Marcelo Expósito - Los Nuevos Productivismos

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  • Los nuevos productivismos

    Marcelo ExpsitoChristina KiaerDevin Fore

    Dmitry VilenskyHito SteyerlDoug AshfordBrian Holmes

    ContraTextos

    Museu dArt Contemporani de Barcelona

    Universitat Autnoma de Barcelona. Servei de Publicacions

    Bellaterra (Cerdanyola del Valls), 2010

  • Este libro se publica con motivo del seminario Los nuevos productivismos realizado en el Museu dArt Contemporani de Barcelona (MACBA) el 27 y 28 de marzo de 2009 en el marco del Programa de Estudios Independientes (PEI).

    Consejo asesor de la coleccin ContraTextos:Rafael Grasa, Joan Carles Marset, Bartomeu Mar, Clara Plasencia, y Gerard Vilar

    Coordinacin y edicin: Ana Jimnez JorqueraEdicin y traduccin: Marcelo ExpsitoCorreccin de los textos: Susana Pellicer

    de esta edicin, Museu dArt Contemporani de Barcelona y Servei de Publicacions de la Universitat Autnoma de Barcelona

    Edicin:Museu dArt Contemporani de BarcelonaPlaa dels ngels, 108001 Barcelona (Spain)http://[email protected] 978-84-92505-07-4

    Universitat Autnoma de BarcelonaServei de Publicacions08193 Bellaterra (Cerdanyola del Valls, Spain)http://[email protected] 978-84-490-2623-2

    Impresin:Universitat Autnoma de BarcelonaServei de Publicacions

    Depsito legal: B.16.385-2010Impreso en Espaa - Printed in Spain

    Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede ser reproducido sin el permiso previo y por escrito de los editores.

  • ndice

    Los nuevos productivismos Marcelo Expsito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    A la produccin!: los objetos socialistasdel constructivismo ruso Christina Kiaer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21

    Arbeit sans phrase Devin Fore . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

    El club activista o sobre los conceptosde casa de cultura, centro social y museo Dmitry Vilensky . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

    La verdad deshecha. Productivismo y factografa Hito Steyerl . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

    Group Material: una memoria de la abstraccincomo matriz de lo real Doug Ashford . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109

    A la informacin! (La historia invertida en el presente)Brian Holmes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

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    Los nuevos productivismos

    Marcelo Expsito

    El libro que el lector tiene en sus manos constituye la edicin impresa de las conferencias impartidas durante el seminario Los nuevos productivismos, que tuvo lugar en el Museu dArt Contemporani de Barcelona (MACBA) durante los das 28 y 29 de marzo de 2009. Ligado a los cursos Imaginacin poltica que han tenido lugar en el Programa de Estudios Independientes (PEI) del MACBA desde el ao 2006, en relacin asimismo con una exposicin de gran envergadura celebrada pocas semanas antes en el mismo museo, Archivo universal. La condicin del docu-mento y la utopa fotogrfica moderna,1 el seminario Los nuevos productivismos formaba parte, por tanto, de una constelacin de actividades que observaban el proceso de radicalizacin simul-tneamente poltica y artstica de algunos sectores de las vanguar-dias ruso-soviticas como un momento fundacional del tipo de desbordamientos de la institucin artstica que han generado articulaciones complejas entre el arte, la poltica, el activismo y la comunicacin de masas a lo largo ya de un siglo.

    1 Sobre el curso Imaginacin poltica, vase http://marceloexposito.net/pdf/exposito_pei1.pdf y http://marceloexposito.net/pdf/exposito_pei3.pdf; sobre el seminario Los nuevos productivismos, http://marceloexposito.net/pdf/exposito_nuevosproductivismos_es.pdf; sobre Archivo universal, el libro homnimo publicado por el MACBA y la entrevista a Jorge Ribalta realizada por Miguel Lpez, Ver la modernidad desde la fotografa es como entrar a la historia por la puerta de servicio, en la revista ramona, n 88 (marzo de 2009) (http://www.ramona.org.ar/node/25193). En la web http://www.macba.cat se pueden escuchar las grabaciones completas del seminario.

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    El arte revolucionario ruso-sovitico producido entre las dcadas de 1910 y 1930 sigue ejerciendo un influjo poderoso sobre numerosos aspectos de nuestros modelos culturales. Sin embargo, a la hora de evocarlo se ha oscilado histricamente entre la fetichizacin de sus invenciones formales y la exaltacin o denigracin de su idealismo, mostrado como un voluntarismo imposible de cumplir dentro de una quimera ms general (la revolucin, representada a imagen y semejanza de un monstruo mitolgico que siempre acaba supuestamente por devorar a sus hijos). Ciertas visiones dominantes sobre las vanguardias ruso-soviticas han sofocado, asimismo, su carcter de aconte-cimiento, la potencia de su irrupcin como una singularidad y una diferencia irreconciliables con el devenir estable tanto de la historia del arte como de la poltica de masas. De la misma forma, con frecuencia se ha obviado la fuerte resonancia que dicho acontecimiento ha tenido mucho ms all de su acotacin histrica, en muchas de aquellas experiencias que han acometi-do, en dcadas posteriores, la exploracin de una politicidad del arte en el deseo de abrazar procesos de transformacin social profundos.

    Frente a todo lo anterior, el seminario y este libro plantean con toda claridad la pregunta sobre la actualidad de dicho acontecimiento, siempre y cuando entendamos esa pregunta en un doble sentido un doble sentido foucaultiano, si se quiere: una exploracin de cules son los aspectos de las prcticas del presente en los que ese acontecimiento reverbera, esto es, las formas en las que ese acontecimiento es de manera manifies-ta o velada constitutivo del momento presente; as como una interrogacin por las condiciones bajo las cuales la potencia del acontecimiento originario pudiera ser reactivada. En este orden de cosas, el seminario se propuso un triple acercamiento a esa experiencia histrica. En primer lugar, se trataba de articular una genealoga; en segundo lugar, de aplicar una lectura crtica; y en tercer lugar, de rastrear las pistas de la actualidad de dos de los ejes ms importantes a travs de los cuales discurri el

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    antedicho proceso de radicalizacin poltica y artstica de la vanguardia ruso-sovitica: el productivismo y la factografa.

    En ninguna de las versiones finales de las conferencias que aqu reproducimos queda incorporado un reconocimiento que s fue expresado en varios momentos de las ricas discusiones que provocaron las diferentes intervenciones. Se trata del reco-nocimiento al trabajo de recuperacin crtica de la vanguardia ruso-sovitica acometido por el historiador germano-estadouni-dense Benjamin H.D. Buchloh a comienzos de la dcada de los ochenta. La tarea de Buchloh, con toda seguridad, ha posibili-tado que los contenidos de un seminario como el nuestro y las investigaciones posteriores ms amplias de historiadores y crti-cos del arte entre los que se cuentan algunos de los invitados a nuestro encuentro de Barcelona hayan podido desarrollarse en las condiciones de complejidad actuales.2 Es sin duda espe-

    2 Voy a enumerar algunos aspectos de aquellas investigaciones historio-grficas que directamente han inspirado y orientado el planteamiento de este seminario y la edicin de este libro colectivo. El reconocimiento de la importancia que tuvo la tendencia productivista del constructivismo que ofreca Christina Lodder en Russian Constructivism. New Haven: Yale University Press, 1983 (edicin en castellano: El constructivismo ruso. Madrid: Alianza, 1988). La funcin que cumpli la fotografa en la superacin de la fase especulativa de la vanguardia y en la masificacin de sus artefactos e hiptesis experimentales, tal y como explica Marga-rita Tupitsyn en The Soviet Photograph, 1924-1937. New Haven: Yale University Press, 1996. El concienzudo desmenuzamiento de la diversidad interna del proceso productivista que Maria Gough aplica en The Artist as Producer. Russian Constructivism in Revolution. Berkeley: University of California Press, 2005. La luz que arroja Christina Kiaer sobre las prcticas extraartsticas de produccin de objetos para la transformacin de la vida cotidiana tras la superacin de la fase de laboratorio del constructivismo, en Imagine no Possessions. The Socialist Objects of Russian Constructiv-ism. Cambridge, Mass.: The MIT Press, 2005. Los ensayos de Devin Fore, acompaados de la edicin en ingls de los textos de Sergui Tretiakov donde se definen los principios de una escritura factogrfica (vase The Operative Word in Soviet Factography, October, n 118 [invierno de

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    cfico el marco de discusin en el que Buchloh eligi inyectar un cido cuestionamiento: se podra decir, en pocas palabras, que impugnaba con contundencia la manera en que Alfred Barr, el fundador material e ideolgico del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, hizo lo posible por negar o relativizar historiogrficamente la virulencia poltica en la que se precipi-taron algunos sectores del constructivismo proceso que l mismo pudo constatar durante su visita a la Unin Sovitica en 1927 con el fin de instaurar y exportar un discurso interna-

    2006]). La articulacin de los modelos de radicalizacin de la vanguardia ruso-sovitica con otros momentos de concatenamiento del arte y la pol-tica, especialmente con experiencias contemporneas de las dos ltimas dcadas, que propone Gerald Raunig en Art and Revolution. Transversal Activism in the Long Twentieth Century. Los ngeles: Semiotext(e), 2007; y Tausend Maschinen. Eine kleine Philosophie der Maschine als sozialer Bewegung. Viena: Turia+Kant, 2008 (edicin en castellano: Mil mquinas. Breve filosofa de las mquinas como movimiento social. Madrid: Trafican-tes de Sueos, 2008). Finalmente, el libro editado por Jorge Ribalta, que parte precisamente del lugar donde desemboca la narracin de Buchloh, los primeros pabellones de propaganda que por encargo del gobierno sovitico realiz El Lissitzky: Espacios fotogrficos pblicos. Exposiciones de propa-ganda, de Pressa a The Family of Man, 1928-1955. Barcelona: Museu dArt Contemporani de Barcelona, 2009). No es por azar que se citen en esta nota ensayos publicados exclusivamente durante las ltimas dos dcadas: una de las tesis que articulaban el seminario propone identificar en el actual ciclo histrico de conflicto formas singulares de anudamiento arte/poltica que pueden considerarse en parte una actualizacin de los modelos de radicalizacin ruso-soviticos. Investigaciones historiogrficas como las citadas y esas nuevas experiencias artstico-polticas han venido discurriendo en paralelo durante los ltimos veinte aos, aunque casi nunca relacionadas entre s. Este proyecto de seminario y libro plantea explcita-mente la necesidad de efectuar articulaciones novedosas entre unas y otras, para superar la habitual desconexin. Algunas de estas reflexiones estn expresadas con algo ms de detalle en mis textos Prcticas artsticas / de comunicacin audiovisual y transformaciones sociales (http://marceloex-posito.net/pdf/exposito_bogota.pdf) y Walter Benjamin, productivista (http://marceloexposito.net/pdf/exposito_benjaminproductivista.pdf).

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    cionalista despolitizado sobre el arte moderno, que ms tarde result funcional al modelo liberal de sociedad en las luchas por la hegemona cultural en el seno de la Guerra Fra. Pero ms all de los condicionantes de ese marco de discusin historio-grfico, lo que los textos originales de Buchloh evidenciaban es cmo esa virulencia poltica adoptada sobre todo a travs de las hiptesis productivista y factogrfica iba de la mano de un desbordamiento de los marcos establecidos heredados de la institucin artstica. Desbordamiento que, al contrario de lo que el sentido comn acadmico, historiogrfico, artstico e inclu-so poltico ha venido dictaminando, no supona un abandono sino, bien al contrario, una profundizacin de la fase de labo-ratorio o especulativa de las vanguardias plsticas, literarias y teatrales. Dicho de una manera brusca, aunque necesariamente directa: lo que la experiencia productivista y factogrfica mues-tra es que la politizacin del arte y su desbordamiento hacia la produccin o el activismo social no es bice para la compleji-zacin de las hiptesis y herramientas tcnicas y formales del arte. Sin espacio, en esta breve introduccin, para la exgesis de los argumentos de Buchloh, proponemos un sencillo ejercicio de lectura. Tomemos sus dos textos publicados en 1984, From Faktura to Factography y Since Realism there was... (On the current conditions of factographic art).3 En los prrafos preli-

    3 From Faktura to Factography fue publicado en el nmero 30 de la revista October y ha conocido varias reediciones (entre ellas, la versin castellana incluida en el volumen de Buchloh: Formalismo e historicidad. Modelos y mtodos en el arte del siglo xx. Madrid: Akal, 2004), mientras que Since Realism there was... (On the current conditions of factographic art) apareci en el catlogo colectivo Art & Ideology, publicado con moti-vo de la exposicin homnima en The New Museum of Contemporary Art de Nueva York, con edicin de Marcia Tucker. Buchloh, en este segundo ensayo, va ms all de la narracin historiogrfica, pasando a interpretar la prctica fotogrfica contempornea de Allan Sekula y Fred Lonidier como una actualizacin del debate sobre el realismo planteado por la factografa en los aos veinte, mediante el uso de la fotografa como un

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    minares de ambos ensayos, al ofrecerse una caracterizacin sumaria del clima de poca de la Rusia sovitica en los inicios de los aos veinte, unas pocas lneas se repiten: Exista la conciencia general entre artistas y tericos culturales de estar participando en una transformacin final de la esttica moder-na de vanguardia, dado que se estaban transformando, de mane-ra irrevocable, aquellas condiciones de la produccin y de la recepcin artstica heredadas de la sociedad burguesa y sus instituciones.

    Esta interseccin de ambos ensayos constituye la sntesis de un programa artstico y poltico que ha buscado peridicamen-te ser reiniciado a lo largo del ltimo siglo, exactamente el mismo a cuya actualizacin querramos contribuir mediante este proyecto seminarial y editorial: consiste en efectuar desborda-mientos de la institucin artstica, a partir del anlisis de las modificaciones que en esas instituciones se operan como resul-tado de dinmicas ms generales de transformacin de la composicin material, tcnica y poltica de nuestras sociedades. Que esos desbordamientos se efecten coadyuvando a orientar los cambios hacia procesos de emancipacin colectiva, o bien contribuyendo a reproducir y perfeccionar la sofisticacin de los dispositivos de sujecin social, depende en gran medida de con qu voluntad poltica se decida actuar, no tanto en el sector especfico del arte o la cultura entendidos como campos

    paradigma de oscilacin entre tres vrtices cuestionados, cada uno a travs de los otros: el arte de vanguardia, el positivismo documental y el activis-mo social. Quisiera proponer que este planteamiento de Buchloh podra constituir un punto de partida desde el que entender la radicalizacin de esa hiptesis sobre las condiciones contemporneas en que se actualiza el modelo factogrfico, tal y como dicha radicalizacin se hace evidente en la proliferacin del activismo artstico que desde finales de la dcada de los ochenta ha echado mano no solo de la fotografa, sino tambin de otras tcnicas contemporneas de representacin visual y comunicacin de masas. Algunas de esas experiencias ms cercanas de activismo artstico se presentan en este seminario y en este libro.

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    escindidos y separados de la actividad social, sino ms bien y esta es sin duda otra de las grandes lecciones histricas de las tendencias factogrficas y productivistas en el interior de la mquina social que Marx denominara intelecto general, el dominio de la intelectualidad de masas. El lector o lectora habr captado la evocacin: reactivar la memoria del productivismo y la factografa en el presente es una manera de actualizar tambin la interpelacin insoslayable que contienen dos ensayos funda-cionales de Walter Benjamin, escritos en los aos treinta a modo de hiptesis de intervencin terica en las tensiones de entregue-rras: La obra de arte en la poca de su reproductibilidad tcni-ca y El autor como productor. Las tesis de Benjamin que se alojan en esa pareja de ensayos sobrevuelan el conjunto de este proyecto de seminario y libro. Constituyen sin duda uno de los principales telones de fondo terico-crticos frente al que se miden los ensayos a los que este breve texto sirve de introduc-cin, y en los que vamos a detenernos a pensar de inmediato.

    La divisin en dos jornadas del seminario original pareca reproducir la clsica triparticin entre prctica historiogrfica, artstica y crtica. Sin embargo, el despliegue de los contenidos concretos buscaba dinamitar ese sentido comn acadmico. Si bien las conferencias de Christina Kiaer y Devin Fore estaban a la altura de sus importantes investigaciones historiogrficas de aos recientes, sus hiptesis de lectura de aspectos concretos de la experiencia de radicalizacin de la vanguardia ruso-sovitica estn sustentadas en herramientas de interpretacin compartidas con lo que podramos llamar el giro terico de ciertas prc-ticas artsticas de las ltimas dcadas. En reciprocidad, no menos historiogrficas fueron las aportaciones de Dmitry Vilensky, Hito Steyerl, Marko Peljhan y Doug Ashford inspiradas en su propia prctica artstica. Y la necesidad de establecer articula-ciones complejas entre los diferentes campos que resultan de esa triparticin fue una propuesta programtica de la intervencin de Brian Holmes, elaborada a modo de recensin final del semi-nario.

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    Kiaer aplica su lente al trayecto seguido por el grupo cons-tructivista de Mosc, en lo que toca principalmente al progre-sivo abandono de los espacios de la institucin artstica para abrazar la produccin industrial de masas. Una lectura de sesgo feminista permite a Kiaer diferenciar entre el modelo aparente-mente fuerte de productivismo, de acuerdo con el cual el objetivo a perseguir por el artista debera ser la disolucin de su prctica en la produccin fabril, reforzndose as el imagina-rio masculinista del proletariado que ha sido hegemnico en el movimiento obrero de masas del siglo pasado; y aquel otro modelo suave, segn el cual las experimentaciones construc-tivistas en el dominio de la percepcin y la modelacin cons-tructiva de imgenes y objetos podra expandirse hacia la produccin masiva de artefactos tiles, los cuales permitiran una transformacin del dominio de la vida cotidiana al promo-ver una nueva relacin que podramos calificar de no capita-lista entre el sujeto y las cosas. Me atrevera a decir que, de acuerdo con la interpretacin retrospectiva de Kiaer, aniquilar la cosificacin mercantil del sujeto y de la vida social, tal y como buscaba el productivismo no masculinista, consistira no tanto en establecer un nuevo tipo de relacin transparente y directa del sujeto con las cosas una idea controvertida que sin duda entrara en contradiccin con la base psicoanaltica que sostie-ne el mtodo de lectura feminista de Kiaer, sino ms bien en entender este otro proyecto productivista como una bsqueda de nuevas formas de subjetivacin individual y colectiva que, teniendo por horizonte la construccin del socialismo, pasaran por una gestin colectiva del deseo y las pulsiones diferente de la instaurada durante la modernidad capitalista y profundizada en las sociedades de consumo de masas.

    Aunque en una parte importante de la obra de Dziga Vrtov pesa el imaginario que ha sido hegemnico en la conformacin de la identidad proletaria clsica, la lectura que del film Entu-siasmo (1931) ofrece Devin Fore muestra cmo el proyecto vertoviano consista en realidad no tanto en utilizar el cine como

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    un espejo de la realidad, sino ms bien en plantear la hipte-sis de la prctica cinematogrfica como un agenciamiento maqunico entre sujeto y tcnica. Ese agenciamiento se proyec-tara (literalmente, dado que de prctica flmica hablamos) en la conformacin de dispositivos, en el seno de los cuales el espectador atravesara una experiencia de resubjetivacin en relacin ntima con el desarrollo tcnico. El cinematgrafo resul-tara ser, por tanto, el lugar privilegiado donde mostrar el esta-do de la produccin social poniendo en prctica al mismo tiem-po una tecnologa de produccin de la subjetividad socialista; tesis que recoge literalmente Benjamin en su ensayo sobre la reproductibilidad tcnica de la obra de arte. Ese tipo de agen-ciamiento maqunico imaginado y practicado por Vrtov es sin duda ms complejo, en lo que respecta a la articulacin del sujeto y el objeto por mediacin de la tcnica, que la mera rela-cin de solidaridad o camaradera del individuo con los objetos socialistas que propona Rdchenko. Pero sin duda no se encuentra tan alejado del modus operandi deseado por este para su Club Obrero construido en Pars en 1925, proyecto en el que intersecan los ensayos de Kiaer y Dmitry Vilensky. El Club Obrero no buscara ser otra cosa que una mquina de subjeti-vacin poltica. De la lectura que aplica el texto de Vilensky se deduce asimismo otro aspecto crucial a la hora de atajar el sentido comn historiogrfico sobre las relaciones entre el arte y la poltica en el rea de las vanguardias ruso-soviticas. Lo que este y otros ensayos de este libro muestran es que la funcin poltica del arte planteada por los modelos productivista y facto-grfico no consiste o no consiste siempre ni exclusivamente en la agitacin y la induccin a la toma de conciencia, sino ms bien en la produccin de mecanismos y dispositivos de subjeti-vacin poltica que no necesariamente coinciden con la figura clsica de la obra de arte como objeto de contornos definidos o portador de una condicin esttica esencial y reconocible. El agenciamiento maqunico del cinematgrafo vertoviano, el Club Obrero de Rdchenko y el Pabelln de Pressa coordinado por

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    El Lissitzky muestran, todos ellos, ms all de sus diferencias formales y tcnicas, las antedichas cualidades. Los dispositivos colaborativos de produccin simultneamente poltica y arts-tica orquestados por Vilensky y el grupo al que pertenece, Chto Delat?, tanto como las diferentes versiones del proyecto Makro-lab promovido por Marko Peljhan, traslucen una comprensin precisa y constituyen una actualizacin sofisticada de aquellos histricos artefactos experimentales.4

    Al comienzo hablbamos de un triple acercamiento a la experiencia histrica propuesta, y hasta ahora se ha hecho hincapi en cmo el seminario acometa la construccin de su genealoga y planteaba varias experiencias de su actualizacin. Aplicar una lectura crtica al proceso de las vanguardias ruso-soviticas resulta irrenunciable para evitar el ensimismamiento de una apologa idealizadora o la inutilidad de un revival descontextualizado. En este sentido, nuestro proyecto semina-rial/editorial no puede sino contener tantas preguntas como certezas se han expresado hasta ahora. Cul puede ser la actua-lidad de un arte de la produccin cuando est en curso una revolucin del modo de produccin capitalista que extiende la explotacin del trabajo al dominio de la subjetividad y al conjunto de la vida cotidiana? Cul sera, en consecuencia, el programa posfordista de un arte de la produccin actualiza-do? Cmo se puede poner en prctica una articulacin de arte y produccin que no contribuya a las formas estetizadas de la poltica o el consumo de masas?

    Frente a la pregunta: qu sentido tiene ahora un arte dedi-cado al registro de los hechos, qu funcin cumple la utopa

    4 Marko Peljhan particip en el seminario pero su contribucin no pudo ser incluida en esta publicacin. Sugerimos consultar el texto de Brian Holmes: Utopa codificada. Makrolab o el arte de la transicin (versin castellana en la revista Brumaria, n 7. Arte, mquinas, trabajo inmaterial (diciembre de 2006). Online: http://marceloexposito.net/pdf/trad_holmes_makrolab.pdf).

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    documental producir un lenguaje universal que d cuenta de todos y cada uno de los momentos de la vida cotidiana en el seno de las sociedades de control?, la respuesta ofrecida por Hito Steyerl en nuestro seminario fue bien sencilla: la funcin de la documentalidad en las sociedades de control es, precisa-mente, controlar. Steyerl es contundente a la hora de plantear cun siniestra resulta la dimensin totalitaria en la que conflu-yeron histricamente el proyecto de planificacin absoluta de la subjetividad y la utopa de una tecnologa aplicada al registro completo de la vida cotidiana. Tanto como Doug Ashford lo es cuando nos advierte del peligro de aceptar el dogma del realis-mo como modo de expresin privilegiado del activismo artsti-co, en cuanto lenguaje de comunicacin directa y transparen-te, por as decir; sobre todo cuando las formas realistas cooptadas sirven al proyecto de anclar los significados en el interior de estructuras e instituciones sociales artsticas y no artsticas donde la funcin del arte debera ser desestructurar los significados antes que reproducir la estabilidad de los signos. Quiz tambin en ese sentido Brian Holmes propone que la fidelidad al proyecto histrico de la vanguardia ruso-sovitica radicalizada pasa en algunos aspectos por invertir sus trminos, en este momento en el que, dadas las condiciones del modo de produccin capitalista, lo que necesitamos es subvertir y escapar precisamente del dominio totalitario de la produccin sobre el sujeto.

    Puede que la perspectiva del proyecto de articulacin entre arte y poltica heredado de la experiencia de ciertas vanguardias histricas haya dejado de ser la construccin del socialismo. Pero basta con dirigir la mirada al actual estado de las cosas y del sujeto para entender que el horizonte de esa articulacin no puede sino seguir siendo el de contribuir al proceso de una emancipacin colectiva.

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    A la produccin!: los objetos socialistas del constructivismo ruso

    Christina Kiaer

    El terico constructivista sip Brik escribi un breve artculo titulado A la produccin! para el primer nmero de la revis-ta rusa de vanguardia Lef,1 publicado en 1923. Comenzaba poniendo como ejemplo a Aleksandr Rdchenko: Rdchenko era un artista abstracto. Se ha convertido en un artista cons-tructivista y productivista. No solo de nombre, sino en la prc-tica. Y continuaba: Rdchenko sabe que no se logra nada quedndose uno sentado en su estudio, que se debe salir al mundo real, llevar el talento organizativo que se posse a donde se necesita: a la produccin.2 Brik formaba parte de un grupo de crticos y escritores inspirados por la teora marxista perte-necientes al Injuk (Instituto de Cultura Artstica de Mosc),3

    1 La revista Lef (1923-1925) fue el rgano de comunicacin del Frente de Izquierda de las Artes, es decir, la plataforma de expresin de los sectores artsticos constructivistas y productivistas y del ala izquierdista del teatro y el cine (cont por tanto con la colaboracin de Bors Arvatov, Dziga Vrtov, sip Brik, Sergui Eisenstein, Aleksi Gan, Vladmir Mayakovski, Sergui Tretiakov, etc.). Vivi una segunda etapa bajo la cabecera Novi Lef (1927-1929). [N. del T.]2 sip Brik: V proizvodstvo!, Lef, n 1 (1923), pp. 105-108.3 Fundado en 1920 dentro de la seccin de artes figurativas del Comisa-riado del Pueblo para la Instruccin (IZO) y activo hasta 1926, el Injuk constituy uno de los motores de la modernizacin del arte, la arquitectura y el diseo en la temprana Unin Sovitica. Kandinsky asumi la direc-cin de la sede moscovita; su programa inicial de trabajo est recogido en castellano en el volumen Constructivismo. Madrid: Comunicacin, Alberto Corazn Editor, 1973, pp. 361-363, seguido de un Informe sobre

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    que, en el invierno de 1921, promovieron la denominada plata-forma productivista del constructivismo. Algunos de los artistas constructivistas ms relevantes como Vladmir Tatlin, Karl Ioganson, Varvara Stepnova, Liubov Popova y, por supuesto, Rdchenko intentaron, de maneras muy diversas y significativas, adentrarse en la produccin en masa sovitica despus de la Revolucin rusa. Aunque los debates que conduje-ron a la formulacin del constructivismo y del productivismo en 1921 haban puesto el acento en el trabajo de laboratorio, en la tecnologa y en la ingeniera industriales, la mayor parte del trabajo productivista acab teniendo que ver menos con la tecnologa y la fbrica que con la invencin y teorizacin de nuevos tipos de objetos materiales tiles que transformaran la vida cotidiana bajo el socialismo. En este ensayo tomar en consideracin los diferentes modelos de arte de la produccin de estos artistas, sugiriendo que la idea productivista de obje-to socialista, en concreto, podra ser todava importante para la produccin cultural radical de hoy.

    Comenzar con lo que podramos denominar el modelo ms puro de productivismo: la decisin de dejar de trabajar como artista tomada por el escultor constructivista Karl Ioganson para empezar as a trabajar en una fbrica de metal laminado en Mosc. Ioganson haba sido uno de los firmantes del programa constructivista original, y haba mostrado sus Construcciones espaciales en la famosa exposicin que tuvo lugar en la Obmoju (Sociedad de Jvenes Artistas) durante la primavera de 1921, junto con sus colegas constructivistas Rdchenko y los herma-nos Stenberg. Tal y como ha revelado recientemente la histo-riadora del arte Maria Gough en su investigacin pionera sobre Ioganson, todas las pistas sobre el artista desaparecen para la

    la actividad del Instituto fechado en 1923 que da cuenta del asalto a la hegemona en la direccin del centro protagonizado por las posiciones vanguardistas de izquierda constructivista y productivista (pp. 365-374). [N. del T.]

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    historia del arte en 1923, que fue cuando se emple como obrero metalrgico en la fbrica Krasnyi Prokatchik (Lamina-dor Rojo) en Mosc.4 Mientras trabajaba all invent una mquina de acabado que l mismo describi como un siste-ma mecanizado para el tratamiento del aluminio, el estao y el plomo que permitira aumentar la productividad aproximada-mente en un 150%. Logr as cumplir el objetivo de convertir-se en un inventor en su puesto de trabajo, un verdadero trabajador de fbrica que es tambin un inventor, antes que un artista que ejerce la funcin de diseador jefe. En otras palabras, se trataba, como productivista, de no alienarse del resto de los trabajadores. De este modo, como seala Gough, al inventar una mquina que aumentaba la productividad Ioganson eligi, por as decir, un bando en el conflicto entre los burcratas del partido, que pedan aumentar la produccin acelerando el trabajo, y quienes defendan los derechos de los trabajadores, luchando contra su explotacin en nombre de la produccin socialista. Ioganson lleg a comprometerse an ms en dicho conflicto al abandonar el puesto de trabajo para trabajar exclu-sivamente como agitador de fbricas al servicio del Partido y organizador de la produccin, un resultado predecible tratn-dose de un intelectual que haba decidido asumir tareas prole-tarias.

    Gough argumenta que el modelo de productivismo repre-sentado por Ioganson haba sido teorizado por el crtico produc-tivista Nikoli Tarabukin, famoso por su libro Ot molberta k mashine (Del caballete a la mquina), donde postulaba que el papel del artista constructivista en la produccin no deba ser el de disear objetos utilitarios lo que para l supona una prctica ligada a la superada tradicin artesanal, sino ms bien la ingeniera de la produccin en s. El artista-productor

    4 Vase Maria Gough: Red Technics: The Konstruktor in Production, captulo 5 de The Artist as Producer: Russian Constructivism in Revolu-tion. Berkeley: University of California Press, 2005.

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    (khudozhnik-proizvodstenik) en la produccin, escribi, est llamado, en primer lugar, a disear los aspectos procesuales de la produccin. Para el trabajador en la produccin, el proceso mismo de produccin que no es sino el medio de manufac-turacin del objeto se convierte en el objetivo de su actividad.5 Ioganson fue el nico constructivista que cumpli el encargo de Tarabukin de entrar en el proceso mismo de produccin, encarnando as la fantasa constructivista del artista-ingeniero que trabaja en la industria metalrgica, la ms valorada, con diferencia, en la jerarqua bolchevique del trabajo industrial, y un rea de la produccin exclusivamente masculina. Pero al hacerlo, Ioganson desapareci completamente de la comunidad artstica en la que haba destacado.

    Tambin Rdchenko particip de esta fantasa industrial masculina. Brik haca referencia en su artculo A la produc-cin! al acerado poder constructivo de Rdchenko, que se encarnaba en la famosa fotografa de este tomada en 1922. En ella, el artista aparece con botas de trabajo y el prozodezhda, la ropa de produccin que l mismo dise, posando frente a sus Construcciones espaciales de 1920-1921, apiladas a su espalda, dispuesto a dejar atrs ese tipo de trabajo de labora-torio para introducirse en alguna otra forma de trabajo fabril tecnolgico o de ingeniera. Pero, a diferencia de Ioganson, Rdchenko nunca lo hizo: en su lugar, el sueo de la industria pesada apareci en forma de ilustraciones de mquinas indus-triales impresas sobre pequeos objetos de uso cotidiano, como es el caso de su diseo para una caja de caramelos de la marca Nuestra Industria, que sera producida por la fbrica Octubre Rojo. Las ambiciones tecnolgicas de Tatlin sufriran un desti-no semejante. Dise su famosa maravilla tecnolgica, el Monu-mento a la Tercera Internacional, en 1919; de haber sido cons-truido, hubiera llegado a ser una hazaa de la ingeniera, con sus cuatro edificios de cristal en rotacin suspendidos en el

    5 Citado en ibd., p. 148.

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    interior de una estructura de acero en espiral de 400 metros de altura. Pero en 1924 se haba convertido en un fervoroso dise-ador de vulgares estufas, ollas y sartenes para cocinas prole-tarias. Tatlin renunci a la fantasa de la fbrica siderrgica que constitua, en cualquier caso, un sector minoritario de la relativamente primitiva economa sovitica en favor del dise-o de prototipos industriales de objetos simples, tiles para la vida cotidiana en su nivel ms bsico de necesidades: la ropa de abrigo, el higinico traje masculino para el tiempo libre, la estufa de lea de alto rendimiento; todo ello ilustrado en un artculo sobre el trabajo de Tatlin publicado en 1924 en la popular revista Krasnaia panorama (Panorama Rojo) con el ttulo La nueva vida cotidiana (Novi byt). An no ha llega-do la hora de poder usar estufas americanizadas en las condi-ciones actuales de nuestra vida cotidiana (byt) rusa, declar a su amigo el crtico Nikoli Punin. Necesitamos cosas tan sencillas y primitivas como nuestra sencilla y primitiva vida cotidiana (byt).6

    Para poder extraer el sentido de este desplazamiento de la prctica constructivista de las fantasas sobre la ingeniera al profundo compromiso en la construccin de una nueva vida cotidiana bajo el socialismo es preciso entender la teora sobre la vida cotidiana que articulaba la campaa de masas en favor de una nueva vida cotidiana (novi byt). El libro Cuestiones de la vida cotidiana, escrito en 1923 por el lder del Partido Len Trotsky, argumentaba que los grandes ideales de la revo-lucin no se podran llevar a cabo si la gente no cambiaba la manera de vivir su vida en los niveles ms bsicos y cotidianos, en sus hogares y en sus familias.7 A tal fin, peda que las muje-

    6 Nikoli Punin: Rutina i Tatlin, en I.N. Punina y V.I. Rakitin (eds.): O Tatline. Mosc: Literaturnoe-Khudozhestvennoe Agenstvo, 1994, p. 71.7 Len Trotsky: Voprosy byta. Mosc: Krasnaia nov, 1923 [castellano: Problemas de la vida cotidiana. Madrid: Fundacin Federico Engels, s/f, http://grup-germinal.org/?q=system/files/problemasvidacotidiana.pdf].

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    res se liberasen de la esclavitud domstica, que el cuidado infan-til se socializara y que el matrimonio se diferenciara de las relaciones de propiedad privadas. Estas ideas se visualizaban en los numerosos carteles de propaganda que en ese periodo promocionaban la novi byt, contrastando imgenes de mujeres esclavizadas por objetos domsticos tradicionales, por un lado, e imgenes de mujeres que se movan con libertad en los espa-cios difanos si bien todava, en gran parte, tan solo imagi-nados de comedores pblicos, lavanderas y guarderas, por otro.8 Tanto Trotsky como los carteles descritos seguan un lugar comn en Rusia: entender la byt como un rea de la vida estrechamente asociado a las mujeres. Los problemas de la byt eran problemas de mujeres, que haban de ser resueltos liberan-do la vida material de su control por parte de los individuos y de la familia, mediante la construccin de instituciones colec-tivas. En el pensamiento bolchevique nunca se cuestion la esencialidad femenina de la byt. La idea de que la igualdad sexual en el hogar pudiera alcanzarse simplemente haciendo que los hombres compartan las cargas y los placeres de la vida cotidiana resultaba inconcebible.

    Los productivistas, por su parte, desafiaban esta convencin de gnero, heredada de la experiencia del orden social burgus, al trabajar para transformar la vida cotidiana desde dentro mediante la creacin de nuevos objetos a nivel cotidiano: estu-fas, vestidos y cajas de caramelos.9 El joven terico producti-vista Bors Arvatov puso en duda tanto la llamada de Trotsky

    8 Se pueden encontrar ilustraciones de estos carteles de propaganda de la novi byt, as como muchas otras de las imgenes comentadas en este ensayo, en mi libro Imagine No Possessions: The Socialist Objects of Russian Constructivism. Cambridge, Mass.: MIT Press, 2005.9 Para un anlisis feminista del productivismo, vase mi ensayo: His and Her Constructivism, en Margarita Tupitsyn (ed.): Rodchenko and Popova: Defining Constructivism. Londres: Tate Publishing, 2009, pp. 143-159.