Maalouf Amin El Desajuste Del Mundo 31509 r1.0

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    este libro Amin Maalouf intenta indagar los motivos de los graves desajustes de dis

    rcter (intelectual, econmico, climtico) que sufre el mundo del siglo XXI, y a la vez prop

    tintas ideas para paliarlos. El desajuste del mundo, opina el autor, tiene ms que ver c

    otamiento de nuestros modelos sociales que con el supuesto choque de civilizacione

    odelo occidental traiciona sus propios valores; el del mundo rabe ha quedado bloquead

    evolucin histrica. Esperanzado y conciliador, Maalouf propone una visin adu

    eligente de nuestras diferencias y valores que favorezca el equilibrio y la paz.

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    Amin Maalouf

    El desajuste del mundoCuando nuestras civilizaciones se agotan

    ePub r1.0

    Titivillus 19.06.16

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    Ttulo original:Le drglement du monde. Quand nos civilisations spuisentAmin Maalouf, 2009Traduccin: Mara Teresa Gallego Urrutia

    Editor digital: TitivillusePub base r1.2

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    Para Marlne y Salim N

    Y en memoria de Paolo Viola (1948-20

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    Man has survived hitherto

    because he was too ignorant to know

    how to realize his wishes.

    Now that he can realize them,

    he must either change them

    or perish[1].

    WILLIAM CARLOS WILLIAMS (1883-1963)

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    Hemos entrado en este siglo nuevo sin brjula.

    Ya en los primersimos meses ocurrieron acontecimientos preocupantes que mueven a pensar ndo padece un desajuste de suprema envergadura y, adems, en varios mbitos al mismo ti

    sajuste intelectual, desajuste financiero, desajuste climtico, desajuste geopoltico, desajuste ticoCierto es que tambin asistimos, de vez en cuando, a inesperados vuelcos salutferos; empez

    onces a creer que a los hombres, al verse en un callejn sin salida, no les quedar ms remedlar, de milagro, procedimientos para dar media vuelta. Pero no tardan en aparecer otras turbule dan fe de impulsos humanos muy otros, ms opacos, ms habituales, y volvemos a preguntarestra especie no ha llegado, por decirlo de alguna manera, al umbral de incompetencia tica, siaso avanzando, si no acaba quiz de iniciar una regresin que pone en entredicho lo que neraciones sucesivas se haban esforzado por edificar.

    No se trata aqu de las angustias irracionales que acompaaron el paso de un milenio a otro, ni teradas imprecaciones que no dejan de espetar desde siempre quienes temen los cambios

    andalizan ante su cadencia. Mi preocupacin es de otro orden: es la de un adepto de la Ilustracicmo las luces oscilan, se debilitan y, en algunos pases, estn a punto de apagarse; es la asionado de la libertad, que la crey en trance de extenderse por el conjunto del planeta y ve mo se perfila un mundo en el que no va a tener ya cabida; es la de un partidario de la divemoniosa a quien no le queda ms remedio que presenciar, impotente, cmo crecen el fanatism

    lencia, la exclusin y la desesperacin; y es, ante todo y sencillamente, la de un enamorado de le no quiere resignarse ante la aniquilacin que la acecha.

    Insisto, para que no haya malentendido alguno, en que no soy de esos que les ponen mala carampos presentes. Me fascina cuanto nos aporta esta poca nuestra; estoy siempre, impaciente, al a

    los ltimos inventos, que incorporo acto seguido a la vida cotidiana; soy consciente de que pertenque no fuere ms que por los adelantos de la medicina y de la informtica, a una genevilegiadsima si la comparamos con todas las anteriores. Pero no puedo paladear con sosiegtos de la modernidad si no tengo la seguridad de que las generaciones futuras van a poder paladno menor grado.Sern acaso excesivos mis temores? Por desgracia, no lo creo. Antes bien, me parecen m

    tificados, y, en las pginas que vienen a continuacin, pondr todo mi empeo en demostrarlo, numular piezas de conviccin en un sumario, ni para defender, por amor propio, una tesis personal

    ncillamente, para que los dems oigan este grito de alarma; mi ambicin primordial es dar cabras justas para convencer a mis contemporneos, a mis compaeros de viaje, de que el na

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    e nos embarcamos va ahora a la deriva, sin rumbo, sin meta, sin visibilidad, sin brjula, por ubravecido, y que sera menester reaccionar urgentemente para evitar el naufragio. No nos basta

    guir avanzando con el impulso inicial, a trancas y barrancas, navegando a estima, rodeandoantos obstculos y dejando que el tiempo solucione las cosas. El tiempo no es nuestro aliadestro juez, y ya estamos con un aplazamiento de condena.

    nque la imaginera marinera se venga espontneamente a la cabeza, quiz debera ante todo exp

    os temores mos con esta constatacin simple y escueta: en la etapa actual de su evolucimanidad se enfrenta a peligros nuevos, sin parangn en la Historia, y que requieren solundiales inditas; si nadie da con ellas en un futuro prximo, no podremos preservar nada de c

    nstituye la grandeza y la hermosura de nuestra civilizacin; ahora bien, hasta el da de la fecha, icios hay que nos permitan esperar que los hombres vayan a saber superar sus divergencias, elauciones creativas y, luego, unirse y movilizarse para empezar a aplicarlas; hay incluso mtomas que hacen pensar que el desajuste del mundo est ya en una fase avanzada y que ser pedir un retroceso.

    las pginas que vienen a continuacin no trataremos esas perturbaciones varias como otros ssiers separados, ni tampoco de forma sistemtica. Me comportar ms bien como un vigcturno en un jardn el da siguiente de una tormenta y cuando ya se est anunciando otra ms fuembre camina con paso cauto, llevando una linterna en la mano; dirige el haz de luz hacia un mgo hacia otro, explora un paseo, da marcha atrs, se inclina sobre un rbol viejo desenraiza

    camina luego hacia un promontorio, apaga la luz e intenta abarcar con la mirada toda la panormiNo es ni botnico, ni agrnomo, ni paisajista, y no hay nada en ese jardn que sea propiedad per

    ya. Pero ah es donde vive con las personas a las que quiere y todo cuanto pueda afectar a esa cotoca de muy cerca.

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    LAS VICTORIAS ENGAOSAS

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    ando cay el Muro de Berln, sopl por el mundo un viento de esperanza. Que acabarentamiento entre Occidente y la Unin Sovitica suprima la amenaza de un cataclismo nucle

    vaba planeando sobre nuestras cabezas desde haca alrededor de cuarenta aos; a partir de ahmocracia, a lo que cremos, ira pasando de mano en mano hasta cubrir todo el planeta; iban a a

    barreras que separaban las diversas comarcas del globo y circularan sin trabas los hombre

    rcancas, las imgenes y las ideas, inaugurndose as una era de progreso y de prosperidad. Huncipio, en todos estos frentes, unos cuantos progresos notables. Pero cuanto ms avanzbamosdamos el norte.Un ejemplo emblemtico al respecto es el de la Unin Europea. Para ella supuso un triu

    sintegracin del bloque sovitico. Entre los dos caminos que les proponan a los pueblontinente resultaba que uno estaba cegado, mientras que el otro estaba expedito hasta el horizonte. T

    expases del Este vinieron a llamar a la puerta de la Unin, y los que no hallaron acogida anando con que los acoja.

    No obstante, en ese mismo momento de su triunfo, y cuando tantos pueblos iban hacia

    cinados, deslumbrados, como si fuera el paraso terrenal, Europa se qued sin puntos de referquin tena que incorporar y para qu? A quin tena que excluir y por qu motivo? En la actua

    en mayor medida que en tiempos pasados, se pregunta por su identidad, por sus fronteras, puras instituciones, por su lugar en el mundo, sin tener seguridad en las respuestas.Aunque sabe a la perfeccin de dnde viene y por qu tragedias se convencieron sus pueblos

    cesidad de unirse, ya no sabe muy bien, en cambio, qu direccin tomar. Debera acaso constitueracin comparable a la de los Estados Unidos de Amrica, con un hlito de patriotismo contin

    e trascendiera y absorbiera el de las naciones que la componen, y dotarse de un estatus de po

    ndial no slo econmica y diplomtica sino tambin poltica y militar? Estara dispuesta a asumpel y tambin las responsabilidades y los sacrificios que conlleva? Debera, antes bien, conten ser una mancomunidad flexible en la que se unan naciones celosas de su soberana y seguir sienmbito mundial, una fuerza complementaria?Mientras el continente estuvo dividido en dos campos enemigos, dilemas tales no estuviero

    den del da. Desde que dejaron de serlo, se plantean de forma obsesiva. Por supuesto que no volvoca de las grandes guerras, ni la del teln de acero. Pero haramos mal en creer que de lo qta es de un enfrentamiento entre polticos, o entre politlogos. Lo que est en juego es el mismtino del continente.

    ver con ms detenimiento a esta cuestin, esencial desde mi punto de vista, y no slo paeblos de Europa. Aqu slo quera citarla para ilustrar la situacin porque es sintomtica del estaravo y de desajuste en que se hallan tanto la humanidad en conjunto como todos y cada uno d

    mponentes.A decir verdad, cuando recorro con la vista las diversas regiones del globo, es precisamente E

    que menos me preocupa. Porque me da la impresin de que calibra mejor que las dems la ampli

    retos a los que tiene que enfrentarse la humanidad; porque cuenta con los hombres y con las enticesarias para tratar el tema eficazmente y, de este modo, aparejar soluciones; porque impl

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    oyecto de agrupacin y un marcado desvelo por la tica, por ms que a veces parezca que asume n pocos bros.

    En los dems lugares no existe por desgracia nada que se pueda comparar. El mundo rabo-mushunde cada vez ms en un pozo histrico del que no parece que vaya a ser capaz de salir; le gcor a la Tierra entera los occidentales, los rusos, los chinos, los indios, los judos, etctere todo, a s mismo. Los pases de frica, con muy pocas excepciones, padecen guerras intedemias, trficos srdidos, corrupcin generalizada, delicuescencia de las instituciones, desintegentramado social, paro excesivo, absoluta falta de esperanza. A Rusia le cuesta trabajo repone

    setenta aos de comunismo y de la forma catica en que sali de l; sus dirigentes sueaobrar el pasado podero, mientras que la poblacin sigue desencantada. En cuanto a los Esidos, tras haber conseguido que mordiera el polvo su principal adversario mundial, se hanbarcados en una empresa de titanes que los agota y los descarra: domear solos, o casi solneta indomeable.Incluso China, aunque est viviendo un ascenso espectacular, tiene motivos para preocuparse

    nque en el inicio del presente siglo parezca tener trazado el camino proseguir sin tregua csarrollo econmico sin dejar de velar por la cohesin social y nacional, su futuro papel de

    encia poltica y militar est empedrado de incertidumbres tan graves para s cuanto para sus vecmbin para el resto del mundo. El gigante asitico lleva an en la mano una brjula ms o menos o se est acercando a toda velocidad a una zona en la que ese instrumento dejar de serle til.De una forma o de otra, todos los pueblos de la Tierra estn metidos en la tormenta. Ricos o p

    ogantes o sometidos, ocupantes, ocupados, van todos vamos todos a bordo de la mismagil y estamos naufragando juntos. Seguimos, no obstante, increpndonos y pelendonos sin quocupe que el mar vaya subiendo.Seramos, incluso, capaces de jalear esa ola catastrfica si, al rsenos acercando, se tragase pr

    uestros enemigos.

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    ro ha sido otro el motivo que me ha llevado a mencionar en cabeza el ejemplo de la Unin Eurque ilustra a la perfeccin ese fenmeno que ya conocen los historiadores y cuya verdad compo ser humano en el curso de su propia existencia, a saber, que hay fracasos que, al final, re

    ovidenciales y que hay xitos que pueden resultar desastrosos; el final de la Guerra Fra se incisamente, en mi opinin, entre esa categora de acontecimientos engaosos.

    Que Europa, al triunfar, se haya quedado sin puntos de referencia no constituye la nica paradestra poca. Podramos afirmar de la misma forma que la victoria estratgica de Occidente, que bido reforzar su supremaca, ha acelerado su decadencia; que el triunfo del capitalismo la ha er en la peor crisis de su historia; que, al acabar el equilibrio del terror, naci un mundo sesin del terror; y tambin que la derrota de un sistema sovitico claramente represidemocrtico ha hecho retroceder el combate por la democracia en todo el planeta.

    este ltimo punto es donde voy a detenerme de entrada. Para destacar que, al concl

    rentamiento entre los dos bloques, hemos pasado de un mundo en donde las divisiones por capabre todo ideolgicas y era preciso un debate continuo a otro mundo en donde las divisiones son o por identidades y poco espacio queda para debatir nada. Todos y cada uno les pregonan en la dems sus adhesiones, profieren sus anatemas, movilizan a los suyos, demonizan a los enemigos

    a cosa podran decir? Los adversarios de hoy en da cuentan con tan pocas referencias comunesNo por ello vamos a echar de menos el ambiente intelectual que imperaba en tiempos de la G

    a que no en todas partes era fra, pues, antes bien, haba adoptado la forma de inconnflagraciones laterales y se haba cobrado decenas de millones de vidas humanas desde Corea

    ganistn, de Hungra a Indonesia y de Vietnam a Chile o Argentina. Me parece, no obstante, lee lamentemos que el mundo saliera de esa situacin por abajo, quiero decir para ir hacversalismo menor, hacia una racionalidad menor, hacia un laicismo menor, hacia un recrudecimlas adhesiones hereditarias a costa de los criterios ya adquiridos; y, en consecuencia, hacia me

    sis de un debate en libertad.Mientras dur la confrontacin ideolgica entre los partidarios y los adversarios del marxism

    erra entera fue como un gigantesco anfiteatro. En los peridicos, en las universidades, en las ofilas fbricas, en los cafs, en los domicilios, en la mayora de las comunidades humanas zumbaberminables controversias acerca de los beneficios o los daos de este o de aquel modelo econ

    determinadas ideas filosficas, de determinadas organizaciones sociales. Desde la derrotmunismo, desde que dej de ofrecer a la humanidad un alternativa creble, tales intercambniones no tenan ya razn de ser. Fue por eso por lo que tantas personas dieron de lado sus u

    sbaratadas para buscar refugio bajo el techo tranquilizador de una comunidad? Podemos tamponer que la quiebra poltica y tica de un marxismo resueltamente ateo volvi a poner a la ord

    las creencias y las solidaridades que haba querido erradicar.En cualquier caso, nos hallamos, desde que cay el Muro de Berln, en un mundo en dond

    hesiones se han exacerbado, sobre todo las que tienen que ver con la religin; en donde la coexis

    re las diversas comunidades humanas es, por ello, cada da un poco ms dificultosa, y en donmocracia est siempre a merced de la escalada de los conflictos de identidades.

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    e corrimiento de lo ideolgico hacia las identidades tuvo efectos catastrficos en el conjunneta, pero en ninguna parte fueron tan graves como en el rea de la cultura rabo-musulmana, en radicalismo religioso, que haba sido durante mucho tiempo un hecho minoritario y perse

    quiri una predominancia intelectual fortsima tanto en el seno de la mayora de las comunidades la dispora; y, segn iba en ascenso, ese desarrollo fue adoptando una tendencia violentaioccidental.

    Dicha evolucin, que comenz con la llegada en 1979 del ayatol Jomeini, fue a ms al acaerra Fra. Mientras dur el enfrentamiento de ambos bloques, los movimientos islmicos mostranjunto una hostilidad mucho ms clara contra el comunismo que contra el capitalismo. No cabe due nunca sintieron la menor simpata por Occidente, por su poltica, por sus modos de vida, pores, pero el atesmo militante de los marxistas los converta en unos enemigos ms a flor dralelamente, los adversarios locales de los islamistas, sobre todo los nacionalistas rabes y ta

    partidos de izquierdas, haban ido en sentido contrario para acabar como aliados o clientes in Sovitica. Un alineamiento que iba a tener para ellos consecuencias desastrosas, pero q

    rto modo, era fruto de su historia.Las lites con afn de modernizarse del mundo rabo-musulmn llevaban generaciones intentanno la cuadratura del crculo, a saber: Cmo europeizarse sin someterse a la hegemona dencias europeas que mandaban en sus pases, desde Java hasta Marruecos, y posean el control dursos? La lucha por la independencia la rieron contra los britnicos, los franceses

    erlandeses; y, siempre que sus pases quisieron hacerse con el control de los sectores clave onoma, se toparon con las compaas petrolferas occidentales o, en el caso de Egipto, cmpaa Franco-Britnica del canal de Suez. Que surgiera, al este del continente europeo, un bderoso que preconizaba la industrializacin acelerada, enarbolaba el eslogan de la amistad ent

    eblos y se opona firmemente a las potencias occidentales les pareci a muchos una solucinuel dilema.

    Dentro del impulso de la lucha por la independencia, una orientacin as pareca sensmetedora. Vista ahora, no queda ms remedio que dejar constancia de que fue una calamidates del mundo rabo-musulmn no consiguieron ni desarrollo, ni liberacin nacional, ni democraa sociedad ms moderna, slo una variante local de estalinismo nacionalista desprovista por comcuanto haba contribuido a la proyeccin mundial del rgimen sovitico ni prdica internacioncontribucin masiva a la derrota del nazismo entre 1941 y 1945, ni capacidad para constru

    encia militar de primer orden pero que en cambio haba copiado sus peores defectosviaciones xenfobas, la brutalidad policial, la gestin econmica claramente ineficaz y tambopiacin del poder en provecho de un nico partido, de un clan y de un jefe. El rgimen laic

    dam Husein fue, a este respecto, un ejemplo revelador.

    co importa en la actualidad saber si hay que censurar la ceguera secular de las sociedades rabedez secular de las potencias occidentales. Ambas tesis son defendibles, y ya volver sobre esteque es indudable, y gravita ominosamente sobre el mundo de hoy, es que durante varias dcad

    mentos potencialmente modernizadores y laicos del mundo rabo-musulmn pelearon contra Occ

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    que, al hacerlo, se estaban descarriando, material y moralmente, por un camino sin salida; cidente pele contra ellos, con temible eficacia a menudo, y a veces contando con el apoyo dvimientos religiosos.No era sta una autntica alianza, sino slo una convergencia tctica para enfrentarse a un en

    mn poderoso. Pero el resultado fue que, al concluir la Guerra Fra, los islamistas se hallabanupo de los vencedores. Su influencia en la vida cotidiana se haba tornado visible y era muy protodos los aspectos. A partir de ese momento, gran parte de la poblacin se reconoca en ellos,s cuanto que haban hecho suyas todas las reivindicaciones sociales y nacionales de las que se h

    oclamado campeones tradicionalmente la izquierda y los movimientos gestados en la lucha ependencia. Sin dejar de centrarse en la aplicacin visible de los preceptos de la fe, interpretanudo desde un punto de vista conservador, la prdica islamista se volvi radical en el mbito pos igualitaria, ms tercermundista, ms revolucionaria, ms nacionalista; y, a partir de los ltimosiglo XX, resueltamente orientada en contra de Occidente y sus protegidos.

    lo referente a este ltimo punto, se viene a la mente una comparacin: en Europa, durante la Se

    erra Mundial, los demcratas de derechas y los comunistas se aliaron contra el nazismovieron a ser enemigos en 1945; de igual forma, era previsible que al concluir la Guerra Frcidentales y los islamistas iban a enfrentarse sin cuartel. Si se precisaba un terreno propiciocender la mecha, haba uno que cumpla todas las condiciones: Afganistn. All haban peleaados de ayer su ltimo combate comn contra los soviticos; all, tras esa victoria, se consuptura en la ltima dcada de siglo, y desde all, el 11 de septiembre de 2001, le arrojaron a la cante letal a los Estados Unidos de Amrica. Lo que trajo consigo las reacciones en cadena quebemos: invasiones, insurrecciones, ejecuciones, matanzas, guerras intestinas. Y ms atenontables atentados.

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    a idea de que Occidente se enfrenta a un puado de terroristas que hablan de forma abusiva en noislam y cuyos actos es probable que reprueben la mayora de los creyentes no siempre se corres

    n la realidad. Cierto es que las carniceras espantosas, como la de Madrid en marzo de 2004, suel mundo musulmn, asco, apuro y condenas sinceras. Pero si miramos de cerca las

    netarias que constituyen la humanidad de hoy en da, pocas veces reaccionan de forma semejant

    atentados y los conflictos armados o los pulsos polticos: lo que a stos los solivianta, aqultifican, lo disculpan e, incluso, a veces lo aplauden.Est claro que nos hallamos en presencia de dos interpretaciones de la Historia, que han cristaltorno al ncleo de dos percepciones del adversario. Para unos, el islam ha demostrado qapaz de hacer suyos los valores universales que predica Occidente; para otros, Occidente es antertador de una voluntad de dominio universal a la que los musulmanes intentan oponer resistencmedios limitados que an les quedan.A quien pueda escuchar a todas las tribus en su propia lengua, costumbre que tengo desdechos aos, el espectculo le resulta edificante, fascinante y desconsolador al tiempo. Pues, no b

    optan ciertas premisas, es posible interpretar todos los acontecimientos de forma coherente sincesidad de or la opinin de los dems.

    Si aceptamos, por ejemplo, el postulado segn el cual la calamidad de nuestra poca es la bamundo musulmn, fijarse en lo que pasa en Irak no puede sino reforzar esa impresin. Un

    nguinario que rein mediante el terror durante un tercio de siglo sangr al pueblo, dilapid el petrleo en gastos militares o suntuarios, invadi a sus vecinos, desafi a las potencias, acu

    farronadas mientras lo jaleaban con admiracin muchedumbres rabes antes de venirse abantica lucha; a continuacin, no bien cae ese hombre, hete aqu que el pas se hunde en el caos

    u que las diversas comunidades empiezan a matarse entre s, como si quisieran decir: Lo veis? e era necesaria una dictadura para llevar con mano firme a este pueblo!Si, en cambio, adoptamos como axioma el cinismo de Occidente, los acontecimientos tiene

    plicacin no menos coherente: como preludio, un embargo que sumi en la miseria a todo un pust la vida a cientos de miles de nios sin que al dictador le faltasen nunca los puros; luegoasin cuya decisin se tom arguyendo pretextos falsos y haciendo caso omiso de la opinin y tituciones internacionales y cuyo mvil, al menos en parte, fue la voluntad de hacerse con los recrolferos; inmediatamente despus de la victoria estadounidense, el ejrcito iraqu y los rganado quedan disueltos a toda prisa y de forma arbitraria y se instaura explcitamente el comunita

    el seno de las instituciones, como si se hubiera elegido de forma deliberada la opcin de sumir auna inestabilidad permanente; de propina, malos tratos en la crcel de Abu Ghraib, to

    temticas, humillaciones incesantes, daos colaterales, incontables fallos impunes, saspilfarros

    Para unos, el caso de Irak demuestra que la democracia no puede calar en el mundo musulmnos, deja al aire el autntico rostro de la democratizacin a la occidental. Incluso en la filmacimuerte de Sadam Husein puede verse tanto la ferocidad de los estadounidenses como la de los r

    ra m son ciertos ambos puntos de vista, y son falsos ambos. Cada uno de ellos gira en su rbita

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    pblico, que los entiende con medias palabras y no oye el punto de vista del adversario. Pogenes y por mi trayectoria, se da por supuesto que yo pertenezco a esas dos rbitas a la vez, pento cada da algo ms alejado de ambas.Esta sensacin de alejamiento o quiz debera escribir, como se deca antes, de extraamienviene dada por deseo alguno de que estos dos componentes de mi identidad equilibre

    robaciones; ni slo por la irritacin que siento ante dos empecinamientos culturales que venenando los comienzos de este siglo, y que, de paso, contribuyen a la destruccin del pas deocedo. Mis crticas se refieren a las prcticas seculares de esas dos reas de civilizacin, y me

    e tienen que ver con su mismsima razn de ser. Pues lo que pienso en realidad es que esas veneilizaciones han llegado al lmite; que no le aportan ya al mundo sino sus crispaciones destructivan ticamente en quiebra, como lo estn, por lo dems, todas las civilizaciones concretas que dn a la humanidad, y que ha llegado el momento de ir ms all. O somos capaces de construir lo una civilizacin comn con la que todos puedan identificarse, con la soldadura de los mores universales, con la gua de una fe firmsima en la aventura humana y la riqueza de todas nuersidades culturales o naufragamos juntos en una barbarie comn.

    que le reprocho en la actualidad al mundo rabe es la indigencia de su conciencia tica; lo qrocho a Occidente es esa propensin que tiene a convertir su conciencia tica en herramien

    minio. Dos acusaciones graves, y que me resultan doblemente dolorosas, pero que no puedo silun libro que pretende enfrentarse de raz con los orgenes de la regresin que se anuncia. Eabras de unos sera vano buscar huellas de una preocupacin tica o una referencia a vversales; en las de los otros hay una omnipresencia de esas preocupaciones y esas referencias, p

    an de forma selectiva y se moldean continuamente para ponerlas al servicio de determinada poltresultado es que Occidente no deja de perder credibilidad moral y que sus detractores no

    guna.

    quiere decir esto que site las crisis de mis dos universos culturales al mismo nivel. mparamos con lo que fue hace mil aos, o trescientos aos, o incluso cincuenta, no puede negarscidente ha tenido un avance espectacular que, en algunos terrenos, sigue e incluso se est aceleentras que el mundo rabe no puede ahora mismo estar ms abajo; es una vergenza tanto paos y sus amigos cuanto para su historia.

    Un ejemplo entre otros muchos, pero revelador por dems, es la capacidad para organiexistencia; cuando yo era joven, las relaciones entre las diversas comunidades de Oriente Prn an, si no igualitarias y fraternas, al menos corteses y atentas. Los musulmanes chies y los smiraban a veces con desconfianza, pero se casaban con frecuencia entre s, y esos intercaidianos de matanzas que la tragedia iraqu ha convertido en algo trivial no le habran cabido

    beza a nadie.Por lo que respecta a las minoras cristianas, nunca disfrutaron de una situacin idlica,

    nseguan sobrevivir en general con todos los regmenes e, incluso, prosperar; en momento alsde los albores del islam, se haban sentido tan marginadas, tan oprimidas e incluso encarriladas

    puerta de salida como est sucediendo ahora en Irak y en otros cuantos pases; varias de

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    munidades, que se han convertido en unas extraas en su propia tierra, en donde llevan no oblos viviendo, y milenios a veces, desaparecern durante los prximos veinte aos sin que se inn cosa por ello ni sus compatriotas musulmanes ni sus correligionarios de Occidente.En cuanto a las comunidades judas del mundo rabe, su extincin es ya un hecho consumado

    uen existiendo, ac y acull, unos pocos supervivientes estoicos a los que las autoridadesblacin humillan y an persiguen a veces encarnizadamente.

    o habr en este estado de cosas, podra decrseme, una responsabilidad innegable de Estados UnIsrael? S, por supuesto; pero no deja de ser una pauprrima excusa para el mundo rabe. Volvammplo que tenemos constantemente ante los ojos en la actualidad, el de Irak. Estoy convencido dcomportamiento errtico de los ocupantes americanos ha contribuido al hecho de que ese pndiera en la violencia comunitarista; estara incluso dispuesto a admitir, aunque tamao cinismezca monstruoso, que algunos aprendices de brujo de Washington y de otros lugares hayan p

    neficiarse de ese bao de sangre. Pero cuando un militante sunn se pone al volante de un cmba para saltar por los aires en un mercado al que acuden familias chies y a ese asesino al

    dicadores fanticos lo llaman resistente, hroe y mrtir, de nada vale ya acusar a los oel propio mundo rabe el que tiene que hacer examen de conciencia. Qu combate est peleu valores defiende an? Qu sentido le est dando a sus creencias?Cuentan que el Profeta dijo: El mejor de los hombres es quien les es ms til a los hombre

    ma de gran fuerza que debera mover hoy a los individuos, a los dirigentes y a los pueblos a habuladas preguntas: Qu estamos aportando a los dems y a nosotros mismos? En qu les esndo tiles a los hombres? Nos gua acaso algo que no sea una desesperacin suicida, queyor de los sacrilegios?

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    r lo que respecta a la otra civilizacin que llamo ma, la de Occidente, no es vctima de los mscarros porque sigue siendo para toda la humanidad el modelo o, cuando menos, la refencipal. Tambin ella se halla hoy, no obstante, a su manera, en un callejn sin salida histricercute en su comportamiento y contribuye al desajuste del mundo.Existe, en el comienzo de este siglo, una lancinante cuestin de Oriente que no parece que

    mino de resolverse, pero es innegable que tambin existe una cuestin de Occidente; y si la tralos rabes es que se han quedado sin el lugar que ocupaban entre las naciones y se sienten incarecuperarlo, la tragedia de los occidentales es que han alcanzado un papel planetario desmedidpueden ya seguir asumiendo por completo, pero del que tampoco pueden librarse.

    que decir tiene que Occidente le dio a la humanidad mucho ms que cualquier otra civilizacin. milagro ateniense de hace dos milenios y medio, y sobre todo durante estos seis ltimos sigly ni un dominio del conocimiento, de la creacin, de la produccin o de la organizacin social q

    ve hoy en da la marca de Europa y de su extensin norteamericana. Para lo mejor y tambin por. La ciencia de Occidente se ha convertido en LA ciencia a secas; su medicina se ha convert

    A medicina; su filosofa, en LA filosofa; sus diversas doctrinas, desde las ms liberadoras hass totalitarias, han tenido encarnaciones bajo los cielos ms lejanos. Incluso los hombres que l

    ntra el dominio de Occidente lo hacen en primer lugar con las herramientas materiales o intelece el propio Occidente invent y extendi por el resto del mundo.

    Con el final de la Guerra Fra, la preeminencia de las potencias occidentales pareca haber subidao ms. Su sistema econmico, poltico y social acababa de dar muestras de su superior

    eca a punto de extenderse por toda la superficie terrestre; haba quien hablaba ya del finstoria, puesto que el mundo entero iba, de ahora en adelante, a fundirse en paz en el moldcidente victorioso.Pero la Historia no es la virgen dcil y prudente con que suean los idelogos.

    , por ejemplo, en el mbito econmico, el triunfo del modelo occidental condujo, paradjicamea debilitacin de Occidente.

    Libres ya del cepo del dirigismo, China y luego la India despegaron de pronto; dos revoluc

    acibles que llevaron a cabo sin escndalo personas discretas pero que estn modificando de radera los equilibrios del mundo.

    En 1978, dos aos despus de la desaparicin de Mao Tse-Tung, le correspondi tomar el podembrecillo de setenta y cuatro aos, que haba sobrevivido milagrosamente a las purgas volucin Cultural, Den Xiaoping; en el acto dispuso que se repartieran entre determinados camprras que estaban antes colectivizadas y les dio permiso para que vendieran parte de la cosechultado fue contundente; se multiplic la produccin, segn los pueblos, por dos, por tres, por cdirigente chino dio un paso ms y decidi que a partir de entonces los campesinos chinos p

    oger personalmente lo que queran plantar; hasta entonces eran las autoridades locales las queponan. La produccin creci an ms. Y as empez todo. Con retoques limitados, sin declara

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    ruendosas, sin concentraciones de masas, el antiguo sistema improductivo fue quedando desmangresivamente. Progresivamente y, no obstante, a la velocidad de la luz, debido seguramente al ltiplicador relacionado con las dimensiones demogrficas del pas. Por ejemplo, cuandoridades suprimieron la prohibicin de implantar pequeas empresas familiares en el campo tcomestibles, tenderetes, talleres de reparacin, etc., aparecieron veintids millones que pleo a ciento treinta y cinco millones de personas. Cuando hablamos de China, nos p

    nstantemente que estamos hojeando un libro de rcords; otro tanto sucede con la cantidcacielos de Shanghai: quince en 1988, casi cinco mil veinte aos despus, es decir, ms que en N

    rk y Los ngeles juntas.Pero hay fenmenos que no dependen del gigantismo, e incluso que ste debera haber hecho

    uos, tales como el crecimiento del producto interior bruto, que anduvo durante treinta aos en toz por ciento por trmino medio, lo que permiti que la economa china superase sucesivamentFrancia, Inglaterra y, luego, Alemania ya en la primera dcada del siglo XXI.En la India, el desmantelamiento del dirigismo se produjo con no menos tranquilidad

    nsecuencias no menos asombrosas. En julio de 1991, el gobierno tuvo que hacer frente a una anciera de gran envergadura que amenazaba con desembocar en bancarrota. Para ponerle remed

    nistro de Hacienda, Manmohan Singh, decidi flexibilizar algunas de las restricciones que etas a las empresas. El pas haba tenido hasta entonces leyes muy coercitivas que obligaban a cn permisos previos para toda transaccin econmica: permisos de importacin, permisos de camisos de inversin, permisos de aumento de la produccin, etc. En cuanto empez a quedar lib

    es trabas, la economa despeg

    que acabo de recordar en unos pocos prrafos escuetos supone para toda la humanidad un adantesco e inesperado, uno de los que, en la Historia, ms puede entusiasmarnos: los dos pase

    s habitantes del planeta, que representan la mitad de la poblacin de eso que habamos dado en lTercer Mundo, empiezan a salir del subdesarrollo; otros pases de Asia y de Amrica ecen encarrilados por la misma va ascendente; la tradicional divisin del globo terrestre en unustrial y un sur msero se va difuminando poco a pocoCon el paso del tiempo, el despertar econmico de esas grandes naciones de Oriente se ver sin

    mo la consecuencia ms espectacular de la quiebra del socialismo burocrtico. Si lo miramos dento de vista de la aventura humana, no podemos sino alegrarnos; si lo miramos desde el punto deOccidente, el jbilo se tie de aprensin, pues estos dos nuevos gigantes industriales no se lim

    interlocutores y socios, sino que tambin son unos rivales temibles y unos adversarios en potencNo nos hallamos ya dentro de los parmetros tradicionales de un sur que brinda una mano deata aunque poco eficiente. Los trabajadores chinos o indios siguen siendo, y seguirn siendo do ms de tiempo an, menos exigentes, pero cada vez estn ms cualificados y tienen mtivacin. Son de verdad menos inventivos, como repetimos en Occidente, dejando aflorar a vecga de prejuicios culturales o tnicos? Aunque as fuera an en nuestros das, es previsible qu

    uacin vaya cambiando a medida que los hombres y las mujeres del sur se sientan ms segurossmos, ms libres, menos obstaculizados por las jerarquas sociales y los conformismos intelectdramos pasar entonces, en una o dos generaciones, de la imitacin a la adaptacin y, luego

    atividad. La historia de esos grandes pueblos revela que tienen capacidad para ello, y d

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    pacidad dan fe la porcelana, la plvora, el papel, el gobernalle, la brjula, la vacunacin y el innmero cero; todo aquello de lo que carecieron esas sociedades asiticas ya lo tienen ahora o lo

    nsiguiendo en la escuela de Occidente; han salido de la arbitrariedad y tambin del inmovilismn escaldado las derrotas, las humillaciones y la miseria, pero al fin parecen estar listasrentarse con el porvenir.

    cidente ha ganado, ha impuesto su modelo; pero, debido a esa misma victoria, ha perdido.

    No cabe duda de que aqu convendra introducir una distincin entre el Occidente universal, diplcito, que conquist el alma de todas las naciones de la Tierra, y el Occidente concreto, geogrtico, tnico, el de las naciones blancas de Europa y Norteamrica. ste es el que se encuentra hen un callejn sin salida. No porque las civilizaciones de los dems hayan dejado atrs la suya

    rque los dems adoptaron esa civilizacin suya privndola de aquello en lo que hasta entonces idido su especificidad y su superioridad.Vindolo con la perspectiva que da el paso del tiempo, quiz pueda llegarse a la conclusin de

    accin que ejerci el sistema sovitico sobre los pases del sur sirvi, paradjicamente, para re

    declive de Occidente. Mientras China, la India y tantos pases del Tercer Mundo con economado siguieron presos de un modelo inoperante, no fueron una amenaza para la supremaca econOccidente, siendo as que crean precisamente que de esa forma iban a combatirla; tuvierotarse de encima esa ilusin y asumir resueltamente la va dinmica del capitalismo antes de empverle en serio el trono al hombre blanco.En resumidas cuentas, las naciones occidentales vivan en una edad de oro, sin saberlo, en aq

    mpos en que eran las nicas que contaban con un sistema econmico muy eficaz; dentro del entompetencia mundial del que tanto empeo tuvieron en rodearse, parecen condenadas a desmanzos enteros de su economa, casi toda la industria de productos manufacturados y una parte cre

    sector servicios.La situacin es especialmente delicada en Europa, que se halla, como quien dice, entre dos fuegAsia y el de Norteamrica, en pocas palabras. Quiero decir: entre la competencia comercial

    ciones emergentes y la competencia estratgica de los Estados Unidos cuyo efecto se siente etores ms avanzados, como la aeronutica y el conjunto de industrias para usos militares. Aada deficiencia de envergadura: la imposibilidad en que se halla Europa para controlar las fuene se surte de petrleo y gas, que estn concentradas esencialmente en Oriente Medio y en Rusia.

    ra consecuencia importante del despegue econmico de las grandes naciones de Asia es el hece cientos de millones de personas han accedido a una forma de consumo de la que hasta ahlaban excluidas.Todo el mundo puede sonrer o indignarse ante determinados excesos, pero nadie puede

    timamente en duda que esos pueblos tengan derecho a poseer todo cuanto poseen hace mucho thabitantes de los pases ricos: nevera, lavadora, lavavajillas y todos los dems productos qu

    n los anteriores: coche familiar y ordenador personal; agua caliente, agua limpia y alimenofusin; y tambin cuidados mdicos, estudios, ocio, viajes, etc.

    Nadie tiene en la actualidad derecho moral y nadie tendr el da de maana capacidad efectiva

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    var de todo lo dicho a esos pueblos: ni sus gobernantes, ni una superpotencia, ni nadie. A menos e se pretenda sea implantar por todo el planeta tiranas sangrientas y absurdas para devolver a deblos a la pobreza y el sometimiento, no veo cmo podra alguien impedir que hicieran lo que, ce dcadas, se les viene animando a hacer: trabajar en mejores condiciones, ganar ms dinero, m

    condiciones de vida y consumir, consumir y consumir.Para varias generaciones sucesivas, entre ellas la ma, y sobre todo para quienes nacim

    marcas del sur, la lucha contra el subdesarrollo era lo que, lgicamente, vena despus de la luchindependencia. E incluso sta pareca fcil por comparacin; el arduo combate contra la pobre

    orancia, la incuria, el letargo social o las epidemias pareca que tendra que prolongarse dulos. Que las naciones ms pobladas hayan podido despegar ante nuestros ojos es algo as comagro del que, en lo que a m se refiere, no dejo nunca de maravillarme.Dicho esto, no me queda ms remedio que aadir, en un registro menos subjetivo, que el vertig

    cimiento de la clase media en China, en la India, en Rusia, en Brasil, as como en todo el plannjunto, es una realidad a la que el mundo, tal y como funciona ahora mismo, no parece en condiadaptarse. Si tres o cuatro mil millones de seres humanos empezasen dentro de nada a consum

    beza tanto como los europeos o los japoneses, por no hablar de los norteamericanos, es evident

    dramos que presenciar desajustes mayores, tanto ecolgicos como econmicos. Es precisada que de lo que estoy hablando aqu no es de un futuro lejano, sino de un futuro inmediato e ini de un presente? La presin sobre los recursos naturales sobre todo el petrleo, el agua pomaterias primas, la carne, el pescado, los cereales, etc. y la lucha por el control de las zonduccin, y el encarnizamiento de unos por garantizar su parte de riquezas naturales

    carnizamiento de otros por hacerse con la que les corresponde: hay en ello ms que suficientrir incontables conflictos asesinos.No cabe duda de que tensiones as se mitigaran en un perodo de recesin econmica mundial

    e fuera menor el consumo, fuera menor la produccin y fuera menor la angustia ante el agotamie

    recursos. Pero esta relativa tregua quedara ms que compensada, desgraciadamente, posiones fruto de esa misma crisis. Cul sera el comportamiento de esta o de aquella nacin

    peranzas de desarrollo econmico se enfrentasen con un frenazo brutal? A qu trastornos socia descarros ideolgicos llevara una frustracin as? El nico acontecimiento comparable adamos remitirnos es la Gran Depresin de 1929, que desemboc en cataclismos sociales, allido de fanatismos, en conflictos locales y en una conflagracin mundial.Hay razones para esperar que no se repitan los procesos ms extremados. Pero no podrn por mocurrir convulsiones y trastornos de los que la humanidad saldr cambiada; exange, contusio

    umatizada, sin duda; pero quiz ms madura, ms consciente que antes de que, en la frgil balsa evega, vive una aventura comn.

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    mengua de la parte que le corresponda a Occidente en la economa mundial, tal y como comenzpsculo de la Guerra Fra, va preada de consecuencias graves, y no todas podemos calibrarlas smo.Una de las ms preocupantes es que las potencias occidentales, y sobre todo Washington, pueda

    la gran tentacin de conservar mediante la superioridad militar lo que no es posible conservar y

    superioridad econmica ni por la autoridad moral.Tal puede ser quiz la consecuencia ms paradjica y ms perversa del final de la Guerraontecimiento que, en teora, traa paz y reconciliacin, pero tras el que vino un rosario de concesivos y los Estados Unidos empezaron a pasar sin transicin de una guerra a otra como si ebiera convertido en el sistema de gobierno de la autoridad mundial ms que en un ltimo recurs

    Los atentados letales del 11 de septiembre de 2001 no bastan para explicar ese derroteorzaron y, en parte, le dieron legitimidad, pero estaba ya muy avanzado.

    diciembre de 1989, seis semanas despus de la cada del Muro de Berln, los Estados Uvaron a cabo una intervencin militar en Panam contra el general Noriega, y esa expediciante de redada policial haca las veces de declaracin: a partir de ahora todo el mundo debaerado de quin mandaba en el planeta y limitarse a obedecer. Vino luego, en 1991, la primera Irak; en 1992-1993, la desafortunada aventura en Somalia; en 1994, la intervencin en Hait papoder al presidente Jean-Bertrand Aristide; en 1995, la guerra de Bosnia; en diciembre de 19mpaa de bombardeos masivos contra Irak que se llam Operacin Zorro del Desierto; en 19erra de Kosovo; a partir de 2001, la guerra de Afganistn; a partir de 2003, la segunda guerra d

    2004, otra expedicin a Hait, esta vez para derrocar al presidente Aristide Por no citmbardeos de castigo y las acciones militares de menor envergadura en Colombia, en Sudipinas, en Pakistn y en otros lugares.En cada una de esas intervenciones hallar quien pretenda ser un espectador lcido algunos mo

    petables y otros que fueron meros pretextos. Pero que se repitan es ya preocupante en s. Un sigobierno del planeta he dicho? Ms de una vez, durante los primeros aos del nuevo siglo, se

    urrido que la verdad podra ser mucho ms siniestra y que esas operaciones las llevaban a caboe valieran de ejemplo, de la misma forma que los imperios coloniales de ayer se dedicaterles el miedo en el cuerpo a sus sbditos indgenas para disuadirlos de cualquier veleid

    blevacin.

    gunas de las incursiones militares ms discutibles quedarn vinculadas a la persona del presorge W. Bush; y fue en parte por la guerra de Irak por lo que los electores estadounidenses llevader a Barack Obama y a los demcratas. Queda por saber hasta qu punto esa desvervencionista tena que ver con las opciones polticas de determinada administracin y hasta quna dada por la situacin de Estados Unidos en el mundo, la de un pas cuyo peso en la econ

    ndial va a menos de forma inexorable, que se endeuda sin cesar, que vive claramente por enciposibilidades y cuenta, no obstante, con una supremaca militar que nadie pone en duda. Cm

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    a caer en la tentacin de usar esa baza mayor para compensar su debilitamiento en los dbitos?Fueren cuales fueren la sensibilidad o las convicciones polticas de su presidente, los Estados U

    pueden ya permitirse aflojar la mano con la que controlan el mundo; ni dejar de controlar los recnciales para su economa, y sobre todo el petrleo; ni consentir que se muevan con total libertadrzas que quieran perjudicarlos; ni contemplar pasivamente cmo surgen potencias rivales que p

    ner algn da en tela de juicio su supremaca. Si renunciasen a esa forma suya de dirigir de muy cn mano dura los asuntos del mundo, caeran posiblemente en una espiral de debilitamie

    uperizacin.Lo cual no quiere decir que el intervencionismo sistemtico sea la frmula adecuada para fre

    cadencia; si nos fiamos del balance de los primeros aos del siglo, ms bien la ha acelerado. Ta poltica efectos inversos? Merece la pena intentarlo, pero, cuando un poder afloja la maccin espontnea de sus adversarios consiste en agobiarlo y en asaltarlo ms que en agradecs occidentales mostraron un respeto mucho mayor por la Unin Sovitica de Brezhnev que porrbachov, pues la humillaron, saquearon y desmantelaron, suscitando un hondo rencor en el po. Y los revolucionarios de Irn fueron inmisericordes con el presidente Carter porque ste

    aros en utilizar una poltica agresiva.Lo que pretendo decir con esto es que el dilema de Occidente y de sus relaciones con el resndo no se resolvera como por milagro si Washington cambiase de pronto su conducta en el escernacional. Aunque un cambio as siga siendo indispensable si es que tenemos an puestas esperuna repentina reaccin salvadora, no hay nada que permita asegurar que sera determinante.

    y analistas que distinguen entre poder duro y poder suave, y quieren decir con ello que un Eede ejercer la autoridad de diversas formas sin necesidad de recurrir siempre a sus fuerzas arm

    incapacidad de Stalin para entender esa verdad fue la que lo llev a preguntar cuntas divisia el Papa. Por lo dems, el da en que se vino abajo, la Unin Sovitica contaba an, desde el vista estrictamente militar, con medios ms que sobrados para aniquilar a sus adversarios. Ptoria y la derrota no las deciden las divisiones blindadas, las megatoneladas de bombas o la caojivas. No es sino un factor entre otros, que seguramente necesita una gran potencia, pero no es cho suficiente. En cualquier confrontacin entre individuos, entre grupos humanos e igualmenteados entran en juego muchos factores que tienen que ver o con la fuerza fsica, o con la capa

    onmica, o con el ascendiente moral. En el caso de la Unin Sovitica, est claro que haba perd

    oridad moral y se haba debilitado econmicamente, con lo cual su formidable brazo militar perante.En cambio, Occidente contaba, al concluir la Guerra Fra, con una superioridad aplastante en lo

    bitos a la vez. En el militar, merced sobre todo a la fuerza estadounidense; en el econmico, merdominio tecnolgico industrial y financiero de Europa y de los Estados Unidos; en lo moral, en su modelo de sociedad, que acababa de derrotar a su rival ms peligroso, el comunismo

    perioridad multiforme habra debido permitirle gobernar el mundo con sutileza, recurriendo o, ora a la zanahoria, desanimando con firmeza a sus adversarios recalcitrantes pero brindaos los dems ventajas sustanciales para permitirles librarse del subdesarrollo y de la tirana.

    Pareca por ello razonable prever que recurrir a las armas sera en adelante algo muy excepcio

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    e a Occidente le bastara con hacer valer la bondad de su sistema econmico y de su modeciedad para conservar la supremaca. Lo que ocurri fue ms bien lo contrario. El auge de los gigticos erosion el predominio econmico de Occidente y el recurso a las armas se convirti etrascendencia.

    lo referente a la hegemona moral, tambin se erosiona, hecho cuando menos paradjico puesto delo occidental no tiene ya competencia y la atraccin por la forma de vida europea o norteame

    enta con mayor fuerza que nunca, no slo en Varsovia o en Manila, sino tambin en Tehern, en MEl Cairo, en Shanghai, en Chenai, en La Habana y en todas partes; existe, no obstante, entre el ca periferia un autntico problema de confianza.Un problema cuyas races estn en la relacin malsana que se gest durante los ltimos siglospotencias occidentales y el resto del mundo y que contribuye en la actualidad a que los hombreapaces de sacarle partido a su diversidad, incapaces de formular valores comunes, incapac

    nsiderar juntos el porvenir. E incapaces, por lo tanto, de plantarles cara a los peligros quciendo.

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    Occidente no ha podido sacarle todo el partido posible a su victoria sobre el comunismo, ello sembin a que no supo dilatar su prosperidad ms all de sus fronteras culturales.

    A ttulo de ejemplo, los efectos casi milagrosos de la edificacin europea, que permitieron quperasen en poco tiempo Irlanda, Espaa, Portugal o Grecia, antes de alcanzar, a zancadasropa central y oriental, nunca consiguieron cruzar el modesto estrecho de Gibraltar para llegar a l

    lla del Mediterrneo, en donde se alza ahora una elevada muralla que no por invisible es menoel y peligrosa que la que divida antao Europa.No cabe duda de que la crisis milenaria del mundo musulmn tiene buena parte de culpa;

    luso, probablemente, el factor ms determinante. Pero no es desde luego el nico. Pues si volvemta hacia el Nuevo Mundo, ese dilatado territorio en donde el islam no ech nunca rntemplamos un fenmeno similar, a saber, la incapacidad de los Estados Unidos para extendosperidad hasta el sur del Ro Grande, rumbo al vecino Mxico; hasta tal punto que se sinigados a construir su propio muro protector, palpable en este caso, lo que les granje la descon

    el resentimiento de toda Amrica Latina, que es acaso necesario recordarlo? es tan cri

    mo Europa o Norteamrica.Lo que me lleva a pensar que los achaques del mundo musulmn, por ms reales y trgicos quelo explican todo. El mundo occidental tiene sus propias cegueras histricas y sus propias care

    cas. Y fue a menudo desde el enfoque de esas carencias y esas cegueras como lo conocieroeblos dominados durante los ltimos siglos. Cuando se habla de los Estados Unidos en Chilecaragua, de Francia en Argelia o en Madagascar, de Gran Bretaa en Irn, en China o en Oximo, de los Pases Bajos en Indonesia, los personajes que se vienen en primer lugar a la caben ni Benjamin Franklin, ni Condorcet, ni Hume, ni Erasmo.

    iste hoy en da en Occidente un arranque de impaciencia que incita a decir: Dejemos ypabilizarnos! Dejemos ya de flagelarnos! Los colonizadores no tienen la culpa de todaventuras del mundo! Una reaccin comprensible que, por lo dems, coincide con la de msonas nacidas, como yo, en los pases del sur y a quienes irrita or a sus propios compatrobar la poca colonial cada vez que los aflige una desdicha. Esa poca caus, sobre todo en umas perdurables; pero, a veces, la era de las independencias result an ms calamitosa, y, en m se refiere, no siento indulgencia alguna por los muchos dirigentes incompetentes, corrup

    nicos que se pasan la vida enarbolando el cmodo pretexto del colonialismo.En cuanto al pas del que procedo, el Lbano, tengo la conviccin de que el perodo del ma

    ncs, entre 1918 y 1943, y tambin la ltima etapa de la presencia otomana, entre 1864 y 1914, cho menos nefastos que los diversos regmenes que se han ido turnando desde la independencz polticamente incorrecto dejar constancia de ello por escrito, pero as es como veo yo los hr lo dems, puede comprobarse eso mismo en varias naciones ms; me contentar con mencionama por cortesa.

    Pero, aunque no es ya de recibo la excusa del colonialismo para justificar el fracaso de los diri

    Tercer Mundo, sigue siendo crucial la cuestin de las relaciones malsanas entre Occidente colonias, y no podemos dejarla de lado con una broma ingeniosa, ni refunfuando irritad

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    cogindonos de hombros.

    go convencido, por mi parte, de que la civilizacin occidental cre ms valores universalealquier otra; pero demostr que era incapaz de transmitirlos adecuadamente. Un fallo cuyo precigando ahora toda la humanidad.

    La explicacin cmoda es que los dems pueblos no estaban preparados para recibir ese injtrata de una idea a toda prueba, que se va transmitiendo de una generacin a otra, de un siglo a

    e nadie pone en tela de juicio de tan evidente como parece. La ltima vez que se ha usado ha sidoo de Irak: La equivocacin de los americanos, nos dicen, fue que quisieron imponer la democrpueblo que no quera democracia!. La frase cae como una sentencia sin apelacin y a todo el m

    viene bien, tanto a los detractores de Washington como a quienes lo defienden; aqullos se burlanerrante de una empresa as; stos alaban su candorosa nobleza. Tan artero es este tpico que encas las sensibilidades y le sacan partido todas las modas intelectuales; a quienes respetan a los d

    eblos les parece respetuosa; pero a quienes los desprecian, e incluso a los racistas, tambiuerza los prejuicios.

    Esa afirmacin pretende ser una apreciacin realista, pero, desde mi punto de vista, es sencillaa antfrasis. Lo que sucedi de verdad en Irak fue que los Estados Unidos no supieron llevamocracia a un pueblo que soaba con ella.

    Cada vez que los iraques tuvieron ocasin de votar, fueron a votar a millones, jugndose laabe alguien de alguna otra poblacin en el mundo que haya estado dispuesta a hacer cola anegios electorales con la certeza de que iba a haber atentados suicidas y coches bomba? Y es blacin de la que decimos que no quera la democracia? Se dice y se repite en los peridicos, bates radiofnicos o televisados, y nadie o casi nadie se para a mirar las cosas ms de cerca.

    La otra mitad de la afirmacin, a saber, que los Estados Unidos queran imponer la democra

    k, me parece no menos discutible. Podramos enumerar varias razones, ms o menos crebledieron influir en la decisin norteamericana de invadir aquel pas en 2003: la lucha conrorismo y contra los regmenes sospechosos de prestarle apoyo; el temor de ver que un Enalla estuviera hacindose con armas de destruccin masiva; el deseo de derrocar de una vezigente que era una amenaza para las monarquas del Golfo y le resultaba inquietante a Israuntad de controlar los campos petrolferos, etc. Hay incluso quien ha propuesto argumento

    nnotaciones psicoanalticas, tales como el deseo del presidente Bush de terminar la tarea que suba dejado inconclusa. Pero, de entre todos los observadores serios, de entre todos los nume

    tigos e investigadores que examinaron a fondo las actas de las reuniones en las que se tom la dedeclarar la guerra, y cuyo fruto fue, en los ltimos aos, una abundante literatura, nunca cit nanimo fragmento de frase que diera pie a suponer que la motivacin real de la invasin fuera insdemocracia en Irak.

    nada valdra dedicarse a juzgar las intenciones, pero no queda ms remedio que darse cuenta ddesde las primeras semanas de la ocupacin, las autoridades norteamericanas pusieron en marctema de representacin poltica basado en la pertenencia a una religin o a una etnia, lo que

    nsigo en el acto un estallido de violencia sin precedentes en la historia de ese pas. Por haberlo

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    cerca en el Lbano y en otros lugares, puedo dar testimonio de que el comunitarismo no favorsoluto el venturoso desarrollo de la democracia; y esto que estoy diciendo es un tmido eufemismmunitarismo es la negacin del mismsimo concepto de ciudadana, y es imposible edificar un sitico civilizado sobre cimientos as. Tan necesario es tener en cuenta los diversos elemento

    mponen una nacin, pero de forma sutil, y flexible, e implcita, para que todos y cada uno ddadanos se sientan representados, como perjudicial, e incluso destructor, resulta establecer un siporcentajes que divida de forma duradera la nacin en tribus rivales.Que la democracia estadounidense, tan grande, le haya hecho al pueblo iraqu ese regalo enven

    nsistente en dar carta de ciudadana al comunitarismo es, sin paliativos, una vergenza yignidad. Si se hizo por ignorancia, es un hecho que consterna; si se hizo con cinismo calculado,men.

    erto es que en vsperas de la invasin, y durante todo el conflicto, se habl mucho de libertadmocracia. Son palabras rituales desde el amanecer de los tiempos y en todas las latitudes; fales fueren los objetivos de una operacin militar, todo el mundo prefiere decir que se lleva a cab

    usticia, por el progreso, por la civilizacin, por Dios y sus profetas, por amparar a las viudas yrfanos, y tambin, claro est, por legtima defensa o por amor a la paz. A ningn dirigente le innsentir que alguien diga que sus motivos reales son la venganza, la avaricia, el fanatismolerancia, la voluntad de dominio o el deseo de acallar a quienes se le oponen. Tal es el cometpropagandistas: disimular las intenciones reales bajo los disfraces ms nobles; y el cometido

    dadanos libres es examinar los hechos para desenmascarar las mentiras.Dicho lo cual, s que hubo efectivamente en los Estados Unidos, inmediatamente despus d

    ntados del 11 de septiembre de 2001, un breve entusiasmo por la propagacin de la democrando se supieron las nacionalidades de los miembros del comando suicida, algunas persona

    ponsabilidades opinaron que si el mundo rabe lo gobernasen regmenes democrticos y partila modernizacin, Norteamrica no habra estado tan amenazada; y que haba sido un error a

    rante tanto tiempo a unos oscurantistas y unos autcratas cuyo nico mrito era haberse alineado tica de Washington. No habra sido acaso necesario exigirles a esos clientes que compar

    ems algunos de los valores que su protector respetaba?Ese entusiasmo que se plasm en sonoros eslganes, tales como el Gran Oriente Medio y, Nuevo Oriente Medio se qued en plvora que se iba en salvas. No me detendr, pues, e

    sodio, pero permtaseme expresar, ya que estoy en ello, la estupefaccin que siento ante

    pectculo: el cabeza de fila de las democracias occidentales preguntndose en los comienzos delXI si, bien pensado, no sera buena idea favorecer la aparicin de regmenes democrticos en EArabia, en Pakistn y en el resto del mundo musulmn! Y ello tras haber dado alas por doq

    deres cuyo mrito principal consista en que eran estables sin fijarse demasiado en qu maban para garantizar esa estabilidad; tras haber prestado apoyo a los dirigentes ms conservadore importase la ideologa en que se fundamentaba su conservadurismo; tras haber creado, sobre toia y en Amrica Latina, los sistemas policiales y de seguridad ms represivos; y hete aqu que ahn democracia norteamericana se preguntaba si no sera buena idea jugar por fin la baza

    mocracia.

    Pero tan hermosa idea no tard en caer en el olvido; tras darle muchas vueltas, el pas de Ab

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    ncoln lleg a la conclusin de que todo aquello implicaba un riesgo excesivo y que los resentimn ya tan fuertes que las elecciones libres llevaran al poder, en todos esos pases, a los elementoicales; as que ms vala, por lo tanto, seguir con las recetas conocidas y de confianza. La demodra que esperar.

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    rante los meses anteriores a la invasin de Irak, el secretario de Estado Colin Powell se vio a mla ms incmoda de las situaciones: la de tener que convencer al mundo entero de que no quedab

    medio que declarar esa guerra, al tiempo que haca tremendos esfuerzos en privado para convencsidente de que declararla era precisamente lo que no haba que hacer.Durante una entrevista a solas en la Casa Blanca, el 13 de febrero de 2003, le dijo, al pare

    do de advertencia: You break it, you own it. Es sta una norma que algunos comercios apliao y, a tenor de la cual, si un cliente rompa un objeto, tena que pagarlo como si lo hmprado. Quien rompe paga y se lleva los cascos. Y Powell se lo aclar al presidente Bushuiente forma: Va a convertirse en el feliz depositario de veinticinco millones de personas. Spositario de todas sus esperanzas, de todas sus aspiraciones y de todos sus problemas. Todo essuyo!.La advertencia de Colin Powell no era slo un toque de sensatez para quienes se dispon

    strozar Irak. Con una frase rotunda, ese hijo de emigrantes jamaicanos que haba llegado a la jelas fuerzas armadas estadounidenses y, luego, a la jefatura de la diplomacia defini la responsab

    trica de los vencedores y puso el dedo en la llaga del dilema secular de las potencias occidenbien imponan su hegemona sobre el conjunto del planeta, desbaratando las estructuras pol

    ciales y culturales predominantes, se convertan moralmente en depositarias del porvenir deblos conquistados y deberan haberse pensado muy en serio qu comportamiento iban a teneos; si haban de acogerlos gradualmente en su seno, como a hijos adoptivos, aplicndoles las mes de la metrpoli, o slo domearlos, someterlos y aplastarlos.Un nio sabe diferenciar a la madre adoptiva de la madrastra. Los pueblos saben diferenciar

    eradores de los ocupantes.

    ntrariamente al tpico establecido, el pecado secular de las potencias europeas no ha sido el de qponer sus valores al resto del mundo, sino precisamente lo contrario: el haber renunntinuamente a respetar sus propios valores en sus relaciones con los pueblos dominados. Mientdeshaga ese equvoco, corremos el riesgo de volver a caer en los mismos errores.El primero de esos valores es la universalidad, a saber, que la humanidad es una. Diversa, per

    es por ello una falta imperdonable transigir en los principios fundamentales con el eterno pretexe los dems no estaran dispuestos a hacerlos suyos. No hay unos derechos humanos para Eur

    os derechos humanos para frica, para Asia o para el mundo musulmn. Ningn pueblo de la ste para que lo esclavicen, para que lo tiranicen, para la arbitrariedad, para la ignorancia, p

    curantismo, ni para la opresin de las mujeres. Cada vez que alguien da de lado esta verdad b traicionando a la humanidad y se est traicionando a s mismo.

    aba yo en Praga en 1989 cuando empezaron en Bucarest las manifestaciones contra Ceaucescu.el acto en la capital checa, que se haba liberado haca poco gracias a la revolucin de terciop

    arranque espontneo de solidaridad con el pueblo rumano. En un cartel en las inmediacionesedral, una mano haba escrito en ingls: Ceaucescu, no hay sitio para ti en Europa!. La ira de

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    legtima, pero aquella forma de decir las cosas me escandaliz; me entraron ganas de pregunta continente haba sitio para un dictador.

    Lo que aquella persona haba expresado ingenuamente es, por desgracia, una actitud muy exten un dictador que no sera tolerable en Europa puede haber trato si practica su arte en la otra ori

    editerrneo. Es sta acaso una seal de respeto al prjimo? De respeto a los dictadores, s, go; y de desprecio, de paso, por los pueblos que los padecen y no menos por los valores q

    pone que toda democracia debe preconizar.Pero habr quien me replique: No es sa acaso una actitud realista? No lo creo. Esa mala acc

    un buen negocio. Para Occidente, jugarse su credibilidad tica es jugarse el lugar que ocupando, es jugarse en ltima instancia la seguridad, la estabilidad y la prosperidad. Hubo quien

    er, que era algo que poda hacerse impunemente; hoy sabemos que todo acaba por pagarse, incluturas ms antiguas. El plazo de prescripcin es un invento de los juristas; en la memoria eblos nada prescribe. O, para ser ms exactos, los pueblos que salen adelante los que consrarse de la pobreza, de la humillacin, de la marginacin acaban por perdonar, pero no por ellado por completo sus aprensiones; los que no salen adelante lo siguen rumiando hasta el infinito

    esto me aboca una vez ms a hacer la pregunta crucial: Intentaron de verdad las potcidentales implantar sus valores en sus antiguas posesiones? No, por desdicha. Ni en la India,gelia ni en ninguna parte aceptaron nunca que los indgenas sometidos a su autoridad adminisdicasen la libertad, la igualdad, la mentalidad de empresa o el Estado de derecho; e inclurimieron siempre que lo reivindicaron.De modo que las lites de los pases colonizados no tuvieron ms eleccin que apoderarse de

    ores en contra de la voluntad del colonizador y usarlos en contra de ste.

    a lectura minuciosa y serena de la etapa colonial nos muestra que hubo siempre entre los eures excepcionales administradores, militares, misioneros, intelectuales y algunos exploradoresvorgnan de Brazza que se comportaron de forma generosa, equitativa, heroica a veces y, go, acorde tanto con los preceptos de su fe como con los ideales de su civilizacin. Los colonrecuerdan a veces; y seguramente eso es lo que explica que los congoleos no le hayan cambi

    mbre a Brazzaville.Pero fueron excepciones. Por regla general, la poltica de las potencias la determinaban ante

    as compaas rapaces y unos colonos aferradsimos a sus privilegios y a quienes no haba nadustara tanto como que los indgenas progresaran. Cuando, de vez en cuando, un administradogaba de la metrpoli preconizaba otra poltica, todo el mundo intentaba convencerlo, soborimidarlo; si se empecinaba, siempre haba medios para conseguir que lo destituyeran; incluuna ocasin un funcionario considerado idealista muri misteriosamente asesinado. Eso fucha probabilidad, lo que le ocurri a Brazza

    mos decir con frecuencia que, en los pases del sur, Occidente se gan la enemistad incluso

    es ms partidarias de la modernidad. Es sta una forma tan incompleta de decirlo que se convie

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    gaosa. Habra que decir ms bien, me parece, que Occidente se enemist ante todo con lastidarias de la modernidad, mientras que con las fuerzas retrgradas siempre encontr apaos, m

    nde entenderse, convergencias de intereses.Su drama, tanto hoy como ayer y desde hace siglos, es que siempre estuvo dividido entre el des

    ilizar al mundo y la voluntad de dominarlo, dos exigencias irreconciliables. Fue exponiendquier los principios ms nobles, pero tuvo buen cuidado de abstenerse de aplicarlos en los terrinquistados.

    No fue una vulgar falta de conciliacin entre los principios polticos y la forma de llevarlo

    ctica in situ; fue una renuncia sistemtica a los ideales que proclamaba, lo que suscitnsecuencia, una desconfianza tenaz entre las lites asiticas, africanas, rabes o latinoamericanasma muy concreta, entre los elementos que ms crean en los valores de Occidente, que haban yos los principios de igualdad ante la ley y de libertad de palabra o de asociacin. Esas tidarias de la modernizacin eran las que planteaban las reivindicaciones ms atrevidas ympre presa, de forma inevitable, de la decepcin y el resentimiento, mientras que los elemdicionales se las componan mejor con el autoritarismo colonial.Ese encuentro fallido lo estamos pagando hoy muy caro. Lo est pagando caro Occidente, porq

    ed sin sus etapas naturales para llegar a los pases del sur; lo estn pagando muy caro los puebiente, porque se han visto privados de sus sectores ms modernos, que habran podido cimciedades de libertad y democracia; y lo estn pagando muy caro sobre todo esos mismos sectoreseblos fronterizos, esas naciones hbridas, todos aquellos que en los pases del sur llevabaigmas de Occidente, y tambin cuantos emigraron al norte con los estigmas del sur. Esos mismotiempos mejores, habran podido desempear a la perfeccin el papel de barqueros y son ahoncipales vctimas.

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    alquiera que descubra en mis palabras la ira de un ciudadano minoritario de Oriente slo se euivocando a medias. Pertenezco, efectivamente, a esa especie en vas de extincin, y me negarltimo aliento a considerar como algo normal que crezca un mundo en donde comunidades milenardianas de las civilizaciones humanas ms antiguas, se vean obligadas a hacer el equipandonar el terruo ancestral para tener que ir a refugiarse bajo un techo lejano.

    Es lgico que las vctimas se lo tomen a mal; es preocupante que sean las nicas en tomrselo problema de las minoras no es slo un problema para los miembros de esas minoras. Lo que ego no es slo, como quien dice, la suerte que van a correr unos cuantos millones de hombres. L en juego es la razn de ser y la meta de nuestra civilizacin; si, tras una prolongada evoterial y moral, desemboca en semejante purificacin tnica y religiosa, est claro que

    uivocado de camino.Para cualquier sociedad, y para el conjunto de la humanidad, el trato a las minoras no es un a

    re otros muchos; es, junto con el trato a las mujeres, uno de los datos ms reveladores de proco o de retroceso. Un mundo en el que se respete cada da algo ms la diversidad humana, en

    as las personas puedan expresarse en la lengua que prefieran, profesar en paz sus credos y anquilamente sus orgenes sin exponerse a la hostilidad y al desprestigio ni de las autoridades niblacin, se es un mundo que est avanzando, que progresa, que remonta el vuelo. A la inversa, cvalecen las situaciones crispadas en lo referente a las identidades, como sucede en la actualidadn mayora de los pases, tanto en el norte del planeta como en el sur, cuando nos resulta cada

    co ms difcil poder ser tranquilamente quienes somos y usar nuestra lengua o practicar nuestraertad, cmo no hablar de retroceso?

    e preocuparon de forma muy concreta, durante el ao 2007, los peligros que corri una mucidsima, atrapada en la borrasca y amenazada de extincin a corto plazo. Me estoy refiriendondeos, llamados tambin sabeos, una comunidad tan pequea, tan discreta, tan modesta que sonas saben, fuera de Irak, de su existencia.Yo no o ese nombre por primera vez hasta el ao 1988, cuando estaba investigando acerca de

    fundador del maniquesmo, un personaje sorprendente que vivi en Mesopotamia en el siglo estra era. Al intentar documentarme en lo tocante a su juventud y a la gnesis de su doctrina, me que pas los primeros aos de su vida, con su padre, en un palmeral sito a orillas del Tigris, al

    actual Bagdad, en el seno de una comunidad gnstica que renda culto a san Juan Bautista y, sigupasos, practicaba ritos de inmersin. Descubr a la sazn, y me qued encantado, que aquella si

    munidad, cuya desaparicin haca siglos habra podido suponerse, an sobreviva, en el mismo li, y llevaba a cabo los mismos bautismos en el mismo ro. Por qu milagro? No sabra decirlo.la explicacin est en un pasaje del Corn, que atribuye una categora especial a la gente del L

    mo los judos y los cristianos o los zorostricos, y menciona tambin a los sabeos, en rabeal-saa denominacin que parece venir de una raz semtica que, precisamente, se refiere a la idmersin. Esgrimiendo ese reconocimiento, pudo esa comunidad cruzar a trancas y barrancas p

    imos catorce siglos. Nunca le result fcil; la toleraban, en el mejor de los casos, pero tena quea de discrecin continuamente, lo que, por lo dems, no siempre bastaba para ponerla al amp

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    secuciones espordicas ni de humillaciones cotidianas.Durante toda esa etapa, aquellos hombres reivindicaron tanto el nombre de sabeos,

    ordarles a sus vecinos musulmanes la cita cornica, como el de mandeos, que proceda de otmtica en donde se halla la nocin de conocimiento, equivalente a la gnosisde los griegos. Coble apelacin, pudieron conservar su fe y la cohesin de la comunidad; adems, y aunque se hpuesto la obligacin de escribir y hablar en rabe, supieron mantener su propia lengua, qupecialistas llaman mandaico y es una variedad del arameo que incluye incluso, al parecer,antos vocablos de origen sumerio. Una lengua que cuenta, dicho sea de paso, con una lite

    orada.Que esta ultimsima comunidad gnstica haya podido sobrevivir hasta nuestros das me

    cinando y emocionando desde hace veinte aos. Es algo as como si existiera en la actualidadde Francia, algn valle de difcil acceso en donde hubiese buscado refugio una comunidad ctar

    biera sobrevivido milagrosamente a las guerras santas y tambin a las persecuciones ordinauiera practicando sus ritos en su propia lengua de oc.No he escogido al azar el anterior ejemplo. Cuando intentamos conocer los orgenes de las cre

    aras y de los dems movimientos de inspiracin maniquea que se extendieron por Europa entre e

    y el XIII, como, por ejemplo, los bogomilos de Bulgaria y de Bosnia, o los patarinos de lamos su fuente primigenia en Mesopotamia y en el siglo III, en ese palmeral a orillas del Tignde surgi la doctrina de Mani.

    Es fcil, pues, comprender mi indignacin al enterarme, a principios de marzo de 2007, de qndeos se hallan ahora en riesgo de extincin; porque estaban padeciendo, igual que todos los iralocura asesina que asolaba todo el pas; y tambin porque, dentro de aquel marco de desaforudito fanatismo religioso, ni siquiera los amparaba ya la bula cornica. Unos celosos predicaestaban negando ahora el estatus que el libro santo del islam les concedi en su da con toda claFaluyah, convertan a la fuerza a familias atemorizadas ponindoles un cuchillo en la gargan

    gdad, igual que en el resto del pas, despedan a los mandeos de sus empleos, los expulsaban as y saqueaban sus comercios. Hemos pasado por miles de pruebas me escribi uno dresentantes, pero sta podra ser fatal para nosotros. Nos amenaza una extincin a corto plazon muchos, pero las cantidades han ido bajando; en 2002, deba de haber en todo Irak alrededinta mil; cuatro aos despus ya slo quedaban seis mil. Haban dispersado a la comunidad, qlaba perseguida y presa de angustioso desconcierto. No podan ya reunirse en parte alguncticar su culto; ni siquiera saban ya dnde enterrar a sus muertos.Por fin se movilizaron unas cuantas personas para ayudarlos; pudo iniciarse una intervencin di

    e permiti a la mayora de las familias hallar un asilo, esencialmente en Suecia. Pero la comune pocas probabilidades de sobrevivir como tal. Dentro de pocos aos ya nadie hablar su lenritos no sern ya sino simulacros. Y habr desaparecido ante nuestros ojos y entre la indife

    neral un culto milenario.

    he querido referir aqu el caso de los mandeos es porque esa tragedia suya me parece reveladoado de descarro en que se halla nuestra civilizacin. Que una comunidad as haya podido durar los para extinguirse ante nuestros ojos dice mucho de la barbarie de esta poca nuestra y, en part

    la barbarie de los dos universos culturales a los que pertenezco, a saber, el mundo rabe y Occid

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    Aqul parece incapaz de tolerar hoy lo que toleraba hace cincuenta aos, hace cien aos o ince mil aos. Algunos libros publicados en El Cairo en la dcada de 1930 estn ahora prohrque se los considera impos; algunos debates que se celebraron en Bagdad en el siglo IX, en pre

    califa abas, acerca de la ndole del Corn, seran inconcebibles en nuestros das en cualquier csulmana, incluso en el recinto de una universidad. Cuando me acuerdo de que nombramos a uno yores poetas clsicos en lengua rabe por su apodo, Al-Mutanabbi, literalmente el que se las

    ofeta, porque en su juventud recorri Irak y Arabia haciendo gala de tal pretensin! En su polo X, la gente se encoga de hombros, se burlaba, frunca el ceo, pero todo ello no impidi nu

    creyentes escuchar al poeta y admirar su talento; hoy en da lo habran linchado o decapitadiar prembulo alguno.En Occidente, la barbarie no consiste en intolerancia o en oscurantismo, sino en arrogan

    ensibilidad. El ejrcito estadounidense se mete de golpe en la antigua Mesopotamia lo mismo qoptamo en un campo de tulipanes. En nombre de la libertad, de la democracia, de la legtima d

    de los derechos humanos, maltrata, destruye y mata. Cuando haya setecientos mil muertos, se reculpndose ms o menos. Los gastos han sido de casi un trilln de dlares y, segn algunos cls o tres veces ms, pero el pas ocupado es ms pobre que antes. Lo que se pretenda era luchar c

    terrorismo, pero ste nunca estuvo tan floreciente. Pusieron por delante la fe cristiana del pressh, y a partir de ahora las cruces de todas las iglesias son sospechosas de colaboracin. Pretentaurar la democracia, pero se las apaaron de forma tal que la propia nocin de democracedado desprestigiada por muchos aos.

    s Estados Unidos se repondrn del trauma iraqu. Irak no se repondr del trauma norteamericanmunidades ms numerosas seguirn con cientos de miles de muertos; sus comunidades ms dbiobrarn nunca el lugar que antes ocuparon; no slo los mandeos o los yezidis, sino tambin los a

    deos, cuyo nombre basta para recordarnos instantes estupendos de nuestra gran aventura huora, la suerte que corran todas estas minoras ya est fijada: en el mejor de los casos, concluirorrido histrico en alguna lejana tierra de asilo; en el peor, las aniquilarn in situ, trituradas ents mandbulas de la barbarie de nuestros das.

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    ramos los tiempos antiguos con una condescendencia que, visto nuestro comportamiento actune justificacin posible. Cierto es que en el siglo que acaba de concluir ocurrieron adedigiosos; somos muchos ms los que vivimos muchos ms aos y mejor; tenemos a nposicin herramientas y tambin medicinas que hace apenas diez aos parecan pertenecer bito de la ciencia ficcin, y eso cuando no eran sencillamente inconcebibles. Pero en ese mismo

    bo empresas totalitarias mucho ms temibles que las tiranas de antao y se fabricaron armas qumera vez en la Historia, tienen capacidad para destruir cualquier rastro de civilizacin en la TierQuiere esto decir que la humanidad ha progresado en el terreno de lo material, pero no en el te

    lo tico? No sera exacto asegurar tal cosa. Por supuesto que hemos avanzado durante el siglo Xos los terrenos a la vez; pero no al mismo ritmo. Mientras que en la adquisicin de conocimiendesarrollo de las ciencias, en su adaptacin a la tecnologa civil o blica, en la produccinusin de riquezas, hemos ido evolucionando hacia arriba y a ritmo acelerado, en cuestintalidades y comportamientos humanos la evolucin ha sido errtica y, en conjunto, inadecgicamente inadecuada.

    El anterior calificativo es el que mejor describe esta prueba que tenemos que superar ahorgunta pertinente no es si nuestra mentalidad y nuestro comportamiento han progresado en compa

    n los de nuestros antepasados; es si han evolucionado lo suficiente para permitir que les plana a los gigantescos retos del mundo de hoy.Un ejemplo entre otros es el del entorno, el de la contaminacin atmosfrica y los ca

    mticos. Hubo, en este dilatado mbito antao desatendido, una notable toma de conciencia, musada sin duda en algunos pases que en otros, pero real, e incluso espectacular; en unas cucadas se adoptaron medidas eficaces y se modificaron hbitos ancestrales; si nos acordamos de q

    ndres, a principios de diciembre de 1952, el smogun cruce de smoke, humo, con fog, nieblacinco das a doce mil personas, podemos calibrar cunto camino llevamos recorrido. En la mayonaciones industrializadas, las autoridades se ocupan ahora de que las fbricas contaminen meno

    ohben instalarse en las inmediaciones de las grandes urbes. Una sana costumbre que se hendiendo, desde que concluy la Guerra Fra, a los expases del Este, que, hasta ese moman un balance desastroso.Es ste un progreso del que debemos congratularnos, pero que no basta para disipar nuestros te

    uales. Puesto que el planeta est padeciendo, por las emisiones de carbono, un calentamiento cads rpido que podra convertirse en una calamidad para las generaciones siguientes, la pre

    ortuna no es ya: Nos estamos portando mejor en este mbito que nuestros padres y nuuelos?, a la que habra que responder indudablemente de forma afirmativa, sino: Nuestra formportarnos en este mbito permitir descartar la amenaza mortal que se cierne sobre nuestros hestros nietos?.

    Es evidente que la respuesta a la primera pregunta no podra tranquilizarnos si la respuestgunda fuera negativa, cosa que no podemos descartar en el momento en que escribo estas lneas; peremos que se reduzcan de forma significativa en la atmsfera las emisiones de carbono, los pus ricos y ms poderosos, sobre todo los norteamericanos, los europeos y los japoneses, tendra

    ptar una honda modificacin de sus hbitos de consumo; y las grandes naciones del sur, qupezado recientemente a despegar econmicamente, sobre todo los chinos y los indios, tendra

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    ar de acuerdo en frenar su crecimiento.Para poder aplicar medidas as de constrictivas y que exigen a todos los ciudadanos de todas y

    a de las naciones grandes sacrificios, sera preciso un enorme arrebato de solidaridad planetarida permite presagiar en un futuro prximo.

    a misma falta de adecuacin es la que notamos cuando intentamos plantar cara a los retos con qurenta la gran diversidad humana.

    En esta poca nuestra en que todas las culturas se ven confrontadas entre s a diario, en que todntidades sienten el deseo de afirmarse de forma virulenta, en que todos los pases y todas las ciunen que organizar en su seno una convivencia delicada, lo que se trata de saber no es si nujuicios religiosos, tnicos y culturales son mayores o menores que los de las generaciones antertrata de saber si sabremos impedir que nuestras sociedades deriven hacia la violencia, el fanaticaos.

    Esto es lo que sucede en muchas comarcas del mundo; y el caso de las minoras iraques y del Oximo no es nico, aunque sea, en estos primeros aos del siglo, el ejemplo ms revelador. Si r

    e somos incapaces de garantizar la supervivencia de esas comunidades milenarias, ser que la e tenemos de manejar la diversidad humana es clarsimamente deficiente e inadecuada.Quiere esto decir que antao los hombres eran ms sensatos, ms atentos, ms tolerantes

    gnnimos o ms diestros? No lo creo. Basta con hojear unos cuantos libros de Historiamprobar que siempre hubo monarcas sedientos de sangre, strapas saqueadores, invasastrficas, progromos, matanzas y tambin monstruosos intentos de exterminio. Si almunidades sobrevivieron pese a todo, siglo tras siglo, fue porque su destino estaba lncialmente a peripecias locales y no lo afectaban constantemente todos los acontecimientoneta.

    Cuando ocurra un percance grave en una aldea, a menudo tenan que pasar semanas antes de to del pas oyese hablar de l, con lo que sus repercusiones quedaban limitadas. Hoy en da sucntrario. Un comentario torpe hecho a las doce de la maana puede servir de pretexto para una deg

    misma noche a una distancia de diez mil kilmetros. A veces es un rumor falso, que alguienrer con malas intenciones o por un malentendido, lo que desencadena las hostilidades; cuanderamos de la verdad, ya es demasiado tarde y las calles estn sembradas de cadveres.

    nsando en acontecimientos concretos que ocurrieron durante los ltimos aos no slo en Irakmbin en Indonesia, en Egipto, en el Lbano, en la India, en Nigeria, en Ruanda, y tambin

    ritorio de la ex Yugoslavia.No es acaso una consecuencia normal de la evolucin del mundo?, replicarn algunos. S y nohombres y los conflictos dejen de estar aislados es, efectivamente, una consecuencia normal

    ances ocurridos en los medios de comunicacin. Lo que s tenemos derecho a lamentar y a denunce ese adelanto tecnolgico no vaya acompaado de una toma de conciencia que permita protegeblaciones que se ven arrojadas de esa forma, mal que les pese, al tumulto de la Historia.

    De lo que se trata es del abismo que se va ahondando entre nuestra rpida evolucin material, qarta cada vez ms del aislamiento, y nuestra evolucin moral, lenta en exceso, que no nos pntarles cara a las consecuencias trgicas de ese fin del aislamiento. La evolucin material no pu

    be, desde luego, ir ms despacio. Es nuestra evolucin moral la que debe dar un ac

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    nsiderable, es ella la que debe situarse urgentemente al mismo nivel que nuestra evolucin tecnolso exige una autntica revolucin en los comportamientos.

    ver ms despacio, ms adelante, al tema de la gestin de la diversidad, y tambin al deraciones climticas, y al de los dilemas a los que tenemos que enfrentarnos en estos mciales. Querra ahora detenerme un momento en las turbulencias del mundo econmico y financiende asistimos a la misma falta de adecuacin entre la magnitud de los problemas que nos ase

    estra escasa capacidad para resolverlos.Tambin en esto, si lo que quisiramos saber es si conseguimos ahora, mejor que antao, poner

    uerdo, pensar juntos, movilizar fondos de urgencia, no cabe duda de que la respuesta sera afirmcuanto surge una crisis, se toman medidas, cuya eficacia o cuya orientacin podrn ser discuo que, con frecuencia, permiten restablecer el orden hasta cierto punto.No obstante, por muchos votos de confianza que demos a los dirigentes, que se renen de dos esiete en siete, de ocho en ocho, o de veinte en veinte, que cuentan con una legin de cons

    mpetentes y que celebran conferencias de prensa tranquilizadoras, no podemos por menos de a

    e tras cada conmocin suele venir otra conmocin an ms grave. Y eso nos mueve a pensar puesta que se le dio a la anterior no deba de ser la idnea.Al cabo de determinado nmero de recadas, acabamos, lgicamente, por decirnos qu

    sajuste no se debe a fallos de apreciacin, sino al hecho de que cada vez cuesta ms llevar el tisistema econmico mundial. Y es ste un fallo que no puede achacarse nicamente a una causa

    e explica seguramente en parte esa caracterstica de nuestra poca que podemos observar enantos mbitos, a saber, que slo pueden resolverse los problemas si pensamos a escala mundial, furamos una nacin grandsima y plural, siendo as que nuestras estructuras polticas, jurdntales nos obligan a pensar y a actuar a tenor de nuestros intereses especficos, los de nu

    ados, los de nuestros electores, los de nuestras empresas, los de nuestra Hacienda nacional. bierno se ve en la tesitura de pensar que lo que es bueno para l es bueno para los dems. E innque tenga bastante luci