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Los Tres Peronismos

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LOS TRES PERONISMOSEstado y poder econmico1946-1955 / 1973-1976 / 1989-1999

porRicardo Sidicaro

Nota: en el original, pginas 154 a 217Historia Argentina Siglo XX Lic. Ariel Ortiz AvilsProfesorado en Historia 4 aoISFDyT N 122 Pte Arturo Illia Pergamino2008

La crisis estatal y los actores socioeconmicos predominantes 1976 1989

La dictadura militar desorganiz no solo slo las instituciones propias del sistema democrtico sino que profundiz notablemente la crisis de los aparatos estatales. La supresin del Estado derecho, con la anulacin de la representacin parlamentaria y la sumisin del Poder Judicial, as como la limitacin de las libertades pblicas y de informacin, no eran una novedad en el pas. En comparacin con los jefes del proceso, los militares de regmenes precedentes revelaron en su paso por el manejo de los gobiernos que estaba ms apegados a los usos y costumbres legales del orden institucional que decan querer restablecer. Es difcil discernir si los dictadores anteriores reflejaban una relativa moderacin derivada de hbitos sociales incorporados por los contactos y vinculaciones, y, en algunos casos, nacimiento y educacin en medios sociales ms condicionados por valores tradicionales y conservadores, y si, en cambio, los mandatarios y altas jerarquas de 1976-83 provenan de la decantacin lupemburguesa de aquellos sectores menos preocupados por las normas y reconocimientos. La insercin de las Fuerzas Armadas en las precedentes estructuras estatales, comparativamente mejor organizadas, debi dotar a los militares de otrora de referencias ms estrictas sobre el cumplimiento de las normas que, aun cuando no los inhibieron para derrocar gobiernos civiles, los condujeron a respetar lmites en su trato con quienes ocasionalmente perseguan y repriman, y si no faltaron los hechos de violencia desmedida, no fueron hechos que marcaron la totalidad de su prcticas. Los conductores del proceso, por el contrario eran partcipes de un Estado ms desarticulado y aparatos militares desquiciados internamente por la politizacin de su cuadro superiores y por la prdidas de niveles adecuados de profesionalismo, condiciones puestas en evidencia la guerra de Malvinas, librada con celos y preocupaciones corporativas y desconocimiento de la realidad internacional y, ms en general, de la complejidad del mundo moderno.La crisis del orden estatal se agrav con el esquema de distribucin de los tercios entre el Ejrcito, la Marina y la Aeronutica, de las posiciones pblicas de poder gubernamental. En sentido estricto, se puede decir que por esa va los jefes y su squito es el las tres ramas corporativas del partido militar se aseguraron el acceso, como sucede con cualquier partido poltico civil, a las recompensas materiales y simblicas asociadas al manejo de organismos estatales. Las modalidades ilegales de la actividad de los aparatos represivos fueron la manifestacin ms clara de la transformacin del Estado en una asociacin cuyos miembros elaboraban sus estrategias y fundan sus lealtades en principios y reglas completamente ajenas a las propias de la racionalidad de los Estados occidentales modernos.Empleando conceptos de Barrinton Moore, en investigaciones anteriores hemos caracterizado la propuesta de la dictadura como un intento de realizar una revolucin desde arriba o modernizacin conservadora que deba, segn esperaban los caudillos castrenses, culminar con la aparicin de actores econmicos y polticos capaces de asegurar la dominacin social estable. En esa perspectiva analtica considerbamos que el proyecto de cambio social autoritario fracas, entre otras causas, por la ausencia de las condiciones estatales necesarias para ponerlo en prctica. Una revolucin desde arriba que no contaba con un Estado con capacidades burocrticas y cuya conduccin la detentaba un poder tripartito integrado por los jefes de las tres armas preocupados por defender prerrogativas corporativas y personales, no poda alcanzar las ambiciosas metas anunciadas[footnoteRef:1]. [1: Ricardo Sidicaro, El rgimen autoritario de 1976: refundacin frustrada y contrarrevolucin exitosa, en Hugo Quiroga y Csar Tcach (eds.) A veinte aos del goles, Rosario, Homo Sapiens, 1996.]

Durante la dictadura se consolid lo que en conceptos de Weber de denomina capitalismo aventurero y creci la actividad de los actores socioeconmicos ms directamente vinculados a las decisiones los gobernantes militares. Los principales beneficiarios del periodo fueron los grandes grupos econmicos o holdings de capital nacional cuyas reas de influencia se expandieron en diferentes mbitos, combinando la ventaja que les daba su cercana con los centros decisiones oficiales y la disposicin de informaciones que, en la desorganizacin reinante, era un recurso importante para obtener ganancias especulativas[footnoteRef:2]. [2: Al respecto, vase Daniel Azpiazu, Eduardo Basualdo, Miguel Khavisse, El nuevo poder econmico en la Argentina de los aos 80, Buenos Aires, Legasa, 1986.]

La apertura de la economa produjo la incorporacin al pas de capitales financieros internacionales cuya presencia haba sido desestimulada en los tres aos del peronismo y que, dada la situacin mundial de excepcional liquidez, se mostraron dispuestos no slo a otorgar prstamos, sino a promover niveles innecesarios de endeudamiento externo. Para los gobernantes militares esa fue una va que les permiti, en condiciones de subvaluacin del costo de las divisas, disponer de recursos presupuestarios para comprar armamento e incrementar sus privilegios. Los grupos econmicos nacionales tambin consiguieron prstamos externos, y cuando entro en crisis, a inicios de la dcada del 80, el sistema laxo de endeudamiento internacional, idearon junto con el Estado un mecanismo para nacionalizar sus deudas, que en no pocos casos, eran autoprstamos. El poder econmico de los actores socioeconmicos predominantes se increment durante la dictadura al mismo tiempo que a la crisis de las capacidades estatales en el orden poltico, burocrtico y tcnicos se sumaban las consecuencias de la deuda externa, cuyos servicios absorban una parte considerable los recursos fiscales. Con la deuda, multiplicada por siete durante la dictadura, se agregaron en calidad de interlocutores permanentes de las relaciones polticas domsticas los organismos financieros internacionales, principalmente el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.El corte histrico que implic el retorno a la democracia en 1983 no fue acompaado con cambios fundamentales en la vida econmica ni, tampoco, en la mayora de las dimensiones de la crisis de las capacidades estatales. La decisin del gobierno del Presidente Alfonsn de tratar de establecer alianzas con los grandes grupos econmicos consolidados en la dictadura mostr la imposibilidad de las nuevas autoridades constitucionales de mantener su proyecto inicial de dotar al dbil Estado de un mayor grado de autonoma con respecto a las presiones e intereses de dichos actores[footnoteRef:3]. Con el ministro de Economa Juan Sourrouille se impuso un tipo de prctica estatal por la cual los poderes gubernamentales operaban como si fuesen actores de la sociedad civil y pactaban la estabilidad de precios con los grandes empresarios ofrecindoles a cambio como recompensa, la posibilidad de (y la informacin para) obtener ganancias en la especulacin financiera. Este modo de accin, que significaba el reconocimiento de la inexistencia de capacidades estatales para contrarrestar las iniciativas privadas contrarias al inters general, fue un factor que se encontr en la base de la disolucin del valor de la moneda, smbolo por excelencia del poder del Estado. Los aliados empresarios se desentendieron de la suerte del gobierno de Alfonsn a medida que este perda su reconocimiento en la sociedad descontenta por las consecuencias cotidiana del funcionamiento de la economa y se debilitaba internacionalmente por la moratoria de hecho de los pagos internacionales[footnoteRef:4] [3: Sobre las relaciones entre el gobierno alfonsinista y los propietarios y managers de los grupos econmicos concentrados, vase las interesantes y fundadas consideraciones que propone Pierre Osteguy en Los capitanes de la industria, Grandes empresarios, polticos y economa de la Argentina de los aos 80, Buenos Aires, Legasa, 1990, 99. 108-112] [4: Al respecto, vase Mario Rapport, op. Cit. P. 921.]

El objetivo principal del gobierno de Alfonsn en materia estatal fue despolitizar la burocracia militar cambio sin el cual era imposible recuperar la estabilidad democrtica real y durable. El juicio a las juntas, fue un hito ms all de los inconscientes argumentos oficiales empleados para su legitimizacin pblica, conocidos entonces como teora de los dos demonios, que equiparaba los militares sometidos a la justicia con los grupos armados civiles reprimidos mediante medios ajenos a la leyes en vigor, revelando que los mentores intelectuales del gobierno carecan de una cabal comprensin de la naturaleza de las instituciones estatales. Las presiones castrense que impusieron los retrocesos a los castigos contribuyeron a diluir el valor simblico de lo que en la conciencia pblica ser incorporado como el emblema del renacido Estado de derecho.Las concesiones del estado del radicalismo parecieron no poder superar el pensamiento mdico del ejercicio corriente de los profesionales del derecho, quienes incorporaron habitus que los hacen ms propensos a negociar querellas que a convertirse en fundadores del pleno imperio la legalidad. Esa visin conciliadora con lo que se suele denominar los poderes fcticos marco muchas de las iniciativas de los altos y medianos funcionarios del equipo alfonsinista, impidindoles realizar una depuracin de las estructuras estatales, en especial de la justicia y de los escalones superiores de administracin pblica para mejorar su eficiencia y eficacia. Dicha actitud facilit la permanencia de la penetracin y colonizacin de los intereses econmicos privados sobre sistema de empresas estatales y los distintos niveles de la administracin pblica y de la banca oficial. La desarticulacin econmica interna y el proceso y las obligaciones de la deuda externa acentuaron la falta de capacidades estatales para impulsar polticas pblicas, que hicieron perder a la gestin radical su reconocimiento y legitimidad de inicial.La trayectoria descendente del gobierno de Alfonsn reflej el permanente deterioro estatal y la hiperinflacin de 1989 revel el extremo grado de descontrol oficial de la situacin econmica y social. Sin capacidad para asegurar el valor del signo monetario, las referencias a los precios de los bienes y servicios se volatilizaron, y en los denominados saqueos se expresaron a la vez, los efectos de las de descomposiciones del tejido social y el entramado ideolgico-jurdico sobre el que se asentaba la propiedad privada. La hiperinflacin del fin del alfonsinismo se convirti en una mencin recurrente para justificar la aceptacin social del proyecto neoliberal que cerr la etapa del intervencionismo estatal[footnoteRef:5]. [5: Vase Silvia Sigal y Grabriel Kessler, La hiperinflacin en la Argentina: sus comportamientos y representaciones sociales, en Daro Cantn y Jorge Jorrat, La investigacin social hoy, Buenos Aires, EUDEBA, 1997.]

La interpretacin de los alfonsinistas se explicando su cada por una conjura de los actores socioeconmicos predominantes, el golpe de mercado, no logr impedir el xito argumental de quienes atribuyeron la culpa al Estado y, secundariamente, al gobierno que le diriga. As la discusin poltica no se orient a los posibles medidas para reconstruir los aparatos estatales, sino que gir en torno a cmo deshacer los restos del Estado. Para los grupos econmicos de capital nacional y para los diferentes intereses transnacionales con inversiones en el pas, la cuestin era de neto carcter material: apropiarse de los patrimonios pblicos. Sus intelectuales y propagandistas, especializados durante aos en predicar contra la integracin social en nombre de la desregulaciones estatales, narraban la amenaza del borde del abismo al que supuestamente ha conducido el intervencionismo estatal. En la campaa electoral, el ms prximo a la sensibilidad neoliberal fue Eduardo Angeloz, el candidato presidencial del radicalismo.

La dcada de MenemLas iniciativas gubernamentales de la dcada menemista se centraron en dos objetivos fundamentales: 1) la reduccin de las funciones intervencionistas del Estado en el plano econmico y social, y, 2) favorecer a los grandes actores socioeconmicos nacionales y extranjeros que ya operaban en el pas y estimular nuevas inversiones transnacionales ofreciendo amplias posibilidades de obtencin de ganancias. Al respecto, distinguiremos dos subperodos: el primero abarca desde el inicio de la gestin de Menem hasta el comienzo del Plan de Convertibilidad. En esa poca, si bien se anunci y se empez a implementar el proyecto neoliberal, ese diseo de metas estratgicas no consigui estabilizar la economa, y, tampoco, quedaron definidos con claridad los roles e importancia relativa de los distintos actores socioeconmicos con los que se buscaban convergencias polticas. En el segundo subperodo, en cambio, el Plan de Convertibilidad pas a ser el eje en torno al cual se estructuraron las polticas econmicas que configuraron el modelo, resolviendo en lo inmediato el problema inflacionario, y por otra parte, creando las condiciones que permitieron forjar un acuerdo entre el gobierno y los principales actores socioeconmicos, en especial, los de carcter transnacional.El tema de la globalizacin fue uno de los componentes ideolgicos que gan paulatinamente mayor presencia en las justificaciones de la alta dirigencia gubernamental. En la perspectiva doctrinaria tradicional del peronismo, la contradiccin entre los "intereses nacionales" y los de las potencias hegemnicas inter-nacionalmente haba constituido un ncleo central de sus propuestas. La ruptura menemista intent encontrar una relativa coherencia histrica mediante la referencia al cambio de poca y justificndose en criterios realistas de adaptacin al mundo unipolar que sigui al fin del comunismo sovitico. Las definiciones favorables a la unificacin latinoamericana, frecuentes en los discursos de Pern, ofrecan, formalmente, coincidencias con ideas prximas a la imagen de un mundo con las fronteras nacionales superadas. Ese cierto parecido con la nueva realidad de la globalizacin, le permiti a Menem tratar de poner en sintona su estrategia de gobierno con los cambios internacionales en curso. Al peronismo, segn el presidente, le corresponda protagonizar una transformacin a la que no escapaba ningn pas ni fuerza poltica. En una reunin del justicialismo realizada en 1991, Menem seal que "la era continentalista que estamos viviendo cuestiona la cultura, la ideologa y la poltica surgida y desarrollada durante la era nacionalista que ha terminado; y la fuerza inercial electoral del justicialismo heredada de la conduccin del general Pern se ha agotado como fuerza homognea decisiva brindando su ltimo servicio con el triunfo electoral de 1989. Por ello estn en crisis los partidos polticos y a nosotros nos caben las generales de la ley"[footnoteRef:6] [6: Menem, Congreso de Actualizacin Doctrinaria del Partido Justicialista de 1991, citadon en Yannuzzi, 1195, p 156.]

La ideologa que planteaba el problema de la globalizacin destacando la imposibilidad de los pases para elaborar polticas alternativas a los imperativos del sistema econmico mundial no fue, por cierto, un patrimonio exclusivo de los elencos menemistas. El liberalismo vernculo se haba mostrado ms cauteloso en la incorporacin de las ideas sobre la globalizacin, y en ese sentido los economistas ligados a los grandes intereses econmicos limitaban sus definiciones a la crtica al intervencionismo estatal, y sus propuestas de apertura de los mercados eran moderadas. Las ideas sobre las privatizaciones de empresas pblicas pudieron discutirse en los tiempos de la dictadura militar, pero fueron magras las iniciativas para ponerlas en prctica. Tampoco a las Fuerzas Armadas les resultaban aceptables los planteos sobre la desaparicin del Estado-nacin en cuya vigencia descansaba su rol corporativo y profesional. Probablemente, la necesidad del menemismo de convertirse en confiable para los grandes intereses econmicos internacionales incentiv el extremismo de sus discursos globalizadores. Por otra parte, el tema de la globalizacin permita construir una explicacin verosmil sobre las incapacidades burocrticas y polticas de los aparatos estatales e interpretar de ese modo una realidad institucional que era previa al mencionado proceso internacional. Adems, al considerar que en la poca de la globalizacin caba abandonar las posiciones en torno a las cuales se haba forjado la identidad fundadora, Menem dilua los enfrentamientos con anteriores adversarios y le daba a su posicin un carcter moderno, a la vez que emparentaba el nuevo peronismo a un fenmeno de alcance planetario.El modo en que el discurso oficial entendi las novedades propias de la poca de la globalizacin se situ entre las interpretaciones ms radicales sobre el tema. En ese campo, es habitual citar a un autor conceptualmente poco slido, pero cuyas frmulas tuvieron innegable impacto y se difundieron ampliamente, Keinichi Ohmae, cuyo libro The end of the Nation State anunciaba la tesis en su ttulo. Desde un punto de vista que consideraba empricamente fundamentado, Ohmae sostuvo que: "en trminos de flujos reales de actividad econmica, los Estados-nacin ya han perdido un papel como unidades significativas de participacin en la economa global del mundo sin fronteras actual". Para Ohmae, la accin de los gobiernos nacionales no puede ser otra que la de aceptar las condiciones de globalizacin econmica, ante las cuales carecen de medios para intervenir y slo les cabe esperar de ese comportamiento los mayores beneficios. Los gobiernos ms irrealistas y equivocados, dice el mencionado autor, son aquellos que, impulsados por proyectos de mejorar el bienestar de la poblacin hacen esfuerzos por reforzar las regiones y las personas que se encuentran en el interior de sus fronteras (). Los espasmos reflejos de soberana suelen hacer que el xito econmico que se persigue sea imposible de alcanzar, porque la economa mundial castiga a los pases que sufren con esos espasmos, desviando las inversiones y la informacin hacia otros lugares[footnoteRef:7]. [7: Keinichi Ohmae, El fin del Estado-nacin, Santiago de Chile, 1997, pp-26-27.]

Varios altos funcionarios del rea econmica del gobierno de Menem difundieron las ideologas que naturalizaban el fenmeno de la globalizacin y justificaban las polticas y comportamientos de subordinacin a los dictados de los actores internacionales y a sus intereses. Juan Jos Llach, viceministro de Economa durante la gestin de Cavallo, y luego de Educacin en el de Fernando de la Ra, se coloc entre quienes expusieron con mayor claridad la teora del riesgo de desor los imperativos mundiales: "[La globalizacin] as como trae los capitales se los puede llevar si ve flaquear las cuentas fiscales, si el dficit fiscal le parece excesivo o, tambin, si advierte problemas de gobernabilidad o de malestar social. Las sanciones disciplinarias pueden tambin ser exageradas, como pas con el tequila, y por eso es conveniente no slo cumplir, sino tambin sobrecumplir con las exigencias de la globalizacin"[footnoteRef:8]. [8: Juan Jos Llach, Otro siglo, otra Argentina, Buenos Aires, Ariel, 1997, p. 393.]

Cabe destacar el estilo de Llach como un buen ejemplo del llamado "pensamiento nico" que introduce en sus enunciados la parlisis de la reflexin al cerrar toda posible opcin a la receta que pregona. Para Llach, la globalizacin parece ser un "hombrecillo feroz y vigilante", que castiga a los gobiernos que se "desvan del recto camino" y que tampoco soporta los reclamos de quienes se sienten perjudicados con sus efectos. El "malestar social" derivado de la aplicacin de la ortodoxia neoliberal podra sacar de sus casillas al "hombrecillo" que, en represalia, aumentara el "riesgo pas" y que luego, para calmar sus sensibles nervios, se consolara incrementando la tasa de inters[footnoteRef:9]. [9: Tal como resume Saskia Sassen en Perdiendo el control? La soberana en la poca de la globalizacin, Barcelona, Bellaterra, Serie General Universitaria, 2001, p. 34: "El sistema regulador privado est representado por las agendas de garanta de solvencia y clasificacin crediticia, que vienen desempeando un papel cada vez ms importante en la economa global. Dos agencias dominan este mercado y gestionan tres billones de dlares cada una: Moody's Investors Service Standard y Poor's Rating Group (...). Al igual que ocurre con el derecho mercantil, las agencias de Estados Unidos han extendido su influencia en el extranjero; una influencia que, hasta cierto punto, puede ser considerada una funcin impulsora de la ortodoxia financiera estadounidense especialmente en las perspectivas de corto plazo]

La ideologa de la globalizacin funcion bajo el gobierno de Menem como un factor adicional de debilitamiento estatal al considerar esa situacin como inexorable y beneficiosa. Se disminuyeron de ese modo al mximo los eventuales mrgenes de autonoma que el pas haba demostrado disponer en el perodo de Alfonsn y se forj una doctrina oficial basada en las ventajas que se derivaran de la subordinacin a las iniciativas de los Estados Unidos. Lo interesante de destacar de esa doctrina de subordinacin "al amigo americano" pregonada por el menemismo es que mantena los principios pragmticos y realistas que haban sido propios del pensamiento peronista tradicional en materia de relaciones internacionales, pero que con esa coherencia disolva la creencia en la defensa del Estado-nacin histricamente esencial para la construccin de la legitimidad de la accin del movimiento poltico que llev y mantuvo en el gobierno a Menem. A poco menos de un ao de finalizada su presidencia, los dilemas del "giro menemista" eran expuestos por Menem en un discurso pronunciado en la sede del Consejo Nacional del Partido Justicialista: "As como en 1945 Pern haba tenido que reubicarse y reubicar a la Argentina en el orden internacional bipolar que emerga a partir de los acuerdos de Yalta y el fin de la Segunda Guerra Mundial, nosotros reinsertamos al pas en el mundo de la posguerra fra. Percibimos a tiempo el cambio de las circunstancias histricas y la necesidad imperiosa de cambiar la montura para cabalgar la evolucin[footnoteRef:10]. [10: Carlos Menem, El camino de la victoria, Buenos Aires, Catlogo, 2001, pp. 94-95. Entre las ms claras tomas de posicin doctrinaras defendiendo las orientaciones del nuevo peronismo, parece ilustrativa la argumentacin de Julio Csar Aroz sobre el tema de la privatizacin de Y.P.F.: "La Argentina ha vivido demasiado tiempo al margen del sistema internacional, y al plantearse como objetivo primordial la reinsercin en el mismo es lgico que se produzca una ruptura conceptual en el discurso poltico, que es necesario reformular sin renunciar a los valores esenciales del peronismo. Pero esos valores no deben ser confundidos con instrumentos concretos de poltica econmica que por definicin son contingentes", en Julio Csar Aroz, Hidrocarburos para la revolucin productiva. Peronismo, apertura y desregulacin. Prlogo de Carlos Sal Menem, Buenos Aires, Ediciones Energeia, 1991, p. 19.]

Primer subperodo: ensayos y fracasosEl primer ministro de Economa del gobierno de Menem fue Miguel Roig, un alto ejecutivo del grupo Bunge y Born. La designacin fue propuesta, y socialmente captada, como un signo de la decisin de desarrollar una poltica alejada de la tradicin peronista, y Roig lleg a su cargo para realizar un programa avalado por el holding al que perteneca. Falleci a poco de asumir y, como para suministrar una prueba de la estabilidad del acuerdo con el grupo Bunge y Born, fue reemplazado por otro alto dirigente del mismo conglomerado: Nstor Rapanelli. La explicacin de Jorge Triaca, primer ministro de Trabajo de Menem, sobre la opcin por Bunge y Born resumi de modo verosmil la manera en que la dirigencia peronista entendi la asociacin con uno de sus "adversarios histricos". Segn Triaca:

"Nosotros desde 1955 tenamos nuestra gran pelea con Bunge y Born y todo lo que Bunge y Born representaba. Prcticamente, el gobierno peronista fue derrocado en el 55 por la conjura que tena epicentro principalmente en empresas de esta naturaleza y algunas ms. Un da Menem rene a todos los tcnicos, idelogos y ejecutores de las ciencias econmicas que siempre han tenido una afinidad o participaron activamente del justicialismo. Los rene a todos en el Banco Provincia. Los escuch y no haba ninguna solucin. Entonces se fue con sus tcnicos e hizo el acuerdo con Bunge y Born[footnoteRef:11] [11: Senn Gonzlez y Fabin Bosoer, El sindicalismo en tiempos de Menem, Buenos Aires, Corregidor, 1999, p. 47.]

De los distintos grupos econmicos que operaban en el pas, Bunge y Born, adems de contar con una larga trayectoria histrica, era el ms internacionalizado. Triaca mencionaba los roles atribuidos por los peronistas al holding en la dcada de Pern. En los 80, el grupo se desempeaba en el comercio exportador de granos, en las industrias de alimentos y de bebidas, qumicas, textiles, pinturas, envases y, tambin, era propietario de grandes establecimientos rurales. Las empresas asociadas, nacionales y extranjeras, diversificaban an ms sus intereses. Por medio de algunas de sus filiales el grupo desenvolva actividades en los pases limtrofes. La trama de sus inserciones internacionales era tan compleja que exista la discusin sobre si era una multinacional argentina o una filial de una firma extranjera. El folleto institucional "Bunge Corporation", editado en Nueva York a comienzos de la dcada del 70 por la filial norteamericana dedicada al comercio de granos, deca que el grupo operaba en 55 pases y relataba sus orgenes en 1818 en Holanda, su expansin en Europa, y su instalacin posterior en la Argentina, Estados Unidos, Australia y Canad, siguiendo el desenvolvimiento del comercio mundial de cereales y oleaginosas[footnoteRef:12] [12: Ricardo Sidicaro, Notes sur le congtomerat Bunge et Born (Argentine) publicado por el Groupe d'Etudes des Relations Economiques Internationales GEREI-INRA, Pars, 1975. Al respecto, vanse Ral Creen y Catherine Launt, El poder de Bunge y Born, Buenos Aires, Legasa, 1988, y Jorge Schvatzer, Bunge y Born, crecimiento y diversificacin de un grupo econmico, Buenos Aires, Cisea, 1989.]

A pesar de las dificultades para precisar la nacionalidad del grupo Bunge y Born, en las ideas polticas argentinas era considerado nacional en virtud del lugar de nacimiento y de residencia de algunos de sus principales propietarios. En ese sentido, es vlido sostener que en ninguno de los pases donde la firma actuaba tena una participacin porcentual en la economa similar a la alcanzada en la Argentina. Por otra parte, si bien Bunge y Born no ocupaba en 1989 posiciones tan importantes como en otras pocas, la diversificacin de sus actividades y su historia le otorgaban un reconocimiento superior al de los otros grupos econmicos del pas.El proyecto econmico expuesto por Menem en distintos mbitos empresarios manifestaba la intencin de granjearse la confianza y el respaldo de esos medios. En el primero de esos importantes discursos, pronunciado a pocos das de asumir la presidencia en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, uni la convocatoria a la modernizacin de las actividades empresarias con la necesidad de mejorar los niveles de equidad social. Para definir el "sistema econmico popular de mercado" combin temas clsicos del liberalismo y preocupaciones sociales de cuo peronista, argumentaciones ms desarrolladas en el libro escrito con Roberto Dromi Reforma del Estado y transformacin Nacional[footnoteRef:13]. En la Bolsa defini la propuesta: [13: Buenos Aires, Editorial Ciencias de la Administracin, 1990. Ese texto fue el esbozo ms completo de las posiciones iniciales del gobierno menemista acerca de la compatibilidad de los principios del liberalismo econmico con la implementacin de acciones estatales contra las eventuales distorsiones empresarias de los funcionamientos libres de los mercados.]

"Un sistema econmico popular de mercado, debe estar al servicio del pueblo y de la justicia social. Debe romper la dependencia intelectual, que es la peor de las dependencias cuando se trata de la bsqueda de autenticas soluciones nacionales. Un sistema econmico popular de mercado debe eliminar los monopolios. Tanto pblicos como privados. Y debe dejar atrs la arbitrariedad regulatoria, que termina asfixiando a los que menas tienen (...). Cada uno de los empresarios y de los hombres de negocios de la Argentina, tiene una responsabilidad fundamental en esta hora crtica. La responsabilidad de decirle no a las prebendas estatales; no a la especulacin sectorial; no a la ley del menor esfuerzo y el mximo beneficio; no al endiosamiento del lucro por el lucro mismo (...). Sin facilismo. Sin ampararse en un Estado exhausto (...). Sin temor a la competencia"[footnoteRef:14] [14: Carlos Menem, La esperanza y la accin. Buenos Aires, Emec, 1990, p. 103. Mensaje en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, 21 de julio de 1989.]

Los conflictos entre los anteriores gobiernos peronistas y la Sociedad Rural Argentina estaban frescos en la memoria social cuando Menem plante la reconciliacin con todos los antiguos adversarios. En agosto de 1989, al inaugurar la feria anual de la Rural, el presidente enfatiz el papel positivo de la produccin agropecuaria e hizo severas crticas a los gobiernos que para favorecer el desarrollo industrial le haban quitado ingresos al campo. Verdadera autocrtica de las anteriores experiencias peronistas, la disertacin superaba ampliamente los anuncios de medidas puntuales:

Llego a este tradicional mbito parlamentario sin prejuicios ideolgicos. Llego sin cegueras partidistas. Llego sin intereses facciosos (...). En las ltimas dcadas, el Estado argentino ha desestimulado sistemticamente al hombre de campo (...). La desproteccin del campo argentino es la ms feroz del planeta (...). El futuro est en el campo. Sin prebendas, tratando nada ms que de devolver lo que se ha quitado por la va del control de cambio, de los aranceles, de las retenciones, y las mil restricciones que entorpecieron la exportacin. Este es el rumbo (...). Por experiencias propias y ajenas, sabemos que en este proyecto, el agro est llamado a ser uno de los grandes beneficiarios y, en consecuencia, quiz, la usina fundamental del crecimiento (...). No queremos que nuestro Estado contine siendo ese ogro filantrpico, que todo lo entorpece y nada resuelve[footnoteRef:15] [15: Carlos Menem, op. cit., pp. 113-125, discurso inaugural de la 103 Exposicin de Agricultura, Ganadera e Industria, Sociedad Rural Argentina, 12 de agosto de 1989. Desde una visin estratgica que valoraba el cambio profundo que poda derivarse de las nuevas perspectivas anunciadas por Menem, lvaro Alsogaray coment el discurso del presidente en la S.R.A. diciendo: "Para nosotros esas definiciones tenan una importancia excepcional. Durante 35 aos habamos propugnado la economa social de mercado. () Ahora el presidente Menem impulsaba la economa popular de mercado. Aun para los menos informados esa similitud de nombres y de intenciones con que era establecida, significaba un nuevo y decisivo paso en el sentido de aproximar la poltica del presidente a las ideas liberales. No era un giro idiomtico ni una cita circunstancial en un discurso; se trataba nada menos que de una definicin de la filosofa econmica del nuevo gobierno, y ello en el sentido que nosotros habamos sostenido a lo largo de casi cuatro dcadas , lvaro Alsogaray, Experiencias de cincuenta aos de poltica y economa argentina, Buenos Aires, Planeta, 1993, p. 168.]

Los problemas de la economa en este primer subperodo generaron una notoria ambigedad en las posiciones de la Sociedad Rural Argentina: dio su apoyo a los ejes fundamentales del proyecto menemista y critic las indefiniciones y contradicciones de la gestin gubernamental.Frente a los dirigentes de la industria, Menem habl contra los empresarios enriquecidos medrando con las prebendas estatales y defini al Estado como ineficiente y en situacin de colapso. En esa oportunidad pidi el abandono de las viejas prcticas y la aceptacin de los cambios que implicaban el fin del intervencionismo estatal, las privatizaciones de las empresas pblicas y la apertura comercial y financiera al mercado mundial:

"Basta a los monopolios y a los subsidios irracionales. Basta a la trabazn burocrtica y al gasto pblico improductivo. Basta a la sobreproteccin y a la ineficiencia. Basta al intervencionismo estatal, y a la complicidad de la incompetencia privada. Basta a la evasin, y a la presin fiscal esterilizante. Basta a la socializacin de las prdidas y a la privatizacin de las ganancias. Basta a la cultura de la renta y de la especulacin. Basta a la mnima actividad industrial y a la mxima actividad financiera. Basta de empresarios ricos y empresas pobres. En fin, basta al privilegio de unos pocos a costa del perjuicio de todos [footnoteRef:16] [16: Carlos Menem, op.cit., p. 67, discurso en la celebracin del Da de la industria, 1 de septiembre de 1989.]

Los dos ministros de Economa provenientes del acuerdo con Bunge y Born contaron con la rpida sancin de las leyes para privatizar las empresas estatales, verdadero signo emblemtico de la nueva etapa, y si bien la liberalizacin no se encar inmediatamente en materia de controles de cambios de divisas y de precios, las bases jurdicas fueron establecidas para cumplir con todos los anuncios. Las leyes de Emergencia Econmica y de Reforma del Estado o de Emergencia Administrativa abrieron las expectativas de los grandes intereses empresarios, conscientes de que los cambios del sector pblico supondran una transformacin de la estructura y dinmica de los actores socioeconmicos predominantes. Pero esos grandes proyectos de largo plazo no se acompaaron en lo inmediato de signos de mejoras de la situacin econmica imperante. As, luego de aplicar durante seis meses medidas dictadas por necesidades coyunturales y sin un plan coherente, los funcionarios de Bunge y Born dejaron el gabinete. Eduardo Luis Curia, un economista reconocido en las filas del peronismo, resumi las consecuencias de la experiencia del holding Bunge y Born en el gobierno y reflexion sobre sus efectos polticos: "Finalmente, la propuesta de Bunge y Born fracas y resurgi con violencia el flagelo inflacionario. Esta frustracin cerr la oportunidad de que fuera la burguesa industrial nacional concentrada -los llamados 'capitanes de la industria'- la que liderara la transformacin econmica. En verdad, ese sector -si as se puede hablar- nunca trasunt una mnima homogeneidad tangible, por lo que la experiencia B.B. qued presa de recelos y de errores. Adicionalmente, el equipo econmico de ese entonces nunca articul buenas relaciones con la denominada ala poltica de ese gobierno[footnoteRef:17]. [17: Eduardo Luis Curia, Dos aos de la economa de Menem, Buenos Aires, El Cronista Ediciones, pp. 64-65.]

Esa interpretacin "desde adentro" resulta interesante para el anlisis del inicio del tercer gobierno peronista, ya que con Bunge y Born en la direccin de la economa nacional debieron ser muchos los dirigentes que observaron los hechos en trminos similares a Curia y que interpretaron las insuficiencias como una derrota de los "capitanes de la industria". La fallida experiencia mostraba al gran empresariado local como incapaz de dirigir la economa nacional. Las expectativas de los menemistas puestas en esa alianza debieron frustrarse al constatar que los responsables de los grupos econmicos eran simplemente "hombres de negocios" sin mayor inters en aprovechar las condiciones polticas excepcionales brindadas por un gobierno y un partido oficialista ideolgicamente vacantes. En realidad, las experiencias de los directivos y propietarios de grupos econmicos nacionales, seguramente, los haban dotado de un sentido prctico que les revelaba la conveniencia de capturar decisiones gubernamentales puntuales, de colonizar circunstancialmente reas estatales para hacer ganancias rpidas o lograr largas concesiones, pero siempre tratando de evitar los costos de los ineludibles desgastes de las responsabilidades de gobernar directamente[footnoteRef:18]. Es decir que los aparatos estatales eran slo el asiento ilusorio del poder poltico. [18: Al respecto, vase Ricardo Sidicaro, La crisis del Estado y los actores socioeconmicos predominantes en la Argentina 1989-2001, Buenos Aires, Libros del Rojas-UBA, 2001.]

En diciembre de 1990, Antonio E. Gonzlez reemplaz a Nstor Rapanelli en el Ministerio de Economa y durante el ao siguiente mantuvo y profundiz la orientacin liberal. Gonzlez condujo la segunda etapa del primer subperodo, sin lograr salir de de los "ensayos y fracasos" y sin solucionar las cuestiones que precipitaron la cada de su predecesor. Condicionado por quienes pedan la efectiva realizacin de la liberalizacin econmica anunciada y hostigado por los sindicatos por la prdida del poder adquisitivo de los salarios, la situacin se dirigi al descontrol, pero el interregno de Gonzlez se transform en el escenario precario de la discusin de la futura estabilizacin de las variables macroeconmicas recurriendo a una tabla cambiara de convertibilidad fija. Mientras tanto, el descrdito del gobierno haba aumentado en la opinin del gran empresariado por no poder frenar la inflacin y el alza del valor local del dlar, tpicos habituales para evaluar los desempeos de las autoridades[footnoteRef:19]. [19: El accidentado ao 1990 fue resumido as por Mario Rapoport y colaboradores, en op. cit., p. 946: "los industriales y los sectores de la construccin se vieron afectados por la recesin y la presin impositiva, mientras que el empresariado agropecuario manifest su desacuerdo con la presin impositiva y con el tipo de cambio, acentuando su creciente distanciamiento de la poltica econmica. Si bien el acuerdo empresario se manifest con respecto a la lnea econmica general, no siempre haba conformidad con las medidas de corto plazo". Sobre este subperodo, vase Claudio Lozano y Roberto Feletti, "La economa del menemismo", en la obra colectiva El menemato. Radiografa de dos aos de gobierno de Carlos Menem, Buenos Aires, Letra Buena, 1991.]

Las primeras privatizaciones de empresas estatales acrecentaron las expectativas de los grandes inversionistas extranjeros, interesados en compras o concesiones. Los grupos econmicos nacionales esperaban participar de las privatizaciones, asociados a empresas extranjeras o en forma independiente. El nuevo mapa del poder econmico se comenz a configurar en condiciones de creciente crisis estatal, de inestabilidad y de desconfianza hacia las autoridades. Las incertidumbres reinantes trataron de ser compensadas por el gobierno acordando el mximo de garantas a los inversionistas nacionales y extranjeros, pero como consecuencia de sus acciones se viciaron distintos aspectos de los procesos de licitaciones.La declinacin del gobierno en la opinin de la ciudadana aument con la difusin de informaciones sobre hechos de corrupcin, y no pocos observadores pronosticaron un cercano, y apresurado, fin de la presidencia de Menem. En enero de 1991, Gonzlez renunci y lo sustituy Domingo Cavallo. En los comienzos de su gestin no faltaron las tensiones con las entidades corporativas del empresariado, pero el momento de inflexin o "verdadera" inauguracin de la poca de Cavallo lleg con la sancin legal y la rpida aplicacin del Plan de Convertibilidad. Con irona, Walter Graziano periodiz la dcada menemista diciendo: "Menem gobern interinamente desde el 8 de julio de 1989 hasta el 1 de abril de 1991, cuando termina la presidencia de Menem empieza la presidencia de la convertibilidad"[footnoteRef:20]. Podra completarse esa periodizacin recordando que la presidencia de la convertibilidad dur ms que la de Menem. [20: Walter Graziano, Las siete plagas de la Argentina, Buenos Aires, Norma, 2001, p. 74.]

Segundo subperodo: desarticulacin estatal y extranjerizacin de la economa

El Estado y el modelo"Con la gestin de Cavallo desaparecieron las orientaciones contradictorias y errticas del subperodo anterior y se complet la articulacin de las variables del denominado "modelo", cuya paternidad disput Menem. En el "modelo" se combinaron los efectos o los condicionamientos de: 1) la paridad cambiara fijada por el Plan de Convertibilidad; 2) el aumento de los niveles del endeudamiento externo (pblico y privado) afectados directamente por las variaciones de sus tasas de inters; 3) las entradas de inversiones extranjeras por las privatizaciones de empresas estatales, para la compra de firmas nacionales y para nuevos emprendimientos en industrias y en servicios comerciales o financieros.Se trat de condicionamientos de dismil naturaleza, pero interrelacionados, que se convirtieron en las principales variables de referencia para las opciones de los actores pblicos y privados ms importantes del nuevo subperodo. El Plan de Convertibilidad, con todas las implicaciones de la paridad cambiara "anclada, en tanto lmite autoimpuesto a la realizacin de polticas monetarias activas, fue la solucin de los problemas del pasado y el origen de nuevas, y previsibles, dificultades. La convertibilidad era una cuestin sobre la cual los partidos polticos podan, eventual-mente, tomar decisiones, pero se transform en un dato fijo y dejado fuera de las agendas de discusin que acot la adopcin de iniciativas estatales en materia de polticas econmicas y sociales. Por otra parte, los sectores empresarios crticos de las consecuencias de la convertibilidad uno a uno del peso con el dlar tampoco postularon alternativas para modificarla.El Plan de Convertibilidad supuso dar un salto cualitativo en el debilitamiento de las capacidades estatales de gestin de los asuntos pblicos. La reforma contuvo la inflacin mediante la prdida de las potestades estatales para la regulacin monetaria y estableci la prohibicin de emitir moneda nacional sin el respaldo correspondiente de divisas extranjeras. En ese esquema, la autonoma del Banco Central con respecto al poder poltico abri una modalidad indita en el funcionamiento econmico nacional. La poltica de privatizaciones y de apertura econmica haba despertado la confianza de sectores empresarios extranjeros y nacionales, pero recin con el cese de la inflacin y la estabilizacin alcanzada con la convertibilidad se complet el atractivo horizonte.Robert Solomon, en el libro Dinero en Marcha. La revolucin de las finanzas internacionales a partir de 1980[footnoteRef:21], analiz el tema de tablas cambiaras fijas, que en 1999 existan nicamente en la Argentina, Bermuda, Bulgaria, Brunei, Islas Caymn, Djibouti, Estonia, Islas Malvinas, Islas Faraoe, Gibraltar, Hong Kong y Litua-nia. En dicho estudio se resumen los puntos de vista favorables y opuestos a ese mecanismo de regulacin, sistematizados por John Williamson: "Los cuatro argumentos a favor de las tablas cambiaras en oposicin a los bancos centrales son: 1) aseguran la convertibilidad; 2) inculcan disciplina macroeconmica; 3) proporcionan un mecanismo garantizado de ajuste de la balanza de pagos, y 4) por todo lo anterior, generan confianza en el sistema monetario, fomentando as el comercio, la inversin y el crecimiento. Las siete desventajas reales o potenciales son: 1) falta de seoraje[footnoteRef:22]; 2) posibles deficiencias de la divisa de reserva para respaldar la moneda en el momento de creacin de la tabla; 3) la posibilidad de que el tipo de cambio sea sobrevaluado; 4) la incapacidad de usar el tipo de cambio como variable de ajuste; 5) la inflexibilidad de la poltica monetaria; 6) la imposibilidad de actuar como prestamista de ltimo recurso, y 7) la falta de una seguridad similar que mantenga la disciplina fiscal."[footnoteRef:23] Segn Solomon, el problema de la utilizacin de las tablas cambiarias reside en el lapso de su vigencia. Son eficaces para recuperar la estabilidad del signo monetario luego de una crisis inflacionaria o hiperinflacionaria, pero su empleo prolongado resulta incompatible con las condiciones de funcionamiento de la economa mundial de fines del siglo XX. [21: Buenos Aires, Granica, 2000, p. 233.] [22: Seoraje: En ingls seignorage. Ganancias que obtienen autoridad por acuar monedas con un valor nominal superior al valor intrnseco del metal (Nota de Andrs Angel Mengascini Alumno de la ctedra en 2008)] [23: John Willamson, What Role fot Curremy Boardst, Washington, D.C., Instiute for International Economics, septiembre, 1995, pp. 13, 19-29. ]

Tal como lo sealamos en otro texto[footnoteRef:24], detrs de sus aspectos tcnicos simples y de su falta de teoras sofisticadas, la convertibilidad era un problema eminentemente poltico en el cual se resuma la renuncia estatal en el plano de la regulacin de la moneda y que, como ocurre con toda relacin de fuerzas, inevitablemente implic ceder potestades a otros actores. Lo que para el "hombre de la calle" era el alivio del fin de la inflacin, con sus ventajas inmediatas del retorno del crdito para el consumo y la estabilidad de los ahorros, tena un aspecto no percibido sin un abordaje situado en un nivel ms abstracto y cuyas consecuencias escapaban a las visiones inmediatas y cotidianas. [24: Ricardo Sidicaro, La crisis del Estado, op. cit. ]

El fetiche, o la apariencia, de la moneda como "cosa" se manifest tambin en los primeros aos de convertibilidad en los razonamientos de muchos analistas de la oposicin que no formularon las ms elementales preguntas sobre el significado del "logro". La aceptacin acrtica se justificaba, por cierto, en quienes pensaban desde el mundo de los negocios y de la obtencin ganancias privadas. El control del valor de la moneda fue exaltado como un xito por el neoliberalismo y considerado el comienzo de la insercin en el Primer Mundo. La gobernabilidad de la economa, incluso segn una parte de la oposicin, era un logro permanente que no se deba confundir en las confrontaciones electorales. Las consecuencias de la convertibilidad se presentaron aos ms tarde, cuando se hizo notoria su fragilidad y su carcter de mecanismo coyuntural. Como sostiene Rubn Lo Vuolo: "La autoridad pblica que va perdiendo su moneda no gobierna, sino que se vuelve un mero administrador que usa su fuerza legal para garantizar la gobernabilidad que exige el poder econmico para expandirse. La ciudadana que debe cancelar sus crditos y deudas recprocos en una sociedad que no tiene moneda soberana, queda sometida al arbitrio de los poderes econmicos[footnoteRef:25]. [25: Rubn Lo Vuolo, Alternativas. La economa como cuestin social, Buenos Aires, Altamira, 2000, p. 88.]

La convertibilidad hizo desaparecer el motivo ms frecuente de discusiones entre las entidades empresarias y los gobiernos. Que el tema no se hallaba definitivamente cerrado, se hizo notorio cuando comenzaron las objeciones de los sectores que se consideraban negativamente afectados, pero el esquema era a tal punto una pieza clave del "modelo" que las demandas de modificaciones se hacan mucho ms complicadas y los reclamos sectoriales aparecan como inconsistentes. En ese sentido, la idea que prim fue que alterar la paridad cambiara anclada en el uno a uno implicaba el abandono del "modelo" y se deba proponer un proyecto alternativo; cundi as la opinin de la inviabilidad de cualquier reclamo parcial. Esto sucedi a tal extremo que la tabla cambiara subsisti hasta despus del fin del decenio analizado y se mantuvo con mnimos retoques hasta el derrumbe del gobierno sucesor al de Menem.El endeudamiento pblico, externo e interno, fue una condicin fundamental para el funcionamiento del Plan de Convertibilidad. Aqu nos interesa destacar aquellos aspectos directamente vinculados con el debilitamiento del Estado y la consolidacin, con el incremento de la deuda, de un nuevo mapa de las relaciones de poder. El crecimiento de la deuda externa contribuy a licuar an ms la capacidad del Estado para tomar decisiones distintas a las impuestas por los poderosos actores que operaban sobre la realidad nacional. La relacin entre las polticas de endeudamiento externo y la prdida de autonoma de las decisiones de los Estados nacionales es un tpico que ocupa numerosas pginas en los estudios del mundo de nuestros das. Lo mismo ocurre con las previsibles crisis o colapsos derivados de esas situaciones de creciente dependencia de los capitales financieros, cuya volatilidad no es un accidente sino un rasgo de su naturaleza. De all que variables tales como el desconocimiento la ignorancia del tema de los movimientos de capitales y de sus consecuencias no pueden ser consideradas como relevantes para explicar las supuestas faltas de previsiones a la hora de reflexionar sobre un final lgica y empricamente anunciado desde mucho antes de que suceda.La vinculacin entre las capacidades estatales y las deudas externas fue sintetizada por Guillermo de la Deheza: "Los Estados con deudas muy elevadas tienen, adems, hipotecada una de sus funciones econmicas esenciales: la de hacer frente a los ciclos econmicos aumentando el gasto pblico en fases de recesin, para evitarla o reducirla, y gastando menos o recaudando ms en pocas de expansin, para evitar que el crecimiento sea excesivo y que su tasa supere la del crecimiento potencial generando inflacin y prdida de competitividad"[footnoteRef:26]. El citado autor seala, tambin, que los servicios de las crecientes deudas pblicas obligan a destinar en intereses sumas cada vez mayores que se han independizado de las necesidades de los ciclos econmicos internos. [26: Guillermo de la Deheza, Comprender la globalizacin, Madrid, Alianza. 2000. p. 116.]

La extranjerizacin del poder econmicoA comienzos de la dcada del 90 la deuda externa argentina ascenda a alrededor de 62.200 millones de dlares. Luego del intento de disminuir esos montos privatizando empresas estatales y mediante la renegociacin del Plan Brady, en 1993, el endeudamiento subi a 72.200 millones de la moneda norteamericana (53.600 pblica y 18.600 privada). Al finalizar la dcada de Menem, la deuda de carcter pblico alcanzaba los 110.000 millones de dlares y la privada a 60.000 millones de dicha moneda. Estas estimaciones no incluan el endeudamiento externo contrado por las provincias y, por otra parte, sobreestimaban el endeudamiento del sector privado que, en algunos casos, eran autoprstamos.Mediante el incremento de la deuda externa el gobierno de Menem consigui buena parte de las divisas necesarias para mantener el Plan de Convertibilidad y asegurar la estabilidad del valor del signo monetario dentro de la igualdad peso-dlar. Los beneficios en dlares de los actores socioeconmicos predominantes se vieron preservados por ese flujo de moneda extranjera que el gobierno consegua ofreciendo mayores tasas de inters que las otorgadas por otros pases financieramente ms confiables. La disponibilidad de moneda extranjera era un requisito para el giro de ganancias y dividendos de las empresas transnacionales que operaban en el pas. En la medida que los intereses de la deuda externa absorban proporciones crecientes del presupuesto nacional y conducan al dficit de las finanzas pblicas, el gobierno se encontr frente a la necesidad de realizar frecuentes "ajustes" que provocaban ms deterioro de las capacidades polticas y burocrticas de los aparatos estatales. La desconfianza en el mantenimiento de un sistema bimonetaro basado en la permanente bsqueda de prstamos internacionales o nacionales, predispuso a muchas empresas a invertir, o depositar fondos, en el exterior. Se cerraba as un crculo, que no era un fenmeno nuevo en el "caso argentino", que suscitaba dismiles reflexiones: las sumas del dinero de propiedad argentina radicadas en el exterior eran equivalentes al total de la deuda externa del pas. La llamada "fuga de capitales" que se registr a lo largo de todo el decenio de Menem puede considerarse como un indicador de la desconfianza existente en empresarios o ahorristas respecto a la poltica econmica vigente.Junto con el incremento de la deuda externa, el gobierno se subordin ms a los dictados del Fondo Monetario Internacional y de otros organismos de supervisin, crdito y financiamiento, cediendo an ms potestades estatales frente a las imposiciones de esos poderes. Esa dimensin de la extranjerizacin de la economa y de las decisiones pblicas fue, en no pocas oportunidades, presentada por las altas autoridades nacionales como un signo de las relaciones de reconocimiento y de la confianza ganada por el pas ante los centros del capitalismo globalizado. En realidad, se trataba de la aceptacin del poder de los Estados Unidos, que intervena en el tema de la deuda por la va del EM.I. Para el Fondo, el saneamiento de las economas de los pases endeudados externamente se ligaba con la propuesta de privatizar las empresas pblicas y ajustar los presupuestos estatales[footnoteRef:27]. [27: Resulta interesante citar la crtica de Joseph E. Stglitz a las privatizaciones auspiciadas por los organismos financieros internacionales:"El nfasis en la privatizacin durante la pasada dcada tiene menos que ver con la preocupacin por la falta de competencia que con la preocupacin por los incentivos constituidos por las ganancias. En cierto sentido era natural que el Consenso de Washington se centrara ms en la privatizacin que en la competencia. No slo eran ineficientes las empresas estatales; sus prdidas contribuan adems al dficit del presupuesto del gobierno, reforzando la inestabilidad macroeconmica (...). Las grandes rentas creadas por la privatizacin animaran a los empresarios a asegurarse el control de las firmas priva tizadas ms que a invertir en la creacin de empresas propias. Privatizar un monopolio puede crear un poderoso entramado de intereses que obstaculiza la posibilidad de regulacin o competencia en el futuro". Joseph Stglitz: "Ms instrumentos y metas ms amplias para ej desarrollo. Hacia el Consenso de post-Washington", en Desarrollo Econmico, N" 151, Buenos Aires, 1998, pp. 708-10.]

La historia contempornea muestra que las actividades empresarias desarrolladas por los Estados, surgen, en general, de la necesidad de asegurar la realizacin de servicios o producciones estimados estratgicos para preservar las condiciones de reproduccin de la economa nacional o para fortalecer la unidad territorial y cultural. Los criterios de productividad econmica o de costos comparados internacionales no fueron tenidos en cuenta por los pases que crearon empresas pblicas o nacionalizaron algunas que, en su origen, eran de propiedad privada. Las luchas ideolgicas y de intereses se manifiestan, usualmente, en la gestacin y desarrollo de esos entes pblicos. No es menos cierto que abundan ejemplos mundiales de empresas estatales que nunca cumplieron tales funciones o fueron establecidas para favorecer intereses privados, pero eso no desvirta la tendencia general.El gobierno menemista, al transnacionalizar la propiedad o la concesin temporaria de las empresas estatales incorpor a la estructura econmica y al sistema de decisiones polticas a nuevos actores socioeconmicos cuyo poder resultaba ms que proporcional a la magnitud de los patrimonios que manejaban y a la posicin estratgica de las actividades que controlaban. Adems, estos nuevos actores eran, en algunos casos, filiales de empresas estatales de pases desarrollados y eso acrecentaba su capacidad de negociacin con los dbiles aparatos estatales argentinos. Los actores transnacionales privados gozaban del aval de sus gobiernos y de sus embajadas interesados en respaldar a sus empresas. La accin internacional de lobby no fue algo nuevo en el pas, pero su incremento fue notable en la dcada.Es importante tener presente que el proceso de privatizaciones se inici en el contexto de los fracasos de los intentos de estabilizacin macroeconmica de los ministros Roig, Rapanelli y Gonzlez. Las debilitadas autoridades nacionales aceleraron las licitaciones y adjudicaciones para hacer frente a la crisis y para lograr confianza en el mundo de los negocios. La asimetra ante los actores transnacionales fue tal que la situacin de subordinacin fue confesada por un prominente miembro del Poder Ejecutivo menemista. El ministro de Obras y Servicios Pblicos, Roberto Dromi, reconoci ante una comisin bicameral que para vender Aerolneas Argentinas, empresa endeudada en el exterior, debi negociar los waivers[footnoteRef:28] con un comit de acreedores ponindose "de rodillas [puesto que] a nosotros nos monitorean todo"[footnoteRef:29]. [28: Waivers: perdn, vista gorda, sistema por el cual se olvidan algunos detalles en los visados, por ejemplo, para los permisos de residencia de los extranjeros (Nota de Andrs Angel Mengascini Alumno de la ctedra en 2008)] [29: Al respecto, vanse Mabel Thwaites Rey, Alas rotas. La poltica de privatizacin y quiebra de Aerolneas Argentinas, Buenos Aires, Temas, 2001, pp. 143-148, y diario Pgina/12, 4 de septiembre de 1990.]

Las denuncias de corrupcin y los mecanismos oscuros de intercambios empleados para obtener ventajas o, simplemente, acelerar trmites, no eran procedimientos desconocidos, y las tramas de complicidades entre altos funcionarios polticos y empresarios que mercantilizaban contactos e informaciones nada tuvieron de nuevo. Pero desde el punto de vista sociolgico, lo interesante de destacar es la seleccin negativa derivada de la existencia de prcticas de corrupcin que dan mayores posibilidades de xito a quienes se adaptaban mejor, o ms rpidamente, a esos procedimientos ilegales[footnoteRef:30]. As, buena parte de las licitaciones de empresas estatales dejaron fuera de juego a eventuales competidores menos propensos a actuar al margen de las leyes. Es difcil ponderar la influencia de la corrupcin en la conformacin de los nuevos actores socioeconmicos predominantes, pero sera ingenuo pensar las dinmicas "cleptocrticas[footnoteRef:31]" de los funcionarios corruptos sin la contrapartida de los empresarios beneficiados con los favores oficiales[footnoteRef:32]. Empleando la conceptualizacin de Max Weber, se puede afirmar que los mecanismos que viciaron los procesos de privatizaciones premiaron las conductas propias de los "capitalistas aventureros" y no estimularon la participacin de los "empresarios modernos"[footnoteRef:33]. [30: Vannuci caracteriza la corrupcin: una accin "que puede ser vistacomo un xito de las estrategias de cooperacin y de coordinacin entre grupos restringidos de agentes pblicos y actores privados y al mismo tiempo como un efecto del fracaso de las estrategias cooperativas que, en el nivel social, prevn el respeto a las leyes y a la fe en la imparcialidad de los procedimientos de las decisiones pblicas". Ms especficamente acerca del efecto de la corrupcin sobre el comportamiento empresario, el citado autor sostiene que dicha prctica perjudica la eficiencia productiva en virtud de que los premios y beneficios se aseguran por la va de la connivencia con la autoridad estatal. Alberto Vannucci, "Scambio oculto" en Il Progetto, Roma, marzo-abril, 1993, p. 37.] [31: De cleptmano. (Nota de Andrs Angel Mengascini Alumno de la ctedra en 2008)] [32: Sobre las privatizaciones del primer ao del menemismo, Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, El ciclo de la ilusin y el desencanto, Buenos Aires, Ariel, p. 447, destacan que algunas de ellas "fueron concluidas contra reloj, en medio de urgencias fiscales maysculas y en un contexto de inestabilidad y desconfianza. En estas condiciones, el gobierno pudo concretar su afn privatizador, pero otorgando a cambio inusuales ventajas, muchas veces excesivamente generosas, a las empresas concesionarias". Sobre las "desprolijidades, seal Jorge Schvarzer que las irregularidades abundaron en los mecanismos de adjudicacin de las empresas: "La presencia de un nmero muy reducido de candidatos en cada caso facilit, sin duda, las negociaciones de trastienda (...). En casi todos los casos, adems, trata ti vas posteriores a la apertura de los sobres de cada licitacin modificaron normas previas; es decir que, pese de su forma abierta, los procesos de licitacin tendieron a asimilarse, en su forma general, a un sistema de contratacin por acuerdo directo entre partes". Jorge Schvarzer, Implantacin de un modelo. La experiencia argentina 1975-2000, Buenos Aires, AZ Editora, 1998. p. 158. ] [33: M Max Weber, op. cit., p. 1062.]

La combinacin entre corrupcin y neoliberalismo es un fenmeno estudiado en distintos pases que conocieron procesos de privatizaciones. Tal como sostiene Klaus von Beyme: "La oleada de desregulaciones es una puerta de entrada a la corrupcin. La eleccin de los mayores bocados en la desestatalizacin invita a prcticas corruptas"[footnoteRef:34]. La corrupcin en la adjudicacin de las ventas o de las concesiones crea, adems, lazos entre los aparatos estatales y los actores empresarios ms propensos a la bsqueda de prebendas y eso convierte en totalmente vulnerables a los eventuales controles y seguimiento a cargo de entes reguladores per-meados por intereses particulares. As, la corrupcin fue otro factor que durante la dcada del 90 convergi en el deterioro de las capacidades del Estado. [34: Klaus von Beyme, La clase poltica en el Estado de los partidos, Madrid, Alianza, 1995, p. 97.]

El proceso de transnacionalizacin y la consolidacin de la presencia en el pas de nuevos actores socioeconmicos se articul contradictoriamente con los intereses de los grupos econmicos de capital nacional. En las privatizaciones de las empresas pblicas ms importantes se registr la participacin de grupos nacionales en condicin de socios minoritarios. En trminos generales, puede afirmarse que con las privatizaciones los grupos econmicos perdieron el pingue negocio de la provisin de bienes y servicios a las empresas estatales. La concesin o adquisicin de bienes o servicios pblicos dio lugar a situaciones de competencia que dividieron a dichos grupos y, en algunos casos, desembocaron en denuncias y escndalos que revelaron manejos espurios y complicidades con las autoridades nacionales, provinciales o municipales. En tanto disponan de menos recursos financieros que los inversores transnacionales, los grupos locales emplearon como compensacin los mayores contactos e influencias que haban acumulado desde hada muchos aos.Si bien el poder econmico de los grupos nacionales, estimado en sentido relativo, disminuy en comparacin con el de los nuevos actores extranjeros, la visualizacin de sus riquezas y patrimonios aument ante la visin de la sociedad en la medida que con la difusin de la ideologa neoliberal, la demostracin pblica de las fortunas pas a ser un indicador de xito. Por otra parte, los intercambiables managers del capital transnacional circulaban por su escala argentina y no se convertan en personajes permanentes de la escena local, a diferencia de lo que ocurri con los grandes empresarios vernculos. Los mencionados factores contribuyeron, sin duda, a que en la opinin pblica se les continuara acordando a los grupos nacionales una influencia poltica y un poder que, en los hechos, haba menguado frente al avance transnacional. En fin, el traspaso del poder econmico a los actores transnacionales qued, en cierta forma, amortiguado en su visibilidad social por el origen europeo de una proporcin mayoritaria de esas inversiones ante una expandida sensibilidad ms propensa a identificar de modo negativo al capital norteamericano y no as al espaol o italiano. En esos desenvolvimientos contradictorios, los intereses extranjeros ganaron importancia poltica y econmica a la vez que los grupos econmicos nacionales perdan peso en ambas esferas de la prctica social.Sobre las ventas de sus participaciones iniciales en las privatizaciones que realizaron al cabo de un cierto tiempo los grupos econmicos nacionales, Eduardo Basualdo destac que: "teniendo en cuenta que los compradores son, en general, grandes firmas internacionales prestadoras de servicios especficos, su referencia para definir la adquisicin es la rentabilidad del mismo a nivel mundial, comparacin en la que el mercado argentino resulta ser uno de los ms rentables del mundo"[footnoteRef:35]. Con respecto a los conflictos de intereses en torno a la convertibilidad entre los grupos econmicos nacionales y los actores transnacionales, Basualdo seal que: "a medida que avanza el proceso de transferencia de empresas, a los compradores les interesa mantener la tasa de cambio para conservar el valor en dlares de sus crecientes activos fsicos, mientras que a los vendedores les conviene una eventual modificacin de las mismas para acrecentar el valor en pesos de sus activos lquidos dolarizados"[footnoteRef:36]. [35: Eduardo Basualdo, Concentracin y centralizacin del capital en la Argentina de la dcada del noventa, Buenos Aires, UNQUI-Flacso-Idep, 2000, p. 32. ] [36: Ibidem, p. 35.]

La transferencia de antiguas y nuevas empresas privadas de capital nacional a firmas transnacionales fue otro aspecto del proceso de cambio de la composicin de los actores socioeconmicos predominantes. Esas ventas revelaron la falta de capacidad de algunos grandes empresarios y de los grupos econmicos para hacer frente a los desafos de la apertura que haban pedido los discursos corporativos. El cambio de titularidad de las empresas fue seguido con inters por la prensa especializada, pero careci de mayores ecos en los debates polticos. Una buena sntesis de lo sucedido la propuso la Revista Negocios diciendo que no slo el gobierno haba fomentado la transnacionalizacin del poder econmico sino que, adems, la oposicin se adapt a los cambios y disput los apoyos de los nuevos actores extranjeros: "a partir de 1991, el mapa empresario local cambi dramticamente y en los ltimos cuatro aos se vendieron empresas por un valor superior a los 25 mil millones de dlares, mientras que las inversiones extranjeras alcanzan los 12 mil millones de dlares anuales. Desde entonces, hubo empresas y holdings enteros que desaparecieron, como consecuencia de no adaptarse a la apertura de la economa; aparecieron nuevas compaas fundadas por magnates internacionales del mundo de las finanzas que decidieron poner fichas en el pas; compaas extranjeras y fondos de inversin se quedaron con empresas familiares de antigua tradicin y firmas multinacionales, que haban dejado sus licencias en manos de empresarios locales (cuando huyeron del pas a causa de la hiperinflacin y de la inestabilidad poltica), volvieron a tomar las riendas de sus negocios en la Argentina. Grupos como Massuh, Bridas y Aluar, que hasta hace apenas una dcada se contaban entre los ms poderosos se vieron reducidos a su mnima expresin, mientras que grandes empresas nacionales como A.S.T.RA., Bagley y Terrabusi quedaban en manos extranjeras. Poco despus, la italiana Fiat le quitaba su licencia al Grupo Macri y Renault enterraba para siempre el nombre Ciadea y retomaba la conduccin de sus intereses en la Argentina y el Mercosur. Antes, las privatizaciones, si bien fortalecieron la posicin de los pocos grupos econmicos locales que lograron participar en ellas dieron origen a empresas lderes en facturacin con un alto grado de componente accionario internacional como Telecom, Telefnica e Y.P.F. entre otras. A ese nuevo poder se sumaron players como Citicorp Holdings, el Exxel Group de Juan Navarro y hasta el mismsimo George Soros con I R.S.A. y Gresud. Esto determin el nacimiento de un establishment an ms poderoso, al punto que los polticos de la Alianza UCR-Frepaso intentan reunirse con l, y no con los grupos tradicionales, de cara a las elecciones de 1999"[footnoteRef:37]. [37: Revista Negocios, Buenos Aires, mayo 1998, p. 46.]

Las empresas transnacionales ganaron poder en el sistema econmico en actividades muy distintas y sus intereses no necesariamente eran coincidentes; los objetivos y las ganancias las ponan en competencia, y aun manteniendo acciones coordinadas, no se supriman los conflictos de intereses. La denominacin de nuevo establishment resulta excesiva si por tal se entiende la formacin de un grupo homogneo y con proyectos compartidos, capaz de dotar de una direccin coherente y sostenida en el tiempo a la economa y a la sociedad. Sin duda, todas las inversiones transnacionales coincidan en dos cuestiones fundamentales: 1) el mantenimiento del Plan de Convertibilidad que les aseguraba sus elevados niveles de ganancias en dlares, y 2) el respeto a la continuidad jurdica para preservar las condiciones, algunas de ellas de cuestionable legalidad, favorables para las empresas extranjeras[footnoteRef:38]. [38: Tal como sostienen Bernardo KosacofF y Fernando Porta en Las empresas transnacionales en el desempeo industrial argentino. Ms all de la sustitucin de importaciones, Buenos Aires, Cepal, 2000, pp. 256-57: "En relacin con el marco regulatorio del capital extranjero, a diferencia del fuerte carcter restrictivo que caracteriz al tratamiento legal hacia el capital extranjero durante la sustitucin de importaciones, en la actualidad la legislacin tiende hacia una filosofa de liberalizacin e incentivo para la radicacin del inversor extranjero. La legislacin vigente en materia de inversiones extranjeras es la ley 21.382 (de 1976, con su texto ordenado en 1980) con las modificaciones introducidas por la ley 23.697 (de emergencia econmica de 1989) y el decreto reglamentario 1.225/89. La Ley de Inversiones Extranjeras (21.382) supuso una liberalizacin sustancial en torno a la incorporacin de I.D.E. as como en lo relativo a las actividades de las E.T. en el pas. La eliminacin de todo tipo de prohibicin en cuanto a sectores de destino, la igualdad de derechos y obligaciones respecto a los inversores nacionales y la supresin de todo tratamiento diferencial (acceso al crdito interno, recurrencia a regmenes de promocin, etc.), la posibilidad de invertir en bienes de capital usados y de capitalizar bienes inmateriales, la libre remisin de utilidades y de repatriar capitales, la consideracin como relaciones entre "entes independientes" de aquellas que se establecen entre las casas matrices y sus subsidiarias locales son, entre otros los rasgos ms destacados de esta legislacin que modifica totalmente la filosofa regulatoria y restrictiva predominante en los regmenes legales anteriores.]

Sobre las caractersticas e importancia de las inversiones extranjeras en el perodo, Daniel Chudnovsky y Andrs Lpez sealan que "en toda la dcada del 80 la Argentina recibi 5.859 millones de dlares en concepto de inversin extranjera directa -2/3 partes de los cuales correspondieron a reinversin de utilidades-, entre 1990 y 1999 las inversiones extranjeras directas alcanzaron una cifra once veces mayor (67.624 millones de dlares) ambos datos en valores corrientes". Y en cuanto a la distribucin por procedencia nacional, de acuerdo a los citados autores: "En el perodo 1992-1998 se destacan, como origen de las inversiones extranjeras directas arribadas a la Argentina, los casos de los EE.UU. (33% del total ingresado) -este pas ya vena siendo el principal inversor en la Argentina desde varias dcadas-, seguido de Espaa (11,6%), Francia (9,1%) y Chile, con el 8,7%. El continente europeo en su conjunto particip con el 41,5% de las inversiones extranjeras directas entre dichos aos, destacndose los casos de los Pases Bajos (6,2%) e Italia (5,4%) "[footnoteRef:39]. En fin, "el sector financiero sufri un doble proceso de concentracin y extranjerizacin: las entidades financieras pasaron de 213 en 1991 a 119 en 1999. El capital extranjero, que en 1991 manejaba el 17% de los depsitos del sistema pas en 1999 a captar el 45%; en materia de activos el crecimiento fue del 14% de 1991 al 51% en 1999; y en cuanto a los prstamos, las carteras de los bancos extranjeros que otorgaban en 1991 el 12% pasaron en 1999 al 46%. Al finalizar el perodo al que nos referimos existan slo dos grandes bancos estatales y un banco privado local de importancia"[footnoteRef:40]. [39: Daniel Chudnovsky y Andrs Lpez, La transnalizacin de la economa argentina, Buenos Aires, EUDEBA-Cenit, 2001, p. 49.] [40: Ricardo Aronskind, Ms cerca o ms lejos del desarrollo? Transformaciones econmicas en los 90, Buenos Aires, Libros del Rojas - UBA. 2001, p. 88]

Cuadro 5

Origen de las primeras 200 empresas industriales de la Argentina(montos en millones de dlares)

Sector19941998

Cantidad de empresasVentasCantidad de empresasVentas

Nacionales13165,5 %25.31856,6 %6934,5 %17.82130.3 %

Extranjeras6934,5 %19.43343,4 %13165,5 %41.02169,7 %

U. Europea2512,5 %6.48614,5 %4924,5 %16.69928,4 %

Otros Europa63,0 %2.1324,8 %94,5 %3.1695,3 %

Nafta3115,5 %10.21222,8 %5829,0 %18.76331,9 %

Otros73,5 %6031,3 %157,5 %2.3904,1%

Total200100 %44.751100 %200100 %58.842100 %

Fuente: CEP, sobre la base de la revista Mercado[footnoteRef:41]. [41: Alieto Aldo Guadagni, Contradicdones de la modernizacin, Buenos Aires. Ediciones del CEB, 2000, p. 112]

El cuadro 5 muestra la transnacionalizacin registrada en la cspide de las empresas industriales y el desplazamiento de los predominios entre empresas extranjeras y nacionales en el perodo 1994-98.

El "modelo" y las corporaciones rurales tradicionalesEn la representacin corporativa del sector agrario, la Sociedad Rural Argentina y Confederaciones Rurales Argentinas expresaron sus posiciones respecto a la poltica del perodo reproduciendo las mismas diferencias e improntas caractersticas de otras pocas. En trminos generales, ambas entidades tuvieron actitudes ambiguas: adhirieron a las justificaciones del proyecto neoliberal y, simultneamente, criticaron efectos de su aplicacin, que, de hecho, cuestionaban su vigencia y conveniencia. Los planteos ms combativos de C.R.A. contrastaron con las actitudes menos frontales de la S.R.A Sobre las diferencias en los estilos de accin, resulta interesante la explicacin de la S.RA.: "nuestra Sociedad Rural Argentina y Confederaciones Rurales difieren ms por sus actitudes y mtodos para la defensa del sector, que por supuestas diferencias ideolgicas. La S.R.A., reflexiva, tcnica, negociadora, privilegiando siempre la propuesta sobre la protesta. C.R.A. en una actitud ms contestataria, condicionada quiz por un sistema interno de decisiones que coloca a sus dirigentes muchas veces ante la necesidad de actuar para poder canalizar el descontento de sus bases"[footnoteRef:42]. [42: La dirigencia agropecuaria", editorial de la revista Anales de la S.R.A., febrero 1999, pp. 6-7.]

La poltica del gobierno menemista afect de manera desigual a los distintos tipos de empresarios rurales en funcin de los recursos que disponan para responder a los cambios registrados, y al marco general compartido se sumaron las heterogneas condiciones sectoriales y las opciones adoptadas ante las modificaciones coyunturales. Las entidades de representacin de intereses agrarios expresaron, en el primer subperodo de la presidencia de Menem, sus coincidencias ideolgicas con los proyectos anunciados y objetaron las polticas ante la situacin de crisis. Luego, a partir de la designacin de Cavallo, la S.RA. consider que se encarrilaban con ms firmeza las orientaciones gubernamentales y se autoadjudic la tarea de vigilar el cumplimiento de los compromisos asumidos por las autoridades. Segn la conduccin econmica del gobierno, la estabilidad monetaria dara mejor acceso al agro a los crditos, y la apertura de la economa le abaratara los insumes tecnolgicos importados para modernizar la produccin. La disminucin de los precios de los fertilizantes y agroqumicos importados estimulara su utilizacin y, en consecuencia, los rendimientos de las explotaciones y los saldos exportables. En igual sentido operara la supresin de las retenciones a las exportaciones.La aplicacin del Plan de Convertibilidad implic clausurar las discusiones sobre los niveles de cotizacin de las divisas y en tanto el mercado mundial se transformaba en el asignador de precios y determinaba los ingresos de los productores, la clsica protesta mi alista perda sentido; sin embargo, el rgimen de cambio fijo abri nuevos conflictos. La experiencia neoliberal puso en el centro cuestiones menos consideradas hasta entonces: en los mercados mundiales no se encontraban simplemente la oferta y la demanda, y los Estados de los pases centrales intervenan sobre ellos de mltiples maneras. Era notorio que el Estado argentino careca de los medios para proteger los intereses agrarios locales frente a esa falta de "juego limpio". Por otra parte, la convertibilidad uno a uno distaba de ser equitativa para los exportadores de commodities en la medida en que la inflacin, baja pero no menos real, de los precios internos de los servicios y de los bienes no transables reduca el poder adquisitivo local de las divisas. A esto se agregaba el hecho de que el dlar haba sido "anclado" en una cotizacin que, segn sostenan las entidades rurales, no era favorable para el sector. Esta objecin fue expuesta al comienzo del Plan de Convertibilidad por el presidente de la S.R.A., Eduardo de Zavala, en el acto inaugural de la feria anual de 1991:

"...no puede ocultarse a nadie que las circunstancias en que debi instaurarse la convertibilidad, nos han llevado a un esquema de precios relativos desfavorables para los sectores exportadores y para el agro en particular. Comprendemos la dificultad de su correccin por va cambiara, toda vez que tenemos conciencia que ello es imposible dentro del camino elegido. Pero ese tema debe ser tenido muy presente al definir las polticas que afectan al sector"[footnoteRef:43]. [43: Memoria de la Sociedad Rural Argentina, Perodo 1990-1991. p. 236.]

En el balance del ao siguiente, Eduardo de Zavala repiti las mismas objeciones y describi la situacin compleja y plena de dificultades que enfrentaba el sector agropecuario:

"Bajo los lineamientos del actual programa econmico, diversos factores se han conjugado para determinar un fuerte desequilibrio de precios relativos, perjudicando particularmente a los bienes transables que estn expuestos a la competencia externa. En el sector agropecuario se percibe claramente este desequilibrio, especial en aquellas actividades cuyo destino principal son los mercados externos (...). La ardua realidad de todos los das muestra un cuadro sumamente duro, en el que muchos productores no encuentran los medios para nivelar sus cuentas, ni para tecnificarse, ni para realizar las inversiones necesarias que aseguren su futuro (...). Los precios que reciben nuestros productores no resultan de costos reales o de la eficiencia productiva de la competencia. Los fijan los caprichos de las tesoreras de los pases desarrollados y sus guerras comerciales. Frente a ese contexto negativo de precios en esta etapa de cambio estructural, define tambin un cuadro donde los in-sumos se ven afectados por las distorsiones que an subsisten en la economa interna: altas tasas de inters, el costo laboral, el elevado peso de los servicios, lo limitado de la competencia externa especialmente en el interior del pas, la falta de infraestructura de transportes, los costosos mecanismos y elevados mrgenes de la comercializacin y la proteccin sobre algunos bienes necesarios para la produccin"[footnoteRef:44]. [44: Memoria de la Sociedad Rural Argentina, Perodo 1991-1992, pp]

En los aos del "modelo", la produccin de granos conoci un notable crecimiento y ese aumento llev al gobierno a argumentar que tambin mejoraban los ingresos de los empresarios. El clculo de las entidades corporativas era diferente: se incrementaban los volmenes cosechados y los rendimientos por hectrea, pero disminua la rentabilidad por unidad producida. Desde esa dispar ptica, las tensiones se profundizaron con las iniciativas oficiales que apuntaban a recaudar ms impuestos para satisfacer las necesidades presupuestarias para atender las funciones estatales y, obviamente, las obligaciones del endeudamiento externo. En esa situacin fueron desenvolvindose y tomando paulatinamente ms difusin pblica las ideas empresarias que pedan la reduccin del "gasto poltico".Las consecuencias del traspaso de las empresas y bienes pblicos al control privado fueron otra fuente de protestas rurales, pues si durante muchos aos las entidades del sector haban criticado los dficit econmicos de las empresas estatales prestadores de servicios, en la nueva realidad se encontraron ante propietarios y/o concesionarios cuyos precios y tarifas se incrementaban provocando la baja de las ganancias agrarias. En fin, la cada de los precios internacionales de los productos exportados agudizaron las quejas ante las polticas del gobierno, que, en sentido estricto, en poco o nada poda intervenir al respecto. Los desacuerdos con las polticas oficiales alcanzaron un grado tal que en la tradicional inauguracin de la muestra de 1994, Menem comenz su discurso refirindose a su presencia en el evento: "se especul si era conveniente o no era conveniente, si poda pasar tal o cual cosa, pero hoy, ms all de los comentarios y las especulaciones, aviesas algunas, ac est el presidente de la Nacin"[footnoteRef:45]; sin duda, sobrevolaba el fantasma de la rechifla recibida por Alfonsn en 1988. Las tentones rurales frente a las polticas econmicas disminuyeron en 1995 a raz del alza de los precios internacionales de los productos agroexportables, y los movimientos del mercado mundial mejoraron la situacin del sector justamente en el ao en que bajo el impacto del efecto "tequila" se registraba una cada del 2,8% del P.B.I. argentino. La pendiente ascendente de los precios de las exportaciones se mantuvo hasta 19% y luego, aun en declinacin, los valores se situaron en niveles estimados retributivos hasta 1997. [45: Memoria de la Sociedad Rural Argentina, Periodo 1993-1994, p. 185.]

En 1996, las ambivalencias frente al "modelo" se dejaron de lado ante la sustitucin de Cavallo por Roque Fernndez, ocasin para la dirigencia rural de resumir nuevamente sus puntos de vista favorables a la continuidad de las orientaciones vigentes, sin dejar de recordar sus objeciones. Pero en 1998 y 1999, los precios internacionales de los commodities agropecuarios descendieron en picada y se crisparon an ms las crticas al gobierno. El reclamo agrario pidi compensar el retroceso de precios y de ganancias mediante la reduccin de impuestos internos (nacionales, provinciales y municipales) e insisti con el tema de la disminucin de los presupuestos pblicos. En las declaraciones corporativas subi la frecuencia de las menciones al "gasto de la poltica", al "clientelismo de los partidos" y al "excesivo fiscalismo que ahogaba la economa privada". Desde esa ptica, las alternativas oficiales (nacional o provinciales) de contraer nuevos prstamos en fuentes locales fueron vistas por los dirigentes rurales como un factor de encarecimiento de las tasas de inters, lo cual perjudicaba a sus ya muy endeudados asociados.Las entidades ruralistas no dejaron de referirse a las situaciones desiguales para los empresarios del sector abiertas con la implementacin del proyecto neoliberal. As, en julio de 1997, un singular observador participante, Manuel Cabanellas, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas, esboz las modificaciones registradas en la estructura productiva rural en un artculo preparado para el diario La Nacin. Al respecto, traz un cuadro cuyos alcances superaban lo descriptivo:"Analizando el panorama del sector agropecuario, encontramos situaciones que demuestran comportamientos disimiles -favorables o desfavorables- relacionados, en gran medida, con el acompaamiento de las variables productivas al modelo econmico vigente. As ubicamos a una importante fraccin del sector, entre los que se destacan la mayora de las alternativas agrcolas, la actividad lctea en general y algunas producciones regionales, que estn compitiendo con resultado positivo y que han aplicado tecnologa de ltima generacin, sobre todo en aquellas explotaciones que tienen escala productiva. Despus existe otro grupo de explotaciones rurales cuyo panorama es ms negativo y su futuro incierto. En esta clasificacin debemos ubicar a la ganadera de cra que, con escasa o nula rentabilidad, est imposibilitada de acceder -en muchos casos- a nuevas tecnologas, aun a las de ms bajo costo"[footnoteRef:46]. [46: Archivo institucional de Confederaciones Rurales Argentinas, 22/7/1997]

El citado texto continuaba con una serie de referencias a la actividad ganadera de cra y a las producciones regionales menos favorecidas por los lineamientos econmicos oficiales y propona soluciones basadas en la adopcin de polticas activas por parte del Estado. Las preocupaciones expresadas por C.R.A. mostraban su voluntad de representar a los sectores del empresariado rural ms perjudicados, si bien en su seno contaba, tambin, con productores de la fraccin favorecida.El acceso al crdito en condiciones desiguales diferenci a los empresarios rurales y suscit protestas de los menos favorecidos contra el sistema financiero privado e, indirectamente, contra el gobierno. Los datos aportados por el presidente de CRA, en octubre de 1996, para una publicacin especializada en temas agropecuarios, ilustraban esa situacin: el endeudamiento del sector primario haba aumentado entre 1991 y 1995 en un 458% en la produccin ovina y en 190% en las explotaciones agrcolas ganaderas. La distribucin del total de las deudas entre la banca privada y la pblica era, respectivamente, del 36% y del 64%. La situacin ms crtica era la de los productores endeudados con la banca privada y sin posibilidad de financiamiento a tasas acordes con sus niveles de rentabilidad. En opinin del presidente de CRA-, existan distintas posibilidades de acceso de los productores a las tecnologas ms modernas, mediante crditos ms convenientes segn su capacidad econmica: "en general, los productores grandes tratan de tomar lneas de crdito del exterior que les ofrecen los mismos vendedores de maquinarias, en tanto los productores chicos, que no siempre pueden acceder a esa franja, se deben resignar a tasas y plazos que de ninguna manera resultan compatibles con la actividad rural que desarrollan"[footnoteRef:47]. [47: Archivo institucional de Confederaciones Rurales Argentinas, 22/7/1997]

En el transcurso del decenio las nuevas inversiones, nacionales y extranjeras, aportaron sus modificaciones al mapa de los actores empresarios que operaban en el mbito rural. La prensa especializada sigui con atencin los cambios, y las opiniones se dividieron entre quienes vean alentadores signos de modernizacin y las de aquellos que se preocupaban ante probables desarrollos especulativos ajenos a la produccin: "hay grandes grupos econmicos (encabezados por Prez Companc) que han inyectado recursos en sus actividades agropecuarias. Buena parte del dinero percibido por empresarios que han vendido sus empresas (como el grupo Terrabusi), fue a parar al campo. El caso de mayor impacto es el de Irsa (en la que participa el famoso financista George Soros), accionista de Cresud, una empresa que cotiza en bolsa y cuya actividad es especficamente la produccin rural. Cuenta con ms de 300.000 hectreas y acaba de adquirir la famosa estancia Venado Tuerto (Runciman). Benetton se compr las mejores estancias patagnicas y ya tiene el 15% del partido de Balcarse, hoy por hoy las mejores tierras de la pampa hmeda"[footnoteRef:48]. [48: Prensa Econmica, agosto 1995, p..184 y ss.]

Los procesos de transnacionalizacin del sector financiero repercutieron en las relaciones de los empresarios agrarios con el gobierno y se reflejaron en el rechazo de las corporaciones rurales a la posibilidad de privatizar el Banco de la Nacin Argentina, propuesta que en su momento apareci vinculada a los organismos internacionales de supervisin y seguimiento de las polticas oficiales. Esa iniciativa cont, seguramente, con el aval de los bancos nacionales y extranjeros que debieron avizorar atractivas ganancias. Las C.R.A se pronunciaron contra la privatizacin o transnacionalizacin del Banco de la Nacin Argentina, en un comunicado de prensa de fines de 1997:

".. .por sus caractersticas y distribucin geogrfica est presente en todo el pas, que es el mayor referente de la produccin agropecuaria y que resulta inviable hablar de su privatizacin, hasta tanto la banca privada est en condiciones y dispuesta a atender adecuadamente los requerimientos de ese sector productivo (...) el hecho de que capitales internacionales estn incursionando en el pas para incorporarse al aparato financiero, no quiere decir que el sistema bancario se haya reconvertido, ni haya dejado de generar una transferencia de recursos del sector productivo hacia otros sectores sin duda ineficientes de la economa"[footnoteRef:49]. [49: Comunicado de prensa: "Los productores defienden su banco", 13/11/1997, archivo de C.ILA. La frase citada perteneca a una opinin hecha pblica por el presidente de C.RA, Marcelo Muniagurria, de fecha 12 de octubre de 1997, sobre la eventual privatizacin del Banco de la Nacin Argentina, difundido con un epgrafe en clave sardnicogauchesca proveniente de una nota de humor de Carlos Basurto publicada en el diario La Nadan. El epgrafe deca: "Amalaya! Slo falta que priva ticen el boliche de ramos generales de don Cirilo, que tantas veces nos salv con su crdito!" As le respondi el veterano hombre de campo a su nieto -tambin paisano-cuando el muchacho le anunci: "Vio abuelo? Privatizaran el Banco Nacin!, Archivo de Confederaciones Rurales Argentin