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ñlbercantü be Bbto=lßtco Número suelto! 3 centavos.' DIARICf INDEPENDIENTE DE INFORMACION UNIVERSAL. Suscripción mensual 1 76 te. ANO 68. Desbe Tüashington Enero, 18 de i goó. Si esta noticia es cierta, es una bue- na noticia. Se ha publicado que el canal de Panaraa será construido por contrata y que la Comisión, con la aprobación del Presidente Roosevelt, procederá á la subasta ó á las subastas —porque pueden ser varias—luego que se haya resuelto si el canal ha de ser á nivel ó de esclusas. Es una suerte que para hacer eso no se necesite acudir al Congreso. Con arreglo á la ley de lla- mada “Ley Spooner”, el Presidente y la Comisión del canal están autoriza- dos para decidir qué método de cons- trucción se ha de emplear, si % por ad- ministiación ó por subasta. La ley dice: “Se autoriza al Pre- sidente para ajustar el contrato ó los contratos que se juzguen necesarios para la excavación, construcción y de- fensa del canal, y paralas bahías y de- fensas, por la vía que se determine, según las disposiciones de la presente ley”. Ya ha habido alguna subasta parcial. En se subastaron importantes trabajos de drenaje y excavación en Colón; la proposición más baja fué presentada por una respetable y pode- rosa empresa. Pero no hubo adjudicación á causa de las protestas formuladas por otros lidiadores, quienes se quejaron de que se había publicado la convocatoria con bastante anticipación para que ellos pudieran hacer el estudio de las obras. Si se hubiera adjudicado la contrata, aquella Compañía, que ya estaba pre- parada para comenzar á trabajar ense- guida, había ya saneado á Colón, don- de, en dos años, se ha tirado mucho dinero, sin resultados apreciables. Que el canal sea á nivel ó que sea de exclusas, hay parte do él que han de ser iguales, que se han de construir lo con una ó con otra clase de canal, y, además hay el saneamiento de la zona, que es independiente, asimis- mo, de que se adopte el nivel ó se pre- fieran las esclusas. Todo eso se hubiera podido subas- tar desde el principio y no se hubieran perdido estos dos años. Pero, como ya he dicho en otras ocasiones, la burocracia y los políticos tenían asida la presa y no querían sol- tarla. Si, ohora, afiejan la presión de sus garras es porque el derroche y la in- capacidad puestos de manifiesto en la construcción por administración han despojado á los partidarios de ese mé- todo de todo autoridad moral para oponerse á que se apele á la subasta. Y, entretanto, el asunto de las con. cesiones arancelarias á Filipinas sigue dando juego en el Congreso y en la prensa. No se sabe si el Senado apro. bará el proyecto de ley. Que este es un paso hacía adelante, no hay que dudarlo; pero, acaso lo sea, más que por sus consecuencias prácticas, por. qe atenta al régimen actual y porque ha dividido á los proteccionistas. Hay quienes sostienen que la rebaja de y 5 por 100 en los derechos de im- portación sobre el azúcar yel tabaco de Filipinas no serán de utilidad á los productores de aquellas islas Se fun- dan en que por la ley que el Congre. so aprobó meses atrás, desde el 1 9 de Julio de este año, el comercio entre el Archipiélago y los Estados Unidos só. se podrá hacer en barcos america- nos, Y agregan los que así piensan que el mayor precio de los fletes anu- lará el beneficio de la rebaja de dere. chos. Se prevé que en Filipinas dis- minuirá el tráfico con los Estados Unidos y aumentará con otros países, para los cuales habrá allí fletes bara_ tos en bandera inglesa, alemana 6 no- ruega, Se le pide al Congreso que aplace la aplicación de esa ley hasta que se establezca el cabotaje. No pa- rece probable, hoy por hoy, que el Congreso tenga se rasgo de senti- do común. Y, volviendo á 1$ ley de concesiones arancelarias á Filipinas, he de consig uar que nadie se explica el terror de los arroceros amotiipaftos; quienes han conseguido que el árroz filipina no fi_ gure entre los artículos libres de de- rechos. Por qué se¿le tiene aquí tanto miedo? Según la festadistica más re- ciente, que comprende los siete prime, ros meses de 1905** 4e una importación total de valuada en unos ao millones de correspondieron 4 y medio millones H arrez, que fué de China y de la India al Archipiélago. Los filipinos, no sóls no exportan ese grano, sin que ni siquiera, lo cosechan en cantidad suficiente para su consu_ mu, Es posible —no neguemos el ‘.po- see” —que, con el tiempo, con mucho tiempo, llegue á producir tanto que abastezcan el mete ado interior y les quede un sobrante para la exportación. Para entonces, ó Filipinas será inde_ pendiente —caso dudoso—y su arroz no pagará aquí lo mismo que los de_ más extranjeros, ó; habrá cabotaje, y su arroz no pagaráfquí derecho algu- no. ¿Qué problema* resuelven los arro- ceros americanos con que lo pague ahora? Eso ya no es proteccionismo sino enfermedad mental; ver fantasmas y asustarse de peligros sin realidad. ¥ \ i*. X. Un fallo del Supremo de Washington La Corte Suprema de los Estados Unidos resuelve la primera apelación procedente de Puerto Rico. m Pasamos ahora á considerar la ver- dadera interpretación de las cláusu- las de las dos escrituras citadas en lo tocante á la clase de moneda en que debe ser pagada la deuda. Di- chas cláusulas han sido consignadas en la relación de hechos que antece- de y son exactamente iguales con la excepción que la primera escritura ó sea la de Septiembre de 1894. al ha- blar de la moneda dicen que el pago debe hacerse en la moneda en circu- lación ó expedida en la provincia, al tipo de cien centavos de la moneda en circulación por cada peso, y en la es- critura modificada de 6 de Octubre de 1894, el traductor del texto ori- ginal español suprime la palabra centavos y en su lugar consigna lo que el considera una traducción bue- na ó sea la palabra “cents” de modo que la cláusula en esta forma dice que el dinero ha de pagarse en tipo de cien “cents” del medio en circula- ción por cada peso. Estas dos escri- turas se refieren al mismo convenio y fueron redactadas desde luego en español. En la primera escritura la participación de los hijos de Carta- gena no se expresaba por razón de la suposición equivocada de que Carta- gena era el único dueño y al saberse esta equivocación se otorgó la se- gunda escritura, traspasándose su participación y las de sus hijos que ascendía á una décima octava parte del valor total de la hacienda tal co- mo había sido pasada por la escritu- ra al mismo comprador. La segun- da escritura fué considerada por las partes como una mera rectificación y ratificación de la primera escritura, y es evidente que la palabra centavos expresada en la primera escritura, fué empleada en ambas, y que la pa- labra “cents” no es sino la traduc- ción del original español de la pala- bra centavos empleada en este con- trato redactada en español. En verdad esto es aceptado como verdadero por el abogado en el Tri- bunal inferior en la comunicación que dirige ála Corte en nombre de la parte apelada, íque forma parte del record de este pleito) pues allí usa la palabra "cents” y la sigue con el uso de la palabra centavos. Por lo tanto puede consignarse como un hecho que contrato original expresado en dichas escrituras dis- puso el pago en moneda corriente en la provincia al tipo de cien cen- tavos por cada peso. No existe re- sultado alguno en estos términos en lo tocante al valor del “peso” expre- San Juan, Puerto-Rico, Miércoles 14 de Febrero de 1906. sado en el contrato. La palabra es- pañola centavo es conocida en lo países españoles y sud-americano; como una moneda pequeña de cobrt ó de nikel del valor de seis dozava partes de un “cents” (valor real) y di un “cents” (valor nominal); esto e; una centésima parte de un peso Véase el diccionario Standard de; idioma inglés. El centavo en reali- dad vale seis décimas partes partes de un “cents” y representando per lo tanto una centésima parte demn po- so hace al peso valer 60 “cents” en moneda americana La sección 11 de la Ley del Con- greso ya citada dispuso* el redimir todas las monedas de plata úc Puerto Rico conocidas con el nombre de pe- so y toda otra clase de monedas de cobre de Puerto Rico en circulación en dicha isla al tipo establecido ac- tualmente de 60 “cents” en moneda de los Estados Unidos por cada peso de moneda puertorriqueña yel mis- mo tipo de cambio regirá en cuanto á la moneda pequeña ó subsidiaria. El Congreso de esta manera fijó el tipo de cambio para redimir estas mone- das y es necesario creer que fué li- jada según el valor que tenía el peso en la moneda americana. De estos hechos se deduce á nues- tra manera de ver que no es lógico dudar que cuando se otorgó este con- trato el peso en circulación en Puerto Rico no tenía un valor mayor de 60 “cents” en moneda americana. Cuando venció esta deuda según el contrato, en Septiembre de 1900, las partes convienen en que todos los pesos y centavos que había en circu- lación habían sido retiradas por los Estados Unidos en cumplimiento de los preceptos de la ley del Congreso y el dinero en circulación en Puerto Rico era va y siguió siendo el dine- ro de los Estados Unidos. (ConilnuarA) El Polo magnético Se han recibido algunas noticias detalladas referentes al descubri- miento tdel Polo magnético boreal por el explorador noruego el capitán Amundsen, que como saben ya nues- tros lectores forzó con éxito comple- to todo el paso del Noroeste. De acuerdo con un telegrama del 7 del corriente expedido de Ragle City, Alaska, vía Skagwni á Nueva York, el citado capitán, Amundsen de la balandra “Gioa de la matrícu- la de Christianía llegó, procedente de la Isla de Herschel, á Eaglc City después de haber forzado el paso pe- ligrosísimo del Atlántico al Pacífico recorriendo nna distancia de 700 mi- llas entre hielos y nieves acompaña- do de dos guías esquimales y del capitán William Mogg de la naufra- gada goleta ballenera “Bonanza” de San Francisco de California. Eos tres viajeros sufrieron terriblemente á consecuencia del frío intenso que tu- vieron que resistir durante todo el viaje, que fué largo y penoso por demás. “Mi expedición, dice el capitán Amundsen en su telegrama, ha sido un ¿éxito completo, tanto desde el punto (le vista físico como geográfi- co en lo que se refiere á la conquista del paso del Noroeste que fué siem - pre la ambición de mi vida. “Creo que las observaciones que he hecho serán de grandísimo valor científico. “Entre aquellas observaciones fi- guran la extraordinaria variación y cambios constantes de la aguja mag- nética en el punto en donde prácti- camente hablando se halla el Polo magnético boreal. Desde la Punta Norte del Canal de Peel al extremo Oeste del estre- cho de Siiiioson fueron completamen- te iiiútiles todas las brújulas que lle- vábamos para orientarnos. Entonces establecí una estación de observacio- nes en la Tierra del Rey Guillermo en el punto fijado por los 68 grados 30 minutos Latitud Norte y 87 gra- dos Longitud Oeste, y estoy en la firme creencia de que basando mis cálculos en observaciones continuas durante dos años, el Polo magnético boreal se encuentra dentro de los 90 minutos de aquel punto.” El capitán Amundsén con su tripu- lación formada por siete hombres es- cogidos que salió el 17 de Junio de 1903 de Christianía, no solo hizo con su buque una travesía que nadie ha- bía logrado antes completar, si que ha llegado también de la* desoladas egiones árticas sin que haya tenido su tripulación ni una sola baja ni una grave enfermedad los miembros le la misma. Tanto el haber forzado con éxito el paso del Noroeste, como haber fijado a situación del Polo magnético bo- eal, constituyen en el principio del ictual siglo dos hechos importantí- simos. II ffIJJM Washington D. C. Etipro 31 de 1906* Sr. Don Ramón El. Delgado, Vice-Presidente de la Liga de Ayuntamientos. San#uan, P. R. Mi estimado amig|>: En este compás de espera que te- nemos, mientras la. Comisión de Asuntos Insulares disdi te el bilí La- rri naga y su infopte, sólo tengo que comunicarle que- esta mañana celebramos la esperada conferencia con el Presidente Roosevelt, habién (lósenos indicado ayer. por el Secre- torio Leeb que se nos Recibiría á las diez y media. Como nos esperábalos mandó pa- sar á su despacho, en manto entra- mos, pero ames (le que pudiéramos empezar la conferencia se presentó el Speaker de la Cánfs*a, y hubo de ir á otra habitación, en )a que se en- cerraron por más dq tin cuarto de hora. Empezamos, exponiendo Larrína- ga que ya estaría él enterado del ob- jeto de nuestra visita, por la carta que le habíamos escrito el 22, ex- plicando á grandes rasgos, los de- seos de los puertorriqueños. Ense- guida entré en materia, y le conté con toda claridad el hondo y extenso sentimiento de disgusto que reina en el país, á consecuencia ¿di régi- men que nos agobia; cftfno Sf iSnflf celebrado en San Juan el 25 de Julio una convención de Delegados de los Ayuntamientos de la isla, para tratar de atajar ese movimiento de disgus- to, llegándose á decidir enviar un Memorial ni Congreso, pidiendo dos cosas primordiales: que se nos con- ceda el derecho de elegir un Senado Insular, y así concluir con el actual Consejo Ejecutivo, en el que están unidas las facultades legislativas y las ejecutivas; y que las cabezas de departamentos sean nombradas por el Gobernador, con el consejo y con- sentimiento del Senado Insular. Le manifesté que el señor Larri naga había presentado este Memorial, así como un bilí conteniendo estas mis mas peticiones y que habíamos esta- do informando ante la Comisión de Asuntos Insulares de la Cámara, to- dos estos días pasados. El Presidente se dirigió á Larri naga, y le preguntó cómo marchaba el bilí de la ciudadanía; si se presen- taba inconveniente en su adopción. Larrínaga le dijo que, el bilí que ha- bía presentado Foraker, aún no había sido informado por el Comité del Se- nado, y entóneos, el Presidente di o, que aunque él no podía meterse con el Congreso, diciéndoles lo que de- bían hacer y lo que no sabían hacer, estaba dispuesto á escribir á los pre- sidentes de las Comisiones, para que 110 pusieran obstáculos al “bilí”so- bre la ciudadanía. Entónces, vol- viéndose á mí, me pidió que le dis- pensara por no haberme contestado ensegu ida; que lo de la ciudadanía era una cosa que él había recomen- dado en su Mensaje, y lo creía fácil, pero que, en cuanto á lo que pedía- mos, ya eso era revolucionario; pero que él no se oponía en absoluto á que se nos concediera, pues su opinión era que Puerto Rico sería en día no lejano, un Estado de la Unión. En- seguida hizo esta pregunta: “¿Cómo piensa Winthrop sobre eso? A lo que contestó Larrínaga, que aunque el Gobernador Winthrop era un hombre estimado en Puerto Rico, por su manera imparcial de go- bernar, no había que esperar que el Gobernador Winthrop, ni ningún go- bernador Americano, nos considera- se aptos para el gobierno propio, mientras exista el actual régimen que pone el manejo irresponsable de la cosa pública en manos de seis hombres que, al mismo tiempo, son los consejeros del gobernador. En- tónces nos dijo, que tanto Winthrop c omo Post le habían dicho que había Número 38. que ir muy despacio en las concesio- nes políticas á Puerto Rico; pero que repetía que él no se metería en na- da. si el Congreso nos concedía pedido. Lo de que el Gobernador nombre los Jefes de Departamentos, le pare- ció muy bien, y lo repitió varias - ve- ces. diciendo que era natural que el Gobernador conociese mejor que él á las personas que debían nombrarse, diciendo que eso más ó menos es lo que sucede en un Territorio organi- zado. Nos habló del Hawai, y de los problemas varios quef tiene ese Territorio que resolver; nos hizo pre- guntas sobre nuestra población de color, en número, y si había perjui- cios de razas, repitiendo que había recibido protestas de Puerto Rico, por haber nombrado á Barbosa miem- bro del Consejo Ejecutivo. En se guida Larrínaga y yo, hicimos la apo- logía del doctor Barbosa, y le referi- mos que en nuestra Cámara de Dele- gados se han sentado, desde la pri- mera legislatura, hombres de color llevados allí por el voto popular. Que en Puerto Rico no tenemos ta les prejuicios, y que sólo miramos en un hombre su valer intelectual, sin que nos preocupemos de que sea blanco ó negro. El Presidente, en un rapto de entusiasmo sincero, nos dijo: “son Uds. un buen ejemplo que presentar ante este gran pueblo, nuestro, donde éste es uno de los grand e s problemas. Volviendo á nuestro asunto, pre guntó cómo se nombraban hoy los Jueces de las Cortes, y le dijimos que el Presidente nombra los ilc la Corte Suprema, y el Gobernador lo de las Cortes de Distrito. El Presiden te dijo que sería bueno dejarlo como está, par.' 1 él seguir nombrando los de la Corte Suprema. No recuerdo nada más de impor tancia en esta entrevista, que duró más de lo que esperábamos, dada la hora: y terminó cuando ng tutumo* uaás que decirlo sobre nuestra Tursión.' ** Cambiando impresiones con Larrí- naga y Buso, vinimos á la conclu sion de que el Presidente está bien impresionado, y que si el Congre- so pasase el “bilí” Larrínaga, él no pondría inconveniente, y lo firmaría. El Presidente es hombre que tiene que ocuparse de muchas cosas á la vez, y no es posible que tenga tiem po de estudiar, por las cosas de Puerto Rido. y, naturalmente, confía en loque le informan sus consejeros sobre el terreno. Ya sabe Ud. loque le han infor- mado el Gobernador Winthrop, y el Secretario Post! y sin duda que los demás señores que paga el pueblo de Puerto Rico, para que le sirvan con sinceridad, ciarán el mismo in forme, yde aquí á 25 años seguirán diciendo lo mismo: “hay que ir muy despacio en las concesiones políticas á Puerto Rico,” para bien del país aún no soñaos un pueblo muerto; te nomos fibras, y esta vez y otras mil, (jue sean necesarias, sabrá el Congre- so Americano la verdad de las cosas que pasan en Puerto Rico, y, con el Congreso, la prensa que, en este asunto está con nosotros. De la casa blanca fuimos á ver á Cooper, presidente de la Comisión de Asuntos Insulares, y le referimos la entrevista con el Presidente. Coo per, que es Roosevelista antes que nada, se alegró mucho de saber que no había oposición en la Casa Blanca al proyecto Larrínaga, y quedó en ver al Presidente, y leerlos nuestras de- claraciones, en cuanto estén impresas. N os dijo que no podía celebrar sesión para tratar el bilí Larrínaga hasta que no tenga impreso el folleto con teniendo nuestras declaraciones, y que esto estaba paralizado, porque el General Wright, gobernador de Fi lipinas, se había llevado sus decla- raciones para corregirlas, y ñolas había devuelto aún. (La explicación (le esto, es que los asuntos de Puerto Rico, y (le Filipinas, van en un solo volumen.) En vista, pues, de que aquí no ha- cemos nada hasta la semana próxi- ma, he determinado ir á New York, á pasar unos dias con mi familia, y volver á Washington el lunes poi la mañana. Si hubiere algo que añadir lo haré en New York, Sin otro particular, y con recuer- dos para los compañeros de Comité, quedo de usted atto. amigo S.. S. R. H. TpddL

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ñlbercantü be Bbto=lßtcoNúmero suelto! 3 centavos.' DIARICf INDEPENDIENTE DE INFORMACION UNIVERSAL. Suscripción mensual 1 76 te.

ANO 68.

Desbe Tüashington

Enero, 18 de i goó.

Si esta noticia es cierta, es una bue-

na noticia. Se ha publicado que el

canal de Panaraa será construido porcontrata y que la Comisión, con la

aprobación del Presidente Roosevelt,procederá á la subasta ó á las subastas—porque pueden ser varias—luegoque se haya resuelto si el canal ha deser á nivel ó de esclusas.

Es una suerte que para hacer esono se necesite acudir al Congreso.

Con arreglo á la ley de lla-mada “Ley Spooner”, el Presidente yla Comisión del canal están autoriza-

dos para decidir qué método de cons-trucción se ha de emplear, si

% por ad-ministiación ó por subasta.

La ley dice: “Se autoriza al Pre-sidente para ajustar el contrato ó loscontratos que se juzguen necesarios

para la excavación, construcción y de-

fensa del canal, y paralas bahías y de-fensas, por la vía que se determine,según las disposiciones de la presenteley”.

Ya ha habido alguna subasta parcial.En se subastaron importantestrabajos de drenaje y excavación enColón; la proposición más baja fuépresentada por una respetable y pode-rosa empresa.

Pero no hubo adjudicación á causade las protestas formuladas por otros

lidiadores, quienes se quejaron de quese había publicado la convocatoria conbastante anticipación para que ellospudieran hacer el estudio de las obras.Si se hubiera adjudicado la contrata,aquella Compañía, que ya estaba pre-parada para comenzar á trabajar ense-guida, había ya saneado á Colón, don-de, en dos años, se ha tirado muchodinero, sin resultados apreciables.

Que el canal sea á nivel ó que seade exclusas, hay parte do él que hande ser iguales, que se han de construirlo con una ó con otra clase decanal, y, además hay el saneamiento dela zona, que es independiente, asimis-mo, de que se adopte el nivel ó se pre-fieran las esclusas.

Todo eso se hubiera podido subas-tar desde el principio y no se hubieranperdido estos dos años.

Pero, como ya he dicho en otrasocasiones, la burocracia y los políticostenían asida la presa y no querían sol-tarla.

Si, ohora, afiejan la presión de susgarras es porque el derroche y la in-capacidad puestos de manifiesto en laconstrucción por administración handespojado á los partidarios de ese mé-todo de todo autoridad moral paraoponerse á que se apele á la subasta.

Y, entretanto, el asunto de las con.cesiones arancelarias á Filipinas siguedando juego en el Congreso y en laprensa. No se sabe si el Senado apro.bará el proyecto de ley. Que este esun paso hacía adelante, no hay quedudarlo; pero, acaso lo sea, más quepor sus consecuencias prácticas, por.qe atenta al régimen actual y porqueha dividido á los proteccionistas.

Hay quienes sostienen que la rebajade y 5 por 100 en los derechos de im-portación sobre el azúcar yel tabacode Filipinas no serán de utilidad á losproductores de aquellas islas Se fun-

dan en que por la ley que el Congre.so aprobó meses atrás, desde el 1 9 deJulio de este año, el comercio entre elArchipiélago y los Estados Unidos só.ló se podrá hacer en barcos america-nos, Y agregan los que así piensanque el mayor precio de los fletes anu-lará el beneficio de la rebaja de dere.chos. Se prevé que en Filipinas dis-

minuirá el tráfico con los EstadosUnidos y aumentará con otros países,para los cuales habrá allí fletes bara_

tos en bandera inglesa, alemana 6 no-

ruega, Se le pide al Congreso queaplace la aplicación de esa ley hastaque se establezca el cabotaje. No pa-

rece probable, hoy por hoy, que el

Congreso tenga se rasgo de senti-do común.

Y, volviendo á 1$ ley de concesionesarancelarias á Filipinas, he de consiguar que nadie se explica el terror delos arroceros amotiipaftos; quienes hanconseguido que el árroz filipina no fi_gure entre los artículos libres de de-rechos. Por qué se¿le tiene aquí tantomiedo? Según la festadistica más re-ciente, que comprende los siete prime,ros meses de 1905** 4e una importacióntotal de valuada en unosao millones de correspondieron4 y medio millones H arrez, que fué deChina y de la India al Archipiélago.Los filipinos, no sóls no exportan esegrano, sin que ni siquiera, lo cosechanen cantidad suficiente para su consu_mu, Es posible —no neguemos el ‘.po-see” —que, con el tiempo, con muchotiempo, llegue á producir tanto queabastezcan el mete ado interior y lesquede un sobrante para la exportación.Para entonces, ó Filipinas será inde_pendiente —caso dudoso—y su arrozno pagará aquí lo mismo que los de_

más extranjeros, ó; habrá cabotaje, ysu arroz no pagaráfquí derecho algu-no. ¿Qué problema* resuelven los arro-ceros americanos con que lo pagueahora? Eso ya no es proteccionismosino enfermedad mental; ver fantasmasy asustarse de peligros sin realidad.

¥ \ i*. X.

Un fallo del Supremode Washington

La Corte Suprema de los EstadosUnidos resuelve la primera

apelación procedentede Puerto Rico.

mPasamos ahora á considerar la ver-

dadera interpretación de las cláusu-las de las dos escrituras citadas enlo tocante á la clase de moneda enque debe ser pagada la deuda. Di-chas cláusulas han sido consignadasen la relación de hechos que antece-de y son exactamente iguales con laexcepción que la primera escritura ósea la de Septiembre de 1894. al ha-blar de la moneda dicen que el pagodebe hacerse en la moneda en circu-lación ó expedida en la provincia, altipo de cien centavos de la moneda encirculación por cada peso, y en la es-critura modificada de 6 de Octubrede 1894, el traductor del texto ori-ginal español suprime la palabracentavos y en su lugar consigna loque el considera una traducción bue-na ó sea la palabra “cents” de modoque la cláusula en esta forma diceque el dinero ha de pagarse en tipode cien “cents” del medio en circula-ción por cada peso. Estas dos escri-turas se refieren al mismo convenioy fueron redactadas desde luego enespañol. En la primera escritura laparticipación de los hijos de Carta-gena no se expresaba por razón de lasuposición equivocada de que Carta-gena era el único dueño y al saberseesta equivocación se otorgó la se-gunda escritura, traspasándose suparticipación y las de sus hijos queascendía á una décima octava partedel valor total de la hacienda tal co-mo había sido pasada por la escritu-ra al mismo comprador. La segun-da escritura fué considerada por laspartes como una mera rectificación yratificación de la primera escritura, yes evidente que la palabra centavosexpresada en la primera escritura,fué empleada en ambas, y que la pa-labra “cents” no es sino la traduc-ción del original español de la pala-bra centavos empleada en este con-trato redactada en español.

En verdad esto es aceptado comoverdadero por el abogado en el Tri-bunal inferior en la comunicaciónque dirige ála Corte en nombre dela parte apelada, íque forma partedel record de este pleito) pues allíusa la palabra "cents” y la sigue conel uso de la palabra centavos.

Por lo tanto puede consignarsecomo un hecho que contrato originalexpresado en dichas escrituras dis-puso el pago en moneda corrienteen la provincia al tipo de cien cen-tavos por cada peso. No existe re-sultado alguno en estos términos enlo tocante al valor del “peso” expre-

San Juan, Puerto-Rico, Miércoles 14 de Febrero de 1906.

sado en el contrato. La palabra es-pañola centavo es conocida en lopaíses españoles y sud-americano;como una moneda pequeña de cobrtó de nikel del valor de seis dozavapartes de un “cents” (valor real) y diun “cents” (valor nominal); esto e;una centésima parte de un pesoVéase el diccionario Standard de;idioma inglés. El centavo en reali-dad vale seis décimas partes partesde un “cents” y representando per lotanto una centésima parte demn po-so hace al peso valer 60 “cents” enmoneda americana

La sección 11 de la Ley del Con-greso ya citada dispuso* el redimirtodas las monedas de plata úc PuertoRico conocidas con el nombre de pe-so y toda otra clase de monedas decobre de Puerto Rico en circulaciónen dicha isla al tipo establecido ac-tualmente de 60 “cents” en monedade los Estados Unidos por cada pesode moneda puertorriqueña yel mis-mo tipo de cambio regirá en cuanto ála moneda pequeña ó subsidiaria. ElCongreso de esta manera fijó el tipode cambio para redimir estas mone-das y es necesario creer que fué li-jada según el valor que tenía el pesoen la moneda americana.

De estos hechos se deduce á nues-tra manera de ver que no es lógicodudar que cuando se otorgó este con-trato el peso en circulación en PuertoRico no tenía un valor mayor de60 “cents” en moneda americana.Cuando venció esta deuda según elcontrato, en Septiembre de 1900, laspartes convienen en que todos lospesos y centavos que había en circu-lación habían sido retiradas por losEstados Unidos en cumplimiento delos preceptos de la ley del Congresoy el dinero en circulación en PuertoRico era va y siguió siendo el dine-ro de los Estados Unidos.

(ConilnuarA)

El Polo magnéticoSe han recibido algunas noticias

detalladas referentes al descubri-miento tdel Polo magnético borealpor el explorador noruego el capitánAmundsen, que como saben ya nues-tros lectores forzó con éxito comple-to todo el paso del Noroeste.

De acuerdo con un telegrama del7 del corriente expedido de RagleCity, Alaska, vía Skagwni á NuevaYork, el citado capitán, Amundsende la balandra “Gioa ’

de la matrícu-la de Christianía llegó, procedentede la Isla de Herschel, á Eaglc Citydespués de haber forzado el paso pe-ligrosísimo del Atlántico al Pacíficorecorriendo nna distancia de 700 mi-llas entre hielos y nieves acompaña-do de dos guías esquimales y delcapitán William Mogg de la naufra-gada goleta ballenera “Bonanza” deSan Francisco de California. Eos tresviajeros sufrieron terriblemente áconsecuencia del frío intenso que tu-vieron que resistir durante todo elviaje, que fué largo y penoso pordemás.

“Mi expedición, dice el capitánAmundsen en su telegrama, ha sidoun ¿éxito completo, tanto desde elpunto (le vista físico como geográfi-co en lo que se refiere á la conquistadel paso del Noroeste que fué siem -

pre la ambición de mi vida.“Creo que las observaciones que

he hecho serán de grandísimo valorcientífico.

“Entre aquellas observaciones fi-guran la extraordinaria variación ycambios constantes de la aguja mag-nética en el punto en donde prácti-camente hablando se halla el Polomagnético boreal.

‘ Desde la Punta Norte del Canalde Peel al extremo Oeste del estre-cho de Siiiioson fueron completamen-te iiiútiles todas las brújulas que lle-vábamos para orientarnos. Entoncesestablecí una estación de observacio-nes en la Tierra del Rey Guillermoen el punto fijado por los 68 grados30 minutos Latitud Norte y 87 gra-dos Longitud Oeste, y estoy en lafirme creencia de que basando miscálculos en observaciones continuasdurante dos años, el Polo magnéticoboreal se encuentra dentro de los 90minutos de aquel punto.”

El capitán Amundsén con su tripu-lación formada por siete hombres es-cogidos que salió el 17 de Junio de1903 de Christianía, no solo hizo con

su buque una travesía que nadie ha-bía logrado antes completar, si queha llegado también de la* desoladas

egiones árticas sin que haya tenidosu tripulación ni una sola baja niuna grave enfermedad los miembrosle la misma.

Tanto el haber forzado con éxito elpaso del Noroeste, como haber fijadoa situación del Polo magnético bo-eal, constituyen en el principio delictual siglo dos hechos importantí-simos.

IIffIJJMWashington D. C. Etipro 31 de 1906*

Sr. Don Ramón El. Delgado,Vice-Presidente de la

Liga de Ayuntamientos.San#uan, P. R.

Mi estimado amig|>:En este compás de espera que te-

nemos, mientras la. Comisión deAsuntos Insulares disdi te el bilí La-rrinaga y dá su infopte, sólo tengoque comunicarle que- esta mañanacelebramos la esperada conferenciacon el Presidente Roosevelt, habién(lósenos indicado ayer. por el Secre-torio Leeb que se nos Recibiría á lasdiez y media.

Como nos esperábalos mandó pa-sar á su despacho, en manto entra-mos, pero ames (le que pudiéramosempezar la conferencia se presentóel Speaker de la Cánfs*a, y hubo deir á otra habitación, en )a que se en-cerraron por más dq tin cuarto dehora.

Empezamos, exponiendo Larrína-ga que ya estaría él enterado del ob-jeto de nuestra visita, por la cartaque le habíamos escrito el 22, ex-plicando á grandes rasgos, los de-seos de los puertorriqueños. Ense-guida entré en materia, y le contécon toda claridad el hondo y extensosentimiento de disgusto que reinaen el país, á consecuencia ¿di régi-men que nos agobia; cftfno Sf iSnflfcelebrado en San Juan el 25 de Juliouna convención de Delegados de losAyuntamientos de la isla, para tratarde atajar ese movimiento de disgus-to, llegándose á decidir enviar unMemorial ni Congreso, pidiendo doscosas primordiales: que se nos con-ceda el derecho de elegir un SenadoInsular, y así concluir con el actualConsejo Ejecutivo, en el que estánunidas las facultades legislativas ylas ejecutivas; y que las cabezas dedepartamentos sean nombradas porel Gobernador, con el consejo y con-sentimiento del Senado Insular. Lemanifesté que el señor Larri nagahabía presentado este Memorial, asícomo un bilí conteniendo estas mismas peticiones y que habíamos esta-do informando ante la Comisión deAsuntos Insulares de la Cámara, to-dos estos días pasados.

El Presidente se dirigió á Larrinaga, y le preguntó cómo marchabael bilí de la ciudadanía; si se presen-taba inconveniente en su adopción.Larrínaga le dijo que, el bilí que ha-bía presentado Foraker, aún no habíasido informado por el Comité del Se-nado, y entóneos, el Presidente di o,que aunque él no podía meterse conel Congreso, diciéndoles lo que de-bían hacer y lo que no sabían hacer,estaba dispuesto á escribir á los pre-sidentes de las Comisiones, para que110 pusieran obstáculos al “bilí”so-bre la ciudadanía. Entónces, vol-viéndose á mí, me pidió que le dis-pensara por no haberme contestadoensegu ida; que lo de la ciudadaníaera una cosa que él había recomen-dado en su Mensaje, y lo creía fácil,pero que, en cuanto á lo que pedía-mos, ya eso era revolucionario; peroque él no se oponía en absoluto á quese nos concediera, pues su opiniónera que Puerto Rico sería en día nolejano, un Estado de la Unión. En-seguida hizo esta pregunta:

“¿Cómo piensa Winthrop sobreeso? A lo que contestó Larrínaga,que aunque el Gobernador Winthropera un hombre estimado en PuertoRico, por su manera imparcial de go-bernar, no había que esperar que elGobernador Winthrop, ni ningún go-bernador Americano, nos considera-se aptos para el gobierno propio,mientras exista el actual régimenque pone el manejo irresponsable dela cosa pública en manos de seishombres que, al mismo tiempo, sonlos consejeros del gobernador. En-tónces nos dijo, que tanto Winthropcomo Post le habían dicho que había

Número 38.

que ir muy despacio en las concesio-nes políticas á Puerto Rico; pero querepetía que él no se metería en na-da. si el Congreso nos concedía lópedido.

Lo de que el Gobernador nombrelos Jefes de Departamentos, le pare-ció muy bien, y lo repitió varias - ve-ces. diciendo que era natural que elGobernador conociese mejor que él álas personas que debían nombrarse,diciendo que eso más ó menos es loque sucede en un Territorio organi-zado. Nos habló del Hawai, y delos problemas varios quef tiene eseTerritorio que resolver; nos hizo pre-guntas sobre nuestra población decolor, en número, y si había perjui-cios de razas, repitiendo que habíarecibido protestas de Puerto Rico,por haber nombrado á Barbosa miem-bro del Consejo Ejecutivo. En seguida Larrínaga y yo, hicimos la apo-logía del doctor Barbosa, y le referi-mos que en nuestra Cámara de Dele-gados se han sentado, desde la pri-mera legislatura, hombres de colorllevados allí por el voto popular.Que en Puerto Rico no tenemos tales prejuicios, y que sólo miramosen un hombre su valer intelectual,sin que nos preocupemos de que seablanco ó negro. El Presidente, enun rapto de entusiasmo sincero, nosdijo: “son Uds. un buen ejemplo quepresentar ante este gran pueblo,nuestro, donde éste es uno de losgrand e s problemas. ”

Volviendo á nuestro asunto, preguntó cómo se nombraban hoy losJueces de las Cortes, y le dijimosque el Presidente nombra los ilc laCorte Suprema, y el Gobernador lo delas Cortes de Distrito. El Presidente dijo que sería bueno dejarlo comoestá, par.' 1 él seguir nombrando losde la Corte Suprema.

No recuerdo nada más de importancia en esta entrevista, que durómás de lo que esperábamos, dada lahora: y terminó cuando ng tutumo*

uaás que decirlo sobre nuestraTursión.' **

Cambiando impresiones con Larrí-naga y Buso, vinimos á la conclusion de que el Presidente está bienimpresionado, y que si el Congre-so pasase el “bilí”Larrínaga, él nopondría inconveniente, y lo firmaría.El Presidente es hombre que tieneque ocuparse de muchas cosas á lavez, y no es posible que tenga tiempo de estudiar, por sí las cosas dePuerto Rido. y, naturalmente, confíaen loque le informan sus consejerossobre el terreno.

Ya sabe Ud. loque le han infor-mado el Gobernador Winthrop, y elSecretario Post! y sin duda que losdemás señores que paga el pueblode Puerto Rico, para que le sirvancon sinceridad, ciarán el mismo informe, yde aquí á 25 años seguirándiciendo lo mismo: “hay que ir muydespacio en las concesiones políticasá Puerto Rico,” para bien del paísaún no soñaos un pueblo muerto; tenomos fibras, y esta vez y otras mil,(jue sean necesarias, sabrá el Congre-so Americano la verdad de las cosasque pasan en Puerto Rico, y, con elCongreso, la prensa que, en esteasunto está con nosotros.

De la casa blanca fuimos á ver áCooper, presidente de la Comisión deAsuntos Insulares, y le referimos laentrevista con el Presidente. Cooper, que es Roosevelista antes quenada, se alegró mucho de saber queno había oposición en la Casa Blancaal proyecto Larrínaga, y quedó en veral Presidente, y leerlos nuestras de-claraciones, en cuanto estén impresas.N os dijo que no podía celebrar sesiónpara tratar el bilí Larrínaga hastaque no tenga impreso el folleto conteniendo nuestras declaraciones, yque esto estaba paralizado, porque elGeneral Wright, gobernador de Filipinas, se había llevado sus decla-raciones para corregirlas, y ñolashabía devuelto aún. (La explicación(le esto, es que los asuntos de PuertoRico, y (le Filipinas, van en un solovolumen.)

En vista, pues, de que aquí no ha-cemos nada hasta la semana próxi-ma, he determinado ir á New York,á pasar unos dias con mi familia, yvolver á Washington el lunes poi lamañana. Si hubiere algo que añadirlo haré en New York,

Sin otro particular, y con recuer-dos para los compañeros de Comité,quedo de usted atto. amigo S.. S.

R. H. TpddL