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    ':.->~ " ' \ i 31) fue de 38%, en comparacin con el 0% del grupo

    de individuos con psicopatia leve (calificaciones de < 17). Posteriormente, Serin y

    colaboradores (1990) realizaron un estudio de seguimiento a 72 de los 93 infrac-

    tores originales a quienes se les concedi libertad condicional. Una vez ms, las

    calificaciones de la PCL mostraron una correlacin elevada (r = 0.27) con el fra-caso. Los infractores del grupo de sujetos con psicopata grave registraron una ta-

    sa de fracaso de 33% y un periodo promedio de fracaso de 8.0 meses; en relacin

    con el grupo de sujetos con psicopata leve, la tasa de fracaso fue de 7% y el pe-

    riodo promedio de fracaso fue de 14.6 meses. Si bien la PCL no fue diseada pa-

    ra medir la reincidencia y aunque se eliminaron tres reactivos relacionados con la

    delincuencia, las calificaciones mostraron una correlacin entre moderada y alta

    con las escalas actuariales de riesgo de reincidencia y registraron una correlacin

    ms elevada con el fracaso tras la liberacin que las pruebas actuariales.

    Rice y Harris (1992) consideraron los indices de reincidencia en 96 sujetos es-

    quizofrnicos varones a quienes se les declar inocentes por razones de demencia

    y se les confin en instituciones psiquitricas forenses. Se estableci un grupo de

    control de 96 pacientes psiquitricos forenses no esquizofrnicos del sexo mascu-

    lino a quienes se les practic evaluaciones psiquitricas antes de someterlos a jui-

    cio y a quienes se hizo corresponder en algunas variables, como edad, ndice de

    delitos y antecedentes penales. Aunque los esquizofrnicos registraron un indice

    significativamente menor de reincidencia general que los sujetos no esquizofrni-

    cos (35 contra 53%), la PCL-R se correlacion con la reincidencia general en las

    personas esquizofrnicas (r = 0.33) Y en la muestra combinada (r =0.27).

    E s tu d io s p r e d ic t iv o s : r e in c id e n c ia v io le n ta

    Tomando en cuenta los rasgos y comportamientos que los definen, no sorprende

    que en la bibliografa se mencione a las claras que los psicpatas definidos por

    medio de las escalas de la PCL tienen mayor riesgo de reincidir violentamente que

    otros infractores. En su estudio metaanaltico de las escalas de la PCL, Salekin y

    colaboradores (1996) concluyeron: "todo parece indicar que la PCL-R no tiene pa-

    rangn como prueba para evaluar riesgos" (p. 211).

    En dos estudios se analiz la relacin entre la PCL-Ry la reincidencia violen-ta en infractores adultos. Serin y Amos (1995) hicieron un seguimiento de 300 de-

    lincuentes durante un promedio de 5.5 aos. La reincidencia violenta ocurri con

    ms frecuencia y rapidez entre psicpatas. Serin (1996) consider la reincidencia

    violenta de 81 delincuentes que formaron parte de un estudio anterior (Serin et al.,

    ,

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    1990). La correlacin entre las calificaciones de la PCL-R y la reincidencia violenta

    fue moderada (r= 0.28) y mayor que las correlaciones entre tres escalas actuaria-les de riesgo y violencia.

    En algunos estudios se analiza la capacidad de la PCL-R para pronosticar la vio-

    lencia en pacientes psiquitricos forenses. Webster, Harris, Rice, Cormier y Quin-

    sey (1994) resumieron los resultados de un programa de investigacin en el que se

    analiz la validez predictiva de distintas variables demogrficas, de antecedentes

    penales y psiquitricos en diversas cohortes de pacientes evaluados o tratados en

    hospitales forenses (Harris, Rice y Cormier, 1991; Harris, Rice y Quinsey, 1993; Ri-ce y Harris, 1992, 1995a, 1995b; Rice, Harris y Cormier, 1992). Las calificaciones

    de la PCL-R fueron el mejor predictor de reincidencia violenta en esta muestra he-

    terognea de 618 pacientes; la correlacin entre la PCL-R y la reincidencia violen-

    ta fue de r =0.34 en un periodo de seguimiento de siete aos.

    Quinsey y colaboradores (1995), que ampliaron un estudio anterior (Rice, Ha-

    rris y Quinsey, 1990), analizaron el pronstico de violencia de 178 agresores se-

    xuales evaluados o tratados en el mismo hospital forense. Descubrieron que las

    calificaciones de la PCL-R se correlacionaban de manera significativa con la reinci-

    dencia violenta (r= 0.33) Y la reincidencia sexual violenta (r = 0.23) en un periodo

    de seguimiento que promedi ms de 78 meses. En realidad, la PCL-R fue el me-

    jor predictor de violencia en trminos generales y el tercero ms adecuado para

    anticipar la violencia sexual (despus de encarcelamientos previos por violencia se-

    xual y no sexual). Los anlisis de supervivencia sealaron que la reincidencia fue

    ms rpida y comn en el grupo de individuos con psicopata grave. Siete aos

    despus de la excarcelacin, la tasa estimada de supervivencia fue de menos de

    10% en este grupo, en comparacin con ms de 60% en el grupo de sujetos con

    psicopatia leve. Hace algn tiempo, este estudio se ampli an ms y se incluy

    a un total de 288 agresores sexuales con un periodo promedio de seguimiento de

    10 aos (Rice y Harris, 1995b). Todo parece indicar que la calificacin total de la

    PCL-R fue el nico predictor de violencia general y sexual; la combinacin de psi-

    copata y excitacin sexual desviada (segn la evaluacin de la pletismografa del

    pene) sirvi para pronosticar la violencia sexual en particular.

    Wintrup, Coles, Hart y Webster (1994) recurrieron a expedientes clnicos y de-

    lictivos para hacer un seguimiento de los pacientes que intervinieron en el estudio

    de Hart y Hare (1989). Se dio de alta a un total de 72 pacientes y stos contaban con

    expedientes completos. El periodo promedio de riesgo fue de 61 meses. La corre-

    lacin entre las calificaciones de la PCL-R y la reincidencia violenta fue de 0.33; la

    correlacin entre la PCL-R y el nmero de cargos y encarcelamientos por delitos

    violentos fue de 0.38.Heilbrun y colaboradores hicieron el seguimiento de una muestra de 191 pa-

    cientes forenses puestos en libertad en su comunidad. Las calificaciones de la PCL

    se correlacionaron de manera significativa (r= 0.16) con los ndices de reinciden-

    cia violenta (cargos y encarcelamientos por ao en riesgo).

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    En el estudio de Forth y su equipo (1990), se liber a 71 delincuentes despus

    de evaluarlos y se les hizo un seguimiento por medio de antecedentes penales. El

    ndice general de reincidencia (nuevos cargos y encarcelamientos durante el perio-

    do de seguimiento) en esta submuestra fue de 79%; el periodo promedio de riesgo

    fue de aproximadamente 27 meses. Las calificaciones modificadas de la PCL-R

    no se correlacionaron con el periodo de riesgo (r= 0.04), con ningn tipo de rein-

    cidencia (r = 0.14) ni con la cantidad de delitos no violentos (r = 0.00). Sin em-

    bargo, fue significativa la correlacin entre las calificaciones de la PCL-R y el

    nmero de delitos violentos durante el lapso de seguimiento (r = 0.26).

    Respuesta a l t ratamiento

    Durante los ltimos aos, en diferentes estudios se ha analizado la respuesta al tra-

    tamiento y en todos se ha llegado a la mism conclusin: no existen pruebas s-

    lidas de que la psicopata sea tratable, pero tampoco las hay en el sentido de que

    no lo sea (p. ej., Dolan y Coid, 1993; Hare, 1992). Entre las deficiencias meto-

    dolgicas ms importantes que figuran en los estudios principales se encuentran

    procedimientos inadecuados de evaluacin, tratamientos mal definidos, falta de se-

    guimiento posterior al tratamiento y carencia de grupos adecuados de control o

    comparacin. Segn sabemos, slo se han evaluado dos programas de tratamien-

    to con la PCL o la PCL-R; ambos eran programas teraputicos comunitarios en

    Canad.Ogloff, Wong y Greenwood (1990) estudiaron a un grupo de 80 transgresores

    adultos que se ofrecieron a participar voluntariamente en un programa terapu-tico comunitario basado en correcciones en el Centro Psiquitrico Regional de

    Saskatoon, en Saskatchewan. A todos los infractores se les evalu con base en la

    PCL-R; tambin los calific el personal encargado de administrar el tratamiento

    (que desconoca los resultados de la evaluacin con la PCL-R) en relacin con el

    nivel de motivacin y mejora con el programa; 52 casos se analizaron en formaretrospectiva y 28 de manera prospectiva. Ogloffy su equipo tambin analizaronel nmero de das en el programa; los infractores aceptaron participar por lo menos

    180 dias. Los resultados permitieron concluir que las calificaciones de la PCL-R

    mostraron una correlacin de r = -0.29 con el tiempo de tratamiento. En promedio,

    los delincuentes pertenecientes al grupo de sujetos con psicopata grave participa-

    ron 104 das en el programa, en comparacin con los 207 das de los individuos

    con psicopata moderada y 242 das en el caso de los sujetos del grupo con psico-

    pata leve. En la submuestra de 28 casos analizados en forma prospectiva, 10 pa-

    cientes abandonaron el programa prematuramente por no haber podido adaptarse;

    seis de los 10, incluidos los cuatro que quedaron fuera por cuestiones de seguridad

    y el paciente rechazado por falta de entusiasmo, provenan del grupo de sujetoscon psicopata grave. Los pacientes de este grupo tambin recibieron calificacio-

    nes significativamente ms bajas en cuanto a motivacin o esfuerzo ymejoria que

    los de los grupos de individuos con psicopata moderada y leve. En un estudio de

    seguimiento de 106 transgresores adultos que participaron en este programa de tra-

    tamiento y a quienes posteriormente se les excarcel (Hemphill y Wong, 1991), se

    lleg a la conclusin de que los pacientes del grupo de sujetos con psicopata grave

    tenan un mayor ndice de reincidencia que los del grupo con psicopata leve (73

    y 43%, respectivamente) y tambin solan fallar con ms rapidez.

    Ricey colaboradores (1992; vase tambin Harris et al., 1991) estudiaron a un

    grupo de 176 hombres que recibieron por lo menos dos aos (en promedio, ms

    de cinco aos) de tratamiento intensivo en un programa comunitario teraputico

    complejo y controvertido en un hospital forense de Ontario. En este grupo habadelincuentes con trastornos mentales y de la personalidad, adems de pacientes

    forenses a quienes se les haba declarado inocentes por razones de demencia o su

    incompetencia para ser juzgados. A los infractores tratados se les compar con un

    grupo de 146 delincuentes a quienes se les evalu en el hospital, pero por diferen-

    tes motivos no se les proporcion tratamiento (no se logr igualar a 30 pacientes).

    A los sujetos del grupo de control no tratados se les hizo corresponder con los

    pacientes que recibieron tratamiento en variables como edad, ndice de delito y

    antecedentes penales. A los pacientes y a los sujetos del grupo de control se les

    evalu con la PCL-R y se les clasific en grupos de sujetos con psicopata gra-ve y leve.

    Rice y su equipo (1992) codificaron la respuesta al programa de tratamiento

    tomando en cuenta expedientes institucionales. Sus anlisis comparativos entre

    los grupos de sujetos con psicopata grave y leve permitieron concluir que los psi-

    cpatas tuvieron significativamente ms problemas de comportamiento mientras

    participaban en el programa, adems de que el personal encargado de aplicar el

    tratamiento incluy ms comentarios negativos (relacionados con conductas dis-

    ruptivas o que iban contra los procedimientos teraputicos) en los expedientes

    durante el primero y los ltimos aos de tratamiento, se registraron ms inciden-

    tes de segregacin por comportamiento disruptivo durante el primero y los ltimos

    aos de tratamiento, hubo ms transferencias a un subprograma disciplinario y

    una tasa mayor de conducta inadecuada. Asimismo, el personal encargado de la

    administracin del tratamiento tambin incluy ms comentarios positivos en los

    expedientes de los sujetos psicpatas que en el de los no psicpatas.

    Se analiz la reincidencia general y violenta posterior al tratamiento (nuevas

    acusaciones, reingreso a la crcel o el hospital por comportamiento delictivo) de

    pacientes y sujetos de control en un periodo promedio de seguimiento de 10.5

    aos. El ndice de reincidencia general fue de 59% en el grupo tratado y de 68%

    en el grupo de control; en el caso de las reincidencias violentas, los ndices fueron

    de 40 y 46%, respectivamente. Entonces, todo parecia indicar que el tratamientoresult poco efectivo en trminos generales. Sin embargo, cuando a los pacientes

    y a los sujetos del grupo de control se les subdividi en grupos de individuos con

    psicopata grave y leve, hubo un hallazgo sorprendente: entre los psicpatas, los

    ndices de reincidencia general fueron igualmente elevados en los grupos que reci-

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    bieron tratamiento y en los que no lo tuvieron (87 y 90%, respectivamente); noobstante, el ndice de reincidencia violenta fue sustancialmente mayor en el grupotratado que en el que no recibi tratamiento (77 contra 55%). En comparacin, losindividuos no psicpatas a quienes se les dio tratamiento registraron ndices signi-ficativamente ms bajos de reincidencia general y violenta (44 y 22%, respectiva-mente) que los sujetos no psicpatas a los que no se les proporcion tratamiento(58 y 39%). Luego pues, aunque pareca que la comunidad teraputica result efi-caz con los pacientes no psicpatas, es posible que haya sido perjudicial con ellos,

    por lo menos en cuanto a la reincidencia violenta. Posiblemente la razn sea quela terapia de grupo y los programas orientados a la dilucidacin (insight) ayudena los psicpatas a desarrollar nuevas formas de manipular, engaar y valerse delas personas, pero les sirvan muy poco para entenderse a s mismos. En particular,este tipo de tratamiento no ayuda mucho a crear empata o conciencia.

    Esto no quiere decir que no sean factibles los programas prcticos para el con-trol y manejo del comportamiento psicpata. De hecho, hace algn tiempo ungrupo de expertos internacionales hizo el esquema general de un programa deesta ndole (vase Hare, 1992). En suma, proponemos que las tcnicas de preven-cin de reincidencia se integren con elementos de los mejores programas correccio-nales cognitivo-conductuales de que se disponga. Dicho programa se propondracrear menos empatia y conciencia o efectuar cambios en la personalidad queconvencer a los participantes de que ellos son los nicos responsables de su com-

    portamiento y que pueden aprender formas ms prosociales de aprovechar sushabilidades y fortalezas para satisfacer sus necesidades y deseos. Conllevara un

    control y una supervisin estrechos en las instituciones y, luego de darlos de alta,en sus comunidades, adems de un anlisis comparativo con grupos de delincuen-tes cuidadosamente seleccionados y tratados en programas correccionales norma-les. El diseo experimental permitira la evaluacin emprica de sus mdulos detratamiento e intervencin (lo que funciona y lo que no para determinados suje-tos). Es decir, algunos mdulos o componentes podran ser efectivos con indivi-duos psicpatas, pero no con otro tipo de delincuentes, y viceversa. Reconocemosque los programas correccionales siempre corren el riesgo de desgastarse por cam-bios en las prioridades institucionales, los intereses comunitarios y las presionespoliticas. Para evitar que esto suceda, proponemos la aplicacin de medidas es-trictas para mantener su integridad.

    Con c l u s i o n e s

    Las investigaciones que analizamos en este captulo sealan claramente que lapsicopata es un factor relevante para entender y pronosticar la conducta delicti-va. En algunos estudios se ha observado que ayuda a anticipar la delincuencia tanbien como las escalas actuariales de riesgo diseadas con el nico objetivo dehacer pronsticos (p. ej., Rice et al., 1992; Serin et al., 1990). Con todo, es impor-

    ~~~.

    tante destacar que las psicopatas no son simplemente un sinnimo de construc-tos criminolgicos, como el de los infractores de alto riesgo (p. ej., Rettinger y An-drews, 1992). Una cantidad considerable de investigaciones (algunas de las cualesrevisamos aqu) ponen de manifiesto que las psicopatas pueden considerarse untrastorno mental "autntico", del cual se hace una evaluacin confiable; que tie-nen sustanciales correlatos psicobiolgicos y que no son especificas de ningunaraza, cultura o nivel socioeconmico (vase Cooke, 1995, 1996). Hasta dondesabemos, no hay ninguna teora ni concepto criminolgico que explique tales

    hallazgos.Si la psicopata es un trastorno mental autntico, acaso es causa de la con-ducta delictiva? Tomando en cuenta nuestros comentarios, es evidente que los

    psicpatas no incurren en la mayor parte de las conductas delictvas. En tales ca-sos, el comportamento antsocial puede relacionarse con distintos factores de perso-nalidad, sociales, etc., a los que se hace referenca en otras fuentes (vase Andrewsy Sonta, 1993; Gottfredson y Hirschi, 1990; Wilsony Herrnstein, 1985). No obstan-te, todo parece indicar que en los psicpatas algunos sntomas (p. ej., impulsvi-dad, delirios de grandeza, falta de empata) aumentan las probabilidades de quelos individuos afectados consideren incurrir en alguna conducta delictiva y dismi-nuyen las probabilidades de que se inhiba la decisin de actuar. Entonces, tal pa-rece que el trastorno mental tiene una importante funcin causal en la conductadelictiva de los psicpatas, aunque no hay razones para suponer que se trate delnico agente causal. Esto no quiere decir que los psicpatas sean legalmente in-competentes. ~cQi

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    2 E v a l u a c i n d e l c o m p o r t a m i e n t oI . antisocial en nios

    y a d o l e s c e n t e s *

    STEPHEN P . HINSHAW y BRIAN A . ZUPAN

    Uno de los autores recuerda un seminario universitario sobre evaluacin al que

    asisti hace ms de 15 aos y en el cual un estudiante -al parecer abruma-do por las tareas que le esperaban en clase y, supuestamente, en su carrera- pre-gunt al profesor: "Qu debo hacer para ser un buen evaluador?" La respuesta ledej una huella indeleble: "Estudia todo lo que puedas sobre psicopatologa." Enotras palabras, el profesor respondi que para hacer evaluaciones adecuadas re-sulta esencial comprender cabalmente las manifestaciones, los factores causalesy los mecanismos que subyacen al comportamiento alterado, ms que conocer

    determinadas herramientas de evaluacin.Iniciamos nuestro anlisis de las estrategias de evaluacin reiterando ese sa-

    bio consejo. Para la evaluacin del comportamiento antisocial en nios y adoles-centes hay que conocer temas tan diversos como las trayectorias de desarrollo, los

    * El trabajo de este captulo fue financiado con la subvencin RO l MH45064 concedida por el Institu-to Nacional de Salud Mental.

    36

    EVALUACiN DEL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN NIOS Y ADOLESCENTES 37

    antecedentes biolgicos y familiares, las relaciones con los compaeros y las in-fluencias de sistemas ms amplios, adems de los temas tradicionales bsicos de la"evaluacin" como los instrumentos de medicin, la psicometria, las pautas desintomas y la nosologa. En realidad, los evaluadores que carecen de bases con-ceptuales slidas en materia de la clasificacin por subtipos, psicopatologia fami-liar, gentica del comportamiento o funcionamiento neuropsicolgico corren el riesgode aplicar escalas de evaluacin o entrevistas estructuradas en el vacio. El cono-cimiento en este campo exige estar familiarizado con los contextos tericos, am-

    bientales y nosolgicos en los que se halla inmerso; la informacin derivada de laevaluacin estar fuera de contexto si el evaluador no posee un marco de referenciaclaro a partir del cual interpretar los resultados. Por tanto, este libro es recomen-dable para quienes se interesen por aprender sobre la valoracin y la evaluacin delcomportamiento antisocial. 1

    Te r m i no l og a y a n l i s i s h i s t r i c o

    El traslapo y la posible variedad de trminos y definiciones confusos constituyenel primero de los obstculos -frustrantes- a los que se debe enfrentar el evalua-dor del comportamiento antisocial. Como se detalla en Hinshaw y Anderson (1996),los siguientes trminos tienen distintos significados: las pautas de exteriorizacinde comportamientos incluyen manifestaciones impulsivas, exageradamente acti-vas, de distraccin, de desafio, agresivas o antisociales. Hay numerosas pruebas enel sentido de que la agresin y los actos antisociales son parcialmente independien-

    tes de los comportamientos que constituyen el trastorno de dficit de atencin conhiperactividad (TDAH); es decir, distraccin, impulsividad y actividad exagerada(Hinshaw, 1987). Aunque las pautas de exteriorizacin de comportamientos por logeneral se distinguen de las caracteristicas clasificadas como interiorizacin (p. ej.,ansioso, disfrico, distrado, confundido, somatizante; vase Achenbach, 1991 a),la coincidencia en parte entre sndromes antisociales y trastornos de ansiedad yestado de nimo es clnicamente importante.

    En segundo lugar,comportamiento antisocial (CA) es el trmino descriptivo quepor lo comn se utizapara referirse al subtipo de actos de exteriorizacin en losque se violan los derechos de otros o de la sociedad. El comportamiento antisocialincluye la agresin interpersonal pero no se limita a ella; asi, el trmino incorporamanifestaciones abiertas (agresin, desafo, fanfarronera) y encubiertas (robo, en-gao, consumo de drogas, daos en propiedad ajena) (Loeber y Schmaling, 1985a),

    1 Omitimos el vasto dominio de la evaluacin psicobiolgica y psicofisiolgica relacionado con el

    comportamiento antisocial (vase McBurnetl y Lahey, 1994).

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    38 CONDUCTA ANTISOCIAL EVALUACIN DEL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN NIOS Y ADOLESCENTES 3

    y se ha observado que tienen diferentes factores hereditarios, pautas de interac-

    cin familiar y efectos (Hinshaw y Anderson, 1996). El metaanlisis heurstico de

    Frck y colaboradores (1993) sugiere que el comportamiento antisocial incluye

    cuatro cuadrantes demarcados por las dimensiones ortogonales del comportamien-

    to manifiesto contra encubierto, y destructivo contra no destructivo. En la figura 2.1

    se presenta la topologa del comportamiento antisocial y se sustenta la distincin

    de diagnstico entre trastorno negativista desafiante y trastorno de conducta (va-

    se el anlisis que hacemos ms adelante a este respecto).Desde una perspectiva legal, a las manifestaciones del comportamiento antiso-

    cial en nios y adolescentes se les conoce como actos delictivos. Sin embargo, la

    necesidad normal de deteccin oficial que apela a definiciones legales, la exclusin

    real de los menores Y la naturaleza culturalmente relativista del comportamiento

    proscrito que se define con base en normas legales representan un obstculo. As,

    los trabajos actuales sobre clasificacin por subtipos revela la heterogeneidad fun-

    damental que hay entre los jvenes delincuentes (Moffitt, 1993).

    Finalmente, en la tradicin psiquitrica de establecer categoras de diagnsti-

    co, el diagnstico de trastorno de conducta (TC) y, de manera ms reciente, el tras-

    torno negativista desafiante (TND) son los dos pilares principales de los trastornos

    de comportamiento disruptivo (American Psychiatric Association [APA), 1994). El

    trastorno negativista desafiante se distingue por la manifestacin, inadecuada para

    la edad y persistente, de comportamiento iracundo, retador, irritable y rebelde; los

    trastornos de conducta incluyen una lista de comportamientos agresivos y antiso-

    ciales ms graves (p. ej., iniciar rias, irrumpir en casas ajenas, provocar incendios;APA, 1994). Los comportamientos que constituyen los trastornos de conducta son

    ms destructivos que los de la lista de sntomas del TND (figura 2.1). La edad

    promedio de aparicin de pautas de TND en el comportamiento es la niez tempra-

    na, mientras que la mayor parte de las pautas de trastorno de conducta en el com-

    portamiento suele presentarse en la preadolescencia; las secuencias de desarrollo

    entre el TND y los trastornos de conducta se han dilucidado con gran sensibilidad,

    pero el pronstico slo tiene una validez modesta entre el primero y el segundo

    (Hinshaw, Lahey y Hart, 1993). El diagnstico de los trastornos de conducta in-

    cluye pautas de comportamiento persistentes y dainas que se traducen en snto-

    mas subyacentes; sin embargo, no se sabe si las listas de sntomas antisociales en

    s se relacionen automticamente con un trastorno mental o rasgos "patolgicos"

    inherentes (Richters y Cicchetti, 1993).2

    2 Observamos, de paso, que el trmino para los adultos que muestran pautas persistentes de com-

    portamiento antisocial es trastorno de personalidad antisocial, el cual se encuentra en el eje 11del

    DSM-IV (APA,1994). Este constructo se ha integrado recientemente, en cierta medida, al antiguoconcepto de psicopata (Cleckley, 1976). Para un anlisis de estas categoras, vase Hinshaw y An-

    derson (1996) YSutker (1994).

    ~J i

    1

    -)

    '.~

    ~

    Ahora pasemos a una historia truncada de prcticas de evaluacin relacionada

    con el comportamiento antisocial. Durante muchos aos el paradigma de evaluaci

    psicolgica predominante en el campo fue proyectivo e intrapsquico, con esfuer

    zos por descubrir la dinmica intraindividual de los jvenes delincuentes o antiso

    ciales. La descripcin y cuantificacin del comportamiento antisocial en s era

    relativamente menospreciadas. Adems, con notables excepciones (p. ej., Gluec

    y Glueck, 1950), la evaluacin familiar se realizaba por medio de visitas domic

    liarias de trabajadores sociales y la valoracin de la influencia de las zonas hab

    tacionales pertenecia al terreno de la sociologia. Sin embargo, en las ltimacuatro dcadas del siglo xx, algunas tendencias han ampliado de manera conside

    rable el campo de las prcticas de evaluacin relacionadas con el comportamien-to antisocial. -

    En primer lugar, desde el trabajo precursor de Jenkins y colaboradores (p. ej

    Hewitt y Jenkins, 1946), se ha recurrido cada vez ms a calificaciones cuantifica

    das para evaluar la exteriorizacin del comportamiento (adems de todo el cam

    po de la psicopatologa infantil). El trabajo de Quay y Peterson (Quay, 1979)

    Achenbach (1991a) ha sido el ms influyente en este sentido. Al mismo tiempo

    la revolucin conductual despert el inters por la observacin directa del compor

    tamiento abierto (fenmeno conocido en ingls como acting-out) y las pautas

    destacadas de interaccin familiar (p. ej., Patterson, 1982). Una segunda tendenci

    -hacia el reconocimiento de categoras discretas de comportamiento desviado-

    comenz con la publicacin de la primera edicin del Manual de diagnstico y es

    tadstca de los trastornos mentales (Dagnostic and Statstical Manual of MentaDsorders, DSM-I) a principios de la dcada de 1950 (APA, 1952) Y adquiri credi

    bilidad emprica con la publicacin de los criterios operativos en el innovador DSM

    III (APA, 1980). Como veremos ms adelante, una tensin provechosa en el campo

    tiene que ver con la controversia entre el mtodo dimensional y el categrico par

    la clasificacin de las pautas de comportamiento antisocial.

    En tercer lugar, como el afianzamiento terico ha dado paso en los ltimo

    aos a teoras integrales sobre el comportamiento antisocial, los evaluadores ha

    incorporado a sus diferentes mtodos de valoracin estrategias tan diversas com

    las entrevistas para determinar antecedentes familiares, evaluaciones del ambien

    te y la estructura domsticos, valoraciones sociomtricas de los compaeros, an

    lisis de las zonas habitacionales e indices psicobiolgicos relevantes. Aunque

    posible que la valoracin de estos campos vaya ms all del alcance y los recur

    sos de la mayora de los clnicos, los diferentes factores de riesgo y contextuale

    relacionados con el comportamiento antisocial obligan a considerar cuidadosa-mente las diversas estrategias de evaluacin y validarlas e integrarlas en trmino

    empricos a los temas relevantes del desarrollo (Mash y Terdal, 1988).

    40 CONDUCTA ANTISOCIAL EVALUACiN DEL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN NIOS Y ADOLESCENTES 41

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    40 CONDUCTA ANTISOCIAL EVALUACiN DEL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN NIOS Y ADOLESCENTES 41

    C o n t e x to t e r ic o y t e m a s c o n t r o v e r ti d o s

    En nuestro anlisis de los temas tericos y empricos relacionados con la evalua-

    cin del comportamiento antisocial hacemos hincapi en cuatro aspectos impor-

    tantes: a) la necesidad de adoptar un modelo de desarrollo; b) la de identificar

    subtipos especificos de individuos y comportamientos antisociales; e) la de detec-

    tar y definiren forma confiable condiciones comrbidas, y d) los desafos implcitos

    al reunir datos provenientes de numerosos informantes y recopilados en diferentes

    entornos. Sobresalen dos temas preliminares. En primer lugar, la evaluacin en s

    (es decir, la valoracin del funcionamiento cognitivo, emocional y conductual de

    cada caso) puede distinguirse de la clasificacin (es decir, la incorporacin de un

    sujeto a una categora discreta de diagnstico o un subgrupo derivado de manera

    emprica). As, el establecimiento de un diagnstico por lo general es slo uno

    -2.5

    No destructivo

    Resultados de metaanlisis de anlisis factoriales de comportamientos

    infantiles disruptivos (vase Frick et al., 1993). Derechos reservados porBenjamin B. Lahey. Reproducido con autorizacin.

    Encubierto

    de los objetivos de una estrategia vlida de evaluacin, que puede implicar la re-

    copilacin de una historia completa, el descubrimiento de mecanismos subyacentes,

    el planteamiento de objetivos de tratamiento y la supervisin de la respuesta a la

    intervencin, entre otras cosas. No obstante, debido a que los aspectos taxonmi-

    cos que actualmente forman parte del debate se relacionan de modo inextricable con

    la evaluacin del comportamiento antisocial, el evaluador debe entender los as-

    pectos taxonmicos y de clasificacin.

    En segundo lugar, como ya dijimos, un aspecto clave en el campo lo constitu-

    yen los enfoques categrico y dimensional con respecto a la evaluacin y clasifi-

    cacin del comportamiento desviado (p. ej., Eysenck, 1986). Por naturaleza, losmtodos categricos dependen de la clasificacin del desempeo conductual o emo-

    cional de un individuo a quien se considera desviado cuando ha alcanzado cierto

    umbral de gravedad y deterioro en cuanto a sntomas. Se supone que los grupos

    con problemas y los grupos normales son diferentes en trminos cualitativos; ideal-

    mente, los sujetos pertenecientes al grupo disfuncional tendran antecedentes fami-

    liares, patognesis, desarrollo de largo plazo y respuesta al tratamiento similares,

    distintos de los sujetos pertenecientes a otro grupo taxonmico. En comparacin, los

    mtodos dimensionales cuantifican el desempeo conductual, cognitivo, social o

    emocional y consideran el nivel de gravedad de manera continua en cada una de

    las dimensiones medidas. Las limitaciones de espacio nos impiden desarrollar ms

    ampliamente los temas asociados con los mtodos dimensional y categrico, sin

    olvidar los casos de superioridad de cada uno (Robins y McEvoy, 1990; Rutter et

    al., 1990) y su posible compatibilidad y sntesis (Achenbach, 1993). En los lti-

    mos aos se ha analizado la utilidad de clasificar el comportamiento antisocialde manera minuciosa y las crticas se han enfocado en a) la naturaleza posible-

    mente arbitraria de elegir umbrales de gravedad de sntomas o puntos de corte, lo

    cual tal vez se traduzca en grupos disfuncionales y normales que no reflejan ver-

    daderas discontinuidades (Hinshaw et al., 1993); b) la capacidad limitada de los

    criterios de diagnstico para considerar informacin contextual y sistmica, lo cual

    resulta en una atribucin implicita a factores causales intraindividuales (Hinshaw

    y Anderson, 1996), y e) el posible fracaso de los procedimientos estrictos de diag-

    nstico categrico para explicar el subumbral de trastornos comrbidos, con la

    consecuente desestimacin de informacin auxiliar posiblemente vital (Richters

    y Cicchetti, 1993). No obstante, el grupo relativamente pequeo de jvenes que

    presentan una aparicin temprana de sntomas de comportamiento antisocial

    tambin pueden constituir una categora distinta (Moffitt, 1993), y todo parece in-

    dicar que la psicopata adulta forma un grupo taxonmico viable (Harris, Rice y

    Quinsey, 1994). En suma, los evaluadores deben aplicar herramientas de evalua-cin que proporcionen informacin dimensional y categrica (p. ej., Ollendick yKing, 1994).

    Manifiesto2.5

    D

    Desafiante

    B

    Agresin

    .Asalto

    Sensible-1.5

    -2.0

    1.5

    2.0

    Des truc tivo

    2.5

    Roba Vandalismo

    Cruel con 105 animales

    In ce nd ia rio M ie nte.

    Haraganera.

    Huidizo

    Maldice Rompe las reglas. + -'.0

    Consumo de drogas

    - 2.5 - 2.0 - 1.5 - 1.0 - 0.5

    A

    Dao a la propiedad

    e

    Transgresiones al estatus

    Figura 2.1.

    . ,

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    35/105

    42 CONDUCTA ANTISOCIAL

    EVALUACiN DEL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN NIOS Y ADOLESCENTES 43

    "

    ' .

    t

    C m o d i s t i n g u ir s u b t i p o s d e in d i v id u o s

    y c o m p o r t a m ie n t o s a n t is o c i al e s

    /

    .

    . . .

    '. tS ub cl as if ic ac i n de l os s uj et os a nt is oc ia le s .; - .~O!lJm J, ~ [;. ,

    - t . . ."

    En los sistemas actuales de clasificacin (DSM-IV: APA, 1994) yen las taxonomasde desarrollo que se han propuesto (Moffitt, 1993), se incluyen dos subtipos o

    trayectorias de desarrollo del trastorno de conducta (Te) o comportamiento anti- social:manifestacin en 'nios (tambin conocida como de inicio temprano oagresi- va-verstil; vase la revisin de McMahon, 1994) Y manifestacin en adolescentes

    (tambin denominada de inicio tardo o no agresiva). Estos subtipos difieren res-

    pecto a rasgos de manifestacin caractersticos, antecedentes de desarrollo, cur-

    so y gravedad, proporcin de hombres y mujeres y pronstico. Por ejemplo, en

    comparacin con los individuos en quienes las manifestaciones se presentan du-

    rante la adolescencia, los sujetos en los que esto sucede durante la niez (lo cual ,

    se define en el DSM-IV por la presencia de por lo menos un criterio caracterstico

    del trastorno de conducta antes de los 10 aos de edad) por lo general manifies-

    tan una agresividad fsica ms grave, cubren los criterios de diagnstico del TND

    en los primeros aos de la niez, experimentan serios fracasos acadmicos y con

    sus compaeros, presentan deficiencias neuropsicolgicas, suelen ser varones ytienen mayores probabilidades de presentar trastornos persistentes de conducta y de-

    sarrollar el trastorno de personalidad antisocial en la edad adulta (Hinshaw et al.,

    1993; Moffitt, 1993).

    La diversidad de conductas que forman parte del espectro del comportamiento

    antisocial seala lo importante que es hacer diferenciaciones terica y emprica-

    mente significativas en relacin con subcategoras especificas de indviduos antiso-

    ciales y subtipos de comportamentos antisciales y agresivos. Un breve anlisis

    de algunas distinciones dicotmicas pondr de manifiesto la amplitud del campo;

    en los principales anlisis del desarrollo de la agresin se ofrecen descripciones

    ms detalladas (Feshbach, 1970; Parke y Slaby, 1983).

    acadmicas superiores al grado escolar, comportamiento prosocial en determina- '-

    das situaciones), conforme el mundo del nio va incorporando entornos escolares

    y de compaeros, para detectar "componentes" importantes en relacin con las

    recomendaciones de tratamiento. ~ ~E:.lidl,-,aunq~~I~~rob:.:..r::as fundamentales

    ~to prosocial se relacionan entre s, representan aspectos pard1:-

    mente independientes.-euuncionalJ1~ntQ.il]fntiL(I5~.gji1Tgg~~ general, los-eva-,

    luadores deben buscar instrumentos que capten las distintas trayectorias y procesos

    de desarrollo que fomentan o mantienen pautas de comportamiento antisocial.

    U n m o d e l o d e d e s ar r o l lo p a r a l a ev a lu a c i n

    d e l c o m p o r t a m ie n t o a n t is o c i al

    En muchos individuos, es evidente la elevada estabilidad o continuidad del com-

    portamiento antisocial a lo largo del tiempo (Hinshawet al., 1993; Huesmann, Eron,Lefkowitz y Walder, 1984). No obstante, lo ms probable es que la topografia del

    comportamiento antisocial cambie durante la vida del individuo (Moffitt,1993). Esto

    quiere decir que los sujetos con manifestaciones tempranas despliegan diferentes

    tipos de comportamiento antisocial a lo largo de las etapas del desarrollo: durantela infancia pueden manifestar un exceso de golpes o mordidas; rebelda acentua-

    :~da durante los aos de educacin preescolar; agresin fisica hacia los compaeros(de naturaleza intmdatoria o reactiva) en la primaria, y caractersticas encubier-

    , tas (haraganera, robo a tiendas, consumo de drogas a temprana edad) durante la

    ') J preadolescencia. Posteriormente, es probable que cometan daos ms graves en

    propiedad ajena durante la adolescencia, seguidos por delitos violentos y consumo

    de drogas durante los prmeros aos de la edad adulta y maltrato de los hijos o la

    pareja, fraudes o un ajuste ocupacional deficiente que se hace notorio en la adul-

    tez tarda. A~s-h~J:.~od5Hi~J-!!l.. atributo_9.Jal'gQinferj99-- [email protected].~sd~Js e\ap.?s del

    de~,~.u;~lJg,~"J~__S9!19!:=L~o.rn.osontir-uigac;Lheterotpica (Kagan, 1969; Moffltf,1993). Por tanto, los modelos de desarrollo relacionados con la evaluacin deben

    centrarse en las trayectorias del desarrollo (Loeber, 1988), cuyas distintas etapas

    exigen diferentes estrategias de evaluacin._--- La aproximacin a la evaluacin del comportamiento antisocial desde la pti-

    :Jca del desarrollo tambin implica sensibilidad a la informacin sistmica. En rea-, J;'1 r lidad, elcomportamiento antisocial grave se interrelaciona con factores contexttfales

    C . . / _ Ji _ .; :~ como las interacciones familiares de coaccin, las redes de compaeros desvia-, {.,' dos y quiz el conjunto de las subculturas (Patterson, DeBaryshe y Ramsey, 1989;

    \'l" Quay, 1986), cuya influencia se sincroniza con el grado de desarrollo del nio. PorO' --:~emplo, las interacciones familiares negativas fomentan la manifestacin tempra-

    -(na de comportamientos desafiantes y agresivos, que pueden exacerbarse por la

    influencia de compaeros que promueven la posterior intensificacin del comporta-

    'cmiento antisocial durante la preadolescencia Yla adolescencia (Patterson, Reid y

    Dishion, 1992). La evaluacin precisa y la ponderacin adecuada de estos facto-

    .. res ayudarn en la formulacin de un plan de tratamiento viable y harn que la

    ....... atencin se centre en el desarrollo del joven.. "'~ Adems, en el modelo de desarrollo para evaluar el comportamiento antisocial,

    , el evaluador debe llevar a cabo la difciltarea de identificar con precisin los com-

    ~' ; portamientos adecuados en trminos de desarrollo y los comportamientos que no

    " "son normativos (p. ej., conducta violenta ocasional o pautas reiteradas y extremas,... de agresin fsica en preescolares). Por tanto, resultan esenciales instrumentos ade-

    -, ,< , cuadamente normados a lo largo de las diferentes etapas de la vida. Asimismo, es:', _ importante medir las capacidades y deficiencias individuales (p. ej., habilidades

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    O.'' ; ; ' : ' . : . " i I t . . -

    C l a si f i c ac i n p o r s u b t ip o s d e l a s p a u t as

    d e c o m p o r t am i e n to a n t is o c i a l y a g r e s iv o

    -.~, El evaluador tambin debe ser consciente de que el comportamiento agresivo se- > cr .ha subdividido en formas tericamente importantes y empricamente validadas., ; o . . Por ejemplo, la agresin fsica (intimidacin, ria, asalto) muchas veces se presen-

    < ; " ' -1 --; ta en forma rudimentaria en las primeras etapas de desarrollo, mientras que la;.v~ agresin verbal de alguna manera se manifiesta despus. Entonces, la persisten-

    r r cia de la agresividad fsica en la primaria -y la manifestacin temprana de una~ agresividad -;rbalsgilicativa":"" puede indicar la necesidad de atencin clnica.~\..; . . . . . .,- - - - - ~'. . . - - -. . . . . . ' - - " ' . . . . " . - -, Asimismo, ciertos grados de agresin instrumental o dirigida a un objetivo (Fesh-

    ~,- bach, 1970) son normativos para los nios (p. ej., empujar a otros pequeos paraconseguir su juguete u objeto preferido), a diferencia d~)a agresiDho~til (infligir

    9plor 9_0.E."0s),que.es clnicamente importante en cualquier etapa de desarroll05L_se comete.en tasas elevadas. Asimismo, Dodge (1991) hace diferencia entre agresinproactiva (intimidar, amenazar) Yreactiva (vengarse), y seala que cada subtipo pre-senta determinadas deficiencias ydeformaciones en el procesamiento cognitivo de

    45EVALUACiN DEL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN NIOS Y ADOLESCENTES

    P r o b l em a s d e c o m o r b i l id a d

    En los ltimos aos ha surgido inters por la comorbilidad de la psicopatologa in-

    fantil (Caron y Rutter, 1991). La verdadera comorbilidad se puede definir como eltraslapo o la presencia simultnea de trastornos independientes en niveles que supe-ran el traslapo aleatorio. Aunque durante mucho tiempo la comorbilidad ha sidoignorada en informes clnicos y descripciones de muestras de investigacin, comien-

    ,

    ..r

    informacin social. En c()':I.atologia y, a la larga, tienen resultados ms deficientes (Quay, 1987).'At osp;c;ble~s de operacionalizar la variable de socializacin y debido a quela edad de aparicin y las distinciones de agresividad y no agresividad puedenintroducir una dicotoma de comportamiento socializado y subsocializado, en elDSM-/V se ha omitido esta distincin, /",

    . . -. ,

    \" . . . . .

    " ' I i. .4 '

    ..l '

    ~

    CO C SOC EVALUACiN DEL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN NIOS Y ADOLESCENTES 47

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    46 CONDUCTA ANTISOCIAL EVALUACiN DEL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN NIOS Y ADOLESCENTES 47

    .'"

    Los modelos etiolgicos actuales caracterizan la funcin de varios procesos cau-

    sales complejos e interactivos que conducen al desarrollo del comportamiento

    antisocial (Moffitt, 1993; Patterson et al., 1992). Los factores que se considera que

    tienen una funcin causal o que influyen en el mantenimiento o exacerbacin del

    comportamiento' desviado incluyen una serie diversa, que abarca desde componen-

    tes hereditarios, temperamento temprano, trastornos psicopatolgicos familiares

    (sobre todo trastornos del espectro antisocial), composicin y condicin familiar

    (p. ej., tamao de la familia, convivencia con un padre o con los dos, nivel socioe-

    conmico, pruebas de violencia familiar), estilos de crianza en el contexto de la

    naturaleza recproca de las interacciones de padres e hijos, relaciones con compa-

    eros y desempeo acadmico hasta sntomas tempranos de deficiencias neuropsi-

    colgicas (vase la tabla resumida de Hinshaw y Anderson, 1996). En esta lista

    parcial se incluye la muy incmoda tarea que enfrenta el evaluador.Se debe comprobar la utilidad prctica de algunos principios rectores cuando

    se elijan e instrumenten estrategias de evaluacin para integrar estos diferentes

    factores. En primer lugar, como lo plantea Skinner (1981), los evaluadores deben

    ansiedad se asocia con una agresividad manifiesta menos grave durante la niez

    (Walker et al., 1991), la presencia del trastorno de ansiedad comrbida en la prea-

    dolescencia puede relacionarse con niveles ms elevados de comportamiento

    agresivo (Lahey y McBurnett, 1992). Asimismo, a) los trastornos de conducta y la

    depresin ocurren de manera simultnea a niveles ms que aleatorios en muestras

    clinicas; b) los trastornos de conducta que se manifiestan en la niez pueden po-

    ner en riesgo a los sujetos (especialmente a jvenes del sexo femenino) de sufrir

    depresin en la adolescencia y la edad adulta; c) los episodios depresivos en algu-

    nos adolescentes provocan comportamientos antisociales, y d) los trastornos co-

    mrbidos de conducta y la depresin pueden relacionarse con un riesgo mayor decomportamientos suicidas (vanse comentarios al respecto en Hinshaw et al., 1993).

    Por ltimo, gracias a la importancia cada vez mayor de los modelos etiolgi-

    cos y la identificacin de los primeros indicadores de riesgo, todo parece sealar

    que el bajo aprovechamiento acadmico en la constelacin de las primeras mani-

    festaciones de agresividad y TDAH se relaciona con una mayor persistencia de

    comportamientos antisociales graves en etapas posteriores de la vida (Hinshaw,

    1992; Moffitt, 1990). En consecuencia, como el desempeo acadmico es un co-

    rrelato de comportamiento antisocial predominante (en especial en la adolescen-

    cia), un factor de riesgo de resultados deficientes y un objetivo independiente de

    intervencin, es necesario evaluarlo en individuos de quienes se sospecha que tie-

    nen pautas de comportamiento antisocial.

    C m o f o r m u l a r e s t ra t eg i a s d e ev a l u ac i n y c o m b i n a r

    d i s t in t a s f u e n te s d e i n fo r m a c i n

    o

    . - -

    zan a acumularse pruebas de que los distintos antecedentes de desarrollo, carac-

    tersticas asociadas, trayectorias de desarrollo y respuesta al tratamiento corres-

    ponden a trastornos de conducta cuando se asocian con diferentes comorbilidades

    (p. ej., Capaldi, 1991; Hinshaw et al., 1993). Por tanto, son insuficientes los ins-

    trumentos de evaluacin (escalas o entrevistas) que slo se enfocan en el comporta-

    miento antisocial; las bateras de evaluacin viables deben incluir pruebas sensibles

    al TDAH, a los trastornos de interiorizacin y al bajo rendimiento acadmico, por

    _.",,- mencionar los tres mbitos fundamentales de la comorbilidad. Para ms informa-

    cin, vase Hinshaw y Anderson (1996), Caron y Rutter (1991).

    Por alguna razn, casi todos los jvenes con trastornos de conducta que se

    manifiestan en la niez renen los criterios para el trastorno negativista desafiante

    (TND), el cual se define en funcin de los elevados niveles de comportamiento de-

    safiante, argumentativo, colrico e irritable que presenta el individuo. No obstan-

    t-e~o-se aplica la pauta contraria: slo una minora de jvenes que cubren los

    criterios del TND desarrollan trastornos de conducta (Hinshaw et al., 1993). En

    consecuencia, puede considerarse que el TND se relaciona con el desarrollo de

    '.''',j-trastornos de conducta y es muy probable que surja de manera simultnea con el

    < . . . . .t..: comportamiento antisocial que se manifiesta en la niez (y que lo desencadene),

    ,; " pero noparece ser parte del proceso de desarrollo 9.~l_comportamiento antisocial

    ",I'Y et;.ee)njc.,ia.en laadolesce.ncia~ Dicho proceso de desarrollimpica a-probabi-

    lidad de que el TND y los trastornos de conducta sean manifestaciones (relacio-

    nadas con la edad) de tendencias antisociales subyacentes al grupo relativamente

    reducido de jvenes en que se presentan estos problemas a edad temprana./

    En segundo lugar, aunque el comportamiento antisocial y el TDAHson dimen-siones parcialmente independientes de la exteriorizacin de comportamientos

    (Hinshaw, 1987; Loney, 1987), la comorbilidad de estos dos trastornos es elevada

    (Biederman, Newcorn y Sprich, 1991). La acentuada gravedad de la disfuncin es

    especfica de esta comorbilidad (Walker, Lahey, Hynd y Frame, 1987), sin olvidar

    el desarrollo prematuro y persistente del comportamiento antisocial y una serie

    perniciosa de caractersticas asociadas (Hinshaw et al., 1993). El subgrupo comr-

    bido de comportamiento antisocial y TDAH es ms que una simple acumulacin

    de deficiencias conductuales, cognitivas y acadmicas del individuo asociadas de

    manera independiente con los trastornos de conducta y el TDAH puro; la pauta

    nica de aprovechamiento por debajo de los niveles esperados, rechazo acentuado

    por parte de los compaeros, pronstico sumamente bajo y resistencia al trata-

    miento en el subgrupo con trastornos de conducta + TDAH sugiere un verdadero

    hbrido (vase la revisin de Hinshaw, 1994a), con la posibilidad de que haya me-

    dios separados de transmisin gentica (Biederman et al., 1992; Faraone, Bieder-

    man, Keenan y Tsuang, 1991).Tambin hay pruebas de que los nios y adolescentes con trastornos de con-

    ducta tienen ms probabilidades que los jvenes sin estos problemas de sufrir an-

    siedad y depresin (Zoccolillo, 1992). Si bien la coexistencia del trastorno de

    - .J

    -

    EVALUACiN DEL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN NIOS Y ADOLESCENTES 49

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    3 Achenbach y colaboradores (1987) destacan que los grados modestos de asociacin entre infor-

    mantes no significan poca confiabilidad; en realidad, muchas veces cada fuente muestra impresio-

    nante estabilidad o consistencia interna. En cambio, es posible que el comportamiento de los nios

    sea distinto en diferentes contextos y entornos y cada fuente de evaluacin puede aportar informa-

    cin importante. Asimismo, en relacin con la exteriorizacin de algn trastorno distinto (TDHA),Biederman, Keenan y Faraone (1990) demostraron que los informes de los padres respecto de los

    patrones conductuales de sus hijos tienen una capacidad de pronstico positiva de 90% en rela-

    cin con los diagnsticos basados en los informes de los profesores. Por tanto, la evaluacin que se

    hace con base en un informante adulto puede pronosticar importantes medidas de criterio de otra.

    prestar atencin no slo a la confiabilidad sino a la validez convergente, divergen-

    te, predictiva y de constructo de los instrumentos a los que recurran. En la seccin

    "Hallazgos y mtodos de evaluacin", se presenta un resumen de las propiedades

    psicomtricas de las pruebas que generalmente se aplican para evaluar el com-

    portamiento antisocial. En segundo lugar, ante la diversidad y omnipresencia del

    comportamiento antisocial, en virtud de sus manifestaciones conductuales cam-

    biantes con el desarrollo y a la correspondencia sumamente modesta de los datos

    aportados por distintos informantes (Achenbach, McConaughy YHowell, 1987),

    es necesario recurrir a mtodos de evaluacin que aborden diversos comporta-

    mientos y sntomas en numerosos entornos, segn la evaluacin de un sinfn de

    informantes (McMahon, 1994). As, aunque el consenso entre informantes es ms

    acentuado en el caso de los sntomas de exteriorizacin que en los de interioriza-

    cin, los niveles de varianza comn entre padres y profesores, por ejemplo, son

    demasiado bajos.3 Adems, la elevada prevalencia de sntomas antisociales (a di-

    ferencia de unsndrome o diagnstico pleno de trastorno de la personalidad) en el

    conjunto de la poblacin (p. ej., Offord, Boyle y Racine, 1991), significa que al

    aplicar un solo mtodo de evaluacin (p. ej., escalas de calificacin) o al utilizar

    una sola fuente de informacin (p. ej., informes de los padres) se corre el riesgo

    de realizar una evaluacin sesgada y exagerar la prevalencia. En los mbitos de la

    exteriorizacin del comportamiento negativista e hiperactivo, son claras las prue-

    bas de que los nios aportan menos datos sobre los sntomas que los informantes

    adultos (p. ej., Loeber, Green, Lahey y Stouthamer-Loeber, 1989, 1991). Por tan-

    to, especialmente en el caso de los preadolescentes, al parecer es de poca utili-

    dad, si acaso, el autorreporte de pautas de comportamiento relacionadas con elTNDo el TDAH.No obstante, es posible que los jvenes mismos sean los ms in-

    dicados para informar sobre problemas conductuales ms graves, en especial los

    sntomas antisociales no encubiertos, y sobre las pautas de interiorizacin (Herja-

    nic y Reich, 1982; Loeber et al., 1991). Adems, Offord, Boyle y Racine (1991)

    ofrecen pruebas que sealan que los adolescentes informan sobre sntomas anti-

    sociales de manera ms abierta en los autorreportes que en las entrevistas, lo cual

    sugiere que las entrevistas de diagnstico realizadas por computadora pueden ge-

    nerar una mayor franqueza de los informantes Y ser ms vlidas. En el programa

    48 CONDUCTA ANTISOCIAL

    II,

    ~' - l

    . ~

    11{

    }

    - f

    . .

    de investigacin permanente tendr que considerarse la viabilidad de diferentes in-

    formantes y mtodos de evaluacin del comportamiento antisocial y sus comorbi-

    lidades comunes.

    Reiteramos que la disparidad entre informantes y fuentes de evaluacin no im-plica la exclusin unilateral de algunos individuos de los procedimientos de valo-

    racin ni de ciertos formatos o tcnicas de determinados informantes. Se perderia

    informacin posiblemente valiosa sobre antecedentes, diagnstico y tratamiento im-

    portantes. Sin embargo, amalgamar datos diferentes de distintos informantes plan-

    tea problemas de carcter conceptual y estadistico, y una importante dicotoma

    entre soluciones simples y complejas. En las estrategias de combinacin de infor-

    macin sencillas, se pondera de igual modo la informacin proveniente de todaslas fuentes o se toma en cuenta la presencia de un sntoma si el informante lo pre-

    senta (advirtase el predominio de la ltima estrategia en relacin con el compor-

    tamiento antisocial; Loeber y Farrington, 1994). Por otra parte, las estrategascomplejas dan valores diferenciales a dstintas fuentes, lo cual comprende la com-

    binacin de algoritmos o variables mltiples. Si todas las fuentes de nformacin

    relacionada con el diagnstico son vlidas, las pruebas actuales favorecen la apli-

    cacin de soluciones simples, ms que complejas (Piacentini, Cohen y Cohen,

    1992). Adems, puede lograrse mayor uniformidad entre evaluadores, clnicos y

    mediciones con la eliminacin de las posibles idiosincrasias implicitas en los algo-

    ritmos complejos (Piacentini et al., 1992). Para un anlisis adicional de este impor-

    tante tema, vase Bird, Gouldy Staghezza (1992), quienes analizan el uso de

    informantes "ptimos" para varios campos del desempeo.

    R esum en

    En esta seccin hemos analizado algunos problemas conceptuales y tericos re-

    lacionados con la evaluacin del comportamiento antisocial, incluida la diferencia-

    cin entre ~trat~gigfLC'!tegrica.s.y taxonmicas, y dimensionales y ~antitativa~~la importancia de las consideraciones9.c~r:ca. del desarrollo (y normas adecuadas

    pc:;reIad) ene! proceso de evaluacin, la necesidad de reconocer subcategoras de

    laviduos con pautas de comportamiento antisociaiy subtipos de comportamiento

    ~gresivo,. la.necesidad de evaluar condiciones comrbidas y problemas asociadosy las complejidades de amalgamar informacin sobre evaluaciones proveniente de

    fuentes de datos. Conscientes de tales problem~s, examinemos algunas estrate-

    gias especficas.

    H al l az gos y m t o d o s d e e v a l u a c i n

    Nuestro anlisis sobre mtodos e instrumentos de evaluacin es limitado por ra-

    zones de espacio, lo cual impide que n?s refiramos con detalle a cada uno de los

    50 CONDUCTA ANTISOCIAL EVALUACiN DEL COMPORTAMIENTO ANTISOCIAL EN NIOS Y ADOLESCENTES 51

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    50

    instrumentos de medicin. Anlisis ms minuciosos se encuentran en fuentes

    como Kazdin (1987), Mash y Terdal (1988) YShaffer y Richters. Nuestra intencin

    es captar la esencia de ciertas herramientas de evaluacin y hacemos hincapi

    en los problemas conceptuales, prcticos y psicomtricos, y en sus fortalezas y

    debilidades.

    I n fo r m e s d e a d u l to s

    Escalasde calificacin

    Las escalas de calificacin, tambin conocidas como listas de verificacin del com-

    portamiento, ofrecen un ndice cuantitativo de las impresiones globales de los infor-

    mantes adultos acerca del comportamiento de los nios y durante mucho tiempo

    han sido la piedra angular de la evaluacin de la psicopatologa infantil. Con estos

    instrumentos muchas veces se inicia el proceso de canalizacin y evaluacin en en-

    tornos clinicos. Debido a que ofrecen muchas ventajas conceptuales, empricas y

    prcticas atractivas en comparacin con otros sistemas de evaluacin, se han de-

    sarrollado un sinfn de escalas de calificacin. Estas listas de verificacin se con-

    sideran como una herramienta de evaluacin necesaria, aunque insuficiente, del

    comportamiento antisocial.Las escalas de calificacin exigen que los padres o profesores juzguen las pau-

    tas conductuales del nio en trminos de presencia o ausencia (es decir, juicios bi-

    narios) o gravedad (esto es, calificaciones como las de Likert) de determinados

    problemas de comportamiento. La facilidad y rapidez relativa de aplicacin y lanaturaleza cuantificada de las percepciones significativas de los adultos son las

    principales ventajas de las escalas de calificacin. Adems, con base en la ampli-

    tud y profundidad general de cobertura de los reactivos, con las escalas de califi-

    cacin pueden evaluarse dimensiones que van desde los niveles moleculares hasta

    los molares. Las listas de verificacin de amplio espectro incluyen temas que descri-

    ben actos antisociales o de comportamiento desviado, as como sntomas de otros

    trastornos infantiles. Dos ejemplos sobresalientes de estas listas de comprobacin

    muy utilizadas son la Lista de Verificacin del Comportamiento Infantil (Child Be-

    havior Checklist, CBCL), la versin revisada del Perfil de Comportamiento Infan-

    til (Revised Child Behavior Pro{ile,RCBP) de Achenbach (1991a) y la versin revisada

    de la Lista de Verificacin de Problemas de Conducta (Revised Behavior Problem

    Checklist, RBPe) de Quay y Peterson (1983). Se han desarrollado otras escalas de

    calificacin que abarcan menos reactivos para evaluar concretamente los trastornos

    de comportamiento disruptivo en los nios; son recomendables para determinar la

    presencia y gravedad de comportamientos agresivos manifiestos (Eyberg ChildBehavior Inventory; Eyberg y