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    LEI NIZ

    MonaddogiaEDICIN TRILINGEINTRODUCCIN DE GUSTAVO BUENOTRADUCC IN DE JULIN VELARDE

    CLASICOS EL BASILISCOPENTALFA EDICIONESOVIEDO 1981

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    CL SICOS EL B SILISCO

    Leibniz Monadologa Pentalfa Oviedo 1981 Edicin trilinge Introduccin de Gustavo Bueno

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    MON DOLOGI

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    RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS. QUEDATERMINANTEMENTE PROHIBIDO REPRODUCIRESTE LIBRO, TOTAL O PARCIALMENTE, SIN LAPREVIA Y EXPRESA AUTORIZACIN ESCRITADEL EDITOR.El facsmil del borrador manuscrito se reproduce directam en te del original signatura LH IV , I, la) con autorizacin de la Niedersachsische Landesbibliothek deHannover.E l tex to latino corresponde al de la primera edicin de laMonadologa en latn 1721), publicada en los ActonimEruditrum quae Lipsiae publicantur Supplementa.Tomus VILEl texto francs ha sido reproducido facsimilarmente dela edici n crtica de Andr R obinet 1954, 2* edicin revisad a y co rregida, 1978), mediante contrato con PressesUniversitaires de France.Copyright 1981. PENTALFA EDICIONESA par tad o 36. Oviedo Espa a).bibujo de k portada: Lorenzo Arias.Imprime: Baraza / Oviedo.I.S.B.N.: 84-85422-05-8.De psito Legal: 0-313-81.

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    LEI NIZ

    MONADOLOGIATraduccin y notas porJULIN VELARDE LOMBRAA

    Texto francs de A. ROBINETFacsmil del borrador manuscrito deLEIBNIZIntroduccin porGUSTAVO BUENO MARTNEZNota Bibliogrfica porGUSTAVO BUENO SNCHEZ

    CLASICOS EL BASILISCOP NT LF E D I C I 0 I S : E SOVIEDO 1981

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    NOTICIA BIBLIOGRFICA

    Gottfried Wilhelm Leibniz naci en Leipzig el 1 de Julio de 1646, y muri enHan nov er, a los 70 aos, el14de Noviembre de 1716. Dos aos antes, en septiembrede 1714, tena ya terminado el borrador de lo que se conocera como Principiosde laFilosofa o Monadologa Leibniz dej esta obra sin ttulo).Se conservan cuatro manuscritos de la Monadologa. La Landesbibliothek deHann over custodia el borrador y dos copias, conocidas por A y B sign. LH , IV, I,la). E n la Biblioteca Nacional de Viena Cod. 10.495, fol. 131 - 144), ciudad dondeprecisamente fue escrita la Monadologa, se conserva otra copia, escrita por unam ano ajena al crculo de Leibniz y que o bien procede de la copia A o de otra copiaintermedia desconocida hoy por nosotros.El bo rrador de laMonadologafue escrito por Leibniz en francs, a lo largo de 3in-folios, 12 pginas. Siguiendo su costumbre, slo utiliz en un primer momento dela redaccin la mitad izquierda de las pginas, que los posteriores aadidos y rectificaciones acabaran p or llenar de un texto que, en muchos casos, a primera vista, parece indescifrable. En esta edicin presentamos el facsmil de este borrador manuscrito por el propio Leibniz, que creemos no ha sido reproducido ntegro en ningn otrolugar.Las copias A y B fueron dictadas por Leibniz a un secretario, no muy letrado ypo co fam iliarizado con la lengua francesa a juzgar por las faltas). La copia A comprend e 5 in-folios,2 pginas.LaB ,d e escritura clara y con muy pocas correcciones,ocu pa 32 pginas de escritura, en 8 hojas in-quarto.La Monadologapermaneci indita en vida de Leibniz. En francs, la lengua enque fue escrita , no se publicara ha sta pasados 126 aos. L a primera edicin, en alemn, se hizo en 1720, a cargo de H. Koh ler. Esta Lehrs tzeberdie Monadologiesehizo a partir de la copia de Viena ocupando 92 artculos, resultado de unir los22 y 23 de los 93 de la copia vienesa).En 1721 aparece la primera edicin de la Monadologaen latn. Ocupa las pgs.500 a 514 de los Actorum lEruditorum .lquaelLipsiae publicanturJSup plemen ta.lTomus VIL, bajo el ttuloPrincipia Philosophiae, autore G. G. Leibnitio.Ocupa 93artcu los, y tiene las mismas variantes que la copia de Viena. En nuestra edicin, reprod ucim os facsimilarmente e ste primer texto latino de laM onadologa.La edicin citada de lasActa Emditorumsirvi de base para las sucesivas ediciones en latn de laM onadologa:Creiling en 1722, Hanschio en 1728, Koethen en 1737quien pre sen t errneamente la obra como dedicada al prncipe Eugenio de Saboya,dand o lugar a la confisin luego frecuente), y D utens en1768 L. Dutens llev a cabola primera gran edicin de las obras de Leibniz, en 6 tomos).En 1840, J. E. Erdmann, utilizando por vez primera los manuscritos de Hannover, publica la Monadologaen francs: La Monadologie I Vulgo:Principia Philosophiae seu tkeses in gratiam Principis Euge nii I conscriptae). I 7 4. I Ex auto-graphis Leibnitianis nondum ed itis, quae in Bibliotheca Regia Han overae asservan-tur). Son numerosas las ediciones de laMonadologa a partir de este momento. Destacan la de Emile Boutroux, en 1881, y la de C. L Gerhardt, en 1885. Las citas bibliogrficas completas pueden verse en la Introduccinque Julin Velarde hace a sutraduccin).

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    En 1954, el estud ioso leibniciano Andr Robinet presen ta la edicin crtica deesta obra de Leibniz, al publicar el texto ntegro del borrador y de la copia B, ascom o las variantes de la copia A y de la copia de Viena. En esta edicin utilizamos eltex to francs definitivo de R obinet, facsimarmente de su2^edicin revisada y corre-gida en 1978.La primera vez que se publica laM onadologaen castellano es en 1878,a cargode Patricio de Azcrate Obras de Leibnitz puestas enlenguacastellana. BibliotecaFilosfica de Medina, 5 volmenes). Las ediciones que conocemos de la M onadolo-ga en castellano son:1878 Obras de Leibnitz puestas en lengua castellana.Tomo I pgs. 447-466 LaMonadologa. Tesis de Filosofa, o tesis redactadas en obsequio al PrncipeEugenio Traduccin de Patricio de Azcrate.1882 G. W . LEIB NIT Z,La Monadologa Traduccin de Antonio Zozaya. Bibliotecaeconmica filosfica, vol. V . una segunda edicin de 1889, y una tercera en1935).1919 G. W. LEIBNITZ,Opsculos filosficos LaM onadologade las pgs. 55 a82).Ca lpe, Coleccin U niversal. Traduccin hecha por Manuel G. Morente.1939 LEIBNIZ, Tratados findamentales LaM onadologade las pgs. 59 a79).Lo-sad a, Biblioteca Filosfica. Traduccin por Vicente P. Quintero, segunda edi-cin en 1946).1957 LEIBNIZ, Monadologa Aguilar Biblioteca de Iniciacin filosf ica). Traduc-

    cin de M anuel Fuentes Benot cuarta edicin en 1968).N uestra edicin es la primera trilinge que se hace con el texto castellano.La bibliografa sobre Leibniz es abundantsima. Entre los muchos estudios cen-trados en tomo a laMonadologa adems de los contenidos en las mismas ediciones)podemos citar:S. AVERBACH ZurEn twicklungsgeschichte der leibnitzschen Monaden lehre,1884.E. DILLMANN Eine neue Darstellung der leibnizschen Monadenlehre aufGrun d der Quellen, 1S91.L. H. RITTER DeMonadenleervanLeibniz,1892.M. SCHORNSTEIN Dillmanns D arstellung der leibnizschen Monadenlehre,1894.P. MILLIET Rem arque sur laM onadologie, 1907.J. C. HORN MonadeundBegrijf.DerWeg von Leibniz zuHegel 1965.Gustavo Bueno Snchez.

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    PRIMERA PAGINA DE LA COPIA A

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    PRIMERA PAGINA DE LA COPIA B

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    INTRODUCCIN A LAMONADOLOGIA DE LEDBNIZPor Gustavo Bueno Martnez

    I. NUESTRA PERSPECTIVA HERMENEUTICO-SISTEMATICA1. L aM onadologaen oposicin a la filosofa vulgar.2. L aM onadologaen oposicin a otras filosofas no vulgares.3 . L a Monadologa requiere, para ser entendida, introducir coordenadas noexplcitas en ella.IL LA MONADOLOGA COMO SISTEMA ONTOLOGICOY COMO SISTEMA METAFISICO1. La distincin fundamental: Monadologa absoluta metafsica) y Monadologaontolgica.2 . Organizacin de laMonadologade Leibniz.3 . El universo raonad olgico y la inconsistencia de laMonadologaabsoluta.

    III. MONADOLOGIAS ESPECIALES1. Monadologas desarrolladas en el Mundo como campo de los fenmenosprimogenricos.2 . Monadologas dadas en el reino de las Almas.3 . Monadologas dadas en el Reino de ios como espacio terciogenrico).F INAL

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    INTRODUCCIN ALA MONADOLOGIADE LEIBNEZ

    I. NUESTRA PERSPECTIVAHERMENETICO SISTEMTICA\ LaMonadologa en oposicin a la filosofa vulgarL a Monadologaes una de las obras ms famosas e importantes de Leibniz. Esade m s obra de su ms p lena madurez la escribe en 1714, cuando contaba 68 aos,dos aos antes de su muerte. Y no deja de ser sorprendente su misma brevedad,cu an do comparamos su extensin con otras obras de similar magnitud filosfica, co-mo pudieran serlo laEticade Espinosa o laCrtica de la Razn Purade K ant. En 90pargrafos, de muy pocas lneas cada uno, laMonadologanos ofrece la exposicin

    de un o d e los sistemas filosficos ms denso s y brillantes de cuantos ha producido noya la filosofa moderna sino la filosofa universal.Podramos pensar que la brevedad de la Monadologa es una caracterstica se-cundaria o extema a su propio contenido dogmtico. Nosotros defendemos aqu latesis opuesta: la brevedad de laMonadologa es, por decirlo as, estructural, y tieneque ver con su propio contenido. Ello no deja de ser paradjico si tenemos en cuentaque la Monadologa es un sistema que, intencionalmente al menos, no puede dejarfuera de su horizonte a ningn contenido, puesto que los comprende a todos, a la to-talidad del universo, al conjunto de todos losfenmenos. Pero precisamente porquequiere referirse a todos ellos todos los fenmenos: a los puntos del espacio geo-mtrico y a las gotas de agua, a los astros y a los organismos animales, a las socie-dades humanas y a las sociedades de los ngeles no puede referirse propiamente aninguno en particular. Esta sera la raiz por la cual laMonadologaha de ser tan bre-ve. Esta es tambin la principal razn por la que laMonadologa es tan difcil: lasm na das de las que se habla y las relaciones en tre ellas permanecen en una penumbraindefinida , como flotando en el mundo fenomnico del cual han brotado). Pero si lasreferencias de laMonadologano estn dadas, s los mtodos por los cuales Leibnizllega a sus resultados, a partir de los fenmenos, no estn explcitos, no habr quedecir que laMonadologa,en s misma, carece de sentido, que propiamente no se en-tie nd e, aun que lo parezca porque acaso cuando creemos entenderla es porque esta-mos entendiendo otra cosa ^por ejemplo, porque estamos traduciendo mnadaspor tomos y pensando que la Monadologa es sin ms una especie de prefigura-cin de nuestra teora atmica 1Desde luego, laMonadologase refiere por indeterminadamente que lo haga encad a caso) al mundo de los fenmenos. Al menos, slo en este supuesto podramoscon siderarla como un sistema filosfico; porque la filosofa habla de las cosas comu-nes , de las mismas cosas de las que hablan los hombres cotidianamente, de las mis-mas cos as d e las que hablan las diferentes ciencias categoriales la Fsica, la Biologa,la Geom etra ,...). Y este mundo constituido por cosas comunes respecto de cadasoc iedad) el que platnicamente no ya empricamente) llamamos el mundo de los

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    fenmenos no es un mundo amorfo o catico, sino que est organizado en funcinde la misma estructura de la actividad prctica de los hombres que constituyen unasociedad de referencia. La multiplicidad de los fenmenos se estratifica a partir deunidades fenomnicas muy determinadas. Estos mundos fenomenolgicos tienen unaorganizacin muy precisa, unaantologaejercitada mundana, mtica o no) que , se-gn algunos etnlogos, tendra en sus orgenes mucho que ver con la ontologa quePlatn habra formulado en su teora de las Ideas que, de este modo, habra de serconsid erad a como una ontologa arcaica Mircea liade).Sin emb argo, y aunqu e la filosofa en sentido estricto, lafilosof acadmica pa-ra el sentido en que uso estos trminos, me remito a la pg. 13de miMetafsica Pre-socrtica) no pueda entenderse como algo enteramente independiente de la filosofaen sen tido lato, lo cierto es que los sistemas filosficos en sentido estricto) se mani-fiestan siempre comoparadjicosrespect de las opiniones comunes, y, con frecuen-cia, arrastran la coimotacin de extravagantes, como si fueran contracorriente de lasideas ordinarias, a las cuales pretenden triturar y desbordar. Incluso cuando un siste-ma filosfico contemporneo de la Monadologa),como el sistema de Berkeley, sepresenta a s mismo como la ms fiel transcripcin del sentido comn, puede resultarms extravag ante, si cabe, que la propiaMonadologa.Leibniz ha tenido viva conciencia de e sta oposicin entre un mundo de los fen-m eno s y los conceptos categoriales seran fenomnicos, al menos cuando son utiliza-do s com o m odelos ontolgicos) y un mundo de las Ideas de las esencias, de las sus-tancias omnadas, en su caso), en la forma de la oposicin entreuna.ilosof vulgary una filosofa sabia acadmica) ^incluso acaso en la forma de la oposicin entrelaFe y laRazn. En efecto , la filosofa vulgar aparece ligada por Leibniz a los tr-minos comunes del lenguaje Nuevo Sistema, 17 comunes por oposicin al len-guaje acadm ico propio de la Repblica de los sabios el latn o un francs conven-cional) , un lenguaje catead o de trminos escolsticos, comosustancia, con atus, apercepcin,... ^trminos que no forman parte del lenguaje corriente , aquel que, conGonzalo de Berceo, llamamos nosotros elromn paladino.Leibniz d por desconta-do,a dem s, que vivimos envueltos en una filosofa vulgar diramos, en un mundo deapariencias, acaso los idolafori olosidola specus).Una filosofa en la cual los fen-menos se nos presentan, por ejemplo, como influyndose los unos a los otros poracc ion es recprocas , como se influan los relojes de pndulo colgados en una viga dem adera por el difunto Huygens unos relojes cuyos movimientos llegaban a acom-pasarse de modo maravilloso.Pero una cosa es reconocer la diferencia, y an la oposicin, entre un mundo fe-nom nico y un mundo de las Ideas, y otra cosa es el modo de entender el fundamentode esta oposicin y, con l, las relaciones entre estos dos mundos. Podra pensarse,por ejemplo, que el mundo de las Ideas constituye un mundo al revs, ms an, unmundo absolutamente heterogneo respecto del mundo fenomnico, respecto del sen-tido com n. S i esto fuera as como algunas veces se ha defendido), habra que atri-buir a la filosofa sabia unas fuentes de conocimiento completamente distintas deaquellas que nos ponen en presencia del mundo de los fenmenos. Habra que reco-nocer uncorte epistemolgicoabsoluto entre los dos m undos, y el conocimiento filo-sfico estricto resultara estar muy cerca de un conocimiento praeterracional, msti-co . Pe ro l siquiera Platn, en los momentos en que pareca creer que el mundo de lasIde as subsista m s all del mundo de las apariencias, como un mundo separado, llega establecer un corte epistemolgico semejante, puesto que entendi siempre lasapariencias del mundo como imgenes o smbolos del mundo de las Ideas, y comopu nto de p artida insoslayable para alcanzar la sabidura filosfica. La tradicin filos-fica, desde Platn, ha reconocido siempre la necesidad de referrse al mundo de losfenm enos, la necesidad d e volver constantemente a ellos la vuelta a la caverna)an desp us de hab er alcanzado de algn modo el reino de las Ideas.Y, si esto es as, parece que no tendra mucho sentido afirmar que el mundo delas Ideas sea absolutamente heterogneo y paradjico con respecto al mundo de losfenm eno s. Ms a n, se ra legtimo sospechar si, al menos en algn momento, los fe-nmenos podrn llegar a ser tan semejantes a algn otro momento del mundo de las

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    Ideas,que cupiera declararlos a ellos mismos como Ideas encamadas en los fenmenos.Unas Ideas que resultaran accesibles a la experiencia inmediata de al menos algn tipo de fenmenos comunes. Y, mirada la propia Idea demnadaa esta luz, cabra leer algunos pasajes de Leibniz por ejemplo el 6de laMonadolog como insinuaciones orientadas a sugerimos que la Idea de mnada procede de la intuicindirecta, inmediata) de algunos fenmenos, enteramente comunes o vulgares, de laexperiencia psicolgica interna. Nada menos que Kant parece damos esta interpretac in al final de sus observaciones a la tesis de la segunda antinomia): La significacin propia de la palabramnada en el sentido en que la emplea Leibniz) slo debiera contener lo que es simple, aquello que es inmediatamente dado como sustanciasimple por ejemplo, en la autoconciencia). Y, con Kant, muchos intrpretes deLeibniz. Por ejemplo, H . H eimsoeth, cuando dice que la metafsica de Leibniz tomasu punto de partida en la presencia del yo para s mismo.Ahora bien , si esto fuera a s, la oposicin pensada como oposicinm etamric)entre un mundo de los fenmenos y un mundo de las Ideas, no podra reexponersecomo una oposicindiamricaque en realidad consistiera en la oposicin entre unapa rte del mundo de los fenmenos por ejemplo, los fenmenos de la experiencia intern a) y el resto d e este m undo, por tan to, como una oposicin interna al propio mundo de los fenmenos?. En este ca so, la crtica de la conciencia mundana, la distincincrtica entre el fenmeno y la realidad, estara ya preparada en la propia sabiduramund ana . Leibniz mismo es quien aduce al respecto un adagio popular espaol: nohay que creer siempre aquello que se ve Teodicea,42). Y, en cualquier caso diremos por nuestra parte), esa supuesta experiencia psicolgica de la que, segn algunos,brotara la idea demnadano sera tanto una experiencia categorial, la espontnea y genuina vivencia de una interioridad individual, cuanto, a lo sumo, la vivenciade una individualidad prctica, vis appettiva,tal como se ha configurado en lascate-gora s econm icas del capitalismo mercantilista vd. miEnsayo sobre las categorasde la economa poltica, pgs. 153-171).

    Estaramos as muy cerca acaso de la raz misma del carcter paradjico, y anex trava ga nte , de toda filosofa sabia: esta raiz brotara de la misma textura delmu ndo fenomnico, en cuanto constituido po r una multiplicidad de categoras que noajustan entre s de un modo trivial, puesto que son inconmensurables: la propia ar-mona que Leibniz creer ver entre los fenmenos es una armona oculta, una armona que ha de encontrarse ms all del conflicto o la desarmona fenomnica, de lainconmensurabilidad de las diferentes series de los fenmenos. No sera en el momento de e vadim os del mundo fenomnico para alcanzar un hipottico mundo irrealtrascend ente ), sino precisamente en el momento de intemam os en ese mundo, disponindonos a perseguir el desarrollo lgico de sus diversos dominios, en cuanto cadauno de ellos mantiene necesariamente la conexin con los dems, cuando el mundocotidiano comenzara a revelrsenos como paradjico y extravagante, cruzado porIdeas que, al ser iluminadas, convierten al mundo de los fenmenos del que se partien algo as como un caos y pura confusin. Es el mundo fenomnico el que resultarser extravagante y desordenado, como resultan desordenados y caticos los decimales que se suceden al azar en la expresin dew^3,1415...cuando se les consideradesde el orden esencial que precisamente Leibniz descubri al establecer su famosaad igualdad TT / 4 = l/I - 1/3 + 1/5 - 1/7 + ... .Y es precisamente esta perspectiva inmanente desde la cual consideramos a lasIdeas, aquello que nos prev iene , a su vez, de la identificacin entre las Ideas algunas, por lo menos) con los fenmenos con algunos de los fenmenos). Porque, su

    puesta esta identificacin, lo que llamamos Ideas no seria otra cosa sino el privilegioconcedido a un sector de fenmenos frente a todos los dems. No seran Ideas, sinofenmenos mticamente, y no dialcticamente entendidos, aquello de lo que hablbamos.Concluimos, por tanto, que aunque las Ideas sean entendidas como brotando delos propios fenmenos, diamricamente tratados, incluso partiendo de fenmenosque , lejos de ir contracorrien te de las Idea s, parecen representarlas y sugerirascom o som bras o imgenes suyas), sin embargo, no habra que poner a esas Ideas co-

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    mo dndose intuitivamente en el propio contenido del fenmeno, sino como algo queslo puede drsenos en su despliegue: precisamente en el momento en el que ese fenmeno comienza a ser transyectado ^permtasenos el neologismo, en ciertosmomentos suyos que figuran en l bajo diverso grado de confusin, sobre otras categoras de fenmenos de las cuales pueda recibir los contrastes proporcionados, capaces de destacar sus internos componentes ideales. El proceso de transyeccin quesera caracterstico de la m etodologa leibniciana no tiene por qu reducirse al casode la semejanza: incluye tambin la construccin de estructuras nuevas, que puedenimp licar la propia destruccin dialctica, en el lmite, del ncleo del fenmeno de partida, a la manera como la circunferencia incluye la destruccin de los polgonos inscritos que tienden hacia ella.

    Atenindono s al caso de la misma Idea deM nada: an concediendo que tuviesesu origen en los fenmenos de la experiencia interna, no por ello sera lcito recluirlaen el recinto de esa experencia, como si fuese una fiel transcripcin fenomenolgi-ca de la misma, si aceptamos que la Idea de Mnada comienza a perfilarse precisamente en el momento en que esa intuicin se extiende (transyecta) y desarrolla porotros dominios categoriales (biolgicos, fsicos, geomtricos,...) y se configura msbien como fruto de una construccin dialctica (que comporta eventualmente inclusola destru ccin o rectificacin del fenmeno originario). Pues, en todo caso, la Idea deMnada de la onadologano se circunscribe al campo de la experiencia psicolgica,sino que se configura, como Idea ontolgica, en el momento de extenderse sistemticamente a la totalidad de los fenmenos, en cuanto stos son interpretados comocompuestos confusos que piden ser resueltos en sus partes simples (las partessimples de las que habla la tesis de la Segunda antinomia kantiana). Y es el propioKant quien, sin perjuicio de sus primeras sugerencias antes citadas (sobre la naturaleza intuitiva de las M nadas) termina concedie ndo qu e, aunque en principio, estaspartes simples, en cuanto son los elementos del compuesto fenomnico (y no algodado de inmediato), deban llamarsetomos(por lo que cree que la tesis de la segunda antinomia podra llamarseatom stica trascendental,dado que slo demuestra lossimples en cuanto par tes del com puesto), sin embargo y para evitar la adscripcin queel concepto de tomo tiene a los fenmenos corpreos moteculamm) sera preferible usar, para denominar a la tesis de referencia, el nombre de m onadologa.Con locual viene a resultar que tambin Kant autoriza a entender la onadologacomo unsistema dialctico, constructivo, fruto de unaresolucinde los fenmenos compuestos , que nos conduce ms all o ms ac de ellos mismos. (Por lo dems, laMonado-loga de Leibniz no slo se acoge a la tesis de la segunda antinomia, sino tambinpese a ser sta una antinomia matemtica>: a su anttesis, pues Leibniz ha defendido la imposibilidad de detenerse en el proceso de divisin del continuo, ha enseado que las partes del movimiento son movimientos, etc.: ello es debido, sin duda, aque la antinomia est mantenida por Kant en el terreno de las realidades extensas,m ientr as que las mnadas, aunque simples, son inextensas, y en ello s diferencian yade los tomos. Y, sin embargo, puede afirmarse que las premisas monadolgicas llevab an a Leibniz a pensa r en unidades infinitesimales como imgenes de la Idea mismade unidad a diferencia de Descartes, cuya concepcin de la unidad algebraica ogeo m trica , como longitud tom ada a discrecin, le alejaba de la posibilidad misma delclculo diferencial).

    L a Idea de M nada pudo tomar com o punto de partida los fenmenos dados enla vida del espritu y ms precisam ente, en los fenmenos de la economa polticamercantilista, en tanto suponen un individuo capaz de calcular, programar, etc. pero slo cuando estos fenmenos fueran a su vez iluminados al ser proyectados en estructuras procedentes de otros campos de fenmenos, la Idea de Mnada podraconstitu irse como tal Idea. E n cualquier caso, las imgenes fenomnicas de las Mnadas no tendran por qu ser nicas. Tambin el punto como unidad lmite del espacio, el instante cmo unidad mnima del tiempo, o el conatuscomo unidadmnima de la accin (energa, mpetu), son imgenes y puntos de partida de la Ideade Mnada. Por ello puede afirmarse que le es necesaria a la filosofa sabia (tanto

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    como a la vulgar, o al mito) la imaginacin; la estticale es necesaria a lalgic alconcepto), pero no le es a sta menos necesaria la disciplina rigurosa capaz de dominar esa imaginacin, hasta llegar a neutralizarla. Porque elinstante, elpuntoo elconatus no son unidades mondicas, salvo en la imaginacin. Y cuando se piensancom o ta les como ind ivisibles, ms que como infinitsimos) se las sustantifica inadecuadamente. Es preciso desbordar las imgenes, es preciso aprender a tratar esasunidades mnimas imaginativas como puros episodios de un proceso y no como sustancia s infinitamente pequea s. Su pequenez misma es slo una imagen de la unidadmonado lgica, pe ro no contiene en s la Idea de esa unidad que podra coordinarse,como la propia idea de tomo, con los astros inmortales, tanto cmo con los corpsculos de Demcrito). La Idea de unidad monadolgica slo podr alcanzarse cuandoesas imgenes sean tratadas como lo que son, como momentos de un proceso dialctico, en el que el espacio, el tiempo , y la propia energa fenomnica se nos muestrancom o desvanecindose, segn regla, al hacerse internamente invisibles es decir, nofenom nicas) en virtud de un proceso interno de destruccin no de abstraccin) dadoen su propia ley de construccin. Si pueden tratarse racionalmente esas imgenesser debido a que cada una de ellas en s mismas, y unas con otras, mantienen relaciones semejantes por la forma, relaciones anlogas, proporcionales, armnicas. Similares a las que mantienen entre los fenmenos comunes, aquellos que son tratadospor procedimientos ordinarios del lgebra. Armonaes para Leibniz, ante todo, propo rci n, relaciones entre nmeros fraccionarios, racionales). Es aqu en donde se encuentra la clave del descubrimiento mismo por Leibniz del clculo infinitesimal, a sabe r, en el tratam iento de esas imgenes infinitesimales. Como si mantuviesen aunquellevad as al lmite) las relaciones dadas en los fenmenos de p artida. En el entorno delpu nto X = I, la ecuacin 3x- - 3) tiende a O, y lo mismo ocu rre con la ecuacinx - 1). Pero la relacin entre estas dos cantidades que suponemos infinitamente pequ eas , es de cir, la razn 3x- - 3) / x - 1), no por ello se anula es decir, se anulacom o relacin), sino que se mantiene la misma = 6) que cuando el valor de x todavano se ha igualado a 1. Y siApunto geomtrico es imagen de la mnada, es porque cabe establecer las analogas entre el punto y la lnea, con las del instante en el tiempo,con las delconatusen el mpetu, o con las relaciones de la potencia viva y la potenciam uerta. N o traspasan el horizonte de la imaginacin aquellasfilosof sque pretendende riva r tod as las cosas corpreas de los tomos Gassendi), o que pretenden derivartod os los pensam ientos de la tabla rasa del recin nacido Locke) porque los tomos o la tabla rasa slo son trminos-imgenes delregressus,que no pueden ser tratados como algo sustantivo en s mismo. Elconatus en el sentido de Hobbes:cona-tum esse m otum per spatium et tempus minus quam quod datur...)es irreductible a lamasa, es una categora dinmica irreductible: los cuerpos no son pasivos como loeran en el cartesianismo, n donde reciban desde fuera, por obra de Dios, una ciertacan tidad de m ovimiento), sino que son todos ellos internamente activos, y resistenteselsticos) a la accin de otros cuerpo s. La mnada es unidad, pero unidad de accin,y la mnada coiprea esconatus. Segn es to, los cuerpos se movern en virtud de suinterno dinamismo, y ms que empujarse o frenarse unos a otros, se agitan por smismos y resisten el movimiento de los cuerpos de su contomo. Son stas ideas extrav agan tes, paradjicas, cuando las enfrentamos a la experiencia ordinaria de los fenm eno s dados en una mesa de billar. Y, sin embargo, no todos los fenmenos de lanaturaleza parecen ir contracorriente de tales Ideas; los fenmenos astronmicos secom portan como imgenes de estas mnadas corpreas los astros parecen moverse en virtud de un impulso prop io, o inercia activa, una vez que se niega esa accin adistancia que es la gravitacin y aqu Leibniz est ms cerca de Einstein que deNewton ). Pero , sin embargo, la Dinmica no puede ser probada por los fenmenosastronmicos; debe ser aplicada tambin a la mesa de billar, debe reconstruir el choque de las bola s, destruyendo el fenmeno la apariencia) de la comunicacin del movimiento desde la bola lanzada por el taco hasta la bola que permaneca en reposoantes del choque, lo que requerir un principio metafsica,a saber, que el efecto total ha de ser igual al de la causa ntegra ver Pierre Costabel,Leibniz et la dynami-que, Hermann, Pars 1960).

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    Ahora bien, la .Monadologa es la exposicin ms madura del sistema de lasIde as ms generales a las cu ales Leibniz ha llegado como resultado de sus incesantese inagotables movimientos transyectivos, que pasan de unas categoras de fenmenos a otras, rebasndose mutuamente, nunca exhaustivamente. Y, por ello, cuando laMonadologa se toma dogmticamente, como la exposicin axiomtica de unsistema abstracto, acaso ilustrado aqu y all por la referencia a algn crculo de fenm eno s, como p uedan se rlo los de la experiencia interna, o los fenmenos reveladospor los microscopistas contemporneos ^Hooke, Leeuwenhoek ella puede declararse, de algn modo, ininteligible. Y no ya porque falten totalmente las referencias alos fenmenos, cuanto porque ests referencias, an sobreabundantes, no estn presentes en ella segn el proceso dialctico de transyeccin en virtud del cual suponemos q ue las imgenes pueden ser convertidas en Ideas. No queremos decir, con esto,que laM onadologade Le ibniz se a una o bra superfina. D ecimos que es peligroso preten de r e ntenderla como si fuera un a exposicin axiomtica, hipottico deductiva. Decimos que es preciso dialectizarla, restituirla al movimiento ms global de la que forma parte, y que slo de este modo la onadologa de Leibniz puede llegar a ser elinstru mento de u na disciplina filosfica. Entendida dogmticamente, como si fuese unsis tem a axiom tico modo al que su propia disposicin invita) tan slo puede pretender la consideracin de un mito o de un sistema metafsico dogmtico. Un mito extravag ant e, no slo porque va contracorriente de multitud de fenmenos de la experiencia comn, sino porque en cuanto idolon theatr es un mito que brota de la propiarazn filosfica, en lugar de antecederla. 2 La Monadohga en oposicin a otras filosofas no vulgares

    No solamente laM onadologa es una ontologa que se abre camino dialcticam ent e, como destruccin crtica de las unidades fenomnicas comunes, como trituracin de la ontologa mundana o fenomnica. La onadologaes tambin una ontologa que, lejos de entenderse por s misma, se alimenta de la crtica a las otras ontolo-gas filosficas no vulgares), previamente dad as, que contenan ya sin duda notableproporcin de paradojas. El sistema de la Monadologa,segn esto , y a pesar de suform ato dogmtico, resulta ser un sistema que slo puede encontrarse como resultadode la negacin de otras ontologas alternativas, que ser preciso identificar. Cuandoestas ontologas alternativas son retiradas de nuestro horizonte, la onadologa deLe ibniz perd er su verdadero significado; se m antendr a la manera como se mantiene la estatu a de Lao conte con sus gestos distorsionados y extravagantes) cuando sele quitan las serpientes.Cules seran estas ontologas no vulgares por respecto de las cuales laMona-dologacobra sus proporciones caractersticas?. Dos, principalmente: el gnero de lasontologas monistas y el gnero de las ontologas pluralistas. Desde luego, tanto lasontologas monistas como las pluralistas contienen ya por su parte una crtica a las figuras fenomnicas comunes: las ontologas monistas reducen las formas del mundoel sol, los animales, las propias figuras humanas) a la condicin de apariencias, entan to introduce n un a diferenciacin en lo que se supone un continuo real, sea el continu o de una esfera determ inada el alma universal como ocano de todas las almasparticulares) sea el conjunto de todas las esferas, el monismo universal de la sustancia n ica , el monismo eletico. L as ontologas pluralistas el atomismo, el megarismo)a n aceptando como fundatias las diferencias que las diversas formas fenomnicas del

    universo insinan, considerarn con frecuencia que esta diferenciacin no se establece segn las lneas que el mundo fenomnico nos muestra: los astros, por ejemplo, noser n u nidade s sustanciales como tales unidades son fenmenos, apariencias, porqueen realidad se resuelven en- ser conglomerados de tomos). En algunas ocasionesAristtele s) la ontologa ser altamente conservadora de la diferenciacin fenomnica:Los astros sern sustancias, verdaderos tomos; pero no por ello podr decirseque la ontologa aristotlica sea un mero trasunto de la ontologa fenomenolgicagriega, porq ue la teora de los elementos, la teora de las esferas, y la del primer motor, se mueven en otro terreno.

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    Por lo dems, tanto las ontologas monistas como las pluralistas han de conteneresquemas destinados a delinear el tipo de relacin que liga a las partes de las diferen tes unida des, as como el de las relaciones que ligan a las diferentes unidades entres. El p rimer tipo de relaciones gira en tomo a la idea de lasustancia;el segundo tipode relaciones gira en tomo a la idea de causa en el sentido de lo que Aristteles llam cau sas extrnsecas). Ahora bien, en la perspectiva de las ontologas pluralistas podemos distinguir dos altemativas inmediatas, segn que las unidades sustanciales seconsideren como totalidades constituidas de partes infinitas, siempre divisibles, obien se conside ren como totalidades constituidas por partes indivisibles por tomos).As mismo , en las ontologas pluralistas, cuando consideramos las relaciones entre lasdiversas sustancias, habr que distinguir aquellas que consideran la efectividad deuna accin recproca entre las diferentes unidades y aquellas que niegan esta efectividad, al modo megrico. Destacamos particularmente, como una de las ontologasms influyentes, aquella que concibe al mundo como una multiplicidad de sustanciascon stituida s de partes infinitamente divisibles y ligadas por una accin recproca. Laforma antigua histrica ms influyente de esta ontologa es el aristotelismo. A la multiplicidad de fenmenos corresponde una multiplicidad de sustancias, cada una de lascua les contien e, en po tencia al menos, a las dems. L a ontologa aristotlica se manifiesta como un dualismo, porque la accin que interconecta a todas las sustancias noes recp roca, y, po r tanto , hay algo que recibe la accin de todo lo dems la materiaprim a) y algo que acta a todo lo dems el acto puro). Por ello, la oposicin ser inmvil / ser mvil se despliega en oposiciones tales como forma y materia, alma ycuerpo, acto y potencia.

    L aMonadologa de Leibniz es, ante todo, la negacin de la ontologa monista,tan to del monopsiquismo, la doctrina del alma universal, como del espinosismo talcom o Leibniz lo entiende). Pero Leibniz est impugnando tambin en cada una de sustesi s, la ontologa pluralista contenida en la forma del dualismo tanto el dualismoaristotlico, como el cartesiano). Se dira que la Monadologa en cuanto negacin dela ontolog a dualista, se presenta como una mediacin de todo dualismo, no por eliminacin de sus extremos, sino por la interpolacin entre ellos de series graduadas detrminos capaces de establecer un puente entre los extremos. No solamente los dualismos de materia / forma, tambin los de alma / cuerpo, materia / vida, quieren serde algn modo resueltos en series graduales. Tambin dualismos tales como animales / ho m bre , cuerpo / espritu, sensible / inteligible, percepcin / razn, entendimiento / voluntad, incluso mundo / Dios, y tambin activo / pasivo, naturaleza / gracia . Iglesia / Estado , fe / razn. Y, por sup uesto, parte / todo, recta / curva Descartes haba dicho que la proporcin entre rectas y curvas no puede ser conocida por loshom bre s), secante / tangen te, igualdad / desigualdad, reposo / movimiento, probable / cie rto . Kant reintroducir de algn modo la ontologa dualista al establecer laoposicin entre el mundo sensible y el mundo inteligible, la oposicin entre la Esttica y la Lgica, incluso en tre lo finito y lo infinito). La resolucin de cada uno de estosdualismos constituye un programa inagotable de anKsis filosfico.

    Leibniz rechaza la ontologa del atomismo, pero su ontologa tiene mucho quever con ella. LaM onadologaes una ontologa atomista porque la mnadas son tomos, slo que tomos metafsicos), pero un atomismo al que se le ha suprimido laaccin recproca, sustituyndola por la armona preestablecida lo que comporta la introducc in de las causas finales). Por esto, la onadologa se diferencia del megaris-m o.Porque aunque el mundo es una multiplicidad infinita de esencias indivisibles, cerradas en s mismas, sin comunicacin las unas de las otras, la Monadologa envirtud de procedimientos tpicamente dialcticos, se presentar como la negacin delmegarismo, de la misma manera que tambin se presenta como la negacin del atomismo en su forma corpuscular. Porque las sustancias, las mnadas, son tomosine xte nsos , p ero esto no significa que no tengan algn gnero de partes: tienen cualidades en nmero infinito {Monadologa 8), cualidades a las que otras veces, parano llamarlas pa rte s, se las llama afecciones y relaciones 13). Son las cualidades dela mnada las que permiten distinguir a cada una de las dems 8). Y las mnadas,an cuando no interactan recprocamente entre ellas, tampoco estn incomunicadas

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    propiamente, antes bien, cada una est presente en todas las dems. Por ello, si cadamnada debe referirse a todas las dems se comprende que, si estas son infinitas, elnmero de cualidades de cada mnada deba tambin ser infinito. De este modo, laontolog a de L eibniz reproduce de algn modo la ontologa de Anaxgoras. La Mona-dologa no es, sin embargo, una homeomerologa entre otros motivos porque mientras que Anaxgoras reconoce un estado indiferenciado en el que los elementos seconfunden en una migmaque prefigura lamateria primaaristotlica, la potencia pura, Leibniz supone que las mnadas proceden directamente de la nada, por creacindivina, y no de un migma originario. Leibniz niega, de este modo, la realidad de lamateria , como potencia, po rque todo lo que existe, existe ya formalizado en unidadessustanciales.

    i.La Monadologm requiere para ser entendidaintroducir coordenadas no explcitas en ellaSi pues las referencias fenomnicas de la onadologano estn explcitas, y lasreferenc ias polmicas tam poco lo estn ,. resultar, segn lo que venimos diciendo,que para entenderla es preciso introducir estas referencias. Y ello implica una interpretacin muy fuerte del texto. Entender la onadologa es interpretarla. La interpretacin se hace siempre desde determinados marcos hermeneticos y es relativa aeso s m arcos. Cuando estamos situados deliberadamente, o de hecho) en un marcoherm enetico sociolgico o psicolgico, es decir, cuando suponemos que entender laMonadologa es tanto como regresar a la determinacin de los intereses ideolgicosdel gru po o de la clase social que Leibniz representa el individualismo de una burguesa mercantilista en ascenso, optimista?), la interpretacin ir por otros caminos

    que cuando supongamos que entender la Monadologa es tanto como determinarapelando a los resultados de la filologa leibniciana) la gnesis y desarrollo de cadauna de sus tesis, en cuanto ellas derivan de la corriente constituida por la filosofaanterior.Po r n uestra par te, no intentaramos reproducir lo ms fielmen te posible, de unmodo positivo el pensam iento de L eibniz. Nuestro marco hermenetico es ms parecido, por decirlo as, al de la Teologa dogmtica que al de la Teologa positiva ncuan to ellas son formas alternativas de inteipretacin de los textos sagrados). Pero nopo rqu e nos situemos en el punto de vista de la verdad absoluta o sencillamente, en elpu nto de vista de nuestro sistema), en el momento de tratar de interpretar laMonadologa. Ni pretendemos aqu traducirla a nuestros propios esquemas, ni pretende

    mos reproducir positivamente filolgicamente) el pensamiento de Leibniz. Suponemos que la Monadologa es un sistema ontolgico definido polmicamente entreotros, un sistema que de algn modo envuelve al propio pensamiento subjetivo deLeibniz y le determina a proceder en cada caso de una manera ms bien que de otra,con relativa independencia de las motivaciones sociolgicas e incluso histricas, queactan, sin embargo, a otro nivel. Ocurre como si a la propia gravitacin de laspartes del sistema monadolgico, tanto como a los influjos sociolgicos o psicolgicos , hubiera que concederle una accin de primer orden, en el proceso mismo deldesarrollo de los pensamientos subjetivos. No necesariamente de todos: no pretendemos que todo el pensamiento de Leibniz pueda ser explicado por esa gravitacin desu sistema final, como si el mismo cerebro de Leibniz fiese una mnada. Muchospensamientos de Leibniz proceden sin duda de inspiraciones diversas, al margen delsistema de su madurez. Pero no por ello nuestro mtodo hermenetico pierde su valor. Peq ue o o grand e, lo utilizaremos hasta donde creamos pueda dar de s.

    Un marco hermenetico sistemtico no es, pues, un marco interno al propiopen sam iento analizado en sentido psicolgico), pero tampoco quiere ser extem o. Sise prefiere, el anlisis puede ser ms profindo que el que pretendiera mantenerse enla propia conciencia mica. En este sentido, nuestro marco hermenetico quiere serm s intern o que el marco, tambin sistemtico, pero ms bien formal, en el que se sita Bertrand Russell. Tambin Russell supone que el pensamiento de Leibniz es sis-

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    temtico: ofrece las lneas de ese sistema y, desde l, emprende la interpretacin delos aspectos particulares. Pero Russell entiende el sistematismo leibniciano desde lascategoras, ms analticas que dialcticas, de los sistemas axiomticos-deductivos.Pretende que el sistema leibniciano descansa sobre cinco premisas, de las cuales almenos la s tres prim eras son tesis lgicas toda proposicin tiene un sujeto y un predicado; un sujeto puede tener predicados que son cualidades que existen en diferen tes tiempos, etc. ). Tericamen te, a partir de esas premisas sera posible derivar elsistema ntegro.No queremos por nuestra parte desconocer las virtualidades de la hermenuticaformal de Russell. Dudamos en cambio del poder de esta hermenutica sin perjuiciode sus ventajas pedaggicas, en orden a la exposicin de las ideas de Leibniz) pararecoger el verdadero nervio dialctico de laMonadologa.Y ni siquiera creemos quepueda demostrarse que el sistema de Leibniz sea un sistema deductivo susceptible deser derivado a partir de un puado de axiomas, cuya conexin mutua, en todo caso,no podra ser deducida, si los axiomas son independientes. Nos parece ms prximo ala verdad ver a la Monadologa como resultado de la confluencia de mltiples hilosadmirablemente entretejidos) que no se derivan de unas premisas, en gran medidapor su estructura dialctica, polmica. La coherencia de la Monadologa si la tiene,no es propiamente de ndole deductiva, sino ms bien de ndole coordinativa. Para decirlo rpidamente, acaso exageradamente, pero de un modo impresionista: tan slocon la condicin de que entre sus axiomas figurasen las noventa tesis contenidas ensus prrafos, cabra llamar axiomtica a laM onadologa.En nuestra interpretacin, pues, tendremos en cuenta no solamente los fenmenos o conceptos que Leibniz conoci, sino aquellos que no pudo conocer pero que,en gran medida, se hicieron cognoscibles gracias a la Monadologa.Cuando aplicamos el m todo he rmenetico sistemtico al monismo de Tales de Mileto todo esagua, incluso el fuego), intentamos comprender sus motivos racionales desde su mismo sistema, y encontraremos justificado tener en cuenta incluso algunos fenmenosque en el siglo XVIII se llamaron contradicciones empricas) que no consta fueranconocidos por Tales, como la inflamacin de lquidos alcohlicos por un chorro deagua fra, o sencillamente el rayo fuego) brotando de la lluvia tormentosa agua). Yesto aunque no pueda filolgicamenteser demostrado por los textos. Y ni siquiera setrata de presentar estos fenmenos como posibles experiencias de Tales de Miletosino como fenmenos que si Tales los hubiera observado, es decir, su sistemahara n razonable, y no incomprensible, su metafsica hdrica. Si nosotros no pudiramos a poy am os en algn fenmeno semejante, tendramos que declarar lproceder deTales de Mileto en el sentido convencional que damos a este nombre como resultado de una fabulacin alucinatoria, antes que como resultado de una voluntad filosfica). Sin duda, nuestro mtodo hermenetico sistemtico se expone a graves peligros de anacronismo; tanto por lo menos como los peligros a los que se expone unmtodo hermenetico formal o filolgico, aunque sean peligros de signo contrario.Pero si conduce a anacronismo un mtodo hermenetico que nos remite a un sistemade laM onadologa de 1714) tal que se cree capaz de envolver, com o si fuese casi unapa rte interna suya, a la doctrina econmica de Adam Smith publicada en 1776), esteanacronismo no es de un orden esencialmente distinto al del historiador de la Geografa que, hablando de Co ln, nos dice que descubri Am rica, o al del historiador de laQumica, que hablando de losPrincipios de Qumica de Mendeleiev 1868) nos diceque en ellos determin el escandio, como elemento que deba estar situado entre elcalcio y el titanio, aunque dicho elemento slo fue descubierto en 1879.

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    I I . LA MONADOLOGIA COMO SISTEMA ONTOLOGICOY COMO SISTEMA METAFISICO 1. La distincin fundamental:Monado loga absoluta metafsica)y Monadologa ontolgica

    La Monadologa de Leibniz segn hemos dicho) no es un sistema axiomtico,hipottico deductivo, no es el fruto de una constreccin racionalista al margen de larealidad emprica, fenomnica. Pero tam poco es el resultado de un largo proceso inductivo, pese a la superabundancia del material emprico, fenomnico, sobre l cualla Monadologa se asienta. LaMonadologase nos presenta ms bien como el lmitede un regressus a partir de la particular transyeccin de unos tipos de fenmenospsqu icos, biolgicos, geomtricos,...) sobre o tros, una transyeccin que est dirigida po r la analoga proporcin) en virtud de la cual unos fenmenos pueden figurarcom o imgenes de otro s en cuan to, a su ve z, stos simbolizan las Ideas monadolgi-cas, que brotaran precisamente de este salto diferencial, a la manera como la corriente elctrica brota del salto de agua. Y este proceso deregressus,en cuanto carece de lmites internos, slo puede tener naturalmente como horizonte la totalidad delos fenmenos.Segn esto, la onadologaha de contener, en cuanto sistema que se refiere vir-tualm ente a la teora de los fenmenos a laomnitudorerum), tesis infencionalmenteuniversales, mediante las cuales se englobe al conjunto de los fenmenos, as comoha de contener tambin, al menos, el principio de la diferenciacin de estos fenme

    no s en las diversas regiones o categoras constitutivas del universo.La Monadologa, en cuanto sistema filosfico universal, se desarrolla en suma,no solamente como ontologa general, sino tambin como ontologa particular.Sin embargo, las relaciones entre estos dos momentos, obligados a toda ontologa, no e s una relacin meramente analtica, priorstica, en el sentido aristotlico),com o pued a serlo la relacin que m edia entre el gnero y sus especies. La ontologa,aunque se llame ontologa general, difcilmente puede entenderse como equivalentea la parte general de una ciencia categorial, que se atenga a las caractersticas com un es, antes de proceder al anlisis de las caractersticas especiales. Y ello debido aque lo que es comn a todos los fenmenos no se comporta como un gnero en elque hubieran de estar contenidas todas las diferencias. Es inadmisible, por ejemplocua ndo se a dopta el punto de vista del m aterialismo), considerar a la Idea de materiacom o lo m s genrico a la manera comofruta es lo ms genrico respecto de lasmanzanas o de las peras, como deca Engels) antes de proceder a la exposicin delas form as especficas de materialidad de realidad). La materia ontolgico general noes un gnero que pueda, por abstraccin, considerarse separado de la morfologa especfica de los diferentes tipos de realidad, de materia. Y esto incluso en el casoque es el de Leibniz en el que la ontologa general se concibe, no ya como referida a un a materia ontolgica general o, si se quiere, a un Dios aristotlico, que ni siquiera conoce el mundo), sino como referida a una forma espiritual definida enteram ente po r esta r d ada en funcin de los fenmenos, en tanto constituye el principio desu se r y de su unidad de la unidad del imiverso).En cualquier caso, y considerando las cosas desde un punto de vista estricta

    mente sintctico, sera posible distinguir dos grandes posibidades que se abren atodo sistema ontolgico en la medida en que se ocupa de la totalidad de los fenmenos, segn que esa totalidad sea entendida al modo de las totalidades atrbutivasT) o bien al modo de las totalidades distributivas CU):1) E l sistema ontolgico podra ser llamado sistema metafsico en el sentido deBradley) cuando la ontologa general sea sobreentendida como la formulacin de launidad de la multiplicidad total entendida como una totalidad de tipo atributivo. Enla tradicin escolstica esta posibilidad estara realizada por todas aquellas escuelas

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    que enten dan que la idea de Ser era un anlogo de atribucin (o de proporcin simple). Sistema metafsico, porque, en este caso, el sistema concibe a la realidad comouna unidad atributiva, dotada por tanto de unicidad. Una totalidad de tipo individual. La realidad tiene ahora la forma lgica de un individuo, que no admite plural(ya el formar el plural de Mundo es una insolencia, porque nunca ni jams ha habidom s d e un o, para decirlo con palabras de F . Mauthner) y ello independientemente deque este individuo total sea finito (como defendi Parmenides) o sea infinito (comodefendi Meliso y el propio Leibniz).2) El sistema ontolgico no sera, en cambio, metafsico, en este sentido, si latotalidad de los contenidos de la ontologa general, referidos a las diferentes categoras, tiene ms bien el sentido de una totalidad distributiva (analoga de proporcincompuesta, sin mezcla de atribucin). Por lo dems, la manera de explicar la universalidad de estos contenidos puede ser muy diversa, desde la llamada, en otro tiempo,metafsica inductiva, hasta la ontologa trascendental.L a onadologa de Leibniz, por su tesis fundamental acerca de la unicidad deluniverso, es claramente metafsica, en el sentido dicho.Ahora bien, las relaciones entre los sistemas metafsicos y los sistemas ontolgi-cos no son simtricas, en el sentido de que si bien aquellos contienen virtualmente aestos, no puede afirmarse la recproca. Las totalizaciones atributivas no excluyen lastotalizaciones distributivas, dentro de una escala proporcionada. El espacio, tal comolo concibi Kant, es a la vez una totalizacin atributiva, sin perjuicio de ser isolgica(homognea) y distributiva en muchos de sus contenidos. Pero, en cambio, las totalizaciones distributivas no incluyen, por relacin a ciertos parmetros de contenido,un a totalizac in atributiva, incluso la x excluyen com o un puro sinsentido. El sistemametafsico de las m nadas, relacionadas entre s por la armom'a preestablecida, implica una totalizacin distributiva de los gneros ontolgico-especiales en virtud de lacual estos gneros quedan tambin estructurados segn el esquema monadolgico delas mnadas y de su armona. La ontologa general monadolgica incluye, pues, unaontologa monodolgica especial, pero no recprocamente. Incluso la excluye. Estaexc lusin no podra establece rse en virtud de un anlisis del sentido mismo de las relaciones que ligan a las partes, como ocurre en otros terrenos de la construccin raciona l. T om emo s, a fin de precisar nuestra tesis, como universo U , un campo catego-rial nada oscuro, el campo N de los nmeros enteros (o, si se prefiere, el anillo Z delos en tero s relativos) y definamos, sobre los trminos de ese campo , una relacin que(al m enos por el sonido de las palabras) parece r tener un cierto parentesco con la relacin dearmonaentre las mnadas: la relacin decongruenci (mod. k). Designmosla por E|;. Esta relacin (que es una relacin de equivalencia) es tambin universal al campo, en el sentido de que afecte a todo trmino del mismo, puesto que cualquier trmino es congruente con cualquier otro. Por otra parte, como la relacin E|,no es con exa (es decir, no tiene lugar entre dos elementos cualesquiera de nuestro U),el universo U puede considerarse estratificado en un conjunto k de clases disyuntasde infinitos elementos cada una. Diremos, pues, que para cada valor de k, se formaun nmero k de clases distributivas, cada una de ellas con infinitos elementos quetambin son distributivos (puesto que la relacin E^ es reflexiva). Como k puede tornar valores indefinidos (1 ,2, 3,..., n), las estratificaciones que U puede recibir a partir de la relacinE son tambin iiifnitamente variadas, y no po r ello menos precisas.En todo caso, las partes de esta totalidad distributiva que pertenecen a diferentes estr at os , ni siquiera se comportan entre s como si fuesen esencias megricas. Por ejemplo,sumando o restando varias congruencias (respecto del mismo mdulo k), resultaotra congruencia; cuando dos nmeros son congruentes respecto de varios mdulos,lo sern tambin respecto de su mnimo comn mhiplo. Pero, a pesar de esta suertede symplok entre las clases y estructuras especiales de nuestro universo genrico U(N Z), en tanto es una totalidad distributiva respecto de la relacin de congruenciaE| tend ra poco significado tratar de aproximar la totalidad U al tipo de una totalidadatributiva T, entre cuyas partes mediase perpetuamente la relacin de congruencia:slo pa ra e l caso de k = 1, el cociente de U por la relacin Ek arroja una sola clase.Pe ro , en los dem s casos , como la relacin Ek, aunque universal, no es conexa, el de-

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    sarroUo o despliegue de U en sus diferentes peticiones por Ek nos arroja a una situacin no atributiva, sino distributiva, segn hemos dicho, y esto en virtud del significado mismo, no conexo, de la relacin de congruencia.Pero la relacin de armona entre los trminos del universo mnadolgico noslo e s postulada po r Leibniz como universal es decir, como relacin que afecta acada uno de los trminos del universo de las mnadas), sino tambin como relacinconex a pues afecta a cada mnada por respecto de cualquier otra, 62). De dondeconclumos que, sin perjuicio de que el universo mnadolgico se comporte en determinados momentos como una totalidad distributiva, no podemos rechazar la consideracin de este universo como una totalidad atributiva. Antes bien, la conexidadpostu lada por Leibniz aplicando el esquema de unidadmetafinita para la relacin dearm ona obliga a concebir el universo como una totalidad atributiva, obliga a entenderla Monadologa, comoM onadologa absoluta.Adem s, en principio, no parece contrad ictor ia sino por el contrario muy plausible y coherente) la construccin de un sistema ontolgico fundado en la hiptesis de la conexividad de la relacin de armona.Solamente si fuera posible establecer una prueba de inconsistencia de estaM onadolo-ga absoluta, estaramos autorizados a rechazarla pero este rechazo sera l frutode la con tradiccin , que slo puede resultar una vez que tal universo de laM onadolo-ga absoluta haya sido contrudo como Leibniz lo hizo). Por nuestra parte, creemospoder ofrecer ms adelante esa prueba de inconsistencia. Pero el alcance de estaprueba no se extendera en principio sino a la que hemos llamadoMonadologaabso-luta.A la ontologa monadolgica le alcanzar indirectamente en la medida en que supongamos que la Monadologa absoluta debe derivarse necesariamente de la ontologa monadolgica.

    2. Organizacin de laMonadologade LeibnizEl sistema mnadolgico se desarrolla en una serie de 90 proposiciones que sesuceden continuamente, sin que ningn epgrafe o titular intermedio se interponga entre algn grupo de ellas, insinuando una mnima organizacin o estructura. Pero estono significa, ni que todas las proposiciones estn ordenadas como si fluyeran en cascada a pa rtir de la primera a la manera como las mnadas finitas fluyen de la mnadadivina o, como se dice, aunque est mal dicho, que todas las proposiciones de laEtica de Espinosa fluyen de su Idea primera de sustancia , ni tampoco que estasproposiciones sean independientes las unas de las otras, como si fuesen mnadas entre las cuales todo orden fuese aparente, o como si a partir de cada una pudieran reconstruirse todas las dems.Ocurrira simplemente que los criterios de organizacin no estn explcitos y cada intrprete percibir lneas de organizacin diferentes. Lneas que, en todo caso,aun qu e se tracen de modo punteado y no continuo) no son siempre enteramente indiferentes a los contenidos que ellas tratan de abarcar, ni recprocamente. Pues laasignacin de un lugar relativo, en el conjunto del tratado, a cada uno de sus noventapargrafos, compromete a una determinada interpretacin de los mismos, y muchasveces, de su conjunto. Si, por va de ejemplo, se hacen corresponder ciertos prrafostales com o el 14, 15 y sgs.) a la parte psicolgica del sistema a una de las regiones ontolgico-especiales) la interpretacin que podamos atribuir al contenido destos prrafos ser evidentemente muy distinta que la que fuera posible otorgarles siconsidersemos a tales prrafos dentro de un ttulo ms prximo a la ontologa

    general la parte de laMonadologacorrespondiente a la Psicologa, o, si se quiere, ala Filosofa del Espritu, habra que buscarla hacia el final, en el prrafo 82 y los que al le suceden).La hiptesis que vamos a ensayar aqu es, en cierto modo, una consecuencia delos resultados obtenidos en el punto anterior, en el cual laMonadologa fue interpretada como una ontologa sistemtica y, como tal, organizada en dos momentos: el dela ontologa general y el de la ontologa especial. Esta organizacin ha de considerarse obligada tanto en el caso en el que la ontologa leibniciana se interprete como

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    Monadologa absoluta metafsica) como en el caso en que se interprete como ontolo-ga monadolgica. Fue el ms sistemtico de los discpulos de Leibniz, Christianolff quien estableci la organizacin de laMetafsicaen los dos m omentos consabidos:el momento de la Metafsica general u Ontologa) y el momento de la M etafsicaespecial, desplegado en tomo a tres centros, que corresponden a los tres ncleos queBacon haba establecido un siglo antes{DeN umine, De Mundo, DeHomine)y que secoordinan muy de cerca con las tres Ideas de la Crtica deaRazn PurakantianaDios, Mundo, Alma). Reapliquemos a la propiaMonadologa de Leibniz la mismaorganizacin que su discpulo Wolff imprimi al sistema general de la Metafsica,cuando separ la Metafsica general que llam, siguiendo a Lec lerc,Ontologa)de laMetafsica especial, desplegada a su vez en tres momentos sistemticos: la Teologa,la Cosmologa y la Psicologa racional o Pneumatologa en trminos hegelianos: la Filosofa del Espritu). Por lo dems, esta reaplicacin no slo parece plausible por motivos de principio, sino que resulta tambin muy proporcionada de hecho cuando laaplicamos al propio material, al que se ajusta sin violencia alguna y, lo que es msimportante, con una puntualidad que no deja de ser sorprendente. Esta reaplicacinnos permitir tambin plantear algunas cuestiones que, de otro modo, permanecernpor entero en la penumbra, pero que, tras su planteamiento, permiten incluso intentar su solucin por ejemplo: por qu se habla de cuestiones metodolgicas en losprrafos 31 a 37 y no ms bien al principio, precisamente en el prrafo primero?).

    Si suponemos, en resolucin, que laMonadologa ejercita aquella organizacindel sistema que Wolff representa en su famosa divisin, cabra concluir que la Monadologa de Leibniz ha de comenzar movindose en tom o a las cuestiones de la Metafsica general lo que tendra efectivamente lugar a travs de los prrafos a 37,para terminar desarrollando las cuestiones propias de la Metafsica especial y ellotendra lugar en el decurso de los prrafos 38 al 90.1. La Ontologa general)se desplegara en tres momentos sistemticos:A. El momento puramente abstracto esencial) consagrado a formular lasIde as ontolg icas fundamentales sustancia, mnada) no ya a ttulo de definicionesaxiomticas, cuanto como resultado de implcitos procesos dialcticos frente al monism o y frente al megarismo. Por ser abstracta, la Idea de mnada no tendra, en smisma, propiamente sentido, sino solamente como cifra de los procesos de transyec-cin de los fenmenos. Estos procesos, de los que brotara la idea de mnada, y enlos cuales se resuelve, habrn de considerarse contenidos en la propia idea de mnada. Este primer momento correspondera a los prrafos al 13.B. El momento existencial, orientado a establecer los postulados de existencia

    la conexin con los fenmenos) de las Ideas expuestas en el momento precedente.Ideas que, desconectadas de sus postulados de existencia, permaneceran en el terreno de las meras definiciones nominales.En laMonadologaestos postulados vendran apoyados en la experiencia internael Mundo del cogito cartesiano) a diferencia del proceder que Leibniz habra seguido en una obra paralela a la Monadologa,losPrincipios de la Naturaleza y de laGracia,en la cual los postulados de existencia se habran tomado de la que podramos llamar experiencia biolgica S 4 de los Principios .Es te segundo momento corresponde a los prrafos 14 al 30.Segn la interpretacin que proponemos, los prrafos 4al 30 no habran de serentendidos como correspondientes a una aplicacin de los principios generales meta-fsicos al gnero particular de las experiencias psicolgicas, dado que esta experienciadesempeara, ms bien, el oficio de una pruebade existenciade las ideas ontolgicogenerales, que el papel de una aplicacin de las mismas a una regin particular.C. Un m omento gnoscolgico melodolgico) en el que se formulan los grandes principios leibnicianos tales como el de razn suficiente, las distinciones entreverdades de hecho y verdades de razn, etc. Aqu es donde podra advertirse el alcance del ttulo general que el autor de la traduccin latina dio a la Monadologa:Principia Philosophiae.Este momento ocupara los prrafos3 a 37.

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    El momento gnoseolgico desempeara el papel de eslabn entre la metafsicageneral y la metafsica especial. Quedara explicado as el motivo por el cual la exposicin de estos principios metodolgicos tiene lugar precisamente aqu, y no en elprem bulo del sistema, como podra habe rse esperado (si supusiramos que los principios metodolgicos son previos y an independientes de las consecuencias que deellos se deriven y tienen sentido descontextualizados del propio sistema de las mnadas). Supongamos que los principios metodolgicos de un sistema filosfico no sonprevios a ese sistema, sino internos al mismo. En este caso, la exposicin de losprincipios monadolgicos no podra tener lugar antes de la exposicin de los postulados de existencia, salvo que los principios quedasen reducidos a tesis cuasivacas;pues slo tras los postulados de existencia de las mnadas finitas tiene sentido, porejemplo, un principio de razn suficiente. No debera aplazarse tampoco esta exposicin puesto que los principios metodolgicos son precisamente principios de la metafsica especial que se desarrolla a continuacin. La metodologa de esta tercera seccin ofrecer, pues, la posibilidad de aplicar a las realidades existenciales (insinuadasen el mom ento B) las Ideas expuestas en la seccin 1^ (momento A).

    2. LaOntologaespecialse movera tambin en los tres momentos consabidos:A . Ante to do , como Teologa, como exposicin de las proposiciones relativas aDios, como Mnada suprema. La parte teolgica de laMonadologa comprenderalos prrafos 38 al 60. Estos prrafos desarrollan una teologa que, lejos de ocuparsede un Dios encerrado en s mismo (el Dios aristotlico, o el Deus absconditusde loscristianos) se ocupan de un Dios considerado exclusivamente como razn del ordende las mnadas finitas y de su misma realidad (lo que hemos llamado en otro lugar Ensayo sobre las ategorasde laEconomapoltica inversin teolgica).B. E n los prrafos siguientes (prrafos6 al 81) se nos ofrece la Cosmologa, oFilosofa Natural monadolgica, que avanza siguiendo el orden tradicional. Un ordenque, aunque no es reconocido por el hilozoismo implcito en el sistema leibniciano,prevalece de hecho:B i. Filosofa n atural de lo inorgnico (de los compuestos inorgnicos): prrafos61 y 62.B J . Filosofa natural de lo orgnico (de los vivientes): prrafos63al 81.C. Por ltimo, laMonadologa se consagrar a la exposicin de la Filosofa delEspritu, entendida como un De Homine siempre que extendamos la denotacin delconcepto de Hombre (como racional corpreo), ms all de los lmites antropolgicos, dado que, segn Leibniz, todo espritu ha de pensarse como unido a un cuerpo(lo qu e supone una crtica, al estilo de Hobbe s, a la teora de los ngeles de la teologacristiana y una aproximacin de aquellos ngeles a los dmones del helenismo, a losactu ales extraterrestres). L a filosofa del espritu m onadolgica se desenvuelve endos planos sucesivos (que reflejan, de algn modo, la distincin que Bacon propuso,en su De Homine, entre la parte que estudia al Hombre en su estado segregadoy laparte que lo estudia en su estadocongregado :Ci. El plano de la Filosofa del Espritu segregado (para hablar con Bacon),que corresponde a la Psicologa racional: prrafos 82 y 83.CJ . El plano de la Filosofa del Esp ritu congregado, en la forma de una sociedad, y de una sociedad en ltima instancia religiosa, en la cual los hombres se integran en una suerte de Iglesia o sociedad universal que incluye a las mnadas sobrehumanas. Esta parte de laMonadologacontendra la utopa social y poltica (y anmetafsica: la Iglesia triunfante, que englobaba a los hombres con los ngeles) deLeibniz el infatigable promotor de la unin de las Iglesias, y se extendera atravs de los prrafos 84 al 90. 3. / universo monadolgico yla inconsistencia de la onadologaabsoluta

    A cada una de las totalidades mondicas (respecto de sus partes) as como a latotalidad universal que forman aquellas totalidades les atribuye Leibniz la misma es-

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    tructura metafinita. Cmo se distinguen?, no ser preciso entender la totalidad universal de las mnadas como si fuera ella misma una mnada inmensa que, por tanto,eliminara la posibilidad racional de hablar de mnadas-sustancia?.Advirtamos que esta dificultad no es exactamente la dificultad caracterstica delsistema de las homeomeras de Anaxgoras, la dificultad de diferenciar, a partir delmigma en el cual todo est en todo, las diversas formas individuales que seguirnteniendo las mismas cualidades que las restantes formas, aunque en gradocuan titati-vo diferente. La Monadologa no es una homeomeriologa, porque Leibniz no partede un migma originario 69: En el universo no hay nada inculto, nada estril, nadam ue rto , ningn ca os, ninguna confusin, excepto en apariencia). En la onadologano cabra apelar a diferencias cuantitativas para dar razn de la individualidad de lassustancias, porque las cantidades no son anteriores a los individuos, sino que suponen los individuos las mnadas) ya dad os. Lo que significa metafsicamente que nobro tan de otras existencias, sino de la nada, por creacin de ah la pregunta queLeibniz considera fundamental pregunta que se repetir habitualmente en la

    filosofa alema na: Por qu existe algo y no ms bien nada?). E s interesante constatar que esta concepcin de la cantidad podra ponerse en lnea con la concepcintom ista de la individuacin por la materiasignataquantitate teniendo presente que lacantidad es un accidente y, po r tanto , supone ya la sustancia, a la que se le reconoce,a consecuencia de los debates en tomo a la transustanciacin, la posibilidad de mantener su individuacin al margen de su efecto formal, la corporeidad). Las unidadessustan ciales mnadas) no podan ser en s mismas entidades extensas, corpreas,prec isam ente porque la extensin o cantidad es la negacin de la unidad.L a Monadologa no parte del caos originario, de la migma primordial que unNous debera diferenciar. Parte de una infinitud de mnadas ya dadas por creacin.Y , po r ello, y puesto q ue toda s estas sustancias incorpreas constan a su vez de infi

    nitas cualidades que adems estn presentes las unas en las otras, la Monadologaabre un problema caracterstico: cmo se diferencia el conjuntode todas las mnadas de la Idea misma de mnada, es decir, cmo la onadologa puede distinguir elconjunto de todas las mnadas de la Idea de una mnada universal?. Este problemacontie ne el problema del pantesmo, pu esto que esa mnada universal debiera ser unasus tanc ia, la sustancia nica divina acaso esta era la direccin del pensamiento deBruno o del mismo Espinosa, tal como lo interpretaba Leibniz).A nuestro juicio, en la Monadologa de Leibniz se encuentran criterios capacesde dar cuenta de este problema, en virtud de una circunstancia precisa; a saber: quela estructura ontolgica de las unidades sustanciales y la de la unidad constituida portodas las mnadas es tratada, de hecho, segn conceptualizaciones muy diferentes,que Leibniz tampoco ha formulado explcitamente, pero que haejercitado con todaseguridad como intentamos proba r). Son conceptuizaciones que se refieren precisam ente a la extensin, a la cantidad. Se trata de los conceptos de las dos cantidadeso magnitudes que, desde Aristteles, han solido entenderse como las dos formas demanife starse la continuidad que Aristteles confundi con la densidad), a saber, elcontinuo fluyente y el continuo permanente. Es decir, el Tiempo y el Espacio. Tiemp o y Es pac io son fenmenos: sta e s la famosa tesis leibniciana en la que se prefigurael idealismo trascendental de lasforma s estticas de Kan t. Son fenmenos en laMonadologa precisamente porque son cantidades que presuponen IEIS sustanciasincorpreas, las mnadas. Pero son fenmenos bien iundados. El Tiempo es el ordende los acontec imien tos sucesivos diacrnicos, diramos hoy), mientras que elEspacio es el orden de los acontecimientos simultneos sincrnicos).

    Pero con esta formulacin no se ha llegado al fondo ontolgico de la cuestin.M s bien se han parafraseado los mismos conceptos fenomnicos de Tiempo y Espacio. Nos aproximamos al fondo ontolico de la Monadologa,nos parece, cuandoadv ertim os qu e, de hecho , ejercitativamente, Leibniz asigna el Tiempo al recinto interior de cada una de las mnadas, mientras que el Espacio lo adscribe al conjuntoformado por todas las mnadas. En efecto:1) Ca da m nada como sustancia incorprea en s misma y ya dada) es una infinitud de c ualidades. Y a de esta condicin que podra derivarse de la tesis de la pre-

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    sencia en cada mnada de todas las dems) podramos deducir que las mnadas noson tomos corpreos, puesto que estos son finitos. Pero las infinitas cualidades enlas q ue se resuelve cada mnada son tales que habran de darse de algn modo en unasucesividad temporal. Esta tesis puede deducirse de la tesis explcita de Leibniz Mo-nadologa, 10), segn la cual todo ser creado no slo, por tanto, los compuestos,sino tambin los simples) est sujeto a cambio. Doy tambin por concedido que todoser creado est sujeto al cambio y, por consiguiente, tambin la mnada creada y,asim ismo, que dicho cambio es continuo en cada una. Es esta una de las caractersticas que suelen pasar inadvertidas) por la cual las mnadas, como tomos metafsi-cos , se distinguen de los tomos fsicos, que son inmviles, al modo eletico. Pues ladiferencia entre las mnadas y los tomos no slo habra que ponerla en que estossean corpreos y aqullas incorpreas, sino tambin, sobre todo, en que estas sontem porales como si la temporalidad compensase su inespacialidad, en la lnea de lamagn itud), y se resuelven en un perpetuo fluir mientras que los tomos de Demcritoson inmutables). La concepcin del universo asociada a esta caracterstica de las mnadas alcanza as tambin un sello caracterstico. Las mnadas, sin embargo, comolos to m os, seran eternas de hecho aunque fueran creadas y, con ellas, el Tiempomismo). Por lo dems, las afecciones o cualidades de las mnadas, en tanto se manifiestan en un proceso fluyente, fundamento de la temporalidad, podran llamarse mome ntos o estados 22).Las mnadas una pura inquietud) se nos presentan como continua fluencia demomentos o de estados. Pero este cambio continuo procede de un prncipio interno 11), ya que ninguna causa extema puede influir en su interior. Este principio es laapeticin, un principio energtico 5), que no destruye la unidad puesto que la percepcin se mantiene 14)y la percepcin viene a ser as la conexin conjugada delas apeticiones vaseConceptos Conjugados,enElBasiliscon 1).

    Desde esta perspectiva es desde donde se comprende perfectamente por qu launidad metafnita de las mnadas puede ser definida como presencia del pasado en elpre sen te la memoria) porque cada estado presente es consecuencia del anteriory asimismo por qu el presente est preado de porvenir 22). Resuena aqu la concepcin que Boecio se hizo de la eternidad de Dios interminabilis vitae tota simul etperfecta possesio), como si fuese la idea de Dios ms que las ideas psicolgicas) elmodelo en el que Leibniz se inspira aqu para su concepto de unidad de cada mnadade hec ho , el prrafo 22 de laMonadologaremite al prrafo 360 de laTeodicea,en elqu e se h abla de la ciencia de Dios, que todo lo ve). Con esto no queremos decir que laun idad fluyente de la mnada no tenga tambin resonancias psicolgicas el conceptode vivencia de Dilthey, o el concepto de duracin realde Bergson) que, a su vez,esta ran acuado s sobre conceptos teolgicos. El tiempo queda, en todo caso, del lado de la vida interior de las mnadas, al modo agustiniano ms que al modo aristotlico) un modo que subsistir en la concepcin kantiana del Tiempo.2) La unidad del conjunto de las mnadas, la unidad del universo, estara preferen tem en te entend ida por Leibniz como una unidad de coexistencia simultnea seade las mnadas en su duracin global, sea de los estados sincrnicos de cada una deellas).Por tanto, como una unidad de la cual brota el fenmeno del Espacio. Cabraensayar la coordinacin entre los dos grandes esquemas antinmicos que preocuparon a Leibniz como luego a Kant) , el esquema del mecanicismo y el del finalism o,con estas dos perspectivas de la mnada, como si Leibniz hubiera ido decantando elmecanicismo hacia la perspectiva de las mnadas temporales autmatas espirituales) en su individualidad, mientras que el finalismo se insertara en relaciones a dis

    tancia, en las relaciones apotticas,en las relaciones de armona. El espacio no serel lugar de Dios el sensoro, de Newton, sino el lugar de la interrelacin de lasmnadas. Que esta interrelacin sea en la Monadologams espacial que temporalincluso que sta interrelacin no fuese temporal en absoluto es una tesis que cabra deducir de la premisa de la inderivabilidad de las sustancias y de su indestructibilidad. Si las mnadas no.proceden por generacin, ni tampoco pueden morir 73)y todas las mnadas son vivientes, porque todo est lleno de vida inmortal Principios, 4: Toda mnada con un cuerpo particular es una sustancia viva) no es

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    porqu e son eternas aunque sean creadas)?. E sto nos llevara a la cuestin de si lacreacin de las mnadas es un proceso que tenga lugar en el tiempo o al menos, quesea una creacin sucesiva, la obra de los seis das) o bien si es un proceso ab aeter-no com o el Xyog de Arrio). Algunos pasajes de laMonadologapodran sugerir quela creacin hubiera tenido lugar en el Tiempo prrafo 47: nacen, por as decir, porcontinuas fulguraciones de la divinidad, de momento en momento,...). Pero, en contra de es ta interpre tacin incluso en contra de la misma opinin de Leibniz en esteprrafo), cabra levantar otras tesis contrarias de la M onadologa principalmente lastes is relacionadas con la providencia divina y con la unicidad del mundo 53), y,sob re tod o, con la tesis de la presencia de cada mnada en todas las dems. Y cmopod ran esta r presentes en una mnada no ya en Dios), las mnadas que todava nohan sido creada s?. N os parece que la interpretacin de la creacin continua en eltiemp o) de las sustancias , es un efecto de la perspectiva cristiana y, en particular, desu tesis de la creacin de cada alma humana espiritual como consecutiva a la generacin del organismo, en el tiempo, por padres humanos. Si bien los espritus puroslos ngeles) habran sido creados en el primer da, los espritus encamados los hombres) se crean en el ltimo da un da que nos envuelve y llega hasta nosotros.Asimismo el cristianismo entenda la muerte como la separacin del alma individualdel cuerp o: cierto que admita que este terminaba por resucitar, pero ello en virtud deun milagro sobrenatural. Desde el punto de vista natural, la muerte del cuerpo es reconocida por el cristianismo como acontecimiento principal, y slo por ello cabe elmilagro accesible nicamente a la fe) de la resurreccin de la carne.

    Pero, es lcito entender laMonadologade Leibniz desde estas perspectivas delcristianism o dogm tico?. Creemos que no, aunque Leibniz se creyera cristiano y aunque su autoconciencia psicolgica haya podido empaar en ocasiones la coherenciade su ontologa. En efecto: cabra afirmar que laMonadologa contiene, como tesisce nt ral , la negacin de los ngeles as podra interpretarse al menos el prrafo 72 dela Monadologa: tampoco hay almas enteramente separadas, ni genios sin cuerpo).Y es ta negacin, aunque pudiera considerarse mucho ms fiel al espritu cristiano entan to ste contiene, por el dogma del Verbo encam ado, el principio de una luchacontra los ngeles), es infiel a la dogmtica cristiana. Se dira que Leibniz se desplaza hacia una sensibilidad distinta en muchos puntos de la sensibilidad cristiana comn, inevitablemente antropocntrica. Todas las almas estn vinculadas a un cuerpo,y po r ello no hay muerte 76), sino cambio de cuerpo. De esta suerte, la muerte esms b ien la reduccin del alma a un cuerpo invisible por su pequenez), pero en elcual se con servara programado diramos hoy en un microscpico circuito impreso), el organismo futuro. Y, por ello tambin, el nacimiento de nuevos hombres notendra lugar tanto por creacin de un esprtu unido al cuerpo, cuanto por transformacin de un cuerpo en otro. El prrafo 82 de la Monadologacontiene prcticamente la tes is, no ya de un evolucionismo ideal de un gradacionismo), sino del transformism o efectivo de unos cuerpos vivientes en otros Leibniz es aqu un evidenteprecursor del darwinismo, y no slo por su tesis transformista, sino por la estracturadialctica segn la cual se concibe el combate entre los posibles, del que nos hablala Teodicea 201; ver tambin Teodicea 224). La tesis de Leibniz no existen espritus finitos sin cuerpo), de sonido claramente materialista, parece estar en contradicc in con el sustancialismo inm aterialista de Leibniz las Mnadas son simples, incorpreas). Pero la contradiccin se salva precisamente si mantenemos el conceptode esta corporeidad espacial en los lmites de la Idea del Espacio que venimos atribuyend o a Leibniz la coordinacin de estados simultneos de las sustancias). Porqueentonces, postular que toda alma haya de tener cuerpo es tanto como postular quetod a alma sustancia) haya de estar en coordinacin con otras sustancias. De estacoordinacin que, en realidad, es la.coordinacin del encuen tro de las energas decada sus tancia del enfrentemiento de las fuerzas vivas respectivas en virtud de lascua les cada sustancia ofrece una resistencia activa y no meramente pasiva a la accinde la otra: / 2 m v-) brota el fenmeno del espacio y la zona de influencia espacialde cada centro sustancial energtico ser un compuesto con respecto del cual el almao mnada viene a desempear la funcin de una forma Gestali) o entelequia aristo-

    Leibniz, Monadologa, Pentalfa, Oviedo 1981. Edicin trilinge. Introduccin de Gustavo Bueno

    http://www.helicon.es/http://www.helicon.es/
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    tlica ( 62). Segn esto, la tesis de que las almas cambian de cuerpo (an conservando siempre una continuidad mnima) corresponde a la tesis de que las sustanciasestn cambiando continuamente sus relaciones mutuas con las otras sustancias.Nos atreveramos a insinuar que Leibniz, en lo que se refiere a la creacin y cesacin de la vida, ms que con el cristianismo dogmtico est armonizando, no slocon el estoicismo (la teora de lasradones seminales),sino con las formas tradicionales de la religiosidad hind como si iniciase la tradicin de inters por el Orienteque mantendr su discpulo Wolff, y cuyo ms clebre representante ser Scho-penhauer con las palabras de Krishna en elBhagavadGita:El que dice: 'mira, he matado a un hombre 'el que piensa:'ay , me han matado'. Ambosno saben nada. La vida no puede matar ni ser muerta.Dice Leibniz ( 76): He establecido, por lo tanto, que si el animal no comienzanun ca naturalmen te, tampoco acaba nunca naturalmente, y que no slo no habr nin

    guna generacin, sino que tampoco habr ninguna destruccin total, ni muerte tomada en sentido riguroso.Designem os po r la letra U suscrita con un punto (U) la unidad de cada una de lasmnadas; designemos por letras C, T, U,..., suscritas por un ngulo (C, T, U), lasunidades constituidas por diversos subconjuntos y conjuntos de mnadas. El universomonadolgico U podra ser definido como una multiplicidad:U = U{U i (ai , bi , ci , . . .) ;U2 (a2, b2, C2,...); U3 (a3, bs,c. ...),...}

    en la cual los {Ur, U2, U s} mantienen relaciones de simultaneidad (el orden de estasrelaciones constituye el fenmeno del Espacio), mientras que losa ,b, c , mantienenrelaciones de sucesin, en un cambio perpetuo (siendo el Tiempo el fenmeno resultante de este orden de relaciones). U no es una mera abreviatura algebraica de laexpresin que figura a su derecha, pues U habr de contener tambin a Dios, almenos en la medida en que Dios no pertenezca a U.Lo s U son las mnadas ( 62): Cada mnada creada representa todo el universo. U es el universo de las mnadas. Este universo es el universo absoluto, o total,cuando fuera de l no existe nada (ninguna mnada), sino la clase vaca. La unicidaddel mundo se deduce'de' la definicin de cada mnada, en tanto que contiene la representacin de todas las dems y, aunque oscuramente, tiene un conocimiento infinitoPrincipios, 13). Estamos ante un argumento similar a aqul que utiliz Meliso deSam os para establece r la unicidad del ser a partir de su infinitud. Podramos considerar como una contradiccin, segn esto, hablar de monadologas que no fueran absolutas.Los subconjuntos de U corresponden a las unidades compuestas que no son mnadas (unidades C, T), pero tampoco alcanzan la unidad propia del universo U. Encualquier caso, la unidad propia de U no es la unidad monadolgica. Si U fuese unamnada sera una sustancia, pero entonces no seran posibles las restantes sustancias.U , n i U , son la mnada de las mnadas, ni la sustancia de las sustancias, porque estas expresiones son contradictorias (sin perjuicio de que alguna vez las utilice Leibniz, aunque en un sentido