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MECANICA 1

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a globalización ha sido favorecida y va acompañada de un amplio y vigoroso desarrollo tecnológico, vinculado especialmente a las llamadas "nuevas tecnologías de información" e internet, pero no es la tecnología en sí. Lo cual, desgraciadamente, se confunde con mucha frecuencia.

Sin embargo, se encuentra prácticamente disponible para cualquier persona o institución un conjunto de herramientas de hardware y software para dar soporte a la actividad individual y organizacional en el marco de una concepción global. La convergencia de los medios tecnológicos (a diferencia de los conceptuales, que parecen tender hacia la diversidad), la integración de servicios como los de telecomunicaciones, cable, televisión e internet auguran una plataforma sólida en el futuro inmediato.

La globalización ha permitido, y muchas veces ha promovido, un cambio radical en la concepción de la "educación", asociada a expresiones como "la era de la información", "la supercarretera de la información", o "la sociedad del conocimiento".

Hoy más que nunca, se puede percibir las limitaciones del enfoque educativo formal, centrado en la enseñanza, focalizado en el "aula física" y con un instructor delante. Enfoque aún predominante en muchos países. Cuando un alumno conoce otros entornos y personas, cómo viven, qué piensan, quéproblemas enfrentan, cuán semejante o diferente es de ellos, y descubre qué fácil es lograrlo; las lecciones de anatomía o las frías ecuaciones de segundo grado caen por su propio peso. Tal vez sea prematuro sacar conclusiones, pero nadie podrá negar la potencia y valor educativo de una herramienta tan simple como el correo electrónico, para vincular e integrar personas.

La educación global requiere un cambio actitudinal importante en las personas a la par que una modificación de políticas en las instituciones, especialmente en las educativas y en los gobiernos.

Pareciera que a regañadientes, los gobiernos incrementan tímidamente los recursos financieros para el llamado "sector educación". He ahí el problema, lo educativo es concebido como "un sector" que ahora requiere mayor dinero que antes. Existe una explicación lineal insuficiente. Invertir en educación (instrucción para ser más precisos) de los niños de hoy para que aprendan lo que la sociedad necesitará de ellos mañana.

La información que debe ser difundida a los estudiantes, por ejemplo, no puede continuarse difundiendo a través del "docente de aula", labor para la cual los maestros y cualquier otro profesional, cada día, son menos competentes. El enfoque de "centro educativo", donde se sostuvo siempre que era posible "encontrar" o tener acceso a todos los "recursos educativos" necesarios para la formación del alumno, hoy es obsoleto. Pues los recursos educativos actuales se hallan en la vida cotidiana y distribuidos por el mundo.

Incluso el rol de "facilitador" o "mediador" que parece ahora rescatarse para el maestro, puede ser insuficiente o erróneamente formulado, cuando la "educación" escapa a las "escuelas", cuando los niños -y los mayores también- aprenden y se

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forman en la vida cotidiana, en el hogar, en la calle, en la televisión, en el trabajo, ... en internet.

Beatriz Sarlo: "Los problemas de la educación argentina no se solucionan con la tecnología, pero la formación de los maestros cambiaría con el acceso a internet"

"Suelo desconfiar de esos modelos, tipo aldea Potemkin o cuentos de hadas bienpensantes, esos relatos maravillosos en los que una aldea perdida en la selva se ha puesto a producir abanicos de plumas de ave fénix y los vende por internet, solucionando así un montón de problemas."

Por Cecilia Sagol

Educ.ar presenta una entrevista a Beatriz Sarlo. Docente, investigadora y ensayista, es una de las

intelectuales más prestigiosas y populares de la Argentina, autora de una obra prolífica -ocho libros en los

últimos años y habituales colaboraciones en revistas de todo tipo- y profunda sobre temas académicos y de

interés general.

Sarlo domina varios campos: literatura, política, cine, cultura popular, entre muchos otros. Para esta entrevista

se centra en tecnología y educación, ejes a los que vincula con otros procesos culturales y sobre los cuales

ofrece una mirada diferente a la de los discursos habituales, que se centra más en las continuidades que en

las rupturas.

—Internet tiene muchos detractores, pero algunos intelectuales reconocidos confían

en que puede ser un genuino aporte a la democratización de la información ¿Le

parece que la introducción de las nuevas tecnologías en la educación puede mejorar

en alguna medida la circulación, la universalidad y la calidad del conocimiento?

—No participo de la creencia de que los problemas de la educación argentina se solucionan con más

tecnología. Claramente, la cuestión social no mejoraría, y yo creo que la miseria y las carencias materiales de

los alumnos son problemas que la escuela enfrenta pero no puede resolver ni hay que pedírselo, ya que

cuando más se lo pidamos, cuando más se hunda a los maestros en el asistencialismo, tanto peor será la

información y más débiles los contenidos que trasmitan a sus alumnos. Creo, en cambio, que la formación de

maestros cambiaría enormemente con el acceso a más y más actualizadas tecnologías, en primer lugar a

internet. No estoy segura de que internet sea un instrumento pedagógico en el aula, pero estoy convencida de

que puede ser el instrumento de formación docente en un país donde la cultura del maestro se ha deteriorado

hasta niveles increíbles, como lo muestran algunas estadísticas de consumo cultural. Estoy convencida

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también de que internet debe estar en la escuela como debería estar la biblioteca o la sala de mapas. Nadie

decía antes que los maestros enseñaban “con la biblioteca” ni “en la biblioteca”. Los maestros enseñaban con

lo que sabían y con lo que estaba en los libros. Hoy a esos libros se agrega internet, tanto para los chicos

como para los maestros.

—Algunos autores ven en las nuevas tecnologías una gran potencialidad, al menos

material, para una democracia más participativa, para dar a conocer organizaciones

opositoras o marginales. ¿Es un paso en este sentido o ya se encargará el mundo de

domesticar esta tecnología? ¿Es un aporte en esta línea o los cambios pasan por otro

lado?

—Depende de los países y de las coyunturas políticas y sociales. Las ONG probablemente no podrían existir

sin las nuevas tecnologías, pero los sujetos de los que se ocupan las ONG quizás no podrían cambiar su

situación simplemente a través de su acceso a nuevas tecnologías. Necesitan condiciones materiales que

hagan posible la asistencia técnica. A veces suelo desconfiar de esos modelos, tipo aldea Potemkin o cuentos

de hadas bienpensantes, esos relatos maravillosos en los que una aldea perdida en la selva se ha puesto a

producir abanicos de plumas de ave fénix y los vende por internet, solucionando así un montón de problemas.

En cuanto a la política: me parece claro que las redes clientelísticas que son una peste en la mayor parte de

América Latina no se destruyen a golpes de mouse. Ahora bien, las dirigencias políticas alternativas es obvio

que necesitan el acceso más amplio a todo tipo de materiales y ese acceso es posible por la existencia de

internet. Y lo mismo sucede con su conexión organizativa y comunicacional.

—Si bien hay una amplia bibliografía al respecto, internet es difícil de definir: ¿es un

medio?, ¿es un género? ¿Podría equiparar algunas características de internet con

otros objetos sociales a los que se ha referido, como por ejemplo los centros de

compras o el videoclip?

—Prefiero no hacer esas comparaciones, que me parece que no terminan de iluminar bien ninguno de sus

dos términos. En una cultura que tiene como ideal, inaccesible para grandes mayorías, la libertad de mercado,

es probable que muchos usuarios de internet se comporten en ella como si estuvieran en un espacio donde

se eligen mercancías, se las examina, se las adopta o se las desecha. Pero, si queremos más precisión, al ser

una parte muy relevante de internet todavía gratuita, la metáfora del mercado deja de ser útil bastante rápido.

Cuando voy al mercado verdadero no compro cosas sin ton ni son, simplemente porque llevármelas a mi casa

es fácil; el uso de internet, en cambio, todavía está regido por una idea de facilidad y de gratuidad (se paga el

teléfono o una suma muy baja en los ciberlocutorios) y por lo tanto puedo traer de la red incluso cosas que sé,

de antemano, que no van a servirme para nada. En cuanto a la comparación con el videoclip, supongo que

proviene de la idea de sintaxis rápida. Bueno, salvo para los usuarios de fibra, con computadoras muy

potentes, la sintaxis de internet es todavía “lenta”. Además, la gramática del videoclip es deliberada y precisa,

mientras que nadie puede garantizar esa gramática sobre la base del linkeo o de la navegación en la página.

En fin: los que piensan que internet tiene algo del videoclip, ¿vieron alguna vez un videoclip con atención?

—Entonces, prescindiendo de las comparaciones, ¿cuál sería el camino o el criterio

para definir este medio/género/discurso nuevo?

—En internet se yuxtaponen, se intersectan o se suceden diferentes clases de discursos. Es bien evidente

que las bibliotecas digitales poseen libros, que las revistas digitales publican artículos, los diarios cuelgan sus

materiales impresos y otros especialmente preparados (que incluyen video y audio), que las páginas de las

distribuidoras de cine, cuelgan trailers o fragmentos más extensos de films, que las productoras de música

hacen más o menos lo mismo. También es evidente que se puede comprar casi cualquier cosa en las páginas

del “mercado” digital. Además, quizás esto sería lo diferencial, en internet hay arte específicamente creado

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para aprovechar las potencialidades hipermediales; y también juegos y pasatiempos que trabajan con los

mismos recursos técnicos. Algunas de las páginas de internet tienen la aspiración evidente de proponerse

como “nuevo discurso”, es decir como un texto que utiliza sintaxis y gramáticas, tanto escritas como visuales y

auditivas, que los textos anteriores a la web no exploraron o no pudieron explorar. No tengo inconveniente en

que el arte digital se presente como “nuevo discurso”, aspirando en ese sentido a que se le reconozca su

especificidad técnica y formal (como el cómic o el cine lo hicieron en su momento; o, un poco más tarde, el

happening, la performance o las instalaciones). En cambio, tengo inconvenientes con la definición de internet

como género, que me parece completamente inapropiada: ¿género de qué sistema de géneros?, ¿género de

qué arte?, ¿género como la novela o la poesía épica o la pintura de retratos o el paisaje o la fotografía

periodística? Para ser un género es preciso responder a una configuración, a un conjunto de cualidades que

definen los textos del género y los separan de los que no pertenecen a él. En cambio, internet se caracteriza

precisamente porque no separa nada, porque no dice de ningún discurso que no pertenece al medio. Esta

palabra, “medio”, es la que adoptaría por ahora. De todos modos, no soy de los que piensa que una vez que

se encuentra la palabra que define se solucionan los problemas.

— En una entrevista reciente realizada por educ.ar, Daniel Link decía que las

ciberculturas tienen una relación mucho más armónica con la cultura letrada que con

la cultura industrial. ¿Por qué le parece que la televisión nunca pudo ser una

herramienta educativa? ¿Le parece que internet puede correr la misma suerte?

—Hasta hoy, mi acuerdo es con Link. Internet es mejor para los más cultos y peor para los menos cultos. No

hay vuelta que darle. Y es así porque, hasta hoy, en internet hay más texto escrito que gráfica y sonido (y eso

la diferencia de la televisión). No sé si este rasgo de internet se conservará o cambiará, depende de cuánto el

mercado la invada no como lugar para vender sus cosas “reales” (autos, libros, medicamentos, equipos, ropa),

sino sus cosas “virtuales”. Si el mercado la domina en este segundo grupo de objetos, internet podría volverse

tan idiota como la televisión.