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5/27/2018 Ley 24721 Rafecas
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Reforma a los delitos contra la propiedad (ley 24.721): discurso de
emergencia, retroceso de la legalidad penal y criminalizacin de la
pobreza.
por Daniel Eduardo Rafecas
I.- Introduccin.
En las ltimas dcadas, nuevos conceptos provenientes de la
sociologa del castigo y de la criminologa crtica han enriquecido el debate en
torno a conceptos centrales de la ciencia del derecho penal.
As, con el avance de nuestro campo de conocimientos,
especialmente a travs del esfuerzo por acortar la distancia que
tradicionalmente ha separado lo terico de lo emprico, conceptos tales como
criminalizacin primariaysecundaria, selectividad ovulnerabilidadresultan hoy
ineludibles para cimentar cualquier esfuerzo terico que quiera postularse
como un aporte racional al derecho penal1.
Es a la luz de tales categoras conceptuales que se enriquece el
anlisis de una reforma legislativa en el mbito penal, frente a la asepsia e
indiferencia con que la dogmtica tradicional las ha tratado, fiel a la
concepcin neokantiana de separacin tajante entre los planos del ser y del
deber ser, y de total desvinculacin del Derecho respecto del primero, que ha
llevado a los juristas actuales a encontrarse, absortos y paralizados, en medio
de una anegacin permanente e incesante de leyes penales, y a una ya obscena
manipulacin de un instrumento tan delicado en su estructura y cometidos,
con fines meramente comunicacionales y proselitistas.
En efecto, a partir de la certeza de la selectividad con la que opera
todo sistema penal, sumado a fenmenos tales como la inflacin penal y la
Un extracto de esta monografa fue presentado en el Seminario Docente La emergencia penal. Lasreformas procesales y penales de la ltima dcada, ctedra del Dr. Edmundo Hendler, Facultad de
Derecho, UBA, el 29 de mayo de 2002, y como ponencia en el 2 Congreso de la Asociacin de Profesoresde Derecho Penal, Universidad Nacional de Crdoba, septiembre de 2002.
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administrativizacin del derecho penal, ponen en evidencia el fracaso de
aquellas concepciones puras, o en todo caso, permiten correr el velo a una
construccin filosfico-jurdica que ha convertido al derecho penal en un
instrumento funcional a los requerimientos de otros subsistemas u rganos
considerados superiores -dado que son los que permiten su permanente
reproduccin y supervivencia-, en la jerarqua de cualquier sistema estatal.
La aceleracin de este proceso en las ltimas dcadas, que
inaugura una etapa de sinceramiento del funcionamiento real del sistema
penal y de la relacin entre agencias polticas y jurdicas, ha llevado a una
suerte depuesta en ridculode la imagen tradicional del jurista penal, que basa
su construccin discursiva sobre una materia prima cada vez ms inestable, y
as cada vez que concluye su tarea, resulta que el objeto de estudio ha
cambiado su composicin -en homenaje a algn estandarte de la emergencia
penal-, o bien se ha desvanecido entre sus manos, porque la ley penal pas a
ser incmoda para los intereses econmicos o polticos dominantes2; slo
queda en pie de aquel esfuerzo, el gesto ampuloso de una retrica ya carente
de sentido, que el personaje trgicoque encarna aquel jurista se ve obligado a
realizar una y otra vez.
La reforma a los delitos contra la propiedad introducida en 1996
constituye un ejemplo cabal de esta banalizacin de la cuestin penal, dado
que, conforme veremos, la intencin originaria que impulsaba dicha
modificacin -beneficiosa para el Estado de derecho-, termin siendo
desbordada por la dinmica deletrea de los circuitos de poder que dominan
los mecanismos formales de criminalizacin primaria, que convirtieron aquellas
buenas intenciones en un perverso producto normativo, amplificador del
espectro del ejercicio de poder punitivo, precisamente en tipos penales de
permanente seleccin por parte del sistema (estadsticas oficiales indican que
tres cuartas partes de nuestro universo penal formal lo constituyen delitos
1Referencia obligada entre nosotros en tal sentido ha sido la aparicin del Tratado de Derecho PenaldeEugenio R. Zaffaroni, Alejandro Alagia y Alejandro Slokar, Ed. Ediar, Bs. As., 2000.
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contra la propiedad3), y que apuntan a los sectores ms vulnerables de nuestra
sociedad.
Es que la propuesta originaria, auspiciada por la doctrina y la
jurisprudencia, postulaba la derogacin de un tipo penal contenido en el
decreto-ley 6582/58 (de proteccin penal de los automotores), por el cual se
conminaba a quien sustrajera un automotor mediante el empleo de armas, a
un mnimo penal (nueve aos de prisin) superior al homicidio simple, escala
penal que apareca como aberrante frente a la contemplacin sistemtica de los
bienes jurdicos en juego4, y que motiv que la propia Suprema Corte de
Justicia de la Nacin declarara su inconstitucionalidad en 19895.
Luego de un comienzo auspicioso6, a poco de andar el proyecto de
reforma cambi su curso y apunt a la derogacin completa del decreto-ley
6582/58 (que de modo general agravaba las penas de los hurtos y robos
cuando se tratase de vehculos automotores), y a su reemplazo por una reforma
penal que haba estado vigente durante las dos ltimas dictaduras, con penas
en general ms elevadas y tipos penales ms abarcadores, que no encajan en la
2Como ha ocurrido recientemente con la derogacin de ciertos tipos penales sensiblesa tales intereses,contenidos en la ley 20.840 de subversin econmica.3 Ver en tal sentido, Informe Anual, aos 2000, 2001 y 2002, Oficina de Estadsticas del MinisterioPblico Fiscal, Bs. As. (las dos ltimas ediciones slo disponibles en CD rom).4Ineludible al respecto el voto del Dr. Zaffaroni in re:Gerula, Ramn A., C.C.C., Sala VI, 24/4/86, J.A.1986-IV-552.5 Fallos 312:809 y 826. Aunque luego moriger su postura con la nueva integracin- a partir del
conocido fallo Pupelis de 1991 (Fallos 314:424). Ver al respecto Bidart Campos, Germn: Nueva
Jurisprudencia de la Corte en orden a la inconstitucionalidad de una pena, en EDt.143-p.295.6Me refiero especialmente al proyecto de ley presentado por el Senador por Crdoba Jorge J. Cendoya
(ver Antecedentes Parlamentarios, t. 1999-A, Ed. La Ley, Bs. As., pp. 461-465). Entre otros puntos
salientes, el legislador seala que la norma contenida el art. 38 del decreto ley 6582/58 es hija deldesmedido afn de tutelar un objeto determinado (automotor), con predileccin a muchos otros de igual omayor valor, al punto de relativizar hasta el bien jurdico vida. Hace referencia al permanente vapuleoreformista que sufri el tema, que permiti un permanente resurgir como el ave fnix, de esasdisposiciones penales del decreto ley en cuestin. Concluye que las estadsticas de sustraccin deautomotores no han disminuido un pice por la existencia de las citadas amenazas penales agravadas.
Todo lo contrario, han aumentado ostensiblemente. Esto sera de por s una razn suficiente para que seperciba de una vez por todas que la gravedad de la amenaza penal, empricamente, no produce ningnescozor en el destinatario de la misma para disuadirlo de perpetrar el delito, con lo cual se pone en crisisla funcin de prevencin especial de la pena, ni disuade la delincuencia en general (prevencin general). Yesto no solo atae a las penas de los automotores, sino que pone en crisis todo el sistema penal,obligando a los pueblos a escoger otros sistemas alternativos de solucin de la delincuencia [] Por ellopropiciamos la lisa y llana derogacin de la norma en examen, en su totalidad, con el afn de desterrarpara siempre las normas penales nacidas del oportunismo y de la vieja concepcin talinica, en aras de
un sistema ms racional y respetuoso de los derechos humanos, sin olvidar que nos hallamos a laspuertas del siglo XXI.
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actual sistemtica y que termin redundando una vez ms, en un balance
negativo para las libertades ciudadanas en nuestro Estado de derecho7.
II.- La ley 24.721.
Pasemos ahora a analizar el panorama existente hoy en da en la
legislacin penal argentina, a raz de los cambios introducidos a travs de esta
ley N 24.721 vigente desde el 18/11/96-, en lo que hace:
A la descripcin de la conducta prevista en el tipo penal dehurto agravado del art. 163 inc. 6 del Cdigo Penal (y su
correlato en el de robo agravado del art. 167 inc. 4del mismo
cuerpo legal), en materia de vehculosy no ya de automotores,
entre otros cambios; y
Al hurto agravado por el medio empleado (llave falsa, ganza,etc.) del art. 163 inc. 3 del Cdigo Penal(y su correlato en el
de robo agravado del mismo art. 167 inc. 4), tras la supresin
de la referencia al lugaral que se deba penetrar.
Tales modificaciones han transitado estos primeros aos de
existencia, sin llamar mayormente la atencin de la doctrina especializada,
quizs debido a que, como ya adelantramos, no es nueva la modificacin del
inciso 3 y la reaparicin del inciso 6, ambos del art. 163, C.P., as como
tampoco la derogacin de los arts. 33 a 39 del decreto-ley 6582/58, ya que en
su momento fueron parte de la propuesta del Proyecto de Reformas al Cdigo
Penal de 1960, que se vio plasmada siete aos ms tarde con la sancin de la
7 No habran sido ajenos a este viraje, empresarios morales que desde varios medios masivos decomunicacin agitaron consignas efectistas en contra de la derogacin del agravante. La permeabilidad dela instancia legislativa a la presin meditica qued de manifiesto en los debates parlamentarios, al haberhecho alusin a ello el miembro informante en el Senado, quien atribuy complicaciones en eltratamiento del proyecto a las opiniones ligeras, superficiales e indoctas de ciertos comunicadores yorecuerdo a dos, que tienen caractersticas comunes en cuantos a que ambos presumen de ser amigos delpresidente de la nacin y nunca han tenido el menor roce con las disciplinas jurdicas, salvo cuando sonquerellados- que han dicho que el propsito de los legisladores que estamos apoyando esta iniciativa
legislativa no ha sido otro que el de favorecer a los ladrones de autos, ya que estaramos disminuyendolas penas. Ha habido un peridico que el 14 de noviembre de 1994, cuando esta iniciativa estaba en el
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ley N 17.567, aunque con una vigencia ms bien breve, dada su derogacin en
1973 mediante la ley N 20.509.
Posteriormente, otra ley de facto, la N 21.338 (1976), volvi
nuevamente a la idea del Proyecto de 1960 y por ende resucit el texto de la ley
17.567, pero slo hasta la sancin de la ley N 23.077 (1984), que volvi a
poner las cosas tal como las haba diseado el legislador del 58.
En resumen, las dos modificaciones al art. 163 del Cdigo
Penal mencionadas -con su influjo directo en el art. 167-, ya estuvieron
vigentes en el ordenamiento normativo argentino durante los dos ltimos
perodos interruptivos del orden constitucional, de 1967 a 1973, y de 1976 a
1983.
Sin embargo, con la sancin de la ley N 24.721, se ha
pasado por alto que este nuevo giro legislativo no se ha asentado sobre la
misma plataforma normativa que en las anteriores ocasiones.
En efecto, en este trabajo advertiremos que en las actuales
condiciones, a partir de un anlisis sistemtico del Libro Segundo, Ttulo Sexto
del Cdigo Penal -Delitos contra la Propiedad-, al introducirse (por tercera vez)
esta modificacin en forma aislada sin atender a que las escalas penales de los
tipos bsicos del hurto (art. 162, C.P.) y del robo (art. 164, C.P.) son ahora
sensiblemente inferiores a las vigentes en los dos perodos anteriores en los
que la reforma tuvo vida, hoy nos encontramos nuevamente con una legislacin
que, en forma desproporcionada, dispensa mayor proteccin penal al robo con
violencia en las cosas(esta vez, vehculos) que sobre las personas, por un lado, y
que, procurando atenuar las desigualdades en la consideracin de objetos
especiales de tutela, termin empeorando la cuestin frente a supuestos casi
idnticos que son ahora amparados en forma contraria al grado de afectacin
del bien jurdico. A su vez, se ampli en forma desmesurada los supuestos de
hecho alcanzados por tipos penales cualificados que deben ser considerados
Senado, dijo textualmente en un ttulo bien destacado: No todas son malas en el pas: Estmulo alchorreo (ver Antecedentes, cit., p 469).
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claves desde el punto de vista poltico-criminal, dada su constante seleccin
por el sistema penal actual.
Asimismo, con referencia a la introduccin del vehculo como
objeto del agravante, y a la seleccin de trminos comova pblicao lugar de
acceso pblicopara definir los lmites de su aplicacin, o la supresin del lugar
al que deba penetrarse mediante las modalidades agravadas, constataremos
que el cambio legislativo introducido constituye un retroceso en punto a la
nota de estricta legalidad o taxatividad que debe regir a los tipos penales,
principio segn el cual stos deben estar previstos expresamente por la ley
mediante frmulas precisas y unvocas, y no por medio de tipos delictivos de
contenido indeterminado y elstico, para cuya determinacin es necesaria la
referencia a elementos extrajurdicos de naturaleza sustancial a travs de
juicios discrecionales no sustentados en criterios legales sino ntegramente
confiados al poder dispositivo del juez8.
III.- Modificaciones al art. 163 inc. 6, C.P.
1) La situacin anterior.
El antiguo rgimen previsto en el decreto-ley 6582/58 no
especificaba, a los efectos de las agravantes que introduca, ninguna accin en
particular o elemento especial de modo, tiempo o lugar en los tipos objetivos,
que hiciere pensar que el legislador, en aquella ocasin, tuviese en mente
compensar la mayor desproteccin de dichos bienes merced a la necesidad de
circular o ser dejados en la va pblica, sino que simplemente se limitaba a
sealar, al comienzo del art. 38, Si se tratara de automotores..., para luego
determinar las penas que deban imponerse, que eran:
art. 162, de 1 a 3 aos de prisin;
art. 163, de 2 a 6 aos de prisin;
art. 164, de 3 a 10 aos de prisin.
art. 166, de 9 a 20 aos de prisin (!).
8Ferrajoli, Luigi: Derecho y Razn, trad. a cargo de AA.VV., Ed. Trotta, Madrid, 1996, pp. 375 y sgts.
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art. 167, de 6 a 15 aos de prisin.
Queda claro entonces que lo que interesaba al legislador de
1958 era el objeto en s y no una particular situacin que justificara un mayor
castigo penal en determinadas circunstancias.
En este sentido, adems, el art. 5 del decreto-ley 6582/58
estableca taxativamente qu vehculos deban considerarse incluidos
(automviles, camiones, etc.), y autorizaba al Poder Ejecutivo a disponer por
va reglamentaria, la inclusin de otros vehculos automotores al rgimen, lo
cual efectivamente se intent en 1988 a travs de una resolucin de la
Secretara de Justicia de la Nacin9por la cual se decidi abarcar a los moto-
vehculos. Sin embargo, esta ampliacin del tipo penal por parte del ejecutivo,
sealada como inconstitucional, no tuvo favorable acogida en los tribunales,
que mayoritariamente siguieron aplicando en estos casos, las escalas penales
de los tipos bsicos establecidos en el cdigo de fondo10. Es por ello, que
podemos decir que el agravante genrico del vehculo automotorfuncionaba con
un sistema denumerus clausus bastante estrecho, que cea claramente sus
confines.
2) Del automotoral vehculo.
La nueva ley, en su artculo 1, apartado 1, (nuevamente)
establece:
Incorprase como inciso 6 del artculo 163, el siguiente:
Cuando el hurto fuere de vehculos dejados en la va pblica o en lugares de
acceso pblico.
El primer cambio sustancial consiste entonces en la
sustitucin de un vocablo que remita a un gnero de vehculos -y que adems
estaba limitada a los descriptos en el art. 5 del decreto-ley-, por otro trmino
9N 586/88, del 21/10/88, B.O. del 27/10/88.10 Declararon su inconstitucionalidad: C.N.Crim., Sala I, c. 37.357, "Ramrez, Alberto H.", rta.: 18/9/90;Sala III, c. 29.688, "Almeida, Diego", rta.: 29/11/91; Sala IV, c. 40.018, "Balvuena y otro", rta.:
19/9/91; Sala VI, c. 21669, "Rodrguez, L. P.", rta.: 5/9/91 y Sala VII, c. 15.005, "Leone, Eduardo C.",rta.: 30/4/91.
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que no slo abarca a ese gnero, sino a la especie entera: en efecto, al
reemplazar la voz automotor por la de vehculo, y tal como lo estableci en su
momento cierta jurisprudencia anterior a la entrada en vigor de la leyes Nros.
20.509 y 23.077, queda abierta la posibilidad de abarcar no slo todos los
automotores indiscriminadamente, esto es, aquellos vehculos de traccin
mecnica, llmense automviles, motocicletas o ciclomotores, entre otros, sino
tambin cualquier otro medio de transporte de personas o cosas11, cuando
ellos sean dejados en la va pblica o en lugares de acceso pblico, como las
bicicletas12, los traillers13, o las casas rodantes14.
Como siempre ocurre en estos casos en los que el legislador
moderno se expresa ms bien en forma poco clara, cargando el peso de la
decisin en los otros poderes -lejos del ideal de lex certaque debera asegurar
todo Estado de Derecho en materia penal-, ser la Jurisprudencia la que
deber dilucidar los lmites de alcance del tipo penal agravado (procurando
establecer el significado de la palabra vehculo), respetando el principio de
legalidad, que le obliga a no aplicar el derecho penal en forma analgica en
perjuicio del imputado (lex stricta).
Veamos el anlisis que efectu Herbert L. A. Hart sobre una
disposicin que prohiba introducir un vehculo en un parque pblico: Esta
prohibicin rige claramente para un automvil, pero qu decir de las
bicicletas, patines, automviles de juguete? Qu decir de los aviones? Deben
o no ser considerados vehculos a los fines de la regla? En tales casos, quien
clasifica tiene que adoptar una decisin que no le es impuesta, porque los
hechos y los fenmenos a los que conformamos nuestras palabras y a los que
aplicamos nuestras reglas son, como quien dice, mudos15. Sobre este ejemplo,
acota Ferrajoli: Por ejemplo, si la norma ejemplificada por Hart dijera: est
11 Diccionario de la Real Academia Espaola, Madrid, 1992.12Cfr. C.C.C. La Plata, J.A.1971-457; C.C.C. Sala III, c. 17.557, Amarilla Gonzlez, J., del 31/7/84.
En doctrina, Laje Anaya, Justo: Comentarios al Derecho Penal-Parte Especial, T. II, p. 45; Fontn Balestra,
Carlos: Tratado de Derecho Penal,T. V, Abeledo Perrot, 1975, p. 481.
13 C.C.C., L.L.144-573.
14 C.C.C. Sala V, c. 15.981, Uviz, Lionel, del 18/8/83.15Derecho y Moral, Ed. Depalma, Bs. As., 1962, pp. 25/6.
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prohibido el acceso de vehculos de motor, en vez de genricamente de
vehculos, las posibilidades de equvoco seran bastante menores y el juez [...]
tendra espacios de maniobra ms estrechos. Es claro que los mrgenes de
eleccin son insuprimibles [...] La amplitud de estos mrgenes, es decir, de la
zona de penumbra de la que habla Hart, puede ser sin embargo mayor o
menor; y la imposibilidad de suprimirlos del todo no es una buena razn para
no tratar de reducirlos o, peor, para ampliarlos16. Todo esto, con ms razn
aqu, en donde a diferencia del ejemplo de Hart, se trata del diseo de tipos
penales.
En este sentido, resulta clarificador de la intencin del
legislador, la exposicin del Miembro Informante de la Comisin de Asuntos
Penales de la Cmara Alta, Senador Pedro G. Villarroel, quien al debatir el
proyecto de ley, el 22 de mayo de 1996, seal que ...en primer lugar, con
este proyecto se ampla la proteccin penal, no circunscribindola
exclusivamente a los vehculos de cuatro ruedas o ms. Vale decir que se
ampla a toda clase de vehculos [...] tanto vale o puede valer la propiedad de
un automvil como la de una bicicleta, sobre todo cuando la bicicleta es el
nico medio de transporte que tiene, por ejemplo, un obrero que debe
trasladarse a su lugar de trabajo...17.
Como vemos, el Senador Villarroel, en su disertacin en el
recinto del Senado, no hallaba razones que justificasen asignarle ms valor a
un automvil que a una bicicleta, poniendo nfasis en el hecho de que esta
ltima muchas veces es el nico medio de transporte de las clases
socioeconmicas ms bajas.
Ello es indudablemente cierto, y justificaba la prometida
derogacin del agravante en cuestin para poner fin a dicha desigualdad, pero
no hacer lo opuesto, esto es, equiparar hacia arriba, postulando el aumento de
las penas para otros vehculos que hasta ese momento no estaban alcanzados
por el agravante.
16Op. cit., p. 181.
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Es que esta decisin significa llevar la escala penal
originaria, de un mes a dos aos, a la de uno a seis aos de prisin para los
casos de hurto, y la de un mes a seis aos, a la de tres a diez aos de prisin
para los casos de robo, para colmo mediante la convocatoria de un texto legal
que, tras un sinuoso derrotero, haba dejado de existir con la ltima
restauracin de la democracia.
Por eso, cabra responderle al legislador con un interrogante:
quin roba una bicicleta?: otro pobre. O peor: un indigente. Se trata de
personas que provienen de la misma clase social que el legislador pretende
defender, que es al mismo tiempo, la que est expuesta a ser captada por el
andamiaje de nuestro sistema penal. Se trata de un nuevo ejemplo de
criminalizacin de la pobreza, con el triste aditamento de que la propia
condicin de pobre fue agitada para legitimar su instrumentacin.
De todo ello cabe concluir entonces, que lo que se dio a
conocer como la derogacin de un decreto-ley ms represivo, en general
recibido con beneplcito por la doctrina18, en realidad encubri un reemplazo
por otras normas penales que, al menos en la intencin del legislador,
terminan ampliando aun ms el alcance de figuras agravadas del hurto y del
robo. Y es casi seguro que esta intencin del legislador, plasmada de modo
cristalino en los debates parlamentarios, sea asumida por la mayora de los
tribunales penales19, pese al loable esfuerzo de Morin20 por aferrarse a una
interpretacin restrictiva.
3) ...Dejados en la va pblica...
17Vid. Antecedentes,cit., p. 471.18As por ej., Almeyra, Miguel Angel: Punto final a un inexplicable caso de disfuncionalidad penal. El robo
con armas de automotores, en Antecedentes Parlamentarios,1999-A, Ed.La Ley, Bs. As., pp. 489-493.19Ha denotado a la bicicleta entre los vehculosdel art. 163 inc. 6, C.P., por ej., la Cmara Nacional de
Casacin Penal, Sala III in re: Vilchez, Carlos A. s/rec. de casacin, L.L. 2001-E-778. Con cita deMolinario, el voto del Dr. Tragant emplea un discurso similar al del senador Villarroel: El objeto pas aser un vehculo y no slo un automotor. Lo que significa que hurtar una bicicleta a un obrero que va enella a trabajar debe tener la misma escala que hurtarle una motoneta, una motocicleta o un viejo
automvil. Y debe tener la misma escala porque el objeto desempea el mismo papel. Cada uno se mueveen lo que puede, y si puede ms, en lo que quiere. Y todo merece el mismo respeto.
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Del Diario de Sesiones de la Cmara de Origen, extraemos
otro prrafo de la exposicin del Senador Villarroel, en donde hace referencia a
que, con la modificacin propuesta, se ...acoge el principio de poltica criminal
segn el cual a mayor desproteccin forzosa por el dueo de la cosa mueble, se
incrementa la amenaza penal. Porqu?, porque se incorpora como una de las
formas de hurto calificado la del vehculo que se encuentra en la va pblica,
que es la situacin normal cuando se lo est usando.
El propsito del Representante de la Comisin encargada de
la redaccin del proyecto, desemboc en la utilizacin de la frase dejados en la
va pblica, que descarta la introduccin del agravante all cuando el vehculo
est circulando o bien en todos aquellos casos en que su dueo, tenedor o
guardin no haya dejadoel vehculo.
Nuevamente en este punto deber apelarse a que los jueces
respeten la prohibicin de analoga in malam partem, como acontecera en el
caso de aplicar el agravante en supuestos de hecho en los que no se den las
circunstancias externas fcticas que caracterizan la situacin en la que ha de
realizarse la accin punible, esto es, cuando el vehculo no se encuentre en el
particular estado de desproteccin que surge de conjugar los requisitos recin
indicados, lo cual adems, fue en general respetado por los tribunales en
sendos lapsos en los que dicha disposicin estuvo vigente21.
Veamos entonces las conclusiones, a travs de los siguientes
ejemplos:
Quien robe un vehculo automotor retirando por la fuerza al conductormientras circula por la va pblica, ser castigado con la pena del robo
simple (art. 164, C.P.), de un mes a seis aos de prisin.
20Morin, Daniel: La bicicleta como vehculo? Reflexiones sobre el tipo de sustraccin de vehculos del inciso
6 del artculo 163 del Cdigo Penal, publ. en L.L., 2001-E-779/789.
21 C.N. Crim. Sala II, c. 28.482, Bentez, Hugo, rta.: 15/05/84, Boletn de Jurisprudencia, Ao 1984,
Nro.2, pg. 233., o C.C.C., enL.L.132-205: el supuesto [...] se refiere a los vehculos que se dejan solossin custodia, en la va pblica.
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Quien con violencia en las personas, se apodere de un vehculoautomotor, mientras su conductor lo est estacionando en la va pblica,
correra la misma suerte: robo simple.
Pero si el conductor se baja del rodado, y se aleja lo necesario como paraconsiderarlo dejado en la va pblica, y en ese momento, entra en accin
el sujeto activo de la sustraccin, que logra apoderarse del mismo
mediante fuerza en las cosas, pese a que el suceso evidenciara un menor
contenido de injusto (ya que causa mayor alarma social ejercer violencia
sobre las personas que sobre las cosas, aunque stas estn
desprotegidas), tal conducta s quedara subsumida en el agravante
comentado: 167 inc. 4 en funcin del 163 inc. 6, C.P., de tres a diez
aos de prisin.
Durante la vigencia anterior de este agravante, de 1967 a
1973 y de 1976 a 1983, el art. 164 del C.P. contena dos incisos, siendo el
segundo el que prevea que cuando el hecho fuere cometido con intimidacin o
violencia en las personas, se le impondra al agente una pena de dos a ocho
aos de prisin: es por ello que, de una interpretacin sistemtica del Cdigo
Penal, surga cierta correlacin entre las penas previstas para este agravante y
para el hurto o robo de un vehculo dejado en la va pblica.
En cambio, con la presente reforma, al no haberse
modificado correlativamente el art. 164, C.P. (lo cual de ningn modo es
deseable para este autor), nos encontramos nuevamente con una severa
desproporcin, esta vez entre la proteccin penal dispensada al
desapoderamiento de vehculos dejados en la va pblica, y a los efectuados
mediante violencia en las personas, tal como qued evidenciado en los tres
ejemplos recin mencionados.
4) ...o en lugares de acceso pblico.
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Toca ahora analizar, este otro supuesto que puede llevar a
mudar la calificacin legal de los tipos bsicos de los arts. 162 y 164, C.P., a
los agravados del 163 inc. 6 y 167 inc. 4, C.P.
Siguiendo a Soler22 y a Fontn Balestra23, deberan
considerarse tales, adems de las plazas u otros lugares abiertos, los utilizados
habitualmente para aparcar, comnmente denominados playas de
estacionamiento, que el ltimo autor citado se encarga de distinguir de los
garajes de alquiler o privados, galpones u otros lugares cerrados.
En tal sentido, antiguos fallos jurisprudenciales y la doctrina
de aquel entonces consideraron que los garajes privados no deban
considerarse lugar de acceso pblico, ya que por regla tienen vedado el ingreso
a las personas en general y cuentan con vigilancia a cargo del responsable del
local, lo cual los aleja de la finalidad de la agravante, ...que nace por la
necesidad de mostrar con mayor energa la defensa pblica, precisamente
cuando la defensa privada se hace menos potente... 24.
Ya desde aquel entonces se adverta sobre las diferencias de
trato que dispensaba la ley entre quien violente las defensas predispuestas de
un garaje (que evidencia mayor capacidad delictiva), frente a quien aprovecha
la ocasin sustrayndolo de la va pblica o lugar de acceso pblico.
En cuanto a las cocheras privadas o recintos semejantes que
forman parte de los domicilios particulares, no cabe duda de que no pueden
ser considerados lugares de acceso pblico25.
IV.- Modificaciones al art. 163 inc. 3, C.P.
1) La situacin anterior.
El art. 163 inc. 3 del Cdigo Penal, agravaba el hurto e
impona una pena de uno a seis aos de prisin, cuando:
22 Tratado de Derecho Penal, T. IV, Bibliogrfica Crdoba, pp. 254/5.
23 Op. cit., p. 520.
24 Cfr. Exposicin de Motivos de la ley 17.567, comentario al art. 163 inc. 6. Ver tambin, Fontn
Balestra, Carlos y Milln, Alberto: Las Reformas al Cdigo Penal, Abeledo Perrot, Bs. As.1964, p. 20.25 C.C. La Plata, 3/6/69, J.A., res. 1969-624, N 44.
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se hiciere uso de ganza, llave falsa u otro instrumento semejante,
para penetrar al lugar donde se halla la cosa objeto de la sustraccin
o de la llave verdadera que hubiere sido substrada o hallada.
En virtud de dicha especial exigencia que reclamaba el tipo
objetivo, resaltada en el prrafo anterior, la accin que contemplaba el
agravante slo poda darse respecto de un recintoal que se pudiese penetrar,
que no puede ser una cosa, objeto o mueble no habitable, sino en general
bienes inmuebles. As, quedaron excluidos otros contenedores de cosas y/o
personas, como podran ser los automviles, interpretacin adoptada tanto por
la doctrina26, como por la jurisprudencia27mayoritarias.
2) La situacin actual.
La nueva redaccin del inciso que estamos comentando
dispone que se agravar el hurto (y el robo, por la remisin prevista en el art.
167 inc. 4, C.P.)
cuando se hiciere uso de ganza, llave falsa u otro instrumento
semejante o de llave verdadera que hubiese sido sustrada, hallada o
retenida.
26 Tozzini, Carlos: Los Delitos de Hurto y Robo, Depalma, p. 346, exige que se trate de un recinto cerradopor todos lados, cuya entrada (puerta, ventana, bandolera, etc.) tiene una cerradura con llave echada;
Nez, Ricardo: Tratado de Derecho Penal, T. V, Lerner, 1989, p. 203. Ms especficamente, el mismo
autor, nota a fallo en Seminario Jurdico, Crdoba, 11/4/85, y las citas de Ramos, Gmez, Soler, y
Molinario que hace Fontn Balestra -op. cit., p. 521-. En contra Creus, Carlos: Derecho Penal - Parte
Especial, t. 1, Depalma, Bs. As., 1983, p. 432.27 Entre otros, C.C.C. Sala VII, Piperno, Mauricio, del 28/9/90, c. 13.752 y Gmez, Julia, del
22/2/95, c. 20.397 (JPBA t.93, p.52); Sala I, Lpez Pieyro, Jorge E., c. 38.402, del 21/5/91, y
Cuenca, Pedro del 21/3/94 (JPBA, t.89 p.43); Sala V, Servin Ayala, Alberto, c. 32.996, del 8/3/95
(Boletn de Jurisprudencia N 1/95, pg. 53); C.C. 9 Crdoba, Heredia, Carlos A., del 5/6/86, J.A.N5492 del 3/XII/86. En contra: Sala VI, c. 26.521 Frazzoni Garca, C., del 2/2/95 (JPBA, t.93, p.19).
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Como se ve, se volvi tambin aqu al Proyecto de 1960,
incorporado transitoriamente al derecho positivo mediante las leyes Nros.
17.567 y 21.338.
As, nuevamente se elimin el prrafo que exiga la finalidad
de penetrar en un lugar (espacio habitable, asentamiento espacial), con lo cual
el cambio adquiere una trascendencia superlativa por su amplitud, toda vez
que una conducta podra quedar subsumida en los tipos agravados descriptos,
al utilizarse los medios citados (ganza, llave falsa o igual, etc.) para abrir (no
ya para penetrar) cualquier clase de contenedor de cosas y/o personas, como
pueden ser un armario, un cajn de escritorio, el habitculo de un automvil
(sea para sustraer algn efecto de su interior, o para sustraer el propio
rodado), el bal, un maletn con cerradura, un buzn de correos, una vitrina,
etc.
As, las crticas formuladas en el apartado anterior acerca de
la falta de claridad de la ley en cuanto a los lmites del alcance de los
supuestos de hecho agravados cobran singular relevancia tambin en este
punto: se trata de otra modificacin que los ampla sensiblemente.
Por otra parte, se trata de un cambio que no respeta la
sistemtica que en estos delitos, segua el Cdigo Penal, habida cuenta de las
razones sealadas supra acerca de la diferente redaccin de los tipos bsicos
vigentes en tiempos pasados en los que estas modificaciones tuvieron vida.
Esta cualidad negativa de la reforma que comentamos, se
pone en evidencia tambin, al contrastar los supuestos que encuadran en el
agravante del art. 167 inc. 6 por remisin al art. 163 inciso 3-en donde nohay
exigencias de lugar-, con los del art.167 inc. 3-en dondeslas hay-.
Permtasenos presentar estos ejemplos:
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El autor penetra en un garaje privado aprovechando una distraccin delguardador, y se apodera de un automvil cuyo dueo lo dej con las
puertas sin trabar y con la llave colocada: hurto simple28;
Un segundo sujeto, en las mismas condiciones, rompe el vidrio de otroautomotor, abre la puerta, efecta un puente elctrico y logra ponerlo en
marcha, apoderndoselo: robo simple;
Un tercero, violenta la cerradura del bal de otro rodado, allestacionado, con una ganza, y se apodera de unas herramientas: robo
agravado! (art. 167 inc. 4 en funcin del art. 163 inc. 3).
Llegado a este punto del anlisis de la reforma, advertimos
qu lejos terminamos de aquella sencilla y bienintencionada propuesta
originaria, por la cual se pretenda adecuar la Ley a lo requerido por la Corte
Suprema en Pupelis.
V) Conclusiones
Nos preguntamos si no hubiese sido ms prudente derogar
los arts. 33 a 39 del decreto-ley 6582/58, sin efectuar las modificaciones al art.
163 (e indirectamente, al art. 167) del Cdigo Penal.
De este modo:
a) No se hubiere producido en nuestro ordenamiento
jurdicopenal un distanciamiento an mayor del ideal de lex certa que debe
regirlo, con la inclusin de trminos ambiguos como vehculos, va pblica o
lugar de acceso pblico determinantes del traslado de la subsuncin de una
conducta punible desde un tipo bsico a un agravado, o la directa eliminacin
de parmetros como la exigencia de lugar o la finalidad de penetrar al mismo,
que torna de imposible pronstico la demarcacin del lmite entre uno y otro.
28El apoderamiento simultneo del vehculo y de la llave colocada en el tambor de arranque no encaja en
el hurto mediante el empleo de llave hallada, dado que aqu se hace referencia evidentemente a aquellaque sirve para abrirel contenedor.
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b) Se hubiesen conjurado las criticas dirigidas a la desigual
proteccin entre automotores y otros objetos similares, como los vehculos no
motorizados, o bienes muebles suntuosos o de valor histrico, cultural, etc.
c) No se tratara en forma diferente el supuesto del robo de
un vehculo cuyo dueo o guardin se encuentra apartado, de cuando ste se
halla a bordo y se ejerce violencia sobre las personas. En otras palabras, la
violencia efectuada en los trminos del art. 164., C.P., tanto sobre personas
como sobre cosas (aunque estn desamparadas), tendran idntica escala
penal, lo cual le permitira al juez, al momento de graduar la sancin a
imponer, sopesar con ms firmeza el mayor contenido de injusto que, en
principio, reviste el primero frente al segundo de dichos supuestos.
d) No se trata de distinto modo el supuesto del hurto o robo
del vehculo dejado en la va pblica, que el guardado en un garaje comercial,
cochera privada o cualquier otro recinto cerrado a cual el autor acceda sin
ejercer violencia: si bien el primero se justificara por la mayor desproteccin
forzosa de la cosa, no es menos cierto que en los supuestos considerados en
segundo lugar el agente revela una mayor persistencia o audacia en su accin,
al penetrar en lugares presuntamente vigilados.
e) El uso de llaves falsas u otros artificios para abrir
cualquier tipo de mueble contenedor con fines de desapoderamiento no tendra
diferencias de trato con otras modalidades no previstas como agravantes, pero
empleadas con el mismo fin (como la rotura de vidrios, forzamiento de
aberturas, etc., slo agravado en caso de algunos inmuebles, o mediante
destruccin de candados, cadenas, precintos u otros dispositivos de
seguridad), que de todos modos dejan entrever la pertinacia del agente frente a
las defensas opuestas y, para peor, por lo general provocan mayores daos
sobre la cosa mueble objeto de la accin de desapoderamiento.
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Como se ve, los cambios introducidos resintieron el ya de por
s delicado equilibrio entre los tipos analizados, producto de introducir cambios
legislativos sin atender a la sistemtica en la que se desenvuelven.
Tal circunstancia, entendemos, ha desencadenado mayores
desigualdades estructurales, es decir, efectos contraproducentes a los
deseados, mxime cuando se tiende a un aumento generalizado de las penas
por medio de la ampliacin del alcance de los tipos agravados.
En definitiva, la sancin de esta ley constituy un duro revs
a la pretensin de armona a la que debera aspirarse entre las distintas
escalas penales previstas en los delitos contra la propiedad y a la vez, una
batalla perdida en el eterno combate para afianzar en nuestro Estado de
Derecho la concepcin de un derecho penal mnimo, ms racional y ms
humano.
Para terminar, y regresando a las reflexiones sealadas al
comienzo, cabe preguntarse cul hubiera sido el resultado final si el
pensamiento cientfico penal se hubiera hecho valer en las discusiones previas
a la sancin de la ley; si se hubiesen desarmado las falacias lgicas, los
contrasentidos, los errores materiales puestos aqu en evidencia. No es
improbable que muchos de los cambios que lamentamos se hubiesen evitado, y
as, reducido el coste en libertades pagado por los sujetos vulnerables que
terminan siendo seleccionados en el proceso de criminalizacin secundaria de
nuestro sistema penal.
Frente a esta realidad, y habida cuenta de que la experiencia
secular nos ha enseado claramente que las crticas tras los hechos
consumados, por ms bien fundadas que estn (recurdese, v. gr., la literatura
en torno al juicio abreviado), no sirven como antdoto para neutralizar los
efectos reales de tales reformas, ya que stas terminan por imponerse,
solidificarse y convertirse al poco tiempo en verdades reveladas e indiscutidas
de nuestro imaginario penal simblico, me parece evidente que el jurista y la
ciencia penal en general, deben replantearse el papel de sujetos pasivos que
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tradicionalmente mantuvieron frente a estos cambios, activar anticipadamente
sus reflejos, e intentar ejercer toda su influencia antes de que las reformas se
consumen. Se trata en definitiva, de llevar las luces de nuestro saber a los
mbitos de debate necesarios. En este sentido, la Universidad, creo, tiene los
recursos materiales e intelectuales dispuestos como para intentarlo.