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Artículo publicado en: (A.A. V.V.) Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2006-2, “Honor, imagen e intimidad”, Editorial Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2006, páginas 305-335. Libertad de Prensa y Derechos Personalísimos: Criterios de la Corte Suprema de Justicia de Nación. Por OSCAR FLORES SUMARIO: I.- Introducción. II.- Criterios fijados por la Corte Suprema a partir de 1983. 1.- El estándar Campillay. 2.- Doctrina de la real malicia. III. Su aplicación durante el período 2002 – 2006. 1.- Campillay. 1.1. Atribución de lo informado a una fuente. 1.2.- Expedientes judiciales. 1.3.- Empleo del modo potencial en los verbos. 2. - Doctrina de la real malicia. 2.1.- Obligatoriedad del estándar para los tribunales inferiores. 2.2.- No se aplica cuando los actores son simples particulares. IV. Libertad de prensa y derecho a la intimidad. 1.- Balance de intereses ad hoc. 2.- Crónica de delitos sexuales. 2.1- R., S. J. c/ Arte Gráfico Editorial Argentino S.A. y otra. 2.2.- Jurisprudencia de Estados Unidos. 2.3.- Doctrina norteamericana. 3.- Prensa e intimidad de las figuras públicas. 3.1. - Pautas de la Corte Suprema. 3.2.- B. L., S. c. Editorial Río Negro S.A. y/u otros.

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Artículo publicado en: (A.A. V.V.) Revista de Derecho Privado y

Comunitario, 2006-2, “Honor, imagen e intimidad”, Editorial

Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2006, páginas 305-335.

Libertad de Prensa y Derechos Personalísimos:

Criterios de la Corte Suprema de Justicia de Nación.

Por OSCAR FLORES

SUMARIO: I.- Introducción. II.- Criterios fijados por la Corte Suprema a partir de 1983. 1.-

El estándar Campillay. 2.- Doctrina de la real malicia. III. Su aplicación durante

el período 2002 – 2006. 1.- Campillay. 1.1. Atribución de lo informado a una

fuente. 1.2.- Expedientes judiciales. 1.3.- Empleo del modo potencial en los

verbos. 2. - Doctrina de la real malicia. 2.1.- Obligatoriedad del estándar para los

tribunales inferiores. 2.2.- No se aplica cuando los actores son simples

particulares. IV. Libertad de prensa y derecho a la intimidad. 1.- Balance de

intereses ad hoc. 2.- Crónica de delitos sexuales. 2.1- R., S. J. c/ Arte Gráfico

Editorial Argentino S.A. y otra. 2.2.- Jurisprudencia de Estados Unidos. 2.3.-

Doctrina norteamericana. 3.- Prensa e intimidad de las figuras públicas. 3.1. -

Pautas de la Corte Suprema. 3.2.- B. L., S. c. Editorial Río Negro S.A. y/u otros.

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I.- Introducción.

A menudo la libertad de prensa entra en tensión con otros derechos constitucionales.

Ello ha sido objeto de una “antigua y permanente reflexión” por parte de la Corte Suprema.1

Tal preocupación se fue profundizando “en la medida en que se han desarrollado y

consolidado las democracias modernas y perfeccionado los medios de comunicación”.2 Como

directriz genérica, la Corte sostiene que el “lugar eminente”3 que tiene el derecho de buscar,

dar, recibir, y difundir información e ideas de toda índole, no elimina la responsabilidad ante

la justicia por los delitos y daños cometidos en su ejercicio”,4 debido a que el constituyente

“no tuvo el propósito de asegurar la impunidad de la prensa”.5 Los remedios reparadores son

los previstos en la ley común civil y penal, y deben ser los estrictamente necesarios para

asegurar una “adecuada medida de protección” a los otros derechos en tensión, ya que “la

ligereza en la ponderación de los presupuestos de la responsabilidad conspiraría contra la

formación de una prensa vigorosa – en razón de la fuerza paralizadora y disuasiva de la

obligación de resarcir – y ello entorpecería el desenvolvimiento de la función esencial de

control de la cosa pública que lleva a cabo la prensa en una república”.6

En cuanto a la solución de los conflictos que se presentan, la tesis tradicional de la

Corte postula la igualdad jerárquica entre los derechos consagrados por la Constitución, en

tanto y en cuanto “no haya sido el constituyente quien atribuyera específicamente a ciertos

derechos una importancia superior”. El Máximo Tribunal descarta así toda solución que

establezca, a priori, un orden jerárquico entre los derechos constitucionales. Cuando se

ejercitan en un auténtico sentido, dice la Corte, media entre ellos una coexistencia que permite

1 Fallos, 315:1943, disidencia parcial del juez Petracchi, consid. 10º. 2 Fallos, 310:508, consid. 5º, y doctrina de Fallos, 119:231; 155:57; 269:189, consid. 4°; 269:195, consid. 5°. 3 Fallos, 319:3085, voto de los jueces Belluscio y López, consid. 4º. 4 Fallos, 324:4433, consid. 8º. 5 Fallos 308:789, y 306:1892, voto del juez Petracchi, consid. 10º. 6 Fallos 319:3085, voto de los jueces Belluscio y López, consid. 5º y 6º. Este criterio coincide con el texto de algunos instrumentos internacionales mencionados en el art. 75, inc. 22 C.N., que establecen que toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra los ataques o ingerencias a su honra, a su reputación, a su vida privada o familiar, al reconocimiento de su dignidad, etc. Cfr. Fallos, 324:4433, consid. 9º.

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a cada uno ser realizado sin lesionar el ejercicio de otros derechos. Ello impone al intérprete la

tarea de “coordinar” todos los derechos entre sí “para permitir su coexistencia en armonía”.7

Una de las manifestaciones de la libertad de prensa es el derecho de crónica, que

consiste en difundir noticias que puedan interesar a la comunidad.8 Precisamente, en este

trabajo revisaré algunos de los principales fallos del período 2002 – 2006, en los que el Alto

Tribunal se pronunció acerca del conflicto entre el ejercicio del derecho de crónica y los

derechos personalísimos.9

II.- Criterios fijados por la Corte Suprema a partir de 1983.

La Corte Suprema ha sostenido reiteradamente que las disposiciones contenidas en

los arts. 14, 28 y 32 de la Constitución Nacional permiten inferir que el derecho de prensa

tiene en nuestro país un estatus de preferencia. Tal posición fue reconocida hace más de

cuarenta años, en Edelmiro Abal y otros c/ Diario “La Prensa”,10 donde la Corte sostuvo

que: “Entre las libertades que la Constitución Nacional consagra, la de prensa es una de

las que poseen mayor entidad, al extremo de que sin su debido resguardo existiría tan

sólo una democracia desmedrada o puramente nominal. Incluso no sería aventurado

afirmar que, aun cuando el art. 14 enuncie derechos meramente individuales, está claro

que la Constitución al legislar sobre libertad de prensa, protege fundamentalmente su

propia esencia democrática contra toda posible desviación tiránica”.11 Este principio

7 Cfr. disidencias del juez Boffi Boggero en Fallos, 257:275, consid. 6º, y 262:246, consid. 11. 8 Doctrina de los casos Campillay, Fallos: 308:789 (1986), Costa, Fallos, 310:508 (1987), y Abad, Fallos, 315:632 (1992), consid. 7°, votos de los doctores Caballero y Fayt. 9 Para un análisis de la problemática durante el período 1983-2001, me remito a lo expuesto en FLORES, Oscar, Libertad de prensa y derecho a la intimidad de los funcionarios públicos, La Ley, Buenos Aires, 2004, p. 263 y siguientes. 10 Fallos, 248:291 (11/11/1960). 11 Fallos, 248:291, consid. 25. En la doctrina argentina, el carácter preferente de la libertad de prensa es defendido por BADENI, quien afirma que aquella integra la categoría de las libertades estratégicas, que permiten preservar y consolidar a las restantes libertades. Cfr. BADENI, Gregorio, Libertad de Prensa, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1991, p. 29. En igual sentido, SAGÜÉS señala que la libertad de prensa en un sistema democrático tiene la calidad de un medio para alcanzar la funcionalidad del régimen político. Sería, pues, un presupuesto “de” la democracia, o “para” la democracia, un asunto que por su importancia es fundamental para la organización de un Estado, para su “constitución”. En el caso particular de Argentina, y tal como está regulada por la C.N., la libertad de prensa, y la facultad de publicar ideas sin cortapisas previas, es un derecho “reforzado” por la Constitución. Cfr. SAGÜÉS, Néstor Pedro, disertación en el Primer Seminario Profesional “Aspectos jurídicos de la Empresa Periodística”, ADEPA, Buenos Aires, 28 y 29 de junio de 1988, Tema II “Censura previa, publicación de solicitadas y avisos. Libertad de prensa”.

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constitucional fue reafirmado en numerosos pronunciamientos,12 especialmente a partir de

diciembre de 1983.

Sin desconocer el carácter de libertad “preferida” que ostenta la prensa, la doctrina de

la Corte Suprema establece también que el ejercicio del derecho de informar no puede

extenderse en detrimento de la necesaria armonía con los restantes derechos constitucionales,

entre los cuales se encuentran la integridad moral y el honor de las personas.13 La necesidad

de que la sociedad cuente con una prensa libre, no sirve por sí misma, aisladamente

considerada, como argumento para negar la debida protección a cualquier individuo que

pueda ser sujeto de una denuncia falsa, distorsionada, tendenciosa o inclusive mordaz en

grado tal que cause una verdadera lesión a derechos tan preciados como los mencionados.14

En tales supuestos, los responsables del daño causado no gozan de un ámbito

protectorio infranqueable o inmune a las acciones penales o civiles que el ordenamiento

jurídico prevé para los casos de transgresión ilegítima a otros bienes jurídicos, tales como el

honor, el prestigio, la fama, etc., no menos tutelados por la Constitución Nacional que la

propia libertad de prensa, ya que el derecho a informar no escapa al sistema general de

responsabilidad por los daños que su ejercicio pueda causar a terceros. 15

Sin embargo, atento el carácter estratégico de la prensa en el sistema constitucional

argentino, la Corte advierte que es necesario imponer “un manejo especialmente cuidadoso de

las normas y circunstancias relevantes para impedir la obstrucción o entorpecimiento de la

prensa libre y sus funciones esenciales".16

1.- El estándar Campillay.

Como concreción de estas pautas, en Campillay, Julio César c/ La Razón, Crónica y

Diario Popular 17 la Corte Suprema estableció la que ha sido considerada como una de sus

creaciones más originales:18 la doctrina de la noticia que reproduce lo expresado por otro,19 o

12 El Procurador General Ramón Lascano, en su dictamen de fecha 15 de junio de 1965 en el caso Moreno y Timerman (Fallos, 269:200) sostuvo que el derecho de prensa ocupa un lugar excepcional en el sistema democrático, siendo esta “la característica diferencial más señalada que posee aquél respecto de otros regímenes de gobierno y sistemas de vida. De ese modo, a la supremacía del principio de crítica y discusión ha de tributarse el sacrificio de otros bienes muy respetables que una estricta autocensura impuesta coercitivamente a la prensa podría tutelar mejor”. 13 Fallos 310:508; 315:632; 319:2741; 321:667, 3170; 324:2985, entre muchos otros. 14 Doctrina de Fallos 321:2848. 15 Doctrina de Fallos 316:1623. Cfr. Dictamen del Procurador General Felipe Daniel Obarrio en la causa D., C. c/ Editorial Jornada S.A. y/u otro, Fallos, 327:4258, (28/04/2004). 16 Fallos 257:308, consid. 10º. 17 Fallos 308:789 (15/05/1986). 18 Cfr. ANCAROLA, Gerardo, Libertad de prensa. Todo un retroceso, La Ley 1998-F-615.

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doctrina de la fuente informativa, como la denomina Fayt.20 Aplicando un criterio “original y

práctico”,21 la Corte estableció un estándar según el cual un medio periodístico no responderá

por la difusión de información que pudiera resultar difamatoria para un tercero, si cumple con

alguna de las siguientes pautas: 1) cuando se propale la información atribuyendo su contenido

directamente a la fuente y, de ser posible, transcribiéndola; 2) cuando se omita la identidad de

los presuntamente implicados; o 3) cuando se utilice un tiempo de verbo potencial.22

Al fijar estos parámetros, la Corte buscó solucionar los inconvenientes de índole

práctica que se podrían ocasionar a la prensa “en la hipótesis de tener que constatar la

veracidad de cada información antes de darla a conocer, lo que virtualmente imposibilitaría el

correcto cumplimiento de la tarea periodística”. Cuando tal verificación no sea posible, los

medios deberán recurrir a alguna de las tres alternativas que ofrece Campillay.23

El fallo fue elogiado por la doctrina y por los medios de prensa, a cuyo juicio

Campillay fijaba “pautas claras y objetivas para la labor periodística”.24 En efecto: con el

estándar se estableció una regla de exclusión25 de responsabilidad de la prensa, que excedía

los hechos de la causa y podía aplicarse en futuros litigios.

En Acuña26 la Corte sostuvo que Campillay es una doctrina constitucional, que no es

en sí misma ni “civil” ni “penal”. En consecuencia, ella se debe aplicar “...a cualquier tipo de

proceso, pues está destinada a establecer un ámbito suficientemente generoso para el ejercicio

del derecho constitucional de la libertad de expresión. La invocación de una fuente y la

transcripción sustancialmente fiel de la noticia emanada de ella, priva de antijuridicidad a la

19 Cfr. BIANCHI, Enrique Tomás, La doctrina “Campillay” (O la noticia que reproduce lo expresado por otro), La Ley, martes 15 de abril de 1997, p. 1. 20 FAYT, Carlos S., La Corte Suprema y sus 198 Sentencias sobre Comunicación y Periodismo- Estrategias de la Prensa ante el Riesgo de Extinción, La Ley, Buenos Aires, 2001, p. 211. 21 Tal la calificación de ANCAROLA, Libertad de prensa, cit. 22 Según FAYT, se trata de “un criterio o test frente a la tercerización de la noticia” a través del cual la Corte señaló con toda precisión “cuáles eran los límites del derecho de dar información”. Cfr. FAYT, op. cit., p. 164. 23 Cfr. ANCAROLA, Libertad de prensa, cit. Según FAYT, con el estándar Campillay la Corte Suprema “fijó los estándares mínimos para la eximición de responsabilidad por parte de la prensa...pautas objetivas de prudencia que deben observarse cuando se da una información. El informador que respeta dichas pautas no incurre en culpa y no es responsable”. FAYT, op. cit., p. 165. 24 ANCAROLA, Libertad de prensa..., cit. 25 Tal la caracterización de GELLI, María Angélica, Convergencia de las doctrinas “Campillay” y de la “Real Malicia” (En la protección de la libertad informativa), La Ley, Suplemento de Derecho Constitucional, 27 de marzo de 1998, p. 12. 26 Fallos, 319:2959 (10/12/1996).

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conducta, razón por la cual el principio juega tanto en el ámbito de la responsabilidad civil

como en el penal”.27

2.- Doctrina de la real malicia.

Junto con Campillay, y con la finalidad de establecer un estándar genérico para

determinar la responsabilidad de los medios de prensa ante la difusión de hechos inexactos,

erróneos o falsos que pudieran lesionar derechos personalísimos de un funcionario público, la

Corte Suprema incorporó a su doctrina sobre prensa el estándar de la real malicia, elaborado

por su par norteamericana en el caso New York Times vs. Sullivan, de 1964.28 De acuerdo a

este test de responsabilidad, “para obtener la reparación pecuniaria por las publicaciones

concernientes al ejercicio de su ministerio, los funcionarios públicos deben probar que la

información fue efectuada a sabiendas de su falsedad o con total despreocupación acerca de

tal circunstancia”.29 A diferencia de Campillay, la doctrina de la real malicia tuvo una

“dilatada evolución” antes de ser adoptada por la Corte.30 Durante el período democrático

iniciado en 1983, la primera alusión al estándar se encuentra en el voto concurrente del juez

Petracchi en Ponzetti de Balbín.31 Su incorporación definitiva tuvo lugar a fines de 1996, con

las decisiones Morales Solá32 y Ramos, Juan José c/ LR3 Radio Belgrano y otros.33

La adopción del estándar de la real malicia ha sido objeto de grandes reparos.34 La

Corte respondió a tales críticas, afirmando que no es una doctrina “extranjerizante”,35 sino una

doctrina “constitucional” del Tribunal – como Campillay – que introduce en el panorama

jurídico nacional “un factor de atribución de responsabilidad específico, distinto y cualificado

respecto del general contemplado en las normas vigentes de la legislación de fondo, para la

cual basta la simple culpa”.36

27 Idem, consid. 10º. 28 376 U.S. 255. 29 Fallos, 310:508, consid. 11. FAYT entiende que la “real malicia” ampara las publicaciones difamatorias y erróneas “cuando se halla en juego un interés público y el periodista no ha tenido conocimiento efectivo de la falsedad ni ha incurrido en negligencia manifiesta al no indagar su grado de falsedad”. Cfr. FAYT, op. cit., p. 191. 30 Cfr. VÁZQUEZ, Adolfo Roberto, Libertad de Prensa, El Derecho, No. 9272, 12 de junio de 1997. 31 Fallos, 306:1892 (11/12/1984). 32 Fallos, 319:2741 (12/11/1996). 33 Fallos, 319: 3428 (27/12/1996). Según FAYT en Ramos “la Corte, por el voto de seis de sus miembros, hizo suyo el standard de la real malicia” Cfr. FAYT, op. cit., p. 2. 34 Cfr. FAYT, op. cit., p. 224. 35 Al respecto, ver Fallos, 321:2558, voto concurrente del juez Fayt, consid. 10º, y disidencia parcial del juez Boggiano, consid. 14º. 36 Al respecto, ver Fallos 319:3085, voto del juez Vázquez, consid. 17; y Fallos 321:3170, voto del juez Vázquez, consid. 10. Un calificado sector de la doctrina civilista argentina sostuvo que, al adoptar la “real

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III. Su aplicación durante el período 2002 – 2006.

Durante el período 2002 – 2006, en los principales casos sobre libertad de prensa la

Corte Suprema aplicó los estándares “Campillay” y de la “real malicia”. Intentaré, entonces,

señalar nuevos matices y precisiones que el Alto Tribunal fue estableciendo respecto de cada

uno de ellos.

1.- Campillay.

1.1. Atribución de lo informado a una fuente.

Hasta el año 2001 la Corte Suprema fue precisando la primera opción del estándar

Campillay. Así, en Granada Jorge H. vs. Diarios y Noticias S.A. dijo que la atribución de la

noticia a una fuente debía ser “sincera”, pues así la noticia “dejaría de ser propia del medio”.37

Además, en Triacca38 y Espinosa39 señaló que para obtener la exención de responsabilidad, es

menester que el informador haya atribuido directamente la noticia a una fuente identificable y

que se trate de una transcripción sustancialmente fiel o idéntica de lo manifestado por

aquélla. El tribunal explicó que en los casos en que se atribuye sinceramente la noticia a su

fuente, la exención de responsabilidad deriva de que, mediante la actividad del informador,

"se transparenta el origen de las informaciones y se permite a los lectores relacionarlas no con

el medio a través del cual las han recibido, sino con la específica causa que las ha generado.

También los propios aludidos resultan beneficiados, en la medida en que sus eventuales

malicia“, la Corte Suprema introdujo un factor de atribución subjetivo de responsabilidad específico y distinto del general que contemplan las normas de derecho común argentino. Cfr. BUSTAMENTE ALSINA, Jorge, Nuestro derecho común interno frente a la doctrina jurisprudencial norteamericana de la ‘actual malice’, La Ley, miércoles 19 de febrero de 1997. Esta opinión fue considerada errónea porque “...no tiene en cuenta que la Corte Suprema es, principalmente, un “tribunal de garantías constitucionales” que en tal carácter puede y debe fijar pautas de interpretación de los derechos y libertades fundamentales que, basados en principios emanados de la propia Constitución Nacional, deben prevalecer sobre cualquier otra expresión resultante de un régimen de naturaleza meramente legal y, por tanto, de inferior jerarquía, tal como el atinente a la responsabilidad civil y penal”. Cfr. BARRANCOS y VEDIA, Fernando N., La Corte Suprema de Justicia reafirma los principios esenciales de la doctrina de la “real malicia “, La Ley, viernes 10 de octubre de 1997. La controversia – apasionante , por cierto – excede el marco de este trabajo, por lo que me remito a los estudios citados y también a los siguientes: BIANCHI, Enrique T. y GULLCO, Hernán V., La libertad de expresión y algunas doctrinas extranjerizantes, JA 1994-II-839; BADENI, Gregorio, Doctrina de la real malicia, La Ley, miércoles 9 de abril de 1997; GELLI, María Angélica, Dimensiones de la real malicia y afectación del honor en el caso “Gesualdi”, La Ley, 30 de abril de 1997; VÁZQUEZ, Adolfo Roberto, Libertad de Prensa, El Derecho, 12 de junio de 1997; PÉREZ BARBERÁ, Gabriel E., Libertad de prensa y derecho al honor. Repercusiones dogmático-penales de la doctrina constitucional de la “real malicia”, Alveroni, Córdoba, 1999; BADENI, Gregorio, Las doctrinas “Campillay” y de la “Real Malicia” en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, La Ley, 23 de junio de 2000. 37 Fallos 316:2394, consid. 6º y 8º (26/10/1993). 38 Fallos 316:2416, (26/10/1993). 39 Fallos 317:1448, (27/10/1994).

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reclamos – si a ellos se creyeran con derecho –, podrán ser dirigidos contra aquellos de

quienes las noticias realmente emanaron y no contra los que sólo fueron sus canales de

difusión".40

La Corte indicó también lo que ella admitía como “fuente”: en Triacca consideró que

una declaración testimonial prestada en sede judicial constituía una "fuente" de entidad

similar a una fuente escrita.41 En Acuña, juzgó como fuente a una misiva anónima.42

1.2.- Expedientes judiciales.

Respecto de la información que tiene como fuente un expediente judicial penal, para

poder invocar el estándar Campillay la Corte exigió a los medios una conducta diligente a fin

de que la información difundida se adecue a los datos suministrados por la propia realidad.

Así, en G., C. A. c/ El Día S.A.,43 sostuvo que la crónica impugnada presentaba contrastes

inexcusables con la causa penal que llevaban a sostener que el órgano de prensa no adoptó tal

conducta diligente. En este contexto, para la Corte no es suficiente la mención a la fuente –

expediente penal – si la información suministrada no constituye una transcripción

sustancialmente fiel o idéntica. Señaló que para observar una conducta diligente no era

necesario ningún tipo de conocimiento técnico, sino que bastaba con el sólo cotejo de datos

fácticos. Estimo, sin embargo, que la tarea de constatación y lectura de una causa penal sí

requiere ciertos conocimientos jurídicos, porque aunque no se exija una reproducción total de

la información, sino de sus partes esenciales, determinar qué es lo medular de una causa

judicial supone un conocimiento jurídico adicional, para evitar tergiversar figuras jurídicas o

incurrir en incorrectas generalizaciones.44

Este criterio relativo a Campillay – exigencia de mayor celo y cautela de los

periodistas al informar sobre constancias judiciales – fue aplicado también en el fallo G., A.

R. c/ Gorbato, Viviana 45 del 31 de agosto de 2004. El caso se originó en una aseveración

efectuada por la periodista Viviana Gorbato en el programa televisivo "Almorzando con

Mirtha Legrand" emitido el 13 de noviembre de 1996, en el que se estaban tratando cuestiones 40 Fallos 316:2394 y 2416, voto de la mayoría y voto de los jueces Fayt, Belluscio y Petracchi. 41 Fallos 316:2416, consid. 7º. 42 Fallos 319:2959, consid. 9º. En este caso, el querellado había publicado una noticia en la que, citando la fuente, se transcribían fielmente las manifestaciones contenidas en una carta incorporada a un expediente judicial. 43 Fallos, 324:4433 (18/12/2001). 44 Cfr. FLORES, Oscar y CASAS, Laura Julieta, La Corte reafirma la doctrina Campillay e intensifica las exigencias a la prensa para proteger el honor de las personas, LA LEY 2002-C, 714. 45 Fallos, 327:3560. La decisión unánime fue suscripta por los Ministros Petracchi, Belluscio, Fayt, Boggiano, Vázquez, Maqueda y Highton de Nolasco.

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vinculadas con las actividades desarrolladas en la Escuela Argentina de Yoga, que en esa

época eran objeto de investigación en sede penal.46 A principios de octubre de 1996, Gorbato

había publicado un libro de investigación titulado “La Argentina Embrujada”, donde – entre

otros temas – trataba lo referente al funcionamiento de la mencionada Escuela.47 En el

programa y fecha antes mencionados, la periodista demandada afirmó que la actora había

reconocido en un cassette y constaba en el expediente penal que había cometido incesto con

su padre.

A raíz de tales dichos, G., A. R. demandó a Gorbato por daño moral. El monto del

reclamo ascendía a la suma simbólica de un peso ($ 1), ya que el único objetivo de la actora

era el de limpiar su buen nombre y honor, sin obtener indemnización de ningún tipo.48 La

alzada revocó el pronunciamiento de primera instancia, y condenó a Gorbato a pagar la suma

de $ 10.000 en concepto de indemnización del daño moral causado a la actora por las

afirmaciones lesivas de su honor, como también a publicar parcialmente la sentencia en el

diario Clarín. La demandada interpuso recurso extraordinario, cuya desestimación motivó su

presentación en queja ante la Corte Suprema, que declaró admisible el remedio deducido y

confirmó en lo sustancial la sentencia apelada. Para tomar tal decisión, la Corte tuvo en cuenta

que los hechos narrados por la periodista no se correspondían con las constancias existentes

en el sumario criminal al tiempo de difundir esa información, constancias de las que surgía

que la actora nunca admitió ni confesó haber cometido incesto con su padre, y que además

tales imputaciones quedaron desmentidas con el sobreseimiento dictado en la causa en que se

investigaba el delito de corrupción de mayores.49 En consecuencia, el Tribunal estableció que

la demandada no observó las pautas de la doctrina Campillay relativas a la atribución sincera

de la noticia a una fuente identificable y que además se trate de una transcripción

sustancialmente fiel o idéntica de lo manifestado en ella, “lo que supone una referencia

precisa que permita individualizar en forma inequívoca el origen de la noticia propalada”.50

Al igual que en G., C. A. vs. El Día, la Corte reprochó la falta de correspondencia

objetiva entre lo informado por la demandada en el programa televisivo y las constancias del

46 Fallos, 327:3560, consid. 2º. 47 Cfr. “No a una decisión judicial. Retiraron un libro de circulación”, diario Clarín, viernes 18 de octubre de 1996, en http://www.clarin.com/diario/96/10/18/E-06402d.htm. 48 Fallos, 327:3569, consid. 21. 49 Fallos, 327:3560, consid. 13. 50 Fallos, 327:3560, consid. 11 y 12.

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juicio, exigencia que los medios deben extremar “cuando se trata de una noticia con evidente

potencialidad calumniosa o difamatoria”.51

Merece destacarse en este fallo el criterio sostenido por la Corte respecto de la

condena pecuniaria a la periodista demandada. Ante la clara manifestación de la actora

respecto del monto reclamado, el fallo estableció que la estimación del daño efectuada por la

alzada en la suma de $ 10.000 “importa una transgresión al principio de congruencia” por lo

que correspondía descalificar la sentencia como acto jurisdiccional en el aspecto

indemnizatorio. En consecuencia, luego de declarar formalmente admisible el recurso

extraordinario deducido por la demandada, la Corte Suprema confirmó el pronunciamiento en

lo principal, y también respecto de la orden de publicar un extracto de la sentencia en el diario

Clarín. Y en uso de las atribuciones conferidas por el art. 16, segundo párrafo, de la ley 48,

condenó a Gorbato a pagar a la actora la suma simbólica reclamada por esta última de $ 1 en

concepto de indemnización del daño moral.52

1.3.- Empleo del modo potencial en los verbos.

Con relación a otra de las opciones que brinda a la prensa el estándar Campillay -

utilizar el modo potencial en los verbos, absteniéndose así de efectuar consideraciones de tipo

asertivo –,53 en B., A. L. c. La Nación, del 23 de agosto de 2001,54 la Corte estableció que el

carácter asertivo de un titular no es suficiente para responsabilizar a la prensa escrita, si en el

cuerpo de la nota impugnada y en artículos posteriores no se utilizan frases asertivas que

vinculen a los presuntos implicados con el hecho investigado, y se formulan las aclaraciones

necesarias referentes a la sospecha de inexactitud que pesa sobre las especies periodísticas que

se difunden.55

Sin embargo, tal criterio fue revisado en B., F. A. c. Diario El Sol de Quilmes,56 del 18

de febrero de 2003. El medio demandado, en una publicación que calificó de primicia

exclusiva, efectuó una grave denuncia sobre "blanqueo" de automóviles robados. Señaló que

estaban involucradas varias personas, entre quienes mencionó al actor, a quien identificó

como abogado, hijo del juez del mismo apellido, y aseveró falsamente que el mismo había

sido procesado por la Justicia Penal y que se hallaba prófugo. Lo consideró además como un

51 Fallos, 327:3560, consid. 16. 52 Fallos, 327:3560, consid. 22. 53 Fallos 324:2419, consid. 13. 54 Fallos, 324:2419. 55 Cfr. FLORES, Oscar, La Corte Suprema reafirma la doctrina Campillay, LA LEY 2001-F, 235. 56 Fallos, 326:145.

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"hijo descarriado", y señaló que "sería uno de los cerebros de la banda de autos mellizos". A

ello se sumaba la publicación de una fotografía de su rostro.57 En realidad, la única

vinculación de B., F. A. con el caso fue haber actuado como abogado defensor de personas

procesadas a raíz del delito que motivó la nota periodística.58

El abogado afectado promovió entonces acción de daños y perjuicios contra Diario El

Sol de Quilmes. En primera y segunda instancia se rechazó la demanda. La Corte bonaerense

hizo lo propio, basando parte de su argumentación en que las noticias impactantes exigen a

los medios divulgarlas con gran rapidez, “bajo pena de quedar descolocados en la feroz lucha

por mantener la primacía informativa”.59 Descartó que el medio hubiera inventado la noticia

para obtener un rédito periodístico, y consideró que las falsedades eran un error excusable del

periódico. El actor interpuso recurso extraordinario, que fue denegado. Acudió entonces en

queja ante la Corte Suprema federal, que hizo lugar a la presentación directa, dejó sin efecto

la decisión apelada y ordenó la remisión del expediente a su origen para que se dicte nueva

sentencia.

Con relación al empleo del modo potencial en los verbos, la Corte indicó que su

verdadera finalidad estriba en otorgar la protección de la doctrina Campillay a quien se ha

referido sólo a lo que puede o no ser, descartando toda aseveración, o sea la acción de afirmar

y dar por cierta alguna cosa.60 El tribunal consideró que ciertas expresiones usadas en la

publicación que originó el pleito (por ej. “realizaban maniobras”, “está prófugo”) formularon

aserciones que no están incluidas en el marco tutelar de la doctrina Campillay. No cambia esta

conclusión el hecho de que, en otros párrafos, se hubiese recurrido al modo potencial (por

ejemplo "sería uno de los cerebros de la banda...").61

Esta exigencia respecto del sentido íntegro del discurso informativo es la valiosa pauta

que emerge del fallo: la Corte precisó que el empleo del modo potencial no consiste

57 Cfr. ANCAROLA, Gerardo, Libertad de prensa: sugestivo fallo de la Corte Suprema, que deja un final abierto, LA LEY 2003-C, 242. Entre las afirmaciones efectuadas por el periódico, podían leerse las siguientes: "Los hijos de un conocido Juez de La Plata, realizaban maniobras con denuncias falsas para blanquear automóviles robados", "La Mafia ingresa a los Tribunales Platenses", "F. B. (a) He-man, Abogado, hijo del Juez, esta prófugo y sería uno de los cerebros de la banda de autos mellizos", "F. B. otro hijo descarriado", "Se apoderaron de mil automóviles aparte de haber incurrido en los siguientes delitos: uso de documento falso en concurso ideal con violación de los deberes de funcionario público, falsedad instrumental, hurto y robo reiterado de automotor". Cfr. Fallos, 326:145, dictamen del Procurador General Nicolás E. BECERRA, 19 de Febrero de 2002. 58 Cfr. ANCAROLA, op. cit. en nota 57. 59 Idem. 60 Fallos, 326:145, consid. 4º. 61 Fallos, 326:145, consid. 5º.

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solamente en la utilización de un determinado modo verbal “sino en el sentido completo del

discurso, que debe ser conjetural y no asertivo. Si así no fuera, bastaría con el mecánico

empleo del casi mágico "sería..." para poder atribuir a alguien cualquier cosa, aun la peor, sin

tener que responder por ello”.62

Este criterio fue nuevamente aplicado el 21 de octubre de 2003 al decidir el caso P., C.

A. y otro c/ H. de N., E. y otro. La Corte señaló allí que “en atención a las dificultades que

tienen los medios que cubren la crónica diaria para verificar la exactitud de las noticias

vinculadas con hechos delictivos de indudable repercusión pública, y frente a la necesidad de

preservar la integridad moral y el honor de las personas, en tanto cuentan con protección

constitucional, el Tribunal ha exigido a los órganos de prensa que obren con cautela evitando

el modo asertivo cuando no han podido corroborarla debidamente”.63

2. - Doctrina de la real malicia,

2.1.- Obligatoriedad del estándar para los tribunales inferiores.

En el caso R., H. c. Editorial Tres Puntos S.A. s/ daños y perjuicios 64 llegó a estrados

de la Corte un recurso extraordinario interpuesto por la editorial demandada, condenada por

las instancias ordinarias a indemnizar a un personaje vinculado a la farándula a raíz de una

nota relativa a la ruptura de su matrimonio publicada en la revista "Tres Puntos", que le habría

ocasionado injurias e invadido su derecho a la intimidad. La Corte Suprema, por mayoría,

declaró procedente el recurso y revocó el pronunciamiento, ordenando que vuelvan las

actuaciones a su origen para el dictado de una nueva sentencia.

Compartiendo y haciendo suyas las razones expuestas en su dictamen por el

Procurador Fiscal, la Corte reprochó a los jueces inferiores el desconocer la doctrina de la real

malicia, “sustentada y consolidada por V.E. en numerosos fallos”.65 Aquellos habían

sostenido que no hay un tercer factor de imputabilidad, distinto del dolo y la culpa, por cierto

carácter específico que lo haga apropiado para la defensa de la libertad de prensa. Esto motivó

que el Procurador advirtiera que para los jueces inferiores de la causa la doctrina de la real

malicia “pareciera no tener cabida en nuestro derecho”. “Sin embargo – expresó – sabemos

que el "standard" jurisprudencial creado por la Corte Suprema de los Estados Unidos en el

62 Fallos, 326:145, consid. 4º. 63 Fallos, 326:4285, consid. 23. 64 Fallos, 327:789 (30/03/2004). 65 Cfr. Fallos, 327:789, dictamen del Procurador General Felipe D. OBARRIO, ap. IV, 28 de Junio de 2002. Ver también: ANCAROLA, Gerardo, Libertad de prensa. Un preocupante fallo. Por sus fundamentos de la Corte Federal, LA LEY 2004-C, 813.

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caso "New York Times vs. Sullivan", ha sido adoptada por la Corte Suprema de Justicia de la

Nación integrando su propia línea de jurisprudencia”.66

Sin abrir juicio sobre si, en definitiva, la doctrina de la real malicia resultaba o no

aplicable, lo que el dictamen del Procurador señaló – y la Corte Suprema compartió e hizo

suyo – es que, en este tipo de conflictos, las instancias inferiores no pueden dejar de aplicar

las pautas de la doctrina de la real malicia, soslayando el hecho de que la misma ha sido

acabadamente admitida por la Corte Suprema. En cierto modo, la Corte indicó así la

obligatoriedad de sus precedentes. Más específicamente, del estándar de la real malicia

adoptado por ella, que los jueces inferiores no pueden descartar.67

Esta directriz fue reiterada recientemente por la Corte Suprema en su actual

composición, al decidir el 16 de mayo de 2006 la causa M., A. I. c/ Arte Gráfico Argentino y

otro s/ daños y perjuicios. Al hacer suyos los fundamentos y conclusiones expuestos en el

dictamen de la señora Procuradora Fiscal subrogante, la Corte reafirmó lo sostenido en R., H.

c. Editorial Tres Puntos al sostener que la doctrina de la real malicia “ha sido adoptada por la

Corte Suprema de Justicia de la Nación integrando su línea jurisprudencial”.68

Sin embargo, conviene advertir que en el caso G., H. L. c/ La Gaceta S. A. s/ daños y

perjuicios 69 decidido el 15 de abril de 2004, aun cuando la sentencia apelada se fundó en

normativa de derecho común, no hubo una descalificación similar a la de R., H. c/ Editorial

Tres Puntos S.A. Ello se debió a que los jueces de grado habían ensayado una suerte de

análisis hipotético supletorio siguiendo los parámetros de la real malicia, sin que la aplicación

66 Cfr. Fallos, 327:789, dictamen del Procurador General, cit. 67 Al respecto, señala BIANCHI que en el sistema del common law, los fallos de los tribunales son obligatorios como precedentes. Se aplica allí la regla del "stare decisis", según la cual los jueces están obligados a seguir en sus decisiones lo resuelto en las sentencias anteriores dictadas en casos similares por los magistrados de la misma jurisdicción de jerarquía igual o superior. El autor sostiene que si bien nuestro Alto Tribunal nunca ha enunciado su adhesión al "stare decisis", un análisis de sus fallos podrían llevarnos a la conclusión de que la Corte lo aplica de hecho. Cfr. BIANCHI, Alberto B., De la obligatoriedad de los fallos de la Corte Suprema (una reflexión sobre la aplicación del stare decisis), El Derecho, Diario de Jurisprudencia y Doctrina, Derecho Constitucional, N° 10.054, Año XXXVIII, 26 de Julio de 2000. 68 M.909.XLI. 69 Fallos, 327:943. En este caso, el actor demandó a La Gaceta S.A. por el daño moral causado por un artículo periodístico aparecido en el matutino tucumano del mismo nombre, en el cual, a su criterio, se le atribuyó falsamente que percibía una jubilación de privilegio y un sueldo como empleado activo. El título de la noticia era "Las jubilaciones de privilegio reavivan un debate pendiente", y el subtitulo "Difusión por Internet". La fuente era la publicación de la Procuración del Tesoro en Internet, la cual, si bien mencionaba al actor como uno de los beneficiarios de jubilaciones especiales, no lo incluía en la lista de beneficiarios con doble percepción. En las instancias inferiores se consideró comprobado el obrar antijurídico al brindar el medio de prensa una información falsa o inexacta referida a la doble percepción de remuneraciones que tuvo como consecuencia una necesaria descalificación ética. Cfr. Dictamen del Procurador General Nicolás E. BECERRA, ap. IV, 18 de Septiembre de 2003.

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– hipotética – del estándar modificara el resultado del pleito. En función de ello, el Procurador

General no descalificó la sentencia de los tribunales tucumanos y sostuvo que no se había

desconocido la jurisprudencia de la Corte Federal.

2.2.- No se aplica cuando los actores son simples particulares.

La Corte reprobó tanto a jueces como a demandados que invocaron la doctrina de la

real malicia como factor de atribución de responsabilidad cuando los actores son simples

particulares respecto de los cuales no se aplica el estándar de protección atenuada del honor,

concebido sólo para los casos en que los funcionarios y figuras públicas están comprometidos

en temas de interés general. Para la Corte, entonces, la real malicia no juega cuando se trata

del reclamo de un ciudadano que no es funcionario público, aunque el tema divulgado por el

medio periodístico pudiera catalogarse de interés público o general. En tales supuestos, se

deben aplicar las reglas comunes de la responsabilidad civil, según las cuales basta probar la

simple culpa para comprometer la responsabilidad del órgano de prensa. Así lo sostuvo el

Tribunal Cimero en los casos M., A. c. La Voz del Interior,70 P., C. A. y otro c. H. de N., E. y

otro,71 y D., C. c/ Editorial Jornada S.A. y/u otro.72

IV. Libertad de prensa y derecho a la intimidad.

1.- Balance de intereses ad hoc.

Como señalé en la introducción de este trabajo, ante eventuales conflictos entre los

principios constitucionales de libertad de prensa e intimidad personal, la tesis tradicional de la

Corte Suprema postula la igualdad jerárquica entre ellos. Esto se debe a que la pluralidad de

principios y valores que la Constitución condensa, impide que ellos se estructuren según una

“jerarquía de valores”, escala que resulta incompatible con el carácter pluralista de la

sociedad.73 Para que los principios y valores “coexistan en armonía”74 es necesario que

pierdan su carácter absoluto. Entonces, frente a la pluralidad de principios y la ausencia de

una jerarquía formal entre ellos, no puede existir una ciencia sobre su articulación, sino “una

prudencia en su ponderación”.75 Mediante la ponderación o balance de intereses se establece

una jerarquía axiológica entre los principios en conflicto. Según Guastini, tal jerarquía es una

70 Fallos, 326:2491 (05/08/2003). 71 Fallos, 326:4285 (21/10/2003). 72 Fallos, 327:4258 (14/10/2004). 73 Cfr. ZAGREBELSKY, Gustavo, El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, Trotta, Madrid, 1995, p. 124. 74 Cfr. disidencias del juez Boffi Boggero en Fallos 257:275, y 262:246. 75 Cfr. ZAGREBELSKY, op. cit., p. 125.

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relación valorativa establecida por el intérprete mediante un juicio de valor. Como resultado

de la ponderación, un principio – el considerado superior en dicha jerarquía valorativa –

desaloja al otro – u otros – y resulta aplicable.76 La jerarquía valorativa no es establecida en

abstracto, sino en su aplicación al caso concreto. A esta relación entre principios Guastini la

denomina jerarquía móvil: aunque en un caso concreto el principio P1 (por ejemplo, libertad

de prensa) desplace al principio P2 (por ejemplo, derecho a la intimidad), bien puede ser que

en otro caso P2 desplace a P1. De modo tal que “el conflicto no queda resuelto de forma

estable, de una vez por todas, haciendo prevalecer sin más uno de los dos principios sobre el

otro...; toda la solución del conflicto vale para el caso concreto y, por lo tanto, es imprevisible

la solución del mismo conflicto en casos futuros”.77 Así considerado, el balance de intereses

es el resultado de una actividad radicalmente subjetiva, a la vez que implica una forma del

“particularismo jurídico”, pues sirve únicamente para el caso concreto.

En materia de libertad de prensa la Corte Suprema argentina ha aplicado, por lo

general, un test de balance de intereses. Ello se refleja en lo señalado por el juez Fayt en

Campillay, donde expresó que el conflicto entre bienes jurídicos contrapuestos “obliga a los

jueces a realizar, en cada caso, una armónica ponderación axiológica con miras a determinar

con precisión sus respectivos alcances y límites…”.78 Tal tesitura contrasta con el

temperamento adoptado por la Corte Suprema en relación al conflicto entre la libertad de

prensa y el derecho al honor o reputación de las personas, para cuya solución incorporó a su

doctrina estándares legales relativamente detallados – doctrinas Campillay y de la real

malicia – que pueden aplicarse en casos posteriores.

2.- Crónica de delitos sexuales.

Un dilema ético y jurídico propio de la actividad periodística es el que se plantea

respecto del alcance que debe tener el derecho de crónica cuando se informa acerca de delitos

sexuales. El eje de la discusión pasa por establecer si cabe responsabilizar a la prensa cuando

76 Cfr. GUASTINI, Riccardo, Distinguiendo. Estudios de teoría y metateoría del derecho, Gedisa, Barcelona, 2000, p. 171, cit. por MORESO, Juan José, Conflictos entre principios constitucionales, en Neoconstitucionalismo(s), Miguel Carbonell (ed.), Trotta, Madrid, 2003. 77 Idem. 78 Fallos, 308:789, disidencia del juez Fayt, consid. 7º. El particularismo que significa depender de las valoraciones subjetivas de los jueces al momento de dictar sentencia, puede superarse si se establece algún tipo de ordenación en el proceso de aplicación de los principios constitucionales. Al respecto, cfr. FLORES, op. cit. supra, nota 9, p. 409 y siguientes.

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se da a conocer la identidad de la víctima, o cuando – aunque la misma se mantenga en

reserva – la información brinda una serie de datos que permiten, de manera indirecta, su

identificación.

2.1.- R., S. J. c/ Arte Gráfico Editorial Argentino S.A. y otra.

Una nota publicada por el diario Clarín el 27 de marzo de 1997 dio cuenta de las

circunstancias que rodearon el ataque sexual perpetrado por tres sujetos contra la demandante

— que en ese entonces contaba con 17 años — y el modo en que uno de los autores del delito

fue reconocido por la víctima durante su viaje de egresados, hecho que posibilitó su captura y

el dictado de la sentencia condenatoria por parte del Tribunal Oral en lo Criminal N° 9 de la

Capital Federal.79 Además, la información suministró otros datos tales como el nombre poco

común de la víctima, el nombre y apellido del tío materno, el número de la calle donde tenía

su domicilio habitual, y el lugar, próximo a su domicilio, donde fue raptada por sus

agresores.80 La víctima demandó judicialmente a la empresa propietaria del periódico y a su

directora, reclamando una indemnización por el daño moral que la crónica referida le habría

causado.

La parte demandada sostuvo que no podía ser condenada por haber propalado

información objetiva y veraz, que era de interés público y que surgía del texto de la sentencia

que había sido proporcionada al medio de prensa sin ningún tipo de retaceo por el Tribunal

Oral en lo Criminal N° 9. Agregó que, al respecto, no existen reglas legales que impongan a

los medios de prensa el deber de abstención, y que al pretender hacer recaer sobre la prensa la

obligación de eliminar de sus crónicas los nombres de las partes intervinientes —cuando no

ha mediado directiva del tribunal— se impone una responsabilidad injustificada, que funciona

como una exigencia de autocensura. Reclamó, además, la aplicación de la doctrina de la

Suprema Corte de Justicia de la Nación en el caso P. A., A.81

En primera instancia la acción fue rechazada. La Sala “K” de la Cámara Nacional de

Apelaciones en lo Civil revocó la sentencia de grado, e hizo lugar a la demanda motivada en

la difusión de la noticia sobre la violación de la actora, proponiendo la suma resarcitoria de $

15.000 en materia de daño moral. Según la alzada, los datos suministrados por Clarín

permitían, en forma indirecta pero inequívoca, la identificación de aquélla, sin importar si

algunos familiares y amigos habían conocido la existencia del hecho, porque la publicación 79 Fallos, 326:4165, voto del juez Fayt, consid. 2º. 80 Fallos, 326:4165, disidencia del juez Vázquez, consid. 3º. 81 Fallos, 316:1623, 1632.

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del artículo provocó que la noticia se difundiera fuera de ese estrecho círculo de relaciones,

con la consecuente afectación de la esfera de privacidad de la actora.82 El tribunal estimó que

el conocimiento de tales datos íntimos resulta "trivial e indiferente para el interés público",

porque "es notorio que la identificación de la víctima de la agresión fue, en el sentido más

propio de las palabras, irrelevante a efectos de la información que se quiso transmitir".83 De

modo tal que su inclusión —explícita o encubierta— en la crónica periodística aparece como

un acto imprudente y desaprensivo.84

A juicio de la Cámara, la prueba testimonial obrante en las causas civil y penal

permitía tener por acreditado que la demandante había sido identificada por terceras personas.

Se tuvo en cuenta además que el diario, prescindiendo de la negativa de la madre —en ese

entonces representante legal de la menor— a dar entrevistas a la prensa y de la advertencia

formulada por una funcionaria del Tribunal Oral en lo Criminal N° 9 de la Capital Federal

relativa a que los periodistas debían abstenerse de publicar los datos personales de la

damnificada por tratarse de una menor de edad,85 publicó la nota de la que resultaba fácil

reconstruir el caso e inferir la identidad de los protagonistas.86

La parte demandada atacó la sentencia de cámara por vía de recurso extraordinario,

cuya denegatoria motivó su presentación directa ante la Corte Suprema, que dictó sentencia el

14 de octubre de 2003:87 hizo lugar a la queja y al recurso extraordinario y dejó sin efecto la

sentencia recurrida, ordenando que vuelvan los autos al tribunal de origen a fin de que, por

quien corresponda, se dicte nuevo pronunciamiento con arreglo a derecho.88 La Corte no hizo

más que remitirse al dictamen del Procurador General Nicolás Eduardo Becerra de fecha 31

82 Fallos, 326:4165, disidencia del juez Vázquez, consid. 24. 83 Idem. 84 Fallos, 326:4165, disidencia del juez Vázquez, consid. 22. 85 Según el juez Vázquez, el requerimiento de la citada funcionaria judicial de no suministrar datos que permitieran identificar a la demandante, se ajustaba al marco normativo de la ley 20.056, que prohíbe en todo el territorio de la República la difusión o publicidad por cualquier medio de sucesos referentes a menores de 18 años incursos en hechos que la ley califica como delitos o contravenciones, o que sean víctimas de ellos o se hagan públicos sus antecedentes personales o familiares de manera que puedan ser identificados (art. 1°, primer párrafo); prohibición que sólo puede ser dispensada por el órgano judicial competente (art. cit., segundo párrafo) que en el caso, lejos de autorizar la información, intervino expresamente para garantizar la intimidad de la víctima. Cfr. Fallos, 326:4165, disidencia del juez Vázquez, consid. 12. 86 Cfr. ANCAROLA, Gerardo, Tres pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia sobre un mismo tema: la libertad de prensa, LA LEY 2004-A, 385. 87 Fallos, 326:4165. 88 La sentencia fue suscripta por los jueces Belluscio, Petracchi, Boggiano, Maqueda, y Fayt (según su voto). En disidencia votó el juez Vázquez.

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de octubre de 2001, cuyos argumentos y conclusiones fueron compartidos por el Máximo

Tribunal.

El Procurador General se pronunció a favor de abrir el recurso, por entender que la

sentencia apelada padecía de arbitrariedad y no constituía un acto judicial válido. Reprochó la

valoración dogmática de algunos testimonios como corroborantes de la postura de la actora

para concluir que la publicación permitió su identificación,89 y la omisión de tratar cuestiones

oportunamente planteadas por la demandada, conducentes para la solución del litigio – la

cuestión relativa al factor de imputabilidad –.

En este caso se encontraba también en tela de juicio la manera en que el diario obtuvo

las copias de la sentencia de la causa penal, y no existía al respecto una prueba indubitable.

Como señalé anteriormente, la parte demandada invocó al respecto la doctrina de los

precedentes P. A., A. c. Arte Gráfica Editorial Argentina S. A., y P. A., A. c. Diario La

Prensa S. A.,90 decididos por mayoría el 2 de julio de 1993, por entender que eran los casos

controlantes respecto del litigio. En los fallos P. A., A., el Tribunal Supremo adoptó un test

elaborado por su par estadounidense con relación al conflicto prensa – intimidad: la doctrina

de los registros públicos (public records).91 En P. A., A. c. Diario La Prensa S. A. los jueces

Boggiano y Petracchi recordaron que “cuando se difunde información obtenida de registros

públicos (public records), los jueces no suelen hacer lugar a las demandas de daños y

perjuicios por invasión a la privacidad. Aun cuando alguna persona se vea perturbada por la

difusión de su fecha de casamiento, de nacimiento o de cualquier otro dato que surja de

registros públicos si dicha información es fiel a éstos, no se genera responsabilidad”.92

Boggiano y Petracchi señalaron que el órgano judicial de quien emana la sentencia

tiene la facultad de imponer limitaciones a su publicación - más o menos extensas-, por

"razones de decoro" o en resguardo de "la intimidad de las partes o de terceros" (cfr. art. 164,

Cód. Procesal Civil de la Nación). Se trata de “excepciones a la regla republicana de la

publicidad de los mencionados pronunciamientos, en razón de la importancia de dichos

89 Respecto de la valoración de la prueba testimonial efectuada por la Cámara, ver también Fallos, 326:4165, voto del juez Fayt, consid. 7º. 90 Fallos, 316:1623 y 316:1632, respectivamente. 91 Cfr. FLORES, op. cit. supra, nota 9, p. 380. 92 Cfr. Fallos, 316:1632., voto de los jueces Petracchi y Boggiano, consid. 7º. Los magistrados citaron en este considerando la obra de NELSON, Harold L. y TEETER Jr., Dwight L., Law of Mass Communications, cuarta edición, The Foundation Press, Inc., p. 199 y sus citas, 1982.

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valores”.93 Fijando su criterio al respecto – que fue el sostenido por la demandada en el caso

R., S. J. – Petracchi y Boggiano señalaron que para aplicar tales limitaciones, el tribunal que

dicta la sentencia es “el único que debe examinar si su difusión afecta derechos como los

aludidos y, por lo tanto, si se configuran algunas de las citadas excepciones. Si este control

no se ha cumplido, no corresponde constituir al resto de los habitantes en subrogantes de tal

deber. Si, en cambio, el órgano jurisdiccional decidió deliberadamente no retacear la

publicidad del fallo, no se advierte a título de qué otras personas podrían hacer primar su

criterio por sobre el del tribunal. En cualquiera de los dos supuestos sólo compete a los jueces

que dictan las sentencias evaluar si su difusión lesiona "el decoro" o "la intimidad".94 En

consecuencia “...por ser la regla la publicidad íntegra de las sentencias definitivas – y su

limitación, la excepción – el actor debió haber acreditado que la cámara había restringido la

posibilidad de dar a conocer el nombre de los litigantes. Si de ninguna parte surge que el

tribunal haya ejercido la facultad de limitar la publicidad íntegra del fallo, debe regir el

principio que impone la libre difusión de las decisiones judiciales”.95

Precisamente, en su dictamen de fecha 31 de octubre de 2001 el Procurador General

se remitió a aquél voto de Boggiano y Petracchi, para señalar que la duda respecto de la

manera en que se había obtenido la sentencia, o la conjetura de que se habría obtenido

ilícitamente, no autoriza a sacrificar una garantía tan esencial para el sistema republicano

como es la tutelada por los artículos 14 y 32 de la Constitución Nacional.96

A pesar de que la demandada invocó la doctrina de los registros públicos y el caso P.

A., A. c. Diario La Prensa S. A., tal antecedente fue desechado por la Cámara, con el

argumento de que carecía de relevancia en el caso porque registra tres votos en disidencia, y

que el planteamiento resulta opinable.97 A juicio del Procurador – y de la Corte Suprema, en

definitiva – tales consideraciones de la Cámara “aparecen escasas e imperfectas para rechazar

el antecedente jurisprudencial soslayando su adecuado tratamiento”, mayormente si se repara 93 Cfr. Fallos, 316:1632., voto de los jueces Petracchi y Boggiano, consid. 8º. Los magistrados citaron en este considerando la nota titulada Protecting privacy under the fourth amendment, The Yale Law Journal, vol. 91, 313, 1981. 94 Cfr. Fallos, 316:1632., voto de los jueces Petracchi y Boggiano, consid. 8º. 95 Idem, consid. 9º. 96 Cfr. Fallos, 316:1632, voto de los jueces Boggiano y Petracchi. 97 Fallos, 326:4165, dictamen del Procurador General Nicolás E. BECERRA, ap. IV. En sentido concordante con el fallo de Cámara, el juez Vázquez en su disidencia sostuvo que las opiniones de Boggiano y Petracchi “si bien contribuyeron a formar la mayoría en ese precedente no constituyen doctrina del Tribunal, especialmente en cuanto se propicia la exoneración de responsabilidad de los medios periodísticos por la difusión de sentencias judiciales cuyos datos no hubiesen sido objeto de restricción por parte del órgano judicial de donde emanan”. Fallos, 326:4165, disidencia del juez Vázquez, consid. 20.

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que la Corte Suprema tiene dicho que, “dada la autoridad institucional de los fallos de la Corte

en su carácter de supremo intérprete de la Constitución Nacional, existe el consecuente deber

de someterse a sus precedentes (v. doctrina de Fallos: 315:2386 y sus citas)”.98

2.2.- Jurisprudencia de Estados Unidos.

En Norteamérica el interés público de la información es uno de los límites del derecho

a la privacidad. Esto fue establecido ya en 1890 por Samuel Warren y Louis Brandeis, en su

artículo pionero The Right to Privacy,99 considerado el ensayo más influyente en la historia

del derecho norteamericano,100 inclusive por quienes no comparten sus tesis.101 Para Warren y

Brandeis un asunto era de interés público si involucraba a un funcionario público o a un

candidato a un cargo público.102 A partir del caso Brents vs. Morgan de 1927,103 los tribunales

norteamericanos aplicaron el límite del interés público en las demandas por revelación pública

de hechos privados. Sin embargo, los jueces no siguieron ortodoxamente los parámetros

señalados en The Right to Privacy, e interpretaron con un sentido mucho más amplio lo que

era un asunto de interés público. “Interés público”, “valor periodístico” y “noticia” son

términos que la jurisprudencia norteamericana utiliza de modo indistinto para mencionar una

cualidad que inmuniza la información que se difunde por los medios masivos de

comunicación, otorgándole un “privilegio”. Es lo que se denomina también newsworthiness,

una defensa utilizada exitosamente durante años por la prensa norteamericana para rechazar

las demandas por invasión a la privacidad.104 En efecto: a pesar del gran número de demandas

fundadas en las teorías de Warren y Brandeis, los actores raramente ganan.105

98 Fallos, 326:4165, dictamen del Procurador General Nicolás E. BECERRA, ap. IV. 99 WARREN, Samuel y BRANDEIS, Louis D., The Right to Privacy, Harvard Law Review, vol. 4 p. 193 (1890). 100 Cfr. BARRON, James H., Warren and Brandeis, The Right to Privacy, 4 Harv. L. Rev. 193 (1890):Demystifying a landmark citation, Suffolk University Law Review, vol. 13, p. 876 (1979); BLOUSTEIN sostuvo que se trataba del único artículo jurídico que había dado nacimiento a una acción de daños . Cfr. BLOUSTEIN, Edward J., Privacy, tort law, and the Constitution: Is Warren and Brandeis’ tort petty and unconstitutional as well?, Texas Law Review, vol. 46, p. 611 (1968). 101 Cfr. PROSSER, William L., Privacy, California Law Review, Vol. 48 p. 383 (1960); KALVEN, Harry, Privacy in tort law- Were Warren and Brandeis wrong?, Law and Contemporary Problems vol. 31, p. 328 (1966). 102 Cfr. WARREN y BRANDEIS, op. cit., p. 216. 103 221 Ky. 65; 299 SW, 967, 970 (1927). 104 Cfr. FLORES, op. cit. supra, nota 9, p. 88. 105 Cfr. PEMBER, Don R., Privacy and the press. The Law, the Mass Media and the First Amendment, University of Washington Press, p. 213, 1972; ZIMMERMAN, Diane L., Requiem for a heavyweight: A farewell to Warren and Brandeis´s Privacy Tort, Cornell Law Review, vol. 68, p. 295 (1983).

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Sin embargo, a nivel estadual una de las limitaciones a las noticias de interés público

es la revelación de la identidad de las víctimas de delitos sexuales.106 A tal fin, mediante leyes

penales se castiga su difusión periodística. En el caso Evjue, 107 de 1948, la Suprema Corte de

Wisconsin rechazó un planteo que sostenía que tales normas eran inconstitucionales por ser

restrictivas de la libertad de prensa. El tribunal determinó que la ley tenía como objetivo

asegurar la persecución del crimen: muchos delitos de este tipo no se denunciarían si la

víctima abrigara el temor de que su nombre sea publicado por la prensa, pues ello afectaría su

reputación.108 Por otra parte, apuntaba a proteger la privacidad de la víctima, evitando la

revelación vergonzante y ofensiva. Respecto de los intereses en juego, dijo la Corte: “Cuando

la situación de la víctima del delito y el entorpecimiento a la labor de investigación de los

oficiales públicos es sopesado con el beneficio de publicar la identidad de la víctima en

conexión con los detalles del crimen, no puede haber duda que la ligera restricción a la

libertad de prensa prescripta por la ley está completamente justificada”.109

El caso R., S. J. c/ Arte Gráfico tiene puntos de contacto con la decisión tomada por la

Suprema Corte de Estados Unidos en Cox Broadcasting Corp. vs Cohn,110 leading case citado

por la Corte argentina en P. A., A. c. Diario La Prensa S. A.111

En Cox la víctima de violación fue una menor de edad que falleció poco después de

ser atacada. Aunque el incidente y el posterior proceso penal recibieron una amplia cobertura

periodística, su identidad en ningún momento fue revelada, atento la prohibición impuesta por

una ley del estado de Georgia, que tipificaba como delito menor (misdemeanor) la

publicación o difusión del nombre o la identidad de la víctima de una violación.112 Durante la

primera audiencia del juicio contra uno de los acusados, un reportero del canal WSB-TV,

propiedad de la demandada Cox Broadcasting Corporation, tomó conocimiento del nombre de

la víctima examinando los decretos de procesamiento que fueron puestos a su disposición en

106 Cfr. FLORES, op. cit. supra, nota 9, p. 134. 107 State vs. Evjue, 253 Wis. 146, 33 N.W. 2d 305 (1948). 108 Cfr. Recent Cases, Minnessota Law Review, vol. 33, p. 535 (1949). 109 FRANKLIN, Marc A., A constitutional problem in privacy protection: legal inhibitions on reporting of fact, Stanford Law Review, vol 16, p. 124 (1963). 110 420 U.S. 469 (1975). 111 Fallos, 316:1632. 112 La disposición establecía: “Se considera ilegal que cualquier medio periodístico o cualquier persona, por sí mismos o por intermedio de otros, imprima y publique, difunda, televise o disemine a través de cualquier otro medio de comunicación pública, en cualquier diario, revista, periódico u otra publicación editada en este estado, o a través de cualquier difusión radiofónica o televisiva que se origine en el estado, el nombre o la identidad de cualquier mujer que pueda haber sido violada o haber sufrido un intento de violación (...)”. Georgia Code Ann. 26-9901 (1972).

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la sala del tribunal. Esa misma tarde la información fue difundida. El padre de la menor

promovió una demanda de daños. Alegó que su derecho a la privacidad había sido invadido

cuando las emisiones televisivas revelaron públicamente el nombre de su hija fallecida. La

Suprema Corte de Georgia le dio la razón: a su criterio, la identidad de la víctima de una

violación no constituía para el estado un asunto de interés público que justificara elevar el

derecho a revelar su nombre “al nivel de protección de la Primera Enmienda". Cox

Broadcasting apeló a la Suprema Corte federal que, por mayoría, revocó la decisión.113 A

través del Justice White, expresó que las Enmiendas Primera y Decimocuarta “impiden a los

Estados sancionar la publicación de información veraz contenida en registros judiciales

oficiales abiertos a la inspección pública”, no obstante que tal difusión pudiese resultar

ofensiva a la sensibilidad del ciudadano medio. De esta manera, la Corte aplicó la doctrina de

los registros públicos (public records), según la cual no existe un sustancial interés de

privacidad en la información que ya consta en un registro público. En tal caso, dijo White, los

intereses de la privacidad se desvanecen: “Una vez que la información veraz se revela en

documentos públicos del tribunal, abiertos a la inspección pública, la prensa no puede ser

sancionada por su publicación. En este caso como en otros la confianza debe descansar en el

juicio de aquéllos que deciden qué publicar o transmitir”.114

Los tribunales inferiores, estaduales y federales, siguieron la doctrina de Cox y de

modo consistente elevaron el derecho de la prensa a publicar por encima del derecho a la

privacidad individual. Así, en Ayers vs. Lee Entreprises 115 el tribunal, citando Cox

Broadcasting, decidió a favor de un periódico que publicó el nombre y dirección de la víctima

de una violación obtenidos de un informe policial.116 En Poteet vs. Rosewell Daily Record,

Inc.117 se adoptó idéntico criterio para rechazar una demanda por invasión a la privacidad por

la publicación del nombre de una víctima de catorce años.

113 420 U.S. 469 (1975). 114 MC KEEVER sintetiza la opinión de Cox de la siguiente manera: “La libertad de expresión garantizada por las enmiendas Primera y Decimocuarta prohíbe a un estado imponer responsabilidad civil por la publicación de información exacta obtenida en forma apropiada de registros oficiales abiertos al público”. Ello debido a que el crimen, los procesamientos criminales y los procedimientos judiciales son eventos de legitimo interés para el público, y quedan comprendidos dentro del deber de la prensa de efectuar una cobertura responsable de las noticias”. Cfr. MC KEEVER, Joyce, Recent Decisions Cox Broadcasting Corp. vs. Cohn, Duquesne Law Review, vol. 14, p. 516 (1976). 115 277 Or. 527, 561 P.2d 998 (1977). 116 Una decisión idéntica, en un caso muy parecido, sería tomada por la Corte Suprema de Estados Unidos en 1989 al sentenciar Florida Star vs. B.J.F. (491 U.S. 594). Cfr. FLORES, op. cit. supra, nota 9, p. 230 y siguientes. 117 92 N.M. 170, 584 P.2d 1310 (Ct. App. 1978).

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2.3.- Doctrina norteamericana.

Goldman Stanton sostiene que la prensa conserva la libertad de publicar todos los

detalles del delito que sean de algún legítimo interés público, incluyendo el nombre del

ofensor y cualquier procedimiento que se siga. De este modo, la prensa puede informar

completamente a la ciudadanía y cumplir satisfactoriamente su rol como vigilante público. El

lector tiene necesidad de conocer los detalles del delito cometido de modo que la comunidad

pueda protegerse a sí misma; sin embargo, el nombre de la víctima de una violación no es un

elemento esencial de la historia.118 Contrariamente, cierto sector de la prensa norteamericana

sostuvo que revelar el nombre de la víctima es necesario para añadir credibilidad a una

historia. Este argumento se rebate si se tiene en cuenta que la prensa puede de todas maneras

ofrecer al público una historia comprensiva y rica en detalles que hace innecesario mencionar

el nombre de la víctima para hacerla creíble: la prensa puede perfectamente informar acerca

de un ataque sexual sin incluir el nombre, dirección, teléfono, y otra información que sirva

para identificar a la víctima. Es un elemento que al público no le ayuda para comprender los

motivos del delito porque la identidad de la víctima raramente tiene un correlato con las

razones del delito de violación. Un ejemplo de esta política editorial y periodística fue el de

una mujer violada por una pandilla en Manhattan el 19 de abril de 1989. La prensa

neoyorquina informó, entre otros detalles, la edad de la víctima, su nivel de educación, su

trabajo, antecedentes familiares y su pasatiempo, hacer “jogging” en el Central Park. Su

nombre nunca se reveló y la mujer pasó a ser conocida como “the Central Park jogger”.119

Al igual que Goldman Stanton, Chopra sostiene que en un caso de violación el

incidente en sí – en tanto que crimen – es de interés público, pero el nombre de la víctima

debe considerarse privado: “El público resulta bien informado al recibir información sobre el

problema en particular. Agregar el nombre de la víctima en un reporte noticioso no añade

nada al entendimiento sobre el incidente”.120

3.- Prensa e intimidad de las figuras públicas.

3.1.- Pautas de la Corte Suprema.

118 Cfr. GOLDMAN STANTON, Marta, Florida Star v. B.J.F.: The Wrongful Obliteration of the Tort of Invasion of Privacy Through the Publication of Private Facts, Hastings Constitutional Law Quarterly, vol. 18, p. 412 (1991). 119 MARCUS, Paul y MC MAHON, Tara L., Limiting Disclosure of Rape Victims´ Identities, Southern California Law Review, vol. 64, p. 1034 (1991). 120 CHOPRA, Kunoor, Peeping press vs. Private persecution : A resolution of the conflict between freedom of the press and freedom from the press, Loyola of Los Angeles Entertainment Law Journal, vol. 19, p. 272 (1999).

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Entre los años 1983 y 2001, la Corte Suprema de Justicia de la Nación se pronunció

casi exclusivamente acerca del conflicto constitucional entre libertad de prensa y derecho al

honor y reputación de los funcionarios públicos.121 De cualquier manera, los pocos casos

donde se abordó la tensión prensa – intimidad de las figuras públicas durante el mencionado

período, permiten señalar algunas pautas del Máximo Tribunal al respecto, que expondré a

continuación:

a).- La Corte ha sostenido invariablemente que las figuras públicas – y por ende, los

funcionarios públicos- gozan de una esfera de intimidad que la Constitución resguarda. La

circunstancia de que alguien ostente la calidad de funcionario público “no implica que carezca

de un ámbito de privacidad protegido por la Constitución”.122

b).- Al igual que su derecho al honor y a la reputación, la intimidad de los funcionarios

públicos goza de un resguardo más “débil” que el de las personas privadas. Para la Corte “las

personas que ejercen la administración del poder público cuentan con una esfera más reducida

de intimidad”.123

c).- La actuación pública o privada de personajes célebres cuya vida tiene carácter

público “puede divulgarse en lo que se relacione con la actividad que les confiere prestigio o

notoriedad y siempre que lo justifique el interés general”.124

d) También pueden divulgarse ciertas situaciones pertenecientes a la vida privada de

los funcionarios si ellas pueden llegar “a determinar o influir en su conducta pública”.125

121 De las ciento tres sentencias sobre libertad de prensa que la Corte dictó entre 1983 y 2001, treinta y siete de ellas estuvieron referidas al conflicto entre el derecho a informar y el derecho al honor y a la reputación de los individuos, en tanto que sólo cinco fallos abordaron exclusivamente el conflicto entre prensa e intimidad de las figuras públicas durante el mismo período. Cfr. FLORES, op. cit. supra, nota 9, p. 355. 122 Fallos, 321:3404, disidencia del juez Bossert, consid. 7º. Si bien, como pauta general, tanto en el derecho constitucional norteamericano como en el argentino “existe la presunción de que las personas que han optado por llevar una vida pública han renunciado tácitamente a mantener en reserva intimidades que otros se reservan para sí” (Cfr. GRONDONA, Mariano Florencio, Fundamentos y aplicación del artículo 1071 bis del Código Civil, El Derecho 131-847, 854), en Ponzetti de Balbín la Corte sostuvo que “las personas célebres, los hombres públicos, tienen, como todo habitante, el amparo constitucional para su vida privada”. Fallos, 306:1892, voto de los jueces Caballero y Belluscio, consid. 7º, y voto del juez Petracchi, consid 21º; Fallos, 321:3404, consid. 10º. Esta doctrina fue reiterada enfáticamente en Menem, Carlos Saúl vs. Editorial Perfil S.A. y otros, donde la Corte recurrió al precedente Ponzetti de Balbín para sostener que un hombre público, por el solo hecho de serlo, no pierde su privacidad ni su intimidad. Cfr. voto de los jueces Nazareno, Moliné O´Connor y López, consid. 13; voto del juez Belluscio, consid. 9º; voto del juez Vázquez, consid. 10º. 123 M.368.XXXIV (25/09/2001), voto de los jueces Nazareno, Moliné O´Connor y López, consid. 14, con cita de la sentencia 115/2000 del 5 de mayo de 2000 de la Sala II del Tribunal Constitucional Español; voto del juez Vázquez, consid. 17. 124 Fallos, 306:1892, voto de los jueces Carrió y Fayt, consid. 9º. 125 M.368.XXXIV, consid. 14. Cfr. PIZARRO, Ramón D., El derecho a la información y la intimidad de los funcionarios públicos, Jurisprudencia Argentina, 3 de Junio de 1998, Nº 6092, p. 43.

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e).- Deberá tenerse en cuenta también el grado de notoriedad pública o jerarquía de la

figura pública oficial supuestamente vulnerada por la circulación de noticias referentes a su

vida privada. A mayor nivel o jerarquía dentro de la estructura estatal, menor protección de la

intimidad del funcionario.126

f).- Otra pauta – que se vincula con la conducta de quien se ve involucrado en la

noticia – tiene en consideración el grado de exposición pública al que voluntariamente accede

el funcionario:127 habrá que tener presente si él fomenta las indiscreciones, o si tácita o

expresamente, o por su propia acción, autoriza “la invasión a su privacidad y la violación del

derecho a su vida privada en cualquiera de sus manifestaciones”.128

3.2.- B. L., S. c. Editorial Río Negro S.A. y/u otros.

Este caso se planteó con motivo de tres notas publicadas por el diario Río Negro en su

edición de fecha 29 de noviembre de 1996, en las que se daba cuenta de la actitud de una

jueza en lo correccional de la Provincia de Río Negro, quien, después de ganar – entre 174

postulantes de todo el país – el concurso que se había llamado en la Provincia de Catamarca

para cubrir una vacante en el tribunal que debía juzgar el caso "María Soledad Morales",

rehusó aceptar esa designación. Los motivos de su declinación, su "perfil" personal y

profesional, y otras consideraciones que rodearon el caso, fueron los temas de las notas que la

jueza consideró dañosas y lesivas para su prestigio, atento las reflexiones y comentarios

expuestos en el periódico,129 motivo por el cual reclamó judicialmente daños y perjuicios.

El 14 de octubre de 2003, la Corte Suprema revocó la sentencia que había hecho lugar

a la demanda contra Editorial Río Negro.130 La decisión – que se remitió constantemente a la

jurisprudencia del Alto Tribunal – se basó en los siguientes argumentos:

- Cuando las opiniones versan sobre materias de interés público o sobre la gestión de quienes desempeñan funciones públicas, entre las que se incluye el servicio de

126 Fallos, 310:508, consid. 14. Ver también: SAGÜÉS, Néstor Pedro, Elementos de Derecho Constitucional, Astrea, Buenos Aires, 1997, tomo 2, p. 370. 127 Cfr. SAGÜÉS, Elementos..., cit. 128 Fallos, 306:1892, voto de los jueces Carrió y Fayt, consid. 9º; Fallos, 321:3404, disidencia del juez Bossert, consid. 7º. Según ZAFFORE, esta pauta constituye un “criterio fundamental” para determinar si hubo o no invasión ilegítima a la intimidad de las personalidades públicas. Al respecto señala: “Obviamente, no puede recibir el mismo tratamiento y no puede ser idéntica la vara que mida la responsabilidad del medio, cuando la personalidad pública haya hecho del recato una norma de vida, que cuando la exposición de su intimidad o incluso el escándalo sea algo habitual o un mecanismo promocional”. Cfr. ZAFFORE, Jorge, La comunicación masiva, Depalma, Buenos Aires, 1990, p. 159. 129 Cfr. ANCAROLA, op. cit. supra, nota 86. 130 Fallos, 326:4136. La sentencia fue suscripta por los jueces Fayt, Belluscio, Petracchi, Boggiano y Maqueda. En disidencia, el juez Vázquez consideró que el recurso extraordinario era inadmisible (art. 280 del Código Procesal).

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administrar justicia por parte de los jueces, la tensión entre los distintos derechos en juego -el de buscar, dar, recibir y difundir informaciones u opiniones y el derecho al honor, a la dignidad y a la intimidad de las personas- debe resolverse en el sentido de asignar un mayor sacrificio a quienes tienen en sus manos el manejo de la cosa pública.131

- El fundamento de esta solución radica en que las personalidades públicas tienen un

mayor acceso a los medios periodísticos para replicar las falsas imputaciones y en que aquéllas se han expuesto voluntariamente a un mayor riesgo de sufrir perjuicio por noticias difamatorias

- Se atiende así de manera prioritaria al valor constitucional de resguardar el más amplio

debate respecto de las cuestiones que involucran a personalidades públicas o materias de interés público, como garantía esencial del sistema republicano.132

- Que todo ello obliga a los jueces a ponderar con un criterio estricto los presupuestos

de la responsabilidad civil, pues lo contrario conspiraría contra la formación de una opinión pública vigorosa, en razón de la fuerza paralizadora y disuasiva de la obligación de resarcir.133

Con relación al derecho a la intimidad de la magistrada, la Corte indicó que no podía

afirmarse que hubiera existido lesión al mismo, “al haberse limitado el diario a indicar

genéricamente el número de hijos que tenía y al individualizarse el barrio en el que vivía”.134

131 Doctrina de Fallos 310:508, consid. 13 y 14. 132 Fallos: 316:2416, voto de los jueces Fayt, Belluscio y Petracchi, consid. 12. 133 Fallos: 319:3085, voto de los jueces Belluscio y López, consid. 6°. 134 Fallos, 326:4136, consid 22º.