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Las sociedades secretas militares en la primera transición española: La Isabelina (1 833-36) JULIO BUSQUETS Universidad Autónoma de Barcelona La Isabelina* fue una sociedad secreta, en la que se integraron des- tacados militares liberales como Aviranet a, Cayetano Cardero, y los ge- nerales Palafox, Palarea y Van Halen, que al parecer pertenecían a la masonería', si bien el primero, abandonó pronto esta sociedad y mantuvo * Sobre esta Sociedad Secreta existe poca documentación. La mayoría de los datos que existen proceden de uno de sus miembros, Aviraneta, que era amigo del historiador Antonio Pirala y escribió para iI varios manuscritos, que le ayudaron a escribir su Historia de la Guerra Civil. Por otra parte sus escritos y memorias (destaquemos los Estatutos de la Confederación general de los guardadores de la Inocencia o Isabelinos, Burdeos, 1834) fueron a parar a manos de Pío Baroja que era pariente lejano suyo, y apoyándose en ellas (y en sus Hojas de Servicios militar y de Hacienda) publicó una biografía: Aviraneta o la vida de un conspirador, así como una serie de 22 novelas históricas que publicó bajo el genérico título de Memorias de un hombre de acción. Castillo Puche, trabajó sobre los manuscritos que habían pertenecido a Pirala, y más concreta- mente sobre la parte de las memorias de Aviraneta tituladas Apuntes políticos y militares o confesiones de Aviraneta, cuaderno que comprende desde su deportación a las Canarias hasta mediados de 1838. Su posición, muy crítica para Pío Baroja di6 lugar a la obra Memorias íntimas de Aviraneta o manual del conspirador (réplica a Pío Baroja). Hay algunas fuentes más: Christiansen halló algunos artículos del 172e Times, en los que se habla de la Isabelina, Pablo de Azcarate encontró entre los papeles de Gumersindo de Azcarate, tres originales de Cayetano Cardero, principal protagonista del único pronunciamiento de la Isabelina y Pedro Ortiz Armengol publicó recientemente una biografía de Aviraneta en el n.o extra 6.0 de Historia y Vida, en el que dice que Aviraneta publicó en Burdeos (donde tenia parientes), en 1834, un folleto sobre los isabelinos. 1. José Luis CASTILLO PUCHE: Memorias íntimas de Aviraneta. Biblioteca Nueva, Madrid, 1952, p. 162. Afirma que Aviraneta era masón pero lo dejó, y la posterior hostilidad entre Aviraneta y los masones pudiera ser indicativa. Manuel TUNON DE LARA: La España del XIX. Laia, Barcelona, 1974, p. 79. Afirma que ((Cardero era masón de alta graduación)).Angel María DE LERA: La masoneria que vuelve. Planeta, Barcelona, 1980, p. 169. Incluye en una lista de masones a Palafox, que fue uno de los dirigentes de la Isabelina. Otros autores incluyen también a los generales Palarea y Van Halen, que también pertenecieron a esta sociedad, etc ...

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Las sociedades secretas militares en la primera transición española: La Isabelina (1 833-36)

JULIO BUSQUETS Universidad Autónoma de Barcelona

La Isabelina* fue una sociedad secreta, en la que se integraron des- tacados militares liberales como Aviranet a, Cayetano Cardero, y los ge- nerales Palafox, Palarea y Van Halen, que al parecer pertenecían a la masonería', si bien el primero, abandonó pronto esta sociedad y mantuvo

* Sobre esta Sociedad Secreta existe poca documentación. La mayoría de los datos que existen proceden de uno de sus miembros, Aviraneta, que era amigo del historiador Antonio Pirala y escribió para i I varios manuscritos, que le ayudaron a escribir su Historia de la Guerra Civil. Por otra parte sus escritos y memorias (destaquemos los Estatutos de la Confederación general de los guardadores de la Inocencia o Isabelinos, Burdeos, 1834) fueron a parar a manos de Pío Baroja que era pariente lejano suyo, y apoyándose en ellas (y en sus Hojas de Servicios militar y de Hacienda) publicó una biografía: Aviraneta o la vida de un conspirador, así como una serie de 22 novelas históricas que publicó bajo el genérico título de Memorias de un hombre de acción.

Castillo Puche, trabajó sobre los manuscritos que habían pertenecido a Pirala, y más concreta- mente sobre la parte de las memorias de Aviraneta tituladas Apuntes políticos y militares o confesiones de Aviraneta, cuaderno que comprende desde su deportación a las Canarias hasta mediados de 1838. Su posición, muy crítica para Pío Baroja di6 lugar a la obra Memorias íntimas de Aviraneta o manual del conspirador (réplica a Pío Baroja).

Hay algunas fuentes más: Christiansen halló algunos artículos del 172e Times, en los que se habla de la Isabelina, Pablo de Azcarate encontró entre los papeles de Gumersindo de Azcarate, tres originales de Cayetano Cardero, principal protagonista del único pronunciamiento de la Isabelina y Pedro Ortiz Armengol publicó recientemente una biografía de Aviraneta en el n.o extra 6.0 de Historia y Vida, en el que dice que Aviraneta publicó en Burdeos (donde tenia parientes), en 1834, un folleto sobre los isabelinos.

1. José Luis CASTILLO PUCHE: Memorias íntimas de Aviraneta. Biblioteca Nueva, Madrid, 1952, p. 162. Afirma que Aviraneta era masón pero lo dejó, y la posterior hostilidad entre Aviraneta y los masones pudiera ser indicativa. Manuel TUNON DE LARA: La España del XIX. Laia, Barcelona, 1974, p. 79. Afirma que ((Cardero era masón de alta graduación)). Angel María DE LERA: La masoneria que vuelve. Planeta, Barcelona, 1980, p. 169. Incluye en una lista de masones a Palafox, que fue uno de los dirigentes de la Isabelina. Otros autores incluyen también a los generales Palarea y Van Halen, que también pertenecieron a esta sociedad, etc ...

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el resto de su vida cierta animosidad contra la misma. Por otra parte, en la Isabelina también se integraron algunos antiguos comuneros, como Romero Alpuente2, Calvo y Mateo, Calvo de Rozas y Florez Estrada. No en vano ambas sociedades secretas -los comuneros y la Isabelina- coincidían en ser de composición y disciplina, exclusivamente españolas, y quizá esta característica hacía que los militares y los funcionarios3, más proclives al nacionalismo que al internacionalismo, se sintiesen es- pecialmente c6modos en ambas, y predominasen en las mismas.

LA TRANSICION POLITICA

Durante la década de 1830, España vivió una transición que en mu- chos aspectos anticipará la del fin del franquismo. En efecto, en ambos períodos se pasa de un sistema político caracterizado por la total carencia de libertad (la década Ominosa de Fernando VI1 o la Dictadura de Fran- co) a un régimen político democrático y liberal, plasmado en las Consti- tuciones de 1837 y 1978 respectivamente. En ambos casos la transición fue lenta y trabajosa, alterada por reacciones y golpes, y protagonizada en alguna medida por la autoridad real, de M.& Cristina o de Juan Carlos 1, que actuaron de acuerdo con los deseos de un pueblo deseoso de libertad. En ambos casos hubo un burócrata fiel, Cea Bermúdez o Carlos Arias y después un conservador liberal, Martínez de la Rosa o Suárez, en ambos casos hubo varias amnistías, etc. Y en ambos casos también la policía, en el inicio de la transición, sigue en manos de personas ideológicamente identificadas con el antiguo régimen, que paradógicamente siguen vigilando en algunos casos a personas ahora ideológicamente ortodoxas, como los Isabelinos, a los que vigilarán el jefe de policia, conde de Vilhurma, par- tidario del régimen estamental, o el capitán F. Civat, que acabará con los carlistas, etc ...

Como es sabido, la transición que aquí nos ocupa se comenzó a baruntar cuando el 21 de diciembre de 1829 Fernando VII, ya maduro, casó con la princesa liberal M.a Cristina de Nápoles, y se aceleró como consecuencia de los ((sucesos de la Granja)), el 1 de octubre de 1832, cuando el rey destituyó al gobierno ultraconservador, inmovilista, abso- lutista o si se previere integrista, de Calomarde y nombró a un burócrata, conservador, ilustrado y fiel a su persona: Cea Bermudez. En aquel mo- mento comenzó la transición. Quince días después se concedió una Am-

2. FERRER BENIMELI, José A,: Masonería española contemporánea, siglo X X I , Madrid, 1980. v. 1, p. indica que Raymod Carr incluye a Juan Romero Alpuente entre los masones, aunque él personalmente no parece dar por bueno este dato. Es opinión generalizada que era comunero. RICARDO DE LA CIERVA: Historia militar de España. Planeta, Barcelona, 1984, v. VI, p. 263 incluye entre los comuneros a Calvo de Rozas y Flórez Estrada.

3. P fo BAROJA: Aviraneta o la vida de un conspirador, Obras completas, p. 1262 y La Isabelina, p. 1021.

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nistía que permitió el regreso de los exiliados políticos. Y se abrieron las puertas de las cárceles y se reanudaron las clases en la Universidad, cerrada desde hacía dos años.

NACE LA ISABELINA

La Amnistía del 15 de octubre de 1832, permitió el regreso de muchos liberales, dirigentes políticos y militares, que estaban exiliados desde que comenzó la década Absolutista. Entre ellos llegaron los que dirigieron la Isabelina: De Francia, aunque procedente de Méjico, regresó el capitán de caballería Eugenio de Aviraneta? De Bélgica, Olavarría que había adquirido celebridad colaborando con los liberales5 y sería el cerebro de la sociedad; de París, Lorenzo Calvo y Mateo que había sido banquero y prestamista de los proyectos revolucionarios del general Torrijos; de In- glaterra, Romero Alpuente, diputado radical durante el Trienio, exco- munero y antiguo moderador de la Landaburiana y Flórez Estrada, ex ministro del Trienio Liberal. Y del exilio volvieron también dos generales que serían miembros de la Isabelina, Quiroga de Francia y Palarea de Inglaterra.

La Sociedad probablemente la fundó Aviraneta que regresó del exilio en febrero del 33 y era maestro en la creación de Sociedades Secretas y en la organización de conspiraciones, con la finalidad de ejercer una influencia análoga a la que en el Trienio, ejercieron masones y comuneros 6.

Su nombre ((La 1sabelina))pudo ser debido a la concepción de Aviraneta, que en sus escritos llama isabelinos, a los liberales más radicales, exhal- tados, y cristinos (i<cucos)) les llama) a los liberales moderados, pactistas y pragmáticos.. .

La sociedad creció deprisa, pues el ambiente era favorable: En 1833 el absolutismo estaba ya gastado y desacreditado y todos deseaban liber- tad; en otoño de aquel año existía ya un Comité o Directorio formado por el general Palafox, Calvo de Rozas (que había sido de la Junta Cen- tral), Florez Estrada, Juan Olavarria, Romero Alpuente, Berrarza y Avi- raneta. Cada una de estas siete personas, era jefe de una sección y la sección militar estaba dirigida por Palafox y dividida en Legiones y Cen- turias, por lo que en opinión de Pío Baroja la Isabelina es una sociedad carbonaria 7.

4. En su Hoja de Servicios consta que nació el 13-1 1-1972, participó en la Guerra de la Independencia en Ia partida del cura Merino, ascendió a capitán de Caballería el 13-6-1823, a Comisario de guerra de segunda, el 3-1 1-1841 y a Intendente Militar de Segunda, por acuerdo de Consejo de Ministros el 31-12-1851 (este cargo debería ser parecido al actual de general de Brigada de Intendencia). Murió el 8-2-1872.

5. Modesto LAFUENTE: Historia General de España. Montaner y Sirnón, Barcelona, 1882, tomo VI, p. 28.

6. LAPUENTE, op. cit., tomo VI, p. 28. 7. BAROJA, op. cit. p. 1.265.

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La Isabelina vive intensamente aquel difícil año 1833, en que Fer- nando VI1 agoniza y el absolutismo de Don Carlos acecha. Sus miembros están en reunión permanente el día 30 de junio de 1833, día de la jura de la Princesa, y se reúnen el 29 de septiembre del 33, cuando el cuerpo de Fernando VI1 todavía está caliente. Este día además de varios miembros del Comité Directivo (Aviraneta, Berarza, Calvo Rozas y Calvo Mateo) asisten a la reunión «una promoción de militares de graduación, oficiales de la Guardia real y jóvenes abogados»8, enfrentándose en la reunión, que parece ser fue muy amplia, dos líneas, la de quienes consideraban que se debía apoyar al gobierno de Cea Berrnúdez porque era el más firme bastión de la Reina, y la de quienes consideraban que se debía aprovechar la debilidad gubernamental del momento, para acabar con el absolutismo y restaurar la Constitución del 12, tesis ésta que defendía Aviraneta y que tuvo el apoyo de algunos oficiales jóvenes. Los partidarios de esta ({línea dura» proyectaron secuestrar a Cea Bermúdez, y al efecto Aviraneta consultó separadamente a los demás miembros del Directorio, pero con independencia del parecer de éstos, el proyecto fracasó 9.

Avinareta en su afán proselitista llegó a hablar de la Isabelina con el Conde de Toreno (que no ingresó en la misma) y con los infantes Luisa Carlota y Francisco '0, que le sugieren un viaje a Barcelona, para tomar allí ciertos contactos, quizá con Llauder, que era entonces el Capitán General, y estaba muy unido a la burguesía catalana, que deseaba mayor libertad.

Cuando el Directorio de la Isabelina fue informado por el propio Aviraneta de su relación con los infantes, sintió cierta preocupación, pese a lo cual le autorizó el viaje a Barcelona. La preocupación del Directorio tenía base sólida: el 10 de enero de 1834, la policía detuvo a Aviraneta, que iba a Barcelona, al pasar por Guadalajara.

El Gobierno de Cea Berrnúdez decidió desterrar a Galicia al incómodo Aviraneta, pero éste se fugó al ser trasladado, y se ocultó en Madrid, donde siguió conspirando y haciendo proselitismo. Su objetivo (eviden- temente imposible de alcanzar) era lograr que la Isabelina llease a contar con diez mil personas en Madrid, pues consideraba que éste era el número necesario para asegurar la victoria de un pronunciamiento cívico-militar, mediante le cual se restablecería la Constitución 11.

8. BAROJA, op. cil. p. 1.045. 9. BAROJA, op. cit. p. 1.164.

10. BAROJA, op. cit. p. 1.264. 11. Antonio PIRALA: Historia de la guerra civil, Vol. 1, p. 442. AdemAs contaba con muchos

militares y miembros de la milicia.

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LA ISABELINA CONTRA EL ESTATUTO REAL

Durante el año 1833 la regente María Cristina, recibe gran cantidad de presiones en favor del restablecimiento de la Constitución, o al menos en favor de una más decidida apertura política. Entre otros se dirigieron a la regente los capitanes generales de Castilla la Nueva, Quesada, y de Cataluña, Llauder, que el 25 de diciembre le envió una Memoria pidién- dole destituyese a Cea Bermúdez, al que acusaba de absolutista. Este cayó y fue sustituido por Martínez de la Rosa, con el que la Regente, el 10 de abril de 1834, firmó un Decreto por el que se deberían reunir separadamente dos cámaras al viejo estilo: el estamento de los Proceres y el de los Procuradores. Era el Estatuto Real de 1834, una tibia Carta Otorgada, que no satisfizo a los liberales que siguieron conspirando para restablecer la Constitución del 12.

Poco después, una epidemia de cólera asoló Madrid, y el pueblo en su incultura, afirmó que la epidemia era debida a que los frailes envene- naban las aguas. Como consecuencia de tan burda mentira, pero creída a pies juntillas entonces, se provocó una matanza de frailes en Madrid y la policía acusó a la Isabelina de haber hecho correr el absurdo bulo. No era cierto, la Isabelina no deseaba tales excesos, e incluso Aviraneta re- chazó a los amotinados cuando fueron a buscarle, para dirigir el motín anticlerical.

La actitud de la Isabelina ante el Estatuto, quedó clara en una reunión que el directorio tuvo el 20 de julio, tres días después l2 de la matanza de frailes, y en la que se decidió dirigir un escrito a la Regente, resaltando los peligros que llevaba consigo el mantenimiento del Estatuto Real, y encareciendo que, para evitar aquellos riesgos, el citado Estatuto fuese sustituido por otro que se adjuntaba al escrito, que firmaron Calvo de Rozas, Calvo Mateo y Olavarría, que era el autor del proyecto del nuevo Estatuto 13.

Previendo que la Regente rechazaría el escrito, se comenzó a preparar un acto de fuerza, mitad motín popular, mitad pronunciamiento militar, que debía estallar el día 24 de julio del 34, o sea el día que se abrieran las citadas cámaras de Proceres y Procuradores, (sucedáneas del Senado y del Congreso).

De acuerdo con este plan, varios procuradores, que eran miembros de la Isabelina, pedirían que la Cámara de los Procuradores se transfor- mase en Congreso de Diputados 14. Entonces, desde las tribunas, afiliados

12. PIRALA, op. cit. Vol. 1, p. 443. 13. LAFUENTE, op. cit. p. 28. 14. En realidad se trataba de repetir lo que ocurrió en París en 1789 cuando Luis XVI convocb

los Estados generales (dos cámaras separadas como las del Estatuto Real), pero los del tercer Estado se transformaron en Asamblea Nacional, asumiendo capacidad legislativa, contra la voluntad del rey.

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de la sociedad jalearían la petición, mientras el pueblo se echaba tumul- tuosamente a la calle, sonando a rebato todas las campanas de Madrid y finalmente, Palafox, el héroe de los sitios de Zaragoza, tomaba el mando de las tropas comprometidas para restablecer la Constitución. Se nom- braría un Gobierno provisional formado por Evaristo Pérez de Castro (Estado), el general Jerónimo Valdés (Guerra), Manuel García Herrero (Justicia), Alvaro Flórez Estrada (Interior), Lorenzo Calvo de Rozas (Ha- cienda) y José M.8 Chac6n (Marina). Palafox sería nombrado Capitán General de Madrid y Evaristo de San Miguel Gobernador Militar de la plaza.

Lo que no sabían los Isabelinos, es que la organización estaba infil- trada, por la policía. En efecto, uno de sus agentes, el capitán F. Civat, había conseguido penetrar en la misma 15, ganándose la confianza de los dirigentes. Hasta tal punto los tenia engañados, que fue designado para trasladarse a Barcelona y enlazar con los afiliados de allí, después que fuera detenido Aviraneta, cuyo escondite también conocía, así como los nombres y domicilios de los miembros del Directorio. Y como estaba al tanto de todo, le fue fácil detener a toda la dirección de la organización, lo que hizo la víspera del día elegido para el alzamiento: Fueron detenidos Aviraneta, el capitán Antonio Nogueras, que era el secretario de la aso- ciación, el general Palafox, Romero Alpuente, Calvo de Rozas, Juan Olavarría, Berarza, Van Halen, García Vilalta, Espronceda, etc ... 16 y en provincias muchos más.

En la prisión Aviraneta lió de tal modo las cosas que dio la impresión de que todo eran fabulaciones suyas, con lo que los detenidos fueron siendo liberados y a las dos o tres semanas, sólo quedaban en prisión Berarza, Romero Alpuente, que posiblemente (y según Villiers) era el autor del proyecto, pero estaba viejo (debía tener 82 años) y enfermo, y Aviraneta a causa de sus fabulaciones. Berarza salió enseguida, Romero Alpuente, posiblemente a causa de su conocido radicalismo, bastante después y Aviraneta permaneció en la cárcel hasta que se fugó el 16 de agosto de 1835, cuando ya llevaba un año en prisión y en España gober- naba el Conde de Toreno. Al parecer 17 organizó un motín acusando al director de la prisión de connivencia con los carlistas, que estaban en ella presos.

15. Había estado desterrado, por liberal, y había sido edecan (o sea Ayudante) del general Mina, lo que le hacía de confianza.

16. CASTILLO, op. cit. p. 115 y BAROJA, op. cit. p. 1.108 y 1.119. 17. PIRALA, op. cit. vol. 11, p. 150 y vol, 1, p. 446.

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EL PRONUNCIAMIENTO DE CAUETANO CARDERO

Mientras Aviraneta se consumía en la prisión, se produjo el pronun- ciamiento de Cayetano Cardero, teniente ayudante, del Regimiento Ligero de Voluntarios, Aragón núm. 2. Cardero llevaba 20 años como oficial subalterno y era un liberal entusiasta. Era miembro de la Isabelina, y también de la masonería en la que, al parecer tenía un grado importante. Estaba en contacto con los generales Quiroga y Palareal8 que habrían pasado a ser Capitán General de Madrid y Gobernador Militar de la plaza, si el pronunciamiento hubiese triunfado.

Cardero aprovechó que el 18 de enero de 1835, debía mandar un antiguo servicio llamado guardia de principal, que consistía en dar guardia a todos los edificios públicos (gobierno local, prisión, correos, etc ...) y que hacía que el jefe de la citada guardia dispusiera de suficiente tropa. Cuando los tuvo reunidos, arengó a la tropa, que se adhirió entusiasta a la proclamación de la Constitución y se atrincheró en el edificio de correos (hoy sede del Gobierno Autónomo de Madrid), en la puerta del Sol.

El capitán general de Castilla, José Canterac intentó reducir a los amotinados con procedimientos expeditivos, provocando su propia muerte. Mientras tanto la milicia nacional, muy trabajada por la Isabelina ' 9 se puso al lado de los sublevados. El Ministro de la Guerra, Llauder, pactó con ellos: Salieron, exentos de responsabilidad, con banderas desplegadas y a tambor batiente, pero habían fracasado en su empeño: España seguia sin constitución. Por otra parte, el Pacto de rendición (que recuerda al Pacto del Capó, firmado en 1981 con los del 23-F), no fue respetado20, a pesar de lo cual Llauder perdió la poltrona y poco después el resto del gabinete también cayó.

En 1836, la Isabelina se ha extendido ya por muchas zonas del terri- torio nacional. Aviraneta, que es desterrado a Canarias, como conse- cuencia de otro de sus eternos problemas y conspiraciones 21, extiende la organización a estas islas22 y nos cuenta que en julio del citado año la

18. Pablo DE AZCARATE: «Pronunciamiento del teniente Don Cayetano Cardero)). Boletín de la Real Academia de Historia. Tomo CLIX, 1966, p. 118, ex-manuscritos relativos a este episodio, de los que dos están redactados por el propio Cardero, y en el segundo dice en dos ocasiones que el general Quiroga y el brigadier Palarea están en la conspiración (p. 126 y 132).

19. The Times de los días 1 y 2 de octubre de 1834 y 4 de febrero de 1835 informaba a sus lectores que una sociedad secreta llamada la Isabelina dominaba a los «urbanos» (o sea a la milicia de Madrid). Tomado de CHRISTIANSEN: LOS orígenes del poder militar en España, Aguilar, Madrid, 1974, p. 62.

20. LAFUENTE, >p. cit. p. 51: lo desterraron y después lo procesaron y separaron del servicio. 21. En enero de 1836, Mendizábal le envía a Barcelona para entrevistarse con Mina, Capitán

General de Cataluña, y tiene la mala suerte, según dice, de que nada más llegar es acusado de provocar una <(bullanga» que acaba de estallar, motivo por el cual Mina, lo deporta a las Canarias. Sobre este suceso publicó con Beltrán Soler el fascículo titulado Mina y los proscritos.

22. AWRANETA: Apuntespoliticos y militares o confesiones de Aviraneta. Tomado de CASTILLO, op. cit. p. 195.

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Isabelina existe en Sevilla, Córdoba, Cádiz, San Fernando y Jerez. En sus Apuntes políticos y militares o confesiones de Aviraneta se extiende en la descripción de las relaciones entre isabelinos y masones, que según su versión son malas, si bien puede ser una versión parcial, pues en el escrito se nota la antipatía personal que les tiene. «En Cádiz -escribe Aviraneta- existía organizada la masonería sobre los restos de la antigua (logia) de rito escocés, que los hermanos se reunían en una botica, y que estaban a devoción y dirección del diputado Vadillo, y se creía que de Mendizábal, porque un hermano o primo de éste asistía a las tenidas. El directorio Isabelino estaba relacionado con ellos, pero nada más que para la recíproca seguridad y para conservar el buen orden en la ciudad. Sin embargo de esto, respiraban los masones odio y mala voluntad contra los nobles Isabelinos)) 23. Su parcialidad resulta notoria.

Mientras en la Alta Andalucía la Isabelina es fuerte, no tiene afiliados en la Baja, por lo que el Directorio andaluz envía a Aviraneta y a Bertran Soler a Málaga a organizar la sociedad. Este último, había pertenecido a las logias de Francia y Barcelona y fue recibido como pastor en la logia mas importante -siempre según Aviraneta- popularmente conocida co- mo de los leñadores escoceses24, que al parecer no era partidaria de la organización de la Isabelina.

Al fracasar en su intento de lograr el apoyo de los masones de Má- laga, Aviraneta no consigue crear la sociedad, pero participa en la orga- nización de un levantamiento de la ciudad el 25 de julio. Los liberales sublevados nombran una Junta Militar que preside el comandante de carabineros Antonio Escalante y la sublevación se extiende a Granada, Sevilla y Cádiz ... Es la agonía del absolutismo. El 9 de agosto el coman- dante Boil, proclama la Constitución en Valencia, sin oposición alguna, (entre otras razones porque el Capitán General era Palarea, liberal y miembro de la Isabelina), aunque también sin adhesiones, y por tanto sin trascendencia. Tres días después se produjo el pronunciamiento de los sargentos de la Guardia Real en La Granja, que fue el golpe final.

Aviraneta, en sus memorias, cita una carta de Antonio Nogueras, que por entonces era jefe de la Isabelina, al Directorio de Andalucía, en la que dice que a los sargentos Higinio García y Juan Lucas «los contaba por suyos, y todo había salido a medida de su deseo»2 s... pudiera ser, pero otro de los sargentos, Alejandro Gómez, publicó en 1864 su versión de los hechos, sin citar para nada a la Isabelina26, por otra parte este exagerar la propia influencia es frecuente en política, sobre todo en política clandestina.

23. AVIRANETA, op, cit. p. 197. 24. AVIRANETA, op. cit. p. 197. 25. AVIRANETA, op. cit. p. 212. 26. CHRISTIANSEN, op. cit. p. 176. Apéndice 11: El motín de la Granja.

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Tras la victoria de la revolución, Aviraneta, regresa de Málaga a Cádiz, donde cuenta que los isabelinos tienen graves problemas con los masones, por lo que dice: «hablé a los del Directorio Isabelino de Cádiz y les moví a que enviasen una comisión a la logia de los masones para que cesasen de toda personalidad con mi patr6n y el comerciante José Martínez de Sola, comandante de artillería de la Milicia Nacional, por ser individuos de la Isabelina, que de lo contrario, la imprenta (en la que hacían un periódico en que les atacaban), la Botica (en que se reunían) y cuantos a ella concurrían, desaparecerían de este mundo. Santo remedio, nos dieron una satisfacción cumplida y su prensa enmudeció)) 27.

A partir de entonces la Isabelina tiende a desaparecer, por una parte el éxito del pronunciamiento de La Granja, permitirá el restablecimiento de la Constitución del 12 (que reelaborada, será la de 1837) con lo que la Isabelina perderá su razón de ser, por otra parte, la sociedad está ya minada por disensiones internas, como se puede leer en la carta antes citada del capitán Nogueras en la que dice que ({Aviraneta está desacre- ditado y hay que acercarse a Mendizábal y los rnasones»28, por lo que Aviraneta amargamente concluirá: «...estas cartas hicieron su efecto. Los individuos del directorio se revelaron contra mí, excepto el comandante de artillería de la milicia López Pedrajos. Se unieron los isabelinos con los masones sacrificándome y dejándome sin prestigio. De esta manera concluyó para siempre en España la Sociedad Secreta de la Confederación Isabelina)) 29.

Posteriormente, parece ser que hacia 1844, algunos isabelinos cons- piraban bajo el patrocinio del infante Don Francisco (antes citado) para lograr una Constitución moderada" ... sin embargo pudiera tratarse de una acción residual, de algunos antiguos miembros, que no invalida el que la sociedad, hubiera desaparecido, bastantes años antes.

APENDICE: La ideología de los isabelinos

La Isabelina, como la mayoría de las sociedades secretas militares, no tenía una ideología muy definida, ya que fundamentalmente era una amplia plataforma en la que se unían todos aquellos que querían luchar para restablecer la Constitución. Lógicamente, en su seno tenían que convivir distintas tendencias, unas más exaltadas, otras más moderadas, y la discusión que se produce la noche de la muerte de Fernando VI1 es

27. AVIRANETA, op. cit. p. 21 1. 28. BAROJA, op. cit. p. 1.402 Aviraneta describe al capitán Antonio Nogueras, que es el secre-

tario de la Isabelina, como «un cinife, una chinche, un piojo sabio y burocrático», y aunque la cita está tomada de.la obra de Baroja «La Isabelina)), dicha obra como las 22 que él publicó bajo el título genérico de ((Memorias de un hombre en acción)) se apoyaban en los manuscritos de Aviraneta, que cayeron en sus manos por vía familiar, por ser pariente lejano suyo.

29. AVIRANETA, op. cit. p. 212. 30. RAYMOND CARR: España 1808-1939, Ariel, Barcelona, 1970, p. 172.

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especialmente representativa de esta falta de unanimidad, y más concre- tamente de la existencia de dos alas bastante definidas: los más radicales capitaneados por Aviraneta, y los más moderados, entre los que proba- blemente se contaban los miembros del directorio, destacando el último jefe de la organización Antonio Nogueras, y el líder natural Juan Olava- rria, que desempeñaba este papel, por su talla intelectual, por la labor que había hecho en la formación de cuadros31, y sobre todo porque redactó la contrapropuesta de Estatuto Real que la Isabelina hizo a la Regente (hecho éste que además se nota en el notable parecido con la Constitución belga, que Olavarría conocía por haber vivido allí). A con- tinuación se transcriben algunos de sus artículos32 entre las que son es- pecialmente reveladores de su ideología las Disposiciones generales y tran- sitorias, que figuran al final del texto (arts. 57 a 65):

Derecho público de los españoles

Artículo 1. Los gobiernos se han instituido para afianzar el libre ejercicio de las facultades naturales. Estas facultades son:

El derecho de poder hacer todo cuanto no esté prohibido ex- presamente por la Ley o costumbre.

El derecho de poder aspirar a todos los honores, empleos y dignidades del Estado, sin necesidad de ningún requisito, ni infor- mación nobiliaria.

El derecho de no poder ser turbado en el goce y posesión de su propiedad, excepto en los casos de conocida utilidad pUblica, y previo el buen cambio a bien vista de hombres buenos.

El derecho de expresar sus pensamientos de palabra o por escrito sin necesidad de licencia ni censura, sobre todo lo que no sea con- trario a las leyes fundamentales, a las buenas costumbres y al honor de las familias.

2. Ninguna autoridad humana puede mandar cosa contraria a estos derechos; no puede de consiguiente penetrar en el fuero interno del hombre, suspender las leyes protectoras de las prerogativas na- turales, ni dispensar a nadie del cumplimiento de las leyes bajo ningún pretexto.

De las Cortes

8. Las sesiones (de las Cortes) son piliblicas: mas pueden de- clararse secretas a solicitud de cinco miembros.

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31. CASTILLO, op. cit. p. 163. 32. LAFUENTE, op. cit. tomo 6, p. 32.

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9. Todos los Próceres, como los procuradores, son inviolables por sus opiniones manifestadas en el desempeño de sus funciones.

10. Todos los españoles pueden dirigir a las Cortes peticiones escritas.

Del Estamento de Procuradores

28. El Estamento de Procuradores es esencialmente progresivo y abraza todas las mejoras del Estado de una manera general.

Vota el primero las leyes sobre impuestos y reemplazos del ejér- cito.

29. Los Procuradores son nombrados por cinco años; mas po- drán ser reelegidos indefinidamente.

Pueden ser elegidos Procuradores los que teniendo treinta años cumplidos estén en pleno ejercicio de sus derechos y paguen por el alquiler de la habitación o hacienda, bien sea rural o urbana, 4.000 reales de vellón al año, en las poblaciones que excediesen de cincuenta mil almas y 500 en las que no llegasen a este número.

31. Son electores todos los que habiendo cumplido veinticinco años de edad, están en goce de sus derechos cívicos y pagan por el alquiler de la habitación o hacienda rural o urbana 1.000 reales vellón en las poblaciones que excediesen de 50.000 almas y 500 en las que no lleguen a este número.

32. Ningún pensionado ni asalariado del gobierno puede ser elector ni elegible.

39. Ningún Procurador puede ser perseguido durante reunión de las Cortes, ni cincuenta días antes ni después de las sesiones.

No puede tampoco serlo en causa criminal sin previo permiso de su Estamento o en flagrante delito.

De los Ministros y sus agentes

40. El poder ejecutivo reside en los Ministros y sus subalter- nos.

42. Los Ministros son responsables ante los Estamentos en cuanto al fondo de las órdenes que dieren.

Del poder judicial

45. El poder judicial es esencialmente independiente. 46. Los jueces son inamovibles e iguales en consideración y

jerarquía.

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Del poder administrativo

49. La administración local pertenece a los pueblos y es esen- cialmente independiente del gobierno central.

50. Los vecinos que paguen corrientemente diez duros anuales de renta por el alquiler de sus habitaciones o haciendas urbanas o rurales, se reunirán todos los años en junta municipal para tratar de los negocios peculiares a los pueblos, nombrando sus ayuntamientos y elegir sus apoderados para las juntas provinciales.

Disposiciones generales y transitorias

57. Las órdenes monacales quedan abolidas absolutamente.

58. Quedan igualmente abolidos los votos perpétuos.

59. Se suspenden los mayorazgos, señoríos, votos y otras ob- venciones feudales.

60. Las confiscaciones quedan abolidas.

61. No habrá más acumulaciones de empleos y dotaciones.

62. Los bienes pertenecientes y afectos al Estado se distribuirán gratuitamente una tercera parte en recompensas nacionales y las otras dos entre los individuos y familias menesterosas.

63, Ninguna dotación civil, eclesiástica ni militar excederá de 60.000 reales vellón.

64. Se restablecerán las antiguas libertades de la Iglesia es- pañola, con absoluta independencia de la curia romana.

65. La presente acta constitucional es el libro sagrado de los espaiioles, que la libertad y la seguridad depositan en las luces y la energía de la milicia urbana del ejército y de todos los conciudadanos amantes del engrandecimiento y del esplendor del trono.

Madrid, 24 de julio de 1834