903
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA Facultad de Geografía e Historia Departamento de Historia Moderna TESIS DOCTORAL RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y FRANCIA DESDE LA PAZ DE LOS PIRINEOS (1659) HASTA LA GUERRA DE DEVOLUCIÓN (1667). LA EMBAJADA DEL MARQUÉS DE LA FUENTE

LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y FRANCIA …e-spacio.uned.es/fez/eserv/tesisuned:GeoHis-Iyetano/... · Web viewFinalmente, en el capítulo llamado los preliminares de la guerra de Devolución,

Embed Size (px)

Citation preview

UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIAFacultad de Geografía e Historia

Departamento de Historia Moderna

TESIS DOCTORAL

RELACIONES ENTRE ESPAÑA Y FRANCIA DESDE LA PAZ DE LOS PIRINEOS (1659) HASTA LA GUERRA DE DEVOLUCIÓN

(1667).

LA EMBAJADA DEL MARQUÉS DE LA FUENTE

Isabel Yetano Laguna. Licenciada en Filosofía y Letras.

Madrid 2007

2

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Facultad de Geografía e Historia.

Departamento de Historia Moderna

“Relaciones entre España y Francia desde la Paz de los Pirineos

(1659) hasta la guerra de Devolución (1667). La embajada del

Marqués de la Fuente”.

Isabel Yetano Laguna.

Director: Juan Antonio Sánchez Belén.

3

4

AGRADECIMIENTOS

Mi sincera gratitud al doctor Don Juan Antonio Sánchez Belén, director de

esta tesis, que me prestó una inestimable ayuda para su realización.

Al doctor Don Miguel Angel Ochoa Brun que me hizo valiosas sugerencias

que he procurado tener en cuenta y que me dio palabras de aliento. Siempre

recordaré su magisterio de excelente historiador.

5

6

ÍNDICE

Páginas

CLAVE PARA LAS ABREVIATURAS....................................... 11

INTRODUCCIÓN........................................................................... 13

Capítulo I. EL SUEÑO DE LA PAZ………..…………............. 21

Capítulo II. LA EMBAJADA Y EL EMBAJADOR.................. 47

2.1. La embajada de París…………………………………… 47

2.2. Los primeros embajadores….…………………………... 53

2.3. El Marqués de la Fuente.............................................….. 55

2.4. La llegada del Marqués de la Fuente a París….………… 80

2.5. La Jornada de Alsacia……………………………...…… 86

2.6. La Dieta de Ratisbona…………………………...……… 92

2.7. El regreso a París……………………………..………… 103

2.8. El papel de quejas…………………………….………… 109

2.9. El Marqués de la Fuente pide volver a España…….…… 119

2.10. Un encargo doloroso: la noticia de la muerte de

Felipe IV…………………….………………………. 130

2.11. El Marqués de la Fuente recibe la licencia…….……… 143

2.12. El Marqués de la Fuente se despide de París….………. 157

2.13. Los últimos años en Madrid…………………………… 167

Capítulo III. EL INCIDENTE DE LONDRES…………..……. 171

3.1. La audiencia de las excusas………………………..…… 181

7

3.2. Consecuencias del incidente de Londres……………… 187

Capítulo IV. LA DIPLOMACIA FRANCESA Y EL AISLAMIENTO

INTERNACIONAL DE ESPAÑA………………….…….….… 203

4.1. El acercamiento de Francia a Holanda………………… 204

4.2. Las relaciones de Francia con Inglaterra……………… 214

4.3. Francia y el Imperio …………………………………… 233

4.4. La Diplomacia de Francia en el Norte y en el Este de Europa:

Dinamarca, Suecia y Polonia………………………… 248

4.5. Una maniobra efectista: la incorporación de Lorena

a Francia …………………………………………….. 257

4.6. Injerencia de Francia en los cantones Suizos

y Grisones ………………………………………...….. 267

Capítulo V. EL ENFRENTAMIENTO DE FRANCIA CON

ROMA............................................................................................. 273

5.1. El incidente de Crequi………………………..…..……. 274

5.2. La conferencia de Lyon……….……………..………… 288

5.3. La mediación de España……………………….……… 310

5.4. Fin del enfrentamiento entre Francia y Roma………..... 325

Capítulo VI. LA CUESTIÓN DE PORTUGAL........................ 341

6.1. La búsqueda de la normalización diplomática

entre Francia y Portugal……………………………… 343

6.2. Hacia la legitimidad dinástica de los Braganza………… 349

6.3. El reconocimiento del reino de Portugal. La realidad de los

intercambios comerciales luso-franceses …………… 362

6.4. El apoyo militar de Francia a Portugal………………… 370

8

6.5. La independencia de Portugal. La diplomacia

francesa en acción…………………………………… 393

Capítulo VII. PRELIMINARES DE LA GUERRA DE

DEVOLUCIÓN................................................................................ 415

7.1. Conflictos territoriales y aislamiento militar de Flandes… 415

7.2. El problema de las infraestructuras

en los Países Bajos………………………..…………… 431

7.3. Las pretensiones dinásticas de Luis XIV sobre

los Países Bajos ……………………………………… 443

7.4. Preparativos de guerra………………………………….. 452

7.5. La invasión de Flandes…………………………………. 476

CONCLUSIONES.......................................................................... 503

FUENTES MANUSCRITAS........................................................ 513

BIBLIOGRAFÍA............................................................................ 517

APÉNDICE...................................................................................... 525

9

10

ABREVIATURAS

AGS = Archivo General de Simancas (Valladolid)

AHN = Archivo Histórico Nacional (Madrid)

BNM = Biblioteca Nacional de Madrid

AGP = Archivo General de Palacio (Madrid)

RAH = Real Academia de la Historia (Madrid)

Mss. = Manuscritos

R = Raros

Leg. = Legajo

Lib. = Libro

Op. Cit. = Obra citada

11

12

INTRODUCCIÓN

El estudio de las relaciones internacionales despierta hoy un

indudable interés. Si nos referimos a las relaciones entre España y Francia

durante el siglo XVII, el interés es especial porque la lucha que

mantuvieron ambas potencias por la hegemonía les convirtió en actores

principales de la historia de Europa en esa centuria, lo que explica los

numerosos estudios publicados hasta la fecha sobre el tema1. No obstante,

las investigaciones se han centrado principalmente en la primera mitad del

siglo existiendo una laguna historiográfica respecto a las relaciones entre

España y Francia durante la segunda mitad del siglo XVII. Esta laguna es

mayor si nos referimos a los años 1659-1667, años que, según Stradling,

parece que España despareció del mapa de Europa –desaparición realizada

simbólicamente en las páginas de muchos manuales, y literalmente en un

estudio de la época de Luis XIV-2.

La historiografía sostiene que a partir de 1659, con la firma del

Tratado de los Pirineos3, España y Francia inician una etapa de paz

largamente deseada, se reanudan las relaciones diplomáticas entre los dos

1 Sobre relaciones entre España y Francia ver: STRADLING, R.: Europa y el declive de la estructura imperial española 1580-1720, 1992, Felipe IV y el gobierno de España (1621-1665), 1989. VALLADARES, R.: Portugal y la Monarquía hispánica 1580-1688, 2002. KAMEN H.: España en la Europa de Luis XIV, en Historia de España R.Menéndez Pidal, Vol. XXVIII, 1993. BELY: Les rélations internacionales en Europa XVII –XVIII siècles, 1998. SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: Las relaciones internacionales de la monarquía hispánica durantela regencia de Mariana de Austria, en Studia Histórica, Vol. 20, 1999. 2 Como consecuencia del Tratado de los Pirineos parece que España desapareció del mapa de Europa, STRADLING, R.: “Europa y el declive de la estructura imperial española 1580-1720, p. 192, Madrid 1992. 3 Ver VALLADARES, R.: “El Tratado de Paz de los Pirineos: una revisión historiográfica (1888-1988)”. Espacio tiempo y Forma, serie IV, n° 2, 1989, pág.125-139. y DOMÍNGUEZ ORTÍZ, A.: “España ante la Paz de los Pirineos”. Hispania, nº. LXXVII, 1959.

13

países históricamente enfrentados (rotas desde 1635 cuando Luis XIV y

Richelieu intervienen en la guerra de los Treinta Años con el propósito de

frenar el poder de la Casa de Habsburgo en centro Europa tras el triunfo de

Nordlingen), se reabren las respectivas embajadas de España y de Francia

en París y Madrid y se percibe en ese momento un fuerte deseo de paz. Sin

embargo la paz apenas durará ocho años ya que en el verano de 1667 Luis

XIV invade los Países Bajos españoles inaugurando una nueva etapa de

conflictos bélicos intermitentes que proseguirán hasta finales de la

centuria4. El objetivo de este trabajo es analizar los hechos sucedidos entre

1659 y 1667 para comprender cómo se llega tan rápidamente a la guerra de

Devolución habiéndose ajustado la importante Paz de los Pirineos.

Partiendo de los acuerdos firmados en 1659 que ponen de manifiesto

una voluntad de paz y buena correspondencia entre España y Francia nos

planteamos: ¿existía por parte de Luis XIV la voluntad de mantener la

buena correspondencia? ¿Se aplicó el Rey Cristianísimo, desde que firmó

la paz de los Pirineos, a otra cosa que no fuera fabricar la ruina de España,

como afirmó el Consejo de Estado en 1667? ¿Fue el Rey Cristianísimo

durante esos años “el mayor enemigo de la Augustísima Casa”, como

declaró el Duque de San Lucar en 1667? De los designios del Rey

Cristianísimo de“aspirar a una Monarquía Universal” ¿se siguieron daños

para España, o más bien Luis XIV puso deliberadamente a España, desde el

primer momento, en el punto de mira de la expansión francesa? ¿Qué

mecanismos empleó Francia para llevar la guerra a España cuando se había

comprometido con ella a mantener amistad y alianza y a no perjudicarla?

¿Qué papel jugaron otras potencias? ¿Cuál fue el comportamiento de

España?4 La Guerra de Devolución terminó en 1668 con Paz de Aquisgrán. La posterior agresión de Luis XIV a Holanda originó en 1673 la coalición Gran Alianza de la Haya —de la que España formaba parte— que luchó lucha contra Francia hasta 1678 (Paz de Nimega). En 1686 Luis XIV se enfrentó contra la Liga de Augsburgo —de la que también formaba parte España—hasta 1697 (Paz de Ryswyk).

14

El estudio de la acción “exterior” de la Monarquía Católica durante

los años sesenta del siglo XVII, relacionada y dependiente de la acción

“interna”, se hace siguiendo la abundante correspondencia del Embajador

Extraordinario en París durante los años 1661-1667, el Marqués de la

Fuente, y las Consultas del Consejo de Estado que estudian dichas cartas.

Desde su privilegiado observatorio —“la oficina donde se fraguan cuantos

materiales sirven para la fábrica de toda Europa—”5, el Embajador

informa a Madrid de los principales problemas que afectan a la política

española y a Europa, sus cartas se estudian en el Consejo de Estado (cuya

misión principal, aunque no fuera la única, era deliberar sobre la política

exterior), y tal materia, en la segunda mitad del siglo XVII, se puede

comprender que alcanzó una importancia excepcional. Por el Consejo de

Estado corría la correspondencia ordinaria con todos los embajadores

residentes en las cortes extranjeras, y desde él se emitían las instrucciones

reales a ellos dirigidas6.

La rica documentación pone en relación la historia local y los temas

internacionales, explica aspectos de la historia interna, de la acción exterior

y del Poder político. Dice J. Alcalá-Zamora y Queipo de Llano que la

indagación del Poder y de la actividad internacional de los principales

Estados exige el análisis de tres apartados mayores: la potencialidad, —los

recursos técnicos y humanos disponibles—, la funcionalidad —

organización y funcionamiento de la maquinaria estatal—, y, en el plano

5 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 9 de enero 1666. Carta del Marqués de la Fuente a Pedro Fernández del Campo.6 BARRIOS, F.: “El consejo de Estado de la monarquía española 1521-1812”, Madrid 1984, p. 152. Durante el siglo XVII la importancia del Consejo de Estado se ve acrecentada con un incremento incluso de atribuciones administrativas hasta entonces lejanas a su atención y se regula también el número de reuniones. Durante la regencia de Mariana de Austria el Consejo de Estado, pese a estar subordinado a la Junta de Gobierno y sufrir la consiguiente sustracción de competencias, despliega una gran actividad. La Regente somete a su dictamen todas las disposiciones emanadas del poder real.

15

ideológico y cultural, el Programa y los conceptos operativos7. Las cartas

del Marqués de la Fuente y las Consultas del Consejo de Estado, que

estudian la información enviada por el Embajador, aportan importantes

datos para explicar todos estos aspectos de la política de España en la sexta

década del siglo XVII, algunas veces mezclados. Las cartas del Marqués de

la Fuente aportan también información de las actuaciones de Francia.

Las fuentes principales consultadas son los legajos que se llevó

Napoleón Bonaparte a Francia en 1810 y que fueron catalogados en París

en 1912 por Don Julián Paz. Recuperados en 1942, hoy se encuentran en el

Archivo General de Simancas cuidadosamente restaurados y ordenados

formando los legajos K Estado, Francia. Los legajos K1385 a K1711

contienen numerosas cartas del embajador de la Fuente desde París a

Madrid, Consultas del Consejo de Estado, cartas del Rey Cristianísimo, de

S.M. Católica, del Marqués de Castel Rodrigo y otros, así como diversos

informes. En el Archivo Histórico Nacional, Sec. Estado, hemos podido

consultar cartas del Marqués de la Fuente desde las embajadas de Venecia,

Viena y París así como cartas de de S.M. Católica, Instrucciones a

embajadores, poderes, nombramientos, tratados internacionales, etc. En la

Sección Consejos se ha consultado la concesión de títulos y cargos al

Marqués y en la Sección Ordenes Militares otras informaciones sobre la

vida del Marqués de la Fuente. En el Archivo General de Palacio: papeles

complementarios sobre la vida del Marqués de la Fuente y sobre las fiestas

que se celebraron en 1659; en la Biblioteca Nacional, —Sección

Manuscritos y Raros— crónicas de la época que describen los deseos de

paz de 1659 y documentos que apoyan los derechos de Luis XIV a los

Países Bajos y otros que sirven a la Regente para defender los suyos. Los

7 ALCALÁ ZAMORA y QUEIPO DE LLANO, J.: “Zúñiga, Olivares y la política de reputación”, en “La España del Conde-Duque de Olivares”, Encuentro internacional sobre la España de Conde Duque de Olivares celebrado en Toro los días 15-18 septiembre 1987. ELLIOT, J.H. Valladolid 1990, p. 103.

16

fondos de la Real Academia de la Historia —Colección Salazar y Castro—

nos han permitido estudiar la biografía del Marqués de la Fuente y su

familia. Además se han consultado fuentes impresas.

Hemos estructurado la investigación en una serie de capítulos. En el

primero, siguiendo crónicas y testimonios literarios y artísticos de la época,

se describe el sueño de paz que vive España en 1659 tras la firma del

Tratado de los Pirineos, breve y feliz sueño que se puede apreciar en el

recibimiento que se hace al embajador de Francia que viene a recoger a la

Infanta, en las fiestas que se organizan para celebrar la paz y la boda (“La

púrpura de la rosa”), en la llegada de María Teresa a París, o en la firma

de la paz con Inglaterra.

A continuación, en el segundo capítulo, se estudia la embajada de

España en París en los años 1660-1667, embajada difícil porque se abre

después de estar cerrada casi veinticinco años y porque coincide con el

momento de gobierno personal y de “magnificencia” del Rey

Cristianísimo. Se estudia la vida del Marqués de la Fuente y las dificultades

con las que se encuentra para cumplir los objetivos que persigue España, la

percepción que el Embajador tiene de los problemas, la relación con Luis

XIV, con las reinas y con los ministros, las dificultades económicas, etc.

El tercer capítulo se refiere al incidente de Londres de 1661.

Estudiamos cómo Luis XIV utilizó el incidente como excusa para exigir a

España la precedencia que ésta disfrutaba desde antiguo en las cortes

europeas, las negociaciones que se llevaron a cabo para pactar el

documento que el embajador de la Fuente leyó en la “audiencia de las

excusas” y las consecuencias de dicho incidente.

17

El capítulo cuarto analiza las actuaciones de Francia dirigidas a aislar

diplomáticamente a España en los años 1660-1667. Varios son los pasos

seguidos en esta línea. Por un lado el establecimiento de una liga con

Holanda excluyendo a España. Estudiamos los obstáculos que pone

Francia al intento de España de formar parte de dicha liga y la tenacidad

del Marqués de la Fuente para conseguirlo. En este capítulo se estudia

también el acercamiento de Francia a Inglaterra con la intención de

perjudicar a España porque con ello consigue alejar a Inglaterra de España

y, sirviéndose de Inglaterra, ayudar mejor a Portugal para que ésta pueda

ganar la guerra. El acercamiento a Inglaterra es una deslealtad de Francia y

se concreta en el apoyo de Mazarino al matrimonio de Carlos II Estuardo

con Catalina de Braganza, en el matrimonio del Príncipe Felipe de Orléans,

hermano de Luis XIV, con la princesa Enriqueta, hermana de Carlos II y en

la compra de Dunkerque. Se estudia también el acercamiento de Francia

a Suecia, a Dinamarca y a Polonia, la injerencia de Francia en Suizos y

Grisones, el intento de anexión de Lorena y, lo que es más doloroso para

España: el acercamiento de Francia al Imperio.

El capítulo quinto aborda el enfrentamiento de Francia con Roma en

el que, a su pesar, se ve involucrada España. Felipe IV se encuentra en una

posición difícil entre los intereses de Luis XIV (que practica una política

antiespañola y en ese momento amenaza a Roma con la guerra), y los

intereses de Alejandro VII (que, aunque aliado de S.M. Católica, en ese

momento intenta reconocer al ministro de Portugal lo que perjudica los

intereses de España). Sirviéndonos de las cartas del Marqués de la Fuente y

de las Consultas del Consejo de Estado, intentamos conocer cómo se

solucionó tan difícil situación. El enfrentamiento de Francia con Roma

forma parte de la estrategia de Francia para aislar a España, para evitar que

España tenga aliados y pueda ganar la guerra que sostiene con Portugal.

18

En cuanto a la guerra de España con Portugal, “el problema más

importante de la Monarquía Católica”, en las cartas del Marqués de la

Fuente buscamos pruebas de los suministros que Francia envía a Portugal,

y de las negociaciones que Francia hace con Portugal para que el Rebelde

case con princesa francesa. Estudiamos también la negociación entre el

embajador de España y el Rey Cristianísimo con ocasión de la pragmática

publicada por Luis XIV acerca de que sus navíos sólo podían ser

reconocidos si navegaban a 20 millas de la costa, decisión contraria a la

letra y al espíritu del tratado. Es el capítulo al que titulamos La cuestión de

Portugal.

Finalmente, en el capítulo llamado los preliminares de la guerra de

Devolución, estudiamos paso a paso desde distintos ámbitos (París, Madrid

y Bruselas), y distintas personas (Luis XIV, el Marqués de la Fuente y el

Marqués de Castel Rodrigo), el lento y amenazador tránsito hacia una

guerra inevitable. Se estudia la pretensión de Luis XIV de poseer los Países

Bajos, las alusiones que el Rey Cristianísimo hace al embajador español

con motivo de las negociaciones de la liga con Holanda o con motivo las

capitulaciones de la Infanta Margarita; se estudian también las exigencias

francesas para impedir el paso de tropas españolas de reemplazo (desde

Italia y no desde Alemania, para no involucrar al Imperio en actitudes

hostiles a Francia), la actitud del Embajador que negocia con cautela, la

indignación de Castel Rodrigo en Bruselas que espera aún una ilusoria

victoria en Portugal, —el reino que su abuelo obtuvo para Felipe II—, etc.

Finalmente la respuesta del Consejo de Estado a las reiteradas advertencias

del Marqués de la Fuente de la inminente guerra.

19

Capítulo I

EL SUEÑO DE LA PAZ

En 1659 en España se percibían expectativas de paz y felicidad. La

paz con Francia había sido largamente buscada y los preparativos para su

firma auguraban una etapa de buenas relaciones entre estos dos países. La

ansiada paz con Francia fue firmada por Mazarino y Don Luis de Haro el 7

de noviembre de 1659 en la fronteriza isla de los Faisanes y se llamó Paz

de los Pirineos8. Aunque dicho Tratado significó para España la pérdida del

Rosellón, la Cerdaña, el Artois y algunas plazas de Flandes y también el

reconocimiento tácito de la pérdida de la hegemonía en Europa, el país,

cansado de una guerra desastrosa y continua que duraba casi cuarenta años,

acogió la nueva paz como el náufrago a quien se tiende la tabla de

salvamento9. Había terminado la guerra y se podía soñar con la paz. Un

júbilo popular se extendió por todos los reinos.

Un grabado de la época representa al Cardenal Mazarino abriendo la

puerta del Templo de la Paz y a D. Luis de Haro cerrando la puerta del

Templo de la Guerra10. Esta imagen, como otras que veremos más adelante,

constituye un importante testimonio histórico, pero no quiere decir que sea

reflejo objetivo de ese tiempo y espacio, sino que es parte del contexto 8 ABREU Y BERTODANO, J.A.: Colección de tratados de paz, alianzas y neutralidad... hechos por los pueblos, reyes y demás potencias de Europa y otras partes del mundo.... Madrid -1751, parte VII. Sobre el Tratado de los Pirineos, ver DOMINGUEZ ORTIZ, A. “España ante la paz de los Pirineos”. Hispania, XIX, 77, 1959, pp, 545-573; y VALLADARES, R.: “El Tratado de los Pirineos”: una revisión historiográfica (1888-1988), Espacio, Tiempo y Forma, serie IV n° 2 1989, pp. 125-137. 9 DELEITO Y PIÑUELA, J. “El rey se divierte”, Madrid 1988, pp.240.10 “Le Cardinal Mazarin ouvrant la porte du Temple de la Paix, et D. Luis de Haro fermant celle du Temple de la Guerre”. Grabado anónimo iluminado. Bliblioteque Nationale (cabinet des Estampes), París. Expuesto en la Exposición conmemorativa del tercer centenario de la boda de Luis XIV con María Teresa de Austria. Madrid, marzo 1660. Instituto Francés en España.

20

social que la produjo y refleja “el punto de vista” del autor, en este caso el

“punto de vista” interesado de Francia. Las imágenes son a veces poco

fiables y, en este caso, la asociación de Mazarino con la paz y de Luis de

Haro con la guerra es interesada11. No obstante esta mitología, en la que

claramente se desprende que España fue la que inició las hostilidades,

cuando fue Francia con la declaración de guerra de 1635, lo cierto es que a

uno y otro lado de la frontera pirenaica el deseo de paz se imponía a

cualquier otra consideración: si para España el Tratado facilitaba el

reagrupamiento de sus efectivos militares para dirigirlos contra el reino de

Portugal, separado de la Monarquía desde 1640, para Francia suponía la

reorganización de su estrategia política futura que pasaba inevitablemente

por una reforma fiscal y militar. Así, anunciado el fin de la guerra12 y antes

de firmar el Tratado, en las ciudades de Francia se manifestó la común

alegría y comenzaron las celebraciones de la deseada paz. En Roan los

soldados con trompetas y arcabuces aclamaron la paz en la plaza de la

ciudad y se rezó un Te Deum en la iglesia mayor de Sta. María; en Reims

se formó un teatro en la plaza con flores de lis; en Lyon, Rennes,

Compiegene, San Quintín y otras ciudades se celebraron anticipadamente

las paces con alegría, con salvas, carros triunfales y jeroglíficos, sin faltar

fuentes de vino13. También en España se empezó a disfrutar de la paz antes

de que ésta se firmara. El 6 de agosto salió de Madrid Don Luis de Haro

para dirigirse a Irún en donde trataría el ajustamiento de la Paz con

Mazarino. Le precedía la caballería “con seis trompetas en lucidos caballos,

con baqueros de terciopelo verde liso quaxado de pasamanos de oro, con

pomposos penachos blancos, botas y espuelas...”. Don Luis de Haro

portaba regalos para el Cardenal plenipotenciario: “una carroza de 12.000

11 BURKE, Peter. “El uso de la imagen como documento histórico”, Barcelona, 2001, pp.11-24 y sig.12 La suspensión de armas ajustada el 21 de junio de 1659 en nombre de S.M. Católica y el Rey Cristianísimo por los señores D. Antonio Pimentel de Prado y el cardenal Mazarino, fue prolongada hasta la publicación de la Paz. AHN, Estado, Leg. 2778 nª 19. 13 BNM, Ms. 2387, fol. 194-195. “Fiestas que se hicieron en Francia para celebrar las felices paces”.

21

escudos tirada por ocho hermosos caballos, cantidad de joyas de mucho

valor, 200 cadenas de oro, 16 caballos palafrenes con sus terlices de

terciopelo negro y otras alhajas preciosas....” A lo largo del viaje le

ofrecieron grandes fiestas, por ejemplo en Burgos, y en Irún se encontró

con Mazarino con el que celebró varias entrevistas14.

En septiembre, todavía sin rubricar el Tratado, dice el cronista que se

limpia y empiedra la calle donde ha de vivir el Mariscal Gramont,

embajador extraordinario de Luis XIV que viene a pedir a la Infanta, y se le

dispone la casa con toda ostentación. La llegada del Mariscal Gramont

estaba prevista para el 16 de octubre: entraría en Madrid corriendo con 20

caballeros de los suyos, todos de gala. El día siguiente entraría su hijo de la

misma forma y con otros tantos acompañantes, el primero a la ceremonia

ordinaria de pedir a la Serenísima señora Infanta para su Rey, el segundo a

traerle la joya15. Y así fue, pues Gramont llegó a la corte el 16 de octubre

con su brillante séquito. Salió a recibirle a Maudes don Cristobal de

Gaviria, introductor de embajadores, por orden de Felipe IV, celebrándose

a continuación su solemne entrada en Madrid por la puerta y calle de

Alcalá, Puerta del Sol, calle Mayor y Platería, entre un gentío enorme y

alborozado16. El cronista describe la solemnísima entrada en Madrid del

embajador extraordinario de Francia que viene a pedir a la Infanta como un

dichoso y feliz día, (dichosísimo para el que mereció ser escogido para

nuncio de tan alto empleo), y de don Cristóbal de Gaviria, dice: “salían

más reflejos que de sus diamantes, aunque eran muchos; pero ¡qué

maravilla, si conducía las Lises de oro al Solio Augustísimo de España!

Después de saludar al Rey y a la Reina, el sr. Mariscal se dirigió a la

14 ALENDA Y MIRA, J. :”Relacion de solemnidades” , Madrid 1903, pp. 346, 347, 348.15 PAZ Y MELIÁ.: “Los avisos de Jerónimo Barrionuevo”. B.A.E. CCXX Madrid, 1969.16 DELEITO Y PIÑUELA, J.: “El rey se divierte”, Madrid 1988, p. 240.

22

posada donde tenía prevenido aposento con “general aplauso del

pueblo”17. El día 30, después de visitar Aranjuez y el Escorial, se

intercambiaron regalos: los señores de estos reinos dieron al embajador de

Francia 18 caballos andaluces, “los más bellos y bizarros que bebieron las

aguas del Betis”. Él regaló cadenas de oro, joyas y otras cosas de gran

estimación. El lunes 31 regresó a Francia18.

El cronista Alvaro Cubillo de Aragón describe también el festín con

el que el prócer don Alfonso Enriquez de Cabrera agasajó al ilustre

huésped. Dice que hizo época. “Fue a imitación de los persas: se sirvieron

ochocientos platos, quinientos de carne y trescientos de principios y

postres, con tanto lucimiento, acierto y con tantas ceremonias y reverencias

corteses que admiró Francia la limpieza y aseo del agasajo español.

Aranjuez y Vera tributaron fruta; Granada, Valencia y sus costas, dulces;

San Martín, Cebreros, Esquivias, Lucena y La Puebla generosos vinos y

excelentes limonadas a los que se dio título de oro molido y potable.

Corrieron por el suelo arroyos de este fauvísismo licor, mal digo arroyos,

mares navegables en que se edificó un dulce y seguro muelle de confitura

derramada para que los convidados pusiesen los pies en tierra firme, sin

riesgo de anegarse en el golfo de los brindis que a la salud de los monarcas

17 BNM, R-28658-8, “Relación breve de la solemnísima entrada que hizo en la villa de Madrid... el Exmo. Sr. Duque de Agramont, compuesta y escrita por Alvaro Cubillo de Aragón”, Publicación en Madrid por Andrés García de la Iglesia, 1659.18 BNM, Ms. 2387, fol. 75, 76-79-80. ALENDA Y MIRA, J.: “Relaciones de solemnidades”, Madrid 1903. P. 349-352. Su posada, en las casas del sr. A. de Alona, estaba aderezada con riquísimas tapicerías, camas y alhajas de grandísimo valor. Al día siguiente le visitaron en ella los Grandes Señores y Títulos de estos reinos y muchos consejeros y ministros de S.M., después fue al santuario de Ntra Sra. de Atocha y por la noche le divirtieron los músicos de cámara de S.M. con un concierto complaciéndole tanto la maestría y suavidad de sus voces que una de sus letras la hizo repetir hasta cinco veces. También hubo dances. El domingo 19 quiso S.M. que asistiera a misa en la Capilla Real en donde ocupó el puesto de embajador de Francia. Allí el mariscal y su séquito admiraron a S.A. María Teresa y después la acompañaron a las Descalzas Reales aclamándola como reina suya. Ese día el Almirante de Castilla, grande y excelentísimo a todas luces, ofreció un convite al sr. Duque de Gramont, tan singular que sin duda excedió a cuantos celebran por maravillosos los de antiguo. Concurrieron en él los mayores señores de estos reinos. En los días siguientes el mariscal visitó el de nuevo el Palacio Real, devolvió las visitas a los señores quienes le mostraron su grandeza y sus casas, admirando en ellas el dibujo flamenco y las tapicerías.

23

fueron tantos que pudiera zozobrar en ellos la barca de Amiclas, pero

aseguróla el nombre de César y el del Almirante que tiene el nombre de los

mares. Se representó una comedia que puso fin al gran día, y se le

ofrecieron los dos mejores caballos de la caballeriza”. Añade el cronista:

“cuando las acciones son tan grandes y tan dignas de saberse, no cabe ni

se acomoda el silencio en los estrechos límites de la modestia: sépalo el

mundo, celébrelo la fama en los futuros siglos y sepan las naciones que el

monarca español (no solamente Grande sino Máximo) tiene vasallos que

pueden tanto, sin más prevención que el breve término de un día, para que

redunde todo en honra y gloria de Dios y de la Serenísima Infanta, Arco de

paz hermoso de las dos monarquías, lazada y vínculo de las dos coronas,

que formidables a los infieles y rebeldes ensalcen la fe católica y cristiana

religión en los cristianísimos y catolicísimos hombros de sus príncipes,

siempre amigos para ser siempre invencibles”19.

Los gastos que se originaron con el recibimiento, hospedaje y regalos

que se hicieron al Mariscal de Gramont y su séquito en 1659 fueron

elevadísimos como se puede comprobar en las facturas que se conservan en

el Archivo General de Palacio20.

Felipe IV encargó a Velázquez que enseñara el palacio al enviado y a

sus hijos, lo que tuvo lugar el 20 de octubre. Para el Salón de los Espejos

Velázquez había pintado ese mismo año cuatro cuadros de tema

mitológico: Venus y Adonis, Psiquis y Cupido, Apolo y Marsias, y

Mercurio y Argos. Los tres primeros fueron destruidos por el fuego en el

incendio del Alcázar de 1734.

19 BNM, Mss. 18400, fs. 335-336v. “Relación del convite y real banquete que hizo en la corte de España el Exmo. Sr. Don Juan Alfonso Enriquez de Cabrera, almirante de Castilla, al Exmo. Monsieur duque de Agramont, embajador extraordinario del rey cristianísimo compuesta y escrita por Alvaro Cubillo de Aragón”.20 Archivo General de Palacio (en adelante AGP), Sec. Hca. Embajadas, Felipe IV. Caja 43. Expediente 3.

24

El cuadro Venus y Adonis, que formaba pareja con Psique y Cupido,

conmemoraba el matrimonio de María Teresa con Luis XIV. El amor entre

Venus y Adonis fue probablemente el episodio mitológico de carácter

erótico que alcanzó mayor fortuna literaria y artística ya que la relación

entre la más bella de las diosas y el más hermoso de los mortales

propiciaba la representación de tipos humanos fuertemente idealizados.

Quizás Velázquez eligió este tema intuyendo que Adonis abandonaría la

amorosa compañía de la diosa para proseguir con la caza y, en el curso de

esa actividad, encontrar la muerte.

El tema de Venus y Adonis, predilecto de la iconografía española del

Siglo de Oro, nos hace recordar el cuadro del mismo nombre que Felipe II

encargó a Tiziano cuando se marchaba a Londres para contraer matrimonio

con María Tudor y que hoy podemos contemplar en el Prado. Aquel

matrimonio fue una auténtica acción de Estado y Tiziano refleja a Venus

tratando de sujetar amorosamente a Adonis que se resiste, bien a su pesar,

del amoroso abrazo, en busca de su destino. El escorzo desnudo de la diosa

es un espléndido regalo para la vista; sin duda lo fue para el afligido Rey,

camino de su destino, y no es difícil reconocer en el rostro de Adonis el del

propio Felipe II, entonces en la flor de la edad, a sus veintisiete años,

dejando en Castilla a su amada Isabel Osorio, para encaminarse a su

destino londinense21.

El matrimonio de María Teresa y Luis XIV era también una acción

de Estado y un enorme sacrificio. Así lo escribe el propio Felipe IV a sor

María de Agreda que no duda en comparar su sacrificio con el de Abraham:

“Siempre que vuelvo a reconocer, por lo que me decís, cuán gran cosa es

21 FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M.: “Felipe II y su tiempo”. Espasa, Madrid 1998, p. 237.

25

la paz, me vuelvo a ratificar en el deseo de conseguirla, y en el dictamen de

cuán agradable será a Nuestro Señor hacerle este servicio, para cuyo fin

no he omitido diligencia alguna; antes he allanado muchas dificultades

que se ofrecían, cediendo harto de lo que era justo, ofreciendo y

sacrificando la prenda de mi hija por facilitar más tan gran negocio. Y

aunque yo no puedo merecer en esto ni la mínima parte de lo que padeció

Abraham con la obediencia de sacrificar a su hijo Isaac, pues él era santo

y yo pecador, con todo eso pongo de mi parte, por hacer este servicio a

Nuestro Señor, el apartarme para siempre de esta prenda a quien quiero

tiernamente, sin más fin que dar un día tan deseado a la Cristiandad22.

22 SECO SERRANO, Carlos: “Cartas de Sor María Agreda y Felipe IV”, B.A.E. Epistolario Español, Tomo V, p. 131, 9 julio 1659.

26

El 11 de noviembre se supo en Madrid que las suspiradas paces

habían sido firmadas23, era el día de San Martín quien, por ser santo

francés, según el cronista quiso tener parte en el festín. De nuevo se

organizaron fiestas para celebrar la firma del Tratado y el casamiento de la

Infanta, fiestas que hicieron gozar al pueblo y a todos soñar con la paz.

Cuando llegó a Madrid el correo despachado por Don Luis de Haro desde

Fuenterrabía comunicando que se habían firmado las paces tan deseadas,

dice el cronista “causó esta alegre y deseada nueva tanto alboroto en S.M.

como se puede entender de un Príncipe católico que tanto desea la paz”.

Con esta noticia S.M. “lleno de gozo” dio el parabién a la Sra. Infanta. Al

día siguiente salió S.M. a dar gracias por el feliz suceso al Real Convento

de Ntra. Sra. de Atocha. “Pompa, majestad y grandeza no me es posible

referirla”, dice el cronista, y añade que en el mismo coche acudían dos

reinas de las mayores monarquías: una reina de España y otra reina de

Francia, “cosa tan rara que otra vez no se ha visto”. “El aplauso del

pueblo y acompañamiento de los grandes, Sres. títulos y caballeros fue tan

lucido en gala, joyas y riqueza que andaban los rubíes con humos de

diamantes, y los diamantes con presunción de estrellas, causando en la

grandeza de la corte, donde todo cabe y se anega, nuevas admiraciones.

Tras el Te Deum volvieron con el mismo aplauso y acompañamiento a su

Real Palacio, siendo las luces tantas, y los fuegos y luminarias del

afectuoso pueblo, que no hicieron falta los rayos del sol”24. Aquella noche

23 La Paz se firmó el 7 de noviembre de 1659. El 12 de noviembre un Decreto de Felipe IV avisa al Consejo de Portugal del ajuste de las paces entre España y Francia: “Habiendo avisado D. Luis de Haro en carta del 7 de este que, en virtud del poder que tenía mío y el cardenal Mazarino del Rey Cristianísimo mi sobrino, se habían firmado los Tratados de paz entre esta corona y la de Francia y el casamiento de la Infanta María Teresa mi hija con el rey Cristianísimo, he querido participarlo al Consejo de Portugal para que me ayude a dar gracias a Nuestro Señor de este beneficio que hemos recibido de su poderosa mano en que tan interesados se hallan mis reinos vasallos, pues el único fin por el que he deseado la paz es para que de ella se sigan otros buenos efectos y la quietud y reposo que tanto solicita el amor que les tengo”, BNM, MSS. 2387, fol. 72, Madrid, 12 noviembre 1659.24 BNM, Ms. 2387, pp. 77-78, “Relación de la feliz nueva que el rey Felipe IV ha tenido cerca de los casamientos de María Teresa y Luis XIV y firma de las paces tan deseadas”.

27

en la villa soltáronse los relojes y menudearon esparcimientos de toda

índole25. La paz ya estaba interiorizada en los españoles.

Un rasgo de la España de Felipe IV era el amor –el delirio más bien–

que despertaban las obras teatrales. Desde el monarca hasta el último

villano todos cifraban en ellas el mayor deleite. Ninguna fiesta, cortesana,

popular o religiosa, podía concebirse sin ser las farsas escénicas un número

obligado y de los principales26. Para conmemorar la Paz y la boda Felipe IV

encargó a Pedro Calderón de la Barca27 que compusiera una obra y éste

escribió La púrpura de la rosa una comedia mitológica, adaptación de la

fábula de Ovidio, sobre los amores de Venus y Adonis en forma de “fiesta

cantada”28. Su representación -se estrenó en el Coliseo del Buen Retiro, el

17 de enero de 1660-formaba parte de las celebraciones madrileñas por la

Paz de los Pirineos y los festejos de la boda del siglo29 y quería cerrar las

heridas abiertas por la guerra de los Treinta Años y la ayuda prestada por

los franceses a la guerra de Cataluña. Con ella se introducía en España,

como Mazarino había hecho en Francia, el teatro cantado, o la ópera

italiana.

La elección del tema no es arbitraria, si tenemos en cuenta que

Venus y Adonis eran el centro del panteón griego, y que simbolizaban la

unión entre los dioses y entre los hombres. El amor y la guerra implícitas

en la fábula, tal y como lo interpreta Calderón, casaban bien con el doble

motivo del estreno y también su adscripción al ciclo muerte-fertilidad al 25 DELEITO Y PIÑUELA, J.: “El rey se divierte”, Madrid, 1988. p. 240-241.26 DELEITO Y PIÑUELA, J.: “También se divierte el pueblo”, Madrid, 1988. p. 161.27 ALCALÁ ZAMORA, J.: Velázquez y Calderón: dos genios de Europa, 2000, p.11,: Velázquez y Calderón: dos vidas paralelas en la corte de Felipe IV28 Los compositores fueron Juan Hidalgo y Torrejón de Velasco. Ver estudio musical de la obra en: STEIN, Louise: “En esas músicas bellas...”. “Calderón y el afecto musical”, en “Calderón de la Barca y la España del Barroco”, -ALCALÁ ZAMORA, José y BELENGUER E. (Coords.)-, Vol. II, Madrid 2001, p. 871 y sig.29 “La Púrpura de la rosa” se volvió a representar años más tarde, en enero de 1680, con motivo del matrimonio de Carlos II con la princesa francesa María Luisa de Orléans.

28

que iba unida. El amor, vínculo permanente del universo y nudo de la

historia de Venus y Adonis, convertía el epitalamio real en una celebración

cósmica y divina que coronaba felizmente las desavenencias entre España y

Francia30. La rosa representaba el amanecer (de un tiempo nuevo), y el

amor de los esposos representaba el final de la guerra.

Calderón, que reflexiona en su teatro sobre el individuo, sobre el

poder, sobre la virtualidad de nuestros sentidos para contemplar el mundo

real, sobre valores de los que no debería prescindir el ser humano31, en La

púrpura de la rosa nos hace reflexionar sobre la boda de la Infanta, sobre la

debilidad de la paz y sobre las relaciones con Francia en la etapa que se

inicia. La púrpura de la rosa es un ejemplo de cómo la literatura y el teatro

son fuentes importantes de la Historia y nos explican a veces el sentido

profundo de un ambiente, un proceso o una época mejor que los fondos

archivísticos.

Calderón jugó desde el título con los símbolos y con la mitología. El

color púrpura iba unido desde la Antigüedad clásica a la dignidad imperial,

y era el color de las rosas teñidas con la sangre de Adonis al que mató un

jabalí, según la tradición mitológica. El título calderoniano reclama

también una rica tradición poética, recogida a través de la poesía

anacreóntica que vincula las rosas purpúreas con el amanecer. Los

espectadores identificarían también ese color con la majestad real, pues ésta

no solo se manifestaba en la mencionada púrpura, sino en la equivalencia

de Adonis con el sol, símbolo, a la vez, del mismo rey32.

30 EGIDO, A.: Op. cit., p. 12.31 ALCALÁ ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO, J. “La reflexión política en el itinerario del teatro calderoniano”, Madrid, 1989, p. 13 y sig.32 EGIDO, A.: “La púrpura de la rosa”, Teatro de la Zarzuela, Madrid, 1999, p.9.

29

En la época de Pedro Calderón de la Barca, la composición musical

buscaba mover las pasiones o los afectos de los oyentes. En La púrpura de

la rosa, como en otras obras, los personajes divinos emplean un tipo de

canción especial para influir sobre los mortales: las “arias declamatorias”

que funcionaban como “tonadas persuasivas”. El uso de la tonada como

medio de comunicación divina está claramente relacionado con el uso de

canciones interpretadas por coros ocultos para guiar, amonestar, o afectar

en cualquier otra manera los pensamientos y acciones de los protagonistas

en muchas comedias y en algunos espectáculos palaciegos. Las tonadas

demuestran también claramente la asociación entre gesto musical y

seducción por el oído, y en las obras mitológicas de Calderón fue muy

importante la asociación entre canción y encantamiento. El propio

Calderón cuando escribió La púrpura de la rosa hizo explícitas sus ideas

sobre el poder de la música para expresar los sentimientos o mover los

“afectos” del oyente. En la Loa, la figura de la Zarzuela está preparando su

fiesta para las celebraciones de la Paz de los Pirineos y para festejar el

anuncio de los desposorios entre María Teresa de España y Luis XIV de

Francia. Ella pregunta a la figura del Vulgo, “¿Dónde el afecto hallaré?”, y

el Vulgo le asegura que encontrará el afecto “en esas músicas bellas, que

Tristeza y Alegría traen tras sí”. Entonces la figura de la Música exclama:

“es verdad, que afectos hacen milagros”33.

“Llora la Alegría, canta la Tristeza...” La Zarzuela, junto a los

personajes de Alegría y Tristeza que, en lucha de contrarios, anuncian las

bodas de la Infanta española con el Rey francés precedió a la

representación. La boda será motivo de gozo pero también de tristeza

porque representaba el alejamiento de la Infanta. El Vulgo, loco de

33 STEIN, Louise: “En esas músicas bellas...”. “Calderón y el afecto musical”. En “Calderón de la Barca y la España del Barroco”, ALCALÁ ZAMORA, José y BELENGUER, E. (Coords), Vol. II, Madrid 2001, pp. 871-882.

30

contento y de pesar, se debate también entre esos dos opuestos y termina

por conminar a la Zarzuela para que vaya a la corte a llevar allí la fiesta que

ésta tiene prevenida. El propio Vulgo será, quien, con su afecto,

proporcione la idea, a partir de la cual se escriba la fábula, que la Música,

es decir, los coros, aprenderán de memoria en su camino a Madrid. De este

sutil modo no parece sino que la obra misma sea un homenaje del pueblo a

Sus Majestades34.

El argumento de la obra es el siguiente: Venus es atacada por un

jabalí y Adonis, que cazaba en los alrededores, corre en su ayuda y hiere al

animal. Cuando descubre su identidad, Adonis abandona a Venus y huye

porque, en otro tiempo, causó muchas desgracias a su madre. Venus quiere

seguirlo pero se encuentra con Marte con quien tuvo amores que

sospechando lo que ocurre, siente celos y deseos de castigar a Adonis.

Adonis, cansado de perseguir al jabalí, se sienta a descansar junto a

un árbol en donde lo encuentra Venus, quien, para vengarse del desdén,

ruega al dios Amor que asaetee su corazón. El flechazo es inmediato y

Venus cae en brazos de Adonis cantando ambos un bello dúo de amor.

Marte entra en la gruta en donde vive encadenado el Desengaño y se

encuentra con el Temor, la Sospecha, la Envidia y la Ira. El Desengaño le

hace ver en su espejo el lugar en el que Venus y Adonis gozan de su amor.

Ante la cólera de Marte, la tierra tiembla y la gruta desaparece.

Cuando Venus y Adonis viven felizmente su amor, el jabalí, después

de que Marte invocara a la furia Megara, da muerte a Adonis. Venus lo

descubre al final agonizante, y muere a su lado. Emocionado Júpiter, la

34 EGIDO, A.: Op. cit., p. 13.

31

transforma en estrella y coloca a Adonis a su lado en los cielos, bajo

apariencia de una rosa púrpura. El sol poniente invade la escena. El Amor

ha logrado vencer los celos del dios Marte35.

Sirviéndose del mito, Calderón sabe intuir que el matrimonio de

María Teresa y Luis XIV, como los amores de Venus y Adonis en la obra,

siempre estuvieron acompañados de la guerra, personificada en Marte en la

representación. No es una guerra literaria o metafórica, es real. Luis XIV

no dejará de perjudicar a España desde el mismo año de la boda, aunque en

apariencia sean años de paz.

Además de alegoría y realismo, en la obra hay también una grandeza

que define la época. Calderón refleja perfectamente el momento histórico

y representa con grandeza y belleza incuestionable la situación de España.

Sin duda Calderón intuía unos tiempos como los que siguieron a la Paz de

los Pirineos: amores en las alturas (en la obra Adonis y Venus ascienden) y

también intuía riesgos: Marte cegado por su furia, sus cobardes sospechas,

envidias, temores y rencores persigue al “Amor fugitivo” y llega al fondo

de la cárcel de los celos, la gruta del preso Desengaño. Al final de la obra

Marte sigue en el escenario. El sol poniente que invade la escena final

puede entenderse también como el ocaso o el declive de la Monarquía

Hispánica.

Para celebrar la Paz y la boda se representaron también otras obras

alegóricas. Con cierto parecido a La púrpura de la rosa, en junio de 1660,

coincidiendo con la entrada en París de María Teresa, el dramaturgo luso

Joao de Matos Fragoso representó en Madrid su obra La corte del valle, en

la que se escenificaba el reciente acuerdo franco-español. Subtitulada

35 CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro. Obras. B.A.E. Tomo II. Pág. 673 y sig.

32

Fiesta alegórica en que la Paz, la Alegría y la Prosperidad saludan el

concierto de los Pirineos, terminaba con la ofrenda simbólica que cada

corona de la Monarquía, en hábito de flor, entregaba a Felipe IV. Una rosa

aparecía

por Castilla,

ejemplo es de su lealtad,

pues se desvela y deshoja

por servir al mayoral,

y es propiedad de la rosa

deshojada el oler más.

La Alegría, llegado el momento de presentar a la Azucena de Portugal, era

recriminada por un dios Marte que recordaba cómo el rechazo de esta flor a

integrarse en la Monarquía aguardaba su justo castigo: “Yo haré que esté

obediente”, anunció36. De esta manera simbólica el dramaturgo portugués,

partidario de Felipe IV, recordaba al monarca su obligación de proseguir la

guerra contra la usurpadora dinastía de los Braganza aún a costa de

deshojar a Castilla, interiorizando este mensaje en los castellanos y

reforzando los designios del monarca de recuperar el reino perdido. Vemos,

pues, que en 1660 la literatura refleja la historia del momento: se celebra la

Paz, se anuncia la guerra y se anuncia también el agotamiento de Castilla.

El viaje a Fuenterrabía para acompañar a la Infanta y la ceremonia de

la boda ponen fin a las fiestas y celebraciones por la boda y por la paz.

Felipe IV encargó a Velázquez la misión de acompañar a la delegación que

vino de Francia para recoger a la Infanta y disponer la ceremonia de la

entrega de María Teresa a su prometido el rey Luis XIV de Francia,

36 VALLADARES, R.: “Banqueros y vasallos. Felipe IV y el Medio General”. Cuenca 2002, p. 94. Tomado de un texto reproducido por N. Díaz de Escobar. “Décadas del teatro antiguo español (1660 1669)”. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, XIV (1919) p. 108.

33

celebrada en la isla de los Faisanes, sobre el río Bidasoa, en junio de 1660 y

con la que se sellaba la Paz de los Pirineos entre España y Francia que

ponía fin a una larga guerra. La actividad cortesana de Velázquez culmina

en su importante y directa participación en dicha ceremonia de importancia

política simbólica excepcional, que fue enteramente ordenada y dispuesta

por él en su condición de Aposentador mayor37, y sufragada, como el viaje

de los reyes y su séquito, mediante donativos solicitados a las ciudades y

particulares acaudalados38.

La partida hacia San Sebastián se fijó para el 15 de Abril, aunque

Velázquez dejó Madrid el día antes para ultimar los preparativos. Felipe IV

quería un viaje “a la ligera” pero la impedimenta y circunstancias nos

hablan de que el acontecimiento era de gran importancia para la historia de

España y de Europa: el declinante Felipe IV iba a entrevistarse con el

ascendente Luis XIV; iba a entregarle una prenda muy querida: su hija.

El séquito de S.M. era el imprescindible. Dice el cronista que llevaba

S.M. 3.900 cabalgaduras (sin las que llevaban los Grandes que eran 1.500).

En total 5.400. Describe también el equipaje39. La cabeza de la caravana

había llegado a Alcalá, cuando la cola dejaba la puerta del mismo nombre

en Madrid. Se recorrió el camino entre la capital y San Sebastián en

veintiuna jornadas. El Rey se hospedó en el palacio arzobispal de Alcalá, el

del Infantado de Guadalajara, el de los duques de Frías en Berlanga, el de

Lerma, se detuvo en Atienza, en Aguilera...y por todo el camino se le

37 PEREZ SANCHEZ, A.: “Velázquez”, Museo del Prado. M. de Cultura, Madrid, 1990, p. 54.38 DOMINGUEZ ORTIZ, A.: “Política y Hacienda de Felipe IV”, Madrid 1960, p. 81. La situación de penuria que la Monarquía había arrastrado a lo largo de toda la guerra se dejó sentir en este momento pues, para el viaje del Rey al Bidasoa, fue preciso pedir un donativo a las ciudades y particulares, adelantando 1.000.000 de escudos de vellón por vía de Factoría y de forma conjunta Andrea Piquinoti y Sebastián Cortizos, en mesadas de 200.000 escudos durante cinco meses. SANZ AYÁN, C.: “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, p.150.39 BNM, Ms. 2387, fol. 173-176: “Relación de las disposiciones para hacer la jornada de Guipuzcoa, 1660”.

34

recibía con fiestas y fuegos artificiales. El 24 de abril llegó el Rey a Burgos

donde 46 años antes había tenido lugar su matrimonio, por poderes, con

Isabel de Borbón, cuya hija llevaba ahora a Francia. Se alojó en la casa del

Cordón y visitó el monasterio de las Huelgas. Después, tras detenerse en

Briviesca (en el palacio de los Velasco), atravesando Pancorbo, llegó a

Tolosa pasando por Vitoria, y el 11 de mayo entró en San Sebastián, en

donde permaneció tres semanas40.

El 11 de mayo, cuando llegaron las personas reales a San Sebastián,

hubo danzas, mojigangas y una fiesta marítima en Pasajes el día 1441. El 2

de junio en el palacio episcopal se celebró la primera ceremonia de las

renunciaciones de la Infanta con toda magnificencia. Allí leyó el secretario,

don Fernando de Contreras, el documento oficial por el que la Infanta

española, al pasar a ser reina de Francia, renunciaba solemnemente a sus

eventuales derechos a la corona de España, y María Teresa juró cumplir

aquel compromiso trascendental. Al día siguiente se efectuó la primera

ceremonia del matrimonio en la humilde iglesia parroquial de San

Sebastián, transformada en templo suntuoso merced a los riquísimos

tapices y adornos. Don Luis de Haro representaba a Luis XIV. A

continuación se celebró un banquete. El 4 de junio Felipe IV, María Teresa,

Haro y un corto número de palaciegos, entre los que se encontraba

Velázquez en funciones de aposentador real, pasaron en barca a la isla de

los Faisanes. Allí Felipe IV se entrevistó con su hermana Ana de Austria,

con Luis XIV y con Mazarino. Las dos familias reales se cambiaron

valiosos regalos y el día 6 se celebró la ceremonia oficial de la entrega de

María Teresa a Luis XIV. Ambos reyes juraron en aquella solemnidad la

paz concertada antes por sus ministros42. 40 JUSTI, Carl.: “Velázquez y su siglo”, Madrid, 1999, p. 670 y sig.41 ALENDA y MIRA, J.: “Relaciones...p. 354. 42 BNM, Ms. 2387, fol. 177-180. DELEITO Y PIÑUELA. “El rey se divierte”, Madrid 1.988. pp.-310 y sig.

35

Velázquez se encargó de preparar todo lo necesario para la jornada y

fue el maestro de ceremonia de todos los actos y fiestas celebradas en la

isla de los Faisanes. Fue una inmensa tarea, similar en muchos aspectos a la

de organizar una importante campaña militar. En el duelo de ostentación y

pompa que tuvo lugar, resultó victoriosa la parte Habsburgo, pues no solo

los observadores neutrales, sino también los propios franceses dieron la

palma a la corte española por su exquisita demostración de riqueza y poder.

De este modo, lo que era en realidad un acontecimiento triste y humillante

para Felipe IV se compensó, en parte, con un notable triunfo de la

reputación43.

Pedro González de Salcedo que estuvo presente en la ceremonia de

la boda en calidad de asistente de don Luis de Haro, escribe: “el día

amaneció apacible y, más luciente, el sol del amor deshizo las nubes del

odio y enemistad que habían formado los sangrientos vapores de la guerra,

y vivificando los ánimos de unos y otros vasallos, se dilataron dándose

cariñosas las enhorabuenas de la felicidad que renacía en Europa y en

toda la cristiandad” Y añade: “Aunque las señales exteriores demostraban

su inviolabilidad y la afianzaba la confirmación de la fe real y lo sagrado

de los juramentos, no faltaban discursos de algunos (movidos ya de

malicia propia, pasión, utilidad o ya del conocimiento de los naturales

franceses) previniendo el que aunque la tela de la paz se había tejido de

flores cándidas y puras, era sobre fondo de conveniencias propias y que

duraría en cuanto no se atravesara algún interés que la rompiese”44.

43 STRADLING, R.: “Felipe IV y el gobierno de España 1621-1665”, p. 454, Madrid 1989.44 BNM, Ms.R/19195. “Examen de la verdad en respuesta a los tratados de los derechos de la Reina Cristianísima”, González de Salcedo.

36

El viaje de vuelta fue menos lento que el de ida, realizándolo en

cerca de tres semanas. Cabe señalar el recibimiento y agasajo que la ciudad

de Valladolid ofreció al Rey en donde permaneció varios días. El jueves 18

de junio hubo juegos en la Huerta del Rey. Desde allí se tiraron toros al río

en donde los nadadores los acosaban y las gentes que iban en barcas con

varas largas. Duraron hasta el amanecer porque hubo castillos de fuego.

(En realidad acabaron a las 9 de la noche según el cronista, pero el

subrayado es suyo). Por la tarde del día siguiente hubo toros y cañas y

torneos. El domingo, misa en San Pablo y el lunes mojiganga y tarde de

toros45. El 26 de junio entró Felipe IV en la basílica de Atocha en donde se

entonó un Te Deum en acción de gracias por el feliz término de la

expedición.

Este largo viaje a los confines de Francia había sumado dos meses y

medio, desde el 15 de abril, salida de Madrid, hasta el 26 de junio, regreso.

De los 73 días de aquel aparatoso desplazamiento, sólo 26 los dedicó el rey

a Castilla, en cambio la estancia real en los señoríos vascos acaparó 47

jornadas. Resultó una bien llamada “Jornada de Guipuzcoa”, en la cual,

además de entregar a la Infanta, Felipe IV convocó las últimas cortes de su

reinado (Tolosa 8 de mayo de 1660). En la orden de convocatoria el Rey

había mencionado los dos motivos de la nueva reunión: la jura como

heredero del príncipe Felipe Próspero y la aprobación de fondos para la

“defensa” de la Corona, alusión evidente a la guerra de Portugal. “Al reino

toca elegir un Medio General que con igual proporción grave los caudales

de todos los que los tuvieren. Este Medio ha de ser capaz para formar el

ejército y sustentar esta guerra por el tiempo que durare”46. Los dos

acontecimiento: la entrega de la Infanta de acuerdo con lo firmado en la 45 BNM, Ms. 2387, fol. 169-170, “Relación de las fiestas que se han hecho a S.M. en esta ciudad de Valladolid”. Con licencia, José Fz. De Buendía. Año 1660.46 VALLADARES, R.: “Banqueros y vasallos. Felipe IV y el Medio General (1630-1670)”, pp. 93-95, Cuenca 2002.

37

Paz y el interés por acabar la guerra de Portugal coinciden en este

momento. “Las felicidades que estos reinos se pueden prometer con los

tratados de la paz, consisten en la conquista de Portugal” decía un

ministro de Felipe IV en la primavera de 166047.

De regreso a Madrid, después de entregar a su hija, Felipe IV vuelve

a escribir a Sor María de Agreda: “Al fin de los tres días que nos vimos,

llegó el plazo de entregarles a mi hija; hízose con harta ternura de todos,

aunque yo fui el que menos se reconoció, pero en lo interior bien lo padecí,

y bien tuve que ofrecer a Dios, haciéndole sacrificio de tal prenda por

alcanzar el bien de la paz”48.

La entrada de Luis XIV y María Teresa en París el 26 de agosto fue

muy solemne y festiva. La llegada de los reyes, el recibimiento y los

símbolos y jeroglíficos que adornaron la ciudad a su llegada también hacían

pensar que empezaban nuevos tiempos y que había llegado la deseada paz.

Una cabalgata en la que el Rey y la nueva Reina atravesaron a caballo la

ciudad, pasó bajo varias puertas y arcos cuyas decoraciones conmemoraban

la Paz de los Pirineos y expresaban, con variaciones, el triunfo de la paz.

En una de las puertas rezaba la inscripción “LUDOVICO PACÍFICO”.

Otra adoptaba la forma del Parnaso, con Apolo y las nueve musas en

representación de las artes y las ciencias liberadas de la cautividad por la

Paz. Un arco triunfal en el mercado nuevo ostentaba la inscripción “A

LUDIVICO PACIFICADOR DEL MUNDO”, y mostraba a Hércules (en

otras palabras, al Rey, según un comentario impreso) recibiendo una rama

de olivo49. Todo este fasto tiene una significación política, daba eclat al

Rey, también magnificencia, poder, riqueza y grandeza. Luis XIV era 47 VALLADARES, R.: “Banqueros y vasallos. Felipe IV y el Medio General(1630-1670)”, p. 19, Cuenca 2002.48 SECO SERRANO, Carlos: Op. cit., p. 150, Madrid, 6 julio 1660.49 BURKE, P. “La fabricación de Luis XIV”, Madrid, 1995, p. 50.

38

comparado con los dioses y héroes de la mitología clásica, como Apolo y

Hércules y con ello se fabricaba el mito de Luis XIV. El mito de Luis XIV

existía en el sentido de que se le representaba como pacificador, como

omniscente, como invencible, como divino50.

El cronista insiste en la fiesta y en la paz pues dice que la nueva reina

de Francia, María Teresa de Austria, fue recibida en aquella corte “con

todo aplauso y regocijo”. Regimientos divididos en escuadrones, oficiales,

burgueses, arcos triunfales, descripciones jeroglíficas y pinturas se

desplegaron a su paso. Las flores de lis ostentaron su grandeza. En el

pórtico del arrabal de San Antonio51, el friso estaba cuajado de blasones del

Rey y de la Reina mezclados con flores de lis y castillos y leones de

España. Sobre el friso y cornisa una inscripción escrita en letras de oro

sobre una tabla de jaspe: Ludovico dado de Dios y María Teresa, Orbe

nupciis paccato urbe ad venture creata,.... Cerca del cementerio de San

Juan pusieron otro pórtico enriquecido con pinturas de gran valor; al lado

de la puerta había dos grandes columnas con mucha cantidad de ángeles,

uvas y fruta, encima se veían cupidos, festones de flores donde había un

óvalo que sostenía una diosa y en medio una medalla a dos haces del Rey y

de la Reina con esta divisa: iunit amor. El pórtico del mercado nuevo

semejaba la entrada a un gran palacio; a los lados de esa puerta se

encontraban diez gruesas columnas, hechas de diferente modo, las cuatro

más cercanas, a lo salomónico muy retorcidas, con festones de diferentes

flores y racimos al lado con las armas de Francia y España. Había diosas

pequeñas en los pies de bronce de las columnas. La primera, que comienza

50 Dice P. Burke que se puede definir el mito como una historia con significado simbólico —como el triunfo del bien sobre el mal— (en este caso sería la paz sobre la guerra), historia en la que los personajes revisten proporciones mayores que las naturales. BURKE, P. “La fabricación de Luis XIV”, Madrid, 1995, pp. 14-15.51 La Puerta de San Antonio, hoy desaparecida, fue restaurada por Blondel en 1660 y decorada con figuras alegóricas de España y Francia unidas, del himeneo, del esperado Delfín etc. Grabado Biblioteca Nacional. Madrid.

39

cerca del muro, tenía por título: fortuna reduci (a la fortuna que vuelve) y

llevaba un cuerno de la abundancia; la segunda: laeticia fundata (la alegría

bien segura); la tercera: spes faelicitatis orbis (la esperanza de la

felicidad), y otras como hiláritas tempum (la alegría de los tiempos),

paccatori terrarum, restitutore Galliarun, etc. Sobre este pórtico se

encontraba una tabla grande en la que se veía representado el Rey en la

figura de un héroe o medio dios rodeado de pequeños genios y coronado

por un ángel y, la Paz, acompañada de Mercurio52, le persuade para que

cese en las armas. En lo más alto del retablo San Luis y Carlomagno

influían en el Rey para que estableciera la paz en todas las provincias del

reino53. En la plaza del Delfinado se veía un anfiteatro de altas gradas que

rodeaba la plaza con inscripciones como “es menester trabar y acordar las

cosas separadas, jamás el sagrado nudo juntó corazones más nobles”. Junto

al puente de Nuestra Señora había otro pórtico con la figura de la Reina

Madre en lo más alto debajo de la figura de la diosa Juno54, y en su mano

derecha un cetro que mostraba la figura del Rey que estaba más abajo

levantado en el aire por Mercurio. Al otro lado el retrato de la Reina.

Debajo del tablado estaba la Paz coronada de laureles, apagada el hacha de

la guerra, y venía de acabar con Marte que estaba a sus pies. Dos pequeños

cupidos, enemigos de la guerra también se representaban allí, el uno rompía

una espada y el otro pifaba con los pies un broquel, y abajo estaba escrito:

Et Mars quoque cesit amori. El dios Marte se ve obligado a ceder al

amor. Abajo dos carteles publicaban que la paz deseada se conserve para

aumento de la fe católica55.

52 Dios del comercio.53 Figura n° 1.54 La fiesta de Juno celebraba el aniversario de Marte, el dios de la guerra, su hijo. Paradójicamente celebraba también el aniversario de la paz restablecida entre romanos y sabinos. Hay también una alusión a Ana de Austria madre de Luis XIV.55 BNM, Mss. 2387, fs 190-193v. “Segunda relación más copiosa y verdadera de la entrada de la reina cristianísima en París”. Con licencia, en Madrid, por Joseph Fernández de Buendía. Año 1660.

40

Podemos encontrar cierta similitud en las alegorías que adornaban

las plazas de París con las que Calderón empleó en La Púrpura de la rosa”,

pero la representación de Madrid se ajustaba más a la realidad y se puede

considerar una premonición de lo que sucedió después: la guerra, el

desengaño, la avaricia y la ira son protagonistas de los años venideros.

El año 1660 parece que se inicia también con una etapa de buenas

relaciones de España con Inglaterra que alimentan el sueño de paz.

Finalizada la dictadura de Cronwell, Carlos II entra en Londres el 4 de

junio de 1660. Los cronistas de la época describen el acontecimiento y la

coronación del nuevo rey, así como los aparatos, fiestas y demostraciones

de alegría que hicieron en su recibimiento. “Llegó a Canterbury

acompañado de más de 12.000 caballeros además de los regimientos. En

otra parte había dos compañías de cuatrocientos y cuatrocientos cincuenta

maestros. Cien mil hombres y cuarenta mil mujeres llevaban los colores del

nuevo rey que son blanco, verde y plateado, Otra compañía era toda de

mercadantes de España con ungarinas negras, botones de oro y bandas

rojas, y sobre los sombreros muchas cintas coloradas y blancas, y en la

copa del sombrero un favor color del Rey. Más de 12.000 nobles tan

ricamente puestos que no tiene comparación. En Canterbury, le presentaron

una alhaja de oro de 10.000 libras esterlinas de valor y un vaso de oro lleno

del mismo metal. Al día siguiente, en Rochester, recibió el rey una espada

con la guarnición de oro, guarnecida de diamantes. Al otro día montó un

caballo pelo grisón, cubierto de oro y pedrería con un gran penacho rojo, y

todos los batallones, cuando pasaba gritaban: ¡viva el Rey!. El pueblo

gritaba echando los sombreros al viento, se le presentaron 300 doncellas

vestidas de satín blanco, forrado de carmesí, sembrados esos colores de

flores de yerbas, no cesando el griterío ni el ruido de las espadas jamás”56.56 BNM, Mss. 2387, fs. 290-291v. “Segunda relación copiosa y verdadera de la entrada y coronación del serenísimo rey de Inglaterra en su corte de Londres”. Con licencia, en Madrid, por Joseph Fernández de

41

Felipe IV demuestra también su contento y envía a Londres en

calidad de embajador extraordinario al Príncipe de Ligne, de Amblice, y

del Sacro Imperio, caballero de la insigne orden del Toison de Oro, Capitán

General de la caballería de los estados de Flandes, para dar la enhorabuena

a Carlos II por la posesión de sus reinos acompañado de un séquito

numeroso lo que nos da idea de la importancia de su misión en la corte

londinense para la Monarquía española57. El Príncipe de Ligni partió de

Bruselas el 8 de septiembre de 1660 con destino a Ostende donde tuvo que

aguardar durante dos días por el temporal de viento que dificultaba la

navegación. A su llegada a Inglaterra, y a la espera de recibir órdenes de

Carlos II para desembarcar, fue cumplimentado por el duque de York. Su

traslado a Grenwich se realizó en una nave que, al decir de los cronistas

sólo era usada por el rey inglés en ocasiones solemnes, asistido por varios

nobles y en medio de numerosas manifestaciones de alegría a los gritos de

¡Viva el rey de España!, ¡viva el príncipe de Ligni!, en reconocimiento por

el apoyo que Felipe IV había prodigado a Carlos II durante su exilio en

Flandes58. Se dispararon 50 piezas de artillería que se habían puesto en una

torre y repicaron las campanas por las partes donde pasaba. El lunes 27 de

septiembre Su Excelencia hizo la entrada en público con el mismo lustre,

séquito y acompañamiento y demostraciones de alegría. Todos se

admiraron de ver tantas galas y tan ricos vestidos y bordados, tanto en el

príncipe de Ligni como en los demás camaradas y familias de su séquito.

Con particular aplauso, el embajador de España hizo relación a S.M. de lo

Buendía. Año 1660.57 El Príncipe de Ligni iba acompañado de 20 señores y caballeros, el confesor, dos capellanes, 15 gentilhombres, 3 secretarios, un médico, un veedor, cinco mozos de cámara, un tocador de laúd, un tocador de arpa, dos de guitarra, doce pajes, cuatro trompetas, 24 lacayos, ocho cocheros, 20 palafreneros, 20 oficiales de escalera abajo, 100 criados, 20 criados, 2 criados de sala, 4 esguizaros, 4 coches de la persona.58 Carlos II vivió su exilio en Flandes bajo la protección de Felipe IV. Ver CASTILLA SOTO, J.: “Las relaciones entre Felipe IV y Carlos II de Inglaterra durante el protectorado de Cromwell (1656-1659)”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, UNED, Madrid 1989, pp. 111-123.

42

que su Rey le había mandado que fue recibido con muchas demostraciones

de satisfacción y de reconocimiento, haciéndole a él y a su hijo, el Marqués

de Robai muchas honras y asegurándole que no había podido enviar el Rey

persona que le agradase más ni a quien más estimase59.

En esos días, Felipe IV firma con el nuevo Rey de Inglaterra unas

capitulaciones que hacen presagiar mejores tiempos y buenas relaciones

diplomáticas entre ambos países. Renuevan el tratado que se estableció,

ajustó y firmó entre el monarca español y Carlos I el 15 de noviembre de

1630 y que se mantuvo en vigor hasta el triunfo de Cronwell, dándose las

órdenes convenientes para que de ambas partes los súbditos se abstengan

de todo género de hostilidades entre sí y sean admitidos y bien tratados los

bajeles de ambas naciones respectivamente en los puertos de España, Italia

y Flandes y en los de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Y para que eso se

ejecute, en conformidad del dicho tratado de paz, de común acuerdo,

mandan publicar más solemnemente la observancia y continuación en todo

del dicho tratado de paz de 1630. A partir de ahora, los súbditos de Carlos

II se veían libres de todo tipo de hostilidades por parte de los vasallos

españoles tanto por tierra como por mar y aguas dulces siendo tratados

como súbditos y vasallos de un rey amigo y aliado, sin cobrarse de ellos

más derechos que los que pagan sus propios vasallos, y les dejen entrar y

salir, comerciar y tratar libremente y sin estorbo ni embarazo alguno en sus

reinos, en conformidad del dicho tratado de paz de 163060. No pensaba

entonces Felipe IV que Carlos II iba a alejarse de España porque iba a

acercarse a Portugal y a Francia.

59 BNM, Mss. 2387, fl. 292-293v. “Relación verdadera del viaje, séquito y entrada que hizo en Londres el excelentísimo sr. Príncipe de Ligni”. Con licencia, en Madrid, por Melchor Sánchez. Año 1660.60 BNM,. Mss. 2387, fol. 168. “Capitulaciones entre el rey de España y el rey de Inglaterra”. Madrid, 11 septiembre, 1660. Inclusas las del año 1630.

43

Si la paz con Francia y con Inglaterra acallaba el miedo de la guerra

no ponía fin a las hostilidades entre estas potencias y España, y el sueño de

la paz que había empezado en 1659 pronto comenzó a desvanecerse. Así,

en 1660, el Conde de Fuensaldaña, que acababa de llegar a París con la

Infanta María Teresa como Embajador Extraordinario, hasta que fuera

nombrado un nuevo Embajador ordinario, advierte a Madrid de que Francia

negocia en secreto con Portugal, lo que es claramente contrario a los

artículos de la Paz. Más aún, en 1660 Francia ya comienza a diseñar, si no

lo había hecho antes, toda una estrategia dirigida al debilitamiento de

España en la cual juega un papel importante Inglaterra, como Luis XIV

escribió en sus Memorias: ”los españoles pensaban interesar en todos sus

asuntos a aquel Príncipe. El casamiento de mi hermano servía para

interesarle en los míos, pero el que resolví para aquel mismo Rey, con la

Princesa de Portugal, parecía alejarle definitivamente de España y

producir dos efectos muy considerables a favor mío. El primero, sostener a

los portugueses, a quienes veía prontos a sucumbir sin ello; el segundo,

proporcionarme los medios de asistirles por mí mismo si lo creía

necesario, aunque el Tratado de los Pirineos me lo prohibiese. Sería más

cómodo por interposición y bajo el nombre del Rey de Inglaterra”61.

La jugada de Luis XIV era ciertamente hábil, pues al tiempo que

concertaba el matrimonio de Enriqueta de Inglaterra, hermana de Carlos II,

con el Duque de Orleáns, ajustaba la boda del monarca inglés con Catalina

de Braganza, cuyas negociaciones se iniciaron a finales de 1660, poco

tiempo después de la embajada del Príncipe de Ligni, celebrándose los

esponsales en marzo de 1661. Y por si esto no bastara para asestar un

nuevo golpe a la Monarquía Hispánica, en 1662 Luis XIV consigue que

Carlos II le venda la plaza estratégica de Dunquerke, clave en las

61 “Memorias del Rey Sol”. Barcelona 1942, p. 36.

44

comunicaciones entre España y los Países Bajos y esencial en tiempo de

guerra, como así se había demostrado.

45

Capítulo II

LA EMBAJADA Y EL EMBAJADOR

2.1. La embajada de París

La embajada de España en París entre los años 1660-1667 fue una

embajada especial. En primer lugar porque se abría tras haber estado

cerrada casi veinticinco años debido a que las relaciones diplomáticas entre

España y Francia habían sido interrumpidas en 1635 con motivo de la

guerra entre ambos países; en segundo lugar, porque desde 1661 ocupaba el

trono de Francia Luis XIV que reivindicaba un primer puesto en la escena

internacional y, aunque en 1659 había firmado con Felipe IV la paz de los

Pirineos, había iniciado una política imperialista y de humillación a los

enemigos seculares de Francia: los Habsburgo, tanto españoles como

alemanes. La política del Rey Cristianísimo convirtió a la embajada de

España en París en una embajada importante, “la oficina donde se fraguan

cuantos materiales sirven en la fábrica de toda Europa”62, y en un destino

difícil para su titular pues la corte francesa es calificada por el Consejo de

Estado en 1666 como “corte llena de materias y humores escabrosos”63

debido al reiterado incumplimiento que hace Luis XIV de lo firmado en la

Paz de los Pirineos y a sus continuas provocaciones, ya que todo apunta, y

desde el principio, a que el Tratado era únicamente el primer paso del

objetivo principal de su política: la subordinación y, si era posible, la

incorporación del sistema español.

62 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 9 de enero 1666. Carta del Marqués de la Fuente a Pedro Fernández del Campo.63 AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, 29 julio 1666.

46

El parentesco existente entre las familias reinantes en París y Madrid

añade peculiaridad a esta embajada, pero podemos decir que los lazos de

familia no ayudaron a mantener unas buenas relaciones diplomáticas, pues,

aunque Luis XIV, al contraer matrimonio con María Teresa de Austria, hija

de Felipe IV, se convirtió en “hijo” (yerno) del Rey de España y en

“hermano” (cuñado) del que habría de ser su sucesor, Carlos II, los

intereses de ambas potencias discurrían por caminos paralelos. Por las

cartas del Embajador se puede comprobar que la reina de Francia María

Teresa de Austria, hija de Felpe IV y la reina madre de Francia, Ana de

Austria, hermana de Felipe IV, jugaron un papel importante en la

transmisión de noticias entre España y Francia. A las dos acude el Marqués

de la Fuente para ponerlas al corriente de la actitud del monarca francés:

unas veces hablando directa y claramente con ellas de la vulneración de los

acuerdos que hace Francia repetidamente, con ánimo de que transmitan la

queja al Rey, porque su conducta reiterada pondrá en disturbio las cosas

del mundo64, otras veces “insinuando con tiento y prudencia, y en ocasión

oportuna, lo que sus ministros traman contra los intereses de España, en

particular sobre la ayuda que París presta a Portugal”65.

La manera de transmitir las quejas, con la confianza que le daba la

familia del Rey, le cuesta sin embargo al Marqués algún reproche por parte

de Felipe IV, que no siempre aprueba su gestión pues en alguna ocasión se

extralimitó a la hora de pasar información a las regias señoras, como

sucedió en 1663, según tendremos ocasión de analizar más adelante. Por

eso, se le exigirá en Madrid que hable “recio” con las Reinas sobre las

provocaciones que hace Francia transmitiéndoles las quejas oportunas, pero

sin ofrecer información sensible ni exhibir papeles comprometedores.

Tampoco este sistema dará resultado y en 1664 el Consejo de Estado, 64 Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Estado, Francia, K1387, 6 marzo 1662.65 AGS, Estado, Francia, leg. K1408, marzo 1663.

47

cansado de la política de Luis XIV contraria a los intereses de España y a lo

que tan solemnemente había firmado, cambia de proceder. El Embajador

recibe entonces instrucciones de “poner en duda” en las conversaciones

con las reinas aquellos acontecimientos diplomáticos contrarios a los

intereses de España, pues como expone el Consejo de Estado en el mes de

noviembre de 1664 es mejor “pasar en silencio y sin continuadas quejas

las contravenciones que exponerse al riesgo del deshonor de sufrirlas”66.

Por eso, Felipe IV recomienda al Marqués de la Fuente, que “proceda con

recato y pasivamente para excusar el descrédito de rogar lo que por

obligación se debe hacer, lamentando que en Francia prevalezca más la

propia conveniencia que la reputación”67.

El Marqués de la Fuente, además de recurrir a las reinas para obtener

información y transmitir por su conducto a Luis XIV las quejas de Felipe

IV, se valió también de confidentes para que le suministraran noticias más

seguras de los designios del monarca francés y transmitirlas a España. Los

embajadores tenían una obligación fundamental: organizar, allí donde

fueran enviados, un servicio de información. Aunque el diplomático es un

espía de alto rango, no debe mezclarse directamente en los asuntos de

espionaje, pero sí tiene que fomentar el reclutamiento de informadores y

confidentes y protegerlos ante las autoridades del país donde reside,

evitando que sean descubiertos68. Como la embajada de Francia, tras años

de estar inoperante, no disponía de personal ni de contactos, el Marqués de

la Fuente tuvo que organizar una red de espías para que le informaran de

las actuaciones de Francia, sobre todo cuando desde el principio 66 AGS, Estado, Francia, leg. K1409, 29 nov. 1664.67 Sobre el concepto de reputación, J.H. ELLIOTT, “A question of Reputation Spanish Foreing Policy in the Seventeenth Century”, Journal of Modern History, 55, pp. 475-483; ALCALÁ ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO, “Zúñiga, Olivares y la política de reputación”, en “La España del conde duque de Olivares”, Encuentro internacional sobre la España del Conde Duque de Olivares celebrado en Toro 15-18 septiembre 1987, ELLIOTT, J.H., , pp. 103-108,Valladolid 1990.68 ECHEVARRÍA BACIGALUPE, M.A.: “La diplomacia secreta en Flandes 1598-1643”, Leioa, 1984. p.34.

48

sospechaba que le abrían las cartas, por lo que tuvo que tomar precauciones

extraordinarias69. La red de espías ya funcionaba con gran efectividad el

primer año de su estancia en París70, pues disponía de confidentes en

Inglaterra, en Bruselas, en Francia y “por todas partes”71, llegando incluso a

introducir un “sujeto” en casa de Colbert-Terón para descubrir dónde se

encontraba escondido en París Francisco Manuel de Melo, —Embajador

Extraordinario de Portugal encargado de negociar el matrimonio del rey

portugués con princesa francesa—, lo que finalmente descubrió72.

Pero mantener esa red de confidentes era muy costoso y el Marqués

pedía continuamente dinero extraordinario para pagar a esos sujetos. En

1663 el Consejo de Estado ordenó entregar al Marqués 20.000 escudos para

“hacer amigos”73. En 1664, cuando el Marqués pidió de nuevo dinero para

el sujeto que le ayudaba a impedir que llegasen socorros a Portugal, aunque

el Consejo decidió que era importante que el Embajador siguiera en

contacto con el caballero y ordenó que le enviaran 20.000 escudos, el

dinero no llegó74. Poco después hubo que enviar letras al Marqués porque

carecía de fondos75. En 1665, cuando un sujeto francés que se ofreció al

Embajador para embarazar las ayudas de Francia a Portugal es descubierto

y teme represalias, el Marqués de la Fuente pide dinero a Madrid para

ayudarle y el Consejo de Estado le responde que “se da por enterado y

considera que sería conveniente asistirle, pero el estado de las cosas no da

lugar para ello”76. En este sentido el Marqués de la Fuente fue un buen

embajador pues, como dice Callieres, se ocupó de descubrir los secretos de

69 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 6 agosto 1662.70 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, 8 octubre 1662.71 AGS, Estado, Francia, leg. K1408, 28 ag. 1663, K1389, 25 nov. 1664. AHN, Estado, lib. 137. AGS, Estado, Francia, leg. K1388, 29 junio 1664, K1389, 25 nov. 1664. 72 AGS, Estado, Francia, leg. K1389, 25 nov. 166473 AHN, Estado, lib.138, 1663.74 AHN, Estado, lib. 138, 1664.75 AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Sept. 1664.76 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, 4 julio 1665.

49

la Corte de Francia; Felipe IV, por no enviar a su negociador los medios

necesarios para adquirir amigos en el país en el que tenía intereses, no

puede ser tachado de príncipe poco hábil pues las dificultades financieras

de España en estos años le impidieron hacerlo77.

Los presupuestos enormes de la Hacienda española tenían como

capítulo importante las embajadas, y dentro del presupuesto de la embajada

el capítulo de gastos extraordinarios, entre los que se encontraba el pago

secreto a confidentes, era superior al de los gastos ordinarios. La embajada

en Francia acusa la debilidad de la Hacienda española en esos años en que

la guerra de Portugal consumía todos sus ingresos. En mayo de 1660 la

convocatoria de Cortes refería como objeto el juramento del príncipe

Felipe Próspero y “el tratamiento de otras cosas y negocios que se

ofrezcan”. El juramento no llegaría a verificarse —el príncipe murió—, y

la proposición al Reino, leída en septiembre, habla a las claras del porqué

de las Cortes: se necesitaban medios para la recuperación de Portugal78. En

1661, para la campaña contra Portugal, fue necesario pedir a las Cortes

cinco millones porque en la Real Hacienda no había ningún recurso estando

todas las rentas gastadas con tres años de anticipación, y tampoco sirvió de

nada la acuñación de moneda ligada (de plata con cobre). Un año después

faltaba diez millones. Felipe IV acudió a otras fórmulas como pedir a Su

Santidad una décima parte sobre los bienes eclesiásticos, suspender sus

consignaciones a los asentistas, vender lo que quedaba libre en las rentas

reales, etc., pero al final de su reinado dejó la Hacienda Real en el mismo

estado que la recibió: sin un maravedí79. Las cartas de la embajada nos

muestran las dificultades de la Hacienda española que no puede atender

77 CALLIERES: “De la maniere de négocier avec les souverains”, Ryswick, 1757, p. 21.78 LORENZANA DE LA PUENTE, Felipe: “Política y hacienda en 1660-1664. Las últimas cortes de Castilla”, en Política y hacienda en el Antiguo Régimen, FORTEA, PÉREZ, J.I., CREMADES GRIÑÁN, C. Murcia, 1993, p. 344.79 DOMíNGUEZ ORTÍZ, A.: “Política y Hacienda de Felipe IV”. Madrid 1960, pp. 81-82.

50

pagos y nos permiten conocer a los principales banqueros del período:

Andrea Piquinotti, Sebastián Cortizos, Francisco Centani, Bernardino

Garimondi, J.B. Palavesín, etc., que adelantaban dinero al Marqués de la

Fuente. El sueldo y el dinero para afrontar los gastos de la embajada no

llegaba y el Embajador tuvo que recurrir a su propia hacienda, incluso a

empeñar sus joyas80. La escasez de medios contribuyó al detrimento de la

función del Embajador y a la pobreza de resultados, llegando en alguna

ocasión a fingirse enfermo al no tener medios para acompañar al Rey en

sus jornadas, como la que tuvo lugar en 1664 a Fontainebleau:“la

estrecheza en que me hallo me hace preciso quedarme”81.

Las consultas del Consejo de Estado que estudian las cartas del

Marqués de la Fuente son un reflejo de las consultas de las Cortes,

configuradas por la consulta del Reino al Rey y las proposiciones del Rey

al Reino. En éstas el Rey insta (proposición) y el Reino responde

(consulta), y viceversa; en aquéllas el Embajador insta (proposición) y el

Consejo responde (consulta), también el Consejo propone. En las Cortes,

con la consulta se cumplía un triple objetivo: el deber de consejo —cuando

se responde a una solicitud real—, la iniciativa parlamentaria o el derecho a

aconsejar —si no precede aquélla—, y el derecho de petición. Durante los

años 1660-1664 muchas propuestas del Rey no tendrán respuesta y se

paralizará la gestión de algún servicio82.

Como en las Cortes, las propuestas del Marqués de la Fuente

quedarán sin respuesta en el Consejo de Estado en numerosas ocasiones por

falta de medios, y se paralizarán servicios importantes como veremos.

80 AGS, Estado, Francia, leg.. K1390, Madrid 4 julio 1665.81 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, París 18 Mayo 1664.82 LORENZANA DE LA PUENTE, F.: “Política y Hacienda en 1660—1664. Las últimas cortes de Castilla”, en Política y Hacienda en el Antiguo Régimen, FORTEA, PÉREZ, J.I., CREMADES GRIÑÁN, C., Murcia, 1993, p.344.

51

Como en las Cortes, la recuperación de Portugal será el principal asunto

debatido en el Consejo de Estado en los años 1660-1667, así como la

necesidad de medios de la embajada de España en París para vigilar que

Luis XIV cumpla lo pactado en el Tratado de los Pirineos (entre otras cosas

impedir que Francia ayude a Portugal).

2.2. Los primeros embajadores

Para atender la nueva embajada, convertida en la más importante de

Europa y decisiva para los intereses de España, en abril de 1660, todavía

sin llegar a París la Reina María Teresa, fue nombrado embajador ordinario

D. Antonio-Sebastián de Toledo, Molina y Salazar, segundo Marqués de

Mancera, entonces embajador ordinario de España en Venecia. Pero esta

nominación no llegó a tener efecto y fue Fuensaldaña, en calidad de

Embajador Extraordinario, el encargado de representar al Rey Católico en

la corte de Francia. D. Alonso Pérez de Vivero, tercer Conde de

Fuensaldaña, tenía una larga experiencia de servicio a la corona:

gobernador de Cambrai, defendió Artois durante la batalla de Rocroi, y

como comandante de la plaza de Badajoz y del ejército de Extremadura

combatió en la guerra de Portugal. Más tarde fue capitán general de los

Países Bajos y tomó parte activa en la guerra contra Francia que terminó en

la Paz de los Pirineos. Conocedor de la guerra entre España y Francia y de

las cláusulas de la Paz, pues estuvo al tanto de las negociaciones entre

Mazarino y Luis de Haro, fue llamado a Milán, donde era gobernador, para

asistir a la renuncia de la Infanta María Teresa el 2 de junio de 1660 en

Fuenterrabía. El 4 de junio, fecha en que se celebró el matrimonio por

poderes de la Infanta, recibió de Felipe IV las cartas credenciales para

acompañar a la Reina a París y asistir como Embajador Extraordinario

cerca de S.M. Cristianísima. Entró solemnemente en París con el cortejo

52

real el 26 de agosto disfrutando del privilegio de montar a caballo a la

izquierda de la Reina83.

La elección de Fuensaldaña se ajusta a las directrices habituales del

Consejo de Estado de nombrar para las embajadas a individuos diestros

también en los asuntos de la guerra, siguiendo así una práctica antigua

difundida por los teóricos de la política, como Bernardino de Mendoza,

militar y diplomático también, quien en “Teoría y práctica de guerra”

aconsejaba al príncipe Felipe sobre la conveniencia de que los embajadores

hubieran sido militares84. El nuevo embajador recibió una importante

misión: vigilar el cumplimiento del Tratado de los Pirineos en sus detalles.

En las Instrucciones, después de recordarle los deberes generales impuestos

por su cargo, se le pide: tener buena correspondencia con Mazarino y con

los demás ministros, asegurarles en todo caso la amabilidad del Rey

Católico, mantener una gran reserva en las relaciones con la Reina y la

Reina Madre, informar sobre el estado de las finanzas y de la armada de

Francia, informar sobre las negociaciones de Francia con Holanda, vigilar

las consecuencias que podía tener la Restauración en Inglaterra, y avisar de

cualesquiera otros negocios que afectaran a España85.

La embajada extraordinaria de Fuensaldaña en París duró poco. A

principios de 1661 había solicitado ser relevado de sus funciones debido a

los elevados gastos que le ocasionaba la embajada por lo que en septiembre

de 1661 fue nombrado gobernador de los Países Bajos en sustitución del

Marqués de Caracena86. Fuensaldaña pasaba a Flandes con el título de

83 MOREL FATIO, A: “Recueil des instructions aux ambassadeurs”, París 1894, pp. 490, 491, 492.84 BERNARDINO DE MENDOZA, “Teórica y práctica de guerra”, Estudio preliminar de J.A. SÁNCHEZ BELÉN, Madrid, 1998, p. 49.85 AHN, Estado. Leg. 3457/27. Instrucciones al conde de Fuensaldaña para la embajada en Francia. Instrucciones secretas. Año 1660.86 Luis de Benavides Carrillo y Toledo, marqués de Caracena, fue gobernador de Flandes entre 1658 y 1664. Anteriormente había ocupado el gobierno de Milán (1648-1664).

gobernador y capitán general, al haber sido llamado Don Juan José de

Austria para la guerra de Portugal87, pero no llegó a ocupar el nuevo cargo

pues falleció el 21 de noviembre de ese mismo año88.

2.3. El Marqués de la Fuente

El primer Marqués de la Fuente, de nombre Gaspar de Teves y Tello

de Guzmán, cuando fue nombrado en 1661 Embajador Extraordinario en

Francia para sustituir a Fuensaldaña, era ya un diplomático avezado. Su

nombramiento para la embajada de París estaba pues avalado por su larga

experiencia, una de las virtudes que deben concurrir en el embajador, como

dice Callieres89. También estaba avalado, como vamos a ver, por su

inteligencia, simpatía, fidelidad, don de gentes, conocimiento de lenguas

extranjeras, dotes de espía, etc., virtudes que Juan Antonio de Vera atribuye

al “perfecto embajador”90. Se encontraba el Marqués en ese momento

representando al Rey Católico en la corte de Viena pero había

desempeñado otras importantes misiones y gozaba tanto de la confianza de

Felipe IV como de la del Emperador. La familia del Marqués de la Fuente

había vivido muy cerca de la Corte y había prestado notables servicios a la

monarquía, pero fueron sus méritos los que sin duda inclinaron a Felipe IV

a enviarlo a París con la difícil misión de vigilar a Luis XIV para que

cumpliese el Tratado de los Pirineos, lo que permitiría iniciar un período de

paz entre ambos países. Esta tarea fue sin duda la más importante que se le

encomendó en su vida.

87 AHN, Estado, lib. 269, D fol. 4.88 MOREL FATIO,A.: Op. cit. p. 493.89 El Marqués de la Fuente tenía unos 50 años cuando fue nombrado Embajador en Francia, había desempeñado importantes misiones y había sido embajador en Venecia y en Viena. Además de experiencia y edad, el Marqués de la Fuente tenía otras cualidades necesarias para el buen Embajador: nacimiento y dignidad. Le faltaba la riqueza (como veremos), “es preciso que el Emabajador sea rico de patrimonio, de otra manera no le será fácil atender los gastos que exige su dignidad”. CALLIERES: “De la maniere de négocier avec les souverains”, Ryswick 1757, p. 16-17 y 57 2° vol.90 ECHEVARRÍA BACIGALUPE, M.A.: “La diplomacia secreta en Flandes, 1598-1643”, Leioa 1984, pp. 69-70.

Dice el Duque de Maura que la fortuna del Marqués y los altos

cargos que ocupó contrastan con su nacimiento mediocre, y que quizás se

deban a la amistad del Conde Duque. Esto lo dice porque recoge los

rumores que circulaban por Madrid que decían que el Marqués era hijo

natural del Conde Duque91. Morel Fatio, que maneja importante

documentación, habla también del nacimiento del Embajador, pobre en

comparación con los cargos que ocupó, atribuyendo su fortuna, a la vez que

a sus méritos, a la protección del Conde Duque, quien habría sido su

verdadero padre, según la relación de un jesuita92. También se hace eco de

este rumor J.H. Elliott en su obra sobre el Conde Duque de Olivares.

Cuenta Elliott que cuando en 1636 Medina de las Torres hizo las paces con

su suegro Olivares y partió para Italia a ocupar el virreinato de Nápoles,

dejó vacante el puesto de sumillers de Corps que había disfrutado desde

1626. Corrieron rumores de que pasaría a otro de los protegidos del Conde

Duque, don Gaspar de Teves, recién vuelto de una misión de Alemania,

donde había pasado dos años, y al que algunos creían hijo ilegítimo suyo93.

Don Gregorio Marañón también conoce la noticia del jesuita Padre Juan

Chacón94 que sostiene que el Señor-Conde Duque declaró por hijo espúreo

suyo a Don Gaspar de Teves, hasta entonces tenido por hijo de Don

Melchor de Teves, pero la considera incierta pues ni en Novoa, ni en el

Conde de Roca, ni en Yañez, que trató en extenso la descendencia del

91 El Arzobispo de Tolosa, embajador de Francia en España tras la guerra de Devolución, recoge como cierto, aunque nadie lo creyera en Madrid, que el Marqués de la Fuente era hijo natural del Conde Duque. DUQUE DE MAURA. Vida y reinado de Carlos II, pág. 146. 92 MOREL FATIO, A. “Recueil...”p. 500.93 ELLIOTT, J.H. “El conde duque de Olivares”. Barcelona 1988, p. 531. R.A. STRADLING en Felipe IV y el gobierno de España, 1621-1665, 1989, p. 176, escribe que poco después de la partida de Medina comenzó a correr el rumor de que Olivares había reconocido a un hijo ilegítimo, don Gaspar de Teves (un niño de siete años), y le había dado “todos los empleos, de sumillers de corps, presidente del Consejo de Italia, etc., que tuvo el duque de Medina de las Torres”, y añade, “no cabe duda de que el rumor no era pura invención”. 94 Carta escrita en Valladolid al Padre Pereyra por el Padre Chacón, 15 marzo 1636. “Cartas de algunos PP. de la Compañía de Jesús sobre los sucesos de la Monarquía entre los años 1642 y 1648”. Memorial histórico español. Tomo XIII, 380, 381, Madrid, 1861. Este jesuita atribuye a Don Gaspar de Teves “el oficio de sumillers de Corps, presidente de Italia o vicepresidente, así como otros errores, ver anexo; ICAZA, Fco. de Asis, “Lope de Vega, sus amores y sus odios”, Madrid 1927 (según Palao), p.258.

Conde-Duque, está consignada. Tampoco cree Marañón que Don Gaspar

de Teves fuera el autor de la fechoría del rapto de la hija de Lope de

Vega95. Según Marañón estos rumores demuestran el curioso empeño de

achacar todas las maldades de la época no ya sólo al Conde-Duque, sino a

sus familiares, incluso a los supuestos. Sostiene Marañón que sobre esta

calumniosa leyenda de bartardía no se debe volver96.

La documentación consultada nos permite confirmar la amistad del

Marqués de la Fuente con el Conde Duque de Olivares y con algunos

miembros de su familia: Don Diego Mexía Felipez de Guzmán, Iº Marqués

de Leganés, primo del Conde Duque, y Don Ramiro Núñez Felipez de

Guzmán, Duque de San Lucar la Mayor y Duque de Medina las Torres,

yerno del Conde Duque97. El Marqués de La Fuente estuvo en Flandes con

el Marqués de Leganés como veremos más adelante. El Duque de San

Lucar está relacionado con el Marqués de la Fuente -en la mayoría de las

actas del Consejo de Estado que proponen al Rey nombramientos o

mercedes para el embajador figura su nombre- como también veremos más

adelante.

Dicha documentación no confirma ni nacimiento bastardo ni familia

mediocre, sobre todo por la rama materna. El abuelo paterno del Marqués

95 Icaza atribuye el rapto de Antonia Clara, hija de Lope de Vega, a Don Gaspar de Teves. ICAZA, Fco. de Asís, “Lope de Vega, sus amores y sus odios”. Madrid, 1927 (según Palao), pp. 248-260. Se basa para ello en las investigaciones de Menéndez Orzama. Barbieri atribuye el rapto al yerno del conde Duque y Cotarelo a Jualián Valcárcel, reconocido hijo del Conde Duque. MARAÑÓN, G.: “El Conde Duque de Olivares. La pasión de mandar”, Madrid 1980, p. 429. 96 MARAÑÓN, G. “El Conde-Duque de Olivares. La pasión de mandar”. Madrid, 1980, p. 31, pp. 428-429. R. STRADLING dice que el rumor no era pura invención,97El Conde Duque de Olivares donó a Don Ramiro Núñez de Guzmán el Ducado de Sanlucar la Mayor al casarse con su hija Dª María de Guzmán y el Ducado de Medina de las Torres al enviudar. OCHOA BRUN, M.A.: Historia de la Diplomacia española. La edad barroca I. 2006. Vol. VII, p. 459. En El Conde Duque de Olivares. La pasión de mandar, G. Marañón dice que el Conde Duque de Olivares en su testamento trata al Marqués de Leganés de hijo, como a Medina de las Torres. Cuenta también el pleito que tuvo lugar por el Ducado de San Lucar entre los descendientes del Duque de Medina de las Torres y de el IºMarqués de Leganés.

56

de la Fuente, don Gaspar de Teves, casado con doña Ana de Brito98,

procedía de Portugal, de las islas Madeira, de donde pasó a Francia con la

reina doña Leonor y después a Castilla como caballerizo mayor de la reina

Doña María, primera mujer de Felipe II, sirviendo más tarde a la princesa

doña Juana99.

El padre del Marqués de la Fuente, don Melchor de Teves y Brito,

último hijo de don Gaspar y de doña Ana, siguió la carrera de las letras y se

graduó en Derecho en la universidad de Salamanca. A los 26 años fue

nombrado por Felipe II oidor y visitador de la Audiencia de La Coruña;

S.M. le hizo la merced de Alcalde de Casa y Corte y presidente de la Sala

de Alcaldes, desempeñando dicho cargo en Valladolid entre 1605 y 1607100.

En 1607 el Rey le envió a Portugal como superintendente de Hacienda; fue

miembro del Consejo y Cámara de Castilla y oidor de su Cámara. Don

Melchor casó en 1602 con Mariana Tello de Guzmán, señora de Benazuza

y de Lerena, hija de don Pedro Tello, y fueron padres, además de don

Gaspar (I Marqués de la Fuente), de don Pedro, don Fernando, don Duarte

don Felipe y doña Ana de Teves y Tello de Guzmán101.

El abuelo materno del Marqués de la Fuente, Don Pedro Tello de

Guzmán, fue señor del heredamiento de Lerena, caballero de Santiago,

alcalde mayor de Sevilla y secretario mayor del juzgado de dicha ciudad.

Don Pedro Tello de Guzmán casó con Francisca Sandoval y con Mariana

Duarte Ponce de León, que fue la madre de doña Mariana y la abuela de

don Gaspar de Teves102.98 Real Academia de la Historia (en adelante RAH), Col. Salazar y Castro. D-19 fol. 210, D-26 fol. 195-196.99 Hermana de Felipe II.100 RAH, Col Salazar y Castro, A-78 fol. 146, A-79 fol. 70, 71, 276, 355.101 RAH, Col. Salazar y Castro, D-42 fol. 131-146, D-19 fol. 210.102 RAH, Col. Salazar y Castro, D 27 fol. 155. El oficio de secretario del mayor del juzgado de Sevilla lo heredó Don Pedro de su padre Don Juan Gutierrez Tello, y este a su vez del suyo Don Fernando Tello, miembro del Consejo de la Reina Juana quien le hizo merced de dicho oficio que estaba vaco por muerte

57

La familia materna del Marqués de la Fuente, los Tello de Guzmán,

poseían grandes mayorazgos y eran titulares de los señoríos de Benazuza y

de Lerena, además del oficio de escribano del juzgado de la ciudad de

Sevilla, de sus rentas y comisiones. Al morir Don Pedro Tello de Guzmán,

abuelo materno del Marqués, se iniciaron importantes pleitos entre sus

descendientes, algunos de los cuales duraron más de treinta años, como el

que sostuvo el Marqués de la Fuente por el derecho al oficio de escribano

del juzgado de Sevilla, pleito que le acompañó toda su vida. Cuando los

hijos mayores de don Pedro Tello de Guzmán, don Fernando y don Pedro,

hermanos mayores de doña Mariana, murieron sin descendencia, ésta y su

esposo, don Melchor de Teves, reclamaron para su hijo Don Gaspar,

todavía de corta edad, bienes de la mejora del tercio y el derecho al oficio

de escribano del juzgado de Sevilla que poseía don Pedro. Don Juan Tello

de Guzmán, hijo de otro hermano menor de doña Mariana, entabló litigio

contra ellos en 1614. En el juicio doña Mariana quedó excluida y también

su hijo don Gaspar, (“no se comprenden los nietos de hija ni los demás

varones de hembra”). Dice también la sentencia que el fundador tuvo

intento de conservar la agnición y todos los argumentos coinciden en que

“exclusa femina cesentur exclusi masculi ex ea descendentes”. También

quedó excluida en lo tocante al oficio de escribano de Sevilla porque la

sentencia dice que no se pueden separar los oficios del mayorazgo.

Pero Don Melchor de Teves, el marido de Doña Mariana, alegó que

siendo parte de la causa y por ser miembro del Consejo de S.M. tenía

privilegio, conforme a la ley Real, de que sus causas se juzgasen en el

Consejo. Vista la causa, el Consejo de S.M. no le dio la razón y sentenció

de Gaspar de Gracia, su secretario. De la Reina Juana recibió el 5 de enero de 1508 la facultad para nombrar tenientes para dicho oficio.

58

que, en adelante, el oficio de escribano del juzgado civil pasaría a Sevilla y

no se podría arrendar, ya que lo nombraría Sevilla103. Tan importante era el

oficio de escribano del juzgado de Sevilla que pocos años más tarde, en

1622, Doña Mariana Tello, ya viuda, y su hijo don Gaspar pretenden la

revocación de la sentencia y ser amparados en la posesión del oficio y

nombramiento de tenientes para ese oficio, posesión que tuvieron sus

antecesores, pretendiendo también poder llevar emolumentos de ellos. Se

enfrentan entonces en un pleito con la ciudad de Sevilla. Las razones que

aduce doña Mariana Tello y su hijo son que el privilegio de su familia se

remonta al siglo XV, alegan que la merced les fue concedida por la Reina

Juana, confirmada por el Emperador y por los demás monarcas que le

sucedieron. La ciudad de Sevilla, por su parte, pretende que se confirme la

sentencia del Consejo104.

Cuando fue enviado a Italia para desempeñar una embajada

itinerante ante los príncipes de Italia consiguió del Rey la suspensión del

pleito entre el fiscal de Sevilla y su madre, alegando que, ausente, no podía

defender sus derechos. Desde entonces el procurador de la ciudad se valió

del Consejo para impedir que esta disposición se cumpliera, pero el

Marqués de la Fuente consiguió del Rey una nueva suspensión del pleito

aunque por tiempo limitado. Expirado el plazo en 1658 volvió a suplicar a

Felipe IV desde Viena que continuara la suspensión105, y dos años más

tarde, en 1660, solicitó que, en caso de que no pudiera suspenderse el pleito

mientras durare su ausencia, se le reconociera el derecho de servir la

escribanía de lo civil de dicha ciudad, de su propiedad, por tenientes, como

habían hecho sus antepasados106; en 1666 el Marqués pidió la perpetuación

103 RAH, Col. Salazar y Castro, 9/1449.104 RAH, Col. Salazar y Castro, 9/1315. Ver D-27, fol. 155 historia de la familia Tello.105 AHN, Estado, Lib. 116, fol.88, Viena, 22 noviembre 1658.106 RAH, Col. Salazar y Castro, K-79.

59

del oficio de escribano del juzgado de Sevilla107. La insistencia en cobrar

por los oficios de Sevilla demuestra la importancia que tenía este

privilegio, y también se explica por la falta de medios que durante toda su

vida padeció el Marqués en sus estancias en el extranjero.

Don Gaspar de Teves y Tello de Guzmán, I Marqués de la Fuente,

nació en 1608, empezó su carrera siguiendo la tradición familiar, como

servidor palatino. En 1623 era ya gentilhombre de boca de Felipe IV y se

convirtió más tarde en acemillero mayor o caballerizo mayor del mismo

Rey108. También reclamó los gajes de este oficio pues, como muchos

embajadores, comprometió su fortuna personal para poder desempeñar sus

cargos y, en varias ocasiones, además del sueldo reclamó los gajes a los

que tenía derecho. En 1628 pidió que se hicieran buenos “los gajes de

gentilhombre de boca y acemillero mayor por no haber gozado de otro

sueldo ni entretenimiento mientras estuve con el Marqués de Leganés en

Flandes”. Esta situación se repitió cada vez que se ausentaba de España.

En 1633 Felipe IV escribió al duque de Alba diciendo: “A D. Gaspar de

Teves, Marqués de la Fuente del Torno, envío a Alemania a cosas de mi

servicio109, y mi voluntad es que el tiempo que estuviese ausente en esto se

le cuenten por el Bureo de mi casa los gajes que se acostumbra”. Estos se

hicieron buenos en 1638 y ascendieron a 559.930 maravedises (251.640

mrv. por gentilhombre de boca y 308.290 mrv. por acemillero mayor), por

los 23 meses que duró la estancia en Alemania. El Marqués de la Fuente

107 AHN, Estado, Lib. 130, París, 13 junio 1666. El Marqués recuerda, entonces a la Reina Regente, que la reina Juana en 1508 hizo merced a su cuarto abuelo Don Fernando Tello, por haber sido embajador en Roma, de la escribanía de la ciudad de Sevilla con facultad para nombrar uno o más tenientes como fuese necesario para el uso de dicho oficio, que el emperador Carlos V en 1544 lo confirmó, y también los monarcas siguientes. También le recuerda que el pleito viene de 1614, y en consideración a los servicios de sus abuelos y suyos le ruega la merced de perpetuarse como lo están casi todos los oficios del mismo género de la misma ciudad y de otras. Pide también que lo hereden sus hijos.108 RAH, Col. Salazar y Castro, D-21. Fol.285 v. 109 En Noviembre de 1633 el Marqués de la Fuente acompañó al Conde de Oñate a una misión a Viena. OCHOA BRUN, M.A.,: Historia de la Diplomacia española, La edad barroca I, Vol. VII, 2006, p. 324.

60

debía pagar 55.993 maravedises correspondientes a la media anata110 de

559.930 maravedises pero recurrió este pago pues sostenía que tenía hecha

la merced antes de que se instituyera ese derecho111. En 1654 el Marqués de

la Fuente reclama otra vez el pago por la acemillería correspondiente a los

años 1652-1654, y en 1659 lo reclamó de nuevo a través de su hijo porque

se había interrumpido su pago insistiendo en que había recibido esa merced

el 21 de agosto de 1639 y en que eran emolumentos de su oficio de los que

había pagado la anata112.

En 1631, Don Gaspar de Teves casó con Doña Ursula de Córdoba113,

que le dejó viudo en 1642114. Tuvo con ella cuatro hijos: Don Gaspar de

Teves y Córdoba, II Marqués de la Fuente, embajador en Venecia (1666-

1676) y en Francia (1680-1683)115, como había sido su padre, que casó con

doña Luisa Osorio y Ayala, dama de la reina, en 1659 y fueron padrinos los

reyes116; doña Inés de Teves y Córdoba, dama de la Reina Isabel117, que se

casó en 1650 en la capilla de Palacio118 con un caballero milanés; don Juan

de Teves y Córdoba, menino de la Reina Mariana; y doña Fernanda Teresa

de Teves y Córdoba, dama de la Reina doña Mariana, que murió en Palacio

en 1684119.

110 Impuesto sobre los empleos, títulos, mercedes y rentas que concedían los Estados. En España se creó en 1631, consistiendo en la mitad del sueldo del primer año para los empleos, y la renta de un año para los títulos nobiliarios, oficios o rentas que se otorgasen directamente por el rey o sus ministros (media anata). 111 El 10 de diciembre de 1640 el Marqués de la Fuente paga 56.100 maravedis en plata doble que tocan a la media annata de 3.000 ducados que S.M. le ha hecho merced de ayuda de costa. AHN, Estado, , leg. 799.112 AGP, Expedientes personales, Caja 1.028/19.113 RAH, Col. Salazar y Castro, D-31, fol. 51.114 RAH, Col. Salazar y Castro, D-19. Fol. 210. Doña Ursula de Córdoba era hija de D. Antonio de Córdoba, 1° marqués de Valenzuela, gentilhombre de la boca y de Ana María de Cardona Osorio, su 2° mujer.115 MOREL FATIO, A., “Recueil...pp. 514-516.116 RAH, Col. Salazar y Castro, M-4 fol. 187 v.117 RAH, Col. Salazar y Castro, D-19. Fol.210.118 RAH, Col. Salazar y Castro, M-4. Fol. 187.119 RAH, Col. Salazar y Castro, D-19 pág. 210; C-22,- p. 126.

61

Don Gaspar de Teves Tello de Guzmán fue señor del heredamiento

de Lerena, alcalde mayor de Sevilla y secretario mayor del juzgado,

aunque, como hemos dicho, litigó muchos años con el fiscal y con Sevilla

por el oficio de secretario mayor del juzgado120. En 1633 recibió el título de

Marqués de la Fuente del Torno, título milanés121.

En su juventud se alistó voluntariamente en el ejército que se formó

para levantar el sitio de Fuenterrabía pero la carrera política del Marqués se

desarrolló, principalmente, en el entorno cortesano y la diplomacia.

Después de una misión en Alemania en 1638122 Felipe IV le nombra

embajador itinierante cerca de los príncipes de Italia123. Cumpliendo esa

misión, el 21 de octubre de 1639 aceptó el nombramiento para ir a

Alemania como representante de España en la Dieta que se iba a celebrar

en Ratisbona. En esta ocasión se puso en marcha de inmediato llegando a

Insbruck el 29 de noviembre. El 28 de diciembre de 1639 tiene su primera

audiencia con el Emperador en Viena, de la que da cumplida cuenta. Desde

Ratisbona informa de la situación de las armas imperiales, de las

necesidades de gente, de dinero y de pólvora que tiene el Emperador, del

sitio de Arrás, de socorros para Flandes, de su preocupación por el Marqués

de Leganés que se encuentra en Turín necesitado de caballería, de la

llegada de Francisco de Melo al que espera con alborozo para servirle124, de

120 RAH, Col. Salazar y Castro, D-27. Fol.155.121 MOREL FATIO, A. “Recueil... p. 497. AHN,. Consejos Suprimidos, Lib. 2752, Año 1653, “Asiento del derecho de gracia a nombre del Marqués de la Fuente sobre la merced de título a la casa de sus abuelos maternos”. El expediente no se conserva.122 MOREL FATIO, A.: “Recueil…pág. 497.123 OCHOA BRUN, M.A.: Historia de la Diplomacia española, Tomo VIII, 2006, p. 12. AHN, Estado, Lib. 115, Génova, 24 septiembre 1639.124 Francisco de Melo, noble portugués fidelísimo a su legítimo monarca Felipe IV, de quien era a la sazón Virrey de Sicilia, y que había sido embajador en Viena (1637-1640), fue nombrado, como el Marqués de la Fuente, plenipotenciario para la Dieta de Ratisbona (OCHOA, BRUN, M.A., Historia de la Diplomacia española, Tomo VIII, 2006, p. 12. El Marqués de la Fuente cuenta al Marqués de Castel Rodrigo la llegada de Melo a Ratisbona (14 de sept. 1640). Tras alojarlo en su casa lo acompañó a ver a SS. MM. en audiencia privada y después en audiencia pública el día 18. Dice que le hicieron “demostraciones de estima y agasajo” y espera que con su llegada se lograrán beneficios para el servicio de S.M. Añade que “todos los ministros están satisfechos por el modo e hidalguía que tiene Melo para negociar” (AHN, estado Lib. 115, Ratisbona, 20 de septiembre de 1640). En 1646 Francisco de Melo fue

62

la necesidad de dinero para gastos secretos, de Polonia, pide ayuda de costa

para Diego Saavedra, etc.125. A Castel Rodrigo y le comenta “el desdichado

accidente de Portugal”126.

Desde Ratisbona el Marqués de la Fuente solicita quedarse en el

Imperio en donde se encontraba muy bien127. En julio de 1641 pide a Felipe

IV la merced de embajador ordinario en Viena128 y de nuevo lo hace en

octubre del mismo año recordándole que en 1639 le prometió que le daría

el primer puesto que quedara vacante129. Pero el Marqués de la Fuente no

fue nombrado embajador en Viena sino en Venecia: la carta agradeciendo

al monarca su nombramiento es del mes de noviembre de 1641130.

En julio de 1642 el Marqués de la Fuente todavía permanecía en

Viena, aspirando quizás a quedarse en aquella embajada131, y en agosto de

1642 tomó posesión de su cargo de embajador en Venecia (había pasado

casi un año desde su nombramiento). El Conde de La Roca escribe a don

Luis Méndez de Haro repetidas veces desde Venecia, primero

congratulándose de que el Marqués de la Fuente hubiera sido nombrado

embajador, después lamentándose de la dilación del Marqués en tomar

posesión de su cargo, y por fin, el 26 de agosto, desde Alejandría de la

Pulla, comunicándole que el Marqués de la Fuente había tomado posesión

de la embajada de Venecia132.

admitido en el Consejo de Estado, por orden de S.M. de 31 de marzo. AHN, Estado, Leg. 248. 125 AHN, Estado, Lib. 115 y 116. Ver cartas escritas desde Milán, Insbruck, Viena y Ratisbona a Castel Rodrigo, embajador en Roma, y a Madrid. Año 1639-1640-1641.126 AHN, Estado, Lib. 115, dciiembre, enero, 5 de febrero de 1641.127 AHN, Estado, Lib. 116, 6 febrero 1641.128 AHN, Estado, Lib. 116, 9 julio 1641.129 AHN, Estado, Lib. 116, 11 de octubre 1641.130 AHN, Estado, Lib. 116, 18 noviembre 1641. En 1642 fue nombrado embajador en Viena Juan Velasco de la Cueva, Conde de Siruela, y en 1643 Manuel de Moura Corte Real, Marqués de Castel Rodrigo (OCHOA BRUN, M.A., Historia de la Diplomacia española, Repertorio Diplomático, Apéndice I, Madrid 2002, p. 143.131 AHN, Estado, Lib. 116, Cartas de 16 y 18 junio 1642 y 30 julio de 1642. 132 RAH, Col. Salazar y Castro, A-88, Fol. 43-44, 47-49, 60-61.

63

De la larga estancia del Marqués de la Fuente en la República

(permaneció hasta 1655) se conservan numerosas cartas a Felipe IV, al

Marqués de Castel Rodrigo, a los Secretarios de Estado, al Marqués de

Velada y a otros que dibujan la Italia de esos años. El Marqués transmite a

Madrid la mala disposición de Francia hacia los intereses de S.M. Católica

y la buena disposición de la República que desea que “S.M. Católica

mantenga en Italia sus posesiones porque le sirven de seguridad”.

Nada más llegar a Venecia el Marqués da cuenta del estado de la

guerra que mantiene el Duque de Parma, ayudado por Francia y algunos

príncipes italianos, contra el Papa por el ducado de Castro. Informa de la

llegada a Venecia del Cardenal Bichi, representante de Francia, anunciando

la paz entre el Papa y el Duque de Parma. El Marqués desconfía de Francia

y comunica a Madrid que los venecianos gritaron “muera Francia” y “viva

San Marcos” cuando Bichi salía de la casa del embajador de Francia133.

Finalizada la guerra134, el Duque de Módena propone al Marqués que la

gente de los príncipes pueda pasar al servico de S.M. Católica135, pero el

Rey Cristianísimo también desea esas tropas lo que preocupa al Marqués

porque aumentarían el poder de Francia en Italia. En ese momento la

República pretende traer de Holanda 4.000 hombres y el Marqués descubre

que Bichi hace maniobras interesadas para quedarse con los soldados, por

lo que se atreve a escribir al Colegio un oficio en el que avisa de los

preparativos que hace el Rey Cristianísimo intentando prevenirles. El oficio 133 El Marqués desconfiaba de todos y llega a entrevistarse con el duque de Módena en el banco de una iglesia y, en otra ocasión, disfrazado, escucha la conversación entre el Duque de Módena y el Duque de Parma (con máscaras) sobre la paz y sobre Francia. AHN, estado, Lib. 117, Venecia, 6 de febrero 1644.134 La guerra terminó con el Tratado de Roma ( 31 de marzo de 1644). Los Farnesio, gracias al apoyo de Francia, derrotaron al Papa y continuaron conservando el ducado de Castro.135 El Duque de Módena, a través del Conde de Testi, propone también al Marqués el trueque de Casal-mayor a cambio de ayuda militar para el estado de Milán –hablan de 500 caballos-. Testi vuelve a ver al Marqués de la Fuente y le pide el gobierno de Nápoles para su amo (lo dejaba el Duque de Medina) pues desea servir a S.M. con su persona y con sus tropas. AHN, Estado, Lib. 117, Venecia, 8 de enero de 1644, 9 de abril de 1644, el Marqués de la Fuente al Rey.

64

dice: “la irresolución se ha tenido siempre por madre de grandes

inconvenientes y hay materias de tal calidad que no impedirlas es cierta

especie de aprobarlas”. La República dio orden de que no pasaran los

soldados holandeses.

Con el cardenal Bichi llega a Venecia un portugués para procurar

que la República acepte ministro de Portugal. El Marqués intercepta dos

pliegos suyos, sigue con interés las reuniones que los portugueses que

viven en Venecia celebran con el padre Venturino136 y hace oficios para

impedir que el Duque de Braganza tenga representante en la República. De

momento el Marqués consigue atajar los pasos del portugués pero éste se

marcha a París para que desde allí se envíen órdenes al embajador de

Francia en Venecia y procure su causa.

El Marqués informa de muerte del Papa Urbano VIII y de las

diligencias que hizo para que la República apoyase alguno de los

candidatos deseados por S.M. Católica. Tras el cónclave, advierte que el

nuevo Papa, Inocencio X, no ha sido muy aplaudido en la República. Se

atreve a insinuar al Colegio que la República debe entenderse bien con el

pontífice y llega a mediar para conseguir que el Papa restituyera la

“inscripción”137. El Dux se lo agradece y le promete buena

correspondencia. El Marqués reconoce que tiene crédito en el Colegio, y

debía tenerlo por las numerosas muestas de afecto que recibe. Cuando

descubre que un clérigo próximo al residente de la República en Nápoles

136 El Marqués de la Fuente recela del padre Venturino historiador de Francia autor del libro “el Mercurio”. Su nombre es Vitorio Siri y sus costumbres poco proporcionadas al hábito de San Benito que lleva. Según el Marqués puso sus ojos en la corona de Francia y se hizo amigo del embajador convirtiéndose con malas artes en árbitro de sus acciones y dueño de la secretaría, así lo encontró Bichi. El Marqués de la Fuente habla de su desverguenza, de su ancha conciencia, del modo de vida escandaloso que lleva, de sus amistades con los de contraria religión, de los rumores de que es ateo, todo para llegar a la conclusión de que no se fía de Francia (AHN, Estado, Lib. 117, 19 de noviembre de 1644). 137 Se trataba de derogar la ley establecida por Urbano VIII que no permitía conceder la nobleza a los nepotes del Papa. AHN, Estado, Lib. 117, Venecia 19 de noviembre de 1644.

65

llevaba unos “papeles estampados perjudiciales para el servicio de S.M.

Católica”, presenta una queja en el Senado por el comportamiento del

residente y de todos los implicados y le ofrecieron disculpas. Cuando da

cuenta al Colegio del feliz suceso que tuvieron las armas de S.M. Católica

el 25 de mayo en Cataluña, el Dux estimó la noticia y manifestó que la

República se consideraba obligada y procuraría por los intereses de S.M.

Católica en Italia.

El Marqués da cuenta de las presiones que hace Francia para que el

príncipe Casimiro de Polonia se case con la hija del Duque de Orleáns138 y

del disgusto que había mostrado el embajador del rey Cristianísimo porque

el Duque de Parma negociaba por su parte el matrimonio entre su hermana

y el rey de Polonia139, de las relaciones de la República con los caballeros

de la orden de San Juan, de lo que le propuso un soldado de Avignon –

quemar la armada francesa- y lo que le respondió140.

Informa también a Madrid de los rumores de que el duque de Lorena

quiere servir en la República, sobre la rebelión de Mesina y Nápoles141, del

peligro de los cosacos, de la elección del General de los jesuitas142, del poco

entendimiento entre el Papa y la República con motivo del nombramiento

de nuevos cardenales… Cuenta la proposición del Duque de Módena para

establecer una liga entre los duques de Saboya, Florencia, Mantua, Parma y

138 Darían a la novia 150.000 escudos de renta, 200.000 en dinero y la legítima materna que era grande, y no menor la expectativa del padre siendo hija única. El rey de Francia nombraría a Casimiro protector de Francia y le señalaría una renta eclesiástica,AHN, Estado, Lib. 117, Venecia, 15 de octubre 1644.139 AHN, Estado, Lib. 117, 21 de diciembre de 1644.140 Un soldado de Avignon descontento le propuso quemar la armada francesa que viene a invernar en el puerto de Tolon. Pedía 2000 escudos para armar un patache cn que salir en corso. El Marqués de la Fuente ve dificultades en la materia y decide escribir al Almirante a Nápoles, AHN. Estado, Li. 117, Venecia, 7 de septiembre 1644. El MF al Rey. 141 Habla de las levas de alemanes para Nápoles y otras cosas, AHN, Estado, Lib. 120, Venecia, 9 de febrero 1947. Sobre la rebelión de Mesina y Nápoles ver RIBOT, L., Las revueltas deNápoles y Sicilia (1647-1648), Cuadernos de Historia Moderna, XI, Madrid 1991, p.121.142 El Marqués hace gestiones para conseguir dos votos que aseguren la elección del General de los Jesuitas en la persona del padre Juan Bautista Drusiane, pero fue elegido Alejandro Gottifredi, AHN, Estado, Lib. 115, Venecia, 5 de septiembre 1651.

66

Módena para hacer salir a los franceses de Italia143. Se queja de que en

Madrid no se apliquen más a la guerra que mantiene la República contra los

turcos aunque agradece la ayuda de S.M. Católica (100.000 ducados que se

enviarán a plazos)144. Dice que si se pierde dicha guerra habrá que fortificar

todas las plazas de Nápoles y Sicilia. Desconfía de la idea de los franceses

de negociar con el turco y no cree conveniente ceder la isla de Candia145.

Los años siguientes, su correspondencia refleja tanto la labor diplomática

que realiza como su precaria situación económica lo que afecta a la hora de

disponer de confidentes fiables146.

Durante su estancia en Venecia el Marqués de la Fuente fue anfitrión

de Velázquez cuando éste realizó su segundo viaje a Italia. La misión de

Velázquez en Italia durante su segundo viaje (1649-1651) tenía entre sus

objetivos la compra de pintura para decorar las nuevas salas del Alcázar. El

Marqués informó a Felipe IV de la llegada del pintor y de las gestiones que

realizó para que éste contemplara, a pesar de las reservas de los venecianos,

muchas de las pinturas de la ciudad147. Velázquez llegó a Venecia el 21 de

abril de 1649 y se alojó en casa del Embajador. Tras visitar Roma y otras

ciudades de Italia, Velázquez volvió a Venecia en 1651 y se instaló de

nuevo en el palacio del Marqués de la Fuente. En esta ocasión, con la

ayuda del Marqués y con la del cónsul, Santiago Cardoso, Velázquez

compró dos obras de Veronés y ocho de Tintoretto148. Gracias a las

143 AHN, Estado, Lib. 115, Venecia, 15 de abril, 29 de abril, 10 de junio, 10 de agosto de 1651. 144 Sobre esta ayuda el Marqués dice que debe llegar cuanto antes para no aumentar el descrédito de S.M. pues en Venecia desconfian de que llegue tal ayuda, AHN, Estado, Lib. 122, 15 abril 1651. Como los plazos no llegan, le Marqués reclama en junio y culpa a los hombres de negocios, en agosto llegan 24.000 145 La información sobre la guerra conra los turcos es muy abundante, cuenta los socorros enviados a Candia, AHN, Estado, Lib. 122, enero 1651,146 El Marqués cuenta las peleas que en la ciudad de Venecia mantienen nicoletos y castellanos por el contrabando y lo que sucedió a dos lacayos suos que hicieron contrabando y fueron apresados, AHN, Estado, Lib. 115, Venecia 8 de septiembre de 1651, 16 de septiembre de 1651, Lib. 122, 23 de septiembre 1651.147 AGS, Estado, Francia, Leg. 3.548. De Palomino, en “Varia velazqueña”, Tomo II Madrid 1960. pág. 266.148 SALORT PONS, S. Op. cit., p. 267.

67

gestiones del Marqués de la Fuente fue adquirida “La Gloria” de

Tintoretto, hoy en el Museo del Prado, a muy buen precio149.

El Conde de Oñate, virrey de Nápoles, suministró los fondos

necesarios para la adquisición de las obras, financió todas las gestiones

para el embalaje, almacenamiento y transporte de las obras hasta España150.

Los gastos extraordinarios originados por el viaje de Velázquez y por la

compra de notables obras de arte que éste realizó contribuyeron, sin duda, a

que el virrey de Nápoles, de quien dependían los pagos, tuviera dificultades

para enviar sueldo y ayudas de costa al Embajador en Venecia, problema

que afecta durante todos estos años al Embajador y a la Hacienda española.

Durante todos los años que vive en Venecia el Marqués se queja de

falta de medios. Recién llegado reclama con insistencia a Felipe IV 2.000

reales al mes que le había hecho merced por lo que perdió con la rebelión

de Portugal, ya que precisaba esas mesadas en el estado en que se hallaba,

pero el Rey le responde que pase con lo que tiene. Confiesa el Embajador

al Rey que sólo dispone del sueldo de la embajada que es de 278 ducados

(si se lo pagasen). Dice también: “después de 32 años de servicios

personales de mi padre en Portugal y en Castilla en los primeros puestos

de su profesión me dejó un juro en la alfándiga de Lisboa. Eso y dos

encomiendas que el Rey N.Sr., padre de V.M., me hizo merced y otras con

que V.M. me honró (todo pasaba de 5.000 ducados al año) lo perdí con el

accidente de los portugueses. Las deudas que me dejó mi padre son

muchas y públicas, aunque me madre heredará la casa de sus abuelos en

Andalucía que no es pobre”. El Marqués añade que en Flandes, Dinamarca

y Alemania ha gastado más de lo que ha ganado y se ha endeudado. Para 149 SALORT PONS, S., Velázquez en Italia, Madrid 2002, pp. 131, 205 y 275. Se trata del boceto del la Gloria -o el Paraíso- de San Marcos que el embajador español adquirió en 1653 y por el que el mismo Duque de Módena se había interesado.150 SALORT PONS, S. Op. cit., p. 269.

68

demostrar cuan modesta es su exigencia, el Marqués dice que el embajador

del Emperador cobra 10.000 ducados al año, el de Francia 12.000 y el de

Inglaterra 3.000151. En esta ocasión el Rey concedió a su Embajador parte

de lo que le pedía: 2.000 reales al mes que éste agradece a la vez que

suplica que se le paguen en Nápoles junto a su sueldo y los atrasos152. Un

año más tarde escribe al Rey: “desde el año en que amanecí al mundo le he

servido sin interrupción. Si no he conseguido hacer fortuna he conseguido

vuestra aprobación en cuanto he obrado. Entré a servir a V.M. con

mercedes heredadas de mis abuelos y con alguna hacienda propia y me

veo sin aquellas, sin esta y sin lo que he recibido de la grandeza de V.M.”.

Después de lamentarse por su situación y recordar a otros que han servido y

han sido recompensados, y de señalar que es uno de los embajadores más

antiguos (sólo le ganan el duque de Terranova y el de Malpica)153, solicita

cobrar el sueldo que tenía (400 ducados en lugar de 278) lo que le

prometen en febrero de 1646154.

Como el dinero prometido no le llega y tiene que pagar a sus

acreedores155 el Marqués se ve obligado a escribir de nuevo a Madrid para

reclamarlo; dice que desde hace diez meses no ha recibido nada. El pago

de la embajada de Venecia era una de las cargas que soportaba la hacienda

del reino de Nápoles y, tras haber escrito el Conde de Oñate156 al

Embajador diciendo que le era imposible divertir ningún gasto y que no

podría enviarle dinero al menos en un año, éste propone que teniendo allí

casa Manuel Cortizos157 se le podría dar algún efecto. El Marqués pide

dinero para los gastos de la embajada (gastos secretos, secretaría, correos,

151 AHN, Estado, Lib. 117, Venecia, 6 febrero 1644.152 AHN, Estado, Lib. 117, Venecia, 19 noviembre 1644. 153 AHN, Estado, Lib. 118, Venecia, 12 agosto 1645.154 AHN, Estado, Lib. 119, Venecia, 17 febrero 1646.155 AHN, Estado, Lib. 120, Venecia, 9 febrero 1647.156 Virrey de Nápoles.157 Importante banquero que trabajaba con Felipe IV.

69

limosnas, aguinaldos, socorros, portes y gastos de secretaría), más la

recompensa que se le señaló. Por todo pide 9.000 ducados. Dice en la carta

que ha empeñado la hacienda de sus hijos, que ha perdido el crédito y que

nadie quiere socorrerle, insistiendo en que es imposible servir a S.M. con

esos medios. El Marqués se desespera y reitera que se le envíe dinero para

no perder el crédito, la reputación y el lucimiento que siempre ha

mantenido, también se lamenta de que no puede mantener a los

confidentes158. En situación de agobio económico, el Marqués de la

Fuente, cansado, decide suplicar a S.M. la embajada ordinaria de Alemania.

En carta a Felipe IV dice el Marqués: “hace 36 años que le sirvo, 24 fuera

de España. Hace 12 años que salí de Madrid, y hace 9 años que estoy

sirviendo esta embajada ordinaria, por todo ello le suplico se sirva

honrarme declarándome su embajador ordinario ante el Sr. Emperador,

pues si bien estando allí el Marqués de Castel Rodrigo como embajador

extraordinario no se necesita otro ministro, servirá para que el mundo

reconozca que no estoy desterrado y para verme yo con el consuelo de

satisfacer los juicios comunes que tanto me mortifican. Prométome de la

grandeza de V.M. que me hará esta merced acordándose de que el 10 de

noviembre de 1640 se sirvió mandarme escribir que teniendo nombrado a

D. Francisco de Melo antes de que yo saliese de España para aquella

embajada, no había lugar para dármela, pero que en otra ocasión lo haría

por lo satisfecho que se hallaba de mi inteligencia y servicios. No creo que

desde entonces los he desmerecido. He asistido en aquella corte 5 años,

conozco el Imperio y, mientras sale Castel Rodrigo, le suplico la merced de

licencia para dar una vuelta por mi casa muy necesaria después de tantos

años. A la vez que le pido el puesto de Alemania, le suplico me declare

como Embajador Extraordinario aquí porque esta mutación de título

158 AHN, Estado, Lib. 121, Venecia, 16 enero 1649, 20 febrero 1649.

70

corrija algo el deslucimiento de detenerme más en esta ocupación y el que

me ocasiona el no haber recibido en estos 12 años ninguna merced159.

En 1654 el Marqués de la Fuente sigue en Venecia en donde lleva ya

12 años y recuerda a Felipe IV que espera recibir la merced que le ha

pedido160. Pero el nombramiento de Embajador en Viena no llega. En 1655

el Marqués, todavía en Venecia, informa sobre la muerte del Dux, la

elección del nuevo Papa –Alejandro VII-, informa sobre Módena, sobre

Constantinopla, etc. Repite que su obediencia es inalterable pero que se

encuentra en dificultades. Sigue lamentándose al Rey de su situación y le

escribe: “hace 40 años que no he sido mío un día, jamás he tenido voluntad

propia, he destruido mi hacienda y la de mis hijos por parecer en todas

partes criado de S.M....después de 16 años en que salí de Madrid la última

vez, me hallo sin más merced que la de haberme V.M. favorecido muchas

veces con las mismas palabras generales que ahora. Necesito alguna

demostración efectiva que me libre del desconsuelo que me ocasiona ver lo

que aumenta mi descrédito. Habiéndose desvanecido la embajada de

Suecia, como si necesitase venderme para conseguir algo, suplico a V.M.

que mande tomar resolución conmigo considerando que en 16 años no ha

habido hombre de cuantos han servido a V.M. en mayor o menor grado

que no haya conseguido aumento de puestos, de honores y de hacienda

para él y para sus hijos”161.

En 1656 el Marqués de la Fuente es nombrado Embajador

Extraordinario ante el Rey de Suecia y Dinamarca. Cuando recibe el

nombramiento se encuentra convaleciente de una enfermedad, pero escribe

a Madrid diciendo que se encamina sin dilación al nuevo puesto aunque

159 AHN, Estado, Lib. 122, Venecia, 15 abril 1651; Venecia 17 junio 1651.160 AHN, Estado, Lib. 123, Venecia, 29 agosto 1654.161 AHN, Estado, Lib. 124, Año 1655, Marqués de la Fuente al Rey.

71

está falto de medios por lo que pide ayuda para ir a aquella Corte y

permanecer en ella. Poco antes de partir recibe un despacho de S.M. que le

ordena detenerse en Viena para gestionar que los ejércitos de Flandes y

Milán se refuercen. Se entera entonces de que el Marqués de Castel

Rodrigo, Embajador ordinario en Viena, ha sido nombrado virrey de

Cerdeña, y aprovecha para pedir de nuevo a Felipe IV que le honre con la

embajada ordinaria en el Imperio, recordándole las razones que hay para

ello: que hace 41 años que le sirve, 22 como embajador, profesión en la que

le han salido muchas canas, etc., y además le recuerda que se lo prometió.

Puesto que en ese momento se encuentra en Viena y está satisfecho de sus

servicios es el mejor momento162. La respuesta que recibe de Madrid es que

continúe en esa Corte hasta nueva orden y a la espera de que se traslade

Don Luis Ponce de León, nombrado Embajador Extraordinario en Viena.

Mientras, se le asistirá con un sueldo de 10.000 escudos anuales (8.000 de

sueldo y 2.000 de ayuda de costa). Por fin, el 12 de septiembre de 1656 el

Rey envía al Marqués de la Fuente carta credencial para ser Embajador

ordinario ante el Emperador como era su deseo163.

Como embajador en Viena (1656-1661) el Marqués de la Fuente es

protagonista de importantes acontecimientos: en 1657 muere el Emperador

Fernando III y desarrolla una activa labor diplomática en la elección del

nuevo Rey de Romanos y atrayéndose a los príncipes del Imperio164. En

1658 escribe desde Viena, Pilsen y Frankfurt informando de diversos

asuntos políticos (Transilvania, los turcos), y también de asuntos

162 AHN, Estado, Lib. 124, 14 abril 1.656, 6 mayo 1656.163 AHN, Estado, Lib. 133, 14 febrero, 6 julio, 9 agosto 1656. Para la embajada de Venecia Felipe IV nombra a Don Antonio Sebastian de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera (1656-1660). El Rey escribe al Marqués de la Fuente: “como sabéis he nombrado al Marqués de Mancera para que os suceda en esa embajada. Para que tanto mejor pueda cumplir con las obligaciones de su cargo y encaminar los negocios que ahí hubiese de tratar de mi servicio le entregaréis todos los papeles y notas en la forma que es costumbre y la cifra general para que pueda usar de ella. Avisaréisme de hacerlo”, AHN, Estado, leg. 1923, Madrid, 15 octubre 1656. 164 AHN, Estado, Lib. 125, Año 1657.

72

personales. En carta a Felipe IV dice: “los muchos años que sirvo a V.M.

han dado lugar a que haga muchos que representando los méritos de mis

abuelos le suplicase que me hiciese merced de un título de marqués o

conde de Castilla para mi casa, pasando a insinuarme que V.M. me

favorecería al tiempo de mi vuelta suponiendo que sería 7 meses. Han

pasado muchos años, la dicha con que en ellos he satisfecho en mis

empleos la manifiestan las multiplicadas honras que V.M. me ha hecho.

Desde los pies de V.M. donde me hallo, la hacienda que he perdido, lo que

he gastado, los años que he faltado de mi casa y los negocios que han

corrido por mi mano, pido se me declare sin dilación el título para poder

continuar consolado y morir gustoso dejando a mi casa esta prenda”165.

Felipe IV, en esta ocasión, complace a su embajador de inmediato:

“al Marqués de la Fuente, gentilhombre de mi cámara, de mi consejo y mi

embajador en Alemania. Teniendo consideración a los empleos que han

estado a vuestro cargo y al acierto y puntualidad con que me habéis

servido en ellos y a lo que también habéis merecido en la ocasión presente

de la elección de emperador del rey de Hungría mi sobrino, os he hecho la

merced, con atención a esto y por la intercesión que me han hecho el

Emperador y la reina a vuestro favor, de título de conde en Castilla que es

la que más habéis deseado y en que me habéis instado de muchos años a

esta parte”166.

165 AHN, Estado, Lib. 116, Fol.10, Frankfurt, 18 julio 1658. Recordemos que en 1633 había recibido el título de Marqués de la Fuente de Torno en Milán.166 AHN, Estado, Lib. 134, 16 agosto, 1 septiembre 1658. AHN, Consejos Suprimidos, Leg. 9046, n° 2. “El sr. Mateo Fraso, capellán de S.M. recibe de D. Gaspar de Tebes Tello de Guzmán, Marqués de la Fuente, seiscientos cuarenta reales de plata doble, que son el valor en que están computados ochenta florines de oro que tocan a la capilla y que se los debe pagar el dicho sr. Gaspar de Tebes por la merced que S.M. le ha hecho del título de conde de la villa de Bena Cusa. Madrid,17 de diciembre de 1663”. Este título lo heredó su hijo Gaspar en 1673, al morir su padre (AHN, Consejos lib. 2752, n° 55); en abril de 1674 pagó 750 ducados de vellón por la media anata que tocaba a la sucesión en el título de conde de Benazuza, su padre (AHN, Consejos leg. 11724. AHN, Consejos lib. 2755. Año 1.663, n° 65, fol 337.

73

El Marqués de la Fuente lo agradece diciendo: “Puedo asegurarle

que entre tantas circunstancias como reconozco en esta hora ninguna es

mayor que la de asegurarme de que V.M. se de por bien servido de mí”167.

Vive una etapa tranquila en Viena desde donde envía mucha información

sobre los asuntos del este, del norte, de la Dieta, de Flandes, de la boda del

Emperador, del Duque de Lorena, la tregua de polacos, etc168. Mucha

información y pocas reclamaciones. En Viena recibe la carta de Felipe IV

que le comunica el nombramiento de Fuensaldaña como Embajador

Extraordinario en París169. También recibe la orden del Rey de guardar

buena correspondencia con el Barón de Watteville a quien ha nombrado

Embajador ordinario cerca del Rey de Inglaterra170.

No hubo muchas ocasiones para intercambios entre el Marqués de la

Fuente y Fuensaldaña pues, pocos meses más tarde, Fuensaldaña pide ser

relevado de su cargo y el Consejo de Estado, consciente de la importancia

que tiene la embajada en París para que Luis XIV cumpla el tratado de los

Pirineos, propone a Felipe IV el nombramiento del Marqués de la Fuente.

El Marqués de la Fuente recibe en Viena la carta de Felipe IV que le

comunica el nombramiento171. Un mes después de comunicarlo al Marqués, 167 AHN, Estado, Libro 116, Fol. 22, Viena, 23 octubre 1658.168 AHN, Estado, Lib. 126, Enero 1659.169 “He nombrado a Fuensaldaña como Embajador Extraordinario en Francia para que después de haber acompañado a la Infanta Reina, mi hija, en la jornada que hace a aquel reino, se quede en él por algún tiempo, de que me ha parecido daros noticia para que en los negocios que ocurrieren de mi servicio en que sea necesario corresponderos con él lo executéis con la buena inteligencia que conviene. El Conde va encargado de tomar con vos la misma correspondencia siempre que se ofreciera algo de consideración que comunicaros”, AHN, Estado, Libro 135, Fol 47, Madrid, 15 abril 1660.170 AHN, Estado, Lib. 135, Fol 68, Madrid, 12 julio 1660.171 “Por la mucha satisfacción que tengo de vuestra persona y bien servido que me hallo de ella, os he nombrado como Embajador Extraordinario ante el rey Cristianísimo, mi sobrino, y porque los negocios que se ofrecen en aquella corte son muchos y muy importantes, os encargo dispongáis y executéis vuestra jornada con toda brevedad, dando parte de ello al Emperador mi sobrino, y a entender que no ha sido el menor motivo de esta resolución juzgar que en la ocasión presente, que tanto necesita de las asistencias de Francia contra el turco, podrá serle agradable y de su servicio haya en París sujeto de vuestro grado tan informado de sus cosas y de tanta satisfacción suya de quien pueda valerse para todo lo que se le ofreciere. Y por creerse que el Marqués de Mancera le será grato por su calidad y buenas formas y estar casado con la hija de ministro que sirvió tantos años a su padre, le he elegido mi embajador en esa corte y se le ordena parta luego a ella, como lo hará, lo que también podéis manifestarlo a S.M. Cesárea, dándole la carta inclusa. Os hago merced de 15.000 escudos de ayuda de costa de los que se os remiten letras”. AHN, Estado, Lib. 136, p. 32, 16 abril 1661.

74

el 28 de mayo de 1661 Felipe IV anuncia por carta a Luis XIV el

nombramiento del Marqués de la Fuente como Embajador Extraordinario

en París172. El 1 de julio de 1661 se anunció al Duque de Orléans173.

Pero el Marqués de la Fuente, a pesar de la urgencia de trasladarse a

París para sustituir a Fuensaldaña y vigilar el comportamiento de Francia,

tardó en cumplir la orden del Rey por falta de medios, ya que Méndez de

Haro escribe a Juan Francisco de Benavides y Toledo, III Marqués de

Caracena, pidiendo que satisfaga una letra de 30.000 escudos para el

Marqués de la Fuente porque es bueno que no le falte la asistencia que

tanto necesita y más con el nombramiento que S.M. le ha hecho para pasar

a la corte de Francia174.

A la carta del 16 de abril en la que se le comunicaba el

nombramiento como Embajador Extraordinario siguió la del 6 de mayo que

le pedía ponerse en viaje, la del 9 de junio reiterando que, a la mayor

brevedad posible, ejecutase el viaje a Francia, otra del 20 de julio en la que

Rey insistía en que iniciase su viaje cuanto antes, y otra del 17 de agosto

que nuevamente instaba al Marqués para que apresurara la jornada en

Francia175, máxime cuando “el conde de Fuensaldaña padece una peligrosa

enfermedad por lo que es urgente su relevo para asegurar el servicio de la

embajada”176.

El Marqués de la Fuente, cuando se despide como embajador en

Viena, reclama el cobro de una deuda de 18.138 florines y otra de 396.116

florines. La reclamación viene acompañada de una certificación de D.

172 MOREL FATIO, A:. Op. cit. p. 497.173AGS, Estado, Francia, leg. K 1644, Madrid, 20 julio 1661.174 RAH, Col. Salazar y Castro, A-91, Fol. 164, 24 abril 1661.175 AHN, Estado, Lib. 136, pp. 36, 44, 62, 69.176 AHN, Estado, Lib. 136, p. 69, Madrid, 17 agosto 1661.

75

Diego de Prado, Secretario de S.M. y su contador en Alemania, el cual

explica que dicha deuda comprende su sueldo y lo que el Marqués de la

Fuente puso de su propio dinero para cosas del servicio de S.M. por no

haber medios en la caja real de esta embajada: “Parte S.E. (el Marqués de

la Fuente) de esta corte cesárea a la de Francia donde S.M. (Dios le

guarde) le ha nombrado por su embajador extraordinario sin poder cobrar

dicha suma. Y para que de ello conste de orden de S.E. doy la presente

firmada de mi mano y sellada con el sello de mis armas”177.

La carta en la que el Rey fijaba el sueldo al Marqués de la Fuente en

su nuevo destino es seis meses posterior a la de su nombramiento: “es mi

voluntad que con dicho cargo haya y goce el tiempo que le sirviere a razón

de doce mil escudos en plata castellana de a diez reales cada uno al año,

que es el sueldo que he resuelto lleven mis embajadores en Francia, del

que ha de comenzar a gozar desde el día en que partiera de Viena a París,

que ha de constar por testimonio auténtico, y los ha de cobrar de cualquier

dinero que se proveyera para los gastos de dicha embajada como lo han

hecho sus antecesores”178.

Mientras el Marqués se disponía a viajar a París, en octubre de 1661,

(habían pasado seis meses desde su nombramiento), tuvo lugar el

“incidente de Londres”, asunto del que hablaremos más adelante. Como

consecuencia de este suceso, el Marqués quedó retenido en la frontera sin

permiso para entrar en Francia y sin tomar posesión de su cargo hasta que

se negociase la audiencia de las excusas. Finalmente de la Fuente llegó a

París el 17 de febrero de 1662 y tuvo su primera audiencia pública el 24 de

marzo.

177 AGS, Estado Francia, leg. K1386, Viena, 11 sep. 1661.178 AHN, Estado, Lib. 136, fol 76, Madrid 26 octubre 1661; Lib. 269, fol. 7, 26 octubre 1661.

76

En la misma fecha que España nombra al Marqués de la Fuente

como Embajador extraordinario en Francia, (mayo de 1661), el arzobispo

de Embrún es nombrado embajador de Francia en España. Su estancia en

Madrid, como la del Marqués de la Fuente en París, duró seis años. La

actuación de ambos embajadores está marcada por la política de sus amos:

agresiva y arrogante la del francés y defensiva la del español. Podemos

observar en la llegada de ambos a sus respectivos destinos importantes

diferencias: el arzobispo de Embrún entra en Madrid con honores,

exigiendo tratamiento especial, y en la fecha prevista, mientras el Marqués

de la Fuente tiene que retrasar su entrada en París varios meses por la

exigencia de Luis XIV de que se pidan excusas públicamente por el

incidente de Londres, excusas que presentará finalmente el Marqués de la

Fuente.

No había hecho más que partir hacia Madrid y el arzobispo de

Embrún, en el camino, planteó ya el primer problema: la forma en que

debía ser recibido. Fue el preludio de toda una serie de diferencias que se

plantearán en adelante no sólo por el carácter del embajador sino por las

presiones de Luis XIV que deseaba que su representante en la Corte

española gozase de mayores privilegios que los embajadores de las

restantes potencias e incluso de los que estaba dispuesto a conceder a los

enviados por España a Francia. En España no era costumbre que los

embajadores hicieran una entrada solemne; llegaban a Madrid de incógnito,

se instalaban, y después de informar al primer ministro de su presencia, le

visitaban, y con su mediación, pedían audiencia al Rey. Para la primera

audiencia con el Rey, los embajadores formaban un cortejo con sus

gentileshombres y sus gentes, y, generalmente, los otros representantes de

77

potencias extranjeras enviaban por cortesía una de sus carrozas, con alguno

de sus gentileshombres o secretarios para unirse a la comitiva179.

El arzobispo anuncia su llegada a Madrid el 24 de julio de 1661 y

exige recibimiento y coche para su entrada, según cuenta D. Luis de Haro

al Consejo de Estado. Quiere un tratamiento especial como el que dio

Francia al conde de Fuensaldaña, que había acompañado a la Infanta

española a París. Como el arzobispo de Embrún traía el carácter de

embajador ordinario, el Consejo de Estado creyó conveniente no hacer

novedades en cuanto al tratamiento y considerarlo como a los demás

embajadores, incluso como a los embajadores del Emperador. Pero, ante la

insistencia del embajador francés, el Consejo de Estado, reunido el 24 de

julio, dice que “tras 25 años de guerra, sería bueno que el embajador de

Francia no tuviera motivos de queja, y teniendo en cuenta el carácter del

Arzobispo (que necesita poca causa para mostrar queja), parece

conveniente que Don Luis de Haro, a título personal, sin empeñar el

nombre de S.M., envíe un coche a Alcobendas para que el embajador entre

en Madrid, diciéndole, siempre a título personal, que le ha parecido dar un

corto alivio a su larga jornada y que le desea una feliz llegada”180. El

Consejo de Estado piensa que se evita de esta manera sentar un precedente,

y a la vez tiene una deferencia con el Embajador que llega después de una

larga guerra y a quien temen por su fuerte carácter.

El Consejo de Estado descartó también hacer al arzobispo el

recibimiento que se hizo al Mariscal de Gramont, pues este vino en

embajada extraordinaria con una misión especial, pero propuso que el

introductor de embajadores, D. Cristobal de Gaviria, fuera al encuentro del

Embajador y le presentara cumplimientos de primer ministro, no queriendo 179 MOREL FATIO: Op. cit., pág. 163.180AGS, Estado, Francia, leg. K1644 Madrid, 24 julio 1661.

78

responsabilizarse sin embargo, de invitar a los otros embajadores a salir de

Madrid para recibir al arzobispo, aunque no se opuso a que se les informara

de su llegada. El palacio en donde había sido alojado el mariscal de

Gramont fue puesto a disposición del arzobispo, que el 5 de septiembre

tuvo su primera audiencia con el Rey siguiendo el ceremonial

acostumbrado181. Mientras, el Embajador Extraordinario de España, el

Marqués de la Fuente, aguardaba en Bruselas el permiso para entrar en

Francia.

2.4. La llegada del Marqués de la Fuente a París

Cuando Luis XIV supo que iba a recibir satisfacción de Felipe IV por

el incidente de Londres, concedió permiso al Marqués de la Fuente para

entrar en Francia, siendo recibido en audiencia pública por los reyes el 24

de marzo de 1662. Antes, fue recibido en privado con grandes muestras de

afecto. Cuenta en carta a Felipe IV que al pasar por Saint Denis, lugar

donde se encontraban los Reyes en aquellos días, hizo un alto para besar la

mano de Sus Majestades. Desde la casa en la que se iba a hospedar, envió

recado discretamente advirtiendo de su presencia en la localidad. El

Marqués fue mandado llamar por los Reyes, se puso a los pies de la Reina

María Teresa, a quien nunca había besado la mano, conoció al Delfín, el

cual le pareció una “linda criatura” y “muy viva”. También saludó a la

Reina Madre y, según refiere, todos le recibieron con afecto y le hicieron

demostraciones de cariño que le causaron gran emoción. Al día siguiente

fue invitado a una fiesta que duró tres días en la que hubo bailes, entrando

la Reina en el primero de ellos y el Rey en otros cinco o seis, lo que

extrañó al Marqués que, aunque reconoce que no había visto a nadie “que

ponga los pies en suelo tan bien como el Rey de Francia”, piensa “que en

ese país el decoro no tiene todo el lugar que conviene”182. 181 MOREL FATIO: Op. cit., pág. 164.182 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 22 febrero 1662.

79

La breve estancia en Saint Denis permitió al Marqués de la Fuente

adquirir un conocimiento de la familia del Rey. El hecho de que fuera toda

española y todos tan afectuosos, le permitirá albergar la esperanza de que

los malos tiempos habían terminado y se iniciaba una etapa de buenas

relaciones diplomáticas. Cuando recibió la invitación para asistir a la

ceremonia de celebración del nacimiento del príncipe Carlos183, el Marqués,

preocupado por la precedencia como ya había escrito a Madrid184, exigió al

conductor de embajadores que ésta se respetara advirtiéndole que sólo

admitiría que el duque de Orléans le precediera. Confirma el Marqués que

así fue y que en la capilla, estando el sitial de los reyes frente al altar, le

pusieron a él en sitio de honor, en la parte de la epístola, con una silla de

mayordomo y una almohada para arrodillarse. Parece que en esta ocasión

íntima y familiar, ya que no asistieron otros embajadores, el Rey de Francia

se comportó con cordialidad y dio al embajador español un trato deferente

que contrasta con las repetidas provocaciones y poco entendimiento que en

los mismos días se produjeron entre el Embajador y Lionne.

La ceremonia para celebrar el nacimiento del príncipe Carlos

consistió en el rezo del Te Deum Laudamus en la capilla de Palacio, y el

Embajador la describe así: “se executó la función a los 23 después de

vísperas en la capilla de palacio donde asistieron S.S. M.M. con mucha

gala, el Delfín muy lucido sólo con la joya que V.M. le envió, y si bien le

rompieron el sueño para que acompañase a sus padres, estuvo tan

apacible como si supiera a lo que asistía, y muy entretenido con la música,

y sin encarecimiento puedo decir a V.M. que no puede ser más linda

criatura. Asistió también el duque de Orléans. Al salir de la capilla para

irse a pasear dije a S.M. que si bien me reservaba para darle las gracias 183 El príncipe Carlos había nacido el 6 de noviembre de 1661.184 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, 16 de marzo de 1662.

80

en su cuarto, no quería dejar de asegurarle allí cuanto estimaría V.M.

aquel acto cuando tanto deseaba todos los de buena correspondencia y

amistad. Respondióme que en todas las ocasiones manifestaría la suya y

todo lo que pudiese asegurar más a V.M. su afecto. La salva de la artillería

se repitió tres veces y a la noche hubo algunos fuegos por las calles y

luminarias por todas las casas185.

Pero el Marqués de la Fuente se encuentra en París con un

complicado panorama. Desconocemos las Instrucciones que recibió de

Felipe IV, pero cabe suponer que fueran del mismo tenor que las expedidas

a Fuensaldaña186, con la particularidad de que ahora la situación política era

algo diferente, pues Madrid no podía ignorar los informes recibidos en el

último año sobre las negociaciones que Francia hacía con Portugal y sobre

la negociación de una liga con Holanda excluyendo a España187. Y a todo

ello habría que añadir acontecimientos posteriores como la cesión de

Lorena a Luis XIV, el acercamiento a Inglaterra y la alianza que Francia

negociaba con el Imperio, todo lo cual contribuirá al aislamiento

diplomático de España. Por otra parte la gestión del Marqués de la Fuente

se verá lastrada por la escasez de medios económicos y por los problemas

de salud puestos de manifiesto al poco tiempo de establecerse en París,

como se refleja en la correspondencia que mantiene con Casati, lo que le

hace temer no poder desempeñar su embajada con total satisfacción188.

185 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 29 Abril, 1662.186 Como hemos dicho más arriba, en 1660 las Instrucciones dadas a Fuensaldaña fueron: “tener buena correspondencia con Mazarino y con los demás ministros, asegurarles la amabilidad del Rey Católico, mantener una gran reserva en las relaciones con la Reina y la Reina Madre, informar sobre el estado de las finanzas y de la armada de Francia, informar de las negociaciones de Francia con Holanda, vigilar las consecuencias que podía tener la Restauración en Inglaterra y avisar de cualesquiera otros negocios que afectaran a España”. AHN, Estado, Leg. 3457/27.187 AGS, Estado, Francia, leg. K 1644, París, 4 de septiembre 1660, K1386, Fontainebleau, 15 oct. 1661.188 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 de marzo 1662. Giovanni Francesco Casati era residente en Suiza (1647-1667).

81

Durante todo el tiempo que residió en París reclamó sueldo y dinero

para gastos especiales y ayuda de costas, dinero que siempre llegará con

retraso y en cantidad insuficiente. El mal cobro del Embajador y su

permanente falta de medios dejó sin duda en París una mala imagen de la

Hacienda española. Lionne escribe al arzobispo de Embrún refiriéndose al

Marqués de la Fuente al final de la estancia de éste en París: “n´est point

encore parti; je ne veux croire que ce soit “por falta de medios”, qui est un

mal dont l´Espagne est, il y a longtemps, attaquée en beaucoup d

´endroits”189.

Antes de llegar a París, el Marqués solicita recibir en su nuevo

puesto el mismo sueldo que se le pagaba a Fuensaldaña (3.000 ducados al

mes), así como los gastos de la embajada. Pretende también que se le

conceda la merced de un puesto en el Consejo de Indias alegando los

muchos años de servicio y la promesa que le hizo D. Luis de Haro en 1656

de ser consejero de Hacienda argumentando que los gajes de ese cargo

podrían suplir parte de lo que le faltaba para poderse sustentar. El Consejo

de Estado aconseja que se le paguen con prontitud sus haberes, pero no la

suma asignada a Fuensaldaña, ya que éste había ido a París con otra misión

(la de acompañar a la Infanta María Teresa), y en cuanto a la plaza de

consejero de Indias propone el monarca “que se le mantenga en la

esperanza”190. Felipe IV ordena entonces a Juan de Góngora191 que se asista

al Marqués con toda puntualidad con lo que importe el sueldo por todo el

tiempo que lleva ejerciendo para que pueda cumplir en aquella embajada

con la decencia que conviene192. Pocos días después, ante una nueva

reclamación del Marqués, el Rey encarga de nuevo a Juan de Góngora “que 189 MOREL FATIO, A. Op. cit., p. 409.190 AGS, Estado, Francia, leg. K 1386, Madrid, 18 enero 1662.191 Presidente del Consejo de Hacienda hasta1663 en que es destituido y nombrado en su lugar Miguel de Salamanca. RUIZ MARTÍN, Felipe. “Las finanzas de la monarquía Hispánica en tiempos de Felipe IV”, Madrid 1990, p. 160.192 AHN, Estado, Lib. 357, p. 189, 25 febrero 1662.

82

cuide muy particularmente que no falten las asistencias de sueldo al

Marqués y que éstas sean puntuales para poder mantener con autoridad y

decencia su representación”193.

Pero el Marqués no recibe el dinero. Se queja de que la letra de

10.000 escudos que se le envió no la ha cobrado todavía pues el mercader

tenía orden de Andrea Piquinoti194 de no adelantar un real mientras no se

enviara una provisión. Con el fin de evitar inconvenientes y el descrédito

de la corona, el Consejo insiste en lo mucho que importa que las letras sean

efectivas y en que se provea a las personas que las dan para que sean ciertas

y no aparentes195 como así lo demandaba también el Marqués de la Fuente

y con los mismos argumentos196. Pero existían otras razones, según se

refleja en la correspondencia que mantiene con los Secretarios Luis de

Oyarguren197 y Gregorio de Tapia198: lo costoso de la corte de Francia y la

imposibilidad de sustentarse en ella a menos que se le señale el sueldo que

gozó el conde de Fuensaldaña, dado que carece de recursos propios

saneados después de 43 años de servicios al rey, motivo por el cual

tampoco puede solicitar crédito alguno sobre sus bienes, aparte de las

deudas que dejó en Venecia, todavía pendientes por no haber cobrado los

créditos que tenía en Nápoles. No obstante, para no sentar un mal

193 AHN, Estado, Lib. 357, p. 216, 1 marzo 1662.194 Andrea Piquinoti fue un importante hombre de negocios de la segunda mitad del siglo XVII. Sustituyó a su hermano Francisco y se estableció en Madrid desde donde simultaneó las provisiones y asientos con la exportación de lana a Flandes. Puso a disposición de la corona mucho dinero disponible y estuvo asociado con Sebastián Cortizos. Intervino activamente en la labor de la nueva moneda ligada, último recurso que quedaba al erario público. En 1662, junto con Cortizos, hizo provisión de una factoría de millón y medio de escudos de vellón para el apresto del ejército de Portugal, y el mismo año hizo un asiento de 600.000 escudos para Flandes. DOMINGUEZ ORTÍZ, A.: “Política y Hacienda de Felipe IV”. Madrid, 1960, pp. 116-117. Ver SANZ AYÁN, C. “Los Banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, p. 176-178 y sig.. 195 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 6 Marzo, 1662.196 AHN, Estado, Lib. 357, p. 266, 16 de marzo 1662.197 Luis de Oyarguren fue Secretario de Estado del Norte y Secretario de Estado de Italia. Desde 1661 hasta 1665 Secretario del Despacho Universal. ESCUDERO, J.A. “Los Secretarios de Estado y de Despacho”, pp. 248-252, 270 271.198 Gregorio de Tapia sustituyó a Luis Oyarguren en la secretaría del Norte cuando el segundo fue llamado para la Secrataría de Italia. ESCUDERO, J.A., “Los Secratarios de Estado y de Despacho”, pp. 248 y sig.

83

precedente, el Marqués no tiene inconveniente en recibir el socorro por vía

extraordinaria, como gasto secreto, ayuda de costa ordinaria o encomienda,

no importándole la forma ya que sólo desea mantenerse en aquel puesto199.

Ante la insistencia del Embajador, el Rey, atendiendo una Consulta

del Consejo de Estado, resuelve proveer al Marqués de la Fuente, por una

vez, de 8.000 ducados, los cuales se podrán aumentar según el tiempo que

permanezca en esa ocupación y los gastos que ocurrieren, encargando a

Juan de Góngora que, lo mismo que el sueldo ordinario, se paguen

prontamente para que no se llegue al inconveniente de que le falte lo que

precisamente necesita para mantenerse con la decencia que pide la

representación de aquel puesto200. Pero la recomendación que los

consejeros de Estado hacen al Rey —asistir al Embajador con puntualidad

para mantener el decoro de la representación—, no es satisfecha con la

prontitud exigida, ya que en marzo todavía no ha cobrado la cantidad

asignada aunque el dador de la letra había recibido ya la cantidad que se le

había ofrecido201.

En los primeros meses de su estancia en París, el Marqués de la

Fuente empieza a desconfiar de la política francesa con relación a España.

Sospecha que le abren los pliegos y es consciente de que le ponen “troncos

a los pies para que tropiece” y de “las mortificaciones que le esperan”,

aunque se halla “con ánimo de sufrir todo lo que permitiere la obligación

de mirar por el decoro y servicio de V.M.”202. En Madrid también se

desconfía de los planes del Rey Cristianísimo y los consejeros de Estado -

Duque de San Lucar, Marqués de Velada y el Duque de Terranova-

199 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, 16 de Marzo, 1662.200 AHN, Estado, Lib. 357, p. 305, 25 marzo 1662. AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 marzo 1662.201 AGS, Estado, Francia, leg. Leg. K1386, 5 Abril, 1662.202 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 7 Mayo, 1662.

84

proponen a Felipe IV que pida al Embajador información detallada sobre el

gobierno, la armada, los planes y proyectos del rey francés, sobre la

satisfacción que muestran los vasallos, si se encuentra asentada la paz, y

otros pormenores para prevenir acontecimientos203.

2.5. La jornada a Alsacia

Con serias dificultades económicas y con diferentes frentes abiertos

(la ayuda que Francia presta a Portugal, la alianza que negocia con Holanda

excluyendo a España, y el problema de las precedencias), el Marqués de la

Fuente recibe la noticia de la jornada que el Rey francés quiere hacer a

Alsacia204. La noticia le causa sorpresa y contratiempo pues se encuentra en

la cama “tan trabajado como si hubiese padecido una larga enfermedad, y

cogiéndome antes de haber acabado” por lo que escribe a D. Luis de

Oyarguren lamentándose de la situación en que se encuentra, pidiendo

instrucciones sobre si ha de seguir al Rey y, en caso de hacerlo, solicitando

que se le envíe con brevedad y efectividad una ayuda de costa suficiente,

así como el dinero necesario para los gastos ordinarios de la embajada. El

Marqués, sabedor de que seguir al Rey significa mantener fuera de París un

tren de vida digno durante seis meses, en los que hay que transportar no

sólo varias personas, la ropa (en este caso necesita ropa de campaña para él

y su familia) y, en muchas partes, los víveres, y conociendo lo que gastó

Fuensaldaña en su viaje a San Juan de Luz, calcula que no le bastarán

6.000 escudos al mes. La ocasión le permite lamentarse una vez más de las

mortificaciones que padece “quien sirve fuera cuando no hay viento que

venga por proa”, de no tener fortuna personal para adelantar los gastos y

evitar así agobiar al monarca con más problemas de los que ya tiene, pero

insiste en que necesita el dinero con antelación, antes de salir de viaje,

203 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 22 junio 1662.204 Territorio anexionado a la corona francesa en la Paz de Westfalia. 1648.

85

sobre todo cuando aún no ha cobrado la letra expedida en su día por

Andrea Piquinoti205 .

El Consejo de Estado insiste en que es muy conveniente que el

Embajador siga al Rey de Francia en su jornada por las cosas que puedan

ocurrir y que puedan necesitar de su asistencia siendo tan conocedor de los

asuntos de Alemania, particularmente no habiendo todavía allí (en

Alemania) embajador ordinario206 y temiendo el retraso que puede haber en

la llegada de D. Luis Ponce207. Tras reiterar que de la Fuente es la persona

más indicada para velar por los intereses de las dos líneas de la Augusta

Casa y, considerando la cortedad de la hacienda del Embajador y el gasto

que ha de hacer en esa jornada, y que el tiempo que ha de durar no será

mucho —estima no pasará de cuatro meses—, el Consejo propone que se le

podría dar, por el tiempo que estuviese fuera en esta ocupación, hasta 3.000

escudos de sueldo al mes (la mitad de lo que había solicitado el

embajador), incluyéndose el que tiene en aquella embajada, y 8.000

escudos de ayuda de costa por una vez para que pueda disponer y acudir a

los gastos de su persona208.

A pesar de estas disposiciones el Marqués de la Fuente no desea en

realidad efectuar el viaje, y así lo expone a Madrid alegando su edad y sus

achaques así como la falta de medios, pero el Consejo le reitera la

conveniencia de que siga al Rey en su Jornada ya que considera importante

estar presente en un momento en que están convocados todos los electores

a la Dieta de Ratisbona y Luis XIV pretende dejar patente su autoridad209.

205 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 12 Marzo, 1662.206 Estaba vacante porque en 1662 había cesado el duque de Mancera. 207 Luis de Ponce era en ese momento gobernador de Milán y fue propuesto como representante de España en la Dieta de Ratisbona pero declinó el nombramiento con la excusa de los problemas de precedencia. Ver pág. de este trabajo.208 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 3 Abril, 1662.209 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 11 Abril, 1662.

86

Varias circunstancias hacen que el viaje de Luis XIV a Alsacia se

retrase. En primer lugar la sugerencia que hace el elector de Maguncia a

quien le parecía que la fecha elegida no era oportuna. El elector no era

querido en Francia porque Francfort no había colaborado para que la

corona del Imperio recayera sobre el duque de Baviera. También se

retrasaba la Jornada, según cuenta el Marqués, porque habían surgido

dificultades en el viaje: algunos ministros habían pedido al Rey que antes

de partir asegurase que los electores y demás príncipes fueran a Brisac a

cumplir con el acto de obsequio. Sería una ofensa intolerable no hacerlo,

pero el Marqués sospecha que los electores no quieren pasar por ello.

Añade el Marqués que los franceses no desean tratar a los embajadores de

los electores como ellos pretenden y que el talante altivo e insatisfecho de

los electores lo apadrinan, en Colonia, el conde Ego de Fustemberg, y, en

Maguncia, el Barón de Benailburg. El Marqués de la Fuente piensa que se

podría aprovechar esta coyuntura de descontento de los electores, debida

también al tratado de cesión de Lorena, para impedir el viaje de Luis XIV.

Así lo escribe al príncipe de Porcia y a Madrid, a la vez que informa

detalladamente de lo referente a Lorena210. También el Consejo de Estado

coincide con el Marqués en que las disputas de los electores por el

tratamiento pueden producir la rotura entre ellos y el rey de Francia por lo

que piensa que es bueno que el viaje del Rey a Alsacia se retrase ya que así

los asuntos del Emperador y de la Augusta Casa se tratarán con más

tranquilidad en la Dieta211.

La jornada a Alsacia se había ajustado para el 1 de junio pero sigue

demorándose. Mientras, el Marqués se lamenta de que el dinero prometido

no llega. Por eso, mostrando incomodidad y cierta mordacidad, escribe a

210 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 9 Abril, 1662.211 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 17 Mayo, 1662.

87

Gregorio de Tapia212 que no le envíen despachos si no vienen juntamente

las órdenes que sacan a las letras de la esfera de un simple papel. En la

misma carta comunica que desea para su hijo el puesto que Don Fernando

de Solís deja vacante en Cambray alegando los 13 años de buen servicio y

lo útil que podría resultar para el servicio de S.M. tener a persona de

confianza tan cerca de París. El Marqués también considera que él mismo

ha servido muchos años y no tiene muchas mercedes pues “aún me falta

para comer”213.

Pocos días después, el Marqués advierte a Madrid que las Reinas no

viajarán a Alsacia por ser esta una Jornada demasiado larga y aprovecha la

ocasión para manifestar de nuevo su deseo de no acompañar al Rey. Se

queja nuevamente de no tener dinero y pide que las letras de Bernardino

Garimondi214 vayan abonadas por Andrea Piquinoti o por Sebastián

Cortizos porque si no es así no las cobrará, insistiendo en este punto pocos

días más tarde ante las noticias recibidas desde Amberes de que la letra de

20.000 ducados de Garimondi será de difícil cobranza por el escaso crédito

de la firma, la cual, por cierto, quebrará en 1662 tras ajustar su último

asiento, para lo cual había contraído algunas deudas que no pudo satisfacer

en el plazo convenido a causa del retraso en el pago de sus

confiscaciones215. El Marqués, viendo que la Jornada del Rey se acerca,

teme que ésta le encuentre tan mal de dinero y tan empeñado, pues aún se

212 Secretario de Estado. ESCUDERO; J.A. “Los secretarios de Estado y de Despacho”, Madrid,1969, p. 251.213 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 28 Abril, 1662.214 SANZ AYÁN, C, “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, pp. 329, 330.215 Andrea Piquinoti y Sebastián Cortizos fueron dos de los principales hombres de negocios de la segunda mitad del siglo XVII, demostraron su solvencia en operaciones importantes y ofrecían garantías a la Hacienda pública. Andrea Piquinoti realizó importantes operaciones secretas y fue consejero de Hacienda. En 1665 consiguió el arrendamiento de la bula de Cruzada de Castilla por lo cual realizó varios anticipos de importancia. Sebastián Cortizos se convirtió en el más importante factor de la corona en 1658, se asoció con Piquinoti en las factorías más importantes que se registran a partir de 1660 como las provisiones para la guerra de Portugal. Desde 1666 fue consejero de Hacienda. SANZ AYÁN, Carmen, “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, pp. 176-178, 237-240. Ambos hicieron provisiones para el marqués de la Fuente.

88

le debe su salario de cuando estuvo sirviendo en Alemania y el que lleva

asistiendo en Francia, deuda que asciende a 66.725 florines. El Consejo

reitera que se le asista con toda puntualidad enviando sus mesadas fijas y

efectivas para que se pueda sustentar y pueda seguir al Rey dada la

importancia de esta nueva misión para los intereses de la Corona216.

En otra carta al Secretario Gregorio de Tapia el Marqués pondera los

empeños a los que está reducido, lo que se le debe de su sueldo y el

desconsuelo en que se halla, pues aunque se le había enviado una letra de

20.000 ducados de Bernardino Garimondi, le habían avisado de Amberes

que no la cobraría porque tenía muy poco crédito217. Añade la carta que,

aunque la letra fuese buena, no se terminaría de pagar en nueve meses, con

lo cual, de ninguna manera podrá ejecutar su viaje para seguir al Rey en su

Jornada, no hallando ya quien le preste ni sabiendo cómo mantener su

reputación. El Consejo propone a S.M. que mande a Juan de Góngora que

las letras que se le enviaron de Garimondi vayan apoyadas con crédito de

Cortizos o Piquinoti como había pedido el Marqués 218.

En julio, el Rey de Francia recibe al Marqués de la Fuente en Saint

Germain para decirle que Felipe IV le había comunicado la toma de la

plaza portuguesa de Iurumeña219. El Rey Cristianísimo mostró gran

alborozo por la noticia pero el Marqués de la Fuente sospecha que fue

cumplimiento porque sintió esta conquista de los españoles como un

mazazo a su política contraria a la recuperación de Portugal por la

Monarquía Hispánica. En la misma audiencia en que hablaron de Portugal,

216 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 11 julio 1662.217 Como hemos dicho más arriba Bernardino Garimondi había quebrado. Ver SANZ AYAN, C. “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid 1989, p. 329, 330.218 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 20 julio 1662.219 La ciudad portuguesa de Irumeña se rindió al ejército de Don Juan el 8 de junio. Ver, CASTILLA SOTO, J.: “Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV): Su labor política y militar”, Madrid, 1992. p. 169.

89

Luis XIV dijo al Marqués de la Fuente que había resuelto suspender la

Jornada de Alsacia y, tras explicarle los motivos que le habían movido a

ello, le comunicó que haría un viaje más breve para reconocer las plazas

que se le cedieron en la Paz220.

Según el Marqués las verdaderas razones para que Luis XIV

cancelara el viaje a Alsacia eran las dificultades puestas por el elector de

Maguncia, quien habría advertido al Rey de Francia que no se moviese

hasta que le avisase que era momento oportuno. Intuye el Marqués que la

unión de los miembros de la liga del Rhin con la corona de Francia se podía

haber desvanecido por los celos que al elector de Brandeburgo le había

dado el Duque de Lorena, y aprovecha la ocasión para señalar los signos de

lucimiento que preparaban los franceses para la entrada del rey en Alsacia,

describiendo los nuevos uniformes de los regimientos, “compuestos unos

de paño azul, otros rojo, con galones de plata hasta los caireles de los

sombreros y de las armas, bruñidas éstas sin faltarles un clavo, las casacas

de caballería con armas bordadas...”221. El Marqués comunica también a

Madrid que el previsto viaje de reconocimiento de las plazas obtenidas de

España en 1659, en la frontera del Norte, lo hará Luis XIV acompañado de

un ejército de 12.000 hombres noticia que el Consejo de Estado juzga

preocupante. Temen los consejeros que la presencia del Rey Cristianísimo

en la frontera acompañado de tanta de gente pueda traer “algún

inconveniente irreparable”. Para evitarlo, proponen que el Marqués de

Caracena, con el título de embajador extraordinario, cumplimente al Rey

Cristianísimo en su jornada por aquellas tierras, como había sugerido el

Marqués de la Fuente, sin acompañamiento de gente de guerra porque si las

llevara quedarían desguarnecidas las plazas. Proponen también los

consejeros que el Príncipe de Ligni, como general de la caballería de 220 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 24 julio, 1662. 221 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 julio, 1662.

90

Flandes, acompañe al Marqués de Caracena con gente de guerra pero sin

nota de que se hizo prevención de ello222.

2.6. La Dieta de Ratisbona

La lectura de las actas del Consejo de Estado de los meses de abril,

mayo y junio de 1662 nos permite conocer que, antes de pensar en enviar al

Marqués de la Fuente a Ratisbona para representar a España en la Dieta,

prevista para el 8 de junio, lo que creaba un problema por dejar vacante la

recién estrenada embajada de París, se propusieron otros candidatos que

declinaron el ofrecimiento. En primer lugar el Consejo propuso el nombre

del Conde de Peñaranda223, en ese momento virrey de Nápoles, pero éste se

mostró receloso. Peñaranda tenía una gran experiencia diplomática224, pues

había sido plenipotenciario en la conferencia de Westfalia (1648) y

representó a España en la Dieta de Francfurt (1657), pero en abril de 1662,

escribe a Luis de Oyarguren excusándose de no poder asistir a la Dieta por

problemas de salud, a la vez que sugiere que envíen en su lugar a Luis de

Ponce que defenderá bien los intereses de España225.

Descartado Peñaranda, el Consejo de Estado piensa que Luis Ponce

de León226 es la persona indicada y propone que, después de tomar posesión

de su cargo en Milán, dejando allí a su mujer, asista a la Dieta de Ratisbona

222 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 8 agosto, 1662. 223 D. Gaspar de Bracamonte y Guzmán, conde de Peñaranda (¿ – 1676), fue consejero de Castilla, de Ordenes, de la cámara de Castilla y consejero de Estado y de Indias, y desempeñó desde 1659 a 1664 el virreinato de Nápoles. Actuó como plenipotenciario en el Congreso de Westfalia (1645-1648) y como representante en la Dieta de Francfort en 1657. En 1665 en virtud del testamento de Felipe IV formó parte de la Junta de gobierno para asesorar a la reina doña Mariana convirtiéndose en el principal consejero en política exterior. Era partidario, a diferencia del duque Medina de las Torres, de una política más independiente del Imperio. 224 “encarnaba en la vida pública (como ocurre en las escenas de con las óptimas creaciones teatrales) la antonomasia de el diplomático. DUQUE DE MAURA, “Vida y reinado de Carlos II”. Madrid, 1990, p. 57. Ver CARABIAS TORRES, A.M.: “De Münster a los Pirineos: propuestas de paz del representante español el Conde de Peñaranda” en “La Declinación de la Monarquía Hispánica”, Aranda Pérez, F.J. (Coord.), Cuenca 2004.225 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Nápoles, 27 abril, 1662.226 Luis Ponze de León era gobernador de Milán....

91

como Embajador Extraordinario, en nombre de Felipe IV. Sin embargo,

Luis de Ponce, alega también diversas excusas para no acudir. En primer

lugar advierte que, debido a los problemas en Hungría y Transilvania, se

convocaba en las mismas fechas otra Dieta en Hungría, a la que asistiría

personalmente el Emperador, lo que no le permitiría asistir a Ratsisbona.

Añade también que, habiendo nombrado Luis XIV un Embajador

Extraordinario para asistir en su nombre a la Dieta de Ratisbona, no se

siente en condiciones de concurrir con él porque surgirán los problemas de

precedencia perjudiciales para la Monarquía española. Después de hacer

profesión de lealtad, Luis de Ponce alega finalmente que se encuentra en

“una notoria y mera imposibilidad de medios”. Por todo ello, por la falta de

medios, por no competir con el embajador de Francia en inferioridad y por

no ser un instrumento con el que Francia humille a España, con humildad y

reverencia, y puesto de rodillas, Luis de Ponce pide a Felipe IV que le

exima de asistir a Ratisbona227. Los temores de Luis Ponce estaban

fundados y pronto se conocieron en Madrid, ya que el Marqués de la

Fuente, a través de un sujeto que llegó de Polonia, se había enterado de que

el embajador de Francia llevaba orden de Luis XIV de preceder en todas las

funciones al embajador de España, y andaba diciendo que no encontraría

oposición porque estaba ajustado228.

Sin entrar en las consideraciones que de una y otra parte le llegan

sobre la penuria de los embajadores, sobre las humillaciones de que son

objeto por parte de los diplomáticos franceses, ni sobre las precedencias, el

Consejo de Estado sigue pensando que es conveniente que un embajador

español asista a la Dieta imperial para dar cuenta a Madrid de todo lo que

suceda y sigue pensando en Luis de Ponce como el representante más

227 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Milán, 22 y 23 de Mayo, 1662.228 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, 7 mayo 1662.

92

indicado229, pero ante la insistencia de éste, no tiene más remedio que

aceptar su negativa y es entonces cuando se baraja el nombre de Marqués

de la Fuente como solución, libre ya de la misión de acompañar a Luis XIV

en su Jornada a Alsacia por haber sido suspendida, como hemos visto. El

Consejo estima que se debe dar pronto orden al Marqués de la Fuente para

que, sin dilación alguna “vuelva a Alemania con el mismo título que tiene

en Francia de Embajador Extraordinario, para que asista al Emperador”

porque el Marqués de la Fuente es hombre muy bien visto en Alemania,

sabe tratar con los electores y príncipes del Imperio y con los ministros del

Emperador, que intentó retenerlo cuando se le destinó a París, y ya se

pensará en otra persona para embajador en Francia.

Esta propuesta del Consejo de Estado no convence a Felipe IV que

pide más razones para sacar de Francia al Marqués de la Fuente en un

momento en que la tensión entre Luis XIV y el Papa plantea un grave

problema230, pero los consejeros insisten en que se deben enviar

instrucciones al Marqués, así como letras por valor de 20.000 escudos

como se había acordado (de 8.000 escudos de ayuda de costa y de 12.000

escudos de cuatro mesadas por cuenta del sueldo que venciere por aquella

Jornada para que se pueda valer), insistiendo en que no se debe retrasar la

ejecución de la orden. También propone el Consejo de Estado escribir al

Rey de Francia advirtiéndole de la marcha del Marqués de la Fuente de

París y del nombramiento de un nuevo embajador que el Consejo

buscará231.

Para convencer a Felipe IV de la conveniencia de que el Marqués de

la Fuente deje la embajada de París y vaya a Ratisbona, los consejeros de

229 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 26 Mayo, 1662.230 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 14 junio, 1662.231 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 3 julio, 1662.

93

Estado censuran algunos aspectos de su gestión, concretamente

desaprueban que asistiera a la audiencia de las excusas en presencia de

ministros y de príncipes de Francia habiendo sido advertido por Lionne de

que asistirían, sin haberlo puesto antes en conocimiento de Felipe IV y sin

aguardar instrucciones precisas al respecto. Le reprochan también que en

aquella ocasión no actuara con más precaución y cautela y de forma más

ajustada a la inteligencia como podía haber hecho de acuerdo con las

instrucciones que se le enviaron. El Consejo teme que pueda servir de mal

ejemplo para los siglos venideros, aunque reconoce que de la declaración

que hizo el Marqués solo se debe concluir que no se concurra en los lugares

en donde se puedan ofrecer dificultades semejantes a las que hubo en

Londres, sin que esto pueda extenderse a los lugares en los que la

preferencia estuviese declarada, asentada y practicada, como es el caso de

Viena.

Esta primera crítica a la actuación del Marqués es muy seria. La

hacen el Duque de San Lucar, el Marqués de Velada y el Duque de

Terreanova. Sin embargo, el propio rey Felipe IV añade en el Acta del

Consejo que antes de tomar la resolución de sacar al Marqués de la Fuente

de París se compruebe si éste cumplió las órdenes que se le enviaron sobre

la declaración que debía hacer ante el Rey de Francia en el asunto de las

precedencias. Si las hubiese cumplido no habría motivo para removerlo,

pero si hubiese faltado o se hubiese excedido, tras una completa

información, él mismo resolvería232.

Los motivos para sacar al Marqués de la Fuente de París se

confunden: por una parte parece el hombre más indicado para representar a

España en la Dieta por ser un gran conocedor de los asuntos del Imperio,

232 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 22 junio, 1662.

94

porque puede ayudar a reforzar la unión con el Emperador y los príncipes y

puede estorbar los planes de Francia; por otra, siendo patentes los

incumplimientos que hace Francia de los acuerdos firmados, las relaciones

con Francia pasan por un delicado momento y es difícil prescindir del

Marqués de la Fuente en París porque envía a Madrid informaciones

decisivas sobre los planes de Luis XIV, ya que en pocos meses ha

informado de la ayuda que Portugal recibe de Francia, de la liga que

Francia negocia con Holanda y del acercamiento de Francia al Imperio.

Finalmente, ante la insistencia del Consejo de Estado, Felipe IV

admite que el Marqués de la Fuente abandone París y vaya a Ratisbona.

Advierte, sin embargo, que, mientras llega el Marqués, por si puede hacer

falta en la Dieta, parta de Flandes sin perder tiempo la persona que se

nombre como representante del círculo Burgundio y pide que se le

propongan nombres para nuevo embajador en Francia y que se confirme a

Luis de Ponce como gobernador de Milán233. Mientras llega a París el

nuevo embajador el Consejo de Estado propone que sea el Secretario

Miguel de Iturrieta234 quien se ocupe de los asuntos de Francia para que “no

se tuerzan” y para que el servicio del rey no se vea afectado, insistiendo en

que vaya con celeridad, sin detenerse ningún día, para que en París no falte

representante de España. Los consejeros recuerdan a Felipe IV que los

20.000 escudos prometidos al Marqués deben llegarle con urgencia para

que no se retrase una hora su viaje, ordenándose a Don Juan de Góngora,

presidente del Consejo de Hacienda, que las letras que se le enviaron de

Garimondi vayan apoyadas con crédito de Piquinoti235. Una semana más 233 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 29 junio, 1662.234 Don Miguel de Iturrieta había sido secretario del conde de Fuensaldaña en todos sus empleos. Probablemente había residido en París cuando el conde realizó funciones de embajador y a su muerte regresó a España. En agosto de 1662 fue designado para sustituir al marqués de la Fuente mientras éste asistía a la Dieta de Ratisbona. Iturrieta permaneció en la embajada de España con el título de secretario. MOREL FATIO, A. “Recueil....” pp. 502-503. (Fue Secretario de Felipe IV desde el 12/1/1653. Escudero, Tomo III, p.711). 235 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 20 julio, 1662.

95

tarde insisten los consejeros en este punto: sin los 20.000 escudos el

Marqués no podrá abandonar Francia y ante las dificultades financieras de

Garimondi se debe negociar con Andrea Piquinoti o con Sebastián Cortizos

que aseguren el capital, porque la imagen que trasciende al mundo no es

que Garimondi falte a su compromiso, sino que los ministros del Rey de

España no pueden viajar, lo que redunda en descrédito de la Corona236.

En septiembre, todavía sin iniciar el viaje a Ratisbona, el Marqués de

la Fuente envía al Secretario de Despacho Universal, Blasco de Loyola237,

una relación del dinero que tiene pendiente de cobro desde que salió de

Viena el año anterior y que comprende los atrasos de su sueldo y otros

gastos de la embajada como gastos secretos, portes de cartas, correos y

otras partidas que juntas ascienden 75.587 florines238. Por otro lado, la letra

de 20.000 escudos de Garimondi que se había enviado al Marqués fue

protestada con lo que su partida a Alemania no sería factible, máxime

cuando tampoco llegaban letras de Sebastián Cortizos o de Andrea

Piquinoti, por lo que propone que se le asignen los 27.500 escudos que se

le remitieron para abonar a la duquesa de Chevrosa. Dice también el

Marqués que cuando estuvo de visita en Saint Germain, le apremiaron tanto

la azafata como la camarera, en presencia de la Reina, para que les pagase

los 1.700 escudos que Felipe IV le mandó repartir entre ellas antes de salir

de París. El Marqués manifiesta el disgusto que tendrá si se marcha sin

poder complacerlas y las bromas con que entraría en la Dieta el Rey de

236 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 3 agosto, 1662.237 Blasco de Loyola desde agosto de 1662 fue propietario de la Secretaría de Estado del Norte hasta 1665 que sustituye a Luis de Oyarguren en la de Italia (aunque el gobierno lo ejerció Arespacochaga). Blasco de Loyola fue Secretario de Despacho Universal desde 1665 hasta 1669, y por disposición testamentaria de Felipe IV, secretario de la Junta de Gobierno a la muerte del Rey. ESCUDERO, J.A. “Los Secretarios de Estado y de Despacho”, Madrid 1969, pp. 251, 252, 262, 270.238 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 5 septiembre 1662. Envía una relación de gastos en la que figuran los sueldos del Embajador, del secretario, de la Embajada, portes de cartas, correos y otras cosas del servicio de S.M., desde septiembre de 1661. Concluye diciendo que descontando dos letras que se le remitieron de 20.000 escudos el año pasado, que hacen 30.000 florines, se le adeuda 45.547 florines, de valor de 60 crecieres cada uno, que son 30.364 escudos y un florín. Todas las cuentas están certificadas por el contador Diego de Prado.

96

Francia habiendo sabido que a los tres electores eclesiásticos y al de

Heidelberg se han señalado 40.000 escudos cada año.

Sobre lo que pregunta el Marqués de la Fuente de emplear el dinero

destinado para la duquesa de Chevrosa para el viaje, para los gastos de la

embajada y para socorrer a las mujeres que asisten a la reina de Francia, los

consejeros manifiestan que no debe hacerlo aunque consideran de suma

importancia que se asista al Marqués de la Fuente e insisten en que se le

envíen los 20.000 escudos cuya letra se libró hace ya tanto tiempo (tres

meses). Los consejeros recuerdan a S.M. que Patricio Moledi (a quien se ha

despachado para Inglaterra) está detenido desde hace muchos meses por no

darle lo que se le ha señalado y que tampoco parte para Francia D. Miguel

de Iturrieta por falta de medios y repiten los graves inconvenientes que se

siguen al dar letras sin que tenga cumplimiento efectivo y los daños que se

derivan para la Monarquía239. Pocos días después el Consejo reflexiona

otra vez sobre lo que interesa que los ministros que asisten en las cortes de

los príncipes sean socorridos puntualmente con sus sueldos, y repite que se

envíen letras de calidad240. Y de nuevo, por tercera vez en septiembre, los

consejeros recomiendan a Felipe IV que provea de fondos al Marqués sin

dilación por ser inexcusable y forzosa su misión en la Dieta. En la Consulta

del Consejo añade el Rey que en el asiento de asistencia para Flandes se

incluya lo que se debe enviar al Marqués de la Fuente241. Cuando el

Marqués de la Fuente ya se ha despedido y está esperando el dinero para

iniciar el viaje el Consejo vuelve a decir que se envíen sin remisión los

medios que el Embajador necesita para salir de París242.

239 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 7 septiembre, 1662.240 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 16 septiembre, 1662.241 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 septiembre 1662.242 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 5 octubre 1662.

97

Antes salir de París, a finales de septiembre, el Marqués de la Fuente

recibe el nombramiento de Embajador Extraordinario para asistir a la Dieta

Imperial, dotado con 8.000 ducados de ayuda al año, debido a su “calidad,

prudencia y larga experiencia”, con Instrucciones muy precisas tanto

respecto a la precedencia (“no paséis por ella si el rey Cristianísimo

intenta esta pretensión en la Dieta”), como en relación al trato que debe

mantener con los príncipes alemanes, sobre todo por la liga que han

acordado con Luis XIV. En estas Instrucciones, además, le recuerda los

asuntos más importantes a tratar en la Dieta:

—gravámenes de los católicos y protestantes. Restitución que piden de sus

bienes los caballeros de la orden Teutónica y de Malta,

—tratado de cesión que don Carlos de Lorena ha hecho de sus estados al

rey Cristianísismo,

—tratado de cesión del Marqués de Brandebourg de la Pomerania243.

El 26 de septiembre de 1662 el Marqués de la Fuente fue despedido

de París con particulares muestras de agasajo y afecto por el Duque de

Beaufort, que fue expresamente a su posada para conducirlo a palacio, y

por los propios Reyes244. Tras de sí dejaba, sin embargo, una estela de

rencor, al menos en Lionne -y es posible que también en Luis XIV-, debido

a su firme actitud en la negociación de las 50 millas245, uno de los pocos

triunfos diplomáticos logrados por el Marqués de la Fuente. Así al menos

se desprende de la carta que recibe de Lionne, en la que con cruel ironía y

tras calificarle de duro negociador y amenazarle con hacer el milagro de

243 AHN, Estado, Leg. 2797 nº 7, 24 septiembre 1662. “Ante la amenaza otomana y las ligas del rey Cristianísismo que cercenan la autoridad del Emperador, he pensado en Gaspar de Teves, Marqués de la Fuente, por su calidad, prudencia y larga experiencia que se requieren para un negocio de tanta importancia”….”Procedáis con templanza para no ofender a unos ni a otros. La liga que ha hecho el Rey Cristianísimo con los príncipes del Rhin puede ocasionar inconvenientes a mi servicio”244 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 26 septiembre, 1662.245 Cuando Luis XIV decidió unilateralmente, en contra de lo pactado, que sus barcos fueran reconocidos sólo a 20 leguas de la costa de Portugal, el Marqués de la Fuente negoció con Lionne que se reconocieran encontrándose a 50 millas y lo consiguió. Ver pag. de este trabajo.

98

resucitar las 20 millas, le dice: “no sé como somos tan ciegos o tan simples

que nos afligimos al verle partir. Cuando se encuentre en Alemania no se

olvide de que soy la persona del mundo a quien sus méritos ha cautivado

más y que con mayor pasión admira a V.E. Me huelgo ahora de que V.E. se

vaya en buena hora, porque es negociador harto demasiado tremendo y

ventajoso. Guarde Dios no obstante como deseo”246.

En octubre de 1662, cuando el Embajador de la Fuente acaba de

abandonar París, las relaciones entre Francia y Roma amenazan con

romperse debido al incidente de Crequi247 y a la política de expansión de

Francia. Luis XIV pide entonces a España colaboración para enfrentarse

con el Papa. Aunque en ese momento Roma intenta reconocer ministro de

Portugal, lo que va en contra de los intereses de España, Felipe IV no

quiere enfrentarse con Roma como tampoco quiere enfrentarse con Francia

por mucho que ésta vulnera continuamente el tratado de Paz y,

desconcertado, decide precipitadamente la vuelta del Marqués de la Fuente

a París. El propio Rey escribe al Embajador el 30 de octubre cuando éste

acaba de salir de París y le dice que, si hubiese iniciado su viaje a

Alemania, regrese urgentemente. Curiosamente, el Marqués de la Fuente

desde Nancy, sin interrumpir el viaje, contesta al Rey diciendo que no le

viene bien regresar cuando ya se encuentra a mitad de camino y, después

de recordar su vida entregada a servirle y la obediencia cumplida, le expone

las dificultades con las que se encuentra para regresar a París: dificultad de

medios, escasez de caballos (porque S.M. Cristianísima gustó de uno de

ellos y se lo quedó), sólo tiene dos coches, un número limitado de criados

que apenas basta para el servicio forzoso, se encuentra sin casa habiéndola

despedido, con mala salud, etc. Además, no teniendo carta credencial, teme

246 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 22 octubre 1662.247 En el capítulo de este trabajo dedicado a las relacaiones entre Francia y Roma explicamos el incidente del duque de Crequi. Pag.

99

el desaire con el que puede encontrarse a la vuelta. Confía el Marqués en

que S.M, que sin duda le mandó la orden sin saber que había salido de París

o que acababa de hacerlo, en cuanto se de cuenta de que se encuentra lejos

y muy adelantado el viaje comprenderá que no es aconsejable que vuelva y

decidirá que lo más conveniente es que continúe248. (Doc. 1).

El mismo día el Marqués de la Fuente escribe al Secretario Blasco de

Loyola y, tras acusar recibo de la carta del Rey, repite las dificultades que

concurren para ejecutar la orden de regresar: dificultades familiares, falta

de medios, de salud, de caballos, etc. Argumenta que no tiene ni un tapiz,

sólo una docena de “flamenquillas” y docena y media de “tinederos”, que

no dispone de ninguno de los trastos precisos para una casa —que tan poco

valen al venderse y tanto cuesta comprar— (dice que le dieron 400 escudos

cuando los vendió y le costaron 2.500 cuando los compró). Pide que se

reconsidere la orden de vuelta ya que ha hecho un importante gasto y en 5 ó

6 días se encontrará en Viena; suplica que le compadezcan, aunque se

resigna a obedecer lo que se le ordene249.

Los consejeros de Estado no encuentran convincentes las razones

que expone el Marqués y, extrañados de que siga su viaje a Alemania en

lugar de obedecer con prontitud la orden de regresar a París, reiteran que se

envíe al Marqués por correo expreso la orden del Rey de que vuelva a

Francia desde donde se encuentre sin detenerse una hora, enviándole con el

mismo correo las cartas credenciales como nuevo Embajador que vuelve

después de haber salido de Francia250. Atendiendo estas indicaciones, el

Rey, con tono áspero, vuelve a escribir personalmente a su Embajador para

reprocharle que no haya obedecido la orden de suspender el viaje a

248 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Nancy, 15 de Noviembre 1662. 249 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Nancy, 15 Noviembre 1662.250 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 7 diciembre, 1662.

100

Alemania y regresar a Francia. Manifiesta su disgusto por la falta que en

ese momento tiene en París de ministro de su categoría diciendo: “le

ordeno y mando que vuelva a Francia desde cualquier parte o lugar en que

os hallareis, sin deteneros una hora a ejercer el cargo que teníais de

Embajador mío Extraordinario, a cuyo fin se os remiten las cartas

credenciales que pedís para el Rey y la Reina, esperando que en la

observancia de esta orden no daréis lugar a aumentar el desagrado con

que quedo de no haber ejecutado la que se os dio para este efecto, y me

avisaréis de haberlo hecho como tenéis obligación”251.

Por el mismo correo se envía la carta credencial para el Rey de

Francia que dice: “La veneración y reverencia que V.M. y yo debemos y

profesamos a la Santa Sede, y los empeños en que a vista de sus émulos se

halla V.M., me tienen tan condolido que por ocurrir a los daños que se

seguirían de que pasasen adelante, teniendo presente el estado de las

cosas, y que conviene que no falte cerca de V.M. ministro en grado de

Embajador para que acuda a servirle, he ordenado al Marqués de la

Fuente que, mientras envío ministro de su posición, vuelva a esa corte, con

el mismo que tenía de Embajador Extraordinario, para que asista a lo que

se ofreciere de su mayor satisfacción y congruencia”252, otra carta

credencial para la Reina madre253 y otra para la Reina de Francia254.

2.7. El regreso a París

A pesar de las reticencias, el Marqués de la Fuente regresa a París sin

haber participado en la Dieta, contra lo afirmado en su día por Morel Fatio

(dice que regresó de Alemania una vez cumplida su misión255), donde lo

251 AGS, Estado, Francia, leg. K1407, Madrid, 12 diciembre, 1662.252 AGS, Estado, Francia, leg. K1407, Madrid, 12 diciembre, 1662. 253 AGS, Estado, Francia, leg. K1407, Madrid, 12 diciembre, 1662.254 AGS, Estado, Francia, leg. K1407, Madrid, 12 diciembre, 1662.255 MOREL FATIO, A. Op. cit., p. 498.

101

encontramos en el mes de marzo de 1663, poco tiempo después de la

llegada a la capital francesa de Francisco de Lira nombrado por Felipe IV

para dar la enhorabuena a los reyes de Francia por el nacimiento de su

hija256. Mientras tanto, y en sustitución del Marqués de la Fuente en la

Dieta se encargan sus funciones al Sr. obispo de Salzburgo quien recibirá

instrucción, plenipotencia y cartas credenciales de S.M. Católica similares

a las que se dieron al Marqués de la Fuente. En las instrucciones se repite al

nuevo embajador el riesgo que significan los otomanos y el peligro que

supone que el Emperador pierda poder y apoyo de los príncipes si estos se

unen al Rey Cristianísimo. Felipe IV insiste en que desea ayudar a su

sobrino y vigilar a Luis XIV257.

Ya en París, el Marqués recibe una carta personal de Felipe IV en la

que se resumen los puntos de fricción entre España y Francia en la

primavera de 1663: la tensión en Italia258, la compra de Dunkerque, las

negociaciones que los franceses tratan de hacer con los descontentos con la

corona de España —queriendo renovar la liga del Rhin—, y el envío a

Lisboa, a través de Colbert, de importantes sumas para mantener la guerra

dos años. El Rey piensa que los franceses quieren complicar a España la

conquista de Portugal por lo que confiesa a su Embajador que esta actitud

de Francia puede poner “en gran disturbio las cosas del mundo” y le pide

que con tiento y prudencia insinúe a las Reinas, su hermana y su hija, “las

tramas que se manejan esos ministros que son tan contrarias a la

sinceridad y religión con que por su parte se observan los capítulos de la

Paz”. Sobre la tensión de Francia con Roma, surgida tras el incidente del 256 AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 8 diciembre, 1662. AHN, Estado, Leg. 3457/28, “Instrucción para pasar a Francia a cumplimentar a la S.M. la Reina por su feliz alumbramiento dada a D. Francisco de Lira”, 7 enero 1663.257 AHN, Estado, Leg. 2797, N° 10, 22 mayo 1663.258 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 19 noviembre, 1662. Durante la ausencia del Marqués de la Fuente, Miguel de Iturrieta había comunicado a Madrid que, con pretexto de lo sucedido en Roma (el incidente del embajador Crequi), los franceses habían empezado a distribuir dinero para levas para el ejército de Italia y hacían movimientos de armas pasados los Alpes para lo que hiciera falta.

102

embajador Crequi, el Rey se lamenta de que los franceses no se den por

contentos con la satisfacción que les ha ofrecido Su Santidad259.

En la primera visita a palacio tras su regreso, el Marqués de la

Fuente, como se le ha ordenado, transmite a la Reina madre la queja de

España por la descarada ayuda que Francia presta a Portugal, y ésta le

asegura que “sobre las cosas de Portugal, el Rey no haría nada que

pudiese perjudicar al Rey Católico”. Añadió la Reina madre al Marqués

que siendo el comercio con Portugal una contravención a la paz tan

evidente, se había ordenado no sólo embarazar el contenido de la

mercancía de contrabando sino castigar a los culpables para que sirviera de

escarmiento y para que “todos conozcan la recta intención del Rey en esta

parte y con cuanta fineza corresponde a la que debe al Rey de España”260.

A pesar de estas buenas palabras de la Reina madre y del recibimiento que

le hizo, ofreciéndole incluso un coche de caballos, que rechazó porque

venía el suyo a recogerle, el Marqués es consciente de la delicada situación

en que se encuentran las relaciones entre España y Francia. Y así confiesa a

Blasco de Loyola que preferiría que las manifestaciones de afecto a su

persona se cambiaran por el “cambio de signo en los negocios”261.

En la entrevista que mantuvo el Marqués con el Rey y sus ministros

pocos días después, éstos no fueron tan cordiales, pues al quejarse de las

asistencias que enviaban a Portugal, le respondieron que aunque no iban a

faltar a lo capitulado en la Paz, podrían sin escrúpulo hacerlo y aún enviar

todas sus fuerzas a favor del “tirano”, cuando los corsistas, súbditos de

S.M. Católica, después de la paz, hacían una guerra más perjudicial a

Francia que en todo el tiempo de las hostilidades. Añadieron que, siendo

259 AGS, Estado, Francia, leg. K1408, Madrid, 13 marzo, 1663. El Rey al M.F. 260 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 3 abril, 1663.261 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 8 abril, 1663.

103

cada vez mayor el número de quejas de particulares, no habían obtenido

ninguna satisfacción de los desórdenes cometidos en el mar desde que se

firmaron los tratados262, motivo por el cual se había mandado remediar esta

situación ordenando a sus súbditos que se armasen y combatiesen pues sólo

esto los podía defender, y que también tendrían por compañeros a los

holandeses que se hallaban en el mismo caso. Esta información hace pensar

al Consejo de Estado que los franceses van buscando ocasiones para

empezar la guerra y, como no desean que se llegue a ningún rompimiento,

los consejeros manifiestan que “hay que prevenirse para cualquier

accidente con el fin de que no nos sorprenda el descuido” y, ya que el Rey

de Francia y sus ministros ponen la mayor fuerza en los daños que reciben

sus súbditos de los corsistas y en que no se ha visto ningún castigo ni

satisfacción a las razones que por su parte se alegan, proponen que el

Consejo de Guerra y Justicia mire esta materia de manera que se castiguen

los excesos. Los consejeros añaden que es necesario pensar en el gran

riesgo que hay de rompimiento y que es una amenaza el acuerdo de

Francia, Inglaterra y Holanda para tomarse por su mano, y con sus fuerzas

marítimas, la satisfacción sin esperarla de los tribunales de España263.

El Marqués de la Fuente, buen conocedor de la política que llevan a

cabo los franceses, que es la expansión y hegemonía de Francia a costa de

los intereses de España, los cuales se ha comprometido a respetar, está

convencido de que las quejas son inútiles. Y aunque continua

entrevistándose con las Reinas como se le ha ordenado no duda en plantear

al Rey que se produzca un acercamiento con Emperador, sobre todo de cara

a un posible conflicto bélico con Francia, dado que los problemas

financieros de la Corona y la guerra contra Portugal hacen que la

262 Ver OTERO LANA. “Los corsarios españoles durante la decadencia de los Austrias. El corso español del atlántico peninsular en el siglo XVII. (1621-1697)”, Madrid 1972, pp. 308-312)263 AGS, Estado, Francia, leg. K1408, Aranjuez, 28 mayo, 1663.

104

Monarquía no esté en condiciones de abrir un nuevo frente. Así, con

clarividencia, escribe al monarca, que debe tomar buena nota, lo siguiente:

“los oficios que aquí se puedan interponer son infructuosos, todo el tiempo

que el rey Cristianísimo viere entabladas las cosas del mundo con la

ventaja que hoy están y, siendo cierto que es tan nocivo como el no

oponerse a las violentas tentativa el intentar el reparo cuando el crédito de

las fuerzas no mantiene la buena correspondencia, debo suplicar el decir a

V.M. que a mi juicio no hay otro medio humano para desvanecer, no sólo

estas contravenciones sino el abierto rompimiento, que el mantener al

Emperador con fuerzas y en la inteligencia en que yo le dejé, siendo

infalible que si esto tiene efecto, y en Viena hay quien de la boga como

conviene, podremos los que servimos fuera hablar en tal lenguaje que se

logren los efectos que convienen al servicio de V.M.264 .

La falta de medios sigue siendo una importante preocupación para el

Marqués que envía a Madrid las cuentas certificadas y justificadas265.

Aunque al Consejo de Estado le parecen “gastos muy crecidos” manda

enviarle dinero para que el servicio de S.M. no caiga en descrédito266. En

carta a Blasco de Loyola se lamenta el Marqués de que se le pidan cuentas

juradas, como si no fueran tan claras las partidas que se le han enviado y

tan sabido su sueldo y las ayudas de costa que aún sin suponer los gastos

extraordinarios y secretos de la embajada se podría juzgar el alcance.

Añade que en ese momento necesita más oficiales, particularmente uno de

lenguas por la infinidad de papeles y copias que cada semana llegan de

todos los confines sobre las diferencias que ocasiona la inteligencia de los 264 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 8 abril, 1663. La respuesta del rey aprobando su propuesta de acercamiento al Imperio y agradeciendo sus gestiones en AGS, Estado, Francia, leg. K1408, Madrid, 30 abril, 1663 y en AGS, Estado, Francia, leg. K1408, Madrid, 1 mayo, 1663. 265 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, 26 marzo, 1663. El Marqués envía a Madrid una relación de ingresos y gastos correspondientes al período: 15 de septiembre 1661-25 marzo 1663 certificadas por el contador Diego de Prado. Se comprueba que tiene pendiente cantidades desde antes salir de Viena en 1661.266 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, 12 junio, 1663.

105

artículos de la paz; que los precios en París son muy diferentes a los de

Alemania; que da mesa a todos los de su secretaría, etc. Valiéndose de

Blasco de Loyola pretende que S.M. le aumente el sueldo o que, ya que

jamás se le ha dado ayuda de costa, se le envíe una cantidad para que pueda

repartir entre sus empleados267. Escribe también al Rey para decirle que

enviará la cuenta jurada en cuanto reciba de Amberes nota de lo que

montan las letras que se le han remitido y vuelve a lamentarse de su

situación después de tantos años de andar arrastrado, de la pérdida de parte

de su hacienda, así como de verse obligado a la molesta pretensión de que

se le pague su sueldo por lo que le salen “muchos colores”. Pide al Rey que

lo remedie pues ya no puede más268.

El Consejo de Estado acuerda que se asista al Marqués “saliéndose

del paso ordinario” porque tiene que atender el negocio de desviar el

casamiento de Mademoiselle, para lo que necesita urgentemente 15.000

ducados, y porque no puede continuar en París con decencia debiéndosele

37.651 florines como dice la nota. Recuerda el Consejo lo que ya dijo en

una consulta anterior del mes de julio que los gastos en París son grandes y

el Embajador necesita recibir el sueldo puntualmente para que no sufra

descrédito el servicio de Su Majestad. Pero aunque el Consejo reitera que

se le debe enviar con urgencia el dinero para que no se atrasen los negocios

que trata y se mantenga con el lucimiento de ministro de su grado,

267 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 13 agosto, 1663. Pide ayuda para que le envíen los 24.000 escudos de sueldo del valor que ha gozado en Alemania, pues aunque siendo el mismo gasto y el mismo grado, pudiera pretender los 36.000 que gozaba el conde de Fuensaldaña, no pretende más que lo que han gozado todos los embajadores extraordinarios de muchos años a esta parte. No se basa para esto en su vanidad sino en que no puede vivir con menos, y confiesa, por vida de sus hijos, que habiendo reducido su casa a lo forzoso, no puede salir del gasto ordinario con 30.000 escudos, sin los extraordinarios precisos que no se pueden medir ni excusar, y si por vía de sueldo no permite el servir de precedente, que sean los 4.000 que faltan por vía de ayuda de costa ordinaria o por encomienda hasta que se de otra, o por lo que perdió en Portugal (que habiéndosele señalado se le quitó).268 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 13 agosto, 1663. Manifiesta al rey que no ha recibido los 37.651 florines de Alemania, y 20 creyenes que es la cantidad que se le debía el 28 de mayo, y excediendo a esa suma lo que debe por los gastos efectuados de entonces acá, piensa que el crédito tiene límite y no los gastos de la embajada.

106

mayormente cuando está a la vista de otros príncipes, hasta finales de

agosto el Rey no da orden de enviar al Marqués 30.000 escudos que son

parte de lo que se le debe269.

Mientras el Marqués de la Fuente está pendiente de recibir esos

fondos, Luis XIV, dentro de la política expansionista francesa y de

acercamiento al Imperio, se plantea el viaje a Lorena para visitar Marzal. El

Consejo de Estado ve necesario que el Embajador siga al Rey de Francia

para informar puntualmente a Madrid y a Viena de sus actuaciones, además

los franceses preparan un ejército en la frontera del Imperio y hay que

vigilar sus intenciones. Para realizar ese viaje, vuelve el Marqués a pedir

dinero y el Consejo de Estado dice que se le envíen 25.000 escudos para los

gastos con urgencia en correo yente y viniente pues si hubiera cualquier

dilación, llegaría tarde y no servirían para ese fin “y un ministro de tan

gran Rey no puede dejar de llevar el lucimiento que corresponde a su

grado”. Algunos consejeros de Estado como el duque de Alba y Fernando

de Borja son partidarios de que el Marqués de la Fuente se excuse por su

falta de salud y sea el secretario Iturrieta el que acompañe al Rey en su

Jornada270.

2.8. El papel de quejas

Una de las gestiones más desafortunadas del Marqués de la Fuente

tuvo lugar en el mes de junio de 1663. ¿Imprevisión?, ¿exceso de celo al

servicio del Rey? Así o deja entrever en su correspondencia cuando se

disculpa, alegando diversas excusas, por haber entregado a la Reina un

papel con las quejas del Rey Católico por las contravenciones a la Paz que

269 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 30 agosto, 1663. En esta fecha se da orden de enviar al Marqués dinero que se le debe desde 1661. 270 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 27 agosto, 1663. El ejército que preparan los franceses para visitar Marzal es de 10.000 hombres y 3.000 caballos, y contaría con la presencia del Rey Cristianísimo.

107

hacía el Rey Cristianísimo. No obstante, los esfuerzos del Marqués para

remediar la situación y desdramatizarla, tienen un efecto contrario, hasta el

punto de que el Consejo de Estado recomienda que no insista en el asunto.

El hecho es que en mayo de 1663, tras la derrota del ejército de

Extremadura en Extremoz, Felipe IV escribe al Marqués de la Fuente

diciendo que las asistencias que Francia presta a Portugal para ganar la

guerra se deben tener por “lo más principal, no sólo por haber obligado su

conquista a hacer la paz, sino por ser el mayor torcedor que puede hacerse

para impedir su recuperación o imposibilitarla, y que puede recibir esta

corona, y aún la religión católica”. Por ello, dice el Rey, “os encargo que

valiéndoos de las Reinas, mi hermana y mi hija, y de todos los medios más

eficaces que pudiereis para embarazar esa asistencia, habléis muy recio

sobre que no se acuda con dinero ni con gentes al Rebelde pues de mi

parte se hace lo posible para cumplir los tratados y quitar los pretextos de

faltar a ellos, particularmente en ese punto que tan solemnemente se

previno y se juró tanto en el capítulo público como en el secreto”271. Pocos

días después el Rey envía a su Embajador un papel con la relación de las

contravenciones que hacen los franceses a lo capitulado en la Paz para que

“os podáis gobernar con ellas según os dicte vuestra prudencia”272. (Doc.

2)

El envío por parte de España de la relación escrita de los

incumplimientos que los franceses hacen al Tratado de los Pirineos lleva

las relaciones diplomáticas entre España y Francia a su mayor tensión. El

Embajador, según cuenta a Luis de Oyarguren, entrega la nota a la Reina

reinante por encontrar a la Reina madre demasiado débil para enterarse de

271 AGS, Estado, Francia, leg. K1408, Madrid, 2 junio, 1663.272 AGS, Estado, Francia, leg. K 1387, agosto 1663. Este documento contiene la respuesta de Francia y las quejas de España.

108

su contenido debido a encontrarse convaleciente de unas fiebres tercianas,

antes de leer las instrucciones que le advertían de lo confidencial y delicado

del asunto. La Reina puso la carta en manos del Rey que, tras leerla,

declaró alterado que quería responderla porque el papel contenía cosas

“terribles que no podían quedar sin respuesta” 273.

En esta ocasión el Consejo de Estado censura con dureza el

comportamiento del Embajador, lo considera culpable del error de entregar

el pliego en el que confidencialmente el Rey contaba a la Reina madre las

contravenciones que los franceses hacían al Tratado de Paz, habiéndosele

informado del contenido del mismo y de que no era conveniente que

llegase a las manos del Rey sin recato, y le advierte que ha llevado este

asunto en contra del fin que se había previsto que era advertir a la señora

Reina madre para que estuviese enterada de todo, usando o no de aquello

que le pareciese274. El Marqués alega que se encontró con los pliegos en

Palacio donde no podía descifrar el suyo, la impaciencia con que la Reina

solicita cartas de su padre, el venir siempre debajo de su cubierta las cartas

familiares para la Reina madre y separadas las que hasta ahora traian algún

negocio, y otras excusas, pero acepta los reproches. Preocupado por las

consecuencias que podían derivarse, habló del “papel” con la Reina y

cuando ésta le dijo que no sabía lo que contenía, el Marqués le suplicó que

intercediera para que la respuesta fuera en forma que no exasperase.

El Embajador, sin duda afectado por la crítica que recibe de Madrid,

habla también del papel con Le Tellier y con Lionne separadamente.

Ambos coincidieron en que el papel de las quejas “había tocado vivamente

al Rey”, a lo que de la Fuente respondió que S.M. solo había querido poner

273 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 1 julio 1663274 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 10 julio, 1663. Asisten al Consejo el Duque de San Lucar, el Marqués de Velada, el Duque de Alba y Don Fernando de Borja.

109

en conocimiento de la Reina madre lo que a él le llegaba, para dar cuenta

de los disgustos que se podrían ocasionar si tenían fundamento los avisos.

El Marqués añadió que en Madrid no se había hablado al arzobispo de

Embrún ni a él se le habían dado instrucciones para pasar oficios (que eran

los medios de que S.M. se valía para tratar los negocios) demostrando que

quería relajar la tensión de la entrevista sin disminuir la importancia del

asunto. Pero no bastaron estas excusas ni tampoco las preguntas que hizo a

los ministros sobre a quién debía “tocar” más el papel que el Rey de

España enviaba a su hermana con las quejas que le llegaban de todas

partes, aunque algunas fuesen sin fundamento: al Rey de Francia o al Rey

de España.

El Marqués recordó a Le Tellier y a Lionne el viaje de Colbert a

Portugal, el tratado con Holanda, la compra de Dunkerque, las

negociaciones con Brandebourg, las violencias repetidas de Monsieur de

Labarde en Suiza, todo en forma de discurso para no dar nuevos motivos

para que respondiesen formalmente en términos de resentimiento, cosa que

procuraba evitar. Los ministros salieron de la situación con la promesa al

Embajador de que el Rey había tomado la decisión de responder él mismo,

y le aclararon que en el papel se decían cosas que no eran contravenciones

a la paz, sino simplemente perseguir intereses legítimos sin ir en contra de

España. Negaron que 4.000 hombres fueran para Portugal asegurando que

eran menos y se dirigían a Tánger, a lo que el Marqués contestó que el

número era lo de menos, que lo importante era que se ayudaba a Portugal.

Dijeron también al Marqués que era injusta la suposición de que

preparaban un gran armamento; juraron que ni directa ni indirectamente

habían tratado ni con el príncipe de Curlandia ni con el de Moscovia, y que

en Constantinopla hacía años que no tenían ministro. Sobre el asunto de

Inglaterra, se defendió Le Tellier con argumentos para establecer que

110

cualquier príncipe podía tratar con otro sin ofender a su amigo, y que

entendiéndolo en esta forma no se daba por ofendido el Rey de Francia

aunque sabía que España había tratado asuntos particulares con Inglaterra

aplicando medios extraordinarios. Para el Marqués de la Fuente la

conclusión de la entrevista fue la declaración de Le Tellier de que el Rey

Cristianísimo había sentido la desconfianza y la forma de presentar la

queja, y que el mismo Rey respondería. Lionne añadió que lo que más dolía

a su Rey era el juzgar que suponiendo el Rey de España que todo lo que

contenía el papel era cierto, era imposible que le quisiese bien. Es decir,

que lo que más dolía al Rey francés, era perder la confianza y el amor del

Rey de España.

El Marqués, pretendiendo desvanecer la idea de que Felipe IV

desconfiaba del Rey francés y había dejado de estimarle, dijo a los

ministros que, existiendo vínculos de sangre y de amistad, no era necesaria

la respuesta escrita del Rey sino la enmienda; insistió el Marqués en la

enmienda como la mejor respuesta. También dijo a los ministros que

estuvieran convencidos de que la confidencia a la Reina madre había sido

para informar de lo que por Madrid se decía, y evitar con la prevención lo

que tanto podía turbar la paz.

Al Consejo de Estado le parece que el Marqués no debe hablar más

del papel de las quejas ni debe tratar de impedir una respuesta. Con

relación a lo que dice el Marqués de que no se hable a los franceses de las

asistencias a Portugal porque es inútil, el Consejo cree que no es

conveniente pasar en silencio ninguna de las ocasiones en que hubiere

contravención a la paz, pues es forzoso dárselas a entender “para que

sepan que nos enteramos y pueda en todos tiempos ser conocida nuestra

razón”, y recuerda al Embajador que, sin hacer fuerza en su discurso, debe

111

denunciar cualquier acción que vulnere el Tratado de Paz para demostrar

que S.M. el Rey de España no las ignora. Y, preocupados los consejeros

por el estado de las cosas, sobre todo por la actitud expansiva de Francia y

por la guerra de Portugal, preocupados también por las excusas que ponen

los franceses y permanentes declaraciones de amistad y buena

correspondencia, manifiestan al Rey que hay que acabar la guerra de

Portugal antes de dos años y que esta debe ser la acción prioritaria275.

Pocos días después la Reina madre dijo al Marqués que ya tenía la

respuesta del Rey Cristianísimo, queriendo el Rey que el papel volviese por

la misma mano que había llegado: por la del Embajador. Este, confundido,

recordó la intención con que se había remitido el papel de quejas, insistió

de nuevo en que la respuesta no era necesaria y que el Rey de España

únicamente esperaba la enmienda, pero la Reina, tras manifestar al

Embajador que no sabía la manera de influir en su hijo, le expresó su

extrañeza de que el Rey de España hubiese mandado escribir aquella

relación en la que se decían cosas que ni se le habían pasado por el

pensamiento. Cuando el Embajador le recordó algunas que no podía negar,

la Reina las reconoció y dijo al Marqués que “como Reina de Francia lo

negaba todo, aunque como Infanta de España no negaba que hubiera algo,

pero que ella no podía remediarlo”. Ante la negativa del Marqués de la

Fuente a recibir el papel, venció la Reina que dijo que pensaba escribir a su

hermano para decirle que no había podido hacer lo que le había pedido,

pero que había contribuido para que el papel fuese diferente de lo que se

vio en la primera minuta. El papel con la respuesta empieza diciendo que al

Rey le ha producido una gran pena leer la Memoria que el Marqués de la

Fuente puso en manos de la Reina madre no tanto ver su honor atacado por

una pieza que sería más justamente titulada libelo difamatorio -por estar

275 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 3 agosto, 1663.

112

lleno de imposturas y de calumnias destinadas a destruir-, sino por haber

sido autorizado por el Rey Católico. Después de responder a todas las

acusaciones, en el mismo escrito Francia contra ataca diciendo: “S.M.

espera de la equidad del Rey Católico que después de haber visto esta

respuesta, tendrá alguna indignación contra los autores de tantas

calumnias de las que está llena la memoria, y que quizá no querrá dejarlas

sin castigo cuando sea informada de que los que acusan injustamente al

Rey de contravenir a la paz, son culpables ellos mismos”, y enumera los

incumplimientos que España ha hecho de algunos artículos de la Paz276

(Doc. 2). Esta contraofensiva deja desconcertada a España.

Los problemas financieros del Marqués de la Fuente se repiten en

1664. En febrero escribe a Blasco de Loyola describiendo el sumo aprieto

en que se halla por falta de asistencias, siendo lo que debe a distintas

personas más de 74.000 escudos, aparte de otra suma considerable a quien

provee su despensa. El Consejo de Estado propone a S.M. que el Marqués

debe enviar cuenta jurada (como se le pidió hace tiempo) de lo que ha

cobrado y de lo que se le debe y, tras comprobar por quien corresponde que

las letras no le han sido pagadas, se acuda con otras que le sean pagadas

con prontitud y pueda salir de los empeños en que dice se halla277. Don

Miguel de Salamanca278 es el encargado de remitir al Marqués de la Fuente

56.716 escudos, que es la cantidad que él piensa que se le debe,

descontando las letras que se le han enviado, hasta febrero de 1664. Al

mismo tiempo, por medio de una carta de Blasco de Loyola, llegan los

duplicados de dos letras protestadas por Garimondi de 55.000 y 20.000

escudos, así como el original de los 30.100 escudos, siendo la suma de las

tres 105.100 escudos. El Consejo propone en su consulta que se remita todo 276 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 13 agosto, 1663. AHN, Estado, Lib. 127, París, 13 de agosto 1663.277 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 6 marzo 1664.278 Era el Presidente del Consejo de Hacienda desde 1663, sustituyó a Don Luis de Góngora.

113

al gobernador del Consejo de Hacienda con orden precisa para que se

liquide lo que se le debe sin dilación, pues la necesidad del Marqués es

urgente satisfacerla, tanto para pagar a sus acreedores como para poder

sustentarse y seguir al Rey que ha de estar fuera de París hasta octubre, y

sin dinero no puede acudir a cosa tan forzosa. El Consejo insiste en asistir

al Marqués de la Fuente que se halla en una corte tan costosa a la vista de

una nación “tan ardiente y especulativa y donde se pueden ofrecer tantas

ocasiones de gastos en negocios importantísimos del servicio de S.M., los

cuales no se pueden emprender sin medios, viéndose públicamente la

flaqueza del ministro de V.M. de quien no se puede dudar”. La consulta es

subrayada por el Rey con un: “está bien, que se haga con todo aprieto” 279.

Pero la orden no se ejecuta, el dinero no llega a París y el Marqués

vuelve a pedir ayuda para subsistir. Cuenta el Marqués que, habiendo

organizado el Rey Cristianísimo una fiesta en Versalles para divertirse, el

embajador de Inglaterra en París deseó asistir como ministro público y no

le fue permitido argumentando el Rey que en esas fiestas privadas quería

reservarse la libertad de llevar a quien gustase y en dicha fiesta no había

más invitado extranjero que el embajador de España. Esta deferencia con el

Marqués de la Fuente, así como la de ofrecerle alojamiento en

Fontainebleau, además del de Moret donde han estado siempre los

embajadores, molestó al embajador de Inglaterra, a quien el propio Rey

explicó que se debía a lo bien asistido que se encontraba con la persona del

embajador de España. Añade el Marqués que no pudo aceptar la oferta de

Luis XIV por no tener medios para desplazarse a Fontainebleau. Aunque

puso la excusa de sus achaques la carta dice: “la estrecheza en la que me

hallo me hace preciso quedarme”280. Ante esta nueva súplica del Marqués

el Consejo repite la misma instrucción manifestando: “que se envíen al 279 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 24 mayo, 1664.280 AGS, Estado, Francia, K1388, París, 18 mayo 1664.

114

Marqués letras seguras de lo que se le debe, para poder subsistir allí y

para mantenerse con la decencia que pide el carácter de ministro de V.M.

y para los gastos forzosos de la embajada, pues de lo contrario será de

mucho inconveniente a su real servicio como lo tiene representado a

V.M.”281.

El Consejo vuelve a hablar del asunto de las asistencias del Marqués

la semana siguiente manifestando que “la falta a los negocios de aquella

corte, en ningún tiempo como en este es de mayor importancia. El ministro

de V.M. debe atender y velar las representaciones precisas que ocurren

cada día por lo que se debe acudir al Marqués con lo que se le debe sin

dilación”282. Y la siguiente vuelve a decir: “que se asista al Marqués

porque no podrá ser de utilidad en la embajada, sino el descrédito y

perjuicio para S.M. si le falta lo necesario para subsistir en ella”283.

Pero el Marqués sigue sin recibir el dinero y de nuevo escribe al Rey:

“habiendo dicho a S.M. lo que padezco por falta de asistencias, aunque

ahora va estrechándome de manera que no puedo más, dejaría de

responder al despacho del 30 del pasado que trata de esta materia por no

desazonar sus oídos con lamentos continuados si no me violentase el dolor

de ver que por falta de medios padezca el servicio de V.M.,

particularmente en cosa que hasta hoy no hemos reconocido beneficio en

otro medio que el que yo haya pensado y aplicado para reparar los

contrabandos encaminados al socorro de Portugal”284.

En agosto el Consejo vuelve a tratar el mismo asunto y repite que es

un gran desdoro lo que el ministro padece. Aprueba el envío de letras de 281 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 7 junio 1664.282 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 15 junio 1664.283 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 19 junio 1664.284 AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Fontainebleau, 27 julio, 1664.

115

15.000 escudos y de 10.000, repitiendo que “es justo que la paga sea

puntual y que S.M. debe mandar que se le remita crédito fijo y que se

excuse de aumentar los sueldos y ayudas de costa, no sólo por el ejemplo

sino porque en tiempos tan estrechos se deben excusar

acrecentamientos”285. El propio Rey escribe al Marqués, a finales de

agosto, y le anuncia que se le han enviado letras por valor de 15.000

escudos, y que “en breve seguirán otros 10.000 que con los 30.000 de las

primeras letras que tenéis (cuyos plazos empiezan este mes), estaréis

satisfecho. En adelante se procurará ir asistiendo con puntualidad como

tanto conviene”286. Pero en septiembre el Marqués escribe diciendo que, a

pesar de todas las seguridades de Andrea Piquinoti, antes de salir la letra de

15.000 escudos le escribió el que la dio que no había podido mantener lo

ofrecido de que fuese efectiva en tres meses por haberle puesto reparo la

Junta de Desempeño, que no permitía pagar un real, y que el

correspondiente que había de pagarle le había dicho que sin nueva orden no

tenía ningún valor el papel. El estado de la letra de 30.000 escudos de

Centani287 era todavía peor pues, habiendo cumplido el 24 de agosto la

primera fecha, declaró el 29 que no tenía orden y que aunque llegase, si no

la acompañasen medios para satisfacerse de lo que de su casa había puesto

para hacer algunos pagos al Emperador, no desembolsaría un real. El

Consejo piensa que se deben reemplazar las letras que se han enviado, tanto

la de 30.000 como la última de 15.000, dándose por personas de crédito y

abonadas, que si no se hubiere enviado la de 10.000 que se haga en la

misma forma, y recomienda que se le asista con puntualidad en adelante

pues de no ser así el Marqués no podrá subsistir en París lo que ocasionará

285 AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Madrid, 2 agosto, 1664.286 AGS, Estado, Francia, leg. K1409, Madrid, 29agosto, 1664.287 Hombre de negocios que principalmente hacía provisiones en Flandes. Comenzó a realizar asientos en 1658 a instancias del conde de Castrillo. Fue miembro del Tribunal de la Contaduría Mayor, en 1675 consejero de honor de Consejo de Hacienda, y en 1677 consejero supernumerario de Hacienda con gajes. Formó parte de la primera Junta de Comercio en 1679. SANZ AYÁN, Carmen, “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, p.407.

116

descrédito y perjuicio al servicio de S.M.,” sobre todo en una corte tan

atenta a especular nuestras acciones”288.

En octubre todavía no ha cobrado el Marqués la letra de 30.000

escudos. Juan Bautista Palavesín289 le escribió desde Amberes

informándole de las dificultades que tenía para pagar la letra que se le

envió. Se queja el Marqués de que no cuenta más que con 4.000 escudos y

debe mucho más, de la situación en que se encontrará si no se le asegura la

de 15.000 escudos de Piquinoti y las mesadas, sin las que no podrá

subsistir. El Consejo dice que se escriba al Marqués de la Fuente diciendo

que el 25 de octubre se acordó enviar 45.000 escudos290.

2.9. El Marqués de la Fuente pide volver a España

A lo largo del año 1665 el Marqués solicita reiteradamente licencia

para dejar la embajada, aparentemente cansado por la severa escasez de

medios que padece. Como ese año, a pesar de las buenas palabras que

recibe del Rey Cristianísimo y de sus ministros, las relaciones entre España

y Francia siguen siendo muy tensas por la ayuda abierta de Francia a

Portugal que repercutirá en la derrota española frente a los portugueses –

será la última campaña organizada por España-, el Consejo de Estado

estima que no es oportuno conceder la licencia al Marqués porque no puede

prescindir de persona tan cualificada en la embajada de París.

La primera vez que el Marqués manifiesta su deseo de abandonar la

embajada, aunque de manera velada, es en enero de 1665. En carta a

Blasco de Loyola, a la vez que envía las cuentas de los últimos meses del

288 AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Madrid, 25 septiembre 1664.289 Varios miembros de la familia Palavesín desempeñaron desde 1635 labores como asentistas y factores. Ligados por lazos familiares a los Spínola. Entre 1650 y 1665 su actividad no fue muy importante. SANZ AYÁN, C. “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid 1989, p. 182, p.332.290 AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Madrid, 13 noviembre 1664.

117

pasado año, así como el finiquito de la cuenta, dice: “de no poner remedio,

tendré que pensar en tomar alguna resolución pues ya que no dejo

hacienda a mis hijos, no quiero dejarles más molestia que la de verme en el

hospital por el delito de haber servido muchos años”291. Pocos días

después, le confiesa que, después de tres años en París, desea “librase de

un empleo en que tanto se padece”, y añade que desde hace un año se ha

reducido tanto a lo preciso, que vive como un criado y le resulta imposible

poder mantenerse pues sigue empeñado para lo necesario y el gasto

extraordinario excede mucho al sueldo292.

El Consejo de Estado es consciente de esta situación y en el mes de

enero propone que se envíe dinero al Marqués de la Fuente para que pueda

desempeñarse y salir de los ahogos en que se halla, insistiendo en que se

disponga de la puntual asistencia de las mesadas de manera que “no piense

en abandonar” y pueda realizar su misión convenientemente ya que “no es

posible mantener a los confidentes los cuales suelen actuar llevados del

cebo del interés, y se menosprecia cualquier negociación argumentando

que cuando faltan medios para la asistencia de los ministros públicos no

las habrá para el cumplimiento de cualquier cosa que se ajustase”293.

Persistiendo las dificultades, en febrero el Marqués suplica al Rey

volver a España294. Ante esta carta y las anteriores en las que el Embajador

291 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 11 enero 1665.292 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 25 enero 1665.293 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 31 enero 1665.294 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 8 febrero 1665. La carta dice: “si bien el haberme V.M. (Dios le guarde) ocupado desde el mes junio del año 1634 en casi todas las embajadas de Europa ha sido todo el favor que podía desear quien nació con obligaciones y deseos de vivir y morir sirviendo a V.M., como las honras no impiden los achaques, y las incomodidades y los años los adelantan, no puede hacer novedad que mi salud me haya reducido a términos que me obligue a confesarme inhábil para servir fuera a S.M. y ejecutar cosa tan contra mi dictamen y deseo, como la de suplicarle que tenga por bien de concederme licencia para poder volver a morir consolado con verme antes a los reales pies de V.M., de cuya piedad espero que no tendrá por desproporcionada esta merced a mis servicios, pues siendo la única con que daré fin a ellos no es grande si han sido a satisfacción de V.M., y si no lo han sido, también se me debe conceder pues se pierde poco en mí, y no pidiendo Nuestros Señor a nadie imposibles, y siéndolo de todas maneras el que yo continúe, me prometo que ni los querrá V.M. de mí ni condenará ninguna de las

118

representa sus achaques, los largos servicios prestados, y el deseo de volver

a España, el Consejo dice a S.M. que, como siempre los Reyes

acostumbran a premiar a los que les sirven, y S.M. lo ha hecho siempre con

singular atención, se podría consolar al Marqués honrándole y

favoreciéndole de manera que conozcan todos que S.M. se da por bien

servido295 y, tras recomendar que se le pague lo que se le debe para que

pueda vivir sin el desconsuelo y la incomodidad que hoy padece, porque es

justo y necesario, propone al Rey que no se le de licencia de momento ya

que “no puede hallarse persona que pueda servir en aquel puesto con la

inteligencia, maña y disposición que tiene el Marqués, particularmente

siendo tan aceptado por las Reinas” pero que se le haga merced del

Consejo y Cámara de Indias, para que “recibiendo este premio, que es por

lo que los hombres sirven, lo pueda hacer con aliento”296. Los cosejeros de

Estado que proponen este premio para el Marqués son: el Duque de San

Lucar, el Marqués de Velada, el Conde de Peñaranda, el Duque de Alba, el

Marqués de Caracena, el Marqués de Mortara y el Obispo Inquisisdor

General. Y Felipe IV hace merced a su embajador de plaza del Consejo y

Cámara de Indias con la antigüedad y gajes “desde luego” pero sin que

tome posesión de ella “por estar empelado en mi servicio en ocupación tan

importante”297.

Semanas después el Marqués insiste en estos temas en su

correspondencia con Blasco de Loyola. Le describe su falta de salud

(debido a su enfermedad no pudo acompañar a Don Francisco de Lira a la

audiencia que le concedió Luis XIV aunque procuró que fuese con el

resoluciones a que obliga la necesidad, y que también me prometo que para concederme lo que le suplico y absolverme de todo, tendrá presente que le he servido sin reservar nada de cuanto puede contribuir a ser un buen criado. Guarde Dios la católica persona de V.M. como la cristiandad ha menester”295 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 15 de febrero 1665.296 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 21 febrero, 1665.297 AHN, Estado, Leg. 6402, nº 114, Madrid, 25 de febrero de 1665. Consta que se ha pagado la media anata el 8 de noviembre de 1665.

119

decoro que convenía298), su falta de medios (no se puede mover de París y

dice “no sé hacer de las piedras pan. Todo se remediará con que S.M. me

conceda la licencia que le he suplicado, siendo cada día más precisa en mí

la instancia y en él la resolución” 299), y pidiendo que se le envíe la

licencia: “si este mismo extraordinario no me trae el consuelo de lo que

suplico, no oso pensar en lo que podría producir la desesperación cuando

es imposible tolerar ya el dolor de que sea tan mala mi fortuna que ni aún

cosa tan fácil y tan justa no pueda conseguir”. Por otra parte, a las

dificultades económicas hay que añadir otros problemas. Cuenta a Blasco

de Loyola que, a través de una persona que tiene encargada para que acuda

a la iglesia para informarle de las cosas que pueda oír, se enteró de que uno

preguntaba a otro si la valija de España les daría tanto esta semana como la

pasada y que disputaban entre sí a cual había tocado mover mayor número

de pliegos de los dificultosos de abrir. Hizo que un criado los siguiese y,

dividiéndose al salir de la iglesia, fue fuerza perder a uno, dirigiéndose el

otro a casa de Le Tellier. Aquel día le dieron los pliegos seis horas después

de llegar la Posta, por lo que el Marqués dice a Blasco de Loyola que

conviene utilizar los correos extraordinarios que son más seguros300. Poco

después vuelve a quejarse de lo poco que se esfuerzan los correos los 298 Nombrado por Felipe IV, por indicación del Consejo, para ir a París a pasar cumplimiento con ocasión del feliz alumbramiento de la Reina y pésame por el fallecimiento de la recién nacida. AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Madrid, 13 de enero de 1665. Las “Instrucciones” en AHN, Estado, leg. 3457/29.299 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 22 febrero 1665. La carta añade: “enteramente estoy inhábil, habiéndome reducido el continuo trabajo de tantos años y la pasión de ánimo tan continuada a términos que el día 19 pasado prendió fuego un humor tan vehemente que desde las seis de la mañana hasta las once me acometió cincuenta y tres veces a la cabeza, turbándome la vista y el sentido las cincuenta y las tres, privándome tan del todo que creímos que había dado fin el negocio. Los médicos entraron en el cuidado que solicitaba, acudiéronme con muchos remedios, entre ellos sacándome más de 40 onzas de sangre en 20 horas, y la misma noche desde las 10 hasta las 3 de la mañana tuve otros 30 acometimientos con la diferencia de la falta de respiración y trabajado el corazón, no habiendo sido buen remedio el recibir los despachos de esta posta. En fin, ha cesado el peligro de la cabeza pero no de trabajarme el corazón, y los remedios, particularmente el de hoy que ha sido una purga. En todo esto es un buen socorro la aflicción de no tener con que enterrarme si no es de limosna. Dios lo dispone así y es menester conformarse, pues sin ser expresa voluntad suya no podía caber en la grandeza de S.M. dejar morir con este desconsuelo a un criado que mal o bien lleva sirviendo 50 años con buena voluntad y con celo”. También cuenta que el viaje del Rey Cristianísimo a Provenza se desvanece, el de las romerías se quiere abreviar y el de después de Pascua durará más de lo previsto porque hasta fin de noviembre no estarán terminadas las obras de las Tullerías que es donde vivirán los Reyes tres o cuatro años hasta que se acabe el Louvre300 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París 10 febrero 1665.

120

cuales, cuando se les reprende por su poca diligencia, contestan que “no

dan más al que se mata que al que va con gran comodidad”. Con relación

a los correos el Duque de San Lucar manifiesta en el Consejo que se les

debe dar un castigo merecido al delito para que otros escarmienten con su

ejemplo. En lo que toca a las necesidades del Marqués, insiste el Consejo

en que se le paguen las asistencias por el daño grave que ocasiona ver a un

Embajador de S.M. “pidiendo prestado en la corte más puntosa y atenta a

desdorar nuestras acciones301.

En marzo el Marqués escribe de nuevo al Rey quejándose de que no

hay seguridad en lo que se escribe, que no hay sello ni cifra que asegure

ningún pliego de los correos. Le cuenta que siguiendo la alternativa de los

correos flamencos y franceses de París a Bruselas comprobó que son

abiertos los pliegos porque los franceses quieren saber lo que pasa en todas

partes, algunas veces atacando con violencia los convoyes, como pasó en

Nancy que desvalijaron la posta. Vuelve a pedir la licencia y saber el

nombre de su sucesor para ponerle al corriente de la embajada302. Al

Consejo de Estado le preocupa que Francia impida la libre correspondencia

que es permitida tiempos de paz y que es precisa y propone que se

transmita a los franceses que S.M. tiene por un gran crimen que se

desvalijen correos en cualquier parte de sus reinos o se abran pliegos,

particularmente si vienen con el real sello para el Embajador o para otro

ministro. Se debe esperar una correspondencia recíproca o dejará el

Marqués de escribir hasta que haya enmienda. Propone también el Consejo

que se ordene remitir medios al Marqués para que pueda despachar correos 301 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 15 febrero 1665. Dice el Consejo que la deuda es mucha, como consta en las cuentas que ha presentado, las últimas están en las reales manos de V.M. con otra consulta de este Consejo del 31 de enero, que dice alcanza 57.434 escudos hasta fin del año pasado.Siendo así que las obligaciones en que se halla el Marqués por embajador de V.M. son muchas, y que su entrada y llaneza con que le tratan los reyes le acrecienta mucho el gasto, pues gustan que de su casa se les envíen platos cada día, mostrando el gusto que tienen de este agasajo, y esto ya se ve que en tierra tan cara cuesta mucho, es menester que V.M. le acuda para que lo pueda sobrellevar.302 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 16 marzo 1665. AHN, Estado, Lib. 129, 9 marzo 1665.

121

siempre que los pida la urgencia y la necesidad, para que pueda asistir a las

negociaciones secretas y que se despache por medio de correos

extraordinarios ya que los ordinarios corren riesgos303.

Debido a la falta de medios y de salud, el Marqués no puede seguir al

Rey en su Jornada. Escribe a Madrid atormentado por el descrédito que

padece S.M. y reitera su deseo de conseguir la licencia que ha pedido. El

Consejo de Estado lamenta que no se hayan ejecutado las órdenes de enviar

asistencias al Embajador con la diligencia necesaria, siendo un ministro que

sirve con puntualidad y celo y, sabiendo que para vivir en una corte donde

se repara en todo y se hace estimación del príncipe según el lucimiento del

ministro, vuelve a poner en consideración de S.M. que, “ya que no viene a

padecer lo personal del Marqués sino la reputación de S.M. en lo más

sensible del honor, saque a este ministro de las aguas en que se halla,

habiendo llegado los accidentes a ocuparle el corazón produciéndole

congoja por no poder cumplir con su obligación, además de haber

empeñado sus alhajas continuamente" (extremo que el arzobispo de

Embrún cuenta en conversaciones en la corte de Madrid)304.

Ante el insistente rumor de que puede empezar la guerra por el

movimiento de tropas alemanas hacia los Países Bajos, los acreedores del

Marqués temen perder la deuda con su retirada y le urgen para que pague

multiplicando los esfuerzos y las insinuaciones de acudir a la Justicia. El

Marqués, desesperado, repite que no hay hombre que quiera fiarle un real

y, encontrándose con falta de todo, pide que el primer correo le lleve

despachos que le permitan desempeñarse y vivir, añadiendo que la

situación en que se encuentra hace precisas esas instancias y la

conmiseración. Dice también que los achaques han aumentado por romper 303 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 5 abril 1665.304 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 13 marzo 1665.

122

el hilo de la cura que le estaban haciendo, que sólo ha podido pagar el

correo de ida haciendo un pequeño milagro y que espera su licencia pues

“ya no es posible más y ninguna otra cosa parece razón y, en fin, la salud

y la honra no admiten finezas del celo”305.

Aunque en febrero de 1665 el Consejo de Estado le había propuesto

para el Consejo y Cámara de Indias306, como hemos visto más arriba, el

honor no debió parecer bastante al Marqués porque, en abril de ese mismo

año pide, a través de su hijo, que se le haga miembro del Consejo de

Estado. Felipe IV manda, por decreto de 28 de marzo, que se vea en el

Consejo de Estado un memorial presentado por Don Gaspar de Teves y

Córdoba, en nombre de su padre el Marqués de la Fuente, añadiendo S.M.

que las señoras Reinas Cristianísimas escriben repetidamente apoyando al

Marqués y que sería su deseo complacerlas. El memorial suplica a S.M.

que haga merced a su padre del título de su Consejero de Estado, o que se

le dé cédula secreta307 de que entrará en la primera provisión que se hiciere

de otros, representando sus largos años de servicio, puestos, y la

satisfacción con que los está continuando. El Consejo manifiesta que,

habiéndole S.M. hecho tan reciente plaza en el Consejo y Cámara de

Indias, puede por ahora tener satisfacción el Marqués, dándosele a entender

que S.M. se halla con toda satisfacción y gratitud del acierto y modo con

que sirve y que, siendo el empleo en que se halla y los que ha tenido el

camino por donde ha de llegar a conseguir el puesto que pretende, puede

esperar de la grandeza de S.M. que se acordará de sus servicios siempre

que hubiera que hacer elección de sujetos para el Consejo de Estado308.

305 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 16 marzo 1665.306 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Febrero, 1665.307 Con cierta frecuencia los nombramientos se efectuaron mediante cédula secreta, postergándose la publicación de la misma hasta que se produjera la primera promoción de consejeros, hasta que el interesado ocupara un determinado cargo, o simplemente hasta que el Rey dispusiera que se hiciera público. BARRIOS, F.: “El Consejo de Estado de la Monarquía española”, Madrid, 1984, p.226.308 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 5 abril, 1665.

123

Atendiendo estas consideraciones Felipe IV escribe a su embajador:

“hallándome con toda satisfacción y gratitud del acierto y modo con que

me servís en los negocios pendientes de esa embajada, y siendo el empleo

en que os halláis y los que habéis tenido el camino por donde habéis de

llegar a conseguir ese puesto, podéis esperar me acordaré de vuestros

servicios siempre que hubiese de hacer elección de sujetos para el Consejo

de Estado, por desear complacer también en esta parte a las Reinas

Cristianísimas mi hermana e hija que me han pedido con toda insistencia

que os haga esta merced309.

El Marqués de la Fuente no es el único embajador que no recibe

asistencias, el Conde de Molina310 permanece detenido en Flandes por no

haber podido cobrar una letra de 22.000 escudos ni la ayuda de costa de

6.000 escudos. El Presidente del Consejo de Hacienda dice que han sido

enviadas letras al uso tanto al Marqués de la Fuente como al Conde de

Molina, éste último ya ha acusado recibo de haber recibido 6.000, y 14.000

escudos de la letra de Juan Alvarez, están pendientes de que se cumpla el

plazo. La información del Presidente parece que tranquiliza a los

consejeros, pero insisten al Rey diciendo que los ministros públicos que

asisten fuera deben ser asistidos puntualmente para mantener las

obligaciones del servicio de S.M311.

Los apuros económicos del Marqués en París llegaron a ser enormes.

El Consejo de Estado estudia una carta suya (julio 1665), que dice que se

encuentra en situación económica crítica, ya que no tiene persona que le

socorra al haber muerto D. Juan Bautista Palavecín a quien había cedido la

309 AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid, 15 abril 1665.310 Antonio Francisco Mesía de Tobar y Paz, Conde de Molina, embajador en Londres 1662-1664.311 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 17 abril 1665. El Marqués de la Fuente espera 50.000, de los cuales 30.000 son por que se le debe de atrasos y 20.000 de sueldos y ayuda de costa que han vencido desde enero de este año.

124

letra de 50.000 escudos que se le envió en pago de lo que se le debía, ni

alhaja que empeñar, estándolo todas las que no son precisas para el decoro

de su representación. No hay una respuesta muy rotunda a esta súplica del

Marqués, el Consejo de Estado dice simplemente “que se atiendan sus

necesidades económicas”. En la misma carta pide dinero para ayudar a un

sujeto que se ofreció para embarazar los socorros de Francia a Portugal y al

que los franceses quieren represaliar y el Consejo le responde que queda

enterado y, aunque considera que sería conveniente asistirle, dice que “el

estado de las cosas no da lugar a ello”312.

Las repetidas recomendaciones del Consejo de Estado de atender las

necesidades del Marqués no son escuchadas, como estamos viendo. En

verano vuelven a decir los consejeros: “en cuanto a los ahogos en que se

halla el Marqués, parece al Consejo que por su representación y donde

tanto se procura deslucir el crédito de esta corona, convendrá se acuda al

reparo luego por todos los medios posibles y que se le vayan enviando con

toda puntualidad, para satisfacer sus alcances y sueldo vencido pues tiene

presentadas sus cuentas en el Consejo de Hacienda. No siendo así no

podrá subsistir ni estar en aquella ocupación sin gran descrédito del

servicio de S.M.”313 Ante un nuevo memorial que detalla la situación

económica del Marqués en ese momento, el Consejo reitera lo que

conviene al real servicio de S.M. que el Marqués de la Fuente esté bien

asistido con lo que le está señalado, pues es notorio lo falto de medios en

que se halla y aconseja, una vez más, que se le remitan letras efectivas de

las cantidades que pide para que se pueda mantener con decencia y decoro

en su representación314. 312 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, 4 julio 1665.313 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 4 julio 1665.314 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 11 agosto, 1665. El memorial dice que en marzo se le enviaron letras de 50.000 escudos, 30.000 por cuenta de 57. 876 que se le debían hasta fin de diciembre del año 1664, y los 20.000 restantes por el sueldo de este año de 1665, no considerándose el sueldo de la secretaría que monta cada mes 11 escudos, y los portes que suman más de 2.000 cada año, el gasto de

125

Las graves dificultades económicas del Marqués en estos meses

(mayo y junio de 1665) reflejan las dificultades de la Hacienda española

que en estos mismos meses consumía todos sus fondos en la guerra de

Portugal. La derrota de las tropas españolas en la campaña que parecía

definitiva explica las respuestas lacónicas de Madrid a las súplicas del

Embajador.

El Marqués, en carta a Blasco de Loyola, se queja también de falta

de salud y le propone que si no se le concediese licencia para recobrarla, se

envíe persona de letras que le asista en calidad de abogado de la embajada,

pues en Roma y Alemania tienen los embajadores personas que les asisten

y ayudan en los asuntos litigiosos concurriendo en aquella embajada

muchos de esta clase. Añade que se decía en París que, en muriendo Felipe

IV, saldría el Rey de París y daría vuelta visitando las fronteras, lo que le

costaría por lo menos un año. Viendo el Consejo de Estado la carta vuelve

a decir que no conviene de momento dar licencia al Marqués. En cuanto a

enviar abogado o persona de la calidad que propone, que lo hable con el

Marqués de Castel Rodrigo y elijan entre ambos el sujeto con el sueldo que

les parezca. Si llega el caso de tener que seguir al Rey Cristianísimo a la

frontera, que se proceda como en una ocasión anterior: doblando el sueldo

ordinario para que lo pueda seguir, dándole alguna ayuda de costa, “pues

en los ministros públicos, aunque cuando padecen necesidad es suyo el

desconsuelo, alcanza a V.M. el descrédito por la representación en que

conviene sean mantenidos”315.

correos y otros precisos considerables. Que estando para pagarle estas letras, murió Juan Bautista Palavecin, sobre quien iban, de modo que sus testamentarios se han quedado con ellas para cobrarse de lo que les debía, encontrándose por esta causa en la mayor estrechez para poderse mantener, pues le falta enteramente el caudal y el crédito. Pide que se le envíen con urgencia los 27.866 escudos de resto del alcance, más lo que montare el gasto de los siete meses de este año conforme a la relación hecha arriba.315 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 13 septiembre 1665.

126

En septiembre, tras conocer la enfermedad de la Reina madre, el

Consejo de Estado piensa que es una ocasión en la que S.M. debe mostrar

sentimiento y para expresarlo propone que vaya a París un caballero, el que

S.M. mande elegir, que cumpla con función tan forzosa y de cariño, pues

“lo merece el que muestra S.M. Cristianísima”316. Esta declaración del

Consejo coincide con el momento de mayor tensión del año 1665: la ayuda

de Francia a Portugal ha permitido a ésta ganar las campañas de 1665; Luis

XIV ha impedido el paso de las tropas a Flandes, ha impedido la

construcción de un canal en Flandes (asuntos que estudiamos más

adelante), ha negociado el matrimonio de Alfonso VI de Portugal con

princesa francesa, ha reclamado los Países Bajos... La ruptura está próxima,

sin embargo, el Consejo de Estado dice que el cariño que muestra S.M.

Cristianísima merece una respuesta cariñosa.

2.10. Un encargo doloroso: la noticia de la muerte de Felipe IV.

El 17 de septiembre de 1665 muere Felipe IV en Madrid. La noticia

le llega al Marqués de la Fuente estando en Versalles. Cuenta a Blasco de

Loyola que llegando al cuarto de la Reina Madre el 20 de septiembre, le

llamó el Rey al aposento de la Reina para decirle que el día anterior por la

tarde, el día 19, había recibido un correo del arzobispo de Embrún que le

avisaba que el 16 había recibido S.M. todos los sacramentos, y otro correo

que había partido el 17 a las diez de la noche añadía que a las cuatro de la

mañana el Señor le había llamado a la Gloria. La noticia dejó sin respuesta

al Embajador durante mucho rato y en presencia de la Reina, que

316 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 5 septiembre 1665. Las noticias que llegan de Francia sobre la Reina madre dicen que “el riesgo es continuo como los dolores y la calentura al paso de ellos, cosa que da sumo cuidado y tiene a todos con poca seguridad, pues si bien se dice que los dolores eran grandes desde 15 días antes, al de 23 se habían mitigado, y la llaga puesta de mejor color”.

127

manifestaba ternura y sentimiento, puso en duda la noticia. Pronto se

convenció de que era cierta pues el Rey no podía dar a la Reina y a la Reina

madre una noticia tan dolorosa si no fuera cierta. Añade el Marqués que “el

Rey mostró en la ternura de sus ojos la del corazón”, y expresó al

Embajador “lo que agradecía a S.M. el haber conservado la amistad con

un hermano de tan pocos años que solicitaba el mirarle como hijo”.

Aseguró que se sentía obligado por ello y que serviría a la Reina doña

Mariana de igual manera, cosa que él mismo se encargaría de hacérselo

saber317.

La Reina Regente, tras la muerte de Felipe IV, escribe a Luis XIV

diciéndole que el Marqués de la Fuente le presentará una carta participando

el doloroso suceso de la muerte del Rey a la vez que le confirmará como

Embajador en esa corte para continuar la tarea de mantener la buena y

recíproca correspondencia entre las dos coronas318. Luis XIV, por su parte,

aprovecha la ocasión para renovar sus deseos verdaderos de mantener la

paz con ella como se mantuvo en tiempos del difunto Rey su señor319. Para

ello y para dar el pésame a la Reina envía al Marqués de Bellefonds a

Madrid320. Pretendiendo dicho Marqués321 recibir el tratamiento de

Excelencia, y advirtiendo que no visitará a nadie que no le dé dicho

tratamiento, el Consejo de Estado dice en un primer momento que no

trayendo este caballero otro carácter que el de enviado no le toca más

tratamiento que el de señoría, pero, por hacerle mayor agasajo,

considerando que ha sido Teniente General del ejército del Rey

317 AGS, Estado, Francia, leg. 1390, París, 4 de octubre 165.318 AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid 23 septiembre 1665.319 MOREL FATIO, A. O. Cit., pp. 213, 214.320 AGS, Estado, Francia, K1390, Madrid, 11 noviembre 1665.321 Bernardin Guijaut, marqués de Bellefonds, enviado por Luis XIV al Rey y a la Reina Regente de España para llevar sus sentimientos de condolencia con ocasión de la muerte de Felipe IV, llegó a Madrid el 5 de noviembre de 1665 junto con Msr. D´Albret, de Montbrison y de Courcelle. El día 16 tuvo la audiencia con el Rey y la Reina. MOREL FATIO, A.: “Instructions aux ambassadeurs”, París, 1894, pp. 212-214.

128

Cristianísimo, que corresponde a gobernador de las Armas en los ejércitos

de S.M., parece que se le podría dar el tratamiento de Ilustrísimo por esta

razón —no por la de enviado— y así no se sienta un precedente. El Conde

de Peñaranda, teniendo presentes las circunstancias que residen en

Bellefonds, —haber mandado las armas de su Rey que pasaron a Italia

cuando las diferencias con el Papa— y, en particular, por la parte que tiene

en la gracia de S.M. Cristianísima y lo afecto que es a la nación española

—según escribe el Marqués de la Fuente—, propone tratarle de Excelencia

para tenerle más satisfecho. El Consejo añade que convendría regalare una

joya322 de hasta seis mil escudos de plata cuando se haya de volver323.

El funeral por el Rey de España se celebró en París el 28 de

noviembre según cuenta el Marqués y, por asistir los príncipes de la sangre,

surgieron diferencias en cuanto al protocolo. El príncipe de Condé, por no

hallarse presente, se fue a Chantilly con el duque de Engien su hijo324.

Renovado en su cargo de Embajador Extraordinario en París, el

Marqués de la Fuente advierte a Madrid de que ha llegado a esa corte el

Conde de San Lorenzo con carácter de embajador de Portugal y que busca

casa, por lo que inmediatamente ha pedido explicaciones a Le Tellier y

Lionne. Portugal no había enviado embajador a Francia mientras vivía

Felipe IV, ¿aceptará Luis XIV la embajada? La Reina Regente escribe al

Marqués de la Fuente diciendo que si se admitiera al Conde de San

Lorenzo como ministro de Portugal en ese reino, sería un acto de 322 Se le hizo obsequio de un pasador adornado con once diamantes. (Morel Fatio. Op. cit., p. 213.)323 AGS, Estado, Francia, K1390, Madrid, 15 noviembre 1665. El Marqués de Bellefonds, una vez presentados sus cumplimientos, solicita posta para volver por Barcelona y que uno de sus camaradas, el conde de Montbrison, pueda ir a Andalucía a comprar caballos para irse después por mar si encuentra embarcación. El Consejo de Estado propone que se escriba a los virreyes de Aragón y Cataluña diciéndoles que al pasar por allí se le hospede y agasaje, encargándoles en secreto, que con disimulo, le pongan persona o personas para que le sigan y observen con quien habla, y que también, al gentilhombre que va a Andalucía le vaya acompañando un correo para que observe sus pasos, por lo que conviene resguardar el servicio de S.M. AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 20 de noviembre 1665.324 AGS, Estado, Francia, K1390, Madrid, 20 diciembre 1665.

129

contravención a la paz tan público y de tanto descrédito que no se podría

pasar por él. Por eso le manda que, si eso sucede, dando queja a las Reinas

y sin hablar con el Rey, se vaya a Flandes ejecutando la salida de ese reino

con toda brevedad325. El Consejo de Estado accede a la proposición del

Marqués de pasar a Borgoña en el caso de tener que abandonar París 326,

pero no contempla la posibilidad de prescindir de él y que vuelva a

Madrid327.

Es en este tiempo cuado el Marqués de la Fuente comienza a pensar

en que la ruptura franco-española es inminente, como se refleja en varias

cartas del mes de noviembre de 1665 dirigidas a Blasco de Loyola.

Los temores del Marqués están bien fundados, la alerta se la había

dado la misma Reina madre en el mes de octubre en la entrevista que

mantuvo con él cuando le comunicó el fallecimiento de Felipe IV. En ese

momento la Reina dijo al Embajador que había pedido al Rey la palabra de

mantener la paz y que se la había ofrecido, aunque añadió que “era cosa

dura que uno no pidiese lo que le tocaba”, a lo que el Embajador

respondió que siendo el supuesto verdadero no había quien lo negase.

Preguntó después la Reina madre si había escrito a Madrid lo que habían

hablado en verano sobre la pretensión de sus hijo a los Países Bajos328, y el

Embajador respondió diciendo que no era el tiempo para la respuesta,

asegurándole de nuevo que si el Rey oyese a personas de juicio y

325 AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid, 21 octubre 1665.326 El Marqués pide ir a Borgoña si no se le permite volver a España como desea alegando que el clima de Flandes es perjudicial para su salud. AGS, Estado, Francia, leg. K1410, 30 noviembre de 1665.327 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 22 noviembre 1665.328 En agosto de 1665, poco antes de la muerte de Felipe IV, la Reina Madre llamó al Marqués de la Fuente a su aposento, le advirtió que su hijo estaba convencido de sus derechos a los Países Bajos y le confesó que temía el rompimiento. Pidió al Embajador que contara en Madrid lo que le decía, como así hizo, a la vez que trasladó su preocupación. El Consejo de Estado propone que el Embajador no vuelva a sacar la conversación, y si le preguntan manifiesta la sorpresa que ha causado la noticia. AGS, Estado, Francia, K1390, Madrid, 23 agosto 1665, 12 de septiembre de 1665, 30 de septiembre 1665. Ver capítulo Preliminares de la guerra de Devolución en este trabajo.

130

desapasionadas reconocería que sería condenada cualquier resolución que

tomase contra la paz. El Marqués de la Fuente confiesa a Blasco de Loyola

su preocupación, le confiesa que desconfía de los franceses y que hay que

apartar la vista de todo lo demás y ponerla en Flandes sin pérdida de

tiempo pues, aunque estuviese en París todo el Consejo de Estado

negociando no movería el ánimo de Luis XIV ni con la razón ni con las

razones. Termina diciendo que es menester cambiar la corriente tomando el

agua lejos y que “hay que actuar y no resignarse329. Porque ahora no estaba

en juego solo la recuperación de Portugal, inviable a estas alturas, como se

sabía en todas las cancillerías europeas y en Madrid, sino la integridad de la

Monarquía con la pretensión de Luis XIV sobre los Países Bajos españoles.

De aquí que el Marqués de la Fuente solicite permiso para redactar un

papel de descrédito del Rey Cristianísimo y difundirlo por Europa. Se

trataría de poner en claro lo que en estos cinco años ha hecho Luis XIV: se

ha aprovechado de la paz y se ha convertido en árbitro de Europa, como

escriben de todas partes no solo los particulares sino también los ministros

españoles quejándose del poder que ejercen los franceses. El Marqués

quiere poner de manifiesto la ambición de Luis XIV, el odio de sus

súbditos y, también, como viene diciendo desde hace dos años, que

utilizando la violencia y sin oposición, un joven ambicioso de 27 años

consigue lo que se propone. Sugiere traducir el papel en buen francés y

sembrarlo por toda Europa porque, al ver juntas tantas evidencias, podría

producir los buenos efectos que tanto convienen. Si S.M. aprobase el plan,

dice el Marqués a Blasco de Loyola, correrá por su cuenta difundirlo sin

que se conozca el autor ni que se escribió en español330.

El Consejo de Estado estudia el papel que el Marqués de la Fuente

propone difundir y pide al Conde de Peñaranda que de su parecer sobre su 329 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 4 octubre 1665.330 AGS, Estado, Francia, K1645, París, 17 noviembre, 1665.

131

contenido. El Conde dice que nuestra corte y el pueblo de España no son

tan discursistas como para que estos avisos puedan hacerles alguna

impresión, que nuestro estilo no es ayudarnos con esta clase de artificios,

prefiriendo más dejarlos correr como hicieron nuestros mayores. También

informa el Conde de Peñaranda sobre otro papel impreso en lengua latina

en defensa de los derechos del Rey Católico al ducado de Brabante que

desvanece la pretensión a él del Rey Cristianísimo. Este papel ya está

impreso y es verosímil, ha corrido y correrá porque el autor que lo estampó,

aunque sin licencia, no quería tenerlo en secreto, pero no le parece al

Conde que deba estamparse en Madrid de nuevo, al menos hasta ver lo que

hacen los franceses331.

La difusión de panfletos fue un aspecto característico de la época.

Aunque en un grado elemental, la “guerra psicológica” existía ya. La

imprenta fue uno de los grandes factores de la difusión de las ideas en

Europa, e igualmente sirvió como un formidable sistema de propaganda.

Madrid no concedió gran valor a la impresión de panfletos332, sin embargo

en esa época fueron numerosos los panfletos que Luis XIV difundió sobre

sus derechos a los Países Bajos como veremos más adelante333.

En noviembre, el Marqués de la Fuente, desesperado, escribe a

Blasco de Loyola diciendo que sus acreedores, ante la posibilidad de verle

partir pronto, han empezado a acosarle, a embargar su ropa y a molestar a

su familia (ya que todo lo suyo está embargado) y que no dispone de

ningún crédito. Reclama que se le envíe con urgencia lo que se le debe (que

es mucho menos de lo que debe) para que no padezca el crédito de S.M. y

el de un ministro que, por servirle, se ha reducido a esas estrecheces. 331 AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Madrid, 26 diciembre 1665.332 ECHEVARRÍA BACIGALUPE, M.A. “La diplomacia secreta en Flandes”, Leioa 1984, p. 68.333 En el capítulo de este trabajo dedicado a Flandes se estudian distintos escritos que se publicaron a favor de los derechos de Maria Teresa y a favor de los derechos de Carlos II a los Países Bajos.

132

También solicita que se le envíe con urgencia ayuda de costa suficiente

para recuperar sus trastos, satisfacer a todos y tener con que llegar a casa,

porque no hay hombre en París que le preste un escudo para mantenerse.

Textualmente escribe: “me siento merecedor de compasión, no de castigo

por rendirme a la dura ley de la necesidad no habiendo podido hacer más

de mi parte que haber llegado al último extremo y decirlo anticipadamente

a Vs.”334. En otra carta a Blasco de Loyola se queja también de falta de

salud, le confiesa que no puede más, que lleva varios días en la cama y

teme una nueva crisis como las que viene sufriendo en los meses de

noviembre y diciembre desde hace dos o tres años a pesar de las

precauciones que toma; le ha cargado la gota en el pie, brazo y mano

derecha, y dice: “no es creíble el tormento que estoy padeciendo, soy

bueno sólo para el desecho, pues habiendo hasta ahora preservado las

manos, me veo hoy con este nuevo achaque, que no se como puedo resistir

los dolores, no puedo ni firmar. Dios me asista”335.

En diciembre, el Marqués se lamenta de nuevo a Blasco de Loyola

de la falta de salud y de “la estrechez” en que se halla hasta el punto de

afirmar qua teme “perder el juicio”336. Escribe también al Secretario Pedro

Fernández del Campo337 insistiendo en que se le conceda licencia para salir

de aquella ocupación y solicita que se le envíen medios pues ha llegado al

último estado de miseria. Le cuenta que tiene nuevos achaques, reitera que

es urgente que le envíen la licencia porque teme que la muerte le pueda

sorprender en París y no dispone de medios ni para que le entierren338. El 334 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 1 noviembre 1665.335 AGS, Estado, Francia, K1390, París, 10 noviembre 1665. De la Reina madre dice que, tras una mala noche, dos vómitos de bilis aliviaron su pulso irregular y volvió a estar divertida con la conversación.336 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 13 diciembre 1665.337 Pedro Fernández del Campo era Secretario de Estado del Norte desde octubre de 1665. En 1669 será Secretario del Despacho. ESCUDERO, J.A.: “Los Secretarios de Estado y del Despacho”, 1969, p. 263 y ss.338 El Marqués describe los achaques que padece durante esos días de Navidad: dolores de cabeza, en número de más de cien, que le dejaron adormecido y privado de sentido por lo que tuvieron que sangrarlo dos veces, ardor de estómago, etc. Todo esto después de haber padecido unas tercianas dobles en agosto y

133

mismo día escribe a la Reina en tono más moderado recordándole la

situación en que se encuentra y pidiendo que se le envíen medios con toda

urgencia: “espero que V.M. mandará que con efecto se me asista, pues no

sólo conviene para no dejar perecer un criado, sino para que no padezca

el servicio de V.M.”; reclama instrucciones para pasar a Borgoña en el caso

de que se reconozca en París al embajador de Portugal y le habla también

de su salud que “se ha reducido a términos que hacen precisa la

mortificación de no poder ejecutar ninguna otra orden que la de volver a

los pies de V.M., y siendo esto sobre 32 años de faltar de mi casa, fío de la

grandeza de V.M. y piedad que tendrá por bien concederme que vuelva

donde reparándome pueda continuar hasta morir sirviendo en el ejercicio

que mis años y mis achaques permitieren”339.

Una de las letras esperadas que pagaban los sueldos que iban

corriendo desde agosto, y que era un buen socorro para los términos en que

se hallaba el Marqués, es protestada por Antonio de Fonseca340. El Consejo

de Estado, de nuevo, envía copia de esta noticia al gobernador del Consejo

de Hacienda para que, conociendo su contenido, disponga poner al

corriente el pago de esas mesadas repitiendo lo que interesa al servicio de

S.M. que los ministros públicos que están en las cortes de fuera se hallen

puntualmente asistidos para mantener el decoro y la decencia que conviene

el punto de su autoridad y representación341. Con noticia de lo informado

por el Tribunal de Cuentas, a finales de 1665 el Consejo de Hacienda pone

reparos a las cuentas que presentó el Marqués de la Fuente sobre los gastos

de la embajada de Francia desde el 6 julio de 1661 hasta finales de

gota en noviembre. Por todo ello dice a Pedro Fernández del Campo que la Reina tenga piedad y le envíe licencia para regresar. AGS, Estado, Francia, Leg. 1390, París, 27 diciembre 1665.339 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 27 diciembre 1665.340 Entre los hombres de negocios portugueses de estos años destaca la familia Fonseca. El titular era Simón de Fonseca y Piña pero, debido a los problemas que tuvo con la Real Hacienda en 1660 y con la Inquisición en 1661 por judaizante, se hizo cargo de la casa su hermano Antonio. SANZ AYÁN, C.: “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid 1989, p. 342-343.341 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 15 noviembre 1665.

134

diciembre de 1664342 y expone que las cantidades que pide el Marqués son

tan considerables que serían un mal ejemplo y un perjuicio para la Real

Hacienda concederle dicha pretensión. Estos reparos no parecen justos al

Consejo de Estado que representa a S.M. que los gastos se deben dar por

buenos343.

En el año 1666 no mejora la situación económica del Marqués pero

recibe un importante premio: en enero es nombrado por la Reina Regente

consejero de Estado344. Hemos visto que el Marqués había solicitado en

1662 un puesto en el Consejo de Estado o en el Consejo y Cámara de

Indias y que en febrero de 1665 fue propuesto consejero de Indias. En abril

del mismo año solicitó una plaza en el Consejo de Estado (aunque se le

diera cédula secreta para entrar en la siguiente promoción que se hiciere), y

entonces se le hizo promesa de tenerlo en cuenta cuando hubiera que hacer

nombramientos. En enero de 1666, tras recordar esa promesa345, la Regente

Doña Mariana de Austria le propone para el Consejo de Estado, atendiendo

también la sugerencia de las Reinas francesas y quizás del propio Rey Luis

XIV346. La carta de la Reina Regente comunicándole el nombramiento es

muy amable y dice así: “Marqués de la Fuente, conde de Benazuza,

embajador extraordinario en Francia. Por dos cartas vuestras del 27 de

342 Los contadores ponen reparos diciendo que faltan algunos datos para la legitimación de los recaudos y otros requisitos más en las cartas de pago por lo que el Consejo pide un nuevo informe a la Contaduría mayor de Hacienda, AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 29 de septiembre 1665.343 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 28 noviembre 1665.344 AHN, Estado, Leg. 248. AHN, Estado, lib. 139, fol, 9.345 AHN, Estado, Lib. 139, 21 enero, 1666.346 AHN, Sec. Estado, leg. 248 dice: En Madrid, a 15 de enero de 1666, S.M. haciendo merced del puesto de Consejero de Estado a los Srs. Duque de Alburquerque, Cardenal Colona, Duque de Montalto, don Luis Ponce, Conde de Ayala, Juan Everardo de Nithard, de la Cia. de Jesús, confesor de la Reina, y al Marqués de la Fuente, los cuatro primeros tenía intención de nombrarlos su padre, los restantes ella. Juraron su cargo en Madrid el 19 de enero de 1666 los Sres.: Duque de Alburquerque, C. Colona, Duque de Montalto, Conde de Ayala y J. Ev. De Nitthard, de Cia. de Jesús y Confesor de Reina, concurriendo los Sres.: Coonde de Castrillo, Duque de San Lucar, Marqués de Velada, Conde de Peñaranda y Duque de Alba. El Marqués de la Fuente juró su cargo en Madrid el 20 de ¿septiembre? de 1667, concurriendo los Sres. Duque de San Lucar, Conde de Peñaranda, Duque de Ayala, Marqués de Mortara, Conde de Ayala y Inquisidor General. AHN, Estado, leg. 799, 20 de septiembre de 1667, el Marqués de la Fuente paga la media annata, 276.000 maravedís, por la merced de S.M. al hacerle plaza en el Consejo de Estado.

135

diciembre, una para mí y otra para Pedro Fernández del Campo he visto la

falta de salud con que os halláis y cuan opuesto es a ella el tiempo de

Borgoña, la instancia que hacéis para que se os envíen medios con que

poder subsistir allí y seguir al rey Cristianísimo en la jornada que tiene. Se

ofrece deciros que el haberos mandado pasar a Borgoña (en el caso que se

espera no sucederá) no fue para que allí estuvieseis de asiento sino porque

vos mismo propusisteis por más favorable aquel tiempo que el de Flandes

para vuestra salud y para esperar allí las órdenes que conviene enviaros.

Siento que no la tengáis cumplida por los achaques que padecéis y por lo

que interesa en ello mi servicio, deseando favorecer vuestros méritos en

cuanto os sea consuelo y satisfacción por muestra de la que tengo de ella

os he hecho merced del Consejo de Estado y, en cuanto al alcance de

vuestras cuentas, he mandado que con efecto y sin ningún retraso se os

asista con lo que hubiereis de haber para que se os pague con la

puntualidad que es justo”347.

El Consejo de Estado se nutría de miembros de la alta nobleza, y en

buena medida, de antiguos embajadores (Antonio Perrenot de Granvela con

Carlos V y el duque de Feria con Felipe II). Llegar a dicho Consejo,

conseguir el título de Consejero de Estado, venía a ser como la culminación

del cursus honorum del cortesano, en particular para la nobleza fiel a la

Corona348. Este fue el caso del Marqués de la Fuente.

Dejando aparte el nombramiento de consejero de Estado, la situación

del Marqués en París durante el año 1666 sigue siendo difícil. En enero, el

Marqués vuelve a escribir a Pedro Fernández del Campo continuando las

noticias del 25 de diciembre pasado y, tras hablarle de la evolución de su

enfermedad, se lamenta de no poder atender los asuntos de la embajada: “ 347 AHN, Estado, Lib.139, Fol 9, Madrid, 21 enero 1666.348 FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M.: “Felipe II y su tiempo”, Madrid 1998, pág.54, 55 y 56.

136

en el estado en que me hallo no puedo dar cobro de lo que S.M. me ha

fiado cuando es esta la oficina donde se fraguan cuantos materiales sirven

en la fábrica de toda Europa, y así debo prometerme de S.M. que por su

servicio y por lo que yo he procurado merecer en él tendrá por bien

mandar que se me desempeñe, y si piensa en darme sucesor, lo haga

pronto, pues lo que aquí se va fraguando para este año es de calidad que

no conviene abandonarlo. Sobre todo y particularmente sobre la estrechez

y miseria a que me he reducido hablará a Vd. mi hijo y, en fín, no son

menester grandes demostraciones para conocer que el estar debiendo

50.000 escudos y creyendo todos que cada día puede ser el último de mi

vida, no son buenas prendas para pedirles que aumenten el empeño.

Duplico el suplicar a Vd. que se me envíe con que poder vivir o morir y que

se me compadezca” 349. Una semana más tarde le escribe de nuevo para

insistir en que se le envíe la licencia y medios para el viaje —si es posible

que no sean letras sino dinero al contado—; reitera sus achaques y que la

estrechez en que se halla no la ha padecido ningún otro hombre350.

Para solucionar sus problemas, el Marqués vuelve a pedir a su hijo,

Don Gaspar de Teves y Córdoba que interceda de nuevo ante el Consejo de

Estado recordando la difícil situación económica en la que se encuentra su

padre. Dice que debe 50.000 escudos y que su falta de salud le impide

aumentar el empeño por lo que no puede subsistir con el decoro que

corresponde a su representación, y pide que se nombre sucesor351. El

Consejo de Estado reconoce que las razones que tiene el Marqués para

pedir que se le nombre sucesor son muy importantes; es consciente de que

la falta de salud le dificulta atender a tantos y tan graves negocios que están

pendientes en París y que puede sufrir el servicio de S.M., pero, “como está

349 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 9 enero 1666. 350 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 24 enero 1666.351 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, 9 enero 1666.

137

cerca el desengaño en lo más principal, que es si rompe o no rompe el Rey

Cristianísimo, el Consejo estima que por ahora no conviene darle

licencia”. En cuanto al dinero, “que se le envíe de nuevo con todo aprieto,

pues después de tantos años como ha servido con tanta aprobación, es de

gran descrédito y acarrea muchos inconvenientes que los ministros que

sirven cerca de otros príncipes no sean bien asistidos”352.

En la situación de postración en que se encuentra, recibe el Marqués

una buena noticia: su hijo Don Gaspar de Teves y Córdoba es nombrado

embajador en Venecia, merced que agradece a la Reina353. La embajada

había sido solicitada por su padre: “poniendo a los pies de V.M. 50 años de

servicios míos le suplico con todo rendimiento que pues la embajada de

Alemania se declaró a don Baltasar de la Cueva se repare el desaire

haciendo V.M. merced a mi hijo de la de Venecia”354.

A las dificultades económicas y a los problemas de salud que le

aquejan, se va a sumar la enfermedad y muerte de la Reina madre de

Francia, una de sus valedoras en la Corte francesa, lo que forzosamente

tuvo que desanimarle aún más viendo que su mundo se estaba

desmoronando. De hecho, puntualmente refiere a Madrid todo lo

relacionado con este suceso. Primero referido a los dolores que padece la

Reina y de las pocas esperanzas que se tienen de su recuperación355; luego,

cuando la enfermedad se agrava, de las sangrías a que es sometida;

después, de los preparativos para su tránsito (viático, extremaunción y

muerte), destacando que “mantuvo hasta el último instante el juicio, la

piedad y la constancia de ánimo que siempre resplandecieron en ella, 352 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 5 febrero 1666.353 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 12 marzo 1666; AHN, Estado, Lib. 130, París, 12 marzo 1666.354 AHN, Estado, Lib.130, París, 7 febrero 1666.355 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 9 de enero 1666. Dice que un médico milanés intenta privar de dolores a la Reina madre.

138

sirviéndose de todo para morir gloriosa con la firme esperanza de que sin

más purgatorio que el de su última enfermedad pasó en un instante a

coronarse en la gloria”. Cuenta también el Marqués que, antes de recibir el

Sacramento, llamó al Rey y, sin dejarle separar, llamó a la Reina y les

habló juntos, que después de haber comulgado, echó la bendición a sus

hijos y, si bien las lágrimas y los sollozos bastaban para solicitar cualquier

ternura, estuvo con el mismo semblante y entereza que cuando el cariño

solicitaba aquel acto cada mañana. El Marqués añade que asistió hasta lo

último y que, en expirando, el Rey mandó entrar a Le Tellier que leyó el

testamento en presencia de SS. MM.; que las demostraciones de dolor de

sus hijos fueron tales que, “dos o tres veces temí que el Rey y la Reina

cayeran en tierra, y hubiera sucedido si el Príncipe de Condé y el Duque

de Crequi que estaban cerca, no los hubiesen sustentado”. El Rey

Cristianísimo mandó que no se señalase día para celebra el funeral hasta

que pudiese asistir el Marqués356. En Madrid, el Consejo de Estado acuerda

que se celebre un funeral por la difunta Reina en el monasterio de la

Encarnación proponiendo el Conde de Ayala y el padre Confesor que se

hagan las honras fúnebres como se hicieron en Francia cuando murió

Felipe IV357. También acuerda el Consejo enviar a París al Marqués de

Santillán para llevar a Luis XIV las condolencias de la Corte de España358.

En febrero, por falta de medios, el Marqués no puede acompañar al

Rey Cristianísimo en su Jornada a Saint Germain. Se excusó con sus

achaques, pero la verdad es que no pudo ir por estar cargado de acreedores.

El Consejo pone en consideración de la Reina Regente el inconveniente

356 AHS, Estado, Francia, Leg. 1391, París, 24 enero 1666.357 AGS, Estado, Francia, Leg. 1391, Madrid, 13 febrero 1666.358 Salió de Madrid el 12 de marzo llevando diversos regalos. El 19 de abril fue recibido en Saint Germain-en-Laye por Luis XIV, María teresa y el Delfín. El 24 se presentó en París en casa de la duquesa de Orleáns, en la del duque de Valois y en la de Mademoiselle. Volvió a Madrid a principios de junio “extraordinariamente satisfecho del tratamiento que había recibido”, MOREL FATIO, A.: “Recueil…p.505. AHN, Estado, Lib. 139, 29 febrero 1666.

139

que se sigue de no ser asistido el Marqués “siquiera con algo de lo que se

le debe para que se pueda sustentar mientras llega todo lo demás”359.

Pocos días más tarde se le ordenan seguir al Rey a Picardía y Lombardía,

hacia donde saldrá el 15 de Marzo360, orden que no puede cumplir por culpa

de su enfermedad361. El Consejo insiste en que convendría que el Marqués

de la Fuente, a pesar de su mala salud, acompañe al Rey Cristianísimo en

su Jornada y, respecto a la falta de medios que puede imposibilitar su

salida, acuerda que se le envíe algo a cuenta de lo que se le debe sin

dilación, ya que el total “es demasiado crecido”362. En cuanto a la orden de

abandonar París, se manda al Marqués ejecutar puntualmente la que se le

dio el 24 de febrero363. Como esta orden era contraria a la anterior, en junio

la Reina Regente escribe al Marqués intentando aclarar las distintas

instrucciones que se le han enviado respecto a la manera de comportarse si

se reconocía en París al Conde de San Lorenzo como embajador de

Portugal. Dice la Reina al Marqués “quiero sacaros de las dudas que

podáis tener repitiéndoos que, en caso de admitir embajador de Portugal

en ese reino, sin tregua, deis la queja a la Reina mi hija y sin hablar al Rey

os despidáis de ella diciendo que pasáis a España, y lo ejecutaréis saliendo

de ese reino con toda brevedad de acuerdo con lo que se os escribió el 30

de septiembre del año pasado, porque no se ha alterado nada”364.

2.11. El Marqués de la Fuente recibe la licencia

En junio de 1666 el Marqués de la Fuente recibe por fin la licencia y

las cartas credenciales de despedida. Aunque la licencia queda en suspenso

mientras se designe sucesor —que será después del verano—, el Marqués 359 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, 16 febrero, 1666.360 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 19 febrero 1666.361 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 15 marzo, 1666.362 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 2 mayo, 1666.363 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 3 abril 1666. Se refiere a la orden de no abandonar París si admiten al Marqués de Sande como Embajador de Portugal, sino presentar queja, AGS, Estado, Francia, Leg. 1410, 24 febrero 1666.364 AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid, 2 junio, 1666.

140

escribe a la Reina Regente para mostrarle su agradecimiento diciendo:

“debo besarle la mano por la merced de la licencia, bien que me suspenda

por ahora el poder usar de ella, pues como la deseo solo por asegurar la

vida para poder emplearla más tiempo en servicio de S.M., y el verano no

contradice a esto, me detendré, no dudando de que la particular atención

con que S.M. queda porque sea antes del invierno mi viaje, servirá para

que nombre luego quien pueda sucederme y llegar a tiempo que no falte

nunca aquí persona que cuide de los negocios y yo pueda apartarme de

ellos en octubre, por prevenir que los accidentes que tres años continuados

me han acometido en noviembre me hallen reparado... También esté

segura V.M. que si el tiempo que digo no me hallare inhábil, y reconociere

que hay entre los negocios alguno que necesite de pronto socorro, aunque

aventure a verme en el riesgo que el año pasado, no abandonaré el

negocio si fuera urgente” 365.

También escribe a Blasco de Loyola para mostrarle su contento por

la licencia y decirle que durante el tiempo que le queda para salir de allí,

reparará su salud para “tener tiempo de cumplir la obligación de morir

sirviendo”, a la vez que pide que no se retrase el nombramiento de su

sucesor pues su quebrada salud no aguanta. Propone, si en octubre no ha

llegado su sucesor, llamar al secretario Miguel de Iturrieta para dejarle los

papeles pero, aunque éste iría a París sólo con pedírselo él, sería

conveniente que lo mandara la Reina y trajera carta credencial para los

Reyes porque lo verían con más estimación. En la misma carta pide “ayuda

considerable, no sólo para llevar mi casa, sino para satisfacer las deudas

que he contraído, pues sería ajeno a la grandeza de S.M. permitir que

volviese a mi casa pidiendo limosna y sin llevar con qué poner una olla al

día siguiente, y así espero que la ayuda será más proporcionada que a lo

365 AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, París, 13 junio 1666.

141

poco que he merecido, a lo que he deseado merecer. No dudo de que

hallaré en los señores del Consejo todo lo que necesita mi aprieto”. Sobre

su enfermedad cuenta que siendo junio, por haber refrescado en Versalles,

le han sangrado, purgado y aplicado otros remedios que le han impedido

salir de casa. Comunica también la noticia que le ha dado María de Molina,

aunque está sin confirmar, de que la Reina espera su segundogénito366.

Aunque el Marqués quiere salir de París antes de que empiece el

invierno, la Reina le escribe diciendo que, después de las esperanzas que se

le dieron en mayo, no es posible prescindir de él y le pide continuar en su

puesto367. Esto contraría al Marqués que escribe a Pedro Fernández del

Campo desde Fontainebleau para quejarse porque no le llega el dinero y no

puede aumentar el empeño para seguir: “Sr. Don Pedro, si el diablo no

puede hacer milagros, menos los puede hacer un hombre, aunque yo he

desmentido esta verdad viviendo de milagro tantos años”. Escribe también

a la Reina diciendo que necesita ir a París por sus achaques, pues ese sitio

es insano, “el peor de Francia” y allí no puede tomar los remedios que los

médicos le han recomendado. Pide licencia para poder acudir a baños y

recibir el beneficio de las aguas y lodo, y recuerda que hace 28 años que

salió de su casa368.

Como la deseada licencia no llega, Don Gaspar de Teves y Córdoba,

hijo del Marqués, hace instancias ante el Consejo de Estado para que se

licencie a su padre pero la Reina Regente se resiste a prescindir en la corte

de Francia de “ministro tan antiguo y bien informado”, según dice en

cartas privadas, y propone que se le vaya entreteniendo honrándole y

alentándole mucho. El Consejo de Estado repite humildemente a S.M. que

366 AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, París, 13 junio 1666.367 AHN, Estado, Lib. 139, Madrid 17 julio 1666.368 AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Fontainebleau. 25 julio, 1666

142

se debe conceder la licencia al Embajador antes del invierno como ya se le

ha anunciado, por lo mal que sienta el frío a sus achaques, no siendo justo

desconsolarle ni siendo útil a S.M. que pierda la salud. Por ello propone

que, con toda brevedad, se busque sucesor de manera que se encuentre allí

al menos un mes antes de que el Marqués de la Fuente salga de París para

que le pueda instruir en los negocios pendientes como tanto es de menester,

“particularmente en una corte tan llena de materias y humores

escabrosos”, y que se escriba al Marqués con motivo de la nueva instancia

de su hijo alentándole con la noticia de que se está buscando sucesor para

que vaya lo antes posible369. Pocos días más tarde D. Gaspar de Teves y

Córdoba presenta a S.M. un memorial solicitando de nuevo la licencia para

su padre alegando el peligroso estado de salud en que se encuentra y los

inconvenientes que se pueden seguir si muere en Francia, pues “quedarán

los papeles de la embajada sin la disposición que conviene”. Pide que se

tramite la licencia que ya está concedida, y para el interin, propone a D.

Miguel de Iturrieta. Pide también que se le socorra prontamente con los

75.689 escudos que se le deben, de cuyo total sólo se le han enviado

10.000.

A la vista de este memorial y de las cartas del Marqués a Blasco de

Loyola y a la Reina, el Consejo de Estado, teniendo presente que la licencia

está concedida con orden de que no salga de allí hasta que llegue sucesor,

dice que hay que nombrarlo, “pero hay que pensarlo despacio porque no

están los tiempos para solo secretario como propone”. De momento los

consejeros sólo dicen que sería bueno señalar el sueldo, ayuda de costa y

gastos secretos que se han de asignar al nuevo embajador, cargándolos en

Nápoles370.

369 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 29 julio 1666.370 AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Madrid, 18 agosto, 1666. Los consejeros recuerdan que el sueldo ordinario que goza el Marqués es 12.000 escudos al año y 8.000 de ayuda de costa.

143

Para relevar y suceder al Marqués de la Fuente se pensó fuese a París

Don Antonio Pimentel de Prado, el Embajador que fue en Estocolmo y

luego negociador con el Cardenal Mazarino de las paces hispano-francesas.

Lo apoyó en el Consejo de Estado el Duque de Alba y, con él, los Condes

de Castrillo y de Peñaranda, pero su candidatura no prosperó371.

Finalmente, el 28 de septiembre de 1666, el Marqués de Santillán es

nombrado embajador en Francia para reemplazar al Marqués de la Fuente

(un año después de pedir éste la licencia y cuatro meses después de

habérsela concedido). Don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de

Santillán372, deseaba esta embajada antes de haber sido enviado a la corte

de Luis XIV, en febrero de 1666, para llevar a Luis XIV los cumplimientos

de condolencia de la corte de España con ocasión de la muerte de Ana de

Austria, pero fue necesario todo el crédito de su mujer, del duque de

Medina de las Torres y del confesor de la Reina para obtenerla373. El

nombramiento del nuevo Embajador no acelera la vuelta del Marqués de la

Fuente a Madrid. Aunque el nombramiento fue en septiembre, la carta de la

Reina Regente que anuncia a Luis XIV la llamada del Marqués de la

Fuente y el envío del Marqués de Santillán como Embajador ordinario, es

del 7 de febrero de 1667374 y la vuelta del Marqués no será hasta agosto de

1667.

Las causas por las que el Marqués de Santillán retrasa su viaje a

París son varias, según cuenta él mismo a Pedro Fernández del Campo. La

primera, que considera corta la ayuda de costa que se le ha señalado para

371 OCHOA BRUN, M.A.: Historia de la Diplomacia española, Tomo VIII, pags. 90-91.372 Era el hijo mayor de D. Antonio Fernández de Córdoba, séptimo duque de Sesa. Por su primer matrimonio con Doña María de Bazán, hija de Francisco de Benavides y de la Cueva, séptimo conde de Santisteban del Puerto, se convirtió en Marqués de Guetor de Santillán (Santillana). MOREL FATIO, A., “Recueil..”, p.504.373 AHN, Estado, Lib. 139, 29 febrero 1666. MOREL FATIO, A. “Recueil..”p. 505.374 MOREL FATIO, A. “Recueil...” p. 506.

144

hacer el viaje por lo que pide que se le aumente; la segunda, que tiene por

preciso que se consignen los sueldos; y la tercera, que considera imposible

mantenerse con 12.000 ducados de sueldo y 6.000 de ayuda de costa al año,

cuando el Marqués de la Fuente con 24.000 y con la ventaja de no hallarse

casado (es viudo) se ve empeñado. El Consejo propone a S.M. que el

sueldo de secretario y oficial de la embajada de Francia y el del Embajador

se carguen en Nápoles y que se paguen aquí los 8.000 ducados de ayuda de

costa en plata pero, conociendo los cortos medios de Hacienda, dice que no

conviene alterar lo demás pues no hay razón para innovar375. Ante la

insistencia del Marqués de Santillán en que se consigne en Nápoles el

dinero, el Consejo de Estado dice que cobrar por adelantado no es

“práctico”, y que se debe hacer lo que se ha hecho siempre: enviar la

cuenta cada seis meses376.

Mientras el Marqués de Santillán negocia sus condiciones —

condiciones que se reducen a tener garantías de cobro—, el Marqués de la

Fuente hace nuevos esfuerzos para conseguir volver a España; insiste de

nuevo en que necesita dinero y pide que se le deje volver antes de que

llegue a París el sucesor377, pero desde Madrid le ordenan que no se mueva

hasta que llegue éste para que pueda instruirle378.

En octubre, el Consejo de Estado cree que retrasar la ejecución de la

licencia al Marqués de la Fuente mientras llega sucesor, sería como

condenarlo a muerte y propone a S.M. que se le permita venir enviándole

las cartas de despedida que desea para el Rey y la Reina. Propone el

Consejo a la Reina que en dichas cartas exponga que, movida por la falta

de salud del Marqués, aún sabiendo cuan grata es su presencia en París, no 375 AGS, Estado, Francia, Leg. K1645, Madrid, 2 octubre, 1666.376 AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Madrid, 14 octubre 1666.377 AHN, Estado, Lib. 130, agosto, septiembre 1666.378 AHN, Estado, Lib. 139, agosto, octubre, noviembre 1666.

145

ha querido dilatar dicha licencia y aprueba que sea la persona de Miguel de

Iturrieta379 la que reciba los papeles del Marqués porque, aunque tiene

presente que se le encargó lo mismo en Holanda cuando se concedió la

licencia que pedía D. Esteban de Gamarra380, considera que Iturrieta es más

necesario en París y es más fácil buscar otra persona para Holanda.

También manifiesta el Consejo que es muy conveniente que el Marqués de

Santillán se dé mucha prisa para ir a París y servir en esa embajada que

S.M. le ha hecho merced381. Con relación a los atrasos que se adeudan al

Marqués de la Fuente de cuando fue Embajador en Alemania —44.966

florines y 200 creziers, según las anotaciones de don Diego de Prado,

contador de aquella embajada—, como Felipe IV resolvió el 22 de

noviembre de 1664 que se le pagaran desde Alemania y por no haber en ese

momento Embajador en aquella sede no se hizo382, el Consejo propone de

nuevo a la Reina que se paguen al Marqués esas deudas antiguas,

indicación que atiende la Reina diciendo: “que Don Baltasar de la Cueva y

Henríquez, conde Castelar, embajador en Viena, de las órdenes para que

se paguen de las cuentas de dicha embajada”383. Sobre las cartas de

despedida que pide el Marqués, el Consejo de Estado representa a S.M. que

no considera conveniente remitirlas de momento ya que tiene orden de

detenerse en París hasta que llegue su sucesor. Con relación al pago de las

letras de 30.000 escudos que se le remitieron, que el Presidente de

Hacienda las ponga al corriente de pago y que se urja al Marqués de

379 Iturrieta se había hecho cargo de los asuntos de España en la embajada de Francia durante la ausencia del Marqués de la Fuente en 1662 cuando éste fue nombrado para asistir a la Dieta de Ratisbona.380 Don Esteban de Gamarra y Contreras era Ministro en la embajada de Holanda (1654-1671). OCHOA BRUN, M.A.: “Historia de la Diplomacia española”, Repertorio Diplomático, Apéndice 1, Madrid, 2002, p, 224.381 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 2 octubre 1666.382 Don Diego de Prado se encargó de los negocios de la embajada del Imperio desde 1662 que cesó Don Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera, hasta 1666 que llega Don Baltasar de la Cueva Enríquez de Mendoza, Conde de Castelar. (Don Francisco Fausto Fernández Bobadilla y Enríquez de Ribera, conde de Chinchón, fue nombrado Embajador en 1663 pero no llegó a tomar posesión). OCHOA BRUN, M.A.: “Historia de la Diplomacia española”, Repertorio Diplomático, Apéndice I, Madrid, 2002, p. 144. 383 AHN, Estado, Lib. 271 D, 5 octubre 1666.

146

Santillán para que parta pronto a ejercer el cargo, pues hallándose el de la

Fuente con tantos achaques y tan poca salud, convendrá que llegue cuanto

antes a servir a la embajada384. Los consejeros de Estado reiteran a S.M.

que mande al Consejo de Hacienda la noticia del protesto de las letras de

30.000 escudos para que se pongan corrientes pues el agente Aguayo

presentará allí el protesto original, y que se advierta al Presidente de

Hacienda que en adelante evite el descrédito inconveniente que resulta de

remitir letras de tan mala calidad385.

En diciembre, el Marqués de Santillán sigue todavía en Madrid.

Vuelve a escribir a Pedro Fernández del Campo pidiendo que se aumente

su ayuda de costa y que se le pague alguna cantidad a cuenta de lo que se le

debe a la Marquesa su mujer, repitiéndole que sin cobrar no puede hacer el

viaje a París. El Consejo, considerando el perjuicio del servicio de S.M. si

Santillán no inicia el viaje cuanto antes, propone de nuevo ordenar al

Presidente de Hacienda que cumpla de inmediato las órdenes que tiene para

que Santillán no tenga excusas para dilatar el viaje, recuerda a S.M. que las

letras que se enviaron al Marqués de la Fuente, a don Esteban de Gamarra y

al conde de Molina, dadas por Juan Tomás Bianco386, volvieron

protestadas, y pide a S.M. que ordene al Presidente del Consejo de

Hacienda que las ponga corrientes, pues la necesidad y aprieto en que estos

ministros se hallan, ya la puesto de manifiesto el Consejo repetidas

veces387. Para que el secretario Miguel de Iturrieta pueda ejecutar el viaje a

París el Consejo de Estado propone que se libren en Nápoles 2.000

ducados, ordenando a Pedro de Aragón que se paguen con prontitud o se 384 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 11 noviembre 1666.385 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 20 noviembre 1666.386 Importante asentista de origen genovés cuyas consignaciones estaban situadas en su mayor parte en la Renta de Millones. Empezó a ser impuntual en el pago de algunas obligaciones en estos años y su crédito sufrió un revés. A pesar de las dificultades, entre 1666 y 1678 se encontraba entre los cinco primeros asentistas de la corona. Ver SANZ AYÁN, C.: “Los banqueros de Carlos II”, Valladolid, 1989, p. 320-321.387 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 16 diciembre 1666.

147

remitan letras a cuenta de su sueldo, cargándoselas en él, para que pueda

estar en París al mismo tiempo que el Marqués de Santillán388. Con relación

a la carta del Marqués de la Fuente del 12 de diciembre que habla de su

poca salud y desconsuelo si no puede salir de París para marzo, el Consejo

de Estado cree que el Marqués de la Fuente debe abandonar París en esa

fecha y, mientras llegue el Marqués de Santillán, que se ocupe de los

papeles de la embajada el secretario Miguel de Iturrieta como habían

decidido389.

Mientras llega el Marqués de Santillán a París, el Marqués de la

Fuente informa desde Saint Germain sobre el nuevo parto de la Reina

Cristianísima. Cuenta que aunque el Rey deseaba que fuera varón, le

consoló la idea de que podría dar una nuera a S.M. y no fea, “pues por lo

que se puede reconocer no tiene facción que no sea muy perfecta”. Dando

el Embajador español la enhorabuena al Rey Cristianísimo, éste le dijo que

“estimaba la hija por renovar los vínculos con nuevos actos, y que

esperaba llevarla a la frontera”. Añade el Marqués en su carta que la

Reina continuaba sin padecer ninguno de los accidentes que suelen suceder

a los partos. Dice también que estaba preparado un gentilhombre para

llevar la noticia a Madrid si hubiera sido varón, pero al no serlo, y al nacer

antes de tiempo, se desvaneció el viaje, pareciendo más oportuno que se

informara por el ordinario. Con motivo del parto, los Reyes permanecerán

en Saint Germain todo el invierno lo que el Marqués de la Fuente lamenta

ya que, además de impedirle atender los negocios, su salud se resentirá

más. Reitera que desea usar de su licencia para marzo390.388 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 18 diciembre 1666.389 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 8 enero 1667.390 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Saint Germain, 9 enero 1667. Cuenta el Embajador que “el 27 pasado se recogió sin ninguna sospecha de pasar mala noche, y tres horas después le empezó una calentura ardiente y le empezaron dolores, que por ser fuera de plazo, hicieron temer un mal parto. El día siguiente la sangraron, y con eso y otros remedios, aflojaron los dolores con lo que pasó bien la noche siguiente y continuó la mejoría hasta el pasado 2, que habiendo cumplido 3 días del noveno mes parió una hija tan sana que aseguró ser del tiempo.

148

Como su sustituto no llega y el dinero tampoco, el Marqués de la

Fuente, cansado, se lamenta de nuevo a Pedro Fernández del Campo. Le

dice que no mejora de sus achaques, que pierde las fuerzas y la paciencia al

ver en todos los despachos las mismas generalidades; desde hace seis

meses no puede acudir a los negocios y está en peligro el servicio de S.M. y

su propia reputación. Si los achaques le tratan mal, añade, los medios no le

tratan mejor, pues aunque el banco ha dado a entender que está satisfecha

la letra de 30.000 escudos, sólo ha enviado tres órdenes para 20.000 y los

efectos no han llegado más que para 6.466, con lo que crece a la vez su

aprieto y su descrédito, lo que va en deservicio de S.M. Espera que se

repare uno y otro. Añade que al Marqués de Monroy que acaba de llegar, le

han robado cuanto traía entre Perona y Rey, sin dejarle otra cosa que la

camisa391.

Tres días más tarde, valiéndose de la vía extraordinaria, vuelve a

escribir a Pedro Fernández del Campo. Esta vez se encuentra en París

(había abandonado Saint Germain para resolver unos asuntos) y cuenta que

le sobrevino un accidente a la cabeza tan fuerte que si no le hubiese

socorrido el obispo de Valenza hubiera caído en tierra y hubieran sucedido

cosas peores. Manifiesta que tiene la cabeza cargada de sangre, que los

médicos han acudido con remedios y que espera la piedad de la Reina para

salir cuanto antes de París392. El Consejo de Estado, al leer estas noticias, no

cambia su declaración: repite que conviene enviar al Marqués de la Fuente

las cartas de despedida para el Rey y la Reina Cristianísima con motivo de

su falta de salud y que se acelere la marcha del Marqués de Santillán por la

falta que hace en aquella corte un Embajador de S.M393. Considerando que

391 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 23 enero 1667.392 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 26 enero 1667.393 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 29 enero 1667.

149

las cuentas del Marqués de la Fuente están justificadas, acepta el papel del

conde de Ayala y dice a S.M. que se le pague el finiquito394.

En febrero el Marqués de la Fuente vuelve a escribir a su amigo

Pedro Fernández del Campo. Tras pedirle perdón por ser tan insistente se

lamenta otra vez de sus achaques. Dice que con los remedios de los

médicos, que han accedido a las venas, y las medicinas, ha encontrado poca

mejoría en las manos y en los pies y ninguna en la cabeza. Se queja de sus

problemas económicos y de que ya no le queda nada por empeñar. El

mismo día escribe a la Reina, le agradece que haya derogado la cláusula de

esperar al Marqués de Santillán y le recuerda que solo ha cobrado 6.466

escudos de los 30.000 que se le enviaron porque el resto salió incierto tal

como le dijo a Fernández del Campo395.

Fue preciso regresar a Saint Germain para dar la enhorabuena a la

Reina por el feliz parto con los ministros de los demás príncipes y en el

viaje a Saint Germain ocurrió al Marqués de la Fuente un incidente: media

legua antes de llegar, cuatro o cinco soldados de una de las compañías del

regimiento de la guardia francesa se cruzaron con la comitiva del

Embajador y, cortándole el paso, dieron con los mochos de los mosquetes

en los caballos delanteros de su coche y los obligaron a caer. Al momento

llegaron el teniente y el alférez que venían algo mas atrás, mostraron

sentimiento por lo ocurrido y prometieron castigar a los culpables. El

Marqués de la Fuente calificó el hecho como locura consecuencia del vino

y, sin mediar palabra, continuó su viaje. Aunque llegó a tiempo y estuvo en

la mesa con S.S. M.M., con el mariscal de Gramont, y con Msr. de Lionne,

no habló con ellos de lo sucedido pensando que, más que solicitarlo con la

queja, ellos eran los que debían proponer el castigo. Acertó el Marqués, 394 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 31 enero 1667.395 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Saint Germain, 6 febrero, 1667.

150

pues habiéndose enterado el Rey Cristianísimo, salió del baile a media

noche y fue a buscar al Embajador español al aposento de la Reina. Al no

encontrarlo allí envió al Mariscal Gramont para que le dijera que haría una

manifestación pública para demostrar a todos cuanta era la estima que tenía

a su persona por el modo con que había asistido tantos años en su Corte,

manifestación que obligará a todos a respetarle, como era justo. El ministro

añadió que él mismo aprovechaba la ocasión para demostrar lo que le

honraba y que le tenía por un amigo. Al día siguiente, S.M. Cristianísima

repitió lo mismo al Marqués añadiendo que tanto él como la Reina le reñían

por no haberles dado cuenta de lo que pasó duplicando que darían un

castigo ejemplar a los culpables. El Marqués explicó al Rey que no había

querido poner en su conocimiento el incidente por no darles un disgusto y

que, habiendo tenido la experiencia de comprobar lo que le honraban, se

veía obligado a suplicar el perdón para los culpables. El Rey no accedió a

eso y prometió que los enviaría a galeras; tras lamentar que cuatro

borrachos hubieran quitado el crédito de atentos a un grupo militar de tanta

reputación, ordenó que el sargento mayor del tercio y todos los capitanes

fuesen a pedir perdón al Embajador en nombre de todo el regimiento,

exigiendo que se ejecutara de inmediato, allí mismo, en Saint Germain,

para dar publicidad a la demostración a fin de que nadie la ignorara. Llegó

toda la compañía, entre ellos, sin armas, ocho que parecía los culpables los

cuales subieron al aposento del Embajador con el sargento mayor, los

capitanes y otros oficiales del regimiento y allí le pidieron perdón,

lamentaron el disgusto que habían dado tanto a él como a S.M. añadiendo

que hablaban en nombre de Monsieur, del Mariscal Gramont, y de todo el

regimiento. El Marqués de la Fuente, satisfecho con las excusas, pidió al

sargento mayor libertad para los soldados, comprometiéndose a conseguir

la aprobación del Rey, pero el sargento insistió en que traía orden de darles

151

castigo y salió diciendo que los entregaría para que los pusiesen en el grupo

que partía el lunes a Marsella.

El Embajador de España reconoce que en esta ocasión se le ha dado

plena satisfacción. En la carta a Pedro Fernández del Campo muestra su

contento por la demostración de amistad que ha recibido, demostración que

ha sido pública y notoria, y declara orgulloso que ha salido del lance con

decoro sin haber comprado la satisfacción al precio tan caro de una queja.

Por ello se atreve a sugerir que en la próxima carta familiar la Reina

muestre su agradecimiento al Rey Cristianísimo396. El Consejo de Estado

aprueba el comportamiento del Embajador en el incidente que ocurrió en el

viaje a Sain Germain, y propone que S.M. escriba carta familiar, como

insinúa el Marqués, para agradecer a S.M. Cristianísima que en este caso

anduviese tan “fino” en mirar por el decoro de su Embajador397.

La alegría por el buen trato recibido en Sain Germain no compensa al

Marqués porque se encuentra muy mal. Vuelve a escribir a Pedro

Fernández del Campo y le reclama la licencia para abandonar París y poder

reparar su salud recordándole que si no se le envían medios no podrá usar

de ella. Dice que necesita 82.555 escudos, y que obligarle a viajar con el

calor es como darle una puñalada en el corazón, que la gota le ha dado una

pequeña tregua los últimos días pero la cabeza le trata mal. Pide cartas de

despedida para S.S. M.M. por si fueran necesarias. También se lamenta de

que al Arzobispo de Embrún, en seis años de embajada se le han hecho

increíbles mercedes398.

396 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 18 febrero 1667.397 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 10 marzo 1667.398 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, París, 20 febrero, 1667.

152

El Consejo de Estado dice que se socorra al Marqués y que se envíen

letras de buena calidad ya que han sido devueltas parte de las de Tomás

Bianchi399, pero reitera que no salga de París hasta septiembre “por las

dificultades que en una corte tan escabrosa se pueden ofrecer al ministro

nuevo y las dificultades que podrían tener los confidentes para hablar con

él”. Dice también que se le anuncie la llegada del Marqués de Santillán,

aunque todavía no ha salido de Madrid, que le informará de importantes

asuntos400. Y es que por las noticias que llegan de todas partes acerca de los

preparativos militares que hacen los franceses, el Consejo de Estado teme

que pronto se anunciará el rompimiento de Francia con España y no se

decide a prescindir del Marqués de la Fuente en París.

Por fin, en febrero de 1667, la Reina envía al Marqués las cartas de

despedida para que éste las ponga en manos del Rey y la Reina con ocasión

de la licencia que le concede para marzo. Envía también al Marqués copia

de la carta que nombra nuevo embajador en París al Marqués de Santillán,

al que pide ir al ejercicio de su cargo401.

399 Se refiere a José Tomás Bianco, importante asentista que hemos citado más arriba. 400 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 28 febrero, 1667.401 AHN, Estado, Lib. 140, 9 febrero 1667. La carta que nombra al Marqués de Santillana para el nuevo cargo dice: “para que le dé frecuentes noticias de la salud de S.M., cumplir lo que S.M. le mande con las obligaciones de su sangre, y las órdenes que lleva para que atienda con particular desvelo a cuanto pueda ser de mayor servicio y satisfacción de S.M. como el Marqués de la Fuente lo ha procurado”. La licencia dice: “Al Marqués de la Fuente concedo licencia para venir a España y de paso a los baños de Bares a curarse de sus achaques, movida de las repetidas instancias que para esto me ha hecho, y por el particular afecto que intereso en la salud de S.M. y para que no me falten frecuentes nuevas de ella y de la Reina mi hija, he nombrado en su lugar a don Diego de Córdoba, Marqués de Santillán, y mando para luego, para que me las vaya participando, y todo lo demás que se ofreciere del gusto y satisfacción de S.M., a las que atenderé siempre con las veras que aseguran los vínculos de amor y sangre que nos asiste, esperando que V.M. continuará al Marqués de la Fuente en su salida de esa corte las honras que puedan prometerse por el grado que le asiste de ministro mío y que tan atentamente ha procurado cumplir con las obligaciones de su cargo”

153

Recibidas las cartas de despedida402, el Marqués manifiesta a Pedro

Fernández del Campo su satisfacción aunque reconoce que el presidente de

Hacienda no le ha quitado “los grillos”, y si no le envían las asistencias es

imposible que pueda ponerse en viaje y por lo tanto es imposible que pueda

recuperar su salud. Explica que ha recibido 10.238 escudos de Martini403 a

cuenta de los 20.000 que se había comprometido a pagar en febrero, por lo

que, con tantos acreedores, se encuentra sin tener para comer. Escribe en

correo yente y viniente y pide que éste no vuelva sin el socorro “pues

podría creer que la dilación era deseo de sitiarme por hambre”. Espera

devolver al Consejo el favor de sacarle de allí si tiene presente 30 años de

servicio fuera de casa y el estado de falta de salud y estrechez en que se

halla404. También agradece a la Reina las cartas de despedida y le dice que,

cuando se lo permita su empeño y sus acreedores, se valdrá de ellas. Confía

en que, después de tantas órdenes que se han dado para que se le asista, se

cumpla la última para que se guarde el decoro de S.M405.

2.12. El Marqués de la Fuente se despide de París

Luis XIV y la Reina, enterados de que el Marqués de la Fuente es

llamado a Madrid, escriben a la Reina Regente una carta en la que

muestran amistad y agradecimiento hacia el Embajador y lamentan su

marcha. A pesar de estar las relaciones a punto del rompimiento —las

402 La carta que el Marqués debe entregar a la Reina Cristianísima dice: “habiendo concedido licencia al Marqués de la Fuente para venir a España por las repetidas instancias que para ello me ha hecho, como también lo escribo al Rey mi hermano, he nombrado por mi embajador ordinario esa corte al Marqués de Santillán y mandado que vaya luego a ejercer su cargo para que me de frecuentes noticias de la salud de V.M. teniendo por cierto cumplirá en esto y en todo lo que V.M. le mandare con las obligaciones de la sangre y las órdenes que llevará mías para que atienda con particular desvelo a cuanto pueda ser de mayor servicio y satisfacción de V.M. como espero que el Marqués de la Fuente lo habrá procurado, y holgaré que con su venida traiga entendidas muchas ocasiones del gusto y contentamiento de V.M. en que yo pueda manifestar el singular cariño que en todo se lo deseo”.AHN, Estado, Lib. 140, Madrid, 7 febrero 1667.403 Alberto Martini trabajó como asentista de la corona y residía en Flandes. Formaba parte, con Bernardino Garimondi, de los pequeños negociadores. SANZ AYÁN, C.: “Los banqueros de Carlos II”, Madrid, 1989, p. 330.404 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 1 marzo 1667.405 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 1 marzo 1667.

154

tropas francesas se preparan para entrar en Flandes—, Luis XIV hace votos

por continuar la “buena correspondencia”406. La despedida, que se ejecutó

el 18 de marzo, define la Embajada de España en París desde 1660 a 1667:

buenas palabras y permanente hostigamiento a los intereses de España. El

Marqués de la Fuente cuenta a la Reina que fue recibido en audiencia por

S.S. M.M. a quienes agradeció las honras que había recibido siempre. Luis

XIV dijo al Embajador de España que había sido testigo “de cómo había

procurado siempre la buena correspondencia y mantener la paz” y le pidió

que asegurase a S.M. Católica que continuará con toda fineza en la misma

atención y en la de solicitar las ocasiones en que pudiese conocer su afecto,

parte en la que se alargó mucho. El Marqués de la Fuente satisfizo en la

forma que debía asegurando que hallaría en S.M. recíprocas

demostraciones de una perfecta voluntad y unión. Cumplió también con

Monsieur y con Madame y esperaba hacerlo al día siguiente con los

príncipes y demás personas de su posición para estar dispuesto a partir en la

primera posta que llegara de Madrid, convencido de que llegarían los

despachos necesarios para su desempeño407.

Pero aunque el Marqués de la Fuente se ha despedido de París, no

puede pensar en el viaje porque las asistencias no llegan. Vuelve a escribir

a su amigo y confidente Pedro Fernández del Campo convencido de que es

el único que lamenta sus achaques y penurias. Le dice que el frío de los

últimos días, el más intenso de todo el invierno, le ha afectado a los pies y a

la cabeza dejándole casi inútil, sin fuerzas para el trabajo. Además le dice

que se encuentra mortificado por la duda, pues, si bien las órdenes de S.M.

no debían permitir que se dudase nada, la experiencia le hace temblar

porque si el ordinario que espera el 24 o el extraordinario que podría haber

vuelto, llega con las mismas palabras generales de tantas otras veces, será 406 AGS, Estado, Francia, leg. K1645, Saint. Germain 18 marzo 1667 y 4 abril 1667.407 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 20 marzo 1667.

155

terrible porque no podrá salir, y, habiéndose despedido el día 18, todos

podrán descubrir la causa con lo que padecerá el decoro de S.M. Y añade

de puño y letra: “señor mío, ni la salud, ni la razón, ni la esperanza, ni el

sufrimiento pueden más, y si esta semana no reconozco efectos y lo que se

me ha insinuado, no sé qué va a ser de mí”408. Pocos días más tarde vuelve

a escribir diciendo que espera todos los días ansioso el ordinario que llega

con el capítulo general de esperanzas pero insinuando que la suma se le

enviará con el siguiente, que los 30.000 escudos que se le enviaron hace

diez meses los cobrará Martigny409 porque se los anticipó; se queja de verse

así tratado en una Corte como la de París cuando durante 30 años cumplió

con sus obligaciones. Pide que se le envíen los 30.000 escudos que no

tuvieron efecto, y los 35.800 que S.M. tiene mandado que se le envíen, y

como eso no basta para poderse desempañar, que se renueve la orden al

virrey de Nápoles de remitir a París los 20.000 ducados410.

El Consejo de Estado reconociendo el gran descrédito que resulta de

la extrema necesidad en que se halla el Marqués por falta de medios —la

misma que repiten el conde de Molina y don Esteban de Gamarra— y la

conveniencia inexcusable de mantener autorizados y consolados a los

embajadores de S.M., mayormente cuando “en aquellas cortes es el

batidero de los mayores negocios en que interesa esta corona,

especialmente en este tiempo” propone que si el asiento de don Sebastián

Cortizos no está tan próximo como se pensaba, se sirva V.M. mandar otros

efectos aparte para asistir a estos embajadores, mandando al Presidente de

Hacienda que esto lo ejecute con tal prontitud que no haya ninguna

tardanza más, por lo mucho que conviene al servicio de V.M.411.

408 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 20 marzo 1667.409 Se refiere al asentista Martini que hemos citado más arriba.410 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Saint Germain, 3 abril, 1667.411 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 9 abril, 1667.

156

Mientras, el Marqués de Santillán tampoco puede iniciar su viaje

porque, tras pasar todos los oficios con el Presidente de Hacienda, éste no

le ha proporcionado el dinero. Pide a Pedro Fernández del Campo nuevas

órdenes para que le paguen y dice que ocho días después de recibir los

medios se pondrá en viaje. Pide también las cartas credenciales y demás

instrucciones que se le han de entregar y que se le diga el modo con que se

ha de comportar el día de su entrada en París concurriendo con los

príncipes de la sangre, caso de estar el Rey Cristianísimo en aquella corte,

porque ha entendido que no quieren dar la precedencia. El Consejo de

Estado propone a la Reina que mande al Presidente de Hacienda ejecutar

sin dilación la orden que se le dio de pagar al Marqués de Santillán y que

de cuenta a S.M. de haberlo hecho; que se le entreguen las cartas

credenciales porque las instrucciones las tendrá del Marqués de la Fuente

que las dejará por escrito412.

De acuerdo con la recomendación del Consejo de Estado, la Reina

Regente escribe al Marqués de la Fuente: “al marqués de Santillán que se

halla prevenido para ir en breve a servir a esa embajada le he mandado

dar las cartas credenciales y decir que el avocarse con vos le ha de servir

de instrucción para entenderse de los negocios y del estado de ellos, y

porque para poder tener presente y gobernarse con acierto conviene se lo

dejéis por escrito os encargo y mando le forméis un papel con las noticias

y advertencias de todo para que se pueda valer de ello y me enviaréis

copia de dicho papel por si se ofreciera advertir sobre él”413.

Pasado el invierno, la salud del Marqués de la Fuente no mejora.

Fundaba la mejoría en la esperanza de la primavera, pero se encuentra en

situación peor a la del año anterior. Cuenta a Pedro Fernández del Campo 412 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 9 abril, 1667.413 AHN. Estado, Lib. 140, Fol.39, Madrid, 24 abril, 1667.

157

que le ha sobrevenido la gota y dolores de cabeza que le han hecho perder

el sentido y caer a tierra. Los remedios para la cabeza son contrarios a la

gota y le han producido dolores extremos durante cuatro días que le han

privado del juicio, y los médicos de otra esperanza que la de los baños de

Vares aplicados sin pérdida de tiempo. No puede ponerse en camino por

falta de medios por lo que vuelve a repetir a su amigo lo que le dijo en la

carta del día 3: que le envíen medios con urgencia414.

En mayo, el Marqués se encuentra un poco mejor. Los dolores

rigurosos han cesado aunque no los acometimientos a la cabeza. Ha pasado

el tiempo para los baños de Vares y los médicos piensan en los de Ancoch,

pero el Marqués confiesa a Pedro Fernández del Campo que desconfía de

ese remedio, “pues no hay agua mineral ni droga en la botica que tenga

imperio cuando aumentan los achaques el trabajo de ánimo”. Reconoce

que se encuentra desanimado viendo que no llega ningún correo y que

cuando llegue traerá las letras a plazos que será menester negociar y ajustar

en Amberes. Por ello, dice, “pierdo el juicio, quiera Nuestro Señor abrir

camino para verme fuera de este empeño”. Sobre el librillo y carta que

presentó el arzobispo de Embrún acerca los derechos de María Teresa al

trono de España415, dice que “todo ello es ridículo”. Propone esperar la

respuesta del Marqués de Castel Rodrigo “para que juzguen los tímidos y

más afectos que honestan sus ruinadas siguiendo a la que conforme al

manifiesto es legítima heredera, convendrá ponerles delante las razones

que les desengañen”. El Marqués termina diciendo: “Don Pedro, suplico a

Vd. que recuerde a esos señores el estado en que me hallo, pues no se

414 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 17 abril, 1667.415 Se refiere a un Tratado en el que, basándose en las leyes fundamentales de España, el Arzobispo de Embrún justifica los derechos de María Teresa y, estudiando sucesiones a lo largo de los tiempos, llega a demostrar la nulidad de la renuncia de la Reina. Lo publica cuando se va a iniciar la guerra de Devolución, siguiendo el precepto del profeta Jeremías de que “es preciso santificar la guerra”, es decir, justificar las causas y los motivos. LA FEUILLADE, G. d´Aubusson: “La defense du droit de Marie Therese, reine de France, a la succession des couronnes d´Espagne”, BNM, 3/48773.

158

habrá visto que, sin estar dada la Extremaunción, se mantenga quien

representa lo que yo, dos meses después de haberse despedido en la corte

de un príncipe que se halla marchando para invadir los estados de su amo,

sea Dios bendito, pues ha dispuesto que me toque a mí el padecer esta

mortificación”416. Pocos días más tarde, en la cima de su desesperación, le

dice que crece el desaire y aumenta el empeño; lamenta no haber pedido

que las letras se descontaran en París mejor que en Amberes,

encontrándose ésta prácticamente en guerra, y el olvido lo achaca a su mala

cabeza. Le cuenta también que ha recibido desde Flandes carta de Agustín

Espínola417 desengañándole de poder hallar un real sobre prendas de oro y

plata y el pago por anticipación de ninguna letra por segura que sea, pues

cono la novedad de la guerra, no pueden exponerse a perder el caudal. El

Marqués manifiesta el daño que le ha producido la dilación en enviar lo que

se le debe y reconoce que no sabe dónde apelar para mantener el juicio418.

Esperando la negociación del Marqués de Castel Rodrigo con los hombres

de negocios, asegura a Pedro Fernández del Campo: “cada hora que me

detengo es una puñalada para el corazón, pero en fin, de una manera u

otra, teniendo ya preparada mi casa, espero salir de aquí todo lo más la

semana que viene, prometiéndome que S.M. mande desempeñar mi honra y

todo lo que dejo en manos de estos hombres”. Aprovecha para informar de

que el Rey Cristianísimo ha tenido un pequeño accidente, que pudo ser una

desgracia, al caer de un caballo que se rompió una pata cuando pasaba un

puente. Cuenta también que el Sr. Delfín está con sarampión por lo que la

Reina ha regresado a Compiegne, temían que fueran viruelas419.

416 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 15 mayo, 1667.417 Los Espínola fueron una familia de banqueros, descendientes del ilustre Bartolomé Espínola, que destacaron durante el reinado de Felipe IV por el volumen de las provisiones efectuadas fuera de España. Algunos miembros residían en Amberes en asociación con otros genoveses o flamencos. SANZ AYÁN, C.: “Los banqueros de Carlos II”, Madrid, 1989, p. 183, 322.418 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 29 mayo, 1667.419 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 16 junio, 1667.

159

Don Pedro de Ribera, caballero de la orden de Santiago y caballerizo

de la Reina fue encargado de manifestar a los reyes Cristianísimos el

alborozo de S.M. Católica por el feliz nacimiento de Madame420. Llegó a

París después de superar varios tropiezos en el viaje que al Marqués de la

Fuente le parecieron agravios intolerables: Ribera traía pasaporte del Sr.

arzobispo de Embrún, despacho de las audiencias de Bayona y Burdeos —

en donde se pusieron plomos para cerrar las cajas y entregarlas en París—,

en Briou quisieron abrirlas y cuando él declaró que contenían niñerías que

la Reina enviaba a la S.M. y al Sr. Delfín, no bastó ni esto ni los despachos

que traía ni ofrecer el depósito de 1.000 doblas para que lo dejasen pasar.

El Marqués de la Fuente se queja por todo ello a Lionne, le pide una

explicación y exige que se le entreguen las cajas para ponerlas en manos de

la Reina, pero, no siendo escuchado, escribe a la Reina Cristianísima para

comunicar la llegada del enviado de España y el agravio a que ha sido

sometido en el viaje para que esté informada, lo mismo que su marido el

Rey, anunciándole que la visitará en cuanto le devuelvan las cajas421.

Llegado el verano, el Marqués de la Fuente advierte de que, con las

últimas tensiones, los despachos llegan mal y teme que se hayan perdido

las letras. Informa también de que le han avisado de Compiegne para que

vaya porque la Reina tiene calenturas y la han sangrado dos veces. Con

relación a su salud, dice que se encuentra mejor porque el calor le prueba

bien y que como se marcha, ha dejado encargado a Don Alonso de Aguayo

para que reciba los despachos422.

420 AHN, Estado, Leg. 3457/30. “Instrucciones para la enhorabuena del feliz parto de una niña que ha tenido la Reina Cristianísima, a Don Pedro de Ribera”, Mayo 1667.421 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 29 mayo, 1667.422 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 26 junio, 1667.

160

En junio, los ejércitos franceses sitian la ciudad de Tournay423 y

hacen movimientos en la frontera de los Países Bajos. En este momento de

enorme tensión, declarada la guerra en Flandes, el Marqués de Castel

Rodrigo, pide instrucciones para actuar424, el Marqués de Santillán, que ha

iniciado viaje a París425, pregunta también qué debe hacer426, y el Marqués

de la Fuente, según escribe a Pedro Fernández del Campo, no puede iniciar

el viaje a Madrid porque la salida a Compiegne le ha sentado mal y tiene

calenturas por lo que será necesario sangrarle de nuevo. No se explica

como vive. Piensa que podrá salir de París la semana próxima si recibe

noticias de Amberes para el cobro de las letras. Informa también al

Secretario de las operaciones de las armas francesas en Flandes: dice que el

día 6 capituló la plaza de Dovay, en los ataques de la cual se perdieron más

de 800 hombres y hubo muchos heridos. Añade en una P.D. que ha llegado

el correo de Amberes y, tras pagar a sus acreedores, se dispone a empezar

el viaje de regreso a Madrid en los próximos días. El mismo día escribe a la

Reina Regente y le comunica que en Compiegne, donde se encontraban los

Reyes, habían cantado un Te Deum laudamus por la toma de Tournay,

asistiendo el Sr. Delfín y los pocos hombres de su posición que se

encontraban sirviendo a la Reina. Allí no se pasó a más demostración de

alegría, pero en París habían hecho excesivas demostraciones incluso con

fuegos; convidaron para el Te Deum, que se cantó en la iglesia mayor, a los

ministros de príncipes, concurriendo solo el embajador de Venecia y de

segunda clase el de Mantua427.

423 El Marqués de la Fuente comunica la toma de Tournay a Pedro Fernández del Campo, AGS, Estado, Francia, Leg. 1394, París, 26 junio 1667.424 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Bruselas, 1 julio 1667.425 Salió de Madrid, con su mujer, en junio con orden de detenerse en San Sebastián hasta ver el curso que tomaban los asuntos de la guerra. MOREL FATIO, A. Op. cit., p.506.426 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 7 julio, 1667.427 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 10 julio, 1667

161

La situación del embajador de España en París es ahora del todo

desairada, es insostenible y humillante: ha empezado la guerra contra

Flandes y en París se celebran los triunfos de las armas francesas. Informa

de todo ello a Madrid y también de haber llamado a Iturrieta a París para

que se quede con los papeles de la embajada ya que él se dispone a partir

hacia Madrid. El Marqués de Santillán, detenido en la frontera, recibe

orden de regresar a Madrid y la Reina decide revocar la orden a Iturrieta

para que no vaya a París. También resuelve que salga de Madrid el

arzobispo de Embrún428.

Lionne escribe entonces al Marqués de la Fuente una carta que dice

que trasladará al Rey la carta de S.M. Católica y otra a Doña María de

Molina, “la cual hubiera deseado que fuera carta de amor pues se precia

de galante homini“. Con relación al pasaporte que le había pedido para la

vuelta de Iturrieta, le dice que necesita la orden expresa de S.M. pues desea

conocer todos los despachos en los que viene su nombre, como es justo. Le

comunica que en Madrid han despedido al arzobispo de Embrún y le han

advertido que en la frontera será detenido para servir como prenda y ser

canjeado por él. Y añade con ironía “veremos en esta ocasión renovar en la

persona de dos embajadores sobre el río Bidasoa las mismas entregas de

las dos reinas difuntas de Francia y España”. Después Lionne pide al

Marqués de la Fuente que para evitar incomodidades al Sr. arzobispo en

San Sebastián o en Fuenterrabía le dejen entrar en Francia mientras él llega

a Bayona, siendo cierto que la intención de S.M. nunca puede ser detener al

Embajador de España en Francia429.

Mientras, en Madrid, el Consejo de Estado ve las cartas del Marqués

de la Fuente que cuentan las demostraciones de alegría que hicieron en 428 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 16 julio 1667; AHN, Estado, Lib. 140, 24 julio 1667.429 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 29 julio 1667.

162

Francia por la toma de Tournay y las que hicieron cuando fue admitido a la

audiencia del Rey un ministro de Portugal cuyos tratados de liga ofensiva-

defensiva quedaban firmados. Ve también la advertencia que el Marqués de

la Fuente hizo a Luis de Ponce sobre novedades que pueden producirse en

Italia pues el Rey Cristianísimo prepara un ejército para ayudar al duque de

Saboya en secreto, y lo que Lionne decía en París al final del cónclave, en

la exaltación del nuevo pontífice: “que su rey había hecho un papa, de

quien experimentaría los mismos efectos que si hubiera hecho al más fino

francés” 430. Los consejeros proponen escribir a D. Luis de Ponce

encargándole la defensa del estado de Milán para que no le sorprendan los

franceses como a Castel Rodrigo advirtiéndole que debe investigar con

maña en la corte de Turín las negociaciones entre aquel Duque y el elector

de Baviera, su cuñado, en perjuicio nuestro, porque conviene atender la

seguridad de Italia431.

En agosto, el Marqués de la Fuente sigue en París por culpa de sus

achaques y envía a D. Alfonso de Aguayo para que represente a S.M. lo

que precisa recibir socorros. Al despacho de la Reina del pasado día 15 en

el que se le comunica la resolución tomada con el arzobispo de Embrún, el

Marqués de la Fuente contesta que dejará la corte en cuanto le dejen las

indisposiciones aunque tenga que meterse en una litera o en un transportín,

y calcula que llegará a la frontera a la vez que el arzobispo de Ambrún432.

Cuando el arzobispo de Embrún se dirigía a la frontera433, el 15 de

agosto, cerca de Aranda de Duero, se cruzó con el Marqués de Santillán

que volvía a Madrid. El embajador francés se declaró dispuesto a saludar al 430 Alejandro VII murió el 22 de mayo de 1667. Julio Rospigliosi fue su sucesor, elegido Papa el 20 de junio de 1667 con el nombre de Clemente IX.431 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 30 julio 1667.432 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 7 agosto, 1667.433 Don Gerónimo de Benavente y Quiñones recibió instrucciones de la reina Regente (11 julio 1667) para acompañar al Arzobispo de Embrún hasta la frontera de Francia. MOREL FATIO, A. “Recueil... p. 507.

163

Marqués pero éste hizo cerrar las cortinas de su carroza y los dos

embajadores se cruzaron sin saludarse y sin verse434. Al llegar a la frontera,

el arzobispo de Embrún fue retenido sin dejarle pasar a Francia para servir

de prenda a la seguridad de la persona del Marqués de la Fuente, como

había comunicado Lionne al Marqués de la Fuente435. El Marqués de

Santillán, ya en Madrid, devuelve a Pedro Fernández del Campo las cartas

credenciales y papeles de su cargo sin estrenar y le pide que de cuenta al

Consejo de haber hecho la entrega de dichos documentos436.

Finalmente, como estaba previsto, el Marqués de la Fuente fue

canjeado con el Arzobispo de Embrún en Bidasoa el 28 de agosto de

1667437. El destino quiso que el Marqués de la Fuente, que había visto

denegada su entrada en París en 1661 tras ser expulsado su predecesor el

Conde de Fuensaldaña hubiese de repetir parecido escenario: lo expulsaban

a él y rehusaban el traspaso a su sucesor.

2.13. Los últimos años en Madrid

De vuelta a España, el Marqués de la Fuente sanó de sus

enfermedades, siguió gozando de la confianza regia y estuvo especialmente

encargado de los asuntos de Francia que conocía muy bien. En enero de

1668 y en julio del mismo año la Reina da orden de que se paguen al

Marqués de la Fuente “con el mayor secreto” las cantidades que se le

adeudan desde 1665 aunque no presente papeles y vaya en contra de las

ordenanzas438.

434 MOREL FATIO, A. “Recueil..”p, 506.435 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 29 agosto, 1667.436 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 29 agosto, 1667.437 MOREL FATIO, A. “Recueil... pág. 498.438 AHN, Estado, Lib. 271 D fol. 214, Madrid, 10 julio 1668.

164

Tras la paz de Aquisgrán (mayo de 1668), normalizadas las

relaciones entre España y Francia, se pensó en enviar de nuevo al Marqués

de la Fuente a París, pero su edad y sus achaques no le permitieron

reasumir funciones diplomáticas y trabajó para que la embajada se diese a

su hijo sin conseguirlo439. El Consejo de Estado, en sesión en la que se

encuentra el Marqués de la Fuente, acuerda enviar entonces a París a Don

Gerónimo de Benavente y Quiñones para dar la enhorabuena a S.S. M.M.

Cristianísmas por el feliz parto de la Reina del duque de Anjou440.

Cumplida su misión, el secretario Miguel de Iturrieta, en calidad de

residente, se encargó de los asuntos de España hasta la llegada del nuevo

embajador, el conde de Molina441.

Lo que sí hizo el Marqués de la Fuente al regresar a Madrid, a pesar

de su edad y falta de salud, fue contraer un nuevo matrimonio. Después de

más de veinte años viudo, casó con Doña Ana de Portocarrero, Marquesa

viuda de Espinardo, que no le dio descendencia442. Tanto el embajador del

Emperador, el conde de Pöting, como el arzobispo de Tolosa, embajador de

Luis XIV, dejaron escritos sobre las intrigas de esta segunda mujer del

Marqués de la Fuente443, y el Duque de Maura se refiere al Marqués de esta

época como “mal casado”444.

Morel Fatio describe al Marqués de la Fuente como hombre de gran

inteligencia, fino, cortés, de conversación muy amena y agradable, de gran

vivacidad, muy versado en toda clase de materias y con gran experiencia 439 Su hijo fue embajador extraordinario en Francia desde 1680 a 1683, cuando ya había muerto su padre. MOREL FATIO, A. “Recueil... p. 515.440 AHN, Estado, leg. 3457/31: “Instrucciones para Don Gerónimo Benavente y Quiñones que ha de pasar a Francia con la misión de dar la enhorabuena a la Reina por el nacimiento del delfín”. Octubre 1668.441 MOREL FATIO, A. “Recueil… pp. 507-508.442 MOREL FATIO, A.. “Recueil... p. 500.443 Se decía que había tenidos muchos amantes: Don Juan José de Austria y bastantes más. DUQUE DE MAURA.: “Vida y reinado de Carlos II”, Madrid, 1990, p. 141. Ver Diario del Conde de Pötting, Madrid, 1990, p. 391, 394.444 DUQUE DE MAURA.: Op. Cit. p. 274.

165

diplomática adquirida durante su larga estancia en Italia y en el Imperio.

Tanto Luis XIV como su secretario Hugo de Lionne le tuvieron en gran

estima, y lo mismo ocurrió en España con Peñaranda, principal consejero

diplomático de Felipe IV durante sus últimos años y de doña Mariana de

Austria. Sin duda Luis XIV estimaba sobre todo al embajador español por

el tacto que tuvo en la audiencia de las excusas que dio “plena satisfacción

a su orgullo ofendido”445.

El Marqués de la Fuente se ocupó de defender los intereses de

España y así consta en las cartas de agradecimiento y también es prueba de

ello la resistencia a sustituirlo por otro embajador cuando pide

insistentemente ser relevado de su cargo por enfermedad. Defendió siempre

los intereses de España con tenacidad, en medio de grandes dificultades,

con las armas de la diplomacia y nunca con otras, pues cuando “un sujeto”

le propuso matar con veneno al rebelde de Portugal, le contestó que “la

grandeza de S.M. católica no se vale de semejantes medios para castigar

rebeldes”. El Consejo de Estado aprobó la respuesta del Marqués446. Lo

que sí hizo, como hemos visto, es ofrecerse para escribir un papel para

lanzar un “rumor” por Europa que desacreditase a Luis XIV, papel que

pretendía contar las reiteradas contravenciones a la paz de los Pirineos que

hacía el Rey de Francia y los perjuicios que ocasionaba a España447.

Su permanencia en el exterior (más de 30 años) fue la más larga de

los embajadores del siglo XVII pues pocos permanecieron más de tres

lustros, entre los que cabe citar a Baltasar de Zúñiga (19 años), el marqués

de Bedmar (20 años), Alonso de Cárdenas (19 años), Saavedra Fajardo

445 MOREL FATIO, A.. p.499.446 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Julio, 1666.447 AGS, Estado, Francia, leg. K1645, París, 17 noviembre 1665.

166

(casi 30 años), el 2° marqués de la Fuente (17 años) o Villagarcía (23

años)448.

Don Gaspar de Teves y Tello de Guzmán, I° Marqués de la Fuente,

conde de Benazuza, Embajador Extraordinario en Francia desde 1661 a

1667, consejero de Indias, consejero de Estado, fue también gentilhombre

de la cámara del Emperador y del consejo de Guerra449, y caballero de

Santiago450, murió en Madrid el 15 de julio de 1673451.

Capítulo III

EL INCIDENTE DE LONDRES

448 FERNÁNDEZ ESPEJO, C. “Primera Secretaría de Estado”. Ministerio de Asuntos Exteriores. Madrid, 1972. Pág. XLVII, XLVIII, IL, L.449 RAH, Col. Salazar y Castro, C-22, fol.126; D-19, fol. 210; D-31, fol. 51; D-21, fol 285 v.450 En el AHN, Sec. O.O.M.M., no figura el expediente del marqués de la Fuente. No figura en el catálogo de caballeros ni en el índice general. Tampoco en el de dispensas, expedientillos, libros de genealogías, registro de mercedes de hábitos, índice de pruebas, matrimonios, etc. Sin embargo todas las fuentes coetáneas y posteriores dicen que el Marqués de la Fuente fue caballero de Santiago. El 25 de julio de 1671, con motivo de la canonización de San Francisco de Borja, figura en la relación de caballeros de Santiago que asistieron con sus mantos capitulares a la procesión acompañando al real Consejo de las Ordenes AHN, Sec. O.O. M.M. leg. 24.451 MOREL FATIO, A. Op. cit., p. 499.

167

Desde la abdicación de Carlos V, cuando los embajadores del rey de

España dejaron de serlo a la vez del Emperador, el privilegio que a éstos

correspondía de preceder a todos los demás podía entenderse caducado y

los reyes de Francia empezaron a mostrar el deseo de que sus ministros

ocuparan el primer lugar frente a los de España452. Este propósito ya se hizo

visible durante la celebración del Concilio de Trento, y afectó no sólo a los

respectivos diplomáticos sino a los eclesiásticos que participaron en las

sesiones. Sin embargo, dada la pujanza de las dos monarquías, esta pugna

se mantuvo en cierto nivel de equilibrio hasta el final de la guerra de los

Treinta Años. Es a partir de 1650 y de la pérdida de la hegemonía de

España en Europa cuando los reyes de Francia redoblan sus esfuerzos para

que sus representantes ocupen el primer lugar en las cortes europeas a

expensas de España. Precisamente en ese año Antoine Aubery publica un

Tratado justificando los derechos que asisten al soberano francés para que

sus embajadores ostenten la primacía en los actos públicos a los que asisten

junto con los de las otras potencias453.

La fecha de esta publicación no es casual, puesto que coincide con

un serio incidente protagonizado en Londres entre los embajadores de

España y Francia, al parecer provocado por el Lord Protector Cromwell en

respuesta a otro acaecido en Madrid con el embajador inglés Antonio

Ascham. El triunfo de Cromwell sobre Carlos I Estuardo supuso para

España un grave dilema. Por una parte, Felipe IV se veía obligado a

defender los derechos al trono de Inglaterra de los hijos del destronado

monarca, pero por otro lado deseaba mantener, como hasta entonces, unas 452 La precedencia de los embajadores está detalladamente estudiada por OCHOA BRUN, M.A. en “Historia de la Diplomacia Española”, Madrid, 2003. En el Vol. IV narra los problemas con los embajadores de Francia en tiempos de los Reyes Católicos, cuando las embajadas dejan de ser itinerantes, p. 509 y ss.; el Vol. V se refiere a la Diplomacia en el reinado del Emperador Carlos V, cuyos Embajadores disfrutaban del privilegio de una absoluta precedencia en las Cortes extranjeras, pp. 598 y ss.; el Vol. VI estudia la precedencia en el reinado de Felipe II, p. 422 y ss. 453 BNM, Ms. 2/21200. “De la preeminencia de nos roys, et de leur presence sur l´empereur et le roy d´Espagne”. Par Aubery, Antoine

168

cordiales relaciones con Inglaterra e impedir que Londres apoyara la causa

de Portugal. Los esfuerzos de los diplomáticos españoles, en concreto del

embajador ordinario Marqués de Leyden, y del embajador extraordinario

Antonio de Cárdenas, para que no se produjera la temida ruptura de

relaciones entre la nueva República y la Monarquía Hispánica, hicieron

posible que el Lord Protector se aviniera a enviar a Madrid como su

embajador a uno de sus más próximos allegados, el parlamentario Antonio

Ascham. Pero la Villa y Corte era un hervidero de realistas ingleses

incontrolados y al día siguiente de su llegada a la capital de España el

embajador de Cromwell era asesinado en la puerta de su casa queriendo

con este acto castigar su intervención en la decapitación de Carlos I

Estuardo454.

Este acontecimiento dejó suspensa a la corte española. Indecisa en un

primer momento en cómo actuar para no desagraviar a ninguna de las

partes, el asesino pudo aprovechar esta vacilación inicial para acogerse en

sagrado. Las órdenes que posteriormente se dieron a los Alcaldes de Casa y

Corte para que lo redujesen a prisión, junto con sus secuaces, fueron mal

interpretadas por éstos y tras ser arrestados fueron juzgados y el agresor

condenado a muerte455. Ahora bien, esta sentencia ni fue del agrado de los

partidarios de Carlos II Estuardo, que había enviado a Madrid a Francis

Cottingnon y Edgard Hyde, futuro Lord Clarendon y primer ministro, para

que intercedieran a favor del condenado, ni satisfizo a Cromwell, que urdió

una trama para vengarse de España. Esta consistió en lo siguiente: era

costumbre en Londres que a la entrada de cada nuevo embajador asistieran

los coches y séquitos de los demás embajadores para honrarle; en tales

454 GONZALEZ ARNAO, M.: “El embajador de Cronwell asesinado en Madrid”. Historia 16, Año VIII, Nº 82, pp.36-40.455 De los cinco detenidos con Ascham sólo fue ejecutado Sparkers en 1654, los demás escaparon a la justicia. Sparkers era protestante. Ver. “El embajador de Cronwell asesinado en Madrid”, Mariano González Arnao en Historia 16, Año VIII, N° 82, pp. 38-39.

169

casos la colocación de los carruajes seguía el orden de dignidad y grandeza

que alcanzaban las naciones, de manera que hasta entonces los de España

habían ido siempre delante de los de Francia. Llegó a Londres el embajador

de Suecia, salieron como siempre a recibirle los carruajes de los demás y,

caminando el embajador de España el primero como de costumbre, se le

interpuso el carruaje francés que pasó delante. Al punto los españoles de la

servidumbre del embajador español pusieron manos a las espadas y

obligaron a los franceses a volver a su puesto, pero Cromwell, de acuerdo

ya con ellos, tenía apostados unos soldados que acudieron a la pendencia y,

con el pretexto de poner paz entre españoles y franceses, dejaron que estos

pasaran delante. El asunto, que parece pequeño, fue de gran importancia

para aquellos tiempos. El Marqués de Leyden se quejó duramente a

Cromwell y, al no obtener ninguna satisfacción se marchó a Flandes. D.

Antonio de Cárdenas no tardó en seguirle cuando Cromwell, quitándose la

máscara, ajustó un tratado con Mazarino para declarar la guerra a España

colaborando con 6.000 hombres para volver a sitiar Dunkerque, plaza que,

tomada, quedaría a disposición de Inglaterra456. Estaba preparado el camino

para que España perdiera la precedencia en las Cortes europeas.

Después de lo ocurrido en 1650, los embajadores españoles en

Londres, no contando con la buena voluntad de aquella Corte, se

abstuvieron de enviar coches y séquitos a ninguna de las ceremonias y,

como se declaró poco después la guerra entre Inglaterra y España, el asunto

parecía olvidado. Restaurado en el trono Carlos II firma en 1661 una

alianza con Portugal por la que Londres y Lisboa se comprometían a

ayudarse mutuamente en el terreno comercial y militar y se acordaba el

matrimonio de Carlos II con la princesa Catalina de Braganza, lo que

defraudó a Felipe IV y creó una importante tensión entre Londres y 456 CÁNOVAS DEL CASTILLO, A.: “Historia de la decadencia de España”, Ed. Algazara, Málaga 1992, pp. 502 y sig.

170

Madrid. En ese momento el embajador de España en Londres, el Barón de

Watteville457, quizás concertó con el embajador francés, Conde de Soisson,

el acuerdo de que el primero que llegara a cualquier ceremonia pública

gozase de la preferencia, pero esta concordia duró el tiempo que el Conde

de Soisson permaneció al frente de la embajada en Londres. De hecho, todo

parece indicar que su sustituto, el Conde D´Estrades, se negó a mantener

este acuerdo por mandato expreso de Luis XIV, quien en sus Memorias

deja constancia de su firme voluntad para imponerse frente a España en las

cortes europeas.

...Así pues, no pude aceptar ver mi derecho eludido por el artificio de

Watteville, artificio que, repetido, podía constituir finalmente, no sólo la

pretensión, sino la posesión del derecho contrario. Al punto al que había

elevado la dignidad del nombre francés, me propuse no dejárselo

disminuido a mis sucesores y, recordando que en los asuntos de Estado a

veces conviene cortar lo que no puede desanudarse, ordené netamente a D

´Estrades que, a la primera presentación de credenciales por un

embajador, ordinario o extraordinario, lo hubiese notificado o no, enviase

la carroza y la hiciera tomar y conservar el primer puesto458.

La ocasión elegida por el rey de Francia para manifestar al mundo su

deseo de imponer la precedencia de sus embajadores a los del resto de las

potencias tuvo lugar el 10 de octubre de 1661 cuando el embajador

extraordinario de Suecia hizo su entrada en Londres. Advertido el francés

por el sueco del día en que se produciría este acontecimiento, se preparó

con todo cuidado para cumplir las órdenes recibidas de Luis XIV, pero a

petición -y así lo afirma el monarca francés- de los españoles e incluso de 457 Charles de Watteville, Marqués de Conflans, fue designado Embajador Extraordinario en Londres en 1660, cuando se reanudan las relaciones diplomáticas entre España e Inglaterra (habían sido interrumpidas en 1656).458 “Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, pp. 58

171

Carlos II Estuardo, el embajador sueco rogó a Estrades que no participara

en su recibimiento, lo que éste rechazó argumentando que, dada la estrecha

alianza que Francia y Suecia mantenían, no le parecía correcto faltar a

aquel deber. Esta conversación, sin embargo, le alertó de que podría

enfrentarse al embajador español, por lo que convocó para el acto a todos

los franceses que vivían en Londres y además mandó llamar a algunos

oficiales de su regimiento en las Gravelinas y a algunos caballeros de la

compañía de su hijo para que le asistieran, reuniendo en torno suyo cerca

de cuatrocientas personas. Pero el embajador español no permaneció

inactivo y, si debemos creer a Luis XIV, lo que no es posible, procuró

indisponer a “una muchedumbre infinita del pueblo, ya naturalmente

dispuesto contra los franceses”, y armar a más de dos mil hombres,

empleando “más de quinientas mil libras en aquella empresa

extravagante”459. La realidad, sin embargo, parece ser que fue muy distinta

en cuanto a la correlación de hombres y de armas de una y otra parte. En

este sentido tenemos el testimonio de Samuel Pepys: “Debe destacarse que

los franceses eran por lo menos cuatro a uno en número y que poseían casi

100 cajas de pistolas, mientras los españoles no contaban ni con un fusil.

Ello habla en honor de éstos y en descrédito de aquéllos”460.

Sea como fuere, lo cierto es que cuando el Conde de Estrades

anunció que tomaría la delantera, Watteville, ofendido y no queriendo

ceder a la imperiosa pretensión del francés, envió su séquito a la recepción

del embajador sueco preparado para cualquier accidente. Dispuso que los

tirantes del coche fueran cadenas de hierro y que cocheros y lacayos fueran

armados. Al llegar a la ceremonia, el día 10 de octubre de 1661, los

cocheros del embajador francés, Conde de Estrades, movieron sus caballos

459 “Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, pp. 58-61.460 SAMUEL PEYPS, testigo presencial, describe el incidente: “Diarios (1660-1669)”, 2003, pp. 82-83, (30-IX-1661).

172

para pasar por delante de los de Watteville, embajador de España, pero los

cocheros y lacayos de éste se arrojaron sobre los franceses, hirieron y

mataron a algunos, desjarretaron sus caballos, cortaron los tirantes de sus

coches y tomaron el puesto que, según ellos, les correspondía461.

Cuando la noticia de este suceso llegó a Fontainebleau el 15 de

octubre de 1661, Luis XIV se enfureció, según deja constancia de ello en

sus Memorias, no ya por el agravio cometido por los españoles contra su

embajador, sino porque “no podía considerar la ofensa como efecto de una

querella surgida de pronto en que la casualidad hubiera tenido mayor

parte que el deseo. Por el contrario, se trataba de una resolución tomada

con anterioridad y con la cual el ministro quiso halagar su vanidad y la de

su nación462.

Carlos II Estuardo, que, según Pepys, había ordenado que los

ingleses se abstuvieran de intervenir en el conflicto463, rápidamente hizo

saber a Luis XIV que deploraba el suceso y que castigaría a los culpables

como se merecían. Pero esta promesa no era suficiente para paliar la afrenta

que había recibido y así el 16 de octubre el monarca francés ordenó al

conde de Fuensaldaña, Embajador Extraordinario de España, que

abandonara de inmediato Francia, prohibió además la entrada en el reino al

Marqués de la Fuente, quien tuvo que aguardar en Bruselas hasta nueva

orden464 y revocó el permiso que había concedido al Marqués de Caracena,

461 CANOVAS DEL CASTILLO, A.: “Historia de la decadencia de España”, Ed. Alzagara, Málaga 1992, pp. 543,544. 462 “Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, pp. 58-61.463 SAMUEL PEPYS : Diarios, 2003, p. 82.464AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Bruselas, 11 enero 1662.El Marqués se vio obligado a permanecer en Bruselas hasta recibir permiso para entrar en Francia. Desde allí informa de la situación internacional y advierte a Luis de Oyarguren del gran desorden y riesgo en que se hallan aquellos estados de Flandes por la necesidad que padecen los soldados y los desordenes que, obligados por dicha necesidad, ejecutan. Advirtiendo que escribe sin que Caracena lo sepa, dice que esas gentes están malcontentas y solicitan que se les atienda más. Deja constancia de un problema: el descontento en Flandes, más con el Marqués de Caracena que con el propio Rey, y sugiere que el Consejo de Estado no desatienda dicho problema.

173

antiguo gobernador de los Países Bajos, para que atravesara Francia en su

viaje de regreso a España. Ese mismo día, Msr. de Vouldy, gentilhombre

del Rey Cristianísimo, fue enviado a Madrid para informar de lo sucedido

al Arzobispo de Embrún, a donde llegó el 28 de octubre, presentándose en

la casa de don Luis de Haro para pedir reparaciones por el del insulto

cometido en la persona del embajador francés en Londres. Lo propio hizo

al día siguiente el Arzobispo de Embrún en la audiencia que mantuvo con

Felipe IV, y el 30 de ese mes, después de una larga discusión con Don

Luis, obtuvo la promesa de que se entregaría a Msr. Vouldy una carta

suspendiendo al Barón de Watteville, con la obligación de hacerla llegar al

Conde de Fuensaldaña o al Marqués de la Fuente para que uno de ellos se

la enviara al interesado, y otra carta dirigida a Luis XIV, que además

serviría de credencial al nuevo embajador español en París, notificándole

de que en la primera entrevista que tuviera con él le daría su “palabra” de

que en adelante los embajadores de España en Inglaterra se abstendrían,

como en el pasado, de participar en ceremonias públicas465. Más explícita

es la carta que Felipe IV remite al monarca francés en 29 de octubre. En

ella, tras lamentarse del incidente, le comunica que ha destituido al Barón

de Watteville y que ha ordenado a todos sus embajadores y ministros, tanto

en Inglaterra como en otras cortes europeas donde puedan suscitarse ese

tipo de competencias por precedencias, que se abstengan de concurrir a las

funciones públicas a las que asistan embajadores del Rey Cristianísimo466.

Simultáneamente Felipe IV refiere al Marqués de la Fuente sobre el suceso

de Londres y la conveniencia de que se disculpe en su nombre, pero en las

Instrucciones que acompañan a esta carta le advierte que no ponga nada por

escrito y que aguarde la orden de entrar en Francia467.

465 MOREL FATIO, A.: “Recueil des instructions aux ambassadeurs”, París 1894, p. 167.466 BNM, Mss. 2839, fol. 303v, 29 oct. 1661.467 AHN, Estado, lib. 136, pp. 78-85- 86, Madrid, 3 noviembre y 9 de diciembre 1661.

174

Ni la destitución del Barón de Watteville ni las disculpas de Felipe

IV contentan a Luis XIV que desea una reparación de más alcance.

Empieza entonces a madurar la idea e que las excusas del Marqués de la

Fuente deben ser públicas para así humillar a España y demostrar a todo el

mundo la hegemonía francesa. Y no sólo esto, pretende que el Rey de

España declare que la precedencia en las cortes de Europa corresponde a

los ministros de Francia, como así venía aceptándose, no sin disputa por los

españoles, en Roma, Venecia, Saboya y Polonia, extendiéndose tal

prerrogativa a las demás cortes en previsión de la celebración del la Dieta

del Imperio que estaba convocada para el 1 de octubre de 1662 y en la

confianza, por otra parte, de que el Marqués de Mancera468 no se atrevería a

reclamar la precedencia en esta asamblea, máxime cuando ésta sólo se

había observado desde el reinado de Fernando II y a causa de los lazos de

parentesco entre la Casa Imperial y España.

Así pues, aprovechando la noticia de la muerte del príncipe Felipe

Próspero469, que llega a Fontainebleau el 9 de noviembre, Luis XIV envía a

Msr. de Nantia a Madrid con un doble objetivo: dar el pésame al monarca

español por la pérdida de su hijo y entregar una carta al Arzobispo de

Embrún. En ella hacía saber a su ministro que se conformaba con la

destitución del Barón de Watteville sin que fuera necesario que éste se

excusase de su comportamiento, pero también se extrañaba de que en las

cartas credenciales para admitir al Marqués de la Fuente no apareciese

indicación alguna de la declaración que éste debía hacerle en la primera

audiencia. Por ello le ordenaba que exigiera a Felipe IV una carta

explicativa o que autorizara una declaración escrita firmada por el nuevo

embajador español. Además le instaba a que negociase con España para 468 Antonio Sebastían de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera, Embajador en Alemania 1661-1662.469 Felipe Próspero, hijo del rey Felipe IV y de la reina Mariana de Austria falleció el 1 de noviembre de 1661.

175

convencer Carlos II Estuardo de que revocase un reciente decreto

prohibiendo a los ministros extranjeros residentes en Londres enviar sus

carrozas a la entrada de los embajadores, pues tal medida privaba al

embajador francés de recuperar el rango que había perdido con el incidente

del 10 de octubre470.

Felipe IV, en la correspondencia que mantenía con su confidente y

amiga, Sor María de Agreda, confiaba en que poco a poco se disipara el

disgusto de Luis XIV por el incidente de Londres: “El disgusto entre los

embajadores en Londres fue cierto, y el Rey de Francia, como mozo

ardiente, se alteró más de lo que fuera razón: pero espero en Dios que nos

ajustaremos y que no pasará el disgusto adelante”471. Pero o poco conocía

a su sobrino y yerno o mucho confiaba en Dios, porque lo cierto es que las

relaciones entre ambas cortes se volvieron muy tensas en esos meses

aunque se guardaban las formas. Y así Luis XIV retrasaba la designación

de su enviado extraordinario para llevar a Felipe IV la noticia oficial del

nacimiento del Delfín y Felipe IV también demoraba la salida de un

embajador, Cristóbal de Gaviria, a París para participar el nacimiento del

príncipe Carlos –había nacido el 6 de noviembre de 1661-, a quien

finalmente se ordena partir el 12 de diciembre de ese mismo año con el

encargo, además, de felicitar al Rey Cristianísimo por el nacimiento de su

hijo, llegando a París el 18 de enero de 1662472.

470 Jean Joubert, Seigneur de Nantia, enviado por Luis XIV a Madrid para dar el pésame a Felipe IV por la muerte de su hijo, era escudero ordinario de la Reina y partió de París el 12 de noviembre de 1661. Llegó a Madrid el 25 del mismo mes y dos días más tarde fue presentado al Rey Católico por el arzobispo de Embrún. El 3 de diciembre tuvo una segunda audiencia en la que entregó a Felipe IV el retrato del Delfín. El día 9, al ser despedido, recibió como regalo una banda de oro enriquecida de un gran número de diamantes (valorada en 4.500 escudos). No fue autorizado a ver al joven príncipe Carlos, que en ese momento contaba un mes de edad. El 25 de diciembre, M. De Nantia estaba de regreso en París. MOREL FATIO, A.: “Recueil des Instructions aux ambassadeurs”, París, 1884, pp. 167, 208-209. 471 SECO SERRANO, Carlos: “Cartas de Sor María de Agreda y Felipe IV”, B.A.E. Tomo V, p. 175, 5 diciembre 1661.472 Don Cristóbal de Gaviria, escudero mayor de Felipe IV, capitán de la Guardia española, introductor de embajadores, caballero de la Orden de Santiago, había acompañado a Felipe IV en su viaje a San Sebastián. Al día siguiente del nacimiento del infante Don Carlos, el 7 de noviembre de 1661, fue designado para ir a anunciar al rey de Francia el feliz suceso, pero como las relaciones entre las dos

176

Hasta el mes de abril de 1662 Luis XIV no decidió enviar a su

mayordomo Msr. Sanguin para que diera la enhorabuena a Felipe IV por el

nacimiento del príncipe Carlos, el cual parte de París el 17 de ese mes y

llega a Madrid el 11 de mayo, entrevistándose con el monarca el 19 de

mayo, previa visita al Arzobispo de Embrún, regresando a Francia en el

mes de junio473. Para entonces Luis XIV había recibido las excusas del

Marqués de la Fuente en relación con el incidente de Londres y no dudó en

demostrar públicamente su alegría por el nacimiento de un heredero a la

corona española, por mucho que en su fuero interno lo lamentara porque

venía a dificultar sus ambiciosos proyectos a costa de la Monarquía de los

Habsburgo. No obstante, el nombramiento de ese embajador, a juicio del

Marqués de la Fuente, no estaba en consonancia con la misión

encomendada, pues, -son sus palabras-, “los mayordomos aquí ni son del

mismo porte ni tienen el mismo ejercicio que los mayordomos del Rey de

España”, aunque no duda en alabar las cualidades del emisario: “Sanguin

es un caballero muy honrado cuyo padre sirvió en el mismo puesto muchos

años, y ambos se muestran muy afectos474”. El Consejo de Estado manda

que se haga con él la misma demostración de agasajo que se hizo en París a

D. Cristóbal de Gaviria475.

3.1. La audiencia de las excusas

coronas se encontraban muy tensas por el incidente de Londres, hasta el 12 de diciembre no recibió la orden de ponerse en viaje. MOREL FATIO, A.: Op. Cit., p. 502.473 Jacques Sanguin, caballero, señor de Livry y de Genitoy, cuando llegó a Madrid el 11 de mayo de 1662, se alojó en casa de D. Agustín Espínola en donde se le servía, mañana y tarde una mesa de doce cubiertos, pagado por el Rey, y una carroza y sirvientes permanecían a sus órdenes. Llegó acompañado de su hijo, del Marqués Dangeau y de su sobrino M. De Pommereuil. Asistió con sus acompañantes a corridas de toros, visitó El Escorial y Aranjuez y, en la audiencia de despedida recibió como regalo un retrato del rey enriquecido de pedrería. Su hijo y sobrino también recibieron regalos. MOREL FATIO, A.: Op. Cit., pp. 209-211.474 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 9 Abril 1662.475 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 13 Mayo 1662.

177

Las negociaciones entre España y Francia para establecer los

términos de la declaración que el Marqués de la Fuente debía hacer en la

audiencia de las excusas fueron largas y complejas por las exigencias de

Luis XIV, aunque finalmente ambas potencias conciertan un texto

satisfactorio para Francia y no demasiado lesivo para los intereses de

España, pues, como expone en un informe el Duque de San Lucar al

Consejo de Estado, “hay que dar esta satisfacción a los franceses, incluso

otras más perjudiciales para nosotros”476. Esto lo sabía muy bien el

monarca francés y así lo pone de relieve en sus Memorias: “Cada correo

mío llevaba órdenes más duras y más urgentes, y el Consejo de España,

viendo que el retraso empeoraba su posición, se apresuró a aceptar por sí

mismo las condiciones que yo deseaba”477.

El encargado de ajustar el documento con el arzobispo de Embrún

para que el Marqués de la Fuente pidiese excusas en París fue el Duque de

San Lucar. Cuando parecía que las negociaciones iban por buen camino y

se había llegado a un consenso con un documento que decía: El Rey mi

señor me ha mandado ponga en las reales manos de V.M. esta carta en

creencia mía de lo que representaré en su real nombre a V.M.

respondiendo a la que recibió de V.M. en Madrid por mano del arzobispo

de Embrún, su embajador, a los 29 de octubre del año pasado de 1661, su

fecha de Fontainebleau a 17 del mismo, sobre la cual me manda decir a

V.M. le ha pesado mucho el caso sucedido en Londres a los 10 del dicho

mes de octubre entre el Barón de Vatevilla embajador de S.M. Católica y el

Conde de Estrades embajador de V.M. Cristianísima cerca de la persona

del Rey de Inglaterra por la competencia del lugar que habían de llevar

sus coches en la entrada pública de un embajador extraordinario de Suecia

por el disgusto que V.M. ha recibido de este accidente el cual ha causado 476 AGS, Estado, Francia, leg K 1644, Madrid, 7 Dic. 1661. 477 “Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, p. 63.

178

al Rey mi señor la misma novedad que a V.M. le ha sucedido, y que así en

teniendo esta noticia ha mandado salir de Londres al Barón de Vateville

que venga a España revocándole del cargo que tenía para dar satisfacción

a V.M. y hacer con él las demostraciones que merecieren sus excesos. Y

juntamente me ha mandado asegure a V.M. de cómo ha enviado sus

órdenes a todos sus embajadores y ministros así en Inglaterra como en

todas las demás cortes y partes donde residen y residieren dichos ministros

y pueden ofrecerse semejantes dificultades en razón de competencia para

que se abstengan y no concurran con los embajadores y ministros de V.M.

en todas las funciones y ceremonias públicas a las cuales los ministros y

embajadores de V.M. asistieren, por lo que desea manifestar al mundo la

buena correspondencia que quiere pasen sus miembros con los de S.M.

Cristianísima 478, el embajador francés en Madrid recibe instrucciones

precisas de Luis XIV para modificar tres aspectos del texto consensuado

(los subrayados). El primero, de tipo aparentemente formal, venía a

sustituir la frase “el Barón de Watteville, embajador de S.M. Católica y el

Conde de Estrades, embajador de V.M. Cristianísima” por esta otra: “los

embajadores de Vuestras Majestades”, lo que sutilmente implicaba colocar

a las dos potencias en igualdad de precedencia; la segunda objeción

francesa al texto tenía más alcance: en el borrador acordado el Marqués de

la Fuente debía decir a Luis XIV cuando se entrevistase con él que el

monarca español le garantizaba que ese tipo de conflictos por precedencias

no se iba a repetir, pero en París se deseaba que esa promesa de Felipe IV

obligara también a sus sucesores, por lo que en el texto debía aparecer

explícitamente que dicha promesa la hacía “en su real nombre y de sus

sucesores”; el tercer punto de fricción era tan importante o más que el

segundo, ya que la diplomacia española quería hacer constar que el

compromiso del rey de evitar enfrentamientos diplomáticos con Francia por

478 AGS Estado, Francia, leg. K 1644 Madrid, 6 Enero 1662.

179

cuestiones de precedencia estaba encaminado exclusivamente a mantener la

buena correspondencia entre potencias amigas (“Por lo que desea

manifestar al mundo la buena correspondencia que quiere pasen sus

ministros con los de V.M. Cristianísima”), mientras que Luis XIV

pretendía eliminar del texto esta frase a fin de evitar que en las cancillerías

europeas se pensara que las disculpas españolas por el incidente de Londres

eran una simple concesión de Madrid dirigida a allanar las relaciones entre

ambas monarquías, un acto de buena voluntad por parte de España y no una

imposición francesa. El duque de San Lucar, consciente de los peligros que

entrañaba admitir los dos últimos puntos a los que nos hemos referido,

procuró por todos los medios evitarlos. En un informe para Felipe IV, dice

que durante cuatro horas mantuvo con el embajador francés “porfiadísimos

debates” ya que éste insistía con fuerza para conseguir las tres exigencias

citadas. Finalmente San Lucar y el arzobispo de Embrún acordaron no

incluir la cláusula que obligaba a los descendientes y suprimir la que hacía

referencia a la buena correspondencia aunque no firmaron ningún papel479.

No sólo el texto de la declaración se ajustó bastante, aunque no en

todo, a las demandas de Luis XIV, sino que también se acomodaron a su

gusto las condiciones en que debía celebrarse la audiencia de las excusas.

Desde el primer momento Luis XIV deseaba que la entrevista fuese

pública, con asistencia del Nuncio y del embajador de Venecia, y así parece

divulgarse, puesto que el Marqués de la Fuente, en su correspondencia con

el Secretario de Estado, Gregorio de Tapia480, se muestra muy interesado en

conocer cómo ha de comportarse en la audiencia con el monarca francés y

si debe o no hablar en presencia de otros embajadores, porque se imagina, 479 AGS, Estado, Francia, leg. 1644, Duque de San Lucar al Rey, Madrid, 6 enero 1662. AGS, Estado, Francia, K 1644, Documento ajustado con el Arzobispo de Embrún, enero 1662. AGS, Estado, Francia, K1644, Papel nuevamente ajustado para leer el Marqués de la Fuente, Madrid, 8 de enero de 1662.480 Gregorio de Tapia era en ese momento Secretario de Estado del Norte. Había sido nombrado en 1660 para ocupar la vacante que dejó Oyarguren cuando éste fue llamado para la Secretaría de Estado de Italia. ESCUDERO, J.A.: “Los Secretarios de Estado y de Despacho”, pp. 248-251 y 270-271. Madrid,

180

con notable perspicacia, que eso es importante para los franceses, pues “la

vanidad de aquella corte se paga mucho de las apariencias y así hará gran

capital de los discursos que ocasionará el medir la satisfacción por los

testigos”481. En España también se temía que esto ocurriera, pero se

confiaba en la experiencia del Marqués de la Fuente para eludir este

escollo, como así lo puso de manifiesto el Duque de San Lucar482. De hecho

el Consejo de Estado, en su reunión del 24 de enero de 1662, acuerda decir

al embajador que lea el documento con las correcciones introducidas por

Francia pero que “procure divertir diestramente y con maña la

concurrencia de los ministros a la audiencia de las excusas”483, en un

último y desesperado intento por evitar una humillación pública y reducirla

al ámbito de lo privado. Lo que no se tenía en cuenta era la habilidad del

monarca francés para obtener sus propósitos.

No andaban descaminados ni los miembros del Consejo de Estado ni,

sobre todo, el Marqués de la Fuente suponiendo el beneficio que los

franceses aspiraban conseguir de este incidente, más bien unos y otro se

quedaban cortos, pues no sólo estaba en juego la vanidad de Luis XIV sino

la humillación de España, su secular enemiga, y la exaltación del poder de

Francia. Como reconoce el Rey Cristianísimo en sus Memorias: “Para no

retroceder ante los ojos de toda Europa era preciso que diera un paso

hacia delante, como lo hice, obteniendo nueva utilidad de la desgracia.

Fue mal asunto el tumulto de Londres; peor sería ahora que no hubiera

acaecido...Observé en aquella ocasión, como en otras mil, que las reglas

de la justicia y del honor conducen casi siempre a la utilidad”484.

481AGS, Estado, Francia, leg. K 1386, Bruselas 28 dic. 1661. 482 AGS, Estado, Francia, leg. 1644, Madrid, 6 de enero de 1662. 483 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 24 enero 1662.484 “Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, p. 67-68.

181

Una vez consensuado el documento de las excusas, el Marqués de la

Fuente fue autorizado a entrar en París, donde fue recibido de forma

privada con honores y con muestras de afecto, según cuenta a Felipe IV485.

Sin embargo, su primera audiencia pública, la de las excusas por el

incidente de Londres, celebrada el 24 de marzo de 1662, discurrió por otros

cauces, pues si aparentemente fue amistosa, con aplausos y cortesías al

embajador, el lugar elegido, El Grand Cabinet du Roi en el Louvre,

inaugurado para la ocasión, la impresionante recepción organizada, la

teatralidad del acto en sí mismo ante la Corte en pleno, como luego se

reflejó en uno de los colosales tapices con los que se ensalzó L´Histoire du

u Roi486, preludiaban sus peores temores. Según el Marqués de la Fuente,

Luis XIV se hallaba entre su hermano el duque de Orléans a la derecha y el

Príncipe de Condé a su izquierda, seguidos, en graduación y

alternativamente, por el duque de Enguien, el Nuncio de su Santidad, los

embajadores de Venecia, Saboya, Suecia y Holanda, los representantes de

los príncipes y potentados de Italia (Florencia, Mantua, Módena y Parma),

así como los de Maguncia, Tréveris, Brademburgo, Palatinado, Innsbruck,

Neoburgo, Brunsvich, Landgrave, Hesse, Spira y Orange, y demás

personajes de la corte, entre los que se encontraba el canciller, la alta

nobleza y los principales consejeros del monarca487 formando un círculo tan

perfecto y tan perfectamente encadenado que el rey difícilmente podía

levantar el brazo para quitarse el sombrero. La incorporación del embajador

español se hizo con dificultad, hasta el punto de que a duras penas podía

485 La audiencia privada fue en febrero de 1662. Ver en el capítulo “La embajada” de este trabajo la carta del Marqués que cuenta su llegada a París y el recibimiento que le hacen los reyes.486 Los Gobelinos de L´Histoire du Roi fueron encargados por Colbert, sobre dibujos de Charles Le Brun, en la Manufactura Real, de la que éste fue nombrado director. Hoy pertenecen a las Coleccions du Mobilier National, expuestas en parte en el Louvre, en Versalles y en Fontainebleau. El tapiz, que mide 5,05 x 9,93 fue fabricado entre 1673 y 1680. La inscripción reza: “audience donnée par le Roi Luis XIV à l´Ambassaseur d´Espagne au nom du Roi son Maistre qu´a l´advenir les Ambassadeurs d´Espagne n´en irons plus en concurrence avec les Ambassadeurs de France”. Luis XIV mandó acuñar además una moneda conmemorativa. OCHOA BRUN, M.A.: “El incidente diplomático hispano-francés de 1661”, Publicado en el “Boletín de la Real Academia de la Historia” Tomo CCI. Cuaderno I. Pág. 119.487 RAH, Col. Salazar y Castro, L-66, Folleto 30. RAH, Col. Salazar y Castro, 9/796 (30), De 24 de Marzo de 1662.

182

descubrirse las veces que era justo, y la expectación fue tal que entre la

cabeza del rey y la de los príncipes se veían las de otros cortesanos, entre

las que cría vislumbrar las de Le Tellier y Brienne, que no deseaban

perderse ninguna de sus palabras.

Terminada la lectura del documento (Doc. nº3 ) la respuesta del

monarca, como se temía el Marqués de la Fuente, fue lacónica y

ceremonial (“siempre estimaría los actos de buena correspondencia y

amistad que profesaba y profesaría”488), pero una vez que éste se retiró,

Luis XIV no perdió la ocasión de manifestar ante tan distinguido auditorio

lo que para él significaba esta audiencia y lo que debía significar para las

cortes europeas: “Vds. han oído la declaración que el embajador de

España ha pronunciado, les pido que escriban a sus amos, con el fin de

que sepan que el Rey Católico ha dado orden a todos sus embajadores de

ceder el rango a los míos en todas las ocasiones”489.

Su declaración, sin embargo, distaba mucho de ser cierta, pues

tergiversaba sin pudor las palabras del diplomático español, ya que Felipe

IV lo único que admitía era que sus ministros no concurrieran en aquellos

actos a los que asistieran los representantes de Francia, lo que no implicaba

reconocimiento explícito de cesión de la precedencia española por parte de

Madrid, aparte de que la aplicación de esta declaración sólo se entendía en

aquellas cortes en las que no estuviera asentada la precedencia de España.

En la práctica, sin embargo, las excusas dadas por Madrid a Luis XIV por

el incidente de Londres suponían un triunfo diplomático para Francia,

puesto que la ausencia de embajadores españoles en las ceremonias

cortesanas de los otros potentados venía a menoscabar el prestigio de la

Monarquía Hispánica. En este sentido, el monarca francés podía jactarse de 488 AGS, Estado, Francia, K1386, Madrid, 12 Abril, 1662.489 MOREL FATIO, A. Op. cit. p. 169.

183

su triunfo: “Este éxito puede calificarse de afortunado, porque obtuve lo

que mis predecesores ni siquiera esperaron, obligando a los españoles no

sólo a no entablar competencia, sino a declararlo solemnemente y en un

acto idéntico al que se resistían”490.

3.2. Consecuencias del incidente de Londres

A pesar de las satisfacciones dadas por Madrid, Luis XIV no logró

olvidar fácilmente la humillación recibida en Londres, hasta el punto de

impedir el paso por Francia del Barón de Watteville, causante del incidente

de Londres, en su regreso a España. De hecho, las diligencias del Marqués

de la Fuente para facilitarle el tránsito fueron inútiles, incluso apelando a

consideraciones humanitarias –el ex embajador español sufría fuertes

mareos si viajaba en barco-, puesto que Lionne no estaba dispuesto a

expedir el oportuno pasaporte, aunque sí a hacer como que no se enteraba

del viaje de Watteville por Francia, ya que si accedía a las peticiones

españolas ello significaba que Luis XIV se daba por satisfecho con el cese

del embajador cuando no era así491, por lo que Madrid, para evitar nuevas

provocaciones, y seguramente las hubiera habido de aceptar que Watteville

regresara a España sin pasaporte, resuelve que su ex embajador se exponga

a las incomodidades de la navegación que a nuevos desaires492.

Por otra parte, el Marqués de la Fuente, en su calidad de

representante de Felipe IV ante la familia real francesa, debe afrontar

ciertos desplantes por algunos de sus miembros, en particular por el

hermano de Luis XIV el duque de Orleáns, quien le recibe, a su juicio, sin

el tratamiento y protocolo requerido493. Por este motivo, con ocasión de 490 “Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, p. 65.491 AGS, Estado, Francia, K1386, París, 7 Mayo, 1662.492 AGS, Estado, Francia, K1386, Madrid, 20 junio, 1662.493 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Marzo, 1662. El Marqués de la Fuente describe la ceremonia: “asistieron Sus Majestades con mucha gala y el Delfín sólo con la joya que V.M. le envió, y si bien le rompieron el sueño para que acompañase a sus padres, estuvo tan apacible como si supiese a lo que asistía

184

haber sido invitado a la celebración realizada por Luis XIV por el

nacimiento del futuro Carlos II de España, que tuvo lugar el 23 de abril de

1662 con un Te Deum Laudamus en la capilla de Palacio, va exigir al

conductor de embajadores que se respete su precedencia respecto a otros

miembros de la familia real francesa y altos dignatarios de la corte, a

excepción del duque de Orleáns, lo que así se ejecutó, pues, estando el

sitial de los reyes frente al altar, le asignaron un sitio de honor en la parte

de la epístola, con una silla de mayordomo y una almohada para

arrodillarse, siendo además agasajado con toda cordialidad por el monarca,

acaso por tratarse de una ceremonia familiar e íntima, sin la presencia de

otros embajadores494.

Sin embargo, su gran preocupación, en cuanto al protocolo se refiere,

va a centrarse en estos meses en la posición de los diplomáticos españoles

en Viena en el caso de que concurriesen allí los embajadores franceses. Su

temor era que después de la audiencia de las excusas, y siendo Francia el

árbitro de los príncipes electores del Rin, Luis XIV podría suscitar

controversias sobre la precedencia española en la corte del Emperador,

donde ésta se encontraba asentada desde antiguo por razones de

parentesco495. Y lo mismo se plantea en Madrid a la hora de designar

embajador para la Dieta de Ratisbona, convocada para octubre de 1662,

como ponen de evidencia las consultas del Consejo de Estado entre los

meses de abril y junio de ese año. Si en un primer momento el Consejo de

Estado propuso al conde de Peñaranda, a la sazón virrey de Nápoles, para

esta embajada, dada su dilatada experiencia diplomática –había sido

plenipotenciario en la conferencia de Westfalia en 1648 y había

y muy entretenido con la música, y sin encarecimiento puedo decir a V.M. que no se puede ser más linda criatura”.494 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 29 abril 1662.495 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, París, 25 de marzo 1662.

185

representado a España en la Dieta de Francfurt de 1657496-, lo cierto es que

el candidato no parece muy dispuesto a aceptar el nombramiento, como así

lo pone de manifiesto en su correspondencia con Luis de Oyarguren:

primero por sus achaques y, luego porque, al no estar prevista la presencia

del Emperador en la Dieta, es presumible que sea escarnecido y

desautorizado de mil maneras por los franceses, sobre todo en lo que

respecta a la precedencia, motivo por el cual sugiere que no se envíe

ministro principal sino un diplomático de menor rango, proponiendo a Luis

de Ponce, quien, a su juicio, defenderá muy bien los intereses de la

Monarquía497.

Aceptada la propuesta del Conde de Peñaranda por el Consejo de

Estado, se comunica a Luis de Ponce498 que, una vez que haya tomado

posesión de cargo de gobernador de Milán y establecida su familia, asista a

la Dieta de Ratisbona como Embajador Extraordinario, pero éste tampoco

desea el nombramiento. A este efecto plantea la escasez de medios que

padece para poder viajar con el decoro pertinente, sobre todo porque ya

tuvo dificultades para trasladarse a Milán desde Roma, donde se hallaba de

embajador ante la Santa Sede, pero lo que verdaderamente le preocupa es

su posición en la Dieta frente a la representación francesa, máxime cuando,

además de la ausencia del Emperador, se sabe que el duque de Bitri,

designado por Luis XIV para representarle en Ratisbona, hará todo lo

posible por imponer la precedencia de Francia. Sus palabras son harto

elocuentes al respecto:

496 Ver biografía política del Conde de Peñaranda en “De Münster a los Pirineos: propuestas de paz del representante español el Conde de Peñaranda”, de CARABIAS TORRES, A.M., pág. 299 y sig. en “LA DECLINACIÓN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA EN EL SIGLO XVII”, ARANDA PÉREZ, F.J. (Coord..)497 AGS, Estado, Francia, K1644, Nápoles, 27 abril, 1662.498 Luis Guzmán Ponce de León fue Embajador en la Santa Sede 1658-1662. En 1662 gobernador de Milán. En 1665 fue Embajador en Génova. OCHOA BRUN, M.A.: “Historia de la Diplomacia Española”. Reperetorio Diplomático. Apéndice 1. Madrid 2003.

186

“Señor, siempre que se compadeciese la decencia de V.M. en la

representación de su embajador y con el esplendor necesario que yo vaya

a pie y descalzo, y con una valija al hombro, no debe V.M. dudar de mi

obediencia y de mi amor, más es necesario asentar por infalible que me

hallo en estado de no poderlo hacer en la forma conveniente y que yo no

soy hombre que me tengo de vender pues conozco que valgo infinitamente

menos de lo que pide una acción tan pública, aunque todo será más fácil

que el riesgo evidente de concurrir con el embajador de Francia en la

presunción con que se halla aquella corona después de lo que ajustó el

arzobispo de Embrún en esa corte sobre el suceso de Inglaterra”499.

Y es que la orden dada por Felipe IV a sus embajadores de que no

concurrieran a los actos en los que estuviese prevista la asistencia de los

diplomáticos franceses, origina el desasosiego entre los representantes

españoles acreditados en las cortes europeas, quienes continuamente se ven

precisados a huir de situaciones embarazosas que todos los días se

presentan en visitas a iglesias o en las calles, dándose el caso de tener que

abandonar incluso la corte cuando llega algún embajador francés, como le

sucedió al propio Luis de Ponce que tuvo que ausentarse de Roma a la

llegada del duque de Crequi para evitar un conflicto de precedencia.

Los temores de Luis Ponce no eran infundados. A comienzos del mes

de mayo de 1662 el Marqués de la Fuente había comunicado a Madrid que

499 Ponce recuerda en su carta lo que hizo Felipe II en el congreso de Vervins en 1598 para las paces que se firmaron con Enrique IV en que los franceses, con excusas, se sentaron en lugar preferente. Aunque reconoce la diferencia que hay entre un congreso de paces y una Dieta de intereses universales, donde han de concurrir tan diferentes representantes, y también reconoce que los ministros apostólicos de aquel tiempo se interponían a la quietud con mayor aplicación que los de este siglo, como se ajusta el ejemplo en lo que entonces se procuró excusar y ahora se debe prevenir, no le parece fuera de camino recordar al Rey el medio del que se valió su abuelo para excusar diferencias cuando menos las podía temer. Con relación a los nombres que recomienda en su carta, Ponce pondera las cualidades del Conde Bartolomé Ares, que es un experto en los cantones, y las de Casati cuya ocupación en Esguízaros y Grisones es casi hereditaria pues también la tuvo su padre con mucho acierto y la ha continuado por muchos años con gran inteligencia y buenos efectos. AGS, Estado, Francia, K1644, Milán, 22 y 23 de Mayo, 1662.

187

el duque de Betri, según informaciones recibidas de un sujeto que había

llegado a París procedente de Polonia, llevaba la orden de preceder en todas

las funciones al embajador de España, y que no encontraría oposición

alguna porque ya estaba ajustado con los príncipes imperiales500. La

firmeza con que el Consejo de Estado responde al embajador español en

Francia, no deja lugar a dudas acerca de su posición en este espinoso

asunto cuando se trata del Imperio: “la precedencia está declarada en

Alemania a favor del embajador de España y es punto llano en el que no

puede haber controversia, ni motivarse de la orden que se le envió para

que se hablase al Rey Cristianísimo sobre el suceso de Londres, pues

aquella disposición y ajustamiento sólo miró a las partes en que no estaba

declarada y se pudiera disputar”. Por este motivo, el Consejo de Estado le

encarga que sobre este asunto “vaya fijo y no admita en ello discurso ni

plática”, debiendo ajustarse en todo a la orden que en su día se envió al

Marqués de Mancera, embajador español en Viena –y a este efecto se le

remite una copia de la citada orden-, en la que se le insta a mantener por

cualquier medio la precedencia de la Monarquía Católica en el Imperio501.

Ante la firmeza de Luis Ponce de León en negarse a aceptar la

embajada para la Dieta de Ratisbona, el Consejo de Estado, sin renunciar

por completo a su nombramiento en el supuesto de que el Emperador

asistiera al cónclave502, le solicita que proponga algunos nombres para

sustituirle, lo que así hace sugiriendo el de Francisco Casati503, embajador

de España en Suiza, por poseer grandes cualidades y estar perfectamente

capacitado para cumplir esa misión. No obstante, este candidato no es de la

500 AGS, Estado, Francia, K1644, 7 mayo 1662.501 AGS, Estado, Francia, Leg. 1386, Madrid, 15 abril 1662. Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera, era embajador extraordinario en Viena desde que el Marqués de la Fuente abandonó dicha embajada para asistir en París.502 AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 26 Mayo, 1662.503 Giovanni Francesco Casati fue residente en Suiza desde 1646 a 1667. OCHOA BRUN, M.A.: Historia de la Diplomacia Española. Reertorio Diplomático. Apéndice I. Madrid 2003, p. 259.

188

entera satisfacción del Consejo de Estado, en parte, desde luego, porque la

misión es importante de cara a frenar las injerencias de Francia en los

asuntos de Alemania y, sobre todo, de hacer fracasar la liga del Rin, para lo

cual es necesario fortalecer los vínculos de amistad con el Emperador y los

príncipes alemanes. De ahí, pues, que en el Consejo de Estado, se aborde la

posibilidad de designar para la Dieta de Ratisbona al Marqués de la Fuente,

liberado ya de la misión de acompañar a Luis XIV en su jornada a Alsacia,

por haber sido suspendida, como ya se ha visto, aunque ello suponga dejar

vacía temporalmente la embajada de París, a pesar de hallarse sumida en

graves problemas. La razón esgrimida para su nombramiento es que es un

hombre muy bien visto en Alemania, sabe tratar con los príncipes y

electores del Imperio, así como con los ministros del Emperador y goza de

su simpatía, puesto que intentó retenerlo cuando fue destinado a París. Pero

Felipe IV no está muy convencido de que esa propuesta sea la más idónea

para los intereses españoles y solicita que se le presenten argumentos de

peso para sacarlo de Francia504.

A los consejeros de Estado, apremiados por el monarca,

paradójicamente sólo se les ocurre argumentar a favor de la candidatura del

Marqués de la Fuente censurando su gestión en Francia: por un lado,

desaprueban que asistiera a la audiencia de las excusas en presencia de toda

la corte francesa sin haberlo consultado antes con Madrid, y ello a pesar de

que había sido advertido por Lionne de que sería así; por otra parte, le

reprochan que no actuara con más precaución y cautela en dicha audiencia,

ajustándose a las instrucciones recibidas, pues el Consejo teme que ello sea

motivo para nuevos conflictos de precedencia, aunque en la declaración

que hizo quedó claramente de manifiesto que los embajadores no

concurrirían “en los lugares en donde se puedan ofrecer dificultades

504 AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 14 junio, 1662.

189

semejantes a las que hubo en Londres”, sin que esta medida pudiera

extenderse a aquellas cortes donde la precedencia española estuviese

declarada, asentada y practicada, como en Viena, por ejemplo. Semejante

acusación llevará a Felipe IV a ordenar al Consejo de Estado que

compruebe si el Marqués de la Fuente cambió las órdenes recibidas sobre

cómo actuar en la audiencia de las excusas y si su declaración se adaptó a

su contenido, para así emitir una resolución acerca de apartarlo o no de la

embajada de París505.

Mientras se decide si el Marqués de la Fuente va a Ratisbona, el

Arzobispo de Embrún, pide al del Duque de Medina una confirmación de la

precedencia de Francia en el Imperio porque el Rey Cristianísimo, según la

declaración que el Marqués de la Fuente hizo en París en la audiencia de

las excusas, entendía que la precedencia en la corte del Emperador pasaba a

Francia. Los consejeros de Estado proponen que no se responda al

arzobispo de Embrún, de momento, y temen que cuando el Rey

Cristianísimo se desengañe y conozca que España no ha cedido la

preferencia en el Imperio, el Marqués de la Fuente sea expulsado de la

corte, como le sucedió al conde de Fuensaldaña, ya que fue él quien dio

satisfacción por lo sucedido en Londres y fue el instrumento de engaño506.

Como los franceses siguen insistiendo en que, de acuerdo con la

declaración que hizo el Marqués de la Fuente en la audiencia de las

excusas, les corresponde la precedencia en el Imperio y solicitan de nuevo

una confirmación de la misma, los consejeros de Estado proponen remitir a

un letrado el documento que Felipe IV mandó leer al Marqués de la Fuente

en la audiencia de las excusas para que estudie las palabras en las que el rey

de Francia y sus ministros fundan que el rey de España concedió en todas 505 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 22 junio, 1662.506 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, 29 de junio 1662.

190

partes la precedencia porque piensan que en la audiencia de las excusas

España no renunció a la precedencia en todas las cortes como pretende

Francia. Los consejeros interpretan que en Roma y en Alemania está

expresamente declarada la precedencia de España como lo reconoció el

Duque de San Lucar cuando habló de esto con el embajador de Francia,

coincidiendo su opinión con Don Cristobal Angelate y Don Jerónimo de

Eguía que estaban presentes en aquélla ocasión, a quienes por sus personas

y graduación se debe dar todo crédito. También parece conveniente al

Consejo que se envíe al Inquisidor General o a José González dicho

documento para que forme con toda brevedad una opinión y se remita al

embajador en Francia, porque sospecha el Consejo que Francia no actúa

rectamente en este asunto507.

Desde París, y también preocupado por la precedencia, el Marqués

de la Fuente escribe a Luis de Oyarguren explicando las razones por las que

juzga conveniente dilatar la respuesta a las instancias que hacen los

franceses sobre la declaración de precedencia en Alemania. Propone que el

rey Felipe IV escriba a la Reina Madre carta de propia mano, en términos

de mucha amistad, para excusarse de responder sobre la precedencia en el

Imperio de manera explícita porque no hay que ponerla en duda. El

Marqués propone también valerse del elector de Maguncia y de los demás

electores para desengañar a Luis XIV de que el Sr. Emperador no puede

negar a la cabeza de su casa la precedencia tan asentada. En la misma carta

el Marqués de la Fuente manifiesta su deseo de ir a Alemania508.

El Consejo de Estado sigue convencido de que la precedencia en el

Imperio corresponde a España porque no ha renunciado a ella y aunque

piensa que mantener la situación anterior debe salir del Emperador y no 507 AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 31 julio, 1662.508 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 5 septiembre, 1662.

191

debe pedirlo el embajador de España pues sería una flaqueza mendigar algo

que le es propio, y si se supiese que por parte de S.M. Felipe IV se hace

esta negociación, lo podrían aprovechar los franceses para sus designios,

sugiere que el confesor de la Reina, el Padre Nittard, introduzca este asunto

en Viena509. Los consejeros manifiestan: “siendo asunto de tanta

importancia, S.M. mande interponer todos los medios necesarios para

conseguir lo que se propone de manera que no se aventure el acierto ni se

entienda se hace ninguna diligencia por parte de S.M., pues en ese caso

tomarían motivo los franceses para seguir la inclinación que muestran a

inquietar el estado de la paz”. Como el Marqués de la Fuente estará en

breve en Alemania, el Consejo propone “que vigile para que no se yerre el

servicio de S.M., que se le encargue la negociación para que la dirija como

empeño propio del Sr. Emperador”. También parece al Consejo que el

Padre confesor de la Reina puede interponer oficios con el príncipe de

Porcia, por su cuenta, hablándole en Madrid, pues todas las diligencias son

necesarias en asunto de tanta importancia pero insiste en que no debe

intervenir el Rey. El Duque de Alba, consejero de Estado presente en la

reunión, declara que es obligación propia del Emperador tomar por su

cuenta la defensa de lo que está establecido en esta precedencia como

hicieron los emperadores sus ascendientes, y porque su casa debe mucho a

la corona de España, añadiendo que no sería justa paga el faltar a

correspondencia tan debida. El Duque de Alba cree conveniente que se

hable al Confesor pero no le parece oportuno que se encargue al Marqués

de la Fuente el negociado porque pretendiéndose el silencio no se puede

conseguir hablando el embajador de España con los electores y ministros

porque siendo tantos, no es posible el recato510.

509 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid, 16 septiembre 1662. 510 AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 7 octubre 1662.

192

Todos en Madrid dan por hecho que la precedencia en el Imperio

corresponde a España porque no ha renunciado a ella pero hay una

preocupación en los embajadores porque la postura del Imperio con

relación a España no está todavía clara. Por eso proponen acelerar la

alianza con el Imperio y urgir para que el matrimonio de la Infanta

Margarita se lleve a cabo. El Marqués de la Fuente, el principal defensor de

la postura de acercamiento al Imperio, se despidió de París511 y partió hacia

Ratisbona pero no llegó a representar a España en la Dieta porque Felipe

IV necesitaba al Marqués en París cuando la tensión entre Francia y Roma

amenazaba con el rompimiento y a finales de octubre de 1662, cuando

todavía no había llegado a su destino, es llamado para que interrumpa su

viaje y vuelva a Francia, cosa que hace con poca diligencia, como hemos

visto512. Felipe IV será representado en la Dieta por el obispo de

Salzburgo513.

Puede sorprender que la embajada de España en Viena estuviese

vacante durante más tiempo del comprensible, desde 1662, año en que cesó

el duque de Mancera, hasta el nombramiento del Conde de Castellar en

1666 (precisamente parte de la época del embajador Pötting en Madrid).

Los achaques de salud del nombrado embajador Conde de Chinchón, que

no llegó a tomar posesión, y los temores suscitados por los previsibles

conflictos en la precedencia con el embajador francés, tuvieron la

representación diplomática sin titular y en manos de un simple encargado

de negocios, don Diego de Prado514 hasta 1666, fecha en la que vuelve a

plantearse la cuestión de la precedencia en el Imperio. En mayo de ese año

el Marqués de la Fuente advierte a Madrid que el Rey Cristianísimo ha 511 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 26 de septiembre de 1662.512 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Nancy, 15 noviembre 1662. En el capítulo de este trabajo llamado La embajada se estudia el regreso del Marqués de la Fuente a París y las diversas excusas que alegó para no cumplir la orden de regresar.513 AHN, Estado, Leg. 2797, n° 10, 22 mayo 1663.514 OCHOA BRUN, M.A.: “Diario del conde de Potting”. Estudio Preliminar, pp. XXIX.

193

enviado despacho a Gramonville, que se encuentra en Viena, para

graduarse como embajador coincidiendo con la llegada del embajador de

España –el conde de Castelar-515 y teme que si el Emperador hace una

declaración a favor del ministro español, pueda pasarle a él como a

Fuensaldaña y le expulsen de Francia. Para evitarlo propone dos cosas: una

que quede en París un secretario suyo con los papeles de la embajada hasta

que su S.M. nombre embajador ordinario, y otra, que se le envíen las cartas

ordinarias para despedirse en el caso de que se produzca un desaire.

Prefiere lo primero, pues, siendo los franceses tan violentos, pueden

sorprenderle sin tener la licencia. El Consejo se lamenta de la gana con que

los franceses buscan el rompimiento, aunque en la corte de Viena no debe

haber ninguna duda en la precedencia sin contravenir a la declaración que

el Marqués de la Fuente hizo al Rey Cristianísimo cuando tuvo lugar el

incidente como el de Londres con Wateville. Considera el Consejo que

aunque el Marqués de la Fuente piensa que este punto es muy delicado y

“escabroso”, pues es verosímil que a los franceses no les faltará apoyo en

algunos ministros de la corte del Emperador para sus intereses, como

sucede en las de los príncipes de Alemania, habiendo declarado tantas

veces S.M. Cesárea que siempre mantendrá la precedencia el embajador

español, no se puede dudar que lo hará. Dicen los consejeros que se

participe al nuevo embajador, Don Baltasar de la Cueva, lo que escribe el

Marqués de la Fuente advirtiéndole que las instancias las debe hacer con el

Sr. Emperador sin pelearse con el embajador de Francia con el cual ha de

procurar portarse con toda cortesía y con el buen modo que se espera de su

maña y sagacidad, repitiéndole que en todo ha de recurrir siempre al Sr.

Emperador pues a él le toca cumplir lo que ha ofrecido sin que se pueda

poner en duda516.

515 En 1666 llega a Viena como embajador de España Don Baltasar de la Cueva Enríquez de Mendoza, Conde de Castellar.516 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 27 mayo, 1666.

194

El ejemplo de Francia será seguido por otras potencias. En efecto,

con ocasión de la primera audiencia del Legado de Su Santidad en París el

19 de julio de 1664, motivada para reparar el incidente sucedido en Roma

en el mes de agosto de 1662 con el embajador francés Duque de Crequi517,

el embajador inglés pretende preceder al español, según informa el

Marqués de la Fuente a Madrid, que lo ha oído de la reina madre y de la

reina reinante de Francia. El Consejo dice que se debe encargar al Marqués

que se valga de cuantos medios decentes pueda para excusarse de concurrir

por los términos en que se hallan las cosas y lo que perjudicará al servicio

de S.M. cualquier disgusto que hubiera entre el embajador de España y de

Inglaterra518. Precisamente la audiencia del Legado pontificio en Francia

será aprovechada por Luis XIV para tratar de humillar, si bien muy

sutilmente, al embajador español, como refiere en su correspondencia a

Madrid en la que requiere, además, instrucciones precisas sobre cómo

comportarse en esa ocasión. La respuesta del Consejo de Estado fue muy

clara: debía agasajarle como correspondía a su rango “por lo que importa

tenerlo de nuestra parte”519.

No obstante, la entrevista que el Marqués de la Fuente tuvo poco

después con el introductor de embajadores, el Conde de Bunel, le

provocará una gran inquietud ya que éste le manifestó que el Rey Sol,

aunque no daba silla a los cardenales, en esta audiencia sí la concedería al

Legado, a lo que respondió que si esto sucedía él también permanecería

sentado, indicando de este modo que nadie en el mundo podía tener un 517En el capítulo de este trabajo llamado Francia se enfrenta con Roma, pág. 206 estudiamos el incidente sucedido entre el Duque de Crequi, embajador del Rey Cristianísimo en Roma y la guardia corsa, incidente que Luis XIV aprovecha para demostrar su poder en Italia. 518 AGS, Estado, Francia, K1388, Madrid, 19 junio 1664. El Consejo de Estado pone en consideración de Felipe IV que el Concilio de Basilea, según asienta el arzobispo de Ambrún, dio la prelación a Castilla y a Francia —ante Inglaterra— por haberse apartado de la fe católica Enrique VIII, siendo embajador de España en aquella ocasión el conde de Luna.519 AGS, Estado, Francia, K1388, Madrid, 16 mayo 1664.

195

privilegio superior al que correspondía a su rango de representar a Felipe

IV. Y cuando el Conde de Bunel le mencionó la piedad de los fieles hacia

quien encarnaba la imagen del Pontífice, tampoco dudó en su respuesta: ni

la salvación de su alma dependía de un acto tan mortificante como el que le

insinuaba realizase, ni Felipe IV perdería con su negativa a doblegarse a los

deseos de Luis XIV el crédito de ser el monarca que más respetaba a la

Santa Sede520.

El asunto no volvió a plantearse quizás por entender el Rey

Cristianísimo las razones que el Marqués de la Fuente tenía para oponerse a

que el Legado Pontificio permaneciese sentado durante la audiencia

mientras él lo hiciera de pie: estaba en juego el decoro del Rey Católico.

Cosa muy distinta era que el embajador español se abstuviera de honrar

debidamente al representante del Santo Padre. Como notifica a Madrid

piensa honrarle en el viaje que va a realizar hasta Fontainebleau, y además

despachará a un gentilhombre cuando esté a dos o tres jornadas de París

para que le asista521, dando a su secretario instrucciones precisas para ello,

lo que será aprobado por el Consejo de Estado522. Este era también el deseo

de Felipe IV, según se lo hace saber en el mes de agosto de ese año al

Marqués de la Fuente: “no dudo de la atención y celo con que os portaréis

con el Legado de su Santidad, sin faltar al decoro debido como lo insinuáis

y se os ha encargado, de manera que conozca el deseo que yo y mis

ministros tenemos de su mayor satisfacción”523.

520 AGS, Estado, Francia, K1388, París, 15 junio 1664.521 AGS, Estado, Francia, K1388, París, 15 junio 1664.522 AGS, Estado, Francia, K1389, Madrid, 2 agosto 1664.523 AGS, Estado, Francia, K1409, Madrid, 29 agosto 1664.

196

La controversia entre Francia y España por la precedencia no terminó

con la embajada del Marqués de la Fuente ni con el reinado de Carlos II,

duró hasta el Siglo de las Luces524.

524 Ver OCHOA BRUN, M.A.:”El incidente diplomático hispano-francés de 1661”, Boletín de la Real Academia de la Historia”, Tomo CCI, Cuaderno I, pp. 149 y sig.

197

198

Capítulo IV

LA DIPLOMACIA FRANCESA Y EL AISLAMIENTO

INTERNACIONAL DE ESPAÑA

El triunfo diplomático de Luis XIV al obligar a Felipe IV a pedir

excusas públicas por el incidente de Londres no sólo le permitía desbancar

a los embajadores españoles de su posición privilegiada en las cortes

europeas sino debilitar la imagen de la Monarquía Hispánica como

potencia a fin de aislarla del concierto internacional, y ello con un

propósito inmediato: impedir que formara alianzas en su intento por

recuperar el reino de Portugal, aunque, a la postre, la ofensiva diplomática

emprendida en esta dirección transcendería sus iniciales objetivos, ya que

el aislamiento de España favorecerá, años más tarde, en 1667, la invasión

de los Países Bajos.

En tres frentes principales se va a orientar esta política de

aislamiento: el primero y más importante es el holandés, sobre todo porque

desde la Paz de Müsnter de 1648 va a ser el único aliado con el que Madrid

podrá contar para el envío de tropas españolas desde los Países Bajos y

para la defensa de su marina mercante; el segundo va a ser Inglaterra, con

la que Francia ya se había concertado a finales de 1650 en su esfuerzo por

derrotar a España; el tercero se centrará en Viena, con el evidente propósito

de impedir las normales relaciones entre las dos ramas de los Habsburgo,

muy deterioradas desde la Paz de Westfalia. Finalmente, las gestiones

diplomáticas se dirigirán hacia los países del Báltico, incluso hacia Roma, a

la que dedicamos un capítulo por su indudable interés, más confesional que

199

político, dado que por entonces la Santa Sede apenas tiene capacidad

negociadora en las cancillerías europas.

4.1. El acercamiento de Francia a Holanda

El estudio de los papeles de la embajada de España en París a

principios de la década de los sesenta del siglo XVII nos muestra que la

política diplomática de Francia en esos años busca el acercamiento a

Holanda. Esta política obedece al deseo de Luis XIV de frenar la expansión

marítima de Inglaterra, al deseo de debilitar el comercio español y al interés

de que los que los Países Bajos del sur queden aislados porque tiene la

pretensión de anexionarlos525. España, en los mismos años, busca también

el acercamiento a Holanda y el motivo es, según M. Herrero Sánchez, la

buena amistad que existía entre ambos países ya que el conflicto naval

entre Holanda e Inglaterra y los cada vez más evidentes actos de

agresividad de los franceses contra la República habían ido apagando el

odio a los españoles que perduraba después de la firma de la paz en 1648 y

la imagen del otro había variado tanto en los españoles como en los

neerlandeses. También le interesa a España acercarse a Holanda para

proteger los Países Bajos del sur de la ambición francesa526.

Henri Kamen afirma que el acercamiento de España hacia los

antiguos rebeldes, las Provincias Unidas protestantes, es un acontecimiento

sorprendente en la política exterior española del siglo XVII. La causa de

este acercamiento, dice Kamen, fue la rebelión portuguesa. En noviembre

de 1657 se declaró la guerra entre Portugal y los holandeses provocada por

su continua rivalidad en las Indias Orientales y Occidentales,

525 Ver GONZÁLEZ ENCISO, A.: “El comercio de los europeos y el comercio español en el siglo XVII”, en “Calderón de la Barca y la España del Barroco”, ALCALÁ ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO, J. y BELENGUER, E.: (Coords), Tomo I, Madrid, 2001, pp.184 y sig.526 Ver HERRERO SÁNCHEZ, M.:“Las Provincias Unidas y la Monarquía hispánica”. 1588-1702, Madrid, 1999, p. 88 y sig. y del mismo autor “El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678), 2000.

200

particularmente en Brasil. En 1661 firmaron la paz renunciando los

holandeses a sus reclamaciones en Brasil a cambio de ocho millones de

florines. Mientras duraron las hostilidades entre Holanda y Portugal,

España resultó directamente beneficiada: los holandeses colaboraron en el

transporte de tropas españolas desde Flandes e Italia hasta el frente

portugués y el famoso almirante holandés Ruyter dio cobertura a la flota de

Nueva España cuando corrían rumores sobre un inmediato ataque de los

ingleses. Este curioso cambio en las relaciones entre los dos antiguos

enemigos se mantuvo durante unos veinte años, aunque no faltaron

fluctuaciones en esa entente. Marcó una nueva era en las relaciones

europeas, y puede ser denominada con justicia como la “revolución

diplomática del siglo XVII”. Los holandeses aceptaron contratos para

construir navíos de guerra para España y durante la segunda guerra anglo-

holandesa (1664-1667) las simpatías españolas hacia los holandeses fueron

evidentes. Aunque el entendimiento hispano-holandés se basaba en la

hostilidad hacia Portugal, se afianzó más adelante por una razón mucho

más sólida: la suerte de los Países Bajos del Sur. Es una ironía de la política

exterior española del siglo XVII el que en su primera mitad (hasta

Westfalia en 1648) estuviera ocupada por los esfuerzos en recuperar los

Países Bajos del norte, y el que, en su segunda mitad, que más o menos

coincide con el reinado de Carlos II, se dedicara a proteger y luego a

desprenderse de los Países Bajos del sur527. Stradling también estudia el

acercamiento de España a Holanda a partir del Tratado de Münster,

intensificado en los años 1659-60 y en la segunda guerra anglo-holandesa

(1665-67) y sostiene que Madrid, sintiéndose falta de potencia marítima, al

comprobar que Luis XIV continuaba secretamente ayudando a Portugal y

favoreciendo la alianza anglo-portuguesa se inclina a estrechar relaciones

527 KAMEN, H.: “España en la Europa de Luis XIV”, Historia de España. Ramón Menéndez Pidal, Tomo XXVIII, pp. 212-213, Madrid 1993. Unidas.

201

con las Provincias Unidas528. Y J. Israel estudia las relaciones

moderadamente cordiales que se establecieron entre España y los Estados

Generales en 1661: la República obtuvo considerables ventajas

económicas, se estrecharon lazos económicos entre las dos naciones,

acordaron cooperación naval tanto en el Mediterráneo como en el

Atlántico, pero los Estados Generales se negaron a cualquier cooperación

militar terrestre. De Witt sintió una profunda preocupación durante la

década de 1660 por la suerte de los Países Bajos españoles y aunque estaba

convencido de que no se podía presentar amenaza más peligrosa para la

República que la conquista francesa de Flandes y Brabante, siempre se

mostró reacio a concluir cualquier tipo de pacto con España como medio de

prevenir esta eventualidad. A los políticos neerlandeses les interesaba el

mantenimiento de los Países Bajos españoles como un Estado tapón entre

la República y la expansionista Francia y también les interesaba mantener

los vínculos comerciales con España y su imperio porque eran de vital

importancia para la economía neerlandesa. Por otra parte, necesitaban

prevenirse de Inglaterra y evitar a toda costa verse envueltos en una guerra

contra Francia. Esto les llevó a negociar con Francia un tratado de liga529.

Los primeros pasos para entrar en la liga que ya negocia Francia con

Holanda los da el Conde de Fuensaldaña quien en octubre de 1661 escribe

a Madrid explicando que había participado a la Reina Madre el deseo de

España de ser incluida en la liga para que ella transmita ese deseo al Rey y

conocer así su sentir. El propio Luis XIV manifestó a Fuensaldaña que

miraría este asunto con interés y que le daría la respuesta, aunque creía que

la liga se podía retrasar. La misma impresión de que se podía demorar

tenían Le Tellier, Lionne y los embajadores de los Estados Generales a

quienes Fuensaldaña comunicó el oficio que había pasado con el Rey de 528 STRADLING, R.: “Europa y el declive de la estructura imperial española”, 1580-1720”, p. 211-212.529 ISRAEL, J.: “La república holandesa y el mundo hispánico 1606-1661”, Madrid, 1997, pp. 355 y sig.

202

Francia. Como la salida de París de Fuensaldaña estaba próxima y el

Marqués de la Fuente esperaba en Bruselas el permiso para entrar en

Francia, el Consejo de Estado encarga que se informe al Marqués de la

Fuente para que continúe las negociaciones cuando se incorpore a la

embajada530.

Dada la importancia del asunto, el Consejo de Estado propone a D.

Esteban de Gamarra531 que negocie también con los Estados Generales la

inclusión de España en la liga ya que tiene mucha práctica y conocimiento

de aquel gobierno y de aquellos ministros. Sin embargo, los consejeros

consideran conveniente que Gamarra se excuse de pasar a Inglaterra532

donde por el momento es mejor que no vaya embajador de S.M. Católica

porque, estando al llegar la hermana del Duque de Braganza, podría tener

el embarazo de besarle la mano y tratarla como reina, situación que debe

prevenirse y apartarse por todos los caminos533, además de que podía ser

difícil para Gamarra el encuentro con el Conde de Estrades534 que volvía a

aquella corte, si quisiese, como podía recelarse, desquitarse del incidente

que tuvo con el Barón de Watteville. El Consejo insiste en que Gamarra,

530 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Fontainebleau, 15 octubre 1661. Fuensaldaña, que desde principios de 1661 había solicitado ser relevado de su cargo debido a los numerosos gastos que le ocasionaba, fue nombrado en septiembre gobernador de los Países Bajos en sustitución del marqués de Caracena. No llegó a ocupar ese puesto pues murió en noviembre de 1661. El marqués de la Fuente había sido nombrado embajador extraordinario de España en Francia en mayo pero todavía no había llegado a París, su llegada se demorará a causa del incidente de Londres. 531 Don Esteban de Gamarra y Contreras ejerció como ministro embajador en Holanda desde 1654 a 1671. Fue estimado en Madrid. Felipe IV lo hizo consejero de capa espada del Consejo de Flandes. Ver OCHOA BRUN, M.A., Historia de la Diplomacia española, Tomo VIII, p. 32. 532 Llamado a Madrid Watteville tras el incidente, no había embajador de España en Londres.533 La preocupación del Consejo de Estado era fundada. Cuando parecía que se habían tomado todas las medidas para aislar a Portugal, Portugal buscó la alianza con Inglaterra acordando el matrimonio de Catalina de Braganza con Carlos II. El tratado anglo-portugués se firmó en Lisboa el 23 de junio de 1661 y se ratificó en Londres un año después. Con esta alianza Portugal se veía reforzada para seguir su lucha contra España, no abandonada a su suerte como había pretendido Felipe IV en la Paz de los Pirineos. 534 El conde de Estrades, embajador de Francia en Londres, fue protagonista con Watteville del incidente de Londres de octubre de 1661.Si se encontraba en Londres con Esteban de Gamarra, de la misma representación y grado, se podía plantear problema de precedencia.

203

debe proseguir desde la Haya las negociaciones que se le han

encomendado535.

La inclusión de España en la liga que negocia Francia con Holanda

se demora en exceso pues, desde octubre que escribió el Conde de

Fuensaldaña, el asunto no es tratado en el Consejo de Estado hasta finales

de enero. El motivo de la demora es la situación de la embajada de Francia:

el Conde de Fuensaldaña había muerto en noviembre y el Marqués de la

Fuente que tenía que sustituirle, espera en Bruselas instrucciones para

entrar en París hasta que se negocien las excusas por el incidente de

Londres. Aparte de con lentitud, el asunto se inicia con timidez, a través de

la Reina Madre, esperando Madrid que Francia dé el visto bueno para

iniciar las conversaciones.

Francia sin embargo, aprovecha el interés de España por entrar en la

liga para sacar provecho de la situación. En este sentido, el arzobispo de

Embrún, embajador francés en Madrid, en una entrevista mantenida con el

duque de Terranova536, plantea la necesidad de que las dos coronas

establezcan una alianza más firme, sobre todo por la posesión inglesa de

Tánger a raíz del matrimonio de Carlos II Estuardo con Catalina de

Braganza. Pero esta alianza, que sería ofensiva-defensiva, frente a los

enemigos de Francia y de España, resultaba difícil de aceptar, no sólo

porque podía obligar a Madrid a intervenir en conflictos no deseados, sino

porque Luis XIV, a través del arzobispo de Embrún, exigía que España

“entregase algunas plazas de resguardo a la corona de Francia”537.

535 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 29 enero 1662.536 Don Diego de Aragón y Mendoza, IV duque de Terranova, era consejero de Estado desde 1659. (Barrios, F.: “El Consejo de Estado de la Monarquía española. 1521-1812”, Madrid 1984, p. 381.537 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 11 enero 1662.

204

El Marqués de la Fuente, al llegar a París, (recordemos que esperaba

en Bruselas a que se negociara la audiencia de las excusas), observa que la

liga que los franceses negocian con Holanda no avanza, que está “más

verde de lo que suponía”, ya que están pendientes de ajustar algunos puntos

referidos al comercio y a la pesca. En cuanto a la inclusión de España en

dicha liga advierte que en los capítulos que los mismos ministros franceses

dieron a los holandeses por minuta de lo que había de contener el tratado,

en el capítulo décimo se permite la incorporación de nuevos socios: “Los

otros Reyes, Repúblicas, Príncipes, y Estados de la cristiandad, y

principalmente aquellos que tienen intereses en el libre comercio de la mar

serán convidados por su dicha Majestad y por los dichos Estados

Generales a entrar en la presente confederación, en la cual serán

admitidos y recibidos con el consentimiento, y no en otra manera, de la

susodicha Majestad, de los dichos señores Estados Generales y de los

otros Reyes, Repúblicas y Príncipes que hubieren entrado después. Y

cuando estuvieren recibidos en la dicha confederación todos y cada uno de

ellos estarán obligados respectivamente y gozarán de las ventajas de este

presente tratado en todos y cada uno de los artículos que contiene, como si

hubiesen tratado y concluido esta confederación desde el principio de

ella”538.

Si los franceses ponen pegas para admitir aliados, a pesar de estar

contemplado en el Art. 10, los holandeses lo contemplan como

beneficioso539. El Marqués de la Fuente pretende aprovechar la disposición

favorable de Holanda a la pretensión de España de participar en la liga y

comunica a Madrid que puede ser un buen momento para insistir ante

538 AGS, Estado, Francia, leg. K 1386, Traducción del cap. 10 del Tratado de liga entre el Rey Cristianísimo y Holanda enviado por el Marqués de la Fuente. París, 12 marzo 1662.539 Esta información la recibe el marqués de la Fuente de don Esteban de Gamarra que sostiene que La Haya vería con buenos ojos la inclusión de España en la liga. AGS, Estado, Francia, leg. 1386, París, 12 marzo 1662.

205

Holanda, ya que ésta recela del engrandecimiento de Francia con Lorena,

motivo por el cual el Consejo de Estado le insta a que continúe la

negociación y que así lo comunique a Don Esteban de Gamarra540.

Para salir del estancamiento en que se encuentra la cuestión, el

Marqués de la Fuente decide hablar con la Reina. Pretende que medie ante

Luis XIV para que España entre en la liga que Francia negocia con

Holanda pero únicamente obtiene buenas palabras. No satisfecho con esta

gestión, el Marqués pide audiencia para ver al Rey. El Secretario de Estado,

el conde de Brienne, a quien comunicó el asunto que deseaba tratar con el

Rey, le aseguró que Luis XIV estimaría mucho introducir a España en la

liga franco-holandesa, pero cuando el Marqués consiguió hablar con el

monarca, éste, sólo le dio promesas vagas y le dijo que la decisión final le

sería comunicada por medio Lionne541.

Tras varios días de espera el ministro dijo al Embajador que como la

liga franco-holandesa perseguía un objetivo concreto y España podía

aportar poco para conseguirlo, el Rey consideraba que no era conveniente

su entrada; dijo también que desconocía el artículo 10 del Tratado que

permitía la entrada de nuevos socios. Insatisfecho con la respuesta, el

Marqués trata de entrevistarse de nuevo con la Reina, pero sin éxito —sólo

recibe un billete diciéndole que no puede intervenir en esa negociación—,

para acudir finalmente a Le Tellier, quien después de algunos desplantes

decide recibirle. La conversación apenas difirió de la que tuvo con Lionne;

si cabe fue más explícita pues tras declarar que S.M. Cristianísisima no

faltaba ni a la estimación, ni a la amistad, ni a la buena correspondencia,

ni al amor que tiene a S. M. Católica, llegó a decirle que no podía

540 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 12 marzo 1662. AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 11 de abril de 1662.541 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 9 Abril 1662.

206

complacerle, ya que en la liga se admitirían únicamente a los ingleses por

la cuestión de la pesca, como exigían los holandeses, y que desconocía el

Art. 10 que permitía la entrada en la liga de los amigos de Francia.

El Marqués de la Fuente, no resignado ante esta negativa, vuelve a

visitar a Lionne para hacerle ver que no entiende la exclusión de España

cuando admitirla no añade más obligación al Rey de Francia que la que le

impone una paz jurada; le dice también que la coalición hecha sin el Rey de

España haría pensar a todos, y entrar en ella aseguraría a todos. Como

último recurso, el Marqués pide a Lionne que no se tome una decisión

antes de que pueda volver a hablar al propio Rey, a lo que éste accede

después de manifestarle que “sería mal hombre, mal francés y mal criado

de su amo quien no procurase en mucho aumentar la buena

correspondencia”. Pero la entrevista con el Rey no se produjo. El

conductor de embajadores comunicó al Marqués que Lionne le daría la

respuesta. La triste respuesta, y críptica, que Lionne comunicó al Marqués

de la Fuente, en español, haciendo hincapié en que debería ser transmitida

textualmente a Felipe IV, fue: “que al rey Cristianísimo le pesaba mucho

no poder hacer este gusto a S.M.; pero que había otra cosa que podía

hacer mucho mejor para manifestar lo que S.M. Cristianísima deseaba

estrecharse y unir sus intereses y que V.M. sabía que no quedaba por esta

parte el que no se hiciese esto otro que era mejor”.

El Marqués de la Fuente, perplejo después de esta entrevista, y

convencido de que le va a resultar imposible doblegar la voluntad de Luis

XIV y allanar las dificultades que se le oponen para que España se integre

en la liga, solicita a Madrid instrucciones más detalladas. Confiesa en su

carta que va a necesitar “mucha ayuda de Dios, tener el seso muy fijo en su

207

lugar, prepararme para muchas mortificaciones y para no tropezar en

muchos troncos que me pondrán a los pies”542.

El Consejo de Estado, informado de la respuesta de Lionne al

embajador español, sospecha que la no inclusión de España en la liga que

negocian los franceses con Holanda y la inclusión de Inglaterra por

exigencias del capítulo de pesca, puede ocasionar serios problemas a

España y a la seguridad de los Países Bajos. En cuanto a la insinuación de

Lionne de que había otra cosa mejor que se podía hacer, el Consejo no se

pronuncia543.

La liga franco-holandesa que se firma en 1662, año en el que la

República acuerda resolver sus diferencias coloniales con Portugal

poniendo fin a la lucha que arrastraba desde hacía unos veinte años, va a

suscitar en todas partes, incluidos los Países Bajos españoles, el temor a

una posible intervención francesa544. Felipe IV, consciente de que el

comportamiento de Luis XIV perjudica los intereses de España, a través del

Marqués de la Fuente formula una queja por no haber sido incluido en la

liga, pero Francia responde diciendo que el Rey Cristianísimo no sólo ha

rechazado la entrada de la corona de España en el tratado que ha firmado

con Holanda, sino también la de otros príncipes y estados a pesar de un

artículo expreso de dicho tratado que lo permite. Por otra parte, S.M.

Cristianísima piensa que, de la misma manera que España firmó en

Münster un tratado estrecho con las Provincias Unidas y después otro con

Francia en los Pirineos, Francia puede renovar su antigua alianza con las

Provincias Unidas sin tener necesidad de llamar al Rey Católico, tanto más

cuando su inclusión en el tratado hubiese podido envolver a Francia en una 542 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 23 Abril 1662.543 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 20 Mayo 1662.544 STRADLING, R.A.: “Europa y el declive de la estructura imperial española 1580-1720), 1992, p. 223.

208

guerra que se creía entonces inminente entre España e Inglaterra. La

respuesta a la queja de Felipe IV añade que es sorprendente que los

ministros del Rey Católico quieran controlar la dirección de otros estados

según los intereses solo de España y calificar de contravención a la Paz la

omisión de dicho Rey en un tratado puramente defensivo que se hace entre

otros dos estados545.

El estallido del segundo conflicto anglo-neerlandés en 1665 puso por

primera vez a prueba la estabilidad del tratado de 1662 entre Francia y las

Provincias Unidas. Lionne intentó aprovechar esta crítica coyuntura para

forzar a los Estados Generales a reconocer los derechos de María Teresa

sobre Brabante, a lo que la República se mostró reticente. Temiendo que

una nueva victoria inglesa pudiese acarrear la restauración de los Orange,

lo que supondría el desplazamiento de los sectores pro-franceses y un pacto

entre Londres y las Provincias Unidas, Francia empezó un doble juego:

mientras combatía a las tropas del obispo de Münster546 financiaba bajo

cuerda a Londres con el propósito de prolongar el conflicto. Esta maniobra

fue advertida por Esteban de Gamarra que así se lo comunicó a Felipe IV.

Aunque en enero de 1666 Luis XIV rompió hostilidades con Inglaterra, su

colaboración con Holanda no dejó de ser una formalidad pues le interesaba

aprovechar el conflicto anglo-holandés para debilitar a ambos

contendientes y reforzar su programa mercantilista y, como Castel Rodrigo

advirtió a Felipe IV, conseguir que Inglaterra, estando ocupada, no pudiera

ayudar a Flandes en el caso de ser atacada547.

545 AGS, Estado, Francia, leg. 1387, agosto 1663.546 Cristóbal Bernardo, Barón de Galen, obispo de Münster, en 1661levantó una ciudadela para someter a los revoltosos que se habían aliado con Holanda, se apoderó de Munster y abolió sus privilegios. En 1665, aliado de Inglaterra, hizo la guerra a Holanda. En 1666 se vio obligado a aceptar una paz desfavorable por mediación de Luis XIV. 547 HERRERO SÁNCHEZ, Manuel: “El acercamiento hispano-neerlandés”, 1648-1678, 2000, pp. 176-179.

209

España, al contrario que Francia, trató por todos los medios a su

alcance de evitar entrar en el conflicto anglo-holandés, adoptando una

postura neutral como así le fue comunicado a Castel Rodrigo antes del

estallido del conflicto armado. Esta actitud política no respondía a una

elección voluntaria sino que era fruto de las propias limitaciones de la

Monarquía Hispánica, principalmente en el terreno naval. De este modo en

el Consejo de Estado se descarta el pacto con uno de los dos contendientes

temiendo que ello provocaría el ajuste del otro contendiente con París, aún

cuando se pensaba que mientras siguiese abierta la conflagración, la alianza

que París mantenía con La Haya podría lanzar a Londres a favor de la

Monarquía Hispánica548.

4.2. Las relaciones de Francia con Inglaterra

El acercamiento de Francia a Inglaterra, de indeseables

consecuencias para España, se inició con motivo del matrimonio de Carlos

II Estuardo. Desde la restauración del monarca inglés en el trono, en 1660,

la cuestión de sus esponsales se convirtió en el principal asunto de política

internacional, ya que la alianza de Inglaterra con Portugal, que se

encontraba en guerra con España, era de enorme trascendencia para la

recuperación por Madrid del reino lusitano, lo que no pasó desapercibido

en París.

En un primer momento Mazarino pretendió que el Rey de Inglaterra

casara con una sobrina suya549 pero, fracasado ese intento, se propusieron

otras novias para el Rey: la princesa de Parma (apoyada por el cardenal de

548 HERRERO SÁNCHEZ, Manuel: “El acercamiento hispano-neerlandés 1648-1678), 2000, p. 341 y sig.549 Hortensia Mancini Mazarino, hija de Miguel Lorenzo Mancini y Jerónima Mazarino (hermana del cardenal). Hortensia casó con Carlos Armando de la Porte, sobrino nieto de Richelieu. BAILLY, A.: “Mazarino”, 1969, p. 214.

210

Retz y por España550), María de Orange y Catalina de Braganza. El

embajador español Watteville, interesado en impedir que Catalina de

Braganza fuera la elegida, difundió por Londres la idea de que el

proyectado enlace portugués podía llevar a Inglaterra a enfrentarse

militarmente con España, advirtiendo de que Carlos II Estuardo estaba

dispuesto a llevar ayuda militar a Portugal. Además propaló el rumor de

que Catalina de Braganza estaba enferma, era fea y estéril, y pretendió

convencer a los católicos de que se haría hereje leyendo libros protestantes.

Sin embargo, el efecto de esta campaña sobre la opinión pública fue

útil al embajador de Portugal en Londres, Francisco de Melo, que declaró

que cuando los ingleses viesen a los católicos hacer oposición a su

propuesta, comprenderían que era la mejor por ser la más anti-española. La

narración de los defectos personales de Catalina, que Lord Brsitol había

hecho a Carlos II, que temía cualquier complicación con España, le

desanimó al principio551, por lo que permitió que Lord Bristol negociara

con el duque de Parma. Apartado poco después el proyecto de Parma,

Watteville propuso el casamiento del Rey con María, hija del Príncipe de

Orange, que tenía el apoyo del Príncipe Mauricio de Nassau, embajador de

Brandebourg, pero Mazarino decidió entonces que, no queriendo Carlos II

tomar en consideración casarse con su sobrina, era de la opinión de que se

casase con la princesa de Portugal.

Despejado el camino, y con el apoyo de Francia, el 5 de febrero de

1661 Francisco de Melo y Torre desembarcó en Plymouth, con el título de

550 Felipe IV se ofreció a conceder una dote a la princesa de Parma, STRADLING, R., Felipe IV y el gobierno España, 1621-1665, 1989, p. 420-421.551 El argumento de que Catalina era fea caló tanto en el ánimo del Rey que decidió mandar un confidente a Lisboa para comprobarlo. Para destruir esta acusación el marqués de Sande mandó a través de P. Rusell un retrato de ella a Clarendon quien, poniéndose a contemplarla, abrazó al sacerdote y exclamó: “está resuelta la cuestión, es más que bella, decidme si es parecida” Rusell a firmó que si la viera la encontraría todavía más bella y el Rey o el duque de Hyork que vieran el retrato quedarían igualmente satisfechos.

211

Embajador Extraordinario, trayendo el mandato de Alfonso VI de Portugal

de concluir el casamiento de su hermana. Llegó a Londres el día 13

recibiendo del Rey una llave particular con la que entró de noche en el

palacio por el jardín. El Embajador presentó al Rey una carta de la Reina

Regente552 con sus credenciales. El Rey preguntó al embajador si tenía

concluido el negocio y ante la respuesta afirmativa entró a preguntar sobre

particularidades. Leyó el embajador su Instrucción Pública y Carlos II

prometió darle respuesta553.

Pendientes de la respuesta definitiva del Rey, ingleses y portugueses

proseguían secretamente las negociaciones para el tratado matrimonial. Los

comisarios ingleses pedían ahora mucho más de lo que los portugueses

ofrecían: 1) la cesión de Bombay y que Tánger, por lo menos, les fuese

entregado antes del casamiento, temiendo que los portugueses perdieran

esta plaza o se arrepintieran de su promesa; 2) que la infanta no renunciase

a sus derechos al trono de Portugal, ni a su legítima; 3) que les fuesen

concedidas factorías en todas las colonias portuguesas, donde podrían

comerciar libremente; 4) que los ingleses no fueran obligados a pagar por

transporte de flotas a Brasil.

La cuestión de Tánger era difícil de resolver. Los ingleses tenían ya

su punto de vista sobre la materia, pero a Melo le repugnaba prometerles la

entrega antes del casamiento por miedo a que a última hora éste no se

realizase por cualquier accidente imprevisto. Si la plaza fuese perdida por

los portugueses antes de su cesión, prometían a Carlos II que ayudarían a

reconquistarla, pagando todos los gastos y ofreciendo en prenda la isla de

Santo Tomé. Esta promesa no satisfizo al Rey y dejó a Melo desesperado, 552 Doña Luisa de Gusmao, madre de Alfonso VI.553 Pasados unos días pidieron al embajador portugués que devolviera la llave y comprobando éste que la de Parma seguía en boca de todos y las grandes sumas que los españoles estaban gastando en sobornos, temió que el Rey se volviera atrás en su decisión.

212

pero el 6 de mayo Carlos II convocó al Consejo de Estado para anunciar su

casamiento. Debía de estar muy bien guardado el secreto de la regia

resolución porque Watteville, el dia 8, dio una recepción en la que afirmó a

sus invitados que la causa portuguesa estaba perdida, pero teniendo noticia

del Consejo Extraordinario convocado para el día siguiente, se entrevistó

con el Rey por espacio de dos horas amenazándole con la guerra en el

supuesto de llevarse a efecto el casamiento o en el caso de que formalizase

una alianza con Portugal.

El Consejo de Estado extraordinario, reunido el 9 de mayo, aprobó el

matrimonio del Rey con Catalina de Braganza. La satisfacción de Melo fue

enorme y aprovechó la ocasión para pedir auxilio a Carlos II contra los

holandeses que amenazaban Goa, recibiendo la promesa de que ayudaría a

Portugal y añadiendo que los holandeses harían lo que él dijese porque

Francia estaba de su parte. Esta es la primera indicación del cambio que se

opera en la corte de Francia; Francisco de Melo ignoraba que la política

inglesa se decidió, en esta coyuntura, gracias a la intervención personal de

Luis XIV. El monarca francés envió un emisario secreto, Bastide de la

Croix, a expresar su pesar a Carlos II por el retraso del casamiento con D.

Catalina, añadiendo que él mismo, en tiempos, pensó en desposarla, lo que

no hizo por no desagradar a su madre; le decía también que ese casamiento

era el que más le convenía y le ofrecía 300.000 pistolas para los gastos de

las tropas que debería mandar a Portugal en conformidad con lo tratado.

El 14 de Mayo el Rey inglés escribió a Lisboa a la Reina Regente

informando de la declaración del Consejo y el 21 fue comunicado el

casamiento al Parlamento inglés, el cual, como los de Escocia e Irlanda,

recibió la noticia con entusiasmo y unánime aprobación.

213

Entre los comisarios ingleses y el embajador de Portugal quedaban

sin embargo pendientes algunas divergencias. Francisco de Melo reclamaba

que fuesen pagadas por el Rey las tropas que éste enviara a Portugal. Los

comisarios pusieron algunas dificultades para mantener una flota inglesa en

aguas portuguesas, a lo que Melo alegó que Portugal no podía subsistir sin

el comercio de mercaderías con sus dominios y que, si sus costas no

estaban defendidas de piratas, sufrirían más pérdidas por mar de lo que

causaría en tierra un ejército invasor. El Rey, atendiendo al artículo 16,

prometió enviar navíos para este fin y en cualquiera ocasión que Portugal

fuera atacada por sus enemigos, todas las naves inglesas que estuviesen en

Tánger o en el Mediterráneo saldrían en su socorro554.

Ultimadas todas las disposiciones para el casamiento de Carlos II fue

elegido el famoso almirante Eduardo de Montagu, Conde de Sandwich,

para la ocupación de Tánger y para escoltar a la Reina hasta Inglaterra en

calidad de Embajador Extraordinario. Salió con su escuadra el 13 de junio

y, tras una tentativa contra Argel, entró en el Tajo el 6 de septiembre

demorándose un mes para solucionar con Fanshaw555 las dificultades

relacionadas con la plaza de Tánger que los portugueses mantuvieron con

honra durante dos siglos y les costaba mucho entregar. Tomó posesión de

ella en enero, no obstante la resistencia de los habitantes y los esfuerzos de

los moros que, instigados por los españoles, querían tomar la ciudad. El 13

de mayo entró solemnemente en Lisboa donde tuvo que demorarse algunas

semanas porque la dote no estaba completa; debía ser pagada en monedas,

joyas, azúcar y otras mercaderías, pero como el tesoro no podía

completarla, entregó para la parte restante letras de cambio, lo que no 554 PRESTAGE, E,: “As relacoes.... p. 157-165.555 Sir Richard Fanshaw, tan aficionado a las cosas de Portugal que tradujo a Camoens con gran perfección al inglés, fue enviado a Lisboa para preparar la visita del conde de Sandwich y vigilar que los portugueses dieran cumplimiento a las condiciones preliminares al embarque de la reina, debiendo acompañarla a Inglaterra. También recibió instrucciones para indagar las posibilidades de comercio entre Inglaterra y las colonias portuguesas.

214

satisfacía las condiciones del contrato. La salida de la Infanta constituyó un

soberbio espectáculo. Las crónicas hablan de las fiestas que se celebraron y

de algo más importante: los portugueses pensaban que esa boda les iba a

ayudar a ganar la guerra contra España porque comenzarían a recibir

ayudas556. El 24 de mayo la escuadra llegó a Portsmouth, celebrándose el

matrimonio el 31 de mayo.

Francisco de Melo, desde entonces Marqués de Sande, recibió

credenciales para acompañar a la Reina a Inglaterra, donde sería Embajador

Extraordinario. Debía resolver varios asuntos pendientes: la ayuda militar y

naval que Inglaterra debía prestar a Portugal en virtud del tratado de

casamiento, ayudas que debía tratar de apresurar557.

La cesión que Portugal hace de Tánger a Carlos II, consuma el viejo

y acariciado sueño inglés de poseer una plaza en el estrecho de Gibraltar.

Para Felipe IV, el proceder de Lisboa, calificado de tiránico, implica un

conjunto de rasgos insospechados pues además de cuestionarse su dominio

en el Estrecho, se pone en peligro el monopolio del comercio con América

y la seguridad de las costas españolas. Por estos motivos, cuando el

Consejo de Estado tiene noticia fidedigna del acuerdo anglo-portugués,

establece una serie de medidas para garantizar la defensa del litoral

andaluz: aprestar la Armada, revisar las fortificaciones, especialmente de

Ceuta, Tarifa y Gibraltar, y alertar a la milicia y a la caballería de la

costa558.

556 Las crónicas de la época nos hablan de “las fiestas que se celebraron en Lisboa con motivo del casamiento de la serenísima Infanta de Portugal Catalina de Braganza con el serenísimo rey de Gran Bretaña Carlos II”, Lisboa 1662, RAH caja 766 nº 1725 y los grabados de Dirk Stoep del Museo Británico.557 PRESTAGE, E.: “Relacoes.... pp.166-168.558 SANCHEZ BELÉN, J.A.: “La presencia inglesa en le estrecho a finales del siglo XVII”. Pág. 34-35.

215

El alejamiento de España que inició Carlos II una vez restituido en el

trono sorprendió a Madrid pues en vez de precipitarse en los brazos del Rey

Católico, su protector y aliado (como sería razonable pensar)559, buscó la

alianza con Portugal, que era una promesa de numerosos El Dorados

inmensos gracias a las recompensas y beneficios de su imperio colonial. El

profundo cinismo de esta acción redujo a Felipe IV, a pesar de su

experiencia de la realidad, a un estado de estupefacción560. Decepcionado,

escribe a Sor María de Agreda: “El casamiento del rey de Inglaterra se

tiene por cierto, aunque yo no lo he de creer hasta verlo efectuado, pues

fuera una acción indigna de tan gran Rey y grande ingratitud con quien ha

hecho por él lo que yo, y aunque él dice que no por eso ha de romper

conmigo, sino ha de continuar la buena amistad que hasta aquí, con todo

eso se tiene por dificultoso que dejemos de venir a rompimiento si el

matrimonio se efectúa; pero como la razón está de nuestra parte, espero en

Dios nos ha de ayudar; pedídselo así Sor María”561

Pocos días más tarde vuelve a escribir a Sor María: “El casamiento

del rey de Inglaterra no está aún efectuado, pero lo estará presto y temo

que no se ha de poder excusar el rompimiento; pero lo que me alienta es

ver que el novio es rebelde a Dios, y la novia a su Rey, con que podemos

esperar que Nuestro Señor los confunda y nos libre a nosotros del peligro

que nos amenaza”562. Reconociendo en otra carta: “El matrimonio de

Inglaterra se ejecutó. ¡Qué ingratamente ha procedido aquel Rey! Lo ha

sido pues yo sólo le asistí en sus adversidades, pero quien falta a Dios no

es mucho falte a las gentes”563.

559 Ver CASTILLA SOTO, Josefina: “Las relaciones entre Felipe IV y Carlos II de Inglaterra durante el protectorado de Cromwell (1656-1659), Espacio, Tiempo y Forma, Madrid 1989, pp. 111 y sig. 560 STRADLING, R.: “Europa y el declive de la estructura imperial española 1580-1720”, 1992, p. 195. 561 SECO SERRANO, Carlos: “Cartas de Sor María de Agreda y de Felipe IV”, B.A.E. Tomo V, pp. 168, 26 julio, 1661. 562 SECO SERRANO, Carlos: Op. Cit., p. 170, 24 agosto 1661. 563 SECO SERRANO, Carlos: Op. Cit., p. 180, 10 julio 1662.

216

El propio rey Felipe IV sospecha que tras las cosas de Inglaterra se

encuentra Francia, como escribe a Sor María: “Las cosas de Inglaterra

están en el mismo estado, pero yo temo que muy cerca ya de romper, y aún

juzgo que Francia no está muy lejos de ello”564.

El tratado con los Braganza comprometía a Inglaterra a prestar ayuda

militar a cambio de enormes contrapartidas, incentivos comerciales y

concesiones de territorio565. Desde ese momento el tráfico entre Londres,

Lisboa y Tánger pasaba a ser blanco legítimo de las represalias españolas.

Muchos barcos ingleses cayeron entre 1663 y 1664, y algunos se sirvieron

de banderas francesas para ir a Lisboa. En la batalla de Amexial participó

un regimiento de voluntarios ingleses —en su mayoría veteranos de

Cronwell llegados de la guarnición de Dunkerque— que luchaba en las

filas del ejército portugués566.

En efecto Francia, apoyando el matrimonio de Carlos II con la

princesa de Braganza, no sólo había conseguido que Portugal dispusiese en

adelante de la ayuda de Inglaterra para luchar contra España567, sino

también arbitrar una fórmula para enviar ella misma, a través de Inglaterra,

socorros a los rebeldes de Portugal, y debilitar así a España.

564 SECO SERRANO, Carlos: Op. Cit., p. 181, 21 agosto 1662.565 Según el contrato matrimonial Catalina aportaba Bombay y Tánger así como dos millones de cruzados. Carlos debía suministrar 10.000 auxiliares ingleses a Portugal en su lucha contra España. Luis XIV, por su parte, pagó 200.000 escudos a Carlos II y envió para dirigir la armada portuguesa al protestante Shomberg: era una manera de ayudar indirectamente a Portugal ya que la ayuda directa estaba prohibida por el tratado de los Pirineos. BELY, L.: “Les rélations internationales en Europe, XVII y XVIII siecles”, 1998, p. 215.566 STRADLING, R.: “La armada de Flandes.. p. 301.567 El cronista de “Las fiestas que se celebraron en Lisboa con motivo del casamiento de la serenísima Infanta de Portugal Catalina de Braganza (ya Reina de la Gran Bretaña) con el serenísimo Rey de Gran Bretaña, Carlos II”, insiste en que éstas ponían de manifiesto la utilidad del casamiento y la confianza de Portugal para ganar la guerra por la ayuda que recibiría de Inglaterra y Francia. RAH, caja 766, n° 17125.

217

No contento Luis XIV con esta maniobra diplomática, procura

reforzar un acercamiento a Inglaterra concertando el matrimonio de su

hermano Felipe de Orléans con Enriqueta, hermana de Carlos II (marzo

1661)568 y negociando la compra de Dunkerque. En Madrid esta

negociación desagradaba profundamente ya que la plaza de Dunkerque en

posesión de Francia amenazaba muy directamente el tráfico marítimo entre

España y los Países Bajos. Informado de estos hechos el Consejo de Estado

por el Marqués de la Fuente, a quien se lo había comunicado la Reina

Madre de Francia convencida de que España preferiría que la plaza quedase

en poder de los franceses más que en manos de los ingleses, por ser éstos

herejes, asegurando, además, que en cuanto se terminara la negociación “se

pondría como conviene en materia de religión”, rápidamente propone que

se envíe dinero a Flandes y que se encargue al Marqués de Caracena que

ofrezca a Inglaterra la misma cantidad que diera el Rey de Francia, pero la

buena disposición de Inglaterra hacia Francia, constatada por el Marqués de

la Fuente, hasta el punto de que notifica a Felipe IV que el Rey inglés

estaba dispuesto a retirar la guarnición aún antes de recibir el dinero

estipulado, fiándose de la palabra del Rey de Francia de quien se

confesaba obligadísimo, concluye con el acuerdo de venta de la plaza a

Luis XIV. Y es que como escribe el Marqués de la Fuente “la fortuna

corre en la popa de esta corte y así despliegan todas las velas”569.

Luis XIV compra Dunkerque a Carlos II de Inglaterra en octubre de

1662 por la suma de 25 millones de libras, granjeándose la amistad, si no

del pueblo inglés, furioso por la cesión del puerto, sí la del Rey, ganado

568 Enriqueta, hija tercera de Carlos I de Inglaterra y de su esposa Enriqueta María (1644-167), nació en Exester durante la guerra civil. Casada con Felipe de Orléans, hermano de Luis XIV, fue muy popular en París desde donde influyó en asuntos diplomáticos como el tratado de Dover. Dejó dos hijas: María Luisa, que casó con Carlos II de España, y Ana María, esposa de Victor Amadeo de Saboya. 569 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 de septiembre 1662, AGS, Estado Francia, leg. 1386, París, 31 de octubre de 1662. El Marqués de la Fuente indica a Madrid que se pagarán dos millones al contado y tres en dos plazos de dieciocho meses.

218

para la causa de Francia por importantes subsidios secretos570. La ciudad

que había pasado a manos inglesas en 1658, quienes conseguían así una

avanzadilla en el continente después de más de un siglo de haber perdido el

puerto de Calais, llegó a ser un estorbo para los Estuardo: barcos ingleses

atacados por piratas, conspiraciones republicanas, gastos de

mantenimiento, etc. De este modo Clarendon, primer ministro de Carlos II,

inició negociaciones con Francia que terminaron con la venta del puerto a

Luis XIV. Al ser el primer territorio adquirido durante su reinado,

Dunkerque sirvió al Rey Sol como plataforma propagandística del prestigio

y la grandeza de su persona. Vauban fortificó la plaza empleando la mano

de obra de 30.000 hombres, lo que la convirtió en prototipo y pieza maestra

del programa pensado para sostener la grandeza militar de Luis XIV571.

La operación de Dunkerque no gusta en Madrid. En verano de 1663,

el papel de quejas que recibe el Marqués y que hemos mencionado más

arriba, dice que la venta que Inglaterra ha hecho a Francia de esta plaza es

contraria a lo capitulado en la Paz. En primer lugar pone reparos a la forma

en la que el Rey de Francia ha comprado la plaza y recuerda que el mismo

Mazarino había ofrecido prestar a España ochocientos mil ducados para

que esta corona la recobrase, debiendo además el Rey de Inglaterra

restituirla por haberla ocupado Cromwell faltando a la paz que se tenía con

España. Los franceses responden a este reparo diciendo que el ofrecimiento

hecho por el difunto cardenal Mazarino merecería agradecimientos más que

reproches y que el rechazo de los 800.000 ducados prueba que S.M.

Católica no había pensado en retraer Dunkerque, por lo que S.M.

Cristianísima pensó en ella para él mismo, no sin antes haber examinado la 570 BENNASAR, M.B.: “Historia Moderna”, Madrid 1998, p. 624.571 STRADLING, R.: “La Armada de Flandes. Política naval española y guerra europea, 1568-1668”, Madrid, 1992, pp.195 y sig. Por el mismo tratado de octubre de 1662 en que Dunkerque fue vendida a Francia por cinco millones de libras, Mardyck y los puestos que los ingleses ocupaban en la costa fueron entregados a Francia. BELY, L.: “Les rélations internationales en Europe, siecles XVII-XVIII”, 1998, p. 215.

219

materia y comprobar que no sólo no había ningún artículo en la Paz de los

Pirineos ni público ni secreto que le impidiera adquirirla, sino incluso que

S.M. Católica había hecho la paz con Inglaterra sin reclamar la restitución

de esa plaza, lo que indica una cesión tácita, tan clara, que si no había sido

formalmente expresada en el tratado no servía de nada decir que este

tratado no había sido más que una renovación de los antiguos. Renovar

tratados es hacerlos, y hacerlos sin hablar de Dunkerque es ceder la plaza y

abandonar toda pretensión.

En cuanto a la queja por los métodos que emplea el gobernador

francés en Dunkerque, más violentos que los que emplearon los ingleses

cuando la poseyeron, los franceses insisten en que los dos objetivos

principales que tenían para adquirir Dunkerque eran: primero la ventaja de

la religión católica y segundo la mayor seguridad y mejor correspondencia

con la corona de España. Son sabidas las órdenes que S.M. Cristianísima ha

dado sobre el primer punto desde que posee la plaza y, sobre el segundo los

ministros españoles no dejarán de reconocer que los estados del Rey

Católico en los Países Bajos han adquirido por este medio una seguridad

mayor que cuando Inglaterra tenía un puesto en ese mar que le permitía una

entrada fácil en Flandes para actuar allí y coger las armas según sus

intereses572. La respuesta es tan cerrada que Felipe IV se resigna a la nueva

situación y ordena a su embajador que no vuelva a hablar del papel de

quejas en el que se reprocha la compra del puerto y acepta la situación. La

realidad es que para España, la pérdida de Dunkerque fue un serio

contratiempo ya que había sido durante años el primer puerto del País Bajo

Católico y ahora daba a Francia (teniendo Calais) una peligrosa presencia

en el mar del Norte573.

572 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, agosto 1663.573 ECHEVARRIA BACIGALUPE, Miguel Angel: “Flandes y la monarquía hispánica, 1500-1713, Madrid 1998, p. 377.

220

También reprocha Felipe IV al Rey Cristianísimo que inste a

Inglaterra a enviar armas marítimas a infestar las Indias “mientras Francia

divierte las fuerzas de la casa de Austria en Europa”. Ante esta acusación,

París responde airado afirmando que no sabe que el Rey de Inglaterra esté

emprendiendo ataques a los territorios españoles en América, desmiente

que Luis XIV desee perjudicar a España y acusa a su vez a los ministros de

Felipe IV de escudarse en estas quejas para prevenir las que justamente les

puede hacer S.M. Cristianísima, sabedora de que Madrid pretende, no sólo

separar al rey de Inglaterra de la amistad del Rey de Francia, sino de

comprometerle contra esa corona574.

Pero el monarca francés sí que actúa contra los intereses de España.

En carta al Marqués de Caracena, el Marqués de la Fuente habla del

empeño de los franceses en aumentar el comercio con las Indias y la

creación de una nueva Compañía que se constituya en poco tiempo árbitro

de todo el comercio575. El Consejo de Estado pide al Marqués de la Fuente

que esté atento a esta materia576, piensa que Francia falta a la Paz aunque

actúe con dicha compañía fuera de Europa, y propone escribir a Don

Esteban de Gamarra para que con los holandeses procure impedir las

disposiciones de la Compañía del Rey Cristianísimo para pasar a las Indias,

y hagan lo que sea necesario para embarazarlas577; propone también que el

capítulo de la carta del Marqués de la Fuente que se refiere a la Compañía

de Indias se remita a la Junta que juzga estos asuntos para que informe a

S.M. de lo que convenga578. 574 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, agosto 1663.575 El marqués de la Fuente para que Caracena caiga en cuenta de la importancia del asunto le dice que el Rey ha escrito a todas las provincias y ofrece como cebo a los hombres de negocios un préstamo de tres millones sin intereses que se hará cargo de las pérdidas que pudiera tener la compañía durante los primeros seis años. AGS, Estado, Francia, leg. K1388, París, 30 mayo 1664.576 AGS, Estado, Francia, K1388, Madrid, 15 junio 1664.577 AGS, Estado, Francia, K1388, Madrid, 22 junio 1664.578 AGS, Estado, Francia, K1389, Madrid, 2 agosto, 1664.

221

Ante el avance de Francia y de Inglaterra en las Indias durante estos

años y ante los sucesivos conflictos armados que se desarrollaron en el

Caribe579, la Monarquía Hispánica eludió participar de manera activa.

También las Provincias Unidas temían el avance franco-británico en

América que se hace realidad en la década de 1660. Las Actas de

Navegación inglesas y la política de Colbert, con la creación en 1664 de la

Compañía de Indias Occidentales, terminaron por desencadenar una serie

de enfrentamientos armados en los que los neerlandeses saldrán muy

debilitados580.

En diciembre de 1664 el Marqués de la Fuente informa de que la

armada inglesa había apresado 20 navíos holandeses. El Marqués juzga que

los holandeses querrán considerar esta acción como un acto de hostilidad y

ataque de Inglaterra para que Francia no pueda encontrar salida ni excusa al

compromiso que adquirieron en el último tratado. Preocupado al Consejo

de Estado por estos acontecimientos que mostraban el enfrentamiento de

Inglaterra con Holanda y que iban a conducir al final del acercamiento de

Francia a Inglaterra, encarga se escriba al Marqués de la Fuente y al conde

de Molina581 para que informen desde París y Londres582.

La posibilidad de que las Provincias Unidas entraran en un nuevo

conflicto con Inglaterra fue una esperanza para España583 pero la

colaboración anti-inglesa entre Madrid y La Haya no fue una total alianza.

579 Unos ingleses hicieron un horrible saqueo en Santo Tomé de Guayana, AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Amsterdam, 3 julio 1664, y Madrid, 2 de agosto de 1664.580 HERRERO SANCHEZ, Manuel: “El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678), 2000. p. 367.581 Antonio Francisco Mesía de Tobar y Paz, conde de Molina, era Embajador en Londres(1662-1664).582 AGS, Estado, Francia, K1389, Madrid, 27 diciembre 1664.583 En Madrid pensaban que si Luis XIV ayudaba a Holanda, su vecina y aliada, y entraba en guerra contra Inglaterra no era probable que declarase la guerra a los Países Bajos. Este momento lo aprovechó España para buscar una alianza con el Imperio, Suecia, Inglaterra y Portugal.

222

En marzo de 1665 se inicia la segunda guerra entre Inglaterra y Holanda584

y en septiembre muere Felipe IV. Luis XIV se plantea entonces si le

interesa entrar en guerra contra España “para perseguir los derechos que le

correspondían” al mismo tiempo que entraba en guerra contra Inglaterra

“en defensa de Holanda con la que ha firmado una liga”, o por el contrario

le interesa más luchar solo contra Inglaterra y esperar otros tiempos para

resolver la de España. El Rey de Inglaterra proporcionó a Luis XIV un

pretexto para que se desentendiera de la lucha recordándole que el Tratado

con los holandeses sólo le obligaba a ayudarles en el caso en que fueran

atacados, y que ahora no les debía socorro alguno puesto que habían sido

ellos los agresores, pero éste resolvió hacer la guerra por mar y tras poner

al rey de Dinamarca de su parte declaró la guerra a Inglaterra comunicando

la noticia en primer lugar a la Reina Madre que se encontraba en Francia585.

En diciembre de 1665 el Marqués de la Fuente informa desde París

de que las buenas relaciones entre Francia e Inglaterra han terminado y que

el embajador inglés en Francia, que recibió el día 15 la orden de partir de

París, en su ausencia de despedida se comportó como un heraldo que

anuncia la guerra586. El 25 de enero el Rey Cristianísimo hizo decir a la

584 La declaración de guerra oficial fue proclamada el 4 de marzo de 1665. Las dos flotas eran semejantes, siendo inferior la holandesa en materia de armamento. Jacques, el duque de York y Opdam dirigen las operaciones, después Monck (duque de Albemarle), el príncipe Rupert y Ruyter. Francia y Dinamarca acuden en ayuda de las Provincias lo que favorecerá la derrota inglesa. La peste bubónica de 1665 y el incendio de 1666 jugaron en contra de Londres. Ver BELY, L.: “Les relations internationales en Europe, XVII y XVIII siecles”, 1998, p. 217. 585 “Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, pp. 111-112.586 A.GS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 27 diciembre 1665. Cuenta el Marqués que el embajador inglés tuvo su audiencia de despedida el día 26 de diciembre y en ella se comportó, más que como un embajador que se despide, como heraldo que anuncia la guerra, pues, al número de nacionales que llevó al aposento del rey, al modo de descubrirse, y al modo de hablar desentonado, añadió que un secretario que le acompañaba leyese un papel muy largo en francés refiriendo todas las ocasiones de queja que tenía su amo, dando fin con que tenía valor, medios y vasallos para tomar satisfacción de cualquiera que le ofendiese. Quien refirió esta entrevista al embajador español, que se encontraba también en la sala, explicó también el enfado que S.M. Christianísima mostró en su semblante, cosa que cualquiera que conozca su espíritu lo creerá fácilmente, no respondió nada o nadie lo oyó. Al ser tan público este acto de altivez, el Marqués de la Fuente piensa que podría hacer mudar la resolución de procurar la paz a cualquier precio, para cuyo efecto tiene noticia de que estaban prestos dos millones de francos, con la excusa de que son el pago de una deuda antigua, también había oído que ofrecían al canciller 500.000 francos. Toda esta información la envía al conde de Molina y a D. Esteban de Gamarra para su

223

Reina madre de Inglaterra que, si bien con sentimiento suyo, era preciso

romper con el Rey su hijo. El día 26 se publicó en París la guerra,

suponiendo que a la misma hora la habrían declarado en Oxford.

La noticia del rompimiento entre Francia e Inglaterra causó gran

alborozo en Madrid. El Consejo de Estado consideró que se podían derivar

buenas consecuencias para la Monarquía Católica en un momento en que

tan amenazada estaba. Aunque piensan los consejeros que no por esto se ha

de interrumpir el cuidado de las prevenciones de defensa, sostienen que

este hecho importante dará algún tiempo más para ejecutar sus planes sin

tanto ahogo. Los consejeros añaden que la rotura entre franceses e ingleses

es efecto de la divina providencia; consideran dicha rotura como una señal

de que Dios quiere favorecer en la tutela de S.M. la minoría de edad del

Rey y los justos planes de su católica corona y puede también influir en la

conclusión de la guerra de Portugal. Por ello, dicen, se deben dar muchas

gracias a Nuestro Señor interiormente587.

Y no les faltaba razón. En enero de 1666, en el mismo mes que

estalló la guerra entre Francia e Inglaterra llegó a Lisboa el embajador

inglés Fanshaw con ánimo de obtener del de Braganza que aceptara la

tregua de treinta años, pactada, en artículo secreto, como condición para

ratificar el tratado de comercio hispano-británico. Pocos días después llegó

también a Lisboa, el Marqués de San Román, agente de Luis XIV, con

instrucciones de éste para estorbar por todos los medios la conclusión de

las treguas proyectadas. Instrucciones que parten de un supuesto añejo

tópico de algunos libelistas de la Restauración: la comunidad de intereses

franco-lusitana. La gestión francesa logró que los portugueses rechazaran

las propuestas de Fanshawe relativas al ajuste de treguas. O paz formal con conocimiento.587 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 19 febrero 1666.

224

reconocimiento, o prosecución de la guerra. En tanto, la diplomacia

francesa en Lisboa va doblada con una labor con análogas intenciones

cerca de la Corte de Madrid: el arzobispo de Embrún ofreció la mediación

francesa588.

La Instrucción que recibió San Roman pone de manifiesto la política

seguida por Francia para con Portugal en esa época; recuerda los esfuerzos

de Luis XIV a favor de Portugal desde la muerte de Mazarino, tanto en

materia de asistencia militar como financiera, así como en las

negociaciones para el casamiento de la Infanta Dª. Catalina y de D. Alfonso

VI. Como estaba en vigor el Tratado de los Pirineos, no podía ir San

Román a Lisboa revestido del carácter público de Embajador, pero llevaba

una credencial de Turena para Castelo Melhor con quien debería tratar

todos los asuntos concernientes a los intereses de ambos países. Debía

oponerse a cualquier propuesta de paz presentada por Castilla a Portugal, o

al menos procurar que Luis XIV interviniese como mediador589.

Disponemos de pruebas que demuestran que la actuación de Francia

fue insincera, solapada y desleal con España. A principios de 1666, el

arzobispo de Embrún visita al duque de San Lucar y, tras relatarle los

achaques que le aquejan debidos al clima de Madrid, le dijo que tenía orden

de su Rey para pedirle que diese cuenta a S.M. de que siéndole inexcusable

romper la guerra con el rey de Gran Bretaña, había mandado al Duque de

Beaufort que pasara la armada desde mar Mediterráneo en donde se

hallaba, al océano para juntarse con la de Holanda, y que siendo muy

posible que se encontrasen con la de Inglaterra y que la suya se viese

necesitada de tomar abrigo de los puertos de S.M., le suplicaba mandase

588 JOVER, J.M.: “Tres actitudes ante el Portugal restaurado”, HISPANIA, Madrid 1950, XXXVIII, Tomo X, p. 123.589 PRESTAGE, E.: “As relacoes..., pp. 98-99.

225

tales órdenes que no se dificultase en ellos el admitirla puesto que esta

instancia era conforme a lo capitulado en la Paz de los Pirineos. El Duque

de San Lucar, tras condolerse de su indisposición, le respondió que

trasladaría a S.M. lo que le decía, pero que le podía adelantar que S.M. ya

tenía dadas órdenes proporcionadas a lo que deseaba con lo que esta

instancia sólo serviría para que las órdenes se renovasen. El Embajador

francés añadió que el incidente sólo tenía de bueno el desvanecer las voces

de los enemigos de España y Francia que difundían que con el pretexto de

Flandes podía haber novedades, cuando lo único que se deseaba es

mantener la paz. El Duque de San Lucar respondió al arzobispo de Embrún

que era cierto, que había que hacer poco caso de esas voces y que no

dudaba que S.M. las había desestimado, particularmente considerando el

poco honor que podía hacer a su Rey intentar ninguna hostilidad en esta

ocasión, no teniendo causa ni pretexto para justificarla. S.M. no daría

motivos para ello sino que mantendría la paz religiosamente.

Después, el arzobispo de Embrún, no como ministro de su Rey, sino

a título personal, habló con el Duque de San Lucar de las noticias que había

oído de la liga que se estaba ajustando entre la corona de Inglaterra y la de

S.M. Católica. Lo sabía por los ministros de su Rey en Londres que le

habían comunicado que enviaban de allí a un gentilhombre a Madrid. El

arzobispo de Embrún dijo a San Lucar que si esto era cierto, temía que no

pudiese continuar la paz entre España y Francia, aunque se negociara sólo

una liga defensiva, por la facilidad con que se puede pasar a la liga

ofensiva. El Duque de San Lucar agradeció al embajador francés la

sinceridad con que le hablaba y, con la misma, le respondió que con

relación a la liga de que hablaba que se había concluido en Londres cuyo

despacho traía un gentilhombre a Madrid, le juraba que se hallaba sin la

menor noticia por lo que no podía responder a las circunstancias del asunto.

226

Únicamente le podía decir que S.M. no trataba de ninguna cosa que pudiera

perjudicar los intereses de Francia ni los artículos de paz firmados con

aquella corona. Lo demás pertenece más a la astrología que a razón de

estado, por ser pronósticos sobre hechos futuros que podían suceder, y

esperaba, no llegando a verificarse, que el tiempo aclararía que sin

fundamento se habían adelantado sospechas.

Esta respuesta no convenció al arzobispo de Embrún que volvió a

insistir sobre la liga, y el Duque de San Lucar, molesto, le recordó la forma

con que Francia cumplía lo capitulado en la paz referente a los socorros y

comercio de Portugal y la manera de obrar Luis XIV con los príncipes de

Europa. Le repitió que por parte de España no se haría nada en contra de la

paz ni en contra de Francia.

De esta conversación, el Duque de San Lucar sacó la conclusión de

que a Francia le molestaba que España se ajustase con Portugal, también

que los franceses temían el acercamiento de España a Inglaterra y que, con

el pretexto de romper con aquella corona, hacían preparativos para la

guerra para la que había que estar prevenidos. Así se lo dijo a la Reina590.

En junio cuando Sir Richard Fanshawe regresaba de Lisboa sin haber

conseguido firmar la tregua murió en Madrid. Doña Mariana de Austria

otorga poderes al padre Nithard, al Duque de Medina de las Torres y al

Conde de Peñaranda para ajustar con el nuevo embajador inglés Eduardo

Montagu, Conde de Sándwich, un tratado de unión y alianza con Inglaterra,

en el que se abordaría además una tregua con Portugal591.

590 AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, Madrid, 3 enero 1666. 591 Poder que dio S.M. la Reina Regente a los Sres. Everardo Nithard, Duque de San Lucar y Conde de Peñaranda para ajustar el Tratado con Inglaterra y para una tregua con Portugal por el tiempo que pareciese, (debían ajustarlo con el Conde de Sándwich), 15 de junio 1666, AHN, Sec. Estado, Leg. 2797, nº 24.

227

En septiembre, los consejeros de Estado piensan que el rey

Cristianísimo no romperá con España, estando tan empeñado en la guerra

contra Inglaterra592 a favor de los holandeses, y siendo éstos tan maltratados

con los malos sucesos de su armada aunque reconocen que se puede

esperar de su mal ánimo que declare la guerra cuando menos se piense,

dada su desmedida ambición y sus vanos pretextos y derechos. Por eso,

dicen los consejeros que hay que procurar estar prevenidos y para

resguardar a la Monarquía hay que granjear amigos y alianzas valiéndose

de negociaciones cuando sea posible593. La propuesta del arzobispo de

Embrún a Blasco de Loyola de continuar las negociaciones de liga con

España que ya habían iniciado en mayo594 desconcierta a los consejeros de

de Estado que tienen poca fe en la sinceridad de franceses595.

En tanto España negociaba con Inglaterra el fin de la guerra de

Portugal, Luis XIV se decidió a reclamar, por la fuerza de las armas, sus

teóricos derechos sobre Brabante y se produjo entonces una conmoción en

el cuadro de alianzas europeo: Inglaterra y las Provincias Unidas llegan a

un acuerdo de compromiso en Breda596 e inician conversaciones para evitar

un triunfo aplastante de Francia; la Monarquía Hispánica se veía con las

592 En opinión de Peñaranda el interés de la Monarquía radicaba en mantener vivo el conflicto entre Inglaterra y las Provincias Unidas como la mejor manera de entorpecer los designios franceses sobre los Países Bajos así como todo acuerdo de reparto o acantonamiento de los mismos entre París y La Haya. HERRERO SÁNCHEZ: “El acercamiento hispano-neerlandés 1648-1678, 2000, p. 372.593 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 30 septiembre 1666.594 En el capítulo dedicado a Portugal estudiamos esta liga que propone Francia a España.595 AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 30 octubre 1666.596 La paz de Breda se firmó el 31 de julio 1667 y daba fin al segundo conflicto entre las Provincias Unidas e Inglaterra. Aunque la marina británica se impuso en las principales batallas navales, los neerlandeses obtuvieron importantes victorias pero aceptaron la paz, moderada, porque la intervención de Luis XIV en los Países Bajos les inquietaba. Inglaterra conservó New York y New Jersey, mientras que Surinam pasaba a las Provincias Unidas. Luis XIV se quedó con Acadia y la Guayana (francesa), Inglaterra perdía sus establecimientos en Africa. BELY, L.: “Les rélations internationales en Europa, XVII y XVIII siecles”, 1998, pp. 215-218.

228

manos libres para ratificar el tratado con Inglaterra en 1667 y firmar una

paz definitiva con Portugal al año siguiente597.

4.3 Francia y el Imperio

La segunda mitad del siglo XVII fue un tiempo bajo en la intensidad

de las relaciones hispano-austriacas. La firma por el Emperador de la Paz

de Westfalia con Francia en 1648, mientras España continuaba la guerra,

dejó un sentimiento de amargo resquemor en los gobernantes españoles.

Para la rama Habsburgo de Viena algunas actuaciones de Felipe IV

tampoco fueron de su agrado, como el matrimonio de María Teresa, la hija

mayor del monarca español, con Luis XIV, anteponiendo los intereses de

estado a los vínculos familiares, pues Leopoldo I fue pospuesto al monarca

francés debiendo conformarse con la Infanta Margarita, su sobrina598. En

1662 el Conde de Peñaranda, con ocasión de ser propuesto embajador

extraordinario en la Dieta de Ratisbona que debía celebrarse por esas

fechas, se lamenta a Luis de Oyarguren de que España ha sido mal tratada

por el Imperio en diferentes ocasiones599. De este modo, durante los años

1660-1667 la relación entre las dos ramas de la Casa de Austria no

constituyó el apretado baluarte defensivo que hubiese sido necesario

“aquella harmonía deseada por Carlos V”, aunque persistió la cooperación

o, al menos, la idea de que la cooperación era obvia y precisa para el

mantenimiento de la dinastía y para servir de valladar contra las

597 HERRERO SÁNCHEZ, Manuel: “El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678), 2000, p. 372. AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 31 agosto 1667. En la reunión del Consejo de Estado del 31 de agosto de 1667, además de promover la liga con Inglaterra, se habla de hacer frente a la guerra declarada por Luis XIV.598 MOLAS RIBALTA, P.: “Historia de España. Ramón Menéndez Pidal”, XXVIII, Introducción, Madrid 1993, p. 25.599En esta carta Peñaranda se lamenta del error que cometió en el pasado el Emperador Carlos al separar los reinos de España de la dignidad imperial anteponiendo a Fernando I, su hermano, al príncipe Felipe, su hijo, para rey de romanos, y de otros errores posteriores, manifestando que desde entonces España ha sido maltratada por el Imperio en distintas ocasiones. AGS, Estado, Francia, Leg. K 1644, Nápoles, 27 de abril de 1662.

229

pretensiones europeas de Luis XIV600. De hecho, el caudal de dinero

enviado a Viena, como a un pozo sin fondo, por las empobrecidas finanzas

españolas, constituyó un flujo permanente con que se atendía a las

peticiones insaciables de Leopoldo I por más que éste ni siquiera lo

agradeciese. En dicho período se produjeron algunos disgustos por motivos

de protocolo, a menudo a causa de la precedencia, —hemos visto el caso de

la Dieta—601, y lo que es aún más importante, el Imperio se inclinará de

manera cada vez más ostentosa hacia Francia, hasta el punto de que, como

advierte Luis Ponce de León “los franceses desean reanudar las buenas

relaciones con el Imperio después de haberlas excusado tantos años, y

quieren nombrar embajador ordinario en Viena que preceda al embajador

de España”602.

Fue el cardenal Mazarino, consciente de la importancia que tenía

para Francia mantener relaciones de amistad con el Imperio, el que en los

últimos años de su vida dejó preparado el camino de la amistad con el

Emperador. La paz de Wetsfalia había puesto fin a la guerra de los 30 años,

pero Mazarino, que había sido un enconado enemigo del emperador

Fernando III, no se resignaba a no intervenir en los asuntos del Imperio,

hasta el extremo de que pensó quitar a los Habsburgo del trono de dicho

Imperio y, si bien no logró ver aceptada la candidatura de Luis XIV para

aquel trono a la muerte del emperador Fernando, pues fue elegido el

príncipe Leopoldo, pudo el cardenal ver realizada la liga del Rhin en 1658

que aseguraba la intervención constante de Francia en los asuntos del

Imperio603. 600 OCHOA BRUN, M.A.: Estudio Preliminar de “Diario del conde Pötting, embajador del Sacro Imperio en Madrid (1664-1674)”, de Miguel Nieto, Madrid, 1990, pp. XXVII-XXVIII. 601 En el capítulo La embajada pag. 33 de este trabajo estudiamos los problemas de precedencia que plantea la Dieta de Ratisbona, y en El incidente de Londres, pag. 128 estudiamos las consecuencias del Incidente de Londres en la precedencia en el Imperio.602 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, 22 y 23 de mayo de 1662.603 Mazarino analizó bien la situación en 1659: “el Emperador no es nada si está aislado, y representa una fuerza importante si tiene detrás de él a los príncipes del Imperio”. BELY, J. Y BERENGUER, J.: “La

230

Con la llegada al trono de Leopoldo I604 se inicia una etapa de buena

correspondencia entre el rey de Francia y el Emperador. En 1660 el

cardenal Mazarino quiere renovar la correspondencia entre ambas

majestades como así lo informa el Príncipe de Porcia, embajador del

Emperador, al Marqués de la Fuente, por entonces titular de la embajada de

España en Viena, a quien le pide que actúe como medianero, dado que la

buena correspondencia de estas dos potencias es justa y razonable, y

además importa a la cristiandad605.

El cambio de política de Mazarino se realiza después de la firma la

paz de los Pirineos con España, ya que no interesa a Francia la enemistad

con el Emperador, y no interesa tampoco que España forme bloque con el

Imperio. En enero de 1661, el conde de Fuensaldaña escribe al Marqués de

la Fuente a Viena diciendo que el cardenal Mazarino le había mostrado la

buena correspondencia que se deseaba tener con el Sr. Emperador, como la

que se tenía y se quería conservar con el Rey de España, y que le había

mostrado también el deseo de que las tres casas permaneciesen unidas. El

cardenal le había transmitido que, “encontrándose en los últimos pasos de

su vida, y siendo muy difícil que pudiera recobrar la salud, su mayor gloria

al vivir o al morir, sería dejar a “estos señores” muy amigos”606. En marzo

de 1661 el conde de Fuensaldaña vuelve a escribir al Marqués de la Fuente,

todavía embajador en Viena, diciéndole que el cardenal le había reiterado

en la audiencia de despedida (Mazarino murió el 9 de marzo de 1661) “que

se llevaría un gran consuelo de esta vida viendo estrechada la amistad del

Su Majestad Cesárea con su Rey”, “que era voluntad de Luis XIV atender

guerre et la paix dans l´Europe du XVII siècle”, 1991, p. 191.604 Leopoldo I, segundo hijo de Fernando III y de María Ana de Austria, obtuvo en 1655 la corona de Hungría, en1658 la de Bohemia y desde 1657 fue Emperador de Alemania.605 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, 4 Nov. 1660.606 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 14 Enero 1661.

231

al Emperador y pasar muy buena correspondencia con él, y que lo mismo

habían hecho los ministros607”.

En las renovadas relaciones de Francia con el Imperio hubo algunos

roces iniciales, más por parte de Luis XIV que por parte del Emperador. El

monarca francés manifiesta su desagrado por la forma en que Leopoldo I le

ha comunicado su acceso al trono imperial y, sobre todo, considera que el

Emperador había contravenido la paz de Münster enviando tropas a

Flandes y a Italia. Estos malentendidos fueron aclarados por el Marqués de

la Fuente quien, en una entrevista con Lionne, le expone que las tropas

enviadas a Flandes no fueron reclutadas por el Emperador sino por el Rey

de España que las financió, y que la presencia de un ejército imperial en

Italia obedecía a la necesidad de poner fin a un conflicto entre feudatarios

del Imperio después de que fracasaran las amonestaciones608.

El Marqués de la Fuente desconfía de esta nueva política de buena

correspondencia entre el Emperador y Luis XIV y así lo escribe a Felipe IV

recién llegado a París. Considera conveniente prevenir las consecuencias

que se puedan derivar de esta nueva situación porque piensa que se puede

plantear el asunto de la precedencia si llegase el caso de concurrir

embajadores franceses en Viena, después de la declaración que él mismo

hizo en París en nombre del rey de España. El Marqués desconfía también

de Lionne debido a que, en la última entrevista que mantuvo con él, no

mencionó el asunto de la buena correspondencia con el Emperador y sin

embargo había enviado emisarios (el Nuncio y el embajador en Venecia)

para disponer su ánimo a favor de esta política de acercamiento. En efecto,

el embajador de Venecia visitó al Marqués de la Fuente y le dijo que

“habiendo estado con Lionne, le había confirmado éste que S.M. 607 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 10 Marzo 1661. 608 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 Marzo 1662.

232

Cristianísima y sus ministros iban confirmando cada hora la esperanza de

que el Marqués de la Fuente había de acertar a servir entre ambas coronas”.

Esta propuesta de mediador entre Francia y el Emperador para cumplir

intereses de Francia no la aceptó el Marqués, que respondió al embajador

de Venecia que sólo ejecutaría las instrucciones que recibiera de Madrid.

También el Nuncio visitó al Marqués de la Fuente y le dijo (después de

haber hablado con Lionne sobre el asunto de la correspondencia), que la

amistad con Francia facilitaría los socorros que necesitara el Emperador y

que no lograr esa buena correspondencia retrasaría todo. Llegó a calificar el

asunto de la amistad entre Francia y Alemania como algo “bueno para la

cristiandad”. El Nuncio pedía al Marqués que aplicara su experiencia, el

conocimiento del estado de las cosas y el crédito que tenía en la corte de

Viena para facilitar las cosas. Para convencer a Felipe IV de que no

interesa a España la amistad entre Francia y el Emperador, el Marqués de la

Fuente escribe: “ni el propio Emperador ni V.M. pueden sacar ninguna

conveniencia de la violenta amistad que hoy se procura, si, lo que Dios no

permita, llegase un nuevo rompimiento con esta corona estando ajustada

con el Emperador. No bastaría ni lo que ama ni respeta a V.M. ni los

vínculos de sangre, ni todas las consideraciones de lo que importa para la

conservación de la augustísima casa correr unida para que V.M. dejase de

experimentar tibiezas, y V.M. crea a quien ha estado 10 años en Alemania

y a quien en los últimos 24 que ando fuera, ha reconocido bastante los

intereses, los fines y la fineza de los príncipes aún más obligados609.

El Marqués de la Fuente comunica a Madrid que Francia envía

200.000 escudos de ayuda al Emperador con la excusa es que el cardenal

Mazarino los dejó destinados por la gran falta que le harían para el empeño

de la guerra contra el turco. Tras preguntar a Lionne sobre este asunto,

609 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 25 Marzo 1662.

233

manifestando su queja por esta ayuda, el Marqués se entera de que la

cantidad de dinero se encuentra ya en Lyon, y de otros pormenores que

llevan los franceses con sigilo610. Para compensar el acercamiento de

Francia al Emperador, el Consejo de Estado cree conveniente tener

satisfechos al príncipe Mauricio y al Barón de Severin ministros del elector

de Brandebuorg, y recuerda a Felipe IV que se les envíen letras de 10.000

escudos a través de Sebastián de Ucedo. Al primero 6.000 a cuenta de

12.000 que tiene de pensión al año, y al segundo 4.000611.

Un signo de que el acercamiento de Francia al Imperio empieza a

preocupar a Madrid es que, estando convocada la Dieta de Ratisbona, se

nombre al Marqués de la Fuente, gran conocedor de los asuntos del

Imperio, para representar a España en dicha Dieta y se le envíen

instrucciones precisas de que debe ayudar al servicio del Emperador. Felipe

IV reconoce que “la Liga que hecho el Rey Cristianísimo con los príncipes

del Rhin puede ocasionar inconvenientes a mi servicio y pueden también

cercenar la autoridad del Emperador”, por ello pide a su Embajador

“proceder con templanza para no ofender a unos ni a otros”612. Sin

embargo, cuando acaba de salir de Francia y todavía no ha llegado a su

destino, debido a los graves problemas planteados en la embajada de París -

Francia amenaza con declarar la guerra a Roma-, el Embajador recibe

instrucciones urgentes para regresar613. De vuelta a París, el Marqués insiste

en los peligros de la política de acercamiento al Imperio que practican los

franceses y propone otra vez a Madrid que sea España la que busque una

610 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 11 Abril 1662.611 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 28 de noviembre 1662.612 El Marqués recibe también Instrucciones para los asuntos más importantes que se tratarán en la Dieta: el peligro turco, los gravámenes de católicos y protestantes, el tratado de cesión del duque de Lorena y el tratado de cesión del marqués de Brademburgo de la Pomerania. AHN, Estado, leg. 2797, nº 7, Madrid, 24 septiembre 1662613 El 22 de mayo de 1663 Felipe IV dio cartas credenciales e Instrucciones al sr. Obispo de Salzburgo para concurrir a la Dieta Imperial. Ver págs. de este trabajo....

234

alianza efectiva con el Imperio recordando que hay que tener asistido al

Emperador614.

Ante la estrategia de Luis XIV para aislar a España, percatados tanto

el Marqués de la Fuente en París como el Consejo de Estado en Madrid de

la necesidad de que España tenga asegurada la alianza con el Emperador, se

piensa, siguiendo la política de la casa de Austria de sellar con matrimonios

los intereses diplomáticos, en una buena solución: el matrimonio de la

infanta Margarita con el emperador Leopoldo. Pero esta solución se dilata

en el tiempo por distintas circunstancias. En primer lugar, desde 1660, la

embajada del Imperio en Madrid estaba vacante615 y el Emperador era

representado interinamente por el Padre Nitard. Hasta el 3 de enero de 1663

no llega a Madrid el nuevo embajador, el conde Pötting616, con una

importante misión: concluir las negociaciones del matrimonio de la Infanta

española con el Emperador para lograr la alianza de España con el Imperio

que permitiera a éste luchar contra los turcos y a ambos frenar los

atrevimientos de Luis XIV617. Y, puede sorprender que la embajada de

España en Viena estuviese vacante durante más tiempo del comprensible,

desde 1662, año en que cesó el duque de Mancera618 hasta el nombramiento

del conde de Castellar en 1666: es precisamente parte de la época del

embajador de Pötting en Madrid. Los achaques de salud del nombrado

embajador conde de Chinchón (don Francisco Fausto Fernández Bobadilla

614 AHN, Estado, lib. 127, 8 abril 1663.615 En 1660 el Conde de Lamberg había dejado vacante la embajada del Imperio en Madrid.616 Francisco Eusebio de Pötting nació el 10 de agosto de 1627. De ilustre linaje, miembro del consejo privado de Leopoldo I y fuertemente vinculado a la Compañía de Jesús, el 6 de octubre de 1662 partió hacia Madrid para hacerse cargo de la embajada de Madrid, vacante desde 1660. El 3 de enero de 1663 tomó posesión oficial de su representación. Fue embajador de Su Majestad Cesárea en Madrid hasta 1674. Murió en 1678. NIETO NUÑO, M.: “Diario del conde Pötting embajdor del sacro Imperio en Madrid (1664-1674), Madrid, 1990, p. XXXIX y sig. 617 NIETO NUÑO, M.: “Diario del conde de Pötting...”, Madrid, 1990, p. XL.618 Don Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, Marqués de Mancera, fue Embajador en Viena desde 1661 hasta 1662. Un nimio incidente perturbó su estancia, cuando su esposa se negó a ceder la precedencia a la Camarera Mayor de la Emperatriz. En 1662 se dispuso su cese y se pensó en que voliera el Marqués de la Fuente. OCHOA BRUN, M.A. Historia de la Diplomacia española, Tomo VIII, 2006, p. 66.

235

y Enríquez de Ribera), que no llegó a tomar posesión, y los temores

suscitados por los previsibles conflictos en la precedencia con el embajador

francés (tras el incidente de Londres de 1661), tuvieron la representación

diplomática sin titular y en manos de un simple encargado de negocios, don

Diego del Prado619.

La princesa Margarita, primogénita de Felipe IV y Mariana de

Austria, había nacido en 1654; en 1657 nació su hermano el Príncipe Felipe

Próspero heredero de la corona de España. Teniendo Felipe IV un heredero,

se pensó en la infanta Margarita, a pesar de su corta edad, para que, casada

con su tío el joven emperador Leopoldo, la alianza de España con el

Imperio fuera una realidad que frenara las ambiciones de Luis XIV. El 1 de

noviembre del año 1661, año en que cambian las alianzas como estamos

viendo, y año en que Luis XIV por su parte, también busca la alianza con el

Emperador, muere el Príncipe Felipe y se convierte la princesa Margarita

en heredera de la corona de España por unos días pues el día 19 de

noviembre nació en Madrid un nuevo heredero: el príncipe Carlos, el futuro

Carlos II, al que ella amadrinó —entonces contaba siete años—. El

nacimiento del heredero permitió volver a pensar en Margarita como

instrumento para sellar una alianza con el Imperio decisiva en un momento

en que Francia acosaba por todas partes y España se encontraba aislada.

Pero las negociaciones de matrimonio no avanzaban mientras Francia

intentaba conseguir la amistad del Imperio, y, teniendo el príncipe Carlos

619 OCHOA BRUN, M.A.: Estudio Preliminar de “Diario del conde de Pötting” de Miguel Nieto, Madrid, 1990, pp. XVII- XXIX. La costumbre de los enlaces matrimoniales, medio de fortalecer la alianza política, había aproximado a las dos ramas de la familia durante varias generaciones. Felipe II había casado en cuartas nupcias con su sobrina Ana, hija del emperador Maximiliano II; Felipe III casó con Margarita de Estiria, sobrina de dicho emperador; Felipe IV contrajo segundo matrimonio con su sobrina Mariana, hija del emperador Fernando III y de la emperatriz María, hija a su vez de Felipe III de España. Las prematuras muertes del príncipe Baltasar Carlos y del rey de romanos Fernando IV frustraron otros matrimonios que para ellos se hubieran preparado en el seno de la Casa de Austria. Si a tales vínculos de sangre no siempre respondieron actitudes de plena identificación en política internacional, se creó con ellos una estrecha relación entre las dos Cortes. Prueba de ello es la correspondencia entre el emperador y su embajador el conde de Pötting.

236

salud débil y enfermiza, volvieron a desvanecerse las esperanzas del

matrimonio de la infanta Margarita con el Emperador pensando de nuevo

que la infanta Margarita podría heredar la corona de España.

Superada por el heredero una primera infancia enfermiza, en 1663 el

conde de Pötting comunica al Emperador el reconocimiento público y

oficial en Madrid de los compromisos nupciales que el Reino de España

contraía en la persona de la Infanta Margarita, compensando de tal modo

Felipe IV la concesión de la mano de su primera hija María Teresa a Luis

XIV —que inicialmente estuvo prometida a Leopoldo I—. Este

acontecimiento fue celebrado con demostraciones de júbilo, con fuego,

cohetes y luminarias. Las relaciones entre Madrid y Viena parecían, pues,

hallarse en óptimo estado, a lo que contribuía la excelente gestión que el

Marqués de la Fuente había desempeñado en la embajada de Viena hasta su

traslado a París. Pero los asuntos del Imperio, una vez cumplidos de

palabra, comenzaron a ser demorados. El ajuste y capitulación de los

esponsales los delegó Felipe IV, a causa de su debilidad, en el Duque de

Medina, quien, pese a sus buenas relaciones con el Conde de Pötting,

retrasaba las resoluciones bajo excusas de muchas obligaciones620.

La paralización de los asuntos diplomáticos con el Imperio era

debida a los numerosos problemas que afectaban a la Corte de Madrid,

siendo el principal la continua vulneración al Tratado de Paz que hacía Luis

XIV, sobre todo la penosa guerra abierta en Portugal (continuada por la

ayuda que prestaba Francia e Inglaterra) que no daba los resultados

apetecidos, agotaba las arcas reales y dificultaba enviar los prometidos

subsidios al Emperador para luchar contra los turcos621. 620 NIETO NUÑO, M.: “Diario del conde de Pötting..”, Madrid, 1990, p. XL.621 Las maquinaciones de Don Juan (Lisola propuso a Don Juan la mano de la Archiduquesa Claudia Felicitas, con lo que conseguiría la soberanía sobre los feudos imperiales del Tirol, el acuerdo no se realizó y Lisola fue destinado a Londres), las disputas entre el conde de Peñaranda y el duque de Medina

237

Ultimadas las condiciones, el Marqués de la Fuente participa al Rey

Cristianísimo el casamiento de la Infanta con el Emperador lo que supone

el deseado acercamiento de España al Imperio, algo que no interesa a

Francia. El Marqués de la Fuente cuenta la reacción de Luis XIV ante la

noticia: Luis XIV insinuó que “siempre tendría por bien lo que S.M.

Católica resolviese, particularmente creyendo que no se habría dispuesto

cosa en perjuicio de la Reina su mujer”. “Que se había estampado en las

gacetas que se daba a su hija en dote todo lo que S.M. Católica poseía en

los Países Bajos, con el condado de Borgoña". Al Consejo de Estado le

preocupa esta información, ordena a su Embajador que de importancia a

este asunto, y que, en ocasión oportuna, cuando venga a cuenta, sin que

parezca que le afecta, de a entender que las capitulaciones de la Infanta

doña Margarita y el Sr. Emperador se han de hacer, cuando llegue el caso,

en la misma forma que se hicieron las de la Sra. Infanta doña María,

hermana de S.M. y su abuela sin seguirse otro estilo ni alteraciones en

nada622.

Mientras, Luis XIV no descuida la política de acercamiento al

Imperio y a los electores ya que renueva en París la liga defensiva que se

había firmado en Francfort en 1658 entre la corona de Francia y varios

príncipes electores del Sacro Imperio623. Esto preocupa a Madrid y, en

verano, Felipe IV se decide a plantear una queja a Luis XIV por el intento

de alejar al elector de Brandebourg de los intereses de la casa de Austria y

de apoyar las pretensiones del elector de Colonia, a lo que Luis XIV

de las Torres que se disputaban el favor de París o Viena, etc., son algunas de las causas por las que se demoró el acuerdo con el Emperador, además de, como hemos dicho, la edad de la Infanta Margarita y haberla destinado durante un tiempo a la corona de España. Ver DUQUE DE MAURA, “Vida y reinado de Carlos II”, Madrid, 1990, p.57 y sig.622 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 7 junio 1663.623 AHN, Estado, leg. 2797, nº 8, París, 20 marzo 1663. Copia del Tratado que se firmó en París por el cual se prolonga la liga defensiva que anteriormente (15 de agosto de 1658) se había concertado entre la corona de Francia y varios príncipes electores del Scaro Imperio romano. París, 20 de mayo de 1663.

238

responde que ni tiene ministro cerca del elector de Brandebourg ni las

negociaciones que ha hecho con este príncipe han pretendido separarlo de

la Casa de Austria. Con el elector de Colonia actuó de medianero cuando

éste fue a París a quejarse de las actuaciones hechas sobre su estado de

Lieja por súbditos de S.M. Católica, y el oficio de amistad no debe acarrear

reproches624.

En 1664 Luis XIV continúa con el acercamiento al Emperador que

ya venía practicando los años anteriores. En el mes de febrero, el Marqués

de la Fuente da cuenta a Madrid de que Luis XIV ha decidido socorrer al

Emperador con 4.000 infantes y 2.000 caballos por un año. Dice que estas

tropas debían estar a las órdenes del conde de Olach625 y advierte también

que Luis XIV no descuida el acercamiento a los electores pues, a través del

Barón de Blumendal, propone al elector de Brandebourg una liga y habló

también con él de la liga del Rhin. Al Consejo de Estado le parece que esto

podría ocasionar graves inconvenientes tanto a S.M. como a la Augustísima

Casa y propone que, cuanto antes, se cumpla con el elector, y se ordene al

Marqués de la Fuente que siga informando sobre el asunto626. En abril, el

Marqués de la Fuente advierte de que el Rey de Francia entrega 30.000

ducados al elector de Brandebourg para disponer una diputación en

Francfort, y 80.000 escudos para los gastos de la liga del Rhin, y afirma

“que los franceses se quieren ganar a todos los príncipes del Imperio”. El

Consejo de Estado manifiesta su sentir por el modo en que negocian los

franceses con los príncipes del Imperio y lo atrasada que se halla la

Monarquía Católica por no poder impedirlo por falta de caudal, cosa que es

necesario remediar con urgencia, pues sin eso, es imposible obtener cosa

alguna que aproveche al servicio de S.M627. Los capítulos del tratado de 624 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, agosto 1663.625 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 16 febrero 1664.626 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 23 febrero 1664.627 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 6 abril 1664.

239

alianza entre el Rey Cristianísimo y el elector de Brandebourg llegan a

Madrid, y el Consejo de Estado, preocupado, propone al Rey que se de al

elector la satisfacción que tiene pensada628, pero ya es tarde porque la

diplomacia francesa ha sido más activa y ha conseguido la adhesión del

elector de Brandebourg a la liga del Rhin: Federcico Guillermo aceptó en

1664 aunque no entró oficialmente hasta 1665, con algunas reticencias629.

Tampoco descuida Luis XIV el dejar claro las precedencias y demostrar al

mundo quien tiene la primacía diplomática. El consejero Stokman no

saludó en la Dieta a Mr. Grabela con la excusa de no ser Embajador, lo que

provocó la queja del Marqués de la Fuente a Lionne630.

En 1664 se preparaba una gran respuesta ante la amenaza turca y los

príncipes del Imperio, que sabían que la caída de Viena amenazaría la

seguridad de sus propios territorios, acordaron una armada de 25.000 a

30.000 hombres. La Monarquía Hispánica, comprometida en la guerra de

Portugal, a pesar de haber recibido en 1663 una ayuda del Emperador de

7.000 hombres, sólo pudo prometer una ayuda financiera (el subsidio

mensual de 20.000 escudos prometidos por el Consejo de Estado en julio

de 1663 sólo fue pagado parcialmente gracias a las tenaces intervenciones

del embajador Pötting ante el presidente de Hacienda Miguel de

Salamanca). Francia sin embargo envió un contingente de 6.000 hombres

que llegó a Austria dirigido por el conde Coligny los cuales unidos a las

tropas alemanas y a las imperiales fueron decisivos para ganar la batalla de

San Gotardo a los turcos631.

En 1666, el Marqués de la Fuente advierte del peligro de la alianza

entre holandeses y el elector de Brandebourg y propone, para salir de la 628 AGS, Estado, Francia, leg. K1409, Madrid, 13 junio 1664.629 BELY, L.: “Les rélations internationales en Europe XVII-XVIII siecles”, 1998, p. 211.630 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 4 febrero 1664.631 BELY, L. y BERENGER J.: “la guerre et la paix dans l´Europe du XVII siècle”, 1991, pp. 197-198.

240

borrasca que amenaza a toda la Casa de Austria, advertir a los electores y a

los príncipes del Imperio de los fines y de las máximas con que camina

Francia y alentar a las resoluciones que conducen a que en todas partes nos

reforcemos632. El Consejo de Estado reconoce que la unión del elector de

Brandeburg con holandeses y franceses puede causar perjuicio al

Emperador y piensa que es asunto para no perder de vista633.

Mientras se negociaba la tregua con Portugal y siendo la invasión de

Flandes una amenaza cada vez más cercana, el Marqués de la Fuente insiste

en la necesidad de acercarse al Imperio y para ello lo primero es que haya

un Embajador en Viena pues la sede sigue vacante. Advierte a la Reina de

los inconvenientes de dejar a los franceses el campo libre y de no tener

ministro cerca de la persona de S.M. Cesárea “siendo cierto que de allí nos

han de solicitar todo el mal, o hemos de procurar disponer todo el bien

como sin duda se conseguirá si la santa intención, el afecto y la prudencia

del Emperador halla cerca de sí el ministro de V.M. cuyo crédito facilite

que se sirva de él”634.

El 25 de abril de 1666 el cardenal Colonna bendijo el matrimonio

que contrajo, por poder, Su Majestad Cesárea con la Infanta Doña

Margarita de Austria. Representaba al Emperador el Duque de Medina de

las Torres. El 28 del mismo mes, una enorme multitud despidió con

sinceras aclamaciones de afecto y de pena a la Emperatriz de doce años

que, tras a orar unos momentos en el convento de las Descalzas primero y

632 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 12 marzo 1666.633 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 13 abril 1666. AHN, Estado, Leg. 2797, nº 15, Copia de los capítulos de liga definitiva firmada en París el 6 de mayo de 1664 entre los plenipotenciarios de S.M. Cristianísisma y el elector de Brandeburgo.634 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 24 enero 1666. Desde 1662 en que cesa el Marqués de Mancera no hay embajador en la corte de Viena hasta 1666 que llega el Conde de Castellar. Diego de Prado y Fernando Pérez de Olmedo fueron encargados de negocios. OCHOA BRUN, M.A.: “Historia de la Diplomacia española”, Repertorio diplomático, Apéndice, Madrid 2.002, p. 144.

241

en el de Atocha después, salió hacia Denia donde había de embarcar635. No

llegó a su destino vienés hasta diciembre de ese mismo año. Sobre el paso

de la Emperatriz por los puertos de Francia, el Marqués de la Fuente,

después de algunas demandas y respuestas de Lionne, confirma que el

propio rey Cristianísimo le dijo que enviaría las órdenes necesarias para

que se hiciera como deseaban en Madrid636. El Duque de Beaufort dice que

harán salvas a los barcos que llevan a la Infanta porque así lo ordenó el

Rey, pero que no harán a los que trasladen la ropa637, lo que parece al

Consejo de Estado un pretexto para turbar la paz, pero considera preferible

disimular esas extravagancias hasta que, pasado el verano, se pueda pensar

en diligencias más eficaces. Se consuelan los consejeros pensando que la

orden de no hacer salvas no fue del rey Cristianísimo sino del general, no

obstante, darán una queja al arzobispo de Embrún638.

Tras el encuentro del Emperador Leopoldo con la Infanta en las

cercanías de Viena —fue recibida en una gran tienda, regalo del gran turco,

por gentes, batallones de húngaros, bohemios, los principales de la ciudad,

un batallón que representaba al rey de Hungría, el Consejo de Estado, etc.),

Doña Margarita de Austria entró en Viena el 5 de diciembre de 1666.

Aparecieron en un balcón de fuego encendidas estas letras en una torre: V

L (Viva Leopoldo), en otra torre V M (Viva Margarita), y en otra A E I O

U (Austria Erit In Orbe Ultima)639. Se había logrado el deseado

acercamiento de España al Imperio.

635 En Denia padeció la Emperatriz una indisposición y tuvo que retrasar la salida. Tanto ese incidente como los preparativos del viaje son relatados por el embajador del Emperador en Madrid, el Conde de Pötting en Diario del Conde Pötting, embajador del Sacro Imperio en Madrid (1664-1674), Pág. 215 sig.636 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 8 abril 1666.637 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, 20 mayo 1666.638 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 29 mayo 1666.639 BNM, Mss. 18400, fol. 373-374, 5 de diciembre 1666.

242

En 1666 el Marqués de la Fuente comprueba que el Rey

Cristianísimo sigue coaligado con los príncipes del Imperio y sospecha que

pretende sacar el Imperio de la Augusta Casa de Austria. El Consejo de

Estado, como el Marqués, discurre sobre los designios del Rey

Cristianísimo y “sobre la desmedida ambición e iniquidad con que en

todas partes los procura adelantar, siendo indudable lo que ayuda a los

portugueses así como el ansia con que procura novedades en el Imperio,

deseando apartar a la Augusta Casa de la dignidad imperial, dignidad que

desea para sí mismo”. El Consejo de Estado dice que hay que procurar

atajar estos fines con la máxima prudencia, y añade: “hay que asistir a

Flandes y también al Sr. Emperador, porque estando armada S.M. Cesárea

y aquellos estados bien prevenidos se harán respetar, y los príncipes

circunvecinos mirarán con diferente disposición, siendo cierto que se

acercan a los franceses más por miedo que por amor, y reconociendo que

la falta de nuestro apoyo y ánimo, que gozaron en otros años, es la causa

de que ahora se acerquen a Francia”640. Esta Consulta del Consejo pone

de manifiesto, una vez más, la estrategia de Francia de perjudicar a España.

4.4. La diplomacia de Francia en el norte y este de Europa:

Dinamarca, Suecia y Polonia

En 1660, con la paz de Oliva, se había llegado a un relativo

equilibrio entre las potencias del norte que consagraba la potencia sueca y

marcaba el apogeo de su dominio. En el mismo año 1660, Felipe IV otorga

poderes al Marqués de la Fuente para “garantizar la Paz del Norte” en su

nombre641, ya que, debido a su estancia en Viena como embajador y a

diversas misiones diplomáticas que se le habían encomendado, conocía 640 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 3 junio 1666.641 Siendo embajador en Alemania, en junio de 1660, recibió poderes de Felipe IV para, en su nombre, garantizar la Paz del Norte. AHN, Estado, Leg. 2778, nº 4. El Rey da poderes a su embajador “para que mantenga la ejecución de los pactos y la perpetuidad de ellos aún con las armas cuando los medios amigables no hallaren lugar y si alguno de los comprendidos en dicha garantía los violasen, juntar mis armas y fuerzas con las de la parte ofendida. Le doy la misma potestad y jurisdicción que en mí reside”.

243

bien los asuntos de Polonia, Dinamarca642, y Suecia643. Este equilibrio

alcanzado en el norte se romperá con la nueva política diplomática de

Francia 644.

En 1662, recién llegado a la embajada de París, el Marqués de la

Fuente informa a Madrid sobre la política de acercamiento a las potencias

del norte que practica Francia; se muestra pesimista porque comprueba que

Luis XIV procura estrecharse con todos (ha renovado la liga con Suecia, la

liga del Rin y ha firmado una liga con Holanda) y “teme infinito que S.M.

Cristianísima tenga puesta muy alta la mira y quiera valerse de la Dieta del

Imperio”. Para contrarrestar esa política propone a Madrid una acción

diplomática en esos países pero, como veremos, será Luis XIV quien

consiga atraerlos a su causa que es, además del engrandecimiento de

Francia, el aislamiento de España.

El Marqués dice que los franceses han renovado la paz con Suecia645,

y envía a Madrid noticias de la reina Cristina646 que ha solicitado el paso

por París y le han dado a entender que será bien recibida pero, si bien le

concedieron todos el primer lugar durante la visita anterior, en este

momento los reyes de Francia no ceden el primer puesto a nadie. Al

Marqués de la Fuente le parece que los franceses “vuelan demasiado alto,

siguiendo el genio de su Rey”647. En cuanto a Dinamarca, las 642 Antes de tomar posesión de su embajada en París, el Marqués desempeñó una misión diplomática en Copenague, MOREL FATIO, A. “Recueil des instructions donnés aux ambassadeurs de France”. Vol XI. España 1649-1700, p. 497, OCHOA BRUN, M.A. “Historia de la diplomacia española”, Apéndice: p. Madrid 2003.643 En 1656 el marqués de la Fuente fue nombrado embajador extraordinario ante el rey de Suecia (AHN, Estado, leg. 3455), aunque no llegó a tomar posesión de su cargo pues fue nombrado embajador ordinario en Viena como era su deseo ( AHN, Estado, Lib. 124, 14 abril 1656, 6 mayo 1656).644 BELY, L.: “La guerre et la paix dans l´Europe du XVII siecle”, 1991, pp. 339-340. BELY, L.: “Les relations internationales en Europe XVII –XVIII siecles”, 1998, p.204. 645 El 12 de septiembre de 1661 Luis XIV y el rey de Suecia firmaron en París un tratado que pretendía una firmísima paz, “una alegre paz”, AHN, Estado, leg. 2797.646 La reina Cristina había abdicado en 1654 en su primo Carlos Gustavo. ver VERENA VON DER HEYDEN-RYNSH: “Cristina de Suecia. Una reina enérgica”, 2001. 647 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 9 Abril 1662.

244

conversaciones para casar a la de Alençon con el príncipe de Dinamarca,

hacen sospechar al Marqués que el embajador danés traía otras

instrucciones más importantes —pues le habían señalado ministros con

quien tratar—, infiriendo de esto, que serían en orden a coaligarse con el

rey de Francia lo que perjudicaría los intereses del Emperador. El Consejo

de Estado considera que una alianza de Francia con Suecia y Dinamarca

sería de malas consecuencias no sólo para el Emperador sino para la

Monarquía Católica por lo que se deben prevenir los riesgos en la mejor

forma que lo aconseje el tiempo y la ocasión, y propone escribir al Marqués

de la Fuente648, como así hace Felipe IV: ”os encargo procuréis penetrar

estos tratados y oponeros a todo lo que fuere contra mi servicio,

avisándome de lo que en estas materias se fuese ofreciendo por lo que

conviene se tengan entendidas”649. Pero el Marqués de la Fuente no puede

evitar que Francia firme una alianza con Dinamarca y envía a Madrid

copia del tratado de amistad y comercio que los plenipotenciarios del rey

Cristianísimo y el rey de Dinamarca firmaron en París en febrero de 1663

“para que la amistad y alianza sea más estrecha como lo deseamos

ambos”650.

Los planes de Luis XIV eran, en verdad, buscar alianzas pues él

mismo confiesa en sus Memorias que con el fin de atraerse a Dinamarca y

hacerle entrar en la liga contra el Rey de Inglaterra, proporcionó al Rey

danés 100.000 escudos y, además, regaló un collar carísimo a la Reina su

esposa. Envió otro a la Electora de Brandebourg e hizo entregar una regalo

precioso a la Reina de Suecia, no dudando de que tales princesas, aparte de

los intereses generales de sus Estados, se sintiesen honradas por el celo que

ponía en buscar su amistad. También quiso ganar la amistad del Canciller

648 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 2 diciembre 1662.649 AGS, Estado, Francia, leg. K1407, Madrid, 5 diciembre 1662.650 AHN, Estado, leg. 2797, nº 9.

245

de Suecia, así como la del Príncipe de Anhalt y la del Conde de Schwerin,

por su influencia poderosa con el Elector de Brandebourg651.

En 1663 el rey Cristianísimo continúa su acercamiento a los estados

del norte y Madrid se queja de que Francia inste a la corona de Suecia a

romper con el Sr. Emperador. Luis XIV responde a la acusación diciendo

que no se ha propuesto otro objetivo que la conservación de la paz en el

Imperio652. Cuando el Marqués de la Fuente intenta un acercamiento a la

corona de Suecia a través de su embajador en París653, recibe instrucciones

de comportarse con discreción654, pero la discreción no impide al Marqués

descubrir que el embajador de Suecia había ido a París a cobrar 133.000

escudos655; que Msr. Pomponne656 ajustó en Estocolmo que aquella corona

mantendría en Pomerania 14.000 hombres, tropa que S.M. Cristianísima

pagaría todo el invierno; que Millet, que había ido a Copenague para evitar

los celos que en aquella corte podría ocasionar la vecindad de las tropas

suecas y tras tranquilizar a Dinamarca, volvió a Pomerania para tomar por

su cuenta el socorro de aquel cuerpo de ejército a cuyo efecto sería

destinado un millón de libras. Preocupado por estas noticias, escribe a

Madrid y al conde de Castelar657 para que informe a S.M. Cesárea y tome

medidas proporcionadas para evitar los inconvenientes que pueden

producir en el Imperio un cuerpo de ejército de esa calidad a disposición de

S.M. Cristianísima658.

651 “Memorias del Rey Sol”, Barcelona 1942, p. 141.652 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, agosto 1663.653 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 22 agosto 1665.654 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 29 noviembre 1665.655 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Madrid, 20 agosto 1666.656 Arnauld de Pomponne, ilustre diplomático francés sucesor de Lionne.657 Don Baltasar de la Cueva Enriquez de Mendoza, conde Castelar embajador de la Monarquía Catóilica en Viena (1666-1670).658 AGS, Estado, Francia, leg. K1392, París, 12 diciembre 1666.

246

El barón de Mayerberg659 escribe desde Varsovia al Marqués de la

Fuente diciendo que el ministro sueco dice claramente que Suecia será

siempre y en todo amiga de Francia, aunque nunca en materia de ayudarla a

promover a un francés como sucesor de ese reino porque la intención de

Suecia es exaltar a ese trono al palatino de Neoburgo, consintiendo también

en ello el elector de Brandebourg660.

El Marqués dice que Polonia actúa en función de los intereses de

Francia —concretamente en la guerra contra el elector Brandebourg que se

hizo a petición de Luis XIV— y que Francia la contempla como aliada.

Cuenta también que Francia intenta intervenir en el nombramiento de un

nuevo rey. Valiéndose de un francés que le envió el barón de Lisola con

quien tenía gran sintonía661 el Marqués conoce que, hallándose próximo a la

muerte el anciano rey Juan Casimiro662, pretendían el trono de Polonia el

Duque de Enghien y Condé (marido de una sobrina de la reina polaca),

prefiriendo los franceses al duque de Enguien. La información es

importante pues muestra los esfuerzos que hacen los franceses para

intervenir en Polonia y coaligarse contra la Augustísima Casa663. Para

659 Se refiere a Agustín Mayer, barón de Mayerberg, importante diplomático alemán del siglo XVII, gran conocedor de los asuntos de Polonia que fue un valioso informador para el Marqués de la Fuente.660 Mayergerg comunica también al Marqués malas noticias de Ucrania y de los polacos que, tras provocar a los cosacos y tártaros, que están confederados, fueron derrotados causando baja 27 compañías y 17 de lanzas, AGS, Estado, Francia, leg. K1392, Varsovia, 31 diciembre 1666.661 Francisco Pablo Lisola, diplomático de origen francés al servicio de la diplomacia austríaca, fue embajador en Londres, Polonia, España, Suecia y Portugal, hombre de gran experiencia que había concertado el matrimonio de Leopoldo I y la infanta Margarita y se distinguió por su política hostil a Francia.662 Juan Casimiro Vasa n. en 1609 y m. en 1672. Ingresó en la Compañía de Jesús y fue promovido a la diginidad cardenalicia pero a la muerte de su hermano, el rey Ladislao VII (1649), fue elegido rey de Polonia. Casó con María Luisa de Gonzaga, viuda de su hermano, de ascendencia francesa. La República de Polonia estaba compuesta en ese momento de un rey elegido, de un Senado compuesto de oficiales de la corona y de la Dieta. El rey y la reina querían reemplazar la regla del liberum veto por mayoría de dos tercios. El senado había sido favorable en 1659, pero tal reforma suponía una mayor continuidad política. Para asegurarse y ganar la ayuda francesa, el rey y María Luisa, a fin de evitar los peligros de un interregno, buscaron elegir un futuro rey (vivente rege) prefiriendo un príncipe francés. La Dieta rechazó todo acuerdo pues la nobleza se aprovechaba de la debilidad del rey para apoderarse de tierras y de la elección para hacerse pagar por los candidatos en liza. La oposición fue conducida por Lubomisrki que se ganó la ayuda del Emperador y de la armada polaca. La tentativa de reforma fracasó BELY, L.:”Les rélations internationales en Europa, siecles XVII-XVIII”, 1998, p. 235. 663 AGS, Estado Francia, Leg. K1386, París, 7 mayo 1662.

247

buscar alianzas que puedan contrapesar el poder de Francia Don Juan José

de Austria propuso a Nitard casarse con la hermana de la mujer de Condé y

con ello las coronas Cesárea y Católica dispondrían de un candidato a la de

Polonia, incondicional de ambas y muy capaz de oponerse con buen éxito a

la Cristianísima664, pero la propuesta no fue bien acogida por Doña Mariana

y nos muestra, aparte del deseo de buscar alianzas, las ansias de grandeza

de Don Juan.

Sobre el casamiento del hijo del príncipe de Condé con la hija de la

princesa palatina, cuenta el Marqués que está muy adelantado. La dote que

recibiría la novia será dos millones de francos, y de su tía, la reina de

Polonia, recibirá los ducados que goza en Silesia y lo que posee en el reino

de Nápoles. Fracasada la pretensión del príncipe de Condé de casar a su

hijo con Mademoiselle de Montpensier, por oposición del Rey de Francia,

esta propuesta era muy ventajosa para el príncipe, pero el Marqués de la

Fuente advierte a Madrid y al príncipe de Porcia del peligro de meter entre

los Austrias y el reino de Polonia a un príncipe francés665. En vísperas de su

viaje a Ratisbona666, el Marqués advierte a Madrid de que en Varsovia los

senadores habían representado al Rey la conveniencia de reconciliarse con

S.M. Cesárea (lo mismo que habían propuesto los ministros del

Emperador), y propone que se le envíe carta para el rey de Polonia por si,

valiéndose de la buena correspondencia que tenía en aquella corte,

quisieran los ministros del Emperador usar de ella para evitar los

inconvenientes que pudieran surgir667. El Marqués pide instrucciones para 664 El padre Confesor puso en contacto a Don Juan con el Barón de Lisola quien le convenció del poco interés que tenía para él reinar en Polonia. Lisola propuso sin embargo a Don Juan otro plan: el matrimonio con la Archiduquesa Claudia Felicidad, primogénita del último poseedor de los estados del Tirol, rigurosamente agnaticios y que por ello no podía ella heredar, y si aprobase el enlace el emperador podía recibir en dote el matrimonio esos magníficos feudos, revertidos a la corona imperial DUQUE DE MAURA: “Vida y reinado de Carlos II”, pp. 73-74.665 AGS, Estado, Francia, K1387, París, 20 mayo 1663.666 Debía asistir a la Dieta como representante de S.M. Católica, octubre de 1662.667 A la vez que recibe Instrucciones para la Dieta recibe Instrucciones para comportarse con los estados del Norte: “Conviniendo mantener en buena amistad y correspondencia a los reyes de Polonia, Suecia y

248

lograr un acercamiento a Polonia y pretende que Francia no saque provecho

de la desunión que hay entre los polacos668.

El Marqués de la Fuente recibe más información de Polonia a través

del Conde de Castelar. Este le cuenta que los polacos han acudido al rey

Cristianísimo porque necesitando ayuda después de la derrota, no pueden

esperarla del Emperador. Cuenta también Castelar que se negocia una

tregua de paz entre polacos y moscovitas explicando las condiciones de esa

paz669. Castelar escribe también a la Reina Regente diciendo que en el

ánimo del Sr. Emperador está hacer algún socorro secreto de dinero a

Lubomirski670 en el que quisiera entrara S.M. Católica. Recuerda a la

Reina, de parte del Emperador, la promesa que le había hecho de 200.000

ducados librados en Nápoles y propone que esa suma y las demás que se

remitieren a S.M. Cesárea, entren en su casa y las reciba el Emperador de

manos del embajador671. Pocos días después transmite la insinuación del

Emperador sobre lo alcanzado que se halla por los gastos de la boda y

cuanto estimaría que se le enviaran algunas asistencias672.

También el embajador del Imperio en Madrid673 escribe a la Reina en

nombre del Emperador. La carta dice que Francia intriga en los asuntos de

Polonia para sus intereses lo que provoca que el Emperador necesite

armarse para lo que pide ayuda a España. La carta habla también del estado

Dinamarca, les escribo en vuestra creencia y en llegando a la Dieta les encaminaréis mi carta dándoles a entender cuan satisfecho estoy de su afecto y atención con que acudiré a todo lo que se ofreciere a sus intereses”, AHN, Estado, leg. 2797, nº 6, sept. 1662.668 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 10 septiembre 1662.669 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Varsovia, 7, 14, 21, 28 enero 1667. Leopoldo I envió a Agustín de Mayer, Barón de Mayerberg, a Moscú para negociar con el Zar Alejo de Rusia la paz entre esta nación y Polonia.670 Jorge Sebastián Lubomirsky, de noble familia polaca, tomó parte en todas las guerras que en su tiempo asolaron Polonia. En 1666 se subleva contra la reina, de origen francés, que favorecía la sucesión al trono del príncipe de Condé. Lubomirsky venció en Montwy y en virtud del tratado de Lengowice la reina hubo de renunciar a su proyecto. 671 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Viena, 13 de enero 1667.672 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Viena, 20 enero 1667.673 El embajador del Imperio en Madrid era el conde de Pötting (1664-1674)

249

lastimoso de Polonia, de la continuación y aumento de sus inquietudes y

turbulencias, de la total destrucción que le amenaza más que nunca por la

obstinada pasión de la Reina674 y su firme intento de entronizar a un

francés, aunque sea a costa de la misma sangre de los vasallos y de la

universal desolación de dicho reino, “siendo evidente que se enciende todo

este fuego a soplos de Francia, cuyos siniestros fines en lo que intenta por

aquella parte no son otros sino apoderarse por cualesquiera medios de

aquella corona, y tener al Emperador, mi señor, tan ocupado y

embarazado en la defensa de sus provincias cofinantes con dicho reino,

que se halle después imposibilitado de poder dividir sus fuerzas y

alargarse en caso de necesidad a suministrar socorros a los estados de

V.M. La carta concluye diciendo que es notorio lo mucho que importa que

el Emperador esté poderosamente armado para acudir al reparo de los

accidentes que pudieran ofrecerse por lo que es “sumamente necesario

para ello que sean muy prontas y puntuales las asistencias que espera de

S.M.”. El Embajador transmite a la Reina el deseo del Emperador de no

injerirse en los asuntos de Polonia y aprovecha para entregarle la carta que

le envía desde Londres el barón de Lisola sobre la disposición de aquella

corte para resguardar la unión con España675.

El Marqués de la Fuente también informa a Madrid de la derrota de

los polacos y del intento de Lubomirski para conseguir socorros de dinero y

gente del Emperador. Comunica también los oficios que pasó con él el

conde de Castelar insinuando que el Emperador, con pretexto de los gastos

de la boda, había pedido que se le enviaran asistencias y que los 200.000

ducados que estaban librados en Nápoles se hicieran efectivos. Esta carta

del Marqués, la del embajador de Alemania en Madrid, la nota que la

674 La reina de Polonia, María Luisa Gonzaga, esposa del rey Juan Casimiro, era de ascendencia francesa, hija de Catalina de Lorena y de Carlos I duque de Mantua y de Monferrato, de Nevers y de Rethel. 675 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 28 febrero 1667.

250

acompaña, así como la información enviada por el conde de Castelar, son

estudiadas en el Consejo de Estado. Los consejeros estiman que se deben

aprobar tanto la gestión del embajador de Alemania como la del conde de

Castelar diciendo a éste que si le interrogan sobre quien sería mejor

candidato a la corona de Polonia, sólo si le interrogan, responda que S.M.

Católica preferirá siempre a quien el señor Emperador gustare. Si insisten

en preguntarle nombres, que consulte a Madrid. Lo que tiene claro el

Consejo es cuan importante para los intereses de la Augustísima Casa es

que no se introduzca un rey francés en Polonia. En cuanto al peligro que

supone para la cristiandad el turco, el Consejo considera que hay que tener

armado al Sr. Emperador, enviándole para ello los medios proporcionados

de dinero que se puedan disponer y que tantas veces ha propuesto el

Consejo676.

Luis XIV no consiguió su objetivo de entronizar a un francés en el

trono polaco, pues, tras retirarse en 1669 Juan Casimiro a un claustro

francés, surgió la guerra civil entre los partidarios del príncipe de Condé y

la Confederación de Golub que elevó al trono al polaco Miguel

Wisniowiecky (1669-73), pero sí consiguió que S.M. Católica y S.M.

Cesárea, en los años sesenta que estamos estudiando, se vieran obligadas a

dedicar esfuerzo, tiempo y dinero por culpa de su política de predominio.

Otro ejemplo de predominio (aunque el de la precedencia resulta asunto

menor comparado con las negociaciones que hace Francia para aislar a

España y al Emperador): cuando Gramonville677 llegó a Viena no quedó

satisfecho con el recibimiento que le hicieron y se quejó a Lionne quien

pidió al Marqués de la Fuente otro trato para el embajador de Francia. El

Marqués de la Fuente transmitió este deseo a Castelar pero éste respondió

676 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Madrid, 6 marzo 1667.677 Jacques Bretel de Grémonville, de familia de magistrados, embajador de Francia en Viena, debía su carrera a Lionne.

251

que si bien estaba dispuesto a darle trato especial, más que al Nuncio,

Gramonville deseaba más678.

4.5. Una maniobra efectista: la incorporación de Lorena a Francia679

Carlos IV de Lorena680 tuvo que negociar durante un año para que

Mazarino aceptara, por los acuerdos de Vincennes, devolverle los ducados

de Lorena y Bar, amputados de Clermontois, Stenay, Jametz, Sierck,

Sarrebourg y Phalsbourg. Así se acordó en 1659 en el Tratado de los

Pirineos681. Poco después, Carlos IV de Lorena, que no tenía hijos

legítimos, estando enemistado con su sobrino y heredero Carlos, hijo de su

hermano Nicolás- Francisco, cedió sus estados a Luis XIV por el tratado de

Montmartre de 1662 con la condición de conservarlos durante su vida682. 678 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París 23 enero, Sain Germain 28 enero, Viena 3 febrero 1667.679 Los territorios de Lorena, al este de Francia, formaban parte del Imperio y desde antiguo eran codiciados por los franceses. En ocasiones fueron los loreneses aliados de Francia, en 1552 fueron invadidos por los franceses que ocuparon Metz, Toul y Verdún; durante la guerra de los 30 años, como aliados del Emperador, intentaron sacudir el yugo francés pero Luis XIII consiguió ocupar la Lorena que fue devuelta por Mazarino en 1659, en la paz de los Pirineos.680 Carlos de Lorena, Duque de (1604-1675), había participado junto con el Príncipe de Condé y el conde de Fuensaldaña en importantes campañas de la última etapa de la guerra entre España y Francia en las provincias de Flandes, incluso en el interior de Francia. Actuó de medianero en las disensiones que surgieron entre el Príncipe de Condé, que había recibido el título de Generalísimo, el Archiduque Leopoldo y el propio Fuensaldaña en el sitio de la plaza de Rocroi, de funesta memoria, y se terminaron las diferencias, pero a los pocos días fue preso el propio Duque y enviado a España. Esto hizo que algunos regimientos loreneses se pasaran a los franceses, y muchos capitanes y soldados sueltos hicieron lo mismo. El resto de las tropas, gobernadas por Francisco, hermano del duque Carlos, continuaron al servicio de España. El duque Carlos fue acusado de mantener contactos con Francia, y de andar en tratos de paz con aquella potencia, cosa que no se pudo demostrar. El duque Carlos abandonó el partido de Francia por el partido de la casa de Austria a la que sirvió eficazmente contra todo género de enemigos, y había empleado en su provecho sus talentos militares, que eran grandes y la sangre de sus soldados; había perdido por ella su hacienda y sus estados. Ni el Imperio antes ni ahora España tuvieron mejores aliados, principalmente esta última, por la cual luchaba heroicamente en Flandes a pesar de verla en tanta decadencia. Las tropas de su hermano Francisco junto con las del Archiduque, el Príncipe de Condé y Fuensaldaña fueron derrotadas por Turena que recobró Quesnoy, la Chapelle, Landrecy y otras plazas. Antonio CÁNOVAS DEL CASTILLO: “Historia de la decadencia Española”, Málaga 1992, pp. 496-498.681 Art. 62-78 del Tratado de los Pirineos. Colección de los Tratados de Paz.... Por D. JOSEPH ANTONIO DE ABREU Y BERTODANO, Madrid, MDCCLI. : “En que su Magestad cristianísima admite en su gracia al duque de Lorena, y le restituye su Ducado, en consideración de los poderosos oficios del Rey Católico”.682 BELY, L.: “Les relations internationales en Europa, XVII - XVIII siecles”, 1998, pp. 210-211. Carlos IV, durante su prisión en España, fue sustituido por su hermano Nicolás-Francisco que se había unido a Francia. Esta defección favoreció el tratado de los Pirineos. Carlos IV tuvo de Beatrice de Cousance dos

252

Este hecho, la incorporación de Lorena a Francia, fue un golpe de

efecto con el que el Rey de Francia sorprendió a todos. Rompe el equilibrio

acordado en la Paz de los Pirineos y, aunque afecta principalmente a

Francia, repercute en el Imperio y en España al favorecer los intereses de

expansión y hegemonía francesa. El Marqués de la Fuente, consciente de la

preocupación de España, demuestra su profesionalidad y experiencia en el

campo diplomático informando detalladamente a Madrid. Envía el Acta del

acuerdo entre el Duque de Lorena y Luis XIV para que el Consejo de

Estado estudie este asunto con la mayor información posible683 y comunica

que en París ha causado “gran ruido” la cesión que el Duque de Lorena ha

hecho a Luis XIV de aquel estado. En Madrid el Consejo de Estado

reconoce que pueden seguirse grandes problemas, “no sólo por los

particulares intereses de los que pretenden suceder en el estado de Lorena,

y de los príncipes de la sangre llamados a la sucesión de la corona de

Francia, sino principalmente entre el Rey de Francia y el Emperador, por

el derecho directo que tiene S.M. Cesárea en aquellos feudos”684.

Por su parte el Rey de Francia, a través del arzobispo de Embrún, se

encarga de comunicar a Madrid el hecho ya concluido. En el acuerdo que el

embajador de Francia entrega a Felipe IV se dice que el Duque de Lorena

deja al Rey Cristianísimo la soberanía y la posesión de los derechos que

tiene y puede tener a los ducados de Lorena y de Bar a cambio del goce que

S.M. Cristianísima le permite de las rentas de estos estados durante su vida;

el Duque entrega al Rey la plaza de Marsan y S.M. le da 100.000 ducados

de renta en Francia para disponer de ellos a favor del pariente que quiera

obligándose a sí mismo el Rey a pagar todas las deudas contraídas por los

hijos naturales: Carlos y Francisco. 683 AGS, Estado, Francia, K1644, París, 15 febrero 1662.684 AGS, Estado, Francia, leg. K1644. Madrid, 3 Abril, 1662.

253

últimos duques de Lorena. Dice también que habilita para suceder en la

corona de Francia, después de los príncipes de la casa de Borbón, a todos

los de la casa de Lorena y que habrán de preceder a todos los príncipes

descendientes de casas de príncipes extranjeros o naturales de Francia y

gozarán de las preeminencias y prerrogativas de los príncipes de la sangre.

Aunque Felipe IV contestó al embajador de Francia, cuando éste le

comunicó la noticia, que “se alegraba de todo lo que era bueno para su

sobrino”, la verdad es que el Consejo de Estado lamenta el acuerdo porque

perjudica a la Augusta Casa Imperial y significa un engrandecimiento de

Francia, pero no encuentra manera de oponerse supuesto que el acuerdo ha

sido firmado por personas legítimas soberanas e independientes que no

piden ayuda ni mediación. Piensan también los consejeros que este acuerdo

traerá malas consecuencias para la Dieta de Francfort que está señalada

para próximamente, pues en ella los electores y príncipes imperiales

mostrarán su inquietud por si el Rey de Francia les hace también

proposiciones, por lo que proponen que España podría acudir a la Dieta de

Francfurt enviando persona inteligente para que influya y participe al

Emperador los pormenores del acuerdo685.

Luis XIV deseaba que el Rey de España aprobase el Tratado de Lorena y se

comprometiera de tal suerte que el Príncipe Carlos no pudiera esperar nada

de él. “Conociendo el carácter de los españoles, escribe Luis XIV en sus

Memorias, una negociación en forma hubiera dificultado el éxito, dándoles

a conocer el interés que tenía en obtenerla. Adopté un rodeo más delicado

y más sencillo: escribir a este propósito al Rey Católico, pero una carta

escrita en tal forma que le fuese imposible contestarme sin aprobar o

condenar mi procedimiento. Era de mi puño y letra, para que la

685 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 27 febrero 1662.

254

honorabilidad le obligase aún más a responder. Lo hizo así no hallándose

en estado o en voluntad de contradecirme, por su propia mano, también me

dio una aprobación del Tratado, más formal y precisa de lo que podía yo

esperar686.

Pocos días después el Marqués de la Fuente advierte a Madrid que el

rey de Francia incumple lo pactado con el Duque Carlos y que éste se

encuentra burlado —el Rey se negaba a que el Duque gozara de los

privilegios de los príncipes de la sangre como había prometido—687.

Informa también de la tensión y disputa entre los hermanos Francisco y

Carlos porque el Duque Francisco, situándose en contra del pacto, reclama

a Luis XIV sus derechos sobre los ducados de Lorena y Bar exponiendo sus

razones jurídicas para mantener las tierras688. El Duque Francisco escribe

también a Felipe IV y, recurriendo a su grandeza, le pide ayuda para

oponerse al pacto que ha hecho su hermano. Dice el Duque Francisco al

Rey que el pacto de cesión de la Lorena a favor de Luis XIV no sólo es un

perjuicio para su casa sino también para la de Felipe IV por el derecho que

tiene el rey de España a aquellos dominios y por la constitución en que

están, y su ejemplo, dice, es muy dañoso a las casas soberanas que se ven

amenazadas de semejante suceso. El asunto vuelve a estudiarse en el

Consejo de Estado que reitera que la incorporación de Lorena a Francia es

perjudicial para los intereses del Imperio y de España porque aumenta el

poder de Francia y puede perjudicar la próxima Dieta pero los consejeros

sólo proponen que se responda al Rey de Francia lo mismo que se dijo al

Embajador: “que S.M. se alegra de todo lo que sea de su conveniencia”.

Con relación a la carta del Duque Francisco y su petición de ayuda, el 686 Memorias del Rey Sol, 1.42, pp. 109-110.687 Cuenta el Marqués que el Rey se negaba a que el duque de Lorena gozara de los privilegios de los príncipes de la sangre como habían pactado lo que es una alteración del tratado en parte muy principal pues suponía privarles del acceso a la corona, y también desvanecía las aspiraciones del duque Carlos a casarse con princesa de sangre. AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 1 Marzo 1662.688 AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 12 marzo 1662.

255

Consejo dice que se le responda en términos generales, diciéndole “cuanto

desea el Rey de España que se cumplan sus aspiraciones y que tendrá

presente el celo que muestra de su real servicio689.

El Marqués de la Fuente refiere, en carta a Felipe IV, la solemnidad

con que se traspasaron los estados de la casa de Lorena a Francia. En la

sesión del Parlamento en que fue ratificado el Tratado, según cuenta el

Marqués de la Fuente, el Presidente ponderó la fuerza de las armas

francesas que “dan ley a la fortuna”, “las puertas que el rey de Francia

había abierto por todas partes contra sus enemigos y particularmente para

asistir y mantener en libertad a los que tenían la dicha de ser sus aliados y

de estar bajo su protección en Alemania”. El Presidente dijo también en su

discurso, que reuniendo a su corona la Lorena, el Rey de Francia “quitaba

aquel dique que otras veces había separado las provincias enemigas de la

inundación de sus armas”. Los duques y los pares que se encontraban

presentes votaron con la cabeza porque el negocio era leve, según cuenta el

Marqués. Añade que asistió la Reina de incógnito y no asistió ninguno de

los príncipes de la casa de Lorena ni de Vendôme ni de Courtena.

También comunica el Marqués que tanto el Duque Carlos como su

hermano le mostraron, además de su descontento con Luis XIV, el deseo de

servir a España y le dijeron que, para que reconociese Felipe IV su buena

voluntad, tratarían de cederle a él sus estados. A la parte en que mostraban

la queja contra el Rey francés, el Marqués no asintió, y a la propuesta de

cesión, reconociendo que el intento era empeñar a España en nuevos

embarazos, contestó que, en España, siendo tan grande la estimación por la

casa de Lorena, lo que deseaban era aumentar su esplendor, añadiendo si

fuera posible otros estados; que aceptaba sin embargo el ofrecimiento de

689 AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 18 marzo 1662.

256

pasar al servicio de Felipe IV y así lo comunicaría a Madrid y a Viena.

Añade que el Duque Carlos que ya había mostrado a Fuensaldaña su deseo

de pasar a servir a Felipe IV en Portugal o al Emperador en Hungría,

reiteraba su ofrecimiento insistiendo en que “serviría intrépidamente con

toda la buena fe, estando tan decepcionado como lo está de los franceses y

de la tiranía de Luis XIV”690.

El Consejo de Estado estudia todas las noticias del Marqués y le

envía instrucciones para que hable con habilidad al Duque Carlos y le

convenza “mañosamente” de que no venga a servir a Portugal y que no se

ofrezca formalmente al Rey. El Consejo de Estado considera buena la

intervención del embajador del Imperio en París a donde ha ido para que el

Rey Cristianísimo desista del tratado o para que los electores del Rhin

queden desobligados de continuar en la liga que tienen poniéndose de parte

de favorecer a los de Lorena para que no tenga lugar su despojo691. Sin

embargo, el Marqués de la Fuente piensa que las actuaciones del

Emperador a favor de Carlos de Lorena pueden ser contraproducentes, así

lo escribe a Felipe IV y al príncipe de Porcia692.

El intento del Duque Carlos de deshacer el acuerdo de cesión que

había pactado con Luis XIV no da fruto a pesar de que argumenta ahora

que los estados no le pertenecían porque eran del príncipe su sobrino693. Es

tarde para rectificar y las tropas de Luis XIV (6.000 infantes y 2.000

caballos al mando del Conde de Guisa, hijo del Mariscal de Framont), están

preparadas para iniciar la vía de la fuerza si es necesario694, (aunque el 690 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 23 abril, 1662.691 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 16 mayo 1662.692 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 18 mayo 1662.693 Se refiere al duque Carlos, hijo de su hermano Francisco-Nicolás. El duque Carlos (IV), sólo tuvo un hijo bastardo, el príncipe de Vaudémont por el que mostró preferencia, pero el heredero fue su sobrino Carlos (V), (1643-1690). 694 AGS, Estado, Francia, K1644, París, 27 abril 1662. Cuenta también el Marqués que la novia del duque Carlos no quería acceder a lo que el Duque deseaba, lo que le llevó a ser arrestada. Algunos

257

Marqués comprueba que el Conde de Guisa no lleva más de 4.000

hombres). Sobre el prendimiento de la novia del Duque Carlos sospecha el

Marqués que fue por la declaración que quería hacer el Duque de que los

estados pertenecían a su sobrino695.

El Marqués de la Fuente comunica a Madrid que Colbert lleva a

Lorena orden de renovar las diligencias para reducir a la nobleza y a los

parlamentarios de aquellos estados con el fin de que admitan la soberanía

de Luis XIV. También informa de que, habiendo condescendido algunos

vasallos al partido francés, el Duque había enviado orden a sus ministros

para que, como castigo, alojasen a 2.000 ó 3.000 soldados en las casas de

los que se habían ido apartando de su servicio y que fueran usando de la

fuerza con cualquiera que se entendiera con Colbert. Los dos hermanos

están de acuerdo en que el duque Carlos haga las renuncias necesarias a

favor de Francisco y cuando éste sea titular de aquellos dominios, su hijo

Carlos, acercándose a la frontera, reciba de sus hermanos el juramento

reconociéndole como único soberano. Esto dificultará las tentativas de Luis

XIV. El Marqués de la Fuente se informará de lo que hable el Duque

Carlos con Le Tellier sobre esta materia para informar a Madrid696.

Viendo muy desesperada la situación, los mismos Duques Carlos y

Francisco de Lorena envían un memorial a Felipe IV en el que muestran su

delicada situación y, para evitarla, de nuevo solicitan su ayuda y la de los

príncipes del Imperio. Pretenden que Luis XIV desista del tratado de cesión

piensan, dice el Marqués, que la detención de esta mujer era para, sirviéndose de ella, conseguir del Duque lo que se pretendía, otros creen que el Duque está cansado ya de ella y la había hecho prender por no mantenerle la palabra que le había dado, siendo más verosímil lo primero para el Marqués.695 AGS, Estado, Francia, K1644, París, 28 abril 1662. Esta información la envía el Marqués de la Fuente a Gregorio de Tapia. Se entera el Marqués de que en las tres plazas que todavía tiene el Duque de Lorena: Marsal, Hombour y Vichy, en la primera se ha metido Mrs. D´Arcourt, en la segunda el coronel Brondoff, esguizaro, y en la tercera Mrs. de Beaufort, dos loreneses y los tres soldados de crédito, por lo que el ir el conde de Guisa con tan poca gente le obliga a sospechar que están de acuerdo.

696 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 23 abril 1662.

258

por no estar basado en la justicia y en la equidad, se lamentan de la

sumisión de los príncipes del Imperio a Francia y pretenden que todos

unidos apoyen la resolución del acuerdo porque beneficiará al Imperio y

demostrará a Francia que son fuertes697. (Doc. nº 4).

El Duque Carlos plantea en este documento el complicado sistema de

alianzas e intereses que en ese momento diseña Francia para su beneficio.

Sobre la anexión de Lorena, dice que engrandece a Francia porque amplía

sus fronteras hasta el Rhin, colmando así uno de los objetivos de Luis XIV;

considera el hecho un primer paso para invadir más tarde otros estados y

pide a los príncipes alemanes que estén unidos con el Emperador para

frenar a Francia. Como simultáneamente Francia piensa ampliar sus

fronteras por el norte con los Países Bajos, a costa de España, necesita una

buena correspondencia con el Emperador y así conseguir que España quede

aislada.

Madrid en este momento, 1662, se encuentra agobiada por la guerra

de Portugal y porque Inglaterra, que acaba de concertar el matrimonio del

rey Carlos II con Catalina de Braganza, se convierte en aliado de Portugal.

No puede pensar en otro aliado que en el Imperio, pero, a pesar de la

insistencia del Marqués de la Fuente en denunciar la amistad de Francia

con el Imperio y en acelerar la liga de S.M. Católica con S.M. Cesárea, las

negociaciones van demasiado despacio, como hemos visto.

Ante el avance del poder de Francia, el Marqués de la Fuente sugiere

un Imperio unido en una próxima Dieta “que podría corregir la altivez del

Rey de Francia”698. Piensa que la unión de todos los príncipes en una Dieta

podría disuadir a los franceses de entablar una guerra. También el duque 697 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 21 mayo 1662.698 AGS, Estado, Francia, K1644, París, 12 marzo 1662.

259

Carlos, arrepentido ahora de la cesión, y su hermano Francisco, piensan

que Luis XIV tendrá que usar de la violencia para someter a Marsal, y sólo

una Dieta puede arreglar esta situación tan en contra de la convivencia. El

cambio de opinión del príncipe Carlos y la posible reacción violenta de

Francia, interesa a Felipe IV que pide al Marqués de la Fuente la mayor

atención y la mayor información posible sobre este asunto, sobre el que,

por otra parte, no se pronuncia 699.

El 2 de julio de 1662, el Marqués de la Fuente informa a Felipe IV de

que el Duque Carlos de Lorena, “motu proprio”, había solicitado al rey de

Francia que rompiese el tratado, que iría en persona a disponer lo que fuese

de su gusto y servicio si no cumplía el tratado. Cuenta que el Rey le

escuchó con gran severidad y le respondió que era necesario mantener lo

establecido. No habiendo hallado el Duque recurso alguno en la señora

Reina madre, el Duque había acudido al Marqués y le había vuelto a insistir

(por tercera persona), en la propuesta de querer servir en Portugal, y en

saber si podría vivir en Flandes con lo que allí tiene. El Marqués no le

contestó por si en su inconstancia hallase algún beneficio, respuesta

aprobada por el Consejo de Estado que pide al Embajador continuar la

información sobre este asunto700. Pocos días después el Duque resuelve

hablar de nuevo con el Rey para reiterar que se rompa enteramente el

tratado o se efectúe como estaba establecido. Según el Marqués las

instancias de los electores en las que tenían fundadas grandes esperanzas

los dos hermanos deben haber sido muy leves, pues el rey de Francia ha

respondido que no se empeñen en hacerle cambiar, que el Duque Carlos es

tan prudente que no dejará de cumplir lo firmado. Sobre la cesión que el

duque Carlos había ofrecido hacer al duque Francisco y su hijo, dice el

699 AGS, Estado, Francia, K1644, Madrid, 12 abril 1662.700 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 24 julio 1662.

260

Marqués que no se ha ejecutado, según dicen, porque si la llegase a hacer el

Rey tomaría resolución de detenerle701.

El Duque Francisco de Lorena insiste en servir a Felipe IV y, aunque

el Marqués de la Fuente le desengaña no solo con generalidades sino con

palabras que le hagan perder toda esperanza, acción que es aprobada por el

Consejo de Estado702, no desiste de su empeño. Pasado el verano, en carta

al Marqués de la Fuente en la que le demuestra su afecto, tras agradecerle

lo que se preocupa por sus intereses y por los de su hijo, al que pide que le

reciba, el Duque Francisco reitera su disposición para servir a S.M. Felipe

IV, “su señor”703.

El acuerdo entre el Duque Carlos y Luis XIV suscitó la cólera de los

loreneses y fue pronto olvidado. En 1663 Luis XIV obtuvo Marsal, la única

fortaleza que quedaba en Lorena, pero las tropas francesas abandonaron los

territorios que ocupaban desde hacía veintiocho años y siguió ocupándose

de su ducado Carlos IV704. Aunque la incorporación de Lorena a Francia no

tiene lugar hasta el siglo XVIII705, en 1662 Luis XIV sorprendió a todos con

este intento de anexión que afirmaba la presencia y el poder de Francia. La

701AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 30 julio 1662. Cuenta el Marqués que el Duque Carlos de Lorena está reforzando los presidios de las plazas que están bajo su obediencia, y que tiene a sus súbditos desesperados porque se sienten tratados como enemigos, haciéndoles contribuir los gobernadores de las plazas con más rigor y exceso que si se encontrasen en país rebelado. Cuenta también que el Duque, cuando estuvo allí, puso nuevas imposiciones y formó un parlamento de gente popular lo que parece que obligó a la nobleza a pedir al Rey que los asistiese para remediar esta situación, prometiéndole que todo el estado le prestaría la obediencia. El Rey les mandó responder que en virtud del tratado no podía asistirlos públicamente, pero que ellos obrasen, porque en secreto les asistiría. Añade el Marqués que esto ha contrariado a la nobleza que piensa que el Rey desea enfrentarlos con el Duque sin fuerzas para que, obligados por la necesidad, se pongan en sus manos sin costarle nada, sin que pueda decir nadie que entra en aquel estado con violencia y sin hacer concesiones.702 AGS, Estado, Francia, K1386, Madrid, 11 julio 1662.703 AGS, Estado, Francia, K1644, 29 septiembre 1662.704 BELY, L.: “Les relations internationales en Europa , XVII-XVIII siecles.”, 1998, p.211 y 236.705 En 1735, tras la guerra de sucesión de Polonia, el duque Francisco Esteban de Lorena, casado con la emperatriz María Teresa de Austria, cedió Lorena a Estanislao Leckcinsky de Polonia, suegro de Luis XV, a condición de que sería, después su muerte, incorporada a la corona francesa.

261

diplomacia española demostró cautela y razón no atendiendo las propuestas

de los Duques.

4.5. Injerencia de Francia en Grisones y Suizos

En los años sesenta del siglo XVII los territorios de Grissones y

Suizos también fueron objeto de la ambición de Luis XIV. La situación de

Grisones era interesante para Francia que aspiraba a ampliar las fronteras

por el este, una vez anexionada Lorena, y también interesaba a Francia que

los Grisones no fueran aliados del Imperio o de España706 para que no

pasaran tropas del Imperio hacia Italia o viceversa. Luis XIV aislaba más a

España consiguiendo la amistad de estos pueblos y para conseguirlo, se

aplica con rapidez; nombra un embajador: Msr. Labarde que se adelanta y

les promete dinero y ventajas; lleva la iniciativa en una negociación en la

que España va a remolque porque no dispone de medios para contrarrestar

la oferta de Francia. El resultado es el éxito de la negociación de Francia.

En Marzo de 1662 el Marqués de la Fuente advierte a Felipe IV de

que el ministro Labarde, embajador del Rey Cristianísimo, contravenía la

Paz de los Pirineos con los grisones707, así como el tratado de paz de 1639.

Piensa el Marqués que no se puede pasar por alto “el violento modo de

actuar de los franceses”, que hay que atender las quejas de los amigos y no

cerrar los ojos, que sin utilizar medios violentos hay que actuar “con

medios blandos” pero hay que mantener el decoro708. Contrasta aquí la

propuesta del Marqués de actuar de modo “blando” frente al “violento y

altivo” modo de actuar de los franceses aunque la propuesta del Marqués 706Por el tratado de 1639, el territorio de Grisones estaba obligado a España. Francia disputó también la soberanía de los territorios de la Valtelina, al sur de Grisones, con los españoles, alemanes y suizos, soberanía que fue devuelta a los Grisones en 1639 con la sola condición de respetar su religión. Desde 1648 (Tratado de Munster) tenían reconocida su soberanía.707 El Art. 103 del Tratado de los Pirineos se refiere a la manera de actuar los reyes de Francia y España en Grisones. Se convendrá amigablemente entre las dos Coronas sobre todos los intereses que pueden tener en este negocio.708 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 25 Marzo 1662.

262

de la Fuente es actuar. La información de esta nueva vulneración del

Tratado de Paz que el Marqués envía a Madrid la ha recibido del Conde de

Casati, embajador de Felipe IV en Grisones709. El Consejo de Estado

encarga al Marqués que se comporte con la prudencia acostumbrada, que es

la que conviene, procurando que se cumpla en todo lo ajustado en la paz,

concretamente el art. 103. Propone también el Consejo que se envíen

asistencias a Casati para que pueda pagar las pensiones a los grisones

facilitando por este medio la negociación que se hace con ellos710. Ante la

pregunta de Felipe IV sobre la cantidad que se debe enviarse a Casati para

pagar a los grisones, el Consejo de Estado remite la respuesta al Consejo de

Italia para que exponga lo que importa la consignación de las mesadas en

Nápoles, Sicilia y Milán. Que se pague en la mayor cantidad que sea

posible, sin dilación, y que el Consejo de Italia de cuenta de haberlo

hecho711.

El Marqués de la Fuente en su respuesta a Casati le recomienda

paciencia y no utilizar modos violentos. También le dice que, después de

reconocer el terreno, intentará reclamar por el art. 103 del Tratado de los

Pirineos, cuyo cumplimiento es el que se puede exigir, pero “sin apretar

mucho para no aventurarse a otros inconvenientes”, y le pide que procure

que se cumpla el Tratado de 1639. En esta carta el Marqués dice que se

encuentra enfermo712. Tanto en la respuesta a Casati como en la carta a

Madrid informando del problema se aprecia un bajo estado de ánimo en el

Marqués, quizás por su falta de salud. En esta ocasión el Marqués quita

importancia a una nueva provocación de Francia y propone paciencia y

respuesta suave.

709 Giovanni Francesco Casati fue residente en Grisones de 1646-67.710 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 12 Abril 1662.711 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 21 Abril 1662.712 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 Marzo 1662.

263

También informa el Marqués de la Fuente desde París de que el Rey

de Francia había enviado instrucciones a Monsieur de Labarde, su

embajador en los cantones Suizos, para convencer a estos de la importancia

de la renovación de la neutralidad de Borgoña, lo que había comunicado al

Marqués de Caracena713. Sobre las negociaciones de Labarde informa

también Casati al Marqués de Galarza, regente del Consejo de Italia, quien

traslada los papeles al Duque de San Lucar para que se estudien en el

Consejo de Estado. Dicha información muestra que Monsieur de Labarde

insistió a los suizos para que convenciesen a los grisones y renovasen la

liga con Francia. Para lograrlo les hizo diversas ofertas de parte del rey de

Francia, como que se les daría satisfacción por lo que se les debe de sus

pensiones y otras pretensiones que tienen en Francia. Les instó también a

que se aquietasen y renovaran la antigua neutralidad con el Franco

Condado de Borgoña pues no debían temer nada una vez establecida la paz

y sin apariencia de que en largo tiempo se pudiera alterar. El Marqués de

Galarza envía también al Duque de San Lucar una carta que el mismo

Conde de Casati escribió a los siete cantones católicos suizos,

confederados con el rey de España, disculpando con la mudanza que ha

habido en el gobierno de Milán, la falta de no haber cumplido con lo que

les ofreció el duque de Sermoneta a sus embajadores el pasado año, a lo

que respondieron (estando en su Dieta el 11 de julio), que les era preciso

enviar embajador a Madrid a solicitar la firmeza de sus consignaciones.

Casati pondera en sus cartas el perjuicio que se sigue de las proposiciones

del embajador de Francia cuyos designios se obviarían si se ejecutasen

puntualmente las órdenes que llegan de Madrid a Nápoles y Sicilia y se

remitiesen las sumas destinadas para aquella nación, no convirtiéndose en

otro efecto. A Casati le parece conveniente que, por medio del embajador

de España, se pasen oficios en Francia para que la negociación de grisones

713 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 7 septiembre 1662.

264

se trate según el artículo 103 de la paz, por lo que hay que buscar concierto,

buena inteligencia y suavidad porque no se trata de forzar los tratados y

violentar a los grisones los cuales desean la protección de España para

asegurarse de las amenazas que les han hecho. Se queja de la poca

liberalidad de los ministros de Milán, pues no se le enviaron más que 150

doblas, cuando lo que el embajador de Francia ofrecía si se ajustaban a sus

proposiciones excedía de 15.000 doblas, además de otras ofertas secretas

para obligarles a prevaricar de los tratados. A los suizos ofrecen los

franceses dos pensiones enteras cuando de nuestra parte, dice Casati, solo

se les ha ofrecido una y además aplazada. En cuanto a la renovación de la

neutralidad de Borgoña dice el Conde que algunos parciales en los cantones

populares procuran ganar el público insinuándoles que la neutralidad no es

cosa que fuera muy deseada por sus antecesores, sino una invención para

divertirles los pagos de las pensiones de Francia cuando no estamos

dispuestos a pagarles las nuestras714.

El Consejo de Estado estudia esta información y comprueba que los

franceses, a través de Laborde, pretenden estrechar más su amistad con los

cantones, acrecentar allí su partido y desconfiarles del partido de España.

La carta de Casati, que se encuentra al pie del hecho y discurre con todo

conocimiento, dice que en las acciones y proposiciones de los franceses se

ve claramente que su fin es no estar contentos con la paz si no se les añade

el estado de Milán y la Borgoña como han hecho con la Lorena, que

pretenden estorbar la renovación de la neutralidad de aquel condado y el

paso de Alemania para el estado de Milán, cosas todas perjudiciales para el

servicio de S.M. Católica, como fácilmente se puede considerar. En el

Consejo de Estado se ve este asunto que significa un nuevo avance de

Francia en su camino de expansión. Consideran los consejeros el extremo

714 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 noviembre 1662.

265

orgullo con que los franceses por todas partes procuran adelantar sus

negociaciones pues en todas las cortes de Europa tienen embajadas y

ministros: en el Imperio, Polonia, Suecia, Dinamarca, Inglaterra, Italia, y ya

se sabe lo que están maquinando. El Consejo reconoce que aunque toda

razón pedía que de parte del Rey de España hubiese también personas para

siquiera estorbar los fines de los franceses con astucia, dando en que

escoger a aquellos príncipes con que tratan, no se ejecutan no por no

conocer cuan necesario y conveniente es, sino por falta de medios715.

Debido a la falta de medios de la corona española —que, otra vez,

deja el camino libre a Francia para avanzar en sus propósitos de hegemonía

—, Felipe IV opta por la queja. La nota que el Marqués de la Fuente

presenta a Luis XIV dice: “Con los esguizaros y grisones se hacen

apretadas diligencias para apartarlos de la liga y confederación que tienen

con esta corona”. La respuesta de Francia es un nuevo ataque. Dice que el

embajador de Francia en Suiza, Msr. Labarde, no ha hecho más diligencias,

desde hace dos años que le envió el Rey Cristianísimo, que las

encaminadas a consolidar el tratado de la antigua alianza, que S.M.

Cristianísisma siempre ha respetado los cantones después de la paz

perpetua firmada en 1516 y renovada en 1654. Por el contrario el

embajador de España, Sr. Casati, no ha dejado de transgredirla

continuamente con sus cartas y desde hace algún tiempo con su presencia,

lo que demuestra que los ministros de España han querido prevenir con sus

quejas sin fundamento las que S.M. Cristianísima podría hacer más

justamente716.

715 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 noviembre 1662.716 Papel de quejas. AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Agosto 1663.

266

El Marqués de la Fuente advierte a Madrid de que han llegado a

París 74 suizos para jurar la antigua confederación con aquella corona717.

Apunta en otra carta que los embajadores de los suizos no habían querido

entrar en la liga del Rhin y que el duque de Orléans no se había comportado

con ellos con cortesía.

Las reiteradas denuncias del Marqués de la Fuente por la política

francesa de acercamiento a los helvéticos para alejarlos del servicio de

S.M. Católica no sirven para nada. En la iglesia de Notre Dame de París,

Francia renueva la alianza con los suizos, con los embajadores de los trece

cantones y sus aliados el 18 de noviembre de 1663718.

717 A.GS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 22 de Noviembre 1663.718 En la Biblioteca Nacional se conserva el grabado dentro de la serie “historias del Rey” (Luis XIV), en el que está representado el Rey y uno de sus embajadores suizos en el acto de poner a mano en los evangelios que les presenta el cardenal Barberini Arzobispo de Reims.

267

Capítulo V

EL ENFRENTAMIENTO DE FRANCIA CON ROMA

El título de Christianísimo fue dado por el Papa a los reyes de Francia

cuando reinaba Luis XI y alcanzó su más amplia justificación con Luis

XIV en cuyo reinado la religión cristiana está ligada a todo lo que hace

la solidez y grandeza de Francia; es el cimiento de la sociedad, la norma

de las costumbres, la llave de las instituciones, es como explicación de

la vida, “el todo del hombre” en palabras de Bossuet719. Pero, aunque su

reinado se apoya en una sólida realidad cristiana, como hemos dicho,

Luis XIV cometió algunas contradicciones: por ejemplo su política de

buena relación con la Puerta, heredada de su padre Luis XIII, aunque en

el momento decisivo colaboró con los ejércitos cristianos para derrotar a

los turcos720, y la persecución a jansenistas721 y a protestantes en Francia,

en nombre del principio de unidad de la Iglesia, que a sus ojos se

confundía con el principio de unidad nacional, mientras entraba en

violento conflicto con la Sede Apostólica, jugaba peligrosamente con el

cisma y afrontaba incluso una amenaza de excomunión. También se

enfrentó con la catolicidad española pues se consideraba el elegido

providencial llamado a sustituir a España para obtener la unidad de toda

719 DANIEL ROPS: “Historia de la Iglesia de Cristo”, Vol. VIII, Madrid 1972, pp. 135.720 Ante el grave peligro de amenaza turca que pesaba sobre Europa Luis XIV se hallaba divido entre su deber de cristiano y la alianza que, desde 1635, unía Francia a la Sublime Puerta. Finalmente optó por la defensa de los cristianos y envió 6.000 hombres, la flor de nobleza francesa, en ayuda de Leopoldo I, que decidieron la victoria de San Gotardo (1664). A pesar de su intervención, Luis XIV, con gran habilidad, evitó romper sus lazos con el aliado otomano.721 La polémica que surgió en Francia sobre el Jansenismo se puede ver también dentro del galicanismo, el deseo de Luis XIV de limitar el poder del Papa y su intervención en Francia. BENNASAR, M.B.: “Historia Moderna”, Madrid, 1998, pp. 605-608.

268

la cristiandad722. Y se sirvió de la iglesia galicana723 como de un

instrumento para conseguir sus fines políticos.

5.1. El incidente de Crequi

El enfrentamiento de Francia con Roma durante los años sesenta

del siglo XVII que estamos estudiando obedece al deseo de expansión y

engrandecimiento de Francia en el norte de Italia y al deseo de Luis

XIV de limitar el poder del Papa para frenar a Su Santidad todo intento

de intervención en Francia –siguiendo la tradición del galicanismo-,

pero también forma parte de la estrategia de Luis XIV para aislar a

España. Este enfrentamiento condiciona las relaciones de España con

Francia y también las relaciones de España con Roma.

Desde los comienzos del reinado, se produjeron desagradables

incidentes con el Papa. Luis XIV se hallaba entonces con todo el vigor

de su joven orgullo, resuelto a manifestar en cualquier ocasión su

prestigio y su poder. Su maestro Mazarino le había acostumbrado a

emplear con la Santa Sede cierta desenvoltura, tanto en amenazar a

Inocencio X con “examinar de cerca cuanto había ocurrido en su

elección”724, como en vituperar a Alejandro VII por haber dado asilo a

722 SCHAUB, J.F.: La Francia española. Las raices hispanas del absolutismo francés, 2004, p. 272, 331. 723 La iglesia francesa se distingue por una incostentable originalidad que subraya de forma permanente respecto al derecho eclesiástico común, apoyándose en actitudes que se consideran como tradiconales desde la Edad Media. Reivindica, en contra de la Santa Sede, el beneficio de las libertades galicanas (conjunto de costumbres peculiares aceptadas por el papa y prácticas no aceptadas por Roma definidas por Pitau en 1594: Les libertés de l´Eglise gallicane, Preclin, E. y Jarry, E: HISTORIA DE LA IGLESIA, FLICHE A. y V. MARTI, Tomo XXI, p. 181.724 Inocencio X, elegido Papa en 1644, tenía la reputación, quizás exagerada, de ser favorable a los Habsburgo. Mazarino no aprobó la candidatura del Papa Panphili y retiró al embajador francés de Roma. El pontífice replicó haciendo una promoción de cardenales de signo antifrancés y al exigir cuentas a los sobrinos de Urbano VIII, su antecesor, por los excesivos gastos que habían efectuado durante la guerra contra los Farnesio para apoderarse de Castro, éstos, el cardenal Antonio Barberini y sus hermanos huyeron a Francia y fueron recibidos con todos los honores en la corte de París. Inocencio X confiscó sus bienes y contrarrestó la influencia de Mazarino que deseaba que les fueran restituidos. Fue Inocencio X quien incorporó a Roma el ducado de Castro.

269

su adversario el cardenal Retz725 y Hugo de Lionne, que fracasó en sus

intentos de hacer internar al tumultuoso cardenal, trabajó en envenenar

las relaciones entre París y Roma726. Alejandro VII ocupaba el trono

papal desde 1655727 y desde el principio tuvo graves conflictos con

Mazarino, su enemigo personal, como hemos dicho. Cuando el cardenal

de Retz, arzobispo de París, huyó dejando abandonada su diócesis728,

Alejandro VII pretendió nombrar un obispo sufragáneo lo que fue

rechazado por el episcopado francés, por el Parlamento y por Mazarino

que acusó al Papa de injerencia. Las relaciones con Francia se

agravaron tras la muerte de Mazarino (1661) y el inicio del gobierno

personal de Luis XIV que dirigía los intereses de la iglesia de Francia a

su real criterio, muy por encima de las prerrogativas de Roma, y así lo

hizo saber a lo largo de su reinado. Alejandro VII se dio cuenta de ello a

partir de 1659 con ocasión de la Paz de los Pirineos pues no contó con

él para su redacción y el texto del tratado lo ignoraba completamente. El

incidente que agravó la tensión existente fue la pelea que se entabló el

20 de agosto de 1662 entre los corsos de la guardia pontificia y los

servidores del Duque de Crequi embajador de Luis XIV en Roma729.

725 El cardenal de Retz, hombre de gran popularidad, excelente escritor y predicador, fue enemigo declarado de Richelieu (contra quien conspiró), de Lionne y también de Mazarino. Arzobispo de París, tomó parte en la sublevación de la Fronda y consiguió la caída y el destierro de Mazarino. Sus luchas contra Condé disminuyeron su poder y, a pesar de su popularidad, fue preso en Vincennes desde donde huyó a España y a Italia en donde fue bien recibido por Inocencio X. A la muerte de éste decidió la elección de Alejandro VII que, sin embargo, no le acogió con la misma simpatía que su antecesor. La muerte de Mazarino le reconcilió con la corte francesa. 726 DANIEL ROPS: “Historia de la Iglesia”, Madrid 1972, Vol. VIII, p. 157.727 Pertenecía Alejandro VII a la ilustre familia de Siena que obtuvo en el siglo XVI el título nobiliario y la fama porque uno de sus miembros, Agustín Chigi, llamado el Magnífico, (m. en 1520), banquero de la corte papal, se trasladó a Roma y se distinguió por su riqueza y por su afición al arte. Cuando el cardenal Fabio Chigi fue elegido Papa adoptó la divisa “hacer mucho y hablar poco”.728 Debido a las intrigas en que se mezcló el cardenal fue preso en el Louvre y conducido al castillo de Vincennes donde estuvo encerrado durante dieciseis meses, sin que el pueblo de París, que durante tanto tiempo le había obedecido ciegamente hiciera el más pequeño esfuerzo para alcanzar su libertad. Trasladado a Nantes se evadió con singular destreza y se trasladó a España y a Italia en donde fue bien recibido por Inocencio X. 729 JEAN MATHIEU-ROSAY: “Los Papas, de S. Pedro a Juan Pablo II”, Madrid, 1990, pp.403-404. Desde el punto de vista del gobierno de la Iglesia y las relaciones políticas, Alejandro VII fue un gran diplomático y un hombre de curia que no quiso concentrar todo el poder. A diferencia de sus antecesores, no practicó un gran nepotismo. Bajo su pontificado, hizo frente al problema del

270

Los historiadores franceses reconocen en el incidente de Crequi

un gesto de arrogancia de Luis XIV. Daniel Rops dice que El Duque de

Crequi, “soldado de gran situación, de gran autoridad, de gran altivez y

de ninguna flexibilidad”, fue enviado a la ciudad eterna para

desempeñar una “embajada brillante” destinada a deshacer la impresión

de fracaso que había dejado el asunto Retz. El Duque obedeció

puntualmente las órdenes, se mostró vidrioso, altanero y soberbio en el

protocolo; cuantos le rodeaban, una verdadera corte en miniatura, le

imitaron. Y de tal manera que, en agosto de 1662, la Guardia Corsa,

frecuentemente abucheada por los servidores del Embajador, se

aprovechó de cierta disputa para organizar una “vendetta” ejemplar: el

Palacio Farnesio730 fue asediado, una bala silbó en la nariz de la

embajadora que regresaba en carroza y mató a uno de sus pajes. Luis

XIV recibió el asunto “con una arrogancia que asombró a Europa”.

Mientras se enviaba al Papa una carta insolente, el Nuncio era llevado a

la frontera, el embajador de Francia salía de Roma y el condado

Venesino era ocupado por las tropas reales; por último, un cuerpo de

ejército de 15.000 hombres se ponía en camino amenazando a los

Estados Pontificios. Era mucho ruido para un incidente vulgar, pero el

joven Rey quería mostrar al mundo que “aquellas gentes le conocían

mal” y que su voluntad no sufría resistencia alguna731.

jansenismo, revitalizó la actividad de las congregaciones romanas y se reorganizaron los oficios curiales, no consiguió sin embargo buenos resultados en el sector financiero que tenía muy endeudado al papado después de la guerra de los Treinta Años y la política dispendiosa de Urbano VIII. Alejandro VII hizo un esfuerzo por sostener y unir a las potencias católicas contra el peligro turco que amenazaba Creta y Hungría, (concedió subsidios económicos a Venecia para luchar contra los turcos por la posesión de Creta, y al emperador Leopoldo de Austria para frenar el avance otomano en Hungría y en Transilvania), pero esta política fue contrarrestada sistemáticamente por la actuación de Francia. 730 El palacio Farnesio, sede de la embajada de Francia, fue construido por Sangallo, Miguel Angel y Giacomo de la Porta que añadió la fachada posterior. .......731 DANIEL ROPS: “Historia de la Iglesia”, Vol. VIII, pp. 157-158. FRANCIS KASEL, sostiene que no fue un incidente vulgar, que el Papa sufrió la peor humillación desde el Saco de Roma de 1527 “Patronos y pintores”, Madrid 1980, p 160. “Una humillación sin precedentes” dice FLICHE- MARTIN, “Historia DE La Iglesia”, Vol. XXI, pág. 18. Sobre el incidente del duque Crequi ver

271

El Marqués de la Fuente que visita al Nuncio de S.S. en ese

momento, en medio de rigurosas medidas de aislamiento, informa a

Madrid de que estas demostraciones de Luis XIV no son la

consecuencia del incidente, sino que van encaminadas “a pretensiones

antiguas y modernas, a las cosas de Castro y Comacho”732.

En efecto, Luis XIV, aprovechando el incidente de Crequi,

pretende aumentar su presencia en el norte de Italia; convierte la política

nacional de control de la iglesia francesa en política internacional de

agresión a los estados del Papa y de incumplimiento del tratado de los

Pirineos (art. 99) y en esta nueva política implica a España, pues

necesita su colaboración para el paso de las tropas. Cuando Luis XIV

propone la formación de una liga entre Francia, España y Venecia para

obligar al Papa a sacar de Roma sus tropas y conceder el indulto a los

franceses encarcelados, el encargado de la embajada de España en

Roma, el cardenal Aragón, consigue con su mediación evitar el

enfrentamiento733, pero cuando exige al Papa no sólo excusas por el

incidente que sufrió su Embajador, sino la desencameración de Castro y

prepara un ejército para ocuparlo, se plantea un conflicto que afecta a

también ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, N: “El cardenal de Aragón”, Tomo I, 1929, pp. 57 y sig. MOUY: L´ambasade du duc de Crequi”, París 1893, 2 vol., pp. 307-311. PASTOR observa: “la brutalidad en el modo de proceder de Luis XIV aparece en plena luz apenas se considera que el incidente del 20 de agosto fue únicamente un pretexto hábilmente escogido para humillar a la Santa Sede, ya que los documentos de archivo parisiense demuestran que ni el rey ni sus consejeros habían creído ni un momento en la verdad de las acusaciones contra Alejandro VII y su gobierno y que a todos constaba claramente que el Papa no podía ser declarado autor del ataque del palacio del embajador”, “Historia de los Papas”, Tomo XIV, Vol. XXXI, Barcelona, MCML.732 A.GS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 5 octubre 1662. El marqués de la Fuente cuenta la entrevista que mantuvo con el Nuncio de S.S. al que visitó cuando se enteró de que había sido expulsado de aquel reino. Uno de los oficiales de guardia se le acercó y separándole de sus criados y de los del Nuncio le dijo que tenía orden de no permitir la entrada a nadie. El marqués propuso al guardia que se sentase con ellos y oyese la conversación. De esta manera consiguió el marqués información valiosa de los asuntos de Roma.733 ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, N.: “El cardenal Aragón”, 1929, Tomo I, p. 60 y sig.

272

España, que no está interesada en que se abra un frente bélico en Italia y

menos aún que se produzca una agresión a los Estados Pontificios.

La política de expansión de Francia por el norte de Italia había

sido iniciada por Richelieu y había conseguido sus primeros frutos: la

toma de Casal, capital del Monferrato, durante la guerra de sucesión de

Mantua (Tratado de Susa firmado en 1631), y la ocupación de Piñarolo

que pertenecía al Duque de Saboya, (Tratado de Fontainebleu mayo de

1631), ambos hechos perjudiciales para los intereses de España734. En

ese momento la política francesa contaba con el apoyo de Roma y su

triunfo en la guerra de sucesión de Mantua marca el principio del

“traspaso de la hegemonía de los Habsburgo a los Borbones en Italia”735.

Pocos años después, el Duque Francisco I de Módena, conociendo la

enemistad entre la Monarquía Católica y la casa Barberini, pretendió

una alianza con España para desalojar del Piamonte y Monferrato a los

franceses y para sujetar a Barberinis y Farnesios. Tras algunos éxitos

logrados con esta alianza, la Casa de Este inicia también una

aproximación a Francia, lo que pone de manifiesto el retroceso que

estaba sufriendo la Monarquía Católica en Italia. No obstante, y a pesar

de la sublevación de Nápoles que debilita a España, inmersa en la

guerra contra Francia en los Países Bajos españoles y en Cataluña, lo

cierto es que las tropas del virrey Oñate derrotaron a las del duque de

Guisa en Capua (1647) y que Juan José de Austria expulsó a los

734 ALDEA VAQUERO, Quintín. “La segunda fase de la Contrarreforma”. La España de Felipe IV. Historia de España. Menéndez Pidal, Tomo XXV, Madrid 1982, pp. 605-631. 735 Según Quintín Aldea hoy no se puede dudar de la oculta y activa parcialidad de Urbano VIII, de la familia Barberini, hacia la política francesa, no tanto por amor a Francia como por aversión a España. Participó en una conjura contra la casa de Austria pretendiendo el equilibrio italiano “a costa de la hegemonía habsbúrgica”. Supra, p.619. También M.A. OCHOA BRUN, en “Embajadas y embajadores en la Historia de España”, Madrid, 2002, p. 279 y sig., al hablar de Urbano VIII, dice que el pontífice era resueltamente pro francés y que desarrollaba una creciente hostilidad hacia España.

273

franceses de Portolongone y Piombino (1648) eliminando así el peligro

francés736.

Un ejemplo de la ambición francesa en el norte de Italia es el

ducado de Castro737. El ducado se había convertido en un importante

estado, tanto por la extensión como por las abundantes rentas y Urbano

VIII, de la casa Barberini, que soportaba mal el poder creciente de los

Farnesio, quiso recuperarlo. Primero intentó comprarlo y después le

declaró la guerra pero los Farnesio, gracias al apoyo de Francia,

derrotaron al Papa y continuaron conservando el ducado de Castro

(Tratado de Roma 1644). La guerra por la posesión de Castro la reinicia

Inocencio X que consigue incorporar de nuevo este rico ducado a sus

estados en 1650. Los Farnesio para recuperarlo vuelven a pedir ayuda a

Francia y logran que en el Tratado de los Pirineos se acuerde que “el rey

de Francia y el rey de España se obligan a interponer oficios para la

restitución de Castro y Ronciglione”738.

A Felipe IV no le interesa que Francia adquiera más poder,

tampoco le interesa enfrentarse con Roma, pero comprueba que el Papa,

a sus espaldas, intenta reconocer ministro de Portugal. En 1662 el

Marqués de la Fuente, con ayuda de unos confidentes, intercepta a un

emisario y, tras robarle los papeles, descubre que los portugueses

pretenden que ministro suyo sea reconocido en Roma y que puedan

736 Ver FERNÁNDEZ ALVAREZ, M.: “El fracaso de la hegemonía española en Europa”. Historia de España. Menéndez Pidal. Tomo XXV. Madrid, 1982,p. 734 y sig. 737 El territorio de Castro, situado entre el Lacio y Toscana, en el valle del río Olpeta, fue primero un estado pontificio gobernado por un enviado del Papa, después concedido como vicariato a Raniero dei Baschi por Urbano VI y, más tarde, convertido en ducado por Paulo III. En 1538 Pier Luigi Farnese, hijo de Paulo III cedió Frascati a la Cámara apostólica a cambio de Castro ya convertido en ducado hereditario. El ducado de Castro estaba compuesto, entonces, por tierras que pertenecían a los Farnese y por las tierras añadidas de la Cámara apostólica.738 Tratado de los Pirineos (1659), Art. 100. El famoso hacendista Colbert presentó al Papa una carta de su soberano, en febrero de 1661, para iniciar los trámites de desencameración y la vuelta de esos territorios a los duques de Parma y de Módena. Alejandro VII respondió que estaban consolidados los títulos de la Cámara y que acceder a la demanda sería faltar a su conciencia.

274

nombrar obispos, actos contrarios a los intereses de España y en contra

de lo acordado en la Paz. El Marqués de la Fuente lo advierte a

Madrid739. Resultaba muy doloroso para Felipe IV observar los pasos de

la diplomacia vaticana encaminados a reconocer enviados de Portugal

cuando la guerra de Portugal por su independencia era el problema más

grave de la Monarquía Católica.

Y es que el conflicto hispano portugués arrastraba consecuencias

en el plano religioso. La Iglesia tuvo, posiblemente, un papel más

intenso de lo que se ha pensado en el establecimiento del nuevo régimen

y, sobre todo, en su consolidación, pero la Iglesia la componían un

universo demasiado grande como para no esperar desacuerdos. Los

jesuitas, desde luego, dieron el tono de la Restauración brillando como

diplomáticos y consejeros reales (fue el caso de Antonio Vieira740); la

Inquisición, sin embargo, se destacó por su simpatía hacia Madrid

nacida del apoyo que los reyes de Braganza —como antes los Felipes—

brindaron a los cristianos nuevos para poder financiar la guerra741.

Desde 1645 Juan IV de Braganza pedía el derecho a nombrar

obispos pero el Papa, que no se atrevía a reconocer como rey de

Portugal al jefe de los sublevados por no enemistarse con España,

739 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 8 octubre 1662, 14 de noviembre 1662.740 El jesuita Antonio Vieira (Lisboa 1608-Bahia 1697), insigne escritor y orador, fue amigo del rey Juan IV con quien colaboró para allanar las dificultades de los primeros años de la Restauración. Creyó realizable la utopía del Quinto Imperio (la vuelta de Juan IV). Se ocupó de asuntos de estado (defendió a los esclavos, aconsejó la entrega de Pernambuco a Holanda para salvar Brasil, arbitró la formación de una Compañía naval de Comercio entre Portugal y las colonias, etc.). Partidario de Pedro II fue desterrado por los partidarios de Alfonso IV y condenado por la Inquisición por defender a los cristianos nuevos y criticar los procesos de dicho Tribunal.741 VALLADARES, Rafael: “Portugal y la monarquía hispánica”. ARCO Libros. Madrid 2000, pp. 40-41. El clero acumulaba motivos sobrados para romper con Madrid: la política a favor de los cristianos nuevos, el retroceso de las misiones en Etiopía, Asia (especialmente sentida fue la expulsión de los jesuitas del Japón) y Brasil, así como la imposición fiscal contraria a sus privilegios, sumaban una tríada explosiva. De los Braganza la Iglesia esperaba recuperar el respeto por sus inmunidades. A cambio el clero pagó con la moneda de la propaganda anti-austracista lanzada desde los púlpitos.

275

nombró “motu propio” a los obispos de las sedes vacantes. España,

como estaba acostumbrada a este procedimiento, no protestó, pero Juan

IV había lanzado la amenaza de un concilio nacional y designó a un

candidato para Lisboa, Evora y Braga. Francisco Ramos del Manzano,

del Consejo de S.M. y catedrático de la Universidad de Salamanca, se

dirigió a Alejandro VII sobre la provisión de los obispados vacantes en

la corona de Portugal exponiendo los títulos con los que a la Majestad

Católica pertenecía la corona de Portugal, aportando pruebas de la

injusticia, infidelidad y violencia de la aclamación del de Braganza. En

su escrito propone a Su Santidad confirmar las nominaciones de obispos

para las iglesias de Portugal hechas por el Rey Católico o que lo haga

“motu proprio” pero que no admita las presentaciones de obispos

hechas por el “tirano” por la incapacidad e indignidad del tirano,

excomulgado, sacrílego y perjuro. También pide a Su Santidad que

proceda contra el tirano de Portugal con las armas y medios espirituales

propios de su autoridad y de la razón por la tiranía y por la obstinación

declarada de no admitir obispos sino a su nominación742.

Y Manuel Franco de Cora, en nombre de Felipe IV, pide también

a Alejandro VII que favorezca con las armas espirituales la causa de

S.M. Católica contra el rebelde portugués. En un Memorial el autor

manifiesta el temor de que los portugueses se separen de Roma y

manchen el “cándido armiño que siempre conservaron intacto y

limpio”, y pide a Su Santidad que “vibre el báculo pastoral contra la

oveja descarriada, obligándole a volver a la obediencia”. Sus

argumentos son el derecho que asiste al católico monarca (se remonta

hasta Alfonso VI de Castilla), y la jurisdicción que tiene para proceder

742 RAH 5/2340. RAMOS DEL MANZANO, Francisco: “A nuestro santísimo padre Alejandro VII....Madrid 1660.

276

contra el Duque rebelde743. Pero estas recomendaciones, como veremos,

no serán atendidas.

Con ayuda de sus confidentes, fray Raphael Socias en esta

ocasión, el Marqués de la Fuente descubre que el cardenal Ursino envía

a un sujeto francés a Lisboa con despachos para el Duque de Braganza

para facilitar el nombramiento de obispos y admitir ministro en nombre

del tirano. Cuenta el Marqués que habiéndole dado audiencia Su

Santidad para despedirse le mandó que asegurase al de Braganza que

era buen padre común y que haría cuanto pudiese, dando a entender que

Roma estaría dispuesta a aceptar los nombres que propusiera el de

Braganza secretamente. Añade el Marqués que en Roma dieron al

francés despachos de misionero apostólico (con los que se libró de una

fragata de San Sebastián) y, llegando a Lisboa, lo pusieron en el

monasterio de Belén donde después de algunos días le dijeron que el

Duque de Braganza estimaba la buena voluntad del cardenal, pensaría

en ello y podía regresar. Pidiendo el francés que le pagaran el viaje le

respondieron que pasase a Londres en busca de Francisco de Melo, ya

que éste se encontraba allí resolviendo unos asuntos, porque era

Francisco de Melo el que se ocupaba de las cosas de Roma. Para ello le

entregaban una carta. Cuenta también el Marqués que Portugal envía a

Roma a D. Antonio Luis de Acebedo para que declare al Papa el

descontento del pueblo por no tener prelado y la esperanza que tenían

de que Su Santidad aplicaría el remedio. Si no tomaba pronta

resolución, el Duque de Braganza pasaría a nombrar un Patriarca, algo

que nadie en el mundo podría reprocharle ya que había esperado 22

años. Descubre el Marqués que el de Acebedo llegó a Londres en

743 BNM Ms. V.E. 48-62. Memorial a la santidad de Alejandro VII en que se representan las razones y fundamentos jurídicos que deben obligar a Su Santidad a favorecer con armas espirituales la causa de S.M. Católica contra el rebelde portugués. Escrito por Manuel Franco de Cora. Año 1660.

277

compañía de un napolitano que le había de acompañar hasta Roma, allí

tuvo la noticia de que habían de pasar a Dunkerque y por Bruselas llegar

a París, por lo que había escrito al Marqués de Caracena con las señas

muy particulares de ambos para que enviara personas a todos los parajes

por donde tenían que pasar por si podían prenderlos ya que eran muy

importantes los papeles que llevaban744. Poco después fue desvalijado y

robados sus papeles y el Marqués lo comunica a Madrid745. El Consejo

de Estado, a la vista de la información enviada por el Embajador que

pone al descubierto la postura de Roma contraria a los intereses de

España, reitera lo mucho que interesa impedir las ansias del Duque de

Braganza de ser reconocido en Roma y propone que se avise al cardenal

Aragón746 para que presione al Pontífice, sin perder la compostura, para

que no niegue a España lo que con tanta insistencia se le ha pedido: que

no reconozca a ministro de Portugal747.

A pesar del talante claramente ofensivo demostrado por el Rey

Cristianísimo y a pesar de las negociaciones secretas que Roma hace

con Portugal, España actuó como moderador entre Francia y Roma en

todas las ocasiones. El encargado de la Embajada de España en Roma,

el cardenal Aragón, tuvo un papel conciliador cuando, tras el incidente

de Crequi, se presentó inmediatamente en el palacio del Papa de Monte-

744 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 8 octubre 1662. Descubre también el Marqués que el sujeto francés enviado por el cardenal Ursino a Lisboa es utilizado por Francisco de Melo para conseguir que el Rey de Francia ayude al de Braganza a cambio de alguna isla o puerto de Portugal. Como el francés no quiso encargarse de este trabajo fue despedido sin pago por lo que había acudido al embajador de España. Al enseñar los documentos y pruebas, el Marqués creyó la versión del francés745 AGS, Estado, Francia, leg. 1386, Madrid, 14 de noviembre 1662. El Marqués envía a Madrid los papeles que llevaba don Luis de Acevedo cuando fue desvalijado en Nibers, en los que se indicaba la manera de comunicarse Lisboa con Roma.746 Don Pascual de Aragón era embajador interino en Roma desde 1661, sustituyó a Luis de Ponce. Don Pascual de Aragón, caballero de la Orden de Alcántara, era hijo de Don Enrique, V duque de Segorbe y Cardona y de doña Catalina Fernández de Córdoba. Fue Virrey de Nápoles, Arzobispo de Toledo, Inquisidor General de España, del Consejo de Estado, Presbítero, Cardenal de Sta. Balbina, consejero de la Reina doña Mariana de Austria. Murió en Toledo en 1677. GARMA y DURAN, F.J.: “Teatro universal”, Vol. III, Madrid MDCCXXXVIII, p.89). 747 AGS, Estado, Francia, Leg. 1386, Madrid, 31 de octubre 1662.

278

Cavallo para ver al joven cardenal nepote Chigi748, primer ministro de

Estado, condenar la atroz ofensa contra la embajadora francesa y exigir

una satisfacción. Después fue al palacio Farnesio en donde se entrevistó

con Crequi y le mostró su apoyo así como su casa, en la plaza de

España749, para que la embajadora pasara la noche. El cardenal Aragón

intervino también como mediador cuando Francia pretendió una liga

con España y Venecia para obligar al Papa a expulsar a su guardia de

Roma como hemos visto. Con habilidad extrema se comportó también,

como Embajador y Cardenal que era, cuando respondió a una terrible y

precipitada carta de Luis XIV dirigida a todos los cardenales de la curia

con injurias a Su Santidad y llena de amenazas. Aragón respondió al rey

Cristianísimo declarándole veneración, manifestando su amistad con

Crequi y poniéndose a su disposición. Y cuando el Nuncio mostró a

Luis XIV el gravísimo disgusto del Papa por lo sucedido y el sincero

deseo de dar una satisfacción a Francia, la mayor que podamos, y fue

expulsado de París, fue asistido con particularidad por el Marqués de la

Fuente como hemos visto más arriba. El Consejo de Estado aprueba el

comportamiento conciliador de ambos embajadores y les recomienda

trabajar por la quietud750.

748 Flavio Chigi, sobrino de Alejandro VII, nombrado cardenal en 657, fue el mecenas más influyente de Roma. .749 Se refiere al “palazzo di Spagna”, sede de la embajada de España que se encuentra en la plaza de España de Roma. 750 ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, Narciso de: “El cardenal Aragón”, París 1929, p. 60.

279

Pero estos gestos no parecieron suficiente a Luis XIV que tomó

drásticas medidas. El 18 de octubre las tropas del Papa abandonaron

Aviñón y empezaron a sonar en París los planes de guerra. Diez mil

infantes y tres mil de a caballo, además de una poderosa escuadra,

habían de pasar a Italia para devolver el valle de Comacho al duque de

Módena y el de Castro y Ronciglione al de Parma. Para llevar a cabo

estos planes Luis XIV pidió a Felipe IV que aceptara estas condiciones:

1° el paso de las tropas francesas por el estado de Milán para ir al estado

de Castro, y la entrada en sus puertos de los bajeles.

2° la promesa de no recibir ahora ni en tiempo alguno venidero en su

servicio ni bajo su protección la casa Chigi ni al Cardenal Imperial.

3° orden a su Embajador en Roma751 para no entrar en aquella corte y

salirse en caso de haberlo hecho hasta que se haya dado satisfacción.

Lionne comunica orgulloso al Marqués de la Fuente que Felipe

IV ha aceptado las exigencias de Francia y añade que S.M. (Luis XIV)

está muy obligado por estas manifestaciones de afecto y unión de

intereses que el Rey su suegro le ha querido mostrar en esta ocasión y

que por eso envía orden al arzobispo de Embrún para que exprese su

agradecimiento en los términos que podrán dar mejor a entender a S.M.

Católica el reconocimiento con que queda S.M. Cristianísima y el deseo

que tiene de corresponder con el mismo afecto en todas las ocasiones

que podrán ofrecerse para dar satisfacción a los intereses de S.M.

Católica752.

No sólo Lionne manifiesta al Marqués de la Fuente el

agradecimiento de Luis XIV por la ayuda de España en los asuntos de

751 El nuevo embajador recién nombrado era don Pedro Antonio de Aragón hermano del Cardenal Pascual de Aragón que estaba de embajador en funciones.752 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 11 noviembre 1662.

280

Roma, el mismo Rey Cristianísimo escribe personalmente a Felipe IV

una carta que dice: “Señor mi hermano y suegro, la facilidad con que

V.M. se ha dispuesto a venir en todo lo que mi Embajador le ha pedido

en mi nombre con ocasión de los negocios que se han ofrecido en

Roma, es una prueba tan clara y tan cierta de la amistad de V.M. que

me deja no menos obligado por esta consideración que por lo que se

debe al hecho mismo. V.M. puede asegurarse que hallará en mí una

correspondencia muy cordial en todas las ocasiones que se ofrezcan,

entretanto doy a V.M. mil gracias y el ruego de entero crédito a lo que

el mismo Embajador le dirá sobre otro negocio. Y acabo esta carta con

mis deseos ordinarios de la conservación de V.M. que deseo como la

mía propia. París, 17 noviembre, 1662. Buen hermano, sobrino y yerno

de V.M.753

Pero el talante conciliador de Felipe IV no es bastante para frenar

la ambición del Rey Cristianísimo que se prepara para la guerra. Miguel

de Iturrieta, ausente de París el Marqués de la Fuente754, comunica a

Madrid que, con pretexto de lo sucedido en Roma, los franceses han

empezado a distribuir dinero para las levas para el ejército de Italia755 y

hacen movimientos de armas pasados los Alpes para lo que hiciera falta,

aunque tienen la orden de procurar no romper con el Papa.

Mientras, el Duque de Crequi, detenido en San Quirico756, exige a

Rasponi757 la inmunidad de los embajadores, el perpetuo destierro de los

753 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 17 noviembre 1662.754 El Marqués de la Fuente, nombrado embajador de S.M. Católica en la Dieta de Ratisbona en septiembre de 1662, dejó la embajada de París en octubre a cargo de Miguel de Iturrieta, Secretario de Embajada, y regresó en Diciembre porque la tensión entre Francia y Roma crecía. Ver capítulo “La Embajada” en este trabajo.755 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 19 noviembre 1662.756 Lugar de la Toscana en donde se celebraron las primeras reuniones para negociar la satisfacción que Roma debía dar a Francia por el incidente.757 Representante del Papa en San Quirico, Secretario de la Consulta y Auditor del Cardenal Chigi.

281

corsos declarándoles incapaces de llevar armas en los Estados del Papa,

la construcción de una pirámide levantada en su antiguo barrio que

recordará la afrenta, la expulsión de Roma del cardenal Imperial, el

destierro a Siena de don Mario Chigi, hermano del Papa y General de

las armas pontificias, y el envío a París del cardenal Chigi, sobrino del

Papa, como Legado a Látere, para pedir a Luis XIV perdón por las

ofensas, que se habían hecho a su persona758.

El Cardenal Aragón escribe a Iturrieta para decirle que Su

Santidad lamentaba la situación y le había confesado, enternecido, que

deseaba una pronta solución al conflicto y que confiaba en que “Dios ha

de abrir el corazón a S.M. Cristianísima”759. No sólo enternecido sino

preocupado, Alejandro VII pide a Felipe IV en un Breve su protección,

como Rey Católico, en el caso de que Francia intente atropellar la Santa

Sede. El Consejo de Estado analiza el Breve de Papa y se resiste a

prestarle ayuda por no quebrantar la Paz de los Pirineos aunque es

consciente de que Francia ayudando a Portugal vulnera dicha Paz760.

La embajada especial nombrada por Alejandro VII que debía

negociar las excusas por el asunto de Crequi y sus consecuencias

758 ESTENAGA ECHEVARRÍA, N.: “El Cardenal Aragón”, 1929, p. 79-80. El encono de Crequi con el cardenal Imperial fue enorme y el cardenal de Aragón fracasó en su intento de evitar que fuera expulsado de Roma.759 Le dice también que recibió al Cardenal Imperial, en contra de los deseos del Rey de Francia, sin que fuera visto. AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Roma, 12 febrero 1663.760 El Papa pedía a Felipe IV sentar plaza bajo sus banderas a cuantos en Italia voluntariamente acudiesen, así como adquirir en sus dominios italianos las municiones, víveres, armas y vituallas de que hubiere necesidad, suplicándole al mismo tiempo, su intercesión con el Emperador, para que le ayudase en cumplimiento de lo que, por virtud de la fe jurada, debía obrar en estas circunstancia. ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, N.: “El cardenal Aragón”, París, 1929, p. 96. Por por no interrumpir la quietud, o por debilidad objetiva, Felipe IV rehusó ofrecer el apoyo de España solicitado por el Nuncio papal en 1662, cuando los franceses, después de haber ocupado Avignon, amenazaban con invadir los Estados Pontificios. Este acontecimiento se tradujo en una “actitud que renegaba clamorosamente de toda pretensión de reivindicar la primacía entre las potencias cristianas” y ha sido valorada por Signorotto como el final de la Europa Católica, concepto que expresaba la particular relación existente entre España y Roma iniciada en tiempos de Pío IV. VISCEGLIA, María Antonietta: “Convergencias y conflictos. La Monarquía Católica y la Santa Sede (Siglos XV—XVIII). Studia Histórica, Vol. 26, 2004, p. 188-189.

282

encuentra numerosos obstáculos para actuar. Para admitir al cardenal

Chigi en calidad de Legado a Latere con los honores

correspondientes761, Francia exige que antes de salir de Roma se ajusten

y concluyan con el Duque de Crequi los términos que habrá de emplear

para hablar con S.M. Exige también que todos los demás puntos de la

satisfacción han de ser anteriormente ajustados con el mismo Duque.

Estos aspectos, según insinuó Lionne a Iturrieta, iban de mal en peor,

principalmente la expulsión de Roma del Cardenal ya que el Papa no

accedía por lo que la Sede Apostólica debía al Cardenal Imperial762. La

tensión disminuye cuando el Papa accede a negociar los territorios de

Castro y Comacho para satisfacer a Francia, entonces Luis XIV señaló

la ciudad de Lyon para celebrar una reunión que tratase de este

asunto763.

5.2. La conferencia de Lyon y de Pontebonvicino

Para representar a España en la reunión que se va a celebrar en

Lyon, en la que se negociarán las excusas por el incidente de Roma, el

Consejo de Estado propone a Miguel de Iturrieta. A pesar de que el

nombramiento fue recibido con muchas reticencias tanto por el Rey

como por los ministros de Francia, el Marqués de la Fuente, a través de

la Reina, de Le Tellier, de Lionne y del Rey, gestiona con habilidad que

Iturrieta vaya a Lyon y, aunque había partido ya hacia Madrid

(regresaba tras haber gestionado la embajada en ausencia del Marqués

de la Fuente) y se encontraba en Cambray, es advertido para que regrese

761 Legado a Latere son siempre Cardenales a los que el Papa da amplios poderes, tanto para tratar los asuntos que le son encargados como para administrar los gastos u otros asuntos de Su Santidad. Son recibidos por los príncipes Católicos con honores extraordinarios; en Francia son acompañados de Príncipes de la sangre a su entrada y son sentados y cubiertos en la Audiencia del Rey; los Nuncios del Papa y los Embajadores hablan de pie. CALLIERES: “De la maniere de negocier avec les souverains”, Ryswick, 1757, p. 55. 762 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 7 diciembre 1662.763 ESTENAGA Y ECHEVARRIA, Narciso de: “El cardenal Aragón”, París, 1929, p.96.

283

a París. Para representar al Papa en Lyon es nombrado Mr. Rasponi. El

Marqués de la Fuente comunica a Madrid que a los ministros franceses

les había parecido temerario o imprudente, según le habían confesado,

que hubiera pedido pasaporte para entrar en Francia como

plenipotenciario y declararse luego Nuncio en virtud de un Breve que le

dio Su Santidad, ya que al expulsar al que tenían, habían declarado que

no querían ministro de aquel grado y manifestaban que no querían con

Roma ninguna correspondencia más que la precisa764.

Las conversaciones que se celebran en Lyon se complican. El

embajador francés, a través del Duque de San Lucar, comunica a Felipe

IV que nuevas circunstancias alteraban el rumbo de las cosas: como los

Duques de Parma y Módena le tenían ofrecido a su soberano aquellas

plazas, el Rey de Francia quedaba obligado a ellos y necesitaba el paso

para sus tropas por el Milanesado. El arzobispo dijo también a San

Lucar que si el Papa cumplía lo prometido (desencamerar Castro y

Ronciglione), Luis XIV quedaría satisfecho y no habría guerra. El

Consejo de Estado quedó preocupado por la actitud de Francia: pedía el

paso de las tropas, buscaba su engrandecimiento en Italia, se enfrentaba

con el Imperio, prestaba ayuda a Portugal (en esos días llegaba a Lisboa

un sobrino de Colbert llevando gente y dinero) y todo sin dejar de

manifestar una amistad sincera con España. Las negociaciones que

paralelamente habían iniciado Francia y los Duques de Parma y Módena

eran en verdad preocupantes pues Francia pretendía que el Duque de

Parma le cediese la ciudad de Piacenza una vez recuperado el estado de

Castro y pretendía también enviar tropas a través de Milán. La

perspicacia política llevó al cardenal Aragón a advertir a Madrid que

con la guerra se alcanzarían mayores ganancias que con medios

764 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 20 mayo 1663.

284

pacíficos. También Venecia sería partidaria de la intervención si Francia

aprovechaba la ocasión para su expansión por Italia.

Las pretensiones de los franceses en el norte de Italia, tanto en

Parma como en Piacenza preocupan también al Marqués de la Fuente

que cada día con menos confianza confiesa: “a entrambos negocios

atenderé pues, si bien no servirá de mucho para divertir aquí, podrá

servir mi cuidado para que con la noticia de lo que entendiere,

disponga el reparo la prudencia de V.M”. La respuesta de le Tellier al

Marqués de la Fuente cuando éste le pregunta sobre Casal fue: “aunque

el duque de Mantua nos quisiese dar el Casal en propiedad no lo

aceptaríamos por no concitar a toda Italia contra nosotros”, y añadió:

“aunque asegurar la plaza al duque con presidio francés sería tratable

sin que nadie pudiese condenarlo.” El Marqués de la Fuente juzga que

los franceses han iniciado el camino de penetrar en Italia y se reafirma

en su idea, ya manifestada en Viena, de enviar soldados alemanes no

sólo si lo pidiese el Duque, sino si simplemente lo insinuase765.

En la reunión de Lyon planteó Francia el problema de

precedencia no queriendo ceder el primer lugar a Rasponi. Se fundaba

en que Rasponi era plenipotenciario del Papa y el Duque de Crequi era

todo un embajador. El Marqués de la Fuente pretendiendo allanar estas

dificultades propuso al cardenal Aragón que el Papa revistiera de más

autoridad a Rasponi o que cediera a la pretensión de Francia766. Para

evitar los problemas de precedencia el Duque de Crequi y Rasponi

acordaron seguir la reunión de Lyon en un lugar del estado de Saboya,

llamado Ponte Buonvicino, en la frontera767.

765 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 20 mayo 1663.766 ESTENAGA ECHEVARRÍA, Narciso de: “El cardenal Aragón”, París, 1929, p. 102.767 Si la reunión no se celebraba en Francia no se planteaban problemas de precedencia.

285

A Buonvicino además del Duque de Crequi y Rasponi acudieron

el embajador de Venecia, el Secretario Iturrieta, un agente del Duque de

Parma y varios delegados de la ciudad de Aviñón. Sobre la mayoría de

los asuntos pendientes: pretensiones francesas sobre los corsos, amnistía

a los culpables de Aviñón, etc, hubo acuerdo, pero no así sobre Castro.

Después de muchas deliberaciones, el Duque de Crequi insistía en

la desencameración de Castro y Rasponi se oponía porque el Papa,

según las Bulas juradas, no podía otorgarla a menos que la Rota o una

Congregación de cardenales lo resolviera. Al final redactaron un

importante documento por el cual el Papa admitía la desencameración

de Castro y Ronciglione otorgando facultades al Duque de Parma para

amortizar el empréstito y sus intereses en el plazo de ocho años, de

suerte que a medida que pagase, el Papa le iría devolviendo esos

estados. Parecía una solución a plazos, pero una solución.

El documento convenido en Ponte Buonvicino por Crequi y

Rasponi no tuvo buena acogida ante sus respectivos soberanos y el

Papa, que en un primer momento había prometido ceder Castro y

Ronciglione en determinadas condiciones, decidió después no ceder al

capricho de Francia y empezó a prepararse para la guerra. El cardenal

Aragón transmite a Madrid su sospecha sobre las intenciones de los

franceses; piensa que no sólo apuntan a Castro y dice que su blanco es

“destruir de raíz, si pudieran, la influencia de España en Italia”.

Sospecha que los franceses, exigen ahora el territorio de Castro, pero

después exigirán cualquier otro, tratando de retener en Italia los tercios

necesarios para la guerra de Portugal768. 768 ESTENAGA ECHEVARRÍA, Narciso de: “El Cardenal Aragón”, París, 1929, pp. 101-109.

286

Luis XIV, que ya está preparado para la guerra, escribe entonces

a Felipe IV una carta crítica contra el Papa justificando el rompimiento

en el incumplimiento de Su Santidad al acomodamiento de Castro —

como se había acordado en el tratado de los Pirineos—; manifiesta que

este suceso es muy importante en el mundo y necesariamente traerá

consecuencias. Luis XIV recuerda a Felipe IV las “raterías e

indignidades de la corte de Roma” en los preliminares a San Quirico

cuando se acordó continuar con la negociación si Su Santidad se

comprometía a aceptar los puntos de Castro y Comacho como dice el

Tratado de los Pirineos, le recuerda también que ante las sospechosas

palabras de Chigi pidieron que las pusiera por escrito, lo cual fue

concedido y ratificado por el ministro de España, el embajador de

Venecia y después por Su Santidad. Pero las precauciones y promesas

por escrito son inútiles tratándose de los Chigi y ahora dice Su Santidad

que la causa del Duque de Parma la debe ver uno de los tribunales de

Roma. Luis XIV manifiesta su indignación por el proceder insoportable

y escandaloso del Papa “en el que solo prevalece la codicia”, que no

cumple una promesa escrita y que solo pretende acumular nuevos

tesoros y esta pasión ha llegado a cegarle. Luis XIV se considera

justificado ante Dios y ante los hombres por la decisión de interrumpir

las conversaciones ya que es el Papa el que no ha cumplido la palabra769.

(Doc. n° 5).

En Madrid, el Consejo de Estado, preocupado por la guerra que

se avecina, recomienda escribir al cardenal Aragón reiterándole que

haga cuantas negociaciones estén en su mano para llevar a buen fin el

negocio de la paz. Debe explicar a Su Santidad lo que S.M. Católica

769 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 15 julio 1663.

287

hace por su parte para lograr el acuerdo, y suplicarle que cumpla la

promesa que hizo de ceder Castro pues en ello va la quietud de Italia y

de toda la cristiandad770.

Las malas noticias de una inminente guerra en Italia siguen

llegando a Madrid cuando todavía resuena la última derrota militar en

Portugal. El Marqués de la Fuente advierte a D. Luis de Ponce que un

representante del Duque de Saboya que había llegado a París para

interesarse por la salud del Rey solicitaba la leva de 3.500 infantes y

500 caballos, diciendo que temían un ataque sorpresa de las tropas

españolas (de D. Luis de Ponce), y de las del Duque de Mantua. El Rey

accedió diciendo que daría orden a las tropas francesas que se

encontraban en el Delfinato, no muy lejos, para que socorriesen al

Duque sin esperar. El Marqués confiesa a Ponce su sospecha de que el

Rey de Francia pretende introducir tropas en Italia, las que se hallan en

la vecindad, a instancias de príncipes que rompen con el Papa, sin el

descrédito que le ocasionaría hacerlo a las claras para empezar a finales

del verano una guerra con un ejército de 8.000 ó 10.000 hombres. Lo

que interesa a Francia, añade el Marqués de la Fuente a Ponce, es poner

el pie en Italia. Y esto lo relaciona con el asunto del Imperio: quiere

valerse de la liga del Rhin para disponer, al calor de aquellas tropas, lo

que desea en la Dieta del Imperio. Sugiere a Ponce que preste atención a

esos asuntos, tanto en las negociaciones que lleva con sus vecinos de

Viena como con los príncipes de Italia, pues a la menor insinuación

meterán tropas francesas en casa. También le aconseja escribir al

cardenal Aragón para que procure que el Papa no de motivo para que el

770 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 21 julio 1663. El Consejo de Estado pretende que Su Santidad habilite al duque de Parma para el desempeño del ducado de Castro, se ofrece para facilitar al duque de Parma la disposición de los terrenos que tiene en el reino de Nápoles, en empeño o enajenación, en todo o en parte según convenga a esta negociación.

288

Duque de Parma y el de Módena, influidos por el cardenal de Este,

desprecien el riesgo remoto (aunque mayor) por librarse del presente771.

El Marqués de la Fuente transmite a Madrid otra importante

información recibida directamente de Luis XIV en los aposentos de la

Reina. Cuenta que tras el rompimiento de la conferencia de Buonvicino,

un decreto del parlamento de Aix dio por incorporada la ciudad de

Aviñon y el condado de Venasino a la corona francesa como territorio

de Provenza. El presidente del Parlamento intimidó al vicelegado del

Papa por orden del Rey de Francia para que abandonara la ciudad y, tras

varios requerimientos de éste, fue expulsado con violencia. Piensa el

Marqués que el Papa recibirá un duro golpe con el despojo de Aviñon y

el condado de Venasino. Comunica también a Madrid que 8 ó 10.000

hombres se movilizan para pasa a Italia el próximo día 18, y que se

dirigen a los estados de Módena y Parma, los cuales han pedido socorro

a Francia por la amenaza del Papa, como lo había hecho el Duque de

Saboya. La infantería irá dirigida por el Marqués de Beufort y la

caballería por el conde de la Follada, hermano del arzobispo de

Ambrún, ambos con el título de Teniente General772.

771 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 3 agosto 1663.772 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 13 agosto 1663. El Marqués duda que puedan pasar a Francia porque hace 450 años que los posee la Iglesia por donación de Felipe III hijo de San Luis hecha a Gregorio X, y de Felipe IV a Clemente V, habiendo breve en que el primero da las gracias porque se le haya restituído a la Iglesia lo que era suyo.

289

El Papa cuando recibió la noticia de la expulsión del Nuncio y de

la incorporación de Aviñón a la corona de Francia mostró resignación y

prudencia. Prefería renunciar al papado antes que mover la guerra en

Italia y así se lo dijo al cardenal Aragón en audiencia, añadiendo que

antes que invadir los ducados de Parma y Módena, aliados de Francia,

para desquitarse del despojo de Aviñón, prefería sufrir y no dar pie a

que se turbase la paz. El cardenal Aragón cuando dio cuenta al Rey de

lo sucedido tomó partido por el Papa, calificó el acto de “injusticia” y

añadió en su carta: “refiérolo a Vuestra Majestad porque se halle

enterado de ello como lo estoy yo, y porque Vuestra Majestad no se

sirvió de ponerme en esta dignidad para que condenase mi alma”773.

Tras el anuncio del rompimiento de la conferencia, hecho

personalmente por el Rey de Francia a Felipe IV, y recibidas las noticias

de los embajadores en París y Roma, el Duque de San Lucar es

encargado por el Consejo de Estado para escuchar en audiencia al

Nuncio de Su Santidad y al embajador de Venecia para recabar

información y tratar de evitar la guerra. El Duque de San Lucar emite

un largo informe en el que da cuenta de las conversaciones mantenidas

con los embajadores. El Nuncio dijo a San Lucar que el Papa no podía

negociar con los franceses porque Francia pedía imposibles, que no

podía desencamerar Castro sin declarar que la compra que había hecho

Inocencio X había sido nula, lo que era faltar a la verdad, como

constaba en todos los contratos; Su Santidad no podía prometer lo que

no podía cumplir. Además si concediera la desencameración de Castro,

mañana pedirían los franceses la de Urbino, la de Ferrara, etc. El

Nuncio mostró a San Lucar gran resentimiento hacia el Rey de Francia

por haber despojado a la Iglesia de Aviñon y de los otros estados con el

773 ESTENAGA ECHEVARRÍA, Narciso de: “El Cardenal Aragón”, París 1929, p. 111.

290

pretexto de una declaración del parlamento de Provenza; advirtió que

hasta que Su Santidad fuera reintegrada del despojo que se le había

hecho no parecía conveniente tratar de lo demás, pero añadió que, a

pesar de este incidente tan escandaloso, la benignidad de Su Santidad,

viendo armados a los príncipes católicos, habiendo dado motivo el

turco, tendrá por bien que se reanuden las conversaciones a poder ser en

España, pues le parece la corte más conveniente ya que la autoridad de

S.M. Católica puede allanar todas las dificultades que se ofrezcan.

También aseguró el Nuncio que Su Santidad no se moverá contra los

estados de Parma y Módena mientras el Rey de Francia no mueva sus

tropas. El Nuncio confesó al Duque de San Lucar que la Iglesia no tenía

más amparo que el Rey de España y pedía su mediación para evitar la

guerra; le dijo también que no dudaba de que S.M. Católica comprendía

la postura del Papa, aprobaba su comportamiento y censuraba lo que los

franceses habían hecho.

El Duque de San Lucar se lamentó al Nuncio por la situación de

embarazo por la que pasaba Su Santidad, lamentó que Francia hubiera

llegado a tales extremos y, reconociendo la razón del Papa, expresó al

Nuncio que este era un problema pequeño comparado con el peligro

turco. Le dijo también que había que evitar la desunión de los católicos

y, ya que Su Santidad tiene fundada su mayor gloria en su mayor

piedad, lo que no sucede a los príncipes temporales, que unos la fundan

en la reputación y otros en el interés, el mundo puede juzgar a Su

Santidad cuando los turcos amenacen si encuentran desunidos a los

católicos. El Duque insistió al Nuncio en que Su Santidad, como cabeza

de la Iglesia, debe anteponer su exaltación a todos los intereses

particulares, que considere el daño que se seguirá al patrimonio de la

Iglesia por restituir Castro asegurando todo el caudal que ha

291

desembolsado la Cámara Apostólica por este feudo, o, por el contrario,

la ruina que llegaría al estado de Ferrara y de Urbino a consecuencia de

la guerra. Finalmente, el Duque de San Lucar se comprometió a

trasladar al Rey la propuesta de mediación de España hecha por el

Nuncio774.

El Duque de San Lucar recibe también al embajador de Venecia.

Este le hizo una larga exposición ponderando las malas consecuencias

que se seguirían de la rotura entre el Papa y el Rey de Francia, la

inquietud de Italia, los problemas que podrían suceder en aquella

provincia y el daño que padecería el estado de la Iglesia. El embajador

de Venecia insistió a San Lucar en que lo más importante era que tanto

Venecia como España debían convencer al Papa para que cumpliese lo

que ofreció al Rey de Francia ya que los daños que seguirían a Italia si

pasan los ejércitos franceses serían muy largos de contar. Ponderó

también el peligro de la amenaza turca, por lo que era necesario hablar

con el Papa con toda eficacia sobre este particular y propuso formar una

liga contra el enemigo común perfeccionando la que hace pocos años se

comenzó a juntar. El embajador de Venecia aprovechó, aún

reconociendo los problemas que en ese momento tenía España, para

pedir socorros como los que años anteriores habían enviado, siendo

mayor que nunca la necesidad. El Duque de San Lucar se comprometió

a trasladar al Rey las tres propuestas: insistir a Su Santidad para que

cumpla lo que prometió al rey de Francia, procurar la liga cuanto fuera

posible, y procurar ayudas para Venecia que temía las amenazas del

turco775.

774 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 3 de agosto 1663. El Nuncio se quejó de Don Luis de Ponce, por no haber permitido el paso de los suizos a los estados de la Iglesia y por mantener al senador Carrillo en el economato del estado de Milán, ambas cosas en contra de las órdenes recibidas de Madrid. También le pidió una intervención en la iglesia de Bezanzon.775 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 3 agosto 1663.

292

El Consejo de Estado, a la vista del informe, y teniendo presente

la carta del Rey Cristianísimo a Felipe IV, propone que se escriba a Su

Santidad una carta muy reverente representando la obligación que tiene

como cabeza de la Iglesia de mirar por la cristiandad en tiempos que

ésta tanto necesita de su protección y asistencia; recordarle que el

enemigo común que está con poderosos ejércitos en Hungría, a seis

jornadas de Viena, puede a la vez acudir a Dalmacia desde donde,

viendo desunidos a los príncipes católicos, puede infestar a Italia y

poner todo en confusión, ya que su estilo y ambición es igual a su

infidelidad. Añadir en la carta que es justo que Su Santidad tenga por

bien cumplir el acuerdo al que llegaron en Buonvicino. El Consejo de

Estado recomienda que se escriba también al Rey de Francia en el

mismo tenor que él escribe, diciéndole que S.M. el Rey de España está

dispuesto a observar el tratado de los Pirineos y muy en particular lo

referente a Castro y Comacho habiendo facilitado por su parte todo

aquello que le ha sido posible, por lo que espera que retirará sus tropas

de Italia. Y el Consejo de Estado cree también conveniente que se

escriba al cardenal Aragón y al Marqués de la Fuente para que, cada

uno por su lado, insistan al Papa para que se de la satisfacción que en el

estado presente conviene a lo de Castro y Comacho, que se envíe copia

a cada uno de los dos ministros de toda la información para que se

puedan gobernar con inteligencia, pidiéndoles que no reparen en medios

ya que es asunto principal. También se puede hablar en Madrid con el

arzobispo de Embrún, a través del Duque de San Lucar. Sobre la

petición de ayuda de la república de Venecia que hizo el embajador, al

Consejo le parece conveniente que se atienda ya que en este momento

Venecia hace instancias con el Pontífice para que resuelva lo de Castro

y Comacho y es bueno que vaya de acuerdo con España. Se podría

293

asistir a la República con las cantidades de otros años, pero reconoce el

Consejo que el estado de la Hacienda y la necesidad de acudir a tantas

partes imposibilitan la voluntad, particularmente hallándose impedido el

caudal de Nápoles, con lo que será preciso “satisfacer con gratitud y

mostrar el deseo de que abra camino el tiempo”. También parece

conveniente al Consejo que se renueve la Junta de ministros de

Príncipes en Roma como propone el embajador de Venecia para que se

haga una liga conveniente a la defensa del enemigo común. Para ello

que se den órdenes y poder al cardenal Aragón, con advertencia de que

de esta Junta puede resultar la liga que se desea en defensa de Italia776.

Pocos días después, el Duque de San Lucar, siguiendo

instrucciones del Consejo de Estado, habla también del asunto de Roma

con el embajador de Francia. Explica en una nota para Felipe IV que el

embajador de Francia, tras hablarle del fin de la negociación entre el

Duque de Crequi y Monseñor de Rasponi en Buonvicino, extremo que

había comunicado personalmente el Rey de Francia al Rey de España,

como hemos visto, le comunicó que al marcharse el duque de Crequi del

lugar del congreso se habían quedado en él el embajador de Venecia y

el secretario Iturrieta, aguardando la respuesta de un correo que había

despachado a Roma Rasponi y que pensaron que Su Santidad cedería y

continuarían las negociaciones, pero, por el contrario, Rasponi escribió

a Crequi una carta en la que decía que el Papa no sólo no daba ninguna

satisfacción a Francia, sino que mostraba con claridad lo lejos que se

encontraba de hacer ninguna cosa de las que había prometido. Según el

embajador francés, el cambio se debía a lo que había engrosado sus

tropas con las que llegaban de Alemania, por lo que el Rey de Francia

había ordenado pasasen los montes 4.000 infantes y 800 caballos, la

776 AGS, Estado, Francia, Lkeg. K1387, Madrid, 7 agosto, 1663.

294

mitad de los cuales tendría como cuartel el estado del Duque de Parma,

y la otra mitad el del Duque de Módena en donde estarían todo este

invierno. Se le escapó al embajador, en su plática, decir al Duque de

San Lucar que el volverse Roma atrás se achacaba en París no sólo a

haber engrosado sus tropas con las levas de Alemania, sino a que el Rey

Católico se había puesto del lado del Papa. San Lúcar le recriminó por

tal suposición y por no reconocer los beneficios que su Rey había

recibido de Felipe IV. El arzobispo de Embrún insistió en que estaban

esperando la respuesta del Rey de España.

El Duque de San Lucar transmitió al embajador de Francia su

sentimiento y el de su Rey por el mal estado de las relaciones entre

París y Roma, “por lo que el Rey de España ama al Rey de Francia y

por lo que desea la quietud de la cristiandad”, pero añadió que en la

carta de Luis XIV había observado dos circunstancias dignas de reparo:

la primera las palabras que contiene en cuanto toca a la Sede Apostólica

y la persona del Pontífice, y la segunda el motivo que declara ha tenido

para retirar al duque de Crequi y romper los tratados que se tenían en el

Puente de Buonvicino. Con relación a lo primero —las palabras hacia la

Sede Apostólica y la persona de Su Santidad—, reconocía el Duque de

San Lucar una gran contrariedad porque si el Rey de Francia mostraba

tener solo la queja de Don Mario Chigi y del cardenal Imperial y no

tener ninguna de la Sede Apostólica, contra ellos y no contra los estados

de la Iglesia se debía tomar satisfacción, lo cual no se ajustaba con lo

que se veía, pues los dominios de San Pedro eran los invadidos y los

bienes de los Chigi los que quedaban ilesos, y lo que no podía negarle

era que si las armas francesas iban contra el Pontífice, harían, al parecer

de toda la cristiandad, una guerra impía, y si la hacían contra la casa

Chiggi un movimiento de armas indecente. En cuanto al cumplimiento

295

de la palabra que dieron el embajador de Venecia y el secretario

Iturrieta al Rey de Francia, por lo que habían quedado obligados la

república de Venecia y España, el Duque de San Lucar recuerda al

Embajador que se habían comprometido a que el Papa diera satisfacción

al Rey de Francia en las materias de Castro, en lo que fuere justo, lo

cual habían cumplido con ofrecer al Rey de Francia remitir la materia o

al Sacro Colegio, o a la Cámara Apostólica o a la Rota o a una

Congregación particular que se compusiese de ministros y sujetos a

satisfacción de Francia, con calidad, que dentro de tres meses

declarasen sobre las escrituras de venta que se habían hecho. Que por

este medio pretendía el Papa concertar las materias de Castro y

pretendía cumplir con lo que había prometido en su nombre el

embajador de Venecia y el secretario Iturrieta. Añadió San Lucar que

por su parte había ofrecido dejar a elección de S.M. Cristianísima los

tribunales que habían de juzgar las pretensiones del Duque de Parma,

incluyendo el tribunal de la Rota, el cual se componía de ministros

imparciales y nombrados por todas las coronas, en que también estaba

uno nombrado por Francia. Por estas razones se justificaba más Su

Santidad, parecía menos razonable el rompimiento de esta negociación

y más justo el que S.M. Cristianísima admitiera las satisfacciones que el

Papa le quería dar sin permitir el desconsuelo que causaba a toda la

cristiandad el ver empleadas sus armas contra la cabeza de la Iglesia, al

mismo tiempo que con poderosos ejércitos inundaba el Imperio el

enemigo común de la cristiandad, no habiendo razones que pudieran

justificar de parte de Francia esta acción.

San Lucar recordó al embajador de Francia que desde hacía un año

el Rey de España tenía a Don Pedro de Aragón sin entrar en Roma a

296

instancias del Rey de Francia777, que había permitido el paso de sus

tropas y dejado puerto a sus armadas en todas las costas de sus reinos,

que de la misma manera había prometido no admitir debajo de su

protección ni a los nepotes del Papa ni al cardenal Imperial, a lo que se

añadía los continuos oficios que, también de orden del Rey de España,

les había hecho para que Su Santidad diera satisfacción a Francia, y que

aunque la última oferta que se había hecho por el embajador de Venecia

y por el secretario Iturrieta había sido sin orden del Rey de España,

todavía había mandado al cardenal Aragón para que procurase por todos

los medios cumpliese Su Santidad lo que en su nombre se había

ofrecido anteponiendo a todas estas consideraciones el bien de la

cristiandad. El Duque de San Lucar estaba seguro de que el Rey de

España volvería a mediar en este conflicto para encontrar una solución.

A la pregunta del arzobispo de Embrún de cómo creía que se podía

llegar a un acuerdo, San Lucar respondió que dando satisfacción al

atentado que los corsos habían cometido con el duque de Crequi, sin

mezclar los intereses de Castro y Comacho con este caso pues estos

tenían particular tratamiento ajustado entre las dos coronas en los

capítulos de paz, en que estaba estipulado que los embajadores de

España y de Francia harían oficios con Su Santidad para que volviese a

abrir el juicio de la causa del estado de Castro y se determinase en

justicia. Añadió que estas diligencias, aunque se habían empezado a

hacer, no se habían proseguido, pero no podía decirse que por parte del

Papa se habían retardado ni que el accidente de los esbirros tuviese

ninguna conexión con esto para pretender que se tratase conjuntamente

una y otra cosa. Y pasando adelante en el discurso, dijo San Lucar al

777 Felipe IV pidió a don Pedro que, si no hubiese llegado a Roma, se retirase a Gaeta, y en ese caso que, con pretexto de la poca salud de la embajadora, Doña Ana de Córdova, duquesa de Feria, y por gozar de mejores aires, se fuera sin ruido alguno a Marino, Frascati o Tívoli, costumbre por entonces de los embajadores. De ese modo se quitaba ocasión de desabrimientos con el Papa, quedando satisfecho el rey de Francia.

297

embajador que ignoraba el motivo que tenía el Rey de Francia para

hacer pasar 4.000 hombres al estado del Duque de Parma y al del Duque

de Módena ya que para amenaza era poco el número de esta gente

estando el Papa armado y, para hacer operación, mucho menos. Solo lo

entendía para que muchos príncipes de Italia se armasen y para divertir

las fuerzas de los príncipes cristianos de la asistencia que debían dar al

Señor Emperador para la guerra que le habían declarado las armas

otomanas. Embrún contestó que las tropas francesas pasaban para

proteger a los estados de Parma y Módena de las invasiones que las

armas del Papa pudiesen hacer este invierno, a lo que respondió San

Lucar que los príncipes de Parma y Módena, estando bajo la protección

del Rey de España, no podían temer esa invasión teniendo más vecinos

los socorros de Milán y de Nápoles que los de Francia. Pidió el

arzobispo de Embrún al Duque de San Lucar que le asegurara que

España protegería a estos príncipes de las armas del Papa, a lo que San

Lucar contestó que él no podía asegurar nada de parte del Rey hasta

tener orden suya para poder hacerlo, pero que transmitiría estas palabras

para que resolviese sobre ello.

El embajador de Francia volvió a insistir sobre las consecuencias

que se podían derivar de la ruptura de negociaciones en Ponte

Buonvicino y lo que convenía a España que se reanudasen, que Francia

no nombraría más lugar para el congreso ni ministros para tratar otra

vez con los del Papa, y que a pesar de que no tenía orden para

proponerlo, aunque sin duda la recibiría, proponía que se volviese a

tratar este asunto en Madrid o en Venecia, antes en Madrid que en

Venecia por estar más cerca de París que de Roma y por tratarse en

España con menos personas que allá. Si lo proponía el Marqués de la

Fuente en nombre del Rey de España, podría prosperar la idea.

298

El Duque de San Lucar llega a la conclusión de que los franceses

están embarazados con el empeño que han hecho y deseosos de que el

Rey de España les saque de él por todos los medios, pero ya que a cara

descubierta ayudan a Portugal, en contra de lo que firmaron en los

capítulos de la Paz, se plantea si no convendrá más al servicio de la

corona de España dejar a los franceses que se metan en una guerra

injusta, escandalosa, de tanto desgaste para ellos por estar tan lejos de

sus provincias, que pondría de manifiesto a todo el mundo su impiedad

y su ambición y dar lugar a que tan inicuos movimientos produzcan los

efectos que se deben fomentar, tanto en los príncipes de Italia como en

el interior de Francia, particularmente siendo muy verosímil que tanto

Parma como Módena rehusarán la declaración de hacer guerra formal

contar el Papa. Si por el contrario prevalecen más los inconvenientes

que de esta guerra se puede seguir a la quietud o conservación de los

reinos que España tiene en Italia, y siendo tantas y tan graves las

razones que hay por una y por otra parte, España tiene que actuar. No se

atreve a dar una opinión de lo que se debe hacer y propone se remita

esta consulta al Consejo de Estado. Para ello, aunque sea fiesta el día

siguiente, que se reúna un Consejo Extraordinario y con lo que se

decida, se escriba al Marqués de la Fuente y al Nuncio sobre lo que el

arzobispo de Embrún propone: continuar la negociación en Madrid,

como cosa pensada por España, para que no pasen tropas a Italia778.

778 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 14 agosto 1663. Ante la postura del duque de San Lucar, de conciliación y de no quitar al Papa sus razones para haber actuado como lo hizo, el embajador de Francia justificó en la Escritura y en los Santos Padres que el rey de Francia pueda hacer la guerra a los pontífices como a príncipes temporales sin incurrir en pena de excomunión, en lo que se detuvo más de una hora. A esto el duque de San Lucar contestó que ni justificaba el escrúpulo de quien excomulgaba sin causa, ni el que tenía el excomulgado con causa, que en estas materias se debía evitar tanto el escándalo como la culpa, y también que era necesario acabar con estos asuntos y no tener al mundo en suspenso por el paso de las tropas del rey de Francia a Italia.

299

El Consejo de Estado estudia con particular atención el informe

del Duque de San Lucar con las propuestas del embajador de Francia

deseando acertar en el servicio de S.M. “que siempre solicita el de

Dios”. Con relación a la liga de los estados de Italia contra Francia que

propone San Lucar, por pensar que estando las armas de Francia

ocupadas en hacer la guerra contra la Iglesia, se libraría de ellas la que

España hace en Portugal, el Consejo discurre sobre el particular y teme

la guerra. Dice que “si se encendiese el fuego de Italia no habría

facilidad en apagarlo, particularmente estando tan recientes los

alborotos de Nápoles y Sicilia, en donde puede haber reliquias que

pueden producir algún disturbio, y hallándose rodeado el estado de

Milán de príncipes de malas correspondencias”. Siendo que la guerra

se ha de hacer en estados de la Iglesia, que es aliada de España, el

Pontífice pediría ayuda a España; negarla sería un escándalo, y

concederla sería el rompimiento con Francia. “Todas estas razones

aconsejan inclinarse a la piedad, pues ella y la ley divina nos enseña

que quitemos los escándalos poniendo los medios que puedan conducir

a la mayor quietud y bien de la cristiandad, aunque fuera de mayor

conveniencia temporal dejar al rey de Francia en su empeño”. El

Consejo propone al Rey que se interponga vivamente para que no pasen

las tropas francesas los montes, y para entrar en lo demás que propone

el embajador de Francia que se hable con el Nuncio de Su Santidad

comunicándole con todo secreto el estado de la materia para que escriba

a Roma y consiga que Su Santidad vuelva a tratar este acomodamiento

y evitar los graves daños que padecería la Iglesia y toda Italia, debiendo

Su Santidad, como padre de todos los fieles usar de su oficio en ejercitar

la piedad debida a su ministerio allanando cualquier dificultad que

pudiese surgir. Respecto a que el congreso interrumpido se reanude en

España o Venecia, aunque sería preferible España, al Consejo le parece

300

bien que sea en Madrid ya que, aunque el Rey de Francia no quiso al

principio admitir al Rey de España como mediador, éste siempre se

comportó como tal, y así desea continuar. Sería gran justificación que

entienda el mundo la forma en S.M. ha cumplido.

En cuanto a la condición que pide Francia de que España

garantice que el Papa no invadirá los estados de Parma y Módena, el

Consejo dice que para que S.M. pueda hacer esta propuesta es preciso

que primero lo diga el Nuncio en nombre de Su Santidad. Que se

advierta de todo este asunto al cardenal Aragón, al Marqués de la

Fuente, a D. Luis de Ponce. Puesto que el duque de Parma y el de

Módena declaran que no quieren la guerra con el Papa, que D. Luis de

Ponce negocie con ellos para que no permitan la entrada de las tropas

francesas.

El Duque de Alba opina que es corta amenaza la de tan poca

gente como son 4.000 infantes y 800 caballos que el Rey de Francia

quiere introducir en los estados de Parma y Módena para que se

acuartelen en ellos todo el invierno, y que por eso no le impedirá seguir

asistiendo con tropas a Portugal, pero que España no debe consentir

cosa tan indecorosa y debe tomar las medidas para evitarlo, ordenando a

sus gobernadores y virreyes que estén al cuidado. También se extraña el

Duque de que habiéndose ofrecido repetidas veces el Rey de España

como mediador, no haya sido admitido y ahora soliciten que el congreso

sea en España o en Venecia, pareciéndole que no se puede igualar sin

diferenciar a S.M. Católica con la de la República de Venecia,

debiéndose a su grandeza diferente atención779.

779 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid 18 agosto 1663.

301

Pocos días después el Consejo de Estado reflexiona sobre la

noticia que dio el Marqués de la Fuente referente a que el parlamento de

Provenza había declarado por dueño legítimo de Avignon y del condado

de Venasino780 a la corona de Francia. Discurren los consejeros sobre la

iniquidad de los empeños que hacen los franceses contra la seguridad

pública y el respeto que deben tener a la Iglesia, les parece buena

ocasión ésta y el intento que hace el Rey Cristianísimo de entrar y

despojar de Marsal al Duque de Lorena, para que si hubiera medios

bastantes en la Real Hacienda, se socorriese al Señor Emperador con

500.000 escudos para que negociase con los electores y príncipes de

Alemania y saliesen en defensa del de Lorena porque, si no es teniendo

divertido al Rey de Francia, no parece posible que deje de asistir con

fuerzas y caudal a Portugal. Reconoce el Consejo la dificultad de esta

propuesta tratándose de dinero, pero no excusa que su obligación es

proponer a S.M. su sentir para que su suma prudencia y providencia

pueda elegir lo que más convenga.

El Consejo de Estado piensa que S.M. debe continuar la

mediación, esperando ver lo que hace el Pontífice y el Rey de Francia,

advirtiendo al gobernador de Milán y a los virreyes que mantengan las

plazas en buena forma, y a Don Luis de Ponce que se le diga la

extrañeza que ha causado la negativa de Francia a un príncipe libre

como el de Saboya para que haga levas para defensa de sus estados, que

hable en secreto con él para desconfiarlo de los Franceses781.

Pocos días después el Marqués de la Fuente escribe a Felipe IV

y le cuenta la visita que hizo en Versalles a la Reina, en ausencia del 780 El condado de Venasino lo poseía la Iglesia 450 años, por donación de Felipe III, hijo de San Luis, hecha a Gregorio VII, existiendo un Breve en que se le dieron gracias a la Iglesia de haber restituido lo que era suyo.781 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 27 agosto 1663.

302

Rey, para intentar que la tensión entre Francia y Roma cesara

“sirviéndome de la piedad que engendró en la Reina Madre la pila de

su bautismo y engendra en su ánimo el estar más corregido el ardor de

la sangre”. De la Fuente habló a la Reina de los inconvenientes que

podría producir el rompimiento con Roma al apoderarse los franceses

de Aviñón, y ella le contestó que procuraría cooperar en la materia y

hablar al Rey. El Marqués de la Fuente propone que el negocio de

Castro “pase por las llamas de algún tribunal, siendo su abogado el

Papa, pues hasta que no haya sentencia que justifique la

desencameración siempre pensaría la Santa Sede que con el cambio

perdía un estado siendo tan suyo el de Castro como el de Aviñón”. De

la Fuente es pesimista sobre las intenciones de los franceses que “logran

hacer la guerra a todos sin armas y ponerse en estado que las de todos

no pueden hacer la guerra ni aún defenderse”; piensa también, por

algunas frases de la Reina y medias palabras de Lionne, que a los

franceses les interesa que la disputa no tenga fin porque “se comportan

como quien divierte a un niño sin intención de darle lo mismo que le

ponen a la vista”. Cuenta de la Fuente en su carta que Lionne va

diciendo que como el congreso se ha roto, si se reanuda habrá de ser sin

dependencia del tratado particular, y cuando se trate lo de Aviñón será

muy necesaria la piedad y grandeza del Rey. El Marqués de la Fuente

propone dos vías de actuación: la primera que Felipe IV, con singular

prudencia, ordene al cardenal Aragón en Roma que procure implicar a

todos en una liga, aunque lo tiene por difícil, pues aunque todo lo

aprobaran, hallándose la mayor parte de los príncipes empeñados en su

ruina, ninguno obligado al Papa, todos sin fuerzas, y considerando las

del Emperador con un empeño tan grande (los turcos), y las de España

en recuperar Portugal, sería difícil que se movieran para una liga. La

segunda que el Papa dé mas valor a las negociaciones de Francia y se

303

valga de una singular prudencia en el negocio de Aviñón por si con el

modo de servirse de las armas espirituales influye en estos pueblos, lo

que facilitará la piedad y el estar poco satisfechos del gobierno. Al

mismo tiempo si viesen mover alguna plática de liga, cree que teniendo

imperfecto lo de las finanzas se harían a la razón pues ésta sola obrará

poco donde han sustituido en su lugar la fuerza. El Marqués piensa que

se debe actuar en Roma y en Francia.

Dice también el Marqués que se pregunte a las dos partes hasta

donde pretenden llegar. En Francia no será fácil pues nunca admiten a

nadie que les hable como medianeros, insiste en que ve muy difícil una

solución pues el odio particular con que Lionne trata los asuntos de

Roma no admite tregua, y “siendo quien da la boga a todo lo de fuera,

y el espíritu de S.M. tan propio para abrazar los espíritus violentos es

preciso esperar poco fruto de los oficios encaminados a solicitar

resoluciones templadas”. Por parte de Roma le parece más fácil, pues el

Papa, si es él mismo el obstáculo para que los franceses firmen la paz,

está dispuesto a convocar al Sacro Colegio y renunciar a la silla782.

En Madrid se habla del enojo de la corte de Roma contra los

franceses por la toma de Aviñón. Se dice que cartas recientes llegadas

en el extraordinario de Nápoles y Roma avisan de que aquella corte está

muy irritada contra la nación francesa por la toma de Aviñón y que los

mayores políticos italianos mostraban sentimiento por una acción como

esta, más propia de un Rey gentil que del que se apellida

Cristianísimo783. Un señor canónigo de la Catedral de Zaragoza hizo un

papel de nueve pliegos en que procuraba probar la injusticia de las

armas de Francia contra la Iglesia Católica afeando la toma de Aviñón y 782 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 9 septiembre 1663.783 “Avisos de Jerónimo de Barrionuevo”. B.A.E., T. 222, p. 289, Madrid, 13 octubre 1663.

304

la ocasión tan leve que se tomó para ella del encuentro que tuvo en

Roma el embajador Crequi, y que habiendo dado tantas satisfacciones el

Papa, en lugar de admitirlas, mostraba el Rey haberse enconado más, y

que por esto y por lo de Alsacia y Lorena se podía temer un gran castigo

de Dios. Imprimió este papel en la Corte, y antes de divulgarlo, por

razones de Estado necesarias en ese tiempo, se ha recogido y al pobre

impresor le tienen preso, sin hacienda y desterrado de estos reinos,

porque no tuvo licencia para ello, siendo materia tan grave784.

5.3. Mediación de España

Felipe IV, viendo apesadumbrado al Papa, y consciente de que la

guerra es la peor solución, se inclina por aceptar la medida que el

arzobispo de Embrún propuso al Duque de San Lucar: la mediación de

España. Las reflexiones que el Duque de San Lucar hizo al arzobispo de

Embrún son el argumento de la carta que Felipe IV escribe a Luis XIV a

la vez que responde a la suya del 15 de julio. Felipe IV se ofrece como

mediador para evitar la guerra y para convencer al Papa de que cumpla

la promesa que hizo en la conferencia de Lyon pues en el momento

presente, amenazando los otomanos con poderosos ejércitos a la

cristiandad, no puede haber desunión entre los príncipes cristianos.

Como le dijo San Lucar al embajador, dice Felipe IV a Luis XIV que si

el agravio fue hecho por los Chigi y el cardenal Imperial, no se dirija la

queja contra la Santa Sede sino contra ellos. Felipe IV escribe también

al Papa doliéndose de la amenaza otomana y haciendo instancias para

que de satisfacción a Francia con el fin de evitar la guerra. Además de

estas cartas conciliadoras, Felipe IV escribe al cardenal Aragón, en

mensaje cifrado, pidiéndole que promueva entre los ministros de los

Príncipes residentes en la corte pontificia, la liga católica.

784 “Avisos de Jerónimo de Barrionuevo”.... B.A.E., Tomo 222, p. 295, Madrid, 17 noviembre 1663.

305

El Duque de San Lucar es encargado por el Consejo de Estado

para informar al Nuncio, con todo secreto, de la conversación que

sostuvo con el embajador francés, comunicarle que el Rey Católico se

ofrecía como mediador y pedirle que transmita al Papa el deseo de

Francia de volver a las negociaciones para lo cual se debía comprometer

a no atacar Parma y Módena. También se informa de estos asuntos,

mediante carta, al Marqués de la Fuente785.

El Marqués de la Fuente, siguiendo instrucciones, escribe a

Lionne y le comunica que Felipe IV se ha ofrecido al Nuncio como

mediador. Le refiere la entrevista que mantuvieron el arzobispo de

Embrún y el Duque de San Lucar en la que aquél comunicó que el

Nuncio había transmitido que Su Santidad aceptaría una nueva

conferencia en Madrid, rota la de Puente Bonvecino y que se

comprometía a no actuar contra Parma ni contra Módena mientras S.M.

Cristianísima o aquellos príncipes no moviesen sus armas. El Marqués

se permite dar consejos a Lionne y le advierte de los daños que causaría

a toda la cristiandad la desunión de sus príncipes, tan a la vista que no

es necesario ponderarlos: “S.M. Cristianísima tiene la obligación de

imitar a sus progenitores, particularmente cuando no son inferiores

hasta ahora las glorias que ha conseguido su persona ni las esperanzas

de que en la parte de la piedad ha de superarlos si es posible, por eso

sólo le recuerdo los inconvenientes de que el mundo viese que el Papa,

bien que Padre común sin ninguna gota de sangre con el Rey, aceptase

la mediación y sus oficios, y que S.M. Cristianísima en quien concurren

tantos vínculos que se fueron estrechando hasta el de hijo, no la

aceptase, cuando lo que propone es que suspenda dos meses una

785 ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, Narciso de: “El Cardenal Aragón”, París 1929, p. 118-119.

306

resolución en que no se pierde más que este tiempo”. Si no saliesen

bien los apretados oficios del Rey mi Señor, añade de la Fuente a

Lionne, oficios que actualmente se están pasando en Roma y Venecia,

podría llegar la guerra, por ello le pide, con insistencia, que no pasen las

tropas y se fíe de S.M. Católica. El Marqués de la Fuente en esta carta

insiste en que las tropas francesas no deben pasar a Italia al mismo

tiempo que los otomanos avanzan por el este. Tan convencido está de

que S.M. Cristianísima atenderá sus oficios que se ofrece para

comunicar al cardenal Aragón y al gobernador de Milán que no

pasarán786.

Pero aunque de la Fuente se comporta como medianero Francia

no quiere aceptar protagonismo ni iniciativas de nadie. Desde luego no

acepta que Felipe IV le pida que no mueva sus tropas. Lionne, con tono

áspero y autoritario, responde a la larga carta del embajador diciendo:

”el Rey de Francia agradece la mediación del Rey de España en estas

diferencias, sintiendo no poder condescender a sus instancias”, y le

asegura que S.M., el Rey de Francia, no pretende otra cosa que recibir

satisfacción. Lionne insiste en que el Rey Cristianísimo solo acepta la

desencameración de Castro, ya sea en virtud de sentencia dada por el

tribunal que Su Santidad desee, o sin ella. En cuanto a pasar los 2.000

infantes no podía mudarse la resolución porque estaba empeñada la

palabra del Rey con el Sr. Duque de Parma787.

La carta de Lionne no gusta al Marqués de la Fuente que le

responde molesto788. Las dos demuestran que no hay entendimiento 786 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 16 septiembre 1663. 787 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 18 septiembre 1663.788 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 21 septiembre 1663. La carta del Marqués a Lionne dice: “Bien puede V.E. alabar mi voluntad y mi memoria, pero no mi entendimiento, pues no supe darme a entender en lo que le supliqué, con que es fuerza, por si me perdí en los conceptos del papel de ayer, suplicarle ahora sin conceptos que pues le será fácil estando más cerca de S.M. que el señor arzobispo de Embrún me diga con orden lo que me dijo sin ella, pues sin preceder esto, tengo

307

entre ambos, pero lo cierto es que Luis XIV se obstina en no ceder. El

Marqués pide también a Le Tellier que suspendan cualquier orden con

relación a las tropas hasta que hable con el Rey, pero aquella misma

noche despacharon correo a Parma comprometiéndose de nuevo con el

Duque como le dijo el Rey al Marqués al día siguiente. Tras los

fracasados intentos con Lionne y con le Tellier, el Marqués quiso ver a

la Reina pero no pudo ser porque se hizo tarde. Cuando llegó el

Marqués al cuarto de la Reina ésta ya estaba en la mesa. Volvió por la

tarde y al referirle el asunto del envío de tropas a Italia la halló tan

mudada que solo dijo al Embajador que hablase con el Rey a quien le

referiría lo que le pedía. No quedando satisfecho el Marqués le recordó

las promesas que le había hecho pero no pudo conseguir otra respuesta

de la Reina. Al día siguiente el Embajador habló con el Rey, que

también se extrañó de que el Marqués, haciendo de mediador, le pidiera

que no enviara tropas a Italia.

A la vista de los escasos resultados, el Marqués de la Fuente

vuelve a preguntar a Lionne sobre el asunto en una sesión de comedia

en la que coincidieron por la noche. No tuvo respuesta hasta que el

mismo Lionne fue a la posada del embajador español y verbalmente le

dijo que no había nada que esperar. Después de varios intentos del

Marqués de la Fuente por conseguir que Lionne le escuchara y le

reconociera como medianero en esta difícil cuestión, éste le dice que

“solicite en Roma la desencameración de Castro, aunque sea con

cualquier condición en orden a lo de Aviñón, y si trajese dado este

paso, entonces verá que negociamos bien y experimentará que S.M. no

llevaba otro fin en este negocio”. El Marqués queda decepcionado, le

niegan todo lo que había propuesto el arzobispo de Embrún en Madrid muchos años para empeñar al Rey en un negociación que va revocada antes que escrita, y que manifiesta tanto el fin, y el fin que tendrá”

308

al Duque de San Lucar, y se convence de que no hay otro camino que

convencer al Papa de que abandone Castro. Propone el Marqués hacer

el esfuerzo en Roma porque en París se ha llegado hasta donde se

puede, tratando “con quien ha tomado la cuesta y las piedras”. Propone

escribir al cardenal Aragón para que esté informado y pueda actuar en

su momento789.

Empeñado en evitar la guerra, el Marqués de la Fuente decide

entonces visitar al cardenal Antonio Barberini790. Escribe a Madrid

contando la entrevista en la que hablaron de la desencameración de

Castro y de la manera de llegar a un ajustamiento y propone a Felipe IV

que disponga empezar a negociar en todas las cortes este asunto por si

no se consigue en Roma, convencido de que ningún príncipe se negará a

la propuesta porque está encaminada al servicio del Papa y a la defensa

común. Así se adelantaría en el tratado de la liga791.

El Consejo de Estado aprueba el discurso del Marqués de la

Fuente y sólo añade en la respuesta que se le envía que S.M. ha

empleado siempre con Su Santidad todos los medios que ha juzgado

apropiados para satisfacer al Rey Cristianísimo y últimamente para la

desencameración de Castro. Los consejeros se lamentan de la actitud del

Rey de Francia, que califican de “nunca vista”, y reconocen “la

ambición y altivez con que tratan las cosas del mundo los franceses792.

789 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 26 septiembre 1663.790 El embajador se reunió con el cardenal Antonio Barberini en un convento de París. El cardenal Antonio Barberini y su hermano Antonio se acercan en ese momento a Madrid. Cualquier gesto de Felipe IV con los Barberini, que se habían refugiado en París enfrentados con Inocencio X, se puede considerar como inamistoso con el Papa. AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Madrid, 19 de enero de 1663.791 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 21 septiembre 1663. 792 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 27 octubre 1663. Preocupa al Consejo de Estado el tratado que el Rey Cristianísimo procura disponer con el duque de Mantua y príncipes del norte que trataría de poner bajo de su protección aquella iglesia, fomentado, al parecer del Marqués, por el conde Ego de Fustemberg.

309

Las quejas que ese verano había presentado en París el Marqués

de la Fuente por la política de Francia perjudicial para los intereses de

España793 no habían servido para que Francia cambiara de actitud.

Tampoco cambia la actitud de España que ha elegido la resignación. En

noviembre, el Marqués de la Fuente, recién repuesto de una crisis de

salud, visita a Luis XIV y, cumpliendo instrucciones de Felipe IV, le

reitera personalmente las quejas por el comportamiento de los franceses

en Portugal ponderando cada una como merecía. A todo satisfizo el

Rey, declinando las particularidades, con respuestas aparentemente

agudas y, respecto a lo que no podía negar, procuró salir calificando de

artificio de los portugueses para crear un ambiente de desconfianza

entre el rey de España y el rey de Francia. No consintió el Marqués que

replicó a todo con la verdad, “aunque sin insistir ya que se encontraba

ante un príncipe grande de 25 años”. Pidió el Marqués al rey de

Francia que si eran falsas las noticias, como él decía, desengañase al

mundo con actos públicos. Luis XIV respondió al embajador que haría

cuanto le pidiera para ese fin. El Embajador confiesa a Felipe IV: “no

creí que hubiese en el mundo hombre que fíe tanto de su retórica y

disimulo, que discurra con otro tan francamente sobre materia que no

puede dudar que aquél con quien habla sabe todo lo contrario”. En la

misma audiencia el Embajador habló al Rey sobre los asuntos de Roma,

concretamente de la vuelta de Don Pedro de Aragón, encargado de

solicitar al Papa la desencameración de Castro; el Rey manifestó que el

día que se logre dicha desencameración será el más feliz para los

parientes del Papa.

793 Papel de quejas que Madrid envía al embajador de Francia en donde se relatan los incumplimientos de Francia a la Paz de los Pirineos. Ver capítulo La embajada de este trabajo.

310

El Embajador no queda satisfecho de la entrevista y transmite a

Madrid la falta de entendimiento que ha percibido en Luis XIV. Sin

embargo ese mismo día por la noche, la Reina madre llamó al

Embajador y encontrándose éste con ella y su hija llegó el Rey. Cuenta

el Marqués que, aunque siempre le había honrado, en esta ocasión se

excedió tanto que parecía afectación. Le leyó la lista que le habían

enviado de las tropas que iban entrando en Italia. La lista era tan

particular que refería el color de las plumas de cada uno y los caireles

de los sombreros y todo lo que satisfacía a la vanidad del lucimiento.

Antes de entrar el Rey, la Reina preguntó al Marqués qué había pasado

en la audiencia de la mañana porque el Rey había llegado muy alterado

de ella; el Marqués se lo refirió y ella manifestó que no le faltaba razón.

También la Reina madre preguntó qué había pasado y, por satisfacer a

las obligaciones y cariño de buena hermana, le fue preciso decir que no

habría cosa en el mundo que tanto sintiese como ver disgustados a los

dos reyes. Le dijo al Marqués que escribiese en forma que despejase las

dudas. Recordó ella que le había escrito su hermano diciendo que Don

Pedro no entraría en Roma y sin embargo no lo cumplía. El Marqués se

comprometió a trasladar al Rey de España la opinión de su hermana y,

pidiendo permiso a la Reina para hablarle como Infanta de España, le

dijo que era cosa bien sabida que los ministros de S.M. Cristianísima

querrían que la Paz obligase al Rey de España a condescender a cuanto

gustase al Rey de Francia y por el contrario que éste no estuviera

obligado a corresponder a la amistad al amor y a las finezas del rey de

España. Respondió la Reina que no sabía a qué se refería por lo que fue

necesario recordarle algunas particularidades de Portugal dando a

entender otras con medias palabras. La Reina dijo al Embajador que no

311

dudaba de él y que hablaría al Rey en la forma que mejor efectos

pudiera producir794.

A finales de 1663 las entrevistas entre el embajador de España y

el Rey Cristianísimo son como al principio: se guardan las formas pero

no hay entendimiento. Las posiciones no se han acercado: Francia

incumple lo pactado y España se queja con educación. La postura de

Francia es muy cómoda porque buscando sus intereses, los consigue.

España tiene las pruebas del incumplimiento que Francia hace del

Tratado de Paz, contempla las agresiones que hace a otros pueblos, pero

se limita a trasladar queja al Rey o las Reinas a través del Embajador sin

esperar cambio de actitud por parte de Francia.

El Marqués advierte a Blasco de Loyola que le llegan noticias de

Italia que dicen que el Duque de Parma está tan rendido a la voluntad

del Rey Cristianísimo que no se pueden llamar negociaciones las que

encargan a Mrs. de Haubeville para aquella corte, sino órdenes para

ejecutar. Con Mantua es menos el imperio aunque no las tentativas.

Recela el Marqués de Venecia, piensa que a muchas personas y de

diferentes naciones ha servido de puente la República, pasándose a la

armada del turco con gran facilidad y no está seguro de que el Rey de

Francia no haya tenido parte en el movimiento del turco, ni tampoco de

que no le haya arrimado las espuelas después de moverse. También 794 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 28 noviembre 1663. Aprovechó el embajador para recordar al Rey que Francisco Manuel y Fray José de Legas, enviados de Portugal, no debían ser admitidos. Luis XIV intentó negar la ayuda que prestaba a estos hombres repitiendo que eran artificios, y el Marqués se vio obligado a añadir que no eran artificios, sino que sabía que un correspondiente suyo había intentado buscarle habitación y el Maestro de Cámara del cardenal Ursino le había dicho que por orden de S.M. Cristianísisma como protector de la Trinidad del Monte, se le proveía de alojamiento allí. El embajador quiso situar el problema en su sitio, recordó al rey que puesto que la desencameración de Castro no se había acordado ni en el tratado de San Quirico ni en el Puente de Bonvecin, con enviar tropas parecía que cerraba las puertas a todo lo que no fuera rotura, no habiendo salido el rey de España de los términos de acompañarle en la mediación a favor del duque de Parma como disponía el tratado de los Pirineos. No se podía negar que había cumplido su palabra. Añadió que Don Pedro entraría en Roma.

312

asegura el Marqués que para conseguir el fin con que camina el Rey

Cristianísimo “no habrá juramento ni palabra que no rompa, y si se le

deja perfeccionar la materia de finanzas no habrá no sólo quien pueda

sino quien se atreva a oponérsele”. Es sin duda una severa opinión

sobre Luis XIV que el embajador de España en Francia se atreve a

confiar sin pudor al Secretario de Estado. También le cuenta lo que le

pasó con el Rey cuando le comunicó la resolución de que D. Pedro de

Aragón entrara en Roma; su reacción le hace pensar que en los asuntos

que lleva entre manos, particularmente los asuntos de Portugal, obre con

mayor desahogo en todo lo que le conviene y se valga de que también

Felipe IV faltó a su palabra expresa795.

La tensión entre Francia y Roma se acrecienta y el Consejo de

Estado, en una sesión en la que concurren el Duque de San Lucar, el

Marqués de Velada, el Duque de Alba y el Marqués de Mortara,

manifiesta que Don Pedro de Aragón debe volver a Roma. Los

consejeros recuerdan a Felipe IV que lo que Luis XIV pidió por medio

del arzobispo de Embrún, su embajador, fueron tres cosas: la primera el

paso por Milán de la gente que quería que pasara a Italia, la segunda

que no tomase bajo su protección a los Chigi ni al cardenal Imperial, y

la tercera que Don Pedro de Aragón no entrase en Roma y que las tres

las concedió S.M. Después, S.M. se ha ofrecido tanto a Su Santidad

como a Luis XIV como mediador en este asunto, ofrecimiento que el

Rey de Francia no ha querido aceptar porque quiere tener a S.M. como

parte y no como medianera. Su Santidad, por el contrario, ha deseado

795 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 28 noviembre 1663. Dice también el Marqués que la resistencia del cardenal de Este en admitir a las tropas acredita que no es tan malo como lo pintan, aunque no llegue a la canonización, y que entre los franceses que sirven al turco hay uno que se llama Egbone que es un hombre de sangre que renegó años ha, y de tan buen gusto que ha llegado a París carta suya en que dice a algunos amigos que renegando ellos de Cristo cada día se hallan sin un real, y con haber él renegado una sóla vez está rico y con puestos grandes.

313

siempre que S.M. sea medianera. Los consejeros piensan que se pudo

ofrecer la detención de la entrada del embajador en Roma durante el

tiempo hábil para que se compusieran las diferencias y así dar

satisfacción a Luis XIV, pero en el estado presente es preciso que tenga

límite la detención de Don Pedro pues es hoy la “fábula de toda Italia y

aún de Europa”, siendo graves los inconvenientes que se siguen de esta

suspensión. Los consejeros reconocen que continuar en el empeño de la

entrada del embajador tiene riesgos, pero prefieren exponerse a que

haga el Rey otra acción con descaro como sea asistir a Portugal, o que

rompa de una vez la guerra. Por eso los consejeros juzgan que es

preciso que se hable claro al Rey de Francia diciendo que acepte la

mediación de España y que se suspenda la entrada de Don Pedro de

Aragón en Roma sólo hasta que el Rey de Francia conteste. También le

parece al Consejo que no se encargue sólo al Marqués de la Fuente esta

insinuación, sino que se diga lo mismo aquí al embajador de Francia

con toda claridad, y que se diga también a la señora Reina madre que

interceda ante el Rey para que cesen los inconvenientes grandes que

puedan resultar a la cristiandad de ver en Italia las armas de S.M.

Cristianísima. La postura de los consejeros no es del todo clara pues si

bien están convencidos de que el embajador de España debe entrar en

Roma, y son conscientes de que Luis XIV actúa en Italia vulnerando

los acuerdos y persiguiendo sus intereses, vuelven a dar un plazo a la

ejecución de la orden de entrada del Embajador.

En esta reunión del Consejo de Estado el Marqués de Mortara

expone su opinión particular. Manifiesta que Don Pedro debe volver a

Roma sin tardanza para servir la embajada porque esperar una respuesta

de Luis XIV que marque la fecha es exponernos a que no entre;

manifiesta también que el Rey de España debe estar con el Papa.

314

Recela de las intenciones de los franceses, dice que quieren cerrar las

puertas al estado de Milán apoderándose con la negociación y maña de

diferentes plazas y abrir camino con la de Milán para el reino de

Nápoles; esto lo podrán hacer sin dar a entender que declara la guerra, y

si no nos prevenimos tendrá difícil remedio. El Marqués de Mortara

dice al Rey que siente que nos consideren en Italia tan bajos que no nos

atrevamos a una resolución tan justa que serviría para que todos

reconozcan que no les falta el amparo de S.M. y que unidos han de

acudir a la defensa propia, pues si la entrada de los franceses en Italia

es contra el Sumo Pontífice, no puede ni debe S.M. como Rey Católico

y por los capítulos de la Paz, permitir el daño de su aliado que además

es cabeza de la Iglesia. Si la entrada de los franceses es con otros fines,

es mayor conveniencia verlos declarados a tiempo para que se pueda

buscar remedio. Y cierra su voto diciendo que conviene que se ponga al

estado de Milán fuerte796.

Mientras, las negociaciones de la liga entre la Santa Sede, España

y los príncipes de Italia se estancan a pesar de las gestiones del cardenal

Aragón. Los capítulos secretos de la liga decían la verdadera finalidad

de la liga, declarando que era defensiva no solamente del turco, sino de

quien se determinase a invadir, o pusiese en aprieto al Estado de la

Iglesia. El Rey de España se comprometía a estorbar que las tropas

francesas entraran en Italia y a defender al Papa, además, en los

capítulos secretos decía que los parientes del Papa, con su licencia,

pedían a Felipe IV que recibiera a la casa Chigi bajo su protección real.

El cardenal Aragón negoció con el embajador de Venecia la entrada en 796 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 16 diciembre 1663. El Marqués de Mortara insiste en que el embajador de España debe entrar en Roma sin más tardanza. A esto le mueve el juzgar que no es razón que entren en aquella corte los enviados de Portugal y que un rebelde nos dé golpes en ella sin que haya embajador de España que los pueda reparar; también manifestar al mundo con esta acción, que no nos atrevemos en ninguna ocasión a oponernos al gusto del Rey Christianísismo mientras él ejecuta todo aquello que se propone sin hallar oposición.

315

la liga de la República pero las negociaciones se estancan por los

recelos de Venecia que se encontraba en guerra contra el turco. Venecia

no quería irritar a Francia y sostenía que España, en guerra contra

Portugal no podría atender a otro frente. En verdad España quería

defender a la Santa Sede de cualquier ataque pero se veía obligada a

convertir la guerra ofensiva contra Portugal en guerra defensiva si era

necesario acudir a Italia, y además la aceptación de los capítulos

secretos le obligaba a romper con Francia algo a lo que no estaba

dispuesta por ser contrario al Tratado de los Pirineos. Los franceses, por

su parte, ofrecen la restitución de Aviñón y los otros territorios, sacar

sus tropas de Italia y se ajustaba con el Papa en todas sus controversias

si éste desencameraba Castro797.

Las negociaciones para formar una liga fueron conocidas en París

por el embajador de Venecia, que no guardó el sigilo necesario, y

decidieron a Luis XIV a mover sus tropas para Italia responsabilizando

al cardenal Aragón y a Felipe IV de la negativa del Papa a desencamerar

Castro. El Consejo de Estado, preocupado, propone una embajada

especial a París presidida por el Marqués de Castel Rodrigo, gobernador

de Flandes, y otra a Roma presidida por el Conde de Peñaranda, virrey

de Nápoles, para hablar a uno y a otro del grave riesgo que suponen

para la Cristiandad las diferencias entre ambos.

Por su parte el arzobispo de Embrún transmite al Conde de

Peñaranda la queja de Luis XIV. Sospecha el Rey Cristianísimo que el

Papa estaba inclinado a la cesión de Castro pero la propuesta del

cardenal Aragón de hacer una liga contra Francia, a la que se sumaría 797 Felipe IV fracasó en su intento de formar una liga italiana contra Luis XIV en 1663. Ver Luis A. RIBOT GARCÍA: “La presencia e la monarquía de los Austrias en la Italia de finales del siglo XVII”, en “Calderón de la Barca y la España del Barroco”, J. Alcalá -Zamora y E. Belenguer (Coords.), Madrid 2001, Tomo I, pp. 971-979.

316

Venecia, le hizo desistir. Añadió el embajador francés que la propuesta

del Marqués de la Fuente de que don Pedro Antonio pasara a Roma,

contravenía a lo que prometió el soberano español y, tras reiterar que

Francia solo deseaba la quietud de Italia, amenazó con acciones. Al ser

requerido por Peñaranda para poner todo esto por escrito el Embajador

se negó pero accedió a repetirlo ante Felipe IV, quien al oírlo negó que

hubiera acuerdo alguno contra Francia, que sólo lo había para luchar

contra el enemigo común, el turco y se comprometió a presionar a Su

Santidad para que cediera en lo de Castro y a convencer a Luis XIV de

que cediera en lo de Aviñón798.

A principios de 1664 Madrid sigue trabajando con tenacidad para

solucionar la tensión entre Francia y Roma. Felipe IV escribe a su

embajador en París encargándole que siga investigando los planes de

Luis XIV sobre las tierras del norte de Italia y el Consejo de Estado

empieza a pensar que con la proposición de la liga Su Santidad podría

tener pretexto para dilatar la desencameración de Castro, mientras que si

los franceses proceden con sinceridad en lo que han ofrecido de restituir

Aviñón y retirar sus armas de Italia, se podría conseguir la paz, y como

lo principal es evitar la guerra, encarga al cardenal Aragón que continúe

las diligencias para conseguir del Papa la desencameración de Castro.

La formación de la liga contra Francia se retrasa aunque no se descarta

porque “para mayor resguardo de lo que la ambición de los franceses

descubre cada día es bueno no perderla de vista, especialmente no

teniendo por objeto romper con Francia (con la que por todas razones

es conveniente mantener la paz), sino asegurar los estados y reinos de

Italia, para cuyo efecto el Consejo irá pensando y poniendo por escrito

las condiciones que de parte de S.M. se podrían proponer a Su 798 ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, Narciso de: “El Cardenal Aragón”, París, 1929, Tomo I, pp. 125-137..

317

Santidad”. Y es que el Consejo de Estado teme que el Rey de Francia,

“con obstinada porfía”, persevere en ocupar Castro con las armas si el

Papa no accede a la desencameración, y manifiesta que tendrá presente

lo que en orden a esto prescriben los tratados de la paz de Francia799. Por

otra parte, el Consejo de Estado propone enviar dinero a Milán, escribir

al Conde de Peñaranda aprobándole haber puesto gente en los presidios

de Toscana para actuar en caso de que pasen los franceses aunque sin

comprometerse con el Papa y recomienda no enviar gente a Castro

aunque lo pida el Papa y no romper con los franceses800.

Frente a la actitud conciliadora de España que no quiere la guerra

en Italia, Francia sigue empeñada en emplear la fuerza. El Marqués de

la Fuente comunica con preocupación que los franceses preparan 30

compañías de infantería y 5 ó 6.000 caballos; las noticias eran ciertas

pues el mismo le Tellier se lo había confirmado al Embajador. El

ministro le dijo que la materia de Roma había dejado de ser secreta ya

que el cardenal Chigi pregonaba públicamente que no temían las

amenazas francesas porque la liga las desvanecería todas teniendo la

seguridad de que el Rey de España anteponía el acudir a Italia a todos

los demás asuntos, y que el cardenal Pallavicino801 estaba por la idea de

que el Papa no debía desencamerar Castro. El Marqués afirmó a Le

Tellier con juramento que el Rey Felipe IV no apoyaba otra cosa que la

restitución de Castro al Duque de Parma.

Estas noticias que circulan por Francia preocupan al Consejo de

Estado que propone escribir con urgencia al cardenal de Aragón 799 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 21 enero 1664.800 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 24 enero 1664. El Consejo de Estado propone enviar 200.000 escudos a Milán para Don Luis de Ponce que ha escrito con desconsuelo por la falta de asistencias en que se halla, AGS, Esttado Francia, leg. 17 de enero de 1664..801 Pedro Sforza Pallavicino jesuita e historiador italiano, en 1657 fue nombrado cardenal por Alejandro VII siendo desde entonces su consejero de confianza.

318

ordenándole que ejecute con precisión las instrucciones recibidas para

procurar por todos los medios posibles la ejecución de la

desencameración de Castro, “por ser la cosa que más se debe desear

para la quietud de la cristiandad y sosiego de Italia”, encargándole con

toda viveza el afecto con que S.M. interpone sus oficios. También dice

el Consejo que se encargue al Marqués de la Fuente que reitere al Rey

Chistianísimo que ningún ministro del Rey Católico ha tratado de liga

que pueda ser en perjuicio de Francia pues siempre ha deseado y desea

una firme paz y buena correspondencia802.

Siguiendo instrucciones de Madrid, el cardenal Aragón empieza a

trabajar para conseguir mover la voluntad del Papa y llegar a la

desencameración de Castro como pretenden los franceses. Se trata de

satisfacer al Rey Cristianísimo y evitar la guerra. Escribe al Marqués de

la Fuente diciendo que Su Santidad envía una persona para tratar y

concluir con Luis XIV los puntos que se discutieron en Puente

Bonvecino y le pide que sea bien recibida. El Marqués de la Fuente,

valiéndose del privilegio que Luis XIV le otorgaba de poder besarle la

mano en cualquier hora, tras recibir el extraordinario, se presentó en

palacio y encontró a S.M. en Consejo. Al enterarse el Rey de su llegada

le mandó entrar, cosa que agradeció. Se habló en presencia del

Embajador español de todo, y pudo confirmar que sería bien recibida la

persona que Su Santidad enviaba para la negociación y que estaban

dispuestos a llegar a un acuerdo en poco tiempo. El Embajador encontró

al Rey en buena disposición aunque no quiso alterar las órdenes dadas a

las tropas para que no actuaran. Cuando el Marqués le dijo que parecía

que dudaba del Papa, el Rey se demudó, pero no cambió de actitud.

Añade el Marqués, en la carta que escribe al cardenal Aragón, con copia

802 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 24 enero 1664.

319

para Felipe IV, que se habla por París de la posible mediación de

Inglaterra y Portugal en el conflicto entre Francia y Roma, cosa

sorprendente ya que el Rey de Inglaterra es de diferente religión y el

“tirano” no está reconocido803.

5.4. Fin del enfrentamiento entre Francia y Roma

El 12 de febrero de 1664 Alejandro VII firma con Luis XIV la

paz de Pisa que pone fin al conflicto. En el tratado de paz el Papa tuvo

que plegarse a los dictados del joven Rey de Francia que consigue su

doble objetivo: demostrar su fuerza y demostrar la debilidad política del

papado. El ducado de Castro vuelve al Duque de Parma a cambio de la

retirada de los franceses de Aviñón y del condado de Venesino,

posesiones del Papa que habían ocupado los franceses en 1662. Las

tropas francesas regresarán y la tranquilidad volverá a Italia. Toda

803 Se buscaba un sincero “instrumento” de todos o de alguno de los príncipes de Europa que consiguiera unir la satisfacción de Su Santidad con la queja del rey Cristianísimo. El Emperador no podía hacer nada por la presión y la protección que al presente le prestaba Francia en orden a la defensa del Imperio, el rey Católico tampoco ya que han sido vanos e inútiles sus oficios y no quiere romper la preciosa paz que mantiene con Francia, el rey de Polonia por la disputa intestina que le convierte en parcial del rey Cristianísimo por la propuesta de adopción y matrimonio del duque de Enguien, Venecia menos porque tenía con Su Santidad tal dependencia que en Francia no creían que pudiera regular con la igualdad que requiere semejante mediación. El Gran duque tampoco era imparcial, era sospechoso tanto del rey Cristianísimo como del Papa. Solo queda Portugal e Inglaterra. Estas dos coronas tienen entre sí intereses recíprocos y conservan con Francia pública y secreta unión y autoridad. Si bien los reyes de Portugal e Inglaterra son los que al presente deben dolerse altamente del Pontífice en negocios de honor tan sensibles, todavía midiendo los intereses y benevolencias de estos príncipes con sus mismos motivos de dolor, tienen por cierto que entre ellos será más válido lo primero que lo segundo. Parece pues conveniente abrazar este medio. Los intereses de estas dos coronas con la Iglesia son tan justificados como es manifiesto. A este fin esperarán justamente que Su Santidad les dé la satisfacción, no sólo debida, sino aún esperada por todo el mundo. Portugal espera que se le conceda la bendición apostólica y se provea su Iglesia usando en esto la jurisdicción pontificia de iguales ministros a los que a este efecto se envían a otros reinos católicos. Inglaterra espera que Su Santidad, como lo pide la razón, reciba la obediencia de la reina, y le abra el tesoro de sus gracias, dignándose corresponder a las súplicas de aquellas majestades al efecto que se pretende del capelo para un inglés. ¿Quién no sabe que todas estas pretensiones son en mayor servicio y autoridad de la Iglesia que en el esplendor del interés o comodidad de ambas coronas?. Habiendo pues instrumento tan justo fácil y proporcionado para conseguir la deseada concordia, sería una especie de nuevo escándalo despreciar y abandonar esta propuesta por conservar intactas aquellas apariencias de razón donde nace el peligro. AGS, Estado, Francia, leg. 1388, París, 30 enero 1664.

320

Europa es consciente del poder de Francia y de la fuerza que emplea

para conseguir sus fines. Es la época de preponderancia de Francia804.

La noticia del ajuste entre el Rey de Francia y el Papa llega a

Madrid. Congratula que salgan de Italia las tropas francesas, se dice

también que por la restitución que hace la Iglesia al Duque de Parma del

ducado de Castro se le desembolsa una gran suma de dinero, y que el

Rey Cristianísimo devuelve también Aviñón —aunque esto último no

está claro—. Quedarán libres tropas para ir a Portugal805.

El Marqués de la Fuente envía a Madrid copia del acuerdo

firmado entre el Papa y Luis XIV. El acuerdo dice que el Papa accede a

desencamerar Castro otorgando al Duque de Parma un plazo de 8 años

para recomprarlo, recompensará al Sr. Duque de Módena en los valles

de Comacho, el cardenal Chiggi irá a Francia para pedir excusas, el

Cardenal Imperial se justificará personalmente con S.M., el cardenal

Maidalchini volverá a Roma, el Papa mandará a su hermano Don Mario

que salga de Roma hasta que el Sr. Cardenal Chiggi haya visto al Rey

Cristianísimo, Don Agustín sobrino de Su Santidad irá a San Quirico al

encuentro del Embajador, se harán cumplimientos a la Señora

Embajadora cuando ésta entre en Roma, la nación corsa será declarada

incapaz de servir al estado eclesiástico, se pondrá en Roma una

pirámide806 que contenga la sustancia del decreto contra la nación corsa,

804 Los efectos de esta aplastante derrota de Roma se dejaron sentir en otras esferas. El prestigio y la autoridad de Papa sufrieron. Al mes del tratado de Pisa que puso fin a la crisis inmediata, Bernini y otros arquitectos recibieron propuestas de hacer trazas para la reconstrucción del Louvre. Un año después Bernini, que se encontraba entones activamente ocupado en la construcción de la columnata de San Pedro, fue invitado a París para supervisar sus proyectos y permaneció en París varios meses. Ver el reflejo de esta derrota del Papa en FRANCIS HASKEL, “Patronos y pintores”, Madrid, 1980, p. 161.805 Avisos de Juan de Barrionuevo. B.A.E., T. 222, p. 301, Madrid, 8 marzo, 1664.806 Esta pirámide que pregonaba la incapacidad de los corsos para servir en la Santa Sede, construida en su antiguo barrio, fue derribada en el pontificado de Clemente IX con consentimiento de Luis XIV.

321

el Rey Cristianísimo, inmediatamente después, anulará los decretos del

parlamento de Aix y devolverá la ciudad de Aviñón y el condado de

Venasino a la Santa Sede, etc. (Doc. n° 6).

El Marqués de la Fuente, a la vez que envía la copia del acuerdo a

Madrid, advierte de que las tropas francesas regresan y dice a Felipe IV

que Italia empezará a gozar del beneficio de haber llegado a este

acuerdo “en el que tanta parte ha tenido V.M.”, expresión que empleó

el Rey Cristianísimo cuando Embajador le dio la enhorabuena y las

gracias. Admitió Luis XIV la enhorabuena y agradeció al Embajador

español el modo con el que había actuado, que siempre recordaría.

Monsieur Rasponi también agradece al Marqués de la Fuente por carta,

la parte que ha tenido en la negociación807. Pero la realidad es que la

negociación ha servido a los intereses de Francia que ha forzado la

voluntad del Papa y ha demostrado al mundo quien tiene la supremacía.

El esfuerzo que España ha dedicado en Madrid, París y Roma ha sido

enorme, ha conseguido que no estallara la guerra en Italia (aunque no ha

conseguido que Roma deje de reconocer al ministro de Portugal, como

veremos).

El Consejo de Estado cuando recibe la carta del Marqués de la

Fuente con la copia del acuerdo firmado entre la Santa Sede y el Rey de

Francia, hace grandes reparos al contenido del mismo. Piensa el

Consejo que el Pontífice queda mal tratado como no ha quedado en toda

la historia. Particularmente objeta el Consejo que la restitución de

Aviñón se deje para después de que el Papa dé satisfacción al Rey y

que, habiendo de ceder en algo por la paz y sosiego de Italia, no se haya

hablado de sacar las tropas, pues eso sólo lo menciona el Marqués de la

807 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, París, 24 febrero 1664.

322

Fuente en carta aparte. Además de poner objeciones al contenido del

acuerdo, el Consejo se alegra de que S.M. Felipe IV no haya tenido

parte en el mismo más que en desearlo y solicitarlo, y aconseja que en el

futuro se esté muy atento a los asuntos de Roma y Francia, porque

presupone que, debajo de un acuerdo tan desventajoso para la Iglesia,

puede haber otras intenciones por lo que hay que vigilar nuestros

intereses. Para ello que se escriba al Virrey de Nápoles y al Gobernador

de Milán para que continúen en la observancia de las órdenes que tienen

sin hacer ningún cambio hasta que las tropas francesas se retiren.

Entonces ya recibirán instrucciones para disponer de las gentes que allí

se han juntado. Aparte de estas consideraciones, el Consejo propone a

S.M. que envíe persona para dar la enhorabuena a una y a otra parte

para manifestar públicamente lo que S.M. se ha alegrado del éxito de

este negocio. Así mismo hay que agradecer al Marqués de la Fuente lo

que ha puesto de su parte, reiterándole que pida a Luis XIV que saque

sus tropas de Italia para que puedan desocuparse las de España. El

Marqués de Mortara insiste en que Don Pedro de Aragón debe volver a

Roma, pues es un desaire que está padeciendo el servicio de S.M.808

Pocos días más tarde Felipe IV recibe una carta de Luis XIV en la

que le agradece personalmente su intervención ante el Papa para

resolver las diferencias por las ofensas recibidas en Roma. La carta

contiene palabras grandilocuentes y amables para el Rey de España809

(Doc. 7). Siendo esta carta respuesta a la que Felipe IV escribió a Luis

XIV congratulándose del acuerdo logrado con el Papa, el Consejo de

Estado dice que no hay motivo para escribir otra810.

808 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 8 marzo 1664.809 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, París, 6 abril 1664.810 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 27 mayo 1664.

323

Aunque el Consejo de Estado puso reparos a las condiciones del

acuerdo, en Madrid la noticia de la firma del tratado de Pisa causó

extraordinario regocijo pues alejaba el peligro de una inminente guerra

que amenazaba destruir Italia. Felipe IV escribe al cardenal Aragón para

agradecer su acierto y prudencia en las negociaciones y le encarga que

represente al Papa su estima y admiración por la resignación y sacrificio

que ha demostrado aceptando las duras condiciones exigidas por Luis

XIV. También escribe al Papa y le muestra su alborozo por la

consecución de una Paz por la que tanto ha procurado y tan necesaria

para la Cristiandad811.

El Marqués de la Fuente pregunta como debe comportarse con el

cardenal Imperial que llegaba a París como legado del Papa para

presentar excusas a Luis XIV de acuerdo con lo estipulado en el tratado

de Pisa812. Había partido de Roma con solemne comitiva, embarcado el

5 de mayo en galeras del Papa y llegado a Marsella el 14 de mayo. En

Francia había expectación. El Consejo de Estado piensa que debe tratar

al cardenal con toda humanidad y agasajo por lo que importa tenerlo de

nuestra parte813.

Con relación a la audiencia del Legado, el Marqués de la Fuente

cuenta los problemas de precedencia que ésta plantea. Explica la

conversación que mantuvo con el introductor de embajadores, Conde de

Bunel, quien, al hablarle de la audiencia que se preparaba para el 811 ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, Narciso de: “El Cardenal Aragón”, París, 1929, Tomo I, pp. 151-152.812 El 24 de marzo Alejandro VII, en cumplimiento del pacto, nombró a su sobrino el cardenal Chiggi, por Legado a latere, embajada la más alta y de mayores facultades, que acostumbra a enviar la Sede Apostólica en raras ocasiones. El 28 de abril se le entregó la cruz de Legado y numerosos Breves para la familia real y diversas personas de la corte de Francia. 813 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, Madrid, 16 mayo 1664. Avisa también el Marqués de que Pedro Suárez le había dicho que el embajador de Francia proponía una liga particular entre Francia y Venecia. Este asunto parece importante al Consejo de Estado que encarga al Marqués que siga atento a esta nueva liga que proponen franceses y venecianos para ver si es otra de las que se trata en Roma contra los infieles, pues en esa deben entrar los príncipes católicos.

324

legado, le dijo que el Rey, aunque no daba silla a los cardenales, se la

daría en esta ocasión por legado, a lo que contestó el Marqués que él no

podía estar de pie mientras estuviese otro hombre sentado, sin exceptuar

ninguno en el mundo. Si los demás embajadores aceptaban, envidiaría

que sus órdenes y su inteligencia les permitiesen obedecer en aquella

parte al Rey. Cuando le habló de la piedad de los fieles, el Marqués no

lo admitió, diciendo que esperaba salvarse sin hacer ese acto de

mortificación y sin que por rechazarlo perdiese su Rey en el mundo el

crédito de ser el que más respeta a la Santa Sede. El Marqués se lamentó

ante el Conde de Bunel de no poder complacer a Luis XIV y esperaba

que no se diera por ofendido por no haberse ajustado a su deseo. Añade

en su carta que no habían vuelto a hablarle del asunto por lo que

sospechaba que habían desistido de la primera intención manteniéndose

él firme en la suya. Con ello esperaba hacer entender a Luis XIV que su

comportamiento se debía a que no era dueño de lo que se refiere al

decoro de Felipe IV. Advierte también en su carta que piensa honrar al

Legado en su viaje enviando a un gentilhombre a su encuentro cuando

esté a dos o tres jornadas de París el cual le hará demostraciones de

amistad. El Marqués asegura a Felipe IV que llegará hasta donde pueda,

y si no puede conseguir sus pretensiones, procurará que reconozcan la

razón y el sentimiento de que no puede hacer otra cosa que cumplir sus

órdenes814. Pocos días después el Marqués pregunta a Madrid cómo

debe comportarse con el embajador de Inglaterra queriendo el Rey de

Francia que en la primera entrada del Legado se encuentren todos los

embajadores. El Consejo de Estado dice que es preferible que no se

haga concurso público en la entrada de nuevos embajadores, pero si el

embajador de Inglaterra tiene pretensiones de preceder al de España, el

Consejo dice que se debe encargar al Marqués que no lo consienta, que

814 AGS, Estado, Francia, leg. K1388, París, 15 junio 1664.

325

se valga de cuantos medios decentes pueda para excusarse de concurrir

por los términos en que se hallan las cosas y lo que perjudicará al

servicio de S.M. cualquier disgusto que hubiera entre el embajador de

España y el de Inglaterra815. En cuanto a la manera de gobernarse con el

cardenal Chigi, se envían instrucciones al Marqués para que se

comporte con como en 1625 hizo el Marqués de Mirabel con el

Legado816.

La audiencia del Legado, inmortalizada en un tapiz que dibujó Le

Brun817, se celebró con toda ceremonia a gusto del Rey Cristianísimo. El

cardenal Chigi pronunció un humillante discurso dictado e impuesto

desde París, y debió regresar de su misión en París poco satisfecho

porque, a su vuelta, decidió levantar encima de la puerta de su palacio

las armas del Rey de España como para indicar que, en adelante, se

fiaba de su protección manifestándose abiertamente separado de los

cardenales afectos a Francia y de los que no estaban obligados a

ninguna corona.

Cuando empezó a ejecutarse el Tratado de Pisa, don Pedro de

Aragón entró en Roma como nuevo embajador de España cesando el

cardenal, su hermano, en la interinidad de la embajada ya que estaba

prohibido a los cardenales desempeñar permanentemente el cargo de

embajador. Francia siguió actuando en descrédito de España por

815 AGS, Estado, Francia, leg. K 1388, Madrid, 19 junio 1664.816 AGS, Estado, Francia, leg. K 1389, 2 agosto 1664. Antonio de Zúñiga y Dávila, marqués de Mirabel, embajador de España en Francia de 1618-1632.817“Audiencia del legado” es el nombre del tapiz que representa la audiencia dada por Luis XIV en Fontainebleau al cardenal Chigi, sobrino de Alejandro VII el 19 de julio de 1664 como satisfacción a Luis XIV de la injuria cometida en Roma a su embajador el duque de Crequi. La escena se desarrolla en la cámara del rey. El tapiz es de la manufactura de los Gobelinos, París, séptimo paño de L´Histoire du Roi, 1667-72, Oro, plata, seda y lana, 515 x 715 cm. Versalles, Chateau de Versalles y de Trianón. Una moneda de plata de 72 mm, con la inscripción Luis XIV/ “Ob nefandum scelus a Corsis editum in oratorem Regis Franciae”, “Corsicum facinus excusatum- Legato a later emisso- MDCLXIV”, París, Bibliotheque Nationale de France (SR 630), conmemora también la audiencia del legado.

326

ejemplo protegiendo al duque Cesarino quien, ingrato a las ayudas

recibidas del cardenal Aragón, quitó de su palacio las armas españolas

colocando en su lugar las de Francia y con desverguenza prestaba apoyo

a los rebeldes portugueses en la pretensión de que el Papa les admitiera

embajador. Francia persistía en su empeño de perjudicar a España

apoyando descaradamente al portugués Francisco Manuel en su

pretensión de que se proveyeran las mitras vacantes de Portugal y

cuando proponía a los corsos las ventajas de luchar en su país contra

España. Esta propuesta no llegó a realizarse por la intervención del

cardenal Aragón ante la República de Génova, intervención que, junto a

su decisivo papel en la crisis que ahora terminaba, agradeció Felipe IV

honrándole con un puesto en el Consejo de Estado818 y el Papa

incorporándole a la Congregación del Santo Oficio819. El nuevo

embajador en Roma se queja a Felipe IV de las intrigas y problemas que

provocan los franceses ante los que no sabe cómo gobernarse820.

Desde Milán Luis de Ponce informa a Luis de Oyarguren de la

audiencia que tuvo el portugués Don Francisco Manuel con su Santidad.

Da cuenta de que Roma recibe al representante del rebelde en contra de

lo acordado, y de las conversaciones que sin duda tienen el Papa y el

Rey de Francia sobre sus respectivos intereses. Añade que los franceses

trabajan en contra de los intereses de España, “ese mal hombre que es el

arzobispo de Embrún, esparce por todo el mundo voces tan sacrílegas

sobre la salud del Rey, que yo espero en la justicia de Dios que le dará

larga vida y castigo a los autores. No hay términos para ponderar el

daño que nos hacen en todas partes pues los negocios encaminados se

desvanecen, los amigos se entibian y los enemigos se atreven, y no ha 818 El cardenal Aragón fue consejero de Estado en enero de 1666.819 El cardenal Aragón fue miembro de la Congregación del Santo Oficio desde el 11 de febrero de 1664.820 ESTENAGA ECHEVARRÍA, N.: ”El cardenal Aragón”, París 1929, Tomo I, pp. 153-157.

327

faltado algún ministro del Papa que haya dicho que por haber creído

Su Santidad una carta que citaba otra del arzobispo de Embrún,

resolvió la audiencia del portugués, y no hay duda de que sobre esta

misma creencia se reforzaron las paces de la frontera de Flandes y se

han movido otras tropas, aunque no grandes, que bajan a Alsacia con

pretexto de socorrer al Emperador, pero es más probable que sirvan de

invasión”821. Es sin duda la confesión de un hombre cansado y

desanimado. Aunque en la carta se queja de achaques que atribuye al

duro aire de Lombardía, es la confidencia de un hombre que se ve

impotente para luchar contra Francia en el escenario diplomático.

A pesar de la firma del Tratado de Pisa la tensión entre Francia y

Roma no desaparece del todo por culpa de Aviñón. El Marqués de la

Fuente cuenta que Lionne le dijo que de seguir las cosas así, “llamarían

a Crequi y echarían a todos los ministros de su Beatititud de Francia”822.

Informa también que al vicelegado de Aviñón le perdieron el respeto de

manera que le redujeron violentamente a firmar unos artículos, el más

leve de los cuales era despedir al presidio, y que el vicelegado y las

Puertas quedasen a discreción del pueblo. El Consejo de Estado

agradece la inteligencia con que el Marqués envía la información823.

Cuenta también el Marqués que el Nuncio quiere impedir que la

Sorbona escriba contra la infalibilidad del Papa, que los que defienden

esta postura son Lionne y Colbert, y que Le Tellier es el más duro

influido por un hijo que tiene doctor en la Sorbona. Dice el Marqués

que si la Sorbona escribe sobre eso, el Papa lo condenará y no favorece

esta disputa el acercamiento que desean. Informa también sobre Aviñón

y sobre los intereses de algunos cardenales (el cardenal de Este, el

821 AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Milán, 21 septiembre 1664.822 AGS, Estado, Francia, leg. K1389, París, 21 septiembre 1664.823 AGS, Estado, Francia, leg. K1389, Madrid, 22 noviembre 1664.

328

cardenal de Ursino, Azolino y el cardenal Antonio) en la corte de

París824. Al Consejo de Estado le parecen dignas de toda atención las

noticias que envía el Marqués y considera necesario que en Francia no

falte embajador por el acceso que tiene a Palacio y la comunicación que

tiene con las Reinas825.

Pocos días después, el Marqués envía nueva información sobre

las difíciles relaciones de Francia con Roma. Dice que los franceses

siguen alimentando la esperanza de Su Santidad de que se desvanezca el

tratado de Pisa, cosa que ya había advertido en enero y que el Nuncio

pretende que se restituya al Papa todo el dinero que disfrutó el Rey de

Francia durante el tiempo que poseyó Aviñón. Añade el Marqués que en

la corte de París se muda con la misma facilidad que lo hace el viento826.

El Marqués de la Fuente manifesta su sospecha de que el cardenal

de Ursino es pro francés; dice que negocia con los portugueses lo que

contraviene a la paz. También Don Pedro de Aragón duda de él y le

tiene prevención827. El Consejo de Estado desaprueba la actitud del

cardenal y, tras recomendar a su embajador en Roma y también al de 824 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, enero 1665. Sobre Castro recuerda el Marqués que en vida del cardenal Mazarino propuso éste al duque de Parma una de sus sobrinas, obligándose a darle en contante todo lo que necesitase para desempeñar aquel estado, partido que no aceptó. Recuerda la historia del ducado y manifiesta alguna sospecha de que no quieren cumplir lo que se acordó en el Tratado de Pisa. El Marqués dice que Francia se empeña en hacer hereditarios los disgustos con la Santa Sede, pues cualquier Papa que suceda al que hoy vive no pasará por un tratado en que toda la razón fuera violencia, en el que no solo se da por ofendido el Pontífice sino todo el sacro colegio. 825 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 15 febrero 1665.826 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 8 marzo 1665. El Marqués de la Fuente comunica también que el Nuncio ha conseguido sacar a Crequi desairadamente sacrificando su honra por el gusto de Su Santidad, tendrán aquella corte sin embajador pero el Nuncio se ha ofrecido para que, a través suyo, el rey Cristianísimo obtenga cuanto desee, siendo fiadores de todo los cardenales Chiggi, Dotario y Pallavecin. El Nuncio ha conseguido esto gracias al apoyo de Msr. Colbert, parte con haber facilitado que su hijo entrase en una abadía que vale 50.000 florines de renta y parte con la esperanza de obligar al cardenal Antonio a que renuncie el Arzobispado de Retz que tiene la calidad de preceder a todos los duques y pares y el puesto de limosnero mayor para guardar con uno y otro un hermano de Msr. Colbert habilitándole paso este camino a un capelo, aunque parece que no podrá ser en la primera promoción de príncipes, pues se le asegura de buena fuente que S.M. ha ofrecido al Papa que si le da ahora el capelo para Msr. de Mercurio no pretenderá otro cuando llegue la ocasión.827 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 19 abril 1665.

329

París que manifiesten queja al cardenal de Ursino y a Crequi por

proteger la iniquidad y la injusticia del duque de Braganza, dice a Felipe

IV: “esta manera de actuar los franceses, que se manifiesta en todos

sus actos, es tan intolerable que debería obligar a V.M. a pensar mucho

en hallar algún medio de salir de tan insolentes pretensiones y soberbia

de los franceses”828.

Felipe IV comunica al Marqués de la Fuente la noticia que le dio

Don Pedro de Aragón sobre que era incierto que protegía a los

religiosos Trinitarios calzados para que se celebrase en Roma su

capítulo general. Quiere que esté informado por si se habla en París de

ese asunto829. Por su parte el Marqués de la Fuente envía a Madrid el

texto de la bula de Alejandro VII que condena el libro “Defensa de la

autoridad del Papa, cardenales, arzobispos y obispos y del empleo de

los religiosos mendicantes contra los errores de este tiempo”, sacado a

la luz por Jacques Vernant, y otro titulado “Censura de la facultad de la

sagrada teología de París” y un librillo de Amadeo Gimeno que

contiene casi todos los puntos de teología moral contra las quejas de

algunos y ciertas opiniones morales de los jesuitas830. Sobre la bula que

había llegado en orden a condenar la censura de la Sorbona a la

infalibilidad del Papa, añade el Marqués de la Fuente que el 28 se juntó

el parlamento para reconocerla y la calificó por abuso diciendo que no

se debía admitir, reservándose los abogados generales el dar las razones

en que se fundaban831.828 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 23 abril 1665.829 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 29 mayo 1665.830 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Roma, 26 julio 1665.831 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 6 agosto 1665. El Marqués de la Fuente está convencido de que no haber declarado las razones los abogados es para tener la puerta abierta para declararlas, que no desean que por ahora se hable de esta materia. Espera que en Roma no tomen mal este medio término sabiendo que el abogado general Tolón está prevenido para hablar de la bula y de las cosas de Roma peor que Lutero. Dice también que el formulario contra la opinión de los jansenistas no se ha firmado hasta ahora por nadie, aunque lo dispuso la bula del Papa y la orden del rey, habiendo mandado los obispos de Noyon, Alet, Bove y Angers a los párrocos de sus diócesis

330

Los gestos de Roma hacia Madrid son contradictorios. Mientras

el cardenal de Ursino negocia con ministro de Portugal, el Nuncio de Su

Santidad en París comunica al embajador de España que el Papa tendría

mucho gusto de actuar como mediador en el ajustamiento entre Portugal

y España. La Reina Regente, siguiendo instrucciones del Consejo de

Estado, contesta al Embajador que no siendo más que una mera

conversación y no una propuesta formal, no se puede pasar a ninguna

diligencia y hay que esperar hasta ver lo que la materia dé de sí,

particularmente cuando estamos pendientes de la venida de Mi lord

Sandwich, pues “de lo que se derive de sus negociaciones se tomarán

las medidas convenientes para el servicio del Rey mi hijo”832.

En la última promoción de capelos cardenalicios, en contra del

derecho y usos practicados en la iglesia, el Papa nombró a todos los

cardenales italianos sin conceder lugares a los príncipes cristianos para

sus vasallos, lo que supuso un agravio para la corona de Francia y para

la de España. El arzobispo de Embrún propuso a la Reina Regente, de

parte de su Rey, presentar queja conjuntamente ya que el agravio era

común. La Reina le respondió que ella había hecho el mismo reparo y

que estudiaba la manera de oponerse. Dijo también al Embajador

francés que había escrito al cardenal Sforza833, porque en ese momento

no había embajador de España en aquella corte, y que procederían de

acuerdo con el Emperador y con el rey Cristianísimo para dar queja a Su

Santidad, con el decoro debido, pasando los oficios convenientes. El que firmasen el formulario con aquellas reservas, resolvió S.M. avocarse a su persona el conocimiento de aquella orden y en tanto que declaraba otra cosa, mandó que no firmasen con ninguna reserva. Dice el marqués de la Fuente que todo esto trae inquietísimo al Nuncio.832 AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid, 24 mayo 1666. En junio de 1666 doña Mariana de Austria otorga poderes al padre Nithard, al duque de Medina de las Torres y al conde de Peñaranda para ajustar con el embajador inglés Eduardo de Montagu, conde de Sandwich, un tratado de unión y alianza con Inglaterra, en el que se abordaría además una tregua con Portugal. Ver pág. de este trabajo. 833 Se refiere a Pedro Sforza Pallavicin. En ese momento era embajador interino de España.

331

arzobispo de Embrún aprobó la manera de proceder conjuntamente y se

alargó en el agravio que Su Santidad hacía a los príncipes cristianos con

privarles tanto los capelos, teniendo tanto número los italianos,

particularmente los de Siena, añadiendo que al Pontífice no le interesaba

disgustar a las coronas. En esta ocasión pactaron actuar de común

acuerdo, si bien la Reina insistió en su deseo de que había que respetar

siempre el sumo decoro y reverencia con que debe ser tratada Su

Santidad834.

La quietud no acaba de llegar a Italia y las relaciones entre

Francia y Roma siguen siendo poco satisfactorias. El Marqués de la

Fuente escribe preocupado diciendo que el Papa retiene todavía el

estado de Castro, y Francia intriga apoyando al Duque835, cuenta

también que el Papa no se ajusta a nombrar los obispos que quiere

Francia para juzgar a tres jansenistas y que el Nuncio se queja del edicto

que el rey Cristianísimo había hecho publicar en orden a admitir a los

religiosos a profesar a una determinada edad836. Sobre el sucesor del

Papa que se encuentra enfermo, dice, los franceses desearían en primer

lugar al cardenal Gineti o Carpena, y dificultarán la exaltación de

Rospigliosi y de Pallavecin, no rehusando a Pallavecin y ayudarían y

verían bien a Boneli837.

834 AGS, Estado, Francia, leg. K1410, Madrid, 30 mayo 1666.835 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, 14 enero 1666. 836 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 23 febrero 1667. Cuenta también el Marqués que cuando el Nuncio y el embajador de Venecia piden a Luis XIV ayuda para defender Venecia del peligro de los turcos -el primer visir había desembarcado en Candia y la pérdida de aquel reino pondría en riesgo a toda la cristiandad-, el rey Christianísimo se excusó pues dijo estar ocupado con la guerra contra Inglaterra y en que la noticia del desembarco no era tal, añadiendo que había recibido información de que no había tenido lugar tal desembarco. El Marqués de la Fuente pone esta noticia en conocimiento de S.M. católica por si le hacen la misma solicitud de ayuda.837 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 17 abril 1667. Alejandro VII murió el 22 de mayo de 1667. Julio Rospigliosi fue su sucesor, elegido Papa el 20 de junio de 1667 con el nombre de Clemente IX.

332

Toda la información que suministra la embajada de España en

París durante estos años referida al enfrentamiento de Francia con Roma

es valiosa y demuestra que Italia fue objetivo de Luis XIV. Demuestra

también que Francia, incumpliendo el Tratado de los Pirineos, amenaza

el predominio español en esa zona. Para conseguir sus objetivos

Francia no duda en reclamar la ayuda de España. La gestión política y

diplomática de Madrid y del Marqués de la Fuente es estimable y es

cierto que, durante los años que estamos esudiando, la Monarquía

Católica mantuvo en Italia una influencia notable aunque en 1663

Felipe IV fracasó en su intento de formar una liga contra Luis XIV. Al

final, no se puede decir que España dominara el tablero italiano, pero

Francia tampoco838.

838 RIBOT GARCÍA, Luis A.: “La presencia de la Monarquía de los Austrias en Italia a finales del siglo XVII”, en” Calderón de la Barca y la España del Barroco”, J. Alcalá-Zamora y E. Belenguer (Coords.), Madrid, 2001, Tomo I, pp. 975-979.

333

334

Capítulo VI

LA CUESTIÓN DE PORTUGAL

La firma de la Paz de los Pirineos y el matrimonio de la Infanta María

Teresa con Luis XIV supuso para Francia un gran triunfo diplomático,

pero este tratado también favorecía a la Monarquía Hispánica en la

medida en que, cerrados todos sus frentes bélicos, podía centrarse en

desviar sus recursos financieros y militares a la recuperación de

Portugal. Como escribiera Felipe IV a sor Agreda de la Cruz en el mes

de enero de 1661, el enlace de su hija, “aunque me hace mucha

soledad, me huelga haber hecho este sacrificio por el bien y causa de

toda la cristiandad y poder con más desahogo tratar de la recuperación

de Portugal”839. La misma idea la había expuesto unos meses antes, en

la primavera de 1660, un ministro español: “Las felicidades que estos

reinos se pueden prometer con los tratados de paz consisten en la

conquista de Portugal”840.

Así pues, a partir de 1659 se daban, al menos en teoría, las condiciones

más óptimas para la ofensiva militar española contra el reino separado,

pospuesta hasta entonces por la prioridad del frente catalán, en la que

estaban de acuerdo tanto el Consejo de Estado como el Consejo de

Guerra convencidos de que, una vez aislado Portugal, sería más fácil

reducirlo a la obediencia. Para entonces, sin embargo, la independencia

de “facto” del reino “rebelde”, no admitida en Madrid, situaba el 839 SECO SERRANO, Carlos. “Cartas de Sor María de Agreda y de Felipe IV”, B.A.E., T. V, p. 159, 22 enero 1661.840 VALLADARES, R.: “Banqueros y vasallos de Felipe IV y el Medio General”, Cuenca 2002, p.19.

335

problema de su recuperación en un plano diametralmente distinto al

previsto por los españoles, ya que la dinastía Braganza estaba

firmemente consolidada en el trono y, por consiguiente, las

posibilidades de que Felipe IV obtuviera la victoria eran más que

dudosas, lo que no le impidió embarcarse en esta empresa aun a costa

de nuevos sacrificios para sus súbditos, perceptibles no sólo en el

incremento de la fiscalidad -en 1662 y 1663 se solicitaron donativos

cuya cuantía ascendió en conjunto a 700.000 escudos, a los que se

añadiría poco después la concesión por las Cortes de un cuarto uno por

ciento841- sino en los trastornos económicos que experimentaron las

poblaciones fronterizas con Portugal, aun cuando para paliar sus

necesidades se concedieron exenciones fiscales842.

La diplomacia española, empero, no debía de ignorar esta nueva

situación, sobre todo ante los esfuerzos de la corona portuguesa para

que se reconociera la independencia de su reino en la Paz de los

Pirineos, ofreciendo incluso a Mazarino, a través de su representante, el

conde de Soure, un millón de cruzados y el arzobispado de Evora para

la persona que él designase. Don Luis de Haro tampoco se quedó corto

en ofrecimientos, si es cierto que le prometió su apoyo para ceñir la

tiara pontificia843. Finalmente las presiones españolas lograron su fruto

puesto que Portugal fue excluido de las negociaciones y además España

obtuvo la garantía de que Francia no apoyaría sus ansias de

841 Sobre las finanzas de la Monarquía Hispánica en los últimos años del reinado de Felipe IV, Ver F. RUIZ MARTÍN, Las finanzas de la Monarquía Hispánica en tiempos de Felipe IV (1621-1665), Madrid, 1990, pp. 77-79 y 159-163; A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, Política y hacienda de Felipe IV, Madrid, 1960, p. 237; F. LORENZANA DE LA PUENTE, “Política y hacienda en 1660-1664. Las últimas Cortes de Castilla”, en J.I. FORTEA PÉREZ y C.M. CREMADES GRIÑON (Eds), Política y hacienda en el Antiguo Régimen, Murcia, 1996, pp. 343-358. Respecto a la sobrefiscalidad añadida para financiar la guerra contra Portugal, con referencias concretas a la participación del resto de los reinos, J.A. SÁNCHEZ BELEN, “La Hacienda Real de Carlos II”, en Actas del Reino de Galicia, Santiago de Compostela, 2002, vol XI, pp 47-85, especialmente las pp. 49-51 842 J. A. SÁNCHEZ BELEN, “La Hacienda...”, p. 50, nota 4.843 DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: “Política y hacienda de Felipe IV”, Madrid 1960, pp. 79-80.

336

independencia, como se refleja en el artículo tres del Tratado de los

Pirineos:

“En cuanto a los reinos, príncipes y estados que están al presente en

guerra con uno de los dichos Señores Reyes, se ha convenido y

acordado que el otro Rey no podrá, después de la publicación de dicho

Tratado, darles directa ni indirectamente ningún género de socorro de

hombres, víveres ni dinero, y aún menos a los vasallos que de aquí en

adelante pudieran sublevarse o rebelarse contra uno de los dichos

Señores Reyes”844.

6.1 La búsqueda de la normalización diplomática entre Francia y

Portugal

Aunque sobre el papel Portugal perdía un poderoso aliado, en un

momento que Lisboa consideraba decisivo ante la inminente ofensiva

española, lo cierto es que el representante lusitano no regresó con las

manos vacías, puesto que había conseguido, contra el espíritu y la letra

del recién firmado tratado de paz hispano-francés, que tropas francesas

al mando del mariscal Shomburg fueran transportadas a Portugal con el

concurso de buques ingleses a fin de reforzar el ejército portugués845. Y

lo que es más importante, a pesar del Tratado de los Pirineos Luis XIV,

que en modo alguno estaba interesado en que su suegro recuperara el

reino segregado, no dudó en mantener relaciones diplomáticas con los

Braganza, aunque de forma secreta y a través de intermediarios: en

Francia, recurriendo a los oficios del mariscal Turena que, como hijo

del duque de Bouillón, príncipe soberano, podía considerarse

extranjero846; fuera de Francia, a través de Inglaterra, para lo cual el 844 Art. 3 del Tratado de los Pirineos. Colección de los Tratados de Paz, J.A. Abreu Bertodano, Madrid, MDCCLI, p.121.845 DOMINGUEZ ORTIZ, A.: “Política y hacienda de Felipe IV”, Madrid, 1960, p. 80.846 El ducado de Bouillon, situado en la provincia belga de Luxemburgo, pasó por herencia en 1571 a los condes de Turenne de la casa de la Tour d´Auvergne y Luis XIV lo agregó a la corona francesa como feudatario.

337

monarca francés procuró fortalecer sus relaciones con el restaurado

Carlos II Estuardo quien, lejos de otorgar su ayuda a Felipe IV, bajo

cuyo amparo estuvo exiliado en Bruselas, paso a ser un firme defensor

de la dinastía Braganza.

La ofensiva diplomática de Francia a favor de Portugal se

tradujo, por un lado, en las negociaciones con Inglaterra encaminadas al

matrimonio de Carlos II Estuardo con Catalina de Braganza, hermana

del Alfonso VI, prometiendo al soberano, siempre necesitado de dinero,

dos millones de libras francesas con la condición de que los empleara en

ayudar a Portugal armando navíos o enviando tropas. Como

consecuencia de estas conversaciones se financiaron 3.000 soldados de

infantería y mil de caballería para trasladarse al frente portugués a las

órdenes de Lord Inchinquim. El enlace del rey de Inglaterra con la

infanta portuguesa en 1661 fortaleció las relaciones entre ambas

coronas, causando en Madrid un gran descontento e inquietud, puesto

que el matrimonio implicaba el reconocimiento de la dinastía Braganza

y además llevaba aparejada una gruesa dote: la plaza de Tánger –

intentará comprarla Francia847-, las islas Terceras, cuatro plazas en la

India Oriental, el comercio libre con todas las posesiones ultramarinas

de Portugal, especialmente con Brasil, dos millones de cruzados en

metálico y la plaza de Setúbal848.

Incluso en Roma la diplomacia francesa actuará contra los

intereses de España, ya que va a exigir al Pontífice que admita

847 Felipe IV recibió del Marqués de Leganés la noticia de que Luis XIV quería comprar Tánger para mantener armas en los dos mares; en caso de no admitir los ingleses el contrato se valdría de un pretexto para quitarles aquella plaza. Siendo de tanto perjuicio para España, Felipe IV pide al Marqués de la Fuente que le tenga informado. AHN, Estado, lib. 268, p. 135, Madrid 20 de septiembre de 1663. En diciembre del mismo año se insiste en el mismo ruego.848 CASTILLA SOTO, J.: “Don Juan José de Austria: su labor política y militar”, Madrid, 1992, p. 167.

338

embajador de Portugal y que conceda a su monarca la facultad de

proponer obispos para las diócesis vacantes. El incidente de Crequi, al

que nos referimos en otras páginas de este trabajo849, servirá de pretexto

a Luis XIV para procurar la ruptura entre Roma y Madrid e imponer sus

exigencias. El cardenal Aragón, embajador ordinario en la Santa Sede,

advierte a Felipe IV de estas maquinaciones, por lo que el Consejo de

Estado propone escribir al Marqués de La Fuente para que manifieste en

París la contrariedad que tales actuaciones suscita en la corte española,

lo que también deberá comunicarse al arzobispo d’Embrun850. El

desmentido de Lionne tranquiliza algo los ánimos si bien lo

verdaderamente importante en este caso es que las tensas relaciones

entre Francia y Roma a raíz del ya citado incidente de Crequi hacían

necesaria la mediación española y Luis XIV no estaba dispuesto a

perder tan poderoso mediador en un conflicto que se le estaba

escapando de las manos851.

En otro plano, Francia, no obstante su compromiso de no admitir

embajador de Portugal en París, mantuvo una fluida correspondencia

con diplomáticos portugueses interesados a su vez en romper el

aislamiento internacional en el que hasta entonces había vivido su reino.

Así, en el mes de octubre de 1662 el Marqués de La Fuente, a través de

un confidente francés, averigua que un enviado de Portugal, pretende

ser recibido en París por el mariscal Turena a fin de obtener un

préstamo de Luis XIV cuya devolución estaría avalada por hombres de

negocios ingleses si no bastase con la garantía de alguna isla o puerto de

los dominios de Portuga852. 849 En el capítulo de este trabajo referido a las relaciones entre Francia y la Santa Sede, en la pág. 272, estudiamos el incidente de Crequi.850 AGS, Estado, Francia, Leg. 1409, Madrid, 5 de febrero de 1664.851 AGS, Estado, Francia, Leg. 1388, París, 27 de enero de 1664.852 AGS, Estado, Francia, Leg. 1386, París, 8 de octubre de 1662. El confidente advierte también al Marqués que el duque de Braganza es aborrecido por su pueblo por sus malas cualidades, mientras es

339

Meses después de esta noticia, el Marqués de La Fuente recibe

instrucciones de Felipe IV encaminadas a impedir la presencia en

Francia de Francisco Manuel de Melo, célebre escritor portugués que se

dirigía a Roma donde debía negociar los nombramientos de obispos con

el Pontífice y, de paso en París, el matrimonio de Alfonso VI con la

princesa de Montpensier853. Las entrevistas que el diplomático español

tuvo con Lionne y Le Tellier fueron ciertamente desalentadoras,

puesto que, con el artículo quinto del Tratado de los Pirineos854,

quisieron convencerle de que no estaban obligados a arrestar a todos los

portugueses que viajasen a Francia y, en cuanto a las negociaciones de

un acuerdo matrimonial con la Montpensier, bromearon asegurando que

al rey de Portugal le interesaba más un escuadrón de mil hombres que

casarse con princesa de la casa de Francia. No obstante, y para

tranquilizarle, le aseguraron que, si averiguaba dónde se alojaba el

emisario portugués, ordenarían su expulsión y le darían facultad para

que sus criados lo acompañaran hasta la frontera855.

A los pocos días el Marqués de la Fuente vuelve a entrevistarse

con Le Tellier para darle cuenta de que Francisco Manuel de Melo se

había reunido con el vizconde de Turena en secreto, a través de Rafael

Lamego, pero el ministro francés le jura que sus noticias son que

amado su hermano Pedro.853 PRESTAGE, E.: “As relacoes diplomáticas de Portugal con Francia, 1928, p. 91.854 El Art. 5 del Tratado de los Pirineos se refiere a los vasallos, no a los representantes del rey rebelde, dice: “mediante esta Paz y estrecha amistad, los vasallos de ambas partes, cualesquiera que sean, podrán, guardando las Leyes y costumbres del país, ir, venir, estar, traficar, y volver al país el uno del otro por razones de comercio y como les pareciese… serán sostenidos los vasallos del uno en el país del otro coo propios”, ABREU BERTODANO, Colección de Tratados, Parte VII, p. 121-122.855 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1387, París, 6 de mayo de 1663. A las quejas del Marqués de la Fuente por ser recibido en Francia un embajador de Portugal para negociar el matrimonio del Duque de Braganza, Lionne y Le Telier responden diciendo que no tenían noticias de lo que su Amo obraba, que podía ser obra de la madre de la novia, y bromearon diciendo que importaba más al Duque de Braganza un escuadrón de mil hombres que casarse con seis princesas de la casa de Francia.

340

todavía no había salido de Londres856. En realidad, Francisco Manuel de

Melo no sólo había mantenido conversaciones con Turena, sino incluso

con Luis XIV, quien le recibió en audiencia secreta con asistencia del

duque de Guisa y en la que el embajador extraordinario de Portugal

planteó también el envío de cuatro compañías de corazas para el frente

de Extremadura conducidas por el Marqués de Cileri, Briquemont,

Cragni y Boneval, estando asegurada la paga de su sueldo en París857.

Esta información es recibida en Madrid con desagrado, por tratarse de

una grave provocación, razón por la cual el Consejo de Estado aconseja

a Felipe IV que el Marqués de La Fuente presente su queja en París y

que se convoque al embajador francés en España para exponerle lo

mismo con la intención de “que conozca el mundo la mala fe con que

proceden los franceses y cuan poco se puede fiar en sus tratados,

mostrándolo cada día la experiencia”858.

En el mes de agosto de 1663 parece que Francisco Manuel de

Melo ha abandonado París, pero por entonces se había instalado un

nuevo agente de Portugal, Francisco Ferreira, procedente de Inglaterra,

con el encargo de recabar nuevas ayudas de Francia y de las Provincias

Unidas, razón por la que el Marqués solicita a Le Tellier que sea

expulsado, lo mismo que Rafael Lamego, sin obtener más satisfacción a

su demanda que una respuesta evasiva del ministro859. En Madrid se

conocen muy bien ya las actuaciones de Luis XIV respecto a admitir

embajadores de Portugal, y también que sus instancias no van a servir

856 AGS, estado, Francia, Leg. 1387, París, 20 de mayo de 1663.857 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1387, París, 16 de julio de 1663. AHN, Estado, Lib. 127, París, 16 de julio de 1663. Dice el Marqués de la Fuente que Francisco Manuel tuvo audiencia secreta con el Rey en un convento que se llama Petipez, apadrinando sus negociaciones el Vizconde de Turena, y asistiéndole secretamente el Duque de Guisa y Don Luis Napolitano que estaba en casa del Duque en cuyo coche saló de París.858 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1387, Madrid, 14 de julio de 1663.859 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1387, Madrid, 1 de septiembre de 1663. AGS, estado, Francia, Leg. K 1387, París, 13 de agosto de 1663.

341

de mucho. Aun así, Felipe IV ordena al Marqués de La Fuente que

transmita al monarca francés que “está advertido y que no lo admite,

aunque no hayan de tener la enmienda que el juramento y la fe pública

pedían, porque es bueno que el mundo conozca esta razón y quede

acreditada en todo tiempo su modo de proceder”860.

A finales de 1664 el Marqués de la Fuente se entera de que

Francisco de Melo y Torres, conde de Ponte, Marqués de Sande,

embajador extraordinario de Portugal en Londres, es recibido de

incógnito en una finca a las afueras París861. Felipe IV y los consejeros

de Estado cansados de que sean sistemáticamente desatendidas las

instancias del Marqués de La Fuente para que los enviados de Portugal

sean expulsados de Francia, resuelven ahora que se olvide de este

asunto y que se concentre, simplemente, en informarse de todo cuanto

acontezca en Francia a fin de poner los remedios más convenientes.

Felipe IV escribe al Marqués: “por vuestra carta veo lo inútil que son

vuestras quejas, por cuya causa se tiene por menor inconveniente el no

continuarlas que exponernos al riesgo del deshonor de sufrir las

contravenciones para no haberse de remediar. Así os ordeno viváis con

la atención que hasta aquí habéis tenido a investigar todo aquello que

fuere digno de saberse para avisármelo puntualmente a fin de que se

tenga la inteligencia necesaria del proceder de los franceses y de sus

artes, sin manifestar formales quejas para no incidir en lo que queda

referido, y cuando hubieseis de hablar a las Reina sobre algún punto de

éstos, iréis advertido de no entrar derechamente con resentimiento, sino

poniendo en duda lo mismo que sucede, diciendo que no es posible

860 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1408, Madrid 11 de septiembre de 1663.861 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1389, Madrid, 25 de noviembre de 1664. El Marqués lo descubre por un confidente que tiene en Inglaterra. Y efectivamente Sande estaba en París. Había llegado de Londres para negociar el casamiento de Alfonso VI y permaneció un año. PRESTAGE, E.: As Relaçoes diplomáticas de Portugal, Coimbra 1928, p. 169.

342

creerse cosa que sea contra lo que tantas veces ha asegurado el Rey

Cristianísima862.

6.2 Hacia la legitimidad dinástica de los Braganza.

No menos importantes fueron las negociaciones llevadas a cabo

entre Francia y Portugal para concertar el matrimonio de Alfonso VI

con una princesa francesa, ya que en España semejante acuerdo llevaba

implícito el reconocimiento por Luis XIV de la legitimidad dinástica de

los Braganza, aceptada ya por Inglaterra y la mayor parte de los estados

europeos. En sus Memorias el monarca francés, en un alarde de

sinceridad, si bien dirigido a la posteridad, dejó constancia de su

maquiavélica política respecto a España e Inglaterra en los primeros

años de la década de 1660 en los siguientes términos: “Al mismo tiempo

que preparaba las armas contra Inglaterra, no me olvidaba de trabajar

contra la Casa de Austria por todos los medios que pudiera

proporcionarme la negociación. Como sabía que la guerra de Portugal

era una especie de enfermedad intestinal, cuya duración debilitaba

infinitamente a España, me propuse, para alimentarla, el casamiento

del rey de Portugal con Mademoiselle de Nemours y envié a Saint

Roman cerca de aquel príncipe para que le hiciese la proposición y

para que le apartase todas las que le hacían de continuo los

españoles”863.

En los primeros años de la década de 1660, una de las mayores

preocupaciones de la Corte portuguesa, y en concreto del conde de 862 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1409, Madrid, 29 de noviembre de 1664. El rey añade: “el dar a entender, como sabéis, que ha estado en París tanto tiempo don Francisco de Melo de incógnito, y mandándole de quinta en quinta Lionne con todas las demás particularidades que habéis experimentado, sería apretar mucho la razón y obligar al Rey a que se quitase la máscara, y así procederéis en esto con todo recato y pasivamente para excusar el descrédito de rogar lo que por obligación se debe hacer sin poderse conseguir, preponderando más en esa nación la propia conveniencia que la reputación”.863 Memorias del Rey Sol, pag. 115.

343

Castel Melhor tras el golpe de estado que apartó a Luisa de Guzmán de

la regencia, fue la de encontrar una esposa para Alfonso VI, ya que con

su matrimonio se asegurarían alianzas en Europa y, sobre todo, el

reconocimiento de la dinastía y un ingreso extraordinario de dinero con

la dote de la esposa, necesario para continuar el enfrentamiento con

España. La primera idea fue la de casar al rey con una hija del príncipe

de Parma, que tenía un remoto parentesco con la casa real de Portugal.

Después se pensó en una princesa francesa. Para ello se dispuso que

Francisco Manuel de Melo se encargara de esta negociación, según

consta en las Instrucciones que recibió en el mes de octubre de 1662 y

en enero de 1663. Por motivos que se ignoran, su viaje fue retrasado y

entre tanto, a instancias de Luis XIV, que no debía de ver con agrado

ese enlace –la posición española en Italia era lo suficientemente fuerte

como para obstaculizar el matrimonio y, en el caso de celebrarse, para

que luego pudiera intervenir cerca de la desposada-, el vizconde de

Tunera propuso un partido más conveniente, el de Madesmoiselle de

Montpensier, prima de Luis XIV864, que ya había sido candidata para

casarse con el príncipe Teodosio, hermano de Alfonso VI865.

Como cabía esperar, desde el momento en que Felipe IV tuvo

conocimiento de esta propuesta de matrimonio, la diplomacia española

comenzó a mover sus hilos para impedirlo. La primera reacción del

Marqués de La Fuente fue la de entrevistase con la reina Ana y con la

reina María Teresa para persuadirlas de los inconvenientes políticos de

esa boda866, idea que comunica también a Hugo de Lionne y a Le

864 Ana María Luisa de Orleáns, duquesa de Montpensier, La Grande Mademoiselle, (1627-193), era hija de Gastón de Orleáns, hermano de Luis XIII y de María de Borbón, Mademoiselle de Montpensier, la heredera más rica de Francia. Al adherirse su padre a Condé se alió con los frondistas a los que prestó grandes servicios. En 1669 se casó con el conde Lauzun.865 PRESTAGE, E.: As relaçoes diplomáticas de Portugal, Coimbra 1928, p. 91, 92.866 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, 19 de julio de 1662.

344

Tellier867. Posteriormente, siguiendo instrucciones de Madrid, se reúne

con Mademoiselle de Montpesier quien, a la primera insinuación de su

posible matrimonio con el de Braganza, le respondió que en su ánimo

no estaba dicha boda por el sumo afecto que tenía hacia Felipe IV,

afecto que se había fraguado durante los esponsales de Luis XIV y

María Teresa en Fuenterrabía –así lo asegura en sus Memorias-868, hasta

el punto de que se negaría a aceptarlo en el caso de que se le ordenara

hacerlo869. Indudablemente Luis XIV veía con buenos ojos este

matrimonio, por lo que intentó convencerla, aunque sin éxito,

aprovechando una cacería que tuvo lugar en el parque de Saint German

el 19 de julio de 1662870. Pero el rechazo de Mademoiselle de

Montpensier a este matrimonio no se puede decir que fuera

desinteresado, ya que muy posiblemente conociera el estado de

decrepitud del monarca portugués, y además sus miras –así lo expuso

abiertamente a Felipe IV- estaban dirigidas a casarse con el príncipe de

Saboya o, si no, con el príncipe de Conde, opción ésta que desagradaba

tanto a Luis XIV como le agradaba aquella. Precisamente para evitar su

matrimonio con Conde, en el supuesto de que no prosperara el primero,

el monarca francés ordenó a la Montpensier que abandonara la Corte,

librándose así, de paso, de una experta intrigante, de una mujer que, en

palabras de la Reina, “no tiene juicio”871.

Regresado a París tras su viaje a Ratisbona el Marqués de la

Fuente recibe de nuevo instrucciones de Felipe IV para “evitar el

867 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, 17 de agosto de 1662.868 Mademoiselle asistió a la boda de la Infanta María Teresa con Luis XIV en Fuenterrabía. Describe la ceremonia con interesantes detalles, y confiesa que desde entonces siente afecto por el Rey de España. Memorias de Mademoiselle de Montpensier, París, 1901, pág. 170 y sig.869 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, 22 de julio de 1662.870 La entrevista la cuenta Mademoiselle al Marqués de Barandón que es quien la transmite al Marqués de la Fuente, AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, 21 de agosto de 1662. AGS, Estado, Francia, Leg. K1407, 29 de agosto 1662.871 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 9 de noviembre de 1662.

345

casamiento del llamado rey de Portugal con princesa francesa por

todos los medios posibles que os aconseje vuestra prudencia”872. El

embajador, tras comprobar que un enviado de Portugal se encuentra en

París para negociar la boda presenta queja a Le Tellier y como éste lo

niega, confiesa a Madrid su impotencia, reconoce que las quejas de

España se escuchan pero no son atendidas y afirma que los franceses

actúan en contra de lo firmado en la Paz873. Y el Marqués de la Fuente

tenía razón: el enviado de Portugal, Francisco Manuel, fue recibido por

el rey Cristianísimo en audiencia secreta tras celebrar audiencia con los

ministros. Había llegado para negociar la boda y la ayuda de tropas

francesas para el ejército de Portugal874.

El Consejo de Estado, tras reconocer que el casamiento del

llamado rey de Portugal con princesa francesa es “asunto de suma

importancia”, propone que se ordene de nuevo al Marqués de la Fuente

que por todos los medios a su alcance procure impedirlo. Conscientes

los consejeros de que “ninguna negociación puede tener logro sin el

caudal a la mano”, acuerdan remitir al Marqués por correo expreso

letras de 10.000 escudos de plata, con nombre de ayuda de costa, con

orden de que no las destine a otro fin que a esta negociación, valiéndose

del yerno de Le Tellier, de Montagut o de quien le parezca875. El Rey

transmite la orden al Marqués876 y poco tiempo después le reitera que

debe impedir ese matrimonio: “fío de vuestra inteligencia y destreza

que habéis de procurar encaminar esta materia de manera que no

logren los enemigos su intento”877.

872 AGS, Estado, Francia, Leg. K1408, Madrid 22 de abril de 1663.873 AGS, estado, Francia, Leg. K1387, París, 20 de mayo de 1663.874 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 16 de julio de 1663. AHN, Estado, Lib. 127, París, 16 de julio de 1663. 875 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Madrid, 26 de mayo de 1663.876 AGS, Estado, Francia, Leg. K1408, Madrid, 2 de junio de 1663.877 AGS, Estado, Francia, Leg. K1408, Madrid, 1 de septiembre de 1663.

346

En verano de 1663, como había confesado el Marqués de la

Fuente a Luis de Oyarguren, las negociaciones de la boda del Duque de

Braganza con princesa francesa están “muy calientes”878. El capitán

Bustin que se reunió en tres audiencias de más de tres horas con

Mademoiselle de Montpensier escribe al Marqués de la Fuente diciendo

que ha encontrado a Mademoiselle muy impresionada por las promesas

y presiones que recibe de Francia para que acepte casarse con el de

Portugal. Mademoiselle manifestó al capitán Bustin que la materia (el

matrimonio con Alfonso VI de Portugal) se encontraba en un estado

diferente, pues ahora se le hacían grandes ofrecimientos muy efectivos y

ella, habiendo nacido vasalla y dependiente de la voluntad del Rey

Cristianísimo, no podía resistir más. Añadió que tenía bastante juicio

para saber lo que le convenía un negocio y que el contrato que le

ofrecían era muy interesante y difícil de rechazar. Le aseguraban que

viviría con toda la libertad que quisiese, que la servirían franceses, que

sus guardias serían de la misma nación, que los generales de los

ejércitos los nombraría ella eligiendo en Francia el que gustase, que la

Duquesa madre se retiraría a un monasterio luterano, que pondrían en su

mano enteramente el gobierno, y todo esto debajo del Consejo que

eligiese. Además de todo lo dicho S.M. Cristianísima le prometía no

abandonarla jamás aunque fuese menester romper cien veces con

España. La oferta añadía que, inmediatamente, al tener efecto el

casamiento, enviaría S.M. Cristianísima si se necesitaba, un cuerpo de

gente de 10 a 12.000 hombres con medios para su subsistencia, siendo

interés de la corona de Francia que la de Portugal no se uniese jamás a

la de Castilla. Mademoiselle añadió al capitán que se movía el cielo y la

tierra para convencerla repitiéndole que no debía tener ninguna duda

878 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 6 de mayo de 1663.

347

pues cuando todo se conjurase contra ella no podía faltarle el volver a

Francia donde hallaría sus estados en paz, el tratamiento de Reina y por

consiguiente anteponerla a todos los príncipes de la sangre. El riesgo de

volver no le preocupaba, confesó Mademoiselle, pues contaba no solo

con la asistencia del Rey de Francia y de todo el reino, sino con la del

Rey de Inglaterra, habiendo asegurado el Rey gente y bajeles. También

aseguró Mademoiselle al capitán Bustin que los portugueses le ofrecían

gozar de sus estados libremente y que, en caso de morir sin dejar

sucesión, podía disponer de todo a favor del Rey de Francia o de quien

quisiese sin que los portugueses pretendiesen nada. Mademoiselle no

ignoraba que el de Braganza era como le pintaban, pero no hacía ningún

reparo pues aspiraba a una grandeza y a una corona. A pesar de todo,

Mademoiselle dijo al capitán Bustin, que todavía no se había rendido a

la propuesta por lo que amaba a Felipe IV y a su casa y le aseguró que

no actuaba más que forzada por el Rey Cristianísimo.

Cuando el capitán Bustin le hizo ver los problemas del hermano

del de Braganza (conspiraba contra su hermano), y lo poco segura que

tenía la corona, contestó alargándose infinitamente para demostrar cuan

segura estaba la corona de Portugal cuando se había actuado tan poco

contra ella después de la Paz sin ser asistida como lo sería de aquí en

adelante. Al manifestar el capitán lo que se complicaría ese año la

empresa con las tropas que pasaban de los estados de S.M. y de

Esguizaros, contestó con un discurso muy largo diciendo que eran las

esperanzas de cada año y recordó lo poco que se había hecho879.

Finalmente Mademoiselle no se rindió a la propuesta, -“no había

quien la persuadiera”, había dicho de ella Lionne-. El Marqués de la

879 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, 28 septiembre de 1663.

348

Fuente se alegra de la resistencia de la Montpensier a aceptar la

tentadora oferta y constata una vez más la deslealtad de Francia.880. Poco

tiempo después recuerda al Rey Católico que sería conveniente

satisfacerla con algo, “ya que había obrado con mucha fineza y en los

accidentes del mundo puede sobrevenir alguno en que sea conveniente

tenerla obligada”881.

En 1664 el Marqués de Sande, viendo las dificultades que

encontraba para la realización de su proyecto matrimonial, empezó a

pensar que el Rey de Portugal casase con la hija del Duque de Nemours,

Mademoiselle de Aumale882. La propuesta pareció bien a Francia y en

enero de 1665 se inician formalmente las negociaciones883. Aunque para

el Marqués de la Fuente este matrimonio presentaba menos

inconvenientes, pues si el Rey no la dotaba, y no teniendo su madre qué

darle, sus parientes poco podían influir a favor del “tirano”884, en

Madrid lo consideran un acto de mala correspondencia y se le ordena

que procure evitarlo. Cuando el Marqués se queja a Le Tellier de las

negociaciones sobre la boda de Mademoiselle de Aumale con el duque

de Braganza, recordándole otras negociaciones anteriores con

Mademoiselle de Montpensier, el ministro le respondió que era distinto

porque el abuelo de ésta podía tratar de lo que le pareciera conveniente

para su casa, y no habiendo de llevar dote de la corona, no podía el Rey

880 AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 5 de enero de 1664.881 AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 23 marzo de 1664.882 La primera propuesta del embajador de Portugal fue casar al infante don Pedro con la sobrina de Turena, Mademoiselle de Bouillon, y el rey de Portugal con Mademoiselle de Nemours, pero surgió una dificultad, porque el duque de Vendôme, tutor de Mademoiselle de Nemours y de su hermana Mademoiselle de Aumale, deseaba que si la primera era reina de Portugal, la segunda casase con el Infante. Esto provocó al Marqués de Sande grandes conflictos, porque todo el empeño de Turena era asegurar a Don Pedro para su sobrina y si no era atendido podía suceder que no continuase ayudando a Portugal. A pesar de los esfuerzos del Embajador, Vendôme persistía en su pretensión. PRESTAGE, E.: “As relacoes.... pág. 94-95.883 PRESTAGE, E.: As relaçoes…p. 95. AGS, Estado, Francia, Leg. K1390. Madrid, 8 enero de 1665.884 AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 10 febrero de 1664.

349

embarazar a un príncipe el que casase a sus hijas. Le Tellier quiso

persuadir al Marqués de que a S.M. le importaba poco que la novia

fuera de una u otra nación, pero el Marqués insistió en que ninguna

súbdita puede casarse sin licencia del Rey y que S.M. debía negar la

licencia por mantener su palabra jurada y por evitar los inconvenientes

de la apariencia pues ver en Lisboa a Mlle. de Aumale podía parecer un

acto de mala correspondencia lo que obligaba a los franceses a no

permitirlo y a los españoles a procurar evitarlo. Desanimado, el

Marqués de la Fuente confiesa que le va a resultar difícil impedir la

boda de la de Aumale885.

Al Consejo de Estado, preocupado por la ayuda que los franceses

siguen enviando a Portugal con cualquier pretexto —en el momento que

se preparaba la campaña militar de 1665—, este casamiento empieza a

parecerle un problema menos grave por lo que ordena al Marqués que

“no se oponga con gran fuerza por no provocar consecuencias

indeseables”886.

En 1666 los preparativos de la boda de Mlle. de Aumale con el

duque de Braganza se aceleran. El Marqués de la Fuente advierte que

Francisco de Melo, Marqués de Sande, prepara llevar a la novia en

bajeles franceses y que ha pedido la ayuda de Inglaterra. Desde Madrid

la Reina Regente Doña Mariana manda que se preparen ocho navíos de

fuerza para que se encaminen a la costa de Lisboa con orden de

apresarlos aunque los navíos franceses lleven pasaporte del reino de

Inglaterra, si se encuentran dentro de los límites de la costa de Portugal

que están ajustados con el Rey de Francia887.

885 AGS, Estado, Francia, K1390, París, 11 enero 1665886 AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, 7 febrero de 1665.887 AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 4 abril de 1666.

350

En efecto Luis XIV dispuso ocho de sus mejores navíos para el

viaje de la Novia. La boda quedó decidida para el mes de junio y para

evitar algunas dificultades que pudieran surgir en la ceremonia, se

resolvió que el casamiento se celebrara sobre los navíos franceses y para

que éstos no quedaran expuestos a los ataques de ingleses o españoles,

Luis XIV tomó precauciones: obtuvo un pasaporte para la reina de

Portugal por el cual aseguraba sus navíos del ataque de los ingleses;

para evitar el ataque de los españoles, a los que no gustaba el

casamiento, envió su escuadra a la desembocadura del Tajo para esperar

la llegada y regreso de sus navíos. Los ingleses podían atacarlos al

regresar de Lisboa como enemigos888, y los españoles, si consideraban

que conducían a la Reina de Portugal, por derecho de guerra; si

consideraban que eran franceses podían apoderarse de ellos en virtud

del tratado particular por el que habían convenido que todos los navíos

franceses que se hallaran a 50 millas de Portugal, serían considerados

buena presa889.

Mientras se preparaba en París de la boda de Mademoiselle de

Aumale con el duque de Braganza, llegó a París la noticia de la muerte

de la duquesa de Braganza en Lisboa. El Marqués de la Fuente dice que

la nuera esperaba con alborozo la certeza de la noticia, no solo por verse

libre del embarazo de una suegra, sino porque mientras ella viviese le

habían señalado en las capitulaciones 30.000 escudos al año, y

muriendo lo que monta la ciudad de Faro y el estado de Alenquer. Dice

también el Marqués que ha sabido que el Marqués de Sande se esfuerza

porque antes de salir de Francia reconozcan y traten a la de Aumale

888 En enero de ese año había empezado la guerra entre Francia e Inglaterra.889 Memorias del Rey Sol, p. 130.

351

como reina, y a él le traten como Embajador y pueda andar en público

por la calle con tren más que de persona privada890.

El Consejo de Estado cree que el Rey Cristianísimo no puede

reconocer a Mlle. de A umale como reina sin romper la guerra, tampoco

cree que se pueda reconocer al Marqués de Sande como Embajador. Si

lo hiciera, ordena al Marqués de la Fuente que de la queja y venga a

España sin despedirse del Rey, sólo de la Reina como se le ordenó el 30

de septiembre pasado891.

En junio, un confidente envía al Marqués de la Fuente un informe

en el que describe la boda. El informe dice así: “al llegar el embajador

de Portugal a la Rochela pidió que se recibiese a Mademoiselle de

Nemours892 a la entrada en dicha villa, como futura Reina de Portugal.

Avisado de esto Msr. de Ycuales por la corte, envió toda la burguesía a

recibirla y fue recibida con toda la magnificencia posible. El embajador

de Portugal quiso también que se cambiase la orden de hacer la boda en

el navío para que él tuviese la ocasión de pasear por la ciudad con su

librea y calidad de Embajador, ambas cosas se le concedieron. La boda

se hizo entonces sobre un tablado grande que se levantó en la plaza

pública desde donde, habiendo hecho todas las magnificencias regias

que cabían en el lugar, la condujeron a su casa poniéndola en manos de

la dama portuguesa que había conducido a la Reina a Inglaterra, así

como de las demás damas portuguesas, sin que llegasen a servirla sus

damas y damiselas francesas. Y no vio a nadie sino en las audiencias

públicas que daba rodeada de todas las dichas damas portuguesas y del

dicho Embajador, el cual no hablaba sino de rodillas, ni se hacía nada en

890 AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, París, 19 abril de 1666.891 AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, Madrid, 31 mayo de 1666.892 María Francisca de Nemours es Mademoiselle de Umalla.

352

la corte más que a la portuguesa. Dicho Embajador hizo cuanto pudo

para dilatar la partida, ya fingirse malo, ya alegar otros embarazos. Lo

que dificultó mucho fue el recibir la dote de la Reina, no queriendo

tomar ningún luis de oro ni de palta por lo que fue preciso ir a buscar

doblas de España. Monsieur de Novalles, juzgando que estas dilaciones

obedecían a causa no conocida, dijo que tenía orden del Rey, de que, si

la Reina no partía, partieran los 8 navíos de guerra del Rey con todos los

bajeles de munición para que se juntasen luego con Monsieur de

Beaufort en las costas de Portugal, con lo que el Embajador se vio

obligado a embarcar a la Reina, cosa que hizo con todas las

magnificencias posibles”.

Otro informe dice: “ayer se hizo la ceremonia del casamiento con

gran aplauso del pueblo. Toda la ciudad estuvo con las armas en la

mano. El Marqués de Sande lució con su librea que era de paño forrada

en terciopelo y besó la mano de la Reina; el Duque de Novalles,

gobernador de esta provincia, besó también la mano de la Reina hincado

de rodillas. Los representantes del ayuntamiento iban llegando mientras

uno hacía la arenga que duró una hora y aunque llevaban orden de que

uno sólo se hincase de rodillas le imitaron todos. El Conde de Mare

lució mucho porque acompañó al Embajador con 100 hombres con

casacas verdes que asisten hoy a la Reina como guardia de corps y le

tratan todos con el respeto imaginable”.

“Las cartas del 17 de junio avisan que Monsieur de Baufort había

entrado el 10 en el río Tajo. Los 12 galeones españoles que estaban allí,

después de haber hecho una salva general se retiraron. El dicho Duque

ha estado en Lisboa con 200 gentilhombres y 100 guardias y, bajando

de su navío, fue recibido por el Marqués de Santa Cruz en nombre del

353

Rey que le llevó a palacio donde fue recibido en la escalera por el

Marqués de Castel Melhor el cual le llevó a la audiencia del Rey que le

recibió con todas las cortesías posibles, sirviendo de intérprete el

Secretario de Estado. Después se le obsequió con un gran banquete.

Nunca se hicieron en Lisboa preparativos tan grandes como en esta

ocasión para recibir a la Reina”893.

Al conocer estos hechos y al conocer también que la novia

llevaba entre su guardia diez bajeles y, al abrigo de ellos, dieciséis

cargas de trigo y otras mercaderías, el Marqués de la Fuente no sabe si

ejecutar la orden de abandonar Francia o preguntar a Lionne si el Duque

de Novalles había actuado por su cuenta o bien con orden del Rey

Cristianísimo. El Consejo de Estado manifiesta que el Marqués de la

Fuente ha obrado bien sin precipitarse y sin abandonar París con

notoriedad. Le propone que no escriba a Lionne pues conviene

disimular no siendo este ninguno de los casos en que se ordenó que

saliese sin despedirse que eran: reconocer al Marqués de Sande como

Embajador o declarar reina a Mademoiselle de Aumale. Recuerda el

Consejo que Mademoiselle salió en secreto de París en un coche de

caballos y el que se haya tratado como reina en La Rochela es muy

diferente a que se hubiera hecho en la corte de París. Es mejor

“disimular y no dudar de que ha sido hecho sin orden del rey de

Francia”894.

Las indagaciones que hace el Marqués de la Fuente, tanto en

Francia como en Portugal, le llevan a conocer que el duque de Novalles

fue a la Rochela acompañado de gentes de la Casa de la Villa, lo que

hace imposible pensar que fuera sin orden del Rey Cristianísimo. Está 893 AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, La Rochele, 21 junio de 1666.894 AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 29 julio de 1666.

354

convencido también de que el Rey Cristianísimo dio órdenes al Duque

de Beaufort para entrar en Lisboa y para abatir el estandarte de S.M.895.

Luis XIV decidió este matrimonio para perjudicar los intereses de

España; lo utilizó como instrumento para impedir el acuerdo de tregua

entre Portugal y España que negociaba en ese momento Inglaterra. Él

mismo lo dice en sus Memorias: “El matrimonio de Portugal se realizó

con la satisfacción general del reino y, habiendo adquirido desde un

principio bastante crédito en la Corte la nueva Reina, creí conveniente

utilizarla para combatir la autoridad del conde Castel Melhor que,

ocupando el primer sitio en los Consejo del Rey, su señor, secundaba

con ahinco el designio del Rey de Inglaterra de poner de acuerdo a

españoles y portugueses. La Princesa, informada de mis intenciones,

las siguió tan cautelosamente, que muy pronto riñó abiertamente con el

Conde896.

Poco tiempo había transcurrido desde la llegada de la Reina

francesa a Lisboa, cuando los consejeros y secuaces del infante D.

Pedro urdieron una trama para deponer al Rey. Francia, a través de

Shomberg, apoyaba este golpe que estalló el 23 de noviembre de 1667.

El 2 de abril de 1668, la Reina y el Infante, que desde el principio se

sentían atraídos por mutuo afecto sin guardar decoro alguno, se casaron

a toda prisa después de haber anulado ella la primera unión alegando la

impotencia del marido. No solo el amor, fue también la ambición lo que

llevó a la Reina a casarse con su cuñado, lo que provocó un escándalo

que se extendió por toda Europa y que fue agravado por el duro

cautiverio a que fue sometido D. Alfonso hasta su muerte, quince años

más tarde, sin que hubiera cometido ningún crimen contra la seguridad 895 AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Fontainebleau, 25 julio de 1666.896 Memorias del Rey Sol, p. 147.

355

del Estado. A pesar de haber sido informada previamente de que el Rey

era un pobre demente no dudó en aceptar el casamiento porque esperaba

ejercer una influencia en los asuntos públicos. De hecho, solo dos

semanas después de llegar a Lisboa, comenzó a encaminar sus pasos

para asumir ese predominio. Encontró la oposición de Castel-Melhor,

pero con la ayuda del Infante y de Francia consiguió derrocar al

monarca897. En su acción la Reina fue un instrumento de Luis XIV que

de esta forma consiguió alcanzar una influencia preponderante en los

asuntos de Portugal. Considerando la guerra entre Portugal y Castilla

como “una especie de enfermedad que roía las entrañas” de este

último país, Luis XIV planeó el casamiento para mantenerla y deseaba

la destitución de Castel Melhor que secundaba los esfuerzos de Carlos II

tendentes a firmar la paz entre los beligerantes.

6.3. La realidad de los intercambios comerciales luso-franceses.

El Tratado de los Pirineos recogía expresamente la prohibición de

cada uno de los firmantes de comerciar con países que estuvieran en

guerra con Francia o con España898. Sin embargo, navíos mercantes

franceses afluirán con cierta regularidad a los puertos portugueses

cargados con toda clase de mercancías. Para obstaculizar este tráfico

Felipe IV pone en marcha todos los mecanismos de guerra económica

que tiene a su alcance, incluido el bloqueo comercial, aunque el

principal de todos ellos es la concesión de patentes de corso con las que

se autorizaba a los armadores privados la captura de buques mercantes

enemigos, e incluso de potencias neutrales, siempre que se supiera que

transportaban mercancías prohibidas, no obstante el riesgo que suponía

897 PRESTAGE, E.: Relacoes... pp. 97 y 98.898 Art. 10, 13 y 60 y Art. 3 del Tratado Secreto.

356

tales concesiones para el comercio legal, puesto que podían utilizarse

para introducir géneros de contrabando899.

Entre 1641 y 1655 la presencia de corsarios españoles en las

costas portuguesas fue moderada, pero tras la firma de la Paz de los

Pirineos se incrementó considerablemente900, con la particularidad de

que un elevado número de barcos apresados procedía de Francia, lo que

generaría continuos incidentes diplomáticos entre París y Madrid. Así,

en 1662 el arzobispo de Embrún envía a Felipe IV, por mediación del

duque de San Lucar, una relación de cinco presas de buques franceses

realizadas por corsistas vizcaínos y flamencos, exigiendo una pronta

satisfacción y que se restituya a sus dueños tanto los navíos como los

géneros confiscados. El temor de que Luis XIV adopte medidas de

represalia y de que incluso pueda declarar la guerra utilizando como

pretexto estas capturas, lleva al Consejo de Estado, a propuesta del

Marqués de San Lucar, a proponer que se adopten medidas que pongan

fin a los desórdenes y excesos de los corsitas, los cuales también atacan

a los buques de otras nacionalidades, pero también a que se cumpla

rigurosamente el Tratado de los Pirineos901. A este efecto, la secretaría

del Consejo de Guerra emite una cédula firmada por Felipe IV en donde

se recuerda literalmente los artículos del Tratado de los Pirineos y otros

de los años 1621 y 1624 que hacen referencia a Francia, Inglaterra y las

899 JOSÉ LUIS AZCÁRRAGA en su libro El corso marítimo, define el corso como “la empresa naval de un particular contra los enemigos del Estado, realizad con el permiso y bajo la autoridad de la potencia beligerante, con el exclusivo objeto de causar pérdidas al comercio enemigo y entorpecer al neutral que que se relacione con dichos enemigos”. La piratería, por el contrario, queda definida como “aquella expedición armada o expresa por el mar con un fin lucrativo y sin tener autorización del Estado”. OTERO LANA, E., Los corsarios españoles durante la decadencia de los Austrias, Madrid, 1999, pp. 35, 36. VALLADARES , R., Felipe IV y la Restauración de Portugal, Málaga 1994, pp. 124, 125.900 OTERO LANA, E., Los corsarios españoles durante la decadencia de los Austrias, Madrid 1999, p. 63, 164.901 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 24 de enero de 1664.

357

Provincias Unidad con relación al comercio con Portugal y donde se

ordena expresamente su cumplimiento902(Doc. 8).

Este intento por parte de España de reglamentar el comercio,

recordando y actualizando viejos artículos firmados, no impedirá que

Francia prosiga comerciando con Portugal ni, por consiguiente, que cese

la actividad de los armadores de corso españoles contra sus buques

mercantes. De aquí, en consecuencia, que la diplomacia francesa

intentara limitar el radio de acción de los corsistas en aguas

internacionales. Luis XIV, en sus Memorias, incluye un pasaje

ciertamente falso, pero no menos interesante, de hacia qué dirección se

encaminaba su política en este asunto: “Por el Tratado de los Pirineos,

los españoles estaban en derecho y en posesión de visitar todos los

navíos franceses que se encontrasen a 50 millas de las costas de

Portugal, y era muy importante para Felipe IV conservar este

privilegio. Sin embargo, ante las vivas instancias que le dirigí, accedió

a prescindir, favoreciendo el comercio de mis súbditos, con lo cual se

perjudicaba”903.

En realidad este pasaje oculta el hecho de que el soberano

francés, de manera inesperada y unilateral, limitó la facultad española

de inspeccionar los navíos de Francia a un área de veinte millas en torno

a Portugal. El Consejo de Guerra, en una sesión plenaria, con asistencia

de todos sus ministros, expone que, sin duda, es necesario elaborar un

reglamento justo y proporcionado acorde con los capítulos de paz que

se han firmado con Inglaterra, las Provincias Unidas y Francia, para que

se sepa en todos los puertos de España lo que se debe observar. Sin 902 Recuerda los artículos 10, 13 y 60 del Tratado de los Pirineos, los Artículos 4 y 8 de las Paces firmadas con el Rey de Gran Bretaña y los Artículos 5, 6, 7, 9 y 11 del Tratado de Paz ajustado con Holanda por el embajador Antonio Brun y que se refiere al comercio.903 Memorias del rey Sol, 1942, p. 94.

358

embargo, lo que resulta inadmisible a su juicio es que Luis XIV

imponga la regla de que sus navíos sólo puedan ser visitados e

inspeccionados en un radio de veinte millas, ya que con ello se abriría

una puerta para poder comerciar con Portugal y, lo que es más

significativo, arruinaría la actividad de los corsistas, que tan

eficazmente están bloqueando el comercio portugués, pues si los

armadores de corso tuvieran que ceñirse a esa resolución sería lo mismo

que quererles obligar a que con sus fragatas y navíos estuviesen en la

boca de Lisboa, cosa que les impediría salir a la mar o arriesgarse sin

demasiadas ganancias. Por todo ello el Consejo propone que se

presenten las oportunas quejas en París por una resolución tan

perjudicial a los intereses españoles, aunque paralelamente aconseja

que, lo mismo que se hizo con las Provincias Unidas, con la que se

ajustó un tratado particular referido a las materias de comercio y

navegación, se negocie con el rey de Francia a través del embajador904.

El Consejo de Estado, tras estudiar la consulta del Consejo de

Guerra, se ratifica en que la declaración hecha por Luis XIV, sin

participarlo a España, es contraria a lo capitulado en el Tratado de los

Pirineos y sólo viene a favorecer a Portugal, por lo que aconseja se

designen comisarios por Francia y España para que ajusten esta materia

a conveniencia de las dos partes, al tiempo que insta al Consejo de

Guerra a que resuelva las causas pendientes que tiene sobre

apresamiento de buques franceses y de otras naciones amigas con la

finalidad de excusar quejas y facilitar que el acuerdo que se hubiere de

tomar sea con la mayor equidad posible905.

904 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid, 15 de junio de 1662.905 AGS, Estado Francia, Leg. K1386, Madrid, 25 de junio de 1662.

359

Felipe IV, de acuerdo con ambas consultas, escribe al Marqués de

La Fuente ordenándole que presente una queja a Luis XIV según los

términos contenidos en la Instrucción que se le envía por mano de Pedro

Fernández del Campo y que se ajusta a lo sugerido por el Consejo de

Guerra. En ella se dice expresamente que el decreto de las 20 millas va

en contra del art. 3 del Tratado Secreto y en contra del Art. 21 del

Tratado Público, se queja de que los franceses han faltado en lo

sustancial y en la forma y urbanidad y encarga al embajador que las 20

millas se alarguen todo lo que comprende desde el cabo de San Vicente

al de Finisterre y treinta leguas más de ancho hacia el mar906.

En su entrevista con Luis XIV, el Marqués de La Fuente le

manifiesta la esperanza que tiene en que este no sea “el primer asunto

que haga romper la cuerda de la fortuna que significa haber

conseguido hasta ahora cuanto le había pedido”, pero el soberano,

después de asegurarle que haría cuanto estuviera a su alcance para

complacerle, le remite a Lionne. Este, en un primer encuentro, se

mantiene decidido a aplicar la resolución promulgada por Luis XIV a

pesar de invocar el Marqués de La Fuente el Tratado de los Pirineos. Al

día siguiente, sin embargo, el ministro francés le propuso alargar el

término de las veinte millas a cuarenta, aunque el embajador español

pretendió que esta distancia abarcase el territorio comprendido entre los

cabos de Finisterre y San Vicente. En un tercer encuentro, Lionne,

ponderando lo que Luis XIV deseaba complacer al Rey de España y a

su embajador, se aviene en aceptar la propuesta del Marqués de La

Fuente en cuanto a los límites geográficos, pero se mantiene en que no

se exceda de las cuarenta millas. El diplomático español, por si lograba

algo más, añadió entonces que si esto se concedía al Rey de España, él 906AGS,, estado, Francia, Leg. K1407, Madrid, 5 de julio de 1662. AGS, Estado, Francia, Leg. K1407, 15 septiembre, 1662.

360

no quería quedar sin alguna demostración de lo que le honraba el

soberano francés y, como cosa suya, pedía que se le concediesen

también algunas millas907. El resultado de esta negociación es que Luis

XIV acepta lo estipulado en el Tratado de los Pirineos, es decir, que los

buques franceses puedan ser visitados en un radio de cincuenta millas

en torno a Portugal por los navíos de España, decisión que el Consejo

de Estado ordena se comunique de inmediato a las autoridades de los

puertos españoles908. El Marqués de la Fuente, aunque en esta ocasión

ha conseguido algo que interesa a España —el mantenimiento de las 50

millas— (recordemos que el Tratado de los Pirineos daba a los

españoles el derecho de reconocer los franceses a 50 millas de la costa

de Portugal), desconfía de los franceses y de su modo de negociar. Dice:

“gastan refinada pólvora y son gente que prometen y dan al mismo

tiempo que no hacen escrúpulo de rehusar lo concedido”909.

Lionne, en carta al Marqués de La Fuente, pone en evidencia su

frustración –y también su admiración hacia su contrincante- en este

asunto. Así, con ocasión de tener que ausentarse el embajador español

de París para asistir, como ya se ha dicho, a la Dieta del Imperio, le

escribe que no entiende cómo en la Corte se afligen de verle partir y

añade:

“el Rey había dado firme esperanza a los mercaderes de no llegar a

conceder ni las 40 millas como yo últimamente le dije a V.E., pero

sabiendo S.M. que V.E. le pedía que en gracia suya se aumentasen las

millas, me ha mandado decirle que, no obstante todas las

exclamaciones de los negociantes, le concede 10 millas más, que serán

907 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 de octubre de 1662.908 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, 9 de noviembre de 1662.909 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 octubre de 1662, El MF al Rey.

361

en todo 50. Yo aconsejo a V.E. que cuando escriba esto a Madrid no

refiera como ha pasado porque algunos de mala intención podrían

ponderar que las consideraciones que se deben a S.M. Católica no han

pesado en esta ocasión más que cuatro veces las de V.E., cosa que

ocasionaría envidia, y que en lugar de creer haber hecho un buen

negocio echase sobre sí uno muy trabajoso. Yo pido a V.E. por este

buen consejo una gracia que mira a mi particular y es que el estar en

Alemania no le obligue a olvidar que yo soy la persona del mundo a

quien sus méritos ha cautivado más, y que con mayor pasión es de

V.E.”910.

La respuesta del Marqués de La Fuente no se hace esperar. El

mismo día, en un escrito, le devuelve los cumplidos:

“por el papel que recibo de V.E. veo que se ha arrepentido de

engañarme pues declara que desea verme partir. Consuélese V.E. con

que faltan pocas horas y con enviarme maltratado como ministro y

como hombre de conciencia ajustada, la de V.E. es más escrupulosa

como consejero que como católico, pero consuélome con que en el otro

mundo lo pagará. Y ahora le diré que no teniendo yo poder no es voz

que V.E. debe extrañar la de negocio pendiente, y quisiera tener

muchos en que pudiese vengarme del juicio que ha hecho de mí V.E. a

quien guarde Dios”911.

Este comentario no agrada al ministro francés quien se ve

obligado a escribirle, ahora en un tono insultante:

910 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 octubre de 1662. Lionne al MF.911 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 octubre de 1662, el MF a Lionne.

362

“por la confesión de V.E. de hombre de bien (que no sé si hace muchas

por pecador aunque más merecidas), se le han concedido más millas en

que registrar que si hubiese de tomar el giro por Goa. Gran amigo es

V.E. de registros y si fueran de sus embajadas por el servicio de su Rey

o de la Hacienda de V.E., o por el suyo propio era excusable, pero de

hacienda ajena, y aun de gente a quien V.E. nunca vio ni verá es

codicia damnable. Acabe V.E. antes de su partida de aclarar este

enigma de negocio pendiente, porque si no, por Dios que en confianza

de Beato haga yo un milagro resucitando al arresto de las veinte millas

que yo había muerto a puñaladas. V.E. debe haber tomado lecciones de

los de Roma que quieren hable el duque de Crequi sin hablar ellos, casi

no sólo me consuelo, me huelgo ahora que V.E. se vaya en buena hora,

porque es negociador harto demasiado tremendo y ventajoso”912.

La réplica del embajador español tampoco fue comedida, pues

indignado y vengativo le responde:

“Veo por su billete que si las millas fueran tantas como son las

circunstancias con que S.M. me favorece quedaría muy asegurado

poderse registrar los navíos, aunque tomasen su giro por Goa para

entrar por el Tajo, y aunque este mismo favor pudiera alentarme para

intentar de nuevo que se alargasen los límites, lo dejo de hacer por si el

quedar este negocio pendiente ocasionase que el Rey me volviese a

enviar a los pies de S.M. Cristianísima, y a atormentar a V.E. como lo

he hecho desde que estoy aquí, y así extraño más la bondad de V.E. en

el consejo que me da, y cuanto menos lo esperaba me obliga más a

profesar en cualquiera parte ser el más verdadero y obligado servidor

de V.E. a quien guarde Dios.

912 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 octubre de 1662, Lionne al MF.

363

P.D. Con lo que V.E. escribe ha querido suplir más de 30 millas, sea

norabuena que yo me vengaré cuando vuelva”913.

6.4. El apoyo militar de Francia a Portugal. El camino hacia la

independencia del reino lusitano

Lo grave, sin embargo, no era que París continuara sus contactos

diplomáticos con Lisboa, ni que favoreciera los intercambios

comerciales con el reino “rebelde” o que diera el visto bueno al

matrimonio de una princesa de Francia con Alfonso VI de Portugal. Lo

verdaderamente ofensivo para Felipe IV es que facilitara al ejército

portugués hombres y armas. La correspondencia interceptada por una

fragata de Vizcaya pone de manifiesto que los Braganza habían enviado

a Francia a un agente, Duarte Ruiz Lamego, con el encargo de realizar

levas en este reino, en contravención clara de lo acordado en el artículo

tercero del Tratado de los Pirineos, razón por la cual el Marqués de La

Fuente recibe a comienzos de 1662 instrucciones precisas para que inste

a Luis XIV a que expulse al citado agente de Portugal, pues de lo

contrario sería muy difícil de mantener las buenas relaciones entre

ambas Coronas914.

La debilidad del ejército español explica esta ofensiva diplomática de

Madrid. En efecto, aunque Felipe IV expusiera que la recuperación de

Portugal era “la empresa de más crédito y consecuencia en que mis

reales armas deben emplearse”, lo cierto es que la campaña militar de

1661 no cosechó grandes victorias, pues si la conquista de las villas de

Arronches y Alconchel suscitó renovadas esperanzas en Madrid de una

rápida conquista, todo lo contrario produjeron el fracaso del Marqués de

Viana en el asedio de Valencia del Miño y el repliegue del duque de 913 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 22 octubre de 1662, El MF a Lionne.914 AGS, Estado, Francia, Leg. K1407, Madrid, 8 de enero de 1662. Leg. K1386, 8 de enero de 1662.

364

Osuna después de haber sitiado el fuerte de Valdemula915, máxime

cuando las tropas portuguesas ni eran numerosas ni estaban bien

fortificadas las plazas fuertes –así lo comunica a Madrid el Marqués de

La Fuente según noticias que ha obtenido en París por sus

confidentes-916. Juan José de Austria, nombrado capitán general del

ejercito, tampoco se mostraba demasiado optimista, sobre todo después

de estudiar en detalle la verdadera situación de los recursos financieros

de la Monarquía, por lo que solicitó, sin conseguirlo, que la empresa se

aplazara en tanto no se solucionara la falta de dinero.

Los informes que remite el Marqués de La Fuente a Madrid no

son nada tranquilizadores respecto a la posición de Francia en el

conflicto hispano-portugués. Es verdad que en el mes de junio de 1662

Duarte Rz. Lamego abandona Francia por las presiones españolas y que

se impide que zarpen con destino a Portugal unos navíos que se estaban

aprestando en el puerto de Boulogne917, pero también lo es que Luis

XIV ha despachado 500.000 escudos por el puerto de Le Havre y que se

están recaudando otros 400.000 escudos918, así como que se están

realizando levas en el Imperio para el ejercito portugués919 e incluso en

territorio francés, hasta el punto de que un mercader inglés está

dispuesto a garantizar el pago de las soldadas de 3.000 soldados de

infantería reclutados en París920. Y aunque el Marqués de la Fuente

ignora si el dinero recaudado se va a emplear en la compra de

Dunquerque a los ingleses –lo cierto es que esta plaza fue adquirida en

915 CASTILLA, J.: Don Juan José de Austria…, Cuadernos de la UNED, Valladolid, 1992, pp. 159, 161-166.916 AGS, Estado, Francia, Leg. K1407, Madrid, 28 de marzo de 1662.917 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 30 de junio de 1662.918 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid, 1 de marzo de 1644. AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid, 3 de abril de 1662. 919 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 8 de abril de 1662.920 AGS, estado, Francia, Leg. K1407, 29 de agosto de 1662. Se habla de 5.500 infantes y 1.500 caballos ingleses que se llevarán de Inglaterra a Portugal.

365

1662- o en ayudar a Portugal a través de Inglaterra, sospecha que

puedan destinarse a la provisión de armas para el ejército lusitano. Por

su parte, el Consejo de Estado también sospecha, en realidad sin

demasiado fundamento, que la flota francesa que ha zarpado de Toulon

hacia Levante –unos 60 buques- pueda dirigirse hacia Portugal921, lo que

se demostrará falso, pues el objetivo de su misión era combatir a los

piratas de Argel que infestaban el Mediterráneo Occidental.

La desconfianza de Madrid se acrecienta de día en día. La triunfal

campaña militar de Juan José de Austria en la primavera de 1662, no

debidamente aprovechada922, contribuirá también a ello, pues

notificadas las conquistas a Luis XIV éste las acogió con gran alborozo,

aunque tal manifestación de entusiasmo fue percibida de forma muy

diferente por el Marqués de La Fuente, que la consideraba –y así lo

escribe a Madrid- poco sincera923. Un incidente diplomático ocurrido en

el mes de agosto de ese mismo año avivará los temores del monarca

español. La llegada a Madrid de un religioso de los mínimos de San

Francisco, procedente del convento de Toulouse, con noticias y cartas

de ciertas personas de Portugal, provocará las quejas del embajador

francés en España, quien expondrá a Felipe IV, no solo que el religioso

actuaba en contra de los intereses de Francia, sino incluso de que estaba

maquinando, junto con algunos ministros españoles, contra la vida de

Luis XIV, lo que provocará que el Consejo de Estado aconseje al

monarca que el embajador francés exponga el caso ante el duque de San

Lúcar, el Nuncio y el embajador de Venecia, con asistencia del 921 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, Madrid, 22 de julio de 1662.922 CASTILLA, J.: Don Juan José de Austria…., Cuadernos de la UNED, Valladolid, 1992, p.p. 168-170. La campaña tan solo había durado dos meses y, aunque se habían conseguido algunos avances importantes, se cerró pretextando el calor tórrido existente, sin sacar el debido provecho; además, se daba a los portugueses la oportunidad de recobrar ánimos, recibir nuevas fuerzas y refinar la disciplina y formación castrense de sus hombres. Jugó un papel muy negativo la prepotencia que mostraban tener los castellanos frente a los portugueses923 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid, 24 de julio de 1662.

366

Secretario de Estado, Blasco de Loyola, a fin de aclarar semejante

calumnia, al tiempo que se propone el despacho de un correo urgente a

París en el que se exponga el descontento que en Madrid se tiene sobre

las actuaciones del arzobispo d’Embrum, cuya presencia sólo puede

servir de rémora en las negociaciones entre ambas Coronas, sobre todo

“habiéndose reconocido su intención en caso de tan mala calidad”924

(Doc. nº.9).

Tan desmedida actuación acaso estuviera dirigida desde París con

el propósito de romper temporalmente las relaciones diplomáticas entre

España y Francia y con esta excusa implicarse mucho más a favor de

Portugal y no recurrir a la vía de Inglaterra a través de la cual

proporcionaba apoyo económico y militar al reino “rebelde”, como así

se sospechaba en Madrid en el verano de 1662925, lo que será

confirmado días después por una carta interceptada de la princesa de

Montpensier para su hermano926, lo que lleva al Marqués de la Fuente a

escribir: “en Londres se fragua cuanto es contrario al servicio de

S.M”927.

Indudablemente los consejeros de Felipe IV debieron intuir este

peligro, por lo que finalmente consintieron que el arzobispo d’Embrum

siguiera al frente de la embajada francesa en Madrid. Por la misma

razón, el Consejo de Estado no se atreve a que el Marqués de La Fuente

exponga de forma contundente a Luis XIV el disgusto de España por el

viaje, en 1663, a Portugal de Carlos Colbert de Terrón, primo de Juan 924 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, Madrid 8 de agosto de 1662. AGS, estado, Francia, Leg. K1407, Madrid, 8 de agosto de 1662925 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, París, 7 de mayo 1662. AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, 5 de septiembre de 1662: el Marqués de la Fuente se entera de la ida a Inglaterra de Mrs. Estrades y del envío de 400.000 escudos al puerto de Le Havre y sospecha que por el puente de Inglaterra pasarán a Portugal.926 AGS, Estado, Francia, Leg. K1644, París, 13 de septiembre de 1662.927 AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, París, 8 de octubre de 1662.

367

Bautista Colbert928, ministro de finanzas del monarca francés, con

40.000 escudos para las tropas del mariscal de Shomberg –están a punto

de abandonar el reino por la falta de medios929- y otros 400.000 ó

500.000 escudos en letras para que Lisboa pueda mantener la guerra

durante al menos dos años, según la información que ha recibido de

Miguel de Iturrieta, responsable de la embajada de España en París

durante la ausencia del Marqués de la Fuente, confirmada días después

por una carta del mismo al Secretario Blasco de Loyola930.

El arzobispo de Santiago, en una larga carta en la que da cuenta

de la llegada a aquellas costas de Colbert, comisario de la marina de

Francia, confiesa a Felipe IV que, aunque sospechaba que iba a

Portugal, no se atrevió a detenerle. Lo que hizo fue agasajarle y

hospedarle en el camino, en casa de Baltasar Pantoja, y hablar con él a

fin de recibir información. Colbert dijo al arzobispo que su viaje era al

estrecho para asistir allí a la escuadra y que necesitaba un pasaporte

para que los corsistas que cruzan la costa de Portugal no le perturbaran

el viaje. El arzobispo concedió a Colbert el pasaporte que pedía

advirtiéndole que no se arrimase a las costas de Portugal más de 30

millas lo que éste agradeció. Después Colbert dijo al arzobispo que,

aunque había justos motivos para desconfiar de él, sólo pretendía

comprar en Lisboa —en donde no negó que pudiese haber personas de

Francia— algunas cosas curiosas de las que vienen a esa ciudad de la

India Oriental. El arzobispo envía a Madrid el pasaporte que el Duque

928 Carlos Colbert de Terrón, primo de Juan Bautista, de quien fue uno de los más activos y fieles colaboradores. Se ocupó del desarrollo de la marina siguiendo las instrucciones de su primo, llegando a ser nombrado intendente general de la marina en las costas del occidente de Francia. Su correspondencia con Colbert y Mazarino ha sido publicada en gran parte por Delavau, Chernel y Clement, y muchas cartas se conservan en el archivo de la marina de Rochefort. (Luis XIV mantuvo como agente en Lisboa a Colbert de Terón, pagador de regimientos franceses, a Gravier, su suceosr y a Frémont d´Ablancourt. PRESTAGE, 1928, p. 89-90). 929 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 11 de marzo de 1663. 930 AGS, estado, Francia, Leg. K1387, París, 25 de marzo de 1663.

368

de Vendôme libró a Colbert en donde no se indica el lugar hacia donde

se dirigía y señala que las órdenes que había recibido eran verbales931.

La propuesta del Consejo de Estado es que se escriba al Marqués de La

Fuente “no para que manifieste su queja, porque no serviría”, sino para

que estando enterado y, cuando la ocasión le parezca oportuna, pueda

“insinuar a las Reinas las tramas que manejan los ministros franceses,

tan contrarias a la sinceridad y religión con que por parte de España se

observan todos los capítulos de la Paz” y de este modo, “ya que no hay

forma de pasar a otros medios, daremos motivo a Francia para

quitarse la máscara”932. Paralelamente, el Consejo de Estado, a la vista

de estas intervenciones, se afianza en la necesidad de que España rompa

su aislamiento diplomático, como ya se ha estudiado en capítulos

anteriores y declara:“todas las disposiciones del rey de Francia son

encaminadas con fines del mayor daño que pueda venir a esta Corona,

y así importa procurar el resguardo por todos los medios y

negociaciones se que pudiese conseguir, y ninguna se debe excusar

cuando se manifiesta a lo claro el orgullo de franceses”933.

A su regreso a París, el Marqués de La Fuente es recibido con

afecto por la familia real francesa, pero desconfía de estos gestos,

prefiriendo, como confiesa a Blasco de Loyola, “un cambio en el signo

931 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 19 de marzo de 1663. El arzobispo cuenta en su carta que el gobernador de La Coruña le avisó de la llegada a aquel puerto de un patache francés procedente de La Rochela con el Sr. Colbert que se dirigía hacia el estrecho en seguimiento de una escuadra de la armada francesa, con patente del duque de Vendôme. Colbert había dado a entender que deseaba pasar a Santiago para visitar al apóstol mientras el tiempo se hacía más bonancible, y el Arzobispo, dudando de estas noticias, pues sabía que los franceses tenían contactos en Lisboa, y temiendo que el tal Colbert, que en público se hacía llamar Artas de Caneton, se dirigiera a Portugal, envió una persona a La Coruña para que hiciera un informe secreto y, por si fuera el francés a Santiago, mandó al teniente del Maestro de Campo, general Don Pedro de Aldao, para que pasase a aquella ciudad con el pretexto de mandar unas tropas y, de oficio procurase verle y sondearle lo que más pudiese. Don Pedro de Aldao, antes de entrar en Santiago, encontró a Colbert camino de Pontevedra y le dio a entender que iba en su busca para acompañarle. 932 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Madrid, 6 de marzo de 1663.933 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1387, Madrid, 28 de marzo de 1663.

369

de los negocios a las manifestaciones de afecto a su persona”934. Y de

hecho, semejantes cortesías no le van a impedir exponer la contrariedad

de Felipe IV por el viaje de Colbert de Terrón a Lisboa –la respuesta de

Lionne será la de expresarle el agradecimiento de Luis XIV por “el

buen trato” que se dispensó a su agente en Santiago de Compostela-, ni

denunciar los preparativos militares que se estaban haciendo en la

frontera con los Países Bajos por temor a que su destino fuera Portugal,

por más que el monarca y su ministro Lionne le aseguraran que esas

tropas eran para el rey de Inglaterra, por lo que insistirá, sin éxito, desde

luego, en que no fueran embarcadas hasta tener la certeza de que no

serían empleadas contra España en el frente portugués935. Pero la

habilidad de Luis XIV para confundir, cuando no engañar, a sus

oponentes tropezaba con la aguda perspicacia del Marqués de La

Fuente, porque sus temores se vieron confirmados por los embajadores

españoles en Londres y La Haya. Así el Marqués de Caracena, desde

Inglaterra, refiere que de Dieppe han zarpado 600 soldados franceses

hacia Plymouth para seguir camino hacia Portugal, y que Luis XIV

envía dinero a Inglaterra para que sus mercaderes lo hagan llegar a

Lisboa936.

El balón de oxígeno que recibe el mariscal Shomberg con el

dinero transferido por Luis XIV y el refuerzo de soldados va a ser

decisivo en el desarrollo de la guerra entre España y Portugal. Los

934 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 8 de abril de 1663.935 El MF había comunicado que el 28 de marzo se juntaban 500 hombres mandados por Monsieur de Fay, capitán del regimiento de Turena el cual había sido gobernador de Comines, con otras dos tropas de 500 hombres cada una, y que todas se dirigían a Havre de Gracia donde estaba preparado un bajel inglés para llevarlas a Portugal y formar un regimiento que se llamaría Shomberg. AGS, Estado, Francia, Leg. 1387, París, 8 de abril de 1663. AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 8 de abril de 1663, El MF al Rey. El Rey pide al Duque de San Lucar que haga oficios con el Arzobispo de Embrún para impedir el paso de esas tropas. AGS, Estado, Francia, Leg. K1408, Madrid, 26 abril 1663.936 A.GS, Estado, Francia, Leg.K1387, Londres, 19 abril 1663. ? AHN, Estado, Libro 137, fol 38, Madrid, 30 junio 1663.

370

planes de Madrid para acabar cuanto antes con el conflicto

contemplaban el asedio de Lisboa tanto por tierra como por mar,

siguiendo la estrategia realizada por Felipe II un siglo antes, pero la

escasez de recursos hacía inviable cualquier acción conjunta del ejército

y de la marina937. Así pues, se decidió por continuar con la invasión

terrestre y a comienzos del mes de mayo se inicia la ofensiva española

ocupándose la ciudad de Évora. Coincidiendo con este triunfo, el

Consejo de Estado propone que el Marqués de La Fuente “valiéndose

del favor de las señoras reinas, hable muy recio sobre la ayuda con

gente y asistencias al rebelde, por ser el punto principal que hoy

tenemos y que es necesario dar satisfacción al Rey y a sus quejas”. Y

ello porque “no sólo es contravención de lo que tiene jurado en las

paces, cuyo fin principal fue el de aquella conquista, pero es el mayor

daño que se puede hacer por su parte para imposibilitada y el mayor

que puede recibir esta corona y aun la religión católica; pues la

comunicación e introducción de los ingleses y herejes que concurrieran

en esta guerra puede violar lo sagrado de la observancia católica”938.

La derrota del ejército español en la batalla de Extremoz o

Amaixal, pocos días después de que hubiera conquistado Evora, ciudad

que volvería a manos portuguesas tras la retirada de don Juan José de

Austria y su regreso a la Corte, iba a ser trascendental para las

aspiraciones de Felipe IV. A partir de entonces los súbditos españoles

comenzarán a dudar de la utilidad de su sacrificio económico, máxime

cuando veían que era insuficiente para aplastar la resistencia

portuguesa, fortalecida notablemente con el estímulo de la victoria y

con el apoyo de las principales potencias europeas del momento:

937 Ver VALLADARES, R.: “Banqueros y vasallos. Felipe IV y el Medio General”, Cuenca 2002, pp. 95 y sig.938 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Madrid, 24 de mayo de 1663.

371

Inglaterra y Francia en el campo de batalla, y ambas, junto con las

Provincias Unidas, en el suministro de víveres, armas y municiones por

vía marítima. Porque en este triunfo influyeron tanto las dotes militares

del mariscal Shomberg, capaz de imponer la disciplina a un ejercito

acostumbrado hasta ese momento a escaramuzas fronterizas de mayor o

menor envergadura, como la participación de las tropas inglesas,

alabada por todos939, la renuncia de Carlos II Estuardo a una parte de la

dote de su esposa gracias a la cual el tesoro portugués pudo satisfacer

sus compromisos con los financieros, y el indiscutible auxilio de Luis

XIV. En este sentido es harto significativa la confesión que el Marqués

de La Fuente expone a Felipe IV en su correspondencia:

“en la parte de asegurar que no se socorra a Portugal, juzgo, si los

accidentes de la campaña no mudan de estilo, que no habrá cosa que

me prometan ni palabra con que no afeen el faltar el juramento. Pero

no me prometo privar al rebelde del sufragio de esta corona cuando no

es fácil torcer sus máximas, corregir su ambición, librarnos de sus

medios ni del medio de ponerlo todo por cuenta del rey de Inglaterra. Y

para que V.M. reconozca que no es ajeno al hecho mi recato le diré que

cuando llegó aquí la noticia de la recuperación de Evora no me dejó

dudar el semblante del rey los efectos que produjo en su ánimo ni el

haberme asegurado, que diciéndole la Reina, ‘Vuestro Braganza se

halla en gran aprieto’, respondió ‘aún no está en tierra ni le faltan

amigos que puedan mudar mucho el estado de las cosas”.

Otra consecuencia importante de la batalla de Extremoz es que

alentó el comercio de las potencias septentrionales con Portugal, pese a

las intervenciones, cada vez más duras, de los corsitas españoles,

939 PRESTAGE, E.: As Relaçoes…. p. 171.

372

especialmente de Francia, de la que ya se desconfía de forma abierta en

Madrid y, sobre todo, en la embajada española en París. Escaso valor

tienen cada vez las constantes recriminaciones de Felipe IV a su yerno

por medio del Marqués de La Fuente, a quien siempre se le responde

con la promesa de que las relaciones entre ambas monarquías goza de

perfecta salud y que en modo alguno Luis XIV pretende romper la

amistad de España. De hecho, la ocupación de Evora por Juan José de

Austria desencadenará de inmediato una febril actividad por parte de la

diplomacia francesa cerca de Londres, donde ya estaba un lugarteniente

del príncipe de Turena enviado a negociar los medios más convenientes

para socorrer al monarca portugués940, a la vez que, según informes de

un confidente, un contingente de 500 soldados ha partido para Inglaterra

con la intención de embarcarse en un navío portugués, el San Luis, que

está atracado en el puerto de Quinsel941. Ante estas contravenciones el

Marqués de La Fuente duda de que sus oficios surtan ya algún efecto,

sobre todo porque ni Luis XIV ni sus asesores se recatan de tratar estos

asuntos en su presencia,

“con que es preciso el juicio de que me temen poco como ministro o

que ofenden mucho mi capacidad como hombre, y si no tienen razón en

esta parte no sé cómo medir el hablar muy recio con poca esperanza de

que aproveche y con poca de poder, si no aprovechar, aplicar los

medios de que inmediatamente debíamos de servirnos, no sólo para

reparar lo que tanto conviene, sino el crédito por que tanto debe

mirarse”942.

940 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 24 de junio de 1663.941 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Por confiedentes que tiene en Londres el Marqués se ha enterado de que el conde de Rosan, el caballero Silibre y Bucal con 500 hombres han salido de París y han partido para Inglaterra donde les espera, en el puerto de Quinsel, un navío portugués llamado San Luis, y que se dirigía a París Francisco Ferreira.942 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, París, 24 de junio de 1663.

373

A pesar de todo, el Consejo de Estado sostiene que debe insistir

en sus quejas, aunque sin hacer fuerza en sus discursos, denunciando

cualquier actuación de Francia que vulnere el Tratado de los Pirineos,

“se dé a entender a los franceses su contravención a la paz, siempre

que la hicieren, pues no podemos dejar de darnos por enterados de su

proceder, aunque no se haya de remediar943, argumento que se repite

meses después en otra consulta al monarca “para que sepan que nos

enteramos y pueda en todos tiempos ser conocida nuestra razón”944, y

en una carta que éste dirige al Marqués de La Fuente en respuesta a otra

suya, en la que manifestaba la incomodidad que cada día le producía

estar a frente de la embajada y entrevistarse con los ministros de

Francia: “El Rey Cristianísimo y sus ministros” deben saber –así se lo

comunica- “que no se ignoran sus contravenciones” y así lo debe

manifestar en todas las ocasiones, “pues no podemos dejar de darnos

por enterados de su proceder, aunque no se haya de remediar” 945.

El triunfo portugués en Extremoz en vez de ralentizar los planes

de Luis XIV los va a acelerar. Ya en el mes de agosto de 1663 el

Marqués de La Fuente informaba a Madrid de la estancia en París de

Francisco Ferreira, enviado por Castel Melhor para conseguir nuevas

ayudas, recibiendo la promesa del vizconde de Turena de que se

enviarían a Portugal 3.000 soldados de infantería y mil de caballería

para la siguiente campaña946. La promesa no fue echada al olvido. A

943 AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, Madrid, 3 de agosto de 1663.944 AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, Madrid, 17 de mayo de 1664.945 AGS, Estado, Francia, leg. K1409, Madrdid, 21 de mayo de 1664.946 Francisco Ferreira Rebelo había sido enviado por Castel Melhor el 16 de junio a Inglaterra, Francia y Holanda para conseguir nuevas ayudas después de la victoria de Amexal que tuvo lugar el 8 de junio y había restablecido el crédito de las armas portuguesas después de la toma de Evora por los castellanos. Llegado a París mantuvo varias entrevistas con Turena quien le informó que Luis XIV mandaría 3.000 infantes y 1.000 caballos al año siguiente. El enviado expresó su gratitud y declaró que el dinero y la caballería era lo que más se necesitaba. A pesar de que Ferreira Rebelo no fue recibido públicamente por el Rey para no herir las susceptibilidades del embajador de España, su misión no dejó de tener éxito y el 18 de septiembre partió para Holanda. PRESTAGE, E.: “As relacoes diplomáticas de Portugal con Francia..., Coimbra 1928, pp. 93-94. AGS, Estado, Francia,

374

comienzos de 1664 el Marqués de La Fuente escribe que está a punto de

zarpar de Dieppe y de Abbeville 1.200 hombres para el frente

portugués, por lo que, indignado, no ha dudado en dar cuenta a Le

Tellier de esta nueva afrenta de Francia947. En el mes de abril vuelve a

informar sobre nuevos preparativos: ahora siete regimientos de

infantería, y aunque está dispuesto a impedir que lleguen a Portugal

sabe por experiencia de que no lo podrá conseguir. De aquí, pues, que

sugiera la aplicación de ciertas medidas, como la de contratar los

servicios de algunos agentes secretos para que se desplacen a los

puertos a fin de indagar y denunciar a los patrones de los barcos que

conducen a Portugal trigo, municiones y gente de guerra. Precisamente

ya ha contactado con un “caballero” que está dispuesto a realizar este

encargo y que, según él, tiene buenos contactos en los puertos franceses

e ingleses, cosa que el Marqués de La Fuente no se llega a creer por

completo, aunque opina que se le puede contratar, no ya porque sus

exigencias económicas no son elevadas, sino porque “el que no se

aventura a perder muchos anzuelos pesca poco”. Estima, finalmente,

que el gasto de esta empresa no superará las 14.000 ó 15.000 libras

anuales y que el confidente es persona de fiar, pues le ha prometido

sobre su vida y honra “vigilar y obrar sin descanso para que no pasen a

Portugal ni hombres ni armas ni trigo en tiempo que dura la paz y

unión con Francia, no pidiendo la recompensa hasta que con progresos

señalados se hayan visto los efectos de esta promesa”948.

La propuesta fue bien acogida en Madrid hasta el punto de que el

Consejo de Estado le anima a proseguir en esta negociación949, lo que le

es comunicado personalmente por Felipe IV, quien le anuncia también Leg. K1387, París, 13 agosto de 1663.947 AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 23 de enero de 1664.948 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1388, París, 6 de abril de 1664.949 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1388, Madrid, 19 de abril de 1664.

375

el envío de 20.000 ducados950. Pero en el mes de junio de 1664 el

Marqués de La Fuente carece de dinero suficiente para conservar los

servicios de este espía: “Si con mi sangre pudiera suplirlo”, escribe al

monarca, “no le molestaría, pero habiendo llegado donde es podido es

preciso padecer el dolor de no poder más que el representarlo”951. Por

este motivo Felipe IV renueva las órdenes para que con toda prontitud

se le envíe dinero a fin de mantener al confidente952.

Estos servicios, sin embargo, no resultaron muy efectivos, habida

cuenta de que el mismo Luis XIV estaba detrás de los envíos a Portugal

de víveres, armamento y soldados. Florence Cecil, un agente del

Marqués de La Fuente, le informa de las prevenciones que está

haciendo el rey de Portugal para la próxima campaña, de los socorros

que le llegan de Inglaterra y de Francia, cuyas tropas son pagadas por

cuenta del monarca francés –dispone de un tesorero en Lisboa, el señor

de Fremontal-, así como de la llegada de 24 navíos franceses e ingleses

con trigo, cebada y toda clase de mercancías, y de la presencia cada vez

mayor de oficiales y voluntarios franceses en Lisboa y en la frontera

luso-española, todo dispuesto y organizado por el mariscal de Turena953.

950 AGS, estado, Francia, Leg. K 1409, Aranjuez, 23 de abril de 1664.951 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1388, Fontainebleau, 29 de junio de 1664.952 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1409, Madrid, 30 de junio de 1664. AGS, Estado, Francia, Leg. K 1389, Buen Retiro, 4 de junio de 1664.953 AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, (Sin fecha, Marzo 1664?). Dice el teniente que los portugueses han fortificado Ocrato, y están trabajando para fortificar el castillo de Montemoz y Estremoz y Evora con toda prisa, y en Evora está ya en defensa la ciudadela de San Antonio, que están aguardando de Inglaterra caballería, e infantería, y se tiene por seguro que los cuatro tercios de portugueses viejos es la mejor infantería que ha visto en su vida, que los pagan cada mes, y que los quieren vestir cada uno de su color, Que está aguardando de Francia alguna infantería para el regimiento de infantería del cual es coronel Dufaci, que ha llegado un regimiento de caballería francesa del cual es coronel Monsiur Briteman, con el cual viene como capitán el conde de Rosán, sobrino del mariscal de Turena, y han preparado dicho regimiento en aldea gallega que es de 240 hombres, que están aguardando al conde de Mares, el cual ha de venir con un regimiento de caballería que hace a su costa, que están aguardando al hijo de un presidente de París llamado Monsieur de Chevriere, el cual ha de venir con un regimiento de caballería que hace a su costa, que ha venido para servir el cuñado del mariscal de Tret y el hijo del de Treme.

376

Tales preparativos producen la alarma en Madrid, donde el

Consejo de Estado aconseja reforzar las fortificaciones en Andalucía y

Extremadura ante el peligro de una contraofensiva portuguesa, traer de

Milán y de los demás territorios italianos de la Monarquía el mayor

número de soldados de infantería y caballería, y proceder a la leva de

gente, embargos de caballerías y suministro de pertrechos de guerra.

Además, propone que se notifique al arzobispo d’Embrum las noticias

que obran en Madrid sobre la ayuda militar del mariscal de Turena y el

disgusto que esto le causa a Felipe IV para que lo comunique a Luis

XIV y actúe de inmediato contra un súbdito que contraviene tan

descubiertamente el Tratado de los Pirineos954.

En París, el Marqués de La Fuente informa de estos pormenores a

Lionne, pero la actitud de ministro le decepciona por intentar

convencerle de que Luis XIV desconocía lo que obraba el mariscal de

Turena y por solicitar en esta coyuntura que el rey de España habilitase

en Ibiza un puerto para acoger a los enfermos de la armada de Francia

destinada a combatir a los corsarios de Argel955. La misma decepción

sufre durante la entrevista que mantiene con la Reina madre y más tarde

con Le Tellier, quien tuvo la osadía de asegurar, pese a las pruebas

presentadas –presencia entre Le Havre y la Rochele de buques

portugueses y franceses recien llegados de Portugal-, que el monarca

francés se comportaba con España como un leal amigo, ateniéndose a lo

jurado en el Tratado de Paz, no obstante de que había muchos

cortesanos que le aconsejaba “lo que convenía mantener a S.M.

Católica divertida para que se debilitara en aquella diversión”. La 954 AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, Madrid, 14 abril 1664. Consejo de Estado al Rey. AGS, Estado, Francia, Leg. 1409, Aranjuez 22 de abril de 1664, El Rey al Marqués de la Fuente.955 AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 20 abril de 1664. En esta entrevista Lionne agradeció al Marqués que Felipe IV hubiera dado orden de acoger en sus puertos las escuadras francesas destinadas a impedir el daño que en el Mediterráneo hacen los corsarios de Argel, a la vez que pedía que en Ibiza se destinase un puerto donde se pudieran curar los enfermos de la armada.

377

respuesta del Marqués de La Fuente, sin ser “lo que debía” si fue “algo

más de lo que el estado de las cosas me aconsejaba”956.

Día tras día, mes tras mes, la correspondencia del embajador

español en París insiste en la inutilidad de sus esfuerzos para conseguir

que Luis XIV cambie su actitud con respecto al problema portugués:

“todo mi esfuerzo sobraba para que me concediesen todas cuantas

órdenes desease. Todo es una inútil pérdida de tiempo para mí y para

ellos un nuevo acto de ofensa, habiendo elegido un medio que, con

hacer tantos años que trato negocios, no he visto a nadie valerse de él.

Bien es verdad que no es fácil cuando para ejecutarlo se necesita de

abandonar la honra, pues al mismo tiempo se concibe el prometerme lo

que pido y el pensar en los medios para no cumplirlo, y así vuelvo a

repetir lo que he dicho a V.M. en orden a que no sé cómo

gobernarme”957.

Para la campaña de 1664, y a la vista de que el calor sofocante del

verano hacía necesaria una pausa en las operaciones, de tal modo que la

ofensiva iniciada en la primavera debía suspenderse durante los meses

estivales y retomarse al comienzo del otoño, lo que generaba numerosas

deserciones, se planteó la posibilidad de que las actuaciones militares se

iniciaran desde Ciudad Rodrigo, en la frontera con Salamanca, y no

desde Extremadura, aunque finalmente se descartó por arriesgada958,

máxime cuando el ejército portugués se estaba concentrando en

956 El Marqués se queja a Le Tellier de que, huyendo de los puertos principales por tener en todos las órdenes convenientes, están puestos a la carga en diferentes puertecillos entre Havre de Gracia y la Rochela un navío de Gerónimo Lamego, otros llamado Languile, la Villa de Rouan, Beofort y Mazarino que acaban de volver de Lisboa, para demostrar lo poco que se puede esperar. AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 3 mayo 1664.957 AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 3 mayo 1664.958 VALLADARES, R.: “Portugal y la Monarquía Hispánica”, Arco Libros, Madrid, 2000, p. 47.

378

Extremoz. De hecho, el 5 de junio 15.000 soldados de infantería, de los

cuales 6.000 eran franceses e ingleses, y 5.000 soldados de caballería se

dirigen hacia Valencia de Alcántara, que ocupan después de una viva

resistencia por parte de la guarnición española, comandada por su

gobernador, Juan Dávila Messía. A esta pérdida se sumará la nueva

desbandada del ejército del duque de Osuna, ahora ante Castel Rodrigo.

Y, lo más sorprendente, que mientras estos sucesos tenían lugar y Juan

José de Austria se quejaba de la falta de dinero y de asistencias

necesarias, Felipe IV enviaba auxilios al Emperador en su

enfrentamiento con los turcos959.

Los avisos de todas partes confirman que el vizconde de Turena

continúa solicitando a cara descubierta, tanto en Francia como en

Inglaterra, socorros para Portugal, habiéndose convertido en el defensor

de los intereses de los rebeldes. Felipe IV considera este

comportamiento como “un exceso desordenado que no tiene igual”, y

requiere a su embajador en París para que insista una vez más a Luis

XIV de que abandone toda injerencia en los asuntos de Portugal y

ponga remedio en

“ese desorden contra la fe pública y el juramento solemne de unas

paces tan recientes, por cuyo quebrantamiento se mantiene la rebelión

de Portugal y se consume el caudal de sus reinos, destruyéndose sus

vasallos con los inmensos gastos que ocasiona guerra tan larga y

959 CASTILLA SOTO, J.: “Don Juan José de Austria..., pp. 190-191. En Badajoz se habían hecho las previsiones necesarias para su defensa, pero curiosamente el 11 de junio, estando el ejército portugués a legua y media de Badajoz, torció su camino entre Campo Mayor y Oguela. Esta última plaza era fundamental para la comunicación de Arronches, plaza de armas del ejército hispano, pero los portugueses la dejaron a un lado y se dirigieron hacia Valencia de Alcántara donde llegaron el día 14, y tomando todas las avenidas repartieron sus cuarteles y dispusieron tres ataques.

379

costosa, cuya duración se funda en la fuerza de los fomentos que

Francia e Inglaterra se aplican para perpetuarla”960.

Pocos días después Felipe IV envía al Marqués de la Fuente un

papel (que le remitió su hijo el Sr. Don Juan) con la relación de

franceses e ingleses que sirven en Portugal, y le pide que de al Rey muy

ponderadamente la queja por “el exceso que en esto se comete faltando

a la buena correspondencia que se debía, pues sólo en virtud de estas

asistencias se mantiene aquella rebelión”961.

Cumpliendo instrucciones, el Marqués, que conocía la relación

estrecha del Vizconde con la Reina madre, denuncia primero a ésta los

excesos del Vizconde de Turena, siendo testigo de la conversación la

Reina reinante. Cuenta el Marqués que refirió a la Reina los hechos y el

sentimiento de su hermano, el Rey, pensando que siendo el vizconde

favorito suyo, interrumpiría las órdenes y repararía el precipicio en que

se hallaba aquel caballero, el descrédito que ese asunto ocasionaba a su

hijo, y el perjuicio que traía a España. La Reina mostró gran sentimiento

y puso en duda que Turena actuara con órdenes del Rey; insinuó que

actuaba por amistad con el rey de Inglaterra y, persistiendo en la duda,

dijo al Marqués que hablara con el Rey, pero el Marqués insistió en que

era ella la que debía librar a un hijo de acciones tan escandalosas y a un

hermano de quejas tan justificadas. Si no reconocían el error, sería el

mayor testimonio contra el Rey de España que se pudiese dar al mundo,

pues a nadie podría convencer Turena de que actuaba por su cuenta. La

Reina, tras añadir que no se podía evitar que cada uno pensase lo que

quisiese, ofreció todo el esfuerzo posible. El Marqués confiesa que no

quedó satisfecho porque ya eran demasiadas veces las que negaban 960 AGS, estado, Francia, Leg. 1409, 18 de junio de 1664.961 AGS, Estado, Francia, Leg. K1409, Madrid, 15 julio 1664.

380

evidencias y prometían amistad; considera que sería un milagro que la

Reina convenciese a su hijo y se reparase el daño y reitera su decepción

y su desánimo pues han sido tantas veces las que ha hecho este oficio y

han sido tantas buenas palabras las que ha escuchado, siempre con

efectos contrarios, que no le dejan lugar para la esperanza962.

Después, el Marqués tuvo audiencia con el Rey a quien también

enseñó el papel con la relación de franceses que sirven en Portugal

añadiendo algunas consideraciones, como el sentimiento que tenía el

Rey Felipe IV porque había oído que se habían visto banderas francesas

sobre los escuadrones portugueses. Como la evidencia era tal, el Rey

optó por el silencio. En cuanto al pagador Fremont, que también iba en

la memoria, negó conocerle y que fuese verdad lo que sobre esto habían

escrito. En esta tensa entrevista, Luis XIV recordó al embajador de

España que todos los despachos que le enviaban servían no solo de

mortificación propia sino para desacreditarle ante el Rey de España y le

reprochó la forma de valerse de ellos. Ambos se recordaron diversos

agravios pero el Marqués no consiguió ninguna orden que suspendiera

el envío de ayuda militar a Portugal. Confiesa el Marqués que los

esfuerzos que parten de la debilidad producen efectos contrarios, y que

volverá a hablar con la Reina y los ministros para intentar conseguir

algo963.962 AGS, Estado, Francia, Leg. K1389, Fontainebleau, 13 julio 1664.963AGS, Estado, Francia, Leg. K1389, Fontainebleau, 27 julio 1664. En cuanto a las banderas, dijo el Rey que con la muerte del duque de Pernón, reservado en sí el oficio de general de la infantería, mudó todas las banderas de sus ejércitos (donde cada coronel las tenía diferentes), dando otras azules con lises de oro, con lo que podría ser que de las viejas se hubiese servido alguno de los oficiales que se hallaban en Portugal, tanto contra su voluntad como contra la del Rey de España. En cuanto a los agravios el Marqués recordó a Luis XIV lo que pasó con el conde de Rosan, Briquemo, Silleri y Boneval, y últimamente con el conde de Mare y con Rafael Lamego, pues avisando a tiempo de la resolución de todos, y habiendo ellos asegurado a Monsieur Le Tellier que no tenían intención de salir de aquí y a él mismo que no saldrían, los hallaría en la lista que le había dado. Llegado a este punto, el Rey sacó la contravención a la paz que hacía España en el asunto del Príncipe de Mónaco, luego al asunto de Fuenterrabía y Hendaya. Sobre este asunto, el Marqués recordó que lo que se había firmado era que comisarios de ambas partes atendiesen a que se ajustasen entre sí aquellos pueblos, y que de no conseguirlo, determinasen lo que tuviesen por justo para conseguir la

381

En Madrid el Duque de San Lucar también se queja al arzobispo

de Embrún de que el Rey de Francia tenga en Portugal un gran cuerpo

de infantería y caballería, señalando el regimiento del vizconde de

Turena, el de Shomberg y otras tropas, con pagadores que públicamente

pagan por cuenta del Rey de Francia, como consta en la relación

remitida de allí. El arzobispo, con desfachatez, reiteró que su Rey había

asegurado que no había socorrido ni socorrería a Portugal y que pues su

Rey lo decía, él lo debía creer y asegurar en su nombre, lo contrario

sería una infracción cosa que no podía caber en el ánimo de su Rey. El

Duque insistió en las pruebas y el Arzobispo continuó negando964.

En octubre de 1664 Colbert Terón vuelve a Portugal para llevar

socorros y esta vez es el Marqués de la Fuente quien lo advierte a

Madrid. Felipe IV encarga otra vez a su Embajador en París que

recuerde al Rey, siempre que tenga ocasión, “las veces que ha

prometido impedir los socorros a Portugal y lo mal que parecerá en el

mundo que se experimenten, en un ánimo tan real como el suyo,

acciones contrarias a lo que ha declarado tantas veces, pues aunque no

tenga el efecto que le corresponde, se habrá cumplido de nuestra parte

en darle a entender la razón que nos asiste, y me escribiréis de lo que

en esto se ofreciere”965. Pocos días más tarde Felipe IV vuelve a escribir

a su Embajador y le repite lo dicho por el Consejo: “hablad con el Rey

insinuando que en todo contraviene a la observancia de la paz, pues si

vuestro oficio no influye en su ánimo, cosa tan debida, por lo menos

tranquilidad y buena vecindad, teniendo en cuenta que el río Bidasoa es español. Esto no gustó a Luis XIV que manifestó defendería a sus vasallos de los continuos desórdenes y excesos que cometían los de los de Fuenterrabía. 964 AGS, Estado, Francia, Leg. K1389, Madrid, 11 julio 1664.965 AGS, Estado, Francia, Leg. K1409, Madrid, 22 octubre 1664.

382

sabrá que se está con la sospecha que manifiestan las experiencias que

tantas veces se han hecho y se hacen”966.

Pero ni las quejas ni las insinuaciones sirven de nada y durante el

año 1665 Francia continua ayudando a Portugal. Cuenta el Marqués de

la Fuente que, con el pretexto de recibirlas a sueldo el Rey de Inglaterra,

se preparan 2.000 hombres en 40 compañías —de las que servían a S.M.

Cristianísima—, para socorrer al “tirano”. Entendiendo que era asunto

importante y que socorrer al rey de Inglaterra contra los holandeses sólo

era una excusa, el Marqués se quejó a las Reinas y a Le Tellier de un

acto tan impropio y contrario al juramento hecho a S.M.967. Al Consejo

de Estado le parecen demasiadas contravenciones a la paz las que hacen

los franceses y vuelve a decir al Marqués que “ejecute las órdenes que

tiene, representando sin perder ocasión lo que se le ha advertido en

ellas, por que entiendan que no se pasa en silencio”968. En otra carta a

Felipe IV el Marqués de la Fuente refiere que los franceses han enviado

500.000 escudos “al tirano” con pretexto de pagarle los hombres de

negocios todo el azúcar que vino de Brasil. Dice también que ha salido

hacia Portugal una compañía de corazas de 100 hombres. El Consejo de

Estado manifiesta a S.M. que es esta una materia que no tiene remedio y

no hay otra cosa que hacer que acusar recibo de su carta al Marqués de

la Fuente encargándole que cumpla las órdenes que tiene sobre este

particular. El Rey, atendiendo esta recomendación, escribe a su

Embajador: “como en lo que toca a embarazar las asistencias no se

halla remedio alguno, sólo se ofrece acusar el recibo de vuestra carta,

966 AGS, Estado, Francia, Leg. K1409, Madrid, 19 noviembre 1664.967 AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, París, 11 enero 1665. En enero de 1665 se preparaba la guerra entre Inglaterra y Holanda que se declaró el 4 de Marzo.968 AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Madrid, 31 enero 1665. K1410, 12 de febrero 1665.

383

y encargaros cumplir las órdenes que tenéis sobre este punto como se

espera de vuestro celo y cuidado”969.

Pocos días después el Marqués suministra a Madrid otra

información importante. Dice que Francisco de Melo obtuvo licencia

del rey de Inglaterra para sacar 400 soldados del regimiento que

levantaba el coronel Donglas por Francia y un navío de guerra con 60

cañones para conducirlos a Lisboa, y añade otros tratos de Francia con

Portugal para socorros970. Dice también que el Duque de Braganza va

pregonando las ventajosas condiciones de paz que le propone Felipe IV

y que antes de aceptarlas ha querido cumplir con la obligación de

avisarlo y ofrecer rehusarlas si Luis XIV se ajusta con él y pasan al

rompimiento con España. Añade que Msr. Colbert está pronto para 969 AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 11 marzo 1665. Consulta del 26 de febrero: AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, 970 AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, París, 21 marzo 1665. El Marqués cuenta que Francisco de Melo, el 9 de febrero, vino a Le Havre de Gracia en un navío de guerra inglés. Allí recibió a bordo 700 patacones para pagar a los franceses que sirven al rebelde y, siendo cierto el ofrecimiento de enviar más, se trataba de negociar con algunos mercaderes para que se obligasen a pagar en Lisboa el dinero necesario para mantenerlos. Para sacar algo de estos socorros se hizo compra de 30 pipas de vino que “el rebelde” se obligó a entregar en la isla de Madeira a los diputados de la Compañía Occidental de Francia en diversos tiempos. También advierte el Marqués que se disponían en Rouan tres bajeles para conducir parte del dinero y algunos voluntarios franceses que por falta de entretenimiento en tierra pasan al servicio del “rebelde” y que en Burdeos se embarcaron 600 hombres. Cuando Francisco de Melo llegó a Havre de Gracia halló un Secretario de Estado y otros ministros con los cuales trocó sus despachos entregándoles los necesarios para la entrega de las plazas propuestas en la India Oriental y la de Mozambique con licencia de poder erigir y establecer una factoría en la ciudad de Goa y otras en Angola, todo muy a satisfacción de Francia. Comunica también el Marqués que se ajustó el casamiento propuesto con la de Aumale y recibiendo 400.000 escudos en plata y oro que pedían los de la nueva Compañía Oriental como a cuenta del valor de las plazas, y con lo atrasado, le aseguran son 800.000 los que lleva. Se embarcó el 3 de marzo en una de las tres naves francesas despachadas en Rouan, con carga de trigo y cebada y unos 60 voluntarios, y con las tres pasó a Plymouth de donde se encaminó a Lisboa llevando en su compañía los 400 soldados citados, las dos embarcaciones, la una con su bagaje y la otra con trigo, además de las francesas. El 20 avisan de Rouan al Marqués que se previene en su puerto una falúa para conducir soldados a Lisboa, lo que también hacen en la Rochela en donde, según carta del 12, se aprestaban con toda diligencia dos naves reales las cuales saldrían por abril con muchos soldados y algunas municiones de lo que hay gran falta en Portugal. En Amsterdam habían quedado detenidos tres navíos con carga de pólvora, mecha y cobre destinados para Lisboa, y habían sido descargados por no querer los interesados arriesgarse, aunque tenían salvoconducto del rey de Inglaterra, y también habían quedado detenidas 4 naves en Hamburgo que tendrán mucha dificultad en seguir su viaje porque ingleses y holandeses discuten si no hay otra forma de ir. También en Livorno donde el 10 de marzo quedaban cargadas 2 naves francesas trayendo el trigo de los puertos de la Pulla para embarcar en ellas, y en Dunkerque se despacharon otras dos, y en Burdeos y Bayona tres con carga de pez alquitrán y otras municiones, hallándose los rebeldes, según avisan, muy menesterosos de todo y con poco dinero por no haber venido de Brasil más de 150.000 cruzados en contado.

384

embarcar en la Rochela y pasar a Lisboa con dinero, y que el duque de

Beaufort tiene orden de pasar el estrecho y con el pretexto de ser tío de

Mlle. de Aumale podría llevar algún socorro971.

Mientras Inglaterra y Francia negociaban con los rebeldes y

aumentaban las ayudas, en Portugal agonizaban los últimos

movimientos de las tropas del Rey de España. El 17 de junio de 1665, el

Mariscal Shombreg ratificaba la soberanía de Portugal en Montesclaros,

cerca de Villaviciosa. Soberanía, desde luego, relativa la de Lisboa,

puesto que se cambiaba la tutela política, nunca rigurosa de Madrid, por

la económica, bastante más férrea, de Londres972.

Simultáneamente tienen lugar unos acontecimientos que hacen

cambiar las alianzas. Luis XIV amenaza con el Derecho de Devolución

y hace movimientos de tropas en la frontera; ha estallado la guerra

entre el Rey británico y las Provincias Unidas, y sufrido la flota

holandesa un serio descalabro en junio de 1665. Cabía esperar, aunque

sin ninguna certidumbre, que Luis XIV ayudara a Holanda, su vecina y

aliada, y que la sola perspectiva de un conflicto con Inglaterra le

disuadiese de provocar otro con España en Flandes. Importaba

aprovechar pronto y bien esta tregua providencial. La solución del

emperador Leopoldo, gestionada por el embajador Lisola, consistía en

concertar una alianza defensiva entre el Imperio alemán, Suecia,

Inglaterra, España y Portugal, para lo que era necesario la reconciliación

peninsular. En Madrid empieza a hablarse de la necesidad de una

tregua973.

971 AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Saint Germain, 14 junio 1665.972 CASTILLA SOTO, J.: “Don Juan José de Austria.. Pág. 191.973 DUQUE DE MAURA: “Vida y reinado de Carlos II”, Madrid, 1990, p. 81.

385

El Consejo de Estado estudia con preocupación esta situación y

propone que se hable con el embajador de Inglaterra, pues habiendo este

ofrecido muchas veces que su Rey abandonaría enteramente a Portugal

si los portugueses se valiesen de Francia, como se ve que lo hacen

ahora, llega el caso de reconvenirle para que se cumpla por parte de su

rey lo que tiene ofrecido974. Felipe IV, cansado y enfermo, cumple con

esta recomendación del Consejo. Encarga al Duque de Medina que

hable con el embajador de Inglaterra y le recuerde que su Rey le había

ofrecido abandonar a Portugal si ésta se valía de Francia como lo hace

ahora975. Se percibe un agotamiento por la guerra y la necesidad de

negociar una tregua.

El sujeto francés que se había ofrecido a embarazar los socorros a

Portugal expone al Marqués de la Fuente los apuros en que se halla y

teme que Francia tome represalias contra él. El Consejo de Estado

propone responder al Marqués que queda enterado de la situación de

dicho sujeto y añade que “de ser posible tendría conveniencia asistirle,

pero el estado de las cosas no da lugar para ello”976.

El 17 de septiembre de 1665 falleció en Madrid Felipe IV

dejando un hijo menor de edad, Carlos II, bajo la regencia de la Reina

viuda. En un momento en que la guerra de Portugal esta abierta,

Inglaterra se enfrenta a Holanda, Francia reclama los Países Bajos y

prepara un enfrentamiento con Inglaterra, este hecho pone de manifiesto

que Europa precisa muy urgentes soluciones diplomáticas. En España se

empieza a hablar de tregua con Portugal para poder pensar en la guerra

con Francia

974 AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Madrid, 2 julio 1665.975 AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid 14 julio 1665.976 AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Madrid, 4 julio 1665.

386

6.5. La independencia de Portugal. La diplomacia francesa en

acción.

Desde principios de 1666 Londres, aprovechando la oportunidad

que le brindaba la muerte de Felipe IV, siempre opuesto a cualquier

compromiso con Inglaterra que contemplara una tregua con Portugal,

como así se desprende, por ejemplo, de la Instrucción que entrega en

1665 a su embajador, el conde de Molina —en otro documento de ese

mismo año el monarca, sin embargo, alude explícitamente a “entrar en

la plática” de la negociación—, moviliza a su representante en Madrid

para que consiga convencer a la Regente de la necesidad de firmar con

Lisboa un acuerdo de paz por el cual cada una de las monarquías

mantendría las conquistas adquiridas977.

A Carlos II Estuardo le movían razones varias para intervenir

como mediador en este endémico conflicto: proteger los intereses

comerciales de su reino y dar solidez a las ligas formadas contra

Francia, sobre todo cuando en enero de 1666 Luis XIV decide apoyar a

las Provincias Unidas en el enfrentamiento que esta república mantenía

con Inglaterra978. Las instrucciones que se entregan a Sir Richard

Fashawe, enviado a Portugal, eran bastante claras: debía conseguir que

los Braganza aceptaran una tregua de treinta años entre Madrid y

Lisboa, la cual se integraría en el tratado de amistad y comercio

hispano-inglés que se había ajustado en el mes de diciembre de 1665,

aunque supeditada su validez a la aceptación por Portugal de dicha

tregua, la cual se decidió que gestionase Inglaterra ante el posible

977 SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispánica durante la Regencia de Mariana de Austria”, Ediciones Universidad de Salamanca, Studia Historica, 20, pp. 143-144.978 En ese momento, declarada la guerra entre Holanda e Inglaterra, Francia, que había firmado una alianza con Holanda (1662), entra en guerra contra Inglaterra.

387

escándalo que provocaría una negociación directa entre los

contendientes979.

Aunque el Marqués de Caracena se oponía rotundamente a que

Portugal se independizara, no sólo porque se desmembraría una parte

importante de la Monarquía, sino porque facilitaría el asentamiento en

sus puertos de naves enemigas, en lo que coincidía con un opúsculo

publicado por el conde de Linares y el Discurso en razón de las treguas

con Portugal, de autor anónimo, el proyecto de la tregua no fue

rechazado del todo980. De hecho doña Mariana de Austria solicita el

parecer del Consejo de Estado sobre la tregua con Portugal que se está

planteando en las negociaciones que se están llevando con ocasión de

renovarse la paz con Inglaterra y, sobre todo, la pretensión que los

portugueses tienen de que se firme una paz perpetua y tratada de rey a

rey. Más todavía, el 27 de marzo de 1666 la Regente envía un Decreto

al Consejo de Estado para que considere “si será bien que se junten

Cortes” donde se trate este asunto “con el deseo de aliviar a estos

reinos de las grandes molestias y vejaciones que les ocasiona la guerra

de Portugal, dado que otras proposiciones, que parecían de decoro y

conveniencia para dar alguna quietud y descanso a los pueblos, no han

tenido efecto”981.

El Consejo no parece muy decidido a convocar Cortes, porque

sería dilatar la resolución del problema, ni a que se llegue a un acuerdo

en igualdad de condiciones entre el rey de Portugal y el de España por

varias razones: reflejaría la debilidad de la Monarquía, se divulgaría en 979 Tratado concluido entre las coronas de España e Inglaterra (artículos secretos relativos a Portugal), 17 de diciembre de 1665, AHN, Sec. Estado, Leg. 2797, nº 20.980 JOVER, J.M.: “Tres actitudes ante el Portugal restaurado”, HISPANIA, Madrid 1950, XXXVIII, Tomo X, p. 114 y sig.981 AGS, Estado, Leg. 2538, 27 de marzo de 1666, en CÁNOVAS DEL CASTILLO, A.: Estudios sobre el reinado de Felipe IV, Tomo I, 1888, p. 342.

388

todas las cortes europeas, se adelantarían en Roma las conversaciones

que los portugueses mantienen para conseguir que su soberano

proponga las personas que han de ocupar las sedes vacantes de las

diócesis del reino, y se privaría a Carlos II de titularse rey de Portugal.

Para dar mayor solidez a sus propuestas añade que quien gobierna –en

este caso la Regente- no puede enajenar los reinos de quien se encuentra

en edad pupilar, por lo que aconseja que no se admitan las

proposiciones que hace Lisboa y que se así se diga también al

embajador inglés que las ha presentado. Por otro lado, el Consejo

admite las dificultades financieras –falta de dinero para pagar a los

soldados, que desertan- y de avituallamiento –los asentistas de la

cebada, se dice, no cumplen con su obligación de vender el cereal a la

caballería-, razón por la que no cierra la puerta a las negociaciones que

se han iniciado encaminadas a una tregua, aconsejando que se procuren

concluir, nombrando a este efecto comisarios que lleven a cabo las

conversaciones, si bien, paralelamente, plantea un mejor control de las

finanzas del ejército, el reforzamiento militar de la frontera de Portugal

con la caballería que se encuentre en Castilla la Vieja, La Mancha y

Andalucía, así como con la formación de un cuerpo de caballería de las

Ordenes Militares, y que la Armada salga a navegar para embarazar los

socorros y víveres que pueden recibir los portugueses del exterior. Pero,

aunque el Consejo no admite la propuesta de paces que hacen los

portugueses, queriendo que se trate en ellas de rey a rey, propone que no

se cierre la puerta al tratado de tregua que se ha comenzado, y para que

se pueda concluir se nombren comisarios para que se junten con los de

Portugal y se ajuste lo que fuere conveniente982.

982 AGS, Estado, Leg. 2538, 8 de abril de 1666, en Cánovas del Castillo, A: “Estudios sobre el reinado de Felipe IV”, Tomo I, pp. 344-353, Madrid 1888.

389

El voto particular del duque de Alba sobre la tregua es

importante. Sostiene, por una parte, que España debe firmar una tregua

con Portugal pero no reconocer su independencia, punto éste que

califica de “infame” y en el que su voto “jamás tendrá parte en ello”; y

por otra, desconfía de la mediación inglesa argumentando que Inglaterra

no quiere confirmar las paces de 1630 ni los capítulos aprobados por

Felipe IV, tampoco devolver Jamaica, aunque España está dispuesta a

comprarla, cuando ha vendido la plaza de Dunkerque a los franceses,

nuestro mayor enemigo. Quien así se comporta, sigue diciendo,

“¿puede ser bueno para medianero en cosa en que va tanto como

librarnos de una única guerra que nos ha quedado en la parte más

sensible, que es el corazón de España, y en cuya duración son tan

interesados todos los Reyes y Príncipes del mundo, y aun me atreveré a

decir que hasta el Pontífice?”.

De aquí, en consecuencia, que prefiera negociar directamente con

Portugal la firma de la tregua, sin recurrir a terceros, y que ésta sea lo

más duradera que se pueda, pues así se lograría una paz con Inglaterra

en condiciones más ventajosas para la Monarquía y que Francia,

además, se abstuviese de declarar la guerra a España viendo que se haya

liberada de la pesada rémora del conflicto portugués. Finalmente,

después de sugerir toda una serie de reformas en la administración de

los recursos financieros y en la manera de hacer la guerra, muy

390

próximas a las propuestas de los arbitristas de la época983, realiza una

firme declaración de lealtad y de servicio a la Corona:

“aunque es excusado poner a los pies de V.M. cuanto valgo (siendo su

principal dueño), prometo derramar en su servicio, con la espada en la

mano, hasta la última sangre de mis venas, como lo han sabido hacer

todos los de mi Casa, y será sucesivo en los que nacieren de tan

honroso mayorazgo, y está en fe el Duque, que si sus antecesores

creyeran que había de ayudar con su dictamen a cosa tan detestable

como confesar por legítimo Rey al rebelde, se levantaran de los

sepulcros y vinieran a demandárselo mal y caramente, y siendo este

año el plazo más amenazado para acabar con esta Monarquía, con

estar todo tan desprevenido y fiado sólo de la mala fortuna que nos

corre, no se ha perdido ni una almena ni una barca de V.M., con que se

puede cobrar ánimo y avilantez para tener por cierto que, si se pone

cuidado, mudará todo de semblante, y no viene fuera de propósito

piense V.M., con su grande prudencia, qué se ha de hacer si

quedásemos con la guerra de Portugal en pie, roto el tratado con

Inglaterra y el francés gozase de la coyuntura de estos accidentes y nos

atacase por tantas partes como tienen dispuesto. Y si hubiere alargado

este discurso demasiado, la buena ley y la intención sincera con que se

dice sea su disculpa”984

983Estudios del reinado de Felipe IV, Madrid, 1888, Tomo II, pp. 513-545.? El Duque de Alba propone también: “Visítense los ministros que se hubieran enriquecido con la Hacienda Real; refórmense gastos superfluos y salarios y sueldos así en lo militar como en lo político y en los oficios supernumerarios; válgase V.M. de los oficios comprados con las medias anatas; súbanse los demás a treinta, que con estos subsidios que son tan cuantiosos y quitar los asientos a los portugueses, respirará la Hacienda, que pintan tan acabada los interesados en que no se averigüe que el Rey no está pobre, sino falto de crédito por mala administración y por decretos que se han dado a daño de los hombres de negocios y aún del servicio de V.M., y probemos una vez a perdernos con valor, cansados ya de sufrir tantos improperios sin habernos valido una leve disculpa o satisfacción. Trátese de hacer la guerra de otro modo, que el que hoy se practica no dará más fruto que los malos sucesos que ha habido hasta aquí”.984 AGS, Estado, Leg. 2538, año 1666, tomado de Cánovas del Castillo, A: “Estudios del reinado de Felipe IV”, Tomo I, Madrid 1888, pp.354-358.

391

Mientras, el Marqués de la Fuente pregunta a Madrid cómo debe

comportarse en el caso de que, establecida la tregua, les parezca en

París que, sin faltar a lo capitulado, pueden admitir al Marqués de Sande

como embajador985. Había recibido instrucciones de abandonar París sin

despedirse del Rey pero piensa que, si se firma la tregua, habrán

cambiado las circunstancias. El Consejo de Estado recomienda a la

Reina Regente que le responda, y así lo hace: “procurad, con la mayor

maña y destreza posible divertir que el Rey Cristianísimo no haga con

tal demostración una acción tan ajena de amistad, parentesco e

inobservancia de lo capitulado en la Paz como sería admitir embajador

del duque de Braganza con pretexto de la tregua, pues se reservan en

ella los derechos del Rey mi hijo a la corona de Portugal”. Y añade:

“si todavía no bastan vuestros oficios para que el Rey Cristianísimo

deje de admitir embajador, no habéis de salir del reino, sino

representar vuestra queja con la modestia y las demás razones que

vuestra prudencia os suministrare, y me daréis cuenta de todo lo que os

pase en esta materia, para que, con motivo de ello, se os pueda mandar

lo que sea de mi mayor servicio”986. En esta ocasión, los consejeros de

Estado han cambiado de opinión, ahora dicen que el Embajador no

salga del reino. Esa misma orden: que no salga del reino, es reiterada en

abril, porque piensan los consejeros que está lejos de llegar el caso,

según marchan las negociaciones de la tregua987.

Luis XIV tratará de impedir la aceptación de esta tregua, para lo

que enviará a Lisboa en misión especial al Marqués de Saint Germain.

Este personaje, sin cartas credenciales de embajador, puesto que el

985 AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, París, 24 enero 1666.986 AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 6 febrero 1666.987 AGS, Estado, Francia, Leg. K1391, Madrid, 3 abril 1666.

392

Tratado de los Pirineos lo prohibía expresamente, pero con documentos

expedidos por el príncipe de Turena, logra, esgrimiendo la comunidad

de intereses franco-lusos y, sobre todo, la ayuda militar y financiera que

Francia había proporcionado a Portugal, así como su participación en

los matrimonios de Catalina de Braganza y de Alfonso VI, que la

propuesta de Fanshawe no prospere en Lisboa, donde se había decidido

firmar una paz duradera con España o continuar en combate, pero no

admitir una tregua que poco o nada solucionaba988.

En mayo de 1666, el arzobispo de Embrún transmite a la Reina

Regente que el Rey Cristianísimo desearía mediar en la cuestión del

Portugal y le había nombrado su representante para este asunto. La

Reina agradeció al arzobispo su disposición y le dijo que hablara con su

ministro Pedro Fernández del Campo. Éste dijo al arzobispo que

aguardaban la llegada del Embajador Extraordinario de Inglaterra y que

estaban suspendidas todas las actuaciones hasta que llegara. El

arzobispo insistió en que su amo entraba en este asunto no por interés

particular sino por franqueza de ánimo y propensión a cuanto pudiese

ser conveniente para esta Corona. Después confesó que había halagado

su vanidad y su estima el que su Rey le hubiera hecho la honra de

nombrarle medianero y que esperaba las instrucciones de la Reina sin

otro fin que el acierto de obedecerlas989.

En junio de 1666, cuando Sir Richard Fanshawe regresaba de

Lisboa sin haber conseguido firmar la tregua murió en Madrid. Doña

Mariana de Austria otorga poderes al padre Nithard, al Duque de

Medina de las Torres y al Conde de Peñaranda para ajustar con el nuevo

embajador inglés Eduardo Montagu, Conde de Sándwich, un tratado de 988 PRESTAGE, E.: “As relacoes..., pp. 98-99.989 AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 30 mayo 1666.

393

unión y alianza con Inglaterra, en el que se abordaría además una tregua

con Portugal990. El Conde de Sándwich vino a gestionar en Madrid,

paralelamente con Carlingford en Viena y Southewell en Lisboa, no ya

la alianza propuesta por el Emperador, amenazadora para Luis XIV,

sino una liga ofensivo-defensiva que pusiese coto final a sus

aspiraciones. Conoció Luis XIV seriamente amenazador este golpe, y lo

paró ofreciendo a Lisboa, por conducto de Saint Germain, su alianza

contra España, cuatrocientos mil escudos como subsidio de guerra y la

promesa de romper él simultáneamente en Flandes; mientras, ordenó a

su embajador en Madrid, el arzobispo de Embrún, que propusiese al

gobierno de la Regencia una alianza franco-española contra Inglaterra y

Portugal991. Y es que, abierta la guerra con Inglaterra992, a Francia le

conviene que el frente de Portugal, tan dependiente de ella, quede

cerrado y así poder dedicarse a la ocupación de los Países Bajos.

El arzobispo de Embrún, en una nueva visita al Duque de San

Lucar, tras reiterar el ofrecimiento de su Rey para mediar en la cuestión

de Portugal, manifestó al Duque que la liga que España estaba

negociando con Inglaterra no era del agrado del rey de Francia. El

arzobispo añadió que el rey Cristianísimo lamentaría mucho que se

hiciese dicha liga estando la Corona de Inglaterra en rotura abierta con

la de Francia porque, aunque no fuese más que una liga defensiva, era

fácil pasar a liga ofensiva. Para salir de toda sospecha proponía volver a

renovar las conversaciones de liga entre España y Francia contra

Inglaterra que habían empezado en tiempos de Don Luis de Haro.

Después de alargarse en las buenas consecuencias que tendría para 990 Poder que dio S.M. la Reina Regente a los Sres. Everardo Nithard, Duque de San Lucar y Conde de Peñaranda para ajustar el Tratado con Inglaterra y para una tregua con Portugal por el tiempo que pareciese, (debían ajustarlo con el Conde de Sándwich), 15 de junio 1666, AHN, Sec. Estado, Leg. 2797, nº 24.991 DUQUE DE MAURA: “Vida y reinado de Carlos II”, p. 82.992 El 26 de enero de 1666 había estallado la guerra entre Francia y Inglaterra.

394

España esta unión, el arzobispo de Embrún pidió al Duque de San Lucar

que para ajustar las condiciones de la liga y para que fuesen recíprocos

los beneficios, se nombrase una Junta de ministros como se había hecho

con el conde de Sandwich. El Duque agradeció al embajador de Francia

la deferencia de haberle escogido para trasladar una noticia tan

importante, le aseguró que daría cuenta al Consejo de Estado de lo que

le decía, y lo tranquilizó diciendo que estuviese seguro de que S.M.

correspondería a las buenas intenciones del Rey Cristianísimo con igual

deseo de que de este asunto se pudiese seguir la continuación de la paz

y más estrecha amistad entre las dos coronas. Añadió San Lucar que,

fiándose poco de su memoria y siendo negocio tan importante, le

suplicaba pusiese por escrito cuanto le había dicho de palabra,

indicando si se trataba de la continuación de la liga que se había tratado

anteriormente, porque siéndolo, no se podrían limitar sus efectos sólo

contra la corona de Inglaterra, pues el principal asunto de los referidos

tratados había sido juntar con el rompimiento con Inglaterra la

recuperación de Portugal. El arzobispo respondió que lo que ahora decía

no era más que establecer una estrecha colaboración entre España y

Francia contra Inglaterra y que por consecuencia se seguía que,

faltándoles a los portugueses por este camino las asistencias que el Rey

de la Gran Bretaña les daba, le sería fácil a S.M. la Reina poner aquel

reino bajo su obediencia. En cuanto a poner por escrito lo que había

dicho de palabra, encontraba dificultad por las dilaciones que se seguían

al reducir semejantes negocios a papeles, y que tanto en un punto como

en otro, se podrían conferir las recíprocas conveniencias de ambas

coronas en la Junta que había pedido se señalase993.

993 AGS, Estado, Francia, Leg. K1391. Madrid, 29 junio 1666.

395

El Consejo de Estado estima que la propuesta de liga del

arzobispo de Embrún es un artificio de los franceses y una prueba de

que pretenden enemistarnos con los ingleses, cosa que no nos interesa.

Teniendo tan continuadas experiencias de la forma en que actúan los

franceses contra la fe, juramentos solemnes y observancia de tratados,

los consejeros dicen que hay que tomar con precaución y desconfianza

cualquier propuesta que éstos hagan —recuerdan cómo han entrado

víveres y lo que han querido en Portugal, cómo el mismo general Duque

de Beaufort acaba de entrar en Lisboa para cortejar al rebelde, etc.—, y

proponen, antes de contestar al arzobispo de Embrún, esperar a lo que

resulte de la conferencia de Milord Sandwich. El Consejo encarga al

Duque de San Lucar que traslade al arzobispo de Embrún la extrañeza

que ha producido el que no haya puesto por escrito una proposición de

tan graves consecuencias y le pida que lo haga para que se considere y

se responda con la reflexión que merece materia tan grave, y que se

reserve para después (por si conviene ir dándole largas), pedirle carta

credencial de su Rey y plenipotencia particular, pensando los consejeros

que es bueno ir entreteniendo este negocio sin más empeño que ver lo

que va dando de sí. Además el Consejo ordena que se participe esta

noticia al Conde de Molina, al Marqués de la Fuente y al Marqués de

Castel Rodrigo para que estén informados, y en Madrid, al embajador

de Alemania por la recíproca confianza en que se camina. Por último, el

Consejo dice que habrá que tomar alguna decisión para salir de la

neutralidad entre Francia e Inglaterra pues pretender mantenerla puede

llevar a perder con todos994.

El Duque de San Lucar, cumpliendo las instrucciones del

Consejo, visita al arzobispo de Embrún. El informe que relata esta

994 AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 5 julio 1666.

396

entrevista y que presenta a la Reina dice que pidió al Embajador que

pusiese por escrito la proposición que había hecho y que enviase los

poderes si juzgaba que iba a necesitarlos. Cuando el Embajador recordó

las dos ocasiones en las que habían hablado de liga en vida de Felipe

IV, el Duque respondió que se acordaba muy bien: la primera había sido

al ofrecer su Rey entrar con S.M. en liga ofensiva contra Inglaterra y

Portugal diciendo que, supuesto que él estaba en paz con ambas

coronas, necesitaba para dar a entender al mundo que no entraba en tan

grandes empeños sin proporcionadas ventajas, que Felipe IV revocara la

renuncia que había hecho la reina de Francia a la sucesión de la corona

de España y se le diese el ducado de Borgoña o algunas plazas de

Flandes, y que habiéndole desengañado de esta pretensión no había

querido admitir ningún otro partido de cuantos se le ofrecieron. San

Lucar recordó al Embajador que en aquel tiempo Francia ofrecía

romper con Inglaterra y con Portugal estando en paz con ambos y por

eso pedía tan grandes ventajas. Ahora Francia estaba en guerra con

Inglaterra y España en paz, y así, con las mismas razones a favor

nuestro que las que había alegado el Rey Cristianísimo a su favor en

aquella ocasión, estaría bien que se pensase en las ventajas que

obtendría España si entrase en esas negociaciones. El Embajador

interrumpió a San Lucar diciendo que los intereses de Portugal se

podrían incluir en la negociación cuando S.M. diese respuesta y por

escrito a su proposición. El Duque de San Lucar recuerda también al

embajador de Francia la segunda vez que Francia propuso a España una

liga contra Inglaterra —con ocasión de los tratados de compra de

Dunkerque—, y que entonces no había pasado adelante por querer su

Rey que la liga se limitase sólo al reinado de Felipe IV, mientras España

prefería que continuase en su sucesor. El arzobispo de Embrún dijo al

Duque de San Lucar que ya que tenía tan buena memoria le excusara el

397

trabajo de poner la propuesta por escrito995. El Consejo de Estado

encarga al Duque de San Lucar que, con buenas palabras, diga al

Embajador de Francia que, no teniendo poder de su Rey para la

proposición que ha hecho en su nombre, y siendo éste un requisito

preciso para su continuación, el tratado de este negocio se suspende996.

Ese mismo verano el Duque de San Lucar emite un voto

particular en el Consejo de Estado diciendo que ha llegado el momento

de hacer la paz con Portugal. El documento es importante. Se trata de

una descripción de la Europa del momento, de la situación e intenciones

de Francia, de Inglaterra, del Imperio, de Portugal y de España hecha

por un testigo cualificado: un consejero de Estado de la Monarquía

Católica. Después de reconocer que la paz que se firmó con Francia fue

“desconveniente” creyendo que con ella en breves días se recuperaría

Portugal, después de lamentarse de la ayuda que Inglaterra y Francia

prestaban a los rebeldes, de lamentar los tesoros consumidos por la

Monarquía Católica inútilmente y después de lamentarse del

comportamiento de los portugueses, describe el estado en que se halla la

Monarquía Católica insistiendo en la falta de medios y en las

dificultades para reclutar tropas. Tras manifestar que el rey

Cristianísimo es el mayor enemigo que tiene la Augustísima Casa de

Austria y al que más se debe atender, y tras describir la ambición del

rey Cristianísimo, sus designios y sus enormes medios, concluye que es

partidario de la tregua. A continuación discurre sobre quien puede ser el

mejor mediador: Inglaterra, el Emperador, el Papa o Francia, y explica

que, aunque el Rey de Francia podría ser el más conveniente medianero

porque podría traer como consecuencia el acercamiento de Holanda,

Francia es por naturaleza la más irreconciliable y poderosa enemiga 995 AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 17 julio 1666996 AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 20 julio 1666.

398

que tiene esta Monarquía y la Augustísima Casa de Austria. Descubre

el comportamiento de Francia que a ala vez que se ofrece como

mediadora está persuadiendo al rebelde para que no se ajuste con

España. En este informe el Duque de San Lucar declara que Francia

desde se firmó la Paz de los Pirineos no se ha aplicado a otra cosa que

a fabricar nuestra ruina. Recuerda la ayuda que ha prestado a Portugal,

el acercamiento a Inglaterra, la renovación de la liga con Holanda

excluyendo a España, la liga con Suecia, la renovación de la liga del

Rhin, etc., todo perjudicial para los intereses de España. Por todo ello, y

por lo poco que estima el cumplimiento de sus palabras, concluye que

Francia no debe ser mediadora.

A los holandeses tampoco los considera buenos medianeros el

Duque pues, después de los intentos para convencerles de que entraran

en una liga con la Monarquía Católica para la conservación de sus

Estados, la han excluido en términos de no menor indecencia que de

mortificación para los ministros de Madrid. El Duque de San Lucar, a

pesar de los agravios y de la ingratitud con que se ha comportado Carlos

II, se inclina por la mediación de Inglaterra aunque con condiciones.

Convencido de que la guerra de Portugal es perjudicial, convencido,

repite, de que Francia está comprando la continuación de la guerra y de

que puede iniciar otra guerra en el norte, y consciente de la falta de

medios, que es extrema, propone que se firme la tregua. Y si los

portugueses no acceden, que se les conceda lo que piden997.

También Roma estaba interesada en que se acordara el final de

las hostilidades hispano-lusas, y en este sentido el Nuncio de Su

Santidad en París comunica al Marqués de La Fuente la disposición del 997 AGS, Estado, Leg. 2538, Madrid 11 agosto 1666, Tomado de Cánovas del Castillo, A: “Estudios del reinado de Felipe IV”, Madrid, 1888, Tomo II, pp. 513-545.

399

Pontífice de actuar como mediador, lo que pone de inmediato en

conocimiento de la Regente, quien, después de asesorarse con el

Consejo de Estado, le responde que al ser una mera conversación y no

una propuesta formal, no se puede adoptar diligencia alguna, aparte de

que se está a la espera de la llegada del embajador inglés, por lo que

dependiendo “de sus negociaciones se tomarán las medidas

convenientes para el servicio del Rey, mi hijo”998. Simultáneamente,

Luis XIV se ofrecerá como mediador de la paz en Madrid, como así lo

representará su embajador en España, el arzobispo de Embrún, quien

expondrá a la Regente la buena disposición de su soberano a procurar lo

más conveniente a la Corona española999.

En octubre, el arzobispo de Embrún dice a Blasco de Loyola que

ya tiene poderes y órdenes de su Rey —poderes que no le enseña—,

para continuar las negociaciones de la liga con España y pide ministro

con iguales poderes para dirigirse a él. El Consejo de Estado recuerda

que ya se había advertido al embajador de Francia que estaban en

negociaciones con Inglaterra y mientras esperaban la llegada del

Embajador Extraordinario, el Conde de Sandwich, sólo se podía

agradecer la buena voluntad del Rey Cristianísimo. El Duque de Alba

propone que se señale ministro para que oiga y trate con el arzobispo

sobre lo que tenga que proponer pues es bueno mantener en celo a los

ingleses y a los franceses y escoger después lo que sea más conveniente

para el servicio de S.M. El Marqués de Mortara dice que, a través de las

cartas del Conde de Molina, conoce los deseos del Parlamento y pueblo

de Inglaterra de continuar la guerra contra Francia a cualquier precio y

de inclinarse a la paz con España, de donde, según el Marqués, nace la

998 AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 24 de mayo de 1666.999 AGS, Estado, Francia, Leg. K1410, Madrid, 30 mayo 1666.AGS, Estado, Francia, Leg. K 1392, Madrid, 5 de julio de 1666.

400

diligencia del arzobispo de Embrún para hacer esta propuesta

intempestiva. Propone que no se le responda hasta que terminen las

conversaciones con Sandwich. El cardenal Aragón no se fía ni de los

ingleses ni de los franceses por las invasiones que estos hacen en las

Indias y porque ambos socorren a Portugal abiertamente. Sin embargo,

considerando que se pidieron por escrito al arzobispo de Embrún unos

poderes que ahora dice tener, opina que se debe nombrar ministro y

oírlo. El Duque de Montalto dice que se dilate dos o tres días la

respuesta y se vote qué alianza interesa más: la de Francia o la de

Inglaterra, y representa humildemente a S.M.: “es muy débil el estado

en que nos hallamos sin la confederación de alguna de esta o de otras

potencias para seguir en la guerra o acomodamiento de Portugal y

resguardar los dominios de fuera, teniendo tan poco asistido al

Emperador y tan remotas las prevenciones de mar y tierra contra

Portugal, pues es regla infalible que mientras no dan calor las armas,

mal se puede mantener en respeto a los amigos, ni caminar con

autoridad en las negociaciones.” El Conde de Ayala tiene poca fe en la

sinceridad de franceses y de ingleses, sin embargo juzga que es preciso

fiarse de una de estas dos naciones aunque no es el caso de escoger cual

de ellas. Propone que se escriba al Conde de Molina para que procure

sembrar en los confidentes que tiene en el Parlamento cuan ajeno a la

razón es la obstinación del Rey de Inglaterra en querer mantener el

título de Rey al Duque de Braganza. El padre confesor dice que tanto

Francia como Inglaterra buscan su interés al enemistarnos con la otra,

por lo que será conveniente mantener a ambas con algunos celos para

lograr lo que más nos pueda interesar1000.

1000 AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 30 octubre 1666.

401

Esta doble actuación de Francia iba encaminada, sobre todo, a

presionar a Madrid para que rompiera las negociaciones que por

entonces mantenía con Inglaterra (el 15 de junio de 1666 doña Mariana

de Austria había otorgado amplios poderes al duque de San Lucar, al

conde de Peñaranda y al padre Nithard para ajustar un Tratado con

Inglaterra, en el que se incluiría la tregua con Portugal, como hemos

dicho más arriba1001), ya que, de prosperar, quedaría Luis XIV en una

posición bastante debilitada. De hecho, en los meses siguientes intentará

convencer a España para que participe en una alianza contra

Inglaterra1002, según se ha visto en un capítulo anterior (ver el apartado

inglés). Pero la negativa de España a suscribir este acuerdo y las

gestiones que Londres estaba realizando en Viena dirigidas a la

formación de una liga ofensiva-defensiva con la que frenar las

aspiraciones del Rey Cristianísimo, conducirá a la alianza signada en

Lisboa el 31 de marzo de 1667 entre Francia y Portugal, lo que suponía

el colofón de la trayectoria política seguida hasta este momento por el

monarca francés en relación al reino “rebelde” y la demostración más

evidente de que en ningún instante pasó por la mente Luis XIV cumplir

lo estipulado en el Tratado de los Pirineos. Precisamente, la lectura de

sus Memorias lo viene a corroborar, aunque la información que ofrece

el siguiente pasaje contenga una vez más evidentes falsedades:

“mientras los españoles continuaban sin tregua las negociaciones para

el convenio con Portugal, yo empleaba todos los medios posibles para

impedirlo, ya con el Rey de Portugal, ya con el de la Gran Bretaña1003

1001 Poder que dio S.M. la Reina Regente a los Sres. Everardo Nithard, Duque de San Lucar y Conde de Peñaranda para ajustar el Tratado con Inglaterra y para una tregua con Portugal por el tiempo que pareciese, (debían ajustarlo con el Conde de Sándwich), 15 de junio 1666, AHN, Sec. Estado, Leg. 2797, nº 24.1002 DUQUE DE MAURA: “Vida y reinado de Carlos II”, p. 82.1003 Esta afirmación resulta dudosa porque hasta el 31 de julio de 1667 (Paz de Breda) Francia estaba en guerra contra Inglaterra.

402

ya, finalmente, con los mismos españoles. Entre otros propuse a la

Reina de España, para ganar algunos días, cuando este asunto estuvo

dispuesto a ultimarse, que me aceptara como mediador”1004.

Mientras se negocia la tregua sigue en Portugal el ambiente de

guerra. Preocupado el Consejo de Estado por el mal estado de la

caballería del ejército de Extremadura, para conocer mejor su situación,

propone a S.M. que ordene a su Confesor que, por vía de su ministerio,

pregunte sobre ese asunto al obispo de Badajoz y al reverendo de

aquella iglesia con secreto y prudencia, y obtenga noticias particulares y

ciertas1005. Desde París el Marqués de la Fuente informa a la Reina de

que se han dado patentes para 50 compañías de infantería y 10 de

caballos (se pueden calcular a 30 hombres cada una y a 50 las otras), y

le han dicho que es gente destinada para Portugal. También informa de

que han llegado allí un tal Rabelo y Don Juan Francisco de Velasco y

Guzmán. El último dijo al Marqués que venía de Portugal a donde había

ido por orden del Duque de Medina a negociar granos en servicio de

S.M. Católica por cuyo servicio le habían hecho prisionero, pero había

podido librarse y le pedía socorro. El Marqués de la Fuente, tras

interrogarle, reconoció el embuste y comprobó que venía en compañía

de Rabelo y que lo que quería era convertirse en espía doble. Propone

que se den instrucciones al Marqués de Santillán1006 para que se

comporte en estos casos como es necesario para el servicio de S.M1007.

Poco después, un confidente le informó del envío de más socorros y le

aseguró que si se ajusta Francia con Inglaterra, como esperan1008,

mantendrán al “tirano” aunque sea necesario llegar a un rompimiento 1004 Memorias del Rey Sol, p. 130.1005 AGS, Estado, Francia, Leg. K1392, Madrid, 9 noviembre 1666.1006 El Marqués de Santillán se preparaba para sustituir al Marqués de la Fuente como embajador en París.1007 AGS, Estado, Francia, Leg. K1393, Saint Germain, 9 enero 1667.1008 Francia e Inglaterra se ajustaron en la Paz de Breda: 31 de julio de 1667.

403

con España con quien no harán nunca la paz sin incluir a Portugal. Dice

el Marqués a la Reina que está convencido de que el Rey de Francia es

“el de mayor capacidad de disimulo ya que todo esto es contrario a lo

que le dijo en la última audiencia en la que se despidió de él y en la que

empeñó su palabra”1009.

En mayo Blasco de Loyola convoca al Consejo de Estado, por

orden de S.M., en sesión extraordinaria. Los principales asuntos a tratar

son la inminente invasión de los Países Bajos por el rey Cristianísimo y

el ajustamiento con Portugal. Los consejeros coinciden en que la paz

con Portugal es lo que más “desahogo, alivio y resguardo podría dar a

la Monarquía”, por ello es conveniente “echarlo aparte”, porque si no

se hace, es imposible acudir a otros gastos. “Si cuando no existía la

guerra de Francia no se ha podido aguantar la de Portugal, las

derrotas y pérdidas han sido tantas, teniendo que luchar en Flandes

contra Francia es imposible imaginar un buen resultado en Portugal.

Es necesario eliminar el obstáculo de Portugal a cualquier precio”,

dicen los consejeros. Sobre la forma y modo de hacerlo el Consejo

apuntó algunos caminos, insistiendo en que hay que esperar al resultado

del tratado de Inglaterra y estorbar que se estreche en liga Francia con

Portugal. Y si como se espera, se concluye el tratado con Inglaterra, los

consejeros dicen a S.M. que los holandeses tendrán motivo para abrir

los ojos a los perjuicios de la vecindad de los franceses en Flandes y se

unirán con V.M. en alguna liga, teniendo tantas razones para hacerlo. El

Marqués de Castel Rodrigo les puede persuadir con su experiencia de lo

1009 AGS, Estado, Francia, Leg. K1393, París, 20 marzo 1667. El Marqués dice que se han mandado comprar 2.000 caballos, que continúa el reclutamiento y que se había formado un regimiento nuevo con que servirá el príncipe de Mónaco; que en Lieja se ha hecho una leva de minadores, que se ha doblado el número de lo que llaman guardia de corps, sumando aquellas cuatro compañías 800 hombres, sin los oficiales que son 84. Añade que continúan las prevenciones de la armada y está a punto de salir el caballero Dalmeras hacia la Indias occidentales según dicen las voces, con un socorro de 4.000 hombres y 100.000 escudos, pero no hay quien no crea que se dirige a Portugal.

404

poco que pueden esperar de los franceses por el anhelo con que aspiran

a la Monarquía Universal, para que, haciendo causa común, acudan a

nuestra defensa, porque además de lo que en general interesa a los

holandeses, está en lo particular Brabante, con inminente y muy

inmediato peligro por la parte que poseen los franceses en aquel

ducado1010.

El Marqués de la Fuente informa sobre la liga ofensiva-defensiva

que habían firmado franceses y portugueses contra España1011. Añade

que habiendo salido Msr. Colbert un día de la semana pasada de la

Rochelle, reservó hasta hacerse a la mar el decir a los pilotos el rumbo

que habían de elegir, y después se confirmó que iban a Portugal. El

Marqués piensa que Colbert va a Lisboa para embarazar cualquier

tratado que propusiese Portugal con España. Informa también de que un

ministro de Portugal, llamado Francisco Ferreira, ha sido recibido por el

Rey de Francia en Charleroi, introducido por el conductor de

embajadores en la misma forma que los demás enviados de Príncipes,

aunque esto el Marqués de la Fuente tiene dudas de que sea cierto pues

se lo contó un portugués y pudo estar influido por la vanidad1012.

En agosto, ante la invasión de los Países Bajos españoles por el

ejército francés, el Consejo de Estado aborda la necesidad de firmar la

paz con Portugal para así poder hacer frente a Luis XIV. Como se

expone en una consulta a la Reina, 1010 AGS, Estado, Francia, K1394, Madrid, 24 mayo 1667. Proponen los consejeros que se envíen 100.000 escudos al Marqués de Castel Rodrigo para defender Flandes del ataque de los franceses y que se pida ayuda al Emperador pero no a muchos más por el ruido que se hace. El duque de Alba, el cardenal Aragón, el Inquisidor General hacen votos particulares sobre la urgencia de hacer la paz con Portugal estando declarada la guerra en Flandes.1011 Copia del Tratado de alianza ofensiva-defensiva ajustado en Lisboa el 31 de marzo de 1667 entre Francia y Portugal contra el rey de España (por 10 años). Francia se comprometía a pagar un subsidio de un millón ochocientas mil libras cada año, moneda de Francia y a hacer la paz con Inglaterra. AHN, Estado, Leg. 2797, nº 30.1012 AGS, Estado, Francia, K1394, París, 10 julio 1667.

405

“es necesario echar aparte lo de Portugal, que es el punto fundamental

sobre el que se ha de fabricar el edificio, porque sin esto, moralmente

hablando, todo irá en conocida ruina, pues pende de dicho

acomodamiento de Portugal el desahogar los medios de hacienda, y

que viéndonos sin un embarazo de aquel tamaño nos estimen para

buenos amigos y aliados los que al presente dejarán de declararse sin

duda por ver cuán poco apoyo podrán hallar en nosotros mientras esta

espina tiene tan amortiguado el cuerpo de la Monarquía”1013.

De aquí que el Consejo de Estado proponga en el mismo mes de

agosto de 1667 a la Regente que se insista al embajador inglés, lord

Sándwich, para llegar, sin dilación, a un acuerdo con Portugal y firmar

una liga con Inglaterra, asunto este último que se ha encargado al conde

de Peñaranda, aunque se tienen ciertas reticencias acerca de la

mediación de Inglaterra en el asunto portugués, en particular por el

duque de Alba, por lo que se decide dar un plazo de veinte días al

embajador inglés para que traiga poderes de Portugal1014. Y la

negociación es urgente, porque si fracasa hay que buscar un nuevo

mediador, aparte de que sería muy perjudicial a los interese españoles el

que los ingleses acabaran aliándose con Francia1015 por la pujanza de su

1013 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1394, Madrid, 31 de agosto de 1667. Sobre la mediación de Inglaterra Don Pedro Fernández del Campo refirió en el Consejo, por haberle ordenado el Conde de Peñaranda que diese cuenta en él (ya que no pudo asistir por estar indispuesto), que habiéndole visitado de cumplimiento Sandwich y procurando meterle el Conde en conversaciones por si podía descubrir algo de su ánimo diciéndole la borrasca que se padecía en Flandes y cuan solos la corríamos sin ser ayudados de los vecinos cuando era causa común de todos el impedir los progresos del Rey de Francia, sin embargo no le respondió sino muy secamente ni aún una palabra de condolencia más que decir que los holandeses estaban más cerca y que los ingleses serían los postreros al peligro. A pesar de lo que el Conde intentó explorar no dio nada de sí ni en lo de la liga, diciendo que no tenía cartas ni órdenes después que nuestros tratados se enviaron a ratificar, por lo cual el Conde de Peñaranda creía que de los ingleses hay poco que esperar para medianeros ni aliados pudiendo recelar lo que reservadamente habrán ajustado en la paz con los franceses. El Conde de Ayala, el Sr. Don Juan y otros consejeros hacen sus votos particulares. 1014 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1394, Madrid, 31 de agosto de 1667.1015 Francia e Inglaterra habían firmado en julio la paz de Breda.

406

marina, que podría atacar las posesiones americanas, siendo preferible

en la actual coyuntura tenerlos como amigos antes que como enemigos,

máxime cuando se sabe, por la correspondencia que el Marqués de

Castel Rodrigo ha interceptado a los franceses, que éstos ofrecen a

Inglaterra las plazas flamencas de Ostende y Neuport1016.

Este debate, sin embargo, parece fuera de lugar porque la guerra

en los Países Bajos españoles ya es un hecho. En cualquier caso, en los

meses siguientes las reuniones del Consejo de Estado se centraron en

convencer a la Reina de que firmase la paz con Portugal y que buscase

alianzas con las que frenar a Francia. En el mes de noviembre, Juan José

de Austria, como consejero de Estado1017, presenta un mapa donde se

representa la situación en que se encuentra España, exponiendo, con

varios argumentos, que es más peligroso Luis XIV que el rey de

Portugal, por lo que aconseja declarar la guerra a Francia1018. En esta

línea se pronunciaron todos los consejeros, que asumieron dicha

propuesta y la manifestada por el duque de San Lucar: “todos saben que

los designios del rey de Francia aspiran a una Monarquía universal”,

por lo que es preciso poner los medios para impedirlo y uno de ellos es

el procurar “salir de los embarazos de Portugal sin ninguna

dilación”1019. En el mes de febrero de 1668 España y Portugal firmaban

la paz en Madrid a través de la mediación inglesa, sin que Francia, que

tanto empeño había puesto para evitar que los Habsburgos sometieran el

reino rebelde, no sólo pudiera impedirlo, sino intervenir en las

negociaciones, lo cual, por otro lado, venía a representar un serio revés 1016 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1394, Madrid, 31 de agosto de 1667.1017 Don Juan fue nombrado consejero de Estado el 9 de septiembre de 1650, en agradecimiento a los servicios desempeñados en Italia con acierto: reducción de Nápoles, pacificación de Sicilia, recuperación de Piombino y Puertolongo, AHN, Estado, leg. 248, nº 7, juró su cargo en 1667.1018 AGS, Estado, Francia, Leg. K 1394, Madrid, 21 noviembre 1667. Ver acta completa en el capítulo de este trabajo referido a Flandes: “Preliminares de la guerra de Devolución”.1019 AGS, Estado, Francia, K1394, Madrid, 25 noviembre 1667. Ver acta completa en el capítulo de este trabajo “Preliminares de la guerra de Devolución”.

407

para su diplomacia, incapaz de atraerse a su órbita, no obstante su

incuestionable ayuda, a un reino que, por su situación estratégica,

hubiese sido un inestimable aliado.

408

Capítulo VII

PRELIMINARES DE LA GUERRA DE DEVOLUCIÓN

7.1. Conflictos territoriales y aislamiento militar de Flandes

Uno de los principales problemas en las relaciones entre España y

Francia durante los años 1660-1667 es el de Flandes, territorio en el que

Luis XIV tenía puestos los ojos desde el principio de su reinado. En el

Tratado de los Pirineos España fue obligada a hacer concesiones

territoriales en los Países Bajos: la mayor parte de Artois y pequeñas

áreas de Flandes1020, pérdidas dolorosas pero no desastrosas; fue el

matrimonio de Luis XIV con la Infanta María Teresa el que se llegó a

convertir en un gran problema para España1021.

Desde la firma del Tratado, a pesar de que se había iniciado un

período de buenas relaciones entre España y Francia, no cesaban las

disputas por señalar los límites de Flandes, siempre aplazados y

pendientes de nuevos nombramientos de comisarios que los

establecieran, aunque existió un deseo por las dos partes de no romper

1020Felipe IV, además de ceder a Francia toda la Cataluña al norte de los Pirineos (el Condado de Rosellón, la Vega de Coflent y parte de Cerdaña), según los Art. 42 y 43 del Tratado, cedió los siguientes territorios de Flandes. Art. 35: En el Condado de Artois, el Rey Cristianísimo quedará en posesión de la Villa y Ciudad de Arrás, de Hesdín, de Bapama, de Betuna, de Lilers, de Lens, del Condado de San Pol, de Teruana, de Pas, y de todas las demás Baylías y Castellanías de dicho Artois, a excepción sólo de Ayre, de San Omer que quedarán a S.M. Católica. Art. 36: En la Provincia de Flandes el Rey Cristianísimo quedará en posesión de la plaza de Gravelina (con los fuertes Phelipe, la Esclusa y Hanain), de Bourbourg, y de San Venant. Art. 37: En la Provincia de Henao el Rey Cristianísimo quedará en posesión de las Plazas de Landresi y Quesnoy. Art. 38: En la Provincia y Ducado de Luxemburgo el dicho Rey Cristianísimo quedará en posesión de las Plazas de Thionville, Montmedi, Damvillers, de la ciudad de Ivoy, de Chavenci, su castillo y Prebostado, del puesto de Mraville. Art. 39: En que declarando S.M. Cristianísima no poder consentir en la restitución de algunas Plazas, se expresa el equivalente. Art. 40: En que se estipula la entrega que hace S.M. Católica al rey Cristianísismo de la Villa y Plaza de Avenas. ABREU BERTODANO, J.A..: “Colección de los Tratados de Paz”, Reinado de Felipe IV, Parte VII, pp. 140-144.1021 KAMEN, H.: “España en la Europa de Luis XIV”. Historia de España R. Menéndez Pidal. XXVIII. Madrid, 1993, p. 208-209.

409

el entendimiento. Así, mientras Felipe IV, en las Instrucciones que

entrega al Marqués de Caracena1022, le ordena que elabore una relación

de las concesiones que se pueden hacer a Francia para que Luis XIV

quede satisfecho, sin demasiado perjuicio para España1023, el

Cristianísimo pide a sus ministros que den cuenta de las diferencias en

los confines pero sin pasar a la violencia, como pretendía el Parlamento

de Metz y los de Servigni y Champsneville en el país de Luxemburgo.

Más todavía, ante las quejas del Marqués de la Fuente, cuando los de la

guarnición de San Venant, en tropa y armados, van al bosque cerca de

Nieppe a cortar y llevar maderas cometiendo daños considerables,

ordena prohibir esas salidas so pena de que dichos oficiales hayan de

responder en su propio nombre a un castigo ejemplar1024.

Poco a poco, sin embargo, el ambiente de paz se enrarece. Luis

XIV comunica a Madrid, a través del arzobispo de Embrún, la

pretensión de trocar el fuerte de Anouin por el de Linchen en Flandes.

Pero este trueque, aconsejado finalmente por el Marqués de Caracena

dadas las conveniencias que se podían obtener en negociaciones futuras,

aunque advirtiendo de que con ello no se debía abrir la puerta a otras

pretensiones, sólo beneficiaba a Francia. Esto es lo que se desprende,

por un lado, de los argumentos de Le Tellier al Marqués de la Fuente1025

y, sobre todo, de los informes del Conde de Fuensaldaña que decían que

era más interesante para España el fuerte de Linchen porque permitía

defender el territorio y embarazar la introducción en Flandes de

mercaderías de contrabando1026.1022 En ese momento gobernador de los Países Bajos.1023 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 2 julio 1662.1024 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 julio, 1662.1025 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 11 julio, 1662.1026 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 30 Marzo, 1662. Existen otras consideraciones para que en Madrid se desestime la permuta de las plazas. Como había informado el conde de Fuensaldaña el gobernador de Gravelinas estaba interesado en la laza de Linchen para proteger su zona y para quitarse un padrastro tan grande y tan cercano que está mirando dentro de su plaza, en

410

Estas diferencias se aprecian asimismo en el proceso de cesión de

la plaza de Avenas, estipulado en la Paz de los Pirineos1027, ya que Le

Tellier rechaza las propuestas planteadas por considerar que son

impracticables, si bien para el Marqués de la Fuente, la razón de este

desacuerdo reside únicamente en la postura altiva de Francia y en el

deseo de Luis XIV de quedarse con todo; “conociendo el viento que

corre, quiere servirse de él desplegando todas las velas”1028.

Menos oposición muestra España a la demanda de Luis XIV,

comunicada a Madrid a través de su embajador, el arzobispo de

Embrún, de que se supriman las nuevas imposiciones que se han

establecido en Flandes al tránsito de madera, leña y cortezas que iban de

Champaña y Chateau Renault a Lieja por el río Mosa ya que perjudican

a las rentas de la Reina madre de Francia que se nutren del comercio de

esos productos. El Duque de San Lucar aconseja a Felipe IV que se dé

satisfacción a Francia en esta pretensión1029.

En 1665, empero, la cuestión de los límites de Flandes sigue

pendiente, particularmente en torno al país de la Lewe y el bosque de

tanto que la posesión por España es fundamental para embarazar la introducción en Flandes de mercaderías de contrabando y para la defensa del territorio circundante, ya que tiene capacidad para 800 a 1.000 hombres de guarnición, lo que no sucede con el fuerte de Anouin que es un puestecillo de ninguna importancia situado en el país de Brodenarda que sólo lo pueden guarecer 25 soldados no cubriendo terreno ni dando paso. Por todos estos motivos juzga el conde que en ningún modo es igual el trueque que se ofrece, que en todo caso se cambie por San Venant.1027 Art. 40 de la Paz de los Pirineos: se estipula la entrega que S.M. Católica hace a S.M. Christianísima de la plaza de Avenas. ABREU Y BERTODANO, J.A. de: “Colección de los Tratados de Paz”, Reinado del Rey Felipe IV, Parte VII, p. 144.1028 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 16 julio, 1662. El litigio es remitido al Consejo de Flandes para que lo vea, examine y consulte lo que se le ofreciere, con el encargo de comunicarlo al Consejo de Estado con urgencia para que pueda emitir así su opinión sobre un expediente importante. (AGS, Estado, Francia, leg. K1386, 12 septiembre 1662).1029 AGS, Estado, Francia, leg. K1644, Madrid, 29 enero 1662. El Duque de San Lucar dice que las nuevas disposiciones contravienen a las del 14 de diciembre de 1645 y, sin más demora, pide que se envíe al Consejo de Flandes el informe que presenta el embajador de Francia para que cesen las trabas a ese comercio.

411

Mormal, hasta el punto de que el Marqués de la Fuente solicita a Luis

XIV que ceda, al menos, en lo relativo al bosque de Mormal, aunque

piensa que no será fácil, sobre todo cuando en la conferencia de

comisarios los representantes de Francia no aceptaron la validez de los

documentos aportados por España en defensa de los derechos de Felipe

IV1030.

Con ser importantes los conflictos por los límites de la frontera, lo

que verdaderamente interesa al Consejo de Estado es conocer los

efectos militares, las fortificaciones que Francia pretende construir en

Dunkerque y los movimientos de tropas francesas en la frontera de los

Países Bajos españoles por lo que pide información al Marqués de la

Fuente y al Marqués de Caracena1031. Caracena, en una nota enviada a

Madrid en 1663, sospecha que el rey Cristianísimo cuenta con ser dueño

de los Países Bajos tarde o temprano y pide que se vigilen las plazas

fronterizas porque Francia buscará la ocasión para declarar la guerra1032.

En efecto, en 1664, Luis XIV empieza a mover tropas en esta

frontera con la excusa de reforzar los presidios, según informa a Felipe

IV el Marqués de la Fuente1033. Esta decisión, sin duda, no sentó bien en

Madrid, y el embajador español, poco tiempo después, requirió del Rey

Sol una explicación. La respuesta no pudo ser más seca ni más evasiva:

“reunía tropas en la frontera sin haber resuelto su empleo”. Para el

Marqués de la Fuente esta salida del monarca encerraba algún designio

oculto. Descarta que vaya a declarar la guerra a España, pero no

entiende la actitud desabrida del monarca y de la Reina madre y sólo 1030 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 25 abril 1665.1031 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 9 de noviembre de 1662 y 28 de noviembre de 1662.1032 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, 19 de abril 1663.1033 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 8 enero 1665. El Marqués de la Fuente advierte a Madrid de que el Rey Cristianísimo ha enviado a la frontera de Flandes 20 compañías, de los dos Regimientos de las guardias del Rey Cristianísimo francesa y esguizara.

412

puede notificar a Madrid las sospechas de que algo se está fraguando en

París: “con pocas tropas, dice, consigue no solo persuadirse de que es

el árbitro del mundo, sino que todos le tengan por tal”1034.

Por otra parte, la decisión de Felipe IV, a instancias del Marqués

de Castel Rodrigo, de reclutar tropas en Alemania para reemplazar las

existentes y para trasladarlas al frente portugués, tampoco agrada a Luis

XIV, quien, en la audiencia que concedió al Marqués de la Fuente, le

expone no sólo su desagrado sino sus temores: tales tropas podrían ser

utilizadas por el Emperador para consolidar su pretensión, en el caso,

como teme, de que los Países Bajos españoles sean transferido a

Leopolodo I en concepto de dote por el matrimonio con la Infanta

Margarita, como así se lo aseguraban de diferentes partes, motivo por el

cual había enviado a Madrid al Barón de Lisola para que le informase

puntualmente sobre este asunto y pidiera explicaciones a Felipe IV.

Entretanto, había ordenado juntar sus tropas en la frontera con Flandes y

había solicitado a los príncipes alemanes del Rhin que impidieran el

paso de las tropas alemanas reclutadas hacia los Países Bajos, cuyos

efectivos estimaba entre 15.000 y 30.000 hombres, aparte de un ejército

de 6.000 soldados enviados desde Viena por el Emperador, y que

sumados a los 12.000 hombres acuartelados en Flandes suponen un

ejército sumamente poderoso y peligrosos para su seguridad.

De nada sirvieron las explicaciones dadas a Luis XIV por el

Marqués de la Fuente, relativas a las capitulaciones matrimoniales de la

Infanta Margarita con Leopoldo I, en todo ajustadas a las que se

hicieron en su día en los esponsales de la Emperatriz María, ni sus

esfuerzos para convencerle de que en ningún momento se había pensado

1034 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París 8 febrero 1665.

413

en transferir por dote los Países Bajos españoles. Tampoco sirvió de

mucho su aclaración de que las tropas alemanas reclutadas eran muy

inferiores a los cálculos establecidos por Luis XIV y que su número era

el que realmente se necesitaba para la dotación de las plazas en tiempo

de paz y para prevenir posibles sucesos bélicos. Y menos aún,

recordarle que las negociaciones con los príncipes alemanes molestaba

el status quo político en Europa, ya que nadie podía impedir al

Emperador asegurar con sus tropas los Países Bajos españoles en

tiempos de paz, sobre todo tratándose de unos territorios indefensos en

los que se comprendían algunas provincias que eran feudatarias. La

actitud del Cristianísimo de oponerse al envío de tropas alemanas a

Flandes fue rotunda y firme, sin descartar la posibilidad de entrar en

guerra contra España, porque —como aseguró— “los intereses de

estado no se sujetan a los parentescos”. Y esta velada amenaza no pasó

desapercibida al Marqués de la Fuente, quien, sin reparo, le respondió

que todo daba a entender que su negativa a la presencia de alemanes en

Flandes, así como el movimiento de tropas que hacía en la frontera, iba

dirigido, sobre todo, a impedir la reconquista de Portugal, alentando a

los rebeldes, algo que “en París no duda nadie”1035. Luis XIV invierte

los términos del conflicto y en un memorial que envía a Felipe IV, a

través del arzobispo de Embrún, queda bien patente: las maniobras de

su ejército van “en contra de un cuerpo de ejército de tropas alemanas

que se junta bajo el nombre de S.M. el rey de España para preparar

una guerra peligrosa a sus estados”1036. (Doc. n° 10).

En Madrid el Consejo de Estado no sale de su asombro y los

ministros son conscientes de que cualquier resolución que se adopte

tropezará con embarazos de mucho peso: “con los franceses nada vale 1035 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París 10 febrero 1665. 1036 AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Madrid, febrero 1665.

414

menos que la razón, experimentándose cada día la soberbia con que

pretenden mandar y hacerse obedecer por todos”. De aquí que

proponga a Felipe IV que procure personalmente tranquilizar a Luis

XIV cuanto humanamente supiere con palabras, sincerando su ánimo

para que esté seguro de que no ha dado en dote las provincias de los

Países Bajos a la Infanta emperatriz, escribiendo S.M. sobre ello carta al

Rey de Francia en la forma más reservada y confidente, con las palabras

más significativas de amor, confianza y segura amistad, certificando y

asegurando sobre su honor y palabra de Rey y de buen padre del Rey

Cristianísimo, que ni ha hecho ni ha pensado hacer semejante renuncia,

ni apartar de su Monarquía aquellas provincias en perjuicio de su hijo,

el Príncipe, su sucesor. Propone también el Consejo a S.M que recuerde

a S.M. Cristianísima que no sólo permanece en la firme y constante

resolución de observar religiosamente la paz que tiene asentada y jurada

con Francia, sino que “desea encontrar cada día las ocasiones para

estrechar más los vínculos de amistad, parentesco y cordial afición, sin

diferenciarle del amor entrañable que V.M. tiene a la Sra. Infanta

Reina de Francia”. El Consejo añade que se puede escribir al Marqués

de la Fuente aprobando el comportamiento que tuvo en la audiencia con

el Rey, y manifiesta que es un acto de soberbia intolerable que Francia

no deje pasar a los ejércitos alemanes a los Países Bajos, aunque ponga

la excusa de la dote de la Señora Emperatriz. Los consejeros ven claro

que la verdadera razón es el deseo del rey Cristianísimo de que queden

sin defensa las provincias, porque la dificultad de enviar a ellas italianos

y españoles nadie la ignora, de manera que si se impide enviar

alemanes, nación que siempre ha servido en todos los ejércitos de S.M.,

como príncipe natural alemán, y cuya Augusta Casa tiene tanta parte y

tantos dominios y estados en aquellas provincias, quedaría el País Bajo

al albedrío de quien quisiera ocuparlo. Proponen los consejeros que se

415

diga al Marqués que S.M. ha dado orden al Marqués de Castel Rodrigo

para que disponga que reclutando los regimientos de alemanes viejos

que hoy se hallan en aquella provincia, por lo menos envíe 2.500 a

España, añadiendo que si no hallan bajeles en los puertos de Flandes se

pidan al rey Cristianísimo, o se pida permiso para que mande que en sus

puertos se puedan tomar a flete, gesto que demuestra sinceridad y

candidez. Añaden los consejeros que se hable en la misma forma al

embajador de Francia en Madrid.

Por otra parte, el Consejo analiza la propuesta presentada por el

arzobispo de Embrún de firmar una liga de garantía entre España y

Francia para defender los estados de Flandes contra cualquiera que los

quisiese invadir, en vida de S.M. y de sus sucesores. Al concretar que

tenía poder para establecer la liga sólo en vida de S.M. Felipe IV, el

Duque de San Lucar aclaró que debía ser en vida de S.M. Felipe IV y de

sus sucesores, y el francés accedió a que fuera “en vida de S.M. Felipe

IV y de su hijo Carlos”, reservándose el derecho del siguiente. En el

Consejo de Estado la firma de esta liga no parece conveniente y el

Duque de San Lucar expresa que este asunto ya se había tratado por el

Conde de Fuensaldaña con las Provincias Unidas cuando se ajustó entre

ellos y Luis XIV una liga en la que Felipe IV deseaba incorporarse y

que no pudo hacerlo por la oposición de Francia, como ya se ha

estudiado en otro capítulo.

Los consejeros de Estado, preocupados, empiezan a considerar

que Francia lo que busca es un pretexto para la guerra. Dicen que

“cuando a Francia le falten pretextos, como el paso de los alemanes,

buscará otros, y llegará un momento en que no se podrá dar

satisfacción con honor y con decoro a demandas tan inicuas como la

416

presente, más servirá nuestro abatimiento de multiplicarlas

abandonando el caudal más estimable de los reyes, y aún de los

particulares, que consiste en mantener la reputación. Sólo se opone a

este discurso la oportunidad y la sazón del tiempo, pues hallándonos ya

en la primavera y debiendo ganar las horas para meter nuestro ejército

en campaña contra Portugal cualquier mínima diversión es un

grandísimo e irremediable perjuicio, y aunque parece harto probable

que esta misma consideración haya movido el ánimo del Rey

Cristianísimo, no podemos negar que la ocasión le ha beneficiado. Se

debe decir al marqués de la Fuente que, aunque el marqués de Castel

Rodrigo no tuvo orden para pedir estos 6.000 hombres, tuvo razones

para hacerlo, y fue aprobado por S.M. porque había pedido italianos y

españoles y no había podido conseguirlos por estar ocupados en la

guerra de Portugal. Su obligación es defender los estados como se le ha

mandado de sus vecinos ingleses y holandeses”. El Consejo dice

también que se deben enviar medios al Marqués de Castel Rodrigo, al

menos 200.000 escudos; que las tropas se pongan en marcha a ser

posible eviten encontrarse con las tropas francesas, encaminándolas por

Vesel o por Holanda, y advierte al Rey que “está descubierta la herida

y las intenciones del rey de Francia”, juzgando que “ para que no nos

coja el accidente en el estado en que nos hallamos, se debe preparar la

hacienda, pues sin ella no hay discusión ni medios que puedan reparar

la sobrada ambición de un rey mozo”1037.

Tan delicada es la situación que, dos días después, Felipe IV

manda convocar un Consejo extraordinario. El motivo es el mismo: la

reacción de Luis XIV ante el movimiento de tropas alemanas hacia

Flandes. Se estudia de nuevo la carta del Embajador que cuenta la

1037 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 22 febrero, 1665.

417

audiencia que tuvo con Luis XIV y el memorial del arzobispo de

Embrún. Los consejeros de Estado, para suavizar la tensión, sabiendo

por la carta de D. Diego de Prado1038 del 14 de diciembre que el número

de alemanes que ofreció el Sr. Emperador es de 4.500 infantes y 1.000

caballos, dicen que se podría ordenar que estos mil caballos viniesen

desmontados a España incluidos en los 2.500 que se consultó,

previniendo embarcación para ello, pues con esto se dará satisfacción al

Rey Cristianísimo y demostración de que la gente alemana no se trae

con intención de formar ejército sino para reemplazar lo que falta a esta

nación y suplir lo que no ha ido de España y de Italia1039.

El Consejo de Estado encarga al Duque de San Lucar comunicar

al embajador francés la solución acordada, así como el disgusto de

Felipe IV por la oposición de su señor a que entren soldados alemanes

en los Países Bajos, juzgándose tal negativa como un acto fuera de toda

medida, por ser esta nación la que siempre ha servido en los ejércitos

españoles, por ser los Habsburgo príncipes naturales de Alemania y

poseer su Casa tantos dominios en el Imperio1040. Entretanto, Felipe IV,

siguiendo las recomendaciones del Consejo de Estado, escribe al

Marqués de la Fuente encargándole que procure desvanecer las

1038 Don Diego de Prado era encargado de negocios en el Imperio desde 1662 hasta 1666 que llegó el nuevo embajador, conde de Castellar.1039 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 24 febrero 1665. Sobre la queja del marqués de Castel Rodrigo por no poder cobrar las letras vuelve el Consejo a repetir a S.M. que es un asunto que no admite dilación, pues para socorrer a la gente que viniere es menester que haya caudal pronto, que se necesita que el Marqués tenga a la mano de que valerse pues según la dotación que V.M. ha mandado señalar para el sustento de las guarniciones y demás gente de guerra faltan más de 300.000 escudos aun cuando saliese cierta la partida que se libró al Marqués en Nápoles que es tan dudosa. Este Consejo reitera lo dicho dos días antes y repite que Felipe IV debe escribir una carta a S.M. Cristianísima1040 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 25 febrero, 1665. El Duque de San Lucar, siguiendo instrucciones del Consejo de Estado, debe insistir al arzobispo de Embrún en que se procede por parte de S. Md. con tanta sinceridad y candidez, que se ha dado orden al Marqués de Castel Rodrigo para que disponga que, reclutando los regimientos de alemanes viejos que hoy se hallan en aquellos países, envíe por lo menos 2.500 alemanes a España, añadiendo que si no se hallan bajeles en los puertos de Flandes se pidan al rey de Francia, o permiso para que mande que en sus puertos se puedan tomar a fletes, con lo que se manifiesta bien la llaneza y buena fe de proceder de S.M.

418

sospechas de Luis XIV, a cuyo fin puede mostrarle una copia de la carta

que ha enviado al Marqués de Castel Rodrigo con la orden de embarcar

2.500 alemanes con destino a España1041, así como entregarle otra de su

puño y letra, cuyo contenido es del tenor siguiente: “Aunque he

ordenado al Marqués de la Fuente satisfaga a V. Md. de algunos

escrúpulos que he entendido tiene por el paso de alguna gente alemana

a mis Países Bajos de Flandes, me ha parecido decir a V.Md. por esta

carta reservada (que quisiera fuera de mi propia mano) cuan libre y

seguro puede estar de cualquier recelo, certificando sobre mi

conciencia y sobre mi honor y en palabra de Rey y de buen padre de

V.Md. que no he hecho ni pensado hacer separación alguna de aquellas

provincias en perjuicio del príncipe mi hijo, mi sucesor, y que no sólo

permanece en mí constante la resolución de observar religiosamente la

paz, sino que deseo se ofrezcan cada día ocasiones de estrechar más los

vínculos de amistad y parentesco con V.Md. a quien no diferencio en el

amor que le profeso al entrañable que tengo a mi hija sin hacer

distinción alguna imaginable de nuestros intereses. Sobre que más

largamente dirá a V.Md. el Marqués de la Fuente a quien me remito1042.

Los intentos de Madrid por disipar los recelos de Luis XIV

fracasaron estrepitosamente, no tanto porque dudara de las intenciones

de Felipe IV, como porque con su actitud perseguía inquietar a España y

obstaculizar nuevas campañas militares contra Portugal, cuando no

dejar indefensas las provincias de los Países Bajos españoles. Así lo

expuso abiertamente el Cristianísimo al Marqués de la Fuente, quien se

sorprendió al escuchar que lo que le preocupaba del envío de 4.000 ó

6.000 infantes alemanes era que con ello se aseguraba Amberes y otras

tres o cuatro plazas principales, a lo que el embajador español respondió 1041 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 26 febrero 1665.1042 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 26 febrero. 1665.

419

que no había visto nunca a quien no está con la espada en la mano

preocuparse, o por lo menos dolerse, de que el dueño de una provincia

quiera asegurarla. En la carta que cuenta esta audiencia, el Embajador

español confiesa: “si este ruido se fundase solo en los celos de la

donación de los Países Bajos, después de lo que dije en la primera

audiencia se hubiera puesto fin a todo, pero después de lo que le he

referido y me manifestó Msr. Le Tellier será milagro si acertamos con

lo bastante, pues ni la diligencia ni la maña de un ministro ni la razón

creo que bastará, y aunque quedó mandándome el Rey que asegurase a

V.M. de su buena correspondencia, me recato infinito de lo que podrá

producir después de llamar luego a Consejo a Msr. Le Tellier y Msr.

Lionne, y más que a estos temo el jugo que traerán los despachos del

Arzobispo de Embrún. Estaré atento por si pudiese echar agua y de

todo avisaré a V.M. y al Marqués de Castel Rodrigo1043.

Celebrado el Consejo, Msr. Lionne llamó al Marqués de la Fuente

a una nueva audiencia. En primer lugar se alargó en manifestar cuan

gustoso quedaba el Rey con la carta de Felipe IV y lo fácil que era

continuar en la buena correspondencia si se disponía que las tropas

pasaran a España por Italia. Después, Lionne llegó a amenazar al

Embajador español diciéndole que sería responsabilidad suya una

ruptura si no impedía el paso de las tropas alemanas a Flandes. El

Marqués de la Fuente se defendió con razones diciendo que las

amenazas podían conseguir efectos contrarios pero el francés no cedió a

sus argumentos diciendo que sería una provocación que las tropas no

pasaran por Italia, continuando ambos una destemplada discusión. El

Marqués decidió entonces hablar con la Reina quien, tras escuchar al

Embajador, mostró gran sentimiento y se ofreció a hablar con el Rey.

1043 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 9 marzo 1665.

420

Días después, encontrándose el Marqués de la Fuente con Msr. Le

Tellier se presentó sin aviso Lionne y ambos volvieron a decirle que

S.M. no podía admitir el paso de las tropas, insistiendo con tantas

razones y vehemencia que hablaban de un rompimiento inminente. El

Marqués se mantuvo firme pero los ministros franceses le obligaron a

participar a Madrid la situación. Después fue a ver a la Reina Madre

para saber lo que le había respondido el Rey, confiando en que la Reina

habría aplacado a su hijo y no ejecutaría el ultimatum dado por sus

ministros, pero la Reina confesó que no se había atrevido a hablar de

ese espinoso asunto con su hijo; con ternura, dijo al Embajador que sólo

se fiaba de Dios. El Marqués, sin entender la insistencia de los franceses

en romper la paz, después de haberles declarado repetidas veces que los

estados de Flandes no se donaban, se retiró a su posada y, mientras

escribía un despacho para Castel Rodrigo, recibió orden del Rey para

que le esperase a las diez de la noche en el cuarto de su madre. Cuando

llegó el Marqués, Luis XIV le habó diciendo que “para excusar el

rompimiento las tropas de 2.000 hombres debían pasar por Italia a

España porque era el camino más breve, y los 1.500 restantes (no

6.000) y 500 caballos pasasen a Flandes”. Le pidió palabra de que

mantendría lo ofrecido y al contestar el Marqués que no dependía de él,

se la volvió a pedir por segunda vez respondiendo entonces el

Embajador que debía escribir al Marqués de Castel Rodrigo y a Madrid.

El Rey repitió que esa era su propuesta y que se viera con Lionne para

ajustarlo mejor.

Al día siguiente el Marqués visita a Lionne y trata de convencerle

de la buena intención de Felipe IV; le recordó cual había sido su

comportamiento con ocasión de los disgustos con el Papa1044, cosa que 1044 En el capítulo de este trabajo dedicado a Roma se estudia la intervención del Marqués de la Fuente en el enfrentamiento que el Rey Cristianísimo tuvo con el Papa.

421

el ministro reconoció así como la fineza del Rey de España, pero no

consiguió hacerle cambiar de opinión. Decepcionado, escribe a Madrid

lamentándose de la presión que le hacen los franceses, de la

mortificación que ha pasado viéndose obligado “a medir las palabras

más que con la razón con la prudencia”, y expresa la sospecha de que

todos en Francia desean la guerra, incluso los soldados que tendrán

empleo, y los oprimidos (que son todo el reino) que tendrán la

esperanza de mejorar la fortuna1045.

La perspicacia del Marqués de la Fuente no defraudó, una vez

más, a Le Tellier pues éste le dijo que “no se salvaba todo con la

seguridad de que los Países Bajos no eran dote de la Infanta

Margarita”, lo que dejó al Embajador “embarazadísimo” por lo que

escribe de nuevo a Madrid mostrando su preocupación con tono

claramente pesimista: “daría muchas libras de mi sangre por no ver

comprobado lo que las demostraciones antecedentes me obligaron a

conocer... Faltaría a mi obligación, si no advirtiera a S.M. que

conviene componer sus Provincias si no como quien tiene guerra

abierta, como quien quiere asegurarlas de una sorpresa; será digno de

la prudencia de S.M. elegir la forma que ni haga preciso el empeño de

un rey de 26 años, hijo favorecido de la fortuna, ni anticipe la

rotura”1046.

El Consejo de Estado, a la vista de estas noticias, pondera el

modo con que tratan las cosas en Francia y “la poca seguridad o

ninguna que podemos tener en la observancia de lo capitulado pues se

buscan pretextos, y solicita el efecto de ellos su ambición e inquietud,

como tantas veces se ha representado a V.M. y es bien conocido en 1045 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 16 marzo 1665.1046 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 18 marzo 1665.

422

todas las provincias de Europa, con que hace preciso que se atienda

con toda aplicación a mirar por el resguardo de las cosas de dentro y

fuera de España y que a este fin se apliquen todos los medios que pide

la razón para que no nos perdamos tan sin ella a la vista de lo que

sucede”. Tras agradecer el comportamiento del Marqués de la Fuente

que se ha mantenido firme ante las amenazas, los consejeros, a la vista

de la oposición de Francia, abandonan la idea de llevar tropas alemanas

de reemplazo a Flandes y proponen que el Marqués solicite permiso al

Rey Cristianísimo para el paso por Lorena de 2.000 italianos. El

Consejo de Estado propone también que el Rey escriba a las Reinas

para agradecer los oficios que interponen para la conservación de la paz

y unión entre las dos coronas y al Embajador del Sr. Emperador para

que sepa el modo con el que se comportan los franceses y conozca sus

intenciones. Propone el Consejo que el correo que se envíe al

Embajador lleve asistencias pues S.M. Cesárea las necesitará para

mantenerse armado y se manden también asistencias al Marqués de la

Fuente como ha repetido muchas veces1047.

Felipe IV, atendiendo la Consulta, escribe a su Embajador. Tras

agradecerle la prudencia, discreción, firmeza y constancia con que se

comportó frente a las amenazas de los franceses, le encarga que pida al

Rey Cristianísimo que, ya que le repugna tanto el paso de las tropas

alemanas a Flandes, facilite el paso de 2.000 italianos que vienen de

Milán. Añade el Rey que confía en su maña e inteligencia para que este

asunto quede en los términos que pide la razón natural de poder 1047 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 27 marzo 1665. Que vayan también 2.000 españoles para salvar la seguridad. Los 2.500 hombres que habían de pasar por mar desde Flandes a España, que se encaminen a Milán, dando orden al virrey de Nápoles para que asista al gobernador con todo lo necesario. Que se ordene al Marqués de Castel Rodrigo que el resto de los 4.000 infantes y 500 caballos que se pidieron pasen luego a Flandes para juntarse con la gente del Marqués de Baden que se halla en aquellos estados, no obstante la orden que antes estaba dada pues esta es la que ha de ejecutar, encargándole el cuidado de la conservación de esas tropas y de la aplicación que debe tener sin dar celos ni ocasión como se fía de su prudencia.

423

defender cada uno su propia casa1048. Poco tiempo después el Consejo

de Estado encarga al Marqués el seguimiento de los 2.000 italianos que

deben pasar a Flandes1049 informando a Don Luis de Ponce y al Marqués

de Castel Rodrigo1050.

La operación pendiente de enviar 2.000 italianos de Nápoles y del

estado de Milán a Flandes no es sin embargo sencilla. El duque de

Lorena propone que pasen primero 600 hombres de Borgoña, pero al

Consejo de Estado le parece que tiene más dificultades el paso de tropas

pequeñas; siempre que han pasado tropas de Italia a Flandes ha sido en

cuerpo de ejército entero que asegura los tránsitos, y por eso propone

que se deje el paso por tierra y se escriba a D. Luis de Ponce para que

las encamine por mar fletando bajeles hasta Flandes, tanto para los

1.000 de Lombardía que están a su cargo como para los 1.000

napolitanos si hubieren llegado. Que se escriba también al cardenal

Aragón1051 para que acuda con el dinero necesario para el gasto, que no

será mucho mayor que el que se ocasionaría si se hace el traslado por

tierra. El Consejo expone que se debe hacer el traslado a la mayor

brevedad porque Flandes está desprotegida y amenazada, además se

dispone del permiso de Francia. Propone que se envíen también 2.000

españoles, reclutados en lugares vecinos a la costa para que se puedan

embarcar sin dilación, por ejemplo en Galicia, León y Asturias, pues

estarían preparados para el paso. Y se lamenta el Consejo porque

considera que Flandes está indefensa1052.

1048 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid 2 abril 1665.1049 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 4 julio 1665.1050 El Marqués de la Fuente informa al Marqués de Castel Rodrigo del paso de 2.000 italianos por Lorena. Recuerda que la leva se ordenó el año anterior. AGS, Estado, Francia, Leg. 1390, Saint Germain, 24 de julio 1665. 1051 El cardenal Aragón había cesado como agente en la embajada de Roma tras la firma del Tratado de Pisa y entrada en la embajada de su hermano Pedro. En este momento era Virrey de Nápoles. ESTENAGA ECHEVARRÍA, “El Cardenal Aragón”, París, 1929, p. 159. 1052 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 2 agosto 1665.

424

7.2. El problema de las infraestructuras en los Países Bajos

La construcción de un canal en la ribera del Nieppe fue un

proyecto que los españoles ambicionaban desde tiempos del Cardenal

Infante porque facilitaba el transporte de madera y aumentaba el agua

en las zonas cercanas; el Marqués de Caracena lo tuvo muy adelantado

y, en 1664, el Marqués de Castel Rodrigo decidió continuar su

ejecución. Pronto empezaron las quejas de los franceses y el Marqués

de la Fuente, que las percibió en París, pidió información tanto al conde

de Marles, que es quien ejecutaba la obra, como a Castel Rodrigo que la

había encargado. En una carta airada, Castel Rodrigo responde al

Marqués explicando la necesidad del canal y su historia a la vez que

pone de manifiesto su satisfacción por dicha obra y reconoce que la

principal ventaja de dicho canal “es que se encuentra en nuestra casa y

podemos hacer lo que queramos, pues no toca al territorio vecino. Y si

no vale la razón, siempre creeré que menos valdrá la tolerancia y

abatimiento con que les sufrimos tantas desverguenzas”1053. En los

mismos días el Marqués recibe una carta de Lionne protestando, en

nombre de S.M. el Rey Cristianísimo, por la presa que hace el Marqués

de Castel Rodrigo que considera intolerable porque, según dice, deja sin

agua, su principal recurso, a la plaza de San Venant, y además quita al

Rey aquel pasaje sobre la Lisa que tanto se discutió en la conferencia de

Paz y que Francia compró al caro precio del reparto de otras plazas —

cosa que si el sr. Don Luis (de Haro) estuviera vivo podría confirmar—.

Lionne considera que la construcción de este canal y lo que pretende el

Marqués de Castel Rodrigo de desviar el curso del Mosa e impedir que

pase por Mastricht es una manifiesta contravención a la paz1054.

1053 AGS, Estado, Francia, Leg. K1390, Bruselas, 1 Mayo, 1665.1054 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Saint Germain, 8 mayo 1665.

425

El Marqués de la Fuente cuenta a Castel Rodrigo la conversación

que mantuvo con los reyes sobre el canal. Primero habló con la Reina

madre a la que intentó convencer de la conveniencia de su construcción

y a la que explicó que el proyecto tenía su origen en el Cardenal Infante

y que se había interrumpido su construcción en tiempos de Don Juan

por haber otras prioridades. La Reina dijo al Embajador que entonces

San Venant era de los españoles y podían hacer lo que quisieran, pero

ahora no podían dejar a San Venant sin agua porque sería una

contravención a la paz y había que impedirlo por todos los medios. El

Marqués habló después con el Rey quien, con palabras mesuradas,

manifestó su disgusto por la ejecución de la obra añadiendo que su

mayor sentimiento era que se quisiese violentar la paz; el Rey llegó a

decir al embajador español que este hecho era “el de más consecuencia

sucedido después de la paz”. También recordó que se había llegado al

acuerdo con Don Luis de Haro de recibir San Venant a cambio de otras

plazas para tener un paso y San Venant sin agua se convertía en una

plaza inútil. Repitió que, aunque cada cual puede hacer en su casa los

canales que quiera, no puede privar al vecino de cosa esencial. Después

el Rey reiteró su buena voluntad para entenderse y el Marqués su deseo

de no provocar continuos reproches. Pero el día siguiente, en la visita

habitual que hacía a la Reina, el Embajador encontró al Rey quien con

semblante serio le dijo que, después de haberse retirado la noche

anterior, tuvo noticias de que se trabajaba con tanta aplicación en el

canal que en pocos días estaría terminado, por lo que había ordenado al

Duque de Elbeuf que se encaminase desde Arrás, en donde se

encontraba, hasta el mismo canal para impedir el trabajo sin reparar en

nada. El Rey habló al Marqués con tono encendido y reconoció que de

haber sido otro el Embajador le hubiera hablado de otra forma, pero

siendo él, le había querido advertir de que enviaba a Elbeuf para que no

426

dijera que no le había avisado. El Marqués de la Fuente respondió que si

ya había partido la orden para que Elbeuf actuara, llegaba tarde la

advertencia, porque él se comprometía a pedir a Madrid y a Bruselas

que se interrumpieran las obras hasta conocer el alcance y las

consecuencias. Ante esta respuesta, Luis XIV dijo que se enviaría nueva

orden a Elbeuf y al intendente de la provincia para que se informaran

de la situación y que no actuaran si los trabajos estaban suspendidos, en

caso contrario, tenía orden de impedirlos. Preocupado por tantos

desencuentros: la negativa al paso de los alemanes, la presa del navío, la

construcción del canal, etc., el Marqués de la Fuente confiesa a Castel

Rodrigo su temor por lo que se avecina si la obra continúa1055 y escribe

también a Madrid proponiendo que se interrumpa la construcción del

canal mientras se dialoga1056.

El Marqués de Castel Rodrigo, tras recibir la carta del Marqués de la

Fuente, se indigna y, con tono enérgico, le responde diciendo que

impedir los trabajos del canal “es una intromisión por parte de los

franceses que pretenden dar ley en nuestra casa e impedir la defensa y

comodidad de los súbditos”; justifica la obra y le envía informes de los

técnicos, concretamente del capitán de ingenieros Veerbon que sostiene

que el canal no dejará sin agua a San Venant1057 (Doc. n° 11). Castel

Rodrigo, indignado por lo que ha sucedido con el paso de las tropas que

prueba como actúan los franceses —movilizaron las suyas cuando

vieron que pasaban unas alemanas para el reemplazo—, molesto por las

represalias acordadas de golpe por un bajel tan según razón apresado y

por las órdenes dadas al Duque de Elbeuf que está en Arrás para que 1055 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 10 mayo 1665.1056 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 11 mayo 1665.1057 Explica las razones que presentó el capitán de ingenieros Veerbon por las que se ha considerado ensanchar y profundizar la ribera del Niepe: Porque hace muchos años fue navegable para facilitar el transporte de madera, porque el aumento de agua facilitará algunos molinos, que recibirá agua de la riberilla de Melle y no de la Lisa, que no dejará seco a San Venant, etc.

427

impida la construcción del canal, confiesa al Marqués que las bravatas

de los franceses más le admiran que le amedrentan, y le pide que intente

convencer en París al Rey y a sus ministros de las razones que alega

repitiendo que el miedo no nos debe hacer pasar por cosas injustas y por

infamias. Castel Rodrigo se siente fuerte en este momento porque

piensa que las tropas españolas están entrando en Portugal y espera una

importante victoria. En esa confianza, propone mostrar firmeza ante los

franceses y no ceder en el asunto del canal, insistiendo en que es

necesario velar por la seguridad de esas plazas. Con tono firme reitera

que la obra del canal no quita el agua a nadie como dicen los franceses

y, por el contrario, es decisiva para aquellas tierras porque cierra el paso

a los franceses para entrar en la provincia de Flandes por San Venant —

lo que es de gran importancia para la seguridad de los Países Bajos—,

considera una desverguenza que los franceses se quieran meter en

perjudicar la necesaria defensa de aquellas tierras, y sostiene que si se

cede en esta ocasión, habrá que ceder en otras, algo que no hay que

hacer porque el peligro es cierto. Castel Rodrigo confiesa al Marqués de

la Fuente: “Si no fuéremos temidos nunca nos harán los beneficios ser

amados”, y termina diciendo: “no puedo obrar de otra forma a menos

que el Rey me mande expresamente que lo deje perder todo, y entonces

me dé licencia para que esto se pierda en mano ajena que no le amare

como yo y estimare la reputación y mi nación inmortalmente y sobre

todas las cosas. Perdone V.E. que corra la pluma a medida de lo que

me enciende el ver tan inicuas pretensiones en una nación más

triunfante por su soberbia que por lo heroico de sus acciones”. “Dios

la confunda y nos dé el desquite que debemos esperar de su

equidad”1058.

1058 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Bruselas, 12 mayo 1665.

428

Con parecido tono, el Marqués de Castel Rodrigo escribe Felipe IV.

Convencido de la necesidad de fortificar esas tierras y coincidiendo con

el Marqués de la Fuente en la opinión de que la amenaza de utilizar la

fuerza esconde otras intenciones, propone al Rey no ceder a las

exigencias de los franceses de paralizar las obras. Sostiene que los

franceses se quejan de la construcción del canal porque dicen que les

cierra la puerta por donde han entrado siempre a lo más íntimo de la

provincia de Flandes, aunque el pretexto que ponen es que San Venant,

plaza que habían recibido en la Paz a cambio de otras de más utilidad,

quedará sin agua. De nuevo, relaciona la amenaza de guerra que hacen

los franceses con los avances de las tropas españolas en Portugal y se

lamenta de haber cedido en el paso de tropas alemanas. Castel Rodrigo

pregunta cómo debe comportarse con las fortificaciones, advirtiendo

que si se cede, se perderán esas provincias del todo. Si la respuesta de

Madrid es que se debe fortificar, Castel Rodrigo advierte que necesita

los medios necesarios y la gente prometida. Si no le envían medios, pide

a S.M. “no ser instrumento ni testigo de perder un solo pie de terreno,

cuando las historias están publicando que mi abuelo supo acarrear a la

real corona de V.Md. un reino como el de Portugal, mi padre

conservándole estos estados y en los mayores peligros de dos guerras.

V.Md., como dueño de todo, mandará resolver cómo me he de portar, y

yo obedeceré siempre con la fidelidad, amor, celo y resolución como lo

tengo por única herencia de todos mis antepasados”1059.

1059 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Bruselas, 13 mayo 1665. Se queja al Rey de la forma de proceder de los franceses que han enviado a Elbeuf para que paralice los trabajos, lo que indica soberbia y ambición de poseer esas tierras. El pretexto de que se les quitará el agua de la Lisa y Saint Venant, puesto y paso que quieren dejar abierto para los tiempos de guerra, quedará en seco, no sirve, porque no se tocará agua de la Lisa ya que sobra con la de Niepe y la del arroyo llamado la Melle. Además, estos extremos fueron hablados entre el intendente Courtin y el conde Marles. Con todo, y siendo según el derecho común de las gentes que cada uno puede hacer con lo suyo lo que quiera, tienen la arrogancia de decir al Marqués de la Fuente que paren las obras o llevan a las tropas. A Castel Rodrigo le parece una iniquidad la forma con que los franceses intentan reducir a esclavitud a esas gentes antes de haberlas conquistado, cosa que no considera fácil. Se extiende después en recordar la historia del canal y la importancia del mismo para la economía de Flandes. Recuerda que desde tiempos del cardenal Infante, todos los gobernantes trataron de hacerlo y el Marqués de

429

El Marqués de la Fuente, basándose en el informe que le envió

Castel Rodrigo, intenta convencer a Luis XIV de que la información

que le mandan de fuera no es exacta; habla también con Lionne que le

dijo tres cosas importantes: que habiendo cedido S.M. Católica las

plazas de Avenas, Philippeville y Marienbourg se capituló que los

españoles no pudiesen fortificar ninguno de los pueblos vecinos1060;

segundo: que con aquel canal se les quitaba la comunicación con

Dunkerque, y tercero: que con las inclusas quedaría a nuestro arbitrio

dejar inútil aquel pasaje. A lo primero respondió de la Fuente

manifestando que el Art. 53 no decía que para poner defensas en su casa

era preciso capitularlo. A lo segundo respondió que, como entonces no

tenían a Dunkerque, se descuidaron en prevenirlo y que, pues se habían

descuidado, no parecía que debíamos estar siempre prontos para que se

pudiesen valer de nuestro país en beneficio de las conveniencias que

después de la paz fuesen adquiriendo. Y a lo tercero dijo que haciéndose

el canal junto a la Lisa, y siendo ella tanto más ancha y profunda que él,

no era fácil que sobre el agua que recibía de las dos riberillas de Niepe y

de la Melle admitiese más. A los dos primeros argumentos no respondió

Lionné, al tercero dijo que podría inundarse el país con lo que les

Caracena lo tuvo muy adelantado. El mismo, reconociendo la conveniencia, resolvió ejecutar la obra y consiguió quien la hiciese a su costa sin que S.M. gastara un real en ella, ganando la seguridad de las provincias y el comercio de los naturales. Además se controlaba el daño que hacía el haber dejado San Venant en manos de los enemigos, pues en tiempos de guerra con hacer un dique de la parte opuesta de los enemigos, se cubrían contra su paso. Castel Rodrigo insiste en que cada cual es dueño de fortificar su casa como quiera, y en que eso es lo que hacen todos en sus fronteras incesantemente. Sabiendo que con los franceses no valen las razones, antes de intentar otras obras de mayor importancia, comenzó con esta pequeña que no tiene apariencia militar, y viendo cómo han reaccionado, piensa que no se debe ceder pues se harán imposibles las demás.1060 Art. 53 Tratado del Pirineos: Por cuanto las tres Plazas de Avenas, Phelipeville y Mariembourg, se ceden por el presente Tratado al Rey Cristianísimo para ser unidas a la corona de Francia, se ha convenido y acordado que en caso de que entre las dichas Plazas y la Francia se hallen algunas Villas, Aldeas, Lugares, Puestos o Países que no siendo de dichas pertenencias deban quedar en propiedad de dicho Sr. Rey Católico, su dicha Majestad Católica ni sus sucesores Reyes podrán, en ningún tiempo fortificar las dichas Villas, Aldeas, Puestos... ni hacer en ellos algunas nuevas fortificaciones por medio de las cuales puedan ser separadas de Francia o embarazar la comunicación entre ellas...ABREU BERTODANO, J.A.: Colección de Tratados”, Reinado de Felipe IV, Parte VII, p. 155-156.

430

quedaría inútil, aunque reconoció que necesitaba más información para

hablar del asunto. De la Fuente manifestó su opinión de que no se

debían interrumpir las obras.

Pocos días después Lionne dice al Marqués de la Fuente que la

información que el Duque de Elbeuf ha traído al Rey Cristianísimo era

“diametralmente opuesta“ a la que él mismo le había dado. De la Fuente

había dicho que el canal a nivel de la Lissa se ensanchaba a seis pies y

profundizaba tres. Elbeuf dice que se ensanchaba dieciocho pies y

profundizaba hasta diez (cuando la Lissa en aquella parte no tenía más

que cinco de profundidad). Considerando que esto era para poder

cambiar el curso de la Lissa y dejar inútil algunas plazas como San

Venant, no era posible aceptarlo ni dejar de renovar las órdenes que se

habían suspendido. También había informado Elbeuf de que era muy

grande el número de personas que trabajaban y que ellos mismos

juzgaban que la obra se terminaría en breve. El Marqués de la Fuente

respondió a Lionne que no podía rebatir las medidas; en cuanto al plazo

para finalizar la obra, no estaban los trabajadores mejor informados que

aquél que la había encargado. Insistió en que el objetivo no era dejar sin

agua a San Venant y en que nadie podía impedir ensanchar o

profundizar nuestras orillas. Añadió que si había algún capítulo en la

Paz contrario a esto, se comprometía a que S.M. Católica lo observara

religiosamente. A esto respondió Lionne que lo que se pretendía era que

San Venant se mantuviese como cuando se cedió a Francia, no sólo que

no le quiten el agua, sino que no se la pudieran quitar después y quedar

al arbitrio del gobernador de Flandes. Al insistir Lionne en que

escribiera a Castel Rodrigo para que paralizaran las obras, de la Fuente,

por dignidad, respondió que escribiría a Madrid pues la orden

correspondía al Rey y lo tranquilizó diciendo que nada se haría sin el

431

conocimiento del Rey Cristianísimo al que se convencería de las

razones1061.

Pero en esta ocasión las exigencias de Francia también fueron

aceptadas. El Marqués de la Fuente pidió por su cuenta al Marqués de

Castel Rodrigo que se interrumpieran las obras del canal hasta que el

Rey Cristianísimo estuviera informado presentando este acto de buena

voluntad para que no se deteriorase la buena correspondencia, y Castel

Rodrigo, el día 13, pidió al conde Marles que suspendiera los trabajos

hasta que el Rey Cristianísmo quedara informado1062.

Cuando el Consejo de Estado estudia este asunto, es del mismo

parecer: no quiere más problemas con Francia; lamenta que se

produzcan tantos conflictos “tan continuos que hagan vivos recuerdos

del estado en que nos hallamos y del sufrimiento con que se padece y

tolera el estilo con que gobiernan los franceses sus acciones”. Quisiera

el Consejo dar su parecer como el caso pide pero por ahora no puede

dejar de conformarse con los medios que propone el Marqués de la

Fuente y propone a S.M. que se escriba a Castel Rodrigo pidiendo que

suspenda la obra en cualquier estado en que se hallare. Después, los

consejeros, reflexionan sobre el hecho de que en el plazo de pocos días

Francia haya protestado por el apresamiento de un bajel, haya impedido

el paso de los alemanes a Flandes y la construcción del canal; se

lamentan de que la iniciativa de los gobernadores provoque estos

efectos por lo que, con un tono en el que se puede apreciar cansancio

por tener que acudir a tantos frentes, piden mayor atención y que las 1061 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Saint Germain, 17 mayo 1665.1062 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Saint. Germain, 19 mayo, 1665. En la carta al conde de Marles, Castel Rodrigo se queja de la presión que ha recibido, de los embustes que ha extendido el gobernador de San Venant diciendo que les quieren quitar el agua y que la obra estará terminada en ocho días. A pesar de todo, Castel Rodrigo cumple las instrucciones que le han llegado y pide a Marles que se paralice la obra AGS, Estado, Francia, leg. K 1390, Bruselas, mayo 1665.

432

acciones no se ejecuten sin dar primero cuenta a S.M. y tener orden

suya, pues lo que al fin se llega a conseguir, cuando no hay con que

poder mantener una resolución, es tener un descrédito más1063.

Al día siguiente, el 23 de mayo, cuando el Marqués de Louvois se

queja al Marqués de la Fuente de que las obras no se hayan

interrumpido, éste responde al ministro que él mismo había dado orden

de parar la obra el día 22, orden que debió recibir Castel Rodrigo el 23 y

que se cumpliría. El Marqués de la Fuente tranquiliza al Rey

Cristianísimo y a Lionne reiterándoles que podían confiar en la buena

intención del Rey Católico. Pero después de estas conversaciones, el

Marqués de la Fuente escribe preocupado a Castel Rodrigo confesando

sus temores: “el canal es la excusa que ponen los franceses para

romper” reconociendo que no se pueden perder de vista esos estados de

Flandes por el riesgo a que están expuestos. Por último el Marqués

reitera al gobernador que, mientras llega la orden de S.M., interrumpa

los trabajos ya que él se comprometió por escrito1064.

Mientras llegan las instrucciones del Consejo de Estado que mandan

paralizar la construcción del canal, las buenas palabras del Marqués de

la Fuente y su compromiso escrito para que se interrumpan las obras

hasta que se informe debidamente, no son tenidas en cuenta. La tensión

crece y llega al máximo. El Rey Cristianísimo aborda al embajador de

España en los aposentos de la Reina y le comunica, para que esté

enterado, que ha decidido enviar tropas sin dilación. Esta abrupta

amenaza causa sorpresa al Embajador que dice al Rey que el

movimiento de solo 20 hombres disgustaría tanto a S.M. Católica que

debería revocar la orden. El Rey le contestó que si no se trabajaba en el 1063 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 22 mayo 1665.1064 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 25 mayo 1665.

433

canal importaba poco que marchase la gente, a lo que replicó de la

Fuente que importaba mucho ya que podía fiarse de él que le decía que

no se trabajaba. Preocupado el Marqués fue donde la Reina y en ella

encontró más sentimiento que socorro pues le confesó que no se atrevía

a cambiar las intenciones de su marido sabiendo cuales eran las

intenciones del Marqués de Castel Rodrigo. Desesperado el Embajador

fue a buscar a Lionne, y en su conversación sospechó que le abrían los

correos pues tenía información de algunos despachos que había recibido

de Flandes. Insistió de la Fuente a Lionne en que no se debía alterar lo

acordado: suspender las obras mientras se informaba de la situación,

pero Lionne no se comprometió a hacer nada para convencer al Rey de

que no enviara tropas. De la Fuente aseguró que estaba dada la orden de

paralizar las obras, que ya la había recibido el conde de Marles, pero

Lionne puso en duda que las órdenes del Embajador se cumplieran y

que el Marqués de Castel Rodrigo obedeciera. Esta discusión: los

franceses diciendo que no pueden dejar de enviar las tropas, y el

Embajador pidiendo que no las envíen, dolió al Marqués de la Fuente

que comprobó que no se habían fiado de su palabra. Él, que había

suplicado al Marqués de Castel Rodrigo que paralizase la obra y lo

había conseguido, no era acreedor de esta afrenta. De nada le servía que

le dijeran que eran pocos los hombres que se movilizaban, pues en

número igual acercaría Castel Rodrigo a la frontera cuando vieses

acercarse a los franceses y eso era muy peligroso. Al final, Lionne

quedó en volver a hablar con Luis XIV sobre el asunto y el Embajador

se encaminó al cuarto de la Reina madre. El Embajador hizo saber a la

Reina que los estados de S.M. Católica eran solo suyos y podían

separarse de los que ella había tenido como Reina de Francia. Después

le recordó que su honra era inseparable de la de S.M. Católica por lo

que le tocaba impedir la marcha pues permitirla era contra el decoro y

434

contra la paz. El Embajador añadió que lo último, la paz, no era él quien

podía defenderla, pero el decoro lo defendería todos los días de su vida

aunque para conseguirlo aventurase cosas que lamentaba como el

disgustar al Rey Cristianísimo no ajustándose a lo que resolvía sobre

informaciones poco ajustadas. La Reina madre, en presencia de la Reina

reinante, manifestó al Embajador español cuanto lamentaba estos

incidentes.

Después de estas tentativas para parar el envío de tropas francesas a

Flandes, el embajador de España vuelve a hablar con Lionne a petición

de éste. Se encontraba el Marqués de la Fuente en La Comedia con las

Reinas cuando recibió el aviso de que Lionne deseaba verle y, antes de

ir a su posada, pasó por la suya, pero como las Reinas tuvieron noticia,

le pidieron que les informara antes de retirarse. Después de ponderar lo

que el Rey deseaba complacerle, Lionne le pidió poner por escrito que

se paralizaría la obra del canal. Al Marqués de la Fuente le pareció una

comedia esta propuesta pues ya estaba hecho y acordado. Cuando fue a

hablar con Le Tellier para preguntarle la forma en que debía hacerlo,

éste le dijo que ya estaba suficientemente claro, lo que volvió a indignar

al Embajador. Después de tantas idas y venidas, vaticina de la Fuente

que los franceses quieren el rompimiento en Flandes, y escribe a Felipe

IV ya cansado: “no hay justicia ni razón, y como el rey tiene 26 años

sin haber visto las espaldas a la fortuna, sin tratar cuantos andan cerca

de su persona más que de lisonjearle haciéndole mayor que todos los

héroes pasados (así por las calidades de su persona como por la

potencia de sus reinos), unos con la ligereza de mozos y otros con el fin

de turbar la inquietud interna que facilita la violencia con que los trata,

podía llegar el caso con tal corriente, que no tuviese yo la dicha de

divertirlas como hasta aquí sin que lo haya padecido el crédito de

435

V.Md.” Propone al Rey que busque el medio de poner fuerzas en

Flandes pues es la única forma de frenar las pretensiones inicuas de los

franceses. Reitera que con medios blandos y buenas palabras no se

conseguirá nada, y que cuanto más rendidos nos vean ellos se pondrán

más altos, pues la superioridad en que juzgan la facilita el calificar por

injusto todo lo que no tienen por conveniencia propia1065.

El Marqués de la Fuente, desde su privilegiada posición de

embajador en París, teme la ruptura y es partidario de enviar tropas a

Flandes. Ha hecho todo lo posible por convencer a Luis XIV y a sus

ministros de la buena voluntad del Rey Católico, y ha comprobado que

no hay razones para convencer a Luis XIV y para frenar su ambición. El

Consejo de Estado tampoco comprende tanta insistencia en enviar

tropas francesas a Flandes. En cuanto a la propuesta del Marqués de la

Fuente de que es conveniente fortificar aquellos estados, aprueban los

consejeros que se asista con 100.000 escudos al mes, mitad para el

sustento de la gente y la otra mitad para las fortificaciones, pues

“faltando, es conocido el peligro”1066.

Las relaciones están tan tensas que el Marqués de la Fuente advierte

a Madrid que el viaje del conde de Marchin que debe pasar por Francia

hacia Flandes ”podría encontrar tropiezos que embarazaran su

arribo”. El Consejo de Estado prefiere no darse por enterado y se

conforma con comunicar al conde de Marchin lo que escribe el Marqués

de la Fuente para que haga lo que más le convenga1067 y, ante las quejas

del Rey Cristianísimo porque el Marqués de Castel Rodrigo había

secuestrado un coche que pasaba con dinero para la paga del presidio de

1065 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Saint. Germain, 25 mayo 1665.1066 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 7 junio 1665.1067 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 2 julio 1665.

436

Dunkerque, el Consejo de Estado dice que se devuelva y de satisfacción

a los franceses “para que no tengan pretextos”1068.

7.3. Las pretensiones dinásticas de Luis XIV sobre los Países Bajos

Como hemos dicho más arriba, desde el principio de su reinado

Luis XIV ambicionaba los territorios de Flandes1069. La primera

insinuación que hace Luis XIV de su deseo de incorporar Flandes fue

cuando España pretendió entrar en la liga que Francia negociaba con

Holanda: al final de aquella infructuosa negociación, en abril de 1662,

Lionne informa al Marqués de la Fuente de la imposibilidad de entrar en

dicha liga y le sugiere “otra cosa que podía hacerse que era

mejor”1070. El Consejo de Estado se resigna a no entrar en la liga pero

sobre la alusión a la cesión de Flandes prefiere no darse por enterado1071.

Un año más tarde, en marzo de 1663, Miguel de Iturrieta, en

ausencia del Marqués de la Fuente cuando éste se encontraba en

Ratisbona, escribe a Madrid diciendo que en Francia circulan rumores

muy extendidos que se mezclan con las voces, para él mortificantes, de

la falta de salud del Rey de España, que dicen que si faltara el Rey de

España, los Países Bajos serían para la hija del primer matrimonio del

Rey y que, hallándose los franceses armados, habría poco que

1068 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 4 julio 1665.1069 KAMEN, H.: “España en la Europa de Luis XIV”. Historia de España. Menéndez Pidal, XXVIII, Madrid, 1993, p. 213-214. Según Henri Kamen el deseo de poseer los Países Bajos españoles no fue solo fruto de la megalomanía de Luis XIV. Los territorios valones eran franceses en lenguaje y en cultura, y miembros notables de la nobleza (como el famoso conde de Egmont) estaban íntimamente relacionados con la aristocracia francesa; era por tanto lógico que Reyes de Francia como Enrique IV, consideraran que los territorios franceses de herencia borgoñona (incluyendo también el Franco Condado) deberían formar parte de la corona de Francia, en lugar de la de España. Dice también que existían razones estratégicas. París estaba muy cerca de la frontera con los Países Bajos y por tanto era muy vulnerable a una invasión española.1070 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, París, 23 abril 1662. Ver intento España de entrar en la liga que negocian Francia y Holanda, en el capítulo de este trabajo: Estrategia de Francia para aislar a España.1071 AGS, Estado, Francia, leg. K1386, Madrid, 20 mayo 1662.

437

disputar1072. Esto lo dice porque, siguiendo la táctica de lanzar

informaciones interesadas, Luis XIV difundió cierta costumbre jurídica

de algunas comarcas flamencas, con arreglo a la cual, en caso de

segundas nupcias, se había de repartir entre los hijos del primer

matrimonio la nuda propiedad de la hacienda familiar, no conservando

el viudo o la viuda sino el usufructo, para prevenir así posibles despojos

de aquella prole, que instigasen el padrastro o la madrastra. Esta norma

consuetudinaria, de muy discutible equidad, aplicada a todo el

patrimonio, incluso a los bienes no procedentes del cónyuge muerto

(como ocurría en este caso), ni entonces ni nunca después incorporado a

ningún Derecho civil legislado, incompatible con el régimen vincular

monárquico y de absurda extensión al Derecho público, bastaba a la

conciencia del rey Crsitianísimo (bajo el pomposo título de Derecho de

Devolución) para reclamar, en nombre de María Teresa, única heredera

del primer matrimonio de Felipe IV, la nuda propiedad del Ducado de

Brabante y otras tierras próximas, reservándose tomar posesión de todo

ello, por las buenas, o, manu militari, cuando se consolidase el dominio

pleno, a causa de fallecer el usufructuario1073.

Cuando el Marqués de la Fuente regresa de Ratisbona comunica

personalmente al Rey Cristianísimo la noticia de que el Rey de España

había concedido la mano de la Infanta Margarita al sr. Emperador. El

Rey de Francia, que se encontraba acompañado por el Duque de

Orléans, el príncipe de Conti, los Secretarios de Estado y un número

indecible de gente, respondió que estimaba la participación y que

siempre tendría por bueno lo que el Rey de España decidiese,

particularmente “creyendo que no se habría dispuesto cosa en

perjuicio de la Reina su mujer”, a lo que asintió el Marqués. Añade el 1072 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 25 marzo 1663.1073 DUQUE DE MAURA.: “Vida y reinado de Carlos II”, Madrid 1942, p. 38.

438

Marqués en su carta que en París era voz común que se entregaban a la

Infanta en dote los Países Bajos y el condado de Borgoña, noticia que se

escribía en las gacetas las cuales eran registradas antes por Lionne1074.

El Consejo de Estado se da por enterado y ve necesario escribir al

Marqués de la Fuente para que, con ocasión oportuna, dé a entender al

Rey de Francia que las capitulaciones de la Infanta Margarita y el Señor

Emperador se harán, cuando llegue el caso, en la misma forma que se

hicieron las de la señora Infanta doña María hermana del Rey sin

seguirse otro estilo ni alterarlas en nada1075.

Hemos visto que el interesado rumor de que Felipe IV había

entregado los Países Bajos a la Infanta Margarita como dote, sirvió

como excusa a Luis XIV para impedir el paso de tropas alemanas a

Flandes y para mover las suyas hacia la frontera y para crear una

importante tensión entre Madrid, París y Bruselas. En agosto de 1665,

pocos días antes de la muerte de Felipe IV, el Marqués de la Fuente

cuenta la entrevista que tuvo con la Reina Madre quien, enferma, quiso

hablar con el Embajador. Esta conversación es de gran importancia pues

la Reina confiesa al Embajador que teme el rompimiento; le advierte

que su hijo está convencido de sus derechos a los Países Bajos y está

decidido a hacerlos valer. La Reina, tras reconocer que no podía vivir

mucho y confesar que deseaba que no se rompiera la paz, añadió que su

hijo también lo deseaba, y “no reconocía otra cosa que pudiese

obligarle a desenvainar la espada que el mantener la justicia que tenía

a una parte de los Países Bajos, y que así, deseaba infinito que pues

naturalmente había de sobrevivir el Rey a S.Md., y a ella, considerando

los pocos años de su Alteza (Dios le guarde), y que debía ser preferida

la Reina, desearía que S.Md. con suma prudencia, eligiese la forma de 1074 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, París, 20 mayo, 1663.1075 AGS, Estado, Francia, leg. K1387, Madrid, 7 junio, 1663.

439

ajustar ahora el negocio, de manera que asegurase la quietud para sí y

para su hijo, y el dejarle en paz con un hermano cuya fina amistad le

podría ser tan conveniente contra todos los demás embarazos de su

Monarquía”. El Marqués, bien informado sobre el derecho, no quiso

desengañarla con argumentos para no molestarla inútilmente y redujo su

respuesta a decirle que los enfermos siempre hacen discursos

melancólicos y que Dios le daría tantos años de vida que podría

mantener la paz que tanto deseaba; que el caso de la guerra estaba tan

remoto que no la vería ninguno de los dos. No convenció a la Reina

quien añadió que sabía lo que decía y que no le hablaba como Reina de

Francia sino como hermana de S.M. al que quería y a su Alteza como si

fuese su hijo. El Marqués añadió que conocía al Rey y como sabía que

se ajustaba siempre a lo que fuera justo comprendería lo desajustado de

su pretensión y que no entraría en ella, por lo que era innecesario que

ella se preocupara. Pero la Reina insistió y dijo al Embajador que nada

haría cambiar de opinión “a quien en su ánimo tenía por infalible su

razón y tenía fuerzas para hacerla valer”. Después pidió al Embajador

que contara a Madrid lo que le refería y que esperaba la respuesta

deseada, la que había pedido a Dios el día que recibió el viático, que

escribiera esto a Madrid era para ella un consuelo. Con la Reina Madre

se encontraba la Reina, quien oyendo la conversación pidió al

Embajador que cumpliera su deseo escribiendo a su padre, lo que

prometió hacer el Marqués de la Fuente. Un poco separado se

encontraba Monsieur que hizo ver al Embajador cómo, aún estando en

situación de grave enfermedad, la Reina pensaba en todo. El Marqués se

lo concedió pero añadió que pasaba a pensar en lo que no podía ser. Al

día siguiente la Reina volvió a dirigirse al Embajador interesada en la

forma en que iba a trasladar esta información a Madrid; el Marqués le

respondió que contaría lo que había oído y que estaba extrañado de la

440

manera que tenían en París de interpretar las leyes de Brabante porque

era imposible que S.M. diera oídos a esa propuesta. Entonces ella

añadió que “había entreoído que el Rey decía que si se ajustase esto

que le tocaba, obligaría a S.A. contra todo el mundo y a cooperar con

todas sus fuerzas a la restitución de Portugal”. Sorprendido, el

Marqués dijo que con mayor decoro y a menos precio ajustaría S.M. a

los portugueses, e insistió en que el Rey Cristianísimo estaba mal

informado. La carta del Embajador a Madrid refiere esta importante

conversación y traslada su preocupación1076.

En este momento la Reina Madre de Francia antepone, como era su

obligación, los intereses políticos de Francia y de su hijo a los dinásticos

de su familia. El error de Felipe IV consistió en no entender este aspecto

en las instrucciones dadas al Marqués de la Fuente pues en la práctica se

comportó la Reina de Francia como un agente de información de su hijo

y no como apaciguadora de voluntades.

El Consejo de Estado, tras leer la carta del Embajador, propone que

se le responda diciendo que no debía haber prometido escribir a S.M.

para dar cuenta de la pretensión de Luis XIV a los Países Bajos. Esto

parece un reproche, la realidad es que el Consejo preferiría no haberse

dado por enterado. Proponen los consejeros a S.M. que se escriba al

Embajador diciendo que en ningún caso vuelva a hablar de esta materia

por su voluntad, y si le apretase por una respuesta la Reina madre o la

Reina reinante, diga que a S.M. le ha hecho gran novedad semejante

proposición, la cual, S.M. jamás creyera que la pudiera hacer tan buena

hermana de S.M., ni cree S.M. que con un pretexto tan injusto y de tanta

notoriedad, S.M. Cristianísima haya de romper la paz a S.M. y al

1076 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 23 agosto 1665.

441

Príncipe nuestro Señor, pero que si lo hiciese contra toda razón y contra

la esperanza de S.M., confía S.M., que Dios, como supremo juez de los

reyes mantendrá y defenderá la justicia de S.M.1077.

El 17 de septiembre de 1665 muere en Madrid Felipe IV. El

Marqués de la Fuente se entera de la noticia en Versalles. Cuenta a

Blasco de Loyola que llegando al cuarto de la Reina madre el 20 de

septiembre le llamó el Rey al aposento de la Reina para decirle que el

día anterior por la tarde, el día 19, había recibido un correo del

arzobispo de Embrún que le avisaba que el día 16 había recibido S.M.

todos los sacramentos, y otro correo que había partido el 17 a las diez de

la noche añadía que a las cuatro de la mañana el Señor le había llamado

a la Gloria. La noticia dejó sin respuesta al Embajador durante mucho

rato y en presencia de la Reina, que manifestaba ternura y sentimiento,

puso en duda la noticia. Pronto se convenció de que era cierto pues el

Rey no podía dar a la Reina y a la Reina madre una noticia tan dolorosa

si no fuera cierta. Añade el Marqués: “el Rey mostró en la ternura de

sus ojos la del corazón”, y expresó al Embajador “lo que agradecía a

S.Md. el haber conservado la amistad con un hermano de tan pocos

años que solicitaba el mirarle como hijo”. Aseguró que se sentía

obligado por ello y que serviría a la Reina doña Mariana de igual

manera cosa que él mismo se encargaría de hacérselo saber.

Pero la noticia de la muerte de Felipe IV, aunque sentida entre la

familia real francesa —así lo manifiesta el Marqués de la Fuente—, no

frena las reclamaciones de Luis XIV sobre los derechos sucesorios de

María Teresa en los Países Bajos. Y si es cierto que la Reina Madre de

Francia asegura al Embajador español que tome la palabra de su hijo de

1077 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 12 septiembre 1665.

442

mantener la paz, no deja pasar la ocasión de manifestarle que “es cosa

dura que uno no pidiese lo que le tocaba”, insistiendo, además, en

saber si había escrito al monarca español acerca de la herencia de María

Teresa. Esta conversación, en la que el Marqués de la Fuente reitera la

postura de Madrid y los peligros que cualquier acción de Luis XIV en

los Países Bajos ocasionaría, refuerza su opinión de una guerra

inminente para la que España debe estar preparada y centrar todos sus

recursos en hombres y en dinero en los Países Bajos a fin de desvanecer

la presunción de que la conquista de estas provincias es una empresa

fácil. A su juicio hay que apartar la vista de todo lo demás y ponerla en

Flandes, el refuerzo no sólo sería conveniente para la defensa sino que

alejaría cualquier pensamiento de conquista o de negociaciones. El

Marqués de la Fuente desconfía de los franceses y escribe a su amigo

Blasco de Loyola que es menester cambiar la corriente tomando el agua

de lejos: “hay que actuar y no resignarse” dice, y más sabiendo que

Luis XIV recurre a cualquier pretexto para mostrarse como el agraviado

—le había manifestado su pesadumbre por no aparecer en el testamento

de Felipe IV como tutor del joven Rey, aunque solo fuera a título

honorífico y se había quejado también de que su esposa no aparezca en

la línea sucesoria en el caso de fallecer Carlos II, anteponiéndose la

Infanta de Austria y su descendencia—1078.

La respuesta a la carta del Marqués de la Fuente del día 23 de agosto

que contaba la entrevista con la Reina Madre la escribió la Reina

Regente. En su primera carta al Marqués la Reina Doña Mariana sigue

las recomendaciones del Consejo de Estado casi al pie de la letra y

reprocha a su Embajador haber prometido a la Reina Madre de Francia

que trasladaría a Madrid la pretensión de su hijo a los Países Bajos. La

1078 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 4 octubre 1665.

443

Reina ordena a su Embajador que no saque la conversación y que si le

preguntan manifieste la sorpresa que ha causado la noticia, y que, si se

rompe la paz, “en contra de la razón que me asiste, lo pondré en que

Dios, como supremo rey de los reyes, defenderá y mantendrá la justicia

del rey mi hijo”1079.

Tras la muerte de Felipe IV, Luis XIV encargó a Antoine Bilain

escribir un “Tratado de los derechos de la Reina Cristianísima sobre

varios Estados de la Monarquía de España”. En primer lugar el autor

recuerda la última entrevista que la Reina Madre mantuvo con el

Marqués de la Fuente a quien dio a entender de su propia boca que, con

todos los dolores de una enfermedad mortal que la apresaba se tendría

por dichosa si podía morir con el consuelo de ver la Paz de ambas

coronas afianzada para siempre contra todo lo que la pudiera perturbar y

que con ese intento y sin ningún otro interés, deseaba de todo corazón

que España se inclinara a dar la razón al Rey su hijo de algunos estados

que le habían correspondido en los Países Bajos por parte de la Reina su

esposa. Añade el autor que el Marqués de la Fuente dio palabra de

escribir a Madrid y la respuesta que obtuvo después de mucho tiempo

fue la orden de declarar a la Reina Madre, como efectivamente declaró,

que no quería la Reina su Señora, por cualquier consideración que

pudiera ser, oír hablar de ningún ajustamiento acerca de unas

pretensiones que ella juzgaba fuera de toda razón, mayormente

habiendo prohibido el difunto Rey en su testamento enajenar ningún

territorio de los Países Bajos. Con todo, el Rey Cristianísimo en vez de

ejercer sus derechos quiso suspender por algún tiempo el intento de

proseguirlos creyendo que la Reina se enteraría mejor de sus

pretensiones. Pero, viendo que aguardar más tiempo puede perjudicar

1079 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 30 septiembre 1665.

444

los intereses de la Reina su esposa, ha mandado publicar el siguiente

Tratado para informar a toda Europa de la justicia de sus derechos y ha

dado orden de avisar al Consejo del Rey Católico de cómo iba a tomar

posesión de ellos.

En el Tratado se dice que al empeño de amparar el Rey

Cristianísimo los derechos de la Reina su esposa no le lleva la codicia

de poseer nuevos estados ni el deseo de ganar con sus armas mayor

gloria, es la sangre lo que le lleva; que antes perdería el título de Rey

que el de justo; que si se conquistan tierras sin razón, el vencedor pierde

reputación. No ignora que la verdadera grandeza de un Príncipe está

más en contener sus límites con la razón que en dilatar su reino con el

poder, y sabe bien que la Justicia es la Reina de los Reyes. Añade que

ha pedido parecer a las Universidades de Europa y, viendo que todas le

dan la razón, no puede dejar de hacerlo como Rey, como marido y como

padre y aunque no tiene que dar razones más que a Dios publica este

escrito1080

La Reina Regente encarga entonces a don Francisco Ramos del

Manzano, su maestro y de su Consejo y Cámara, que responda por

España al Tratado de Francia sobre las pretensiones de la Reina

Cristianísima. En este Tratado explica la validez de la renuncia de

María Teresa y la injusticia de las armas1081. También Pedro González

Salcedo, que estuvo presente en la renuncia y en la boda, como asistente

1080 BNM, 3/32127. BILAIN, Antoine: “Tratado de los derechos de la Reina Cristianísima sobre varios estados de la Monarquía de España”, París, Imprenta Real, 1667, El autor recuerda el Tratado de 1659 y que, aunque la renuncia no la aceptó Mazarino, se firmó la Paz. También recuerda la cláusula de la dote e insiste en que no se ha pagado la dote. Argumenta sobre la renuncia, el derecho natural, la herencia, etc. y pone ejemplos de los testamentos de Carlos V, Felipe II, así como costumbres locales de Amberes, Henao, Artois, etc. 1081 B.N.M. Ms. R/19570. RAMOS DEL MANZANO, Francisco: De orden de la Reina Católica su Señora y por la magestad del Rey Católico Don Carlos II....el doctor don Francisco Ramos responde por España a las pretensiones de la Reina Cristianísisma.” Segunda impresión, 1667.

445

de don Luis de Haro, sostiene que la renuncia fue válida y legitíma y

que “por ninguna cabeza se puede alegar nulidad contra ella”1082.

7.4. Preparativos de guerra

Los recelos del Marqués de la Fuente acerca de las intenciones de

Luis XIV sobre los Países Bajos se acrecientan por los informes de que

dispone relativos al movimiento de tropas en la frontera: preparativos en

la Rochela de seis navíos de guerra, reclutas de soldados, adquisición de

trigo en Portugal y negociaciones con Holanda para la compra de diez

bajeles. En Madrid, el Consejo de Estado duda de que semejantes

preparativos vayan dirigidos contra los Países Bajos inclinándose por la

inminente ruptura de guerra con Inglaterra, aunque para prevenir

cualquier imprevisto recomienda a la Reina el reforzamiento del ejército

y de la marina, la cual, en opinión de uno de los consejeros de Estado, el

Marqués de Mortara, debe desplazarse al Mediterráneo para asegurar

Cataluña1083.

Pero si el Consejo de Estado no está demasiado convencido de una

inminente ruptura de las relaciones con Francia, el Marqués de la

Fuente, que conoce bastante bien los entresijos de la política de Luis

XIV, aconseja a la Reina Regente que se prepare para lo peor y que no

de pie a que el monarca francés inicie las hostilidades, aunque no duda

que tarde o temprano las emprenderá, pues es “el árbitro de todos los

empeños”1084. 1082 B.N.M. Ms. R/19195. GONZÁLEZ SALCEDO, Pedro: “Examen de la verdad en respuesta a los Tratados de los derechos de la Reina cristianísima sobre varios estados de la monarquía de España”. Habla también sobre el Derecho de Devolución de Brabante. Describe el día de la boda y de la renuncia, a la que asistió, y dice que “aunque la tela de la paz se había tejido de flores cálidas y puras, era sobre fondo de conveniencias que duraría en cuanto no se atravesase algún interés que los rompiese”.1083 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 26 septiembre 1665.1084 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 20 octubre 1665. Además, informa de que Luis XIV ha iniciado negociaciones con los principales hombres de negocio de Francia para que juntos le sirvan con 110 millones de libras, si bien solo se han avenido a entregarle 70 millones, 20 pagaderos en seis

446

Las noticias de movimiento de tropas que envía el Marqués de la

Fuente desde París, así como el conocimiento que se tiene en Madrid de

que el Embajador Extraordinario de Francia, duque de Beaufort, ha sido

enviado no sólo para dar el pésame por la muerte de Felipe IV, sino para

solicitar una copia de su testamento y plantear la cuestión de los

derechos de María Teresa sobre Brabante, parecen modificar la actitud

de los consejeros de Estado españoles, pues suplican a la Regente que se

asista a Flandes. También propone el Consejo que se participen al Sr.

Emperador estas noticias pidiéndole que al mismo tiempo que los

franceses rompan con nosotros, él rompa también con ellos socorriendo

con sus tropas las provincias de Flandes para que los franceses vean que

se interesa en su defensa y en su conservación. El Marqués de Mortara

añade que se debían enviar a Flandes 150.000 escudos en las fragatas

que llevarán a la gente pues, sin caudal, el Marqués de Castel Rodrigo

no podrá hacer nada. Al mismo tiempo el Consejo propone ultimar un

tratado de paz con Portugal1085.

Cumpliendo las recomendaciones del Consejo de Estado la Reina

Regente escribe a su Embajador; tras agradecerle el celo y la atención

con que le sirve, aprueba su modo de actuar y vuelve a manifestar su

deseo de mantener la paz ”por ser tan conforme a mi ánimo, y así

mismo procure dar siempre a entender ahí que de esta parte no se

provocará el rompimiento y cuan vanas serán cualesquiera voces que

de lo contrario se esparciesen”1086. Sin embargo, aunque las noticias

años por ratas iguales, 20 en libranzas que tienen de S.M. que no han podido cobrar ni cobrarán réditos, y los 30 restantes en efectos que SM. les había entregado en distintos pagamentos.1085 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 23 octubre 1665. K1390, Madrid, 15 noviembre 1665. Los consejeros de Estado proponen dar las órdenes necesarias para que en las 4 fragatas de la armada de Flandes que pasan a Cádiz se embarquen los 1.000 italianos y 500 españoles y con ellos el Conde Mardun maestro de campo general de aquellos estados, y así mismo que no se deje de la mano la leva de 2.000 españoles.1086 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 30 noviembre 1665.

447

que vienen de París son muy preocupantes, no le envía nuevas

instrucciones.

En ese delicado momento el rey Cristianísimo propone que tropas

francesas atraviesen Flandes para socorrer a Holanda contra el príncipe

de Münster1087 (aliado de Inglaterra hacía la guerra a Holanda). Castel

Rodrigo, con tono enérgico, escribe al Marqués de la Fuente desde

Bruselas diciendo que no está dispuesto a permitirlo. Alega varios

motivos: primero, que no tiene poder para hacerlo (su poder le venía

otorgado por quien ha muerto, Felipe IV, y carece de él hasta que sea

autorizado por su sucesor; tampoco lo permitirá si la Reina le concede

poder porque se podría considerar como una toma de partido. Otro

motivo para no permitir el paso de las tropas francesas es que no desea

actuar contra un príncipe del Imperio porque, si lo hiciera, no podría

negar a los ingleses, si llegasen a la rotura, desembarcar y pasar para

luchar contra Francia. Además, hay que tener en cuenta que los

franceses no dejan pasar a las tropas de Borgoña y de Italia. Castel

Rodrigo lamenta no poder complacer a S.M. Cristianísima en esta

ocasión, repite que no debemos permitir el paso de 6.000 hombres si,

por recelo, París no concedió el paso a 2.600 hombres sin armas, y

suplica al Marqués de la Fuente que insinúe a los ministros de Francia

que las tropas hagan el paso por lo más lejos de esos estados que se

pueda para evitar comentarios mal intencionados y celos que se deben

evitar. Y se lamenta también de que hallándose el Rey Cristianísimo en

un caso tan doloroso como la muerte del Rey, y con la tierna edad con

que se halla el reinante, por evitar un pequeño rodeo quiera inquietar las

lágrimas de aquellas gentes, aumentar su encono y hacer entender al 1087 Cristóbal Bernardo, Barón de Galen, obispo de Münster, en 1661levantó una ciudadela para someter a los revoltosos que se habían aliado con Holanda, se apoderó de Münster y abolió sus privilegios. En 1665, aliado de Inglaterra, hizo la guerra a Holanda. En 1666 se vio obligado a aceptar una paz desfavorable por mediación de Luis XIV.

448

mundo que el fin que pretende es otro, lejos de las afirmaciones que ha

hecho repetidamente. Termina diciendo que desea mirar por los

intereses de su Rey, como pariente y amigo y que está deseoso de

conservar la paz, pero insiste en que hasta que no reciba orden de

España no consentirá el paso de las tropas francesas1088.

El Marqués de la Fuente habla con Lionne y le dice que el Marqués

de Castel Rodrigo lamenta no poder complacer al Rey Cristianísimo

como sería su deseo sugiriéndole que las tropas francesas vayan a

Holanda dando un pequeño rodeo1089. También habla con Msr.

Louvois1090 quien, tras quejarse de que se impida el paso de tropas

francesas, le dijo que Luis XIV no tenía intención de romper la paz. El

Marqués transmite esto a Castel Rodrigo para tranquilizarlo aunque

confiesa que no quedó del todo satisfecho de la entrevista porque

percibió que podían surgir problemas1091.

Y Castel Rodrigo no se tranquiliza. Pocos días más tarde vuelve a

escribir a París desanimado y transmite al Marqués su temor porque

piensa que el Rey Cristianísimo está decidido a romper la paz. Los

rumores de que se aumenta el número de tropas destinadas para el

socorro de los holandeses y que el propio Rey quiere ir a Compiegne

para ver el paso de alguna gente han aumentado sus recelos. Con el fin

de confirmar estos rumores, el Marqués pidió hora para hablar de nuevo

con Le Tellier quien negó al Embajador que los soldados fueran a pasar

por tierras de S.M. Católica, asegurando que el Rey Cristianísimo quería

mantener la buena correspondencia y, después de mostrar argumentos a

1088 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Bruselas, 18 octubre 1665. Castel Rodrigo dice que los franceses pretenden pasar 2.000 caballos y 4.000 infantes.1089 AGS, Estado, Francia, K1390, París, 27 octubre 1665.1090 Le Tellier era marqués de Louvois.1091 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 23 octubre 1665.

449

favor y en contra del paso de las tropas, aseguró Le Tellier que iban a

pasar las tropas en la forma que pudiesen pues no correría por su cuenta

el rompimiento, rompimiento que sería inevitable si los españoles se

oponían. El Marqués de la Fuente dijo al ministro que si se daba ese

atropello, “el mundo juzgará quien tiene la culpa”. Siguió un largo

diálogo cada uno defendiendo su postura y no llegaron a ningún

acuerdo. Al final de la Fuente dijo: “si las tropas francesas no pasan

por nuestro país, experimentarán toda facilidad y amistad; si quieren

pasar por la fuerza, hallarán toda oposición”. Le Tellier aseguró al

Embajador que daría parte de sus días porque no hubiese rompimiento

ya que el Rey no lo deseaba, pero que si el rompimiento lo iniciase

Castel Rodrigo no sería fácil el ajustamiento ya que sólo necesitaban

unas horas para hacer el paso. El Marqués de la Fuente repitió “toda

Europa condenará a Francia por ese hecho”, y añadió: “no nos han

enterrado a todos con S.M. (que haya gloria), ni todos tenemos cuatro

años como el Rey (Dios le guarde)”1092. Los argumentos a los que

recurre el embajador de España son: el juicio de la historia y la corta

edad del Rey. Su talante demuestra firmeza, pero el tono de la carta que

cuenta esta entrevista es de preocupación. Confiesa su impresión de que

los franceses están decididos a pasar y basan sus amenazas en la fuerza

de su ejército.

Le Tellier, en una nueva entrevista, dijo al Embajador que los

franceses que sirven en la frontera habían avisado de que el Marqués de

Castel Rodrigo movía todas sus tropas y que éstas provocaban diciendo:

“vengan, vengan que aquí nos hallarán”. Le Tellier añadió que para

evitar complicaciones S.M. había dispuesto que el Vizconde de

1092 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 27 octubre 1665.

450

Turena1093 ayudara al pasaje. Insistió, en nombre del Rey, en que la

intención era exclusivamente que pasaran las tropas para socorrer a los

holandeses, como había encargado a Turena. La petición del Marqués

de la Fuente de que no fuera Turena, pues aumentaba y fortalecía las

tropas iniciales, no fue atendida por Le Tellier; tampoco por la Reina

madre quien, como Le Tellier, reiteró al Marqués que las intenciones

del Rey y las órdenes de Turena eran exclusivamente ayudar a los

holandeses y que no había ocasión de guerra ya que únicamente se

trataba de que pasara la gente sin desorden. No pareció conveniente al

Embajador mostrar desconfianza por lo que decía la Reina, aunque

mostró su extrañeza por el envío de tan grande general. Mientras

hablaba con la Reina llegó el Rey que dio quejas al Embajador español

por las amenazas de rompimiento que recibía desde la frontera de

Flandes. El Marqués desmintió todo pero llegó a la conclusión de que le

abren los despachos, particularmente uno de Castel Rodrigo que decía

que no consentiría a nadie pasar por la fuerza y que tenía asegurados

20.000 hombres de Inglaterra, y otros más. El Marqués de la Fuente

pide instrucciones a Madrid para comportarse “en la borrasca que se va

levantando, por si me echan como al conde de Fuensaldaña”1094.

Castel Rodrigo se lamenta al Marqués de la Fuente por el

protagonismo que está adquiriendo y la responsabilidad que le atribuyen

de iniciar una guerra. Cree que, debido a los malos espías que tienen los

franceses, se ha levantado mucha polvareda sobre el paso de las tropas

francesas, y añade: “si los franceses quieren paz la tendremos todos, 1093 Henri d´Auvergne, Vizconde de Turenne (1611-1675), luchó en las guerras civiles de la Fronda al lado de los rebeldes; después, junto con Mazarino, decidió la victoria de las armas reales. En las guerras de Luis XIV se consumó como un consumado y hábil militar. Fue Mariscal de Francia. Los españoles le llamaban Turena.1094 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 1 de noviembre 1665. La sospecha de que leían sus despachos la funda el Embajador en el comentario que había hecho la Reina sobre la habilidad de Rosinir, que es quien descifra los mensajes. La alusión a Fuensaldaña es porque fue invitado a abandonar Francia en 1661 con motivo del incidente de Londres.

451

pues nunca se ha visto hasta ahora que seamos los primeros en

romperla; si quieren inquietarnos, la defensa es natural, y aún estamos

vivos y con muy vivos alientos los criados que el Rey que está en el

cielo ha dejado a su hijo”1095.

Desde La Haya Don Esteban de Gamarra1096 escribe al Marqués

de la Fuente y le comunica que el Embajador que se encuentra en

Londres avisa en carta del pasado 25 que aquel Rey desea la paz1097.

Esta noticia es importante porque Inglaterra se encuentra en ese

momento en guerra contra los Provincias Unidas y a Francia le interesa

que ambas continúen luchando y se debiliten, como Castel Rodrigo

advirtió a Felipe IV, para conseguir que Inglaterra, estando ocupada, no

pueda ayudar a Flandes en caso de ser atacada1098. El Marqués de la

Fuente comunica a Madrid estas noticias e informa también sobre

problemas domésticos de Francia, concretamente sobre las dificultades

de la Hacienda para reunir los 110 millones que habían provocado que

se hablara menos del paso de las tropas y de la ley de Brabante. Añade

que se habla mucho en París de la situación entre la corona de Francia y

la de Inglaterra1099 y recomienda cuidar mucho las cosas de Flandes, las

de Italia, (especialmente las de Mantua pues el Duque está muy

enfermo), y asegurar para la Emperatriz la herencia del Montferrato1100.

1095 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Bruselas, 29 octubre 1665.1096 Don Esteban de Gamarra y Contreras era Ministro embajador en Holanda (1654-1671).1097 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, La Haya 5 noviembre 1665. Dice también que aunque el príncipe Mauricio de Nasau creía haber cortado todos los pasos a las tropas del obispo de Munster que habían entrado en un distrito de la provincia de Groninge que llaman Oldampt y habían han hallado forma para volverse a incorporar con el cuerpo del ejército que está en Winschoten, hasta ahora no se sabe lo que intentarán, pero, habiendo guarnecido estos los diques con fuertes, y inundando parte del país, no hay apariencia de que el obispo haga algún progreso, así por entrar el invierno, como porque estos se van reforzando cada día con las nuevas levas. Dice también que van a mejorar la armada con fragatas ligeras.1098 HERRERO SÁNCHEZ, Manuel: “El acercamiento hispano-neerlandés”, 1648-1678, 2000, pp. 176-179.1099 Se hablaba de guerra inminente porque Francia, en virtud de su pacto con Holanda de 1662, tenía que apoyar a ésta en su lucha contra Inglaterra.1100 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París,10 noviembre 1665.

452

Los consejeros de Estado, conscientes de que es difícil juzgar las

intenciones de los franceses por el modo en que hablaron al Marqués de

la Fuente, pero conocedores de los preparativos de tropas que hacen,

vuelven a recomendar a S.M. la conveniencia de socorrer a los estados

de Flandes y repiten las órdenes para que a los españoles y a los

italianos que han de ir por Milán les lleguen las provisiones de dinero

necesarias. Ante la difícil situación, los consejeros proponen actuar con

cautela, que se agradezca al Marqués de la Fuente la información

enviada y recomendarle respuestas “más templadas y adecuadas”,

porque la situación “más ha menester de templanza que de

ardimientos”1101.

El 17 de noviembre el Marqués de la Fuente comunica a Madrid que

Turena ha regresado a París dejando las tropas en la otra orilla del Mosa

sin haber encontrado obstáculos en la marcha. La noticia alegra al

Consejo de Estado1102. Pero regresado Turena, no terminan los

problemas. Msr. Louvois, en nombre de S.M., pide ahora permiso

formalmente al Marqués de Castel Rodrigo, a través del de la Fuente,

para que pasen por Lieja 250 caballos que deben sustituir a otros tantos.

Pedía Louvois que, siendo un pequeño ejército, pudiera pasar por Lieja

con la misma seguridad que pasaron las tropas anteriores. El Marqués

de la Fuente le respondió que si seguían la misma marcha no hallarían

problemas, podían pasar por Lieja pero por territorio de S.M. Católica

no, pues no era cuestión de número sino de razón. El Embajador

advierte también a Madrid de que está próximo el rompimiento entre

Inglaterra y Francia1103.

1101 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 22 noviembre 1665.1102 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, Madrid, 8 diciembre 1665.1103 La guerra entre Francia e Inglaterra empezó en enero de 1666.

453

En cuanto a la respuesta que espera la Reina madre de Francia sobre

su pretensión a los Países Bajos manifestada en la conversación que

mantuvo con el Marqués de la Fuente en agosto, éste, siguiendo

instrucciones, empleó las mismas palabras del despacho del 30 de

septiembre sin quitarles fuerza. El despacho ordenaba al Marqués que

no hablara del asunto si no le preguntaban; en caso contrario, que

manifestara la sorpresa que había causado en Madrid semejante

pretensión, la cual nunca hubiera esperado S.M. de tan buena hermana,

ni podía creer S.M. que con tal pretexto se pudiera romper la paz. El

Marqués ejecutó estas órdenes pero como la respuesta se limitaba a que

en Madrid no se daban por enterados de la pretensión no dejó satisfecha

a la Reina. El Marqués de la Fuente espera ahora la reacción del Rey de

Francia cuando su madre le transmita la respuesta de Madrid y espera

nuevas instrucciones1104.

Con relación al paso de las tropas, el Marqués reconoce que sus

esfuerzos han dado resultado y no se ha provocado la guerra como se

temía, pero dice también que los franceses se valen, más que ninguna

otra nación del mundo, de la “flojedad” que ven en el contrario,

poniendo ejemplos de lo que les sucedió con el turco, con los suecos,

con Inglaterra y lo que hicieron con el Papa, porque hallaron el terreno

blando. Defiende el valor que tiene hablar con entereza y se atreve a

1104 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 13 diciembre 1665. El Marqués pasó a decirle después, que, deseando S.M. vestir con algún lucimiento la compañía de sus mosqueteros y la de los caballos ligeros de Msr. el Delfín, enviaba de París las casacas en cajas, las cuales debían ser embarcadas en la Mosa. Como era preciso pasar por algunas plazas de S.M. Católica, desearía excusar el embarazo de que se abriesen las cajas, y para la seguridad de que no había en ellas otra cosa que vestidos, podía enviar el Embajador alguno de sus secretarios para que viera meter la ropa en las caja, y cerrándolas, pusiese plomo y sellos e hiciese una lista que sirviese para pagar lo que montase el dazio en las partes que se debiese en el dominio de S.M.. El Marqués de la Fuente ofreció escribir al Marqués de Castel Rodrigo asegurando que se podrían prometer del todo lo que fuese buena correspondencia y procurar cuanto fuese gusto de S.M. Cristianísima. El marqués de la Fuente, teniendo en cuenta que son vestidos y que el dazio puede montar poco, piensa que Castel Rodrigo les dará el pasaporte.

454

decir a la Reina Regente: “V.Md. perdone por mi celo el decirle que si

cuando mandaron salir de aquí al conde de Fuensaldaña no se

hubieran permitido dos horas de tiempo al arzobispo de Embrún para

que saliese de la corte de V.Md., no hubiéramos hallado en los tratados

de los confines tanta soberanía, ni los socorros de Portugal hubieran

sido tan sin máscara, ni hubieran querido prescribir ley a las tropas

que V.M. enviaba a Flandes..... Y lo que yo puedo asegurar a V.Md. es

que por lo que yo dijere no se romperá la guerra, si no es que

reconozca que al mismo tiempo se perderá el decoro de V.Md. sin

mantener la paz en la forma que conviene. Juzgando que este es su real

dictamen lo observaré si no me manda otra cosa”1105.

Siguiendo instrucciones, el Marqués se aplica con toda diligencia

a comprobar si es cierto que los franceses preparan tropas tan

numerosas como le han dicho1106. Advierte a Madrid de los efectivos

con que cuentan los franceses y asegura que esos aparatos militares se

destinarán a los Países Bajos si se hace la paz con Inglaterra1107. Esta

información es muy preocupante, no tanto por el número de tropas que

tienen los franceses como por la escasa defensa de las tierras de

Flandes. El Consejo de Estado, consciente de que Francia se prepara

para atacar Flandes y de que se debe evitar el peligro, tras lamentarse de

que la prevención de su defensa, que consiste en enviar asistencias de

dinero, esté todavía pendiente de los asientos generales, encontrándonos

ya a primeros de febrero1108, reconoce que si los franceses atacaran

Flandes acabarían con aquellos estados en pocos días. Por eso las

ponderaciones y conclusiones se deben reducir a que conviene asistir

aquellos estados con urgencia para resguardarlos de una guerra 1105 AGS, Estado, Francia, leg. K1390, París, 27 diciembre 1665.1106 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 9 enero 1666.1107 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, París, 24 enero 1666.1108 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 4 febrero 1666.

455

imprevista y, aunque no se pueda enviar de golpe todo el dinero que se

quisiera, por lo menos se debe remitir alguna suma considerable

mientras sigue lo demás y llegan los españoles e italianos. Los

consejeros de Estado son conscientes de que el fundamento de todo esto

es las asistencias de dinero que falta en todas partes: “los discursos son

en balde si falta el caudal de los medios”, se lamentan también de la

falta de apoyos, confían en que el Sr. Emperador se empeñe en la

guerra, en que se termine de ajustar lo de Portugal, y confían también en

que los príncipes del Rhin, teniendo tan a la vista el peligro de la

ambición de Francia, a pesar de la liga de garantía, quieran tomar

resoluciones que les lleven a no dejarse supeditar y hagan una guerra

ofensiva al Rey Cristianísimo. Insiste el Consejo de Estado a S.M. en la

necesidad de reforzar las fronteras de Flandes con urgencia y,

proporcionalmente, las de Cataluña, de manera que hallando resistencia

las primeras invasiones se pueda acudir a las partes que conviene. Dicen

los consejeros que, siendo Flandes y Cataluña lo más expuesto a los

primeros ímpetus, no admite duda el grave inconveniente que resultaría

a todos los intereses de la Monarquía y de la Augustísima Casa si por

aquellas partes sobreviniese algún “vayvén”, que ni con tesoros ni

ejércitos se podría arreglar. Por eso, el acudir sin perder instante será el

mejor preservativo, y asegurará el logro si se aplica en tiempo y

razón1109.

Ante el inminente ataque de Luis XIV a Flandes, los consejeros

de Estado, preocupados, vuelven a reflexionar; piensan que el Rey

Cristianísimo no empezará la guerra por lo adelantado que está el

verano y porque está ocupado en la guerra contra Inglaterra, confían en

que si sale hacia Extremadura el condestable y la armada real con 25

1109 AGS, Estado, Francia, leg. K1391, Madrid, 16 febrero 1666.

456

bajeles, a la vez que el ejército, podrá convencer a los enemigos de que

no estamos tan escasos de fuerzas como hace pocos meses. A pesar de

todo, dicen, no se deben aflojar las disposiciones de asistir a Flandes

con más dinero y realizar la leva que hace tantos días se decidió, y piden

a S.M. que vuelva a mandar que no se pierda un instante de tiempo y se

vayan embarcando 300 o 400 hombres en la forma que se pueda,

“porque siendo aquellos estados el principal blanco a que miran los

franceses, es bueno tenerlos prevenidos”. Insisten en que hay que

procurar la defensa y conservación de Flandes, no sólo con las formas

sino con las negociaciones de estado, en las cuales al presente, todo el

centro del discurso pasa por el éxito que tengan los tratados de

Inglaterra con la venida del Embajador Extraordinario Sandwich,

pudiendo creerse que si los ingleses caminan con sinceridad en las cosas

de Portugal y se llega a pactar con Inglaterra la buena correspondencia,

lo primero que pedirán es una liga defensiva, y si por medio de ellos se

pudiese incluir a holandeses, uniendo el interés de todos en la

conservación de los Países Bajos, pues es causa común, esto sería lo que

más los podría afianzar, mayormente si España se desembaraza con

decoro de la guerra de Portugal que tanto divierte los efectos. Dicen los

consejeros que sin la guerra de Portugal se podría aplicar todo a

Flandes, con lo que el orgullo de los franceses tendría menos vigor y la

Monarquía Católica más disposición para no sufrirlo tanto como su

altivez les hace presumir, según se reconoce bastante en lo que hacen

cada día en materia de saludos y precedencias, cosa que quizás fuera

menos compatible en una guerra rota que en tiempos de una paz donde

tanto abusan de la paciencia y la tolerancia. El Consejo de Estado espera

con curiosidad las proposiciones que traerá Sandwich, y conforme a

457

ellas, sobre los fundamentos y medios que se podrán tomar, pasará a

consultar a V.M. lo que viere para su mayor servicio1110.

A principios de 1667 llegan muy malas noticias a Madrid: el

Marqués de la Fuente dice a la Reina que 60 alemanes que servían en la

caballería de Flandes han pasado a las tropas francesas y se han

repartido en diferentes compañías. Ha oído decir también que, si les dan

algunos medios, traerán a la mayor parte de los de su nación que sirven

a S.M. Católica1111. Pero las peores noticias las envía el Marqués de

Castel Rodrigo: escribe a la Reina una desesperada carta con una nota

del Marqués de Yenes, gobernador de Borgoña, que confirma los

aprestos de guerra que en todas partes hacen los franceses y en la que se

muestra convencido de que se acerca la rotura con Francia. En un

reciente viaje a Namur, Charlemont y Charleroi, importantes plazas en

las que repuso municiones y guarnición y asentó los decaídos ánimos,

pudo comprobar las prevenciones que los franceses hacen en la frontera;

también comprobó la descomposición en esos estados, la falta de

medios y la necesidad de españoles e italianos. Dice que no son

suficientes los 200.000 escudos que ha recibido pagaderos en 10 meses

para las necesidades urgentes que hay y se lamenta también del poco

tiempo de que disponen para mejorar la situación. Añade que en todas

las cartas de confidentes, de ministros, de príncipes y de particulares se

asegura que está estampado el manuscrito sobre los intereses de

Brabante y que está resuelta la guerra; que sin dar lugar a negociaciones

nos atacarán para tomar posesión de Brabante de forma violenta. Tiene

noticias de que el Rey Cristianísimo en persona dirigirá un ejército y el

mariscal de Turena como su Teniente General dirigirá otro por la parte

de Flandes para encerrar en medio a los españoles. También le han 1110 AGS, Estado, Francia, K1391, Madrid, 3 junio 1666.1111 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 23 enero 1667.

458

dicho que harán a las grandes ciudades promesas de las que no

acostumbran a cumplir. Castel Rodrigo cree que esto nace de la paz que

tiene ya ajustada Francia con Inglaterra y lo piensa porque entiende que

los franceses difícilmente se decidirían a atacar Flandes estando en

guerra con Inglaterra. Castel Rodrigo confiesa a la Reina que si esta

primavera se produce la invasión, no ve forma, como no sea un milagro,

de no perder esas tierras y llega a hacer este razonamiento: “si nos

pidieran en España una provincia para evitar la guerra, fuera razón de

estado dársela para ganar tiempo y acabar de componernos, pues si

esto se pierde no queda esperanza, y si se mantuviese la habría no sólo

de recuperar la provincia pero de resolverles en sus reinos a franceses

cual jamás hubiese estado”. Lo que más teme no es la fuerza sino el

abatimiento en que han entrado esos pueblos que se juzgan

abandonados y sin esperanza de algún socorro, y hace reproches al

Emperador: “los socorros de Alemania distantes, y siendo un príncipe

de la misma casa e intereses no se ve armado como lo pide la necesidad

y peligros de los tiempos y constituciones de Europa. Me aseguran de

allá que no se halla con más de 20.000 hombres en total, número que

apenas bastaría para bajar a nuestro socorro. Ni siquiera se ha

concertado con V.Md. la forma de socorrernos y darnos la mano como

tanto lo tengo representado”. Termina diciendo: ”en fin V.Md., por un

solo Dios, si tiene tiempo, mande considerar tales riesgos que traen

consigo no sólo la total pérdida de la Monarquía, pidiendo extremos

males, extremos remedios, y vea si es posible a todo riesgo y coste el

ganar este año, pues es donde a mi ver estriba todo, y no le veo otro

remedio más que estorbar la paz de Inglaterra con Francia siendo muy

dudoso que ésta se resuelva contra nosotros como lo ha hecho en dos

años sin verse libre de Inglaterra que es lo que más temen, por la unión

con que con nosotros se siguiera. A mí me hace hablar el celo del

459

servicio a V.Md, el interés público, el particular conocimiento de cómo

está esto y lo que en ello va; en lo demás el ánimo está aparejado para

resistir a todo infortunio y procelosa tempestad, y V.Md. esté con

seguridad de que se obra, en lo que acá toca, mucho más de lo posible,

y que procuraré no omitir diligencia ni disposición en su servicio como

quien está resuelto a morir como fiel criado y vasallo, y lo estamos

todos a vender nuestras vidas a justo precio”1112.

El Marqués de la Fuente también informa a Madrid sobre el

ejército que se prepara para dirigirse a Namur y sobre la llegada a París

de un súbdito de S.M. Católica de Brabante para negociar secretamente

con Msr. Colbert la entrega al Rey Cristianísimo de la plaza de

Luxemburgo y otros puestos considerables en la misma provincia. Se

lamenta el Marqués del modo de actuar de los franceses y reconoce

“cuan aplicadamente procuran aquí lo que solicita su natural ambición

sin hacer ningún reparo en obrar contra los preceptos divinos y

humanos”1113. Escribe también a Castel Rodrigo diciendo que tiene

información sobre la inminente guerra de Francia contra Flandes. Le

dice que Bouninguen le hizo la confidencia de que la guerra era un

hecho y que los franceses temían más el gasto y riesgo de mantener una

campaña más de la guerra con Inglaterra que el empezar con España.

Estas palabras parecieron al Marqués de la Fuente contra el decoro de

S.M. y no quiso escuchar más. También el abad Siri, Nuncio de Su

Santidad en Francia y hombre cercano a Lionne, quien después de

mostrarle agradecimiento por el trato que le dispensó en Venecia, habló

confidencialmente al Marqués de la Fuente sobre la rotura de las dos

coronas y le dijo que las Provincias Unidas no ayudarán a los Países

Bajos en caso de guerra ya que estaban obligadas al Rey Cristianísimo 1112 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Bruselas, 16 marzo 1667.1113 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, Saint Germain, 6 marzo 1667.

460

porque les había ayudado tan generosamente contra el de Münster y

había roto una guerra contra Inglaterra por defenderles. El Embajador

español pidió al Nuncio de S.S. que intentara mediar e impedir la

guerra, a lo que contestó con indiferencia. Por todo ello el Marqués

quedó muy preocupado y decidió suspender el viaje que tenía ya

preparado1114.

Al Consejo de Estado le parece digno de mucho reparo que el

Marqués haya hablado de esta materia con el Nuncio por su cuenta y

propone que se le escriba mostrando extrañeza por haber entrado en tal

negocio sin orden de S.M., manifestando que no conviene que el

Nuncio haga tales oficios ni que el Marqués se entrometa en la materia,

pues sería dar muestras de debilidad y dar motivo a los franceses para

que refuercen su vana presunción de derecho a Brabante, “debiendo

esperar en Dios que si se resuelven a romper la guerra por tan inicua

pretensión, favorecerá la justicia del Rey Nuestro Señor, punto que se

debe defender con la espada antes que con negociaciones tan

indecentes y poco fundadas”. Y para ganar tiempo el Consejo ordena al

Secretario D. Pedro Fernández del Campo que escriba al Marqués de la

Fuente, con el ordinario de Flandes que parte esa noche, desaprobando

su conversación con el Nuncio y pidiéndole que se abstenga de

entrometimiento en ese asunto. El Consejo de Estado también pone

reparos a la noticia que da el Marqués de la Fuente referente a que el

residente del Emperador se ofrece como mediador al Rey Cristianísimo

para la paz con Inglaterra. Se lamentan los consejeros de no haber sido

informados sobre este extremo cuando los ministros de S.M. Católica

caminan con tanta unión en todo con los de S.M. Cesárea1115.

1114 AGS, Estado, Francia, leg. K1393, París, 31 marzo 1667.1115 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 5 mayo 1667.

461

El Consejo de Estado no comparte el pesimismo de Castel

Rodrigo y del Embajador y encuentra contradicciones en lo que refieren

sus cartas. Aunque los consejeros ven difícil que Francia rompa la

guerra en Flandes estando en ese momento en guerra contra Inglaterra,

manifiestan que la prudencia aconseja prevenir el lance lo mejor que se

pueda poniendo en buena forma las fronteras en todas partes como

tantas otras veces ya han representado a S.M. Consideran probable que

en caso de guerra ésta empiece por los estados de Flandes, y estiman

que aquellos países están los “menos mal” preparados, pues además de

haberles enviado letras de 800.000 ducados, también se enviaron

españoles e italianos. Peor se encuentra Extremadura y Cataluña como

tantas veces se ha puesto de manifiesto por lo que no extienden más en

ello. Los consejeros proponen que se apruebe a Castel Rodrigo el

cuidado que pone en la conservación de esas plazas, sienten la desgracia

de haberse perdido 300 hombres que pasaban a Flandes y proponen se

les asista con el sufragio de algunas misas1116. El Consejo de Estado

sigue sin querer enterarse de la gravedad de la situación a pesar de que

las cartas del Marqués de la Fuente insisten en el peligro de Nemurs,

Luxemburgo, y otros puestos de aquellas provincias y dicen también

que, por un confidente, ha sabido de un tratado secreto entre unos

alemanes y unos ministros de Francia para atraer éstos a su servicio a

algunos de los que sirven en Flandes1117, pero prefiere poner en duda

estas noticias y pedir al Embajador que se explique mejor1118.

1116 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 9 abril 1667.1117 El tratado secreto al que se refería de la Fuente es el que hizo un coronel de alemanes llamado Caban con ministros de Francia para sacar una parte grande de los alemanes que sirven en Flandes, llevándolos con oropel más que con dinero, y formar con ellos cuatro compañías de las que será capitán el sr. Delfín. También negociaban la entrega de la plaza de Coblens. AGS, Estado, Francia, Leg. 1393, París, 20 marzo 1667.1118 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 22 abril 1667.

462

Los hechos, sin embargo, confirman que la guerra es un hecho. El

Marqués, además de comunicar que Francia se dispone a firmar la paz

con Inglaterra, según ha sabido por la conversación que tuvo con el

Embajador de Holanda en París, dice que en París se habla ya de la

guerra sin rebozo y que S.M. y el ejército se encaminarán a Bruselas

“con la seguridad de un baylete que se hubiera ensayado muchas

veces”1119. A Pedro Fernández del Campo le cuenta se acaba de enterar

de que los Reyes Cristianísimos saldrán de París el 10 de mayo,

insinuando que se dirigirán a la frontera de Flandes, y que el ejército

empezaría a moverse el día 201120. También el gobernador y Capitán

General de S.M. Católica en Artois avisa de la inminente guerra y

cuenta que los franceses piden 50 escudos a cada aldea que deberán

entregar en tres días con lo que aseguraban su protección, lo que es

contrario a los tratados de paz1121. El Marqués, preocupado, pide a Doña

María de Molina que hable con la Reina para que interceda por la paz

cumpliendo con su obligación de Reina de Francia y de Infanta de

España1122.

La prueba definitiva de que la guerra es un hecho es la carta que

el propio Rey Cristianísimo escribe a la Reina de España. En dicha carta

explica los justos motivos que le obligan a entrar en la guerra, recuerda

que cuando murió Felipe IV habló con el Marqués de la Fuente sobre

los derechos de su esposa y que éste no quiso escuchar las razones que

1119 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 17 abril 1667. La conversación del Marqués de la Fuente con el embajador de Holanda versó sobre la alianza de Francia y las Provincias Unidas firmada en 1662. El Marqués de la Fuente pensaba que no debía los holandeses fiarse de dicha alianza, pero el Embajador respondió que su República no era capaz de mudar máximas y refirió que apretándoles el Cardenal Mazarini para que unidos conquistasen los Países Bajos y los dividiesen, o que con las fuerzas comunes facilitasen que lo que la corona de S.M. Católica posee en ellos formase un estado libre; respondieron a lo primero que el extender sus confines sería perderlo todo, y en cuanto a cooperar en que se formase otro estado libre estuvieron firmes en que no les convenía ninguna novedad en aquellas Provincias.1120 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, 1 mayo 1667. 1121 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Saint. Omer, 9 mayo 1667.1122 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 16 mayo 1667.

463

tenía para reclamar lo que por justicia le correspondía, lamenta la

respuesta poco conforme a la piedad y la orden dada al Marqués de

Castel Rodrigo para que hiciese prestar el juramento de fidelidad a los

estados del País Bajo tras la muerte de Felipe IV, lo que hasta entonces

no se había hecho. La negativa a administrarle justicia y esa última

resolución de ligarse por su juramento unos pueblos que son suyos, le

habían aconsejado a tomar posesión de ellos. Insiste en que entra en los

Países Bajos para tomar posesión de lo que le es usurpado1123 (Doc. n°

12).

En la citada carta el Rey Cristianísimo anuncia a la Reina

Regente que su Embajador le presentará una Declaración de los

Derechos de la Reina Cristianísima sobre las provincias de Brabante,

Hainault, etc., en la que se explican los motivos por los que el Rey

Cristianísimo ha decidido presentarse en persona en las puertas de

dichas ciudades de los Países Bajos, a la cabeza de una armada de

60.000 hombres para asegurar todos esos estados; explica que, lejos de

querer asolar esas provincias con la fuerza de las armas, quiere procurar

el bien y la tranquilidad que les son necesarias; que no solo quiere

mantener los eclesiásticos nobles y tercer estado en un pleno disfrute de

sus privilegios, sino aumentarlos y dar protección por mar y por tierra a

todas las ciudades y conservar a los oficiales y magistrados en sus

cargos y funciones. S.M. está persuadida de que todas las ciudades de

estas provincias le abrirán sus puertas y le reconocerán por verdadero,

legítimo y natural soberano. Su real clemencia y su bondad paternal no

le permiten creer que ninguno de sus súbditos nuevos haga necesaria la

justicia para castigar un crimen de rebelión. S.M. declara, además, que

todas las ciudades, burgos y pueblos que le reconozcan serán exentos de 1123 AGS, Estado, Francia, Leg. 1394, Saint Germain 8 mayo 1667.AHN, Estado, Lib. 140, 8 mayo 1667. Copia de este documento se envía desde Madrid al Marqués de la Fuente.

464

todos los desordenes que una grande y potente armada trae

ordinariamente tras ella1124.

Lionne quiere entregar al embajador de España una copia de la

carta que Luis XIV escribe a la Reina de España para que él la envíe a

Castel Rodrigo, pero el Marqués de la Fuente –que ya está jubilado—,

se encuentra enfermo y el encargado de los negocios de la embajada,

Miguel de Iturrieta, ha viajado a Cambray con negocios domésticos.

Sorprendido Lionne por no encontrar persona en la embajada, insiste en

que desea entregar dicha carta y dos libros, uno de ellos para el

Marqués de Castel Rodrigo. El Marqués, “trabajado por una purga en

ese momento”, recibe por fin a Lionne y le dice que no necesita el libro

pues Castel Rodrigo ya lo tiene y además dicho libro contiene muchas

inexactitudes, ya que él, más que nadie, sabe lo que le dijo la Reina el

17 de agosto de 1665 y lo que escribió a S.M. el 23. Todo ello fue antes

de morir Felipe IV, cosa que el libro no explica. Lionne responde a de la

Fuente que no tiene importancia la fecha, que lo importante es el

discurso que sí tuvo lugar. También es importante, dice Lionne a de la

Fuente, que el Consejo de Estado, en Madrid, no haya querido informar

a la Reina de los derechos del Rey de Francia ni haya querido entrar en

ningún acomodamiento. Y añade que está convencido de que, de no

haber muerto Felipe IV, hubiera respondido a las instancias estimables y

pías de la Reina madre de diferente manera1125.

El Marqués de la Fuente informa a Madrid de esta entrevista y de

otras noticias preocupantes que también envía a Castellar1126 para que

1124 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, Chez Sebastien Cramoisy et Sebastien Mabre-Cramoisy, Imprimeurs ordinaires du Roi, rue Saint Jacques aux Cicognes. Mayo de 1667. 1125 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 12-15 mayo 16671126 Baltasar de la Cueva Enríquez de Mendoza, Conde de Castellar, era Embajador en Viena (1666-1670).

465

prevenga a S.M. Cesárea y a Castel Rodrigo. Cuenta el Marqués que el

rey Cristianísimo pidió a los príncipes del Imperio que le asistiesen en

lo de Flandes, para que, viendo S.M. Católica tantos unidos contra ella,

se rindiese para excusar una guerra tan sangrienta; que se pasaron

oficios con los Estados Generales en el mismo sentido, y otros con

Gramonville,1127 para que diese cuenta de todo a S.M. Cesárea. Dice

también el Marqués que un enviado del obispo de Münster le aseguró

que habían establecido un tratado en el que S.M. Cristianísima le daba

50.000 escudos obligándose el obispo a no conceder un hombre para el

servicio de S.M. Católica y a estar pronto para dar celos a los

holandeses si el conocer su peligro los obligase a faltar a lo ofrecido a la

corona francesa. Del Rey de la Gran Bretaña, dice el Marqués que, por

precio de una suma considerable (que ha recibido sin noticia del

Parlamento), y de obligarse S.M. Cristianísima a no unir este verano sus

fuerzas marítimas con las de Holanda, ha asegurado que no asistirá a

S.M. Católica ni directa ni indirectamente, y parece que confirma el

acuerdo haberse alejado el duque de Beaufort pasando a la Rochela

donde se halla con el número y calidad de bajeles que vienen en la hoja

adjunta. Según ha oído, tiene orden de destacar algunos en socorro de

Portugal. Y ha entendido también que Melo, que asiste en Londres, ha

remitido un tratado de acuerdo entre la corona de Francia y el duque de

Braganza mientras llega a París el ministro que está destinado en

Portugal, y que se han dado en Alemania patentes para levantar 6.000

infantes y 8.000 en Francia1128.

Abrumado, el Marqués de la Fuente vuelve a escribir a Castel

Rodrigo avisándole del ambiente de guerra que se respira en París. Se

lamenta de que no puede hacer nada, le comunica que ha trasladado al 1127 Enviado del Rey Cristianísimo al Imperio.1128 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 15 mayo 1667.

466

Rey su carta, que ha hablado con los embajadores de Holanda y de

Venecia que se han ofrecido como mediadores, pero sólo puede aplazar

que empiece la tempestad, no disipar el nublado1129.

La carta de Castel Rodrigo trasladada por el Marqués de la Fuente

al Rey Cristianísimo es calificada por éste de “libelo”. Lionne dice al

Marqués que S.M. Cristianísima considera indigno responderla pues la

intención de Castel Rodrigo con aquel “lindo papel” es difundir por el

mundo la odiosa actitud del Rey de Francia, que pretende, valiéndose de

la corta edad de S.M. Católica, acciones contra un inocente, sin explicar

sus pretensiones, rompiendo dos paces juradas y en perjuicio del

Imperio y contra los intereses de todos los príncipes vecinos. Dice

también Lionne que todas esas cosas, aunque fueran verdaderas, no

pueden autorizar al Rey Católico, que no tiene más que 6 años, para

retener estados heredados por la Reina de Francia a la muerte del Rey su

padre, y afirma que esas declaraciones no darán resultado ya que el

testamento del Rey Católico tiene tan atadas las manos de la Reina que

no puede enajenar ni tan siquiera una aldehuela de los Países Bajos;

deja claro que la Reina de Francia es dueña de los Países Bajos y que el

Rey Cristianísimo está obligado a lograr sus derechos; recuerda al

Marqués de la Fuente que en Madrid no se hizo justicia al Rey

Cristianísimo y se le quitó toda esperanza de conseguirla. A la vista de

mala información que tiene el Marqués de Castel Rodrigo, Lionne

recuerda al Marqués de la Fuente la postura de su Rey para que se la

haga saber: no pretende romper la paz, no pretende desmembrar nada

del Imperio, no pretende contravenir en nada al Tratado de Müsnter ni

al de los Pirineos, no intenta perjudicar a ninguno de los Príncipes

vecinos y tampoco desea faltar a lo que últimamente dijo S.M. a V.E. en

1129 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 17 mayo 1667.

467

orden a lo que deseaba la conservación de la Paz, siendo verdad que

queda siempre con el mismo deseo y que la sola voluntad de la reina

Católica romperá la Paz si esta desgracia debe suceder a la cristiandad.

Lionne, tras informarle de las sinceras y santas intenciones de su Rey en

cuanto a mantener la tranquilidad pública, asegura a de la Fuente que

S.M. Cristianísima se hallará siempre muy dispuesto a un buen acuerdo

y a tratar de él con condiciones muy razonables y muy moderadas,

considerando la importancia de dichos derechos, siempre que se le

hagan proposiciones legítimas, no a través de libelos1130. La valoración y

comentarios que Lionne hace de la carta de Castel Rodrigo sólo merece

una respuesta escueta del Marqués de la Fuente: acusa recibo de la

misma y dice a Lionne que comunicará a Castel Rodrigo que el Rey

Cristianísimo no quiere contestarle1131.

El Marqués de la Fuente envía a Madrid una relación de las

fuerzas de Francia y, para que sirva de consuelo, informa de la

proposición que le hizo, en nombre del duque de Lorena, un teniente

suyo, de que sus tropas no pasarían al servicio del Rey Cristianísimo y

que, caso de que fuera forzado a ello, formaría otras para que su hijo

fuese a servir a S.M. Católica en los estados de Flandes1132. El Consejo

de Estado desconfía del duque de Lorena y piensa que sus propuestas

pueden tener muy poco fundamento por las repetidas experiencias que

hay de su inconstancia1133.

1130 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 18 mayo 1667. Lionne justifica la postura de su Rey diciendo que el art. 24 de Tratado dice que sucediendo alguna rotura entre Francia y España siempre se dará seis meses de término a los súbditos de una parte y otra para que puedan retirar sus efectos y personas a donde les pareciese, plazo que S.M. está dispuesta a cumplir puntualmente.1131 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 19 mayo 1667.1132 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 29 mayo 1667. El Marqués de la Fuente tiene noticias de que el ejército principal que se prepara consta de 22.000 hombres y 8.000 caballos, sin los voluntarios; el del Mariscal de Aumont de 4.000 infantes y 2.000 caballos, el del Marqués de Crequi de 4.000 infantes y las tropas de Lorena suponen 3.000. 1133 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 21 junio 1667.

468

7.5. La invasión de Flandes

A la carta del Rey Cristianísimo del 8 de mayo con las

pretensiones a algunas provincias de los Países Bajos, responde la Reina

Regente con una propuesta de apaciguamiento que dice: “Lo que las

Reinas Cristianísimas dijeron al embajador, Marqués de la Fuente, se

tuvo por plática doméstica y confidente”. Según el capítulo 90 de las

paces de los Pirineos se ve que semejantes pretensiones, cuando no

estuvieran renunciadas, no se han de intentar por armas sino por vía

amigable de justicia y, pues dice ahora el Rey que está pronto a un

acomodamiento amigable, estoy también dispuesta a que se confieran

estos derechos y se vea la justicia o los medios, por lo cual se podrán

señalar personas y lugar, a cuyo efecto es necesario que entretanto

ambas partes suspendan todo género de procedimiento de armas. En

esta conformidad se ejecutará luego y se entregará la carta al

Embajador por mano del Secretario de Estado a quien toca, hablándole

en la misma sustancia, y se enviará duplicado de ella al Marqués de la

Fuente para que por este medio llegue a manos del Rey

Cristianísimo1134.

Esta respuesta de la Reina Católica que intenta parar la guerra es

trasladada al Rey Cristianísimo por Juan de Pubat porque esos días el

Marqués de la Fuente se encuentra enfermo, como hemos dicho. Pubat,

al regresar de palacio, cuenta al Marqués de la Fuente que Louvois le

manifestó que la carta de la Reina Católica no había parecido al Rey una

propuesta de paz ni de concierto y que S.M. Cristianísima no se dejaría

engañar faltando a sus derechos, a su fortuna y a los deseos de su

ejército suspendiendo el curso de las armas. Cuando Pubat recordó a

Louvois lo que el Rey debía en justicia por parentesco y lo que había

1134 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 21 mayo 1667.

469

jurado en el tratado de los Pirineos, éste contestó que el Consejo de

España no quería dar al Rey lo que es suyo, que es lo mismo que

declarar la guerra. Replicó Pubat que para dar esa interpretación era

necesario ver primero si era suyo lo que pedía y, entrando en una dura

discusión, satisfizo con que lo que faltase para probarlo “lo suplirían los

cañones”. Después entró Louvois a discurrir sobre Castel Rodrigo sin

dejar duda en lo mal que le quieren y, tras otros reproches, insistió en

que si el Marqués de Castel Rodrigo no enmendaba la orden de

embarazar el paso de los correos, S.M. se vería obligado a detenerlos a

todos1135.

Esta conversación que muestra la firmeza de los franceses y

también su táctica para culpar a España de ser la que declara la guerra

deja muy preocupado al Marqués de la Fuente que escribe una carta

cifrada a Pedro Fernández del Campo en la que se lamenta de la actitud

de los franceses manifestada por Louvois a la vez que le confiesa su

temor a los efectos que pueda tener cualquier proposición de España a

estas alturas. El Marqués piensa que todo es ya inútil; desconfía del

papel que harán los príncipes del Imperio en la farsa que empieza, pues

aunque ha procurado abrirles los ojos hablando al duque de Miquelburg,

no se fía de que se pongan de parte del Emperador. El Marqués informa

al Secretario de que el ejército se detiene todavía en Charleroi aunque

pronto partirá y habrá noticias de haber atacado alguna plaza; también le

dice que el residente de Dinamarca que ha regresado, trae propuestas de

unión muy estrecha con S.M. Cristianísima1136.

En este momento el asunto de los correos se convierte en un

grave problema. Lionne advierte al Marqués de la Fuente de que, a la 1135 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, enviada 26 Junio 1667.1136 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 16 junio 1667.

470

vista de que el Marqués de Castel Rodrigo ha empezado a detener los

despachos del Rey Cristianísimo para sus ministros, ha decidido el Rey

Cristianísimo detener los que pasan por Francia. Así, dice Lionne, no

padeceremos más perjuicio que el que hagan ellos. Tras amenazarle con

mayores represalias, Lionne recuerda al Marqués que S.M.

Cristianísima había dicho al arzobispo de Embrún que si le preguntaban

en Madrid si los ordinarios de Flandes podían pasar seguridad por

Francia, respondiese que lo podían hacer si no les declaraban la guerra y

si los ordinarios de Francia podían pasar a Holanda y al Norte con la

misma facilidad1137. También el Marqués de la Fuente se queja a Lionne

de que sus despachos no llegan a Flandes y se extraña de que la carta

que escribió la Reina Católica a la Reina Cristianísima no hubiera

llegado; Lionne le contesta diciendo que no sabe nada y que los suyos

no pasan de Amberes1138. Pocos días más tarde Lionne pide al Marqués

de la Fuente que el Marqués de Castel Rodrigo conceda pasaportes para

los correos y mensajeros que van y vienen de París a Flandes, para los

que van y vienen de París a Inglaterra pasando por Calais y no los

arresten las guarniciones españolas como hizo la de Saint Omer al

correo de París a Calais que partió el domingo 19 de junio1139.

A pesar de todas las evidencias, sobre todo, a pesar de la

notificación del propio Rey de Francia, la Reina Regente se resiste a

romper con París, quizá temerosa de las maniobras que pudiera realizar

en esa coyuntura y en beneficio propio, don Juan José de Austria, cuya

presencia en la corte le tenía ciertamente preocupada —fracasará en su

intento de alejarle del reino mediante el nombramiento de gobernador y

capitán general de Flandes—, y acaso convencida de que podría ganar

1137 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Charleroi, 8 junio 1667.1138 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 22 junio 1667.1139 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 24 junio 1667.

471

algo de tiempo para alcanzar un acuerdo con Luis XIV o para atraer a su

causa al Emperador y a las Provincias Unidas así como para neutralizar

Portugal negociando el fin de las hostilidades1140. Don Juan se empeñó

en ese momento en conseguir un puesto en la Corte, un puesto en el

Consejo de Estado. Elevó un memorial a la Reina y se estudió la

petición en el Consejo de Estado en donde algunos consejeros

estimaban conveniente la presencia de Don Juan por estarse tratando

asuntos de gran importancia. En ese momento la entrada de don Juan en

el Consejo fue denegada pero poniendo como pretexto el rompimiento

con Francia y la conclusión del tratado con los ingleses, el conde de

Peñaranda propuso a la Reina el 24 de mayo, la llamada de don Juan

para que participara como miembro del Consejo de Estado”1141.

Mientras, en Madrid los ministros preocupados por los

preparativos militares del Rey Cristianísimo y temiendo la invasión de

los Países Bajos, no saben como actuar; no entienden la insistencia de la

diplomacia francesa en declarar que no es intención de su soberano

romper el tratado de los Pirineos firmado en 1659. El Consejo de

Castilla en respuesta a un decreto de la Regente del 23 de mayo de

1667, esboza una serie de providencias que deben prevenirse ante un

eventual ataque de Francia, incluyendo, obviamente, la represalia contra

las haciendas de los franceses, aunque desestima su promulgación

inmediata con el argumento de que Luis XIV podría acogerse a este

pretexto para iniciar una ofensiva bélica, a pesar de que el apoyo

1140 SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la monarquía hispánica durante la regencia de doña Mariana de Austria”. Studia Historica. Historia Moderna. n| p. 145.1141 CASTILLA SOTO, J.: Op. cit., pp. 205-207. El 4 de junio de 1667 don Juan vio colmados sus deseos: ”Habiéndose declarado el Rey Cristianísimo en sus pretensiones sobre Brabante y otras Provincias en los Países Bajos con las armas en la mano, he tenido por servicio del Rey mi hijo, ordenaros vengáis a Madrid, para entrar en el Consejo de Estado; teniendo yo vuestro parecer muy en particular estimación, así por el conocimiento de vuestras experiencias y prendas, como por lo que vos tenéis de Flandes y de lo Universal, fiando de vuestras obligaciones, procurareis el mayor acierto, en la ocasión que tanto es menester que Dios nos ayude...

472

prestado a los portugueses en su independencia venía a ser como una

declaración de guerra”1142.

El Consejo de Estado, viendo las últimas cartas del Marqués de la

Fuente (la que cuenta los malos efectos que produjo a Lionne la

propuesta por parte de la Reina Católica de un acomodamiento), la

advertencia de María de Molina sobre lo inminente de la guerra, así

como la relación de fuerzas preparadas para guerra, manifiesta que hay

que asistir al Marqués de Castel Rodrigo y hay que prevenir en todas las

partes; dicen también los consejeros que es necesario y urgente que el

Emperador rompa con Francia. Para ello es necesario asistirle con

medios y dinero, pues de otra forma será difícil que lo haga, sobre todo

si el conde Fustemberg, primer ministro del elector de Colonia, tan

desafecto a nuestras casas, está de parte de Francia. El Consejo de

Estado reconoce que hubiera sido mejor que Castel Rodrigo no hubiera

escrito al Rey Cristianísimo, pues escribir eso no estando bien armado

es exponerse a desaires, además lo ha hecho sin haber dado cuenta a

Madrid y sin tener poder ni autoridad que para tales casos debe asistir a

los ministros subalternos. Al Consejo le parece que no se debe dar a

entender este reproche porque hallándose con las armas en la mano, es

más justo alentarle que mortificarle1143.

Alentar a Castel Rodrigo era ciertamente importante, sobre todo a

la vista de las maniobras francesas que, con todo detalle, refiere el

Marqués de la Fuente. Cuenta que el día 15 de junio marchó Luis XIV

con 2.600 hombres de Lorena; el 23 llegó desde Arras la noticia de que

habían entrado en Tournay; explica que los franceses tomaron medidas

1142 SÁNCHEZ BELÉN, J.A., y RAMOS MEDINA, M. D. :“Los comerciantes franceses en Castilla y la Represalia de 1.667”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, H° Moderna, t 7, 1994, p. 289.1143 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 21 junio 1667.

473

en las riberas para dificultar las fugas y el número grande de ahorcados,

y que pasan de 5.000 los que han dejado las banderas. Añade que

padecen por falta de víveres, pues, aún pagándolos muy caros, no se

encuentran1144. A Pedro Fernández del Campo le dice claramente que los

franceses han tomado la ciudad de Tournay; le cuenta que S.M.

Cristianísima pidió a sus habitantes que se rindieran o que dejaría que

saqueasen la villa a lo que respondieron como debían, por lo que mandó

el Rey que la rindiesen sin abrir trincheras, y habiéndolo intentado

diversas veces fueron rechazados con pérdidas considerables,

obligándoles a sitiar la plaza1145.

En julio, con la penetración de las tropas francesas en los Países

Bajos españoles y la conquista de varias plazas fronterizas, comenzó el

primer enfrentamiento armado hispano-francés del reinado de Carlos II.

En ese momento hay desconcierto en Madrid y la respuesta no es

inmediata. El 10 de julio de 1667 la Regente dirige al Consejo de

Castilla un decreto ordenándole ”que disponga todo lo necesario para

asegurar al reino del enemigo y causar a los franceses residentes en

Castilla todas las hostilidades y daños que se pudiere de cualquier

manera y en cualquier forma”, incluyendo la promulgación de una

represalia sobre cuya ejecución y conveniencia solicita su parecer al

Consejo1146. La ocupación de varias plazas sin apenas resistencia, por

carecer el ejército español de efectivos suficientes para oponerse al

avance, y sin que las Provincias Unidas ni el Emperador hicieran nada

para evitarlo, aunque algunos teóricos políticos españoles intentaran

demostrar que la guerra emprendida por el Rey Cristianísimo era, a

todas luces, injusta, elimina cualquier recelo, y el 14 de julio se declara 1144 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 24 junio 1667.1145 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, París, 26 junio 1667.1146 SÁNCHEZ BELÉN, J.A. y RAMOS MEDINA, M.D.: “Los comerciantes franceses en Castilla y la Represalia de 1667”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, H° Moderna, t. 7, 1994, p. 289.

474

oficialmente la guerra a Francia, decretándose también el embargo de

los bienes de los franceses y la prohibición de su comercio1147.

Declarada la guerra de Flandes por Francia, despedidos los

embajadores de París y Madrid, se celebra una reunión extraordinaria

del Consejo de Estado para estudiar la situación. Viendo la

“extravagancia” con la que caminan los franceses los consejeros de

Estado declaran que se puede esperar poco del acomodamiento de la paz

y manifiestan que se debe aplicar todo el ánimo a “disposiciones

gallardas de nuestra defensa” teniendo por cierto que los designios del

Rey Cristianísimo a los derechos de Flandes no sólo miran a ellos sino

al todo de la Monarquía, y aunque siempre se debe dar a entender que

V.M. no rehusa la paz y mostrar toda propensión a ella en cualquier

plática que se ofrezca para llegar a un honesto y razonable

acomodamiento, por no tomar sobre sí el odio común, es muy verosímil

que no se llegará a ninguna conclusión mientras el Rey de Francia esté

tan obstinado en no deponer las armas ni bajar el punto en que se ve que

quiere poner la satisfacción de sus pretensiones. Además, considera el

Consejo que sería difícil ceder cualquier cosa por pequeña que fuera,

porque hacerlo a título de justificados derechos del Rey Cristianísimo

respecto de su casamiento, sería perjudicial ya que invalidarían las

renuncias tan solemnes que se estipularon en la paz de los Pirineos. Y

siendo este un punto que tanto conviene mantener, mal podrá

mantenerse aunque el Rey Cristianísimo modere su presunción,

mientras no vea la Monarquía en mejor postura, no sólo para una guerra

ofensiva, sino para una razonable resistencia que hoy tan flacamente se

experimenta en el estado de Flandes, porque aquella parte es hoy la que

1147 SÁNCHEZ BELÉN, J.A., “Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispánica durante la regencia de Mariana de Austria”, Studia Histórica, Historia Moderna, 20, p. 146.

475

más padece, y donde cada día se pueden esperar mayores desdichas si

con tiempo no se acude a su reparo.

El Consejo dice que enviar a Flandes, con correo extraordinario y

por duplicadas vías, 100.000 escudos es inexcusable y preciso como ya

lo ha representado a S.M. en otra consulta que está en sus reales manos,

y también los otros 100.000 escudos para el señor Emperador para que

los lleve el correo extraordinario que tiene detenido el embajador de

Alemania, pues es de menos inconveniente hacerle esperar 6 u 8 días

para que lleve las letras que no que se vaya sin ninguna al cabo de

tantos días que se le ofrecieron, además sería de mucho aliento ver que

empezamos a socorrerles con algún dinero mientras les causaría suma

frialdad y enfado ver que el correo va sin él, y poco importaría que el

señor Emperador haya comenzado con las órdenes que ha dado para

reclutar 10.000 hombres si no se le va asistiendo en proporción,

mayormente cuando con tanta claridad escribe D. Baltasar de la

Cueva1148 que no hay que esperar se mueva un hombre si de acá no van

los medios, cosa que también el Consejo tiene representado a S.M. El

Consejo se lamenta también a S.M., humildemente y no sin gran dolor,

de que en partidas tan moderadas se experimente tanto retraso,

reconociendo que el real ánimo y desvelo de S.M. lo sentirá de la misma

manera y, reconociendo que la causa nace únicamente de la esterilidad y

dificultades de la Hacienda real, manifiesta que es menester vencerlas y

echar mano de cualesquiera otros efectos para casos de tan grave y

ejecutiva vigencia como es la conservación de Flandes y armas del

Emperador para socorrerlos, encargando S.M. sacar estas letras al

ministro o ministros que con mayor prontitud y eficacia pueda disponer

servicio que en la ocasión presente es tan necesario y estimable. El 1148 Baltasar de la Cueva Enríquez de Mendoza, Conde de Castellar, era embajador de España en Viena desde 1666.

476

correo extraordinario del embajador de Alemania podrá llevar duplicado

de las letras para Flandes escribiendo a Don Luis de Ponce que desde

Milán las encamine con la mayor brevedad posible ya que se dejó pasar

la ocasión del ordinario que partió estos días.

Pero el asunto que centra el debate sobre la guerra de Flandes es

la necesidad de hacer previamente la paz con Portugal. Dicen los

consejeros que las demás disposiciones universales de nuestra defensa y

de poder hacer la guerra rigurosamente la campaña que viene penden

muy capitalmente “de echar aparte lo de Portugal, que es el punto

fundamental sobre que se ha de fabricar el edificio”; del

acomodamiento de Portugal depende también el desahogar los medios

de hacienda y viéndonos sin un embarazo de aquel tamaño que nos

estimen para buenos amigos y aliados los que al presente dejarán de

declararse sin duda por ver cuan poco apoyo podrán hallar en nosotros

“mientras esta espina tiene tan amortiguado el cuerpo de la

Monarquía”1149.

Iniciada la guerra, los españoles interceptan los despachos de un correo

francés que va de Tournay a París con unos papeles de Lionne para el

Rey. Dichos papeles ponen de manifiesto el interés de Francia de lograr

una alianza con Inglaterra para conquistar Flandes, —información

importante para Madrid que en ese momento negocia con Inglaterra

para hacer una liga y una tregua con Portugal—. Lionne explica su

parecer sobre si interesa más a Francia tener a los ingleses como

enemigos en la conquista de Flandes, o tenerles como amigos. Se

manifiesta partidario de tenerlos como amigos y de ofrecerles las plazas

1149 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 31 agosto 1667. En el capítulo de este trabajo dedicado a la cuestión de Portugal estudiamos los debates del Consejo de Estado sobre la necesidad de hacer la paz con Portugal para poder defender Flandes.

477

de Ostende y Neuport, que se habrán de ganar con fuerzas comunes de

franceses e ingleses, para estorbar una posible liga entre españoles e

ingleses que defendiera Flandes. Sostiene que traer a los ingleses a este

lado del mar, dejándoles poner pie en tierra firme en puestos tan

importantes como los citados, presenta menos inconvenientes que los

que se pueden temer de la vecindad de los españoles; también se podría

considerar la religión pero este asunto ya se habló cuando se trató de

Dunkerque.

Lionne insiste en que para embarazar la liga de españoles e

ingleses no hay otro medio que ofrecer a estos las plazas citadas; para

persuadir y convencer, dice que el Cardenal difunto ya dejó decidida

esta cuestión en el tratado que hizo para la entrega de Dunkerque,

recordando que fue para complacer a Cronwell que se hallaba ya en

guerra con España, o para embarazar que no se ajustase con ella. Hoy se

trata de conseguir que el inglés, concluido el tratado de Breda, procure

cooperar con Francia para que ésta consiga sus intentos en la conquista

entera de los estados de Flandes que obedecen a España. También se

debe considerar que la potencia de Cronwell con el pie en tierra firme

podía causar más recelos a esta corona que los que podrá causar la del

Rey inglés o la de alguno de sus sucesores.

A Lionne le parece que dar a los ingleses las dos plazas marítimas

es un inconveniente mínimo; sostiene que no hay comparación alguna

entre tener a los ingleses por confederados y amigos aunque se hayan de

quedar con las dos plazas, y tenerlos por enemigos y confederados de

España. El apoyo de los ingleses a España con el envío a Flandes 12 ó

15.000 hombres inquietaría las costas del mar francés y obligaría a

inmensidad de gastos para el mantenimiento de armadas navales que

478

serán necesarias, y sería será más perjudicial para Francia que si

aquellos 12 ó 15.000 hombres unidos con las fuerzas Francia actúan

contra Flandes asegurando del todo la conquista.

Después se pregunta que cosa podrá intentar Inglaterra en

perjuicio contra Francia sólo por la adición de aquellas dos plazas

cuando el poder francés por sí solo es tan considerable y se hallará tan

crecido con la conquista de Flandes. Muy tímido es menester que sea el

que desde ahora para entonces se recelase de las fuerzas inglesas.

Concluye su discurso diciendo que se debe enviar poder a Msr.

de Runygny para que si no hubiese otro medio para embarazar la liga de

españoles e ingleses se ofrezcan a estos las dos plazas antes citadas,

pero con la condición de que habiéndose de empeñar las fuerzas de

Francia en la conquista de estas plazas con que quedarían, el Rey de

Gran Bretaña se ha de obligar también para todo el tiempo que durare la

guerra. Estos papeles llevan una nota del Rey en el margen que dice: “el

Rey ha leído con gusto esta memoria sobre la que hará reflexión

cuando convenga”1150.

Mientras los franceses se preocupan de buscar aliados para ganar

la guerra, en Madrid la Reina doña Mariana decide enviar a don Juan

José de Austria a Flandes. Don Juan puso condiciones para aceptar el

puesto de Gobernador de los Países Bajos en un momento en que la

guerra era un hecho, exigió dinero y gente para llevar a cabo la empresa

así como poner fin al frente de Portugal. No satisfechas sus exigencias,

Don Juan renunció al Gobierno de Flandes pero al nombrar la Reina

1150 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Agosto 1667.

479

para dicho cargo al Condestable de Castilla, don Juan decidió aceptarlo.

Pocos días más tarde renunció de nuevo1151.

El desarrollo de los acontecimientos militares, nada favorable a

las armas españolas, impulsa a la Reina Gobernadora a desplegar una

gran actividad en el campo diplomático. Además de los contactos ya

mencionados con Inglaterra y Portugal, a finales del mes de julio o

primeros días del mes de agosto de 1667 se acepta en Madrid la

mediación del nuevo pontífice, Clemente IX, para llegar a un acuerdo

con Francia, notificándose este negocio al gobernador de los Países

Bajos, Marqués de Castel Rodrigo, con el propósito de que inicie

conversaciones junto con los ministros delegados del Papa. Este

pretendido acercamiento revela, sin duda, tanto la debilidad de la

Monarquía Hispánica como la ingenuidad de la Regente y de su

confesor, el padre Everardo Nithard, aunque tampoco pude descartarse

una maniobra política con la intención de confundir al soberano francés

y desviar su atención de otros proyectos. Fuera como fuese, lo cierto es

que esas negociaciones, si es que llegaron a emprenderse, no tuvieron

resultados positivos1152.

En noviembre Don Juan, ya en el Consejo de Estado, presenta a la

Reina un informe sobre la situación general. Tras declarar que los dos

enemigos más importantes que tiene España son Francia y Portugal

coteja las calidades de ambos. Dice don Juan que “Francia tiene un Rey

poderosísimo en gente y en tesoros, ambicioso, lleno de conquistas, de

triunfos, con un declarado, aunque injusto, derecho a todos los

dominios de la Monarquía Católica y preparándose con extraordinario

1151 CASTILLA SOTO, J.: Op. cit.pp. 208-211.1152 SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispánica durante la Regencia de Mariana de Austria”. Studia Histórica”, Historia Moderna, 20, p. 146-147.

480

esfuerzo para convencer de la justicia y razón que se imagina tener. De

él se puede recelar, o mejor tener por cierto que, terminada la

conquista de Flandes, vuelva sus numerosas fuerzas hacia España

desarmada y desprevenida, y esto no de aquí a vente años sino el que

viene”. Del Duque de Braganza dice que por ser “poseedor de un reino

pequeño, exhausto, discorde, sin pretensión a un palmo de Castilla, se

infiere que no es de ahí de nos puede venir el golpe mortal”. Añade que

para defendernos de Portugal (aunque no se haga la paz) nos queda aún

mucho tiempo y arbitrio para tomar los cálices y las custodias, si fuere

necesario, y hacer otros esfuerzos cuyo efecto no pueden aguardar las

invasiones de Francia que tiran al todo con tanto esfuerzo como

brevedad. Don Juan concluye: “Siendo Francia la que tiene puesto el

cuchillo en la garganta es a donde se tiene que acudir con preferencia,

por reputación y por necesidad, no habiendo otros medios para

resguardarse de este gran riesgo que los ejércitos y las alianzas”. Tan

convencido está don Juan de su postura que sostiene que quien aconseje

a S.M. otra cosa lo que hace es proponer “que se abandone a las

discreción de las olas y de los vientos este fracasado bajel de la

monarquía y que se conforte S.M. a ver su naufragio la próxima

campaña”. Después Don Juan recomienda la manera de negociar con

los príncipes del norte, pide más dinero al presidente de Hacienda para

hacer la guerra insistiendo en que sea al contado o en letras seguras, y

pide también que se le envíen fondos con urgencia al Emperador para

conseguir que rompa con Francia1153.

.

Don Juan tiene clara la idea de que el enemigo es Francia, piensa

también que no hay que perder tiempo y que hay que actuar. Sin

embargo este informe, fechado el 21 de noviembre, está ya fuera de

1153 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 21 noviembre 1667.

481

lugar: la guerra es ya un hecho imparable. También parece fuera de

lugar el leguaje formalmente desmesurado, barroco y artificioso, aunque

la imagen de la Monarquía como un bajel abandonado a las olas se

corresponde con la realidad: España está aislada a merced de los

designios de Francia. También acierta Don Juan en decir que la falta de

letras seguras y pagaderas es un grave inconveniente para responder con

eficacia a la guerra.

El informe de Don Juan es estudiado por el Consejo de Estado esa

misma semana. Señalamos los votos particulares de cada consejero

porque reflejan la situación de España en ese momento —cuando

Francia ha declarado la guerra a España y sigue abierta la de Portugal

—, reflejan la necesidad de buscar aliados, las dificultades de la

Hacienda española, la necesidad de enviar ayudas al Emperador para

que rompa con Francia, y sobre todo reflejan la percepción que tiene

Madrid de la política del Rey Cristianísimo. Al Consejo asisten: el

Duque de San Lucar, el Conde de Peñaranda, Don Juan, el Marqués de

Mortara, el Cardenal de Aragón, el Inquisidor, el Marqués de la Fuente

(que ya se encuentra en Madrid), y el conde de Ayala.

El Duque de San Lucar coincide en que la materia que da motivo

a esta Consulta es la más importante que se ofrece en toda la Monarquía

porque las resoluciones que S.M. se servirá tomar sobre ella la llevarán

“a su ruina o a su conservación”. Recuerda que para “atajar los vastos

designios con que el Rey de Francia procura por todos los caminos

destruir la Augustísima Casa, de entre ambas líneas”, propuso S.M.

que el presidente de Hacienda informara del estado en que se halla el

Real Patrimonio y que remitieran despachos todos los ministros de

afuera para enterarse del dinero, gente, y negociaciones que son

482

necesarias para oponernos a las grandes prevenciones “que se sabe hace

el rey de Francia para daño de esta Corona”. Habiendo visto en

Duque con particular atención tanto el mapa que presentó Don Juan

referente a las fuerzas militares1154 como las Consultas sobre las

asistencias que se deben enviar al Sr. Emperador1155, se conforma con

todo su contenido por ver que se previene lo que a su entender es

conveniente en el estado presente y reconoce que los pasos que se

proponen son los que real y verdaderamente se deben dar para defender

debidamente la Monarquía. Y así manifiesta que sin perder instante de

tiempo mande S.M. se ejecute todo lo que viene propuesto en materia

de levas, asistencias, dinero y negociaciones. El Duque justifica su

opinión en las siguientes razones: la primera estar convencido de que

hay que salir de los embarazos de Portugal sin ninguna dilación, como

lo tiene votado en diferentes consultas, particularmente en la del 23 de

este mes en que, además de los fundamentos que tuvo para ser de aquel

sentir, se añaden los de la imposibilidad en que se hallará S.M. reducida

para conservar la Monarquía si esto no concluye luego, en cuya opinión

va conforme todo el Consejo. Cuando valora el millón y medio de

asientos que se supone están hechos para Flandes, dice (con mucha

prudencia) que es menester que se cubran primero los reinos de Castilla

antes que socorrer los reinos y provincias de afuera, siendo cierto que,

dado el caso de que no haya más que este caudal, y habiéndose de

1154 Se refiere al mapa que Don Juan puso en manos de S.M. con la gente de que constan los ejércitos de España, tanto de infantería como de caballería, las levas que se están haciendo y el modo en que estas tropas se pueden distribuir entre las fronteras de España, socorros de Flandes y del estado de Milán.1155 Además de asistencias al Emperador, las Consultas se refieren despachos al conde de Castellar para que concurra en nombre de S.M. en los tratados que S.M. Cesárea tiene pendientes, proponiendo también las órdenes que convendrían al servicio de S.M. enviadas al Marqués de Castel Rodrigo, al Conde de Molina y a don Esteban de Gamarra para que adelanten y den forma a las negociaciones que escribe tienen entre manos, con el rey de Inglaterra, con el de Suecia, con los estados de Holanda, con el duque de Sajonia, con el elector de Brademburgo y príncipe de Brunswick y otros, para cuyo efecto será bien mande luego remitir el millón y medio de plata que se supone tiene ajustado el Presidente de Hacienda para los estados de Flandes, y que se concluya la negociación de Portugal.

483

repartir, no se podrán defender bastante ni los unos ni los otros. Esto

hace más inexcusable que S.M. mande partir pronto al conde

Sandwich, pues rota o dilatada aquella negociación1156, no nos queda

otro recurso que el de apelar S.M., con las manos cruzadas, a la piedad

del Rey de Francia, y a recibir la dura ley que impondrá su soberbia y su

incomparable ambición. Pensar que esto sería posible ha costado al

Duque increíble desconsuelo, aunque lo considera imposible.

La segunda razón que alega es porque en la materia de que se

trata, no sólo se deben considerar los socorros necesarios, sino el tiempo

en que es conveniente se hagan, pues el modo esencial de defender los

reinos de Castilla es tener ocupadas lejos de sus fronteras las armas del

rey de Francia, y esto no se podrá conseguir si S.M. no manda enviar

pronto las cantidades que en las consultas referidas se destinan al

Emperador y efectuar las negociaciones que se están haciendo con los

príncipes. Y como para que se den las condiciones que tanto

necesitamos, es inexcusable que se remita ese millón y medio, debe

hacerse con urgencia, pues de otra manera no se podrá remediar para la

primavera, aunque para entonces envíe muchos millones, porque

entonces todos serán inútiles.

El Duque de San Lucar sostiene que todos los príncipes conocen

que el Rey de Francia aspira a una Monarquía Universal y los daños que

de esto se pueden seguir, por lo que no es fácil que se empeñen con

nosotros en una guerra contra Francia sin que les hagamos concesiones

ni les demos seguridades. Como somos nosotros los que los

necesitamos, dice, debemos ofrecerles las ventajas que más pudiesen

facilitar atraerlos a nuestro partido; si no lo hiciésemos, dejaremos el

1156 Se refiere a la negociación de tregua con Portugal.

484

campo absolutamente al Rey de Francia y no podremos quejarnos sino

de nosotros mismos. Añade que siendo la Monarquía del Rey Nuestro

Señor muy dilatada, hay en ella tiene mucho que dar y muchos

privilegios que conceder pues no todo se compra con el caudal del

dinero. El Duque de San Lucar se lamente de que desde tiempos del

Rey Fernando el Católico no se ha visto esta Monarquía en tan evidente

riesgo de perderse como el que hoy tiene, tan exhausta de medios y de

todo aquello que se necesita para que no suceda la última ruina que la

amenaza. Por ello es partidario de sacar el caudal de donde sea, ya que

S.M. no sólo tiene el derecho, sino la obligación de valerse de todos los

medios que hubiera para la conservación de la Monarquía.

Para poner en ejecución todo lo que está dibujado en el informe

del sr. Don Juan que se están votando, el Duque de San Lucar estima

que S.M. precisa inexcusablemente seis millones de plata prontos, de

manera que con menos se malogrará lo que se gastará y se aventurará

todo. Con este presupuesto, y sabiendo que puede haber dificultades,

propone el Duque a S.M. que se valga de la mitad de la plata y de los

géneros preciosos que vienen en galeones (de que oyó hablar al

Marqués de Mortara en el Consejo antecedente), por ser lo que

conviene, en el caudal y en la prontitud, para remediar los últimos

riesgos en que se halla la Monarquía, y por cargar este peso en personas

caudalosas, y la mayoría extranjeras de estos reinos y no vasallos de

S.M. Propone a cambio satisfacer a los interesados con los envíos de

flotas y galeones de 8 a 10 años, porque reconoce el descrédito que

padecerá el comercio por esta causa, y la fe pública, por haber debajo

contratos que se hicieron en las Indias y confirmados por el Rey, que

Dios guarde. El Duque recuerda que se corta un brazo y una pierna

cuando conviene a la conservación de la vida, y que cuando se empieza

485

un fuego en una casa, se arrojan por la ventana algunas cosas que, con

precipitarlas, se destruyen para preservarla de la voracidad de las

llamas; lo mismo sucede en los bajeles que padecen tormenta, no

reservando los más codiciosos marineros ninguna cosa, por estimable

que sea, que no arrojen al mar para aligerar el navío. Estas mismas

consideraciones han justificado las reservas de los Juros y de aquellos

que con tantos resguardos se había prometido al Reino que no

padecerían, y si las necesidades públicas han podido justificar el que se

valga S.M. de aquel medio, la extrema necesidad en que S.M. se halla,

justifica el que se valga de este, tanto más no habiendo otro que le

pueda sustituir ni en la cantidad ni en la prontitud con que se necesita.

El Duque de San Lucar propone también que S.M. pida a mil

personas, eclesiásticas y seglares, un empréstito en su nombre de mil

ducados de plata a cada uno. Que se nombre a ministros noticiosos y

desinteresados para que hagan las listas y que nombren a otros mil a los

que se pueda pedir quinientos de la misma calidad. Y que S.M. llame a

las Cortes para darles parte del estado en que se halla la nueva guerra

que ha roto el Rey de Francia para que socorran a S.M. en tan grandes

aprietos, siendo este medio uno de los que se han valido todos los reyes

de Castilla sin que haya habido ninguno que haya dejado de valerse en

semejantes ocasiones, y puesto que nuestros peligros llegan a ser

extremos, también los remedios deben medirse con la misma

proporción. Hay que hacer lo necesario para conservar estos reinos, lo

cual no se conseguirá si se da lugar a que el Rey de Francia,

desocupadas las armas de Flandes y no hallando oposición en Alemania,

aplica sus ejércitos a España, en donde ni hallará gente, plazas, ni

medios que disputen los progresos.

486

El Conde de Peñaranda dice que en todas las disposiciones que se

han hecho se presupone la paz con Portugal como fundamento, y siendo

este presupuesto tan dudoso, cree que todo el caudal que hubiera debe

ser para dejar las cosas de España en una razonable defensa. Asentando

este principio, si hubiera dos millones para enviar a Flandes, no le

parecería mucha cantidad, pero si para enviar el millón y medio de que

se trata se ha de consumir todo el caudal de contado que viene en los

galeones y todos los efectos que se tienen por prontos y de mejor

calidad, dejando las previsiones para Portugal para más adelante, no

está de acuerdo, pues la experiencia dice que los portugueses con las

pocas ayudas que reciben de fuera han ganado batallas y si ven

desarmadas nuestras fronteras (como necesariamente quedarán), nadie

sabe donde pueden llegar. Teme también que por enviar a Flandes el

dinero al contado queden inútiles millones de consignaciones. Sobre los

200.000 escudos que hay que enviar al Sr. Emperador para que rompa la

guerra con Francia, es mejor esperar a saber como se ha tomado en

aquella corte la proposición.

No ve el Conde de Peñaranda que se hable en todas estas

Consultas del gobierno en Flandes, siendo cierto que todo cuando se

previene de dinero, alianzas y ligas es tan importante como prevenir la

persona del gobernador, y es público que el Marqués de Castel Rodrigo

ha de salir del gobierno al encontrarse tullido en una cama. Peñaranda

sostiene que todas las prevenciones deben empezar por la provisión de

gobernador, sin la cual, todo lo que se envíe, será poco menos que

perdido.

En cuanto a la liga que se trata con holandeses y con ingleses es

pesimista. Peñaranda sostiene que las ligas son de provecho cuando

487

todos los coaligados tienen igual interés, y hallándose España en guerra

con Francia y Holanda e Inglaterra en paz, supone que nosotros

podemos obtener más beneficio de la alianza que ellos. Piensa que tanto

ingleses como holandeses exigirán un alto precio por ayudar a España.

Con relación a la representación que hace el Sr. Don Juan del

miserable estado de la real Hacienda y de lo que conviene ejecutar con

suma prontitud grandes y desusadas resoluciones que puedan producir

cinco o seis millones de plata, reconoce el Conde que es muy propio de

sus grandes obligaciones, pero no sabe de donde ni como se ha de sacar

una suma tan grande habiéndose ya examinado por la Junta de Medios y

por otros tribunales todos los que puede haber, y hallándose tantas

dificultades en la extensión de algunas en que se ha pensado.

El Marqués de Mortara dice que como la planta se ajustó con el

presupuesto de que había que llegar al ajustamiento con Portugal

(aunque también contiene algunas disposiciones que se pueden dar sin

esta circunstancia), piensa que se debe ejecutar esto sin hora de dilación.

En cuanto a todo lo demás se remite a lo que tiene votado en la Consulta

que el Sr. don Juan ha enviado convencido de que si pronto y sin

interrupción de tiempo no se envía el millón que está destinado para que

en Flandes se comiencen a hacer los preparativos necesarios para la

futura campaña y para fomentar y concluir las negociaciones de

príncipes que se han juzgado necesarias, y los cuatrocientos mil escudos

a la Casa de Alemania en la forma que viene propuesta, después no

servirán de nada cuantos esfuerzos se hicieren y quedará sin duda

ninguna expuesta toda la Monarquía al arbitrio de franceses, pues en

acabándose de apoderar de lo que les falta de ocupar en aquellos

estados, que lo podrán hacer en muy pocos días hallándonos indefensos,

488

pondrán las leyes que quisieran en todas partes y no será la última

España, a donde, viéndose desembarazados de Flandes, podrán venir

con tales fuerzas que no hallen ninguna resistencia por más que nos

desvelemos en reservar y aumentar medios. De lo que se sigue, por

consecuencia evidente, que para la defensa de España y del resto de la

Monarquía es necesario atender en primer lugar a la conservación de los

estados de Flandes por todos los medios que vienen propuestos en estas

Consultas y en la forma dibujada en la planta, que si bien es muy

prudente en la ponderación que se hace de que en caso de no ajustarse la

paz con portugueses es menester resguardar las invasiones que ellos

pueden intentar contra estos reinos. Esto da más tiempo para que se

puedan buscar medios y para la distribución de la gente que hay en

aquellas fronteras, se puede caminar con el resguardo necesario hasta

ver en que paran estas pláticas en las cuales no halla el Marqués razón

para que se deje de caminar a la conclusión con toda la celeridad

posible, no obstante el nuevo reparo del conde de Sandwich como lo ha

votado en otras Consultas.

También entiende el Marqués que son muy prudentes las razones

sobre lo que conviene que vaya pronto la persona que hubiese de

gobernar los estados de Flandes. Pero, considerando que, aunque

pudiese partir luego, no llegará a tiempo para disponer las prevenciones

necesarias para la futura campaña, dice que es preciso confiar en el

cuidado y celo del Marqués de Castel Rodrigo enviándole para ello y

para adelantar las negociaciones el caudal que viene destinado, ganando

los instantes y, con la misma diligencia, los cuatrocientos mil escudos

para Alemania, advirtiendo que aunque parece mucha cantidad es

menor que la que se ofreció al Sr. Emperador aunque se dijo que se le

socorrería con 200.000 escudos anticipados y 20.000 cada mes. Con

489

relación a lo que el Duque de San Lucar ha propuesto sobre los medios,

el Marqués se conforma tanto con el préstamo que se debe tomar de la

plata que viene en galeones, como con el donativo que se ha de pedir a

diferentes particulares.

El Cardenal Aragón no se halló en la presentación del mapa de

Don Juan ni de las Consultas pero, habiendo oído lo que se ha votado

sobre todo, se conforma con lo dicho por el Conde de Peñaranda. En

cuanto a la propuesta de que se tome la mitad o la tercera parte del

caudal que viene de particulares en los galeones que se esperan, no

puede opinar sobre ello ni sobre ninguna otra cosa que sea gravosa a los

vasallos sin conocer el dictamen de las consultas que se han hecho, al

cual se remite; él solo tiene por lícito que los préstamos sean voluntarios

aunque no espera que de ellos se pueda sacar fruto considerable como

se ha experimentado en los que han corrido por mano de don Juan de

Góngora. El Conde de Ayala se conforma con lo que dice el Conde de

Peñaranda.

El Inquisidor General, confesor de S.M., dice que el plan del Sr.

Don Juan está ya bien discutido y sólo repara en el punto del asiento y

remesa del millón y cuatrocientos mil ducados de plata para las

asistencias de los estados de Flandes y de S.M. Cesárea. Los juzga no

sólo convenientes sino también precisos pues no se puede negar que

serán de suma importancia las actuaciones que el Sr. Emperador

(asistido con esos medios) podrá hacer dentro de las tierras del Rey de

Francia. Sólo repara el Confesor en lo que tiene dicho: si habrá en la

Presidencia de Hacienda otro pedazo de caudal bastante y al contado

con que poder hacer asientos y provisiones para cubrir a Cataluña,

Extremadura, Castilla, Galicia y Andalucía, provincias todas

490

amenazadas por nuestros enemigos. Y para saber esto, el Inquisidor

General propone que se pida informe del Presidente de Hacienda sobre

este punto, y si respondiese que no hay bastante, juzga el Confesor que

oportet unum facere et alterum non omitere, a saber: que se remita

buena parte de dicha suma a Flandes y a la caja de la embajada de

Alemania en barras o en pasta (porque será de más utilidad setecientos

mil ducados en esta forma que remesas de millón y medio por asiento),

y con lo restante se hagan asientos aquí en Madrid para asistir a las

necesidades de España1157.

Con relación a las ligas con Inglaterra y Holanda, el Confesor

juzga que son muy convenientes y necesarias, pero duda mucho de si se

podrán ajustar fácilmente en Londres por las razones alegadas en otros

votos, a lo que añade, haciendo memoria, que el embajador de

Inglaterra con ocasión del congreso de Breda dijo a los comisarios tres

cosas en diferentes tiempos: la primera, que los poderes que tenía al

principio para una liga se los habían revocado; la segunda, que le habían

dado muchos poderes sobre esta materia, pero solo para oír, y la tercera,

que nosotros le diésemos un proyecto de lo que ofrecíamos y queríamos

que hiciese el rey de la Gran Bretaña sin que ellos nos dieran otro

proyecto recíproco, argumentos que indican la poca propensión que

tienen a semejante liga. Sin embargo, el Confesor es partidario de que

se procure ajustar dicha liga aquí en Madrid o en Inglaterra para lo cual

ya tienen poderes el Marqués de Castel Rodrigo y el Conde de Molina.

Con respecto a la reflexión que hacen el Sr. don Juan y el Duque

de San Lucar sobre la necesidad que tenemos de valernos de medios

1157 El Confesor, quizás para enfatizar su postura, habla en latín en el Consejo: “Conviene hacer lo uno y no omitir lo otro” dice, refiriéndose a que hay que enviar asistencias a Flandes, a Alemania y reforzar España, aunque el dinero sea enviado en barras.

491

extraordinarios, grandes y prontos como son quitar cinco o seis millones

de la plata que traigan los galeones, el Inquisidor General reconoce

grandes dificultades y propone que se remitan estas proposiciones a la

Junta de Medios donde asisten ministros de los más inteligentes en esta

materia y grandes teólogos para que los califiquen si son justos,

decentes, convenientes y asequibles en acto público. En cuanto a la ida

a Flandes del Sr. don Juan de Austria, el Inquisidor general se conforma

con el uniforme parecer del Consejo juzgando que la defensa de

aquellos estados depende de que se ejecute sin dilación y que de su

tardanza se seguirá manifiesto riesgo de perderlos, siendo cierto lo que

escribe el Marqués de Castel Rodrigo y reconocen todos: que de las

disposiciones previas depende el buen efecto y que aquellas nadie las

puede hacer mejor como el que las ha de ejecutar. Después se extiende

sobre la ida a Lisboa del Conde de Sandwich1158.

El Marqués de la Fuente dice que todo lo que se propone en el

mapa y Consultas que el Sr. Don Juan ha puesto en las reales manos de

S.M. conviene que se ejecute sin ninguna dilación ya que en la defensa

de Flandes y en aplicar con tiempo los medios necesarios para ello

1158 En cuanto a la ida del conde de Sandwich a Lisboa y a la controversia de si se le ha de entregar originalmente o por copia el instrumento de la comisión especial que a su porfía los días pasados mandó despachar S.M. para los tres comisarios de esta negociación, le parece al Inquisidor General: primero, que Sandwich, en la próxima conferencia que se ha de tener con él para entregarle los tratados ratificados tocantes a la Paz y comercio, no haga mención de que se le entrega dicha comisión y que tampoco los comisarios hablen de esta materia. Lo segundo, que si él persiste en su porfía se le diga con mucha amistad, moderación y buen modo, que por ser esta su pretensión, contra todo estilo, razón y equidad, que ya que él no da ninguna recíproca seguridad ni certeza de que los portugueses admitirán luego lo ofrecido, no puede ni debe S.M. venir en ello. Lo tercero, que se despache un correo a Londres con que se dé cuenta muy por menor por medio del Conde de Molina, al rey de Inglaterra de todos los lances que han pasado en esta negociación, cuantas mudanzas y novedades introdujo este Embajador, y hasta cuanto ha condescendido S.M. para que se concluyese un ajuste tan ventajoso para Portugal y para el mismo Rey de la Gran Bretaña, aunque tan perjudicial para esta corona. Así que no ha quedado por S.M. el no haberse conseguido este ajuste sino por las novedades y desigualdades del Embajador. Que se envíe pronto y por la vía más segura a Portugal la declaración que en nombre de S.M. hicieron los tres comisarios, que S.M. viene a que se traten los intereses de Portugal, de Rey a Rey y Paz en conformidad de los trece artículos formados en Salvatierra, y que los portugueses a este fin remitan poder al conde Sandwich como medianero de parte de su Rey, o a otro persona suya a la frontera para concluir y firmar dicho tratado y ajuste donde también podrá hallarse el conde de Sandwich e intervenir haciendo el oficio de medianero.

492

consiste la conservación de estos reinos y la de toda la Monarquía. En

cuanto al medio de enviar las asistencias de dinero en especie de plata,

si se pueden juntar las cantidades correspondientes, lo considera muy

conveniente no sólo por el mayor beneficio que redundará en la

Hacienda real, sino también porque se podrá acudir a todas las

necesidades y prevenciones con mayor prontitud excusándose los

exorbitantes gastos que se originan de los asientos y las dilaciones y

embarazos que interponen los hombres de negocios1159.

Dos días después de esta sesión del Consejo de Estado, María

Francisca de Nemours, esposa de Alfonso VI de Portugal, se refugió en

el convento de la Esperanza de Lisboa para reclamar desde allí la

nulidad de su no consumado matrimonio. El 29 de noviembre, el Infante

don Pedro asumió la Regencia, se casó con la mujer de su hermano y

anunció la paz restauradora del Reino1160. Con la paz de Portugal (se

firmó en febrero de 1668) había desaparecido uno de los principales

obstáculos para hacer la guerra en el norte. Era preciso entonces buscar

aliados para hacer la guerra a Francia.

Preocupados en Madrid por buscar aliados, Don Juan presenta al

Consejo de Estado un papel que proponía “prestar” algunas plazas a los

holandeses, y la Reina propone que el Conde de Peñaranda, como

consejero de Estado, entre en la Junta de teólogos para ver si se pueden

empeñar dichas plazas1161.

El 6 de octubre de 1667 el conde de Molina, embajador en

Londres, y Esteban Gamarra, embajador en La Haya, habían recibido

1159 AGS, Estado, Francia, leg. K1394, Madrid, 25 noviembre 1667.1160 DUQUE DE MAURA: “Vida y reinado de Carlos II”, 1990, p. 89.1161 AGS, Estado, Francia, K1645, Madrid, 20 diciembre 1667.

493

despachos que les autorizaban a mantener contactos con Suecia para

ajustar una liga ofensiva-defensiva contra Francia. El Marqués de Castel

Rodrigo firmó en Bruselas el 6 de noviembre de 16671162 un acuerdo

con el elector de Brademburgo mediante el cual éste se comprometía a

reunir un ejército de 12.000 hombres en el plazo de seis meses,

corriendo el coste de la operación por cuenta de la Monarquía

Hispánica, si bien el 6 de abril de 1668 el príncipe prusiano promete a

Francia no intervenir en el conflicto ni permitir que por sus estados

circulen tropas para los países en guerra.

Aunque la diplomacia española no consigue involucrar a Suecia

en el conflicto ni logra formalizar con Inglaterra una alianza con el

mismo propósito, en este caso porque aún no se había repuesto de su

reciente contienda con los Estados Generales, pues la firma del tratado

de Breda había tenido lugar el 31 de julio de 1667, y seguramente

también porque su intervención sólo favorecería a su poderoso rival, lo

cierto es que sus iniciativas darán algún fruto, ya que ambas Coronas

junto con las Provincias Unidas van a constituir la Triple Alianza y a

forzar el fin del enfrentamiento franco-español, que concluye con la

firma en 1668 de la paz de Aquisgrán, y posteriormente con un Tratado

de Garantía por el cual se aseguraría el status quo resultante de aquel

acuerdo1163.

1162 Tras regresar a España, el 6 de noviembre de 1668 juró en Madrid el cargo de Consejero de Estado concurriendo los sres. Duque de San Lucar, Cardenal Aragón, Inquisidor General y Marqués de la Fuente. La merced del cargo le había sido otorgada por Felipe IV el 30 de abril de 1664, para cuando volviera de Flandes, corriendo la antigüedad desde ese día. AHN, Sec. Estado, leg. 248. 1163 SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispánica durante la Regencia de Mariana de Austria”. Studia Histórica”, Historia Moderna, n° 20, p. 147.

494

Mientras, Luis XIV y el Emperador habían gestado un acuerdo

secreto que se firmó en Viena el 19 de enero de 1668 por el que se

repartían España1164.

El respiro bélico tras la firma de la paz con Francia y Portugal

sería, sin embargo, efímero y desaprovechado por las disputas internas

protagonizadas por don Juan José de Austria y el confesor de la Reina;

en el campo internacional se buscó fortalecer la posición de la

Monarquía en el concierto europeo estableciendo alianzas con las que

hacer frente a las aspiraciones expansionistas de Luis XIV1165.

1164 CASTILLA SOTO, J.: Op. cit., pp..211-212. 1165 SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la Monarquía Hispánica durante la Regencia de Mariana de Austria”, Studia Historica, Historia Moderna, n° 20, pp. 149-150.

495

CONCLUSIONES

En el Art. 1 del Tratado de los Pirineos se previene y acuerda que

“en adelante habrá buena, firme y durable Paz, confederación y

perpetua alianza y amistad entre los Reyes Cristianísimo y Católico....;

se amarán como buenos hermanos procurando con todo su poder el

bien, honor y reputación uno del otro; y evitarán de buena fe, en cuanto

les sea posible, el perjuicio el uno del otro”. Podemos decir que desde

la firma del Tratado el Rey Cristianísimo no sólo practica una política

perjudicial para los intereses de España, sino también que sitúa a

España, desde el primer momento, en el punto de mira de la ambición

de Francia. Los documentos consultados nos permiten calificar la

política de Francia durante los años sesenta del siglo XVII de “obsesión

española”.

La primera manifestación de esa política obsesiva que practica el

Rey Cristianísimo es en octubre de 1661, cuando, recién iniciado su

gobierno personal, aprovecha el incidente diplomático de Londres para

demostrar al mundo su prepotencia y que la hora de la hegemonía de

Francia había llegado. Incumpliendo el citado Art. 1 que le obliga a una

buena correspondencia con Felipe IV, expulsa de París al embajador de

España y exige a Madrid duras condiciones antes de aceptar las excusas.

El incidente de Londres marca las relaciones entre España y Francia

hasta 1667 y marca también desde su inicio la estancia del embajador de

España en París, el Marqués de la Fuente.

496

En la práctica, el resultado de este primer incidente no es

claramente favorable a Francia aunque Luis XIV hiciera una

interpretación tendenciosa; Felipe IV optó por plegarse a las exigencias

de Luis XIV y evitó una guerra, pero la declaración española no daba a

los embajadores franceses el derecho de pasar por delante de los

españoles en el futuro; ese era un derecho del que los españoles no

podían disponer puesto que dependía del monarca anfitrión. Lo que

podía hacer el Rey de España era ordenar a sus embajadores no

concurrir con los franceses, que es lo que ordenó, y “no concurrir” no es

lo mismo que “ceder”. Lo que hizo Luis XIV en las Cortes que

concedieron a España la precedencia (como la Corte Imperial) fue

enviar agentes de menor rango para evitar el conflicto. La

documentación consultada nos ha permitido conocer la negociación del

documento que el Marqués de la Fuente lee en la “audiencia de las

excusas”, algunos aspectos de esa audiencia contados por el propio

Embajador así como las consecuencias que se derivaron de la misma

para la Monarquía Católica, principalmente en sus relaciones con el

Imperio y nos permite afirmar que la actividad diplomática española en

esos momentos, concretamente la del Marqués de la Fuente y la del

Duque de San Lucar, fue de alto nivel.

La prepotencia que manifiesta Luis XIV ante España no se refiere

sólo a la imagen, “el Rey Cristianísimo procura por todos los caminos

destruir la Augustísima Casa de entre ambas líneas”, según declara el

Duque de San Lucar en 1667. Luis XIV, consciente de que España es

más débil sin Portugal, dedica sus esfuerzos a lograr que Portugal gane

la guerra. Para ello procura que España no tenga aliados. La estrategia

que practica Francia en esos años para aislar a España es desvelada por

el Marqués de la Fuente que se opone a ella con tenacidad. Son notables

497

los esfuerzos que realiza el embajador para conseguir la inclusión de

España en la liga que Francia negocia con Holanda consciente de que su

exclusión perjudica a España porque los Países Bajos quedan aislados.

El Marqués informa a Madrid del acercamiento de Francia a Inglaterra

(en contra de lo firmado el en Tratado de Paz porque, a través de

Inglaterra, Francia ayuda a Portugal, y apoyando el matrimonio de

Carlos II con Catalina de Braganza, colabora para que Inglaterra se aleje

de España); informa del preocupante acercamiento de Francia al

Imperio (la atracción de los príncipes electores y renovación de la Liga

del Rhin también es contraria al Tratado de Paz); informa del

acercamiento de Francia a Suecia, a Polonia y a Dinamarca, de la

injerencia en Grisones y Suizos, y de la incorporación de Lorena. El

Marqués de la Fuente pone de manifiesto que la política exterior que

sigue Francia vulnera lo pactado, es perjudicial para los intereses de

España y busca cortapisar todo intento de España de reconstruir su

política exterior. Propone algunas soluciones como el acercamiento al

Imperio para evitar el aislamiento de España, pero el acercamiento, que

se logrará con la boda de la Infanta Margarita con el Emperador, se

realiza despacio.

.

El enfrentamiento de Francia con Roma perjudica también a

España porque Roma es un aliado de España. Comprobamos que el

embajador de España juega un decisivo papel en este delicado conflicto

en que tanto Luis XIV como Alejandro VII asedian a Felipe IV con

peticiones para que se ponga de su parte. El Marqués de la Fuente,

consciente de que Luis XIV pide a Felipe IV permiso para pasar sus

tropas contra el Papa, en un momento en que Alejandro VII negocia a

las espaldas de Felipe IV el reconocimiento de ministro de Portugal,

consigue con su actuación que no estalle la guerra y consigue defender

498

los intereses de España que son evitar el enfrentamiento de Francia con

Roma y el enfrentamiento de España tanto con Roma como con Francia.

La información que el Marqués de la Fuente envía a Madrid muestra la

mala voluntad de Luis XIV que no quiere la mediación de España sino

su apoyo contra el Papa, y sólo mientras lo necesita en Italia, y muestra

también la ambición y altivez de los franceses. La documentación

consultada contiene datos interesantes sobre el forzado abandono de la

Dieta de Ratisbona que tiene que hacer el Marqués de la Fuente para

regresar a París ya que Felipe IV no podía prescindir de persona tan

cualificada en un momento en que las relaciones entre Francia y Roma

amenazaban con romperse, sobre la visita al Nuncio tras el incidente de

Crequi, y sobre la audiencia del Legado que pone fin al conflicto.

Portugal era en esos años el problema más grave para la

Monarquía Católica, como hemos visto en numerosas declaraciones del

Consejo de Estado, y por eso en el Tratado de los Pirineos se pretendió

aislar a Portugal y S.M. Cristianísima se comprometió a no dar al reino

de Portugal asistencia alguna. Pero, en contra de lo pactado, Francia

recibe embajador de Portugal, envía socorros y hombres para ganar la

guerra, concierta el matrimonio de Alfonso VI con princesa francesa,

etc. Aunque Luis XIV aceptó el límite de 50 millas para que sus barcos

pudieran ser reconocidos (después de intentar que fueran 20 millas), lo

que significó un triunfo diplomático del Embajador español, Francia

siguió comerciando abiertamente con Portugal incumpliendo también el

Tratado de Paz en lo referente al Comercio, como también lo incumplió

preparando una nueva armada, la nueva Compañía Occidental, para

competir en las Indias. El Marqués de la Fuente demuestra dotes de

buen embajador y buen espía pues llega a descubrir a los enviados de

Portugal para negociar ayudas o para negociar el matrimonio del

499

llamado rey de Portugal con princesa francesa, así como los envíos a

Portugal de ayuda militar. Su información es excelente, las pruebas son

irrefutables, pero no consigue que Francia deje de ayudar a Portugal y

las numerosas quejas que presenta en París son siempre desoías como

hemos visto.

Las numerosas cartas del Marqués de la Fuente y Actas del

Consejo de Estado consultadas nos han permitido conocer aspectos

inéditos de las relaciones de España con Francia en los momentos

preliminares de la guerra de Devolución. Especialmente importantes son

los documentos que narran la audiencia del Marqués de La Fuente con

Luis XIV en febrero de 1665 en la que el Rey muestra veladamente sus

designios y el Embajador los interpreta, así como los que narran la

entrevista que mantiene el Marqués con la reina Madre cuando muere

Felipe IV en la que ésta le insinúa los planes de Luis XIV. También

tiene interés el implacable memorial que el arzobispo de Embrún

presenta en Madrid explicando los planes de su Rey y las deliberaciones

del Consejo de Estado, reunido en Junta Extraordinaria, cuando el

Embajador de la Fuente comunica que Luis XIV celebra en París con un

Te Deum la toma de Tournay. Las Actas de las reuniones del Consejo

de Estado que estudian las numerosas las cartas del Marqués dirigidas a

la Reina y a los Secretarios, sus amigos, Blasco de Loyola, Luis de

Oyarguren y Pedro Fernández del Campo, explicando su gradual

pesimismo sobre el riesgo de la guerra en la que al principio no cree

pero que siempre teme, aportan información valiosa sobre los

Secretarios, los consejeros, la asistencia de los mismos a las reuniones

y, en algunos casos, sus votos particulares son fiel diagnóstico de la

situación general. Dichas Actas muestran también declaraciones del

Consejo de Estado en los inicios de la guerra, muy solemnes pero poco

500

eficaces. Sólo un año después de iniciada la guerra se formará la Triple

Alianza contra Francia.

.

La política de Luis XIV, contraria a lo pactado, obliga a Felipe IV

y a la Regente a realizar un enorme esfuerzo demostrado por las

numerosas pruebas que el Marqués de la Fuente obtiene del

incumplimiento que hace Francia de los acuerdos firmados y por la

gestión de las quejas que presenta en París. Podemos decir que en esos

años hay en Madrid una dependencia de la diplomacia francesa y, ante

la política desleal y agresiva de Francia, podemos hablar de actitud

defensiva de España más que de decadencia y abandono. El número de

“papeles” y por lo tanto el trabajo y la dedicación son muy abundantes

lo que demuestra interés por los asuntos y tenacidad en su seguimiento.

La política de acoso permanente demuestra que Francia siempre vio a

España como un peligro —lo que no coincide con la visión de

decadencia total que muchos tienen hoy referida a la España de esos

años—. En 1667, después de firmar la paz de Breda, cuando Francia

busca alianzas para conquistar Flandes y propone entregar a Inglaterra

dos importantes plazas a cambio de su ayuda reconoce que “de la

vecindad de los españoles se pueden temer peores consecuencias que de

traer a los ingleses a este lado del mar”. Podemos decir que Francia, a

pesar de practicar esta política que traiciona lo pactado, no consigue

minar a España y tiene que recurrir a invadir Flandes demostrando que

las armas son su verdadero poder.

La diplomacia francesa tuvo, durante los años citados, un gran

dinamismo. Luis XIV, con la ayuda de Hugues de Lionne, desarrolla el

importante instrumento de la diplomacia y sus embajadores hablan alto.

Utilizando amenazas, iniciando largas negociaciones, pagando

501

informadores, atando las manos de príncipes extranjeros —como Carlos

II de Inglaterra o los soberanos alemanes—, acordándoles subsidios,

preparando alianzas o matrimonios... Todo era bueno para afirmar la

presencia de Francia en Europa y preparar la guerra contra España.

La diplomacia española estuvo a gran altura. Destaca la figura

del Embajador, el Marqués de la Fuente, que juega un papel importante

en los conflictos referidos. Hemos podido conocer numerosos datos de

su biografía, su rica personalidad, las mercedes que recibió, las

dificultades económicas que padeció en el desempeño de su trabajo, —

dificultades que le llevaron en 1666 a la cima de la desesperación según

pone de manifiesto en numerosas cartas—. Las dificultades económicas

así como la percepción de la política exterior de Francia, perjudicial

para los intereses de España, llevaron al Marqués de la Fuente a un

estado de pesimismo grave, pero fue un pesimismo activo que no le

impidió seguir informando con puntualidad y acierto sobre los asuntos

de la embajada. Del Marqués de la Fuente destaca su lealtad a la

Monarquía, el peso del linaje en un magnate orgulloso servidor de los

Austrias, su compromiso y su experiencia negociadora. El Marqués

negocia con cautela pero con tenacidad, sopesa, analiza los riesgos y

defiende los principios de la política exterior española frente a la

ambición de Luis XIV. Son notorios los intentos del Marqués de salvar

la paz y de hacer entender a Luis XIV cosas que éste estaba ya resuelto

a no entender y es clarividente la insistencia y la urgencia del Marqués

en estrechar lazos con el Imperio. Todas las cartas que el Embajador

escribe a Madrid, escritas en muy rica y bella prosa, ponen de

manifiesto que Luis XIV no cumple la Paz de los Pirineos y, desde

1662, advierten de la guerra que se avecina: la guerra de Devolución.

502

La documentación consultada muestra también las dificultades de

la Hacienda española, muestra los nombres de los principales banqueros

que mantuvieron relación con el Marqués de la Fuente así como datos

sobre asientos, consignaciones y protestos de letras realizados en esos

años. Esos datos nos llevan a decir que la falta de recursos no permitía

sostener al embajador en Francia ni sostener la política programada. La

citada documentación muestra también el buen funcionamiento de la

maquinaria estatal, las Consultas son razonadas y numerosas —varias

veces en una semana relacionadas con asuntos de Francia—, y muestra

sobre todo el intento de la Monarquía Católica de hacer cumplir al Rey

Cristianísimo lo pactado y de defender el concepto de crédito o

reputación. Las Consultas del Consejo de Estado, refiriéndose al

embajador en Francia, insisten en que España no debe perder

“prestigio”, “fama”, “imagen”, “crédito”, “honra”, “honor”, “respeto”,

“admiración”, “grandeza”... Los consejeros de Estado temen el

descrédito de la Monarquía Católica si el embajador no recibe dinero,

sobre todo por ser Francia una corte tan atenta a especular sobre las

acciones de España, y temen también el aislamiento de España. Felipe

IV emite opiniones inteligentes sobre diversas materias políticas y

económicas en sus pareceres a las Consultas.

Podemos concluir diciendo que las relaciones entre España y

Francia entre la Paz de los Pirineos (1659) y la guerra de Devolución

(1667) estuvieron presididas por el incumplimiento que hace Luis XIV

del Tratado de Paz y por la política hostil a los intereses de España que

practica impidiendo a España la reconstrucción de una política exterior

que fundamentalmente consistía en terminar la guerra de Portugal y en

buscar aliados. En 1667 el Duque de San Lucar declara: “Francia,

desde que se firmó la Paz de los Pirineos, no se ha aplicado a otra cosa

503

que a fabricar nuestra ruina”. Felipe IV —como concluyó Robert

Stradling en 1988— “se enfrentó con fortaleza y habilidad a su destino

como soberano de un imperio estructuralmente enfermo”.

Tras la firma del Tratado no se inicia en España una etapa de

verdadera paz, como se deseaba, aunque las relaciones familiares

dieran la apariencia de una buena correspondencia entre ambas coronas.

La sexta década del siglo XVII no fue “tranquila” como la califica

Stradling pues hubo, como hemos visto, momentos de gran tensión.

Calderón de la Barca, en “La púrpura de la rosa”, obra escrita en 1660

para conmemorar la Paz y la boda de la Infanta con el Rey

Cristianísimo, acierta cuando, reflexionando sobre los años venideros,

intuye que las desavenencias entre España y Francia no han terminado

con la Paz de los Pirineos; sitúa lejos del espectador el amor entre los

reyes (en la escena ascienden al cielo); refleja luces y sombras en una

paz recién estrenada diciendo que el pueblo llora la alegría y canta la

tristeza, y mantiene la presencia de Marte en el escenario durante toda

la representación. El sol poniente que invade la escena final puede

interpretarse como la Declinación de la Monarquía Hispánica.

504

505

FUENTES MANUSCRITAS

1. ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS

1.1. ESTADO, FRANCIA

Legajos de la serie K llevados a Francia por Napoleón y devueltos a España en 1942. Contienen las cartas del Marqués de la Fuente escritas desde París a Madrid y las Consultas del Consejos de Estado que estudian dichas cartas. Leg. K 1386, K 1387, K 1388, K 1389, K1390, K1391, K 1392, K1393, K1394, K1407, K 1408, K 1409, K1410, K 1644, K1645.

2. ACHIVO HISTÓRICO NACIONAL

2.1.ESTADO

Libro 115, Lib. 116, Lib. 117, Lib. 118, Lib. 119, Lib. 120, Lib. 121, Lib. 122, Lib. 123, Lib. 124, Lib. 125, Lib. 126, Lib. 127, Lib. 128, Lib. 129, Lib. 130, Lib. 133, Lib. 134, Lib. 135, Lib. 136, Lib. 137, Lib. 138, Lib. 139, Lib. 140, Lib. 268, Lib. 269, Lib. 271, Lib. 357, Lib. 720, Lib. 727, Lib. 865. Contienen cartas del Marqués de la Fuente desde Venecia, Ratisbona, Viena y París a Felipe IV y a la Reina Doña Mariana. También las cartas de Felipe IV y la Reina Doña Mariana al Marqués

Legajo 248, Leg. 799, Leg. 1611, Leg. 1923, Leg. 2810, Leg. 2778, Leg. 2791, Leg. 2797, Leg. 3455, Leg. 3457, Leg. 4837, Leg. 4838 contienen nombramientos, instrucciones, poderes, tratados internacionales o proyectos de liga firmados entre 1659- 1667 .

2.2. CONSEJOS SUPRIMIDOS

Libro 2752, Lib. 2755, Leg. 9046, Leg. 9270, Leg. 11724, concesión de títulos.

506

2. 3. ORDENES MILITARES

Leg. 24. El Marqués de la Fuente caballero de Santiago

3. BIBLIOTECA NACIONAL DE MADRID

3.1. MANUSCRITOS

Los Mss. 2387 y el 18400 contienen crónicas de las fiestas que se hicieron en Madrid por la boda de Luis XIV con la Infanta María Teresa tras la firma de las paces tan deseadas, de las fiestas que se hicieron en Francia, del viaje de Felipe IV a Bidasoa, de la Jornada de Guipúzcoa y de la entrada de la Infanta María Teresa en París. Dicho legajo contiene también la relación de la entrada y recibimiento que se hizo a la Sra. Emperatriz de Alemania, Doña Margarita, en la ciudad de Viena, las capitulaciones de paz entre el rey de España y el rey de Inglaterra, la relación de la entrada y coronación del Serenísismo Rey de Inglaterra Carlos II y el viaje del nuevo Embajador Extraordinario de España en Londres.

El Mss. 2388 contiene la relación del bautizo del príncipe Carlos, noticias de la embajada de España en Holanda (1661), del casamiento de Catalina de Braganza y de la llegada de María Teresa a París. El Mss. 2389 contiene datos sobre el incidente de Londres, sobre el incidente del Duque de Crequi y sobre la boda de Catalina de Braganza con Carlos II de Inglaterra.

El Mss. 8686 aporta información sobre asuntos referentes a la guerra de Portugal: 2/21200 (sobre el incidente de Londres), 3/32127 (Tratado de los derechos de la Reina Cristianísima sobre varios estados de la Monarquía Española, 3/48773 (Defensa del derecho de María Teresa de Austria, reina de Francia, a la corona de España), V.E. 48-62 ( Franco de Cora pide a Alejandro VII que favorezca con armas espirituales la causa de S.M. Católica contra el rebelde portugués).

Mss. 9131: contiene información sobre sucesos de la armada en Cádiz (1663).

3. 2. RAROS

507

R/28658- 8, relación del recibimiento que se hizo al Embajador francés que vino a recoger a la Infanta María Teresa, R/19195 y R/19570, respuestas de González Salcedo y de Ramos del Manzano a las pretensiones de la Reina Cristianísima.

4. REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

4. 1. COLECCIÓN SALAZAR Y CASTRO

9/1315, 9/ 1449, A-78, A-79, A-88, C-22, D-19, D-21, D-27, D-31, D-42,

K-79, L-66, folleto 30, M-4, 5/2340. Contienen datos biográficos del Marqués de la Fuente y su familia así como árboles genealógicos.

5. ARCHIVO GENERAL DE PALACIO

5. 1. SEC. HISTÓRICA. EMBAJADAS. Felipe IV, caja 43, expediente 3 (gastos de las fiestas de 1659).5. 2. EXPEDIENTES PERSONALES Caja 1028/19, reclamaciones de dinero del Marqués de la Fuente.

508

509

BIBLIOGRAFÍA

ABREU BERTODANO, J.A.: Colección de Tratados de paz... hechos por los pueblos, reyes y demás príncipes de España..., Parte VII, Madrid 1751.

ALCALÁ ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO, J.: La reflexión política en el itinerario del teatro calderoniano”, Madrid 1989. (Discurso de entrada en la Real Academia de la Historia).

-, “Zúñiga, Olivares y la política de reputación”, en La España del Conde-Duque de Olivares, Encuentro internacional sobre la España de Conde Duque de Olivares celebrado en Toro los días 15-18 septiembre de 1987. -, Razón y crisis de la política exterior de España en el reinado de Felipe IV, Madrid 1977.- Velázquez y Calderón: dos genios de Europa, 2000. ALCALÁ Zamora J. y PÉREZ SANCHEZ, E.

ALDEA VAQUERO, Q.: “La segunda fase de la Contrarreforma” en Historia de España, R. Menéndez Pidal, (Tomo XXV: La España de Felipe IV). Madrid 1982.

ALENDA Y MIRA, J.: Relación de solemnidades y fiestas públicas de España, Madrid, 1903.

ARANDA PÉREZ, F.J. (coord.): La Declinación de la Monarquía Hispánica en el Siglo XVII, Cuenca, 2004.

BARRIOS, F.: El Consejo de Estado de la monarquía española 1521-1812, Madrid 1984.

BÉLY, L.: Les rélations internationales en Europe XVII-XVIII siècles, 1998.

BERENGUER, J.: La guerre et la paix dans l´Europe du XVII siècle, 1991.

BERNARDINO DE MENDOZA: Teoría y práctica de guerra, Madrid, 1998.

BENNASAR, M.B.: Historia Moderna, Madrid 1998.

510

BURKE, P.: El uso de la imagen como documento histórico, Barcelona 2001.

-, La fabricación de Luis XIV, Madrid 1995.

CALDERÓN DE LA BARCA, P.: La púrpura de la rosa, B.A.E. Tomo II.

CALVO POYATO, J.: Juan José de Austria. Un bastardo regio, Barcelona 2002.

CALLIERES: De la manière de négocier avec les souverains, Ryswick 1757.

CÁNOVAS DEL CASTILLO, A.: Historia de la decadencia de España, Málaga 1992.

-, Estudios del reinado se Felipe IV, Tomo II, Madrid 1888.-, Bosquejo histórico de la Casa de Austria en España, Madrid

1911.

CASTILLA SOTO, J.: “Las relaciones entre Felipe IV y Carlos II de Inglaterra durante el protectorado de Cronwell (1656-1659)”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, UNED, Madrid 1989.

-, Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV): su labor política y militar, Cuadernos de la UNED 1992.

CONTRERAS, J.: Carlos II el hechizado. Poder y melancolía en la corte del último Austria, Madrid 2003.

DELEITO Y PIÑUELA, J.: El rey se divierte, Madrid, 1988.-, También se divierte el pueblo, Madrid 1988.

DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Política y Hacienda de Felipe IV, Madrid 1960.

-, “España ante la Paz de los Pirineos”. Hispania, XIX, nº. LXXVII, 1959.

ECHEVARRIA BACIGALUPE, M.A.: La diplomacia secreta en Flandes 1598-1643, Leioa 1984.

-, Flandes y la Monarquía Hispánica 1500.1713, Madrid 1998.

EGIDO, A.: La púrpura de la rosa, Teatro de la Zarzuela, Madrid 1999.

511

ELLIOTT, J.H.: El Conde Duque de Olivares, Barcelona 1998.-, “A question of Reputation Spanish Foreing Policy in the Seventeenth Century”, Journal of Modern History, 55, pp. 475-483.

ESCUDERO LÓPEZ, J.A.: Los Secretarios de Estado y de Despacho (1474-1724), Madrid 1969.

ESTENAGA Y ECHEVARRÍA, N.: El Cardenal Aragón, París, 1929.

FERNÁNDEZ ALMAGRO, M.: Política naval de la España Moderna y Contemporánea, Madrid 1946.

FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M.: Felipe II y su tiempo, Madrid 1998.-, “El fracaso de la hegemonía española en Europa” en Historia de España, R. Menéndez Pidal, La España de Felipe IV. Vol XXV, Madrid 1982.

FERNÁNDEZ DURO, C.: La armada española, Madrid 1895-1903.

GARMA Y DURÁN: Teatro universal de España, Tomo IV, Barcelona 1751.

GOMEZ CENTURIÓN, C.: “Luis XIV y su época”, Cuadernos de Historia 16, nº 93.

GONZÁLEZ ARNAO, M.: “El embajador de Cronwell asesinado en Madrid”, Historia 16, Año VIII, nº 82.

GONZÁLEZ ENCISO A.: “El comercio de los europeos y el comercio español en el siglo XVII”, en Calderón de la Barca y la España del Barroco, ALCALÁ ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO, J. y BELENGUER, E. (coords). Madrid 2001.

GRAF VON KALNEIN, A.: Juan José de Austria en la España de Carlos II. Historia de una regencia, 2001.

GUTIERREZ NIETO, J.I.: ”El pensamiento económico, político y social de los arbitristas” en Historia de España de Menéndez Pidal, Vol. XXVI (1) Madrid, 1986. HAMILTON, E.J.: Guerra y precios en España 1651-1800, Madrid 1988.

512

HERRERO SÁNCHEZ, M.: Las Provincias Unidas y la Monarquía Hispánica. 1588- 1702, Madrid 1999.

-, El acercamiento hispano neerlandés 16481678, Madrid 2000.

HIEDEN-RYNSCH, Verena von der: Cristina de Suecia. Una reina enérgica, 2001.

ISRAEL, J.: La república holandesa y el mundo hispánico 1606-1661, Madrid 1997.

JOVER ZAMORA, J.M.: “Tres actitudes ante Portugal restaurado”, HISPANIA, Madrid 1950, XXXVIII, Tomo X.

-, “Monarquía y nación en la España del siglo XVII”, Cuadernos del Historia de España”, XIII, 1950.-, El sentimiento de Europa en la España del siglo XVII, Valencia

1950.

JUSTI, C.: Velázquez y su siglo, Madrid 1999.

KAMEN, H.: La España de Carlos II, Barcelona 1981.-,“España en la Europa de Luis XIV”, Historia de España R. Menéndez Pidal. Vol. XXVIII, Madrid 1993.

LORENZANA DE LA PUENTE, F.: “Política y hacienda en 1660-1664. Las últimas cortes de Castilla”, en Política y hacienda en el Antiguo Régimen, (Coords. FORTEA,

PÉREZ, J.I., CREMADES GRIÑÁN, C.), Murcia 1993.

LUIS XIV DE FRANCIA: Memorias del rey sol, 1942.

MARAÑÓN, G.: El Conde Duque de Olivares. La pasión de mandar, Madrid 1980.

MATHIEU-ROSAY, j.: Los Papas, de San Pedro a Juan Pablo II, Madrid 1990.

MAURA Y GAMAZO, G. Duque de: Vida y reinado de Carlos II, Madrid 1990.

513

MENDOZA, Bernardino de: Teórica y práctica de la guerra, Madrid 1998.

MILLARES CARLO, A.: Tratado de Paleografía española, 1983.

MOLAS RIBALTA, P.: Intoducción a “Historia de España R. Menéndez Pidal, XXVIII, Madrid 1993.

MONTPENSIER, Mademoiselle: Memoires, París, 1901.

MOREL FATIO, A.: Recueil des instructions aux embassadeurs, París, 1894.

NIETO NUÑO, M.: Diario del Conde de Pötting, embajador del Sacro Imperio en Madrid, (1664-1674), Madrid 1990.

OCHOA BRUN, M.A.: “La diplomacia española en el ocaso de la gran época”, estudio preliminar en Diario del Conde de Pötting, embajador del Sacro Imperio en Madrid (1664-1674), NIETO NUÑO, M., Madrid 1990.

-, Historia de la Diplomacia Española, Madrid 2003.-, Historia de la Diplomacia española, Repertorio Diplomático, Apéndice I, Madrid 2002.-, Embajadas y embajadores en la Historia de España, Madrid

2002. “El incidente diplomático hispano-francés de 1661”, Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo CCI, Cuaderno I, Madrid 2004.- Historia de la Diplomacia Española, La edad barroca, II,

Madrid 2006.

OTERO LANA. E.: Los corsarios españoles durante la decadencia de los Austrias. Madrid 1999.

PALOMINO: Varia Velazqueña, Tomo II, Madrid 1960.

PARKER, G.: La crisis de la monarquía de Felipe IV, 2006.

PASTOR: Historia de los Papas, Tomo XIV, Vol. XXXI, Barcelona MCML.

PAZ Y MELIÁ: Los avisos de Jerónimo Barrionuevo, B.A.E., CCXX, Madrid 1969.

514

PEPYS, S.: Diarios (1660-1669), 2003.

PÉREZ SÁNCHEZ, A.: “Velázquez y su arte” en Velázquez, Museo del Prado, Madrid 1990.

PRESTAGE, E.: As relaçoes diplomáticas de Portugal com a Francia, Inglaterra e Holanda, de 1640 a 1668, Coimbra 1928.

RAHN PHILLIPS, C.: seis galeones para el rey de España. La defensa imperial a principios del S. XVII, 1986.

RENOUVIN, P.: Historia de las relaciones internacionales, Madrid 1960.

RIBOT, L.A.: “La presencia de la Monarquía de los Austrias en Italia a finales del siglo XVII”, en Calderón de la Barca y la España del Barroco, J. ALCALÁ ZAMORA y E. BELENGUER (Coords.)

-El arte de gobernar. Estudio sobre la España de los Austrias, 2006.

-La revuelta antiespañola de Mesina. Causas y antedenetes, 1982.

-Las revueltas de Nápoles y Sicilia, (1647-1648), en Cuadernos de Historia Moderna, XI, Madrid 1991.

BELENGUER (coords.), Madrid 2001.

ROPS, D.: Historia de la Iglesia de Cristo, Madrid 1972.

RUIZ MARTÍN, F.: Las finanzas de la Monarquía Hispánica en tiempos de Felipe IV, Madrid 1990,

SALINAS, D.: La Diplomacia española en las relaciones con Holanda durante el reinado de Carlos II (1665-1700), Madrid 1989.

SALORT PONS, S.: Velázquez en Italia, Madrid 2.000.

SALVADOR ESTEBAN, E.: “La quiebra de la hegemonía hispánica en Europa. Un proceso complejo”, en “La Declinación de la Monarquía Hispánica”, ARANDA PÉREZ, F.J. (Coord.), Cuenca 2004.

515

SÁNCHEZ BELÉN, J.A.: “Las relaciones internacionales de la monarquía hispánica durante la regencia de Mariana de Austria”. Studia Histórica, Vol. 20, 1999.

-, La presencia inglesa en el Estrecho a finales del siglo XVII, 1988.

- “La política interior del reinado de Carlos II (1665-1680)”, en Calderón de la Barca y la España del Barroco”, ALCALÁ ZAMORA J. y BELENGUER E. (coords). Madrid 2001.-, Estudio preliminar de “Teórica y práctica de la guerra” de Bernardino de Mendoza, Madrid 1998.-, La política fiscal en Castilla durante el reinado de Carlos II, Madrid 1996.-, “Los comerciantes franceses en Castilla y la Represalia de 1667”, con RAMOS MEDINA, M.D. en Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, 7, Historia Moderna, Madrid 1994.

SÁNCHEZ MARCOS, F.: “Cataluña y el gobierno central tras la guerra de los segadors”, Barcelona 1983.

SANZ AYÁN, C.: Los banqueros de Carlos II, Valladolid 1989.

SCHAUB, J.F., La Francia española. Las raíces hispanas del absolutismo francés. 2004.

SECO SERRANO, Carlos: Cartas de Sor María Ágreda y Felipe IV, B.A.E., Epistolario español, Tomo V.

STEIN, L.: “En esas músicas bellas...”. “Calderón y el afecto musical”. En Calderón de la Barca y la España del Barroco, ALCALÁ ZAMORA, J. Y BELENGUER, E. (coord.).Madrid 2001.

STRADLING, R.: Felipe IV y el gobierno de España 1621-1665, Madrid 1989.

- Europa y el declive de la estructura imperial española 1580-1720, Madrid 1992. - La armada de Flandes. Política naval española y guerra europea, 1568-1668, Madrid 1992.

VALLADARES, R.: “El Tratado de Paz de los Pirineos: una revisión historiográfica (1888-1988)”. Espacio tiempo y Forma, serie IV, n° 2, 1989, pág.125-139.

516

-, Banqueros y vasallos. Felipe IV y el Medio General (1630-1670). Cuenca 2002.

-, Felipe IV y la Restauración de Portugal, Málaga 1994.-,Portugal y la Monarquía Hispánica, 1580-1668, Madrid 2002.

VERISSIMO SERRAO, J.: “A Restauraçao e a Monarquía absoluta (1640-1750), en Historia de Portugal, vol. V, Lisboa, 1980.

VISCEGLIA, M.A.: “Convergencias y conflictos. La Monarquía Católica y la Santa Sede”, en Studia Histórica, Vol. 26, 2004, pp. 155-190.

517

APÉNDICE DOCUMENTAL

Documento n° 1

Respuesta del Marqués de la Fuente a la carta de S.M. Felipe IV que le pide volver a París. El Marqués de la Fuente alega razones para no regresar.

AGS, Estado, Francia, Leg. K1386, S. Nicolás de Nancy, 15 noviembre 1662.

“La noche antecedente al día de salir de Lorena y entrar en Alemania, recibí un despacho de V.M., fecha 30 del pasado, en que se sirve decirme que, por las consideraciones que refiere, tiene por bien que si hubiese dado principio a mi viaje vuelva a París. Y, después de pedir la mano a V.M. por la honra que me hace, queriendo servirse de mí en los negocios a que da el primer lugar en su estimación, diré que quisiera poder dividir en tantas partes mi persona como son las obligaciones, los deseos y celo de satisfacer a ellas. Y entraría con más recato al asegurar esto a V.M. si no lo hubiese asegurado con tantos actos repetidos mi obediencia. Estos, Señor, son los más fieles testigos de cuantos puedo presentar a V.M. en abono del desconsuelo que me ocasiona verme obligado violentamente de la imposibilidad a romper el orden a la cláusula inseparable de todos aquellos despachos en que satisfaciendo a las órdenes, no he gastado más artículos que los bastantes para decir como V.M. quedaba obedecido o yo pronto a obedecerle; pero soy tan desgraciado que no puedo continuar en este estilo, bien que por el crédito y honra que me aumentaba V.M. a los ojos del mundo por las que volvía a recibir del Rey y las Reinas, y por mandármelo V.M. (que es lo más) no podía desear otra cosa ni el amor con que le sirvo, ni mi vanidad.

Pero como al mayor celo se rinde solo lo dificultoso, no lo imposible, puedo, debajo de juramento tan sacrosanto como el de la vida de V.M., asegurarle que las veinticuatro horas que han corrido desde llegar hasta satisfacer a este despacho, las he gastado en sentir las dificultades y pensar en los medios para superarlas. Más, aunque esforcé el deseo con la consideración de mi propia conveniencia, quedó uno y otro vencido del hallarme sin un tiro de caballos que pudiese servirme por haber gustado S.M. Cristianísima del último de tres que llevé para mi persona, sin más que dos coches de compañía, con un número tan limitado de criados de todos géneros, que apenas hasta para el servicio forzoso, con solas las alhajas que se llevan a los bosques, sin casa, habiéndola despedido, y no queriéndola arrendar, por ser del duque de Crequi, y con la salud tan trabajada, como se puede juzgar, habiendo venido en coche, cuando padezco el achaque que por respeto callo, y por habérsele escrito, días ha, a D. Luis de Oyarguren. A todo esto se añade el embarazo mayor de hallarme sin carta credencial, habiendo salido del Reino, con que volvería aventuradísimo al desaire de que me dificultasen la audiencia; y cuando lo que en aquel gobierno se observan las formalidades más menudas del punto, particularmente hoy, no justificase este recato, lo justifica lo que me sucedió con la última carta de mano propia de V.M. para el Rey Cristianísimo, pues hallándome ya

518

despedido y deseando ejecutar lo que V.M. me mandaba, (como le di cuenta de haberlo hecho en despacho del 3 del corriente), le esperé en el aposento de la Reina y diciéndole que como no sabía cual era el papel de los despedidos, ignoraba el medio por el que poner en sus manos un despacho que tenía de V.M.. me respondió que bien podía dársele, pues aún no había salido de París, y esto tan mesurado que afixó en mi el concepto de que no dice ninguna palabra a caso. Y no pudiendo dejar de haberse reparado ahí en la dificultad de hallarme sin este despacho, si este correo me alcanzase ya fuera del Reino y sin mi casa, creo firmemente que V.M. me envió la orden de no salir o de volver, suponiéndome en París, o poco distante con todo mi tren; y que en sabiendo que esté ya en Viena o muy adelantado en la navegación del Danubio, y yo a distancia de poder repararme de mis achaques en el término de cinco días con el reposo de la barca, reconocerá que no siendo tratable mi vuelta, no me quedaba otro partido que el de seguir mi viaje, pues habiendo pensado en hacer alto hasta que, entendiendo V.M. los términos en que me hallaba, tomase la resolución proporcionada a ellos, no me lo ha permitido el considerar que con todos los medios posibles de dinero no fuera posible volver a conducir mi casa desde Viena (en el tiempo que hace), en menos de tres meses, y puesto esto, no me ha dejado arbitrio, ni le he tenido en toda mi vida, y toda ella he puesto de mi parte tan sin venderme, cuanto ha sido posible para ejecutar las órdenes de V.M., le suplico poniéndome a sus pies con todos mis servicios, que me honre, por premio de todos, con creer que en tantos accidentes y ocasiones que ha trabajado mi ánimo, ninguna tanto como el no hallar ahora forma que me asegurase el morir con la vanidad de haber ejecutado hasta la última hora las órdenes de V.M. No digo sin replicarle, pues esto no ha sido ni será jamás, ni ahora es más que diferir la ejecución de lo que me ordena, pero aún siendo así me desconsuela bien que me repararé si en habiendo reconocido V.M. lo que contiene este despacho tuviere por bien otra cosa, pues, hallándome ya con mi casa, menos el alma y la honra, con todo lo demás lo sacrificaré por ejecutar no sólo lo que pareciere servicio sino el más leve gusto de V.M. cuya católica persona guarde Dios como la cristiandad ha menester”.

Documento n° 2

Respuesta de Francia a la “Relación de las cosas en que se ha entendido que por parte del Rey Cristianísimo se ha fallado a la obediencia de los capítulos de la Paz”.

AGS, Estado, Francia, Leg. K1387, agosto 1663.

“Al Rey le ha producido un gran disgusto la lectura de la Memoria que el Sr. Marqués de la Fuente ha puesto en manos de la Reina madre, que lleva por título Relación de los hechos en los cuales se ha sabido que por parte del Rey Cristianísimo se ha fallado en la observación de los artículos del Tratados de paz. La causa del disgusto que ha tenido S.M. no ha sido tanto por ver su honor atacado por algo que sería más justamente calificado de libelo difamatorio, por estar llena de imposturas y de calumnias destinadas a destruir, sino por el hecho de que, estando autorizada por el Rey Católico y puesta en manos de la Reina por su embajador, S.M. Luis XIV ha sacado como consecuencia bastante lógica que las mismas personas que han tenido la maldad de lanzar semejantes falsedades en el ánimo del Rey Felipe podrían también con el mismo fundamento haber tenido el crédito de alterar y debilitar ese afecto y esa ternura de hermano, de tío y de padre, que le ha

519

producido después del matrimonio de S.M. una de las más dulces satisfacciones de su vida.

Se tienen noticias de que los ministros del Rey Cristianísimo han iniciado nuevas negociaciones con todos los príncipes de Europa, hasta con los duques de Curlandia y de Moscú y con el turco procurando turbar los ánimos de los amigos y que los indiferentes se pongan de otra parte.

Si se comprueba investigando el tema, como S.M. Cristianísima desea, que alguno de sus ministros haya hecho alguna negociación de esta naturaleza, como habría faltado a su deber y actuado en contra de la intención de S.M., ella se compromete a castigarlo ejemplarmente. Pero sería necesario que los ministros de S.M. Católica para ser más convincentes hubieran al menos avanzado indicios verosímiles. Puesto que, en primer lugar, en relación a los ducados de Curlandia, de Moscú y del turco, aunque los ministros franceses hubieran tenido la voluntad de la que se les acusa, no les habría sido posible, ya que desde que ha tomado sola en su mano la dirección de todos los asuntos, S.M. no ha tenido delante de esos príncipes ni embajador ni residente ni enviado. S.M. protesta y asegura con palabra de príncipe que no ha tenido ningún comercio ni comunicación de cartas ni de otra naturaleza en ninguna de aquellas tres cortes. Se puede añadir a esto que aunque la Puerta no haya estado nunca sin un embajador de Francia, que tanto los predecesores de S.M. como S.M. han acostumbrado a tener para la protección de los santos lugares y de los cristianos en levante, se da la circunstancia de que, desde la vuelta del Sr. de la Haye, que partió de Constantinopla hace ya dos años, no se ha enviado ningún ministro para cubrir este puesto, ni siquiera uno de menor representación.

Se han hecho ligas con la mayor parte de los potentados de Europa, con los unos para que no asistan a España si invadiera Francia sus dominios, y con los otros para divertir las fuerzas del Emperador y dificultar que pueda enviar socorros para conservarlos.

Todo reproche general no prueba nada y en consecuencia es injusto y ofensivo. Es preciso decir y especificar particularizando qué tratado ha hecho el Rey, en el que haya un artículo que obligue al príncipe o al estado contratante con Su Majestad a no asistir a España en caso de que Francia le ataque, o para desviar las fuerzas del Emperador e impedir que pueda enviar asistencias a S.M. Católica. Y si se encuentra uno sólo que contenga una u otra de las dos causas o incluso algo de lo cual indirectamente puedan ser inferidos, S.M. acepta todos los reproches que se le hacen. Pero, por el contrario, siendo las cosas completamente diferentes como será fácilmente comprobable ante los príncipes con quienes su Majestad hace tratados, cree S.M. que el rey, su suegro, juzgará que es de su propio servicio castigar a los que abusan tanto de la bondad que tiene de escucharlos.

Con los esguizaros y grisones se hacen apretadas diligencias para apartarlos de la liga y confederación que tienen con esta corona y con la casa de Austria.

520

El Embajador del rey en Suiza no ha hecho más diligencias, desde hace dos años que le envió el Rey, que culminar el tratado de la antigua Alianza, que S.M. ha tenido siempre con los cantones, desde la paz perpetua firmada en el año 1516 y renovada en 1654. Pero aunque éste sea un asunto muy ordinario y no puede extrañar a nadie, el rey ha sabido que el sr. Casati no ha dejado de aludir a ello continuamente en sus cartas y desde hace algún tiempo con su presencia. En lo cual se ve que los ministros de España han creído deber prevenir por denuncias infundadas las que Su Majestad podría hacer más justamente por su conducta.

Intentan que Borgoña pierda la neutralidad que hasta ahora ha tenido.

Respecto a la neutralidad del Franco-condado, es verdad que los reyes predecesores la han acordado o rechazado a veces según la necesidad y las circunstancias del momento, y S.M. no ha testimoniado ninguna resistencia en aceptarla más que por ser algo completamente superfluo y parecería poner en duda la seguridad de un tratado tan solemne como el de los Pirineos reforzado incluso por los estrechos lazos de su matrimonio.

El rey Cristianísimo intenta apartar de los intereses de la casa de Austria al elector de Brandeburgo.

El elector de Brandebourg ha despachado aquí con el Barón Blumental para hacer un elogio al Rey acerca del nacimiento de la difunta Señora, él había manifestado además un cierto deseo de entrar en la alianza de los príncipes del Rhin para el mantenimiento de la paz en el imperio, pero el asunto no ha podido prosperar por la oposición del sr. Duque de Neoburgo. El Rey no tiene ningún ministro cerca de dicho elector y si las negociaciones que este príncipe ha hecho para tener la amistad de su majestad se pueden calificar como un atentado a dicha majestad para separar a dicho príncipe de los intereses de la casa de Austria, S.M. se remite al juicio del Rey Católico. Pero aunque este atentado fuera cierto, no dejaría tampoco de ser extraño tantas diligencias, tanto envíos de monjes y de otras personas para apartar a cada uno de los tres electores eclesiásticos de la amistad de S.M. de la cual ella no se queja.

Francia solicita que el turco no se ajuste con el Emperador.

El Rey aquí presente asegura con fe y palabra de príncipe no haber tenido ninguna parte imaginable en lo que pasa entre la corte de Viena y la Puerta. Todos los príncipes aliados suyos declararán si es necesario que S.M. ha tenido en ello una conducta completamente opuesta. El Emperador mismo sabe bien lo que no ha querido aceptar desde el nacimiento de los problemas en los que se encuentra, y el Sr. Marqués de la Fuente no lo ignora tampoco.

Francia insta a la corona de Suecia para que rompa la paz con el Emperador.

521

La liga del Rhin no se basa en otro fundamento ni el Rey se ha propuesto otro objetivo al formarla que la conservación de la paz en el Imperio, por lo que esta alianza hasta el presente ha conseguido su fin, a pesar de la disposición contraria de los que creyéndose mal tratados en las condiciones del tratado de Münster lo verían romper con gran gusto. Por otra parte, si la intención de su majestad hubiera sido llevar la corona de Suecia a romper con el Emperador, más bien éste se habría dado cuenta, tal vez, del hecho de que no habría sabido hablar del deseo.

S.M. Cristianísima no ha admitido a la corona de España en el tratado de liga hecho con los holandeses, aunque lo propuso el conde de Fuensaldaña, lo que va en contra del capítulo 15 del Tratado que dice que se convidará a todos los príncipes y potentados a entrar en él.

El Rey ha tenido diversas consideraciones que conciernen tanto a la corona de España como a otros soberanos para no desear obligarse -por un artículo expreso del tratado que ha hecho con Holanda- a convidar a los otros príncipes y estados a entrar en él. Por otra parte, ha parecido a S.M. que habiendo hecho España en Münster un tratado tan estrecho con las Provincias Unidas, y después otro con S.M. en los Pirineos, S.M. bien podía renovar también su antigua alianza con las citadas Provincias Unidas sin que hubiera necesidad de llamar al Rey Católico, tanto más cuanto esto era en una conjetura en la que se consideraba que su inclusión en el tratado hubiese podido envolver pronto a Francia y a los estados en una guerra que se creía entonces inminente entre España e Inglaterra.

Sin embargo, es bastante sorprendente que los ministros del Rey Católico quieran regular la dirección de los otros estados según los intereses de España únicamente y califiquen de contravención a la paz la omisión de haber incluido a dicho Rey en un tratado puramente defensivo que se hace entre otros dos estados.

El Rey Cristianísimo trata con el Rey de Inglaterra una unión perjudicial para España como es hacer una liga para que envíe sus armas marítimas a infestar las Indias mientras Francia divierte las fuerzas de la casa de Austria en Europa.

El Rey no ve que él divida en modo alguno las fuerzas de la casa de Austria en Europa. Sólo sabe que habiendo recibido en Roma la mayor ofensa que pueda hacerse a un príncipe de su consideración, las fuerzas con las cuales la casa de Austria ha cubierto Italia, han dado hasta el presente apoyo y soporte moral a los parientes del Papa para rechazar las reparaciones que toda la cristiandad reconoce son debidas a una injuria tan grande. Su Majestad no sabe tampoco que el rey de Inglaterra haga ningún nuevo ataque a España en las Indias, y si lo hiciera no sería nuevo ni sorprendente vista la declaración que abiertamente hace España de no querer paz ni tregua con ninguna otra nación más allá de la línea. Por otra parte, no sería justo imputar tales incidentes, aunque fueran ciertos, a los movimientos que hace S.M. al rey de Gran Bretaña, ni reprochar a S.M. lo que ocurre entre los chinos y los tártaros, ya que no tiene parte ni conocimiento, ni en lo uno ni en lo otro. En fin, el Rey no trata nada con el Rey de la Gran Bretaña que pueda ser perjudicial

522

para España, pero los ministros de S.M. Católica han querido por esta queja prevenir las que S.M. podría hacer justamente, y sin embargo no hace: negociaciones de un hombre, cuyo nombre se desconoce, que hace las idas y venidas de Londres a Madrid para intentar no sólo separar al Rey de la Gran Bretaña de la amistad con el Rey, sino comprometerlo contra esta corona.

El hermano del Sr. Colbert ha pasado a Portugal a tratar del casamiento del tirano con la hija menor del duque de Orléans difunto, dándole gran dote y ofreciéndole gran suma de dinero cada año para la guerra.

S.M. tiene tan poco interés en el pretendido tratado de matrimonio de Mademoiselle de Alençon, que desde que tuvo conocimiento del rumor que se ha vertido maliciosamente en el ánimo del Rey Católico ha dado orden al Arzbispo de Ambrún, su Embajador, de comprometer su fe y su palabra en que jamás se celebrará este matrimonio. El asunto está, por otra parte tan lejos de toda apariencia, que si no se conociese perfectamente la probidad del señor Marqués de la Fuente, se podría creer que cualquier otro ministro, habría expresamente forjado este fantasma para atribuirse después el mérito y la gloria de haberlo desvanecido.

El mismo Colbert llevó a Portugal 300.000 ducados en dos veces para asistir a las cosas de aquel reino, y también dispuso que Mrs. Shomberg, Maestro de Campo, general del ejército del Rebelde, que estaba para embarcarse y dejar aquel servicio, continuase en él, ofreciéndole que sería puntualmente asistido con su sueldo por parte del Rey Cristianísimo y pagándole lo que se le debía de él con el socorro de dinero que llevó Colbert.

La fábula que se cuenta de los trescientos mil escudos enviados a Portugal y de haber detenido al Sr. Shomberg que estaba a punto de embarcarse para volver, es responder de una manera sorprendente al afecto y sinceridad con que S.M. ha procedido siempre en este asunto, no habiendo rechazado nada al difunto conde de Fuensaldaña ni al Marqués de la Fuente de todo cuanto han podido pedir para impedir que Portugal recibiera del reino de Francia la menor asistencia de cualquier naturaleza que fuese, habiendo expulsado de París a los sospechosos de comunicarse con portugueses, habiendo cesado un regimiento de infantería con destino al servicio de Shomberg, habiéndole quitado su cargo de Capitán lugarteniente de los gendarmes escoceses, del cual había rechazado 50.000 escudos. Estas eran, al parecer, todas las demostraciones de resentimiento que S.M. podía hacer contra un hombre que no es súbdito suyo por nacimiento. Disipando toda clase de levas en su reino desde que tuvo conocimiento e impidiendo en sus puertos toda clase de embarques para Portugal bajo pena a todos sus súbditos de perder sus bienes, incluso la vida en ciertos casos; aunque las piraterías continuas que los armadores españoles ejercen desde la paz con tanta inhumanidad sobre los barcos y mercaderes franceses, sin que se haya podido obtener jamás en Madrid la menor justicia, hubieran podido dar a S.M. un más justo motivo para proceder de otro modo, viendo hacer a sus hombres una guerra efectiva y mucho más cruel que cuando se tenían todavía las armas en la mano.

523

Habiendo hecho Colbert escala en Galicia en el último viaje, aunque se tuvo noticia del intento con que iba, no se le detuvo por lo que se desea mantener la buena correspondencia con Francia; acción que debía obligar al Rey Cristianísimo a muy grande demostración en la prohibición de asistencias a Portugal.

El Sr. Teron, pariente del sr. Colbert, y Comisario general de la marina, en el mes de marzo último recibió la orden del almirante de Francia de reunirse con el jefe de la escuadra de tres navíos que S.M. ha ordenado para vigilar los mares de Galicia y hacerle saber de qué forma este oficial debía conducirse para impedir la continuación de tales depredaciones, y no obstante, no emprender nada que pudiese turbar la paz y la buena inteligencia que S.M. desea mantener con el Rey Católico. La llegada del dicho Terón a la Coruña y su viaje voluntario a Santiago justifican suficientemente que él sabía bien que no estaba encargado de ninguna misión que pudiese disgustar a S.M. Católica. Y si después de esto, alguna tempestad o el temor de los corsarios de Berbería o de los armadores españoles, que pudieron perseguir su pequeña embarcación, le hubieran forzado a entrar en alguna tierra de Portugal, como la salvación propia es una ley suprema, sería bastante injusto imputarle nada y menos aún a S.M.

Se sabe que además de los socorros de gente, municiones y otras cosas que después del Tratado de Paz han pasado de Francia a Portugal, se han dispuesto últimamente 4.000 hombres con pretexto y disimulo de que el Rey Cristianísimo los envía para Gran Bretaña, habiendo de servir para cosa tan notoria como aplicarlos a la defensa del tirano, de los que habían desembarcado ya en Plymuth 1.600, siendo todo esto totalmente contrario a los capítulos públicos y secretos de las paces en que se dispone que el Rey Cristianísimo no sólo no dará directa ni indirectamente género alguno de asistencias a Portugal, sino que castigará gravemente a sus súbditos que pasasen a aquel servicio, y que en ninguna manera lo permitiría, cesando en la correspondencia que hasta entonces había tenido con aquel reino.

Cuando el Rey adquirió Dunkerque, S.M. se vio obligado a tomar del Rey de la Gran Bretaña y recibir a su servicio el regimiento irlandés del Duque de York que se encontraba en la plaza y que estaba compuesto por 1.200 hombres, a condición de que S.M. permitiera al citado rey la leva y salida de un número similar de sus súbditos cuando lo requiriera. Lo cual se llevó a cabo después, a instancia del Rey de Gran Bretaña, a quien en lugar de los pretendidos 4.000 hombres a que se refiere este artículo, de los que 1.600 habían llegado ya a Plymout, en verdad, no han sido enviados más que 600 u 800 vagabundos, reclutados en las calles de París, y S.M. cree que estaban destinados a fortificar la guarnición de Tánger más que a servir en cualquier otro lugar.

Los preparativos de guerra que hace Francia tanto en el mar como en tierra son los mayores que se han visto, los cuales no dejan de causar extrañeza cuando se tiene paz con aquella corona y se desea mantener toda buena correspondencia por parte de España.

524

S.M. no tiene motivo de extrañarse de todo lo que dicha memoria contiene respecto a las negociaciones cuyo verdadero secreto es siempre bastante difícil de penetrar ya que en un asunto tan difícil de esconder y tan público como son los aparatos de guerra, declara como un hecho indiscutible que las fuerzas que Francia reúne hoy tanto en mar como en tierra son las mayores que jamás haya tenido. Es verdad sin embargo decir, por el contrario, que el conde D´Arcourt general de la armada naval del difunto rey en el año 1636 pasó de poniente a levante con 70 navíos y juntó 30 galeras, y que el rey no tiene hoy en el mar más que 6 galeras y 9 navíos para hacer la guerra a los corsarios de Berbería que arruinan el comercio de sus súbditos y devastan si está en su poder los demás estados cristianos. Pero S.M. no sabía que lo poco que hace en esto por el bien de la cristiandad suscitara envidia en los ministros del Rey su suegro.

En cuanto a sus fuerzas en tierra, S.M. en verdad los ha aumentado en un regimiento de 1.000 hombres bajo su nombre y en una compañía de caballería bajo el de Monseñor el Delfín para reemplazar a las compañías licenciadas, pero no cree que eso le dé más poder ni deba dar lugar a una exageración tan grande.

En las pretensiones que tiene el elector de Colonia en perjuicio de la jurisdicción y soberanía del condado de Namur y ducados de Brabante y Luxemburgo, se ha injerido el Rey Cristianísimo, como se ha experimentado en el negocio del abad de San Huberto, que siendo vasallo de esta corona le recibió debajo de su protección, y el gobernador de Sedán sorprendió y llevó preso a aquella plaza al capitán Jandín y su gente habiendo manifiesta infracción de la paz y violando la fe pública, deteniendo la dicha gente presa hasta que por ajustamiento del Marqués de la Fuente se acordó esta materia que de ninguna manera tocaba al Rey Cristianísimo.

El acta firmada por los comisarios de S.M. Católica en Metz en el mes de noviembre último, pone de manifiesto que los representantes del Rey han ofrecido simplemente su mediación, cuando el señor Fleron, diputado por el señor Elector de Colonia, vino a quejarse de las actuaciones hechas en su Estado de Lieja por súbditos de S.M. Católica de Brabante, del condado de Namur y del ducado de Luxemburgo. Este oficio de amistad no debe acarrear reproches.

Con respecto a la diferencia de la soberanía de la abadía de San Huberto, ésta dura desde el año 1522 en que tuvo lugar una conferencia sobre este asunto entre los diputados del emperador Carlos V y el cardenal de Lieja. Ha habido varias desde entonces, incluso un acuerdo provisional por el cual se convino que los súbditos podrían ir a litigar indiferentemente a Lieja o al consulado de Luxemburgo y que habría prevención. El 13 de enero del año pasado, el agente del Sr. Elector de Colonia habiendo pedido por un requerimiento presentado al consejo de estado con sede en Bruselas que se entrara de nuevo en conferencia sobre este asunto, el Marqués de Caracena aceptó la proposición. No está pues decidida si dicha abadía es vasalla de S.M. Católica o del elector de Colonia. Por esta razón este Príncipe quejándose de las violencias que los gobernadores de los Países Bajos ejercían contra el abad y la tierra de San Huberto, monseñor cardenal Mazarino propuso a Don Luis de Haro después de la firma del tratado llegar a un acuerdo. Don Luis

525

accedió a entablar negociaciones y prometió enviar órdenes a los Países Bajos para hacer cesar las vías de hecho. Fue agradecido por ello en Fuenterrabía por el conde Guillermo de Fustemberg, enviado del elector. Pero no habiendo impedido sus órdenes que el Príncipe de Chimay alojara tropas en la abadía, dicho elector pidió al Rey asistencia como está obligado por la cláusula de garantía del Tratado de Münster, y S.M: conociendo que las precauciones que había tomado en esta ocasión para detener las vías de hecho, no habían tenido éxito, creyó, según la disposición del artículo 3 del tratado de Paz, que podía sin vulnerar en nada dicho tratado, dar socorro a uno de sus aliados. El mariscal de Fabert hizo prisionero a Jandín por orden suya, y fue después liberado por un acomodamiento hecho por el Marqués de la Fuente. En todo esto no ha habido por parte de S.M. nada que sea contrario a los tratados de Münster y de los Pirineos y, sin embargo, se puede observar mucha obstinación y violencia por parte de los ministros de S.M. Católica.

Los ministros franceses han procedido violentamente en la usurpación de los bosques de Mormal y Turnem en los países de l´Angle y Brenedarde, donde a viva fuerza han querido mantener la posesión quitándosela a esta corona que la tenía.

Los comisarios de Francia y de España comenzaron a trabajar en el tratado el 28 de noviembre de 1660 y el 5 de junio de 1661 hicieron un reglamento provisional por el que S.M. Católica siguió en posesión de las castillerías de Toureham, Bredenarde y país de L´Angle. Por el mismo reglamento fue también dispuesto que el dinero provenientes de la venta de la madera cortada en el bosque de Mormal permanecería en depósito en las manos del receptor. Eso se ha venido ejecutando desde entonces y todavía está vigente. Puede uno extrañarse, con razón, de que se impute hoy a los comisarios del rey haber querido mantenerse en posesión por la fuerza habiendo firmado lo contrario dos meses después de comenzar sus negociaciones, y pueden probarlo por la copia del acta firmada por los comisarios de España. Se alude a la que está en Bruselas la cual no ha sido leída cuando se redacta este artículo. Y es motivo de sorpresa que los ministros de España estén tan poco informados de un asunto de tanta trascendencia cuando exponen un hecho completamente contrario a la verdad.

En las materias de los confines proceden con violencia pues sobre cualquier dificultad quieren los comisarios franceses romper las conferencias, no dando lugar a que las materias se traten por los términos de justicia sino por forma de conferencia.

Las violencias siempre han sido iniciadas por parte de los ministros de S.M. Católica. Ellos hicieron prisioneros en el mes de febrero de 1661 a once habitantes del país de la Lowe por el pago de 12.000 florines contra la palabra dada al difunto monseñor cardenal Mazarino por el conde de Fuensaldaña de no hacer pagar nada por ellos. Hubo diversas quejas, y como el Marqués de Caracena no quiso retirar la palabra del embajador del Rey su Señor, S.M. después de tres meses de paciencia y un manifiesto deseo de justicia del que el mismo conde de Fuensaldaña estaba escandalizado, envió prender algunos habitantes de Armentieres. Los del País de la

526

Lowe que estaban prisioneros en el lugar fueron inmediatamente puestos en libertad y los de Armentieres liberados el mismo día.

Habiendo fallecido el juez de la Lowe durante la contestación, el Marqués de Caracena nombró uno que llegó a hacerse recibir acompañado de tropas y nombró lugartenientes. Los comisarios del Rey que habían declarado a los de España que no permitirían, ningún acto de jurisdicción, cualquiera que fuera, que viniera de parte de S.M. Católica en un país que pertenecía a su Señor, según los términos del último tratado de paz, enviaron prender a los oficiales nombrados por ese pretendido juez y los liberaron algún tiempo después. Así pues, no han hecho otra cosa que no sea oponerse a las violentas operaciones llevadas a cabo por la otra parte sobre los derechos del Rey y no hubieran sufrido, si hubiesen estado de su lado, el pillaje de la villa de Servigny, desde antiguo del obispado de Metz arruinada en 1661 por un partido de Luxemburgo que apoyaba la ejecución de un juicio del consistorio este ducado en un lugar en que la jurisdicción no había sido reconocida nunca.

El Príncipe de Chimay, mientras los comisarios estaban reunidos en Metz, envió caballeros sin decirles nada para se alojaran en la ciudad de Brandeville, señorío que los comisarios de su majestad pretenden que depende de Damuilliers (?) y les hubiera mantenido de no haber sido por el temor que tuvo de la guarnición de Jametz. En fin, los ministros de S.M. Católica han atentado primero en todas las ocasiones, y por parte del Rey no se ha hecho otra cosa que oponerse a esos actos.

Siendo clara la cesión de la villa de Avenas y lo que comprende su contraescarpia, los franceses quieren que se extienda la soberanía sobre los Villares y Platpais, cuya propiedad está reservada al príncipe de Chimay. Para ajustar este punto entre el embajador de S.M. Cristianísima y Don Alonso de Cárdenas, han venido de Flandes a esta corte los papeles concernientes a él.

No se ha hablado más que una sola vez de romper las conversaciones y todavía se alude a este punto en el acta de los comisarios. Fue cuando los comisarios de S.M. Católica quisieron reducir la cesión contemplada en el artículo 40 a la villa de Avenes y a sus contraescarpas aunque fuera y siga siendo más claro que el día que la cesión de los pueblos, bosques y lugares no fortificados repetida dos veces en el mismo artículo, debe tener algún efecto, particularmente después de la estipulación de la compensación del príncipe de Chimay por las rentas que tenía en la villa, en reserva de la propiedad sobre los pueblos, bosques y lugares no fortificados que sólo podían estar fuera, y cuya soberanía es nominalmente cedida al Rey. S.M., indignada con razón por un enredo de esta naturaleza, ordenó a sus comisarios que se retiraran si se insistía en este punto. El Marqués de Caracena prometió escribir a España sobre este asunto, declaró que no tenía poder para ceder y pidió a los citados comisarios que continuaran su trabajo. Sabían bien que era un artificio para dejar esta contestación, por insostenible que fuera, indecisa en el acta y a pesar de esto todavía acabaron los asuntos de Haynaut y los de Luxemburgo para mostrar que la intención de S.M. era ejecutar el tratado de buena fe y sin aportar ningún retraso.

527

Es de gran reparo que el Rey Cristianísimo haya entrado en el trato de comprar, como lo ha hecho, la plaza de Dunquerque, mayormente habiendo el cardenal Mazarino ofrecido en la frontera prestar ochocientos mil ducados para que esta corona la recobrase, y debiendo el rey de Inglaterra restituirla por haberla ocupado Cromwell faltando a paz que se tenía con Inglaterra y por compromisos hechos con el mismo rey.

Es de mayor reparo que esta memoria que a penas más fuerte podría servir de manifiesto a una intimidación de guerra, haya sido puesta en las manos de la Reina inmediatamente después de la toma de Evora por don Juan de Austria. Pero, dejando aparte todas las reflexiones que podrían hacerse sobre este asunto, respondemos a este reparo diciendo que el ofrecimiento hecho por el difunto señor cardenal Mazarino merecía, nos parece, agradecimientos más que reproches y prueba, incluso, contra la intención de la memoria, la absoluta sinceridad con que siempre se ha actuado aquí en este asunto. Pero S.M. habiendo reconocido evidentemente por el rechazo de los 800.000 escudos, que S.M. Católica no había pensado nunca en retomar Dunkerque, el Rey lo pensó para sí mismo, no sin antes haber examinado nuevamente la materia, y encontrado que no sólo no había ningún artículo en el tratado de los Pirineos ni público ni secreto que le impidiera adquirir esta plaza, sino incluso que S.M. Católica ha hecho la paz con Inglaterra sin reclamar la restitución de la plaza, lo cual implica una cesión tácita, tan clara como si hubiera sido formalmente expresada en el tratado, y no sirve de nada decir que este tratado no ha sido más que una renovación de los antiguos, puesto que renovar tratados es hacerlos, y hacerlos sin hablar en modo alguno de Dunkerque es ceder la plaza y abandonar toda pretensión.

No ha causado menos extrañeza que habiendo hecho saber S.M. Cristianísima que el entrar en esta compra era con dos fines: el primero de la religión católica, el segundo la mayor seguridad y mejor correspondencia que se experimentaría para esta corona en su Majestad que la que tuvieron ingleses cuando la poseyeron. El gobernador francés de aquella plaza procede con términos aún más violentos que los ingleses, pues hace lo que éstos nunca hicieron, ha pasado a obligar a todos los habitantes dentro del término y de esta parte del país que va del Zuciote hasta el fuerte Luis, y del fuerte Luis hasta el antiguo Mardique reconozcan al Rey Cristianísimo por soberano apartando violentamente a aquellos vasallos, forzándolos a hacer juramento de fidelidad a S. M. Cristianísima y mudando los magistrados a los lugares del distrito, en que no se espera la enmienda que tan justamente requiere esta materia.

No obstante, el Rey ha tenido mucha razón en decir que los dos principales objetivos que se ha propuesto en esta adquisición eran la ventaja de la religión católica y la mayor seguridad y mejor correspondencia con la corona de España. Son sabidas las órdenes que S.M. ha dado sobre el primer punto desde que posee la plaza, y sobre el segundo, los ministros españoles no desmentirán que los estados del Rey Católico en los Países Bajos hayan adquirido por ese medio una seguridad mucho mayor que cuando Inglaterra tenía una plaza a este lado del mar que le

528

permitía una entrada fácil en Flandes para emplear allí las armas según le fueran los asuntos y en el momento propicio, en su mano estaba poder elegirlo.

En cuanto a la mejor correspondencia, que es el único tema que los ministros de España querrían atacar, no se han acordado al hacer la memoria de que los ingleses incluso después de su paz pública continuaron cobrando a los súbditos de S.M. Católica las mismas contribuciones que cobraban cuando la guerra estaba declarada. En lo que respecta a la soberanía del Rey en cierta distancia de los alrededores de la plaza, la pretensión es apoyada por tan fuertes razones, que no duda que S.M. Católica al estar mejor informada, juzgue por si misma que el comandante de Dunkerque no ha emprendido nada más allá del derecho de S.M.

S.M. espera de la equidad del Rey Católico que después de haber visto esta respuesta, se indignará contra los autores de tantas calumnias de las que está llena la memoria, y que quizá no querrá dejarlas sin castigo cuando sea informada de que los que acusan injustamente al Rey de contravenir la paz, son culpables ellos mismos en varios puntos de actuar a espaldas y contra la voluntad de S.M. Católica. He aquí la prueba:

Después de la publicación de la paz se ha hecho una guerra más cruel a los navíos y mercantes franceses que la que se llevó a cabo cuando se tenían las armas en la mano. Les han apresado incluso a cien leguas de sus aguas jurisdiccionales navegando hacia Canarias y a fuerza de tormentos se les ha obligado a decir falsamente que iban a Portugal. Han pillado y saqueado con el mismo pretexto todos los navíos y barcos de súbditos del Rey que han encontrado en cualquier lugar que hayan estado. No hemos podido encontrar ninguna razón a estas inhumanidades por más denuncias que se hayan hecho. Y esto ha pasado hasta tal exceso, que el Rey se ha visto obligado a hacer un gasto considerable en el mantenimiento de barcos para hacer cesar esta crueldad.

Se ha contravenido hasta hoy el artículo 124. El Arzobispo de Embrun no ha podido conseguir nunca los registros del Tratado de Paz en los Consejos de Aragón, Cámara de Cuentas de Malinas y otras.

Se ha contravenido uno de los artículos secretos, no habiendo hecho nunca una instancia al Emperador para la concesión al señor duque de Saboya de la investidura de las tierras del Montferrato.

Se ha contravenido el artículo 93, no habiendo sido dada ninguna orden de pago de lo que se debe al Señor duque de Saboya por esa posesión.

Se ha contravenido el artículo 98 no habiendo pagado nada a dicho señor duque ni al señor duque de Módena por la aduana de Foja, a pesar de que se trata del pago de la dote de una infanta de España.

Se ha contravenido el artículo 39 al no haber dado ninguna recompensa ni indemnización al elector de Colonia como obispo de Lieja para Philippeville y Marienburg a pesar de que se han hecho algunas instancias y el citado artículo dice que S.M. Católica hará todo lo necesario para que el rey disfrute de ese derecho sin ninguna contestación.

529

Se ha contravenido el artículo 104, no habiendo permitido al señor príncipe de Mónaco, según dicho artículo, ceder sus bienes de Nápoles al Rey que le había recompensado por ello en su reino, aunque S.M. Católica posee en Francia el condado de Charolois, y el virrey de Nápoles continua con enredos bajo el pretexto de mejoras de las que no se ha hecho mención en el tratado y que no han sido alegadas de restitución en ningún otro punto más que en ése para impedir a dicho príncipe el disfrute de dichos bienes.

Se ha contravenido el artículo 54. Los ministros de S.M. Católica en Flandes y otros lugares no sólo no han suministrado ningún título ni documentos de las plazas y lugares cedidos, sino que han impedido positivamente que aquellos que los querían suministrar los hayan dado.

Continúan recaudando en Sicilia el 10% a los franceses, mientras que a los genoveses, holandeses y de otras naciones no levan más que el 7%, lo que es formalmente contrario al artículo 61 del tratado.Lo mismo se practica todos los días en la provincia de Guipúzcoa.

Por lo que se sabe, tan sólo se ha podido conseguir de los comisarios para el reglamento de los límites entre las dos Borgoñas que los del Franco-Condado se mantengan violentamente en posesión de los asuntos contestados.

Han hecho prisioneros en Madrid a franceses del país de Labour para enviarlos a servir a la guerra por la fuerza como españoles, y tienen hoy todavía prisioneros en Fuenterrabía tres súbditos franceses con el mismo propósito.

Se impide al obispo de Comminges hacer la visita al valle de Arán.

Han impedido al obispo de Urgel nombrar un vicario en Conflan y Cerdaña contra la costumbre practicada en los demás lugares, testimonio que hace el arzobispo de Lion en los lugares del Franco Condado que dependen de su diócesis, y el obispo de Comminges en el valle de Arán.

No se ha querido restablecer al capítulo de Bayona en relación a los bienes que tiene en España y que perdió por la declaración de la última guerra, aunque el señor conde de Fuensaldaña remitió aquí un artículo de letra de S.M. Católica del 6 de febrero de 1661 que emplea estos términos: “He mandado se restituya al capítulo de Bayona lo que le perteneciese en España y se le hubiera quitado por el último rompimiento de las paces y que está poseyendo el capítulo de Roncesvalles. Y para la execución de lo dispuesto en tratado de Vervins para la orden de los bienes que dizen los tienen usurpados en Francia, os encargo dispongáis el efecto para que se nombren comisarios de ambas partes, y en conformidad declaren lo que en este negocio se deva hacer”. El señor Arzobispo de Embrún ofreció el nombramiento de dichos comisarios en su memoria dada al señor duque de Medina el pasado 24 de febrero de 1661, es fácil juzgar con qué razón S.M. ha acordado contrarrepresalias al capítulo de Bayona sobre los bienes del Marqués de Aytona.

Está señalado en el artículo 31 y 57 del tratado que los que hayan sido proveedores de los beneficios por bulas de nuestro santo Padre el Papa durante el tiempo de la

530

guerra, y disfrutaban entonces de las tierras de uno de los dos reyes permanecerán y se mantendrán después del tratado en el disfrute y posesión de dichos beneficios sin ninguna traba. Sin embargo en la villa de Urgel devuelta a S.M. Católica, han sido expulsados y privados del disfrute de dichos beneficios en la iglesia catedral el señor Pont, canónigo de dicha iglesia y archidiácono de Cerdaña, y los señores Toria, Bedia y Bruell canónigos también de la citada iglesia que habían sido proveedores canónicamente de sus beneficios. ¡Violación manifiesta del tratado!

S.M. puede añadir a tanta infracción otras de otro género, que aunque tácitas, son más peligrosas. El primer artículo del tratado reconoce que los dos reyes vivirán como buenos hermanos y procurarán con todas sus fuerzas lo mejor para el otro. Sin embargo, la conducta secreta de todos los ministros de España en todas las cortes en donde residen parece no tener otro objetivo que perjudicar a S.M., criticar su conducta, atacar su reputación, sembrar sospechas de sus intenciones y de su poder, acusarla de ambición inmoderada. Ahora le hacen comprar Casal y el Montferrato, otro día Mastrich, hoy Julliers, mañana los bienes del príncipe de Orange en Borgoña, unos dicen Tanger, otros Jamaica, aquellos Verceres ( ?), algunos, Castro y Bonsiglione, otros, feudos imperiales de Italia. En fín, presentan al Rey como un príncipe que quiere engullirlo todo. Isola después de haber desgarrado el honor del señor príncipe de Condé ha querido durante largo tiempo hacer creer a los polacos que el rey tenía la intención de hacerse dueño de Prusia, y que la reina de Polonia le entregara Elbing. Se conocen las entrevistas secretas del difunto conde de Fuensaldaña en el convento de los Piquepuces con el duque Carlos de Lorena, los rumores que un ministro de Italia ha sembrado de que el Rey quería atacar Gennes (Génova), las impresiones que los gobernadores de Cataluña lanzan continuamente en el ánimo de las gentes del Rosellón de que la cesión de ese país es sólo por un espacio de tiempo muy corto, las buenas esperanzas que se dan en Viena al duque Francisco y al príncipe Carlos contra esta corona. El Emperador, que no resuelve nada sin las instrucciones que vienen de Madrid, ha escrito a los senadores polacos estos mismos términos en los que les pedía no tomar sucesor de una casa enemiga de la suya, y S,M, habiendo ofrecido siempre para los problemas con el turco lo que todo el imperio sabe, desde que fue ofendida por los Chigi, el Emperador les ha concedido toda la asistencia que le ha sido pedida en sus estados para sostener sus obstinaciones antes que satisfacer al rey.

No terminaría nunca si S.M. diera crédito a todas las noticias que recibe de lo que se dice y de lo que se hace contra ella o no creyera impropio de su dignidad revelarlo ni quejarse. Le basta tener la certeza de que no son por las órdenes ni con el conocimiento del Rey su suegro a quien ruega que proceda de la misma manera, y no se deje sorprender por los falsos informes de aquellos a quienes no preocupa dividir sus corazones y alterar su afecto con tal de creer obtener beneficios por un fingido celo por su servicio.

Documento n° 3

Documento leido por el Marqués de la Fuente ante el Rey Cristianísmo el 24 de marzo de 1662 en la llamada audiencia de las excusas.R.A.H. Col. Salazar y Castro, L-66, Folleto 30.

531

“El Rey mi señor me ha mandado ponga en las reales manos de V.M. esta carta en creencia mía de lo que representare en su real nombre a V.M. respondiendo a la que recibió de V.M. en Madrid por mano del Arzobispo de Ambrún su embajador a los 29 de octubre del año pasado de 1661, su fecha en Fontainebleau a 17 del mismo, sobre la cual me manda decir a V.M. le ha pesado mucho del caso sucedido en Londres a los 10 del dicho mes de octubre entre los embajadores de Vs. Mags. cerca de la persona del Rey de Inglaterra por la competencia del lugar que habían de llevar sus coches en la entrada pública de un embajador extraordinario de Suecia, por el disgusto que V.M. ha recibido de este incidente el cual ha causado al Rey mi Señor la misma novedad que a V.M. le ha sucedido, y así en teniendo esta noticia ha mandado salir de Londres al Barón de Vatevile su dicho embajador y que venga a España revocándole del cargo que tenía para dar satisfacción a V.M. y hacer con él las demostraciones que merecieren sus excesos, y juntamente me ha mandado asegure a V.M. de cómo ha enviado sus órdenes a todos sus Embajadores y Ministros, así en Inglaterra como en todas las demás cortes y partes donde residen y residieren los dichos ministros, y pueden ofrecerse semejantes dificultades en razón de competencia, para que se abstengan y no concurran con los Embajadores y Ministros de V.M. en todas las funciones y ceremonias públicas a las cuales los Embajadores y Ministros de V.M. asistieren”1166.

Documento nº 4

Memorial enviado por los Duques Carlos y Francisco de Lorena a Felipe IV.AGS, Estado, Francia, leg. K1644, París, 21 de mayo 1662.

“La pretendida cesión de la Lorena que el Sr. Duque Carlos ha hecho a favor del Rey de Francia es de una importancia demasiado grande y considerable al Emperador y a todo el Sacro Imperio para dudar de que S.M. Imperial y la más sana parte de los Príncipes y estados que componen esta Monarquía no hagan todas las diligencias y demostraciones necesarias para inclinar a S.M. Cristianísima a desistir de este pretendido tratado y abandonar una pretensión tan mal fundada y tan poco sustentable en la justicia y equidad.

Pero como es notorio y público que entre los Príncipes del Imperio hay muchos, y aun entre los principales, que por un interés particular o por preocupación del espíritu, se han dejado persuadir que era de la utilidad común el entretener una buena correspondencia con Francia y unirse con ella debajo de este pretexto de un bien aparente y especioso, se podría dudar de que estos miembros no concurriesen con lo restante del cuerpo del Imperio a un designio tan justo y glorioso que la protección de S.M. Imperial fuese o más débil o menos eficaz o que el Rey Cristianísimo reconociendo una especie de desunión en las voluntades para sustentar el interés de la casa de Lorena no corrompido quedaría más difícil y menos dispuesto a la restitución de este estado.

1166 RAH, Col Salazar y Castro, L-66, Folleto 30. AGS, Estado, Francia, leg. 1644, 8 de enero de 1662. AGS, Estado Francia, Leg. 1386, Diciembre 1662.

532

Y porque parece que el interés de S.M. Imperial y el del Sr. príncipe Carlos requiere en esta ocasión una misma cosa que es que haya una perfecta correspondencia de todos los miembros con su cabeza y una conspiración unánime de todos los Príncipes del Sacro Imperio con S.M. para pedir la Lorena como miembro del cuerpo del Imperio y una parte esencial del todo la cual no debe quedar separada de él, bajo ningún pretexto, por cuya razón se podría decir con verdad que los señores electores eclesiásticos y los otros Príncipes de la alianza habiendo mostrado una entera disposición a interponerse con el Rey para representarle las nulidades del dicho pretendido Tratado hecho con S.A. de Lorena para detener su execución e inclinar a S.M. a apartarse enteramente del, esta ocasión debe ser abrazada de los ministros de la corte Imperial con calor y sin remisión ninguna por las razones siguientes: primeramente la intercesión de estos señores tendrá el efecto que esperan o no se hará caso de ella y no producirá fruto ninguno. Si sucede lo primero y Francia concede a sus instancias la resolución del tratado en cuestión, S.M. Imperial sacará de ello esta ventaja que sin trabajo y sin gasto Francia soltará la ventaja que se ha pretendido sacar de la cesión de los estados de Lorena y Bar, y el Príncipe Carlos y su posteridad no será menos obligado a la bondad que su dicha Majestad Imperial le ha manifestado.

Si al contrario, la mediación y interposición de los señores electores y Príncipes aliados de Francia no obrase nada y tengan una negativa del Rey Cristianísimo, será una ocasión favorable para desengañarlos y reunirlos de inclinación, de afecto y de intereses, a la Augusta Casa de Austria y al cuerpo del Imperio porque conocerán que la afección que Francia ha manifestado no es sino palabras y una falsa apariencia de buena inteligencia para dividirlos a fin de tragarse el uno después del otro con el curso del tiempo. Conocerán que su crédito en Francia es una quimera que no están en consideración ninguna con el Rey cuando se trata de interés, tendrán vergüenza de habérsele atacado, echarán de ver el designio por el cual se los entretiene en la alianza con el Rey, y apoderándose de su ánimo el sentimiento y sucediendo sobre la estrecheza que hasta ahora han tenido por satisfacer a Francia serán los primeros en la Dieta Imperial de Ratisbona a apoyar vigorosamente los intereses del príncipe Carlos y secundar los buenos designios de S.M. Imperial, y como el miedo y la aprensión que habrán convenido de los designios del Rey habrá sucedido a la confianza que han tenido por lo pasado en las protestaciones de amistad que se les hicieron de la parte del Rey, se empeñarán insensiblemente en esta mediación que han ofrecido creyendo salir bien con ella, sin mucho trabajo, y habiéndose declarado una vez con la Francia su miedo se aumentará cada día, y la invasión de la Lorena les causará un temor incesante, que los obligará a tenerse unidos y atados de ánimo y de intereses a lo restante del imperio para no separarse del jamás en lo por venir.

De suerte que sería menester solicitarlos prontamente que obrasen con el Rey y enviasen alguna persona de mérito para empeñarlos tanto más a fin que si llegasen a tener la negativa los picase más, y que la vergüenza de no haber salido con ello pareciese mayor y más sensible y para quitar a Francia el pretexto de cubrir la negativa con algunas malas disculpas como es la detención del príncipe en Viena y otras cosas semejantes de que el Rey ya se queja. Sería a propósito que el Sr. Príncipe mismo viniese al Rin a solicitar a los Sres. Electores, porque de otra manera se puede temer que la corte de Francia no responda al que enviasen, que no hay apariencia de que haga caso de su crédito y mediación pues se acude a otros y

533

se espera todo de la protección del Emperador para colorear mejor la negativa y prepararlos más a creer que se hallarán menos maltratados si se puede echar la falta al mismo Príncipe por quien se han empleado.

Todos los buenos loreneses y los más aficionados al servicio del Sr. príncipe Carlos creen que la mediación de los Príncipes aliados con Francia aunque es posible que no consiga su efecto es absolutamente necesaria por las sobredichas razones. Si vieren que se descuida aumentarán las quejas que tienen ya, que se obra demasiado lentamente en un negocio de esta importancia pudiéndose temer que las quejas pasarán a la aversión y la aversión a la desesperación últimamente a que hay ya tanta disposición.

Lo cual sería aún mucho más de aprender si viniendo a conocerlo los loreneses como vendrá a suceder sin duda, que deseando el Sr. Duque esta mediación y para conseguirla el viaje del Sr. Príncipe a Maguncia, perderían las grandes esperanzas que han concebido de su conducta, si rehusase de conformarse con el consejo de un padre en una ocasión en que no se trata menos que de la conservación y bien de toda su casa.

Que deseando así mismo S.A. y juzgando necesario este viaje y comenzándose a quejar ya de que el Sr. Príncipe dilata tanto el hacerlo, podría bien hacer pretexto de ello para echarse en alguna mala resolución, y como hasta ahora se le ha detenido por las protestas que se le han hecho que el Sr. Príncipe quería quedar unido de intereses y voluntad inseparablemente con él, sería esto darle un gran motivo de sentimiento y dar oídos a las violentas solicitaciones con que se le está batiendo continuamente, para llevarle a algún nuevo tratado con la Francia si el Sr. Príncipe mostrase también de su parte que quiere seguir otra voluntad y sentir que el suyo el cual correspondiendo en esta parte con la aprobación de los más entendidos y menos sospechosos y que apoyan todo su conocimiento en la misma raíz de la materia es más razonable que los que se sirven de celos y muchas veces con la poca pureza que las mentiras y el disfraz producen en ellos.

En fin, siendo el viaje del Sr. Príncipe al Rhin y la mediación de los Príncipes aliados la cosa que los ministros de Francia temen más, y que procuran estorbar por todos los artificios imaginables, es cierto que no le juzgan por inútil a nuestros intereses y nos muestran contra su voluntad lo que debemos obrar.

Añadiré a esto que en la opinión de los dichos señores electores y de aliados de Francia se ve que quisieran servirse de esta ocasión para suavizar en algún modo el sentimiento que la Augusta Casa de Austria puede tener de esta alianza y que así trabajarán muy seriamente cuando reconociesen que el ofrecimiento de su mediación no le es desagradable, si el Sr. Príncipe, que sin duda se gobierna como debe, por el consejo y la voluntad del Emperador y de sus ministros no hace más dificultad de executar este viaje, no mostrándoles por este medio la poca estimación que hace de su interposición”

Documento n°. 5

534

Carta del Rey Cristianísimo a Felipe IV en la que justifica la interrupción de conversaciones en Ponte Buonvicino y anuncia el rompimiento con Roma.AGS, Estado, Francia, Leg. 1387, París, 15 de julio de 1663.

“Muy alto, muy excelente y muy poderoso príncipe, nuestro muy caro y muy amado buen hermano, tío y suegro. El rompimiento de la conferencia que se tenía en Puente Buonvecino entre mi primo el Duque de Crequi y el plenipotenciario de nuestro Santo Padre el Papa es un suceso en el mundo muy importante y que necesariamente traerá consigo muy grandes consecuencias. De todas las maneras, para movernos así por la razón de la unión que hay entre nosotros (la cual nos es tan cara y de tal consideración), como por el interés particular que S.M. pueda tener a no dilatar un momento el darle cuenta de lo que en esto ha pasado, y principalmente el hacer entender a V.M. la indispensable necesidad a que nos hemos visto reducidos, de mandar al dicho Duque se retirase a la corte, y de no tener más en suspensión a la cristiandad sobre una negociación inútil, que nosotros no podemos dejar proseguir ni con decoro ni con esperanza de éxito. Y V.M. se acordará que después de tantas raterías e indignidades de la corte de Roma en los discursos preliminares a San Quirico, no habíamos consentido la renovación de la negociación sino con la condición de que Su Santidad nos satisficiese también en los puntos de Castro y de Comacho, en que pusimos la mira al ejecutar los artículos del Tratado de los Pirineos, no menos por cumplir con la justicia, haciendo cesar la opresión manifiesta y escandalosa que padecen de tanto tiempo acá dos príncipes, como por quitar de una vez hasta las raíces el motivo de todas las divisiones que pudiesen algún día volver a encender la guerra en Italia. V.M. se acordará también que siéndonos todas las palabras de los Chigi sospechosas por muchas razones (como el suceso nos lo ha confirmado bastante), deseamos antes de dar nuestro consentimiento a la renovación de las conferencias que su Santidad encargase a ministros públicos que nos prometiesen por escrito que, en tratando el acomodamiento, nos daría Su Beatitud también satisfacción en los dichos puntos de Castro y Comacho, lo cual en consecuencia de esto fue concedido así, y no sólo tenemos en nuestro poder esta promesa firmada del ministro de V.M. y del embajador de Venecia sino que ha sido ratificada después por Su Santidad a los colegas de ellos en Roma. Es verdad que todas las precauciones y promesas (aunque por escrito) son muy inútiles cuando se trata con gente como los Chigi, permitiendo Dios sin duda la continuación de su desorden porque no quiere que el extraño abuso que hacen de su poder quede sin castigo y no menos el gran desprecio en que por pasiones particulares tienen de todos los demás intereses de la cristiandad, y esto cuando ella se ve tan peligrosamente amenazada por el enemigo común.

Pues habiéndonos resuelto a ceder por nuestra parte notablemente por la consideración del bien y del reposo de la cristiandad en la mayor parte de los puntos del acomodamiento y aún en aquellos que parecían los más duros a la corte de Roma, como parecía que no quedaba por ajustar más que el solo punto de Castro, el Nuncio Rasponi despachó un correo a Roma para entender las últimas intenciones de los Chigi, y la respuesta que trajo el correo fue que S. Santidad no podía otorgar más que hacer que se viese de nuevo la causa del Duque de Parma por uno de los tribunales de Roma, a saber por la Cámara Apostólica (que es la parte contraria), o por la Rota o por el colegio de cardenales, donde la mayor parte de votos es siempre conocidamente a la voluntad y disposición de los dichos Chigi. Y también es digno de reparo para hacer ver mejor la ilusión las promesas de la corte de Roma, y con

535

que audacia los Chigi se burlan de todas las potencias que más debieran respetar, que después de un tan grande empeño no nos hicieron más que el mismo ofrecimiento que habían hecho desde el principio al Duque de Crequi en San Quirico y que lo desechó como ridículo cuando no se trataba aún de ninguna manera de la restitución de Castro pues consentíamos entonces acomodamiento de otras condiciones, sin pedirles nada en este particular.

No dudamos que habiendo V.M. entendido estas circunstancias no perciba la misma indignación que nosotros de un proceder tan insoportable y escandaloso, y que V.M. juzgará como nosotros que o los Chigi no debían prometer nada, y aún menos empeñar por escrito el honor de V.M., o que habiendo obligado uno de sus ministros a hacernos esta promesa, debía ser más sinceramente cumplida por no hacer común también a V.M. la nueva ofensa que nos han hecho por una falta de palabra tan formal. La causa de una tan vergonzosa acción no es difícil de hablar, porque como han creído que por una fingida negociación (durante la cual fue pasando el tiempo) habían escapado por lo menos esta campaña el peligro del pasaje de más tropas al estado de Castro, la codicia del interés ha prevalecido sobre todas las otras consideraciones y suministrándoles el armamento que hicieron un medio plausible de acabar de desubstanciar el estado eclesiástico y todas las religiones que se hallan en Italia hasta las pobres mendicantes. La pasión que predomina en ellos de acumular nuevos tesoros ha continuado hasta cegarlos.

V.M. verá mejor que nadie a lo que la interposición de su nombre por la firma de su ministro, despreciada y violada con tanta violencia, le obliga a hacer en este caso. Por lo que nos toca a nosotros nos bastará que V.M. que siempre ha mostrado tener tanto interés en este acomodamiento sepa que no ha quedado por nosotros el que no se haya concluido pues estando todos los otros puntos como ajustados mediante la facilidad que contribuimos en consideración de V.M., no pretendemos más sobre el de Castro que la ejecución de una promesa que se nos había hecho y que se hallaba también conforme a lo que estipulamos juntos en el tratado de los Pirineos. Con lo cual esperamos quedar plenamente justificados delante de Dios y de los hombres y de todos los sucesos y consecuencias que podrán resultar de esta nueva falta de fe añadida a todos los demás ultrajes hechos antes a nuestra dignidad. Y con esto rogamos a Dios que os tenga muy alto muy excelente y muy poderoso príncipe, nuestro muy caro y muy amado buen hermano tío y suegro en su santa y digna guardia. Dada en París a 15 de julio de 1663. Vuestro buen hermano, yerno y sobrino, Luis

Documento n° 6

Acuerdo firmado por el Alejandro VII y el Rey Cristianísimo enviado por el Marqués de la Fuente a Madrid.AGS, Estado, Francia, Leg. K1388, París, 24 de febrero de 1664.

1.-Que el Papa, inmediatamente después de firmado el Tratado, desencamará Castro y otorgará al Sr. Duque de Parma un plazo de 8 años para recomprar dicho estado, pagando en diferentes pagamentos los 1.600 escudos que debe a la Cámara Apostólica, con lo que el Sr. Duque será restablecido plenamente en dicho estado.

536

2.-Para recompensar y librar del daño al Sr. Duque de Módena y a su casa en los valles de Comacho, la Cámara Apostólica en primer lugar extinguirá para descargo del dicho Sr. Duque el monte llamado Estense, que sube a 300.000 escudos; 2°: pagará la dicha Cámara al dicho Sr. Duque 40.000 escudos para comprar un palacio en Roma. 3°: Su Santidad dará al Sr. Duque y a sus sucesores el juspatronato perpetuo de las dos abadías, de la Pomposos y del Bondeno, en las cuales podrán presentar tales personas que quisieren aunque dichas abadías hubiesen vacado en curia.

3. El Sr. cardenal Chiggi irá de legado a Francia para hacer las excusas de Su Santidad y pedir perdón al Rey para sí y para su casa, que protestará no haber tenido ninguna parte en el atentado del Sr. embajador.

4. El Cardenal Imperial irá a Francia para justificarse personalmente con S.M.

5.-El Cardenal Maidalchini volverá a Roma para gozar de todas las prerrogativas y funciones de su dignidad.

6.-El Papa ordenará a Don Mario, su hermano, que salga de Roma y quede fuera hasta que el Sr. Cardenal Chiggi haya visto al Rey y S.M. haya admitido sus disculpas para toda la casa.

7. Don Agustín, sobrino de Su Santidad, vendrá a encontrar al Sr. Embajador hasta San Quirirco, en Toscana, asegurándole que ha pesado a Su Santidad el accidente del 20 de Agosto.

8. El día que la Sra. Embajadora entre en Roma, la señora doña Berenice, cuñada del Papa, o la princesa Farnesa, su sobrina, irán a encontrarla hasta Ponte Mole, haciéndole cumplimientos sobre su vuelta.

9. Su Santidad ordenará con eficacia a sus ministros que observen todo el respeto que se debe a una persona representante de un Rey tan grande primogénito de la Iglesia.

10. Su Santidad hará casar y anular todos los procedimientos que se hubieren hecho contra el duque Dejarini, mandando reparar todos los daños que hubiere padecido.

11. Todos los decretos hechos contra los barones, o contra otra persona de cualquier condición y dignidad que sea, en consecuencia del accidente del 20 de agosto serán anulados.

12. La nación corsa será declarada incapaz de servir jamás no sólo en Roma sino también en todo el estado eclesiástico, se quitará el oficio al barigelo y será echado fuera de Roma.

13. Se pondrá en Roma una pirámide enfrente del antiguo cuerpo de guardia de los corsos con inscripción en los términos concertados, que contenga la sustancia del decreto contra la nación corsa.

537

14. El Rey, inmediatamente después de que el legado hubiera visto a S.M., remitirá al Papa y a la Santa Sede en posesión la ciudad de Aviñón y del condado de Venasino haciendo anular los actos y arrestos del parlamento de Aix. Los moradores de dicha ciudad y condado no podrán ser molestados o requeridos so cualquier pretexto que sea de todo lo que sucedió después del 20 de agosto, y Su Santidad dará para ello todas las órdenes, edictos y decretos en la forma que S.M. deseare.

Documento nº. 7

Carta de Luis XIV a Felipe IV en la que agradece su intervención ante el Papa para resolver las diferencias por las ofensas recibidas en Roma.AGS, Estado, Francia,Leg. K1388, París 6 de abril de 1664.

“Muy alto, muy excelente y muy poderoso príncipe mío; muy caro y muy amado buen hermano, tío y suegro: siéndonos siempre agradables y estimables en extremo todas las manifestaciones que S.M. nos da, nos ha causado una particular satisfacción la carta que V.M. nos ha escrito el día 13 del pasado mostrándonos el gusto que V.M. ha tenido porque nuestro Santo Padre el Papa se haya al fin dispuesto a reparar, con condiciones que no son ni mucho menos las ofensas que habíamos recibido en su corte, y que han embarazado por algún tiempo la buena inteligencia que siempre habíamos conservado con Su Santidad para el aumento de la religión y mayor bien de la cristiandad. Luego que tuvimos el primer aviso del tratado de Pisa, encargamos al Arzobispo de Embrún, nuestro embajador, que presentase a V.M. el reconocimiento que conservamos muy vivo en el corazón del modo tan obligante y favorable para nosotros con que ha querido con todas sus acciones y con todas sus órdenes para sus ministros darnos pruebas de sincera amistad durante todo el curso de esta diferencia, y después, muy a menudo, nos hemos explicado en este mismo entender con el Marqués de la Fuente, embajador de V.M. Lo mismo confirmamos de nuevo con esta carta pidiéndole se asegure enteramente de que tendremos gran deseo de corresponder en todas las ocasiones con la misma afición y franqueza, rogando a Ntro. Sr. que os tenga muy alto, muy excelente y muy poderoso, Príncipe mío, muy caro y muy amado, buen hermano, tío y suegro, en su santa y digna guarda. Vuestro buen hermano, sobrino y yerno Luis. París, 6 abril, 1664

Documento n° 8

Real cédula, redactada por la Secretaría de Guerra del mar, por acuerdo del Consejo, sobre la forma de comercio, para velar por el cumplimiento de las paces y, principalmente, impedir el comercio con Portugal.AGS, Estado, Francia, Leg. 1644, 1 de junio de 1662.

Aunque en las ordenanzas del corso que mandé despachar los años pasados de 1621 y 1624 y otras órdenes y cédulas mías esté mandado y prevenida la forma en que mis vasallos, a quienes se concede licencia para andar en corso contra los enemigos y rebeldes de mi Real Corona puedan hacer las presas de forma que no reciban molestia los amigos y confederados de ella en el comercio que en estos mis reinos les está concedido por las capitulaciones de las paces ajustadas con ellos

538

particularmente con Francia, Inglaterra y Holanda, y si bien por los artículos de ellas está bastante declarado la prohibición de comerciar con el reino de Portugal y con los enemigos de España, para evitar cualquier embarazo y regular de manera fija esta materia y para vigilar la puntual observancia de las paces y para evitar lo que en contravención de ellas se intentare obrar comerciando con los rebeldes de Portugal, introduciéndoles o suministrándoles asistencias para continuar su obstinación en tan conocido daño a mi servicio y de la causa pública en que es necesario cautelar todo lo conveniente para que así se excuse sin incidir en los inconvenientes que de lo contrario pueden resultar, he resuelto la presente con inserción de los artículos de las paces ajustadas con las dichas tres naciones que miran particularmente a la forma de comercio para que en ningún tiempo ni ocasión se falte a su cumplimiento por carecer de noticia. Y porque este punto se divide por lo que mira a Francia en los capítulos 10, 13 y 60.

Los principales artículos de dicho tratado con relación al comercio de Francia con Portugal son los siguientes:

Art. 10.“Todos los súbditos del rey Cristianísimo podrán con toda seguridad navegar y traficar en todos los reinos, países y estados que están o estarán en paz, amistad o neutralidad con Francia excepto el reino de Portugal y sus conquistas y adyacentes, en que sea dispuesto de otra manera entre los dichos señores reyes, sin que puedan ser inquietados ni molestados en esta libertad por los navíos, galeras fragatas barcas o otras embarcaciones pertenecientes al Sr. Rey Católico o a algunos de sus súbditos por ocasión de las hostilidades que se encuentren o podrían encontrarse entre el dicho señor rey católico y los dichos reinos países estados o alguno de ellos que está o estuviere en paz, amistad o neutralidad con la Francia. Bien entendido que la excepción hecha de Portugal en este artículo y en los siguientes que miran al comercio no ha de tener lugar más que entretanto que aquel reino quede en el estado que está al presente, y que llegando el caso que Portugal vuelva a la obediencia de S.M. Católica entonces por lo que toca al comercio del dicho reino de Portugal respecto de la Francia se procederá de la misma suerte que en los otros reinos y estados que ahora posee S.M. católica, según lo contenido en este y en los demás artículos siguientes.

Art. 13.No serán comprendidos en estos géneros de contrabando, el trigo, centeno y otros granos, legumbres aceite, vino, sal, ni generalmente todo lo que pertenece al sustento de la vida, antes quedarán libres como todas las otras mercaderías y géneros no comprendidos en el artículo antecedente, y se permitirá asimismo el transporte a los lugares enemigos de la corona de España (salvo en Portugal como está dicho) y a las villas y plazas sitiadas, bloqueadas o cercadas.

Art. 60.Aunque S.M. Cristianísima nunca haya querido obligarse, no obstante las muchas y vivas instancias acompañadas de grandes ofrecimientos, a no poder hacer la paz sin inclusión del Reino de Portugal, anteviendo y aprendiendo que un empeño semejante podría ser un obstáculo insuperable a la conclusión de la paz, y por consecuencia habría podido poner a los señores Reyes Católico y Cristianísimo en necesidad de perpetuar la guerra, todavía S.M. Cristianísima deseando con extremo

539

y pasión ver al reino de Portugal gozar la misma tranquilidad que conseguirán tantos otros estados cristianos por este tratado, habría propuesto a este fin buen número de partidos y expedientes que creía poder ser de la satisfacción de S.M. católica, entre los cuales también su dicha Majestad Cristianísima no obstante (como arriba va referido) que no tenga en esto ninguna obligación ni empeño. Ha llegado hasta querer privarse del principal fruto de la buena suerte de sus armas en el curso de tan larga guerra ofreciendo además de las plazas que restituye a S.M. católica por el presente tratado, de restituirle también todas las otras generalmente que sus dichas armas han ocupado en esta guerra, y el entero restablecimiento del sr. Príncipe de Condé, como los negocios del reino de Portugal se dejasen en el estado que se hallan al presente, y no habiendo S.M. católica aceptar, ha ofrecido solamente, que en consideración de los poderosos oficios del señor rey Cristianísimo, consentirá en volver a poner las cosas en dicho reino de Portugal en el mismo estado en que estaban antes de la mudanza, que sucedió en el mes de diciembre del año pasado de 1.640, perdonando y dando abolición general de todo lo pasado y concediendo el restablecimiento en todos los bienes, honores y dignidades de todos aquellos sin distinción de persona o personas que cumpliendo con su obligación de la obediencia que deben a su dicha Mjestad Católica se pusiesen en estado de gozar del efecto de la presente paz.

Finalmente en contemplación de la paz, y habiendo visto S.M. Cristianísima la necesidad absoluta en que se ha hallado de perpetuar la guerra con la rotura del presente tratado que ha reconocido ser inevitable en caso que hubiese querido insistir más tiempo para obtener en este negocio de S.M. católica, otras condiciones que las que había venido, como arriba se ha dicho, y S.M. Cristianísima, debiendo y queriendo preferir como es justo, la quietud general de la cristiandad al particular interés del reino de Portugal, a favor y ventaja del cual no había omitido nada de lo que podía depender de sí, y de lo que estaba en su poder hasta hacer tan grandes ofrecimientos como arriba queda dicho, ha sido finalmente convencido y acordado entre sus dichas majestades que serían concedidos a S.M. Cristianísima tres meses de tiempo a contar desde el día del trueque de las ratificaciones del presente tratado durante los cuales pueda enviar al dicho reino de Portugal para procurar disponer las cosas de manera que este negocio se pueda ajustar y reducir en tal forma que S.M. católica quede con toda satisfacción de ello, después de los cuales tres meses expirados, si sus oficios y diligencias no pudieran producir el efecto que se propone, su dicha majestad no se empleará más en este negocio, y promete y se empeña y obliga su honor, y en fe y palabra de rey, por sí y por sus sucesores de no dar al reino de Portugal en común ni en ninguna persona o personas de el, en particular de ningún grado, estado, calidad o condición que sea en lo presente ni en lo por venir, ninguna asistencia ni ayuda pública ni secreta, directa ni indirectamente de hombres, armas, municiones, víveres, bajeles ni dinero con ningún pretexto no otra ninguna cosa que sea o pueda ser por tierra ni por mar ni en ninguna otra ,manera. Como tampoco permitir que se hagan levas en ninguna parte de sus reinos ni dominios ni conceder paso por ellos a ningunas que puedan venir de otros ningunos en socorro de dicho reino de Portugal.

Con relación a las paces ajustadas con el rey de la Gran Bretaña, en materia de comercio, recuerda los artículos. 4 y 8, que son del tenor siguiente:

Art. 4.

540

Item que ninguna de las partes dará ni consentirá que por ninguno de sus vasallos, súbditos y moradores de sus reinos se de ayuda, favor o consejo directo ni indirectamente tanto por mar como por tierra y aguas dulces, ni suministrará ni consentirá que se suministren por los dichos sus vasallos, súbditos ni moradores de sus reinos, soldados, mantenimiento, dinero, instrumentos bélicos, municiones o cualquier otra ayuda y socorro para fomentar la guerra a los enemigos y rebeldes de cualquiera de las partes de cualquier género que sean, así a los que acometieren los reinos, patrias y dominios como a los que se apartaren de la obediencia y señorío del otro.

Art. 8Item sea concertado juntamente y establecido que sea lícito el llegar, estar, y volver a los puertos de los dichos Serenísimos Reyes con la misma libertad, no sólo con navíos para el uso del comercio y conducción de mercancías, sino también con otros navíos suyos armados y aparejados para reprimir el ímpetu de los enemigos, ora sea llegando forzados de tormenta, o de su voluntad para repararse o comprar bastimentos, con tal que si llegasen voluntariamente no excedan el número de 6 u 8 navíos ni se detengan en los puertos ni cerca de ellos más tiempo del que hubiese menester para repararse y aprestar las demás cosas necesarias, porque de ninguna manera sean de impedimento al paso y comercio libre de las demás naciones amigas, pero cuando se tratare de mayor número de naos, armas, entonces no les sea lícito entrar si no fuese habiendo dado cuenta al Rey y con licencia suya, y con tal que en los dichos puertos no hagan ninguna hostilidad en perjuicio de los mismos reyes, sino que como amigos y confederados estén quieta y pacíficamente, teniéndose siempre atención a que debajo de color y pretexto de comercio no se den por los súbditos vasallos o moradores de los dichos reinos socorro alguno de bastimentos, armas o instrumentos militares, o cualquier otro género de favor o socorro bélico en provecho y beneficio de los enemigos de uno y otro rey, y que cualquiera que esto atentare sea castigado con penas asperísimas como lo son los sediciosos y quebrantadores de la fe y paz. Y que los súbditos del uno en el territorio de otro no sean peor tratados que los mismos naturales en la venta y contratación de sus mercancías tanto por razón del precio como en otra cualquiera manera, sino que sea igual y conforme en lo sobredicho la condición así de los forasteros como de los naturales, no obstante cualesquier estatutos o costumbres en contrario.

Artículos. 5, 6, 9 y 11 del tratado de paz ajustado con Holanda por el embajador Antonio Brun y que se refieren al comercio.

Art. 5.Y en cuanto a los demás reinos, estados y países que están en amistad o neutralidad con las dichas Provincias Unidas, aunque estén en guerra con el dicho señor rey, no podrán llevarse allá mercaderías de contrabando o algunos bienes vedados, y para que se impida tanto mejor los dichos señores estados lo vedarán muy expresamente con placartes y edictos públicos.

Art. 6.De más a más para prevenir tanto mejor las diferencias que podría haber tocante la designación de las mercaderías vedadas y de contrabando sea declarado y convenido que debajo de este nombre serán comprendidas todas las armas de fuego y sus

541

aderezos o guarniciones, como cañones, morteros, mosquetes, petardos, bombas, granadas, círculos, empegados, ajustes, horquillas, bandoleras, pólvora, cuerda, salitre, balas, entiéndense asímismo debajo del mismo nombre de mercaderías vedadas y de contrabando, todas las demás armas como picas, espadas, morriones, yelmos, corazas, alabardas, jabalinas y otras semejantes. Prohíbese también debajo de este nombre el transportar gente de guerra, caballos, sus jaeces, cajas pistolas, jabalíes y otros aderezos formados y compuestos al uso de la guerra.

Art.7Para evitar así mismo toda materia de disputa y contención se ha asentado que debajo de aquel nombre de mercaderías vedadas y de contrabando no estarán comprendidas los trigos, centenos, y otros granos y legumbres, sal, vino, aceite, ni generalmente cuanto pertenece al sustento y nutrimento de la vida, antes quedarán libres como todas las demás mercaderías no comprendidas en el artículo precedente y será su transporte permitido, aunque sea para lugares de enemigos, exceptuando las villas y plazas sitiadas, bloqueadas o cerradas.

Art. 9Así mismo los dichos navíos de los súbditos y habitantes de las Provincias Unidas estando en plena mar, y aún viniendo en algunas bahías o surgideros sin querer entrar en los puertos, o, entrando en ellos sin querer, todavía desembarazar ni romper su carga, no serán obligados de dar cuenta de la cargazón de sus navíos salvo en caso hubiese sospecha de que llevasen a los enemigos del dicho Señor Rey mercaderías de contrabando como se ha dicho precedentemente.

Art. 11.Que si hubiesen entrado en bahías o fuesen encontrados en plena mar por algunos navíos del dicho señor Rey, o de los armadores particulares sus súbditos los dichos navíos, para evitar todos desórdenes, quedarán apartados a tiro de cañón, y podrán enviar su barquilla, o chalupa al bordo del navío de los súbditos o moradores de las Provincias Unidas y hacer entrar en él sólo dos o tres hombres a quienes se exhibirán los pasaportes por el maestre o patrón del dicho navío de las Provincias Unidas en la forma especificada en los artículos precedentes, y también las letras de mar hechas conforme al formulario que estará inserto al final del presente tratado por los cuales habrá de constar no sólo de su carga sino también del lugar de su vivienda y residencia en las Provincias Unidas y del nombre así del maestre o patrón como del navío para que por estos dos medios se pueda conocer si lleva mercaderías de contrabando y que conste bastantemente de la calidad del navío como también del maestre o patrón de él, a los cuales pasaportes y letras de mar se dará entera fe y crédito por tanto más que así de parte del dicho señor Rey como de aquella de los señores estados se darán algunas contraseñales para que se conozca mejor su validez y no puedan ser de ningún modo contradichas o falsificadas.

La Real Cédula añade: “Y si bien observando con estas naciones lo contenido en los preinsertos capítulos (que están en términos muy claros) se cumplirá enteramente con lo que se dispone por los artículos de las paces, que es lo que se debe celar con atento cuidado, no se ha de permitir se exceda de lo que obliga, ni que sólo por presunción de que van los bajeles de dichas naciones a Portugal se permita sean apresadas sin que preceda certeza de ello como debe ser, pues siendo libre generalmente la navegación para

542

todas las otras partes, si los que se encaminasen a los puertos de Andalucía, o a otros de levante, o de allá para las partes del norte, y pasasen, como es forzoso), reconociendo los cabos de Finisterre y San Vicente, y fuesen apresados o detenidos en la mar por sólo la presunción, sería proceder en infracción de la paz, cuyo delito será digno de severo castigo en los vasallos y súbditos míos, pero siempre que los dichos corsistas no faltando al cumplimiento de lo aquí referido hicieren presas legítimas impidiendo la asistencia de armas, municiones y bastimentos que se intentaren hacer por los vasallos y súbditos de Francia, Inglaterra y Holanda a los rebeldes de Portugal, me daré por muy bien servido de ellos. Y es mi voluntad que en este caso y en la determinación de sus causas en primera instancia, y después en las apelaciones a mi consejo de Guerra se les haga todo buen pasaje despachándolas según justicia con la mayor brevedad que se pueda, excusando embargos en sus navíos, ni en los cabos, marineros y soldados que sirven en ellos que es lo que más perturba y desvanece la continuación del servicio que me hacen saliendo en corso en daño de los enemigos y rebeldes de mi corona, pues en las fianzas que deben dar, como está dispuesto por las órdenes de corso que da el recurso a ellas para los excesos que se cometiesen, guardándoles también todas las gracias, prerrogativas y excepciones que les tengo concedidas por las dichas por las dichas ordenanzas del corso, y particularmente en la relevación de la paga de derechos y todas imposiciones que se pretendiere llevarles en cualquier manera de las mercaderías y géneros que vendieren de las presas que hicieren.

Por tanto mando que todo lo convenido en este despacho se cumpla y ejecute, inviolablemente, y que para ello se envíen copias de él firmadas por Don Pedro Fernández del Campo, mi secretario, a todos mis virreyes y capitanes generales de mis reinos, y a los demás ministros y personas a quien tocare, porque en su conformidad, den las órdenes necesarias a los armadores de corso que asistieren en los puertos de mar de estos mis reinos para su puntual observancia, y lo mismo se cumpla por mis generales de armadas o galeras, o personas que las gobernasen, que así procede de mi voluntad y conviene a mi servicio. El rey, Felipe IV.

Documento n° 9

Carta de Felipe IV al Marqués de la Fuente para que pida el relevo del embajador de Francia en Madrid, el arzobispo de Embrún.AGS, Estado, Francia, Leg. K1407, Madrid, 8 de agosto de 1662.

...No es esto el menor inconveniente de lo que está sucediendo sino cosa de más gravedad lo que ahora voy a referir. Y es que antes de ayer estando D. Luis de Oyarguren en palacio por la mañana, habiéndome dado aquella noche “un accidentillo” de indisposición, sin tener esta noticia el Embajador venía a hablarme, pero sabiendo que aquel día quedé en la cama habló a D. Luis y mezclando quejas y desconfianzas, con gran ardor le dijo que sabía que el religioso estaba aquí para diferentes maquinaciones contra Francia para perturbar la paz, insinuándole también que contra la persona y vida del mismo Rey de Francia, de lo que Luis de Oyarguren me ha dado cuenta, y aunque no estaba enterado de la venida de este fraile, le respondió sobre los puntos referidos extrañando y disuadiendo el concepto de ellos que os aseguro han llegado a mis oídos no sólo con ofensa sino con el

543

horror y escándalo que debe causar semejante ilusión, pues cuando no me tocara en lo vivo de mi afecto por lo que amo al Rey siendo hijo y marido de una hermana e hija que tanta parte tienen en lo más íntimo de mi cariño, era cosa tan ajena de mi real ánimo como se deja considerar el imaginar en ella contra cualquier otra persona del mundo, y porque no es posible tolerar con disimulo semejantes pensamientos, particularmente habiendo dicho el embajador a D. Luis que dio cuenta de ello al Rey Cristianísimo y que el mismo fraile le había confesado todo. He resuelto que el Duque de Medina de las Torres en presencia del Nuncio de S.S. y del embajador de Venecia, un día que yo salga de capilla, dé esta queja al arzobispo de Embrún con grave resentimiento de mi parte, llevando al mismo fraile para que en presencia de todos diga si tal cosa pudo confesar ni decir como el Embajador supone, pues el negocio a que vino no son cosas pertenecientes a Francia sino tocantes a inteligencias en Portugal como por mayor sinceridad lo insinuara el Duque a dicho Nuncio y embajadores. Esto se ejecutará mañana y aunque espero que en el crédito común quedará desvanecida en sí misma una calumnia tan extraña y tan temeraria y ajena de toda divina y humana razón, todavía respecto de lo que podría imprimir en el sentido de esta corte lo que este embajador habrá escrito, he querido despacharos luego este correo con las noticias referidas para que deis las quejas al Rey Cristianísimo, a mi hermana, a mi hija y a sus ministros, del procedimiento tan caviloso de este embajador con el que tan gravemente ha agraviado los vínculos de amor y voluntad que yo tengo al Rey y la sana intención con que deseo la paz y buena correspondencia que es difícil se pueda conservar por medio de un instrumento semejante, que tanto más culpable debe ser en él por su profesión eclesiástica. Y así, es bien procuréis que le remuevan de esta corte pues será conveniente para todo, mayormente no teniendo esperanza de que se pueda enmendar ni mi confianza ni la de mis ministros la satisfacción que es menester y que tanto se ha llegado a gastar con esta acción que tan desagradable es como se deja considerar por todas razones, y daréis cuenta de lo que resultare.

Documento n°. 10

El arzobispo de Embrún expone a Felipe IV las razones por las que se opone al paso de tropas a Flandes.AGS, Estado, Francia, Leg. 1390, Madrid, febrero 1665.

“No me tomaría licencia de repetir a V.M. las razones que tuve a favor de alegar en la audiencia que fue servido de concederme el día 19 de este mes de febrero para justificar la necesidad en que el Rey mi Señor se halla de hacer algún movimiento de armas, en los Países Bajos y más allá del Rhin, contra un cuerpo de tropas alemanas que se junta y adelanta bajo el nombre de V.M. para preparar una guerra peligrosa a sus estados, si V.M. que iguala siempre con las balanzas de la justicia sus propios intereses, y que ha mostrado siempre un deseo verdadero para la conservación de la paz, no me hubiera mandado ponerlas por escrito para hacer las consideraciones convenientes; y si no hubiera también al mismo tiempo recibido órdenes expresas del Rey mi Señor para que haga todo esfuerzo en persuadir a V.M. de la sinceridad de su afecto y respeto, y dar cuenta de los motivos más secretos de sus acciones a un tan grande Rey que venera muy particularmente como a su padre.

544

Toda Europa, Señor, ha visto que de cuatro años a esta parte que el Rey mi Señor ha tomado solo el gobierno de sus reinos, ha mostrado solamente pensamientos y deseos pacíficos con V.Md., no obstante las perversas impresiones que los envidiosos de su gloria o los espíritus inquietos han querido influir a V.Md.; de que la juventud, el valor y el poder unidos en su persona eran incentivos eficaces de guerra para aumentar los límites de su señorío. Se ha aplicado totalmente a la reformación de su estado, restituyendo la disciplina y la obediencia en las plazas de sus fronteras, reformando las disipaciones de su real hacienda y corrigiendo los abusos de la justicia, desórdenes que son consecuencias fatales de una larga guerra y que no se pueden remediar si no es en la calma de una profunda paz; ha disminuido y reducido sus ejércitos a un número proporcionado para la guarda ordinaria de su real persona y para los presidios de sus provincias y esto es muy distante de haber intentado alguna novedad contra las fronteras de los Países de V.Md.; y por lo menos hubiera podido dar un poderoso socorro con una simple diversión, a los enemigos de la corona de V.Md. en guerra tan importante como la de Portugal. Pero como Francia abunda tanto en capitanes y soldados por la muchedumbre de la nobleza y por la inclinación belicosa del pueblo, que necesita algunas veces buscar guerras extranjeras, ha empleado sus armas contra los infieles, igualmente enemigos del nombre cristiano, y de los estados de V.Md., enviando una armada poderosa contra Berbería parea libertar los cristianos de la esclavitud de los moros de Argel y Túnez, y para restituir la libertad de comercio del mar Mediterráneo en que V.Md. tiene tan grande interés por sus reinos de la corona de Aragón; ha enviado su cuerpo de 6.000 hombres de caballería e infantería, pagados a su costa, a Hungría para socorrer al Emperador contra los turcos, y toda Alemania publica la gloria de estas tropas victoriosas en las cuales los ángeles del señor han combatido invisiblemente con el pequeño número contra los filisteos, pues con la batalla memorable siempre a la posteridad en el primer día de agosto del año pasado sobre el paso del río Raab, conservaron los estados hereditarios de la Casa de Austria, mantuvieron al emperador en Viena y obligaron al orgullo otomano a proponer condiciones de paz. Viene ahora a establecer al arzobispo elector de Maguncia, en la posesión de la ciudad de Erfurt contra la cual se dio el bando imperial, y cuida hoy con sus tropas de restituir el estado de Aviñón a la obediencia de la sede apostólica. Excuso aquí de realizar con sombras este retrato imperfecto, y omito todas las artes que algunos ministros de V.M. en los países extranjeros han practicado contra su recta intención para desunir de la corona de Francia a sus aliados y hacer ligas ofensivas contra sus estados y vengo al punto único de esta representación recurrente.

Extraña cosa es, Señor, que el Marqués de Castel Rodrigo, gobernador de las provincias de Flandes, en medio de una paz solemne, de un parentesco renovado por un dichoso casamiento, y del reconocimiento de servicios frescamente recibidos, arma tan públicamente como si se tratase hoy de defender aquellos países o de invadir los de Francia, y hace una leva de 20.000 hombres de caballería e infantería. Con todo esto, si este ejército fuera solamente compuesto de los habituales de la tierra, de españoles o italianos vasallos de V.Md., no se habría reparado en esta novedad y se podría creer que el Marqués quiere fabricar fantasmas para combatirlos por sus fines particulares, pero como se ve que un cuerpo de 6.000 extranjeros alemanes baja de los estados hereditarios para presidiar las plazas de Flandes en las fronteras de Francia, entra luego el recelo, muy fundado y justificado del Rey mi Señor, sin necesitar de más amplia declaración. Parece también que los pretextos que el Marqués esparce en Flandes sobre esta prevención de ejército tan

545

numeroso, para dar satisfacción al público, son tan frívolos, que ocasionan más sospecha en los ánimos y descubren segunda intención.

Dice el Marqués que teme que los ingleses y holandeses que se hallan en una guerra casi declarada, no hagan entre sí algún ajustamiento para invadir, unidos, los estados de Flandes, como si todo el mundo no supiese que los intereses de estas dos naciones son incompatibles por la emulación del comercio y que V.Md. debe más recelar sus designios en las Indias orientales y occidentales que en los Países Bajos. Añade más, que quiere que este cuerpo de ejército invierne solamente en Flandes, para enviarle el año que viene a España contra Portugal, quien sabe si el camino más breve de los Países hereditarios para España, por Milán y por el puerto de final estuviese nuevamente cerrado, y se hubiese hallado una derrota más cómoda para la hacienda de V.Md. por el dilatado camino de los estados de los electores del Imperio, de los príncipes del Rhin, de los Países Bajos y del Puerto de Ostende. Al contrario se ve que se destruyen de esta forma los medios de reducción de Portugal con una división tan inútil y afectada de las fuerzas de V.Md. Propone por última excusa, que faltando los españoles e italianos vasallos de V.Md. para llenar las guarniciones ordinarias de las plazas de aquel país, es fuerza valerse de extranjeros alemanes para subrogarlos en lugar de aquellos, y no es buena razón de estado confesar la despoblación de los principales estados de V.Md. y entregar plazas de tantas consecuencias en las manos de extranjeros. El pueblo romano, según la observancia del orador latino, dilató tanto su imperio con este arte de falsa protección de estados amigos que les daba lugar a la invasión y retuvo al fin por fuerza el depósito que le fue al principio entregado con libertad.

De que se sigue manifiestamente que esta prevención intempestiva, conforme al juicio del Rey mi Señor, a la opinión de los ministros de su Consejo y a la aprehensión de todas las personas inteligentes, no puede tener otra razón verdadera y sustancial, que la de un designio ya formado de guerra contra Francia, bien sea que no se quiere declarar en tiempo presente, es decir en el reinado de V.Md. o que se difiera a otro tiempo que el Rey mi Señor no quiere ver jamás, y del cual no es lícito hacer pronósticos a los hombres de bien, principalmente cuando Dios ha dado a V.Md. un príncipe tan vigoroso para heredero de sus coronas.

En cuanto al primer tiempo, esta prevención de guerra es superflua pues las mismas razones que han mantenido la paz entre Vuestras Majestades, de cinco años a esta parte, conviene a saber la fidelidad de los tratados, la religión de los juramentos y el vínculo sagrado de los casamientos, la conservarán un siglo entero. La experiencia de la prosperidad de Francia en estos cinco años es argumento de su intención pacífica para lo por venir, y el Rey mi Señor ofrece aún dar a V.Md. nuevas seguridades de esta verdad si fuesen necesarias, y también saldrá a la defensa contra cualesqueira sus enemigos en aquellas partes.

En cuanto al segundo tiempo que se anuncia tan frecuentemente por consejos funestos y mortales que no tienen más fundamento que una imaginación ambiciosa que quiere anticipadamente alterar el reposo público, esta resolución se opone a las oraciones de la Iglesia Católica que pide solamente a Dios la paz por nuestros días, in diebus nostris, sin querer sondar los abismos de su providencia. Ofende toda la política humana y cristiana quien no reconoce otra guerra por justa, sino la necesaria, luego una guerra anticipada no puede ser necesaria pues las contingencias

546

del tiempo mudan el semblante de los negocios, y ofrecen varios expedientes para ajustar las diferencias que puedan nacer entre los príncipes.

Pues señor, todas las personas algo experimentadas en los negocios públicos, habiendo examinado los fines de esta prevención, juzgan cuerdamente que mira a una precaución que debe seguir el reinado inmortal de V.Md. conforme a los deseos del Rey mi Señor. Me permitirá V.Md. que haga dos consideraciones en este punto esencial del tiempo venidero que no debiendo suceder jamás por la felicidad común despierta alborotos en el presente. La primera es que el Rey mi Señor recibe este movimiento de armas, principalmente del cuerpo de 6.000 alemanes, por una ofensa sensible a su reputación, porque denota querer invadir los estados de un Rey menor, su cuñado, heredero de las coronas de V.Md. o aprecia poco sus fuerzas de que no podrá defender aquellos estados contra cualesquiera sus enemigos.

La segunda consideración es que los reyes están obligados en conciencia a valerse de los medios lícitos y necesarios para la conservación de sus estados, y deben por razón de buen gobierno aumentar sus fuerzas de cualquier manera que sea a proporción de lo que se aumentan las fuerzas de los príncipes sus confinantes para no estar sujetos a un poder ajeno y quedar expuestos a una repentina opresión.

Por lo cual, el Rey mi Señor me manda represente a V.Md. que no puede tolerar sin perjuicio de su honra que un príncipe, sea el que fuere, que no puede tener jamás una alianza tan cercana para con V.Md. como el Rey mi Señor la tiene, estando casado con la Infanta hija mayor de V. Md., se ponga con el pretexto de una simulada protección, en la posesión efectiva de los estados de V.Md., con peligro de los de Francia, y que debe embarazar el paso de este cuerpo de gente extranjera en partes remotas por no verle casi a sus ojos y a dos jornadas de su ciudad metrópoli, en las fronteras de la Picardía y de la Champaña. Y así espera de la justicia y bondad de V.Md. que excusará todos estos inconvenientes con un remedio muy fácil: dando orden con toda celeridad, y por correo expreso que este cuerpo de extranjeros alemanes no marche adelante sino que se detenga en sus países”.

Documento n°. 11

Informe técnico que el Marqués de Castel Rodrigo envío al Marqués de la Fuente y a Madrid para justificar las obras que realiza en el canal y que los franceses quieren impedir.AGS, Estado Francia, Leg. K 1390, Bruselas, mayo 1665.

“Razones por las que se ha considerado necesario ensanchar y profundizar la ribera del Niepe, que presentó el capitán de ingenieros Veerbon.

Primeramente porque ha muchos años que esta ribera fue navegable para facilitar el trasporte de madera del bosque de Niepe a las demás de las villas vecinas, y también por el tráfico de la villa de Ayre con Haesbroug.

Porque durante la última guerra se había embarazado el dicho canal de manera que no se podía navegar por él sino con barcas pequeñas, lo que ocasiona carestía y disminuye los servicios de S.M.

547

Porque el aumentar el agua facilitará algunos molinos en beneficio de S.M. y comodidad del pueblo de la Motteaubois.

Razones con que se puede satisfacer la oposición del gobernador de San Venant. Primeramente con que no es obra nueva, sino sólo limpiar un canal antiguo.

Que el ensancharle será cerca de seis pies más de lo que se ve al presente, y profundizarle de dos a tres pies, de manera que nunca será más ancho que de treinta, ni más profundo que de seis.

Que este el canal recibirá agua de la riberilla Melle y no de la Lissa, de manera que para poder tener comunicación de la dicha ribera con el canal, se han diseñado dos esclusas que deben abrirse solo para el pasaje de las barcas.

Que este canal no ocasionará —como quieren decir— que la ribera del Lissa se divierta de manera que deje en seco a San Venant, tomando su curso por laribera de Niepe, siendo así que la Lissa tiene de ancho 60 pies que es el doble de nuestro canal; y últimamente que no se harán sobre el canal puertos fortificados (como los franceses querrán decir), antes al contrario, dejarán abiertos todos los caminos y pasajes, así por los puentes o en otra cualquiera manera como se goza de presente, y se gozó por el pasado, de manera que este trabajo no viene a ser en ninguna manera perjudicial a los de San Venant, siendo solamente encaminado a facilitar la conveniencia del comercio”.

Documento n ° 12

Carta del Rey Cristianísimo a la Reina de España en la que le anuncia la entrada en los Países Bajos con mano armada.AGS, Estado, Francia, Leg. 1394, Saint Germain, 8 mayo 1667.

“Muy alta, muy excelente y muy poderosa nuestra muy cara buena hermana: el sincero deseo que siempre hemos tenido de procurar y mantener la tranquilidad pública de que los tratados de Westfalia y los Pirineos han dado al mundo señales harto evidentes, nos movió por fin del año 1665, por prevención obligatoria, que no fuese recibida en Madrid de la misma manera, a buscar los medios para estorbar que en lo venidero nada fue bastante de alterar entre nos y V.M. y nuestras coronas esta buena inteligencia y amistad tan dichosamente restablecida y cimentada con nuestro augusto casamiento. Con esta intención, la difunta Reina, nuestra muy honrada Señora y Madre, encargó a nuestra instancia al Marqués de la Fuente escribiese de su parte a V.M. y habiéndose hecho informar plenamente de los derechos que la Reina, nuestra muy cara esposa, tiene sobre diferentes estados de los Países Bajos, y que hallando V.M. los fundamentos sólidos, justos e incontestables, la pedía insistentemente, por el particular cariño que la tenía, tuviese por bien de dejarse instruir de los derechos y tomar particular conocimiento de ellos para que viendo en justicia, tan claramente como manifestaba la equidad, se inclinase consiguientemente a hacernos razón de ellos por un buen acomodamiento que pudiese desarraigar todo motivo de mala inteligencia entre nuestras Monarquías,

548

que sabía bastante nuestra intención para poder asegurar que se nos hallaría muy moderados en razón de las condiciones de dicho acomodamiento, y que estando cercana a su muerte, no deseaba después de su salvación, cosa con tanto fervor, como la satisfacción de haber afianzado entre nuestras dos coronas la unión y amistad, que esta diferencia podría turbar muy pronto. Todas estas particularidades no se habrán borrado de la memoria de V.Md., ni tampoco los Consejos de España habrán olvidado la calidad de la respuesta que obligaron a V.Md. a dar tan poco conforme a la piedad y a la utilidad de la instancia de la Reina Madre, y sin duda muy contraria a la inclinación que V.Md. tiene de conservar el sosiego público. Esta respuesta fue que V.Md. no podía en manera alguna entrar a ventilar este negocio sin estipular cosa o tratar acerca de derechos, que sabía no tener fundamento, y después, inmediatamente, envió orden V.Md. al gobernador de Flandes para que hiciese prestar el juramento de fidelidad a los estados del País Bajo y a todos los pueblos, lo que hasta entones se había dejado de hacer, después de la muerte del difunto Rey, nuestro suegro. Esta negativa absoluta de administrarnos justicia, y esta última resolución de ligarse V.Md. por su juramento unos pueblos que verdaderamente son nuestros vasallos por parte de la Reina nuestra esposa, habiéndonos reducido a la embarazosa e indispensable necesidad o de faltar a lo que debemos a nuestro honor, a nos mismos, a la Reina y al Delfín, nuestro hijo, o a intentar procurar por algún esfuerzo de nuestras armas la razón que se nos ha rehusado, hemos abrazado este último medio que la justicia y el honor nos han aconsejado, y por este expreso que despachamos al arzobispo de Embrún, nuestro embajador, le ordenamos manifieste a V.Md. la resolución que hemos tomado de marchar en persona, a fin de este mes, a la cabeza de nuestro ejército, para procurar ponernos en posesión de lo que nos pertenece en los Países Bajos por la dicha parte de la Reina, o de cosa equivalente, y que al mismo tiempo presente a V.Md. un escrito que hemos hecho formar y contiene las razones de nuestro derecho y enteramente destruye las frívolas objeciones de los derechos contrarios que el gobernador de Flandes ha hecho divulgar por el mundo. Entre tanto nos prometemos de la equidad de V.Md. que luego que hubiese visto y hecho examinar dicho papel, afeará mucho el consejo que se le dio de rehusarnos una justicia que hallará tan clara y tan bien fundada, y querrá abrazar los mismos medios que le hicimos insinuar, y aún hoy los ofrecemos, que son: terminar esta diferencia entre nosotros por un acomodamiento amigable. En este caso aseguramos a V.Md.. dos cosas: una que nos restringiremos en razón de las condiciones de este acuerdo a pretensiones muy moderadas respecto de la calidad e importancia de nuestros derechos; y la otra que aunque los progresos de nuestras armas fuesen tan prósperos como es justa su causa, no es nuestra intención adelantarlos a más que lo que nos pertenece o cosa equivalente en cualquier parte que la podamos conseguir. Por lo restante de los estados de nuestro muy caro y muy amado hermano el Rey de España, supuesto este primer fundamento de que se nos administre justicia que nos es debida, siempre estaremos prontos a defenderlos de cualquier acometimiento para conservárselos, y a su posteridad que la deseamos numerosa y sin fin, como también a mantener muy religiosamente la paz como se lo aseguramos al Marqués de la Fuente cuando se despidió de nosotros, no entendiendo que por nuestra parte se quebrante la paz con nuestra entrada en los Países Bajos aunque sea con mano armada, pues no marchamos allá más que para procurar ponernos en posesión de lo que nos está usurpado. Y remitiéndonos en lo demás a nuestro dicho Embajador, rogamos a Dios os tenga muy alta, muy excelente y muy poderosa, Princesa nuestra, muy cara y

549

muy amada buena hermana, en su santa y digna guarda”. Sain Germain, 8 mayo 1667. Vuestro buen hermano. Luis.

550