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Lowith, Del Sentido de La Htoria, En El Hombre en El Centro de La Historia

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Capítulo del libro de K. Löwith

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  • DEL SENTIDO DE LA H ISTORIA

    1961

    La pregunta ilimitada por el sentido deia historia en general noes idntica a la pregunta limitada por el significado de determinadosacontecimientos. Ambas preguntas deben distinguirse, adems, de lainvestigacin que indaga en aquel acontecer que es sin la menor dudapor naturaleza, que acaece por s solo, sin intervencin de la voluntaddel hombre cuyo obrar provoca tambin el padecer la historia. Todoacontecer natural la historia de la tierra y del cosmos- no es hist-rico en el sentido humano. Ocurre ms alldel bien y del mal y ms acdel sentido y del sinsentido. Se puede preguntar por el sentido de lasrevoluciones histricas e interpretar su significado, pero no se puede pre-guntar por el sentido de las re-volutiones, entendidas de forma literal, esdecir, de las revoluciones regulares de los cuerpos celestes. El nacimientoy el ocaso del sol no se producen como el nacimiento y el ocaso de lascivilizaciones. De ah que padezcamos las catstrofes naturales de mane-ra distinta a las histricas, si bien la destruccin de una ciudad por cau-sa de un terremoto no es, de hecho, diferente de la destruccin tcnicaplanificada que provocan las bombas.

    ^ Hablar del-sentirio de la historia, sin embargo, no slo se refiere ala unidad y a la totalidad de aquello que con cierta ligereza llamamoshistoria universal donde pensamos nica y exclusivamente en nues-tro mundo humano e ignoramos todo el resto del mundo , sino queimplica tambin sentido con el significado de finalidad u objetivo. Noobstante, hablar de ausencia de sentido es tan ambiguo como hablar

  • El hombre en el centro de la historia

    de atesmo. Puede significar que la historia no tenga sentido; peropuede significar tambin que nos hemos desprendido de la pregunta porel sentido, que nos hemos liberado de ella porque no esperamos de lahistoria que proporcione a las vidas de los hombres un sentido que ellasno puedan tener sin la historia o que puedan echar de menos.

    No es desde luego una casualidad que nuestro lenguaje habitualintercambie las palabras sentido y finalidad y sentido y obje-tivo. Normalmente ja finalidad o el por-mor-de resulta determi-nante para d significado ,dej _sennc^F.l sentido de las cosas que noson como son por naturaleza, sino que han sido queridas y creadas porDios o por el ser humano y que por tanto podran ser tambin de otramanera, se define por su finalidad. Una mesa es lo que es por el hechode que, en cuanto mesa para comer o para escribir, remite a un para-qu, que es por lo cual existe. Los acontecimientos histricos tam-bin remiten ms all de ellos mismos, en tanto que la accin de laque provienen apunta a algo en que se cumple su sentido en cuanto fina-lidad. Y como la histomxsjw&jn^^ ^ temporal, la finalidad comoobjetivo debe est^Leil^i-fUtuto. Ciertos acontecimientos aislados ouna serie de acontecimientos no tienen un sentido o un objetivo aunqueposean un significado para el ser humano. La plenitud del sentido.es cosa,,de un cumplimiento que se halla en el futuro,..SlcLs posible afirmaralgo sobre el sentido ltimo de los sucesos histricos cuajao s?be su telos futuro.Cuando un movimiento histrico ha desvelado su rum-bo y su alcance, reflexionamos sobre su primera aparicin para deter-minar el sentido de todo el suceso partiendo de su final1, de todo entanto^ que_posee un punto de partida y un punto. final claros.^a supo-

    1. Vase sobre este punto el discurso inaugural de4d& e^(i Jena Was ist undzu welchem Zweck studiert trian Universalgeschichte? (Qu^es_y ^ hk-toria universal?): La verdadera secuencia de los hechos transcurre hacia abajo desde elffrige" 3e lascosas hacia su orden ms reciente; el historiador universal va hacia arribadesde la situacin mundial ms reciente hacia el origen de las cosas. Cuando asciendementalmente desde el ao y el siglo actuales hacia los anteriores y apunte entre los hechosque stos le ofrecen aquellos que le aclaran los siguientes, cuando ha seguido este pro-ceso paso a paso hasta llegar al comienzo (...) de los monumentos, entonces habr lle-gado para l el momento de desandar lo andado y descender con facilidad y sin obs-tculos, siguiendo el hilo conductor de estos hechos sealados, desde el comienzo de losmonumentos hasta la actualidad. sta es la historia universal que tenemos y que lesexplicaremos.

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  • Del sentido de la historia

    sicin de queia^hisroria-tieae a grandes ra$gos_uo seatidQ ltimo anti-. ^cipa por tanto una finalidad como meta finaJL La dimensin temporalde una meta ltima es un futuro escat^lgi/^ y el .futuro slo existe paranosotros en el sentido de que esperamos algo que an no est presente.De ella slo se sabe en el modo de la esperanza creyente. ^

    La tesis c^Ja filos^ historia e$ que no slo se pue-de esperar ^a^^ ^ y a ^ r un ltimo objetivo de la historia a grandes,rasgos, sino tambin saberlo y concebirlo filosficamente. Esta es tam-bin la tesis del materialismo histrico de Marx, para quien la cienciade la historia es incluso la nica ciencia verdadera, por cuanto abar-ca todo cuanto afecta al ser humano y posee un objetivo y, en ste, susentido: el futuro reino de la libertad cuya realizacin necesita unasociedad sin clases. Por otra parte, la_CQ.a$tm.cdnCEid

  • El hombre en el centro de la historia

    que contemplaban con cndida mirada las luchas por el poder llenasde vicisitudes. Forman parte de este historiar primigenio, adems de lashistorias de las guerras Mdicas de Herodoto, del relato de Tucdidessobre la guerra del Peloponeso, de la explicacin de Polibio de la ascen-sin de Roma hasta dominar el mundo y de la descripcin de Julio Csarde la guerra de Galia, las Storie Fiorentine de Maquiavelo, la Histoire demon temps de Federico II y en nuestra poca las memorias de Churchillsobre la guerra. Sin ir hasta la pregunta por el sentido y el objetivo dela historia universal, todos ellos estructuraron acontecimientos recien-tes de la historia para crear un todo y los conservaron para la memoriade las generaciones futuras a travs de su relato. El todo que ellos des-criben es siempre un mbito limitado de la experiencia y, precisamen-te por esta limitacin, resulta tan plstico y concreto como instructi-vo, porque slo narran aquello que ellos mismos han visto, vivido u odoen su condicin de viajeros, hombres de estado o generales. Lo que ense-an la experiencia y la historia, sin embargo, es, en palabras de Hegel3,que los pueblos y gobiernos jams han aprendido nada de la historiani han actuado segn las conclusiones que podran haberse sacado deella. En esto reside, precisamente, lo instructivo del historiar puro yprimigenio y esto lo distingue de la filosofa de la historia. Cuandose quiere estudiar la historia sustancial, el espritu de las naciones, cuan-do se quiere vivir y haber vivido en y fon ellas, hay que enfrascarse enel estudio de esos historiadores primigenios y detenerse en ellos, y nun-ca es suficiente el tiempo que les dedicamos; all tenemos la historiade un pueblo o de un gobierno, fresca, viva, de primera mano.4 Hegelaade que estos escritores casi podran sernos sufkentes si no quisira-mos ser historiadores cientficos o tambin... filsofos de la historia. Peropor qu no se atuvo Hegel a esta postura inicial y en su punto de vis-ta? Por qu sigui adelante y fue mucho ms lejos? Porque en este his-toriar originario echaba de menos el ojo de la razn. ste ve el cursoy avance de lajhistoria universal c^omo un progreso racional en la con-ciencia de la libertad que justifica finalmente todos los males de la his-J oria, que se sacrifica la felicidad de los pueblos yde los individuos. La reflexin pragmtica propia de la concepcin corrien-

    3. Die 'Vemunft in der Geschichte (La razn en la historia), 5a edicin, 1955, pg. 19.4. Ibd.,pg. 8.

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    te de la historia no es capaz, desde lue^o, de concebir un objetivo fingmn^ci^gj^)Mientras que la existencia de leyes y por tanto de unarazn en el mundo natural se reconoca de forma generalizada, nadiehaba intentado demostrar la presencia de la razn precisamente en elmovimiento del mundo espiritual de la historia y acreditar, detrs de locasual e irregular en apariencia, lo internamente necesario y regular queponen en prctica los individuos histricos conscientes de lo que debenquerer. El estudio filosfico no tiene otra intencin que eliminar locasual5 y reconocer en el cambio el principal fenmeno de la histo-ria la evolucin hacia gradosj ia d a je z ms perfectos y elevados rfclespritu y de su libertad6. El Ioros del cosmos es, segn. Hegel. un e&pf-ritu universal que no se manifiesta pgqg^^eQjaia.,aa.tUi:alea>sino en el mundo histrico del ser humano, porque slo ste es un esp-ritu consciente de s mismo y activo por s mismo. Este espritu abso-lu to jue^oene^ ^ b r ^ ^>o voluntad y por tanto un espritu de la libertad. Hay que introduciren Tanistoria la fe y la idea de que el mundo de la voluntad no est entre-gado al azar. El hecho de que un ltimo objetivo rige los hechos de lospueblos, de que existe razn en la historia universal no la razn de unsujeto particular, sino la razn divina y absoluta , es una verdad qipresuponemos; su demostracin es el propio proceso de la historial^

    No es ste el lugar adecuado para demostrar hasta qu punto la his-toria universal filosfica de Hegel, guiada por la ideajdel^ragreso haciauna meta final queja colmadeseqtido, est marcada, de forma secula-rizada, por el procursus (san Agustn) hacia el reino de Dios que carac-

    te r iz a la teologa cristiana de la histor&LjSastar con constatar el sen-tido totalmente nuevo de la historia y con preguntarse por qu la filosofagriega dej la historia en manos de los historiadores y nunca la convir-ti en tema de un saber filosfico. Incluso Aristteles, maestro y ami-go de Alejandro Magno, el cual conquistaba por esas fechas el lejanooriente y fundaba un imperio mundial, no dedic ni un solo tratado a

    5. Ibd., pg. 29.6. Ibd., pg. 150 y ss. . Jfbd., pg. 29.8. Vase Karl Lowith: Historia universal y salvacin (1953) en este volumen, pg.

    123 y ss. y ltimamente E. Gilson: Metamorphosen des Gottesreiches (Metamorfosis del rei-no de Dios), 1960.

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    la historia y s, en cambio, reflexion sobre toda una serie de otras cosas:sobre el cielo y la tierra, las plantas y los animales, la poltica y la ti-ca, la retrica y la potica. Sera absurdo pensar que Aristteles viera enAlejandro el espritu universal de la historia, como hizo Hegel conNapolen, pues tal cosa habra supuesto que el logos del cosmos eternopoda infiltrarse en los pragmata de la historia de los mortales. A pesarde esta falta de un pensamiento histrico-universal, no podemos supo-ner que los griegos no supieran qu es la historia ni la hubieran vividopropiamente. Los historiadores griegos analizaban y relataban his-torias que giraban en torno a un gran acontecimiento poltico: los padres-de la Iglesia desarrQ.llaroa .a.pari.k de,ia pn^fecaiuda y de la escatalorgjaxstkfra-ufta^gc^oga de la historia g^a.dsde.la. creacin, hasta eljnidojlnal y la salvafinni-el h^mhre innde^Q I postcristiano ide um

    princjpia4EQ^ histo-figJa^alxagin^gue^as a.ger_el_qjym^mi^ ^gt|g^ggal^3^.^ti-^do. Si se tiene en cuenta que Herodoto y Deuteroisaas eran casi con-temporneos, se podr medir la distancia que separa la sabidura griegade la fe bb licg^l descubrimiento del mundo histrico y de la exis-

    ^^fe^tfMricaLxuyQ sentido se sita en el futuro, ^Q^^xsm lts.dod^una com^ren^ifaijilQsfica, .uQxLpi adlirta d. .una expectativa espe-ranzada referida inicialmente a la llegada del reino de Dios y final-mente a un futuro reino A l s r^ h^iyiano. Si bien la conciencia histri-ca moderna ha perdido la confianza cristiana en un cumplimiento futuro,sigue mandando la visin del futuro como tal. Impregna todo el pensa-miento europeo postcristiano y toda la preocupacin por la historia, porsu para-qu y su adonde. No slo estn escatolgicamente moti-vadas por el futuro las filosofas de progreso radicalmente mundanascomo las de Condorcet. Saint-Simon. Comte y Marx, pino tambin, y nopenos, lasTilosofas que invierten el progreso v plantean teoras d ladecadencia, entre las cuales el fatalismo actualjcgspectoal progreso ocu-pa una posicin intermedia. FriedrichfSchlegel esumi el origen denuestro^eiisaFy obrar histricos en unaTxse: El deseo revoluciona-rio de realizar el reino de Dios es el punto elstico de toda cultura pro-

    9. Vase Karl Lwith: Gesammelte Abhandlungen. Zur Kritik der geschichtlichen Exi-stenz (Tratados recopilados. Una crtica de la existencia histrica), Stuttgart, 2a edicin,1960.

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  • gresiva y el comienzo de la historia moctema. El deseo es reVOluciO-gk, nario porque invierte el sentido natural y originario de las re-volutiones,y la cultura postcristiana es

    manera gradual la teologa de la historia: desde el procursus agustiniano.hacia un futurgfreino de Dios)The Pilgrims Progress se ha llegado alhegeliano progreso en la conciencia de la libertad y a la expectacinde un terrenaljitiii~~'Tiii^^iaiiiiii v^BK'pfF Psi( i^ isiendo un simple historiador que constata lo que ha sido. El historiadormoderno hace la misma pregunta que Tocqueville en la introduccina La dmocratie en Amrique: O allons nous done? (H^ia ^ ) xmientras que el historiador clsico preguntaba: cmo lleg a ocurrir?J^JbyistomLge^ y cuando en oca-siones lo tena en cuenta, no lo haca en la opinin de que todo lo habi-do hasta ahora slo cumple su sentido en el futuro, sino con el conven-

    Del sentido de la historia

    cimiento muy distinto de que los acontecimientos venturos se someterna las mismas leyes que los actuales y pretritos, por cuanto la naturale-za humana no cambia esencialmente y porque la jmtural^a._de todas,las cosas consiste en nacer y perecer (Tucdides). Polibio, testigo delocaso del poder macedonio y de la ascensin de Roma a una posicindominante en el mundo, consider por eso conveniente recordar las pro-fticas palabras de Demetrio, quien en su tratado Sobre el destino habaprevisto lo que ocurri ciento cincuenta aos despus de que Alejan-dro conquistara el imperio persa. Pues aunque no contemples innu-merables aos o muchas generaciones, sino slo estos ltimos cincuen-ta aos, leers en ellos la crueldad del destino. Yo te pregunto; creesposible que, si un dios les hubiera vaticinado el futuro, (...) los persaso (...) los macedonios (...) hubieran credo hace slo cincuenta aos queen los tiempos en que vivimos hasta el nombre de los persas ha queda-do borrado de la faz de la tierra de los persas que eran los amos y seo-

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    res de casi todo el mundo! y que los macedonios, cuyo nombre eraantes casi desconocido, son ahora los dueos de todo? Pero este destinoque nunca pacta con la vida, que siempre recurre a nuevos golpes paraechar por tierra nuestros clculos, que suele demostrar su poder frus-trando nuestras esperanzas, este destino, digo, manifiesta tambin aho-ra a los hombres, al dotar a los macedonios de toda la riqueza de Persia,que slo les ha prestado estas bendiciones hasta que decida distribuir-las de otra manera (Polibio, Hist. XX IX , 21).

    En esta misma lnea narra Polibio, emigrante griego y amigo delI tamao Escipin, la frase que ste pronunci tras la destruccin de Car-\ :ago: que el mismo destino que Roma depar a sus enemigos, tambinfocar en su momento a Roma, como antes tocara a Troya. Polibio aa-de que difcilmente encontraremos una afirmacin ms profunda y mspropia de un hombre de estado. Pensar, en el momento del mayor triun-fo, en el posible vuelco del destino es, segn l, digno de un gran hom-bre. Cmo ignorar la superioridad de esta sabidura suprahistrica res-pecto a las ilusiones que alberga la conciencia histrica moderna? No

    Escipin tras la destruccin de Cartago; Mosc y Washington sufrirnel mismo destiao-que dej^ar^^ La conciencia histri -ca moderna, sea la formada por Heeel, por Marx o por Comte, ya no sabepensar de manera conjunta el en su momento del pasado y el en su momento del futuro,, porque no quiere admitir que todas las cosas terre-nales nacen y pf n este punto, el pensamiento griego y el cris-tiano sobre la historia coincidan plenamente y eran equidistantes res-pecto a la moderna^f^n el^rogresa El que los reinos polticos sean tanmortales como los individuos aunque vivan ms tiempo era para sanAgustn algo tan evidente como para Polibio. Sin embargo, no hay quelimitarse tan slo a los testimonios griegos y cristianos. En Japn siem-pre se ha considerado habitual y conveniente que los lderes polticos ygenerales se retiren a un monasterio budista una vez concluida una gue-rra: no por capitular a posteriori ante la historia, sino porque, gracias a sumadurez y comprensin humanas, son de entrada conscientes de la cadu-cidad de todos los asuntos del hombre. Leemos en Tcito (Anales III, 18)algo muy similar al razonamiento de Polibio: Cuantas ms vueltas doya los sucesos de los viejos y los nuevos tiempos, tanto ms percibo, en

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  • Del sentido de la historia

    todas las negociaciones y acontecimientos, el espejismo y la falta de fia-bilidad de los asuntos humanos (lubidria rerum mortalium cunctis in nego-Itiis). Sera necio creer que esta ausencia absoluta de una fe en el senti-do de la historia haga del historiar primigenio algo superficial, jjjcapazdexomprender todava el plan oculto de una providencia divina. ^ .y, l) W W W ! I "-y T i n 11.1umtj ' 1.i.1 y , L-w, - 1 ' ' ' ' 'La diferencia entre la conciencia histrica clsica y moderna ya sedemuestra en el plano lingstico: griegos y romanos carecan de unapalabra para designar aquello que nosotros denominamos historia ensingular; slo conocan la historia en plural (historiae). En alemn, dis-tinguimos entre Geschichte e Historie, de tal modo que en el primer tr-mino resuena el acontecer (Gescheheri), mientras que Historie es unapalabra de origen griego que significa examinar y relatar los hechos exa-minados. Hegel10 se refiri a esta diferencia entre res gestae e historia rerumgestarum e hizo hincapi en su relacin esencial, por cuanto los hechosy sucesos realmente histricos son simultneos con la conciencia hist-rica y el relato histrico. Los pueblos que viven sin una conciencia his-trica carecen de una verdadera historia, por muchas cosas que les ocu-

    rran. Por eso, el principiode Ja^ interpj^acin hegeliana de la historiauniversal siguiendo el hilo conductor del progreso hacia la libertad, es

    3egirx d^i'^starxQrxsigo en el ser-otro, es esencialmente un progreso en/la c

  • VW* \ sK J+ tm v ) W Ij-nnV W n ^ E1 hombre en el centro de la histria j M U

    las acciones pblicas y polticas de los seres humanos y que no ocurrensimplemente por naturaleza. Sin embargo, el historiar tambin puedereferirse a todo cuanto es examinable, o sea, tambin al acontecer natu-ral en una historia naturalis (Plinio). Los griegos estaban profundamenteimpresionados por el orden y la belleza eternas del mundo visible, peroa ningn pensador griego se le ocurri la idea de pensar, dentro de unahistoria universal, este cosmos ordenado y eterno de forma conjuntacon los pragmata pasajeros de las historias humanas. Herodoto, Tucdi-des y Polibio examinaron y relataron los grandes sucesos y hechos de sutiempo, pero la guerra de los griegos contra los persas, de Atenas con-tra Esparta y la ascensin de Roma hasta dominar el mundo no sirvierona los filsofos de la poca para levantar edificios histrico-filosficos. Elmotivo de esta ausencia de una filosofa de la historia, sin embargo, noes una falta de sensibilidad ante los grandes acontecimientos, sino la com-prensin clara de que que slo puede haber relato o historiar, pero no unsaber respecto a aquello que ocurre de forma singular y cambiante. Para,los filsofe^lj&siffisjtahistoria n o E l l o s no preguntaban porel sentida de la historia porque, como filsofos, pensaban en la unidady totalidad de lo que es por naturaleza y en lo que es siempre y dejaronlas vicisitudes de la historia, que siempre pueden ser tambin de otramanera, en manos de los historiadores polticos11,.J La historia universal es, literalmente, u concepto errneo, pues/ slo un mundo que existe por naturaleza es universal y omnicompren-Lsivo, y nuestro mundo histrico es dentro de l algo pasajero. Se des-vanece en la totalidad del mundo como caro en el cuadro de Breug-hel, que se hunde en el mar tras su cada del cielo y al que slo se le veuna pierna. En el horizonte se ve el sol, mientras que un pescador per-manece sentado en la orilla, un pastor cuida su rebao en el campo y uncampesino se dedica a la labranza, como si nada hubiera sucedido entreel cielo y la tierra.

    11. Vase Paul Valry: Discours de lhistoire (Discurso de la historia), 1932: Obser-vad esto en vosotros mismos: cada vez que la historia os atrapa, que pensis histrica-mente, que os dejis seducir a revivir la aventura humana de alguna poca movida, elinters que tenis en ella est totalmente sostenido por la sensacin de que las cosaspodran haber sido muy diferentes, que podran haber seguido un curso totalmente dis-tinto. A cada instante suponis otro instante siguiente que le sigue: a cada instante enque os colocis imaginis un futuro diferente del que se ha hecho realidad.

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    La historia universal depende nica y exclusivamente del ser huma-no; el mundo en s puede existir sin nosotros; es suprahumano y abso-lutamente autnomo. Desde el comienzo de la edad moderna, sin embar-go, este mundo que es uno y todo se divide en dos mundos muy distintos:en un proyecto de mundo fsico, es decir, el mundo de las modernas cien-cias de la naturaleza, y en un mundo humano histrico, es decir, el mun-do de las ciencias histricas del espritu. El mundo de la naturaleza reci-bi un fundamento filosfico nuevo en el siglo XVII por medio deDescartes y el mundo de la historia (/mondo civile) un siglo ms tardepor medio de Giambattista Vico, crtico de las tesis cartesianas. Al finalde esta escisin entre naturaleza e historia se sita la frase de Marx, dis-cpulo de Hegel: La historia es la verdadera historia natural del serhumano, es decir, el mundo natural del hombre no es el mundo de lanaturaleza, sino el de la historia, por cuanto es l quien fia creado eisttrmundo mediante el trabajo12. Siguiendo esta misma lnea, pero dentrode la filosofa burguesa del siglo XIX, Dilthey seal lo siguiente: Noso-tros no traemos un sentido del mundo (de la naturaleza) a la vida (huma-na). Estamos abiertos a la posibilidad de que el sentido y el significadosurjan en el ser humano y su historia.13 La cuestin es: quines sonesos nosotros? Segn parece, el hombre moderno y postcristianoque pcee.encontrar un sentido propio en el mundp de la JwstQjria, quehace abstraccin del nico mundo verdaderamente autnomo y olvidaque incluso el ser humano histricamente existente slo est en el mun-do porque la naturaleza lo ha generado. Para Marx yjjaraJHeg^l^la natu-aleza es taa slo la condicin previa subordinada de la actividad his-trica humana, por ejemplo, a travs de las circunstancias geogrficasy climticas que la condicionan. Como seala Marx en una sarcsticaafirmacin, la primaca de la naturaleza sobre la historia ya slo existeen algunas islas de coral australianas de origen reciente. Hablando deuna manzana, por ejemplo, no interesa a Marx que existan rboles fru-tales, sino que este aparente producto de la naturaleza fuera importadoa Europa en un poca determinada debido a ciertas circunstancias eco-nmico-sociales y que, como mercanca, se convirtiera en dinero. Elhecho de que incluso el ser humano histricamente productor no sea un

    12. Vase Marx: El capital I, seccin 4, captulo 13 sobre Vico.13. Gesammelte Schriften VII, pg. 291.

  • El hombre en el centro de la historia

    homnculo que se gener por s solo, sino una criatura de la naturale-za como la manzana, es una apariencia carente de todo inters; la verdadreside, por contra, en la autoproduccin del mundo histrico por mediodel trabajo humano que cambia la faz de la tierra. La nica idea funda-mental c|ue Mane supo extraer de la Fenomenologa del espritu es, de hecho,que el hojmbre c ^ crea por tanto a smismoi a travsde la actividad del trabajo que todo lo transforma. La physts, que lo eratodo al principio del pensamiento occidental y que, en cuanto el ser ori-ginariamente autnomo de todo lo ente, determinaba la natura rerum eincluso la natura deorum, no es casi nada para el pensamiento histrico,mientras que la historia, cuyas historias los filsofos clsicos dejabanpara los historiadores polticos, se ha convertido aparentemente en casitodo. Marx gustaba de citar la frase de Hegel, segn la cual hasta la ideams cnimnaT e T n ^ que la maravilla del cielo estre-llado, por cuanto el criminal, en cuanto espritu, es consciente de su pen-samiento, mientras que la naturaleza nada sabe de s misnm. Marx ya nose asombra de cuanto por naturaleza siempre ha sido tal como es y nopuede ser de otra manera, sino que se indigna de que las cosas no seandiferentes de como son en el mundo histrico; por eso pretende cam-biar el mundo, una exigencia que slo puede cumplirse siempre y cuan-do el mundo sea mundo del ser humano.

    Lo material del materialismo histrico no s, pues, la naturaleza,sino su apropiacin por parte del hombre. Cuando Marx habla de lascondiciones de vida materiales de los seres humanos, se dirige nega-tivamente contra el punto de partida hegeliano que son las experienciasde la conciencia y apunta positivamente a las condiciones histricas detrabajo y produccin. El sentido simple y fundamental del materialis-mo histrico radica en el retorno a las as entendidas formas de vidamateriales, a las circunstancias laborales y productivas condicionadaspor la historia. Su exacerbacin crtica proviene de la controversia deMarx con el idealismo de la filosofa alemana, que construy la histo-ria real de la humanidad como una historia de la idea, del espri-tu y de la conciencia. En oposicin al punto de partida cartesiano|ue es la conciencia, Marx formula su tesis materialista afirmando que10 es la conciencia la que determina el ser, sino a la inversa: es el?r material, o sea, social y econmico y, en general, histrico del serlumano el que determina tambin su conciencia. Se puede distin-

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  • Del sentido de la historia

    guir a los seres humanos de los animales escribe Marx a travs dela conciencia, de la religin o de lo que se quiera. Ellos mismos empie-zan a distinguirse de los animales apenas comienzan a producir sus mediosde vida. Cuando los seres humanos producen sus medios de vida, pro-ducen de forma mediata su propia vida material. Este modo deproduccin no es una mera reproduccin de la existencia fsica, sino quesiempre ha sido, de hecho, una forma determinada de la actividad huma-na, una forma de vida histricamente determinada. Los individuos sontal como manifiestan su vida produciendo activamente esto o aquello.Lo que son coincide con lo que producen y con la manera en que lohacen. Las ideas morales, religiosas, polticas y filosficas que los sereshumanos tienen de manera consciente de ellos mismos y de su mundo,no son nada primigenio ni autnomo que pueda tomarse como base, sinoel reflejo ideolgico de su actividad real en sus condiciones de vidareales. La historia no empieza como la llamada historia del espritu, sinocon la produccinjie lps roedlos ms^rimitivos para satisfacer la^ nece-sidades elementales. Esta historia originaria se va diferenciando y ampJian-^

    "dEPaT aumentar y ser tambin ms exigentes las necesidades. Con laexpansin de las diferentes formas de produccin y de las comunica-ciones, la historia se convierte en historia universal, que tiene su refle-jo en un mercado mundial. Marx contrapone este concepto socioeco-nmico de la historia a la idea hegeliana de un espritu universal, queslo es, segn el propio Marx, un sujeto imaginado. Dos aos despusde escribir la Ideologa alemana, que es una controversia crtica con la filo-sofa posthegeliana, Marx public el Manifiesto comunista, tambin total-mente imbuido de una concepcin basada en una filosofa de la histo-ria. Su tesis principal es que el curso de la historia humana es un procesoantagnico en el que el conflicto entre dominadores y dominados, explo-tadores y explotados se va acentuando e intensificando de forma pro-gresiva hasta decidirse finalmente en la lucha entre la burguesa capi-talista y el proletariado. Para Marx, al final de esta lucha se halla laesperanza finalista de que el comunismo, al eliminar la economa pri-vada, acabe con el dominio de los hombres sobre los hombres. Un mun-do separa, en apariencia, el pensamiento marxista del de sus adversariosmientras no se reconozca la profunda afinidad que une los pensamien-tos exclusivamente historicistas. La filosofa no marxista de la historiase encuentra paralizada ante el marxismo porque piensa de manera igual-

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    mente histrica e ideolgica y porque quiere cambiar el mundo reduci-do a historia universal, aunque de forma menos radical y menos costo-sa. Cien aos despus de Marx ha descubierto que el ser humano estalienado; es consciente, como Marx, de estar emplazada entre un mun-do caduco y un nuevo principio histrico; se siente, como el jovenMarx, desdichada por el hecho de que los antiguos dioses hayan muer-to y que un nuevo Dios no est an a la vista; est, con Marx, perotambin con Nietzsche y Heidegger, convencida de que el ser humanohabido hasta ahora debe cambiar y que toda la historia transcurridahasta ahora, tanto del mundo europeo como de su filosofa, ha tocado sufin. Por eso mismo, ya ni siquiera se llama filosofa sino un pensamientodel ser o de aquello que es, que es concretamente ahora y en el futu-ro... pero no siempre! Tambin comparte a su manera la tesis mate-rialista de que la conciencia no determina el ser, sino el ser la conciencia.ff'J f*11 " **Al igual que Marx, no cree en un espritu universal hegeliano y coin-cide con l en que no se puede seguir por el camino que condujo a Hegel,sino que es preciso descender de esa cumbre de la metafsica europea yrenunciar a lo absoluto e incondicional. No en ltimo lugar, es tan ateacomo el marxismo, a pesar de no ser tan autocomplaciente como elatesmo del siglo xix que era toda una profesin de fe.

    Pero: la filosofa actual carece, no obstante su parentesco postumocon Marx, de un dogma, es decir, no*iene nada que ensear sobre la his-toria que pueda responder al desafo del marxismo. El pensamiento mar-xista de los marxistas a medias, de los marxistas conversos y de los anti-marxistas carece del carcter.ah&nlnrn Hel materialismo histrico. Bienes verdad que sehalla no menos que ste sobre el terreno movedizo deuna conciencia histrica sabedora de la trascendencia de su tiempo, peropiensa de manera relativa y relativista, mientras que Marx y el marxis-mo creen saber lo que es, de qu se trata y a qu apunta la historia.Y como la filosofa no marxista carece de doctrina, no puede indoctri-nar a las masas. En ello reside su ventaja y su desventaja. Pensando entrminos histricos es una evidente desventaja; en trminos filosficosy humanos, en cambio, una ventaja insignificante. Esta ventaja de laausencia de dogmatismo o, dicho de forma positiva, del escepticismoslo puede reivindicarse cuando se est dispuesto a poner en entredichotambin los presupuestos dogmticos del actual pensamiento no mar-xista. Un presupuesto dogmtico de este tipo inherente a nuestro pen-

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  • Del sentido de la historia

    samiento actual es el historicismo, la creencia en la relevancia absolutade lo ms relativo: la historia. En el occidente burgus-capitalista, cuyaautocrtica es la doctrina de Marx, tampoco se cree en un orden uni-versal natural, ni en la razn del cosmos fsico, ni en un reino de Dios.Slo se cree en el espritu del tiempo, el espritu de la poca, the waveo f the future, el destino de la historia, entendidos sea de manera vul-gar, sea de manera sublime. De ah el parentesco oculto del historicis-mo idealista y materialista con un pensamiento de la historia del ser queen apariencia est tan alejado de Hegel como de Marx.

    El contemporneo de Napolen pens su culminacin de la his-toria europea del espritu como la plenitud alcanzada a partir de uncomienzo que no estaba desarrollado; el contemporneo de Hitler pien-sa esta misma historia como una produccin del nihilismo que cul-mina. Como todos los crticos radicales del siglo XIX, Heidegger pien-sa situado en el extremo de una tradicin que ya slo subsiste y que lpone en entredicho de manera fundamental. Al mismo tiempo, sinembargo, su pensamiento se mueve exclusivamente dentro de dicha tra-dicin. Incluso el destino del ser se reduce a la historia temprana ytarda de occidente, como si el ser universal tuviera una particular pre-ferencia ppr el oeste.

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