Tu Poderoso Rastro

Luis Belda Benavent

Colección El Hocino del Huécar nº7. Poesía

Premio Federico Muelas de Poesía

Luis Belda Benavent Tu Poderoso Rastro

Colección El Hocino del Huécar nº7. Poesía

LUIS BELDA BENAVENT, es natural de Callosa de Segura (Alicante) y reside en la actualidad en Torrevieja.

Publicaciones conjuntas:“I Antología de jóvenes poetas callosinos” (1.982).

“Decidme quién soy” (1.986). Edición de Luis Belda.“Escrito en Alicante” (1.986) Excma. Diputación Provincial de Alicante.

Poemas suyos se recogen en otras antologías de Andalucía, Murcia y Alicante.

Libros publicados:“De hombres y piedras” (1.993) Excma. Diputación de Alicante.

“Tras el linde” (1.999) Excmo. Ayuntamiento de Elche.“Tu poderoso rastro” Excmo. Ayuntamiento de Cuenca.

Certámenes ganados:“II Certamen Nacional de Poesía Ciudad de Callosa” (1.984), con su obra “Todo lo

vencen nuestros cuerpos atados”, Excmo. Ayuntamiento de Callosa.“III Premio de Poesía Federico Muelas” (2.010), con su libro “Tu poderoso Rastro”,

Excmo. Ayuntamiento de Cuenca.

Otros:Ha dirigido y editado 2 CD’s de música popular levantina. Ha creado poemas para composiciones de música sacra, e himnos para la Semana Santa en colaboración con grandes músicos de nuestro país: David Mora, José Pagán, Antonio Aguilar… Es autor del poema “Elegía en marzo”. Homenaje a Miguel Hernández, con la que el compositor David Mora ganó el “II Premio de composición Sinfónico-Coral de RTVE” (2.002). Ha sido guionista y director de varios vídeos culturales. Editó la primera “Antología poética de Francisco Salinas” (1.989). Ha dirigido diversas revistas culturales y es colaborador habitual de otras: Empireuma, La Puerta Falsa, Caloxa, Norte (México), La Filarmónica… Ha sido jurado en numerosos certámenes literarios, en la actualidad en el “Premio Azorín” de novela.

Premio Federico Muelas de Poesía 2010

Luis Belda Benavent

Tu Poderoso Rastro

Premio Federico Muelas de Poesía

Cuenca 2010

Copyright: Luis Belda Benavent.Edición: Raúl Torres.Maquetación: José Ignacio García Patiño.Ilustración de portada: H. M. Lapuente.Colección: “El Hocino del Huécar”.Depósito Legal: CU-496-2010Imprime: Eurográfi cas, S.L.L. C/. Colón, 27 Telf.: 969 230 556 16002 CUENCA Printed in Spain - Impreso en España

Colección El Hocino del Huécar. nº 7

Esta primera edición del libro TU PODEROSO RASTRO, consta de 400 ejemplares.

Tu Poderoso RastroLuis Belda Benavent

El Hocino del Huécar. 2010

Para:

AdriánAdrián, el pensamiento de la música y la bondad.SilviaSilvia, un corazón indomable para ganar el futuro.

MaribelMaribel, la que hace las mariposas y la lluvia.AnaAna, la leve porcelana blanca de Oriente.

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Luis Belda Benavent

PRÓLOGO

Hay poetas ajenos a la fama y al mercado literario, atentos solamente a la escritura que surge de la necesidad, no como una vía de evasión, sino como un profundo acto de implicación. Luis Belda es uno de ellos; autor de una escasísima obra poética aquilatada durante años de trabajo e impulsor de numerosas actividades culturales. Conocí a Luis Belda hace veinte años. Coincidimos como miem-bros del jurado de un premio de poesía, y entonces empezamos a ci-mentar una profunda y enriquecedora amistad. Presenté sus libros de poesía, participé en el montaje poético-musical Una luna hombre aden-tro en homenaje a García Lorca, que mi amigo ideó y dirigió junto al compositor David Mora, y publiqué poemas suyos en varios números de la revista Empireuma. Sé que al lector todo esto le sonará irrelevante; pero lo que trato de aclarar es que Luis Belda, a pesar de su escasa pro-ducción poética, ha estado siempre implicado con la poesía y, por tanto, no le cuadra el califi cativo de autor aislado u ocasional. Puedo asegurar que su pasión por la palabra poética es auténtica y de ningún modo su-plementaria. Tu poderoso rastro, tercer poemario publicado por Luis Belda, se inicia con un poema confesional, Mírame, en el que el autor recapitula su vida con versos de una gran fuerza e intensidad. Se trata de una re-fl exión del ser, de una autorrevelación. Hay en el poema una tonalidad enfurecida, una cólera de fondo que provoca un movimiento fl uido en expansión. Y así, en continuidad con su propia exterioridad, no falta la arrogancia del poeta, que cree en el estigma de la poesía como tormen-to que no atormenta, como intensidad que prende un fuego que no que-ma y sí dispone para la revelación ontológica: “Tengo fe en mi mirada cuando se fuga ausente,/entre un linde de azules horizontes y tierras,/ allí me reconozco volando entre el silencio,/ libre y sin ataduras de hie-rros y adjetivos”.

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Sin embargo, este preámbulo poderoso, emocionado, cargado de efectos que oscilan entre la plenitud y el desencanto, el disgusto y la compasión, abre las puertas al amor desde la pasión positiva y rara vez desde el arrebato. El poeta separa el lirismo de la caracterología con una voz personal, entre serena y fervorosa, que irá narrando un periplo amoroso no doliente. En Nuestra casa de piel queda patente el tono amable de los poemas : “levantará la hiedra y la dulzura/ una coraza contra la desdicha”. Este será el leimotiv del poemario: la voluntad de le-vantar muros contra el pesimismo, el canto a la vida y a la esperanza, la invocación a la mujer amada, que el poeta idealiza comparándola con la naturaleza en símiles, metáforas e imágenes de gran belleza y sensua-lidad. El cuerpo de la mujer y el lenguaje se fusionan mágicamente con el paisaje y el cosmos. Luis Belda alcanza en este libro un acuerdo con las palabras escogidas, dotándolas de corazón y cerebro para que nos hablen de las emociones que suscitan el amor y la memoria vivifi cante resuelta en acontecimiento. Los veinticuatro poemas de Tu poderoso rastro conforman un corpus homogéneo cimentado formalmente en versos heptasílabos, con alternancias de endecasílabos y alejandrinos, intensifi cados fóni-ca y emocionalmente por recursos de repetición, paradojas y antítesis, sinestesias, animación de lo abstracto y una gran riqueza en el empleo de las imágenes. Asimismo hay variedad de seres animales, vegetales y minerales que desfi lan por estos poemas, con asociaciones de una gran altura lírica. El lector asistirá a un hermoso espectáculo de exaltación y subli-mación sin excesos donde la mujer se integra en el paisaje y la natura-leza se hace carne. Todo ello sin atentar contra el código del lenguaje y al margen de la actualidad. Aunque los acontecimientos históricos o contemporáneos están presentes esporádicamente en los libros ante-riores de Luis Belda, en éste no tienen presencia alguna. El autor nunca ha dejado de sentirse preocupado por el estado del mundo; pero en esta

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ocasión manifi esta una sensación saludable de armonía con la existen-cia que a mí no me parece evasiva. Sus versos son ahora menos densos y barrocos y están más depurados. El autor ha corrido el riesgo de incurrir en una imaginación trasnochada o en la trampa de la idolatría de las imágenes, que sepulta a menudo la sustancia poética bajo una perfusión mitológica. Ha corrido el riesgo, digo, de acomodarse en un espiritualismo sincrético de manual. Por otra parte, al despojar de anécdota a sus poemas, al alejarlos de cualquier tipo de paisaje contemporáneo, Luis da la espalda a la poesía actual co-lonizada por la perfomancia, el cibernetismo, el cientifi cismo y las arro-gancias ideológicas. Salva los escollos de la banalidad reactivando el poder expresivo de los tópicos que utiliza. En cuanto a estar a la moda es algo que a Luis no le preocupa. Él mismo confi esa en la última estrofa de Desesperanza : “Me he sentido en el linde/ de los desconocidos,/y he ganado en batalla/el cetro doloroso del silencio,/para que nunca un ruido/distraiga la palabra/ preciosa de tu boca”. Diría yo que este poemario de fi liación clásica esconde una manifestación de rebeldía, ya que cantar al amor (un sentimiento en peligro de extinción en nuestra sociedad posindustrial, cuyos individuos han dejado de ser sujetos ca-paces para la empatía), lejos de los escenarios de la urbe, en los últimos reductos de la naturaleza, es cuanto menos un acto de insubordinación contra los cánones de la nueva poesía. La naturaleza y la mujer constituyen una simbólica especial en la tradición poética. En la obra que el lector acoge en sus manos, el sujeto lírico se despoja de sí mismo en un exceso de lucidez al comprender que la palabra, sea ascética o enfática, se sabe torpe refl ejo del embate amoroso. Los cuerpos se abren paso a lo eterno desde los sentidos, y esta experiencia resulta inefable; así lo refl ejan estos versos: “No hay palabras, /no existen/,para nombrar tus ojos,/ya lo sabes”. El pathos que mueve al poeta es su afán por superar las inmanencias impuestas por la naturaleza fi nita, su necesidad de entregarse a la amada incondi-

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cionalmente para someterse a la prueba del plural, es decir, expandir su identidad hasta donde reside el enigma de la existencia, y de esta mane-ra abolir el tiempo y, por tanto, la muerte: “Te sigo y sé que abrazo/una estela de estrellas/ y estrecho los vaivenes/del mundo en tu cintura”. No es este libro un vástago del dolor, pero en algunos poemas asoma su presencia. Ocurre cuando el poeta siente la incertidumbre que todo amor provoca, cuando teme perder el poderoso rastro de la amada: “Tengo miedo a perderte, a caer de tu mirada/ herido a los rin-cones donde se mezcla el humo/ de todos los destierros. Tengo miedo del miedo,/ y de las tristes horas que respiraban carne/ sobre todo el silencio callado de mis siglos”. En cualquier caso este es un poemario de exaltación de la mujer y celebración del amor que sigue la estela de los trovadores provenzales, los poetas neoplatónicos del Renacimiento, los románticos y grandes poetas del siglo XX como Neruda, Miguel Her-nández, Paul Éluard, Louis Aragon, Robert Desnos, Octavio Paz o Mario Benedetti. Luis Belda Reivindica la poesía lírica en un mundo que la niega. Pero no es un poeta ingenuo, sabe que la escritura poética ha dejado de ser un reino encantado o encantador, que ya no interesa a la sociedad humana convertida en un mercado competitivo de consumo; pero también está convencido de que la poesía acompaña, donándole su lenguaje insólito, a quien la convoca para nombrar aquello que desfallece en la razón. Y este libro es el resultado de esa fi rme convicción.

José Luis Zerón Huguet

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Para nuestro traje de dolor, la Poesía es broche encandilado que se engarza en el ojal de los corazones. El poeta nunca muere, sabe llorar y cantar. El Destino pone dique amargo a su sentir, obstruye los caminos del Amor con mano imprecadora. El poeta desbroza los caminos, salva los minerales, hace escalas audaces con sus lágrimas, trepa a lo más alto del torreón fornido.Luis Belda, descerraja la parsimonia; une los cuerpos en tembloroso dulzor mediterráneo; esculpe nuevamente la voz de las palmeras… Tierno heredero del ayer poético, eleva el susurro de su sangre hasta el Olimpo sideral de los elegidos con voz justa y clara de hombre sediento, amante del beso y su andadura, fi el refl ejo del gozo, luz primaveral, sedosa nube… Este es Luis Belda, el hermano, el amigo, el poeta.Su verso es rezo para mí, estrella viajera que observo desde los lejanos calabozos donde reside el humilde corazón de mis pesares.Gracias por tu calidez inspiradora, forjada en puño de oro, belleza y libertad. Salud, hermano.

Francisco Curto Sánchez

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MÍRAME

Vi murallas malditas deshechas por la espada.Vi corazones turbios, como hurones en su linde.He bebido los venenos emboscados en alientosde mil besos que se amaron a si mismos solamente.Me dispuse en el centro de las grandes batallasy vi como se muere por la hacienda de otrosmientras pactan las treguas encima de los muertos,que nunca dirán nada al ser tan sólo muertos. Ya me cortó la vida los cordones de mis padresy me enseñó con ello lo que es sentirse solo.Mis ojos comenzaron a ver lo que la muerteme prepara algún día de sol, como cualquiera.Me tengo como tiene la piedra del caminosu destino a la oferta de todas las pisadas,y así me siento útil, porque soporto el pesode mis queridos muertos que lo hicieron primero.

Por tu nombre, sé que habito los nidos del deseoy desafío a la vida, que se asusta de mirarme.No me conozco apenas y apenas ya me importa,pues mi credo y mi hacienda fue temblar en los labiosque siempre me besaron sin pedirme la vida.

Me gustan las alturas del silencio y sus caminos,y el único alboroto que soporto es de la lluvia.No hay guerras más feroces que dentro de mi pechoy cuido de esa tierra, su gente y sus paisajes.Mi cuerpo vale poco, me sirve como excusapara buscar adentro de mí mismo los sueños:aspiro a ser tan leve algún día y tan ajenoque sólo veréis ojos al mirarme de frente.

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Sé buscar y sentir lo que parece inútil,lo que sobra a la vida, y el trozo de esperanzaque tus ojos perdieron en la calle del mundo.Soy el coleccionista de los trozos del hombre.

Admiré, sin embargo, los besos que se buscanrobados en la oscura cancela de la noche,y pensé que ese instante bien pesa la alegría.He soñado despierto, mientras cogía tu mano,sorteando los aludes de las montañas viejas,y mis atroces golpes siempre se reparabanmientras curaba a besos la sangre de los tuyos.

Perdí lo que de niño se pierde: la inocencia.El orgullo y sus soldados me llevaron guerreandoa defender banderas que rompo poco a poco.Los muertos que ahora mato sólo son el juguetede un escéptico herido que se quita mentiras. Se me hizo crecer pronto: la máquina empujabaalejándome del centro seguro de los niños,mas no pudo del todo y vuelvo la cabezaa los viejos dragones que me siguen despacio.

Tengo fe en mi mirada cuando se fuga ausente,entre un linde de azules horizontes y tierras,allí me reconozco volando entre el silencio,libre y sin ataduras de hierros y adjetivos.Cuando hagáis el reparto de todas las riquezas,a mí dejadme un hueco sobre un acantilado,dejadme frente al mar y sus viejas galernas:quiero hablar del futuro junto a los leviatanes.

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Me gusta la distancia, y pasear ignoradoentre los viejos barrios alumbrados de noche,donde sueño y diviso las sombras que dejaronsu rostro y sus palabras pegadas a la piedra.Quisiera tener tiempo, como lo tiene un roble,para entender la queja del aullido del lobo,o recordar las viejas palabras que el amantele graba a su princesa en la tierna madera.

Ojalá que haya sido un hombre que pasarahaciéndole preguntas al viento y a las nieblas.

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NUESTRA CASA DE PIEL

Haremos nuestra casa de la piel,con arena y con besos, donde eternase sostenga la fuente del deseo.Y, lentamente, al cielo,levantará la hiedra y la dulzurauna coraza contra la desdicha.

Así, como la vida, lentamente subiré del aljibe, que retiene a la lunasostenida en su fondo el color de tu cara,para sellar los sueños y levantar paredesdonde nunca se atreva a volver el invierno.

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QUINCE AÑOS

Yo, tuve quince años.Corría, lo recuerdo,bajo la lluvia atandoun volcán de ilusiones.Escalaba las sierraspara encontrar halconesy libertad en mis alas.Recuerdo mis dragonespoderosos y fi eles,y el fuego que grabaronen mis ojos curiosos.

Pasaron trenes turbiosy letras, libros, días,historias y canciones,y un viento huraño y viejoarañando las piedrasde mi volcán dorado.

Un carbón de tristezafue manchando mi risa.Se me hicieron pequeñaslas íntimas preguntas,y dentro de mí mismo,las brasas de mi hogueralas apagó el invierno.

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Me fui apartando solo,sin ruidos, en silencio,como se hacen las cosasque importan en la vida.Y me hicieron el duelola noche y las estrellas,y algunos corazones enormes para un pechoque ya me saben suyo.

Entretanto, mi risaestaba adormecidaen la profunda tierra,donde no hay ni recuerdo.Pero ahora ha brotado.El agua de tu risa,las sales de tu nombrepequeño y poderosoabrieron la cortezade la noche y su espacio.Lanzaron contra el vientohelado del inviernosu calor de esperanza,hasta sacar del fondodel humus su milagro.

Puedes ver tras mi cuerpo,como las aguas vemosen un río transparente,mi sangre desbocada.

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Musa y niña pequeña,tu poderoso rastro de mujer,tu cuerpo que ha nacidopara ser abrazadolo tengo entre los dedosescribiendo furiososhuracanes de magia.Me recorres las venas. Me siento hecho de nubes,tras un dolor llovidode hierro y de cristales

Yo, tengo quince años.Tú, tienes la dulzurade quince años y un beso.

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LLUEVE

Rozándote un paisajede nubes emboscadasllueve la tarde, y llueveen tu risa nerviosala voz del mar contigo.

Llueve dentro de mí tu nombre, tu dulzura.Llueve mi labio heridopor tu beso. Lluevenponientes de ceniza,y tu calor, tu abrazo,blanco como la espumade las nubes y el agua.

No imaginas, no sabescómo temblaron hierrose imbatibles murallasde cuarzos y de estrellasperdidas en mi sueño.

Nunca sabrás el nombrede los mil temporalesde mi sangre vencidaal calor de tu mano.

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Llueve arena pulida,tu pecho misterioso,tu labio como frutacaliente y perfumada.

Llueven gritos callados,silencio esclarecido,y unos ojos que cierranun pacto enamorado.

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TE SIENTO

Lo sé: vienes del aguaprofunda, desde el Nortede la primera lágrimaque respiró el rocío.Y bajas con la esenciaintensa de la gramaa ser río de palabrasy color de las fl ores. Te siento corazonesy blancas margaritas, y lluvias tropezadasen las cerezas rojas,para nacer oliendoa mujer poro a poro.

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TUS MANOS

No entiendo como pudevivir sin esas manos;sin esas niñas libres,que acarician las fl oresy guían a los vientosque guardan mi camino.

Los blancos cascabelesque imitan azucenascon su color de nieve,que velan mi silencioy posan en mis labiosel lenguaje invisiblede todas las palabras.

Las manos donde calmala arcilla el alfarero;pequeñas, delicadas,como dos mariposashechas para el abrazo. Son tus dedos de vidrio,calientes como un baile,y tienen vida propia,y esparcen en su abrazopequeño, hacia mis manos,un vuelo de esperanza.

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Tus diez razones vivas,como ríos y caudales,han crecido mojadaspor la lluvia del Norte,recolectando liriosy hormigas bendecidas.

Tus manos, que se abrentan fi rmes a mis manos.Los besos de esos labiosque anegan el desiertode agua de primavera,y me piden silencio,y me enseñan a amar,rozándome tan levecomo escarcha naciendo.

En las noches cerradasson dos faros, dos ojos,que libremente piensan.Y son como palomasque extienden a mi cara la mirada del mundo.Y buscan de mi mismolas palabras perdidas,y la profunda heridamineral de la sangre.

Tus manos son de luna:unos trozos pequeñosque bajaron del tiempohermoso de mi infancia.Cuántas veces, entonces,sin saberlo, las quise.

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TU VOZ

Mujer, tu voz me llevaal incendiado bosque, hasta quemar el fondode mis niños ocultos,de mis juguetes rotos,de los perdidos años,viejos ya y olvidados.

Y es así cada noche,porque estamos atadosa las alas atadasde nuestras mariposas,al color donde nacela fuerza y la palabra,golpe a golpe, doliendocon la infame distancia.

Me hablas en la noche,inquieta y sin perfi lesbajo un tapiz de estrellas,para inventar de nuevomi vida poco a poco,y la espuma del viento,prisionera de ti, como yo vivo,me llena de tu vida prisionera.

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NO HAY PALABRAS

No hay palabras, no existen vocablos, pensamientos,que describan tus ojos.

No hay color, ni en las nubes,ni en la carne del bosque,ni en la sangre del agua,que tenga ese destellodonde duermen las lámparasdel día. No hay, pequeña,más ausencia de ticontra la ausenciaque recordar tus ojos.

No sé cómo quitastela risa a tanto niño,ni sé con qué materiade arcilla y luces tenuesquiso mirar la vidacon esas lunas limpias.

Tus dos pozos de menta,de azabache, de miel,de hierbabuena, de jazmín,de cantuesos y de tierra,son la luz que desprendenlas galaxias perdidas.

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Son niebla, leve niebla,y un salto de caballosy chispas de metal,incendios, besos,y un batir de palomasen el silencio dulce de la noche.

Son tus ojos, la caja de la risaque repara mi historiay bebe mi añoranzay sus libros lejanos.

No hay palabras, no existen,para nombrar tus ojos, ya lo sabes.

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TUS PECHOS

Tus pechos. Tus palomasy el eco subterráneo de su calor hermoso,me rompen cada nochehasta la fuente misma,donde desnudo nazcoa lo más primitivoy antiguo de los hombres.

Las diosas de tu piel, -la piel segunda y dulceque quisieran mis labiospara siempre- Tus pechos,raíces de la almendrade todas las mujeres,aureolas y guardianesque tiemblan poderososcañonazos de vida.El pan y los secretosde las hambres eternas,que alientan delicadosrumores en mi sangre.

Los imagino atadosal temblor de mis labios,al siseo de las aguasque alimentan mi altura. Tierna luna partida en dos mitades claras,más leve que la sedaque nace del cerezo,y oculta entre tu pecho tu corazón y el mío.

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Tu Poderoso Rastro

Son pequeñas ciudades,depósitos de sol,tizones misteriosos, y esquirlas de desiertosserenos y calientes.Son faros de la noche,que tienen emboscadasu luz para mis ojos.Dos niños encendidos,que esperan prisioneroscon la mirada alertaser por siempre besados.

Me matan y me ciegan.Encienden dulcementemi carne, como olivossedientos de verano,y viajan en mis venas,bogando como barcasde fuego y de deseo.

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TU CINTURA

Andas. Le señalas al mundocon tu cintura inquietabajo qué suelo nuevote han de seguir las fl ores.

Mientras, tiendo mis brazosa esa prisión que nacemovida como un árbolnervioso en primavera.

Y estrecho tu caderaque salta a cada pasofi rme como el deseoque besa a los amantes.

Atrás se quedó el tiempode invierno que perdimosen inventar silencios,siguiendo alguna vidadormida como el hielo.

Me llevas entre el viento,y entre tu amor me llevas,vencido por los besos y a tu futuro atado.

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Tu Poderoso Rastro

Te sigo, y sé que abrazo una estela de estrellasy estrecho los vaivenesdel mundo en tu cintura,los círculos del agua,el nido de tus hijos,y el techo donde duermenlas dulces mariposas.

Y enfrente está la tierralabrada, y nuestro paso,abierto hacia la fi rmefrontera de los besos.

Te llevo hacia la casadesnuda de los sueños,para guardar tus ojosy el rotundo milagrode tu risa encendida.

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NOSTALGIA EN LA ALCAZABA

Esa noche tenía ojos y luminarias,una orquesta de fuentes y jazmines,y la luna, recién nacida encimadel amante perdido y su nostalgia.

Jardín de carne amiga tras la noche,donde tu voz caía hasta enredarseen el nenúfar verde del estanque.

La alcazaba respiraba rododendrosy melazas de dondiego y de silencio,y yo, te adivinaba entre la esenciaque me llenaba el pecho de rocío.

El té de hierbabuena, mientras tanto,penetraba en la esquina del recuerdo hasta tocar tus besos de canela.

Era igual a una noche de mi infancia,donde jugaba a ser futuro, sin el fi loque nos araña el tiempo sin clemencia.

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Tu Poderoso Rastro

ESOS OJOS

Esos ojos. Esas lunasrepletas de pasiones,donde las aguas velanlos plomizos silenciosde un mar lento y espesovarado entre la lluviay el verde de los pinos.Esos ojos, que guardanla cripta inmaculadadel asombro y las fl ores.Esos ojos, tus ojos:crisol y brujería de vidas y millonesde perfecciones limpias,que nacen en el fuegode la mujer que llevas,de la diosa y la niñanacida a media tardeal fi el de mi mirada.

Princesa deseada,esos ojos llovidosdesde el suelo del aguaque me rompen la vida...

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GRETA

No importa que no fuerasCentauro, ni Babieca,ni corcel que volarapara abrir las batallas.No importa que no abrierasbordada de arlequineslas tardes en las plazas.No importa, tierna yegua,que jamás te montarancaballeros dorados.

Tú y yo, Greta, sabemoshablarnos con los ojos,y beber de los vientosla carne de las fl ores.

Subimos los silenciosdel invierno trotando,y buscando los camposdonde la primaverase llena con un pastode bellas mariposas.

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Tu Poderoso Rastro

Nos miramos, recuerdas,y descubrí en tus ojosesa misma tristezadonde vivo encerrado.Descubrí tu añoranzay te hablé de la mía,recuerdas, lentamente,al trote donde todolo inútil se destroza.

Mi tierna yegua alada,visito cada día,como sé que visitas,la dulce amanecidadonde vive el rocío,porque nos queda el sueñoeterno de querernos.

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Luis Belda Benavent

MARIPOSAS

Que me traiga la noche,desde su boca negra,la estrella más hermosapor mi jamás pensada.Que baje su palabraal fondo de mi mismo,al centro donde habitala llama del deseo,al centro donde esperoque se abran los volcanesde su boca y la mía.

Que me traiga la nochede nuevo la esperanzallena de mariposas:las alas misteriosasque vienen de tu pechohacia mi pecho inquieto,la luna y la embrujadamariposa del sueño,que besa la ternuray que luego nos besa.

Princesa del espacio,luz de la madrugada,¡ven!, roza con tus dedosel origen del sueño,y la voz que me llenacon la dulzura inmensade todas las mujeres.

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Tu Poderoso Rastro

Abrí tus quince años,los quince eneros limpiosdonde nació el invierno para beber del fuegoprendido de tu abrazo,y bebí entre mi pechotu carmín de cerezo,y recorrí tus labiosheridos en la noche,buscando el agua limpiaque da la primavera.Y en la dorada fuentede tu amor, mi palabrasupo que te quería.

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Luis Belda Benavent

SILENCIO, AMOR, SILENCIO

Silencio, amor, silencio,quiero que sean tus ojos:los aljibes que guardanel color de la miel,los que me hablen.

Quiero estar en el centrode tu limpio horizonte,allí donde los sueñosse miden con un besoy donde se cerraroncon un verde de infanciatus mejores recuerdos.

Quiero ser para siemprela fruta que te comes,el vendaval de fl orescon que tus ojos ríeny el dragón primitivo,que te vele los sueños.

Quiero sentirel río de tu amor desbocado,y saberme perdido,y sentirme ese niñoque nació sin decir lo que debía,atado entre las cuerdasde lo justo y lo injusto.

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Tu Poderoso Rastro

TU ESPEJO

Soy puro como un ríoy fi el como la eternamirada de una estrella.

Tengo alma de cristal,vidrio encendido,y el frío de los mármolesnacimientos de arena.

Soy tu espejo: el esclavocorazón sometidoque vuela hacia tu pechoy a tu lunar secretocon su abrazo invisible.

Te guardo en mi memoriay casi siento, a veces,la vida y su disparocuando te veo desnuda.

Me inventas tanta luz,que tomo de tu cuerpo, y de tus labios tomo,racimos de colorespara la primavera.

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Luis Belda Benavent

ENCUENTRO

Sentí tu voz muy cerca, entre la niebla de una ciudad quebrada que me huíaaliada en el invierno con su lluvia,que calaba sin piedad los horizontes.Sólo el daño de un verde irrepetiblellevaba de equipaje entre mis ojos,y un corazón saliéndose a la bocapara buscar tu pecho y enterrarse.

Y te vi. Tras el río, alta y blanca,desafi ando los signos del inviernocon la altura de abril y tu sonrisa.Entre los dos, el puente, pasos turbios,y esos ojos que nacían a lo lejos desde un útero de noche y de ceniza.Y se hizo tu rostro lentamente,y tus labios nacieron para el beso,y a tu sonrisa, amor, vendí mi vida.

Y luego mi torpeza, la recuerdas,la batalla vencida en tu dulzuraque me cediste nueva y renovada.Y todo fue perfecto en aquel fríovelador, que mil ojos arañabanpara espantar las tiernas mariposas.No pudieron, recuerdas, no pudieroncontra los fi rmes hierros de tu bocani con la herida abierta de mis ojos.

Y la calle, inclemente con sus grises,ajena nos llenaba de su invierno:no supo ver lo fi rme que trotabandos corazones y la primavera.

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Tu Poderoso Rastro

QUE NO ME FALTE TU RISA

Tu voz me falta y faltanlas piedras a los ríos.El aire, espeso y lento,se llena de tormentaspara que arañe el fríomi cara y mi impaciencia.

Veo crecer el inviernoencendiendo las brasasque sujetan tus ojosen el rincón perdidoque inventa mi memoria.

Tu risa se ha emboscado,jugando entre las nubes,se ha convertido en lluviaque canta golpeandotejados y jazmines.Tu risa la persiguenlos tiernos escolaresy traza sus caminossin fi nal ni horizonte.

Ya sabes que la espero.No me niegues tu risa,tu franca risa abiertaque te cerca los ojos de azahar y golondrinas.

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Luis Belda Benavent

DOCE HORAS

Hoy decidí, temprano,al levantarme,matar esos relojes que nos odian.Decidí que la esferaserá una luna roja para siemprecon doce vidas lentas e infi nitasque sólo midan sueñosy los besos amantes de tu boca.

Hoy aprendí, temprano,al levantarme,que el tiempo es un engañoque se va galopando si me besasy se queda a mi lado cuando faltas,lento y eterno como la nostalgia.

Hoy descubrí, temprano,al levantarme,a qué sabe la carne de las horas,cómo suspende el díalos pájaros en vuelo para herirme,y cuán lentos fl orecen los jazminescuando te siento lejos.

Por eso, he decidido,temprano, al levantarme,romper esos relojes que nos odian.

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Tu Poderoso Rastro

NO ME QUITES TU VOZ

No me quites tu voz.

Tu voz, como un cuchillorotundo y sin fi suras,me ha partido la sangre.

Tu voz, que hizo las cuevas,que formó estalactitasy carámbanos dulcesen el alma del cuarzo,que extrajo del oscurosilencio de los bosquesun aroma de helechos;que nació en caracolasy en el roce perpetuode todos los corales.

Volando en la mañanade febrero, volandohasta la misma aristadel mar y de mi sueño,me ha llenado de nuevode sangre y de alegría.

La trajo el mar, el tiempo.La trajo la distanciarodando a mis oídos,y me supe en un bosqueoyendo las maderasrozar contra mis brazos.Me llenó de palabras,y en la prisión más honda de mi mismo, en mi mismo,levanté la cabezade nuevo contra el mundo.

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Luis Belda Benavent

EL CIEGO CORAZÓN

Hoy te mando mi viday un tumulto de mentas y de besosa la pequeña caja de la noche.La mando hacia el espacio,al recordado signo de tu boca,a la mentira inmensa del silencio.

En el sereno cielo, casi muerto,agita el viento apenasuna lechuza llena de presagios,y vuelan las estrellastan tristes y apagadas como yo.

No sé nada de ti, de mí tampoco.Y comienza a llover calor y fríosobre tu ausencia larga y dolorosa.

Estás dentro de mí sin que lo sepas,con tu risa infi nita, entre trastossin fecha y calendario, con los vientosy las olores viejas de mi infanciay entre el ala de todas las palomas.

Así de ciego vuelas, corazón.Haces caminos entre la luz del sueñohacia la seca arista de la piedra,donde se aplasta toda la esperanza.

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Tu Poderoso Rastro

NOCHE

Luces que abren la noche,su barro, sus secretos,las íntimas preguntas,los besos sin respuesta,los pétalos posadostan sólo en la palabray su cerco de fuego.

Veo tus manos volandoy abriendo la pestañadel viento y sus lucernas.Tus dedos, cómo hurganlos rincones perdidos,donde duerme una niñacercada de muñecas. Huelo el aire en tu cuello,tu delgada fi gura,la risa que se escapabebiendo de tus labios asombro y amapolas.

Me abrazan tus palabrasde mujer confi ada,y el tumulto de nidos,que dentro de tu pechoinventan los colorespara la primavera.

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Luis Belda Benavent

Mujer y diosa nueva,en tus ojos rasgadosy limpios pongo mares,escarcha de las olas,la luz de las arenasde todos los desiertos,y me pongo en tus ojos,para nunca quitarme.

Voz de dulce misterio.Has roto el calendarionatural de los ciclos,has hecho que amanezcacuando la luna nace,que vuelen mariposascercando los cometasy el reino de los búhos,que se abran los jazminesen las noches más turbiasbailando entre las lucesque cuelgan del invierno.

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Tu Poderoso Rastro

DESESPERANZA

Busqué en el polvo la esperanza deshecha.Recompuse tus besos,tu cintura de arcilla,tu abrazo y su recuerdo.

Lentamente llovíaviento herido y cristal,y un sol en los ponientesoscuros de tus ojos.

Me interpuse en la brisade los acantilados,y tendí mis doloresmás íntimos al vuelodel salitre y la espuma,sin obtener respuestas.

Me he sentido en el lindede los desconocidos,y he ganado en batallael cetro doloroso del silencio,para que nunca un ruidodistraiga la palabrapreciosa de tu boca.

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Luis Belda Benavent

TU PODEROSO RASTRO

Tu poderoso rastro de mujer, de milagro;la arista refulgente que guardaba la vida,renace conquistada de nuevo entre mi sangre.Tiene poder tu nombre. Se escribe en las señalesdel sol y de su brillo. Lo renueva la tierra,y el fermento oloroso del mirto fl orecido.

En ti viven los tiempos dormidos de la noche,y viven los abrazos más puros nunca dados,y viven las caricias desterradas del mundo,y el estremecimiento guardado entre cristales. Tu rostro se alimenta de lo frágil del mundo,habita y vuela el cielo callado del amantey sus dedos repletos de dulzura y deseo.Te he soñado amigada a la feroz honduraque guarda el viejo búho en su libro de ojos. Pozos negros que abrieron su pléyade de noche,oteando desnudos y armados de dulzura el espacio sin nombre, donde los míos miraban.

Toda mi vida en pugna, inquieta como un rayo,la tiendo a la victoria de un beso de tu boca,y me entrego y me bato contra tus llenos ojosde luminarias, rayos y tizne y brujería.

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Tu Poderoso Rastro

Tengo miedo a perderte, a caer de tu miradaherido a los rincones donde se mezcla el humode todos los destierros. Tengo miedo del miedo,y de las tristes horas que respiraban carnesobre todo el silencio callado de mis siglos. Has hurgado en el trazo más hondo de mi olvidola luz primera y limpia del rayo de mi infancia,la espuma suspendida de los primeros mares,la sombra imaginada de mi primer poema,y la caricia antigua y nueva de ese besorobado en las esquinas de un labio que me quiso.

Te envolveré los rayos más cálidos del frío,la brisa salvadora que nace en el verano,y la tormenta limpia que en mitad de la huertanos cala de esperanza y limpia primavera.

Quiero bajarte lunas felices a las manos,y risas imparables para habitar tu boca,como feroces guardias que derroten el tiemposin tiempo de tu cara, y detener la nochey la vida, despacio, en los siglos de un beso.

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Tu Poderoso Rastro

ÍNDICE

Mírame ...................................................................................................... 15Nuestra casa de piel ................................................................................ 18Quince años .............................................................................................. 19Llueve ........................................................................................................ 22Te siento ................................................................................................... 24Tus manos ................................................................................................ 25Tu voz ........................................................................................................ 27No hay palabras ....................................................................................... 28Tus pechos ................................................................................................ 30Tu cintura .................................................................................................. 32Nostalgia en la alcazaba ......................................................................... 34Esos ojos ................................................................................................... 35Greta ......................................................................................................... 36Mariposas ................................................................................................. 38Silencio, amor, silencio ............................................................................ 40Tu espejo ................................................................................................... 41Encuentro ................................................................................................. 42Que no me falte tu risa ............................................................................ 43Doce horas ............................................................................................... 44No me quites tu voz ................................................................................. 45El ciego corazón ....................................................................................... 46Noche ........................................................................................................ 47Desesperanza .......................................................................................... 49Tu poderoso rastro ................................................................................... 50

Este libro se acabó de imprimir el día 9 de Diciembre, en el que celebramos a Santa Leocadia (abuela del editor), Santa Valeria (protectora de nuestra

ciudad romana, al lado del río Gritos) y San Siro (la estrella que nos guía).

La luna llena iluminaba, con un fulgor especial las hoces del Júcar y Huécar.

Esa misma luna relumbraba en Callosa del Segura: está claro, el autor, Don

Luis Belda, era feliz.Loado sea Dios.