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La yuca es el último reducto cultural que nos queda. Económicamente. Cosmogónicamente. Único ingrediente del pan del indio. Casabe. Eki. El más grande invento milenario del protoagricultor americano. Máxima expresión de nuestra heren-cia Caribe.

Circulo lunar. Universo amazónico. Pan tostado orinoquen-se. Crujido que reverbera en el cielo de la boca. Libre de gluten. Casabe. Eki.

Eje fundamental de todo ritual indígena. Centro del universo. Aderezo principal de nuestra primera y última cena a. de C. Tumá. Pumui. Aurosa. Todos alrededor del caldo. Casabe. Eki.

Yuca. Kese. Voz originaria. Idioma taurepan. Manihot: esculenta-utillisima, etimología científico-intelectual. Gugle informará.

Antes de todo deambulábamos como mártires de la conciencia de Dios. Cazadores recolectores. Interpretando las estrellas. A la merced de los mitos. Víctimas de nuestros propios demonios.

Convivíamos en la ciudad selva: dioses, hombres, animales, árbo-les, aves. Todos parte del todo. El mito en función del tiempo y el destino. Imbricado lenguaje de la literatura oral. En la dimensión originaria de la astrología, Von Dechend y su Molino de Hamlet.

Antes de la llegada del hombre blanco y su concepción teoriza-dora. Yuca era la dueña de la comida. Mandaba un enviado con casabe. La hormiga veinticuatro. Pero había gente que vivía lejos en Dodoima (Roraima) y no tenía comida. Se envió a una mujer a buscar una estaca (de yuca). Encontró tierra buena. Tierra negra. La mujer sembró la primera estaca. Desde entonces no conocía-mos el hambre ni llorábamos necesidades.

Con la siembra de la primera estaca se fundó la primera comuni-dad-caserío. Fin del nomadismo. La afirmación de la vida en co-lectivo. Sedentaria. El inicio de una economía productiva de ali-mentos. El modo de producción. La división originaria del trabajo. El nacimiento de la agricultura para que Gordon Childe redactara su revolución neolítica.

A partir de las primeras cosechas concebimos la tierra como ele-mento capaz de proveer alimento. Comprendimos el ciclo de de-sarrollo de las plantas. El proceso cíclico entre la vida y la muerte. La fertilidad y su relación con nuestra madre. Nuestra mujer. La perpetuidad de la especie. Yuca. Kese.

Yuca brava-yuca amarga. Domesticación caribe del ácido cianhí-drico. Invención del sebucán. El mayor de los ingenios dotado de

MANIFIESTO POÉTICO CASABE-CARIBE

tecnología originaria. Miles de años después aún no ha sido reem-plazado. Extracción del veneno. Yare. kumachi. Katara. Base princi-pal del picante amazónico. Caribe.

El rallo yekuana herencia arawak aún resuena en gran parte de la Amazonía. Tablilla de madera dentada con piedrecillas afiladas. Astillas de hueso. Amalgamadas con resina natural. Lo devoró la an-tropofagia capitalista con el motor a gasolina de 5.5 hp. Fin de otro invento milenario. Yuca. Kese.

En la churuata. El budare acoplado sobre el semicírculo de arcilla. Las mujeres atizan el fuego. La boca de llamas devora la leña selvá-tica. El humo espanta a los mosquitos hematófagos. Y cura las pal-mas de moriche. Recién cortadas. Recién tejidas. Manos al rallado. La pulpa de yuca se cuela dentro del sebucán. Todo a la espera del tamizado. La abuela vierte la harina sobre el budare. Desprende aroma ancestral. Todo sucede bajo la selva: el más grande animal salvaje.

Hace 525 años recibimos la visita inesperada del navegante geno-vés. Las enfermedades importadas. El saqueo cultural. La plusvalía del oro. La cruz como tótem y los pecados capitales. Aún nos queda la selva. La palma de manare y nuestra forma tradicional de tejer el sebucán. Casabe. Eki.

Nuestro sentido antropofágico caribe, tupí, guaraní, taíno, devoró el castellano. Nos lo comimos. Y desaguamos nuestra manera de ha-blar. Aderezada con trazas de vocablos y toponímicos. Indios. Yuca: casabe, cachiri, tapioca, fariña, cumachi, almidón, mañoco, yucuta, yare y buñuelos. Lisandro Alvarado explicará.

Nuestros hermanos mesoamericanos nos legaron el maíz. La antro-pofagia de (Mon)santo lo engulló. Lo transformó. Lo patentó. Yuca. Kese.

Casabe. Eki. Víctima de la indiferencia. Alimento subestimado. Solapado por la apatía de la ciencia utilitaria. Contra la globalización cultural y la televisión pagada inoculando el consumo de cereales importados, flechemos con el almidón de yuca.

Contra la vorágine de la agroindustria alimentaria especulativa y acaparadora de alimento. Conuco de Yuca. Küse. Organicemos la más grande revolución caribe. La más grande asamblea indianista. El indio fuera del museo. El indio reseteando el sistema. El indio re-cuperando la selva, la sabana. El indio reivindicado. El indio y la es-cuela de saberes ancestrales. Contra la expoliación de nuestra he-rencia caribe. Casabe. Eki.

Yuca. Kese. El antes y después de nuestra civilización. Con la yuca nacimos como pueblo. Y como hombres y mujeres de yuca avanza-mos hacía nuestra independencia definitiva. Nuestra soberanía ali-mentaria. Somos y seremos la gente de la yuca.

Por Leonardo Cantillo Ilustración María Centeno

La Gran Sabana, estado Bolívar, julio de 2017.Con motivo del 9 de agosto,

Día Internacional de los Pueblos Indígenas@leoncantillo

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contenido

Revista GRatuita CirCula los domingos Con el diario Ciudad CCs búsCala de lunes a viernes en nuestra sede: esq. san jaCinto, edif. gradillas “C”, piso 1, al lado de la taquilla úniCa de serviCios muniCipales

Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, 2014, 2015 y 2017.Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014.

02 — perfilBernardo Piñango

05 — el MenJUrJe Mancheta y demás

10 — ciUdadDonde Chávez reposa

07 — crónicaspeatonales

09 — dicho tonto“No me hago responsable”

13 — gastronoMíaPichones de sibarita

06 — Mitos Sesenta años de fuego

14 — sexodiversidadLa jefa

15 — entrevistaGustavo Borges

18 — poesíao nada

19 — crUcicUltUraCrucigrama

20 — el rUMor de las bolas

conseJo editorialJorge Rodríguez GómezFelipe SaldiviaGustavo Borges Revilla

directoraMercedes Chacín

editor JefeCarlos Cova

directora de arteEdarlys Rodríguez

coordinador de fotografíaJesús Castillo

asesor editorialReinaldo González

coordinadora 2.0Yanira Albornoz

Web y redesJoseph CastellanosGaizka Orta

redacciónNathali Gómez MoscosoGustavo MéridaAnder De TejadaMarlon ZambranoMalú Rengifo

diseñoArtuo Gonnella

fotografíaMichael MataEnrique Hernández

correctorRodolfo Castillo

logísticaIdania BracamonteDaniela FernándezEdi Cordero

escribe esta ediciónJosé Roberto Duque.

colaboran en esta ediciónL. “Razor” Balza, Jessica Mena y Henry Rojas.Archivo Ciudad CCS.Fotografía de portada: Jesús Castillo.

iMpresión Complejo Editorial Alfredo ManeiroImprenta Nacional.

www.epaleccs.info [email protected]

@epaleccs @epaleccs Épale CCS

Comercialización y Ventas: 0212-8080323/0426-5112114Distribución: 0212-8085843

Depósito Legal: pp201202dc4166

Una publicación de la

08 — boleros qUecUran el alMa

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PERFIL02

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POR JOSÉ ROBERTO DUQUE • @JROBERTODUQUE / ILUSTRACIóN JESSICA MENA

Se eStán cumpliendo 37 añoS (4 de agoSto de 1980) de Su medalla de plata en laS olimpiadaS de moScú. orgullo

del 23 de enero, eS el único caraqueño que ha gana-do una medalla olímpica. Su eStilo boxíStico era como Su vida y como el entorno en que creció: tormentoSo,

malandro, poblado de mañaS y recurSoS ineSperadoS: la actitud del Sobreviviente del barrio

Que una mujer furiosa le mutiló el dedo meñique de la mano iz-quierda de un mordisco. Que se rumbeó 300.000 dólares en pocas semanas en Los Ángeles (EEUU) y tuvo que vivir en la calle luego de haber sido dos veces campeón mundial. Que lo capturaron en el aeropuerto de Panamá con unos gramos de cannabis. Cuentos, episodios, pequeñas quebradas que desembocan en el río principal: la historia del muchacho que tiene más maña que fortaleza y por lo tanto debe labrar jugadas caribeñas, creativas y fuera de lo común para sobrevivir y, de vez en cuando, triunfar.

Por ejemplo: en aquella pelea contra su compadre, el cumanés Anto-nio Esparragoza, en el peso pluma. Bernardo militaba en una cate-goría inferior (gallo, y a veces supergallo), pero el empresario Rafito Cedeño decidió confrontar a dos de sus pupilos más queridos por la afición para levantarle el rating al programa boxístico de todos los lunes en VTV. Ambos eran ídolos en formación: Bernardo era un prospecto profesional, ya con la leyenda de su medalla olímpica en el campo aficionado y estaba invicto en siete combates; Esparragoza, por su parte, había noqueado a todos sus rivales (había perdido una con Ángel Torres pero luego se desquitó) e impresionaba por su esti-lo limpio y veloz. Bernardo, aporreador inclemente en su categoría; Antonio, calculador y brillante. Bonita pelea se avecinaba.

El primer asalto fue una pesadilla para Bernardo, Esparragoza lo llenó de golpes. Transcurridos unos segundos del segundo round (apenas) Esparragoza conectó un recto de derecha y Bernardo cayó sentado en la lona. El final se veía cerca; el cumanés no perdonaba

a un rival herido. Pero Bernardo tenía otros planes para ese final. Y entonces comenzó una pelea extraña y sensacional.

Esparragoza, quien se suponía más técnico y veloz, y de paso era más alto y tenía los brazos más largos que Bernardo, se encontró de pronto tratando de descifrar un amasijo de golpes y amarres, un rompecabezas muy ladilla que ejecutaba movimientos y golpes insó-litos, poco a poco, sin mucha fuerza pero con una constancia y una efectividad del carajo. Que se sepa, los golpes canónicos del boxeo son el jab, el upper, el recto, el gancho. Bernardo se inventó aquella noche de octubre de 1982 dos o tres tipos de golpes más, rarísimos, irreconocibles e inclasificables. Aquel tipo que desconcertaba al me-jor prospecto del peso pluma (y luego campeón mundial) ya no era un boxeador, porque si se ponía a boxear iba a perder: Antonio Es-parragoza podía darle clases de eso. Así que nos olvidamos del boxeo y a lanzar coñazos se ha dicho. Uno a uno, golpe a golpe, manotazo a manotazo, cuando arribaron al octavo round Esparragoza tenía el labio superior hinchado y ya no podía sostener el protector bucal. Piñango se veía agotado, sudando como un perro negro, pero seguía castigando, marcando golpes, desesperando al de Cumaná.

El último round fue para la historia. El cumanés retomó el aplomo perdido y tornó a golpear con fuerza, a resolver por las malas el acer-tijo de Piñango. Y Piñango, dispuesto a echar el resto, se fajó en un toma y dame que le venía bien. A él, acostumbrado a la coñaza ca-llejera que enardece al soberano y también al combate sublime que busca convencer a los jueces. Ese último round lo sacó Esparragoza

Bernardo Piñango EN CLAvE DE BARRIO

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Edición Número Doscientos treinta y nueve. Año 05. ÉPALE CCSCaracas, 6 de agosto de 2017.

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del sótano y terminó imponiéndose a punta de buen boxeo. En el Po-liedro de Caracas ocurrió algo que no es usual: el público comenzó a gritar “Tablas, tablas, tablas”, tratando de influir en la puntuación de los jueces. Y parece que sí influyó, porque el combate fue declarado tablas (empate) y todo el mundo contento para su casa.

Pocos años antes, durante las Olimpiadas de Moscú, también había acudido Bernardo a ciertas mañas para tratar de ganar la medalla de oro frente al cubano Juan Bautista Hernández. El de Cuba estaba fresco, entero, era el favorito para ganar, como todos los boxeadores cubanos de su generación y de la anterior. Piñango venía herido y agotado, y es famoso ya el episodio de su ceja maltrecha, cosida y vuelta a coser debido a una herida abierta que la batalla constante no dejaba cicatrizar. Un día antes del combate final, rasurada y re-mendada la ceja derecha, y maquillada con creyón negro, Piñango le propuso algo a su entrenador: “Ponle bastante creyón también a la ceja izquierda, para que el cubano se confunda y no se concentre en la ceja herida”. Muy ingenioso. Solo que el cubano, probablemen-te confundido, decidió partirle las dos cejas y acabar con el enigma caraqueño.

La otra gran pelea de su carrera, ganada a punta de malandreo, tuvo lugar en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan, Puerto Rico, fren-te al campeón mundial supergallo Julio Gervacio. Este, un domini-cano de recia pegada que contaba con el favor del público, pues vivía y hacía carrera en Borinquen, venía de darle una pela a un pichón de leyenda llamado Louie Espinoza. Bernardo salió al ring más mañoso que nunca, los mortíferos derechazos de Gervacio se perdían en el vacío y, de pronto, Piñango derribó al dominicano ante la protesta general del público, desacostumbrado a ver ganar a un carajo que peleara tan raro. Ocurrió el 27 de febrero de 1988. Premonición: caracazo en Pueltorro un año antes de la conmoción del siglo XX venezolano.

La victoria del pegador les resultó tan dolorosa y controversial que los magnates puertorriqueños del espectáculo rompieron varias dé-cadas de tradición de la Asociación Mundial de Boxeo y el Consejo Mundial de Boxeo: se retiraron de toda esa mierda y crearon la Or-ganización Mundial de Boxeo. Así que la historia del deporte le debe a Piñango y a su capacidad para desesperar a las almas sensibles la creación de este organismo, que todavía organiza peleas y proclama campeones del mundo.

Fui a entrevistar a Bernardo Piñango en 1998, para publicarle una entrevista en El Nacional y también para nutrir de sus cuentos una novelita que tenía en el tintero (No escuches su canción de trueno). Varias de sus peripecias están plasmadas allí, protagonizadas por un

peleador ficticio e imposible de nombre Santiago Leiva, más pareci-do en realidad al “Novillo Negro” Alfredo Paiva que a Bernardo. El excampeón me invitó para la sede del IND en La Vega para que viera su medalla de plata, exhibida allí. Le dije que andaba con el tiempo corto, que iríamos otro día. Pero me insistió tanto en ir para allá a verla, “aunque sea un ratico”, que me acerqué con él al lugar. Cuan-do llegamos y le preguntamos al funcionario presente en el lugar (creo recordar que se trataba de un directivo del Comité Olímpico) si podíamos ver la joya, el hombre dijo: “Pues mire qué casualidad. Alguien entró el fin de semana aquí y se robó esa medalla”. Bernardo hizo un gesto de sorpresa e indignación. Detrás de él, el directivo hizo hacia mí otro gesto de comprensión o complicidad. “Y lo peor de todo es que unos vigilantes andan diciendo que el mismo Piñan-go fue el que se la llevó, dizque para empeñarla. Si así fuera no ten-dríamos por qué denunciar nada, esa medalla es de Venezuela pero el que se la ganó fue él”. No indagué más en el asunto.

Hoy Bernardo Piñango es un señor entrenador, formador de los boxeadores del futuro.

La moraleja Piñango queda bien moldeada, vista desde la perspec-tiva de su temperamento y su origen: hombre aguerrido como su parroquia, de vocación guerrera como su parroquia; creador, re-solvedor y disposicionero como su parroquia. Los seres humanos y comunidades bajo asedio crecen y viven con marcas y parámetros fuera de lo común.

LA vICTORIA DE PIñANgO LES RESULTó TAN DOLOROSA QUELOS MAgNATES PUERTORRIQUEñOS DEL ESPECTáCULO ROMPIERON DÉCADAS DE TRADICIóN DE LA ASOCIACIóN MUNDIAL DE BOxEO y EL CONSEJO MUNDIAL DE BOxEO: SE RETIRARON DE TODA ESA MIERDA y CREARON LA ORgANIzACIóN MUNDIAL DE BOxEO—

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Edición Número Doscientos treinta y nueve. Año 05. ÉPALE CCS Caracas, 6 de agosto de 2017.

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el menjurje 05

Edición Número Doscientos treinta y nueve . Año 05. ÉPAle CCSCaracas, 6 de agosto de 2017

“Por ti, Chávez”, fue la frase con la que la tachirense terminó la grabación en su celular. Cruzaron el ríoTorbes entre risas “porque los chavistas somos alegría” y con esa serena paciencia lo demostraron. No se equivoquen.

el perraje tiene su Duque

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En la en la página 51 de la edición número 238, que registra fotográficamente todas las esquinas de Caracas, la foto que corresponde a la esquina Candilito en el sector Santa Rosalía es esta, la 311. Igual pasó con la número 55, esquina San Rafael, sector San José, página 10; la que corresponde es esta. Ofrecemos disculpas a nuestros lectores y juramos tener más cuida-do con, y en, todas las esquinas, desde ahora y para siempre.

ocho millones

Que Peña Nieto no sepa lo que es una mandarria

La Ruta Nocturna todos los últimos viernes de cada mes

ResistirAndrés lanza dentro de una botella las pala-bras. En medio de los trinos informáticos 140 caracteres dedicados se parecen a un hallazgo en pleno naufragio. Es verdad Andrés, tengo rato sin escribir. Quiero decir, como decía Gelman, he es-tado “al borde de una silla desfondada, mareada, enferma, casi viva”, resistiendo, por eso el silencio.

Resistir es mantener la alegría pese a todo, anudarse a lo tibio y a lo bueno, temblar ante la belleza del amanecer o una mirada, dejarse acari-ciar sin miedo, vivir como se piensa, amar aunque no sepamos el final o sabiéndolo amando de cual-quier modo. Resistir es esto que hacemos todos los días los muchos que hemos elegido el futuro. Resistir es resistirnos al olvido, al fuego, al miedo, al silencio y al odio. Resistir es también esperar y, sobre todo, es esta certeza de que mañana estare-mos cantando juntos, es esta esperanza cierta.

Fe de erratas

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Edición Número Doscientos treinta y nueve. Año 05. ÉPALE CCS Caracas, 6 de agosto de 2017.

MITOS

SeSenta añoS de Fuego

Justo el año en que se inauguró en Caracas, a media máquina y en misterioso trámite, la urbanización 2 de Diciembre, por allá en Nueva York ocurría otro hecho fundacional asociado a ese pa-nal demográfico que después se llamó 23 de Enero. Aquel mago o duende llamado Arsenio Rodríguez grabó una canción que con el tiempo se convirtió por azar, un poco de desconocimiento colecti-vo y mucho de apropiación emotiva en himno sentimental de una comunidad. La grabación original de Hay fuego en el 23 (1957) no tuvo la misma suerte que la versión de 1969, en la voz de Luigi Texidor y el despliegue polifónico de la Sonora Ponceña.

Recuerdo haber presenciado densas discusiones entre salseros de estirpe, parroquianos del 23 de Enero, que se fajaban en discusio-nes a grito pelao acerca de si ese 23 se refería o no a la comunidad caraqueña. El que defendía esa tesis caraqueñista no tenía forma de ganar, no solo porque es falso que ese 23 sea el de aquí (a Enri-que Bolívar Navas, leyenda de la radiodifusión venezolana, le do-lió la boca de tanto repetir la historia del apartamento neoyorqui-no donde vivía Arsenio, el incendio del que lo sacaron y blablablá) sino porque desde el primer verso de la pieza ya se iba fraguando un enigma, ese ... de la 110.

POR jOSÉ rObErTO duquE@jRObeRtOduque

ILuStRACIÓN jESSICA MENA

A estas alturas del campeonato cualquiera “guglea” el nombre de la canción y en un minuto ya se entera de varias versiones del cuento. Pero en aquellos tiempos las discusiones sobre este, y casi cual-quier tema, las ganaba el que gritaba más duro, el que tenía a la mano documentos irrebatibles o el que pagaba las cervezas.

El motivo principal por el que la canción de Arsenio alcanzó, para la gente del 23 caraqueño, la categoría de referencia hímnica tiene que ver con el peso simbólico de la letra y su relación metafórica con lo que esta comunidad fue desde siempre: cantera y llegade-ro de militancias ardorosas, de guerrilla urbana, conglomerado de gente de índole cimarrona. Es imposible escuchar los acordes del bajo y la respuesta de las trompetas, justo antes del montuno, y no sentir que la melodía nos está convocando a la guerra, así como convocaron a nuestros tatarabuelos el pajarillo y el piquirico en el Armagedón de la guerra social de 1814.

El fuego de Nueva York fue resuelto en minutos con agua de bombe-ros; el fuego de nuestro 23 no se va a extinguir nunca, porque incluso cuando no lo veamos en la calle sabremos que habita allá adentro, en los torrentes de sangre de sus hombres y mujeres... de fuego.

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POR josé roberto duque@jRObeRtOduque

ILuStRACIóN HeNrY rojAs

Un rostro inolvidable

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Edición Número Doscientos treinta y nueve. Año 05. éPALe CCsCaracas, 6 de agosto de 2017.

CrÓNICAs PeAtoNALes

ENVíE SU HISTORIA A [email protected]

La Delia era un bebedero-pizzería ubicado por ahí mismo, donde comienza esa calle llena de mataderos que comunica a Sabana Grande con Bello Monte. El local no era bara-to pero sucedían cosas extraordinarias, como un día en que uno iba a caerse a palos y de pronto se montaba a tocar un Orlando Poleo, en los albores de su insurrección jazzística pero ya con la llama y el talento; cantaba una Trina Medina que, sin duda, merece ser re-cordada por cosas más notables que el haber sido second de Yordano; cualquier noche de espontáneos saltaba al ruedo algún bolerista o trovador sin renombre que valía la pena; y, en general, el ambiente era de pinga porque iba gente que uno veía buena y sana en la UCV y nunca estaba de más verla, también, borracha.

También sucedía, más de una vez, que no es-taba prevista ninguna presentación y enton-ces los mesoneros eran el show. Se disfraza-ban de payasos, curas, beduinos y mendigos y así mismo atendían a la gente y aceptaban convertirse en el chiste de la noche. Quienes preparaban las pizzas eran unos muchachos con discapacidad auditiva que a ratos salían, en plan chistoso, a preguntarles a los comen-sales cómo era exactamente que querían la pizza y esos insólitos intentos por mencionar los ingredientes en lenguaje de señas se con-vertían en otra jodedera bien buena. Una de esas noches de disfraces, ya de madrugada, se subieron a la tarima unos humoristas me-diocres, abominables. El poeta Miguel Men-doza Barreto, de temperamento ceremonioso y antipático, colapsó por la borrachera y los chistes malos y se dedicó a meterse con los muchachos del show. Y entonces se prendió la coñaza más rara de mi vida: una batalla cam-pal en la “calle de las putas” entre un poco de borrachos y unos payasos, curas y árabes.

Al poeta Miguel lo agarraron dos de aque-llos mesoneros y lo sacaron a pingazos; el cantor Rafa Gómez y el teatrero y hombre de radio Marcos Ford comenzaron a me-

diar desde temprano para que la pólvora no se propagara. Pero en esa época éramos violentos, o nos gustaba parecer que lo éra-mos, y se armó una de esas riñas colecti-vas sabrosas o lamentables. A Miguel se le vio fajarse en rudo combate con el payaso, y es fama que el pana no pudo pegarle ni un solo golpe neto o contundente porque la pintura de la cara del tipo hacía que los coñazos resbalaran y se perdieran. A mitad del vaporón salieron los inauditos pizzeros a defender a sus compañeros de chamba y a uno de ellos le pegué una torta tan fea en medio de la nariz que le arrancó, clarita, una maldición: “Ay maldito”, me gritó ado-lorido el presunto sordomudo. Aplacado el parampampán, grité a pulmón pelao algo que yo suponía parecido a la furia de los

titanes: “Nojoda, a mis panas nadie les da un coñazo”. Miguel dijo: “¡Verga!, pero a mí me dieron como trescientos”.

Como suele ocurrir en esos casos, los mejo-res cuentos del episodio vinieron después, recordados o imaginados por los especta-dores y protagonistas. Arturo Cazal, quien ni siquiera estuvo ahí, acuñó el parlamen-to más recordado de la jornada: asegura el paraguayo que cuando separaban a Miguel de su pintarrajeado contrincante, el pana y que le gritaba: “Cuídate, miserable, a mí nunca se me olvida un rostro”.

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Edición Número Doscientos treinta y nueve. Año 05. ÉPALE CCS Caracas, 6 de agosto de 2017.

BOLEROS QUE CURAN EL ALMA

Hacia 1993, una profesora de la escuela de Historia de la UCV aseguró, en un seminario sobre el Caribe, que la palabra “caribe” no fue usada como gentilicio sino hasta mediados del siglo XX. Y que el documento que inauguró ese decir, destronando al impuesto y eurocentrista “antillano”, había sido una canción “cantada por Daniel Santos” (así dijo ella, lo juro). Intenté tibiamente corregirla, mi tibieza no logró convencer a nadie de que “Caribe soy” no había sido grabada por Daniel Santos sino por Leo Marini. Me quedé con la duda. Si alguno de ustedes escuchó o sabe dónde queda ese “Caribe soy” cantado por Daniel Santos, por favor cuéntemelo.

Me obsesioné entonces con las señas particulares de la canción, de la que es muy fácil quedarse pegado porque nos retrató en algún momento de la vida: Busco un amor / que me quite del alma el pesar / que me llene de feli-cidad: / un amor tropical. Pero están, además, estos dos pequeños detalles: quién es su autor (no cómo se llama Ángel Luis Alday, no: dígame alguien quién es) y a cuenta de qué, mediante qué artes malditas una piezota que casi se convierte en himno de los nacidos en el Caribe no fue inmortali-zada por un caribeño sino por un argentino. Voy y le planteo la cuestión del autor a la querida Lil Rodríguez, para quien se supone que el Caribe no tiene secretos. Créanme que no esperaba ver a Lil doblarse como se dobló ni decir "coño" como lo dijo ni rascarse la nuca como se la rascó. Me dijo: “Dame unos minutos”. Y al cabo de unos minutos regresó con algo: “Ángel Luis Alday es cubano y en los años 40 pegó otras canciones, por ejemplo: ‘El plato de María’”. Me prometió averiguar más con unos amigos suyos de Cuba. Me puse a indagar y por ahí está, en Youtube, “El plato de María” (1944), cuya letra puede merecer el honor de ser conside-rada precursora del reguetón.

La ruta de resolución del problema es más o menos esta: el bolero como género, y también como industria y negocio, estaba calando tan profundo en el Caribe en los 40 que los empresarios, productores y músicos quisie-ron expandir sus tentáculos más hacia el sur, y lo lograron. A un músi-co académico argentino (Américo Belloto) le dio, en 1943, por crear en Buenos Aires una orquesta que manoseaba el tango hasta darle aires de bolero, y a la que le puso por nombre Don Américo y sus Caribes. Simul-táneamente, Leo Marini conoció en Chile a un pianista cubano llamado Isidro Benítez, quien lo puso a grabar boleros. Cuando Marini (nombre real: Alberto Batet Vitali) y Belloto se juntaron en Buenos Aires grabaron, por primera vez en 1944, la versión original de “Caribe soy”. Marini no será caribeño por ningún lado pero, ¡vergación!, cómo nos pone a suspi-rar todavía con esa pieza.

POR jOSÉ ROBERtO dUQUEILUSTRACIÓN L. “RAZOR” BALZA

“Caribe soy” (o al menos eso diCen)

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DICHO TONTO 09

Edición Número Doscientos treinta y nueve. Año 05. ÉPALE CCSCaracas, 6 de agosto de 2017.

Desde que alguien descubrió o quiso en-tender que la política es el arte de pasar por el medio de la inmundicia sin salpi-carse, o sin que nadie se dé cuenta de que vas salpicado, la gente se ha ido tropezan-do con esta clase de especímenes que nun-ca se equivocan, nunca hacen daño, nun-ca mienten, nunca dicen groserías (salvo cuando decirlas ayuda a no salpicarse de peores inmundicias), nunca han eructado en la mesa, nunca han deseado a la mujer del prójimo ni se ponen a mirarle el culo cuando da la espalda, nunca empujaron a nadie hacia un barranco, nunca mintie-ron, nunca sintieron miedo, nunca hicie-ron nada para merecer esto o aquello. Los alrededores pueden estar bañados en san-gre, u otras sustancias corporales, y siem-pre habrá alguien que levante las manos a la altura de los hombros y diga: “Ah, yo no sé, yo estaba comprando querosén”. O en casos extremos: “Yo lo venía diciendo hace años y no me hicieron caso...”.

Tuvo que llegar un Hugo Chávez a des-ajustarle las bisagras a la Historia y hacer-se responsable de lo que estaba haciendo para que surgiera una breve generación de imitadores y actuara según una nueva for-ma de salpicarse sin salpicarse, “huyendo pa’lante”. De pronto, el siglo XXI nos aga-rró descubriendo —o entendiendo— que decir la verdad y encarar la Historia, con todo y sus ratos amargos, es una intere-sante forma de hacer política. Una forma de hacer política que te dolerá, que tal vez te haga pagar caro algún día el no haberle

escurrido el bulto al dato feo del hacerse cargo. Pero es una forma de quedar bien con los de tu clase hoy y para el resto de la Historia: hiciste algo, cargaste con sus consecuencias y ya más nunca habrá quien diga con éxito que lo engañaste.

Por allí he visto a mucho Freddy Guevara y a tanta Ortega Díaz decir que va a de-safiar a la autoridad y que entonces la au-toridad es responsable de lo que les pase. Voy a jugar con candela, si me quemo el responsable es el inventor del fuego. En el caso de la Ortega es ligeramente menos dramático el desperfecto, porque cuando el Estado venezolano decidió disponer de una de sus instancias la persona físi-ca que iba a estar ahí para ser señalada y sentenciada iba a ser ella misma. Pero en

“No me hago respoNsable”POR jOSÉ rObErTO DuquE@jRObeRtOduque

ILuStRACIÓN L. “rAZOr” bALZA

el caso del Guevara el patetismo no puede ser más patético: el aspirante a estadista manda a un poco de muchachos a matar y dejarse matar en una oleada criminal que nunca lo alcanzará a él, entre otras cosas porque él nunca va a estar en la candela sino para echarse la foto y engañar a tanto mirón de Twitter. “Responsabilizo a Nico-lás Maduro de lo que pueda ocurrir”. Es decir, lo responsabiliza de los muchachos que han muerto por causa suya, de Gueva-ra. Cuando no hay trancazos ni guarimbas no hay muertos.

En el próximo Dicho tonto, su au-tor, Gustavo Mérida (quien no es el autor ni puede hacerse responsable por este tex-to de hoy), le meterá el diente a este otro decir: “Hoy por mí, mañana por ti”.

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CIUDAD

donde chávez reposa

al comandante lo querían llevar al panteón nacional, a su pueblo o a las

sabanas de apure. al final se quedó en una comunidad caraqueña adonde podemos ir a

visitarloPOR JOSÉ ROBERTO DUQUE ⁄ FOTOGRAFÍAs MICHAEL MATA

Tanque de El Guarataro

Si lees la revista completa, esto te parecerá un déjà vu.

La noche del 3 de febrero de 1992 subía Hugo Chávez con 60 soldados en rebelión por el lar-go callejón que sube desde Agua Salud, para-lelo a la Calle Real de La Cañada. Justo al salir de ese callejón, que pasa por el mero centro del Barrio Sucre del 23 de Enero y desembo-ca frente al Bloque 7, miró alrededor y vio (es imposible que no viera esto) los alrededores de la Plaza Bolívar, el Kiosco Mérida, los úl-timos bloques de Monte Piedad (el 6 y el 7), la entrada de las comunidades La Piedrita y El Arbolito, el comienzo de la calle que sube hacia Sierra Maestra. Siguió caminando hacia el sur, buscando hacia la bajada que conduce a El Guarataro, pero en lugar de entrar en este barrio cruzó hacia la izquierda y ahí estaba, un poco gris pero siempre imponente, el pequeño fortín que entonces se llamaba Museo Histó-rico Militar. Desde allí habría de dirigir la re-belión cívico-militar que le dio en la madre al régimen puntofijista.

Ya antes había estado por ahí el Comandan-te, como cadete y como suboficial, y más tarde, después de su prisión, en calidad de líder y personaje proponente de transfor-maciones. Allí, detrás del Bloque 4, a unos 200 metros de la desembocadura del calle-jón del Barrio Sucre, queda una edificación que alguna vez fue una escuela y que en el

año 1997 estaba tomada por un colectivo organizado denominado Fundación Cul-tural Simón Bolívar. En ese edificio vi y oí, por primera vez en persona, al Comandante en un conversatorio con grupos organiza-dos de la parroquia. A su lado, reforzando la conversa, se encontraba Freddy Parra, camarada emblema de las luchas del 23 de Enero, fallecido unos años después. En ese lugar deben quedar recuerdos y testimonios de esa visita.

PUnTO y CíRCULOEste tipo de detalles es bueno porque nunca está de más seguirles los pasos a las figuras históricas; el sabroso ejercicio de conocer ciu-dades es, en cierta forma, andar y desandar los pasos de otros que se fueron o que permane-cen. Hay varias formas de llegarle, en camione-ta o carro particular, a esa edificación que hoy se llama Cuartel de la Montaña, pero la forma más interesante de caerle es repetir las camina-tas que hizo el que ahí reposa antes de llegar y entregarse, por ahora.

El lugar donde Chávez duerme es el punto y círculo del Chávez pueblo; esto es, su lecho de mármol, el monumento que lo alberga y la comunidad que lo custodia. Desde la entrada del cuartel, mirando hacia el su-roeste, puede verse el tanque monumental que sirve de corona o sombrero al barrio El Guarataro. Ese tanque siempre fue feo,

El cuartel donde reposa el Comandante

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ese detalle, entonces sobreviene la sorpresa que a algunos les puede molestar: en esos casos quien te está recibiendo no es un orador ni alguien que domine la escena o sepa conducir o atender grupos de perso-nas, no es alguien adiestrado para pasearse con lenguaje fluido por la Historia ni por el discurso político que le gusta al buen lector o consumidor de análisis.

Ese anfitrión súbito, y tal vez improvisado, es alguien del pueblo profundo hablando de quien fue su ídolo y su emancipador. La señora que no alcanza a hilar frases esbeltas ni a recordar cómo es que se llama ese pa-sillo escoltado por banderas; el trabajador a quien un día le tocó la guardia y tiene que repetir en su lenguaje simple, y a veces mo-nosilábico, dos o tres frases que le nacieron de adentro; la muchacha tímida que se li-mita a mostrar los hitos más resaltantes y se ríe de sí misma porque no logra modular, en un solo intento, el nombre de Cipriano Castro; y en eso se nos va el recorrido: en maravillarnos por la importancia que aho-ra tiene esa persona que no sabe construir oraciones rimbombantes, pero que enten-dió a Chávez mejor que todos nosotros.

El 23 desde el cuartel

adecamente feo; tenía unas rayas azules que no decían nada, pero que estaban dibujadas así, recostaditas como con un tumbao, para que no fueran a decir que el pintor no se ganó los reales que le pagaron. En la década pasada se lo entregaron, a modo de lienzo, a los muralistas de La Piedrita, y el aspecto de todo el entorno cambió. Ahora no solo per-cibe uno el trabajo de unos artistas popula-res con ganas de plasmar algo más digno y trascendente que unas malditas rayas sino que, además, queda constancia del amor y el interés por la Historia de América Latina de una comunidad militante.

Antes de llegar el Comandante a reposar en el cuartel, ya este había sido puesto al servicio del pueblo. Que recuerde, fue sede para congregar a Barrio Adentro, a la Misión Cultura, a la Mi-licia Bolivariana. En una antesala al aire libre podía verse a ciudadanos humildes esperando su turno para hacerse tratamientos odontoló-gicos gratuitos. Más tarde hubo que trasladar esos servicios a otros lugares, pero quedó entre la gente la sensación de que aquello ya no era un castillo medieval y un poco tétrico, lleno de militares engreídos y poco dados a mezclarse con la gente de los alrededores. A pocos me-

tros de donde reposa el guerrero ha habido tomas culturales, y ya esto indica que difícil-mente están solos sus restos.

Chávez popularizó en vida el viejo museo, y al morir y lo elevó a categoría de mausoleo para el disfrute de su pueblo.

El mirador estelar es el que permite apun-tar hacia Miraflores, desde el lugar donde el cañón resuena todos los días a las 4:25 de la tarde o desde unos metros más a la izquier-da, donde hay unas barandas y uno aparece de pronto instalado encima de la inscripción “4-F”, que se ve desde lejos.

Con el pequeño protocolo o ritual con que reciben las visitas los militares y miembros de la milicia puede tener uno emociones encontradas. Por lo general, el anfitrión o anfitriona que recibe al visitante despliega un sólido dominio de la historia nuestra, un conocimiento de lo que ha sido la edi-ficación y lo que representa para el mundo su huésped permanente. Pero otras veces te recibe un miliciano o miliciana que no ha tenido tiempo de aprenderse un parla-mento y unos datos, y parece no importarle

Y tú también...

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GASTRONOMÍA

ArepAs MéridA MejorA con lA crisisPOR JOSÉ ROBERTO DUQUEFOTOGRAFÍAs JESúS CASTiLLO

FOGADES

AREPASMÉRIDA

CALLEJÓN DEL

BARRIO SUCRE

CALLE REAL DE LA CAÑAD

A

REDOMA

DEL BLOQUE 7

PLAZ

A BO

LÍVA

R

PICHONES DE SIBARITA

Si lees la revista completa, esto te parecerá un déjà vu.

La noche del 3 de febrero de 1992 subía Hugo Chávez con 60 soldados en rebelión por el lar-go callejón que sube desde Agua Salud, paralelo a la calle Real de La Cañada, rumbo al Museo Histórico Militar. Justo al final de ese callejón, que pasa por el mero centro al Barrio Sucre del 23 de Enero y desemboca frente a la Plaza Bo-lívar y el Bloque 7, miró a su derecha y vio (es imposible que no lo viera) el ventanal y el avi-so: Kiosco Mérida; 12 años después el nombre cambió a Arepas Mérida, pero la historia del local seguía y sigue siendo la misma.

Si hubiera sido en la mañana, y el Comandante no hubiera andado en esos trajines, seguramen-te hubiera pedido alguna de las arepas estelares: la de chicharronada, la de queso, la de chorizo. Alguien con buen apetito se come dos, porque son sabrosas y chiquitas. Son arepas fritas, sella-das, compactas, sólidas. El relleno —o la “mal-dá”— viene adentro; cuando salen del caldero ya traen su relleno. Tal vez hubiera pedido, tam-bién, una avena El Arañero: bien buena que la hacían.

El kiosco abrió por primera vez en 1965. La novedad de la arepa sellada la trajo al 23 de Enero la señora Gregoria Ramírez quien, con su esposo Roberto Morales (ambos meride-ños), se instalaba todos los días a venderlas en el incipiente Barrio Sucre. El 10 de agosto de 1981 (37 años se cumplen de eso en estos días) le alquilaron el local a Francisco Pernía, quien se ha encargado desde entonces. “Cuando es-taba chamo me traía cestas de 80 arepas desde el barrio Santa Rosa, a veces me robaban y me quitaban varias”, recuerda su hijo Alexis, quien todavía atiende el local mientras su papá pre-para las arepas en una casita que compraron atrás. Alexis le dice a través de un intercomu-nicador: “Trae dos de chorizo y cuatro de mo-

lida”, y el don se aparece con las municiones a los pocos minutos.

Ya no venden aquellas bichas legendarias de chicharronada, han debido restringir la va-riedad: molida, chorizo, salchicha y un in-

vento que al principio espantó a alguna gente, pero que no sabe nada mal: las de morcilla. Ya no venden avena: es la hora del papelón con limón. Y como está tan complicado conseguir harina precocida ahora madrugan para ir a comprar un saco de maíz. Las arepas pueden jactarse ser de las originarias, las de maíz de verdad. Milagros de la crisis.

En el año 1981 el precio era de un bolívar por unidad. En lo que va de año los precios han cambiado así (Alexis lleva ese registro en un cuaderno): enero: arepa a 900 y jugos a 500; 4 de marzo: arepa a 1.000, jugo a 500; 29 de mayo: arepa a 1.200, jugo a 500; 19 de junio: 1.400 la arepa y 600 el jugo; 26 de junio: arepa a 1.600 y jugo a 600; 17 de julio: arepa a 1.800, jugo a 800. Ese precio tal vez cambie en agosto. En cualquier arepera sin duende ni historia les van a vender cualquier bazofia en 6.000 bolos, y más.

Ambiente

Calidad

Atención

A su rie

sgo

Se puede ir

Impelab

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HORARiOS

PRECiOS

FORMAS DE PAGO:

Lunes a domingoDe 6 am hasta que se acaben las arepas (casi siempre hacia las 11 am)

Arepas a 1.800 y jugos a 800

Efectivo Débito

Cesta Ticket Crédito

Tarjeta de alimentación

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SOBERANÍAS SEXUALES

(Fragmento de novela inédita. Es decir, que lo que sigue es ficción. Ni-ños, no hagan esto, que es muy malo y ofende a mucha gente).

Entonces no era que yo andaba birriondo, maluco, quesúo o aturru-nao (aturrunao: dícese, en Carora, de los varones que, de tanto evitar sacarse o esperar a alguien que les saque la leche, terminan incubando en sus bolsas testiculares una sustancia sólida y compacta, de textura y dureza más cercanas al turrón que al más conocido y popular queso). Así mismo, con mi pinta desguazada y mis sudores a medio camino entre el vinagre y la bestia, me terminé cogiendo a la hermosa Mariela, una tarde de ocio en un hotelucho de media estrella por los lados de La Hoyada, que para eso era que me alcanzaba el piche sueldo.

A Marialuisa la empalé como a un pollo en brasas en su propio apar-tamento, una vez que tuvo a bien invitarme a tomar café y yo le jarté el café y los jugos y las galletas y las tortas y hasta el queso que había en la mesa, barbarazo. A Laurita la puse en cuatro patas o en veinte uñas y ¡ñema!, carajo, con esa muchachona de tetas alegres que parecía que querían romper la blusa. A Amarista, dueña de un lenguaje técnico de estudiante de medicina, procedí a transfundirle mis sustancias viriles y por ahí andaba después, asustada porque al cuarto mes no le venía la regla y le daba más pánico hacerse el exa-men de la verdad que tener que parir o abortar el fruto de su vientre Jesús, Santa María.

A Martina la ensarté por un compromiso con mi historia, ya que nun-ca antes me había raspado a una foránea y yo juraba que esa mucha-cha era colombiana. Pero como ella se esmeraba en informarme, en su acento de las montañas cundiboyacenses, que era natural de San Anto-nio del Táchira, yo con mucho pesar dejé anotado y registrado en acta que de vainita, por apenas los escasos metros de longitud que mide el Puente Internacional Simón Bolívar, no desfloreté a una extranjera.

Cuando enyuqué a Samantha Wong logré desquitarme porque, a pesar del nombre gringófilo o gringoide común en cualquier maracucha, era evidente que su cuerpo, sus ojos puyúos y sus genes eran de China y, de paso, en el mismo acto resolví para siempre el enigma que intrigaba a los panas del barrio: todos creíamos que las asiáticas tenían la boca de la cuchara horizontal como una sonrisa y no vertical como todas las demás mujeres de este planeta.

A Victoria, la hermana del compadre Armando, cuando ya me estaba acomodando para echarle plomo cometí el error de mirarle la cara y ¡susto!, vi que la caraja era igualita a mi compadre Armando y el cañón retráctil se me encogió como un morrocoy escondiendo la cabeza y ya no hubo grúa, güinche o gato hidráulico que lo volviera a levantar, que en paz descanse y que tenga buenas noches.

POR jOSÉ ROBERtO dUqUE@jRObeRtOduque

ILuStRACIÓN L. “RAZOR” BALZA

La Jefa

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ENTREVISTA

“No teNer herramieNtas es la

mejor herramieNta”Gustavo BorGes tiene años ejerciendo y promoviendo la comunicación popular en Barrios y en más de un ca-

serío. en tiempos de redes sociales ha estado activo con una especie de medio para el periodismo ciudadano: los “Gariteros”, Gente común que difunde en su muro de

faceBook reportes de las situaciones de violencia o normalidad en todo el país

POR JOSÉ ROBERTO DUQUE• @JROBERTODUQUE ⁄ FOTOgRaFías JESÚS CASTILLO

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Si lees la revista completa, esto te parecerá un déjà vu.

La noche del 3 de febrero de 1992 subía Hugo Chávez con 60 soldados por el largo callejón que sube desde Agua Salud, paralelo a la Calle Real de La Cañada, rumbo al Museo Histórico Militar; desde allí habría de dirigir la rebelión que le dio en la madre al régimen puntofijis-ta. Llegando al final de ese callejón, que pasa por el mero centro al Barrio Sucre del 23 de Enero, miró por una fracción de segundo a su derecha y vio la casa donde, diez años después, Gustavo Borges le dio forma a un caballito de batalla comunicacional llamado Sucre en Co-munidad.

Gustavo Borges es obrero, todero, dirigente político cuando le da la gana y ahora popu-lar feisbuquero. Durante la década pasada armó un verguero comunicacional con su hijo (quien le cogió el gustico a la comunicadera y ahora dirige Misión Verdad) y varios vecinos del barrio Sucre y otras zonas de la parroquia, con ese periódico impreso. Era un bichito ta-maño 1/16 (hojas tamaño carta dobladas por la mitad). En la Venezuela del dólar a ciento y pico, cuando todo el mundo pedía por esa bo-quita y brincaban dos ministerios a apoyarte tus iniciativas más locas, el periodiquito de El 23 decidió ganarse el pan con otros métodos. Gustavo y otros locos (Alexander Moreno, Mari Reyna, Alex Lourido entre ellos) salían por las bodegas, ferreterías y demás negocios del barrio a vender espacios publicitarios, y eso daba para imprimir el periódico y tomarse un café de vez en cuando. Justo lo que debe ser un periódico comunitario: expresión de la co-munidad que lo sostiene.

El proyecto cogió rumbo después en internet y pasó a llamarse el23.net, pero los tiempos del impreso fueron los más interesantes.

— SI hAy TANTOS COmUNICADO-RES NATURALES y PERIODISTAS EN LOS BARRIOS, ¿POR QUÉ hA SIDO TAN DIfíCIL LLENAR LAS CO-mUNIDADES CON ExPERIENCIAS COmO SUCRE EN COmUNIDAD?—Hay varias vainas. La dinámica del barrio, su cotidiano, esa coñaza diaria por sobrevivir dificulta un poco el organizarse en torno a un medio como lo fue Sucre en Comunidad. Eso

En Barrio Sucre, gariteando

no significa que el barrio no escriba, que no tenga sus propios códigos de comunicación sino que hay una mínima estructura que or-ganizar alrededor de un medio impreso, por sencillo que sea. Ahora, pasa algo interesante: apenas aparece el medio, periodiquito o cual-quier otro, inmediatamente el barrio se suma. Así fue la experiencia con Sucre en Comuni-dad. Hay que atreverse, por lo menos, dar el primer paso. La experiencia muestra cómo se va sumando más y más gente. A Sucre en Comunidad el barrio lo asumió como propio, desde la escritura de noticias hasta la impre-sión, la distribución. La gente que anunciaba ahí pagaba religiosamente su mensualidad. Hasta los opositores, que sí los había, lo habían asumido como expresión del barrio.

—¿yA NO SON NECESARIOS LOS PERIODIQUITOS ImPRESOS COmO SUCRE EN COmUNIDAD? ¿ES SU-fICIENTE LO QUE hACEmOS POR

fACEBOOk y OTRAS REDES?—Las redes jamás tendrán el impacto mili-tante, de fenómeno social, que tiene un pe-riódico comunitario. Hay un proceso muy arrecho en el nacimiento o la aparición de un periódico dentro de un barrio, la emo-ción de la gente de verse ahí convertida en historia y en noticia. Es un espíritu que ja-más podrá experimentarse en ningún tra-bajo que hagamos por las redes. Eso de en-tregarle a una pareja de viejitos, por allá en su casa, el ejemplar de un periódico donde ellos participaron, donde sale su foto, don-de ellos escribieron. El periódico comunita-rio es el espíritu mismo del barrio.

—UN LEmA DE EL23.NET DICE: “COmUNICACIóN QUE NO mOVI-LIzA NO ES COmUNICACIóN”. ¿EL ChAVISmO SE hA mOVILIzADO O DESmOVILIzADO EN ESTE TIEmPO DE ExCESO DE INfORmACIóN?

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—El chavismo es un proceso demasiado dinámico para dejar de movilizarse, está en permanente comunicación. Desde las asam-bleas en los barrios hasta el consumo de la información oficial o la elaboración de su propia comunicación. El chavismo depende de la constante comunicación para mantener-se activo en las calles.

—TIENES UNA LEgIóN DE “gARI-TEROS” EN fACEBOOk PASANDO INfORmES DE SITUACIóN DESDE mUChOS PUNTOS DE VENEzUELA. ¿TE hAS PLANTEADO UN ENCUEN-TRO PERSONAL, fíSICO, CARA A CARA CON ESE POCO DE gENTE?—El encuentro de gariteros y gariteras se está planteando desde hace un tiempo ya. En abril fue el primer llamado al gariteo. Para estos tiempos estamos organizando encuentros en Barquisimeto y Barinas. Pero como la discu-sión se está dando a nivel nacional vamos a ir preparando ese encuentro. Un encuentro na-cional de gariteros.

—ImAgINÉmONOS UN ESCENARIO: LLEgA EL fASCISmO AL PODER, EL ChAVISmO SE QUEDA, DE PRONTO, SIN mEDIOS mASIVOS CONVEN-

CIONALES (RADIO, TV, ImPRESOS) y NOS TOCA INVENTARNOS OTRA VEz COmO COmUNICADORES. ¿SE TE OCURRE ALgÚN PLAN PARA PONER EN PRáCTICA LO APRENDI-DO EN ESTOS AñOS y REACTIVAR A AQUEL gUERRILLERO COmUNI-CADOR QUE fUImOS?—Estamos preparados para eso. Tal vez no de la manera o con la visión esa, organizada, es-tructurada con que se imaginan algunos esas vainas. Recuerdo el año 2002. Allí sucedió lo que tú describes en tu pregunta y rompimos el cerco. Entonces un plan como tal no lo tene-mos, no hay un plan. Pero sí sabemos lo que tenemos que hacer en su momento. El mo-mento dirá cómo va a ser nuestra respuesta. Los planes se hicieron para tumbarlos, por eso no tenemos plan.

—ALgUNA VEz TE fUISTE AL mON-TE y CREASTE COOPERATIVAS DE PRODUCTORES y UN BLOg PARA LA gENTE DE LAS mONTAñAS DE gUATOPO. ¿VAS PENDIENTE DE REPETIR ESAS ExPERIENCIAS RURALES O CREES QUE TU TE-RRITORIO PARA LA PELEA ES LA CIUDAD?

—Estuve cinco años en las montañas de Guatopo, pero igual frenteando en el 23 de Enero, Caracas. Creo que el momento nos lleva a decidir dónde dar la coñaza. Ahorita pienso que la trinchera es Caracas, pero eso puede cambiar.

—NUESTRA gENERACIóN hACíA UNA COmUNICACIóN ROmáNTICA PERO TORPE, SIN mUChAS hERRA-mIENTAS. LOS ChAmOS DE AhORA TIENEN hERRAmIENTAS, CONO-CImIENTOS, CRITERIO POLíTICO. ¿DERROTARáN ESOS ChAmOS AL mONSTRUO DE LA COmUNICACIóN QUE INVENTó INTERNET? ¿QUÉ LES hACE fALTA PARA COmPLE-TAR SU ENTRENAmIENTO?—No tener herramientas es la mejor herra-mienta. Más fácil se acaba internet que la inventiva. La inventiva funciona sin recur-sos, cuando uno no tiene un coño lo único que tiene es la necesidad de inventar. Inter-net es un poco de cables y aparatos; colap-san esos aparatos y se jodió internet. Pero la inventiva humana queda con vida, y esa bicha es la que decide si vuelve a haber in-ternet o nos ponemos a vivir y a comunicar de otra forma.

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INo sabía cómo hacerlo.Improvisó.Así, puso en el piso la sopa, abrió las pier-nas “en tijeras”, y el humito la hizo sudar. Pero no era suficiente, debía coger un poco del consomé y restregarlo contra sus labios.Acto seguido, posar sobre la mesa aquel plato e invitar al deguste cotidiano.Según, el hombre debía volver a su cauce y beber de su río todas las noches.La receta pasó de mujer a mujer, tantas lunas tiñeron los cabellos.Lo mismo la aplicaba aquella que ésta.No hay constancia, ni existe estadística, prefirieron guardar el método en el sostén, entre teta y piel.Pero hubo quien fue generosa y explicó cuántas veces, bajo qué lunas.

De InDIra CarpIo olIvo (veneZUela)Caldo ‘e CuChara

@jrobertoduquePOR JOSÉ ROBERTO DUQUE

Esta sección es “armada” habitualmente por Indira Carpio, sobre la base de poemas o fragmentos poéticos de diversos autores. Para esta edición (que ya bien saben es “mía, mía”, como dice el pajúo de Romeo Santos) he querido armar la sección con un texto es-crito por ella. Creo (y ojalá ella se lo creyera también) que Indira tiene con qué conver-tirse, si le echara nada más un poquito de bolas, en la mejor escritora de crónicas de este país. Digo esto con la conciencia tran-quila, porque lo digo sin presión y sin sentir que ando jalando bolas por interés: ella no es mi pana del alma ni le debo plata ni me está amenazando ni me está pagando para que la adule. Tampoco ando en campaña para captar su voto ni me la quiero coger, quédese tranquilo Ernesto Navarro. Les digo: lean con atención a Indira. Y si alguno de ustedes la conoce mejor que yo pues dígale, por favor, que se deje de güevonadas y que salga a buscar historias para escribirlas. Muy poca gente lo hace tan sabroso como ella. Les presento, entonces, este texto sorprendente y sobrecogedor (maldito sea su uso del verbo “cucharear”).

IIUna noche, ella acomodó las papas, el apio, las zanahorias, el celery, partió la pasta, como le gustaba, le agregó un muslo de gallina y dejó cocer. La piel se desmenuzó en el caldo.La dejó respirar y el humo cundió la casa. Había cerrado todas las venta-nas.Con el índice dibujó en una de ellas su nombre hasta que el trazo lloró sobre el cristal.Extendió en la tabla el mantel lo mis-mo que la alfombra en el piso, cerca de la mesa.Dispuso de un generoso plato hondo para la sopa.Cuchareó desde el fondo.Se lavó entre las piernas y bamboleó

sus manos entre los pétalos.Secó alrededor con un pedazo de pan y se sentó a comer de su propio caldo.Estaba decidida a volver a enamo-rarse de sí misma.

IIIA mi padre cuando se quedaba “a [que” Amadamamá decía que le rallaban las uñas [en la cerveza.A mi tío le dieron agua ’e cuchara.A él, ella le remojó las pantaletas en [el aguale enterró el nombrelo amarrólo fumó.Igual largó.¿Ya nadie cree en el amor?Si está tan embobado es porque lo [hicieron comer de las ramas [de su Monte de Venus.Y aun haciendo de todo, “mejor no [te fíes, hija”

IVY si quieres que se quede, procura [que se vaya.

VUna buena compañía es el caldo de cabeza de pescado.En una olla con dos litros de agua se pone a cocer la cabeza de un robalo con sal, laurel y la mitad de una cebolla, hasta que la carne que acompaña al pescado se desmenu-za y ablanda. Se cuela el caldo y se reserva.En una sartén se fríe una cebolla, cuatro dientes de ajo y un pimen-tón troceados en una cucharada de mantequilla. Una vez dorados, se le agregan cuatro tomates bien maduros, que hechos puré están listos para recibir el caldo del roba-lo. Agregar cilantro picado cuando reduzca. Salpimentar. Y masajear la ausencia. La propia, la ajena.

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POR jOsé RObeRtO duque

1. Diferente, ligeramente distinto o exactamente igual.7. Encuquetao, en gíglico antiguo.10. Apodo con que nombraban a Henry Ramos Allup en la escuela primaria11. Apodo con que nombraban a Henry Ramos Allup en el liceo y los dos primeros semestres de la universidad.12. Adaptación de “Si mi querencia es el monte”, autoría de Bob Marley.13. Autor del célebre “Himno al pendejo que no sirve ni para estorbar”, canción emblema

del partido Bandera Roja. 15. Esteatopigia, en maracucho.17. La palabra “soluciones”, pero pronunciada al revés.19. Palabra colombiano-prusiana que designa al sujeto que puede soportar una ofensa la primera vez, tolerarla a duras penas la segunda vez, pero que a la tercera vez coge el arrecherón de su vida y puede terminar matando a alguien, a puñaladas. Para el caso de que lo mate a tiros hay otra palabra.

20. Siglas de cierta sociedad secreta alemana, de la que no se sabe un coño porque de lo contrario no sería secreta.21. Marca del desinfectante a base de cloro que se jartó Henrique Capriles cuando dijo que él era el verdadero presidente de Venezuela.22. Pacto, nevera o mono, en finlandés.24. Ana Elisa Osorio, Rodríguez Torres y Felipe Pérez al Panteón Nacional... pero si los entierran YA, así, en vida.26. Julio Borges cuando no carga una pea

de sangría con miche rastrojero y Nestum Tres Cereales.27. Una de las hijas de César, el carajo que atiende la ferretería en la esquina de Ferrenquín, en Candelaria. Esto, en caso de que haya una ferretería en esa esquina.29. Siglas del nombre del guarimbero que incendió y asesinó hasta que lo metieron preso, entonces salió en un video gritando y que “¡Me perjudicaron! ¡Me perjudicaaaaron!”.30. Ocaso de un atardecer crepuscular.

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1. Cancioncita medio mamagüeva.2. Montaña donde Jehová, Dios altísimo y supremo, abordó al rey de Canaán y le dijo: “Sí, güevón, no aterrices y no te pongas a hacer campaña a ver si vas a tener chance de ganar las elecciones en 2018”.3. Metal que abunda en El Callao, aunque parezca mentira.4. Nombre de la lesión cerebral de Franklin Vírgüez.5. Hermana de David Smolanski. La que no tiene barba.6. Homúnculo más parecido al bracaurel que a las xenífugas de Bratislava.7. Estúpido o chiquilicuatro, en cierto dialecto húngaro hablado por hechiceros en una provincia septentrional del país. De Hungría, se entiende.8. Anís con yogurt o con leche condensada.9. La ex defensora Gabriela Ramírez estaba hasta buena cuando era chavista.12. Abundancia extraordinaria de hongos alucinógenos en el huerto de Luisa Ortega14. Color de las pantaletas blancas de María Corina Machado.16. Ácido lisérgico, pero sin ese saborcito a sardinas que queda cuando a uno se le pasa la nota. Según quienes lo han probado, porque yo ni de vaina, qué asco.18. Nombre del director de esta revista dentro de 30 años, cuando ya su actual equipo sea un rebaño de muertos y viejos inservibles de mierda.23. Destello medio pajúo en Photoshop.25. La mamá de Freddy Guevara, cada vez que respire un chino.26. Marico el que lo lea.

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Sí, alguna vez en la vida todos tenemos la culpa de algo o un fragmento de ella. Sí, siempre duele reconocerlo. Sí, la culpa nos anda ladillando cultural y genéticamente por culpa de la mamá de todas las culpabilidades humanas: el relato de las religiones hegemónicas (y las otras). Pero no: usted no tiene que cargar con eso tan pesado.

1. Siempre hay algo o alguien a quien echarle dedo.2. Los católicos tienen su detergente universal e inagotable, marca Jesucristo, que sigue lavando culpas después de dos milenios; nosotros tenemos al Gobierno.3. La solidaridad y la misericordia son unas hermanitas que se odian, pero funcionan igual. Dé lástima. Si duda de la efec-tividad del recurso guglee “Holocausto” y “Pueblo israelí”.4. Fórmula mágica: “El Gobierno nos acostumbró a darnos todo y ahora perdimos la costumbre de producir”.5. Su hijo anda malandreando, ya se empistoló y viene alguien a pretender que usted debió inculcarle principios. “Un mo-mentico: el Gobierno no ofrece alternativas a la violencia”.6. Está el gran montón de basura (esa que usted y sus vecinos echan ahí varias veces al día) frente a su casa, full de moscas y ratas: la alcaldía no ME recoge la basura.7. No le dé teta a su hijo(a). Pase roncha (ver punto 3) y exíjale al Gobierno que evite que un pote de fórmula cueste 50 veces lo que costaba hace un año.8. Usted se ve rozagante y apto para trabajar o producir su comida (pero no lo hace); acuda al punto 4.9. Ya no se puede ni rumbear. Rumbéese de todos modos los reales del almuerzo; a la cuarta birra le fluirán los argumen-tos contra el Gobierno.10. Si se ve acorralado ceda un poco, pero corrija los térmi-nos: “Bueno, culpable no te soy, de pronto un pelo responsa-ble. Pero es que este gobierno…”.

MiniManual para culpar de todo al Gobierno

tuit de

ImagInarIo—¿AcompáñAme A lA RutA NoctuRNA!

@jrobertoduquePOR JOSÉ ROBERTO DUQUE

Ilustración: L. "Razor" Balza

—No, poRque después No hAy metRo.

Edición Número Doscientos treinta y nueve. Año 05. ÉPALE CCS Caracas, 6 de agosto de 2017.

Mentilibros

mientras atiende su venta de repuestos, el protagonista de esta historia comienza a

padecer una extraña anomalía. La cambiante cotización del dólar negro lo mantiene

sacando cuentas y subiendo los precios de su mercancía, razón por la que nunca llega a

vender nada.

el hoMbre que calculaba

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