Av. Isidora Goyenechea, con amplias aceras pea-tonales y elegantes comercios en sus bordes, se construy una fuente, cuyoproyecto fue donado a la comuna por un arquitecto residente. Como laaltura excesiva de esta fuente impide la vista de la fachada de la Iglesia deLos ngeles, remate de esta avenida, docenas de vecinos se han manifes-tado por medio de la prensa pidiendo la demolicin de la flamante obra.Independientemente de los resultados que se obtengan, es destacable laimportancia que los vecinos de las clases medias altas dan a la esttica desu barrio, y especialmente de lugares simblicos que slo muestran suimportancia cuando se ven amenazados.

    De todas estas luchas, unas menores y otras mayores, ms o menosprolongadas y fallidas o exitosas, hay dos situaciones particulares en lasque nos interesa profundizar, ambas vigentes en la ciudad de Santiago a

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    fines del ao 2000. La primera, en torno a la Plaza Per, como la mayorparte de las batallas que reciben publicidad, se est dando en un barrio declase media alta. La segunda, en cambio, relacionada con la CostaneraNorte, tiene una composicin socioeconmica heterognea y ha pasado aser el movimiento urbano ms significativo de la dcada en el pas.

    3.1 Plaza Per

    La polmica en torno a la Plaza Per se inici en 1998, cuando la Muni-cipalidad de Las Condes, regida tradicionalmente por autoridades de de-recha, llam a licitacin para la construccin de un estacionamiento detres pisos en el subsuelo de la Plaza Per, bajo el rgimen de concesiones.Esta es una plaza vecinal situada en un barrio residencial de clase mediaalta, muy cercano a una zona comercial y de oficinas. A pesar de la relati-vamente escasa importancia de la plaza y de que no posee un patrimoniovegetal demasiado singular, los vecinos contrarios a la construccin de losestacionamientos tuvieron la capacidad de hacerse presentes en los me-dios y recibieron apoyo de otros grupos ciudadanos. Esta batalla tuvo unaalta notoriedad por ms de un ao, e incluso llev al alcalde a llamar a unaconsulta ciudadana comunal sobre el tema. El Comit de Defensa de laPlaza Per lleg a recolectar tres mil firmas. Los vecinos manifestaron suposicin en un volante repartido el 13 de septiembre de 2000 (Los vecinosde El Golf Norte a los profesores y estudiantes de Arquitectura: Plaza Per:Hechos, falacias y verdades), en el cual argumentaban su rechazo basn-dose en el costo ambiental del proyecto, consistente

    ... no slo en la emisin de ruido y material particulado (contaminacin)en la fase de construccin y operacin, sino que tambin en un incremen-to de las situaciones de congestin y riesgo, y lo ms difcil de aceptarpara los vecinos, en la sustraccin de todos los beneficios que representaun rea verde consolidada.

    En junio del 2000, el municipio solicit a la Secretara Regional Minis-terial de Planificacin y Coordinacin (Serplac) del Ministerio de Planifi-cacin y Cooperacin (Mideplan), su opinin sobre los reclamos de losvecinos, y el cuerpo tcnico determin que la construccin no producaalteraciones significativas de los sistemas de vida y costumbres de losgrupos humanos (Ley de Bases del Medio Ambiente, 1994, artculo 11,letra c), por lo cual slo precisaba presentar una declaracin de impactoambiental (DIA) y no un estudio. En julio el proyecto se present en laCorema (Comisin Regional del Medio Ambiente) y ah, despus de orlos argumentos de los vecinos, se desconoci la resolucin tcnica anteriory se exigi un estudio de impacto ambiental (EIA), el que implica un con-junto de estudios tcnicos detallados, mayores costos, tiempo, etc. La au-toridad edilicia llam entonces a una consulta ciudadana, que se realiz el26 y 27 de agosto con una convocatoria abierta a todos los vecinos de lacomuna ms de 50 mil, de los cuales se pronunciaron cerca de 10 mil,el 85 por ciento de los cuales apoyaba la construccin (Plaza Per: Qu

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    hacer con los autos?, Seccin Urbanismo y Construccin, El Mercurio, 27de septiembre de 2000). Por supuesto, esta consulta fue considerada inv-lida por los oponentes a los estacionamientos, quienes promovan la vota-cin exclusiva de los vecinos cercanos, alrededor de 3.500.11 El alcalde y laempresa concesionaria proponente presentaron una apelacin, con lo cualla decisin pas al Consejo de Ministros que componen la Comisin Na-cional del Medio Ambiente. Dos meses despus, la Directora Ejecutiva dela Conama anunci su fallo a favor del estacionamiento y se dio el vistobueno al proyecto, cuya construccin se inici en noviembre de 2000 y setermin en 2002.

    El dictamen se basa en que la intervencin de la plaza ser temporal (de13 a 20 meses) y reversible, lo que no producira alteraciones significati-vas en la vida de los vecinos del sector. (Conama autoriz proyecto Pla-za Per. Vecinos denuncian presin de poderes fcticos, El Mercurio, 23de septiembre de 2000)

    3.2 Costanera Norte Ciudad Viva

    Sin duda la batalla de mayor impacto en la ltima dcada ha sido lacruzada llevada adelante por un conjunto de organizaciones vecinales encontra de la construccin de la que se pens fuera la primera carreteraurbana concesionada del pas: la Costanera Norte, un proyecto realizadopor el Ministerio de Obras Pblicas consistente en una carretera urbana decuota la primera concesin privada urbana del pas, para unir elnororiente ms pudiente de la ciudad con el norponiente, pasando por uncostado del centro urbano.

    Hacia fines de 1996, vecinos del barrio Bellavista, reunidos en el Comi-t Ecolgico de Bellavista, escucharon por primera vez rumores acerca delproyecto de construir esta carretera, que atravesara su barrio. Bellavista,el antiguo barrio tradicional localizado inmediatamente al norte del cen-tro de Santiago que, despus de dcadas de abandono y deterioro, habaempezado a resurgir lentamente en los aos ochenta, transformado enbarrio de artistas y bohemios, de restoranes y salas de baile, ya tena unahistoria de lucha por mejorar las condiciones del vecindario. Sus residen-tes llevaban seis aos trabajando en conjunto contra los problemas de rui-do y basura. Como lo manifiestan Ricardo Araya y Lake Sagaris (1997),ambos lderes de la Coordinadora, ya haban aprendido los elementos b-sicos de la participacin ciudadana:

    ... cmo organizar y dirigir reuniones amistosas y, a la vez, productivas;cmo investigar y preparar informes para cualquier conflicto; cmo ini-ciar contactos con las autoridades y otros entes relevantes y hacer un se-guimiento de esos contactos; cmo no agotarse en el esfuerzo enorme queconsuma cada gestin y cada intento de buscar mejoras.

    11 Esta votacin no tena fuerza legal, slo impacto poltico.

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    Empezaron la bsqueda de informacin y llamaron a una reunin devecinos a la que acudieron alrededor de trescientos residentes, impactadospor la noticia de la autopista y preocupados por la falta de informacin,situacin que pasara a ser la tnica de la relacin Proponente-Afectados(Araya y Sagaris 1997). A la reunin asistieron funcionarios del MOP res-ponsables del proyecto, con muchas promesas, pero poca informacinconcreta. De acuerdo con el proyecto, la carretera cruzara el barrio enforma subterrnea, y sus impactos urbanos no haban sido estudiados enabsoluto.

    Los vecinos se abocaron a capacitarse y aprender sobre el impacto decarreteras en el medio urbano, y en junio de 1996 lanzaron su campaaNO A LA COSTANERA NORTE por medio de una asamblea en una plaza delbarrio, con gran cobertura de los medios de prensa y asistencia de veci-nos y simpatizantes. Adems del impacto directo sobre el barrio, los ve-cinos se oponan a la idea de construir una supercarretera urbana, quefomentara el uso del automvil en la ya muy congestionada ciudad deSantiago.

    Paralelamente surgieron otros grupos, como el Comit de Defensa deRecoleta (comuna aledaa) y el Comit de Desarrollo de Patronato (otrobarrio de la comuna, de carcter comercial), que vinieron a sumarse a lasorganizaciones previamente existentes de la Vega Central.12 Mientras es-tos grupos trabajaban y estudiaban (reuniones con representantes del Mi-nisterio, seminarios acadmicos, asesoras tcnicas, etc.), el MOP hizoacuerdos con grupos de locatarios de la Vega y otros grupos de Patronato,a los cuales prometi una serie de ventajas que se desprenderan de laconstruccin del proyecto. La Junta de Vecinos de Pedro de Valdivia Nor-te, barrio de clase media localizado inmediatamente al oriente de Bellavistay que sera afectado fuertemente por la carretera, empez a destacar porsu combatividad.13 A principios de 1997 surgi tambin otro grupo muyactivo, el Comit de Defensa del Parque Metropolitano,14 el que hizo causacomn con las otras organizaciones. Se realizaron asambleas y se fueronintegrando nuevas organizaciones a esta lucha. El proceso de licitacinpara la construccin del proyecto se inici en abril de 1997, siendo deteni-do judicialmente por los vecinos, los que lograron que se hiciera obligato-rio realizar un estudio de impacto ambiental, para lo cual las empresaspidieron ms tiempo al gobierno. Con la Corema Metropolitana, los veci-nos organizaron un proceso de participacin ciudadana que result insa-tisfactorio para ellos porque

    12 As como Bellavista es un barrio de clase media, Recoleta y Patronato son barrios popu-lares y la Vega Central es el mercado de frutas y verduras ms importante de la capital.

    13 El barrio de Pedro de Valdivia Norte acoge a una clase media profesional no demasia-do acomodada, pero con antecedentes sociales de cierto prestigio, por lo cual destaca-ron rpidamente como un grupo con mucha capacidad de ser odos por la prensa, eincluso por sectores de derecha.

    14 Integrado por profesionales y personalidades que defienden el principal parque de laRegin Metropolitana.

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    ... las autoridades tratan de imponer una metodologa basada en los crite-rios del proponente y conceptos tericos equivocados. (Araya y Sagaris1997)

    Fue entonces cuando las distintas organizaciones decidieron crear unaCOORDINADORA NO A LA COSTANERA NORTE, en la que se unieron catorce orga-nizaciones ciudadanas de muy diversos orgenes, incluyendo las asocia-ciones gremiales del mercado Tirso de Molina y de la Vega Chica, laAsociacin de Comerciantes de la Periferia de la Vega,15 y las Asociacionesde Propietarios y Arrendatarios de Independencia, comunidad amenaza-da de expropiacin. Con esto la organizacin adquiri gran fuerza y visi-bilidad y se fue consolidando como una organizacin con grandescapacidades, a pesar de los recursos siempre limitados. A fines de 1998, laCoordinadora constaba de veinte organizaciones, dieciocho de las cualestomaban parte activa en la direccin del proceso. Participaron como Coor-dinadora en el Sistema de Evaluacin de Impacto Ambiental dirigido porla Corema y, aunque muy crticos del proceso, este les permiti avanzar enel trabajo en conjunto:

    El 23 de julio, da de la entrega de nuestra respuesta a la Corema, fue ungran hito en nuestro proceso como Coordinadora. Organizamos una con-ferencia de prensa en un escenario improvisado en el [mercado] Tirso deMolina. Los organizadores fueron las asociaciones gremiales del Tirso deMolina con la gente de Independencia, mientras la Vega Chica pusochapitas, carteles, globos y otros elementos. Hubo muy buena asistenciade las radios y los diarios. Hablaron los dirigentes de cada comunidad,Ignacio Santa Mara, destacado urbanista y asesor nuestro [Premio Na-cional de Urbanismo, 1998], y Mauricio Montecinos, el encargado del equi-po que prepar nuestra respuesta. Asistieron unas trescientas personas yla mayora marchamos ida y vuelta por el centro hasta la oficina de Corema.(Araya y Sagaris 1997)

    La organizacin envi delegaciones preparadas a la Comisin del Me-dio Ambiente del Senado, a un congreso organizado por la Comisin delMedio Ambiente de la Cmara de Diputados, al Colegio Mdico de San-tiago, a la Comisin del Medio Ambiente del Colegio Nacional, a variascomisiones del Colegio de Arquitectos, del Colegio de Psiclogos, y a dis-tintas organizaciones ambientalistas, entre ellos, Renace, el Instituto deEcologa Poltica y el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambien-tales. Recibieron apoyo de la Clnica Jurdica de la Universidad Diego Por-tales, del Colegio de Ingenieros, y de diversos profesionales destacados.Con gran esfuerzo, la Coordinadora prepar varias carpetas informativas,comunicados de prensa, etc., los que fueron impactando cada vez ms enla opinin pblica y cambiando la actitud de los periodistas y la prensa engeneral.

    15 Todas estas organizaciones son netamente populares, con antecedentes combativos ycon prestigio en la ciudad, a la que tradicionalmente han servido de productos frescos.

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    La Municipalidad de Providencia comision una evaluacin ambien-tal independiente del EIA del MOP a una de las empresas expertas en eltema, y el resultado fue, asimismo, extremadamente crtico. En junio de1988, la Corte de Apelaciones fall en contra del recurso de proteccinpedido por la Coordinadora, instancia que fue inmediatamente apeladapor los vecinos. La estrategia seguida por estos se bas en cinco puntos:va judicial; el Sistema de Evaluacin de Impacto Ambiental (SEIA); lamovilizacin; la presin poltica; y la informacin a travs de medios ma-sivos y de sus propios medios (panfletos, afiches, etc.).

    Los vecinos especifican as su posicin:

    Desde el principio nos han dicho que la Costanera va, que no hay nadaque hacer, que tratemos de negociar, de sacar algn provecho para noso-tros. Pero si bien empezamos preocupados por su impacto en nuestro rin-cn de la ciudad, seguimos este enorme y sacrificado esfuerzo porquesentimos que cargamos en nuestros hombros una gran responsabilidad: anosotros mismos, a nuestras comunidades, sin duda; pero tambin a todala ciudad y, por sobre todo, a todos estos hijos que colman de llantos ylgrimas nuestros hospitales cada vez que los niveles de contaminacinsuben.

    No estamos dispuestos a callarnos, ni mucho menos a vendernos. El es-fuerzo es enorme, pero la realidad del dao que hara este modelo deciudad, hecha a la medida del automvil en vez de los seres vivientes,nos obliga a seguir actuando, y seguiremos hasta el final.

    Eso, ms nuestra conviccin de que esta pelea se puede ganar y que lavictoria ser un aporte real a la creacin de un Santiago verde y amistosodonde se pueda respirar con gusto, caminar y andar en bicicleta sin te-mor, es suficiente. (Araya y Sagaris 1997)

    Es importante destacar que el costo original del proyecto de aproxima-damente 180 millones de dlares, se elev a ms de 300 millones de dla-res para hacer frente a las demandas y reclamos de los vecinos de losdistintos barrios (defensas contra el ruido en Pedro de Valdivia Norte, fil-tros contra los gases en Bellavista, etc.), por lo que las empresas interesa-das en l han exigido al gobierno una serie de garantas adicionales paraasegurar la solidez del negocio (por ejemplo, un ingreso anual mnimoque, de no cumplirse, deber ser cubierto por el Estado).16

    A fines de 1998, el proyecto se decret en suspenso al fallar la licita-cin por falta de participacin de las empresas. Sin embargo, en mayo de1999, el MOP volvi a anunciar que la licitacin por la Costanera Norte sereabrira, hacindose cargo este ministerio de 80 millones de dlares ex-tras solicitados por las empresas interesadas para dar factibilidad al nego-cio. La nueva licitacin se llev adelante y el proyecto le fue adjudicado en

    16 Este sistema fue utilizado en Mxico en los noventa para la Carretera MxicoAcapulco,siendo tal el fracaso de las predicciones de ingreso, que el gobierno decidi recuperarla concesin de la empresa, para no seguir enfrentando los altsimos gastos.

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    diciembre de 1999 a un consorcio de empresas encabezado por Impregilo,gran constructora italiana, con antecedentes algo complicados en obras enotros pases, de acuerdo a la informacin recabada por los vecinos.17

    Un hecho que gener graves molestias en el MOP se produjo a fines delao 2000, cuando una conocida revista local (Paula, octubre de 2000: 37)public una breve resea sobre una de las principales lderes de este movi-miento, con el ttulo en la portada de La mujer que par la CostaneraNorte. El malentendido de la periodista, a pesar de los desmentidos quedebi hacer por su error, reflejaba una percepcin bastante generalizadade que, en este caso, los ciudadanos haban ganado la batalla.

    Dos aos despus, terminando el 2000, la organizacin se encontrabarelativamente tranquila, habiendo sostenido reuniones con la empresa (in-vitados por esta) y con la Direccin de Concesiones del MOP (solicitadaspor el grupo), y no se prevea que la construccin fuera inminente. Fue enesa poca que el consorcio propuso un cambio de trazado de la carreteraen la zona ms conflictiva (barrios Pedro de Valdivia Norte, Bellavista,Recoleta, Independencia), de acuerdo al cual la carretera pasara al inte-rior del cauce del ro Mapocho. En un tramo la carretera ocupa la mitaddel lecho del ro, y al acercarse al centro de la ciudad se hunde y pasa porun tnel subterrneo de alrededor de cuatro kilmetros de longitud. Paraaprobar el nuevo trazado, el MOP tuvo que contratar nuevos estudios deimpacto ambiental, lo que ha redundado en mayores costos y postergacio-nes de la construccin. A pesar de ello, en noviembre de 2000 el MOP licitun nuevo estudio de impacto ambiental para el trazado propuesto por elconsorcio, y finalmente las obras se iniciaron, por el interior del ro, el ao2001. Todos estos cambios han resultado en un aumento del costo originalde la obra de 180 millones de dlares, a aproximadamente 500 millones dedlares, segn declara con satisfaccin la empresa concesionaria (la ma-yor obra de ingeniera urbana que se ha realizado en el pas...).18 Las reac-ciones de la organizacin ciudadana frente a los hechos consumados hansido de, por una parte, alivio de haber salvado sus barrios de la destruc-cin por el paso de la carretera bajo ellos; y, por otra, frustracin y decep-cin por no haber logrado detener un proyecto que promueve el uso del

    17 Paul Blustein, redactor del Washington Post, escribe el 13 de agosto de 1999: Impregilotiene antecedentes de prcticas corruptas en Lesotho, frica del Sur, donde est siendoinvestigada por el gobierno y procesada por la justicia del pas por pago de sobornosde US$ 250.000 al funcionario gubernamental Masupha Sole, quien fue el director de laautoridad a cargo del desarrollo de esta rea de Lesotho, para adjudicarse contratos.Transparencia Internacional, un prestigiado organismo anticorrupcin, ha declaradorespecto del caso de Lesotho: No hay ninguna duda de que las empresas internaciona-les involucradas merecen la censura. Catherine Cunningham indica que la empresatambin tuvo problemas en Washington en agosto 1999, cuando un subcontratista reti-r sus trabajadores despus de que Impregilo y otra empresa no les pagaron. Despusde una investigacin, como parte de un arbitraje independiente, producto de la Ley deConstruccin, Impregilo tuvo que pagar a la empresa Arley las 120,601 que le deba,ms IVA, ms 43,910 en daos, 1,988 en intereses, y el costo del arbitraje de 8,157(Washington Post, 13 de agosto de 1999).

    18 Entrevista con consultor relacionado con la empresa concesionaria.

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    19 Entrevista con lder de Ciudad Viva, 2001.20 La Corporacin Ciudad Viva se encuentra tramitando su personalidad jurdica.

    automvil y la extensin indefinida de la ciudad. Nosotros logramos sal-var nuestros barrios, pero salvar al ro es tarea de todos los santiaguinos...19

    Lo que nos parece ms interesante del proceso seguido por este movi-miento, es que no se ha quedado slo en la oposicin al proyecto. Paralela-mente a la lucha directa contra la carretera, las organizaciones participantesen la Coordinadora decidieron seguir trabajando juntas con una visin ypropsitos ms amplios. Conformaron entonces la Corporacin CiudadViva, cuyos objetivos reflejan la visin de una ciudad sustentable que es-peran construir.

    ...la unidad nos ha permitido un nivel de aprendizaje y de efectividad queninguna organizacin por s sola haba logrado. (Araya y Sagaris 1997)20

    La Corporacin Ciudad Viva ha llegado a constituir uno de los gruposciudadanos con ms visibilidad pblica en el pas, y se ha ganado el respe-to de polticos, acadmicos y ciudadanos. En un trabajo constante y volun-tario ha formado equipos para estudiar y enfrentar los problemas osituaciones que los afectan, como el ruido (problema gravsimo en el ba-rrio Bellavista), la recoleccin de basura, la proteccin de zonas valiosas,la participacin efectiva en la elaboracin de los planes reguladores comu-nales. Su aspiracin es pasar de la oposicin a una actitud propositiva ycolaborativa con las distintas instancias.

    En noviembre de 2000, Ciudad Viva present ante un conjunto de au-toridades y organizaciones ciudadanas una Agenda Ciudadana de Trans-porte Sustentable, con un paquete de propuestas concretas desarrolladasdurante ms de un ao con el apoyo de asesores tcnicos y de una mesaredonda abierta en Internet, por medio de la cual se recibieron comenta-rios a las propuestas. En ella se plantea una lucha frontal al aumento deautomviles:

    En los conflictos actuales por el uso del espacio pblico, el auto va copan-do las calles, las veredas, las plazas y los sitios eriazos que podran serparques (es como un gas, ocupa todo el espacio disponible), desplazandoa los otros usuarios: ciclistas, nios que juegan, peatones, patines, skates.(Ciudad Viva 2000)

    Tambin ha conformado un grupo de investigadores que, en conjuntocon los vecinos y organizaciones, estn estudiando distintos temas defini-dos como prioritarios en su lucha por conseguir una ciudad ms vivible,relacionados con el transporte, el ruido, la basura, con proyectos depeatonalizacin de ciertas reas, de preservacin, entre otros. De un grupode vecinos que se unen para oponerse a un proyecto especfico, han pasa-do a conformar un frente de ciudadanos que crece constantemente, quequiere pensar y proponer cmo vivir mejor en la ciudad de Santiago.

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    4. Egosmo o herosmo? Trascendencia y perspectivasde los movimientos ciudadanos

    Uno de los argumentos ms utilizados para descalificar a los movi-mientos ciudadanos, es el que slo luchan por motivos egostas, buscandoel bienestar personal o familiar. Es verdad que en general se pelea por elbarrio propio y porque se quiere mantener o mejorar las condiciones enque se vive; y tambin es real que muchos movimientos se disuelven cuandose logra el objetivo o cuando se da por perdida la batalla. Sin embargo, latesis de que el motor principal de estos grupos es el inters personal, pare-ce, al menos, un tanto simplista.

    La pregunta de qu es lo que lleva a las personas a decidirse a partici-par en un movimiento de este tipo, no es fcil de responder. Amartya Sen(1990: 2543) plantea que la economa ha buscado, por siglos, explicacionesal comportamiento de las personas para entender cmo toma cada indivi-duo sus decisiones econmicas. Si extrapolamos lo anterior al tema urba-no, podemos encontrar algunas pistas de cmo y por qu los ciudadanosdeciden embarcarse en las batallas urbanas. Sen sostiene que la concep-cin del hombre en los modelos econmicos es la del egosta que busca supropio inters. Esto es coincidente con la percepcin antes planteada, se-gn la cual a los residentes urbanos slo los mueven intereses egostas. Deaqu se desprende una pregunta de mayor relevancia y que ha inquietadoa muchos pensadores por varios siglos: cmo y hasta dnde puede elcomportamiento egosta alcanzar el bien comn?21 No pretenderemos aquencontrar una respuesta concluyente a un tema tan complejo como este,sino entender mejor cmo y por qu las personas deciden actuar de deter-minada manera frente a las amenazas que enfrenta el lugar que conside-ran como propio.

    Para tratar el tema del egosmo, Sen propone el anlisis de dos concep-tos: simpata y compromiso. El primero, como generador de decisionesestara dentro del mbito del egosmo, ya que el comportamiento basadoen simpata es en gran medida egosta, porque uno mismo goza con elplacer de los otros y sufre con el dolor de los otros. Por otra parte, elcomportamiento basado en el compromiso no sera egosta, entendiendoel compromiso como caracterstica de una persona que elige actuar deuna forma que cree que le dar un nivel de bienestar personal menor queotra alternativa a su alcance (Sen 1990: 32).

    Cuando se indaga acerca de los motivos que llevan a los vecinos a unir-se a estos grupos y a destinar a veces parte importante de su tiempo atrabajar en ellos en forma voluntaria y sin remuneracin, la respuesta delinters egosta resulta insuficiente. Al observar de cerca cmo funcionanestos grupos, se descubre que en todos ellos existen algunas personas, ge-

    21 F. Y. Edgeworth [1881], Mathematical Psychics: An Essay on the Application of Mathematicsto the Moral Sciences (London, C.K., Paul and Co.), citado por Sen (1990: 28).

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    neralmente muy pocas que, sin necesariamente ser los lderes ms visi-bles, dedican gran parte de su energa y tiempo a trabajar por el tema quelos convoca. Resulta asombroso ver cmo, despus de largas jornadas detrabajo diario, los lderes y las personas ms involucradas invierten horasen reuniones y discusiones para llegar a acuerdos y definir estrategias delucha. Esto es especialmente vlido entre los grupos medios y populares, alos que les resulta ms difcil ser odos y adquirir visibilidad.

    Hay movimientos que slo se entienden y slo se mantienen por elaltsimo nivel de compromiso y sacrificio de algunas personas que tomanla lucha como una cuestin central de su vida personal. Los verdaderoslderes respetados y capaces de generar y mantener un movimiento son,de cierta manera, hroes (muchsimas veces heronas) de la defensa de lacalidad de vida.

    Pareciera que involucrarse en la defensa del barrio donde se vive tieneque ver con necesidades que este satisface, las que se relacionan con la segu-ridad, la estabilidad y el sentido de identidad. Cuando la seguridad y laestabilidad son amenazadas, los vecinos se unen de una forma bastante fun-cional. Entienden que slo unidos podrn defender su barrio (por ejemplo,de un aumento de densidad, de una invasin de otros usos, de pandillasque manejan droga) y, por lo mismo, se organizan temporalmente para so-lucionar el tema que les preocupa. En general estos movimientos no tras-cienden y no pasan ms all de acciones especficas para conseguir una meta.

    Distinto es lo que ocurre al entrar en juego la identidad. Cuando elsentido de identidad se ve amenazado, surgen las pasiones ms fuertespor defender el lugar donde se vive o trabaja. Encontramos excelentes ejem-plos de esto en algunos de los grupos que conforman Ciudad Viva, entrelos feriantes de la Vega y de la Prgola de las Flores, quienes sienten que eltrabajo que hacen tiene una importancia que va ms all del barrio y de laciudad. De hecho, las pergoleras tienen gran orgullo de su importanciasimblica como las encargadas de despedir, con lluvias de ptalos de flo-res, a todos los personajes ilustres que pasan por ah en su ltimo viaje alcementerio. Tambin destaca, en una ciudad que parece tan poco queridapor sus habitantes como Santiago, el ardor con que los vecinos de Bellavistadefienden su barrio de la invasin de actividades nocturnas que est aca-bando con su tranquilidad residencial. Ellos defienden una forma de vidabohemia, urbana, la de un barrio donde se mezclan artistas y clases socia-les, donde se conoce al seor de la tienda de la esquina y a la anciana de lacasa al final del pasaje.

    Los ejemplos anteriores muestran que el uso material del espacio nopuede ser separado del uso psicolgico de este. Las personas tienen lasensacin de que su barrio es el lugar que satisface mejor un conjunto com-plejo de condiciones, que van desde la solucin de los problemas prcticoshasta la seguridad y agrado que produce conocer y confiar en los vecinos(valor de uso). Por eso, cuando el barrio se ve amenazado por agresionesexternas (por ejemplo una carretera, una invasin de poblacin), los veci-nos sienten la necesidad de defenderlo (Logan y Molotch 1987: 20).

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    Adems, para algunos vecinos los valores de uso de su barrio se mez-clan con valores de cambio. Para estos, la propiedad de su vivienda es aveces la base de su estrategia econmica en la vida, siendo la vivienda noslo el lugar donde se vive, sino un potencial capital y un seguro para lavejez. Esto aumenta la importancia de luchar por mantener el barrio y elvalor de las propiedades en l (Logan y Molotch 1987: 20).

    En el mundo actual, donde las organizaciones basadas en la clase, elempleo, la lucha por la vivienda, han perdido fuerza, es en torno al barriodonde se genera el sentimiento de nosotros, de comunidad con un des-tino comn. John Agnew explica por qu las personas, al sentir amenaza-do su lugar de residencia o trabajo, deciden unirse para defenderse frenteal enemigo comn:

    ... primero, tener control sobre el espacio privado propio da a las perso-nas un sentimiento de libertad frente al control o la intromisin de otros.En segundo lugar, y ms importante, las personas sienten que estando encontrol de su propio espacio privado, tienen el poder y la oportunidad dehacer algo de ellos mismos, de ser ms persona, de alcanzar una especiede autorrealizacin. (Agnew 1982: 72)

    Los casos anteriores muestran cmo en Santiago se estn produciendomovimientos similares a las corrientes ambientalistas urbanas de pasesdel norte, las cuales estn generando fuerzas contradictorias que entorpe-cen el funcionamiento de la maquinaria de crecimiento. A pesar de quelos resultados que estn teniendo son bastante desiguales y pocopredecibles, es indudable que en pases como Chile, que buscan ampliar yprofundizar su democracia, este tipo de reacciones ciudadanas seguiraumentando en importancia y peso poltico.

    Qu importancia deberan tener estos movimientos en pases que in-tentan ser ms democrticos? En un momento histrico cuando la gente seinteresa cada vez menos por la poltica tradicional partidista, son temas comolas amenazas que enfrenta el lugar donde se vive los que estn movilizandoa las personas. Aunque la mayor parte de los expertos y de los funcionarios,tanto estatales como privados, piensa como ya mencionamos que losciudadanos son el peor obstculo que puede cruzarse en su camino hacia laconcrecin de un proyecto, no pueden ignorarlos, aunque por diferentesrazones. Para las empresas privadas, los grupos de ciudadanos que impi-den llevar adelante un proyecto en los plazos y condiciones prefijadas, pue-den y estn significando en muchas partes del mundo, alzas substancialesde los costos de produccin. Y el Estado, en su doble papel, por una parteintentar controlar las reacciones ciudadanas para facilitar la realizacin delos proyectos; y, por otra, necesitar responder a las exigencias ciudadanas opagar el costo de no hacerlo en la siguiente votacin.

    No hay, como se ha demostrado ampliamente, respuestas nicas y li-neales al fenmeno estudiado. Tampoco puede preverse de antemano elxito o fracaso de un movimiento ni los efectos que pueda tener sobre undeterminado proyecto (que van desde impedir su realizacin a la ejecu-cin de cambios de distinta magnitud).

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    22 Incluyendo grupos de activistas, generalmente ambientalistas, de otros pases que apo-yan con informacin y experiencias.

    Los resultados en cada caso dependen de una confluencia de circunstan-cias ecolgicas, histricas y de economa local, pero ligadas a las decisio-nes reales que las localidades tienen que tomar a travs del proceso poltico.(Molotch 1990: 184)

    El objetivo ltimo de este anlisis es detectar el efecto que tienen en la ciu-dad las batallas que estn llevando a cabo sus ciudadanos. Puede postularseque han pasado a ser la vanguardia de un movimiento ciudadano cuyo peso nopodr ser ignorado por los restantes actores del engranaje urbano? Hemos dadosuficientes argumentos como para demostrar que no son un fenmeno pasajeroe irrelevante, sino que, por el contrario, su peso en el juego de fuerzas que mue-ve la maquinaria urbana tiende a aumentar. Algunos analistas sostienen queestas son simplemente respuestas fundamentalistas y reaccionarias frente a losnecesarios y constantes cambios que se producen en la ciudad. Si bien en sumayor parte los movimientos se oponen a proyectos concretos que afectan lacalidad de vida de barrios o ciudades, las dinmicas sociales que estn desatan-do estas batallas no parecen en lo absoluto reaccionarias. Por el contrario, estngenerando y a veces generalizando actitudes solidarias y de colaboracinentre diversos grupos y distintas clases sociales,22 que estn aprendiendo rpi-damente el valor de la colaboracin y del apoyo mutuo para avanzar en unameta comn: una mejor calidad de vida en la ciudad que se vive.

    Otra de las grandes inquietudes que ronda tanto al sector pblico comoa la empresa privada, es que estos movimientos pueden ser la semilla deuna completa ingobernabilidad de las ciudades en el futuro cercano. Qupasara si para decidir cualquier cosa en la ciudad se necesitara la aproba-cin de los ciudadanos? Sera el caos, afirman; las ciudades seran comple-tamente ingobernables. Sin duda esto es una posibilidad, pero el resultadofinal depender de la forma como se maneje el proceso que lleva a la crea-cin y transformacin de las ciudades.

    Creemos que el hecho de que estos movimientos estn aumentando y ad-quiriendo una fuerza cada vez mayor en el escenario urbano no es casual. Estnsealando que es necesario hacer algunos cambios significativos en la formacomo se decide qu y cundo se hace algo en la ciudad. Nos estn mostrandoque las formas tradicionales de planificacin deben ser adaptadas a los nuevostiempos, si se quiere que sean instrumentos efectivos para mejorar nuestrasciudades. Una poblacin mayoritariamente urbana, cada vez ms educada, conacceso a mayores conocimientos, en pases donde se aspira a profundizar lademocracia como sistema de gobierno, desde luego exigir cada vez ms deaquellos que estn construyendo los lugares donde se vive. Los planificadores,los administradores y los empresarios urbanos que tienen la ciudad como sucentro de actividad, necesitan con urgencia empezar a integrar las opiniones yaspiraciones de la poblacin para la cual trabajan desde las primeras etapas delplan o proyecto. Si no lo hacen, se enfrentarn a oposiciones progresivamente

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    ms duras y coordinadas y la ciudad se ir transformando en la principal arenadonde se librarn las batallas polticas del nuevo milenio.

    Los movimientos ciudadanos, que hasta ahora son mayoritariamentede oposicin y lucha, pueden ser transformados en fuerzas propositivas yde colaboracin en la definicin de los cambios que se requieren, pero paraello deben ser tomados en cuenta antes de que las decisiones estn toma-das y los proyectos empiecen a ser ejecutados. Los grupos ciudadanos tie-nen la potencialidad de transformarse en un instrumento valioso y de graneficacia para contribuir en la tarea de hacer mejor y ms grata la calidad devida de los habitantes urbanos.

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