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1 EL DIOS QUE HABLA Y MUESTRA Leo Van Dolson Por cuanto es imposible para la mente humana descubrir lo que necesitamos saber acerca de Dios, él nos muestra (mediante la revelación) y nos habla (por medio de la inspiración) todo lo que podemos captar acerca de su naturaleza infinita y so bondad infinita. La revelación más plena y clara de Dios se encuentra en su Palabra escrita, la Biblia, y en la Palabra Viviente, Jesús. En este tiempo final que tenemos para hablar y mostrar, nuestro desafío es desarrollar una estrecha y confiada relación con el Señor. Cuando hacemos esto, le tomamos la palabra. Entonces, los escritos inspirados que él nos dio para ayudarnos a comprender sus revelaciones se verán reflejados en nuestras vidas y en una enseñanza unificada basada en lo que Dios nos muestra y nos dice. De ese modo nosotros, como reflejos de Cristo, nos uniremos en su misión de contarlo y mostrarlo al mundo. Título del original: God shows and tells Propiedad de Pacific Press Publishing Association, 1998.

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EL DIOS QUE HABLA Y MUESTRA Leo Van Dolson

Por cuanto es imposible para la mente humana descubrir lo que necesitamos saber

acerca de Dios, él nos muestra (mediante la revelación) y nos habla (por medio de la inspiración) todo lo que podemos captar acerca de su naturaleza infinita y so bondad infinita. La revelación más plena y clara de Dios se encuentra en su Palabra escrita, la Biblia, y en la Palabra Viviente, Jesús.

En este tiempo final que tenemos para hablar y mostrar, nuestro desafío es desarrollar una estrecha y confiada relación con el Señor. Cuando hacemos esto, le tomamos la palabra. Entonces, los escritos inspirados que él nos dio para ayudarnos a comprender sus revelaciones se verán reflejados en nuestras vidas y en una enseñanza unificada basada en lo que Dios nos muestra y nos dice. De ese modo nosotros, como reflejos de Cristo, nos uniremos en su misión de contarlo y mostrarlo al mundo.

Título del original: God shows and tells Propiedad de Pacific Press Publishing Association, 1998.

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CONTENIDO Introducción 1. Dios bueno – Libro bueno 2. Dios quiere que lo conozcamos 3. Las dos Palabras de Dios 4. Dios no elimina toda posibilidad de dudar 5. La singularidad del don de profecía 6. Las piedras claman 7. Interpretaciones oportunas 8. Los “MOD” Adventistas del Séptimo Día 9. Una guía infalible para los últimos días 10. Ninguna interpretación privada 11. Que usa bien la Palabra 12. El tema del gran conflicto 13. La revolución adventista sobre la revelación

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INTRODUCCIÓN Por cuanto es imposible para la mente humana descubrir lo que necesitamos saber

acerca de Dios, él nos muestra (mediante la revelación) y nos habla (por medio de la inspiración) todo lo que podemos captar acerca de su naturaleza infinita y so bondad infinita. La revelación más plena y clara de Dios se encuentra en su Palabra escrita, la Biblia, y en la Palabra Viviente, Jesús.

Satanás está haciendo hoy todo lo que puede para que los hombres se vuelvan escépticos acerca de las revelaciones de Dios y para que no se interesen en ellas. Él usa lo que se llama “ciencia” para hacer pensar a la gente que sólo es cierto lo que es razonable para la mente humana pervertida por el pecado. De este modo, la inteligencia humana se convierte en el árbitro que decide si las revelaciones de Dios son correctas. En consecuencia, los seres humanos han rechazado básicamente cada aspecto de la auto-revelación de Dios.

Se podría asignar una buena parte del tiempo y el espacio de este libro para tratar las preguntas y objeciones que hacen los escépticos y los que han distorsionado la verdad sobre este tema. En cambio, el enfoque que se ofrece se concentra en repasar las informaciones claras y positivas que Dios ha dado con respecto a la comprensión de su voluntad revelada. Sólo un enfoque positivo puede proporcionarnos las verdades que necesitamos conocer para neutralizar los continuos ataques y distorsiones de Satanás, lo que podría generar más preguntas que las que tendremos tiempo de contestar.

Por esto, este libro no menciona los nombres de quienes tienen posiciones contrarias. Hay otros que hicieron esto. En cambio, he procurado tratar los problemas en la forma en que lo hizo Jesús. El siguiente consejo de Enea G. de White me ha ayudado a encontrar la forma de tratar con los conceptos divergentes sin señalar a las personas que los están enseñando:

“Las vicisitudes de los hijos de Israel y su actitud justamente antes de la primera venida de Cristo me han sido presentadas vez tras vez para ilustrar la posición del pueblo de Dios en su experiencia antes de la segunda venida de Cristo: cómo el enemigo se valía de cada oportunidad para dominar las mentes de los siervos de Dios para que no puedan discernir la preciosa verdad” (Mensajes selectos, t. 1, p. 475).

Al mostrar cómo Jesús afrontó las mismas preguntas que nos confrontan hoy, respondemos a los críticos sin tener que identificarlos por nombre. Al final de cada capítulo encontrarás una sección acerca de cómo Jesús afrontó a sus críticos con la verdad sencilla que exponía sus falsas enseñanzas.

En este tiempo final que tenemos para hablar y mostrar, nuestro desafío es desarrollar una estrecha y confiada relación con el Señor. Cuando hacemos esto, le tomamos la palabra. Entonces, los escritos inspirados que él nos dio para ayudarnos a comprender sus revelaciones se verán reflejados en nuestras vidas y en una enseñanza unificada basada en lo que Dios nos muestra y nos dice. De ese modo nosotros, como reflejos de Cristo, nos uniremos en su misión de contarlo y mostrarlo al mundo.

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CAPÍTULO 1 DIOS BUENO – LIBRO BUENO

¡Se necesitó un Dios bueno para producir un Libro bueno! Una de las primeras oraciones que aprenden algunos niños es la bendición que piden

sobre la comida, y cuyas primeras líneas dicen: “Dios grande y Dios bueno, te agradecemos por esta comida...”

A menudo nos parece más fácil comprender cuán grande es Dios que cuán bueno es él. Pensamos que él está en los altos cielos y es omnipotente, omnipresente, y omnisciente, y cantamos “¡Cuán grande es Dios!” Pero también es esencial como cristianos en crecimiento que contemplemos cuán BUENO es Dios. Especialmente hoy, cuando Satanás ha lanzado un ataque masivo para convencer al mundo de que Dios es todo, menos bueno. En momentos de tensión algunos cristianos dudan de la bondad de Dios. Uno de los ataques más sutiles de Satanás en esta era científica es mediante la así llamada teoría de la evolución que contradice la amante participación de Dios en el desarrollo de nuestro mundo y en la provisión del cuidado permanente de su creación.

La ciencia está en su elemento cuando trata de los eventos que están ocurriendo ahora mismo, o que pueden producirse ahora. Pero, cuando llegamos al tema del origen de la materia y de la vida, vamos más allá de los límites del método científico. Algunos hombres de ciencia actúan como si la discusión que ha estado rugiendo por más de cien años entre los que aceptan la hipótesis de la evolución y los que aceptan el registro bíblico de la creación especial se hubiera resuelto hace mucho tiempo en favor de la evolución. Pero no es así. No hay evidencias adecuadas en ninguno de los dos lados para demostrar su posición en forma científica y concluyente. La enseñanza bíblica de la creación especial está fuera de la esfera y el ámbito de la ciencia, no es anticientífica en sí misma. La hipótesis evolucionista, por otro lado, contradice leyes científicas tales como la segunda ley de la termodinámica (la tendencia natural y general de ir del orden al desorden), y la ley de las probabilidades (la posibilidad de que la vida se generara por el azar en cinco mil millones de años es de 1 en 104000).

A la larga, la elección de cuál de las teorías de los orígenes decidimos aceptar se reduce al tema de las presuposiciones básicas. Aquí los creacionistas tienen la ventaja. El registro bíblico de la creación de la vida procede del Creador mismo. Él estuvo allí. Él hizo que ocurriera.

Para los que han aceptado las presuposiciones tal como se las enseñaron, es difícil escuchar lo que Dios tiene para decir acerca de cómo hizo los mundos. Necesitamos tener nuestros oídos tan sintonizados con la voz de Dios que estemos dispuestos a escucharlo cuando nos dice por medio de portavoces tales como el profeta Isaías: “Jehová, tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra” (Isa. 51:13); y el profeta Jeremías, que añade: “El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría” (Jer. 10:12).

Cuando aceptamos la Biblia como nuestra guía para comprender el mundo natural, encontramos que la naturaleza sugiere un Creador bueno. Elena G. de White nos dice que “en su enseñanza basada en la naturaleza, Cristo hablaba de las cosas que sus propias manos habían creado y que tenían cualidades y poderes que él mismo les había impartido. En su perfección original todas las cosas creadas eran una expresión del pensamiento... La tierra se halla actualmente desfigurada y profanada por el pecado. Sin embargo, aun en su estado de marchites, permanece mucho de lo que es hermoso. Las lecciones objetivas de Dios no se han borrado; correctamente entendida, la naturaleza habla de su Creador” (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 8, 9, es. ACES, 1991).

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La Escritura y la ciencia

Después de afirmar que las cosas del Creador “se hacen claramente visibles... siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (Rom. 1:20), el apóstol Pablo sugiere que “profesando ser sabios” muchos han llegado a ser “necios”, porque “cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (vs. 22, 23).

Las palabras del apóstol pueden aplicarse no sólo a las costumbres idolátricas de sus días sino también a una filosofía que aun entonces era aceptada en ciertos círculos: el concepto de que la vida evolucionó de formas sencillas para llegar a las muchas formas complejas que existen ahora. Pablo sugiere que es absurdo degradar a Dios a la imagen de seres creados. ¿Por qué? Una respuesta parcial reside en el hecho de que los seres humanos no son siempre confiables. Somos cambiantes y a menudo caprichosos, así como eran los dioses antiguos simbolizados por los ídolos, acerca de los cuales Pablo estaba preocupado. Cuando convertimos a nuestro Padre celestial en esa clase de dios, nos vemos obligados, a nuestra vez, a adoptar el concepto de que no puede haber leyes absolutas, ni orden ni armonía en el universo. Sin embargo, la ciencia misma está basada sobre la presuposición esencial de que hay leyes confiables que gobiernan la vida tal como la conocemos.

Como se ve en el libro de Job, la Biblia desarrolla el concepto de un Diseñador grandioso e inteligente, que por sí solo puede reunir los complejos factores que deben haber estado presentes para que un determinado organismo pueda existir. Los evolucionistas que suponen que eventos improbables pueden ocurrir si se les da tiempo suficiente, recientemente tuvieron un traspié cuando el bioquímico Michael Behe demostró que los supuestos acontecimientos evolucionistas que ya tenían una probabilidad prácticamente igual a cero, llegan a ser todavía menos probables si se les da más tiempo.

El libro de Behe titulado La caja negra de Darwin1 presenta un desafío a la declaración de Darwin en El origen de las especies que dice que si existiera algún órgano complejo que no se hubiera podido formar por numerosas modificaciones leves sucesivas, su teoría se derrumbaría totalmente. El desafío de Behe a Darwin gira en torno al hecho de que para Darwin la célula era una “caja negra” cuya operación interna era un misterio total. Pero ahora tenemos ideas mucho mejores acerca de cómo funciona una célula, y podemos mostrar que una multitud de descubrimientos hechos en los últimos cuarenta años en el mundo ultra complejo de la maquinaria molecular y los sistemas celulares indican que las teorías de Darwin se han derrumbado totalmente. Es un hecho que sistemas complejos tales como la visión humana, la coagulación de la sangre, y la inmunidad no podrían haberse formado por el azar.

Behe se refiere a que sistemas que tienen una “complejidad irreductible” no son capaces de evolucionar. En sus conferencias, él muestra en la pantalla un diagrama de una simple trampa para ratones. Señalando cinco componentes necesarios para que funcione una trampa, afirma que se necesitan las cinco partes en funcionamiento al mismo tiempo para cazar un ratón. No se pueden cazar algunos ratones con una simple plataforma de madera, y luego añadir un resorte y cazar algunos más. Todas las partes deben estar presentes y listas para funcionar a fin de que la trampa pueda servir. La trampa para cazar ratones es un complejo irreducible. Cuando los hombres de ciencia exploran el interior de una célula, se confrontan con la evidencia de que los sistemas fueron diseñados directamente por un agente inteligente. 1 Michael J. Behe, Darwin’s Black Box, The biochemical Challenge to Evolution (Nueva Cork: Free Press, 1996).

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Durante los últimos quince o veinte años, varios otros descubrimientos científicos importantes han presentado desafíos al darwinismo. Tomemos, por ejemplo, la comprensión actual de los genetistas de las listas de la molécula del ADN con su doble hélice. Se cree ahora que los mensajes enviados por el código genético dependen de las secuencias específicas de nucleótidos en la molécula del ADN más bien que de las propiedades de los constituyentes nucleótidos en sí mismos. El químico Charles Thaxton afirma que este “así llamado ‘problema de información’ de la genética... plantea la amenaza más seria a las explicaciones naturalistas acerca del origen de la vida” (Charles Thaxton, “Theoretical Clay Feet” [Pies de barro teóricos], Eternity, septiembre de 1985, p. 16). Pensar que los aminoácidos pudieran disponerse en un sistema de información tan complejo por sí mismos está más allá de lo creíble. Un diseño tan hábil y complicado tiene que tener un Diseñador. La alternativa altamente plausible a las hipótesis evolucionistas es el registro bíblico de una creación especial. Pero esta creación también requiere fe para ser aceptada. “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Heb. 11:3). En la creación del mundo, Dios no dependió de materia preexistente. Por el fiat [“hágase”] divino el mundo fue creado de la nada.

El advenimiento de la ciencia nuclear ha hecho posible comprender, en un grado limitado, de qué modo el poder de Dios pudo transformarse en la materia necesaria para traer nuestro mundo a la existencia. La energía liberada en una explosión nuclear testifica de la tremenda cantidad de poder y energía que se requirió para poner los átomos en orden al principio.

Los primeros seres humanos, Adán y Eva, fueron hechos a la imagen de Dios como la obra cumbre de la Creación (Gén. 1:26). Dios les dio el dominio sobre la tierra, y les encargó la responsabilidad de cuidarla (Gén. 1:27-30). Cuando Dios terminó de crear todo, él lo declaró “bueno en gran manera” (Gén. 1:31). Dios ordenó la superficie de la tierra y creó todas las plantas y los animales en seis días literales de 24 horas cada uno. Todo esto está en conflicto directo con la hipótesis de la evolución. La mayor evidencia

Julián Huxley, en su libro Man Stands Alone [El hombre está solo], describe a la raza humana como un curioso subproducto de un universo completamente indiferente a la vida. Este pensamiento sombrío —el fruto natural de las enseñanzas evolucionistas y humanistas— ha conducido al temor, la desesperanza, y la desesperación que caracteriza a muchas personas hoy.

Desde que comenzó la era nuclear en Hiroshima, hemos vivido en una atmósfera de crisis permanente tan aterradora, tan universal y tan sin precedentes que ha neutralizado las esperanzas para el futuro. El siglo veinte, que durante la década de 1930 había sido llamado “el siglo del progreso”, tecnológicamente cumplió con esta promesa. ¿Qué es lo que le ha quitado el lustre a nuestra era de promesas, progresos y abundancia? Los seres humanos, hijos del Dios eterno, se han proclamado hijos e hijas de la Madre Tierra. La evolución y el humanismo pueden conducir solo al temor, la frustración y la desesperación, porque la humanidad no puede salir por sí misma del pantano del pecado.

La mayor evidencia de lo que está mal con la teoría de la evolución se ve en los resultados de su circulación durante más de 150 años. La Madre Tierra está inevitablemente enlazada con el Padre Temor. Pero esto no termina aquí. Hace muchos años, algunos jóvenes reconocieron las implicaciones de la teoría de la evolución y organizaron un club ateo en su universidad cuyo lema era: “‘Los hijos de simios no necesitan un Salvador”.

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En ese lema hay una tremenda verdad. No sólo Dios creó este mundo, sino su bondad, su amor y su benevolencia también se han demostrado por el hecho de que sostiene toda la creación minuto tras minuto. (Véase Col. 1:17; Heb. 1:3). Más allá de su deseo de continuar con los seres humanos que él había creado, deseaba una relación con ellos aun después que su rebelión quebrantara la armonía y destruyera la perfección que había existido antes de la entrada del pecado. A pesar del desastre que el pecado trajo al mundo físico y a los cambios degenerativos en la naturaleza de los seres humanos, todavía hay suficiente diseño, orden y belleza en la naturaleza que nos ayuda a comprender el amor de Dios por los seres caídos.

Sin embargo, la mayor evidencia de la bondad de Dios se encuentra en el sacrificio de Cristo en el Calvario. El Nuevo Testamento destaca el hecho de que Cristo fue nuestro Creador. (Véase Juan 1:1-3, 14; Col. 1:13-17). Por lo tanto, fue nuestro Hacedor mismo quien dio su vida en la cruz para que pudiéramos tener vida eterna. Nuestro Creador llegó a ser nuestro Redentor. Él es capaz de crear corazones nuevos dentro de nosotros y restaurarnos el privilegio de ser hijos e hijas de Dios. (Véase Heb. 10:16, 17; 1 Juan 3:1, 2). La vida cobra significado y la existencia humana adquiere un propósito sólo por el hecho de que nuestro Creador llegó a ser nuestro Salvador. Pero, si fuéramos hijos de simios o de la sopa primordial, no habría valores permanentes, y no necesitaríamos un Salvador. No hay manera de reconciliar estos dos enfoques opuestos de la vida, o estas dos filosofías de la vida.

Los que creen en el registro bíblico de una creación especial ven cada exhibición del poder creativo y recreador de Dios como una evidencia de su interés personal, de su amor y de su bondad No sólo esto es reconfortante, sino también un buen presagio para el futuro. ¿A dónde nos conduce la ciencia evolucionista? Muchos creen que concluirá con la destrucción nuclear de la tierra, o en un desastre ecológico. ¿A dónde nos lleva la creencia en un Dios amante que nos creó y tiene nuestro mejor interés en vista? A “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Ped. 3:13). Las personas que aceptan a Dios como Creador, y el plan que tiene para la vida de ellos, encuentran una vida más abundante ahora, mientras cooperan con su plan para el presente (Juan 10:10), como también una eternidad aún más plena. Cuando llega el momento de decidir acerca del concepto de los orígenes, necesitamos mantener en la mente el futuro. Cuando uno compara las dos perspectivas, no hay discusión.

Una de las razones por las que los seres humanos tienen la tendencia a buscar explicaciones naturalistas para sus orígenes es que tienen miedo de las implicaciones involucradas en tener que mantener una relación con un Dios Creador. Por lo tanto, tienden a concentrarse en lo que ellos consideran una injusticia y crueldad de parte de Dios. Fervientemente investigan la Biblia buscando algo que puedan interpretar de esa manera. Contemplan las “demandas” de Dios como impedimentos para su desarrollo, y sienten que lo que él expresa como lo que es mejor para ellos es contrario a todo lo que les interesa. Sienten que Dios está tratando de engañarlos quitándoles lo que ellos consideran deseable.

Pero si al Dios de la Creación y de la Biblia sólo le dieran la oportunidad de hablarles, pronto descubrirían que un Dios verdaderamente bueno y amante sólo quiere lo mejor para ellos, y procura por todos los medios hacer que la vida, aun en este mundo pecaminoso, sea tan agradable y llena de esperanza como es posible. Como nuestro buen Dios nos ama y está interesado en cada aspecto de nuestra vida, nos ha dado la Biblia para ayudarnos a obtener lo máximo de ella. Es un Dios bueno el que creó, redimió y santificó a quienes ha creado. (De paso, estos tres aspectos de su bondad que acabamos de mencionar están incorporados en la institución del sábado). Es un Dios bueno aquél cuyo corazón es conmovido por la pérdida aun de un solo gorrión, sin

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hablar de la trágica pérdida de uno de sus hijos terrenales. Es un Dios bueno quien generosamente nos provee del sustento diario y de todo lo demás que necesitamos para mantener la vida. Y este Dios bueno y amante quiere que sepamos tanto de él como nuestras mentes humanas puedan captar. Por lo tanto, se ha tomado el trabajo de revelarse a sí mismo, y mostrarnos a nosotros su amor y bondad.

Si aceptamos lo que él nos revela nos conducirá a confiar en él de manera que extendamos la mano de la fe, le tomemos la palabra, y aceptemos todas las preciosas bendiciones que anhela compartir con nosotros. Tal fe puede definirse de la manera en que la explica Elena de White, como “el asentimiento de la comprensión humana a las palabras de Dios, lo que liga el corazón a su servicio” (Recibiréis poder, p. 197).

Hay quienes eligen poner en duda y discutir la revelación que un amante y buen Padre celestial ha provisto. Yo elijo no hacerlo. Me emociona cualquier forma o método que el bondadoso Dios escoge para revelarse a nosotros y para preservar esa revelación a lo largo de los siglos. Considero un privilegio tomar su Palabra tal como me la dio, y escudriñarla lo mejor que puedo para encontrar sus deseos y su voluntad a fin de ponerlos a operar en mi vida.

Porque él es un Dios bueno, yo sé que lo que quiere para mí es mucho más benéfico y placentero que cualquier cosa que yo podría elegir por mí mismo. Dejemos que los críticos duden. Yo espero usar mi tiempo y esfuerzo en descubrir las preciosas joyas de la verdad escondida en el tesoro de la Biblia, y espero que tú también lo hagas. Todos los tesoros del cielo están disponibles en la Palabra de Dios si solamente extendemos la mano de la fe y la aceptamos para nosotros mismos. De qué modo reveló Jesús la bondad de Dios

Nicodemo tuvo mucho para pensar después de su entrevista nocturna con Jesús. Como un fariseo estricto, él comparó la mala comprensión que tenía su secta del plan de salvación. Pero al contemplar las acciones de Cristo y escuchar sus enseñanzas, el fariseo comenzó a captar algo maravilloso que existía más allá de su visión limitada de la revelación de Dios. Él reflexionó y estudió. En forma especial, su atención fue atraída por Cristo al símbolo de la serpiente en el desierto. Esto le ayudó a percibir que el amor de Dios incluía la muerte de Jesús como Aquel que lleva nuestros pecados para proporcionar el único medio de salvación. Más tarde, el dirigente fariseo estuvo bajo la cruz, siendo testigo de la escena que Elena de White describe en forma tan emocionante: “El inmaculado Hijo de Dios pendía de la cruz: su carne estaba lacerada por los azotes; aquellas manos que tantas veces se habían extendido para bendecir, estaban clavadas en el madero; aquellos pies tan incansables en los ministerios de amor estaban también clavados a la cruz; esa cabeza real estaba herida por la corona de espinas; aquellos labios temblorosos formulaban clamores de dolor. Y todo lo que sufrió: las gotas de sangre que cayeron de su cabeza, sus manos y sus pies, la agonía que torturó su cuerpo y la inefable angustia que llenó su alma al ocultarse el rostro de su Padre, habla a cada hijo de la humanidad y declara: Por ti consiente el Hijo de Dios en llevar esta carga de culpabilidad; por ti saquea el dominio de la muerte y abre las puertas del Paraíso. El que calmó las airadas ondas y anduvo sobre la cresta espumosa de las olas, el que hizo temblar a los demonios y huir a la enfermedad, el que abrió los ojos de los ciegos y devolvió la vida a los muertos, se ofrece como sacrificio en la cruz, y esto por amor a ti. Él, el Expiador del pecado, soporta la ira de la justicia divina y por causa tuya se hizo pecado” (El Deseado de todas las gentes, pp. 703, 704).

Probablemente, en ese momento Nicodemo entendió más claramente que ninguna otra persona presente, lo que estaba ocurriendo. Nicodemo cedió su vida al Dios de

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amor, y de allí en adelante tomó una posición irreductible en favor de Cristo y su iglesia.

Pero la extensión del amor de Dios va mucho más allá de lo que Nicodemo entendió en ese momento. Jesús hizo mucho más que restaurar la humanidad a lo que fue en la creación: “Por su vida y su muerte, Cristo logró aun más que restaurar lo que el pecado había arruinado. Era el propósito de Satanás conseguir una eterna separación entre Dios y el hombre; pero en Cristo llegamos a estar más íntimamente unidos a Dios que si nunca hubiésemos pecado. Al tomar nuestra naturaleza, el Salvador se vinculó con la humanidad por un vínculo que nunca se ha de romper. A través de las edades eternas, queda ligado con nosotros. ‘Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito’ (Juan 3:16). Lo dio no sólo para que llevase nuestros pecados y muriese como sacrificio nuestro; lo dio a la especie caída. Para asegurarnos los beneficios de su inmutable consejo de paz, Dios dio a su Hijo unigénito para que llegase a ser miembro de la familia humana, y retuviese para siempre su naturaleza humana... Dios adoptó la naturaleza humana en la persona de su Hijo, y la llevó al más alto cielo. Es el ‘Hijo del hombre’ quien comparte el trono del universo... En Cristo, la familia de la tierra y la familia del cielo están ligadas. Cristo glorificado es nuestro hermano. El cielo está incorporado en la humanidad, y la humanidad, envuelta en el seno del Amor Infinito” (Ibíd., p. 17).

En realidad, aún hoy, ninguno de nosotros podemos apreciar cuán BUENO y amante es nuestro Dios. Pero un día lo veremos y lo sabremos.

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CAPÍTULO 2 DIOS QUIERE QUE LO CONOZCAMOS

Una de las modas que recorrió los Estados Unidos durante la década de 1970 fue

proclamar que Dios había muerto. Woody Allen, quien obviamente tenía poco conocimiento acerca de Dios, habría dicho: “No sólo no hay Dios, ¡trate de conseguir un plomero un fin de semana!” Probablemente estaba en lo cierto acerca de no poder conseguir un fontanero durante los fines de semana donde él vivía, pero estaba decididamente equivocado acerca de que no hay Dios. Algunos estudiantes universitarios de esa época adoptaron el lema: “Dios no está muerto; sencillamente no quiere involucrarse”. Eso también estaba equivocado. El problema era y es que la gente no quería involucrarse ni estaban escuchando a Dios.

El Dios de la Biblia es un Dios que se revela a sí mismo a nosotros. Él no nos deja solos en nuestro estado perdido, alienados de Dios por causa del pecado. Él viene hacia nosotros, mostrándonos su carácter, revelando su voluntad, ofreciéndonos la salvación que ha provisto. La Biblia llegó a nosotros como Dios lo ordenó durante un período de 1.600 años. Pero aun las primeras palabras escritas son tan relevantes a la población del mundo al comienzo del tercer milenio después de Cristo como a quienes fue dada por primera vez, y tal vez aun más. Cuando Dios comenzó a comunicarse con Adán y Eva el sexto día de la creación, aceptó el desafío de hacer que lo que fuera escrito tuviera significado para todos los que vivirían en un mundo lleno de pecado. Los que acusan a Dios de una revelación incompleta pasan por alto su capacidad de hacer lo que ningún ser humano podría realizar.

Si la vida eterna viene por el conocimiento de Dios, como insiste Juan 17:1-5, y Dios nos ofrece vida eterna, entonces es responsabilidad de Dios hacernos conocer lo que sea necesario saber acerca de él para tener vida eterna. Más tarde consideraremos qué significa realmente conocerlo. Pero, primero notemos lo que el capítulo 10 de El camino a Cristo nos dice acerca de cómo hizo Dios que sea posible para nosotros conocerlo. La impresión de conjunto que obtenemos al estudiar este capítulo es ¡cuánto quiere que lo conozcamos y confiemos en él!

Básicamente, El camino a Cristo bosqueja cuatro formas que Dios nos ha dado para conocerlo. 1. Dios nos habla por medio de la naturaleza

“El oído atento puede escuchar y entender las comunicaciones de Dios por las cosas de la naturaleza. Los verdes campos, los elevados árboles, los capullos y las flores, la nubecilla que pasa, la lluvia que cae, el arroyo que murmura, las glorias de los cielos, hablan a nuestro corazón y nos invitan a conocer a Aquel que lo hizo todo” (El camino a Cristo, p. 84).

Uno de nuestros problemas como humanos es que, comúnmente sólo escuchamos lo que queremos oír. El hecho de que podemos oír mejor lo que más queremos escuchar fue ilustrado por la experiencia del naturalista Charles Kellogg. Un día cuando estaba caminando por una calle de Nueva Cork con un amigo, Kellogg se detuvo, escuchó un instante, y le dijo a su amigo:

—¿Oyes eso? —¿Oír qué? —Ese grillo que canta. —¿Qué grillo? ¿Cómo puedes escuchar a un grillo en medio de todos los ruidos que

hay aquí, en la ciudad? —Ven —contestó el naturalista—. Déjame mostrártelo.

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Condujo a su amigo a una grieta en una pared cercana. Efectivamente allí había un grillo.

—Charlie, todavía no entiendo cómo pudiste oír a un grillo en medio del ruido de la ciudad.

Kellogg tomó una moneda de su bolsillo y la dejó caer en la vereda. Varios transeúntes se dieron vuelta para mirar.

—Como ves —dijo el naturalista—, en medio de todo este ruido la gente pudo escuchar la moneda al caer. Depende de qué acostumbran tus oídos a escuchar. Los míos están sintonizados para los sonidos de la naturaleza.

Cuando los oídos de nuestras almas están sintonizados para escuchar la voz de Dios, no sólo oímos sino también respondemos cuando procura enseñarnos acerca de sí mismo. “Sí tan sólo queremos escuchar, las obras que Dios ha hecho nos enseñarán lecciones preciosas de obediencia y confianza” ( Ibíd., p. 85).

No sólo aprenderán los cristianos a confiar más en Dios cuando reconozcan su amante cuidado por ellos, sino que serán capaces de reconocer más claramente cómo la naturaleza testifica de su Creador. “El poeta y el naturalista tienen muchas cosas que decir acerca de la naturaleza, pero es el cristiano el que más goza de la belleza de la tierra, porque reconoce la obra de la mano de su Padre y percibe su amor en la flor, el arbusto y el árbol. Nadie que no los mire como una expresión del amor de Dios al hombre puede apreciar plenamente la significación de la colina ni del valle, del río ni del mar” (Ibíd., p. 86). 2. Dios habla mediante su Providencia

“Dios nos habla mediante sus obras providenciales y por la influencia de su Espíritu Santo en el corazón. En nuestras circunstancias y ambiente, en los cambios que suceden diariamente en torno de nosotros, podemos encontrar preciosas lecciones, si tan sólo nuestros corazones están abiertos para recibirlas” (Ibíd., p. 86).

En relación con esto, necesitamos considerar dos pasajes de los Salmos: “Él ama justicia y juicio; de la misericordia de Jehová está llena la tierra” (Sal. 33:5). “¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias de Jehová?”

(Sal. 107:43, la cursiva fue añadida). Desafortunadamente, por lo general no reconocemos la operación de la Providencia

en favor de nosotros hasta que llegamos a una situación desesperante donde tenemos que clamar al Señor pidiendo ayuda. Sin embargo |la bondad de Dios nos conduce cada día de muchas maneras, aunque a menudo dejemos de reconocerlas o apreciarlas. 3. Dios habla mediante su Palabra

“Dios nos habla también en su Palabra. En ella tenemos en líneas más claras la revelación de su carácter, de su trato con los hombres y de la gran obra de la redención” (El camino a Cristo, p. 87).

De este modo, las Escrituras muestran que podemos conocer a Dios y seguir su voluntad de la misma manera que la gente lo ha hecho durante siglos. Las Escrituras proporcionan alimento y bebida espirituales, nuestro alimento. “Llena tu corazón de las palabras de Dios. Son el agua viva que apaga tu ardiente sed. Son el pan vivo que descendió del cielo... Nuestros cuerpos viven de lo que comemos y bebemos; y lo que sucede en la vida natural sucede en la espiritual: lo que meditamos es lo que da tono y vigor a nuestra naturaleza espiritual” (Ibíd., p. 88). La naturaleza espiritual depende del alimento espiritual.

Trata de saltar al cielo desde tu patio. ¿Cuán alto puedes saltar? De ningún modo podemos llegar al cielo por nuestra cuenta. Por esto Dios tomó la iniciativa y descendió

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hasta nosotros. Para que la revelación sea revelación debe tener una cualidad sobrenatural. Viene como algo de fuera del mundo. No es sencillamente el producto de la historia. No surge de la creatividad humana. Es un mensaje de más allá del ámbito humano y por lo tanto viene para informarnos, motivarnos, y cambiarnos. Así como Cristo vino a este mundo, los pensamientos divinos han venido a esta tierra, puestos en la mente de los profetas, quienes nos los han dado en expresiones humanas. El Espíritu Santo es capaz de preservar lo divino dentro de lo humano. Del mismo modo que las naturalezas divina y humana estuvieron unidas en Jesús, los pensamientos divinos fueron preservados por el Espíritu dentro de las expresiones humanas. De este modo la Biblia es a la vez plenamente humana, pero más que humana. Mediante las palabras, pensamientos, modelos, ideas, conceptos e historia humanos, Dios nos habla.

No podemos esperar que la Biblia o nuestra experiencia cristiana sea significativa sin alimentarnos diariamente con la Palabra de Dios. Pero una vez que aprendemos a nutrirnos con el Pan de Vida, desarrollamos un gusto por ella y sentimos hambre cuando la descuidamos.

Cuando nos detenemos para analizarlo cuidadosamente, tendremos que admitir que la razón más probable de por qué a la gente no le guste estudiar la Biblia sea porque encuentran en ella cosas que se oponen al estilo de vida que desean vivir. Pero después de todo, ¿no es ese el propósito de la Biblia? La Biblia no sería de mucho valor para nosotros si no somos mejores por haberla leído. Lo que tenemos que captar es que hacernos mejores no significa hacernos más amargos. Dios quiere que tengamos una vida mejor y más abundante.

Cuando nos damos cuenta de que la voluntad de Dios para nosotros, como lo expresan sus leyes y demandas, es su promesa especial de que él nos capacitará para obtener lo mejor de la vida, nuestra actitud hacia la Biblia debiera cambiar drásticamente. En vez de ignorar los requerimientos de Dios y esperar que desaparezcan o que no se apliquen a nuestro caso, desearemos buscarlos y deleitarnos y gozarnos con ellos.

¿Cómo evitamos que la verdad se degrade? Estudiando diariamente la Biblia, lo que resultará en estar tan comprometidos con la voluntad de Dios por causa de nuestro amor a él, que todo lo que digamos, hagamos, o aun pensemos será sencillamente la operación de su voluntad para nosotros. Esto nos conduce naturalmente hacia la cuarta forma de conocer a Dios. 4. Dios nos habla mediante el carácter de Jesús

“El tema de la redención es un tema que los ángeles desean escudriñar; será la ciencia y el canto de los redimidos durante las interminables edades de la eternidad. ¿No es un pensamiento digno de atención y estudio ahora?” (Ibíd., p. 88).

El propósito de la búsqueda de Dios es nuestra salvación. Él quiere que sepamos cómo podemos ser salvos. Nada en relación con la salvación tiene su origen en nosotros. Viene de parte de él. Pero ha sido obtenida en nuestro terreno; la vemos llevar fruto o significado. Cristo vino del cielo, nació en una familia humana, y obró la salvación dentro de la historia humana.

Mateo 13 describe a un mercader de perlas que alegremente vende las joyas preciosas que ha acumulado durante toda su vida a fin de obtener la posesión de una perla hermosa y espectacular de gran valor. Al estudiar la Biblia, debemos recordar que la salvación ofrecida mediante Jesús no puede ser comprada con nada que podamos hacer. No podemos ganarla. Fue comprada para nosotros con sangre en el Calvario por medio del sacrificio del propio Hijo de Dios. No hubo ni existe manera en que alguno de nosotros pueda pagar esa clase de precio.

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¿Qué significa, entonces, que el mercader vendiera todo lo que tenía a fin de comprar la magnífica perla? Esta es una hermosa representación de quienes aprecian tan altamente las verdades de la salvación de Dios que con alegría y gozo renuncian a todo lo que tienen para poseerla. Noten que el precio que pagamos no es el precio de nuestra salvación, sino es el precio de nuestra aceptación. Sólo Cristo pudo pagar el gran precio de nuestra salvación, pero la aceptación y la renuncia total nos cuestan todo lo que tenemos. El mercader de perlas que encontró la gran perla renunció a todo lo que tenía. Nosotros tenemos que desprendernos completamente del yo y del pecado si Cristo ha de poseer todo lo que somos.

Jesús es la Perla preciosa de gran precio. En él están reunidas toda la brillante gloria y la belleza del cielo. Su pureza y justicia son tan inmaculadas como la hermosa perla blanca. Cada página de las Sagradas Escrituras brilla con la luz de la Perla de gran precio. En comparación con su preciosa belleza de vida y carácter, todo lo demás desaparece en la insignificancia.

Debemos encontrar la Perla de gran precio por nosotros mismos. Debemos aprender a conocer a Jesús: no sólo saber acerca de él, sino conocerlo como nuestro Salvador personal del pecado.

Es de gran importancia saber qué haría con nuestras manos y pies si él pudiera usarlos. Debemos aprender lo que él pensaría si se hubiera hecho cargo de nuestra mente. Mediante el estudio diario, cuidadoso y consecuente de su vida como lo revela la Biblia, podemos aprender esto y llegar a conocerlo íntimamente por nosotros mismos e identificarnos plenamente con él. El Espíritu Santo como nuestro Guía y Consejero

Dios no nos ha dado sólo cuatro maneras de conocerlo, sino que también nos ha dado su Espíritu Santo como nuestro Guía y Consejero para asegurarse de que recibamos el mensaje sin distorsión. El Espíritu Santo nos guía a toda verdad ayudándonos a escoger la verdad de entre las falsedades e informaciones erróneas con las que Satanás inunda nuestro mundo. “Todos, desde el mayor hasta el menor, necesitan que Dios les enseñe. Los hombres pueden enseñamos a ver claramente la verdad, pero sólo Dios puede enseñar al corazón a recibir la verdad de forma que lo salve, lo que significa recibir las palabras de vida eterna en corazones buenos y honrados. El Señor está esperando pacientemente para instruir a cada alma dispuesta que quiere ser enseñada. La falla no está en el Instructor dispuesto, el mayor Maestro que el mundo ha conocido, sino en el aprendedor que se aferra a sus propias impresiones e ideas, y no renuncia a sus teorías humanas, y viene con humildad para ser enseñado. Él no permitirá que su conciencia y su corazón sean educados, disciplinados y adiestrados... Los que investigan las Escrituras, y con mayor fervor procuran entenderlas, revelarán la santificación del Espíritu mediante su creencia en la verdad, porque atesoran en su corazón la verdad, y tienen esa fe que obra por el amor y purifica el alma. Todos sus tendones y músculos espirituales son alimentados por el Pan de Vida que ellos comen” (Manuscritos liberados, t. 8, pp. 162, 163). Una estrecha relación con Jesús es esencial para la comprensión

Conocer a Dios incluye mucho más que la comprensión intelectual. Representa una relación continua, íntima y estrecha que nos conduce a confiar en él tanto que aceptamos lo que ha revelado como lo mejor para nosotros. Porque comprendemos su grande y amorosa preocupación por nosotros, estamos más que dispuestos a permitirle que tome y reestructure nuestras vidas.

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Sin embargo, como los líderes religiosos en los días de Jesús, a menudo hablamos mucho sobre conceptos que están más allá de nuestra capacidad de comprensión y discutimos sobre puntos insignificantes de la teología, y perdemos de vista lo que es el centro y el foco de las Escrituras. ¿No nos dice Jesús: “Vosotros investigáis las Escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí?” (Juan 5:39, Biblia de Jesuralén). En nuestro orgullo egoísta pasamos por alto lo que es de tan precioso significado: la única razón por la que se nos dieron las Escrituras: el testimonio de Jesús, el mayor don imaginable.

¡Cuánto perdemos si permitimos que el orgullo intelectual nos impida aceptar su oferta de darnos una vida más abundante ahora, y las impensables riquezas de la vida eterna! ¿Cómo podemos atrevernos a recorrer el sendero del orgullo y la intransigencia teológicos cuando el propósito de su revelación es que podamos desarrollar una relación tan estrecha y amante con él de modo que los que nos rodean reconozcan que andamos en sus pisadas?

Nunca olvidaré la ilustración sencilla pero efectiva que dio el Dr. Floyd Bresee acerca de la clase de amor que tiene Dios. Él imagina a un padre que reúne a su familia para ver al menor de los hijos que está aprendiendo a dar sus primeros pasos. El abuelo, a unos pocos pasos de distancia sonríe y anima al niño mientras el padre lo suelta. El niñito da un paso tembloroso, luego otro, y por fin cae. Floyd preguntó a la clase de escuela sabática a la que contaba el incidente, cuál sería la reacción del padre. ¿Se pondría rojo de vergüenza y le gritaría al infante: “¿Qué te pasa, niño tonto? Eres una desgracia para toda la familia. ¡No quiero saber nada más de ti!”

Por supuesto que no haría algo así. Sin embargo, algunas personas piensan que Dios es esa clase de Padre, uno que nos rechaza cuando tropezamos al dar nuestros primeros pasos vacilantes en el camino cristiano. No es extraño que las personas que tienen este concepto de Dios se vuelvan contra él. Cuando realmente conocemos la clase de Padre amante que es, lo amaremos con todo nuestro corazón y alegremente seguiremos el camino por donde nos conduzca. ¿No es ésta la razón por la que él está tan ansioso de que aprendamos a conocerlo? Cómo trató Jesús a los escépticos y materialistas

Durante los últimos días de Jesús en el templo, antes de la crucifixión, los fariseos y saduceos parecían turnarse en procurar hacer caer a Jesús. Cuando los fariseos quedaron silenciados, los saduceos se acercaron con preguntas arteras. “Los saduceos rechazaban las tradiciones de los fariseos. Profesaban creer la mayor parte de las Escrituras, y considerarlas como su norma de acción; pero en la práctica eran escépticos y materialistas. Los saduceos negaban la existencia de los ángeles, la resurrección de los muertos y la doctrina de una vida futura, con sus recompensas y castigos. En todos estos puntos, diferían de los fariseos. Entre los dos partidos, la resurrección era un tema especial de controversia” (El Deseado de todas las gentes, p. 554).

Los saduceos creían que Dios era superior a los seres humanos, pero argumentaban que una providencia dominadora privaría al hombre de ser un agente moral libre y lo degradaría a la condición de esclavo. “Sostenían que el hombre estaba libre para regir su propia vida y amoldar los acontecimientos del mundo; que su destino estaba en sus propias manos. Negaban que el Espíritu de Dios obrase por medio de los esfuerzos humanos o medios naturales. Sin embargo, sostenían que, por el debido empleo de sus facultades naturales, el hombre podía elevarse e ilustrarse; que por exigencias rigurosas y austeras podía purificarse su vida. Sus ideas acerca de Dios amoldaban su carácter. Como en su opinión él no tenía interés en el hombre, tenían poca consideración unos

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para con otros... Rehusando reconocer la influencia del Espíritu Santo sobre las acciones humanas, carecían de su poder en sus vidas” (Ibíd., p. 556).

Las palabras y las obras de Cristo testificaban de un poder divino que producía resultados sobrenaturales y de un Padre de los hijos de los hombres que siempre estaba atento a sus verdaderos intereses. “Revelaba la obra del poder divino en la benevolencia y compasión que reprendía el carácter egoísta y exclusivo de los saduceos... Demostraba el error de confiar en el poder humano para aquella transformación del carácter que puede ser realizada únicamente por el Espíritu de Dios” (Ibíd., pp. 556, 557).

Confiados en que podrían desacreditar a Jesús, los saduceos escogieron preguntarle acerca de la resurrección. Su fracaso está bosquejado en Mateo 22:23-33. “Erráis”, respondió, “ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mat. 22:29).

“Los saduceos se habían lisonjeado de que entre todos los hombres eran los que se adherían más estrictamente a las Escrituras. Pero Jesús demostró que no conocían su verdadero significado. Este conocimiento debe ser grabado en el corazón por la iluminación del Espíritu Santo. Su ignorancia de las Escrituras y del poder de Dios, declaró él, eran causa de la confusión de su fe y de las tinieblas mentales en que se hallaban. Trataban de abarcar los misterios de Dios con su raciocinio finito... Millares se vuelven incrédulos porque sus mentes finitas no pueden comprender los misterios de Dios. No pueden explicar la maravillosa manifestación del poder divino en sus providencias, y por lo tanto rechazan las evidencias de un poder tal, atribuyéndolas a los agentes naturales que les son aun más difíciles de comprender. La única clave de los misterios que nos rodean consiste en reconocer en todos ellos la presencia y el poder de Dios. Los hombres necesitan reconocer a Dios como el Creador del universo el que ordena y ejecuta todas las cosas. Necesitan una visión más amplia de su carácter y del misterio de sus agentes” (Ibíd., pp. 557, 558).

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CAPÍTULO 3 LAS DOS PALABRAS DE DIOS

Cuando me encontré por primera vez con Ed Zinke, reconocí que era un verdadero

intelectual. Él creía que tenía el derecho de buscar la verdad dondequiera que ésta lo condujera, y que la razón era el medio por el cual su conocimiento de la verdad debía ser probado. Él describe su evolución desde el humanismo a la plena aceptación de la autoridad de la Biblia del siguiente modo: “Mi educación me enseñó a cuestionar todo en busca de la verdad. Todo, es decir, excepto la razón misma. La razón era sacrosanta; era el punto de partida incuestionable para el verdadero conocimiento; era el Hubble2 mediante el cual la humanidad podía contemplar el universo sin distorsiones producidas por la superstición o la esclavitud de una visión de túnel anclada en la tierra...

“En mi búsqueda de una teología racional, aprendí a aplicar el método de estudio histórico-crítico —básicamente, un enfoque humanista de la literatura— a la Biblia. Mis presuposiciones racionalistas y empíricas me prepararon para aceptar la validez de esta herramienta. Además, el método podía ser usado para defender la Biblia contra los ataques de los críticos. El fin seguramente justifica los medios...

“Si un concepto teológico parecía indigno de mi entendimiento, intentaba reinterpretarlo. Afortunadamente, mi concepto de un Dios de amor se volvió muy próximo a la verdad bíblica, aunque todavía no me daba cuenta de que yo estaba poniendo a Dios en mi concepto, y juzgándolo por éste, en vez de acomodar mi concepto a su Revelación...

“Estuve tentado a pensar que... el Dios del juicio debía ser reinterpretado. La erradicación de los pecadores no podía ser un acto de Dios. Más bien, la suerte del pecador era sencillamente el resultado de separarse a sí mismo del Dador de la vida. Cristo, por su muerte, no tomaba nuestro pecados sobre sí mismo. Tal concepto era extraño a mi racionalidad. ¿Qué justicia hay en que un hombre muera en lugar de otro? La noción de una explicación substitutiva era pagana. La cruz, interpretada racionalmente, era sólo una manifestación del amor de Dios —expuesta allí tan poderosamente que el universo pudiera ser ganado por su expresión de preocupación divina...

“Pero, ¿cómo había de relacionar a este Dios con mi concepto de la autoridad de las Escrituras, una noción algo confusa para mí porque ella también había sido pronunciada en el contexto de la racionalidad...?

“Tal era mi pensamiento cuando comencé estudios doctorales en la Universidad Católica de Norteamérica. Uno de mis primeros proyectos fue el de preparar una monografía sobre la historia del método teológico. Entre otros temas, la monografía requería argumentos en favor de la autoridad de las Escrituras desde una perspectiva racional. Para mi sorpresa, ni mi profesor ni mis compañeros de curso aceptaron mi intento de superponer la autoridad de las Escrituras sobre mis sospechas razonables. Ellos argumentaron que la subjetividad impedía basar una teología sobre la autoridad de las Escrituras...

“¿Cómo podría aceptar esto si en realidad mi mente era el fundamento y la medida de la verdad? ¿No había construido un fundamento sólido como una roca para la fe en la racionalidad? La idea de renunciar a la supremacía de mi razón era aterradora...

“La convicción capturó mi alma: yo era un humanista. Yo había elevado la mente por sobre la Palabra de Dios, en realidad, aun por sobre el que está sentado sobre el trono del universo... 2 Se refiere al telescopio Hubble, puesto en órbita muy por encima de la atmósfera terrestre (Nota del traductor).

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“Cristo se había declarado como el Camino, la Verdad y la Vida (véase Juan 14:6). Pero yo había estado tratando de encontrar la verdad fuera de él, de modo que pudiera hacerle el favor de arrastrarlo al canon de la verdad. Yo había intentado hacer de la razón y los datos de los sentidos el punto de partida desde el cual pudiera verse la verdad, medirse, y cuantificarse. Ahora yo veía que Dios quiso que su Palabra desempeñara ese papel...

“Además, yo vi que la Biblia no podía ser interpretada desde ningún otro punto de vista o sistema filosófico, no importa si fuera antiguo o moderno... La cuestión no era qué tipo de humanismo representaba la realidad. Más bien, era una cuestión de humanismo versus la Palabra de Dios.

“Sola scriptura también quería decir que la Biblia no debe ser interpretada desde el punto de vista de ningún método externo... [Ni debía] estar sujeta al... método histórico-crítico. Hacerlo sería imponer una cultura extraña a la Palabra. La Biblia debía ser su propio intérprete. Bajo el Espíritu Santo la Palabra de Dios proporciona su propio fundamento, contexto filosófico, método de interpretación y contexto histórico general...

“La línea divisoria entre un teólogo basado en la Biblia y uno que no está basado en ella no es la doctrina sino sus respectivas actitudes hacia la autoridad de la Biblia...

“Mientras avanzo por terreno desconocido en mi peregrinaje hacia la Verdad, me regocijo en el poder de la Palabra de Dios. Trajo los mundos a la existencia. Dio vista a los ciegos, oídos a los sordos, vida a los muertos. Cuando leemos su Palabra, no estamos confrontando palabras muertas sobre una página. Es como si Dios en persona nos estuviera hablando, y por medio del Espíritu Santo, estuviera buscando, no sólo nuestro corazón sino también nuestra mente, nuestro intelecto. Veo ahora su Palabra como de autenticación propia, plenamente suficiente, y capaz de instruir a los pecadores, como lo hizo conmigo, en el camino de la salvación” (Eduardo Zinke, “Pilgrimage of a Believer” [Peregrinaje de un creyente], Perspective Digest, t. 1, Nº 3, pp. 29-36).

La Biblia no intenta demostrar que es la Palabra de Dios. Pretende tener autoría divina. La prueba de esta pretensión está en lo que es capaz de hacer por aquellos que aceptan su reclamo. El origen de la Biblia como la Palabra de Dios le da una autoridad viviente, inmutable y exigente procedente de Dios mismo. Los Adventistas del Séptimo Día creen en una doble naturaleza de la revelación, divino-humana. “La Biblia, con sus verdades de origen divino expresadas en el idioma de los hombres, es una unión de lo divino y de lo humano. Esta unión existía en la naturaleza de Cristo, que era el Hijo de Dios y el Hijo del hombre. Se puede decir de la Biblia, lo que fue dicho de Cristo: ‘El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros’ (Juan 1:14)” (El conflicto de los siglos, p. viii).

“Parece en armonía con la verdad revelada de Dios, el sugerir que prevalece una similitud, en principio, entre la manera en que nació la Palabra encarnada de Dios y el método de composición de la Palabra escrita de Dios. Las Escrituras fueron, por así decirlo, concebidas e inspiradas del Espíritu Santo, y pensadas y pronunciadas por los profetas humanos. Las Escrituras son obviamente la obra de escritores humanos; y sin embargo, es todavía más el producto y resultado de una actividad especial y sobrenatural del Espíritu” (Alan N. Stibbs, Revelation and the Bible [La revelación y la Biblia), C. F. H. Henry, ed. [Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1949], p. 111).

La palabra Biblia viene de una palabra griega que significa “biblioteca”. Es una colección de muchos libros antiguos, de los cuales los primeros fueron escritos alrededor del 1500 a.C., y su último libro, cerca del año 100 d.C. Hay 39 libros en la primera sección, que se conoce como el Antiguo Testamento, y 27 libros en el Nuevo

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Testamento, haciendo un total de 66 libros en esta colección. La Biblia es singular, sin embargo, ya que los hombres no escribieron meramente sus propias ideas. Ellos “hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:21). Unos 40 escritores sirvieron como voceros de Dios en la producción de la Biblia. Estas personas vivieron y escribieron en lugares tan distantes entre sí como el Sinaí, Babilonia, Jerusalén y Roma. Dios inspiró diversas clases de escritores: usó príncipes y pobres, héroes y ganaderos.

El Espíritu Santo es capaz de preservar lo divino dentro de lo humano. De la misma manera en que las naturalezas divina y humana estuvieron unidas en Jesús, los pensamientos divinos fueron guardados por el Espíritu dentro de expresiones humanas. Así la Biblia es a la vez plenamente humana, pero más que humana. Mediante sus palabras, pensamientos, diseños, ideas, conceptos e historia. Dios es quien habla. Evidencias de que la Biblia es inspirada

La impresionante armonía de la Biblia, a pesar de su gran diversidad de autores, de tiempo y de rugares en que fue escrita, es una de las evidencias inconfundibles de que es lo que pretende ser: la Palabra de Dios.

“EI apóstol Pedro dice que hay en las Escrituras ‘cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tuercen... para su propia destrucción’ (2 Ped. 3:16). Los incrédulos han presentado las dificultades de las Sagradas Escrituras como argumento contra la Biblia; pero muy lejos de ello, éstas constituyen una fuerte prueba de su divina inspiración... La misma grandeza y el mismo misterio de los temas presentados deben inspirar fe en ella como Palabra de Dios.

“La Biblia presenta la verdad con una sencillez y una adaptación tan perfecta a las necesidades y anhelos del corazón humano, que ha asombrado y encantado a las mentes más cultivadas, al mismo tiempo que capacita al humilde e inculto para discernir el camino de la salvación... Así está patente el plan de la redención delante de nosotros, de modo que cualquiera pueda ver el camino que ha de tomar a fin de arrepentirse para con Dios y tener fe en nuestro Señor Jesucristo, a fin de que sea salvo de la manera señalada por Dios. Sin embargo, bajo estas verdades tan fácilmente entendibles, existen misterios que son el escondedero de su gloria: misterios que abruman la mente investigadora y que, sin embargo, inspiran fe y reverencia al sincero investigador de la verdad. Cuanto más escudriña éste la Biblia, tanto más profunda es su convicción de que es la Palabra del Dios vivo, y la razón humana se postra ante la majestad de la revelación divina” (El camino a Cristo, pp. 108, 109).

Entre los escritores bíblicos hay una absoluta certeza acerca de la naturaleza inspirada de lo que otros escritores bíblicos han afirmado. No se encuentran escritores bíblicos que desafíen la autenticidad de lo que otro escribió.

Por cuanto Dios no cambia, la revelación de su carácter en las Escrituras no cambia. Por cuanto su forma de salvar a los hombres y mujeres perdidos es una sola, la presentación de esa forma en las Escrituras no puede ser cambiada o sobrepasada. Por cuanto ellas son la palabra de Dios, nos llaman a cada uno a la salvación y a la obediencia. En un mundo de flujo y de transformaciones, de valores cambiantes y de pretensiones conflictivas de la verdad, ellas siguen siendo la única norma inequívoca. La clave pata comprender la Biblia

“Los que buscan al Señor entienden todas las cosas” Pero no es la razón o la comprensión humana la que logra esto. “Nunca se debe estudiar la Biblia sin oración. Antes de abrir sus páginas debemos pedir la iluminación del Espíritu Santo, y nos será dada” (El camino a Cristo, p. 91). Al hacerlo, debiéramos poner a un lado todas

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nuestras opiniones preconcebidas y permitir que el Espíritu Santo nos guíe a la verdad. (Ver Juan 16:13).

¿Por qué es tan esencial la conducción del Espíritu Santo en el estudio de la Biblia? Al concentrarnos en el estudio de las Escrituras debemos recordar su carácter singular. Los medios ordinarios de investigación son inadecuados. Muchos han visto películas tridimensionales que requieren anteojos especiales para ver las escenas en foco. Dios proporciona anteojos especiales para nosotros mediante la conducción del Espíritu Santo. El Espíritu de verdad enfoca de manera especial nuestra atención en el plan de salvación.

Aunque debemos comparar un texto con otro, debemos procurar comprender plenamente lo que dice un pasaje antes de ir a otro pasaje No debiéramos sacarlo fuera del contexto, haciendo que un texto diga algo que Dios no tuvo la intención de que dijera. Una de las mejores maneras de hacer esto es “tomar un versículo, y concentrar el intelecto en la tarea de discernir el pensamiento que Dios puso en ese versículo para nosotros. Debemos espaciarnos en el pensamiento hasta que venga a ser nuestro y sepamos lo que dice Jehová” (El Deseado de todas las gentes, p. 355).

Al llegar a conocer mejor la voluntad de Dios, ¿qué podemos esperar que ocurra en nuestras vidas? Si el estudio de la Biblia no cambia nuestras vidas, podemos estar seguros de que hay alguna falta en nosotros. No podemos echarle la culpa a Dios. Si esperamos que Dios nos siga guiando a revelaciones adicionales de su voluntad, debemos aceptar y poner en práctica la luz que ya se nos ha dado. (Véase Juan 7:17).

“Cada día debéis aprender algo nuevo de las Escrituras. Escudriñadlas como si buscarais tesoros ocultos, porque contienen las palabras de vida eterna. Orad por sabiduría y entendimiento para comprender estos escritos sagrados” (Meditaciones matinales, 1953, p. 22).

Los que “oyen” y “hacen” lo que Cristo enseña son como el hombre que construyó su casa sobre la roca sólida (Luc. 6:46-49). Las inundaciones mencionadas en estos versículos representan las pruebas y aflicciones de la vida. La fe que soporta las pruebas de la vida está edificada sobre un estudio cuidadoso y con oración de la Palabra de Dios. La Palabra revela la Palabra

Si se la mira equivocadamente, aun una doctrina bíblica (por ejemplo, la destrucción de los impíos) puede presentar una falsa imagen de cómo es Dios. Pero estudiada con oración y humildad y con la conducción directa del Espíritu Santo, cada enseñanza de la Biblia llega a ser un cuadro que nos ayuda a ver a Dios más claramente. En una forma especial la Biblia nos revela a Dios en Cristo. Cristo, a su vez, es la revelación más clara del carácter de Dios que el mundo haya visto. Él es el pensamiento de Dios hecho audible. Él es el carácter de Dios hecho tangible. Él es la mente de Dios hecha comprensible.

Cristo sugiere que al “escudriñar” diligentemente, encontraremos que “ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). Encontramos que él es el núcleo, el contenido, y el contexto de estos escritos. Si sacamos a Jesús y su salvación de la Biblia no queda en ella nada sustancial. Todo se centra en él como el núcleo de las buenas nuevas. Toda la Escritura es dada por inspiración divina y es capaz de hacernos sabios para la salvación por fe en él (véase 2 Tim. 3:15, 16).

Al acercarnos a la Biblia, descubrimos que la misión del Espíritu Santo es conducirnos a Jesús, glorificarlo a él, y no al Espíritu Santo mismo (Juan 16:13, 14). Como los escritores bíblicos escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo (2 Ped. 1:21), su foco y centro también es Jesús. Sin embargo, para el que no está iluminado, o no es guiado por el Espíritu Santo, la Biblia permanece cerrada. Para experimentar el

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propósito de las Escrituras debemos permitir que el Espíritu Santo nos conduzca a un encuentro con Cristo en ellas, y a glorificarlo a él.

El tema de la inspiración y la revelación ha llegado a ser un problema clave que divide a la Iglesia Adventista. Los Adventistas del Séptimo Día rechazan el concepto de una doble fuente de revelación; la Biblia más la tradición o la experiencia, o la razón. Los adventistas aceptamos la Biblia sola como la regla de fe y práctica. Cualquier concepto filosófico o científico que no concuerde con la clara enseñanza de la Palabra de Dios no puede ser incluido lógicamente en nuestra teología, ni acomodado a ella. Cómo trató Jesús el tema de la autoridad

“Todo el tiempo que Jesús pasó en Jerusalén durante la fiesta [de los tabernáculos], fue seguido por espías. Día tras día se probaban nuevas estratagemas para reducirle al silencio. Los sacerdotes y gobernantes estaban atentos para entramparle. Se proponían impedir por la violencia que obrase. Pero esto no era todo. Querían humillar a este rabino galileo delante de la gente.

“El primer día de su presencia en la fiesta, los gobernantes habían acudido a él y le habían preguntado con qué autoridad enseñaba. Querían apartar de él la atención de la gente y atraerla a la cuestión de su derecho para enseñar y a su propia importancia y autoridad.

“‘Mi doctrina no es mía —dijo Jesús—, sino de aquel que me envió. El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo’ (Juan 7:16, 17). Jesús hizo frente a la pregunta de estos sembradores de sospechas, no contestando la sospecha misma, sino presentando la verdad vital para la salvación del alma. La percepción y apreciación de la verdad, dijo, dependen menos de la mente que del corazón. La verdad debe ser recibida en el alma; exige el homenaje de la voluntad. Si la verdad pudiese ser sometida a la razón sola, el orgullo no impediría su recepción. Pero ha de ser recibida por la obra de gracia en el corazón; y su recepción depende de que se renuncie a todo pecado revelado por el Espíritu de Dios. Las ventajas del hombre para obtener el conocimiento de la verdad, por grandes que sean, no le beneficiarán a menos que el corazón esté abierto para recibir la verdad y renuncie concienzudamente a toda costumbre y práctica opuestas a sus principios. A los que así se entregan a Dios, con el honrado deseo de conocer y hacer su voluntad, se les revela la verdad como poder de Dios para su salvación. Estos podrán distinguir entre el que habla de parte de Dios y el que habla meramente por sí mismo. Los fariseos no habían puesto su voluntad de parte de la voluntad de Dios. No estaban tratando de conocer la verdad, sino de hallar alguna excusa para evadirla; Cristo demostró que ésta era la razón por la cual ellos no comprendían su enseñanza.

“Dio luego una prueba por la cual podía distinguirse al verdadero maestro del impostor: ‘El que habla de sí mismo, su propia gloria busca; mas el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia’ (Juan 7:18). El que busca su propia gloria habla tan sólo de sí mismo. El espíritu de exaltación propia delata su origen. Pero Cristo estaba buscando la gloria de Dios. Pronunciaba las palabras de Dios. Tal era la evidencia de su autoridad como maestro de la verdad” (El Deseado de todas las gentes, pp. 419, 420).

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CAPÍTULO 4 DIOS NO ELIMINA TODA POSIBLIDAD DE DUDAR

Las palabras de la Biblia han sido transmitidas a nosotros de tal modo que nos traen

un conocimiento confiable del plan de salvación de Dios, y de su instrucción acerca de cómo vivir con el fin de hacerlo al máximo. Sin embargo, los que no desean seguir las instrucciones de Dios tienen la tendencia a presentar listas de dificultades destinadas a demostrar que la Biblia no puede ser la Palabra de Dios porque se contradice a sí misma.

Elena de White describe cómo ocurre esto: “Los que piensan que pueden simplificar las pretendidas dificultades de las sencillas Escrituras, calibrando con su regla finita lo que es inspirado y lo que no es inspirado, mejor sería que se cubrieran el rostro, como Elías cuando le habló la tenue vocecilla, pues están en la presencia de Dios y de los santos ángeles, que durante siglos han comunicado a los hombres luz y conocimiento, diciéndoles qué hacer y qué no hacer, desplegando delante de ellos escenas de emocionante interés, hito tras hito, en símbolos, representaciones e ilustraciones.

“Y él [Dios], mientras presenta los peligros que se amontonan en los últimos días, no ha hecho idóneo a ningún hombre finito para desenredar los misterios ocultos, ni ha inspirado a ningún hombre o clase de hombres para emitir juicios en cuanto a lo que es inspirado y lo que no es. Cuando los hombres, con su juicio limitado, encuentran que es necesario examinar versículos para definir lo que es inspirado y lo que no es, se han adelantado a Jesús para mostrarle un camino mejor que aquél en que nos ha conducido...

“Las mentes humanas varían. Las mentes que difieren en educación y pensamiento reciben impresiones diferentes de las mismas palabras, y es difícil que, por medio del lenguaje una persona le dé a otra, de diferente temperamento, educación y hábitos de pensamiento, exactamente las mismas ideas en cuanto a lo que es claro y nítido en su propia mente. Sin embargo, para lo hombres honrados y de mentalidad recta, puede ser tan simple y claro como para transmitir su significado para todos los fines prácticos. Si el hombre con el cual se comunica no es sincero y no desea ver y comprender la verdad, dará vuelta sus palabras y lenguaje en todo respecto para que se adapte a sus propios propósitos. Viciará el sentido de sus palabras, dará alas a su imaginación, las torcerá de su verdadero significado, y luego se atrincherará en la incredulidad pretendiendo que los conceptos son todos erróneos” (Mensajes selectos, t. 1, pp. 19, 21).

Durante un verano, mientras asistía al Pacific Union Collage [Colegio Unión del Pacífico, California, EEUU], trabajé como mozo de cordel en el Hotel Fairmont en San Francisco. A uno de los mozos mayores no le gustaba la idea de que yo estaba estudiando para el ministerio. Varias veces durante ese verano me confrontó con una pregunta que él consideraba que podía acallar a cualquiera que creyera en la Biblia. Su pregunta era: “¿Con quién se casó Caín?” Mi respuesta fue: “Se casó con una de sus hermanas” (véase Gen. 5:4). Pero unas pocas semanas más tarde me arrinconó y me hizo la misma pregunta, aparentemente sin recordar la última vez que se la había contestado. Como era su excusa clásica para no creer en la Biblia, no prestó mucha atención a la forma en que la Biblia se la contestaba.

Uno de los lugares preferidos para quienes hacen mucho ruido con las así llamadas “dificultades” de la Biblia, es la aparente discrepancia de las palabras usadas en la inscripción en la cruz.

Mat. 27:37 — ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS Mar. 15:26 — EL REY DE LOS JUDÍOS Luc. 23:38 — ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS Juan 19:19 — JESÚS NAZARENO. REY DE LOS JUDÍOS

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Juan, al pie de la cruz durante esas largas y terribles horas, tuvo la mejor oportunidad

de estudiar la inscripción. La forma usual de una inscripción así incluía el nombre del condenado, su procedencia, y la ofensa, tal como la encontramos en Juan 19:19. Los otros escritores evangélicos dan un resumen del título en la cruz. Muchos ven como uno de los propósitos de Juan al escribir su Evangelio el de dar detalles que faltaban en los tres evangelios sinópticos. De este modo, uno esperaría que él cumpliera este propósito en el caso de la inscripción. La sentencia fue escrita en tres idiomas: hebreo (arameo), griego y latín. Esto proporciona otra razón por la que alguna traducción pudo ser incompleta. En lugar de registrar las diferencias en la traducción de las tres inscripciones, algunos escritores pueden haber resumido sencillamente su intención. El punto principal es que los cuatro evangelios dan testimonio de una inscripción que menciona que Jesús fue crucificado porque decía ser el Rey de los judíos. La mayoría de los lectores no sienten ninguna molestia por este tipo de diferencias, pero algunos de la escuela histórico-crítica hacen montañas de hormigueros.

La mejor respuesta a los críticos es comprender el proceso por el cual Dios reveló su Palabra escrita. Cuando lo hacemos, nos acercaremos a nuestro estudio de la Biblia desde suposiciones positivas más bien que negativas. Pedro afirma claramente que “los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:21). Aunque las Escrituras no fueron escritas hasta el tiempo de Moisés, y de allí en adelante, antes de ese tiempo los patriarcas y profetas presentaron los mensajes de Dios en forma oral. Dios habló a Noé, y Noé habló al mundo en nombre de Dios. Cuando Jacob bendijo a los hijos de José puso su mano derecha sobre la cabeza de Efraín. José se opuso, explicando que porque Manasés era el primogénito, la mano derecha de Jacob debía descansar sobre él. Pero Jacob rehusó hacerlo, afirmando bajo inspiración que el “hermano menor será más grande que él” (Gén. 48:19).

El Espíritu Santo “inspiró” a los profetas para permitirles presentar con exactitud a otros los mensajes que Dios les daba para proclamar. Esto no significa que el Espíritu Santo dictaba las palabras. Los profetas eran los amanuenses de Dios, no su pluma. Pero el Espíritu Santo obró cuidadosamente con cada escritor a fin de prevenir la inclusión de falsedades. Muchos de los críticos niegan que Dios sea capaz de obrar con la libre creatividad y los ejercicios literarios de aquellos a quienes dio el don de profecía para que fueran voceros de la verdad. Él hizo exactamente eso. La Biblia que tenemos hoy es la Palabra inspirada de Dios y la revelación infalible de su voluntad y “la regla del carácter nos revelan doctrinas, y son la piedra de toque de la experiencia religiosa” (El conflicto de los siglos, p. ix).

Dos pasajes son claros en indicar que Dios no puede mentir. Hebreos 6:18 afirma que “es imposible que Dios mienta”. Juan 17:17 añade que “tu palabra [la de Dios] es verdad”. Por lo tanto, Dios por naturaleza no puede usar falsedades intencionales a fin de mejorar la presentación de la verdad. Loa escritores bíblicos no acomodaron lo que tenían que decir a las perspectivas equivocadas de sus días. Porque Dios es la verdad, él nunca miente.

Una Biblia equivocada no tiene autoridad, sino que está sujeta a las opiniones humanas que la interpretan. La inspiración garantiza que podemos aceptar todo lo que se afirma en las Escrituras como verdad dada por Dios. Loa profetas usaron su propio lenguaje en la forma que resultaba familiar para ellos y en un estilo literario que es generalmente bien diferente del que caracterizó a los otros profetas, pero fueron guiados en su comprensión de tal modo que podemos tener confianza en que los pensamientos que ellos expresaron son los pensamientos de Dios.

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Los así llamados “errores” de la Biblia Muchas de las discrepancias que los críticos han señalado por siglos como que

hacían difícil aceptar la Biblia como la revelación infalible de Dios, involucran pequeñas diferencias de aritmética, de descripciones, o de detalles. Para la mayoría de los estudiantes de la Biblia, que la aceptan plenamente como inspirada por Dios, tales problemas no son importantes. Pero llegan a ser significativas piedras de tropiezo para quienes usan los así llamados “errores” para demostrar lo que consideran una falta de confiabilidad de la Biblia. Hacerlo así pone a la mente humana como el árbitro final de la verdad. Satanás puede usar a los críticos para generar más preguntas que las que los eruditos bíblicos tienen tiempo de contestar. Aparentemente, está tratando de desviarnos de la obra positiva de compartir la verdad de Dios y hacernos gastar mucho esfuerzo innecesario para afrontar las objeciones. Pero si somos pacientes, encontraremos que después de un tiempo otros críticos vendrán para contradecir las posiciones tomadas por los críticos anteriores. Los ejemplos de críticas que damos, sólo son algunos de lo que muchos ven como discrepancias.

Arauna u Ornán — 2 Samuel 24 o 1 Crónicas 21. ¿A quién compró David la era para trillar? ¿Fue a Ornán o a Arauna? La gente que ve aquí un conflicto no comprende las variantes en la ortografía de los nombres semíticos. Ambos fueron jebuseos que poseían una era cerca de Jerusalén. Los informes los identifican como la misma persona. ¿Por qué, entonces, la diferencia de sus nombres? ¿Cometió un error uno de los escritores? El Diccionario bíblico adventista los identifica como la misma persona: “Arauna (heb. ‘Arawnâh, ‘Awarnâh y ‘Aranyâh, quizá [Yahweh es] “fuerte”)... El nombre no se ha explicado totalmente aún, pero es casi seguro que se relaciona con el horeo” (p. 91). “Ornán (heb. ‘Ornân, ‘Ornâh, ‘activo’, ‘fuerte [héroe]’). Otro nombre para Arauna” (pp. 861, 862). Lo que es claro, es que éstas son sólo variantes del mismo nombre.

¿Uno o dos? — ¿Cuántos ángeles aparecieron junto a la tumba de Jesús: uno (Mat. 28:5) o dos (Juan 20:12)? ¿A cuántos endemoniados sanó Jesús en Gadara: uno (Luc. 8:27) o dos (Mat. 8:28)? La respuesta es dos. Hay muchas razones por las que un escritor bíblico pudo enfatizar en su informe a una persona o a un ángel sin mencionar al otro. En ninguno de los dos casos el texto indica que era sólo uno. Obviamente donde hay dos también hay por lo menos uno, pero si son dos, debe haber más de uno.

La fecha de Daniel. Porfirio (233-304 d.C.) fechó los escritos de Daniel en el siglo segundo a.C. con el fin de reducir el impacto de las profecías cumplidas. En años recientes ha habido unos pocos que siguieron su ejemplo en la Iglesia Adventista. Pero esta explicación no toma en cuenta la profecía de los 490 años de Daniel 9 que señala al ministerio y la muerte de Jesús unos 500 años más larde, sin decir nada acerca de las profecías de los 1.260 años y la de los 2.300 años.

Presentación de las palabras de Cristo en la cruz en el Salmo 22. Cualquiera que haya leído los evangelios no habrá dejado de notar que el Salmo 22 predice algunas de las palabras de Jesús en la cruz. El salmo está hablando acerca de la experiencia personal de David con el sufrimiento. Los críticos creen que los escritores del Nuevo Testamento que citan el Salmo 22 como cumplido en la cruz están reinterpretando el Salmo para adecuarlo a su propia perspectiva. Pero la experiencia de David no abarca todo el trauma ni iguala todos los incidentes implicados en el salmo. Esta es una clave para comprender que el Espíritu Santo tenía en mente un cumplimiento profético cuando inspiró a David a escribir esas palabras. Otra clave es que fue el mismo Espíritu el que influyó en los escritores del Nuevo Testamento para aplicar la experiencia del Salmo 22 a Jesús en la cruz. Siempre que un escritor inspirado aplica un texto de una

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manera diferente, no está reinterpretando sino ayudando a encontrar un significado más profundo en una aplicación posterior de un tipo o una profecía. Lugar para las dudas

La confiabilidad de las Escrituras ha sido confirmada desde todos los ángulos, de campos tan dispares como la arqueología, la geología, y muchas otras “logias” que dan claras evidencias de que la Biblia es exacta en su descripción de lo que ocurrió hace mucho tiempo. Las verdades bíblicas como la de la Creación que ocurrió en seis días literales, el diluvio universal, y la resurrección de Jesús de los muertos no pueden ser sometidas correctamente a una opinión “científica” Sin embargo, cada una de ellas lo ha sido. Esto no sólo nos dice algo acerca de la extensión del orgullo humano y la arrogancia intelectual, sino también indica que Dios ha considerado que es mejor no eliminar toda posibilidad de dudar.

“Dios nunca nos pide que creamos sin darnos suficiente evidencia sobre la cual fundar nuestra fe. Su existencia, su carácter, la veracidad de su Palabra, todas estas cosas están establecidas por abundantes testimonios que apelan a nuestra razón. Sin embargo, Dios no ha quitado nunca toda posibilidad de dudar” (El camino a Cristo, p. 106). “La Palabra de Dios, como el carácter de su Autor, presenta misterios que nunca podrán ser enteramente comprendidos por los seres finitos... Es cierto, él no ha eliminado la posibilidad de dudar; la fe debe apoyarse en la evidencia, no en la demostración; los que desean dudar tienen oportunidad de hacerlo, pero lo que desean conocer la verdad tienen suficiente terreno para ejercer la fe” (La educación, p. 169).

Pareciera como que debemos elegir en qué pared del pasillo “creencia/duda” colgaremos nuestro manto de fe. Cuando eso se ha resuelto, podemos construir sobre nuestra elección: sea en la dirección positiva de una fe creciente, o sobre la decisión de dudar. ¿Cómo hacemos crecer la fe? Una respuesta se dio hace poco en un avisador de una iglesia que tenía un mensaje digno de reflexión: “Alimenta tu fe y tus dudas se morirán de hambre”.

¿Has visto alguna vez un milagro? ¿Te gustaría verlo? Toma tu Biblia y mírala. Es un verdadero milagro: la forma en que se produjo, cómo se transmitió, y la manera en que el Espíritu la usa para influir sobre tu corazón y tu vida. En este momento de la historia del pecado y de la salvación tenemos la necesidad desesperada de ambas clases de milagros en nuestras vidas personales o en nuestras iglesias. Cómo trató Jesús con la duda, la incredulidad y el rechazo

“En toda época se otorgó a los hombres su día de luz y privilegios, un tiempo de gracia en el que pueden reconciliarse con Dios. Pero esta gracia tiene un límite. La misericordia puede interceder durante años, ser despreciada y rechazada. Pero llega al fin un momento cuando ella hace su última súplica. El corazón se endurece de tal manera que cesa de responder al Espíritu de Dios. Entonces la voz suave y atrayente ya no suplica más al pecador, y cesan las reprensiones y amonestaciones.

“Ese día había llegado para Jerusalén. Jesús lloró con angustia sobre la ciudad condenada, pero no la podía librar. Había agotado todo recurso. Al rechazar las amonestaciones del Espíritu de Dios, Israel había rechazado el único medio de auxilio. No había otro poder por el cual pudiese ser libertado.

“La nación judía en un símbolo de las personas que en todo tiempo desprecian las súplicas del amor infinito. Las lágrimas vertidas por Cristo cuando lloró sobre Jerusalén fueron derramadas por los pecados de todos los tiempos. En los juicios pronunciados sobre Israel, los que rechazan las reprensiones y amonestaciones del Espíritu Santo de Dios pueden leer su propia condenación.

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“En esta generación, muchos están siguiendo el mismo camino que los judíos incrédulos. Han presenciado las manifestaciones del poder de Dios; el Espíritu Santo ha hablado a su corazón; pero se aferran a su incredulidad y resistencia. Dios les manda advertencias y reproches, pero no están dispuestos a confesar sus errores, y rechazan su mensaje y a sus mensajeros. Los mismos medios que él usa para restaurarlos llegan a ser para ellos una piedra de tropiezo.

“Los profetas de Dios eran aborrecidos por el apóstata Israel porque por su medio eran revelados los pecados secretos del pueblo. Acab consideraba a Elías como su enemigo porque el profeta reprendía fielmente las iniquidades secretas del rey. Así también hoy los siervos de Cristo, los que reprenden el pecado, encuentran desprecios y repulsas. La verdad bíblica, la religión de Cristo, lucha contra una fuerte corriente de impureza moral. El prejuicio es aun más fuerte en los corazones humanos ahora que en los días de Cristo. Jesús no cumplía las expectativas de los hombres; su vida reprendía sus pecados, y le rechazaron. Así también ahora la verdad de la Palabra de Dios no armoniza con las costumbres e inclinaciones naturales de los hombres, y millares rechazan su luz. Impulsados por Satanás, los hombres ponen en duda la Palabra de Dios y prefieren ejercer su juicio independiente. Eligen las tinieblas antes que la luz, pero lo hacen con peligro de su propia alma. Los que cavilaban acerca de las palabras de Cristo encontraban siempre mayor causa de cavilación hasta que se apartaron de la verdad y la vida. Así sucede ahora. Dios no se propone suprimir toda objeción que el corazón carnal pueda presentar contra la verdad. Para los que rechazan los preciosos rayos de luz que iluminarían las tinieblas, los misterios de la Palabra de Dios lo serán siempre. La verdad se les oculta. Andan ciegamente y no conocen la ruina que les espera” (El Deseado de todas las gentes, pp. 538, 539).

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CAPÍTULO 5 LA SINGULARIDAD DEL DON DE PROFECÍA

Yo llamo a Amós “el profeta que no era profeta”. ¿Por qué? Amós culminó su

respuesta a sus críticos con la declaración: “No soy profeta” (Amós 7:14). Básicamente, estaba diciendo: “No soy un profeta profesional. Soy un elegido por Dios para ser su mensajero para ustedes. No me culpen por decirles lo que Dios me dijo que les dijera”. Como lo hizo Elena de White más de dos mil años después, Amós estaba diciendo: “Soy sencillamente una persona humilde que Dios eligió para ser su mensajero. Fuera de esto, no pretendo nada”. Era un tiempo de paz, prosperidad y búsqueda de placeres. Un momento en el que había habido un incremento sin precedentes en el número de personas ricas que vivían en el lujo y la indulgencia propia. Su extravagancia contrastaba con la miseria de los pobres. Las ciudades estaban creciendo rápidamente en tamaño a expensas del desarrollo rural. Los jueces eran deshonestos, el gobierno, corrupto. La justicia había llegado a ser una burla. La extorsión, el crimen, y el odio de clases eran visibles por todas partes. Las mujeres ricas eran consentidas, y vestían ropas y joyas costosas. El uso excesivo de bebidas alcohólicas contribuía al crimen y la indecencia. La inmoralidad era desenfrenada, y el incesto era común. Los robos y asesinatos habían aumentado tremendamente. Desastres terribles devastaban el país. La mayor parte de la gente se decía religiosa pero vivían existencias que negaban una verdadera experiencia con Dios. Aunque una diversidad de formas religiosas atraían a la gente, la religión principal era la adoración propia. Habían tenido terribles señales de una destrucción militar inminente, pero las amenazas habían pasado. Se parecía a Norteamérica al acercarse al tercer milenio, ¿verdad? Pero era Israel alrededor del 700 a.C.

¿A quién llamó Dios para intentar detener este estilo de vida de indulgencia propia? Él eligió a uno de los más humildes entre los humildes. Era un pastor de ovejas en una época en que éstos eran despreciados, un recolector de “higos silvestres”. Vivía a orillas del desierto donde los habitantes no tenían acceso a la leche y miel de la tierra un poco más al norte. Los así llamados higos silvestres eran usados por las personas más pobres para sobrevivir. Para recogerlos, Amós tenía que subirse al árbol con un cuchillo en la mano para hacer un corte en cada “higo” a fin de dejar salir la savia amarga. También se creía que al abrirlos se permitía que los insectos entraran en la fruta. Allí ponían sus huevos, y las larvas que nacían fermentaban la fruta y la hacían más comestible.

Este rudo hombre del desierto no tenía problemas para describir las faltas de las personas en un lenguaje claro y comprensible. Por ejemplo, en el capítulo 4:1, se refiere a las mujeres engreídas que estaban presionando a sus esposos para que les proveyeran más lujos como las “vacas de Basán”. Es interesante notar que este hombre rudo fue usado por el Espíritu Santo para atacar los pecados de Israel de una manera llena de tacto. Aunque eventualmente el malvado rey lo expulsó de Israel y lo envió de regreso a la tierra de Judá donde había comenzado su itinerario misionero, atrajo grandes multitudes que escucharon su mensaje de juicios ardientes que les vendrían si no se arrepentían.

Las condiciones de los días de Amós son comparables con los nuestros, los mensajes de juicio y de desastres naturales inminentes sirven como una advertencia a esta ultima generación impía y se aplican igualmente que los mensajes dados a Elena de White para nuestra época. Amós 3:7 afirma: “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”, y el contexto es el de advertencias de juicios. Los profetas vinieron en grupos antes de las crisis que afrontaba el pueblo de Dios. Un grupo de profetas en el siglo VIII a.C. advirtió acera de la conquista asiria de Israel.

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Otro grupo de profetas en el siglo VII a.C. advirtió acerca de la cautividad babilónica. Otro grupo fue enviado para pastorear a la gente durante el cautiverio y otro para ministrar durante la crisis del retorno del exilio y la reconstrucción de Jerusalén y del templo. Ciertamente, se podía esperar que Dios enviara un profeta para ayudar a preparar al mundo para su gran crisis final inmediatamente antes del regreso de Cristo. Sería difícil creer que estamos viviendo en la crisis del tiempo del fin si Dios no nos hubiera enviado a su mensajero. Muchos teólogos actuales piensan que tienen que establecer sus credenciales con críticas “eruditas” a los mensajeros de Dios y sus mensajes. Pero en vez de establecer sus credenciales como proclamadores de las verdades de Dios, sus críticas los denuncian como falsos profetas. Los que pretenden tener “nueva luz” que contradice la “luz antigua” meramente demuestran que “no tienen luz” (ver Isa. 8:20). Una cosa es clara acerca de la manifestación del don de profecía en los días finales. Las advertencias de Cristo acerca de los falsos profetas en los últimos días establecen claramente que habrá una manifestación del don verdadero. Si hubiera sólo falsos profetas, él hubiera advertido contra cualquiera que pretendiera una manifestación del don en la iglesia de los últimos días.

Tres pasajes bíblicos indican claramente que en los últimos días se manifestará el don profético. Joel 2:28-32 se cumplió parcialmente en Pentecostés (ver Hech. 2:16-21), pero el cumplimiento más completo ocurrirá en los últimos días cuando se cumplan también las señales mencionadas en los versículos 30 y 31. Efesios 4:11-14 parece sugerir que hay una razón importante por la que es necesario el Espíritu Santo en los últimos días. El versículo 12 dice literalmente: “Con el fin de perfeccionar a los santos para el propósito de la obra de Cristo para la edificación del cuerpo de Cristo”. El don será necesario hasta que “lleguemos a la unidad de la fe... a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (v. 13). Apocalipsis 12:17 y 19:10 especifican que la iglesia remanente de los últimos días tendrá “el testimonio de Jesucristo” que “es el espíritu de la profecía”. El don de profecía de los últimos días

La selección del profeta es la única designación de la iglesia que Dios ha mantenido estrictamente en sus propias manos. La profecía no viene por “voluntad humana”. Noten estas ilustraciones:

a. Los profetas a veces profetizaban sin prever que lo harían (1 Rey. 13:20-22). b. Los profetas a veces profetizaban cuando no querían hacerlo y no siempre podían

hacer lo que querían (Núm. 23:12, 20; 24:13). c. Considerando que tantos eruditos cuidadosos hoy tienen que retroceder 2.000

años para encontrar el don profético en acción, nosotros, los adventistas, somos privilegiados de tener el don profético. Nos conduce a un mejor conocimiento de cómo opera la inspiración.

Permítanme ilustrar esta ventaja especial por lo que le ocurrió a mi bisabuelo. Escúchame, José dijo el obispo, ese señor Bates está otra vez aquí en el sur de

Michigan alborotando a la gente con su idea de que el sábado es el día de reposo. Como tú eres uno de nuestros predicadores más sólidos, quiero que tomes la iniciativa para expulsar a Bates de Michigan. Puedes ir a todos los lugares donde él va y enfrentar sus argumentos. ¿Lo harás?

Claro que sí dijo José con una sonrisa. Eso no debe ser tan difícil. Todos saben que el sábado del séptimo día fue sólo para los hijos de Israel y que estamos viviendo ahora bajo el nuevo pacto. No creo que tendré dificultades en aclarar las cosas.

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El estado de Michigan era parte del “lejano oeste” en aquellos días. La parte del sur no era demasiado boscosa, pero había numerosas pequeñas praderas y claros. Jackson era una ciudad de unos tres mil habitantes, y allí el Capitán Bates había formado el primer grupo de adventistas en Michigan. En junio y julio de 1852 visitó otra vez este activo pueblo.

Ese verano “se declaró la guerra” entre dos Josés: Bates y Frisbie, y no demoró mucho antes de que el popular predicador metodista se diera cuenta de que no sería fácil rebatir los argumentos de Bates.

José Frisbie siempre había sido un estudiante cuidadoso de la Biblia y un hombre de convicción. Varios años antes de esto, había sido conducido a estudiar el tema de la no inmortalidad del alma por loa escritos de George Storrs. Habla aceptado la enseñanza bíblica sin vacilación, aunque era contraria a la doctrina de su denominación. Estudios posteriores también lo convencieron de que el bautismo debería ser practicado por inmersión. Sin embargo, estaba seguro de que el sábado, el séptimo día, había sido dado sólo a loa hijos de Israel, y se oponía tenazmente a su enseñanza.

José Frisbie se había casado con Delfa Jane Glover en Sylvan, Michigan, en junio de 1847. Uno de los hermanos de Delfa Jane, Lorin, construyó su casa en Sylvan, que estaba a casi veinte kilómetros de Jackson, y tenía allí un hermoso granero, ubicado convenientemente como para ser usado como lugar de reuniones.

Cuando un día el Capitán Bates visitó a Lorin para pedirle el uso de su granero para sus reuniones, Lorin se rió y dijo: “Me parece que sí. El esposo de mi hermana es predicador, y él ha dicho algunas cosas bastante duras acerca de usted. Lo haremos venir también, y veremos quién tiene razón”.

En una noche de luna de julio la gente de las granjas vecinas caminó por senderos serpenteantes hasta el granero de Lorin Glover. Tablones rústicos sobre cajones sirvieron de asientos. Una plataforma se había improvisado apresuradamente en uno de los extremos del edificio donde una hilera de lámparas iluminaba los extraños diagramas que el Capitán Bates había colgado de la pared.

La multitud estaba entusiasmada con la perspectiva de un debate. El pastor Frisbie, cuya casa estaba cerca, en Chelsea, era bien querido por su gente. Era un hombre alto, de buena presencia, con cabello oscuro, nariz recta, ojos azules que centelleaban, y negra barba rizada. Lo respetaban como estudioso de la Biblia y hombre de principios.

La audiencia fijó su atención en Bates mientras señalaba sus diagramas y comenzaba a explicar las profecías. Cuando hubo terminado. Frisbie anunció: “No puedo estar en desacuerdo con nada de lo que ha sido presentado esta noche. Todo salió de la Biblia. Pero me imagino que después de la presentación de mañana de noche tendré algo para decir”.

No fue hasta dos noches después que Bates presentó el tema del sábado. Frisbie, que era el orador más experimentado de los dos, manejaba la audiencia con el poder de sus objeciones. El Capitán Bates le respondía serenamente con textos bíblicos que claramente contradecían la tesis de José de que la ley no era obligatoria para los cristianos bajo el nuevo pacto.

Esa noche después que la familia se hubo ido a la cama, José se sentó a escudriñar su Biblia para encontrar la verdad acerca del sábado. En el transcurso de esa noche, cada vez que se encontraba con una dificultad que parecía superar su capacidad de resolverla, caía a sobre sus rodillas y oraba sobre el tema. Al amanecer, estaba totalmente convencido de que Bates tenía razón.

La noche posterior a su sesión nocturna de estudio, un José Frisbie decidido se puso frente a la multitud creciente en el granero de Lorin. Casi furiosamente contó cómo

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había pasado la noche anterior, investigando las Escrituras. “Pero en ninguna parte admitió, encontré un texto que refutara las enseñanza del Capitán Bates”.

Después del sorprendente y repentino anuncio, José Bates predicó a una audiencia callada que lo escuchó con nuevo respeto y atención.

La última conferencia de la serie en el granero de Sylvan Center fue inolvidable. El Capitán Bates invitó a ponerse de pie a todos los que se hubieran convencido de que la enseñanza bíblica del sábado del séptimo día era correcta y tuvieran la intención de observarla. La audiencia se movió incómoda. Finalmente Lorin Glover se puso de pie. Su esposa y su familia se unieron a él. Del otro lado del granero, el papá William Glover se puso de pie con toda calma. Cerca de José hubo un ruido de faldas. La gente miró alrededor, y casi no pudieron creer lo que veían. Delfa Jane Frisbie, vacilante al principio, pero luego con toda determinación, se puso de pie. Su esposo permanecía rígidamente en su asiento.

En su camino a casa después de la reunión, José finalmente quebró d silencio. “Delfa Jane haz lo que te parezca que es lo correcto. Yo no puedo unirme a ti ahora. Yo también creo que el séptimo día es el sábado. Pero ¿cómo puedo renunciar a mi trabajo pastoral que significa para mí más que mi vida misma?

Cuando el obispo visitó a José otra vez, su barba blanca que se extendía casi hasta su abultada cintura, comenzó a temblar cuando José le contó acerca de que su estudio personal de la Biblia lo había convencido de que Bates tenía razón acerca del sábado.

El obispo argumentó: “Olvídate de estos conceptos tontos, y me ocuparé de que te den la iglesia más grande del estado para que la pastorees”. Esta era una oferta tentadora. Pero mientras José seguía estudiando la Biblia, llegó a estar más y más convencido de que si había de agradar a Dios, tendría que guardar el sábado. Durante las semanas que siguieron, se hizo muy amigo de José Bates. Hasta invitó al viejo capitán a su púlpito los domingos de mañana para enseñar la verdad acerca del sábado y de la segunda venida de Jesús.

Pero Frisbie no pudo encontrar la paz mental hasta el 1° de marzo de 1853, día en que cortó su relación con su anterior denominación y comenzó a dedicar su vida a la predicación del sábado y del mensaje adventista. Tenía 36 años de edad cuando renunció a su salario como ministro. Como había tenido algo de experiencia como albañil, comenzó a buscar trabajos de revoque, de poner ladrillos, de carpintería o de jardinería. Cada vez que tenía suficiente dinero para atender las necesidades de su familia, dejaba por un tiempo a un lado sus herramientas, y se ponía su traje oscuro de predicador. Tomaba su caballo y su carro y salía a visitar a sus antiguos amigos y parroquianos, para enseñarles las preciosas verdades que había abrazado, hasta que se le terminaba el dinero.

“Me han invitado a una reunión en Jackson —le dijo a Delfa Jane una noche durante la cena. Hacía tres meses que había comenzado a guardar el sábado. Será en la casa de Dan Palmer. Él es el herrero de Jackson y un sólido creyente en los mensajes de los tres ángeles”.

En la gran casa de madera de dos pisos de los Palmer, José se encontró por primera vez con el pastor J. N. Loughborough y Jaime y Elena de White. La Sra. White recibió una visión en esa reunión en la que vio a José Frisbie. Más tarde le contó que se le había revelado “que Dios había cautivado un alma con la luz y el poder de la verdad, y que por medio de él Dios mismo recibiría gloría”.

El pastor White, informando de esa reunión en la Review and Herald (La Revista Adventista de entonces], escribió con mucho sentimiento de su primer contacto diciendo: “El hermano J. B. Frisbie... habló con toda libertad acerca de sus prejuicios anteriores y su oposición al sábado y a loa guardadores del sábado, del cambio que

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ocurrió en sus emociones y conceptos, y de que ahora era uno con nosotros en sentimiento y simpatía. Vimos por primera vez a este querido hermano en la Conferencia de Jackson, y cuando nos presentaron a él y estrechamos su amigable mano que se había opuesto tan fuertemente a nosotros... nuestros sentimientos no se pueden describir fácilmente... Ambos lloramos, y mezclamos nuestras lágrimas de gratitud y gozo” (Review and Herald, t. 4, p. 29).

Unas pocas semanas más tarde, José fue invitado a asistir a una reunión general en la casa de los White en Rochester, Nueva York.

Después de la conferencia de Rochester, José pasó los meses de agosto y septiembre viajando por el sur de Michigan. Le pareció bien visitar y dar consejos a los pocos miembros esparcidos a lo largo del camino. Él no podía resistir a la tentación de convertir a algunos de sus anteriores amigos ministros. En su informe al pastor White escribió: “Tuvimos una conversación muy agradable con nuestro viejo amigo, J. P. Weeks, quien había sido antes un predicador de la Unión [Metodista]. Presentamos delante de él la verdad tan bien como pudimos, y lo dejamos para investigar, orando para que el Señor lo bendiga”.

La antigua casa en Chelsea no fue la misma ahora para el una vez popular José. Fue como si el diablo hubiera levantado una pared entre la gente del pueblo y su anterior pastor. Un día, un poco tristemente, le dijo a su esposa: “Tomemos nuestro carro y caballo y visitemos los lugares donde he predicado, y pidamos a Dios que nos ayude a encontrar un lugar donde él quiere que trabajemos por él”.

Fueron a Grass Lake, a Jackson, luego a Marshall y Ceresco. Pero no recibieron ninguna impresión de quedarse en ninguno de esos lugares. Cuando llegaron al agitado pueblo de Battle Creek, que a comienzos de la década de 1850 contaba con unos dos mil habitantes, José dijo: “Dell, siento la impresión de que éste es el lugar donde Dios quiere que nos quedemos”.

Fue a la oficina del correo, le preguntó al Sr. Noble, el jefe, si conocía a alguien en el pueblo que observara el sábado como día de reposo.

“Hay un hombre en el extremo oeste, de apellido Hewitt, que guarda el sábado como su domingo; sólo cruce el puente sobre el arroyo, vaya a la calle Van Buren y siga al oeste. La casa de David Hewitt está sobre la derecha, justo antes de la calle Cass”. Buscó al hermano Hewitt, que pareció muy contento de encontrarse con un hermano creyente y le anunció: “Dios me ha impresionado acerca de que debiéramos asentarnos aquí con mi familia y ayudar con la obra en este lugar. ¿Conoce Ud. dónde podemos encontrar un lugar para vivir?”

En esa parte del pueblo no había casas para alquilar, pero había dos buenos lotes o sitios en la esquina de las calles Cass y Van Buren que el predicador tal vez pudiera comprar por 25 dólares cada uno. No le llevó mucho tiempo a José para hacer los arreglos y adquirir la propiedad. En pocos días comenzó a construir una casa de madera en los lotes de la esquina.

José se había interesado en un joven llamado Merritt Cornell antes que ninguno de los dos llegara a ser observador del sábado. Él pidió a Merritt que abriera las reuniones y lo animó a predicar. En 1854 Cornell fue enviado para comprar la primera carpa que se usó para tener reuniones de evangelización. Ese mismo año, José y Merritt tuvieron juntos varias reuniones en la carpa en Battle Creek y en otras partes. En 1855 Frisbie ayudó a construir la primera iglesia en Battle Creek en su propiedad de Cass y Van Buren.

José sirvió fielmente a su Señor como pastor adventista del séptimo día durante veintinueve años. Su salud debilitada en los años posteriores le impidió dedicar la misma cantidad de energía a su trabajo que en sus días de pionero en Michigan. En la

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década de 1860 el Señor comenzó a enviar mensajes mediante Elena de White advirtiendo que no se reunieran en grandes números en Battle Creek. Entre los primeros en escuchar la instrucción de ir a otras partes estuvo José Frisbie. Se mudó con su familia a su antiguo hogar en Chelsea, a unos noventa kilómetros de Battle Creek. Allí trabajó fielmente hasta su muerte.

En la primavera de 1882 él recibió una tarjeta de un antiguo pastor amigo, O. R. L. Crosier. El mensaje decía:

“Querido hermano: Estoy aquí en la casa del hermano Edward Fuller... Espero estar en Chelsea el

miércoles de la semana próxima, 1º de marzo. Será una visita religiosa. (Firmado) O. R. L. Crosier” Cuando llegó Crosier, los Frisbies lo invitaron a pasar esa noche con la familia. A la

mañana siguiente José invitó a su huésped a la sala y habló con él durante varias horas acerca de la fe adventista. Pronto la conversación giró acerca de la Sra. White y sus visiones.

José le contó a Crosier el relato de su primer encuentro con los White en Jackson, en el que la Sra. White lo había visto en visión y le había informado que era el propósito de Dios que él llegara a ser un pastor adventista.

En la conferencia de 1856 él había visto a la Sra. White en visión otra vez. En esa ocasión, Jaime White había invitado a todos los que desearan hacerlo a que vinieran para examinar los fenómenos físicos de su visión. José lo había hecho y había quedado impresionado por lo que había visto.

José también relató a Crosier cómo más tarde se había desanimado por su salud frágil y había decidido abandonar el ministerio para trabajar la tierra en Kansas. Justo antes de mudarse, José asistió a un congreso en Battle Creek. La Sra. White lo llamó aparte y le dijo que lo había visto en visión otra vez. Se le habían mostrado las pruebas y desánimo que él había pasado. Le reveló ciertas cosas que ninguna otra persona fuera de José podría haber sabido acerca de sus experiencias. Luego le dijo que no era la voluntad de Dios que se mudara a Kansas, sino que debía continuar en el ministerio.

José no fue “desobediente a la visión celestial” sino que se dedicó de nuevo de todo corazón a la obra, animado por este mensaje definido procedente del cielo.

Cuando José concluyó su testimonio ante Crosier, enfatizando cuánto había significado para él el espíritu de profecía, notó que su huésped estaba recorriendo la sala a grandes pasos. Finalmente, Crosier se sentó. Se inclinó hacia delante en su silla y le preguntó con todo fervor: “Pastor Frisbie, ¿Cree Ud. que hay algo realmente de verdad en las visiones?”

“En mi mente no hay absolutamente ninguna duda de que la Sra. White es la profetisa inspirada por Dios”, respondió José, pesando cada palabra reflexivamente.

Crosier, que había aceptado la verdad acerca del santuario y del sábado en los primeros tiempos, pero eventualmente se había vuelto amargamente contra ambas doctrinas, quedó muy impresionado por este testimonio. Fue una de las últimas oportunidades de José Frisbie de dar su testimonio acerca de su creencia en la inspiración. Cómo afrontó Jesús las dudas acerca del don profético

“Como las estrellas en la vasta órbita de su derrotero señalado, los propósitos de Dios no conocen premura ni demora. Por los símbolos de las densas tinieblas y el horno humeante, Dios había anunciado a Abrahán la servidumbre de Israel en Egipto, y había

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declarado que el tiempo de su estada allí abarcaría cuatrocientos años. ‘Después de esto —dijo Dios—, saldrán con grande riqueza’ (Gén. 15:14). Y contra esta palabra se empeñó en vano todo el poder del orgulloso imperio de los faraones. ‘En el mismo día’ señalado por la promesa divina, ‘salieron todos los ejércitos de Jehová de la tierra de Egipto’ (Éxo. 12:41). Así también fue determinado en el concilio celestial la hora en que Cristo había de venir; y cuando el gran reloj del tiempo marcó aquella hora, Jesús nació en Belén...

“Al apartarse los judíos de Dios, la fe se había empañado y la esperanza casi había dejado de iluminar lo futuro. Las palabras de los profetas no eran comprendidas. Para las muchedumbres, la muerte era un horrendo misterio; más allá todo era incertidumbre y lobreguez. No era sólo el lamento de las madres de Belén, sino el clamor del inmenso corazón de la humanidad, el que llegó hasta el profeta a través de los siglos: la voz oída en Ramá, ‘grande lamentación, lloro y gemido: Raquel que llora a sus hijos; y no quiso ser consolada, porque perecieron’ (Mat. 2:18). Los hombres moraban sin consuelo en ‘región de sombra de muerte’. Con ansia en los ojos, esperaban la llegada del Libertador, cuando se disiparían las tinieblas, y se aclararía el misterio de lo futuro...

“Desde hacía varios siglos, las Escrituras estaban traducidas al griego, idioma extensamente difundido por todo el imperio romano. Los judíos se hallaban dispersos en todas partes; y su espera del Mesías era compartida hasta cierto punto por los gentiles. Entre aquellos a quienes lo judíos llamaban gentiles, había hombres que entendían mejor que los maestros de Israel las profecías bíblicas concernientes a la venida del Mesías. Algunos le esperaban como libertador del pecado. Los filósofos se esforzaban por estudiar el misterio de la economía hebraica. Pero el fanatismo de los judíos estorbaba la difusión de la luz. Resueltos a mantenerse separados de las otras naciones, no estaban dispuestos a impartirles el conocimiento que aún poseían acerca de los servicios simbólicos...

“Las lecciones debían ser dadas a la humanidad en su propio lenguaje. El Mensajero del pacto debía hablar. Su voz debía oírse en su propio templo. Cristo debía venir para pronunciar palabras que pudiesen comprenderse clara y distintamente. Él, el Autor de la verdad, debía separar la verdad del tamo de las declaraciones humanas que habían anulado su efecto. Los principios del gobierno de Dios y su plan de redención debían ser definidos claramente. Las lecciones del Antiguo Testamento debían ser presentadas plenamente a los hombres...

“Satanás se estaba regocijando de que había logrado degradar la imagen de Dios en la humanidad. Entonces vino Jesús a restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor. Nadie, excepto Cristo, puede amoldar de nuevo el carácter que ha sido arruinado por el pecado. Él vino para expulsar a los demonios que habían dominado la voluntad. Vino para levantarnos del polvo, para rehacer según el modelo divino el carácter que había sido mancillado, para hermosearlo con su propia gloria” (El Deseado de todas las gentes, pp. 23-28).

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CAPÍTULO 6 LAS PIEDRAS CLAMAN

Con el patrocinio del acaudalado Lord Carnarvon, Howard Carter se ocupó, con

algunas intermitencias, de exploraciones arqueológicas cerca de la antigua ciudad de Tebas, comenzando en 1908. Los dos habían realizado algunos descubrimientos interesantes, pero la Primera Guerra mundial casi detuvo sus exploraciones. Desde 1919 a 1921, Carter trabajó en toda la sección del Valle de los Reyes, entre las tumbas de Merneptah, Ramsés III y Ramsés IV. Aún no había hecho ningún descubrimiento importante, y le quedaban pocas semanas antes de terminar la concesión que tenía para las excavaciones.

Carter acababa de abandonar la esperanza de hacer algún descubrimiento importante en aquella sección cuando, en la mañana del 4 de noviembre de 1922, encontró una escalera rústicamente esculpida debajo de la entrada a la tumba de Ramsés IV. Siguiendo esta pista, descubrió la entrada a otra tumba real, una tumba que demostró ser más fabulosa por la riqueza de su contenido que cualquier otro sepulcro real egipcio encontrado hasta entonces. Al llegar a la barrera que cerraba el pasaje, Carter pudo leer la inscripción jeroglífica que indicaba que el ocupante de la tumba era el faraón por largo tiempo buscado, Tutankamón.

Emocionado, Carter llamó a Lord Carnarvon para que viniese de Inglaterra. El rico patrocinador y su hija llegaron a Alejandría el 20 de noviembre. El 25 de noviembre, se quitó la primera piedra de la pared de la tumba, permitiendo a Carter, a Lord Carnarvon y a su hija, Lady Evelyn Herbert, captar la primera vislumbre asombrosa de los extraños animales de oro, estatuas, y muebles que ahora han llegado a ser famosos en el mundo entero. Se dice que el tesoro que ellos descubrieron en ese memorable día es el descubrimiento de una de las más grandes riquezas concentrada en un solo lugar. Como el rey Tut gobernó a Egipto durante el tiempo de los jueces de Israel, este descubrimiento arrojó mucha luz sobre las costumbres, prácticas y filosofías de esa era, ayudándonos así a comprender mejor la Biblia.

Este es sólo uno de los muchos descubrimientos de los últimos cien años que han contribuido grandemente a nuestra comprensión de los tiempos bíblicos. ¿De qué modo se preparó la Biblia?

“Durante los veinticinco primeros siglos de la historia humana no hubo revelación escrita. Los que eran enseñados por Dios comunicaban sus conocimientos a otros, y estos conocimientos eran así legados de padres a hijos a través de varias generaciones. La redacción de la palabra escrita empezó en tiempo de Moisés. Los conocimientos inspirados fueron entonces compilados en un libro inspirado. Esa labor continuó durante el largo tiempo de dieciséis siglos, desde Moisés, el historiador de la creación y el legislador, hasta Juan, el narrador de las verdades más sublimes del Evangelio” (El conflicto de los siglos, p. 7).

No sólo el Espíritu Santo inspiró la producción de la Biblia, sino que sobrenaturalmente preservó aquellas Escrituras que él quería que la gente de épocas posteriores tuvieran y estudiaran. La Biblia es un libro que constituye un milagro, no sólo por su origen, sino también por su transmisión a nosotros. Cuando la aceptamos como es, la Palabra de Dios totalmente inspirada llega a ser el precioso medio de comunicación diaria con Dios. No importa cuán elevada sea nuestra consideración por la Biblia, las Escrituras serán sólo de un beneficio mínimo a menos que permitamos al Espíritu Santo que nos ayude a comprender cuál es la voluntad de Dios para nosotros, y estemos dispuestos a practicar lo que Dios predica.

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No todos los escritos de los profetas fueron preservados para las generaciones futuras. Pero la Biblia, tal como la conocemos, fue preservada en su forma presente para todos aquellos que vivimos en el tiempo del fin.

Aunque muchos críticos atacan la forma y la estructura de la revelación de Dios, debemos tener en cuenta que fue Dios quien eligió la forma que él consideraba la mejor para darnos la Biblia. Él será escuchado hoy, aun si las piedras tuvieran que clamar, tal como lo predijo a los dirigentes religiosos que lo estaban rechazando durante su entrada triunfal a Jerusalén.

Ardiendo de malicia, los fariseos que habían presenciado la escena hicieron todo lo que pudieron para silenciar al pueblo; pero sus llamados y amenazas sólo aumentaron el entusiasmo. Los gobernantes recorrían la muchedumbre y se acercaron a Jesús exigiendo: “Maestro, reprende a tus discípulos”. En respuesta, Jesús pronunció estas significativas palabras: “Os digo que, si éstos callaran, las piedras clamarían de inmediato”. La escena del triunfo había sido predicha por el profeta Zacarías. Los seres humanos fueron impotentes para detenerlo. Si la gente hubiera dejado de cumplir la voluntad de Dios, las piedras habrían recibido voz y hubieran exaltado a Cristo como rey. ¡Cuán ciegos fueron los fariseos! La gente que alababa a Jesús reconocía el evento como el cumplimiento de la profecía de Zacarías, pero los líderes religiosos estaban tan cegados por su decisión de rechazarlo que aparentemente no prestaron atención a las palabras de la profecía que la multitud estaba cantando en ese momento.

En otro sentido, las piedras están clamando hoy. Yo no creo que fue un accidente que después que las teorías humanistas y críticas comenzaron a difundirse por el mundo teológico, el Señor inspiró un nuevo interés en la arqueología bíblica, y es fascinante cuántos de esos descubrimientos añaden nueva luz a las Escrituras y las apoyan. Las tabletas de Amarna

Hacia fines del siglo diecinueve, una mujer egipcia, removiendo la tierra entre las minas de Amarna, descubrió una gran cantidad de antiguas cartas en lengua acadia, escritas sobre tabletas de arcilla cocida. Metiéndolas en unos sacos, las vendió por unas monedas a un mercader local. El mercader las cargó sobre burritos y las maltrató en un viaje de más de 300 Km. hasta El Cairo. Fue un viaje sin mucho provecho para él, sin embargo, porque los compradores de antigüedades de El Cairo se negaron a comprarlas, sospechando que fueran fraguadas, ya que nunca se habían encontrado en Egipto tabletas de arcilla escritas con caracteres cuneiformes.

Las bolsas con las tabletas fueron cargadas de nuevo sobre los burros y trasportadas a Luxor, a unos 600 Km. al sur de El Cairo. Cuando un erudito en Luxor reconoció su valor, muchas de las tabletas se habían quebrado. Pronto fueron compradas por los museos y un mundo asombrado sabría que centenares de ellas eran cartas, correspondencia diplomática, y despachos de oficiales del Asia occidental dirigidas a los reyes de Egipto durante el período de Amarna. Las cartas de Amarna, como ahora se las conoce, están fechadas entre el 1400 y el 1360 a.C., que es la época aproximada de la invasión israelita de Canaán bajo Josué. Arrojan valiosa luz sobre las condiciones de Palestina y de Egipto en ese tiempo. Estas tabletas grises y pequeñas aumentan grandemente la comprensión del estudiante de la Biblia de los eventos que sólo son insinuados en el Antiguo Testamento. Los rollos del Mar Muerto

Uno de los mayores descubrimientos arqueológicos hechos en Palestina en nuestros tiempos fue el hallazgo de los Rollos del Mar Muerto. Al pie de un áspero acantilado, sobre una terraza de un pardo blanquecino, mirando hada el Mar Muerto hay un lugar

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conocido hoy como Khirbet Qumran (las ruinas de Qumran). En algún momento durante la última mitad del segundo siglo a.C. una comunidad de esenios se separó del judaísmo ortodoxo de Jerusalén y se mudaron a ese sitio. Para la primavera del año 31 a.C. se había convertido en una comunidad relativamente grande. Fue destruida por un terremoto, cuyos efectos tuve la ocasión de ver cuando visité esas ruinas en la década de 1970. Después del terremoto, el sitio quedó deshabitado por un tiempo; pero finalmente los esenios regresaron, repararon los edificios, y añadieron algunas construcciones nuevas.

Alrededor del año 68 d.C., la comunidad de Qumran fue destruida otra vez, ahora por los romanos, durante su campaña en Judea para aplastar la primera revuelta de los judíos. Los miembros de la comunidad huyeron, escondiendo su preciosa biblioteca en cavernas cercanas. Los valiosos rollos fueron envueltos en tela de lino y colocados en vasijas de barro en lo que ahora se conoce como la Cueva 1. La boca de esta cueva fue sellada luego con rocas. Esta biblioteca fue descubierta tal vez en el siglo octavo, cuando la mayor parte de los libros fueron llevados a Jerusalén y luego se perdieron.

Un día de 1947, un jovencito beduino, Muhammad Adah-Dhib, estaba buscando una cabra que se le había extraviado entre los acantilados detrás de Khirbet Qumran. En una de las barrancas notó un hueco en una posición extraña, que parecía la entrada a una cueva. Cuando tiró piedras a la cueva, el muchacho se sorprendió al escuchar el sonido familiar de vasijas de barro que se quebraban. Esto despertó su curiosidad. Trepó hasta la entrada de la cueva y miró adentro. Vio varias vasijas de barro de cuello ancho. Tuvo miedo de entrar solo, así que regresó al campamento beduino. Al día siguiente volvió a la cueva con un amigo mayor que él. Los dos se metieron por la abertura y encontraron varios jarrones de cerámica de unos 60 cm. de altura. Más tarde trataron de vender los rollos que encontraron en las jarras a un comprador de antigüedades de Belén por 56 dólares. El negociante no estaba interesado en ellos, sin darse cuenta de que en unos pocos años, cinco de los once rollos serían vendidos por U$S 250.000.- y, por supuesto, hoy no tienen precio. Dos de los rollos demostraron ser manuscritos del libro de Isaías, mil años anteriores al manuscrito hebreo más antiguo conocido. Los eruditos están de acuerdo en que uno de ellos fue escrito alrededor del siglo segundo a.C.

El rollo que parece más antiguo que el otro contiene el texto completo del libro de Isaías. El segundo rollo está escrito con una caligrafía hermosa por un escriba de más experiencia pero, desafortunadamente, es sólo fragmentario.

Estos rollos demuestran que el texto de Isaías de nuestra Biblia actual nos ha llegado prácticamente sin cambios desde el tiempo de Cristo o aun antes. También presentan evidencias impresionantes de que el libro de Isaías fue la obra de un solo autor en vez de dos, como a menudo se dice, porque no hay evidencia en ninguno de los dos rollos que el libro de Isaías existió como dos libros separados, o como la obra de dos autores diferentes. Sin embargo, parece que se la consideraba como una sola unidad, y la obra de un solo autor siglos antes de Cristo.

Se han encontrado rollos o trozos de rollos en otras diez cuevas desde aquel tiempo, dando al mundo de los eruditos casi 100.000 piezas de texto que constituyen un rompecabezas para armar. Se cree que representan 870 rollos diferentes, 220 de los cuales son escritos bíblicos, que representan todos los libros del Antiguo Testamento, con excepción del libro de Ester.

La gran emoción para el estudiante de las profecías con respecto al estudio de los rollos proviene del descubrimiento del hecho de que la profecía bíblica ha sido verificada y reafirmada. Esto es así porque se sabe ahora que las profecías mesiánicas de Isaías fueron escritas antes del tiempo de Cristo en la misma forma en que ahora las tenemos. El cumplimiento exacto y detallado de estas profecías mesiánicas en la vida de

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Cristo no sólo proporcionan evidencias de que él es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo, sino demuestran la verdad y la confiabilidad de otras profecías dadas por Dios en la Biblia. Los muros de Jericó

Una contribución más dramática que la arqueología está haciendo a la confiabilidad de la Biblia se encuentra en la revisión de los datos encontrados en Jericó. En la década de 1960 cuando enseñaba arqueología bíblica en el Pacific Union College, Kathleen Kenyon, de la Escuela Británica de Arqueología, acababa de terminar una serie de excavaciones en Jericó. Ella declaró que la caída de Jericó descrita en la Biblia estaba equivocada, porque no había una población en ese sitio cuando los israelitas entraron en Canaán. Este llegó a ser el “dogma” entre los arqueólogos que decidieron que Kenyon estaba en lo cierto y que el excavador anterior, John Garstang, estaba equivocado.

Garstang sorprendió al mundo cristiano después de sus excavaciones entre 1930 y 1936. Él encontró muros caídos y un palacio real quemado que se ajustaba a la descripción bíblica de la destrucción de Jericó cuando los israelitas comenzaron a ocupar Canaán.

Recientemente, “otro erudito, Bryant Wood, viajó a Liverpool, París y Jerusalén para examinar las bolsas con cerámica antigua que Garstang había traído y estaban depositadas en esos lugares. La afirmación de Kenyon de que no había ocupación de Jericó en el tiempo de Josué estaba basada en su lectura de la cerámica. Wood criticó su lectura por tres puntos: 1) ella prestó demasiada atención a la cerámica pintada importada de otros países; 2) prestó demasiado poca atención a la cerámica local sin pintar; y 3) no examinó la cerámica pintada que había porque no examinó las bolsas de cerámica de Garstang en detalle, y porque no hizo excavaciones en el palacio. Las vasijas de cerámica importada eran elementos de lujo y por ello las encontró Garstang en el palacio. Como Garstang ya había excavado el palacio, Kenyon sólo pudo excavar al lado de él, y las casas allí eran casas más normales y ordinarias, y no contenían bienes lujosos.

“El problema ahora es éste: todos admiten que la destrucción final de Jericó fue un acontecimiento masivo que encuadra con la característica de la destrucción israelita, si la datación de la cerámica es correcta. Kenyon dice que la fecha de la cerámica no es correcta; Gastang y Wood dicen que esa fecha es correcta” (William H. Shea, “How Shall We Understand the Bible?” [¿Cómo hemos de entender la Biblia?], Ministry, marzo de 1996, p. 12).

Muchos eruditos están poniéndose del lado de esta descripción que corrobora maravillosamente la Biblia. Si los arqueólogos tomaran la Biblia más en serio de lo que lo hacen, tendrían presuposiciones muy superiores sobre las cuales edificar y comprender mejor lo que Dios dice que ocurrió en el pasado.

Sí, las piedras están clamando en apoyo de las Escrituras inspiradas. Cómo trató Jesús con los que trataban de silenciar su mensaje

“Nunca antes había visto el mundo tal escena de triunfo. No se parecía en nada a la de los famosos conquistadores de la tierra. Ningún séquito de afligidos cautivos la caracterizaba como trofeo del valor real. Pero alrededor del Salvador estaban los gloriosos trofeos de sus obras de amor por los pecadores. Los cautivos que él había rescatado del poder de Satanás alababan a Dios por su liberación. Los ciegos a quienes había restaurado la vista abrían la marcha. Los mudos cuya lengua él había desatado voceaban las más sonoras alabanzas... Lázaro, cuyo cuerpo se había corrompido en el

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sepulcro, pero que ahora se gozaba en la fuerza de una gloriosa virilidad, guiaba a la bestia en la cual cabalgaba el Salvador.

“Muchos fariseos eran testigos de la escena y, ardiendo de envidia y malicia, procuraban cambiar la corriente del sentimiento popular. Con toda su autoridad trataron de imponer silencio al pueblo; pero sus exhortaciones y amenazas no hacían sino acrecentar el entusiasmo. Temían que esa multitud, por la fuerza del número, hiciera rey a Jesús. Como último recurso, se abrieron paso a través del gentío hasta donde estaba el Salvador, y se dirigieron a él con palabras de reprobación y amenazas: ‘Maestro, reprende a tus discípulos’. Declararon que tan ruidosa demostración era contraría a la ley, y que no sería permitida por las autoridades. Pero fueron reducidos al silencio por la respuesta de Jesús: ‘Os digo que si éstos callaren, las piedras clamarán’. Tal escena de triunfo estaba determinada por Dios mismo. Había sido predicha por el profeta... Si los hombres no hubiesen cumplido el plan de Dios, él habría dado voz a las piedras inanimadas y ellas habrían saludado a su Hijo con aclamaciones de alabanza...

“Antes de pasar el día, recibe Cristo otro testimonio... cuando la procesión está por descender del monte de las Olivas, los gobernantes la interceptan. Inquieren la causa del tumultuoso regocijo. Cuando preguntan: ‘¿Quién es éste?’ los discípulos, llenos de inspiración, contestan. En elocuentes acordes repiten las profecías concernientes a Cristo:

“Adán os dirá: Esta es la simiente de la mujer, que herirá la cabeza de la serpiente. “Preguntadle a Abrahán, quien os dirá: Es ‘Melquisedec, rey de Salem’, el rey de paz

(Gén. 14:18). “Jacob os dirá: Es Shiloh, de la tribu de Judá. “Isaías os dirá: ‘Emanuel’, ‘Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno,

Príncipe de paz’ (Isa. 7:14; 9:6). “Daniel os dirá: Es el Mesías. “Oseas os dirá: Es Jehová ‘Dios de los ejércitos: Jehová es su memorial” (Oseas

12:5). “Juan el Bautista os dirá: Es ‘el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’

(Juan 1:29). “El gran Jehová ha proclamado desde su trono: ‘Este es mi Hijo amado’ (Mat. 3:17). “Nosotros, sus discípulos, declaramos: Este es Jesús, el Mesías, el Príncipe de la

vida, el Redentor del mundo. “Y el príncipe de los poderes de las tinieblas lo reconoce, diciendo: ‘Sé quien eres, el

Santo de Dios’ (Mar. 1:24)” (El Deseado de todas las gentes, pp. 526-532).

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CAPÍTULO 7 INTERPRETACIONES OPORTUNAS

Hace muchos años un hombre llamado Doc Noss encontró lingotes de oro por valor

de varios millones de dólares, o por lo menos, eso es lo que él decía. Doc, mestizo de la tribu de Cheyenne, era un hombre ágil. Le contó a todo el que quiso escucharlo que durante un paseo había encontrado el oro en el fondo de una caverna profunda en la región de la cuenca de Umbrillo en Nuevo México. Junto con el oro, decía Doc, vio 27 esqueletos humanos atados a postes.

Pero los tiempos han cambiado. La sección de la Cuenca de Umbrillo de Nuevo México es parte ahora del campo de tiro de White Sands, del ejército de los Estados Unidos. Los rumores de oro reaparecían con frecuencia, pero el Ejército consideraba que el relato era ficticio y rehusaba dar permiso de ingreso a los exploradores. Finalmente, un grupo que se estableció en Florida, EE UU, conocido como Expedición Ilimitada, pudo conseguir la aprobación para explorar el lugar. No sólo estaban decididos a buscar ese oro sino que además tenían U$S 75.000 para invertir en el proyecto. Norman Scott el dirigente del grupo, persuadió al Ejército a suspender toda actividad de tiro durante diez días, dándoles tiempo para hacer una búsqueda minuciosa y bien organizada.

La atracción del oro entusiasma a cierta clase de personas. Joe Newman, un vendedor de alfombras de El Paso, Texas, presentó un reclamo diciendo que cualquier porción de oro que se encontrara allí pertenecía a los indios Apaches, y elaboró un plan con la tribu mediante el cual él recibiría una parte del oro por representar sus intereses.

Jesse James II, nieto de un notorio forajido, afirmó que su abuelo, Jesse James no fue asesinado, sino que se escondió y sepultó su botín en el área de la cuenca de Umbrillo.

Tony Tally, un miembro de más edad del grupo expedicionario, insistió en que él había realmente ayudado a Doc Noss a enterrar 110 barras de oro.

Estimulado por la viuda de Dos, el equipo buscó durante los diez días del permiso, más tres días adicionales que el paciente Ejército los soportó. Usando detectores de metales, radar subterráneo, y todos los instrumentos modernos disponibles, descubrieron muchos túneles y cavernas desconocidos, pero nada de oro.

Al final de los trece días los chasqueados miembros del equipo siguieron sus diferentes caminos. Algunos estaban convencidos, sin embargo, de que millones, o tal vez miles de millones de dólares de oro están allí, en alguna parte.

Como lo ilustra este incidente, los que buscan tesoros escondidos a menudo resultan chasqueados. Pero los que siguen haciendo esfuerzos buscando los tesoros escondidos de la Palabra de Dios durante el tiempo necesario siempre los encontrarán. En la Palabra de Dios se encuentra sabiduría incuestionable, exhaustiva, originada en la Mente infinita. Sin embargo, como esta sabiduría a menudo está escondida debajo de la basura de la sabiduría y las tradiciones humanas, debemos buscarla con perseverancia. El problema del lenguaje

Desde la Torre de Babel ha habido una asombrosa proliferación de lenguas y dialectos. Las lenguas también están en un constante proceso de cambio. Esto presenta dos desafíos enormes. El primero es el de comparar cuidadosamente las versiones y traducciones que usted posee a fin de descubrir cuál es la que presenta mejor el significado de las lenguas originales. El segundo es el desafío de cumplir la comisión de Cristo de proveer la Palabra de Dios en todas las lenguas.

La mayor parte del Antiguo Testamento fue escrito en lo que ahora se conoce como hebreo antiguo. Una pequeña porción fue escrita en arameo. En Nuevo Testamento fue

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escrito en koiné o griego común o popular, a diferencia del griego clásico usado por los escritores de la época. Aunque la Biblia todavía era leída en hebreo en las sinagogas en el tiempo de Cristo, el arameo había llegado a ser la lengua común del pueblo judío. El arameo era la lengua que Jesús usó. Las traducciones de la Biblia comenzaron en el tercer siglo antes de Cristo cuando el Antiguo Testamento hebreo fue traducido al griego. Cerca del fin del segundo siglo después de Cristo, el Nuevo Testamento fue traducido al siríaco (una variedad de arameo), al latín, y para los creyentes del Alto Egipto, al copto. A fines de 1995 la Biblia, o porciones de ella, habían sido traducidas a 2.123 lenguas y dialectos.

El Espíritu Santo está tan activamente involucrado en la obra de traducción como lo estuvo en la redacción inicial de las Escrituras. “Desde el principio Dios ha estado obrando por su Espíritu Santo mediante instrumentos humanos para el cumplimiento de su propósito a favor de la raza caída. Esto se manifestó en la vida de los patriarcas. A la iglesia del desierto también, en los días de Moisés, Dios le di su ‘Espíritu para enseñarles’ (Neh. 9:20). Y en los días de los apóstoles obró poderosamente a favor de su iglesia por medio del Espíritu Santo. El mismo poder que sostuvo a los patriarcas, que dio fe y ánimo a Caleb y Josué, y que hizo eficaz la obra de la iglesia apostólica, sostuvo a los fieles hijos de Dios en cada siglo sucesivo. Fue mediante el poder del Espíritu Santo como durante la época del oscurantismo los cristianos valdenses contribuyeron a la preparación del terreno para la Reforma. El mismo poder le dio eficacia a los esfuerzos de muchos nobles hombres y mujeres que abrieron el camino para la fundación de las misiones modernas y para la traducción de la Biblia a los idiomas y dialectos de todas las naciones y todos los pueblos” (Los hechos de los apóstoles, p. 44).

Las Biblias son abundantes hoy en día. Hay excepciones en ciertas regiones, pero para la mayoría de nosotros la Biblia es fácilmente accesible. Cunado fuimos misioneros en Japón, mi esposa y yo estudiamos el japonés y avanzamos al punto en que podíamos leer la Biblia en japonés bastante bien. Pero nuestros amigos japoneses nos fastidiaban diciéndonos que cuando leíamos la Biblia en inglés movíamos la cabeza como para decir No, pues nuestra lengua se escribe de izquierda a derecha a través de la página. En la Biblia en japonés los caracteres comienzan en la parte superior derecha de la página, y se leen hacia abajo, de modo que el lector de la Biblia en japonés parece mover la cabeza diciendo Sí.

Leer la Biblia en otra lengua nos permite captar algunos significados que tal vez no percibimos en nuestra lengua nativa. Por causa de que la cultura y las costumbres de las tierras bíblicas eran semíticas u orientales, aprendimos muchas cosas durante nuestros años en el Japón que los occidentales generalmente no tienen el privilegio de descubrir, a menos que viajen al oriente. El estudiante cuidadoso de la Biblia también tiene la ventaja de poder estudiar la Biblia en sus idiomas originales y en muchas traducciones y versiones modernas. Pero como ellas varían en calidad y exactitud, debemos saber bien cómo elegirlas y usarlas.

Además, hay muchos medios que nos ayudan a captar el sentido de las Escrituras. Los diccionarios y comentarios bíblicos, tales como el Comentario bíblico adventista, son muy útiles. El tomo 8 del Comentario es el Diccionario bíblico adventista, que es muy valioso para comprender los nombres, las personas la geografía y otros aspectos que contribuyen al estudio del trasfondo. De gran ayuda para los que no están familiarizados con el griego y el hebreo es Young’s Analytical Concordance

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[Concordancia analítica de Young) que relaciona la palabra inglesa, en cada caso, con el término del idioma bíblico del cual es la traducción3.

Como adventistas del séptimo día, tenemos la bendición de contar con el don de profecía para los días finales. Dios nos dio este don porque él sabía que Satanás estaría obrando en el tiempo del fin para hacer todo lo posible por confundir a la iglesia sobre el tema de la revelación y la inspiración. Lo que Elena de White predijo es ahora evidente en el énfasis pluralista de parte de muchos en la iglesia. Este don tiene tres propósitos básicos: 1) llevarnos a la Biblia, 2) ayudarnos a comprender la Biblia, y 3) ayudarnos a saber cómo aplicar los principios bíblicos a la vida diaria. El tema de las versiones

Muchos se aferran a la Versión Reina-Valera revisada como la Biblia de mayor autoridad. Todos nosotros la tratamos como una versión literariamente excelente. Pero tenemos que admitir, que a pesar de sus actualizaciones, en su lenguaje todavía hay palabras arcaicas, oscuras, poco usadas, o difíciles de entender.

Para ilustrar esto, aquí hay algunas palabras cuyo significado tal vez ignores; trata de determinar su sentido, y luego puedes comprobarlo al final del capítulo.

1. Almud 2. Filacteria 3. Alfolí 4. Almagre 5. Eneldo 6. Turbión 7. Aljaba 8. Vihuelas 9. Estatero 10. Cilicio A pesar de la dificultad que tenemos a veces de comprender el lenguaje de la Biblia y

su marco cultural, muchos de los incidentes registrados están entre las historias más queridas de la humanidad; y la Biblia, no importa qué versión se use, sigue siendo uno de los libros más populares y más usados que existen. ¿Por qué? ¿No es porque está llena de relatos de interés humano, de casos reales, y de situaciones de la vida real, de personas reales que afrontan las mismas clases de problemas, frustraciones y decisiones que afrontamos hoy, y que encontraron sus respuestas y la solución de sus problemas en la voluntad revelada de Dios?

Deténgase y piense: ¿Dónde iría usted para encontrar la consoladora historia de un hombre aparentemente inocente, que sufrió injustamente toda clase de problemas, pero que nunca renunció a su fe básica en el Señor? Por supuesto, Job estaba desanimado, y se quejaba a veces, pero en última instancia su fe se aferró a Dios.

¿Dónde buscaría usted el registro de un joven separado de su familia y de todo l oque tenía significado para él, injustamente acusado y aprisionado, y sin embargo se mantuvo tan firmemente de parte de Dios y de sus creencias que al fin fue llamado para ministrar a las necesidades de una nación entera, y lo hizo con mucha eficiencia?

¿Dónde podrá encontrar historias verídicas más conmovedoras que éstas? ¿Dónde podría buscar material más inspirador para ayudarle a desarrollar una confianza más firme en Dios? Comparar diferentes versiones puede ayudar en el estudio de la Biblia, dándole una comprensión más amplia de lo que las palabras realmente significan. Pero

3 Lamentablemente en castellano no tenemos ninguna concordancia similar para relacionar las palabras castellanas con las hebreas correspondientes. Para el griego existe La nueva concordancia greco-española del Nuevo Testamento, compilada por Hugo M. Setter (Ed. Mundo Hispano, 1976). (Nota del traductor).

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debemos ser cuidadosos de no ser extraviados por algunas de las traducciones modernas que muestran una agenda con tendencias defectuosas.

Es nuestro privilegio decidir cómo contestaremos por nosotros mismos la pregunta de qué hacer con las versiones modernas. También será necesario decidir si habrá alguna ventaja en aprender una base suficiente de los idiomas bíblicos para poder obtener alguna percepción adicional en el estudio de la Biblia. Traducciones “interpretativas oportunas”

La expresión “traducciones interpretativas oportunas” implica que Dios a veces es ambiguo, algunas veces equívoco, y a veces parece contradecir lo que se ha enseñado en otras porciones de la Biblia. Pero podemos estar agradecidos que Dios no es evasivo y que su autoridad infalible está más allá de cosas tales como corrección política y otros intentos del siglo veinte para actualizar la Biblia. Los que se ocupan de esos intentos de “mejorar” la revelación de Dios, tratan de decirle a Dios lo que él debería haber dicho para que fuera culturalmente aceptable hoy. Pero podemos descansar con total confianza de que en su Palabra él dice exactamente lo que quiere decir. Por cuanto la Biblia no utiliza un vocabulario científico moderno, o conceptos culturales, algunos se obligan así mismos a hacer correcciones bondadosas. Esa no es nuestra tarea. Dios preparó un libro que tenía la intención de ser comprendido y aceptado por personas de todos los trasfondos y ambientes, y ser relevante en todas las épocas. La Biblia no hace distinción entre reglas de fe y de práctica por un lado, y asuntos científicos e históricos por otro. Proporciona en sus páginas sagradas una comprensión clara y exacta de la voluntad divina para nosotros, para que todos las estudien. Por cuanto Dios no cambia y su Palabra está firme para siempre, tenemos la seguridad de que podemos hacer de la Biblia el fundamento inamovible de nuestra comprensión y de nuestra fe. Respuesta a las palabras oscuras de la versión Reina-Valera ´60

1. Almud: medida para granos, Mat. 5:15. 2. Filacteria: cajitas con trozos de pergamino con porciones de la ley, Mat. 23:5. 3. Alfolí: granero, depósito, Mal. 3:10. 4. Almagre: polvo de ocre rojo, usado para hacer marcas, Isa. 44:13. 5. Eneldo: hierba de semillas aromática, tal vez el comino, Isa. 28:25, 27. 6. Turbión: tempestad, tormenta, Isa. 25:4. 7. Aljaba: recipiente para llevar flechas, Gén. 27:3. 8. Vihuelas: instrumento musical similar al arpa, Isa. 5:12. 9. Estatero: moneda griega de plata, equivalente a 4 dracmas, Mat. 17:27. 10. Cilicio: tela oscura y áspera, símbolo de profunda tristeza, 2 Sam. 3:31.

Cómo trató Jesús con la confusión y las falsas interpretaciones

“Los maestros de Israel no estaban sembrando la simiente de la Palabra de Dios. La obra de Cristo como Maestro de la verdad se hallaba en marcado contraste con la de los rabinos de su tiempo. Ellos se espaciaban en las tradiciones, en las teorías y especulaciones humanas. A menudo colocaban lo que el hombre había enseñado o escrito acerca de la Palabra en lugar de la Palabra misma. Su enseñanza no tenía poder para vivificar el alma. El tema de la enseñanza y la predicación de Cristo era la Palabra de Dios. Él hacía frente a los inquiridores con un sencillo: ‘Escrito está’, ‘¿Qué dice la Escritura?’, ‘¿Cómo lees?’ En toda oportunidad, cuando se despertaba algún interés, fuera por obra de un amigo o un enemigo, él sembraba la simiente de la Palabra. Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida, siendo él mismo la Palabra viviente, señala las Escrituras diciendo: ‘Ellas son las que dan testimonio de mí’. ‘Y comenzando desde

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Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las Escrituras lo que de él decían’ (Juan 5:39; Luc. 24:27).

“Los siervos de Cristo han de hacer la misma obra. En nuestros tiempos, así como antaño, las verdades vitales de la Palabra de Dios son puestas a un lado para dar lugar a las teorías y especulaciones humanas. Muchos profesos ministros del Evangelio no aceptan toda la Biblia como palabra inspirada. Un hombre sabio rechaza una porción, otro objeta otra parte. Valoran su juicio como superior a la Palabra, y los pasajes de la Escritura que ellos enseñan se basan en su propia autoridad. La divina autenticidad de la Biblia es destruida. Así se difunden semillas de incredulidad, pues la gente se confunde y no sabe qué creer. Hay muchas creencias que la mente no tiene derecho a albergar. En los días de Cristo los rabinos interpretaban en forma forzada y mística muchas porciones de la Escritura. A causa de que la sencilla enseñanza de la Palabra de Dios condenaba sus prácticas, trataban de destruir su fuerza. Lo mismo se hace hoy en día. Se hace aparecer a la Palabra de Dios como misteriosa y oscura para excusar la violación de la ley divina. Cristo reprendió estas prácticas en su tiempo. Él enseñó que la Palabra de Dios había de ser entendida por todos. Señaló las Escrituras como algo de incuestionable autoridad, y nosotros debemos hacer lo mismo. La Biblia ha de ser presentada como la Palabra del Dios infinito, como el fin de toda controversia y el fundamento de toda fe.

“Se ha despojado a la Biblia de su poder, y los resultados se ven en una disminución del tono de la vida espiritual. En los sermones de muchos púlpitos de nuestros días no se nota esa divina manifestación que despierta la conciencia y vivifica el alma. Los oyentes no pueden decir: ‘¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?’ (Luc. 24:32). Hay muchas personas que están clamando por el Dios viviente, y anhelan la presencia divina. Las teorías filosóficas o los ensayos literarios, por brillantes que sean, no pueden satisfacer el corazón. Los asertos e invenciones de los hombres no tienen ningún valor. Que la Palabra de Dios hable a la gente. Que los que han escuchado sólo tradiciones, teorías y máximas humanas, oigan la voz de Aquel cuya palabra puede renovar el alma para vida eterna...

“En vez de discutir teorías erróneas, o de tratar de combatir a los opositores del Evangelio, seguid el ejemplo de Cristo. Resplandezcan en forma vivificante las frescas verdades del tesoro divino. ‘Que predique la palabra’. Siembre ‘sobre las aguas’. ‘Que instes a tiempo y fuera de tiempo’. ‘Predique mi palabra con toda verdad aquel que recibe mi palabra’ (2 Tim. 4:2; Ecl. 11:1; Jer. 23:28)” (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 20-22, ed. ACES, 1991).

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CAPÍTULO 8 LOS “MOD” ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

En 2 Timoteo 4:3 y 4 se nos indica que muchos en los últimos días se apartarán de la

interpretación bíblica sólida, y “teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros... y apartarán de la verdad el oído y se volverán a fábulas”. Noten que primero “no sufrirán [soportarán] la sana doctrina”. Muchos de éstos se volverán contra las claras enseñanzas de la Biblia porque piensan que ellas son demasiado restrictivas y autoritarias. Cuando se apartan de la sólida base de su fe llegan a ser “Mod” Adventistas, saltando de una enseñanza sensacional a otra.

Una de las cosas extrañas acerca de su apartamiento de la verdad parece ser que siguen a cualquiera que venga con una enseñanza sensacional y extraña. Pero no están interesados en escuchar las interpretaciones cuidadosas de los maestros que aceptan la Biblia como la Palabra de Dios y que basan sus creencias adventistas sobre la firme plataforma de la doctrina bíblica.

Un ejemplo de esta clase de moda se ve en diversos grupos que han estado concentrándose en los años del Jubileo como una indicación de cuándo vendrá el Señor. Lo hacen a pesar de la clara declaración de Elena G. de White. Después de describir al ángel de Apocalipsis 10 que proclama que el tiempo no será más, ella añade: “Este tiempo, el que el ángel declara con un solemne juramento, no es el fin de la historia del mundo ni del tiempo de gracia, sino del tiempo profético que precederá al advenimiento de nuestro Señor; es decir, la gente no tendrá otro mensaje acerca de un tiempo definido. Después de este lapso, que ahora abarca desde 1842 a 1844, no puede haber ningún cómputo definido de tiempo profético. El cálculo más prolongado llega hasta el otoño [del hemisferio norte; N. del T.] de 1844”. —”Comentarios de Elena G. de White” (Comentario bíblico adventista, t 7, p. 982).

La clave para tratar este problema y otros similares es la forma en que nos acercamos a las Escrituras. El único principio fundamental sólido para estudiar la Palabra de Dios es la Biblia misma. No sólo es la Biblia su mejor intérprete, sino que su contexto y filosofía totales deben darnos la clave para comprender las porciones de las Escrituras que estudiamos.

El fallecido Dr. Gerhard Hasel desarrolló nueve principios de interpretación que

usaremos como bosquejo para este capítulo (publicados por Lee J. Gugliotto, “The Crisis of Exegesis” [La crisis de la exégesis], Ministry [El Ministerio Adventista], marzo de 1996, p. 8). Añadiré uno propio que creo que es útil para resumirlos a todos.

1. La Biblia es su propio mejor expositor. Como el autor verdadero de la Biblia es el

Espíritu Santo, necesitamos permitirle que diga lo que quiere decir, uniendo lo que dice en un lugar con lo que enseña en otro pasaje. En lugar de criticar el contenido de la Biblia, debemos entregarnos a su autoridad y permitir que la Biblia interprete a la Biblia.

2. La Biblia no debe ser interpretada sobre la base de un principio derivado de una parte seleccionada de la Escritura a expensas del mensaje entero de la Biblia. Un ejemplo es la parábola del hombre rico y Lázaro (ver Lucas 16:19-31). Mientras que la parábola enseña principios morales, no tiene la intención de ser literal. Las secciones de la parábola que contradicen lo que enseña el resto de la Biblia incluyen: la conversación entre los que están en el cielo y en el infierno, todos los salvados que caben en el seno de Abrahán, y los justos que contemplan el sufrimiento y el castigo de los impíos. Jesús usó una idea corriente pero equivocada de los judíos para mostrar que las riquezas no

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son necesariamente una señal del favor de Dios como ellos creían, y que la pobreza no es un castigo por el pecado. Sin embargo es la Biblia y no el juicio humano quien distingue entre lo que es de aplicación universal y lo que es de uso limitado.

3. Cada pasaje debe ser estudiado dentro de los contextos inmediato y general. El contexto no significa sólo unos pocos versículos antes y después del pasaje. El contexto a menudo incluye el capítulo entero, o porciones mayores de un libro. El contexto final es la Biblia entera.

4. Los textos (de las Escrituras) deben compararse con otros textos del mismo autor. Por ejemplo, los que entienden que la expresión de Pablo “estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” en 2 Corintios 5:6, 8, se refiere a la inmortalidad, pueden encontrar que su verdadero significado está explicado en el contexto de los versículos 1-9. Él contrasta el estar en nuestro tabernáculo terrenal (nuestros cuerpos) con el estar en el edificio de Dios; el estar en el cuerpo y ausentes del Señor, en contraste con estar presentes al Señor “para que lo mortal sea absorbido por la vida”. Sin duda Pablo anhelaba la segunda venida de Cristo (Tito 2:13), ocasión en la que “tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles” (1 Cor. 15:52-54). En el versículo 51 Pablo habla de la muerte como un sueño. También llama a la muerte “sueño” en 1 Tesalonicenses 4:13 y 5:10. Cuando uno pone juntos éstos y otros pasajes de Pablo, se comprende que cuando muere una persona justa, esa persona duerme en la muerte hasta que Jesús viene y toca la trompeta, llamando a su pueblo de las tumbas. Entonces, y sólo entonces, los mortales se vestirán de inmortalidad.

“La evidencia de la verdad está en las Escrituras mismas. Un pasaje es la clave para desentrañar otro pasaje. El Espíritu Santo de Dios despliega el significado rico y oculto, aclarando la Palabra a nuestra comprensión” (Fundamentals of Christian Education, p. 390).

5. Los textos difíciles sobre un tema dado deben ser explicados sobre la base de los que son claros sobre el mismo tema, y no viceversa. En los problemas que todavía necesitan clarificación para su comprensión debemos buscar el peso de la evidencia. “Dios no obliga a los hombres a renunciar a su incredulidad. Delante de ellos están la luz y las tinieblas, la verdad y el error. A ellos les toca decidir lo que aceptarán. La mente humana está dotada de poder para discernir entre lo bueno y lo malo. Dios quiere que los hombres no decidan por impulso, sino por el peso de la evidencia, comparando cuidadosamente un pasaje de la Escritura con otro. Si los judíos hubiesen puesto a un lado sus prejuicios y comparado la profecía escrita con los hechos que caracterizaban la vida de Jesús, habrían percibido una hermosa armonía entre las profecías y su cumplimiento en la vida y el ministerio del humilde Galileo” (El Deseado de todas las gentes, pp. 422, 423).

6. Debe mantenerse la unidad de la Biblia. Hay una unidad en toda la Biblia que abarca la diversidad sin contradicciones. Cuando Jesús caminó con dos discípulos en el camino a Emaús, hizo lo mejor que pudo para iluminarlos acerca de su misión, su muerte y su resurrección “comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Luc. 24:27). Lo que ellos necesitaban era estudiar cada texto del Antiguo Testamento, así como también lo que Cristo predicaba, para descubrir cómo la Biblia presenta un cuadro unificado. Piense por un momento en lo siguiente: ¿Es posible expresar la creencia en la unidad y autoridad de las Escrituras y negar esa posición adoptando principios hermenéuticos falsos que conducen a conclusiones erróneas?

7. No se deberían usar las posibilidades exegéticas para establecer una enseñanza bíblica, una doctrina o práctica de la iglesia. Un ejemplo de un punto exegético que ha molestado a algunos miembros de la iglesia en años recientes es el tema de si la

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traducción “virgen” o la de “mujer joven” es la correcta. Algunos han ido hasta el extremo de negar el nacimiento virginal de Cristo. La palabra hebrea ‘almah denota específicamente a una mujer joven, en edad para casarse; y a la luz de la doble interpretación de la profecía podría aplicarse a una mujer joven que da a luz en los días de Isaías, como también al nacimiento virginal de Cristo. Hay un término específico en hebreo para “virgen”, pero si fuera usado aquí anularía la aplicación inicial del cumplimiento de la señal que Dios le dio a Acaz. La “profetisa” dio a luz al hijo prometido que Acaz debe haber reconocido por el tiempo involucrado. El hecho de que un escritor inspirado se dio cuenta de que la aplicación a una “virgen” en Mateo 1:19-24 y Lucas 1:26-38 apoya el nacimiento virginal, deja bien en claro que Dios tenía la intención de una aplicación doble de la profecía mesiánica de Isaías 7:14.

8. Los Escrituras que son circunstanciales o culturalmente condicionadas y unidas a un mandato o una orden, no son necesariamente de aplicación limitada o temporal. Esto implica que algunas pueden serlo, pero no necesariamente. Por la aplicación cuidadosa y con oración de los principios hermenéuticos que aquí se bosquejan, y considerando cómo aplicaron estos pasajes otros escritores bíblicos, deberíamos ser capaces de descubrir qué categoría se puede aplicar. Aquí debemos ser cuidadosos de no ser engañados por los preconceptos y las conjeturas humanos.

“A mis hermanos en el ministerio quiero decir: Predicad la Palabra. No pongáis en el fundamento madera, paja y hojarasca, es decir, vuestras suposiciones y especulaciones, que no pueden beneficiar a nadie. Hay temas de vital importancia revelados en la Palabra de Dios, y éstos son dignos de nuestra meditación más profunda. Pero no debemos escudriñar asuntos acerca de los cuales Dios guardó silencio.

“Cuando se presentan cuestiones acerca de las cuales reine incertidumbre, preguntemos: ¿Qué dice la Escritura? Y si la Escritura guarda silencio acerca de una cuestión dada, no la hagamos tema de discusión. Busquen aquella novedad de vida resultante del nuevo nacimiento los que desean algo nuevo. Purifiquen sus almas obedeciendo la verdad, y obren en armonía con la instrucción que dio Cristo” (Obreros evangélicos, pp. 329, 330).

9. Algunos textos del Nuevo Testamento san tanto órdenes contextuales como principios normativos, expresados por una apelación a a) la creación, b) la ley, y c) al argumento de la caída. ¿Cómo pueden personas inmorales desarrollar normas morales? Es como entregar un banco para que lo manejen ladrones. Sólo un Dios de amor y de justicia tiene el derecho y la capacidad de darnos órdenes que revelan su grandeza, su bondad y su amor. Todos sus mandatos son habilitaciones. El Señor que nos ama mucho, más de lo que cualquier otro ser pueda amarnos (mucho más de lo que nos amamos a nosotros mismos), sabe qué es lo mejor para nosotros, y quiere que tengamos lo que es mucho mejor que lo que normalmente elegiríamos. En realidad, es imposible que comprendamos y elijamos hasta que hayamos sido iluminados por el Espíritu Santo. (Este punto es ilustrado por la obediencia mínima de los fariseos, comparada con la forma en que Jesús comprendía los principios involucrados, para los cuales no hay máximo).

10. El principio que yo quisiera añadir está implícito arriba. Es claro que debemos controlar cuidadosamente los puntos que estamos estudiando a la luz del todo: el tema de toda la revelación. El tema del gran conflicto y el plan de salvación son el centro alrededor del cual se agrupan todas las demás verdades. Este principio será analizado en detalle en el capítulo 12.

El centro del contexto del punto 10, es que necesitamos enfatizar la perspectiva positiva de la Biblia y la seguridad de la victoria para el pueblo de Cristo. Wilbur Wright llegó a Francia en 1908 con la intención de demostrar la superioridad de su

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máquina de volar sobre los modelos experimentales que se estaban fabricando allí. Como es fácil de entender, había bastante hostilidad hacia él, ya que los franceses estaban comprometidos con los reclamos de prioridad que hacían sus propios aviadores.

Wilbur exhibió por primera vez su habilidad de volar en su aparato en LeMans, el 8 de agosto de ese año. Cuando una catapulta lo arrojó a unos treinta metros de altura para comenzar su vuelo, la gran multitud de espectadores retuvo el aliento con sorpresa. Estaban acostumbrados a ver largos decolajes, a menudo sin éxito.

Entonces su máquina de volar inclinó su ala izquierda y se preparó para girar. La multitud entró en pánico. Esta era la primera vez que habían visto u oído que un aeroplano podía girar y pensaron que Wilbur se iba a estrellar. Hasta entonces, los pocos vuelos que se habían hecho en Francia involucraban grandes círculos con las alas horizontales, y con grandes sacudidas, como medio para dar la vuelta.

Mientras Wilbur seguía dando con gracia su giro hacia la plataforma, los suspiros asustados de los espectadores se transformaron en gritos entusiastas de aprobación. Cuando descendió suavemente en el campo, después de su vuelo, la multitud que aplaudía y gritaba rodeó al aeroplano. Todos estaban tratando de darle la mano a la vez. Aun los aviadores franceses que estaban presentes reconocieron que lo que habían hecho los hermanos Wright era la mejor manera de resolver el vuelo tripulado, y una máquina de volar muy superior. Lo que es mejor habla por sí mismo. Pero demasiado a menudo en nuestro enfoque para compartir nuestra interpretación personal de las Escrituras damos la impresión de que lo que ofrecemos es muy difícil de aceptar y no mucho mejor. “No hagas esto y no hagas aquello”, son expresiones populares, pero ellas no atraen a la gente. ¡Cuánto mejor sería mostrar que lo que Dios ofrece es infinitamente mejor! Para que nuestro testimonio sea efectivo debemos demostrar que hemos encontrado que lo que Dios tiene es lo mejor en nuestras propias vidas. Cómo rompió Jesús las barreras del formalismo y la tradición

“En medio de la fiesta, cuando la expectación acerca de él estaba en su apogeo, entró en el atrio del templo en presencia de la multitud. Porque estaba ausente de la fiesta, se había dicho que no se atrevía a colocarse bajo el poder de los sacerdotes y príncipes. Todos se sorprendieron al notar su presencia. Toda voz se acalló. Todos se admiraban de la dignidad y el valor de su porte en medio de enemigos poderosos sedientos de su vida. Así de pie, convertido en el centro de atracción de esa muchedumbre, Jesús les habló como nadie lo había hecho. Sus palabras demostraban un conocimiento de las leyes e instituciones de Israel, del ritual de los sacrificios y las enseñanzas de los profetas, que superaba por mucho al de los sacerdotes y rabinos. Quebrantó las barreras del formalismo y la tradición. Las escenas de la vida futura parecían abiertas delante de él. Como quien contemplaba lo invisible, hablaba de lo terreno y lo celestial, de lo humano y de lo divino, con autoridad positiva. Sus palabras eran muy claras y convincentes; y de nuevo, como en Capernaum, la gente se asombró de su doctrina; ‘porque su palabra era con potestad’ (Luc. 4:32). Con una variedad de representaciones advirtió a sus oyentes la calamidad que seguiría a todos los que rechazasen las bendiciones que él había venido a traerles. Les había dado toda prueba posible de que venía de Dios, y había hecho todo esfuerzo posible para inducirlos al arrepentimiento. No quería ser rechazado y asesinado por su propia nación si podía salvarla de la culpabilidad de un hecho semejante.

“Todos se admiraban de su conocimiento de la ley y las profecías; y de uno a otro pasaba la pregunta: ‘¿Cómo sabe éste letras, no habiendo aprendido?’ Nadie era considerado apto para ser maestro religioso a menos que hubiese estudiado en la escuela

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de los rabinos, y tanto Jesús como Juan el Bautista habían sido representados como ignorantes porque no habían recibido esta preparación...

“Día tras día enseñaba a la gente, hasta el último, ‘el postrer día grande de la fiesta’. La mañana de aquel día halló al pueblo cansado por el largo período de festividades. De repente, Jesús alzó la voz, en tono que repercutía por los atrios del templo y dijo: ‘Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre’. La condición del pueblo daba fuerza a este llamamiento. Habían estado participando de una continua escena de pompa y festividad, sus ojos estaban deslumbrados por la luz y el color, y sus oídos halagados por la más rica música; pero no había nada en toda esta ceremonia que satisficiese las necesidades del espíritu, nada que aplacase la sed del alma por lo imperecedero. Jesús los invitaba a venir y beber en la fuente de la vida...

“El sacerdote había cumplido esa mañana la ceremonia que conmemoraba la acción de golpear la roca en el desierto. Esa roca era un símbolo de Aquel que por su muerte haría fluir raudales de salvación a todos los sedientos. Las palabras de Cristo eran el agua de vida...

“Este clamor repentino: ‘Si alguno tiene sed’, los arrancó de su pesarosa meditación, y mientras escuchaban las palabras que siguieron, su mente se reanimó con una nueva esperanza. El Espíritu Santo presentó delante de ellos el símbolo hasta que vieron en él el inestimable don de la salvación” (El Deseado de todas las gentes, pp. 415-418).

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CAPÍTULO 9 UNA GUÍA INFALIBLE PARA LOS ÚLTIMOS DÍAS

La gente que tiene dificultad en comprender el libro de Daniel podría tomar algo de

ánimo al recordar que a Daniel mismo le costó entender lo que se le había revelado. Su problema más grande era la idea fija que tenía de que su pueblo sería pronto liberado de su cautividad babilónica. ¿Qué tenían que ver las profecías de los 1.260 años y los 2.300 años con su idea fija? Como estas profecías ahora ya se han cumplido, nos damos cuenta de que estamos viviendo en el tiempo del fin. Muchas personas no quieren saber esto. Tienen la esperanza de que todo seguirá igual, aunque algunos de los más perspicaces admitirán que lo que ha estado ocurriendo hasta ahora está lejos del ideal. Encima y detrás de todo está Satanás. Su interés propio exige impedir a la mayor cantidad de gente posible que se prepare para la venida de Cristo. Aparentemente, está haciendo un buen trabajo a la luz del hecho de que pocos, entre los habitantes de la tierra, se están preparando seriamente para el fin del mundo.

En el caso de Daniel, no sorprende que el profeta no comprendiera bien lo que ocurriría unos 2.500 años después de su época. Dios le explicó esto cuidadosamente en Daniel 12, prometiéndole que él se levantaría “para recibir tu heredad”, se comprendería el libro, cuando llegara el tiempo para que se rompieran los sellos de su “librito”. Daniel recibe su heredad

¿Qué significa para Daniel “recibir tu heredad”? Elena de White lo explica en las siguientes referencias: “En su visión de los últimos días Daniel preguntó: ‘Oh, mi Señor, ¿cuándo será el fin de estas cosas? Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos, y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán... Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días. Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días’ [Dan. 12:8-13]. Daniel ha recibido su heredad desde que se quitó el sello y la luz de la verdad brilló sobre sus visiones. Él recibió su heredad, dando el testimonio que había de ser comprendido al fin de los días” (Elena G. de White, Sermons and Talks, Volume One [Sermones y charlas. Tomo 1], p. 225).

Otra referencia que expande esta explicación específica de “recibir tu heredad” afirma: “Honrado por los hombres con responsabilidades de estado y con secretos de los reinos que tendrían dominio universal, Daniel fue honrado por Dios como su embajador, y se le dieron muchas revelaciones de los misterios de las edades futuras. Sus maravillosas profecías, registradas por él en los capítulos 7 al 12 del libro que lleva su nombre, no fueron completamente comprendidas aun por el profeta mismo; pero antes de que terminaran sus labores, se le dio la bendita seguridad de que ‘al fin de los días’, en el período final de la historia de este mundo, se le permitiría recibir su heredad” (Conflict and Courage [Conflicto y valor], p. 254).

¿Cuándo será el tiempo para que Daniel reciba “su heredad”? “Después de que los siete truenos emitieron sus voces, se le ordena a Juan, como a Daniel, con respecto al librito: ‘Sella las cosas que los siete truenos han dicho’. Estas cosas se refieren a sucesos futuros que serán revelados a su debido tiempo. Daniel recibirá su heredad al fin de los días. Juan ve el librito al cual le han quitado los sellos. De esto se deduce que las profecías de Daniel tienen su aplicación en la proclamación al mundo de los mensajes del primero, del segundo y del tercer ángel. La apertura del librito era el

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mensaje en relación con el tiempo”. “Comentarios de Elena G. de White” (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 982).

El mensaje que se relaciona con el tiempo es la última de las profecías bíblicas de tiempo: los 2.300 años que terminaron en 1844. La profecía de Daniel con respecto al libro que permanecería sellado hasta ese tiempo terminó en 1844. Fue entonces que los mensajes de los tres ángeles fueron dados al mundo.

Un comentario de la profecía de Apocalipsis 10 también ayuda a comprender Daniel 12. “El poderoso ángel que instruyó a Juan fue nada menos que Jesucristo. Poniendo su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra, mostró la parte que él está realizando en las escenas finales del gran conflicto con Satanás. Esta posición denota su poder y autoridad supremos sobre toda la tierra. La controversia ha llegado a ser más fuerte y más decidida con los siglos, y seguirá siendo así, hasta las escenas finales cuando la obra maestra de los poderes de las tinieblas lleguen a su culminación. Satanás, unido con los hombres impíos, engañará a todo el mundo y a las iglesias que no recibieron el amor de la verdad. Pero el poderoso ángel exige atención. Clama con ‘gran voz’. Está por mostrar el poder y la autoridad de su voz a quienes se han unido con Satanás para oponerse a la verdad... Daniel recibirá su heredad al fin de los días. Juan ve el librito sin los sellos. Entonces las profecías de Daniel ocupan su lugar apropiado en los mensajes del primero, del segundo y del tercer ángel que han de darse al mundo. La apertura de los sellos del librito era el mensaje en relación con el tiempo” (Manuscritos liberados, t.1, p. 99).

Fue Dios quien quitó el sello a las profecías del tiempo del fin del libro de Daniel. Estamos viviendo en el tiempo cuando estas profecías han de ser comprendidas claramente. Como Satanás no podía impedir que se quitaran los sellos de las profecías, ha realizado un gran esfuerzo para oscurecer su significado ayudando a la gente a realizar toda suerte de interpretaciones extravagantes que en gran medida han apartado las mentes de los estudiantes de la Biblia de su verdadero significado. Viviendo en la época de la locura del milenio, reconocemos que ahora hay más interpretaciones contradictorias de las profecías que nunca antes. ¿Cómo hemos de avanzar entre las modas y errores escatológicos que ahora abarcan las religiones del mundo? Bajo la conducción del Espíritu Santo debemos permitir que la Biblia explique a la Biblia sin añadir nuestros preconceptos. Por esto debemos orar pidiendo la conducción del Espíritu cada vez que abrimos la Biblia para estudiarla. Debemos caer sobre nuestras rodillas

El pastor Eric Hare vivía en el recinto de la misión cuando no estaba de viaje. Un día oyó un gran alboroto en la calle, donde una multitud se estaba reuniendo. Salió corriendo y vio que estaban rodeando un elefante hembra muy grande.

—Está herida, Sahib —le dijo uno del grupo. El pastor Hare notó que tenía un corte en la parte alta de su espalda, donde la habían herido en una pelea. Pidió una escalera y un balde con desinfectante. Puso la escalera contra el costado de la elefanta, y comenzó a subir. Sorprendida, la elefanta salió corriendo.

—¿Pueden hacerla recostarse? —preguntó el pastor Hare. El cornac [quien maneja un elefante] se acercó y le susurró algo al oído. La elefanta

se agachó cuidadosamente y se arrodilló, quejándose mientras lo hacía. El pastor Hare pudo llegar a la herida y la lavó con cuidado, rociándola luego con polvo antiséptico. La elefanta pareció sentirse mejor y se fue con la muchedumbre. El hecho de que recién pudo tratarse su herida cuando se puso de rodillas es una buena ilustración para nosotros, cuyas heridas de pecado no pueden sanarse con el estudio de la Biblia hasta

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que nos ponemos sobre nuestras rodillas y pedimos al Espíritu que nos guíe al abrir el Libro sanador.

“Hemos de abordar el estudio de la Biblia con reverencia, sintiendo que estamos en la presencia de Dios. Toda liviandad y frivolidad debe ser dejada a un lado. Aunque algunas porciones de la Palabra se entienden con facilidad, el verdadero sentido de otras partes no se discierne con rapidez. Debe haber paciente estudio y meditación y ferviente oración. Todo estudioso, al abrir las Escrituras, debe solicitar la iluminación del Espíritu Santo; y la promesa segura es que será dado” (Testimonios para los ministros, pp. 107, 108). Nueva luz que contradice luz anterior no es luz

El capítulo 10 trata con los principios de la interpretación profética. Pero un principio que es importante de estudiar en este momento está basado en Isaías 8.20: nueva luz que contradice luz anterior NO es luz. Dios promete protegernos de los demonios y los falsos maestros con esta prueba significativa. Implica que necesitamos ser salvaguardados por la comprensión de la “luz anterior”.

Muchas veces mi esposa, nuestros muchachos y yo visitamos el templo budista de Nagano, Japón. La primera vez que estuvimos allí vimos el árbol de oración y un ídolo de madera que se había gastado porque la gente frotaba la parte del ídolo que correspondía con el lugar de su enfermedad. Luego nuestro sacerdote-guía nos invitó a caminar con él por un pasaje subterráneo donde encontraríamos la “puerta al cielo”. Nos explicó que porque era muy oscuro debíamos avanzar en una sola fila tomados de las manos del que estaba delante y el que estaba detrás. Al seguir al guía notamos que el pasaje se volvía cada vez más estrecho. Pero era demasiado tarde para volverse. Finalmente escuchamos los golpes de un gran llamador de bronce en la “puerta al cielo” y pronto lo estábamos golpeando nosotros mismos. Unos pocos segundos después dimos vuelta una esquina y entramos a una sala escasamente iluminada y por fin salimos a la brillante luz del sol. ¡Qué diferencia existe entre intentar llegar al cielo en la oscuridad de otras religiones o engañados por el interés propio, y la gloriosa y segura luz del evangelio! En la época más peligrosa de la historia de la tierra, estamos sólo medio despiertos. Ahora es el momento de estudiar Daniel y Apocalipsis. El cuidadoso estudio de estos libros producirá una reforma. “Los peligros de los últimos días están sobre nosotros, y en nuestro trabajo hemos de amonestar a la gente acerca del peligro en que está. No se dejen sin tratar las solemnes escenas que la profecía ha revelado. Si nuestros hermanos estuvieran despiertos aunque fuera a medias, si se dieran cuenta de la cercanía de los sucesos descriptos en el Apocalipsis, se realizaría una reforma en nuestras iglesias, y muchos más creerían el mensaje. No tenemos tiempo que perder; Dios nos pide que velemos por las almas como quienes han de dar cuenta. Presentad nuevos principios, y acumulad la clara verdad... Dejad que hablen Daniel y el Apocalipsis, y digan cuál es la verdad. Pero sea cual fuere el aspecto del tema que se presenta, ensalzad a Jesús como el centro de toda esperanza, ‘la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana’.

“No cavamos en forma suficientemente profunda para escudriñar la verdad. A todo creyente en la verdad presente se le requerirá en algún momento que dé razón de la esperanza que hay en él. Los hijos de Dios han de ser llamados a la presencia de reyes, príncipes, gobernantes y grandes hombres de la tierra, y éstos deben saber que ellos saben cuál es la verdad. Deben ser hombres y mujeres convertidos. Dios puede enseñaros en un momento, por su Espíritu Santo, más de lo que podríais aprender de los grandes hombres de la tierra. El universo está observando el conflicto que se desarrolla sobre la tierra. A un costo infinito, Dios le ha proporcionado a todo hombre una

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oportunidad para que conozca lo que ha de hacerlo sabio para la salvación. ¡Cuán ávidamente miran los ángeles para ver quiénes aprovecharán esta oportunidad! Cuando se presenta un mensaje a los hijos de Dios, éstos no deben levantarse en oposición a él; deben ir a la Biblia, comparándolo con la ley y el testimonio, y si no soporta esta prueba, no es verdad. Dios quiere que nuestras mentes se expandan. Desea colocar su gracia sobre nosotros. Podemos tener un banquete de cosas buenas todos los días, pues Dios puede abrir todo el tesoro del cielo para nosotros” (Testimonios para los ministros, pp. 118, 119).

El estudio cuidadoso bajo la conducción del Espíritu Santo es la única forma de protegernos de las modas, el fanatismo y los falsos profetas actuales. Las Escrituras deben ser nuestra salvaguardia. A fin de que nuestras vidas estén en guardia debemos estudiarlas diariamente, animados por la realidad de las experiencias maravillosas e imponentes que ya están comenzando a ocurrir como lo bosquejan las profecías bíblicas. Cómo trató Jesús con las malas interpretaciones de las profecías

“En toda página, sea de historia, preceptos o profecía, las Escrituras del Antiguo Testamento irradian la gloria del Hijo de Dios. Por cuanto era de institución divina, todo el sistema del judaísmo era una profecía compacta del Evangelio. Acerca de Cristo ‘dan testimonio todos los profetas’ (Hech. 10:43). Desde la promesa hecha a Adán, por el linaje patriarcal y la economía legal, la gloriosa luz del cielo delineó claramente las pisadas del Redentor. Los videntes contemplaron la estrella de Belén, el Shiloh venidero, mientras las cosas futuras pasaban delante de ellos en misteriosa procesión. En todo sacrificio, se revelaba la muerte de Cristo. En toda nube de incienso, ascendía su justicia. Toda trompeta del jubileo hacía repercutir su nombre. En el pavoroso misterio del lugar santísimo, moraba su gloria.

“Los judíos poseían las Escrituras, y suponían que en el mero conocimiento externo de la palabra tenían vida eterna. Pero Jesús dijo: ‘No tenéis su palabra morando en vosotros’. Habiendo rechazado a Cristo en su palabra, le rechazaron en persona. ‘No queréis venir a mí —dijo—, para que tengáis vida’.

“Los dirigentes judíos habían estudiado las enseñanzas de los profetas acerca del reino del Mesías; pero lo habían hecho, no con un sincero deseo de conocer la verdad, sino con el propósito de hallar evidencia con que sostener sus ambiciosas esperanzas. Cuando Cristo vino de una manera contraria a sus expectativas, no quisieron recibirle; y a fin de justificarse, trataron de probar que era un impostor. Una vez que hubieron asentado los pies en esta senda, fue fácil para Satanás fortalecer su oposición a Cristo. Interpretaron contra él las mismas palabras que deberían haber recibido como evidencia de su divinidad. Así trocaron la verdad de Dios en mentira, y cuanto más directamente les hablaba el Salvador en sus obras de misericordia, más resueltos estaban a resistir la luz” (El Deseado de todas las gentes, pp. 182, 183).

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CAPÍTULO 10 NINGUNA INTERPRETACIÓN PRIVADA

Una mañana de 1904 Hide Kuniya estaba sentado en su estudio detrás de la pequeña

Iglesia Adventista de Kobe, Japón. Mientras trabajaba en sus traducciones, Hide pensó en su amigo, el profesor Grainger, que había venido al Japón a traer el evangelio a la gente de Hide. Después de unos pocos años de trabajo, Grainger murió. Pero varios hombres jóvenes habían aceptado su mensaje, y Hide había llegado a ser un pastor ordenado.

Mientras miraba hacia la calle desde su pequeña oficina en la iglesia de Kobe, pestañeó con sorpresa. Un hombre vestido con un largo manto blanco y un sombrero de copa negro se había detenido ante el avisador de la iglesia, evidentemente estudiándolo. Hide se apresuró a salir para saludar al hombre Notando los pómulos salientes y mirando mejor su ropa, Hide se dio cuenta de que estaba tratando de comunicarse con un coreano. Por señas le dijo al hombre que lo esperara. Hide corrió hacía el estudio y pronto estuvo de regreso con papel, tinta y un pincel. Los japoneses y los coreanos no hablan el mismo idioma, pero usan muchos de los mismos caracteres chinos como parte de su lenguaje escrito.

Hide escribió su nombre y le contó un poco acerca de su trabajo. El rostro del coreano se estiró con una amplia sonrisa al contestar el mensaje. A fin de tomar el siguiente vapor para Hawaii tenía que quedarse en Kobe durante 30 días. Entretanto, él quería saber más acerca de la “Iglesia Guardadora del Sábado Segunda Venida de Cristo”, como anunciaban los caracteres en el cartel.

¡Cómo corrió el pincel sobre el papel, y cuán rápidamente los graciosos caracteres chinos contaron la historia del amor de Dios! Al día siguiente You Un Hyun volvió con un amigo, Soon Heung Cho, que estaba tan ansioso por conocer la verdad como él. Antes que el barco zarpara estos dos coreanos habían sido bautizados, los primeros coreanos en llegar a ser Adventistas del Séptimo Día.

¿No es maravilloso como Dios puede capacitar a la gente para comunicar el evangelio a pesar de las barreras del lenguaje? En nuestro intento de comunicar el evangelio, nos encontramos con muchas clases de obstáculos, algunos autoimpuestos y algunos aparentemente creados por el demonio.

Aun cuando la gente hable el mismo idioma hay barreras que obstruyen el camino de la comunicación efectiva. En camino a Emaús después de la resurrección, Jesús se unió a dos de sus seguidores que no lo reconocieron. Después de escuchar de ellos el hecho de que estaban desanimados porque la muerte de su Maestro había sacudido su convicción de que él era el Mesías, Jesús les dijo: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho” (Luc. 24:25). El problema no era que habían rechazado todas las profecías acerca de Cristo, sino que habían estado considerando sólo las que enfatizaban el establecimiento de su reino sobre la tierra, mientras ignoraban las que bosquejaban su rechazo, sufrimiento, muerte y resurrección.

Además del uso selectivo de las profecías, otro obstáculo común que muchos evangélicos tienen en estos días, es la falta de comprensión de las profecías “condicionales”. Muchas de las declaraciones proféticas del Antiguo Testamento dependían de que Israel cumpliera las expectativas y el papel que Dios les había asignado en el establecimiento del reino de Cristo. En cambio, cuando él vino en el tiempo señalado, ellos lo rechazaron porque no cumplía el papel que pensaban que debía cumplir como rey terrenal y libertador físico de la nación, basados en su comprensión de las profecías del Antiguo Testamento.

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Se deben distinguir siete principios de interpretación profética, de las reglas generales de interpretación bíblica bosquejadas en el capítulo 8, aunque varias son similares. Aquí estamos tratando con un campo más limitado: las reglas de interpretación que son útiles para comprender con exactitud los eventos escritos hace mucho tiempo para la bendición y amonestación de quienes viven en los últimos días. Junto con la lista de los siete principios que se describen a continuación, se usarán profecías específicas, cuando sea necesario, para mostrar cómo se aplican estas reglas.

1. Tanto Daniel como el Apocalipsis contienen varias series de profecías bosquejadas, a menudo paralelas, que desenvuelven una secuencia ininterrumpida de eventos que llevan al establecimiento del reino eterno de Dios. Por ejemplo, el sueño de Nabucodonosor de la imagen registrado en Daniel 2 proporciona una introducción tanto como un panorama general de la secuencia profética. En lugar de la imagen, Daniel 7 usa bestias proféticas que abarcan un bosquejo similar, pero dan más detalles y vislumbres de lo que ocurrirá, particularmente en el tiempo del juicio anterior al advenimiento. Daniel 8 y 9 comienzan con más bestias proféticas, hasta el punto de nombrar los siguientes poderes mundiales como Medo-Persia y Grecia (Dan. 8:20, 21). Como esta profecía fue dada en los años finales del poder babilónico (Dan. 8:1), Babilonia no está incluida como lo estuvo en Daniel 7. En cambio, el foco se concentra en los reinos que pronto seguirían. Tres profecías de tiempo se presentan en Daniel 7, 8 y 9: los 1.260, los 2.300 y los 490 días-años que, en el caso de los últimos dos, comenzaron con el decreto de restaurar y reedificar Jerusalén en el año 457 a.C. La última de las grandes profecías de tiempo de la Biblia termina en 1844 con la apertura del juicio anterior al advenimiento. El bosquejo profético concluye con Daniel 11 y 12, que llenan algunos detalles bastante específicos que no se presentaron en las profecías anteriores.

2. El centro de estas profecías esquemáticas es el conflicto permanente entre las naciones y el pueblo de Dios, entre el Anticristo y Cristo. Aunque habrá una lucha cada vez más amarga, Cristo y su pueblo recibirán la victoria y un dominio restaurado sobre la tierra del cual todo rastro de pecado habrá sido eliminado, con la excepción de las cicatrices en el cuerpo de Cristo que servirán como un recordativo eterno del precio de nuestra salvación.

3. Cada serie diferente revela una repetición y una ampliación de ciertas partes de una serie anterior, siempre enfocando la historia redentora, específicamente acerca del final del conflicto entre el bien y el mal. Las siete iglesias, los siete sellos, y las siete trompetas de la primera parte del Apocalipsis bosquejan aspectos de la historia que conducen desde la primera venida de Cristo a la segunda venida. Éstas a su vez, son seguidas por un panorama del gran conflicto en el capítulo 12, junto con detalles adicionales de los eventos finales en los capítulos 13-22, muchos de los cuales todavía deben ser cumplidos y deben terminar con Dios y su pueblo en la Nueva Jerusalén.

4. En Jesucristo y por medio de él, las profecías apocalípticas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento deben ser consideradas como una unidad espiritual general. Cuando se interpreta lo que hay de apocalíptico en el Nuevo Testamento debemos primero considerar el contexto histórico y teológico del Antiguo Testamento, y sin embargo, reconocer el peso del contexto más amplio de los dos Testamentos. Como el libro del Apocalipsis (que en griego significa “revelación”) se refiere más de 490 veces al Antiguo Testamento, debiéramos procurar descubrir cómo la historia redentora y el mensaje de cada libro encuentra su culminación en el Apocalipsis.

5. Es importante determinar, cuando los datos lo permiten, dónde cada bosquejo profético cruza el momento de la cruz de Cristo, porque la terminología y las imágenes del Antiguo Testamento, desde ese punto en adelante, debieran recibir una

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interpretación que tome en cuenta el mensaje y la misión de Cristo y el establecimiento de la iglesia como el nuevo Israel.

6. Las profecías apocalípticas del Antiguo Testamento que han permanecido sin cumplirse, generalmente por causa del fracaso de Israel en cumplir las condiciones de Dios, de acuerdo con el Nuevo Testamento hallarán su cumplimiento en el pueblo remanente fiel de Jesucristo. Muchas de las profecías que se encuentran en los libros del Antiguo Testamento estaban condicionadas a que Israel cumpliera los requerimientos necesarios para que Cristo estableciera su reino eterno en Jerusalén en la época de su primer advenimiento. “Si la nación [judía] hubiese sido fiel a su cometido... toda la tierra hubiera aguardado la venida del Mesías con intenso deseo. El Mesías habría venido, muerto y resucitado. Jerusalén se hubiera convertido en un gran centro misionero (ver Palabras de vida del gran Maestro, p. 184), y la tierra se habría iluminado con la luz de la verdad” (Comentario bíblico adventista, p. 32).

Como el pueblo de Israel nunca lo aceptó en la forma requerida, “las predicciones de gloria y honor nacionales no pudieron cumplirse. Sin embargo, en vista de que los propósitos de Dios son inmutables... el éxito deberá alcanzarse y se alcanzará, pero por medio del Israel espiritual” (Ibíd., p. 36).

7. Aunque un cierto símbolo profético tenga generalmente el mismo significado básico, la aplicación específica de cada símbolo debe determinarse por su propio contexto inmediato. La mujer que representa al pueblo de Dios o su iglesia y la serpiente como símbolo de Satanás se encuentran tanto en el Génesis como en el Apocalipsis. Por otro lado, los ‘cuatro vientos’ de Apocalipsis 7:1 representan los cuatro puntos cardinales, mientras que los vientos también pueden ser usados como símbolo de la destrucción por la guerra. Generalmente simbolizan actividad o energía en alguna forma que sólo puede ser comprendida prestando atención completa al contexto.

Como tenemos la “segura palabra profética” la nuestra es una esperanza viva en el pronto retorno de Cristo (2 Ped. 1:19). Nuestra comprensión de la profecía debe ser primero Cristocéntrica ya que él es el centro de toda profecía. No debe tener ninguna “interpretación privada” (2 Ped. 1:20). Desafortunadamente, como la atención de muchos está centrada en el comienzo del nuevo milenio y en las religiones de la Nueva Era, se están promoviendo una sobreabundancia de extrañas interpretaciones proféticas en todo el mundo. Los fundamentalistas musulmanes y los predicadores renovadores del budismo están arrasando ciertas áreas. Las manifestaciones de la Nueva Era presentan una forma de espiritismo, del Zen y del Yoga menos severa, y son tan sincréticas que llega a ser difícil encontrar el verdadero núcleo de creencias, y mucho menos “una segura palabra profética”.

Los Seminarios sobre el Apocalipsis han mostrado ser una gran bendición en el área de la predicación profética para la iglesia en los últimos años. Antes de esto, la presión de los números y aun las reuniones evangelizadoras eran caracterizadas por un enfoque ecuménico hasta el punto que la predicación profética estaba muy diluida o mal aplicada para adecuarse a los gustos del intérprete.

La guía más segura para aplicar las profecías con exactitud es encontrar aplicaciones hechas por el Espíritu Santo en la Biblia o en los escritos del espíritu de profecía. Una de las razones por las que Dios pone tanto énfasis en lo segundo es que estamos viviendo en el tiempo cuando las profecías se están cumpliendo rápidamente. Necesitamos ayuda inspirada para comprender lo que está ocurriendo, especialmente ahora cuando Satanás está procurando engañar aun a los escogidos.

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Cómo trató Jesús a la aplicación selectiva de la profecía “Al apartarse de Dios, los judíos perdieron de vista mucho de lo que enseñaba el

ritual. Este ritual había sido instituido por Cristo mismo. En todas sus partes, era un símbolo de él; y había estado lleno de vitalidad y hermosura espiritual. Pero los judíos perdieron la vida espiritual de sus ceremonias, y se aferraron a las formas muertas. Confiaban en los sacrificios y los ritos mismos, en vez de confiar en Aquel a quien éstos señalaban. A fin de reemplazar lo que habían perdido, los sacerdotes y rabinos multiplicaron los requerimientos de su invención; y cuanto más rígidos se volvían, tanto menos del amor de Dios manifestaban. Medían su santidad por la multitud de sus ceremonias, mientras que su corazón estaba lleno de orgullo e hipocresía.

“Con todas sus minuciosas y gravosas órdenes, era imposible guardar la ley. Los que deseaban servir a Dios, y trataban de observar los preceptos rabínicos, luchaban bajo una pesada carga. No podían hallar descanso de las acusaciones de una conciencia perturbada. Así Satanás obraba para desalentar al pueblo, para rebajar su concepto del carácter de Dios y para hacer despreciar la fe de Israel. Esperaba demostrar lo que había sostenido cuando se rebeló en el cielo, a saber, que los requerimientos de Dios eran injustos, y no podían ser obedecidos. Aun Israel, declaraba, no guardaba la ley.

“Aunque los judíos deseaban el advenimiento del Mesías, no tenían un verdadero concepto de su misión. No buscaban la redención del pecado, sino la liberación de los romanos. Esperaban que el Mesías viniera como conquistador, para quebrantar el poder del opresor, y exaltar a Israel al dominio universal. Así se iban preparando para rechazar al Salvador...

“El odio a los romanos y el orgullo nacional y espiritual inducían a los judíos a seguir adhiriéndose rigurosamente a sus formas de culto. Los sacerdotes trataban de mantener una reputación de santidad atendiendo escrupulosamente a las ceremonias religiosas. El pueblo, en sus tinieblas y opresión, y los gobernantes sedientos de poder anhelaban la venida de Aquel que vencería a sus enemigos y devolvería el reino a Israel. Habían estudiado las profecías, pero sin percepción espiritual. Así habían pasado por alto aquellos pasajes que señalaban la humillación de Cristo en su primer advenimiento y aplicaban mal los que hablaban de la gloria de su segunda venida. El orgullo obscurecía su visión. Interpretaban las profecías de acuerdo con sus deseos egoístas” (El Deseado de todas las gentes, pp. 21, 22).

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CAPÍTULO 11 QUE USA BIEN LA PALABRA

Muchas distorsiones y malas comprensiones de la Biblia están circulando en los

ámbitos eruditos actuales. Una razón para estos conceptos erróneos es que Satanás ha lanzado un desesperado ataque frontal para desacreditar a la Biblia y su Autor. Otra es la explosión de conocimiento e información que ha ocurrido en la era de las computadoras. Es frustrante para el erudito cuidadoso de la Biblia encontrar algunas posiciones extremas acerca de Dios y de la Biblia que circulan por Internet y son recibidas como si vinieran de la misma fuente de la verdad. Cuanto más sensacionales son estas supuestas revelaciones, tanto más rápidamente circulan.

En tiempos recientes, el Seminario de Jesús ha sido algo así como una sensación. En su búsqueda para encontrar al verdadero Jesús, los participantes han decidido, hasta el momento en que se escribe esto, que muy poco de lo que está registrado en los evangelios acerca de Cristo realmente ocurrió. Elena de White da la siguiente explicación para estos conceptos errados: “Hoy es tan cierto como en los días apostólicos que sin la iluminación del Espíritu divino, la humanidad no puede discernir la gloría de Cristo. La verdad y la obra de Dios no son apreciadas por un cristianismo que ama el mundo y transige con él. No es en la comodidad, ni en los honores terrenales o la conformidad con el mundo donde se encuentran los que siguen al Maestro. Han dejado muy atrás estas cosas y se hallan ahora en las sendas del trabajo, de la humillación y del oprobio, en el frente de batalla ‘contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires’ (Efe. 6:12)” (El Deseado de todas las gentes, pp. 460, 470).

Sin embargo, al estudiar la forma en que Dios ha preservado y presentado su Palabra a nosotros, encontramos que la Biblia:

1. Es confiable (2 Ped. 1:19). 2. Está escrita sin prejuicios, con exacta fidelidad (Joyas de los testimonios, t. 1, pp.

436; Testimonies, t. 4, p. 370). 3. Aun su ciencia es auténtica (Fundamentals of Christian Education, pp. 84, 85). Por lo tanto, las distorsiones no vienen de los profetas inspirados que fueron

instruidos en sus escritos por el Espíritu Santo. Tales distorsiones tienen que venir de traductores y copistas posteriores, y particularmente, de los intérpretes contemporáneos que están inclinados a distorsionar las verdades de la Biblia por causa de sus presuposiciones erróneas. Necesitamos presuposiciones y actitudes correctas

“Que usa bien” la Palabra (2 Tim. 2:15) significa acercarse a ella con actitudes y presuposiciones consistentes con la naturaleza de la Biblia, como la revelación confiable e inspirada de la voluntad de Dios.

“Pero Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas. Ni las opiniones de los sabios, ni las deducciones de la ciencia, ni los credos o decisiones de concilios tan numerosos y discordantes como lo son las iglesias que representan, ni la voz de las mayorías; nada de esto, ni en conjunto ni en parte, debe ser considerado como evidencia a favor o en contra de cualquier punto de fe religiosa. Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto debemos cerciorarnos de si los autoriza un categórico ‘Así dice Jehová’.

“Satanás trata continuamente de atraer la atención hacia los hombres en lugar de atraerla hacia Dios. Hace que el pueblo considere como sus guías a los obispos, pastores

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y profesores de teología, en vez de estudiar las Escrituras para saber por sí mismos cuáles son sus deberes. Dirigiendo luego la inteligencia de esos mismos guías, puede entonces también encaminar las multitudes a su voluntad” (El conflicto de los siglos, p. 653).

Aun personas humildes que buscan la conducción del Espíritu Santo pueden guiar personas al Cristo de la Biblia. Un domingo de invierno, hace muchos años, un adolescente caminaba dificultosamente en medio de una nevisca enceguecedora, rumbo a la iglesia. Hacía muchísimo frío; era en realidad demasiado frío para que él estuviera afuera, pero este joven inglés sentía una profunda necesidad de encontrarse con Cristo, aunque nunca antes había dado su vida a Dios. Siguió por un sendero angosto hasta que tropezó con una capilla metodista. Sólo trece personas, incluyéndolo a él, habían afrontado el tiempo inhóspito.

Las once llegaron y pasaron. El ministro no apareció. Finalmente, un diácono hojeó rápidamente su Biblia, encontró un pasaje y avanzó hacia el púlpito. Él no era predicador, pero era su deber hacer lo mejor posible.

El texto que eligió era Isaías 45:22: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”. Comenzó a analizar lo que encontraba en ese texto, pero en unos diez minutos había dicho todo lo que pudo recordar acerca del pasaje. Estaba por ofrecer la oración de despedida, cuando notó al muchacho, de aspecto triste, que estaba sentado, temblando, en el último banco. “Joven —le dijo—, te ves miserable esta mañana. Tú necesitas mirar a Jesús y ser salvo. Joven, ¡mira a Jesús!”

El Espíritu usó a ese humilde diácono en una manera portentosa para alcanzar un corazón frío en una iglesia helada. Ese muchacho miró a Jesús. Su nombre era Charles Haddon Spurgeon, quien llegó a ser uno de los predicadores más grandes de su tiempo. La emoción del descubrimiento personal

Todos podemos compartir la emoción y el gozo del descubrimiento bíblico. A menudo escuchamos repetir que la Biblia es un tesoro inagotable que sobreabunda con gloriosas gemas de verdad. Sin embargo, la mayoría de las personas que estudian la Biblia parecen contentas meramente con dar una rápida mirada por la superficie de este tesoro sin darse plena cuenta de la emoción y el placer que viene por el descubrimiento personal de las joyas escondidas debajo de la superficie.

En su parábola registrada en Mateo 13:44, Cristo compara el “reino de los cielos” con un tesoro escondido en un campo. Mencionamos esta parábola en el capítulo 2. Pero como algunas de las parábolas favorecen el uso de nuestra imaginación, añadamos a la discusión anterior algunos puntos de interés, cuidando de no violar de manera alguna lo que Cristo tenía en la mente mientras contaba la historia. Un hombre estaba trabajando el campo de su vecino por una participación en la cosecha. Él no tenía y no podía comprar tierra para sí mismo. Un día, mientras araba el campo, el arado choca con algo duro y metálico. Detiene a los bueyes y rápidamente se pone sobre sus rodillas y se agacha para retirar la tierra. En pocos momentos ha descubierto un pequeño cofre como los que guardan tesoros, y al abrirlo, reconoce que contiene una fortuna en monedas y joyas. Rápidamente lo cubre, y marcando el lugar, va corriendo a la casa de su vecino.

—Vecino —le dice tratando de ocultar su emoción—, quisiera comprarle su campo. ¿Cuánto pide por él?

—Lo lamento, amigo. No está a la venta. Esta propiedad ha estado en mi familia por muchas generaciones, y no quiero venderlo.

Pero el hombre insiste y persiste hasta que finalmente el vecino, a fin de librarse de él, pone un precio ridículamente alto a su campo.

—Muy bien, ¡lo compro! Déme hasta las tres de esta tarde para reunir el dinero.

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Rápidamente corre a su casa y comienza a contar el dinero que tiene. Naturalmente, no tiene suficiente. Inmediatamente, este hombre que tiene que comprar el campo para ser dueño del tesoro, comienza a vender sus muebles. Tiene tanto apuro que no tiene tiempo de explicarle a su esposa lo que está haciendo. Pronto los muebles se han ido, y todavía le falta. Recuerda a un amigo que había querido comprarle su casa; y como está dispuesto a venderlo por una fracción de su valor, el amigo puede pagarle en efectivo. ¡Todavía no tiene suficiente! Se vuelve a la casa, y la vacía de todo, y hasta vende toda la ropa que tiene, excepto la que su familia y él llevan puestas. La preciosa dote de su esposa se fue. Ella está terriblemente molesta, pero él no tiene tiempo para discutir con ella. Todavía necesita juntar más. Sin un momento de vacilación, pide prestada la cantidad restante a la tasa de usura acostumbrada prometiendo venderse a sí mismo y a su familia como esclavos si no puede hacer los pagos.

Finalmente tiene suficiente dinero, y casi son las tres de la tarde. Sin una palabra de explicación a nadie corre a la casa de su vecino y completa la transacción por el campo. Para este tiempo la esposa ha reunido a sus padres y sus familiares y varios de sus amigas íntimas. Están llorando y quejándose, porque están seguros de que el esposo se volvió loco del todo. Lo siguen a una distancia prudencial mientras corre de nuevo al campo. Ahora están seguros de que está loco cuando lo ven caer sobre sus rodillas y manos, y comienza a remover la tierra. Pero en unos pocos momentos sus lamentos se vuelven gritos de regocijo cuando les presenta el tesoro encontrado, que ahora es propiedad de ellos.

Es importante buscar el punto o los puntos principales de una parábola. El punto central de la historia de Jesús es que cuando encontramos un tesoro escondido que vale mucho más que cualquier otra cosa que alguna vez esperaríamos encontrar o poseer, con alegría renunciamos a todo lo que tenemos para poseerlo. Se encuentra un gozo tremendo al descubrir los tesoros escondidos de la Palabra de Dios. La recompensa que recibimos vale mucho más que el esfuerzo que cuesta descubrirlo. Y el esfuerzo mismo llega a ser gozoso, así como el hombre de la parábola se emocionó tanto que vendió con alegría todo lo que tenía. El esfuerzo y la dificultad de vender sus cosas tan rápidamente, aún perdiendo dinero con ello, no lo molestaban, sino que era emocionante en sí mismo al anticipar el resultado final.

A la luz del hecho de que el gozo y la emoción del descubrimiento dan una recompensa tan grande, ¿por qué se descuida tanto la búsqueda de las joyas de la verdad que se encuentran en el cofre del tesoro de la Biblia? Porque eso requiere trabajo. Cualquier cosa que vale la pena requiere esfuerzo, por supuesto. ¡Y cuánto perdemos si no estamos dispuestos a poner todo nuestro esfuerzo!

En esto está involucrado un estupendo privilegio: el privilegio de compartir la verdad de Dios revelada en una forma tan significativa, como si las palabras registradas hace centenares o aun miles de años hubiesen sido puestas en las Escrituras y preservadas allí para ese preciso momento, el momento emocionante del descubrimiento personal.

Naturalmente, no podemos esperar encontrar descubrimientos más profundos y más satisfactorios al principio, ni todos juntos. Aun después de la emoción del descubrimiento del Mesías, les llevó a los discípulos un tiempo para reconocer cuán singular y precioso era realmente ese descubrimiento. Además, se requiere adiestramiento, experiencia y disciplina para descubrir y reconocer la verdad bíblica por uno mismo. Pero los resultados son seguros. Dios mismo garantiza esto en su promesa: “Y me buscaréis, y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer. 29:13).

Daniel 12:10 promete que los que estudian con oración y diligencia y que “serán purificados”, SERÁN capaces de comprender los mensajes de Dios. Pero esto no es

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cierto de los impíos. “Ninguno de los impíos entenderá”. ¿Por qué la disposición de obedecer a Dios es un prerrequisito para recibir la luz? ¿Qué propósito tendría el exponer la verdad a quienes no tienen la intención de seguirla? Cuando el Espíritu Santo viene a nuestro corazón y vida, él nos guía a toda verdad (Juan 16:13). Cómo trató Jesús con los que no eran honestos en su enfoque del estudio de la Biblia

“Los fariseos construían las tumbas de los profetas, adornaban sus sepulcros y se decían unos a otros: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres no habríamos participado con ellos en el derramamiento de la sangre de los siervos de Dios. Al mismo tiempo, se proponían quitar la vida de su Hijo. Esto debiera ser una lección para nosotros. Debiera abrir nuestros ojos acerca del poder que tiene Satanás para engañar el intelecto que se aparta de la luz de la verdad. Muchos siguen en las huellas de los fariseos. Reverencian a aquellos que murieron por su fe. Se admiran de la ceguera de los judíos al rechazar a Cristo. Declaran: Si hubiésemos vivido en su tiempo, habríamos recibido gozosamente sus enseñanzas; nunca habríamos participado en la culpa de aquellos que rechazaron al Salvador. Pero cuando la obediencia a Dios requiere abnegación y humillación, estas mismas personas ahogan sus convicciones y se niegan a obedecer...

“Mirando hacia adelante, Jesús declaró que la impenitencia de los judíos y su intolerancia para con los siervos de Dios, sería en lo futuro la misma que en lo pasado:

“‘Por tanto, he aquí, yo envío a vosotros profetas, y sabios, y escribas: y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros de ellos azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad’. Profetas y sabios, llenos de fe y del Espíritu Santo —Esteban, Santiago y muchos otros—, iban a ser condenados y muertos. Con la mano alzada hacia el cielo, y mientras una luz divina rodeaba su persona, Cristo habló como juez a los que estaban delante de él. Su voz, que se había oído frecuentemente en amables tonos de súplica, se oía ahora en reprensión y condenación. Los oyentes se estremecieron. Nunca había de borrarse la impresión hecha por sus palabras y su mirada.

“La indignación de Cristo iba dirigida contra la hipocresía, los groseros pecados por los cuales los hombres destruían su alma, engañaban a la gente y deshonraban a Dios. En el raciocinio especioso y seductor de los sacerdotes y gobernantes, él discernió la obra de los agentes satánicos. Aguda y escudriñadora había sido su denuncia del pecado; pero no habló palabras de represalias... Así también el cristiano que vive en armonía con Dios, y posee los suaves atributos del amor y la misericordia, sentirá una justa indignación contra el pecado; pero no le incitará la pasión a vilipendiar a los que le vilipendien” (El Deseado de todas las gentes, pp. 570-572).

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CAPÍTULO 12 EL TEMA DEL GRAN CONFLICTO

Ninguno de nosotros pidió ese privilegio, pero nos guste o no, todos estamos en el

escenario central del gran drama del universo. Por razón de haber nacido cuando y donde nacimos, toda la humanidad está incluida en el gran conflicto entre Cristo y Satanás con respecto al carácter de Dios, su ley y su soberanía sobre el universo. Este conflicto se originó en el cielo cuando un ser creado, dotado con libertad de elección, por causa de la exaltación propia llegó a ser Satanás, el adversario de Dios, y dirigió a un grupo de ángeles a la rebelión. Más tarde, condujo a Adán y a Eva al pecado, introduciendo así el espíritu de rebeldía en este mundo. El pecado produjo la distorsión de la imagen de Dios en la humanidad, el desorden en el mundo creado, y su eventual devastación en ocasión del diluvio mundial. Bajo la mirada del universo entero, este mundo llegó a ser la arena del conflicto universal, en el cual el amor de Dios será vindicado en última instancia.

Pero los seres humanos no estamos solos en esto. Todo el cielo está comprometido a socorrernos. Para ayudar a su pueblo en este conflicto, Cristo envía el Espíritu Santo y a los ángeles leales para guiarnos, protegernos y sostenernos en el camino de la salvación. (Adaptado de Creencias fundamentales de los adventistas del séptimo día, Nº 8).

Como el pecado y sus efectos todavía existen sobre la tierra, a menudo se nos recuerdan sus terribles resultados. Rise Colson vino como una brisa de aire fresco al pequeño grupo de creyentes que intentaba establecer una iglesia en Harrison, Tennessee, EE.UU. Aunque era graduada de teología del Southwestern Adventist College, trabajaba como enfermera. Pero su anhelo era llegar a ser un ministro adventista. Como cuando se graduó no consiguió un trabajo como ministro, se mudó a la zona de Chattanooga para estar cerca de sus parientes. Se emocionó cuando encontró una pequeña iglesia que necesitaba sus talentos y se dedicó sin reservas para ayudarla a desarrollarse.

Rise predicaba, daba estudios bíblicos, y tenía una preocupación especial por ministrar a los que no tenían hogar. Pero una forma de ministerio en la cual se ocupaba molestaba a los miembros de su iglesia. Ella levantaba en su auto a los que hacían dedo en las carreteras, y a menudo los traía a la iglesia y a las reuniones de evangelización. Nuestra preocupación era que no sentíamos que fuera seguro para una mujer joven recoger a los que le pedían que los llevara.

El 2 de agosto de 1995, en su camino al trabajo cerca de Knoxville, recogió al último que le pidió que lo llevara. Su cuerpo fue encontrado dos días más tarde cuando alguien notó su pequeña camioneta al lado de un edificio abandonado y lo encontró allí cerca maltratado y mutilado.

Los transeúntes habían visto a un hombre que golpeaba a una mujer cerca de una camioneta blanca. Un conductor hasta detuvo su automóvil y corrió a ayudar a Rise, pero más tarde le dijo a la policía que el hombre obligó a la mujer a entrar a la camioneta y se alejó a gran velocidad. El conductor siguió a la camioneta pero la perdió de vista en el tránsito.

La policía finalmente capturó a un vagabundo en otra carretera que confesó haber matado a Rise. Informaron que este hombre le dijo a la policía que se puso furioso cuando ella no apagó el programa religioso que tenía en su tocacintas, y se puso aún más furioso cuando ella le siguió “predicando”.

La pequeña iglesia de Harrison experimentó un tremendo choque cuando se reunieron el sábado, el día siguiente al del hallazgo e identificación del cuerpo de Rise, y muchos se enteraron por primera vez del horrendo eximen. ¿Por qué permitió el Señor

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esa horrible muerte a una mujer que estaba contribuyendo tanto para el crecimiento de la iglesia? Pero una bendición se produjo a raíz de esa terrible tragedia. Atrajo a la iglesia para constituirse en una familia más unida, y los condujo a decidir que impedirían que el enemigo de las almas se saliera con la suya.

La mayor parte de la gente cuando tiene experiencias amargas se pregunta por qué un Dios bueno creó un mundo malo. ¡Él no lo hizo! ¿Qué ocurrió? Es un misterio. Después que el Creador trajo a la existencia diez mil veces diez mil y miles de miles de seres pensantes, todos con el poder de elección, alguien en algún lugar usó mal ese poder. Sorprendentemente, pero tal vez no tanto, el ser que usó mal este poder dado por Dios resultó ser Lucifer, el ser creado más elevado y con más talento.

“En el cielo, antes de su rebelión, Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo honor seguía al del amado Hijo de Dios... Su forma era perfecta; su porte noble y majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles. Sin embargo, Cristo, el amado Hijo de Dios, tenía la preeminencia sobre todas las huestes angélicas. Era uno con el Padre antes que los ángeles fueran creados. Lucifer tuvo envidia de él y gradualmente asumió la autoridad que le correspondía sólo a Cristo” (Historia de la redención, p. 13).

Lucifer debiera haber reconocido que, como ser creado, no tenía derecho al respeto y adoración acordados a la Deidad. Pero, en lugar de eso, abrigó celos y los compartió con sus compañeros angélicos, proponiéndoles preguntas que estaban diseñadas para sembrar semillas de insatisfacción. Las sutiles insinuaciones de Lucifer dieron por fruto que un tercio de los ángeles se comprometieron a estar de su lado. Engañados por sus mentiras seductoras, sintieron que podrían establecer un gobierno superior al de Dios. Con infinita paciencia su Creador intentó explicarles sus actos, procurando persuadir al rebelde y sus simpatizantes a abandonar el desastroso curso que estaban siguiendo. Dios intentó aclarar que las leyes del cielo, cimentadas en el amor, eran esenciales para la felicidad. Pero cuando Lucifer y sus seguidores rebeldes rehusaron aceptar las explicaciones o responder a sus ruegos, Dios no tuvo otro recurso que echarlos del cielo.

Pero aun entonces Dios no destruyó a Lucifer y a sus seguidores de inmediato. Les dio tiempo y oportunidad de ver que sus acusaciones contra el carácter de Dios y su ley eran injustificadas. Dios advirtió a Adán y Eva en el Jardín del Edén que la consecuencia natural de la desobediencia sería la muerte. Lucifer, que había llegado a ser Satanás, vio esto como una oportunidad para inducir a los primeros seres humanos a comer del fruto prohibido y unirse con él en la rebelión. Trágica e increíblemente, Adán y Eva cedieron a la tentación de Satanás. El cielo proveyó un Salvador

Aun después de haber pecado, Dios en su misericordia mantuvo la vida de la primera pareja a fin de que el par culpable tuviera la oportunidad de arrepentirse. Sin embargo, la pena por quebrantar la ley de Dios tenía que cumplirse, y los miembros de la Deidad, con previsión divina, ya habían hecho provisión para esto con anterioridad. Mucho antes de la gran rebelión, habían acordado que Dios el Hijo, a quien conocemos como Jesús, vendría a esta tierra y moriría por el pecado, tomando el lugar de los pecadores. ¡Cuán fácil es decir lo que Jesús hizo sin comprender plenamente lo que significa!

Podemos mostrar nuestro aprecio por lo que Cristo ha hecho por nosotros dando nuestros corazones como monumentos dedicados al Cordero de Dios que estuvo dispuesto a venir a morir en nuestro lugar. La decisión del Concilio del cielo para que Jesús muriera por nosotros fue hecha antes de que el pecado entrara en el universo. Después de la caída, los efectos del pecado llegaron a ser más y más evidentes, no sólo

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en la raza humana sino en toda la naturaleza. Los principios propuestos por Satanás, aunque al principio no se veían como peligrosos, produjeron una cosecha de frutos malos. Hace diecinueve siglos, cuando Cristo fue asesinado por causa de nuestras transgresiones, los habitantes del cielo y de los otros mundos vieron claramente la horrible naturaleza del pecado. Entonces se dieron cuenta de cuán correcto era Dios y cuán equivocado estaba Satanás.

Después de algunos años de luchar para llevar a Israel a una correcta relación con el reino de Dios, Jesús se propuso ir a Jerusalén, a sufrir y a morir. Su sangre manchó la cruz, pero hoy esa cruz une pueblos de todas las razas, culturas y posiciones en la vida bajo un título glorioso: cristiano. Esa preciosa sangre también demostró al universo la horrible naturaleza del pecado y el verdadero carácter de la rebelión de Satanás.

Cuando Jesús murió, los ciudadanos del cielo y de los mundos no caídos, reconocieron con certeza que Dios es amor, y que su ley es justa y necesaria. Pero para dar a los ciudadanos de nuestro mundo amplia oportunidad para comprender los problemas involucrados en la gran controversia entre Cristo y Satanás, y para dar a la gente perfecta libertad para elegir a qué lado desearían unirse, Dios permitió que el drama del pecado se desarrollara en este mundo.

Hoy el conflicto está acercándose a su final. Con gran urgencia el Espíritu Santo y los ángeles del cielo están procurando ayudar a las personas a elegir el lado de Dios: a poner la lealtad a Dios, a la justicia y a la verdad aun por encima de la vida misma. Para ayudar a su pueblo en este conflicto, Cristo envía el Espíritu Santo y a los ángeles leales para guiarlos, protegerlos y sostenerlos en el camino de la salvación. La Biblia deja bien en claro que el resultado final será la victoria completa para Dios, y la vindicación de su carácter y de su ley.

El equipo de básquetbol no podía practicar en su propio gimnasio por causa de un programa especial que se celebraba allí. Por ello, estaban usando el gimnasio de otra institución. Mientras los jugadores corrían de aquí para allá, un viejo conserje estaba sentado en la tribuna, esperando que el equipo terminara su práctica, de modo que él pudiera hacer su trabajo. Mientras esperaba, leía.

Durante un breve descanso, uno de los jugadores se acercó al conserje y le preguntó qué estaba leyendo.

—Estoy leyendo la Biblia, el libro del Apocalipsis —le respondió. El joven se acercó y vio algunas palabras tales como “Alfa”, “Omega”, y “Sardis”. —¿Entiende Ud. realmente todo eso? —le preguntó. El conserje sonrió. —¡Claro que sí! Dice que Jesús es el que gana. Jesús ya ha ganado. Pero hasta ese día glorioso cuando regrese para poner fin a todo

el pecado, el bien y el mal continuarán lado a lado. Hoy las fuerzas sobrenaturales continúan su guerra mortal iniciada hace mucho tiempo en el cielo. El planeta Tierra es el campo de batalla. Pero resta muy poco tiempo hasta el regreso de Cristo para reclamar la victoria que obtuvo en la cruz hace tanto tiempo. ¿Por qué vino Jesús?

La pregunta básica que responde la cosmovisión de la Biblia, brevemente bosquejada más arriba, es: ¿Por qué vino Jesús a este planeta? Los Adventistas del Séptimo Día creen que la cruz de Cristo tiene significado universal así como local, para este planeta. Jesús vino para vivir y morir por algo más que nuestra salvación. Había mucho más en juego. Él vino para responder a la acusación contra la justicia de Dios que precedió a nuestra necesidad humana de salvación. La misteriosa rebelión de Satanás ocurrió antes de que este mundo existiera.

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Después de la creación, Satanás aseguró que es imposible para los seres humanos creados guardar la ley de Dios. Esta es una de las razones por las que un miembro de la Deidad que conocemos como Jesús llegara a humanarse. Jesús demostró que los seres humanos pueden guardar la ley de Dios y obtener la victoria sobre el pecado.

Con el fin de demostrar la posibilidad de vivir existencias sin pecado si permitimos que Jesús obtenga la victoria sobre el pecado dentro de nosotros, Cristo tenía que venir a este mundo y vivir aquí como un ser humano, no como Dios. Satanás no tiene problemas con el hecho de que Dios pueda guardar su propia ley. Él se concentró en convencer a las personas de que es imposible que los seres creados puedan hacerlo. Con el propósito de demostrar que Satanás estaba equivocado Jesús vivió como hombre, vaciándose a sí mismo del uso de los poderes divinos mientras estuvo sobre la tierra, pero manteniendo su condición divina. (Véase Fil. 2:5-7). Él era plenamente Dios en la tierra, pero vivió como un ser humano dependiente, aferrándose a su Padre. De este modo él se llamó a sí mismo la “vid verdadera” (Juan 15:1). La gloriosa noticia del evangelio eterno es que lo Jesús hizo, por su gracia y el poder de su Espíritu, también podemos hacerlo nosotros.

En años recientes la idea que yo llamo pensar lo imposible ha penetrado en la iglesia. Es la creencia de que no podemos vivir como Jesús nos pidió que viviéramos cuando nos invitó a tomar la cruz de la negación propia y SEGUIRLO. No deberían sorprendernos los intentos de Satanás de desanimarnos en los últimos momentos del tiempo a fin de demorar la segunda venida de Cristo. Desde el Edén ha hecho todo lo que podía para convencer a los seres humanos de que es imposible guardar las leyes de Dios.

Lo que necesitamos es una nueva dosis de “pensar lo posible”, darnos cuenta de que todo lo que Dios promete y hace posible para su pueblo no sólo podemos lograrlo, sino debemos realizarlo por su gracia. No podemos ser indiferentes

Los Adventistas del Séptimo Día creemos que los seres creados de los planetas habitados no caídos, junto con los ángeles celestiales no caídos, observaron con intenso interés la venida de Jesús a la tierra. (Véase El conflicto de los siglos, pp. 557, 558). Ellos también tenían una participación en su vida y su muerte. En Jesús, como un ser humano creado, Dios demostraría al universo que él es justo y que las acusaciones de Satanás, de que era injusto, son falsas.

Sin embargo, tantos parecen indiferentes a estos grandes problemas en los cuales está envuelto todo el universo. Hace algunos años, leí que en Londres hay una estatua de Cristo llevando su cruz. Se dice que miles de personas pasan junto a ella cada día sin notarla. Una inscripción bajo la estatua dice: “¿No les importa a todos los que pasan por aquí?” Jesús con alegría tomó la cruz por cada uno de nosotros. ¿Qué significa esto para nosotros? ¿Estamos dispuestos a llevar la cruz de la negación propia por él?

La victoria de Cristo en la cruz tenía significación universal. Ahora, todos los seres creados podían ver que Dios es justo al eliminar el pecado del universo. Hace mucho tiempo, una serpiente trajo confusión a una mujer perfecta que vivía en un jardín perfecto. El problema era el de la naturaleza del pecado. Satanás todavía trata de confundirnos con respecto a los problemas básicos involucrados en el gran conflicto acerca de nuestras almas. Demasiado a menudo, él tiene éxito.

Burt Hunter, un fotógrafo y reportero en Long Beach, California, se encontró en una misión extraña una mañana de neblina. Tenía que entrevistar y sacar fotos a una mujer encantadora de serpientes. Cuando Burt tocó la puerta de una mansión impresionante, se

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sorprendió por la belleza de la mujer que le abrió. No tenía la apariencia de una encantadora de serpientes. Atropelladamente dijo:

—No entiendo por qué una mujer rica y atrayente como usted se ocupa en esta clase de negocios.

La mujer sonreía mientras le contestaba: —No lo hago porque tenga necesidad de hacerlo. Es una afición emocionante. Me

gusta el elemento de peligro que hay en esto. Algún día tengo planes de renunciar a esto y dedicar más tiempo a mis flores. Puedo dejar esto cuando yo quiera.

Mientras Burt preparaba su equipo, la mujer trajo canastas que contenían cobras. Con toda confianza sacó algunas de esas serpientes mortales y jugaba con ellas mientras él sacaba fotografías. Luego ella le advirtió:

—Quédese especialmente quieto ahora, y no haga ningún movimiento brusco. Voy a sacar mi serpiente más nueva. Todavía no está muy acostumbrada a mí.

De repente, ella se paralizó, y le susurró al fotógrafo: —Algo anda mal. Tendré que ponerla de nuevo en la canasta. Mientras Burt la observaba, fascinado, hubo un veloz movimiento de la cabeza de la

cobra que le clavó los colmillos en la muñeca. A la fuerza metió la serpiente en el canasto y aseguró la tapa. La mujer apretó la

muñeca. Con toda calma le dijo a Burt: —Por favor, vaya rápido a mi mesa de luz y tráigame el suero antiofídico. ¡Rápido! Temblando, Burt regresó con la preciosa ampolla. Ella le pidió que sacara la jeringa

y le fijara la aguja. Luego le dijo cómo debía sacar el suero de la ampolla. Burt luchó con esa tarea que no le era familiar, mientras sus manos temblaban. Apoyó su brazo sobre la mesa al tratar desesperadamente de hacer entrar la aguja en la ampolla. De repente suspiró. Sus dedos torpes habían destrozado la ampolla. El suero, ahora inútil, caía entre sus dedos.

—Dígame —dijo con urgencia—, ¿dónde hay otra? Con una voz suave, ella contestó: —Era la última que tenía. Su agonía terminó pronto, pero Burt siguió teniendo una existencia amargada. A

menudo pensaba en la declaración de ella: “Puedo dejarlo cuando quiera”. (Adaptado de Marjorie Grant Burns, “Broken!” [Roto], Youth’s Instructor, 25 de diciembre de 1951, pp. 5, 6, 18, 19).

Muchos que hoy siguen el ejemplo de Eva, y juegan con las mortales serpientes del pecado sienten que de algún modo eso no les hará daño. Pero pronto la ampolla que contiene el único remedio para el pecado no estará más disponible. Debemos estar dispuestos a aceptar la provisión que el Cielo ha hecho hace tanto tiempo para proveernos de un Salvador del pecado ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Aunque Satanás perdió el universo como resultado de sus ataques a Jesucristo en su primera venida, ha hecho esfuerzos sobrehumanos en un ataque total sobre la iglesia remanente (Apoc. 12:17). A través de la historia él aprendió que el medio más eficaz de que dispone es el de atacar desde adentro en vez de hacerlo desde afuera. ¿Es por eso que vemos tantos grupos diferentes dentro de la iglesia que la atacan sobre tantos temas?

En nuestro enfoque del estudio de la Palabra de Dios necesitamos recordar el tema del gran conflicto a fin de que nos proporcione el marco general de referencia que necesitamos. Pero este marco debe incluir necesariamente sólo lo que revelan las Escrituras y no conceptos humanos impuestos a la Biblia. “La Biblia es su propio intérprete. Debe compararse texto con texto. El estudiante debería aprender a considerar la Biblia como un todo y a ver la relación que existe entre sus partes. Debería adquirir el

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conocimiento de su gran tema central, del propósito original de Dios hacia el mundo, del comienzo de la gran controversia y de la obra de la redención. Debería comprender la naturaleza de los principios que luchan por la supremacía, y aprender a rastrear su obra a través de las crónicas de la historia y la profecía, hasta la gran culminación. Debería verificar cómo interviene este conflicto en todos los aspectos de la vida humana; cómo en su mismo caso cada acto de su vida revela uno y otro de esos dos motivos antagónicos; y cómo, consciente o inconscientemente, ahora mismo está decidiendo en qué lado de la contienda se va a encontrar” (La educación, p. 190). De qué modo nosotros, como Cristo, podemos afrontar los ataques de Satanás y vencer el pecado

“Jesús hizo frente a Satanás con las palabras de la Escritura. ‘Escrito está’, dijo. En toda tentación, el arma de su lucha era la Palabra de Dios. Satanás exigía de Cristo un milagro como señal de su divinidad. Pero aquello que es mayor que todos los milagros, una firme confianza en un ‘así dice Jehová’, era una señal que no podía ser controvertida. Mientras Cristo se mantuviese en esa posición, el tentador no podría obtener ventaja alguna.

“Fue en el tiempo de la mayor debilidad cuando Cristo fue asaltado por las tentaciones más fieras... Así se había aprovechado Satanás de la debilidad de la humanidad. Y aun hoy sigue obrando de la misma manera. Siempre que una persona esté rodeada de nubes, se halle perpleja por las circunstancias, o afligida por la pobreza y la angustia, Satanás está listo para tentarla y molestarla... Si nosotros le hiciéramos frente como lo hizo Jesús, evitaríamos muchas derrotas. Parlamentando con el enemigo, le damos ventajas...

“En el último gran conflicto de la controversia con Satanás, los que sean leales a Dios se verán privados de todo apoyo terrenal. Porque se niegan a violar su ley en obediencia a las potencias terrenales, se les prohibirá comprar o vender. Finalmente será decretado que se les dé muerte. (Véase Apocalipsis 13:11-17). Pero al obediente se le hace la promesa: ‘Habitará en las alturas: fortalezas de rocas serán su lugar de acogimiento; se le dará su pan, y sus aguas serán ciertas’ (Isa. 33:16). Los hijos de Dios vivirán por esta promesa. Serán alimentados cuando la tierra esté asolada por el hambre...

“En nuestra propia fortaleza, nos es imposible negarnos a los clamores de nuestra naturaleza caída. Por su medio, Satanás nos presentará tentaciones. Cristo sabía que el enemigo se acercaría a todo ser humano para aprovecharse de las debilidades hereditarias y entrampar, mediante sus falsas insinuaciones, a todos aquellos que no confían en Dios. Y recorriendo el terreno que el hombre debe recorrer, nuestro Señor ha preparado el camino para que venzamos. No es su voluntad que seamos puestos en desventaja en el conflicto con Satanás...

“Viene el príncipe de este mundo —dice Jesús—; mas no tiene nada en mí’ (Juan 14:30). No había en él nada que respondiera a los sofismas de Satanás. Él no consintió en pecar. Ni siquiera por un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros. La humanidad de Cristo estaba unida con la divinidad. Fue hecho idóneo para el conflicto mediante la permanencia del Espíritu Santo en él. Y él vino para hacemos participantes de la naturaleza divina. Mientras estemos unidos con él por la fe, el pecado no tendrá dominio sobre nosotros. Dios extiende su mano para alcanzar la mano de nuestra fe y dirigirla a asirse de la divinidad de Cristo, a fin de que nuestro carácter pueda alcanzar la perfección.

“Y Cristo nos ha mostrado cómo puede lograrse esto. ¿Por medio de qué venció él en el conflicto con Satanás? Por la Palabra de Dios. Sólo por medio de la Palabra pudo

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resistir la tentación. ‘Escrito está’, dijo. Y a nosotros ‘nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia’ (2 Ped. 1:4). Toda promesa de la Palabra de Dios nos pertenece. Hemos de vivir de ‘toda palabra que sale de la boca de Dios’. Cuando nos veamos asaltados por las tentaciones, no miremos las circunstancias o nuestra debilidad, sino el poder de la Palabra. Toda su fuerza es nuestra. ‘En mi corazón he guardado tus dichos —dice el salmista—, para no pecar contra ti’ (Sal. 119:11)” (El Deseado de todas las gentes, pp. 95-99).

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CAPÍTULO 1 3 LA REVOLUCIÓN ADVENTISTA SOBRE LA REVELACIÓN

Si un adventista que hubiese muerto poco después de la época de Elena G. de White

resucitara de su tumba y viera lo que está pasando con su iglesia hoy, quedaría impresionado con nuestros números y estadísticas: cerca de diez millones de miembros, la mayoría en el tercer mundo; un número creciente de universidades, hospitales y casas editoras reconocidos; Misión Global, y Misiones Adventistas de Frontera, junto con Estudiantes Misioneros y proyectos Maranata, en el frente del movimiento misionero moderno.

Pero si luego leyera algunos libros adventistas populares, escuchara algunos sermones del sábado de mañana, y conversara con algunos de los profesores más liberales, no demoraría mucho en erizársele los cabellos. Este visitante de comienzos del siglo encontraría a algunos adventistas promoviendo un nuevo ecumenismo basado en la renovación carismática y gradualmente descubriría que casi cada doctrina adventista, desde la inspiración hasta la segunda venida, están siendo atacadas. Los eventos de los días finales como están bosquejados en El conflicto de los siglos son considerados pasados de moda. Se considera que las leyes dominicales están en el futuro remoto. Mientras algunos hombres de ciencia están dudando acerca de Darwin, encontraría a un grupo de eruditos adventistas aceptando las premisas básicas del evolucionismo. El espíritu de profecía es considerado irrelevante en algunos círculos de la iglesia y, extrañamente en momentos en que el estilo de vida adventista está ganando aceptación en el mundo científico, algunos adventistas no prestan mucha atención a los principios conservadores de la salud que Dios ha bosquejado.

A través de toda nuestra historia, los adventistas han discutido una cantidad de problemas teológicos, pero han considerado la Biblia como la autoridad final. El miembro traído de principios de siglo encontraría que algunos adventistas modernos no están de acuerdo con el concepto de que la Biblia es inspirada y confiable, desafiando la posición de que nuestra única seguridad está en aceptarla como la regla de fe y práctica.

Sin embargo, él se sentiría animado al saber que la mayoría de los feligreses son conservadores. Aun los que dan la bienvenida a las enseñanzas liberales que les dan una racionalización para seguir pecando, tienen un sentimiento irritante de que quebrantar los mandamientos de Dios NO es el fruto de justicia. Lo que está ocurriendo en la Iglesia Adventista refleja la significativa realineación que está ocurriendo en la mayoría de las iglesias y muchas religiones de hoy. De algún modo la separación entre conservadores y liberales crea campos de pensamiento que están más diametralmente opuestos entre sí que las divisiones teológicas tradicionales que separan a las denominaciones. Un énfasis sutil en el pluralismo en relación con nuestras normas y creencias está dividiendo a nuestra iglesia en dos campos que culminarán en un gran sacudón para ella. Entonces muchos que pueden haberse desviado de la creencia en la Biblia como la relación confiable de la voluntad de Dios al querer acomodarse con las tendencias liberales corrientes se darán cuenta demasiado tarde que hicieron una elección equivocada. Para los adventistas que creen que la división final del mundo cristiano será entre dos grupos caracterizados, por un lado, por la aceptación plena de la autoridad bíblica y, por otro, por la aceptación de un gran pluralismo ecuménico, la división actual resultará como algo esperado más bien que inesperado.

En el número de Christianity Today [El cristianismo hoy] del 11 de agosto 1997, James Edwards, quien forma parte de un grupo de pastores y líderes laicos que tienen el propósito de impedir que la Iglesia Presbiteriana (USA) se aleje hacia el secularismo y la aculturación del evangelio, afirma: “Como miembro del equipo que preparó el

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informe de la minoría de 1991 en oposición al informe masivo de la mayoría (Keeping Body and Soul Together [Manteniendo juntos el cuerpo y el alma]);, puedo atestiguar del silencio virtual —u oposición— de los profesores de los seminarios y de los departamentos de religión de los colegios superiores, y de los burócratas de la iglesia acerca de la defensa de la teología bíblica y de la moralidad contra su rendición a las normas morales... Mi experiencia en la Iglesia Presbiteriana me ha hecho ver en las Escrituras lo que nunca había visto antes, aunque era obvio. La principal amenaza a la Palabra y al pueblo de Dios... viene no de afuera, sino desde adentro... El evangelio no fue confiado a la iglesia para remodelarlo en cada generación. Más bien la iglesia fue entregada al evangelio, para obedecer de corazón la regla de fe a la cual es entregada” (“At the Crossroads” [En la encrucijada], Christianity Today, 11 de agosto de 1997, p. 25).

El documento de trabajo de la Asociación General preparado en 1995 sobre “La autoridad de las Escrituras” indica la extensión del problema de la inspiración/revelación en la Iglesia Adventista: “La teología contemporánea de casi cualquier matiz está ahora en crisis. Ha llegado a ser relativista y vacilante. No hay falta de publicaciones religiosas, es cierto, pero uno apenas puede escuchar una palabra segura que reconozca la autoridad divina. Los fundamentos han sido sacudidos. La causa principal de este fermento es tan clara como el hecho mismo: un número creciente de nuestros contemporáneos niega la existencia de una plataforma sólida sobre la cual pueda edificarse el pensamiento cristiano.

“El rompimiento entre la Reforma y la Iglesia Católico Romana, hace 450 años, es angosto cuando se lo compara con el abismo que separa a los que afirman y los que niegan la existencia de una revelación divina objetiva. En aquellos días, cada lado reconocía la existencia de una verdad revelada. Ellos diferían sólo en su interpretación. Hoy hay un escepticismo difundido en cuanto a si existe realmente una revelación objetiva.

“La negación general de que la revelación divina es objetivamente comunicada en eventos históricos y afirmaciones comprensibles de la verdad ha demostrado ser destructiva para la teología. En el clima actual, la Biblia proporciona temas para la teología, pero no normas... El estudiante de la Biblia está libre para modificar los hechos revelados a su gusto y a relativizar la verdad bíblica, disolviendo el mensaje bíblico en el ácido de la subjetividad humana.

“Estas tendencias no han dejado de afectar a la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Hoy, en lugar del concepto consagrado por el tiempo de que las Escrituras son ‘una revelación infalible de su voluntad [la de Dios]’, ‘la autoridad reveladora de las doctrinas, y el registro fidedigno de los hechos de Dios en la historia’ (Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, Nº 1), algunos entre nosotros han llegado a alegar que la verdad de la revelación es tan completamente otra, tan lejos de la comprensión que nadie puede decir realmente lo que es y lo que no es. Las verdades cristianas, se nos dice, son relativas en vez de absolutas y por lo tanto no son universales ni normativas.

“Otros ya no parecen decididos a limitarse a las Escrituras en la formulación de sus puntos de vista. Diversas fuentes, incluyendo las Escrituras, es cierto, se supone que contribuyen a dar información a partir de la cual se compilan las afirmaciones teológicas. Lo que ocurre en realidad es que una fuente viene a ser considerada como la autoridad final preferida. Puede ser la razón, la ciencia, la experiencia, o algún otro factor, pero a menudo no son las Escrituras”.

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Advertencia contra conceptos falsos de la inspiración Hace muchos años Dios advirtió a los adventistas que “en nuestros tiempos, así como

antaño, las verdades vitales de la Palabra de Dios son puestas a un lado para dar lugar a las teorías y especulaciones humanas. Muchos profesos ministros del Evangelio no aceptan toda la Biblia como palabra inspirada. Un hombre sabio rechaza una porción; otro objeta otra parte. Valoran su juicio como superior a la Palabra, y los pasajes de la Escritura que ellos enseñan se basan en su propia autoridad. La divina autenticidad de la Biblia es destruida. Así se difunden semillas de incredulidad, pues la gente se confunde y no sabe qué creer. Hay muchas creencias que la mente no tiene derecho a albergar. En los días de Cristo los rabinos interpretaban en forma forzada y mística muchas porciones de la Escritura. A causa de que la sencilla enseñanza de la Palabra de Dios condenaba sus prácticas, trataban de destruir su fuerza. Lo mismo se hace hoy en día. Se hace aparecer a la Palabra de Dios como misteriosa y oscura para excusar la violación de la ley divina. Cristo reprendió estas prácticas en su tiempo. Él enseñó que la Palabra de Dios había de ser entendida por todos. Señaló las Escrituras como algo de incuestionable autoridad, y nosotros debemos hacer lo mismo. La Biblia ha de ser presentada como la Palabra del Dios infinito, como el fin de toda controversia y el fundamento de toda fe” (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 21, 22).

Añadido a esto está el desafío de Dios a los líderes de la iglesia: “Dios tiene una obra especial para que hagan los hombres de experiencia. Ellos han de proteger la causa de Dios. Ellos han de ver que la obra de Dios no esté comprometida con hombres que sienten que es su privilegio salirse con su propio juicio independiente, a predicar lo que les plazca, y a no ser responsable ante nadie por sus instrucciones o trabajo. Permítase que este espíritu de suficiencia propia gobierne una vez entre nosotros, y no habrá armonía de acción, ni unidad de espíritu, ni seguridad para trabajar, ni un crecimiento saludable en la causa. Habrá falsos maestros, obreros impíos, los que, insinuando errores, apartarán de la verdad a personas. Cristo oró para que sus seguidores fueran uno como él y el Padre eran uno. Los que desean ver contestada esta oración, debieran procurar desanimar la menor tendencia a la división, y tratar de mantener un espíritu de unidad y amor entre los hermanos” (Review and Herald, 29 de mayo de 1888).

Samuel Koranteng-Pipim nota el extraño fenómeno que ha entrado en la Iglesia Adventista como resultado de no tomar en serio la advertencia dada arriba: “Hubo un tiempo cuando los adventistas eran conocidos como ‘el pueblo del libro’, incluso los llamaban ¡‘ratones de biblioteca’! Sin embargo, en nuestros días hemos llegado a ser ‘tenias’ a la caza de los últimos casetes de audio y de video de nuestras autoridades autoproclamadas, sean pastores, profesores de teología y de ciencia, psicólogos, padres o conocidos personales. Pero debemos recibir la Palabra, ‘no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes’ (1 Tes. 2:13).

“Esto significa que más bien que sostener las tradiciones humanas, las encuestas de opinión, la experiencia subjetiva, las declaraciones de los hombres doctos y los últimos hallazgos de la investigación en las ciencias naturales y en la psicología secular como fuentes alternativas de conocimiento confiable, debemos insistir siempre sobre la Biblia y la Biblia sola como la regla de la fe y del estilo de vida” (Recibiendo la Palabra [ACES, 1997], p. 372). La revolución de la revelación NO tendrá éxito

Una de las principales razones por la que los feligreses adventistas deben llegar a estar más familiarizados con la Biblia en este tiempo es para ser capaces de distinguir

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claramente entre lo falso y lo verdadero. Aquí, en los últimos momentos del tiempo estamos siendo sitiados por todos lados por enseñanzas insidiosas.

Durante décadas el mundo occidental ha estado tan envuelto en el marco rígido de la tecnología que la religión ha estado casi excluida de la vida y el pensamiento de todos los días. Por causa de las tremendas promesas de avance científico, un gran número de personas decidieron que no necesitaban a Dios o la esperanza de un cielo futuro. Para ellos, ¡el cielo sería establecido en la tierra ahora mismo! Entonces la tecnología pareció volverse contra nosotros. Las armas nucleares, la contaminación ambiental, y los agentes cancerígenos en tantas cosas nos han quitado los apoyos y nos han dejado con incertidumbre y temor.

Como los valores antiguos han sido eliminados, los hombres y mujeres modernos no tienen adonde ir; y el diablo —en realidad un gran número de demonios— llenan el vacío. Esto es evidente por la actual popularidad de lo oculto, la astrología, el misticismo oriental, y el surgimiento de cultos. Estamos rodeados a diario por un creciente bombardeo de mentiras satánicas. La única manera de evitar los engaños del diablo en los últimos días es prevenir el deterioro de la verdad.

Es más cierto que nunca antes que necesitamos escudriñar las Escrituras cada día, para que conozcamos el camino del Señor, y que no seamos “engañados por falacias religiosas. El mundo está lleno de falsas teorías e ideas espiritistas seductoras, que tienden a destruir la clara percepción espiritual, y a desviar de la verdad y la santidad. Especialmente en este tiempo, necesitamos atender a la amonestación: ‘Nadie os engañe con palabras vanas’ (Efe. 5:6)” (Elena G. de White, Mensajes selectos, t. 1, p. 200).

¿Cómo evitamos el deterioro de la verdad? Usando diariamente la Biblia para estudiar la verdad.

Hay otra tragedia actualmente en la iglesia. Aun entre aquellos adventistas quienes, sin dudar, reciben la Biblia ‘según es en verdad, la palabra de Dios” (1 Tes. 2:13). Muchos descuidan seguir el ejemplo de los tesalonicenses y dar a la Palabra de Dios la oportunidad de que actúe en ellos.

Pero no importa cuánto llegue a gozar del estudio de la Biblia, a menos que produzca un cambio en la manera de pensar y en la forma de vivir, no ha realizado lo que Dios quería que hiciera. Sin embargo, si uno se aplica fielmente al estudio cuidadoso, puede esperar con certeza el cumplimiento de la promesa de que ‘quien abre las Escrituras, y se alimenta con el maná celestial llega a ser participante de la naturaleza divina” (Elena de White, Review and Herald, 28 de junio de 1892).

Sólo el estudio de la Biblia motivado por la necesidad y dirigido por Dios nos trae las palabras de Dios, palabras para vivir y crecer. Palabras que nos capacitarán para sobreponemos a las divisiones que Satanás está intentando producir en la Iglesia Adventista.

No queremos divisiones, pero ellas vendrán. “Pero en la iglesia ocurrirán divisiones. Se formarán dos grupos. El trigo y la cizaña crecerán juntos hasta el momento de la cosecha” (Mensajes selectos, t. 2, p. 114). Las divisiones que ahora se desarrollan en la iglesia indican que “estamos en el tiempo del zarandeo, en el tiempo en que todo lo que pueda ser sacudido será sacudido. El Señor no disculpará a los que conocen la verdad y no obedecen a sus órdenes en palabras y acciones” (Joyas de los testimonios, t. 2, pp. 547, 548).

¿Cuántos serán afectados? “Cuando se invalide la ley de Dios la iglesia será zarandeada por pruebas terribles, y una proporción más elevada de la que ahora anticipamos, prestará atención a espíritus seductores y a doctrinas de demonios” (Mensajes selectos, t. 2, p. 422).

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¿Quiénes caerán? “Aquellos que han tenido privilegios y oportunidades para llegar a comprender cabalmente la verdad, y sin embargo continúan contrarrestando la obra que Dios quisiera haber realizado, serán desechados, porque Dios no acepta el servicio de ninguna persona cuyos intereses están divididos” (Eventos de los últimos días, p. 179).

“Puede parecer que la iglesia está por caer, pero no caerá. Ella permanece en pie, mientras los pecadores que hay en Sión son tamizados, mientras la paja es separada del trigo precioso. Es una prueba terrible, y sin embargo tiene que ocurrir” (Mensajes selectos, t. 2, p. 436).

Aunque parezca a algunos que la iglesia remanente está a punto de caer, no ocurrirá de esa manera. Una iglesia victoriosa y triunfante surgirá de la actual crisis de confianza y a ella se unirá un gran número de personas que ven el carácter de Cristo reproducido en su pueblo. Estos alegremente se unen al llamado universal de salir de Babilonia para no sufrir sus plagas. Cómo trató Jesús a los que rechazaron la luz

“Los que serán vencedores han de ser altamente exaltados delante de Dios y los ángeles. Cristo ha prometido que él confesará sus nombres delante de su Padre y delante de los santos ángeles del cielo. Él nos ha dado numerosas promesas para animarnos a ser vencedores. El Testigo Fiel nos ha dado la seguridad que ha puesto delante de nosotros una puerta abierta, que ningún hombre puede cerrar. Los que procuran ser fieles a Dios pueden ver que muchos privilegios del mundo les son negados; su camino puede ser obstruido y su obra estorbada por los enemigos de la verdad; pero no hay ningún poder que pueda cerrar la puerta de comunicación entre Dios y sus almas. El cristiano mismo puede cerrar esta puerta por indulgencia en el pecado, o si rechaza la luz celestial. Puede apartar sus oídos de escuchar el mensaje de la verdad, y de esta manera cortar la conexión entre Dios y su alma.

“Usted podrá tener oídos, pero no oír. Podrá tener ojos, y no ver la luz, ni recibir la iluminación que Dios ha provisto para usted. Usted puede cerrar la puerta a la luz en forma tan efectiva como los fariseos cerraron la puerta a Cristo cuando enseñaba entre ellos. Ellos no quisieron recibir la luz y el conocimiento que él había traído, porque no les llegó de la forma en que esperaban que viniera. Cristo era la luz del mundo, y si hubieran recibido la luz que su gracia había traído para ellos, habría resultado en su salvación, pero ellos rechazaron al Santo de Israel. Cristo dijo de ellos que amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que ‘aborrece la luz, no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas’. Él dijo: ‘No queréis venir a mí para que tengáis vida’. El camino estaba abierto; pero por su propio curso de acción cerraron la puerta, y cortaron su conexión con Cristo. Nosotros podemos hacer lo mismo si rechazamos la luz y la verdad...

“Cada día tenemos el precioso privilegio de conectarnos con Cristo, que ha puesto delante de nosotros una puerta abierta. Todo el cielo está a nuestra disposición. Si somos hijos obedientes de Dios, podemos obtener cada día de su gracia. Cualquiera sean las tentaciones, las pruebas o las persecuciones que vengan sobre nosotros, no necesitamos desanimarnos. Ni el hombre ni Satanás pueden cerrar la puerta que Cristo ha abierto para nosotros...

“No necesitamos mirar el futuro con ansiedad; porque Dios ha hecho posible que seamos vencedores cada día, y él nos dará la gracia necesaria para que seamos conquistadores. Estoy contenta de que tenemos sólo un día por vez para trabajar. No deberíamos despreciar sus responsabilidades, ni dedicarlo al servicio del enemigo. No debiéramos pasarlo vistiéndonos con trajes de moda, en decorar nuestros hogares como si fuéramos habitantes permanentes de la tierra. Debiéramos emplear sus momentos en

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negociar con los talentos que nos fueron confiados, en usar nuestras habilidades para glorificar a Dios, en lugar de glorificarnos a nosotros mismos. Todo nuestro estudio debiera ser cómo obtener la aprobación de Dios. Si estamos haciendo su voluntad, buscando sólo su gloria, podremos decir: ‘Yo sé que mi Redentor vive’” (Review and Herald, 26 de marzo de 1889).