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Las variedades de la referencia

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Las variedades de la referencia

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Las variedades de la referencia

ResumenLas variedades de la referencia es, sin ninguna duda, una de las contribuciones más importantes a la filosofía del siglo xx y fuente de inspiración para parte de la filosofía de comienzos de nuestro siglo. En esta obra se conectan las teorías semánticas clásicas de Frege y Russell con la teoría causal de la referencia de Kripke y sus propias consideraciones sobre en qué consiste tener pensamientos sobre objetos. Algunas de sus ideas han sido consideradas como claros antecedentes de nociones actuales como la de contenido no conceptual.

Palabras clave: Referencia, filosofía, crítica e interpretación, Bertrand Russell, Gottlob Frege, siglo xx.

The Varieties of Reference

AbstractThe Varieties of Reference is undoubtedly one of the most important contributions to the philosophy of the twentieth century, and it is a source of inspiration for part of the philosophy at the beginning of our century. In this book we find Frege’s and Russell’s classic semantical theories connected with Kripke’s causal theory of reference, together with Evans’s own considerations on what does it mean to have thoughts about objects. Some of Evans’s ideas have been recognized as clear forerunners of contemporary notions, such as that of non-conceptual content.

Keywords: Reference, Philosophy, Criticism and Interpretation, Bertrand, Russell, Gottlob Frege, twentieth century.

Citación sugeridaEvans, Gareth. Las variedades de la referencia, traducción de Berumen, Eduardo; Anaya, Alfonso; Pérez, Laura y otros. Bogotá - México: Editorial Universidad del Rosario - Universidad Autónoma Metropoli-tana, 2018.

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Las variedades de la referencia

Gareth Evans

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Colección Textos

© Editorial Universidad del Rosario© Universidad del Rosario© Universidad Autónoma Metropolitana© Antonia Phillips© Eduardo Berumen, por la traducción del capítulo 1© Alfonso Anaya, por la traducción del capítulo 3© Laura Pérez, por la traducción del capítulo 6© Juan Beltrán, por la traducción del capítulo 8© Ignacio Cervieri, por la traducción del capítulo 9© Álvaro Peláez, por la traducción de los capítulos 2, 4 y 5

y por el Prólogo© Laura Lecuona, por la traducción del Prefacio del editor,

Agradecimientos, Introducción y los capítulos 7, 10 y 11

Editorial Universidad del RosarioCarrera 7 No. 12B-41, of. 501 • Tel.: 2970200 Ext. 3114Bogotá, Colombiaeditorial.urosario.edu.co

Universidad Autónoma Metropolitana Unidad CuajimalpaAvenida Vasco de Quiroga 4871Col. Santa Fe CuajimalpaDel. Cuajimalpa de Morelos, 05348, Ciudad de Méxicowww.cua.uam.mx

Primera edición en español: Bogotá, D. C., febrero de 2018

ISBN Colombia: 978-958-784-013-1ISBN México: 978-607-28-1225-3

Coordinación editorial: Editorial Universidad del RosarioCorrección de estilo: María Mercedes Villamizar C.Revisión de traducción: Damián Bravo ZamoraDiagramación: Martha EcheverryDiseño de cubierta: David Reyes - Precolombi UEImpresión: Panamericana Formas e Impresos S. A.

Impreso y hecho en ColombiaPrinted and made in Colombia

Las variedades de la referencia, de Gareth Evans, fue publicado originalmente en inglés en 1982 con el título The Varieties of Reference. Esta traducción se publica por acuerdo con Oxford University Press.

Los conceptos y opiniones de esta obra son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen a las Universidades ni sus políticas institucionales.

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito de los editores.

Evans, Gareth

Las variedades de la referencia / Gareth Evans; Prólogo Álvaro Peláez Cedrés; traductores

Eduardo Berumen, Alfonso Anaya, Laura Pérez, Juan Beltrán, Ignacio Cervieri, Laura Lecuona -- Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, Universidad Autónoma Metropolitana, 2018.

xxiv, 406 páginas. -- (Colección Textos)

Incluye referencias bibliográficas.

Título original: The Varieties of Reference

Russell, Bertrand, 1872-1970 -- Crítica e interpretación / Frege, Gottlob, 1848-1925 -- Crítica e interpretación / Referencia (Filosofía) / I. Peláez Cedrés, Álvaro / II. Berumen, Eduardo / III. Anaya, Alfonso / IV. Pérez, Laura / V. Beltrán, Juan / VI. Cervieri, Ignacio / VII. Lecuona, Laura / VIII. Universidad del Rosario / IX. Título / X. Serie.

160 SCDD 20

Catalogación en la fuente — Universidad del Rosario. CRAI

LAC Noviembre 7 de 2017

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995

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Contenido

Prefacio del editor ....................................................................................................... xiJohn McDowell

Agradecimientos ......................................................................................................... xv

Prólogo a la edición española .................................................................................... xviiÁlvaro Peláez Cedrés

Introducción ................................................................................................................ 1

Parte uno Preliminares históricos

Capítulo 1 Frege ............................................................................................................................... 7

1.1. Palabras preliminares .............................................................................. 71.2. Significado (Bedeutung) ......................................................................... 81.3. Términos singulares vacíos: observaciones preliminares ................. 101.4. Sentido: observaciones preliminares ................................................... 141.5. Sentido y pensamiento ........................................................................... 181.6. Términos singulares vacíos: ¿sentido sin significado? ...................... 221.7. Términos singulares vacíos: sentido sin referente ............................. 301.8. Semántica interpretativa y teorías de la verdad .................................. 331.9. Conclusiones ........................................................................................... 39

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Capítulo 2 Russell ............................................................................................................................ 43

2.1. Palabras preliminares: el criterio de Russell ....................................... 432.2. El fracaso de la referencia radical .......................................................... 452.3. Términos singulares russelianos y nombres descriptivos ................. 472.4. Descripciones definidas ......................................................................... 522.5. “Designación rígida” y sentido fregeano ............................................. 62

Capítulo 3 Trabajo reciente ........................................................................................................... 65

3.1. Más allá de Russell: pensamientos singulares .................................... 653.2. Dichos russellianos: las dos estrategias ............................................... 683.3. Kripke: ¿pensamiento singular sin

conocimiento discernidor? ................................................................... 743.4. El modelo fotográfico ............................................................................. 76Apéndice .............................................................................................................. 80

Parte dos Pensamiento

Capítulo 4 El principio de Russell ................................................................................................ 89

4.1. Su significado e importancia ................................................................. 894.2. Verificacionismo y verificacionismo ideal ........................................... 924.3. La restricción de generalidad ................................................................ 1004.4. El nivel fundamental de pensamiento ................................................. 1054.5. Comparación con el verificacionismo ................................................. 1114.6. Los contraejemplos ................................................................................. 113

Capítulo 5 Información, creencia y pensamiento ...................................................................... 119

5.1. Pensamientos basados en información: introducción ..................... 1195.2. El sistema informativo ............................................................................ 1205.3. Interpretación y atribuciones psicológicas ......................................... 1275.4. El riesgo de un mal fundamento ........................................................... 1305.5. Adelanto ................................................................................................... 133Apéndice .............................................................................................................. 135

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Contenido

Capítulo 6 Identificación demostrativa ....................................................................................... 141

6.1. Identificación demostrativa y percepción ........................................... 1416.2. Los vínculos informativos no son suficientes ..................................... 1436.3. Pensamiento espacial egocéntrico: “aquí” .......................................... 1496.4. Identificación demostrativa de objetos materiales ............................ 1676.5. Algunas consecuencias ........................................................................... 1736.6. Inmunidad al error por identificación equivocada ........................... 176Apéndice .............................................................................................................. 187

Capítulo 7 Autoidentificación ...................................................................................................... 201

7.1. Palabras preliminares .............................................................................. 2017.2. Inmunidad al error por identificación equivocada ........................... 2117.3. Autoatribución corporal ........................................................................ 2167.4. Autoatribución mental .......................................................................... 2207.5. Memoria ................................................................................................... 2307.6. La posibilidad del fracaso de la referencia ........................................... 2447.7. Conclusiones ........................................................................................... 250Apéndice .............................................................................................................. 252

Capítulo 8 Identificación basada en el reconocimiento ........................................................... 263

8.1. Palabras preliminares .............................................................................. 2638.2. El reconocimiento y el sistema informativo ....................................... 2698.3. Las capacidades de reconocimiento y el espacio ................................ 2738.4. Reconocimiento y evocación ................................................................ 2798.5. Reconocimiento por descripción ......................................................... 2848.6. Ideas mixtas .............................................................................................. 290Apéndice .............................................................................................................. 293

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Tercera parte Lenguaje

Capítulo 9 Comunicación e información ................................................................................... 299

9.1. Palabras preliminares .............................................................................. 2999.2. Cómo se lleva a cabo la comunicación ................................................ 3039.3. El uso invocador de información

de las descripciones definidas ................................................................ 3149.4. Los términos singulares invocadores de información

son russellianos ........................................................................................ 3199.5. Argumentos complementarios ............................................................. 3249.6. ¿Entendimiento sin objeto? .................................................................. 330Apéndice .............................................................................................................. 333

Capítulo 10 Enunciados existenciales ............................................................................................ 335

10.1. El problema, y las restricciones a una solución .................................. 33510.2. Juegos de hacer de cuenta ....................................................................... 34510.3. Discurso “sobre la novela” (etc.) ........................................................... 35610.4. Enunciados existenciales singulares negativos ................................... 361

Capítulo 11 Nombres propios ......................................................................................................... 365

11.1. El contraste con los recursos puntuales ............................................... 36511.2. Prácticas de uso de los nombres propios ............................................. 36811.3. La determinación de la referencia de un nombre propio ................. 37311.4. La fase tardía de una práctica ................................................................ 38211.5. Entender los nombres propios .............................................................. 389Apéndice .............................................................................................................. 395

Bibliografía ................................................................................................................... 397

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Prefacio del editor

Gareth Evans, que murió a los 34 años de edad en agosto de 1980, llevaba años trabajando en un libro sobre la referencia. Sin embargo, constantemente repensaba tanto sus ideas sobre el tema como sus estrategias de exposición; cada borrador consecutivo, más que pulir los anteriores, es una primera versión de un trabajo considerablemente nuevo. En sus últimos meses se propuso preparar su libro para la publicación y consiguió escribir o dictar nuevas versiones de la introducción y de los capítulos 1, 2 y 3 (en parte). Para el resto del libro dejó borradores de diferentes fechas (solo de vez en cuando en forma de apuntes), más o menos llenos de anota-ciones, con indicaciones de notas a pie de página, agregados previstos y críticas del material tal y como estaba. En lo que se refiere al capítulo 7 y, en menor medida, al capítulo 6, el material posterior es más sustancioso. En el trimestre del verano de 1980 Evans impartió un curso de posgrado sobre la autoidentificación y la autorre-ferencia, y mientras lo preparaba consiguió mejores formulaciones de muchos de los argumentos de esos capítulos, y algunos pensamientos completamente nuevos. Está claro que planeaba hacer una revisión radical de esos dos capítulos.

Habría sido posible simplemente transcribir las palabras de Evans tal como estaban pero, incluso si se acompañaban de extensos comentarios, el resultado habría sido algo muy difícil de leer, salvo quizá para gente que ya, en parte, estuviera familiarizada con las ideas de Evans por haber escuchado sus conferencias. Parecía claro que el objetivo primordial de esta publicación debía ser plantear sus pensa-mientos de la forma más accesible que se pudiera, y tratar con exagerada reveren-cia el borrador no era la mejor manera de cumplir ese objetivo. En consecuencia, cuando su intención parece expresada claramente en apuntes, los he convertido en prosa. Del mismo modo, cuando hay una posterior manifestación de que no estaba satisfecho con el borrador original, y es posible corregirlo sin alterar el flujo del argumento, simplemente he vuelto a redactar el material para que refleje la opinión posterior. En los capítulos 6 y 7 he hecho amplios añadidos a los borradores, y en

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ocasiones he reemplazado algunas partes con material tomado de las conferen-cias (gran parte de la sección 4.3 es así también, pues reemplacé una versión con la que Evans no estaba satisfecho). En todo el libro —teniendo en mente que lo que tenemos es básicamente un primer borrador— he vuelto a redactar algunas oraciones y párrafos para mayor claridad. Cuando parecía ayudar a la exposición, he incorporado en el texto o en las notas a pie de página material tomado de los apuntes de conferencias o de los borradores anteriores. He corregido todo lo que parecía una simple equivocación. En todo esto, parecía mejor hacer los cambios sin mencionarlo que cargar el libro de un complicado aparato crítico con corchetes y notas editoriales a pie de página.

Los apéndices contienen material que por varias razones oponían resistencia a esta incorporación silenciosa en el libro. El apéndice del capítulo 3 sustituye una sección final que estaba planeada, pero para la que solo hay breves apuntes; aunque todo el material está tomado de escritos de Evans, solo puede conjeturarse si se ajusta o no a su plan para la sección, y parecía mejor no fingir lo contrario incluyéndolo en el cuerpo del capítulo. Al integrar material en los capítulos 6 y 7 me he adherido (igual que en otras partes) a la articulación que hizo el propio Evans de los capítulos en secciones: los apéndices a esos capítulos conservan materiales pertinentes que no se ajustan fácilmente a esos marcos. En otras partes de los apéndices he intentado transmitir el carácter de algunas dudas e ideas de último momento que no podían resolverse con ligeras enmiendas a los capítulos. Lo esencial de todos los apéndices, y de la mayor parte de la escritura, se debe a Evans, pero en algunas partes está claro que él debe figurar en tercera y no en primera persona, y he adoptado la conven-ción de que sea así a lo largo de los apéndices. En otras partes del libro, corchetes en notas a pie de página y partes de notas, señalan ya sea referencias a los apéndices o comentarios míos en los argumentos.

El último borrador no tiene ninguna indicación de que hubiera un título pla-neado. Sin embargo, en apuntes para un curso de conferencias sobre la teoría de la referencia, Evans comentaba que, si bien unos años antes habría estado tentado a llamar a ese curso “La esencia de la referencia”, en ese momento habría prefe-rido llamarlo “Las variedades de la referencia”; esta idea aparece también en unos apuntes para un prefacio a una versión anterior del libro. Lo que se proponía en las conferencias probablemente se relacionaba con el hecho de haberse convencido de que los nombres descriptivos son una categoría perfectamente adecuada para las expresiones referenciales. Anteriormente habría insistido en que toda refe-rencia singular genuina es, según la terminología de este libro, ruselliana. Ahora

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Prefacio del editor

eso le parecía injustificadamente esencialista: una concepción teóricamente bien fundada de los términos singulares genuinos podía abarcar tanto las variedades russellianas como las no russellianas. Pero el título es apropiado para este libro también en otro sentido: concuerda con la convicción —manifestada sobre todo en los capítulos 6, 7 y 8— de que una teoría general simple, aunque sea de una de esas dos variedades, la russelliana, no sustituye una investigación específica y minuciosa de cómo funciona cada una de sus subvariedades.

En su último empeño con el libro, Evans contrajo su plan, con la esperanza de poder terminarlo en el tiempo que le quedaba. Los planes anteriores habían implicado un tratamiento más complejo de las diferentes clases de expresiones demostrativas, que se entrecruzarían con los debates sobre los diferentes modos de identificación que forman el grueso de la segunda parte presente. Y se había propuesto reforzar el capítulo sobre los nombres propios con un capítulo parcial-mente análogo sobre términos de clases naturales, y discutir el tema del testimonio de manera mucho más extensa. Por otra parte, aun descontando la contracción, este volumen evidentemente constituye, a lo mucho, una remota aproximación a lo que habría resultado de una revisión completa por su autor. Con todo, creo que la brillantez y profundidad de su pensamiento sobre la referencia se revela en estas páginas con la suficiente claridad para hacer accesible en lo general una vívida apre-ciación de cuánto ha perdido la filosofía con su muerte prematura.

John McDowell

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Agradecimientos

Estoy muy agradecido con Antonia Phillips por haberme confiado la tarea de preparar este libro para su publicación, y por toda su ayuda y aliento al llevarla a cabo. Tengo que agradecer al University College, Oxford, por haberme concedido una licencia para trabajar en el libro. Le estoy sumamente agradecido a la Acade-mia Británica por una beca, originalmente para Evans y luego para mí, que hizo posible el trabajo; gracias a Richard Wollheim por su mediación para conseguir este beneficio. He obtenido ayuda y consejo de Ronald Dworkin, J. A. Gray, I. L. Humberstone, Christopher Peacocke, Galen Strawson, P. F. Strawson y David Wiggins. Andrea McDowell preparó un magnífico texto mecanografiado de lo que había llegado a ser un original muy desordenado, y ayudó también de muchas otras maneras. Quisiera reconocer asimismo la buena disposición del personal de la Oxford University Press.

El capítulo 1 extrae fragmentos del artículo de Evans “Understanding Demons-tratives”, en Herman Parret y Jacques Bouveresse (comps.), Meaning and Under-standing (De Gruyer, Berlín y Nueva York, 1981), pp. 280-303. También parece haber tenido la intención de que parte de este material apareciera en el capítulo 6, y he incorporado la parte pertinente del artículo, ligeramente modificada, en el apéndice de ese capítulo. El capítulo 2 toma fragmentos del artículo de Evans “Reference and Contingency”, The Monist, LXII (1979), 161-189. Debo agrade-cer a los editores y casas editoriales originales por el permiso de usar este material.

J. McD.

Mucha gente ha contribuido a la publicación de este libro con consejos, ayuda práctica y aliento. Quiero aprovechar esta oportunidad para expresar mi gratitud a todos ellos, tanto en nombre de Gareth como en el mío propio: Katherine Back-house, Arnold Cragg, Ronald Dworkin, Andrea McDowell, David Pears, Galen

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Strawson, Sir Peter Strawson, David Wiggins y Richard Wollheim; Peter Brown y la Academia Británica por su apoyo rápido y flexible; University College, Oxford, por el uso de sus centros de fotocopiado y por liberar a John McDowell de sus deberes docentes; y, por supuesto, al propio John McDowell.

Antonia Phillips

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Prólogo a la edición española

El nombre de Gareth Evans ha sido muy poco escuchado en los círculos filosófi-cos de habla hispana, salvo en algunos muy reducidos y hasta hace relativamente poco tiempo. En México, Alejandro Tomasini tradujo, hace ya algunos años, los Ensayos filosóficos,1 un conjunto de artículos sobre diferentes temas que abarcan desde la semántica y la lógica filosófica, hasta la ontología y la teoría de la percep-ción. Curiosamente, la obra principal de Evans, editada póstumamente por John McDowell en 1982, nunca había sido traducida al español.

A raíz de la reciente revitalización, especialmente desde la filosofía de la mente, de algunos aspectos importantes de esta obra, surge el interés por traducir Las variedades de la referencia al español. En este prólogo deseo mencionar algunos de esos aspectos que justifican la traducción de este libro. Pero antes deseo recuperar parte de la discusión que provocó el libro cuando apareció publicado por la Oxford University Press en 1982.

Hasta donde llega mi conocimiento, el libro fue reseñado por al menos dos filósofos importantes, pero pertenecientes a lugares bastante distantes en el espec-tro filosófico: Hilary Putnam y Charles Taylor. La primera de las recensiones se titula: “Un filósofo técnico”,2 la segunda: “Habitantes del espacio egocéntrico”.3 Consideraré brevemente y por separado ambas reseñas, con el propósito de mostrar cómo el libro de Evans provocó reacciones y valoraciones tan disímiles.

Putnam comienza su revisión del libro de Evans resumiendo su idea principal, aunque advierte de antemano que dicha tarea no es algo sencillo si lo que se pre-tende es llegar a un público general. Independientemente de su éxito al exponer

1 Gareth Evans, Ensayos filosóficos (México: Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM, 1996). 2 Reseña aparecida en London Review of Books 5, No. 9, 19 de mayo de 1983. 3 Reseña aparecida en Times Literary Supplement, 11 de marzo de 1983.

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Las variedades de la referencia

el principio que domina el libro,4 Putnam es abiertamente crítico con la forma en que Evans practica la filosofía. Acusa al libro de “inexorablemente técnico”, de la imposibilidad de ser usado en un curso de filosofía del lenguaje sin un conoci-miento previo de la obra de Kripke, Davidson y otros, de ser un libro dirigido solo a especialistas y seguidores de Evans, todo lo cual conduce, en su opinión, a hacer de la filosofía algo “tan esotérico como la mecánica cuántica”.5 Asimismo, señala una serie de debilidades concernientes a la lectura y uso que hace Evans de la obra de Russell y Frege.

Desde el punto de vista de Putnam, Evans ve la filosofía como una disciplina técnica en la que los problemas pueden ser considerados con independencia de los sistemas de pensamiento que los generaron; este es su problema, por ejemplo, con Russell y Frege. Asimismo, lo acusa de hacer un uso acrítico de la noción de verdad conceptual. Es más, en su opinión, las dos ideas se fundamentan mutuamente: la noción de la filosofía como disciplina técnica descansa en la excesiva confianza del filósofo de Oxford en que estaba descubriendo verdades conceptuales indiscutibles, y no solo hablando en una forma que él encontraba convincente.

Según Evans, en la reconstrucción que hace Putnam de su punto de vista, los pensamientos no son enunciados ni símbolos en la mente o el cerebro, sino ejercicios de sistemas estructurados de habilidades. El pensamiento de que el objeto a tiene la propiedad F involucra una habilidad que es la idea de a y una habilidad que es la idea de F. Este principio, conocido más recientemente como el principio de generalidad de Evans, consiste en la idea de que describir un objeto, por ejemplo, “Esa águila”, des-cansa en la capacidad que uno tenga para hacer juicios tales como “Esa águila está volando en círculos”, “Esa águila es vieja”, etc., esto es, la habilidad de pensar un objeto bajo diferentes conceptos. De acuerdo con Evans, cuando distingo un objeto como “Esa águila” en una situación perceptual, mi transacción visual con el objeto me coloca en un estado informacional que da lugar de inmediato al menos a dos habilidades: una para localizar el objeto relativamente a mi cuerpo (en el espacio egocéntrico, en terminología de Evans), y otra para localizarlo en el espacio público (el espacio objetivo, también en su terminología).

4 En su réplica a la recensión de Putnam, John McDowell señala cierta inconsistencia por parte de este último cuando, por un lado, acusa a Evans de ser excesivamente técnico e incluso oscuro, y por otro, de la enorme facilidad con la que expone los puntos de vista del filósofo de Oxford. Vid. Times Literary Supplement, 5, No. 12, julio de 1983.

5 Charles Taylor, “Dwellers in Egocentric Space”, Times Literary Supplement, 11 de marzo de 1983, 230.

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Prólogo a la edición española

Putnam considera que si esta imagen del lenguaje como anclado al mundo a través de disposiciones y capacidades que involucran objetos tuviera alguna fuerza, bien podría despojarse de los excesos técnicos y discutirse directamente. Pero, según su opinión, la imposibilidad para especificar siquiera una de esas capacidades, blo-quea dicha posibilidad. Lo que queda, desde su punto de vista, es alguna clase de reduccionismo semejante al de la teoría de los datos sensoriales, que Evans ni siquiera considera valioso discutir.

La reseña de Las variedades de la referencia por parte de Putnam culmina con una nueva consideración sobre la naturaleza del quehacer filosófico. Siguiendo una distinción conocida, Putnam opina que hay dos tipos de filósofos: los que se preocu-pan acerca de si un manojo de varillas continúa siendo el mismo si una de ellas fuera quitada del manojo, y los que adoptan una actitud terapéutica que intenta curar a los primeros de preocupaciones como esas. Pero lo que interesa, desde su punto de vista, es la pregunta más general acerca de qué sería la filosofía si abandonara las pre-tensiones de convertirse en una disciplina técnica, poseedora de una teoría elaborada, y se encaminara en la dirección de realizar descripciones de algunos de los aspectos de nuestra experiencia. Según Putnam, Evans comenzó a acercarse a esa práctica cuando en el capítulo 6 de su libro, se dedica a la descripción fenomenológica del espacio egocéntrico y el espacio objetivo, pero ese intento queda irremediablemente oscurecido por su propósito de articular una teoría filosófica elaborada.

Este es precisamente el aspecto sobre el cual Charles Taylor centra su atención en su recensión del libro de Evans. Con menos hostilidad que Putnam, Taylor considera que el libro es un trabajo “poderoso y coherente”, no demeritado por su carácter inconcluso.

Según Taylor, el corazón del libro de Evans, como su propio título lo indica, es el siguiente: las principales variedades de nuestras expresiones referenciales son russellianas, donde por esta expresión Evans quiere decir aproximadamente que: un término es russelliano si cuando falla en distinguir un objeto definido, el enunciado en el que figura no dice nada, no expresa un pensamiento. Como Taylor lo pone: “En términos más toscos, podríamos decir que el fracaso de esas expresiones para referir hace a los enunciados en los cuales se encuentran, asignificativos”.6

Como bien apunta Taylor, es claro que al adoptar esta concepción de nuestras expresiones referenciales comunes, Evans se aparta de la propia concepción de Rus-sell sobre dichas expresiones. En efecto, para Russell, el hecho de que este fuera un

6 Taylor, “Dwellers in Egocentric Space”.

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Las variedades de la referencia

rasgo de las expresiones referenciales genuinas, era suficiente para mostrar que las expresiones que usamos en la vida ordinaria para distinguir cosas, no son verdadera-mente referenciales. No obstante, cuando las usamos parece que estamos diciendo algo, aunque mediante ellas no distingamos objeto alguno (como cuando decimos, para usar el conocido ejemplo de Russell, “El rey de Francia es calvo”). Aún más, parece que sabemos que una expresión es significativa, independientemente de si mediante ella podemos distinguir un objeto en el mundo, por lo que el significado de esas expresiones debe ser algo independiente de la existencia de los objetos desig-nados. Por lo tanto, al defender el estatus russelliano de esas expresiones comunes, Evans está contradiciendo a Russell.

Una salida posible a los problemas en los que el propio Russell se embarca al intentar dar cuenta de la peculiaridad de ese tipo de expresiones, que incluía su punto de vista según el cual solo ciertos datos sensoriales calificaban como obje-tos de nombres propios reales, consiste en considerar la distinción fregeana entre sentido y referencia, lo cual Russell no contempló. Sin embargo, para Taylor, esta no es la estrategia de Evans, sino una más radical. En efecto, en opinión de Taylor, Evans rechaza esta salida debido a que sostiene que la distinción fregeana entraña el compromiso con la otra distinción, de raigambre cartesiana, entre sujeto y mundo. En opinión de Taylor, esto acerca a Evans a filósofos como Heidegger, Merleau-Ponty, o Polanyi, aunque el propio Evans asume que la influencia que opera sobre su concepción proviene de Wittgenstein.

Como es bien sabido, uno de los rasgos prominentes de la concepción carte-siana es la separación de la mente de la materia. Una de las estipulaciones que se siguen de esto es que debemos privilegiar que las descripciones del mundo externo deben hacerse lo más alejadamente posible de los significados que las cosas tengan para el sujeto, privilegiando lo que podría llamarse una descripción objetiva del mundo. Para la imagen cartesiana, el locus natural desde donde poder realizar dicha descripción lo constituye el mundo de las ideas, que es esencialmente distinguible de la realidad externa.

Lo que es importante destacar de esta concepción, como señala Taylor, y que es el blanco de la crítica de Evans, lo constituyen los dos siguientes presupuestos. En palabras de Taylor: “el pensamiento es algo visto como desencarnado, sólo en relaciones causales y contingentes con el cuerpo del sujeto; tiende a ser atomista, debido a que el pensamiento ocurre dentro de mentes individuales”.7 Según Taylor,

7 Taylor, “Dwellers in Egocentric Space”.

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Prólogo a la edición española

estos dos supuestos provocan a su vez dos preguntas: la primera, si dicha concepción imposibilita la articulación de una teoría adecuada del significado; y la segunda, si el lenguaje humano pudiera ser la práctica que agentes encarnados elaboran en común. De acuerdo con Taylor, la respuesta de Evans a ambas preguntas es “sí”, y esto “es lo nuevo y excitante del libro”.8

De entre los aspectos que constituyen el marco que da forma a esas respues-tas, Taylor considera, precisamente, el capítulo 6 del libro de Evans, el capítulo que trata sobre la identificación demostrativa de particulares. Como es ahora bien sabido, según Evans, la habilidad para identificar cosas demostrativamente a través de términos como “aquí” y “esto”, depende de cómo estamos situados en el espacio egocéntrico, la región espacial determinada por nociones como “arriba” y “abajo”, “derecha” e “izquierda”, “adelante” y “atrás”. Este es el espacio en el que sabemos movernos y manipular cosas, y la localización de estas procede en virtud de estas habilidades corporales. Y Taylor resalta el papel de estas habilidades en la localización de los objetos a través de la percepción auditiva, citando el siguiente pasaje de Las variedades de la referencia: “la información espacial encarnada en la percepción auditiva es especificable sólo en un vocabulario cuyos términos derivan su significado parcialmente de estar conectados con acciones corporales”.9

Ahora bien, Taylor resalta varios puntos anticartesianos que se derivan de la concepción de Evans. El primero de ellos es que el espacio egocéntrico no es una idea, una imagen que tengo de la realidad especificable con independencia de ella. Ser capaz de identificar la cosa cuyo sonido estoy percibiendo es equivalente a tocarla o tomarla, es más, está inextricablemente conectada con mi capacidad de tocarla o tomarla. Una correcta comprensión del espacio egocéntrico debe presuponer el hecho de que me encuentro en medio de las cosas reales, que soy capaz de tocarlas y tomarlas. En palabras de Taylor, el espacio egocéntrico no es “una imagen de la realidad, sino una habilidad para tratar con ella”.10 El segundo punto anticartesiano es el que concierne a la ruptura con la importancia que este marco le atribuye a las descripciones en las identificaciones demostrativas. De acuerdo con esta idea, mi comprensión del mundo debe ser vista como una imagen, como un mapa cognitivo del que estoy en posesión. La identificación de cosas y lugares se realiza vía sus coor-denadas, para seguir la analogía de Taylor, como un turista que localiza el Museo

8 Taylor, “Dwellers in Egocentric Space”.9 Gareth Evans, The Varieties of Reference (Oxford: Oxford University Press, 1982).10 Taylor, “Dwellers in Egocentric Space”.

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del Prado determinando que se encuentra a tres calles al este desde su hotel. De este modo, un cartesiano estará tentado siempre a traducir las identificaciones realizadas en torno al espacio egocéntrico, a un lenguaje de mapas cognitivos. “Usted identifica la fuente del sonido como la cosa que toca cuando mueve su brazo arriba y abajo”, está tentado a decir el cartesiano. Pero esta comprensión del espacio egocéntrico es completamente errónea, porque la mayoría de las cosas que identifico no las identifico por medio de descripciones, salvo cosas tan simples como “La cosa que toco…”, si lo que deseo es ayudar a alguien más a identificar dicho objeto. Pero en esta situación, el descriptor apela a la habilidad que ya tiene para identificar el objeto, no estableciendo el camino que lo conduce a él. Para seguir con la analogía, el descrip-tor se comporta como un madrileño nativo, no como un turista. Evans insiste en que no podríamos hacer descripciones y usar mapas cognitivos si no estuviéramos ya inmersos en un espacio donde podemos encontrar otras cosas sin descripciones. La localización de objetos dentro del espacio objetivo solo es posible debido a que podemos ubicar nuestro espacio egocéntrico dentro de ese marco. Desde el punto de vista de Taylor, la concepción de Evans hace manifiesto el error de la concepción cartesiana: “El mundo cartesiano es un mundo imposible en el que uno es un turista en todas partes y un nativo en ninguna”.11

Como señalé al comienzo de este prólogo, la obra de Gareth Evans que presen-tamos a los lectores de habla hispana ha sufrido una revitalización en los últimos años. En 2003, York Gunther compiló una serie de ensayos sobre contenido no con-ceptual en la que no solo se incluyó el capítulo 6 de Las variedades de la referencia,12 sino una importante colección de textos que en una medida u otra retoman aspectos de la contribución de Evans sobre el tema del contenido no conceptual de la expe-riencia perceptual. A su vez, en 2005, J. L. Bermúdez compiló Thought, Reference and Experience. Themes from the Philosophy of Gareth Evans, un volumen dedicado a los temas más relevantes sobre los cuales Evans hizo aportaciones, con contribu-ciones de filósofos importantes y un extenso prólogo del propio Bermúdez.

Curiosamente, ninguna de esas contribuciones, aunque por sí mismas valiosas, recupera la interpretación de Taylor concerniente a la ruptura que el libro de Evans hace con la tradición cartesiana ni tampoco su esfuerzo por encaminar a la teoría del significado fuera de ese paradigma, sobre la base de una concepción de la mente y la cognición como la de un sujeto encarnado. En su réplica a Putnam, McDowell

11 Taylor, “Dwellers in Egocentric Space”.12 York Gunther (ed.), Essays on Nonconceptual Content (Cambridge: The MIT Press, 2003).

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Prólogo a la edición española

coincide con Taylor en que Evans empuja la concepción de Russell más allá de sus propios límites, de una manera que el propio Russell no llevó adelante, hacia una ruptura con el principio cartesiano según el cual los contenidos de la mente son lo que son con independencia de la forma en que la mente del sujeto se encuentre relacionada con la realidad extramental. Esto, como también avala McDowell de la lectura de Taylor, no solo muestra las conexiones de Evans con ideas pertenecientes a la tradición fenomenológica, sino incluso prefigura ideas más recientes acerca de la cognición encarnada, lo cual se ha venido asentando como un nuevo paradigma en la filosofía de la mente y la cognición.

Álvaro Peláez Cedrés

Nota sobre la traducciónLa idea de traducir el libro de Gareth Evans al español se cristalizó entre los miembros del Proyecto CONACyT de Ciencia Básica: “Experiencia perceptual: representación, contenido y estados subdoxásticos”. Asimismo, algunos de ellos tradujeron capítulos del mismo. Eduardo Berumen tradujo el capítulo 1, Alfonso Anaya el capítulo 3, Laura Pérez el capítulo 6, Juan Beltrán el capítulo 8, Ignacio Cervieri el capítulo 9, y Álvaro Peláez los capítulos 2, 4 y 5. Laura Lecuona tradujo el Prefacio del editor, los Agradecimientos, la Introducción, los capítulos 7, 10, 11, y realizó una revisión de toda la traducción.

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Introducción

A las cosas que a la observación ordinaria le parecen similares, y que se comportan de manera similar en propósitos ordinarios, a menudo se las llama por el mismo nombre. Cuando la gente adquiere los métodos que le permiten una observación más detallada y un interés en la elaboración de teorías, muchas de estas agrupa-ciones deben modificarse. Las ballenas en realidad no van con los peces a los que superficialmente se parecen, pues la similitud de forma y comportamiento esconde diferencias radicales de estructura y función. Ahora bien, puede ser que nuestras clasificaciones semánticas intuitivas necesiten una modificación parecida. “¿A qué te refieres?”, “¿De quién estás hablando?”, “Eso no es lo que dijiste”, “Eso no es cierto”. Estos son los conceptos rudimentarios del mercado, digamos, que ha usado y perfeccionado mucha gente —filósofos, gramáticos, profesores— que se ha visto obligada a reflejarlos en las operaciones de su propio lenguaje. Y, a pesar de este perfeccionamiento, siguen reflejando las similitudes en forma y función lingüística que son especialmente llamativas. El objetivo de este libro es estudiar si una agru-pación tal de la semántica intuitiva —la de los términos singulares o expresiones referenciales—1 tiene un lugar dentro de una teoría semántica desarrollada del lenguaje natural, y de ser así, cuál es su lugar.

Tradicionalmente se ha considerado que la clase de las expresiones referenciales incluye los nombres propios, las descripciones definidas (“El hombre más alto del mundo”), los términos demostrativos (“Este hombre”, “Aquella mujer”) y algunos pronombres. Las similitudes subyacentes tras esta clasificación tradicional son en parte similitudes de forma (gramática) y en parte similitudes de función. Cada una de las cla-ses de expresión que he mencionado consta de sintagmas nominales que pueden cubrir la posición tradicional del sujeto en una oración con sujeto y predicado; cada una de estas expresiones se combinará con un predicado (monádico), como “fuma”, para

1 Estas dos expresiones se usarán de manera intercambiable en todo el libro.

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arrojar una oración completa. Las expresiones cuantificadoras, como “un hombre”, “ninguna niña” o “todos los niños”, también ocupan esa posición, pero estos no se han considerado, o al menos no sistemáticamente, como expresiones referenciales. Aquí es donde entra la concepción intuitiva de papel o función. Al combinar una expresión referencial con un predicado, digamos “fuma”, un hablante tiene la intención de que se interprete que está haciendo un comentario sobre una sola cosa particular: comen-tario que se determinará como verdadero o falso según si cierto individuo indicado fuma o no. Así, pues, se dice que el papel de una expresión referencial es indicarles a los oyentes qué objeto es pertinente para el valor de verdad del comentario. Por ejemplo, A. N. Prior escribió: “Con un nombre los lógicos generalmente entienden una expre-sión que usamos para indicar de qué individuo estamos hablando cuando hacemos una afirmación”.2 Y P. F. Strawson escribe algo por el estilo: “La tarea de anticipar la … pregunta [“¿De qué (quién, cuál) estás hablando?”] es la tarea … referencial”.3

La cuestión no es que “Un Fulano de Tal fuma” sea siempre verdadera, si es verdadera, en virtud de que más de una cosa fuma, pues puede ser que solo haya un Fulano de Tal; más bien, el hecho de que haya, si la hay, solo una cosa cuyo acto de fumar haga verdadero el comentario no es algo que de manera convencional se le indique a la concurrencia. Este segundo aspecto funcional de la clasificación podría quedar recogido en esta formulación: si t es una expresión referencial entendida de la misma manera en sus figuraciones en las dos oraciones “t es F” y “t es G”, se sigue lógicamente de la verdad de estas oraciones que hay algo que es tanto F como G.

Es innegable que de todas las expresiones que tradicionalmente se consideran expresiones referenciales puede decirse que desempeñan este papel, pero nuestra pregunta concierne a la importancia de este hecho. ¿Esconde esta similitud diferen-cias profundas? Aun si esta función es una que la teoría semántica reconociera, ¿hay maneras radicalmente diferentes en las que las diferentes expresiones la cumplen?

Estas preguntas no son nuevas, y las amplias discusiones que de ellas se han hecho en la bibliografía filosófica vuelve casi inevitables algunos preámbulos his-tóricos. Aunque puede decirse que la teoría semántica sistemática comenzó con Frege, en un sentido la teoría de la referencia, concebida como un análisis teórico de las preguntas que he planteado, empezó con Russell, pues él fue el primero que

2 A. N. Prior, P. T. Geach y A. J. P. Kenny, Objects of Thought (Oxford: Clarendon Press, 1971), 155 (supongo que Prior usa “nombre” para abarcar todos los términos singulares).

3 P. F. Strawson, “On Referring”, en Logico-Linguistic Papers (Londres: Methuen, 1971), 17 (publicado originalmente en Mind, LIX (1959), 320-244).

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Introducción

impugnó la validez de la agrupación tradicional, y por lo tanto obligó a que esas preguntas se pusieran en el centro de la atención filosófica. Frege, por el otro lado, a pesar de la enorme complejidad de su teoría semántica, se conformaba con poner en su centro la categoría de los términos que intuitivamente se consideran expresiones referenciales. No obstante, comenzaré con Frege, pues es el autor de un modelo de la situación comunicativa que es de la mayor importancia para nuestra investigación. En algunos puntos podremos usar su modelo, en otros deberemos rechazarlo, pero en todas partes funciona como un parámetro claro y efectivo, y a lo largo de todo el libro nos ocuparemos de ideas fregeanas.

He tratado de tener en cuenta todas las clases principales de expresiones refe-renciales, de modo que el funcionamiento de una pueda compararse con el funcio-namiento de otras, y así arrojar luz sobre él; y aunque soy consciente de cuántas cosas quedan confusas, he tratado de que esta obra sea una investigación exhaustiva del fenómeno de la referencia. Con todo, hay un límite importante que he respetado: he pasado por alto cuestiones de ontología. No he investigado qué significa decir, o cómo uno podría determinar que los hablantes de un lenguaje tienen una ontología que consta de esta o aquella clase de objeto.4 He supuesto que estoy trabajando dentro de un esquema de interpretación del lenguaje que fija la interpretación de sus predicados, y por lo tanto fija los objetos que los pueden satisfacer; las preguntas que quiero dis-cutir surgen después de que se han tomado estas decisiones. De hecho, he seguido a la mayoría de mis antecesores al concentrarme en la referencia a particulares espaciotem-porales, aunque en diversas partes del argumento he intentado, como cauteloso albañil, pensar en las construcciones que en algún momento futuro tendrán que añadirse.

4 Para algunas discusiones de estos asuntos véase mi artículo “Identity and Predication”, Journal of Philosophy, LXXII (1975): 343-363.

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Parte uno Preliminares históricos

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