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Liderazgo, educación y multiculturalidad en las Fuerzas Armadas: desafíos y oportunidades

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Conferencia magistral La difusión global del multiculturalismo: tendencias, causas y consecuencias (Will Kymlicka); Multiculturalidad y Fuerzas Armadas Multiculturalidad en las Fuerzas Armadas Holandesas (Rudy Richardson); Liderazgo militar y multiculturalidad Falta de honor: Somalia. La chispa que inició la transformación del Cuerpo de Oficiales de las Fuerzas Canadienses (Bernd Horn, PhD); Veteranos de guerra indígenas y su lucha por la restitución (Brock Pitawanakwat); Hacia una nueva doctrina de liderazgo en el Ejército Nacional (Luis Ariñez); “Capitanes” y capitanes: liderazgo comunitario y relaciones con las Fuerzas Armadas en el Chaco boliviano (Isabelle Combès); Cultura política y nuevas formas de organización y liderazgo en los pueblos indígenas del Beni (Wilder M. Molina Argandoña) Educación militar y multiculturalidad Educación de los oficiales en Holanda (y en cualquier lugar) (Joseph L. Soeters); Proyecto piloto sobre el ingreso de originarios al Colegio Militar del Ejército (Antonio Cueto)

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La Paz, enero 2009

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Liderazgo, educación y multiculturalidaden las Fuerzas Armadas: desafíos y oportunidades © Ministerio de la Presidencia de Bolivia

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© Ejército Nacional de Bolivia© Instituto de Liderazgo de las Fuerzas Canadienses Primera edición: La Paz, marzo de 2009 Diseño gráfico de cubierta: Fernando FloresDiagramación: Fernando FloresFoto de tapa: xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxEdición: Mónica Navia Impresión: xxxxxxxxxxxx D.L. xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx Impreso en BoliviaPrinted in Bolivia

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Presentación 7

Conferencia magistralLa difusión global del multiculturalismo: tendencias, causas y consecuencias Will Kymlicka 11

Multiculturalidad y Fuerzas ArmadasMulticulturalidad en las Fuerzas Armadas Holandesas Rudy Richardson 35

Liderazgo militar y multiculturalidadFalta de honor: Somalia. La chispa que inició la transformación del Cuerpo de Oficiales de las Fuerzas CanadiensesBernd Horn, PhD 51Veteranos de guerra indígenas y su lucha por la restitución Brock Pitawanakwat 77Hacia una nueva doctrina de liderazgo en el Ejército Nacional Luis Ariñez 84“Capitanes” y capitanes: liderazgo comunitario y relaciones con las Fuerzas Armadas en el Chaco bolivianoIsabelle Combès 98Cultura política y nuevas formas de organización y liderazgo en los pueblos indígenas del BeniWilder M. Molina Argandoña 107

Educación militar y multiculturalidadEducación de los oficiales en Holanda (y en cualquier lugar) Joseph L. Soeters 123Proyecto piloto sobre el ingreso de originarios al Colegio Militar del Ejército Coronel Antonio Cueto 131

Índice

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Presentación

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Conferencia magistral

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Es un honor y un placer participar en esta conferencia. Las recientes iniciativas en torno a las poblaciones indígenas, junto con la próxima Asamblea Constituyente, han hecho de Bolivia uno de los países más emocionantes e inspiradores para aquellos que trabajamos en el campo del multiculturalismo y estoy complacido de poder aprender más de cerca sobre estos emprendimientos.

Me pidieron que explicara el multiculturalismo en un contexto global y, en efecto, el multiculturalismo es un fenómeno global. Existen debates públicos y políticas estatales respecto al multiculturalismo en cada continente del Globo, aunque toman diferentes formas en los distintos países. Justamente, no está claro qué es lo que estos diferentes debates tienen en común.

En mi presentación, por lo tanto, empezaré identificando lo que yo considero común en las luchas del multiculturalismo alrededor del mundo y luego destacaré algunas de las muchas formas que puede tomar. Luego haré algunas reflexiones sobre por qué estos debates han surgido ahora y dónde se dirigirán posiblemente en el futuro.

La lucha del multiculturalismo en el mundo

Lo que tienen en común los esfuerzos del multiculturalismo es que rechazan los modelos anteriores de nación-Estado unitario y homogéneo. Con el fin de entender la idea de un Estado multicultural, entonces, primero debemos entender este modelo previo de nación-Estado y por qué ha sido rechazado.

Hasta hace poco, la mayoría de Estados del mundo han aspirado a ser “Estado-nación”. En este modelo, el Estado era visto como la posesión de un

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Will Kymlicka1

1. Universidad de Queens.

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grupo nacional dominante que utiliza el Estado para privilegiar su identidad, idioma, historia, cultura, literatura, mitos, religión y demás, y que lo definía como la expresión de su nacionalidad. (Este grupo dominante generalmente era el grupo mayoritario, pero a veces una minoría era capaz de establecer dominio —por ejemplo, los blancos en Sudáfrica bajo el régimen del apartheid o las élites criollas en los países de Latinoamérica.) Cualesquiera que no perteneciera a este grupo nacional dominante era objeto de asimilación o de exclusión2.

No existe nada “natural” sobre los Estados-naciones. Muy pocos países alrededor del mundo son uninacionales (Islandia, Portugal y ambas Coreas son los ejemplos citados con más frecuencia). En muchos países, este tipo de homogeneidad nacional tuvo que ser activamente construido por el Estado mediante una serie de políticas “de construcción nacional” que alentaron la identidad nacional preferida mientras suprimían cualquier identidad alternativa. Las políticas públicas se utilizaron para promover y consolidar un idioma nacional común, una historia y una mitología nacional, héroes, símbolos y literatura nacionales, un sistema educativo nacional, medios de comunicación nacionales, un Ejército nacional, en algunos casos, una religión nacional y otros. Cualquier grupo que resistía esta suerte de políticas nacionalistas era objeto, no sólo de invalidación política, sino generalmente de discriminación económica y de varias formas de “ingeniería demográfica” (por ejemplo, presionando a los miembros de un grupo a dispersarse y/o promover el asentamiento, por integrantes del grupo dominante, en tierras originarias de indígenas/grupos minoritarios). Éstas y otras políticas apuntaron a construir el Estado-nación ideal.

Virtualmente, cada democracia occidental ha buscado este ideal en uno u otro punto, como lo hicieron todos los Estados postcoloniales. Como planteo más adelante, un número creciente de democracias occidentales han abandonado este objetivo a favor de un modelo más “multicultural” de Estado. Pero en uno o en otro punto, expresamente cada democracia occidental ha buscado definirse como un Estado uninacional. La única excepción de este patrón en el Occidente que yo conozca es Suiza, que nunca ha intentado construir un único idioma nacional en su territorio. Este país siempre ha aceptado que las minorías franco e ítalo-parlantes existiesen como grupos lingüísticos distintos indefinidamente. Pero cualquier otra democracia occidental —incluyendo algunas que son muy diversas, y que ahora se enorgullecen de su diversidad, como Canadá— tuvo en algún momento el objetivo de inculcar un idioma y una cultura nacional común.

Sin embargo, este modelo de nación-Estado ha sido progresivamente desafiado y refutado por todo tipo de grupos. Existen muchos grupos dentro del territorio del

2. Esta exclusión podía tomar la forma de supresión de los centros de poder dentro del Estado (por ejemplo, mediante la negación al voto u otras formas de inhabilitación política) o podría literalmente implicar la exclusión territorial del Estado, mediante restricciones raciales sobre inmigración o mediante la limpieza étnica.

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Estado que tienen su propio idioma, su propia historia, su propia cultura, sus propios héroes, sus propios símbolos. Tales grupos enfrentan, ya sea exclusión o asimilación, mediante este proceso de construcción nacional. Como resultado, varios grupos, particularmente indígenas y otro tipo de grupos nacionales, han refutado este intento de construir Estados a través una forma de construcción nacional homogénea, y más bien abogaron por un modelo más “multicultural” de Estado3.

¿Cómo se vería un Estado multicultural? Los detalles precisos varían de país a país, por razones que se discuten más adelante. El tipo de reformas de Estado exigidas por afroamericanos en los Estados Unidos difiere dramáticamente de las reformas exigidas por los indígenas maorí en Nueva Zelanda o por inmigrantes chinos en Canadá. Sin embargo, existen algunos principios generales que, pienso, son comunes a todas las distintas luchas por un Estado multicultural. Primero, un Estado multicultural implica repudio a la antigua idea de que el Estado es la posesión de un solo grupo nacional. Más bien, el Estado debe ser visto como una posesión igualitaria de todos los ciudadanos. Segundo, como consecuencia, un Estado multicultural repudia aquellas políticas de construcción nacional que asimilan o excluyen miembros de la minoría o de grupos no dominantes. En vez de eso, acepta que los individuos sean capaces de acceder a las instituciones estatales y actuar como ciudadanos iguales en la vida política, sin tener que esconder o negar su identidad etnocultural. El Estado acepta una obligación de conceder a la historia, al idioma y a la cultura de grupos no dominantes el mismo reconocimiento y cabida que se concedieron al grupo dominante. Tercero, un Estado multicultural reconoce la injusticia histórica cometida a los grupos minoritarios/no dominantes por estas antiguas políticas de asimilación y exclusión y manifiesta su voluntad de ofrecer algún tipo de remedio o rectificación.

Estas tres ideas interconectadas —que repudian la imagen del Estado como posesión del grupo dominante, que reemplazan las políticas asimiladoras y de exclusión de construcción nacional con políticas de reconocimiento y cabida, que reconocen la injusticia histórica y que ofrecen enmendarla me parecen comunes a prácticamente todas las luchas reales por lograr el “multiculturalismo”.

Diferentes formas de multiculturalismo

Por supuesto, estos puntos en común son muy abstractos y tan pronto como vemos los detalles de países específicos, emergen enormes diferencias. La forma

3. Esta lucha no siempre ha sido ejercida en nombre del “multiculturalismo” y algunos grupos podrían, en efecto, rechazar el término. Por razones que se plantean más adelante, la lucha se ha dado a menudo más bien a nombre de un Estado “multinacional” o varios ideales de “sociedad”, de “federalismo”, de “derechos históricos” o simplemente, de democracia.

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precisa en la que los grupos minoritarios desean ser reconocidos e incorporados o que sus injusticias históricas se enmienden varía enormemente de país a país, así como entre las diferentes minorías dentro de un solo territorio.

Sería imposible proporcionar en esta presentación un desarrollo completo de las diferentes formas que el multiculturalismo puede tomar; pero, para efectos de ilustración, déjenme enfocar tres tendencias generales. Mi discusión sobre estas tendencias se mostrará principalmente desde las democracias occidentales establecidas desde hace tiempo, que son los casos que mejor conozco, pero brevemente consideraré su relevancia respecto a Bolivia.

(a)Pueblos indígenas: La primera tendencia se refiere al tratamiento de los pueblos indígenas como los indios e inuits en Canadá, los aborígenes de Australia, los maoríes de Nueva Zelanda, los samis de Escandinavia, los inuit de Groenlandia y las tribus indias de los Estados Unidos. En el pasado, todos estos países tuvieron los mismos objetivos y expectativas de que sus pueblos indígenas desaparecerían eventualmente como comunidades distintas, como consecuencia de muertes, matrimonios mixtos o asimilación. Se adoptaron varias políticas para acelerar este proceso, como despojar a estos pueblos de sus tierras, restringir la práctica de su cultura tradicional, su idioma y su religión, minando sus instituciones de gobierno autónomo.

Sin embargo, hubo una dramática reversión de estas políticas a principios de los setenta. En la actualidad, todos los países mencionados aceptaron, al menos en principio, la idea de que los indígenas existirán indefinidamente como sociedades diferenciadas dentro de un país más grande, y que deben reclamar sus tierras, sus derechos culturales (incluyendo el reconocimiento del derecho consuetudinario) y sus derechos de autogobierno, necesarios para sostenerse como sociedades distintas.

Vemos este patrón en todas las democracias occidentales. Se debe considerar la afirmación constitucional de los derechos aborígenes en la Constitución canadiense de 1982, junto con la Comisión de Reclamo de Tierras y la firma de nuevos tratados, el renacimiento de tratados de derechos mediante el Tratado de Waitangi en Nueva Zelanda, el reconocimiento de títulos de tierras para los aborígenes australianos en la decisión de Mabo, la creación de Parlamentos Sami en Escandinavia, la evolución de la “Regla Doméstica” para los inuit de Groenlandia y las leyes y casos judiciales que incluyen derechos de autodeterminación de las tribus indias norteamericanas. En todos estos países, existe un proceso gradual, pero real de descolonización, a medida que los indígenas recuperan sus tierras, su derecho consuetudinario y su autogobierno.

(b) Nacionalismos de subestado/minorías: La segunda tendencia se refiere al tratamiento de grupos “nacionales” de subestado, como los québécois de Canadá, los escoceses y galeses en Gran Bretaña, los catalanes y vascos en España, los

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flamencos en Bélgica, la minoría germano-parlante en el Tirol del Sur en Italia y Puerto Rico en los Estados Unidos4. En todos estos casos, encontramos un grupo regionalmente concentrado que se concibe a sí mismo como una nación dentro de un Estado mayor y que se moviliza detrás de partidos políticos nacionalistas para lograr el reconocimiento de su nacionalidad, ya sea en la forma de un Estado independiente o mediante la autonomía territorial dentro de un Estado más grande. En el pasado, todos estos países han intentado suprimir estas formas de nacionalismo de subestado. Tener un grupo regional con un sentido de nacionalidad diferente era visto como una amenaza al Estado. Se hicieron varios esfuerzos para erosionar este sentido de nacionalidad diferente, a menudo utilizando las mismas herramientas que se emplearon contra los indígenas —por ejemplo, restringiendo los derechos del idioma minoritario, aboliendo formas tradicionales de autogobierno regional y alentando a los miembros del grupo dominante a asentarse en el territorio tradicional de los grupos minoritarios, de manera que las minorías fueran superadas en número, aun en su territorio tradicional.

Sin embargo, hubo una reversión dramática en la forma en que los países occidentales pugnan con los nacionalismos de subestado. Hoy en día, todos estos países que mencioné han aceptado el principio de que estas identidades nacionales de subestado permanecerán por un tiempo indefinido y que su sentido de nacionalidad y aspiraciones nacionalistas deben acomodarse de una u otra forma. Esta acomodación generalmente ha tomado la forma de lo que podemos llamar “federalismo multinacional y multilingüe”, esto es, crear una unidad federal o casi-federal en la que el grupo minoritario forma una mayoría local y puede así ejercer significativas formas de autogobierno. Más aún, el idioma de los grupos es generalmente reconocido como lengua oficial al menos dentro de la subunidad federal y quizás a lo largo del país como un todo5.

A principios del siglo XX, sólo Suiza y Canadá habían adoptado esta combinación de autonomía territorial e idioma oficial para grupos nacionales de subestado. Desde entonces, sin embargo, todas las democracias occidentales que tenían movimientos grandes de nacionalimo subestado se han movido en esa dirección. La lista incluye la adopción de la autonomía del Tirol del Sur y Puerto

4. También podríamos incluir a las minorías galo e ítalo-parlantes en Suiza, aunque algunas personas discuten si manifiestan una conciencia “nacional”.

5. Es importante distinguir tales federaciones “multinacionales” de otros sistemas federales donde las subunidades internas no están diseñadas para permitir el gobierno autónomo de minorías como en Estados Unidos continental, Alemania, Australia y Brasil. En estos países, ninguna de las subunidades fue diseñada para los mencionados efectos, aunque eso ciertamente fue posible en el caso americano. Es más, en Estados Unidos, las fronteras internas se configuraron de forma tal de, precisamente, prevenir la posibilidad de una subunidad dominada por una minoría. Para más información sobre la diferencia entre federalismo multicultural y otras formas de federalismo, vea Polítics in the Vernacular (Oxford University Press, 2001): cap. 5 (traducido al español como La política vernácula (Paidós, 2003).

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Rico y, después de la Segunda Guerra Mundial, la autonomía federal de Cataluña y el País Vasco en España en los setenta, para los flamencos en los ochenta y, más recientemente, para Escocia y Gales en los noventa.

Entonces, ésta es la segunda tendencia: un cambio de supresión de los nacionalismos de subestado para acomodarlos mediante la autonomía regional y derechos de idioma oficial. Entre las democracias occidentales con una gran minoría nacional, sólo Francia es una excepción a esta tendencia, en su rechazo a garantizar la autonomía a su principal grupo nacionalista de subestado en Córcega. Sin embargo, recientemente se adoptó una legislación para conceder autonomía a Córcega y fue sólo una reglamentación de la Corte Constitucional la que evitó su implementación.

(c) Grupos inmigrantes: Una tercera tendencia se refiere al tratamiento de grupos inmigrantes. Por inmigrantes me refiero a grupos formados por la decisión de individuos y familias a abandonar su lugar de origen y a emigrar a otra sociedad, a menudo dejando atrás a sus amigos y a parientes. Pero es esencial distinguir dos categorías de inmigrantes —aquellos que tienen el derecho de convertirse en ciudadanos y aquellos que no. Más adelante usaré el término “grupo inmigrante” sólo para el caso anterior y discutiremos el último caso al que llamaré “metecos”.

Entonces, inmigrantes son aquellas personas que llegan bajo una política inmigratoria que les da el derecho de convertirse en ciudadanos luego de un período de tiempo relativamente corto —por decir, tres a cinco años—, sujetos sólo a condiciones mínimas (por ejemplo, aprender el idioma oficial y conocer algo de la historia en instituciones políticas del país). Ésta ha sido la política tradicional que regula la inmigración en los cuatro “países de inmigración” más grandes del Occidente: Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.

En el pasado, estos cuatro países han tenido un enfoque de asimilación hacia la inmigración. Los inmigrantes fueron alentados y se esperaba que asimilaran la sociedad preexistente, con la esperanza de que con el tiempo se volvieran indistintos a los ciudadanos nativos en su forma de hablar, de vestir, de recrearse y en su estilo de vida en general. Cualquier grupo que era visto como incapaz de este tipo de asimilación cultural estaba prohibido de emigrar en primer lugar o de convertirse en ciudadanos. Esto se reflejaba en leyes que excluían a africanos y asiáticos de la inmigración o de su naturalización durante la mayor parte del siglo XX.

Sin embargo, desde fines de los sesenta, hemos visto un cambio dramático en este enfoque. Hubo dos cambios relacionados: primero, la adopción de criterios de admisión a razas neutrales, de manera que los inmigrantes de estos países son crecientemente de sociedades no europeas (y a menudo no cristianas) y, segundo, la adopción de una concepción más “multicultural” de integración, una que

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6. Nathan Glazer, We Are All Multiculturalists Now (Harvard University Press, 1997).

espera que muchos inmigrantes visible y orgullosamente expresen su identidad étnica y que se acepte una obligación por parte de instituciones públicas (como la Policía, escuelas, medios de comunicación, museos, etcétera) de acomodar esas identidades étnicas.

Estos cambios dobles han tenido lugar, en distintos grados, en todos los países tradicionales de inmigración y todos han cambiado de políticas discriminatorias a admisiones de razas neutrales para después cambiar de una concepción de asimilación a una más multicultural. Existen importantes diferencias sobre cuán oficial o formal ha sido este cambio al multiculturalismo. En Canadá, Australia y Nueva Zelanda, este cambio fue formalmente enmarcado por la declaración hecha por el gobierno central de una política multicultural oficial. Pero aun en los Estados Unidos vemos cambios similares en la práctica. Los Estados Unidos no cuentan con una política oficial de multiculturalismo a escala federal, pero sí vemos a niveles inferiores de gobierno, como estados o ciudades, a menudo un amplio rango de políticas multiculturales. Si vemos políticas a nivel del Estado respecto a la planificación educativa, por ejemplo, o políticas ciudadanas sobre Policía y hospitales, a menudo hallaremos que son indistinguibles de la manera en que provincias y ciudades en Canadá o Australia tratan con problemas de diversidad etnocultural migratoria, como en Canadá, donde cuentan con sus propios programas oficiales de diversidad y/o equidad. Como lo describe Nathan Grazer: “todos somos multiculturalistas ahora”6. De forma similar, en Gran Bretaña, mientras que no existe una política multiculturalista a nivel nación, se buscan las mismas ideas y principios básicos mediante su política de relaciones raciales. Todos estos países han aceptado el mismo cambio doble: adoptar una admisión racial neutral y políticas de naturalización e imponer a las instituciones públicas una obligación para incorporar la diversidad etnocultural migratoria.

Ahora esta tendencia es bastante difundida en Occidente, entre los países que legalmente admiten inmigrantes como residentes permanentes y futuros ciudadanos. La excepción principal de esta tendencia es Francia, que se aferra a una concepción de asimilación de ciudadanía republicana francesa.

(d) Metecos: La cuarta tendencia se refiere a aquellos inmigrantes que no son admitidos como residentes permanentes o futuros ciudadanos. Ésta es en realidad una categoría heterogénea, que incluye personas que ingresan ilegalmente al país (por ejemplo, norafricanos en Italia) o como asilados (por ejemplo, kosovitas en Suiza) o como estudiantes o “trabajadores invitados” que se quedaron después de su visa inicial (por ejemplo, turcos en Alemania). Cuando ingresaron al país, estas personas no fueron concebidas como futuros

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ciudadanos ni siquiera como residentes de largo plazo y, en efecto, no habrían sido admitidos a ingresar en primer lugar, si hubieran sido vistos como residentes permanentes o como futuros ciudadanos. Sin embargo, a pesar de las reglas oficiales, se han asentado más o menos permanentemente. En principio, y hasta cierto punto en la práctica, muchos enfrentan la amenaza de deportación si son detectados por las autoridades o si son acusados de un crimen. Pero de todas maneras, forman numerosas comunidades en ciertos países, se comprometen a cierto tipo de empleo, legal o ilegal y muchos se casan y forman una familia. Esto es cierto, por ejemplo, con mexicanos en California, con turcos en Alemania, o con norafricanos en Italia o España. Tomando un término de la antigua Grecia, Walzer los denomina “metecos”, esto es, residentes a largo plazo que de alguna manera están excluidos de la polis7. Puesto que los “metecos” enfrentan enormes obstáculos de integración legal, política, económica, social y sicológica, tienden a existir al margen de la sociedad mayor.

Hablando en general, el reclamo más básico de los “metecos” es regularizar su situación como residentes permanentes y lograr el acceso a la ciudadanía. En efecto, desean ser capaces de seguir el curso migratorio a la integración hacia la corriente principal de la sociedad, aunque no fueran inicialmente admitidos como inmigrantes. En el pasado, las democracias occidentales han respondido a esta demanda de acceso a ciudadanías de distintas maneras. Algunos países, particularmente los países de tradición migratoria, han aceptado estas demandas de forma reticente. A los asilados cuyos reclamos de refugio fueron aceptados, se les otorga residencia permanente y acceso a la ciudadanía y no se les pide retornar a su país de origen aun cuando haya pasado el peligro de persecución. A los trabajadores invitados que se quedan más de lo que su visa lo permite, a menudo se les admite obtener residencia permanente. Se ofrecen amnistías periódicas para inmigrantes ilegales, de manera que con el tiempo se convierten en similares a los inmigrantes en su situación legal y oportunidades sociales.

Pero algunos países, particularmente aquellos que no piensan en sí mismos como países de inmigrantes, se han resistido a estas demandas. Estos países a menudo no cuentan con un proceso establecido o con una infraestructura para integrar a los inmigrantes. Más aún, muchos de estos metecos quebrantaron la ley para ingresar al país (inmigrantes ilegales) o rompieron su promesa de retornar a su país de origen (trabajadores invitados) y entonces no son vistos como merecedores de la ciudadanía. Además, los países sin tradición de aceptar a los recién llegados son a menudos más xenofóbicos y tienden a ver a todos los extranjeros como potenciales amenazas a la seguridad o como potencialmente

7. Michael Walzer, Spheres of Justice (Basic Books, 1983).

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desleales o simplemente como inalterables “extraños”. En estos países, de los cuales Alemania, Austria y Suiza son los ejemplos más conocidos, la política oficial no ha sido tratar de integrar metecos a la comunidad nacional, sino de hacerles dejar el país, ya sea mediante la expulsión o el retorno voluntario.

En resumen, la esperanza era que si a los metecos se les negaba ciudadanía, de manera que sólo tuviesen una situación legal precaria dentro del país, y se les había dicho repetidamente que su hogar real estaba en su país de origen, y que no eran queridos como miembros de la sociedad, entonces eventualmente se irían a casa.

Pero cada vez más se reconoce que este enfoque no es viable. Los metecos que han vivido en un país por varios años posiblemente no vuelvan a casa, aun si sólo tienen una situación legal precaria. Esto es particularmente cierto si los metecos se han casado y tienen hijos en el país. A este punto, es su nuevo país, no el de origen, el que se ha convertido en su “hogar”. En efecto, puede ser el único hogar que los hijos y nietos de los metecos conocen. Una vez que se han asentado, han formado una familia y han empezado a criar a sus hijos, nada más cercano a la expulsión es posible para hacer que los metecos retornen a su país de origen.

Entonces, una política basada en la esperanza del retorno voluntario es irrealista. Además, pone en peligro a la sociedad más grande, puesto que el probable resultado de tal política es crear una étnicamente definida subclase alienada y privada del derecho a votar. Los metecos podrían desarrollar una subcultura opositora en la que la mera idea de alcanzar el éxito en las principales instituciones sea vista con sospecha. Las consecuencias predecibles pueden implicar alguna mezcla de alienación política, criminalidad y fundamentalismo religioso entre los metecos, particularmente de la segunda generación, que, a cambio, lleva a crecientes tensiones raciales, aun violencia, en toda la sociedad.

Para evitar esto, existe una creciente tendencia en democracias occidentales, aun de países no migratorios, a adoptar programas de amnistía para inmigrantes ilegales y otorgar ciudadanía a los refugiados asentados por largo tiempo, a trabajadores invitados y a sus hijos. En efecto, los metecos asentados por largo tiempo son cada vez más, son vistos como si fuesen inmigrantes legales y se les permite y se les alienta a seguir el camino migratorio a la integración.

Entonces, en todos estos cuatro contextos, vemos cambios que están lejos de las políticas históricas de asimilación o exclusión hacia un enfoque más “multicultural” que reconoce e incorpora la diversidad. Para nuestros intereses, las primeras dos tendencias sobre minorías nacionales y pueblos indígenas son quizás las más importantes, y merecen un especial realce. Estas dos tendencias ayudan a ilustrar el alcance al que las democracias occidentales se han movido lejos de modelos antiguos de Estados nacionales unitarios y centralizados, y han repudiado ideologías antiguas de “un Estado, una nación, un idioma”. Hoy en día,

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implícitamente todos los Estados occidentales que cuentan con pueblos indígenas y grupos nacionales subestado, se han convertido en Estados “multinacionales”, reconociendo la existencia de “pueblos” y “naciones” dentro de los límites del Estado. Este reconocimiento se manifiesta en un rango de derechos indígenas y minorías que incluye autonomía regional y situación de idioma oficial para minorías nacionales, derecho consuetudinario, reclamo de tierras y gobierno autónomo para los pueblos indígenas.

Estas tendencias unidas representan una transformación dramática en la relación entre Estados y grupos étnicos. Es importante enfatizar que estos cambios no son puramente simbólicos. Por el contrario, a menudo implican una distribución importante de recursos económicos y de poder político —algo cercano a un genuino poder compartido— así como darles a los grupos no dominantes un mejor acceso a instituciones estatales.

Sospecho que, en muchos casos, los gobiernos pueden haber esperado que las reformas simbólicas fuesen suficientes. Puede que pensaran que sería suficiente poner algunas palabras de un idioma minoritario en la moneda nacional, por ejemplo, o colocar una figura indígena de la historia en una estampilla de correo para así satisfacer las aspiraciones de “reconocimiento”. Sin embargo, cualesquiera fuese la intención de los agentes gubernamentales, los grupos no dominantes han utilizado estas reformas multiculturales como una plataforma para negociar significativamente el acceso optimizado a recursos, poderes y oficinas públicas.

Como hice notar antes, las cuatro tendencias que acabo de describir vienen principalmente de democracias occidentales y debería estar claro que ninguna de ellas ofrece una muestra para Bolivia. Parecería que la tendencia respecto de pueblos indígenas es la más relevante o aplicable y, en efecto, Bolivia ha sido testigo de demandas y debates similares sobre reclamo de tierras y derechos de gobierno autónomo. Sin embargo, la situación demográfica es, por supuesto, enteramente diferente. Los pueblos indígenas en la mayoría de los países occidentales representan menos del 2% de la población. En Bolivia, por el contrario, los pueblos indígenas representan la mayoría. Los grupos indígenas más grandes, como el quechua o el aymara, conforman entre 25% y 35% de la población, que es comparable a los grupos nacionales subestado más grandes en el Occidente, como los québécois o los flamencos. Como resultado, algunos de los reclamos que han sido elevados por estos grupos subestado en el Occidente —como la situación de la lengua oficial, o modelos de federalismo multilingüe y multinacional— podrían ser relevantes en Bolivia, justo como han ingresado a debates públicos en Guatemala (otro país con una mayoría indígena).

Aun algunas políticas multiculturales adoptadas en el Occidente para grupos de inmigrantes y metecos podrían probar ser relevantes, particularmente para lidiar con los reclamos de los pueblos indígenas que se han mudado de sus

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pueblos tradicionales a las grandes áreas urbanas. En Canadá, algunos aspectos de las políticas migratorias multiculturales han sido adaptados para aborígenes urbanos.

Es posible, por lo tanto, que el multiculturalismo en Bolivia surgirá en aspectos de todas estas tendencias occidentales, así como inventará nuevas formas de multiculturalismo adaptadas a las condiciones locales.

Causas para la tendencia hacia el multiculturalismo

Estas tendencias plantean dos preguntas obvias. Primero, ¿por qué estas tendencias emergen ahora? Segundo, ¿cuán bien están trabajando? Consignaré la primera pregunta en esta sección y luego pasaré a la segunda, al final de la presentación.

¿Por qué han emergido estas tendencias en los últimos treinta años? La mayoría de las explicaciones que enfocan a un país en particular tienden a invocar factores que son específicos para ese país, como personalidades específicas, las estrategias de partidos políticos en particular, la naturaleza de los sistemas electorales y así sucesivamente. Estos factores son indudablemente importantes para explicar los detalles de cualquier caso en particular. Pero una vez que reconocemos la naturaleza dominante de estas tendencias, parece claro que la principal explicación debe recaer en factores que sean comunes a las democracias occidentales más que en factores específicos de países en particular. Debe haber factores estructurales subyacentes que expliquen por qué virtualmente todas las democracias occidentales se han movido en direcciones similares, a pesar de sus muy distintas personalidades, estructuras partidarias y sistemas electorales.

No creo que tengamos un entendimiento claro de qué son estos factores subyacentes. Sin embargo, déjenme sugerir varios de éstos que me parece han llevado la tendencia hacia una mayor incorporación de diversidad etnocultural posible, y quizás, hasta inevitable, en Occidente. Podemos dividir estos factores en dos campos: (i) razones del porqué grupos no dominantes se han vuelto más asertivos sobre sus derechos, (ii) razones del porqué Estados y grupos dominantes han sido menos resistentes a estos reclamos de derechos. Enfocaré estas dos series de factores en su momento.

Primero, ¿por qué los grupos no dominantes se han vuelto más verbales y asertivos en el reclamo de varios derechos y reformas multiculturales? Resaltaría tres factores:

(a) Población: El primer factor es la población. En el pasado, muchos gobiernos tenían la esperanza o expectativa de que los grupos étnicos no dominantes simplemente desaparecieran, mediante deceso, asimilación o matrimonios

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mixtos. Ahora está claro que esto no va a suceder. Los pueblos indígenas son el segmento de crecimiento más rápido de la población en los países donde se encuentran, con tasas de nacimiento muy elevadas. El porcentaje de inmigrantes en la población, crece de manera firme en la mayoría de los países occidentales y muchos comentaristas coinciden en que se precisarán aún más inmigrantes en el futuro para compensar las tasas decrecientes de nacimiento y una población adulta mayor. Los grupos nacionales subestado también están creciendo en números absolutos en Occidente, aún si permanecen igual o si marginalmente descienden como un porcentaje de la población. Nadie puede tener el sueño o la falsa ilusión de que las minorías desaparecerán. Los números cuentan, particularmente en una democracia, y los números están cambiando en dirección a los grupos no dominantes.

(b) Conciencia de derechos: El segundo factor es la revolución de los derechos humanos y el resultante desarrollo de una “conciencia de derechos”. Desde 1948, contamos con un orden internacional que tiene la premisa de la igualdad inherente de los seres humanos, tanto como individuos y como pueblos. El orden internacional decisivamente ha repudiado las ideas antiguas de jerarquía racial o étnica, de acuerdo a las cuales algunos pueblos eran superiores a otros y, por lo tanto, tenían derecho a regir sobre ellos.

Es importante recordar cuán radicales son estas ideas de igualdad humana. Los supuestos sobre una jerarquía de pueblos eran ampliamente aceptados en el Occidente hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando las fanáticas y criminales políticas de Hitler las desacreditaron. En efecto, todo el sistema colonialista europeo tenía la premisa de una jerarquía de pueblos, y este supuesto era la base explícita de políticas internas y leyes internacionales en todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX (incluyendo las restricciones raciales sobre inmigración que antes presenté).

Sin embargo, hoy vivimos en un mundo donde la idea de igualdad humana es incuestionable, al menos, oficialmente. Lo que importa aquí no es el cambio en la legislación internacional per se, lo que ha tenido poco impacto en la mayoría de las vidas cotidianas de los pueblos. El cambio verdadero se ha dado en la conciencia de las personas. Miembros de grupos históricamente subordinados hoy demandan igualdad y la demandan como un derecho. Creen que se merecen igualdad y la merecen ya, no en algún futuro indefinido o milenario.

Esta suerte de conciencia de derechos se ha convertido en un aspecto tan dominante de modernidad que nos cuesta imaginar que no siempre haya existido. Pero si examinamos los registros históricos, encontramos que las minorías en el pasado generalmente justificaban sus reclamos, no mediante el pedido de derechos humanos e igualdad, sino apelando a la generosidad de los gobernantes

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en acuerdos de “privilegios”, a menudo a cambio de lealtad y servicios. Hoy en día, por el contrario, los grupos tienen un poderoso sentido que merecen de igualdad como un derecho humano básico, no como un favor o caridad, y están impacientes y enojados por lo que ellos perciben como manifestaciones persistentes de antiguas jerarquías8.

Por supuesto, no existe consenso sobre lo que significa “igualdad” (y consecuentemente, ningún acuerdo sobre qué tipo de acciones o prácticas evidencia “jerarquía”). La gente que está de acuerdo con el principio general de la igualdad de pueblos puede no concordar sobre si se requiere bilingüismo oficial o cuándo se lo necesita, por ejemplo, o sobre el poder conjunto consensuado. Pero no puede haber duda de que las democracias occidentales históricamente privilegiaron un grupo nacional en particular sobre otros grupos que fueron objeto de asimilación o exclusión. Esta jerarquía histórica se reflejaba en un amplio espectro de políticas e instituciones, desde las escuelas y símbolos del Estado a políticas con respecto al idioma, la inmigración, medios de comunicación, ciudadanía, división de poderes y sistemas electorales. Mientras los líderes de los grupos no dominantes puedan identificar (o evocar) manifestaciones de estas jerarquías históricas, serán capaces de configurar la poderosa conciencia de derechos de sus miembros.

(c) Democracia: El tercer factor clave, creo yo, es la democracia, relevante por muchas razones. Al más simple nivel, la consolidación de la democracia limita la habilidad de las élites para aplastar a los movimientos políticos étnicos. En muchos países alrededor del mundo, las élites prohíben movimientos políticos de grupos étnicos, pagan matones o paramilitares para golpear o matar líderes de grupos étnicos, o sobornan a la Policía y a jueces para encerrarlos. El miedo a este tipo de represión a menudo mantiene a los grupos no dominantes privados de expresar aún los reclamos más moderados. Mantenerse callados es la opción más segura para estos grupos en muchos países.

En democracias consolidadas, sin embargo, donde la democracia es el único juego, no existe otra opción más que permitir que los grupos étnicos se movilicen políticamente y avancen en sus reclamos en público. Como resultado, los miembros de grupos étnicos tienen cada vez menos miedo de expresarse. Puede que no ganen en un debate político, pero no tienen miedo de ser asesinados, encarcelados o despedidos por intentarlo. Es esta pérdida de miedo, combinada con la conciencia de sus derechos, la que explica la naturaleza notablemente vocal de las políticas étnicas en democracias occidentales contemporáneas.

8. El desarrollo de esta conciencia de derechos está relacionada, en parte, con los crecientes niveles de educación entre muchas minorías.

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Más aún, la democracia involucra la capacidad de múltiples puntos de acceso para la toma de decisiones. Si un grupo es bloqueado a cierto nivel por un gobierno no simpatizante, puede lograr sus reclamos a otro nivel. Aun si un partido político no simpatizante fuese a ganar el poder a nivel central e intentara cortar los derechos de grupos no dominantes, éstos podrían cambiar su enfoque a nivel regional o municipal. Y aun si todos estos niveles fueran bloqueados, podrían lograr sus demandas mediante las cortes o hasta mediante presión internacional. Esto es de lo que se trata la democracia: múltiples y cambiantes puntos de acceso al poder.

Estos tres factores ayudan a explicar la “presión” para políticas de incorporación: creciente número, aumento de conciencia de derechos y acceso progresivo de campos múltiples de movilización política segura, todos ayudan a explicar la creciente fortaleza de movilización etnopolítica de grupos étnicos en el Occidente. Pero aún no explican por qué los grupos dominantes han tenido la voluntad de aceptar estas demandas. Después de todo, la mayoría de los Estados occidentales tiene un grupo nacional dominante que forma una clara mayoría numérica y, en una democracia, “la mayoría manda”. Entonces, ¿por qué los grupos mayoritarios están más dispuestos a responder a estas demandas y a negociarlas? ¿Por qué no utilizar el poder del Estado para suprimir estas demandas, a la fuerza, de ser necesario, como lo fue en el pasado?

Creo que existen dos factores que ayudan a explicar la progresiva tendencia de los grupos dominantes a aceptar (mezquina y desconfiadamente, sin embargo) estos nuevos modelos de adaptación. Estos dos factores han ayudado a reducir los riesgos perceptibles asociados a las reformas multiculturales y, por lo tanto, han reducido la tendencia de grupos dominantes a resistirlos:

(d) Des-aseguración9: El primer factor es la seguridad geopolítica. Donde los Estados se sienten inseguros en términos geopolíticos, asustados por sus enemigos circundantes, no es probable que traten justamente a sus propias minorías. Más específicamente, los Estados nunca acordarán voluntariamente poderes de gobierno autónomo a minorías que ellos ven como potenciales colaboradores de los enemigos vecinos. Esto es, no acordarán derechos y poderes, en forma voluntaria, a grupos que ellos ven como la “quinta columna” para los enemigos circundantes.

En el pasado, esto fue muchas veces un problema en el Occidente. Por ejemplo, antes de la Segunda Guerra Mundial, Italia temía que la minoría germano-parlante del Tirol del Sur fuese más leal a Austria o a Alemania que a la misma Italia, y, por

9. Desecuritization, es un término utilizado en relaciones internacionales referido a la seguridad internacional. Es utilizado para especificar si una determinada área de interés no es más que simplemente politizada o la zona se considera esencial para la supervivencia. En Wikipedia, Enciclopedia Libre. (Nota de la traductora).

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10. Desde septiembre/11, existen consideraciones de seguridad en algunos Estados occidentales sobre sus inmigrantes musulmanes. Pero no existe consideración comparable sobre sus minorías nacionales o poblaciones indígenas de larga data.

11. Si nos movemos más allá de las democracias occidentales establecidas, Chipre es un caso obvio: la minoría turco-chipriota está vista por el Estado griego-chipriota dominante como posible colaboradora de la agresión/intervención por parte de Turquía.

lo tanto, apoyaría cualquier intento alemán/austriaco de invadir y anexar esa zona. Similares temores se expresaron sobre la minoría alemana en Bélgica o Dinamarca. Estos países temían que Alemania los invadiera en nombre de la “liberación” de sus alemanes coétnicos y que la minoría alemana colaboraría en tal invasión.

Sin embargo, hoy esto ya no es un problema en todas las democracias occidentales establecidas con respecto a las minorías nacionales y pueblos indígenas10. Es difícil pensar en una sola democracia occidental donde el Estado tema que una minoría nacional colabore con un vecino circundante y potencial agresor11. Parte de la razón de esto es que los Estados occidentales no tienen enemigos circundantes que pudieran invadirlos. La OTAN ha sido espectacularmente exitosa en eliminar la posibilidad de que un país occidental invada a sus vecinos. Como resultado, la cuestión de si las minorías nacionales y pueblos indígenas serían leales en caso de una invasión por parte de un Estado vecino ha sido retirada del caso.

Por supuesto, las democracias occidentales sí tienen más enemigos potenciales a larga distancia —como el comunismo soviético en el pasado, el fundamentalismo islámico hoy y quizás China en algún escenario futuro. Pero en relación a estas amenazas de larga distancia, no existe duda de que las minorías nacionales y pueblos indígenas están del mismo lado que el Estado. Si Quebec obtiene poderes crecientes, o hasta la independencia, ninguna parte del resto de Canadá se preocupa en que Quebec empiece a colaborar con Al Qaeda o con China para derrocar al Estado canadiense. Los nacionalistas de Quebec podrían querer separarse de Canadá, pero un Quebec independiente sería su aliado, no un enemigo y cooperarían juntos con Canadá en la OTAN y en otros acuerdos occidentales de defensa y seguridad. De manera similar, una Escocia independiente sería una aliada, no una enemiga de Inglaterra y una Cataluña independiente sería una aliada de España, y así sucesivamente.

Parece obvio, pero es importante recordar que en muchas partes del mundo los grupos minoritarios aún son vistos como una quinta columna que posiblemente esté trabajando para un enemigo vecino. Ésta es particularmente una preocupación en la que la minoría se relaciona a un Estado vecino por etnia o religión, o donde una minoría se ubica en ambos lados de un límite internacional, de manera que el Estado vecino reclama el derecho de intervenir para proteger a “su” minoría.

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Bajo estas condiciones, es posible que seamos testigos de lo que los científicos políticos llaman la “aseguración” de relaciones étnicas12. Las relaciones entre Estados y minorías son vistas, no como un asunto de políticas democráticas normales a ser negociadas y debatidas, sino como una cuestión de seguridad de Estado, en la que éste debe limitar el proceso democrático normal con el fin de protegerse. Bajo condiciones de “aseguración”, la organización autónoma de minorías podría ser legalmente limitada (por ejemplo, partidos políticos minoritarios que son prohibidos), líderes políticos que podrían ser objeto de vigilancia por parte de la policía secreta, el surgimiento de ciertos tipos de demandas que podrían ser ilegales (por ejemplo, leyes contra la promoción de la secesión) y otros. Aun si las demandas de las minorías pueden expresarse, de plano serán rechazadas por la sociedad mayoritaria y el Estado. Después de todo, ¿de qué manera los grupos desleales pueden tener reclamos legítimos contra el Estado? Entonces, la aseguración de las relaciones étnicas erosiona tanto el espacio democrático para expresar las demandas de la minoría, como la posibilidad de que esas demandas sean aceptadas.

En muchos países occidentales, sin embargo, la política étnica ha sido casi completamente “desasegurada”. La política étnica es sólo eso —política normal cotidiana. Las relaciones entre el Estado y los grupos minoritarios han sido sacadas de la caja de “seguridad” y puestas en la caja de la “política democrática”.

(e) Consenso liberal-democrático: Un segundo factor que afecta la disponibilidad de los Estados en aceptar las reformas multiculturales se refiere a la seguridad, no del Estado, sino de individuos que viven en el territorio de un grupo que clama gobierno autónomo. Los Estados posiblemente no aceptarán el gobierno autónomo si temen que conduzca a islas de tiranía local dentro de un Estado democrático más amplio. En particular, los Estados no otorgarán los poderes de autonomía voluntariamente a grupos no dominantes, si temen que miembros de grupos dominantes que viven en el territorio de la minoría sean desposeídos de su propiedad, despedidos de sus trabajos, privados de su ciudadanía o hasta expulsados o asesinados.

En las democracias occidentales establecidas, esta confianza surge de la existencia de un profundo consenso a lo largo de las líneas etnonacionales sobre valores básicos de democracia liberal y derechos humanos. Como resultado, se da por hecho que cualquier poder de gobierno autónomo que se otorgue a las minorías nacionales o pueblos indígenas, se ejercerá de acuerdo a las normas compartidas de democracia y derechos humanos. Todos aceptan que estas autonomías de subestado operarán dentro de las restricciones del constitucionalismo liberal-

12. Para una discusión más extensa de la “aseguración” de relaciones étnicas, ver Will Kymlicka y Magda Opalski, Can Liberal Pluralism Be Exported? (Oxford University Press, 2001), pp. 66-68, 366ss.

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13. La excepción parcial se refiere a los gobiernos tribales indios de los Estados Unidos, que están parcialmente exentos de algunas medidas de la Declaración de Derechos estadounidenses, y esta excepción ha permitido a algunas tribus adoptar políticas que violen las normas liberales. Pero vale la pena enfatizar que, mientras muchos gobiernos tribales defienden su excepción parcial de la Declaración de Derechos, generalmente no objetan la idea de que sus decisiones de gobierno autónomo deberían estar sujetas a las normas de derechos humanos internacionales y al monitoreo internacional. Sobre esto, ver Politics in the Vernacular, cap. 4.

14. Para alguna evidencia, ver íbid, caps. 10-15. Cf. Michael Keating, Plurinational Democracies (Oxford University Press, 2002).

democrático que firmemente sostiene los derechos individuales. Virtualmente, en cada caso de federalismo multinacional en Occidente, los gobiernos de subestado son objeto de las mismas restricciones constitucionales que el gobierno central y así no tienen capacidad legal de restringir las libertades individuales en nombre del mantenimiento de la autenticidad cultural, la ortodoxia religiosa o la pureza racial13. En efecto, estas libertades básicas y derechos humanos generalmente están protegidos a múltiples niveles: regional, nacional e internacional.

No sólo es legalmente imposible que las minorías nacionales de Occidente establezcan regímenes no liberales, sino que no desean hacerlo. Por el contrario, toda la evidencia sugiere que miembros de minorías nacionales están al menos tan fuertemente comprometidos con los valores liberal-democráticos, como los miembros de grupos dominantes, si no más. En efecto, las autonomías subestado a menudo adoptan políticas más progresivas que las adoptadas a nivel central. Las políticas en igualdad de género o derechos homosexuales, por ejemplo, son más progresistas en Escocia que en el resto de Gran Bretaña, más progresivas en Quebec que en otras partes del Canadá y más progresivas en Cataluña que otras partes de España. Más aún, el apoyo a los valores cosmopolitas es generalmente mayor en estas regiones subestado que en otras partes del país, incluyendo apoyo para ayuda extranjera o el fortalecimiento del rol de la Corte Europea de Derechos Humanos, u otros instrumentos internacionales de derechos humanos14.

Esto elimina uno de los temores centrales que los grupos dominantes tienen sobre gobiernos autónomos. En muchas partes del mundo, existe el temor de que una vez que las minorías nacionales o pueblos indígenas adquieran el poder de gobierno autónomo, lo usarán para perseguir, desposeer, expulsar o matar a cualquiera que no pertenezca al grupo minoritario. En las democracias occidentales establecidas, sin embargo, esto no es un problema. No existe el temor de que grupos de gobierno autónomo utilizarán sus poderes para establecer islas de tiranía o de teocracia. Más específicamente, no existe el temor de que miembros del grupo dominante que viven en el territorio de la minoría gobernante sean objeto de persecución o expulsión. Los derechos humanos de residentes ingleses en Escocia son firmemente protegidos, no sólo por la ley constitucional escocesa sino también por la ley europea y esto sería verdad aun si Escocia se separara de Gran Bretaña. Los derechos humanos de residentes anglo-canadienses de

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Quebec o de residentes castellanos de Cataluña están completamente protegidos, sin importar qué situación política tengan Quebec o Cataluña.

Cuando existe un fuerte consenso de líneas étnicas sobre valores liberales-democráticos, la gente siente confianza en que, a pesar de que existan problemas de multiculturalismo, sus propios derechos civiles y políticos básicos serán respetados. Sin importar cómo se resuelvan los reclamos de grupos etnonacionales e indígenas —sin importar qué derechos de idioma, gobierno autónomo de tierras o políticas multiculturales se adopten— la gente puede estar segura de que no será privada de su ciudadanía o será objeto de limpieza étnica o será encarcelada sin un juicio justo, o se le negarán sus derechos de libre expresión, asociación o culto. Simplemente, el consenso sobre valores liberal-democráticos asegura que los debates sobre la diversidad incorporada no son una cuestión de vida o muerte. Como resultado, los grupos dominantes no pelearán a muerte para resistir los reclamos de la minoría15.

Éste es el lado opuesto de la revolución de los derechos humanos que antes mencionaba. Por un lado, la difusión global de una conciencia de derechos humanos ha inspirado a los grupos no dominantes a resistir las jerarquías étnicas y raciales heredadas, y por otro lado, también les ha dado confianza a los grupos dominantes en que las reformas multiculturales resultantes operarán dentro de un marco que proteja firmemente los derechos individuales básicos y la seguridad de todos los ciudadanos.

A mi modo de ver, éstos son los cinco fundamentos claves de las tendencias occidentales hacia la incorporación de la diversidad. Población, conciencia de derechos y múltiples puntos de acceso para una movilización política segura ayudan a explicar porqué los grupos no dominantes se han vuelto más asertivos en reclamos multiculturales y la desaseguración de relaciones étnicas y un consenso sobre derechos humanos ayudan a reducir el riesgo de que los grupos dominantes acepten estos reclamos. Cuando estas cinco condiciones tienen lugar, yo creo que existe la posibilidad de que surja la tendencia hacia una mayor incorporación de la diversidad etno-cultural. Si consideramos la reciente experiencia de las democracias occidentales, estas tendencias no han dependido de la presencia o ausencia de personalidades, partidos políticos o sistemas electorales en particular. Vemos una enorme variación en las democracias

15. Éste es un problema importante aun en contextos donde el propio grupo dominante no respeta los valores liberal-democráticos y los derechos humanos. En efecto, puede ser especialmente importante en tales contextos. En países donde el grupo dominante tiene minorías habitualmente maltratadas, existe la posibilidad de un fuerte miedo, particularmente a que la minoría tomará venganza con los miembros locales del grupo dominante una vez que adquiera gobierno autónomo. (Piensen en la suerte de los serbios en Kosovo). En este contexto, podría ser hipócrita por parte del grupo dominante invocar “derechos humanos” como base para rechazar el federalismo, pero temer sobre el tratamiento de sus coétnicos que viven en el territorio autónomo de la minoría es, no obstante, un factor poderoso.

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occidentales en términos de personalidades de liderazgo, plataformas partidarias y sistemas electorales. Aun así, las tendencias básicas respecto a la diversidad son las mismas y la explicación, yo creo, reside en estos cinco profundos hechos sociológicos sobre números, conciencia de derechos, estructuras de oportunidad, consenso de valores y seguridad geopolítica16.

Si esto es correcto, tiene implicancias para la posibilidad de que estas formas de multiculturalismo sean adoptadas en todo el mundo. Estos cinco factores están fuertemente presentes en la mayoría de las democracias occidentales, pero se encuentran muy desiguales en el resto del mundo. Donde no existen, es posible que la adopción e implementación de estas políticas sigan siendo bastante difíciles. Para simplificar, yo argumentaría que los tres factores que ayudan a explicar la creciente movilización de grupos no dominantes alrededor del mundo, aun los dos factores que colaboran a apaciguar los temores de grupos dominantes, no son ampliamente encontrados. Existen amplias regiones del mundo donde los temores de seguridad geopolítica e individual permanecen omnipresentes. De ser así, posiblemente seamos testigos de un período de seria turbulencia política, como la creciente movilización de grupos que elevan demandas que el Estado ve como de alto riesgo.

Evaluación de tendencias

Hasta aquí me he enfocado en describir y explicar las tendencias globales hacia el multiculturalismo; pero, ¿estas tendencias son algo bueno?, ¿están funcionando bien? En un sentido, podría ser muy pronto para decirlo. Muchos de estos cambios han tenido lugar en los últimos 30 años, en algunos casos, sólo en los pasados cinco a diez años. Todavía no conocemos sus consecuencias a largo plazo.

Sin embargo, lo que sí está claro es que los peores temores sobre el multiculturalismo han sido disipados. Cuando estas reformas fueron debatidas y adoptadas por primera vez, hubo muchas personas que predijeron que llevarían a una creciente inestabilidad política, crisis de autoridad política y tal vez hasta violencia. Las ominosas referencias a la “balcanización” eran comunes, como si el multiculturalismo llevara a los conflictos que vimos en Kosovo y Bosnia.

16. Cierto nivel de prosperidad económica podría ser otra condición previa. Pero si es así, no es porque estas políticas de incorporación sean en sí costosas. Los regímenes federales o descentralizados pueden ser tan eficientes como los Estados unitarios y centralizados, y aun los costos del bilingüismo son mucho más bajos que lo que la mayoría piensa. En cualquier caso, está claro que la resistencia de Estados a estas políticas usualmente no tiene nada que ver con su gasto: Estados de construcción nacional a menudo han rechazado los derechos culturales que no tenían ningún costo financiero (por ejemplo, permitir escuelas para minorías con financiamiento privado). Entonces, si un cierto nivel de prosperidad económica es condición previa para la exitosa adopción de estos modelos, no es porque los modelos en sí sean costosos, sino porque una o más de las otras condiciones (por ejemplo, la consolidación democrática) podrían tener prerrequisitos económicos.

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En realidad, la adopción del multiculturalismo en las democracias occidentales establecidas no ha puesto en peligro la estabilidad básica o el funcionamiento del Estado. Deben considerarse las funciones más básicas de un Estado liberal-democrático: por ejemplo, mantener la paz, seguir procedimientos democráticos, respetar la libertad individual, promover el crecimiento y la prosperidad económica y asegurar la justicia social. La adopción del multiculturalismo no ha arriesgado ninguno de estos valores, y en efecto, yo argumentaría que ha mejorado significativamente algunos. La adopción del multiculturalismo ha mejorado la democracia, ha incrementando el acceso político para los grupos no dominantes, ha mejorado la libertad individual posibilitando las opciones culturales que habían sido previamente prohibidas o estigmatizadas, así como la justicia, remediando los injustos efectos de jerarquías raciales y étnicas heredadas17. En algunos países, seguramente mejoró la paz, recortando el potencial apoyo a más movimientos revolucionarios dentro de los grupos no dominantes. Y mientras sería difícil probar que el multiculturalismo en sí mismo promueve el crecimiento y la prosperidad económica18, sería aún más inadmisible argumentar que la adopción del multiculturalismo ha dañado a estos países económicamente. Por el contrario, las democracias occidentales que han adoptado el multiculturalismo se encuentran entre los países más prósperos del mundo y la brecha entre ellos y el resto del mundo ha crecido durante los treinta años de reformas multiculturales.

Entonces, ahora está claro que un Estado multicultural puede ser un Estado exitoso, sosteniendo todas las funciones básicas de la gobernabilidad liberal-democrática. Tenemos evidencia de un amplio espectro de casos, que se extienden por muchos años, de que los temores surgidos por las críticas han sido seguramente superados.

Esto no significa que ahora las políticas están ciertamente establecidas, a salvo de contragolpes y reveses. Por el contrario, el multiculturalismo sigue siendo intensamente controversial en la mayoría de los países occidentales y el potencial de un contragolpe populista está siempre presente. Esto crea un rompecabezas interesante. Si estoy en lo correcto diciendo que los miedos originales sobre multiculturalismo han sido desaprobados en gran manera, ¿por qué las políticas son aún tan controversiales?

17. Algunas personas temen que el multiculturalismo tenga un efecto ambiguo en la justicia social, reduciendo las injusticias culturales enraizadas en una jerarquía de posición, pero distrayendo la atención de los problemas de injusticia económica enraizada en la jerarquía de clase. Esto a menudo se plantea como el intercambio “reconocimiento vs. redistribución”. Sin embargo, no existe una evidencia empírica de que la primera erosione a la segunda. Para una discusión detallada, ver Keith Banting y Will Kymlicka, “Are Multiculturalism Policies Bad for the Welfare State?” (SPS Working Paper #33, 2004), publicado en: www.queensu.ca/sps/working_papers/

18. Sin embargo, revisar el reciente Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, Libertad Cultural en el Diverso Mundo de Hoy (Cultural Liberty in Today’s Diverse World, 2004), para el reclamo de que el multiculturalismo en efecto conduce al desarrollo económico.

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Creo que la respuesta se relaciona con las malas percepciones sobre los objetivos y consecuencias del multiculturalismo. Mucha gente, particularmente del grupo dominante, tenía la esperanza y la expectativa de que la adopción de políticas multiculturales llevaría a una reducción de la movilización política étnica y a un retorno a la política “normal” en que la etnicidad esté ausente. La gente reconoció que existía un “problema étnico” en particular que precisaba ser consignado, pero esperaba que adoptar políticas multiculturales resolvería el problema y entonces la movilización étnica desaparecería. Según este punto de vista, la política étnica es “anormal”—una especie de patología— y el éxito de las políticas multiculturales se mide por cuán bien la reducen.

En la medida en que los miembros del grupo dominante tuvieron esta visión, han sido profundamente decepcionados por el multiculturalismo, puesto que está claro que adoptar el multiculturalismo raramente lleva alguna vez a una reducción de la movilización étnica política. Al contrario, las políticas multiculturales generalmente llevan a un aumento de la política étnica. Estas políticas impulsan la capacidad de grupos no dominantes a movilizarse, a incrementar su acceso al Estado e, implícitamente, a legitimar sus reclamos. En este sentido, las políticas multiculturales tienden a institucionalizar la política étnica.

Puesto que se ha aclarado que la política étnica no disminuirá, han existido sentimientos progresivos de resentimiento y frustración por parte de muchos miembros del grupo dominante. Los grupos minoritarios han sido vistos como malagradecidos, egoístas e imposibles de satisfacer. Los miembros del grupo dominante empiezan a pensar: “Nada de lo que hagamos satisfacerá a estos grupos, entonces, ¿para qué molestarse en siquiera tratar de acomodar sus reclamos? Ante cualquier demanda que aceptemos hoy, volverán mañana y demandarán más”.

Ésta es una paradoja del multiculturalismo de la manera que se practica en las democracias occidentales establecidas. Existe una amplia aceptación pública de la idea de un Estado multicultural, pero no de una política étnica. Aun así, la movilización política étnica y un Estado multicultural son inseparables. La primera sostiene y es sostenida por la última. Esto sugiere que el éxito a largo plazo del multiculturalismo requiere cambiar la visión de las personas, no sólo sobre la naturaleza del Estado, sino también sobre la naturaleza de la política democrática. Necesitamos entender que la política étnica es política democrática “normal”. En Estados multiétnicos, multilingües y multinacionales, la movilización política étnica debería esperarse como parte normal y saludable de la vida política cotidiana de una sociedad libre y democrática.

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Multiculturalidad y Fuerzas Armadas

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Multiculturalismo y las Fuerzas Armadas antes de 1990

La política gubernamental holandesa sobre minorías étnicas comenzó a principios de los años ochenta y también fue entonces cuando el concepto de “allochtonous people”2 fue introducido (CBS, 2002, p. 137). Se define “allochtonous people” como alguien: “que nació en un país extranjero y tiene al menos un padre nacido en un país extranjero, y alguien que nació en Holanda y tiene al menos un padre nacido en un país extranjero”.

De acuerdo a las más recientes cifras, aproximadamente 1.6 millones (16 millones) de personas que viven en Holanda pertenecen a las minorías étnicas (CBS, 2002). La división de las minorías étnicas más importantes en Holanda se muestra en el cuadro 1.

Los pronósticos demográficos en el 2002 ya habían dejado en claro que estos grupos étnicos iban a constituir un crecimiento compartido con la población holandesa, debido a agrupaciones familiares, ritmo de nacimientos y emigración. Aunque esto cuenta especialmente para los grupos turcos y marroquíes, es también aplicable a los grupos afganos e iraquíes, grupos con rápido crecimiento como resultado de la emigración internacional (CBS, 2002). El número de minorías étnicas en el 2010 está estimado en 2 millones (de 16 millones). Bakas y Van Wolde (1997) habían demostrado que el 40-60% de la gente que estaba por debajo de los 16 años en la región más importante de Holanda, la región Amsterdam-Rotterdam-La Haya, pertenecen a grupos minoritarios étnicos.

Multiculturalidad en las Fuerzas Armadas HolandesasRudy Richardson1

1. Dr. Rudy Richardson es profesor asistente en la Facultad de Ciencia Militar en Breda. Pertenece a la Academia Real Militar Holandesa. Su dirección es: casilla de correo 90002, 4800 PA Breda, Tel +31 76 5273247, email: [email protected].

2. Este término se refiere en el caso de Holanda a las personas que no son originarias del lugar y corresponde a una categoría híbrida de gente que tiene la nacionalidad holandesa, pero que no es vista como auténtica holandesa (nota de la traductora).

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En contraste con la sociedad holandesa, las Fuerzas Armadas Holandesas no se ocupan de los mismos grupos minoritarios étnicos presentados en el cuadro 1 y no enfrentan un rápido incremento en el número de estos grupos, debido a una serie de razones. En primer lugar, sólo las minorías étnicas con un pasaporte holandés están interesadas en las Fuerzas Armadas Holandesas, eso es, para la mayoría de los emigrantes de la segunda y tercera generación de origen surinamés, la segunda y tercera generación de emigrantes descendientes de Turquía y de Marruecos y todas las generaciones de emigrantes con origen en las Antillas Holandesas, Aruba (los grupos del Caribe) y Molucas. Desde inicios de los ochenta y hacia adelante, la gente de estos grupos minoritarios étnicos estaba oficialmente presente en las Fuerzas Armadas Holandesas3. Segundo, la razón más importante para que haya un número bajo de personas de minorías étnicas en las Fuerzas es que, hasta los comienzos de los años noventa en el siglo XX, no había urgencia política y económica para prestar atención a la composición multicultural de las Fuerzas Armadas Holandesas.

Hasta 1994, las Fuerzas Armadas Holandesas eran fuerzas de reclutas así que no había necesidad de seguir desarrollos demográficos y de mercado laboral; sin embargo, en el inicio de los años noventa esto llegó a un final. En este artículo les mostraré porqué la política multicultural llegó a ser un tema en las

Cuadro 1: División de minorías étnicas de Holanda (CBS, 2002, p. 91)

Origen étnico Total Porcentaje

Turco 331.000 21,2 Surinamés 315.000 20,2 Marroquí 284.000 18,4 Antillano Holandés 125.000 8,0 Africano 95.000 6,1 Asiático 81.000 5,2 Iraquí 41.000 2,6 Afgano 31.000 2,0 Iraní 27.000 1,7 Pakistaní 17.000 1,1 Vietnamita 16.000 1,0 Hindú 13.000 0,8 Brasileño 10.000 0,6 Resto / otros 172.000 11,0 Total 1.558.000 100

3. En realidad, el militar holandés tiene una muy larga historia de presencia étnica, especialmente como un subproducto de la descolonización de las antiguas Indias Orientales Holandesas. Desde el inicio de los cincuenta en adelante, los antiguos soldados de la Armada Colonial, repatriados de la primera y segunda generación, eran parte del grupo de las Fuerzas Armadas. Es posible hablar de una presencia silenciosa en aquellos días.

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Fuerzas Armadas Holandesas e indicaré las características más importantes de esta política. Además, se discutirán sus beneficios y trampas y se realizarán las recomendaciones para fortalecer futuras políticas multiculturales en las Fuerzas Armadas Holandesas.

El Proyecto de multiculturalismo de las Fuerzas ArmadasHolandesas desde 1997

En los años noventa del siglo XX, los Servicios de la Armada Holandesa experimentaron cambios como resultado de una distensión Este-Oeste. Un cambio muy importante fue el final del reclutamiento y la decisión de crear una fuerza de voluntarios (Defensienota, 1992). A partir de entonces, los movimientos del mercado laboral holandés llegaron a ser interesantes para los encargados de formular políticas de los Servicios de la Armada Holandesa. Como mostré anteriormente, en los setenta, ochenta y noventa, Holanda se enfrentaba con el hecho de que había un número creciente de gente de Surinam, las Antillas Holandesas, Aruba, Marruecos y Turquía. Especialmente la gente joven de estos grupos son futuros potenciales reclutas, pero sólo si tienen un pasaporte holandés. No obstante, la cantidad de gente en los Servicios de la Armada de los grupos minoritarios no era representativa en la sociedad holandesa. Las minorías étnicas eran raras en los Servicios de la Armada y había poca experiencia en el reclutamiento y aculturación de las minorías étnicas. Además, se puso poca atención en la conservación de minorías étnicas (Richardson and Soeters, 1997). Había razones por las que el Ministerio de Defensa de Holanda cambió su política de reclutamiento y aculturación de una forma pasiva a una activa en 1997, cuando se llegó a las minorías étnicas en los Servicios de la Armada. Esta política de reclutamiento y aculturación fue puesta en marcha como una Política de Diversidad.

Base teóricaLa política holandesa del Ministerio de Defensa sobre el reclutamiento y la

aculturación de las minorías étnicas fue puesta en marcha como una política de diversidad. Esto fue en un período cuando el discurso de diversidad llegó a ser destacado en la sociedad holandesa y en las organizaciones holandesas en general. Organizaciones holandesas importantes como KLM, ABN Amro y organizaciones de la Policía Holandesa siguieron una diversidad de alcances en temas de estudio sobre la aculturación de minorías étnicas en sus organizaciones (Van Twuyver, Noorderhaven, y Derveld, 1997; Bakas y Van Wolde, 1997). La base teórica para la política del Ministerio de Defensa de Holanda se inclina profundamente en el trabajo de R.R. Thomas (1993) y Cox jr. (1993). Thomas hace

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notar que “La diversidad incluye a cualquiera… un compromiso a la diversidad es un compromiso a todos los empleados, no un intento de trato preferencial” (Thomas, 1993). Esto hace a la diversidad diferente de la Acción Afirmativa, ya que esta última está destinada a la lucha contra el racismo, el sexismo, la edad, la homofobia y la diferencia de clases, a través de la formulación de objetivos para compensar los atrasos en el mercado de trabajo de las mujeres y las minorías étnicas en particular. En contraste, la diversidad incluye categorías identificadas por la acción afirmativa, pero también incluye muchas otras configuraciones culturales de naturaleza física (edad, capacidades mentales y físicas) o naturaleza histórica (“raíces” familiares, perspectivas futuras, estatus social y económico, nivel educacional, preferencias políticas, etcétera) (Bakas y Van Wolde, 1997). Por lo tanto, la diversidad se refiere a todos los tipos de diferencia entre los empleados de una organización, que se hace comparable a igualdad (empleo) de oportunidades4. Pero la diversidad no es sólo un problema de diferencias (Thomas, 1993), sino también abarca similitudes. Es sobre la provisión de un ambiente de trabajo donde todos los empleados pueden alcanzar su pleno potencial (Brown, Snedeker y Sykes, 1997) y, así, Gestión de la Diversidad se refiere a la capacidad de gestión de las organizaciones para utilizar plenamente este potencial. Se trata de la gestión de la mezcla colectiva de diferentes habilidades de los empleados y la gestión (departamentos) de una organización para apreciar y respetar las diferencias entre los empleados, en lugar de tolerarlos.

Apunto a la importancia de las relaciones interpersonales de la vida cotidiana y a la comunicación entre diferentes empleados en las organizaciones. Me referiré a esto como el clima de diversidad en una organización (Cox jr., 1993), el cual es un tema importante para los encargados de formular políticas en el Ministerio de Defensa. Ellos deben estar conscientes de que son especialmente responsables de gestionar las condiciones para las relaciones diarias interpersonales adecuadas y la comunicación entre los empleados en una organización de defensa. Este artículo ha investigado cómo el Ministerio de Defensa holandés ha tomado esta responsabilidad.

Organización, política y medidasOrganización

La responsabilidad política para el proyecto de multiculturalismo corresponde al Ministerio de Defensa, es decir, al Subsecretario de Defensa, quien es políticamente responsable de todas las políticas del personal en las Fuerzas Armadas Holandesas en nombre del Secretario de Defensa. Aparte de ellos, los actores políticos más importantes en la política de diversidad son:

4. La igualdad de oportunidades está definida como: “Las expectativas de los individuos de que las oportunidades, responsabilidades y recompensas serán acordadas sobre la base de las habilidades de las personas, esfuerzos y contribuciones, y no sobre la raza, color, sexo, religión u origen nacional” (Landis, Fisher y Dansby, 1988).

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5. El Wet Samen define grupos étnicos minoritarios en Holanda como sigue: “una persona que ha nacido en Turquía, Marruecos, Surinam, Antillas Holandesas, Aruba, Yugoslavia oficial, las islas Molucas o los países de Centroamérica y Sudamérica, excepto para la gente del Japón y las Indias orientales holandesas oficiales; y una persona que ha nacido en Holanda y al menos una de las raíces de sus padres es de uno de los países mencionados”.

- el Secretario General del Ministerio de Defensa, el más alto funcionario del Ministerio de Defensa;

- el Jefe del Equipo de las Fuerzas Armadas, el más alto jefe militar.Juntos forman el consejo político de las Fuerzas Armadas Holandesas y son los

responsables políticos de todas la políticas de las Fuerzas Armadas, incluyendo la política multicultural. Además, los ejecutivos de la política multicultural son:

- el Director General del Departamento de Personal del Ministerio de Defensa, el más alto funcionario del Departamento de Personal de Defensa y su equipo;

- los comandantes más altos de las Fuerzas Armadas y sus departamentos de personal;

- Comandantes de Unidad en las Fuerzas Armadas y sus departamentos de personal.

La formulación y ejecución de la política multicultural de las Fuerzas Armadas Holandesas está siendo monitoreada y, cuando es necesario, criticada por:

- el Consejo de Defensores, que está organizado desde el nivel de unidad hasta el nivel central de las Fuerzas Armadas y que ha tratado casos sobre comportamientos indeseados y acoso; La Red de Defensa Multicultural (por y para las minorías étnicas).

MedidasAntes discutiré las medidas de diferencia, presentaré algunas cifras sobre la

representación de minorías étnicas en las Fuerzas Armadas Holandesas en el 2003 que han sido reunidas a partir del compromiso del Ministerio de Defensa al Wet Samen 19985. El Wet Samen es una ley holandesa que compromete a cada departamento holandés de gobierno para acelerar la aculturación de grupos minoritarios étnicos en su mano de obra, a través de la definición de cifras meta anuales (en porcentaje del total) del número de personas de grupos minoritarios étnicos. Los departamentos están obligados a introducir medidas para concretar estas cifras y reportar la cantidad real de minorías étnicas cada año (en porcentaje del total). Cada año, el Director de la Política Minoritaria que forma el Departamento de Justicia evalúa y compara las cifras meta con las reales, discute las medidas tomadas, y reporta los logros de este proceso al Parlamento holandés. Las cifras más recientes en relación a la Wet Samen para las Fuerzas

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Armadas Holandesas están representadas en los cuadros 2 y 3 (Ministerio de Defensa, 2004):

Cuadro 2: División de minorías étnicas sobre los rangos (militar)6

Rango Total de militares Porcentaje total Total de minorías Porcentaje de de militares étnicas militares minorías étnicas militares

Alto 1.995 3,9 179 8,9 Medio 7.651 15,1 452 5,9 Bajo 41.317 81,0 3.254 7,8 Total 50.963 100,0 3.885 7,6

Cuadro 3: División de minorías étnicas sobre las escalas (civiles)76

Escala Total de civiles Porcentaje total Total de minorías Porcentaje de de civiles étnicas civiles minorías étnicas civiles

Alto 2.322 11,2 108 4,6 Medio 8.866 42,9 544 6,1 Bajo 9.481 45,9 697 7,4 Total 20.669 100,0 1.349 6,5

6. Los rangos de Teniente Coronel y los más altos son “rangos altos”, el Segundo Teniente a Teniente Coronel son los “rangos medios” y los rangos más bajos que el Teniente Coronel son los “rangos bajos”.

7. Las escalas salariales desde 11 a mayor son las “escalas más altas”, las escalas entre 6 y 11 son las “escalas medias” y las escalas más bajas que 6 son las “escalas más bajas”.

La norma gubernamental para minorías étnicas en las Fuerzas Armadas en el 2003 era 7,7%. Así, la conclusión es que

- el puntaje de las Fuerzas Armadas Holandesas está por debajo de la norma gubernamental de 7,7%;

- el porcentaje de civiles étnicos es más bajo que el porcentaje de soldados étnicos en las Fuerzas Armadas Holandesas;

- las minorías étnicas en las Fuerzas Armadas Holandesas están relativamente bien representadas en los rangos militares más altos y las escalas civiles más altas;

- las minorías étnicas en las Fuerzas Armadas Holandesas están relativamente subrepresentadas en los rangos militares medios y las escalas civiles más altas.

La conclusión establece, en contraste, a las cifras desde los años previos al 2003, cuando las Fuerzas Armadas Holandesas constantemente cumplían la norma, que la tendencia al incremento de la representación de minorías étnicas en las Fuerzas Armadas se ha detenido.

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Echemos un vistazo a las medidas políticas se tomaron hasta el 2003. Primeramente, el Ministerio de Defensa consideró el reclutamiento de minorías étnicas como un tema central de la política. Los objetivos más importantes de éste fueron (Ministerio de Defensa, 1999):

- el estímulo a la mutua comprensión y el respeto entre los empleados de diferentes orígenes étnicos a través de su capacitación y educación en asuntos étnicos y gestión de la diversidad;

- el desarrollo de métodos de cultura-libre de selección en el futuro;- concienciar a los oficiales de reclutamiento y selección sobre los problemas

relacionados con el reclutamiento de empleados con origen étnico. - ampliar las posibilidades para que los aspirantes a soldados debajo de los

18 años, se familiaricen con las Fuerzas Armadas. - la ampliación del mercado —actividades de reclutamiento como el contacto

con organizaciones de grupos minoritarios, brindar información en las escuelas, proveer información en varios idiomas, etcétera;

- la determinación del potencial de reclutamiento para minorías étnicas a través de la investigación sobre sus actitudes hacia las Fuerzas Armadas.

En segundo lugar, la retención y flujo era un tema importante en la política multicultural oficial de las Fuerzas Armadas Holandesas, de la cual las metas más importantes eran (Ministerio de Defensa, 2004):

- la regulación de derechos de minorías, es decir, hábitos alimenticios y logros religiosos como días festivos.

- la fundación de la Red de Defensa Multicultural para fortalecer la comunicación con y acerca de las minorías étnicas en las fuerzas.

- para contestar el acoso y la discriminación a través de la implementación de defensores en todos los niveles de la organización, incluyendo un código de comportamiento contra la discriminación y acoso, con un protocolo formal de medidas cuando este código sea excedido.

- para capacitar administradores, comandantes y empleados en política de personal multicultural.

La práctica: beneficios y trampas de la políticamulticultural de las Fuerzas Armadas Holandesas

El beneficio más importante es que la aculturación de las minorías étnicas en las Fuerzas Armadas Holandesas es discutida por toda la gente en todos los rangos y en todos los niveles. No obstante, no todo el mundo (por ejemplo, la mayoría de los comandantes de unidades) considera a la política multicultural como parte de las Fuerzas Armadas, estratégica general y política del personal. El hecho es, sin

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embargo, que el éxito ha sido logrado en la comunicación de temas multiculturales en las fuerzas con diversas posibilidades de medios, con capacitación en educación y en la discusión de temas multiculturales con “organizaciones hermanas” tales como la Policía y, más que todo, en la organización del reclutamiento de minorías étnicas en las fuerzas.

La primera trampa fue que, hasta el 2001 y como resultado de una economía holandesa creciente y ambiciones militares progresivas, la política multicultural de las Fuerzas Armadas Holandesas ha creado demasiado stress en el reclutamiento. El problema después del 2001 es, que, como resultado de recesiones económicas, cortes en el presupuesto y reducción de políticas, ese reclutamiento se convirtió en menos que un tema y deshacerse del personal establecido llegó a ser lo más importante. A partir de entonces, la política multicultural estuvo amenazada de perder su pilar más importante y se convirtió en un tema de fondo. Pero la política multicultural no es sólo un tema de número de reclutados, tampoco es sólo un tema de regulación de derechos minoritarios, por ejemplo hábitos alimenticios y logros religiosos como días festivos. La parte más dificultosa de una política multicultural es crear condiciones para un clima de no discriminación, de respeto mutuo y de aprecio, respeto de las diferencias y gestionar este clima tan efectivamente como sea posible, especialmente en el contexto del crecimiento esperado de las minorías étnicas en Holanda. La declinación en la importancia del reclutamiento puede, por tanto, no ser vista como un abandono de la política multicultural, sino, al contrario, como una transferencia desde el reclutamiento a la retención y flujo, incluyendo la investigación sobre esos posteriores temas (Choenni, 1995; Richardson y Soeters, 1997; Soeters, 2004).

Otra trampa importante es que la política multicultural corre el riesgo de ser de menor urgencia como tal en las Fuerzas Armadas Holandesas, o como un alto comandante de la armada una vez formuló en un congreso de temas multiculturales: “Enviar a las Fuerzas Armadas para operaciones de mantenimiento de paz es ahora nuestra más alta prioridad, mientras que el multiculturalismo es mucho menor. No tenemos tiempo para este último”. Este juicio discierne la compleja situación entre la composición multicultural de las unidades de las Fuerzas Armadas en la ONU o las operaciones militares de la OTAN. La composición de la fuerza multicultural de la ONU o de la OTAN ha sido formada para completar estas organizaciones y la composición multicultural del país en el cual estas operaciones deben ser implementadas. Estudios en Estados Unidos realizados por Miller y Moskos (1995) y en Holanda por Soeters (2004) nos muestran que las diferencias culturales dentro y entre las unidades de la ONU y las operaciones de la OTAN y la relación cultural con gente indígena en un país específico deben ser tratadas con mucho cuidado y balance. Un tema importante para las Fuerzas Armadas Holandesas en este contexto es el crecimiento

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esperado de los reclutas musulmanes en relación a las operaciones de la ONU y la OTAN que los holandeses están implementando ahora y en un futuro cercano (Bosnia-Herzegovina, Afganistán, Irak y tal vez en el futuro África Occidental, por ejemplo Sudán). Los soldados holandeses musulmanes son, por un lado, el enlace en las relaciones entre su unidad y la gente indígena, por ejemplo, con la comprensión de la lengua indígena, hábitos, normas y valores. Pero, por el otro lado, los mismos soldados pueden ser vistos como una amenaza para la cohesión de la unidad durante la ejecución de estas tareas de enlace, cuando son fuerzas en una situación de dobles lealtades (Richardson, 2003).

La última trampa tiene que ver con el concepto de “multiculturalismo”. Siguiendo las tendencias en la discusión de “multiculturalismo” en la sociedad holandesa, uno puede identificar un sesgo teórico importante. Usando “multiculturalismo” en esta discusión, uno usualmente presupone: homogeneización: “Se supone que cada cultura moldea la vida entera de la gente preocupada por su individualidad, haciendo de cada acto y cada objeto una instancia inconfundible precisamente de esta cultura” (Welsch, 1999, p. 194); consolidación étnica: “la cultura siempre va a ser la cultura de lo popular, representando, como dijo Herder, ‘la flor’ de una existencia popular. El concepto está vinculado a lo popular” (Welsch, 1999, p. 195), y delimitación: “cada cultura es como la cultura popular de uno para ser distinguida y para permanecer separada de otras culturas populares. El concepto es separatorio” (Welsch, 1999, p. 195). Usando “multiculturalismo” como tal, grupos grandes de minorías étnicas en la sociedad holandesa en general y las Fuerzas Armadas en particular, tales como los habitantes holandeses de Turquía, Marruecos, Surinam y las Antillas Holandesas, son vistos como representantes de las culturas demarcadas y como resultado de lo estereotipado y estigmatizado. En adición, “la cultura Militar Holandesa” es tratada como diferente de aquellas culturas demarcadas, protectora “de la herencia de la cultura holandesa” y así como un “espejo para” las otras culturas demarcadas. El comportamiento que no encaja con la perspectiva de una “cultura de comportamiento militar holandés” es tratado como amenazante, anticohesivo, desleal y desahuciado. Como resultado, nuevas posibilidades de incorporación, enlace y unión de culturas, y nuevas formas de cohesión y aculturación cultural permanecen irreconocibles o incluso son negadas.

Recomendaciones para futuras políticasmulticulturales en las Fuerzas Armadas Holandesas

En enero del 2004, el gobierno holandés decidió detener el Wet Samen, lo que significa que para todos los ministerios holandeses, incluyendo el Ministerio

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de Defensa holandés, el sistema formal de registro, justificación y discusión de cantidades minoritarias étnicas y políticas también se suspende. El gobierno holandés está dispuesto a facilitar la participación de minorías étnicas en el mercado laboral, mediante la creación de un centro especial de conocimiento donde especialistas en minorías étnicas participen de manera regular. El Departamento de Defensa holandés está dispuesto a participar en este centro de conocimiento. En espera del posible establecimiento de semejante “Centro de Conocimiento de Diversidad”, el Ministerio de Defensa y la Red de Defensa Multicultural quieren discutir los siguientes futuros temas en política multicultural:

- las posibilidades de cuota sobre el flujo de minorías étnicas en las Fuerzas Armadas Holandesas.

- investigación sobre cambio de personal de minorías étnicas, por ejemplo, a través de la ejecución y análisis de entrevistas de salida con minorías étnicas;

- investigación sobre los impedimentos de la retención y flujo y sobre el clima de diversidad;

- el desarrollo de sistemas de “color libre” HRM, para la evaluación de minorías étnicas;

- capacitación en idioma en general y particularmente en idioma organizacional si es necesario;

- impulsar la participación de minorías étnicas en la capacitación laboral y carrera de formación.

En agosto del 2004, la Red de Defensa Multicultural de las Fuerzas Armadas Holandesas presentó un plan para “iniciativas de diversidad” para los siguientes cinco años (2005-2010). El mensaje de la RDM es que no sólo las iniciativas incidentales como la capacitación diaria y las sesiones de concientización sobre (que se ocupen de) diferencias étnicas/culturales son importantes, sino también las iniciativas estructurales. Por ejemplo, deberían ser estimuladas las iniciativas que contribuyen a un cambio sociocultural en las Fuerzas Armadas Holandesas. Este cambio sociocultural tiene la meta de construir una organización de las Fuerzas Armadas que se destaque por una mezcla colectiva de diferentes habilidades de empleados, donde las diferencias entre ellos lleguen a ser apreciadas y respetadas, y donde cualquiera haya desarrollado la capacidad para utilizar plenamente su potencial. La iniciativa más importante del RDM en este contexto es establecer una “Academia de Diversidad” en el año 2005. Esta academia es un consejo que trata con el desarrollo de diferentes módulos, cursos, capacitaciones, simposios, congresos e investigación sobre (el manejo de) diversidad en las Fuerzas Armadas Holandesas. La academia es un conglomerado del RDM, otras redes como las de mujeres y redes de homosexuales, los representantes del Ministerio de Defensa Holandés y representantes de todos los institutos de formación militar

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en las Fuerzas Armadas Holandesas. La academia inicia, facilita y traduce las (resultados de) acciones sobre diversidad cultural en diferentes unidades de las Fuerzas Armadas y en diferentes niveles en la organización de las Fuerzas Armadas. Se han formulado las siguientes tareas para la academia (RDM, 2004):

- desarrollar una visión sobre multiculturalismo para las Fuerzas Armadas Holandesas;

- inventar las posibilidades para el desarrollo del conocimiento sobre diversidad (multicultural) en la organización de defensa.

- analizar la calidad, retrasos y necesidades para cursos, módulos, etcétera sobre diversidad (multicultural) dentro de las Fuerzas Armadas.

- desarrollar un plan para capacitación relacionada con diversidad (multicultural), junto con los institutos de formación militar;

- organizar simposios y congresos sobre diversidad (multicultural);- iniciar la investigación sobre (los efectos de) diversidad multicultural

dentro de las Fuerzas Armadas. Se han formulado los siguientes proyectos para la academia (MND, 2004):

- producción de un CD ROM sobre preguntas e interrogantes frecuentes para líderes en las Fuerzas Armadas con relación a temas de diversidad;

- publicar un “libro de modelo de rol”, es decir, historias de líderes militares (internacionales) exitosos de diversos grupos con algunas recomendaciones de mejores prácticas para sus sucesores;

- el proyecto “Islam en las Fuerzas Armadas”, a iniciarse con un congreso para prestar atención al impacto en las Fuerzas Armadas de la frágil relación entre la gente islámica y el resto de la sociedad holandesa;

- intercambio internacional con representantes de diferentes Fuerzas Armadas en el mundo y con diferentes científicos militares en el mundo para explorar y estudiar los temas de diversidad a fondo (Marruecos, Bolivia, Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, etcétera); e

- investigación con colegas internacionales sobre el tema de diversidad (étnica), (ISU, DEOMI, DFL, etcétera).

Conclusión y discusión

El Ministerio de Defensa Holandés tiene una historia de siete años de multiculturalidad y les he mostrado las características, beneficios y trampas de su política, así como recomendaciones para iniciativas en el futuro. En un período de siete años, la política no siempre está bien elaborada en las Fuerzas Armadas Holandesas y los caminos hacia las Fuerzas Armadas diversas (multiculturales) reales no están pavimentados sin problemas. No obstante, se han anotado

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progresos importantes en aquellos años y las metas son apoyar este progreso y desarrollar nuevas iniciativas para ampliar nuestro conocimiento sobre las dinámicas de multiculturalismo en las Fuerzas Armadas.

Les he mostrado el concepto de “multiculturalidad” y cómo una consecuencia del estereotipo y la estigmatización de diversos grupos culturales puede ser un obstáculo importante. La gente de Turquía, por ejemplo, está estigmatizada como típicos turcos, es decir, descendientes de la cultura turca con valores turcos típicos, normas y hábitos que son en principio chocantes con los holandeses. En un mundo globalizado, sin embargo, es importante repensar continuamente los conceptos que estamos trabajando. Las sociedades hoy en día se están mezclando unas con otras y el concepto de “transculturalidad” parece encajar mejor en estos desarrollos (Welsch, 1999). La transculturalidad se refiere a las mezclas y penetraciones en las culturas actuales a nivel macro (sociedad) y micro (individual): “Primeramente, la transculturalidad es una consecuencia de la diferenciación interna y complejidad de las culturas modernas. Éstas abarcan un número de formas de vida y culturas, las cuales también se interpenetran o emergen en otra forma. Segundo, las culturas de hoy están extremadamente interconectadas y enredadas unas con otras. Los estilos de vida ya no terminan más en los bordes de las culturas nacionales, sino que van más allá de éstas, son encontradas en la misma forma en otros países. Tercero, las culturas de hoy son en general caracterizadas por la hibridación. Para cada cultura, todas las otras culturas han tendido a ser el centro del contenido o satélites” (Welsch, 1999, p. 198).

En el nivel individual “convertirse en transcultural” significa que todos somos híbridos culturales, es decir, nuestra identidad cultural está formada por conexiones culturales múltiples. Todos poseemos: “múltiples accesorios e identidades-identidades transversales” (Welsch, 1999, p. 198). En Holanda, es decir, la tercera generación de los jóvenes turco holandeses no puede ser simplemente estigmatizada como sólo turca. Ellos son híbridos culturales, lo que significa que experimentan alguna versión moderna de la religión islámica, ellos compran ropas occidentales como jeans y zapatillas, comen comida turca pero también MacDonald, hablan holandés perfectamente en situaciones públicas como escuelas, pero hablan turco en su hogar y con sus padres, etcétera. Éste es el concepto de transculturalidad que nos podría dar una visión más profunda y una comprensión de las dinámicas de la diversidad. Esto podría abrir la estigmatización rígida de la gente en diferentes instancias organizacionales como las Fuerzas Armadas y esto puede ser un alivio para ambos, para ellos mismos y para sus oponentes.

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Liderazgo militar y multiculturalidad

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El nuevo manual doctrinario de las Fuerzas Canadienses llamado Deber con honor: La profesión de armas en Canadá, (2003) que provee los fundamentos de la profesión armada y articula claramente lo que significa ser un profesional militar canadiense, ha ganado galardones internamente dentro del Departamento Nacional de Defensa (DND), así como de los políticos, intelectuales y analistas militares de la nación. También ha recibido atención y admiración de nuestros aliados y otras instituciones militares internacionales. Esto no debería sorprender puesto que el manual es un trabajo seminal que debería aplicarse y guiar a todos los profesionales militares, así como a sus instituciones de defensa.

Desafortunadamente, el camino al Deber con honor no fue uno de anticipación, reflexión, intelectualidad o profesionalismo. Más bien fue la crisis y discutiblemente la implosión del cuerpo de oficiales canadienses en los años noventa las que impulsaron el renacimiento del profesionalismo y liderazgo militar canadiense. Fue el resultado de lo que el comandante del Ejército Canadiense describió como “una década oscura”. Las Fuerzas Canadienses (CF) tienen un legado distinguido y un registro envidiable de combate en dos guerras mundiales y en el conflicto con Corea. Su imagen y credibilidad durante la Guerra Fría como miembro de la OTAN, así como ser un prominente participante global en operaciones de mantenimiento de la paz tanto en la aparición local como en la internacional, representa una fuerte y vibrante organización militar. Sin embargo, la desintegración del Pacto de Varsovia y el paradigma bipolar de amenaza representado por la caída del Muro de Berlín en 1989, crearon un tumultuoso ambiente geopolítico que tomó a la mayoría, si no a todos los países, por sorpresa. La predictibilidad, simplicidad y confort de la Guerra Fría se derrumbaron. Aparentemente, las trasnochadas suposiciones fundamentales de las instituciones militares y de sus líderes fueron

Falta de honor: Somalia. La chispa que inició la transformación del Cuerpo de Oficiales de las Fuerzas Canadienses

Coronel Bernd Horn, PhD1

Venimos de una década de oscuridad.

Teniente General Rick Hillier, Jefe del Personal en Tierra, Mayo 2003

1,. Instituto de Liderazgo de las Fuerzas Canadienses.

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desapareciendo. Los cambios dramáticos en el ambiente geopolítico se unieron a las demandas por un dividendo de paz, por una revolución vanidosa en asuntos militares, así como por una crisis fiscal nacional concomitante con un cambio mayor en las expectativas y demandas de la sociedad, que crearon una crisis que reveló las fisuras en el cuerpo de oficiales canadienses. Estas fallas se hicieron manifiestamente evidentes durante el “escándalo de Somalia” que se centró alrededor del asesinato por tortura de un ladrón adolescente somalí que estaba bajo custodia canadiense durante el Operativo Liberación en marzo de 1993. Los subsecuentes intentos de cubrir este odioso acto, tanto por el personal y luego por los mandamases en los Cuarteles de Defensa Nacional (NDHQ)2 en Ottawa, llevó a la reputación de las Fuerzas Canadiense y en particular a sus líderes, a un histórico decaimiento. También exhibieron una deficiencia fundamental en el conocimiento del cuerpo de oficiales canadienses sobre liderazgo, profesionalismo y espíritu militar. Fue así como Somalia se convirtió en el catalizador para el inicio de la transformación del Cuerpo de Oficiales Canadienses.

El paradigma del colapso de la Guerra Fría

No es una revelación afirmar que somos prisioneros de nuestra propia experiencia. Es exactamente por esta razón que a menudo se hace difícil darse cuenta de que la institución que ha nutrido, guiado y suministrado a sus cuidadores con ascenso y promoción pueda ser defectuosa. ¿Cómo pudo ser? Aquellos que son responsables de asegurar su efectividad y aprobar cambios en su estructura, política, doctrina y estrategias son los mismos individuos que han sido reconocidos por un sistema como particularmente meritorio y capaz. Entonces, ¿cómo puede un sistema que ha reconocido su brillantez ser defectuoso? Además, como el conocido estratega Basil Liddel-Hart lamentara: “Hay más de dos mil años de experiencia que nos dicen que la única cosa más difícil que meter una nueva idea a la mente militar es tratar de sacar una antigua”.

No es de sorprenderse que no fuera antes de la post Guerra Fría que la santidad y seguridad de la antigua sabiduría convencional que sostuvo la verdad por más de un siglo fue destruida. De pronto, los planes cuidadosamente preparados para la defensa de Alemania se volvieron irrelevantes. El familiar y cuidadosamente templado enemigo soviético se había ido3. Los oficiales principales, cuyas carreras

2. Teniente General Rick Hillier, citado durante el Consejo de Desarrollo de Combate, 12 de mayo de 2003.3. En 1987, Georgi Arbatov, consejero de Mikhail Gorbachev, anunció al Occidente: “Estamos por hacerles la peor

cosa imaginable – vamos a privarlos de su enemigo”. Pascal Boniface, The Will to Powerlessness. Reflections on Our Global Age (Kingston: Queen’s Quarterly, 1999), 37.

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4. Esto es fácil de explicar. La situación a menudo tensa pero siempre estable entre los superpoderes en Europa y en otras partes del mundo se encontraba en un marco donde los protagonistas estaban claramente delineados y las reglas universalmente entendidas. La Guerra Fría, en muchos aspectos, dividió artificialmente gran parte del mundo en dos campos distintos alineados con uno u otro superpoder. De esta manera, los Estados eran a menudo adecuados artificialmente y mantenidos mediante asistencia militar y económica. Estas herramientas eran la zanahoria y el palito utilizados para mantener aliados en línea. Sin embargo, con la caída del “Muro” en 1989-90, muchos de estos Estados fueron abandonados y, por lo tanto, colapsaron totalmente. El caos resultante transformó el ambiente de la seguridad internacional. Donde el conflicto de la Guerra Fría estaba basado en un paradigma interestatal, ahora parecía una postura intra-Estado. Los Estados fallidos cayeron en una espiral de anarquía, creando un vacío de poder que a menudo era cubierto por caudillos, pandillas paramilitares y organizaciones paramilitares. Las guerras civiles y la intranquilidad que representaban eran increíblemente salvajes y frecuentemente amenazaban desbordarse a sus fronteras. En 1995, Boutros Boutros-Ghali, el Secretario General de las Naciones Unidas escribió, “el final de la Guerra Fría removió contratiempos que habían inhibido el conflicto en la Unión Soviética y otros lugares... se dio una ráfaga de guerras dentro de Estados recientemente independientes, a menudo de carácter religioso o étnico y a menudo involucrando una inusual violencia y crueldad”. Boutros Boutros-Ghali, An Agenda for Peace 1995, 2nd ED (Nueva York: Naciones Unidas, 1995), 7.

5. De 1989 a 2001, las Fuerzas Canadienses se desplegaron en aproximadamente 67 misiones comparadas con 25 misiones durante el período 1948-1989.

6. Para aquellos que tienen una fe desbocada en la tecnología, la guerra ahora se ve como un fenómeno predecible, si no desordenado, y la derrota un hecho de simple análisis costo/beneficio y la efectividad de cualquier capacidad militar un cálculo finito de objetivos destruidos y daños infligidos”. (Paul van Riper and Robert H. Scales, “Preparing for War in the 21st Century, Parameters, Otoño 1997, 5). Este fenómeno muy poco forzó a las CF a reexaminar la forma en la cual cumplían su mandato y conducían sus operaciones.

estaban completamente enraizadas y definidas por la cómoda predictibilidad de la Guerra Fría, se enfrentaron a un nuevo mundo bravo. El conflicto se había hecho exponencialmente más complejo e impredecible4.

Como resultado de este nuevo conflicto internacional, muchas naciones occidentales, incluyendo Canadá, se embarcaron en operaciones de apoyo a la paz que ya no semejaban el clásico modelo de pacificación de yuxtaponer simplemente una fuerza entre dos beligerantes que hayan aceptado la presencia de una tercera parte para monitorear un cese de fuego mutuamente acordado. En un claro rechazo al concepto de soberanía enterrada en el Occidente, desde el Tratado de Westfalia en 1648, el Occidente, ahora selectivamente, se involucraba en los operativos de pacificación. Más aún, el ritmo de operaciones se incrementó dramáticamente. Durante los noventa, las CF sufrieron un triple aumento en sus misiones, en comparación a las anteriores cuatro décadas5. Los líderes militares tomados en el ambiente de la Guerra Fría no estaban preparados para lo que la nueva era traía consigo.

Pero el conflicto no fue el único cambio que los líderes militares tuvieron que enfrentar. Los dramáticos desarrollos científicos y tecnológicos iban paralelos a la transformación del conflicto. Estos avances, combinados con la globalización, introdujeron el concepto de una “economía de conocimiento” y un “mundo postmoderno”. También fomentaron lo que muchos creyeron que fue la Revolución en Asuntos Militares (RMA). La digitalización, la fusión de datos, las municiones guiadas con precisión y los dispositivos cibernéticos sólo fueron algunos conceptos que se enfrentaron como evidencia de una nueva época de guerra6. Sorprendentemente, además de los dramáticos y tumultuosos cambios en conflicto,

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el panorama geopolítico y la tecnología eran aún otra alteración cataclísmica que tomó a las CF y a sus líderes totalmente por sorpresa. El revolucionario cambio en las expectativas y en los valores sociales, descrito por el autor canadiense Peter C. Newman como un movimiento global de deferencia pública a la autoridad y gobierno a una de desafío, fue profundo y francamente atrapó desprevenida a las CF7. Difusión, transparencia, tratamiento justo de su personal, calidad de vida y confiabilidad de aquellos responsables de los controles, eran conceptos simples y razonables en teoría, pero ajenos en la práctica y comprensión para aquellos que habían navegado a través del aparente “cargo de amenaza” y de la censurada Guerra Fría. Por más de 40 años, las amenazantes hordas soviéticas, demostradas por despliegues gráficos de espacios de misiles y cuadros que dramáticamente mostraban la ventaja soviética en fuerzas convencionales, fueron suficientes para rechazar la censura o el examen de las instituciones occidentales de defensa. No acostumbrados a justificar sus acciones o su existencia, el liderazgo departamental y de las CF se asió de su conocimiento miope y muy estrecho del mundo alrededor de ellos. Parecía prevalecer la creencia de que eran intocables y podían simplemente ignorar críticas de sus acciones.

Muy simple, el Cuerpo Canadiense de Oficiales había perdido su rumbo. Privado de un sólido espíritu o conocimiento militar de los requisitos del profesionalismo, las FC fueron atrapadas sin preparación para la era de la post Guerra Fría. “Las Fuerzas Canadienses (CF) y el Departamento Nacional de Defensa (DND)”, escribió el General Maurice Baril, antiguo Jefe del Personal de Defensa (CDS), “como cualquier otra institución canadiense, no siempre ha sido rápida en anticipar y reaccionar a estas nuevas transiciones”. Concedió que “...algo de nuestra lentitud para cambiar se debió a la preponderancia de actitudes y culturas institucionales”8.

Antiguas verdades y prejuicios, como la casi exclusiva confianza en la experiencia para el avance y un antiintelectualismo profundamente arraigado que consideraba la educación superior como innecesaria e irrelevante para una seria carrera de soldado que duraba por lo menos casi 50 años, ahora exponían su bancarrota. Simplemente, la predisposición mental adoptó la capacitación (una respuesta predecible a una situación predecible) a la virtual exclusión de la educación (una respuesta razonable a una situación impredecible —es decir, pensamiento crítico ante lo desconocido—)9. Además, la confianza en el

7. Peter C. Newman, Canadian Revolution 1985-1995: From Deference to Defiance (Toronto: Viking Press, 1995).8. General M. Baril, “Officership: A Personal Reflection”, in Generalship and the Art of the Admiral, editores Bernd

Horn and Stephen Harris (St. Catharines: Vanwell Ltd., 2001), 138.9. Ver Lieutenant-General Robert W. Morton, Chairman, Report of the Officer Development Review Board for the

Chief of Military Personnel (Ottawa: DND, agosto 1995). Ver también John A. English, Lament for an Army. The Decline of Canadian Military Professionalism (Toronto: Irwin Publishing, 1998), 62-64.

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10. La situación de la educación de un oficial era simplemente lamentable. Sólo un 53.3 por ciento de oficiales contaban con un grado de preparatoria y sólo 6.8 por ciento tenía capacitación de postgrado. El aspecto de educación superior fue importante según argumenta el Profesor Albert Legault: “así el miembro de las CF entenderá mejor su rol como soldado civil”. Albert Legault, Report to the Prime Minister. A Paper Prepared for the Minister of National Defence by Professor Albert Legault, Laval University (Ottawa: DND, marzo 1997), 40. El Dr. Jack Granatstein afirmaba: “las CF cuentan con un cuerpo de oficiales visiblemente mal educado, de seguro uno de los peores del mundo occidental”. J.L.Granatstein, A Paper Prepared for the Minister of National Defence by Dr. J.L. Granatstein Canadian Institute of International Affairs (Ottawa: DND, 1997), 19. En 2004, casi lo opuesto era verdad.

11. Baril, “Officership a Personal Reflection”, 140.12. Major-General Roger Rowley, concejal, Report of the Officer Development Board, Vol 1 (Ottawa: Departamento

de Defensa Nacional, marzo, 1969), iii.

tradicional concepto militar de que el liderazgo es una acción jerárquica de arriba para abajo que depende del comando unitario y de nombramientos del personal, específicamente de la experiencia, como el mecanismo para preparar individuos para el comando superior a nivel estratégico, falló al imbuir el cuerpo de oficiales con líderes de visión y fuerza para navegar por las CF a través de cambios que les fueron impuestos. Como resultado, soportaron una década tormentosa que al final erosionó la confianza tanto del público como del gobierno y de sus militares10.

La Década Oscura

“Innegablemente”, manifestó el General Baril, “los años noventa representaron la primera prueba seria del cuerpo de oficiales de Canadá contemporáneo y hallamos que parte del mismo estaba quebrado”. Agregó que la “experiencia en y de sí mismo no fue suficiente”11. Esto no debió haber sido una revelación. Treinta años atrás, otros CDs ya habían eludido el peligro. “Importa poco si las Fuerzas cuentan con su fuerza de hombres y presupuesto financiero, o la mitad o el doble de ellos”, advirtió el General Jean V. Allard, “sin un cuerpo de oficiales profesionales propiamente educados, efectivamente preparados, en el futuro las Fuerzas se derrumbarían en el mejor de los casos a la mediocridad y, en el peor, al desastre”12.

Su profecía se hizo realidad. Existía una seria falla en la comprensión de las CF sobre la profesión de armas. Aunque se veían a sí mismos como guerreros en los terraplenes de la sociedad occidental industrializada, defendiendo los ideales de la democracia contra las masas paganas soviéticas, y, honestamente, sentían que sus habilidades tácticas de guerra en el contexto de fuerzas altamente mecanizadas en batalla en tierra y en aire eran las mejores, habían perdido el conocimiento más amplio de su rol y de su responsabilidad para con su sociedad. Además, su ferviente antiintelectualismo despojó al cuerpo de oficiales capaces

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o deseosos de llevar a cabo un análisis, de pensamiento crítico, reflexión y visión en el contexto geopolítico y social más amplio. El inherente marco mental militar conservador y tradicional complementado por su estructura jerárquica, autoritaria y cerrada alimentó un sistema que no sólo ignoró sino que se aisló activamente de todo pensamiento o crítica. Como una profesión, los militares argüían que no sólo eran capaces, sino francamente los únicos competentes para regularse a sí mismos. No es de sorprender que este argumento fuera aceptado por un largo tiempo, pero ahora esto ha cambiado.

A principios de los noventa, el caos que surgió con el colapso de la Guerra Fría pronto sepultó a las naciones de Occidente, inclusive a Canadá. Una nueva época de operaciones de estabilización cambió la naturaleza de las misiones de apoyo a la paz. El nuevo ambiente era ambiguo, complejo, volátil, constantemente cambiante y peligroso, en una forma inmediata no experimentada por muchos durante la Guerra Fría. Un medio de comunicación siempre presente reportaba los eventos en tiempo real virtual y, a menudo, convertía las acciones tácticas en tierra en asuntos estratégicos. Los oficiales, tanto oficiales principales no comisionados (NCOs) como soldados entrenados en el modelo de la Guerra Fría de fuerzas convencionales contra un enemigo predecible y según un modelo, a menudo no estaban preparados para agresores que frecuentemente eran fuerzas de gentuza suelta dirigida por caudillos, grupos paramilitares o criminales. En este ambiente, la verdadera falla de las CF y de su cuerpo de oficiales en garantizar la existencia de un fuerte espíritu militar (es decir, los valores, creencias y expectativas de servicio militar que reflejan los valores canadienses fundamentales y los imperativos del profesionalismo) surgió a la superficie.

En marzo de 1993, en un cálido y letárgico búnker enclavado en las arenas de Belet Huen, Somalia, los angustiosos gritos de un ladrón somalí cautivo de 16 años de edad perforaban el aire hasta el campo del Comando 2, el Regimiento Aéreo Canadiense (Cdn AB Regt), mientras era sistemáticamente golpeado hasta morir. Aunque los gritos fueron escuchados por un gran número de soldados, de NCOs y de oficiales, ninguno se molestó en investigar o de detener la tortura. Días después, ese incidente desataría una serie de eventos que transformarían las Fuerzas Canadienses, particularmente al cuerpo de oficiales.

El Regimiento Aéreo Canadiense: síntomay símbolo de un problema sistemático

El crimen fue perpetrado y secundado por un par de paracaidistas del Regimiento Aéreo Canadiense. Peor aún, se permitió su difusión después de varias horas debido a un ambiente aparentemente privado de profesionalismo.

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Aunque muchos oficiales principales y políticos trataron de evadir el incidente como la acción de “algunas malas manzanas”, la verdad es que el Regimiento Aéreo Canadiense era un síntoma y se convirtió en el símbolo de un problema sistemático. Para entenderlo, se debe revisar brevemente la experiencia de las Fuerzas Aéreas Canadienses.

La experiencia aérea canadiense siempre ha sido una paradoja. Los paracaidistas, que durante la mayor parte de su existencia representaron lo mejor de los guerreros de la nación, eran ampliamente rechazados dentro de la milicia y virtualmente ignorados en círculos civiles, al menos hasta el horrible crimen cometido en Somalia en 1993. La actitud canadiense hacia las Fuerzas Aéreas ha sido siempre esquizofrénica y llevada por propósitos políticos más que por una doctrina o una necesidad operativa. La falla en la identificación de un rol consistente y dominante para las Fuerzas Aéreas la llevó a una existencia sobresaltada, dependiente de personalidades en el poder y de expedientes políticos de turno. Este enfoque al final derivó en las condiciones que permitieron asesinatos, así como en el final del propio Regimiento Aéreo Canadiense13.

Un examen de la evolución de las organizaciones aéreas del país en los últimos 50 años ha demostrado que los líderes políticos y militares nacionales de manera consistente tuvieron un enfoque irresoluble y confuso en relación con el requisito de la Fuerza Aérea. Durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, la decisión de establecer una capacitación de paracaidismo canadiense fue inicialmente rechazada puesto que no se visualizaba un rol claro para estas tropas especiales. El concepto fue posteriormente aceptado, pero solamente con la condición de mantenerse en un nivel muy bajo y descentralizado. El creciente interés americano y británico en fuerzas aéreas durante la guerra proporcionó el catalizador para el establecimiento de un batallón canadiense de paracaidistas el año 1942, que sirvió con distinción durante todo el resto del conflicto, pero que fue rápidamente desbandado al final del mismo14.

En 1946, los planificadores de la postguerra olvidaron buscar un lugar para los paracaidistas en el Ejército canadiense, dramáticamente apaciguado en tiempos de paz. Los tradicionales sentimientos antimilitares dentro del gobierno, combinados con su enorme deuda de guerra, incentivó una tendencia a la economía en vez de la creación de una capacidad operativa militar completa

13. Para un completo recuento de la experiencia aérea canadiense, ver Bernd Horn, Bastard Sons. An Examination of Canada’s Airborne Experience, 1942-1995 (St. Catharines, ON: Vanwell, 2001); y Bernd Horn y Michel Wyczynski, In Search of Pegasus-The Canadian Airborne Experience, 1942-1999 (St Catharines: Vanwell Publishing, 2000).

14. Ver Bernd Horn y Michel Wyczynski, Paras versus the Reich. Canada’s Paratroopers at War 1942-45 (Toronto: Dundurn, 2003); y Bernd Horn y Michel Wyczynski, Tip of the Spear-An Intimate Portrait of the First Canadian Parachute Battalion, 1942-1945 (Toronto: Dundurn Press, 2002).

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que algunos de los soldados deseaban. Además, el gobierno canadiense iba respondiendo a la preferencia de los votantes por programas sociales en su deseo de retornar a sus expectativas normales luego de seis largos años de guerra. Como consecuencia, la administración liberal sólo aprobó una esquelética fuerza militar diseñada para proporcionar el marco referencial para la movilización de un ejército civil en tiempo de crisis y nada más.

El voluble cambio en la tecnología durante la Segunda Guerra Mundial, particularmente en aeronáutica, de jets y de armas nucleares, destrozó la dependencia de muchas naciones en geografía de seguridad. Para Canadá, este predicamento fue exacerbado por la emergencia de dos superpoderes rivales que enclaustraron el dominio entre ellos. De mayor consideración aún fue el entendimiento de que los americanos veían a Canadá como un flanco expuesto. La aprensión americana por la seguridad del Norte se combinó solamente con la consideración de Ottawa sobre la soberanía canadiense, especialmente en los sectores del Norte. Para mantener a los americanos fuera del norte de Canadá, el gobierno se dio cuenta de que no sólo debía intentarlo, sino ser capaz de salvaguardar la puerta de atrás. Una enfermiza amenaza al Norte, un gigante paranoico al Sur y un gobierno de puño cerrado que tradicionalmente mantuvo a los militares en desdén creó el matrimonio de conveniencia más selecto.

El gobierno canadiense rápidamente percibió que la Fuerza Aérea era una solución política a su dilema. Para los políticos, los paracaidistas representaron una conveniente fuerza viable que era capaz de responder a cualquier incursión hostil al Ártico que amenazara a Canadá o, más importante, a los Estados Unidos. Sin embargo, para el gobierno, también representaban un medio barato de salvaguardar la soberanía de la nación.

Así que en el inmediato período de la postguerra, la reconstitución de una Fuerza Aérea, ahora denominada Fuerza Móvil de Ataque (MSF), se enraizó en la realidad política. Las declaraciones de un oficial DND describen a la MSF como una “tormenta” de muerte. Sin embargo, la verdad era sustancialmente diferente. En la ácida prueba del mundo real, se hizo evidente que la Fuerza Móvil de Ataque era un “tigre de papel”.

El liderazgo militar mantuvo conscientemente este estado de cosas. Quizás se dio cuenta de que el gobierno apoyaba a la Fuerza Aérea, no por el bien de su efectividad operativa sino más bien por la capacidad percibida que sus paracaidistas representaban. Algunos líderes militares que no estaban entusiasmados con las tropas de paracaidistas empezaron a redirigir al MSF de su mandato original. A lo largo de su existencia, el MSF fue crónicamente privado de hombres calificados, de aeronaves de apoyo y de ejercicios de entrenamiento. Además, sus unidades fueron habitualmente confrontadas con diferentes prioridades, las que no eran idealmente adecuadas para el uso eficiente de la Fuerza Aérea. Actividades como

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la preparación de reclutas para el conflicto con Corea o la capacitación de “todas las armas combinadas” para el campo de batalla de la OTAN en Europa tuvieron de manera consistente un precedente sobre el propósito establecido del MSF, que era la “Defensa de Canadá”.

Para principios de los cincuenta la real indiferencia militar y política hacia la Fuerza Aérea del Canadá se hizo más evidente con la amenaza cambiante del Norte. El Misil Balístico Intercontinental (ICBM) transformó radicalmente la naturaleza de la amenaza a Norteamérica. El eclipse de la amenaza del bombardero humano sobre la capa polar cambió la importancia del norte canadiense para los Estados Unidos a una profundidad meramente estratégica. De manera predecible, el interés americano en el Ártico canadiense se disipó súbitamente. La actividad y preocupación canadiense en el Norte murieron así de pronto15.

El efecto de este cambio tecno-estratégico sobre la Fuerza Aérea Nacional fue inmenso. Ya rechazada y restringida, la capacidad aérea llegó a una fisura en forma de compañías de paracaidismo descentralizadas que se mantenían solamente dentro de los distintos regimientos de infantería. La habilidad se mantenía viva, pero escasamente.

En 1958, esta reorganización de “Batallones de Fuerza Aérea” a “Compañías de Salto” representaba el deceso oficial del MSF. Colectivamente, las respectivas subunidades de paracaidistas ahora eran designadas a la Fuerza de Defensa de Canadá (DCF) para subrayar su rol “especial”. La continua charada de mantener una fuerza de paracaidistas fue simplemente una función de los arreglos conjuntos de seguridad entre Canadá y los Estados Unidos para la defensa de Norteamérica. Para Canadá, la Fuerza Aérea era la norma establecida para mantener tranquilos a los americanos. Para muchos en el gobierno y para los círculos convencionales de los militares, lo que importaba era la fachada de su existencia. Su habilidad para responder a una amenaza que era en gran manera quimérica, en todo caso, no se juzgó importante. Para ellos, la Fuerza Aérea representaba un clásico expediente político16.

Pero a medida que la amenaza del Norte cesaba en Canadá, una nueva amenaza emergía en otro lugar del mundo. A fines de los cincuenta y principios de los sesenta, fueron testigos de una explosión internacional de movimientos nacionalistas y de inquietud política. Conflictos “Brush-fire” (cepillo de fuego), insurgencias y guerras de liberación nacional se encendían por todo el Globo.

15. Ver David Bercuson, True Patriot: The life of Brooke Claxton (Toronto: University of Toronto Press, 1993); Bernd Horn, “Gateway to Invasion or the Curse of Geography? The Canadian Arctic and the Question of Security, 1939-1999”, en B. Horn, ed. Forging a Nation: Perspectives on the Canadian Military Experience (St. Catharines: Vanwell Publishers, 2002), 307-334; “A Military Enigma: The Canadian Special Air Service Company, 1948-49”, Canadian Military History, Vol 10, No. 1, Invierno 2001, 21-30; y Horn, Bastard Sons, Capítulos 3 y 4.

16. Ver Horn, Bastard Sons, Capítulos 3 y 4.

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El concepto de rápidas fuerzas desplegables bajo los auspicios de las Naciones Unidas capturó la imaginación del gobierno canadiense que todavía estaba eufórico sobre su recién ganado rol internacional a causa de su diplomacia y del éxito militar en el resultado de la Crisis de Suez en 1956. Cuatro años más tarde, la emergencia en el Congo Belga reforzó la aparente necesidad de fuerzas internacionales que pudieran desplegarse rápidamente para evitar la potencial escalada de conflictos regionales en confrontaciones de superpoderes.

Al mismo tiempo, como resultado del cambiante ambiente internacional de seguridad, los americanos se embarcaron en un programa para consignar mejor el “espectro del conflicto” que ahora enfrentaban. Los americanos se dieron cuenta de que su estructura de fuerza existente no era adecuada para lidiar con “guerras limitadas” en otras tierras. Como resultado, el Pentágono ahora enfatizaba mayor movilidad estratégica, la expansión de Fuerzas Especiales para lidiar con la proliferación de conflictos tipo guerrillas y el desarrollo de la capacidad aérea móvil.

El liderazgo político y militar canadiense siguió el molde. Para 1964, la huella de un Ejército Canadiense revitalizado se basó en el concepto de una verdadera fuerza móvil capaz de reacción rápida y alcance global. Instrumental a esta fuerza prevista, estaba un elemento aéreo que pudiera proporcionar al país una reserva estratégica capaz de una reacción rápida y de un despliegue a nivel mundial17.

En 1968, esta unidad de exposición se dio a conocer como el Regimiento Aéreo Canadiense (Cdn AB Regt). Comenzó como una organización muy privilegiada. Se le brindaba formación con acceso directo al Comandante del Ejército y se le evitó el tedio de realizar encomiendas nacionales como proporcionar hombres para el entrenamiento de Reserva o actuar como instructores en bases de entrenamiento de las CF o del Ejército. Aunque esta creación se caracterizó por su gran pasión y altos ideales de algunos comandantes y políticos, para fines de los años setenta sufrió del mismo tratamiento que sus predecesores. El establecimiento militar más grande y el Ejército en particular nunca aceptaron completamente el rol designado al Cdn AB Regt.

El mandato de los paracaidistas fue tan evasivo como implícito. Existía una amplia variación en su propósito establecido. Las instrucciones militares preliminares y las publicaciones de prensa oficiales del DND describían el rol de

17. Ver Lester B. Pearson, “Force for U.N”., Foreign Affairs, Vol 35, No. 3, abril 1957; Teniente CoronelR.B. Tacaberry, “Keeping the Peace”, behind the headlines, Vol 26, No. 1, septiembre 1966, 7; “Appreciation and Proposed Options for the Structure of the Canadian Army Field Force 1965-1970 Period”, abril 5, 1965, 2. Rectorado de Historia y Herencia (de aquí en adelante DHH), Archivo 112.11.003 (D3) - Casilla 3; Canadá, Rationale For Canadian Defence Forces (Ottawa: DND, mayo 14, 1968), 29. DHH, Archivo 90/452; General Jean V. Allard, The Memoirs of General Jean V. Allard (Vancouver: The University of British Columbia Press, 1988); Paul Hellyer, Damn the Torpedoes. My Fight to unify Canada’s Armed Forces (Toronto: McClelland & Stewart Ltd., 1990); y Horn, Bastard Sons, Capítulo 5.

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18. Ver Mensaje del DND, “CANMOBGEN 098 Comd 2549, fechado 022030Z diciembre 1966; Mensaje del DND, CANCOMGEN 022, fechado 111600Z abril 1968, Organization Mobile Command; “Approval of MOBCOM Forces Structure Concept”. Biblioteca y Archivos del Canadá [de aquí en adelante LAC], RG 24, Vol 23491, Archivo 1901-2, Parte 1; Canadá, CFP 310 (1) - Airborne, Volume 1, The Canadian Airborne Regiment (Ottawa: DND, 1968); “Formation of the Canadian Airborne Regiment - Activation and Terms of Reference”, Mayo 15, 1967, 2. Documentos Personales del Coronel (retirado) Michael Barr y Horn, Bastard Sons, Capítulo 5.

la unidad como cualquier cosa, desde una “brigada de bomberos” internacional, una reserva estratégica nacional, un paliativo para ganar tiempo para refuerzos mecanizados más pesados a desplegar en Europa, hasta una fuerza lista de las Naciones Unidas. Como un segundo pensamiento, los planificadores políticos y militares también reclamaban que el Regimiento Aéreo Canadiense era idealmente adecuado para las Operaciones de Defensa de Canadá (DCO). El hecho de que cada uno de sus múltiples roles aéreos eran excluyentes entre sí fue simplemente ignorado por casi todos18.

Al final, la incapacidad de racionalizar completamente el rol, la estructura y la relevancia del Cdn AB Regt llevó a su eventual muerte. Durante los setenta, su existencia fue marcada por las prioridades cambiantes, tanto en relevancia como en rol. Pasó de ser, desde una formación independiente orientada a la reserva estratégica nacional a ser simplemente otra unidad “convencional” dentro de una brigada ya existente. Se convirtió en el blanco del continuo debate malévolo dentro del Ejército y en el rehén del impulso individual de aquéllos en el poder. Como resultado, su fortaleza, tanto en términos de hombres como de integración organizativa, fue mermando insidiosamente.

Para los ochenta, la falta de un requerimiento de la Fuerza Aérea canadiense claro, creíble y aceptado probó ser un difícil obstáculo a superar. Puesto que el rol de Canadá en el mundo se alejó de Europa hacia diferentes objetivos de política internacional, las Fuerzas Armadas Canadienses atravesaron una crisis de autodefinición. Esto se manifestó en presupuestos reducidos y deteriorados niveles de personal. El Cdn AB Regt tuvo dificultad en convencer a sus amos políticos y militares sobre su importancia. Además, cuanto más sus defensores (aquellos comandantes que habían sido jóvenes subalternos en los primeros días y ahora se habían infiltrado en los principales escalafones) trataban de probar su utilidad mediante la asignación de nuevas tareas o la retención de las antiguas, mas resaltaba su mayor debilidad. Además, no contaban con un rol creíble o consistente que las hiciera indispensables. El eventual desgaste de la organización y del apoyo se sumaron a una disminución de destinos al Regimiento de líderes y soldados con experiencia vital de otros regimientos que eran responsables de alimentarlo con talento. El Regimiento ahora recibía soldados jóvenes, algunos directamente de entrenamiento básico de infantería. La incapacidad de reclutar el necesario número de NCOs principales, deseosos de hacerse voluntarios

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para el servicio aéreo, creó la necesidad de mantener a aquellos individuos con voluntad que no siempre eran los mejores elementos, pero cuyo compromiso de servicio significaba una promoción que posiblemente nunca hubiesen recibido de otra manera. Peor aún, los regimientos de infantería vieron en el Cdn AB Regt un depósito para sus elementos malos y problemáticos. Un estudio del Ejército reveló que el Cdn AB Regt debía “confiar exclusivamente en la buena voluntad de los regimientos superiores para reemplazar tropas”. En términos simples, esto significaba que el Cdn AB Regt reflejaba al Ejército como un todo19.

Como si no fuese suficiente, el nombramiento del Comandante del Regimiento se convirtió en un tema “político” —el comando no rotaba al mejor individuo disponible, sino más bien al elegido por el consejo militar del regimiento de infantería proveedor, cuyo turno era proporcionar al comandante. A menudo era un premio consuelo para un oficial que no había sido considerado valioso para ser oficial comandante de alguno de los batallones de infantería convencionales. Todo esto se evidenciaba en un ambiente privado de un profundo conocimiento de profesionalidad y de un incuestionable conocimiento de espíritu militar. El resultado final no fue nada menos que el fin del mismo Regimiento20.

Para mediados de los ochenta, el Cdn AB Regt tenía severos problemas disciplinarios. Desobediencia, insubordinación, asaltos, robo de armas, vínculos con pandillas criminales de motociclistas eran algunas de sus manifestaciones. Tan perturbador era un espíritu distinto como una cultura aérea no sancionada, que era promovida por aquellos elementos que se encontraban dentro del cuerpo de NCOs del Regimiento, centrada en una actitud elitista, machista y renegada. La lealtad se definía en términos de la Fuerza Aérea en sí, a menudo a una camarilla particular involucrada. Además, el servicio aéreo se convirtió en un fin en sí mismo. El servicio a Canadá y su población, la apreciación de la política nacional y el concepto del bien común eran rechazados. Los de afuera eran elegidos y sólo considerados como merecedores de desprecio. La autoridad, especialmente la cadena de mando que estaba fuera del Regimiento, era blanco de desafío. La cancerosa actitud de la cadena de mando no oficial que trataba de perpetuar no era más que el culto de un soldado renegado. Pero su rechazo a un firme y a un saludable espíritu militar fue sólo un reflejo del mal mayor21. Para el verano de 1985, el problema en el

19. Comando Móvil (FMC), Mobile Command Study - Report on Disciplinary Infractions and Antisocial Behaviour with particular reference to the SSF and the Canadian Airborne Regiment [de aquí en adelante Informe Hewson], septiembre 1985, 46; y Mayor-General Tom DeFaye, Consejo de Investigación, - Cdn AB Regt BG, Fase I, Vol XI, K.

20. Ver Horn, Bastard Sons, Capítulos 6 y 7.21. Ver Peter Desberats, Somalia Cover-Up. A Commissioner’s Journal (Toronto: McClelland & Stewart, 1997);

David Bercuson, Significant Incident (Toronto: McClelland & Stewart, 1996); Donna Winslow, The Canadian Airborne Regiment. A Socio-Cultural Inquiry Society (Ottawa: Comisión de Investigación en el Despliegue de Fuerzas Canadienses a Somalia, 1997); y Horn, Bastard Sons, Capítulo 7.

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22. Ver Informe Hewson y Carta de Presentación. Para detalles adicionales ver Horn, Bastard Sons, 172-174.23. Ver Horn, Bastard Sons, Capítulo 8.24. Ver ibid., 193-195.25. Ver Berel Rodal, The Somalia Experience in Strategic Perspective in a Free and Democratic Society (Ottawa: Comisión

de Investigación en el Despliegue de Fuerzas Canadienses a Somalia, 1997), 1; y Horn, Bastard Sons, 198-201.

Ejército había llegado a tal estado que el personal de la Jefatura de Defensa convino con la comisión en la realización de una investigación titulada Estudio FMC de infracciones disciplinarias y actitud antisocial con FMC en particular referencia a la Fuerza Especial de Servicio y el Regimiento Aéreo Canadiense. Este asunto llegó a conocerse informalmente como “Informe Hewson”. Su objetivo era revisar las infracciones disciplinarias dentro del Ejército e investigar los factores que llevaron a la excesiva conducta antisocial. Los términos de referencia, los lineamientos y el equipo de investigación fueron encargados al Ejército, que, a su vez, confió la tarea a un grupo de “leales” oficiales y simpatizantes incondicionales de la Fuerza Aérea, quienes, para no sorprenderse, eran cualquier cosa menos críticos del Ejército o del Cdn AB Regt22.

El Informe Hewson no tuvo un efecto real. Sin consignar, a principios de los noventa, los problemas disciplinarios una vez más levantaron su horrible figura. Esta vez, no serían tan fácilmente escondidos. Para el verano de 1992, la decisión del Canadá de participar en una misión de la ONU en Somalia, que eventualmente se convirtió en la operación de cumplimiento de la paz dirigida por los americanos, conocida en Canadá como Operativo Liberación, permitió a los oficiales principales del Ejército en posiciones influyentes dentro de la jerarquía de las CF mover hilos para asegurarse de que el Cdn AB Regt fuera la unidad enviada para cumplir el compromiso canadiense. Aunque los paracaidistas no eran la unidad ideal para desplazamiento (es decir, ya había sido planificado que realizarían una rotación Cyprus y no contaban con vehículos de protección liviana), de todos modos recibieron la aprobación —simplemente porque sus benefactores querían que tuvieran la misión operativa23. Sin embargo, las nubes de tormenta empezaron a acumularse a medida que el Regimiento iniciaba su entrenamiento de preparación. Los problemas disciplinarios, la falta de SOPs en el regimiento y una conducta por demás agresiva del Comando 2 crearon algunas preocupaciones. Sin embargo, a la larga, estos problemas fueron rechazados por los comandantes militares24.

En el teatro de operaciones, el Cdn AB Regt demostró un excelente desempeño, y se ganó la admiración de los comandantes americanos, los enviados de la ONU y los representantes de las organizaciones no gubernamentales por sus esfuerzos y el éxito logrado tanto en asegurar su sector como en prestar ayuda humanitaria25. Sin embargo, también había un lado oscuro. Una vez en Somalia, surgieron a la superficie muchas de las consideraciones respecto a la disciplina y el profesionalismo que surgieron durante la preparación para el despliegue. Indudablemente, las

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fallas se atribuyeron al deficiente liderazgo a nivel del NCO y de los oficiales. Esto fue una consecuencia de los problemas que habían sido identificados previamente, pero no corregidos. Muy rápidamente, se hizo evidente que algunos elementos dentro del Grupo de Batalla del Regimiento Aéreo Canadiense (Cdn AB Regt BG) estaban maltratando somalíes que eran capturados cuando entraban ilegalmente a los ámbitos del Regimiento para robar26. La frustración de los paracaidistas es incuestionable. La población somalí no siempre apreciaba el esfuerzo de los soldados por su bienestar. Los paracaidistas estaban expuestos a ser arrojados con piedras, a ser atacados con disparos, a recibir protestas, escupitajos y a sufrir constantes robos. Los ámbitos del Cdn AB Regt BG se convirtieron en blancos naturales. Noche tras noche, saqueadores y ladrones se infiltraban por la barrera del alambrado y robaban todo lo que encontraban. Algunos ladrones que fueron sorprendidos eran remitidos a las autoridades locales, sólo para ser liberados sin sanción alguna. Para los paracaidistas, era difícil entender y aceptar la incesante ingratitud y hostilidad de la misma gente a la que ellos fueron a ayudar27. Sin embargo, la reacción de muchos, aparentemente aprobada por el oficial y por el cuerpo NCO, era inaceptable.

Durante el curso de toda la operación, los canadienses mataron a cuatro somalíes e hirieron a muchos otros. Algunas de las muertes fueron incuestionablemente evitables. Uno de esos crímenes ocurrió el 4 de marzo de 1993. La creciente seguridad en los campamentos del Cdn AB Regt BG resultó en una balacera cuando dos supuestos ladrones intentaban escapar. Inicialmente, los disparos se justificaban dentro de las Reglas de Compromiso para una investigación controlada por la unidad. Sin embargo, los continuos alegatos de uno de los oficiales médicos que manifestó que la muerte de uno de los intrusos fue el resultado de una deliberada ejecución, dio lugar eventualmente a preguntas inquietantes28. Aunque estos alegatos nunca han sido probados o refutados de

26. Carta del Brigadier General E.B. Beno al Coronel J.S. Labbé (Comandante del Fuerza Conjunta Canadiense a Somalia), Abril 8, 1993. Ver también “General Urged Troops to Lighten Up”. Globe & Mail, A6; Allan Thompson, “Wider Airborne Violence Revealed”, Toronto Star, 6 October 1996, A1; y Beno, “Treatment of Somalis in the Custody of the Canadian Airborne Battle Group”, Archivos y registros personales del Brigadier General E. Beno [de aquí en adelante Documentos Beno].

27. Canadá. Dishonoured Legacy. The Lessons of the Somalia Affair. Report of the Commission of Inquiry into the Deployment of Canadian Forces to Somalia [de aquí en adelante Somalia Commission Report], Transcripción de Audiencia de Evidencias, Vol 7, octubre 23, 1995, testimonio del Dr. Menkaus (especialista académico en el Cuerno de África), 1266-1352; y Peter Worthington, “Private Brown”, Saturday Night, septiembre 1994, 34.

28. De acuerdo al informe del Mayor Armstrong, “los muertos recibieron disparos en la espalda y luego ‘despachados’ con un par de disparos en el área de la cabeza y el cuello”. El Mayor Armstrong consideró que las heridas coincidían con el somalí que fue disparado puesto que yacía herido en el suelo”. Information Legacy (Legado de Información) Informe de la Comisión de Investigación sobre el Despliegue de Fuerzas Canadienses a Somalia–CDROM de evidencia, testimonio y documentos (de aquí en adelante denominado Legado de Información), Resumen Ejecutivo–Recuento de la Misión, Registro 2874, el Capitán Petersen testificó que él observó que el “somalí muerto” tenía el cuello destrozado, su cabeza estaba abierta en la parte trasera del cráneo y su cara hundida a un lado”. Ibid. Informe de la Comisión de Investigación, Vol 1–disparos del 4 de marzo, Registro 2871.

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29. Information Legacy (Legado de Información) Informe de la Comisión de Investigación, Vol 5, Hallazgos del 4 de marzo, Registro 9569. La Comisión era mordaz en sus comentarios del tratamiento del incidente. Aseveraban que las acciones tanto dentro el teatro de operaciones como por la estructura del comando en Canadá fueron negligentes al asegurar que se había realizado una investigación adecuada. Ver también Sherene H. Razack, Dark Threats & White Knights (Toronto: University of Toronto Press, 2004), 120; y Jocelyn Coulon, Soldiers of Diplomacy: The United Nations, Peacekeeping, and the New World Order (Toronto: U of T, 1994), 97.

30. Peter Worthington, Scapegoat. How the Army Betrayed Kyle Brown (Toronto: Seal Books, 1997), 116-135; Worthington, “Private Brown”, 35-36; Brian Bergman, “A Night of Terror”, Macleans’s, Marzo 28, 1994, 26-28; y “Brutal Allegations” Macleans’s, Marzo 7, 1994, 13. Más tarde, el Mayor Seward el OC del comando 2 escribió en su diario “es mi intención declarar abierta y prontamente que yo ordené que los intrusos somalíes fueran abusados durante su aprehensión y arresto”. Information Legacy (Legado de Información) Informe de la Comisión de Investigación, Vol 1, Registro 3026. Ver también George Shorey, “Bystander Non-Interventionand the Somalia Incident”, Canadian Military Journal, Vol 1, No. 4, Invierno 2000-2001, 19-28; Razack, 93, 98-99; y Horn, Bastard Sons, 196-198.

forma concluyente, los mismos disparos han sido declarados como injustificables. La operación de emboscada cuidadosamente planeada obviamente fue “diseñada para enviar un mensaje fuerte a los potenciales infiltrados, de que cualquier intento de penetrar el perímetro de las instalaciones canadienses sería recibido con una ráfaga de disparos”29.

Aunque estos alegatos son molestos, no fueron los únicos. Los diversos mensajes resonaron a través de las instalaciones de la Fuerza Aérea en Somalia. No sólo se trataba de un tiroteo cuestionable que había sido desestimado y que los participantes eran admirados, sino que existía una percepción de que la conducta abusiva era ignorada y no castigada. Esta visión se hizo frecuente en algunos elementos del Cdn AB Regt BG. Esto se debió en parte al hecho de que el maltrato de prisioneros era aprobado por algunos oficiales y NCOs dentro del contingente canadiense. En suma, esto sentó la base para el momento definitivo de la misión a Somalia.

La noche del 16 de marzo de 1993, un saqueador adolescente aprehendido, Shidane Arone, fue sistemáticamente golpeado hasta morir bajo la custodia del Comando 2. Lo que hizo esta tragedia más difícil de entender es el hecho de que durante toda la golpiza, que duró varias horas, numerosos soldados, NCOs principales y oficiales, oyeron los gritos o realmente pasaron por el búnker para presenciar la golpiza en curso, y aun así nadie la detuvo hasta que fue demasiado tarde30.

Inicialmente, se explicó que la muerte se debió a las heridas surgidas durante la captura. Sin embargo, el sargento que dirigía la patrulla que aprehendió a Arone se negó a aceptar esa explicación. Consecuentemente, uno de los individuos culpables, el soldado Kyle Brown brindó evidencia y explicó lo que había surgido. El otro perpetrador, el Maestro de Cuerpo Clayton Matchee, fue consiguientemente arrestado. El hecho se mantuvo en bajo perfil. Hasta ese punto, no se había difundido ni una palabra al público y los políticos y militares principales que tomaban decisiones sentían que podían controlar la situación.

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Los oficiales superiores en DND supieron de la muerte a las 48 horas del suceso, aun así parecía que se había tomado la decisión de guardar silencio en vez de difundir la situación31. El Jefe de Personal, Kim Campbell, y luego el Ministro de Defensa Nacional supieron que éste había sido informado de la muerte sólo horas después de que ocurriera, y la misma Campbell declaró que había sido informada alrededor del 17 de marzo32. Esto no fue sorprendente, pues hacía poco, el 22 de enero de 1993 y de nuevo el 1º de marzo de 1993, debido a la esperada candidatura del Ministro de Defensa Nacional para el puesto de Primer Ministro, el Ministro Comisionado Robert Fowler, había recordado a los miembros asistentes a la Reunión Diaria Ejecutiva que era necesario practicar “excesiva sensibilidad en todos los aspectos relacionados a declaraciones públicas, discursos y avisos de prensa”33. Sin embargo, mientras se encontraba en custodia, Matchee intentó suicidarse y, durante su traslado para recibir tratamiento médico, fue descubierto por un reportero, quien muy rápidamente obtuvo toda la historia. Una tormenta estaba a punto de golpear al DND como nunca antes.

Después de Somalia

A medida que el incidente se convertía en noticia nacional, una sobrecogedora ola de enemistad, tanto del público como del personal militar se cirnió sobre los paracaidistas. Maltratos a somalíes y otras contingencias militares internacionales posteriores causaron escándalos en países como Bélgica, Alemania e Italia. Los alegatos incluían abuso físico y mental, golpizas, así como la muerte de ladrones cautivos. En relación a los otros contingentes en Somalia y otros lugares, los casos canadienses de maltrato y asesinatos podrían haber parecido menores34, pero en el contexto de la sociedad canadiense y en el propio concepto de los soldados canadienses, su impacto repercutió tanto en la sociedad como en la institución militar.

Su impacto fue enorme. Aun aquellos comandantes principales que por años mostraron tratamiento preferencial al Cdn AB Regt y quienes previamente habían

31. Ver Information Legacy (Legado de Información) Informe de la Comisión de Investigación, Vol 1, “MGen Boyle’s Analysis of the De Faye Report”, Registro 3160 y Transcripciones de Audiencia, Vol 95, testimonio del Coronel Haswell 18480-18555.

32. Ver Luke Fisher, “On the Defence”, Maclean’s, Julio 26, 1993, 16; David Pugliese, “HQ in Somalia Coverup”, Ottawa Citizen, Junio 14, 1997, A1; D’Arcy Jenish, “What did He Know?” Maclean’s, Abril 15, 1996, 17-18; “Colonel cites politics in delay over Somalia”, Globe & Mail, Septiembre 14, 1996, A1; y David Pugliese, “Military hid murder to shield Kim Campbell, inquiry told”, Ottawa Citizen, Septiembre 14, 1996, A1/2.

33. Information Legacy (Legado de Información) Informe de la Comisión de Investigación, Vol 1, Pasaje de la Información sobre el Incidente del 4 de marzo, Registro 2888.

34. Ver Andrew Duffy, “Now its Belgian Soldiers”, Ottawa Citizen, Abril 12, 1997, 1; Raf Casert, “Somalia scandal sparks Belgian review”, Ottawa Citizen, Abril 18, 1997, A10; “Now Belgium rocked by Somali scandal”, Toronto Star, Abril 12, 1997, A18;”Burns, shocks given Somalis Italian says”, Toronto Star, Junio 7, 1997, A21; y Vera Haller, “Italy’s Somalia scandal grows”, Ottawa Citizen, Junio 15, 1997, A5. Ver también Razack, 51-55; y Coulon, 98-99.

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absuelto sus pecados con una actitud de “los chicos siempre serán chicos”, ahora los abandonaban temiendo por sus propias carreras35. Volviendo a caer a su zona de confort de la experiencia en la Guerra Fría, trataron de bloquear a los medios y al público y simplemente les reaseguraban que ellos podrían manejarlo. En efecto, cuando se produjeron los asesinatos, los cuarteles canadienses en Somalia reportaron los incidentes a NDHQ. En Ottawa, el Coronel Haswell y, luego, un oficial del personal de la Dirección General de Asuntos Públicos (DGPA), testificaron que “recomendamos que dejaríamos salir esta información tan pronto y completa como fuese posible, porque la sección de Asuntos Públicos pensó que la difusión temprana reduciría el impacto negativo en el DND”. Pero reveló la preocupación primordial en ese momento: “a niveles muy altos del departamento, no había que hacer nada para interferir con la carrera de liderazgo”. Esto afectó la difusión de información36.

Pero los tiempos habían cambiado y este enfoque fue tan errado como el conocimiento del profesionalismo y el espíritu militar. Como resultado, los sucesos de Somalia liberaron una cadena de eventos que involucraron al liderazgo principal del DND mucho más allá del Regimiento y avergonzó al gobierno. Más aún, las revelaciones sobre la Fuerza Aérea y sobre cómo esos eventos se manejaron en Ottawa mostraron muchos otros problemas en NDHQ y en otros lugares. Para los burócratas y aduladores políticos, con y sin uniformes, esta incomodidad originada por acciones atribuidas al Cdn AB Regt no se olvidó fácilmente. No es de sorprenderse que el Regimiento fuera desbandado con deshonra dos años después37.

Sin embargo, los medios de comunicación ahora ponían al DND y a las CF bajo un microscopio y el resultado fue devastador. Ese simple evento en sí fue estremecedor y el error tanto afuera como adentro por no hacer nada para detener

35. Ver Rodal, 1 & 70; y Horn, Bastard Sons, 226-227 & 253-255.36. Ver Luke Fisher, “On the Defence”, Maclean’s, Julio 26, 1993, 16; David Pugliese, “HQ in Somalia Coverup”, Ottawa

Citizen, Junio 14, 1997, A1; D’Arcy Jenish, “What did He Know?” Maclean’s, Abril 15, 1996, 17-18; “Colonel cites politics in delay over Somalia”, Globe & Mail, Septiembre 14, 1996, A1; David Pugliese, “Military hid murder to shield Kim Campbell, inquiry told”, Ottawa Citizen, Septiembre 14, 1996, A1/2; y Brigadier-General G.E. Sharpe, Croatia Board of Inquiry. Leadership (and other) Lessons Learned (Kingston: Canadian Forces Leadership Institute, 2002), 4.

37. El problema de la muerte por tortura nunca desapareció completamente. La corte marcial y los comentarios continuos mantenían el hecho con vida. Más aún, el 15 de enero de 1995 la red de televisión CTV transmitió partes de un video casero hecho por soldados del Comando 2 durante su incursión a Somalia en las noticias de la noche. Se mostraron varios miembros haciendo comentarios racistas y comportándose de una manera no profesional. La reacción de los medios fue filosa así como el consiguiente furor político. Una vez más, el recurrente asunto de Somalia catapultaba al Cdn AB Regt a la luz pública y política. El golpe mortal, sin embargo, vino tres días después cuando un videoaficionado de 1992 que mostraba una “fiesta de iniciación” del Comando 1 fue televisado. La cinta mostraba a paracaidistas del Comando 1 involucrados en una conducta de naturaleza degradante, desagradable y racista. Su emisión avergonzó al gobierno y a las Fuerzas Canadienses. También destruyó completamente lo que quedaba de la imagen del Cdn AB Regt. La cuestión de confianza pública se evaporó y la gravedad de la crisis se hacía clara. Como resultado, el Ministerio de Defensa Nacional ordenó el desbande del Cdn AB Regt por deshonor el 23 de enero de 1995. Noticias de la noche en CBC y CTV, Enero 18-21, 1995 Somalia Commission, Transcripción de Audiencia de Evidencias, Vol. 49, Febrero 20, 1996, testimonio del General De Chastelain, 9917-18; Taylor, Tested Mettle, 207; Luke Fisher, “Canada’s Shame”, Maclean’s, Enero 30, 1995, 14; Dave Rider, “Video Outrage”, Ottawa Sun, Enero 19, 1995, 4; y Horn, Bastard Sons, 228-237.

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la golpiza sigue siendo inexplicable. La tragedia se magnificó notablemente. La apariencia de un intento de cubrir el incidente así como dentro del Regimiento, hablaba de un montón de errores serios en la cadena de mando militar y político del DND. Los intentos de ignorar la crisis simplemente son risibles. No pudo haberse escrito mejor guión de película. Un crimen brutal, un evidente quiebre de liderazgo militar, un encubrimiento y un Ministro de Defensa que era el pionero reconocido en la carrera de liderazgo progresivo conservador. Somalia había finalmente arrastrado al DND y a su cuerpo de oficiales a la era de la post Guerra Fría. Como el General Baril afirmara: “se había quebrado en parte”.

Buscando en su viejo repertorio de herramientas, los líderes militares decidieron lidiar con la constante crítica mediante el establecimiento formal de un Consejo de Investigación (BOI-Grupo de Batalla Regimiento Aéreo Canadiense (informalmente denominado la Comisión de Faye por su presidente, el General Mayor Tom de Faye), para “investigar el liderazgo, la disciplina, las operaciones, las acciones y los procedimientos del Grupo de Batalla Aéreo”38. El Consejo presentó su Informe Fase I a fines del verano de 1993 y, de modo similar al Informe Hewson, indicaba que no había causa real de alarma. En efecto, el CDS Almirante John Anderson escribió: “Estoy animado por las conclusiones primordiales del informe que establece que los ‘esfuerzos y logros del personal de las Fuerzas Canadienses en Somalia, en general, y del Regimiento Aéreo Canadiense (CAR) en particular, fueron realmente sobresalientes y que no había evidencia presentada al Consejo que indicara ningún problema sistemático dentro del Regimiento Aéreo Canadiense, que de alguna manera limitara su utilidad y su capacidad para ser empleado”39. Pero esto no pudo aplacar las críticas dentro y fuera del DND40. Los problemas disciplinarios y de liderazgo evidentes en la Fuerza Aérea a

38. El Concejo fue establecido el 28 de abril de 1993. Luego de salirse de curso y de presupuesto, el MND cerró la comisión en marzo de 1997. The Board of Inquiry (BOI) - Canadian Airborne Regiment Battle Group (de aquí en adelante BOI del Cdn AB BG), Fase I, Volumen XI, Apéndice 3 al Anexo A, 1/5.

39. BOI del Cdn AB Regt - Fase I, Vol XII, Comentarios del CDS, 15/30.40. El Consejo de Investigación, a diferencia del Informe Hewson, no aplacó la crítica dentro o fuera de la milicia.

Una revisión interna del DND consideró el informe final como una farsa. El Mayor General Jean Boyle, luego el Ministro Asociado Asistente (Política y Comunicaciones) y Miembro del “Grupo de Trabajo del Caso Somalia” del NDHQ, realizó una evaluación del estudio que en julio de 1994 destacaba que “una lectura profunda del informe del Comisión de Faye comparada con los testimonios de cortes marciales, revelaría que existieron debilidades y más importante, significativas discrepancias en los hallazgos y recomendaciones de la Comisión de Faye, sobre las cuales el CDS estaba basando un número de reformas”. Más adelante, señaló que ciertas conclusiones no parecían haber surgido de los verdaderos testimonios presentados. Además, Boyle sentía que había evidencia suficiente antes de que la Comisión de Faye sugiriera que los problemas de liderazgo alcanzaron la cadena de mando justo al Comando Canadiense de Fuerzas Conjuntas para Somalia. Además, Boyle también manifestó que había documentos que indicaban intentos directos de cubrir los hechos sobre incidentes entre el 4 y 16 de marzo de 1993. Terminó concluyendo que el aspecto más tenso respecto al Regimiento Aéreo Canadiense era el liderazgo. Information Legacy (Legado de Información) Informe de la Comisión de Investigación, Vol 1, “Major-General Boyle’s Analysis of the De Faye Report”, Registro 3160.

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41. Desbarats, 3. Ver también Bercuson, Significant Incident, 242; Winslow, 8; e Information Legacy (Legado de Información), Carta del Comandante LFCA a CDS/MND, “Report Fact Finding Mission Into the Canadian Airborne Regiment”, Enero 22, 1995, 2.

El Teniente General Foster, un antiguo Comandante de Regimiento y Armada, también pensaba que los problemas del Regimiento Aéreo eran realmente una manifestación en todas las fuerzas canadienses. Además, él culpaba al Ejército por haber fallado en lidiar con los problemas de raíz en el deceso del regimiento aéreo. Entrevista con el autor, junio 6, 1988. De forma similar, el Teniente Coronel Lorne O’Brien un oficial del Ejército de largo servicio y antiguo comandante de paracaidistas, dijo que muchos estaban muy asustados para admitirlo. Declaró que si en efecto había un problema en el regimiento aéreo, entonces también existía un problema en todo el sistema de regimientos. O’Brien destacó que por su misma naturaleza, el regimiento aéreo era la suma de los componentes de regimientos de infantería en línea. Entrevista con el autor, Abril 14, 1997.

42. Brigadier-General N.B. Jeffries, “Future Airborne Capability”, Enero 30, 1995, 3.

principios de los noventa y específicamente durante el período de preparación para el despliegue, y durante el tiempo de la unidad en Somalia desde octubre de 1992 hasta mayo de 1993 eran la reminiscencia de problemas identificados a principios de los ochenta. Más aún, el creciente escrutinio del DND ahora revelaba otros inquietantes problemas.

Era muy simple: los problemas del Cdn AB Regt eran un directo reflejo de la mayor falla a largo plazo del Ejército y de las CF. Específicamente, de la incapacidad o renuencia a seguir los pasos necesarios para tomar decisiones difíciles que aseguraran la estabilidad de la institución. El cuerpo de oficiales de las CF ubicó una prioridad en la acción en vez del pensamiento crítico sobre la tolerancia de secretas maquinaciones de Consejos de Regimiento, que eran en gran parte incontables y de servicios individuales, así como proporcionó al gobierno soluciones políticamente aceptables en vez del firme consejo militar. Todo esto, agregado al cuerpo de oficiales antiintelectuales, que fue incapaz de darse cuenta y de reaccionar al cambiante ambiente social y geopolítico, llevó a una abrogación colectiva de responsabilidad e impotencia estratégica respecto a la corrección de problemas que eran evidentes en el Cdn AB Regt y las CF mucho antes de Somalia. Peter Desbarats, uno de los Comisionados de Investigación sobre Somalia remarcó que “el regimiento fue sólo la brutal manifestación de la enfermedad. La amputación no hizo nada para resolver problemas reales excepto permitir que los líderes pretendieran que la habían curado”. Él resumió que “esto fue más peligroso que no hacer nada”41.

Aunque la decisión institucional se convirtió en la portadora de la crisis actual como un problema específico con paracaidistas, la verdad era claramente diferente. Un informe de la Fuerza de Servicios Especiales (SSF) apuntaba que el deceso del Cdn AB Regt “no se debió a las deficiencias operativas, sino a una falla en la aplicación del sistema de personal” a largo plazo42. Durante una entrevista telefónica con el editor de la revista Esprit de Corps (Espíritu de Cuerpos en francés), el Teniente General Reay hizo referencia al deficiente registro disciplinario del Regimiento. El editor rápidamente lo retó

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a particularizar al Cdn AB Regt. Como resultado, Reay tuvo que conceder que si alguno de los otros “regimientos del Ejército fueran llevados al mismo escrutinio microscópico, se producirían los mismos resultados condenatorios”43. Éste era el elemento ignorado y el Cdn AB Regt no era una aberración o algo diferente, representaba a otras unidades del Ejército con respecto a la disciplina. Durante la misión a Somalia, el Comandante SSF reportó que “los registros anteriores y comparativos de problemas disciplinarios no mostraron tendencias perturbadoras, ciertamente, nada peor que otras unidades de Infantería y Armas de Combate”44. De forma similar, la Comisión Faye también concluyó que, “en términos de número de infracciones disciplinarias, el estado de disciplina en el Regimiento Aéreo Canadiense era similar a otras unidades de infantería”45. El Coronel Wells, antiguo Director General de Seguridad en NDHQ, indicó que el número de incidentes reflejados en los Informes de la Policía Militar “se comparaban favorablemente con los de sus hermanos batallones de infantería en la Fuerza de Servicios Especiales y que su calificación disciplinaria coincidía con los otros batallones de infantería en el Ejército”46. Además, el Coronel Walter Semianiw reveló que la investigación del comandante iniciada como resultado de los videos oscuros de enero de 1995, documentaba de manera similar que el registro del Regimiento era “normal, no peor a ninguna otra unidad”47. Además, el Mayor General Gaudreau testificó ante la Comisión del Caso Somalia, en octubre de 1955, que los problemas enfrentados por el Cdn AB Regt eran, en efecto, típicos entre los enfrentados por toda la estructura militar de Canadá48. Esto a su vez fue reforzado por un informe interno del Comando de Fuerzas Terrestres que manifestaba que “cada regimiento tiene por lo menos un incidente serio en su historia que desacreditaba el honor al [respectivo] regimiento”49.

El análisis estadístico también enfrentó el mito de que todas las unidades aéreas se comportan peor que otras. Un examen del registro de juicios sumarios para numerosas ofensas al Decreto de Defensa Nacional (NDA) para todas las

43. Editorial, esprit de corps, Vol 4, No. 2, 9. Ver también Peter Worthington, “A blind eye to a regiment’s sins”, Ottawa Sun, Agosto 1, 1996, 11.

44. Beno, “The Somali Affair”, 2. Documentos Beno.45. Cdn AB Regt BG - BOI, Fase I, Vol. XI, Anexo C, C-5/8.46. Asociación Canadiense de Fuerzas Aéreas (CAFA), Presentación escrita Número 2 a la Comisión de Investigación

para el Despliegue de Fuerzas Canadienses en Somalia, Febrero 1997, Documentos Beno.47. Entrevista con el autor, Diciembre 1, 1997. El Teniente Coronel Ferron también manifestó que el Regimiento no

contaba con una peor reputación que ningún otro en la Brigada antes del oscuro video. Entrevista con el autor, Abril 8, 1998. Ver también Information Legacy, (Legado de Información) Carta del Comandante LFCA al CDS/MND, “Report Fact Finding Mission Into the Canadian Airborne Regiment”, Enero 22, 1995, 2.

48. Information Legacy (Legado de Información), Transcripción de Audiencias, Vol. 3, 5 Octubre 1995, testimonio del Mayor-General Gaudreau, 560.

49. Comando de Fuerza en Tierra (LFC), “Estimate of the Impact to Re-Establish 1 Canadian Parachute Battalion”, Febrero 28, 1994, 2 -3.

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50. Information Legacy (Legado de Información). Muestra de Evidencias, “Summary of Court Martial Offences”, período Enero 1, 1988-Diciembre 31, 1992, Control de Documento No. 000226, Documento DND No. 200146. Como con toda información estadística, existe un grado de desconfianza debido a la interpretación. Por lo tanto, los datos suministrados contienen un peligro inherente. A menudo un alto número de juicios son vistos como un signo de mala disciplina y una unidad fuera de control. Sin embargo, la conversión es posible y podría demostrarse buen control y un enfoque de no tolerancia. Por otro lado, un bajo número de cambios podría ser indicativo de un enfoque relajado y permisivo donde el liderazgo es débil y reticente a alienar a sus subordinados. El uso de esta información deberá ser medido junto con la otra evidencia. Se evidenciaron indicaciones posteriores del alcance del problema en la observación de un antiguo Comandante del SSF durante el período 1992-1993. Él observaba que respecto a problemas de adicción, los soldados que volvieron de Alemania fueron la permanente preocupación en Petawawa. Beno, “Attitudes and Values”, 2. Documentos de Beno.

51. Ver “Court Martial Held Without Public Notice”, Globe and Mail, Julio 9, 1997; Report of the Board of Inquiry into the Command, Control and Leadership of CANBAT 2, fechado noviembre 15, 1996; Scott Taylor and Brian Nolan, Tarnished Brass (Toronto: Lester Publishing Ltd., 1996) y Tested Mettle (Ottawa: libros esprit de corps, 1998); “Shamed In Bosnia”, Maclean’s, Julio 29, 1996, 10-12; Worthington, Scapegoat, 314-315; Desbarats, 4-5; y Winslow, 72-74. Esprit de Corps también vertieron la crítica sobre una y todas las debilidades existentes en las CF virtualmente en cada número de su publicación desde 1993 al presente.

unidades de infantería LFC, de 1998 a 1993 reveló que el Regimiento nunca fue la unidad que tuvo el número más alto de juicios/ofensas. En efecto, se encontraba bien dentro del promedio para cada año mencionado50.

Además, otras unidades militares canadienses desplegadas fuera de fronteras también tenían una plétora de problemas que fueron convenientemente revisados como la controversia que había alrededor del Cdn AB Regt. Por ejemplo, muchos de los contingentes canadienses que se desplegaron en la antigua Yugoslavia experimentaron dificultades disciplinarias, particularmente en relación a la bebida. Los ejemplos abundan: dos batallones de servicio tenían a su oficial al comando y al sargento mayor de regimiento y numerosos soldados, de vuelta durante el viaje a Yugoslavia, por malversación comprobada o mala conducta, y soldados del RCD le dieron a su unidad el apodo de “ChargeBat” debido al alto número de cargos que les habían impuesto a sus soldados por infracciones disciplinarias. En otros lugares, se elevaban serios cuestionamientos sobre equipo y vehículos perdidos durante los viajes, y otro escándalo nacional surgió en 1994 como resultado de la conducta cuestionable de 60 guardianes de la paz canadienses en el hospital mental Bakovici de Bosnia. Camboya y Haití estuvieron igualmente imbuidos de incidentes de conducta escandalosa y no profesional que incluía actividades de contrabando, corrupción, consumo de alcohol y prostitución. Esta breve reseña no es comprensible bajo ningún punto imaginable. Ninguno se designa como una condena o exoneración de la milicia o de su personal; pero es un recordatorio de que el regimiento aéreo no es una aberración51.

Los escándalos operativos fuera del país se igualaron en casa, a través de escándalos de conducta no ética, particularmente del uso inapropiado de fondos públicos, así como opulentos gastos por oficiales militares de rango en momentos en que el país enfrentaba una crisis financiera como resultado de su floreciente

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deuda nacional52. Esto se complementó con un cuerpo de oficiales cuyos esfuerzos en responder a preguntas sobre Somalia “se caracterizaron por su inconsistencia, improbabilidad, falta de confianza, evasión, recuerdo selectivo, verdades a medias y simples mentiras”. En efecto, fueron acusados de dejar que su excesiva lealtad a los regimientos militares o instituciones, así como el “puro interés”, prevalezca sobre la “honestidad e integridad”53. Adicionalmente, un informe de la investigación reportó que “Somalia es visto como un signo o símbolo de una crisis en comando, como resultado de un espíritu militar debilitado, corrupto”. Continúa diciendo que los comandantes principales habían sido corruptos y que habían estado distanciados de sus soldados... preocupados por sus carreras y ventajas, fueron vistos como quienes habían abandonado sus valores tradicionales, sus ideales y sus lealtades”54. No sorprendió que el público canadiense percibiera que la mala conducta y falla de liderazgo no se habían esparcido, sino que eran endémicos. “La confianza de los canadienses en las Fuerzas”, manifestaba Doug Young, del MND, “había sido afectada”55. Las observaciones del MND eran correctas. Los continuos escándalos, el incorregible cuerpo de oficiales y la aparente falla de las CF para proporcionar respuestas claras y completas a muchas de las preguntas que todavía quedaban respecto al asunto de Somalia dejaron al gobierno sin otra elección que nombrar a una comisión independiente para determinar la verdad. Tristemente para el DND, la realidad fue que los políticos y muchos del dominio público ya no confiaban en los militares para investigarse a sí mismos. Como resultado, en la primavera de 1995, se estableció la “Comisión de Investigación del Despliegue de Fuerzas Canadienses en Somalia”, en un intento final de brindar una solución y transparencia al asunto56. La Comisión, frustrada por un aparentemente obstinado, si no a veces deshonesto cuerpo de oficiales,

52. Como ejemplo, ver Difusión de Noticias DND NR-96.111, Diciembre 27, 1996; “The Rise and Fall of an Officer”, Ottawa Citizen, Abril 10, 1998, A4); Jack Granatstein, Who Killed the Canadian Military? (Toronto: Harper Flamingo Canadá, 2004),155; John A. English, Lament for an Army (Concord, ON: Irwin Publishing, 1998), 7, 64-65; y Scott Taylor and Brian Nolan, Brass (Toronto: Lester Publishing Ltd., 1996); Mayor Robert Near, “Devining the Message: An Analysis of the MND and Somalia Commission Reports”, en Bernd Horn, ed., Contemporary Issues in Officership: A Canadian Perspective (Toronto: CISS, 2000), 65-91; y nota final previa.

53. Informe de la Comisión Caso Somalia, Resumen Ejecutivo, S-4. Ver también Desberats, 3-4.54. Rodal, 73. Ver también Canadá. Debrief the Leaders Project (Officers) (Ottawa: DND, 2001); y Allan D. English,

Understanding Military Culture. A Canadian Perspective (Kingston: McGill-Queen’s Press, 2004), 104-108.55. Doug Young, MND, Report to the Prime Minister on the Leadership and Management of the Canadian Armed

Forces [a partir de aquí el Informe MND] (Ottawa: DND, 1997), 1. En la encuesta Pollara comisionada por el DND y titulada Canadians’ Opinions on the Canadian Forces (CF) and Related Military Issues, de fecha diciembre 1998, solamente 52% encuestados estaban de acuerdo con la afirmación “La calidad de liderazgo entre los oficiales principales de las CF es alta”. Sólo 35% estaba de acuerdo con la afirmación “El liderazgo de las CF es honesto al hacer declaraciones públicas”.

56. Informe de la Comisión Caso Somalia, Transcripción de Audiencia de Políticas, Vol. 2, 19 Junio 1995, 281-282. Ver “Canadian Troops Don’t Need Enemies”, London Free Press, Julio 28, 1999, y “Military Cover-up Inquiry Sounds Like Somalia Mess”, The Guardian (Charlottetown), Julio 28, 1999; y James Cudmore, “Cogs in the Military”, National Post, Julio 31, 1999. Ver también editorial de julio 28, 1999, Toronto Star, y editoriales de julio 30, 1999 ediciones del Globe and Mail, y Hamilton Spectator, las que cuestionaban la capacidad de las CF para realizar una investigación justa e imparcial.

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57. Informe de la Comisión Caso Somalia, ES-46; Vol 5, 1450. De las 65 recomendaciones contenidas en el Informe MND, 22 trataban sobre el liderazgo militar.

58. Canadá. Minister’s Monitoring Committee on Change in the Department of National Defence and the Canadian Forces. Final Report- 1999 (Ottawa: DND, 1999), iii.

59. Ver Canadá. Duty with Honour. The Profession of Arms in Canada (Ottawa: DND, 2003), 6-7 & 25.

elaboró un informe mordaz. De las 160 recomendaciones incluidas en el Informe de la Comisión de Somalia, 112 estaban relacionadas con temas de liderazgo y de administración. En resumen, los miembros de esta comisión hallaron que “la falla en los valores militares yace en el corazón de la experiencia en Somalia”. De las 160 recomendaciones contenidas en el Informe de la Comisión de Somalia, 132 fueron aceptadas por el MND para su implementación. Según lo planteado, el ministro endosó 250 recomendaciones de cambio, que surgieron de su propio informe al Primer Ministro, la Comisión del Caso Somalia y recomendaciones del Informe del Grupo Especial de Consejo en Servicios de Investigación de Justicia Militar y Policía Militar, el Informe sobre el Rol Casi-Judicial del Ministro de Defensa Nacional y el Informe de la Comisión Especial sobre Reestructuración de Reservas. Las recomendaciones aceptadas virtualmente cubrían todos los aspectos del funcionamiento del DND57. Para agregar insulto o injuria, y sólo en caso de que el matiz se perdiera con el cuerpo de oficiales de las CF, el gobierno también estableció un “Comité de Monitoreo del Ministerio para el Cambio del Departamento de Defensa Nacional y las Fuerzas Canadienses” (MMC) para “monitorear el progreso con respecto a la implementación de cambios...”58.

Para el cuerpo de oficiales canadienses, se había llegado al punto más bajo de su historia. Era incapaz de prevér, adaptarse o aun darse cuenta de que su arcaico paradigma de la Guerra Fría ya no cabía en este mundo, a pesar de los sustanciales y significativos cambios sociales y geopolíticos que ocurrían a su alrededor. No deseaba, o quizás no quería darse cuenta de esto. Más aún, así como es importante en todas las profesiones, tampoco quería o podía mantener su profesionalismo (responsabilidad, deber especial a Canadá, pericia, identidad y ética vocacional). Esta última falla, específicamente su incapacidad de mantener un espíritu militar saludable (valores, creencias y expectativas que reflejaran el valor canadiense y las exigencias del profesionalismo militar), fue catastrófica59. Debido a su falla, el gobierno y el pueblo del Canadá ya no confiaban más en ellos para controlarse a sí mismos.

Forzados a cambiar

Aunque resistido por mucho tiempo, este mensaje por fin llegó a destino. “El Ejército fue forzado a cambiar”, coincidió el Teniente General Mike Jeffrey,

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“realmente quiero decir, forzado”. Agregó: “el reto es no olvidar que aquellas faltas institucionales ocurrieron. Tuvimos fallas importantes”60. Este mensaje no se ha perdido. La tragedia de Somalia fue una chispa para una virtual reforma del cuerpo de oficiales de las CF y la misma institución. Las 250 recomendaciones han estado o están en proceso de ser instituidas.

Fundamental para la transformación fue la declaración de espíritu de las CF emitida en 1997, que destacaba tres principios claves: respeto a la dignidad de las personas, servir a la nación antes que a sí mismos y obedecer y apoyar a las autoridades reglamentarias. Esta declaración fue incorporada en todas las actividades de reclutamiento, entrenamiento y desarrollo profesional.

Además, se han llevado a cabo nuevos procesos de sistemas de evaluación y planificación de sucesiones que, de manera importante, diluyeron la influencia y poder de los “consejos de regimiento” no oficiales. Además, el DND implementó el Canadian Military Journal (diario militar canadiense) para proporcionar un foro al discurso profesional, a la discusión y al debate, se ha llevado a cabo una política de asuntos públicos basada en la transparencia y en la exactitud, y se ha puesto un creciente énfasis en sus obligaciones sobre el acceso a la información. También se llevaron a cabo una multitud de iniciativas de cambio que consignaron aspectos de equidad laboral, calidad de vida para el soldado y su familia, prácticas administrativas más responsables.

Adicionalmente, debido a su falla estratégica, el DND también ha puesto un mayor énfasis en la adaptación, en el cambio y en la visión proactiva. Como tal, se promulgaron un número de documentos de visión estratégica como Perfilando el futuro de la defensa canadiense: una estrategia para el 2020 (Shaping the Future of Canadian Defence: A Strategy for 2020) en junio de 1999, y Oficialía canadiense en el siglo XXI (Canadian Officership in the 21st Century) y Gente en defensa más allá del 2000 (People in Defence Beyond 2000), ambos en mayo del 200161.

Pero discutiblemente, una de las reformas críticas que más se resistió inicialmente pero que desde entonces ha echado raíces, fue el reconocimiento y apoyo para un cuerpo de oficiales intelectualmente sólido. Después de todo, “una falta de disciplina intelectual en el pasado” reveló el antiguo Comandante Teniente General Mike Jeffrey, “nos ha traído a donde estamos hoy”62. De tal manera, el MND ordenó que, a partir de 1977, un grado universitario sea el requisito previo para comisionar a un oficial. Además, el desarrollo profesional (PD en inglés)

60. Teniente General Mike Jeffrey, Temática del Discurso, Curso de Oficiales Comandantes, Junio 21, 2001.61. Ver Informe del MND, Leadership and Management of the Canadian Forces, 7-39; MND Report, Compendium of

Changes in the Canadian Forces and the Department of National Defence, 1-12; e Informe Final del MMC, 1999.62. Teniente General Mike Jeffrey, Temática del Discurso, Curso de Oficiales Comandantes, Junio 21, 2001. La

resistencia inicial fue tal que el MMC escribió en 1999: “Permanece una falta de compromiso demostrado en la parte de las CF en que un oficial educado tiene un valor militar u operativo”, Informe Final MMC, 11.

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63. Ver Bernd Horn, “Soldier / Scholar: An Irreconcilable Divide?” The Army Doctrine and Training Bulletin, Vol 4, No. 4, Invierno 2001-2002, 3-7.

64. General Maurice Baril, carta de presentación, “Canadian Officership in the 21st Century (Officership 2020) Launch Implementation”, Mayo 2, 2001, 3

se extendió a oficiales principales, incluyendo generales. Más aún, el PD militar formal y los cursos de preparación del personal evolucionaron para incluir un mayor contexto académico, particularmente con un énfasis en humanidades/estudios sociales. El estudio universitario, especialmente a nivel graduado, no sólo fue aceptado, sino también incentivado, y con razón. Los muchos principios de la escolaridad como precisión, estudio detallado, comunicaciones, amplitud de conocimiento, ubicación de los sucesos en un adecuado contexto económico, político y social, sacar conclusiones y tratar de discernir temas y comprometerlos en papel para articularlos de manera que otros puedan entender el argumento planteado y aprender del mismo son todas habilidades necesarias para un oficial.

Además, esto permite una mayor amplitud de conocimiento, tolerancia a las interpretaciones e ideas alternas, comodidad en el debate crítico y discusión, la afinación de habilidades analíticas, así como la exposición a completos y nuevos cuerpos de literatura y pensamiento que expandan la mente y hagan que el oficial sea mucho más capaz y profesional (es decir, es un importante componente de la “pericia”, que no puede residir exclusivamente en habilidades técnicas de lucha y sagacidad)63. “Los oficiales necesitan contar con el pensamiento adecuado para cambiar y evolucionar en su profesión”, argumento de un antiguo CDS: “el conocimiento debe ser valorado como un ingrediente clave para nuestro crecimiento como individuos y como profesionales”64.

De manera importante, se estableció una Academia Canadiense de Defensa (CDA) para coordinar todos los PD para el oficial y cuerpo NCO principal. Su organización incluyó un Instituto de Liderazgo de Fuerzas Canadienses (CFLI), que se responsabiliza por el estudio, la creación y la promulgación de la doctrina y el desarrollo conceptual con respecto al liderazgo y la profesión de armas. En resumen, es el centro nacional de liderazgo militar por excelencia. En efecto, fue el CFLI el que produjo Deber con honor.

Y así se ha completado el círculo. Deber con honor es un documento seminal que captura los cimientos teóricos y filosóficos de la profesión de armas y articula claramente lo que significa ser canadiense o, por lo que respecta, cualquier profesional militar. Desafortunadamente, como oficial canadiense, debo admitir que no alcanzamos su vértice mediante una reflexión o un mayor nivel de profesionalismo o intelecto. Más bien, fue la falta de honor, en su sentido más amplio, la que nos puso en el camino para producir este manual

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doctrinario fundamental. Fueron en efecto los angustiosos gritos de Shidane Arone en la tormenta de arena, que se conocieron como el Asunto Somalia, que destellaron la transformación del cuerpo de oficiales canadienses. Ese suceso actuó como un catalizador que expuso las deficiencias que existían en el DND, las CF y especialmente en el cuerpo de oficiales. Al final, esa crisis y la dolorosa autorreflexión que promovió, han creado una institución más fuerte, más profesional y más capaz para Canadá. Al final, Deber con honor es un faro para los canadienses y para otros profesionales militares. Nuestra esperanza es que otros puedan aprender de estas fallas y evitar la tragedia y la pérdida de honor que cae sobre aquellos profesionales militares que no se adhieren a un espíritu fuerte y sólido.

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En toda la historia de las Fuerzas Armadas Canadienses, los soldados indígenas han jugado un rol vital2. Sin embargo, su importancia fue tal vez mejor ilustrada durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Se acepta generalmente que cuatro mil hombres y mujeres indígenas respondieron al llamado de armas de su país entre 1914 y 1919, mientras que una cantidad de más de tres mil se enlistó entre 1939 y 19463. Su excepcional desempeño en las trincheras les reportaron beneficios negados hasta ese momento, incluyendo el derecho al voto, así como el respeto de sus compañeros no indígenas. Cuando terminaron las guerras, los indígenas veteranos esperaban la mejora de sus condiciones sociales y la continuación de sus nuevos beneficios logrados. Sin embargo, después de sus licencias, los nativos veteranos se vieron decepcionados al encontrar pocos cambios. Al forzar al gobierno canadiense a tomar acciones, los soldados que retornaban se convertirían en líderes en las comunidades indígenas. El trabajo de los veteranos de guerra es responsable de muchas enmiendas claves de la Ley Indígena así como de la formación del primer movimiento indígena nacional de Canadá: la Liga de Indígenas de Canadá. A pesar de las ganancias que se habían hecho, muchas quedaron por resolverse antes de que los veteranos nativos reciban su justo reconocimiento. Incluso desde su retorno a casa después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, los veteranos indígenas se vieron forzados a luchar una batalla constante por el reconocimiento de su contribución a la guerra de Canadá.

Cuando se produjo el estallido de la Primera Guerra Mundial, los indígenas de Canadá estaban social y económicamente despojados. La pérdida de su

Veteranos de guerra indígenas y su lucha por la restituciónBrock Pitawanakwat1

1. Departamento de Estudios Indígenas. Universidad de las Primeras Naciones de Canadá.2. Los términos “aborigen”, “indígena” y “nativo” serán usados de manera indiferente. A menos que sea

específicamente descrito como estatus indio, sin estatus indio o métis, estos términos son utilizados para abarcar a todos estos grupos.

3. Janice Summerby, Soldados nativos, campos de batalla extranjeros (Ottawa: Communications Division Veterans Affairs Canadá, 1993), p. 3.

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forma de vida tradicional y la declinación del comercio de pieles había dejado a muchos nativos en la pobreza4. Además, la institución de la Política de Reserva Federal los había dejado alienados, divididos e incapaces de comunicarse con otras comunidades indígenas5. Frustrados con la vida en la reserva y ansiosos de trabajar, al menos cuatro mil hombres y mujeres indígenas originarios eligieron pelear durante la guerra6. Mientras que promesas acordadas los eximían del reclutamiento, muchos se enlistaron con el propósito de escapar de la exclusión, la pobreza y la monotonía de la reserva7.

Una vez enlistados, la gran mayoría de los indígenas reclutas fueron guiados al Ejército. Debido a la falta de una educación formal sobre experiencia militar, se restringió a la gran mayoría a convertirse en oficiales con nombramiento8. Al rechazar a muchos indígenas con nombramiento, las Fuerzas Armadas Canadienses mostraron poco respeto por sus habilidades de lucha y de liderazgo. Esto derivó en una mayoría de reclutamientos de servicio básico como de primera línea, de infantería, con sólo unos cuantos nativos unidos a otras ramas de las Fuerzas Armadas. Mas, a pesar de este detalle, los miembros indígenas militares pronto pudieron distinguirse entre los mejores de las tropas de Canadá.

Una vez en el extranjero, los soldados indígenas lucharon en cada una de las grandes batallas canadienses y ganaron muchos honores. Ellos pelearon en Ypres, en Somme, Vimy Ridge, Hill 70 y Passchendale9. Excelentes como scouts y como francotiradores, trasladaron al campo de batalla las destrezas de rastreo y caza que habían aprendido de la vida civil en la reserva10. En cada batalla, hay registros de gran heroísmo y valor de los indígenas canadienses, 300 de los cuales pagaron con sus vidas. Sobre esta figura, son muchos los que murieron de enfermedades contraídas durante la guerra11. La adversidad que sufrieron y el ambiente extraño causaron muchos cambios en los hombres y mujeres indígenas en la guerra.

4. Muchas razones han sido dadas para la participación indígena en la Gran Guerra, pero una que ha aparecido con frecuencia es la necesidad de los hombres nativos de “afirmar su virilidad”. Fred Gaffen, Soldados olvidados (Penticton, B.C.: Theytus Books Ltd, 1985), p. 15. Esta teoría es también a la implementación de reservas y a las restricciones puestas sobre los hombres. Se sugiere que “las reservas han hecho menos importante el rol de los hombres, un cambio al cual muchos han tenido dificultad en ajustarse”. Janice Summerby, Soldados nativos, campos de batalla extranjeros (Ottawa: Communications Division Veterans Affairs Canadá, 1993), p. 8. También ver Peter Kulchyski, “Un Desconsiderable Descontento: F.O. Loft y la Liga Indígena,” Native Studies Review, Vol. 4, No. 2 (1988), p. 95.

5. Peggy Brizinski, Nudos en una cuerda (Saskatoon: University Extension Press, University of Saskatchewan, 1993), p. 152-3.

6. Janice Summerby, Soldados nativos, campos de batalla extranjeros (Ottawa: Communications Division Veterans Affairs Canadá, 1993), p. 3, 5.

7. Comisión Real sobre Gente Aborigen, RCAP Final Report Volume 1 (Ottawa: Canadá Communications Group, 1996), p. 563-564

8. Fred Gaffen, Soldados olvidados (Penticton, B.C.: Theytus Books Ltd, 1985), p. 24.9. Fred Gaffen, Soldados olvidados (Penticton, B.C.: Theytus Books Ltd, 1985), p. 15-17.10. L. James Dempsey, Guerreros del Rey (Regina: Canadian Plains Research Centre, 1999), p. 83..11. Fred Gaffen, Soldados olvidados (Penticton, B.C.: Theytus Books Ltd, 1985), p. 33.

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12. Fred Gaffen, Soldados olvidados (Penticton, B.C.: Theytus Books Ltd, 1985), p. 33.13. Blair Stonechild (Editor), “Veteranos de Guerra indígenas”, Sobrevivencia de un pueblo (Regina: Indian Studies

Research Centre, 1986), p. 163.14. James Dempsey, “Problemas de Veteranos de Guerra Indígenas del Occidente de Canadá después de la Primera

Guerra Mundial”, Native Studies Review, Vol. 5, No. 2 (Fall, 1989), p. 5.15. Comisión Real sobre Gente Aborigen, RCAP Final Report Volume 1 (Ottawa: Canadá Communications Group,

1996), p. 566.

El desempeño de los indígenas canadienses en la guerra pronto ganó el respeto de sus colegas no indígenas. El aprecio sentido por otros canadienses era tal que por primera vez los nativos fueron “permitidos de votar, permitidos de tomar y supuestamente permitidos de todos los beneficios que estaban siendo disfrutados por los soldados no-nativos”12. Adicionalmente, su inmersión en la sociedad no nativa permitió que los nativos encontraran gente y fueran a lugares sobre los que nunca antes habían soñado. También, la interacción de nativos a través de Canadá les hicieron darse cuenta de que sus reservas no estaban solas en sus sufrimientos. La eliminación de su exclusión también elevaría sus expectativas sobre la vida cuando retornaran a casa. Estos privilegios ganados difícilmente, hicieron a la gente indígena orgullosa y se esperaba que pudieran continuar cuando acabara la guerra13.

En 1919, cuando las Fuerzas Canadienses victoriosas regresaron de Europa, las grandes esperanzas de muchos soldados para el cambio social y económico se vieron defraudadas. A pesar de su entusiasmo inicial, los veteranos nativos encontraron que poco había cambiado cuando regresaron a sus hogares, a sus grupos. Sus comunidades aún eran pobres y aún controladas por la política de reservas del gobierno federal. En 1922, incluso los beneficios de los veteranos ganados en Europa fueron revocados por el Secretario del Departamento de Asuntos Indígenas, quien establecía que “los indígenas que habían retornado están… en la misma posición que cuando se enlistaron”14. Desafortunadamente, incluso esta frase no era verdadera. Las primeras comunidades de naciones no estaban en la misma condición por la introducción de la Ley de Establecimiento del Soldado Canadiense luego de la guerra. Las tierras de reserva fueron despojadas y entregadas a los soldados no nativos que retornaban. No sólo las comunidades indígenas no mejoraron desde 1914, en ese momento estaban peor debido a la pérdida adicional de sus tierras15.

Mientras tanto, en el exterior, los aborígenes habían hecho muchos contactos importantes unos con otros, lo que entonces sería usado para protestar por sus condiciones en Canadá. Al hablar con otros nativos de otras partes del país, se había evidenciado que muchas de sus comunidades estaban presionadas con la pobreza y con la pérdida de su vida tradicional. Las relaciones creadas en la Armada formarían una base importante para el cambio político con la

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16. Brian E. Titley, “La Liga de Indígenas de Canadá”, Saskatchewan Indian Federated College Journal, Vol. 1, No. 1 (1984), p. 53.

17. J.R. Miller, Rascacielos ocultan los cielos–Una historia de Relaciones Indígena-Blanco en Canadá (3rd Edition) (Toronto: University of Toronto Press, 2000), p. 318.

18. Brian E. Titley, “La Liga de Indígenas de Canadá,” Saskatchewan Indian Federated College Journal, Vol. 1, No. 1 (1984), p. 54.

19. Peter Kulchyski, “ ‘Un Conflicto Considerable: F.O. Loft y la Liga de Indígenas,” Native Studies Review, Vol. 4, No. 2 (1988), p. 112-114.

20. L. James Dempsey, Guerreros del Rey (Regina: Canadian Plains Research Centre, 1999), p. 81.21. Duncan Campbell Scott, as quoted in L. James Dempsey, Guerreros del Rey (Regina: Canadian Plains Research

Centre, 1999), p. 74.22. Olive Patricia Dickinson, Las primeras naciones de Canadá (3rd Edition) (Toronto: Oxford University Press,

2002), p. 310.

formación de una comunidad “Nativa Nacional” unida: la Liga de Indígenas del Canadá16.

La Liga de Indígenas se formó en 1919 para desarrollar una organización nacional que agruparía nativos a lo largo del país17. Su líder electo era un veterano mohawk de Ontario, llamado Frederick Loft. Uno de los pocos nativos educados formalmente, Loft, se enlistó y obtuvo el nombramiento de Teniente en el Cuerpo Forestal, donde encontró muchos nativos de otras partes de Canadá18. Cuando regresó de Europa, los contactos que había hecho mientras estaba en la Armada, le hicieron darse cuenta de la necesidad de tener una voz unida para los indígenas. La Liga también demandó que el gobierno federal reconozca las tierras indígenas y termine la persecución del gobierno a las ceremonias indígenas. Fue para estos propósitos que se creó la Liga de los Indígenas.

La Liga, debido a sus enormes desafíos logísticos así como a la intransigencia del gobierno, no estaba capacitada para llevar a cabo su ambición de una unidad nacional indígena, pero tuvo éxito en formas no aparentes en el tiempo19. Loft y otros participantes de la Liga ayudaron a derrotar la aprobación de una ley procesada en 1920 que habría permitido la emancipación del estatus de los indígenas sin su consentimiento20. La emancipación, un término para la completa asimilación de los hombres y mujeres indígenas a las que se les había quitado su estatus legal de indígena, había sido una larga política del gobierno como una forma de descargar sus obligaciones contraídas con los indígenas. Más aún, la cúpula burocrática del gobierno para Asuntos Indígenas esperaba que “la guerra hubiera podido apresurar ese día… mientras todas las viejas pintorescas costumbres, las raras y pintorescas ceremonias, la danza del sol y el potlach (festival ceremonial de indígenas de Norteamérica) e incluso las lenguas nativas musicales y poéticas serían tan obsoletas como el búfalo y el tomahawk (hacha de batalla), y la última tepee (tienda nativa americana) de los salvajes del norte daría lugar a un modelo de granja rural”21. Frustrado por los esfuerzos de la Liga para detener su política de emancipación, Asuntos Indígenas constantemente amenazó y eventualmente intentó emancipar a Loft con el objetivo de desacreditarlo y de silenciarlo22. Mas

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23. J.R. Miller, Rascacielos Ocultan los cielos–Una historia de Relaciones Indígena-Blanco en Canadá (3rd Edition) (Toronto: University of Toronto Press, 2000), p. 321.

24. Peter Kulchyski, “‘Un Conflicto Considerable: F.O. Loft y la Liga de Indígenas,” Native Studies Review, Vol. 4, No. 2 (1988), p. 113. 5/6

25. Fred Gaffen, Soldados olvidados (Penticton, B.C.: Theytus Books Ltd, 1985), p. 36.26. Peter Kulchyski, “Un Conflicto Considerable: F.O. Loft y la Liga de Indígenas,” Native Studies Review, Vol. 4,

No. 2 (1988), p. 110-112.27. LuAnn LaSalle, “Métis, Indígenas sin estatus se encontraban al frente de batalla” Leader Post (Nov 8, 1988), p.

A5.28. Janice Summerby, Soldados nativos, campos de batalla extranjeros (Ottawa: Communications Division Veterans

Affairs Canadá, 1993), p. 22-3.

la Liga bloqueó exitosamente los intentos de forzar las emancipaciones sobre los indios veteranos.

La Liga fue el primer intento político de los indígenas canadienses de formar una organización independiente y nacional para proteger los asuntos nativos. A pesar de su desaparición, es pionera de los movimientos actuales de autogobiernos nativos y dirigió indirectamente a la formación de importantes organizaciones regionales como la Asociación Indígena de Alberta y la Federación de Indígenas Saskatchewan23. A través de su participación en las Fuerzas Armadas Canadienses, los indígenas se dieron cuenta de que merecían lo mejor. Las semillas estaban sembradas para la eventual independencia del movimiento de aborígenes en Canadá24.

En 1939, las condiciones económicas y sociales de los indígenas de Canadá habían cambiado muy poco. En el primer cuarto de siglo, desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial, el desempleo en la reserva permanecía alto. Más aún, la Gran Depresión había dilapidado las ganancias de los indígenas que habían desarrollado sobre una base económica de turismo o de caza25. A pesar del éxito inicial de la Liga Indígena de Canadá, la Liga se desintegró bajo la presión de una oposición poderosa en Asuntos Indígenas, una comunicación pobre y una falta de recursos26. Cuando irrumpió la guerra por segunda vez en 25 años, Canadá otra vez encontró a su población aborigen madura para el reclutamiento en el Ejército. Enlistarse con la promesa de “un uniforme, tres comidas al día y aventura” fue particularmente atractivo debido al aburrimiento y la pobreza de la vida en la reserva27.

En la Segunda Guerra Mundial, los indígenas canadienses se encontraron mayormente con los mismos roles como en la Gran Guerra. Debido al racismo recrudecido de los policías, como las regulaciones que demandaban que los oficiales sean de “descendencia europea pura”, “los aborígenes otra vez estaban negados de la posibilidad de tener nombramientos. Las restricciones de raza eran especialmente extremas en la Naval, que demandaba que todo el personal, a pesar del rango”, “sea un sujeto nacido británico, de una raza blanca”, una regulación que se mantuvo hasta 194328. Sin embargo, cuando ganaban nombramientos, los

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29. Janice Summerby, Soldados nativos, campos de batalla extranjeros (Ottawa: Communications Division Veterans Affairs Canadá, 1993), p. 26-7.

30. Fred Gaffen, Soldados olvidados (Penticton, B.C.: Theytus Books Ltd, 1985), p. 40-52.31. Blair Stonechild (Editor), “Indígenas veteranos de guerra”, Sobrevivencia de un Pueblo (Regina: Indian Studies

Research Centre, 1986), p. 165.32. “Asociación de veteranos indígenas buscando recuperar reconocimiento” Leader Post (Jan. 20, 1982), p. A 11.33. Norma Sluman y Jean Goodwill, John Tootoosis–Una biografía de un Líder Cree (Ottawa: Golden Dog Press,

1982), p. 186.34. Para una descripción detallada histórica de la Junta del Comité del Senado y la Casa de los Comunes, por favor

vea el capítulo 7 de R. Scott Sheffield, El hombre rojo en el camino de la guerra: La imagen de los indígenas y la Segunda Guerra Mundial (Vancouver: UBC Press, 2004), p. 148-175.

aborígenes se mostraban a sí mismos como excelentes oficiales, incluyendo un hombre quien ascendió al rango de Brigadier General29. Los soldados indígenas pelearon en muchos esfuerzos importantes de guerra canadienses en Europa y Asia. Lucharon y murieron en Hong Kong, Dieppe y Normandía e hicieron campaña en Italia, Francia, Holanda y Alemania30. Aunque la mayoría era de infantería, algunos lucharon como aviadores en otros escenarios, incluyendo África e India. Como en la Primera Guerra Mundial, los indígenas canadienses mostraron una calidad de lucha impresionante y fueron condecorados con muchos certificados por su bravura y destreza.

Durante su estadía en Europa, una nueva generación de indígenas canadienses fue expuesta a una vida que estaba fuera de sus excluidas y empobrecidas reservas. Como sus predecesores en la Primera Guerra Mundial, empezaron a mirar más allá de sus límites de los cuales habían sido restringidos. Unificados por primera vez en sus vidas, hombres y mujeres indígenas a través del país compartieron sus experiencias de vida en la reserva. El darse cuenta de la injusticia social hizo renacer el deseo por el cambio. El estatus igual que compartían con los no nativos y su nuevo derecho de votar estimuló su apetito para un cambio social31. La guerra había mostrado a los indígenas que se merecían lo mejor. Una vez más, los soldados nativos tenían grandes esperanzas por el cambio cuando regresaran a casa.

En 1946, a medida que los soldados canadienses gradualmente regresaron de Europa, los soldados nativos encontraron que poco había cambiado en su ausencia. Sobre su emancipación, sintieron los efectos de la “discriminación toda de nuevo… como si nada hubiera pasado”32. Después de la guerra, los veteranos indígenas fueron despojados del derecho de beber y del derecho de votar. En adición, se les negaron los beneficios que muchos no nativos recibieron después de la guerra, como: tierra gratis, educación universitaria y trabajos en el servicio civil.

Los veteranos nativos regresaron a Canadá y su rabia con lo que habían encontrado alentó una nueva vida en la conducción del cambio social33. Con su lobby, los indígenas empujaron al gobierno a tomar una acción. Una evaluación de la Ley Indígena en 1946 hasta 1949 fue un directo resultado de su acción política34. En 1951, varias modificaciones fueron añadidas a la Ley Indígena,

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35. Olive Patricia Dickinson, Las Primeras Naciones de Canadá (3rd Edition) (Toronto: Oxford University Press, 2002), p. 311-312.

36. Norma Sluman y Jean Goodwill, John Tootoosis–Una biografía de un Líder Cree (Ottawa: Golden Dog Press, 1982), p. 186. 6/6.

incluyendo: el derecho de las mujeres a votar y a participar en elecciones de grupo; el final de la emancipación obligada y el levantamiento del veto sobre las organizaciones indígenas independientes así como las reuniones indígenas o ceremonias35. A pesar de la falta de voluntad del gobierno canadiense, los veteranos indígenas tuvieron éxito en mejorar sus condiciones de vida para su gente y las comunidades.

Incluso con estos logros, los nativos veteranos aún están en un largo camino, lejos del reconocimiento de la tierra y de los beneficios que una vez tuvieron. Las injusticias que sufrieron del país por el cual ellos pelearon no se habían desvanecido. Después de décadas de ser ignorados y sin ser tomados en cuenta, los indígenas veteranos están luchando tan duro como siempre para ser reconocidos por su servicio, tal como los no nativos lo fueron después de las guerras. Estipendios en la época de guerra que no fueron pagados, negligencia en Asuntos Indígenas así como la falta de donación de tierras son todos temas que los veteranos indígenas consideran aún irresueltos. Hoy en día, las organizaciones como la Asociación Nacional de Veteranos Indígenas continúan haciendo lobby en el gobierno federal para remediar estas demandas.

Los veteranos (indígenas) se han beneficiado con la igualdad en varias ramas de las Fuerzas Armadas; ellos son más mundanos y sofisticados y se expresan mejor de lo que nunca habían estado antes sin la experiencia militar. Ellos habrían añadido un nuevo ímpetu y conducido a los indígenas y a las organizaciones métis36.

El esfuerzo indígena en las guerras mundiales es evidente a través de la cobertura de su reclutamiento así como de sus víctimas. Los nativos lucharon con bravura y coraje, fueron una fuente de gran orgullo para ellos y ganaron la admiración de sus colegas soldados. Por primera vez, escaparían a la pobreza y a la exclusión de las reservas mientras se favorecían con los beneficios de la sociedad no nativa. Cuando las guerras terminaron y se encontró que se había hecho poco para ayudarlos a ellos y a sus comunidades, los indígenas veteranos lucharon de nuevo. Usando la experiencia y los contactos ganados en las Fuerzas Armadas, los nativos veteranos trajeron cambios claves en las políticas del gobierno. Su participación en las guerras mundiales les permitió ganar, ambos, la confianza y la destreza para desarrollar cambios sociales positivos para las comunidades nacionales indígenas. Incluso con estos éxitos, la batalla continúa para una restitución completa. Los veteranos sobrevivientes se han dado cuenta de que la “batalla no ha terminado”.

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Muy buenos días. Antes que nada deseo manifestar mi agradecimiento a César López Saavedra, Comandante General del Ejército y al Lic. Ricardo Calla Ortega, Ministro de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios, por esta valiosa oportunidad para reflexionar sobre uno de los aspectos medulares de nuestras instituciones. No cabe duda que la cuestión del liderazgo constituye una de las asignaturas más importantes en cualquier proceso de reforma o cambio institucional, pero también en momentos de normalidad.

Aunque a veces suele confundirse liderazgo con el ejercicio de mando, el primero trasciende el acto de mandar y supone más bien el acto de promover y diseñar proyectos, orientar su construcción y dirigirlos con sabiduría. De allí, su importancia capital para una institución como el Ejército Nacional que, hoy más que nunca, requiere una mirada visionaria, prospectiva y compatible con las grandes transformaciones globales y nacionales. Superar momentos de incertidumbre, estabilidad o tensión exige ciertas condiciones particulares, como, por ejemplo, una inteligente disposición para interpretar adecuadamente los factores que presiden los escenarios del cambio.

Las instituciones requieren reevaluar periódicamente sus capacidades, limitaciones y potencialidades para reconocer los obstáculos en su desarrollo. No hay mayor reto para los líderes que identificar anticipadamente dichos obstáculos. Remover y revertir oportuna, creativa y exitosamente esos obstáculos es el mandato gravitante que tienen los líderes. Para ello, deben estar dispuestos a modificar comportamientos del pasado, adaptarse con flexibilidad al entorno y ofrecer soluciones innovadoras bajo la premisa del bien común. A diferencia del liderazgo empresarial o político, el liderazgo militar no se mide por la eficacia circunstancial de los indicadores de crecimiento ni por el acceso a las

Hacia una nueva doctrina de liderazgo en el Ejército NacionalTeniente Coronel Luis Ariñez1

1. Estado Mayor General del Ejército.

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fuentes legítimas de poder: el liderazgo militar tiene un horizonte ahistórico, en permanente cambio, y que se vincula con la continuidad del Estado, a través de la administración legal del monopolio de la coerción. La preservación del territorio, la unidad nacional y el bienestar de nuestra sociedad son metas a las cuales la institución militar dirige toda su atención y capacidad.

Por cierto, el uso de la fuerza, lejos de ser una tarea simple, es, sin duda, una responsabilidad sensible que exige el desarrollo de atributos profesionales como la pericia, la identidad y la responsabilidad, condiciones que configuran una suerte de cultura institucional particular. Por lo tanto, el Estado está obligado a proteger y a promover el desarrollo de su institución de defensa y sus legítimas aspiraciones.

Actualmente, el Ejército Nacional se encuentra evaluando aquellos rasgos profesionales que hasta hace poco imprimieron un sello particular a la acción de mando, pero al mismo tiempo, estamos trabajando en el diseño de un nuevo proyecto institucional de liderazgo, que con base en las experiencias del pasado reciente, pretenden construir una nueva visión institucional. Ésta no depende exclusivamente de lo que imaginemos los profesionales de las armas, depende esencialmente de lo que decidan nuestros ciudadanos. Por lo tanto, un proyecto moderno de liderazgo institucional que haga frente al futuro exige un vigoroso compromiso y responsabilidad política, pero al mismo tiempo, el mayor apoyo de nuestra sociedad.

Mi exposición está dividida en tres partes: la primera aborda la necesidad de redefinir un nuevo marco conceptual, ético y doctrinario en correspondencia con la trayectoria de cambios en el panorama internacional y en el interno. En la segunda parte, se reflexiona sobre el legado histórico del liderazgo militar tradicional, pero a su vez, se reconoce la necesidad de enriquecer ese legado integrando el patrimonio cultural que encarnan los pueblos indígenas. En este contexto, creemos que un liderazgo moderno, democrático y profesional debiera estar abonado por la suma de valores plurales de la multiculturalidad, los valores nacionales y los militares. En la tercera parte, trataremos de identificar algunos elementos constitutivos que desde el liderazgo debieran contribuir a enriquecer y potenciar la profesión militar en un contexto democrático e inscrito en el desarrollo de un Estado de derecho mucho más justo, equitativo e inclusivo.

¿Por qué es importante abordar la cuestión del liderazgo aquí y ahora?

Primero, existen varias razones que justifican la necesidad de renovar la reflexión acerca del liderazgo institucional y/o profesional. Una de ellas es que las sociedades nacionales y el contexto internacional están experimentando

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un momento de profunda mutación signada por expresiones complejas de inseguridad y una nueva trama de conflictos que afectan la estabilidad interna de los Estados. Como señala muy bien Delmas, las nuevas manifestaciones de la violencia internacional no provienen tanto de las guerras entre Estados como del colapso interno de los mismos.

No obstante, si bien la mayor conflictividad se origina en el interior de los Estados, ello tiene mucho que ver con los profundos desequilibrios globales, las asimetrías económicas y las brechas tecnológicas así como con las graves crisis medioambientales. Nuestros países, cada vez más vulnerables en sus posibilidades de resistir los efectos perversos de la globalización, también sufren las consecuencias del desorden global. El comportamiento inducido o volátil de los mercados, la ausencia de reglas claras en los términos del intercambio y las desventajas competitivas nos hacen mucho más vulnerables y ello mismo impacta en la construcción de un orden social y estatal estable. Así pues, nuestro desarrollo, si bien depende de lo que decidamos como nación, también depende de aquello que decidan los actores hegemónicos.

En segundo lugar, la importancia de reflexionar sobre un nuevo modelo institucional de liderazgo tiene que ver con los cambios que estamos experimentando como sociedad. La acumulación histórica e insuperada de la pobreza, la debilidad de las instituciones que no satisfacen la sed de justicia y las demandas ciudadanas, así como la crisis de los proyectos económicos de Estado nos están obligando a transformar el rumbo tradicional de nuestra sociedad. Los dolorosos acontecimientos de octubre son una señal insoslayable que traduce la necesidad de realizar cambios profundos y no es una casualidad que la Asamblea Constituyente se ofrezca como el campo de la concertación política y la construcción de un nuevo proyecto estatal más inclusivo, justo, equitativo y multicultural.

Para nuestro país, ésta es una oportunidad invalorable que debe ayudarnos a repensar la forma de convivencia e integración para los próximos 50 años. Estamos en el umbral de un nuevo pacto social y ello exige una visión de unidad nacional, reconocimiento de nuestras potencialidades y esencialmente capacidad para responder a los desafíos nacionales enfrentados a la hostilidad de un mundo globalizado.

Pese a nuestros deseos, estamos condenados a coexistir con la fuerza imprevisible de la globalización y ello mismo pone a prueba nuestra capacidad de convivencia y unidad nacional. Hace mucho tiempo le escuché decir al profesor Frederick Nunn que debemos estar preparados para asumir con audacia e inteligencia los cambios que trae el tiempo y no sólo sobrellevar resignados los tiempos que trae el cambio. Ciertamente, se trata de eso, de desarrollar nuestra imaginación y creatividad para superar las dificultades y los bolivianos

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hemos dado extraordinarias señales en ese sentido. Una sola muestra: cuando se vaticinaba y presagiaba un panorama desolador de conflictos que impedirían llevar a cabo en condiciones normales el Referéndum, los bolivianos, en un gesto cívico y republicano, ejercitamos nuestro derecho a fortalecer y ampliar la democracia y definimos sin complejos nuestro futuro energético.

En tercer lugar, una renovada reflexión acerca del liderazgo toca de lleno a las Fuerzas Armadas y en particular al Ejército Nacional. Ciertamente, las transformaciones que ocurren en la seguridad internacional así como los profundos cambios que está viviendo nuestra sociedad exigen de la institución militar enorme capacidad de adaptación y flexibilidad. La ubicuidad de las amenazas externas, los nuevos escenarios de inseguridad internacional y los emergentes factores que ponen en jaque la seguridad humana, como los desastres naturales y los problemas medioambientales, deben corresponderse con instituciones modernas que mitiguen estos riesgos.

En este sentido, el papel de las Fuerzas Armadas en la seguridad internacional se ha modificado dramáticamente. Los soldados ya no son sólo garantes de la seguridad y soberanía externa, también están comprometidos con la paz internacional. Así, pues, las Fuerzas Armadas en pocos años se han convertido en aliadas estratégicas de la paz mundial. Este hecho impacta radicalmente en las instituciones militares, puesto que deben desdoblar sus visiones, conceptos, organización y valores así como el paradigma de su liderazgo. Su despliegue internacional en Operaciones de Mantenimiento de Paz implica armonizar el dominio de la economía jurídica internacional con la nacional, pero al mismo tiempo obliga a conocer la cultura de otras sociedades, probablemente mucho más complejas que la nuestra. Las instituciones militares están dejando de ser sólo y exclusivamente una herramienta de la seguridad estatal. Así, pues, estamos en una suerte de momento de transición estratégica que exige redefiniciones, no sólo conceptuales de la seguridad sino también del uso de la fuerza en el ámbito internacional.

Asimismo, el papel de las Fuerzas Armadas está en proceso de cambio dentro de los Estados. En nuestro caso, dadas las condiciones de pobreza estructural que enfrenta el país, es casi imposible que las Fuerzas Armadas se dediquen plena e íntegramente a sus mandatos constitucionales vinculados con la seguridad militar. Por el contrario, la institución militar cumple en muchas circunstancias una suerte de factor de ajuste ante la ausencia del Estado en determinados territorios. Su disponibilidad y despliegue en situaciones de emergencia nacional, como en el caso de los desastres naturales, evacuaciones o asistencia humanitaria, plantea nuevas necesidades de conocimiento, habilidades, dominios y capacidades profesionales. Por lo tanto, todo ello exige una nueva trama conceptual de liderazgo que, al mismo tiempo que preserva valores profesionales para el

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desempeño de sus funciones constitutivas, amplía su horizonte funcional con nuevas habilidades y destrezas.

No cabe duda de que estamos viviendo un momento de transición profesional. Nos estamos alejando cada vez más del tradicional concepto del soldado heroico, cuyos valores estaban fuertemente arraigados en la tradición, para aproximarnos al perfil de un soldado profesional que deja reposar su desempeño en la eficiencia, oportunidad y eficacia. Esta transición tiene expresiones muy objetivas. Más del 50 por ciento de nuestros oficiales y sargentos está inscrito en un proceso de doble profesionalización. Ellos combinan la vida del cuartel con la universidad y esta nueva realidad es beneficiosa para soldados, pero lo es también para los ciudadanos. Hemos mejorado notablemente nuestras capacidades de asistencia humanitaria y potencialidad en el apoyo al desarrollo de las comunidades más alejadas del país. Nuestros institutos de formación profesional han dado saltos cualitativos y el vínculo entre cuartel y comunidad es cada vez mayor.

Las nuevas misiones que cumplen las Fuerzas Armadas en el ámbito internacional e interno plantean nuevos desafíos al liderazgo tradicional. Hoy, el cuerpo profesional está obligado a renovar y ampliar su conocimiento, ejercitar mayor dominio sobre su responsabilidad y fortalecer su identidad en un momento en que las certezas tienden a desplomarse. Asimismo, la gestión del mando está sufriendo cambios importantes.

La configuración de un nuevo paradigma de liderazgo está también tensionada por los nuevos ciclos de paz, pero al mismo tiempo se corresponde con las innovaciones tecnológicas, la incorporación de nuevas armas y nuevas responsabilidades éticas en el ejercicio de mando y de responsabilidad institucional.

Por lo tanto, ¿qué entendemos como liderazgo?

En nuestro concepto, es la capacidad de quienes ejercen autoridad para adaptarse de manera visionaria y flexible para el logro del bien común. Por lo tanto, entendemos el liderazgo como un conjunto de atributos intelectuales, éticos y profesionales, orientados a reducir la incertidumbre de una sociedad, de una comunidad o de una institución.

Estos atributos no provienen de la iluminación divina, sino que se construyen y alimentan de acuerdo a las demandas de la sociedad, demandas de las organizaciones, exigencias de las instituciones, etcétera.

En el campo militar, la necesidad de contar con un liderazgo moderno, profesional en todos sus niveles y competente es mucho mayor que en el resto de la sociedad porque, como ninguna, la profesión de las armas abraza los más altos

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valores del conjunto de la nacionalidad boliviana. Asimismo, porque las Fuerzas Armadas están enfrentando unos cambios profundos en el ámbito internacional que tienen impacto en el Estado.

¿Cómo enfrentar con un liderazgo tradicional estos desafíos?

Sin duda, el liderazgo tradicional es rico en una serie de legados; sin embargo, a manera de ejemplo, si reflexionamos con relación al liderazgo táctico y/o directo (cara a cara), ¿puede un líder no consubstanciado con las nuevas pautas conductuales del boliviano del siglo XXI llegar a obtener su entrega volitiva en beneficio de la misión de la organización, solamente siguiendo las pautas normativas de los manuales de liderazgo que establecen que la forma de hacerlo es recurriendo a la persuasión y al carácter?

Otra reflexión con relación a un liderazgo institucional (estratégico): un líder cuyo ámbito de acción sólo se ha circunscrito al entorno cuartelario, y que no comprenda en su real dimensión los cambios que están ocurriendo en el entorno estratégico, en la realidad social nacional a la cual sirve, caracterizado por las amenazas globales, la pluralidad, la creciente fiscalización del accionar institucional, la cada vez más creciente y frecuente interpelación por diversos sectores, un rol cada vez mas protagónico de la prensa, ¿puede dirigir, orientar su organización e interactuar eficientemente en un escenario cuyas actividades han trascendido hacia el ámbito público?

Con lo expresado, ¿será necesario recrear el Ejército? En nuestro criterio, creemos que no. Sin embargo, será necesario una autorrenovación sobre la base de nuestros valores nacionales, militares y la naturaleza de la profesión que definen su visión y misión.

En ese contexto, ¿cuáles son los atributos cognitivos que requiere el liderazgo militar para enfrentar dicho escenario? Un nuevo liderazgo debe:

- Asumir la revolución tecnológica.- Desarrollar enfoques amplios y comprensivos.- Tener capacidad analítica para la interpretación de entornos complejos y

en continua mutación.- Desarrollo de capacidades predictivas.- Investigación y liderazgo del conocimiento para el cambio y la previsión.- Liderazgo para la cooperación y la coordinación entre las instituciones.- Interpretar y traducir estas mutaciones que está viviendo el mundo,

nuestra sociedad y reflejarlos en las Fuerzas Armadas. Por lo tanto, adaptar la organización militar, su visión, su estructura organizativa y sus capacidades con respecto a los mandatos constitucionales.

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- Visión estratégica para interpretar las crisis que exigen el uso de la fuerza o que lo previenen, para el uso razonable de los medios y, por supuesto, para administrar la oportunidad.

¿Cuáles son los atributos éticos que requiere el liderazgo militar para enfrentar dichos desafíos?

A manera de lineamientos que luego pueden condensarse en un determinado modelo, considero que los atributos que requiere un nuevo liderazgo militar para enfrentar los desafíos anteriormente descritos, entre otros, son:

La ética de la convicción constitucional, es decir, el reconocimiento de que hay un pueblo soberano que decide su CPE.

La ética democrática de las Fuerzas Armadas. Al respecto, es conveniente advertir que en los últimos 20 años, las Fuerzas Armadas han tenido una conducta intachable en la preservación de la democracia. Sin embargo, esta ética puede ser potenciada y profundizada, avanzando paulatinamente en la definición de un modelo de profesionalización de las Fuerzas Armadas que satisfaga las demandas de seguridad de la sociedad boliviana y que paralelamente cumplan su misión con arreglo al encargo social, a los valores democráticos, respeto a los DD.HH., y avanzar en la interculturalidad.

¿Qué se espera de la construcción de esta ética constitucional?

- Por un lado, se busca desarrollar una cultura de legalidad, que se manifiesta en el respeto al imperio de la ley.

- Por otro lado, se busca hacer que los soldados nos inscribamos como los primeros en cumplir la ley, por la naturaleza específica que tenemos de administrar la violencia.

Como ninguna otra institución, por la naturaleza del mandato, estamos doblemente obligados a encarnar esta cultura de la legalidad. En primer lugar, porque el Estado deposita en nuestras manos el monopolio de las armas. En segundo lugar, porque las Fuerzas Armadas deben preservar los derechos fundamentales de los ciudadanos por el riesgo que implica administrar el monopolio de la fuerza. En ese contexto, la cultura de legalidad desde el liderazgo militar tiene dos exigencias: la servidumbre a la ley y el respeto a los derechos fundamentales.

El cumplimiento de estas dos exigencias tiende a fortalecer y potenciar la unidad de la nación y la cohesión social. “La única servidumbre que no mancilla

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es la servidumbre a la ley” (Tamayo).El liderazgo debe tener presente que lo que preserva la continuidad de un Estado

es la igualdad, la equidad y la justicia y, por lo tanto, promover el cumplimiento a la ley debe ser un sentido común.

Cuando hacemos referencia al liderazgo militar, necesariamente debemos reparar en la naturaleza de la profesión militar. Por lo tanto, nuestra reflexión nos lleva a cuestionarnos sobre ésta.

¿Cómo debe entenderse el nuevo profesionalismo militar del futuro?

El atributo profesional del nuevo liderazgo se caracteriza por ser amante de la paz y estar sujeto al derecho. En ese sentido, debe contribuir a la paz y a la seguridad internacional porque las mayores amenazas provienen del escenario externo, ya que en la medida en que se reduce el umbral de las amenazas, se reducen también los riesgos para los países vulnerables como el nuestro.

¿De qué forma puede contribuir una pequeña nación como la nuestra a la paz internacional? Sin duda, no sólo preservando la paz interna sino también adscribiéndose de manera activa a la gestión de conflictos en el escenario externo a través de las misiones de paz. Esta necesidad exige nuevas habilidades, nuevos conocimientos, nuevas capacidades y potencialidades institucionales.

Por lo tanto, un liderazgo institucional debe interpretar la forma de contribuir efectivamente a la seguridad internacional.

Asimismo, si bien el nuevo profesionalismo exige ser amante de la paz, también debe ajustarse a las nuevas condiciones que exige la defensa nacional, y hoy esas nuevas condiciones son: tener una relación adecuada y racional entre el valor estratégico que tiene un país y sus capacidades de defensa.

Como país, enfrentamos un fenómeno anómalo, porque nos encontramos desguarnecidos e indefensos frente al potencial de los recursos energéticos y naturales. No solamente hay debilidades institucionales sino que también las capacidades militares no son adecuadas.

Esta relación desproporcionada afecta con mayor impacto justamente a los pueblos indígenas, porque son los que menos consumen desarrollo. Frente a este contexto, se espera de los líderes, ¡recursos imaginativos!

A esta altura de mi alocución, parecería que estamos vacíos de un conjunto de atributos y esto no es así.

El Ejército boliviano tiene un enorme legado de patrimonio intangible de un liderazgo militar pasado que inclusive ha trascendido la esfera de las Fuerzas Armadas y se ha convertido en un patrimonio nacional.

Este foro por limitación de tiempo no nos permite recoger el legado histórico

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de todos y cada uno de los bolivianos de las distintas épocas, como el caso del período precolombino, protagonizado por los líderes indígenas, y el legado de libertad de los guerrilleros de la Independencia que dieron lugar a la Bolivia republicana.

Por lo mismo, en el análisis nos remitiremos al pasado más próximo, para que a grandes rasgos, podamos recoger el legado de algunos de nuestros héroes del siglo XX, cuyos atributos podrían servir de referente para diseñar un modelo de liderazgo táctico, operacional e institucional a futuro.

Líderes del Siglo XX

Manuel Marzana Oroza (líder táctico) Fue artífice de una de las mayores gestas heroicas de las armas

bolivianas como es la defensa de Boquerón, inscribiéndola en una de las más espléndidas acciones de combate en la historia de la guerra. Defendió una plaza por el lapso de 20 días, con algo más de medio millar de hombres contra más de diez mil, en un gesto de heroísmo sin límites. Algunos de los atributos de este insigne boliviano son los siguientes: lealtad a la patria y sus subordinados, valor, abnegación, espíritu de sacrificio, etcétera.

Bernardino Bilbao Rioja (líder estratégico operacional)Fue el estratega militar de mayor visión en la historia de Bolivia. Fue la figura emblemática de la Guerra del Chaco; sin duda, es el paradigma del liderazgo estratégico operativo. Supo identificar el punto geográfico de valor estratégico tanto en Kilómetro Siete, en Cañada Strongest como en Villamontes. En esta última acción, aprovechando las características geográficas y las cualidades de sus hombres, articuló una defensa inexpugnable para el enemigo, modificando el cuadro estratégico de la contienda, salvando de esta manera los recursos estratégicos del petróleo y neutralizando la hipótesis paraguaya de ni más allá ni más acá del Parapetí.

En él se pueden apreciar atributos como: • Serenidad y tenacidad• Fuerte temperamento• Valor y decisión• Provisto de un patriotismo puro• Capaz de cualquier sacrificio personal en aras de la patria• Gran capacidad de don de mando

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• Honestidad acrisolada• Conocimientos superiores de la ciencia y el arte militar • Fe: En la misión y propósito del Ejército

Germán Busch Becerra (liderazgo táctico e institucional)Según René Zabaleta, fue: “La figura más rica en fuerza histórica, de todos los hombres bolivianos de este siglo”2

Su figura condensó valores como ser:En el plano estrictamente militar

• Bravura, al luchar sin medir el tamaño del enemigo• Astucia, al romper el cerco de boquerón innumerables veces• Valor, al pedir las misiones más difíciles• Patriotismo sin límites: La patria es una compulsión heroica• Intrepidez• Arrojo• Audacia• Persistente heroísmoY en el plano nacional:• Nacionalismo puro: • Espíritu de sacrificio: Representaba la concepción heroica de la nación• Lealtad a la patria: En él se manifiesta un compromiso de vida para con

la patria: “Es la patria misma”3

Gualberto Villarroel López (liderazgo institucional y nacional)Atendiendo a las características de este seminario, es también importante reparar en la figura de Villarroel como ejemplo de líder militar y uno de los gobernantes más importantes del siglo pasado en luchar a favor de los procesos de inclusión social.

Su célebre frase “No soy enemigo de los ricos, pero soy más amigo de los pobres”, es un legado de equidad y justicia

Su figura descolla por ser: • Visionario: sobre los cambios que en su momento requería el país.

Eliminó el pongueaje, otorgó mayores derechos a los indígenas, con la plena convicción de mejores días para la patria a partir de lograr la unidad nacional sin exclusiones.

2. ZABALETA, René. La formación de la conciencia nacional. Edit. Los Amigos del Libro. pág. 59.3. Ibidem., “Hasta sus confusiones son las confusiones de la nación”.

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• Claridad de conceptos en un escenario complejo e incierto.Algunos de los atributos que caracterizan su figura son: • Justicia

• Equidad• Pujanza cívica

Se olvida frecuentemente que el Ejército fue capaz de producir estos iconos emblemáticos ciudadanos, a quienes no debemos verlos solamente como soldados, sino como verdaderos soldados ciudadanos, rasgo que la defensa de hoy y mañana exigen de nuestros líderes. Sin embargo, para una manifestación prudente de ello, exige considerar otros.

Liderazgo e interculturalidad

A esta altura de mi alocución, considero que es también importante establecer que históricamente la doctrina del Ejército se ha nutrido de nuestros valores vernaculares. Tales son los casos de los cercos de los líderes indígenas de la época precolombina, recogidos por los guerrilleros de la Independencia, las infiltraciones de nuestros indígenas de las Tierras Bajas que acompañaron a Busch, los guías de las Tierras Bajas guaraníes y una serie de otras contribuciones que sería largo enumerar.

En el aspecto logístico, también es necesario hacer mención a la ración seca, la misma que se constituye en base al tostado (maíz cocido al fuego) y el charqui (carne procesada).

Por si fuera poco, también su contribución está presente en figuras heroicas como los casos de: Juancito Pinto, Genoveva Ríos, el cabo Juan, Maximiliano Paredes, Santos Pariamo, etcétera.

En ese sentido, es bueno resaltar que si bien contamos con ese rico legado histórico, que en cierta forma ha definido gran parte de las pautas conductuales de los líderes de hoy y mañana, no es suficiente. Debemos reconocer que existe un déficit en la recuperación de todo el legado de heroísmo y civismo de los pueblos indígenas en la defensa de la nación o en la independencia nacional, así como la de los guerrilleros de la Independencia a quienes tampoco supimos valorar adecuadamente, en su real dimensión, y que hoy son fruto de nuestro análisis institucional.

A partir de este reconocimiento, creemos que sobre la base del multiculturalismo existente en los espacios de acción de las Fuerzas Armadas se debe avanzar en valores interculturales. Es decir, el profesionalismo en las

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Fuerzas Armadas debe estar configurado en una visión multi e intercultural. En ese contexto de imagen de país diverso, nuestro liderazgo debe tender hacia una idea de sociedad.

¿Qué significa esto?

Significa que a futuro debemos construir un liderazgo, que, además de orientarse a interpretar y gestionar adecuadamente los desafíos que el nuevo entorno estratégico configura, esté basado en los valores nacionales, es fruto del legado histórico tangible de nuestros insignes líderes militares de todos los tiempos (los líderes del siglo XX, del siglo XIX, reparando en los guerrilleros de la Independencia y nuestros líderes originarios precolombinos de las tierras altas, medias y bajas).

La finalidad es recuperar visiones, creencias y valores de todas y cada una de las nacionalidades para construir una doctrina de liderazgo sin exclusiones y que, a su vez, contribuyan a potenciar la Defensa Nacional desde los cuarteles. En ese sentido, las pautas de nuestro liderazgo a futuro pueden ser enriquecidas por los códigos en los cuales se sustenta el liderazgo y la autoridad de nuestros líderes originarios. Tal es el caso de: mallku, jilacata, curaca, el capitán grande, el rey de los negros, el cacique, etcétera. Por lo tanto, estamos también hablando de un liderazgo con enfoque multi e intercultural.

¿Cuáles son las razones por las que se debe forjar un liderazgo con enfoque multi e intercultural en el Ejército?

Una de las razones es construir un espacio sin traumas de exclusión. En ese sentido, asumirlo como desafío, liderar el proceso de inclusión. Un soldado debe estar preparado para afrontar retos multiculturales desde una perspectiva ética y profesional. Es decir, todo oficial, suboficial y sargento debe encarar como parte de su desarrollo personal el respeto al ejercicio legítimo de la diversidad.

La otra razón es recoger el patrimonio de la diversidad cultural de la sociedad boliviana. El reconocimiento de la diversidad fortalece el sentido de unidad nacional y cohesión social, tan urgentemente necesarios en el país, e introduce un rasgo de equilibrio en la toma de decisiones.

Sin embargo, un aspecto en el que es conveniente reparar es que esta iniciativa no debe afectar el desarrollo institucional, ni la calidad de su oferta profesional, aspectos que imponen tomar previsiones para que esto no ocurra.

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¿Cuáles son los retos que debe afrontar el líder militar?

Que las Fuerzas Armadas se conviertan en un ámbito emblemático de representación equilibrado, justo y razonable de la unidad nacional. Hoy en día, el referente de la unidad nacional es el despliegue territorial; pero el desafío en el futuro no sólo es de ocupación territorial, sino su constitución diversa. Este desafío debe trascender la noción casi exclusiva de la unidad a través de la ocupación territorial.

No debe ser un despliegue estático. Como punto de referencia, el desafío es hacer que ese despliegue sea dinámico que recoja los valores, los usos y costumbres de la sociedad, del Estado, de las regiones, de los pueblos garantizando su libertad.

Trabajar en el ámbito del Servicio Militar Obligatorio, hacia la configuración de un Ejército moderno que debe forjar la interculturalidad como conducta natural, siendo el primer eslabón de un proceso continuo de profesionalización dejando de ser un compartimiento estanco, es decir, un punto de partida y llegada sino constituyéndose en un punto de partida, que, sin duda, fortalecerá el perfil de la capacidad defensiva del país.

Otro desafío frente al SMO es profundizar el ejercicio de la identidad cultural dentro de los cuarteles. Al respecto, es conveniente establecer que en los últimos 50 años se ha avanzado en el proceso de admisión plural al Colmil y la Esmisar, centros educativos que hoy constituyen un referente multicultural. En ese sentido, en los últimos años, las Fuerzas Armadas se han convertido en un espacio multicultural aunque de carácter pasivo. Por lo mismo, el desafío a futuro es promover un espacio más dinámico basado en una mayor integración con la sociedad, de manera que los reclutas se sientan como en su comunidad.

También se debe promover el desarrollo de habilidades lingüísticas nativas y promover manifestaciones culturales diversas que mejoren la codificación y decodificación de los procesos comunicativos.

La sombra de los cuarteles debe llegar con una presencia confiable a las ciudades y los usos y costumbres deben penetrar sin temor en los cuarteles. Cuartel y comunidad deben condensar el pacto cultural, un pacto de mutua comprensión y enriquecimiento recíproco.

Todo líder de la comunidad debe ver en cada soldado a un representante en potencia de su identidad cultural, pero también cada líder de la comunidad debe ver en cada ciudadano un potencial soldado que es capaz de encarnar los valores de la nación.

Este reflujo no se agota con la representación de la sociedad, se potencia en la aceptación de la cultura de los pueblos. Se debe enriquecerla, desde la cultura, la doctrina y disciplina militar. De esta manera, la cultura debe ser herramienta estratégica para potenciar la seguridad territorial del Estado.

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Al respecto, y sin lugar a equivocarnos, a la fecha podemos afirmar que no somos un Ejército de élite, actualmente nuestro mayor capital humano viene de la clase media urbana que en mayor o menor medida refleja el sincretismo de la realidad nacional, los cuales se constituyen en fieles representantes de los deseos reivindicatorios de la nación boliviana.

Señores y señoras, para finalizar, y como soldado cuyo ámbito de reflexión en esencia es la seguridad y la defensa, considero que uno de los desafíos institucionales y nacionales a futuro es: ¡Convertir la cultura como una herramienta de la defensa, es decir, no sólo debe verse como una autopista de valores, sino también como un recurso estratégico de la defensa! Gracias.

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Cuando Juan Ramón me invitó a participar en este seminario, me pidió dos cosas: unas palabras sobre la construcción del “liderazgo comunitario” en las comunidades del Chaco, y otras sobre sus relaciones con las Fuerzas Armadas. Intentando responder a estas inquietudes, he dividido esta ponencia en dos partes que son prácticamente independientes la una de la otra: pues, aparte de la palabra “capitán”, que desde los tiempos coloniales designa en español a los jefes indígenas del Chaco (“guaraní”, pero también weenhayek, por ejemplo), encuentro pocas o nulas relaciones entre autoridades indígenas y autoridades militares, entre “capitanes” y capitanes. Las relaciones con las Fuerzas Armadas se tejen en otro plano, en el de la vida cotidiana, e involucran más a los simples comunarios que a sus líderes.

Ante todo, me parece necesaria una aclaración. Aunque compartan un mismo espacio físico, existe un abismo cultural entre las diferentes etnias chaqueñas, entre “guaraní” y weenhayek, por ejemplo, o entre ayoreo y tapiete. Es decir, que no voy a tratar aquí de “las etnias del Chaco”, porque no puedo hacerlo. He trabajado y sigo trabajando en comunidades “guaraníes” y de ellas voy a hablarles, sin que todas mis conclusiones o ejemplos sean válidos para otros grupos indígenas de la misma región.

Entre asamblea y herencia: la capitanía chiriguana

El o los grupo(s) étnico(s) que hoy conocemos bajo el nombre de “guaraní” eran llamados chiriguanos o chiriguanáes durante la Colonia y el primer siglo de la República. Este nombre ha sido rechazado por los mismos interesados en razón

“Capitanes” y capitanes: liderazgo comunitario y relaciones con las Fuerzas Armadas en el Chaco boliviano

Isabelle Combès1

1. Instituto Francés de Estudios Andinos.

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de dudosas etimologías que lo hacen derivar del quechua y lo traducen como “guano o excremento frío”, o “castigados por el frío”. Aunque no tengan la más mínima base lingüística, estas etimologías populares están muy difundidas en Bolivia y, claro está, su carga despreciativa no es muy del agrado de los que, hoy, prefieren llamarse “guaraní”.

La palabra “chiriguano” tiene sin embargo su mérito, así como la palabra “guaraní” tiene también sus “peros”. Algunos autores han interpretado el nombre de “chiriguana” como haciendo referencia al proceso de nacimiento mismo de la etnia, es decir al mestizaje que unió, a partir de los siglos XV y XVI, a grupos guaraní llegados desde el este (Paraguay y/o Brasil) con grupos autóctonos chané o guana del Chaco y pie de monte andino. Aceptemos o no la etimología propuesta, el hecho es que los “guaraní” de Bolivia son en realidad herederos de dos culturas, la guaraní y la chané, y que esta doble herencia debe ser tomada en cuenta. Este mestizaje histórico no fue sin embargo parejo. En el plano político, los guaraní dominaron a los chané, utilizándolos a menudo como “esclavos”; en el plano lingüístico, predominó muy rápidamente el idioma guaraní. Aparte de las etimologías despreciativas entonces, la reivindicación contemporánea del nombre de “guaraní” se explica también por esta relación asimétrica entre las dos etnias, que privilegió siempre el lado guaraní por encima del lado chané.

Existen otros grupos de habla guaraní en Bolivia, como los guarayos, los sirionó o los yuki. Por esto, el usar el nombre de “guaraní” me parece, a veces, un abuso de lenguaje: pues por un lado parecería excluir a los guarayos o yuki del conjunto guaraní de Bolivia; y, por otro lado, oculta la tan rica herencia chané de los actuales “guaraníes” o chiriguanos. Por estos motivos usaré aquí el nombre de “chiriguano”, sin que esto implique, por supuesto, que me adhiero a sus dudosas interpretaciones peyorativas.

Entre las herencias chané que comparten todas las zonas chiriguanas, se puede citar por ejemplo a las máscaras del Carnaval y a la fiesta misma del arete, a las técnicas de tejido o al uso del riego por acequias en algunas regiones. Algunas “capitanías” conservan mejor sus rasgos chané que otras, como es el caso del Isoso en la provincia Cordillera, donde incluso hasta hoy, algunos ancianos conocen palabras del idioma chané. Precisamente del Isoso voy a hablarles aquí para ilustrar el tema de esta ponencia: el liderazgo comunitario. En la organización política chiriguana, en efecto, y en la del Isoso particularmente, son muy sensibles las influencias chané.

La imagen canónica de la organización política chiriguana es la de la asamblea. Cada zona o “capitanía” está estructurada sobre el mismo modelo: existen las comunidades, cada una con su mburuvicha o “capitán” local, elegido por los comunarios; y existe la “capitanía grande”, que reúne a las diferentes comunidades y está encabezada por el mburuvicha guasu o “capitán grande”. Al

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lado de cada capitán, sin embargo, están sus asesores: los ñee iya o “dueños de la palabra”, los arakua iya o “dueños del saber”, los paye o chamanes. Y está, claro está, la asamblea, a menudo descrita como la verdadera sede del poder, que elige y controla el mburuvicha, toma las decisiones y tiene poder para revocar al jefe si éste no actúa conforme a sus deseos.

Esta imagen no es falsa, pero sí creo que es parcial. Deja de lado un aspecto, sin embargo, muy presente y muy importante en las comunidades: el hecho de que el cargo de capitán es en general hereditario entre los chiriguanos y que, si bien la asamblea “elige” a su capitán, lo hace entre candidatos que pertenecen a una misma familia. Para emplear los términos isoseños, los aspirantes al cargo de capitán pertenecen a la familia de los “grandes”, a lo que, en español, los mismos isoseños llaman la “familia real”, y que “tiene sangre”. Más aún, la imagen idealizada de la asamblea como sede del poder no toma en cuenta cambios recientes y, sin embargo, muy significativos, pues, en el pasado, el papel del capitán era más que todo el de un mediador, de un sabio y de un experto en el arte de la oratoria. Sólo en caso de guerra podía el capitán gozar de un poder más autoritario y más fuerte. En la actualidad, sin embargo, son dos los cambios que podemos notar. En primer lugar, el capitán (y, sobre todo, el capitán grande) tiene nuevas atribuciones. Es el representante, hacia fuera, de su comunidad o de su zona; tiene que hablar con instituciones, autoridades, empresas petroleras o financieras, firmar contratos y viajar mucho a las ciudades de Santa Cruz o La Paz. En este nuevo escenario, la asamblea ve reducirse su papel fiscalizador: primero porque es impensable, para cada firma de cheque o entrevista con el gobierno, que todos los comunarios se trasladen a la ciudad; segundo, porque el lenguaje de los proyectos —y de los presupuestos— es un lenguaje inaccesible a la gente de las comunidades, que difícilmente puede aprobar o criticar iniciativas que no logra entender cabalmente. En este caso, la asamblea es más un lugar donde se informa a posteriori de las acciones emprendidas, que un lugar donde se discuten y se aprueban o rechazan estas acciones.

En segundo lugar, las gestiones para los títulos de tierra o para conseguir financiamiento pueden ser consideradas, en cierta medida, como gestiones “guerreras”, pues de una lucha se trata aquí, una lucha legal y pacífica para hacer reconocer derechos. Y, como antaño en las guerras con arco y flechas, el capitán de hoy es un líder “guerrero” que goza de la autoridad correspondiente.

Entonces más allá de la asamblea “democrática”, el poder entre los chiriguanos fue también siempre un privilegio de ciertas familias reconocidas como “grandes”. Legítimos porque tenían “sangre”, los capitanes no eran, sin embargo, o no eran siempre, los representantes de sus comunidades, sino los de su linaje al cual pertenecían, además, todos los hombres de poder y “asesores”.

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Aunque tengamos que ser cautos con las comparaciones, la situación es algo similar a las familias reales de Francia o Inglaterra, legítimas “por sangre”, pero no representativas (en el sentido de la “democracia representativa”) de su pueblo. La situación se ve con más nitidez en la actualidad con el nuevo papel del capitán grande, y con la repartición, por ejemplo, de los cargos asalariados de la comunidad a personas que, en su inmensa mayoría, son parientes del mburuvicha guasu.

¿Mucho de “liderazgo” entonces, y poco de “comunitario”? Sí, y no a la vez. Algunos cambios son perceptibles, pero no afectan —al menos, no afectan todavía— a este panorama general. Los estatutos orgánicos de la capitanía isoseña, por ejemplo, no hablan de herencia del cargo de mburuvicha… pero son estatutos escritos, poco conocidos del grueso de los comunarios, y todavía no hubo oportunidad de aplicarlos; los estatutos además postulan que el aspirante al cargo de capitán grande debe haber sido antes capitán de comunidad, es decir, que, muy probablemente, sea miembro de la llamada “familia real”. Otros hablan de la importancia de los estudios y de la capacitación por encima de la “sangre”: pero los que pueden cubrir el costo de sus estudios superiores son los que tienen un cargo asalariado en el Isoso, y son en general parientes del capitán grande; asimismo, las becas de estudios que distribuyó la capitanía fueron destinadas, todas, a jóvenes de los diferentes linajes parientes del mburuvicha guasu. Algo más importante: tenemos que subrayar que los problemas internos que agitan a las comunidades cuestionan, por así decirlo, al rey más que a la realeza. Las luchas oponen a diferentes linajes de la misma familia de los “grandes” que compiten por el poder, pero no ponen en tela de juicio la existencia misma de este poder “real” y hereditario. Rara vez una asamblea revoca a un capitán grande, ya conocido y reconocido hacia fuera, y con el cual los comunarios tienen además lazos de parentesco.

El panorama que acabo, de describir, muy brevemente, se aleja un tanto del modelo consagrado de la “democracia indígena” o “guaraní”. De hecho… tiene raíces chané (arawak) y no se puede aplicar en absoluto a los demás grupos étnicos del Chaco como los weenhayek o los ayoreo (menos tal vez en lo que toca a los nuevos dirigentes y su creciente poder). En lo que a los chiriguanos toca, sin embargo, es un panorama que tiene raíces históricas y un panorama muy real (en ambos sentidos de la palabra “real” además…) con el cual se debe contar a la hora de entablar relaciones con las comunidades y/o autoridades chiriguanas. El mismo panorama, vale la pena subrayarlo, se repite al nivel superior de la “Asamblea del Pueblo Guaraní”, la organización matriz de las diferentes capitanías, “asamblea”, pero dirigida por élites; “asamblea”, pero dividida por eternas rivalidades entre diferentes zonas.

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Relaciones con las Fuerzas Armadas

Hasta aquí con el “liderazgo comunitario” entre los chiriguanos. En esta parte de la ponencia, quisiera concentrarme en las relaciones (o la ausencia de relaciones) entre las comunidades y sus autoridades nativas, y la institución de las Fuerzas Armadas. Lo haré tomando en cuenta dos niveles: el de las autoridades indígenas, es decir, de las capitanías; y el de los comunarios mismos, en su vida cotidiana.

Como lo adelanté al empezar, entre capitanías y militares, las relaciones son pocas, casi inexistentes. En los siglos coloniales e, incluso, en todo el siglo XIX, las Fuerzas Armadas fueron, por supuesto, el enemigo. Fueron los agentes de la penetración blanca al Chaco y de su colonización. La política colonial y republicana de establecer fortines en las “zonas de frontera”, si bien no resultó muy eficiente en la práctica, creó, sin embargo, un antecedente de presencia estable del Ejército en el Chaco. A decir verdad, más que por los soldados, los chiriguanos fueron colonizados por los ganaderos… pero esto es relativo: pues como recompensa a su participación en los ataques en contra de los “salvajes”, los soldados se veían atribuir lotes de terreno y muchos de ellos se convirtieron en pequeños o grandes propietarios de hacienda. Los “militares” no eran considerados entonces de una manera especial; eran, simplemente, colonizadores como los demás karai o blancos. Lo que sí vale, tal vez, la pena subrayar, es que las capitanías chiriguanas supieron, en los tiempos coloniales, utilizar a su ventaja a las Fuerzas Armadas para resolver sus problemas internos. Donde los colonizadores sólo veían a “los chiriguanos” o a “los salvajes” como un todo indistinto, existían capitanías enfrentadas entre sí, y algunas no dudaron en pedir auxilio a las tropas del Ejército para acabar con su enemigo interno. Se trató, sin embargo, siempre de alianzas efímeras, estratégicas; el aliado del momento podía perfectamente transformarse en el enemigo de mañana en función de las rivalidades internas entre capitanías, a las cuales los “capitanes” karai eran, a decir verdad, completamente impermeables.

En cuanto a la época de la independencia boliviana, las relaciones variaron según las zonas. Los chiriguanos reducidos en las misiones franciscanas apoyaron a menudo a sus misioneros en contra del Ejército libertador. Otros muchos sin embargo se aliaron con los independentistas, por ejemplo, con Warnes en la provincia Cordillera, o con el general Belgrano. No se trataba, sin embargo, de una verdadera conciencia de lo que podía significar la “independencia” de la lejana España; podemos considerar esta situación, más bien, como un intento más de los chiriguanos de aprovechar las disensiones internas entre blancos para lograr su propia libertad. Esta política no resultó, pues el siglo XIX marcó más bien, para todo el Chaco, el inicio de la “dependencia” indígena en las haciendas criollas.

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El verdadero inicio de las relaciones con las Fuerzas Armadas de la nación boliviana fue marcado por la Guerra del Chaco en la década de los años treinta. La mayoría de las etnias del Chaco, en esta época, sabían poco o nada de Bolivia, y conocían en realidad mucho más a la Argentina donde migraban en masa a trabajar en los ingenios azucareros. Más todavía, la mayoría de estas etnias “bolivianas” vivían también en el Paraguay. La situación era más apremiante todavía para los chiriguanos, de habla guaraní como los paraguayos, y para quienes los “pilas” eran más conocidos que los soldados “collas” enviados a la guerra. En el Isoso, zona duramente golpeada por la guerra, el capitán grande de aquel entonces era Casiano Barrientos, hijo de blanco pero miembro de la familia de los “grandes” por su lado materno. Tal vez por su herencia karai, Casiano no dudó en apoyar al Ejército boliviano… pero se enfrentó con un sinfín de problemas con su propia gente. Para la inmensa mayoría de los isoseños, en efecto, los karai eran los bolivianos, y no así los paraguayos de habla guaraní. La “conciencia nacional” es en este caso absolutamente nula, y lo que prevaleció son otros mecanismos de identificación, que acercaban más a los isoseños a los “pilas” que a los soldados llegados del altiplano.

No deja de ser que, voluntariamente o no, muchos indígenas del Chaco trabajaron en esta circunstancia al lado del Ejército boliviano, en general como guías o arrieros. Fue una ocasión para conocer a gente diferente y, sin embargo, compatriota. El fin de la guerra marcó la real integración del Chaco a la “nación boliviana”; escuelas y cuarteles se multiplicaron en la zona, el Estado afirmó su presencia en los detalles de la vida cotidiana, empezando, por ejemplo, con el sistema de carnets de identidad. En el Isoso, se creó un cuartel en la comunidad de Yapiroa, ocupado sucesivamente por el regimiento Manchego (12 de Infantería), el regimiento Avaroa (1ro. de Caballería) y hoy (desde 1969), el Boquerón 11 de Infantería. En pocas oportunidades, la capitanía isoseña tuvo contactos con la gente del cuartel. En 1966, el capitán grande Bonifacio Barrientos Iyambae denunció abusos cometidos por los soldados, y logró el desplazamiento del regimiento Avaroa a Choreti. Los abusos en cuestión consistían, más que todo, en robos de ganado, gallinas o cabras por parte de los ocupantes del cuartel y, muy raras veces, asuntos más serios como abusos hacia las jovencitas de la comunidad, en general, como consecuencia de borracheras. Pues, cabe subrayarlo, buena parte de los soldados de Yapiroa estaban ahí “de castigo”, no eran de la región y tampoco se quedaban el tiempo suficiente como para entablar relaciones con los comunarios. Lo que nos lleva a examinar el otro nivel de relaciones anunciado más arriba, es decir, los contactos que existen entre las Fuerzas Armadas y la gente común de los pueblos chiriguanos.

Estas relaciones son muy variables. En las comunidades como Yapiroa donde existen cuarteles, los contactos dependen mucho del origen de los soldados:

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“guaraní”, karai chaqueños o collas. En general, lo que se observa es una distancia prudente que no impide, según las circunstancias y las personas, roces si se producen robos u otros abusos, o por el contrario, una tímida participación de los soldados en las fiestas comunales. El número de estos soldados es demasiado reducido como para tener una influencia verdadera en la vida cotidiana de la gente.

Mucha más influencia tiene la institución del servicio militar, ya sea sobre los conscriptos indígenas mismos o sobre su comunidad y familia. Por una parte, “ir al cuartel” es para muchos jóvenes la ocasión de salir de su comunidad y conocer cosas y gente diferentes; es la ocasión de hablar español. En cierta medida, bien podemos afirmar que el servicio militar es uno de los más poderosos instrumentos de “aculturación” que existe en la actualidad, abriendo oportunidades, incitando a no pocos jóvenes a no volver a sus comunidades. Pero este panorama debe ser matizado. Pues en la actualidad, todos, absolutamente todos los jóvenes varones de las comunidades quieren “ir al cuartel”, y así lo desean también sus familias. Lo hacen muy jóvenes, desde los 14 ó 15 años a veces, incluso menos, aunque corran el riesgo de hacerse rechazar por su temprana edad. Me gustaría, a este respecto, hacer unas pequeñas reflexiones.

“Antes” —y este “antes” designa sobre todo a la larga época que precedió a la Guerra del Chaco—, la pubertad femenina y masculina eran objeto de muchos ritos en las comunidades chiriguanas, consagrando el acceso del o de la joven a la edad adulta. En la época de su primera menstruación, a las mujeres se les cortaba el cabello, se les sometía a una dieta severa y se les encerraba prácticamente durante un año entero, durante el cual aprendía, con su madre o su abuela, el “oficio de ser mujer”; aprendía a tejer y a llevar una casa, aprendía a comportarse con los hombres y con su futuro marido, etcétera. Un casamiento sucedía en general casi inmediatamente a la reclusión. En cuanto a los hombres, su acceso a la edad adulta y al estado de varón se marcaba con la colocación de la tembeta. La tembeta es un tarugo labial, que podía ser hecho de piedra o de madera, y que se colocaba en el labio inferior del hombre. Señal de virilidad, la tembeta era también señal de valentía, pues se podía colocar tarugos más grandes o más preciosos según, por ejemplo, las hazañas de un guerrero.

La reclusión femenina (yemondia) y la colocación de la tembeta han pasado hoy a la historia, a excepción de unas pocas comunidades del Pilcomayo donde se sigue practicando en poca escala. La más famosa de estas comunidades es Tentayapi en la provincia Luis Calvo de Chuquisaca. Se trata de los chiriguanos llamados hoy “simbas”, palabra ésta que proviene del quechua y designa la trenza y el peinado tradicional de los hombres chiriguanos; en el siglo XIX, los “simbas” eran conocidos como “tembeta”.

En mi opinión, lo que realmente desapareció o está a punto de desaparecer en las comunidades chiriguanas, es la forma de la iniciación de los jóvenes, es el

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contenido concreto de los ritos. No es, en ningún caso, la idea misma de marcar, de una forma u otra, su acceso a la edad adulta y a su estado de mbia (varón) o kuña (mujer). En el Isoso por ejemplo, se hacen cada vez más frecuentes los “quince”, las fiestas que celebran los quince años de las jóvenes. Es una manera, muy nueva e importada por cierto, de celebrar algo que sí pertenece a la más remota tradición chiriguana, la iniciación femenina. En cuanto a los hombres, lo que con toda evidencia reemplazó la colocación de la tembeta, es el servicio militar.

La introducción de la escuela en las comunidades chiriguanas creó una nueva categoría de edad: los adolescentes. Si, antes, se pasaba en el momento de la pubertad del estado de niño al de hombre, hoy existe una categoría intermedia. Los jóvenes del colegio tienen la edad o más de la edad antes requerida para la colocación de la tembeta. Están estudiando, pero no participan plenamente en las actividades y trabajos comunales, pero siguen así, en cierta forma, en la infancia. No tienen, de hecho, palabra de voz y voto en las asambleas comunales. Interesante es notar que, por el contrario, jóvenes de la misma edad, pero que abandonaron sus estudios y se fueron al cuartel sí gozan plenamente del estatus de comunario. En otras palabras, el servicio militar es lo que les consagra como adultos, y llega a reemplazar a los antiguos ritos. El obligatorio tatuaje de los conscriptos cumple exactamente la misma función que la vieja tembeta: señala que estos jóvenes son hombres. De la misma manera, es en general saliendo del cuartel que un joven se casa y funda una familia.

Lo que quiero decir aquí es que si el servicio militar es, por una parte, una puerta abierta a la “aculturación” y a los cambios; por otra parte, estos cambios están siendo “digeridos” por la cultura chiriguana, reinterpretados en función de normas propias. De la misma manera, es principalmente a través de la escuela y del cuartel que los chiriguanos han tomado conciencia de vivir en un país: Bolivia, y es esta conciencia la que hoy les motiva a reclamar un estatus de ciudadanos plenos sin que esto signifique para ellos negar su otra identidad, “chiriguana” o “guaraní”.

Con estas palabras, concluiré esta charla. Difícil es para mí “concluir”, pues lo que antecede es más una descripción que un verdadero análisis. Sólo espero haberles tal vez “aclarado el panorama” y haberles mostrado que conjugar en una misma oración “Fuerzas Armadas” y “multiculturalidad” puede llegar a expresar, más que un voto piadoso, una realidad.

Bibliografía

No existen trabajos específicamente dedicados a las relaciones entre las etnias del Chaco y las Fuerzas Armadas. Desarrollé algunos de los temas expuestos más arriba en diferentes publicaciones

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que señalo a continuación, agregando a esta lista básica algunos de los libros más importantes escritos sobre los chiriguanos. El libro de Pilar García no trata específicamente de los chiriguanos, pero puede ser útil para analizar las estrategias militares de colonización del Chaco en el primer siglo de la República.Albó, X. 1990. Los Guaraní-Chiriguanos 3. La comunidad hoy, La Paz: CIPCA, Combès, I. 2003. “¿Con o sin dueños? Participación política y ‘democracia indígena’ en

el Chaco boliviano”, La Paz: Seminario internacional “Participación política, democracia y movimientos indígenas en los Andes”, Embajada de Francia, IFEA, PIEB, CEDIME, IEP (mimeo).

Combès, I. y Kathleen Lowrey 2004. “Slaves without masters? Arawakan dynasties among the Chiriguano (Bolivian Chaco, XVI-XX centuries)”, en prensa en The Journal of Ethnohistory, EE.UU.

Combès, Isabelle y Thierry Saignes 1991. Alter Ego. Naissance de l’identité chiriguano, París: EHESS/Cahiers de l’Homme.

Combès Isabelle y Diego Villar 2004. “Aristocracias chané. ‘Casas’ en el Chaco argentino y boliviano”, en prensa en el Journal de la Société des Américanistes, París.

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Introducción

Nuestra hipótesis es que el movimiento indígena del Beni, con la Marcha por el Territorio y la Dignidad de 1990, principalmente en la primera etapa de emergencia de este movimiento, tuvo dos alcances visibles. Por una parte, transforma las formas de organización política y de liderazgo al interior de las sociedades indígenas. Por otra parte, intenta incidir en el ámbito de la cultura política, dando a su acción colectiva una función de circulación de valores y sentidos alternativos sobre temas y objetos políticos. Emerge como una lucha simbólica para desplazar o cuestionar a otros valores dominantes a partir de los cuales se organizan las posiciones e intereses de los miembros de la sociedad respecto a ellos. Es un movimiento social como lucha por imponer definiciones de valores y creencias y no necesariamente como búsqueda de resultados tangibles ni metas materiales. En este proceso, al menos en el momento de la marcha indígena, los medios de comunicación se convierten en canales importantes de recepción, resignificación y de difusión de estos discursos hacia la sociedad.

A decir de Barbero (2001:19), lo que los nuevos movimientos sociales y las minorías —como las mujeres, los jóvenes o los homosexuales— demandan no es tanto ser representados sino reconocidos: hacerse visibles, socialmente, en sus diferencias. O sea, se remiten a la cultura política, pues esa categoría apunta a las formas de intervención de los lenguajes y las culturas en la constitución de los actores y del propio sistema político (Verón, 1987, cit. Barbero, 2001: 19). Aquí nos parece oportuno rescatar la noción de politización (Tapia, 1996: 33) en la medida en que involucra contenidos que buscan adquirir un sentido político que, además tomamos como un producto específico de la emergencia de un movimiento social

Cultura política y nuevas formas de organizacióny liderazgo en los pueblos indígenas del Beni

Mcs. Wilder M. Molina Argandeña1

1. Consultor del MAPZA GTZ, Territorio Indígena Isiboro Sécure, Beni.

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y su lucha política, al menos en la dimensión que corresponde a un reajuste en los universos políticos en juego durante el proceso. La politización es un proceso de generación de sentido, es aumentarle una dimensión política a prácticas y ámbitos que no lo tenían, o de generación de nuevas prácticas simplemente. Politización como extensión y como intensificación es un proceso de semantización y resemantización, es cargarle de sentido político a las cosas.

Lehm (1994) analiza la relación del movimiento de la Loma Santa con formas de luchas sociales recientes, de “nuevo tipo”, que llevan adelante los indígenas del Beni, como es el caso de la Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad. La autora concluye que lejos de ser excluyentes o estar insertos en un proceso de evolución lineal, de lo tradicional a lo moderno, ambos movimientos, manteniendo sus diferencias, se complementan en las luchas contemporáneas que impulsan los mojeños junto a otros pueblos indígenas. Entre las diferencias más sobresalientes entre el movimiento de la Loma Santa y la Marcha Indígena señala: la marcha tiene una composición heterogénea que involucra a otros pueblos indígenas, no solamente mojeños, esto implica la articulación con otros sistemas culturales, aunque, entre sus miembros, existe una predominancia de actores mojeños. Mientras el movimiento milenarista busca clandestinizarse y se desarrolla en silencio, con la lógica de la retirada, las acciones y discursos de la Marcha se hacen públicos a través de los medios de comunicación, buscan al Estado y participación política, que además le favorece en un logro adicional de legitimidad. La búsqueda de la Loma Santa propone una autonomía absoluta y una diferenciación radical frente a la “sociedad nacional”. Al contrario, la Marcha busca el reconocimiento de derechos ciudadanos y, al mismo tiempo reconoce al Estado como interlocutor de sus demandas indígenas (Lehm, 1999:126). Los trabajos de Lehm constituyen el aporte más importante para comprender las formas tradicionales de resistencia con relación al movimiento indígena contemporáneo y sus contenidos, pero abarca el Beni; sus trabajos ponen énfasis en las acciones colectivas de los grupos mojeños y, en particular, en el escenario vinculado al eje Trinidad -San Ignacio- Isiboro Sécure.

La emergencia y trayectoria del movimiento indígena de las Tierras Bajas, en las acciones que corresponden a los pueblos indígenas del Beni, es estudiada por Molina (1997) desde la perspectiva de los nuevos movimientos sociales. Este movimiento emerge por la presencia de una serie de factores externos e internos que facilitan su aparición, su evolución y su desarrollo. Por una parte coadyuvan a este proceso las condiciones favorables coyunturales (Melucci, 1987) que inciden en el funcionamiento de un sistema político predispuesto a la “filtración” (Melucci, 1987) de nuevas demandas. En este sentido, nombramos principalmente al funcionamiento de la democracia, las reformas políticas y

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el auge etnoecológico a nivel internacional (Mires, 1990). Destaca como una condición favorable el funcionamiento de una red de ONGs cuyo principal miembro y actor, al mismo tiempo, operaba desde Trinidad. No obstante estas condiciones externas presentes, la emergencia no hubiese sido posible, en ese momento, sin la presencia de conflictos en los espacios de ocupación indígena a raíz de la presencia de empresas de explotación maderera. Sin embargo, el movimiento tampoco se habría desarrollado sin la existencia de condiciones inherentes y preexistentes al propio movimiento, principalmente la formación de organizaciones propias, el funcionamiento de una red de pertenencias y solidaridad, la existencia de un grupo coordinado de líderes propios movilizados y preparados para actuar en diferentes campos de acción.

El movimiento indígena pese a contener diversos actores en su interior y reivindicar la heterogeneidad étnica como un valor, constituye una identidad colectiva manifiesta cuya estrategia y eje de acción gira alrededor de la demanda de reconocimiento legal de territorios (Molina, 1997). En este proceso, la Marcha por el Territorio y la Dignidad es la acción colectiva más importante porque determina que la demanda de reconocimiento de territorio se convierta en el eje articulador del movimiento. En efecto, para el autor, aunque la movilización surge con reivindicaciones específicas surgidas en espacios indígenas del Beni, en la marcha a La Paz otros pueblos indígenas insertan sus demandas específicas. Al final, el reconocimiento de territorio se convierte en la demanda principal del movimiento, en torno al cual se producirá la integración simbólica (Revilla, 1994) de sus miembros.

Discursos políticos y símbolos religiosos

La relación con las misiones, o en todo caso con lo religioso cristiano, de los pueblos indígenas del Beni es un elemento muy importante para dar cuenta de la situación actual de los pueblos indígenas respecto a su relación con lo urbano, su presencia o no presencia en los pueblos, a las características y componentes de las identidades étnicas actuales, a la influencia de la ideología del Estado en las culturas indígenas. Vamos a destacar de manera breve algunos casos específicos referidos a los idiomas y la presencia de la escuela como mecanismo de socialización de la ideología estatal.

Los pueblos indígenas del Beni forman comunidades a orillas de ríos e islas de bosques, pero además parte de sus miembros residen en las ciudades, son habitantes urbanos en algunos pueblos como población mayoritaria. Los que tienen presencia en los pueblos y ciudades son, justamente, los miembros de pueblos indígenas que formaron parte de las misiones religiosas.

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La relación con las misiones entre los pueblos indígenas es un elemento central que hay que tomar en cuenta en las formas de acción y los discursos actuales de los diversos actores de los movimientos indígenas. Es esta relación la que nos tiene que dar la pauta para comprender elementos y contenidos de los discursos políticos expresados durante la marcha y en las acciones colectivas posteriores de las organizaciones indígenas de las Tierras Bajas. Explican las diferencias entre líderes de uno y otro pueblo, la tendencia a la preeminencia de un discurso con valores católicos expresado por los mojeños, como el discurso más visible con aspiraciones de convertirse en el lenguaje oficial del movimiento, pero que al mismo tiempo muestra una necesidad de posicionamiento político de vanguardia de este grupo frente a los otros. Al respecto, ya se ha escrito sobre los desprecios escalonados, la estratificación interna y la reproducción de un criterio de diferenciación que opera en “efecto dominó” desde lo más dominante hasta lo más dominado, en términos de miradas del otro. Un tema que, por otro lado, el idealismo de los teóricos y aliados de los movimientos indígenas ha querido mostrarlo como resuelto.

El nacimiento de nuevas formas de organización

En marzo de 1987, indígenas urbanos de origen mojeño-trinitarios organizan en Trinidad, capital del Beni, el Primer Encuentro de Autoridades Mojeñas, evento donde se crea la Central de Cabildos Indigenales Mojeños (CCIM), como primera organización que intenta articular a los mojeños urbanos y de las comunidades cercanas a la ciudad (Presencia, 15/3/87, Memoria del Evento, ADC). Al mismo tiempo que emergen las nuevas formas de organización, se van constituyendo tipos de liderazgo que articulan nuevos criterios de reclutamiento y selección. Hasta ese momento, en ninguna parte del Beni existía una organización indígena que represente a un pueblo o a un espacio territorial y que exprese demandas políticas al Estado. Los diversos pueblos indígenas, no obstante, contaban con organizaciones más localistas, que abarcan a un territorio comunal y funcionan como autoridades de cohesión social, administración de justicia y gobierno interno.

Las modalidades de organización, por otro lado, son diversas. Las más conocidas son los cabildos que funcionan entre las comunidades indígenas que fueron parte de misiones, como los mojeños, baures, itonamas, cayubabas. En cambio, otras comunidades como los chimanes, yuracarés, los chimanes o los sirionó, al momento del proceso de movilización indígena, cuentan con organizaciones menos formales y más determinadas por los líderes de clanes familiares y comunales. La CCIM marca el inicio del nacimiento de organizaciones

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de nuevo tipo en varias partes del Beni, denominados así porque abarcan a varias comunidades, pueblos o un área territorial, o incluso adquieren un nombre diferente a las denominaciones locales que tienen.

La formación de la nueva organización se inicia con el impulso de indígenas de origen mojeño que antes habían participado en actividades del Cabildo Indígena de Trinidad y la Junta Vecinal del Barrio del Cabildo, ambas organizaciones ubicadas en una zona urbana de familias indígenas.

Para apoyar este proceso se suman, en ese año, principalmente la ONG CIDDEBENI con sede en Trinidad y la CIDOB (Central Indígena del Oriente Boliviano) que funciona en Santa Cruz (Entrevista a E. Jou, vecino del Cabildo, Tdd, 12/10/96). La ONG CIDDEBENI (Centro de Investigación y Documentación para el Desarrollo del Beni) es creada en mayo de 1984 por un grupo de profesionales influidos por corrientes de izquierda, en principio, interesados en influir en el movimiento cívico del Beni ubicado en Trinidad. Este movimiento se postula como impulsor del desarrollo regional, conformado por diversas organizaciones pero donde miembros de CIDDEBENI tienen influencia, apoyan la realización de estudios y seminarios sobre la economía y el uso de los recursos forestales en el Beni. Tres años más tarde, la ONG dirige su atención hacia los pueblos indígenas, en primer término con estudios sobre los mojeños asentados en Trinidad. Entre 1987 y 1990 coadyuvan abiertamente a la formación de una organización central que aglutine a los indígenas del Beni y al proceso de movilización en las comunidades de San Ignacio de Moxos frente a la llegada de empresas madereras. Por su parte, la CIDOB es creada en Santa Cruz en 1982 con la influencia y patrocinio de la ONG APCOB, cuando se realiza el Primer Encuentro Indígena con la participación de cuatro pueblos: guaraníes, chiquitanos, ayoreodes y guarayos (Riester, 1998). En ese momento, y hasta la marcha de 1990, la CIDOB incluye solamente a algunos pueblos indígenas de Santa Cruz. La ampliación de su alcance territorial y su capacidad de articulación es un efecto de la Marcha por el Territorio y la Dignidad en la medida en que inicia la formación de un movimiento social indígena de alcance nacional. La actual CIDOB se presenta como la organización de todos los pueblos indígenas de las Tierras Bajas, aunque ya en 1989 cambia su nombre a Confederación Indígena del Oriente, Chaco y Amazonia de Bolivia.

En la medida en que desde CIDDEBENI se difunde un nuevo discurso sobre las relaciones indígenas y sociedad local, y otra forma de mirar a la historia regional, se insertan en una lucha por introducir nuevas definiciones de sentido de lo indígena, la sociedad y la historia del Beni. Es decir, tienen un aporte específico y una influencia en un proceso de politización que comienza a expandirse a medida que el movimiento se extiende hacia el país y también al interior de sus miembros.

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En noviembre de 1989, la CCIM organiza el Primer Congreso de Cabildos Indigenales y Pueblos Nativos del Beni, con más de 80 delegados que deciden formar la Central de Pueblos Indígenas del Beni (CPIB). En este momento, las organizaciones indígenas ya reciben un importante apoyo logístico y técnico de CIDDEBENI, la Coordinadora de Solidaridad con los Pueblos Indígenas y la Iglesia Católica de Trinidad, organizaciones que se convierten en los primeros aliados de los pueblos indígenas y de la CPIB. Sobre todo destaca CIDDEBENI desde donde se trabaja en la producción de documentos, artículos sobre la situación actual y la historia de los indígenas como un intento de una nueva reescritura del pasado y del presente que destaca la cultura y los derechos de los pueblos. Además influyen en el Comité Cívico del Beni2 e impulsan en la creación de un periódico de circulación local donde publican artículos sobre los indígenas y la explotación forestal en el departamento3.

Con la creación de la CPIB se amplían las metas del naciente movimiento indígena, a su vez que los dirigentes le asignan un alcance regional a su nueva organización. Esto significa que se considere como representativa de los pueblos indígenas del Beni, y adopten como principales objetivos articular a todos ellos en torno a la CPIB.

En el lapso de 1987 y 1990, año de la marcha indígena, se forman además dos organizaciones nuevas que merecen una mirada específica, tomando en cuenta aquellos factores de relación misional e historia de los procesos de ocupación que identificamos antes. Nos referimos a la Central Indígena Regional Amazónica Boliviana (CIRABO) con sede en Riberalta, norte del Beni, conformada por pueblos indígenas sin experiencia misional al igual que los chimanes en el área de San Borja, pueblo que también cuenta con el Gran Consejo Chimane, que nace en 1987, promovida por los misioneros evangélicos de la Iglesia Nuevas Tribus.

En San Ignacio de Moxos, el año 1986 se funda una nueva organización: la Subcentral Indígena de San Ignacio en base a comunidades mojeñas-ignacianas ubicadas cerca de la localidad urbana. A raíz de los conflictos emergentes en el Bosque de Chimanes por el ingreso de empresas explotadoras de madera, aquella Subcentral articula nuevas comunidades de mojeños, chimanes y yuracarés que habitan aquella área. Desde entonces la Subcentral de San Ignacio se convierte en la principal organización de defensa de las comunidades ignacianas, hasta la Marcha por el Territorio y la Dignidad.

2. Ver el documento: “Pueblos Indígenas y Movimiento Regional en el Beni. Documento de Trabajo presentado por CIDDEBENI al X Congreso Cívico Departamental Ordinario del Beni, a realizarse en Guayaramerin del 8 al 10 de noviembre de 1988”. CIDDEBENI, No. 9, Noviembre de 1988.

3. El periódico La Palabra del Beni circula desde el año 1987. A partir de ese año hasta 1990, miembros de CIDDEBENI escriben artículos, editoriales y noticias sobre temas referidos a indígenas y bosques, todas las semanas.

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El principal dirigente de la nueva organización es Antonio Coseruna, vecino de San Ignacio de Moxos, hijo de un cacique ignaciano, animador religioso del barrio Loreto, con relaciones con la Iglesia y experiencia de dirigente urbano. En 1986, dirigentes de la CCIM llegan a San Ignacio donde organizan una asamblea, con participación de indígenas urbanos y miembros de comunidades cercanas que en conjunto deciden formar la nueva organización y elegir a Antonio Coseruna como primer presidente. Con la Subcentral baja el perfil de la Federación de Campesinos que existe en San Ignacio e involucra también a gente de origen indígena.

En la comunidad de Ibiato, los sirionós también incentivan la formación de nuevos líderes locales. Antes tenían cuatro o cinco caciques que representaban a los grupos familiares o bandas que, hasta principios de este siglo, vivían dispersos en los bosques ocupados por ellos. Con la reducción de los diversos grupos familiares en la misión de El Ibiato, dirigida por la Iglesia Cuadrangular, surge una forma de organización conformada por aquellos cuatro o cinco caciques, llamados ererecuas (jefes, en sirionó) (Lehm, 1996). En el proceso de movilización liderado por la CCIM, 1987-1990, los caciques desempeñan su papel tradicional de cohesión y autoridad moral en la comunidad. Las relaciones con el mundo urbano, sobre todo, la articulación con la CCIM, estuvo a cargo de Tomás Ticuazu, un líder de “nuevo tipo” cuya experiencia de vida en el mundo urbano de Trinidad le valió para destacarse como el principal interlocutor del pueblo Sirionó en la relación con el Estado.

Dos años después de la Marcha por el Territorio y la Dignidad, los sirionó forman una nueva organización denominada Consejo del Pueblo Sirionó. La organización es conformada por los caciques y un presidente a cargo de Tomás Ticuazu.

Por su parte, en el Isiboro Sécure se genera otro proceso organizativo con la formación de la Subcentral Indígena del Isiboro Sécure, el 23 de julio de 1988, al finalizar el primer Encuentro de Corrregidores realizado en la comunidad de Puerto San Lorenzo. El evento es organizado a raíz de las sugerencias recogidas por una comisión técnica formada por dirigentes de la CCIM e investigadores de CIDDEBENI que habían visitado varias comunidades mojeñas del río Sécure. Una vez conformada la nueva organización intercomunal, se vincula definitivamente a la CCIM, cuyos dirigentes patrocinaron y estuvieron presentes en aquel evento de fundación.

La nueva organización es conformada con Marcial Fabricano como presidente y otros comunarios jóvenes “porque la propuesta era involucrar a la gente joven en este movimiento que estaba naciendo. Esta presencia de gente joven garantizaba una mayor apertura hacia nuevos objetivos y estrategias de lucha como el hecho mismo de formar una nueva organización, cuidando que estos

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cambios provoquen conflictos o desplazamientos de las formas de autoridad tradicional y las estrategias de resistencia en funcionamiento.

La Subcentral tuvo como primer presidente (1988-1990) a Marcial Fabricano Noe, otro dirigente mojeño que había tenido una vivencia en el mundo urbano. Fabricano impulsa una febril movilización de los comunarios del Isiboro Sécure, organiza eventos en las comunidades y en la zona de la colonización, también en Trinidad, y la sede de gobierno mantiene contacto con autoridades gubernamentales, ONGs y organizaciones cívicas.

La irrupción del movimiento indígena tiene también una serie de efectos y resultados concretos con relación a su propia composición, sus características y sus miembros, su fisonomía, al interior de las mismas organizaciones de los pueblos indígenas de las Tierras Bajas. En el caso de Beni, uno de los efectos es la articulación de las organizaciones de todos los pueblos indígenas en torno a las organizaciones de alcance regional como son la CPIB y la CIRABO. Esta articulación se culmina a cuatro años de la marcha, a través de procesos organizativos locales apoyados por la CPIB que dan como resultado la formación de organizaciones intercomunales de nuevo tipo. Actualmente no hay un pueblo indígena del Beni que no tenga una organización propia o forme parte, junto con otros pueblos indígenas, de alguna organización intercomunal. En general estas organizaciones se denominan subcentrales y aglutinan a determinado número de comunidades adscritas, ya sea por estar ocupando una unidad geográfica o por afinidad étnica. Otro efecto al interior del movimiento es la ampliación de la legitimidad interna de la CPIB y CIDOB, en tanto éstas son reconocidas como organizaciones representativas de los pueblos indígenas de las Tierras Bajas, en particular del Beni.

Territorios para los pueblos indígenas

La formación del movimiento indígena en el proceso de la marcha indígena de 1990, es también un proceso de construcción de un discurso en el cual se van involucrando, gradualmente, diversos pueblos indígenas, pero además organizaciones privadas (ONGs) y personas. Aunque, al mismo tiempo, los discursos de los líderes defienden una permanente autonomía e independencia, sobre todo, frente a los partidos, es indudable que la red de organizaciones que acompañan y se involucran en este proceso también extienden su influencia al campo de las definiciones de sentidos y valores, como parte de un universo político que se construye y se propone como alternativo frente a ciertos contenidos de la cultura política del Estado. Por ejemplo, la demanda de “territorio indígena” no sólo representa la principal demanda “material” expresada al gobierno nacional,

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sino también viene acompañada de una definición que articula aspectos como autogobierno y organización política, nunca antes tomados en cuenta por el Estado en alguna forma de ocupación territorial o propiedad de la tierra. O sea, se proponen una serie de metas que corresponden al ámbito de logros simbólicos como al campo de los universos políticos. Por tanto, es además una lucha por la reapropiación de la historia y por la sustitución de significaciones.

Desde 1987 hasta el año 1990, se desarrolla en el ámbito local —urbano y rural de San Ignacio, Trinidad e Isiboro Sécure— una febril movilización de los indígenas bajo la dirección de la CPIB. En este año culmina un proceso de acumulación de recursos que determina finalmente la movilización de alcance nacional, donde los aspectos importantes de la etapa son: la creación de nuevas organizaciones indígenas de alcance provincial y departamental, la irrupción de dirigentes de “nuevo tipo” elegidos vía grandes asambleas, el desarrollo de eventos colectivos y movilizaciones en áreas específicas de conflicto cuyo centro es la ciudad de Trinidad. El proceso de movilizaciones locales se desarrolla en una coyuntura de condiciones favorables cuyos componentes relevantes son: el funcionamiento de la democracia, las reformas políticas impulsadas por los partidos, el repliegue de los movimientos sociales tradicionales y el auge ideológico de la cuestión etnoecológica (Mires, 1990) expandido por las ONGs y las representaciones de los países ricos y organizaciones internacionales paraestatales.

En realidad, entre el período constitutivo del movimiento —con la formación de las organizaciones de “nuevo tipo” y los movimientos locales— y la marcha como culminación de la fase, se produce una rápida evolución en el contenido y el tipo de las demandas. Al inicio del proceso, se identifican los discursos que se pueden calificar de “tipo cotidiano” generados en el Cabildo de Trinidad y las comunidades mojeñas. En cambio, con la marcha a La Paz se institucionaliza como demanda de alcance general el reconocimiento legal de territorio, también se plantea nuevas demandas como la aprobación de una ley de los pueblos indígenas, las reformas a la Constitución Política con relación a su situación, el reconocimiento de las autoridades y organizaciones tradicionales.

Al mismo tiempo, insisten con el reconocimiento del Estado a las formas de organización y las “autoridades tradicionales”, es decir, a su capacidad vigente de tomar descisiones internas, como parte de las demandas prioritarias del movimiento.

La fisonomía discursiva del movimiento social indígena

Durante la marcha indígena, los discursos de los indígenas se remiten a valores y principios propios de la religión cristiana desde donde desprenden la legitimidad

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de la “igualdad ciudadana” que reclaman. Parten de que existe una igualdad natural: todos somos hijos de Dios, pero que el Estado no toma en cuenta, aunque difunde las condiciones de una ciudadanía pero que no funciona frente a los pueblos indígenas. Entonces la movilización apunta a cuestionar el por qué de la exclusión y la negación frente a los “hijos de Dios” de parte de un Estado y una sociedad que se proclaman religiosos y católicos.

Las acciones y los discursos de los dirigentes del movimiento indígena, de origen mojeño, están permanentemente relacionadas con elementos y símbolos religiosos católicos que se recrean en las comunidades indígenas, mojeñas principalmente, desde la fundación de las misiones. Esta relación no es casualidad si se considera que los mojeños (trinitarios, ignacianos, javerianos y loretanos) son la base poblacional de las principales misiones de los jesuitas en los llanos de Moxos. Además, no es casual porque en el proceso de emergencia del movimiento indígena son los mojeños quienes lideran las primeras acciones, forman nuevas organizaciones y generan las primeras demandas de reconocimiento de territorios. Durante la marcha, la composición interna del movimiento indígena ha sido multiétnica, con representación de 14 pueblos hasta la llegada a La Paz. Pero los líderes principales del movimiento son tres mojeños: Marcial Fabricano, Ernesto Noe y Antonio Coseruna, y un sirionó, Tomás Ticuazu. Pero un análisis más minucioso de los discursos y comportamientos de los dirigentes muestra una diferencia de contenidos y componentes de estos discursos. Es aquí donde tienden a hacerse prevalecer, tanto por los líderes mojeños como por los medios de comunicación, este discurso articulado con valores católicos, mientras los otros discursos de los indígenas son menos “visibilizados”, y su diferencia es que expresan un discursos más rebelde contra representantes del Gobierno. Basta recordar la famosa frase de Tomás Ticuazu, líder de los sirionó que pide hablar con el presidente de Bolivia de “jefe a jefe”.

En suma, la vinculación con los valores y principios cristianos tiene su máxima expresión en la Marcha por el Territorio y la Dignidad, pero con un predominio de la visión mojeña, desde que los indígenas se concentran en la catedral de la ciudad de Trinidad para recibir con una misa católica las bendiciones de la movilización hacia La Paz (La Palabra del Beni, 15/8/90).

Las acciones colectivas y las demandas de los pueblos indígenas son acompañadas y legitimadas desde diferentes posiciones discursivas, con argumentos compatibles con su racionalidad y sus lógicas de ocupación territorial. Presentan a su movimiento como una combinación de factores de tipo moral, ecológico, cultural y religioso, cada uno de los cuales a su vez son un componente de la cosmovisión y la lógica de percepción territorial. Por ejemplo, frente a la discriminación y marginación del Estado y la sociedad, el movimiento se presenta como un aporte a la construcción de una nueva ciudadanía que tome

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en cuenta las diferencias culturales, los derechos que tienen como todo ciudadano de un país al cual pertenecen y de una misma obra divina.

El discurso de los dirigentes presenta a su movimiento como aporte de la democracia, como propiciador de un nuevo escenario de acción de los indígenas para reivindicar derechos ciudadanos. En esta medida, ellos recurren al lenguaje de la democracia, a sus contenidos, que en ese momento circulan como legítimos: libertad, derechos, dignidad, participación. En la legitimación de sus acciones colectivas, la dignidad y la justicia son invocadas como inherentes al reconocimiento de territorio, concepción que es expresada de la misma manera por los dirigentes en diversos momentos.

El movimiento indígena es, por tanto, una acción colectiva que involucra actores y comportamientos —formas de acción— específicos, pero además una acción discursiva que apunta a cuestionar los discursos dominantes y las definiciones oficiales que se tienen respecto a lo indígena y su equivalencia. Proponen una cultura política y, al mismo tiempo, un reajuste de la cultura política del Estado para quebrar la lógica de equivalencias negativas (Calla, Molina, 2000: 11) que caracterizan a los contenidos de aquellas culturas políticas.

En los documentos que informan las acciones4 de los indígenas se insiste que su demanda de territorio es una respuesta a la destrucción de los recursos naturales que perjudica a la sociedad en su conjunto. En los discursos emergentes previos a la marcha se pone énfasis que la lucha indígena tiene su origen en la depredación de los recursos, la deforestación y el despoblamiento de la fauna, que están provocando una ruptura de la estabilidad en su sistema de existencia. Por otro lado, plantean que no sólo afectan a la vida de los indígenas, sino también al país en su conjunto. En este sentido, cuestionan una conducta de determinados grupos cuyos efectos negativos trascendían a la comunidad local hasta afectar al país. Pero al mismo tiempo expresan una serie de valores vinculados al desarrollo sostenible y la defensa del medio ambiente, que, para entonces, tenían un lugar privilegiado en los discursos de las ONGs y los gobiernos de los países ricos.

La Marcha por el Territorio y la Dignidad a La Paz se constituye en el principal escenario de un discurso que pretende una convergencia de intereses entre los indígenas y ciertos sectores de la sociedad, a partir de una nueva equivalencia indígena —conservación de la naturaleza, defensores del medio ambiente. El reconocimiento de territorios devino entonces en una necesidad social que sobrepasa a los intereses particulares de los indígenas, pues iba a beneficiar a la

4. Nos referimos a un conjunto de documentos que registra CIDDEBENI como “memorias” de eventos donde se generan los discursos y sus contenidos que se vinculan al movimiento indígena.

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colectividad nacional entera. De esta manera le autoasignan a su movimiento un sentido de totalidad (Toauraine, 1987) que busca legitimar sus acciones frente a la sociedad. Se autoproclaman como responsables directos de la protección de los recursos forestales, y luchan por emerger como defensores “innatos” de los recursos naturales y el medio ambiente, para diferenciarse de quienes actúan con la lógica de la depredación. Los opositores, ubicados entre los empresarios madereros y sus aliados, a su vez quieren hacer aparecer a los dirigentes como impulsores de un movimiento con objetivos similares a los de sus adversarios.

El discurso de los indígenas puso especial atención en desplazar una serie de equivalencias referidas a lo indígena que mantenían en los contenidos de la cultura política del Estado, por ejemplo, el indígena como parte del pasado, como traba del desarrollo, como salvaje e individuo menor de edad, y, por tanto, como un no ciudadano. Contra el “mito de los bosques vacíos”, el movimiento indígena a través de la marcha cumple también una función expresiva y busca demostrar “en carne propia” que sus miembros existen y que los bosques siguen ocupados por comunidades de diferentes pueblos indígenas. Pero ya en el plano de la cultura política, hay una inserción novedosa de valores políticos que remiten a la vigencia multicultural y étnica del país.

Así el movimiento se va constituyendo en un medio efectivo de una cultura política que propone la diversidad étnica presente en el país a partir, además, de la “puesta en escena” de varios pueblos indígenas de las Tierras Bajas que eran tomados como parte del pasado. Por una parte, muestra que el Estado debía tomar conciencia de la existencia y la situación de los pueblos indígenas, más allá de la vigencia de aimaras, quechuas y tupiguaraníes. Pero por otra parte, propone una nueva definición de lo indígena que implica romper con ciertas equivalencias de la cultura política estatal y construir otras donde lo indígena es presente, es diferencia vigente y es mayoría cualitativa. En el trayecto de la movilización, los contenidos de la cultura política se expanden a través de los medios de comunicación hacia el país y, en forma directa, a los diferentes sectores sociales presentes .

El movimiento indígena en el Beni se constituye cuestionando los comportamientos y la cultura política del Estado y de determinados grupos económicos y sociales organizados que irrumpen en los ámbitos de su producción económica y social. Durante la marcha hacia La Paz, los indígenas no sólo identifican a los adversarios concretos, en tanto actores, presentes en sus territorios contra quienes se movilizaban por alterar sus formas de ocupación y uso de recursos, también ponen atención en los “adversarios” presentes al nivel de las culturas políticas, es decir, a determinados valores y creencias que definen a lo indígena y su entorno, pero también al Estado y los grupos locales dominantes.

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Balance

El movimiento indígena de la Marcha por el Territorio y la Dignidad que emerge en el Beni, en agosto de 1990, ha sido visto como la representación de un nuevo movimiento social del país (Molina, 1997), tomando en cuenta aquellas dimensiones que caracterizarían a esta noción. En nuestro trabajo, hemos destacado la acción colectiva de los pueblos indígenas como escenario de formación, circulación y reajuste de los contenidos de las culturas políticas, tanto de sus miembros como de los otros actores sociales y políticos presentes en la movilización. De su emergencia y desarrollo, surgen aportes novedosos en tanto hacen fluir hacia la sociedad elementos, valores y creencias que se insertan, buscan sustituir o desplazar ciertos componentes de las culturas políticas en funcionamiento y tensión.

Con la experiencia del movimiento indígena se genera un proceso de politización que da cuenta del papel específico de un movimiento social, en este caso, de grupos subalternos y excluidos por el Estado, en la producción y circulación de una cultura política, con nuevos sentidos, creencias y valores que se proponen como sustitutivos o alternativos, que a su vez rescata y coincide con elementos de los códigos de la democracia y una cultura política moderna. El movimiento se orienta a desplazar los prejuicios respecto a los pueblos indígenas, a los bosques y los recursos naturales, inscritos tanto en el Estado como en la sociedad urbana, a romper determinadas equivalencias que coadyuvan a reproducir las estrategias de dominación de los grupos de poder.

La cultura política del movimiento indígena a través de la marcha cumple una función expresiva y propone un cambio respecto a creencias, percepciones y valores, presentes o ausentes en la cultura política de los actores sociales y políticos del país. A través de sus acciones y las definiciones propuestas, los indígenas expresan una cultura política que resalta valores y principios que son destacados como constitutivos de una sociedad moderna y democrática. Son elementos que en ese momento apuntan a cuestionar el sistema de valores de los actores vinculados a la defensa de una cultura política del Estado que niega la diversidad y la condición multiétnica de la sociedad boliviana.

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Educación militar y multiculturalidad

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Introducción

En esta contribución, hablaré sobre la educación de los oficiales en Holanda. Holanda es un país relativamente pequeño que está rodeado de otros grandes Estados-naciones en el continente europeo y justo fuera del Continente. Las discusiones en Holanda son siempre parte de los grandes debates europeos. Por lo tanto, mi evaluación abarcará experiencias más generales e internacionales (Kirkels et al., 2003). Mi intención es darles un bosquejo de algunas tendencias amplias que ocurren en los debates europeos y norteamericanos sobre el entrenamiento de oficiales militares.

Al tomar semejante visión amplia, mi plan es brindar aproximaciones que podrían ser beneficiosas para otros ejércitos fuera de Europa y Estados Unidos, por tanto posibilitarles sacar ventaja de los errores y éxitos que han tenido lugar en estas regiones particulares del mundo. La idea es que países como Bolivia no son esencialmente diferentes de regiones en lo que tradicionalmente se llamó el Hemisferio Occidental. Como los sociólogos y viajeros de trenes dirían: las cosas son diferentes tanto como son las mismas…

La propuesta de este documento es la siguiente: Primero me concentraré en una cantidad de tendencias sociales y políticas que impactan en el Ejército. Luego pasaré a las implicancias de estos emprendimientos en las habilidades militares que son demandadas actualmente. Las competencias actuales del Ejército no necesitan necesariamente ser las mismas que las habilidades que fueron demandadas en las Fuerzas Armadas hace décadas o siglos atrás. Desde ahí, apuntaré a un cambio en la orientación que puede verse en el debate europeo sobre el entrenamiento de oficiales. Este cambio está indicado como el desarrollo

Educación de los oficiales en Holanda (y en cualquier lugar)Joseph L. Soeters1

“Cuanto más uno viaja, es bastante extraño: todo es diferente, y todo es lo mismo…”

Estación del tren, Den Bosch, Holanda

1. Real Academia Militar de Holanda

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desde Esparta hasta Atenas. Esto será ilustrado por alguna información sobre la educación filosófica sobre la cual se basa el entrenamiento del oficial en Holanda.

Tendencias sociales y políticas que impactan al Ejército

En general, el mundo de ahora conoce menos guerras que las que veíamos siglos e incluso décadas atrás. Esto podría parecer sorprendente, pero es verdad. Es verdad hasta el grado que hoy en día hablamos de una cierta desmilitarización de las sociedades modernas. La última guerra de Bolivia es de hace un siglo atrás. En la parte occidental europea del Continente, las últimas hostilidades fueron cometidas en 1945, casi sesenta años atrás. En adición, las operaciones actuales del Ejército son usualmente no más guerras reales, como las que conocemos de la Segunda Guerra Mundial, las guerras coloniales o la Guerra de Vietnam. Las actuales operaciones son más parecidas a conflictos de baja intensidad, incluyendo el mantenimiento de la paz, operaciones antiterrorismo, control de sublevaciones y disturbios así como construcción de naciones postconflicto. Estas operaciones —más de las veces— tienen lugar en regiones fuera de nuestro país. Una de las consecuencias de este desarrollo es que el Ejército de hoy en día ya no enfrenta más a un enemigo claro, pero necesita lidiar con grupos de poblaciones que en general son amistosas o indiferentes, conteniendo, sin embargo, elementos hostiles.

Vienen junto a estas operaciones menos violentas una clase de víctimas y una aversión a la violencia desarrollada en todo el mundo. Incluso las fuerzas norteamericanas, que aún pelean guerras reales como la de Irak, han desarrollado una sensibilidad fuerte hacia las víctimas entre sus propias tropas. Es difícilmente imaginar que las fuerzas norteamericanas en Irak podrían aceptar otras 50 mil víctimas, como lo hicieron hace algunos treinta años atrás en la Guerra de Vietnam. En adición, el Ejército actual necesita actuar de una manera controlada con el objetivo de prevenir “daño colateral” entre sus adversarios. La opinión pública y la de los medios de comunicación siempre están presentes para registrar y transmitir violencia fuera de control, como los eventos que ocurrieron en la prisión Abu Ghraib en Bagdad o el soldado marine matando un combatiente herido en una mezquita en Falluja en noviembre del 2004. Al conocer esta sensibilidad mundial en relación a la violencia, no es sorprendente que las Fuerzas Armadas bolivianas que dispararon a protestantes en las calles de La Paz no ha sido ignorada, mientras este comportamiento probablemente podría haber sido perdonado, digamos cien años atrás.

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Una tercera tendencia del mundo de ahora es que los presupuestos de los Ejércitos están decreciendo y las Fuerzas Armadas se están reduciendo considerablemente. Esta tendencia puede incluso ser vista en naciones-Estado propensas a la guerra como Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Rusia. En la mayoría de los países ya no hay más un Ejército de conscriptos, el cual también decreció el tamaño del Ejército a una escala mundial. La repercusión es que las Fuerzas Armadas nacionales necesitan colaborar en operaciones externas. Incluso las fuerzas de Estados Unidos ya no son más capaces de pelear la segunda Guerra del Golfo en Irak por sí mismas. En las actuales operaciones, los Ejércitos se encuentran a sí mismos en situaciones donde necesitan cooperar con Ejércitos de otros países (como Afganistán, Irak, Bosnia, Sudán, Liberia), con fuerzas policiales e incluso —en casos de construcción de naciones postconflicto y cooperación civil-militar— con ONGs y autoridades civiles.

En relación a lo nombrado anteriormente —no conscriptos sino voluntarios, colaboración con otros e instituciones no-militares— es comprensible que la forma coercitiva tradicional de las tropas de comando está llegando a ser más o menos obsoleta, e incluso anticuada. Las tropas ya no pueden ser más comandadas para actuar en forma que perciban ser operacional, ética o económicamente erróneas. Los servidores y —las mujeres tienden a pensar por sí mismos, también porque sus niveles educacionales están mejorando constantemente. Por tanto, un estilo de orden coercitivo necesita dar lugar a un estilo más “facilitador” en la dirección de la organización militar. Esto implica que las órdenes, reglas y regulaciones necesitan ser vistas como estructuras de referencia, guiando el comportamiento de los servidores y no dirigirlos como marionetas en una cuerda. En semejantes ajustes, es importante que los diversos niveles en el Ejército confíen entre ellos, porque, sin confianza, fallan todas las interacciones y la comunicación. Esto también implica que, incluso a las NCO y a los comandantes menores que están debajo del nivel de los comandantes de la subdivisión, se les debería confiar para actuar más o menos autonómicamente, pero dentro de las franjas de referencia provistas por las reglas, regulaciones, misiones, ambiciones y metas de la institución. Se les debería confiar para actuar de acuerdo a sus propios juicios que desarrollan en ciertas situaciones.

Finalmente, los Ejércitos están enfrentando dos influencias más sociales, es decir, la creciente diversidad de la población así como el incremento en la demanda de transparencia derivada desde los medios de comunicación y el público en general. La creciente importancia del factor de diversidad tiene que ver con el impacto de trabajadores emigrantes que buscan reunirse con sus familias (por esta razón, llegar a ser más numerosos como ha sucedido en Europa, por ejemplo, con gente de Turquía y Marruecos). En otros países (como en Sudamérica, Canadá y Australia), el factor de diversidad está relacionado

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a la conciencia de identidad creciente entre los indígenas que buscan maneras de reclamar sus derechos ciudadanos así como mejores servicios educativos y oportunidades de trabajo. A través del reclutamiento y el alistamiento, el factor de diversidad cultural, viniendo de la sociedad en general, penetra las Fuerzas Armadas en su mismo centro. Lo mismo se aplica al factor de la transparencia. Los Ejércitos no serán más capaces de evitar el control de la opinión pública y los medios de comunicación que alimentan los debates públicos. En democracias maduras, el control político y social acompañará todas las acciones del Ejército.

Desde destrezas tradicionales del Ejército hacia másexperiencias generales relevantes

En el pasado, las habilidades del Ejército estaban basadas en un conjunto reducido de sentimientos patrióticos, que les dieron a los soldados una guía para identificar y pelear enemigos reales. Más adelante, las habilidades de los Ejércitos consistían en doctrinas y reglas, maniobras e instrucciones que los ayudaron a lidiar con aquellos adversarios bien definidos y con hostilidades claras. Pelear doctrinas, conocer sobre el uso de armas y explosivos, conocimiento geográfico y, por supuesto, temas de la historia militar, solían ser parte y paquete de los programas de la escuela militar. Los programas más avanzados también prestaban atención al “factor humano” en la lucha de guerra, como el estrés que induce condiciones que llevan a un ejercicio descontrolado de violencia, error y falta de competencias entre los comandantes y la influencia de la violencia sobre el desarrollo de enfermedades psiquiátricas. Aunque claramente tales temas no han perdido su relevancia, el Ejército de ahora necesita estar mejor y más ampliamente preparado para operar en misiones actuales.

Primero, los oficiales militares necesitan saber de (y ser motivados por) derechos humanos, leyes internacionales, acuerdos de las Naciones Unidas así como ideas generales de pluralismo cultural, buena gobernabilidad y administración pública. Necesitan estar habilitados para distinguir entre lo “bueno” (por ejemplo, la población general reclamando sus derechos ciudadanos en las calles) y lo “malo” (terroristas), no importa cómo difundirlos, esta distinción siempre será la misma. En Irak, es habitualmente duro decir la diferencia entre amigos y enemigos, y, sin embargo, el Ejército debería estar preparado para funcionar en tales circunstancias sin vacilación y sin demasiada duda (mientras alguna duda podría ser beneficiosa a la decisión de hacer el proceso). En adición, el Ejército y los oficiales en particular deberían ser entrenados en habilidades de negociación, relaciones interculturales y liderazgo moderno que incluya confianza y cooperación en la construcción. Los oficiales de hoy deberían ser entrenados no sólo para pensar verticalmente

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(lo cual está dentro de la propia cadena de comando), sino también deberían ser capaces de pensar y actuar horizontalmente. Y, finalmente, los oficiales del Ejército de hoy no deberían tener miedo de lidiar con gente fuera del Ejército. Deberían estar educados para acercarse a otros (poblaciones locales, aliados de otros países, ONGs) en una manera no estereotipada.

De Esparta a Atenas

En la antigua Grecia, Esparta y Atenas eran ciudades rivales durante siglos. Cada Estado-ciudad tenía su propio estilo y tradición. Esparta valoraba una armada local, tradicional orientada al estilo militar, Atenas, siendo más orientada al mar y cosmopolita, apoyaba nuevas ideas administrativas y artes próximas. Mirando en retrospectiva, Atenas ha sido, claramente, más influyente en la historia del mundo.

Con respecto a la educación de los oficiales, Esparta representa el viejo modelo de educación del Ejército (Kirkels et al., 2003). Esto implica un énfasis sobre las habilidades militares tradicionales descritas anteriormente. En general, el modelo de Esparta implica una adhesión a las academias cerradas del Ejército que son insulares frente a la sociedad en general. En este modelo no hay, o difícilmente se encuentra, cualquier conexión con los emprendimientos educacionales fuera del Ejército. La razón para esto es simple: el Ejército es único y puede, por tanto, no ser comparado con cualquier cosa por sí misma externa. Las implicaciones de esta posición son claras. Las experiencias que los oficiales-estudiantes adquieren en este sistema son reconocidas sólo por el mismo Ejército. De ahí que no hay una certificación formal de estas experiencias por otros institutos educativos. No hay necesidad de que en los Ejércitos basados en el modelo de Esparta los oficiales apunten a una carrera para toda la vida en el Ejército, retirándose como un oficial a la edad de más o menos 55 años en el rango de, al menos, teniente coronel. En este modelo, el estrés principal en el programa educativo está puesto en las habilidades tradicionales de combate de guerra militar.

El modelo Atenas, por el contrario, es más adecuado a Ejércitos modernos que esperan que la mayoría de sus oficiales dejen la organización después de diez a quince años. Aquellas Fuerzas Armadas modernas también quieren permanecer conscientes con los más nuevos desarrollos tecnológicos, de gestión y sociales. Guardando en mente el carácter de las acciones de los Ejércitos de hoy, las cuales hemos descrito primeramente, estos Ejércitos se esfuerzan por un acercamiento más general e incorporado de sus programas educativos. Esto implica, entre otros, un énfasis en enseñanza de gestión y habilidades administrativas, capacidades de idioma, un profundo conocimiento de asuntos legales, internacionales e interculturales, así como ética y desarrollo social.

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Esto, por supuesto, no reemplaza las habilidades y ejercicios tradicionales del Ejército. Los oficiales del Ejército, en estos días, necesitan dominar todos los lados del espectro: las habilidades tradicionales de combate de guerra que pueden ser exigidas cada segundo en un área de crisis, tanto como las habilidades diplomáticas y administrativas que están muy en demanda en las misiones actuales. Desde que las Fuerzas Armadas están en un proceso de achicamiento, sus academias ya no pueden pagar más para contratar profesores en todas las ramas académicas que parecen ser relevantes. Por esta razón, y porque —de acuerdo a este modelo— la educación militar necesita ser certificada por las autoridades civiles, la capacitación de los oficiales se integra cada vez más en la gran estructura educativa civil. Los estudiantes-oficiales son enviados a las universidades civiles para tomar cursos específicos altamente especializados, por ejemplo, en tecnología de aviación o contabilidad, finanzas y control. Pero, en general, en este modelo se considera importante que los programas educativos militares en su totalidad sean certificados externamente.

El certificado de grados es importante, porque los oficiales que quieren o son forzados a dejar el Ejército en la mitad de sus carreras necesitan ser calificados para competir en el mercado laboral civil externo. Esto conduce a una característica final. En las academias basadas en el modelo Atenas, la enseñanza está basada en material de estudio general civil (libros de textos), el cual es complementado por casos militares, aplicaciones, juegos, prácticas, historias como tal. Actualmente, más y más países están dejando el modelo Esparta y están partiendo hacia el modelo Atenas. Así también lo hace el oficial entrenado en Holanda. Todos los oficiales militares en Holanda son entrenados y educados en una o dos academias: la Academia Naval en el lado de la costa, y la Real Academia Militar en Breda donde son educados todos los futuros oficiales del Ejército, la Fuerza Aérea y la Gendarmería (Policía Militar). Se espera que las academias Naval y Militar trabajen juntas más estrechamente, compartiendo entre sí sus escasos recursos. Hay una distinción entre oficiales de término medio (quienes planean quedarse sólo por un par de años) y oficiales de término largo, quienes han firmado un contrato por un período de al menos diez años. La primera categoría obtiene un entrenamiento de 1,5 años, que consiste en un año de entrenamiento elemental militar y de liderazgo y medio año de educación en la Facultad de Estudios Militares. Los estudiantes oficiales de término largo se quedan en la academia por cuatro años, para recibir otra vez un año de entrenamiento elemental militar y de liderazgo, complementado con un programa completo de bachiller en cualesquiera de las tres diferenciaciones: Estudios de Guerra, Estudios Administrativos Militares y Estudios Técnico/Ingenieros.

La enseñanza consiste en una mezcla de amplias gamas de lecturas complementadas con grupos de trabajo de alrededor de 10 a 12 estudiantes-

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oficiales. Estos grupos de trabajo se concentran en una cantidad de problemas que se derivan de la práctica cotidiana militar, y estas sesiones de grupos de trabajo incluyen debates, juegos, presentaciones y resolución de problemas. Los mismos estudiantes oficiales presiden los grupos de trabajo, cada uno tiene un turno durante un período de tiempo. Aunque en cada reunión del grupo de trabajo está presente un profesor, claramente el proceso en esos grupos no es el tradicional de una sola dirección que caracteriza la enseñanza tradicional.

Como dije, el proceso educacional en los grupos de trabajo resuelve problemas de todos los lados derivados de la vida cotidiana militar. Este sistema educativo es, por tanto, llamado “aprendizaje basado en el problema” (y se origina de los experimentos educativos en escuelas médicas en Canadá y Holanda). Los casos o problemas que son ofrecidos contienen información sobre eventos que han tenido lugar en condiciones operacionales así como en época de paz. Por lo tanto, los eventos que sólo han ocurrido recientemente en Bosnia, Afganistán o Irak son inmediatamente retroalimentados en las clases. Asuntos problemáticos no son esquivados. Incidentes de fusilamiento, la falla del Ejército Holandés en Srebrenica (Bosnia), prácticas comprobadas de discriminación, temas morales, son todos discutidos en clases. En el apéndice, se puede encontrar un caso referente a un tema real de la vida que se ha producido en el 2004 con un soldado operando en Irak.

Todo esto encaja en una estrategia que tiene el objetivo de tener estos programas certificados por las autoridades educativas oficiales externas en el 2005. Un paso más lejos es transformar el programa de entrenamiento de media carrera existente en un programa completo de Maestría en Gestión de Defensa, reconocido externamente.

Conclusión

El Ejército está cambiando rápidamente debido a una amplia variedad de desarrollos sociales, políticos, tecnológicos, demográficos y culturales, que suceden en el mundo a una gran escala. El Ejército está condenado a jugar un rol menos penetrante y dominante en las sociedades modernas, todavía este rol es muy vital e importante. Los presupuestos del Ejército están disminuyendo, la fuerza de trabajo está disminuyendo, pero las tareas que son puestas en los hombros de los Ejércitos parecen grandes, más riesgosas y con mayor demanda que hace mucho tiempo atrás. Esto debe tener sus consecuencias para el entrenamiento de militares oficiales. Los oficiales entrenados en una manera tradicional y aislada, alejados de la sociedad civil, no parecen ser los más apropiados. Una serie de razones juegan aquí un rol.

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A) El Ejército necesita cada vez más oficiales con habilidades que sean capaces de conectarlos y comunicarlos con autoridades civiles, tecnólogos y grupos pobla-cionales en general, los cuales serán conocidos dentro y fuera del propio país.

B) El Ejército necesita cada vez más oficiales que son capaces de pensar y actuar relativamente de manera autónoma, pero dentro de la estructura de reglas y regulaciones de las leyes internacionales, acuerdos de las Naciones Unidas y las misiones y visiones de las propias Fuerzas Armadas.

C) Al Ejército cada vez más le hacen falta los recursos para contratar todo tipo de especialistas como profesores y académicos en sus institutos educativos.

D) El Ejército ya no puede garantizar más el empleo de por vida a todos los oficiales; por lo tanto, está forzando a la mayoría de los oficiales a dejar la organización a la mitad de sus carreras y hacerlos competir en el mercado laboral externo. Todas estas razones urgen a los institutos educativos militares a seguir

el camino que dirija a Atenas. Los oficiales entrenados en Holanda son sólo un ejemplo al respecto. Si las Fuerzas Armadas bolivianas se sienten un poco inspiradas por este reporte, esta contribución habrá servido en su propósito.

Bibliografía

Kirkels, H., Klinker, W. y Moelker (eds.), R., “Educación de oficiales. ¡El camino que conduce a Atenas!”, Netherlands Annual Review of Military Studies, 2003 (6). [más específicamente el capítulo de Bleumink, Moelker y Vogelaar así como el de Haltiner].

Apéndice

Problema a ser discutido: Incidente sobre Sargento Eric O. El Marine Sargento Eric O. estuvo involucrado en un incidente de fusilamiento en Irak. Él disparó a un grupo de gente local de saqueo. Durante el tiroteo, un local resultó muerto. El Sargento O. reclama ser inocente puesto que disparó dos veces, una vez al aire y otra al suelo; ambas descargas significaban disparos de advertencia. Posiblemente, el proyectil rebotó y podría haber matado a la víctima. Sobre la base de algunos testimonios, sin embargo, la Policía Militar arrestó al sargento sólo cuatro horas después del incidente. Él es repatriado a Holanda y bajo el comando del fiscal general civil es encarcelado inmediatamente después de su arribo. Los medios de comunicación reportan que el sargento ha sido un miembro de un escuadrón de fuerzas especiales, por lo tanto, sugieren que el sargento era un “gatillo-feliz”.

En el país, evoluciona un fiero debate que divide a la gente sobre cuestiones como: si el sargento debería haber disparado o no, si debería haber actuado de acuerdo a las instrucciones de violencia, si habría sido arrestado con razón, y si las autoridades legales civiles deberían haber tenido el derecho de encarcelar a un militar. ¿Qué opinan sobre

todo esto como un hombre/mujer militar?

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I. Antecedentes

A. En el Seminario Internacional “Democracia, Multiculturalidad y Fuerzas Armadas; los desafíos de la seguridad humana”, auspiciado por el Comando General del Ejército, el Observatorio de Democracia y Seguridad, la Cooperación Canadiense y la Universidad Cordillera, realizado el mes de marzo del presente, surgió la idea de iniciar un proyecto piloto para el ingreso de originarios al Colegio Militar del Ejército, primer instituto de formación de oficiales de la institución armada.

B. Desde la Revolución Nacional del año 1952, el Ejército, y en particular, el Colegio Militar del Ejército “Cnl. Gualberto Villarroel” a partir de su reapertura el 9 de octubre de 1953, ha modificado sustancialmente su Plan de Estudios. Es así que el 18 de diciembre de 1968, mediante Ley de la República No. 445, en la presidencia del Gral. René Barrientos Ortuño, equipara el título de Bachiller en Humanidades con el título que se otorgaba académicamente a los oficiales egresados del Instituto, la Ley No. 1565 de la “Reforma Educativa” del 7 de julio de 1994, en su art. 19 estipula “Los Sistemas Educativos de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional son parte del Sistema Educativo Nacional a nivel superior, siendo el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas y el Comando General de la Policía Nacional, respectivamente, los responsables de su planificación y administración en concordancia con las disposiciones de la presente ley”, mediante orden de las Fuerzas Armadas No. 40/95, Directiva del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas No. 28/96, Resolución Suprema No. 216782 del 5 de agosto de 1996 y Resolución Ministerial de Educación, Cultura y Deportes No. 435/00, es creada la Universidad Militar de las Fuerzas Armadas (UMFA), con las facultades de Ciencias y Artes Militares Terrestres, Aeronáuticas y Navales; constituidos por los Colegios Militares del Ejército, la Aviación y la Escuela

Proyecto piloto sobre el ingreso de originariosal Colegio Militar del Ejército

Coronel Antonio Cueto1

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Naval Militar; los cuales otorgan grados y diplomas académicos acordes con los que otorgan las universidades del país en concordancia con las disposiciones legales vigentes. Por su parte el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas, el 16 de octubre de 1996, dispone la organización, misión, objetivos y funcionamiento de la UMFA, como la institución académica, científica y tecnológica de investigación e interacción social, sus Institutos dependen académicamente del rectorado y administrativamente del Comando de sus Fuerzas. El 14 de noviembre del 2000, el Ministerio de Educación reconoce la creación de la UMFA y sus respectivos programas académicos, estableciendo que los diplomas de Técnico Superior y Licenciatura otorgados por la UMFA, son reconocidos a nivel y en provisión nacional. El 1 de enero de 1997, se inicia el funcionamiento de la UMFA, como universidad pública de régimen especial, bajo tuición del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas, y su actividad está reglamentada por el Ministerio de Educación. La Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, en lo que respecta a la educación de sus cuadros de mando establece lo siguiente:1. La enseñanza es permanente, para asegurar la más alta eficiencia profesional,

mediante la formación, el perfeccionamiento y la especialización del personal militar de las Fuerzas Armadas, se encuentra a cargo de los Institutos Militares dependientes del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas y Comandos de Fuerza.

2. Estos institutos se clasifican en: a. Preformación. b. Formación c. Aplicación y perfeccionamiento. d. Especialización. e. Altos estudios nacionales.

3. El Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas, podrá crear, modificar o suprimir aquellos institutos que considere necesarios para el mejor desarrollo de la enseñanza e instrucción de los cuadros de oficiales, suboficiales y sargentos.

4. Los institutos de las Fuerzas Armadas otorgarán diplomas académicos en sus diferentes niveles, profesional, técnico superior y medio a hombres y mujeres, equivalentes a los que otorga la Universidad Boliviana, Institutos y Escuelas de Formación Técnica, dentro de los conceptos señalados por la Constitución Política del Estado (CPE) y leyes pertinentes.

5. Los Títulos en Provisión Nacional serán extendidos por el Estado, de acuerdo a lo señalado por la CPE.

6. Los Comandos de Fuerza elaborarán y ejecutarán sus respectivos planes integrales de enseñanza, con aprobación del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas, en base a políticas de enseñanza y educación militar.

C. Por lo anteriormente expuesto, los institutos militares de las Fuerzas Armadas, a partir de 1996 modifican sus planes curriculares, adecuándose a las reformas estructurales del Estado boliviano, incorporando a sus institutos de pre y

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postgrado al Sistema de Educación Superior como componentes del Sistema Universitario Nacional.

D. El fundamento de creación de la UMFA es que el Estado boliviano utiliza su poder militar para su defensa y seguridad y para apoyar su desarrollo e integración nacional, por eso la actividad profesional técnica, científica y académica de sus cuadros está integrada al Sistema Educativo Nacional.

E. La ciencia militar como rama del saber humano está estructurada científicamente, estudia la existencia de Bolivia como un Estado que en relación a otros, busca la convivencia pacífica para alcanzar su desarrollo e integración, y que para alcanzar un equilibrio regional, los miembros de sus Fuerzas Armadas, se capacitan integralmente en todos sus niveles para la defensa de sus intereses.

F. El arte militar proporciona al profesional militar las habilidades y técnicas necesarias para la aplicación práctica, de principios, leyes y fundamentos de la ciencia militar acorde con la realidad nacional, con concepciones científicas para enfrentar los desafíos que permitan asegurar la paz, a través del manejo profesional del conflicto hasta la conducción técnica de la guerra.

G. El Colegio Militar del Ejército, como Instituto de Pregrado, fundamenta la educación de sus cuadros, como la estructuración científica de los conocimientos en procesos de aprendizaje de la técnica, la cultura, el humanismo, la convivencia y el encargo social; proporcionando a las DD. y CC.CC. estímulos reales para el potenciamiento de su intelectualidad, sus destrezas y sus habilidades, para un desarrollo profesional eficiente; además, incentiva a sus docentes a la investigación como componente de la evolución académica, en el marco de todos los adelantos científicos y tecnológicos que generan fuertes corrientes innovadoras, constituyéndose en factor decisivo en la utilización optimizada de recursos dedicados a la actividad académica. Su Programa Académico Militar desarrollado en cinco años o 10 semestres permite satisfacer los siguientes perfiles:1. Perfil de Ingreso. Que para el presente estudio es importante:

a. Ser boliviano. b. Tener una edad entre 17 y 21 años. c. Ser bachiller en Humanidades.d. Haber cumplido el Servicio Militar o Premilitar obligatorio.e. Vencer el examen de admisión (Académico, físico, psicotécnico y de

salud)2. Perfil Educativo. Determinan los requisitos que deben cumplir durante su permanencia:

a. Las DD. y los CC.CC. como actores del aprendizaje.

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b. Los docentes civiles y militares actores de la enseñanza.3. Perfil de Egreso. Adquirir habilidades y capacidades como:

a. Combatientes.b. Educadores e instructores de las personas bajo su mando.c. Planificadores y conductores de operaciones militares.d. Administradores de los recursos puestos a su disposición.

H. Dando cumplimento a la misión constitucional (Art. 208 de la CPE) y acuerdos internacionales (Estado miembro de la ONU, y Memorándum de entendimiento entre Bolivia y las NN.UU.) se basa en los siguientes pilares:1. Principal. Defensa y Seguridad Nacional.2. Secundarios.

a. Apoyo al Desarrollo e Integración Nacional. b. Apoyo a la Democracia. c. Apoyo a la Paz Internacional.

I. De los cuales se establece de una estructura y malla curricular que una vez cumplida, proporcione al Ejército Nacional cuadros de mando con los siguientes grados: 1. Militar. Subteniente de armas (Infantería, caballería, artillería, ingeniería

comunicaciones).2. Académico. Licenciado en Arte y Ciencia Militar Terrestre (Con una mención en

Administración militar, Pedagogía Militar, Derecho militar o Historia militar).J. Permitiendo un desempeño militar en base a las siguientes competencias

adquiridas:1. En lo militar.

a. Como Comandantes de Patrulla, Sección, Compañía y Puesto Militar adelantado, o unidades equivalentes en las otras armas del Ejército.

b. Como planificadores, ejecutores y evaluadores de la instrucción militar.c. Como líderes militares en todas las operaciones y actividades militares.d. Como planificadores y directores de ejercicios militares y juegos de

guerra en sus respectivos niveles de mando.e. Como auxiliares en una sección de la Plana Mayor en las PP.UU. del

Ejército.f. Como investigadores en ciencia y arte militar terrestre.

2. En lo académico. a. Administración militar.

1) Administración de recursos humanos, financieros y materiales.

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2) Administración logística en las Unidades Militares.b. Pedagogía militar.

1) Administración de la educación dentro el Sistema Educativo Militar del Ejército.

2) Apoyo a programas educativos en zonas rurales y en fronteras.c. Derecho militar.

1) Preservación y vigencia de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.

2) Apoyo al Sistema Judicial Militar.3) Asesoramiento jurídico en las Unidades Militares.

d. Historia militar.1) Investigación y análisis histórico para la elaboración de Doctrina

Militar.2) Producción intelectual a través de la investigación histórica militar.

K. El Ejército, a través de su histórica existencia, ha logrado conjuncionar los sentimientos de patria y respeto a sus símbolos que lo representan, a collas, aimaras, quechuas, guaraníes y otros; logrando que el Servicio Militar Obligatorio se constituya en el instrumento que permita a todos los bolivianos identificarse con un solo ideal, de conservar la integridad de la patria, con todos sus miembros que la componen; en contra de presiones internas y externas que constantemente cuestionan la existencia de nuestra patria; gracias a la institución armada hoy podemos afirmar que todavía Bolivia se encuentra existiendo, porque sus Fuerzas Armadas, la defendieron, la defienden y la defenderán, sin importar llegar hasta el sacrificio máximo por conservar la integridad nacional. Es por esta razón que ha incorporado en sus cuadros de mando a ciudadanos de todas las estructuras sociales existentes, sin discriminar su origen, de tal manera que actualmente cuenta en sus cuadros de mando a oficiales de origen quechua, aimara, guaraní y otras, pese a que este proceso no fue planificado, la concepción de un nuevo Ejército, no elitista, surgió a partir del momento en que fueron las clases sociales mayoritarias las que tuvieron que defender a la patria en la Guerra del Chaco, comprendiendo que la oficialidad que tiene la responsabilidad de dirigir la seguridad es tarea de todos sus ciudadanos y no sólo de una clase privilegiada.

L. El Ejército, consciente de que Bolivia es un Estado libre, independiente, soberano, multiétnico y pluricultural, pretende lograr la unidad, solidaridad e integración de todos sus ciudadanos; es por eso que a través de su primer instituto de formación militar de oficiales, desea lograr que la gran mayoría nacional esté representada dentro de sus cuadros de mando, sin que se pierda la identidad nacional, los valores históricos y las tradiciones culturales múltiples, que conforman un conglomerado heterogéneo de lo que es, en

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realidad, Bolivia, teniendo como premisa que la supervivencia de este Estado, está dada por la unificación de todos sus componentes a través del respeto y tolerancia a la diversidad de la cual forman parte.

M. Actualmente en el Colegio Militar no existe discriminación en el ingreso de postulantes de todo el país, pudiendo afirmar con datos actualizados lo siguiente:1. Del efectivo actual, 493 cadetes (74%) son nacidos en áreas urbanas y 175

cadetes (26%) en áreas rurales.2. De los 175 cadetes nacidos en áreas rurales corresponden para cada

departamento los siguientes porcentajes:a. Cochabamba: 29,17% b. La Paz: 18,80%c. Potosí: 27,15%d. Santa Cruz: 39,22%e. Oruro: 2,10%f. Tarija: 36,21%g. Chuquisaca: 17,10%h. Beni: 11,60%i. Pando: 0,00%

3. Los cadetes nacidos en áreas rurales corresponden a los siguientes lugares: a. Cochabamba. Arani, Vacas, Punata y Cliza.b. La Paz. Caranavi, Warisata, Apolo, Quime y Puerto Acosta. c. Potosí. Bustillos, Catavi, Quijarro, Uyuni, Chayanta, Llallagua, Pocoata y Sud Chichas.d. Santa Cruz. San José de Chiquitos, Puerto Suárez, San Ignacio de Velasco y Cuevo.e. Oruro. Huachacalla.f. Tarija. Caraparí, Tahiguati, Entre Ríos y Aguas Blancas.g. Chuquisaca. Nor Cintih. Beni. Puerto Cabinas.

4. Los cadetes nacidos en áreas rurales hablan castellano el 85%, quechua el 10% y aimara el 5%.

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5. De los cadetes nacidos en áreas rurales, salieron bachilleres el 14% en sus respectivos lugares de nacimiento y el 86% tuvieron que emigrar a áreas urbanas.

6. En las encuestas realizadas, se puede puntualizar lo siguiente:a. Que los cadetes provenientes de áreas rurales, pese a que no existe

discriminación, no comparten esto y de alguna manera ellos se sienten discriminados por el resto de cadetes, principalmente en el trato cotidiano.

b. Muchos cadetes prefieren ocultar su lugar de origen y muchos se cambian de apellidos para evitar ser motivo de burla por parte de sus camaradas.

c. Existen oportunidades iguales para todos los jóvenes que postulan en todo el territorio nacional sin distinción de ninguna índole. El único problema existente es que el nivel de educación alcanzada en las áreas rurales es deficiente por diferentes motivos, restando oportunidades para que ingresen y satisfagan los requisitos académicos de la Educación Nacional Superior a los postulantes que viven y estudian en sus lugares de origen.

II. Objetivo del proyecto piloto

Culminar un proceso de integración, que permita a todos los ciudadanos bolivianos, sin distinciones de ninguna índole, tener la posibilidad de participar en tareas de dirección de la Defensa y Seguridad del Estado boliviano, conformando los cuadros de mando del Ejército.

III. Justificación del proyecto piloto

A. Se debe profundizar en el Ejército el conocimiento de las culturas originarias de Bolivia y cómo esas culturas pueden enriquecer la formación de los valores nacionales; los cuadros y soldados deben trabajar en el acercamiento mutuo y en el respeto al otro que pertenece a otra cultura y tiene otra lengua, haciendo que los ciudadanos sientan que la institución armada se constituya en un espacio propio y no ajeno, fomentando vínculos entre los ciudadanos que pasan y prestan servicio en las unidades militares del país, convirtiéndose en el escenario donde las dificultades, crisis y profundos desafíos no se constituyan en obstáculo para que la sociedad compuesta de ciudadanos bolivianos dialogue sin complejos, y se abran espacios de debate donde no existan tabúes,

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ni cuestiones prohibidas, ni temas intocables y definitivamente los militares y la sociedad civil comprendan que el proceso de interculturalidad que se pretende establecer se constituye en una política de Estado.

B. El Comando General del Ejército indicó que los pasos para el logro de una real integración en Bolivia son los siguientes:1. Primero. Realización de seminarios sobre el tema de interculturalidad.2. Segundo Apertura del Colegio Militar del Ejército a los hijos de los indígenas en

calidad de becados.3. Tercero. Formación de soldados y oficiales en la concepción de

interculturalidad en Bolivia.C. El Ejército debe imponer que se elimine completamente en sus unidades

militares la discriminación a los indígenas y el racismo, formando a todos los ciudadanos en la defensa de la soberanía y el patrimonio nacional, dejando de servir a las transnacionales y a la oligarquía, que su servicio sea únicamente para la defensa de la patria y no sea el instrumento de represión de la política de turno.

D. La educación en Bolivia no ha enfatizado la formación cívica de los ciudadanos. Por eso, los últimos hechos ocurridos en el país demuestran que no existe el respeto al otro, ni siquiera a la vida humana; dentro de la dictadura sindicalista y proletaria se pregona como una necesidad la pelea a muerte con otras razas, desconociendo la importancia de los derechos universales, haciendo creer que la revolución consiste en implantar el autoritarismo de organizaciones sindicales, vecinales, gremiales, cívicas, comunitarias y otras, en búsqueda permanente de eliminar completamente al otro, cerrando el paso al diálogo de culturas, valores, la convivencia pacífica entre distintos y por último el respeto a la vida. El Ejército debe comprender que su tarea fundamental es la formación cívica de los ciudadanos del país, es hacer conocer que la democracia no existe si no se reconoce la pluriculturalidad, la multietnicidad y la interculturalidad y que esta última comprende el aprendizaje de una cultura cívica y ciudadana, cuyo fundamento reside en el respeto y reconocimiento a la vida del otro como un derecho humano universal.

E. Es importante que el Ejército se constituya en el impulsor del concepto de “Comunidad de Ciudadanos”, en una tarea permanente de admitir la legitimidad de identidades particulares, en la búsqueda del reconocimiento de sus aspiraciones, que ayuda a lograr equilibrio entre el pluralismo indispensable y respetuoso con la admisión real de las diferencias, haciendo que las pugnas internas no pongan en peligro la unidad de los bolivianos, y estas pugnas internas sean tratadas en un ambiente democrático donde las soluciones sean el resultado de una comprensión mutua y conciliación de

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intereses, en donde se construye el espacio social necesario, donde se reconoce y se permite el ejercicio colectivo y simultáneo de los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos, elevando en forma permanente y constante los niveles de tolerancia entre los ciudadanos de orígenes y mentalidades distintas del país, generando normas sociales que posibiliten la confianza mutua.

F. El Ejército debe enseñar a los futuros ciudadanos como herederos de tradiciones culturales absolutamente diversas, que el multiculturalismo es un hecho y una realidad muy antigua entre seres humanos y que persistirá indefinidamente en el futuro, porque los seres humanos están atados a sus diferencias y que atesoran distintivos culturales particulares que los separan, y aceptarlos es adherirse a esas diferencias en convivencia pacífica, solucionando los conflictos sociales con el respeto y la confianza mutua, respetando el espacio social de las diferencias culturales como esencia de una ciudadanía práctica que sobrevive y mantiene una vida diaria en una comunidad, donde tratamos al prójimo como nos gustaría que se nos tratara, con confianza y con generosidad; que la defensa mutua de los patrimonios culturales distintos sean asegurados para una diseminación y propagación que permita su supervivencia a través del tiempo, familiarizándonos cada vez más con la aceptación de esas diferencias étnicas y culturales, en una convivencia pacífica.

G. La solidaridad humana que se practica permanentemente en el Ejército facilita la construcción del concepto de la unidad en la diversidad, donde se aprecia y tolera las diferencias culturales, las mismas que ofrecen distintos modos en la búsqueda permanente del bienestar de la humanidad y crean normas básicas consensuadas de comportamiento social, valorándose la tolerancia, el reconocimiento y el respeto mutuo.

IV. Visión del proyecto piloto

Debido a las diferencias étnicas y culturales de los ciudadanos (as) en Bolivia, el Ejército, en la tarea de preparar a éstos (as) en la defensa, seguridad, integración nacional y en el apoyo al desarrollo, la preservación del ambiente geográfico, ecológico y cultural diverso, la democracia y la paz internacional; concibe la interculturalidad, como recurso e instrumento necesario e indispensable que posibilite la integración de los grupos y comunidades sociales existentes y facilite la construcción de la identidad nacional, donde la convivencia pacífica, la tolerancia, la generosidad, la solidaridad, la confianza y respeto mutuo se contrapongan a la discriminación, el racismo, la exclusión social y otras prácticas excluyentes que fracturen la unidad nacional; por lo tanto, el Ejército y el pueblo deben generar una interacción dinámica que defina claramente los

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postulados de defensa, amor y respeto a la Patria, de la cual todos los ciudadanos de Bolivia se constituyen en miembros activos en búsqueda permanente de su desarrollo y crecimiento integral; por estas razones, el proyecto piloto debe permitir facilidades estructuradas y sistemáticas que permitan el ingreso de originarios al Colegio Militar del Ejército, en la proyección de que las mayorías nacionales tengan su representación en la toma de decisiones en todos los niveles de la conducción y dirección de operaciones militares en la defensa, seguridad y desarrollo del conjunto de toda la sociedad boliviana. El proyecto piloto debe promover la interculturalidad, como su medio, su base y su fin, en el entendimiento de que su logro permitirá establecer en la sociedad nacional la igualdad de oportunidades para ingresar al Sistema de Educación Superior inicialmente del Ejército y posteriormente del resto de institutos militares de formación (pregrado) de las Fuerzas Armadas, y de esta manera pertenecer a los cuadros de mando de la Institución Armada, quienes deberán ser preparados en los postulados de la interculturalidad, practicarlos y difundirlos a través de la educación e instrucción de su personal dependiente, como parte fundamental de las políticas del Estado.

V. Instrumento del proyecto piloto. Programa de nivelación para elingreso de originarios en la educación superior militar (pronioesmil)

A. Situación.1. Se establece la necesidad de contar con un programa de nivelación,

debido, principalmente, a que la educación secundaria en el ámbito rural es deficiente por la falta o ausencia de docentes normalistas, carencia de medios técnicos y materiales; estructura escolar inadecuada y la poca motivación que brinda el Estado en áreas alejadas de los centros urbanos; las oportunidades que ofrece la Educación Superior exigen de una preparación humanística elevada, ya que el acceder a ésta se complica con la carencia de vacancias debido a la creciente demanda estudiantil de las ciudades. Por eso, el Programa busca cubrir las falencias académicas que se producen en el ámbito rural, permitiendo facilidades para el acceso a la Educación Superior en el ámbito militar.

2. Las Fuerzas Armadas y, en particular, el Ejército, desempeña un rol importante en el contexto educativo a través del Servicio Militar Obligatorio (SMO), consagrado en la CPE. Desde la creación de la República, la Institución Armada, directa o indirectamente, contribuye al desarrollo nacional, a través de acciones relacionadas con la consolidación del Estado, la ocupación territorial, la seguridad y defensa, el desarrollo

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y asentamientos humanos en zonas despobladas y fronterizas, la vertebración vial, cartografía, vinculación entre zonas rurales y urbanas, acciones cívicas y humanitarias, y otras; por estas actividades desplegadas a lo largo de su historia podemos afirmar que los objetivos e intereses nacionales están íntimamente relacionados con la formación y educación de recursos humanos en distintos niveles.

3. La presencia del Ejército es permanente y continua en todo el territorio nacional y su accionar es consecuencia de una adecuada interpretación de las aspiraciones del pueblo boliviano sin distinción de clases sociales, ideologías, género, credo, posiciones económicas y otras. Sus actividades alcanzan a todos los estratos de la sociedad nacional y en particular, donde existen mayores índices de pobreza en las regiones más deprimidas económicamente.

4. De acuerdo con estadísticas elaboradas (Fuente: Ministerio de Defensa Nacional 1998) en el Ejército, con el apoyo de fondos de otras instituciones públicas y privadas, se capacitaron 23.295 soldados, en proyectos agrícolas, agropecuarios, forestales, ecológicos, sanitarios, de alfabetización, de capacitación técnica laboral y otros que beneficiaron directamente en la educación de soldados en servicio e indirectamente a la comunidad y sociedades y grupos sociales a los cuales pertenecen. El Ejército dispone de infraestructura militar en todo el territorio nacional, la misma que puede ser utilizada para fines de educación intracuartelaria, en la formación de recursos humanos destinados a la seguridad y defensa nacional y ampliar su espectro de formación durante el SMO, en áreas de apoyo al desarrollo e integración del país.

B. Postulados filosóficos.1. El programa está organizado con base en la aceptación de las

diferencias y la diversidad como algo fundamental y positivo, donde la percepción militar concibe a todos los ciudadanos con los mismos derechos y oportunidades, pese a que son diferentes; donde los originarios partícipes del proyecto se ven reconocidos y valorados y sus relaciones con el Estado no siempre son igualitarias, pero son justas, cordiales y con facilidades para realizar observaciones y reclamos sin temor a ser discriminados, ofendidos o despreciados; buscando la integración total a las Fuerzas Armadas sociológica, cultural y filosóficamente.

2. Debe responder al interés nacional, que funcione a las exigencias vitales del país, en sus diversas regiones geográficas y culturales, buscando la integridad y la solidaridad de sus pobladores para la formación de una conciencia nacional en búsqueda de un destino histórico común.

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3. Asume la interculturalidad porque reconoce la heterogeneidad sociocultural del país, en un ambiente de respeto entre todos los bolivianos, quienes asumen como derecho y deber participando sin restricciones y discriminaciones de etnia, de cultura, de región, de condición social, física, mental, sensorial, de género y de credo en la proyección histórica que tiende a transformar a las futuras generaciones en personas de bien.

4. Promueve la práctica de valores humanos y de las normas éticas universalmente reconocidas, así como las propias de nuestras culturas, fomentando el respeto a los derechos humanos, la conciencia del deber y la disposición para la vida democrática, fortaleciendo la conciencia social de ser persona y de pertenecer a la colectividad.

5. Fortalece la identidad nacional, exaltando los valores históricos y culturales de la nación boliviana en su enorme y diversa riqueza multicultural y regional, inculcando principios de integridad, justicia y convivencia pacífica.

C. Finalidad. El presente programa pretende insertar a estudiantes originarios del área

rural, en igualdad de condiciones y oportunidades, a fin de que cumplan los requisitos exigidos por la Educación Militar Superior.

D. Misión. El PRONIOESMIL capacitará a los jóvenes originarios de áreas rurales

alejadas, a partir de iniciado el proyecto, una vez sean insertados al SMO, para que cumplan los requisitos exigidos por la Educación Militar Superior en igualdad de condiciones y oportunidades, a fin de que el Estado materialice los postulados de su política referida a la interculturalidad, proceso en el cual se halla inmersa la totalidad de la sociedad boliviana.

E. Ejecución.1. Por la experiencia extractada de otras naciones, que tuvieron la capacidad de

implantar este proceso, de acuerdo al diagnóstico sobre la educación rural en Tierras Bajas y Altas, realizado por el Equipo de Oficiales Superiores destinados en el Estado Mayor y por asesoramiento de profesionales de países amigos que vienen coadyuvando en esta tarea, se propone ejecutar el presente programa en no menos de 10 meses.

2. Uno de los requisitos para el ingreso al Colegio Militar del Ejército es haber cumplido el SMO. Por esta razón, y para evitar que los postulantes originarios carezcan de un incentivo real como es el cumplimiento de este servicio, se propone ejecutarlo paralelamente con el SMO, a cumplirlo en el Batallón de Seguridad del Colegio Militar del Ejército, de manera que, una vez finalizado este servicio, consecutivamente se hallen aptos para proseguir estudios de profesionalización en el Alma Mater de la Institución Armada.

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3. El financiamiento del proyecto en lo que se refiere al profesorado y a los materiales de estudio para una nivelación adecuada, deberá ser satisfecho por el Estado u otros, ya que el Colegio Militar del Ejército carece de presupuesto destinado para cubrir los gastos del presente programa.

4. Paralelamente se deberán realizar seminarios y orientaciones sobre el proyecto y los temas de pluriculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad con el personal de planta, administrativos, servicios y docentes civiles y militares, así como con el Batallón de DD. y CC.CC. del Colegio Militar del Ejército.

5. El efectivo de soldados originarios que se acojan al programa deberá ser decidido por el Comando General del Ejército, en base a las vacancias destinadas en el Colegio Militar del Ejército y de acuerdo a su capacidad económica y presupuestaria de absorber las necesidades del presente proyecto.

6. Una vez aceptados los postulantes originarios al Colegio Militar del Ejército, el Estado deberá otorgar una beca del 100% con la otorgación de recursos económicos y materiales para cubrir los gastos de ingreso, una asignación mensual para gastos personales y otros durante los cinco años que dure su formación.

F. Criterios de selección de los futuros cadetes originarios.1. Jóvenes originarios que hayan completado su bachillerato en colegios

secundarios de áreas rurales.2. Jóvenes originarios que sean elegidos y propuestos por sus autoridades

originarias y de sus comunidades.3. Jóvenes originarios que vencen el examen de admisión referido a

condiciones aceptables físicas, de salud y psicotécnicas (el examen de conocimientos que se aplique simplemente servirá como diagnóstico para establecer el alcance de la nivelación académica).

G. Currículo. El programa de acuerdo al Decreto Supremo No. 23950 referido al Reglamento

sobre organización curricular del 01-FEB-95 (Art. 43) comprende el desarrollo de las siguientes áreas:1. Comunicación y lenguaje Profundiza el desarrollo de las competencias relacionadas con las

dimensiones de la comunicación intrapersonal e interpersonal, con el manejo y uso apropiado y eficiente de la lengua materna del educando y de una segunda lengua, tanto a nivel oral como escrito; aborda conceptos básicos y necesarios de lingüística y sociolingüística; inicia a los educandos en el aprendizaje de un idioma extranjero a nivel oral y escrito, así como en la apreciación de la literatura, oral y escrita, como parte de la expresión

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social, cultural y artística de los pueblos; introduce la temática de los medios de comunicación social y profundiza en la comprensión y uso de lenguaje gráfico audiovisual, icónico ( de imágenes) y simbólico.

2. Matemática Posibilita el conocimiento y la aplicación de técnicas diversas de planteo

y resolución de problemas matemáticos, cultiva niveles superiores de abstracción, desarrolla la capacidad de enfrentar, individual o grupalmente, situaciones problemáticas abiertas, aplicando ideas matemáticas en la solución de las mismas y en la obtención optimizada de productos concretos.

3. Ciencias Naturales y Ecología Aborda principios, contenidos y procesos de la Biología, la Física y la

Química para comprender mejor el mundo y el universo. Los conceptos biológicos básicos se relacionan con temas de interés desde una perspectiva ecológica que destaca la interrelación e interdependencia que se da entre los diversos organismos que habitan el Planeta atendiendo especialmente a las alteraciones y desequilibrios que están comprometiendo la sobrevivencia de diversas formas de vida, incluida la del propio ser humano, y compenetrándose con las concepciones y estrategias de relación equilibrada de los seres humanos con el mundo natural del que forman parte. A partir del conocimiento sobre las relaciones de interdependencia entre materia y energía y entre lo orgánico y lo inorgánico, los educandos desarrollan también la capacidad de enfrentar, individual o grupalmente, situaciones problemáticas abiertas, viendo la posibilidad de aplicar principios físicos y químicos en la solución de las mismas y descubren además posibilidades de utilización racional de la Biología, la Física y la Química para contribuir al bienestar de la humanidad.

4. Ciencias Sociales Desarrolla principios, contenidos y métodos de la Historia y la Sociología

para lograr una mejor comprensión de la realidad nacional, latinoamericana y mundial así como de los procesos socioeconómicos, políticos y culturales resultantes de hechos ocurridos, para extraer lecciones que permitan proyectarse hacia el futuro; posibilita la identificación de los cambios y la permanencia en la vida de los pueblos, a nivel nacional, latinoamericano y universal, ayudando a tomar conciencia de que las acciones y hechos del presente influyen también en la construcción del futuro, fomenta actitudes de investigación del pasado y del presente, explorando nociones básicas de antropología cultural y otras disciplinas sociales.

5. Psicología, Filosofía, Lógica y Ética Aborda el conocimiento de múltiples concepciones sobre el ser, el conocer y

el actuar, las maneras de estructuración del pensamiento, el conocimiento de

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los comportamientos humanos y de las maneras de concebir la trascendencia de diversas culturas, a fin de motivar la reflexión sobre la propia vida moral, espiritual e intelectual y sobre nuestros propios comportamientos.

VI. Proyección del proyecto piloto

A. Sentar las bases definitivas para que el Colegio Militar y, por ende, el Ejército, se constituyan en pioneros y abanderados de la integración nacional.

B. Con la normativa correspondiente, el proyecto debe lograr que DD. y CC.CC., no oculten sus orígenes y su cultura o cambien de apellidos por una falsa idea de que esto les restó oportunidades en su formación futura y se deberá eliminar la discriminación sobre la base de la aceptación y la valorización de las diferencias culturales.

C. Los componentes del Ejército deben tener presente que la discriminación amenaza la eficiencia militar, porque corroe la confianza, el respeto mutuo y la lealtad, sin los cuales nos convertimos en un grupo de individuos sin cohesión y sin sentido de propósito común. Debemos estar convencidos de que en un ambiente hostil, producto de la discriminación y el racismo se impide el desarrollo y la capacidad de alcanzar a pertenecer en el futuro al cuerpo de oficiales, con un sentido cabal de profesionalidad.

D. La concepción del Ejército debe prepararse para crear una sociedad intercultural, siendo flexible y sin resistencia al cambio; se debe trabajar juntos para crear una sociedad mejor para todos, porque todos los ciudadanos somos parte de la misma patria.

E. En la sociedad intercultural, todos los miembros de diferentes culturas conviven y trabajan juntos, interaccionando en un ambiente de valoración, respeto y aprendizaje mutuo, para mejorar la unidad nacional y las relaciones sociales en búsqueda de corregir desigualdades económicas y sociales.

F. El Ejército en todas sus actividades debe observar la tolerancia y la diversidad, valorando a las personas por sus diferencias individuales y culturales; no se les obliga a pertenecer a otra cultura que no sea la propia; se debe motivar los talentos individuales al máximo, permitiéndoles incrementar sus capacidades.

G. El Ejército necesita que sus cuadros de mando se sientan orgullosos de sus orígenes por los siguientes aspectos:1. El Ejército deberá promover la diversidad para un desarrollo personal,

porque el trabajar en un ambiente sin discriminación lo convierte en más productivo y eficiente; los distintos puntos de vista y perspectivas generan soluciones innovadoras.

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2. La diversidad promueve la eficiencia militar porque la discriminación amenaza las operaciones militares, disminuye la moral de la unidad y, por ende, la capacidad del combatiente.

3. El Ejército debe representar a todo el país para preservar su legitimidad, porque representa a toda la población indígena y no indígena, urbana y rural.

4. El Ejército es la escuela del civismo, porque enseña el amor a la patria, no existe ninguna razón militar para que un indígena oculte sus antecedentes culturales para ser un soldado eficiente y leal a la patria.

6. El Ejército deberá ser la institución destinada para reducir las tensiones sociales, con su sola presencia, ya que su imagen y reputación de valorar las diferencias étnicas y culturales será respetada por todos los ciudadanos de una nación y deberá crear un ambiente de permanente seguridad entre ellos.

7. El Ejército aumentará su prestigio internacional porque en el futuro serán juzgados en la capacidad de representar la diversidad cultural de sus países; las misiones de paz requieren tropas con habilidades interculturales que entiendan asuntos culturales, sean realistas, tolerantes, profesionalmente conscientes y culturalmente sensibles.

8. El Ejército a través de la interculturalidad no debe comprometer la disciplina y valores básicos de la cultura militar; tener tropas culturalmente diversas no significa sacrificar principios militares. La cultura militar es esencial para el Ejército y aunque se permite y se respeta otras, la cultura militar es la dominante.

9. Para un crecimiento eficiente del proyecto se sugiere el desarrollo de las siguientes fases:a. Primera fase Iniciar el Proyecto Piloto en la próxima gestión en el Batallón de

Seguridad del Instituto para el ingreso de postulantes originarios al Colegio Militar del Ejército en el año 2006.

b. Segunda fase Continuar el proyecto en las fracciones de seguridad para el ingreso de

postulantes originarios a los Institutos de Formación Militar (Pregrado a nivel licenciatura y Técnico Superior) de las Fuerzas Armadas y, de ser posible, conceder becas en el Liceo Militar.

c. Tercera fase Culminar el proyecto en las Unidades Militares de las Fuerzas Armadas

para el ingreso de postulantes originarios a los Institutos de Formación Militar (Pregrado a nivel licenciatura y Técnico Superior) de las Fuerzas Armadas y mediante convenios con el Ministerio de Educación y

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Universidades Públicas y Privadas, facilitar su ingreso a estos centros de educación superior y, de ser posible, conceder becas en las unidades educativas de las Fuerzas Armadas y de entidades privadas.

10. El SMO, se constituye en el instrumento más importante para ofrecer facilidades de ingreso a los institutos de educación superior a nivel nacional, a través de una alianza estratégica entre las Fuerzas Armadas, el Ministerio de Educación y las universidades públicas y privadas.

VII. Conclusiones

A. El Colegio Militar del Ejército, parte del Sistema Educativo Militar, es un instituto de pregrado, reconocido por el Sistema Educativo Superior a nivel nacional, requiere de postulantes que hayan alcanzado el bachillerato, lo cual exige que los originarios aptos alcancen ese nivel educativo.

B. Los modelos presentados y experimentados por otros países sirven como base; sin embargo, para la realidad nacional, sólo sirven aquellos que buscan como fin la integración de esa parte de la población, en las responsabilidades coadyuvantes a mantener la unidad, más que permitirles hacerles sobreponer sus propias identidades en los intereses del Estado boliviano.

C. En un país tan diverso en nacionalidades, el Ejército ha facilitado al Estado la integración de sus ciudadanos, ya que en el Servicio Militar Obligatorio es la única oportunidad en que todos se sienten iguales y la jerarquía sólo se debe al esfuerzo y la preparación alcanzada.

VIII. Recomendaciones

A. La finalidad principal del proyecto debe coadyuvar a la integración del Estado y sobreponerse a los conceptos de discriminación, mantenimiento de identidades y otros que desintegren la unidad nacional.

B. Los niveles educativos alcanzados por los institutos del Ejército deben mantenerse por encima de cualquier proyecto. Por eso, el proyecto debe adaptarse al instituto y no el instituto al proyecto.

C. La necesidad de las comunidades, de enviar postulantes al Colegio Militar del Ejército debe basarse en la necesidad de crecimiento y desarrollo de la identidad nacional, por encima de sus propios intereses comunitarios.

D. Las experiencias vividas por el Ejército Nacional a través de su historia merecen ser tomadas muy en cuenta, ya que el concepto de Patria está por encima de cualquier otro. Este concepto hace que Bolivia, pese a su diversidad multiétnica

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y pluricultural, sobreviva y tenga esperanzas en un futuro. Anteponer otros como comunidades, originarios, etcétera; es muy peligroso y más que unificar sólo desintegra su nacionalidad. El pensamiento del militar boliviano sobre la Patria nace desde el momento en que ingresa al Colegio Militar del Ejército, se desarrolla a través de su formación y se consolida durante el ejercicio de su profesión. Es el único profesional que comprende la realidad boliviana respecto al concepto de la “Unidad en la diversidad”; por esa razón, todo ciudadano que abrace la profesión de las armas debe saber que la integridad de Bolivia está por encima de los intereses y aspiraciones de cualquier región, localidad, barrio, junta, comunidad o cualquier otro conglomerado social existente.

E. Los más interesados son los representantes de las comunidades, los cuales deben ser tomados en cuenta y ser partícipes fundamentales del proyecto.

F. Las decisiones de apoyo económico al proyecto deben acelerarse, ya que el instituto, con los fondos y presupuesto con los que cuenta no podrá financiar ningún costo del proyecto.

G. La información más actualizada, particularmente sobre las bases educativas que tiene cada comunidad es difícil obtenerla si no se constata en forma directa. Por eso es importante establecer las coordinaciones pertinentes con autoridades educativas en el ámbito rural.

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Este libro se terminó de imprimiren el mes de marzo en los talleres gráficos

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