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1 ES POSIBLE ADVIENTO 2009

MATERIAL ADVIENTO 2009

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material liturgico de adviento 2009

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ES POSIBLEADVIENTO

2009

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ORAR DESDE EL MUNDO OBRERO

DOMINGO 1º DE ADVIENTO

“Estad siempre despiertos y manteneos en pie ante el Hijo del hombre”

El Adviento es una oportunidad para acercarte a la Palabra y encontrarte con Jesús.

El texto del Evangelio sugiere situaciones de crisis muy actuales. En medio de los acontecimientos del presente social y eclesial actúa, interpela y llama el Espíritu.

1) MILITANTES EN CAMINO DE ESPERANZA

No es fácil la esperanza hoy para los hombres y mujeres del mundo obrero, mucho menos para los más débiles y precarios. No lo fue nunca. Pero hoy, en la actual situación de crisis, se agudizan la inseguridad, la desconfianza, la precariedad, el sometimiento, la pobreza, la exclusión.

Pero Jesús se ha metido en la historia –se ha encarnado– y ha abierto el camino de la Esperanza. Jesús mismo es la Esperanza de la humanidad. Su vida y su mensaje son el proyecto de verdadera humanización en la comunión universal (Dios - humanidad - naturaleza), que Él mismo vivió y que anima e impulsa en el mundo por el Espíritu. La Iglesia –la HOAC– es el sacramento que ha de visibilizar y expandir la nueva humanidad.

El Adviento es un tiempo especial de encuentro personal con Jesús en nuestra realidad concreta y en la situación que viven los obreros y trabajadores.

Ahora, de manera especial, Dios se dirige a ti, pidiéndote que te atrevas a esperar y promover con Jesús un mundo obrero más solidario, un movimiento obrero más abierto a los débiles, unas organizaciones obreras más humanas. Acepta el reto que Dios te lanza. Activa en ti una palabra de esperanza para la compañera del sindicato y el compañero de la asociación de vecinos, gestos y signos de solidaridad hacia parados o inmigrantes abandonados y excluidos.

Contempla la inhumanidad a que conduce el sistema capitalista neoliberal, que reduce al hambre o la miseria a la mayoría de la humanidad y que ha abocado a una crisis económica global que hace tambalearse incluso a los potentados económicos.

El Adviento quiere encaminarte a una esperanza de mirada limpia, con actitudes y sentimientos de ternura, compasión y simpatía hacia los débiles y excluidos. Y también de indignación traducida en denuncia y reivindicación.

Es una llamada para profundizar en tu formación –ponerte en forma–, situarte mejor en tu Sector, implicarte más hondamente en el quehacer apostólico de la

ADVIENTO 2009: ESPERANZA PARA EL MUNDO OBRERO

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HOAC, concretar más fielmente tu proyecto evangelizador, cuidar mejor tu grupo de acción. En definitiva, el Adviento es una ocasión para poner tu vida militante a tono con Dios.

El Adviento viene a poner voz a tu oración: “Señor Jesús, Ayúdame a recorrer este camino de esperanza. Abre mi corazón a la confianza en los débiles del mundo obrero. En tus manos, Señor, pongo mi causa y su causa, que es la tuya. En ti confío, Señor”.

2) PARÁBOLA: LA VELA DE LA ESPERANZA EN UN PEQUEÑO TALLER

Cuatro velas se estaban consumiendo tranquilamente en un pequeño taller y, a pesar del chirriar de las máquinas, se podía escuchar el diálogo entre ellas. La primera vela declaró: “¡Yo soy la PAZ de los obreros! Mi misión es llenar de armonía sus vidas y hacer posible su convivencia y comunión; pero en lugar de ayudarse, olvidan mi existencia y se pelean. No tiene ningún sentido mi llama”... Y se apagó. La segunda vela dijo: “¡Yo soy la FE de los obreros en la causa obrera! La que hace mover montañas, la que ayuda en los momentos de crisis, la que consuela a los angustiados; pero los trabajadores no creen en nada ni en nadie”. Un viento se abatió sobre la vela... y se apagó. La tercera vela exclamó: “¡Yo soy el AMOR de la clase obrera! El que mantiene su unidad, el que da sin pedir nada a cambio, el que hace que aflore lo mejor de cada trabajador. Pero estoy cansado: me han engañado demasiadas veces pidiendo que apareciera para después ignorarme; me agoté”... Y se apagó. De repente, llegó una niña. Vio las tres velas apagadas y dijo: “No podéis apagaros. Por favor, encendeos otra vez”. La cuarta vela, silenciosa hasta ese momento, susurró: “No te preocupes, no tengas miedo: ¡yo soy la ESPERANZA del mundo obrero! Yo podré encenderlas otra vez si tú me ayudas”. Y la niña, con esperanza, fue encendiendo LA PAZ, LA FE, EL AMOR.

ORACIÓN Si dudo de tus promesas, levanta mi fe, Señor. Si la insolidaridad aumenta mis pesares, levanta mi ánimo. Si el individualismo ambiental me acosa, levanta mi fortaleza. Si mi conciencia obrera se apaga, levanta mi militancia con tu gracia. Si me ciega la búsqueda de seguridad, levanta mi vista hacia Ti, Señor. Si mi cabeza se inclina ante el capital, levántala para poder ver a los otros. Si me encierro en mí mismo, ábreme a Ti, Señor. Si me digo: “no hay más cera que la que arde”, levanta mis ojos para ver a los que lucharon. Si me tienta la comodidad, levántame y ponme en pie, Señor. Si mi corazón ya no espera nada, despiértame y zarandéame. Si me despisto y no te busco, levántame y condúceme. Si tengo miedo a perder, oblígame a mirar a los crucificados contigo. Amén.

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3) LA PALABRA DE DIOS

Prepárate a leer la Palabra de Dios. A veces, para rezar, cerramos los ojos. Tú, ahora, no los cierres; ábrelos bien para que se empapen de la realidad de la vida de

cada día. En medio del conflicto que amenaza al mundo obrero, el Señor Jesús te dirige su

Palabra. Haz un momento de silencio, para sentir la cercanía del Señor, que se presta a orientar y animar tu vida.

Lucas 21, 25-28, 34-36

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán. Entonces, verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del

hombre.

4) PARA COMPRENDER EL TEXTO

El texto presenta una naturaleza y una sociedad intensamente convulsionadas y a punto de quebrar. También nuestra sociedad hoy padece riesgos graves que amenazan su mera supervivencia. Y el mundo obrero parece quebrado de esperanza.

Pero es entonces justamente cuando “se acerca la liberación”. La Liberación –con mayúscula– de Jesucristo, presente en las liberaciones humanas. Aviva tu disposición a acoger y extender con tu acción la Liberación en Jesucristo del mundo obrero.

El adviento pretende disponernos a celebrar la venida histórica de Jesús. Para ello nos invita a situarnos en las coordenadas históricas de nuestro hoy. Las potencias celestes –sol, luna, estrellas– son símbolos de los poderes mundanos divinizados: fama, dinero, poder… Pero angustia y miedo, perplejidad y ansiedad siguen habitando nuestras vidas, especialmente la vida de los más vulnerables.

“Vemos la llegada del Hijo del hombre con gran poder y gloria”, manifestando su amor libre a toda persona. El poder y la gloria es la fuerza del Espíritu que se despliega en quien acepta a Jesucristo como Hijo de Dios y hermano de todos. Creer en Él capacita para sentirnos hijos amados del Padre y energetizados para amar como Él.

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“Poneos en pie y levantad la cabeza”. Jesús trae la restauración de la persona humana, su verdadera dignidad: persona libre, sin ataduras interiores (miedo, ignorancia, odio…) ni exteriores (dictadura, manipulación, explotación…). Con Jesús nos adviene la vida auténtica, la verdadera humanización.

“Tened cuidado: no se os embote la mente” con la autosatisfacción, la autosuficiencia, el consumo superfluo y depredador, sin tener en cuenta la humanidad de los sufrientes, las víctimas, los obreros precarios y/o excluidos.

“Estad siempre despiertos (vigilancia activa), pidiendo fuerza (oración), manteneos en pie ante el Hijo del hombre” (paciencia esperanzada):

- No nos dejemos atrapar en la incapacidad de decidir y participar consciente y libremente en todos los ámbitos de la vida.

- Oremos con confianza en el Padre que nos cuida con amor permanente.

- Reconozcamos y vivamos la propia dignidad desde el reconocimiento amoroso que nos tiene el Padre, llamados a desarrollar nuestra virtualidad creativa en favor de los demás.

5) MOMENTO DE ORACIÓN PERSONAL O DE LA FAMILIA

OBRERA

• Procura hacer silencio; procura que el ambiente te ayude a ello. Sitúate tranquil@. Llama al Espíritu Santo. Pídele que te acompañe, que te ayude a orar: Ven, Espíritu Santo, prepara mi corazón para encontrarme con Jesús, oírle y, si puedo, hablarle.

• Escucha por unos momentos el rumor de tu vida

de militante obrero; siéntete cerca de tu familia; recuerda el rostro de tus compañeros de trabajo, de tus compañeros de asociación, sindicato o partido; recuerda tu proyecto evangelizador, lo que haces y a quienes tratas; recuerda tu participación en el sector, para posibilitar el quehacer comunitario; recuerda tu grupo de acción… Contempla también el poder imponente e idolátrico del sistema neoliberal, alimentado de los sacrificios humanos de tantas víctimas. Mira y escucha a Jesús que está presente y te habla en esas personas, situaciones y mediaciones. Míralas como Dios las mira.

• Habla con Jesús. Dile que te dé su Espíritu. Necesitas su compañía amiga, su

paz, su alegría, su valor, su libertad. Necesitas que te comunique su amor gratuito e incondicional a todos, especialmente a los empobrecidos del mundo obrero, a los inmigrantes. Necesitas su inspiración, su imaginación y su libertad para cuestionar, desacreditar y luchar contra el poder neoliberal en las situaciones de tu entorno en que pretende ejercer su dominio… Hazlo con estas u otras palabras: Aquí estoy, Jesús, amigo. No quiero olvidar tu presencia. Aquí estoy, ante Ti. Quiero ser tu testigo, tu enviado. ¡Ven, Señor, Jesús!

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• Da gracias a Jesús porque está contigo, te ama con un amor único, te elige para que seas su amig@, su testigo, su presencia para tus amig@s y compañer@s. Dile que quieres estar preparad@ para acogerle de continuo. Hazlo con estas u otras palabras: Jesús, Tú vienes siempre, Tú eres la mejor sorpresa para mí. Siempre eres Tú quien me eliges, siempre eres Tú quien me ama. ¡Gracias, Jesús, por venir a mi vida y llenarla de sentido!

• Puedes recitar esta oración:

Me gustaría levantarme en vuelo, por encima de mi ciudad, por encima del mundo, por encima del tiempo, purificar mi vista y pedirte prestados tus ojos, Señor. Desde arriba vería la humanidad, mi familia, mis amigos y amigas, mi mundo obrero, siempre acompañado y cuidado por ti, Padre; vería en la prodigiosa transformación de la materia, en el continuo burbujear de la fábrica, cómo nace tu Reino bajo el soplo del Espíritu. Vería el maravilloso sueño de amor de tu Padre: todo centrándose y resumiéndose en Cristo, todo: el cielo y la tierra nuevos que tú sigilosamente vas tejiendo. Vería cómo toda la vida obrera y vecinal, en Ti se centra en sus más mínimos detalles, cada hombre en su sitio, cada grupo, cada cosa. Vería mi barrio, el sindicato, el partido, la asociación… con otros ojos. Divisaría la más chiquita partícula de esperanza y la más diminuta palpitación de la solidaridad, y entendería cómo, ante mí, se va desarrollando la gran aventura del amor, el inicio de un mundo nuevo que concluirá en la gloria de la resurrección. Y, entonces, tú, Jesús, te alzarás y dirás a tu Padre: Todo está concluido. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Comprendería que mi vida obrera, pequeñísima respiración del gran Cuerpo total, es un tesoro insustituible en los planes del Padre. Comprendería que, a pesar de sus manchones, tu querido mundo obrero encierra en sí el Amor más liberador, el tuyo, Jesús, de trabajador de Nazaret. Me gustaría levantarme en vuelo, purificar mi vista, pedirte prestados tus ojos, y saber que me constituyes en centinela que señale cómo y cuando lo vas haciendo todo nuevo.

6) PARA LA VIDA Y LA ACCIÓN

El Señor ya ha venido, siempre está viniendo. Ahora tú eres su testigo, tú eres el que descubres sus huellas y las muestras a los demás. Él te regala su Espíritu para comunicar esta buena noticia. ¡Qué bueno sería que cada día dedicaras un momento a descubrir su presencia en las rendijas de la vida obrera! ¡Qué bueno que esa presencia coloreara tu proyecto evangelizador! ¡Qué bueno que esos signos de solidaridad, de esperanza, de avances en tus compañeros y compañeras, en los problemas e injusticias que llaman a la justicia y a la solidaridad, sean puntos de apoyo en tu compromiso evangelizador.

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ORAR DESDE EL MUNDO OBRERO

DOMINGO 2º DE ADVIENTO

“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”

Acércate al “desierto” de tu propia vida en la familia, el trabajo, el barrio… y allí, en la soledad rota por miles de gritos y lamentos, escucha el anuncio de Juan Bautista,

que predica un “bautismo de conversión”, cifrada en acoger al Señor que llega, implantando la igualdad y la justicia.

1) MILITANTES PARA DESCUBRIR BROTES DE ESPERANZA

Basta una mirada para conocer las entrañas de las gentes. Personas que portan dolorosas y expectantes pertenencias: un deseo escondido, un sueño frustrado, una herida abierta, una risa truncada, una vida por realizar. Las hay niños y ancianos, jóvenes y mujeres, con luto disimulado. Conocemos sus nombres: inmigrante, parado, prejubilado, excluido, maltratada, explotada, sometida… Todos y todas con un apellido común: “currantes”.

Hay también personas constructoras de dignidad, apostantes de derechos humanos, buscadoras de vida nueva, portadoras de esperanza, anunciadoras del Evangelio, defensoras de los hundidos, abridoras de ojos y de conciencia, practicantes de solidaridad… En definitiva, luchadores y luchadoras de igualdad, justicia y fraternidad. ¿Cuál es tu oficio en este caminar? “Llega el momento de despertar, la liberación ahora está más cerca… La noche va de pasada y el gran día, se avecina. Abre los ojos y acostúmbrate a la luz del “día nuevo” que ya ha llegado, vive con humanidad y actúa en justicia. Revístete del Señor” (Rom. 13, 11-14). Él Señor te necesita para que, con obreros y vecinos, amigos y familiares, abras horizontes a la promesa de Dios: "unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia" (2 Pe 3,13).

Hay mil señales de vida en el mundo obrero, en las entrañas de la gente de tu barrio, pero sólo las ve quien va por la vida con los ojos abiertos. No es fácil, pero ¡es tan hermoso creer que lo mejor de los obreros está en un futuro más pleno, que la justicia resplandecerá por encima del capital y de sus desprecios!

En medio de tantos signos de muerte, Dios te invita a la sorpresa: "Mirad, que realizó algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?" (Is 43,18-19). No te quedes cegado por los afanes de cada día. No te detengas en los fracasos y el desánimo. Deja a un lado el individualismo, renuncia a ganar para gastar y gozar olvidándote de los demás. Crea un clima de esperanza en el pequeño mundo que te rodea, con otro estilo de vida, y verás cómo efectivamente “lo nuevo empieza a nacer”.

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Adviento es una llamada a descubrir los brotes de esperanza en el mundo obrero. A disfrutar de la fuente de esperanza que ya riega la vida obrera, la vida sencilla de tu barrio. A agradecer esa poca gente que mantiene encendida la lucha sindical o vecinal: esa mujer, tierna y estimulante, militante de fraternidad para sus vecinas; aquel jubilado que siempre tiene en sus labios una palabra de aliento; aquella familia “pobre pero honrada”, que es el apoyo de tantos y tantas; aquel sindicalista que todavía mantiene la confianza cuando todos se excusan en el “¿para qué luchar?”; aquella religiosa que gasta su día en gestos de servicio y gratuidad … ¿Es que “lo nuevo” de Dios no está naciendo ya?

2) PARÁBOLA: ¿TÚ TE LLAMAS CRISTIANO EN EL MUNDO OBRERO?

Cuenta la leyenda que en uno de los levantamientos de los pobres en la Alemania de la Edad Media, liderado por un tal Otto, campesino cristiano, alguien fue a decirle que otro campesino, también llamado Otto, se había comportado cobardemente y, además, animaba a sus paisanos a no matar a los enemigos. El jefe Otto ordenó que aquel mal revolucionario fuese traído ante él y, cuando lo tuvo en su presencia, le preguntó: -¿Cómo te llamas? -Otto como tú, mi jefe, contestó. Otto, el jefe, furioso, le dijo: -¡Es una vergüenza y un deshonor que te llames como yo! Cámbiate de nombre, por favor. El pobre campesino sin perder la calma, levantó sus ojos y dijo a Otto, el jefe: -Permíteme una pregunta, ¿tú eres cristiano? A lo que el jefe Otto respondió con orgullo: - ¡Si! -Pues bien, que yo me llame Otto, como tú, no tiene nada de raro porque los dos somos alemanes; pero tú ¿cómo te puede llamar cristiano y mandar a mis paisanos a matar? Cambia o deja de llamarte cristiano.

ORACIÓN

Necesito cambiar, Señor, dame sabiduría para revisar mi vida obrera y cristiana. Empapa mi corazón de humildad sincera. Dame fuerza para cambiar el corazón de piedra, que me hace pasar indiferente ante el que sufre; para cambiar mi mirada, que me hace cerrar los ojos ante la injusticia; para cambiar la comodidad por el empeño en construir alternativas de esperanza y de justicia; para conseguir ser sensible ante la falta de trabajo, de salud, de educación, de sueldos justos, que sufren tantos hermanos en mi barrio. Ayúdame, dame tu luz para que descubra mis sombras y oscuridades. Porque para cambiar tengo que reconocer mis deslealtades. Ayúdame a discernir donde estoy fallando, donde me "aprieta el zapato del Evangelio", el único que sirve para seguirte hacia el Reino. Amén.

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3) LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Es el momento de escuchar a Jesús que quiere hablarte. Habla Juan remitiéndose a Jesús. Es una llamada a reavivar el SÍ de tu bautismo a Jesús y a tu identificación con Él. En Jesús te

encuentras a ti mismo amado, liberado, fraterno.

Lucas 3,1-6

“En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:

“Una voz grita en el desierto: preparad el camino al Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale, Y todos verán la salvación de Dios”.

4) PARA COMPRENDER LA PALABRA

Es Dios quien irrumpe en la historia humana, a través del profeta Juan, en un tiempo y un lugar concretos. Desde el desierto de la libertad y la escucha de Dios, el profeta invita al cambio radical de vida en su totalidad personal, social, política, laboral… Así, “todos verán la salvación de Dios”.

La reconstrucción de la geografía política que contextualiza la aparición de Juan tiene el carácter teológico de concebir la historia de Dios, no separada, sino inserta en la historia humana: es en la historia política, social, económica… donde Dios está presente y actúa. No hay salvación fuera de la historia: como Dios actúa en la historia, así nosotros definimos nuestra fidelidad en el compromiso humano en la historia.

El relato expresa un dinamismo del centro a la periferia: del emperador a

una región lejana, al desierto. Así, presenta el lugar de la acción de Dios en lo pequeño y concreto, que se emplaza en los márgenes, pero portador de un desarrollo expansivo que llegará hasta el centro alcanzando a todos. El evangelio se irradiará de la periferia de Palestina al centro del Imperio, Roma, y a la totalidad del mismo.

Juan era de esa raza de personas que sueñan despiertas en medio de una realidad

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compleja, en la que los poderosos hacen y deshacen a su antojo. A él le llega la Palabra de Dios, un Dios que no se desinteresa, sino que “se acuerda” de los empobrecidos y oprimidos.

“La palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto”, donde las personas se plantean vivir desde lo esencial y con lo esencial y pasan de la apariencia a la verdad básica de una vida verdaderamente humana.

La salvación, que viene en la historia, precisa la conversión, expresada en el bautismo, como opción, manifestada públicamente, de cambio radical de pensar, sentir y actuar.

“Allanad los senderos (corregir las contradicciones individuales y sociales, los escándalos), elevad los valles (superar el desaliento, la desconfianza, el sinsentido), abajad montes y colinas (fuera la ambición, la autosuficiencia, el resentimiento), enderezad lo torcido (reconocer humildemente lo negativo y dañino, clarificar lo ambiguo a nivel personal e institucional), igualad lo escabroso (luchar contra la desigualdad injusta en el orden personal, social, eclesial…).

5) PARA LA ORACIÓN PERSONAL O EN FAMILIA OBRERA

• Visualiza el desierto de la vida obrera su dureza y aridez, su fragmentación y precarización. Evoca tu participación en el sindicato, partido, asociación, parroquia… y la atención que prestan a los trabajadores, a los obreros empobrecidos y excluidos, a los inmigrantes. A través de ellos puedes oír la voz de Dios. Cuando te encuentres tranquilo y sosegado, di a Jesús: Llévame, Señor, al desierto de mi fábrica, al desierto de mi barrio, a mi sindicato, a mi partido, a mi parroquia…. Llévame y allí, en el fragor de la batalla por la vida, háblame al corazón de mi propia conversión para ser un profeta defensor y promotor de la dignidad humana.

• Métete entre los que acompañan al Bautista: parados, inmigrantes, desilusionados de la vida, víctimas de la injusticia, sobrantes, desechados por la crisis económica… Acércate a él y escucha: te urge a mirar las cosas de otra manera, volviéndote a Dios. Dile a Jesús: Reconozco, Señor, mis pasos en falso. Me alejo de Ti y de mí cuando me alejo de los débiles del mundo obrero. No he oído los gritos de dolor de mis hermanos. Dame valor, energía. Confío en tu misericordia.

• Jesús te regala el Espíritu de la esperanza, para el servicio a tus compañeros@s y vecinos@s. Él te da ánimo para superar tus dificultades y cansancios. Él es la razón de tu militancia obrera… Invoca al Espíritu diciendo: Tú me haces nacer de nuevo. Tú me conviertes a Jesús y a los hermanos empobrecidos. Estás en mí desde siempre y me ungiste en el bautismo. Solamente necesito invocarte y abrirte mi corazón, mi mente y mis manos. Tú me haces, en Jesús, promotor de igualdad y de justicia, enderezador de entuertos, en este sistema económico que idolatra el poder y el dinero por encima de pueblos, personas y trabajadores.

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• Da gracias a Dios, con esta plegaria:

A veces siento, Señor, que pierdo mi capacidad de pelea y de lucha; que “paso de casi todo”, como pasa el viento frío entre las ramas; que soy indiferente ante el joven en prácticas, apático ante el dolor de la vecina de enfrente. Casi todo me da igual, menos mi sucio egoísmo, lo que toca mis mezquinos intereses; ya no lucho, ni peleo, ni chillo como un loco. Conviérteme, Señor, Dame un corazón rebelde, como el tuyo. Un corazón capaz de terminar colgado en el madero. Despiértame de este tedio, de esta indiferencia que me ahoga. Que broten, de nuevo, Señor, las rebeldías de mi corazón obrero. ¿Será posible, Señor, tener fe y «pasar de todo»? ¿Será posible ser militante y no ser creativo en la lucha de hoy? ¿Será posible ser de los tuyos y no ser de los más pobres? Desengánchame, Señor, de este estilo de vida que es pura muerte, y abre mis alas en búsqueda de nuevos cielos y nuevas tierras.

6) PARA LA VIDA Y LA ACCIÓN

Es el momento de disponerte a actuar. “Señor, ¿qué quieres que haga?”. Escucha las llamadas silenciosas o pronunciadas de las personas de tu propia familia, tu bloque de viviendas, tu barrio, tu parroquia… Quizás seas llamado a que te pronuncies públicamente o reivindiques institucionalmente o zarandees la buena pero falsa conciencia de ambientes, instituciones, la propia Iglesia…

“Olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la

primavera” (Machado)

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ORAR DESDE EL MUNDO OBRERO

DOMINGO 3º DE ADVIENTO “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene;

y el que tenga comida, haga lo mismo” “Él os bautizará con Espíritu Santo”

Juan concreta la conversión en el compartir, la justicia y el respeto hacia los débiles. Pero la verdadera renovación personal y social vendrá del Espíritu de Jesús. Lo mejor que puedes hacer, ahora, es invocar y abrirte al Espíritu, para poder vivir la comunión.

7) MILITANTES PARA ALENTAR LA ESPERANZA

¿Dónde anida la esperanza? ¿En qué lugar del corazón del mundo obrero tiene su casa? ¿Cómo distinguirla en medio de tanto fracaso y desilusión? Para encontrar la esperanza hay que buscarla como se busca una brasa escondida entre cenizas: se retiran éstas y se sopla sobre la brasa para que brote el fuego. O como se hace con el hilito de agua del manantial: se guía hacia los rosales para que éstos no se sequen. Pero cuando la esperanza está tan escondida y es tan pequeña, ¿cómo hacerla revivir? No hay otra solución que dirigirse a los portadores de la esperanza.

Los portadores de la esperanza hoy, entre otros, son los militantes-obreros-profetas, los que saben dar a las generaciones venideras razones para vivir y para esperar; los que hacen presente al Dios del amor y disipan la oscuridad con la luz del Evangelio; los que no renuncian a sus valores ni a su conciencia obrera; los que, guiados y sostenidos por el Espíritu de Dios, aman y se entregan a los más débiles del mundo obrero, comparten vida y trabajo con los trabajadores precarios, parados, inmigrantes; los convencidos de que sólo el amor enciende la mecha mortecina de la lucha, de que sólo el amor es fuente de justicia, de que sólo el amor crea solidaridad y enciende la esperanza en aquel otro día en que vivamos en libertad.

Pero la fuente de la esperanza está en Jesucristo y su Espíritu. Deseamos, hacemos proyectos, reflexionamos, programamos… Hablamos, predicamos, mentalizamos, interpelamos… Nuestra palabra y nuestra acción a veces producen efectos positivos, otras fracasos. El sistema económico neoliberal es “un monstruo grande y pisa fuerte”, aparente y humanamente invencible.

Solamente el Espíritu, en la medida que le invoquemos y acojamos, anima, libera, alegra profundamente nuestro ser. Y es el Espíritu quien realizará la liberación de Jesucristo en el mundo obrero a través de nuestras palabras y nuestras acciones.

ADVIENTO 2009: ESPERANZA PARA EL MUNDO OBRERO

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Adviento te invita a preguntar, no ya a Juan, sino a Jesús: ¿Qué tengo que hacer para vivir la comunión afectiva y efectiva con los empobrecidos del mundo obrero, con los inmigrantes, que viven en mi ciudad, en mi barrio, en mi bloque? ¿Qué tengo que hacer para no dejarme seducir por el sistema de producción y consumo? Escucha a Jesús e invoca al Espíritu, ábrete a Él y deja que ilumine, guíe y anime tu misión.

8) CUENTO: ¿DÓNDE ESTÁS, JESÚS?

Los peregrinos de Tierra Santa se extasiaban ante los lugares por donde había pasado Jesús. El guía les fue enseñando: “Aquí nació Jesús”, y todos, hasta los más mayores, besaron el suelo; “aquí, Jesús hizo su primer milagro, convertir el agua en vino”, y todos cantaron sus alabanzas; “aquí condenaron a Jesús”, y todos protestaron ante aquella injusticia; “aquí le clavaron en la cruz”, y todos lamentaron la muerte de un inocente… Al final, el guía les dijo: “Hasta ahora os he enseñado los lugares donde Jesús estuvo; ahora os voy a llevar a donde Jesús está”. Todos creyeron que se trataba de una broma y se rieron, pero el guía, convencido, les dijo: “Venid y lo veréis”; y los llevó al otro lado de un riachuelo, a un asentamiento de refugiados. Todos protestaron contra el guía y le acusaron de blasfemo... Jesús, aquel día, lloró.

ORACIÓN

Dios, Padre de todos, tú eres la esperanza de los abandonados y excluidos del mundo obrero. Tú oyes el grito de los trabajadores heridos y la voz de las trabajadoras desesperadas. Enséñanos, por la fuerza de tu Espíritu, a oír con tus oídos, a escuchar con el corazón y, en silencio, percibir la voz de los obreros y obreras, jóvenes y mayores, paisanos y emigrantes, que sufren y esperan. Como miembros del único cuerpo de Cristo, haz que siempre seamos una comunión de compasión y un signo profético de la encarnación de tu gracia y de tu justicia en el mundo obrero. Amén.

9) LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Céntrate para leer el Evangelio. Trata de disfrutar de esta Palabra que el Señor te dirige. Ponte junto a Jesús, deja que te acompañen los amigos del grupo de acción y los

compañeros de trabajo, oye con ellos la respuesta de Juan a quienes querían cambiar de vida: comunión, honradez y paz en la justicia, que el Espíritu de Jesús hará posibles.

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Lucas 3,10-18

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: - ¿Entonces, qué hacemos?

Él contestó: - El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene. Y el que tenga comida, haga lo mismo.

Vinieron también a bautizarse unos publicanos, y le preguntaron: - Maestro, ¿qué hacemos nosotros?

Él les contestó: - No exijáis más de lo establecido.

Unos militares le preguntaron: -¿Qué hacemos nosotros?

Él les contestó: -No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga.

El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías. Él tomó la palabra y dijo a todos: -Yo os bautizo con agua, pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.

Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba la Buena Noticia.

10) PARA COMPRENDER EL TEXTO

Este evangelio tiene dos partes. La primera concreta la conversión ante la intervención inminente de Dios, respondiendo a la pregunta de tres tipos de personas. La segunda sitúa a Juan en el plan de Jesús, que será el verdadero Liberador.

Los tres colectivos que toman serio el mensaje de Juan y dialogan con él son: la “gente”, los “publicanos” y los “militares”, el pueblo sencillo y personas mal vistas, en contraste con la ausencia de los bien situados y considerados social y religiosamente.

Las respuestas de Juan sobre cómo concretar la conversión son reales y prácticas:

• compartir lo que se tiene a partes iguales con el que no tiene;

• justicia, honradez contra corrupción;

• respeto y paz (no violencia) frente a aprovecharse violentamente de los demás.

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“Jesús os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. La humanización auténtica en la comunión solamente es factible en el Espíritu de Jesús. El Espíritu en nosotros nos abre a la experiencia de hijos del Padre, ora en nosotros, nos vivifica y nos renueva.

“Con el Espíritu Santo, el cosmos está agitado y gime en el alumbramiento del Reino, Cristo resucitado está presente en nosotros, el evangelio es potencia de vida, la Iglesia significa la comunión trinitaria, la autoridad es un servicio liberador, la misión es un Pentecostés, la liturgia es memorial y anticipación y el actuar humano es divinizado” (Ignacio de Lattaquié).

Trasladando al trabajo decente la respuesta de Juan a la conversión, leemos en Caritas in veritate nº 63: “¿Qué significa la palabra “decente” aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación”.

11) PARA LA ORACIÓN PERSONAL O EN FAMILIA

• Comienza tu oración alabando al Señor por tantas personas que te han ayudado a encontrarle. Recuerda sus nombres; revive en tu corazón obrero a otros militantes obreros que fueron para ti precursores de Jesús. Después de este momento de recuerdos, agradece al Señor esa gran ayuda: Te alabo, Señor, por los que me han hablado de ti, mi equipo y toda la HOAC, mis compañeros y compañeras. Te alabo, Señor, por los que me han enseñado a mirarte, a quererte, a oírte, y, sobre todo, a sentirme querid@ por ti.

+Pon tus ojos en Jesús, que hoy también, como ayer, obra la salvación. Mira el recorrido de tu familia, de tu grupo de acción, de tu equipo, mira en esas realidades los signos de la obra de Jesús… Hay sectores y militantes en la HOAC encarnados en barrios obreros, solidarios de las empleadas de hogar, acogedores y defensores de los inmigrantes… Mira esos signos también en tu vida. Cuando lo creas oportuno, dile con el corazón en la mano: Jesús, da luz a mis ojos para ver tus signos en el mundo obrero. Ayúdame a caminar con mi familia. Limpia mi corazón para verte en mis vecinos. Ábreme el oído para escuchar tu salvación. Suelta mi lengua para pronunciar tu Buena Nueva a los débiles de mi barrio y de mi tajo.

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• Reconoce tu dignidad de cristian@. Alégrate de ser amig@ de Jesús y militante del Reino, aunque el ambiente que te rodea no sea favorable. Únete a toda la Iglesia para celebrar la presencia de Jesús en los pequeños signos de la vida obrera. Piensa un momento cómo puedes comunicar a tu equipo, a tu familia, a tu sector, a tu grupo de acción, tu experiencia de amistad con Jesús; cómo puedes ser para ellos un signo de su bondad y de su ternura. Y después dale gracias con esta oración:

Señor Jesús, que “has venido ya”, pero aún “estás por venir”, escucha el grito de los pobres del mundo obrero. Dame ojos limpios y corazón sensible para vislumbrar tu presencia activa y fecunda en los acontecimientos de mi barrio y del mundo obrero. Necesitamos descubrir los rayos de la esperanza. Ayúdame a creer que eres Tú, que no debo esperar a otro ni a nada, que sepa ver los signos de tu presencia liberadora, hecha carne en los gestos y palabras de la bondad y del amor, en la familia; en las pequeñas conquistas de humanización, en las relaciones vecinales; en los pasos, lentos y torpes, hacia la justicia y la solidaridad en el mundo obrero; en los proyectos de igualdad de todos los pueblos. Haz, Señor, que sienta cómo brota la salvación, que tiene un nombre: Jesucristo. Aquí me tienes, Señor. Ya sé que cuentas conmigo como un nuevo precursor, como un pobre peón que abra caminos a tu Reino. Pero, ¡Ven, Señor Jesús! No me dejes solo, porque Tú eres el camino, la verdad y la vida, Tú eres el proyecto de liberación que necesita nuestro mundo obrero.

12) PARA LA VIDA Y LA ACCIÓN

Dios ofrece la liberación bajo el signo de la alegría, la confianza y la paz personal: “alégrate y gózate de todo corazón” (Sof 3,14), “nada os preocupe… la paz de Cristo custodiará vuestros corazones” (Fil 4, 6-7). Se trata de una alegría que anima y de una confianza que impulsan a la acción y que ahora tienes la oportunidad de interiorizar para enriquecer tu proyecto evangelizador. Piensa en lo que tu compromiso, vestido de alegría y paz, puede aportar a la situación de tu gente. Trata de concretar cómo contagiar esta alegría y paz en tu grupo de acción.

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ORAR DESDE EL MUNDO OBRERO

4ª DOMINGO DE ADVIENTO Acoge a Jesús, que se va gestando en el seno de María, en el seno de la humanidad. Es

el Hijo, la Palabra de Dios, expresión pura de su amor y su ternura. ¡Ojalá sepas descubrirlo!

1) MILITANTES PARA ANUNCIAR LA

ESPERANZA

La semilla pasa un tiempo escondida en la tierra, después aparecen los brotes, más tarde irrumpen los fríos que ponen a prueba la planta, pero al final aparece el fruto. Así pasa con la esperanza: el que espera hasta el final ve la salvación, porque la última palabra la tiene la Vida.

Ha merecido la pena esperar como el centinela la aurora. Recuerda al carpintero José y a su esposa María: esperaron a Jesús con inconfundible amor de padre y madre y vieron cumplido el milagro de la esperanza. Recuerda a tantos obreros y obreras que, a lo largo de los siglos, han mantenido viva la llama de la esperanza, de la justicia y de la fraternidad. Recuerda a Jesús; él viene a satisfacer todas las esperanzas. Si quieres salir al paso de tus gentes, anuncia con tu vida y con tu palabra a Jesús.

Anunciar la esperanza es hablar de Jesús con tu vida personal y familiar, obrera y vecinal; es unir tu voz a otras voces que gritan el mundo nuevo que Dios quiere; es no dejar tapadas las muertes de los obreros en el tajo y el luto de sus familias, dando visibilidad pública a las situaciones laborales que atentan contra la salud y la misma vida de los trabajadores; es poner en evidencia los horarios y condiciones laborales que hacen muy difícil la paternidad/maternidad y la vida de familia y la educación; es sembrar gratuidad a tu alrededor, entre los amigos y compañeras; es creer en la bondad de un Padre que es todo ternura y amor y que superará todas las fuerzas fratricidas.

“Lo que ha dicho el Señor se cumplirá”. Como decía el cardenal Suenens: “Dios es nuevo cada día. Porque creo que Él está creando el mundo en este instante. No estamos prisioneros de ningún determinismo, ni de ninguna estadística de los sociólogos. Dios está aquí, a nuestro lado, imprevisible y amante. Por eso nuestra historia es historia de Dios y la historia de Dios es la historia de los hombres… Esperar es un derecho, no un lujo. Esperar no es sólo soñar. Es el medio para transformar los sueños en realidad. Felices los que tienen la audacia de soñar y de estar dispuestos a pagar un precio a fin de que sus sueños puedan hacerse realidad en la historia de los hombres”.

ADVIENTO 2009: ESPERANZA PARA EL MUNDO OBRERO

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2) UN CUENTO QUE PUDO SER REAL

Cuenta la historia que hubo un cuarto rey mago, que llegó tarde a la cita de Belén por quedarse a ayudar a un anciano. Cuando llegó, ya la Familia de Belén había huido a Egipto. Hasta allá se fue en su búsqueda, pero tardó mucho en llegar, pues por el camino se demoró mucho ayudando a todos los menesterosos y leprosos que encontraba. Perdió el contacto con el niño hasta que, a los treinta años, comenzó a oír rumores y noticias de un gran profeta en Galilea. Desde el primer momento, él adivinó que era Jesús y partió en su busca. Una vez más, se fue demorando por el camino ayudando a unos y a otros, y sólo pudo encontrarse con Jesús cuando subía hacia el calvario cargado con su cruz. Procuró ponerse cerca de él, de manera que le oyera, y le dijo con los ojos llorosos: “Te he buscado durante toda mi vida y cuando por fin te encuentro, te van a matar”. Jesús volvió hacia él su rostro ensangrentado y le dijo con una imposible sonrisa: “No necesitabas buscarme, porque tú siempre estuviste a mi lado y yo al tuyo”.

ORACIÓN Señor, Tú me has creado a tu imagen. Tú has querido compartir mi propia historia. Dame, Señor, fuerza para hacerte presente en mi familia, entre mis vecinos, en mi lugar de trabajo, en cada persona, especialmente en los más débiles y abandonados del mundo obrero. Dame la gracia se ser tu rostro para cada vida rota, para cada alegría y para cada pena, pero, sobre todo, que te vea en mis cruces y sinsabores de cada día. Haz posible que los que viven a mi lado descubran que TÚ VIVES CONMIGO, que tu estás en mí y yo en ti.

Amén.

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3) LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Fíjate en María. Es la mujer que, habitada por el Espíritu y guiada por Él, “va aprisa” a acoger (visitar) a Isabel. Es portadora de Jesús y del Espíritu. Su presencia y su saludo

transmiten alegría inefable a Isabel y a la criatura de sus entrañas. Ábrete al Espíritu. Él cuenta contigo para que, como María, des vida en el mundo obrero al Dios del Amor.

Lucas 1,39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:

–¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

4) PARA COMPRENDER EL TEXTO

Lucas ha ido combinando la anunciación de Juan y la anunciación de Jesús. En esta escena, los dos cuadros confluyen en el encuentro festivo de María e Isabel y, a la vez, el encuentro de Jesús y Juan. Curiosamente, es María la que corre aprisa al encuentro de Isabel. Israel culmina su camino de fe en el anuncio de la llegada inminente del Mesías, que realiza Juan; pero, realmente es Jesús Mesías quien lleva toda la iniciativa, desde su acercamiento gratuito para dar cumplimiento a las antiguas promesas. María aparece como la mujer entregada totalmente a la acción del Espíritu

Asistimos a la celebración y encuentro de dos mujeres en estado de buena esperanza. Dos creyentes expectantes y agradecidas por la vida de la que son portadoras. Dos pobres abocadas, a los ojos del mundo, a no tener futuro ni descendencia: Isabel, la estéril, y María, la doncella. Ambas llegan cargadas de vida engendrada en el silencio y que estalla en gozo y comunicación.

El tono de euforia y alegría domina el encuentro. No en vano celebran la irrupción de los nuevos tiempos que vienen con Jesús. Es el júbilo escatológico de la llegada del Mesías, del amanecer de una nueva era para Israel y la humanidad.

María aparece como el arca de Dios en medio del pueblo, alentando a su prima en las vicisitudes de su vida. María hace presente a Dios que es todo amor y vida. Isabel siente saltos de alegría ante el arca de la alianza –el vientre de María.

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Isabel expresa una bendición doble: reconocimiento de María por su acogida y disponibilidad total al Espíritu y de Jesús Mesías, fruto de las entrañas de su fe.

“Dichosa tú que has creído”. La primera bienaventuranza en boca de mujer dirigida a una mujer. María aparece como modelo de creyente y de acogida de la palabra de Dios (desde la anunciación hasta Pentecostés, pasando por Lc 11, 28 (“Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”).

María ha creído a la Palabra a pesar de que se considere humilde esclava del Señor. Ha creído que Dios interviene en la historia con medios humildes para hacer presente al salvador, porque “ninguna cosa es imposible para Dios”.

Lo que María creía y esperaba era el cumplimiento de las promesas que Dios liberador había hecho a su pueblo y que se realizarían en ella y en la nueva humanidad.

María es la creyente por antonomasia, la que escucha la palabra, se fía, acepta el papel que Dios le asigna, pone su vida a disposición del proyecto de salvación y se pone en camino.

5) PARA LA ORACIÓN PERSONAL O EN FAMILIA

• Hoy, a la puerta de la Navidad, siéntate junto a María. Contempla a María, habitada por Jesús e impulsada por el Espíritu. Mírala llena de vida, energía, alegría, futuro. Recrea en tu imaginación y en tu corazón la escena entrañable de la visita a Isabel. Puedes decir a María: Madre y hermana, icono del Espíritu, arca de la alianza del amor universal de Dios a los pobres. Quiero contar contigo. Quiero que tengas sitio en mi corazón y en mi comunidad de herman@s militantes de la HOAC. Quiero acercarme y visitar contigo a mujeres y hombres, aparentemente marcados por la impotencia y el fracaso, pero gestantes de futuro para ellos y para todos. María, madre de los pobres.

a. A través de María, de su SÍ, la humanidad acogió definitivamente a Dios en su seno y se inauguró la nueva humanidad soñada por Dios en Jesús. De María dependió el destino feliz de la humanidad. María es la Iglesia, es la HOAC, somos nosotros, como acogedores y portadores de Jesús y su Espíritu. De nosotros, de cada uno de nosotros, depende la vida realizada y feliz de tantas personas carentes de humanidad, de dignidad.

• No se trata de pensar, sino de abrirte, junto a María, a la presencia y la acción liberadora del Espíritu de Jesús. Invoca al Espíritu para que te impulse a ir de prisa a visitar a los pobres. Di a María: “virgen de la gracia”, “virgen de los remedios”, “virgen de las angustias”, “madre de los desamparados”, la guadalupana de los indios, “madre de los pobres, los humildes y sencillos”, que diste a luz al Hijo de la extrema pobreza, que “tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos” (Fil 2,7), para convertirse así en el único Señor Liberador de la humanidad.

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b. María te da a Jesús ahí, en el pesebre de tu corazón pobre y en el pesebre de la penuria de los pobres. María te ofrece a Jesús no en la ciudad ni en la posada, sino en los aledaños, en los márgenes de la sociedad. Reza a Jesús la oración de la HOAC: “Concédenos, como a todos nuestros hermanos de trabajo, pensar como Tú, trabajar contigo y vivir en Ti…. Que tu Reino sea un hecho en las fábricas, en los talleres, en las minas, en los campos, en la mar, en las escuelas, en los despachos y en nuestras casas”.

• Y contempla y canta admirado la gesta de Dios en María y en los empobrecidos: “la exaltación de la humildad de la esclava del Señor convertida en Madre de su Hijo en la humanidad es la exaltación de los pobres y de todos los pueblos humillados”.

c. Da gracias a Dios:

Gracias, Jesús, Emmanuel de la historia, el Dios que comparte mi vida obrera, el que salva por este maravilloso intercambio.

Gracias, porque tu vecindad me invita a hacerme pequeño, a abajarme a los más débiles del mundo obrero, si quiero que tu seas Dios-en-mi, Dios-en-mi-pequeño mundo. Gracias, porque Tú-en-mí me capacita para decir como Pablo: “¿Quién me apartará del amor de Dios? ¿El paro, la represión, la enfermedad, la soledad, el contrato, las malas condiciones de trabajo…? En todo puedo vencer, gracias a aquel que me amó”. Gracias, porque te has hecho mi compañero de camino y, así, tu vida es mi vida, tu proyecto es el mío, mis amigos los tuyos, tu puesto de trabajo es el mío. Por eso, hoy, te digo, Señor: Tú que te has hecho a nuestra imagen, Tú que has querido compartir mi vida obrera, ayúdame a hacerte presente entre mis compañeros, en cada acontecimiento de la vida, ante el emigrante de enfrente, ante el anciano del bajo, en la asociación y en el sindicato. Haz, Señor, que yo te engendre en mi vida y en mi compromiso, para que los amigos y compañeros descubran que Tú vives con nosotros.

“Sólo los pobres y humildes Le ven. Como María”�