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MARCAS DE ESTRÉS MECÁNICO POR FACTORES OCUPACIO- NALES: EL IMPACTO DE LA TRANSICIÓN CULTURAL GomideM Escola Nacional de Saude Publica (ENSP/FIOCRUZ) Rio de Janeiro, Brasil Resumen Este estudio se centra en trece (13) esqueletos pertenecientes a adultos del grupo indígena Guajajara, el cual vivió probablemente a finales del siglo XIX, en el Estado de Maranhao, al norte del Brasil. La colección pertenece a la División de Antropología Biológica del Museo NacionallUniversidade Federal do Rio de Janeiro (MN/UFRJ). Utilizando este ma- terial, se pretende correlacionar signos de stress mecánico con actividades laborales. Se describen lesiones entesopáticas en la clavícula y ulna, lesiones traumáticas y osteoartrosis en la escápula, húmero, radio y ulna, afectando principalmente a las articulaciones del codo y rodilla, la tibia y los huesos tarsales, sin prevalencia en cuanto al sexo. De acuerdo a la literatura disponible, las actividades laborales de este grupo se caracterizaban por una clara distinción de tareas por sexos. Actualmente, se está observando un cambio total en la distri- bución de las tareas. Los hombres se incorporan a actividades que antes eran realizadas sólo por mujeres, como acalTear cargas yagua. La falta de especificidad basada en el sexo en la distribución de los signos de stress mecánico sugiere la realización de tareas similares, representando probablemente un período reciente en la vida del grupo, en el cual la distri- bución de las tareas ya estaba siendo reconducida en su sociedad indígena, confirmando tanto la estimación de la datación de la colección como la hipótesis relativa al impacto de la transición cultural en la biología esquelética de los individuos. Introducción En una excursión realizada a la región del Alto Pindaré (estado de Maranhao, Bra- sil), en el año de 1945, el equipo del Museo Nacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (MN/UFRJ), reunió restos esqueléticos de veintiún individuos prove- nientes de cementerios de indígenas Guajajara y situados próximos a las márge- nes del Río Pindaré. Las informaciones re- lativas a la colección Guajajara son incom- pletas y los documentos existentes en la Sec- ción de Antropología Biológica del MNI UFRJ informan apenas que el conjunto de esqueletos proviene de dos diferentes aldeas Guajajara: Kamirang, de la cual se obtuvie- ron siete esqueletos y Januária, de la cual se obtuvieron catorce esqueletos. La colección Guaj aj ara, de la misma manera que otras de los fondos del MNI UFRJ, fue constituída en una época en la que la información sobre osteología humana to- davía era tipológica, y por esta razón no se encuentra acompañada de documentación detallada sobre su procedencia, contexto en

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MARCAS DE ESTRÉS MECÁNICO POR FACTORES OCUPACIO­NALES: EL IMPACTO DE LA TRANSICIÓN CULTURAL

GomideM

Escola Nacional de Saude Publica (ENSP/FIOCRUZ) Rio de Janeiro, Brasil

Resumen

Este estudio se centra en trece (13) esqueletos pertenecientes a adultos del grupo indígenaGuajajara, el cual vivió probablemente a finales del siglo XIX, en el Estado de Maranhao,al norte del Brasil. La colección pertenece a la División de Antropología Biológica delMuseo NacionallUniversidade Federal do Rio de Janeiro (MN/UFRJ). Utilizando este ma­terial, se pretende correlacionar signos de stress mecánico con actividades laborales. Sedescriben lesiones entesopáticas en la clavícula y ulna, lesiones traumáticas y osteoartrosisen la escápula, húmero, radio y ulna, afectando principalmente a las articulaciones del codoy rodilla, la tibia y los huesos tarsales, sin prevalencia en cuanto al sexo. De acuerdo a laliteratura disponible, las actividades laborales de este grupo se caracterizaban por una claradistinción de tareas por sexos. Actualmente, se está observando un cambio total en la distri­bución de las tareas. Los hombres se incorporan a actividades que antes eran realizadassólo por mujeres, como acalTear cargas yagua. La falta de especificidad basada en el sexoen la distribución de los signos de stress mecánico sugiere la realización de tareas similares,representando probablemente un período reciente en la vida del grupo, en el cual la distri­bución de las tareas ya estaba siendo reconducida en su sociedad indígena, confirmandotanto la estimación de la datación de la colección como la hipótesis relativa al impacto de latransición cultural en la biología esquelética de los individuos.

Introducción

En una excursión realizada a la regióndel Alto Pindaré (estado de Maranhao, Bra­sil), en el año de 1945, el equipo del MuseoNacional de la Universidad Federal de Ríode Janeiro (MN/UFRJ), reunió restosesqueléticos de veintiún individuos prove­nientes de cementerios de indígenasGuajajara y situados próximos a las márge­nes del Río Pindaré. Las informaciones re­lativas a la colección Guajajara son incom­pletas y los documentos existentes en la Sec-

ción de Antropología Biológica del MNIUFRJ informan apenas que el conjunto deesqueletos proviene de dos diferentes aldeasGuajajara: Kamirang, de la cual se obtuvie­ron siete esqueletos y Januária, de la cual seobtuvieron catorce esqueletos.

La colección Guaj aj ara, de la mismamanera que otras de los fondos del MNIUFRJ, fue constituída en una época en la quela información sobre osteología humana to­davía era tipológica, y por esta razón no seencuentra acompañada de documentacióndetallada sobre su procedencia, contexto en

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donde fue encontrada y otras informacionessobre la cultura o aspectos biológicos deaquellos individuos.

Sin embargo, en vista de lo raro que esencontrar estos ejemplares en museos brasi­leños, así como el riesgo de que movimien­tos de repatriación, a semejanza de lo queocurre en otros países, causen su pérdida, seinician una serie de estudios con la inten­ción de recuperar informaciones biológicasy morfológico-funcionales, contribuyendocon informaciones contextuales y con unaidentificación cronológica más precisa delmaterial.

Aunque el término «stress» sea bastantediscutido (Hinkle, 1987; Seyle, 1954; Kals,1984), Iscan y Kennedy (1989) utilizan laexpresión: «marcas de estrés ocupacional»para definir la señales de actividad que in­ducen condiciones patológicas, modificacio­nes óseas secundarias a esfuerzos mecáni­cos o la función biomecánica. El términotambién es utilizado por Merbs (1983),Trinkaus (1975), Radin et al. (1972) y Ortner(1968,1981), entre otros.

En la literatura médica, el trauma tam­bién se relaciona con la ocupación laboral(Lovell, 1992; Merbs, 1989). Según Merbs(1989), las fracturas por fatiga (stress), aun­que no sean el resultado de un trauma agu­do, pueden devenir por microtraumas repe­tidos o estrés sostenido.

Diversas contribuciones (Cohen yArmelagos, 1984) han discutido las marcasde estrés ocupacional relacionadas con laartrosis, informando sobre el modo de vida,cultura, comportamiento y ocupaciones dia­rias (Merbs, 1983; Larsen, 1987).

Para Iscan y Kennedy (1989), la grandiversidad de marcas de stress ocupacionalpresentes en la literatura médica yantropológica puede ser clasificada en lassiguientes categorías: desgaste dentario yotras secuelas relacionadas con la práctica

alimentaria, lesiones entesopáticas, fractu­ras por stress, degeneración articular, varia­ciones en el grado de dimorfismo sexual,diferencias étnicas y por edad.

En el presente estudio, se busca relacio­nar los indicadores de estrés ocupacional re­presentados por las lesiones entesopáticas,las ocasionadas por traumas o las degenera­ciones óseas con el patrón de actividadeslaborales de los indígenas, teniendo comosoporte los datos etnográficos.

Material y método

El material está compuesto por esquele­tos casi completos, faltando en su mayorparte los huesos del carpo y tarso, rótulas yapéndices xifoides. El estado de preserva­ción es variado. Algunos están bien preser­vados y otros se presentan deteriorados de­bido a los procesos tafonómicos.

De los 21 esqueletos, utilizamos sola­mente los ejemplares con edad estimada enmás de 20 años, siguiendo la propuesta de

.Lovell (1994). La determinación del sexo yla edad ha seguido los patronesmetodológicos de Stelle y Bramblett (1988).Las edades para los adultos se dividieron entres categorías: 20-34 años, con cinco indi­viduos del sexo masculino y cuatro del sexofemenino; 35-49 años, con un individuo delsexo masculino, y más de 50 años, con unindividuo del sexo masculino y dos delfemenino.

Resultados

Las señales entesopáticas que pudieronser verificadas en seis de los trece esquele­tos de ambos sexos, se localizaban en la ex­tremidad medial, así como en la lateral delas clavículas, en la articulación clido-cos­tal (tuberosidad costal) o en la inserción delmúsculo deltoides, con predominio en la cla-

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vícula izquierda (tres hombres y una mujer).En las ulnas, las lesiones se localizan en lainserción del músculo braquial, y fueronencontradas en un ejemplar masculino y unofemenino.

Las lesiones traumáticas fueron obser­vadas en la región torácica de la columnavertebral de tres individuos (una mujer y doshombres). El individuo del sexo femenino,presenta fractura en forma de un área dehundimiento localizado en la faz interior delcuerpo vertebral de T8 (octava vértebratorácica). Esta área deprimida se extiendedel centro de la vértebra al lado izquierdo,acompañada de reacción ósea discreta. Elaspecto de la lesión es compatible con elcausado por hernia de Schmorl. En uno delos ejemplares masculinos, la fractura ob­servada en la séptima vértebra torácica seencuentra en la porción ventral del cuerpovertebral, en el plano sagital. No hay reac­ción o señales de infección. Es probable quesea ocasionada por compresión. En el tercercaso, la décima vértebra torácica presentaseñales de fractura en el cuerpo vertebral.

Además de las lesiones vertebrales seencontró una fractura consolidada en el ter­cio proximal de la fíbula izquierda. La tibiahomolateral presentó reacción ósea a nivelde la línea de fractura de la fíbula, con unaperiostitis en proceso de curación. Uno delos ejemplares masculinos presenta fracturacon anquilosis en la articulación del radiocon el trapecio y éste con los metacarpianosII y III del lado izquierdo así comosacralización del cóccix.

Fueron identificadas lesiones degene­rativas en la columna vertebral de cincoejemplares del sexo femenino y cinco delsexo masculino. Abarcan toda la extensiónde la columna o parte de ella. Se ha obser­vado neoformación ósea en los bordes de loscuerpos vertebrales (osteofitos) en diferen­tes grados. Las zigapófisis superiores e in-

feriores, principalmente de las regiones cer­vicales y torácicas presentan también creci­miento por neoformación ósea acompañan­do sus bordes. Hay señales de compresiónen los cuerpos de las vértebras torácicas, quepresentan su superfície articular más depri­mida que el borde, aspecto que ocurre tantoen la superfície superior como en la inferior.

Las superfícies articulares de la escápu­la (un ejemplar masculino), del codo (cincomasculinos y cinco femeninos), de la rodi­lla (un masculino), del tobillo (tres masculi­nos y cuatro ejemplares femeninos) apare­cen irregulares. En muchos casos, hay cre­cimiento osteofítico a lo largo del borde ar­ticular formando labios agudos cortantes.Las tibias presentan irregularidades en lassuperfícies articulares proximal y distal. Enla extremidad distal encontramos una facetaarticular suplementaria para el astrágalo. Dela misma forma que las tibias, los astrágaloscorrespondientes exhiben tales facetas. Lassuperfícies articulares de los astrágalos ycalcáneos son muy irregulares, de aspectoarrugado.

En ocho de los sacros estudiados (tresfemeninos y cinco masculinos) identifica­mos facetas accesorias en la región articularsacroilíaca. Son más evidentes en los ejem­plares masculinos más viejos.

Discusión

Aunque el pequeño dimorfismo sexualde la serie haya dificultado el reconocimientode los esqueletos, fueron identificados sieteejemplares del sexo masculino y seis del fe­menino. Los osteofitos de las articulaciones,característicos de la osteoartrosis, se presen­tan en ambos sexos. No hay diferencias parala osteofitosis de la columna cervical otorácica entre sexos. Las áreas de inserciónmuscular, que pueden caracterizar dimorfis­mo por actividad física, no exhiben patro-

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nes específicos de distribución, lo mismoOCUlTe con las lesiones degenerativas de lasarticulaciones.

Se considera que el material sería origi­nario de una época situada a finales del si­glo XIX e inicios del siglo XX, período enque los grupos indígenas amazónicos, inclu­yendo los Guajajara, habrían sufrido fuertespresiones por parte de la sociedad que losrodeaba, relacionadas con el «redescu­brimiento de la Amazonia» para la explota­ción del caucho y las migraciones resultan­tes de la gran sequía del noreste (Mata,1992). Así, la serie estudiada podría ser re­presentativa de un período de intensa expo­liación cultural y ambiental.

Wagley y GaMio (1961) describen loshábitos sociales y culturales de los Guajajaraen la década de los 40. Según estos autores,los Guajajara no estaban apegados a susmuertos ni tampoco consideraban el cemen­terio como un lugar sagrado. Se puede infe­rir, en virtud de tal desapego, que el grupohaya permitido la reunión de restos recien­tes y no solamente provenientes de lugaresantiguos, de los cuales la generación presenteno tuviera recuerdo de su parentesco. Estahipótesis es confirmada por Mello E Alvimy Gomes (1992) que calculan el fallecimien­to de los individuos en, probablemente, 50años antes de la reunión de los restos. Se­gún Wagley y GaMio (1961), los indígenasdecían que en épocas pasadas (7) la divisióndel trabajo entre los sexos era rigurosa. Lasrozas eran pequeñas, sin embargo la apertu­ra de los claros podía tardar muchos días enhacerse. La vegetación rastrera se cortabacon las manos y los árboles y arbustos secortaban con hachas de piedra y eran dobla­dos con ayuda de los pies. Esta práctica yahabía sido abolida en la década de los 40(Wagley y Galvao, 1961).

En los «tiempos pasados», o sea, hastainicios de siglo, por lo menos, la división

del trabajo era rigurosa y se hacía de la si­guiente manera: (1) actividad del hombre:eliminar la vegetación rastrera, preparar elcampo, plantar y cosechar la yuca (mandio­ca), cazar y pescar, manufacturar canastas,armadijos, redes de pesca, armas, canoas yconstrucción de habitaciones; (2) actividadde la mujer: cultivo de otras plantas, trans­porte de productos y utensilios, cocinar, car­gar agua, fabricar cerámica y tejer redes dealgodón para dormir.

Posteriormente, de acuerdo con las ob­servaciones de Wagley y Galvao (1961), loshombres pasaron a preparar la harina, argu­mentando que eran más fuertes y producíanmás. El transporte también pasó a su cargo,siendo los cestos cargados con un alza apo­yada en la cabeza y llevada a la espalda.Todos los adultos trabajaban para sustentar­se, incluso los más viejos. Las mujeres em­pezaban temprano a hacer servicios ligerosen la casa, mientras que los hombres sólo lohacían después de iniciados o después de suscasamientos.

. Según Striland (1988), el desanollo dela tecnología ha proporcionado cambios ocu­pacionales mediante el uso de nuevas hena­mientas. Esto se caracteriza por variacionesen el esqueleto. La interpretación de los usosy actividades, basada en datos etnográficose históricos, según Striland (1988) siempreserá muy especulativa por falta de datosempíricos.

Para Kennedy (1988) lo que hace faltaes una mejor organización de los datos ymodelos que deben ser inferidos paralela­mente a los registros médicos, etnográficos,arqueológicos e históricos. En la colecciónestudiada se pueden comparar las variacio­nes en el esqueleto con los datos etnográficose históricos, así como observaciones empí­ricas, lo que posibilita una confirmación ala relación entre marcas de stress y distribu­ción de la actividad laboral entre los sexos,

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así como la asociación temporal de los ejem­plares.

A pesar de que las señales de stress poractividades no proporcionen, en principio,ayudas para la identificación de actividadesespecíficas, en vista de que varias activida­des pueden lIevar a un mismo patrón demovimiento, en este caso los datosetnográficos permitirán una aproximaciónbastante segura de tal relación.

Las señales de stress.encontradas en laserie pudieron, de esta forma, ser asociadasa los datos etnográficos:

(a) En lo que se refiere a la edad, fueronobservadas marcas de actividad física en losindividuos de las tres categorías de edades.En la tercera categoría, con todo, estabanafectados de degeneración articular simétri­ca, osteofitos cervicales, artrosis lumbar yfacetas accesorias más desarrolladas, debi­do al progreso general de la artrosis con laedad y acúmulo de stress mecánico articu­lar. Estos datos concuerdan con la informa­ción de que los individuos viejos no eraneximidos del trabajo (Wagley y Galvao,1961).

(b) La observación de rodillas y tobillostambién lesionados está de acuerdo con lainformación de Wagley y Galvao (1961) deque los Guajajara serían andariegos, yendosiempre en busca de bosques vírgenes parasu cultivo, luego en la época de vida de es­tos ejemplares este hábito todavía se mante­nía.

(c) El área del esqueleto en la cual severifican gran parte de las lesiones es, se­gún Stirland (1988), la columna vertebral.Las lesiones traumáticas encontradas en estematerial se dan, principalmente, en las vér­tebras torácicas (dos mujeres y un hombre).En la serie aquí estudiada, nueve de los tresesqueletos exhibieron algún tipo de dege­neración en esta región. Además deosteofitos, presentes en los cuerpos de las

vértebras cervicales, torácicas, lumbares yprimera sacra, ocurre osteofitosis en lasfacetas zigapofisarias inferiores. Stenbock(1976) asoció los osteofitos a una condicióndegenerativa específica. Merbs (1989) resal­ta que, cuando la vértebra se encuentra su­jeta a una fuerza perpendicular a susuperfície, el cuerpo vertebral sufre el efec­to de la compresión. En ambos lados de laarticulación sacroilíaca también fueron ob­servadas facetas accesorias y compresión delos arcos neurales, indicando la costumbrede cargar peso en la espalda (Merbs, 1983;LovelI, 1994) y, como señalan Wagley yGalvao (1961), las señales que se pudieronencontrar en la columna coinciden con laforma de transporte operada por el grupo,con apoyo en la cabeza y en la espalda. Talhecho se pudo verificar en hombres y muje­res.

(d) Hay gran prevalencia de degenera­ción articular, también en los individuos jó­venes. Estudios de medicina ocupacional handemostrado que las articulaciones sujetas arepetidos traumas en grupos con activida­des ocupacionales específicas frecuentes lle­van a osteoartrosis en edades más avanza­das (Anderson y Felson, 1988). El estudiode estos autores sugiere que estaosteoartrosis, consecuencia de traumas, re­fleja una larga exposición al stress ocupa­cional. La presencia de osteofitos en lassuperfícies articulares del codo izquierdoindica gran utilización de esta región. Eldesgaste de este tipo parece asociarse a se­ñales entesopáticas que ocurren, por ejem­plo, en la inserción del músculo deltoidesen la clavícula izquierda. Tal oculTencia pue­de ser asociada al trabajo de la roza. La per­foración de la fosa del olécranon se ve enambos sexos (un femenino y dos masculi­nos) y puede asociarse a la hiperextensióndel codo. Según Tainter (1980) ellabiamiento, porosidad y eburnación que

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acunen en esta articulación indica como fac­tor de stress la excesiva extensión del ante­brazo, los cuales pueden estar asociados, eneste caso, a la tarea de la roza y a la formade preparación de la harina, tarea que, se­gún Wagley y Galvao (1961), fue incorpo­rada a las actividades masculinas.

(e) Las lesiones entesopáticas en la re­gión escapular pueden ser ocasionadas poresfuerzo mecánico, como el transporte decargas pesadas (Kennedy, 1989), actividadque podría estar siendo ejercida en esta oca­sión por ambos sexos. Aunque lasentesopatías puedan estar causadas por trau­mas, procesos infecciosos o aceleradas porstress crónico, son también, según Resnik yNiwayama (1981), degenerativas por natu­raleza y comunes a individuos de edadesavanzadas. En el caso del material deGuajajara, se observa tal condición en lastres categorías de edades.

Como en la serie estudiada fueron iden­tificadas, en ambos sexos, marcas sugesti­vas de tareas realizadas, este aspecto puedellevar a dos cuestiones: o el trabajo era in­distintamente distribuído, o las actividades,a pesar de ser diferentes, llevaban al mismoregistro en el esqueleto. En el primer caso,se puede presumir que tal equivalencia se­ría indicativa de una fase de redistribuciónen la división del trabajo entre los sexos, osea, si los esqueletos pertenecieron a indi­viduos que participaron de una misma «ge­neración», ésta podría representar la fase enque el grupo empezó a sentir la necesidadde una nueva organización social que lespermitiera superar y adaptarse a la presiónde la sociedad que les rodeaba. La fase detransición es sugerida porque, según Wagleyy Galvao (1961), en la década de los 40 lastareas ya estaban redistribuidas entre sexos,no correspondiendo más a las mujeres, porejemplo, el servicio de transporte. Aumen­taba así la cantidad de actividades laborales

masculinas y disminuía la femenina. Bridges(1992) observa que el desgaste simultáneoen las articulaciones del hombro y codo,cuando se encuentra en ambos sexos, puedeser atribuído a diferentes actividades. Talverificación no invalida la hipótesis de queel grupo estuviera pasando por un períodode reorganización social. Al contrario, la fal­ta de especificidad en la distribución de lasseñales de stress mecánico en el grupo, enque tal distribución requiriera movimientosy esfuerzos distintos, sugiere el proceso deredistribución de tareas. La información deWagley y Galvao (1961) de que en losGuajajara, además de ser dependientes delcomercio en la década de los 40, permane­cían las costumbres de su cultura tradicio­nal tales como la de manufacturar arcos yflechas para la caza y pesca, refuerza la hi­pótesis de que el grupo experimentaba unproceso de reestructuración social, en elcual, según Moran (1990), las costumbresque no interfieren directamente en la pre­servación del grupo son mantenidas y loshábitos vitales para la supervivencia sonmodificados.

Conclusión

En base a las evidencias expuestas a lolargo del trabajo, podemos inferir que, a tra­vés de la biología esquelética y datosetnográficos, se pueden observar marcas destress mecánico sugestivas de determinadoscomportamientos los cuales se ajustan a unafase de la historia del grupo coincidente conuna época de transición sociocultural, en lacual una nueva forma de organización seestaba procesando. Así, cuando los investi­gadores del Museo NacionallUFRJ inicia­ron la investigación en el área, ya encontra­ron un patrón de distribución de tareas defi­nido, el cual no se corresponde con las mar­cas encontradas en los ejemplares del fondo

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ni tampoco con el patrón original decomportamineto laboral del grupo relacio­nado por los datos etnográficos. O sea, losindicadores de stress encontrados en el ma­terial, se contradicen con lo esperado, tantopara la rigurosa distribución de tareas esta­blecida por la cultura original, como para ladistribución de tareas descritas para la dé­cada de los 40. Estos datos soportan la ideade una fase de la vida del grupo en el cualestaba en desarrollo un proceso deredistribución de tareas, permitiendo con­cluir que hubo un impacto de la transicióncultural sobre la biología esquelética de losindividuos.

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Abstract

This study focuses on thirteen (13) skeletonsbelonging to adults from the Guajajara

indigenous group, who lived probably in thelate 19th century, in the state of Maranhao,in the North of Brazil. The collection belongsto the Biological Anthropo1ogy Division ofthe Museo Nacional Universidade Federaldo Rio de Janeiro (MN/UFRJ). Using thismaterial, the author seeks to conelate signsof mechanical stress with patterns of workbehaviour. She describes tensiopathic lesionsin claviculae and ulnae, traumatic andosteoarthosis in scapulae, humeri, radii, andulnae, affecting mainly the joints in theelbows and knees, the tibiae, and the tarsalbones, with no prevalence on the basis ofsexo According to the available literature,work behaviour for this group wascharacterized by a clear sex-based distinctionin tasks. A total change in distribution oftasks is now being observed. Men areincorporating into their acti vities thosewhich were previously performed only bywomen, like carrying loads and water. Thelack of sex-based specificity in thedistribution of signs of mechanical stresssuggests performance of similar functions,thus probably representing a recent periodin the group's life, in which distribution oftasks was already being reshaped in thisindigenous society, thus confinning both thedating estimate for the collection and thehypothesis concerning the impact of thiscultural transition on the skeletal biology ofindividual members.