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Lección 1 Navidad 2015 «El Salvador dio a todos libremente y sus obsequios fueron de un valor inconmensurable. Mediante Su ministerio, bendijo a los enfermos, devolvió la vista a los ciegos, hizo que los sordos pudieran oír y que los mancos y cojos caminaran. Hizo puro lo impuro, devolvió el aliento a los que no tenían vida, dio esperanza a quienes estaban desesperados e iluminó la oscuridad. Él nos dio Su amor, Su servicio y Su vida. ¿Cuál es el espíritu que sentimos en Navidad? Es Su espíritu: el espíritu de Cristo». (Thomas S. Monson, «El espíritu que sentimos en la Navidad», Ensign, diciembre 2010) Himno: Seleccione uno de su preferencia Escritura: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz». (2 Nefi 9:29) Lección: Vean el vídeo complementario «Por qué necesitamos un salvador». (puede hacer click en el enlace subrayado). Pregunte: ¿Cómo os sentisteis mientras veíais este video? Lea en voz alta: Durante la Navidad, celebramos el nacimiento de nuestro Salvador, Jesucristo. Fue durante una humilde y tranquila noche. A la vez también fue una de las noches más importantes de toda la historia. Siguiendo el plan del Padre Celestial, vinimos a vivir a la Tierra donde existe el pecado y el pesar. Como seres mortales, cometemos errores y pasamos por pruebas. Sin un salvador, no existiría ninguna manera de superar estas cosas, pero desde el principio, nuestro Padre Celestial situó a Jesucristo en el centro de su plan para ser nuestro salvador. Pregunte: ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que tenemos debidas al nacimiento de Jesucristo? Lea en voz alta: Mientras que el nacimiento y Expiación de Cristo trajeron admirables dones de incalculable valor para toda la humanidad, estas dádivas también llegan a ser individuales. Cristo nos conoce, nos ama, y puede estar con nosotros siempre. Comparte una experiencia sobre un tiempo en el que Cristo estuvo ahí para darte ayuda de forma personalizada. Después reparte papel y lápices. A los adultos y adolescentes pídeles que escriban lo que significa para ellos que nació un Salvador. Los niños más pequeños pueden hacer dibujos de Jesús en el pesebre u otras escenas de la natividad. Puede poner himnos de Navidad u otra música inspiradora de fondo. Cuando hayáis terminado, invita a alguien que comparta lo que escribió, luego comparte tu testimonio. Termina la lección preguntando cómo pueden compartir el mensaje de Cristo esta Navidad con los demás. Hagan planes específicos a la altura de las posibilidades de toda la familia. (Beth Lefgren and Jennifer Jackson, More Power Tools for Teaching, [Salt Lake City: Bookcraft, 1991], p. 102.) Galletas de Jengibre Refrigerio -200 ml de agua -300 gr de azúcar (para derretir) -170 gr de azúcar (para añadir posteriormente) -250 gr de mantequilla -1 cuchara de canela -1 cuchara de clavos de olor en polvo -1 cucharadita de jengibre en polvo -1 cucharadita de nuez moscada -la cascara de un limón (para rallar) -una pizca de sal -2 huevos -600 gr de harina blanca (para la masa) -200/300 gr mas de harina blanca para amasar -2 cucharaditas de levadura en polvo Calentar el agua hasta hervir en una cacerola pequeña. Mientras, calentar a fuego fuerte en una cacerola grande, los 300 gr de azúcar y lo removemos sin parar para que se vaya derritiendo. El color se irá volviendo mas oscuro y le dará el tono a las galletas. Una vez marrón y antes que se queme, añadimos el agua hirviendo sin parar de remover a la vez. Si quedan grumos sin derretir, subir el fuego y remover hasta que quede el azúcar completamente líquido. Bajar el fuego al mínimo. Añadir al jarabe, el resto del azúcar y la mantequilla. Remover hasta que todo esté derretido. Añadir la canela, y remover. Añadir los clavos, jengibre, pizca de sal y cascara de limón rallado. Lo apartamos y dejamos reposar 2 horas. En un cuenco, poner los huevos y el jarabe. Mezclar muy rápido hasta que el azúcar y la mantequilla queden mezclados de nuevo. Probar y corregir si es necesario. Mezclar la levadura con la harina para la masa. Luego añadir al jarabe. Remover hasta que la masa sea homogénea. La masa hay que dejarla reposar 1 día en la nevera para que la harina absorba los sabores. Envuelva la masa apretada en un paquete hecho de lm transparente. Pasado el tiempo, echar harina sobre una supercie y ponemos la masa sobre la harina. Añadimos mas harina por encima y la amasamos, añadiendo de cuando en cuando más harina hasta que no esté tan pegajosa y tenga consistencia. Luego con un rodillo enharinado la amasamos durante unos minutos y la aplanamos a un grosor de medio centímetro. Escogemos los moldes que usaremos y cortamos las galletas. Calentamos el horno a 180 ºC y horneamos las galletas durante 8 minutos. Para la decoración utilizaremos glasé real. En un bol, poner la clara de un huevo y batir a punto de nieve. Añadimos poco a poco el azúcar glass hasta que alcance la consistencia rme necesaria. Repartir en tres partes iguales. A una parte le añadimos colorante alimentario verde, a la otra rojo y a la última la dejamos de color blanco. Decorar con manga pastelera. FORTALECE TU FAMILIA

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Lección 1 Navidad 2015 «El Salvador dio a todos libremente y sus obsequios fueron de un valor inconmensurable. Mediante Su ministerio, bendijo a los enfermos, devolvió la vista a los ciegos, hizo que los sordos pudieran oír y que los mancos y cojos caminaran. Hizo puro lo impuro, devolvió el aliento a los que no tenían vida, dio esperanza a quienes estaban desesperados e iluminó la oscuridad. Él nos dio Su amor, Su servicio y Su vida. ¿Cuál es el espíritu que sentimos en Navidad? Es Su espíritu: el espíritu de Cristo». (Thomas S. Monson, «El espíritu que sentimos en la Navidad», Ensign, diciembre 2010)

Himno: Seleccione uno de su preferencia

Escritura: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz». (2 Nefi 9:29)

Lección: Vean el vídeo complementario «Por qué necesitamos un salvador».(puede hacer click en el enlace subrayado).

Pregunte: ¿Cómo os sentisteis mientras veíais este video?

Lea en voz alta: Durante la Navidad, celebramos el nacimiento de nuestro Salvador, Jesucristo. Fue durante una humilde y tranquila noche. A la vez también fue una de las noches más importantes de toda la historia. Siguiendo el plan del Padre Celestial, vinimos a vivir a la Tierra donde existe el pecado y el pesar. Como seres mortales, cometemos errores y pasamos por pruebas. Sin un salvador, no existiría ninguna manera de superar estas cosas, pero desde el principio, nuestro Padre Celestial situó a Jesucristo en el centro de su plan para ser nuestro salvador.

Pregunte: ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que tenemos debidas al nacimiento de Jesucristo?

Lea en voz alta: Mientras que el nacimiento y Expiación de Cristo trajeron admirables dones de incalculable valor para toda la humanidad, estas dádivas también llegan a ser individuales. Cristo nos conoce, nos ama, y puede estar con nosotros siempre.

Comparte una experiencia sobre un tiempo en el que Cristo estuvo ahí para darte ayuda de forma personalizada. Después reparte papel y lápices. A los adultos y adolescentes pídeles que escriban lo que significa para ellos que nació un Salvador. Los niños más pequeños pueden hacer dibujos de Jesús en el pesebre u otras escenas de la natividad. Puede poner himnos de Navidad u otra música inspiradora de fondo. Cuando hayáis terminado, invita a alguien que comparta lo que escribió, luego comparte tu testimonio.

Termina la lección preguntando cómo pueden compartir el mensaje de Cristo esta Navidad con los demás. Hagan planes específicos a la altura de las posibilidades de toda la familia.

(Beth Lefgren and Jennifer Jackson, More Power Tools for Teaching, [Salt Lake City: Bookcraft, 1991], p. 102.)

Galletas de Jengibre

Refrigerio

-200 ml de agua -300 gr de azúcar (para derretir) -170 gr de azúcar (para añadir posteriormente) -250 gr de mantequilla -1 cuchara de canela -1 cuchara de clavos de olor en polvo -1 cucharadita de jengibre en polvo -1 cucharadita de nuez moscada -la cascara de un limón (para rallar) -una pizca de sal -2 huevos -600 gr de harina blanca (para la masa) -200/300 gr mas de harina blanca para amasar -2 cucharaditas de levadura en polvo

Calentar el agua hasta hervir en una cacerola pequeña. Mientras, calentar a fuego fuerte en una cacerola grande, los 300 gr de azúcar y lo removemos sin parar para que se vaya derritiendo. El color se irá volviendo mas oscuro y le dará el tono a las galletas. Una vez marrón y antes que se queme, añadimos el agua hirviendo sin parar de remover a la vez. Si quedan grumos sin derretir, subir el fuego y remover hasta que quede el azúcar completamente líquido. Bajar el fuego al mínimo.

Añadir al jarabe, el resto del azúcar y la mantequilla. Remover hasta que todo esté derretido. Añadir la canela, y remover. Añadir los clavos, jengibre, pizca de sal y cascara de limón rallado. Lo apartamos y dejamos reposar 2 horas.

En un cuenco, poner los huevos y el jarabe. Mezclar muy rápido hasta que el azúcar y la mantequilla queden mezclados de nuevo. Probar y corregir si es necesario. Mezclar la levadura con la harina para la masa. Luego añadir al jarabe. Remover hasta que la masa sea homogénea. La masa hay que dejarla reposar 1 día en la nevera para que la harina absorba los sabores. Envuelva la masa apretada en un paquete hecho de film transparente.

Pasado el tiempo, echar harina sobre una superficie y ponemos la masa sobre la harina. Añadimos mas harina por encima y la amasamos, añadiendo de cuando en cuando más harina hasta que no esté tan pegajosa y tenga consistencia. Luego con un rodillo enharinado la amasamos durante unos minutos y la aplanamos a un grosor de medio centímetro. Escogemos los moldes que usaremos y cortamos las galletas.

Calentamos el horno a 180 ºC y horneamos las galletas durante 8 minutos.

Para la decoración utilizaremos glasé real. En un bol, poner la clara de un huevo y batir a punto de nieve. Añadimos poco a poco el azúcar glass hasta que alcance la consistencia firme necesaria. Repartir en tres partes iguales. A una parte le añadimos colorante alimentario verde, a la otra rojo y a la última la dejamos de color blanco. Decorar con manga pastelera.

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Historia:

El espíritu que sentimos en la Navidad

Muchos años atrás, leí acerca de una experiencia del día de Navidad que ocurrió cuando miles de cansados viajeros estaban bloqueados en el congestionado aeropuerto de Atlanta, Georgia. Una tormenta de hielo había retrasado terriblemente los vuelos que llevarían a esas personas a los lugares donde más deseaban estar en Navidad: muy probablemente, sus hogares.

Sucedió en diciembre de 1970. Al llegar la medianoche, los pasajeros se apiñaban en los mostradores de pasajes y, con ansiedad, consultaban a los empleados, cuya alegría hacía tiempo se había evaporado. Ellos también querían estar en sus hogares. […] El hecho era que había más pasajeros que asientos disponibles en cualquiera de los aviones. Cuando algún que otro avión lograba partir, eran más los pasajeros que no subían que los que lograban embarcar.

La Puerta 67 de Atlanta era un microcosmos del enorme aeropuerto. Aunque no era más que una pequeña sala rodeada de vidrio, estaba atestada de viajeros que esperaban volar a Nueva Orleans, Dallas y otros lugares del oeste. Excepto los pocos afortunados que viajaban juntos, había pocas conversaciones en la Puerta 67. Un vendedor miraba distraído al vacío, como resignado. Una joven madre acunaba a un bebé en sus brazos, meciéndolo con ternura en un esfuerzo vano por calmar el leve lloriqueo. También había un hombre vestido con un traje muy bueno de franela hecho a medida, a quien parecía no afectarle el sufrimiento colectivo. Su actitud parecía un tanto indiferente. Estaba absorto en papeles del trabajo: calculando las ganancias de fin de año de la empresa, quizá.

De pronto, el silencio relativo se vio interrumpido por un alboroto. Un joven de no más de 19 años, con uniforme militar, estaba teniendo una conversación un tanto fuerte con el empleado del mostrador. El joven tenía un pasaje de baja prioridad y le estaba pidiendo al empleado que lo ayudara a llegar a Nueva Orleans para poder tomar el autobús que lo llevara a una aldea de Luisiana que era su hogar.

El empleado, ya cansado, le dijo que durante las próximas 24 horas o más las probabilidades eran pocas. El joven estaba cada vez más desesperado. Inmediatamente después de Navidad, enviarían a su unidad a Vietnam (donde estaban en guerra en ese momento) y si no tomaba el siguiente vuelo, quizá nunca volvería a pasar la Navidad en su casa. Hasta el hombre de negocios levantó la mirada de sus enigmáticos cálculos para mostrar un comedido interés. Era evidente que el empleado estaba conmovido, e incluso algo avergonzado. Pero sólo podía ofrecerle empatía, no esperanza. El joven se quedó en el mostrador, recorriendo ansiosamente con la mirada la abarrotada sala, como si buscara un rostro amigable.

Finalmente, el empleado anunció que el siguiente vuelo estaba listo para que embarcaran. Los viajeros, que habían estado esperando largas horas, se levantaron con gran esfuerzo, recogieron sus pertenencias y se dirigieron arrastrando los pies por el pequeño pasillo hasta el avión que esperaba: veinte, treinta, cien… hasta que no quedaron más asientos. El empleado se volvió al desesperado joven soldado y se encogió de hombros.

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Sin razón alguna, el hombre de negocios se quedó rezagado y salió de la fila. «Tengo un pasaje confirmado», le dijo en voz baja al empleado. «Me gustaría cederle mi asiento a este joven». El empleado se quedó mirándolo, sin poder creerlo y le hizo señas al soldado. Sin lograr pronunciar ninguna palabra y con lágrimas corriéndole por las mejillas, el joven de uniforme militar le dio un apretón de manos al hombre de traje de gris, que sencillamente dijo entre dientes: «Buena suerte. Que pases una feliz Navidad. Buena suerte». […]

Sólo unos pocos, presenciaron el drama de la Puerta 67. Pero, para quienes lo hicieron, el resentimiento y la frustración se convirtieron en resplandor. Un acto de amor y bondad entre desconocidos había llevado el espíritu de la Navidad a sus corazones. […]

Mis hermanos y hermanas, el verdadero gozo de esta época no lo encontramos en prisas por lograr hacer más, ni al comprar regalos obligatorios. El gozo real viene al mostrar el amor y la compasión que nos inspira el Salvador del Mundo, que dijo: «En cuanto lo hicisteis a uno de éstos… más pequeños, a mí lo hicisteis» (Mateo 25:40).

Al pensar en cómo usaremos nuestro dinero para comprar regalos durante esta época festiva, planeemos también

cómo usaremos nuestro tiempo para ayudar a llevar el verdadero espíritu de la Navidad a la vida de otras personas.

El Salvador dio a todos libremente y sus obsequios fueron de un valor inconmensurable. Mediante Su ministerio, bendijo a los enfermos, devolvió la vista a los ciegos, hizo que los sordos pudieran oír y que los mancos y cojos caminaran. Hizo puro lo impuro, devolvió el aliento a los que no tenían vida, dio esperanza a quienes estaban desesperados e iluminó la oscuridad.

Él nos dio Su amor, Su servicio y Su vida.

¿Cuál es el espíritu que sentimos en Navidad? Es Su espíritu: el espíritu de Cristo.

Las Navidades que más recordamos, por lo general, tienen poco que ver con los bienes del mundo y mucho que ver con la familia, el amor, la compasión y el cuidado.

El Salvador dio a todos libremente y Sus obsequios fueron de un valor inconmensurable.

(Thomas S. Monson, «El espíritu que sentimos en la Navidad», Ensign, diciembre 2010)

Actividad: Hagan algunas galletas con forma de estrella y llevádselas a alguien del barrio o del vecindario.Podríais orar como familia para decidir quién necesita recibir estas galletas especiales para levantarle el ánimo. Incluyan con las galletas una nota que diga: «¡Eres nuestra estrella!» Lleve el plato, toque el timbre de la puerta y ¡corra!

(Deborah Pace Rowley, Before They Turn Twelve: Helping Children Gain a Testimony of the Lord’s Standards, [Salt Lake City: Deseret Book, 2007], p. 92.)

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