Libro de Trabajo Conajum 2015-1

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    LIBRO DE TRABAJO

    CONGRESO NACIONAL JUVENIL MISIONEROOBRAS MISIONALES PONTIFICIO EPISCOPALES DE MÉXICO

    “JÓVENES CON CRISTO, CALLEJEROS DE LA FE”

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    Primera Edición Julio 2015Libro de Trabajo para el XII CONGRESO NACIONAL JUVENIL MISIONERO

    D.R. Obras Misionales Ponticio Episcopales de México A.R.Prolongación Misterios 24,Col. Tepeyac Insurgentes. C.P. 07020 México, D.F.

    Comentarios y sugerencias:[email protected]

    Tels: (55) 5750 0544, Lada sin costo. 01800 561 67 80

    La reproducción total o parcial de esta obra - incluido el diseño tipográco y de portada-,sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, queda absolutamente prohibida.

    Autores:OMPE MÉXICO 

    ISBN: en trámiteImpreso en México

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    ÍndiceCONVOCATORIA .................................................. 4

    Carta Mons. Guillermo Ortíz Mondragón ..... 5Obispo de Cuautitlán

    Carta Mons. Fabio Martínez Castilla ............... 6Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez

    Carta Pbro. José Ayala Madrigal ...................... 7Director Nacional de las Obras Misionales PonticioEpiscopales de México

    INTRODUCCIÓN ................................................... 8

    TEMA 1................................................................... 10El encuentro personal con Cristo misionero

    TEMA 2 .................................................................. 15

    Itinerario formativo del discípulo misionero

    TEMA 3 ........................................................... 20Mi conversión permanente

    TEMA 4 .......................................................... 25Mi lugar en la Iglesia

    TEMA 5 .......................................................... 30“Jóvenes callejeros de la Fe”

    CONCLUSIÓN .............................................. 35

    HIMNO .......................................................... 36

    ORACIÓN XII CONAJUM ........................... 37

    ORACIÓN POR LA PAZ .............................. 38

    PÓSTER .......................................................... 39

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    CONVOCATORIA

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    XII CONAJUM · CUAUTITLÁN 2015 5S.E . Mons. Guiller mo Or t í  z  Mond r a gón

    Obis po d e C uaut itlán

    Presid ente d el X II C ON A JUM

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    INTRODUCCIÓN

    La Misión que Dios Trino y Uno ha realizado en el mundo se hace presente en la acción evangelizadorade la Iglesia. Así, al igual que en los primeros siglos del cristianismo, la Iglesia continúa llevando a loslímites del mundo el anuncio de la Buena Noticia de la salvación.

    Sin embargo, este anuncio debe ser adecuado, no en su contenido pero sí en su presentación,a los hombres y mujeres de cada época y lugar. Recientemente el Santo Padre Francisco nos hapresentado la exhortación apostólica Evangelii gaudium en la que nos invita a todos los bautizados auna nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría y el entusiasmo (cf. Eg 1).

    Para entrar en esta renovada dinámica evangelizadora es preciso partir del encuentro conCristo, misionero del Padre, que nos lleva al anuncio del Evangelio. Por eso, para prepararnosa la celebración de la gran esta misionera de los jóvenes, el XII Congreso Nacional JuvenilMisionero (CONAJUM), es preciso retomar la urgencia de una formación integral en la que,partiendo de temas de reexión acerca de la misión, podamos integrarnos con una visiónrenovada en las actividades de la pastoral juvenil y de la animación misionera, especialmenteteniendo en cuenta la situación de nuestro país, tan necesitado del testimonio de cristianoscomprometidos por la vida, por la justicia y por la paz.

    Los temas de este Libro de trabajo  pretenden suscitar una reexión que motive a unrenovado compromiso misionero, de tal forma que tanto en el XII CONAJUM como en lavida parroquial y diocesana se reeje esta nueva etapa de evangelización a la que nos hainvitado el Papa, en la que la alegría y la conversión sean una constante.

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    Dios sale a nuestro encuentro constante e incansablemente. La historia de la salvación no es la historia de unDios que espera pasivamente a ser encontrado por la humanidad; es la historia de un Dios que ha salido, quesale ahora y que seguirá saliendo siempre al encuentro del ser humano. Dios es quien ha tomado la iniciativa;es Él quien ha salido al encuentro de nosotros, y lo ha hecho mediante una fuerza inigualablemente poderosae irresistible: el amor. Sólo el amor hace posible que una persona vaya al encuentro de otra. El amor es la causadel encuentro personal, y, como nos lo recuerda la primera carta de Juan, “Dios es amor, y quien permaneceen el amor permanece en Dios y Dios en él” (4,16); sólo en el amor hay un encuentro con Dios; sin el amor, haysólo una falsa ilusión.

    Como nos ha insistido nuestro Santo Padre el Papa Francisco, no olvidemos que “sólo gracias a ese encuentro-o reencuentro- con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra con-

    ciencia aislada y de la autorreferencialidad. Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más quehumanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro sermás verdadero” (Eg 8).

      · Algunos desafíos del mundo de hoy

    Es notorio que en su reciente exhortación apostólica el Papa Francisco haya dedicado un largo capítulo ―titulado“En la crisis del compromiso comunitario”― a reexionar acerca de los desafíos que enfrenta la Iglesia hacia afuera

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    y hacia adentro de ella, es decir, tanto algunos desafíos del mundo actual como las principales tentaciones de losagentes pastorales. Para identicar los más importantes desafíos del mundo de hoy debemos echar una miradaatenta al contexto en que nos ha tocado vivir, “ya que algunas realidades del presente, si no son bien resueltas,pueden desencadenar procesos de deshumanización difíciles de revertir más adelante. Es preciso esclareceraquello que pueda ser un fruto del Reino y también aquello que atenta contra el proyecto de Dios” (Eg 51). Ahorabien, en nuestro esfuerzo por mantener esa “siempre vigilante capacidad de estudiar las señales de los tiempos”(Es 19), constatamos que:

    la humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos quese producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de lagente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación. Sinembargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo viveprecariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. Elmiedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamadospaíses ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen,la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con pocadignidad. Este cambio de época se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos,acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo cientíco, en las innovaciones tecnológicas

    y en sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida. Estamos en la eradel conocimiento y la información, fuente de nuevas formas de un poder muchas veces anónimo(Eg 52 ).

    El papa enuncia algunos desafíos que nos presenta el mundo de hoy, particularmente algunas situaciones quevulneran a las personas de modo dramático y que las ponen en una condición muy crítica: la pobreza, la faltade respeto, la violencia, el miedo, la desesperación, etcétera.

    Hacia un discernimiento evangélico

    En la exhortación apostólica Evangelii gaudium, el papa Francisco ha dedicado una primera gran parte

    (que va del número 52 al 75) del capítulo segundo, que tituló “En la crisis del compromiso comunitario”, a

    reexionar sobre algunos desafíos del mundo actual. Esta breve reexión comprende los siguientes temas:

     · No a una economía de la exclusión (números 53-54)· Desafíos de las culturas urbanas (números 71-75)· No a la nueva idolatría del dinero (números 55-56)· No a un dinero que gobierna en lugar de servir  (números 57-58)· No a la inequidad que genera violencia (números 59-60)· Algunos desafíos culturales (números 61-67)· Desafíos de la inculturación de la fe (números 68-70)

     El sentido de esta reexión no es de la realización de un análisis; de hecho, el mismoSanto Padre advierte: “No es función del Papa ofrecer un análisis detallado y com-pleto sobre la realidad contemporánea, pero aliento a todas las comunidades a

    una «siempre vigilante capacidad de estudiar los signos de los tiempos» (Es 19)”(Eg 51). La intención de Su Santidad Francisco al echar una mirada al mundoactual no es la de iniciar un discernimiento evangélico más bien que la derealizar un diagnóstico minuciosos y concienzudo: “Hoy suele hablarse de un«exceso de diagnóstico» que no siempre está acompañado de propuestassuperadoras y realmente aplicables. Por otra parte, tampoco nos serviríauna mirada puramente sociológica, que podría tener pretensiones deabarcar toda la realidad con su metodología de una manera supuesta-mente neutra y aséptica. Lo que quiero ofrecer va más bien en la líneade un discernimiento evangélico. Es la mirada del discípulo misionero,que se «alimenta a la luz y con la fuerza del Espíritu Santo» (Pdv 10)” (Eg 50).

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    En lo general, y casi siempre después de distintos procesos más o menos complicados, todas estas situacionestienen su base en una cultura individualista basada en el consumo. Con su frenético desarrollo basado en laproducción y el consumo, y que no deja a las personas desempeñar más que dos papeles: el de productores yconsumidores, las sociedades actuales han terminado por producir un fantasma que recorre todo el mundo: elfantasma de la insatisfacción, del desánimo, de la desilusión y de la tristeza; “es una tristeza individualista —nosdice el Papa— que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superciales, dela conciencia aislada” (Eg 2 ). La cultura del consumo y del hedonismo egoísta ha terminado envuelta en la oscurasombra de este fantasma de la tristeza, que se somatiza y se maniesta en las cada vez más comunes y ordinariasenfermedades de nuestro tiempo: el tedio, el fastidio, el estrés, la frustración, la depresión, el hastío, el desánimo,la desesperanza, la pérdida del sentido…

    La tristeza individualista, como una atmósfera que envuelve a nuestras sociedades, ha entrado, por desgracia,en muchos ámbitos de nuestras vidas. Predomina en los lugares donde se instaura una rutina, como los ámbitoslaborales y otros espacios sociales, pero frecuentemente llega a entrar también en nuestros hogares. Cada vezcon más frecuencia, las personas sienten la necesidad de un escape, de un respiro, de un paréntesis, de undescanso que les permita salir de la triste monotonía que ha llegado a inundar sus vidas. La tristeza ha instauradouna monotonía en el ambiente, una monotonía que fomenta el desánimo y el desaliento en la sociedad.

    La tristeza empuja hacia el ensimismamiento, hacia el aislamiento, hacia la reservación o hacia el distancia-miento; la tristeza individualista va más allá de los solos gestos y actitudes exteriores. Ella opera una especiede autismo, que conlleva una clausura de la conciencia y una ceguera del espíritu que impide ver más allá delpropio yo. Y esto termina preparando el terreno para lo que algunos analistas han llamado el ‘eclipse de Dios’de la cultura contemporánea: “Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espaciopara los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría desu amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien” (Eg 3). Claramente, toda esta situación dominada porla tristeza individualista apunta en dirección contraria al Evangelio. “Ésa no es la opción de una vida digna yplena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristoresucitado” (Eg 2 ).

    Por desgracia, la atmósfera de la tristeza termina cerniéndose sobre todos. “Los creyentes también corren eseriesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida” (Eg 2 ).En este sentido, la invitación que el Santo Padre incluye en su exhortación, la invitación de recuperar la alegríaque brota del Evangelio a partir de una renovación impostergable del encuentro personal con Jesucristo vivo,está dirigida a todo cristiano, en cualquier situación en que éste se halle. “No hay razón para que alguienpiense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor»(GD 22 )” (Eg 3).

    Ante todo este escenario, ciertamente complejo y lleno de adversidades y grandes desafíos, hay quien podríasentirse desalentado, desanimado, decepcionado, y que diga hacia sus adentros “pensé: «Se ha agotadomi fuerza y mi esperanza en el Señor». El recuerdo de mi desgracia y mi amargura es ajenjo y veneno.Constantemente lo recuerdo y me encuentro deprimido”. Pero el encuentro siempre renovado con el Señorprovoca también que esta persona pueda pensar: “Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza:

    el amor del Señor no se acaba, ni se agota su compasión. Cada mañana se renueva; ¡qué grande es tudelidad!” (Lm 3,18-23).

      · El encuentro con Cristo

    Es Dios quien ha tomado la iniciativa de salir a nuestro encuentro porque es Él quien nos ha amado primero:“El amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su

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    Hijo como víctima por nuestros pecados” (1Jn 4,10)., y la manera como Dios nos ha salido al encuentro es pormedio de su Hijo: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él noperezca, sino que tenga vida eterna” ( Jn 3, 16).

    Ahora bien, el encuentro con ese Hijo entregado, aunque puede darse en medio de la angustia y el sufrimien-to, no es en sí mismo angustiante ni sufriente, sino gozoso y alegre. “La alegría del Evangelio llena el corazón yla vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, dela tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Eg 1).

    El cristianismo tiene su origen en el encuentro de Dios, por medio de su Hijo, con la humanidad, y la vida de uncristiano no debe ser más que un testimonio vivo y latente de este encuentro. En este sentido, el cristianismomás que un conjunto de preceptos, en lo práctico, o de doctrinas, en lo teórico, es una forma de vida, unamanera de vivir una vida transformada por el amor, una vida reorientada por el encuentro con Dios, una vidaque ha sido llevada a nuevos horizontes, que ha sido elevada a la plenitud. Recordemos una de las enseñanzasdel Papa Benedicto XVI: “Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamentalde su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro conun acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”(Dc 1).

    Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya nodecimos que somos «discípulos» y «misioneros», sino que somos siempre «discípulos misioneros». Si no nosconvencemos, miremos a los primeros discípulos, quienes inmediatamente después de conocer la mirada deJesús, salían a proclamarlo gozosos: «¡Hemos encontrado al Mesías!» ( Jn 1,41). La samaritana, apenas salió de

    su diálogo con Jesús, se convirtió en misionera, y muchos samaritanos creyeron en Jesús «por la palabra dela mujer» ( Jn 4,39). También san Pablo, a partir de su encuentro con Jesucristo, «enseguida se puso a predicarque Jesús era el Hijo de Dios» (Hch 9,20). ¿A qué esperamos nosotros? (Eg 120).

    Jesucristo, el Hijo de Dios vivo que sale a nuestro encuentro constante e incansablemente, es el enviado delPadre y, en ese sentido, a él corresponde de modo incomparable el título de ‘Misionero’ (con mayúscula). Él esel misionero del Padre, el enviado de Dios al mundo para su salvación.

    · Jesús, el enviado del Padre

    El evangelio de Lucas nos presenta el inicio de la misión de Jesús en Nazaret, en

    su mismo pueblo, precisamente en la sinagoga, donde Jesús proclama que se ha

    cumplido un texto del profeta Isaías, el cual, además de denir a Jesús como ‘un-

     gido’ y ‘enviado’, describe de manera muy concreta cómo llevará a cabo su misión:

    “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena

    noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos, a dar

    vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del

    Señor” (Lc 4,18).

    Esta escena puede verse como el programa de lo que va a ser el ministerio de

     Jesús y, al mismo tiempo, el anuncio de lo que deberá ser el camino de la Iglesia.

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      · La misión como lugar del encuentro con Cristo

    El discípulo misionero que se ha identicado plenamente con el Evangelio que lo llena y que le da vida, sienteinevitablemente la urgente e incontenible necesidad de comunicarlo a los demás de manera el y gratuita: “¡Ayde mí si no predico el Evangelio!” (1Co 9,16).

    Ahora bien, esta necesidad incontenible de comunicar el Evangelio no es algo que violente a la humanidad nimucho menos algo que vaya en contra de la naturaleza humana; esta necesidad no sólo permite al hombre irhacia lo más profundo y auténtico de su humanidad, sino, inclusive, ir más allá de ella misma, siendo invitadosa ser, de alguna manera, más que humanos:

    Sólo gracias a ese encuentro —o reencuentro— con el amor de Dios, que se convierte en felizamistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad. Llegamos aser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que noslleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantialde la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido dela vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?” (Eg 8).

    La comunicación del Evangelio, como deseo incontenible que experimenta el discípulo misionero, abre comoen automático un nuevo espacio de encuentro con Cristo Jesús, un espacio que es nuevo y totalmente inauditopara quien recibe el mensaje del Evangelio, pero un espacio que también es nuevo para quien es portador delmensaje, quien re-nueva su encuentro con Jesucristo, quien es la novedad siempre nueva para todos. Dios nosólo sale al encuentro, sino que Él mismo, mediante su Hijo, aparece en el encuentro; no es en el aislamientoo en el alejamiento donde privilegiadamente se maniesta el Dios de Jesucristo, sino en el encuentro plano yradical con los hermanos, en el encuentro que está basado en el amor y en el servicio.

    El amor a la gente es una fuerza espiritual que facilita el encuentro pleno con Dios hasta el puntode que quien no ama al hermano «camina en las tinieblas» (1 Jn 2,11), «permanece en la muerte»(1 Jn 3,14) y «no ha conocido a Dios» (1 Jn 4,8). Benedicto XVI ha dicho que «cerrar los ojos ante elprójimo nos convierte también en ciegos ante Dios»,[209] y que el amor es en el fondo la única luz

    que «ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar» (Dc 39).(Eg 272).

      · Abreviaturas empleadas:

    · Dc: Carta encíclica Deus caritas est, de Benedicto XVI, sobre el amor cristiano (2005)· Eg: Exhortación apostólica Evangelii gaudium, de Francisco, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual (2013)· Es: Carta encíclica Ecclesiam suam, de Pablo VI, sobre el “mandato” de la Iglesia en el mundo contemporáneo (1964)· Pdv: Exhortación apostólica Pastores dabo vobis, de Juan Pablo II, sobre la formación de los sacerdotes en la situación actual (1992)

      · Preguntas para la reflexión:

    El mundo y la sociedad en los que vives ¿permiten o más bien obstaculizan el encuentro personal conJesucristo? ¿Qué crees que necesitaría hacer para que pudiera darse este encuentro? ¿Cómo crees que sedé realmente el encuentro personal con Cristo Jesús en la vida cotidiana de una persona común? ¿Crees quepueda darse este encuentro dentro del ámbito de lo ordinario? ¿Qué consecuencias imaginas que traeríaeste encuentro? ¿Has experimentado un encuentro personal con Jesucristo?, ¿cómo podrías describirlo y quécambios y consecuencias trajo para ti?

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    Este número de la Evangelii gaudium señala de manera clara y sumaria una de las implicaciones más impor-tantes del envío misionero: el itinerario formativo del discípulo misionero. En esta implicación hay, por lomenos, dos aspectos fundamentales: 1) el discípulo misionero requiere de formación, él debe formarse, y 2) suformación es un camino, es un itinerario. Ambas cosas son imprescindibles no sólo para comprender en todasu profundidad el envío misionero, sino también para obedecerlo con delidad.

    Así, por un lado, quien no se forma ―o, peor aún, quien no tiene ni siquiera voluntad de formarse― no es unauténtico discípulo misionero, y, por otro lado, quien no camina, quien no avanza, quien no anda poco a pocoy gradualmente por el camino trazado por el Evangelio, tampoco es un discípulo misionero auténtico. Estámuy claro: la evangelización busca el crecimiento de la persona; la falta de crecimiento, en consecuencia, escontraria a la evangelización. La falta o carencia de formación y, en consecuencia la incapacidad y la ignorancia

    culpables, son contrarias a la voluntad que el Señor ha mostrado al hacer el envío misionero; asimismo, elestancarse, el acomodarse, el resistirse a andar por el camino también son actitudes contrarias al espírituevangélico cristalizado en la misión que nos ha dado nuestro Señor Jesucristo.

      · El kerygma

    El camino formativo del discípulo misionero tiene su comienzo en el primer anuncio del Evangelio, en el ‘kerygma’; sin embargo, este primer anuncio no es primero en sentido cronológico, sino en sentido cualitativo,

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    es decir, es el primero no porque esté al inicio sino porque es el  prioritario, el principal, el más importante:“Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio” (Eg 165). Unapeculiaridad de este kerygma es su permanencia: él no se queda solamente en el comienzo, sino que debemantenerse siempre presente a lo largo de todo el camino formativo del discípulo misionero:

    Cuando a este primer anuncio se le llama «primero», eso no signica que está al comienzo ydespués se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentidocualitativo, porque es el anuncio principal , ese que siempre hay que volver a escuchar de diversasmaneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de lacatequesis, en todas sus etapas y momentos (cf. Propositio 9) (Eg 164).

    La razón por la que el kerygma debe ser el principio, el centro y el n de toda la vida cristiana, la cual debeentenderse como un camino continuo de crecimiento, es porque en el kerygma trasluce la Trinidad, que es lafuente de la que procede ese primer anuncio. “El kerygma es trinitario. Es el fuego del Espíritu que se dona enforma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunicala misericordia innita del Padre” (Eg 164).

    Ahora bien, la naturaleza trinitaria del kerygma no debe hacernos pensar que este anuncio procede de una

    fuente lejana o que es ajena al ser humano ni mucho menos que supone una especie de imposición violenta;por lo contrario, precisamente porque es trinitario el kerygma es profundamente humano, incluso mucho máshumano que muchas otras realidades y situaciones. Este primer anuncio del Evangelio está en perfecta con-formidad con la naturaleza del ser humano, y no sólo no la agrede ni la violenta, sino que la perla hacia sumás completa plenitud y responde a sus necesidades más íntimas y profundas de realización y trascendencia;el kerygma “es el anuncio que responde al anhelo de innito que hay en todo corazón humano” (Eg 165).

    Una de las consecuencias de que el kerygma deba estar presente en todos los momentos del itinerario forma-tivo del discípulo misionero es que esto vale para todos los miembros de la comunidad de discípulos misione-ros, sin excepción alguna. Así, los líderes de las comunidades, particularmente los sacerdotes, no pueden apar-tar sus vistas ni sus empeños de este primer anuncio del Evangelio, incluso entendiéndose a sí mismos comodestinatarios de este anuncio. En este sentido, el orden sacerdotal no puede entenderse como una especie

    de certicación que exime al ordenado de la necesidad del kerygma: “Por ello, también «el sacerdote, comola Iglesia, debe crecer en la conciencia de su permanente necesidad de ser evangelizado» (Pdv  26)” (Eg 164).

    Mirando hacia toda la comunidad eclesial, cuyo principal medio de formación es la catequesis, esta permanen-te presencia del kerygma ha llevado a redescubrir, por ejemplo, que:

    en la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o, que debe ocupar el centro de laactividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial. […] En la boca del catequistavuelve a resonar siempre el primer anuncio: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahoraestá vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte» (Eg 164).

    En consecuencia, el kerygma no es una realidad aparte ni separable de la catequesis; por lo contrario, la ca-tequesis debe presentarse como una unidad armónica y coherente que surge como una prolongación delkerygma y que nunca lo abandona:

    No hay que pensar que en la catequesis el kerygma es abandonado en pos de una formaciónsupuestamente más «sólida». […] Toda formación cristiana [paradigmáticamente cristalizada en lacatequesis] es ante todo la profundización del kerygma que se va haciendo carne cada vez más ymejor, que nunca deja de iluminar la tarea catequística, y que permite comprender adecuadamenteel sentido de cualquier tema que se desarrolle en la catequesis (Eg 165).

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      · Un mandamiento nuevo, el más grande de todos

    Es evidente que cuando los autores del Nuevo Testamento quieren reducir a una última síntesis, a lo más esencial, elmensaje moral cristiano, nos presentan la exigencia ineludible del amor al prójimo: «Quien ama al prójimo ya ha cumpli -do la ley [...] De modo que amar es cumplir la ley entera» (Rm 13,8.10). Así san Pablo, para quien el precepto del amor nosólo resume la ley sino que constituye su corazón y razón de ser: «Toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto:

     Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Ga 5,14). Y presenta a sus comunidades la vida cristiana como un camino decrecimiento en el amor: «Que el Señor os haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor

     para con todos» (1 Ts 3,12). También Santiago exhorta a los cristianos a cumplir «la ley real según la Escritura: Amarás atu prójimo como a ti mismo» (2,8), para no fallar en ningún precepto (Eg 161).

      · Una catequesis mistagógica

     Así como las ciencias de la educación han caído en la cuenta en los últimos decenios de la importancia de desarrollardidácticas y pedagogías apropiadas, e incluso cuidar los ambientes y los entornos en los que se lleva a cabo la actividadeducativa, la Iglesia ha sido muy consciente de la importancia de este tipo de cuidado, y ha desarrollado una caracterís-tica de la catequesis: la iniciación mistagógica

     “Otra característica de la catequesis, que se ha desarrollado en las últimas décadas, es la de una iniciación mistagógica(cf. Propositio 38), que signica básicamente dos cosas: la necesaria progresividad de la experiencia formativa dondeinterviene toda la comunidad y una renovada valoración de los signos litúrgicos de la iniciación cristiana. Muchos ma-nuales y planicaciones todavía no se han dejado interpelar por la necesidad de una renovación mistagógica, que podríatomar formas muy diversas de acuerdo con el discernimiento de cada comunidad educativa. El encuentro catequísticoes un anuncio de la Palabra y está centrado en ella, pero siempre necesita una adecuada ambientación y una atractivamotivación, el uso de símbolos elocuentes, su inserción en un amplio proceso de crecimiento y la integración de todas lasdimensiones de la persona en un camino comunitario de escucha y de respuesta” (Eg 166).

      · Maduración en la fe

    Instrumentos como el Catecismo de la Iglesia Católica simbolizan el esfuerzo que la Iglesia, desde sus inicios, harealizado por cumplir el mandado que aparece en el envío misionero de “enseñándoles a observar todo lo queles he mandado” (Mt 28,20). La Iglesia tiene la misión de enseñar, y la enseñanza siempre, desde cualquier puntode vista, está dirigida al crecimiento de la persona. “La educación y la catequesis están al servicio del crecimientode la persona” (Eg 163), y nunca al revés.

    Ahora bien, educar no es adoctrinar ni tampoco sólo instruir. La educación busca el crecimiento de la persona, yla persona no es sólo cerebro o inteligencia. Una auténtica educación debe tocar todas las dimensiones que con-forman a la persona humana y motivar su desarrollo para que la persona sea capaz de vivir plenamente. En estesentido, la educación debe ser una formación para la vida, y la labor educativa que lleva a cabo la Iglesia en sutarea evangelizadora también está orientada hacia el fomento y la promoción de la vida de las personas. Por esto,

    no sería correcto interpretar este llamado al crecimiento exclusiva o prioritariamente como unaformación doctrinal. Se trata de «observar» lo que el Señor nos ha indicado, como respuesta a suamor, donde se destaca, junto con todas las virtudes, aquel mandamiento nuevo que es el primero,el más grande, el que mejor nos identica como discípulos: «Éste es mi mandamiento, que os améis

    unos a otros como yo os he amado» ( Jn 15,12) (Eg, 161).

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    Por otra parte, este camino de respuesta y de crecimiento está siempre precedido por el don, es decir, por lagracia; recordemos que, en el envío misionero, al mandato de ir y enseñar lo antecede aquel otro pedido delSeñor: “bautizándolos en el nombre…” (Mt  28,19). La liación que el Padre regala gratuitamente y la iniciativa deldon de su gracia (cf. Ef  2,8-9; 1 Co 4,7) son la condición de posibilidad de esta santicación constante que agradaa Dios y le da gloria. Se trata de dejarse transformar en Cristo por una progresiva vida «según el Espíritu» (Rm 8,5) (Eg 162).Ahora bien, no debemos olvidar que la evangelización es el anuncio del Evangelio, de la Buena Noticia, que esculmen y centro de toda la Palabra de Dios.

    Toda la evangelización está fundada sobre ella, escuchada, meditada, vivida, celebrada ytestimoniada. Las Sagradas Escrituras son fuente de la evangelización. Por lo tanto, hace faltaformarse continuamente en la escucha de la Palabra. La Iglesia no evangeliza si no se dejacontinuamente evangelizar. Es indispensable que la Palabra de Dios «sea cada vez más el corazónde toda actividad eclesial» (VD 1). La Palabra de Dios escuchada y celebrada, sobre todo en laEucaristía, alimenta y refuerza interiormente a los cristianos y los vuelve capaces de un auténticotestimonio evangélico en la vida cotidiana (Eg 174).

    Las Sagradas Escrituras, en cuanto Palabra viva de Dios dada a la humanidad, debe ser el motor de toda la

    Iglesia y de todas sus actividades, particularmente sus distintas labores evangelizadoras y catequéticas. Poresta razón,

    el estudio de las Sagradas Escrituras debe ser una puerta abierta a todos los creyentes [cf. Propositio 11]. Es fundamental que la Palabra revelada fecunde radicalmente la catequesis y todos los esfuerzospor transmitir la fe (DV  21-22). La evangelización requiere la familiaridad con la Palabra de Dios yesto exige a las diócesis, parroquias y a todas las agrupaciones católicas, proponer un estudio serioy perseverante de la Biblia, así como promover su lectura orante personal y comunitaria (cf. VD 86-87) (Eg 175).

    Finalmente, la catequesis, realizada en toda su profundidad y atendiendo a todos los elementos y dimensionesque la conforman, en tanto procuración del crecimiento de la persona y de la maduración de su fe, debe ofrecer

    también una opción cultural y estética que resulte atractiva para el mundo y que le devuelva su profundidad;la catequesis debe presentarle a la humanidad un ‘camino de belleza’ por el cual ella se sienta atraída a andar.

    Es bueno que toda catequesis preste una especial atención al «camino de la belleza» (via pulchritudinis) [cf. Propositio 20]. Anunciar a Cristo signica mostrar que creer en Él y seguirlo no essólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandory de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas. En esta línea, todas las expresiones deverdadera belleza pueden ser reconocidas como un sendero que ayuda a encontrarse con el SeñorJesús. […] Hay que atreverse a encontrar los nuevos signos, los nuevos símbolos, una nueva carnepara la transmisión de la Palabra, las formas diversas de belleza que se valoran en diferentesámbitos culturales, e incluso aquellos modos no convencionales de belleza, que pueden ser pocosignicativos para los evangelizadores, pero que se han vuelto particularmente atractivos paraotros (Eg 167).

      · Dar razón de la esperanza

    Alcanzar una madurez en la fe implica poder dar testimonio ante el mundo de esa fe que nos mueve y noshace vivir de manera plena. Pero este testimonio, si es el al espíritu cristiano del cual se quiere dar fe, deberealizarse con sencillez y respeto. En la primera carta de Pedro se nos aclara que una de las maneras de esetestimonio ante el mundo implica estar “siempre dispuestos a dar razón de su esperanza a todo el que les pida

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    explicaciones” (3,15b). Pero no debe olvidarse que inmediatamente después se nos pide hacerlo “con sencillezy respeto” (3,16).

    Una de las tentaciones que más frecuentemente se encuentra quien quiere dar razón de algo es no solamenteconvencer al otro, sino también muchas veces humillarlo y hacerlo sucumbir ante sus propios pensamientos.Muchas ocasiones querer dar razón no solamente se queda allí, sino que avanza a un probar que el otro estáequivocado. Pero nada más contrario al espíritu de la esperanza de la cual se pretende dar razón si se olvidala sencillez y el respeto.

    El itinerario formativo de un discípulo misionero debe llevarlo a un crecimiento tal que lo prepare a estar siem-pre dispuesto a dar razón de su esperanza. Esto no quiere decir que él deba aprenderse un cuestionario o unasclaves para poder refutar y objetar a sus contrincantes, en un debate agresivo, irrespetuoso y que, en denitiva,no tiene caso. Dar razón de la esperanza cristiana es entrar en un diálogo cordial, fraterno, respetuoso y atentoa la libertad y a la condición de nuestras/os hermanas/os. Las ‘razones’ que un discípulo misionero debe adu-cir, más que argumentos y planteamientos teóricos o especulativos, son razones fundadas en el kerygma, quees un anuncio del amor, que es el mayor de todos los mandamientos cristianos; se trata de razones ―comodecía Blaise Pascal― que tiene el corazón, razones que muchas veces ni la misma razón conoce.

    La centralidad del kerygma demanda ciertas características del anuncio que hoy son necesarias entodas partes: que exprese el amor salvíco de Dios previo a la obligación moral y religiosa, que noimponga la verdad y que apele a la libertad, que posea unas notas de alegría, estímulo, vitalidad,y una integralidad armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocas doctrinas a veces máslosócas que evangélicas. Esto exige al evangelizador ciertas actitudes que ayudan a acoger mejorel anuncio: cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena (Eg 165).

      · Abreviaturas empleadas:

    DV : Concilio Vaticano II, constitución dogmática Dei Verbum, sobre la divina Revelación (2005)Eg: Exhortación apostólica Evangelii gaudium, de Francisco, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual (2013)

    Pdv : Exhortación apostólica Pastores dabo vobis, de Juan Pablo II, sobre la formación de los sacerdotes en la situación actual (1992)VD: Exhortación apostólica Verbum Domini , de Benedicto XVI, sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia (2010)

      · Preguntas para la reflexión:

    ¿Participas o has participado en la catequesis, ya sea como alumna/o ya sea como catequista? ¿Te gustó tuexperiencia? ¿Qué es lo que más recuerdas de ella? ¿Consideras que la catequesis, además de ayudarte acomprender algunos contenidos doctrinales, te ha ayudado a crecer como persona? Si es así, ¿cómo? ¿Creesque es posible que alguien pueda llegar a ser madura en su fe e inmadura en otras áreas de su vida? ¿Quécaracterísticas crees que pudiera poseer una persona que ha alcanzado una madurez en su fe? ¿Cómo tendríaque actuar en relación con las personas que profesan otra confesión, con las no creyentes o con las indiferen-tes una persona que ha alcanzado una madurez en su fe?

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    Para muchas personas la palabra ‘conversión’ puede llegar a sonar como una palabra ambigua, que habla deposes sentimentales y gestos externos de arrepentimiento; a otras personas puede evocar un retomar prácticasinteriores que buscan lavar  los pecados cometidos mediante actos religiosos como rezos y otras prácticas depiedad; lamentablemente a muchas otras personas más no les signica nada o muy poco, incluyendo enocasiones a personas cuya forma de vida no es alejada de la Iglesia.

    Llama la atención que en las redes sociales abundan expresiones que, apoyadas en una reivindicación exageradade la libertad y la autonomía, denotan conformismo y un rechazo total a una evaluación de la propia vida, porejemplo: “Soy así y no cambiaré”, “sólo Dios puede juzgarme”, y otras por el estilo. Estas expresiones indican

    una pobre o nula actitud de replantear las propias acciones y, sobre todo, revelan una certeza absoluta acercade lo correcto y justo de esas acciones.

    Es de lamentar que poco a poco se inltre en la mente de los adolescentes y jóvenes esta visión de autonomíaconformista, especialmente cuando suponemos que la juventud se caracteriza por ser en sí misma crítica ydisconforme respecto de los adultos y de sus instituciones. Por eso, no dejar de causar desconcierto que exista―generalmente― muy poca autocrítica en los jóvenes.

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      · ¿Qué es la conversión?

    La conversión a la que nos llama Cristo es precisamente una actitud autocrítica, no basada en una concienciaestricta que juzgue negativamente todo, sino basada en los criterios del Evangelio: justicia, paz, amor, verdad,solidaridad, etcétera.

    El llamado a la conversión aparece en la Biblia como un llamado de Dios al hombre que se ha perdido en elcamino. Así, el verbo ‘sub’  para el hebreo signicaba “cambiar de rumbo, volver, dar marcha atrás, volver unosobre sus pasos”, mientras que en griego se usan dos verbos: ‘epistrephein’, que es algo así como cambiar enla conducta práctica; y ‘metanoia’ , que sería más bien la vuelta interior, el arrepentimiento1.

    Posiblemente los profetas sean los que más énfasis hacen al llamado a la conversión, remarcando que la vueltaa Dios y el arrepentimiento no se verican en ceremonias de culto y sacricios sino en la justicia, especialmentecon los más necesitados.

    Lavaos, puricaos, apartad vuestras fechorías de mi vista, desistid de hacer el mal y aprended a hacerel bien: buscad lo que es justo, reconoced los derechos del oprimido, haced justicia al huérfano. Abogad

     por la viuda. Vamos a discutir esto ―dice Yahvé―. Aunque fuesen vuestros pecados rojos como la

     grana, como nieve blanquearán; y así rojeasen como el carmesí, como lana quedarán” ( Is 1,16-18).

    El pueblo de Israel no siempre respondió a la llamada a la conversión, como nos lo muestra el siguiente pasaje:“Porque esto dice el Señor Yahvé, el Santo de Israel; ´Por la conversión y calma seréis liberados, en el sosiego y laconanza estará vuestra fuerza´ Pero no aceptasteis” (Is 30, 15 ).

    En el Nuevo Testamento este llamado a la conversión adquiere un énfasis especial. Es Juan el Bautista quienprepara al pueblo a la llegada del Mesías: “Por aquellos días se presenta Juan el Bautista, proclamando en eldesierto de Judea: ´Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos´”  (Mt 3,1). Juan hace esto en la misma líneaque los profetas, especialmente en la parte de advertencia: “…la paja la quemará con fuego que no se apaga” ( Mt 3,12). Jesús, por su parte, hace exactamente el mismo llamado a la conversión: “Desde entonces comenzó Jesúsa predicar y decir: ´Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado´” ( Mt 4, 17). Pero, en vez de la advertencia,

    Jesús indica con sus acciones una salvación integral del hombre: “Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sussinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino, y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” ( Mt 4, 23).

    Por eso Jesús se acerca a los pecadores, es decir, a los que han equivocado el camino. Tal vez hoy las palabras‘pecado’ o ‘pecador’ no tienen la misma fuerza que tenía en tiempo de Jesús; los pecadores eran conocidos yseñalados por todos, de tal manera que eran despreciados y marginados del resto de la comunidad; el peca-dor era un paria del pueblo, alguien indeseable de saludar siquiera. Pues a ellos se acerca Jesús, convive y losrescata de su condición: “Los fariseos y sus escribas refunfuñaban diciendo a los discípulos: ´¿Cómo es que coméis

     y bebéis con los publicanos y los pecadores?´ Les respondió Jesús: ´No necesitan médico los que están sanos, sinolos que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores´” ( Lc 5,30-31).

    ¿En qué consiste entonces la conversión? Es, en primer lugar, reconocer que somos seres humanos, que no

    somos infalibles ni que todo lo que creemos es correcto. De ninguna manera signica tener una visión nega-tiva o pesimista de la propia persona; consiste más bien en revisar nuestra vida a la luz del Evangelio de Jesús,descubrir lo que va contra el Reino de Dios, lo que daña o desprecia a las personas, lo que lleva la semilla dela injusticia y del egoísmo en nuestras acciones y actitudes y regresemos a Dios, a la forma de vivir que quierepara sus hijos. Nos dice el Documento de Aparecida que uno de los aspectos fundamentales en el proceso deformación de discípulos misioneros es la conversión. El Documento dene así la conversión: “Es la respuestainicial de quien ha escuchado al Señor con admiración, cree en Él por la acción del Espíritu, se decide a ser suamigo e ir tras de Él, cambiando su forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de quemorir al pecado es alcanzar la vida” (DA 278).1 Voz: ‘Conversión’, D, X. L, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, Barcelona, 1993.

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    El Santo padre Francisco también ha invitado a todos a la conversión y lo ha hecho de una forma muy emotiva:

    Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismosu encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar porÉl, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitaciónno es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor. Al que arriesga,el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él yaesperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor,me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mialianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazosredentores»” (Eg 3).

      · Itinerario de conversión permanente

    Es importante que todos los creyentes, tengamos una dinámica de evaluación constante, tanto a nivel personalcomo comunitario, de tal forma que todo lo que hacemos se revise y valore con los criterios del Evangelio. Poreso somos llamados por Jesús a la conversión.

    Es común escuchar, especialmente respecto de los jóvenes, frases que se alejan de la realidad de la conver-sión: “tanto que vas a la Iglesia y sigues igual”; “te conesas y vuelves a pecar”, y otras por el estilo, que pare-cieran indicar que la conversión es denitiva, de una vez para siempre. Es verdad que el camino de conversióndebe ser ascendente, no un círculo interminable de pecado y reconciliación, pero también es verdad quenuestra fragilidad y tendencia al pecado nos acompañan siempre, recordándonos lo mucho que necesitamosde Dios en nuestras vidas.

    El mensaje de Jesús es siempre novedad: ilumina las diferentes circunstancias por las que pasamos. Por esono existe un momento único y total de conversión; es más bien una actitud continua ante la vida, un procesoconstante, un camino que sólo termina cuando termina la vida. La renuncia al pecado a la que estamos llama-dos desde nuestro bautismo se verica en cada día, caemos y recibimos la gracia para levantarnos.

    En la oración del Padre nuestro nos reconocemos pecadores, por lo cual pedimos y otorgamos el perdón; en laMisa nos reconocemos pecadores al decir: “Yo coneso...”, pero con la certeza de que Dios es misericordiosoy tiene piedad de nosotros; al confesarnos en el sacramento de la Reconciliación expresamos el dolor pornuestras faltas, y somos liberados de la carga del mal, etcétera. Durante nuestra vida experimentamos uncamino, un itinerario de conversión.

    De la denición de Aparecida podemos hacer hincapié en lo que especícamente le compete a los jóvenes eneste camino de conversión que puede seguirse en las comunidades parroquiales y diocesanas y en los gruposde pastoral juvenil:

    · Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración.   La escucha del Señorimplica estar atentos a su voz, tanto en la realidad cotidiana como en la vivencia diaria en la familia, laescuela, el trabajo y la parroquia; también en lo que acontece en el mundo y que puede descubrir en los

    medios de comunicación, ahora en especial en las redes sociales. Dios nos habla en los acontecimientoscotidianos y nos invita a involucrarnos. Pero esta escucha debe ser al Señor; en medio de tantas vocesque nos invitan a determinados estilos de vida, Jesús nos habla con voz rme y dulce a la vez. Además,la escucha debe ser con admiración, en medio de las dicultades cotidianas, de la presencia del malen nuestro mundo; no debemos dejarnos llevar por una visión pesimista y negativa del mundo ni denosotros mismos, recordemos que frente a su creación Dios “vio que todo estaba muy bien” ( Gn 1,31). Dice elSanto Padre: “Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo” (Eg 85).No podemos iniciar el camino de conversión viéndonos como unos malvados que quieren ser buenos, sinocomo personas creadas buenas por Dios que han desviado el camino y quieren volver a él.

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    · Cree en Él por la acción del Espíritu. Creer es tener fe, y la fe nos es dada por el Espíritu Santo, yadesde nuestro bautismo y conrmación, pero también a lo largo de nuestra vida. Creer en Jesús signicasaber que lo que Él vive y dice es la verdad. No es una verdad de tipo académico, sino la verdad de lavida, el sentido más profundo de nuestra existencia. El camino de conversión es un camino de fe, sóloteniendo conanza en lo que Jesús propone para nuestra vida y con la ayuda del Espíritu podemos sermejores personas, teniendo unos criterios claros para evaluar nuestras acciones y discernir correcta-mente lo que es mejor para nosotros.

    · Se decide a ser su amigo e ir tras de Él.  Jesús no es un celador que vigila que nos comportemosadecuadamente; el Maestro nos llama a ser sus amigos (cf. Jn 15,13-17) precisamente porque quiere que,siguiéndolo, tengamos vida plena y compartamos esta vida a los que nos rodean. Jesús nos llama a sersus discípulos, es decir, a que aprendamos a vivir como él, que lo imitemos de tal manera que lleguemosa ser “otros cristos” para los demás. En este camino de seguimiento de Jesús tendremos que corregirconstantemente nuestras acciones y formas de pensar, de la misma forma que lo hicieron sus primerosdiscípulos, con errores y aciertos, pero siempre tras de Jesús, quien como amigo verdadero nos conocey nos confronta.

    · Cambiando su forma de pensar y de vivir. Es importante para el que sigue a Jesús nunca estancarse

    ni conformarse con lo que sabe, con lo que vive, incluso con lo que cree. Ya hemos dicho que el caminode conversión es ascendente, esto signica también estar vigilantes para no pretender encerrar a Jesúsy su mensaje en pequeñas ideas, en conceptos que se creen conocidos de sobra; esta es una tentaciónconstante de los discípulos: casarnos con ideas que se cierran a la eterna novedad del Evangelio.Cuestionar continuamente nuestra forma de pensar y de vivir y hacer los cambios oportunos debe seruna constante en el itinerario de conversión.

    · Aceptando la cruz de Cristo. Jesús nos dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida la perderá, pero quien pierda su vida por mí, laencontrará” ( Mt 16, 24-25). ¿Esto quiere decir que Jesús quiere que suframos? No, pero el sufrimiento ylas dicultades son parte de la vida de los seres humanos. Aceptar la cruz signica asumir el dolor coti-diano en el seguimiento de Jesús, y así, encontrar la verdadera vida. Nos dice el Papa Francisco: “El triun-

    fo cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria, que se llevacon una ternura combativa ante los embates del mal” (Eg 85). El camino de conversión es un caminocon la cruz de Cristo que es, al mismo tiempo, responsabilidad y “yugo suave y carga ligera” ( Mt 11, 30).

    · Consciente de que morir al pecado es alcanzar la vida. Los cristianos somos “hombres nuevos”  con una forma nueva de vivir, ya que hemos muerto y vuelto a la vida (cf. Ef  4, 17-32), conscientes yagradecidos con Dios de que «donde abundó el pecado sobreabundó la gracia» (Rm 5,20). Alcanzamosla vida que nos ofrece Jesús, y eso implica siempre compartirla con los demás, es decir, de discípulospasamos a ser misioneros, anunciadores de la vida nueva que da Cristo, hacer que todos los hombressean “hombres nuevos” .

    Terminemos este apartado aclarando que, si bien la conversión requiere voluntad y esfuerzo humano, enrealidad es un don de Dios: “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae” ( Jn 6,44). Dios es

    quien otorga este don al hombre, pero es éste quien responde libre y generosamente a este don.

      · Conversión y misión

    Nos dice Aparecida que la formación de los cristianos debe ser:

    un proceso de iniciación en la vida cristiana que comience por el kerygma y, guiado por la Palabrade Dios, que conduzca un encuentro personal cada vez mayor con Jesucristo, perfecto Dios y

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    perfecto hombre experimentado como plenitud de la humanidad, y que lleve a la conversión, alseguimiento en una comunidad eclesial y a una maduración de fe en la práctica de los sacramentos,el servicio y la misión” (DA 289).

    Esto quiere decir que el seguimiento de Jesús que incluye la conversión debe llevar a la vida cristiana, en laque es fundamental la misión.

    Recordemos que la misión no es algo agregado a la vida del creyente, sino que es un elemento de su propiaidentidad, no se puede ser cristiano sin ser misionero. Nos dice el decreto conciliar Ad gentes que la Iglesia es“por naturaleza misionera”  ( Ag 2), ya que la Iglesia nace de la gran misión de la Santísima Trinidad. Todos loscristianos estamos llamados a continuar en nuestras vidas la misión de Dios. Llevar el Evangelio a todas laspersonas es la forma plena de vivir la fe.

    Los jóvenes, como todos los demás cristianos, son llamados a la misión, pero no se puede llevar el Evangeliode la conversión si uno mismo no ha iniciado este itinerario. Más aún, es indispensable que el joven respon-sable de la misión parta de una actitud permanente de conversión, en la que, sin falsa humildad, nunca sientaque ya tiene todo resuelto, que va a compartir la sabiduría que le ha dado su estudio o su experiencia; por locontrario, es necesario que viva la conversión en la experiencia de la misión y de la vida pastoral, es decir, que

    descubra que la escucha, la relación con los demás y la misma evangelización son los lugares en los que loscreyentes podemos vivir una auténtica conversión.

    ´El plazo se ha cumplido. El Reino de Dios está llegando. Conviértanse y crean en el Evangelio´ ( Mc 1,15). La voz del Señor nos sigue llamando como discípulos misioneros y nos interpela a orientar todanuestra vida desde la realidad transformadora del Reino de Dios que se hace presente en Jesús (DA 382).

    Hoy en nuestro país hay un urgente llamado de Dios a la paz y la justicia, pero desde la esperanza, tanto enDios como en las personas, nuestros obispos han dicho al respecto:

    Vemos en esta crisis un llamado para construir un país que valore la vida, dignidad y derechos decada persona, haciéndonos capaces de encontrarnos como hermanos… vemos con esperanza el

    despertar de la sociedad civil que, como nunca antes en los últimos años, se ha manifestado contrala corrupción, 0as protestas a las propuestas (¡¡Basta ya!! Mensaje de los Obispos de México, 12 denoviembre de 2014 ).

      · Abreviaturas empleadas:

     Ag: Concilio Vaticano II, decreto Ad gentes, sobre la actividad misionera de la IglesiaDA: Documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe de Aparecida (2007)Eg: Exhortación apostólica Evangelii gaudium, de Francisco, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual (2013)

      · Preguntas para la reflexión:

    La conversión implica superar un conformismo en acciones y actitudes, ¿haces autocrítica a lo que piensas y a loque realizas? Una de las tentaciones a que están expuestos los discípulos misioneros es creer que su cercanía a laIglesia es una garantía de su conversión, ¿qué piensas de esto? ¿Crees que pueda entenderse la pertenencia a laIglesia de la misma manera que se entiende la pertenencia a un club? ¿Sigues, a nivel personal y comunitario, unitinerario continuo de conversión? ¿Qué implica seguir un camino continuo y permanente de conversión?

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    Son muchas las personas, especialmente jóvenes, que, habiendo recibido el bautismo en la niñez, en realidadviven con criterios y valores diversos, que no siempre están basados en el Evangelio. Esta situación es lo quegeneralmente se conoce como secularización. La secularización implica un proceso en el que la vida cotidianade las personas, su trabajo, la escuela, y todos los ámbitos de la vida se desliga de la fe y lo religioso. En muchoscasos esta separación trae benecios, por ejemplo, a nivel cientíco y tecnológico. Esta autonomía de lo religiosoha traído nuevos descubrimientos que llevan a mejorar la vida de las personas en cuanto salud y calidad de vida.

    Nos dice al respecto el Concilio Vaticano II en la Gaudium et spes:

    Si por autonomía de la realidad se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozande propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es

    absolutamente legítima esta exigencia de autonomía. No es sólo que la reclamen imperiosamentelos hombres de nuestro tiempo. Es que además responde a la voluntad del Creador... Son, a esterespecto, de deplorar ciertas actitudes que, por no comprender bien el sentido de la legítimaautonomía de la ciencia, se han dado algunas veces entre los propios cristianos; actitudes que,seguidas de agrias polémicas, indujeron a muchos a establecer una oposición entre la ciencia y lafe (Gs 36).

    Sin embargo, el que la fe respete y valore lo que compete a la razón y la técnica no quiere decir que deba serdesechada o por lo menos ignorada en la vida. La fe que nos viene del bautismo es necesaria no solo para los

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    creyentes sino para el mundo. El testimonio de vida de un bautizado que conoce y madura su fe, que ama y seentrega en lo que hace, da esperanza a un mundo cada vez más deshumanizado. Ante la secularización y suexageración, el secularismo, es indispensable que el cristiano se reconozca miembro del Cuerpo de Cristo y vivacomo tal. Nos dice el Evangelio a este respecto: “Vosotros sois la sal de la tierra. Más si la sal se desvirtúa ¿conqué se le salará?” ( Mt 5, 13)

      · Soy bautizado

    El testimonio esperado de los bautizados implica vivir los valores del Evangelio, tener una espiritualidad basadaen la oración y centrada en la Eucaristía, realizar actos de piedad y demás acciones y actitudes de caridad paracon los demás. Sin embargo, el testimonio no se agota ahí, sino que también implica una vida insertada en lasociedad, es decir, que los cristianos estemos verdaderamente comprometidos con el trabajo, la familia, en n, allídonde estemos. Nos dice San Pablo: “todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, dehonorable, todo cuanto sea virtud o valor, tenedlo en aprecio” ( Fil 4, 8).

    Esto es, además, un signo que hace creíble la fe que profesan los creyentes a los demás al ser ejemplo de vidavirtuosa e íntegra. “Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues

    buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuanta que la propia fe esun motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno”(Gs 43).

    Es por eso que ante el mundo secularizado de hoy somos llamados por Dios a asumir nuestro bautismo, a vivircomo hombres y mujeres renacidos, que aunque están en medio del mundo viven con valores diferentes a los delmundo, no para aislarse sino para transformarlo. Así era en los primeros tiempos del cristianismo y a eso estamosllamados especialmente hoy:

    Los cristianos, en efecto, no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra ni por su habla nipor sus costumbres. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua extraña, nillevan un género de vida aparte de los demás. A la verdad, esta doctrina no ha sido inventada gracias

    al talento y especulación de hombres curiosos; ni profesan, como otros hacen, una enseñanzahumana; sino que, habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo,y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país,dan muestras de un tenor peculiar de conducta admirable, y, por confesión de todos, sorprendente.Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todolo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria, tierra extraña.Se casan como todos; como todos engendran hijos, pero no exponen los que les nacen. Ponenmesa común, pero no lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo enla tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas; pero con suvida sobrepasan las leyes. A todos aman y por todos son perseguidos. Se les desconoce y se lescondena. Se les mata y en ello se les da la vida. Son pobres y enriquecen a muchos. Carecen detodo y abundan en todo. Son deshonrados y en las mismas deshonras son gloricados. Se lesmaldice y se les declara justos. Los vituperan y ellos bendicen. Se les injuria y ellos dan honra. Hacen

    bien y se les castiga como malhechores; condenados a muerte, se alegran como si se les diera lavida” (Carta a Diogneto1).

    Es por eso que no puede haber “divorcio” entre la fe y la vida de las personas; ya no es posible ―aunque enrealidad nunca lo fue― que el creyente lo sea de puertas adentro del templo, que fuera de él viva como si Dios noexistiera, y, si bien esto aplica para todos los bautizados, los jóvenes pueden llegar a ser los principales impulsoresde un cambio de mentalidad en la multitud de cristianos sólo de nombre.

    1 Se sugiere leer completa la carta, se puede consultar en http://www.iglesiaviva.org/237/237-50-PAGINA.pdf.

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    nanciera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica:¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguobecerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo deldinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano(Eg 55).

    En las comunidades eclesiales hay jóvenes, muchos de ellos involucrados en la vida de la Iglesia y comprometidoscon diferentes apostolados en los que expresan su fe; además de eso, viven los valores cristianos en los diferentesambientes en los que se desenvuelven. Con los diferentes y constantes cambios en nuestra cultura, hoy global ydigital, se vuelve cada vez más compleja la forma de entender y acompañar a los jóvenes. Y en la Iglesia no es laexcepción, así lo ha entendido ya el Papa Francisco:

    La pastoral juvenil, tal como estábamos acostumbrados a desarrollarla, ha sufrido el embate delos cambios sociales. Los jóvenes, en las estructuras habituales, no suelen encontrar respuestas asus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas. A los adultos nos cuesta escucharlos conpaciencia, comprender sus inquietudes o sus reclamos, y aprender a hablarles en el lenguaje queellos comprenden (Eg 105).

    Es importante mencionar que el Papa Francisco no propone para los jóvenes una “salvación” externa desde arriba,más bien percibe la acción del Espíritu en las iniciativas surgidas de los jóvenes mismos:

    La proliferación y crecimiento de asociaciones y movimientos predominantemente juveniles puedeninterpretarse como una acción del Espíritu que abre caminos nuevos acordes a sus expectativasy búsquedas de espiritualidad profunda y de un sentido de pertenencia más concreto. Se hacenecesario, sin embargo, ahondar en la participación de éstos en la pastoral de conjunto de la Iglesia(Eg 105).

    Esto quiere decir que para el Papa la solución y el trabajo de la pastoral juvenil debe mantener esta dinámicaenfocada en el mismo trabajo y actividades de los jóvenes, aunque siempre con la cercanía de la comunidadeclesial.

    Aunque no siempre es fácil abordar a los jóvenes, se creció en dos aspectos: la conciencia de quetoda la comunidad los evangeliza y educa, y la urgencia de que ellos tengan un protagonismo mayor.Cabe reconocer que, en el contexto actual de crisis del compromiso y de los lazos comunitarios,son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversasformas de militancia y voluntariado. Algunos participan en la vida de la Iglesia, integran grupos deservicio y diversas iniciativas misioneras en sus propias diócesis o en otros lugares. ¡Qué bueno esque los jóvenes sean «callejeros de la fe», felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza,a cada rincón de la tierra! (Eg 106).

    Finalmente la Evangelii gaudium nos da una importante orientación respecto a la perspectiva que presentan los jóvenes a la Iglesia y la importancia vital que tienen en ella: “Los jóvenes nos llaman a despertar y acrecentar laesperanza, porque llevan en sí las nuevas tendencias de la humanidad y nos abren al futuro, de manera que no

    nos quedemos anclados en la nostalgia de estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el mundoactual” (Eg 108).

      · Soy misionero

    La misión es el origen y la expresión de la fe. Los jóvenes bautizados muestran su fe precisamente en la actividadmisionera y en la cooperación con las misiones. La misión exige que los agentes de ella estén involucrados en unproceso de conversión continua, centrada en el encuentro con Jesús, quien es “el «Evangelio eterno» ( Ap 14,6), y

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    es «el mismo ayer y hoy y para siempre» ( Hb 13,8), pero su riqueza y su hermosura son inagotables. Él es siempre joven y fuente constante de novedad” (Eg 11).

    Es un reto en nuestros tiempos presentar a Jesús y su Evangelio a los demás hombres. Ha habido muchas de -cepciones de antiguas esperanzas, el progreso, la ciencia, el bienestar universal, y muchas más. La propuesta de

    Cristo puede encontrar resistencias de quienes, decepcionados de otras promesas han iniciado un proceso deenvejecimiento prematuro a nivel espiritual, ante esto hay que presentar al Cristo de san Ireneo de Lyon, quien

    en su venida, ha traído consigo toda novedad. Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestravida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuestacristiana nunca envejece. Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cualespretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina (Eg 11).

    Cristo rompe los esquemas antiguos y envejecidos, hoy que en nuestra Iglesia se buscan nuevos caminos parala evangelización ―hablamos de Nueva Evangelización, Misión continental, Renovación parroquial y diocesana,etcétera― es el momento propicio para replantear el compromiso misionero de los jóvenes en las parroquias yen la diócesis. Para esto se pueden proponer varios esquemas, sin embargo, como ya hemos valorado, lo mejor y

    más enriquecedor será que los mismos jóvenes, desde sus equipos de trabajo, hagan propuestas en las que, des-de su realidad concreta, puedan ser más ecaces en la transmisión de la fe en los ambientes en los que viven. Paraesto, es importante centrar nuestra vista tanto en nuestro contexto actual como en lo fundamental de nuestrafe, la Palabra de Dios, los escritos de los santos padres, el magisterio de la Iglesia. Así lo piensa el Papa Francisco:

    Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotannuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabrascargadas de renovado signicado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acciónevangelizadora es siempre «nueva» (Eg 11).

      · Abreviaturas empleadas:

    DA: Documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe de Aparecida (2007)Eg: Exhortación apostólica Evangelii gaudium, de Francisco, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual (2013)Gs: Concilio Vaticano II, constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual

      · Preguntas para reflexionar:

    La fe que recibimos en nuestro bautismo y confesamos en cada eucaristía, ¿de qué forma es manifestada en losambientes en los que nos desenvolvemos? ¿Hay separación entre nuestra fe y la vida diaria? ¿De qué manerapodemos las/os jóvenes involucrarnos en nuestros propios procesos formativos y de maduración en la fe, de talmanera que seamos corresponsables con los pastores de la Iglesia de nuestro compromiso bautismal?

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    Cuando escuchamos expresiones como “ese muchacho es muy callejero” o “esa chica se la pasa todo el día en lacalle” nos indican, y así lo entendemos por tradición, que aquella persona habitualmente no está el mayor tiempoen su casa, ya que por ciertas circunstancias, sean de estudio, trabajo o de otras muy diversas actividades, no estan fácil localizarla allí, en su casa. A modo de comparación la expresión “jóvenes callejeros de la fe” indicaría algosimilar; pero vamos dándole el sentido que corresponde, tomando en cuenta que se está hablando cuestionessobre la fe.

      · ¡Ser “callejeros de la fe”!

    Así entonces, sabemos que la fe se adquiere, fundamentalmente, en las instituciones por excelencia: la familia yla Iglesia ―y que si hiciéramos una comparación, ambas serían ‘la casa’―. Pero una vez adquirida la fe, estamosllamados a transmitirla afuera de estas dos instituciones, así como lo indica el Documento de Aparecida:

    No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas lasdirecciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte,que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convocaen Iglesia, y que quiere multiplicar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de suReino en nuestro Continente (DA 548).

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    El “afuera” indicaría el mundo. Salir es, por tanto, llevar como “callejeros” la fe a los demás:

    […] en las grandes ciudades y campos, en las montañas y selvas de nuestra América, en todoslos ambientes de la convivencia social, en los más diversos “areópagos” de la vida pública de lasnaciones, en las situaciones extremas de la existencia, asumiendo ad gentes nuestra solicitud por lamisión universal de la Iglesia (DA 548).

    Ser “callejeros de la fe” implica situarse fuera de las “seguridades” y “comodidades” que se obtienen al vivir todoel tiempo “dentro de casa”; es salir y descubrirse frente a la realidad que cada día cuestiona la manera “cómoda”de anunciar el Evangelio, porque muchas veces se busca evitar riesgos y permanecer sin preocupaciones, lo cualse logra solamente al “permanecer dentro de casa”, para “estar tranquilos” y hacer así sólo lo indispensable, sinesforzarse más allá de los posibles riesgos. Es, en denitiva, aventurarse con todo e indecisiones, conictos y hastamiedos causados por el “encierro”, por lo “seguro”.

    Indudablemente, el salir implica correr riesgos, y en la vida de la Iglesia de eso se trata. Ya lo decía elPapa Francisco:

    […] preero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia

    enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero unaIglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones yprocedimientos. (Eg 49).

    Sabemos, por tanto, que el salir es llegar hasta los lugares más distantes, por el simple hecho de que todos tenganel gozo de conocer a Jesús. Esta es la tarea, nuestra inquietud: “Si algo debe inquietarnos santamente y preocuparnuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad conJesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida” (Eg 49).

    Descubrirse Iglesia en salida posiblemente inquietaría a muchos, no obstante es el fundamento de la identidad,de una innegable e irrenunciable labor. Empero, hay que tomar en cuenta que no se trata de un salir sin direcciónni objetivo, por lo que no es conveniente, como ya comentaba el Papa Francisco:

    Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo ysin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos yescuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. A veces escomo el padre del hijo pródigo, que se queda con las puertas abiertas para que, cuando regrese, puedaentrar sin dicultad (Eg 46).

    De esta manera, una Iglesia en salida es aquella que va al encuentro de personas concretas, con rostros denidos;que por el agotamiento y desgaste mismo que les va dejando la vida, “se van quedando en el camino” y estánpor todas partes. A esas personas vulnerables e indefensas son a las que está dirigido primordialmente el anuncioalegre del Evangelio, por esto mismo, “es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todoslos lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo” (Eg 23).

      · Desde y con la comunidad eclesial

    Llevar la fe fuera de nuestro entorno inmediato implica superar, por un lado, el reto de hacerlo desde y conla comunidad eclesial; por otra parte superar, y que sería un efecto de lo anterior, el obstáculo mayúsculo delindividualismo. La transmisión de la fe siempre ha sido respaldada por el testimonio de la comunidad creyente(cf. Hch 4,32-33); por el anuncio que se hace en nombre de la Iglesia (cf. Hch 2,14-36), con las conversiones porconsecuencia (cf. Hch 2,37-41); y porque sólo es auténtico lo que se anuncia en nombre de la comunidad eclesialrespaldada por el Espíritu (cf. Hch 13,1-5).

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    Sin embargo, unir esfuerzos hoy en día, sea desde cualquier ámbito social y no sólo religioso, en unidad o hacerequipo con los demás, es difícil y complejo. Y es que habría que decirlo con toda intención: se está educandointencionalmente en el individualismo, ya desde el seno familiar o desde las mismas instituciones sociales, entreellas la escuela. Las relaciones interpersonales se van desgastando, el Papa francisco lo comenta: “El individualismoposmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculosentre las personas” (Eg 67).

    El “salir” implica enfrentarse a esa realidad, a un escenario que está presente con todo y sus consecuencias: “Elgran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista quebrota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superciales, de la conciencia aislada”(Eg 2). Cambiar tal conciencia es el reto que plantea la fe. Se plantea tal reto, porque es necesario que los jóvenesanuncien la Buena Nueva con base en criterios claros y justos, que humanicen y cristianicen su entorno, y estosólo se logra desde el trabajo en conjunto, sólo siendo enviado y apoyado por la comunidad eclesial.

    Mostrarle a los jóvenes que existe una forma de vida más humana y que el ser solidarios y empáticos con aquellosque han sido transgredidos en su dignidad es la tarea, revertir el fuerte individualismo en el que están viviendoun gran número de jóvenes es el gran desafío.

    Lo anterior implica trabajar, dentro de la pastoral, en procesos serios que den como frutos la fraternidad, lacomunión, la esperanza y el compromiso con aquel que está a un lado: “La acción pastoral debe mostrar mejortodavía que la relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que sane, promueva y aance los vínculosinterpersonales” (Eg 67).

    Por tanto, “ser jóvenes callejeros de la fe” implica salir con sentido de comunidad, nunca actuar de manera aisladay egoísta, como si se tratara de una secta, que aun, incluso, haciéndose inconscientemente, se acabaría porpresentar un Evangelio con intereses particulares, fragmentado, como nos lo dice el Papa Francisco:

    En el mundo de hoy, con la velocidad de las comunicaciones y la selección interesada de contenidos querealizan los medios, el mensaje que anunciamos corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado yreducido a algunos de sus aspectos secundarios. […] El problema mayor se produce cuando el mensajeque anunciamos aparece entonces identicado con esos aspectos secundarios que, sin dejar de serimportantes, por sí solos no maniestan el corazón del mensaje de Jesucristo. Entonces conviene serrealistas y no dar por supuesto que nuestros interlocutores conocen el trasfondo completo de lo quedecimos o que pueden conectar nuestro discurso con el núcleo esencial del Evangelio que le otorgasentido, hermosura y atractivo (Eg 34).

    Intentar no tomar en cuenta o darle poca importancia a lo antes mencionado, es ignorar las inquietudes de los jóvenes y sobre todo sus dudas, ya que precisamente es fácil hacerlos caer en tales riesgos, incluso a aquellosque son los más “comprometidos”:

    Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no en-tran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpitael entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos

    caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida dignay plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazónde Cristo resucitado (Eg 2).

    Por eso es esencial dejar bien claro lo que se pretende: “la tarea evangelizadora […] Procura siempre comunicarmejor la verdad del Evangelio en un contexto determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que puedaaportar cuando la perfección no es posible” (Eg 45). Pero también hay que dejar en claro lo que debe evitarse:“No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones yprocedimientos” (Eg 49).

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      · Transmitiendo la alegría del Evangelio

    “El bien siempre tiende a comunicarse” (Eg 9), escribía el Papa Francisco. El Evangelio entra, precisamente, en estadinámica, así de simple, a pesar de que muchos vean la cruz como algo contradictorio a la alegría, “El Evangelio,donde deslumbra gloriosa la Cruz de Cristo, invita insistentemente a la alegría” (Eg 5).

    Se inicia este apartado con palabras del Papa Francisco con toda intención, y es que esencialmente el Evangeliono es sola y simplemente una “buena noticia”; ya lo escribía en 2007 el Papa Benedicto XVI: “Recientemente se hatraducido como «Buena Noticia»; sin embargo, aunque suena bien, queda muy por debajo de la grandeza queencierra realmente la palabra «evangelio»”1. Al ser una palabra que utilizaban los emperadores romanos, porque“se consideraban señores del mundo, sus salvadores, sus libertadores”2; al referirse a sus proclamas, “indepen-dientemente de que su contenido fuera especialmente alegre y agradable”3, manifestaban de un modo concretoque lo que procedía como tal “del emperador —ésa era la idea de fondo— es mensaje salvador, no simplementeuna noticia, sino transformación del mundo hacia el bien”4.

    Inmediatamente después de estos antecedentes, el Papa Benedicto pasa a explicar de manera clara y categóricacuál sería el signicado profundo de la palabra Evangelio:

    Cuando los evangelistas toman esta palabra —que desde entonces se convierte en el término habitualpara denir el género de sus escritos—, quieren decir que aquello que los emperadores, que se teníanpor dioses, reclamaban sin derecho, aquí ocurre realmente: se trata de un mensaje con autoridad que noes sólo palabra, sino también realidad. En el vocabulario que utiliza hoy la teoría del lenguaje se diría así:el Evangelio no es un discurso meramente informativo, sino operativo; no es simple comunicación, sinoacción, fuerza ecaz que penetra en el mundo salvándolo y transformándolo. Marcos habla del «Evan-gelio de Dios»: no son los emperadores los que pueden salvar al mundo, sino Dios. Y aquí se maniestala palabra de Dios, que es palabra ecaz; aquí se cumple realmente lo que los emperadores pretendíansin poder cumplirlo. Aquí, en cambio, entra en acción el verdadero Señor del mundo, el Dios vivo5.

    Por lo tanto, si el Evangelio es un bien que se maniesta esencialmente en la vida concreta de las personas,en el aquí y en el ahora, no queda más que comunicarlo, transmitirlo. Esta es la razón por la cual no se debe

    silenciar la novedad del Evangelio, que en sí mismo tiene mucho que aportar para la transformación social haciaun bien común.

    Para nalizar, y a manera de invitación, el “ser callejeros de la fe” implica transformar la realidad desde los criteriosevangélicos, siendo eles misioneros del Señor Jesús, con una gran capacidad y creatividad para intervenir en elmundo y renovarlo. “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, losestilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangeliza-ción del mundo actual más que para la autopreservación” (Eg 27).

    1 Benedicto XVI, Jesús de Nazaret. Primera Parte Desde el Bautismo a la Transguración, Planeta, México 2007, p. 73.2 Ibid.3 Ibid. 4 Ibid. p. 74.5 Ibid. 

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      · Abreviaturas empleadas:

    DA: Documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe de Aparecida (2007)Eg: Exhortación apostólica Evangelii gaudium, de Francisco, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual (2013)

      · Preguntar para reflexionar:

    En el camino pastoral recorrido hasta ahora, ¿te has esforzado para escuchar y poder entender a las/os jóvenesque te rodean y necesitan encontrarse de frente con la persona de Jesús de Nazaret? En la vida eclesial, ¿erescreador de comunión y del trabajo en equipo?, o, por lo contrario, ¿llegas a crear con tus actitudes divisiones ysectarismo dentro de la comunidad eclesial? ¿Cómo se podría irradiar, en una salida entusiasta y comprometida,la comunión interna de la Iglesia al mundo de hoy? ¿Cómo podrías contribuir, como joven callejero de la fe, a esasalida de la Iglesia?

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    CONCLUSIÓN

    “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Eg 1). Éstas son las palabras del PapaFrancisco para los eles de nuestro tiempo. Por eso somos llamados al encuentro conJesús. “Invito a cada cristiano ―nos dice el Santo Padre―, en cualquier lugar y situaciónen que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, almenos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin des-canso” (Eg 3).

    El próximo XII Congreso Nacional Juvenil Misionero es una excelente oportunidad paraencontrarnos con este Jesús alegre que nos llama, como comunidad de agentes de lamisión, a renovar nuestro compromiso misionero como jóvenes. El Santo Padre Francisconos ha recordado que:

    Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunqueatraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece.Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemosencerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina (Eg 11).

    Los temas de este Libro de trabajo  pretenden hacer un llamado a los jóvenes quetrabajen con ellos a una conversión constante y una urgente renovación de los proyectosevangelizadores en los que colaboren, siempre con la certeza de que la gran obramisionera de la Iglesia se lleva a cabo con la gracia de Dios y el esfuerzo de los hombresde buena voluntad.

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    ¡Aleluya!, ¡aleluya!,¡aleluya!, ¡aleluya!,¡aleluya!, ¡aleluya!,¡aleluya!, ¡aleluya!

    ¡Hey!, ¡hey!, ¡hey!,¡hey!, ¡hey!, ¡hey!,¡hey!, ¡hey!, ¡hey!,

    ¡hey!

    Uuuuuuu

    UuuuuuuUuuuuuuUuuuuuu.

    Nos gusta que nos llamen jóvenes misioneros.

    Nos gusta que nos digan jóvenes callejeros.

    Callejeros de la fe,callejeros de la paz,callejeros del amor,

    y de gozo. (bis)

    ¡Es maravilloso!Somos jóvenes misioneros.

    ¡Es lo más glorioso!Somos jóvenes callejeros.

    Sí, sí, sí,somos felices.

    Sí, sí, sí,por llevar a Cristo.

    Sí, sí, sí,

    a cada esquina.Sí, sí, sí,a cada plaza,

    a cada rincón de la tierra.Salimos a las periferias.

    ¡Aleluya!, ¡aleluya!,¡aleluya!, ¡aleluya!,¡aleluya!, ¡aleluya!,¡aleluya!, ¡aleluya!

    ¡Hey!, ¡hey!, ¡hey!,¡hey!, ¡hey!, ¡hey!,¡hey!, ¡hey!, ¡hey!,