132
Discursos de la Conferencia General LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS • NOVIEMBRE DE 2005 Liahona

Liahona - La feuille d'olivier · 2016-11-13 · 2 Informe de la Conferencia General Semestral número 175 SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA 4 Discurso de apertura Presidente Gordon

  • Upload
    others

  • View
    2

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Discursos de laConferenciaGeneral

L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • N O V I E M B R E D E 2 0 0 5

Liahona

El Nauvoo de José, por Al Rounds

“Además, de cierto os digo, de nuevo os mando construir una casa a mi nombre en este lugar, para que probéis ante mí que sois fieles

en todas las cosas que os mando, para que yo os bendiga y os corone con honra, inmortalidad y vida eterna” (D. y C. 124:55).

PRO

HIB

IDA

SU R

EPRO

DU

CC

IÓN

2 Informe de la Conferencia GeneralSemestral número 175

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA

4 Discurso de aperturaPresidente Gordon B. Hinckley

6 Las bendiciones del leer el Libro deMormónÉlder L. Tom Perry

10 Prepárense... sean fuertes de ahoraen adelanteObispo Keith B. McMullin

13 La santidad del cuerpoSusan W. Tanner

16 El trayecto a un terreno más elevadoÉlder Joseph B. Wirthlin

20 La luz que ilumina sus ojosPresidente James E. Faust

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE

23 El sostenimiento de los oficiales de la IglesiaPresidente Thomas S. Monson

24 La autoridad del sacerdocio en lafamilia y en la IglesiaÉlder Dallin H. Oaks

28 A las mujeres jóvenesÉlder Jeffrey R. Holland

31 La verdadera felicidad: Una decisiónconscienteÉlder Benjamín De Hoyos

33 El Libro de Mormón, instrumentopara recoger al Israel esparcidoÉlder C. Scott Grow

35 “Si Cristo tuviera misoportunidades…”Élder Paul K. Sybrowsky

37 La preparación espiritual:Comiencen con tiempo yperseverenÉlder Henry B. Eyring

41 Lo más importante es lo queperduraÉlder M. Russell Ballard

SESIÓN DEL SACERDOCIO

44 Llegar a ser misionerosÉlder David A. Bednar

48 La búsqueda del hombre de laverdad divinaÉlder Charles Didier

50 Las bendiciones de la conferenciageneralÉlder Paul V. Johnson

53 Llamados y escogidosPresidente James E. Faust

56 Cumple tu deber: Eso es lo mejorPresidente Thomas S. Monson

60 Si estáis preparados, no temeréisPresidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA

67 El profeta José Smith: Maestromediante el ejemploPresidente Thomas S. Monson

70 En el monte de SiónPresidente Boyd K. Packer

74 Un modelo para todosÉlder Merrill J. Bateman

76 Mi alma se deleita en las EscriturasCheryl C. Lant

78 La verdad restauradaÉlder Richard G. Scott

81 El perdónPresidente Gordon B. Hinckley

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE

85 Jesucristo: El Maestro SanadorÉlder Russell M. Nelson

88 Preparativos para la Restauración yla Segunda Venida: “Te cubriré conmi mano”Élder Robert D. Hales

92 El sacrificio es un gozo y unabendiciónÉlder Won Yong Ko

94 Los convenios del Evangelio nostraen las bendiciones prometidasÉlder Paul E. Koelliker

96 La brújula del SeñorÉlder Lowell M. Snow

98 “Pastorea mis ovejas”Élder Ulisses Soares

100 Los atributos de Cristo: el vientoque nos impulsaÉlder Dieter F. Uchtdorf

103 BendiciónPresidente Gordon B. Hinckley

REUNIÓN GENERAL DE LASOCIEDAD DE SOCORRO

105 Video: Instrumentos en lasmanos de Dios

107 Gratos momentosBonnie D. Parkin

110 Para que todas lleguemos asentarnos juntas en el cieloKathleen H. Hughes

112 Conocer la voluntad del Señor conrespecto a ustedesAnne C. Pingree

114 Instrumentos en las manos de DiosPresidente James E. Faust

64 Autoridades Generales de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de losÚltimos Días

118 Se dirigen a nosotros: hagamos de la conferencia parte de nuestra vida

120 Enseñanzas para nuestra época

121 Pautas para las reuniones y lasactividades de Superación personal,de la familia y del hogar de laSociedad de Socorro

122 Guías de Fuentes de consulta para el Sacerdocio Aarónico y las Mujeres Jóvenes

125 Presidencias Generales de lasOrganizaciones Auxiliares

126 Noticias de la Iglesia

L A I G L E S I A D E J E S U C R I S T O D E L O S S A N T O S D E L O S Ú L T I M O S D Í A S • N O V I E M B R E D E 2 0 0 5

Liahona

2

SÁBADO POR LA MAÑANA, 1 DE OCTUBREDE 2005, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Harold G. Hillam.Última oración: Élder Darwin B.Christenson. Música por el Coro delTabernáculo; Craig Jessop y Mack Wilberg,directores; Clay Christiansen, organista: “OhDios de Israel”, Himnos, Nº 5; “Tan sólo conpensar en ti”, Himnos, Nº 76; “El que velapor Israel”, Mendelssohn; “Jehová, sé nues-tro guía”, Himnos, Nº 39; “Yo trato de sercomo Cristo”, Canciones para los niños,pág. 40, arreglo de Bradford, publicado porNature Sings; “Creo en Cristo”, Himnos,Nº 72, arreglo de Wilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 1 DE OCTUBRE DE 2005, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente James E. Faust. Primeraoración: Élder John H. Groberg. Última oración: Élder F. Melvin Hammond. Músicapor un coro de Mujeres y de HombresJóvenes de las estacas de Bountiful, WoodsCross y Salt Lake Norte, Utah; Michael Huff,director; Linda Margetts y Bonnie Goodliffe,organistas: “Despierta y levántate”, Hymns,Nº 8, arreglo de Huff, inédito; “En la prima-vera”, Canciones para los niños, pág. 57,arreglo de Huff, inédito; “Bandera de Sión”,Himnos, Nº 4; “En este día feliz y dichoso”,Hymns, Nº 64, arreglo de Huff, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 1 DE OCTUBRE DE2005, SESIÓN DEL SACERDOCIOPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder Stephen B. Oveson.Última oración: Élder Adhemar Damiani.Música por un coro de padres e hijos de lasestacas de Orem, Utah; Donald Ripplinger,director; John Longhurst, organista: “La ver-dad restaurada”, Beethoven y Jones, arreglode Ripplinger, inédito; “A donde me mandesiré”, Himnos, Nº 175, arreglo de Fjeldsted,inédito; “Oh élderes de Israel”, Himnos,Nº 209; “Firmes creced en la fe”, Himnos,Nº 166, arreglo de Ripplinger, inédito.

DOMINGO POR LA MAÑANA, 2 DE OCTUBRE DE 2005, SESIÓN GENERALPresidió y dirigió: Presidente Gordon B.Hinckley. Primera oración: Élder F. BurtonHoward. Última oración: Élder Ned B.Roueché. Música por el Coro del

Tabernáculo; Craig Jessop y Mack Wilberg,directores; Richard Elliott y John Longhurst,organistas: “Ya rompe el alba”, Himnos,Nº 1; “La oración del Profeta”, Himnos,Nº 14, arreglo de Wilberg, inédito; “Un po-bre forastero”, Himnos, Nº 16, arreglo deWilberg, inédito; “Dulce Tu obra es, Señor”,Himnos, Nº 84; “El Vidente, José, elVidente”, Hymns (1948), Nº 296, arreglo deBeesley, pub. IRI (tenor: Stanford Olsen);“Oda a José”, Bradshaw, pub. Jackman;“Loor al Profeta”, Himnos, Nº 15, arreglo deWilberg, pub. Jackman.

DOMINGO POR LA TARDE, 2 DE OCTUBREDE 2005, SESIÓN GENERALPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Presidente Thomas S. Monson.Primera oración: Élder H. Aldridge Gillespie.Última oración: Élder Dennis E. Simmons.Música por el Coro del Tabernáculo; CraigJessop y Mack Wilberg, directores; BonnieGoodliffe y Linda Margetts, organistas: “Labarra de hierro”, Himnos, Nº 179, Holst,arreglo de Galbraith, inédito; “Donde hayamor”, Canciones para los niños, pág. 76,arreglo de Cardon, inédito (flauta: JeannineGoeckeritz; arpa: Tamara Oswald); “Hijosdel Señor, venid”, Himnos, Nº 26; “Te da-mos, Señor, nuestras gracias”, Himnos,Nº 10, arreglo de Wilberg, inédito.

SÁBADO POR LA TARDE, 24 DE SEPTIEMBREDE 2005, REUNIÓN GENERAL DE LASOCIEDAD DE SOCORROPresidió: Presidente Gordon B. Hinckley.Dirigió: Bonnie D. Parkin. Primera oración:Barbara D. Lockhart. Última oración: Lilian B. DeLong. Música por un coro de la Sociedad de Socorro de las estacas deOrem, Utah; Dyanne Riley, directora;

Linda Margetts y Bonnie Goodliffe, organis-tas: “Ya regocijemos”, Himnos, Nº 3, arreglode Margetts y Riley, inédito; “Cuando sientoSu amor”, Perry, inédito; “Qué firmes ci-mientos”, Himnos, Nº 40, arreglo deWilberg, inédito.

LAS GRABACIONES DE LA CONFERENCIA A DISPOSICIÓN DEL PÚBLICOEn los centros de distribución se puedenconseguir las grabaciones de las sesiones dela conferencia por lo general menos de dosmeses después de la conferencia.

DISCURSOS DE LA CONFERENCIA ENINTERNETPara tener acceso a los discursos de la conferencia en varios idiomas, por medio de Internet, conéctese con www.lds.org.Haga clic en “Gospel Library” y después en“General Conference”. Luego escoja el idio-ma que desee.

MENSAJES DE ORIENTACIÓN FAMILIAR Y DE LAS MAESTRAS VISITANTESPara los mensajes de orientación familiar yde las maestras visitantes, sírvase seleccio-nar uno de los discursos que mejor satisfa-ga las necesidades de las personas a lasque visite.

EN LA CUBIERTAUno por uno, por Walter Rane, © 2003, porBy the Hand of Mormon Foundation, se prohíbe su reproducción.

FOTOGRAFÍAS DE LA CONFERENCIALas escenas de la conferencia general en SaltLake City fueron tomadas por CraigDimond, Welden C. Andersen, John Luke,Matthew Reier, Christina Smith, Scott Davis,Les Nilsson, Rod Boam, Amber Clawson yShannon Norton; en Brasil por AdrianoVedovi; en Francia por David Anderson; enMéxico por Israel Gutiérrez; en Michiganpor Rod Humiecki y Lee Kochenderfer; enPerú por Mason Warr; y en Samoa por JudithJohnston Niuelua.

Resumen de la Conferencia GeneralSemestral número 175

LOS DISCURSANTES PORORDEN ALFABÉTICOBallard, M. Russell, 41Bateman, Merrill J., 74Bednar, David A., 44De Hoyos, Benjamín, 31Didier, Charles, 48Eyring, Henry B., 37Faust, James E., 20, 53, 114Grow, C. Scott, 33Hales, Robert D., 88Hinckley, Gordon B., 4, 60,

81, 103, 105Holland, Jeffrey R., 28Hughes, Kathleen H., 110Johnson, Paul V., 50Ko, Won Yong, 92Koelliker, Paul E., 94Lant, Cheryl C., 76McMullin, Keith B., 10Monson, Thomas S., 23, 56,

67Nelson, Russell M., 85Oaks, Dallin H., 24Packer, Boyd K., 70Parkin, Bonnie D., 107Perry, L. Tom, 6Pingree, Anne C., 112Scott, Richard G., 78Snow, Lowell M., 96Soares, Ulisses, 98Sybrowsky, Paul K., 35Tanner, Susan W., 13Uchtdorf, Dieter F., 100Wirthlin, Joseph B., 16

ÍNDICEAbuso, 24Activación, 35, 98Adultos solteros, 24, 114Albedrío, 16, 31, 78, 100, 112Amor, 67, 81, 98, 110Apostasía, 53, 78, 88Arrepentimiento, 37, 81, 85Autoridad, 24Autosuficiencia, 60Belleza, 13, 28Bendiciones, 6, 92Conferencia General, 50, 96Convenios, 20, 33, 44, 94,

110, 112Conversión, 35, 48, 85, 100Cuerpos físicos, 13, 28Deber, 56Deudas, 53Diezmo, 37Diligencia, 67, 96Ejemplo, 33, 67Enseñanzas, 67Espíritu Santo, 16, 20, 48, 78Estudio de las Escrituras, 6,

37, 41, 48, 70, 76, 88, 92,112

Expiación, 74, 78, 81, 85Familia, 24, 41Fe, 10, 37, 56, 60, 67, 94, 96,

98, 100, 112Felicidad, 20, 31, 41Gozo, 92Honradez, 67Jesucristo, 10, 31, 37, 70, 74,

78, 81, 85, 100Libro de Mormón, El, 6, 33,

70, 74, 76, 88Liderazgo, 24, 53Llamamientos, 53, 56

Luz de Cristo, 20Maternidad, 107, 114Matrimonio, 24, 41Modestia, 13, 28Moralidad, 13, 41, 78Mujer, 24, 28, 114Mujeres Jóvenes, 28Naturaleza Divina, 28, 78Niños, 41, 76Obediencia, 10, 16, 37, 44,

48, 50, 60, 76, 78, 94, 96,100, 112

Obra misional, 33, 35, 44,67, 112

Oración, 37Paciencia, 67, 98Palabra de Sabiduría, 13Paz, 48Perdón, 81Plan de Salvación, 37, 74, 78Pornografía, 50Preparación, 10, 37, 44, 60,

70Profetas, 6, 16, 48, 50, 53Progreso en la Iglesia, 4, 70Protección, 60Rectitud, 4, 10, 16, 31, 60,

76Restauración, 74, 88, 103Retención, 98Revelación, 20, 48, 50, 70Sacerdocio, 24, 44, 53, 56,

60Sacrificio, 92, 94Sanidad, 85Segunda Venida, 88Servicio humanitario, 60Servicio, 16, 35, 56, 60, 107,

110, 114Smith, José, 67, 88, 103, 105

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2005 3

LIAHONA, noviembre de 2005Vol. 29, Número 11 25991-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los Últimos Días, en el idioma español.La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. FaustEl Quórum de los Doce Apóstoles: Boyd K. Packer, L. Tom Perry, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott, Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring, Dieter F. Uchtdorf, David A. BednarEditor: Jay E. JensenAsesores: Monte J. Brough, Gary J. Coleman, Yoshihiko KikuchiDirector administrativo: David L. FrischknechtDirector editorial y de planificación: Victor D. CaveDirector de artes gráficas: Allan R. LoyborgDirector editorial de la Revista: Richard M. RomneyEditor administrativo: Marvin K. GardnerPersonal de redacción: Collette Nebeker Aune, SusanBarrett, Shanna Butler, Ryan Carr, Linda Stahle Cooper,LaRene Porter Gaunt, Jenifer L. Greenwood, R. ValJohnson, Carrie Kasten, Melvin Leavitt, Sally J. Odekirk,Adam C. Olson, Judith M. Paller, Vivian Paulsen, Don L.Searle, Rebecca M. Taylor, Roger Terry, Janet Thomas, PaulVanDenBerghe, Julie Wardell, Kimberly WebbDirector ejecutivo de arte: M. M. KawasakiDirector de arte: Scott Van KampenGerente de producción: Jane Ann PetersPersonal de diseño y de producción: Cali R. ArroyoHoward G. Brown, Thomas S. Child, Reginald J. Christensen,Kathleen Howard, Denise Kirby, Tadd R. Peterson, Randall J.Pixton, Kari A. Todd, Claudia E. WarnerGerente de mercadotecnia: Larry HillerDirector de impresión: Craig K. SedgwickDirector de distribución: Kris T ChristensenCoordinación de Liahona: Enrique ResekPara saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del barrioo de la rama.Los manuscritos y las preguntas deben enviarse a Liahona,Room 2420, 50 East North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3220, USA; o por correo electrónico a: [email protected] (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,armenio, búlgaro, camboyano, cebuano, coreano, croata,checo, chino, danés, esloveno, español, estonio, fidji,finlandés, francés, griego, haitiano, hindi, holandés,húngaro, indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés,kiribati, latvio, lituano, malgache, marshallés, mongol,noruego, polaco, portugués, rumano, ruso, samoano, sinalés, sueco, tagalo, tailandés, tahitiano, tamil, telugu,tongano, ucraniano, urdu, y vietnamita. (La frecuencia delas publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)© 2005 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados. Impreso en los Estados Unidos de América.El material de texto y visual de la revista Liahona se puedecopiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempre queno sea con fines de lucro. El material visual no se puedecopiar si aparecen restricciones en la línea de crédito delmismo. Las preguntas que tengan que ver con este asunto sedeben dirigir a Intellectual Property Office, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT 84150, USA; correo elec-trónico: [email protected] aparece en Internet en varios idiomas en el sitiowww.lds.org. Si lo desea, pulse “Gospel Library”, luego“PDF”. Ahora haga clic en la cubierta que está debajo deLiahona “International” y después pulse “Select a language”.Para los lectores de México: Certificado de Licitud de título número 6988 y Licitud de contenido número 5199,expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones yrevistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993. “Liahona”© es nombre registrado en la Dirección de Derechos deAutor con el número 252093. Publicación registrada en laDirección General de Correos número 100. Registro delS.P.M. 0340294 características 218141210.For readers in the United States and Canada:November 2005 Vol. 29 No. 11. LIAHONA (USPS 311-480) Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly byThe Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 EastNorth Temple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscriptionprice is $10.00 per year; Canada, $16.00 plus applicabletaxes. Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah, andat additional mailing offices. Sixty days’ notice required forchange of address. Include address label from a recent issue; old and new address must be included. Send USA and Canadian subscriptions to Salt Lake Distribution Center at the address below. Subscription help line: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa, MasterCard,American Express) may be taken by phone. (Canada PosteInformation: Publication Agreement #40017431)POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368, Salt Lake City, UT 84126-0368.

4

Mis hermanos y hermanas, de-seo yo también darles labienvenida a esta gran confe-

rencia mundial de la Iglesia. El inmen-so Centro de Conferencias de SaltLake City está totalmente lleno, yotras salas de esta zona están igual-mente repletas. Nos dirigimos tam-bién a los que están más allá, entierras y climas diversos. A todos lesdamos la bienvenida. Los amamos co-mo nuestros hermanos y hermanas.

Hace más de setenta años estuvecumpliendo una misión en las IslasBritánicas. Parte del imperio británi-co estaba todavía intacto; era el grupo político de naciones más ampliamente extendido sobre la faz

de la tierra, y se decía que el sol nun-ca se ponía en el imperio británico.La bandera británica flameaba por todo el mundo.

En diversos aspectos, de ese impe-rio surgieron muchos beneficios;pero también provocó enorme sufri-miento como resultado de la con-quista, la opresión, la guerra y losconflictos. Los cuerpos de soldadosbritánicos quedaron enterrados entumbas por toda la tierra.

Ahora, todo eso acabó. RudyardKipling escribió de su fallecimiento ensu poema “Recessional” [“La retirada”]:

Nuestro dominio y poderson cual la flor que se secó,y nuestra gloria de ayercuan Nínive y Tiro se desplomó.(Véase “God of Our Fathers, Known

of Old”, Hymns, Nº 80.)

Ahora, hay otro imperio: el impe-rio de Cristo el Señor. Es el imperiodel Evangelio restaurado, el reino deDios. Y en este reino el sol jamás sepone. No ha surgido de la conquista,el conflicto ni la guerra, sino que pro-viene de la persuasión pacífica, el tes-timonio y la enseñanza, uno aquí y elotro allá.

Como todos ustedes saben, esteaño conmemoramos el bicentenariodel nacimiento del profeta José Smith

y el aniversario Nº 175 de la organiza-ción de la Iglesia.

El crecimiento de la Iglesia desdesus primeros años hasta su estado ac-tual es extraordinario, y sólo estamoscomenzando.

La construcción de templos es unaindicación de ese progreso; tenemosactualmente ciento veintidós funcio-nando en diversas partes del mundo, ynuestro pueblo es grandemente ben-decido por ellos. Toda persona que esdigna de tener una recomendaciónpara el templo también es consideradafiel Santo de los Últimos Días; es al-guien que paga el diezmo íntegro,

Discursode aperturaP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

El crecimiento de la Iglesia desde sus primeros años hastasu estado actual es extraordinario, y sólo estamoscomenzando.

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA MAÑANA1 d e o c t u b r e d e 2 0 0 5

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 5

que observa la Palabra de Sabiduría,que tiene buenas relaciones familia-res y que será el mejor ciudadano de la comunidad. El servicio que sepresta en el templo es el resultado final de toda nuestra enseñanza y actividad.

El año pasado se llevaron a cabotreinta y dos millones de ordenanzasen los templos, que es más de lo quese había hecho en ninguno de los añosanteriores. Actualmente, algunos tem-plos se llenan, a veces con más partici-pantes de los que pueden contener. Espreciso satisfacer las necesidades y losdeseos de nuestros santos fieles.

Anteriormente habíamos anuncia-do un nuevo templo en el cuadrantesureste del Valle de Lago Salado.Ahora tenemos dos terrenos excelen-tes más en las zonas oeste y suroestedel valle, gracias a la amabilidad delas inmobiliarias de urbanización deesas propiedades. El primero queedificaremos se encuentra en la urba-nización denominada Daybreak, y es-ta mañana hacemos un anunciopúblico de ello. Ustedes se pregunta-rán por qué favorecemos tanto aUtah; lo hacemos en virtud del re-querimiento dado su nivel de activi-dad. Pero también estamos

avanzando con templos nuevos enRexburg y Twin Falls, Idaho; enSacramento, California; en Helsinki,Finlandia; en la Ciudad de Panamá,Panamá; en Curitiba, Brasil, y otroque no puedo mencionar porque to-davía no se ha anunciado, pero quepronto se anunciará. Se están consi-derando otros más. En todos los quemencioné tenemos ya la propiedad,y la obra marcha adelante en diferen-tes grados de construcción.

Estamos agradecidos por las consagraciones de nuestro puebloque hacen que todo eso sea posible.

El auditorio del Centro de Conferencias está completamente lleno momentos antes del comienzo de una de las sesiones de la

conferencia.

Uno de los aspectos más complica-dos de la actividad en el templo esque, al tener cada vez más templos es-parcidos por la tierra, hay una repeti-ción de trabajo en la obra vicaria; haypersonas en distintas naciones traba-jando simultáneamente en las mismaslíneas familiares y con los mismosnombres, y no saben que hay otros enotras regiones que están haciendo lomismo. Por ese motivo, desde haceun tiempo nos hemos embarcado enuna tarea muy difícil. Para evitar esarepetición, la solución consiste en re-currir a una tecnología computarizadacompleja. Se han tenido algunas indi-caciones de que dará resultado y, si esasí, será un hecho extraordinario conimplicaciones mundiales.

Como muchos ya saben, hemos es-tado llevando a cabo conferencias deestaca empleando la transmisión víasatélite. La Iglesia ha crecido tanto que a los miembros de la PrimeraPresidencia, el Quórum de los Doce yotras Autoridades Generales ya no leses posible visitar las estacas una poruna, excepto para reorganizarlas o di-vidirlas. La transmisión vía satélite nospermite hablar en Salt Lake City y quenos oigan y nos vean en centros de es-taca y otros edificios de todo el mun-do. Es algo milagroso y magnífico.

Por el mismo medio, muchos deustedes están participando hoy de esta conferencia; nos encontramosunidos como una vasta familia interna-cional en la música y las oraciones, yen la instrucción y el testimonio denuestras Autoridades Generales.

Gracias por todo lo que hacen, ma-ravillosos Santos de los Últimos Días.Gracias por los enormes esfuerzos delos Setenta de Área, de los obispados yde las presidencias de estaca, de los lí-deres de las organizaciones auxiliares,de los presidentes de templo y misión,y de muchos, muchos, muchos másque dan tan generosamente de sutiempo, sus labores y medios para ade-lantar el reino de Dios sobre la tierra.

Ruego, mis hermanos y hermanas,que las selectas bendiciones del cielose derramen sobre ustedes, en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

6

Todos los meses espero con an-helo la llegada de esa maravillo-sa revista Ensign, que me

fortalece con los mensajes de laPrimera Presidencia, los que se publi-can en cada número. Los ejemplaresde agosto de Ensign y de Liahonacontienen la exhortación del presi-dente Hinckley de leer o releer elLibro de Mormón antes del fin delaño.

¿Por qué considera el presidenteHinckley que leer el Libro de Mormónserá tan beneficioso para cada uno denosotros? Él especifica:

“Su atractivo es tan imperecederocomo la verdad, tan universal como la

humanidad. Es el único libro que con-tiene en sus páginas una promesa deque el lector puede saber con certeza,por poder divino, que es la verdad.

“Su origen es milagroso; y cuandose relata por primera vez ese origena alguien que no lo conozca, es casiincreíble. Pero el libro está aquí y es posible palparlo, tenerlo en la mano y leerlo. Nadie puede negar su existencia...

“Ningún otro testamento escritoilustra tan claramente el hecho deque cuando el hombre, [y la mujer] yla nación andan con amor y respeto aDios, y obedecen Sus mandamientos,prosperan y progresan; pero quecuando no le prestan atención ni es-cuchan Su palabra, sobreviene unacorrupción que, a menos que se de-tenga con la rectitud, conduce a ladecadencia y a la muerte...” (“Un testi-monio vibrante y verdadero”, Liahona,agosto de 2005, págs. 4–5).

¿Por qué el leer el Libro deMormón es tan importante para noso-tros hoy en día? Lo es porque los prin-cipales escritores del Libro deMormón comprendían a la perfecciónque sus escritos eran esencialmentepara las personas de una generaciónfutura en lugar de ser para las de supropia generación. Moroni escribió anuestra generación: “...os hablo como

Las bendicionesdel leer el Libro de MormónÉ L D E R L . TO M P E R R YDel Quórum de los Doce Apóstoles

Ahora bien, de nosotros depende el estudiar el Libro deMormón y aprender acerca de sus principios, y aplicarlos anuestra vida.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 7

si os hallaseis presentes...” (Mormón8:35). El profeta Nefi dijo:

“De modo que por esta causa elSeñor Dios me ha prometido que es-tas cosas que escribo serán guarda-das, y preservadas y entregadas a losde mi posteridad, de generación engeneración, para que se cumpla lapromesa hecha a José, que su linajeno perecería jamás, mientras durasela tierra” (2 Nefi 25:21).

El Libro de Mormón es una voz deamonestación para esta generación.Vemos lo vívidamente que describelas condiciones de la tierra en laactualidad:

“Y no es menester que nadie digaque [estos registros] no saldrán, puesciertamente saldrán, porque el Señorlo ha dicho; porque de la tierra hande salir, por mano del Señor, y nadiepuede impedirlo; y sucederá en unaépoca en que se dirá que ya no exis-ten los milagros; y será como si al-guien hablase de entre los muertos.

“Y sucederá en un día en que lasangre de los santos clamará al Señor,por motivo de las combinaciones se-cretas y las obras de obscuridad.

“Sí, sucederá en un día en que senegará el poder de Dios; y las iglesiasse habrán corrompido y ensalzado enel orgullo de sus corazones; sí, en undía en que los directores y maestrosde las iglesias se envanecerán con elorgullo de sus corazones, hasta el gra-do de envidiar a aquellos que perte-necen a sus iglesias.

“Sí, sucederá en un día en que seoirá de fuegos, y tempestades, y vapo-res de humo en países extranjeros;

“y también se oirá de guerras, ru-mores de guerras y terremotos en di-versos lugares.

“Sí, sucederá en un día en que ha-brá grandes contaminaciones sobre lasuperficie de la tierra: habrá asesina-tos, y robos, y mentiras, y engaños, yfornicaciones, y toda clase de abomi-naciones; cuando habrá muchos quedirán: Haz esto, o haz aquello, y noimporta, porque en el postrer día elSeñor sostendrá al que tal hiciere.Pero ¡ay de tales, porque se hallan enla hiel de amargura y en los lazos de la

iniquidad!” (Mormón 8:26–31).El presidente Ezra Taft Benson co-

rroboró el hecho de que el Libro deMormón es de valor particular paranuestra época cuando dijo:

“El Libro de Mormón fue escritopara nosotros, los que vivimos en es-tos tiempos. Dios es el autor del li-bro. Es el registro de un pueblocaído, el cual fue compilado porhombres inspirados para que fueseuna bendición para nosotros, los de

la actualidad. Las gentes de aquellaépoca nunca tuvieron el libro... ésteera para nosotros. Mormón, el profe-ta antiguo cuyo nombre lleva el libro,compendió siglos de anales. Dios,que conoce el fin desde el principio,le hizo saber lo que debía incluir enla recopilación porque nosotros lonecesitaríamos para nuestra época”(véase “El Libro de Mormón es lapalabra de Dios”, Liahona, mayo de1988, págs. 2–3).

8

Con cuánta frecuencia solemos le-er el registro fundamentalmente co-mo la historia de un pueblo caído, sinrecordar que fue compilado por pro-fetas inspirados con el fin de ayudar-nos a venir a Cristo. Los principalesescritores del Libro de Mormón no sepropusieron en absoluto que éste fue-se un libro de historia. De hecho,Jacob dijo que su hermano Nefi le ha-bía mandado “que no tratara más queligeramente la historia de este pue-blo” (Jacob 1:2).

Cada vez que leamos el libro quizádebiéramos preguntarnos: “¿Por quélos escritores habrán escogido esosrelatos o esos sucesos en particularpara ponerlos en el compendio? ¿Qué valor tienen para nosotros en la actualidad?”.

Entre las lecciones que aprende-mos del Libro de Mormón se encuen-tran la causa y el efecto de la guerra, yen qué condiciones se justifica. Hablade las maldades y de los peligros delas combinaciones secretas, que seinstituyen para conseguir poder yriquezas. Habla de la realidad deSatanás e indica algunos de los méto-dos que él utiliza. Nos aconseja sobrela forma prudente de utilizar la rique-za. Nos habla de las verdades claras ypreciosas del Evangelio, y de la reali-dad y de la divinidad de Jesucristo, asícomo de Su sacrificio expiatorio portodo el género humano. Nos hace sa-ber del recogimiento de la casa deIsrael en los últimos días. Nos habladel objetivo y de los principios de laobra misional. Nos advierte evitar elorgullo, la indiferencia, la posterga-ción de deberes, los peligros de lasfalsas tradiciones, la hipocresía y lafalta de castidad.

Ahora bien, de nosotros dependeel estudiar el Libro de Mormón yaprender acerca de sus principios, yaplicarlos a nuestra vida.

El Libro de Mormón comienza conun gran relato sobre la importancia deque las familias tengan y utilicen lasEscrituras. A Lehi, padre de familia yprofeta, se le advirtió que había quie-nes procuraban quitarle la vida pormotivo de lo que les había dicho con

respecto a su iniquidad. Se le mandótomar a su familia y huir.

“Y ocurrió que salió para el desier-to; y abandonó su casa, y la tierra desu herencia, y su oro, su plata y susobjetos preciosos, y no llevó nadaconsigo, salvo a su familia, y provisio-nes y tiendas, y se dirigió al desierto”(1 Nefi 2:4).

Tras haber recorrido cierta distan-cia, Lehi tuvo un sueño en el que elSeñor le dijo que no debían proseguirla marcha sin regresar primero aJerusalén a conseguir los anales desus padres que estaban grabados so-bre planchas de bronce. Esas plan-chas también contenían las palabrasde los profetas y los mandamientosdel Señor. Se mandó a los cuatro hijosde Lehi hacer el viaje de regreso paraconseguir los anales.

Al llegar a Jerusalén, echaron suer-tes para ver cuál de ellos iría a la casade Labán a pedirle las planchas debronce. La suerte cayó sobre Lamán.Éste fue y entró a hablar con Labán, “yhe aquí, aconteció que Labán se llenóde ira y lo echó de su presencia; y noquiso que él tuviera los anales. Portanto, le dijo: He aquí, tú eres un la-drón, y te voy a matar” (1 Nefi 3:13).Lamán escapó con vida, pero sin lasplanchas de bronce.

Lo que me llama la atención acercade aquella primera tentativa es quelos hermanos no tuvieran un buenplan. Eso nos enseña una importantelección que podemos aplicar a nues-tro estudio de las Escrituras. Para po-ner de manifiesto nuestro cometidode leer el Libro de Mormón, aborde-mos nuestro estudio con un plan preciso.

En su artículo de las revistas de laIglesia Ensign y Liahona, el presiden-te Hinckley exhortó “a los miembrosde la Iglesia en todo el mundo y anuestros amigos de todas partes a le-er o releer el Libro de Mormón”. Enseguida, nos presentó un plan paracumplir con esa exhortación; decía:“Si leen poco más de un capítulo ymedio por día, terminarán de leerloantes de fin de año” (Liahona, agostode 2005, pág. 6). Agosto y septiembre

ya han pasado a la historia. Según elplan del presidente Hinckley, a estasalturas debiéramos estar leyendo elLibro de Alma, entre los capítulos 4 y12. ¿Se hallan adelantados o atrasadoscon respecto a lo previsto?

Una vez que falló la primera tenta-tiva de conseguir la planchas de bron-ce, los hermanos de Nefi estuvieron apunto de volver a su familia en el de-sierto, pero Nefi los alentó a seguirintentándolo y les propuso otrométodo para conseguir el registro:“Por tanto, seamos fieles en guardarlos mandamientos del Señor. De-scendamos, pues, a la tierra de la he-rencia de nuestro padre, pues heaquí, él dejó oro y plata y toda clasede riquezas; y ha hecho todo esto acausa de los mandamientos delSeñor…

“Y acaeció que entramos donde es-taba Labán, y le pedimos que nos die-ra los anales… a cambio de los cualesle entregaríamos nuestro oro, y nues-tra plata, y todas nuestras cosas pre-ciosas” (1 Nefi 3:16, 24).

El ejemplo de Nefi nos enseña quelas bendiciones de las Escrituras sonmuchísimo más valiosas que los bie-nes y las demás cosas mundanas. Elbuscar las cosas del mundo podrá aveces darnos placer pasajero, pero noregocijo ni felicidad perdurables. Sibuscamos las cosas del Espíritu, las re-compensas son eternas y nos brinda-rán la satisfacción que buscamos pormedio de esta experiencia mortal.

El presidente Hinckley nos ha ins-tado a leer el Libro de Mormón paraelevarnos por encima de las cosas delmundo y disfrutar de las cosas delSeñor. Él ha dicho: “Sin reservas lesprometo que, si cada uno de ustedessigue ese sencillo programa, sin teneren cuenta cuántas veces hayan leídoantes el Libro de Mormón, recibiránpersonalmente y en su hogar unaporción mayor del Espíritu del Señor,se fortalecerá su resolución de obe-decer los mandamientos de Dios ytendrán un testimonio más fuerte dela realidad viviente del Hijo de Dios”(Liahona, agosto de 2005, pág. 6).Esas bendiciones son mucho más

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 9

valiosas que las posesiones materiales.Cuando Nefi y sus hermanos le

ofrecieron a Labán sus riquezas a cam-bio de las planchas de bronce, Labánse apoderó de sus bienes e intentóquitarles la vida. Totalmente desalen-tados tras todavía otra tentativa queles había fallado, Lamán y Lemuel denuevo desearon abandonar lo queconsideraban una tarea imposible.Pero Nefi fue inquebrantable en su co-metido de obedecer los mandatos delSeñor y razonó con sus hermanos deesta manera: “Subamos de nuevo aJerusalén, y seamos fieles en guardarlos mandamientos del Señor, pues heaquí, él es más poderoso que toda latierra. ¿Por qué, pues, no ha de sermás poderoso que Labán con sus cin-cuenta, o aun con sus decenas de mi-llares?” (1 Nefi 4:1).

El haber abordado aquella misióncon fe en el Señor produjo el resulta-do deseado. Cuando Nefi fue en bus-ca de los anales, siendo guiado por elEspíritu, Labán fue puesto en sus ma-nos. Por su fe y obediencia, Nefi con-siguió tanto para sí mismo como parasu familia las bendiciones de tener lasEscrituras. Una vez que tuvieron las

planchas de bronce en su poder, Nefi y sus hermanos pudieron volvera su padre en el desierto y continuarsu viaje.

Si abordamos la exhortación delpresidente Hinckley con fe, contare-mos con la promesa inequívoca denuestro profeta de las bendicionesque recibiremos como consecuenciade nuestro estudio del Libro deMormón. Descubriremos, como lo hi-cieron Nefi y su familia, que lasEscrituras son “deseables; sí, de granvalor para nosotros” (1 Nefi 5:21).También podremos recibir la bendi-ción que prometió Moroni al concluirsus escritos del Libro de Mormón:

“Sí, venid a Cristo, y perfeccionaosen él, y absteneos de toda impiedad, y si os abstenéis de toda impiedad, y amáis a Dios con toda vuestra alma,mente y fuerza, entonces su gracia oses suficiente, para que por su graciaseáis perfectos en Cristo; y si por lagracia de Dios sois perfectos enCristo, de ningún modo podréis ne-gar el poder de Dios” (Moroni 10:32).

Este año celebramos el bicentena-rio del nacimiento del profeta JoséSmith. El Libro de Mormón constituye

una evidencia incontrovertible del ministerio del profeta José Smith y de la restauración de la Iglesia deJesucristo. El presidente Hinckley, enla conferencia general del pasadoabril, dijo del Libro de Mormón: “Esalgo que se puede palpar, que se pue-de leer, que se puede poner a prue-ba... Creo que todo el mundocristiano debe procurarlo, darle labienvenida y [tenerlo en cuenta] co-mo un testimonio vibrante, ya que representa otro grandioso y básicoaporte que llegó como una revelaciónal profeta [José]” (“Las cosas grandesque Dios ha revelado”, Liahona, mayo de 2005, 80).

Ruego que todos nosotros leamosel Libro de Mormón antes de fin deaño en cumplimiento a la exhortaciónde nuestro profeta actual Gordon B.Hinckley, a fin de honrar al profeta dela Restauración, José Smith. Ruegoque tengamos un plan que seguire-mos con fe para experimentar lo quees de valor infinito y eterno, y ser lle-nos de ello, vale decir, la palabra deDios que se encuentra en el Libro deMormón. Es mi humilde oración en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

10

¿Se han encontrado alguna vez enuna conversación en la cual derepente hayan tenido que guar-

dar silencio mientras su punto de vistase interpretaba mal y se menosprecia-ba? A mí me pasó eso hace casi veinti-cinco años, y la frustración de aquellaconversación sin terminar ha perma-necido conmigo hasta hoy.

Cuando era presidente de misión,nos invitaron a mí y a otros miem-bros de la Iglesia a reunirnos con el alcalde de una de las ciudades dela misión. Al llegar a su oficina, nosrecibió cordialmente. Nuestra con-versación giró en cuanto a los pro-blemas de actualidad de la época. Alfin, nos preguntó por qué hacía la

Iglesia obra misional en su ciudad.No fue una pregunta inesperada;

unas semanas antes yo había tenido laimpresión de que nos haría esa pre-gunta y de cuál debía ser mi respues-ta, así que le contesté: “El Evangeliode Jesucristo proporciona respuestasy soluciones a todos los problemasdel mundo, incluso los que enfrentanlos buenos habitantes de su ciudad.Por eso estamos aquí”.

Estaba totalmente seguro de que elalcalde querría saber más. En cambio,su ánimo cambió y en su rostro se re-flejaron primero escepticismo y des-pués desprecio; hizo comentariosdesagradables sobre mi ingenuidad pa-ra encarar los problemas mundiales yabruptamente puso fin a la visita. No senos permitió hacer ninguna aclaración.

Esta mañana me gustaría finalizaraquella conversación. Espero que elbuen alcalde esté escuchando, por-que lo que sigue es vital para un mun-do turbulento.

Las terribles calamidades de los últimos años nos hacen reflexionar;están sucediendo con mayor frecuen-cia e intensidad. Las fuerzas naturalestienen un alcance feroz, los asaltoshumanos son despiadados en su mortandad y los apetitos desatadosestán conduciendo al libertinaje, alcrimen y a la destrucción de la familiaen proporciones desmedidas. El

maremoto del sur de Asia y los hura-canes en los Estados Unidos, con suenorme número de víctimas, son losdesastres más recientes que han cap-tado nuestra atención. De todo elmundo se han extendido corazones ymanos para alcanzar a los que han si-do tan profundamente damnificados.Durante un breve período, las dife-rencias dieron paso a la compasión yal amor.

Estamos en deuda con aquellosque, al ser golpeados por las calami-dades, nos recuerdan que el hombredepende de Dios. Una viuda que, enun campo de refugiados, angustiadapor el asesinato brutal de sus hijos, di-ce sollozando: “¡No debo perder lafe!”; los sobrevivientes, abrumadospor la furia de Katrina, exclaman ro-gando: “¡Oren por nosotros!”1.

Las causas de esas calamidades sonel tema de polémicas aparentementeinterminables. Los comentaristas, lospolíticos, los científicos y muchas per-sonas más tienen su opinión en cuan-to a cuáles son esas causas.

El Señor Jesucristo dijo, refiriéndo-se a la restauración de Su Evangelio:

“Por tanto, yo, el Señor, sabiendolas calamidades que sobrevendrían alos habitantes de la tierra, llamé a misiervo José Smith, hijo, y le hablé des-de los cielos y le di mandamientos...

“Escudriñad estos mandamientosporque son verdaderos y fidedignos, ylas profecías y promesas que contie-nen se cumplirán todas”2.

Volvamos la atención a las razoneso a los propósitos de esas calamida-des. Felizmente, en esto no hay lugara la polémica porque tenemos la ple-nitud del Evangelio de Cristo, del cualpodemos depender. Escudriñemos laspalabras de los profetas en el Libro deMormón y en la Biblia; leamos las en-señanzas de Jesucristo en el capítulo24 de Mateo3; estudiemos en Doctrinay Convenios las revelaciones delSeñor en los últimos días4. En esasfuentes aprendemos cuáles son lospropósitos de Dios con respecto a dichos asuntos.

Las calamidades son una forma de adversidad y ésta es una parte

Prepárense... seanfuertes de ahoraen adelanteO B I S P O K E I T H B . M C M U L L I NSegundo Consejero del Obispado Presidente

La tragedia nunca triunfa donde prevalezca la rectitudpersonal.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 11

necesaria del plan del Padre Celestialpara la felicidad de Sus hijos.

Si nuestro corazón es justo anteDios, la adversidad nos enseñará, nosayudará a sobreponernos a nuestra na-turaleza carnal y nutrirá la chispa divi-na que hay dentro de nosotros. Si nofuera por la adversidad, no sabríamosescoger “la buena parte”5; la adversi-dad nos ayuda a ver de qué tenemosque arrepentirnos, a sujetar nuestrosinstintos carnales, a seguir la rectitud ygozar de “paz de conciencia”6.

Cuanto más nos aferremos a la rec-titud, más disfrutaremos del cuidadoprotector de nuestro Salvador. Él es elCreador y el Señor del universo; Él cal-mará los vientos y las olas7; Sus ense-ñanzas y Su expiación sanarán al almaarrepentida. Él es el Mesías o Liberadory, por causa de Él, cada uno de noso-tros puede hacerse cargo de su mundopersonal, aunque nos acosen las trage-dias. Escuchen estas verdades:

“Y el Mesías vendrá en la plenitudde los tiempos, a fin de redimir a loshijos de los hombres de la caída. Yporque son redimidos de la caída,han llegado a quedar libres para siem-pre, discerniendo el bien del mal,

para actuar por sí mismos, y no pa-ra que se actúe sobre ellos, a menosque sea por el castigo de la ley en elgrande y último día, según los man-damientos que Dios ha dado.

“Así pues, los hombres son libres se-gún la carne; y les son dadas todas lascosas que para ellos son propias. Yson libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del granMediador de todos los hombres, o es-coger la cautividad y la muerte, segúnla cautividad y el poder del diablo;pues él [el diablo] busca que todos loshombres sean miserables como él”8.

Sería bueno que recordáramos queel diablo es el destructor.

Es verdad que en esta vida somoslibres sólo hasta el punto en que lopermitan nuestras circunstancias te-rrenales. Tal vez no podamos impedirla guerra en tierras distantes, ni connuestro brazo débil detener las furio-sas tempestades ni correr librementesi nuestro cuerpo está aprisionadopor la mala salud. Pero ciertamente esverdad que ninguna de esas calami-dades tiene control final sobre nues-tro mundo personal. ¡Nosotros lotenemos!

El profeta José Smith dijo: “La feli-cidad es el objeto y propósito denuestra existencia; y también será elfin de ella, si seguimos el camino quenos conduce a la felicidad; y este ca-mino es virtud, justicia, fidelidad, san-tidad y obediencia a todos losmandamientos de Dios”9.

Así que, muy honorable alcalde, elEvangelio de Jesucristo sí provee lasrespuestas a todos los problemas delmundo, precisamente porque pro-porciona la solución a los infortu-nios de toda alma viviente.

Cada vez que nos golpea la calami-dad, trae consigo la correspondienteobligación sagrada de ser mejores,que recae sobre cada uno de noso-tros. Debemos preguntarnos: “¿Quéparte de mi vida exige un cambio pa-ra que no tenga que sentir el peso delcastigo?”

En las Escrituras, el Señor aclara loque espera de nosotros cuando esosjuicios nos sobrevienen; Él dice: “...ce-ñid vuestros lomos y estad apercibi-dos. He aquí, el reino es vuestro, y elenemigo no triunfará”10.

Se manda a la Iglesia y a sus miem-bros que sean autosuficientes e

El presidente Gordon B. Hinckley (centro); el presidente Thomas S. Monson, Primer Consejero de la Primera Presidencia

(izquierda); y el presidente James E. Faust, Segundo Consejero de la Primera Presidencia.

12

independientes11. La preparación co-mienza con la fe, que hace posibleque soportemos las vicisitudes a me-dida que surjan. Consideramos la vi-da en la tierra como una jornadapreparatoria. La fe en el Señor y enSu Evangelio conquista el temor ydespierta la espiritualidad.

La espiritualidad aumenta a medi-da que nos dedicamos “a orar y a an-dar rectamente delante del Señor”12.Es “la percepción de la victoria sobresí mismo y de la comunión con elInfinito”13.

La fe, la espiritualidad y la obedien-cia hacen que las personas estén pre-paradas y sean autosuficientes. Alobedecer el convenio del diezmo, que-damos protegidos de sufrir carencias ydel poder del destructor. Al obedecerla ley del ayuno y dar generosamentepara el cuidado de los demás, nuestrasoraciones son escuchadas y la fidelidadfamiliar aumenta. Y cuando obedece-mos el consejo de los profetas y vivi-mos dentro de nuestros medios,evitando las deudas innecesarias yguardando suficiente abastecimientopara sostener a nuestra familia durantepor lo menos un año, recibimos bendi-ciones similares. Eso quizá no serásiempre fácil, pero hagamos “lo máxi-mo de lo mejor”14 y nuestro almacena-miento no nos fallará y tendremos“suficiente y de sobra”15.

El Señor dice también: “Por tanto, sed fuertes desde ahora enadelante; no temáis, porque el reinoes vuestro”16.

La fortaleza y la resistencia provie-nen de una vida recta; el que es santoel domingo y holgazán el resto de lasemana no tiene rectitud. Los apeti-tos desenfrenados son destructivos yhacen que el hombre trate “con li-viandad las cosas sagradas”17. El presi-dente Brigham Young enseñó esto:“El pecado que estará sobre toda laposteridad de Adán y Eva es que nohayan hecho todo lo que sabían quedebían hacer”18.

El Evangelio de Jesucristo es el camino a la rectitud. La tragedia nun-ca triunfa donde prevalezca la rectitudpersonal. Por lo tanto, sigamos el

consejo del apóstol Pablo:“La noche está avanzada, y se acer-

ca el día. Desechemos, pues, las obrasde las tinieblas, y vistámonos las ar-mas de la luz.

“Andemos como de día, honesta-mente; no en glotonerías y borrache-ras, no en lujurias y lascivias, no encontiendas y envidia,

“sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de lacarne”19.

Nuestro deber como Santos de losÚltimos Días es prepararnos para lasegunda venida del Señor Jesucristo,así como preparar esta tierra y a sushabitantes. La preparación y la fortale-za que el Evangelio nos enseña nosaseguran la felicidad aquí y en el másallá, y hacen posible la gran misióndel Milenio.

Nuestro querido presidenteHinckley nos ha aconsejado esto:“Ahora, mis hermanos, ha llegado elmomento de andar un poco más er-guidos, de elevar la mirada y ensancharla mente para lograr una mayor com-prensión y más entendimiento de lagran misión milenaria de ésta, LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días. Estamos en una épo-ca en que debemos ser fuertes, unaépoca para avanzar sin vacilación cono-ciendo bien el significado, la amplitud

y la importancia de nuestra misión. Esuna época para hacer lo correcto, seancuales sean las consecuencias. Es unaépoca en que debemos guardar losmandamientos. Es un período para ex-tender los brazos con bondad y amor aquienes se encuentren en dificultadesy anden errantes en la oscuridad y eldolor. Es una época para ser considera-dos y buenos, decentes y corteses ha-cia nuestros semejantes, en todasnuestras relaciones. En otras palabras,es una época para llegar a ser más co-mo Cristo”20.

La admonición del Profeta delSeñor señala el camino para atravesarestos tiempos turbulentos. A todoslos que sufren, nuestro corazón seconmueve por ustedes. Que en Su in-finita misericordia el Padre Celestialalivie sus cargas y llene su vida conesa paz “que sobrepasa todo entendi-miento”21. No están solos. Nuestroamor, fe y oraciones se unen a los su-yos; sigan adelante con rectitud y to-do estará bien.

En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Citado en “The Lost City”, Evan Thomas,

Newsweek, 12 de septiembre de 2005, pág. 44.

2. D. y C. 1:17, 37.3. Véase José Smith—Mateo.4. Véase D. y C. 45; 88; 101 y 133.5. Lucas 10:40–42.6. Mosíah 4:3.7. Véase Mateo 8:25–27; Marcos 4:39.8. 2 Nefi 2:26–27, cursiva agregada.9. Enseñanzas del Profeta José Smith,

pág. 312.10. D. y C. 38:9.11. Véase D. y C. 78:13–14; “El proveer confor-

me a la manera del Señor: Guía para loslíderes de bienestar, Manual de bienestar,1990, pág. 5.

12. D. y C. 68:28.13. Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia: David O. McKay, pág. 17.14. Véase de Gordon B. Hinckley, “El permane-

cer firmes e inquebrantables”, Reuniónmundial de liderazgo, 10 de enero de2004, pág. 21.

15. D. y C. 104:17.16. D. y C. 38:15.17. D. y C. 6:12.18. Discourses of Brigham Young, sel. por

John A. Widtsoe, 1954, pág. 89.19. Romanos 13:12–14.20. Véase “Ésta es la obra del Maestro”,

Liahona, julio de 1995, pág. 8; véase también “Discurso de apertura”, Liahona,mayo de 2005, pág. 4.

21. Filipenses 4:7.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 13

Acabo de regresar de dar labienvenida al mundo a la másnueva de nuestras nietecitas,

Elizabeth Claire Sandberg. ¡Es perfec-ta! Me sentía sobrecogida, de la mis-ma manera que lo estoy cada vez quenace un bebé, por sus manitas y pieci-tos, su cabellito, el latir de su corazóny las características de la familia: la na-riz, la barbilla, los hoyuelos. Sus her-manos mayores estaban tambiénemocionados y fascinados por su tanpequeña y perfecta hermanita. Se veíacomo percibían la santidad de su ho-gar por la presencia del espíritu celes-tial que se les acababa de unir con lapureza de su cuerpo físico.

En la existencia preterrenal, apren-dimos que el cuerpo era parte delgran plan de felicidad que Dios tiene

para nosotros. Como se declara en laproclamación sobre la familia: “los hi-jos y las hijas espirituales de Dios loconocieron… y aceptaron Su plan porel cual obtendrían un cuerpo físico yganarían experiencias terrenales paraprogresar hacia la perfección y final-mente cumplir su destino divino co-mo herederos de la vida eterna” (“LaFamilia: Una Proclamación para elMundo”, Liahona, octubre de 2004,pág. 49). De hecho, una vez nos “re-gocijamos” (véase Job 38:7) por serparte de ese plan.

¿Por qué estábamos tan entusias-mados? Entendíamos las verdadeseternas referentes a nuestro cuerpo, ysabíamos que éste sería a imagen deDios. Sabíamos que nuestro cuerpo al-bergaría nuestro espíritu. También en-tendíamos que nuestro cuerpo estaríasujeto al dolor, a las enfermedades, alos impedimentos y a la tentación, pe-ro estábamos dispuestos, incluso an-siosos por aceptar esos retos porquesabíamos que sólo con el espíritu y elelemento físico, inseparablementeunidos, progresaríamos para llegar aser como nuestro Padre Celestial (véa-se D. y C. 130:22) y recibir “una pleni-tud de gozo” (D. y C. 93:33).

Con la plenitud del Evangelio so-bre la tierra, tenemos una vez más elprivilegio de saber estas verdades re-ferentes al cuerpo. José Smith ense-ñó: “Vinimos a este mundo conobjeto de obtener un cuerpo y poder

presentarlo puro ante Dios en el rei-no celestial. El gran plan de la felici-dad consiste en tener un cuerpo. Eldiablo no tiene cuerpo, y en eso con-siste su castigo” (Enseñanzas delProfeta José Smith, pág. 217).

Satanás aprendió estas mismas verdades referentes al cuerpo, peroaun así, su castigo es que no tiene uncuerpo. Por lo tanto, intenta hacer to-do lo posible para que maltratemos yhagamos mal uso de este preciadodon. Ha llenado el mundo de menti-ras y engaños sobre el cuerpo. Tientaa muchos a profanar ese gran donmediante la falta de castidad, la inmo-destia, la satisfacción de los propiosplaceres y la adicción. Seduce a algu-nos a menospreciar su cuerpo y aotros los tienta para que lo adoren. Encualquiera de los casos, él persuade almundo a considerar el cuerpo comoun simple objeto. Debido a las mu-chas falsedades satánicas acerca de él,quiero hoy alzar mi voz a favor de lasantidad del cuerpo. Testifico que elcuerpo es un don, que se debe tratarcon gratitud y respeto.

Las Escrituras declaran que el cuer-po es un templo. Jesús mismo fue elprimero en comparar Su cuerpo conun templo (véase Juan 2:21). Más tar-de, Pablo amonestó al pueblo deCorinto, una ciudad inicua repleta detoda clase de lascivia e indecencia:“¿No sabéis que sois templo de Dios,y que el Espíritu de Dios mora en vo-sotros? Si alguno destruyere el templode Dios, Dios le destruirá a él; porqueel templo de Dios, el cual sois voso-tros, santo es” (1 Corintios 3:16–17).

¿Qué ocurriría si en verdad tratáse-mos el cuerpo como a un templo?Los resultados serían un impresio-nante aumento en la castidad, en elrecato, en el guardar la Palabra deSabiduría, y una disminución similaren los problemas referentes a la por-nografía y el maltrato, porque consi-deraríamos el cuerpo como untemplo, como un santuario sagradodel espíritu. De la misma forma, co-mo ninguna cosa impura puede en-trar en el templo, estaríamos alertaspara evitar que cualquier impureza

La santidad del cuerpoS U S A N W. TA N N E RPresidenta General de la Mujeres Jóvenes

El Señor desea que nosotros seamos hechos a Su imagen, no a la imagen del mundo, y que recibamos Su semblanteen nuestro rostro.

14

entrase en el templo de nuestro cuerpo.

De la misma forma, mantendría-mos el exterior de nuestro templocorporal limpio y hermoso para refle-jar la naturaleza sagrada y santa de loque hay dentro, así como la Iglesia lohace con sus templos. Debemos ves-tirnos y actuar de manera que reflejeel sagrado espíritu que mora dentrode nosotros.

Hace poco, al visitar una de lasgrandes ciudades turísticas del mun-do, sentí una enorme tristeza al verque tantas personas en el mundo hancaído presas del engaño de Satanásde que nuestro cuerpo es un simpleobjeto que ha de exhibirse descarada-mente. Imagínense el contraste y migozo al entrar en un aula llena de mu-jeres jóvenes vestidas modesta y debi-damente, cuyos rostros radiabanvirtud. Pensé: “He aquí, ocho jóveneshermosísimas que saben demostrarreverencia hacia su cuerpo y que

saben porqué lo hacen”. En Para laFortaleza de la Juventud leemos: “Tu cuerpo es la creación sagrada deDios; respétalo como un don de Diosy no lo profanes de ninguna manera.Mediante tu modo de vestir y tu apa-riencia le demuestras al Señor que sabes cuán valioso es tu cuerpo. Tuvestimenta y apariencia general comu-nican a los demás la clase de personaque eres” (Para la Fortaleza de laJuventud, págs. 14–15)

La modestia es más que el evitar lavestimenta provocativa. No sólo tieneque ver con el largo de la falda y conel escote sino también con la actitudde nuestro corazón. El vocablo mo-destia significa “ser mesurado”, estárelacionado con el “ser moderado”.Implica “decencia y decoro… en pen-samiento, lenguaje, vestimenta y com-portamiento” (en Daniel H. Ludlow,ed., Encyclopedia of Mormonism,cinco tomos, 1992, tomo II, pág. 932).

La modesto y lo apropiado deben

controlar todos nuestros deseos físi-cos. Un amoroso Padre Celestial nosha dado belleza física y deleites “tantopara agradar la vista como para ale-grar el corazón” (D. y C. 59:18), perocon la siguiente advertencia: que “fue-ron creadas, para usarse con juicio, no en exceso, ni por extorsión” (D. y C.59:20). Mi esposo se valía de estaEscritura para enseñar a nuestros hi-jos acerca de la ley de castidad. Decíaque “la palabra extorsión... significa li-teralmente ‘tergiversar algo’. Nuestrouso… del cuerpo no ha de tergiver-sarse en contra de… los fines divina-mente prescritos por el cual se nos hadado. El placer físico es bueno en sudebido tiempo y en su debido lugar,pero aun así no debe convertirse enobjeto de nuestra adoración” (John S.Tanner, “The Body as a Blessing”,Ensign, julio de 1993, pág. 10).

De la misma forma en la que losplaceres del cuerpo se pueden con-vertir en una obsesión para algunaspersonas, igualmente puede conver-tirse en obsesión la atención que da-mos a nuestra apariencia exterior. A veces hay un exceso egoísta de ha-cer ejercicio, de realizar regímenes alimentarios, de alterar el físico y de gastar dinero en la última moda(véase Alma 1:27).

Me preocupa la práctica de alterarel físico en extremo. La felicidad pro-viene de aceptar el cuerpo que se nosha dado como un don divino y de darrealce a nuestros atributos naturales,y no de cambiar nuestro cuerpo a laimagen del mundo. El Señor deseaque nosotros seamos hechos a Suimagen, no a la imagen del mundo, yque recibamos Su semblante en nues-tro rostro (véase Alma 5:14, 19).

Recuerdo bien las inseguridadesque sentía de adolescente debido aun serio problema de acné. Intentécuidarme el cutis de la forma apropia-da. Mis padres me ayudaron a conse-guir atención médica. Durante años,incluso me abstuve de comer choco-late y de todo tipo de las grasientascomidas rápidas que suelen consumirlos jóvenes cuando se reúnen, perono me curaba. Se me hizo difícil en

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 15

ese tiempo apreciar este cuerpo queme había dado tanto pesar, mas mibuena madre me enseñó una ley másalta. Me decía de vez en cuando:“Debes hacer todo lo posible para te-ner una apariencia agradable, peroapenas salgas por la puerta, olvídatede ti y empieza a concentrarte en losdemás”.

De esa manera, me enseñó el prin-cipio cristiano de la abnegación. La ca-ridad o el amor puro de Cristo, “notiene envidia, ni se envanece, no bus-ca lo suyo” (Moroni 7:45). Cuandoconcentramos nuestro interés hacialos demás, cultivamos la belleza inte-rior del espíritu que se refleja ennuestra apariencia externa. De esamanera somos hechos a la imagen delSeñor, en lugar de la del mundo y re-cibimos Su semblante en nuestro ros-tro. El presidente Hinckley habló deesa misma clase de belleza, que seconsigue cuando aprendemos a res-petar el cuerpo, la mente y el espíritu.Él dijo:

“De todas las creaciones del Todo-poderoso, no hay ninguna que seamás bella, ninguna que sea más inspi-radora que una bella hija de Dios quevive una vida virtuosa con el entendi-miento de por qué debe hacerlo, quehonra y respeta su cuerpo como algosagrado y divino, que cultiva su mentey que constantemente ensancha elhorizonte de su inteligencia, que nu-tre su espíritu con [la] verdad sempi-terna” (“Mensaje de las maestrasvisitantes: Comprendamos nuestranaturaleza divina,” Liahona, febrerode 2002, pág. 24).

¡Ah, cuánto ruego que todos loshombres y todas las mujeres busquenla belleza del cuerpo, de la mente ydel espíritu que alabó el Profeta!

El Evangelio restaurado enseñaque hay un vínculo íntimo entre elcuerpo, la mente y el espíritu. En laPalabra de Sabiduría, por ejemplo, loespiritual y lo físico están entrelaza-dos. Si obedecemos la ley de saluddel Señor para el cuerpo, entre otrascosas se nos promete tener sabiduríaen nuestro espíritu y conocimiento en nuestra mente (véase D. y C.

89:19–21). Lo espiritual y lo físicoestán en verdad vinculados.

Recuerdo un incidente que ocu-rrió en casa cuando era niña, cuandoun dulce deleite ejerció un efecto ne-gativo en el espíritu tan sensible demi madre. Había probado una nuevareceta de panecitos dulces. Erangrandes, sustanciosos y deliciosos, yque satisfacían mucho. Aun mis her-manos adolescentes no pudieron co-mer más de uno. Esa noche, al hacerla oración familiar mi padre le pidió ami madre que orase. Ella escondió surostro y no respondió. Mi padre gen-tilmente le dio un empujoncito: “¿Tepasa algo?”. Finalmente ella respon-dió: “No me siento muy espiritual es-ta noche. Acabo de comerme tres deesos sustanciosos panecitos dulces”.Supongo que muchos de nosotroshemos ofendido a nuestro espíritudurante momentos de caprichos.Sobre todo las sustancias que se pro-híben en la Palabra de Sabiduría tie-nen un efecto dañino en nuestrocuerpo y ejercen una influencia ador-mecedora en nuestra sensibilidad es-piritual. Nadie puede permitirse ellujo de pasar por alto la conexión queexiste entre el cuerpo y el espíritu.

Este sagrado cuerpo, por el que es-tamos tan agradecidos, sufre de limi-taciones naturales. Algunas personasnacen con discapacidades y padecendolores a causa de enfermedades a lolargo de su vida. A todos nosotros, amedida que envejecemos, el cuerpo

nos empieza a fallar y, cuando esosucede, anhelamos el día en el que nuestro cuerpo se cure y sane.Anhelamos la Resurrección, queJesucristo hizo posible, cuando “elalma será restaurada al cuerpo, y elcuerpo al alma; sí, y todo miembro ycoyuntura serán restablecidos a sucuerpo; sí, ni un cabello de la cabezase perderá, sino que todo será resta-blecido a su propia y perfecta forma”(Alma 40:23). Sé que por medio deCristo podremos experimentar la ple-nitud de gozo que está disponible só-lo cuando el espíritu y el elementofísico están inseparablemente unidos(véase D. y C. 93:33).

Nuestro cuerpo es nuestro tem-plo. No somos menos sino más co-mo nuestro Padre Celestial porquetenemos un cuerpo. Les testifico que somos Sus hijos, hechos a Suimagen, con el potencial de llegar aser como Él. Tratemos este divinodon del cuerpo con sumo cuidado.Algún día, si somos dignos, recibire-mos un cuerpo glorificado y perfec-to, puro y limpio como el de minietecita, sólo que estará unido inse-parablemente al espíritu. Y nos rego-cijaremos (véase Job 38:7) al recibiruna vez más ese don que tanto ha-bremos anhelado (véase D. y C.138:50). Ruego que respetemos lasantidad del cuerpo durante la vidaterrenal para que el Señor lo santifi-que y lo exalte para la eternidad. Enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

16

El 26 de diciembre de 2004, unviolento terremoto azotó lacosta de Indonesia, provocan-

do un mortífero maremoto que acabócon la vida de más de doscientas milpersonas. Fue una terrible tragedia; lavida de millones de personas cambióen un solo día.

Sin embargo, hubo un grupo de personas que no tuvo ni una vícti-ma a pesar de que su aldea quedódestruida.

¿Por qué?Sabían que se avecinaba un

maremoto.Los moken viven en aldeas en islas

de las costas de Tailandia y Birmania

(Myanmar). Son pescadores y su exis-tencia depende del mar. Durantecientos, tal vez miles de años, sus an-tepasados han estudiado el océano ytransmitido sus conocimientos de pa-dres a hijos.

Algo de lo que se preocuparon enparticular de enseñar fue qué haceren caso de que el mar se retirara.Según sus tradiciones, cuando eso su-cediera, el “Laboon”, o la ola que secome a la gente, no tardaría en llegar.

Cuando los ancianos de la aldea vie-ron las terribles señales, comenzaron agritarles a todos que debían correr has-ta alcanzar un terreno más elevado.

No todos les prestaron atención.Un viejo pescador dijo: “Ninguno

de los muchachos me hizo caso”. Dehecho, hasta su propia hija le llamómentiroso, pero el viejo pescador nodesistió hasta que todos se hubieronido de la aldea y ascendido a un terreno más elevado1.

Los moken fueron afortunadosporque contaban con alguien repletode determinación que les advirtióacerca de lo que se avecinaba. Los al-deanos fueron afortunados al seguirsus consejos; de lo contrario, habríanperecido.

El profeta Nefi escribió sobre elgran desastre de su época: la destruc-ción de Jerusalén. “Y así como una

generación ha sido destruida entrelos judíos a causa de la iniquidad, deigual manera han sido destruidos degeneración en generación, según susiniquidades; y ninguno de ellos ha si-do destruido jamás sin que se lo ha-yan predicho los profetas del Señor”2.

Desde los días de Adán, el Señorha hablado a Sus profetas y, si bien elmensaje difiere en cuanto a las necesi-dades específicas de cada época, hayun punto que jamás ha cambiado:“Aléjense de la iniquidad y asciendan aun terreno más elevado”.

Cuando las personas obedecen alos profetas, el Señor las bendice; mascuando desechan Su palabra, muchasveces padecen aflicciones y sufrimien-to. Ésta es una gran lección que elLibro de Mormón nos enseña una yotra vez. En sus páginas leemos de losantiguos habitantes del continenteamericano que, debido a su rectitud,fueron bendecidos por el Señor yprosperaron. Sin embargo, en ocasio-nes esa prosperidad se tornó en unamaldición porque hizo endurecer“sus corazones, y... [olvidarse] delSeñor su Dios”3.

Hay algo en la prosperidad que sa-ca a relucir lo peor en algunas perso-nas. En el libro de Helamán se hablade un grupo de nefitas que padeciógrandes pérdidas y muerte. De ellosse escribió: “Y fue por el orgullo desus corazones, por razón de sus in-mensas riquezas, sí, fue a causa de ha-ber oprimido a los pobres, negandosu alimento a los que tenían hambre,y sus vestidos a los que estaban des-nudos, e hiriendo a sus humildes her-manos en sus mejillas, burlándose delo que era sagrado, [y] negando el es-píritu de profecía y de revelación”4.

Sin embargo, no habrían padecidoun dolor así “de no haber sido por sumaldad”5. Si tan sólo hubieran dadooído a las palabras de los profetas desu época y ascendido a un terrenomás elevado, sus vidas habrían sidonotablemente diferentes.

La consecuencia natural que reci-ben los que se alejan de los caminosdel Señor es que quedan abandona-dos a su propia fuerza6. Aun cuando

El trayecto a un terreno más elevadoÉ L D E R J O S E P H B . W I R T H L I NDel Quórum de los Doce Apóstoles

Hacemos frente a una decisión: podemos confiar ennuestra propia fuerza o podemos ascender a un terrenomás elevado y venir a Cristo.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 17

en medio de la emoción que produceel éxito, podemos llegar a creer quenos basta con nuestra propia fuerza,quienes confían en el brazo de la car-ne no tardan en descubrir lo débil einestable que éste es7.

Por ejemplo, al principio Salomónobedeció al Señor y aceptó Su ley, he-cho que le reportó prosperidad y lebendijo no sólo con sabiduría, sinotambién con riqueza y honores. ElSeñor le prometió que, si seguía sien-do recto, “[afirmaría] el trono de [su]reino sobre Israel para siempre”8.

Pero, incluso después de haber re-cibido visitaciones angélicas, de haberrecibido bendiciones superiores a lasde todos los hombres, Salomón sealejó de Dios. Por ello el Señor decre-tó que el reino le fuera quitado y en-tregado a su siervo9.

Ese siervo se llamaba Jeroboam,quien era un hombre industrioso, dela tribu de Efraín, y a quien Salomónhabía encomendado parte de la admi-nistración de su casa10.

Cierto día, mientras Jeroboam se

encontraba viajando, se le acercó unprofeta que le profetizó que el Señorquitaría el reino a Salomón y le entre-garía a él, a Jeroboam, diez de las do-ce tribus de Israel.

Por medio de Su profeta, el Señorprometió a Jeroboam: “Si... hicieres lorecto delante de mis ojos..., yo estarécontigo y te edificaré casa firme, co-mo la edifiqué a David, y yo te entre-garé a Israel”11.

El Señor escogió a Jeroboam y leprometió extraordinarias bendicionessi obedecía los mandamientos y ascen-día a un terreno más elevado. Tras lamuerte de Salomón se cumplieron laspalabras del profeta y diez de las docetribus de Israel siguieron a Jeroboam.

¿Obedeció el nuevo rey al Señor,después de haber recibido semejanteconcesión?

Lamentablemente, no. Mandó fun-dir becerros de oro e instó a su pue-blo a adorarlos. Creó su propio“sacerdocio” seleccionando a quienle convenía y ordenando “sacerdotesde los lugares altos”12. A pesar de las

grandes bendiciones que había recibido del Señor, el rey no tardó en superar la maldad de sus predece-sores13. En las generaciones posterio-res, Jeroboam era la referencia con la que se comparaba a los reyes ini-cuos de Israel.

A causa de semejante iniquidad, elSeñor se alejó de Jeroboam; además,debido a la iniquidad del rey, decretóque tanto él como toda su familia fue-ran destruidos hasta que no quedaraninguno. Esta profecía se cumplió alpie de la letra y la simiente deJeroboam se extinguió de la tierra14.

Salomón y Jeroboam son ejemplosdel gran ciclo trágico que tan a menu-do se ilustra en el Libro de Mormón.Cuando la gente es recta, el Señor loshace prosperar. La prosperidad con-duce al orgullo y éste al pecado. El pe-cado lleva a la iniquidad y hace que elcorazón se endurezca con respecto alas cosas del Espíritu. Finalmente, elfin de ese sendero conduce al pesar ya la aflicción.

Este patrón se repite no sólo en la

18

vida de las personas en forma indivi-dual, sino en las ciudades, las nacionesy en todo el mundo. Las consecuen-cias de hacer caso omiso del Señor yde sus profetas son reales y suelen iracompañadas de sufrimiento y dolor.El Señor nos ha advertido en nuestraépoca de que la iniquidad finalmentedesembocará en “hambre, plagas, te-rremotos [y] truenos del cielo” hastaque se haga “sentir a los habitantes de la tierra la ira, la indignación y la mano castigadora de un DiosOmnipotente”15.

No obstante, conviene tener pre-sente que hay muchas personas buenas que son víctimas del poder de la naturaleza o de la maldad del

hombre. Los primeros miembros dela Iglesia de esta dispensación fueronperseguidos y expulsados de sus ho-gares, y algunos murieron. Pero talvez debido a lo mucho que padecie-ron, cultivaron una fortaleza interiorque los preparó para la obra que te-nían que llevar a cabo.

Lo mismo ocurre en la actualidad.Y puesto que no estamos exentos

de calamidades, conviene que apren-damos de ellas.

Si bien en las Escrituras se muestranlas consecuencias de la desobediencia,también se muestra lo que le sucede a la gente que escucha al Señor y obe-dece Su consejo.

Cuando los de la inicua ciudad de

Nínive hicieron caso a la advertenciadel profeta Jonás, clamaron al Señor,se arrepintieron y se libraron de ladestrucción16.

Debido a que las personas de laépoca de Enoc eran muy malvadas, elSeñor mandó a Enoc que abriera laboca y advirtiera al pueblo que aban-donara la iniquidad y sirviera al Señorsu Dios.

Enoc hizo a un lado sus temores yobedeció. Viajó entre el pueblo cla-mando en alta voz, testificando encontra de las obras de la gente. LasEscrituras nos dicen que “todos loshombres se ofendían por causa de él”.Hablaban entre ellos de “una cosa ex-traña en la tierra” y de “un demente”que había ido entre ellos17.

Aunque muchos odiaban a Enoc,los humildes creyeron sus palabras,abandonaron sus pecados y viajarona un terreno más elevado, “y fueronbendecidos sobre las montañas y enlos lugares altos, y prosperaron”18. Ensu caso, la prosperidad no los condu-jo al orgullo y al pecado, sino a la caridad y a la rectitud. “Y el Señorllamó Sión a su pueblo, porque eranuno en corazón y voluntad, y vivíanen rectitud; y no había pobres entre ellos”19.

Después de Su resurrección, elSalvador visitó las Américas. Gracias aSu extraordinario ministerio, el cora-zón de la gente se ablandó, abandona-ron sus pecados y se trasladaron aterrenos más elevados. Ellos aprecia-ron Sus palabras y trataron de seguirSu ejemplo.

Era tal su rectitud que no hubocontenciones entre ellos y se tratabancon igualdad los unos a los otros.Compartían libremente de lo que te-nían y prosperaron sobremanera.

De este pueblo se dijo:“Ciertamente no podía haber un pue-blo más dichoso entre todos los quehabían sido creados por la mano de Dios”20.

Hoy día hacemos frente a la misma decisión. Podemos tontamen-te no hacer caso a los profetas deDios, depender de nuestra propiafuerza y terminar cosechando las

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 19

consecuencias, o podemos sabiamen-te acercarnos al Señor y participar deSus bendiciones.

El rey Benjamín describió amboscaminos y ambos tipos de consecuen-cias. Dijo que los que rechazan alSeñor quedan “consignados al horren-do espectáculo de su propia culpa yabominaciones, que los hará retroce-der de la presencia del Señor a un es-tado de miseria y tormento sin fin”21.

Mas los que ascienden a terrenosmás elevados y guardan los manda-mientos de Dios, “son bendecidos entodas las cosas, tanto temporales co-mo espirituales; y si continúan fieleshasta el fin, son recibidos en el cielo,para que así moren con Dios en unestado de interminable felicidad”22.

¿Cómo sabemos en qué sentido va-mos? Durante Su ministerio terrenal,se le pidió al Salvador que mencionarael mandamiento más grande de todos.Sin vacilar, Él dijo: “Amarás al Señor tuDios con todo tu corazón, y con todatu alma, y con toda tu mente.

“Este es el primero y grande man-damiento.

“Y el segundo es semejante:Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

“De estos dos mandamientos de-pende toda la ley y los profetas”23.

En estos versículos, el Señor ofreceuna manera clara de saber si nos ha-llamos en el camino correcto. Los queascienden a un terreno más elevadoaman al Señor con todo su corazón,un amor que se manifiesta en sus vi-das; acuden al Señor por medio de laoración y suplican por Su SantoEspíritu; se humillan y abren el cora-zón a las enseñanzas de los profetas;magnifican sus llamamientos y anhe-lan servir más que ser servidos; sontestigos de Dios, obedecen Sus man-damientos y se fortalecen en el testi-monio de la verdad.

También aman a los hijos de nues-tro Padre Celestial y sus vidas reflejanese amor; se preocupan por sus her-manos y hermanas; nutren, sirven ysustentan a sus cónyuges e hijos; conun espíritu de amor y bondad, edifi-can a los que los rodean; dan liberal-mente de sus bienes; lloran con los

que lloran, y consuelan a los que ne-cesitan consuelo24.

Este trayecto a un terreno más ele-vado es el sendero al discipulado delSeñor Jesucristo. Es un trayecto queconduce a la exaltación con nuestrasfamilias en la presencia del Padre ydel Hijo. Por consiguiente, nuestrotrayecto a un terreno más elevado de-be comprender la casa del Señor. Alvenir a Cristo y ascender a un terrenomás elevado, desearemos pasar mástiempo en Sus templos, pues éstos re-presentan un terreno elevado, un te-rreno sagrado.

En cada época hacemos frente auna decisión: podemos confiar ennuestra propia fuerza o podemos as-cender a un terreno más elevado yvenir a Cristo.

Cada decisión tiene su conse-cuencia.

Cada consecuencia, un destino.Testifico que Jesús el Cristo es

nuestro Redentor, el Hijo viviente delDios viviente. Los cielos están abier-tos y un amoroso Padre Celestial reve-la Su palabra al hombre. El Evangeliofue restaurado por conducto del pro-feta José Smith. Hoy día hay un profe-ta, vidente y revelador, el presidenteGordon B. Hinckley, que vive y revelaal hombre la palabra de Dios. Su voz concuerda con la de los profetas

de todas las épocas pasadas.“Invito a cada uno de ustedes”, ha

dicho, “los miembros de esta Iglesia,doquiera que estén, a que se levantencon un canto en el corazón y avancen,viviendo el Evangelio, amando alSeñor y edificando Su reino. Juntos,nos mantendremos firmes y guardare-mos la fe, pues el Todopoderoso esnuestra fortaleza”25.

Hermanos y hermanas, somos lla-mados a ascender a un terreno máselevado.

Podemos evitar el pesar y la aflic-ción que son consecuencia de la desobediencia.

Podemos participar de la paz, la di-cha y la vida eterna si damos oído alas palabras de los profetas, si somosreceptivos a la influencia del EspírituSanto y si llenamos nuestro corazónde amor por nuestro Padre Celestial ypor nuestro prójimo.

Les dejo mi testimonio de que elSeñor bendecirá a todo aquel que seembarque en el sendero del discipula-do y ascienda a un terreno más eleva-do. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Trascripción del programa CBS News,

60 Minutes: “Sea Gypsies See Signs in the Waves,” emitido el 20 de marzo de2005; http://www.cbsnews.com/stories/2005/03/18/60minutes/main681558.shtml.

2. 2 Nefi 25:9.3. Helamán 12:2.4. Helamán 4:12.5. Helamán 4:11.6. Véase Helamán 4:13.7. Véase Juan 15:5: “…separados de mí, nada

podéis hacer”.8. Véase 1 Reyes 9:4–5.9. Véase 1 Reyes 11:9–10.

10. Véase 1 Reyes 11:28.11. 1 Reyes 11:38.12. Véase 1 Reyes 12:28–30; 13:33.13. Véase 1 Reyes 14:9.14. Véase 1 Reyes 15:29.15. D. y C. 87:6.16. Véase Jonás 3:4–10.17. Véase Moisés 6:37–38.18. Moisés 7:17.19. Moisés 7:18.20. 4 Nefi 16.21. Mosíah 3:25.22. Mosíah 2:41.23. Mateo 22:37–40.24. Mosíah 18:9.25. Gordon B. Hinckley, “Mantengámonos

firmes; guardemos la fe”, Liahona, enerode 1996, pág. 82.

20

Mis queridos hermanos, her-manas y amigos de todo el mundo, al dirigirme a

ustedes esta mañana, busco con hu-mildad su comprensión y la ayuda del Espíritu de nuestro Padre.

Agradezco mucho el breve mensajeprofético que el presidente Hinckleydio al comienzo de esta conferencia.Testifico que él es nuestro Profeta, querecibe guía en abundancia del cabezade esta Iglesia, que es Jesucristo, nues-tro Señor y Salvador.

Hace poco recordé una reuniónhistórica en Jerusalén, que se realizóhace unos 17 años. Se trataba delarrendamiento del solar donde mástarde se construiría el CentroJerusalén para Estudios del CercanoOriente de la Universidad Brigham

Young. Antes de que el contrato sefirmara, el presidente Ezra TaftBenson y el élder Jeffrey R. Holland,en ese entonces rector de laUniversidad Brigham Young, accedie-ron ante el gobierno israelita, ennombre de la Iglesia y de laUniversidad Brigham Young, a no ha-cer proselitismo en Israel. Tal vez sepregunten por qué razón accedimosa no hacerlo. Era un requisito que tu-vimos que satisfacer a fin de conse-guir permiso para construir elmagnífico edificio que ahora se en-cuentra en la ciudad histórica deJerusalén. Según lo que sabemos, laIglesia y BYU han mantenido escru-pulosa y honorablemente la promesade no hacer proselitismo. Una vezque el contrato se hubo firmado, unode nuestros amigos dijo con granpercepción, en referencia a nuestrosalumnos que irían a estudiar a Israel:“Ah, sabemos que no van a hacer pro-selitismo, pero, ¿qué van a hacer conla luz que ilumina sus ojos?”.

¿Qué era esa luz de sus ojos tan ob-via para nuestro amigo? El Señor mis-mo brinda la respuesta: “Y la luz quebrilla, que os alumbra, viene por me-dio de aquel que ilumina vuestrosojos, y es la misma luz que vivificavuestro entendimiento1”. ¿De dóndeprovino esa luz? De nuevo el Señor dala respuesta: “…yo soy la luz verdade-ra que ilumina a todo hombre queviene al mundo2”. El Señor es la luz

verdadera y el Espíritu “ilumina a todohombre en el mundo que escucha lavoz del Espíritu3”. Esa luz se reflejatanto en nuestro semblante como ennuestros ojos.

Paul Harvey, un famoso locutor denoticieros, visitó hace algunos añosuno de los predios universitarios denuestra Iglesia. Más tarde, comentó:“El rostro de cada uno de los jóvenesreflejaba una especie de... seguridadsublime. En estos días, los ojos demuchos jóvenes parecen viejos pre-maturamente debido a las incontablesveces que actúan en contra de su propia conciencia. Sin embargo,[aquellos jóvenes] tienen la ventajaenvidiable que proviene de la disciplina, de la dedicación y la consagración4”.

Quienes se arrepienten verdadera-mente reciben el Espíritu de Cristo yse bautizan en esta Iglesia para la re-misión de sus pecados. Se les impo-nen manos sobre la cabeza y pormedio del sacerdocio de Dios recibenel Espíritu Santo5. Es “el don de Diospara todos aquellos que lo buscan di-ligentemente6”. Tal como el élderParley P. Pratt lo describió, el don delEspíritu Santo es “por así decirlo... el gozo del corazón, [y] la luz de los ojos7”. El Espíritu Santo es elConsolador que el Salvador prometióantes de ser crucificado8. El EspírituSanto brinda tanto guía espiritual co-mo protección a los santos dignos; y aumenta nuestro conocimiento ynuestra comprensión de “todas las co-sas9”. Eso tiene un inmenso valor enuna época en la que la ceguera espiri-tual está en aumento.

En la actualidad, el secularismo seestá extendiendo por casi todo elmundo. El secularismo se define co-mo “la indiferencia, el rechazo o la ex-clusión de la religión o de las ideasreligiosas10”. El secularismo no aceptamuchas cosas como absolutas, y susobjetivos principales son el placer y elinterés personal. A menudo, quienesadoptan el secularismo se ven dife-rentes a los demás. Como Isaías indi-có: “La apariencia de sus rostrostestifica en contra de ellos11”.

La luz que iluminasus ojosP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Recibimos una luz sagrada en los ojos y en el rostro cuando tenemos un vínculo personal con nuestro amoroso Padre Celestial y con Su Hijo.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 21

Pero, a pesar de todo el secularis-mo que hay en el mundo, muchaspersonas ansían las cosas del Espírituy tienen sed de oír la palabra delSeñor. Como Amós profetizó: “Heaquí vienen días, dice Jehová el Señor,en los cuales enviaré hambre a la tie-rra, no hambre de pan, ni sed deagua, sino de oír la palabra de Jehová.

“E irán errantes de mar a mar; des-de el norte hasta el oriente discurri-rán buscando palabra de Jehová, y nola hallarán12”.

¿Dónde podemos oír las palabrasdel Señor? Podemos oírlas por mediode nuestro profeta, el presidenteGordon B. Hinckley, de la PrimeraPresidencia, del Quórum de los DoceApóstoles y de las demás AutoridadesGenerales. De igual forma podemosoírlas de nuestros presidentes de estaca y obispos. Los misioneros lasoyen de sus presidentes de misión.También podemos leerlas en lasEscrituras. Además podemos oír lavoz apacible y delicada que se recibemediante el Espíritu Santo. El oír las palabras del Señor nos saca de la ceguera espiritual a “a su luz admirable13”.

¿Qué estamos haciendo para man-tener la luz que ilumina nuestros ojosy nuestros rostros? La mayoría de esaluz proviene de “la disciplina, de ladedicación y la consagración14” a algu-nas de las verdades más importantes yabsolutas. La más importante de esasverdades absolutas es que existe unDios que es el Padre de nuestras almas y a quien rendimos cuentas denuestras acciones. Segundo, queJesús es el Cristo, nuestro Salvador yRedentor. Tercero, que el gran plande felicidad exige obediencia a losmandamientos de Dios. Cuarto, queel mayor de los dones de Dios es la vida eterna15.

Hay otras bendiciones que añadenaún más luz a nuestros ojos: son losdones del Espíritu que provienen delSeñor16. La dicha, la felicidad, la reali-zación y la paz son dones del Espírituque fluyen del poder del EspírituSanto.

En lo que concierne a la felicidadaquí y en las eternidades, muchas de nuestras creencias son notables.Son extraordinarias y algunas de ellasson únicas de nuestra fe. Esas creen-cias preciadas se basan en nuestra

fidelidad y comprenden lo siguiente,no necesariamente en orden de importancia:

1. Dios y Su Hijo son personajesglorificados. Dios el Padre es nuestroCreador viviente y Su Hijo Jesucristoes nuestro Salvador y Redentor.Hemos sido creados a imagen deDios17. Lo sabemos porque José Smithlos vio, Ellos le hablaron y él hablócon Ellos18.

2. Las bendiciones del templo se-llan juntos a marido y mujer, no sólopor esta vida sino también por la eter-nidad. Por medio de ese sellamiento,los hijos y la posteridad de ellos sepueden vincular unos a otros.

3. Todo varón digno miembro de laIglesia puede poseer y ejercer el sa-cerdocio de Dios. Él ejerce esa autori-dad divina dentro de su familia y en laIglesia cuando ha sido llamado por al-guien que posee la autoridad.

4. Las Santas Escrituras adicionalescomprenden: el Libro de Mormón,Doctrina y Convenios, y la Perla deGran Precio.

5. Los apóstoles y profetas vivien-tes hablan la palabra de Dios en nues-tros días, bajo la dirección del

22

presidente Gordon B. Hinckley, quien es el Profeta, el Vidente y elRevelador, la fuente de la revelacióncontinua para nuestra época.

6. El don del Espíritu Santo está al alcance de todos los miembros.Cuando al profeta José Smith se lepreguntó “de qué manera [La Iglesiade Jesucristo de los Santos de los Últi-mos Días] era diferente de las demásreligiones de la época”, él respondióque la diferencia radicaba “en la deotorgar el don del Espíritu Santo porla imposición de manos; y que todoslos demás aspectos están incluidos enel don del Espíritu Santo”19.

7. El ennoblecimiento de la mujer.La mujer es igual al hombre delantedel Señor. La función de la mujer espor naturaleza diferente de la delhombre. Recibimos ese conocimientocon la restauración del Evangelio en elcumplimiento de los tiempos, con elreconocimiento de que la mujer ha si-do dotada con la gran responsabilidadde la maternidad y de la crianza de loshijos. Desde 1842, en que el profetaJosé Smith, en el nombre de Dios, diovuelta a la llave para el beneficio deellas, las mujeres han recibido másoportunidades que desde el comienzodel género humano sobre la tierra20.

Hace algunos años, a Constance,una estudiante de enfermería, se leasignó la tarea de tratar de ayudar auna mujer que se había lesionadouna pierna en un accidente. La mujerrehusaba recibir atención médica de-bido a una mala experiencia que ha-bía tenido con alguien en el hospital.Ella sentía temor y se había recluidoen su casa. La primera vez queConstance fue a verla, la mujer lemandó que se fuera. La segunda vez,permitió que Constance entrara ensu casa. Para entonces, la pierna la te-nía cubierta de úlceras y una parte seestaba pudriendo; aún así, no deseabaque la trataran.

Constance oró al respecto y un parde días después le llegó la respuesta.En su próxima visita, llevó consigo unpoco agua oxigenada y, como era indo-lora, la ancianita permitió que se laaplicara a la pierna. Después hablaron

acerca de llevar a cabo un tratamientomás a fondo en el hospital. Constancele aseguró que el personal del hospitalharía que su estadía en él fuera lo másplacentera posible. En un día o dos lamujer adquirió la suficiente valentíapara ingresar en el hospital. CuandoConstance fue a verla, ella le sonrió y ledijo: “Me ha convencido”, y después,en forma inesperada, le preguntó: “¿Aqué Iglesia pertenece?”. Constance ledijo que era miembro de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los ÚltimosDías. La mujer entonces dijo: “Lo sabía.Desde el primer día supe que había si-do enviada a mí. Había una luz en surostro que había notado anteriormen-te en otras personas de su misma reli-gión. Tenía que confiar en usted”.

A los tres meses, la pierna infecta-da sanó completamente. Los miem-bros del barrio que vivían en lavecindad de la anciana remodelaronsu casa y le arreglaron el jardín. Losmisioneros fueron a verla y ella sebautizó poco después21. Todo esoporque ella advirtió la luz en el rostrode la joven estudiante de enfermería.

Una vez en que al presidenteBrigham Young se le preguntó porqué en ocasiones se nos deja solos ya veces tristes, su respuesta fue queel hombre tiene que aprender a “actuar como un ser independiente…

para saber qué hará... y para poner aprueba su independencia, con el finde ser recto a pesar de no haber ob-tenido el conocimiento perfecto22”.Eso es cada vez más fácil de lograrcuando vemos “el resplandor delEvangelio... que irradia de... las perso-nas que han sido iluminadas23”.

El prestar servicio en la Iglesia esuna bendición maravillosa y un privi-legio que da luz a nuestros ojos y anuestros rostros. Como recomendó elSalvador: “…así alumbre vuestra luzdelante de este pueblo, de modo quevean vuestras buenas obras, y glorifi-quen a vuestro Padre que está en loscielos24”. Las palabras no pueden ex-presar las bendiciones que recibimospor medio del servicio en esta Iglesia.El Señor promete que si magnifica-mos nuestros llamamientos, recibire-mos felicidad y gozo.

Alma pregunta si hemos recibido Suimagen en nuestros rostros25. Recibi-mos una luz sagrada en los ojos y en el rostro cuando tenemos un vínculopersonal con nuestro amoroso PadreCelestial y con Su Hijo, nuestroSalvador y Redentor. Por medio de esevínculo, nuestro rostro reflejará esa“seguridad sublime26” de que Él vive.

Expreso mi testimonio personal dela divinidad de esta obra santa en lacual estamos embarcados. El testimo-nio se recibe mediante la revelación27.Esa revelación que conduce al testi-monio la recibí en mi corazón siendoun niño. No recuerdo ningún sucesoespecífico que diera lugar a esa revela-ción ratificadora; sencillamente tengola impresión de que siempre formóparte de mi consciencia. Me sientoagradecido por ese conocimiento rati-ficador que hace posible que poda-mos afrontar las vicisitudes de la vidaque a todos nos llegan.

En esta conferencia, todos nos he-mos sentido conmovidos por los men-sajes testificativos de las AutoridadesGenerales y de las hermanas. Estoy se-guro de que esa experiencia ratifica-dora la han experimentado todosustedes. Es muy posible que recibanuna afirmación que les testifique quetodo lo que se ha dicho es verdadero.

Brigham Young enseñó: “No solamen-te a los santos aquí presentes... sino alos de toda nación, continente e islaque viven la religión que enseñaronnuestro Salvador, Sus apóstoles y tam-bién José Smith... dan el mismo testi-monio, sus ojos han sido vivificadospor el Espíritu de Dios y ven de igualmanera; su corazón ha sido vivificadoy sienten y entienden de la misma ma-nera28”.

Sé con todo mi corazón y mi almaque Dios vive. Creo que Él nos ilumi-nará con Su amor a cada uno de noso-tros si nos esforzamos por ser dignosde ese amor, en el santo nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. D. y C. 88:11; cursiva agregada.2. D. y C. 93:2.3. D. y C. 84:46.4. News broadcast, 8 de diciembre de 1967,

manuscrito 1.5. Véase D. y C. 20:37.6. 1 Nefi 10:17.7. Key to the Science of Theology: A Voice of

Warning, 1978, pág. 61.8. Véase Juan 14:26.9. Juan 14:26.

10. Diccionario Merriam-Webster’s Collegiate,edición 11, 2003, “secularism”, pág. 1123;traducción libre.

11. 2 Nefi 13:9.12. Amós 8:11–12.13. 1 Pedro 2:9.14. Véase Paul Harvey, noticiero, 8 de diciem-

bre de 1967.15. Véase D. y C. 14:7.16. Véase D. y C. 46:11.17. Véase Génesis 1:26–27.18. Véase José Smith—Historia 1:17–18.19. History of the Church, tomo IV, pág. 42;

véase también “Comunión con el EspírituSanto”, Liahona, marzo de 2002, pág. 3.

20. Véase George Albert Smith, “Address toMembers of the Relief Society”, ReliefSociety Magazine, diciembre de 1945, pág. 717; véase también Minutas de laSociedad de Socorro, 28 de abril de 1842,Archivos de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días, pág. 40.

21. Véase Constance Polve, “Una batalla gana-da”, Liahona, marzo de 1981, págs. 29–32.

22. Brigham Young’s Office Journal, 28 de enero de 1857, Archivos de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los ÚltimosDías.

23. Citado por Neal A. Maxwell en “Tened buenánimo”, Liahona, enero de 1983, pág. 127.

24. 3 Nefi 12:16.25. Véase Alma 5:14.26. Paul Harvey, news broadcast, 8 de

diciembre de 1967.27. Véase Brigham Young, Discourses of

Brigham Young, editados por John A.Widtsoe, 1998, pág. 35.

28. Enseñanzas de los Presidentes de laIglesia: Brigham Young, págs. 36–37.

Mis hermanos y hermanas, elpresidente Hinckley me hapedido que ahora presente

a las Autoridades Generales, a losSetenta de Área y a las presidenciasgenerales de las organizaciones auxi-liares de la Iglesia para su voto de sostenimiento.

Se propone que sostengamos aGordon Bitner Hinckley comoProfeta, Vidente y Revelador, yPresidente de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días; a Thomas Spencer Monson comoPrimer Consejero de la PrimeraPresidencia; y a James Esdras Faustcomo Segundo Consejero de laPrimera Presidencia.

Los que estén de acuerdo, sírvansemanifestarlo.

Los que estén en contra, si los hay,sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos aThomas Spencer Monson comoPresidente del Quórum de los DoceApóstoles; a Boyd Kenneth Packer como Presidente en Funciones delQuórum de los Doce Apóstoles; y alos siguientes como miembros de esequórum: Boyd K. Packer, L. Tom Perry,Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin,Richard G. Scott, Robert D. Hales,Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring,Dieter F. Uchtdorf y David A. Bednar.

Los que estén de acuerdo, sírvansemanifestarlo.

Opuestos, si los hubiera.Se propone que sostengamos a los

consejeros de la Primera Presidencia ya los Doce Apóstoles como profetas,videntes y reveladores.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Opuestos, si los hubiese, por lamisma señal.

Se propone que relevemos a los élderes John H. Groberg y David E.Sorensen como miembros de laPresidencia de los Quórumes de losSetenta y como miembros del PrimerQuórum de los Setenta y los designe-mos como Autoridades Generales

El sostenimientode los oficiales de la IglesiaP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 23

SESIÓN DEL SÁBADO POR LA TARDE1 d e o c t u b r e d e 2 0 0 5

Eméritas. Se propone que relevemosa los élderes F. Burton Howard, F. Melvin Hammond y Harold G.Hillam como miembros del PrimerQuórum de los Setenta y los designe-mos como Autoridades GeneralesEméritas.

Todos los que deseen unirse a no-sotros en ello, sírvanse manifestarlo.

Extendemos un relevo a los élde-res Darwin B. Christenson, AdhemarDamiani, H. Aldridge Gillespie,Stephen B. Oveson, Ned B. Rouechéy Dennis E. Simmons como miem-bros del Segundo Quórum de losSetenta.

Los que deseen unirse a nosotrosen ello, sírvanse manifestarlo.

Se propone también que releve-mos a Jairo Mazzagardi como Setentade Área.

Todos los que deseen unirse a no-sotros para expresarles nuestro agra-decimiento, sírvanse manifestarlo.

Se propone que sostengamos a losélderes Neil L. Andersen y Ronald A.Rasband como miembros de laPresidencia de los Quórumes de losSetenta.

Todos los que estén a favor, sírvan-se manifestarlo.

Los que se opongan, por la mismaseñal.

Se propone que sostengamos aSione M. Fineanganofo como Setentade Área, para que suceda a Pita R.Vamanrav, que falleció recientemente.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Los que se opongan, por la mismaseñal.

Se propone que sostengamos a las demás Autoridades Generales,Setentas de Área y a las presidenciasgenerales de las organizaciones auxi-liares tal y como están constituidas actualmente.

Los que estén a favor, sírvanse manifestarlo.

Si hay alguien que se oponga, puede manifestarlo.

Todo indica que el sostenimientoha sido unánime y afirmativo.

Gracias, hermanos y hermanas,por su fe y oraciones constantes. ■

24

El tema de mi discurso se centraen la autoridad del sacerdocioen la familia y en la Iglesia.

I.Mi padre falleció cuando yo tenía

siete años. Yo era el mayor de tres hi-jos pequeños a los que nuestra madreviuda se esforzaba por criar. Cuandofui ordenado diácono, ella me dijo locomplacida que estaba por tener unposeedor del sacerdocio en nuestrohogar. Sin embargo, mi madre siguió

dirigiendo a la familia, incluso el asig-nar quién de nosotros debía ofrecer laoración cuando nos arrodillábamoscada mañana para orar. Yo estaba per-plejo, pues se me había enseñado que el sacerdocio presidía la familia.Debía haber algo que yo desconocíasobre la forma en que funcionaba eseprincipio.

Por ese entonces, teníamos un ve-cino que dominaba a su esposa y enocasiones hasta la maltrataba; él rugíacomo un león mientras que ella seamilanaba como un cordero. Cuandoiban a la Iglesia, ella siempre camina-ba unos pasos detrás de él, lo que en-furecía a mi madre. Mi madre era unamujer fuerte que no aceptaba ese tipode dominio y le enfadaba ver que auna mujer se la maltratara de ese mo-do. Recuerdo su reacción cada vezque veo a los hombres hacer mal usode su autoridad para satisfacer su or-gullo o ejercer control o dominio so-bre su esposa en cualquier grado deinjusticia (véase D. y C. 121:37).

También he visto a mujeres fielesque malinterpretan la forma en quefunciona la autoridad del sacerdocio.Teniendo presente la relación que

La autoridad del sacerdocio en la familia y en la IglesiaÉ L D E R D A L L I N H . O A K SDel Quórum de los Doce Apóstoles

Hay muchas semejanzas y algunas diferencias en cuanto a la forma en que la autoridad del sacerdocio funciona en la familia y en la Iglesia.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 25

tienen con sus maridos en el ámbitofamiliar, algunas esposas han tratadode que esa relación se extienda tam-bién al llamamiento que sus esposostienen en el sacerdocio, como el deobispo o el de presidente de misión.Por otro lado, algunas hermanas solte-ras, a las que los hombres han maltra-tado (como en el caso de un divorcio)confunden erróneamente el sacerdo-cio con el abuso por parte del varón,y empiezan a desconfiar de cualquierautoridad del sacerdocio. La personaque haya tenido una mala experienciacon algún aparato electrodoméstico,no deberá privarse del uso del poderde la electricidad.

Cada una de las circunstancias quehe descrito es el resultado de la malainterpretación de la autoridad del sa-cerdocio y del gran principio de que,si bien esta autoridad preside tanto enla familia como en la Iglesia, el sacer-docio funciona de manera diferenteen ambos casos. Éste es un principioque comprenden y ponen en prácticalos grandes líderes de la Iglesia y delas magníficas familias que he conoci-do, pero que rara vez se explica. Aúnlas Escrituras, en las que se registranvarias formas de ejercer la autoridaddel sacerdocio, no se suele expresarqué principios se aplican únicamenteal ejercicio de la autoridad del sacer-docio en la familia o en la Iglesia, ocuáles son válidos en ambos casos.

II.Tanto en nuestra teología como en

nuestra práctica, la familia y la Iglesiamantienen una relación de fortaleci-miento mutuo. La familia depende dela Iglesia para la doctrina, las ordenan-zas y las llaves del sacerdocio; mien-tras que la Iglesia aporta a la familialas enseñanzas, la autoridad y las or-denanzas necesarias para perpetuar larelación familiar por las eternidades.

Contamos con programas y activi-dades tanto en la familia como en laIglesia. Cada una de ellas está tan inte-rrelacionada, que el servicio que serinde a una también se le rinde a laotra. Cuando los niños observan a sus padres cumplir fielmente con sus

llamamientos en la Iglesia, las relacio-nes familiares se fortalecen. Si las fa-milias son fuertes, la Iglesia tambiénlo es. Ambas van de la mano. Cadauna es importante y necesaria, por loque es preciso dirigir cada una con es-pecial cuidado para no entorpecer a laotra. Los programas y las actividadesde la Iglesia no deben abrumar tantoa la familia que no se pueda contarcon todos sus integrantes durante eltiempo reservado para ella. Y tampo-co conviene programar actividades fa-miliares que interfieran con lareunión sacramental u otras reunio-nes esenciales de la Iglesia.

Necesitamos actividades tanto enla Iglesia como en la familia. Si todaslas familias estuvieran completas yfueran perfectas, la Iglesia podríaauspiciar menos actividades; pero alvivir en un mundo en el que muchosde nuestros jóvenes crecen en hoga-res donde falta uno de los padres,donde uno no es miembro de laIglesia o está inactivo en el liderazgodel Evangelio, se hace especialmente

necesario que las actividades de laIglesia cubran esos huecos. Muy sa-biamente, nuestra madre, que eraviuda, percibió que la Iglesia brinda-ría a sus hijos experiencias que ellano podría facilitarnos al no disponernosotros de una figura masculina enel hogar. La recuerdo instándome aobservar y tratar de ser como losbuenos hombres de nuestro barrio,y presionándome para que tomaraparte en el programa de escultismoy en otras actividades de la Iglesiaque me proporcionarían esa oportunidad.

En una Iglesia donde hay tantaspersonas solteras que actualmente ca-recen del compañerismo que el Señordesea para Sus hijos e hijas, la Iglesiay sus familias deberían tener tambiénuna especial inquietud por las necesi-dades de los adultos solteros.

III.La autoridad del sacerdocio se

ejerce tanto en la familia como en laIglesia. El sacerdocio es el poder de

26

Dios que se utiliza para bendecir a todos Sus hijos, tanto hombres como mujeres. Algunas de nuestrasexpresiones, como “las mujeres y el sacerdocio”, transmiten una ideaequivocada, pues los hombres no son“el sacerdocio”. La reunión del sacer-docio es una reunión para aquellosque poseen el sacerdocio y lo ejercen.Sus bendiciones, como el bautismo, larecepción del Espíritu Santo, la inves-tidura del templo o el matrimonio porla eternidad, están al alcance tanto delos hombres como de las mujeres. Laautoridad del sacerdocio se ejerce enla familia y en la Iglesia de acuerdocon los principios que el Señor ha establecido.

Al morir mi padre, mi madre presi-dió nuestra familia. Claro que no teníael sacerdocio, pero al ser el progenitorque quedaba vivo, pasó a ser el oficialgobernante de la familia. Al mismotiempo, siempre respetaba por com-pleto la autoridad del sacerdocio denuestro obispo y de los demás líderesde la Iglesia. Ella presidía su familia,pero ellos presidían la Iglesia.

IV.Hay muchas semejanzas y algunas

diferencias en cuanto a la forma enque la autoridad del sacerdocio fun-ciona en la familia y en la Iglesia. Si noreconocemos esas diferencias ni lasaceptamos, tendremos dificultades.

Las llaves. Una diferencia impor-tante entre su función en la Iglesia yen la familia es el hecho de que todaautoridad del sacerdocio en la Iglesiase ejerce bajo la dirección de alguienque posee las llaves correspondientesdel sacerdocio. Por el contrario, la au-toridad que preside la familia —yasea el padre o una madre soltera— seejerce en relación con los asuntos fa-miliares sin necesidad de obtener au-torización alguna de alguien queposea las llaves del sacerdocio. Esaautoridad familiar comprende el diri-gir las actividades de la familia, reu-niones familiares tales como lasnoches de hogar, la oración familiar,la enseñanza del Evangelio y aconse-jar y disciplinar a los integrantes de la

familia. Además, consta de las bendi-ciones del sacerdocio que dan los pa-dres que hayan sido ordenados. Sinembargo, las llaves del sacerdocio sonnecesarias para autorizar la ordena-ción y el apartamiento de los miem-bros de la familia. Esto es así porquela Iglesia, y no la familia, es la organi-zación a la que el Señor ha hecho res-ponsable del ejercicio y del registrode las ordenanzas del sacerdocio.

Los límites geográficos. Las organizaciones de la Iglesia, como losbarrios, los quórumes o las organiza-ciones auxiliares, siempre tienen límites geográficos que delimitan laresponsabilidad y la autoridad de losllamamientos relacionados con losmismos. Por el contrario, las relacio-nes y las responsabilidades de una familia no dependen del lugar de resi-dencia de sus miembros.

La duración. Los llamamientos dela Iglesia siempre son temporales, pero las relaciones familiares son permanentes.

Los llamamientos y los relevos.Otro contraste tiene que ver con elcomienzo y el término de los cargos.En la Iglesia, un líder del sacerdocioque posea las llaves necesarias, tienela autoridad para llamar y relevar a laspersonas que sirvan bajo su dirección,pudiendo incluso hacer que pierdansu condición de miembros y que susnombres sean “borrados” (véaseMosíah 26:34–38; Alma 5:56–62). Porel contrario, las relaciones familiaresson tan importantes que el cabeza defamilia carece de autoridad para reali-zar cambios en su estructura; eso esalgo que sólo puede hacer alguienque esté autorizado para modificar lasrelaciones familiares bajo las leyes delhombre o las de Dios. Por consiguien-te, si bien un obispo puede relevar auna presidenta de la Sociedad deSocorro, no puede terminar la rela-ción que lo une a su esposa sin un di-vorcio, en conformidad con las leyesde los hombres. De igual modo, susellamiento por la eternidad no pue-de concluir sin que se siga un proce-dimiento de cancelación de acuerdocon las leyes de Dios. De la misma

forma, un joven que sirve en la presi-dencia de una clase o de un quórumpuede ser relevado por la autoridaddel sacerdocio del barrio, pero los pa-dres no pueden divorciarse de un hi-jo cuyas elecciones en la vida lesresulten ofensivas. Las relaciones fa-miliares son más perdurables que lasde la Iglesia.

Asociación. Una diferencia muy im-portante en el ejercicio de la autori-dad del sacerdocio en la familia y enla Iglesia radica en el hecho de que elgobierno de la familia es patriarcal,mientras que el gobierno de la Iglesiaes jerárquico. El concepto de asocia-ción funciona de diferente manera enla familia y en la Iglesia.

La proclamación sobre la familianos ofrece esta bella explicación so-bre la relación que existe entre el es-poso y la esposa: Si bien éstos tienenresponsabilidades diferentes, “en es-tas responsabilidades sagradas, el pa-dre y la madre, como iguales, estánobligados a ayudarse mutuamente”(“La familia: Una proclamación para elmundo”, Liahona, octubre de 2004,pág. 49; cursiva agregada).

El presidente Spencer W. Kimballdijo lo siguiente: “Cuando hagamosreferencia al matrimonio como unasociedad, refirámonos a él como auna verdadera sociedad, porque noqueremos que las mujeres Santos delos Últimos Días sean socias de nom-bre o consortes sin derechos en esaasignación eterna. Sean verdaderassocias en todo el sentido de la pala-bra” (The Teachings of Spencer W.Kimball, ed. Edward L. Kimball, 1982,pág. 315).

El presidente Kimball también de-claró: “Sabemos que hay hombresque les han dicho a sus esposas: ‘Yoposeo el sacerdocio y tú tienes quehacer lo que te mande’ ”. El presiden-te rechazó con determinación seme-jante abuso de la autoridad delsacerdocio en el matrimonio, decla-rando que tales hombres “no debe-rían tener el honor de poseer elsacerdocio” (The Teachings ofSpencer W. Kimball, pág. 316).

Existen culturas o tradiciones en el

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 27

mundo que permiten que los hom-bres opriman a las mujeres; sin em-bargo, no debe haber lugar parasemejantes abusos en las familias dela Iglesia de Jesucristo. Recuerden loque enseñó Jesús: “Oísteis que fue di-cho... pero yo os digo...” (Mateo5:27–28). Por ejemplo: el Salvadorcontradijo la cultura por medio de Suforma de tratar a la mujer con consi-deración. Guiémonos por la culturadel Evangelio que Él enseñó.

Si los hombres desean recibir lasbendiciones del Señor en el liderazgode su familia, deberán ejercer su auto-ridad del sacerdocio de acuerdo conlos principios que Él ha decretado pa-ra su uso:

“Ningún poder o influencia se pue-de ni se debe mantener en virtud delsacerdocio, sino por persuasión, porlonganimidad, benignidad, manse-dumbre y por amor sincero; por bon-dad y por conocimiento puro...” (D. y C. 121:41–42).

Cuando la autoridad del sacerdo-cio se ejerce de esa manera en la fami-lia patriarcal, alcanzamos la “plenaasociación” de la que habló el presi-dente Kimball. En la proclamación sobre la familia dice:

“Hay más posibilidades de lograr lafelicidad en la vida familiar cuando sebasa en las enseñanzas del SeñorJesucristo. Los matrimonios y las fami-lias que logran tener éxito se estable-cen sobre los principios de la fe, laoración, el arrepentimiento, el per-dón, el respeto, el amor, [y] la compa-sión” (Liahona, octubre de 2004, pág. 49).

Los llamamientos de la Iglesia sedesempeñan de acuerdo con los prin-cipios que nos gobiernan a todos no-sotros al trabajar bajo la autoridad delsacerdocio dentro la Iglesia. Entreesos principios se encuentran el de lapersuasión y el de la benignidad quese enseñan en la sección 121, que sonespecialmente necesarios en la orga-nización jerárquica de la Iglesia.

Los principios que he recalcado pa-ra el ejercicio de la autoridad del sa-cerdocio son más comprensibles ycómodos para la mujer casada que

para la soltera, especialmente si dichamujer soltera nunca ha estado casada,porque de momento no disfruta de laautoridad del sacerdocio en la socie-dad que constituye el matrimonio,sino que su experiencia con dicha au-toridad se limita a la relación jerárqui-ca de la Iglesia. Hay mujeres solterasque sienten que no tienen voz algunaen esa relación; por ello, es funda-mental llevar a cabo un eficaz consejode barrio, donde los oficiales masculi-nos y femeninos de la unidad se sienten juntos con regularidad a fin de asesorarse bajo la autoridadpresidente del obispo.

V.Concluyo con algunos comentarios

generales y una experiencia personal.La teología de La Iglesia de

Jesucristo de los Santos de los Últi-mos Días se centra en la familia.Nuestra relación con Dios y el propó-sito de esta vida se explican en térmi-nos de la familia; somos los hijosespirituales de Padres Celestiales. Elplan del Evangelio se lleva a la prácti-ca en las familias terrenales, y nuestraaspiración más sublime es perpetuaresas relaciones familiares por la eter-nidad. La misión primordial de laIglesia de nuestro Salvador es ayudar-nos a lograr la exaltación en el reinocelestial, algo que sólo puede lograrsepor medio de una relación familiar.

No es de extrañar entonces que anuestra Iglesia se la conozca como

una institución centrada en la familia; no es de extrañar que nos aflija el actual deterioro legal y cultural que se cierne sobre el matrimonio y la ma-ternidad. En una época en la que elmundo va perdiendo su entendimien-to del propósito del matrimonio y delvalor de la maternidad, es crucial quelos Santos de los Últimos Días no estén confusos en cuanto a esos asuntos.

La fiel madre viuda que nos crió notenía confusión alguna en cuanto a lanaturaleza eterna de la familia. Ellasiempre respetó el lugar que ocupabanuestro difunto padre y contribuyó aque su recuerdo estuviera presenteen nuestro hogar. Solía hablar de laduración eterna de su matrimonio enel templo y con frecuencia nos recor-daba lo que a nuestro padre le gusta-ría que hiciéramos para que así noolvidáramos la promesa del Señor deque seríamos una familia eterna.

Recuerdo una experiencia que re-fleja el efecto de sus enseñanzas.Cierto año, justo antes de la Navidad,nuestro obispo me pidió, siendo yodiácono, que le ayudara a entregarunas cestas de Navidad a las viudasdel barrio. Llevé una cesta a cadapuerta con los saludos de él. Cuandoregresábamos a casa en su auto, ob-servé que aún quedaba una cesta. Me la entregó y me dijo que era para mimadre. Mientras él se alejaba, yo mequedé de pie bajo la nieve, pregun-tándome por qué le daba una cesta ami madre. Ella nunca hablaba de sí como una viuda, ni a mí se me habíaocurrido que lo fuera. Para aquel mu-chachito de 12 años, no lo era. Ella te-nía un esposo y nosotros teníamos un padre; él sólo estaba ausente poralgún tiempo.

Anhelo ese glorioso día futuro enel que los que estén separados se reúnan de nuevo y todos seamos hechos completos, tal y como elSalvador lo ha prometido. Testifico deJesucristo, el Hijo Unigénito del PadreEterno, cuya autoridad del sacerdocioy cuya expiación y resurrección lo ha-cen todo posible. En el nombre deJesucristo. Amén. ■

28

Hace unos meses, “papáTiempo” me jugó una mala pa-sada. Me levanté bien espabila-

do, sonriente y listo para las tareas deldía, cuando de pronto me di cuentade que con el cumpleaños que se ce-lebraría ese día ya iba a tener una nie-ta adolescente. Pensé en ello e hice loque haría cualquier adulto responsa-ble y circunspecto: me volví a acostary me escondí totalmente debajo delas sábanas.

Dejando de lado las acostumbradasbromas sobre la terrible experienciade criar adolescentes, quiero decirlesa mi propia nieta y a la gran mayoríade las jovencitas de la Iglesia a las queconozco al viajar por el mundo cuánsumamente orgullosos estamos de us-tedes. Casi a todo su alrededor hay

peligros morales y físicos, y a diario seles presenta un sinnúmero de tenta-ciones, sin embargo, la mayoría de us-tedes hace lo correcto.

Esta tarde deseo elevar mi voz enalabanza a ustedes, expresar mi amor,mi aliento y mi admiración por uste-des. Debido a que esta adorada nietamayor de quien he hablado es una jo-vencita, voy a dirigir mis palabras a lasmujeres jóvenes de la Iglesia. Ruegoque el espíritu de lo que diga se apli-que a las mujeres y a los hombres detodas las edades; pero hoy, como solíacantar Maurice Chevalier, quiero “dargracias al cielo por las mujercitas”.

Antes que nada, quiero que esténorgullosas de ser mujeres; quiero quesientan la realidad de lo que eso signifi-ca, que sepan quiénes son en verdad.Son literalmente “hijas[s] espiritual[es]de padres celestiales [con] una naturaleza y un destino divinos”1. Esaincomparable verdad debe estar pro-fundamente arraigada en sus almas yser algo básico para toda decisión quetomen al hacerse mujeres maduras.Jamás podría haber mayor evidenciade su dignidad, de su valía, de sus pri-vilegios y de su promesa. NuestroPadre Celestial sabe cómo se llamanustedes y conoce sus circunstancias; Éloye sus oraciones; Él conoce sus espe-ranzas y sueños, incluso sus temores ysus frustraciones. Y Él sabe lo que uste-des pueden llegar a ser por medio desu fe en Él. Debido a este patrimonio

divino, ustedes, junto con todas sushermanas y todos sus hermanos espiri-tuales, tienen plena igualdad ante Suvista, y por medio de la obediencia seles da poder para llegar a ser herede-ros legítimos en Su reino eterno, “he-rederos de Dios y coherederos conCristo”2. Procuren comprender la im-portancia de esas doctrinas. Todo loque Cristo enseñó lo enseñó tanto alas mujeres como a los hombres. Dehecho, a la luz restaurada de eseEvangelio de Jesucristo la mujer, inclui-da la mujer joven, ocupa la dignidadpropia de su naturaleza en el divino di-seño del Creador. Ustedes son, comolo parafraseó el élder James E.Talmage, “una investidura santificadaque nadie se atreverá a profanar”3.

Sean mujeres de Cristo; atesorensu valioso lugar a la vista de Dios; Éllas necesita; esta Iglesia las necesita;el mundo las necesita. La tenaz con-fianza que la mujer tiene en Dios y lainquebrantable devoción a las cosasdel Espíritu han sido siempre un an-cla cuando el viento y las olas de la vi-da han sido de lo más intensos4. Lesdigo a ustedes lo que el profeta JoséSmith dijo hace más de 150 años: “Sicumplís con estos privilegios, no sepodrá impedir que os relacionéis conlos ángeles”5.

Todo lo que he dicho es con la in-tención de decirles lo que nuestroPadre Celestial siente por ustedes y loque Él ha planeado que lleguen a ser.Y si en algún momento una de uste-des no comprende los designios queDios tiene para ella o se empeña en vi-vir por debajo de sus posibilidades,entonces le expresamos un amor aúnmás grande y le suplicamos que hagade sus años de la adolescencia untriunfo y no una tragedia. Los padres ylas madres, los profetas y los apóstolesno tienen otra intención que no sea lade bendecirlas y evitarles todo posiblesufrimiento que les podamos evitar.

A fin de que reclamen todas lasbendiciones y la protección de nues-tro Padre Celestial, les pedimos quese conserven fieles a las normas delEvangelio de Jesucristo y que no sigan ciegamente los caprichos de las

A las mujeresjóvenesÉ L D E R J E F F R E Y R . H O L L A N DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Sean mujeres de Cristo; atesoren su valioso lugar a la vista de Dios; Él las necesita; esta Iglesia las necesita; el mundo las necesita.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 29

costumbres y de la moda. La Iglesianunca les negará su albedrío moral enlo relacionado con lo que deban vestiry el aspecto que deban tener. Pero laIglesia siempre anunciará normas ysiempre enseñará principios. Como la hermana Susan Tanner enseñó esta mañana, uno de esos principioses la modestia. En el Evangelio deJesucristo, la modestia en la aparien-cia siempre está de moda. La sociedadno puede cambiar nuestras normas.

El folleto Para la fortaleza de la ju-ventud es bastante claro en el consejoque dirige a las jovencitas de evitar ro-pa demasiado apretada, demasiadocorta o atrevida de cualquier manera,incluso las prendas que no cubren elestómago6. Padres, por favor repasenese folleto con sus hijos. La segundacosa que ellos necesitan, después delamor que ustedes les den, son los lími-tes que les impongan. Jovencitas, elijansu ropa de la misma forma en que ele-girían a sus amistades; en ambos casos,elijan aquello que las haga mejorar yles dé confianza al estar en la presenciade Dios7. Las buenas amigas nunca lasharían pasar vergüenzas, nunca las de-gradarían ni las explotarían. Su ropatampoco debería hacerlo.

Hago una súplica especial en cuan-to a la forma en que las jovencitas po-drían vestirse para los servicios de laIglesia y las reuniones dominicales.Solíamos decir “bien vestidos” o “ropade domingo”, y tal vez debiéramos ha-cerlo otra vez. De todas formas, desdelos tiempos antiguos hasta los moder-nos siempre se nos ha invitado a pre-sentar lo mejor de nosotros mismos,por dentro y por fuera, al entrar en lacasa del Señor, y una capilla dedicadade los Santos de los Últimos Días esuna “casa del Señor”. No es necesarioque nuestra ropa y nuestro calzado sean caros, de hecho, no deben sercaros, pero tampoco deben dar la apa-riencia de que estamos en camino a laplaya. Cuando vamos a adorar al Diosy Padre de todos nosotros y a partici-par de la Santa Cena que simboliza laexpiación de Jesucristo, debemos te-ner una apariencia tan atractiva y res-petuosa, y ser tan circunspectos y

correctos como sea posible. Se nosdebe reconocer tanto en aparienciacomo en comportamiento que en ver-dad somos discípulos de Cristo, queen espíritu de adoración somos man-sos y humildes de corazón, que enverdad siempre deseamos tener connosotros el Espíritu del Salvador.

Por el mismo estilo, quisiera tratarun asunto aún más delicado. Les supli-co, jovencitas, que por favor se aceptenmás a ustedes mismas, incluso la formay la contextura de su cuerpo, con me-nos deseos de parecerse a alguna otrapersona. Todos somos diferentes; algu-nos son altos y otros bajos; algunosson gruesos y otros delgados, y casi to-dos, en algún momento, quieren ser loque no son. Pero como dijo un asesorde jovencitas: “No pueden vivir preo-cupándose de que otras personas sequeden mirándolas. Si permiten que laopinión de otras personas las ponga in-cómodas, ustedes mismas estarán de-sechando su propio poder... La clavepara sentirse seguras es escuchar siem-pre al fuero interno, a su [verdadero]yo”8. Y en el reino de Dios, su verdade-ro yo “más precio[so] es que las pie-dras preciosas”9. Toda jovencita es unahija de Dios con un gran potencial, ytoda mujer adulta es una poderosafuerza para el bien. Menciono a las mu-jeres adultas porque ustedes, herma-nas, son nuestros más grandes

ejemplos y recursos para estas jovenci-tas. Y si están obsesionadas por vestirlas tallas más pequeñas, no les deberásorprender que su hija o la jovenAbejita de su clase hagan lo mismo yque se perjudiquen la salud para tratarde lograrlo. Todos debemos estar en elmejor estado físico posible: una buenadoctrina de la Palabra de Sabiduría. Esosignifica comer debidamente, hacerejercicio y ayudar a nuestro cuerpo afuncionar a su capacidad ideal. Tal veztodos podríamos mejorar en ese as-pecto, pero aquí me refiero a la saludideal y no a la talla universal ideal.

Con toda franqueza, el mundo hasido muy cruel con ustedes en cuantoa esto; constantemente se ven ex-puestas a los mensajes que se dan enlas películas, en la televisión, en las re-vistas de modas y en los anuncios deque el aspecto personal es lo más im-portante. El argumento es éste: “Si suaspecto es lo suficientemente bueno,tendrán una vida fascinante y serán fe-lices y famosas”. Esa clase de presiónes enorme en los años de la adoles-cencia, y ni qué decirlo más tarde enla vida. En demasiados casos, es mu-cho lo que se le hace al cuerpo huma-no para alcanzar esa clase de normaimaginaria, y hasta podría decirse su-perficial. Como se dice que dijo re-cientemente una actriz de Hollywood:“[Nos hemos] obsesionado con la

30

belleza y [la] fuente de la juventud y...[me].... entristece la forma en que lasmujeres se mutilan... en busca de eso.Veo a mujeres [incluidas las mujeresjóvenes]... que se estiran esto o quese recortan lo otro. [Es] como unacuesta resbaladiza [de la que no sepuede salir]. [Es]... una locura... loque la sociedad le hace a la mujer”10.

La atención excesiva al yo personaly el énfasis en el físico es más que de-mencia social; es espiritualmente des-tructivo y es responsable de granparte de la desdicha con que las muje-res, entre ellas las jovencitas, se en-frentan en el mundo de hoy. Y si losadultos se preocupan de la apariencia—de hacerse estirar la piel, de recor-tarla o de hacerse implantar objetosen el cuerpo, o de hacerse modificartodo a lo que se le pueda dar nuevaforma— esas preocupaciones y an-gustias seguramente tendrán unefecto en los hijos. Al llegar a ciertopunto, el problema se convierte en loque el Libro de Mormón llamó “vanasilusiones”.11 Y en la sociedad secular,tanto la vanidad como las ilusionesllevan rienda suelta. Uno necesitaríaun grande y espacioso estuche decosméticos para competir con la be-lleza según la representan por todaspartes los medios de difusión. Sin em-bargo, al final del día, aún estaránaquellos “en actitud de estar burlán-dose y señalando con el dedo” comovio Lehi,12 porque no importa lo que

uno se esfuerce en el mundo del gla-mour y de la moda, nunca será sufi-cientemente glamoroso.

Una mujer, que no era de nuestrafe, escribió en una ocasión que, du-rante los años que tenía de trabajarcon mujeres bellas, había visto que to-das ellas tenían varias cosas en co-mún, y ninguna de esas cosas serelacionaba con tallas ni aspectos.Comentó que las mujeres más bellasque había conocido tenían un brillosaludable, una cálida personalidad, unamor por adquirir conocimiento, esta-bilidad de carácter e integridad. Si aello le agregamos el dulce y tiernoEspíritu del Señor que portan esasmujeres, eso entonces describe la be-lleza de las mujeres de cualquier edado época, y cada uno de los elemen-tos de ese encanto se recalca y se lo-gra por medio de las bendiciones delEvangelio de Jesucristo.

Y para terminar. Últimamente se hahablado mucho en el mundo del es-pectáculo en cuanto a la popularidadde los “programas de realismo”. Noestoy seguro de qué se tratan, perodesde el fondo de mi corazón com-parto esta realidad del Evangelio conla bella generación de jovencitas quevan madurando en esta Iglesia.

La solemne afirmación que les dejoes que el Padre y el Hijo en verdadse aparecieron al profeta José Smith,siendo él un jovencito llamado porDios del grupo de la misma edad que

ustedes. Testifico que estos SeresDivinos le hablaron, que él oyó Sus vo-ces eternas y que vio Sus cuerpos glori-ficados13. Esa experiencia fue tan realen su propio entorno como lo fue ladel apóstol Tomás cuando el Salvadorle dijo: “Pon aquí tu dedo, y mira mismanos; y acerca tu mano, y métela enmi costado... no seas incrédulo, sinocreyente”14.

A mi nieta y a toda otra persona joven de esta Iglesia expreso mi testimonio personal de que Dios es en realidad nuestro Padre y que Jesucristo es en realidad SuUnigénito en la carne, el Salvador yRedentor del mundo. Testifico queésta es en realidad la Iglesia y el rei-no de Dios en la tierra, que profetasverdaderos han dirigido a este pue-blo en el pasado y que un profetaverdadero, el presidente Gordon B.Hinckley, lo dirige hoy día. Sepan delamor interminable que los líderes de la Iglesia tienen por ustedes, yruego que las realidades eternas delEvangelio de Jesucristo las elevenpor encima de las preocupacionestemporales y de las ansiedades de la adolescencia, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase “La Familia: Una proclamación

para el mundo”, Liahona, junio de 1996,pág. 10.

2. Romanos 8:17.3. James E. Talmage, “The Eternity of Sex”,

Young Woman’s Journal, octubre de 1914,pág. 602.

4. Véase de J. Reuben Clark, en ConferenceReport, abril de 1940, pág. 211, un largohomenaje a las mujeres de la Iglesia.

5. “La Sociedad de Socorro”, Liahona, juliode 1998, pág. 78.

6. Para la fortaleza de la juventud (folleto),2001, págs. 14–16.

7. Véase D. y C. 121:45.8. Julia DeVillers, Teen People, septiembre de

2005, pág. 104.9. Proverbios 3:15.

10. Halle Berry, citado en “Halle Slams ‘Insane’Plastic Surgery”, This Is London, 2 de agosto de 2004, www.thisislondon.com/showbiz/articles/12312096?source=PA.

11. 1 Nefi 12:18.12. Véase 1 Nefi 8:27. Véase Douglas Bassett,

“Faces of Worldly Pride in the Book ofMormon”, Ensign, octubre de 2000, pág. 51, para leer un excelente estudio sobre este asunto.

13. Véase José Smith—Historia 1:24–25.14. Juan 20:27.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 31

“La vida es buena si vivimos paraque lo sea”. Así decía parte deun mensaje inspirador que leí

hace ya muchos años. Lo que ese men-saje llama “una vida buena” viene a serel resultado de la manera en la que ha-cemos las cosas, de las palabras queelegimos decir e incluso de la clase depensamientos que elegimos tener.

Nadie tiene por qué sentirse soloen el camino de la vida, puesto que atodos se nos invita a venir a Cristo y aser perfeccionados en Él. La felicidades el propósito del Evangelio y el pro-pósito de la Expiación que redime atodo el género humano.

El relato en el libro de Helamán loexpresa de un modo conciso cuando

dice: “Así vemos que el Señor es mise-ricordioso para con todos aquellosque, con la sinceridad de su corazón,quieran invocar su santo nombre.

“Sí, así vemos que la puerta del cieloestá abierta para todos, sí, para todoslos que quieran creer en el nombre deJesucristo, que es el Hijo de Dios.

“Sí, vemos que todo aquel quequiera, puede asirse a la palabra deDios, que es viva y poderosa, que...guiará al hombre de Cristo por un ca-mino estrecho y angosto...

y depositará su alma, sí, su alma in-mortal, a la diestra de Dios en el reinode los cielos...”1.

Mis amados hermanos y hermanas,tenemos que reconocer que “el que-rer” es el factor determinante que nosconducirá a asirnos a la palabra deDios y ser felices. La perseverancia enel empeño de tomar decisiones co-rrectas es lo que nos lleva a la felicidad.

La felicidad llega a nosotros comoresultado de nuestra obediencia y denuestra valentía al hacer siempre lavoluntad de Dios, incluso en las másdifíciles circunstancias. Cuando elprofeta Lehi amonestó a los habitan-tes de Jerusalén, éstos se burlaron deél, y, como habían hecho contra losdemás profetas de la antigüedad, tam-bién procuraron quitarle la vida. Citoal profeta Nefi: “yo... os mostraré quelas entrañables misericordias del

Señor se extienden sobre todos aque-llos que, a causa de su fe, él ha escogi-do, para fortalecerlos, sí, hasta tenerel poder de librarse”2.

Cuando yo servía de misionero enel norte de México, unos pocos díasdespués del servicio bautismal de lafamilia Valdez, recibimos una llamadatelefónica del hermano Valdez, quenos pidió que fuésemos a su casa,porque tenía que hacernos una pre-gunta importante. Debido a que yaconocía la voluntad del Señor con res-pecto a la Palabra de Sabiduría y auncuando le resultaría difícil hallar unnuevo empleo, se preguntaba si debíaseguir trabajando para la empresa ci-garrera en la que había trabajado des-de hacía muchos años. Tan sólo unosdías después, el hermano Valdez vol-vió a pedirnos que fuéramos a verlo.Había decidido dejar ese trabajo por-que no estaba dispuesto a procederen contra de sus convicciones. En se-guida, con una sonrisa y emocionado,nos dijo que el mismo día que habíadejado su antiguo empleo, otra em-presa se había puesto en contactocon él para ofrecerle un puesto mu-cho mejor.

Sí, hallamos la felicidad en mediode la prueba de nuestra fe. El Señorse nos manifiesta mediante Sus entra-ñables misericordias, las cuales halla-mos a lo largo del camino de lafelicidad y vemos con mayor claridadSu mano en nuestra vida.

La felicidad es un estado del alma.Y ese gozoso estado viene como el re-sultado del vivir con rectitud3.

Hace unos años, cuando prestabaservicio como presidente de misión,mi esposa, Evelia, presenció una con-movedora escena de la felicidad al verentrar en la capilla a una fiel familia.Aquel día, esa madre y sus dos peque-ños hijos habían caminado desde suhumilde vivienda hasta la Iglesia bajoun calor agobiador. Nunca se hubieranimaginado encontrar allí al élder Cruz,el dedicado misionero que el año ante-rior les había llevado el mensaje delEvangelio restaurado. Esa maravillosasorpresa fue un factor clave para refle-jar la gran felicidad que el Evangelio

La verdaderafelicidad: Unadecisión conscienteÉ L D E R B E N J A M Í N D E H OYO SDe los Setenta

La felicidad es un estado del alma. Y ese gozoso estado viene como el resultado del vivir con rectitud.

32

había llevado a sus vidas. Los niños co-rrieron a abrazar al élder Cruz y, mien-tras éste derramaba lágrimas deregocijo, la madre le estrechó las ma-nos entre las suyas y le agradeció contoda el alma lo que él había hecho parabendecir a su familia. Sin lugar a du-das, habían hallado esa felicidad queestá preparada y reservada para lossantos4.

El profeta José Smith dijo: “La feli-cidad es el objeto y el propósito denuestra existencia; y también será elfin de ella, si seguimos el camino quenos conduce a la felicidad; y este ca-mino es virtud, justicia, fidelidad, san-tidad y obediencia a todos losmandamientos de Dios”5.

Tras las dificultades del largo viajehacia la tierra prometida y tras treintaaños de afanarse fielmente por cum-plir los mandamientos de Dios6, el

infatigable profeta Nefi, del Libro deMormón, resumió la historia de supueblo al decir: “Y aconteció que vivi-mos de una manera feliz”7.

La felicidad se encuentra definidaen el Libro de Mormón por el profetarey Benjamín, como: “...el bendito yfeliz estado de aquellos que guardanlos mandamientos de Dios. Porque heaquí, ellos son bendecidos en todaslas cosas, tanto temporales como es-pirituales”8.

Sí, mis amados hermanos y herma-nas, la vida es buena si vivimos paraque lo sea. El creer, el desear, el decidiry el escoger correctamente son las sen-cillas acciones que definen el aumentode la felicidad y el aumento de la segu-ridad interior que trasciende esta vida.

Recordemos que el Señor mismotodavía nos llama, diciendo: “Venid amí todos los que estáis trabajados y

cargados, y yo os haré descansar”9. Séque Él vive y que llama constantemen-te a nuestra puerta. Él ha restauradoSu Iglesia y la plenitud del Evangeliopor conducto del profeta José Smith yla salida a la luz del Libro de Mormón,y hoy día, Él dirige Su Iglesia y reinopor medio de nuestro amado profeta,el presidente Gordon B. Hinckley.

Dejo con ustedes mi amor y mi hu-milde testimonio en el nombre delSeñor Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Helamán 3:27–30; cursiva agregada.2. 1 Nefi 1:20; cursiva agregada.3. Véase Guía para el Estudio de las

Escrituras, Gozo, págs. 84–85.4. Véase 2 Nefi 9:43.5. Enseñanzas del Profeta José Smith,

pág. 312.6. Véase 2 Nefi 5:10.7. 2 Nefi 5:27.8. Mosíah 2:41.9. Mateo 11:28.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 33

Hace treinta y seis años quecumplí una misión en el sudes-te de México. En esa época no

había estacas y las ciudades más gran-des de la misión sólo tenían dos ramas.Las oportunidades para estudiar eranmuy limitadas y existía mucha pobreza.Con dos o tres excepciones, todos losmisioneros eran de Estados Unidos.

Recuerdo a la gente de la rama de Nealticán. Todos los edificios del

pueblo eran de adobe, excepto la cate-dral católica y la capilla de los Santosde los Últimos Días. Me acuerdo de lapequeña casa de adobe del presidentede la rama; tenía piso de tierra, venta-nas sin vidrios y una estera que cubríala entrada; no había muebles en la ca-sa y su familia no tenía zapatos.

Pero su familia era feliz; él me dijoque habían vendido todo lo que te-nían con el fin de comprar el pasajepara ir al Templo de Mesa, donde sesellaron por esta vida y por toda laeternidad. Muchos miembros de la ra-ma habían hecho lo mismo.

Hace un mes volví a México paraprestar servicio en la Presidencia del Área México Norte. El México de hoy es muy diferente del de hace36 años. Nealticán es el centro deuna progresista estaca de Sión.México tiene doscientas estacas y unmillón de miembros de la Iglesia.Muchos de los líderes de estacas ybarrios cuentan con educación aca-démica superior y seguridad econó-mica; y miles de jóvenes mexicanosde ambos sexos están prestando

servicio en misiones de tiempo completo.

Verdaderamente, la visión que tuvo Lehi y que interpretó Nefi se está cumpliendo. “Y en aquel día elresto de los de nuestra posteridadsabrán que son de la casa de Israel, y que son el pueblo del conveniodel Señor; y entonces sabrán y llega-rán al conocimiento de sus antepasa-dos, y también al conocimiento delEvangelio de su Redentor, que élministró a sus padres. Por tanto, llegarán al conocimiento de suRedentor…”1.

Ciertamente, la gente de México yde otros países de Latinoamérica seencuentra entre los descendientes delos profetas. El Libro de Mormón essu patrimonio. Jesucristo en verdadministró a sus antepasados.

Después de Su resurrección,Jesucristo descendió del cielo, vestidocon una túnica blanca, y se puso enmedio de sus antepasados aquí, en lasAméricas. Extendió la mano y les dijo:“He aquí, yo soy Jesucristo, de quienlos profetas testificaron que vendría almundo.

“…soy la luz y la vida del mundo”2.“Alzad, pues, vuestra luz para que

brille ante el mundo. He aquí, yo soyla luz que debéis sostener en alto…”3.

El Salvador repitió ese consejo pa-ra la Iglesia de nuestra época, cuandodijo: “De cierto os digo a todos:Levantaos y brillad, para que vuestraluz sea un estandarte a las naciones”4.Jesucristo es la luz que sostenemos enalto como un estandarte a todas lasnaciones. Ofrecemos esa otra luz deJesucristo que se ha revelado en elLibro de Mormón: Otro Testamentode Jesucristo.

El presidente Hinckley nos ha encomendado que leamos o relea-mos el Libro de Mormón antes de fin de año, en conmemoración delbicentenario del nacimiento del profeta José Smith; al hacerlo, lohonramos a él, que tradujo el Librode Mormón “por el don y el poder de Dios”5.

Cuando el antiguo profeta Moroniapareció a José Smith, le dijo “que

El Libro de Mormón,instrumentopara recoger alIsrael esparcidoÉ L D E R C . S C OT T G R O WDe los Setenta

Jesucristo nos dio el Libro de Mormón como instrumentopara recoger al Israel esparcido.

34

Dios tenía una obra para [él]; y queentre todas las naciones, tribus y lenguas se tomaría [su] nombre parabien y para mal, o sea, que se iba a ha-blar bien y mal de [él] entre todo pueblo”6.

Esa profecía se ha cumplido y elnombre de José Smith se conoce y sevenera por todo el mundo, incluso enla remota población de Nealticán,México.

Hace poco, un miembro deMonterrey, México, me contó cómoel Libro de Mormón cambió su vida.Cuando era adolescente, a JesúsSantos le llamaban la atención los mi-sioneros Santos de los Últimos Díasque veía caminando por las calles.Quería hablar con ellos para pregun-tarles sobre su iglesia, pero un amigole dijo que uno tenía que esperarque ellos se le acercaran.

Muchas veces iba hasta el edificiode la Iglesia y observaba a través dela reja de hierro a los misioneros y alos jóvenes de la Mutual que juga-ban; le parecían muy sanos y quería

ser parte de ellos. Recostaba elmentón contra el cercado con la es-peranza de que lo vieran y lo invita-ran a participar de lo que hacían;pero eso nunca sucedió.

Cuando me relataba su historia,Jesús me dijo: “Es triste. Yo era unmuchacho, y podía haber cumplidouna misión de tiempo completo”.

Después, se mudó a Monterrey,México, y nueve años más tarde esta-ba visitando a un amigo del otro ladode la ciudad cuando los misionerosllamaron a la puerta. Su amigo queríadespedirlos, pero él le rogó que lespermitiera hablarles aunque fueraunos minutos; el amigo asintió.

Los misioneros les hablaron delLibro de Mormón, de cómo la familiade Lehi había viajado desde Jerusaléna América y de la visita que elJesucristo resucitado había hecho alos descendientes de aquél enAmérica.

Él quería saber más; quedó particu-larmente fascinado con la lámina querepresenta la aparición de Cristo en el

continente americano. Dio a los mi-sioneros su dirección y esperó meses,pero ellos nunca se pusieron en con-tacto con él.

Pasaron otros tres años, y un díaunos amigos invitaron a su familia auna noche de hogar y le regalaron unejemplar del Libro de Mormón.

En cuanto comenzó a leerlo, se diocuenta de que el Libro de Mormónera verdadero. Por fin, 12 años des-pués de haber sabido que existía laIglesia, él y la esposa se bautizaron.Hubo tantos años perdidos. Si los mi-sioneros le hubiesen hablado, si losjóvenes de la Mutual hubieran notadoal jovencito solitario que los observa-ba por la cerca; si los misioneros deMonterrey lo hubieran visitado en sucasa, su vida habría sido diferente du-rante esos 12 años. Felizmente, los ve-cinos que eran miembros lo invitarona una noche de hogar y le dieron a conocer ese libro que tiene tan granpoder para convertir: el Libro deMormón.

Actualmente, Jesús Santos presta

servicio como presidente del Templode Monterrey, México.

Jesucristo nos dio el Libro deMormón como instrumento para recoger al Israel esparcido. En laépoca de Su aparición en América, Él dijo al pueblo: “Y cuando sucedanestas cosas, de modo que vuestraposteridad empiece a conocerlas,entonces les será por señal, para que sepan que la obra del Padre ha empezado ya, para dar cumpli-miento al convenio que ha hecho al pueblo que es de la casa deIsrael”7.

El Libro de Mormón es su propiotestigo al pueblo de Latinoamérica y atodas las naciones. Su misma apari-ción en estos postreros días da testi-monio de que Dios ha comenzadouna vez más a recoger al Israel esparcido.

Con la imaginación, puedo ver aJesús Santos, un muchacho pobre dedieciocho años, mirar a través del cer-co de la capilla. ¿Lo pueden ver? ¿Loinvitarían ustedes, o invitarían a otroscomo él a que se una con nosotros?¿A quién conocen que respondería asu invitación de leer el Libro deMormón? ¿Invitarían a esa persona?No esperen.

Testifico que José Smith es elProfeta de la Restauración. El Libro de Mormón: Otro Testamento deJesucristo es el medio por el cual lagente de todas las naciones se congre-gará en La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días. Esta Iglesiaestá fundada sobre apóstoles y profe-tas, igual que lo estaba en días de anta-ño. El presidente Gordon B. Hinckleyes el Profeta ungido del Señor en la tie-rra hoy en día. Jesucristo es nuestroSalvador y Redentor. Ésta es Su Iglesiay Su reino. Él es nuestro rey Emanuel.Lo testifico en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. 1 Nefi 15:14; cursiva agregada.2. 3 Nefi 11:10–11.3. 3 Nefi 18:24.4. D. y C. 115:5.5. Introducción del Libro de Mormón.6. José Smith—Historia 1:33.7. 3 Nefi 21:7; cursiva agregada.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 35

Hace mucho tiempo, cuandonuestros hijos mayores teníanseis, cuatro y dos años de

edad, mi esposa y yo les hicimos uncuestionario de sorpresa. A diario, leíamos como familia el Libro deMormón.

“¿Quién era el hombre”, preguntómi esposa, “que fue al bosque a cazarpero que en vez de hacerlo oró todoel día hasta entrada la noche?”

Después de un momento de silen-cio, ella les dio una pista... “Su nom-bre empieza con E… e... e… e”.

Desde un rincón del cuarto, nues-tro hijo de dos años exclamó: “¡nós!”

Ese niño era el que jugaba en unrincón, el que pensábamos que era

demasiado pequeño para entender.¡Enós! Era Enós el que había ido a ca-zar al bosque, pero cuya alma padecíahambre. Aunque su registro no indicaque él se hallaba perdido en el bos-que, el relato de Enós nos enseña queél salió del bosque con un mejor en-tendimiento, y que después sintióuna mayor preocupación por el bie-nestar de sus hermanos.

En el Nuevo Testamento, nuestroSalvador Jesucristo nos enseña la im-portancia de ir en busca del que seencuentra perdido:

“¿Qué hombre de vosotros, tenien-do cien ovejas, si pierde una de ellas,no deja las noventa y nueve en el de-sierto, y va tras la que se perdió, hastaencontrarla?

“Y cuando la encuentra, la ponesobre sus hombros gozoso” (Lucas15:4–5).

Desde la caída de Adán, todo el gé-nero humano se encuentra en un es-tado caído y perdido. Como lamayoría de ustedes, la trayectoria demi “encuentro” comenzó con dos mi-sioneros fieles. En el año de 1913, enCopenhague, Dinamarca, los élderesC. Earl Anhder y Robert H. Sorensonenseñaron a mis abuelos el Evangeliode Jesucristo y los bautizaron. Mis pa-dres me enseñaron la importancia deltrabajo arduo, de la honradez y de laintegridad; sin embargo, en sólo una

“Si Cristo tuviera misoportunidades…”É L D E R PA U L K . S Y B R O W S KYDe los Setenta

Nuestro Salvador Jesucristo nos enseña la importancia de ir en busca del que se encuentra perdido.

36

corta generación caímos en la inactivi-dad de ir a la Iglesia y en la falta de co-nocimiento del Evangelio. Ahora, alcontemplar el pasado, recuerdo quede niño mis compañeros de juego meinvitaban a la Primaria. Mis primerasvivencias en la Iglesia las pasé conamigos de la Primaria.

Siendo apenas un jovencito, algu-nos meses antes de cumplir 12 años,un sábado por la tarde oí que llama-ban a la puerta. Varios de mis amigos,que eran diáconos, con camisa blancay corbata fueron a buscarme para ir ami primera reunión del sacerdocio.Nuestro líder caminó a mi lado al ba-jar la colina rumbo al Tabernáculo dela Manzana del Templo. Esa reuniónfue la sesión del sacerdocio de la con-ferencia general de abril.

Lloyd Bennett era mi líder del gru-po de escultismo. Los sábados por la tarde solía pasar por mí para ir a laoficina de escultismo a comprar las insignias y los materiales que necesitá-bamos. Mientras él conducía, charlá-bamos. Él llegó a ser un amigo deconfianza. Lloyd Bennett, como mu-chos otros, dio de su tiempo por unapersona perdida.

Esos maravillosos amigos y líderesentendían el reciente consejo del él-der M. Russell Ballard de “Encontrar a

uno más” (“Uno más”, Liahona, mayode 2005, pág. 69), y ellos sabían loque eso requería. A veces, se trata dela persona que está en el rincón, laque no hemos tomado en cuenta.

A los 18 años, tuve una experienciasimilar a la de Enós al arrodillarme enla barraca del cuartel del Fuerte Ord,en California. Después de que apaga-ron las luces y de haberme arrodilla-do en el piso, al igual que Enós,obtuve entendimiento. Debía serviruna misión de tiempo completo. Micorazón reboza de gratitud por tantagente que me ha ayudado a descubrirmi identidad y a conocer a Cristo y SuEvangelio. Llegué a comprender queel camino al hogar celestial es por me-dio de nuestro Salvador Jesucristo.

“Y vendrá al mundo para redimir asu pueblo; y tomará sobre sí las trans-gresiones de aquellos que crean en sunombre; y éstos son los que tendránvida eterna, y a nadie más viene la sal-vación” (Alma 11:40).

Isaías, el profeta del AntiguoTestamento, al ver nuestra época en laque el Evangelio sería restaurado ensu plenitud, declaró:

“Así dijo Jehová el Señor: He aquí,yo tenderé mi mano a las naciones, ya los pueblos levantaré mi bandera; ytraerán en brazos a tus hijos, y tus

hijas serán traídas en hombros” (Isaías 49:22).

Hermanos y hermanas, al cuidar deesa persona perdida, vemos el cum-plimiento de la profecía. ¿Pueden vercómo ustedes también han sido traí-dos en brazos y en hombros y fueronconducidos a la protección?

¿Qué haría nuestro Salvador conlas oportunidades que nosotros tene-mos de ayudar a una persona perdi-da? Al emplear ese principio, “SiCristo tuviera mis oportunidades,¿qué haría Él?”, nuestras decisionesen la vida estarán centradas enCristo.

Personalmente, yo sé que ennuestros días, nuestro querido élder Neal A. Maxwell se esforzó siemprepor encontrar a esa persona. ComoNefi, él trabajó “diligentemente paraescribir, a fin de persuadir [a todosnosotros] a creer en Cristo y a recon-ciliarse con Dios” (2 Nefi 25:23). Séque el élder Maxwell hizo más de unllamado a aquellos, e incluso a la per-sona perdida, que él procuraba traera Cristo.

Ya sea que seamos un maestro dela Primaria, un líder de los HombresJóvenes o de las Mujeres Jóvenes, un maestro Scout, un maestro orien-tador, una maestra visitante o un amigo, el Señor nos guiará, si lo escu-chamos, a buscar y a encontrar a esapersona.

Estoy tan agradecido por la deci-sión de servir una misión de tiempocompleto, la cual llegó a ser un mo-mento decisivo en mi vida. Jóvenes,ustedes tienen el privilegio de servir,sí, de trabajar con diligencia.Manténganse dignos, prepárense parapredicar el Evangelio; no demoren,¡vayan y presten servicio! Jovencitas,ustedes pueden aportar tanto paraedificar el reino. Hermanos de la ter-cera edad, ¡les necesitamos!

Mi familia tuvo el privilegio de ser-vir en Canadá con élderes, hermanasy misioneros mayores dedicados ymaravillosos. De corazón a corazón yde espíritu a espíritu, y con la fortale-za del Señor, ellos buscaban a las per-sonas perdidas y las encontraban, así

como lo hacen los misioneros dedica-dos por el mundo.

“Y así fueron instrumentos en lasmanos de Dios para llevar a muchosal conocimiento de la verdad, sí, al conocimiento de su Redentor”(Mosíah 27:36).

Cada uno de nosotros puede lo-grar un cambio en la vida de alguien,aún en la vida eterna de esa persona,pero debemos poner manos a la obra;debemos actuar; debemos trabajar di-ligentemente. Quizá hayan recibido laimpresión de invitar a alguien a regre-sar a la Iglesia, o a escuchar el mensa-je del Evangelio restaurado porprimera vez. Adelante, háganle caso aese sentimiento. ¿Por qué no invita-mos todos a alguien a venir mañana yescuchar la voz del Profeta? ¿Lo ha-rían? ¿Invitarán a alguien hoy? Con fey con un corazón dispuesto, y aúncon anhelo, debemos confiar en queel Espíritu nos dará “en la hora, sí, enel momento preciso, lo que [debe-mos] de decir (D. y C. 100:6). Yo séque eso es así.

Cuán agradecido estoy por estellamamiento de servir, una vez más,esta vez en Australia. Expreso miamor y agradecimiento eternos a mi esposa y a nuestros nueve hijos,con una mentalidad misionera, porsu amor y su apoyo. Doy solemnetestimonio de que la plenitud delEvangelio ha sido restaurada sobre la tierra, de que José Smith es un profeta de Dios, y de que el Libro deMormón es la palabra de Dios. Hoy en día somos guiados por unprofeta viviente, sí, el presidenteGordon B. Hinckley. Y sé que Dios vive y sé que Jesús es el Cristo,nuestro Salvador y Redentor. En los amorosos brazos y en los hom-bros del Pastor, Él nos lleva a casa. Al igual que Enós, permítanme decir-les con humildad: “[debo] predi-car… a este pueblo y declarar lapalabra según la verdad que está enCristo… y en ello me he regocijadomás que en lo del mundo (Enós1:26). De estas verdades doy testimo-nio, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 37

Muchos de nosotros hemos re-flexionado en cómo prepa-rarnos para las tormentas.

Hemos visto y sentido el dolor de mu-jeres, hombres y niños, de los ancia-nos y de los débiles atrapados en loshuracanes, los maremotos, las guerraso las sequías. Nuestra reacción sueleser: “¿Cómo puedo prepararme?”.

Entonces nos entran las prisas porcomprar y hacer acopio de aquelloque creemos que podríamos necesi-tar el día que nos enfrentemos conesos desastres.

Pero hay una preparación aún másimportante que debemos acometerante las pruebas que, ciertamente, to-dos vamos a tener. Esa preparacióndebe comenzar cuanto antes, pues re-quiere tiempo. Lo que necesitaremosentonces no se puede comprar ni pedir prestado, no se almacena y espreciso utilizarlo con regularidad yfrecuencia.

Lo que necesitaremos en el tiempode nuestra prueba será una prepara-ción espiritual. Para superar la pruebade la vida de la que depende todanuestra eternidad es necesario haberdesarrollado una poderosa fe enJesucristo. Esa prueba forma parte delpropósito que Dios tenía reservadopara nosotros durante la Creación.

Gracias al profeta José Smith tene-mos la descripción que el Señor hace

La preparaciónespiritual:Comiencencon tiempo y perseverenÉ L D E R H E N R Y B . E Y R I N GDel Quórum de los Doce Apóstoles

La gran prueba de esta vida es ver si daremos oídos a los mandamientos de Dios y los obedeceremos en medio de las tormentas de la vida.

38

de dicha prueba. Nuestro PadreCelestial creó el mundo con la ayudade Su Hijo Jesucristo, y éstas son laspalabras que describen el objeto de laCreación: “Descenderemos, pues hayespacio allá, y tomaremos de estosmateriales y haremos una tierra sobrela cual éstos puedan morar; y con es-to los probaremos, para ver si harántodas las cosas que el Señor su Diosles mandare”1.

La gran prueba de esta vida es versi daremos oídos a los mandamientosde Dios y los obedeceremos en me-dio de las tormentas de la vida. No setrata tanto de soportar las tormentascomo de hacer lo justo en medio deellas. La gran tragedia de la vida es nosuperar esa prueba y, por tanto, nohacernos merecedores de regresar engloria a nuestro hogar celestial.

Somos la progenie espiritual de unPadre Celestial que nos amó y enseñóantes de que naciéramos en estemundo. Nos dijo que deseaba darnostodo lo que Él tenía, pero que paraello, era preciso obtener un cuerpoterrenal y ser probados. Por causa del cuerpo, padeceríamos dolor,

enfermedades y la muerte.Quedaríamos sujetos a las tentacio-

nes mediante los deseos y las debili-dades propias del cuerpo mortal. Lassutiles y poderosas fuerzas del mal in-tentarían que cediésemos a esas ten-taciones. La vida tendría tormentas enmedio de las cuales deberíamos to-mar decisiones basándonos en la feen lo que no veríamos con el ojonatural.

Se nos prometió que tendríamos aJehová, Jesucristo, como nuestroSalvador y Redentor. Él aseguraría laresurrección de todo el género huma-no y posibilitaría que pasáramos laprueba de la vida si ejercíamos la feen Él por medio de la obediencia. Nosregocijamos todos al oír tan buenasnuevas.

En un pasaje del Libro de Mormón,otro testigo de Jesucristo, se describela dificultad de la prueba y lo que haráfalta para pasarla:

“Anímense, pues, vuestros corazo-nes, y recordad que sois libres paraobrar por vosotros mismos, para es-coger la vía de la muerte intermina-ble, o la vía de la vida eterna.

“Por tanto, mis amados hermanos,reconciliaos con la voluntad de Dios,y no con la voluntad del diablo y lacarne; y recordad, después de habe-ros reconciliado con Dios, que tan só-lo en la gracia de Dios, y por ella, soissalvos.

“Así pues, Dios os levante de lamuerte por el poder de la resurrec-ción, y también de la muerte eternapor el poder de la expiación, a fin deque seáis recibidos en el reino eternode Dios, para que lo alabéis por me-dio de la divina gracia. Amén”2.

Será necesario tener una fe inque-brantable en el Señor Jesucristo paraescoger el camino que conduce a lavida eterna. Por medio del ejerciciode esa fe, conoceremos la voluntad deDios. Al actuar movidos con esa fe de-sarrollaremos entereza para hacer lavoluntad de Dios. Y al ejercer esa feen Jesucristo resistiremos la tentacióny obtendremos el perdón por mediode la Expiación.

Será necesario haber desarrolladoy nutrido esa fe en Jesucristo muchoantes de que Satanás nos golpee, co-mo lo hará, con las dudas y apele anuestros deseos carnales, y con la vozde la mentira nos diga que lo buenoes malo y que no hay pecado. Esastormentas ya están arreciando y, hastaque el Salvador vuelva, no harán sinoempeorar.

No importa cuánta fe en Dios ten-gamos ahora, será preciso fortalecerlacontinuamente y mantenerla fresca.Eso se hace al decidir en este momen-to ser más prestos para obedecer y tener mayor determinación paraperseverar. Aprender a comenzar contiempo y perseverar son las claves dela preparación espiritual, mientrasque la postergación y la inconstanciason sus más mortíferos enemigos.

Permítanme sugerirles cuatro esce-narios en los cuales practicar una obe-diencia rápida y firme. Uno es elmandamiento de deleitarse en la pala-bra de Dios. Otro es orar siempre. Eltercero es el mandamiento de ser pa-gador de un diezmo íntegro. Y elcuarto es huir del pecado y de sus te-rribles efectos. Cada uno requiere fe

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 39

para comenzar y luego perseverar, yen conjunto podrán fortalecer su ca-pacidad para conocer y obedecer losmandamientos del Señor.

Ya contamos con la ayuda delSeñor para comenzar. En agosto, elpresidente Gordon B. Hinckley nosprometió lo siguiente si leíamos elLibro de Mormón de principio a finantes de terminar el año: “Sin reser-vas les prometo que, si cada uno deustedes sigue ese sencillo programa,sin tener en cuenta cuántas veces ha-yan leído antes el Libro de Mormón,recibirán personalmente y en su ho-gar una porción mayor del Espíritudel Señor, se fortalecerá su resoluciónde obedecer los mandamientos deDios y tendrán un testimonio másfuerte de la realidad viviente del Hijode Dios”3.

Ésa es la mismísima promesa delaumento de fe que precisamos paraestar preparados espiritualmente; pe-ro si demoramos el comienzo de laobediencia a esa invitación inspirada,el número de páginas que deberemosleer cada día será cada vez mayor. Sidejamos de leer aunque tan sólo seapor algunos días, aumentará el mar-gen para el fracaso. Por eso decidí leermás de lo que había previsto para ca-da día a fin de poder optar a las ben-diciones prometidas del espíritu deresolución y del testimonio deJesucristo. Cuando diciembre llegue a

su fin, habré aprendido a actuar encuanto reciba un mandamiento deDios y a perseverar en la obediencia.

Es más, al leer el Libro de Mormón,oraré para que el Espíritu Santo meayude a saber lo que Dios espera demí. De hecho, se nos promete que es-ta súplica tiene respuesta en el propiolibro: “Deleitaos en las palabras deCristo; porque he aquí, las palabras deCristo os dirán todas las cosas que de-béis hacer”4.

Obedeceré sin dilación lo que meindique el Espíritu Santo al leer elLibro de Mormón y meditar en él.Cuando termine el proyecto en di-ciembre, habré tenido muchas expe-riencias que habrán fortalecido mi fepara ser obediente; así se fortalecerámi fe. Y conoceré por propia expe-riencia el resultado que se obtiene al acudir a las Escrituras con tiempo y constancia para saber lo que Dios desea que yo haga y luego hacerlo. Siactuamos así, estaremos mejor prepa-rados para cuando lleguen las tor-mentas rigurosas.

Entonces podremos elegir qué hacer después del 1º de enero.Podremos escoger suspirar aliviados ydecirnos: “He almacenado una granreserva de fe al haber comenzado contiempo y perseverado en la obedien-cia. La conservaré para cuando me en-frente con las pruebas al llegar lastormentas”. Hay una manera mejor

de prepararse, porque la gran fe cadu-ca en breve si no se fortalece de conti-nuo. Podríamos optar por seguirestudiando las palabras de Cristo enlas Escrituras y las enseñanzas de losprofetas vivientes. Eso es lo que voy ahacer. Retomaré la lectura del Librode Mormón y beberé de él abundantey frecuentemente. Entonces me senti-ré agradecido por lo que habrán he-cho el reto y la promesa del profetapara enseñarme cómo tener más fe yconservarla.

La oración personal puede tambiénincrementar nuestra fe para hacer loque Dios nos mande. Se nos mandaorar siempre para no ser vencidos.Parte de la protección que vamos aprecisar consistirá en la intervencióndirecta de Dios, pero la mayor partede esa protección será el resultado deedificar nuestra fe para obedecer.Podemos orar diariamente para saberlo que Dios desea que hagamos.Podemos comprometernos a empe-zar a hacerlo de inmediato en cuantorecibamos la respuesta. Mi experien-cia me dice que Él siempre contestatales peticiones. Entonces debemoselegir obedecer. Sólo así edificaremosla fe suficiente para no ser vencidos, ytendremos la fe necesaria para regre-sar una y otra vez en busca de másinstrucción. Cuando lleguen las tor-mentas, estaremos preparados para iry hacer lo que mande el Señor.

40

El Salvador ejemplificó sobremane-ra la oración sumisa. Mientras efectua-ba la Expiación en el huerto deGetsemaní, oró para que se hiciera lavoluntad de Su Padre. Él sabía que lavoluntad de Su Padre suponía el queÉl hiciese algo tan doloroso y tan te-rrible que nosotros no podemos com-prenderlo. Oró no sólo para aceptarla voluntad del Padre, sino para hacer-la, mostrándonos así la manera deorar con una sumisión perfecta yresoluta.

El principio de ejercer fe con ante-lación y perseverancia se aplica tam-bién al mandamiento del pago deldiezmo. No conviene aguardar hastael ajuste anual de diezmos para deci-dir ser pagador de un diezmo íntegro;podemos decidirlo ahora. Lleva tiem-po aprender a controlar nuestros gas-tos con fe en que lo que tenemosprocede de Dios. Hace falta fe parapagar nuestro diezmo sin demora nipostergación.

Si decidimos ahora ser pagadoresde un diezmo íntegro y somos firmesen su pago, recibiremos bendicionesdurante todo el año y también en elmomento del ajuste anual. Al decidirahora mismo ser pagador de un diez-mo íntegro, y gracias a nuestro empe-ño constante en obedecer, nuestra fese verá fortalecida y, con el tiempo,nuestro corazón se ablandará. Es esecambio en el corazón gracias a la ex-piación de Jesucristo, más que el he-cho de entregar nuestro dinero obienes, lo que posibilita al Señor pro-meter a los pagadores de un diezmoíntegro el recibir protección en los úl-timos días5. Podremos tener confianzaen que seremos merecedores de esabendición de protección si nos com-prometemos ahora a pagar un diezmoíntegro y somos constantes al hacerlo.

Ese mismo poder de decidir contiempo ejercer la fe y ser perseveran-tes en la obediencia se aplica a obte-ner la fe indispensable para resistir latentación y recibir el perdón. El mejormomento para resistir la tentación es“anticipadamente”, mientras que elmejor momento para arrepentirse es“ahora”. El enemigo de nuestra alma

pondrá pensamientos en nuestramente para tentarnos. Decidamoscon antelación ejercer la fe para ex-pulsar los malos pensamientos antesde actuar llevados por ellos. Tambiénpodemos decidir actuar con prontitudpara arrepentirnos cuando pecamosantes de que Satanás debilite nuestrafe y nos atrape. Siempre es preferiblebuscar el perdón en el momento mis-mo a hacerlo posteriormente.

Cuando mi padre estaba postradoen el que sería su lecho de muerte, lepregunté si no creía que era el mo-mento de arrepentirse y orar supli-cando el perdón de cualquier pecadoque tuviera sin haberlo resuelto conDios. Puede que mis palabras le trans-mitieran la idea de que tal vez podríatener miedo a la muerte y al Juicio fi-nal, pero se limitó a reírse y me dijo:“Ah, no, Hal. Ya me he arrepentidopor el camino”.

El decidir ahora ejercer la fe y per-severar en la obediencia, con el tiem-po, será una fuente de gran fe ycerteza. Ésa es la preparación espiri-tual que todos necesitaremos; y conella estaremos preparados para reci-bir, en los momentos de crisis, la

promesa del Señor: “Si estáis prepara-dos, no temeréis”6.

Así será cuando nos enfrentemoscon las tormentas de la vida y con laperspectiva de la muerte. Nuestroamoroso Padre Celestial y Su HijoAmado nos han dado toda la ayudaposible para superar la prueba de lavida. Pero es indispensable decidirobedecer y luego hacerlo. Edificamosla fe para pasar las pruebas de la obe-diencia con el tiempo y por medio delas decisiones diarias. Podemos deci-dir ahora hacer sin dilación lo queDios nos pida y también podemos de-cidir ser firmes y constantes en las pe-queñas pruebas de obediencia queedifican la fe que precisamos para su-perar las grandes pruebas, que cierta-mente vendrán.

Sé que ustedes y yo somos hijos deun Padre Celestial amoroso. Sé queSu Hijo Jesucristo vive y que Él esnuestro Salvador, y que pagó el preciode todos nuestros pecados. Él resuci-tó, y Él y nuestro Padre Celestial apa-recieron al joven José Smith. Sé queel Libro de Mormón es la palabra deDios y que fue traducido por el don yel poder de Dios. También sé que éstaes la Iglesia verdadera de Jesucristo.

Sé que por medio del EspírituSanto podemos aprender lo que Diosdesea que hagamos y testifico que Élpuede darnos el poder de hacer loque nos pida, cualesquiera que seanlas pruebas que sobrevengan.

Ruego que escojamos obedecer alSeñor con prontitud, siempre, tantoen los momentos de calma como enlas tormentas. Si lo hacemos, nuestrafe se fortalecerá, hallaremos paz enesta vida y obtendremos la certeza deque nosotros y nuestras familias sere-mos merecedores de la vida eternaen el mundo venidero. Eso se lo pro-meto, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Abraham 3:24–25.2. 2 Nefi 10:23–25.3. “Un testimonio vibrante y verdadero”,

Liahona, agosto de 2005, pág. 6.4. 2 Nefi 32:3.5. Véase D. y C. 64:23.6. D. y C. 38:30.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 41

Varias Autoridades Generales yyo visitamos recientemente al-gunos centros de Luisiana,

Misisipí y Texas, donde se alojabanlas victimas asoladas y desplazadasdel huracán Katrina, mientras se esforzaban para tratar de poner susvidas en orden. Sus relatos y situa-ciones son trágicos y emotivos enmuchos respectos, pero en todo loque escuchamos, lo que más me im-presionó fue el llanto por la familia:“¿Dónde está mi madre?” “No puedoencontrar a mi hijo”. “He perdido auna hermana”. Esas personas tenían

hambre, miedo y habían perdido to-do y necesitaban alimentos, atenciónmédica y toda clase de ayuda, perolo que más deseaban y necesitabanera a su familia.

Las crisis o transiciones de cual-quier clase nos recuerdan qué es lomás importante. En la rutina de la vi-da, solemos pasar por alto a nuestrafamilia: a nuestros padres, a nuestroshijos y a nuestros hermanos. Pero entiempos de peligro, de necesidad y decambios, ¡no hay duda de que lo quemás nos importa es nuestra familia!Lo será aún más cuando salgamos deesta vida y entremos al mundo de losespíritus. Seguramente a las primeraspersonas a las que trataremos de en-contrar serán papá, mamá, cónyuge,hijos y hermanos.

Creo que se podría decir que elpropósito de la vida terrenal es “edifi-car una familia eterna”. Aquí en latierra todos nos esforzamos para for-mar parte de una gran familia, con lafacultad de crear y formar nuestrapropia porción de esa familia y ésa esuna de las razones por las que nues-tro Padre Celestial nos envió aquí. No todos encontrarán un compañeroen la tierra ni tendrán una familia, pero cada persona, sin importar las

circunstancias individuales, forma par-te de la familia valiosa de Dios.

Hermanos y hermanas, este año seconmemora el décimo aniversario dela proclamación para el mundo acercade la familia, que emitieron la PrimeraPresidencia y el Quórum de los DoceApóstoles en 1995 (véase “La Familia:Una Proclamación para el Mundo”,Liahona, octubre de 2004, pág. 49).Tanto entonces como hoy día es unllamado resonante para proteger yfortalecer a las familias, y una seria ad-vertencia en un mundo donde el de-terioro de los valores y el ordenequivocado de prioridad de las cosasamenazan destruir la sociedad al debilitar su unidad básica.

La proclamación es un documentoprofético no sólo porque lo emitieronlos profetas sino porque se adelantó asu época. Es una advertencia en con-tra de las mismas cosas que han ame-nazado y debilitado a las familiasdurante la última década, y requiereel orden de prioridad y el énfasis quelas familias necesitan si es que han desobrevivir en un ambiente que pareceser cada vez más perjudicial para elmatrimonio tradicional y los lazos en-tre padres e hijos.

El lenguaje claro y simple de laproclamación se levanta en marcadocontraste a las nociones confusas ycomplejas de una sociedad que ni si-quiera llega a un acuerdo en cuanto ala definición de la familia, y que mu-cho menos proporciona la ayuda y elapoyo que los padres y las familias ne-cesitan. Recordarán estas siguientespalabras de la proclamación:

• “…el matrimonio entre el hom-bre y la mujer es ordenado por Dios”.

• “El ser hombre o mujer es unacaracterística esencial de la identidady el propósito eternos de los seres hu-manos en la vida premortal, mortal, yeterna”.

• “El esposo y la esposa tienen lasolemne responsabilidad de amarse ycuidarse el uno al otro, y también asus hijos”.

• “Los hijos tienen el derecho denacer dentro de los lazos del matri-monio, y de ser criados por un padre

Lo másimportante es loque perduraÉ L D E R M . R U S S E L L B A L L A R DDel Quórum de los Doce Apóstoles

Como líderes suyos, hacemos un llamado a los miembros de la Iglesia de todo el mundo para que pongan a sufamilia en primer plano y busquen maneras específicas de fortalecer a su familia en particular.

42

y una madre que honran sus prome-sas matrimoniales con fidelidad completa”.

• “…la desintegración de la familiatraerá sobre el individuo, las comuni-dades y las naciones las calamidadespredichas por los profetas antiguos ymodernos”.

Las últimas palabras de la procla-mación expresan la simple verdad deque la familia es la “base fundamentalde la sociedad”.

Hoy día hago un llamado a losmiembros de la Iglesia y a padres,abuelos y parientes dedicados de to-das partes, que vivan de acuerdo conesta gran proclamación, que hagan deella un estandarte similar al “estandar-te de la libertad” del general Moroni,y que se comprometan a vivir median-te sus preceptos. Ya que todos formamos parte de una familia, la proclamación se aplica a todos.

Las encuestas de la opinión públicaindican que para las personas de todoel mundo la familia por lo generalocupa el primer lugar; sin embargo,en años recientes, la cultura popularparece pasar por alto a la familia o de-finirla incorrectamente. Considerenalgunos de los cambios de la últimadécada:

• Muchas conocidas institucionesnacionales e internacionales que so-lían apoyar y fortalecer a las familiasahora tratan de reemplazar e inclusode minar a las familias mismas a lasque supuestamente habían de servir.

• A fin de promover la “tolerancia”,la definición de la familia se ha

expandido de tal manera que resultairreconocible, hasta el grado de queuna “familia” puede ser personas decualquier género que viven juntoscon o sin obligación, ni hijos ni aten-ción a las consecuencias.

• El materialismo y el egoísmo de-senfrenados engañan a muchos, ha-ciéndoles pensar que las familias,especialmente los niños, son una car-ga y un peso económico que los atra-sará, en vez de un sagrado privilegioque les enseñará a llegar a ser más como Dios.

No obstante, la mayoría de los pa-dres del mundo siguen conociendotanto la importancia como el gozoque van unidos a las familias natura-les. Unos amigos míos que acaban deregresar de hablar a familias y a pa-dres de varios continentes me infor-maron que las esperanzas y laspreocupaciones de los padres son extraordinariamente similares por toda la tierra.

En India, una madre preocupadadijo: “Lo único que quiero es ser unainfluencia más grande en mis hijosque lo que pueden ser los medios decomunicación y los amigos”.

Y una madre budista de Malasia di-jo: “Quiero que mis hijos aprendan afuncionar en el mundo, pero no quie-ro que sean del mundo”. Los padresde todas las diversas culturas y religio-nes dicen y sienten lo mismo que no-sotros los que somos padres en laIglesia.

El mundo necesita saber lo que enseña la proclamación porque la

familia es la unidad básica de la socie-dad, de la economía, de nuestra cultu-ra y de nuestro gobierno. Y como losaben los Santos de los Últimos Días,la familia también será la unidad bási-ca en el reino celestial.

En la Iglesia, nuestra creencia en lasuprema importancia de las familiasse basa en la doctrina restaurada.Sabemos de la santidad de las familiasen ambas direcciones de nuestra exis-tencia eterna; sabemos que antes deesta vida vivimos con nuestro PadreCelestial como parte de Su familia, ysabemos que los lazos familiares per-duran más allá de la muerte.

Si vivimos y actuamos de acuerdocon este conocimiento, el mundo sesentirá atraído a nosotros. Los padresque consideren a sus familias comoalgo de suma importancia, tenderán aacercarse a la Iglesia, ya que ésta ofre-ce la estructura familiar, los valores, ladoctrina y la perspectiva eterna quebuscan y que no pueden encontrar enninguna otra parte.

Nuestra perspectiva centrada en lafamilia deberá hacer que los Santosde los Últimos Días se esfuercen porser los mejores padres del mundo;nos deberá hacer sentir un enormerespeto por nuestros hijos, quienesen verdad son nuestros hermanos es-pirituales, y nos deberá motivar a de-dicar el tiempo que sea necesariopara fortalecer a nuestras familias. Enefecto, nada está más íntimamente re-lacionado con la felicidad, tanto lanuestra como la de nuestros hijos,que la forma en que nos amemos yapoyemos unos a otros dentro de lafamilia.

El presidente Harold B. Lee hizoreferencia a la Iglesia como una “es-tructura” crucial que ayuda a edificara la persona y a la familia (véaseConference Report, octubre de 1967,pág. 107). La Iglesia es el reino deDios en la tierra, pero en el reino delos cielos, las familias serán tanto lafuente de nuestro progreso y gozoeternos como el orden de nuestroPadre Celestial. Como se nos suele re-cordar, un día se nos relevará denuestros llamamientos en la Iglesia;

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 43

pero, si somos dignos, nunca se nosrelevará de nuestra relación familiar.

Joseph F. Smith dijo: “No puedehaber felicidad genuina aparte y sepa-rada del hogar, y todo empeño que sehaga por santificar y preservar su in-fluencia ennoblece a quienes se es-fuercen y se sacrifiquen porestablecerlo. Muchas veces, el hom-bre y la mujer intentan reemplazar lavida del hogar con alguna otra clasede vida; se convencen a sí mismos deque el hogar implica restricción, quela mayor libertad consiste en unaoportunidad más amplia de hacer loque se quiera. Pero no existe felicidadsin servicio, y no hay servicio másgrande que el que convierte el hogar en una institución divina y fomenta y preserva la vida familiar”(Enseñanzas de los presidentes de laIglesia: Joseph F. Smith, pág. 410).

Y bien, alguien podría preguntar:“¿Cómo podemos proteger, preservary fortalecer nuestros hogares y nues-tras familias en un mundo que tira tan fuerte en direcciones opuestas?”.Permítanme sugerir tres cosas sencillas:

1. Sean constantes en llevar a cabola oración familiar diaria y las nochesde hogar semanales, ya que ambas in-vitan el Espíritu del Señor, el cual nosbrinda la ayuda y el poder que necesi-tamos como padres y líderes de fami-lia. Los cursos de estudio y las revistasde la Iglesia contienen muchas bue-nas ideas para la noche de hogar.Además, consideren la posibilidad deefectuar una reunión familiar de testi-monio en la que los padres y los hijospuedan expresarse unos a otros suscreencias y sentimientos en privado yen un entorno personal.

2. Enseñen en su hogar elEvangelio y los valores básicos.Cultiven juntos el amor por la lecturade las Escrituras. Muchos padres es-tán abdicando esta responsabilidad,dejándola en manos de la Iglesia.Aunque seminario, las organizacionesauxiliares y los quórumes del sacerdo-cio son importantes como comple-mento a la instrucción de los padressobre el Evangelio, la responsabilidad

primordial yace en el hogar. Si lo desean, seleccionen un tema delEvangelio o un valor familiar y des-pués busquen oportunidades para enseñarlo. Sean prudentes y no seocupen, ni ustedes ni sus hijos, entantas actividades fuera del hogar queestén demasiado ocupados para reco-nocer o sentir el Espíritu del Señorque les brinde la orientación prometi-da para ustedes y su familia.

3. Creen firmes lazos familiares queles den a sus hijos una identidad másfuerte de la que puedan encontrar ensu grupo de compañeros, en la escue-la o en cualquier otro lugar. Esto sepuede lograr mediante tradiciones fa-miliares para los cumpleaños, los díasfestivos, la hora de la cena y los do-mingos; también se puede lograr me-diante normas y reglas familiares conconsecuencias naturales y que se so-breentiendan. Establezcan un sistemafamiliar sencillo donde los hijos ten-gan labores o quehaceres domésticosespecíficos, y reciban un elogio u otrotipo de compensaciones que sea equi-tativo a la forma en que lo desempe-ñen. Enséñenles la importancia deevitar las deudas y de ganar, ahorrar y gastar con prudencia. Ayúdenles aaprender a ser responsables de supropia autosuficiencia temporal y espiritual.

En el mundo actual, en el que laagresión de Satanás contra la familia estan común, los padres deben hacer to-do lo que les sea posible por fortale-cer y defender a sus familias; pero susesfuerzos tal vez no sean suficientes.

La institución más básica de la familianecesita desesperadamente la ayuda yel apoyo de todos los parientes y delas instituciones públicas que nos ro-dean. Hermanos y hermanas, tías y tíos, abuelos, primos, todos puedensurtir una influencia poderosa en la vi-da de los hijos. Recuerden que la ex-presión de amor y de ánimo de unfamiliar muchas veces brindará la in-fluencia y la ayuda indicada a un niñoen un momento crítico.

La Iglesia misma seguirá siendo lainstitución fundamental o primordial,la estructura, por así decirlo, para edi-ficar familias firmes. Les aseguro quelos que dirigen la Iglesia sienten unagran preocupación por el bienestar delas familias de ustedes, y por esa mis-ma razón verán mayores esfuerzos pa-ra poner en primer plano lasnecesidades familiares y concentrarseen éstas. Como líderes de ustedes, ha-cemos un llamado a los miembros dela Iglesia de todo el mundo para quepongan a su familia en primer plano ybusquen maneras específicas de forta-lecer a su familia en particular.

Además, hacemos un llamado a lasinstituciones públicas para que se exa-minen a sí mismos y hagan menos delo que dañaría a las familias y más delo que las beneficiaría.

Hacemos un llamado a los mediosde difusión a ofrecer más de lo quefomente los valores tradicionales fa-miliares y que edifique y apoye a lasfamilias, y menos de lo que populari-ce la inmoralidad y el materialismo.

Hacemos un llamado a los líderes

44

Todos los que hemos recibido elSanto Sacerdocio tenemos la sa-grada obligación de bendecir a

las naciones y a las familias de la tie-rra, al proclamar el Evangelio y al invi-tar a todos a recibir las ordenanzas desalvación mediante la debida autori-dad. Muchos de nosotros hemos sidomisioneros de tiempo completo, algu-nos actualmente prestan ese mismoservicio; y hoy día todos prestamosservicio y continuaremos prestandoservicio como misioneros de toda lavida. Todos los días somos misionerostanto en nuestra familia, como ennuestras escuelas, en nuestros lugares

de trabajo y en nuestras comunida-des. Sin importar nuestra edad, expe-riencia o condición en la vida, todossomos misioneros.

La proclamación del Evangelio noes una actividad en la que participa-mos de manera periódica o temporal,y nuestra labor como misioneros cier-tamente no se limita al breve periodoque se presta en el servicio misionalde tiempo completo en nuestra ju-ventud o en los años de la madurez.Más bien, en la obligación de procla-mar el Evangelio restaurado deJesucristo están implícitos el juramen-to y el convenio del sacerdocio, elcual concertamos. La obra misional esesencialmente una responsabilidaddel sacerdocio, y todos los que posee-mos el sacerdocio somos los siervosautorizados del Señor en la tierra y so-mos misioneros en todo momento yen todo lugar, y siempre lo seremos.Nuestra identidad misma como poseedores del sacerdocio y de ladescendencia de Abraham la defineen gran parte la responsabilidad deproclamar el Evangelio.

Mi mensaje esta noche nos atañe atodos en nuestro deber del sacerdo-cio de proclamar el Evangelio. Sin em-bargo, mi propósito específico en estareunión del sacerdocio es hablar

Llegar a sermisionerosÉ L D E R D AV I D A . B E D N A RDel Quórum de los Doce Apóstoles

Ustedes y yo, hoy y siempre, debemos dar testimonio deJesucristo y declarar el mensaje de la Restauración… la obra misional es una manifestación de nuestraidentidad y de nuestro patrimonio espirituales.

SESIÓN DEL SACERDOCIO1 d e o c t u b r e d e 2 0 0 5

gubernamentales y políticos a poneren primer plano las necesidades de losniños y de los padres, y a pensar en elimpacto que la legislación y la formu-lación de normas tendrá en la familia.

Hacemos un llamado a los provee-dores de Internet y a los creadores desitios de la red a ser más responsablesen cuanto a su posible influencia, y aadoptar el objetivo consciente de pro-teger a los niños de la violencia, la por-nografía, la inmundicia y la sordidez.

Hacemos un llamado a las entida-des educativas para que enseñen valo-res universales y técnicas para lafamilia y los padres, para que apoyena los padres en su responsabilidad decriar hijos que lleguen a ser líderes defamilias en las generaciones que aúnestán por venir.

Hacemos un llamado a los miem-bros de nuestra propia Iglesia a ten-der una mano de amor a vecinos yamigos de otras religiones y a incluir-los en el uso de los muchos recursosque cuenta la Iglesia para ayudar a lasfamilias. Nuestras comunidades y ve-cindarios serán más seguros y fuertesa medida que las personas de todaslas religiones trabajen juntas parafortalecer a las familias.

Es importante recordar que todaslas unidades más grandes de la socie-dad dependen de la unidad más pe-queña y fundamental: la familia. No importa quiénes o qué seamos,cuando ayudamos a las familias nosayudamos a nosotros mismos.

Hermanos y hermanas, si sostene-mos en alto como un estandarte laproclamación para el mundo acercade la familia, y si vivimos y enseña-mos el Evangelio de Jesucristo, cum-pliremos la medida de nuestracreación aquí en la tierra; encontrare-mos paz y felicidad aquí y en el mun-do venidero. No es necesario que unhuracán u otra crisis nos recuerden loque es más importante. El Evangelioy el plan de felicidad y de salvacióndel Señor nos lo deben recordar. Lomás importante es lo que perdura, ynuestras familias son para la eterni-dad. De ello testifico en el nombre deJesucristo. Amén. ■

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 45

francamente con los jóvenes de laIglesia que se están preparando parael llamamiento de servir como misio-neros. Los principios que trataré conustedes son tanto sencillos como es-piritualmente importantes, y nos de-ben motivar a meditar, a evaluar y amejorarnos. Suplico la compañía delEspíritu Santo para mí y para ustedesa medida que juntos consideremoseste importante tema.

Una pregunta frecuenteEn las reuniones con los miembros

jóvenes de la Iglesia por el mundo,acostumbro invitar a los presentes ahacer preguntas. Una de las preguntasque los jóvenes me hacen con másfrecuencia es ésta: “¿Qué puedo hacerpara prepararme de una manera máseficaz para servir como misionero detiempo completo?”. Esa sincera pre-gunta merece una seria respuesta.

Mis queridos y jóvenes hermanos,lo más importante que pueden hacerpara prepararse para el llamamientoa servir es llegar a ser misioneros an-tes de ir a la misión. Tengan a biennotar que en mi respuesta recalquéllegar a ser en vez de ir. Permítanmeexplicar lo que quiero decir.

En el vocabulario normal de laIglesia, solemos hablar de ir a la

Iglesia, ir al templo e ir a la misión.Me atrevería a afirmar que el énfasisun tanto habitual en la palabra ir noes acertado.

La cuestión no es ir a la Iglesia; másbien, es adorar y renovar nuestrosconvenios al asistir a la Iglesia. La cues-tión no es ir al templo; más bien, es te-ner en nuestro corazón el espíritu, losconvenios y las ordenanzas de la casadel Señor. La cuestión no es ir a la mi-sión; más bien, es llegar a ser misione-ros y servir a lo largo de nuestra vidacon todo nuestro corazón, alma, men-te y fuerza. Es posible para un joven ira la misión y no llegar a ser misione-ro, y eso no es lo que el Señor requie-re ni lo que la Iglesia necesita.

Mi deseo ferviente para cada unode ustedes, jovencitos, es que simple-mente no vayan a la misión, sino quelleguen a ser misioneros mucho antesde que envíen sus papeles misionales,mucho antes de que reciban un llama-miento a servir, mucho antes de quesean apartados por su presidente deestaca, y mucho antes de que ingresenen el Centro de Capacitación Misional.

El principio de lo que debemosllegar a ser

El élder Dallin H. Oaks nos haenseñado eficazmente en cuanto al

desafío de llegar a ser algo en vez desólo hacer las cosas que se esperan ode efectuar ciertos actos.

“El apóstol Pablo enseñó que se noshan dado las enseñanzas y los maes-tros del Señor para que todos poda-mos alcanzar ‘la medida de la estaturade la plenitud de Cristo’ (Efesios4:13). Ese proceso implica más que laadquisición de conocimiento. No essiquiera suficiente para nosotros estarconvencidos de la veracidad delEvangelio; debemos actuar y pensar afin de ser convertidos por medio deél. A diferencia de las instituciones delmundo, que nos enseñan a saber al-go, el Evangelio de Jesucristo nosdesafía a llegar a ser algo...

“…No es suficiente que cualquieratan sólo actúe mecánicamente. Losmandamientos, las ordenanzas y losconvenios del Evangelio no son unalista de depósitos que tenemos quehacer en alguna cuenta celestial. ElEvangelio de Jesucristo es un planque nos muestra cómo llegar a ser loque nuestro Padre Celestial desea quelleguemos a ser” (“El desafío de loque debemos llegar a ser”, Liahona,enero de 2001, pág. 40).

Hermanos, el desafío de lo quedebemos llegar a ser tiene que ver de manera precisa y perfecta con la

46

preparación misional. Obviamente, elproceso de llegar a ser misioneros noexige que un jovencito lleve camisablanca y corbata a la escuela todos losdías o que siga las reglas misionales enlo que concierne a la hora de acostar-se y levantarse, a pesar de que la ma-yoría de los padres apoyaría esa idea.Pero pueden incrementar su deseo deservir a Dios (véase D. y C. 4:3), y pue-den empezar a pensar como piensanlos misioneros, a leer lo que leen losmisioneros, a orar como oran los mi-sioneros y a sentir lo que sienten losmisioneros. Pueden evitar las influen-cias mundanas que hacen que elEspíritu Santo se aleje, y pueden au-mentar su confianza al reconocer lossusurros espirituales y responder aellos. Línea por línea, y precepto porprecepto, un poco aquí y un poco allí,ustedes pueden gradualmente llegar aser los misioneros que desean ser ylos misioneros que el Salvador espera.

Ustedes no se transformarán de ma-nera repentina o mágica en misionerospreparados y obedientes el día que pa-sen por las puertas del Centro deCapacitación Misional. Lo que ustedeshayan llegado a ser en los días, meses yaños previos a su servicio misional eslo que serán en el CCM. De hecho, laclase de transición por la que tenganque pasar en el CCM será un indicadorconfiable del progreso que logren parallegar a ser misioneros.

Cuando entren en el CCM es natu-ral que extrañen a su familia, y muchosaspectos de su horario diario seránnuevos y difíciles, pero para el jovenque se haya preparado bien para llegara ser misionero, la adaptación básica alos rigores de la obra misional y de eseestilo de vida no le parecerán abruma-dores, agobiantes ni inoportunos. Espor eso por lo que uno de los elemen-tos clave al elevar el nivel de prepara-ción consiste en esforzarse para llegar

a ser misioneros antes de ir a la misión.Padres, ¿comprenden la función

que tienen de ayudar a su hijo a sermisionero antes de que vaya a la mi-sión? Ustedes y su esposa son muyimportantes en el proceso de que élllegue a ser misionero. Líderes del sa-cerdocio y de las organizaciones auxi-liares, ¿reconocen la responsabilidadque tienen de ayudar a los padres y atodo joven a llegar a ser misionerosantes de ir a la misión? El nivel de pre-paración también se ha elevado paralos padres y para todos los miembrosde la Iglesia. El meditar con espíritude oración en el principio de lo quedeben llegar a ser brindará la inspira-ción que se ajuste a las necesidadesespecíficas de su hijo o de los jóvenesa quienes sirvan.

La preparación que estoy descri-biendo no sólo va enfocada hacia elservicio misional de un joven de 19,20 ó 21 años de edad. Hermanos, us-tedes se están preparando para todauna vida de obra misional; como po-seedores del sacerdocio, siempre so-mos misioneros. Si verdaderamenteprogresan en el proceso de llegar aser misioneros, antes de ir a la misión,así como en el campo misional, cuan-do llegue el día en que se les relevehonorablemente como misioneros de tiempo completo, ustedes partiránde su campo de trabajo y regresarán asu familia, pero nunca dejarán deefectuar su servicio misional. Un po-seedor del sacerdocio es un misione-ro en todo momento y en todo lugar.El misionero es quien es y somosquienes somos como poseedores delsacerdocio y como la descendenciade Abraham.

La descendencia de AbrahamLos herederos de todas las prome-

sas y de los convenios que Dios hizocon Abraham se conocen como la des-cendencia de Abraham (véase Guíapara el Estudio de las Escrituras,“Abraham”, subtítulo “La descenden-cia de Abraham”, págs. 6–7). Esasbendiciones se obtienen únicamentemediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio de

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 47

Jesucristo. Hermanos, el proceso parallegar a ser misioneros está directa-mente relacionado con el conoci-miento de nuestra identidad comodescendencia de Abraham.

Abraham fue un gran profeta quedeseó la rectitud y fue obediente a to-dos los mandamientos que recibió deDios, incluso el mandato de ofreceren sacrificio a su amado hijo Isaac.Debido a su perseverancia y obedien-cia, a Abraham se le suele conocer co-mo el padre de los fieles. NuestroPadre Celestial estableció un conveniocon Abraham y su posteridad y le pro-metió grandes bendiciones:

“...por cuanto has hecho esto, y nome has rehusado tu hijo, tu único hijo;

“de cierto te bendeciré, y multipli-caré tu descendencia como las estre-llas del cielo y como la arena que estáa la orilla del mar; y tu descendenciaposeerá las puertas de sus enemigos.

“En tu simiente serán benditas to-das las naciones de la tierra, por cuan-to obedeciste a mi voz” (Génesis22:16–18).

Fue así que a Abraham se le pro-metió una gran posteridad y que lasnaciones de la tierra serían bendeci-das por medio de esa posteridad.

¿Cómo son bendecidas las nacio-nes de la tierra por medio de la des-cendencia de Abraham? La respuestaa esta importante pregunta se en-cuentra en el libro de Abraham:

“Y haré de ti [Abraham] una nacióngrande y te bendeciré sobremanera, yengrandeceré tu nombre entre todaslas naciones, y serás una bendición pa-ra tu descendencia después de ti, paraque en sus manos lleven este ministe-rio y sacerdocio a todas las naciones;

“Y las bendeciré mediante tu nom-bre; pues cuantos reciban este evan-gelio serán llamados por tu nombre; yserán considerados tu descendencia,y se levantarán y te bendecirán comopadre de ellos” (Abraham 2:9–10).

En estos versículos aprendemosque los fieles herederos de Abrahamtendrían las bendiciones del Evangeliode Jesucristo y la autoridad del sacer-docio. Por tanto, la frase “lleven esteministerio y sacerdocio a todas las

naciones” se refiere a la responsabili-dad de proclamar el Evangelio deJesucristo y de invitar a todos a recibirlas ordenanzas de salvación por mediode la debida autoridad del sacerdocio.En verdad, sobre la descendencia deAbraham descansa una gran responsa-bilidad en estos últimos días.

¿En qué forma se relacionan estaspromesas y bendiciones con nosotroshoy día? Ya sea por linaje literal o poradopción, todo hombre y jovencitoque me oiga esta noche es herederolegítimo de las promesas que Dios lehizo a Abraham. Somos la descenden-cia de Abraham. Una de las razonesfundamentales por la que recibimosuna bendición patriarcal es para ayu-darnos a comprender mejor quiénessomos en calidad de posteridad deAbraham, y a reconocer la responsabi-lidad que descansa sobre nosotros.

Mis queridos hermanos, ustedes yyo, hoy y siempre, debemos bendecira todas las personas en todas las na-ciones de la tierra. Ustedes y yo, hoy ysiempre, debemos dar testimonio deJesucristo y declarar el mensaje de laRestauración. Ustedes y yo, hoy ysiempre, debemos invitar a todos a re-cibir las ordenanzas de salvación. Laproclamación del Evangelio no es unaobligación del sacerdocio para sóloparte del tiempo; no es simplementeuna actividad en la que participamospor un corto tiempo o una asignaciónque debemos cumplir como miem-bros de La Iglesia de Jesucristo de los

Santos de los Últimos Días. Más bien,la obra misional es una manifestaciónde nuestra identidad y de nuestro pa-trimonio espirituales. Fuimos preor-denados en la existencia preterrenal ynacimos para cumplir el convenio y lapromesa que Dios le hizo a Abraham.Nos encontramos sobre la tierra eneste tiempo para magnificar el sacer-docio y para predicar el Evangelio.Eso es quienes somos, y eso es por loque estamos aquí, hoy y siempre.

Tal vez les guste la música, los de-portes o sean diestros en mecánica, yes posible que algún día trabajen enun oficio, en una profesión o en las ar-tes. Pese a lo importante que puedanser esas actividades y ocupaciones, és-tas no definen nuestra identidad. Loprimero y más importante es que so-mos seres espirituales; somos hijos deDios y la descendencia de Abraham:

“Porque quienes son fieles hastaobtener estos dos sacerdocios de loscuales he hablado, y magnifican su lla-mamiento, son santificados por elEspíritu para la renovación de suscuerpos.

“Llegan a ser los hijos de Moisés yde Aarón, y la descendencia deAbraham, y la iglesia y reino, y los ele-gidos de Dios” (D. y C. 84:33–34).

Mis queridos hermanos, mucho senos ha dado, y mucho se espera denosotros. Ruego que ustedes, jovenci-tos, comprendan mejor su identidadcomo descendientes de Abraham ylleguen a ser misioneros mucho antesde que vayan a la misión. Después deque vuelvan a sus hogares y a sus fa-milias, ruego que los ex misionerossiempre sean misioneros, y que todosnos levantemos como hombres deDios y seamos una bendición para lasnaciones de la tierra con un testimo-nio y un poder espiritual más grandesde los que jamás hayamos tenido.

Declaro mi testimonio que Jesús es el Cristo, nuestro Salvador yRedentor. ¡Sé que Él vive! Y testificoque como poseedores del sacerdociosomos Sus representantes en lamagnífica obra de proclamar SuEvangelio, hoy y siempre. En el sagra-do nombre de Jesucristo. Amén. ■

48

Entre esta vasta audiencia se en-cuentran esta noche tres invita-dos especiales, tres queridos

amigos de mi época de estudiante.Ellos hicieron el largo viaje desdeBélgica, mi país natal, tanto para cele-brar aquí el 50 aniversario de nuestragraduación de la escuela secundariacomo para asistir a esta conferencia. Aellos, a ustedes, los poseedores del sa-cerdocio, y especialmente a ustedes,los hombres jóvenes que se están pre-parando para ser misioneros, les dedi-co este mensaje, que trata acerca de labúsqueda del hombre de la verdad di-vina. Al encontrarla, se debe aplicar aeste mundo de confusión religiosa en

aumento y de decadencia moral; y sedebe convertir en el fundamento espi-ritual y personal que nos lleve a vivirde acuerdo con los principios de larectitud. Como dijo el Señor: “En rec-titud serás establecida” (3 Nefi 22:14).

¿Dónde se ha de encontrar esa ver-dad divina? Es “[oír] la voz del Señor...[oír] la voz de sus siervos... [y prestar]atención a las palabras de los profetasy apóstoles” (D. y C. 1:14). Oír y pres-tar atención. Oír es relativamente sen-cillo; pero el prestar atención a lo quehemos oído y aplicarlo constituye eldesafío incesante de nuestra vida.

Primero, oigan la voz del Señor. La comunicación que se recibe delSeñor acerca de la verdad divina y delconocimiento espiritual se halla en lasEscrituras y se llama revelación, lo queliteralmente quiere decir dar a conocero descubrir lo ignorado; se nos ha da-do “para que comprendáis y sepáis cómo adorar, y sepáis qué adoráis” (D. y C. 93:19). El élder Neal A.Maxwell dijo: “Sólo con la revelaciónpodemos efectuar la obra del Señor deacuerdo con Su voluntad, a Su propiamanera y en Su propio tiempo” (“Larevelación”, Primera Reunión Mundialde Capacitación de Líderes, enero de2003, pág. 5). “Sin revelación, todo se-ría conjeturas, tinieblas y confusión”(“Bible Dictionary”, pág. 762).

Segundo, oigan la voz de Sus sier-vos. La revelación o verdad divina seda, por medio de la voluntad delSeñor, a Sus siervos en formas y tiem-pos diferentes, y ésta también se en-cuentra en las Escrituras. “Porque nohará nada Jehová el Señor, sin que re-vele su secreto a sus siervos los profe-tas” (Amós 3:7).

Tercero, presten atención a las pala-bras de los profetas y apóstoles. Saberescuchar significa prestar atención es-pecial; es prestar oídos a quienes hansido llamados por Dios para ser testi-gos especiales y vivientes de Jesucristoen nuestra época. Eso implica que selos reconoce en esa función que cum-plen, que se responde a su invitacióna recibir una confirmación espiritualpersonal de que las enseñanzas deellos son verdaderas y de que se haráel compromiso de seguirlos.

En resumen, el Señor tiene un mo-delo para dar a conocer la verdad di-vina con profetas para guiarnos ybendecirnos a través de los desafíos yde las maldades de la vida: Oír y pres-tar atención. Nuestro fundamentopersonal y espiritual se debe cimen-tar en ese modelo si queremos disfru-tar de las bendiciones del Señor. Portanto, no es suficiente escudriñar lasEscrituras para conocer la intencióndel Señor. A eso debe seguir un actode fe, el aceptar hacer la voluntad delSeñor mediante la obediencia a Susmandamientos, antes de poder dis-frutar de las bendiciones del Señor.La confirmación espiritual y personalde este proceso, al pedir y creer querecibiremos, se convierte entoncesen la oración de nuestra vida.

En realidad, la comunicación o eloír acerca de la verdad divina se resu-me en tres palabras: revelación, mandamientos y bendiciones. Sin em-bargo, el primero oír y después pres-tar atención a la voz del Señor y deSus siervos será un desafío de todauna vida. ¿Por qué? “Porque el hom-bre natural es enemigo de Dios... y loserá para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del SantoEspíritu” (Mosíah 3:19). La prepara-ción espiritual es un requisito esencial

La búsqueda del hombre de laverdad divinaÉ L D E R C H A R L E S D I D I E RDe la Presidencia de los Setenta

El seguir el modelo del Señor de oír y de prestar atención ala verdad divina los ayudará a cimentar un fundamentoespiritual y personal, y a determinar qué llegarán a ser.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 49

para recibir una convicción personal yespiritual. El resto del versículo diceque debemos hacernos “santo[s] porla expiación de Cristo el Señor” y tam-bién volvernos “como un niño: sumi-so, manso, humilde, paciente, llenode amor y dispuesto a someterse a” lavoluntad del Señor; o sea, a Sus man-damientos. Después el Señor dice:“...cuando recibimos una bendición...es porque se obedece aquella ley so-bre la cual se basa” (D. y C. 130:21).

Comprendamos ahora ese modelopor medio de un ejemplo reciente deoír y luego prestar atención a las pala-bras de los profetas y de los apóstolesde nuestra época. Hace poco, laPrimera Presidencia hizo la invitación atodos los miembros de la Iglesia a leerel Libro de Mormón: Otro Testamentode Jesucristo antes de terminar el año.Esa exhortación finalizaba con unapromesa: “Serán bendecidos con unaporción mayor del Espíritu del Señor,se fortalecerá su resolución de obede-cer Sus mandamientos y tendrán untestimonio más firme de la realidad vi-viente del Hijo de Dios” (véase “Untestimonio vibrante y verdadero”,Liahona, agosto de 2005, pág. 6).

¿Por qué debemos obtener un testi-monio más firme de la realidad vivien-te del Hijo de Dios, tal como seencuentra en el Libro de Mormón? Enla actualidad, existe una gran confu-sión en el mundo cristiano acerca de ladoctrina de Cristo, no sólo acerca deSu naturaleza divina sino también acer-ca de Su expiación y de Su resurrec-ción, de Su Evangelio y, en particular,de los mandamientos relacionados conello. El resultado es una creencia en unCristo hecho a gusto del hombre, unCristo popular, un Cristo crucificado ysilencioso. Las creencias religiosaserróneas llevan a los comportamientosreligiosos incorrectos.

Un fundamento personal y espiri-tual puede y debe estar basado en laconfirmación personal y espiritual delEspíritu Santo acerca de la realidad vi-viente de Jesucristo, de los profetas yde las Escrituras que contienen las re-velaciones del Señor. Más específica-mente, la realidad viviente de Cristo

está asociada con la restauración deSu Evangelio y su mensaje de “queJesucristo es el Salvador del mundo,que José Smith ha sido su revelador yprofeta en estos últimos días, y que LaIglesia de Jesucristo de los Santos delos Últimos Días es el reino del Señorque de nuevo se ha establecido sobre la tierra” (Libro de Mormón,Introducción).

Esa confirmación espiritual me-diante el poder del Espíritu Santo larecibe, bajo las condiciones delSeñor, todo aquel que esté dispuestoa pedir con fe, con la creencia de querecibirá la respuesta por medio deese poder. Dicha confirmación co-mienza al escucharse la voz delSeñor, de Sus siervos, de Sus profetas

y apóstoles, y continúa al prestarseoídos a sus palabras. El conocimientoespiritual de la Restauración es unasunto de fe.

Quisiera contarles mi experienciaespiritual como converso, a modo deejemplo de ese proceso espiritual.Cuando los misioneros llegaron a casatuve el deseo de oír el mensaje de larestauración del Evangelio, motivadomás que nada por la curiosidad. Alasistir a la Iglesia, oí más conocimien-to espiritual nuevo. Era interesante yme gustaba, pero me faltaba lo esen-cial: prestar atención. Yo tenía que ci-mentar un fundamento personal yespiritual acerca de la realidad vivien-te de Cristo y de la confirmación deque José Smith era el profeta de la

Restauración. Esa confirmación sólola recibí cuando presté atención y pu-se a prueba mi naciente fe en el Librode Mormón, la evidencia palpable dela revelación moderna.

Sin embargo, el adquirir ese conoci-miento no fue suficiente; sino que tu-vo que seguirlo el cometido detransformar mi fe en la certeza de queel Libro de Mormón es verdadero, asícomo también de la veracidad de José Smith en su calidad de profeta.Nunca tuve dudas de mi fe en Cristo.Confiaba en el Señor y en Su prome-sas. La paz en mi mente, la paz interior,fue la respuesta: ¡No más preguntas! Elfundamento espiritual se estableció yentonces lo siguió el cometido en micorazón de aceptar el convenio delbautismo. Después llegó el don delEspíritu Santo para guiarme y ayudar-me a tomar las decisiones correctascon el fin de perseverar hasta el fin.Desde ese momento, supe qué hacercon mi futuro en esta vida terrenal.

Pongan a prueba la existencia de larevelación divina. Oigan la voz delSeñor: Es real; es personal; es verda-dera. El razonamiento no puede re-emplazar a la revelación. Cito delpresidente James E. Faust: “No per-mitan que sus dudas personales losaparten de la fuente divina de conoci-miento” (“Señor, ‘Creo: ayuda mi in-credulidad’ ”, Liahona, noviembre de2003, pág. 22).

Pongan a prueba y sientan los efec-tos potentes de la palabra de Dios so-bre la mente de ustedes, tal como seda mediante los siervos del Señor (véase Alma 31:5).

Pónganlas a prueba, pidan y recibancon fe, y después presten atención alas palabras de los profetas y apósto-les y “recibirán una corona de vidaeterna” (D. y C. 20:14).

En conclusión, recuerden que elseguir el modelo del Señor de oír y deprestar atención a la verdad divina losayudará a cimentar un fundamentoespiritual y personal, y a determinarqué llegarán a ser en esta vida y en lavida venidera.

En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

50

E s una sagrada responsabilidaddirigirme a ustedes en estareunión general del sacerdo-

cio. Siempre espero con ansias asistira estas reuniones del sacerdocio conmis hijos. Tengo gratos recuerdos de cuando me sentaba con ellos en nuestro centro de estaca y escu-chábamos las enseñanzas de lasAutoridades Generales. Esas reunio-nes ejercieron gran influencia en mivida cuando era un jovencito y conti-núan ejerciéndola en mi vida actual.Sé que han tenido una gran influen-cia en mis hijos y en millones de po-seedores del Sacerdocio Aarónico detodo el mundo.

Esta noche deseo dirigirme a uste-des, los poseedores del SacerdocioAarónico. Vivimos en una época mara-villosa y emocionante. La plenitud delEvangelio ha sido restaurada y se estáextendiendo por toda la tierra. Las lla-ves del sacerdocio están en la tierra ylas ordenanzas salvadoras están al al-cance de todos los que son dignos deellas. Hay millones de personas bue-nas en la tierra que se esfuerzan porhacer lo correcto en su vida, en sus fa-milias y en sus comunidades.

Este tiempo maravilloso en el quevivimos también está lleno de peli-gros. Ustedes viven en tiempos dondeles esperan muchas tentaciones y pe-ligros. Ya han estado expuestos a algu-nas de esas tentaciones y peligros.Incluso habrán visto a personas cuyasvidas han sido dañadas al sucumbir aalgunas de las iniquidades que sontan comunes en el mundo.

¿Cómo pueden ustedes, como po-seedores del Sacerdocio Aarónico, es-tar a salvo en estos tiempos difíciles afin de llevar a cabo lo que les corres-ponde en esta gran obra y encontrarla verdadera felicidad en esta vida y enla vida venidera?

No es de sorprender que al enfren-tarnos con gran iniquidad y tentacio-nes el Señor no nos deje solos paraencontrar nuestro camino. De hecho,

Las bendicionesde la conferenciageneralÉ L D E R PA U L V. J O H N S O NDe los Setenta

Decídanse ahora a dar a la conferencia general un lugarde importancia en su vida; decídanse a escuchar conatención y seguir las enseñanzas que se den.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 51

hay más que suficiente guía al alcancede cada uno de nosotros si tan sólo es-cuchamos. Ustedes han recibido eldon del Espíritu Santo para dirigirlos einspirarlos; tienen las Escrituras, a suspadres, a los líderes y a los maestrosde la Iglesia. También tienen las pala-bras de los profetas, videntes y revela-dores de nuestros días. Se dispone detanta orientación y dirección que uste-des no cometerán graves errores ensu vida a menos que a sabiendas ha-gan caso omiso de la guía que reciban.

Esta noche quisiera hacer hincapiéen una de esas fuentes de orientación:los profetas, videntes y reveladores vi-vientes a quienes hemos sostenidohoy. De hecho, me gustaría recalcaruna de las formas principales en lasque recibimos instrucciones de ellos:la conferencia general.

Las conferencias han formado partede la Iglesia desde el principio de estadispensación. La primera conferenciase llevó a cabo sólo dos meses despuésde que se organizó la Iglesia. Nos reu-nimos dos veces al año para recibir ins-trucción de las Autoridades Generalesy de los oficiales de la Iglesia. Estasconferencias están a nuestro alcance através de varios medios, tanto impre-sos como electrónicos.

A mi madre le encantaba la confe-rencia general; ella siempre encendíala radio y la televisión, y subía tanto elvolumen que era difícil encontrar unlugar en la casa donde la conferenciano se oyera. Ella quería que sus hijosescucharan los discursos y de vez encuando nos preguntaba qué recordá-bamos de los mismos. Algunas vecesyo salía con uno de mis hermanos ajugar a la pelota durante una de las se-siones del sábado. Nos llevábamosuna radio porque sabíamos que mamános haría preguntas más tarde.Jugábamos a la pelota y a veces tomá-bamos un descanso para escuchar conatención a fin de darle un informe amamá. Dudo que engañáramos a ma-má cuando daba la casualidad de quelos dos recordábamos la misma partede toda una sesión.

Ésa no es la manera correcta de es-cuchar la conferencia, por lo que ya

me he arrepentido. He aprendido aamar la conferencia general y estoy se-guro de que se debe en parte al amorque mi madre tenía por las palabras delos profetas vivientes. Recuerdo quemientras estaba en la universidad escu-ché todas las sesiones de una confe-rencia yo solo en mi apartamento. ElEspíritu Santo le testificó a mi almaque Harold B. Lee, el Presidente de laIglesia en ese entonces, era en verdadun profeta de Dios. Eso sucedió antesde irme al campo misional y me emo-cionaba dar testimonio de un profetaviviente porque había llegado a saberlopor mí mismo y, desde ese entonces,he tenido el mismo testimonio acercade cada uno de los profetas.

Mientras me encontraba en el

campo misional, la Iglesia no contabacon un sistema de satélite y el país enel que me encontraba no recibía lastransmisiones de la conferencia gene-ral. Mi madre me enviaba las cintas deaudio de las sesiones, y yo las escu-chaba una y otra vez. Aprendí a amarlas voces y las palabras de los profetasy apóstoles.

Hace poco estaba leyendo el diariode mi bisabuelo, Nathaniel Hodges,quien fue llamado a una misión enInglaterra en 1883. Relataba que vinoa Salt Lake City para ser apartado parasu misión y que asistió a la conferen-cia mientras estaba aquí. Escuchen ladescripción que hace de esa confe-rencia: “Fui a las reuniones en el gran Tabernáculo todo el día. Se

52

impartieron instrucciones maravillo-sas. Las palabras de Joseph F. Smith,de George Q. Cannon y del presiden-te John Taylor fueron particularmentemaravillosas. Oí a algunos de los resi-dentes más antiguos decir que nuncahabían asistido a una conferencia máspoderosa y espiritual”1.

Creo que los miembros de laIglesia tienen sentimientos similares aésos en cuanto a cada conferencia ge-neral. Parece que cada una es más po-derosa y espiritual que la anterior.

Para que los mensajes de la confe-rencia general cambien nuestra vida,debemos estar dispuestos a seguir elconsejo que escuchemos. El Señor leexplicó en una revelación al profetaJosé Smith: “...que al estar reunidosos instruyáis y os edifiquéis unos aotros, para que sepáis cómo... obrarde conformidad con los puntos de miley y mis mandamientos...”2. Pero elsaber “cómo obrar” no es suficiente.En el siguiente versículo, el Señor di-jo: “...os obligaréis a obrar con todasantidad ante mí”3. Esta disposición aactuar de acuerdo con lo que hemos

aprendido abre las puertas a bendi-ciones maravillosas.

Hace un año, en la sesión del sa-cerdocio, el presidente Hinckley ha-bló acerca de los peligros de lapornografía. Creo que nunca he es-cuchado una advertencia proféticamás directa para los miembros delsacerdocio. Ustedes, jovencitos queescucharon y dieron oído a sus pala-bras, ya han sido bendecidos y seránmás bendecidos de lo que ahorapuedan comprender. Su futura fami-lia cosechará grandes bendicionesdebido a su obediencia. Imaginen elimpacto que tendría en el mundo elque todo poseedor del sacerdociomantuviera la pornografía fuera desu vida como respuesta al consejodel profeta.

Cada vez que obedecemos las palabras de los profetas y apóstoles,cosechamos grandes bendiciones.Recibimos más bendiciones de lo quepodemos comprender en el momen-to y continuamos recibiendo bendi-ciones mucho después de nuestradecisión inicial de ser obedientes.

El día que la Iglesia fue organizada,José Smith recibió una revelación queincluía un importante principio paratodos los miembros de la Iglesia. Aldirigirse a la Iglesia en cuanto a JoséSmith, el Señor dijo: “...daréis oído atodas sus palabras y mandamientosque os dará... porque recibiréis su pa-labra... como si viniera de mi propiaboca”4.

Ahora escuchen las bendicionesprometidas a aquellos que dan oído:“Porque si hacéis estas cosas, las puer-tas del infierno no prevalecerán con-tra vosotros; sí, y Dios el Señordispersará los poderes de las tinieblasde ante vosotros, y hará sacudir loscielos para vuestro bien”5.

Ésas son grandes promesas quenos pueden mantener a salvo en es-tos tiempos peligrosos. Las necesita-mos, y el Señor nos las cumplirá acada uno si estamos dispuestos a seguir a los profetas, videntes y reveladores.

Decidan ahora dar a la conferenciageneral un lugar de importancia en suvida; decidan escuchar con atención y seguir las enseñanzas que se den.Escuchen o lean los discursos más deuna vez para comprender mejor elconsejo y seguirlo. Al hacer estas co-sas, las puertas del infierno no preva-lecerán contra ustedes, los poderesde las tinieblas se dispersarán delantede ustedes y se sacudirán los cielospara su bien.

Sé que nuestro Padre Celestial nosama y que tiene un plan perfecto paraSus hijos. Sé que Jesús es el Cristo yque Él vive. Testifico que el Evangeliode Jesucristo ha sido restaurado en latierra. Tenemos profetas, videntes yreveladores verdaderos en la tierraque tienen las “palabras de vida eter-na”6. De esto testifico en el nombrede Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Diario de Nathaniel Morris Hodges,

Tomo I, 8 de abril de 1883, Archivos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, manuscrito, págs.1–2.

2. D. y C. 43:8.3. D. y C. 43:9.4. D. y C. 21:4–5.5. D. y C. 21:6.6. Juan 6:68.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 53

Mis queridos hermanos del sa-cerdocio, acepten nuestroagradecimiento por todo lo

que hacen para llevar adelante la obradel Señor en el mundo entero. Deseohablar en cuanto a los oficios sagradosde aquellos líderes del sacerdocio quehan sido “llamados y escogidos”1 paraguiar la Iglesia en esta época. Éste esun año especial por lo menos por dosmotivos: Primero, este próximo di-ciembre celebraremos el bicentenariodel nacimiento del profeta José Smithy, segundo, en junio, el presidenteGordon B. Hinckley celebró 95 añosde vida. Testifico que el profeta JoséSmith fue llamado y escogido como elprimer profeta de esta dispensación yque el presidente Gordon B. Hinckleyes el profeta, vidente y revelador de es-ta Iglesia en la actualidad.

Cuando Mike Wallace entrevistó alpresidente Hinckley hace algunosaños en el programa de televisión 60Minutes, dijo: “[La gente dirá] que es-ta Iglesia la dirigen ancianos”. A esto,el presidente Hinckley respondió:“¿No es maravilloso tener a un hom-bre de madurez a la cabeza; a unhombre de criterio que no es llevadopor doquiera de todo viento de doc-trina?”2. De manera que si alguno deustedes piensa que los líderes actua-les son muy ancianos para dirigir laIglesia, el presidente Hinckley quizástenga que darles algunos otros conse-jos en cuanto a la sabiduría que se ob-tiene con la edad.

De los 102 apóstoles llamados aservir en esta dispensación, sólo trecede ellos han servido más tiempo queel presidente Hinckley. Él ha servidomás tiempo como Apóstol queBrigham Young, que el presidenteHunter, que el presidente Lee, que elpresidente Kimball y que muchosotros más. Es maravilloso tener su ins-pirada dirección. Discúlpenme al de-cir que a veces siento que estoy alborde de la muerte. A los 85 años,ocupo el tercer lugar entre lasAutoridades Generales de mayor edadque aún viven. Yo no he buscado esehonor, simplemente he seguido convida para ganármelo.

Pienso que nunca antes en la historia de la Iglesia ha habido másunidad que la que actualmente existeentre mis hermanos de la Primera

Presidencia, del Quórum de los Docey de las demás Autoridades Generalesde la Iglesia que han sido llamados yescogidos, y que actualmente dirigenla Iglesia. Creo que hay gran evidenciade esto. Los líderes actuales del reinoterrenal de Dios han disfrutado de laguía inspiradora del Salvador mástiempo que cualquier otro grupo.Somos el grupo de mayor antigüedadque haya dirigido la Iglesia.

El trato frecuente que he tenidocon algunos de esos hombres durantecasi medio siglo me faculta, a mi pare-cer, para declarar con confianza quemis hermanos de las AutoridadesGenerales, sin excepción, son hom-bres buenos, honorables y de confian-za. Conozco sus corazones; sonsiervos del Señor. Su único deseo estrabajar en sus sublimes llamamientosy edificar el reino de Dios en la tierra.Nuestras Autoridades Generales queprestan servicio en la actualidad hansido probados, examinados y son fieles. Algunos no son tan fuertes físi-camente como antes, pero sus cora-zones son tan puros, su experienciaes tan extensa, sus mentes tan perspi-caces y su sabiduría espiritual tan pro-funda que es un consuelo el sóloestar en su presencia.

Me sentí humilde y sobrecogidocuando se me llamó a ser Ayudantede los Doce Apóstoles hace 33 años.Días después, el presidente Hugh B.Brown me aconsejó que la cosa másimportante que debía hacer era estarsiempre en armonía con mis herma-nos de las Autoridades Generales. Elpresidente Brown no entró en deta-lles; sólo dijo: “Sigue a las AutoridadesGenerales”. Yo deduje que eso signifi-caba que debía seguir el consejo y ladirección del Presidente de la Iglesia,de la Primera Presidencia y delQuórum de los Doce. Eso resonabacomo algo que yo quería hacer contodo mi corazón.

Otros quizás no estén de acuerdocon ese consejo, pero es digno deconsideración. He llegado a la conclu-sión de que la guía espiritual dependeen gran parte del estar en armoníacon el Presidente de la Iglesia, la

Llamados yescogidosP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Aquellos que han sido llamados, sostenidos y apartadostienen derecho a recibir nuestro apoyo sustentador.

54

Primera Presidencia y el Quórum delos Doce, a todos los que se les sostie-ne, como lo fueron hoy, como profe-tas, videntes y reveladores. No sécómo esperamos estar en plena ar-monía con el Espíritu del Señor si noestamos en armonía con el presidentede la Iglesia y con los demás profetas,videntes y reveladores.

Cuando era diácono, mi padre nosllevó a mi hermano mayor y a mí a lareunión general del sacerdocio en elTabernáculo. Recuerdo lo emociona-do que me sentía al estar por primeravez en presencia del Profeta de Dios,el presidente Heber J. Grant, y de losdemás profetas y apóstoles. Escuchécon atención sus mensajes y atesoréen el corazón las cosas que dijeron. Através de los años sus temas se hanrepetido muchas veces, y supongoque algunos de ellos se repetirán unavez más en esta conferencia. Esos te-mas son esenciales para nuestra salva-ción y necesitamos la repetición.

Desde el principio de la historia delmundo se han escrito muchos ejem-plos de aquellos que no han estado enarmonía con los profetas. En los pri-meros días de nuestra dispensación,

algunos de los Doce, para pesar suyo,no fueron leales al profeta José Smith.Uno de ellos fue Lyman E. Johnson,un miembro del Quórum de los Doceoriginal, quien fue excomulgado porconducta indigna. Más tarde él lamen-tó su caída espiritual y dijo: “Dejaríaque me cortaran la mano derecha sipudiese volver a creer. En aquella épo-ca estaba lleno de alegría y gozo; missueños eran agradables. Al despertarpor la mañana, mi espíritu era jovial;era feliz de día y de noche, estaba lle-no de paz, gozo y agradecimiento; pe-ro ahora es oscuridad, dolor, pesar ysufrimiento extremos. Desde enton-ces no he tenido un momento feliz”3.Murió en un accidente de trineo en1856 a los 45 años de edad.

Luke S. Johnson también fue llama-do al Quórum de los Doce original en1835. Su determinación espiritual sedebilitó a causa de una especulaciónfinanciera en 1837. Al mirar atrás, él di-jo: “Mi mente se oscureció y quedé so-lo para seguir mi propio camino. Perdíel Espíritu de Dios y descuidé mi de-ber; la consecuencia de esto fue queen una conferencia que se llevó a caboen Kirtland, el 3 de septiembre de

1837... se me dio de baja en la Iglesia”.Para diciembre de 1837, él se unió alos apóstatas para denigrar en públicoa la Iglesia, y fue excomulgado porapostasía en 1838. Durante ocho añosejerció la profesión médica enKirtland. Más tarde, en 1846, él y su fa-milia volvieron a la hermandad de lossantos. Él dijo: “Me he detenido juntoal camino y me he alejado de la obradel Señor; sin embargo, mi corazónestá con este pueblo. Deseo ser partede los santos; ir con ellos al desierto ycontinuar con ellos hasta el fin”. Fuerebautizado en marzo de 1846 y viajóal Oeste con la compañía original depioneros en 1847. Murió en Salt LakeCity en 1861 a los 54 años de edad, enla plena hermandad de la Iglesia4.

Mi consejo a los miembros de laIglesia es que apoyemos al Presidentede la Iglesia, a la Primera Presidencia,al Quórum de los Doce y a las demásAutoridades Generales con todonuestro corazón y alma. Si lo hace-mos, estaremos en puerto seguro.

El presidente Brigham Young dijoque recordaba que en muchas ocasio-nes el profeta José Smith decía que“tenía que orar todo el tiempo, ejer-cer su fe, vivir su religión y magnificarsu llamamiento a fin de obtener lasmanifestaciones del Señor y mante-nerse firme en la fe”5. Todos podemosesperar que se ponga a prueba nues-tra fe. Esos desafíos podrán presentar-se de diversas maneras. Quizás no lesguste el consejo que los líderes de laIglesia les den. Ellos no buscan la po-pularidad, sino que desean ayudarnosa evitar las calamidades y las decep-ciones que se manifiestan al desobe-decer las leyes de Dios.

Además, debemos sostener y apo-yar a nuestros líderes locales, porqueellos también han sido “llamados yescogidos”. Todo miembro de estaIglesia puede recibir consejo de unobispo o presidente de rama, de unpresidente de estaca o misión, y delPresidente de la Iglesia y de sus cole-gas. Ninguno de esos hermanos soli-citó su llamamiento; ninguno esperfecto; sin embargo, son los siervosdel Señor, llamados por Él mediante

La Primera Presidencia conversa con algunos miembros del Quórum de los Doce

Apóstoles al concluir una sesión de la conferencia.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 55

los que tienen derecho a recibir ins-piración. Aquellos que han sido lla-mados, sostenidos y apartados tienenderecho a recibir nuestro apoyo sus-tentador.

He admirado y respetado a cadaobispo que he tenido. He tratado deno poner en tela de juicio su guía, yhe sentido que al sostener y seguir susconsejos he sido protegido de la “es-tratagema de hombres… [y de] las ar-timañas del error”6. Eso fue porquecada uno de esos líderes llamados yescogidos tuvo derecho a la revelacióndivina que viene con el llamamiento.La falta de respeto a los líderes ecle-siásticos ha causado que muchos pa-dezcan un debilitamiento y una caídaespirituales. Debemos ver más allá delas aparentes imperfecciones, fallas ydeficiencias de los hombres que hansido llamados a presidirnos y apoyar eloficio que poseen.

Hace muchos años, solíamos llevara cabo en nuestros barrios actividadespara recaudar fondos para pagar losservicios públicos y otras actividades ygastos locales que hoy en día se pa-gan de los fondos generales de laIglesia y del presupuesto de la unidadlocal. Solíamos tener bazares, ferias,cenas y otras actividades para recau-dar fondos. En ese entonces, tenía-mos en el barrio un obispomaravilloso, responsable y devoto.

Un miembro de un barrio vecinodescubrió que una máquina para zambullir a la gente era un medio ex-celente para recaudar fondos. Los par-ticipantes pagaban para lanzar pelotasde béisbol a un brazo mecánico. Elacertar al blanco provocaba que unmecanismo hiciera que la personaque estuviera sentada en la silla de lamáquina cayera en una pila llena deagua fría. Nuestro barrio optó por uti-lizar esa máquina y alguien sugirióque más gente pagaría para lanzar pe-lotas si el obispo estuviera dispuesto asentarse en la silla para ser zambulli-do. Nuestro obispo era comprensivo,y debido a que era responsable de re-caudar el dinero, consintió de buenagana en sentarse en la silla. Al pocorato, alguien empezó a comprar

pelotas y a lanzarlas al blanco. Variosacertaron y el obispo quedó empapa-do. Después de media hora de esa ac-tividad, él comenzó a tiritar.

Si bien la mayoría de las personaspensaron que había sido muy diverti-do, mi padre se sintió muy ofendidopor motivo de que el oficio de obispose hubiese degradado de esa forma, eincluso que se le hubiese expuesto alridículo o aun al desprecio. Aunque eldinero que se recaudaba era para unabuena causa, todavía recuerdo sentir-me avergonzado porque algunos denuestros miembros no demostraronmás respeto tanto por el oficio comopor el hombre que día y noche nosservía tan bien como nuestro buenpastor. Como poseedores del sacer-docio de Dios, debemos dar el ejem-plo a nuestras familias, a nuestrosamigos y a nuestros colegas de soste-ner a los líderes de la Iglesia.

Las Santas Escrituras, al igual quelas Autoridades Generales y locales dela Iglesia, proporcionan una red pro-tectora de consejo y de guía para laspersonas de la Iglesia. Por ejemplo,durante toda mi vida, las AutoridadesGenerales han instado a nuestrosmiembros, desde éste y de otros púl-pitos, a vivir de acuerdo con nuestrosingresos, a abstenernos de las deudasy a ahorrar un poco para situacionesdifíciles, puesto que siempre las ha-brá. He vivido tiempos de gran dificul-tad económica como lo fue la Gran

Depresión de los Estados Unidos y laSegunda Guerra Mundial. Las expe-riencias que he tenido me hacen te-ner temor de no hacer lo que puedapara protegerme a mí y a mi familiade las consecuencias de dichas catás-trofes. Agradezco a las AutoridadesGenerales ese sabio consejo.

El presidente de la Iglesia no lleva-rá a los miembros de la Iglesia pormal camino. Nunca sucederá. Losconsejeros del presidente Hinckley lo apoyan sin reserva alguna, al igual que el Quórum de los Doce, los Quórumes de los Setenta y elObispado Presidente. Por consiguien-te, como he dicho, existe un amor yuna armonía especiales en los conse-jos presidentes de la Iglesia por nues-tro presidente y entre nosotros.

El sacerdocio de Dios es un escu-do; es un escudo contra las maldadesdel mundo. Ese escudo se debe con-servar limpio, ya que, de lo contrario,la visión de nuestro objetivo y de lospeligros que nos rodean será limitada.El agente purificador es la rectitudpersonal, pero no todos pagarán elprecio para mantener su escudo lim-pio. El Señor dijo: “Porque muchosson llamados, y pocos escogidos”7.Somos llamados cuando se imponenmanos sobre nuestra cabeza y se nosconfiere el sacerdocio, pero no somosescogidos sino hasta que le demostre-mos a Dios nuestra rectitud, nuestrafidelidad y nuestra dedicación.

Hermanos, esta obra es verdadera.José Smith vio al Padre y al Hijo, y oyóy siguió Sus instrucciones. Ése fue elinicio de esta gran obra, la responsabi-lidad de la cual descansa ahora sobrenosotros. Doy solemne testimonio de su divinidad, en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. D. y C. 55:1.2. Discourses of President Gordon B.

Hinckley, 1995–1999 (2005), Tomo I, pág.509.

3. Citado en Brigham Young, Deseret News,15 de agosto de 1877, pág. 484.

4. Véase de Susan Easton Black, Who’s Who inthe Doctrine & Covenants, págs. 188–189.

5. Véase Enseñanzas de los Presidentes de laIglesia: Brigham Young, págs. 364–365.

6. Efesios 4:14.7. Mateo 22:14

56

Hermanos del sacerdocio con-gregados en este Centro deConferencias y alrededor del

mundo, me siento humilde por la res-ponsabilidad de dirigirles unas pala-bras, y ruego que el Espíritu del Señorme acompañe al hacerlo.

Sé que nuestra audiencia abarcadesde el diácono recién ordenadohasta el sumo sacerdote de másedad. Para cada uno, la restauracióndel Sacerdocio Aarónico a José Smithy a Oliver Cowdery de manos deJuan el Bautista, y del Sacerdocio deMelquisedec de manos de Pedro,Santiago y Juan son acontecimientossagrados y preciados.

A ustedes, los diáconos, quiero de-cirles que recuerdo cuando a mí meordenaron diácono. Nuestro obispado

recalcó la responsabilidad sagrada queteníamos de repartir la Santa Cena. Sehizo hincapié en que debíamos vestirbien, tener un porte digno y ser lim-pios “por dentro y por fuera”. Cuandonos enseñaron el procedimiento pararepartir la Santa Cena, nos dijeron quedebíamos ayudar a Louis McDonald,un hermano de nuestro barrio que es-taba paralizado, para que él pudieratener la oportunidad de participar delos sagrados emblemas.

Recuerdo muy bien mi asignaciónde repartir la Santa Cena a la fila delhermano McDonald. Estaba temerosoe indeciso al acercarme a ese herma-no tan maravilloso, pero luego vi susonrisa y la entusiasta expresión degratitud que indicaba su deseo de par-ticipar. Con la bandeja en la mano iz-quierda, tomé un pequeño trozo depan y se lo puse en los labios, y des-pués le serví el agua de la misma ma-nera. Sentí que estaba en tierra santa,y así era. El privilegio de servirle laSanta Cena al hermano McDonald nosinspiró a ser mejores diáconos.

Hace apenas dos meses, el 31 de ju-lio, estuve en el Fuerte A. P. Hill, enVirginia, donde asistí a una reuniónsacramental durante el CongresoNacional de los Scout. Estaba allí parahablarles a 5.000 jóvenes Santos de losÚltimos Días y a sus líderes que habíanpasado la semana anterior participan-do en las actividades del Congreso.Estaban sentados reverentemente en

un anfiteatro tan impresionante comoel coro de 400 voces del SacerdocioAarónico, que cantó:

Un niño mormón, un niñomormón,

yo soy un niño mormón.La envidia de un rey puedo serporque soy un niño mormón1.

Oficiaron 65 presbíteros para bendecir la Santa Cena en muchasmesas sacramentales largas que sehabían colocado entre la congrega-ción. Aproximadamente 180 diáco-nos repartieron la Santa Cena. En eltiempo que habría tomado repartirlaen un barrio grande, se sirvió a todaesa gran congregación. Qué panora-ma tan inspirador vi esa mañanacuando esos jóvenes del SacerdocioAarónico participaron en esa santaordenanza.

Es importante que cada diáconosea guiado al reconocimiento espiri-tual de la naturaleza sagrada de su lla-mamiento. En un barrio se enseñócon eficacia esta lección en lo que ata-ñe a la colecta de ofrendas de ayuno.

En el día de ayuno, los miembrosdel barrio recibían la visita de los diá-conos y los maestros a fin de que cadafamilia pudiera hacer una aportación.Los diáconos estaban un tanto des-contentos por tener que levantarsemás temprano que de costumbre paracumplir esa asignación.

El obispado recibió la inspiraciónde llevar un autobús lleno de diáco-nos y maestros a la Manzana deBienestar. Allí vieron a niños necesi-tados que recibían zapatos nuevos,así como otros artículos de ropa; vie-ron canastos vacíos que se llenabancon comestibles, y que no se hacíantransacciones de dinero. Se expresóun breve comentario: “Jóvenes, estoes lo que proporciona el dinero queustedes colectan durante el día deayuno: alimentos, ropa y refugio paralos necesitados”. Los jóvenes delSacerdocio Aarónico sonrieron unpoco más, efectuaron sus deberescon más diligencia y sirvieron conuna mente más dispuesta en el

Cumple tu deber:Eso es lo mejorP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

El sacerdocio no es tanto un don sino el mandato de servir, el privilegio de elevar y la oportunidad de bendecir la vida de los demás.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 57

cumplimiento de sus asignaciones.Ahora, en lo referente a los maes-

tros y los presbíteros, cada uno de us-tedes debe ser compañero deorientación familiar de un poseedordel Sacerdocio de Melquisedec. Quégran oportunidad para prepararse pa-ra la misión. Qué gran privilegio elaprender la disciplina del deber. Unjovencito automáticamente dejará depensar en sí mismo cuando se le asig-ne “velar” por los demás2.

El presidente David O. Mckay dijo:“La orientación familiar es una denuestras oportunidades más urgen-tes y compensadoras para criar, ins-pirar, aconsejar y guiar a los hijos denuestro Padre... Es un servicio divi-no, un llamamiento divino. Comomaestros orientadores, es nuestrodeber llevar el espíritu divino a cadahogar y corazón”3.

La orientación familiar contestamuchas oraciones y nos permite vermilagros en acción.

Al pensar en la orientación familiar,me acuerdo de un hombre llamadoJohann Denndorfer, de Debrecen,Hungría. Se había convertido a laIglesia años atrás en Alemania, y enaquel entonces, después de la Segun-da Guerra Mundial, prácticamente era un prisionero en su tierra natal.Cuánto añoraba tener contacto con laIglesia. Entonces recibió la visita de susmaestros orientadores. El hermanoWalter Krause y su compañero fuerondesde el nordeste de Alemania hastaHungría para cumplir con su asigna-ción de orientación familiar. Antes departir de sus hogares en Alemania, elhermano Krause le dijo a su compañe-ro: “¿Le gustaría ir conmigo esta sema-na a hacer la orientación familiar?”.

“¿Cuándo salimos?”, le preguntó sucompañero.

“Mañana”, le contestó el hermanoKrause.

“¿Y cuándo regresaremos?”, le pre-guntó el compañero.

Sin titubear, el hermano Krause di-jo: “En una semana”.

Y fueron a visitar al hermanoDenndorfer y a otros. Al hermanoDenndorfer no lo habían visitado sus

maestros orientadores desde antes dela guerra, de modo que se emocionóal ver a los siervos del Señor. Al reci-birlos, ni siquiera les estrechó la ma-no, sino que fue a su dormitorio ysacó de un lugar oculto los diezmosque había guardado durante años.Entregó los diezmos a los maestrosorientadores y les dijo: “Ahora puedoestrecharles la mano”.

Y ahora una palabra para los pres-bíteros del Sacerdocio Aarónico.Ustedes, jovencitos, tienen la oportu-nidad de bendecir la Santa Cena, dellevar a cabo sus deberes de la orien-tación familiar y de participar en la sa-grada ordenanza del bautismo.

Hace cincuenta y cinco años cono-cí a un muchacho, Robert Williams,que poseía el oficio de presbítero en

58

el Sacerdocio Aarónico. Siendo yo suobispo, era también el presidente desu quórum. Cuando hablaba, Roberttartamudeaba y vacilaba; no tenía nin-gún control. Tenía complejo de infe-rioridad, era tímido, tenía miedo de sí mismo y de todos los demás, y leabrumaba sobremanera su impedi-mento. Raras veces aceptaba una asig-nación; nunca se atrevía a mirar anadie a los ojos; siempre se lo veía ca-bizbajo. Mas un día, tras una serie decircunstancias poco comunes, aceptóla asignación de ejercer su responsa-bilidad de presbítero para bautizar aotra persona.

Me senté a un lado de Robert en elbautisterio del Tabernáculo de SaltLake. Sabía que él necesitaba toda laayuda posible; vestía ropa blanca y es-taba listo para la ordenanza que esta-ba a punto de efectuar. Le preguntécómo se sentía. Bajó la mirada y tarta-mudeó de manera incoherente que sesentía muy mal.

Los dos oramos fervientemente afin de que pudiera llevar a cabo suasignación. El que oficiaba dijo: “AhoraNancy Ann McArthur será bautizadapor Robert Williams, presbítero”.

Robert se alejó de mi lado, se metióen la pila, tomó a la pequeña Nancy de la mano y la ayudó a entrar en el agua que limpia la vida del ser hu-mano y proporciona un renacimiento

espiritual. Pronunció las palabras:“Nancy Ann McArthur, habiendo sidocomisionado por Jesucristo, yo te bau-tizo en el nombre del Padre, y del Hijo,y del Espíritu Santo. Amén”.

Y la bautizó. ¡No tartamudeó niuna sola vez!; ¡no titubeó!; se habíamanifestado un milagro moderno.Después Robert realizó la ordenanzabautismal para dos o tres niños másde la misma manera.

En los vestidores, me apresuré para felicitar a Robert. Esperé oírle hablar de la misma forma ininterrum-pida, pero me equivoqué. Miró haciaabajo y balbuceó una respuesta de gratitud.

Testifico que, cuando Robert actuó en virtud de la autoridad delSacerdocio Aarónico, habló con po-der, con convicción y con la ayuda de Dios.

Hace apenas dos años tuve el pri-vilegio de discursar en los serviciosfúnebres de Robert Williams y derendir homenaje a ese fiel poseedordel sacerdocio que toda la vida se es-forzó por honrar su sacerdocio.

Algunos de ustedes, jóvenes, talvez sean tímidos por naturaleza oconsideren que no están a la altura deun llamamiento. Recuerden que estaobra no es de ustedes ni mía sola-mente. Podemos alzar la mirada y pe-dir la ayuda divina.

Al igual que algunos, yo sé lo quees sentir el desaliento y la humillación.Cuando era joven, jugaba béisbol enun equipo en la escuela primaria y se-cundaria. Escogían a dos capitanes deequipo y luego ellos elegían a los quequerían que jugaran en sus equiposrespectivos. Claro que primero escogían a los mejores, luego a los si-guientes. El que lo eligieran a uno encuarto o quinto lugar no estaba mal,pero que lo eligieran por ser el únicoque quedaba y lo pusieran en la posi-ción del campo que menos afectara alequipo era realmente terrible. Yo sé,por haberlo sufrido en carne propia.

Cómo oraba para que la pelota ja-más viniera hacia donde yo estaba,pues de seguro no la podría contener,el otro equipo anotaría carrera y miscompañeros se reirían de mí.

Como si hubiera sucedido ayer, re-cuerdo el momento preciso en el quetodo cambió en mi vida. Todo comen-zó como lo he descrito: fui el últimoen ser elegido. Caminé angustiadohasta el rincón más relegado del cam-po y casi ni intervine en todo el juego.En la última entrada mi equipo gana-ba por una carrera, pero el adversarioestaba bateando y tenía jugadores enlas tres bases. Entonces dos bateado-res quedaron fuera. De pronto el ba-teador del otro equipo le pegó fuertea la pelota; le oí decir: “Será un homerun”. Fue humillante, ya que la pelotavenía en mi dirección. ¿Podría conte-nerla? Me apresuré para tomar posi-ción en el lugar donde supuse quecaería la pelota, elevé una plegaria si-lenciosa mientras corría y extendía losbrazos y ahuecaba las manos. Me sor-prendí a mí mismo, ya que ¡atrapé lapelota! Mi equipo ganó el juego.

Esta experiencia me hizo tener másconfianza en mí mismo, fortaleció mideseo de practicar e hizo que en lugarde ser el último al que eligieran fueraun gran contribuyente al equipo.

Todos podemos elevar nuestraconfianza; podemos sentirnos orgu-llosos de nuestra actuación. Hay unafórmula de cinco palabras que nospuede ayudar: Nunca nos demos por vencidos.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 59

En la película Shenandoah hay unafrase que inspira: “Si no lo intenta-mos, no lo haremos; y si no lo hace-mos, ¿para qué estamos aquí?”.

Los milagros se pueden encontraren todas partes cuando se magnificanlos llamamientos en el sacerdocio.Cuando la fe reemplaza la duda y elservicio desinteresado elimina elegoísmo, el poder de Dios hace quesus propósitos se hagan realidad. Elsacerdocio no es tanto un don sino elmandato de servir, el privilegio de ele-var y la oportunidad de bendecir la vi-da de los demás.

El llamado del deber puede venirsilenciosamente a medida que los queposeemos el sacerdocio responde-mos a las asignaciones que recibimos.El presidente George Albert Smith, lí-der modesto pero eficaz, declaró:“Vuestro deber es primeramenteaprender lo que el Señor desea y des-pués, por el poder y la fuerza delSanto Sacerdocio, magnificar vuestrollamamiento en la presencia de vues-tros semejantes para que éstos esténdispuestos a seguirnos” 4.

¿Y cómo se magnifica un llama-miento? Sencillamente llevando a ca-bo el servicio que implica. Un éldermagnifica el llamamiento de élder alaprender sus deberes y después lle-varlos a cabo. Es igual con un diáco-no, maestro, presbítero, obispo y contodos los que poseen un oficio en elsacerdocio.

Hermanos, es al hacer y no sólo al soñar que se bendicen vidas, seguía a los demás y se salvan almas.Santiago agregó: “Pero sed hacedoresde la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”5.

Ruego que todos los que estén alalcance de mi voz hagamos un esfuer-zo renovado por ser dignos de recibirla guía del Señor en nuestra vida. Haymuchos que ruegan y oran para reci-bir ayuda; están los desalentados, losque necesitan una mano de ayuda.

Hace muchos años, cuando yo ser-vía como obispo, presidí un barrionumeroso de más de mil miembros,entre ellos 87 viudas. En una ocasión,

uno de mis consejeros y yo visitamosa una viuda y a su hija adulta discapa-citada. Al salir de su apartamento,una dama que vivía del otro lado delpasillo estaba parada frente a su puer-ta y nos detuvo. Habló con acentogriego y me preguntó si yo era obis-po; le contesté que sí. Me dijo quehabía notado que yo visitaba con fre-cuencia a otras personas, y luegoagregó: “Nadie nos visita ni a mí ni ami esposo que está postrado en ca-ma. ¿Tiene tiempo para venir a visitar-nos aunque no seamos miembros desu Iglesia?”.

Al entrar a su apartamento, nota-mos que ella y su esposo escuchabanel Coro del Tabernáculo en la radio.Conversamos con ellos un rato y le di-mos una bendición al marido.

Después de esa visita inicial, los visi-taba con la frecuencia que me era posi-ble. Con el tiempo, el matrimoniorecibió a los misioneros, y la esposa,Angela Anastor, se bautizó. Tiempodespués, su esposo murió, y yo tuve elprivilegio de dirigir los servicios fúne-bres y de tomar la palabra.Posteriormente la hermana Anastor,con su conocimiento del idioma grie-go, tradujo al griego el conocido folleto“José Smith relata su propia historia”.

Hermanos, me encanta la máxima:“Cumple tu deber, eso es lo mejor. Lodemás, déjalo al Señor”.

Jóvenes, el servicio activo en elSacerdocio Aarónico los prepararápara recibir el Sacerdocio deMelquisedec, servir en misiones y casarse en el Santo Templo.

Siempre recordarán a los asesoresy a sus compañeros de los quórumesdel Sacerdocio Aarónico, y de esa ma-nera conocerán la verdad: “Dios nosha dado recuerdos a fin de que poda-mos tener rosas de junio en el diciem-bre de nuestra vida”7.

Jóvenes del Sacerdocio Aarónico,su futuro les llama; prepárense paraél. Que nuestro Padre Celestial siem-pre les guíe al hacerlo; que nos guíe atodos al esforzarnos por honrar el sa-cerdocio y por magnificar nuestros lla-mamientos, ruego humildemente enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Evan Stephens, “A Mormon Boy”, en Jack

M. Lyon and others, ed., Best-Loved Poemsof the LDS People, 1996, pág. 296.

2. Véase D. y C. 20:53.3. Priesthood Home Teaching Handbook, ed.

rev., 1967, págs. II-III; citado en“Permanece en el lugar que se te ha desig-nado”, Liahona, mayo de 2003, pág. 55.

4. En Conference Report, abril de 1942, pág. 14, citado en “El poder del sacerdo-cio”, Liahona, enero de 2000, pág. 60.

5. Santiago 1:22.6. Henry Wadsworth Longfellow, “The Legend

Beautiful”, en The Complete Poetical Worksof Longfellow, 1893, pág. 258.

7. Parafraseando a James Barrie, en Peter’sQuotations: Ideas for Our Time, comp. deLaurence J. Peter, 1977, pág. 335.

60

M is amados hermanos del sa-cerdocio, dondequiera quese encuentren en este am-

plio mundo, ¡qué grupo tan enormehan llegado a ser!, hombres y jovenci-tos de toda raza y pueblo, siendo to-dos parte de la familia de Dios.

¡Cuán sumamente valioso es eldon que nos ha dado el Señor!; nos ha otorgado una parte de lo que es Su autoridad divina, el sacer-docio eterno, el poder mediante elcual Él lleva a cabo la inmortalidad yla vida eterna del hombre. Se deduceque cuando mucho se nos ha dado,mucho se requiere de nosotros

(véase Lucas 12:48; D. y C. 82:3).Sé que no somos hombres perfec-

tos; conocemos el camino perfecto,pero no siempre actuamos de acuer-do con ese conocimiento. Pero creoque, en general, nos esforzamos; ha-cemos el esfuerzo por ser la clase dehombres que nuestro Padre deseaque seamos. Ése es un objetivo suma-mente elevado, y felicito a todos losque se estén esforzando por lograrlo.Ruego que el Señor los bendiga albuscar vivir de manera ejemplar entodo concepto.

Ahora bien, como todos sabemos,la región de los estados del Golfo deMéxico hace poco ha sufrido de ma-nera terrible a causa de la furia delviento y de las aguas. Muchos hanperdido todo lo que tenían. Los dañoshan sido astronómicos; literalmentemillones de personas han sido afecta-das. El temor y la preocupación sehan apoderado del corazón de mu-chos; se han perdido vidas.

A consecuencia de todo eso, se havisto un enorme ofrecimiento de ayu-da; los corazones se han enternecidoy se han abierto las puertas de los ho-gares. A los críticos les encanta hablaren cuanto a las fallas del cristianismo.Esas personas deberían echar un vis-tazo a lo que las Iglesias han hecho en

estas circunstancias. Los miembros de muchas religiones han logrado maravillas, y, sin quedarse atrás, entreellas ha estado nuestra propia Iglesia.Grupos numerosos de nuestros hermanos han viajado distancias considerables, llevando consigo herramientas, tiendas de campaña yradiante esperanza. Los hermanos delsacerdocio han brindado miles y milesde horas de trabajo de rehabilitación;ha habido entre tres y cuatro mil tra-bajando a la vez. Algunos de ellos seencuentran con nosotros en esta oca-sión. No nos cansamos de darles lasgracias. Por favor, sepan de nuestragratitud, de nuestro amor y de nues-tras oraciones a favor de ustedes.

Dos de nuestros Setenta de Área,el hermano John Anderson, que resi-de en Florida, y el hermano StanleyEllis, que vive en Texas, han dirigidogran parte de esa labor; pero ellos se-rían los primeros en afirmar que elmérito lo merece el gran número dehombres y de jovencitos que hanprestado ayuda. Muchos de ellos hanllevado puestas camisas que tieneninscritas estas palabras: “Manos mor-monas que ayudan”. Se han ganado elamor y el respeto de las personas a lasque han ayudado. Su colaboración nosólo ha sido para los miembros de laIglesia necesitados, sino para un grannúmero de personas cuya afiliaciónreligiosa se desconoce.

Ellos han seguido el modelo de losnefitas, tal como se encuentra regis-trado en el libro de Alma: “...no desa-tendían a ninguno que estuviesedesnudo, o que estuviese hambrien-to, o sediento, o enfermo, o que nohubiese sido nutrido; y no ponían elcorazón en las riquezas; por consi-guiente, eran generosos con todos,ora ancianos, ora jóvenes, esclavos o libres, varones o mujeres, pertene-cieran o no a la iglesia, sin hacer distinción de personas, si estaban necesitadas” (Alma 1:30).

Las hermanas y las jovencitas de laIglesia de muchas partes han llevadoa cabo una labor de enormes propor-ciones al suministrar decenas de milesde estuches de higiene personal y de

“Si estáispreparados,no temeréis”P R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Podemos vivir de tal manera que podamos suplicar al Señor Su protección y guía... No podemos esperar recibir Su ayuda si no estamos dispuestos a guardar Sus mandamientos.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 61

limpieza. La Iglesia ha proporcionadoequipo, alimentos, agua y consuelo.

Hemos aportado sumas considera-bles de dinero a la Cruz Roja y a otrasagencias; hemos hecho aportacionesde millones de dólares de las ofrendasde ayuno y de los fondos de ayudahumanitaria. A todos y a cada uno deustedes les expreso agradecimientoen nombre de sus beneficiarios, y gra-cias en nombre de la Iglesia.

Ahora bien, no digo, y repito enfá-ticamente que no digo ni insinúo quelo que ha ocurrido es un castigo delSeñor. Muchas buenas personas, en-tre ellas algunos de nuestros fielesSantos de los Últimos Días, se en-cuentran entre los que han sufrido.Habiendo aclarado esto, no dudo endecir que las calamidades y las catás-trofes no le son desconocidas a estemundo nuestro. Los que leemos lasEscrituras y creemos en ellas nos da-mos cuenta de las amonestaciones delos profetas en cuanto a las catástro-fes que se han llevado a cabo y queaún están por suceder.

Hubo el gran Diluvio, en el que lasaguas cubrieron la tierra y cuando,como dice Pedro, pocas personas, esdecir, “ocho, fueron salvadas” 1 Pedro 3:20).

Si alguien tiene alguna duda encuanto a las cosas terribles que pue-den afligir y que afligirán a la humani-dad, lea el capítulo 24 de Mateo. Entreotras cosas, el Señor dice: “Y oiréis deguerras y rumores de guerras...

“Porque se levantará nación contranación, y reino contra reino; y habrápestes, y hambres, y terremotos en di-ferentes lugares.

“Y todo esto será principio de dolores...

“Mas ¡ay de las que estén encintas,y de las que críen en aquellos días!...

“porque habrá entonces gran tribu-lación, cual no la ha habido desde elprincipio del mundo hasta ahora, ni la habrá.

“Y si aquellos días no fuesen acorta-dos, nadie sería salvo; mas por causade los escogidos, aquellos días seránacortados” (Mateo 24:6–8, 19, 21–22).

En el Libro de Mormón leemos en

cuanto a la inimaginable destrucciónque ocurrió en el hemisferio occiden-tal en el momento de la muerte delSalvador en Jerusalén. De nuevo, cito:

“Y sucedió que en el año treinta ycuatro, en el cuarto día del primermes, se desató una gran tormenta,como jamás se había conocido en toda la tierra.

“Y hubo también una grande y ho-rrenda tempestad; y hubo terriblestruenos de tal modo que sacudían to-da la tierra como si estuviera a puntode dividirse.

“Y hubo relámpagos extremada-mente resplandecientes, como nuncase habían visto en toda la tierra.

“Y se incendió la ciudad deZarahemla.

“Y se hundió la ciudad de Moronien las profundidades del mar, y sushabitantes se ahogaron.

“Y se amontonó la tierra sobre laciudad de Moroníah, de modo que enlugar de la ciudad, apareció una enor-me montaña...

“...toda la faz de la tierra fue altera-da por causa de la tempestad, y lostorbellinos, y los truenos, y los relám-pagos, y los sumamente violentostemblores de toda la tierra;

“y se rompieron las calzadas, y sedesnivelaron los caminos, y muchosterrenos llanos se hicieron escabrosos.

“Y se hundieron muchas grandes ynotables ciudades, y muchas se incen-diaron, y muchas fueron sacudidashasta que sus edificios cayeron a tie-rra, y sus habitantes murieron, y lossitios quedaron desolados” (3 Nefi8:5–10, 12–14).

¡Qué terrible catástrofe debió dehaber sido!

La Peste Negra del siglo XIV cobrómillones de vidas. Otras enfermeda-des pandémicas, como la viruela, hansido la causa de incalculable sufri-miento y muerte a través de los siglos.

En el año 79 de nuestra era, la granciudad de Pompeya fue destruidacuando el Vesubio entró en erupción.

La ciudad de Chicago fue asoladapor un incendio espantoso; los mare-motos han azotado regiones deHawai; el terremoto de San Franciscoen 1906 arrasó la ciudad y cobróaproximadamente 3.000 vidas; el hu-racán que azotó Galveston, Texas, en1900, mató a 8.000 personas; y másrecientemente, como saben, ocurrióel gigantesco maremoto en el surestede Asia, donde se perdieron miles de

62

vidas y donde aún se necesitan labo-res de socorro.

Cuán portentosas son las palabrasde la revelación que se encuentra enla Sección 88 de Doctrina y Conveniosen cuanto a las calamidades que so-brevendrían tras el testimonio de losélderes. El Señor dice:

“Porque después de vuestro testi-monio viene el testimonio de terre-motos que causarán gemidos en elcentro de la tierra, y los hombres cae-rán al suelo y no podrán permaneceren pie.

“Y también viene el testimonio dela voz de truenos, y la voz de relámpa-gos, y la voz de tempestades, y la vozde las olas del mar que se precipitanallende sus límites.

“Y todas las cosas estarán en con-moción; y de cierto, desfallecerá elcorazón de los hombres, porque el temor vendrá sobre todo pueblo” (D. y C. 88:89–91).

Qué interesantes son las descrip-ciones del maremoto y de los huraca-nes recientes en vista del lenguaje deesta revelación, que dice: “...la voz delas olas del mar que se precipitanallende sus límites”.

La crueldad del hombre para conel hombre, manifestada en conflictospasados y presentes, ha sido y siguesiendo la causa de sufrimiento indes-criptible. En Darfur, una región deSudán, han matado a decenas de mi-llares de personas, y más de un millónse han quedado sin hogar.

Todo lo que hemos experimentadoen el pasado fue predicho, y aún noha llegado el fin. Así como en el pasa-do han ocurrido calamidades, espera-mos más en el futuro. ¿Qué haremos?

Alguien ha dicho que no llovíacuando Noé construyó el arca; pero laconstruyó y empezó a llover.

El Señor ha dicho: “...si estáis pre-parados, no temeréis” (D. y C. 38:30).

La preparación fundamental tam-bién se expone en Doctrina yConvenios, donde dice: “Por tanto,permaneced en lugares santos y noseáis movidos, hasta que venga el díadel Señor...” (D. y C. 87:8).

Entonamos el himno:

Al sentir temblar la tierra,danos fuerzas y valor.Al venir tus grandes juicios,cuídanos con tu amor.(“Jehová, sé nuestro guía”, Himnos,

Nº 39.)

Podemos vivir de tal manera quepodamos suplicar al Señor Su protec-ción y guía; eso es algo primordial.No podemos esperar recibir Su ayu-da si no estamos dispuestos a guar-dar Sus mandamientos. En estaIglesia tenemos suficiente evidenciade los castigos de la desobedienciaen los ejemplos tanto de la nación ja-redita como de la nefita. Cada una deellas pasó del esplendor a la destruc-ción total debido a la iniquidad.

Sabemos, por supuesto, que la llu-via cae sobre justos e injustos (véaseMateo 5:45), pero aunque los justosmueran, no se pierden, sino que sonsalvos mediante la Expiación delRedentor. Pablo escribió a los roma-nos: “Pues si vivimos, para el Señor vi-vimos; y si morimos, para el Señormorimos” (Romanos 14:8).

Debemos prestar oídos a las

advertencias. Hemos sabido que se ex-presaron muchas de ellas en cuanto ala vulnerabilidad de Nueva Orleáns.Los sismólogos indican que el valle delLago Salado es una zona de posiblesterremotos. Ésa es la razón principalpor la que estamos llevando a cabo laextensa renovación del Tabernáculo dela Manzana del Templo. Ese histórico yextraordinario edificio se debe adecuarpara resistir el temblor de la tierra.

Hemos edificado depósitos de gra-no y almacenes que hemos abasteci-do con lo indispensable para sostenerla vida en caso de un desastre. Pero elmejor almacén es el almacén familiar.En palabras de revelación el Señor hadicho: “...organizaos; preparad todolo que fuere necesario” (D. y C.109:8).

A nuestra gente se le ha aconseja-do y alentado durante tres cuartos desiglo a hacer los preparativos necesa-rios que les asegure la supervivenciaen caso de que sobrevenga unacalamidad.

Podemos guardar en reserva agua,alimentos básicos, medicina y ropaque nos abrigue, y debemos guardarun poco de dinero para los tiemposde necesidad.

Ahora bien, lo que he dicho no espara que salgan corriendo a la tiendade comestibles o supermercado ni na-da por el estilo. Lo que digo no es na-da que no se haya dicho desde hacemucho tiempo.

Nunca perdamos de vista el sueñode Faraón en cuanto a las vacas gor-das y las flacas, las espigas llenas y lasespigas menudas, el significado de lascuales interpretó José para indicaraños de abundancia y años de escasez(véase Génesis 41:1–36).

Tengo fe, mis queridos hermanos,en que el Señor nos bendecirá, nosprotegerá y nos ayudará si somosobedientes a Su luz, a Su Evangelio ya Sus mandamientos. Él es nuestroPadre y nuestro Dios, y nosotros so-mos Sus hijos, y debemos ser en todoconcepto merecedores de Su amor yde Su interés. Ruego que lo hagamosasí, es mi humilde oración, en el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 63

Ya sea que lleguen por autobús, que

vayan a pie a la sesión del sacerdocio o

que estén reunidos como familia, a los

Santos de los Últimos Días de Samoa les

gusta estar juntos durante la conferencia

general. Más del 30 por ciento de los

habitantes de Samoa son miembros de la

Iglesia.

Arriba: Una congregación de Río de

Janeiro, Brasil, manifiesta su apoyo a los

líderes de la Iglesia durante la sesión del

sábado por la tarde. Derecha: Los

misioneros de tiempo completo de Brasil

muestran ejemplares del Libro de Mormón,

que fue el tema de varios de los discursos

de la conferencia.

Presidente Thomas S. MonsonPrimer Consejero

Presidente Gordon B. Hinckley

Dieter F. Uchtdorf David A. BednarHenry B. EyringJeffrey R. HollandRobert D. HalesRichard G. Scott

LA PRESIDENCIA DE LOS SETENTA

LA PRIMERA PRESIDENCIA

AUTORIDADES GENERALES DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

Merrill J. Bateman Neil L. Andersen Ronald A. RasbandEarl C. Tingey D. Todd Christofferson Robert C. OaksCharles Didier

Octubre de 2005

Presidente James E. FaustSegundo Consejero

EL QUÓRUM DE LOS DOCE APÓSTOLES

Boyd K. Packer L. Tom Perry Russell M. Nelson Dallin H. Oaks M. Russell Ballard Joseph B. Wirthlin

Lynn G. Robbins

Carlos H. Amado Monte J. Brough Sheldon F. Child L. Whitney Clayton Gary J. Coleman Spencer J. Condie

Quentin L. Cook Claudio R. M. Costa Benjamín De Hoyos Robert K. Dellenbach John B. Dickson David F. Evans

C. Scott Grow Bruce C. Hafen Donald L. Hallstrom Richard G. Hinckley Jay E. Jensen Marlin K. Jensen

Kenneth Johnson Paul V. Johnson W. Rolfe Kerr Yoshihiko Kikuchi Paul E. Koelliker John M. Madsen

Lynn A. Mickelsen Dennis B.Neuenschwander

Glenn L. Pace Paul B. Pieper Bruce D. Porter Carl B. Pratt

Cecil O. Samuelson Jr. Steven E. Snow Ulisses Soares

Richard C. EdgleyPrimer Consejero

H. David BurtonObispo Presidente

Keith B. McMullin Segundo Consejero

Gene R. Cook

Christoffel Golden Jr.

Richard J. Maynes

EL OBISPADO PRESIDENTE

EL PRIMER QUÓRUM DE LOS SETENTA EL SEGUNDO QUÓRUM DE LOS SETENTA

Walter F. González

Mervyn B. Arnold Douglas L. Callister Craig C. Christensen Shirley D. Christensen James M. Dunn Daryl H. Garn

D. Rex Gerratt Ronald T. Halverson Keith K. Hilbig Spencer V. Jones Won Yong Ko Gerald N. Lund

Dale E. Miller Robert F. Orton William W. Parmley Wolfgang H. Paul Wayne S. Peterson

H. Bryan Richards R. Conrad Schultz W. Douglas Shumway Lowell M. Snow Donald L. Staheli

H. Bruce Stucki Paul K. Sybrowsky William R. Walker Robert J. Whetten Richard H. Winkel

Robert S. Wood

Clate W. Mask Jr.

David R. Stone

H. Ross WorkmanFrancisco J. Viñas Lance B. Wickman W. Craig Zwick

Robert R. Steuer

66

Arriba, a la izquierda: Poseedores del

sacerdocio de la Ciudad de México es-

peran la transmisión de la conferencia

general. Arriba: A los miembros de la

Iglesia, en México, les gusta oír las se-

siones en español y ver a los discursan-

tes en la pantalla grande del centro de

reuniones.

Izquierda: En Perú, dos jovencitos de la

ciudad de Chosica llegan temprano a

la capilla, listos para oír los discursos

de la conferencia.

Abajo, a la izquierda: La familia

Johansson, de Troy, Michigan, manifies-

ta su apoyo por los líderes de la Iglesia

mientras ve la transmisión desde casa.

Abajo: En Francia, dos miembros de la

Iglesia se saludan con el acostumbrado

beso en la mejilla.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 67

Mis hermanos y hermanas, eneste año del bicentenario delnacimiento de nuestro ama-

do profeta José Smith, me gustaría ha-blar sobre él.

El 23 de diciembre de 1805, nacióJosé Smith en Sharon, Vermont, yfueron sus padres Joseph Smith, Sr.,y Lucy Mack Smith. El día de su

nacimiento, al contemplar los orgullo-sos padres a su hijo recién nacido, nose hubieran podido imaginar el pro-fundo impacto que ese niño produci-ría en el mundo. Un espíritu escogidohabía venido a morar en su taberná-culo terrenal; él ha influido en nues-tra vida y nos ha enseñado, mediantesu propio ejemplo, lecciones funda-mentales. En esta ocasión, me gusta-ría mencionarles algunas de ellas.

Cuando José tenía unos seis o sie-te años de edad, él y sus hermanos yhermanas contrajeron la fiebre tifoi-dea. Al paso que los otros se recupe-raron sin dificultades, José quedó conuna dolorosa herida en la pierna. Losmédicos, valiéndose de la mejor me-dicina con que contaban, le pusieronen tratamiento, pero la herida no sa-nó, y dijeron que, para salvar la vidadel niño, tendrían que amputarle lapierna. Felizmente, poco después, losmédicos volvieron a casa de los Smithpara hacerles saber que había un nue-vo procedimiento que podría salvarle

la pierna a José. Puesto que deseabanoperarlo de inmediato, habían lleva-do un trozo de cuerda para amarrar aJosé a la cama a fin de que no se mo-viera, debido a que no tenían nadacon qué aplacarle el dolor. Pero el pe-queño José, les dijo: “No tienen queamarrarme”.

Los médicos sugirieron que tomaraalgo de licor o de vino para que el do-lor no le resultara tan intenso. “No”,replicó el pequeño José, “si mi padrese sienta en la cama y me sostiene en-tre sus brazos, yo haré lo que sea ne-cesario”. Joseph Smith, Sr., sostuvo ensus brazos a su pequeño de seis años,y los médicos le extrajeron el trozo dehueso infectado. Aunque José quedócojo durante algún tiempo, por fin sa-nó1. Tanto a esa temprana edad comoen incontables otras ocasiones a lolargo de su vida, José Smith nos ense-ñó una lección de valor mediante elejemplo.

Antes de que José cumpliera losquince años, su familia se mudó aManchester, Nueva York. Más adelan-te, él describió el gran renacer religio-so que en aquel tiempo se manifestóen todas partes y que era de gran in-terés para casi todas las personas. Elmismo José deseó saber a qué iglesiadebía unirse. En su historia, escribió:

“...a menudo me decía a mí mis-mo... ¿Cuál de todos estos grupos tie-ne razón; o están todos en error? Siuno de ellos es verdadero, ¿cuál es, ycómo podré saberlo?

“Agobiado bajo el peso de las gravesdificultades que provocaban las con-tiendas de estos grupos religiosos, undía estaba leyendo la Epístola deSantiago, primer capítulo y quinto ver-sículo, que dice: Y si alguno de voso-tros tiene falta de sabiduría, pídala aDios, el cual da a todos abundante-mente y sin reproche, y le será dada”2.

José dijo que comprendió que ten-dría que poner a prueba lo dicho porel Señor y preguntarle directamente aÉl o exponerse a permanecer en las ti-nieblas para siempre. Temprano unamañana, se dirigió a una arboleda, ac-tualmente denominada “Sagrada”, yse arrodilló a orar, teniendo fe en que

El profeta José Smith:Maestro medianteel ejemploP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NPrimer Consejero de la Primera Presidencia

Ruego que incorporemos a nuestra propia vida los principiosdivinos que él tan bellamente enseñó —mediante elejemplo— para que vivamos en forma más completa elEvangelio de Jesucristo.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA MAÑANA2 d e o c t u b r e d e 2 0 0 5

68

Dios le daría el conocimiento que contanto fervor buscaba. Dos personajesaparecieron a José: el Padre y el Hijo,y se le dijo, en respuesta a su pregun-ta, que no debía unirse a ninguna dela iglesias, porque ninguna de ellasera verdadera. El profeta José Smithnos enseñó el principio de la fe me-diante el ejemplo. La sencilla oraciónde fe que elevó aquella mañana de laprimavera de 1820 originó esta obramaravillosa que continúa hoy en díapor todo el mundo.

Pocos días después de su oraciónen la Arboleda Sagrada, José Smith lerelató la visión que había tenido a unclérigo que conocía. Para gran sorpre-sa de su parte, éste trató su narracióncon “desprecio” y “fue la causa de unafuerte persecución, cada vez mayor”.Sin embargo, José no flaqueó.Posteriormente escribió: “Yo efectiva-mente había visto una luz, y en mediode la luz vi a dos Personajes, los cua-les en realidad me hablaron; y aunquese me odiaba y perseguía por decirque había visto una visión, no obstan-te, era cierto... Porque había visto unavisión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo

sabía; y no podía negarlo”3. A pesardel maltrato físico y mental que reci-bió de sus oponentes, el profeta JoséSmith sobrellevó las aflicciones a lolargo del resto de su vida y nunca fla-queó. Nos enseñó la honradez me-diante el ejemplo.

Después de aquella extraordinariaPrimera Visión, el profeta José no reci-bió ninguna comunicación divina du-rante tres años. No obstante, noconjeturó, no cuestionó ni dudó delSeñor, sino que esperó con paciencia.Así nos enseñó la celestial virtud de lapaciencia mediante el ejemplo.

Después de las visitas del ángelMoroni al joven José y después de ha-ber éste recibido las planchas, Josécomenzó la difícil tarea de la traduc-ción. Uno no puede menos que ima-ginar la dedicación, la devoción y eltrabajo que supuso traducir en menosde noventa días ese registro de másde quinientas páginas y que abarcabaun periodo de 2.600 años. Me gustanlas palabras con las que OliverCowdery describió el tiempo que pa-só ayudando a José en la traduccióndel Libro de Mormón: “Estos fueron

días inolvidables: ¡Estar sentado oyen-do el son de una voz dictada por lainspiración del cielo despertó la másprofunda gratitud en este pecho!”4. Elprofeta José Smith nos enseñó acercade la diligencia mediante el ejemplo.

Como sabemos, el profeta JoséSmith envió misioneros a predicar elEvangelio restaurado. Él mismo sirvióen una misión en el norte de NuevaYork y en Canadá con Sidney Rigdon;no sólo inspiraba a los demás a ofre-cerse de voluntarios para ir al campomisional, sino que también enseñó laimportancia de la obra misional me-diante el ejemplo.

Considero que una de las leccionesmás bellas que enseñó el profeta José,y también una de las más tristes, ocu-rrió poco antes de su muerte. Vio enuna visión que los santos se iban deNauvoo y se dirigían a las MontañasRocosas. Deseaba con ansia que supueblo se alejase de sus atormentado-res y fuese conducido hasta la tierraprometida que el Señor le había mos-trado. Sin duda anhelaba ir con ellos.Pero se había expedido una orden dearresto en su contra con falsas acusa-ciones. A pesar de las muchas apela-ciones que se hicieron al gobernadorFord, las acusaciones no fueron de-sestimadas. José dejó su casa, su es-posa, su familia y su pueblo, y seentregó a las autoridades civiles, sa-biendo que quizá no volvería nunca.

Éstas son las palabras que pronun-ció cuando le llevaban a Carthage:“Voy como cordero al matadero; perome siento tan sereno como una ma-ñana veraniega; mi conciencia se hallalibre de ofensas contra Dios y contratodos los hombres”5.

Fue encarcelado en la cárcel deCarthage junto con su hermanoHyrum y otros miembros de la Iglesia.El 27 de junio de 1844, José, Hyrum,John Taylor y Willard Richards se en-contraban juntos cuando varios hom-bres de un populacho enfurecidoasaltaron la cárcel, subieron corriendola escalera y comenzaron a disparar através de la puerta de la habitacióndonde ellos se hallaban. Hyrum fuemuerto y John Taylor resultó herido.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 69

El último acto de grandeza de JoséSmith aquí en la tierra fue de abnega-ción. Atravesó la habitación, probable-mente “al pensar que les salvaría lavida a sus hermanos que estaban en elcuarto si él escapaba... saltó hacia laventana y dos balas lo hirieron desde lapuerta en tanto que otra que proveníade fuera le entró en el lado derechodel pecho”6. Dio su vida y WillardRichards y John Taylor se salvaron.“Nadie tiene mayor amor que este, queuno ponga su vida por sus amigos”7. Elprofeta José Smith nos enseñó lo quees el amor mediante el ejemplo.

Mirando hacia lo sucedido, más de160 años después, aun cuando los su-cesos del 27 de junio de 1844 fuerontrágicos, nos consuela comprenderque el martirio de José Smith no fue elúltimo capítulo del relato. Aunque losque buscaron quitarle la vida pensa-ron que la Iglesia se vendría abajo sinél, su potente testimonio de la verdad,las enseñanzas que él tradujo y su de-claración del mensaje del Salvador si-guen viviendo hoy en el corazón demás de doce millones de miembrosque están por todo el mundo y que leproclaman como profeta de Dios.

El testimonio del profeta JoséSmith sigue cambiando la vida de laspersonas. Hace algunos años fui presi-dente de la Misión de Canadá. EnOntario, Canadá, dos de nuestros misioneros andaban predicando depuerta en puerta un tarde fría y nevosa. No habían tenido ningún éxi-to en ninguna parte. Uno de los élde-res tenía experiencia en la misión y elotro era nuevo.

Los dos llamaron a la puerta de lacasa de un señor llamado ElmerPollard, quien, sintiendo lástima delos dos misioneros casi congelados,los invitó a entrar. Ellos le presenta-ron su mensaje, tras lo cual le pregun-taron si se les uniría para orar; él lesdijo que sí siempre que le permitierana él ofrecerla.

La oración que ofreció dejó asom-brados a los misioneros, porque dijo:“Padre Celestial, bendice a estos dosdesafortunados y equivocados misio-neros, para que regresen a su casa y

no desperdicien el tiempo hablando ala gente de Canadá de un mensaje tanfantástico sobre el cual es tan poco loque saben”.

Cuando se pusieron de pie, el se-ñor Pollard les pidió que nunca másvolviesen a su casa, y al salir, burlona-mente les dijo: “¡No me digan que enrealidad creen que José Smith fue unprofeta de Dios!”, y les cerró la puerta.

Los misioneros no habían recorridomás que una corta distancia cuando elcompañero menor dijo tímidamenteal otro: “Élder, no le respondimos alseñor Pollard”.

El compañero mayor le dijo: “Nosha echado. Vayámonos”.

Pero el joven misionero insistió,por lo que volvieron hasta la puertadel señor Pollard. Al abrirla y verlosallí de nuevo, les dijo lleno de enojo:“¡Jóvenes, creo haberles dicho que novolviesen nunca más!”.

El compañero menor, haciendogran acopio de valor, le dijo: “SeñorPollard, cuando salimos de su casa,usted nos dijo que nosotros no cree-mos en realidad que José Smith fueun profeta de Dios. Quiero testificar-le, señor Pollard, que yo sé que JoséSmith fue un profeta de Dios, que séque él tradujo por inspiración divinalos anales sagrados que se conocencomo el Libro de Mormón y que élefectivamente vio a Dios el Padre y aJesús el Hijo”. Dicho eso, los misione-ros se retiraron.

En una reunión de testimonios, oí a ese mismo señor Pollard contarlo que le ocurrió aquel día memora-ble; dijo: “Aquella noche no me eraposible conciliar el sueño; me dabavuelta tras vuelta en la cama. Oía unay otra vez en mi mente las palabras:‘José Smith fue un profeta de Dios.Lo sé... lo sé... lo sé...’. No veía la hora de que amaneciera. Entonces llamé por teléfono a los misioneros,al número que figuraba en la tarjetaque me habían dejado y que conte-nía los Artículos de Fe. Volvieron, yesa vez, mi esposa, mi familia y yo re-cibimos las charlas como fervorosobuscadores de la verdad. Como re-sultado, todos hemos aceptado elEvangelio de Jesucristo. Estaremospor siempre agradecidos por el testimonio de la verdad que nos lle-varon esos dos valientes y humildesmisioneros”.

En la sección 135 de Doctrina yConvenios, leemos las palabras deJohn Taylor con respecto al profetaJosé: “José Smith, el Profeta y Videntedel Señor, ha hecho más por la salva-ción del hombre en este mundo, quecualquier otro que ha vivido en él, ex-ceptuando sólo a Jesús”8.

Cuánto me gustan las palabras delpresidente Brigham Young, que dijo:“Siento como que quisiera exclamar¡Aleluya! en todo momento al pensarque pude conocer a José Smith, elProfeta a quien el Señor levantó y

ordenó, y a quien entregó las llaves yel poder para edificar el Reino deDios sobre la tierra y sostenerlo”9.

A este digno homenaje a nuestroamado profeta José, añado mi propiotestimonio de que yo sé que él fue unprofeta de Dios, escogido para restau-rar el Evangelio de Jesucristo en éstos,los últimos días. Ruego que, al cele-brar el bicentenario de su nacimiento,aprendamos de su vida. Ruego que in-corporemos a nuestra propia vida losprincipios divinos que él tan bellamen-te enseñó —mediante el ejemplo—para que vivamos en forma más com-pleta el Evangelio de Jesucristo.Suplico que nuestras vidas reflejen elconocimiento que tenemos de queDios vive, de que Jesucristo es SuHijo, de que José Smith fue un profetay de que en la actualidad somos guia-dos por otro profeta de Dios, a saber,el presidente Gordon B. Hinckley.

Esta conferencia se cumplen 42años desde que fui llamado alQuórum de los Doce Apóstoles. En la primera reunión que tuve con laPrimera Presidencia y el Quórum delos Doce en el templo, el himno quecantamos y que honra a José Smith elProfeta fue uno de mis predilectos ysigue siéndolo. Termino con una es-trofa de ese himno:

Al gran Profeta rindamos honores.Fue ordenado por Cristo JesúsA restaurar la verdad a los

hombres yEntregar a los pueblos la luz10.

Testifico esta solemne verdad en elnombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase de Lucy Mack Smith, History of

Joseph Smith by His Mother, editado porScot Facer Proctor y Maurine JensenProctor, 1996, págs. 69–76.

2. José Smith—Historia 1:10, 11.3. José Smith—Historia 1:21–22, 25.4. Nota al pie de José Smith—Historia 1:71.5. D. y C. 135:4.6. History of the Church, Tomo VI, pág. 618.7. Juan 15:13.8. D. y C. 135:3.9. Enseñanzas de los Presidentes de la

Iglesia: Brigham Young, pág. 359.10. William W. Phelps, “Loor al Profeta”,

Himnos, Nº 15.

70

He vivido mucho tiempo y heobservado la forma en que lasnormas de las que debe de-

pender la civilización para su supervi-vencia se han ido descartando, unapor una.

Vivimos en una época en que lasantiguas normas de moralidad, dematrimonio, del hogar y de la familiasufren una tras otra la derrota en lostribunales y en los consejos, en losparlamentos y en las salas de clase.Nuestra felicidad depende precisa-mente de que vivamos esas normas.

El apóstol Pablo profetizó que ennuestra época, en estos días postreros,las personas serían “desobedientes alos padres... sin afecto natural... aborre-cedores de lo bueno... amadores

de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3:2–4).

Advirtió también que “los maloshombres y los engañadores irán demal en peor, engañando y siendo en-gañados” (2 Timoteo 3:13). Y tenía ra-zón. Sin embargo, cuando pienso enel futuro, me invade un sentimientode gran optimismo.

Pablo dijo al joven Timoteo quecontinuara en aquello que habíaaprendido de los Apóstoles, y que es-taría a salvo porque “desde la niñezhas sabido las Sagradas Escrituras, lascuales te pueden hacer sabio para lasalvación por la fe que es en CristoJesús” (2 Timoteo 3:15).

Es importante tener conocimientode las Escrituras, porque de ellasaprendemos sobre la guía espiritual.

He oído decir: “De buena gana hu-biera soportado persecuciones ypruebas si hubiera vivido durante losprimeros días de la Iglesia, cuando ha-bía un fluir continuo de revelaciónque se publicaba como Escritura. ¿Porqué no sucede ahora lo mismo?”

Las revelaciones que se recibieronpor el profeta José Smith y se impri-mieron como Escritura pusieron elfundamento permanente de la Iglesiapor medio del cual el Evangelio deJesucristo podía ir “a toda nación” (2 Nefi 26:13)1.

Las Escrituras definen los oficiosrespectivos del Profeta y del Presidente

En el monte de SiónP R E S I D E N T E B OY D K . PA C K E RPresidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles

Toda alma que se afilie a La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días y procure obedecer sus principiosy ordenanzas está en el monte de Sión, cuidado por el amordel Señor.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 71

y de sus Consejeros, del Quórum delos Doce Apóstoles, de los Quórumesde los Setenta, del ObispadoPresidente y de las estacas, los barriosy las ramas; asimismo, definen los ofi-cios de los Sacerdocios Aarónico y deMelquisedec; y establecen los mediospara que la inspiración y la revelaciónfluyan hacia los líderes, los maestros,los padres y toda persona.

Ahora, la oposición y las pruebasson diferentes, si es posible, más in-tensas, más peligrosas que las de losprimeros días, y se enfocan no tantoen la Iglesia sino en nosotros, las per-sonas. Las primeras revelaciones, pu-blicadas como Escritura para guíapermanente de la Iglesia, definen lasordenanzas y los convenios, y todavíaestán en vigencia.

Una de esas Escrituras promete es-to: “...si estáis preparados, no teme-réis” (D. y C. 38:30).

Permítanme decirles lo que se hahecho para prepararnos. Tal vez en-tonces comprendan por qué no temoal futuro, por qué tengo esos senti-mientos positivos de confianza.

No me es posible describir condetalles o ni siquiera mencionar todolo que la Primera Presidencia y elQuórum de los Doce Apóstoles hanhecho en años recientes. En eso se ve la revelación continua, que está a disposición de la Iglesia y de los miembros individualmente.Describiré algunas cosas.

Hace más de cuarenta años se de-cidió poner a disposición de losmiembros la doctrina de la Iglesia demanera más fácil y rápida; con ese fin,se preparó una edición [en inglés] delas Escrituras para los Santos de losÚltimos Días, pusimos referencias co-rrelacionadas de la versión del reySantiago de la Biblia, el Libro deMormón, Doctrina y Convenios y laPerla de Gran Precio. El texto de laBiblia se dejó tal como estaba.

Hace muchos siglos se hizo obrapreparatoria para nuestros días. El no-venta por ciento de la versión del reySantiago de la Biblia [en inglés] siguetal como fue traducida por WilliamTyndale y John Wiclef. Es mucho lo

que debemos a esos primeros traduc-tores, a esos mártires.

William Tyndale dijo: “Haré que elmuchacho que ara la tierra sepa másde las Escrituras que [el clérigo]”2.

Alma había salido de grandes prue-bas y se enfrentaba con otras aún ma-yores. El registro hace constar: “Ycomo la predicación de la palabra te-nía gran propensión a impulsar a lagente a hacer lo que era justo —sí, ha-bía surtido un efecto más potente enla mente del pueblo que la espada ocualquier otra cosa que les había acon-tecido— por tanto, Alma consideróprudente que pusieran a prueba la vir-tud de la palabra de Dios” (Alma 31:5).

Eso es exactamente lo que pensa-mos cuando comenzamos con el pro-yecto de las Escrituras: que todomiembro de la Iglesia pudiera enten-derlas y comprender los principios ylas doctrinas que se encuentran enellas. En nuestra época, hemos decidi-do hacer lo mismo que hicieronTyndale y Wiclef en la suya.

Ambos hombres fueron terrible-mente perseguidos. Tyndale sufrió enuna helada prisión de Bruselas; su ro-pa se había hecho andrajos y pasabaun frío intenso. Por eso, escribió unacarta a los obispos pidiendo su abrigoy su sombrero; les rogó que le envia-ran una vela, diciendo: “En verdad, es

72

fatigoso estar solo, sentado en la os-curidad”3. Su solicitud los enfurecióde tal modo que lo sacaron de la pri-sión y lo quemaron vivo frente a unamultitud.

Wiclef se salvó de morir quemado,pero más adelante, el Concilio deConstanza hizo exhumar su cadáver,quemarlo y esparcir las cenizas4.

El profeta José Smith pidió presta-dos a la madre de Edward Stevenson,de los Setenta, los ejemplares delLibro de los Mártires, escrito por JohnFoxe, clérigo inglés del siglo dieciséis.Después de leerlos, dijo: “Con la ayu-da del Urim y Tumim, he visto a aque-llos mártires; eran hombres honrados,seguidores devotos de Cristo confor-me a la luz que poseían, y ellos seránsalvos”5.

La labor de correlacionar las refe-rencias de más de setenta mil versícu-los de las Escrituras y de proveernotas al pie y otras ayudas se conside-raba sumamente difícil, si no imposi-ble. Pero se comenzó. Se requirierondoce años y la colaboración de másde seiscientas personas para comple-tarla; algunas eran expertas en griego,latín y hebreo, o tenían conocimientode las Escrituras antiguas; pero la ma-yoría eran fieles miembros comunesde la Iglesia.

El espíritu de inspiración acompa-ñó la tarea.

El proyecto hubiera sido imposiblesin las computadoras.

Se creó un magnífico sistema paraorganizar decenas de miles de notasal pie de página con el fin de abrir lasEscrituras a todo muchacho o mucha-cha sin mayor instrucción.

Con el índice de temas, un miembro de la Iglesia puede buscarpalabras como expiación, arrepenti-miento, Espíritu Santo, y encontrarreferencias reveladoras de los cuatrolibros canónicos en cuestión de minutos.

Después de varios años de trabajaren el proyecto, preguntamos qué pro-greso habían logrado en la tediosa ylaboriosa tarea de hacer una lista detemas por orden alfabético. Nos con-testaron: “Hemos ido de las palabras

cielo a infierno, pasado por el amor yla lujuria, y ahora estamos atareadoscon la palabra arrepentimiento”.

A nuestras manos llegaron manus-critos originales del Libro de Mormón,lo cual permitió corregir los erroresde impresión que siempre aparecenen las traducciones de las Escrituras.

Lo más notable de la Guía deTemas en inglés son las dieciochopáginas a un espacio y con letra pe-queña que están bajo el subtítulo“Jesucristo”; es la recopilación máscompleta de datos de las Escriturassobre el nombre de Jesucristo que sehaya realizado en la historia del mun-do. Si siguen esas referencias, abriránla puerta que hace saber de quién esesta Iglesia, qué enseña y con qué au-toridad lo hace, y todo está basado enel sagrado nombre de Jesucristo, elHijo de Dios, el Mesías, el Redentor,nuestro Señor.

Se agregaron dos nuevas revelacio-nes a Doctrina y Convenios: la sec-ción 137, una visión que tuvo elprofeta José Smith en la ocasión deministrar en la investidura; y la sec-ción 138, la visión del presidenteJoseph F. Smith sobre la redención delos muertos. Y, según se preparaba yala obra para su impresión, se recibió y

se anunció la maravillosa revelacióndel sacerdocio en una declaración ofi-cial (véase D. y C., Declaración Oficial2), probando el hecho de que lasEscrituras no están cerradas.

A continuación, vino el enorme de-safío de traducirlo a los idiomas de laIglesia. Ahora tenemos la combina-ción triple, con la Guía para el estu-dio de las Escrituras, que ha sidopublicada en veinticuatro idiomas,con otros en proyecto. El Libro deMormón está impreso en ciento seisidiomas, y se está trabajando en otrascuarenta y nueve traducciones.

Se hizo otra cosa: se le puso subtí-tulo al Libro de Mormón, El Libro deMormón: Otro Testamento deJesucristo.

Con las doctrinas fundamentalesen su lugar, tan sólidas como el grani-to del Templo de Salt Lake, y al alcan-ce de todos, más personas podíanenterarse de la constante corriente de revelación que hay en la Iglesia.“Creemos todo lo que Dios ha revela-do, todo lo que actualmente revela, ycreemos que aún revelará muchosgrandes e importantes asuntos perte-necientes al reino de Dios” (Artículosde Fe 1:9).

Mientras la publicación de lasEscrituras avanzaba, se comenzó otragran obra, que también llevaría añoscompletar: se reestructuró el cursoentero de estudios de la Iglesia; se re-visaron todos los cursos del sacerdo-cio y de las organizaciones auxiliares,tanto para niños como para jóvenes yadultos, para que se concentraran enlas Escrituras, en Jesucristo, en el sa-cerdocio y en la familia.

Cientos de voluntarios trabajaronen eso, año tras año; algunos eran ex-pertos en escribir, en cursos de estu-dio, en instrucción y otras materiasrelacionadas, pero la mayoría eranmiembros comunes de la Iglesia.Todo se basó en las Escrituras, hacien-do hincapié en la autoridad delsacerdocio y concentrándose en la na-turaleza sagrada de la familia.

La Primera Presidencia y el Quórumde los Doce Apóstoles publicaron “Lafamilia: Una proclamación para el

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 73

mundo”6, y después “El Cristo viviente:El testimonio de los Apóstoles”7.

Los seminarios e institutos de reli-gión se esparcieron por todo el mun-do. Los maestros y alumnos enseñan yaprenden por el Espíritu (véase D. y C.50:17–22), y en ambos casos se les enseña a comprender las Escrituras, las palabras de los profetas, el plan desalvación, la expiación de Jesucristo, la Apostasía y la Restauración y la pos-tura exclusiva de la Iglesia restaurada.Además se les enseña a reconocer losprincipios y doctrinas que se encuen-tran en ellos. Se exhorta a los alumnosa cultivar el hábito del estudio diariode las Escrituras.

Se reservó la noche del lunes paralas noches de hogar, haciendo que to-da actividad se programe para otrodía, con el fin de que la familia puedaestar junta.

A eso siguió naturalmente un cam-bio en la obra misional para basarlamás en las revelaciones, con el título:“Predicad mi Evangelio”. Todos losaños, más de veinticinco mil misione-ros reciben su relevo para regresar asu respectivo hogar en ciento cuaren-ta y ocho países, después de pasardos años aprendiendo la doctrina y laforma de enseñar por el Espíritu y deexpresar su testimonio.

Se han aclarado principios delgobierno del sacerdocio; se ha magni-ficado el lugar que ocupan sus quóru-mes, tanto en el Sacerdocio Aarónicocomo en el de Melquisedec. En todaspartes y en todo momento hay líderesque poseen las llaves —los obispos ylos presidentes— para dar guía, acla-rar malos entendidos y detectar ycorregir doctrinas falsas.

El curso de estudios para el sacer-docio y la Sociedad de Socorro se basa en las enseñanzas de los Presi-dentes de la Iglesia.

Se ha modificado el diseño de lasrevistas de la Iglesia, que se publicanahora en cincuenta idiomas.

Continúa una era asombrosa deconstrucción de templos, con cientoveintidós que están abiertos para laobra de ordenanzas y dos más seanunciaron ayer.

Se cambió el nombre deGenealogía a Historia Familiar, y latecnología más moderna ayuda a losmiembros a preparar nombres y lle-varlos al templo.

Todas esas cosas son evidencia deuna revelación continua; hay otras,demasiado numerosas para describircon detalle.

Existe en la Iglesia un núcleo depoder que es más profundo que losprogramas, las reuniones o las relacio-nes; es algo que no cambia ni puededebilitarse. Es constante y certero, ynunca se aleja ni se desvanece.

Aun cuando la Iglesia se reúne encapillas, vive en el corazón y en el al-ma de todo Santo de los Últimos Días.

Por todas partes del mundo, losmiembros humildes sacan de lasEscrituras la inspiración que los guíepor la vida, sin comprender plena-mente que han encontrado esa “perla de gran precio” de la cual habló el Señor a Sus discípulos(Mateo 13:46).

Cuando Emma Smith, esposa delprofeta José, reunió himnos para elprimer himnario, incluyó “Jehová, sénuestro guía”, que en realidad, es unaoración:

“Al sentir temblar la tierra,danos fuerzas y valor.

Al venir Tus grandes juicios,cuídanos con Tu amor”8.

Toda alma que se afilie a La Iglesiade Jesucristo de los Santos de los Últi-mos Días y procure obedecer susprincipios y ordenanzas está en elmonte de Sión, cuidado por el amordel Señor.

Cada uno puede recibir la seguri-dad que proviene de la inspiración yque testifica que Jesús es el Cristo, elHijo de Dios, y que La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días es exactamente, como Él lodijo, “la única iglesia verdadera y vi-viente sobre la faz de toda la tierra”(D. y C. 1:30). En el nombre deJesucristo. Amén. ■NOTAS

1. Véase también Apocalipsis 5:9; 14:6; 1 Nefi19:17; Mosíah 3:13, 20; 15:28; 16:1; Alma9:20; 37:4; D. y C. 10:51; 77:8, 11; 133:37.

2. En David Daniell, introducción a Tyndale’sNew Testament, traducido por WilliamTyndale, 1989, pág. viii.

3. En Daniell, introducción a Tyndale’s NewTestament, pág. ix.

4. Véase John Foxe, Foxe’s Book of Martyrs,1965, págs. 18–20.

5. En Edward Stevenson, Reminiscenses ofJoseph, the Prophet, and the Coming Forthof the Book of Mormon, 1893, pág. 6.

6. “La familia: Una proclamación para el mun-do”, Liahona, octubre de 2004, pág. 49.

7. “El Cristo viviente: El testimonio de losApóstoles”, Liahona, abril de 2000, págs. 2–3.

8. Himnos, Nº 39.

74

Hace poco, un participante deun programa de radio puso entela de juicio el atractivo inter-

nacional de la Iglesia, considerandosus orígenes en Nueva York, su sedeen Utah y el relato del Libro deMormón sobre un antiguo puebloamericano. Al pensar en mis amistadesde Asia, de África, de Europa y de otraspartes del mundo, era obvio que lapersona que hablaba de ese tema nocomprendía la naturaleza universal delEvangelio restaurado ni la forma enque sus ordenanzas, convenios y ben-diciones atañen a todas las personas.La relevancia mundial de la PrimeraVisión del profeta José Smith y delLibro de Mormón no se mide por laubicación, sino por su mensaje encuanto a la relación del hombre con

Dios, el amor del Padre por Sus hijos y el potencial divino de todo ser humano.

El llamado profético a través de lasedades ha sido “Venid a Cristo, y per-feccionaos en él” (Moroni 10:32; véasetambién Mateo 5:48; Juan 10:10; 14:6)que la salvación es por medio del uni-génito Hijo del Padre (véase Juan 1:14,18; D. y C. 29:42). El llamado es uni-versal y atañe a todos los hijos de Diosya sean africanos, asiáticos, europeoso de cualquier otra nacionalidad.Como el apóstol Pablo les declaró alos atenienses, todos somos “linaje deDios” (Hechos 17:29).

El plan de vida del Padre, con su enfoque principal en la expiación deCristo, se preparó antes de la funda-ción del mundo (véase Abraham3:22–28; Alma 13:3); le fue dado aAdán y a Eva y se les mandó que lo enseñaran a sus hijos (véase Moisés5:6–12). Con el tiempo, la posteridadde Adán rechazó el Evangelio, pero fuerenovado por medio de Noé y poste-riormente por medio de Abraham (véase Éxodo 6:2–4; Gálatas 3:6–9). ElEvangelio se ofreció a los israelitas enla época de Moisés, pero se requirióuna ley más dura y estricta para llevar-los a Cristo, debido a los siglos que habían pasado en la apostasía (véaseÉxodo 19:5–6; D. y C. 84:19–24).Finalmente, el Salvador mismo le res-tauró a Israel la plenitud del Evangelioen el meridiano de los tiempos.

Uno de los pasajes de las Escriturasque más aclara esta secuencia de apos-tasía y restauración se encuentra en laparábola de Jesús sobre los labradoresmalvados (véase Marcos 12:1–10). Enla parábola, Jesús le recuerda a la gen-te los muchos profetas que se habíanenviado a través de los tiempos paralevantar naciones justas. Entonces lesdice cómo los mensajeros fueron re-chazados una y otra vez; algunos fue-ron golpeados y enviados con lasmanos vacías; otros fueron muertos.Luego profetizando en cuanto a Supropio ministerio, Jesús les dice a losque lo escuchaban que el Padre deci-dió enviar Su hijo “un hijo, su muyamado” (Joseph Smith Translation,Marcos 12:7) diciendo, “Tendrán res-peto a mi hijo” (Mateo 21:37).

Sin embargo, al saber en cuanto aSu propia suerte, Jesús entonces dijo:

“Mas aquellos labradores dijeron...Este es el heredero; venid, matémos-le, y la heredad será nuestra.

“Y tomándole, le mataron, y leecharon fuera de la viña” (Marcos12:7–8).

Tras la muerte del Salvador y la deSus apóstoles, las doctrinas y las orde-nanzas se cambiaron y de nuevo vinola Apostasía. Esta vez, la oscuridad es-piritual duró cientos de años antes deque los rayos de luz volvieran a pene-trar la tierra. El apóstol Pedro sabía en cuanto a esa apostasía, y despuésde la Ascensión del Salvador profetizóque el Señor no volvería en SuSegunda Venida hasta que hubiese una“restauración de todas las cosas” (véa-se Hechos 3:19–21). El apóstol Pablotambién profetizó de una época en laque los miembros “no sufrirán la sanadoctrina (2 Timoteo 4:3–4) y que a lasegunda venida de Cristo la precederíauna “apostasía” (2 Tesalonicenses2:2–3). También hizo referencia a la“restauración de todas las cosas”, di-ciendo que el Salvador habría “de reu-nir todas las cosas en Cristo, en ladispensación del cumplimiento de lostiempos” (Efesios 1:10).

El Señor dirigió la restauración delEvangelio por medio del profeta JoséSmith. La “restauración de todas las

Un modelo para todosÉ L D E R M E R R I L L J . B AT E M A NDe la Presidencia de los Setenta

El Evangelio restaurado de Jesucristo es un modelo paratodos… Son las buenas nuevas, la doctrina eterna y los poderes expiatorios del Señor Jesucristo.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 75

cosas” dio comienzo en la ArboledaSagrada cuando el Padre y el Hijo sele aparecieron a José Smith. En esa vi-sión, José se dio cuenta de la naturale-za personal de Dios, de que el Padre yel Hijo son seres distintos y exaltados,con cuerpos de carne y huesos.

Al inicio de la mayoría de las dis-pensaciones, se entrega un libro alprofeta recién llamado. Moisés reci-bió tablas (véase Éxodo 31:18). A Lehise le dio un libro para que leyera encuanto a la destrucción de Jerusalén(véase 1 Nefi 1:11–14). A Ezequiel lefue dado “un rollo de libro” (Ezequiel2:9–10) que contenía el mensaje delSeñor para la casa de Judá. A Juan elRevelador, en la Isla de Patmos, se lemostró un libro que tenía siete sellos(véase Apocalipsis 5; D. y C. 77:6).Entonces, ¿es de extrañar que elSeñor proporcionara un libro quecontuviera la plenitud del Evangeliocomo parte de la “restauración de to-das las cosas?”. El Libro de Mormóntiene el poder de atraer a Cristo a to-dos los hombres y a todas las muje-res; las referencias que contiene encuanto a la expiación del Salvadorson las más claras que existen en loreferente a su propósito y poderes.

El Espíritu Santo le ha susurrado ami alma que José vio al Padre y al Hijoen la Arboleda Sagrada y que el Librode Mormón es verdadero. Estoy agra-decido por el conocimiento adicional

en cuanto a la expiación del Salvador,que se encuentra en el Libro deMormón. Uno de los títulos que se leadjudica al Salvador es el de Unigénitodel Padre. Por ejemplo, el apóstol Juandeclara en su Evangelio que él vio lamajestad y la gloria del Señor en elmonte de la Transfiguración y que Sugloria era la del “unigénito del Padre”(Juan 1:14; véase también el versículo18). También el Libro de Mormón utili-za este título muchas veces.

A diferencia de las personas terre-nales que heredan las semillas de lamuerte de ambos padres, Jesús nacióde una madre terrenal pero de unPadre inmortal. Las semillas de lamuerte que recibió de María significa-ban que Él podía morir, pero la he-rencia de Su Padre le dio vida infinita,lo que significó que la muerte fue unacto voluntario. Es por eso que Jesúsles dijo a los judíos: “Porque como elPadre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vidaen sí mismo” (Juan 5:26).

En otra ocasión Él dijo: “Por eso me ama el Padre, porque

yo pongo mi vida, para volverla a tomar.

“Nadie me la quita, sino que yo demí mismo la pongo. Tengo poder paraponerla, y tengo poder para volverla atomar. Este mandamiento recibí de miPadre” (Juan 10:17–18).

La naturaleza infinita que recibió

de Su Padre le dio a Jesucristo el po-der para llevar a cabo la Expiación,para sufrir por los pecados de todos.En el Libro de Mormón, el profetaAlma enseña que Jesucristo no sólotomó sobre Sí nuestros pecados sinotambién nuestras aflicciones y tenta-ciones. Alma también explica queJesucristo tomó sobre Sí nuestrasenfermedades, nuestra muerte ynuestras debilidades (véase Alma7:11–13). Lo hizo, dijo Alma, “paraque sus entrañas sean llenas de mise-ricordia, según la carne, a fin deque... sepa cómo socorrer a los de su pueblo” (Alma 7:12).

Además, el profeta Abinadí diceque “cuando su alma haya sido tor-nada en ofrenda por el pecado, él ve-rá su posteridad” (Mosíah 15:10).Entonces Abinadí procede a señalarque la posteridad del Salvador sonlos profetas y aquellos que los si-guen. Durante muchos años, consi-deré la experiencia que tuvo elSalvador en el jardín y en la cruz co-mo lugares donde se colocó encimade Él un gran cúmulo de pecados.Pero debido a las palabras de Alma,Abinadí, Isaías y otros profetas, mipunto de vista ha cambiado. En vezde un cúmulo impersonal de peca-dos, hubo una fila larga de personas,mientras Jesús sintió “nuestras debili-dades” (Hebreos 4:15), “[llevó] nues-tras enfermedades... sufrió nuestros

dolores... [y] herido fue por nuestrasrebeliones” (Isaías 53:4–5).

La Expiación fue una experienciapersonal e íntima en la que Jesús lle-gó a saber cómo ayudarnos en formaindividual.

En la Perla de Gran Precio se nosenseña que a Moisés le fueron mos-trados todos los habitantes de la tierra que eran “incontables como las arenas sobre la playa del mar”(Moisés 1:28). Si Moisés vio a toda al-ma, entonces parece ser razonableque el Creador del universo tuviera elpoder para estar íntimamente familia-rizado con cada uno de nosotros. Élsabía de las debilidades de ustedes yde las mías; él experimentó los dolo-res y los sufrimientos de ustedes, ylos míos. Les testifico que Él nos co-noce; Él entiende el modo en que ha-cemos frente a las tentaciones; Élconoce nuestras debilidades. Peromás allá de eso, más que tan sólo co-nocernos, sabe cómo ayudarnos siacudimos a Él con fe. Es por eso queuna jovencita hispanohablante depronto se dio cuenta de que ella eramás que una partícula en el universocuando el Espíritu Santo le dio untestimonio de la Restauración. Ellasintió el amor de Dios, que era Su hi-ja, y se dio cuenta de que Él la cono-cía. También explica por qué el plande salvación le pareció conocido a miamigo japonés cuando los misionerosle enseñaron y cuando el EspírituSanto le confirmó el propósito por el que estaba en la tierra y de cuál erasu potencial.

Testifico que el Evangelio restaura-do de Jesucristo es un modelo paratodos. Lo que importa no es la ubica-ción de los sucesos; son las buenasnuevas, la doctrina eterna y los pode-res expiatorios del Señor Jesucristo.Testifico que Él vive, que Él es elCristo. Testifico que el Evangelio restaurado a través del profeta JoséSmith es “la restauración de todas las cosas” de la que habló Pedro.Testifico que el presidente Gordon B.Hinckley es el profeta del Señor hoyen día. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

76

Nuestro amado Profeta nos hapedido recientemente leer elLibro de Mormón para fin de

año. Al aceptar esa invitación, he des-cubierto en ese libro cosas nuevas einteresantes, a pesar de que lo he leído muchas veces. Por ejemplo, vol-ví a descubrir 2 Nefi 4:15, que dice:“Porque mi alma se deleita en lasEscrituras, y mi corazón las medita, y las escribo para la instrucción y elbeneficio de mis hijos”.

En este pasaje se nos enseña la ma-nera de leer el Libro de Mormón y semencionan tres ideas importantes.

Primero: “Mi alma se deleita”. ¡Meencanta esa frase! Al leer las Escriturashe pensado en tener hambre y sed deconocimiento, pero el deleitarse enellas es algo diferente. He descubierto

que el provecho que saque de lasEscrituras está relacionado con la for-ma en que yo me prepare. Cada vezque las leo, en cierto sentido llevo aesa experiencia a una nueva persona,con otro punto de vista. La etapa de lavida en la que me encuentre, las expe-riencias por las que esté pasando y miactitud, todas esas cosas determinanel provecho que sacaré de ellas. Amolas Escrituras; atesoro las verdadesque descubro al leerlas. El corazón seme llena de gozo al recibir aliento, di-rección, consuelo, fortaleza y respues-ta a mis necesidades. Cada vez que lasleo, la vida parece ser más brillante yel sendero se despeja delante de mí.Recibo la seguridad del amor y de lapreocupación que mi Padre Celestialsiente por mí. Eso es en verdad undeleite para mí. Como dijo un niñitode la clase de Rayitos de Sol: “¡LasEscrituras me hacen feliz!”.

Segundo: “Mi corazón las medita”.¡Me encanta llevar las Escrituras en micorazón! Allí descansa el espíritu de loque he leído para traerme paz y con-suelo. El conocimiento que he logradome brinda guía y dirección; siento laconfianza que nace de la obediencia.

A veces disfruto el lujo de enfras-carme totalmente en las Escrituras; aveces las leo a ratos; no obstante, noparece importar dónde o cuándo laslea; ya que aún las puedo llevar en micorazón. He descubierto que al leerlaspor la mañana me permite llevar la

Mi alma se deleitaen las EscriturasC H E R Y L C . L A N TPresidenta General de la Primaria

No hay absolutamente nada más importante que podamos hacer por nuestras familias que fortalecerlas en las Escrituras.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 77

influencia del Espíritu a lo largo del día.Cuando las leo al mediodía, se debepor lo general a que una necesidadme ha llevado al punto en el que pue-do encontrar respuestas y guía que in-fluyen en mis decisiones y acciones.Cuando las leo por la noche, los dul-ces y reconfortantes mensajes delSeñor persisten en mi subconscientemientras descanso. Muchas veces des-pierto durante la noche con ideas opensamientos que tienen su origenen las palabras que leí antes de que-darme dormida. Mi mente podrá ir amuchos lugares durante el día, peromi corazón abraza firmemente las pa-labras del Señor que se encuentran enlas Escrituras y “las medita”.

A lo largo de todo esto he aprendi-do que “…cual es [el] pensamiento[del hombre] en su corazón, tal es él”(Proverbios 23:7). Cuando medito lasEscrituras, algo me empieza a ocurrir:siento un deseo más fuerte de vivirmás cerca de mi Padre Celestial; sien-to el deseo de servirle; quiero vivir losprincipios que aprendo en lasEscrituras y, al hacerlo, mi corazón“las [escribe] para la instrucción y elbeneficio de mis hijos”.

Yo, naturalmente, no escribo

Escrituras como lo hizo Nefi, perocuando leo las Escrituras y vivo losprincipios que de ellas aprendo, esasEscrituras se escriben en mi vida, go-biernan mis acciones y allí se quedanescritas para que mis hijos las vean ylas sigan. Puedo edificar un patrimo-nio y una tradición de un vivir recto,basados en los principios que apren-do de las Escrituras.

En Doctrina y Convenios 93:39–40se nos enseña: “Y aquel inicuo viene ydespoja a los hijos de los hombres dela luz y la verdad, por medio de la de-sobediencia, y a causa de las tradicio-nes de sus padres.

“Pero yo os he mandado criar avuestros hijos en la luz y la verdad”.

Si leo las Escrituras, puedo tener laseguridad de que conoceré la “luz y laverdad” que me bendecirán a mí y a mifamilia. Por saber lo que debo hacer,puedo esforzarme por hacer que misactos, mis “tradiciones”, sean compati-bles con el conocimiento que tengo.De ese modo, mi ejemplo no hará quemis hijos se descarríen, sino que másbien los conducirá a las Escrituras y a laverdad que en ellas se encuentra.

Me encanta la canción de laPrimaria que enseña lo siguiente:

Debo escudriñar,meditar y orar,por medio del Espíritu séque ellas son la verdad1.

Me doy cuenta de que si oro paratener no sólo un testimonio de la vera-cidad de las Escrituras, sino tambiénpara tener el Espíritu conmigo mien-tras leo, aumenta el nivel de mi recep-tividad, lo que me permite ver lascosas con mucha más claridad; veo elpunto en el que me encuentro en la vi-da y donde mi Padre Celestial deseaque esté; puedo comprender los prin-cipios de verdad y ver la forma de reali-zar los cambios necesarios en mi vida;puedo sentir la seguridad de que elSeñor me ayudará y me fortalecerá pa-ra lograr esa tarea. De esa forma se lle-gan a escribir las Escrituras en mi vida.

Cuando leemos las Escrituras es-cuchamos la voz del Salvador; Él noestá ausente de nuestras vidas; Él es-tá presente y activo en los versículosde esos libros sagrados. NuestroProfeta nos ha pedido que leamos elLibro de Mormón para acercarnosmás al Salvador.

¿Cómo atañe esto a nuestros hijos?¡Cuán bendecido es el hijo cuyos

padres basan sus vidas en las ense-ñanzas de las Escrituras! No hay ab-solutamente nada más importanteque podamos hacer por nuestras fa-milias que fortalecerlas en lasEscrituras. Padres, reúnan a su fami-lia para leer juntos las Escrituras, yesfuércense por lograrlo, consideran-do sus ocupados horarios familiares.Hijos, respondan de manera rápida yfeliz cuando se les llame al estudiode las Escrituras.

El presidente Gordon B. Hinckleynos hizo una invitación, pero tambiénnos hizo promesas si elegimos acep-tar. Él prometió una porción mayordel Espíritu del Señor, una resoluciónmás firme de obedecer los manda-mientos de Dios y un testimonio másfuerte de la realidad viviente del Hijode Dios2.

Una de mis hijas, que se encuentraen una maravillosa etapa de la vida enla que sus más grandes bendicionesson también sus más grandes desafíos(tiene tres hijos pequeños), me dijo:“Mamá, lo estoy haciendo; estoy leyen-do el Libro de Mormón y me estoy afe-rrando a esas maravillosas promesas,porque son exactamente lo que nece-sito en mi vida en este momento”.

¿Son esas bendiciones lo que uste-des necesitan en su vida? Están anuestro alcance. Como personas, ha-gamos la promesa de seguir al profe-ta; como familias, reclamemosnuestras bendiciones. PresidenteHinckley, lo amamos, hemos oído suvoz y la seguiremos.

Expreso mi testimonio de que séque nuestro Padre Celestial vive y quenos ama. Sé que Jesucristo es nuestroSalvador. Sé que las Escrituras sonverdaderas y que son la palabra deDios. Sé que Gordon B. Hinckley esnuestro Profeta en la actualidad. Séque si lo seguimos recibiremos gran-des bendiciones de nuestro PadreCelestial. Estoy muy agradecida porese testimonio. En el nombre deJesucristo. Amén. ■NOTAS

1. “Escudriñar, meditar y orar”, “Cancionespara los niños”, pág. 66.

2. Véase “Un testimonio vibrante y verdade-ro”, Liahona, agosto de 2005, pág. 6.

78

Como resultado del aumento dedesastres causados por la natu-raleza y por el hombre, vemos a

nuestro alrededor el deseo cada vezmayor que se ha manifestado por todoel mundo de obtener dirección espiri-tual. Ese anhelo por conseguir guía es-piritual es consecuencia del ser hijosde un Padre Celestial divino. Es normalque al afrontar dificultades acudamos anuestro Creador para pedir ayuda.Nuestro amoroso Padre Celestial sabíaque el deterioro de las condiciones delmundo, los graves problemas persona-les y los desastres llevarían a Sus hijos abuscar Su sustento espiritual; el reto escómo encontrarlo.

En la vida preterrenal, vivíamos enla presencia de Dios, nuestro SantoPadre y Su Amado Hijo Jesucristo. Allíobtuvimos el conocimiento del plan

de salvación de nuestro Padre y de lapromesa de que se nos ayudaría cuan-do naciéramos como seres mortalesen la tierra. Se explicó el propósitoprincipal de la vida, y se nos dijo:

“...haremos una tierra sobre la cualéstos puedan morar;

“y con esto los probaremos, paraver si harán todas las cosas que elSeñor su Dios les mandare;

“y a los que guarden su primer es-tado [o sea, ser obedientes en la vidapreterrenal] les será añadido... y aquienes guarden su segundo estado[o sea, ser obedientes durante la vidaterrenal], les será aumentada gloriasobre su cabeza para siempre jamás1”.

Esas palabras expresan el propósi-to más fundamental de tu existenciaen la tierra. Ese propósito es demos-trar que eres obediente a los manda-mientos del Señor y de ese modoprogresar en entendimiento, capaci-dad y en todo atributo digno. Es reci-bir toda ordenanza requerida, y hacery guardar todo convenio necesario. Esorganizar y criar una familia. Esa expe-riencia vivida contiene períodos depruebas y de felicidad con el propósi-to de regresar triunfantes al haberafrontado los problemas y aprovecha-do bien las oportunidades de la vidaterrenal para recibir las bendicionesgloriosas prometidas como recom-pensa a esa obediencia.

Con el fin de que ese período deprueba y progreso terrenales rindierasu más grande beneficio, se te enseñó

La verdadrestauradaÉ L D E R R I C H A R D G. S C O T TDel Quórum de los Doce Apóstoles

El plan de salvación y felicidad del Padre... te ayudará avencer todo desafío que se presente en tu vida.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 79

y se te preparó para las circunstanciasque individualmente encontrarías enla vida terrenal. Se te explicó el mo-delo de nuestro Padre para guiarte alo largo de tu vida terrenal. De entrelos hijos espirituales más valientes yobedientes, Él elegiría profetas yotros siervos autorizados para queposeyeran Su sacerdocio, para que seles enseñara Su verdad y para quefuesen guiados con el fin de expandiresa verdad entre Sus hijos sobre latierra. Dios daría a cada hijo el albe-drío moral, el derecho de escoger Suconsejo o de hacer caso omiso de él.A todos se les alentaría a obedecerpero no se les obligaría a hacerlo. Túcomprendiste que aun cuando po-días elegir tu camino sobre la tierra,no podrías determinar las consecuen-cias de tus elecciones. Eso se decidi-ría mediante la ley eterna.

Si una persona vivía para hacerseacreedora de todas las ricas bendicio-nes prometidas, pero por razones ajenas a su voluntad no pudiera obte-nerlas en la tierra, habría una oportu-nidad compensatoria en la vidavenidera; tu recuerdo de la vida prete-rrenal sería borrado de tu mente paraasegurar que fuera una prueba válida,pero se te daría guía para mostrartecómo debías comportarte. El plan denuestro Padre para obtener la salva-ción en esta vida, con la oportunidadde regresar a Él, se llamaría elEvangelio de Jesucristo.

Desde antes de la creación de estatierra, hubo una rebelión contra elplan del Padre, instigada por un espí-ritu brillante pero malvado al que co-nocemos como Lucifer o Satanás. Élpropuso una modificación a los requi-sitos y fue tan convincente su argu-mento que la tercera parte de loshijos espirituales del Padre siguieron aSatanás y fueron expulsados. Ellosperdieron la oportunidad extraordina-ria de progresar y la ventaja funda-mental de tener un cuerpo mortal.

Nuestro Santo Padre, que conoceperfectamente a cada uno de Sus hi-jos, se dio cuenta de que con el correrdel tiempo muchos serían tentados,se volverían mundanos y rechazarían

el testimonio y las enseñanzas de Susprofetas. La tiniebla espiritual reem-plazaría a la luz de la verdad y se crea-ría una condición llamada apostasía. Aese lapso de tiempo, desde la intro-ducción de la verdad hasta su pérdidageneral originada por el pecado, se lellamaría dispensación. Se elegiría unprofeta tras otro, en una serie de dis-pensaciones, para mantener la verdadsobre la tierra en beneficio de los fie-les, a pesar de que muchos la distor-sionaran o la rechazaran.

Aprendiste que la Luz de Cristoproporcionaría esa guía que da luz yvida a todas las cosas, que induce a to-das las personas de la tierra a distin-guir la verdad del error, lo correcto delo incorrecto. La Luz de Cristo no esuna persona; es un poder y una in-fluencia que provienen de Dios nues-tro Padre, mediante Su Hijo Jesucristoy que, cuando se sigue, lleva a la per-sona a ser merecedora de la guía y de la inspiración insuperables delEspíritu Santo. Se te dijo que la trans-gresión debilitaría la influencia delEspíritu Santo pero que se restauraríamediante el debido arrepentimiento.Te regocijaste al saber que el obe-diente que recibiera las ordenanzas correspondientes junto con los con-venios necesarios, y que permanecie-ra fiel, heredaría la gloria celestial yviviría en la presencia del Padre y deSu Hijo por todas las eternidades.

¿Cómo podemos conocer esas

verdades? ¿Cómo puedes confirmar suvalidez? Ves a tu alrededor gran confu-sión acerca de la naturaleza de Dios,de Sus enseñanzas y del propósito dela vida. Entonces, ¿cómo guía Dios,nuestro Padre Celestial a Sus hijos enla tierra? ¿Cómo comunica la verdad ySu voluntad para que Sus hijos fieles ycreyentes tomen las decisiones correc-tas y reciban las bendiciones quenuestro Padre Celestial desea quetengan? Te explicaré.

Desde la fundación de esta tierra,Dios, nuestro Padre, ha seguido inva-riablemente Su plan que acabo dedescribir. Adán se esforzó por com-partir con sus hijos y sus descendien-tes el plan de nuestro Padre. Muchoscreyeron y fueron bendecidos; peromuchos decidieron utilizar su don di-vino del albedrío moral para rechazarSus enseñanzas y Su Evangelio. Losdesobedientes rechazaron la verdad,distorsionaron las enseñanzas y lasordenanzas y se distanciaron de Dios.Con el tiempo, a la luz de la verdad laremplazó la oscuridad espiritual, y elsacerdocio y la Iglesia verdadera seperdieron.

Los profetas tales como Enoc,Noé, Abraham y Moisés restablecie-ron la verdad en sus respectivas dis-pensaciones, pero, con el tiempo, susesfuerzos fueron rechazados por lamayoría. En el meridiano de los tiem-pos, Jesucristo, el Amado Hijo deDios, nació en la tierra. Él restauró la

80

verdad y ministró con amor y compa-sión; volvió a establecer Su Iglesia so-bre la tierra, con apóstoles y profetas.Por medio de intenso sufrimiento, Élcumplió la comisión divina que le ha-bía dado Su Padre Santo para conver-tirse en nuestro Salvador y Redentor.Él permitió que se le crucificara; resu-citó y venció la muerte física. Su sacri-ficio expiatorio infinito es un dondivino que permite que el penitentesea perdonado de sus pecados y quesea merecedor de la vida eterna. Aúnasí, el Hijo de Dios fue rechazado portodos, con excepción de unos pocos.Sus apóstoles y los miembros de laIglesia fueron perseguidos y muchosfueron muertos. La tierra se sumió enun largo y terrible periodo de intensaoscuridad espiritual.

Las Escrituras registran que a lo lar-go de la historia, en ocasiones de im-portancia excepcional, se ha oído lavoz de Dios el Padre. En repetidasocasiones, Jesucristo se ha aparecidopersonalmente a ciertas personas.Pero que nosotros sepamos, sólo exis-te una ocasión celestial y única en laque el mismo Dios el Padre se apare-ció en persona. Lo hizo con Su precia-do Hijo Santo, Jesucristo, a sólo unapersona. Se trataba del joven JoséSmith, un espíritu extraordinario que

había sido preparado desde antes dela fundación de la tierra. Él llegaría aser el profeta más extraordinario en-viado a la tierra. A punto de salir a luz,estaba el retorno de la autoridad delsacerdocio, la plena restauración de laIglesia que estableció el Salvador, conEscrituras adicionales necesarias paranuestra época recibidas por medio dela revelación continua del Salvador.

Nuestro Padre benevolente vino aesta tierra desde Sus vastas creacionescon el fin de aclarar la verdad, disper-sar las densas nubes de oscuridad es-piritual, establecer Su verdaderaidentidad, restaurar la plenitud de laverdad y proporcionar la única vía pa-ra obtener guía espiritual segura. Esanotable restauración comenzó con lasencilla frase del Padre: “Éste es miHijo Amado: ¡Escúchalo!2”. A ello lesiguió la restauración de la verdad, delsacerdocio, de las ordenanzas sagra-das y de la Iglesia verdadera con elplan de salvación y felicidad del Padre.Ese plan, al vivirlo, te ayudará a ven-cer todo desafío que se presente entu vida. Te ayudará a ser merecedor,por medio de la fe y la obediencia, detener la guía espiritual y divina quenecesitas. Ese apoyo te brindará forta-leza para vivir cómo tú sabes que debes hacerlo, sin importar si las

condiciones del mundo empeoran.¿Qué suceso sería tan extraordina-

riamente importante para justificar esavisita sin precedentes de Dios el Padre?Fue para iniciar la “dispensación delcumplimiento de los tiempos” predi-cha por los profetas del Antiguo y delNuevo Testamento. Había llegado elmomento de que el Padre reuniera to-das las cosas en Cristo3, de entregar to-das las llaves del reino y de restaurar elconocimiento que se había dado endispensaciones pasadas4 al establecerÉl la última dispensación del Evangeliosobre la tierra.

El Salvador, sabiendo que sería difí-cil para muchos creer que hubiera te-nido lugar una restauración tangloriosa, proporcionó un testigo tangi-ble para establecer la veracidad de ello,a saber, el Libro de Mormón. La formade confirmar la autenticidad de la res-tauración se describe en sus páginas.Además, por medio de José Smith, Élproporcionó Escritura adicional revela-da en Doctrina y Convenios y la Perlade Gran Precio. No es de extrañar en-tonces que casi todo el ministerio deJosé Smith se haya concentrado en elSalvador, en Su expiación y en la doc-trina de liberación.

No obstante que ese mensaje pre-ciado y esencial se ha proclamado porel mundo, Satanás ha sido muy efi-ciente al hacer que la gente no lepreste atención, o que lo busque enlos lugares equivocados. La gran ma-yoría de los hijos del Padre no sólo sehan olvidado de su Padre Celestial ydel propósito de la vida terrenal, sinoque raramente piensan en Él, ni medi-tan sobre la razón por la que están enesta vida terrenal. Se han dejado lle-var y consumir por las cosas del mun-do que los distraen de las esenciales.No cometas ese error.

Como siervo de Jesucristo, testificoque lo que he descrito es verdadero.No es suficiente tener una vaga com-prensión de la verdad o de la autenti-cidad del Padre y de Su Hijo, nuestroSalvador. Cada uno de nosotros debellegar a saber quiénes son Ellos en rea-lidad. Es preciso que sientas cuánto te quieren. Debes confiar en que, a

medida que vivas en forma constantela verdad lo mejor que puedas, Elloste ayudarán a hacer realidad el propó-sito de tu vida terrenal y te fortalece-rán para que seas merecedor de lasbendiciones prometidas. Para ser obe-diente a los mandamientos de Dios esnecesario comprenderlos; se debe te-ner fe en ellos. La mejor manera deobtener esa comprensión es por me-dio del estudio personal de la doctri-na. Esa es una de las razones por lasque en julio de este año, el presidenteHinckley y sus consejeros instaron atodos los miembros a leer el Libro deMormón antes de finalizar el año.Ellos prometieron: “Los que lean elLibro de Mormón serán bendecidoscon una medida extra del Espíritu delSeñor, así como con una mayor reso-lución de obedecer Sus mandamien-tos y con un testimonio más firme deque el Hijo de Dios vive y es real5”. Yohe puesto a prueba esa promesa enmi propia vida y he confirmado su ve-racidad. Si tú has obedecido ese con-sejo a conciencia, sabes de lo queestoy hablando. Si todavía no has co-menzado, todavía tienes tiempo deenriquecer tu vida al leer las páginasdel Libro de Mormón. Por favor, hazlo.

En calidad de Apóstol del SeñorJesucristo, solemnemente testificoque Dios nuestro Padre y Jesucristo,por medio de José Smith, llevaron acabo la Restauración de la que hablé,que la luz resplandeciente de la ver-dad y la Iglesia de Jesucristo están denuevo en la tierra, que la verdaderanaturaleza de Dios el Padre y de SuHijo se ha revelado nuevamente yque la manera correcta de recibirorientación espiritual se ha aclarado.Testifico que el plan de salvación deDios está al alcance de todos los quelo busquen con sinceridad. Acéptenloy vívanlo para que tengan paz y felici-dad. En el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Abraham 3:24–26.2. José Smith—Historia 1:17.3. Véase Efesios 1:10.4. Véase D. y C. 128:18–21.5. Véase Carta de la Primera Presidencia,

25 de julio de 2005.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 81

Mis queridos hermanos y her-manas, agradezco a mi PadreCelestial el haberme prolon-

gado la vida a fin de ser parte de estostiempos tan desafiantes. Le agradezcola oportunidad de prestar servicio; notengo ninguna otra intención que nosea la de hacer todo cuanto esté demi parte para contribuir al progresode la obra del Señor, para servir a Susfieles hijos y para vivir en paz con missemejantes.

Recientemente hice un viaje demás de 40.000 kilómetros alrededordel mundo. Visité Alaska, Rusia,Corea, Taiwan, Hong Kong, India,Kenia y Nigeria, lugar, este último, enel cual dedicamos un nuevo templo.Después, dedicamos el Templo deNewport Beach, California. Hace po-co he regresado de Samoa, tras la de-dicación de otro templo, para lo cualrecorrimos 16.000 kilómetros más. Si bien no me gusta viajar, tengo el deseo de visitar a los de nuestro

pueblo, expresarles nuestro agradeci-miento, darles ánimo y darles mi tes-timonio de la divinidad de la obra del Señor.

A menudo pienso en un poema queleí hace mucho tiempo y que dice:

Quiero vivir en una casa al costadodel camino

por donde los hombres corren sumaratón;

los hombres que son buenos yaquellos que son malos,

tan buenos y tan malos como lo soy yo.

No me sentaré en la silla del burlónni con cinismo los veré pasar.Quiero vivir en una casa al costado

del caminoy a esos hombres mi amistad

brindar.(Sam Walter Foss, “The House by the

Side of the Road”, en JamesDalton Morrison, editor,Masterpieces of Religious Verse,1948, pág. 422.)

Así es como yo me siento.La edad produce cambios en el

hombre, le hace sentir una mayor ne-cesidad de ser tierno, bondadoso ytolerante. El anciano anhela y ruegaque los hombres puedan vivir juntosen paz, sin guerras, ni contención, niquerellas ni conflictos. Cada vez sepercata más del significado de la granexpiación del Redentor, de la magni-tud de Su sacrificio y se incrementamás su gratitud hacia el Hijo de Dios,quien dio Su vida para que nosotrospudiéramos vivir.

El perdónP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

De alguna manera, el perdón, acompañado del amor y de la tolerancia, logra milagros que no podrían acontecer de ninguna otra forma.

82

Quisiera hablar hoy sobre el per-dón. Creo que ésta tal vez sea la ma-yor virtud que haya sobre la tierra y,por cierto, la más necesaria. Nos ro-dea tanta maldad y maltrato, tantaintolerancia y odio; es enorme la ne-cesidad que hay de arrepentimiento yde perdón. Es el gran principio quese recalca en las Escrituras, tantoantiguas como modernas.

No hay en todas nuestras sagradasEscrituras relato más hermoso sobreel perdón que el del hijo pródigo, el cual se encuentra en el capítulo 15 de Lucas. Todos debiéramos leerlo de vez en cuando y meditarsobre él.

“Y cuando [el hijo pródigo] todo lo hubo malgastado, vino una gran

hambre en aquella provincia, y co-menzó a faltarle.

“Y fue y se arrimó a uno de los ciu-dadanos de aquella tierra, el cual leenvió a su hacienda para que apacen-tase cerdos.

“Y deseaba llenar su vientre de lasalgarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.

“Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántosjornaleros en casa de mi padre tienenabundancia de pan, y yo aquí perezcode hambre!

“Me levantaré e iré a mi padre, y lediré: Padre, he pecado contra el cieloy contra ti.

“Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.

“Y levantándose, vino a su padre.Y cuando aún estaba lejos, lo vio supadre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.

“Y el hijo le dijo: Padre, he pecadocontra el cielo y contra ti, y ya no soydigno de ser llamado tu hijo” (Lucas15:14–21).

Y el padre pidió que se hiciera unagran fiesta y cuando su otro hijo sequejó, él le dijo: “...era necesario hacerfiesta y regocijarnos, porque este tuhermano era muerto, y ha revivido; sehabía perdido, y es hallado” (vers. 32).

Cuando se ha actuado mal y des-pués viene el arrepentimiento, segui-do por el perdón, literalmente elofensor que estaba perdido es halladoy el que estaba muerto revive.

¡Cuán maravillosas son las bendicio-nes de la misericordia y del perdón!

Gracias a la donación de millonesde dólares como parte del PlanMarshall, después de la SegundaGuerra Mundial, Europa volvió a levantarse.

En Japón, tras esa misma guerra,presencié grandes plantas de lamina-ción del acero, las cuales, según seme dijo, habían sido construidas condinero procedente de los EstadosUnidos, antiguo enemigo de Japón.Cuánto mejor es este mundo graciasal perdón de una nación generosa enfavor de sus enemigos del pasado.

En el Sermón del monte, el Señorenseñó:

“Oísteis que fue dicho: Ojo porojo, y diente por diente.

“Pero yo os digo: No resistáis alque es malo; antes, a cualquiera quete hiera en la mejilla derecha, vuélveletambién la otra;

“y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;

“y a cualquiera que te obligue a lle-var carga por una milla, vé con él dos.

“Al que te pida, dale; y al que quie-ra tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

“Oísteis que fue dicho: Amarás a tuprójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

“Pero yo os digo: Amad a vuestros

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 83

enemigos, bendecid a los que os mal-dicen, hacen bien a los que os aborre-cen, y orad por los que os ultrajan yos persiguen” (Mateo 5:38–44).

Ésas son peticiones difíciles.¿Creen, realmente, que pueden

cumplir con ese mandato? Son las pa-labras del Señor mismo y consideroque se aplican a cada uno de nosotros.

Los escribas y los fariseos llevaronante Jesús a una mujer sorprendidaen adulterio para confundirlo.

“...Pero Jesús, inclinado hacia elsuelo, escribía en tierra con el dedo[como si no les hubiera oído].

“Y como insistieran en preguntarle,se enderezó y les dijo: El que de voso-tros esté sin pecado sea el primero enarrojar la piedra contra ella.

“E inclinándose de nuevo hacia elsuelo, siguió escribiendo en tierra.

“Pero ellos, al oír esto, acusadospor su conciencia, salían uno a uno,comenzando desde los más viejoshasta los postreros; y quedó soloJesús, y la mujer que estaba en medio.

“Enderezándose Jesús, y no viendoa nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer,¿dónde están los que te acusaban?¿Ninguno te condenó?

“Ella dijo: Ninguno, Señor. EntoncesJesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, yno peques más” (Juan 8:6–11).

El Salvador enseñó en cuanto a de-jar atrás a las noventa y nueve ovejas eir tras la oveja perdida, para lograr elperdón y la restitución.

Isaías dijo:“Lavaos y limpiaos; quitad la iniqui-

dad de vuestras obras de delante demis ojos; dejad de hacer lo malo;

“aprended a hacer el bien; buscad eljuicio, restituid al agraviado, haced jus-ticia al huérfano, amparad a la viuda.

“Venid luego, dice Jehová, y este-mos a cuenta: si vuestros pecadosfueren como la grana, como la nieveserán emblanquecidos; si fueren rojoscomo el carmesí, vendrán a ser comoblanca lana” (Isaías 1:16–18).

El gran amor del Salvador se viocoronado en las palabras que expresómientras agonizaba en la cruz: “Padre,perdónalos, porque no saben lo quehacen” (Lucas 23:34).

En nuestra época, el Señor hadicho en revelación:

“Por tanto, os digo que debéis per-donaros los unos a los otros; pues elque no perdona las ofensas de suhermano, queda condenado ante elSeñor, porque en él permanece elmayor pecado.

“Yo, el Señor, perdonaré a quiensea mi voluntad perdonar, mas a voso-tros os es requerido perdonar a todoslos hombres” (D. y C. 64:9–10).

El Señor nos ha hecho una maravi-llosa promesa al decir: “He aquí,quien se ha arrepentido de sus peca-dos es perdonado; y yo, el Señor, nolos recuerdo más” (D. y C. 58:42).

Son muchísimas las personas en es-tos días que no están dispuestas a per-donar y olvidar. Hay padres y maridosque hacen llorar a sus hijos y esposasal seguir sacando a colación pequeñosdefectos que en realidad carecen de

importancia, y también hay muchasmujeres que de pequeñas palabras oacciones sin mayor importancia hacenuna tormenta en un vaso de agua.

Hace algún tiempo recorté un artí-culo publicado en el diario matutinoDeseret News, escrito por JayEvensen. Con su permiso, quisieracitar parte de lo que escribió:

“¿Qué sentiría el lector con respec-to a un adolescente que decidió arro-jar un pavo congelado de 9 kilosdesde un automóvil a alta velocidadcontra el parabrisas del vehículo queusted conducía? ¿Qué sentiría tras ha-berse sometido a seis horas de cirugíapara implantarle placas de metal a finde sujetarle los huesos faciales y des-pués de enterarse de que aún tendríaque hacer frente a años de terapia an-tes de volver a la normalidad, y deque debía considerarse afortunadopor no haber perdido la vida o sufrido

84

lesiones permanentes en el cerebro?“¿Y qué sentiría al enterarse de que

el agresor y sus amigos habían com-prado el pavo y muchas otras mercan-cías con una tarjeta de crédito robada,simplemente como diversión?...

“Ése es el tipo de horrendos deli-tos que hace que ciertos políticos se-an elegidos para cargos públicos,basándose en promesas de ejercermano dura contra la delincuencia. Esoes lo que hace que los legisladorespugnen unos contra otros para ser losprimeros en proponer un decreto deley que haga más rígidas las sancionespor emplear un ave congelada en lacomisión de un delito.

“El periódico the New York Timescitó al fiscal de distrito cuando dijoque ése es el tipo de delito para elcual las víctimas no hallan un castigolo suficientemente severo. ‘Ni siquierala pena de muerte les satisface’,añadió el fiscal.

“Lo que hace de este incidente algotan fuera de lo común es que la vícti-ma, Victoria Ruvolo, de 44 años deedad y ex gerente de una agencia de cobros, estaba más interesada ensalvarle la vida a su agresor, RyanCushing, de 19 años, que en exigircualquier tipo castigo. Ella insistió enque los fiscales consiguiesen más infor-mación en cuanto al joven, a sus ante-cedentes, a cómo había sido criado,

etc. Después insistió en que se le dierala oportunidad de declararse culpablede delito en segundo grado a fin de sersentenciado sólo a seis meses de cárcely a libertad condicional por cinco años.

“De habérsele hallado culpable dedelito en primer grado —la acusaciónmás pertinente al delito— habría po-dido ser condenado a 25 años de cár-cel, para ser después devuelto a lasociedad casi a los cincuenta años deedad, sin mayor futuro.

“Pero eso es apenas parte de la his-toria. El resto de ella, lo que sucedió eldía del juicio, es lo más extraordinario.

“Según lo que se publicó en el pe-riódico New York Post, Ryan Cushingse acercó cautelosamente hasta don-de estaba sentada la señora Ruvolo enla sala del tribunal y con lágrimas enlos ojos le susurró: ‘Siento mucho elmal que le causé’.

“La señora Ruvolo se puso de pie ytambién entre lágrimas abrazó al mu-chacho. Le acarició la cabeza y le pal-moteó la espalda, y quienes estabancerca de ellos, incluido el reporterodel Times, le oyeron decir: ‘Está bien;lo único que quiero es que hagas detu vida lo mejor que pueda ser’.Conforme a los testigos, tanto losrígidos fiscales como los reporterostrataron de contener las lágrimas”(“Forgiveness Has Power to ChangeFuture”, Deseret Morning News, 21

de agosto de 2005, pág. AA3). ¡Qué historia tan magnífica! Más

aún porque es un hecho de la vida realy porque aconteció en una ciudad tandura como lo es Nueva York. ¿Puede al-guien sentir menos que admiraciónpor esa mujer que perdonó al jovenque pudo haberle quitado la vida?

Yo sé que este tema del que habloes muy delicado. Hay criminales fero-ces que deberían ser echados en pri-sión. Hay delitos incalificables, talescomo las violaciones y los asesinatos,que justifican la aplicación de severoscastigos, pero hay quienes podríanser salvados de largas y embrutecedo-ras condenas debido a un acto insen-sato. De alguna manera, el perdón,acompañado del amor y de la toleran-cia, logra milagros que no podríanacontecer de ninguna otra forma.

La gran Expiación fue el acto su-premo del perdón. La magnitud deesa Expiación trasciende nuestra ca-pacidad de entender completamente.Lo único que sé es que en verdadaconteció y que fue tanto para mi pro-vecho como para el de ustedes. El su-frimiento fue tan profundo y la agoníatan intensa que nadie puede llegar acomprender que el Salvador se hubie-ra ofrecido como rescate por los pe-cados de toda la humanidad.

Por medio de Él obtenemos el per-dón. Mediante Él recibimos la promesacierta de que a todos se nos concede-rán las bendiciones de la salvación y dela resurrección de los muertos. Pormedio de Él y de Su extraordinario ysupremo sacrificio, se nos brinda laoportunidad, si es que somos obedien-tes, de la exaltación y la vida eterna.

Ruego que Dios nos ayude a serun poco más bondadosos, a ponerde manifiesto más tolerancia, a per-donar más, a estar más dispuestos acaminar la segunda milla, a mostrarmás compasión hacia quienes hayanpecado, pero que hayan mostradolos frutos del arrepentimiento, ahacer a un lado viejas querellas ydejar de alimentarlas. Estas cosasruego humildemente en el sagradonombre nuestro Redentor, el SeñorJesucristo. Amén. ■

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 85

Mis amados hermanos y her-manas, saludos afectuosos atodos ustedes. De parte de

las Autoridades Generales, les expresogratitud por su integridad, por sus mu-chos y generosos actos de bondad, asícomo por sus oraciones e influenciasustentadora en nuestra vida. Nuestrosretos son como los de ustedes. Todosestamos sujetos al pesar y al sufrimien-to, a las enfermedades y a la muerte. A través de los tiempos buenos y delos tiempos difíciles, el Señor esperaque cada uno de nosotros perseverehasta el fin. Al paso que todos avanza-mos juntos en Su sagrada obra, lasAutoridades Generales comprenden laimportancia de su interés por nosotros

que con tanto amor nos brindan y quecon tanta gratitud recibimos. Los ama-mos y oramos por ustedes, así comoustedes oran por nosotros.

Expreso gratitud especial al SeñorJesucristo. Estoy agradecido por Su amorosa bondad y por su manifies-ta invitación a venir a Él1. Me maravillode Su incomparable poder para sanar.Doy testimonio de que Jesucristo esel Maestro Sanador. Y ése no es sinouno de los muchos atributos que ca-racterizaron Su vida excepcional.

Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijode Dios, el Creador, el gran Jehová, elprometido Emanuel, nuestro expiato-rio Salvador y Redentor, nuestro abo-gado para con el Padre, nuestro granEjemplo. Y un día compareceremosante Él que es nuestro justo y miseri-cordioso Juez2.

Milagros de sanidadEn calidad de Maestro Sanador,

Jesús dijo a Sus amigos: “Id, haced sa-ber... lo que habéis visto y oído: losciegos ven, los cojos andan, los lepro-sos son limpiados, los sordos oyen,[y] los muertos son resucitados”3.

En los libros de Mateo4, Marcos5,Lucas6 y Juan7 se relata reiteradamen-te que Jesús anduvo predicando elEvangelio y sanando toda enfermedady toda dolencia.

Cuando el Redentor resucitado

apareció a los antiguos habitantes deAmérica, misericordiosamente invitóa los que estuviesen “afligidos de ma-nera alguna”8 a ir a Él para sanarlos.

Prodigiosamente, Su divina autori-dad para sanar a los enfermos fueconferida a dignos poseedores del sa-cerdocio en dispensaciones anterio-res9 y de nuevo en éstos, los últimosdías, en los que Su Evangelio ha sidorestaurado en su plenitud10.

La influencia de la oración en lasanidad

También tenemos acceso a Su po-der sanador por medio de la oración.Jamás olvidaré la experiencia que vivi-mos mi esposa y yo hace ya tres déca-das con el presidente Spencer W.Kimball y su amada esposa Camilla.Nos encontrábamos en Hamilton,Nueva Zelanda, para asistir a una granconferencia con los santos. Yo no eraAutoridad General en aquel tiempo yse me había invitado a participar tantoen ésa como en otras reuniones por elestilo en otras islas del sur del Pacíficomientras era el presidente general dela Escuela Dominical. Y, en calidad dedoctor en medicina, atendí al presi-dente Kimball y a su esposa durantemuchos años. Los conocí a los dosmuy bien, por dentro y por fuera.

Para esa conferencia, la juventudlocal de la Iglesia había preparado unprograma cultural especial para el sá-bado al atardecer. Lamentablemente,tanto el presidente Kimball como suesposa se pusieron muy enfermoscon una fiebre muy alta. Tras haber re-cibido bendiciones del sacerdocio, sequedaron a descansar en la cercanacasa del presidente del Templo deNueva Zelanda. El presidente Kimballle pidió a su consejero, el presidenteN. Eldon Tanner, que presidiera el es-pectáculo cultural y pidiese las corres-pondientes disculpas por la ausenciadel presidente Kimball y de su esposa.

Mi esposa fue a la representacióncon el presidente Tanner y su esposa,y el secretario del presidente Kimball,el hermano D. Arthur Haycock, y yonos quedamos cuidando de nuestrosafiebrados amigos.

Jesucristo: ElMaestro SanadorÉ L D E R R U S S E L L M . N E L S O NDel Quórum de los Doce Apóstoles

La fe, el arrepentimiento, el bautismo, el testimonio y laconversión perdurable conducen al poder sanador del Señor.

SESIÓN DEL DOMINGO POR LA TARDE2 d e o c t u b r e d e 2 0 0 5

86

Mientras el presidente Kimball dor-mía, yo leía sin hacer ruido en su ha-bitación. De pronto, el presidenteKimball se despertó y me preguntó:“Hermano Nelson, ¿a qué hora co-menzaba el programa de esta noche?”

“A las siete, presidente Kimball”.“¿Y qué hora es?”“Casi las siete”, le contesté.El presidente Kimball se apresuró a

decirme: “¡Dígale a la hermanaKimball que iremos!”.

Le tomé la temperatura al presi-dente Kimball, ¡y la tenía normal! Letomé la temperatura a la hermanaKimball, ¡y también la tenía normal!

Se vistieron rápidamente y subi-mos a un automóvil en el que se noscondujo al estadio del ColegioUniversitario de la Iglesia de NuevaZelanda. Al entrar el vehículo en el es-tadio, el público estalló en una muyfuerte y espontánea ovación. ¡Fue al-go muy fuera de lo normal! Tras haberocupado nuestros asientos, le pregun-té a mi esposa a qué se había debidoaquella repentina ovación. Me dijoque, cuando el presidente Tanner diocomienzo a la reunión, había pedidolas correspondientes disculpas por laausencia del presidente Kimball y suesposa debido a que se habían puestoenfermos. En seguida, se le pidió auno de los jóvenes neozelandesesque diese la primera oración.

Con gran fe, dio lo que mi esposadescribió como una oración más bienlarga pero potente, en la que dijo:“Nos encontramos aquí tres mil jóve-nes neozelandeses, tras habernos

preparado durante seis meses paracantar y bailar para Tu profeta. ¡Te im-ploramos que le sanes para que lleguehasta aquí!”. Después de que todosdijeron “amén”, entró en el estadio elautomóvil en el que llevaban al presi-dente Kimball y a su esposa. ¡Losreconocieron de inmediato e instantá-neamente les dieron una ovación!11.

¡Presencié el poder sanador delSeñor! ¡También presencié la revela-ción que recibió Su profeta viviente yla forma en la que respondió a ella!

Reconozco que, a veces, algunasde nuestras más fervientes oracionesquedan al parecer sin respuesta. Nospreguntamos: “¿Por qué?”. ¡Sé lo quese siente! Conozco los temores y laslágrimas de esos momentos. Perotambién sé que nuestras oracionesnunca son desoídas, que nuestra fenunca pierde su valor. Sé que la visión de nuestro omnisciente PadreCelestial es infinitamente más ampliaque la nuestra. En tanto nosotros sa-bemos de nuestros problemas y dolo-res mortales, Él sabe de nuestroprogreso y potencial inmortales. Sioramos para conocer Su voluntad ysometernos a ella con paciencia y convalentía, la sanidad celestial tendrá lu-gar a Su propia manera y a Su tiempo.

Los pasos que hay que seguir paraser sanados

Las dolencias provienen tanto decausas físicas como de causas espiri-tuales. Alma, hijo de Alma, se acordóde que su pecado era tan dolorosoque deseó ser “aniquilado en cuerpo

y alma, a fin de no ser llevado paracomparecer ante la presencia de…Dios para ser juzgado por [sus]obras”12. En tales ocasiones, ¿cómopodemos ser sanados por Él?

¡Podemos arrepentirnos de un modo más completo! ¡Podemos con-vertirnos más íntegramente!Entonces, el “Hijo de Justicia”13 podrábendecirnos más plenamente con Sumano sanadora.

A principios de Su ministerio mor-tal, Jesús anunció que había sido en-viado “a sanar a los quebrantados decorazón”14. Dondequiera que impar-tió enseñanzas, Su modelo fue unifor-me. Mientras cito las palabras que Élhabló en cuatro ocasiones y lugaresdiferentes, fíjense en el modelo.

• A la gente de la Tierra Santa, elSeñor habló para que los de Su pue-blo “vean con los ojos, y oigan con losoídos, y con el corazón entiendan, yse conviertan, y yo los sane”15.

• A los habitantes de la AntiguaAmérica, el Señor resucitado hizo estainvitación: “...¿no os volveréis a míahora, y os arrepentiréis de vuestrospecados, y os convertiréis para que yoos sane?”16.

• A los líderes de Su Iglesia, Él en-señó: “…debéis continuar ministran-do por éstos; pues no sabéis si tal vezvuelvan, y se arrepientan, y vengan amí con íntegro propósito de corazón,y yo los sane”17.

• Posteriormente, durante “la res-tauración de todas las cosas”18, elSeñor enseñó a José Smith con res-pecto a los pioneros: “Y después desus tentaciones y de mucha tribula-ción, he aquí, yo, el Señor, los busca-ré; y si no se obstina su corazón ni seendurece su cerviz en contra de mí,serán convertidos y yo los sanaré”19.

La secuencia del modelo del Señores importante. La fe, el arrepenti-miento, el bautismo, el testimonio y laconversión perdurable conducen alpoder sanador del Señor. El bautismoes el acto de un convenio, la señal deun cometido y de una promesa. Eltestimonio se crea cuando el EspírituSanto da convicción al que busca la verdad con fervor. El verdadero

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 87

testimonio incrementa la fe, promue-ve el arrepentimiento y la obedienciaa los mandamientos de Dios. El testi-monio engendra el entusiasmo paraservir a Dios y a los semejantes20. Laconversión significa “volverse hacia...[y] con”21. La conversión es volversede las maneras del mundo hacia lasmaneras del Señor y permanecer conellas. La conversión comprende elarrepentimiento y la obediencia. Laconversión efectúa un potente cam-bio en el corazón22. Por lo tanto, elverdadero converso “nace de nue-vo”23 y anda en vida nueva24.

Como conversos de verdad, nossentimos motivados a hacer lo que elSeñor desea que hagamos25 y a ser laclase de personas que Él desea queseamos26. La remisión de pecados,que conlleva el perdón divino, sana el espíritu.

¿Cómo podemos saber si nos he-mos convertido de verdad? Hay prue-bas de introspección en las Escrituras.Una de ellas mide el grado de conver-sión que debemos tener antes denuestro bautismo27. Otra mide nues-tra buena disposición para prestar ser-vicio a los demás. A Su discípuloPedro el Señor dijo: “...yo he rogadopor ti, que tu fe no falte; y tú, una vezvuelto [o sea, convertido], confirma[o sea, fortalece] a tus hermanos”28.La buena disposición para servir y for-talecer a los demás se yergue comosímbolo del estado de preparación decada uno para ser sanado.

La magnitud de Su sanidadJuan el amado dijo: “He aquí el

Cordero de Dios, que quita el pecadodel mundo”29. ¡Qué poder! Únicamen-te el Maestro Sanador podía quitar elpecado del mundo. Nuestra deudapara con Él es de una magnitud incalculable.

Recuerdo bien una circunstanciaque ocurrió cuando hablaba yo a ungrupo de misioneros. Tras haberlosinvitado a hacer preguntas, uno de losélderes se puso de pie y, entre lágri-mas, me preguntó: “¿Por qué tuvoJesús que sufrir tanto?”. Le pedí al élder que abriera el himnario y que

recitara la letra del himno “¡Grandeeres Tú!” y leyó:

Al recordar el gran amor del Padreque desde el cielo al Salvador envió,aquel Jesús que por salvarme vinoy en la cruz por mí sufrió y murió30.

En seguida, le pedí que leyese laletra de “Mansos, Reverentes Hoy”, lacual es particularmente conmovedo-ra debido a que está escrita como siel Señor diese Su propia respuesta ala mismísima pregunta que él habíahecho:

Mansos, reverentes hoyInclinaos ante mí;Redimidos, recordad,Que os di la libertad.Y mi sangre derramé,Vuestra salvación gané...

Lo que hice recordad,Para daros libertad;

En la cruz yo padecí,Muerte para vos sufrí31.

¡Jesús sufrió profundamente por-que nos ama profundamente! Él deseaque nos arrepintamos y nos convirta-mos, para poder sanarnos totalmente.

Cuando estemos llenos de pesa-res32, será el momento de profundizarnuestra fe en Dios, de trabajar más ar-duamente y de prestar servicio a losdemás. Entonces Él sanará nuestrocorazón desgarrado de dolor. Él nosdará paz33 y consuelo34. Esos grandesdones nunca serán destruidos, ni si-quiera con la muerte.

La Resurrección: El acto de sanidadsupremo

La dádiva de la Resurrección es elsupremo acto de sanidad del Señor.Gracias a Él, todo cuerpo será restau-rado a su debida y perfecta forma35.Gracias a Él, ninguna afección carecede esperanzas. Gracias a Él, mejores

tiempos nos esperan más adelante,tanto en esta vida como en la vida ve-nidera. El verdadero regocijo nosaguarda a todos y a cada uno... unavez que hayamos pasado esta vida depesares.

Testifico que Dios vive, que Jesúses el Cristo, el Maestro Sanador, en el sagrado nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Véase Mateo 11:28–30. En verdad, Su yugo

es fácil y ligera Su carga.2. Véase Russell M. Nelson, “Jesús el Cristo:

Nuestro Maestro y más”, Liahona, abril de2000, págs. 4–19.

3. Lucas 7:22.4. Véase Mateo 4:23; 8:1–3, 5–13, 16–17;

9:1–8, 32–35; 12:15; 14:14, 34–36;15:29–31.

5. Véase Marcos 1:32–34, 40–45; 2:1–12;6:53–56; 7:31–37.

6. Véase Lucas 4:40–41; 5:12–15, 17–26;7:1–10; 11:14; 22:50–51.

7. Véase Juan 4:46–53.8. 3 Nefi 17:7.9. Véase Mateo 10:5–8; Marcos 16:17; Lucas

10:17; 4 Nefi 1:5.10. Véase D. y C. 84:65–70.11. Véase Spencer J. Condie, Russell M.

Nelson: Father, Surgeon, Apostle, 2003,págs. 172–174.

12. Alma 36:15.13. 3 Nefi 25:2; véase también Malaquías 4:2.14. Lucas 4:18; véase también Isaías 61:1.15. Mateo 13:15; véase también Isaías 6:10;

Juan 12:40; Hechos 28:27.16. 3 Nefi 9:13.17. 3 Nefi 18:32.18. Hechos 3:21.19. D. y C. 112:13; véase también D. y C.

124:104.20. Y cumplir de ese modo los dos grandes

mandamientos: “Amarás al Señor tu Dioscon todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”(Lucas 10:27).

21. El vocablo conversión proviene de dos raíces latinas: con y vertere, que significa “tornar, volver”.

22. Véase Mosíah 5:2; Alma 5:12–14.23. Véase Juan 3:3–7; 1 Pedro 1:23; Mosíah

27:24–26; Alma 5:49; 7:14; Moisés 6:59;Joseph Smith Translation, Génesis 6:62.

24. Véase Romanos 6:3–4.25. Véase Mosíah 5:2–5.26. Véase 3 Nefi 27:21, 27.27. Véase D. y C. 20:37; véase Mosíah 18:10.28. Lucas 22:32.29. Traducción de José Smith, Juan 1:29.30. Himnos Nº 41; véase también Salmos

8:3–9; 9:1–2; Mosíah 4:5–13.31. Himnos de Sión, Nº 95; véase también

D. y C. 19:16–19; 45:3–5.32. Véase “¿Pensaste orar?”, Himnos, Nº 81,

tercera estrofa.33. Véase Juan 14:27.34. Véase Isaías 40:1; Juan 14:16–17, 26.35. Véase Alma 11:43; 40:23.

88

Este año conmemoramos el bicentenario del nacimientodel profeta José Smith.

Testificamos al mundo que él fue elprofeta de Dios preordenado parallevar a cabo la restauración delEvangelio de Jesucristo. Esto lo hizobajo la dirección de nuestro Salvador,quien le dijo a un antiguo profeta:

“Jehová es mi nombre, y conozco elfin desde el principio; por lo tanto, tecubriré con mi mano”1.

Reconozco la mano del Señor en larestauración del Evangelio. Medianteel inspirado sacrificio de los hijos de Dios a través de las edades, se estableció el fundamento de esaRestauración, y el mundo se preparapara la Segunda Venida de nuestroSeñor y Salvador Jesucristo.

Su Evangelio se estableció por pri-mera vez en la tierra con Adán y se haenseñado en cada dispensación pormedio de profetas como Enoc, Noé,Abraham, Moisés y otros. Cada uno deesos profetas predijo la venida deJesucristo para expiar los pecados delmundo, y esas profecías se han cum-plido. El Salvador estableció Su Iglesia,llamó a Sus apóstoles y estableció Susacerdocio, pero lo más importante esque dio Su vida y la volvió a tomar pa-ra que todos nos levantáramos denuevo, llevando a cabo así el sacrificioexpiatorio. Pero ése no fue el fin.

Preparativos parala Restauración yla Segunda Venida:“Te cubriré con mi mano”É L D E R R O B E R T D. H A L E SDel Quórum de los Doce Apóstoles

[La] mano [del Señor] ha estado sobre la obra de laRestauración desde antes de la fundación de este mundo y continuará hasta Su Segunda Venida.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 89

Después de Su resurrección, elSalvador dio a Sus apóstoles la respon-sabilidad de dirigir la Iglesia y adminis-trar las ordenanzas del Evangelio.Fieles a ese mandato, fueron persegui-dos y algunos padecieron el martirio.Como resultado, la autoridad del sa-cerdocio del Señor dejó de estar en latierra, y el mundo cayó en la oscuri-dad espiritual. En los siglos posterio-res, los hijos de Dios tuvieron la Luzde Cristo, podían orar y podían sentirla influencia del Espíritu Santo, pero laplenitud del Evangelio se había perdi-do. En la tierra no quedaba nadie quetuviera el poder y la autoridad para di-rigir la Iglesia o que efectuara orde-nanzas sagradas como el bautismo, elotorgamiento del don del EspírituSanto y las ordenanzas salvadoras deltemplo. A casi todas las personas seles negó el acceso a las Escrituras y lamayoría de ellas eran analfabetas.

El primer paso de la restauracióndel Evangelio fue hacer accesibles las Escrituras a los hijos de Dios y ayudarles a aprender a leerlas.Originalmente, la Biblia se escribió enhebreo y en griego, idiomas descono-cidos para la gente común de Europa.Luego, unos 400 años después de lamuerte del Salvador, Jerónimo tradujo

la Biblia al latín; aún así, las Escriturasno estaban disponibles para un grannúmero de personas. Las copias habíaque hacerlas a mano, trabajo que porlo general hacían los monjes, y hacercada una de ellas llevaba años.

Luego, mediante la influencia delEspíritu Santo, comenzó a crecer en elcorazón de las personas el interés porel aprendizaje. Ese renacimiento se es-parció por Europa, y a fines del sigloXIV, un sacerdote de nombre JohnWiclef inició una traducción de laBiblia del latín al inglés. Debido a queen aquel entonces el inglés era unidioma emergente y poco refinado, loslíderes de la Iglesia lo consideraroninapropiado para comunicar la palabrade Dios. Algunos líderes estaban segu-ros de que si las personas pudiesen le-er e interpretar la Biblia ellos mismos,se corrompería la doctrina; otros te-mían que la gente que tuviera accesoindependiente a las Escrituras no ne-cesitaría la Iglesia y cesaría de apoyarlaeconómicamente; por lo tanto, aWiclef se le acusó de hereje, y se le tra-tó como tal; después de que murió yse le sepultó, desenterraron sus hue-sos y los quemaron. Pero la obra deDios no se pudo detener.

Aunque algunos fueron inspirados

a traducir la Biblia, otros recibieroninspiración para preparar los mediospara publicarla. Para 1455, JuanGutenberg había inventado la impren-ta de tipo móvil, y la Biblia fue uno delos primeros libros que imprimió. Porprimera vez fue posible imprimir múl-tiples copias de las Escrituras a unprecio asequible para muchos.

Mientras tanto, la inspiración deDios también ejerció su influencia enlos exploradores. En 1492, CristóbalColón se dispuso a encontrar una nue-va ruta al Lejano Oriente, guiado porla mano de Dios en su jornada. Él dijo:“Dios me dio la fe y luego el valor”2.

Esos inventos y descubrimientosprepararon el camino para otras apor-taciones. A principios del siglo XVI, eljoven William Tyndale se matriculó enla Universidad de Oxford, donde estu-dió la obra de la Biblia realizada por elerudito Erasmo, quien creía que lasEscrituras eran “el alimento para el al-ma [del hombre]; y… [que] debenpenetrar hasta lo más profundo de[su] corazón y [su] mente”3. Por me-dio de sus estudios, Tyndale adquirióamor por la palabra de Dios y el de-seo de que todos los hijos de Dios sedeleitaran con dicha palabra.

Más o menos en esa época, un

90

monje y profesor alemán llamadoMartín Lutero señaló 95 puntos de error en la Iglesia de esa época, los cuales audazmente envió a sussuperiores en una carta. En Suiza,Huldrych Zwingli imprimió 67 artícu-los de reforma. Juan Calvino, enSuiza, Juan Knox, en Escocia, y mu-chos otros ayudaron en esa labor. Sehabía iniciado la Reforma.

Mientras tanto, William Tyndale sehabía convertido en un sacerdote ca-pacitado y hablaba ocho idiomas confluidez. Él creía que una traduccióndirecta del griego y del hebreo al in-glés sería más exacta y más fácil de le-er que la traducción que Wiclef habíahecho del latín; por lo tanto, ilumina-do por el Espíritu de Dios, Tyndaletradujo el Nuevo Testamento y unaparte del Antiguo Testamento. Susamigos le advirtieron que perdería lavida si lo hacía, pero estaba decidido.Una vez, mientras discutía con un eru-dito, dijo: “Si Dios me salva la vida, enpocos años yo haré que un simplemuchacho de granja sepa más que us-ted acerca de las Escrituras”4.

Con el tiempo, Tyndale, comootros, fue muerto por sus esfuerzos:fue estrangulado y quemado en la ho-guera cerca de Bruselas. Pero la cre-encia por la cual había dado su vidano se perdió. Millones de personashan llegado a experimentar por símismas lo que Tyndale enseñó a lolargo de su vida: “La naturaleza de la

palabra de Dios es que todo el que lalea... comience a mejorar de inmedia-to y día a día, hasta desarrollarlo yconvertirlo en hombre perfecto”5.

Las épocas de turbulencia políticaprodujeron cambios. Debido a desa-cuerdos con la Iglesia de Roma, el reyEnrique VIII se declaró a sí mismo ca-beza de la Iglesia en Inglaterra y man-dó que se colocaran copias de la Bibliaen inglés en cada una de las parro-quias. La gente, que tenía hambre delEvangelio, acudió a esas Iglesias, y seleían las Escrituras unos a otros hastaque se quedaban sin voz. La Bibliatambién se utilizaba como texto básicode enseñanza de la lectura. Aunquelos martirios continuaron a través deEuropa, la noche oscura de la ignoran-cia estaba llegando a su fin. Un predi-cador declaró antes de ser quemado:“Este día, por la gracia de Dios, encen-deremos esa luz en Inglaterra, queconfío nunca se extinguirá”6.

Expresamos gratitud a todos lo quevivieron en Inglaterra y a lo largo y an-cho de Europa y que ayudaron a en-cender esa luz. Por la gracia de Dios, la luz se volvió más brillante. El reySantiago I, de Inglaterra, consciente delas divisiones que existían en su propiopaís, accedió a la preparación de unanueva versión oficial de la Biblia. Secalcula que en la versión del reySantiago7 se retuvo más del 80 porciento de la traducción que WilliamTyndale hizo del Nuevo Testamento y

una gran parte del Antiguo Testamento(el Pentateuco, o sea, desde Génesishasta Deuteronomio, y desde Josuéhasta Crónicas). Con el tiempo, esaversión llegaría a una nueva tierra,donde la leería un muchacho de granjade catorce años llamado José Smith.¿Es de sorprender que la versión delrey Santiago sea la versión de la Bibliaen inglés aprobada por La Iglesia deJesucristo de los Santos de los ÚltimosDías en la actualidad?

La persecución religiosa enInglaterra continuó bajo Carlos, el hi-jo de Santiago, y muchos fueron mo-tivados a buscar la libertad en nuevastierras, entre ellos los peregrinos quedesembarcaron en las Américas en1620, la parte del mundo queCristóbal Colón había explorado ha-cía más de cien años. Al poco tiempo,siguieron otros colonizadores, entreellos Roger Williams, fundador y mástarde gobernador de Rhode Island,que seguía buscando la Iglesia verda-dera de Cristo. Williams dijo que noexistía ninguna Iglesia de Cristo debi-damente constituida sobre la tierra,ni persona alguna autorizada para ad-ministrar ninguna de las ordenanzasde la Iglesia, ni que la podría haberhasta que fuesen enviados nuevosapóstoles por el gran Director de laIglesia, cuya venida él buscaba”8.

Más de un siglo después, ese mis-mo sentimiento religioso guió a losfundadores de una nueva nación quesurgió en el continente americano.Guiados por la mano de Dios, consi-guieron la libertad religiosa para todociudadano mediante la inspiradaDeclaración de Derechos. Catorceaños más tarde, el 23 de diciembre de1805, nació el profeta José Smith. Lapreparación ya casi estaba lista para laRestauración.

Siendo José un joven, “invad[ió] sumente una seria reflexión”9 en cuantoal tema de la religión. Debido a quenació en una tierra que permitía la li-bertad religiosa, él podía cuestionarcuál de las Iglesias estaba en lo cierto,y ya que la Biblia estaba traducida alinglés, podía buscar una respuesta enla palabra de Dios. En el libro de

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 91

Santiago, él leyó: “Y si alguno de vo-sotros tiene falta de sabiduría, pídala aDios”10, e hizo lo indicado. Como res-puesta a la oración de José, aparecie-ron a éste Dios el Padre y Su HijoJesucristo11. Ese humilde niño degranja fue el profeta escogido porDios para restaurar la antigua Iglesiade Jesucristo y Su sacerdocio en estosúltimos días. Dicha Restauración iba aser la última dispensación, la dispen-sación del cumplimiento de los tiem-pos, pues restauraría todas lasbendiciones del sacerdocio que elhombre podría poseer en la tierra.Con ese mandato divino, su obra noera la de reformar lo que ya estaba so-bre la tierra, ni la de oponerse a ella,sino la de restaurar lo que había habi-do en la tierra y que se había perdido.

La Restauración comenzó con laPrimera Visión en 1820 y continuó conla salida a la luz del Libro de Mormón:Otro Testamento de Jesucristo. El 21de septiembre de 1823, José Smith re-cibió la visita del ángel Moroni, que leenseñó en cuanto a un registro antiguoque contenía “la plenitud del evangelioeterno… en preparación para la segun-da venida del Mesías”12. Escrito enplanchas de oro, el Libro de Mormónda un recuento del ministerio de Cristoen el hemisferio occidental, tal como laBiblia registra Su vida y Su ministerioen la Tierra Santa. José recibió las plan-chas de oro cuatro años más tarde y, endiciembre de 1827, comenzó a traducirel Libro de Mormón13.

Mientras traducía, José Smith y suescribiente Oliver Cowdery leyeronsobre el bautismo. Su deseo de recibiresa bendición dio lugar a la restaura-ción del Sacerdocio Aarónico el 15 demayo de 1829, de manos de Juan elBautista14.

A eso le siguió la restauración delSacerdocio de Melquisedec, que le fueotorgado a José y a Oliver de manos delos apóstoles Pedro, Santiago y Juan,quienes poseían las llaves. Después desiglos de oscuridad espiritual, el podery la autoridad de actuar en el nombrede Dios, de efectuar ordenanzas sagra-das y de dirigir Su Iglesia se encontra-ban nuevamente sobre la tierra.

Las primeras copias impresas delLibro de Mormón se publicaron el 26de marzo de 1830. Unos días más tar-de, el 6 de abril, la Iglesia verdaderade Cristo en estos últimos días se or-ganizó nuevamente en la casa dePeter Whitmer, padre, en Fayette,Nueva York. Al describir los efectos deesos sucesos en el mundo, el élderParley P. Pratt escribió:

Ya rompe el alba de la verdady en Sión se deja ver,tras noche de obscuridad,…el día glorioso amanecer15.

La larga noche finalmente habíaterminado y la revelación fluía, dandocomo resultado Escrituras adiciona-les. Doctrina y Convenios fue acepta-da por la Iglesia el 17 de agosto de1835. La traducción del libro deAbraham en la Perla de Gran Preciotambién se inició ese año.

Al poco tiempo se otorgó más au-toridad para actuar en el nombre delSeñor. El Templo de Kirtland se dedi-có el 27 de marzo de 183616, y allí elSalvador se apareció a José Smith y aOliver Cowdery, donde posteriormen-te aparecieron Moisés, Elías y Elías elprofeta, quienes entregaron llaves adi-cionales del sacerdocio al Profeta17.

Esta luz del Evangelio nunca mássería quitada de la tierra. En 1844,José Smith confirió todas las llaves delsacerdocio a Brigham Young, a JohnTaylor, a Wilford Woodruff y a los de-más apóstoles. El Profeta dijo: “He

vivido hasta ver la carga que descansa-ba sobre mis hombros, pasar a los deotros hombres... las llaves del reinoestán plantadas en la tierra para nun-ca más ser quitadas... No importa quéme suceda a mí”18. Lamentablemente,tres meses después, el 27 de junio,José Smith el Profeta y su hermanoHyrum padecieron el martirio enCarthage, Illinois.

El élder John Taylor, quien estuvocon el Profeta en su martirio, testificóde él: “José Smith, el Profeta y Videntedel Señor, ha hecho más por la salva-ción del hombre en este mundo, quecualquier otro que ha vivido en él,exceptuando sólo a Jesús”19.

Testifico que la obra del profetaJosé Smith es la obra del Salvador. Enel servicio del Señor la senda no siem-pre es fácil; muchas veces requiere sa-crificios y seguramente pasaremosadversidades. Pero al servirle, descu-brimos que Su mano ciertamente noscubre. Así fue para Wiclef, Tyndale ymiles más que prepararon el caminode la Restauración. Así fue para el pro-feta José Smith y todos aquellos queayudaron a introducir el Evangelio res-taurado. Así es y será para nosotros.

El Señor espera que seamos tanfieles, devotos y valientes como aque-llos que nos antecedieron. A ellos se los llamó a dar la vida por elEvangelio. A nosotros se nos llama avivir por el mismo propósito. En és-tos, los últimos días, tenemos motivosespeciales para hacerlo.

Antes de esa sagrada noche en

Belén, los sucesos de la historia y las palabras de los profetas de todaslas dispensaciones prepararon el ca-mino para la primera venida delSeñor y Su Expiación. De manera si-milar, la historia y las profecías esta-blecieron el fundamento para larestauración del Evangelio por me-dio del profeta José Smith. ¿Tenemosojos para ver que los sucesos y lasprofecías de nuestra época estánpreparándonos para la SegundaVenida del Salvador?

Doy testimonio especial de quenuestro Salvador Jesucristo vive.Testifico que Su mano ha estado sobrela obra de la Restauración desde antesde la fundación de este mundo y con-tinuará hasta Su Segunda Venida.

Que cada uno de nosotros se pre-pare para recibirlo, es mi humilde oración, en el santo nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Abraham 2:8.2. Citado en Mark E. Petersen, The Great

Prologue, 1975, pág. 29.3. Citado en Benson Bobrick, Wide as the

Waters: The Story of the English Bible and the Revolution It Inspired, 2001, pág. 89.

4. Citado en S. Michael Wilcox, Fire in theBones: William Tyndale: Martyr, Father ofthe English Bible, 2004, pág. 47.

5. Citado en Wilcox, Fire in the Bones, xv.6. Citado en Bobrick, Wide as the Waters, pág.

168; véase también James E. Kiefer,Biographical Sketches of MemorableChristians of the Past, “Hugh Latimer,Bishop and Martyr”, http://justus.anglican.org/resources/bio/269.html.

7. Véase, Wilcox, Fire in the Bones, páginas125–126, 197; Fox’s Book of Martyrs,William Byron Forbush, ed., 1926, pág. 181.

8. Véase, William Cullen Bryant, ed.,Picturesque America; or, the Land We LiveIn, 2 tomos. (1872–1874), tomo 1, págs.500–502; véase también, LeGrand Richards,Una Obra Maravillosa y un Prodigio,1973, pág. 26.

9. José Smith—Historia 1:8.10. Santiago 1:5.11. Véase José Smith—Historia 1:11–20.12. El Libro de Mormón, introducción.13. Véase José Smith—Historia 1:27–62.14. Véase D. y C. 13; José Smith—Historia

1:66–72; La historia de la Iglesia en la dis-pensación del cumplimiento de los tiem-pos, 1993, pág. 60.

15. “Ya rompe el alba”, Himnos, Nº 1.16. Véase D. y C. 109.17. Véase D. y C. 110.18. Citado por Wilford Woodruff en Deseret

News, 21 de diciembre de 1869, pág 2.19. D. y C. 135:3.

92

Hermanos y hermanas, buenastardes. El profeta José Smithenseñó que “una religión que

no requiera el sacrificio de todas lascosas jamás tendrá el poder suficien-te para producir la fe necesaria paravida y salvación” (“La ley de sacrifi-cio”, Liahona, marzo de 2002, pág.12). Si resumimos la historia de lasEscrituras, podemos decir que es lahistoria del sacrificio.

En las Escrituras encontramosejemplos maravillosos de aquellosque sacrificaron su vida a fin de guar-dar su fe y su testimonio. Un ejemploes el relato de Alma y Amulek, cuandotuvieron que soportar el dolor de ver

que los del pueblo de Ammoníah fue-ron arrojados al fuego y murieron, ysin embargo guardaron su fe (véaseAlma 14:7–13).

También pensamos en Jesucristo,quien condescendió a venir de la pre-sencia de Su Padre a esta tierra e hizoel sacrificio de salvar al mundo, pasan-do los dolores más grandes que hayasoportado persona alguna.

En esta última dispensación delEvangelio, muchos pioneros perdie-ron la vida e hicieron el sacrificio máximo para guardar la fe.

Es probable que hoy no se nos pi-da hacer un sacrificio tan grande co-mo el dar la vida, pero vemos muchosejemplos de santos que hacen doloro-sos sacrificios para mantener viva la fey el testimonio. Tal vez sea más difícilhacer los pequeños sacrificios diarios;por ejemplo, se podrían considerarcomo pequeños sacrificios el santifi-car el día de reposo, leer a diario lasEscrituras o pagar diezmos, pero esossacrificios no se pueden hacer con fa-cilidad a menos que nos proponga-mos y tengamos la determinación dehacer los sacrificios necesarios paraguardar esos mandamientos.

Al hacer esos pequeños sacrificios,se nos compensa con más bendicionesdel Señor. El rey Benjamín dijo: “Y aúnle sois deudores; y lo sois y lo seréis

El sacrificio es un gozo y una bendiciónÉ L D E R W O N YO N G KODe los Setenta

Ruego que todos lleguemos a ser santos, que estemosdispuestos a sacrificar y a ser merecedores de lasbendiciones especiales del Señor.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 93

para siempre jamás” (Mosíah 2:24) y,así como lo hizo con su propio pueblo,el rey Benjamín nos anima a fin de querecibamos más bendiciones a medidaque sigamos obedeciendo la palabradel Señor.

Creo que la primera bendición quederiva del sacrificio es el gozo quesentimos cuando pagamos el precio.Tal vez el sólo pensar que el sacrificiomismo podría llegar a ser una bendi-ción se convierta en una bendición.Cuando pensemos de esa manera ysintamos gozo, es posible que ya ha-yamos recibido una bendición.

Hace poco vi esa clase de bendi-ción entre los santos de Corea queparticiparon en la celebración del cin-cuentenario de la dedicación de laIglesia en Corea y el bicentenario delnacimiento de José Smith. Me gusta-ría relatarles brevemente los sacrifi-cios que hicieron y el gozo y labendición que recibieron.

Para celebrar el Evangelio que diotanta esperanza y valor a los del pue-blo de Corea que tanto sufrieron porla Guerra de Corea, los miembros em-pezaron los preparativos para dichacelebración hace más de un año.Muchos de los miembros de Corea —la Primaria, los Hombres Jóvenes, lasMujeres Jóvenes, los adultos solteros,las hermanas de la Sociedad deSocorro y otros— se reunieron parapracticar. Prepararon muchos bailesfolclóricos tradicionales, incluso losbailes de la flor, del círculo, del abani-co y del granjero. Tocaron tambores,presentaron taekwondo, drama, bai-les de salón y números musicales;otros espectáculos y presentacionescorales.

Debido a que los ruidos de tamborque hacían los jóvenes eran tan fuer-tes, los vecinos se quejaron, y tuvieronque dejar de practicar. Era muy difícilpracticar durante períodos largos, perolo hacían con gozo. No encontré a na-die que se quejara por el esfuerzo y elsacrificio que hacían de levantarse a las4 de la mañana para tomar el autobúspara ir a la práctica combinada. Sentíangran gozo y gratitud por las bendicio-nes del Señor y por la oportunidad de

demostrar su agradecimiento.Muchos ex misioneros de otras tie-

rras regresaron a Corea con sus espo-sas e hijos para esa celebración.Hicieron el sacrificio cuando fueronCorea a servir en la misión hace mu-cho tiempo. Esta vez hicieron otro sa-crificio de tiempo y de dinero parallevar a sus familias y participar en lacelebración durante el verano tan ca-luroso. Pero se regocijaron y estuvie-ron agradecidos por todas lascelebraciones en las que participaron.

A fin de animar a los santos corea-nos y a otros, el Señor envió a Coreaa Su Profeta, el presidente Gordon B.Hinckley. El presidente Hinckley hizoun gran sacrificio para realizar eseviaje, y programó un viaje de 13 díasalrededor del mundo y fue a Coreapara reunirse con los santos a losque tanto ha amado por muchosaños y para expresarles personal-mente el amor del Señor. Nadie sin-tió que eso fuera un sacrificio; másbien, teníamos lágrimas de gozo ygratitud. Ésa es la bendición a la queme refería.

Hermanos y hermanas, no tenganmiedo de sacrificarse. Por favor disfru-ten de la felicidad y de las bendicio-nes del sacrificio en sí.

A veces hay una brecha de tiempoentre el sacrificio y la bendición. Talvez el sacrificio se presente de acuer-do con nuestro calendario, pero labendición no vendrá según nuestrocalendario, sino con el del Señor. Poresa razón, el Señor nos consuela

cuando dice: “Por tanto, no os canséisde hacer lo bueno, porque estáis po-niendo los cimientos de una granobra” (D. y C. 64:33).

Ciertamente recibimos las bendi-ciones. Recuerden que el sacrificio ensí puede constituir una bendición.Sacrifiquemos las cosas pequeñas.

Al leer el Libro de Mormón, mien-tras nos restregamos los ojos soño-lientos, recordemos que estamossiguiendo el consejo de nuestroProfeta y recibamos el gozo que pro-viene de ese conocimiento. Tenemosmuchas cuentas que pagar, perocuando paguemos el diezmo, sinta-mos gozo por tener la oportunidadde donar algo al Señor.

Entonces se derramarán sobre no-sotros grandes bendiciones. Será algosemejante a la sorpresa y el gozo quesentimos cuando recibimos un regaloinesperado.

Como dijo el presidente SpencerW. Kimball: “Cuando damos, vemosque ‘por sacrificios se dan bendicio-nes’ [“Loor al Profeta,” Himnos, Nº 15], y al final, comprendemosque no se trataba de un sacrificio(véase “Convirtámonos en puros decorazón”, Liahona, agosto de 1978,pág. 130). Ruego que todos llegue-mos a ser santos, que estemos dispuestos a sacrificarnos y a ser merecedores de las bendiciones es-peciales del Señor. Él velará por no-sotros para que ningún sacrificio seademasiado difícil de soportar. En elnombre de Jesucristo. Amén. ■

94

Hoy deseo expresar mis profun-dos sentimientos de reveren-cia y amor hacia nuestro Padre

Celestial; Su Hijo, el Señor Jesucristoy el Espíritu Santo. Testifico, además,del llamamiento sagrado del presiden-te Gordon B. Hinckley como Profeta,Vidente y Revelador del Señor. Loapoyo con todo mi corazón y energía.

Estoy agradecido por el conveniodel matrimonio en el templo a unabondadosa compañera eterna a quienamo y valoro. Ella constantemente dael ejemplo de servicio generoso a los

necesitados. Nuestro matrimonio hasido bendecido con hijos y nietos fie-les y llenos de energía que nos han en-señado mucho y siguen haciéndolo.

Me siento especialmente bendeci-do porque mi hermano, mis herma-nas y yo nacimos de padres rectosque han permanecido fieles a sus con-venios del templo y que de buena ga-na lo han sacrificado todo para queestemos firmemente dedicados alplan de nuestro Padre Celestial. A mimadre angelical, tan sólo puedo darlelas gracias por mantener fuertes ennuestra vida la cadena del amor y delas ordenanzas del Evangelio.

He mencionado esta sagrada rela-ción por motivo de la felicidad quesiento al saber que existe un conveniovinculante con cada uno de ellos al sersellados en el santo templo. Agradezcoprofundamente el saber que, sin im-portar las dificultades que aún nosaguardan, existe la esperanza y la con-fianza al saber que si guardamos losconvenios del Evangelio, todas laspruebas momentáneas de la vida pue-den vencerse. En las Escrituras se nosenseña que al final todo estará bien sisomos fieles a nuestros convenios. El rey Benjamín enseñó:

“...a causa del convenio que habéishecho, seréis llamados progenie deCristo…

“...por tanto, quisiera que tomaseissobre vosotros el nombre de Cristo,todos vosotros que habéis hecho con-venio con Dios de ser obedientes has-ta el fin de vuestras vidas.

“Y sucederá que quien hiciere es-to, se hallará a la diestra de Dios...”(Mosíah 5:7–9).

El prestar cuidadosa atención alhecho de hacer convenios es de sumaimportancia para nuestra salvacióneterna. Los convenios son acuerdosque hacemos con nuestro PadreCelestial en los que dedicamos nues-tro corazón, nuestra mente y nuestraconducta para guardar los manda-mientos definidos por el Señor. Si so-mos fieles en guardar nuestroacuerdo, Él hace un convenio o unapromesa de bendecirnos, al final, contodo lo que Él posee.

En el Antiguo Testamento se nosenseña el modelo de convenios delSeñor en la experiencia que tuvo Noécon el mundo malvado y el plan delSeñor para limpiar la tierra. A causadel compromiso firme y fiel de Noé,el Señor le dijo:

“Mas estableceré mi pacto contigo,y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijoscontigo...

“E hizo Noé… todo lo que le man-dó Jehová” (Génesis 6:18; 7:5).

Después de que las aguas disminu-yeron, salieron del arca.

“Y edificó Noé un altar a Jehová…“Y habló Dios a Noé y a sus hijos

[que estaban] con él, diciendo:“He aquí que yo establezco mi pac-

to con vosotros, y con vuestros des-cendientes después de vosotros”(Génesis 8:20; 9:8–9).

Nosotros también hemos hechoconvenios sagrados con el Señor a finde que seamos protegidos del adver-sario. Así como en el tiempo de Noé,vivimos en una época de promesas yde cumplimientos proféticos. En losúltimos ocho años se han dedicado71 templos nuevos, una hazaña ex-traordinaria, bajo la dirección del

Los convenios delEvangelio nos traenlas bendicionesprometidasÉ L D E R PA U L E . KO E L L I K E RDe los Setenta

Si guardamos los convenios del Evangelio, todas las pruebas momentáneas de la vida pueden vencerse.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 95

profeta del Señor, lo que podría considerarse en cierto sentido como la construcción del arca en la época de Noé.

Nuestro profeta viviente, el presi-dente Gordon B. Hinckley, nos ha in-vitado a entrar por la puerta deltemplo, donde podemos hacer conve-nios con el Señor.

Al igual que en la época de Noé,nuestros esfuerzos por vivir estosconvenios a menudo pueden ir acom-pañados de un nivel de sacrificio. Esesacrificio, sin importar lo grande o lopequeño que sea, con frecuencia de-termina el grado de dedicación quetengamos, tanto en nuestra mente co-mo en nuestro corazón, para ser su-misos a la voluntad de nuestro PadreCelestial. El modelo de sacrificio a ve-ces incluye una época de prueba, enla que debemos evaluar y sopesar lasconsecuencias de nuestras decisiones.Es posible que las decisiones no siem-pre sean claras o fáciles, de modo quenos esforzamos por salir adelante.Cuando finalmente tomamos la deter-minación de despojarnos de esa luchay de sacrificar nuestra voluntad por ladel Señor, somos elevados a un nuevonivel de entendimiento. A menudo,ese proceso se puede apreciar más siexperimentamos tragedias o desafíossignificativos en nuestra vida.

Hace unas semanas, un jovencitoque estaba en un campamento de es-cultismo en las montañas al este deSalt Lake City pereció cuando le cayóun rayo. Sus padres, llenos de pesar yabrumados por la pérdida repentinade su hijo, sufrían en silencio y se pre-guntaban por qué había sucedido esatragedia. Debido a sus corazones su-misos y a su fe firme, recibieron unabundante derramamiento de amorpor parte del Señor. En medio de sudolor, sintieron la pacífica y tierna de-terminación de aceptar sin enojo elresultado de esa experiencia. Con esaaceptación se percibió una visión ma-yor del propósito de la vida y del re-cuerdo de los convenios que seconcertaron. Aunque aún se sentíanacongojados por su repentina pérdi-da, se hallaban en un plano más

elevado, resueltos a asirse aun conmás firmeza a sus convenios y a vivirde tal modo que se les asegurase unagozosa reunión con su hijo.

En esta dispensación, el concertarconvenios ha adquirido una perspecti-va diferente de la de los tiempos deNoé. No sólo somos responsables dehacer convenios por nosotros mismos,sino que además se nos ha dado la res-ponsabilidad de buscar la informaciónde nuestros antepasados fallecidos yde abrir la puerta a todos los que de-seen hacer convenios y recibir digna-mente las ordenanzas del Evangelio.

La obra entre los que vivieron pre-viamente está avanzando con rapidezcon las fuerzas de los cielos comisio-nadas por el Señor. En la visión que elpresidente Joseph F. Smith tuvo encuanto a los muertos, él hace constar:

“Mas he aquí, organizó sus fuerzasy nombró mensajeros de entre los jus-tos, investidos con poder y autoridad,y los comisionó para que fueran…

“Vi que los fieles élderes de estadispensación, cuando salen de la vidaterrenal, continúan sus obras en lapredicación del evangelio de arrepen-timiento y redención...” (D. y C.138:30, 57).

Además, en las Escrituras se nosenseña que entre los mensajeros esta-ban “los profetas que habían testifica-do [del Redentor] en la carne” (D. yC. 138:36). Algunos de esos mensaje-ros podrían haber incluido a Pedro,

Pablo, Alma, Juan, José y Nefi.Al leer esa visión del presidente

Smith y al saber acerca de los misione-ros asignados a realizar esa obra, unopodría pensar que sería sumamentemotivador que cada uno de nosotroscumpliera su convenio de buscar losnombres de nuestros familiares falleci-dos y ocupara todas las horas disponi-bles en cada uno de los templos. Concierta seguridad, puedo informar quetodavía hay tiempo disponible en mu-chos de los templos para seguir el con-sejo de la Primera Presidencia deapartar parte de nuestro tiempo libre ydedicar más tiempo a efectuar las or-denanzas del templo. Ruego que sea-mos receptivos a esa invitación de ir alas puertas del templo.

Me siento humilde ante la oportu-nidad de servir en este llamamientode confianza y ruego que pueda ac-tuar de acuerdo con los conveniosque he hecho con el Señor y que seasumiso a la dirección del Espíritu.Declaro mi solemne testimonio delSeñor Jesucristo y de la Restauraciónde Su Evangelio por medio del profe-ta José Smith. Expreso mi amor porlos convenios y las ordenanzas deltemplo y me comprometo a redoblarmi esfuerzo de participar en esas san-tas casas de Dios. Sé que al hacer con-venios sagrados y guardarlos, el Señornos llevará a Su sagrada presencia.Testifico de ello en el nombre deJesucristo. Amén. ■

96

Hermanos y hermanas, al estaraquí sentado, sentí un gran de-seo de expresarles mi amor y

de asegurar a todos los que me escu-chan que nuestro Padre Celestial lesama. En nombre de las AutoridadesGenerales, les expreso nuestra grati-tud por estar dispuestos a venir el díade hoy para ser nutridos por la buenapalabra de Dios.

Disfruto de las caminatas por lasmontañas y, al andar por esos remo-tos lugares, a menudo utilizo una brú-jula, leo los mapas y los letreros paraque me guíen a donde deseo llegar.Esas herramientas son muy útiles y deun valor incalculable al encontrarmecon caminos y senderos desconoci-dos que van hacia todo rumbo.

La vida está llena de caminos y

senderos que se cruzan. Existen tantoscaminos que seguir y tantas voces queclaman “¡He aquí!” o “He allí”1. Haytanta variedad y cantidad de mediosde comunicación que anegan nuestroespacio personal; la mayoría de ellosintentan guiarnos por el ancho sende-ro por el que viaja tanta gente.

Al meditar para saber cuál de esasvoces hay que seguir o cuál de los ca-minos es el correcto, alguna vez sehan hecho la pregunta, al igual que lohizo José Smith: “¿Qué se puede ha-cer? ¿Cuál de todas esas [voces y sen-das] tiene razón; o están todas enerror? Si una de ellas es la correcta,¿cuál es, y cómo podré saberlo?”2.Comparto con ustedes mi testimoniode que Jesucristo continúa mostrandoel sendero, guiando el camino y seña-lando cada etapa de nuestro viaje. Susendero es estrecho y angosto y nosguía hacia la luz, hacia la vida y haciala eternidad3. Permítanme darles unejemplo de las Escrituras.

Ante el mandato del Señor, Lehi ysus hijos salieron de Jerusalén y co-menzaron un viaje heroico hacia latierra de promisión. Después de ha-ber acampado durante una tempora-da en un valle a la orilla de un río, elSeñor le dijo a Lehi una noche quehabía llegado el momento de conti-nuar su viaje por el desierto. Con tan-to en qué pensar, al salir de su tiendaa la mañana siguiente, para su granasombro, encontró delante de él, en

el suelo, un objeto que sólo la manode Dios pudo haber colocado allí. Erauna brújula, llamada Liahona en suidioma, y sus agujas se habían diseña-do para guiarlos en su viaje, lo que lespermitía seguir un rumbo hacia losparajes más fértiles de su ruta dondepodrían prosperar y permanecer se-guros. Pero eso no era todo; en labrújula aparecía una escritura que erasencilla y fácil de leer y cambiaba decuando en cuando, para darle a la fa-milia mayor conocimiento con res-pecto a las vías del Señor4.

Durante su viaje, esta Liahona obrújula fue de gran valor al ayudar a lafamilia de Lehi a prosperar y finalmen-te llegar a destino. Pero es importanteseñalar que Nefi observó que la brúju-la funcionaba sólo de acuerdo con lafe, con la diligencia y con la atenciónque le daban. Al referirse a esa maravi-llosa ayuda que los guió por el desier-to, Nefi señaló: “Y así vemos que porpequeños medios el Señor puede realizar grandes cosas”5.

Después de 500 años, la conclu-sión a la que llegó Nefi nunca pasóinadvertida para Alma, quien le recor-dó a su propio hijo la importancia dela Liahona. Él le explicó a Helamánque el Señor preparó esa brújula paramostrarles a sus padres el camino quehabían de seguir por el desierto, perodebido a que ese objeto milagrosofuncionaba por medios pequeños, sus padres fueron perezosos y se olvi-daron de ejercer su fe y diligencia.Como resultado, ese maravilloso obje-to dejó de funcionar y ellos no pro-gresaron en su viaje y no siguieron unrumbo directo, sino que se retardaronpor el desierto y fueron afligidos pormotivo de su negligencia6.

“Oh hijo mío”, continuó diciendoAlma, “no seamos perezosos por la faci-lidad que presenta la senda; porque asísucedió con nuestros padres; pues asíles fue dispuesto, para que viviesen simiraban; así también es con nosotros.La vía está preparada, y si queremos mi-rar, podremos vivir para siempre. Yahora bien, hijo mío, asegúrate de cui-dar estas cosas sagradas; sí, asegúratede acudir a Dios para que vivas” 7.

La brújula del SeñorÉ L D E R LO W E L L M . S N O WDe los Setenta

Los profetas y los apóstoles, a lo largo de las épocas,constituyen la brújula del Señor para nosotros. La guíaque Él nos da a través de ellos es sencilla.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 97

El Señor proporciona hoy en día laguía y dirección para las personas enforma individual y para las familias, asícomo lo hizo con Lehi. Esta conferen-cia general es en sí una Liahona mo-derna, el momento y el lugar pararecibir la guía y dirección inspiradasque nos hacen prosperar y nos ayudana seguir el sendero de Dios por los pa-rajes más fértiles de la vida terrenal.Piensen en que estamos reunidos paraoír el consejo de profetas y apóstoles,quienes han orado en forma poderosay se han preparado con cuidado parasaber qué es lo que el Señor deseaque digan. Hemos orado por ellos ypor nosotros mismos para que elConsolador nos muestre la intención yla voluntad de Dios. Sin duda, no haymejor momento ni mejor lugar paraque el Señor dirija a Su pueblo que enlos de esta conferencia.

Las enseñanzas de esta conferenciason la brújula del Señor. En los próxi-mos días, ustedes podrán, al igual queLehi, salir a la puerta de entrada de sucasa y encontrar una Liahona u otrapublicación de la Iglesia en el buzón yallí encontrarán los mensajes de lasreuniones de esta conferencia. Aligual que la Liahona de la antigüedad,esta nueva escritura será sencilla y fá-cil de leer y les proporcionará a uste-des y a sus familiares el conocimientoconcerniente a los caminos y los sen-deros del Señor.

De la misma forma en que Nefi yAlma nos lo recuerdan, el Señor nosproporciona la guía para nuestro viajede acuerdo con la fe, con la diligenciay con la atención que le demos a esaguía. Es probable que Él no nos revelenuevos senderos si no hemos seguidofielmente los senderos que Él nos haseñalado. Los que son diligentes enseguir consejos inspirados y hacenque éstos sean “parte de su vida” has-ta que una vez más aparezca una nue-va escritura para ayudarles a progresaren su viaje hacia la tierra prometida,reciben a lo largo del camino unaprosperidad que proviene de Dios.

Mis hermanos y hermanas, los pro-fetas y los apóstoles, a lo largo de lasépocas, constituyen la brújula del

Señor para nosotros. La guía que Élnos da a través de ellos es sencilla; elcamino trazado por ellos es seguro. Susenda es fácil al igual que Su yugo esfácil; pero no se dejen engañar por lafacilidad de Su senda, al suponer quees algo pequeño y sin importancia, si-no que atiendan a estas cosas sagradasy acudan a Él para que puedan ser co-mo Él y vivir con Él para siempre.

En calidad de testigo, doy fe de quelas promesas de nuestro Padre se cum-plirán todas; de que Él envió a SuUnigénito a la tierra para señalarnos elsendero y guiarnos por el camino; doyfe de que el Padre y el Hijo aparecie-ron a José Smith en la mañana de una día hermoso y despejado, a princi-pios de la primavera de 1820, para

restaurar, a partir de ese momento, todo lo que se requiere para finalizarsatisfactoriamente el viaje terrenal delhombre; y doy fe de que hay un profe-ta hoy en día, el presidente Gordon B.Hinckley, quien señala el camino paraaquellos que verán y vivirán para siem-pre. Es mi oración que ejerzamosnuestra fe y que prestemos atencióndiligentemente a la guía y a las agujasde las Liahonas de los últimos días, enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase José Smith—Historia 1:5.2. José Smith—Historia 1:10.3. “Jesús, en la corte celestial,” Himnos,

Nº 116.4. Véase 1 Nefi 16:9–16.5. 1 Nefi 16:29.6.Véase Alma 37:38–41.7. Alma 37:46–47.

98

En una ocasión, el Salvador lepreguntó a Pedro tres veces:

“Simón, hijo de Jonás, ¿meamas? Pedro le respondió: Sí, Señor;tú sabes que te amo. [Jesús] le dijo:Pastorea mis ovejas”1.

Debido a su profundo interés en el bienestar de los hijos de nuestroPadre Celestial, el Señor le dio aPedro el mandato especial de pasto-rear a Sus ovejas, y lo ha reafirmadoen nuestros días en una revelación aJosé Smith:

“Ahora te digo, y lo que te digo a tilo digo a todos los Doce: Levantaos yceñid vuestros lomos, tomad vuestracruz, venid en pos de mí y apacentadmis ovejas”2.

Al escudriñar las Escrituras, nota-mos que el Salvador ministró de

acuerdo con las necesidades específi-cas de la gente. Un buen ejemplo escuando estaba cerca de Capernaum, yJairo, un principal de la sinagoga, sepostró a los pies de Jesús y le suplicóque fuera a la casa de él para bendecira su hija moribunda. Jesús acompañóa Jairo, pero la multitud le impidióavanzar rápidamente.

Entonces llegó un mensajero parainformar a Jairo que su hija habíamuerto. Aún en su dolor, Jairo mantu-vo su fe en el Señor, quien consoló elcorazón de ese padre diciéndole:

“No temas; cree solamente, y serásalva.

“Entrando en la casa, no dejó en-trar a nadie consigo, sino a Pedro, aJacobo, a Juan, y al padre y a la madrede la niña.

“Y lloraban todos y hacían lamenta-ción por ella. Pero él dijo: No lloréis;no está muerta, sino que duerme.

“…[y] tomándola de la mano, cla-mó diciendo: Muchacha, levántate.

“Entonces su espíritu volvió, e in-mediatamente se levantó; y él mandóque se le diese de comer”3.

Jesús demostró paciencia y amor atodos los que acudían a Él con enfer-medades físicas, emocionales y espiri-tuales, o sintiéndose desanimados yoprimidos.

Para seguir el ejemplo del Salvador,debemos mirar a nuestro alrededor yayudar, levantar y animar a seguir ade-lante en el viaje hacia la vida eterna a

las ovejas que enfrentan las mismascircunstancias.

Hoy esa necesidad es tan grande oquizás más grande que cuando elSalvador anduvo en la tierra. Comopastores, hay que entender que el ob-jetivo de todo lo que hacemos en estaIglesia es nutrir a cada oveja para lle-varla a Cristo.

Toda actividad, reunión o progra-ma debe concentrarse en ese objeti-vo. Al ser sensibles a las necesidadesde los demás, podemos fortalecerlosy ayudarles a superar sus desafíos pa-ra que sigan firmes en el camino quelos llevará de regreso a la presenciade nuestro Padre Celestial y les ayuda-rá a perseverar hasta el fin.

El Evangelio de Jesucristo no seconcentra en los programas, sino enlas personas. A veces, con la prisa porcumplir con nuestras responsabilida-des, nos concentramos en los progra-mas en lugar de las personas, y noatendemos sus necesidades. Cuandoesas cosas ocurren, perdemos la pers-pectiva de nuestro llamamiento, desa-tendemos a las personas y evitamosque alcancen su potencial divino devida eterna.

Cuando yo estaba por cumplir losdoce años, mi obispo me invitó a unaentrevista y me enseñó cómo prepa-rarme para recibir el SacerdocioAarónico y ser ordenado diácono. Alfinalizar la entrevista, sacó unos for-mularios de su escritorio y me pidióque los llenara. Eran los documentospara servir en una misión. Quedéasombrado; después de todo, sólo te-nía once años. Pero el obispo teníauna perspectiva del futuro y de lasbendiciones que yo recibiría si mepreparaba para servir en una misióncuando tuviera la edad.

Me demostró que me amaba. Medijo los pasos que debía tomar paraprepararme económica y espiritual-mente para servir al Señor. Despuésde ese día, me entrevistó por lo me-nos dos veces al año hasta que cumplídiecinueve años, y me instó a seguirfiel en mi preparación.

Guardó mis formularios misionalesen su archivo y los mencionó en cada

“Pastorea mis ovejas”É L D E R U L I S S E S S O A R E SDe los Setenta

Las personas son más receptivas a nuestra influenciacuando sienten que no sólo cumplimos con nuestrollamamiento, sino que realmente las amamos.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 99

entrevista. Con la ayuda de mis padresy el aliento de un obispo amoroso ypaciente, serví en una misión, la cualme ayudó a obtener una perspectivade las bendiciones que Dios tiene paratodos los que perseveran hasta el fin.

Todos necesitan sentirse amados,sean niños, jóvenes o adultos. Por va-rios años se nos ha aconsejado con-centrarnos en trabajar con los nuevosconversos y los miembros menos acti-vos. Las personas permanecerán en laIglesia si sienten que alguien los ama.

En las instrucciones finales delSalvador a Sus Apóstoles, Él dijo:

“Un mandamiento nuevo os doy:Que os améis unos a otros; como yoos he amado, que también os améisunos a otros.

“En esto conocerán todos que soismis discípulos, si tuviereis amor losunos con los otros”4.

Las personas son más receptivas anuestra influencia cuando sienten queno sólo cumplimos con nuestro lla-mamiento, sino que realmente lasamamos. Al expresarles ese amor, sen-tirán la influencia del Espíritu y la mo-tivación de seguir nuestrasenseñanzas. No siempre es fácil amarincondicionalmente a la gente, peroel profeta Mormón explicó lo que de-bemos hacer si tenemos ese desafío:

“Por consiguiente, amados herma-nos míos, pedid al Padre con toda laenergía de vuestros corazones, queseáis llenos de este amor que él haotorgado a todos los que son discípu-los verdaderos de su Hijo Jesucristo;para que lleguéis a ser hijos de Dios;para que cuando él aparezca, seamossemejantes a él, porque lo veremostal como es; para que tengamos estaesperanza; para que seamos purifica-dos así como él es puro”5.

Cristo mismo ministró a las perso-nas: levantó sus cargas pesadas, dio esperanza a los desalentados ybuscó a los que andaban perdidos.Demostró a la gente cuánto les amabay les comprendía y lo preciosos queeran para Él. Reconoció su naturalezadivina y su valía eterna, y aun cuandoles llamó al arrepentimiento, condenóel pecado sin condenar al pecador.

En su primera epístola a los corin-tios, el apóstol Pablo recalcó la necesi-dad de expresar ese amor verdadero alas ovejas del rebaño del Señor:

“Y si repartiese todos mis bienes pa-ra dar de comer a los pobres, y si en-tregase mi cuerpo para ser quemado, yno tengo amor, de nada me sirve.

“El amor es sufrido, es benigno; elamor no tiene envidia, el amor no esjactancioso, no se envanece;

“no hace nada indebido, no buscalo suyo, no se irrita, no guarda rencor;

“no se goza de la injusticia, mas segoza de la verdad.

“Todo lo sufre, todo lo cree, todolo espera, todo lo soporta...

“Y ahora permanecen la fe, la espe-ranza y el amor, estos tres; pero elmayor de ellos es el amor”6.

Al seguir el ejemplo y las enseñan-zas del Salvador, ayudaremos a laspersonas a cumplir su misión terrenaly a regresar a vivir con el PadreCelestial.

De esto doy testimonio en el nom-bre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS:1. Juan 21:16.2. D. y C. 112:14.3. Lucas 8:50–52, 54–55; véanse también los

versículos 41–42, 49.4. Juan 13:34–35.5. Moroni 7:48.6. 1 Corintios 13:3–7, 13.

100

Mis queridos hermanos y hermanas, queridos amigos:

En algunas ocasiones du-rante mi vida profesional como pilotode aerolíneas, tuve pasajeros de visitaen la cabina del Boeing 747 que pilo-taba; entonces hacían preguntas so-bre los muchos conmutadores,instrumentos, sistemas y procedi-mientos, así como la forma en que to-do ese equipo técnico contribuía aque la hermosa nave pudiera volar.

Como les pasa a todos los pilotos,yo disfrutaba del hecho de que estu-vieran impresionados por la grancomplejidad del aparato y que se preguntaran qué clase de persona

magnífica y brillante se necesitaría pa-ra manejarlo. En esa parte de mi co-mentario, mi esposa y mis hijos meinterrumpen y dicen con un guiño enlos ojos: “¡Los pilotos se caracterizanpor la gran humildad que tienendesde que nacen!”

A los visitantes de mi cabina, les ex-plicaba que, a fin de que esa máquinavoladora pueda proporcionar comodi-dad y seguridad a los que vienen abordo, se requieren un gran diseñoaerodinámico, muchos sistemas yprogramas auxiliares y motores degran potencia.

Para hacer más sencilla mi explica-ción concentrándome en lo básico,agregaba que todo lo que hace falta esun fuerte impulso hacia adelante, unapotente fuerza elevadora y la posicióncorrecta del avión, con lo cual las le-yes naturales llevarán a salvo a su des-tino al 747 y a sus pasajeros a travésde continentes y océanos, sobre las altas montañas y las peligrosas tormentas.

En los últimos años, he considera-do muchas veces que el ser miembrode La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días nos lleva ahacer preguntas similares: ¿Cuáles esla base, es decir, cuáles son los princi-pios fundamentales del reino de Diosen la tierra? Al fin y al cabo, ¿qué nos

conducirá eficazmente en tiempos degran necesidad a nuestro deseadodestino eterno?

La Iglesia, con toda su estructura ysus programas, ofrece muchas activi-dades importantes para sus miembroscon objeto de ayudarles a servir aDios y prestarse servicio mutuo; sinembargo, a veces parece que esosprogramas y actividades están másdentro de nuestro corazón y alma quela doctrina y los principios centralesdel Evangelio. Los procedimientos,los programas, las normas y los mode-los de organización son útiles paranuestro progreso espiritual aquí en latierra; pero no debemos olvidar queestán sujetos a cambios.

En contraste, el núcleo mismo delEvangelio —la doctrina y los princi-pios— son inalterables, y el vivir deacuerdo con ellos dará potestad, fuer-za y autosuficiencia espiritual a todoslos Santos de los Últimos Días.

Esa fe es un principio de gran po-der, de una fuerza que todos necesita-mos. Dios obra con poder, perogeneralmente ejerce el Suyo en res-puesta a nuestra fe. “La fe sin obras esmuerta” (Santiago 2:20). Dios obra deacuerdo con la fe de Sus hijos.

El profeta José Smith explicó esto:“Les enseño principios correctos yellos se gobiernan a sí mismos” (citadopor John Taylor en “The Organizationof the Church”, Millennial Star, nov.15, 1851, pág. 339). Esta enseñanza meparece clara y sincera; al esforzarnospor entender, aplicar y vivir los princi-pios correctos del Evangelio, nos vol-vemos más autosuficientes en loespiritual. El principio de autosuficien-cia espiritual procede de esa doctrinafundamental de la Iglesia que Dios nosha concedido: el albedrío. Creo que,aparte de la vida misma, el albedríomoral es el don más grande de Diospara Sus hijos.

Cuando estudio y medito sobre elalbedrío moral y sus consecuenciaseternas, comprendo que en verdadsomos hijos espirituales de Dios y, porlo tanto, debemos actuar como tales.Esa idea me recuerda también que,por ser miembros de La Iglesia de

Los atributos deCristo: el vientoque nos impulsaÉ L D E R D I E T E R F. U C H T D O R FDel Quórum de los Doce Apóstoles

El vivir de acuerdo con [los principios básicos delEvangelio] dará potestad, fuerza y autosuficienciaespiritual a todos los Santos de los Últimos Días.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 101

Jesucristo de los Santos de los Últi-mos Días, formamos parte de unagran familia mundial de santos.

La organización de la Iglesia da lu-gar a una gran flexibilidad de acuerdocon el tamaño, el promedio de creci-miento y las necesidades de nuestrascongregaciones; hay un programa bá-sico de unidad con una estructuramuy sencilla y menos reuniones; tam-bién tenemos barrios grandes con mu-chos recursos para prestarse serviciomutuamente. Todas las opciones seestablecen dentro de los programasinspirados de la Iglesia para ayudar alos miembros a “veni[r] a Cristo, y per-fecciona[rse] en él” (Moroni 10:32).

Todas esas diversas opciones tie-nen el mismo valor divino porque ladoctrina del Evangelio restaurado deJesucristo es la misma en todas lasunidades. Como Apóstol del SeñorJesucristo, testifico que Él vive, que el Evangelio es verdadero y que ésteofrece las respuestas a todos los pro-blemas personales y colectivos quelos hijos de Dios tienen en la tierra actualmente.

Este verano mi esposa y yo conver-samos con miembros de la Iglesia demuchos países de Europa; la Iglesiaha estado presente muchos años enalgunas partes del continente, inclusodesde 1837; hay allá un gran patrimo-nio de miembros fieles. Actualmente,hay 400.000 miembros en Europa. Alcontemplar todas las generacionesque emigraron de allá a EstadosUnidos durante los siglos diecinuevey veinte, ese total podría multiplicarseunas cuantas veces.

¿Por qué hubo tantos miembrosfieles que abandonaron su país enaquellos primeros tiempos de laIglesia? Lo hicieron por muchas razo-nes, entre ellas escapar la persecu-ción, ayudar al progreso de la Iglesiaen los Estados Unidos, mejorar su si-tuación económica, el deseo de estarcerca de un templo, y muchas otras.

Europa todavía reciente las conse-cuencias de aquel éxodo, pero ahorase está haciendo evidente la fortalezaque proviene de varias generacionesfieles de miembros de la Iglesia;

vemos más jóvenes de ambos sexos ymás matrimonios que cumplen misio-nes para el Señor; vemos más casa-mientos en el templo, más confianza yvalor en los miembros para dar a co-nocer el Evangelio restaurado. Entrelos pueblos de Europa y en muchasotras partes del mundo existe un va-cío espiritual de las verdaderas ense-ñanzas de Cristo; a medida quenuestros maravillosos miembros vivaneste Evangelio y lo proclamen conmayor valor y fe, ese vacío debe ypuede llenarse y se llenará con elmensaje del Evangelio restaurado.

Con la expansión de la Iglesia, hayahora países de Europa donde ésta haestado menos de quince años. Hablécon un presidente de misión en su

país natal de Rusia que había sidomiembro sólo siete años. Él me dijo:“El mismo mes que me bauticé me lla-maron de presidente de rama”. ¿Si sesintió abrumado a veces? ¡Por supues-to! ¿Trató de poner en práctica todoslos programas de la Iglesia?¡Felizmente no! ¿Cómo se fortaleciótanto en una congregación tan peque-ña y en tan poco tiempo? Ésta es suexplicación: “Sabía con toda mi almaque la Iglesia es verdadera. La doctri-na del Evangelio me llenó la mente yel corazón. Al afiliarnos a la Iglesia,nos sentimos parte de una familia;percibimos calidez, confianza y amor.Éramos sólo unos pocos, pero todostratábamos de seguir al Salvador”.

Se apoyaban los unos a los otros,

102

hacían lo mejor que podían y sabíanque la Iglesia es verdadera. Lo que loatrajo no fue la organización, sino laluz del Evangelio y fue esa luz lo que fortaleció a aquellos buenosmiembros.

En muchos países, la Iglesia estátodavía en sus principios y los aspec-tos de su organización están muy le-jos de ser perfectos, pero losmiembros pueden llevar en el cora-zón un testimonio perfecto de la ver-dad. Si esos miembros permanecenen su país y edifican allí la Iglesia, apesar de las dificultades y penuriaseconómicas, las generaciones futurasestarán agradecidas a esos valientespioneros modernos, que siguen esteamoroso consejo que la PrimeraPresidencia dio en 1999:

“En nuestros días, el Señor ha teni-do a bien proveer las bendiciones delEvangelio a muchas partes del mun-do, incluso un número de templosque va en aumento. Por lo tanto, de-seamos reiterar el consejo que ya seha dado a los miembros de la Iglesiade que permanezcan en sus respecti-vas tierras en lugar de emigrar a losEstados Unidos...

“Si los miembros de todo el mun-do se quedan en su tierra natal, traba-jando para hacer progresar la Iglesiaen su país, tanto ellos como la Iglesiarecibirán grandes bendiciones...”(Carta de la Primera Presidencia, 1º de dic. de 1999).

Quiero agregar una advertencia pa-ra los que vivan en barrios y estacasgrandes. Debemos tener cuidado deque el núcleo de nuestro testimoniono esté basado en el aspecto social dela Iglesia, ni en las actividades, losprogramas u organizaciones magnífi-cos de nuestros barrios y estacas.Todo eso es importante y tiene valor,pero no es suficiente; ni siquiera laamistad es suficiente.

Reconocemos que estamos vivien-do en una época de turbulencia, de-sastre y guerras. Como muchas otraspersonas, sentimos la gran necesidadde tener algo “para defensa y para re-fugio contra la tempestad y contra laira, cuando sea derramada sin mezcla

sobre toda la tierra” (D. y C. 115:6).¿Cómo encontramos ese lugar segu-ro? El profeta de Dios, el presidenteHinckley, enseñó lo siguiente:“Nuestra seguridad se basa en la vir-tud de nuestras vidas. Nuestra fortale-za yace en nuestra rectitud” (véase“Para siempre Dios esté con vos”,Liahona, enero de 2002, pág. 105).

Recordemos cómo instruyóJesucristo a Sus Apóstoles, clara y di-rectamente, al principio de Su minis-terio terrenal: “Venid en pos de mí, yos haré pescadores de hombres”(Mateo 4:19). Ese fue también el prin-cipio del ministerio de los DoceApóstoles, y supongo que deben dehaber sentido que no estaban a la al-tura del llamamiento, tan profunda-mente como yo lo siento después dehaber sido llamado a esta sagradaobra. Pienso que el Salvador mismonos enseña ahí una lección sobre ladoctrina y el orden de prioridadesfundamentales de la vida. Cada unode nosotros debe seguirlo primera-mente, y al hacerlo, Él nos bendecirámás allá de nuestra propia capacidadpara que lleguemos a ser lo que Élquiere que seamos.

El seguir a Cristo es parecernosmás a Él, aprender de Su carácter. Porser hijos espirituales de nuestro PadreCelestial, tenemos el potencial deadquirir los atributos de Cristo y

demostrarlos en nuestro carácter. El Salvador nos invita a aprender SuEvangelio viviendo Sus enseñanzas. El seguirlo implica aplicar principioscorrectos y luego experimentar lasbendiciones que se reciben como re-sultado. Ese proceso es, al mismotiempo, muy complejo y muy sencillo.Los profetas antiguos y los modernoslo han descrito con tres palabras:“Guardar los mandamientos”; nadamás ni nada menos.

Cultivar los atributos de Cristo ennuestra vida no es tarea fácil, en espe-cial cuando salimos de las generalida-des y de lo que es abstracto y nosenfrentamos a la realidad de la vida.La prueba consiste en poner en prác-tica lo que decimos; la verificaciónocurre cuando los atributos de Cristotienen que hacerse evidentes ennuestra manera de vivir, ya sea comomarido y mujer, como padre o madre,como hijo o hija, como amigos, ennuestro empleo, en nuestro negocio yen nuestros momentos de recreo.Entonces podemos reconocer nues-tro progreso, y también lo reconocenlos que nos rodean, cuando empeza-mos a aumentar nuestra capacidad deobrar cada vez más “con toda santi-dad ante [Él]” (D. y C. 43:9).

Las Escrituras describen una canti-dad de atributos de Cristo que debe-mos cultivar a lo largo de la vida,entre ellos el conocimiento y la hu-mildad, la caridad y el amor, la obe-diencia y la diligencia, la fe y laesperanza. Esas cualidades personalesde carácter no dependen del tipo deorganización de nuestra unidad de laIglesia, ni de nuestra situación econó-mica y familiar, ni tampoco de las cos-tumbres, la raza o el idioma. Losatributos de Cristo son dones de Diosy no pueden cultivarse sin Su ayuda;la ayuda en particular que todos nece-sitamos se nos da generosamente pormedio de la expiación de Jesucristo.El tener fe en Jesucristo y en Su expia-ción significa confiar completamenteen Él, fiarnos de Su poder, inteligen-cia y amor infinitos. Si ejercemos conrectitud el albedrío, recibimos los atri-butos propios de Cristo. La fe en Él

conduce a la acción. Cuando tenemosfe en Cristo, confiamos en Él lo bas-tante para seguir Sus mandamientos,aunque no entendamos completa-mente lo que los motiva. Al procurarparecernos más al Salvador, tenemosque revaluar nuestra vida regularmen-te y, por la senda del verdadero arre-pentimiento, confiar en los méritosde Jesucristo y en las bendiciones deSu expiación.

El cultivar los atributos de Cristopuede ser un proceso doloroso; de-bemos estar listos para aceptar la di-rección y la corrección del Señor y deSus siervos. Esta conferencia mundialcon su música y sus palabras ofrecefuerza espiritual, guía y bendiciones“de lo alto” (D. y C. 43:16). Es unaoportunidad en que la voz de la inspi-ración y la revelación personal nostraerá paz al alma y nos enseñará có-mo volvernos más parecidos a Cristo.Esa voz será tan apacible como la deun amigo querido y nos llenará el al-ma si tenemos el corazón suficiente-mente contrito.

Al ser más semejantes al Salvador,aumentará nuestra capacidad deabundar “en esperanza por el poderdel Espíritu Santo” (Romanos 15:13),y “desechar[emos] las cosas de estemundo y buscar[emos] las de unomejor” (D. y C. 25:10).

Esto me lleva a la referencia de laaerodinámica que hice al principio,cuando hablé de concentrarse en lobásico. Los atributos de Cristo son bá-sicos, son los principios fundamenta-les que crearán “el viento que nosimpulse”. Al cultivarlos personalmen-te, paso a paso, nos llevarán “como enalas de águila” (D. y C. 124:18).Nuestra fe en Jesucristo nos dará po-testad y un fuerte impulso hacia ade-lante; nuestra esperanza inalterable yactiva nos dará una potente fuerzaelevadora; y tanto la fe como la espe-ranza nos llevarán a través de los océ-anos de las tentaciones y sobre lasmontañas de los pesares y nos condu-cirán a salvo a nuestro destino y hogareterno.

De esto testifico en el nombre deJesucristo. Amén. ■

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 103

Hermanos y hermanas, hemostenido una conferencia ex-cepcional. Ha sido literalmen-

te un banquete de inspiración a lamesa del Señor. La música, las ora-ciones y los discursos han sido maravillosos. Se nos ha informado y edificado; y nuestra fe se ha fortalecido.

El crecimiento de la Iglesia se hahecho evidente por el hecho de quenuestras palabras se han traducido a80 idiomas y nuestro mensaje se hatransmitido por satélite por todo elmundo, y se ha escuchado en muchastierras. Todo ello es el gran cumpli-miento de las palabras pronunciadaspor Moroni al joven profeta en la no-che del 21 de septiembre de 1823.

Él era un jovencito, un granjeropobre con muy poca instrucción. Notenía nada, ni tampoco sus padres.Vivía en una comunidad rural queapenas se reconocía fuera de susfronteras. Y, sin embargo, el ángel

le dijo que “era un mensajero envia-do de la presencia de Dios... queDios tenía una obra para [José], y que entre todas las naciones, tribus y lenguas se tomaría [su]nombre para bien y para mal, o sea,que se iba a hablar bien y mal de [él]entre todo pueblo” (José Smith—Historia 1:33).

¿De qué manera eso sería posible?José ha de haberse preguntado cómo podía ser. Debió haber estadocompletamente atónito.

Y, sin embargo, todo sucedió. Y to-davía sucederán muchas cosas más.

El 23 de diciembre de este año,2005, planeamos conmemorar sucumpleaños con una gran celebracióncomo homenaje a él.

Planeo, de ser posible, ir al lugardonde nació, para repetir lo que hizoJoseph F. Smith, el sexto presidentede la Iglesia, el 23 de diciembre de1905, hace un siglo. En esa ocasión,dedicó el monumento que marca ellugar del nacimiento del Profeta.También se ha edificado allí una ca-baña conmemorativa.

Cuando esté en Vermont, los presi-dentes Monson y Faust, con otrasAutoridades Generales, estarán aquí enel Centro de Conferencias. Este gransalón se llenará y el programa se trans-mitirá a todas partes por satélite.Habrá música apropiada y se pronun-ciarán palabras de tributo, tanto enSouth Royalton como en Salt Lake City,al gran profeta de esta dispensación.

El tributo al Profeta que el corocantó esta mañana será un simple ensayo para la ocasión en diciembre.Anticipamos este acontecimiento y

BendiciónP R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

Dios, nuestro Padre Eterno, vive... Jesús es el Cristo, elRedentor de la humanidad. Ellos han restaurado Su obraen esta última dispensación por conducto del profeta José.

104

deseamos que todos ustedes nosacompañen en esa ocasión.

Les dejamos nuestro testimoniode la divinidad de esta obra. Ésta esuna hermosa obra. Qué vacías esta-rían nuestras vidas sin ella. Dios,nuestro Padre Eterno, vive. Él nosama y vela por nosotros. Jesús es elCristo, el Redentor de la humanidad.Ellos han restaurado Su obra en estaúltima dispensación por conductodel profeta José. De esto testificocon toda solemnidad y les dejo miamor y mi bendición, amados herma-nos y hermanas de esta Iglesia agra-decida. Que Dios bendiga a cada unode ustedes.

Ahora, para terminar, quiero darlas gracias a todos los que han

hecho tanto para que ésta fuera unagran conferencia, a todos los quehan trabajado entre bastidores paraque esto fuera posible: los acomoda-dores, los técnicos, el personal deseguridad, el personal de primerosauxilios, los oficiales de tránsito, lostraductores, las secretarias que revi-san nuestros discursos y los mecano-grafían una y otra vez, todos ellostrabajan de día y de noche para pro-ducir este gran resultado.

Ruego humildemente que Dios nos bendiga a todos, que nosesforcemos por andar en rectitud ante Él, y les dejo mi bendición en el sagrado y santo nombre de nues-tro Redentor, sí, el Señor Jesucristo.Amén. ■

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 105

Éste es el video que se mostródurante la Reunión General dela Sociedad de Socorro y que

presenta al presidente Gordon B.Hinckley narrando la historia de laSociedad de Socorro. Durante el vi-deo, se representan el profeta JoséSmith, Emma Smith, Lucy MackSmith y las primeras hermanas de laSociedad de Socorro en el almacénde ladrillos rojos.

Presidente Hinckley: El progresode la Sociedad de Socorro, desde los18 miembros que tenía cuando se or-ganizó el 17 de marzo de 1842 en ciu-dad fronteriza de Nauvoo, hasta losmás de cinco millones 160 años mástarde, con miembros en localidadesgrandes y pequeñas por el mundo, esalgo extraordinario y notable.

Los elementos de los que emerge

la Sociedad de Socorro preceden suorganización. Esos elementos abarcanel instinto natural de la mujer de daruna mano para promover el bien co-mún, para ayudar a los afligidos, y pa-ra mejorar su propio intelecto y sustalentos. Y en esa ocasión José Smithlas organizó en una Sociedad

José Smith: Esta “sociedad de her-manas inspirará a los hermanos a lasbuenas obras y a velar por los pobres,buscando cómo demostrar caridad ysatisfaciendo necesidades, y ayudaráen la corrección de la moral y en elfortalecimiento de las virtudes de lacomunidad”1.

Presidente Hinckley: Desde esosmodestos comienzos, se ha forjado loque yo considero la más grande y máseficaz organización de su tipo en elmundo.

En esa primera reunión en la queEmma H. Smith fue elegida presiden-ta, dijo: “Cada una de sus miembrosdebe anhelar hacer el bien”2. Ése erael espíritu entonces y ése es el espíri-tu hoy; y debe continuar siendo elprincipio que rige las generacionespor venir —que “cada una de susmiembros anhele hacer el bien”.

Emma Smith: “Haremos algo extra-ordinario... Esperamos momentosextraordinarios y situacionesdifíciles”3.

José Smith: “Esta Sociedad recibiráinstrucción mediante el orden queDios ya ha establecido, [por medio]de los que ha asignando para dirigir”4.

“Para la mujer es natural tener senti-mientos de caridad. Ahora os halláis enposición tal que obraréis de acuerdocon esas simpatías que Dios ha planta-do en vuestro pecho. Si vivís de acuer-do con esos principios, ¡cuán grande yglorioso será! Si cumplís con vuestrosprivilegios, no se podrá impedir que osasociéis con los ángeles… Ni la guerra,ni las contiendas, ni las contradiccio-nes nos magnificarán,... sino la manse-dumbre, el amor, la pureza.

“Y las bendiciones de los cielos sederramarán…

“Al partir para vuestro hogar, no ha-bléis más con dureza, sino dejad quela bondad, la caridad y el amor coro-nen vuestras obras de ahora en más…

“Al progresar en la inocencia y lavirtud, al progresar en la bondad, de-jad que vuestro corazón se engran-dezca y se vuelva compasivo hacia losdemás; usad longanimidad y sed pa-cientes con las faltas y los errores delser humano. ¡Cuán preciadas son lasalmas de los hombres!…

“…Y ahora doy vuelta a la llave enel nombre de Dios, y esta Sociedad sealegrará, y el conocimiento y la inteli-gencia fluirán a partir de este momen-to, éste es el comienzo de épocasmejores para esta Sociedad”5.

Presidente Hinckley: Esa declara-ción profética ha sido una máximapor un siglo y medio en la Sociedadde Socorro de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días.

Lucy Mack Smith, madre del

Video: Instrumentosen las manos de Dios

REUNIÓN GENERAL DE LA SOCIEDAD DE SOCORRO2 4 d e s e p t i e m b r e d e 2 0 0 5

Emma Smith, a quien se representa en el video, escucha mientras su esposo, José,

habla sobre la Sociedad de Socorro.

106

Profeta, al hablarles a las hermanasen Navoo, dijo:

Lucy Mack Smith: “Debemos ateso-rarnos las unas a las otras, cuidarnoslas unas a las otras, consolarnos lasunas a las otras e instruirnos para quenos sentemos juntas en el cielo”6.

Presidente Hinckley: La historia dela organización ha mostrado que lasmujeres de la Iglesia no han tenidoque esperar para sentarse juntas en elcielo y saborear los dulces frutos deesas actividades.

Ellas han experimentado muchode ese cielo en la tierra, ya que se hancuidado las una a las otras, se hanconsolado las unas a las otras y se haninstruido las unas a las otras. ¿Quiénpodría estimar el impacto milagrosoen la vida de millones de mujeres cu-yo conocimiento se ha incrementado,cuya visión se ha aumentado, cuya vi-da se ha beneficiado y cuyo entendi-miento de las cosas de Dios se haenriquecido debido al sinnúmero delecciones que se han enseñado yaprendido eficazmente en las reunio-nes de la Sociedad de Socorro?

¿Quién podría medir el gozo queha venido a la vida de estas mujeresal reunirse y socializar en el ambien-te del barrio o la rama enriquecien-do mutuamente su vida mediante eldulce y atesorado compañerismo?¿Quién, aún en el más remoto rin-cón del pensamiento, puede imagi-nar los incontables actos de caridadque se han realizado, el alimentoque se ha presentado ante mesas indigentes, la fe que se ha nutridoen las desesperadas horas de la

enfermedad, las heridas que se hancurado, el dolor que se ha mitigadomediante las manos amorosas y lassilenciosas y confortantes palabras,el consuelo que se ha extendido enla hora de la muerte y la consecuen-te soledad?

Hablándole a la Sociedad deSocorro, el presidente Joseph F.Smith dijo en una ocasión: “Esta orga-nización fue divinamente creada, divi-namente autorizada, divinamenteinstituida, divinamente ordenada porDios para administrar la salvación delalma de mujeres y hombres. Por lotanto, no hay ninguna otra organiza-ción que se pueda comparar con és-ta… que jamás pueda ocupar elmismo lugar y la misma plataformaque ésta puede ocupar…

“…Hagan de la Sociedad deSocorro la primera, la más importan-te, la más elevada, la mejor y la mássólida de todas las organizaciones quehay en el mundo. Mediante la voz del

profeta de Dios, se las llama para quelo logren, para que sean las más im-portantes, las más grandes y mejores,las más puras y las más devotas parahacer el bien”7.

Dios bendiga a la Sociedad deSocorro de La Iglesia de Jesucristo delos Santos de los Últimos Días. Que elespíritu de amor que ha motivado asus miembros por más de un siglo ymedio, continúe creciendo y se perci-ba en todo el mundo. Que sus obrasde caridad conmuevan para siemprela vida de infinidad de personas do-quiera que se encuentren. Y que la luzy la comprensión, el aprendizaje y elconocimiento y la verdad eterna ador-nen la vida de generaciones de muje-res aún por venir en las naciones de latierra debido a esta institución singu-lar que ha sido divinamente estableci-da. Que estas hermanas reconozcansu gran responsabilidad y bendiciónde ser “instrumentos en las manos deDios para llevar a cabo esta gran obra”(Alma 26:3). ■

NOTAS1. Relief Society Minutes, 17 de marzo de

1842, Archivos de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días, pág. 7.

2. Relief Society Minutes, 17 de marzo de1842, pág. 13.

3. Relief Society Minutes, 17 de marzo de1842, pág. 12.

4. Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842,pág. 40.

5. Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842,págs. 38–40.

6. Relief Society Minutes, 24 de marzo de1842, págs. 18–19.

7. Véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, 1998,pág. 197.

Una hermana, vestida a la usanza de la época, representa a Lucy Mack Smith,

madre de José.

Bonnie D. Parkin, presidenta general de la Sociedad de Socorro, da consuelo a

una hermana de África.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 107

¡Cuán agradecidos estamos pornuestro profeta viviente, el presi-dente Gordon B. Hinckley, y por

sus palabras: “Dios bendiga a laSociedad de Socorro de La Iglesia deJesucristo de los Santos de los Últi-mos Días1”! Toda hermana de estaIglesia pertenece a la Sociedad deSocorro y cada una de nosotras sienteel amor que es tan abundante en estaorganización divinamente instituida.

Mi corazón se enternece por uste-des, hermanas que han sido afectadastan seriamente por los recientes de-sastres naturales. Me regocijo en losrelatos de mujeres valientes que pres-tan y reciben servicio; por medio delservicio, tanto la que sirve como laque recibe el servicio experimentan elamor del Señor. En estos momentosde prueba, ruego que ustedes sientanSu amor y también mi amor y el amor de sus muchas hermanas de laSociedad de Socorro.

El profeta José Smith estableció latrayectoria de la Sociedad de Socorrocuando en 1842 dijo a las hermanas:“Es natural en la mujer tener senti-mientos de caridad y benevolencia.Ahora os halláis en posición tal quepodéis actuar de acuerdo con esacompasión que Dios ha plantado enel alma de vosotras. Sí vivís de acuer-do con esos principios, ¡cuán grandey glorioso será!2”.

El profeta José Smith motivó a lashermanas de los primeros tiemposde la Sociedad de Socorro a ponerseen acción. En la actualidad, nosotrastambién tenemos oportunidades deprestar servicio como “instrumentosen las manos de Dios para realizar es-ta gran obra3”.

En términos sencillos, ¿qué signifi-ca ser un instrumento? Creo que sig-nifica cuidar con amor a los demás.José Smith lo llamó “actuar de acuer-do con esa compasión” en el corazón.He tenido muchos gratos momentosen los que he sentido que el Señorme ha utilizado como un instrumen-to. Pienso que ustedes también hanrecibido guía y ayuda al enseñar, y albrindar consuelo y aliento.

Sin embargo, en nuestra calidad demujeres, ¡somos muy severas con no-sotras mismas! Créanme cuando les di-go que cada una de nosotras es muchomejor de lo que pensamos. Debemossentirnos felices cuando hacemos algobien y, además, debemos reconocerlo.Mucho de lo que realizamos nos pare-ce pequeño e insignificante, sencilla-mente algo que forma parte de la vidadiaria. Cuando “Jehová nos llame para

pedirnos cuenta”4, tal como el profetaJosé nos dijo, sé que tendremos mu-cho para compartir.

Voy a darles un ejemplo. Hace po-co le pregunté al élder William W.Parmley acerca de los recuerdos quetenía de su madre, LaVern Parmley,quien fue Presidenta General de laPrimaria por 23 años. Él no se refirió alos discursos que ella pronunció enlas conferencias ni de los muchos pro-gramas que había puesto en marcha;sino que me habló de uno de los mo-mentos más gratos que había tenidocuando tenía 17 años y se preparabapara ir a la universidad y recordabasentarse junto a su madre mientrasella le enseñaba a pegar un botón.Con los niños de cualquier edad, loshechos pequeños y sencillos tienenun impacto imperecedero.

No todas tenemos hijos a quienestenemos que enseñarles la costurabásica. Las primeras hermanas forma-ban un grupo diverso, tal como no-sotras; algunas eran casadas, otrassolteras o viudas, pero todas ellas es-taban unidas en propósito. Al estarcon ustedes en muchos países y enmuchos lugares, he sentido su amor.Hermanas: las amo y sé que el Señortambién las ama.

Muchas de ustedes son solteras;son estudiantes, trabajan; son nuevasen la Sociedad de Socorro. Algunashace mucho tiempo que son miem-bros; por favor, créanme cuando lesdigo que a cada una se la valora y se lanecesita. Todas brindan amor, energía,puntos de vista, y testimonio a la obra.El empeño de ustedes de vivir cercadel Espíritu nos bendice a todas en vir-tud de que han aprendido a confiar enÉl para pedir fortaleza y dirección.

Una tarde, Cynthia, una hermanasoltera, sintió la inspiración de ir a vera una hermana de la cual ella era maes-tra visitante. Ésta no se encontraba encasa, pero mientras Cynthia caminabade regreso a casa, vio a una enfermerafuera de un hospital con dos niñas,ambas quemadas de gravedad. CuandoCynthia oyó a la enfermera llamar a laspequeñas por su nombre, de pronto lesobrevinieron los recuerdos: ella había

Gratos momentosH E R M A N A B O N N I E D. PA R K I NPresidenta General de la Sociedad de Socorro

Si buscamos al Señor y Su guía, si nos esforzamos por regresar a nuestro Padre Celestial, los gratos momentos vendrán.

108

conocido a esas dos niñas cuatro años antes mientras era misionera enBolivia. Al volver a reencontrarse conellas en los jardines del hospital, eraobvio que físicamente las niñas se en-contraban en vías de recuperación; pe-ro, sin ningún apoyo familiar, sufríanemocionalmente. Cynthia comenzó avisitar a las niñas y a cuidarlas con cari-ño. Al prestar oídos a los susurros delEspíritu, ella se convirtió en un instru-mento de Dios para bendecir a dos ni-ñas que extrañaban su hogar.

¿Hizo eso porque era soltera? No,lo hizo porque prestó atención alEspíritu y le entregó su corazón aDios. Si estamos en armonía con elEspíritu, si buscamos al Señor y Suguía, si nos esforzamos por regresar anuestro Padre Celestial, los gratos mo-mentos vendrán.

En ocasiones, nuestra vida toma gi-ros inesperados y tenemos que cam-biar nuestros planes. Una hermanasoltera escribió: “Creo que de adultanunca sentí la verdadera felicidad hastaque llegué a la conclusión que mi esta-do civil no tenía nada que ver con mivalía como persona y como hija de miPadre Celestial. En ese momento,

comencé a concentrarme en mi pro-greso espiritual y personal y no en si alguna vez iba a contraer matrimo-nio o no”5.

Ven cuánto aprendemos y progre-samos cuando compartimos con lasdemás nuestro testimonio de que elSeñor vive y nos ama. Como dije an-tes, si pudiera hacer que les sucedierasólo una cosa a cada una de ustedes,sería que sintieran el amor del Señoren su vida diaria.

En ocasiones, recibimos ese amoren formas inesperadas. Kristen termi-nó una licenciatura de postgrado y recientemente ha dado a luz a su se-gundo hijo. Ella pensaba que los de-más graduados habían logrado muchomás y se sentía renuente a asistir a lacena de graduación. Su miedo se vioconfirmado, cuando, durante la cena,se les pidió a los alumnos que enume-raran sus logros profesionales. Kristenrecordó: “De pronto me sentí abo-chornada y avergonzada. No tenía na-da que escribir de mí, ningún puestoimportante, ningún cargo digno de ad-miración”. Y para empeorar las cosas,el profesor leía las listas al entregar eldiploma a cada alumno. La persona

que precedió a Kristen había alcanza-do grandes logros; ya tenía un docto-rado, estaba recibiendo su segundotítulo de maestría e incluso ¡había sidoalcalde! Ella recibió un gran aplauso.

Entonces fue el turno de Kristen,quien le entregó al profesor su hoja enblanco, tratando de contener las lágri-mas. Él había sido uno de sus profeso-res y había alabado su desempeño.Cuando miró la hoja en blanco, sin du-dar ni un instante anunció: “Kristen hallevado a cabo la función más impor-tante que existe en toda la sociedad”.Luego hizo una pausa de algunos se-gundos y con voz potente dijo: “Ella esla madre de sus hijos”. La gente, en lu-gar de unos pocos aplausos de corte-sía, se puso de pie. Esa noche hubosólo una ovación así, y fue para esamadre presente.

Madres: Ustedes son instrumentosen las manos de Dios, con la respon-sabilidad divina de enseñar y de criarcon amor a sus hijos. Los pequeñosnecesitan de su mano bondadosa yamorosa. Al ponerlos a ellos en pri-mer lugar, Él las guiará para saber có-mo atenderlos mejor.

A todas las que tienen hijos mayores

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 109

se las necesita en casa. Es cierto quehay frustraciones, pero también mu-chas satisfacciones. ¡Cuídenlos! Al ha-ber criado a cuatro hijos muy activos,he aprendido una o dos cosas acercade ser un instrumento: ¡Disfruten de laenergía de esos años! Hagan de su ho-gar un lugar protegido, feliz y tranquiloen donde los amigos sean bienveni-dos. Escuchen, brinden cariño y com-partan con sus hijos historias de suniñez y de su juventud.

Tengan confianza en lo que puedanllegar a ser sus hijos. Nosotros tenía-mos un toque de queda en la familia yle decíamos a nuestros hijos que elEspíritu Santo se acostaba a mediano-che. Cuando ellos no llegaban a casa,en algunas ocasiones el Espíritu Santome inspiró a ir a buscarlos. Eso sor-prendía a algunas de las jóvenes queestaban con ellos. Nos reímos ahora,pero debo admitir que en aquella épo-ca no me causaba ninguna gracia.

Estén al alcance de la mano siempreque sus hijos las necesiten. Siéntensecon ellos cuando se hayan ido a acos-tar y disfruten de la última conversa-ción de la noche: ¡y traten demantenerse despiertas! Pidan al Señorque las inspire. Perdonen con frecuen-cia. Escojan sus batallas. Testifiquenconstantemente de Jesucristo y de Subondad, y de la Restauración. Y porsobretodo, háganles saber que uste-des confían en el Señor.

Si sus hijos ya están grandes y han dejado el hogar; si son solteras,divorciadas o viudas, no permitanque esa circunstancia gobierne sudisposición de compartir las expe-riencias que hayan tenido. Hace falta su voz.

En una lección de domingo en laSociedad de Socorro de mi barrio, ha-blábamos sobre cómo se logra unbuen matrimonio. Una hermana, Lisa,dijo: “Yo quizás no debería opinar, yaque soy divorciada, pero lo que me hahecho seguir adelante son los conve-nios que he hecho en el templo”.Después de la lección, pregunté a al-gunas de las nuevas jóvenes adultasde la Sociedad de Socorro “¿qué habíasido lo más relevante para ellas de la

lección? Éstas dijeron: “El comentariode Lisa fue lo que más nos impactó”.

Mis queridas hermanas mayores,puedo ver la imagen de Dios en susnobles semblantes. ¡Cuánto ha influidola sabiduría, la paciencia y la experien-cia de ustedes en tantas personas!Mary, mi extraordinaria suegra, habien-do ya pasado los noventa, solía decir:“La gente piensa que porque soy unaanciana no sé nada”. Permítanme de-cirles lo que ella sabía y lo que logró.Mientas se encontraba viviendo en unaresidencia para ancianos, Mary le pre-guntó al administrador si podían utili-zar una habitación para llevar a cabolos servicios de la Iglesia. Él le dijo que“no” porque el centro no apoyaba nin-guna religión. ¡Ella se negó a aceptaresa respuesta! Con algunas de las her-manas residentes allí, Mary siguió insis-tiendo hasta que le dieron un cuarto.Enseguida se organizó una rama y losmiembros se reunieron todos los do-mingos para participar de la SantaCena y para renovar sus convenios. La edad no es una barrera para conver-tirse en un instrumento en las manosde Dios.

Existe un sinnúmero de formas deser instrumentos en las manos deDios. Por ejemplo, sean la clase de maestras visitantes que siempre handeseado tener; pregunten a una jovenadulta soltera sobre lo que le gusta enlugar de preguntarle por qué no se ha

casado; compartan en lugar de acumu-lar; elijan con cuidado su vestimenta,su forma de hablar y sus diversiones;sonrían a su esposo o al hijo que sabeles ha causado frustración y disgustos;pongan el brazo alrededor de los hom-bros de una jovencita; enseñen en laguardería con un corazón feliz; de-muestren por medio de su actitud quehan encontrado gozo en el camino dela vida. El profeta José Smith dijo detodo ello: “Si cumplís con vuestros pri-vilegios, no se podrá impedir que osasociéis con los ángeles6”.

Les testifico que estamos embarca-das en la obra de Dios. Les agradezcosu devoción hacia sus familias, haciala Sociedad de Socorro y a la Iglesia.Les agradezco que sean instrumentosen las manos de Dios para sacar ade-lante esta gran obra. Que sientan elamor de Dios en su vida y que com-partan ese amor con los demás, es mioración, en el nombre de Jesucristo.Amén. ■

NOTAS1. Instrumentos en las manos de Dios (video

que se vio durante la Reunión General dela Sociedad de Socorro de 2005).

2. Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842.Archivos de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días, pág. 38.

3. Alma 26:3.4. Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842,

pág. 34.5. Correspondencia personal.6. Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842,

pág. 38

110

Hermanas, en esta ocasión noshallamos reunidas las herma-nas en una reunión general de

la Sociedad de Socorro. Lucen magní-ficas. Al estar aquí, no puedo menosque pensar en la primera reunión dela Sociedad de Socorro. Me imagino alprofeta José dirigiendo la palabra a lashermanas y preparándolas para sufunción en la edificación del reino deDios. Me imagino también las silencio-sas oraciones de las hermanas, dicien-do: “He hecho convenios de realizarTu obra, Señor, ¡ayúdame ahora a ser

un instrumento en Tus manos!”. Suoración es nuestra oración.

La vida terrenal es el tiempo paraque cada una de nosotras llegue a serese instrumento.

Cuán bello es el mensaje que dio lahermana Lucy Mack Smith, cuando yafrágil y debilitada por la edad, se pusode pie para hablar a las hermanas enuna de las primeras reuniones de laSociedad de Socorro que se efectuó enNauvoo. Recuerden que ella había sidouna mujer muy influyente, una gran lí-der. Era muy parecida al tipo de mujerque veo hoy en día en la Sociedad deSocorro. Aquel día, ella dijo:“Debemos apreciarnos las unas a lasotras, ampararnos las unas a las otras,consolarnos mutuamente y adquiririnstrucción, para que todas lleguemosa sentarnos juntas en el cielo”1.

Esas palabras hablan del que lashermanas lleguen a ser “instrumentosen las manos de Dios2”. ¿Quién de no-sotras no anhela ser apreciada, ampa-rada, consolada e instruida en lascosas de Dios? ¿Cómo se hace esorealidad? Nada menos que con cadaacto de bondad, con cada expresiónde afecto, con cada gesto de conside-ración y con cada mano de ayuda.

Pero mi mensaje no va dirigido a quie-nes reciben tales actos caritativos, si-no a todas nosotras, las que debemosllevar a la práctica esa santidad todoslos días. Para llegar a ser comoJesucristo, enseñó el profeta José,“deben ustedes ensanchar sus almaspara con los demás”3.

Todas añoramos poseer el amor pu-ro de Cristo, llamado caridad, peronuestra parte humana —la “mujer na-tural” que hay en nuestro interior—nos estorba el paso. Nos llenamos deenojo, nos sentimos frustradas, nosreñimos a nosotras mismas y a los de-más, y cuando lo hacemos, no pode-mos ser el conducto de amor quedebemos ser a fin de llegar a ser uninstrumento en las manos de nuestroPadre Celestial. El estar dispuestas aperdonarnos a nosotras mismas y a losdemás es parte esencial de nuestra ca-pacidad para tener el amor del Señoren nosotras y para efectuar Su obra.

Cuando comencé a preparar estediscurso, hice todo lo que sabía quedebía hacer: fui al templo, ayuné, leílas Escrituras. Oré y escribí un discur-so. Pero cuando se escoge escribiracerca de la caridad, es preciso sentir-se caritativa. Y yo no me sentía así.Tras muchas lágrimas y oración, lleguéa darme cuenta de que tenía que pe-dir perdón a las personas que, sin ellassaberlo, habían sido la causa de mispensamientos poco caritativos. Y, aun-que fue difícil hacerlo, fue sanador. Yel Espíritu del Señor volvió a mí.

Ser caritativa en forma constantees una búsqueda de toda la vida, perocada acto de amor nos cambia a noso-tras y a los que los realizan. Les conta-ré la historia de una mujer joven queconocí hace poco. Alicia, cuando eraadolescente, se distanció mucho de laIglesia, pero posteriormente, comen-zó a sentir deseos de volver a ella.Solía visitar a su abuelo que vivía enuna residencia para personas jubila-das, e iba a verle todos los domingos.Uno de esos días, decidió asistir a lasreuniones de los Santos de los Últi-mos Días que se efectuaban allí. Alabrir la puerta, halló una reunión dela Sociedad de Socorro, pero no había

Para que todaslleguemos asentarnos juntasen el cieloK AT H L E E N H . H U G H E SPrimera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

Cuando llegamos a ser instrumentos en las manos de Dios, Él se vale de nosotras para efectuar Su obra.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 111

ningún asiento desocupado. Cuandoestaba a punto de irse, una hermanala invitó con un gesto amistoso a ir asentarse a su lado y le hizo lugar en suasiento. Alicia me dijo: “Me preguntéqué pensaría de mí esa hermana,puesto que yo tenía el cuerpo llenode perforaciones y olía a cigarrillo.Pero a ella no pareció importarle ysencillamente me hizo sitio a su lado”.

Alicia, alentada por la caridad deesa hermana, volvió a ser activa en laIglesia. Sirvió en una misión y hoy endía comparte esa misma clase deamor con las demás hermanas. Lahermana de edad que compartió suasiento con ella sin duda entendíaque hay lugar para toda mujer en laSociedad de Socorro. Nos reunimospara fortalecernos y llevamos con no-sotras todas nuestras debilidades eimperfecciones.

Alicia me dijo algo que no olvidaréjamás. Me dijo: “Sólo hago una cosapara mí misma cuando voy a la Iglesia:Tomo la Santa Cena para mí. El restodel tiempo busco a quiénes me nece-sitan e intento ayudarles con cariño”.

Hermanas, cuando llegamos a serinstrumentos en las manos de Dios,Él se vale de nosotras para efectuar Suobra. Al igual que Alicia, debemos vol-vernos hacia los que nos rodean ybuscar las formas de ayudarles con ca-riño. Tenemos que pensar en los queasomen la cabeza a la puerta e invitar-los a nuestro lado, a fin de que todoslleguemos a sentarnos juntos en elcielo. No todas pensaremos que haylugar para otra persona en nuestroasiento, pero siempre hay asientosque pueden hallarse si tenemos amoren el corazón.

En 1856, Julia y Emily Hill, dos hermanas que, tras haberse unido a la Iglesia siendo adolescentes enInglaterra, fueron rechazadas por sufamilia, por fin reunieron el dinero suficiente para costearse el viaje aAmérica a donde llegaron, y casi ha-bían llegado a su anhelado Sión; atra-vesaban las llanuras de Norteaméricacon la Compañía de carros de manode Willey cuando quedaron, junto conmuchas otras personas, rezagadas por

el camino debido a una tempranatempestad que se desató en octubre.La hermana Deborah Christensen,bisnieta de Julia Hill, tuvo un conmo-vedor sueño de ellas, que relató así:

“…Vi a Julia y a Emily desampara-das en la nieve, en la tempestuosacumbre de Rocky Ridge con los delresto de la compañía de carros de ma-no de Willey. No tenían ninguna pren-da de ropa gruesa para abrigarse. Juliayacía sentada en la nieve, temblandode frío, incapaz de dar un paso más.Emily, que también se estaba conge-lando, comprendió que si no ayudabaa Julia a ponerse de pie, ésta moriría.Cuando Emily estrechó entre sus bra-zos a su hermana para ayudarle a le-vantarse, Julia comenzó a llorar, perosin lágrimas, sólo escaparon de sus la-bios débiles quejidos. Juntas camina-ron lentamente hasta su carro demano. Trece personas fallecieronaquella noche terrible. Julia y Emilysobrevivieron”4.

Hermanas, si no se hubiesen tenidola una a la otra, lo más probable es queesas dos mujeres no hubieran sobrevi-vido. Además, ellas ayudaron a otraspersonas a sobrevivir a aquella devasta-dora parte del viaje, incluida una joven madre con sus hijos. Emily Hill Woodmansee compuso posterior-mente la hermosa letra del himno“Sirvamos unidas”. La parte que dice“brindando servicio con sincero amor”5

adquiere nueva dimensión en su signi-ficado si uno se imagina lo que ella vi-vió allá en aquellas nevadas tierras.

Del mismo modo que las herma-nas Hill, muchas de nosotras no so-breviviremos a las pruebas de la vidaterrenal sin la ayuda de los demás. Eigualmente cierto es que, al ayudar alos demás, elevamos nuestro propioánimo.

Lucy Mack Smith y las hermanasde los comienzos de la Sociedad deSocorro experimentaron el amor pu-ro de Cristo, es decir, la caridad sin lí-mites. Contaban con las verdades delEvangelio para guiar su vida; teníanun profeta viviente; tenían a nuestroPadre Celestial que oía y contestabasus oraciones. Hermanas, tambiénnosotras tenemos todo eso. Al bauti-zarnos, tomamos sobre nosotras elnombre de Jesucristo. Llevamos connosotras ese nombre todos los días, y el Espíritu nos inspira a vivir deacuerdo con las enseñanzas delSalvador. Al hacerlo, llegamos a serinstrumentos en las manos de Dios y el Espíritu nos lleva a niveles máselevados de la bondad.

La mayor manifestación de la cari-dad es la expiación de Jesucristo, quese nos ha otorgado como dádiva.Nuestra búsqueda diligente de esa dá-diva requiere que no sólo estemosdispuestas a recibirla, sino que esta-mos dispuestas a compartirla tam-bién. Al compartir ese amor con losdemás, surgiremos como “instrumen-tos en las manos de Dios para llevar acabo esta grandiosa obra”6 y estare-mos preparadas para llegar a sentar-nos con nuestras hermanas en elcielo, juntas.

Doy testimonio del Salvador, deque Él vive y nos ama. Él sabe lo quepodemos llegar a ser… a pesar denuestras imperfecciones actuales. Enel nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Relief Society Minutes, 24 de marzo de

1842, Archivos de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días, pág.18–19.

2. Alma 26:3.3. Relief Society Minutes, 28 de abril de 1842,

pág. 39.4. Debbie J. Christensen, “Julia and Emily:

Sisters in Zion”, Ensign, junio de 2004,pág. 34.

5. Himnos, Nº 205.6. Alma 26.3.

112

El llegar a ser un instrumento enlas manos de Dios es un granprivilegio y una responsabilidad

sagrada. Dondequiera que vivamos,cualesquiera sean nuestras circunstan-cias, no importa nuestro estado civil onuestra edad, el Señor necesita quecada una de nosotras cumpla sufunción única en la edificación de Sureino en esta última dispensación.Testifico que podemos saber lo que elSeñor desea que hagamos, y que po-demos sentir “la bendición que se haconferido sobre nosotros, que hemossido hechos instrumentos en las ma-nos de Dios para realizar esta granobra”1. Esta noche quisiera compartir

una porción de mi trayectoria suma-mente personal de llegar a compren-der cómo llegamos a ser esa clase deinstrumentos.

Comienzo donde terminó mi tra-yectoria, en esta sublime verdad queenseñó el élder Neal A. Maxwell: “...lasumisión de nuestra voluntad es laúnica cosa exclusivamente personalque tenemos para colocar sobre el al-tar de Dios; todo lo demás que le ‘da-mos’ es, en realidad, lo que Él nos hadado o prestado a nosotros. Perocuando nos sometemos dejando quenuestra voluntad sea absorbida en lavoluntad de Dios, entonces, verdade-ramente le estamos dando algo. ¡Es lasola posesión exclusivamente nuestraque podemos dar!”2.

Testifico, mis amadas hermanas,que a fin de que seamos en verdadinstrumentos en las manos de Dios, afin de que esa bendición se confieraplenamente sobre nosotros en “el díade esta vida” en el que ejecutamosnuestra obra3, debemos, como dice elélder Maxwell, someter “nuestra vo-luntad”4 al Señor.

El proceso purificador que me lle-vó a adquirir un testimonio de esteprincipio empezó de repente, cuandorecibí mi bendición patriarcal a lostreinta y tantos años de edad. Me ha-bía preparado mediante el ayuno y la

oración, y me preguntaba en mi cora-zón: “¿Qué es lo que el Señor deseaque yo haga?”. Ante la feliz expectati-va, y acompañados de nuestros cuatrohijitos, mi esposo y yo nos dirigimos acasa del anciano patriarca. En la ben-dición que me dio se recalcaba una yotra vez la obra misional.

Aunque me disguste admitirlo, mesentía desilusionada y acongojada.Hasta ese momento de mi vida, ape-nas había leído el Libro de Mormónde principio a fin. Indudablemente,no estaba preparada para servir enuna misión, de modo que guardé mibendición patriarcal en un cajón; sinembargo, lo que hice fue comenzarun serio plan de estudio de lasEscrituras cada día mientras me con-centraba en criar a mis hijos.

Pasaron los años, y mi esposo y yonos concentramos en preparar anuestros hijos para servir en misio-nes. Al enviarlos a distintos países, yohonradamente pensé que había cum-plido mi responsabilidad misional.

Entonces mi esposo fue llamado aser presidente de misión en un paísinestable y caótico en vías de desarro-llo, a 16.000 km de distancia de nues-tro hogar, y totalmente diferente de lacultura y del idioma que yo conocía.Pero en el momento de recibir mi lla-mamiento como misionera de tiempocompleto, me sentí un poco comoAlma y los hijos de Mosíah, de que erallamada para ser un “[instrumento]en las manos de Dios para realizar es-ta gran obra”5. También sentí algo queestoy segura que ellos no sintieron:¡un terrible temor!

A los pocos días, saqué mi bendi-ción patriarcal y la leí una y otra vez, enbusca de un entendimiento más pro-fundo. A pesar de que sabía que cum-pliría una promesa que había recibidode un patriarca hacía varias décadas,eso no aminoró mis preocupaciones.¿Podría dejar atrás a mis hijos casados ya los solteros, y a mi padre y a mi sue-gra ancianos? ¿Sabría qué decir y ha-cer? ¿Qué comeríamos mi esposo y yo?¿Estaríamos seguros en un país políti-camente inestable y peligroso? Me sen-tía inepta en todo sentido.

Conocer la voluntaddel Señor conrespecto a ustedesA N N E C . P I N G R E ESegunda consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

Que el Señor las bendiga en su búsqueda personal paraconocer Su voluntad para con ustedes, y sometan suvoluntad a la de Él.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 113

En busca de paz, redoblé mis es-fuerzos para asistir al templo, tiempoen el que medité en el significado demis convenios como nunca antes lohabía hecho. Para mí, en ese momen-to crucial de mi vida, mis conveniosdel templo fueron como un cimientoy un estímulo. Sí, tenía miedo, perome di cuenta de que había elegidocontraer compromisos personales,válidos y sagrados que me proponíacumplir. Al final de cuentas, ésa noera tarea de otra persona; era mi lla-mamiento misional, y tomé la deter-minación de servir.

El padre de José Smith pronuncióesta bendición sobre la cabeza de suhijo: “El Señor Tu Dios te ha llamadopor tu nombre desde los cielos. Hassido llamado... a la gran obra delSeñor, para realizar una obra en estageneración que nadie… la haría comotú en todas las cosas, de acuerdo conla voluntad del Señor”6. El profetaJosé fue llamado a su parte singularde “la gran obra del Señor”, y a pesarde lo abrumada y falta de preparación

que yo me consideraba, ciertamentetambién fui llamada a realizar mi por-ción de la obra. Esa perspectiva me in-fundió ayuda y valor.

En mis oraciones constantes, yo se-guía preguntando: “Padre, ¿cómo pue-do hacer lo que me has llamado ahacer?”. Una mañana, poco antes desalir a la misión, dos amigas me lleva-ron un regalo: era un pequeño himna-rio para que lo llevara conmigo. Mástarde ese mismo día, la respuesta amis meses de constantes súplicas pro-vino de ese himnario. Al buscar solazen un lugar tranquilo, acudieron conclaridad a mi mente estas palabras:

“Pues ya no temáis, y escudo seré,que soy vuestro Dios y socorro

tendréis;y fuerza y vida y paz os daré,y salvos de males, vosotros seréis”7.

El darme cuenta de una maneramuy personal que el Señor estaríaconmigo y me ayudaría fue sólo el comienzo. Tenía mucho más que

aprender en cuanto a llegar a ser uninstrumento en las manos de Dios.

Lejos de nuestro hogar, en un paísextraño, mi esposo y yo iniciamosnuestro servicio, a semejanza de lospioneros, con fe en cada paso. La ma-yor parte del tiempo estábamos lite-ralmente solos, buscando el caminoen una cultura que no comprendía-mos, expresada en docenas de idio-mas que no podíamos hablar. Elmismo sentimiento que tuvo SarahCleveland, una de las primeras herma-nas líderes de la Sociedad de Socorroen Nauvoo, describía lo que nosotrossentíamos: “Nos hemos embarcadoen esta obra en el nombre del Señor.Marchemos adelante con valor”8.

Mi primera lección en el procesode llegar a ser un instrumento en lamano de Dios había sido escudriñarlas Escrituras, ayunar, orar, asistir altemplo y vivir fiel a los convenios quehabía hecho en la casa del Señor. Misegunda lección fue que a fin de mar-char “adelante con valor”, tenía queconfiar plenamente en el Señor y

buscar con fervor la revelación perso-nal. A fin de recibirla, tendría que vivirde manera digna para tener la compa-ñía constante del Espíritu Santo.

Mi última lección fue precisamentelo que el élder Maxwell explicó.Incluso en los detalles más pequeñosde cada día, cedí mi voluntad a la delSeñor, ya que necesitaba tanto Su ayu-da y guía y Su protección. Al hacerlo,la relación que tenía con mi PadreCelestial cambió gradualmente, demaneras profundas, que continúansiendo una bendición para mí y parami familia.

La jornada de mi vida es diferentede la de ustedes. Cada una podría en-señarme mucho de las experienciasque ha tenido al entregar su voluntadal Señor a medida que se esfuerza porconocer la voluntad de Él respecto a ustedes. Podemos regocijarnos jun-tas en el Evangelio restaurado deJesucristo, reconociendo con agrade-cimiento la bendición de tener un testimonio del Salvador y de SuExpiación por todas nosotras. De unacosa estoy segura… nuestros esfuer-zos personales para llegar a ser instru-mentos en las manos de Dios no hansido fáciles y nos han ayudado a cre-cer espiritualmente, enriqueciendonuestras jornadas terrenales de la for-ma más personal y maravillosa.

Estimadas hermanas, que el Señorlas bendiga en su búsqueda personalpara conocer Su voluntad para conustedes, y sometan su voluntad a lade Él. Testifico que nuestra voluntadpersonal “es la sola posesión exclusi-vamente nuestra que podemos dar”9.En el nombre de Jesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Alma 26:3.2. Neal A. Maxwell, “…absorbida en la volun-

tad del Padre”, Liahona, enero de 1996,pág. 25; énfasis agregado.

3. Alma 34:32.4. Liahona, enero de 1996, pág. 25.5. Alma 26:3.6. In Gracia N. Jones, Emma’s Glory and

Sacrifice: A Testimony (1987), págs. 43–44.7. “Qué firmes cimientos”, Himnos, Nº 40.8. Relief Society Minutes, 30 de marzo de

1842, Archivos de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días, pág. 24.

9. Liahona, enero de 1996, pág. 25, énfasisagregado.

114

El presidente Hinckley me ha au-torizado, en nombre de laPrimera Presidencia a expresar

nuestro agradecimiento a todos losque han ayudado en cualquier aspec-to a preservar la vida y la propiedaddespués de los desastres que hanocurrido recientemente y que todavíacontinúan en nuestro país.

Mis queridas hermanas, siento hu-mildad ante esta gran responsabilidady privilegio de dirigirme a ustedes, lashijas de Dios, en los diversos países.Hemos sido edificados y elevados es-piritualmente mediante la breve pre-sentación en video del presidenteHinckley. Agradecemos que el presi-dente Hinckley y el presidenteMonson estén con nosotros esta no-che. Su apoyo e influencia nos fortale-ce. La hermana Parkin, la hermana

Hughes y la hermana Pingree nos haninspirado, y el coro nos ha conmovi-do. Al ver sus rostros, puedo percibirsu bondad. Felicito a cada una de us-tedes por sus labores de rectitud decada día. Aunque sean pocos los quese den cuenta de las obras que uste-des realizan, éstas están inscritas en ellibro de la vida del Cordero1, el cualserá abierto un día para ser testigo desu dedicado servicio, de su devocióny de sus hechos como “instrumentosen las manos de Dios para realizar esta gran obra”2.

El élder Neal A. Maxwell dijo: “Pocosabemos del porqué de la división delos deberes entre el hombre y la mu-jer, así como entre la maternidad y elsacerdocio; eso fue divinamente de-terminado en otro tiempo y en otrolugar. Nos acostumbramos a enfocarnuestra atención en los hombres deDios, porque en ellos recaen las res-ponsabilidades del sacerdocio y del li-derato. Pero paralela a esa línea deautoridad, fluye una influencia rectaque se refleja en las admirables hijasde Dios que han existido en todas lasépocas y dispensaciones, incluso en lanuestra, y cuya grandeza no se mideen palabras escritas, ya sea en los pe-riódicos o en las Escrituras. La historiade las mujeres de Dios ha sido, hastaahora, un inédito drama femeninodentro del drama histórico”3.

Hermanas, quizás algunas de uste-des crean que no están a la altura delas circunstancias, ya que parece que

Instrumentos enlas manos de DiosP R E S I D E N T E J A M E S E . FA U S TSegundo Consejero de la Primera Presidencia

Su influencia para bien no se puede calcular ni describir.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 115

no logran hacer todo lo que deseanhacer. La maternidad y la crianza delos hijos son funciones sumamentedifíciles. También tienen llamamientosen la Iglesia que desempeñan en for-ma competente y a conciencia.Además, muchas de ustedes, apartede todo eso, tienen que trabajar aligual que cuidar de su familia. Meconmueve de corazón la situación delas viudas y de las hermanas que sonmadres solas, sobre quienes recaegran parte de la responsabilidad decriar a los hijos. En general, y mejorde lo que piensan, ustedes, nobleshermanas, están cumpliendo biencon sus responsabilidades y lograndoéxito en la vida. Permítanme sugerir-les que enfrenten sus desafíos día adía. Hagan lo mejor que puedan.Miren todo con una perspectiva eter-na. Si lo hacen así, la vida tomará unaperspectiva diferente.

Hermanas, creo que todas ustedesdesean ser felices y desean encontrarla paz que el Salvador prometió.Pienso que muchas de ustedes hacenun gran esfuerzo por cumplir con to-das sus responsabilidades. No deseoofender a nadie y me siento un pocorenuente en cuanto a mencionarcierto asunto, pero creo que se debehablar de ello. Algunas veces alberga-mos durante mucho tiempo senti-mientos tristes del pasado. Agotamosdemasiadas energías pensando en co-sas que han pasado que no se pue-den cambiar. Nos cuesta trabajoolvidar y dejar atrás ese dolor. Si des-pués de un tiempo podemos perdo-nar lo que nos haya causado esedolor, tendremos acceso “a la fuentede consuelo vivificadora” mediante laExpiación, y la dulce paz del perdónserá nuestra4. Algunas heridas son tandolorosas y profundas que su cicatrizsólo se logra con la ayuda de un po-der más alto y de la esperanza en lajusticia y la restitución perfectas en lavida venidera. Hermanas, ustedespueden tener acceso a ese poder másalto y recibir ese preciado consuelo yesa dulce paz.

Hermanas, me temo que no seden cuenta, en lo más mínimo, de

hasta dónde llega la influencia parabien que ejercen sobre sus familias,sobre la Iglesia y sobre la sociedad.Su influencia para bien no se puedecalcular ni describir. El presidenteBrigham Young dijo: “Las hermanasde nuestras Sociedades de Socorrode damas han hecho mucho bien.¿Podemos decir cuánto bien son ca-paces de hacer las madres e hijas deIsrael? No, eso es imposible. Y el bienque hacen las seguirá hasta la eterni-dad”5. Creo firmemente que ustedesson instrumentos en las manos deDios en sus diversas funciones, en es-pecial la de la maternidad.

En la obra del reino, el hombre y lamujer tienen la misma importancia.Dios confía a las mujeres la responsa-bilidad de dar a luz a Sus hijos y decriarlos. No hay obra de mayor impor-tancia que ésa. La maternidad es unafunción de suma importancia para lasmujeres. A mi vida, y a la de los miem-bros de mi familia, han llegado sagra-das bendiciones y una influencia derectitud de parte de mi amada esposa,de su madre, de mi propia madre, delas abuelas, de mis queridas hijas ynietas. La preciada relación que du-rante mi vida he tenido con cada una

de esas mujeres es algo indescriptible.Eso se aplica en especial a Ruth, micompañera eterna.

Queremos que ustedes, las herma-nas solteras, sepan del gran amor queles tenemos. Ustedes pueden ser po-derosos instrumentos en las manos deDios para ayudar a llevar a cabo estagran obra. Se las valora y se las necesi-ta. Otras mujeres, aunque casadas,quizá no sean madres. Para aquellasque se encuentren en esas circunstan-cias, les aseguro que el Señor las amay que no las ha olvidado. Ustedes pue-den hacer algo por otra persona quenadie más pueda hacer. Quizá puedanhacer algo por el hijo de otra mujerque tal vez ella misma no pueda hacer.Creo que las hermanas que se encuen-tren en esas circunstancias recibiránalgunas bendiciones de compensaciónen esta vida y en el más allá. Ustedesrecibirán esas bendiciones y una pazreconfortante si aman a Dios “con to-do tu corazón, y con toda tu alma, ycon todas tus fuerzas, y con toda tumente; y a tu prójimo como a ti mis-mo”6. Ustedes aún pueden conseguirel éxito en lo que hagan como instru-mentos en las manos de Dios para lle-var a cabo esta gran obra.

116

Las mujeres tienen un gran impac-to en lo que sucede en el mundo, yasea para bien o para mal. En ciertamedida, las esposas y las madres con-trolan la fluidez de las bendicionesque se reciben en sus hogares. Al apo-yar los llamamientos del sacerdociode su esposo y al alentar a sus hijosen sus actividades del sacerdocio, suhogar será grandemente bendecido.Deben exhortar también a sus hijos aayudar a otras personas que estén ne-cesitadas. Nuestro hogar ha sido ben-decido debido a la participación demi esposa en la Sociedad de Socorrodurante toda nuestra vida de casados.Ella fue presidenta de la Sociedad deSocorro de estaca y de barrio durantevarios años. Al cumplir con sus debe-res y al asistir a sus reuniones, nuestrohogar fue bendecido con el dulce es-píritu de servicio que ella traía consi-go a nuestro hogar.

Como hemos escuchado esta no-che, ustedes son miembros de la me-jor sociedad de mujeres en el mundoy así como el presidente Hinckley nosha dicho en el video, el profeta JoséSmith declaró: “Esta Sociedad recibiráinstrucción mediante el orden queDios ha establecido, por conducto deaquellos que han sido designados pa-ra dirigir. Y ahora, en el nombre delSeñor, doy vuelta a la llave, y estaSociedad se alegrará, y desde ahoraen adelante descenderán sobre ellaconocimiento e inteligencia. Éste es elprincipio de mejores días para estaSociedad”7. Ha habido más oportuni-dades para la mujer desde que el pro-feta José Smith dio vuelta a la llave enbeneficio de ella que desde el princi-pio de la humanidad sobre la tierra8.

Desde el comienzo, las mujeres dela Iglesia han sido instrumentos en lasmanos de Dios. Cuando se construíael Templo en Kirtland, las mujeresbrindaban apoyo a los trabajadores, talcomo lo dijo el presidente Heber C.Kimball:

“Las mujeres de nuestra Iglesia estaban atareadas tejiendo e hilandopara vestir a los hombres quetrabajaban en el edificio, y sólo elSeñor conoce las escenas de pobreza,

tribulación y aflicción por las que pasa-mos para lograr esa obra. Mi esposatrabajó todo el verano dando su ayudapara llevar a cabo ese logro. Con laayuda de una joven, ella hiló 45 kilosde lana que tenía para proporcionarropa para los que se dedicaban a cons-truir el Templo, y aunque tenía el pri-vilegio de quedarse con la mitad de lalana, como recompensa por su traba-jo, ella no se quedó ni siquiera con losuficiente para tejer un par de medias,sino que se la dio a aquellos que traba-jaban en la casa del Señor. Ella hilaba ytejía; preparaba el paño, lo cortaba,hacía prendas y se las daba a los hom-bres que trabajaban en el Templo; casitodas las mujeres de Kirtland tejían,cosían, hilaban, etc., con el propósitode adelantar la obra del Señor”9.

Polly Angell, esposa del arquitectode la Iglesia, relató lo que el Profetales dijo: “Ahora bien, hermanas, uste-des siempre están prestas para ayu-dar. Las hermanas siempre son lasprimeras y las más importantes en to-da obra buena. María fue [la] primera[que vio en el lugar del sepulcro alSeñor resucitado] y ahora las herma-nas son las primeras en trabajar en elinterior del Templo”10.

Hermanas, ustedes poseen atribu-tos divinos de sensibilidad y amor porlo bello y por lo inspirador. Éstos sonlos dones que utilizan para que nues-tra vida sea más placentera. A menu-do, cuando se preparan para dar unalección, ponen un mantel atractivo yflores en la mesa, lo que es una mag-nífica expresión de su naturaleza apli-cada y cuidadosa. Por el contrario,cuando los hermanos dan una clase,¡ni siquiera decoran la mesa con unamala hierba marchita! Pero, de vez encuando, ustedes son demasiado durasconsigo mismas. Piensan que si suofrenda no es completamente perfec-ta, no es aceptable; sin embargo, lesdigo que si han dado lo mejor de sí,que por lo general lo hacen, su humil-de ofrenda, sin importar lo que sea,será aceptable y deleitable al Señor.

En estos días, las maestras visitanteshacen mucho bien. Hace doce años,Suzy fue llamada para ser la maestra

visitante de Dora, una viuda sin hijos.Dora tenía una personalidad difícil yera casi una ermitaña. Cuando Suzy co-menzó a visitar a Dora, ella le atendía ala puerta pero nunca la invitaba a pa-sar. Meses después, Suzy le llevó unobsequio, pero Dora le dijo que no po-día aceptarlo. Cuando aquélla le pre-guntó por qué, ella respondió: “Porquequerrás algo a cambio”. Suzy le asegu-ró: “Todo lo que quiero es tu amistad”.Después de eso, las visitas fueron másfáciles. Poco a poco, Suzy encontró lamanera de hacer cosas para Dora y deescucharla cuando fuera necesario ha-cerlo; además, le contaba en cuanto ala gente maravillosa del barrio, las cla-ses y las conferencias, haciéndola sen-tir como si fuese parte del barrio. Lasvisitas de Suzy fueron cotidianas a me-dida que la salud de Dora empezó adeteriorar, y llegaron a ser grandesamigas. Cuando murió Dora, Suzy lapudo elogiar como una “mujer ex-traordinaria” y “una amiga querida”,aun cuando otras la consideraban“inaccesible”11. Ella la conoció comopocos lo hicieron, gracias a su serviciocomo maestra visitante.

La Sociedad de Socorro es una her-mandad y un lugar donde a las muje-res se les instruye a edificar su fe y arealizar buenas obras. Como el presi-dente Hinckley lo ha dicho a menudo,todos necesitamos amigos. La amistadnos llena de felicidad y amor, y esa ne-cesidad no se limita al joven o al viejo,al rico o al pobre, al desconocido o alpersonaje público. Cualesquiera seannuestras circunstancias, todos necesi-tamos que alguien nos escuche concomprensión, que nos dé alientocuando necesitemos ánimo, y que fo-mente en nosotros el deseo de hacerlo mejor y de ser mejores. La Sociedadde Socorro está diseñada para ser esecírculo de amistad, repleto de corazo-nes comprensivos que generan amor y logro, ya que, ante todo, es una hermandad.

Esta Reunión General de laSociedad de Socorro se transmite avarios países del mundo. Es buenopensar en las hermanas que se reúnen en los distintos lugares para

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2 0 0 5 117

compartir los mismos mensajes quenosotros estamos escuchando y quese reúnen como amigas. Una herma-na de Etiopía asistió a una reunión co-mo ésta en Fredericksburg, Virginia, ydijo: “Nos habíamos reunido comoamigas, madres e hijas, pero salimosde la reunión como hermanas”12.

Una hermana misionera que servíaen Tailandia escribió sobre cómo sesentó con las hermanas de Bangkoken la transmisión del año pasado. Elladijo: “Sentí tal fortaleza de ese peque-ño grupo de mujeres tailandesas quehacían todo lo posible por seguir losconsejos de las hermanas de Salt LakeCity, a quienes ellas nunca han cono-cido”13. Al unirnos en esta reunión,¿no es maravilloso sentir ese vínculode hermandad que se extiende a tra-vés de los océanos, de los ríos y de losdiversos países? En verdad, José Smithdio vuelta a la llave cuando se reuniócon ese pequeño grupo de mujeresen Nauvoo para organizar la Sociedadde Socorro en 1842.

Y ahora, para terminar, deseo de-cir algunas palabras a ustedes, las jo-vencitas. Ustedes ocupan un lugarimportante en esta gran hermandad.La mayoría de ustedes han sido ben-decidas con un testimonio delEvangelio restaurado de Jesucristo.Con ese testimonio, y con su fortale-za, influencia e inteligencia juveniles,ustedes pueden recibir las bendicio-nes que provienen del cumplir con laresponsabilidad de ser “instrumentosen las manos de Dios para realizar esta gran obra”.

Hace poco, una jovencita compar-tió sus sentimientos en cuanto a laSociedad de Socorro. Dijo que se ha-bía criado en un barrio donde las her-manas demostraban gran interés enella, aun cuando formaba parte de lasMujeres Jóvenes, de modo que cuan-do llegó el momento de asistir a laSociedad de Socorro, se sentía entu-siasmada al igual que ellas. Se diocuenta de la “extensa variedad de per-sonalidades, intereses, antecedentes yedades en aquella Sociedad deSocorro”, y dijo: “Ahora… tengo ungrupo de amigas que abarcan varias

décadas, desde las adolescentes hastalas tatarabuelas y a todas las demáscomprendidas entre ellas”14.

Jovencitas, ante ustedes yace ungran futuro; quizás no sea exactamen-te como lo hayan planeado, pero pue-de ser maravillosamente satisfactorioy lograr mucho bien. Para ustedes, jovencitas, el estar en compañía dehermanas maduras, justas y con expe-riencia, es tanto una oportunidad como una bendición.

Marjorie Pay Hinckley, la amada es-posa del presidente Hinckley, lo ex-presó muy bien cuando dijo: “Todasestamos unidas en esto. Nos necesita-mos unas a otras, ¡cuánto nos necesi-tamos unas a otras! Nosotras las quesomos mayores necesitamos a uste-des las jóvenes. Y espero que ustedes,las jóvenes, necesiten a algunas denosotras, las que ya somos mayores.Es un hecho sociológico que las mujeres necesitan a las mujeres.Precisamos amistades profundas, sa-tisfactorias y leales las unas con lasotras. Esas amistades son una fuentenecesaria de sustento; tenemos quereanudar nuestra fe cada día. Es nece-sario que aunemos nuestros esfuerzosy ayudemos a construir el reino paraque el Evangelio ruede y llene toda latierra”15.

Queridas hermanas, nuestras ama-das compañeras de trabajo en el rei-no, cuyos nombres están inscritos enel libro de la vida del Cordero16, ruegoque sigan adelante. Sigan adelante

con fe y humildad. No dejen queSatanás ni nada de su poder malignoy seductor influya en ustedes. No denal adversario ninguna oportunidad17

ni le permitan que disminuya la sensi-bilidad divina y singular que tienenhacia el Espíritu del Señor. Que elEspíritu siempre las guíe para tenersentimientos sagrados en cada pensa-miento y actividad al tender una mano a los demás con amor y miseri-cordia, ruego en el nombre deJesucristo. Amén. ■

NOTAS1. Véase Apocalipsis 21:27.2. Alma 26:3.3. “Mujeres de Dios”, Liahona, agosto de

1978, pág. 13.4. Véase “My Journey to Forgiving”, Ensign,

febrero de 1997, pág. 43.5. Discourses of Brigham Young, sel. John A.

Widtsoe, 1954, pág. 216.6. Lucas 10:27.7. Véase, Enseñanzas del Profeta José Smith,

pág. 279.8. Véase George Albert Smith, “Address to

Members of the Relief Society”, ReliefSociety Magazine, diciembre de 1945, pág. 717.

9. “History of Joseph Smith”, Times andSeasons 6 (15 de abril de 1845), pág. 867.

10. Citado en Edward W. Tullidge, Women ofMormondom, 1877, pág. 76.

11. Carta en posesión de la Oficina de laSociedad de Socorro.

12. Carta en posesión de la Oficina de laSociedad de Socorro.

13. Carta en posesión de la Oficina de laSociedad de Socorro.

14. Carta en posesión de la Oficina de laSociedad de Socorro.

15. En Virginia H. Pearce, ed., Glimpses intothe Life and Heart of Marjorie PayHinckley, 1999, págs. 254–255.

16. Véase Filipenses 4:3.17. Véase 1 Timoteo 5:14.

¿Qué harás para que la conferen-cia general sea parte de tu propiavida y de la de tu familia? Tal vez

desees utilizar las siguientes ideas paraanalizarlas o estudiarlas; o quizás de-sees crear tus propias preguntas o ele-gir tus propios temas. (Los númerosde página se refieren al comienzo delos discursos.) La lista adjunta de rela-tos también podrá servirte de guía.

Para los niños1. ¿En cuántos idiomas se tradujo

la conferencia general? (Pista: Busca larespuesta en el discurso del presiden-te Gordon B. Hinckley, pág. 103.)

2. William Tyndale desempeñó unpapel importante al preparar al mun-do para la restauración del Evangelio

de Jesucristo. ¿Qué fue lo que hizo, yen que forma fue eso de ayuda para eljoven José Smith? (Pista: Lee el discur-so del presidente Boyd K. Packer, pág. 70.)

3. ¿En qué fecha se publicó “LaFamilia: Una proclamación para elmundo”, y por mandato de quién sedio (Pista: Estudia el discurso del élder M. RussellBallard, pág. 41.)

4. ¿Qué es lo queel presidenteHinckley nos pidióhacer para fin de año,y qué nos prometió silo hacíamos? (Pista: Semencionó en variosdiscursos. Por ejemplo,repasa el discurso delélder Charles Didier, pág. 48.)

Para los jóvenes5. ¿Qué dijo el presidente

Gordon B. Hinckley que era “el granprincipio que se recalca en lasEscrituras, tanto antiguas como mo-dernas”? Recalcó que “tal vez sea la ma-yor virtud que haya sobre la tierra y,por cierto, la más necesaria” (pág. 81).

6. ¿Se les ha seleccionado algunavez para jugar en un equipo? El pre-

sidente Thomas S. Monson sabecómo se sienten, ya que él ha pa-sado por eso. Averigüen quéocurrió, y la razón por la que di-ce: “Nunca nos demos por ven-cidos” (pág. 56).

Se dirigen a nosotrosHagamos de la conferencia parte de nuestra vida

Niñas que asisten a la conferencia en

el centro de estaca de la Estaca Navu,

Apia, Samoa. Derecha: Misioneros

coordinan los horarios con asistentes a

la conferencia en el centro de estaca

de la Estaca Niteroi,

Brasil.

118

R E L AT O S PA R A L E E R Y C O M PA R T I REn los discursos de la conferencia, a partir de las páginas que aparecen a continua-ción, encontrarás historias que puedes relatar e impresiones que puedes compartir.

Los habitantes de la aldea suben a un terreno más elevado antes del maremoto, 16.Una enfermera ayuda a una mujer que se había lesionado la pierna, 20.Un miembro nuevo deja de trabajar en una empresa cigarrera, 31.Un hombre busca la Iglesia durante 12 años, 33.Los diáconos y el maestro Scout hermanan al jovencito Paul Sybrowsky, 35.La conversión de Charles Didier, 48.El jovencito Paul V. Johnson juega a la pelota durante la conferencia general, 50.Lyman E. Johnson se arrepiente de su apostasía, 53.El obispo se sienta en una máquina para zambullir, 53.Los maestros orientadores viajan una semana para visitar a un miembro de la

Iglesia, 56.Un presbítero tartamudo bautiza a una niña, 56.Los diáconos y los maestros visitan la Manzana de Bienestar para ver los frutos

de las ofrendas de ayuno, 56.Thomas S. Monson visita a una pareja griega, 56.Miles de miembros de la Iglesia prestan ayuda a las víctimas del huracán

en los estados del golfo, en los Estados Unidos, 60.Los misioneros le testifican a un incrédulo en cuanto a José Smith, 67.Una mujer perdona al joven que le causó graves heridas, 81.El presidente Kimball y su esposa son sanados durante una visita a

Nueva Zelanda, 85.Un obispo le pide al niño de once años, Ulisses Soares, que llene sus

papeles misionales, 98.Una jovencita se siente aceptada en la Sociedad de Socorro, 110.Dos hermanas, miembros de la Compañía de carros de Willie, se ayudan

mutuamente para sobrevivir, 110.Una abnegada maestra visitante hace amistad con una hermana

“inaccesible”, 114.

7. Muchas veces laspersonas de otras reli-

giones notan algo di-ferente en nosotros,algo especial.Averigua lo que el

presidente James E.Faust dice en cuanto a

la importancia del ejem-plo que damos a los demás en “La luzque ilumina sus ojos”, (pág. 20).

8. ¿Qué diferencia hay entre ir enuna misión y en llegar a ser un

misionero? Averigua lo que el élderDavid A. Bednar dice que es lo más im-portante que puedes hacer para prepa-rarte para tu llamamiento (pág. 44).

Para la Noche de hogar o el estudiopersonal

9. ¿Qué himnos mencionó el élderRussell M. Nelson para dar respuesta alas preguntas que un misionero teníaen cuanto a la Expiación? (pág. 85).¿Qué himnos sobre el Salvador sonespecialmente inspiradores para su

familia? Haga planes para cantarlos ypara hablar de ellos durante la nochede hogar.

10. ¿Qué acontecimientos históri-cos prepararon el camino para que elEvangelio se predicara en su país o sele predicara a su familia? El élderRobert D. Hales habló en cuanto a al-gunos de ellos y en cuanto a la formaen que han servido para preparar elcamino para la Segunda Venida (pág. 88).

11. El élder Merrill J. Bateman ha-bló en cuanto a la naturaleza verídicay personal del sufrimiento deJesucristo en Getsemaní (pág. 74).¿En qué forma han sentido los efectosde ese acto?

12. El élder Paul K. Sybrowsky pre-gunta: “¿Si Cristo tuviera mis oportu-nidades, ¿qué haría Él?” (pág. 35). ¿Dequé manera podemos tomar decisio-nes centradas en Cristo? ¿Cómo pode-mos utilizarlas para edificar el reinode Dios? ■

JOSÉ SMITH BUSCA SABIDURÍA EN LA BIBLIA, POR DALE KILBOURN.

120

Las siguientes instruc-ciones para las leccio-nes del Sacerdocio de

Melquisedec y de laSociedad de Socorro para elcuarto domingo reempla-zan a las que se impartieronen Información para los lí-deres del sacerdocio y delas organizaciones auxi-liares sobre los cursos deestudio, 20005 al 2008.

Las reuniones delSacerdocio de Melquisedecy de la Sociedad de Socorroque se llevan a cabo el cuar-to domingo del mes se de-ben concentrar en las“Enseñanzas para nuestraépoca”. Todas las leccionesde “Enseñanzas para nues-tra época” deben enseñarseen base a los discursos dela conferencia general másreciente que aparezcan enla revista Liahona. Esosejemplares se publican enmayo y noviembre. Los dis-cursos también se puedenacceder en línea (en

muchos idiomas) enwww.lds.org.

Cada lección se puedepreparar basándose en unoo más discursos. Los presi-dentes de estaca y de distri-to pueden elegir cuálesdiscursos se deberán utili-zar, o pueden asignar esaresponsabilidad a los obis-pos y a los presidentes derama. Esos líderes del sacer-docio deberán hacer hinca-pié en que los hermanos del Sacerdocio deMelquisedec y las hermanasde la Sociedad de Socorroestudien los mismos discur-sos el mismo domingo. Losmaestros deberán acudir asus líderes en busca de con-sejo en cuanto a algún hin-capié especial.

Se insta a las personasque asistan a las leccionesdel cuarto domingo que lle-ven a la clase el ejemplar dela revista de la conferenciageneral más reciente. Los lí-deres de barrio y de rama

se deberán asegurar de quetodos los miembros tenganacceso a las revistas de laIglesia.

Sugerencias parapreparar una lecciónbasándose en losdiscursos• Ore para que el Espíritu

Santo esté con usted amedida que estudie y en-señe el(los) discurso(s).Es probable que a vecesse sienta tentado a dejarde lado los discursos dela conferencia y prepararla lección utilizandootros materiales. Sin em-bargo, los discursos de laconferencia constituyenel curso de estudio apro-bado. La asignación queusted tiene es la de ayu-dar a otras personas aaprender el Evangelio y avivirlo, tal como se ense-ñó durante la conferen-cia general de la Iglesiamás reciente.

• Repase el(los) dis-curso(s) para buscarprincipios y doctrinasque satisfagan las necesi-dades de los miembrosde la clase. Asimismo,busque en el(los) discur-so(s) relatos, referenciasde las Escrituras y decla-raciones que le serán deayuda para enseñar losprincipios y las doctrinas.

• Haga un bosquejo de laforma en que desea en-señar los principios y las doctrinas; en ese

bosquejo se deberán incluir preguntas que lesayuden a los miembrosde la clase a hacer lo siguiente:–Buscar los principios ylas doctrinas en el(los)discurso(s) que esté enseñando.–Pensar en el significadode los principios y lasdoctrinas.–Compartir su entendi-miento, ideas, experien-cias y testimonio de los principios y las doctrinas.–Aplicar en su vida esos principios y esasdoctrinas.

• Repasar los capítulos31–32 de La Enseñanza:el llamamiento más importante.

“Lo más importante esque los miembros sientanla influencia del Espíritu,aumenten su comprensióndel Evangelio, aprendan aaplicar los principios delEvangelio en su vida y for-talezcan su compromiso devivir el Evangelio” (Guíapara la enseñanza, 2001,pág. 13).

Sírvase enviar comenta-rios sobre “Enseñanzas pa-ra nuestra época” aCurriculum Development,50 East North TempleStreet, Room 2420, SaltLake City, UT 84150-3220,USA; e-mail: [email protected]. ■

Enseñanzas para nuestraépoca

*Estos discursos se pueden acceder en línea (en muchos idiomas) en www.lds.org.

Meses

Noviembre de

2005–abril de 2006

Mayo–octubre

de 2006

Materiales para las lecciones del cuarto domingo

Discursos publicados en la revista Liahona

de noviembre de 2005*

Discursos publicados en la revista Liahona

de mayo de 2006*

Los objetivos de la reu-nión de superaciónpersonal, de la familia

y del hogar son fortalecer lafe en Jesucristo y enseñarconocimientos prácticos so-bre la crianza de los hijos yla economía doméstica.Esta reunión constituye unaocasión para que las herma-nas se relacionen unas conotras, aprendan y sean edifi-cadas. Este programa com-prende lo siguiente:

• Reuniones: Las reunio-nes de superación perso-nal, de la familia y del hogarse llevan a cabo trimestral-mente (en lugar de realizar-se mensualmente) paratodas las hermanas.

• Actividades: Las activi-dades de superación perso-nal, de la familia y del hogarse realizan con frecuencia(una vez a la semana, unavez al mes, o como lo deter-minen las hermanas líderesde la Sociedad de Socorrode barrio) para las herma-nas que tengan necesidadese intereses semejantes.

Al planear las reuniones ylas actividades, las hermanaslíderes deben (1) tener encuenta las necesidades y losintereses de las hermanasdel barrio, (2) deliberar enconsejo con los líderes delsacerdocio y (3) planear lasactividades con oración ycon un propósito (véase el

Manual de Instruccionesde la Iglesia, Libro 2:Líderes del sacerdocio y delas organizaciones auxilia-res, pág. 268). Deben hacer-se todos los intentos porhacer participar a todas lashermanas.

De ser preciso, se deberealizar una clase para losniños durante las reunionesy las actividades como seexplica en el Manual deInstrucciones de la Iglesia,Libro 2, pág. 244.

REUNIONES DE SUPERACIÓNPERSONAL, DE LA FAMILIA YDEL HOGARReuniones de barrio deSuperación personal, de lafamilia y del hogar.

La Sociedad de Socorrode barrio debe realizar cua-tro reuniones de Superaciónpersonal, de la familia y delhogar al año. Una de esasreuniones debe utilizarse pa-ra conmemorar el 17 demarzo de 1842, fecha de laorganización de la Sociedadde Socorro.

Las reuniones debe pla-nearlas la hermana líder deSuperación personal, de lafamilia y del hogar bajo ladirección de la presidenciade la Sociedad de Socorro.Se podrá asignar a especia-listas de la Sociedad deSocorro de barrio la tarea

de ayudar (véase elManual de Instruccionesde la Iglesia, Libro 2, pág. 241). Un informe de lapresidenta podrá formarparte de estas reuniones.

Las reuniones deSuperación personal, de lafamilia y del hogar se de-ben realizar en otro día queno sea el domingo ni el lu-nes por la noche.

Reuniones de estaca deSuperación personal, de lafamilia y del hogar.

Además de las reunionesde barrio, la estaca lleva acabo una o dos reunionesde superación personal, dela familia y del hogar al año.La presidencia de laSociedad de Socorro de es-taca dirige esas reunionescon la ayuda de las especia-listas de la Sociedad deSocorro de estaca, de serello necesario (véase elManual de Instruccionesde la Iglesia, Libro 2, pág.237). Una de esas reunio-nes debe realizarse junta-mente con la transmisiónanual de la reunión generalde la Sociedad de Socorro.

Nota: Esas reuniones debarrio y de estaca reempla-zan los eventos especialesde barrio y de estaca (véaseel Manual de Instruccionesde la Iglesia, Libro 2, págs. 247–248).

ACTIVIDADES DE SUPERACIÓNPERSONAL, DE LA FAMILIA YDEL HOGAR

Estas actividades son me-nos estructuradas que lasreuniones de superaciónpersonal, de la familia y delhogar y en ellas se reúnenlas hermanas que tienen ne-cesidades, intereses o cir-cunstancias comunes. Las

actividades deben brindarun entorno seguro, tranqui-lo e interesante en el quelas hermanas aprendan for-mas de fortalecer el hogar,la familia y a las personas.

Estas actividades las pla-nea la presidencia de laSociedad de Socorro; lahermana líder de supera-ción personal, de la familiay del hogar; y las especialis-tas, de ser ello necesario.Las hermanas líderes debenser flexibles al planear lasactividades, las cuales po-drán realizarse en el centrode reuniones o en otros lu-gares apropiados tan a me-nudo como sea necesario.Para leer más informaciónacerca de las actividades desuperación personal, de lafamilia y del hogar, véase elManual de Instruccionesde la Iglesia, Libro 2, págs. 246–248. ■

Pautas para las reuniones ylas actividades de Superaciónpersonal, de la familia y delhogar de la Sociedad deSocorroEntrarán en vigencia el 1º de enero de 2006.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2005 121

122

Las siguientes fuentes de consultase pueden utilizar para comple-

mentar las lecciones del SacerdocioAarónico: Manual 1 y MujeresJóvenes: Manual 1, pero no para reemplazarlas. Las referencias aCumplir nuestro deber a Dios se refieren a las guías del SacerdocioAarónico: Cumplir nuestro deber aDios y las referencias a El ProgresoPersonal se refieren al cuadernillo ElProgreso Personal para las MujeresJóvenes. Algunas de las actividadesenumeradas en las guías Cumplirnuestro deber a Dios y El ProgresoPersonal se pueden utilizar duranteel tiempo de la lección, o alentar a losmiembros del quórum o de la clase aque las terminen en casa. En la revistaLiahona, en la página 1, y en La ense-ñanza: El llamamiento más impor-tante, aparecen sugerenciasadicionales para la enseñanza.

Tenga a bien enseñar las leccionesen el orden en que aparecen impre-sas. El manual no contiene una lec-ción específica para la Pascua deResurrección. Si usted desea enseñaruna lección especial sobre la Pascuade Resurrección, considere utilizar lasEscrituras, discursos de las conferen-cias, artículos de la revista Liahona,láminas e himnos que se centren enla vida y la misión del Salvador.

Para buscar en línea versiones de

las guías de fuentes de consulta enotros idiomas, conéctese conwww.lds.org y haga clic en el mapadel mundo y luego seleccione el idio-ma. Haga clic en la revista Liahona ydespués en el ejemplar de noviembrede 2005.

Para la versión en inglés de lasguías de fuentes de consulta, conéc-tese a www.lds.org y luego haga clicen “Gospel Library”. En la columnade la derecha hay enlaces que llevan alas guías de fuentes de consulta másactuales.

Las futuras guías de fuentes deconsulta se imprimirán en los ejem-plares de mayo y de noviembre de larevista Liahona. Las revistas de laIglesia (en algunos idiomas) se en-cuentran en línea conectándose awww.lds.org.

Sacerdocio Aarónico:Manual 1

Las siguientes fuentes de consultase pueden utilizar para complementarlas lecciones 1–24, pero no para reemplazarlas.Lección 1: El sacerdocio

Jeffrey R. Holland, “Nuestra carac-terística más destacada”, Liahona,mayo de 2005, pág. 43. Para comen-zar la lección, utilice las palabras delélder Holland acerca de cómo obte-ner la autoridad del sacerdocio.

Cumplir nuestro deber a Dios(maestro), “Desarrollo espiritual”, Nº 1; (presbítero), “Actividades delQuórum”, Nº 4.Lección 2: El llamamiento de diácono

“El quórum de diáconos”,Liahona, enero de 2005, pág. 42.Utilice las preguntas que se encuen-tran en este artículo para analizar lalabor en equipo.

“El milagro del sacerdocio”,Liahona, abril de 2004, pág. 26. Utilicelas preguntas acerca de las responsabi-lidades del Sacerdocio Aarónico paraanalizar los deberes de un diácono.

Cumplir nuestro deber a Dios(diácono), “Desarrollo espiritual”, Nº 4.Lección 3: El repartir la Santa Cena

Dallin H. Oaks, “El SacerdocioAarónico y la Santa Cena”, Liahona,enero de 1999, pág. 43. Considere uti-lizar este artículo durante el análisissobre la repartición de la Santa Cena.

Cumplir nuestro deber a Dios(presbítero), “Actividades delQuórum”, Nº 1.Lección 4: La recolección de lasofrendas de ayuno

Thomas S. Monson, “Sé ejemplo”,Liahona, enero de 2002, pág. 115. Elanálisis del presidente Monson sobrelas ofrendas de ayuno se podría utili-zar con la sección acerca de nuestraactitud sobre las ofrendas de ayuno.

Joseph B. Wirthlin, “La ley del ayu-no”, Liahona, julio de 2001, pág. 88.Los comentarios que hace el élderWirthlin sobre las ofrendas de ayunose podrían utilizar con la sección“Demostrar interés por el necesitado”.

Cumplir nuestro deber a Dios(diácono), “Actividades del Quórum”,Nº 2.

Lección 5: Fe en JesucristoGordon B. Hinckley, “Venzamos a

los goliats de nuestra vida”, Liahona,febrero de 2002, pág. 2. Utilice esteartículo para analizar David y Goliat.

Robert D. Hales, “Cómo tener feen el Señor”, Liahona, noviembre de2004, pág. 70. Como suplemento dela lección, utilice las sugerencias delélder Hales acerca de cómo cultivar lafe en Jesucristo.

Cumplir nuestro deber a Dios(maestro), “Actividades familiares”,Nº 1.Lección 6: El Espíritu Santo

Boyd K. Packer, “La luz de Cristo”,Liahona, abril de 2005, pág. 8. Las pala-bras del presidente Packer podrían uti-lizarse como suplemento de la lección.

Boyd K. Packer, “La lámpara deJehová”, Liahona, diciembre de 1988,pág. 32. Los comentarios del presi-dente Packer se podrían utilizar en elanálisis sobre cómo estar preparadospara recibir el Espíritu Santo.

Cumplir nuestro deber a Dios(maestro), “Actividades familiares”,Nº 5.Lección 7: “Un poderoso cambio enel corazón”

Thomas S. Monson, “Caminos ha-cia la perfección”, Liahona, julio de2002, pág. 111. Comprende los co-mentarios del presidente acerca de laautodisciplina.Lección 8: “Honra a tu padre”

James E. Faust, “Honraré a losque me honran”, Liahona, julio de2001, pág. 53. Añada los comentariosdel presidente Faust en el análisisacerca de la reverencia hacia Dios.

Dallin H. Oaks, “Honra a tu padrey a tu madre”, Liahona, julio de 1991,pág. 16. Utilice los comentarios del él-der Oaks acerca de cómo honrar a lospadres, en la sección correspondien-te de la lección.

Cumplir nuestro deber a Dios(presbítero), “Desarrollo espiritual”,Nº 12.Lección 9: El respeto por las ma-dres y por su función divina

Russell M. Nelson, “Nuestro de-ber sagrado de honrar a la mujer”,Liahona, julio de 1999, pág. 45. Eldiscurso del élder Nelson se podríautilizar en la sección que habla dehonrar a las madres.Lección 10: La unidad familiar

Scott Bean, “La verdad sobre mifamilia”, Liahona, marzo de 2003,pág. 30. Considere utilizar este relatocon la sección de cómo las familias in-fluyen en nosotros.

Cumplir nuestro deber a Dios(presbítero), “Actividades familiares”,Nº 4.Lección 11: “Como yo os he amado,que también os améis unos a otros”

Joseph B. Wirthlin, “La virtud dela bondad”, Liahona, mayo de 2005,

Guía de fuentes de consultapara el Sacerdocio Aarónicoy las Mujeres Jóvenes

pág. 26. Considere utilizar la expe-riencia de Andy con el primer relatodel élder Wirthlin.

Kathleen H. Hughes, “Quienesnos brindan su amor: amigos que tie-nen el amor de Cristo”, Liahona,mayo de 2005, pág. 74. Utilice el rela-to de la hermana Hughes acerca delneumático desinflado como suple-mento para los casos de estudio.

Cumplir nuestro deber a Dios(diácono), “Desarrollo social y cívi-co”, Nº 1.Lección 12: Debemos seguir al pro-feta viviente

Joseph B. Wirthlin, “Seguir confe”, Liahona, julio de 2003, pág. 16.Utilice los párrafos de apertura y con-clusión de este artículo para dar real-ce a la parte final de la lección.

Dieter F. Uchtdorf, “La Iglesiamundial es bendecida por la voz delos profetas”, Liahona, noviembrede 2002, pág. 10. Utilice el testimo-nio del élder Uchtdorf sobre los pro-fetas vivientes para complementar lalección.

R. Conrad Schultz, “La obedienciade la fe”, Liahona, julio de 2002, pág.32. Utilice las secciones de este artícu-lo que sean pertinente para reafirmarla importancia de la obediencia.

Cumplir nuestro deber a Dios(presbítero), “Actividades familiares”,Nº 5.Lección 13: Todo miembro un misionero

M. Russell Ballard, “El papel esen-cial de los miembros en la obra misio-nal”, Liahona, mayo de 2003, pág. 37.Incorpore las formas que el élderBallard menciona sobre ser un miem-bro misionero, en la sección acercade compartir el Evangelio.

Henry B. Eyring, “Amigos verda-deros”, Liahona, julio de 2002, pág.29. Utilice el relato acerca de cómoconoció la Iglesia el hermano Lupahlapor medio de su amigo, en la sección“Hay muchas maneras de dar a cono-cer el Evangelio”.

Cumplir nuestro deber a Dios(presbítero), “Desarrollo espiritual”,Nº 11.Lección 14: El prestar servicio a losdemás

L. Tom Perry, “Aprendamos a ser-vir”, Liahona, mayo de 2002, pág. 10.Utilice el final del artículo para resu-mir la lección.

Cumplir nuestro deber a Dios(presbítero), “Desarrollo espiritual”,Nº 9; (diácono), “Actividades delQuórum”, Nº 5.Lección 15: La unidad y la herman-dad dentro del sacerdocio

L. Tom Perry, “¿Qué es un quó-rum?” Liahona, noviembre de 2004,pág. 23. Utilice las enseñanzas selec-cionadas acerca de la hermandad con el fin de reinformar la sección

correspondiente de la lección.Cumplir nuestro deber a Dios

(maestro), “Desarrollo social y cívi-co”, Nº 10; (presbítero), “Desarrolloespiritual”, Nº 7.Lección 16: La caridad

Gene R. Cook, “La caridad: amorperfecto y eterno”, Liahona, julio de2002, pág. 91. La sección acerca delsufrimiento puede brindar realce alanálisis de la lección sobre “el amores sufrido, es benigno”.

Bonnie D. Parkin, “Escojamos lacaridad: la buena parte”, Liahona, no-viembre de 2003, pág. 104. El análisisde la hermana Parkin acerca de María yMarta podría complementar el análisissobre las características de la caridad.

Cumplir nuestro deber a Dios(maestro), “Desarrollo social y cívi-co”, Nº 4.Lección 17: El diario personal

Jeffrey S. McClellan, “Un diariopara hoy y para mañana”, Liahona,agosto de 1996, pág. 30. Utilice del ar-tículo las ideas del diario con el fin dedar realce al análisis sobre el guardarun diario personal.

Cumplir nuestro deber a Dios(presbítero), “Desarrollo académico,personal y de orientación profesionalo vocacional”, Nº 7; (diácono),“Desarrollo espiritual”, Nº 8.Lección 18: La Palabra de Sabiduría

Masayuki Nakano, “Bendecidospor la Palabra de Sabiduría”, Liahona,junio de 2005, pág. 32. Añada este re-lato a la sección correspondiente a lasbendiciones que recibimos al vivir laPalabra de Sabiduría.

Cumplir nuestro deber a Dios(diácono), “Desarrollo académico,personal y de orientación profesionalo vocacional”, Nº 12.Lección 19: El vencer la tentación

Richard G. Scott, “Cómo vivirbien en medio de la creciente mal-dad”, Liahona, mayo de 2004, pág. 100. Utilice las secciones apro-piadas de este artículo con el fin dedar realce al análisis de apertura deesta lección.

Cumplir nuestro deber a Dios(maestro), “Desarrollo espiritual”, Nº 5.Lección 20: El uso correcto del albedrío

“Nuestro progreso hacia la per-fección”, Liahona, febrero de 2005,pág. 34. Considere utilizar la seccióndel artículo “Caminar por la fe” con elfin de dar realce a la primera parte dela lección.Lección 21: Los pensamientos puros inducen a un lenguaje limpio

Dallin H. Oaks, “La pornografía”,Liahona, mayo de 2005, pág. 87.Utilice las enseñanzas del élder Oakssobre la pornografía para comple-mentar la lección.Lección 22: Los convenios guíannuestras acciones

Dennis B. Neuenschwander,“Ordenanzas y convenios”, Liahona,noviembre de 2001, pág. 16. Con-sidere añadir durante la lección las descripciones que el élderNeuenschwander hace de los convenios.

Richard J. Maynes, “Guardemosnuestros convenios”, Liahona, no-viembre de 2004, pág. 92. Utilice losejemplos que el élder Maynes da delos hijos de Helamán como modelosdel guardar los convenios.

Cumplir nuestro deber a Dios(presbítero), “Actividades familiares”,Nº 2.Lección 23: El orar para obtener guía

James E. Faust, “La cuerda de sal-vamento de la oración”, Liahona, ju-lio de 2002, pág. 62. Considere añadirla descripción que el presidente Fausthace de la oración después del análi-sis de la dramatización.

Russell M. Nelson, “El sereno po-der de la oración”, Liahona, mayo de2003, pág. 7. Utilice este artículo parailustrar cómo recibimos respuestas alas oraciones.

Cumplir nuestro deber a Dios(diácono, maestro, presbítero),“Cumplir nuestro deber a DiosRequisitos del certificado”, Nº 3.Lección 24: El arrepentimientocentrado en Jesucristo

Richard G. Scott, “Paz de concien-cia y paz mental”, Liahona, noviembrede 2004, pág. 15. Añada el consejo delélder Scott en cualquier parte de lalección.

Jay E. Jensen, “¿Sabes cómo arre-pentirte?” Liahona, abril de 2002,pág. 14. Considere sustituir el relatode la lección con el relato de la mi-sión que contiene el artículo.

Cumplir nuestro deber a Dios(maestro), “Actividades familiares”,Nº 5.

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2005 123

124

Mujeres Jóvenes:Manual 1

Las siguientes Fuentes de consul-ta se pueden utilizar para comple-mentar las lecciones 1–24, pero nopara reemplazarlas.Lección 1: Una hija de Dios

Gordon B. Hinckley, “¿Cómo pue-do convertirme en la mujer en quiensueño?”, Liahona, julio de 2001, pág. 112. Cuente el relato del libroanual con el fin de hacer hincapié enel potencial divino.

David A. Bednar, “Las entrañablesmisericordias del Señor”, Liahona,mayo de 2005, pág. 99. Utilice el rela-to del sueño del líder del sacerdociopara hacer hincapié en que el PadreCelestial y Jesucristo conocen perso-nalmente a cada una de nosotras.

Margaret D. Nadauld, “Sostén laantorcha en alto”, Liahona, julio de2002, pág. 108. Utilice el artículo paracomplementar el final de la lección.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Naturalezadivina”, Nº 1.Lección 2: Jesucristo, el Salvador

Mensaje de la Primera Presidenciay del Quórum de los Doce Apóstoles:“Él vive”, Liahona, diciembre de2004, pág. 6. Utilice los testimoniosde los profetas y de los apóstoles paracomplementar la lección.

James E. Faust, “La Expiación:nuestra mayor esperanza”, Liahona,enero de 2002, pág. 9. Considere utili-zar el artículo durante el análisis de laExpiación.

Robert D. Hales, “Cómo tener feen el Señor Jesucristo”, Liahona, no-viembre de 2004, pág. 70. Utilice lassugerencias del élder Hales acerca decómo desarrollar fe en Jesucristo, conel fin de complementar la lección.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Fe”, Nº 5.

Lección 3: Seguir el ejemplo deJesucristo

L. Tom Perry, “Discipulado”,Liahona, enero de 2001, pág. 72.Utilice este artículo en lugar del últi-mo relato de la lección.

Elaine S. Dalton, “Él las conocepor su nombre”, Liahona, mayo de2005, pág. 109. Utilice este artículopara complementar el análisis acercade seguir a Jesucristo.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Naturalezadivina”, Nº 4.Lección 4: Cómo buscar la compa-ñía del Espíritu Santo

James E. Faust, “Comunión con elEspíritu Santo”, Liahona, marzo de2002, pág. 2. Durante la parte final dela lección, utilice la sección sobre có-mo recibir revelación.

Boyd K. Packer, “La luz de Cristo”,Liahona, abril de 2005, pág. 8. Utiliceeste artículo para explicar la diferen-cia que hay entre el Espíritu de Cristoy el don del Espíritu Santo.

Sharon G. Larsen, “Su guía celes-tial”, Liahona, julio de 2001, pág. 104.Relate la experiencia de la hermanaLarsen en lugar del relato de Jenny.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Elección yresponsabilidad”, Nº 5.Lección 5: El gozo que sentimospor nuestro potencial divino

James E. Faust, “¿Quiénes creenque son?— Un mensaje para la juven-tud”, Liahona, junio de 2001, pág. 2.Utilice las cinco ideas para analizaracerca de cómo encontrar gozo en lasdiferentes etapas de la vida.

Margaret D. Nadauld, “El regocijodel ser mujer”, Liahona, enero de2001, pág. 17. Utilice este artículo pa-ra complementar la lección.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Naturalezadivina”, Nº 1.

Lección 6: Cómo encontrar gozoahora

Thomas S. Monson, “La búsquedade la paz”, Liahona, marzo de 2004,pág. 3. Utilice las tres secciones delartículo para analizar las formas deencontrar gozo.

James E. Faust, “Las virtudes delas hijas rectas de Dios”, Liahona, ma-yo de 2003, pág. 108. Enumere 10 vir-tudes que se mencionen en esteartículo y analice cómo nos puedenhacer felices.

“Preguntas y respuestas”,Liahona, abril de 2005, pág. 22.Utilice este artículo para comenzar elanálisis de cómo ser feliz a pesar delas deficiencias.Lección 7: El cuidado del hogar

Thomas S. Monson, “Distintivosde un hogar feliz”, Liahona, octubrede 2001, pág. 2. Utilice los cuatro dis-tintivos que se encuentran en este ar-tículo para dar fin a la lección.

Susan W. Tanner, “Fortaleciendo alas futuras madres”, Liahona, juniode 2005, pág. 16. Considere sustituirla lección con este artículo.

El Progreso Personal, Proyectocon el valor “Conocimiento”, viñetas1, 2, 5.Lección 8: Nuestra perspectiva dela misión divina de la mujer

James E. Faust, “Las virtudes delas hijas rectas de Dios”, Liahona,mayo de 2003, pág. 108. Analice las 10virtudes que se mencionan en este artículo con el fin de que las jóvenesaprendan acerca de sus funciones divina.

M. Russell Ballard, “Mujeres derectitud”, Liahona, diciembre de2002, pág. 34. Utilice este artículo para complementar la lección.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Naturalezadivina”, Nº 6.

Lección 9: Honrar a los padresThomas S. Monson, “Sean un

ejemplo”, Liahona, mayo de 2005,pág. 112. Utilice la sección acerca dehonrar a los padres para complemen-tar la lección.

“Nuestra mayor felicidad”,Liahona, junio de 2003, pág. 26.Utilice las citas acerca de los padrespara hacer un volante o para comen-zar la lección.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Naturalezadivina”, Nº 5.Lección 10: Apoyo a los demásmiembros de la familia

James E. Faust, “Enriquezcamosnuestra vida mediante la noche dehogar”, Liahona, junio de 2003, pág. 2. Analice las nueve sugerenciasy la forma en que éstas pueden forta-lecer las relaciones familiares.

Camielle Call-Tarbet, “Una nota deMichael”, Liahona, mayo de 2001,pág. 23. Lea el relato para comenzarel análisis sobre “Cómo apoyar a loshermanos”.

“Preguntas y Respuestas”, Liahona,febrero de 2004, pág. 30. Utilice esteartículo para complementar el análisissobre “Cómo ayudar al padre”.

El Progreso Personal, Experien-cias con el valor “Buenas obras”, nú-meros 1–7.Lección 11: Progresar y madurarpara tener autosuficiencia, Parte 1

Boyd K. Packer, “Cocodrilos espi-rituales”, Liahona, octubre de 2002,pág. 8. Considere utilizar el artículoen lugar del poema y para analizar có-mo afrontar los peligros espirituales.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor“Conocimiento”, Nº 4.Lección 12: Progresar y madurarpara tener autosuficiencia, Parte 2

James E. Faust, “¿Quiénes creenque son?— Un mensaje para la juven-tud”, Liahona, junio de 2001, pág. 2.Substituya las dramatizaciones conlos ejemplos del artículo.Lección 13: Sostenemos a los poseedores del sacerdocio

Russell M. Nelson, “La responsabi-lidad del sacerdocio en forma perso-nal”, Liahona, noviembre de 2003,pág. 44. Repase los cinco objetivos alanalizar cómo apoyar a los poseedo-res del sacerdocio.

J. Richard Clarke, “Honremos elsacerdocio”, Liahona, mayo de 1991,pág. 41. Utilícelo durante un análisissobre cómo fortalecer a los jóvenesposeedores del sacerdocio.Lección 14: La dirección patriarcalen el hogar

L. Tom Perry, “El ser padre, un lla-mamiento eterno”, Liahona, mayo de2004, pág. 69. Utilícelo para hablar so-bre la función de los padres en la actualidad.

Lección 15: El Sacerdocio deMelquisedec

Boyd K. Packer, “Lo que todo él-der debe saber; y toda hermana tam-bién: Un compendio de los principiosde la administración del sacerdocio”,Liahona, Noviembre de 1994, pág. 15. Utilícelo para complementarla lección.

John H. Groberg, “El poder delsacerdocio”, Liahona, julio de 2001,pág. 51. Utilícelo para complementarla sección “La ordenación alSacerdocio de Melquisedec es unagran bendición”.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Naturalezadivina”, Nº 5.Lección 16: La mujer y los posee-dores del sacerdocio

James E. Faust, “Los padres, lasmadres y el matrimonio”, Liahona,agosto de 2004, pág. 2. Utilice este ar-tículo a medida que lo necesite paracomplementar la lección.

Sheri L. Dew, “No es bueno que el hombre ni la mujer estén solos”,Liahona, enero de 2002, pág. 13.Utilice este artículo para complemen-tar la sección “Es muy importante larelación de la mujer con el hombre ycon el sacerdocio”.Lección 17: El propósito de los convenios y las ordenanzas

Dennis B. Neuenschwander,“Ordenanzas y convenios”, Liahona,noviembre de 2001, pág. 16.Considere incluir este artículo en elanálisis acerca de las responsabilida-des del guardar los convenios.

F. David Stanley, “El paso más im-portante”, Liahona, octubre de 2001,pág. 34. Utilice el artículo para expli-car el poder que se obtiene por medio de los convenios.

El Progreso Personal, Experien-cias con el valor “Integridad”, Nº 1.Lección 18: El matrimonio en eltemplo: Un requisito para que la familia sea eterna

Gordon B. Hinckley, “El matrimo-nio que perdura”, Liahona, julio de2003, pág. 2. Utilice el artículo parareemplazar los relatos de la lección opara realzarlos.

Russell M. Nelson, “La prepara-ción personal para recibir las bendi-ciones del templo”, Liahona, julio de2001, pág. 37. Incluya las ideas de lasección sobre cómo prepararse parael matrimonio en el templo.

Edición especial, Liahona, octu-bre de 2004. Utilícela para comple-mentar la lección.

El Progreso Personal, Proyectocon el valor “Integridad”, viñeta 5.Lección 19: Los registros personales

James E. Faust, “El prodigio queson ustedes”, Liahona, noviembre de

2003, pág. 53. Utilícelo con la sección“Los registros de nuestros antepasa-dos pueden ser una fuente de gozo yfortaleza para nosotros”.

Boyd K. Packer, “Su historia fami-liar: Cómo empezar”, Liahona, agos-to de 2003, pág. 12. Después delcuestionario, utilice el artículo parademostrar cómo empezar la historiafamiliar.

El Progreso Personal, Proyectocon el valor “Fe”, viñeta 3.Lección 20: Acerquémonos a losdemás

M. Russell Ballard, “Doctrina de lainclusión”, Liahona, enero de 2002,pág. 40. Utilice ejemplos del artículocon el fin de alentar la amistad contodos.

El Progreso Personal,Experiencias con el valor “Naturalezadivina”, Nº 3.Lección 21: Un buen ejemplo influye en otras personas

Thomas S. Monson, “Sé ejem-plo”, Liahona, enero de 2002, pág. 115. Substituya una de las expe-riencias vividas por el presidenteMonson por el relato de la hermanaCasper.

James E. Faust, “Las virtudes delas hijas rectas de Dios”, Liahona, ma-yo de 2003, pág. 108. Incluya las diezvirtudes que menciona el presidenteFaust durante la aplicación de la lección.Lección 22: El arrepentimiento

Richard G. Scott, “Paz de concien-cia y paz mental”, Liahona, noviem-bre de 2004, pág. 15. Incluya elconsejo del élder Scott en la sección“El arrepentimiento es un procesocontinuo”.

Jay E. Jensen, “¿Sabes cómo arre-pentirte?” Liahona, abril de 2002,pág. 14. Inserte las condiciones delarrepentimiento en la primera sección.Lección 23: El perdón

Cecil O. Samuelson Jr., “Las pala-bras de Jesús: el perdón”, Liahona,febrero de 2003, pág. 26. Utilice esteartículo para complementar la sec-ción que explica la forma en que elSalvador enseñó el perdón.Lección 24: La oración y la meditación

James E. Faust, “La cuerda de sal-vamento de la oración”, Liahona, ju-lio de 2002, pág. 62. Considerereemplazar la cita de H. BurkePeterson con el consejo del presiden-te Faust acerca de la oración.

Russell M. Nelson, “El sereno poder de la oración”, Liahona,mayo de 2003, pág. 7. Añada las en-señanzas del élder Nelson acerca dela oración en la última sección de lalección.

El Progreso Personal, Experienciascon el valor “Fe”, Nº 1. ■

Charles W. Dahlquist IIPresidente

Dean R. BurgessPrimer Consejero

Michael A. NeiderSegundo Consejero

A. Roger MerrillPresidente

Daniel K. JuddPrimer Consejero

William D. OswaldSegundo Consejero

Bonnie D. ParkinPresidenta

Kathleen H. HughesPrimera Consejera

Anne C. PingreeSegunda Consejera

Susan W. TannerPresidenta

Julie B. BeckPrimera Consejera

Elaine S. DaltonSegunda Consejera

Cheryl C. LantPresidenta

Margaret S. LifferthPrimera Consejera

Vicki F. MatsumoriSegunda Consejera

ESCUELA DOMINICAL

SOCIEDAD DE SOCORRO

MUJERES JÓVENES

PRIMARIA

HOMBRES JÓVENES

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2005 125

Presidencias de las Organizaciones Auxiliares

126

Entre los anuncios quese hicieron durante laConferencia General

Semestral Número 175, que seinterpretó a 80 idiomas, sedestacaron el de dos nuevostemplos y el de la celebraciónespecial que se ha proyectadopara el natalicio de José Smith.

Durante los comentariosque hizo el presidenteGordon B. Hinckley al

comienzo de la conferencia,anunció la construcción de unnuevo templo en SouthJordan, Utah, localidad que seencuentra situada en la parteoccidental del Valle del LagoSalado. El presidente Hinckleytambién anunció que a fin desatisfacer los requerimientosque supone el aumento delnúmero de miembros, se haadquirido otro terreno para

un templo en la parte sudoes-te del Valle del Lago Salado.

En su discurso de clausura,el presidente Hinckley anun-ció que, para conmemorar elbicentenario del nacimientode José Smith, tiene previstoviajar a Vermont, lugar de na-cimiento del Profeta, de lamisma forma en que lo hizoel presidente Joseph F. Smithpara el centenario del

nacimiento del Profeta.Miembros de la PrimeraPresidencia y del Quórum delos Doce Apóstoles participa-rán en la transmisión de lacelebración desde el Centrode Conferencias.

Esta conferencia general seinterpretó simultáneamente a80 idiomas, más lenguas queen cualquier otra conferenciaanterior, y la llevaron a cabointérpretes que se encontra-ban tanto en el Centro deConferencias como en 26otros estudios internacionalesremotos. Todas las sesiones dela conferencia se televisaronpor el sistema de satélite de laIglesia a casi 6.000 edificios depropiedad de ésta en 81 países. La transmisión simultá-nea en audio estuvo disponi-ble por Internet en 61 idiomasdurante la mayor parte de lassesiones. La grabación de laconferencia en DVD y en cin-tas videos se enviará a las uni-dades de la Iglesia de loslugares en los que no se dis-pone de transmisión de satéli-te ni de otro tipo, haciéndosellegar de ese modo la confe-rencia general en su totalidada los miembros de la Iglesia demás de 160 países. ■

Los miembros de la Iglesia oyen la conferencia y los anuncios en 80 idiomas

“La familia: Una proclamación para el mundo” cumple su décimo aniversarioPor Nicole Seymour, Revistas de la Iglesia

Han transcurrido diezaños desde que elpresidente Gordon B.

Hinckley presentó “La familia:Una proclamación para elmundo” el 23 de septiembrede 1995. Desde entonces, di-cha proclamación, publicadapor la Primera Presidencia y

el Quórum de los DoceApóstoles, se ha mantenidoen alto como un ejemplo clá-sico en defensa de la familia.

Refiriéndose a dicha pro-clamación, el élder M. RussellBallard, del Quórum de losDoce Apóstoles, dijo: “Tantoentonces como hoy día es un

llamado resonante para pro-teger y fortalecer a las fami-lias, y una seria advertenciaen un mundo donde el dete-rioro de los valores y el or-den equivocado de prioridadde las cosas amenazan des-truir la sociedad al debilitarsu unidad básica” (véase en

este número, la pág. 41).Habiéndose basado en las

verdades del Evangelio, laproclamación ha constituidouna guía en las reuniones re-ferentes a la familia tanto dehogar como de la localidad ydel mundo; ha sido un pilarde fortaleza en los círculospolíticos, una herramientamisional y una base para queen la Iglesia se haga mayorhincapié en la familia.

NOTICIAS D E L A I G L E S I A

Un miembro de la Iglesia oye la conferencia en uno de los 80 idiomas (recuadro) dentro del

Centro de Conferencias (sobre estas líneas).

Una advertencia que va a

la vanguardia de su tiempo

En la sociedad moderna,en la que los valores familia-res se han menoscabado, laproclamación presenta verda-des eternas con respecto a laimportancia de formar la fa-milia sobre la base de la recti-tud. La proclamación sepublicó antes de que la socie-dad en general reconociese elgrado de decadencia a quehabía llegado la familia, obser-vó David C. Dollahite, profe-sor de la “School of FamilyLife” (Facultad de VidaFamiliar) de la UniversidadBrigham Young.

Antes de presentar la pro-clamación en la reunión ge-neral de la Sociedad deSocorro en 1995, el presiden-te Hinckley describió el esta-do actual de la sociedad:“...vivimos en un mundo deconfusión, en el que los valo-res éticos están cambiando.Hay voces tentadoras que lla-man en ésta o aquella direc-ción y hacen que setraicionen las normas decomportamiento comproba-das por el paso del tiempo.Las bases morales de nuestrasociedad se han debilitadoconsiderablemente...”(“Permanezcan firmes frentea las asechanzas del mundo”,Liahona, enero de 1996,pág. 113).

En la proclamación se ex-pone claramente la doctrinaque fomenta la santidad de lafamilia en una sociedad en laque ésta es amancillada por eladulterio, el divorcio, la coha-bitación, el maltrato, la homo-sexualidad, el aborto, elembarazo de las jovencitasadolescentes, la pornografía,los hijos desobedientes, lasdificultades económicas, elaumento del hecho de quelos matrimonios no estén

dispuestos a tener ni a criarhijos y otras cosas más.

El élder Henry B. Eyring,del Quórum de los DoceApóstoles, explicó que elpunto de vista eterno de laproclamación proporcionaun enfoque más eficaz paracomprender el valor de lasrelaciones familiares: “El ni-ño pequeño que oyera y cre-yera las palabras de laproclamación con respecto ala familia unida para siemprese dedicaría de inmediato ydurante toda la vida a buscarun santo templo en el que seefectuaran las ordenanzas ylos convenios que permitenperpetuar las relaciones fa-miliares más allá del sepul-cro” (véase “La familia”,Liahona, octubre de 1998,pág. 16).

Una guía para la familia

“Cuanto más eduquen asus hijos en los senderos delEvangelio de Jesucristo, conamor y elevadas metas, tantamás seguridad hay de quetendrán paz en la vida”, dijoel presidente Hinckley(Liahona, enero de 1996,pág. 115).

En la proclamación se ex-pone: “Hay más posibilidadesde lograr la felicidad en la vi-da familiar cuando se basa enlas enseñanzas del SeñorJesucristo” (Liahona, octubrede 2004, pág. 49).

Virna Rodríguez, delBarrio Panorama, de laEstaca Mariscal, Ciudad deGuatemala, Guatemala, dijoal personal de revistas de laIglesia que en un mundo deconfusión, la proclamaciónes una guía, y añadió: “Nosha servido para poner nues-tras actividades por orden deimportancia, así como paraconocer nuestras responsabi-lidades y reconocer nuestras

bendiciones”.Lee Mei Chen Ho, del

Barrio Tao Yuan Tres, EstacaTao Yuan, Taiwan, indicó quela proclamación le ha enseña-do que las relaciones familia-res favorecen el cultivo decaracterísticas divinas como lafe, la paciencia y el amor.“Cuando intento mejorar co-mo persona según lo que seexpone en la proclamación,experimento verdadera felici-dad”, dijo.

La proclamación presentasoluciones, según señalóRichard G. Wilkins, profesorde derecho de la UniversidadBrigham Young. “Lo ciertoes... que la familia constituyeel mejor entorno en el cualpuedan estar hombres, muje-res y niños”, dijo, y agregó:“Hay dificultades en la familiay es preciso que se solucio-nen... En la proclamación sehace constar lo que puedemarchar mal en la familia y serecuerda a las personas loque el hogar puede y debeser, vale decir, un refugio depaz y un santuario”.

Un llamado a los líderes del

mundo

Desde 1995, la proclama-ción se ha traducido a 77 idio-mas y se ha distribuido entremuchos líderes del mundo.En la proclamación se solicitaa los ciudadanos y a los líde-res gubernamentales que pro-tejan los valores familiares:“Hacemos un llamado a losciudadanos responsables y alos representantes de los go-biernos de todo el mundo afin de que ayuden a promo-ver medidas destinadas a for-talecer la familia y mantenerlacomo base fundamental de lasociedad”.

“Hay un número de orga-nizaciones [pro familia] quese han establecido en los

últimos 10 años”, dijo el her-mano Dollahite. Muchas deesas organizaciones están altanto de las creencias de losSantos de los Últimos Díasreferentes a la familia. Y aña-dió: “La proclamación se hautilizado de base o al menoscomo una de las fuentes de laterminología o de las ideaspara estructurar aseveracio-nes que sustenten el matri-monio y la vida familiar”.

El 6 de diciembre de2004, la Asamblea General de las Naciones Unidas reco-noció las conclusiones de la “Doha Declaration”(Declaración de Doha), denoviembre de 2004, la cualcontiene muchas de las ense-ñanzas fundamentales de laproclamación. Entre los prin-cipios que contenía la decla-ración y que son semejantesa los de la proclamación es elconcepto de que el matrimo-nio es entre un hombre yuna mujer, y que cada unode los cónyuges es de igualvalor al del otro.

En la “European RegionalDialogue Conference” sobrela Familia que se llevó a caboen Ginebra, Suiza, en agostode 2004, le dieron a BonnieD. Parkin, presidenta generalde la Sociedad de Socorro,oportunidad de dirigir la pala-bra y ella corroboró su opi-nión con la proclamación.

Una guía para la

investigación y la defensa

de la familia

El élder Merrill J. Bateman,de la Presidencia de losSetenta, dijo: “La proclama-ción sirve no sólo de manualpara la vida familiar, sino tam-bién de guía para la investiga-ción y la defensa de la familia”(“The Eternal Family”, BYUMagazine, invierno de 1998,pág. 29).

L IAHONA N OV IEMBRE DE 2005 127

128

El hermano Wilkins, direc-tor administrativo del “WorldFamily Policy Center”(Centro Mundial de Normaspara la Familia), dijo que elobjetivo de dicho centro es“fomentar un buen apoyoacadémico de parte de laUniversidad Brigham Youngy alrededor del mundo conrespecto a los principios quese exponen en la proclama-ción y hacérselos presentes alos líderes del mundo, pormotivo de que muchas per-sonas comprenden y com-parten los valores de laproclamación”. Indicó que laevidencia y el análisis razona-bles suelen generar el apoyohacia la familia de grandespúblicos internacionales.

Todos los años, laUniversidad Brigham Youngrecibe de 40 a 50 embajado-res de diversas naciones queacuden allí a una conferenciasobre la familia. Se hace en-trega de una copia de la proclamación a cada uno de los líderes en la conferen-cia orientada hacia la investi-gación. “No les damossermones religiosos a losembajadores”, dijo el herma-no Wilkins. “Invitamos a dis-tinguidos sociólogos quehablan de lo exclusivo que esel matrimonio entre un hom-bre y una mujer, y del hechode que éste surte resultadosmás útiles y prácticos tantopara la sociedad como paralas personas que cualquierotro tipo de relación”.

Un estandarte para el

mundo

El hermano Dollahite, edi-tor y coeditor de diversos li-bros sobre la proclamación,dijo: “Considero que cual-quier persona que la lea conamplitud de criterio y con sin-ceridad será enternecida por

el Espíritu. Tal vez no reco-nozcan la razón por la cualperciben que es verdadera,pero, al igual que sucede conlas Escrituras, las personas demente y de corazón sincerosperciben con intensidad quees real y efectiva”.

En El Salvador, los miem-bros de la Iglesia se unen aadministradores de estableci-mientos educacionales de todo el país para enseñar lec-ciones sobre los preceptos dela moral. Una de las leccionestrata de la familia y, entreotros materiales de la Iglesia,se utiliza la proclamación.

En El Salvador, la profeso-ra de una escuela concurrió ala jornada de puertas abier-tas durante la dedicación deuna capilla tras la cual mani-festó: “Acepté la invitaciónporque he oído las charlasque ustedes imparten en micentro de trabajo. He visto elcambio entre mis alumnos yme dije: ‘Iré para ver si pue-den hacer algo por mi fami-lia’. Después de hacer todoel recorrido de la presenta-ción creo que lo único queme queda es tomar la deci-sión de cambiar, y la he to-mado, quiero que me visitenlos misioneros porque nece-sito ayuda para mis hijos”(Centroamérica, Noticias dela Iglesia, en Liahona, enerode 2004, N13).

El élder Ballard dijo: “Hoydía hago un llamado a losmiembros de la Iglesia y apadres, abuelos y parientesdedicados de todas partes,que vivan de acuerdo con es-ta gran proclamación, quehagan de ella un estandartesimilar al ‘estandarte de la li-bertad’ del general Moroni, yque se comprometan a vivirmediante sus preceptos”(véase en este número, lapág. 42). ■

El lema de la Mutual de2006 para los hombresy las mujeres jóvenes

de todo el mundo es:“Levantaos y brillad, para quevuestra luz sea un estandartea las naciones” (D. y C.115:5).

“Estamos agradecidos porlos jóvenes valientes que po-nen de manifiesto su amorpor el Salvador al permitirque Su luz brille en sus vi-das”, dice la aseveración quepublicaron hace poco las pre-sidencias de los HombresJóvenes y de las MujeresJóvenes.

Se insta a los líderes de lajuventud a poner de relieve ellema tanto durante la Mutualcomo en las demás activida-des de los jóvenes. El lematambién podrá utilizarse paradiscursos y pensamientos delos jóvenes y de las jóvenes, ypodrá constituir el tema cen-tral de actividades como sonlos festivales de baile y demúsica, las conferencias de lajuventud y los campamentos.

Las presidencias generalesde los Hombres Jóvenes y delas Mujeres Jóvenes expresa-ron la esperanza que tienenen que tanto la gente jovencomo sus líderes basen susexperiencias de 2005 en laconmemoración del profetaJosé Smith y de laRestauración.

“Con el testimonio delEvangelio restaurado vibran-te y firme, ya podemos dar a conocer al mundo nuestrossentimientos, nuestras expe-riencias y nuestros talentos”,indicaba la aseveración de

las presidencias generales.“¡Qué portentosa responsa-bilidad es la de ser ejemplosbrillantes!: Expresar nuestrotestimonio de la Restaura-ción al vivir de acuerdo conlas normas del Evangelio y alprestar servicio a nuestrossemejantes”.

Los jóvenes podrán valersedel lema de 2006 para buscarformas de prestar servicio, dedar a conocer el Evangelio yde vivir de acuerdo con lasnormas que se exponen en elcuadernillo Para la fortalezade la juventud.

“Damos testimonio de queel Señor los ama y los necesi-ta para que ayuden a edificarSu reino”, decía la asevera-ción. “Ustedes podrán ser laluz que disipe las tinieblas, aldejar ver, por medio de suejemplo, el camino que con-duce a la gloria celestial en elreino de Dios. ‘Levantaos ybrillad’, a fin de que elEspíritu del Señor continúedando testimonio de laRestauración del Evangelio

El lema de la Mutual de2006 insta a los jóvenes a“levantarse y brillar”

© 2

003

DE

MED

IAN

TE L

A M

ANO

DE

MO

RMÓ

N, P

ROH

IBID

A SU

REP

ROD

UC

CIÓ

N

Venid, por Walter Rane

El capitán Moroni, después de haber creado el estandarte de la libertad, “fue entre el pueblo, haciendo

ondear en el aire el trozo rasgado de su ropa... diciendo: He aquí, todos aquellos que quieran preservar

este estandarte sobre la tierra, vengan con la fuerza del Señor y hagan convenio de que mantendrán

sus derechos y su religión, para que el Señor Dios los bendiga” (Alma 46:19–20).

“Y ocurrió que les habló el

Señor, diciendo:

“Levantaos y venid a mí, para

que metáis vuestras manos en

mi costado, y para que también

palpéis las marcas de los clavos

en mis manos y en mis pies, a fin

de que sepáis que soy el Dios de

Israel, y el Dios de toda la tierra,

y que he sido muerto por los

pecados del mundo.

“…y esto hicieron, yendo

uno por uno, hasta que todos

hubieron llegado; y vieron con

los ojos y palparon con las

manos, y supieron con certeza,

y dieron testimonio de que era

él, de quien habían escrito los

profetas que había de venir”

(3 Nefi 11:13–15).

40

22

59

91

00

22

SPAN

ISH