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Maximón-Rilaj Maam y los territorios de los pueblos indígenas El conflicto que se desencadenó en Santiago Atitlán por la NO entrega de Rilaj Maam-Maximón a su “nueva cofradía”, se inserta dentro de la lógica indígena sobre la política y el cambio de autoridades tanto municipales como tradicionales en ese municipio. No es un conflicto sobre 10 Q que suelen cobrar algunos cofrades por visitar al Maximón ó Rilaj Maam, cosa que puede escandalizar a algunos, lo que esta en juego es la legitimidad de ejercer el cargo de autoridad en el pueblo, cosa que en un año electoral es justo lo que se busca. Para comenzar a desentrañar el asunto es necesario saber que el “Cabecera del Pueblo” es el custodio de la “Caja Real”, cofre en el cual se guardan los “Títulos Primordiales” o documentos patrimoniales del pueblo de Santiago Atitlán, es decir, que en esa caja se encuentran depositadas las escrituras que delimitan el territorio municipal de Santiago Atitlán, así como las “llaves” que definen al Cabecera como custodio del patrimonio cultural del pueblo, esto es, de las “joyas” de los tz´utujiles depositadas en la Iglesia Católica y en las cofradías: muchas antigüedades que incluyen varias piezas de plata de arte colonial, sumamente valoradas en el mercado negro. Lo que está en juego es decidir quién es el Cabecera legitimo, lo cual implica tener acceso a los documentos sobre el territorio de Santiago Atitlán y los patrimonios culturales del pueblo, estamos hablando de terrenos en disputa con varias fincas de las zonas limítrofes del municipio, estamos hablando de las playas y terrenos aledaños al lago y sus posibles usos para proyectos turísticos, estamos hablando del centro ceremonial y ciudad arqueológica de Chutnamit (en constante saqueo hormiga por falta de cuidado), así como de probables yacimientos de metales en las montañas en el interés de empresas mineras extranjeras, además del control sobre los inventarios de antigüedades coloniales que poseen las cofradías, que si bien la mayoría se encuentran en muy mal estado de conservación representan parte importante del patrimonio tangible del pueblo, y que por Ley Nacional debe ser protegido ya que se trata de un patrimonio tz´utujil que

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Maximón-Rilaj Maam y los territorios de los pueblos indígenas

El conflicto que se desencadenó en Santiago Atitlán por la NO entrega de Rilaj Maam-Maximón a su “nueva cofradía”, se inserta dentro de la lógica indígena sobre la política y el cambio de autoridades tanto municipales como tradicionales en ese municipio. No es un conflicto sobre 10 Q que suelen cobrar algunos cofrades por visitar al Maximón ó Rilaj Maam, cosa que puede escandalizar a algunos, lo que esta en juego es la legitimidad de ejercer el cargo de autoridad en el pueblo, cosa que en un año electoral es justo lo que se busca. Para comenzar a desentrañar el asunto es necesario saber que el “Cabecera del Pueblo” es el custodio de la “Caja Real”, cofre en el cual se guardan los “Títulos Primordiales” o documentos patrimoniales del pueblo de Santiago Atitlán, es decir, que en esa caja se encuentran depositadas las escrituras que delimitan el territorio municipal de Santiago Atitlán, así como las “llaves” que definen al Cabecera como custodio del patrimonio cultural del pueblo, esto es, de las “joyas” de los tz´utujiles depositadas en la Iglesia Católica y en las cofradías: muchas antigüedades que incluyen varias piezas de plata de arte colonial, sumamente valoradas en el mercado negro.Lo que está en juego es decidir quién es el Cabecera legitimo, lo cual implica tener acceso a los documentos sobre el territorio de Santiago Atitlán y los patrimonios culturales del pueblo, estamos hablando de terrenos en disputa con varias fincas de las zonas limítrofes del municipio, estamos hablando de las playas y terrenos aledaños al lago y sus posibles usos para proyectos turísticos, estamos hablando del centro ceremonial y ciudad arqueológica de Chutnamit (en constante saqueo hormiga por falta de cuidado), así como de probables yacimientos de metales en las montañas en el interés de empresas mineras extranjeras, además del control sobre los inventarios de antigüedades coloniales que poseen las cofradías, que si bien la mayoría se encuentran en muy mal estado de conservación representan parte importante del patrimonio tangible del pueblo, y que por Ley Nacional debe ser protegido ya que se trata de un patrimonio tz´utujil que también es nacional.Rilaj Maam y su versión femenina -Ya Peska Ch´ouriek (María Castelyan), aparecen otra vez en el centro de la disputa sobre la legitimidad del poder local en Santiago Atitlán, como ya sucedió entre 1952-1953, cuando se prohibió por orden del obispo el culto del Rilaj Maam, hecho que entre otras cosas derivó en que la máscara original del Rilaj Maam, una antigüedad, saliera del país y terminara en el Museo del Hombre de París. En aquella ocasión dirigentes evangélicos de Santiago Atitlán apelaron al presidente Jacobo Arbenz para que autorizara la celebración de los ritos del Rilaj Maam. Lo difícil ahora, es que el conflicto se deje en manos del Ministerio Público, en un momento histórico en que no goza de buena reputación y cuenta con nula experiencia para resolver conflictos de este tipo; lo peor es que en el pueblo de Santiago Atitlán parece cancelada aquella vieja tradición -difícil y poco practicada- que es base del derecho consuetudinario de los pueblos indígenas, y que a diferencia de la

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lógica democrática -o del “gobierno de la mayoría” que excluye a las minorías aunque estas sean mayoritarias- apela a la lógica de la asamblea, del cabildo abierto, de la argumentación por la “palabra verdadera” que construye el consenso y arregla los conflictos. De tal forma la autoridad indígena legítima es aquella que como “guía del camino” -“k’amol b’eey”- propicia estos encuentros a partir del arte de la palabra y la política de los nawales, arte que se aprende en la tradición del Rilaj Maam y Ya Peska Ch´ouriek.