MENDICIDAD La mendicidad es producto y consecuencia, entre otros factores, de la marginación económica. Aun siendo una actividad improductiva y parásita está inserta en el sector de la economía como la más residual y precaria. El Estado nos pide que no ayudemos con nuestras moneditas a los niños que mendigan en los semáforos, pues dice que en realidad los estamos perjudicando. Sus razones son varias. Una de ellas es que no controlamos qué hacen con el dinero que recaudan, así que podemos perfectamente ser engañados en nuestra buena fe y, al mismo tiempo, los estamos condenando eternamente a ser mendigos, pues les hacemos creer que esa miserable forma de vida es válida. Paralelamente, ese mismo Estado que nos solicita no propagar la mendicidad tiene un programa a través del cual reparte cierta cantidad de jornales a miles de familias en el país. Pero esta forma de ayudar no hace crecer la mendicidad, al contrario, debe disminuirla. Cada dinero es dirigido y controlado, nos dicen. Lo reciben las familias más pobres, a condición de que no dejen ir a sus niños a mendigar a las calles, sino que los envíen a estudiar y permanezcan en el ambiente hogareño. Con estos dos ejemplos, hasta hace poco podíamos decir que nuestro Estado no solo estaba teniendo un mayor e inteligente gasto social, sino que era coherente en su accionar, pues nos mostraba la diferencia entre limosna perjudicial y limosna positiva: la primera condena siempre al mendigo a ser mendigo, la otra lo ayuda a salir de la mendicidad, pues ese dinero no es eterno, sino en un plazo determinado y bajo ciertas condiciones. Decía que hasta hace poco con estas políticas el Estado parecía coherente, pues luego de ver cómo se comporta con las pensiones graciables todo se desmoronó. Nuestro Estado empieza a repartir dinero, no moneditas sino sueldos mínimos, a gente que padece enfermedades. El encargado de la mendicidad de los niños y los sueldos dirigidos a las familias está a cargo del Poder Ejecutivo (Secretaría de la Niñez y Secretaría
MENDICIDADLa mendicidad es producto y consecuencia, entre otros
factores, de la marginacin econmica. Aun siendo una actividad
improductiva y parsita est inserta en el sector de la economa como
la ms residual y precaria.El Estado nos pide que no ayudemos con
nuestras moneditas a los nios que mendigan en los semforos, pues
dice que en realidad los estamos perjudicando. Sus razones son
varias. Una de ellas es que no controlamos qu hacen con el dinero
que recaudan, as que podemos perfectamente ser engaados en nuestra
buena fe y, al mismo tiempo, los estamos condenando eternamente a
ser mendigos, pues les hacemos creer que esa miserable forma de
vida es vlida.Paralelamente, ese mismo Estado que nos solicita no
propagar la mendicidad tiene un programa a travs del cual reparte
cierta cantidad de jornales a miles de familias en el pas. Pero
esta forma de ayudar no hace crecer la mendicidad, al contrario,
debe disminuirla. Cada dinero es dirigido y controlado, nos dicen.
Lo reciben las familias ms pobres, a condicin de que no dejen ir a
sus nios a mendigar a las calles, sino que los enven a estudiar y
permanezcan en el ambiente hogareo.Con estos dos ejemplos, hasta
hace poco podamos decir que nuestro Estado no solo estaba teniendo
un mayor e inteligente gasto social, sino que era coherente en su
accionar, pues nos mostraba la diferencia entre limosna perjudicial
y limosna positiva: la primera condena siempre al mendigo a ser
mendigo, la otra lo ayuda a salir de la mendicidad, pues ese dinero
no es eterno, sino en un plazo determinado y bajo ciertas
condiciones.Deca que hasta hace poco con estas polticas el Estado
pareca coherente, pues luego de ver cmo se comporta con las
pensiones graciables todo se desmoron. Nuestro Estado empieza a
repartir dinero, no moneditas sino sueldos mnimos, a gente que
padece enfermedades.El encargado de la mendicidad de los nios y los
sueldos dirigidos a las familias est a cargo del Poder Ejecutivo
(Secretara de la Niez y Secretara de Accin Social), y otorgar
pensiones graciables es tarea del Poder Legislativo.
