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Las Garantias Individuales - Ignacio Burgoa o

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LAS GARANTAS INDIVIDUALES

IGNACIO BURGOA O.DOCTOR EN DERECHO Y MAESTRO EMRITO

DE L\ UNIVER-"iID,\D NACIONAL AlITNOMA DE MXICO

LAS GARANTAS INDIVIDUALES4 O" edici6n

EDITORIAL PORRAAV. REPBLICA ARGENTINA 15 MXICO. 2008

Primera edicin, 1944

Copyright e 2008 porIGNACIO BURGOA

Belisario Domnguez :140, Coyoacn Mxico, DF

Esta edicin y sus caractersticas son propiedad de la EDITORIAL PORRA, SA de CV 2 Av. Repblica Argentina 15 altos, col. Centro, 06020, Mxico, D"~

Queda hecho el depsito que marca la ley

Derechos reservados

ISBN

970-07-7155-5

IMI'R~O EN MXICO

PRlNTEf) IN MEXICO

PALABRAS SOBRE LA TRIGSIMA NOVENA EDICINEl Foro Nacional en su conjunto, toda la Academia Jurdica de Mxico, especialmente la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, sus seres queridos, muchos amigos y por qu no decirlo, este amado pas dio a Ignacio Burgoa Orihuela, mi seor padre y autor de este libro, entre otros que todos conocemos, el postrer adis la maana del domingo seis de noviembre de 2005. Han transcurrido los meses dentro de un duelo multifactico que no pretendo describir, hasta que lleg el da en que la nueva edicin de esta obra deba salir a la luz dando continuidad al afn permanente de su autor: mantenerla siempre vigente. Arrostr entonces como hijo obediente la responsabilidad sublime de cumplir tal anhelo, mxime que este libro es uno de los "hijos intelectuales" de Don Ignacio Burgoa Orihuela, y por ende es tambin mi hermano. El ms sincero amor filial y un profundo respeto a la personalidad inmortal de mi padre y maestro me llevan al convencimiento de que ni yo ni nadie debe alterar ni un pice el contenido y la estructura formal de ninguna de sus obras que la posteridad recibe como un legado invaluable. Tratando de cumplir con ambas premisas superiores e insoslayables, mi modestsirna labor respecto a esta Trigsima Novena Edicin ha consistido en insertar las reformas y adiciones constitucionales que entraron en vigor despus de la edicin anterior, expresando los correspondientes comentarios bajo mi ms estricta responsabilidad, dejndolo indicado en el contexto de la obra, a travs de los sealamientos de impresin adecuados. De esta manera el lector estudioso tendr en sus manos un libro actualizado que cumpla con el beneficio que tantas generaciones ha recibido. Tales reformas y adiciones corresponden a los artculos 1, 3", 14. 18,21, 22 Y26 constitucionales. La memoria de Ignacio Burgoa Orihuela permanecer brillando en el firmamento de las ideas. Ciudad de Mxico, febrero de 2007.IGNACIO BURGOA LLANO

VII

PREFACIO A LA SEGUNDA EDICINEl conocimiento cotidiano del juicio de amparo a travs de los mltiples y muy diversos casos concretos en que se traduce su vida pragmtica, suscita pa ralelamente variadas cuestiones que conciernen a las garantas individuales (cuya denominacin correcta debiera ser la de "garantas del gobernado"). por constituir ellas. segn es bien sabido. la primordial materia de preservacin de nuestro medio de tutela constitucional. La experiencia jurdica que en ms de dos aos y medio he adquirido como Juez Segundo de Distrito en 1 Materia Administrativa del Distrito Federal. cuyo cargo he venido desempeando desde el 7 de mayo de 1951, as como estudios de carcter terico-especulativo que sobre tpicos de Derecho Constitucional he realizado, implican la fuente de las consideraciones que se contienen en esta segunda edicin de mi libro intitulado LAs GARANTIAs INDIVIDUALES, esperando que las ideas que en ella se exponen sean acogidas por el Foro Nacional con la misma benevolencia que ha dispensado a todas mis modestas y deficientes obras de investgacin jurfdica, Mxico, D. F., diciembre de 1953.

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IGNACIO BURGOA O.

PALABRAS PRELIMINARES SOBRE LA TERCERA EDICINToda obra jurdica debe estar inexorablemente sometida a una constante revisin. Su autor tiene la ineludible obligacin intelectual de asumir una actitud de redoblada vigilancia sobre la evolucin y las transformaciones que, en el devenir del tiempo, experimente la materia de derecho que constituya el tema respecto del que haya emitido sus ideas, a efecto de renovarlas, actualizarlas e, inclusive, rectificarlas. Si entre las instituciones jurdicas y la realidad debe existir la mejor adecuacin posible para evitar que el Derecho se convierta en obsoleto y. por ende, en intil o hasta regresivo, la produccin literaria sobre ellas debe tambin observar un dinamismo peridico que impida que las obras jurfdicas slo conserven un valor histrico, sin proyeccin de actualidad. Estas reflexiones siempre han estimulado y orientado mi modesta labor autoral. Con base en ellas he procurado mejorar mis obras, al presentarse la oportunidad de su re-edicin. Vuelvo, pues, a someter mis Garantas Individua-

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les, a la sana crtica jurdica con motivo de esta nueva edicin, en la que he trata-

do de superar las anteriores. Creo as cumplir el deber intelectual que he mencionado, y para cuya observancia he escatimado, al arduo y absorbente ejercicio profesional, los momentos deliciosos de la ctedra, del estudio y de la meditacin. Mxico, D. F., enero de. 1961.IGNACIO BURGOA O.

ADVERTENCIA SOBRE LA CUARTA EDICINSiguiendo el propsito que ha animado a las ediciones anteriores, en la que ahora sometemos a la opinin jurdica nacional hemos procurado actualizar el presente libro mediante el tratamiento de las cuestiones que, en torno al tema que comprende, se han suscitado por la jurisprudencia y la doctrina. Adems, considerando que nunca obra humana alguna es perfecta sino' constantemente perfectible, hemos propendido en esta cuarta edicin a mejo- ' rar y ampliar el examen de los tpicos que al contenido del presente estudio I conciernen, siempre bajo la idea de su continua superacin, estimulada por la crtica constructiva y cuya formulacin anticipadamente agradecemos. Mxico, D. F., diciembre de 1964.IGNACIO BURGOA O.

PALABRAS DEL AUTOR SOBRE LA QUINTA EDICINFieles a la tendencia anunciada con motivo de cada publicacin de la presente obra, hemos procurado completarla y actualizarla en esta quinta edicin. Todo autor tiene el ineludible deber de perfeccionar sus libros, de corregirlos y superarlos mediante una minuciosa revisin de las consideraciones que informan el contenido de los variados temas que comprenden. Ese deber es fruto del compromiso intelectual que contrae con los lectores y estudiosos y nunca lo hemos eludido. Prueba de ello es que en esta edicin intentamos mejorar las anteriores, siempre acatando el 'principio que ensea que toda obra humana es imperfecta aunque perfectible. Esperamos que as lo juzgue la crtica benevolente y constructiva del lector. Mxico. D. F., noviembre de 1967.IGNACIO BURGOA O.

PREFACIO

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PALABRAS SOBRE LA SEXTA EDICINLa constante vigilancia sobre los criterios que con cierta periodicidad sustenta la Suprema Corte respecto de la temtica y p~oblemtica de las garantas individuales y nuestra modesta pero contmua investigacin en relacin con ellas, han originado que en esta sexta edicin hayamos tenido la oportunidad de complementar y de perfeccionar el contenido del presente libro: De esta manera creemos cumplir con el imperativo intelectual que debe condicionar la tarea .de todo autor de alguna obra jurdica que trate sobre instituciones y conceptos que cotidianamente se aplican en la dinmica del derecho. Huelga decir que esta sexta edicin, como las anteriores, la sometemos gustosamente a la sana crtica de los lectores, cuyos juicios constructivos siempre nos han servido de aliento y de estmulo.

Mxico, D. F., enero de 1970.IGNACtO BURGOA

O.

PALABRAS SOBRE LA SPTIMA EDICINLa presente obra la hemos actualizado mediante la invocacin y comentario sobre las tesis jurisprudenciales y ejecutorias de la Suprema Corte que conciernen a diversas garantas y que se dietaron durante los aos de 1970 y 1971. Adems, no podramos dejar de referirnos en esta edicin al nuevo artculo 10 constitucional que atae a la posesin y portaein de armas, y cuyo texto se publie en el Diario Ofir-al de in Federacin correspondiente al 22 de octubre de 1971.

Mxico, D. F., febrero de 1972.IGNACIO BURGOA

O.

PREFACIO A LA NOVENA EDICINSiguiendo la tendencia observada en lo que respecta a -la elaboraein de las ediciones anteriores de este libro, en la presente hemos procurado introducir a su contenido las innovaciones que hemos estimado ms importantes. Asimismo, actualizamos algunos temas como consecuencia ineludible de las modificaciones que en materia de garantas individuales se han practicado a la Constitucin vigente. Por otra parte, considerando que una obra jurdica debe contribuir al mejoramiento del derecho positivo en lo que a su temtica y problemtica concierne, en esta ocasin tambin sugerimos algunas reformas que en nuestra opinin deben introducirse a ciertos preceptos constitucionales que ataen a las garantas del gobernado.

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PREFACfO

Por ltimo, huelga decir que esta edicin como las anteriores, la sometemos a la sana crtica del lector, del investigador y del estudioso, bajo la promesa de que enmendaremos los errores en que hayamos podido incurrir y cuyo sealamiento agradeceremos cordialmente. Mxico, D. F., agosto de 1975.IGNACIO BURGOA

O.

NOTA PREVIA SOBRE LA DCIMA EDICINEn esta edicin hemos actualizado el presente libro mediante la aplicacin de las tesis jurisprudenciales y ejecutorias importantes que aparecen publicadas en el Apndice 1975 y en los Informes correspondientes a los aos de 1975 y 1976, del Semanario Judicial de la Federacin. Estimamos que esta actualizacin contribuir a incrementar la utilidad consultiva y de estudio de los diferentes lemas que conforman el contexto de nuestra obra. Mxico, D. F., enero de 1977.IGNACIO BURGOA

O.

PREFACIO SOBRE LA DECIMOPRIMERA EDICINEs innecesario reiterar el deber que tiene todo autor, consistente en mejorar permanentemente su obra. En la presente edicin hemos tratado de cumplir ese deber mediante la ampliacin de varios temas de carcter histrico sobre la materia de "Garantas Individuales" y la actualizacin de las consideraciones que sobre ellos formulamos, al travs de la invocacin y del comentario de los ltimos criterios jurisprudenciales y doctrinales. Abrigamos la esperanza de que nuestro libro siga teniendo, para los estudiosos de tan importante materia, la utilidad que benvolamente le han reconocido.

Mxico, D. F., noviembre de 1977.IGNACIO BURGOA

O.

ADVERTENCIA SOBRE LA DECIMOSEGUNDA EDICINEn esta edicin hemos incluido un captulo sobre un tema muy interesante y debatido que se relaciona con el "derecho a In informacin", que es complementario del que estriba en la libertad de expresin del pensamiento previsto en los artculos 6 y 7 constitucionales, habiendo actualizado nuestra obra, ade-

PREFACIO

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ms, con la invocacin y el sealamiento de las tesis conducentes a su temtica publicadas en el Informe de 1978. Mxico, D. F., marzo de 1979.IGNACIO BURGOA O.

PALABRAS SOBRE LA DECIMOTERCERA EDICINDos han sido las reformas que en materia de garantas individuales se formularon durante e! ao de 1979, a saber: la que concierne a la elevacin de la autonoma uniuersuaria al rango constitucional y a la preservacin de los menores. Por ende, en la presente edicin comentamos ambas brevemente para mantener nuestro libro en permanente actualidad, sealando, por otra parte, las tesis jurisprudenciales y ejecutorias de la Segunda Sala de la Suprema Corte aplicables a los temas respectivos y que se publican en el Informe de J979. Mxico, D. F., febrero de 1980.IGNACIO BURGOA

O.

PALABRAS PRELIMINARES RESPECTO DE LA DECIMOCUARTA EDICINDurante el lapso comprendido entre la presente edicin y la inmediata anterior, el Congreso de la Unin adicion la Ley Federal de! Trabajo con diversas disposiciones que regulan las relaciones laborales universilaras. Como uno de los subternas de este libro concierne a la autonoma universitaria, hemos asumido la obligacin de aludir someramente a tales disposiciones, sin pretender estudiarlas a fondo por no corresponder este tpico al contenido de nuestra obra. Por otra parte, para dar mayor congruencia a la temtica de la misma, hemos colocado, en un captulo final, el referente a las garantas sociales, royo tratamiento ampliamos con algunas breves consideraciones en tomo a la idea de inters social. Con las ampliaciones a que acabamos de hacer referencia estimamos haber cumplido con el deber que tiene todo autor jurdico de mantener siempre actualizados sus libros. Mxico, D. F., noviembre de 1980.IGNACIO BURGOA

O.

NOTA SOBRE LA DECIMOQUINTA EDICINEs lgico suponer que durante e! breve lapso entre la edicin inmediata anterior y la presente, no se registraron cambios importantes en la normacin

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constitucional de las garantas individuales ni en la jurisprudencia respectiva. La nica reforma practicada en nuestra Constitucin en relacin a ellas, fue la que suprimi la expresin "Consejo de Ministros" inserta en su artculo 29, para sustituirla por la de "titulares de las Secretarias de Esta?o,. lo,~ departamentos administrativos y la Procuradura General de la Repubhca . Sm embargo, hemos considerado ampliar los fundamentos doctrinales de algunos ternas que en esta obra tratamos. para reforzar las consideraciones que a ellos conciernen. Mxico, D. F., junio de 1981.IGNACIO BURGOA O.

NOTA SOBRE LA DECIMOSEXTA EDICINCumpliendo con el deber que tiene todo autor en el sentido de actualizar sus obras, en la presente edicin hemos introducido algunas ampliaciones respecto de ciertos tpicos que abordamos en el presente libro y cuya incorporacin a su texto hemos considerado pertinente no obstante el breve lapso que media entre aqulla y la edicin inmediata anterior. Mxico, D. F., marzo de 1982.IGNACIO BURGOA O.

PALABRAS PREVIAS SOBRE LA DECIMOSPTIMA EDICINPor Decreto publicado en el Diario Oficial de la Federacin correspondiente al 3 de febrero de 1983 se introdujeron a la Constitucin Federal diversas adiciones y modificaciones, figurando entre ellas las que conciernen a determinados textos normativos que se refieren a modalidades de las garantias individuales o del gobernado. Por consiguiente, en esta edicin aludiremos a tales adiciones y modificaciones; y como se estructuraron, como preceptos nuevos, los articulas 25, 26 Y 28, en lo que atae a la llamada "Rectora Econmica del Estado", agregamos un capitulo ms a la presente obra que lleva esta denominacin. Huelga decir, por otra parte, que en esta ocasin invocamos la tesis de la Suprema Corte que aparecen publicadas en el Informe de I 982 Y que se relacionan con algunos tpicos que integran el contenido de este libro. Mxico, D. F., junio de 1983.IGNACIO' BURGOA O.

PREFACIO

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NOTA SOBRE LA DECIMONOVENA EDICINCumpliendo la obligacin que todo autor asume, en esta ~dicin hemos seguido actualizando el presente libro conforme al Derecho POSItiVO,. a la doctrina y a la jurisprudencia. Adems, exponemos y comentarnos el cnterio sustentado por la Sala Administrativa de la Suprema Corte en relacin al Derecho a la Informaciim. Mxico, D. F., junio de 1985.IGNACIO BURGOA O.

OBSERVACIN SOBRE LA VIGSIMA EDICINEn esta oportunidad actualizamos el presente libro de conformidad con los criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nacin que se exponen en el Apndice de JurispnuInu:ia 1985, independientemente de abordar otros tpicos jurdico-histricos con el afn de enriquecer el contenido de esta obra. Mxico, D. F., octubre de 1986.IGNACIO BURGOA

O.

PALABRAS SOBRE LA VIGSIMA PRIMERA EDICINLas disposiciones constitucionales que prevn las garantas individuales o del gobernado suelen reformarse con relativa poca frecuencia. Por tanto, en la presente edicin nos referiremos a las modificaciones que se han introducido a tales disposiciones durante el breve periodo que abarca la edicin inmediata anterior de este libro. Adems, hemos estimado conveniente formular algunos comentarios en torno a las garantas constitucionales en materia judicial penal a que se refieren los artculos 18 y 19 de nuestra Ley Suprema. Mxico, D. F., mayo de 1988.IGNACIO BURGOA

O.

PREFACIO A LA VIGSIMA SEXTA EDICINCon fecha de agosto y septiembre de 1993, se publicaron en el Diario Oficial de la Federacin reformas a diversos preceptos constitucionales vinculados a las Garantas Individuales o del gobernado. Por consiguiente en esta edicin

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PREFAC10

nos referimos, aunque con someridad a tales reformas, ampliando y actualizando con ello el presente libro. Mxico, D. F., abril de 1994.IGNAGIO BURGOA

O.

PALABRAS SOBRE LA VIGSIMA SPTIMA, VIGSIMA OCTAVA, VIGSIMA NOVENA, TRIGSIMA, TRIGSIMA PRIMERA, TRIGSIMA SEGUNDA Y TRIGSIMA TERCERA EDICIONESEn diciembre de 1994 se publicaron importantes reformas constitucionales en el Diario Oficia! de la Federacin. Entre ellas figuran las concernientes a su artculo 21 estableciendo la impugnabilUui jurisdiccionai de las decisiones del Ministerio Pblico de no ejercitar la accin penal y de desistirse de la misma. En la vigsima sptima edicin aludimos a dicha reforma, que tambin prescribe la necesidad de normativizar la seguridad pblua como funcin del Estado. Con fecha 3 de julio de 1996 se adicion el artculo 16 de la Constitucin con un prrafo para posibilitar jurdicamente la llamada "intervencin telefnica" como medida para combatir la "delincuencia organiwda". En la Vigsima Octava y Vigsima Novena ediciones aludimos a dicha adicin, as como a las modificaciones practicadas a los artculos 20, 21 Y22 constitucionales que se publicaron en la ltima fecha indicada. En la Trigsima Edicin, formulamos algunas consideraciones sobre los derechos humanos desde el punto de vista axiologico y dentolgiJ;o tendientes a precisar su naturaleza para distinguirlos de los derechos subjetivos generales del gobernado. Por lo que concierne a la Trigsima Primera Edicin, Trigsima Segunda y a la presente, nos referimos a las reformas que en 1999 y 2000 se practicaron a algunos preceptos constitucionales, tales como el 16, el 20, el 22, el 27 y el 28, para mantener actualizada esta obra. Mxico, D. F., abril de 1995, agosLO de 1996, septiembre de 1997, agosto de 1998, julio de 1999, mayo de 2000 y febrero de 200 J.IGNACIO BURGOA

O.

NOTA SOBRE LA TRIGSIMA CUARTA Y TRIGSIMA QUINTA EDICINMediante Decreto Congresional pubiicado el 14 de agosto de 2001 se adicion el artculo primero constitucional y se reformaron los artculos 2, 4 Y 18de la Ley Fundamental, La referencia respectiva la hacemos en estas ediciones para tener siempre actualizada la presente obra. Cuidad de Mxico, diciembre de 2001 y noviembre de 2002.IGNACIO BURGOA

O.

INTRODUCCIN FUNDAMENTACIN FILOSFICA DE LAS GARANTAS INDIVIDUALESSumario: l.-La persona humana. H.-La libertad humana. III.-El in-

dividuo, la Sociedad y el Derecho. IV.-Individualismo y Colectivismo. V.-El Marx-leninismo. VI.-El bien comn. VI l.-La Justicia Social. VIIL-Conc1usin.

I.

LA PERSONA HUMANA

Si analizamos sin ningn prejuicio ideolgico los actos, las aspiraciones, las inquietudes, las tendencias 'y, en general, la vida del hombre, podemos observar claramente que todo ello gira alrededor de un solo fin, de un solo propsito, tan constante como insaciable: superarse a s mismo, obtener una perenne satisfaccin subjetiva que pueda brindarle la felicidad anhelada. Si se toma en consideracin esta teleologa, inherente a la naturaleza humana, se puede explicar y hasta justificar cualquier actividad del hombre, quien, en cada caso concreto, pretende conseguirla mediante la realizacin de los fines especficos que se ha propuesto y que se determinan, particularmente, de acuerdo con una vasta serie de causas concurrentes que sera prolijo mencionar. De esta guisa, podemos decir, sin salirnos de la normalidad, que los seres humanos, por ms diversos que parezcan sus caracteres y sus temperamentos, por ms dismiles sus fines particulares, por ms contrarias sus actitudes, coinciden en un punto fundamental: en una genrica aspiracin de obtener su felicidad, que se traduce en una situacin subjetiva consciente de bienestar duradero, que no es otra cosa que una satisfaccin ntima permanente. As, para el egosta, la felicidad estribar en procurarse a s mismo los mayores beneficios posibles, aun en perjuicio de sus semejantes; para el altruista, para el filntropo, en cambio, la felicidad, que se revela, repetimos, genrica y formalmente corno una satisfaccin vital subjetiva de carcter durable. consistir en hacer el bien a sus congneres, a su pueblo, a la sociedad de que forma parte. Con toda intencin hemos sealado estos dos ejemplos, cuya materia la constituyen precisamente dos tipos opuestos de individuos, para subrayar la circunstancia indubitable y apodctica de que todo hombre tiene un fin9

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LAS GARANTAS INDMDUALES

supremo, al cual estn subordinados, normalmente, todos los dems fines concretos y sucesivos que se forje: conseguir su propia felicidad, apreciada sta en la forma ya anotada. Esta finalidad ltima del ser humano, esta teleologa genrica del individuo, se revela en cada caso concreto mediante los propsitos privativos y particulares que cada quien conciba, y cuya pretendida consecucin determina los actos exteriores del sujeto, que en su conjui.to constituyen el desenvolvimiento de l r personalidad humana. Hemos dicho que todo hombre aspira a algo;' que todo ser humano concibe determinados fines por realizar y que implican la manera de conseguir su felicidad partieular; que normalmente es imposihle siquiera representarse a un individuo que no tenga aspiraciones, propsitos y anhelos, hacia cuya verificacin encauza sus esfuerzos vitales, subjetivos y objetivos. Por consiguiente, debe colcgirse indubtablcmcntc que la teleologa de la vida del hombre normal es consubstancial a su propia ndole y condicin naturales. En otras palabras, la vida humana misma es, en esencia, la propensin de obtener la felicidad. Nadie acta consciente y deliberadamente para ser infeliz.' b" En la conducta inmanente y trascendente de todo hombre hay siempre un "querer" o volicin hacia la consecucin de propsitos o fines que denoten la felicidad, aunque sta no se logre. De ah que el vivir humano tiene como causa determinante el deseo y como fin la realizacin de lo deseado. Recasns Sic hes, citando a Ortega y Gasset, afirma que "la vida es intimidad con nosotros mismos", traducindose en "un hacer algo, determinado, positivo o negativo, un determinar qu :voy a hacer, por consiguiente, en este sentido un hacer". Exponiendo el pensamiento del ilustre filsofo espaol, concluye dicho autor que "la esencia del hacer, de todos los humanos haccres, no est en los instrumentos corporales y psquicos que intervienen en la accin, sino en la decisin del sujeto. en Sil determinacin, en un puro querer previo al mismo mecanismo evolutivo";' t Para Santo Toms de Aquino, la finalidad que toda persona debe perseguir estriba en la consecucin riel bien, el cual es consubstancial a su naturaleza de ser racional. En otras palabras, parafraseando las ideas del doctor Anglico, se puede afirmar que el objetivo vital del hombre estriba en desenvolverse a s mismo, en realizar su propia esencia y, por ende, e!11 Esta necesidad teleolgica del hombre la expresa el ilustre jurisfilsofo alemn Rudol/ t'on Ihering en los siguientes trminos: "Obrar y obrar por una finalidad son equivalentes; una accin sin fin es un absurdo tal como un efecto sin causa". (El Fin en el Derecho, Tomo 1, pg. 30).

1 bl, Epicteto deca: "Libre {'S quien vive como desea; aqul que no puede ser coaccionado, impedido, violentado. .. acaso alguien quisiera vivir jams sufriendo, temiendo, suplicando, envidiando, deseando sin lograr satisfacciones, aspirando y cayendo? Nadie." {Disertaciones, IV, t y 4~5. En El Pensamiento lUiguo de Rodolfo Mondo1fo, pg. 195, dr:l Tomo 11.) 1 {, Filoseia del Derecho, P.$S, 7071.

FUNDAMENTACION FILOSFICA DE LAS GARANTAS INDMOUALES

II

actuar contarme a la razn; de ah, la mxima del ilustre aquinatense que prescribe "Obra de acuerdo con los dictados de Su naturaleza racional". Sin embargo, independientemente de cul sea el desidertum deontolgico del hombre, tema que corresponde a la axiologia, lo cierto es que, segn aseveramos con antelacin, el individuo humano propende hacia la felicidad, revelada sta formalmente como una situacin subjetiva de satisfaccin permanente originada por una serie de actos mltiples concatenados entre s hacia el logro de un propsito vital fundamental. El contenido de la mencionada situacin subjetiva depende de diversos factores de ndole variada y de .caracteres eminentemente personales, los cuales estn predeterminados, a su vez, por la accin que sobre el hombre ejerce el medio ambiental social en que se desenvuelve, por lo cual ste es el que legitima el aludido estado de satisfaccin cuando su substratum no pugna con las ideas morales, polticas y jurdicas socialmente sustentadas en una poca y en un lugar histricamente dados. Por ende, para que una determinada "felicidad" individual sea socialmente permisible y consiguientemente, no susceptible de impedicin u obstruccin, debe incidir en un mbito de normalidad humana que autorice al sujeto a perseguir una finalidad que no sea extica a las dimensiones morales de la sociedad en que la persona se desarrolla. Ahora bien, hemos aseverado que cada ser humano se forja fines o ideales particulares, que determinan subjetivamente su conducta moral o tica y dirigen objetivamente su actividad social. Pues bien, en la generalidad de los casos, el hombre hace figurar como contenido de su teleologia privada la pretensa realizacin personal y objetiva de valores, esto es, cada sujeto, en la esfera de su actividad individual interior y exterior, procura obtener la cristalizacin en su persona de determinado valor, en el amplio y filosfico sentido de este concepto. As, verbigracia, habr individuos a quienes seduzca notable y relevantemente el valor belleza, cuya ansiada consecucin engendrara su respectiva conducta; existirn otros' a quienes les preocupe realizar el valor justicia, y, por ltimo, para no ser prolijos en la ejemplificacin, no faltarn sujetos cuya teleologa consista en procurar la realizacin concreta de valores de menor jerarqua y aun de valores negativos. De todo y por todo lo expuesto, creemos haber demostrado otro supuesto que, como el contenido en prrafos que anteceden, es inseparable de la naturaleza humana, enuncindolo de la siguiente manera: al integrar su propia finalidad vital, el hombre pretende realizar valores, independientemente de que sean positivos o negativos.':! Al formular estas aserciones, hemos prescindido deliberadamente de toda consideracin do tipo ideolgico para concebir, en cuanto a su contenido, la finalidad natural del hombre. Dicho de otra manera) no pretendemos adscribir a esta finalidad ningn Mlh~tra. tum eidtico especifico, o lea, es ajena a nuestra intencin toda cuestin que se re-lacione con la jwtiflCaci6Jl o lctgitimaciQn reli..q~ moral o social de los fines a que la conducta

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LAS GARANTAS INDIVIDUALES

La circunstancia de que todo ser humano tenga o deba tener una "tcleologa axiolgica, e! hecho de que e! sujeto encauce su actividad externa e interna hacia la obtencin concreta de un valor o hacia su realizacin particular, ha provocado la consideracin de la personalidad humana en su sentido filosfico, esto es, ha suscitado la concepcin del hombre como persona. En efecto, se ha dicho que e! hombre es persona en cuanto que tiende a conseguir un valor, a objetivarlo en actos y sucesos concretos e individuales, por 10 que de esta guisa, e! concepto de personalidad resulta de la relacin entre el hombre como ser real y biolgico y su propia releologa axiolgica, esto es, de! vnculo finalista que el ser humano, como tal, entable con el reino o esfera valoratva o, como dira e! doctor Recasns Siches, "el criterio para determinar la personalidad es e! constituir una instancia individual de valores, el ser la persona misma una concreta estructura de valor", agregando: "El hombre es algo real, participante de las leyes de la realidad; pero al mismo tiempo es distinto de todos los dems seres reales, pues tiene una conexin metafsica con el mundo de los valores, est en comunicacin con su idealidad." Como 10 hace notar el mismo autor, "en Kant el concepto de persona surge a la luz de una idea tica. Esto es, la persona se define no atendiendo slo a la especial dimensin de su ser (v. gr., la racionalidad, la individualidad, la identidad, etc.), sino descubriendo en ella la proyeccin de otro mundo distinto al de la realidad, subrayando que persona es aquel ente que tiene un fin propio que cumplir por propia determinaewn, aquel que tiene su fin en s mismo y que cabalmente por eso, posee dignidad, a diferencia de todos los dems, de las cosas, que tienen su fin fuera de s, que sirven como mero medio a fines ajenos y que, por tanto, tienen precio"." Comentando e! pensamiento de [aoques Maritain, Recasns Siches aade: "Cuando decimos que e! hombre es persona, con esto significamos que no es solamente un pedazo de material, un elemento individual en la naturaleza, como un tomo, una espiga de trigo, una mosca o un elefante. Cierto que el hombre es un animal y un individuo; pero no como los dems. El hombre es un individuo que se caracterza por la inteligencia y la voluntad. No existe slo de un modo biolgico, antes bien, hay en l una existencia ms rica y ms elevada; superexiste igualmente en conocimiento y en amor."

humana debe estar vinculada, ya que simplemente hemos reputado a la felicidad del hombre como un objeto vital desde el estricto punto de vista formal, r-sto cs. como un continente susceptible: de colmarse por variados contenidos. 11 Filolofl:a del 1Jnulw. pgs. '103 y 209, Panorama del Pensamiento Jurdico t!'n et Siglo XX. Tomo H, pg-. lttl. Ed. 1963.

FUNDAMENTACIN FILOSFICA DE LAS GARANTiAs INDlVIDUALES

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II.

LA LffiERTAD HUMANA

Una de las condiciones indispensables, sine qua non, para que el individuo realice sus propios fines, desenvolviendo su personalidad y propendiendo a lograr su felicidad, es precisamente la libertad, concebida no solamente como una mera potestad psicolgica de elegir propsitos determinados y escogitar los medios subjetivos de ejecucin de los mismos, sino como una actuacin externa sin limitaciones o restricciones que hagan imposible o impracticable los conductos necesarios para la actualizacin de la teleologa humana. La existencia sine quu non de la libertad, como elemento esencial d! desarrollo dc la propia individualidad, encuentra su sustrato evidente en la misma naturaleza de la personalidad humana.' nr Efectivamente, hemos hecho hincapi en la circunstancia de que la persona tiende siempre a realizar su propia finalidad, que por lo general se traduce en el anhelo de operar valores subjetiva u objetivamente, segn el caso. Ahora bien, la calidad y cualidad de los fines particulares deben estar de acuerdo con la idiosincrasia y el temperamento especficos del que los. concibe. Por ende, los fines o propsitos deben ser forjados por la propia persona interesada, pues sera un contrasentido que le fueran impuestos, ya que ello implicara no slo un valladar insuperable para el desenvolvimiento de la individualidad humana, sino que constituiria la negacin misma de la personalidad, porque la nocin de sta "implica la de totalidad y la de independencia".' Los anteriores asertos se robustecen con la estimacin kantiana acerca de la personalidad, en la que se la aprecia como un auto-fin humano, esto es, que el hombre constituye un fin de s mismo y no un mero medio para realizar otros propsitos, que se suponen impuestos. Si el hombre, si la persona human" estuvieran constreidos a realizar ciertos fines determinados de antemano sin intervencin de su libre albedro, se destruiria entonces la personalidad, ya que en tal hiptesis, el sujeto sera empicado como un mero medio de verificacin de los propsitos materia de la aludida pre-determinacin, no constituyendo, por ende, un fin en s mismo (auto-fin), en que estriba su propia evolucin. Sobre el particular, Juan Manuel Tern Mata, en un interesante estudio sobre los valores jurdicos, se expresa as: "En su valor positivo existira la libertad en cuanto no se tenga un medio como puro fin, porque en este caso, la conducta o el acontecer libre se encadena, ya que lo condicionado, medio, se hace condicionante y a priori desaparece la posibilidad de elegir fines que slo se dan para el sueto en cuanto no se subordina a un motivo limitado, a lo que debe ser medio, sino que aspira4 bis Libertas est naturalis facultas eius, quod cuique lacere libet, nisi si quid vi, aut jure proibetur, (La libertad es una facultad natural de hacer aquello que a cada uno le agrada, si no le est prohibido por alguna ley o lo impida la violencia.} (FLORENTINO, Digesto, Libro l. Ttulo Quinto y nmero 4.) e O p. Cit.} la misma pgina.

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a un infinito fin que es la idea de su propia personalidad. En consecuencia, lo estimable de la libertad estriba en el orden de los medios y los fines, esto es, de la voluntad misma. Pero cuando una voluntad dterminada obliga a la persona exclusivamente a un objeto limitado, por dulces que los lazos sean, el sujeto del querer est en trnsito de no ser persona, de no ser libre, ya sea que la elecci6n de fines le est vedada al convertirse en mera cosa condicionada en esclavitud." De todo Jo asentado con anterioridad se desprende que la libertad de elecci6n de fines vitales es una mera consecuencia no s610 l6gica y natural del concepto de la personalidad humana, sino un factor necesario e imprescindible de su desenvolvimiento. Por eso Kant ha dicho: "personalidad es libertad e independencia del mecanismo de toda naturaleza"," y Fichte se ha expresado: "m ser es mi querer, es mi libertad; s610 en mi determinaci6n moral soy dado a m mismo como determinado". Por otra parte, la escogitaci6n de medios o conductos para realizar dichos fmes debe obedecer al juego del libre albedro del hombre, en cuya prctica consiste la conducta humana, tanto interna (moral) como externa (social). Se dice, entonces, que en este sentido la persona es "autnoma", puesto que tanto desde el punto de vista subjetivo, en sus meras relaciones morales, como desde el punto de vista objetivo, en la formulacin de sus propias normas que regulen su' actividad externa dirigida a la cristalizaci6n de sus fines, su condueta respectiva siempre es normada por disposiciones, reglas o ideas que ella misma se crea o forja, o, como dira el doctor Recasns Siches, "la vida que tiene que hacerse, tiene que hacrsela el yo

zobispo de Sevilla, que recogieron- eCproverbio de Horacio, concebido en estos tnninos: "Rey que no rige y corrige en justicia, o se aparta de lo recto, pierde el nombre de rey." Considerando al pensamiento teolgico-poltico de San Isidro como el antecedente de las Cortes medievales espaolas, Ismael Diego Pire;: sostiene que sus teoras sobre el gc.. bierno de los pueblos "se fundamentan en la garanta para el_ rey y para los sbditos".

Cdigos espaoles. Introduccin al tomo 1 por don Joaqun Francisco Pacheco, 1847. Posiblemente," -eIca-declar~cin ~'e-n-!pir6en jas ideas de San Isidoro, ar-

esta

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Juzgo, pues "la monarqua goda en su primer periodo hasta Teodoredo y en su segundo periodo hasta Leovigildo, fue completamente ilimitada y absoluta", pero "desde Recaredo en adelante los concilios y el poder episcopal, si no de derecho, de hecho la limitaron"." El libro segundo del Fuero Juzgo regula los "juicios y causas", ordenndose en los dems, cuestiones de derecho civil (casamientos, filiacin, contratos, patronazgo y clientela), de derecho penal (delitos diversos, penas, tormentos, etc.) y de derecho rural y militar (divisin de tierras entre godos y romanos, arrendamiento de tierras, peculio de los siervos, divisin de heredades, servieo militar obl~atorio y penas por eludirlo o por encubrir su evasin). Otro muy importante estatuto que integraba el derecho escrito espaol era el Fuero Viejo de Castilla, el cual, como ordenamiento compilador de diversos fueros y disposiciones anteriores, fue publicado en 1356, componindose de cinco libros. El primero de stos trata de cuestiones de derecho pblico, tales como las relativas a los derechos y deberes de los fijosdalgo de Castilla, a las cosas que pertenecen al seoro de! rey, a la facultad real para desterrar a los nobles y a los derechos de los desterrados, a los quebrantamientos de las heredades de los fijosdalgo, etc. En e! libro segundo se regulan tpicos de derecho penal; en e! tercero, los procedimientos ju:Iiciales en e! orden civil, y en el cuarto y quinto, instituciones de derecho civil. En cuanto a las Leyes de Estilo, tambin conocidas con el nombre de Declaraci6n de las Leyes del Fuero, no constituyeron una legislacin propiamente dicha, sino un conjunto de reglas establecidas por los tribunales a manera de jurisprudencia que vinieron a definir y aclarar, mediante la interpretacin adecuada, disposiciones contenidas en diversos ordenamientos anteriores sobre diferentes materias jurdicas. Una de las legislaciones que en forma singularmente marcada contribuy a la unidad de! derecho espaol y antecedente inmediato de las famosas Siete Partidas de! rey don Alfonso X, el Sabio, fue el Fuero Real de Espaa debido al "noble rey" don Alfonso IX. Este fuero se compone deagregando: "y da entrada (San Isidoro) al poder moderador de la facu1:ad real, que puede ser anatematizada o limitada por el Consejo o Concilio de los primates del reino." (Presencia Universal de Espaa, pg. 101.) 56 Op. cit., introduccin al tomo 1, pg. XXIX. Los citados "concilios" fueron desde sus albores reuniones de eclesisticos de diferentes jerarquas o categoras que se celebraban en diversas ciudades espaolas. siendo las ms connotadas por dicho motivo las de Sevilla. Zaragoza y Toledo. Los asuntos-que en tales reuniones se trataban eran primeramente de carcter religioso, pero ms tarde se abordaban y resolvan cuestiones de tipo poltico y jurdico laico; y prueba de ello es que de algunos concilios, principalmente de los de Toledo. convocados y presididos en general por los mismos reyes visigodos, emanaron no slo restricciones al poder real. sino verdaderas normas de organizacin del reino, as como disposiciones de derecho de diferente Iedole, sobre todo en materia civil y penal. Fue as ccurc, segn tesis generalmente aceptada, de los concilios de Toledo surgi el Fuero Juzgo como la legislacin ms completa e importante que se expidi en Espaa durante la poca visigtica.

SITUACI~ .\ cuatro libros en

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los, que se norman diferentes cuestiones de derecho, principalmente en el civil y en el penal. Por otra' parte, el Ordenamiento de Alcal, expedido por don Alfonso XI en el ao de 1348 en Alcal de Henares en los treinta y dos ttulos que comprende, regula como los otros cuerpos legales diferentes' cuestiones ataederas a diversas ramas juridicas principalmente en lo que concierne al derecho civil, penal y procesal. La unificacin del derecho estatutario de los reinos dc Castilla y Len se realiza con la expedicin de Las Siete Partidas, elaboradas bajo el gobierno del rey don Alfonso X, llamado con justicia el Sabio por el gran acervo cultural que posea. Puede afirmarse; sin hiprbole, que dicho monumental ordenamiento constituye una de las obras ms geniales que el pensamiento humano haya producido en pleno medievo por lo que respecta al derecho positivo, habindose no slo codificado en l bajo un sistema normativo unitario mltiples disposiciones contenidas en cuerpos legales anteriores, incluyendo a las de los diversos fueros municipales, -sino adoptado principios prevalentes de la filosofa poltica de la poca y del Derecho Romano oue pareca haberse olvidado en Iegislaciones precedentes." As, en la Primera Partida se explica Jo que debe entenderse por "derccho natural", por el de gentes (jus gentium), por leyes, usos, eostumbrcs y fueros, prescribindose el carcter realista quc debe tener toda legislacin, en el sentido de que sta debe amoldarse a las necesidades que vayan surgiendo en la vida de los pueblos y experimentar todos los cambios y rnodificaciones que aconseje la realidad social. En la Segunda Partida se comprende el derecho poltico, cuyo principio de sustentacin lo constituyen las ideas que en la Edad Media imperaban sobre la radicacin de la soberana, o sea, que sta resida en la persona del monarca por "derecho divino", reputndose al rey como "vicario de Dios" con poder sobre sus sbditos "para mantenerlos en verdad y en justicia cuanto en lo temporal" (ley quinta) _ En otras disposiciones de dicha Partida se consigna el rgimen monrquico absoluto, pues siendo el rey el representante de Dios sobre la Tierra en lo concerniente a los asuntos no espirituales, entre aqul y sus gobernados no deba existir ningn lmite que restringiera la actividad real que no fuese la propia conciencia del monarca encauzada por reglas de tipo religioso y moral que preconizaran un tratamiento humanitario, .padoso y caritativo para los sbditos. Es por ello por lo que. la mencionada Partida, aunque haya instituido un rgimen monr31 Por no corresponder al tema del presente libro, no est en nuestro nimo formular una crtica exhaustiva de las Siete Partidas, pues la labor correspondiente incumbe a los historiadores del Derecho .Universal, sin que dejemos de recomendar el importante estudio Que sobre dicho ordenamiento ha elaborado el ilustre iurisconsulto espaol don Pedro Gmez de la Serna, y que se contiene a guisa de mtroduccin en el tomo II de -la compi':' lacln llamada Cdigos EiPaioles, edici6n 1849.

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quco absoluto, condenaba la tirania en sus aspectos brutales y totalmente despticos, al atemperar con mximas morales e! poder irrestricto del rey. Las dems Partidas regulan cuestiones de derecho procesal; cvly penal, cuya refereucia rebasa los lmites propios de! presente libro, por lo que omitimos su tratamiento. A pesar del designio real para que las Siete Partidas mplicasen un cuerpo dispositivo unificador de! derecho estatutario espaol derramado en difercntes ordenamientos, lo cierto fue que subsisti la diversidad de cuerpos legales multiplicada por infinidad de fueros generales, provinciales y municipales. En e! decurso de la vida jurdica de Espaa y hajo la idea de establecer una unidad legislativa, en diferentes pocas se expidieron diversos ordenamientos, tales como e! Espculo (considerado por el mismo rey don Alfonso el Sabio como el "espejo de todos los dercchos'[, y las Ordenanzas Reales de Castilla, que fue una especie de compilacin de varias leyes dispersas o contenidas en los antiguos cdigos, como e! Fuero Real, las Leyes de Estilo y el Ordenamiento de Alcal, formulada por e! jurisconsulto Alfonso Diaz de Montalvo y que en realidad no form parte de! derecho positivo espaol por no haber, obtenido la sancin real. En el ao de 1505 e! rey don Fernando e! Catlico, despus de! fallecimiento de su consorte la reina Isabel, orden la publicacin de las llamadas Leyes de Toro, denominadas as porque se expidieron por las Cortes celebradas en la villa de ese nombre. Sin embargo. no se logr la unificacin de la legislacin espaola, habiendose urgido en el ao ce 1523 al emperador Carlos y para que procediese a la expedicin de un ordenamiento que se aplicasejridistintamente en todo e! reino y que concluyese la anarqua que en el orden' legal exista. Aos ms tarde, y despus de reiteradas reclamaciones formuladas por las Cortes, se nombr a varios jurisconsultos para que emprendiesen la tarea unificadora mediante la expedicin de un ordenamiento que viniese a resumir a los mltiples y variados cuerpos legales dispersos, y fue as como en el ao de 1567, bajo e! reinado de Felipe I1, se public un importante cdigo que se conoce con el nombre de Recopilacwn de las Leyes de Espaa, dividido en nueve libros. Dicha Recopilacin, segn lo afirma Daz y Mendoza," era incongruente, contradictoria y poco prctica, pues su aplicacin en la realidad ofreca muchas dificultades. Fue preciso que la autoridad real, a travs de las consultas despachadas por su Consejo, aclarase mltiples dudas y limase muchos inconvenientes que la mencionada Recopilacin presentaba al ser aplicada en la prctica; y e! conjunto de todas esas consultas, a las que se dio e! nombre de Autos Acordados, propiamente constituy una especie de jurisprudencia explicativa de diferentes disposiciones contenidas en e! citado cdigo. Esta situacin subsisti en Espaa hasta lilaS en que file promulgado el ordenamiento denominado Novsima Recopilaci6n de Leyes .Be Espaasa Cdigos espaoles, tomo VII. Introduccin, por F.' de P. Dlaz y Mendoza.

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bajo el reinado de Carlos IV, implicando una regulacin minuciosa y detaliada de diferentes materias jurdicas, por lo que no se la puede considerar exclusivamente como un cdigo procesal, ni civil, ni penal, ni de comercio, sino que Hes todo ello a la vez" ,69 En efecto, el ordenamiento a que acabamos de aludir, a travs de sus cinco tomos o partes, trata sobre la Santa Iglesia y sus derechos (tomo primero); sobre el rey y su casa y corte, su jurisdiccin por conducto del Supremo Consejo de Castilla, Chancilleras y Audiencias (tomo segundo); sobre los vasallos y los pueblos (tomo tercero); sobre las ciencias, artes y oficios, comercio, moneda y minas (tomo cuarto) y sobre contratos, obligaciones, testamentos, herencias, juicios civiles, delitos y juicios criminales

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(tomo quinto). La somera resea que acerca de los principales ordenamientos que integraron el derecho positivo espaol hemos brevemente delineado, nos conduce a la conclusin de que en ste, hasta antes de la Constitucin de Cdiz de marzo de 1812, no se consagraron, a titulo de derechos subjetivos pblicos, las fundamentales potestades libertarias del gobernado frente al poder pblico radicado en la persona del rey y emanado de su autoridad. En otras palabras, si el sbdito carecia de un verdadero derecho oponible a la actividad de las autoridades y si stas, por tanto, no teman a SU cargo obligaciones propiamente jurdicas en favor de los gobernados que les haya impuesto alguno de los estatutos sucintamente comentados, es lgico inferir que en los diferentes reinos que en el decurso del tiempo formaron el Estado espaol, no descubrimos antecedentes histricos de nuestras garantas individuales. Sin embargo, no debe creerse que, por no haberse consagrado derechos individuales pblicos en beneficio del gobernado en los distintos ordenamientos que hemos mencionado, el poder del monarca debiese ser tirnico o desptico, pues, segn afirmamos anteriormente, a pesar de que en ellos se registra la institucin de un rgimen absoluto, el derecho natural, concebido con un contenido ideolgico cristiano, no dejaba de ser la norma suprema que regia la actuacin real. Tan es as, que en la Ley 31 del TItulo 18 de la Tercera Partida de don Alfonso el Sabio se dispona que "Contra derecho natural non debe valer privillejo, nin carta de Emperador, rey nin otro seor. E si la diere non debe valer", adems de que, como se deca en el Fuero Juzgo, slo legitimaba al monarca su conducta conforme a derecho y justicia. . Pero independientemente de los cdigos que hemos reseado, el derecho positivo espaol se localizaba en mltiples tueras o estatutos particulares que . en los distintos reinos de la pennsula ibrica y en diferentes pocas expedan los reyes, tanto en favor de los nobles o "fijosdalgo" (fueros nobiliarios) como en beneficio de los moradores de las villas o ciudades (fueros munilHlldem.

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cipales ), El otorgamiento de estos ltimos obedeca a diversos motivos, bien de carcter militar o bien de ndole poltica, pues para recompensar las hazaas de los habitantes citadinos en las campaas de reconquista contra los moros principalmente, o para menguar e! podero que los seores feudales ejercan sobre los pobladores de sus dominios, e! rey conceda a unos o a otros determinados privilegios que solemnemente juraba cumplir y hacer cumplir. Entre otras prerrogativas, en e! derecho foral se descubren las que ataan a la seguridad personal de los villanos o ciudadanos frente a posibles desmanes de los poderosos, as como a cierta especie de autonoma gubernativa de la comunidad municipal. La tutela de los fueros, por otra parte, estaba encomendada a un alto funcionario judicial, denomnado Justicia Mayor, tanto en Castilla como en Aragn especialmente, quien deba velar por su observancia en favor de las personas que denunciasen alguna contravencin a las disposiciones forales." No debemos olvidar, por otra parte, e! Pacto Poltico-civil acordado en las cortes de! reino de Len e! ao de 1188. En dicho documento se contienen diversas disposiciones sobre materias distintas de carcter civil, penal, poltico y administrativo, y entre ellas las concernientes a la inviolabilidad del domicilio por e! rey (art. 6) y a la garantfa de audiencia (art, 13)." Uno de los fueros que ms significacin tiene para la antecedencia hispnica de algunas de nuestras garantas individuales, es sin duda el llamado Privilegio General que en e! reino de Arag6n expidi don Pedro 111 en e! ao de 1348, estatuto que ya consagraba derechos fundamentales en favor de! gobernado oponibles a las arbitrariedades de! poder pblico en lo que concierne a la libertad personal. Las garantas de seguridad jurdica que dicho fuero general contena en beneficio dc sta se hacan respetar a travs de distintos medios procesales que l mismo institua y los cuales se conocen con e! nombre de "procesos forales", constituyendo algunos de ellos verdaderos antecedentes o precedentes hispnicos de nuestro juicio de amparo y cuyo estudio no abordamos por no corresponder al presente libro." La limitacin de las funciones reales encontr en Espaa su consagracin definitiva en la Constituci6n de 1812, que contiene ya declaraciones terminantes que involucran sendas garantas individuales, tales como las relativas a la de audiencia (art. 287), a la de inviolabilidad del domicilio (art. 306), a la de proteccin a la propiedad privada (art. 4), a la de libertad de emisin de! pensamiento (art. 371), proscribiendo, en cambio, la religiosa, al disponerse en su articulo 12 que la religin oficial de Espaa ser la catlica, apostlica y romana, y que e! ejercicio de cualquier otra debera prohibirse por las leyes.GO Vase nuestro libro El Juicio de Amparo. en que tratamos acerca de dicho funcionario judicial. 1UALES

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con los secretarios de Estado, jefes de Departamentos autnomos y Procurader de la Repblica) ,'" 'lo tiene la facultad de tomar la iniciativa para suspender las garantas individuales, la cual, para que produzca el acto juridico suspensivo propiamente dicho, y por ende, para que surta sus efectos legales, requiere la aprobacin del Congreso de la Unin o, en los casos dc receso de ste, de la Comisin Permanente. Como se ve, en un decreto de suspensin dc garantas individuales tienen injerencia el Ejecutivo Federal como autoridad a quien exclusivamente compete la iniciativa, y el Congreso de la Unin, injerencia que se traduce en la realizacin de dos actos diferentes imputables a cada uno de dichos poderes, a saber, al primero, la formulacin de los trminos jurdicos en que operar la suspensin, y al segundo, la aprobacin de los mismos y de la iniciativa correspondiente propiamente dicha. En cada uno de esos dos actos en que se revela el proceso de la expedicin del decreto de suspensin de garantias individuales, tanto el Ejecutivo Federal como el Congreso de la Unin gozan de amplias facultades discrecionales para calificar la existencia y gravedad del estado de emergencia que sea la causa de la situacin suspensiva. e) Modalidades juridicas de la suspensi6n En nuestro orden constitucional, la suspensin de garantas individuales se caracteriza por varias modalidades juridieas importantes. En primer lugar, el acto que instituye la mencionada suspensin debe ser materialmente legislativo, conteniendo prevenciones generales, o sea, sin que el fenmeno suspensivo se contraiga a ningn individuo o individuos determinados. Consiguientcmente, un decreto o "ley", que no contenga dicha caracteristica de generalidad, sino que suspenda las garantas individuales en relacin con una sola persona moral o fsica o con un grupo determinado de sujetos, seria inconstitucional a todas luces en primer trmino, porque violaria los artculos primero y 29 constitucionales y, en segundo lugar, debido a que tendria la naturaleza de una ley privativa, cuya aplicacin est prohibida por el articulo 13 de la Ley Suprema. Por lo que concierne al alcance espacial o territorial de la suspensin de garantas individuales, sta puede ser nacional, o sea, tener vigencia en toda la Repblica, o bien regir solamente en un Estado o regin determinados (local). Tal podria suceder, verbigracia, en el supuesto de que se tratara de la perturbacin de la paz pblica en una sola entidad federativa, en la que, para dar fin a la situacin anmala, se suspendieran las garantas individuales, sin que tal suspensin se hiciese extensiva a otros Estados del pas en los que no existiese dicha alteracin.lores eh las Secretarias de Estado, los Departamentos Administrativos y la Procuradura General de la Rep. blica... ", sustitucin que se practic por reforma publicada en el Diario Oficial el21 d, abril de 1981. l!5hi~ Vase la parte final de la nota inmediata anterior.

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LAS GARANTfAs INDIVIDUALES

Otra de las modalidades jurdicas de la suspensin de garantas individuales que se desprende del articulo 29 constitucional consiste en que el acto o la situacin suspensivos tienen un carcter temporalmente limitado o transitorio, rigiendo nicamente mientras subsista el estado de emergencia que los motiv. En relacin con la cesacin de vigencia de la suspensin de garantas individuales se presenta un problema que no deja de tener importancia: esa cesacin se produce ipso iure, una vez desaparecido el estado de emergencia que provoca la mencionada suspensin, o bien se requiere para ello la expedicin de un decreto derogatorio expreso? Estimamos que la suspensin de garantas individuales opera ipso iure una vez desaparecida la causa que la determin, puesto que ni el Ejecutivo ni el Legislativo, ni cualquiera otra autoridad estatal tienen facultad para retardar dicha cesacin (lo cual acontecer si se requiera una ley o un decreto derogatorios expresos), mxime que la Constitucin prolbe tal posible demora al establecer en el artculo 29 que la suspensin de garantas individuales debe decretarse por tiempo limitado, entendindose por tal el lapso durante el cual subsista la situacin que origin dicha suspensin. Adems, la suspensin de garantas individuales no necesariamente debe versar sobre todas las que instituye el ordenamiento fundamental, sino que puede contraerse a aquellas que impliquen un bice a la actividad gubernativa tendiente a hacer frente rpida y fcilmente a los peligros que entraa el estado de emergencia, independientemente de los derechos pblicos subjetivos que involucren. A diferencia del alcance que puede tener el acto o situacin suspensivos de garantas individuales en nuestro actual sistema constitucional, en la Constitucin de 1857 no eran susceptibles de suspenderse las garantas que asegurasen la vida del hombre. Esta imposibilidad de suspensin implicaba evidentemente la nugatoriedad de las facultades con que deban estar investidas las autoridades superiores del pas para hacer frente a los trastornos inherentes a una situacin de emergencia. Fue por ello por lo que los Constituyentes de 1916-17 suprimieron la prohibicin de que las garantias que asegurasen la vida del hombre fuesen susceptibles de suspenderse, al considerarse que "cuando se apruebe por el Ejecutivo en consejo de ministros, y por el Congreso, una medida tan grave como la suspensin de garantias, es evidente que la exigira la salvacin pblica; para que tal medida produzca el efecto deseado, ser indispensable dejar a los poderes que la decretan, libertad para que ellos mismos fijen el alcance de aqulla en vista de las circunstancias. Casos habr, y ya se han visto ejemplos prcticos, en que si la suspensin de garantas no comprende tambin las que protegen la vida, no producir aquella medida otro resultado que poner en descubierto la impotencia del poder pblico para garantizar la seguridad social"."6Uf

Diario de los Debates, tomo H, pg. 260.

LA SUSPENSIN DE GARANTiAS INDIVIDUALES

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En virtud del estado de guerra que prevaleci entre nuestro pas, por un lado, e Italia, Alemania y el Japn, por otro, ha tenido su aplicacin real el artculo 29 constitucional, contenindose la suspensin de garantas individuales en el decreto de 2 de junio de 1942, reglamentado por la Ley de Prevenciones Generales relativa del da 13 del propio mes y ao, o-rdenamientos ambos queconstituyeron los conjuntos normativos orgnicos o reglamentarios del men-

cionado precepto constitucional, as como las reglas fundamentales que sometieron la actitud estatal-autoritaria de emergencia.U T

III.

EL RGIMEN SUSPENSIVO DE GARANTIAS INDIVIDUALES EN LA SITUACIN BLICA PRXIMA PASADA

A fines del mes de mayo de 1942, el Presidente Avila Camacho convoc a todos los miembros de su gabinete, integrantes del Consejo de Ministros, para una sesin memorable con el fin de discutir y aprobar las medidas que habrian de tomarse frente a la doble ofensa que se perpetr a nuestra soberana, habindose acordado unnimemente tres puntos fundamentales: primero, declarar el estado de guerra entre la Repblica Mexicana por una parte, y Alemania, Italia y el fap6n por la otra; segundo, suspender la vigencia de garantas individuales que fueren obstculo para hacer frente, rpida y fcilmente, a la situaci6n, y tercero, solicitar en favor del Ejecutivo Federal facultades extraordinarias para legislar. Estando en receso el Congreso de la Unin, la Comisin Permanente convoc a los miembros de ste a un periodo extraordinario de sesiones, en el cual serian tratados nicamente los puntos acordados por el Ejecutivo, de conformidad con el Consejo de Ministros, y que hemos sealado con antelacin, tal como lo prev e! artculo 79 constitucional en su fraccin IV, convocatoria que en forma de decreto fue publicada en e! Diario Oficial e! 27 de mayo de 1942. Por su parte, el Congreso de la Unin, en sesin extraordinaria celebrada el da 30 de mayo de! propio ao, y una vez que e! Presidente de la Repblica hubo reforzado con slidos y convincentes argumentos su peticin respecto de los tres puntos fundamentales anotados, aprob6 la ley que faculta al Ejecutivo conforme I artculo 89, fraccin VIII, de la Constitucin Federal, para declarar el estado de guerra entre nuestro pas y las naciones del Eje (ley que se public en e! Diario Oficial e! 2 de junio de 1942), declaracin que en forma de decreto presidencial fue publicada en dicho peridico en la misma fecha.13f La t6nica que presentan dichos ordenamientos y las ideas que los sustentaron, configuran un verdadero estado de derecho de la situacin de emergencia en que se vio colocado nuestro pals ; y aunque su estudio reviste en la actualidad un mero inters histrico, el anlisis de sus disposiciones no es de ninguna manera superfluo, ya que &tas pueden constituir el antecedente para el evento, no deseado ni deseable, de que Mxico, por circunstancias aleatorias, tenga que acogerse al rgimen previsto en el artculo 29 constitucional. Esta razn nos-impulsa a reiterar, en la presente edicin, el aIisis referido.

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LAS GARANTIAS INDIVIPUALES

El 2 de junio de 1942 sali publicado tambin e! Decreto de Suspensi6n de Garantlas Individuales expedido por el Congreso de la Unin de acuerdo con los articulas 29 y primero constitucionales, habindose facultado e! Ejecutivo Federal para formular la reglamentacin respectiva (articulo 3 de dicho decreto).A. Carcter y naturaleza del Decreto de Suspensi6n de Garantias

IndividualesEn primer lugar, e! mencionado Decreto, as! como su Ley Reglamentaria, publicada en e! Diario Oficial e! 13 de junio de 1942, eran de carcter general. La generalidad de los citados ordenamientos se traduca en la circunstancia de que la suspensin de garantas individuales que establecan afectaba a todo individuo o habitante de la Repblica Mexicana, independientemente de su condicin particular. En segundo lugar, la suspensin instituida por dichos cuerpos normativos era de Indole nacional, supuesto que afectaba a todo e! territorio de! pas. Los caracteres de generalidad en cuanto a los sujetos afectados y de vigencia nacional, por 10 que toca a su aplicacin territorial de que estaba investido e! Decreto de Suspensin, estaban corroborados por e! texto mismo de sus prevenciones contenidas en e! articulo primero, que deca:"Se aprueba la suspensin de las garantas individuales consignadas en los articulos 4, prrafo primero del 5, 6, 7, 10, 11, 14, 16, 19, 20, 21 prrafo tercero del 22 y 25 de la Constitucin Poltica de los Estados Unidos Mexicanos que acord el C. Presidente de la Repblica, previa conformidad del Consejo de Ministros, para todo el territorio y para todos los habitantes de la Repblica."

Otra nota substancial y constitucional de! aludido decreto era la transitoriedad de! mismo, o sea, su vigencia limitada en cuanto al tiempo. Esta vigencia limitada perdurara siempre y cuando subsistiesen los motivos que originaron la expedicin de! multicitado decreto, tal como 10 declaraba ste en su articulo 2, que deca:"La suspensin a que se refiere el artculo anterior, durar todo el tiempoen que Mxico permanezca en estado de guerra con Alemania, Italia y el Japn, o con cualquiera de estos pases, y ser susceptible de prorrogarse, a jui-

cio del Ejecutivo, hasta treinta das despus de la fecha de cesacin de las hostilidades."

B. Alcance del Decreto de Suspensi6n en cuanto a las garantasindividualesEl articulo 29 de la Constitucin establece que la suspensin versar respecto a aquellas garantas constitucionales que "fueren obstculo para

LA SUSPENSiN DE GAIdria evitar que ciertos productos o materias primas se utilizaran en la fabricaci6n de artculos que verdaderamente fuesen impulsores y vigorizadores de nuestra economa, al suponerse fundamentalmente que' dichos productos o materias primas sean empleadas en la elaboraci6n de mercancas que, por SU propia naturaleza, no estn destinadas a la satisfacci6n de las necesidades primarias del pueblo, como sucede, verbigracia, con los artculos de lujo. Adems, en el terreno crediticio, por ejemplo, la existencia excesiva de empresas afianzadoras podria provocar serios colapsos en perjuicio del pblico que utilice los servicios de las mismas en una variada gama de operaciones mercantiles. En efecto, conforme a la legislacin sobre instituciones de fianzas, para que una compaa opere en este ramo mercantil se requiere la autorizacin que al respecto otorgue la Secretaria de Hacienda, previa la satisfacci6n, por parte de la sociedad peticionaria, de determinados requisitos o condiciones, autorizaci6n que es concesible mediante la facultad discrecional con que legalmente se inviste a dicha dependencia federal. Podria darse el caso de que, contra la negativa a otorgar dicha autorizaci6n, una o varias sociedades que pretendieran dedicarse a la expedici6n de fianzas onerosas, acudieran a la vida de amparo alegando la inconstitucionalidad del precepto de la ley correspondiente, por permitir que la Secretaria de Hacienda discrecionalmente conceda o niegue la consabida autorizacin con violacin a la garanta de la libre concurrencia consagrada en el artculo 28 de la Ley Fundamental, puesto que, a virtud de la negativa que se combata, en realidad se estaria auspiciando un monopolio en favor de las instituciones afianzadoras ya existentes. Ahora bien, aplicando estrictamente dicho precepto constitucional, se Ilegaria a la conclusin de que toda sociedad, cubriendo las condiciones sealadas en la ley respectiva, debiera obtener la autorizaci6n para operar que pidiese a la Secretaria mencionada; y de esta guisa, se podrian multiplicar indefinidamente las empresas de fianzas, las cuales, para poder competir en el mercado correspondiente, tendran que abatir las primas perceptibles con motivo de la

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expedicin de las plizas de afianzamiento, mermando con ello sus ingresos y, por ende, su solvencia y estabilidad econmica, en las cuales descansa primordialmente la solidez de sus operaciones frente al pblico, el cual, por la causa ya anotada, se vena en riesgo de no poder obtener cabalmente el cumplimiento de las obligaciones contradas en tales documentos. Debemos decir que no est en nuestro nimo presentar, ni mucho menos estudiar, todos los fenmenos econmicos que, en detrimento de la sociedad, pueda ocasionar un ejercicio ilimitado de la libre concurrencia, pues nos basta para el logro del objetivo primordial del tema que abordamos, consistente en patentizar la necesidad de una reforma al articulo 28 constitucional, producir la conviccin de que tal libertad, cuando carece de barreras juridicas inspiradas en verdaderos mviles de beneficio colectivo, puede causar serios daos a los intereses sociales. Por otra parte, si toda garanta individual tiene en s misma sus propias limitaciones naturales derivadas de los imperativos deontolgicos del orden jurdico, segn se ha afirmado, en cuanto que quedan fuera del derecho pblico subjetivo correspondiente aquellos actos del gobernado que afecten a la sociedad, como sucede, verbigracia, con la libertad de emisin del pensamiento, de trabajo, de imprenta, etc., por qu no habr de tenerlas, con anlogos alcances, la libre concurrencia? En conclusin, con el objeto de que el articulo 28 constitucional cumpla con la' exigencia deontolgica de toda norma jurdica fundamental, en el sentido de armonizar los intereses del particular con los intereses sociales, dicho precepto debe ser materia de una importante adicin, la cual, adems de consagrar en beneficio de todosy cada uno de los individuos la libre concurrencia como derecho Pblico subjetivo, declare que sta podr vedarse cuando dae a la sociedad. Ahora bien, en este ltimo aspecto, el citado artculo 28 slo debe ser facultativo o enunciativo, es decir, nicamente debe 'puntar la remisin a la legislacin secundaria, que en este caso sera su propia Ley Reglamentaria, para que en sta se establezcan de manera limitativa las situaciones objetivas en las cuales se considere, por modo general, los casos en que el ejercicio abusivo o extremo de dicha libertad pueda lesionar los verdaderos intereses sociales. Desde luego, al elaborar dicha legislacin, debe procederse con todo desinters personal n de grupo, con patriotismo y mesura, estudiando debidamente, con diligencia y detenimiento y acudiendo al auxilio de la ciencia econmica, principalmente, las situaciones en que tal afectacin pueda producirse, a fin de que, so pretexto de salvaguardar a la sociedad contra los riesgos de una desorbitada libre concurrencia, no se elimine o haga nugatoria esta libertad cuando sea ejerctable en sus justos lmites y adecuadas proporciones, ni se autoricen los funestos monopolios encubridores de intereses mezquinos de que tanto ha padecido nuestro sufrido pueblo. Es pertinente, por ltimo, hacer hincapi en que la Ley Rezla-

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mentaria del artculo 28 constitucional, que bajo dichos lineamientos generales se elabore, no debe instituir en favor de las autoridades administrativas encargadas de su aplicacin, la mal entidad "facultad discrecional", rayana en la arbitrariedad, cuando, por virtud de ella, el rgano del Estado a quien se confiera pueda emitir su juicio contrariamente a elementos objetivos, o sea, cuando haciendo caso omiso de stos, dicha facultad no consista, como debiera ser, en un rgimen de derecho, en su apreciacin subjetiva, prudente y lgica. En resumen, y como corolario de las consideraciones que se acaban de ex.poner, estimamos que el texto del articulo 28 constitucional, conservan-

do sus propios trminos, debe ser adicionado con la siguiente declaracin: "Toda persona puede concurrir libremente en la produccin, industria o comercio. El ejercicio de esta libertad slo podr vedarse, por las autoridades que corresponda, cuando lesione el inters de la sociedad, en los trminos que marque la Ley Reglamentaria de este precepto." 286'"IV.BREVES CONSIDERACIONES SOBRE EL ARTCULO TERCERO CONSTITUCIONAL

a) Somera referencia histrica. La educacin pblica en Mxico ha oscilado entre un rgimen de libertad y un sistema de control estatal. Dentro de la organizacin poltica y social de los aztecas existan dos instituciones educativas, el Tepuchcali y el Calmecac; en las que respectivamente se imparta enseanza a los jvenes pertenecientes a la clase media y a los mancebos de la clase acomodada de la sociedad. Dichas instituciones, cuya estructura, funcionamiento, mtodos y formas educacionales no nos incumbe tratar') 287 estaban bajo la autoridad del Estado y a ellas tenan la obligacin de ingresar los varones que hubiesen rebasado la niez y la adolescencia. Fcilmente se comprende que en el rgimen azteca la educacin oficial era de tipo clasista, ya que, como afirma Octavio A. H ernndez, "La clase del pueblo, compuesta de los llamados matzehuales, tena que permanecer en la ignorancia, pues el Estado) si puede llamarse as a la organizacin politica azteca, les negaba las luces de la ilustracin." zas Durante la poca colonial la educacin estaba en manos de la Iglesia y del Estado y tena un contenido esencialmente religioso que proscriba toda libertad de enseanza. El control eclesistico y civil se ejerca sobre los libros de texto, los mentores y la didctica en general y su principal finalidad consista2816 biB El artculo 28 constitucional que hemos analizado y comentado fue sustituido por otro precepto substancialmente diferente. aunque con el mismo numeral, que estudiamos en el Captulo Dcimo de esta obra, denominado "La Rectora Econmica del Estado", 2g7 Entre otros historiadores, don Alfredo Cbauera trata con minuciosidad el sistema de enseanza que se reciba en ambos planteles, las materias que en ellos se impartan, el mtodo, educativo que empleaban y dems modalidades que caracterizaron la educacin del joven azteca. (Vase Mxico a Travs de los Siglos, tomo l.) 288 La. Constituci6n de los Estados Unidos Mexicanos. tomo JI. o2'. 27.

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en la defensa de las doctrinas catlicas que eran la base de la unidad poltica de! Estado espaol.'" En la Constitucin de Cdiz (arts, 131 y 132) se pretendi planificar la educacin pblica, sin reconocerse la libertad de enseanza. La Carta de Cdiz "estableci la obligacin de crear e! nmero competente de colegios y de universidades que se creyeren convenientes para la enseanza de todas las ciencias, de la literatura y de las bellas artes, sobre la base de una perfecta uniformidad en todo el pas y bajo la direccin de una junta compuesta de personas nombradas por e! gobierno, a quienes se someta la inspeccin de la enseanza pblica.v? Bajo la Constitucin Federal de 1824, entre las facultades del Congreso General figuraba la consistente en promover la ilustracin mediante el establecimiento de colegios de marina, artillera e ingenieros, de institutos en que se ensearan las ciencias naturales y exactas, las polticas y morales, as como las "nobles artes y lenguas", sin perjudicar, mediante todo ello, "la libertad que tienen las legislaturas para el arreglo de la educacin pblica en sus respectivos Estados" (art. 50, frac. I). Montiel y Duarte sostiene que "desde el ao de 1824 se abrieron establecimientos de instruccin pblica, bajo la direccin de franceses y francesas, que han contribuido poderosamente a afrancesar nuestros hombres y literatura't.?" Por Decreto de 21 de octubre de 1833 se suprimi la Universidad de Mxico, crendose una Direccin General de Instruccin Pblica para e! Distrito y Territorios de la Federacin compuesta por el Vicepresidente de la Repblica y seis directores nombrados por e! gobierno, habindose dispuesto que tendra a su cargo "todos los establecimientos pblicos de enseanza, los depsitos de los monumentos de arte; antigedades e historia natural, los fondos pblicos consignados a la enseanza, y todo lo perteneciente a la instruccin pblica pagada por el gobierno" (art. 3). Quedaba a cargo de dicha direccin, adems, designar "los libros elementales de enseanza, proporcionando ejemplares de ellos por todos los medios que estimara conducentes" (art. 10) . En cumplimiento de! citado decreto se orden el establecimiento de una escuela normal y de enseanza primaria para mujeres y para nios y nias, en cuyos planteles se deba ensear a "leer, escribir y contar, e! catecismo religioso y el politico".'" Respecto de esta reforma educativa, don Valentln Gmez Farias, en e! informe que rindi al Congreso e! 31 de diciembre de 1833, afirmaba: "Con la autorizacin concedida al gobierno para la reforma fundamental de la instruccin pblica, se ha dado a este289 La religiosidad de la enseanza abarc hasta la universitaria. As, antes de recibir un grado universitario el interesado deba hacer profesin de la Santa Fe Catlica "que predica y ensea la Santa Madre Iglesia de Roma" (ley XIV, ttulo XXII del libro I de la Recopilacin de Indias). 290 Isidro Montiel y Duarte. Estudio Sobre las Garantas Indiuduoles, pg. 159, edicin 1873. . 291 Op. ct., pg. 162. 2'9'2 Decreto de 26 de octubre de 1833.

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objeto de primera importancia el impulso que demandan las exigencias y luces de nuestro siglo. Los establecimientos de enseanza estn ya abiertos, y puesto en ejecucin el plan de la Direccin General encaminado ms bien a generalizar entre el pueblo los conocimientos que necesite, segn las diversas profesiones y oficios a que se dedique, que a ostentar un vano aparato de ilustracin, incompatible con el estado de la sociedad naciente" ... Al reasumir Santa Auna la Presidencia, se suprimi el incipiente sistema educativo implantado por G6mez Farlas, abolindose los planteles recin instalados para restablecerse "al estado en que se haIlaban antes de la alteracin" que los decretos reformativos provocaron y volviendo a funcionar los colegios de San Ildefonso, San Juan de Letrn, San Gregario y el Seminario de Minera, En el bando de 2 de agosto de 1834 que orden dicho restablecimiento se adujo que: "La experiencia del tiempo que ha transcurrido, la clase de autores que se han elegido para ensear algunas facultades, y que en la misma Europa, donde la civilizacin es casi general, se haban visto con escndalo y como los maestros menos a propsito para instruir a la juventud, el poco o ningn adelanto que se observa en los alumnos de Jos respectivos colegios, an, sin embargo, de que en algunos de ellos hay directores y catedrticos de ilustracin y probidad, y sobre todo el descontento general en que han cado los nuevos establecimientos, y la necesidad de suspender un mtodo de educacin y de enseanza que no es favorable ni a las letras ni a la virtud, han determinado a S. E. a dictar los artculos siguientes ... " 2'H

. En abril de 1835 se cre una junta encargada de formular un plan general de instruccin pblica, habiendo figurado en ella, entre otros, don Lucas Alamn, don Jos Bernardo Couto y don Francisco Manuel Snchez de Tagle; y por decreto de 26 de octubre de .1842, o sea, ya bajo Ja vigencia de la Constitucin centralista de 1836, Santa Auna confi la instruccin primaria a la Compaia Lancasteriana de Mxico "por el constante empeo que ha manifestado por muchos aos a beneficio de la instruccin de los nios y de todos los que carecen de ella, y porque no limitndose ltimamente al recinto de esta ciudad (la de Mxico), ha extendido sus trabajos a la mayor parte de los departamentos" .... Es importante hacer notar que el citado decreto estableci la educacin gratuita y obligatoria, constriendo a los padres, tutores y "protectores de hurfanos" para "mandar a Jas escuelas -que se colocaban bajo la proteccin de Mara Santsima de Guadalupe- a todos los individuos de uno y otro sexo, desde la edad de siete aos hasta Ja deLos Presidentes de Mxico ante la Naoin, tomo 1, pg. 168. Circular de la Secretaria de Relaciones de 31 de julio de 1834. Publicada en la Coleccin de Leyes, de Dubln y Lozano.298

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296 Dicha compaa adopt6 su denominacin por haber implantado el sistema y mtodo educativos creados por el pedagogo ingls Jos Lanaaster, quien en Amrica cont COn la proteccin de Bolvar. El sistema y mtodo lancasterianos consistan en que un solo profesor impartiese educaci6n y enseanza a un nmero crecido de alumnos mediante la colaboraci6n de stos.

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quince", so pena de ser castigados alternativamente con una multa que no debiera exceder de cinco pesos o con prisin de ocho das, sanciones que podan aplicar los prefectos, subprefectos o los jueces de paz (art, 11) .no Bajo la presidencia de Manuel Mara Lombardini se expidi el 31 de marzo de 1853 un decreto que contena "reglas que deban observarse en el ramo de instruccin primaria", destacndose entre ellas la que se refera a la obligaci6n ineludible de impartir educacin religiosa, penando severamente a los planteles que no acataran esa obligacin (art. 1'). Durante la vigencia de la Constituci6n de 1857 existieron varios ordenamientos que regulaban la educacin pblica, permitindonos solamente mencionar algunos de ellos sin abrigar deliberadamente el propsito de comentarlos so pena de rebasar los lmites temticos de esta obra. Dichos ordenamientos principales fueron los siguientes: decreto de 15 de abril de 1861; Ley Orgnica de la Instruccin Pblica en el Distrito Federal de 2 de diciembre de 1867; reglamento de esta misma ley expedido el 9 de noviembre de 1869 y decreto que lo reform de 31 de enero de 1880; y Ley Sobre Instruccin Primaria en el Distrito Federal de 25 de mayo de 1888. b) Apreciaciones generales. El estudio del artculo 3 de nuestra Ley Fundamental lo hemos colocado con toda intencin en un lugar aparte, debido a que, no obstante estar comprendido dentro del captulo denominado "De las Garantas Individuales", propiamente no contiene ningn derecho subjetivo pblico en los trminos asentados con anterioridad. En realidad, el artculo 3 constitucional debe estar incluido en la Ley Suprema a ttulo de prevencin general, como acontece, verbigracia, con el artculo 130; y si actualmente permanece inserto dentro del referido captulo, es por un resabio histrico, pues efectivamente, bajo la Constitucin de 57 y la de 17, hasta antes de la reforma de diciembre de 1934, tal precepto contena un derecho pblico subjetivo individual, al consignar la libertad de enseanza. La garanta individual se manifiesta, segn afirmamos, como una relacin jurdica que existe entre el Estado y sus autoridades, por un lado, y el gobernado, por el otro, a virtud de la cual surge para ste un derecho subjetivo pblico, con la obligacin estatal correlativa, la cual implica, o bien una abstenci6n (respeto), o bien un hacer positivo. Si observamos, aunque sea someramente, el contenido del artculo 3 constitucional, descubriremos que no importa esa relacin jurdica como generadora de ese derecho subjetivo pblico para el gobernado ni de esa obligacin estatal-autoritaria correlativa. El mencionado precepto no consigna, en- efecto, ninguna libertad especfica como contenido de una posible potestad jurdica subjetiva del gobernado;Z9B El mismo Santa Anna expidi el 28 de agosto de 1843, es decir, bajo la vigencia de las Bases Orgnicas de ese ao, un reglamento para la instruccin primaria en el De.. partamento de Mxico, organizando las escuelas gratuitas para nios y nias, las de adultos para ambos sexos, las de las crceles, hospicios y "otras casas de prisin y beneficencia", las particulares de la Compaa Lancasteriana de Mxico y las de los conventos de religiosos [arts. 26 a 46).

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antes bien, proscribe, dentro de un considerable mbito educacional, la libertad de enseanza, a! imponer a sta un determinado contenido. Bajo la vigencia de la Constituci6n de 57, el articulo 3 evidentemente comprenda una verdadera garantia individua! de libertad, puesto que sin restricci6n alguna, declaraba que la enseanza era libre, lo cual significaba que todo individuo tena la potestad de impartir toda clase de conocimientos, sin que el Estado o sus autoridades pudieran obligarlo a adoptar determinado mtodo e ideario educativos. Naturalmente, la libertad de enseanza, con la amplitud que estaba consagrada en la Constitucin de 57, ocasionaba el caos en la vida social en materia educativa, puesto que su ejercicio poda ser desenfrenado y dar origen, por tal motivo, a verdaderas charlataneras reveladoras de incultura. Estas consecuencias fueron las que se produjeron bajo la vigencia de la Constituci6n de 57 en algunos casos, puesto que se permiti6 el establecimiento de cualquiera instituci6n educativa o pseudo-educativa, la cual, sin el control gubernativo, sin estar sujeta a ningn mtodo pedag6gico y cientfico, funcionaba arbitrariamente. Es cierto que florecieron gloriosos centros culturales de los que salieron verdaderos valores intelectuales y morales; mas ello no obsta para suponer que haba muchos establecimientos en los que, en vez de impartirse verdadera educaci6n, se colmaba de prejuicios a los educandos, impidindose de esta manera el progreso social. En su afn de restar influencia al clero sobre las conciencias, con el prop6sito de evitar que la educaci6n en manos de la Iglesia redundara en la formaci6n de prejuicios en la mente de los educandos, el Constituyente de 17 ya no declar6 lisa y llanamente, como lo hizo el de 57, que la enseanza es libre, sino que consign6 para sta importantes restricciones, modificando as notablemente el proyecto de don Venustiano Carranza, que consagraba la libertad de enseanza en trminos anlogos a los empleados en el artculo 3 de nuestro ordenamiento constitucional anterior. Se dispuso en el aro ticulo 3 constitucional, antes de la reforma de diciembre de 1934, que la enseanza sera laica en los establecimientos oficiales de educaci6n, es decir, que en stos por ningn motivo se impartira educaci6n religiosa, as como tampoco en las instituciones partculares de enseanza primaria elemental y superior. Se. prohibi6, adems, que las corporaciones religiosas o los ministros de algn culto pudieran establecer o dirigir escuelas de instrucci6n primaria. Como se ve, bajo la vigencia del articulo 3 constitucional antes de la reforma de 1934, la enseanza era libre, mas no con la vastisima amplitud en que estaba concebida bajo la Constitucin de 57, sino con restricciones importantes, las cuales versaban exclusivamente sobre la educacin primaria impartida en instituciones particulares y sobre la oficial en general. Por reforma constitucional publicada en el Diario Oficiol el 13 de diciembre de 1934, se proscribi6 definitivamente la libertad de enseanza. &la, consagrada en forma ilimitada en la Constitucin de 57 y con importantes restricciones en la Ley Suprema de 17 hasta antes de la modificaci6n mencio-

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nada, fue substituida por una educacin estatal con un contenido ideolgico determinado. Los Constituyentes de 57 estimaban que la educacin deberla quedar en manos de los particulares; que cada padre de familia tena el derecho de educar a sus hijos de la manera que ms conveniente le pareciera; que el Estado deberla garantizar ese derecho, declarndolo en el ordenamiento fundamental; que imponer determinado sistema educacional significaba un ataque a la libertad genrica del hombre, la cual era sagrada. Estas estimaciones valorativas respecto de la libertad de enseanza las descubrimos en forma unnime en el decurso de los debates en el seno del Constituyente de 57. El de 17 tambin particip, en trminos generales, del criterio justificativo de la libertad de enseanza que sustentaban los forjadores de la Constitucin de 57; sin embargo, y atendiendo a las consecuencias que tal derecho engendraba en la realidad, traducidas principalmente en la influencia notoria del clero en la educacin, que modelaba un determinado tipo de inteligencias inaccesibles a todo progreso, introdujeron los constituyentes en el artculo 3 las restricciones a que acabamos de aludir, fuera de las cuales el ejercicio de ese derecho era libre. La evolucin del Derecho Pblico fue imprimiendo concomitantemente modalidades a las relaciones jurdicas entre el Estado y sus miembros. En la tesis individualista-liberal pura, la entidad poltica no poda ni deba tener intervencin en las relaciones sociales, sino en el caso en que se suscitaran conflictos. La esfera de actuacin estatal era sumamente reducida; en cambio, la rbita de conducta del gobernado se extenda a multitud de aspectos de la vida social, dentro de los cuales se encuentra el relativo a la educacin. Habiendo la evolucin del Derecho Pblico transformado las concepciones individualistas y liberales puras, en el sentido de dejar de concebir al Estado como' un mero polica vigilante de las relaciones sociales para erigirlo en agente en las mismas., con determinados fines y atribuciones que cumplir, la enseanza dej ya de incumbir a los particulares. Se djo que el Estado tiene como objetivo esencial forjar el tipo- de conciencia que convenga a su propia naturaleza; que para su subsistencia misma, el Estado debe inculcar, en la mente de las generaciones nuevas, determinados principios, cuya realizacin efectiva debe consolidar las bases jurdicas y sociales sobre las que descansa la organizacin estatal. Esta finalidad, esencial a la teleologa genrica del Estado, no puede ser lograda sino por este mismo, mediante un sistema de determinado contenido, constituido por los principios jurdicos, sociales y econmicos que de la propia naturaleza estatal se derivan." Si dicha primordial funcin se dejara en manos de particulares, si el Estado se desentendiera de cIIa, la existencia de la organizacin estatal, juridica, social y econmica se colocara en un plano verdaderamente riesgoso, peligrando tambin la unidad nacional, amenazada por el juego constante de principios contradictorios sustentados297 Duguit COn toda claridad ha tratado esta cuesti6n, refirindose en especial a la educaci6n pblica como atribucin esencial del Estado.

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por diferentes grupos. El Estado debe, ante todo, velar por su propia existencia, proscribiendo todos aquellos peligros que acechen su estabilidad jurdica, econmica y social; para ello necesariamente debe asumir el papel de regulador y encauzador de la educacin de sus miembros, imbuyendo en la conciencia de stos los principios que de su organizacin y naturaleza se derivan. Por ello, la educacin que para e! logro de este objetivo esencial imparta el Estado, no debe consistir tanto en la suministracin de conocimientos cuanto en la formacin de un espritu social, altruista y clvico, mediante la inculcacin de los principios idneos para ello. La unidad de una nacin, en efecto, debe ineludiblemente cimentarse sobre el auto-conocimiento y la auto-crtica. De la misma manera que para e! individuo e! principio socrtico de nosce te ipsum significa e! fundamento de su evolucin moral e intelectual, para la superacin y e! progreso de los pueblos, e! conocimiento de su ser politico y social, que la historia va modelando, es factor insubstituible. Por ello, la autoconciencia de una nacin, implicada en todos los principios que de su propia substantividad derivan, es la condicin sine qua non de su subsistencia y de la conservacin de su personalidad dentro del concierto internacional. Ahora bien, esos principios, cuyo contenido ideolgico es variado, deben transmitirse a las generaciones que se suceden en la vida de un pas; y es evidente que e! cumplimiento de esta obligacin excluye la llamada "libertad educativa", cuyo ejercicio, segn hemos dicho, importa un motivo peligroso de desunin, de relajamiento de la solidaridad nacional. A estos imperativos, Mxico no se sustrajo antes de la Constitucin de 57. No exista en nuestro pas la libertad educacional, situacin que se adecuaba lgicamente a la teleologa poltica estatal anterior a la asuncin del liberalismo e individualismo puros. La unidad de Espaa y, por ende, de sus colonias, se fincaba sobre la unidad religiosa, cuyo substratum era e! catolicismo. La propagacin y la defensa de la fe catlica eran la tendencia esencial de la educacin, no en su aspecto de mera enseanza o difusin de conocimientos, sino romo formacin moral del pueblo. Fue por esta razn por la que la educacin durante el rgimen colonial estaba en manos del clero, cuya hegemona en esta materia prevaleci, de hecho, hasta la Reforma. La reivindicacin de la enseanza y educacin pblica en favor de! gobierno civil, Se apunt en la Constitucin espaola de 1812, que atribuy a las Cortes "la facultad de establecer un plan general de enseanza en toda la monarqua"." Anlogos esfuerzos se asomaron en e! Acta Constitutiva de la Federacin Mexicana de 31 de marzo de 1824 y en la Constitucin Federal de ese ao, en cuyos ordenamientos se consider que era atribucin legislativa de! Estado "promover la ilustracin general" (arts. 13, frac. 11, y 50, frac. 1, respectivamente). Pese a esos intentos, en la