EL HOMBRE DEL BOMBINLEYENDACuando el reloj de la Catedral de Durango marcaba las doce del da y la campana mayor con ronca voz daba las doce campanadas; el sol canicular de aquel mes de agosto con pesada modorra inundaba con su luz caliente y amarilla los caminos del barrio del Santuario de Guadalupe, haciendo que las plantas silvestres inclinaran su tallo perezosamente como agobiadas por el calor del verano y los pajarillos con el pico abierto volaban velozmente de un lugar a otro buscando la sombra de los rboles.Yo caminaba presuroso por la va del ferrocarril que va del Cerro del Mercado al Patio de los Ferrocarriles, en el tramo exacto que se encuentra atrs del templo del Santuario de Guadalupe, frente al cerro que unos denominan Cerro de Fray Diego, posiblemente en memoria del ilustre y santo franciscano que fue el primer misionera que vino a evangelizar el Valle del Guadiana por el ao de 1558.Otros le dicen cerro de Guadalupe por encontrarse tan cerca del templo que lleva ese nombreCaminaba muy distrado, hacia cuentas en mi cabeza y las volva a hacer y no me sala la cantidad de dinero que deba entregar en las oficinas del peridico El sol de Durango, por la venta de los peridicos que yo haba vendido en esa maana.Hacia un rato que mi madre me haba llamado la atencin, porque ya estaban por terminar las vacaciones escolares de verano y yo, no me haba ahorrado lo suficiente para comprarme los tiles escolares que me pediran en la ya prxima iniciacin de cursos.Mi cabeza era un cmulo de preocupaciones en las que cavilaba de una a otra sin encontrar solucin a ninguna. Sin embargo, caminaba por la vereda que el andar de los transentes hace por un lado de la va frrea en la cabecera de los durmientes.De pronto escuche a mi espalda muy cerca de m, el agitado roncar de un cerdo gordo que en direccin de norte a sur, caminaba por la vereda que yo ocupaba.Me sorprendi sobremanera el mirar a un enorme marrano de color negro, como yo no haba visto antes otro. A pesar de su tamao y manifiesta gordura, el animal se desplazaba con celeridad, de tal manera que pronto me alcanzo, yo me hice a un lado del camino y el animal me rebaso y sigui adelante. Caminaba a su paso, sin correr, pero con tal velocidad que avanzo adelante de m, haciendo poco a poco grande la distancia que nos separaba.El suceso despert mi curiosidad porque el animal era hermoso por su tamao, caminaba completamente solo y sin abandonar la vereda de junto a la va. Lo segu en la distancia con la vista y cuando ms lo miraba, no supe ni cmo ni en qu momento, pero el animal desapareci y en su lugar mire a un hombre vestido de curro de color negro, traa casaca, bombn alto y bastn en la mano, al cual le daba vuelo como jugando con l.Nada entend de lo que haba pasado, me concrete a mirar todo y esperar el encuentro del misterioso personaje que caminando de sur a norte, avanzaba hacia m por la misma vereda en direccin contraria.Nos encontramos ms o menos a la altura del Santuario de Guadalupe, yo me apresure a cederle el paso, hacindome al otro lado de los rieles.No tuve el valor para mirarlo frente a frente, ya que cuando se acerc a m, sent una sensacin de respeto ante aquel hombre desconocido y a juzgar por las apariencias era rico.Sin embargo, como no queriendo, con el rabo del ojo le mire la cara y pude apreciar que se trataba de un varn de unos cuarenta aos de edad, color blanco de facciones afiladas, con barba muy crecida y entrecanada y bigote con las puntas hacia arriba. l no me miro y paso indiferente con cierto aire de arrogancia.Yo no quise voltear a verlo, pensando que se poda molestar y despus del encuentro todo se me olvido y contine pensando en los problemas personales que me agobiaban...Muchas veces ms me sucedi lo mismo, a la misma hora y en el mismo lugar, tanto lo del cerdo que me segua, como lo del curro que me encontraba y no saba de donde haban salido ni uno ni otro, al extremo que me acostumbre con la situacin y todo me pareci normal, hasta que un da de tantos me dijo mi madre:Hijo ten cuidado, dice la gente que a las doce del da sobre la va del Cerro del Mercado, se aparece un marrano grande y gordo que camina rumbo al sur y luego se convierte en un curro muy catrn con bombn y bastn que se regresa, da vuelta al cerro de Guadalupe y se pierde cuando llega a donde estaba el Panten de los Pobres.Dicen que es el nima de don Melquiades Pinzn, un hombre inmensamente rico que vivi en la ciudad de Durango en la primera mitad del presente siglo, un poco despus de la revolucin y antes del ao de la caresta. Uno de sus gustos era salir todos los das a las doce del da a dar sus paseos en las orillas de la ciudad.Decan los decires de las gentes que tena muchas monedas de oro enterradas en distintos lugares y, sus paseos los haca para vigilar discretamente sus tesoros y darse cuenta de que no se los haban robado.El hombre viva en el Callejn de Rebote y era dueo de muchos cuartos y vecindades.Tena una mujer muy joven y bonita que se llamaba Teresita.Don Melquiades muri repentinamente un da que estaba almorzando y, las malas lenguas decan que Teresita lo haba envenenado porque era muy celoso.La verdad nunca se supo, pero a los pocos das de muerto el hombre, la seora se cas con un muchacho que era menor que ella, el cual no trabajaba en nada y pronto le gasto su herencia dejndola en la miseria.Desde entonces se dice que con frecuencia se mira a don Melquiades pasearse a las doce del da por la va del Santuario de Guadalupe.Algunas personas aseguran que el tesoro, lo dejo enterrado en una nopalera que est muy cerca del arroyo de Morga. Otros dicen que est debajo de un mezquite, que estaba a un lado del Panten de los Pobres y no faltan lo que sostienen, que est en la falda norte del cerro de Fray Diego, junto a una piedra grande que est marcada con una cruz.As que ten cuidado hijo, cuando veas al curro o al marrano por la va, reza la Magnifica, encomindate a Dios y no te acerques a ellos.La informacin que me daba mi madre, en aquella ocasin, me dejo frio, perplejo y acalambrado, porque ms de seis veces me haba alcanzado por la va el famoso marrano gordo y luego el marrano se haba convertido en don Melquiades me haba encontrado frente a frente y a m no me daba miedo, porque no saba de qu se trataba.Todo se lo cont a mi madre, quien me escuch atentamente y luego me dijo.Si los vuelves a ver, vstete de valor y dile a don Melquiades que te diga donde dejo las joyas, para que las saques y dejemos de ser pobres.Al siguiente da un poco antes de las doce del da ya estaba yo listo en la va esperando al marrano o a don Melquiades pero nunca los volv a ver.As se expres el seor don Cayetano Medina, hombre de unos sesenta aos de edad, parroquiano del barrio del Santuario quien me conto la presente leyenda.Tiempo despus, en el mes de julio de 1990, en el Pabelln Cultural de la Feria de la ciudad, el seor Humberto Rivas vecino de la colonia Santa Mara me platico que mucho se habla en aquellas colonias de que por la va del Cerro del Mercado se aparece un marrano gordo y grande que se convierte en un curro con bombn y que la gente lo llamaba El Hombre del Bombn, al cual unas personas lo ven y otras no, pero en el momento actual todava se ve de cuando en cuando; versin que confirma al cien por ciento la narracin que aos antes me haba contado don Cayetano.Como me la contaron se la cuento a usted amable lector, para que se ponga a buscar el tesoro de don Melquiades

LA ENFERMERA DEL HOSPITAL GENERALLEYENDASe dice que desde los tiempos del viejo Hospital de San Juan de Dios en la ciudad de Durango, existi una madre religiosa caritativa y buena que ayudaba a los heridos, les daba los primeros auxilios y luego los conduca al hospital y cuando la buscaban para pedirle algn dato, ya no la encontraban por ninguna parte.Despus en el antiguo Hospital Civil, deambulaba por pasillos y corredores, asista a piso enfermos ms graves y necesitados, los curaba, les daba palabras de aliento y desapareca sin dejar rastro, se deca que era la personificacin de la mujer, porque cuando estaba enfermera le tocaba la cabeza al enfermo, y de inmediato a los pocos minutos expiraba.Las consejas del centro hospitalario sostenan, que cuando el enfermo se encontraba en la etapa terminal o sea en artculo de muerte, apareca la madre enfermera con un crucifijo de plata en la mano, santiguaba a moribundo, le rezaba oraciones para el buen morir y cuando el enfermo expiraba, le desconectaba los aparatos mdicos si los haba, les cerraba los ojos y la boca, acomodaba el cuerpo sobre la cama colocndole las manos sobre el pecho y luego desapareca misteriosamente.Se contaron por cientos los casos en que al llegar los mdicos o las enfermeras a pasar visita al enfermo, lo encontraban muerto y acomodado sobre su cama.

Cuadro preguntaban a otros enfermos del mismo pabelln, quienes haban presenciado el deceso, todos referan haber visto a la madre enfermera jovencita y guapa, vestida de la usanza de las madres religiosas que dan atencin a los enfermos en los hospitales. Su hbito blanco, su toca blanca cubrindoles la cabeza y un crucifijo mediano sobre el pecho.Lo raro en todos los casos fue que entre el personal mdico y de enfermera que prestaba el servicio cuando se presentaban estos acontecimientos, no hubo nunca ninguna religiosa joven que correspondiera a la filiacin del misterioso personaje.Enfermeras que an existen en servicio en diversos hospitales de la ciudad de Durango y en ese tiempo sirvieron en el Hospital Civil, aseguran haber visto al misterioso personaje, deambulando por pasillos, corredores y pabellones pero que nunca les dio la cara. Dice una de las entrevistadas que encontrndose ella de enfermera en el Hospital Civil cuando prestaba su servicio social; hubo una noche que la miro en el pabelln de los tuberculosos y la miro tan cerca, que sin advertirlo intento ponerle la mano sobre el hombro y al advertir que la mano se fue de paso sin tocar nada, reacciono bruscamente pensando que estaba soando en el momento que el personaje desapareci como por encanto. Sinti miedo y al contarle lo sucedido a la Madre Superiora en turno, le contesto la siguiente historia:No te preocupes, es una hermana que dicen que no cumpli con Dios, con ella y con el mundo y su alma en pena vagara por el espacio hasta la consumacin de los siglos.Se trata de la hermana Viki, se envenen, luego se encerr en el descanso del hospital, donde la encontraron muerta con una carta en la bolsa de su hbito donde cont la historia que daba muestras de arrepentimiento pidiendo a Dios el perdn de sus pecados.Me conmovi tanto lo que me cont la madre, que cuando termin, mi cara estaba inundada de lgrimas y el miedo por la enfermera fantasma, se me haba transformado en compasin. Dijo la enfermera.

El antiguo Hospital Civil de Durango, que fue fundado como asilo por doa Angelita Flores de Flores en el ao 1917, a fines de los aos setentas, ya era obsoleto y fue demolido totalmente, para levantar en su lugar, el elegante y suntuoso Hospital General que conocemos en la actualidad.El personal mdico y paramdico de la institucin desapareci casi por completo. Alguno se retir del servicio y otro ms, fue redistribuido en otras instituciones anlogas.Los duranguenses que conocieron ese Hospital Civil, la mayora han dejado de existir.Sin embargo, la presente leyenda que se form por una vieja historia de amor y tuvo como escenario ese hospital, se conserva fresca y lozana como las flores en primavera y para sorpresa de todos; aun de las nuevas generaciones que pueblan en la ciudad de Durango, Viki la joven y guapa madre enfermera centro de esta narracin, se conserva igual, con la diferencia, que ahora aparece y desaparece en elevadores y pasillos del Hospital General de Durango, auxiliando a los enfermos graves y encaminando el alma de los moribundosAlgunos de los mdicos, enfermeras, afanadoras y enfermos dicen que la han visto, quedando entre todo el interrogante, que en algunos llega a la afirmacin de que nunca ha sido Viki, la madre del relato, sino la muerte en persona que llega a terminar con las penas de los moribundos que sufren.

LA SOMBRA BLANCA SOBRE LA CASA DE GOBIERNOLEYENDASobre la Calle Segunda de la Estampa de Guadalupe que despus se llam Segunda del Camposanto y aos despus Calle del Coliseo, para denominarse en el siglo XX Calle Bruno Martnez, a finales del siglo XVIII, por el ao de 1787 edificio don Jos Joaqun Alcalde, rico espaol de rancio abolengo una casa que con huerta de parras y una gran tienda donde se vendan sedas, porcelanas, y collares de perlas tradas de Filipinas y tambin fij su residencia, finca que fue una de las ms importantes de la entonces capital de la provincia de Nueva Vizcaya.La casa de don Joaqun que cuando se construyo fue de las mejores, cien aos despus se convirti en la Casa del Gobernador, cuando la adquiri don Juan Hernndez y Marn Gobernador del ya Estado Libre y Soberano de Durango, por los cien aos de 1860 y entonces el pueblo le deca La Casa Principal, Contaban los ancianos de otros tiempos que por esa razn, el General L. Heriller, comandante en jefe de las fuerzas francesas expedicionarias, se hosped en esa casa, cuando los franceses llegaron a Durango, entonces la calle se llamaba Calle del Coliseo.Despus de casi un siglo y medio, el ao de 1898 y con ms de tres restauraciones encima, se convirti en la Casa de Gobierno del Estado de Druango, donde residirn los Gobernadores de la entidad, por lo que el pueblo la llamara en lo sucesivo la Casa de los Gobernadores.Son muchas las personas que la han habitado, algunas ilustres, como el Padre Laureano, otras no, y por muchos aos sirvi de asiento a la Venerable Academia Mercantil Pedro Chvez que form a muchos contadores y secretarias del Durango de mediados de siglo XX.

Son tambin muchas las modificaciones que en su centenaria existencia ha sufrido la vieja construccin que mand edificar don Jos Joaqun Alcalde, tantas que tal vez del diseo original de la vieja casona, solamente quedan unas cuantas piedras hay el viejo stano que por ms de dos siglos, conservo la presente historia:Don Jos Joaqun Alcalde, adinerado espaol quien mando construir la casa, era un hombre rico, dueo de la hacienda de San Jos del Saucillo y sus anexos, as como de la hacienda de Santa Brbara y Nuestra seora de Guadalupe en Cuencam, adems de dos haciendas de beneficios de metales en el real de San Miguel de Mezquital. En su casa de la ciudad de Durango, tena un gran tendajo, con bodegas llenas de mercancas tradas a lomo de mula desde Acapulco, cuando la Nao de la China estaba en su apogeo. En su tienda se venda desde Azogue y Tabaco artculos del monopolio de la Corona, hasta sedas tradas de la China, marfiles, piedras preciosas y perlas de Ceiln.La riqueza de don Joaqun era enorme y grande su poder poltico en los mbitos del gobierno, que lo convirtieron en uno de los hombres ms importantes y notables de la poca.Su vida tambin era nmada y agitada porque la marcha de sus negocios lo mismo exiga su presencia en la hacienda del saucillo, que en la de Santa Brbara, en la Hacienda de Nuestra Seora, en la ciudad de Durango o en el real de San Miguel, Sin embargo, adems de sus negocios en todas partes tenia querencias, sus esposas aunque no legalizadas, eran mltiples y a todas las amaba por riguroso turno.La ms bonita, joven y agradable era la que tena en su casa de la ciudad de Durango, que por su belleza y juventud lo tena deslumbrado y la mayor parte de su tiempo se lo dedicaba a ella, la que deca tambin amarlo entraablemente.Su mujer, una vieja espaola sevillana ya entrada en aos, lo saba todo y resignada aceptaba los mltiples amoros del viejo rabo verde, porque eran los tiempos en que la mujer solamente se concretaba a ver y callar.Sin embargo, la presencia de la seora SAENS Y ONTIVEROS, que con su cuantiosa fortuna, cuando se cas mucho tuvo que ver en el enriquecimiento de don Joaqun, impona respeto y mucho limitaba los excesos en amoros del viejo acaudalado, por lo que hubo necesidad de enviarla fuera de la ciudad por largo tiempo.Dueo de la situacin, don Jos Joaqun se pasaba muchos das en su casa de Durango, no tanto por atender los haberes de la tienda, donde al decir del vulgo, todos lo robaban, si no por estar cerca de su amante joven, a la que adoraba ms que a su vida.Era tan hermosa, que su presencia hacia surgir el amor a primera vista, razn est que despert los celos inauditos del viejo minero, que cuando sala de viaje siempre la dejaba encerrada bajo llave para que nadie la contemplara.En una ocasin que sali don Jos Joaqun Alcalde, un viaje urgente para San Miguel del Mezquital, a la muchacha la dejo encerrada en el stano, mientras el regresaba.Cuando don Joaqun sali, pocas horas despus llego su hijo mayor Jos Miguel Alcalde, quien al saber por la ama de llaves que su padre tena a la mujer que haba sido su amante encerrada en el stano, mando que la puesta de la entrada de aquel anexo fuera sellada con piedra y mezcla quedndose la muchacha prisionera para siempre.El resto de la historia no se conoce, pero desde entonces, por los corredores, capilla, habitaciones y huerta de la casa, deambula la silueta blanca de una mujer joven, que como salida de los muros, penetra a ellos sin hacer ruido, traspone las puertas sin abrirlas y a distintas horas del da y de la noche se mira en todas partes.Unos la ven y otros no, pero desde tiempo inmemorial se habla de la presencia de esa aparecida.La llegaron a mirar los veladores y trabajadores de la maderera que estuvo en el lugar con puertas por la calle de Zaragoza, estudiantes y trabajadores el a Academia Mercantil Pedro Chavezy ahora la vern sin duda, los custodios de La Casa de GobiernoDoscientos aos despus, cuando la vieja construccin fue casi demolida por la actual restauracin y se tuvo que revisar la cimentacin de la finca de todo a todo, fue descubierto el stano, majestuosa construccin con arcos de cantera y altos muros donde al decir de los trabajadores que intervinieron, se encontr una osamenta humana junto con un equipo de aguamanil, al parecer de plata, pero cubierto de xido verde y negruzco. Tambin se encontr un tazn, dos platos, una jarra, un posillo y un vaso, al parecer del mismo material.Las autoridades a quien correspondi hacerlo, nunca reportaron el hallazgo y siempre han negado la existencia del stano. Sin embargo hubo muchos Duranguenses que lo miramos y por ello damos fe de su existencia.La pgina que segua de la historia de don Jos Joaqun Alcalde fundador de la Casa de Los Gobernadores de Durango, se qued en blanco, esperando a que usted escriba lo que sigue.