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A partir de 1920, la tendencia estructuralista predominó en la lingüística norteamericana , orientada a la descripción de lenguas indígenas que carecían de tradición escrita y cuya evolución histórica no está documentada. Con ello los estudios se concentraron en los aspectos sincrónicos del lenguaje. (Archivo Hyspamérica) LA LINGÜÍSTICA EN EL SIGLO XX La ciencia del lenguaje, como toda ciencia, no se constituye en un momento único; es el resultado de todos los trabajos que la precedieron en el estudio de la lengua y que, a lo largo de su historia, fueron abriendo camino a la lingüística del siglo XX. Hay una característica fundamental en las tendencias y escuelas lingüísticas contemporáneas: a partir de la dicotomía saussureana lengua/habla, la lengua se constituye en el objeto de estudio por excelencia, desdeñándose en casi todos los casos la consideración del habla en tanto fenómeno individual. Además, entre las di- cotomías, en el eje diacronía/sincronía ésta última aparece polarizando las discusiones. El estudio de la lengua se aborda preferentemente desde el punto de vista sincrónico, aunque ello no significa dejar de lado estudios de tipo filológico y dialectológico que se mueven en el campo de la diacronía. Muchas y diversas son las escuelas y tendencias lingüísticas de este siglo. Nos proponemos ofrecer un panorama global que permita una visión general de ellas y, si bien reconoceremos algunas diferencias entre unas y otras, las consideraremos bajo el rótulo de estructuralistas. Un fenómeno científico llamado estructuralismo El estructuralismo es una tendencia en las ciencias que inició su desarrollo en las primeras décadas de nuestro siglo. La noción de estructura y los métodos estructurales ocupan un sector considerable en las investigaciones científicas de este siglo. Efectivamente, el estructuralismo no es un fenómeno aislado. Tal como lo observó el filósofo Ernst Cassirer en 1945, es “una tendencia del pensamiento” que se expresa en casi todos los terrenos de la investigación científica y que pretende dar cuenta de las diversas realizaciones culturales. Se puede afirmar que el estructuralismo selló los

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A partir de 1920, la tendencia estructuralista predominó en la lingüística norteamericana, orientada a la descripción de lenguas indígenas que carecían de tradición escrita y cuya evolución histórica no está documentada. Con ello los estudios se concentraron en los aspectos sincrónicos del lenguaje. (Archivo Hyspamérica)

LA LINGÜÍSTICA EN EL SIGLO XXLa ciencia del lenguaje, como toda ciencia, no se constituye en un

momento único; es el resultado de todos los trabajos que la precedieron en el estudio de la lengua y que, a lo largo de su historia, fueron abriendo camino a la lingüística del siglo XX.

Hay una característica fundamental en las tendencias y escuelas lingüísticas contemporáneas: a partir de la dicotomía saussureana lengua/habla, la lengua se constituye en el objeto de estudio por excelencia, desdeñándose en casi todos los casos la consideración del habla en tanto fenómeno individual. Además, entre las di-cotomías, en el eje diacronía/sincronía ésta última aparece polarizando las discusiones. El estudio de la lengua se aborda preferentemente desde el punto de vista sincrónico, aunque ello no significa dejar de lado estudios de tipo filológico y dialectológico que se mueven en el campo de la diacronía.

Muchas y diversas son las escuelas y tendencias lingüísticas de este siglo. Nos proponemos ofrecer un panorama global que permita una visión general de ellas y, si bien reconoceremos algunas diferencias entre unas y otras, las consideraremos bajo el rótulo de estructuralistas.

Un fenómeno científico llamado estructuralismoEl estructuralismo es una tendencia en las ciencias que inició su

desarrollo en las primeras décadas de nuestro siglo.

La noción de estructura y los métodos estructurales ocupan un sector considerable en las investigaciones científicas de este siglo. Efectivamente, el estructuralismo no es un fenómeno aislado. Tal como lo observó el filósofo Ernst Cassirer en 1945, es “una tendencia del pensamiento” que se expresa en casi todos los terrenos de la investigación científica y que pretende dar cuenta de las diversas realizaciones culturales.

Se puede afirmar que el estructuralismo selló los estudios sobre el lenguaje en el presente siglo. En Europa representó, en parte, una reacción frente a los planteos de la lingüística histórico-comparatista del siglo anterior, cuyo enfoque atomizaba el lenguaje ya que no lo consideraba como una totalidad organizada, sino que se detenía en fenómenos más o menos aislados. Asimismo, el estructuralismo acompaña el estudio de lenguas cuyo desarrollo histórico se ignora. Y esto sucede tanto en Europa, con el estudio de lenguas caucásicas, como en los Estados Unidos de Norteamérica donde el objeto de las investigaciones son las lenguas indígenas.

El estructuralismo en lingüística postula que la lengua es un todo organizado y coherente. ¿Qué significa esto? Pues que la lengua es

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Tapa de una de las

ediciones francesas del

Curso de lingüística general de

Ferdinand de Saussure, que

constituye uno de los

pilares fundacionales

de la lingüística

contemporánea. Su

influencia se advierte en la

mayoría de las escuelas lingüísticas

que le sucedieron. (Foto AIS A)

• WUhelm von Humboldt (1767-1853) intuyó buena parte de los principios y problemas de la lingüística actual. Ya en el siglo XX, los norteamericanos Edward Sapir y Noam Chomsky retomaron sus ideas, para sistematizarlas y analizarlas dentro del marco de los nuevos enfoques. (Archivo Hyspamérica)

un sistema de signos que se relacionan y que dependen entre sí. La estructura de una lengua o, dicho de otro modo, la organización sistemática de sus elementos constituyentes —los signos lingüísticos— es el objeto de la lingüística.

Para ser más precisos, tomemos en cuenta la definición de estructura enunciada por Ofelia Kovacci en su obra Tendencias actuales de la gramática: "Un conjunto finito de elementos solidarios entre sí y con el conjunto; la existencia de cada uno es función de la existencia de los demás y del todo (depende de ellos) y, a la inversa, las relaciones constantes (o formales) entre los elementos determinan la estructura. La existencia de estructura implica la coexistencia de los elementos, o sea: sincronía”.

Como hemos dicho, si bien no todos los estudios lingüísticos del presente siglo se enmarcan rigurosamente dentro del estructuralismo, este nos servirá de marco de referencia para situar la reseña que presentaremos.

Nos ocuparemos en primer término del estructuralismo europeo, en el que distinguimos el pensamiento de Ferdinand de Saussure, la escuela de Ginebra y la glosemática, por un lado; y el funcionalismo con la escuela de Praga y André Martinet, por otro. En segundo término, haremos referencia a las escuelas norteamericanas estructuraliscas y al generativismo.

Un antecedente europeo inmediato: el Curso de lingüística general

A partir del lingüista ginebrino Ferdinand de Saussure las ideas de sistema y de valores emanados del sistema cobraron coherencia y organicidad.

Saussure partió de bases positivistas y mentalistas. Desde el punto de vista del mentalismo, la lengua es el producto de un proceso mental o psíquico. En este sentido, Saussure estableció que la lengua es psíquica y que su realización se ubica en el cerebro: allí es donde las imágenes acústicas se enlazan con las ideas correspondientes. Al mismo tiempo, afirmó que “no es el lenguaje hablado el natural al hombre, sino la facultad de constituir la lengua”.

Debemos recordar que ya el erudito alemán Wilhelm von Humboldt había elaborado en el siglo XIX sus planteos acerca del hecho lingüístico en términos mentalistas, considerándolo un todo sistemático. Pero su formulación fue un tanto oscura y no logró un método adecuado para un estudio eminentemente lingüístico. En cambio, Ferdinand de Saussure, actuando como lingüista y no como Filósofo, ofreció un método científico positivista preciso y pertinente.

Los puntos originales y centrales de la teoría del maestro

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ginebrino son:

• La distinción entre lengua y habla (langue y parole). La lengua es el sistema, un producto social, es psíquica y constituye el objeto fundamental del estudio lingüístico. El habla, está formada por los enunciados concretos en que se manifiesta ese sistema, es individual y psicofísica, pues comprende la fonación.

• La ruptura con la tradición histórico-comparatista a partir del establecimiento de la distinción entre análisis descriptivo o sincrónico y análisis histórico o diacrónico.

• La lengua entendida como un sistema de signos que se relacionan, se diferencian y se definen negativamente.

• La noción de valor aplicada al signo lingüístico en el sistema. A partir de estos ejes se organiza la lingüística en nuestro siglo, especialmente la europea. Pero coincidimos con el lingüista español Francisco Marcos Marín cuando señala que “no se trata de que se publicara el Curso... y naciera el estructuralismo. Es necesario hacer un poco de historia, aplicada a las distintas escuelas, y ver cómo se van integrando los principios estructurales”.

Los estudios lingüísticos europeos postsaussureanos

En los estudios europeos se nota con mayor claridad la influencia de Saussure, aunque no se puede afirmar que el estructuralismo de ese origen esté absolutamente condicionado por aquél, tal como se verá al abordar la tarea del Círculo de Praga.

La Escuela de GinebraCon esta denominación se reconoce a un grupo de lingüistas

formados con la orientación de Saussure. Entre ellos se distinguen Charles Bally, Albert Sechehaye, H. Frei y Robert Godel. A los dos primeros cupo la responsabilidad de publicar las indagaciones que el maestro había volcado en sus clases de la universidad de Ginebra.

Estos lingüistas no siempre siguieron el camino propuesto por Saussure. Bally, en particular, llevó a cabo estudios con relación a las formas afectivas (estilísticas) de la lengua.

A pesar de algunas peculiaridades que las diferencian, las obras de los discípulos de la Escuela de Ginebra —en especial las de Freí y Sechehaye— intentan adherir “a la letra de la ley y a veces hasta el punto de una exégesis casi filológica del Curso”, según observa el lingüista estadounidense Paul Garvín.

El funcionalismo y la Escuela de PragaLa sociología y la antropología suelen usar los términos

funcionalismo y estructuralismo aplicados a diferentes métodos de análisis. En lingüística sin embargo no sucede lo mismo; se considera el funcionalismo como una cierta teoría dentro del estructuralismo según la cual las estructuras fonológica, gramatical y semántica de

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cada una de las lenguas están determinadas por sus diversas funciones en las sociedades de cuya cultura forman parte.

A partir del planteo de que el lenguaje es un instrumento de comunicación, el funcionalismo realiza un estudio descriptivo y también explicativo de la lengua.

Dentro de esta corriente se inscriben los trabajos de la llamada Escuela de Praga y del lingüista francés André Martinet, cuyas concepciones son, no obstante, diferentes. Martinet se ocupa de modo especial de las funciones de los elementos significativos de la lengua en la lengua misma y no hace una referencia directa al sistema cultural. Como de Martinet nos ocuparemos en uno de los próximos capítulos, sólo nos detendremos ahora en la consideración de la Escuela de Praga. Esta es, para Marcos Marín, “la primera gran escuela del siglo XX agrupada en torno de un programa coherente”.

Remontemos la historia. Hacia 1926, un grupo de lingüistas entre los que se contaban los checos Bohumil Trnka, Josef Vachek y Vilem Mathesius, fundó el Círculo Lingüístico de Praga. Poco tiempo después se incorporaron los rusos Román Jakobson, Nikolai S. Trubetzkoy y Serge Karcevskij. Otras figuras importantes de la lingüística europea tuvieron afinidad con esta escuela: el yugoeslavo Alexander Belic y los franceses Lucien Tesniére, Émile Benveniste y André Martinet. Estos y otros investigadores poseían ideas afines acerca de los problemas que desde los puntos de vista diacrónico y sincrónico aparecen en las lenguas. En este sentido, se oponían a la parcialización de los fenómenos lingüísticos que hacían los neogramáticos y postulaban —como estructuralistas— considerarlos como un todo coherente y sistemático.

Sobre tal presupuesto, en 1928, Jakobson, Trubetzkoy y Karcevskij redactaron un trabajo basado en la distinción entre lengua y habla establecida por Saussure, donde se enunciaba una serie de principios fonológicos. Allí sentaron la diferenciación entre fonética y fonología, planteando la separación entre los sonidos del habla en tanto hechos físicos y concretos, materia de la fonética, y los sonidos de la lengua, dado que son índices significativos y por ende materia de la fonología. Dentro de ésta, Trubetzkoy llamó fonemas a las unidades mínimas que se pueden aislar en una expresión lingüística determinada. Señaló que cada lengua se construye con un número finito de fonemas que difieren entre sí por los rasgos propios que los distinguen. En otro capítulo volveremos sobre el tema al tratar fonética y fonología.

A este grupo de lingüistas también se lo conoce con el nombre de Escuela de Praga, cuya primera época, denominada “clásica”, más centrada en la problemática fonológica, podemos dar por iniciada a partir de este famoso trabajo — presentado en el Primer Congreso de Lingüistas de La Haya— que inauguró una nueva etapa en los estudios lingüísticos europeos. El aporte más sobresaliente fueron los Principios de fonología de Trubetzkoy, de 1939.

En el Primer Congreso de Filólogos Eslavos, (1929), el Círculo de

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Praga presentó nueve tesis en las que sostenía que “la lengua es un sistema de medios de expresión apropiados para un fin”. De esta forma ponía el acento en la finalidad de la lengua, hecho que lo diferencia de manera tajante del estructuralismo norteamericano y de la Escuela de Copenhague. Otro motivo importante de diferenciación de la Escuela de Praga y las tendencias antes mencionadas es el que Lepschy explica como “el interés por el estructuralismo diacrònico, especialmente bajo su aspecto fonológico”.

Las tesis incluyen el estudio de la morfología y la sintaxis, que se ocuparán de la palabra y de la oración respectivamente. A la propuesta se agrega la división de las funciones del lenguaje (que serán tema de un capítulo próximo), dando lugar, así, al tratamiento de la lengua literaria, continuado luego en forma admirable por Ro-man Jakobson. Un gran impulso al estudio de las funciones del lenguaje lo dio, en la década de 1930, el psicòlogo y lingüista austríaco Karl Bühler, quien trabajó en contacto con los praguenses.

La labor del Círculo se proyectó más allá de Europa: Jakobson, acosado por la persecución nazi, se refugió en Estados Unidos. Allí continuó su labor y a su alrededor se formó la llamada Escuela de Harvard.

Debemos mencionar una segunda época de la Escuela de Praga, a la que situamos desde el final de la segunda guerra mundial, y que puso el acento, en modo especial, en los estudios gramaticales y del discurso. Sigue reconociendo a la lengua como un sistema de niveles interrelacionados: fonológico, morfológico, sintáctico y supersintáctico. En este último, la unidad-es la emisión, que implica la existencia de una situación comunicativa concreta, y cuyos elementos forman una jerarquía según el grado de información que conducen. Sus estudios contribuyen a los actuales análisis sobre la organización del discurso.

La denominación de funcionalistas proviene de los mismos integrantes de la Escuela de Pra-ga, en especial de Mathesius, quien intentó la formulación de una gramática funcional. La base del funcionalismo es el carácter biplánico del signo lingüístico. Como el signo es un fenó¬meno social, las distintas cadenas fónicas se di¬viden en la medida en que expresan partes o seg¬mentos del contenido semántico: aquí se hace presente la función comunicativa del lenguaje. El dualismo significado/significante está pre¬sente en todos los niveles (fonológico, morfoló¬gico y sintáctico) pero, para explicar la comple¬jidad de la lengua, se debe tener en cuenta una jerarquía de planos o niveles. La lengua es, pues, un sistema dotado de dinamismo y constituido por niveles que no son cerrados; se interrelacionan y otorgan coherencia al sistema en su totalidad y no admiten una distinción tajante entre sincronía y diacronía.

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La glosemáticaTal es el nombre de la escuela estructuralista europea también

denominada Escuela de Copenhague, que trabaja con los postulados del danés Louis Hjelmslev, cuya obra capital, Prolegómenos a una teoría del lenguaje, data de1943.

Hjelmslev postula que los estudios lingüísticos deben descubrir, entre las diversas manifestaciones del lenguaje, aquello que constituye su identidad. Para ello la investigación debe considerar la lengua como un todo, como una estructura coherente en sí misma, como “una entidad autónoma de dependencias internas” según sus propias palabras. Hjelmslev parte de Saussure a quien considera el padre del estructuralismo.

La glosemática estudia la lengua como esquema, como red de relaciones. Una lengua se presenta como un modelo que incluye dos planos:

plano del contenidoplano de la expresión

Con ello se alude a la dicotomía saussureana de significado y significante. Pero a cada uno de estos planos le corresponde una forma y una sustancia. En concordancia con el postulado de Saussure que expresa que la lengua es forma y no sustancia, el lingüista danés establece que la lingüística ha de estudiar la forma de la lengua: a) la forma del contenido (categorías y funciones gramaticales, organización léxica), ordenada como esquema y que manifiesta el pensamiento como sustancia; b) la forma de la expresión (fonemas), que manifiesta la sustancia fónica.

Considera que la sustancia del contenido es objeto de una disciplina auxiliar: la semántica, en tanto que la sustancia de la expresión es objeto de la fonética.

Pero Hjelmslev señala que una cadena lingüística puede ser dividida en elementos menores que el signo saussureano. A estas unidades mínimas, que pertenecen tanto al plano del contenido como al plano de la expresión, les da el nombre de figuras. Como observa Bertil Malm- berg, “todo lenguaje opera con un número redu-cido y limitado de estos elementos mínimos, pero combinándolos puede construir un número teóricamente infinito de signos”. Por eso, considerar la lengua como un sistema de figuras lleva a excluir del dominio de la lingüística cualquier otro sistema de comunicación cuyos signos constituyentes no pueden dividirse en unidades menores. Tal definición subraya el carácter inmanente de los estudios lingüísticos.

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Otra de las características de la teoría elaborada por Hjelmslev es la distinción entre proceso y sistema. El proceso incluye las relaciones en la cadena o sintagma, mientras que el sistema incluye las relaciones en el paradigma. Según Malmberg, “en el análisis glosemático de un texto la tarea es determinar las relaciones [....] entre las partes del texto”.

Teoría sistémica

Esta teoría también es conocida con el nombre de neofirthiana dado que el punto de partida está en los trabajos del inglés J.R. Firth. En la actualidad la escuela que deriva de ella está encabezada por el eminente lingüista M. A. K. Halli- day.

Firth postula la importancia de la fonética en los análisis lingüísticos. En efecto, la fonética, el estudio de los sonidos del lenguaje, está presente en cualquiera de los niveles de acceso a un sistema lingüístico determinado. Firth propone, además, un estudio que integre la semántica con la gramática y con la fonética.

Las características fundamentales de esta teoría son el criterio formal y la importancia central del contexto situacional que incluye, según Marcos Marín, “el interés {...] por las condiciones sociales de uso de una lengua, especialización, selección y aprendizaje”.

La teoría sistèmica es en estos momentos la continuación de la tradición fírthiana. Entre sus nociones sobresalientes se halla la de sistema, entendido como el conjunto de las elecciones posibles dentro de una clase (supongamos la clase nominal, en español, que tiene un sistema de número y un sistema de género, dentro de los cuales hay que seleccionar al usar la lengua). Veamos un ejemplo:

La expresión Los carros fueron pintados es una unidad (la oración) con una estructura de sujeto y predicado (Los carros/fueron pintados, respectivamente). En la descripción de esta oración intervienen los siguientes sistemas, de los cuales se selecciona sólo un componente.

Pasiva pretérito perfectivo positivoActiva presente imperfectivo negativo

futuro

Actualmente, Halliday hace hincapié en la lengua como sistema de función comunicativa; ello lo acerca, en parte, a la Escuela de Praga. Resulta interesante su planteo del funcionalismo en el marco semiótico-social porque constituye una línea importante de investigación actual.

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Un aspecto del estructuralismo norteamericano: la tagmémicaEs una teoría elaborada alrededor de los años sesenta principal-

mente por Kenneth L. Pike, lingüista de larga trayectoria en el campo de la investigación de lenguas indígenas.

Los planteos de Pike pueden sintetizarse de este modo:• La lengua es una conducta humana (aquí vemos la relación con el conductismo) y, por ende, debe ser tratada junto con toda la actividad humana no verbal. De modo que lengua y cultura guardan una estrecha relación, según la tradición de Boas y Sapir; consecuentemente, la teoría lingüística debe ser una teoría unificada que se ocupe de lo lingüístico y de lo extralingüístico.• La conducta puede estudiarse —y, por lo tanto, la conducta verbal también— desde el punto de vista ético, cuando el investigador organiza un sistema para incluir todos los datos nuevos que recoge y relacionarlos con los demás datos que ya posee de la cultura (o de la lengua) que está estudiando. Y también desde el punto de vista émico: el investigador se propone descubrir y describir la estructura de una cultura (o de una lengua) según las relaciones internas que le son inherentes, y no sobre los modelos construidos a priori. Los términos ético y émico fueron creados por Pike derivándolos de la última parte de los vocablos “fonético” y “fonémico”.

En el análisis gramatical de los enunciados, la tagmémica se ocupa especialmente del reconocimiento de las funciones y de las clases de elementos que las cumplen; las funciones (tagmemas) y las clases se or-denan en jerarquías que se interrelacionan.

Interesándose por el uso del lenguaje, Halliday investiga la relación entre aquél y sus usua-rios. Este aspecto de la investigación lingüística, al que también llama “institucional” —en oposición a la lingüística descriptiva—, incluye, según su artículo The users and uses oflanguage (Los usuarios y los usos del lenguaje), “el estudio de las comunidades lingüísticas..., de las variedades de lengua y de las actitudes frente a la lengua”.

Para ello, Halliday trabaja sobre el concepto de comunidad lingüística, a la que define como “un grupo de gente que se reconoce en el uso de la misma lengua”. En esta caracterización se integran las actitudes de los hablantes para con la lengua y la forma en que la utilizan. Tal nivel de investigación implica la

consideración de dialectos, idiolectos, registros y lenguas en contac-to. Observa Ofelia Kovacci que “esta orientación funcional del lingüista inglés se basa en el hecho de que para estudiar una lengua hay que considerar su uso. Las funciones son usos generalizados de la lengua; más aún: parecen determinar la naturaleza del sistema lingüístico”.

Los estudios lingüísticos norteamericanosLa necesidad de comprender y describir las lenguas indígenas

selló los estudios lingüísticos en América del Norte. Es por eso que, desde sus inicios, la ciencia del lenguaje aparece ligada con la tarea de la etnología, y de modo especial de un etnólogo de gran prestigio como Franz Boas. En 1911 la publicación del Handbook of American Indian Languages (Manual de lenguas indígenas americanas), de Franz Boas, sentó un hito en la lingüística de ese país.

Boas dio cuenta de la labor realizada con lenguas indígenas de Estados Unidos, carentes de tradición escrita, labor que alimenta una larga trayectoria posterior en el mismo sentido. Su propuesta es concebir la lengua como un fenómeno oral y postula una teoría que pueda describirla de acuerdo con sus características propias: Para ello hay que partir de la observación y el análisis del lenguaje hablado a fin de hallar luego la peculiaridad de su estructura.

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En un principio, el objeto de estudio —la lenguas aborígenes— determina el camino más sobresaliente que transita la lingüística estadounidense. En la tarea de Boas encontramos también a Edward Sapir (1884-1939) y a Leonard Bloomfield (1887-1949).

Los postulados de Bloomfield y el estructuralismoEste lingüista norteamericano aparece desde las primeras

décadas de nuestro siglo como el padre de la lingüística estructuralista en su país. Sus obras principales son el Conjunto de Postulados para la Ciencia del Lenguaje (1926) y Lenguaje (1933), como exposiciones teóricas.

El nombre de Bloomfield nos remite en parte al conductismo. Esta concepción, que dominó durante mucho tiempo los trabajos psicoló-gicos norteamericanos, entiende que las conductas son concretas y, por ende, directamente observables; así, se constituyen en un seguro objeto de estudio. Dado que Bloomfield pretende hacer de la lingüística una ciencia rigurosa, tal delimitación del campo de estudio se le presenta como una garantía de objetividad.

La lengua —que es una conducta más de la especie humana— responde al esquema de estímulo-respuesta. Ante un estímulo externo una persona reacciona hablando. Lo que dice, el enunciado que emite, es a su vez un estímulo lingüístico para ciertas reacciones no lingüísticas. El enunciado o emisión es para Bloomfield un hecho de habla.

La lengua de una comunidad es el conjunto de emisiones lingüísticas que esa comunidad puede realizar, y esas emisiones están constituidas por las formas. Tales formas se articulan en un sistema. Ahora bien, ¿qué son las formas? Son las unidades cuyas combinaciones constituyen la lengua. En hace frío hallamos una forma compleja que se descompone en las formas mínimas: hac/e - frí/o.

Si bien la lingüística bloomfieldiana propone una descripción de la lengua (el estructuralismo norteamericano recibe también la denomi-nación de descriptivismo) a partir de los datos observables que son las formas, no niega la relación que existe entre forma y significado.

A toda forma corresponde un significado. Sin embargo, el objeto de la lingüística es el estudio de las formas (fonèmica, morfología y sintaxis).

Pero en 1939 Bloomfield afirma que el tér¬mino “significado”, tal como lo usan los lingüis¬tas, incluye diversos aspectos que deben distin¬guirse desde el punto de vista lógico: a) relación en varios niveles entre formas lingüísticas; b) re¬lación de formas lingüísticas con situaciones no lingüísticas (objetos, sucesos, etc.); c) relación

sintáctico, y constituye, en realidad, la base del sistema ge-nerativo de Chomsky.

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Chomsky y el generativismoHacia la década del cincuenta, la lingüística distribucional de

Zellig Harris primero, y la gramática generativa de su discípulo Noam Chomsky, después, proponen la superación del descriptivismo lingüístico norteamericano.

La gramática generativa se relaciona con los - avances de la lógica matemática. Su objetivo es la elaboración de una gramática —entendida como el sistema de reglas que rigen el lenguaje— que permita explicar la producción, la generación de los infinitos enunciados posibles en una lengua determinada. De allí, entonces, su nombre.

En Aspectos de la teoría de la sintaxis (1965), afirma Chomsky que la estructura lingüística es “una realidad mental” en gran parte inaccesible a la observación directa.

En la evolución de la lingüística generativa pueden marcarse, a grandes rasgos, tres etapas:

1. La primera es la que Chomsky presenta en Estructuras sintácticas (1957). Marcos Marín la considera coincidente todavía “con el estructuralismo americano en dos importantes aserciones al menos”: no dar lugar a la semántica en la descripción de la lengua y plantear la independencia de la sintaxis con respecto al significado.

En Estructuras... Chomsky propone una gramática de estructura de frase —sobre el método de constituyentes inmediatos—, ampliada con reglas de transformación que relacionan estructuras diferentes (activa/pasiva; afirmación/ interrogación; etc.).2. La segunda etapa corresponde a su publicación de 1964, Current

Issues in Linguistic Theory (Cuestiones actuales en la teoría lingüística), donde Chomsky propone tres componentes para construir la gramática generativa:

componente sintácticocomponente fonológicocomponente semántico

Lo original aquí es la inclusión del tercer componente que “asigna una interpretación semántica a una estructura abstracta generada por el componente sintáctico”.

Aparecen asimismo en esta obra algunos fundamentos filosóficos de la gramática generativa. En efecto, Chomsky se apoya en el mentalismo que tiene sus raíces en el racionalismo cartesiano del siglo XVII: el lenguaje —cualidad universal y diferenciadora de los seres humanos— es la expresión de los procesos mentales. También tiene en cuenta los postulados de la gramática lógica de Port Royal (tema abordado en un capítulo anterior), de Herder y de Humboldt.

central

interpretativos

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3. La etapa considerada “clásica" del generativismo se abre con Aspectos de la teoría de la sintaxis donde se esboza lo que ha dado en llamarse la teoría estándar. L a tarea de una gramátic a adecu ada es descub ri r la es tructura mental que s ubyace en la realidad concreta del habla r . Se pretende, sobre la base de “un hablante-oyente ideal en una comunidad lingüística ideal”, una descripción y explicación de la competencia de aquél, entendida como la capacidad o facultad para el lenguaje. Esta competencia fundamenta su efectiva realización en la producción del habla, a la que Chomsky denomina actuación. Procediendo por deducción, procura establecer una gramática que permita obtener resultados aceptables, es decir correctos, para quienes hablan esa lengua.

Para Ofelia Kovacci, “los aportes más valiosos de la gramática generativa transformacional al avance de la ciencia lingüística han sido, por una parte, el hecho de que su formulación rigurosa obliga a prestar atención a problemas en la totalidad de la lengua y hasta en sus menores detalles; por otra parte, el impulso que esa formulación ha dado al estudio de los problemas semánticos y sus relaciones con los puramente’ gramaticales”.

En Lectures on government and binding (Conferencias sobre rección y ligamen to), 1981, Chomsky formula una teoría “modular” (subteorías relacionadas) que fija “los parámetros de la gramática universal del modo apropiado para las lenguas particulares” por la interacción de los módulos.

Esta apretada síntesis pretende dar cuenta de las mayores corrientes lingüísticas del siglo XX. Dada la complejidad y vastedad del tema sugerimos la remisión a la bibliografía para completar el panorama ofrecido.

Bibliografía ------------------------Kovacci, Ofelia, Tendencias actuales de la gramática, Buenos

Aires, Marymar, 1977.LEPSCHY, Giulio C., La lingüística estructural, Barcelona,

Anagrama, 1971.Lyons, John, Introducción al lenguaje y a la lingüística, Barcelona,

Teide, 1984.Malmberg, Bertil, Los nuevos caminos de la lingüística, Madrid,

Siglo XXI, 1971.MARÍN, Francisco Marcos, Lingüística y lengua española,

Madrid, Cincel, 1975.